Teología Tomo LIII Nº 121 . diciembre...

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revista Tomo LIII N° 121 Diciembre 2016 TEOLOGÍA nº 121: Nota del Director • FERNANDO ORTEGA: La Facultad de Teología en el Jubileo de la Misericordia JORGE FAZZARI: 100 años de un artículo de Guardini sobre la Trinidad divina y la comunidad humana JUAN GUILLERMO DURÁN: Un capítulo en la teología de la gracia. La salvación de los gentiles o no creyentes. Reflexiones de un joven misionero francés en la pampa argentina. Jorge María Salvaire (CM) y el cacique José María Railef (1874) VIRGINIA R. AZCUY: La entrevista en el estudio teológico de la espiritualidad. Presupuestos epistemológicos, investigación cualitativa y aportes de una técnica ALBERTO C. CAPBOSCQ: El Padre, “causa-principio” intratrinitario - Nota sobre un aspecto de la Teología trinitaria de Basilio de Cesarea y Gregorio de Nisa MIGUEL DELGADO GALINDO: La misión evangelizadora de los fieles laicos en el magisterio del papa Francisco PABLO NAZARENO PASTRONE: Carmelo Giaquinta y la Facultad de Teología LUIS HERIBERTO RIVAS: “Nosotros esperábamos…” (Lc 24,21) •EMILCE CUDA: La ética teológica situada de Boston College: de la casuística al liberalismo político a partir de la impronta jesuita de discer- nimiento • VIRGINIA R. AZCUY - NORA B. RODRÍGUEZ: Memoria de Leonardo Cappelluti SCJ (16 de abril de 1933 – 23 de agosto de 2016) • VIRGINIA R. AZCUY: Convenio entre Universidad de Osnabrück y Pontificia Universidad Católica Argentina. II Congreso de Teólogas Latinoamericanas y Alemanas Buenos Aires, 28-31 de marzo de 2016 • Notas Bibliográficas •

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    Tomo LIII N 121 Diciembre 2016

    TEOLOGA

    n 121: Nota del Director FERNANDO ORTEGA: La Facultad de Teologa en el Jubileo de la Misericordia JORGE FAZZARI: 100 aos de un artculo de Guardini sobre la Trinidad divina y la comunidad humana JUAN GUILLERMO DURN: Un captulo en la teologa de la gracia. La

    salvacin de los gentiles o no creyentes. Reflexiones de un joven misionero francs en la pampa argentina.

    Jorge Mara Salvaire (CM) y el cacique Jos Mara Railef (1874) VIRGINIA R. AZCUY: La entrevista

    en el estudio teolgico de la espiritualidad. Presupuestos epistemolgicos, investigacin cualitativa y

    aportes de una tcnica ALBERTO C. CAPBOSCQ: El Padre, causa-principio intratrinitario -

    Nota sobre un aspecto de la Teologa trinitaria de Basilio de Cesarea y Gregorio de Nisa MIGUEL

    DELGADO GALINDO: La misin evangelizadora de los fieles laicos en el magisterio del papa

    Francisco PABLO NAZARENO PASTRONE: Carmelo Giaquinta y la Facultad de Teologa LUIS

    HERIBERTO RIVAS: Nosotros esperbamos (Lc 24,21) EMILCE CUDA: La tica teolgica

    situada de Boston College: de la casustica al liberalismo poltico a partir de la impronta jesuita de discer-

    nimiento VIRGINIA R. AZCUY - NORA B. RODRGUEZ: Memoria de Leonardo Cappelluti SCJ

    (16 de abril de 1933 23 de agosto de 2016) VIRGINIA R. AZCUY: Convenio entre Universidad de

    Osnabrck y Pontificia Universidad Catlica Argentina. II Congreso de Telogas Latinoamericanas y

    Alemanas Buenos Aires, 28-31 de marzo de 2016 Notas Bibliogrficas

  • Revista de la Facultad de Teologa de la Pontificia Universidad Catlica Argentina

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    ISSN 0328-1396

    Tomo LIII N 121 Diciembre de 2016

    TEOLOGA

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  • Nota del Director . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    La Facultad de Teologa en el Jubileo de la Misericordia . . . .

    100 aos de un artculo de Guardini sobre la Trinidad divina y la comunidad humana . . . . . . . . . .

    Un captulo en la teologa de la gracia. La salvacin de los gentiles o no creyentes. Reflexiones de un joven misionero francs en la pampa argentina. Jorge Mara Salvaire (CM) y el cacique Jos Mara Railef (1874) . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    La entrevista en el estudio teolgico de la espiritualidad. Presupuestos epistemolgicos, investigacin cualitativa y aportes de una tcnica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    El Padre, causa-principio intratrinitario Nota sobre un aspecto de la Teologa trinitaria de Basilio de Cesarea y Gregorio de Nisa . . . . . . . . . . . . . . . .

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    Fernando Ortega

    Jorge Fazzari

    Juan Guillermo Durn

    Virginia R. Azcuy

    Alberto C. Capboscq

    Revista de la Facultad de Teologa de la PontificiaUniversidad Catlica Argentina

    TEOLOGA

    Tomo LIII N 121 Diciembre 2016

    SUMARIO

  • 111

    127

    147

    167

    189

    195

    203

    Miguel Delgado Galindo

    Pablo Nazareno Pastrone

    Luis Heriberto Rivas

    Emilce Cuda

    Virginia R. Azcuy - Nora B. Rodrguez

    Virginia R. Azcuy

    Notas Bibliogrficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    La misin evangelizadora de los fieles laicos en el magisterio del papa Francisco . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Carmelo Giaquinta y la Facultad de Teologa . . . . . . . . . .

    Nosotros esperbamos (Lc 24,21) . . . . . . . . . . . . . . . .

    La tica teolgica situada de Boston College: de la casustica al liberalismo poltico a partir de la impronta jesuita de discernimiento . . . . . . . . . . . . . .

    Memoria De Leonardo Cappelluti SCJ(16 de abril de 1933 23 de agosto de 2016) . . . . . . . . . . . .

    Convenio entre Universidad de Osnabrck y Pontificia Universidad Catlica ArgentinaII Congreso de Telogas Latinoamericanas y Alemanas Buenos Aires, 28-31 de marzo de 2016 . . . . . . . . . . . . . . . .

  • El camino de la interdisciplina ha sido un desafo que la teologadebi afrontar en cada poca, ante el cual despleg sus mtodos y len-guajes.

    En ese camino, la sabidura teolgica, no ha tomado prestado, niest llamada a circunnavegar estratgicamente, sino que su imperativoes dialogar interiormente para desarrollar un encuentro cordial quepermita el crecimiento de nuestro conocimiento.

    Basta pensar en la evolucin de las ideas filosficas que asumidaspor la teologa amplan su sentido y posibilidades. Slo pensar en lanocin substancialista de persona que de la mano de la teologa integrdecisivamente la subjetividad y la relacin.

    Nuestra revista Teologa quiere dar cuenta de estos procesos.Este volumen de nuestra revista se abre con la Lectio Inauguralis, delao acadmico 2016, dictada por el Decano, Fernando Ortega. En ellanos propone, con serenidad, los desafos que el Ao de la Misericordiainspiran a la teologa, que debe reconocer el rostro del Dios vivo paraproclamar la ternura de su misericordia.

    Nuestro volumen contina con un artculo de Luis Rivas en el quenos hace recorrer el camino de Emas junto a los discpulos y Jess. Esuna hermosa propuesta para pasar de la tristeza y decepcin a la confian-za y la alegra. La humanidad hace planes a corto plazo y espera solucio-nes inmediatas y Jess no vino a restaurar un reino terrenal, sino a llevara cabo el plan de Dios de transformar al mundo y a la humanidad

    Nota del Director

    Revista Teologa Tomo LIII N 121 Diciembre 2016: 7-9 7

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  • [NOTA DEL DIRECTOR]

    Revista Teologa Tomo LIII N 121 Diciembre 2016: 7-98

    El tercer artculo de este nmero, es un anlisis de un texto tri-nitario que Romano Guardini escribi en 1916. Fazzari deja entreverla riqueza de la propuesta del telogo talo-germano, que varios aosantes que aquellos sugiere la distancia entre el Padre y el Hijo (VonBalthasar); las relaciones reales de cada persona humana con las Perso-nas divinas por medio de la gracia (Rahner); la utilizacin de la para-doja (De Lubac; Ferrara), o de una cierta reduplicacin del lenguaje(Lafont).

    A continuacin Alberto Capbosq nos ofrece una perspectiva dela mirada que, sobre la fontalidad del Padre, tienen Basilio de Cesareay Gregorio de Nisa. La importancia de la teologa capadocia para laevolucin del dogma trinitario reviste un inters decisivo.

    El siguiente artculo, de Virginia Azcuy, escrito a partir de unainvestigacin grupal sobre teologa urbana y prcticas de espirituali-dad, propone reflexionar sobre la mediacin instrumental de la entre-vista en profundidad como contribucin de la investigacin cualita-tiva al mtodo de la teologa espiritual.

    La siguiente propuesta, de Miguel Delgado Galindo, aborda elmagisterio del papa Francisco en estos tres primeros aos de pontifi-cado, especialmente la exhortacin apostlica Evangelii gaudium,proceso de la Iglesia en salida al que nos impulsa Francisco. Procesoque requiere una renovada comprensin de la vocacin propia de losfieles laicos, as como la capacidad de entender el mundo como el lugarteolgico de los laicos.

    El artculo de Emilce Cuda parte de la pregunta sobre la relacinque se da entre la tica y la poltica, en el campo de la teologa, cuandosta se ocupa de las demandas pblicas en el contexto del liberalismopoltico de los Estados Unidos. La autora arriesga decir a partir deuna investigacin precedente que aqu desarrollar de manera sintti-ca, que es una modalidad situada de teologa, es decir un intento deatencin efectiva a demandas sociales concretas por garantizar la dig-nidad humana.

    Finalmente, dos artculos de Historia cierran este conjunto deinvestigaciones; uno de Juan Guillermo Durn sobre el encuentro queen el ao 1874 el padre Salvaire llev adelante con el Cacique Railef.Esto condujo al misionero de Lujn a reflexionar desde la tradicin de

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  • la Iglesia, sobre la Salvacin de los gentiles. El otro, de Pablo Pastrone,sobre una seera figura de nuestra Facultad, Carmelo Giaquinta.

    Dos pequeos apndices concluyen nuestra publicacin. Ellosestn presentados por Virginia Azcuy: uno es un homenaje a Leonar-do Cappelluti, que luego de aos de servicio generoso a la comunidadteolgica argentina fue llamado a encontrarse definitivamente en elabrazo pascual. El otro es un informe sobre el convenio de investiga-cin con la Universidad de Osnabrck y las actividades llevadas ade-lante como consecuencia de l.

    9Revista Teologa Tomo LIII N 121 Diciembre 2016: 7-9

    [EL LEGADO ESPIRITUAL]

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  • La Facultad de Teologa en el Jubileo de la Misericordia1

    Yo he venido para que tengan Vida,y la tengan en abundancia (Jn 10,10)

    FERNANDO ORTEGA

    Revista Teologa Tomo LIII N 121 Diciembre 2016: 11-23 11

    1. La celebracin del Centenario y de los cincuenta aos de laclausura del Concilio Vaticano II, constituy un momento importanteen la historia de nuestra Facultad. Dicha celebracin, que tuvo su epi-centro eclesial y acadmico en el Congreso internacional que realiza-mos en el mes de septiembre, nos brind la oportunidad de unir unacontecimiento de la Iglesia local con uno de la Iglesia universal, uninque destac muy positivamente el Papa Francisco en el mensaje quenos enviara y que escuchamos en el cierre del Congreso. El presenteao 2016 estar tambin signado por varios hechos relevantes, dediversa ndole: el Bicentenario patrio, el Congreso Eucarstico, elCongreso de Teologanda, el Congreso de Alalite, la Evaluacin insti-tucional, la reacreditacin ante la CONEAU de nuestro doctorado, yel posible inicio de la Especializacin en Doctrina Social de la Iglesia.Pero el acontecimiento central, que inspirar teologalmente la vida denuestra Facultad a lo largo del presente ao lo constituye sin duda elllamado de Francisco a celebrar un Jubileo consagrado a la Misericor-dia. Y creo no equivocarme al afirmar que su invitacin encontraramplio eco en el corazn y la mente de todos y cada uno de los queintegramos esta comunidad educativa eclesial: profesores, alumnos,administrativos y directivos. Todos estamos convocados a vivir algomuy hermoso y decisivo, a saber, animarnos y arriesgarnos a buscarjuntos, impulsados por el Espritu, una ms rica experiencia y una ms

    1. Lectio brevis, pronunciada con motivo de la apertura del ao acadmico 2016.

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  • 12 Revista Teologa Tomo LIII N 121 Diciembre 2016: 11-23

    FERNANDO ORTEGA

    lcida comprensin de aquello inefable que seala la palabra miseri-cordia, y que es el nombre mismo de Dios.2

    El anhelo que nos puede guiar en este Jubileo sera entonces elde redescubrir, juntos, toda la riqueza de la misericordia, dejndonossorprender por ella. Y desear que esta sorpresa ocurra ante todo con-templando su Fuente, es decir, a Dios, ya que la misericordia es suNombre, como lo revel a Moiss: Dios compasivo y misericordioso,lento a la ira, y prdigo en amor y fidelidad (Ex 34,6). Enfocando all,en el misterio divino, nuestra atencin, empecemos recordando, talcomo nos ensea Santo Toms en una idea que cit en la lectio del aopasado, que no sabemos en qu consiste Dios (nos non scimus deDeo quid est, I, q.2, a.1). Esta bendita ignorancia bendita porqueprovocada por el exceso desbordante del Deus semper maior tendren la misericordia su realizacin ms plena, ya que ella, la misericordia,es la palabra que, de acuerdo a la Revelacin, mejor dice el fondo sinfondo de la divinidad de Dios, es decir, su ternura eficaz por nosotros,los humanos. Ese saber-no-sabiendo, tan esencial para que nuestra teo-loga sea verdaderamente tal, podramos entenderlo con nuestro cole-ga Nstor Corona, diciendo que nunca terminamos de entender quecon Dios entramos en un mbito que es otra cosa, que no hay categorameramente humana en la que l entre a no ser por un exceso queslo l puede provocar en nosotros, tal vez para dejarnos mudos

    En este ao jubilar cada uno de nosotros, a partir de su actualexperiencia y conocimiento de la misericordia, puede sentirse llamadoa encaminarse, como Iglesia, hacia algo nuevo, un todava ms, esapatria mejor (Heb 11,16) que anhelamos ayudados por el Espritu(cf. Rm 8,26), esa Tierra definitiva de la Vida en plenitud que, graciasa la fuerza de la Promesa y a la Fidelidad del que promete, atrae nues-tra esperanza fundamental hacia un no s qu3 inefable y eminente-mente deseable, en el cual la Misericordia se cumplir de modo defini-tivo como Resurreccin y Vida eterna. Esa plenitud inimaginable senos puede y se nos quiere anticipar en nuestro hoy, salindonos alencuentro tal vez sorpresivamente en este Jubileo.

    2. Il nome di Dio Misericordia. Una conversazione con Andrea Tornielli de Jorge MarioBergoglio, Papa Francesco, Milano, Edizioni Piemme Spa, 2016.

    3. S.JUAN DE LA CRUZ, Glosa a lo divino, en Vida y Obras de San Juan de la Cruz, B.A.C.,Madrid, 1973, 413.

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  • 2. Para avanzar un poco en la percepcin y la experiencia de lariqueza sobreabundante de la misericordia, iniciemos nuestro itinera-rio reflexivo partiendo del texto que nos regal Francisco el 11 de abrilde 2015, la Bula de convocacin del Jubileo Extraordinario de la Mise-ricordia, es decir, Misericordiae Vultus (MV).

    Hacia fines del ao pasado, en una de las ltimas reuniones delConsejo acadmico de la Facultad, estudiamos posibles actividades enorden a hacer presente en la Facultad el Jubileo de la Misericordia. Losconsejeros fueron presentando varias propuestas, las cuales, con laayuda de Dios, esperamos llevar a la prctica, involucrando la partici-pacin activa de profesores y alumnos. Mi aporte en dicha reunintuvo que ver con la Bula papal, y consisti en proponer una distribu-cin de su contenido entre los diversos Departamentos y disciplinasque estructuran la Facultad, con el fin de asumir y profundizar el textopara ofrecer el fruto de esa reflexin bajo la forma de un curso deextensin lo ms abierto posible en cuanto a sus destinatarios. Ms queproponer un comentario a la Bula, mi intencin es la de hacer pie enella para recorrer con profundidad teolgica, creatividad pastoral ygozo espiritual, los senderos que ella abre en el jardn de la misericor-dia. Seal entonces la conveniencia de abordar los n 1 y 2 tanto desdela Moral teologal como desde la Teologa Sistemtica (Cristologa,Dios), los n 6 a 9 desde la Sagrada Escritura y la Sistemtica (Iglesia),los n 13 a 15 desde la Teologa Espiritual, los n 16 a 19 desde la Teo-loga Pastoral y tambin desde la Sistemtica (Sacramento de la Recon-ciliacin), los n 20 y 21 desde la Teologa Moral, el n 22 desde la His-toria de la Iglesia, el n 23 desde el Dilogo interreligioso, y finalmen-te, el n 24, desde la Mariologa.

    Esta manera de abordar la Bula nos permitira profundizar lamisericordia ante todo como objeto material de nuestra reflexin, esdecir, como una teologa de la misericordia. Creo que siendo importan-te, no es suficiente. Este Jubileo nos invita a ir ms lejos, tal vez a buscarjuntos la manera de hacer de la misericordia el objeto formal de nuestrosaber teolgico, es decir, a inventar una teologa misericordiosa. Hacedos aos propuse, a partir de la imagen del hospital de campaa que usFrancisco, pensar juntos de qu manera podamos lograr que la luz de lamisericordia se refractase en las diversas disciplinas que se cursan en laFacultad. Hoy, a la luz de la centralidad que la misericordia ha adquirido

    13Revista Teologa Tomo LIII N 121 Diciembre 2016: 11-23

    [LA FACULTAD DE TEOLOGA EN EL JUBILEO DE LA MISERICORDIA]

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  • 14 Revista Teologa Tomo LIII N 121 Diciembre 2016: 11-23

    FERNANDO ORTEGA

    en el papado de Francisco, y asumiendo a fondo su idea de que nuestrapoca es un kairs de misericordia4, quisiera dar un paso ms en esadireccin y preguntarnos qu significara hacer de la misericordia el esti-lo de nuestro pensamiento teolgico. Con la palabra estilo traduzco lacategora de objeto formal que recin seal.

    En esta lectio introductoria al Ao Acadmico 2016 me limitara desarrollar brevemente algunas ideas a partir de los n 1 y 2, que, ami entender, dan el tono a la totalidad del documento. Me concentroparticularmente en algunas frases de estos nmeros introductorios:Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre Jess de Nazaretcon su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la miseri-cordia de Dios (n1), Siempre tenemos necesidad de contemplar elmisterio de la misericordia. Misericordia: es la palabra que revela elmisterio de la Santsima Trinidad. Misericordia: es el acto ltimo ysupremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro (n2). Inspirn-dome en ellas, les propongo algunas ideas, por cierto abiertas a ulte-riores profundizaciones. Son ideas que apuntan a la cuestin que heplanteado, a saber: cmo inventar una teologa misericordiosa, qusignificara hacer de la misericordia el estilo de nuestro pensamientoteolgico.

    3. He sealado la importancia de redescubrir la riqueza de lamisericordia ante todo en su Fuente divina. Entonces, el captulo 15del Evangelio de San Lucas, y muy especialmente la parbola del hijoprdigo que es uno de los pasajes privilegiados por Francisco cuandohabla de la misericordia se impone inevitablemente para llevar ade-lante cualquier reflexin teolgica acerca de ella. Elijo como gua,entre muchos otros posibles, un texto a mi juicio muy iluminador,porque nos da un ejemplo de ese estilo de pensamiento que buscamos,el de una teologa misericordiosa. Se trata de una homila. Su autor, elpadre Michel Corbin s.j. destacado estudioso de san Anselmo afir-ma, refirindose concretamente al versculo 7 (habr ms alegra en elcielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nuevejustos que no necesitan convertirse): La alegra en el cielo es la ale-gra del Padre, y su alegra no difiere de su gloria, ya que Dios esAmor (1 Jn 4,8). El Padre de Jess no es como los dioses de los paga-

    4. Ibid., 26.

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  • 15Revista Teologa Tomo LIII N 121 Diciembre 2016: 11-23

    [LA FACULTAD DE TEOLOGA EN EL JUBILEO DE LA MISERICORDIA]

    nos y de los filsofos, un dios indiferente a la actitud que tomamosante l. Al contrario, l, que es la Fuente de todo bien (), se compla-ce en recibir, de nuestra llegada a la luz, ms gloria que si no hubise-mos errado en las tinieblas sirviendo a los dolos, ignorando sus desig-nios. Y l, que es la Felicidad misma, es an ms feliz cuando acoge-mos el perdn de su Hijo, cuando aceptamos ser los destinatarios deuna gracia inmerecida. Parecera incluso que cuanto ms grandes sonlos pecados, ms grande es su amor (cf. 1 Tim 1, 12-13).5 Habiendollegado a esta paradoja en la que resuena el eco de la felix culpa quela Iglesia canta en la Noche pascual Corbin se anima a ir ms lejosan: si la alegra en el cielo es la alegra misma de Dios, si la ale-gra no es un apndice de la naturaleza espiritual sino su gloria ntima,su irradiacin, entonces la palabra de Jess [en Lc 15,7] dice que suDios y Padre () recibe un exceso de gloria y de ser cuando volvemosa l de todo corazn, cuando lo consideramos nuestro nico refugio(Ps 90,9) y nuestro nico Pastor (Ps 22,2). Esto modifica sustancial-mente cierta imagen de Dios que ha pasado de la filosofa griega a lateologa clsica. La perfeccin de lo Divino, suele afirmarse all, es tanplena, tan totalmente presente a s misma, que no puede haber en lverdadero lugar para otros, verdadero amor que los ame [a esos otros]gratuitamente, verdadero deseo que corresponda al [deseo] de otros.6

    Segn Corbin esta idea de perfeccin, y esta imagen de Dios, tie-nen su origen en el pecado original, cuando el seductor (Ap 12,9)consigui hacer que el Hombre y la Mujer imaginasen que Dios, elDios ms que Bueno, los odiaba, que era su Rival, y que haca faltareaccionar a esa envidia con una envidia semejante, intentando igualar-se a l bastndose a s mismos, sin nadie por encima de ellos, sin nadiea quien deberle algo. Los dos hijos de la parbola de Lc 15 tienen esaimagen de su padre. Todo esto lo descubrimos, contina diciendoCorbin, gracias a Jess, que hizo implosionar la imagen falsa que elhombre se hace de lo Divino. Slo l es la verdadera Imagen (Col1,15) de un Padre para quien nada vale tanto como compartir susbienes (Lc 15,12) con sus hijos, y verlos felices de ser sus hijos. Eslo que nos dice Francisco: Jesucristo es el rostro de la misericordia delPadre (MV 1).

    5. M.CORBIN, Louange et veille IV, Paris, Cerf, 2015, 79-80.6. Ibid.82.

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    Lo que se pone en juego teologalmente en esta celebracin jubi-lar es entonces la posibilidad que se nos ofrece de avanzar juntos haciaun redescubrimiento ms pleno del rostro verdadero de Dios el Deussemper maior a travs de una renovada experiencia de ser hijosvivientes del Padre por obra del Espritu que brota a raudales de laResurreccin de Jess, el Viviente, el Primognito de muchos herma-nos (Rm 8,31). Eso, esa transformacin pascual, es la misericordia rea-lizada en su expresin ms acabada, divina y humana a la vez. En esevolver cada da juntos unidos a Jess a la casa del Padre (cf. Lc 15,18)se cumple no slo el destino divino de los seres humanos, elegidosdesde antes de la creacin del mundo para ser santos (Ef 1,4), sinoque tambin se cumple hay que animarse a decirlo el Misterio deDios7, ya que habr ms alegra en el cielo por un solo pecador que seconvierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertir-se (Lc 15,7). En el triunfo pascual de la misericordia en nuestras vidasse juega entonces ms all de toda posible conceptualizacin o ima-ginacin la realizacin plena del misterio de Dios, del Dios de laAlianza, del Dios que nunca quiso ser Dios sin el hombre, del Diosque nunca quiso ser Dios sin ser hombre. Ese misterio pleno, en el quequedan indisolublemente unidas nuestras vidas y la de Dios, no loconocemos an en plenitud, pero s lo podemos experimentar en nos-otros mismos, sin jams aferrarlo. Son las arras o primicias del Esp-ritu, que nos regala el Padre (Cf. 1 Cor 1, 22; 5, 5); Espritu que es elanticipo de la gloria (Ef 1, 14).

    Sin embargo, en medio de este deslumbrarnos de la misericordiadivina, una trampa nos acecha, y se trata de una trampa en la queconviene detenernos. Corbin la formula as: Si Dios nos revela lo quel esconde de ms divino y de ms humano cuando nos cubre debesos (Lc 15,20) despus de la confesin de nuestras faltas (), si lexperimenta ms alegra cuando rechazamos la imagen que nos aleja-ba de l, hay que concluir de esto que nuestros pecados son necesariospara el cumplimiento, para la plenitud de Su misterio, que nuestra mala

    7. En el mismo sentido, cf. CH. THEOBALD, Paroles humaines, Parole de Dieu, Salvator, Paris2015, 68: On comprend mieux alors cette formule tonnante dans le chapitre 10,7 [de lApoca-lypse]: Alors il y aura laccomplissement de Dieu, cest--dire laccomplissement du mystre deDieu, comme si Dieu avait encore saccomplir. Sil vient, il se rend aussi dependant de ceux quilui ouvrent la porte.

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  • conducta condiciona su compasin? Detrs de esta trampa, Corbinvuelve a reconocer la silueta del Adversario: quin nos incita a ponerjuntos, para intentar explicarlos, al pecado y la misericordia? Quinsino el enorme Dragn, la antigua Serpiente, el Diablo o Satn (Ap12,9), que niega el don gratuito? Cuando Jess, al final de la parbola,afirma: es necesario, no lo afirma del pecado del hijo menor, sinoque lo dice exclusivamente a propsito del Padre, y con relacin a laalegra del regreso del menor: Es necesario que haya fiesta y alegra,porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdidoy ha sido encontrado (Lc 15,32). Todo esto no tiene otra razn msque sus entraas paternas. [El Padre] no calculatodo en l es gene-rosidad: hace justo al pecador sin hacer justo al pecado; nos iluminacomo el sol que disipa la bruma; nos despierta como un amanecer quealeja una pesadilla; nos eleva olvidando el pasado; nos reconduce alinstante puro del origen como si nada, en el intervalo, lo hubiese alte-rado. Por lo tanto, si hay algo necesario en la parbola no es, porcierto, el pecado de los hijos como medio u ocasin para que el Padremanifieste un corazn misericordioso ni tampoco, menos an, paraque comience a ser misericordioso. Si la misericordia es el atributo deDios que ocupa el primer lugar en la autorrevelacin de Dios en la his-toria de la salvacin8, podemos concluir, aplicando el axioma rahne-riano de la unidad entre la Trinidad econmica y la Trinidad inmanen-te, que lo nico verdaderamente necesario es ese corazn paterno, y quees as, misericordioso, desde toda la eternidad, desde antes de la crea-cin del mundo. Para reforzar esta idea recordemos que, segn SantoToms, ya en la creacin, y por lo tanto con independencia del pecadodel hombre, est obrando la misericordia (I, 21, 3.4). Entonces se hacepatente, como nos sealaba Francisco, que misericordia es la palabraque revela el misterio de la Santsima Trinidad (M.V.2). Ser misericor-dioso, o mejor, ser la Misericordia, es ser Dios, el verdadero, el uno ytrino, el Amor (1 Jn 4, 8), la Resurreccin y la Esperanza.

    4. Pasemos ahora a otra frase de la Bula: Misericordia: es el actoltimo y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro, e intente-mos vislumbrar un poco ms el vnculo entre la Misericordia y la Resu-rreccin. En su libro La Misericordia en la Sagradas Escrituras, Luis

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    [LA FACULTAD DE TEOLOGA EN EL JUBILEO DE LA MISERICORDIA]

    8. W. KASPER, La misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana, Santander, Salterrae, 2012, 92.

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    Rivas nos recuerda que los filsofos estoicos pensaron que la misericor-dia, por pertenecer al orden emocional, deba considerarse como unaenfermedad del alma. Sneca, por ejemplo, afirmaba que la misericor-dia es un vicio del alma dbil que se derriba ante la presencia del malajeno (De Clementia, II,5,1).9 Muchos siglos despus, Nietzsche des-preci tambin la compasin, considerndola como una debilidad.Compadecerse de la debilidad, hacerla propia, no tiene algo de unacomplacencia morbosa, como una complicidad con lo que rebaja alhombre? En El Anticristo afirma: La religin de la compasin se llamacristianismo. La compasin est en contradiccin con las emocionestnicas que elevan la energa del sentimiento vital, produce un efectodepresivo. [] la compasin es la prctica del nihilismo. Digmoslo otravez: este instinto depresivo y contagioso dificulta aquellos instintos quetienden a la conservacin y al aumento de valor de la vida: tanto en cali-dad de multiplicador de la miseria, cuanto en calidad de conservador detodos los miserables es un instrumento capital para el incremento de ladecadencia; la compasin nos encaria con la nada10. Pienso que si bienla crtica de Nietzsche podra justificarse a partir de ciertas formas deexpresar la compasin, hay que decir que en realidad la misericordiacristiana, que constituye una de las bienaventuranzas, es algo muy dis-tinto de un simple enternecimiento sentimental ante el sufrimiento. Esuna virtud que bien puede definirse como odio eficaz del mal ajeno,lo cual implica una actitud de combate, de lucha radical contra todo loque daa la dignidad humana, buscando, por todos los medios posibles,dar vida plena a quienes sufren un menoscabo de la misma. Lejos deencariarnos con la nada, la misericordia nos encaria con la vida, conla vida plena, nos hace luchar para liberar la vida de cada ser humano,para que cada prjimo reciba y experimente, como dira Bellet, su naci-miento en humanidad. En este sentido, Nietzsche, cuando proclamabala necesidad de un s incondicional a la vida, estaba, sin saberlo, muycerca de la misericordia.

    Puede decirse, s, que todo comienza en el plano de la sensibili-dad: la percepcin de la miseria provoca en nosotros una emocin quenos sensibiliza ante el sufrimiento ajeno. Luego, en el plano de la afec-tividad espiritual, se despierta la compasin, que es un sentimiento ms

    9. L. RIVAS, La Misericordia en las Sagradas Escrituras, Buenos Aires, Paulinas, 2015, 10.10. NIETZSCHE, El AnticristoVII, www.elaleph.com, 14.15.

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  • profundo y que, si culmina en la accin, ser un elemento esencial dela misericordia. Se trata de ese conmoverse que tanta importancia tieneen la revelacin bblica. Nos dice Rivas que el vocablo griego que tra-duce el trmino hebreo que designa el vientre, en el Nuevo Testamentoda lugar al verbo que significa conmoverse las entraas (Mt 15,32;18,27; 20,34; Mc 1,41; 8,2; 9,22). La Vulgata traduce este verbo comomisereri: tener misericordia, y en tres lugares del evangelio de Lucasintroduce la novedad de traducir splagjnsthe como misericordiamotus: movido por la misericordia (Lc 7,13; 10,33; 15,20).11 Conmo-verse en las entraas, en el vientre, sentir con las tripas, es, en el evan-gelio segn san Lucas, una caracterstica de Dios, de quien se procla-ma, desde el comienzo del evangelio (1,78) que posee entraas demisericordia. Pero la misericordia como virtud engendrada por lacaridad, quiere algo ms que emocionarse y sentir compasin de lamiseria: quiere actuar con eficacia y aliviar todo lo posible la miseriaajena. Es lo que hace Jess con la viuda de Nam, es lo que hace el buensamaritano, es lo que hace el padre del hijo prdigo, que son los trespasajes recin sealados en los que aparece la novedad del movidopor la misericordia. En los dos ltimos casos Lucas describe sieteacciones por parte del buen samaritano y del padre del hijo prdigo.Una exgesis de estos textos seala el posible uso por parte del evan-gelista del simbolismo del nmero siete, a saber, el de indicar la pleni-tud: sera una manera de decirnos que el buen samaritano y el padrehacen todo lo que es posible hacer en favor del malherido y del hijomenor.12 La misericordia es entonces para el evangelio, la actitud divi-no-humana que, empezando por sentir compasin culmina en la pleni-tud de accin en favor del prjimo afectado por una miseria. Miseri-cordia es el acto ltimo y supremo con el cual Dios viene a nuestroencuentro, nos deca Francisco (M.V. 2).

    Esta plenitud de accin que caracteriza a la misericordia divinaes esencial para Santo Toms, que aborda su estudio en la q.30 de laIIa-IIae de la Suma Teolgica. Me detengo solamente en el artculo 4,

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    11. RIVAS, o.c., 10.11.12. En el mismo sentido, J-N.ALETTI, Lart de raconter Jsus Christ, Paris, ditions du Seuil,

    1989, 209: Cest en mditant obstinment cette parabole [Lc 15] quon peut entrer dans la parado-xale logique du il faut/il fallait () en Jsus, Dieu ne pouvait aller plus loin: il a accompli tout cequil lui fallait accomplir pour que nos yeux se dessillent et que nous entrions dans la louange. (Elresaltado es nuestro).

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  • donde se pregunta si la misericordia es la ms grande de las virtudes.Desde el punto de vista de una consideracin de la grandeza en smisma (secundum se), es decir, preguntndose cul de las virtudes,en cuanto a su nocin, enuncia la excelencia ms alta, el Aquinate notiene dudas: el primer lugar le corresponde a la misericordia. Porque,segn santo Toms, lo que expresa en absoluto la idea de misericordiaes que, para ser perfectamente realizada, reclama el acto puro. En efec-to, para santo Toms no habr nadie ms misericordioso que Aquelque es el Acto puro de ser y que es, a la vez, el Acto infinito de amor,puesto que Dios es amor, amor que se desborda como misericordia.As la fe lo lleva a trascender el horizonte de la filosofa griega: elOmnipotente es el Misericordioso. Es propio de Dios hacer misericor-dia, y en ella manifiesta su omnipotencia, omnipotencia no de dominiosino de donacin hasta el extremo, gracias a la cual la misericordia divi-na quiere y puede encarar toda miseria. Por eso, estar en condicin dehacer toda misericordia posible, eso es ser Dios. En Evangelii Gaudiumn.37, Francisco se refiere a esta cuestin, citando all el texto de laSuma Teolgica: En s misma la misericordia es la ms grande de lasvirtudes, ya que a ella pertenece volcarse en otros y, ms an, socorrersus deficiencias. Esto es peculiar del superior, y por eso se tiene comopropio de Dios tener misericordia, en la cual resplandece su omnipo-tencia de modo mximo. En la oracin colecta del domingo XXVIrezamos: Oh Dios, que manifiestas especialmente tu omnipotenciaen el perdn y la misericordia, hacindonos eco del hermoso textode la Sabidura: T te compadeces de todos, porque todo lo puedes (Sab 11, 23).

    Llegados a este punto podemos preguntarnos: cul es nuestramiseria radical, sino la muerte, fruto del pecado? Y cul ser entoncesla Misericordia radical, suprema, esa que slo Dios puede actuar, sinonuestra resurreccin de entre los muertos? No es eso acaso lo que nosensean los tres pasajes del evangelio de Lucas, en los que se habla demisericordia motus: movido por la misericordia: la resurreccin delhijo de la viuda de Nam, la curacin del malherido, la fiesta que pre-para el padre desbordante de gozo: es necesario que haya fiesta y ale-gra, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida?Cmo resuenan entonces de manera intensa tantas frases del AntiguoTestamento, comenzando por el Gnesis, siguiendo por el Deuterono-

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  • mio y los profetas, en las que Dios ofrece incansablemente la posibili-dad de la Vida y advierte al hombre acerca del riesgo de elegir la muer-te! Y cmo se intensifica todo eso en el Evangelio! Yo he venido paraque tengan Vida, y la tengan en abundancia, Yo soy la resurrecciny la Vida, el que crea en m, aunque muera, vivir... La Vida plena, laVida eterna, la Vida resucitada es el cumplimiento del misericordiosodesignio divino, cumplimiento en doble sentido, como ya he sealado:cumplimiento para nosotros, que alcanzamos el Reino que nos fuepreparado desde el comienzo del mundo (cf. Mt 25,34); cumplimien-to tambin para Dios, que recibe de nuestro paso de la muerte a la vidaun verdadero plus de alegra: habr ms alegra en el cielo. Lamisericordia nos ensea a descubrir, deslumbrados, que nuestra resu-rreccin es inseparable de la divinidad de un Dios que es Padre engen-drando a su Primognito, y en l, por obra del Espritu, a una enormemuchedumbre, imposible de contar(Ap 7,9) de hijos vivientes. Pase-mos as al ltimo momento de nuestra reflexin: Sean misericordio-sos, como el Padre de ustedes es misericordioso (Lc 6, 36).

    5. En cuanto redescubrimos, por poco que sea, la riqueza des-bordante de la misericordia contemplando su Fuente divina, entende-mos mejor el motivo ltimo de la importancia que esta actitud tienepara Francisco, quien no hace ms que poner de manifiesto la centra-lidad que ella tiene en la Revelacin que Dios hace de S mismo. Peroal hacer esto, todo cambia. A juicio de varios estudiosos del papado deFrancisco, hay un rasgo que sobresale, a saber, lo que ellos denominandesplazamiento. Esta nocin de desplazamiento puede caracterizar,de manera general, la novedad que Francisco ha obrado, y sigueobrando, la de un profundo desplazamiento dentro de la Iglesia: des-plazamiento de acento, desplazamiento en el orden de los elementosconstitutivos de la vida cristiana, desplazamiento de sentido, desplaza-miento en funcin de orientar todo hacia el corazn del evangelio, ypor lo tanto, hacia lo que debe ser el corazn de la vida de la Iglesia, asaber, la misericordia. Nos seguimos preguntando entonces qu signi-ficara hacer de la misericordia el estilo de nuestro pensamiento teol-gico. A la luz de lo que acabo de decir la pregunta podra reformularseas: qu desplazamientos debemos actuar en la Facultad para haceruna teologa misericordiosa? Habiendo contemplado la misericordiaen su Fuente misma, queremos ahora al menos vislumbrar esa unin

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  • vital, vivida, entre misericordia y saber teolgico. Slo me animo anombrar, sin desarrollarlos, los pasos que, a mi juicio, nos puedenorientar hacia ese objetivo, a travs de un cudruple desplazamientoque involucre toda nuestra existencia.

    a. En primer lugar, el desplazamiento que implicara deslum-brarnos siempre ms de la misericordia, maravillarnos siempre ms dela Fuente de la misericordia a travs de la contemplacin del Misterioque nos excede por todas partes, pero del que formamos parte cada vezque damos un paso hacia la casa del Padre, como hemos dicho. Tal vezayudados por Rembrandt o Roublev, sumergirnos en el captulo 15 delevangelio de San Lucas, vivir dentro de la parbola de los dos hijosy descubrirnos gozosamente, en la mirada del padre, como destinata-rios de su divina ternura y tambin, como causa de un plus de alegraen el corazn paterno. Ser capaces de disfrutar todo esto.

    b. El segundo desplazamiento es tambin decisivo. Consiste ensalir de nuestro pequeo ego como centro del mundo y abrir grandeslos ojos del corazn al abismo del mal, como hizo el buen samaritano,para preguntarnos si ese mal nos espanta, y qu grado de compasinsentimos ante la humanidad sufriente, ante las mil maneras en que lamiseria afecta a nuestros prjimos. Abarcar en esa mirada tanto lossufrimientos de la humanidad actual como los del prjimo, tal vezannimo, que cruza o cruzar mi existencia hoy, en un encuentro par-ticular y nico, irrepetible.

    c. En tercer lugar, pedir en nuestra oracin a ese Dios-Misericor-dia que lo dejemos actuar con libertad en nosotros, para que nos liberede toda dureza de corazn y nos transforme de raz, como pide la ora-cin de santa Faustina Kowalska, que cito de manera abreviada:Deseotransformarme en tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti, Oh,Seor! Que este ms grande atributo divino, es decir, tu insondablemisericordia, pase a travs de mi corazn y mi alma al prjimo. Ay-dame Seor, a que mis ojos sean misericordiosos Aydame Seor, aque mis odos sean misericordiosos Aydame Seor, a que mi lenguasea misericordiosa Aydame Seor, a que mis manos sean misericor-diosas Aydame Seor, a que mis pies sean misericordiosos Ayda-me Seor, a que mi corazn sea misericordioso Que tu misericordia,oh Seor, repose dentro de m. Seor mo, transfrmame en Ti, porque

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  • T lo puedes todo (Diario 163). Y agreguemos, retomando nuestracuestin: aydanos, Seor, a que nuestra teologa sea misericordiosa Es decir, aydanos a que nuestra teologa est siempre cerca, afecti-vamente, de los sufrimientos, los gozos y los anhelos de la humanidadde hoy, y ms cerca an de la efectiva y eficaz sobreabundancia de laBuena Nueva de la Misericordia y la Resurreccin. Que ella se nutra,como de su alimento ms precioso, de esa misericordia que es entraa-ble compasin e invencible esperanza. De esa manera, la teologa mise-ricordiosa podr ofrecer una palabra resucitadora, que surja de unaconviccin absoluta, a saber, la de no considerar jams a algo o aalguien como definitivamente perdido13

    d. ltimo desplazamiento. Cuando reflexionaba en todo esto,un encuentro con Eduardo Briancesco me ofreci, inesperadamente,una idea que me pareci muy apropiada. Me coment el inters quehaba suscitado en l una frase dicha por Daniel Barenboim acerca dePierre Boulez, compositor y director de orquesta francs que fallecien el mes de enero. La frase de Barenboim era la siguiente: Boulezhaba alcanzado una paradoja ideal: senta con la cabeza y pensaba conel corazn.14 Me pareci ver all una frmula que deca algo esencialde lo que estaba buscando. Y me dije que tal vez, para hacer de la mise-ricordia el estilo paradojal de nuestro pensamiento teolgico, debera-mos aprender juntos a sentir con la cabeza y pensar con el corazn,para que entonces esa teologa misericordiosa anime vigorosamentenuestros ojos, nuestros odos, nuestra lengua, nuestras manos, nues-tros pies...

    Para concluir, pido a la Divina Misericordia que todos podamos,a lo largo de este ao, seguir el consejo de Francisco: En este Jubileo,dejmonos sorprender por Dios (M.V. 25). Muchas gracias.

    FERNANDO ORTEGAEnero-febrero 2016

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    [LA FACULTAD DE TEOLOGA EN EL JUBILEO DE LA MISERICORDIA]

    13. Cf. A.SPADARO, La diplomazia di Francesco. La misericordia come proceso poltico, LaCivilt Cattolica 3975 (2016) 212.

    14. D. BARENBOIM, Ser siempre un hombre del futuro, en La Nacin, 7 de enero 2016.

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  • SUMARIO

    En 1916 Romano Guardini propuso un artculo en que iluminaba la vida comunitariahumana, a la luz de la vida ntima de la Trinidad. Con esto, se adelant varias dcadasa perspectivas que se cultivaron, sobre todo, desde la segunda mitad del Siglo XX.Incluso, en este artculo podemos ver esbozos de ideas que propondrn grandes te-logos en ese perodo: la distancia entre el Padre y el Hijo (Von Balthasar); las rela-ciones reales de cada persona humana con las Personas divinas por medio de la gracia(Rahner); la utilizacin de la paradoja (De Lubac; Ferrara), o de una cierta redupli-cacin del lenguaje (Lafont) y quizs un atisbo del Grundaxiom de Rahner, entreotras cosas.

    Palabras clave: Guardini, Trinidad, comunidad, comunin, relacin

    ONE HUNDRED YEARS OF AN ARTICLE BY ROMANO GUARDINI ON THE HOLY TRI-NITY AND THE HUMAN COMMUNITY

    ABSTRACT

    In 1916 Romano Guardini proposed an article which illuminated the human commu-nity life, in the light of the intimate life of the Trinity. With this, he anticipates severaldecades prospects were grown, especially since the second half of the twentieth cen-tury. Even in this article we can see designs of ideas that will propose great theologiansin this period: the distance between the Father and the Son (Von Balthasar); the realrelations of every human person with divine Persons through grace (Rahner); and useof paradox (De Lubac; Ferrara), or some reduplication of language (Lafont) and,perhaps, we can see a glimpse of the Grundaxiom of Rahner, among other things.

    Key Words: Guardini, Trinity, Community, Communion, Relationship

    25Revista Teologa Tomo LIII N 121 Diciembre 2016: 25-32

    JORGE FAZZARI

    100 aos de un artculo de Guardini sobre la Trinidaddivina y la comunidad humana

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  • 1. El contexto intelectual

    Alfonso Lpez Quints indica que vinculado con el tema delpoder, que tanto preocup a Guardini se halla la cuestin de la posi-bilidad de integrar dos vertientes decisivas de la vida humana: la auto-noma y la heteronoma, la libertad y la obediencia, el cultivo de lapropia personalidad y el fomento de la vida social; lo cual slo esposible cuando se descubre lcidamente la vinculacin interna de lapersona y la comunidad. El espritu relacional ni meramente subjeti-vo ni meramente objetivo de Guardini inspira varios de los trabajosdel pensador talo-alemn,1 entre los que se encuentra el artculo quenos ocupa: La significacin del dogma del Dios Uno y Trino para lavida moral de la comunidad.2

    2. El texto

    El artculo tiene una estructura clara: despus de una introduc-cin que tiene dos momentos, Guardini reflexiona sobre la comunidadhumana, para finalmente desembocar en el misterio de la Trinidaddivina que causa, ilumina y promueve esa comunidad.

    2.1. La introduccin

    El primer momento de la introduccin es de carcter general:aqu el autor establece la relacin entre conocimiento y vida msti-ca, indicando que las verdades religiosas no son afirmacionesmeramente tericas sino que buscan una relacin con el hombreentero; pues el conocimiento de la verdad debe ser para el hom-bre interior, motor de su aspiracin hacia Dios e indicador del

    26 Revista Teologa Tomo LIII N 121 Diciembre 2016: 25-32

    JORGE FAZZARI

    1. A. LPEZ QUINTS, Prlogo, en: R. GUARDINI, Escritos polticos, Madrid, Palabra, 2011, 8.2. Publicado originalmente en Theologie und glaube 8 (1916) 400-406, bajo el ttulo Die

    Bedeutung des Dogmas vom dreieinigen Gott fr das sittliche Leben der Gemeinschaft. Recogidoluego en: R. GUARDINI, Wurzeln eines grossen Lebenswerks: Aufstze und kleine Schriften, Mainz-Paderborn, Grnewald/Schningh, 2000, vol. I, 45-53. Desde hace poco contamos con la traduccinal espaol en: R. GUARDINI, Escritos Polticos, Madrid, Palabra, 2011, 321-331 (este ltimo texto sepuede encontrar en Google Books). Volveremos sobre cuestiones bibliogrficas ms adelante, enla nota 25.

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  • 27Revista Teologa Tomo LIII N 121 Diciembre 2016: 25-32

    [100 AOS DE UN ARTCULO DE GUARDINI SOBRE LA TRINIDAD DIVINA Y LA COMUNIDAD HUMANA]

    camino.3 Por eso, hay que poner en relacin, enlazndolos, eldogma y la vida real.4

    El segundo momento de la introduccin va especificando laperspectiva, mostrando que algunas verdades hablan fcilmente alcorazn como las de nuestra redencin.5 Otras verdades, en cam-bio, son de ms difcil acceso sobre todo la doctrina del DiosUno y Trino de la cual se oye decir que es un principio abstractoremotsimo, que se debe sostener, s, pero que no significa mucho parala vida real.6 No obstante, Guardini se esfuerza en mostrar que en lavida cristiana establecemos relaciones con la Trinidad:

    a) En la economa de la salvacin: cuando adjudicamos las obrasde la creacin, redencin y santificacin a las distintas Personas Divi-nas; y, sobre todo, en la vida de la gracia, en la cual el cristiano se sabehijo del Padre, hermano de Cristo, amigo del Espritu Santo.7

    b) Y la historia del cristianismo refrenda esto: en la EdadMedia, por ejemplo, el dogma de la Santsima Trinidad tiene que haberposedo una significacin muy especial para la vida cristiana: as lomuestran los antiguos cantos de la Liturgia; las viejas indicacionespara la vida interior en la cuales la Trinidad aparece como el centrode la salvacin; e, incluso, las formulaciones del Derecho, quecomienzan invocando la santa e indivisa Trinidad.8

    Concluye Guardini la introduccin diciendo que lo que sigueaspira a mostrar qu viva es la relacin entre nuestra vida diariay el dogma de la Trinidad, que es la Carta Magna del deber y de ladignidad de toda comunidad humana.9

    3. R. GUARDINI, Escritos Polticos, 321. Aqu se encuentran perspectivas y preocupacionesque propondr Von Balthasar en su clebre artculo Teologa y Santidad, de 1960.

    4. Ibid. Ya aqu podemos ver de modo general lo que es el alma del Grundaxiom de K.Rahner; y enseguida el propio Guardini lo especificar en el misterio trinitario.

    5. Ibid.6. Ibid. 322.7. Ibid. Aqu Guardini se anticipa a K. Rahner, quien har del tema de las relaciones reales

    del creyente con cada Persona divina en la vida de la gracia, uno de sus temas principales.8. Ibid. Para el aspecto de la vida interior y la Trinidad Guardini remite a San Buenaven-

    tura.9. Ibid. 323. Esta expresin nuestra vida diaria de Guardini es, desde cierto punto de

    vista, an ms concreta que la economa del Grundaxiom de K. Rahner.

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  • 2.2. La comunidad humana.

    Aqu Guardini nos muestra que, si bien las formas de la comu-nidad humana tienen una multiplicidad ilimitada si las analizamos vemos que se apoyan en dos actitudes o movimientos del alma opues-tos y complementarios.10

    El primero de esos movimientos es la entrega, en que uno da alotro parte en bienes que le son propios.11 Este dinamismo puede llegara una entrega perfecta que crea una nueva unidad que abarca a lasdos personalidades, hasta adquirir una plenitud y fecundidad entera-mente nuevas.12 No obstante la riqueza de esta experiencia, tambinexisten peligros derivados de un exceso que puede privar de indepen-dencia, falsear el juicio, debilitar la voluntad, disolver la unidad perso-nal.13 En este exceso la entrega se distorsiona convirtiendo en fusino en masificacin, aquello que debera ser comunin.

    Por eso, se necesita equilibrar este movimiento de entrega con sumovimiento opuesto: la distancia entre uno y otro.14 De este modo, encada uno se afirma la independencia del juicio, la autonoma de la deci-sin y de la responsabilidad. Pero tambin este movimiento puede sernocivo si se exagera, haciendo imposible la comunidad y llevando a lapersona hacia el aislamiento. As pues, es necesario un complemento,un juego de correccin recproca entre estos dos movimientos.15

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    JORGE FAZZARI

    10. Ibid. 323. Este tema de la complementariedad paradjica de los opuestos nos lleva a pensaren lo que propondrn Henry De Lubac con sus paradojas aspecto que continu a su modo RicardoFerrara en su libro El misterio de Dios. Correspondencias y paradojas y Ghislain Lafont con su redu-plicacin del lenguaje: cf. por ejemplo: Peut-on connaitre Dieu en Jsus-Christ?, Paris, 1969, 130.

    11. Tambin G. Lafont insistir mucho en el xtasis necesario para la plenitud humana, des-cubierto en el Misterio Pascual, el cual epifaniza a la Trinidad: el Misterio Pascual deviene paranosotros una clave de lectura trinitaria y complementariamente la vida trinitaria es el paradig-ma de la historia de salvacin: la vida trinitaria se constituye en el don absoluto que el Ser infi-nito hace de s mismo y que es la expresin de una ley del ser espiritual: ibid., 261s.

    12. Ibid. 324s.13. Ibid. 325.14. Este tema de la distancia entre las personas, lo trabajar Von Balthasar en la teologa tri-

    nitaria y Alfonso Lpez Quints en su antropologa.15. Ibid. 326. En esta correccin mutua de un registro por el otro vuelve a asomar ideas que

    veremos en G. Lafont; y tambin en E. SALMANN, La natura scordata: Un futile elogio dellablativo,en P. CODA - L. ZAK (eds.), Abitando la Trinit. Per un rinovamento dell ontologia, Roma, 1998, 27-43, especialmente en pp. 41s. Por otra parte, reflexiones semejantes sobre la comunidad aunqueno nos consta que dependientes de Guardini se encuentran en el libro Soledad y comunin delmonje argentino Pedro Alurralde OSB.

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  • Y este equilibrio no se establece automticamente: se necesita unpoder moral vivo que puede llamarse voluntad de comunidad16 yque regula el juego de movimientos contrapuestos de entrega y deconservacin, de acercamiento y de distancia. Y en la armona de esosmovimientos descansa la belleza de la comunidad.17

    2.3. La Trinidad divina

    Si ponemos lo dicho a la luz de la Trinidad divina, vemos que enella tambin se encuentran esos dos aspectos: entrega y distancia.

    Solo hay un Dios. Una esencia y vida divina. El Padre la comu-nica al Hijo enteramente y por completo; el Padre y el Hijo, al EsprituSanto Lo que antes denominamos el primer movimiento de lacomunidad, la entrega, ha llegado aqu a su cumbre absoluta.18

    Sin embargo, al mismo tiempo, se da tambin el otro movi-miento la distancia de las personalidades de la Trinidad pues enella todo es comn, menos las personas. Permanecen sin mezcla niconfusin, absolutamente intangibles; siendo cada uno inconfundi-blemente distinto.19

    De este modo, la Trinidad nos ensea que ser comunidad signi-fica estar dispuesto a darlo todo. Ensea que todo, absolutamentetodo, puede ser comn y que en los niveles ms altos tiene que sercomn Pero la personalidad debe permanecer intacta en s misma,y una comunidad, sea del tipo que sea, deviene contraria a la esencia delas cosas, inmoral, tan pronto se traspasa ese lmite.20

    Concluye Guardini con unas distinciones: toda comunidadhumana es vestigium Trinitatis; pero la Trinidad no es slo modelode la comunidad humana, sino tambin su causa, pues en Cristohemos sido unidos por un lazo nuevo mediante la gracia; y esta

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    [100 AOS DE UN ARTCULO DE GUARDINI SOBRE LA TRINIDAD DIVINA Y LA COMUNIDAD HUMANA]

    16. Ibid. 326. Dado que Guardini piensa esta voluntad de comunidad como una disposi-cin estable, estamos ante una especie de virtud, que aparece como una forma del amor

    17. Ibid. 328.18. Ibid. 328s.19. Ibid. 329.20. Ibid. 330.

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    JORGE FAZZARI

    gracia da al hombre la fuerza moral para llegar a ser realmente unaimagen de la Sacratsima Trinidad.21 En sntesis: toda comunidadhumana es vestigium Trinitatis, y la comunidad iluminada y animadapor la gracia de la Nueva Alianza puede ser imago Trinitatis.22

    3. Algunos comentarios

    Lo primero que llama la atencin es que Guardini ocupe uncuarto del artculo con la introduccin, para justificar el atrevimien-to que tendr al reflexionar sobre la Trinidad inmanente y relacionar-la con la vida humana. Incluso lo vemos apelar a un recndito textojurdico que comenzaba invocando a la Trinidad, para reforzar su acti-tud lo cual muestra que todo argumento era bienvenido para justi-ficar un intento poco comn. Todo esto indica una situacin epocalque hace doblemente meritoria su reflexin.

    Tambin llama la atencin la cantidad de ricas perspectivas queaporta en un breve artculo de apenas diez pginas. Las notas al pie pre-cedentes han mostrado nexos con temas que fueron tratados luego; losresumimos aqu (por orden de aparicin en el artculo de Guardini):

    unir verdad y espiritualidad, dogma y mstica (Von Balthasar);

    la complementariedad paradjica de los opuestos (De Lubac;Lafont; Ferrara);

    el don de s mismo, como ley (trinitaria) de la existencia personal(Lafont);

    la distancia entre las Personas divinas (Von Balthasar; LpezQuints);

    la correccin mutua de los dos registros complementarios(Lafont; Salmann);

    21. Ibid. 330s.22. La comunidad humana entendida a la luz de la Trinidad la encontraremos luego en: K.

    HEMMERLE, Tesis para una ontologa trinitaria, Salamanca, 2005 (original alemn de 1976): Tesis 33;B. FORTE, Trinidad como historia. Ensayo sobre el Dios cristiano, Salamanca, 1988 (3 edicin italia-na de 1985), 180-184; y L. BOFF, La Santsima Trinidad es la mejor comunidad, s/l, 1987; ID., Trini-dad en I. Ellacurra J. Sobrino (Eds.), Mysterium Liberationis, Conceptos fundamentales de lateologa de la liberacin I, Madrid, 1990, 513-530.

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    [100 AOS DE UN ARTCULO DE GUARDINI SOBRE LA TRINIDAD DIVINA Y LA COMUNIDAD HUMANA]

    la comunidad humana, a la luz de la Trinidad (Hemmerle; Forte;Boff).

    Y, en particular, creo que podramos decir que este esfuerzo deGuardini por conectar la vida ntima de la Trinidad con la vida de lacomunidad humana y cristiana adelanta el mismo Grundaxiom de Rah-ner: tambin Guardini quiere que el misterio de la Trinidad no searemotsimo sino que toque la vida real de la persona y de la Iglesia,como vimos al principio de este artculo. De hecho, tambin hemosvisto a Guardini mostrando que en la vida de la gracia reconocemosrelaciones reales con las personas divinas: el cristiano se sabe hijo delPadre, hermano de Cristo, amigo del Espritu Santo.23 En sntesis, ycon las palabras que usar Rahner: para Guardini la Trinidad inmanen-te tambin est efectivamente presente en la economa de la salvacin.

    4. Recepcin

    Por todo esto, sorprende la recepcin casi nula que tuvo esteartculo de 1916: me ha llamado la atencin que en la docena de textosy autores importantes para la teologa trinitaria que estudi para latesis de doctorado nunca haya encontrado una referencia a este textode Guardini.24 De hecho, me enter de su existencia de un modo casual,gracias a un comentario de un especialista de otra disciplina.

    23. Ibid. 322.24. Me refiero en concreto a: K. RAHNER, Advertencias sobre el tratado teolgico De Trini-

    tate, en Escritos de Teologa IV, Madrid, 1962, 105-136 (original alemn de 1960); E. SALMANN, op.cit.; G. LAFONT, op. cit.; W. KASPER, El Dios de Jesucristo, Salamanca, 1985 (original alemn de 1982);W. KERN, Interpretacin teolgica de la fe en la creacin en J. FEINER M. LOHRER, Mysterium Salu-tis. Manual de teologa como historia de la salvacin, Vol. II, Madrid, 19772, 387-456 (original ale-mn de 1965); K. HEMMERLE, op. cit.; B. FORTE, op. cit.; H. U. VON BALTHASAR: El misterio pascual, enMysterium Salutis III, 666-814, Madrid, 1980 (original alemn de 1969); ID., Teodramtica, IV Laaccin, Madrid, 1985, 185-396 (original alemn de 1980); N. SILANES, La Iglesia de la Trinidad. LaSantsima Trinidad en el Vaticano II. Estudio gentico-teolgico, Salamanca, 1981; L. GERA, El mis-terio de la Iglesia, Teologa 7 (1965) 154-213; R. FERRARA, op. cit. Y a estos textos an habra queagregar artculos que hacen balances y perspectivas de la teologa trinitaria del siglo XX como losde M. Arias Reyero, G. M. Salvati, M. Gonzlez y A. Staglian en que tampoco apareca este textode Guardini: cf. M. ARIAS REYERO, El Dios de nuestra fe, Dios Uno y Trino, Bogot, 1991, 388-459; G.M. SALVATI, La dottrina trinitaria nella teologia cattolica posconciliare, en A. AMATO (a cura di), Tri-nit in contesto, Roma, 1994, 9-24; M. GONZLEZ, El estado de situacin de los estudios trinitariosen el umbral del tercer milenio, en AAVV, El misterio de la Trinidad en la preparacin al gran jubi-

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  • Habiendo consultado al querido P. Ferrara sobre esta misteriosaausencia, me propuso como explicacin que en aquellos das no se con-sideraba que Guardini fuera un telogo, sino un pensador cristiano.

    Profundizando la investigacin sobre la recepcin de este artcu-lo de R. Guardini en los grandes autores mencionados, todo lo queencontr es una nota al pie en un libro de Von Balthasar sobre elpropio Guardini.25 El contexto de la cita es el anlisis de un par delibros de Guardini sobre San Buenaventura, y all Von Balthasar remi-te a nuestro artculo indicando brevemente la relacin entre la Trini-dad y la comunidad humana, y mencionando el doble movimientocomplementario de entrega y conservacin que vimos ms arriba.

    Recin ya entrado el tercer milenio, y en autores que se ocupanpor ejemplo del tema de la solidaridad humana, pueden comenzar averse citas de este artculo de Guardini,26 que creo no fue suficiente-mente apreciado en su contenido propiamente teolgico-trinitario.

    JORGE FAZZARIPONTIFICIA UNIVERSIDAD CATLICA ARGENTINA

    10-06-2016 / 11-09-2016

    32 Revista Teologa Tomo LIII N 121 Diciembre 2016: 25-32

    JORGE FAZZARI

    leo, Buenos Aires, San Pablo, 1998; A. STAGLIAN, Teologia Trinitaria, en G. Cannobio P. Coda(eds.), La teologia del XX secolo. Un bilancio, II: Prospettive sistematiche, Roma, 2003, 89-174.

    25. Romano Guardini: reform aus dem Ursprung, Mnchen, Ksel, 1970, 64, nota 74. VonBalthasar remite all a las mismas pginas de Theologie und Glaube 8 (1916) que hemos citado ennuestra nota 2, pero curiosamente con otro ttulo: Die Bedeutung des Trinittsdogmas fr diesozialen Beziehungen. Como no he podido acceder a la revista de 1916 ni impresa, ni electrnicano he podido comprobar cul es el ttulo que figura all. Revisando todos los datos bibliogrficos,verifiqu que Wurzeln eines no cita directamente el artculo desde Theologie und Glaube 8, sinodesde Auf dem Wege. Versuche, Mainz, Grnewald, 1923, 8694 (volumen en el que se recogen tresartculos de 1916 entre ellos, el nuestro). Dando por descontado que todos citan bien, podemospensar que Von Balthasar cita directamente desde la revista, con un ttulo que luego fue modificadocuando se incorpor el artculo al volumen de 1923 pero habra que verificar la hiptesis.

    26. Quizs el ms conocido sea A. SCOLA, Buenas razones para la vida en comn: Religin,Poltica, Economa, Madrid, Encuentro, 2012, 44s. Probablemente la publicacin de Wurzeln einesen el 2000, le dio mayor visibilidad a este artculo de 1916.

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  • RESUMEN

    El autor recrea en estas pginas el encuentro que en el ao 1874 mantuvo el joven sacer-dote francs Jorge Mara Salvaire (cm) con el cacique araucano Jos Mara Railef en eltranscurso de la misin realizada en la toldera de la laguna La Barrancosa, ubicadaen las cercanas de la actual ciudad de Bragado (Buenos Aires). El anciano cacique, hom-bre venerado y respetado por todos, a quien Salvaire cobr particular afecto desde elmomento mismo en que lo conoci, decidi con llamativa firmeza iniciar el camino quelo llevara a recibir los sacramentos de la iniciacin cristiana. Precisamente el perfil moraldel catecmeno motiv en el misionero una serie de interesantes reflexiones en torno alproblema de la salvacin de los gentiles o no creyentes, inspirndose en el Nuevo Tes-tamento, la tradicin patrstica y Santo Toms de Aquino.

    Palabras clave: Tribus indgenas de la provincia de Buenos Aires, Bragado, CaciqueJos Mara Railef, P. Jorge Mara Salvaire, misiones, religiosidad

    A CHAPTER OF THEOLOGY OF GRACE. THE SALVATION OF THE GENTILES OR UNBE-LIEVERS. REFLECTIONS ON A YOUNG FRENCH MISSIONARY IN THE ARGENTINE PAM-PAS. JORGEMARA SALVAIRE (CM) AND THE INDIAN CHIEF JOSMARA RAILEF (1874)

    ABSTRACT

    The author recreates in these pages the meeting of the young French priest JorgeMara Salvaire (cm) with the Araucanian Cacique Jos Mara Railef in 1874 during the

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    JUAN GUILLERMO DURN

    Un captulo en la teologa de la gracia. La salvacin delos gentiles o no creyentes. Reflexiones de un jovenmisionero francs en la pampa argentina. Jorge MaraSalvaire (CM) y el cacique Jos Mara Railef (1874)1

    1. Este texto constituye una apretadsima sntesis de un amplio estudio dedicado a lamisin de La Barrancosa (Bragado, Buenos Aires) que figura en mi libro En los toldos de Catriely Railef. La obra misionera del Padre Jorge Mara Salvaire en Azul y Bragado, Buenos Aires 2002,

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  • mission in the toldera (indigenous camp) of the La Barrancosa lagoon, in the areaof the current city of Bragado (province of Buenos Aires). The old cacique, a reveredand respected man, to whom Salvaire had a particular affection since the day he methim, decided with remarkable courage to undertake the journey that would bring himto receive the sacraments of Christian initiation. Indeed, the moral silhouette of thecatechumen motivated in the missionary a series of interesting reflections on the problemof salvation of the gentiles or non-believers based on the New Testament, the patristictradition and Saint Thomas Aquinas.

    Key Words: Buenos Airess Indigenous Tribes, Bragado - Cacique Jos Mara Railef,P. Jorge Mara Salvaire, missions, religiosity

    INTRODUCCIN

    El episodio misionero al que se refiere el presente artculo invitaal lector a trasladarse imaginativamente al incipiente pueblo de Braga-do, provincia de Buenos Aires, fundado por el sargento mayor Euge-nio del Busto en marzo de 1846, a orillas de la Laguna del BragadoGrande, que por entonces sealaba los deslindes entre los cristianosy el misterioso territorio poblado por la presencia inquietante de lastribus. Al respecto resulta interesante sealar que entre la primitivapoblacin figur un nutrido componente indgena. Se trata de las tri-bus amigas de los caciques Martn Collinao ( 1854), Pedro Milenao (1863) y Jos Mara Railef ( 1874), acantonadas en las inmediaciones,cuyos integrantes estaban afectados por el gobierno al servicio defen-sivo de las fronteras (guardias nacionales). Estos caciques tambinrecibieron sus lotes y solares, donde construyeron los ranchos contechos de paja. Terminando por radicarse, en el caso de Railef, a orillasde la pintoresca laguna La Barrancosa, distante unas cuatro leguasdel mencionado pueblo.

    Por tanto, es necesario retrotraerse a fines de julio de 1874, cuan-do el joven misionero lazarista o vicentino, de origen francs, de tan slo

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    JUAN GUILLERMO DURN

    397-558 (con su correspondiente apndice documental). Dos motivos me impulsan a publicarlo:divulgar uno de los captulos ms significativos de la actividad misionera con los indgenas en lasegunda mitad del siglo XIX en la Argentina; y contribuir a difundir la figura y la obra del P. Salvaireen el ao que se dan los primeros pasos para introducir la causa de beatificacin como gran aps-tol de la Virgen de Lujn.

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  • veintisiete aos, Jorge Mara Salvaire (cm),2 arrib al lugar con la inten-cin de secundar el compromiso pastoral asumido por el arzobispo deBuenos Aires, Federico Len Aneiros, con la tribu pacificada del ltimocacique mencionado.3 Comencemos entonces por conocer las circuns-tancias que rodearon el encuentro entre los protagonistas de esta con-movedora historia misionera; y presentar luego las reflexiones teolgi-cas a que dieron lugar la figura y la bondad natural de aquel viejo caci-que que termin sus das en el Santuario de Lujn a la espera de viajar aBuenos Aires para que el arzobispo Aneiros le administrara la confir-macin para cumplir su ferviente deseo de completar la iniciacin cris-tina, pues ya haba recibido durante la misin el bautismo y la primeracomunin, amn de haber contrado matrimonio.

    1. El escenario del encuentro

    En el ao 1863 el gobierno de la provincia de Buenos Aires termi-n por concederle a la tribu amiga del cacique araucano Pedro Melinao4

    dos leguas cuadradas de campo en las proximidades del naciente pueblode Bragado, a modo de retribucin por los valiosos servicios prestadosa lo largo del proceso de ocupacin de los territorios fronterizos.

    En varias oportunidades el anciano cacique present al gobiernola solicitud formal de cesin de las tierras, pero sin xito alguno.5 Al

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    [UN CAPTULO EN LA TEOLOGA DE LA GRACIA. LA SALVACIN DE LOS GENTILES O NO...]

    2. Naci en Castres (Francia) en 1847; y lleg a Buenos Aires en 1870, recin ordenadosacerdote, para incorporarse al plantel de profesores del colegio San Luis Rey de Francia, recien-temente creado por los lazaristas o vicentinos. En 1872 pas a la Villa de Lujn como integrante delgrupo de lazaristas que se hicieron cargo de la atencin pastoral del Santuario. En 1874 fue desti-nado a la casa-misin de Azul (Bs.as) para promover la evangelizacin de la tribu del caciqueCipriano Catriel. Regres a Lujn en 1876 para encargarse de cumplir con el voto contrado con laVirgen de Lujn que lo haba salvado milagrosamente de inminente muerte en un visita apostlicaque realiz a los toldos del cacique Manuel Namuncur: escribir su historia, difundir su culto yconstruirle un nuevo templo. Entre sus mltiples obras apostlicas se cuenta la construccin de laBaslica de Lujn. Falleci inesperadamente en Lujn, a causa de una severa crisis cardiaca, el 4 defebrero de 1899, en fama de santidad. En el presente ao se inicia el proceso de su posible beatifi-cacin, junto con el Negro Manuel, el fiel esclavo de la Virgen de Lujn. Una breve sntesis biogr-fica en J. G. DURN, El Padre Jorge Mara Salvaire y la familia Lazos de Villa Nueva. En los orgenesde la Baslica de Lujn, Buenos Aires 1998, 45-86.

    3. Vase, S. L. COPELLO, Gestiones del Arzobispo Aneiros en favor de los indios hasta la con-quista del desierto, Buenos Ares 1945, 103-130.

    4. Vase, M. HUX, Caciques Borogas y Araucanos (= CBA), Buenos Aires 2004, 285-296.5. Ley N 1978. Tierras Pblicas. Se conceden dos leguas a la tribu de Melinao. Buenos

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  • punto de peticionar el permiso de viajar a Buenos Aires con el fin degestionar personalmente la efectiva donacin, deseo que no pudo vercumplido pues falleci de enfermedad natural el 27 de junio de 1863,siendo sepultado en Bragado. Muri con la esperanza que su tribuviviera en paz y en su propia tierra. Con l desapareca una de las gran-des figuras de estirpe araucana radicadas en la Argentina, consideradounos de los caciques ms importantes de la independencia, por sufidelidad y patriotismo al terruo que lo ampar. Contra la expectati-va de muchos, el coronel Julio de Vedia dispuso que el anciano caciqueJos Mara Railef fuese el sucesor, hombre venerado y respetado portodos, a quien Salvaire cobr particular afecto desde el momentomismo que lo conoci.6

    Se trataba de un campo de 5.399 hectreas, conocido como LaBarrancosa, por la extensa laguna de altas barrancas, situado en elCuartel VII del Partido de Bragado, a la altura de la actual localidad deOlascoaga, en las proximidades del viejo camino que conduca al para-je conocido como Clalauqun (Tres Lagunas), lugar donde el coro-nel Julio de Vedia haba levantado con la colaboracin de la tribu lanueva comandancia y pueblo de Nueve de Julio.

    A su vez, por el lado noroeste, las tierras eran atravesadas porlos brazos del Arroyo Saladillo, que forman la caada del mismonombre; y por el noreste, limitaban con la estancia San Franciscodel irlands Diego Kavanagh, amigo de la tribu y promotor, entreotros, de su evangelizacin. Alrededor de la laguna, de ms o menosdos kms. de largo y cinco de ancho, y en las cercanas de otras lagu-nas menores, se encontraban diseminados los toldos y precarios ran-

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    JUAN GUILLERMO DURN

    Aires, Septiembre 5 de 1863 (A. PRADO Y ROJAS, Leyes y decretos promulgados en la Provincia deBuenos Aires desde 1810 a 1876, Buenos Aires 1887, VI, 273). No obstante las disposiciones vigen-tes, la tenencia efectiva de dichas tierras se tornaba en la prctica precaria, pues en muchos casoslas mismas quedaban a merced de algn ulterior plan colonizador, pasando a ser alquiladas o ven-didas a nuevos pobladores. As lo demuestra, por ejemplo, una solicitud del coronel Juan Cornell,dirigida al Superior Gobierno, fecha 17 de abril de 1866, referida a varios reclamos por concesinde campos ocupados ya por los indios: Se han quejado los caciques que desde Bragado hastaBaha Blanca dan en concesin tierras en arrendamiento o compra sobre las mismas extensionesde campo que ellos ocupan desde hace aos; y las han solicitado en propiedad. Piden que se sus-pendan dichas concesiones. El Departamento Topogrfico debe tener conocimientos de las tierrasde frontera para expandirse (HUX, CBA, 302).

    6. Como el hijo primognito de Melinao, tambin llamado Pedro, falleci en 1837, RamnLuis reclam el derecho a sucederle, pero su prematura muerte, en 1866, silenci todo reclamo.

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  • 37Revista Teologa Tomo LIII N 121 Diciembre 2016: 33-71

    [UN CAPTULO EN LA TEOLOGA DE LA GRACIA. LA SALVACIN DE LOS GENTILES O NO...]

    chos de los indgenas, dedicados a la cra de ganado, preferentementemajadas de ovejas.

    Al arribo de Salvaire al lugar, a mediados de julio de 1874, latribu haba vuelto a afincarse en el lugar, tras varios aos de ausenciasms o menos prolongadas. stas tenan su origen en el desplazamien-to del grueso de la indiada al recin fundada poblacin de Nueve deJulio, nueva avanzada fronteriza que reclamaba su presencia comopersonal afectado en forma permanente al Cuerpo de Lnea de la fron-tera CentroOeste. A fines de octubre de 1863, siguiendo a la tropa delcoronel de Vedia, se haban trasladado all los hombres con sus respec-tivas familias, siendo abandonadas las casas en el pueblo de Bragado,ahora en ruinas, y despoblados los campos de La Barrancosa.7

    Al cabo de cinco aos de permanencia en la frontera, la tribusinti nostalgia de sus campos y pertenencias, circunstancia que lleval cacique Railef a solicitar al Ministro de Guerra, Martn de Gainza,el relevo del servicio activo, requisito indispensable para regresar aBragado sin ser declarada desertora; y as emprender una vida seden-taria, signada por la laboriosidad y las buenas relaciones con los cris-tianos de la vecindad. As expresaba el cacique su peticin en el trans-curso de un viaje realizado a Buenos Aires con tal fin:

    Que a nombre de dicha tribu vengo a pedir a V.E. se digne concederme laseparacin del servicio activo que actualmente prestamos en el 9 de Julio porlas razones que paso a exponer. Esta tribu, Exmo. Seor, como primerospobladores del Bragado tienen sus casas all (hoy en ruinas), un rea de campoconcedida por el Exmo. Gobierno de la Provincia, donde todos en comunidadtienen sus pocos animales, a los que no han podido atender por hallarse hacecinco aos de guarnicin en el 9 de Julio; motivo por el cual sus casas se haarruinado y la tribu disminuido, pasndose a la del cacique Coliqueo () Losque han quedado formndola hoy son hijos de la tribu Araucana que en 1827fueron a poblar Baha Blanca, permaneciendo stos siempre formando parte delos Cuerpos de Lnea que han guarnecido las fronteras de la provincia. Hoy yaestn aclimatados a las costumbres del pas; desean poder trabajar para soste-ner sus familias; y que V.E. tomando en consideracin sus muchos aos de ser-vicio, su fidelidad, su constancia, tanto en la prosperidad como en las desgra-

    7. Al parecer, el coronel de Vedia pretenda trasladar a 9 de Julio toda la tribu, pero los caci-ques se resistieron, solicitando al presidente Bartolom Mitre permanecer en sus casas y campos.Al fin partieron unos 40 indios con sus familias; mas a principios del mes de diciembre el nmerohaba aumentado: el campamento reuna a 800 soldados y 87 indios amigos (HUX, CBA, 299).

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    cias, se digne acordarles pensin que las leyes patrias acuerdan a sus leales ser-vidores; estando siempre dispuestos a prestar nuestro servicio toda vez quehaya invasin en la frontera oeste; lo mismo que acompaar las fuerzas que lle-gasen a expedicionar al desierto.8

    2. Composicin de la tribu

    Es posible establecer la poblacin total de la tribu, aunque seaaproximadamente? Este dato resulta de sumo inters para evaluar losalcances de la futura obra misionera de Salvaire, sobre todo en cuantoa intentar fijar el nmero de los posibles destinatarios de la misma.Lamentablemente se carece de datos contemporneos inmediatos a sudesarrollo; pero s contamos con un recuento de poblacin muy cer-cano en el tiempo, del ao 1869, al momento en que la tribu acantona-da en Nueve de Julio tramitaba el regreso a su antiguo emplazamiento,como acabamos de ver.9

    Este recuento puede servirnos, aunque ms no sea, para intentarestablecer una cifra estimativa de cuntos miembros podan integrarlacinco aos y medio despus, radicada de nuevo en los campos de LaBarrancosa, dispuesta a recibir la visita de los misioneros pedidos alarzobispo de Buenos Aires, Federico L. Aneiros.

    Segn el informe mencionado, la tribu, por entonces muy dismi-nuida10, contaba con: 1 cacique mayor (Jos Mara Raylef); 2 capitane-jos (Francisco Coiquir y Mariano Caldern); 4 sargentos (GabrielNagel, Cristbal Melinao, Antonio Pascual y Juan Jos Guayquilao);3 cabos (Martn Leniman, Pancho Catrinao y Andrs Tatalao); 30 sol-dados; 4 muchachos; 62 mujeres; y 106 nios. Total: 212 personas.

    Sin embargo, creemos que este nmero debe ampliarse en razn

    8. Carta del Cacique Jos Mara Railef al Ministro de Guerra, Martn de Gainza. BuenosAires, 27 de Enero de 1869. ASHI (Archivo Servicio Histrico del Ejrcito), Frontera Centro (Oeste),274827, fol. 1 r-v. La autorizacin de relevo fue dada meses despus por el presidente DomingoF. Sarmiento.

    9. Lista nominal de Oficiales, Tropa y Mujeres que Railef adjunta a la carta mencionada ennota anterior.

    10. La expresiones empleadas por la carta son: la tribu ha disminuido, pasndose a la [veci-na] del cacique Coliqueo, cuyo diminuto nmero hoy se compone de los que manifiesta la Lista queadjunto (fol. 1r).

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  • de los indios que haban pasado a la vecina tribu de Coliqueo, y losque posiblemente permanecieron en Bragado o sus cercanas, sin inte-grarse a la expedicin del coronel de Vedia. No sera arriesgado enton-ces pensar en unos 300 integrantes, como para redondear una cifradeterminada. Como carecemos de noticias respecto a la presencia, enaos posteriores, de alguna epidemia o infortunio que se hubiese aba-tido sobre la tribu, afectando sensiblemente la densidad de su pobla-cin, pensamos que la misma debi mantenerse sin mayores oscilacio-nes para la fecha que nos ocupa.11

    3. Origen de la pequea misin

    Desde los primeros tiempos de la fundacin el cantn y pueblode Bragado fue visitado por algn sacerdote dispuesto a realizar misio-nes volantes, celebrndose entonces bautismos, comuniones y casa-mientos entre las familias de la tropa y vecinos recin afincados. Enjunio de 1852, el obispo de Buenos Aires, Mariano J. Escalda, conmotivo de una gira pastoral que lo llev a la parroquia vecina de 25 deMayo, pas hasta Bragado, acompaado por algunos padres jesuitascon el fin de predicar una breve misin; y regres con idntico prop-sito en junio de 1854, asistido tambin por un equipo de colaborado-res. Logrndose crear la parroquia a principios de 1857, una vez queconcluy la construccin de una modesta capilla, procedindose a lainauguracin oficial el 8 de diciembre, siendo puesta bajo el patrociniode Santa Rosa de Lima por expresa indicacin de monseor Escala-da. Fue su primer prroco el sacerdote italiano Luis Leonetti, que per-maneci al frente de la misma hasta mediados der junio de 1870.

    A fines de 1872 el nuevo arzobispo de Buenos Aires, FedericoLen Aneiros, visit Bragado en ocasin de una gira pastoral quecomprendi varias poblaciones del oeste bonaerense. Tambin lo hizocon la intencin de predicar una misin, ayudado de algunos sacerdo-tes, seculares y religiosos. Entre las personas que en dicha ocasin seacercaron a saludarlo figur el cacique Railef, decidido a peticionar laayuda necesaria para entrar en el seno del cristianismo y procurar el

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    [UN CAPTULO EN LA TEOLOGA DE LA GRACIA. LA SALVACIN DE LOS GENTILES O NO...]

    11. En el verano de 1868 se desat una gran peste en el oeste bonaerense, afectando parti-cularmente a los indios amigos de las tribus de Railef y Rondeau, muriendo 300 integrantes.

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  • mismo beneficio para los integrantes de su reducida tribu, segn loseala el propio Salvaire en un informe que redact con el fin de dar aconocer a sus superiores los antecedentes de la misin en la tribu y loshalageos frutos alcanzados.12

    Ante el inesperado pedido, el Arzobispo gratamente impresio-nado, le recomend que perseverara en sus buenas intenciones a laespera de recibir en la tribu algn abnegado sacerdote que pudieraenviar resuelto a ayudarlo en ese sentido. Pero por el momento nadapoda prometrsele en firme. Mientras tanto, no era cuestin de perdertiempo y desaprovechar la oportunidad. En este sentido, el caciquepoda dar comienzo a su propio itinerario catequstico mediante laayuda de algn buen cristiano de la poblacin, dispuesto a trasladarsehasta la tribu para ensearle las oraciones ms necesarias y los princi-pios de la doctrina cristiana. El cacique se manifest dcil frente alconsejo del obispo y pronto comenz la instruccin en orden a recibirel bautismo, no sin manifiestas dificultades de comprensin.

    No obstante ello, Aneiros mantuvo con firmeza el compromisoasumido; y le prometi apresurar la realizacin de una misin, no bienconsiguiera el personal necesario. Cosa que recin ocurri el 3 deoctubre de 1873, cuando firm el contrato con los lazaristas o vicenti-nos que asumieron la evangelizacin de las tribus de la provincia deBuenos Aires, para tomar luego rumbo a los territorios pampeanos-patagnicos. Ms al momento de decidir el lugar del envo de los pri-meros misioneros, las circunstancias aconsejaron comenzar la obra enel pueblo de Azul, para favorecer la evangelizacin de la tribu deCipriano Catriel que, en el caso de xito, poda constituirse en apro-piada plataforma para posteriormente llevar el mensaje a las tolderasdel desierto, ms all de la nueva lnea de frontera, fijada en la coman-dancia de Sanquilc o Lavalle Sur. Por esta razn la misin de LaBarrancosa se demor hasta mediados de 1874, asumindola Salvaire,por entonces en la casa-misin de Azul, y el religioso bayons Enrique

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    12. Informe sobre la misin en la tribu del cacique Jos Mara Railef (La Barrancosa Bra-gado). Azul, enero o febrero de 1875 (= MTR). Manuscrito en francs, compuesto de 32 fols., nume-rados de ambos lados y 4 fols. ms, sin numerar (especie de sumario o ndice). Primer borradorque Salvaire pensaba enviar al P. Emilio George (cm), prroco de Lujn, quien se lo haba pedidopara remitirlo a Pars en vista a una posible publicacin en los Annales de la Congrgation de laMission (Archivo Provincial de la Congregacin de la Misin, Buenos Aires, Copiador Salvaire). Deahora en ms este escrito constituye la fuente principal de informacin de la que nos servimos.

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  • Cescas, del colegio San Jos de Buenos Aires. La misma se prolongpor espacio de dos meses y medio.

    4. Llegan los esperados misioneros

    Los aludidos contratiempos no desalentaron al buen cacique,quien a la espera de ver hecha realidad la promesa de una prontamisin, acudi en repetidas oportunidades al prroco de Bragado, JosMara Salgado,13 en busca de consejo y doctrina. ste asumi en formaprovisoria la preparacin religiosa del cacique y algunos otros indiosque aspiraban a recibir el bautismo y luego casarse. Para ello aprove-ch las visitas peridicas a la estancia San Francisco de la familiaKavanagh, en las cercanas de la tribu, a donde concurra para la cele-bracin de la misa a los pobladores de la zona. All se reuni variasveces con este grupo de catecmenos para fortalecerlos en sus prop-sitos y ensearles las nociones bsicas del catecismo.

    Pero no obstante ello, los adelantos haban sido mni