Suplemento Universitario Febrero 2015

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Guatemala, 24 de febrero de 2015, Suplemento Especial de Diario La Hora ¿QUÉ ESPERANZA GUARDAN LOS UNIVERSITARIOS DE LOS COMICIOS QUE SE AVECINAN?

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Guatemala, 24 de febrero de 2015, Suplemento Especial de Diario La Hora

¿QUÉ ESPERANZA GUARDAN LOS UNIVERSITARIOS DE LOS COMICIOS QUE SE AVECINAN?

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IVÁN ERNESTO CÚ ESTRADA Universidad de San CarlosRelaciones [email protected]

NADIA NINOSHKA SOLANO B. Universidad [email protected]

LUIS PEDRO MARTÍNEZ V. Universidad Rafael LandívarCiencias Jurídicas y [email protected]

TANIA MELISSA ESTRADA C. Universidad Rafael LandívarCiencias Polí[email protected]

JAVIER SANTIZO MANSYLLA Universidad Francisco MarroquínCiencias Jurídicas y [email protected]

ALEJANDRO POKUS ÁLVAREZUniversidad Rafael LandívarCiencias Jurídicas y [email protected]

CARLOS OSWALDO ANDRADE P. Universidad de San Carlos aCiencias Políticas. Relaciones [email protected]

ASTRID YOHANNA DEL ÁGUILAUniversidad de San CarlosRelaciones [email protected]

ANA LUCÍA ZELADA GUEVARAUniversidad del IstmoPsicopedagogí[email protected]. gt

Nos hemos convertido en el país que hace fracasar las grandes ideas y en donde los proyectos que deberían ser la oportunidad para hacer los grandes cambios que necesita-mos, siempre fallan porque termina imponiéndose el desor-den general que facilita el control del que se benefician los mismos de siempre.

Y para no irnos tan lejos, empecemos por la apertura democrática que suponía la entrega del poder soberano al pueblo para que dentro de un sistema nuevo de participa-ción, los partidos políticos pudieran hacer sus planteamien-tos para convencer a una ciudadanía que estaba urgida de encontrar soluciones a un Estado mal diseñado, secuestrado por cúpulas de poder. El resultado fue la institucionalización de la corrupción, el secuestro absoluto del sistema y la única transformación que se vivió es la de los partidos políticos que pasaron a ser empresas de mercadeo y la de una de-mocracia que pasó a ser pistocracia porque todo es en torno a dinero para ganar elecciones en lugar de la capacidad de gobernar.

Desde aquellos días nos han venido reformas fiscales en cada gobierno para apagar sus incendios financieros pero no para resolver de raíz el problema de un Estado raquítico por la falta de una política tributaria seria y justa que se suma a un gasto que no tiene calidad y que es permisible con la corrupción.

Junto a ello, el debilitamiento del Estado en todas sus instituciones de control. La Contraloría General de Cuentas se volvió una entidad que no castiga sino que avala con su silencio; las postuladoras en lugar de garantizar la balanza y la venda de la justicia, la quieren prostituir para que siga siendo una revoltosa dominada; y del Congreso, ¿qué más se puede decir que no se haya dicho ya?

Pero lo peor de todo es que la misma sociedad ha aceptado fallar en su papel de exigir más, predicar con el ejemplo y no someterse a estos métodos que parecen por accidente pero que son planificados. Es momento de detener los fracasos y de empezar a construir una nación con claridad.

Es por ello que estas elecciones se nos presentan como una oportunidad para seguir avalando un sistema que no da para más o como la oportunidad para que con nuestra voz y ejercicio democrático, podamos hacer cambiar las reglas del juego de ese sistema y hacer que los políticos se com-prometan con un clamor popular en pro de la transparen-cia, la lucha contra la corrupción y el manejo de los grandes problemas sociales. De usted dependerá qué tipo de proceso electoral se vivirá en el país.

¿Alguna esperanza?

Página 2/Diario La Hora/Guatemala, 24 de febrero de 2015

Editorial

PARTICIPANTES DEL 15º SUPLEMENTO UNIVERSITARIO DEL DIARIO LA HORA

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IVÁN ERNESTO CÚ ESTRADA Universidad de San CarlosRelaciones [email protected]

NADIA NINOSHKA SOLANO B. Universidad [email protected]

LUIS PEDRO MARTÍNEZ V. Universidad Rafael LandívarCiencias Jurídicas y [email protected]

TANIA MELISSA ESTRADA C. Universidad Rafael LandívarCiencias Polí[email protected]

JAVIER SANTIZO MANSYLLA Universidad Francisco MarroquínCiencias Jurídicas y [email protected]

ALEJANDRO POKUS ÁLVAREZUniversidad Rafael LandívarCiencias Jurídicas y [email protected]

CARLOS OSWALDO ANDRADE P. Universidad de San Carlos aCiencias Políticas. Relaciones [email protected]

ASTRID YOHANNA DEL ÁGUILAUniversidad de San CarlosRelaciones [email protected]

ANA LUCÍA ZELADA GUEVARAUniversidad del IstmoPsicopedagogí[email protected]. gt

La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 24 de febrero de 2015 Página 3

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Al contactarme para este editorial me dieron dos preguntas sobre las cuales basarme: ¿qué esperanza guardan los universitarios de los comicios que se ave-cinan, creen que el actual sistema pueda llevarnos a mejorar y desarrollar el país? Lo cierto es que en el fondo de mi corazón quería hacer un llamado al pueblo para que se pronunciara en las votaciones con un voto mayoritariamente nulo, para manifestar el descontento que tenemos de tener candidatos y partidos políticos que se permiten pasearse sobre la ley y aun así participar en el proceso electoral; para indicar que estamos cansados de esta plutocracia disfrazada de democra-cia, de que nos gobiernen los mismos co-rruptos o nuevos corruptos peores, por el solo hecho de tener marionetas y el dine-ro para participar en el proceso político. Sin embargo después de haber revisado la Ley Electoral y de Partidos Políticos, me percaté que un voto nulo hace tanto daño como un voto en blanco o un voto comprado.

Y entonces, qué espero de los comi-cios, la verdad, nada más que canciones pegajosas y promesas inverosímiles que de llegarse a cumplir más de alguna, pueda hundirnos más en el foso de la deuda externa para seguir siendo un pueblo manejado realmente por otros

y sufriendo las consecuencias de tanto clientelismo que nos aqueja. Espero encontrarme con árboles, piedras, pasa-relas, volantes y promocionales que me recuerden el techado de virtudes de un candidato y de cómo mancilla y agranda los defectos del otro candidato, en lugar de ponerse a echar cabeza y crear una estrategia real en los planes de gobierno con un verdadero equipo de trabajo.

No estoy esperando un candidato o partido político de derechas o izquierdas, que al llegar al poder o el tiempo, se ane-xen o apoyen a otro partido político para garantizarse una curul en el próximo pe-ríodo, o su respectivo respaldo en próxi-mas elecciones. Rompan ese asqueroso círculo vicioso.

El sistema claro que podría ayudarnos a mejorar y a desarrollar el país, el proble-ma no es, y nunca ha sido el sistema, sino quienes lo ejercen. Todo en teoría pura puede generar una utopía, sin embargo, hay que tomar en cuenta que la natura-leza humana envilece la mayor parte de veces la teoría y le agrega uno que otro defecto como la avaricia y corrupción, que pudren cualquier ideología noble. Así que considero que sí en el sistema actual nos liberáramos de la cantidad de corruptos que tenemos, además de pagarles menos sueldos, dietas y otros gastos de represen-

tación de dichas autoridades, el sistema fun-cionaría. La democracia y el presiden-cialismo están creados exacta-mente para escuchar y actuar en favor del pueblo –mayoría, gracias a su división de pode-res–, y de sus necesidades, pero además quienes llegasen al poder deberían actuar no en favor propio sino en favor de sus semejantes, eso requiere además de altos valores morales, bastante valentía para poder ir contra sus propias necesidades y las de sus familiares, y trabajar por los demás.

El pueblo de Guatemala, independien-te de nuestra escolaridad esperamos –to-mando en cuenta la realidad de nuestra sociedad–, un candidato que robe menos o al menos un poco más solapado, pero que además deje un legado de justicia, salud, seguridad, economía y educación; que merezca ser continuado. Pongámoslo en otras palabras: Los jóvenes espera-mos menos voracidad, una mejora en los servicios públicos, menor corrupción de su equipo de trabajo y oportunidades de crecimiento y desarrollo.

Cuando los griegos inventaron la democracia, definitivamente no imaginaron la distorsión que podría sufrir esta forma de organiza-ción social. La democracia guatemalteca es claro ejemplo de una mutación surgida como consecuencia de un proceso histórico sui generis. Los efectos de esta democracia distorsionada se presentan de múltiples formas como pobreza, corrupción, violencia, dependencia económica y apatía social, entre otras. El último informe publicado por la funda-ción Konrad Adenauer sobre el desarrollo democrático, ubica a Guatemala en último puesto de 18 países lati-noamericanos, sin mencionar que este año obtuvo la puntuación más baja desde la publicación de este informe en el año 2002.

Uno de los pilares fundamentales de la democracia son las elecciones libres y periódicas, esto, para transmitir una opinión conjunta respecto del pueblo hacia la selección de un candidato o un criterio respecto a un tema nacional. Dentro de nuestra diná-mica electoral vemos problemas como: la participación ciudadana se reduce al acto de votar; no existe un seguimiento consiente tras las elecciones en donde la población fiscalice y exija intensamente el cumplimiento de los compromisos adquiridos por el candidato durante la campaña electoral. En el imaginario social se impregna la esperanza de que el nuevo Presidente sea el Mesías de la polí-tica nacional y traiga paz, armonía y desarrollo a nuestro país. Por otra parte es imposible hacer un llamado al “voto consiente” si la forma de presentar al candidato se hace por medio de estudios mercadológicos y publicitarios de productos o mercancías, adap-tados a las características del presidenciable. Según el informe de Acción Ciudadana sobre el gasto de los partidos políticos en la úl-tima campaña electoral, los costos superaban los Q.630 millones, Q.110 millones más que las elecciones anteriores (2007). Esto solo demuestra la debilidad y poca coercitividad que posee el TSE para frenar y limitar a los partidos políticos. Estamos más cerca de una plutocracia que de una democracia, ya que el poder está al acceso de aquellos que poseen la fuente de riqueza necesaria para adqui-rirlo. Además de esto, los siguientes cuatro años el gobierno de turno inicia con políticas públicas diferentes al gobierno anterior y así con el siguiente y el siguiente. Esto nos sumerge en un eterno génesis que es sinónimo de atraso y subdesarrollo. No existe un plan Nacional en donde converjan los diferentes sectores nacio-nales y se creen políticas de Estado al cual todo gobierno de turno deba someterse y seguir una dirección establecida al el beneficio del pueblo.

El sistema electoral es anacrónico y endeble, por el momento no puede garantizar elecciones equitativas a los partidos políticos, igualmente se ha perdido totalmente la visión política de servicio y ha sido sustituida por la imagen de fuente de riqueza a corto, mediano y largo plazo. Definitivamente este sistema no pue-de llevarnos al desarrollo y un mejoramiento de las condiciones socio-económicas actuales. Mientras se siga manteniendo la mis-ma estructura, aquellos que ostentan el poder serán los mismos y obtendremos similares resultados como en los últimos 30 años de historia nacional.

Pero detrás de este panorama tan sombrío, la historia también nos demuestra que los estudiantes universitarios hemos jugado un papel determinante para los cambios sociales, hemos sido esos agentes de cambio que dan una “esperanza” para cambiar la historia y así restituir la orientación de la política nacional. Los estudiantes no debemos guardar esperanza de algo sino ser la es-peranza de alguien, por eso, me parecen muy acertadas las pala-bras de Noam Chomsky al decir: “Si asumes que no hay esperanza, garantizas que no hay esperanza. Si asumes que hay un instinto hacia la libertad, que hay oportunidad para cambiar las cosas, en-tonces hay una opción de que puedas contribuir a hacer un mundo mejor. Esta es tu alternativa”. Seamos la alternativa entonces.

La madrugada del viernes 20 de Octubre de 1944 miles de guatemaltecos, entre ellos jóvenes universitarios, docentes, oficiales del ejército y obreros, luchaban por sus li-bertades y derechos democráticos, por el de-sarrollo y el bien común. Pocos días pasaron para que se empezara a ver el cambio, sur-gieran instituciones sociales enfocadas en la inclusión de las minorías, educación, trabajo y seguridad. Ahora, 70 años después, Gua-temala ocupa el último lugar en los Índices Democráticos de Latinoamérica, los Tribuna-les de Justicia y la Corte de Constitucionali-dad se vendieron al mejor postor, miles de guatemaltecos esperan con ansias y júbilo el regreso de un expresidente condenado por lavado de dinero, un gran número de afilia-dos que presentan los partidos políticos lo hicieron desde su ataúd y está por comenzar el negocio más lucrativo y rentable del país, el proceso electoral. El chiste se cuenta solo, pero ¿qué pasó con toda esa generación que un día luchó por una Guatemala representa-tiva y democrática? ¿Qué es lo que ocasiona que la carencia de líderes y opciones en las elecciones sea cada vez más notaria y los resultados más nefastos?

La respuesta, una amalgama compleja entre el período de la llamada “Contrarre-volución”, regímenes militares, políticas an-ticomunistas y el conflicto armado interno.

Tantos años pasamos bajo órdenes militares que nos convirtieron en un pueblo apolíti-co, obediente y no deliberante, rasgos que caracterizan al Ejército de Guatemala según nuestra Constitución Política. La elimina-ción objetiva y selectiva de estudiantes, de personas idealistas y de grandes pensado-res guatemaltecos y guatemaltecas, ocasio-naron un vacío generacional de líderes dis-puestos a construir un mejor país y no una finca ostentosa en Zaragoza o en Tecpán. El aprovechamiento de la gente ha demostra-do ser la mayor fuente de ingreso para los servidores públicos, por lo que la educación ha quedado descartada completamente de los planes de gobierno. Ese afán incesante de poder y de lucro explica la reproducción en masa de partidos políticos fugaces que, sin ninguna visión o misión concreta, as-piran colocar a algún representante para diputado en los listados distritales y nacio-nales, generando un Congreso lleno de dig-natarios tránsfugas, comerciantes de votos, ineficaces y con claro desconocimiento de las leyes. Por último, el temor a denunciar, a protestar, a participar y a luchar por los in-tereses de la nación se apoderaron de toda una generación que han preferido enseñar a callar y tolerar antes que a reclamar y defen-der el poder soberano que radica en todos nosotros como pueblo guatemalteco.

No pode-mos concebir un sistema electoral que funcione y que ocasione cambios si no reaccionamos y actuamos. Es momen-to de dejar de culpar a los electos, ya que, al final del día, nosotros hemos permitido que este tipo de gente llegue al poder al no ofrecer otra opción. Es momento de que una generación entera despierte y se involucre nuevamente, que los jóvenes alcancemos ese fervor por nuestra patria y que participemos activamente en las elec-ciones. El llamado es para las personas con ideales, para los líderes y, en general, para todas esas personas que anhelan un bien-estar colectivo. Sólo cuando exista gente así participando activamente, podremos hablar de cambios, tales como la forma de elegir diputados y la reducción de sus die-tas, la disminución del salario al segundo presidente mejor pagado de la región, establecer un límite efectivo de gastos de campaña y de número de partidos inscritos. La participación de nuevos líderes es nece-saria, puesto que actualmente, lo delicado del sistema electoral, es que quienes tienen que hacer los cambios son los que, hoy por hoy, se benefician del mismo.

Universidad Panamericana

NADIA NINOSHKA SOLANO B. IVÁN ERNESTO CÚ ESTRADA

Universidad de San Carlos

Seamos la alternativa De esperanzas para estos nuevos comicios y sistemas políticos ideales

El sueño perdido de una democracia...

Página 4/Diario La Hora/Guatemala, 24 de febrero de 2015

LUIS PEDRO MARTÍNEZ V.

Universidad Rafael Landívar

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La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 24 de febrero de 2015, Página 5

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El año 2015 es un año electoral y se acompaña de su ración propia de abrazos, vallas y prome-sas. Pero todo eso, tal cual la fila que usted debe hacer para depositar su voto en las urnas, pasará… sin gloria alguna. Porque mientras los funcionarios públicos se retiran de sus cargos para aparecer en nuestras pa-peletas, los partidos políticos se apresuran a afiliarnos y el TSE aún no cuenta con fondos su-ficientes para garantizar la realización del proceso electoral, el guatemalteco promedio ya está empachado.

La publicidad excesiva y las piedras pintadas saturan su mente, pero son las promesas incumplidas las que ocupan más espacio en su vida. Y son éstas las que lo llevarán a depositar no un voto libre, ni bien informado, sino un voto de castigo. Lamentablemente, el casti-go será para él, para usted, para mí… menos para el partido político que va de salida.

Usted y yo, guatemaltecos promedio, no tenemos un voto libre porque votamos por el que tiene más probabilidades de vencer al candidato que no nos simpatiza o al candidato del partido oficial. Y lo hacemos bajo la premisa de que la corrupción es algo normal e in-cluso aceptable mientras el candidato pueda probar que “hizo algo”.

Tampoco tenemos un voto bien informado, ya que desconocemos los mecanismos utilizados en el interior de los partidos para elegir a los candidatos. Sabemos que deberían ser mecanismos democráti-cos, mas no podemos asegurar que no se aplique la lógica de que “ya le toca” o “ya donó suficiente”. Las fuentes de financiamiento para la campaña de los partidos (las que así lo prefieren) permanecen en la sombra. Así, los tratos entre élites políticas o sectores económi-cos (tanto legítimos como aquellos que no lo son tanto) y partidos políticos son ajenos a usted y a mí, mas no así las consecuencias de los mismos.

Y con todo esto que desconocemos y todo aquello que no nos permite tomar decisiones libremente, recurrimos a lo poco que pudo quedarse en nuestro subconsciente. Un rostro, una frase, una prome-sa: ya no más. Sin embargo, tanto a usted como a mí, nos quedan dos preguntas sin responder o al menos sin una respuesta satisfactoria: ¿cómo? y ¿cuándo?

Porque la lectura de los planes de gobierno (con los cuales aún no contamos a pesar de que cada partido asegura tener una visión estratégica de país) no permite una clara comprensión de la forma de proceder que el partido propone. Y porque estos planes no le lle-gan a la vasta mayoría de votantes, que tendrán que conformarse con una tarima, una manta, un micrófono vacío y varias preguntas sin responder.

No obstante, el grueso de votantes sí sabe bien que no quiere se-guir igual. Y esa es la esperanza porque mientras haya inconformes, habrá posibilidades. Con partidos políticos que irrespetan una Ley Electoral y de Partidos Políticos establecida y un Tribunal Supremo Electoral que no cuenta con mecanismos ni recursos suficientes para garantizar el cumplimiento de la misma, las elecciones no pueden ser la esperanza, pero sí se convierten en la vía que la esperanza pue-de tomar para concretarse.

Sí, el año 2015 es un año electoral y falta poco para empezar la carrera hacia las urnas, pero falta mucho por recorrer para que esa carrera nos lleve a un voto verdaderamente informado y libre que haga una diferencia.

Desde el surgimiento de la “era de-mocrática” los guatemaltecos hemos esperado con ansias a un gobierno que promueva y lidere el cambio, un go-bierno que tenga propuestas de fondo y un plan de gobierno serio y factible. La experiencia sin embargo, especialmente la de los últimos años, nos ha demostra-do cómo las esperanzas se desvanecen mientras frente a nuestros ojos pasan gobiernos cada vez más corruptos y des-carados, gobiernos que ya ni siquiera se preocupan en proponer cambios a largo plazo, sino que buscan su enriqueci-miento inmediato y sacarle el máximo provecho a sus años en el poder.

Si algo hay que atribuirle al gobierno saliente es su creatividad en cuanto a estrategias para aprovechar al máximo su “turno”; estrategias que van desde ignorar sus promesas más básicas de campaña como lo fueron la seguridad y el bienestar económico, hasta escán-dalos de corrupción en sus más altas esferas, pasando por pactos con la opo-sición que permitieron desentrampar al Congreso para aquellos temas que más le interesaron, como fue el nombra-miento de magistrados, por nombrar un ejemplo.

Este año, en las vísperas de una nueva elección, el panorama se torna cada vez más gris, ya que todo apunta a que nos dirigimos hacia un próximo gobierno peor y más corrupto que su predecesor bajo el simple argumento que, de acuerdo con nuestra historia más reciente, es su turno de gobernar.

Al día de hoy, cuando aún no ha ini-ciado el período electoral, observamos una ausencia de planes y estrategias de gobierno, un irrespeto a la ley de todos o casi todos los partidos políticos que puntean las encuestas y una muestra más que al guatemalteco común se le puede comprar con promesas baratas, populismo y quizá una que otra bolsa solidaria, segura o como quiera llamar-le. El político guatemalteco se ha dado cuenta de la ausencia de fiscalización, o interés, de la población civil. Ha visto que no importa cuánto robe, mientras negocie con la oposición nadie lo privará de su botín y, salvo un par de críticas en la prensa, saldrá ileso e inmensamente rico de su aventura política, mientras el país continúa reprobando cada índice de desarrollo publicado por organismos y entidades internacionales.

Es tiempo que como guatemaltecos

nos comence-mos a involu-crar en resca-tar a nuestra débil repúbli-ca, tiempo que comencemos a exigir cuentas a aque-llos servidores públicos que, como su nombre lo indican, están allí no solo por nuestra voluntad, sino para servirnos en la búsqueda de un futuro mejor.

El fortalecimiento de la instituciona-lidad comienza en estos próximos comi-cios con el ejercicio de nuestro derecho a elegir y, para los más valientes, a ser electos. Optemos por aquellas pro-puestas que estén respaldadas por ex-periencia y que promuevan estrategias de mediano y largo plazo. Rechacemos, en cambio, aquellos partidos políticos carentes de ideología, cuyos integran-tes vienen siendo los mismos con una camisa de distinto color. No demos por perdida la esperanza al pensar que ya todo está decidido y que nuestro voto no hará la diferencia; de ser así, nuestra indiferencia y falta de acción únicamen-te permitirán que la línea ascendiente de corrupción y pobreza continúe.

En Guatemala como en toda América Latina la política ha cambiado significati-vamente en los últimos años, esto debido a las nuevas necesidades y exigencias de la población hacia los partidos políticos quienes deben proponer que su plan de administración pública es el más idóneo para el desarrollo de un país.

El sistema de gobierno del Estado de Guatemala de acuerdo a lo que establece la Constitución Política de Guatemala en su artículo 140 es republicano, democrá-tico y representativo; es necesario resaltar la función de la participación activa y responsable que tienen los ciudadanos al momento de ejercer su derecho de votar por los diferentes puestos públicos, sien-do estos el de Presidente y Vicepresidente de la República, Diputados al Congreso de la República, Diputados al Parlamento Centroamericano y Alcaldes, con el objeto de lograr el ideal de una sociedad demo-crática y un reparto de poder equilibrado cumpliendo con los principios básicos del Estado de Derecho, los cuales son la divi-sión o separación de poderes.

Guatemala está próximo a iniciar el periodo electoral, en el cual los aspirantes a ocupar un cargo público presentarán sus

propuestas a la población con las cuales pretenden obtener el voto de la mayoría y así alcanzar el puesto que aspiran. Pero es importante preguntarse, ¿qué es lo que espera la población para Guatemala?

Los jóvenes conforman la mayoría de la población electoral, y cada día se in-volucran más en el apoyo y exigencias a un determinado partido político, lo que le da salud a la democracia, en tal vir-tud los partidos políticos deberán lanzar propuestas atractivas que tiendan a brin-darles nuevas oportunidades de trabajo, educación, salud, seguridad, el cumpli-miento y apego a la ley entre otros, con lo cual logran o no el apoyo de los jóvenes, quienes deben analizar con cautela las diferentes propuestas de forma objetiva, sobre todo tomando en consideración el bien común y el desarrollo para el país.

¿Qué es lo que espera la población para Guatemala?, es una pregunta que todos los ciudadanos guatemaltecos de-ben hacerse, ¿Se quiere un país que siga avanzando?, ¿Un país donde prevalezca el bien común? ¿O se quiere todo lo con-trario?, es por eso importante mencionar que la participación que se debe tener por parte de la juventud y de todos los ciuda-

danos guate-maltecos en las elecciones que se pre-sentarán este año, debe ser una participación madura, en no solo saber sobre las propuestas de cada candidato, si no también quién es realmente el candidato que aspira a un cargo público, ya que de esa manera se puede analizar si cumplirá o no las propuestas presentadas a la po-blación, logrando con ello la confianza de los ciudadanos en sus funcionarios públicos.

La intervención en el proceso elec-toral debe ser de todos los ciudadanos, principalmente el aporte que se tendrá de los jóvenes haciendo uso del control social, ya que son el presente del país y uno de los principales pilares del desa-rrollo de Guatemala, quienes deberán presentarse a las mesas electorales para hacer valer su derecho al voto, el cual debe ser de forma consciente, el no ha-cerlo de esa manera perjudicará no solo a la juventud, sino a todo el país en conjun-to por una decisión superficial.

ALEJANDRO POKUS ÁLVAREZ

Universidad Rafael Landívar

La esperanza de las elecciones…

Un gris panorama electoral

Salud a la democracia

JAVIER SANTIZO MANSYLLA

Universidad Francisco MarroquínTANIA MELISSA ESTRADA C.Universidad Rafael Landívar

Página 6/Diario La Hora/Guatemala, 24 de febrero de 2015

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CARLOS OSWALDO ANDRADE P.

Universidad de San Carlos

ASTRID YOHANNA DEL ÁGUILA

Universidad de San Carlos

La actitud política siempre deja mucho que desear. Cada cuatro años, la publicidad políti-ca ensucia nuestras calles con sus colores y rostros; podemos ver desde vallas publicita-rias y afiches sueltos, hasta páginas enteras de periódicos y comerciales en todas las ra-dios y en la televisión nacional, todo un derro-che digno de carnaval. ¿Acaso nuestros políticos no están enterados de la situación de pobreza extrema en la que viven millones de guatemaltecos? Si no lo están, de entrada no son can-didatos aptos para dirigir el país. ¿Acaso no se puede hacer algo para que todo ese dinero desperdiciado en publicidad se invierta en obras de salud, ofertas de empleo y alimento para los más necesitados? Si no se puede, realmente el sistema electoral está mal.

Por si los pocos meses que dura la época electoral no fueran sufi-cientes, durante los cuatro años de gobierno, nos encontramos cons-tantemente con campañas negras y desprestigio al gobierno de turno por parte de los candidatos que no lograron ganar la contienda. De lo contrario, nos topamos con campos pagados en los que esos mismos candidatos hacen alarde de que ellos podrían hacer las cosas mejor (aunque nada nos garantiza que así sea), todo para que no olvidemos sus caras.

En general, el tema de las elecciones y la política representan un verdadero dolor de estómago para los guatemaltecos que estamos cansados de la forma en la que funciona todo, pero pareciera que nuestros esfuerzos no tienen ningún significado porque el sistema entero está en nuestra contra. Reconocemos lo que está mal, sin em-bargo, las grandes masas se encuentran cegadas por espectáculos y se dejan comprar por limosnas, cuando no ven las riquezas que po-drían tener si todo fuera mejor. Por ello, es necesario que se tomen en cuenta ciertos elementos que definan lo que se debe buscar en un candidato.

El primero de estos elementos es el verdadero significado de lo que es ser un político: Un político es alguien que aspira a dirigir un país, buscando lo mejor para éste. En otras palabras, es alguien que tiene una visión a largo plazo en mente, y trabaja con base en peque-ñas metas que le permitan llegar a su objetivo final. Debe ser alguien que conozca la realidad del país a fondo, y esté preparado para darle solución a todos los problemas.

Muy ligado a esto, el segundo elemento es la forma en la que presentan sus planes. Los justos cumplen sus promesas; los políticos no deberían ni siquiera hacerlas. Quien promete hacer algo que era su deber hacer, es porque ya ha fallado en hacerlo; y en el caso de la política, hacer promesas sólo demuestra que todo es un engaño y que realmente son personas hipócritas. En lugar de promesas, debe-rían hacer propuestas factibles, realistas, prácticas y que realmente aporten un beneficio a la sociedad, en especial, a los más necesitados.

El tercero, y quizá el más importante, es que un político no es más que un servidor; un gobernante está ahí para dar a quienes no tienen, ayudar a los que lo necesitan, y asegurarse que la convivencia en el país sea un lugar de oportunidades para todos sin ninguna discri-minación; debe asegurarse de que todos avancen hacia una misma dirección, buscando siempre el bien común frente a los bienes par-ticulares.

Para concluir, después de las elecciones, los candidatos deberían poder desprenderse de las marcas del partido que representaron y colocarse una camisa sin color para dedicarse a servir a quienes les ro-dean. Si realmente es su deseo hacer un mejor país, ¿por qué esperar a estar en lo alto para comenzar?

El actual sistema electoral ne-cesita ser reformado, los partidos políticos conociendo la ley la des-obedecen y violan las normas conti-nuamente para aprovechar ya sea su estancia en el poder, promocionando al partido de turno o bien como ha-cen otros, exponer a su precandidato mediante una camuflajeada campa-ña anticipada y otros descaradamen-te se presentan como los salvadores del pueblo en cada pueblo.

Falta proporcionar al Tribunal Supremo Electoral una herramienta más fuerte para que frene el abu-so de muchos que son solamente partidos de cartón. Más de 25 par-tidos políticos que no obedecen su creación a las necesidades de una población que adolece la carencia de verdaderos líderes políticos, sola-mente crea más polarización en una sociedad. Los partidos aprovechan para escalar y posicionarse, ya que en nuestro país se carece de cultura política, podría decir que el oportu-nismo está a la orden del día.

Las agrupaciones políticas no han respondido a las necesidades de la juventud, a pesar que sobre esta juventud está el voto hacia las mismas. Yo esperaría que estas elec-ciones transcurran en orden, que se

respete la ley y se eviten las con-frontaciones que son incentivadas muchas veces por los mismos par-tidos, que se visibilice la madurez de las personas que dirigen a dichas agrupaciones.

A pesar que las actuales auto-ridades han frenado algunos abu-sos, han denunciado y sancionado la excesiva campaña anticipada y han podido detectar diversas herra-mientas de falsedad que los partidos utilizan para mantenerse con vida, aún falta que los guatemaltecos y guatemaltecas estemos conscientes para exigir a los representantes en el Congreso, a los candidatos y las au-toridades que se respete la ley y que nosotros merecemos respeto.

La falta de cultura política nos ha sometido a una apatía de parti-cipación ciudadana, aprovechando esto la clase política actual, que por cierto muy desgastada logra perma-necer en el poder reeligiéndose por parte de uno u otro partido, es ya un modus vivendi que han encontrado y que el pueblo lo ha tolerado y man-tenido, esta es otra falencia según mi percepción en el sistema político guatemalteco.

El sistema democrático actual se debe revisar, todavía transitamos

por una d e m o c r a -cia frágil, arrastrando las experien-cias amargas de las dictaduras y la perpetuación en el p o d e r , ya no directamente en el Ejecutivo sino en el Congreso o las municipa-lidades, esto debe de cambiar, nos debemos informar, exigiendo a cada candidato de los diferentes puestos públicos su plan de trabajo, su for-ma de hacer política, su probidad y capacidad administrativa.

Exhorto a todas y todos los jó-venes que seamos conscientes al votar por el candidato que se nos presente.

Por último es un loable trabajo el de la sociedad organizada para in-sistir a los diputados que aprueben las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, se necesita una actualización con urgencia, pero so-bre todo poner en orden y sancionar a las agrupaciones políticas que no acaten la ley.

“El legislador no debe proponer-se la felicidad de cierto orden de ciu-dadanos con exclusión de los demás, sino la felicidad de todos”. Platón

Año electoral, año de promesas y agen-das copadas de intereses individualistas y de gremiales. Partidos políticos regidos por un sistema electoral que idealmente busca la representación de muchos en unos cuantos. Siendo éstos incapaces de lograr el “objetivo”, trazando el camino hacia la utopía de estabilidad econó-mica y desarrollo a la mayor parte de la población. Se concretiza así, un sistema político distorsionado con objetivos y re-presentantes cada vez más alejados de la realidad política, económica y social que demanda el país.

El destino del Estado dependerá de las acciones y decisiones tras bastidores, ¿Quién dará la mejor oferta? Los partidos políticos actuales han sido en su mayoría los que desde hace 30 años se instalaron, y como estrategia principal está su trans-formación constante a través de nuevos logos; uno que otro nuevo en el listado de integrantes del partido; otros colores; se “reorientan” los principios y valores. Mientras que en otros surgen necesidades básicas como la eliminación de la compe-tencia, creando así un monopolio de par-tidos donde el poder quede tras el telón, brindando “nuevas” opciones a la pobla-ción, opciones disfrazadas que simpaticen

con los votantes en elecciones. La imagen de los presidenciables, de

los futuros congresistas y alcaldes se pone en mesa de juego. Quizá existan dentro de algún partido personajes ilustres que iniciaron su vida política con aspiraciones de cambio, con ideales de mejoría social y política. Pero ¿qué pasa con los demás? Pueda que busquen protección política, no sepan a qué más se pueden dedicar y prefieren seguir sentados en su curul o en la municipalidad, o bien, pidieron de re-galo su postulación.

En su mayoría, las personas creen que en los presidenciables se encuentra la dis-cordia por el poder; pero desde mi punto de vista, la población debería tener los ojos más abiertos al seleccionar a sus con-gresistas, quienes son los que poseen el poder de legislar como lo demanda su car-go. Parte de la estrategia de los partidos es poner a éstos de “relleno”, distrayendo así el voto de la población que se deja llevar por la imagen del dúo presidencial.

De por sí, el sistema electoral está mal desarrollado y posee falta de credibilidad, la población electoral debe votar en un mismo día, para el mismo periodo, por partidos que no sabemos quiénes son todos sus integrantes, ni cuál es su plan

de gobierno, ni quiénes son sus financistas, y peor aún, las opciones que se presentan en pape-letas son en su mayoría de partidos que no respetaron las leyes antes y durante el juego electoral. Lamentablemente se presentan partidos políticos que solo son copy paste de pro-gramas que podrían ser un éxito si son im-plementados de la manera correcta, como lo es el caso de la “bolsa solidaria” la cual pasó a ser la “bolsa segura” y ahora está la “ProBolsa”.

Se vota por Presidente, Vicepresidente, alcaldes, diputados al Parlacen y diputa-dos para el Organismo Legislativo. A pesar que estamos a tan solo siete meses de la primera vuelta electoral existe un gran va-cío de información hacia la población en general. Aún no se conoce quiénes son los futuros candidatos a los diferentes cargos, muchos de los políticos no saben a qué color apostar.

Desde mi perspectiva, el sistema poco a poco se declina, generando la curva que presentará el quiebre de cambio que la población demandará a viva voz.

Todo debería ser: Una obra de servicio

Elecciones 2015, la ley electoral debe prevalecer

Convocatoria para representantes del Estado

Diario La Hora/Guatemala, 24 de febrero de 2015 /Página 7

ANA LUCÍA ZELADA GUEVARA

Universidad del Istmo

Page 8: Suplemento Universitario Febrero 2015

Página 8 / La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 24 de febrero de 2015