Tema 1 - Caracterización del pte crónico...
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TEMA 1. CARACTERIZACIÓN DEL PACIENTE CRÓNICO COMPLE JO
Juan F. Peris Martí ([email protected]). Servicio de Farmacia RPMD La Cañada.
Índice
1.- Epidemiología de las enfermedades crónicas
2.- Aclarando conceptos. Definiciones.
3.- Abordaje del paciente crónico.
4.- Valoración Geriátrica Integral (VGI)
5.- De la VGI al plan terapéutico
6.- Abordaje del paciente crónico complejo en función del recurso sanitario
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1.- Epidemiología de las enfermedades crónicas
Durante el último siglo en los países desarrollados, debido a cambios de
carácter socioeconómico, tecnológico, político, cultural y biológico, han
cambiado las causas de enfermedad y ha disminuido notablemente la tasa de
mortalidad. En la actualidad, el patrón epidemiológico dominante está
representado por las patologías crónicas, entendidas como aquellas de larga
duración, generalmente de progresión lenta, que causan mortalidad prematura,
provocan una disminución de la calidad de vida y, además, afectan al entorno
de la persona que las padece, a su familia y a la sociedad en general, tanto a
nivel económico como psicológico y social.
Aunque es cierto que no debe asociarse directamente enfermedad crónica con
persona mayor sí lo es que la prevalencia de padecer enfermedades crónicas
aumenta con la edad. La Encuesta Europea de Salud 2009 indicaba que el
45,6% de la población mayor de 16 años padece al menos un proceso crónico
(46,5% de los hombres y 55,8% de las mujeres) y el 22% dos procesos o más,
incrementándose esta prevalencia con la edad. En la misma línea, la Encuesta
Nacional de Salud de España de 2011/12 indica que en la población mayor de
15 años el 37,8% padece al menos un proceso crónico y esta prevalencia
alcanza el 77% en mayores de 75 años y el 80% en mayores de 85 años.
Respecto a la encuesta realizada en 2009, los resultados revelan una
tendencia ascendente de patologías crónicas como la diabetes y la
hipertensión arterial, así como de factores de riesgo como la obesidad.
En la actualidad las enfermedades no transmisibles y los accidentes son la
principal causa de muerte en los países desarrollados. Las 5 primeras causas
de muerte por enfermedad en 2009 fueron el cáncer, las enfermedades
cardiovasculares, las enfermedades crónicas de las vías respiratorias
inferiores, la enfermedad de Alzheimer y la diabetes mellitus. Dentro de las
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cardiovasculares, las enfermedades isquémicas del corazón y las
cerebrovasculares ocupan el primer y segundo lugar1.
A su vez, se observa un descenso del riesgo de mortalidad por enfermedades
crónicas, debido a un mejor manejo de las patologías y al control de los
factores de riesgo, aunque la carga de enfermedad que producen no parece
descender de la misma forma, incluso se mantiene estabilizada, ya que la
mayor parte de ellas afectan a personas de edad avanzada y la población de
esos grupos de edad está aumentando. Por tanto, la medida de la mortalidad
no es suficiente para valorar el estado de salud poblacional y se hace
necesario medir sus consecuencias, como la calidad de vida, la discapacidad o
la situación de dependencia2.
En este sentido, la mayor esperanza de vida no implica que los años ganados
sean en buen estado de salud. Las tasas de discapacidad están aumentando a
causa del envejecimiento de la población y el incremento de los problemas de
salud crónicos asociados. Según la Encuesta de Discapacidad, Autonomía y
Dependencia, en el año 2008, el 8,5% de la población española sufría algún
tipo de discapacidad, siendo el 59,8% mujeres. El mayor número de años de
esperanza de vida de las mujeres va asociado a peores condiciones de salud
que en los hombres.
Las enfermedades crónicas más frecuentes están relacionadas con factores de
riesgo sobre los que se puede actuar, como el tabaquismo, el consumo nocivo
de alcohol, una dieta inadecuada o la inactividad física. Pero también con
determinantes sociales como las condiciones de vida y trabajo, la educación o
el nivel de ingresos. Por tanto, la respuesta frente a las enfermedades crónicas
debe ser, necesariamente, multisectorial.
En este mismo sentido se puede hablar de la discapacidad. El hecho de que
una persona con una discapacidad derive en dependencia , es decir, la
necesidad de precisar ayuda de otra persona o institución para la realización de
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una actividad básica, está directamente relacionada con el medio ambiente en
el que vive, con la existencia o no de barreras que lo faciliten.
Dada la magnitud del problema, resulta evidente la necesidad de estratificar a
la población de forma que sea posible identificar a las personas con mayor
riesgo de enfermar y predecir las necesidades de las que ya padecen
enfermedades crónicas.
En este sentido, las personas con problemas de salud y limitaciones en la
actividad de carácter crónico son las que encuentran más dificultades para
acceder y circular a través del sistema sanitario ya que no está organizado para
cubrir las necesidades de personas con pluripatología, comorbilidad o de
especial complejidad.
2.- Aclarando conceptos. Definiciones.
A pesar de que la cronicidad es una realidad que está siendo abordada en
estos tiempos por los sistemas de salud y por diferentes sociedades científicas
no se dispone de herramientas claras para medirla ni de una definición clara y
aceptada de los términos asociados a la cronicidad como complejidad,
pluripatología o polimedicación.
En este sentido, es conveniente definir bien los conceptos de forma que,
admitiendo posibles discrepancias o perspectivas, faciliten el entendimiento y
con ello el desarrollo de las distintas estrategias y/o programas que intentan
reorganizar los sistemas de salud hacia una mejora de la atención al paciente
crónico.
Paciente Crónico Complejo
La Estrategia para el Abordaje de la Cronicidad en el Sistema Nacional de
Salud define al paciente crónico complejo como aquel que presenta mayor
complejidad en su manejo al presentar necesidades cambiantes que obligan a
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revaloraciones continuas y hacen necesaria la utilización ordenada de diversos
niveles asistenciales y en algunos casos servicios sanitarios y sociales2. Este
paciente genera una mayor demanda de atención en los distintos ámbitos
asistenciales y utiliza mayor número de recursos sanitarios y sociales. En
líneas generales se trata de un paciente predominantemente mayor, presenta
enfermedades limitantes y progresivas (insuficiencia renal o cardíaca, por
ejemplo), polifarmacia y algún grado de deterioro funcional3.
Comorbilidad
Se ha definido como la presencia concurrente de dos ó más enfermedades
diagnosticadas médicamente en el mismo individuo, con diagnósticos basados
en criterios establecidos y no relacionados con el diagnóstico primario. Existen
también diversas definiciones que hacen referencia al impacto total de las
enfermedades evidentes y de los procesos subclínicos que afectan a un
paciente. Actualmente se acepta que este término hace referencia a la
presencia de enfermedades o condiciones que acompañan a una patología
protagonista aguda o crónica, de forma que existe un problema principal o
índice y las comorbilidades afectan con distinta intensidad en aspectos clínicos-
evolutivos de la enfermedad4.
En realidad, en la literatura científica existe una confusión semántica, los
términos comorbilidad y multimorbilidad se utilizan en muchas ocasiones de
forma indistinta, de hecho, en la mayoría de ocasiones se habla de “escalas de
comorbilidad” cuando realmente serían de multimorbilidad por la inexistencia de
una enfermedad índice o guía5.
Multimorbilidad
En el mismo sentido que lo indicado para el anterior término, en la práctica,
multimorbilidad se utiliza normalmente como sinónimo de pluripatología. La
Organización Mundial de la Salud la definió como la presencia de dos o más
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condiciones de salud. Algunos autores la definen como la concurrencia de
varias enfermedades o condiciones de salud en una persona sin dominancia o
relación entre ambas5. Otros autores han sugerido su uso para determinar la
presencia de dos o más patologías crónicas que, en ese momento, no suponen
un incremento del riesgo de deterioro clínico3.
Recientemente, la European General Practice Research Network, tras un
consenso de expertos, la definió como cualquier combinación de una
enfermedad crónica con al menos otra enfermedad (aguda o crónica) o con un
factor psicosocial (asociado o no) o con un factor somático6.
Pluripatología
Este término surge de la necesidad de abordar de forma integral al paciente
que presenta dos o más enfermedades crónicas entre las que resulta difícil
establecer protagonismos, que presentan un grado equivalente de complejidad
y dificultad de manejo. Supone, por tanto, un concepto que se centra en el
paciente desde una perspectiva global, no centrada en una enfermedad ni en
un profesional determinado3.
En España la definición que tiene mayor aceptación es la del Servicio Andaluz
de Salud7 que considera un paciente pluripatológico cuando presenta
enfermedades crónicas definidas en dos o más categorías preestablecidas
(tabla 1).
Este término intenta incorporar a los pacientes que presentan dos o más
enfermedades pero que, al mismo tiempo, tienen una mayor susceptibilidad de
fragilidad clínica. Es decir, intenta identificar a aquellos pacientes que tienen un
mayor riesgo de sufrir reagudizaciones frecuentes o caer en una situación de
dependencia3,8.
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Tabla 1. Categorías clínicas para la consideración de paciente pluripatológico
Categoría A.
• Insuficiencia cardíaca que en situación de estabilidad clínica haya estado en grado II de la NYHA (ligera limitación de la actividad física. La actividad física habitual le produce disnea, angina, cansancio o palpitaciones).
• Cardiopatía isquémica
Categoría B:
• Vasculitis y enfermedades autoinmunes sistémicas.
• Enfermedad renal crónica definida por elevación de creatinina (> 1,4 mg/dl en hombres o > 1,3 mg/dl en mujeres) o proteinuria (índice albúmina/creatinina > 300 mg/g, microalbuminuria > 3mg/dl en muestra de orina o albúmina > 300 mg/día en orina de 24 horas mantenidas, durante 3 meses).
Categoría C:
• Enfermedad respiratoria crónica que en situación de estabilidad clínica haya estado con disnea grado 2 de la MRC (incapacidad de mantener el paso de otra persona de la misma edad, caminando en llano, debido a la dificultad respiratoria tener que parar a descansar al andar en llano al propio paso: disnea evaluada por escala del Medical Research Council (MRC), o FEV1 < 65%, o SaO2 ≤85%, o SaO2 ≤ 90%.
Categoría D:
• Enfermedad inflamatoria intestinal.
• Hepatopatía crónica con datos de insuficiencia hepatocelular (INR > 1,7, Albúmina < 3,5 g/dl, Bilirrubina > 2 mg/dl) o hipertensión portal (definida por la presencia de datos clínicos, analíticos, ecográficos o endoscópicos).
Categoría E:
• Ataque cerebrovascular.
• Enfermedad neurológica con déficit motor permanente que provoque una limitación para las actividades básicas de la vida diaria (Índice de Barthel <60).
• Enfermedad neurológica con deterioro cognitivo permanente, al menos moderado (Pfeiffer con 5 ó más errores).
Categoría F:
• Arteriopatía periférica sintomática.
• Diabetes mellitus con retinopatía proliferativa o neuropatía sintomática.
Categoría G:
• Anemia crónica por pérdidas digestivas o hemopatía adquirida no subsidiaria de tratamiento curativo que presente Hb < 10mg/dl en dos determinaciones separadas más de tres meses.
• Neoplasia sólida o hematológica activa no subsidiaria de tratamiento con intención curativa.
Categoría H:
• Enfermedad osteoarticular crónica que provoque por sí misma una limitación para las actividades básicas de la vida diaria (Índice de Barthel<60).
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Polimedicación
El término polimedicación, o polifarmacia, hace referencia a la utilización de un
número elevado de medicamentos por parte de un mismo paciente. A nivel
cuantitativo se establece con frecuencia un número de 5 medicamentos
utilizados de forma crónica para definir al paciente polimedicado porque tiene
una relación independiente con el uso inadecuado de medicamentos9.
Actualmente algunos autores establecen un segundo nivel de medicación,
fijando un número de 10, para determinar la polimedicación excesiva10,11.
Dentro de este término habría que diferenciar entre polimedicación apropiada o
problemática, es decir, cuando el uso de estos medicamentos es adecuado por
la situación de pluripatología del paciente o, por el contrario, presenta
medicamentos que nos son necesarios o resultan inadecuados12.
La polimedicación podría considerarse un problema de salud. Se estima que
más del 50% no se toman correctamente13, la proporción de pacientes que
toman 10 ó más medicamentos ha pasado de 1,9% en 1995 a 5,8% en 201012)
y es evidente que el número de problemas relacionados con la medicación
aumenta con el número de medicamentos. Son numerosos los estudios que
han evidenciado esta relación, incluso en uno de ellos se observó una relación
lineal entre la incidencia de efectos adversos y el número de medicamentos
con un aumento del 8,6% del riesgo de reacción adversa por cada
medicamento añadido14. Las causas son variadas y afectan al paciente, al
cuidador y al propio sistema de salud15. En este sentido, algún autor señala
como las tres principales causas de polifarmacia a la edad y multimorbilidad, el
seguimiento de las recomendaciones de las guías clínicas y la
hospitalización16.
Fragilidad
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La fragilidad hace referencia al estado de vulnerabilidad clínica. El proceso de
envejecimiento conlleva un descenso de reserva biológica, resultado de un
deterioro de múltiples sistemas fisiológicos, que hace a las personas más
vulnerables frente a las posibles agresiones. Los criterios que definen el
fenotipo de fragilidad son la baja resistencia al esfuerzo, debilidad, inactividad
física, lentitud de movimiento y pérdida de peso. La presencia de tres de estos
criterios es definitoria de fragilidad17.
En el ámbito de la atención al paciente crónico, y en concreto al de mayor
complejidad, algunos autores entienden que la situación de fragilidad, la
posibilidad de identificar al paciente frágil, puede convertirse en un elemento
clave para el cribado poblacional, para la toma de decisiones y la medición de
los resultados en salud18.
Discapacidad
La discapacidad hace referencia a un estado de pérdida de funcionalidad que
tiene como consecuencia la disminución de la actividad personal y la limitación
de la persona en la sociedad. Esta pérdida es el resultado de una combinación
de cambios fisiológicos relacionados con la edad, enfermedades crónicas o
procesos agudos o recurrentes. En este sentido, aunque normalmente es
considerada un entidad social también lo es médica o sanitaria. Especialmente
importante es cuando esta discapacidad dificulta la realización de una actividad
considerada esencial para llevar una vida independiente.
Dependencia
El término dependencia hace referencia a la necesidad de ayuda que presenta
una persona con discapacidad, normalmente relacionada con las actividades
consideradas básicas para la vida diaria. La interacción persona-medio
ambiente es de gran importancia para determinar la presencia o grado de
dependencia: una persona con un determinado nivel de discapacidad puede
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ser autónoma en un ambiente con elementos facilitadores o bien dependiente
en un ambiente en el que existen barreras2.
La Ley 39/2006 de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las
Personas en Situación de Dependencia considera tres grados de dependencia:
moderada, severa y gran dependencia. Cada uno de los grados se divide en
dos niveles de función de la autonomía de las personas y de la intensidad de
cuidados que requieren19. La determinación del grado y nivel de dependencia
es un instrumento de valoración que debe ayudar en la organización de los
distintos recursos dirigidos a atender las necesidades de las personas.
3.- Abordaje del paciente crónico.
Actualmente el sistema de salud está dirigido fundamentalmente a la resolución
de patologías agudas con un enfoque curativo que favorece una atención
episódica y presta una menor atención a los aspectos preventivos, la
perspectiva de los cuidados y la responsabilidad de las personas sobre los
mismos. Además, es una realidad la falta de una coordinación entre los niveles
de la atención sanitaria y entre el sistema sanitario y social2.
El paciente crónico complejo precisa de una atención que cubra sus
necesidades, con problemas de agudizaciones y descompensaciones de sus
patologías y con problemas de acceso a los recursos más apropiados. El
modelo asistencial debe tener las características incluidas la tabla 2 (adaptado
de ref.19).
Realmente supone un cambio de paradigma asistencial, de una atención
centrada en la enfermedad (gestión de la enfermedad) a una atención centrada
en la persona (gestión de caso). Se trata de dar un enfoque asistencial
biopsicosocial, basado en la valoración integral y continua de la persona,
teniendo en cuenta su naturaleza multidimensional, que dirige su atención a
cuidar-curar, se centra en las condiciones (multimorbilidad, discapacidad,
11
fragilidad, etc) más que en los episodios y favorece la responsabilidad del
propio paciente sobre su propia salud (tabla 3).
La atención centrada en la persona precisa de una atención continua
multidimensional y, por tanto, la necesidad de que esta atención esté integrada
y sea llevada a cabo por un equipo interdisciplinar. No se trata de establecer un
acuerdo de colaboración entre los distintos servicios o niveles asistenciales
implicados, o entre el ámbito social y sanitario, sino de ser capaces de
desarrollar una integración clínica de forma que el paciente se beneficie de la
atención prestada por la organización (integrated care)18,20.
Tabla 2. Características de un modelo asistencial dirigido al paciente crónico
• Intersectorial. Se requiere la implicación de los distintos departamentos administrativos, de sanidad y servicios sociales principalmente, pero también de hacienda, trabajo, etc.
• Orientada al ciudadano . La administración pública debe orientar su gestión a los casos, en lugar de a los recursos. La unidad de la atención debe ser el paciente y el familiar/cuidador. En realidad, en la actualidad, es el ciudadano quien se adaptada al recurso (a sus horarios, a su organización interna, a sus profesionales, etc).
• Integral . La asistencia debe tener en cuenta a la persona en su conjunto para poder cubrir el conjunto de sus necesidades: físicas, psíquicas (cognitiva), sociales y espirituales (valores).
• Integrado. No debe desarrollarse como una atención paralela si no que exige un cambio de modelo. Los cuidados prestados, independientemente del recurso, deben estar integrados para una atención eficiente.
• Interdisciplinar . El abordaje integral exige la participación de distintos profesionales de forma que sea posible producir una sinergia exponencial con respecto a la atención de un solo profesional (multiplicidad).
• Continua . Es necesario garantizar la continuidad asistencial ya que los pacientes dependientes requieren una atención longitudinal.
• Rehabilitadora : conseguir una adecuada calidad de vida, disminuyendo en lo posible la discapacidad.
12
Tabla 3. Aspectos incluidos en un modelo biopsicosocial (adaptado de ref.19)
4.- Valoración Geriátrica Integral
La valoración geriátrica integral (VGI) puede definirse como un procedimiento
diagnóstico mutidimensional e interdisciplinar que pretende cuantificar los
problemas médicos y la capacidad funcional y psicosocial del individuo con la
intención de elaborar un plan integral de tratamiento y seguimiento a largo
plazo21.
La VGI ha demostrado una mejoría en la calidad asistencial de las personas
mayores, incluyendo una más adecuada utilización de los recursos, mejoras a
• Diagnóstico y tratamiento de las patologías • Valoración funcional de las actividades básicas de la vida diaria • Valoración neuropsicológica • Valoración social • Valoración de las necesidades emocionales y espirituales • Valoración de las cargas del cuidador principal • Intervención preventiva de discapacidades • Conexión con el resto de recursos asistenciales que garanticen la continuidad
de la atención
13
nivel funcional y cognitivo, mejoras en la exactitud diagnóstica y en la
prescripción de los medicamentos22.
Esta valoración, realizada por los distintos profesionales implicados (médico,
enfermero, psicólogo, fisioterapeuta, trabajadora social, farmacéutico), precisa
de la utilización de herramientas fiables, sensibles y validadas en la práctica
asistencial que faciliten la comunicación entre los profesionales.
A continuación se detallan algunas de las escalas más utilizadas en la
valoración funcional y neuropsicológica de los pacientes crónicos.
Instrumentos de valoración funcional
La valoración funcional nos permite recoger información sobre la capacidad del
paciente para realizar su actividad habitual y determinar el grado de
independencia en el medio en el que se encuentra. Las actividades se
clasifican en básicas para la vida diaria (ABVD), instrumentales (AIVD) y
avanzadas (AAVD).
a) Evaluación ABVD
Índice de actividades de la vida diaria (KATZ) . Publicado en
JAMA.1963;185:914-9).
La evaluación del grado de dependencia consta de 6 items: baño,
vestirse/desvestirse, uso del retrete, movilidad, continencia, alimentación.
Establece 7 categorías, de la A (máxima independencia) a la G (máxima
dependencia).
Índice de Barthel . Publicado en 1965 (Arch Phys Med Rehabil.1965;14:61-65).
Posiblemente es la escala más conocida a nivel internacional y es la
recomendada por la Sociedad Británica de Geriatría para valorar las ABVD en
el anciano. Evalúa 10 actividades (baño, vestido, aseo personal, uso del
14
retrete, transferencias, subir/bajar escalones, continencia urinaria, continencia
fecal, alimentación).
Establece 5 categorías: dependencia total, grave, moderada, leve e
independencia, dando bastante importancia al control de los esfínteres y a la
movilidad. Presenta gran valor predictivo sobre mortalidad, ingreso hospitalario,
duración de las estancias en unidades de rehabilitación y ubicación al alta de
pacientes con ACV.
Escala de incapacidad física de Cruz Roja (CRF) . Publicada en 1972 (Rev
Geriatr Gerontol. 1972;7:339-46).
Permite cuantificar de forma rápida el grado de incapacidad. Se evalúan: las
actividades de la vida diaria, la ayuda instrumental para la deambulación, nivel
de restricción de la movilidad y la continencia de esfínteres.
Establece 6 grados de incapacidad, del 0 (independiente) al 5 (máxima
dependencia). El inconveniente principal es que valora en conjunto todas las
AVD.
b) Evaluación AIVD
Índice de Lawton y Brody . Publicado en 1969 (Gerontologist.1969;9:178-8).
Permite valorar la capacidad de la persona para realizar las actividades
instrumentales necesarias para vivir de manera independiente en la
comunidad. Evalúa actividades más elaboradas que las actividades básicas de
la vida diaria. Recoge información sobre 8 items: usar el teléfono, ir de
compras, preparar la comida, realizar tareas del hogar, lavar la ropa, utilizar
transportes, controlar la medicación, manejar dinero. Establece 5 categorías,
de dependencia total (0-1) a independencia (8).
Esta escala da mucha importancia a las tareas domésticas, por lo que en
nuestro entorno los hombres suelen obtener menor puntuación
15
c) Evaluación del equilibrio y marcha
Escala de Tinetti
Útil para determinar el riesgo de caída de una persona mayor durante el año
siguiente a su aplicación. Se evalúa tanto el equilibrio (16 puntos) como la
marcha (12 puntos). Se considera que por debajo de 19 puntos hay un riesgo
claro de caída que aumenta según desciende la puntuación.
Escala FRS (Fall Risk Store) de Dowton
Esta escala mide el riesgo de sufrir una caída a partir de información sobre la
existencia de caídas previas, la utilización de determinados medicamentos, la
presencia de algún déficit sensorial, el estado mental y la capacidad de
deambulación. A partir de 2 puntos se considera que el riesgo es alto.
Instrumentos de valoración mental
La valoración neuropsicológica atiende las esferas cognitiva y afectiva, sujetas
ambas a un importante número de factores de riesgo, tanto clínicos como
sociales.
a) Valoración cognitiva
Short Portable Mental Status de Pfeiffer (SPMSQ) (J Am Geriatr Soc. 1975;
23:433-41).
Test sencillo y de rápida aplicación. Explora la orientación témporo-espacial,
memoria reciente y remota, información sobre hechos recientes, capacidad de
concentración y cálculo. Su principal problema es que no detecta pequeños
cambios en la evolución del paciente ni deterioros leves. Útil para detectar
deterioro cognitivo y puede usarse en analfabetos y personas con deficiencias
sensoriales severas, con las correcciones pertinentes.
16
Establece 4 categorías: no deterioro (0-2 errores), deterioro leve (3-4 errores),
moderado (5-7 errores) y grave (8-10 errores).
Mini-Mental State Examination de Folstein (MMSE) (J Psychiatr Res 1975;
12:189-98).
Valora un rango más amplio de funciones que el SPMSQ. Consta de una serie
de preguntas agrupadas en diferentes categorías que representan aspectos
relevantes de la función intelectual: orientación témporo espacial, memoria
reciente y de fijación, atención, cálculo, capacidad de abstracción, lenguaje y
praxis. El resultado final se debe ajustar por edad y años de escolaridad,
siendo 30 la puntuación máxima.
Esta prueba ha sido adaptada a la población mayor española, resultando el
Mini-Examen Cognoscitivo (MEC) , que presenta una sensibilidad del 93,5% y
una especificidad de 81,9% pero está determinada por las características de la
población a la que va dirigida disminuyendo la especificidad al 69% en
población analfabeta (Lobo et al. Actas Luso-Españolas de Neurología,
Psiquiatría y Ciencias Afines. 1976; 7:189-202). La adaptación consiste en
añadir 2 items, uno de cálculo y otro de abstracción, por lo que la puntuación
total es de 35 puntos. Trasladar los resultados al MMSE solo requiere eliminar
estos dos ítems.
Se utiliza como herramienta de cribado del deterioro cognitivo, clasificar la
severidad del deterioro, evaluar su progresión y como ayuda al diagnóstico de
demencias ya que está incluido en los criterios diagnóstico de la enfermedad
de Alzheimer.
Global Deterioration Scale (GDS) de Reisberg (Reisberg B, Ferris SH et al.
Am J Psychiatry. 1982;139:1136-9)
Al contrario de las anteriores esta escala sí permite graduar la enfermedad de
Alzheimer y puede ser aplicable a otros tipos de demencia por lo que es muy
17
utilizada en los estudios cínicos. Es muy sencilla, establece 7 niveles, con
criterios preestablecidos, en los que se debe asignar al paciente tras evaluar
mediante entrevista, las características clínicas del deterioro cognitivo en el
paciente. Permite establecer relación con las puntuaciones del MEC de forma
orientativa. Así, la ausencia de alteración cognitiva corresponde al nivel GDS 1
(MEC 30-35) y GDS 7 (MEC 0-12).
b) Valoración afectiva
Escala de depresión de Yesavage (J Psiquiatr Res 1982; 17:37-49)
Concebida para evaluar el estado afectivo de las personas mayores ya que las
escalas ordinarias tienden a sobrevalorar los síntomas somáticos, de menor
valor en este grupo de pacientes. La British Geriatrics Society recomienda la
versión reducida de 15 preguntas para evaluar la depresión en personas
mayores. Su máxima utilidad radica en la detección de la depresión y en
facilitar un diagnóstico diferencial con una posible demencia de inicio. También
es útil para evaluar la gravedad del cuadro depresivo y la monitorización de la
respuesta terapéutica. El punto de corte se sitúa en 5/6, por debajo indica
normalidad, entre 6 y 9 depresión probable, y mayor de 10 depresión
establecida.
Instrumentos de Valoración Nutricional
Aunque formalmente no se incluye en las publicaciones que indican las escalas
a utilizar en la valoración integral es, sin duda, un aspecto importante en la
valoración del paciente crónico complejo. La desnutrición es una factor clave en
el desarrollo de fragilidad por lo que en el paciente crónico complejo es
aconsejable realizar intervenciones de cribaje y valoración nutricional dirigidas
a intervenir en los pacientes que lo precisen23.
18
El Mini Nutritional Assessment (MNA) es una herramienta validada de cribado
nutricional para personas mayores; posiblemente, la más conocida y utilizada.
Su principal limitación es que requiere la participación activa del paciente.
Recientemente se ha propuesto un sistema de cribado en función de tres
variables: IMC, pérdida de peso y registro de ingestas. Este sistema se diseñó
para su utilización en centros sociosanitarios con un alto porcentaje de
personas con deterioro cognitivo y está obteniendo buenos resultados24.
5.- De la VGI al plan terapéutico
Una vez caracterizado de forma global (multidimensional) el paciente debemos
abordar el plan farmacoterapéutico a seguir que se considere más adecuado.
La figura 1 muestra las dos vías que se seguirían para tratar o atender a un
paciente adulto, no anciano o no complejo, y a un paciente anciano y/o
complejo desde la perspectiva de una valoración integral16.
19
En el paciente no complejo el tratamiento farmacológico más adecuado suele
estar definido por una guía de práctica clínica específica para una enfermedad
y valorar las posibles interacciones entre medicamentos o de estos con la
enfermedad debe ser suficiente para garantizar un uso adecuado.
En el paciente crónico complejo, la existencia de condiciones como la
multimorbilidad y un determinado nivel de fragilidad, se hace necesario llevar a
cabo un abordaje multidimensional capaz de caracterizar al paciente para
poder valorar su expectativa de vida e identificar los problemas de salud que se
consideran prioritarios. A partir de aquí, de acuerdo con la mejor evidencia
disponible y con el uso de herramientas que ayudan para disminuir los
20
problemas relacionados con la medicación, tanto en la prescripción como en la
revisión de los tratamientos, se valora el tratamiento que se considera más
adecuado para ese paciente. En muchas ocasiones esta línea de actuación
puede no resultar suficiente. Aspectos como el nivel económico, el lugar de
atención, la existencia o no de un cuidador y, de forma especialmente
importante, las preferencias del propio paciente y/o cuidador, hace necesario
desarrollar un tratamiento a la medida del paciente.
En este sentido, entendiendo la complejidad de este abordaje debido, entre
otros factores, a la poca evidencia disponible, la American Geriatrics Society
establece cinco principios básicos que deben ser considerados en el abordaje
del paciente mayor con multimorbilidad dentro, evidentemente, de en un
modelo de atención centrado en la persona25.
� Preferencias del paciente. Incluidas, evidentemente, las del familiar y/o
cuidador. El paciente debe estar informado sobre los potenciales efectos
positivos y negativos de la medicación para ser, en la medida de los
posible, un agente activo dentro del sistema. El plan a desarrollar deberá
respetar su punto de vista y preferencias.
� La interpretación de la evidencia. La escasez de estudios relevantes en
personas con multimorbilidad o en personas mayores, la evaluación en
muchos de ellos de resultados poco relevantes para las condiciones de
este paciente o el tiempo necesario de tratamiento para alcanzar un
beneficio son aspectos que dificultan en gran medida la aplicabilidad de
guías clínicas.
� El pronóstico, expectativa y calidad de vida. Las decisiones sobre el plan
farmacoterapéutico a seguir deben tener en cuenta el pronóstico y
expectativa de vida del paciente. Puede ser recomendable incluso hacer
una categorización de esta situación, por ejemplo en tres niveles: menos
de un año, entre 1 y 5 años y más de 5 años.
21
� La viabilidad clínica. La complejidad del tratamiento, la actitud del
paciente o la capacidad del recurso asistencial para prestar la atención
requerida son puntos a tener en cuenta para alcanzar buenos resultados
con el plan establecido, por ejemplo en términos de adherencia por parte
del paciente.
� La optimización del tratamiento y del plan de cuidados. La necesidad de
seleccionar tratamientos que optimicen el beneficio, minimicen el daño y
aumenten la calidad de vida es obvia. En este sentido se deberían tener
en cuenta situaciones como la polifarmacia, el riesgo de eventos
adversos, la posibilidad de tratar en el recurso más apropiado evitando
hospitalizaciones y transiciones entre niveles asistencial no necesarias.
Un aspecto más a tener en cuenta en el abordaje del paciente crónico
complejo: se trata de un PROCESO DINÁMICO.
La figura 2 intenta mostrar desde la perspectiva de una valoración integral
como abordar la atención al paciente para adecuar su tratamiento
farmacológico a la evolución de su complejidad16.
22
Así, cuando se diagnostica una enfermedad la acción sanitaria se centra en
aplicar la mejor evidencia disponible pero, cuando ésta se cronifica y aparecen
más problemas de salud, la evidencia disminuye y, al mismo tiempo, el paciente
es más frágil, circunstancias que obligan a disminuir la intensidad del
tratamiento (de la atención en general), a priorizar los problemas de salud que
requieren tratamiento y una mayor atención con la idea principal de mantener
su capacidad funcional/cognitiva para evitar o minimizar la aparición de algún
grado de discapacidad y, conforme evoluciona la situación, ser capaces de
detectar la posible necesidad de cuidados paliativos. Esta es la base del
cambio de paradigma en la atención del paciente crónico: pasar de curar a
curar-cuidar26.
6.- Abordaje del paciente crónico complejo en funci ón del recurso
sanitario
El paradigma de la planificación de los procesos de atención está en proceso
de cambio. Es evidente que los planes de salud se están orientando hacia los
programas de atención a la cronicidad lo que conlleva la integración de los
23
distintos recursos, sanitarios y sociales, que atienden las necesidades de estas
personas para garantizar la calidad de la atención y la continuidad asistencial
de una forma eficiente.
En este sentido se sitúa la propuesta triple aim, de Berwick et al.27, que lo
sintetiza en tres objetivos: Care, Health & Cost. Es decir, mejorar la experiencia
de la atención en cada uno de los recursos, mejorar la salud de las personas
atendidas y reducir los costes.
Nos centramos en el primer punto: Mejorar la experiencia de la atención .
Desde la perspectiva del paciente crónico podemos diferenciar tres ámbitos de
atención: ambulatorio, domiciliario y en régimen de ingreso y/o
institucionalización. Dentro de estos ámbitos existen diferentes recursos y
tenemos que tener presente que el paciente los utilizará en función de sus
necesidades29.
Ámbito ambulatorio (comunitario)
Ámbito principal de atención al paciente crónico. Una idea central de cualquier
plan de salud orientado al paciente crónico es que deberían ser atendidos
prioritariamente en el ámbito comunitario2. Y, sin duda, es hacia donde
debemos seguir avanzando18.
24
Diversos estudios han evaluado la atención farmacéutica coordinada entre los
distintos niveles asistenciales con buenos resultados clínicos, humanísticos y
económicos28. En este contexto resulta indispensable centrar los esfuerzos en
aquellos pacientes que, por el propio tratamiento y/o su nivel de fragilidad
presenten un mayor riesgo de padecer problemas relacionados con la
medicación o que estos sean consecuencia de un empeoramiento importante
de su estado de salud. Por tanto se hacen indispensables una adecuada
caracterización de los pacientes (fragilidad), una herramienta de estratificación
que detecte a aquellos con un riesgo mayor y la disponibilidad de un registro
electrónico compartido que facilite la comunicación entre profesionales y entre
niveles asistenciales.
Ámbito domiciliaro
Dentro de este ámbito podemos diferenciar dos tipos de recursos, los
proporcionados por servicios sociales y por el sistema sanitario, principalmente
la unidad de hospitalización domiciliaria. Probablemente sean los recursos que
más se van a ver aumentados en los próximos años por la necesidad de
disminuir ingresos hospitalarios y por retrasar al máximo, o evitar, la
institucionalización en centros de asistencia social mejorando la atención en su
propio domicilio.
La propia confluencia de recursos hace que sea lógico plantear modelos más
eficientes que eviten duplicidades y sean capaces al mismo tiempo de mejorar
la experiencia de la atención. Como en el ámbito anterior, desde la perspectiva
de la farmacia, una de las claves será la capacidad de integrar los distintos
estamentos y niveles asistenciales para llegar al paciente que realmente lo
precise.
Ámbito centro sanitario/sociosanitario
25
En este ámbito el paciente se encuentra en un centro que le procura su
atención en el propio centro. Podemos diferenciar tres recursos principales:
hospital de agudos, hospital de crónicos/sociosanitario y centro
sociosanitario/residencia de asistencia social. Desde la perspectiva de la
farmacia hay una diferencia clara respecto a los ámbitos anteriores: todos ellos
cuentan con una atención farmacéutica especializada directa. El tercero
podríamos decir que está en proceso de incorporación y a un nivel bastante
desigual entre las distintas CCAA, pero también es cierto que es una realidad
en muchos de ellos.
a) Centro hospitalario
El paciente crónico complejo es el que más utiliza los servicios de urgencias y
los que más frecuentemente acaban ingresando. Dada la gravedad y
complejidad del abordaje de estos pacientes en muchas ocasiones la
descompensación de alguna de sus enfermedades conduce a un ingreso
adecuado. Las estancias suelen ser más prolongadas y debido a la mayor
vulnerabilidad de los pacientes el riesgo de una complicación intrahospitalaria
es mayor lo que condiciona peores resultados de proceso (estancia media,
readmisión, mortalidad, institucionalización, etc). Las causas de las estancias
inadecuadas están relacionadas con los procesos de la atención hospitalaria y
planificación del alta19.
En estudios recientes se indica que el 75% de los re-ingresos hospitalarios son
evitables, lo que constituye el 13% de los ingresos totales, siendo un alto
porcentaje de pacientes crónicos complejos. Para corregir esta situación se
proponen una serie de mejoras30
� Disminuir las complicaciones durante la estancia hospitalaria � Mejorar la comunicación en el proceso de alta hospitalaria � Promover una monitorización estrecha del paciente � Ejercer una participación activa por los pacientes � Mejorar la comunicación y colaboración con la atención primaria
después del alta.
26
Estos datos vuelven a indicar el camino a seguir: mejorar la experiencia de la
atención en cada uno de los recursos.
Aunque el ingreso hospitalario tiene alta probabilidad de malos resultados en
pacientes de este tipo, por mayor riesgo de iatrogenia y discapacidad el
problema no es dónde sino cómo se atiende a este paciente.
En este sentido, la experiencia de la Unidad Geriátrica de Agudos del Hospital
General de Vic, en un contexto de integración asistencial progresiva
interdisciplinar, con una atención centrada en las necesidades de los pacientes
consigue reducir la estancia media, la mortalidad, la polifarmacia y el porcentaje
de re-ingresos de forma importante18.
b) Centro sociosanitario / residencia de asistencia social
Este ámbito asistencial ha cambiado de una forma importante en los últimos
años y actualmente muchos de estos centros disponen de un equipo
interdisciplinar que centra su trabajo en cubrir las necesidades de las personas
que atiende, desde una perspectiva multidimensional e interdisciplinar. En
definitiva, siguiendo un proceso de valoración geriátrica integral centrada en la
persona con la diferencia de que la atención médica suele ser no
especializada.
Existen en diversas CCAA buenas experiencias de la farmacia hospitalaria en
este ámbito asistencial, especialmente cuando se consigue una integración real
y la prestación se centra, en línea con el resto del equipo interdisciplinar, en la
persona29. Desde estas experiencias, los aspectos que podemos considerar
claves en el desarrollo de la atención farmacéutica se resumen en la siguiente
tabla (adaptado ref. 29).
27
Estructurales � Desarrollo de una guía farmacoterapéutica adaptada a las necesidades de los
pacientes y a las características asistenciales de los centros. � Establecimiento de un sistema de dispensación en dosis unitarias indivdualizada � Adaptar la organización del servicio de farmacia al entorno asistencial
Asistenciales � Integración en equipo interdisciplinar. � Intervención al ingreso, al alta y en las transiciones asistenciales � Participación en la VGI: revisión del tratamiento farmacoterapéutico y valoración en
función de la situación del paciente. � Desarrollo de programas específicos de adecuación del tratamiento
Estrategias globales de mejora asistencial � Establecer una integración de los cuidados entre el centro hospitalario y el
sociosanitario: el paciente institucionalizado va a transitar básicamente entre estos dos ámbitos.
� Mejorar la capacidad de la atención para evitar ingresos hospitalarios no necesarios � Incorporación de los sistemas electrónicos de información y prescripción
28
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