Suplemento Cultural 05-03-2011

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Una idea original de Rosauro Carmín Q. Guatemala, 5 de marzo de 2011 EL CARNAVAL EN GUATEMALA El traslado de Santiago de Guatemala Páginas 4, 5 y 6 La fotografía de Paola Calderón Página 7 Páginas 2 y 3 Suplemento Cultural

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SOBRE EL NACIMIENTO DE LA FIESTA DEL CARNAVAL

2 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 5 de marzo de 2011

C omo el considerar al Carnaval como fiesta de origen pagano es un tópico que repite “la gente no letrada” y a la vez es base de la que

parten varios estudiosos de la cultura, creemos conveniente iniciar esta bús-queda recordando los textos viejos en los que se basa aquella generalización peligrosa, como todos los que redu-cen a mera cuestión de orígenes cual-quier tema histórico, sea la de índole que sea. Una que pudiéramos llamar “manía clasicista” ha dado lugar a la opinión difundida.

La creencia de que el Carnaval desciende directamente de las Satur-nales ha estado muy difundida en los países de habla romance desde el Renacimiento. La sostuvieron con su autoridad bastantes eruditos. Por ejemplo, Covarrubias, el lexicógrafo, dice que los actos que lo caracteri-zan “tienen un poco de resabio a la gentilidad y uso antiguo de las fi estas que llamaban Saturnales, porque se convidaban unos a otros y se cambia-ban presentes, haciendo máscaras y disfraces, tomando la gente noble el tragevil de los esclavos, y los esclavos por ciertos días eran libres y no reco-nocían señor”.

Advirtamos que Covarrubias ade-lantaba mucho la fecha del comienzo del Carnaval -como se hace en algunas partes- y que atribuía origen saturnali-cio también a otras fi estas invernales. Otros autores se fi jaban tan sólo en la razón elementalísima del disfraz para establecer la conexión. Así, en un libro del erudito aragonés del siglo XVIII ci-

Una de las fi estas más antiguas de la cultura occidental es el Carnaval. Aunque ha tenido una enorme difusión y raigambre en otros países de herencia occidental, como Brasil o Venezuela, en

Mesoamérica, en particular en el Sur, no lo ha tenido tanto. Sin embargo, su importancia, dentro de la historia general de la humanidad justifi ca en mucho que nos ocupemos brevemente de su origen. Es-tas notas breves quieren ilustrar al lector del Diario La Hora, sobre los orígenes del Carnaval, y ante

todo, sobre las distintas acepciones que la palabra ha tenido.POR CELSO A. LARA FIGUEROA

Tradiciones Populares

procesiones carnavalescas.Hay procesiones carnavalescas es-

pañolas que recuerdan también de modo sorprendente la del Isidis Navi-gium. Pero de ello no se puede sacar una conclusión general, como la que cabe extraer de otras prácticas más generalizadas. En Reus, por ejemplo (provincia de Tarragona), durante el Carnaval salía un carromato que lle-vaba un gran barco encima de más de setenta toneladas a veces, no una ca-rroza artística con forma de nave, como es usual en otros puntos, para cuyo tiro eran necesarias por lo menos diez caba-llerías, y en él iban hombres vestidos de marineros que echaban dulces y fl ores por donde pasaban.

FOTO LA HORA: PAUL ELLIS/AFP

Los fabricantes de automóviles están al borde de la quiebra y suplican ayuda al Estado. AFP

FOTO LA HORA: (FOTOGRAFÍA: GUILLERMO VÁSQUEZ GONZÁLEZ, 2011)

Los cascarones teñidos de anilina son comprados en los mercados y plazas de pueblos y ciudades de Guatemala, por niños y personas

adultas. La tradición de los casca- rones es de las que aún sobrevive en las fi estas del carnaval en Guatemala.

FOTO LA HORA: (FOTOGRAFÍA: GUILLERMO VÁSQUEZ GONZÁLEZ, 2011).

Las celebraciones del Carnaval en Guatemala se caracterizan por la elaboración de vistosos “casca- rones“ con “pica-pica“, teñidos

de anilina, se quiebran en la ca- beza en los juegos del domingo y martes de carnaval en parques y escuelas del país. Esta tradición

está muy arraigada en los pueblos de Guatemala desde el siglo XIX

FOTO LA HORA: TINTA ALEGÓRICA DE ENRIQUE ANLEU DÍAZ, ESPECIAL PARA EL DIARIO LA HORA, 2011

“Baco y Arlequín celebran el Carnaval en Guatemala, antes de su interpelación en el Honorable Congreso de la República“.

tado por Julio Caro Baroja, Juan Fran-cisco Andrés de Uztarroz, descrito por Gallardo, y que se titula Monumentos de los Santos Mártires Justo y Pastor en la ciudad de Huesca impreso en 1644, se lee: “Se disfrazaban (los romanos en las fi estas Saturnales) como se usa en España en el Antruejo”. Otros pensaron más en las Lupercalia, y hubo quienes remontaban el origen del Carnaval a las Dionysia griegas, que en una época se confunden con las fi estas de los ka-lendae de enero. Los que sostienen o sostuvieron todas estas tesis se apoyan

también -como es natural- en algu-nas semejanzas y paralelismos. Pero ninguno de los paralelismos, como ninguna de las semejanzas, se puede considerar suficiente para el fin que se propo-nían. Las razones históricas que ten-go para suponer esto se aducirán más adelante. Si-gamos ahora con los escarceos cla-sicistas.

La palabra Car-naval, por sí mis-ma, ha dado ori-

gen a otra teoría bastante aceptada en una época. Lingüista tan autorizado como F. Díez la derivaba de currus na-valis, en lo que le siguieron Korting, el Historiador J. Burkchardt y otros a fi -nales del siglo XIX. El 5 de marzo de cada año se celebraba por los romanos de la época imperial la fi esta de Isis, y con tal motivo, una procesión, en la que intervenían personas disfrazadas y en la que aparecía un barco, por lo que esta fi esta se llamaba también Isi-dis Navigium. En los lugares con mar cercano el barco se botaba. En pinturas decorativas romanas aparece éste sobre un carro: el currus navalis. La fi esta tuvo, probablemente, varias signifi ca-ciones a los ojos de los que la celebra-ban. Apuleyo, en la Metamorfosis, en el libro decimoprimero, nos ha dejado una descripción muy exacta del corte-jo que acompañaba al Isidis Navigium en Kenchrees, colonia de Corinto. De acuerdo con esto, el Carnaval, o sea la fi esta del currus navalis, del carro na-val, sería, en un principio, la fi esta del barco de Isis paseado en pompa el mes de marzo.

Tanto le satisfi zo a Burckhardt esta hipótesis, que en su estudio sobre el Renacimiento italiano pretendió ro-bustecerla señalando que en las ciuda-des italianas, en la época del Carnaval, salían en los siglos XIV y XV muchos carros navales, es decir, carrozas que re-presentaban barcos. Prueba del espíritu pagano censurado en Italia a través de los siglos. Claro es que en Italia, duran-te el Renacimiento, el deseo de revivir la antigüedad hizo que el Carnaval fue-ra una especie de reconstrucción del pa-ganismo, que escandalizaba a los hom-bres piadosos. Así, por ejemplo, fray Bartolomé de las Casas recordaba haber visto en 1507 el Carnaval romano, lleno de semejantes remembranzas, y de ello habla amargamente en su historia apo-logética, en que tiende a pintar a los in-dios americanos como gentes con más cordura que los pueblos antiguos.

Para explicarse el éxito de la etimo-logía de Díez hay que tener en cuenta también la existencia de fi estas germá-nicas en que se sacaba en procesión una nave. En efecto, en un concilio tenido en Ulm al comenzar el siglo XVI, se prohibió pasear un arado o un barco durante el Fastnacht en las proximida-des de la población. Es muy probable que la idea de hacer un poema llamado la nave de los locos (Das Narranschiff) le viniera al escritor estrasburgués Se-bastián Brandt de la contemplación de

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SOBRE EL NACIMIENTO DE LA FIESTA DEL CARNAVAL

Suplemento Cultural 3Nueva Guatemala de la Asunción, 5 de marzo de 2011

Tradiciones Populares

LA FIESTA DE CARNAVAL EN GUATEMALA

Este artículo no trata de hacer un estudio determinado sobre lo que repre-senta la fi esta de carnaval, sino algunas consideraciones sobre el gran arraigo que ha tenido esta manifestación popu-lar, como consecuencia de una tradición griega, romana o hispana, que se ha in-corporado a la idiosincrasia nuestra.

Sobre los orígenes del carnaval con-sidero que no es oportuno extenderse, ya que muchos autores han dicho algo al respecto. Sin embargo, es interesante el auge que, en el ámbito latinoamerica-no, ha tenido este fenómeno tan propio de la cultura popular, representado en las fi estas de carnaval.

La llegada de los españoles a nues-tras tierras trae consigo las fi estas de carnestolenda, que aunque se organiza-ban como complemento de una celebra-ción de carácter religioso y comercial, también ofrecía recreación y alegría al espíritu humano. No obstante, el car-naval es por excelencia una fi esta que no tiene otro objeto que la diversión, y es la fi esta, si no más alegre, al menos la más jubilosa y entretenida que se ha conocido, ya que trae consigo el entre-tenimiento, el resarcimiento de nuestros estados de ánimo y el anuncio de la tra-dicional cuaresma.

Félix Coluccio nos ofrece la siguien-te información en su Diccionario fo-lklórico argentino: Las ceremonias para festejar el carnaval son antiquísimas, creyéndose que se deriva de los saturna-les romanos, aunque existen vestigios de estas fi estas en todos los pueblos de la antigüedad, celebrando el año nuevo y muy especialmente la llegada de la primavera. En B. Aires, el juego con agua durante las carnestolendas, y en muchas ciudades del interior aún per-sisten, aunque el entusiasmo por el car-naval en sí ha ido disminuyendo en casi todas partes.

En casi la mayor parte de los pueblos de Guatemala se ha perdido el entusias-mo para celebrar las fi estas de carnaval, reduciéndose únicamente a celebracio-nes que tradicionalmente hace la iglesia. Sin embargo, la fi esta de carnaval tiene mayor vitalidad en las regiones costeras o de climas cálidos; en los lugares altos adquiere otros aspectos peculiares, aun-que con una misma fi nalidad.

Es posible que en Guatemala el carnaval haya sido una manifestación puramente aristocrática practicada por los españoles, quedando para el pueblo únicamente el juego de la harina, los cascarones y el agua. Don José Milla, en sus Cuadros de Costumbres, nos ha-bla de un martes de carnal en la plaza de toros: La última vez que estuve en los toros el martes de carnaval, seis o siete años hace, entraron numerosas parti-das de máscaras y como estoy poco al corriente de los cambios de los gustos caprichosos del público, creía yo que este año habría también disfraces en la plaza.

En realidad los disfraces son la ver-dadera manifestación del carnaval, pero con el transcurso de los años ha sido totalmente transformada, quedando para un reducido núcleo el caso de las mascaradas, los bailes de disfraces y el juego de las serpentinas.

En los últimos tiempos la gente del pueblo ha practicado más el juego de los cascarones y lo que en otro tiempo fuera de gran problema: el juego de la harina y el agua, ha sido desplazado por los cascarones, cuya preparación se ini-cia desde pasado el año nuevo, en que la gente se dedica a picar retacitos de pa-pel de china en variedad de colores.

La fabricación de cascarones en Guatemala es una industria domésti-ca, en cuyo procedimiento intervienen varios factores, que son: recolección

FOTO LA HORA: (FOTOGRAFÍA: GUILLERMO VÁSQUEZ GONZÁLEZ, 2011)

Los cascarones teñidos de anilina son comprados en los mercados y plazas de pueblos y ciudades de Guatemala, por niños y personas

adultas. La tradición de los casca- rones es de las que aún sobrevive en las fi estas del carnaval en Guatemala.

FOTO LA HORA: (FOTOGRAFÍA: GUILLERMO VÁSQUEZ GONZÁLEZ, 2011).

Las celebraciones del Carnaval en Guatemala se caracterizan por la elaboración de vistosos “casca- rones“ con “pica-pica“, teñidos

de anilina, se quiebran en la ca- beza en los juegos del domingo y martes de carnaval en parques y escuelas del país. Esta tradición

está muy arraigada en los pueblos de Guatemala desde el siglo XIX

FOTO LA HORA: (GRABADO DE LA ÉPOCA).

Grabado italiano del siglo XVII que ilustra en for-ma didáctica y popular las representaciones del Carnaval y su período, opuesto a las actividades de Cuaresma. Este es uno de los grabados más antiguos con que se cuenta sobre la oposición de ambas fi es-tas, probablemente surgido durante el Concilio de Trento en el siglo XVI

de cascarones, lavado y secado de los mismos, picado de papel de china para hacer retacitos; pintura de los cascaro-nes con añilina en variedad de colores y formas caprichosas. Esta pintura reme-mora los huevos de pascua que se rega-lan en Estados Unidos.

Posteriormente, ya pintados y seca-dos al sol, se le pone en el interior un poco de retazo picado y se cubre la abo-lladura con un pequeño pedazo de papel a manera de parche, con lo cual ya está formado el cascarón y listo para que pueda jugarse con él.

Los cascarones son llevados a las plazas públicas y después del día de Candelaria (2 de febrero), dan principio los domingos de carnaval, especie de preludio de los días cuaresmales. Gene-ralmente se juega con los cascarones en los parques y plazas públicas, como es tradicional en los pueblos del país. Aún en las escuelas de enseñanza primaria, se destina un día para festejar carnaval, que muy del gusto de la gente es destri-parse cascarones en la cabeza.

En los mercados, plazas públicas y parque, se encuentran canastos con los cascarones. Estos se pueden adquirir aproximadamente a razón de dos por centavo o a centavo la unidad. Además se pueden comprar por bolsa o por do-cena, de acuerdo a las posibilidades y necesidades del usuario.

Es de reconocer que el carnaval ha sido heredado de la vieja España y ha sido practicado por varios siglos en todos los países latinoamericanos. De gran renombre en toda Latinoamérica y ampliamente conocido mundialmente es el Carnaval de Río de Janeiro. Tam-bién lo son los de Panamá, Venezuela y toda Sudamérica.

En Guatemala ha variado nota-blemente la fi esta de carnaval, en un

proceso acorde con la evolución de la cultura. En la actualidad se celebra el carnaval en sociedades, clubes u otras instituciones que patrocinan un baile de carnaval, en donde únicamente hay disfraz, confeti, serpentinas y baile. Naturalmente que esta es una manifes-tación para determinado grupo o élite social, pero en ningún momento podría ser de tipo popular, como el juego de cascarones.

El hecho de quebrarse cascarones en la cabeza, echarse pica-pica, arro-jarse agua y harina, no es nada nuevo en nuestro medio y aunque ha sido prohibido por varias generaciones ad-ministrativas, también en España se ha practicado y aún persiste. Y es que siempre se ha practicado esta tradi-ción carnavalesca, milenaria, porque es algo que el pueblo tiene dentro de su propio ser, como un escapar de las costumbres que se impone el género humano.

Sirvan estos pequeños escarceos históricos y paremiológicos para que el público lector de La Hora se entere un tanto de la festividad del Carnaval, motivo de profundas meditaciones de etnólogos e historiadores, entre los que se encuentran Julio Caro Baroja, George Frazer, Mircea Eliade, Arturo Castiglioni y Umberto Eco cuyos esta-dios nos sirvieron para cimentar estos apuntes.

FOTO LA HORA: TINTA ALEGÓRICA DE ENRIQUE ANLEÚ DÍAZ, ESPECIAL PARA EL DIARIO LA HORA (2011)

“Baco y Arlequín celebran el car-naval en Guatemala a pesar de la crisis económica“,

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Suplemento Cultural 8Nueva Guatemala de la Asunción, 5 de marzo de 2011

P or una reciente ley de la República se instau-ró el Día Nacional del Tereré, que es el último sábado de febrero. La celebración comenzó

este jueves 24 en una plaza del centro de Asunción con una exposición de ar-tesanías de guampas (cuernos de res), vasos y tazas alusivos a la fi esta. En Yukyry, un pueblo cercano a la fronte-ra con Brasil, se agregó un festival de arpas y guitarras.

En Paraguay está generalizado el con-sumo de tereré en su versión refrescante, a diferencia de lo que ocurre en Argentina, Brasil y Uruguay donde se bebe caliente la infusión de las hojas machacadas de un árbol cuyo nombre científi co es Ilex para-guarienses Saint Hilaire.

“Tanto el mate como el tereré es un vínculo de amistad. Se lo bebe en colectividad pequeña aunque algunos prefi eren tomarlo en soledad”, fue una de las descripciones realizadas por He-lio Vera, un estudioso de la conducta social de los paraguayos fallecido re-cientemente.

Marlene Sosa, promotora cultural, explicó que el tereré “es parte de la identidad nacional igual que la sopa de maíz molido, única sopa del mun-do que en Paraguay es sólida y no lí-quida porque se la presenta en forma de pan”.

“Más que un líquido rehidratante, el tereré es un elemento cultural de unión entre las personas para compartir unos minutos de charla sobre política, fút-

bol, actividades familiares, académi-cas o laborales”, añadió.

Sosa afi rmó que “el tereré es tan sa-grado como la siesta. En Paraguay, de-bido a la alta temperatura el día laboral comienza a las seis de la mañana y al mediodía se lo bebe antes del almuerzo y fi nalmente se duerme una siesta”.

Vera acotó con buen humor que en este país “existen dos estaciones: la del ferrocarril y el verano. Entonces, de los doce meses del año, trece tie-nen temperaturas superiores a los 32 grados centígrados. Imposible tomar el zumo de la yerba con agua caliente porque con el refresco se combate la deshidratación que el clima subtropi-cal produce en el ser humano”.

La traducción ofi ciosa al español del vocablo de la lengua guaraní tereré sería “consumo del té en ronda”, deri-vación del guaraní “jeré”, que signifi -ca “ronda”. “Jeré”, con el paso de los siglos y por el uso del pueblo, quedó en “teré”.

El ministerio de Agricultura y Ga-nadería informó que la yerba mate se cultiva sólo en la fértil región oriental y no en la árida región occidental. Po-see una propiedad estimulante suave llamada mateína. Existen 20 mil hec-táreas de cultivos permanentes con una producción anual de 80 mil toneladas, más de la mitad para el consumo in-terno y el resto exportado a Brasil, Argentina, algunos países de Europa y EE.UU., ingresando al país unos 18 millones de dólares por año.

El primer productor regional de

yerba mate es Brasil, luego Argentina y Paraguay en el tercer lugar.

“Los frailes jesuitas vieron en el si-glo XVII que los nativos de la etnia de los guaraníes bebían el jugo o zumo de la yerba en mate (calabaza seca) suc-cionando el líquido a través de canu-tos, tubos o bombillas de origen vege-tal. A partir de entonces, comenzó la explotación del producto para su ven-ta a España y otros países de Europa. Durante mucho tiempo esa bebida fue conocida como Té jesuita”.

En la actualidad, el tereré se bebe de una guampa (cuerno de res) que generalmente está forrada con cuero vacuno o simplemente tela sintética con grabados artesanales de insignias del equipo preferido de fútbol, nom-

bres de personas, símbolos patrios o títulos académicos como profesor, li-cenciado o doctor. Y el tubo ya no es vegetal sino de cobre, plata o alpaca. El agua se mantiene fría en botellones aptos para la refrigeración con trozos de hielo, también hoy presentados con los más llamativos y extravagantes or-namentos.

El médico francés Aimé Bonpland ini-ció los primeros estudios científi cos de las plantitas de yerba en el siglo XIX en las actuales provincias argentinas de Corrien-tes y Misiones, pertenecientes siglos atrás al Paraguay, pero luego fue otro francés estudioso de las ciencias naturales, Saint Hilaire, quien la clasifi có defi nitivamente como Ilex Paraguariensis.

POR PEDRO SERVINFrío pero no congelado, amargo pero sabroso. Solo o en ronda de amigos, así es como se bebe

un refresco de yerba mate al que los paraguayos denominan tereré.

Bolivia

El tereré, refresco de yerba mate que une a los paraguayos

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EL DESMANTELAMIENTO DE LA CIUDAD DE SANTIAGO DE GUATEMALA

El terremoto de Santa Marta -29 de julio de 1773-, marcó un antes y un después en la vida y destino de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de

Santiago de Guatemala.POR MARIO GILBERTO GONZÁLEZ R.

Don Martín de Mayor-ga, investido para de sempeñar los cargos de Presidente, Gober-nador y Capitán Gene-ral, llegó a la ciudad de

Santiago de Guatemala, en sustitución del presidente interino, el Oidor decano Juan González Bustillo.

No se sabe si él trajo el mal augurio o la ciudad –como una premonición- lo re-chazó desde un inicio. Porque el mismo día -11 de junio de 1773- cuando hizo su entrada a la ciudad de Santiago de Guate-mala, además de ser recibido, en la � nca

Cabrejo por el Noble Ayuntamiento con todos los honores propios de su rango, la naturaleza lo recibió de manera diferente. “…desde las dos de la tarde –dice la cróni-ca- se sintieron fuertes temblores que cau-saron averías en el Real Palacio, sede de su gobierno y continuaron durante toda la noche.” El 12 de junio por la mañana, tomó posesión de su cargo, en un acto que revistió la solemnidad acostumbrada, pero no ajena a cortos y temerosos seís-mos, que por momentos interrumpieron la ceremonia.

Los temblores continuaron a lo largo de los meses de junio y julio. La ciudad se

vio azotada por un temporal de copiosa lluvia que causó daños y el río Pensativo “inundó el oriente y centro de la ciudad de Santiago.” Así fue la bienvenida al nue-vo gobernador.

A Mayorga apenas le dio tiempo de enterarse de sus funciones y conocer al dedillo, la ciudad de Santiago de Guate-mala, porque el 29 de julio de 1773 “…a las tres y cuarto de la tarde, después de un leve movimiento de tierra, la ciudad ‘fue destruida’ por una serie de temblores.” La arquitectura de la ciudad sufrió daños considerables y los habitantes fueron pre-sa de pánico. Esa misma tarde para prote-

gerse de los seísmos que continuaron sin cesar, sus habitantes abandonaron sus ha-bitaciones, los religiosos sus conventos y monasterios y en improvisados “ranchos” ocuparon plazas, plazuelas de las iglesias y solares en las afueras de la ciudad. El páni-co se apoderó de sus habitantes. Fue una tarde de carreras, de angustia y una noche de vigilia, tal como le escribe la madre abadesa de las Capuchinas de Guatemala, Sor María Gertrudis a la de igual rango en Oaxaca-México. La a� ixiòn se re� eja en el contenido de la carta. (1)

“…Ya que estábamos juntas las 28 no cesaba el señor Quintana (Hermano

Desde mi balcón

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Francisco enviado por su Ilma. para lle-varnos al alfalfar de doña Manuela Foron-da en la Calle Ancha) de contarnos y no-sotras le preguntábamos a dónde nos lle-vaba y decía que a la plaza con su Ilma…” Las monjas Capuchinas eran de clausura, así que verse de pronto en la calle y en esas condiciones, tuvo que ser un momento de sorpresa y a� icción.

“Allí topamos innumerable concur-so de gente, todos gritando a un tiempo y pidiendo misericordia…En esa tribu-lación estábamos cuando vimos venir a las Madres � eresas con el Santísimo por delante, todos nos hincamos y la gritería creció más.”

Los vecinos con muestras de angustia re� ejadas en sus caras, abandonaban con-turbados sus viviendas. Todo fue un ir y venir en busca de refugio para guarecerse porque la réplica de los seísmos se repetía a menudo. Fue una tarde de pánico y una noche de vigilia prolongada.

“Amaneció –dice el escribano de ca-bildo José Manuel de Laparte- el día se-reno, después de una noche funestísima y miedosa al oír los retumbos de la tierra y al sentir sus movimientos que no cesaron, a� igiendo también la lluvia y con todo se congregaron en esta plaza mayor algunos individuos, en representación del cabildo y a vista del estrago tan enorme, se co-menzaron a tomar cuantas providencias caben en lo posible…atendiendo este ayuntamiento a que los templos, conven-tos y monasterios están desmoronados y sus religiosos y religiosas fuera de los claustros…” (2)

Antes solo sabíamos de cómo se vi-ven esos momentos difíciles, por medio de a� ictivas y emotivas narraciones, al-gunas un poco exageradas por el mismo estado de pánico que se vive y los efectos por fotografías. Pero quienes ya vivimos el seísmo del 2 de agosto de 1942* y el terre-moto de gran magnitud del 4 de febrero y la réplica el 6 del mismo mes de 1976 ** y que causaron severos daños en la ciudad de Antigua Guatemala, sabemos por ex-periencia propia que el pánico y el mie-do arropan a las personas al contemplar muertos, heridos y daños materiales a sus viviendas y edi� cios. Lo primero que se

piensa, en esos momentos turbulentos, es buscar y encontrar un sitio seguro.

Eso mismo fue lo que sucedió inme-diato al terremoto de Santa Marta. En la reunión celebrada el 4 de agosto de 1773 en el Rancho que servía de alojamiento a don Martín de Mayorga, “oidores, miem-bros del ayuntamiento, algunos del cabil-do eclesiástico, arzobispo, jefes de renta etc. Se convino en efectuar el traslado provisional a la Ermita…” (3) Esta apro-bación fue verbal por lo al día siguiente 5, hubo una nueva junta para formalizar al traslado de la ciudad.

El 6 de septiembre de 1773, don Mar-tín de Mayorga, abandonó la ciudad de Santiago y se trasladó al valle de la Ermita y las comisiones empezaron a realizar el estudio de varios valles entre ellos el de la Virgen como posible sede de la ciudad capital. (4)

Quienes en principio estuvieron de acuerdo en el traslado de la ciudad al valle de la Virgen, ya serenos y después de una evaluación de los daños ocasionados por el terremoto y la réplica del 13 de diciem-bre del mismo año, cambiaron de pare-cer y contemplaron la posibilidad que la ciudad debía y podía ser reconstruida, como se hizo años después con templos, edi� cios y casas solariegas. El Arzobispo Mons. Pedro Cortés y Larraz, el Noble Ayuntamiento, el Claustro Universitario, Superiores de las Ordenes Religiosas y ve-cinos, sopesaron serenamente los daños y fueron de opinión que la ciudad si era posible reconstruirla. Los que se negaban a abandonar la ciudad, argumentaban que “…perderían los derechos adquiridos por razón de hipotecas y censos sobre sus propiedades… ” mientras que los que apoyaban el traslado, lo hacían porque “…sus bienes estaban fuertemente grava-dos, y al efectuarse la traslación, de hecho quedaban solventes…” (5). Así fue como nacieron dos bandos, los terronistas y los traslacionistas y éstos a su vez, se divi-dieron en rodeistas y virgenistas. Los que preferían el Rodeo como la nueva sede de la ciudad o los que preferían el valle de la Virgen que fue el que prevaleció.

A raíz del terremoto y del traslado del Capitán Mayorga al valle de la Vir-

gen, abolió de todo tra-tamiento y en documen-tos oficiales, el nombre de Santiago y llamó a la ciudad, solo con el nom-bre de Guatemala. Los Oidores que se ocupa-ron de estudiar el sitio adecuado para la trasla-ción, siguieron el mismo tratamiento. No volvió a mencionarse ni a escribir el nombre de Santiago al referirse a la ciudad.

El Noble Ayunta-miento jugó un papel importantísimo en tales circunstancias y desobe-deciendo las atilas órde-nes de Mayorga, mando a limpiar los caminos vecinales, reparar las tau-jías de las pilas públicas y procurar los alimentos necesarios para la subsis-tencia.

Serenos los ánimos se hizo una evaluación de los daños y se compro-bó que la ruina no era total y que si era posible su reconstrucción. Los

vecinos se resistieron al traslado. Ante tal actitud, la cólera del Capitán General no tardó en hacerse sentir y ordenó al Ayun-tamiento que abandone “la ciudad arrui-nada”. La respuesta del Ayuntamiento es que “... debe de procederse con mayor prudencia en asunto de tanta gravedad, como es la traslación...”, mientras tanto envió a la Corona un extenso memorial donde explicó lo que realmente sucedió el 29 de julio y recalcó que “...no debía de ser abandonada la ciudad y para ayudar a su pobladores a reconstruir sus casas, solicitaban los alcaldes y capitulares, la exoneración, por veinte años del pago de de alcabalas.” A estas gestiones se sumó el Arzobispo Pedro Cortés y Larráz, quien también se negó al traslado. Porque él también vio posible la reconstrucción de la ciudad.

Ante las terribles órdenes de Mayor-ga de no permitir la reconstrucción de ningún edi� cio real, municipal, religioso o de propiedad privada y remover los es-combros de las calles, los hermanos de la Tercera Orden Franciscana, construyeron su capilla de bajareque en el atrio del tem-plo franciscano.

Hasta los Mayordomos de la Cofradía de Animas de San Sebastián, desobede-cieron sus órdenes de extenderse más allá del compás de sus templos en las proce-siones de Semana Santa y Mayorga orde-nó su apresamiento y enviarlos de inme-diato al nuevo asentamiento.

El 24 de julio de 1774, se nombro o� -cialmente por primera vez, el nombre de antigua Guatemala a la “ciudad arruina-da” como desde un principio la nombró Mayorga, que jamás, la llamó por nombre de Santiago.

Lo que menos pensó Mayorga fue, en la resistencia a la que se iba a enfrentar y que a pesar de sus amenazas, no logró a cabalidad su objetivo, por la valentía y la decisión � rme de sus habitantes de no abandonar su ciudad ni sus solares.

Ante la negativa rebelde de obedecer sus órdenes, les mandó a cortar el sumi-nistro de agua y de alimentos. El Ayunta-miento tomó medidas precisas para que no faltara el pan. Las amas de casa no se rindieron y formaron su propia gastrono-mía con montes silvestres, raíces y � ores, que hoy, son una delicia en la mesa an-tigüeña. Para que el lector se forme una idea completa de la difícil situación a la que los sometió Mayorga para forzar el traslado, vasta –por el momento- hacer referencia al mandato promulgado el 28 de junio de 1777, del que vamos a extraer lo esencial y que re� eja hasta dónde fue capaz el odio que Mayorga le tuvo a la ciudad de Santiago. “...y no permitien-do...el que subsistan por más tiempo en aquel temible suelo, se ha servido resol-ver en fecha 22 de marzo corriente, que en el preciso término de un año, se con-cluya y � nalice la traslación de la antigua Guatemala, y el desamparo total de dicho territorio, demoliendo las ruinas que se hallasen en pie después de cumplido el término de su Soberana Resolución...” continúa: “...que el Cabildo Eclesiástico, la Universidad, la Curia Eclesiástica, los Pre-lados y Comunidades de las Religiones, y los vecinos de autoridad, y conveniencias, se trans� eran de la antigua Guatemala, o donde se hallaren, a la Nueva Ciudad, sin demora ni escusa, en el preciso y perento-rio término de dos meses, que deben de contarse igualmente desde que llegue a noticia de todos...” Y acá viene lo bueno, el desahogo total y el mejor retrato que don Martín de Mayorga dejó para la historia

de la ciudad de Santiago de Guatemala. “...Por tanto: he resuelto declarar como por el presente declaro, que la población de Goathemala, debe quedar enteramente extinguida, y asolada, dentro del preciso término de un año contado desde la fecha de éste; cuyo tiempo prescribe para que sus avitantes y moradores, proporcionen los medios de establecerse en esta Capi-tal, a excepción de aquellos que se consi-deren de conveniencias y autoridad, que deberán executarlo, dentro de dos meses contados desde el día que se les preven-ga.” Y remata su atila decisión, con esta severa advertencia: “Y mando a todos los vecinos estantes, y avitantes de la an-tigua Guatemala que dentro del preciso, perentorio término de un año salgan de aquel proscrito suelo y se establezcan en esta Ciudad, o sus Arrabales, en la inteli-gencia cierta, que en no veri� cándose su establecimiento en esta Nueva a Capital dentro del citado término, se tomarán las providencias correspondientes, y executi-bas a su salida y total destrucción, y exter-minio de aquel pueblo.” Firma Martín de Mayorga. (6)

De esa forma, la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Santiago de Guatemala, quedó reducida en el espíritu y en la plu-ma de don Martín en: temible pueblo, arruinada ciudad y proscrito suelo.

Con estas disposiciones, el � el ejecutor de don Martín que lo fue don Fernando del Sobral, tuvo su� ciente fuerza para eje-cutarlas, pero no contó que sus habitantes fueron un sólido muro de contención.

Es importante señalar que el 24 de ju-lio de 1774 “…se registra en un documen-to o� cial –por primera vez- el nombre de la antigua Guatemala.” (7) Ante la negati-va de los vecinos de abandonar la ciudad de Santiago de Guatemala y Mayorga de que se reconstruya la ciudad de Guatema-la como él la nombró, empezó a impartir órdenes terminantes y a usar cali� cativos despectivos. “la arruinada ciudad”, “pros-crito suelo.”y ordenó el desmantelamiento de la ciudad, tanto de los centros edu-cativos, , civiles, reales y religiosos. San Miguel de Capuchinas y la Merced, en la ciudad Capital, son dos ejemplos eviden-

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6 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 5 de marzo de 2011

tes. Los conventos, monasterios e iglesias de la ciudad de Santiago de Guatemala, quedaron vacíos.

El 7 de enero de 1775 se ordenó el des-combramiento del Hospital de San Pedro “…para enviar al sitio donde será tras-ladada la ciudad, todo aquello que fuera utilizable.” (8) “El 16 de enero de 1775, el maestro mayor de obras, Bernardo Ramí-rez, inició, en el que fuera real palacio, la extracción de puertas, rejas, balcones, ba-sas…para trasladar lo bueno que hubiere al nuevo asentamiento…” (9) “El 27 de enero de 1776, don Martín de Mayorga envíó una carta al alguacil mayor de corte de la audiencia, José Manuel Barroetea, para ordenarle que “proceda al traslado ‘de balconaje, vigas, clavazón, puertas, varillas, calzonete, piedras, lozas…” (10) “22 de septiembre de 1777. el maestro mayor de obras Bernardo Ramírez, fue comisionado para “…que pase a la anti-gua Guatemala y traslade rejas, ventanas, lozas, clavazón, chapas, vigas, viguetas, marcos de puertas a la Nueva Guatemala de la Asunción, para ser empleados en las casas consistoriales.” (11)

“El 27 de sep. de 1777. Mayorga des-pués de haber visitado el ex palacio de los capitanes generales, ordenó se proce-da a “arrancar” puertas, ventanas, rejas, lozas, maderas, tapices, cañerías de agua corriente, búcaros, escudos y todo lo que pueda ser utilizable en la Nueva Guate-mala de la Asunción. En esa misma visita dejó ordenado al justicia mayor Fernando del Sobral, quien dicho sea de paso fue � el interprete de las despóticas ordenes de su jefe “…que si faltaba piedra en la Nueva capital, arrancara las piedras de las calles.” (12) También se ordenó el traslado de las pilastras de piedra del real palacio.

La llegada el l 4 de abril de 1779 de don Matías de Gálvez en sustitución de don Martín de Mayorga -acérrimos ene-migos por el Virreinato de Nueva España, no fue una panacea para la ciudad de an-tigua Guatemala. Al contrario, un azote más fuerte que su antecesor, pues le quiso demostrar que él si era capaz de realizar al completo la traslación y las órdenes de traslado y desmantelamiento fueron más severas que las de su antecesor.

Su fiel ejecutor don Guillermo de Mancé, fue implacable pero el muro de contención de los vecinos fue más sólido.

Juzgue el lector, hasta donde llegó la altanería del señor Mancé y qué fuera de sus habitantes y ciudad, si otros aconteci-

mientos no lo hubieran impedido.Mancé, le puso la guinda al pastel. “9

de junio de 1779..Por tanto: y para que una vez se veri� que su total desolación, allándome para ello con órden superior, debía mandar y mando: que en término perentorio de veinte y dos dias...salga de este terrible suelo, todo seglar sin distin-ción de sexo o calidad ni jerarquía, pues deben comprenderse tanto hombres, como mujeres, principales y medianos, ricos y pobres, blancos pardos y negros, para cuyo día en que se cumpla el térmi-no a que se re� ere, en que han de haber salido los seglares, deben de cerrarse las puertas de las casas de habitación y en el caso de encontrarse algún moroso irre-misiblemente será remitido en partida, sin excepción de persona al presidio de la nueva capital, en el que existirán el tiem-po que se gradúe bastante y compurgar su exceso y resistencia, debiendo estar advertidos de que no oiré a alguno que pretenda rehusarce al cumplimiento de lo que va dispuesto, antes si dará motivo para que en el acto mismo se presentar-seme, lo remitiré al enunciado presidio.” (13) Veintidos días indiscutibles para el traslado, colmó el vaso y la resistencia fue contundente.

Don Martín de Mayorga y su ejecutor Fernando del Sobral, don Matías de Gál-vez y su ejecutor Guillermo de Mancé, son los cuatro jinetes de la apocalipsis de la modernidad en la ciudad de Santiago de Guatemala. Personajes nefastos que empañan la riquísima historia de la muy noble y leal ciudad de Santiago de Gua-temala

El desmantelamiento fue un segundo daño irreparable que sufrió la ciudad de Santiago de Guatemala, después el aban-dono de largos años y luego el los sali-treros que a punta de piocha derribaron muros, con tal de obtener el salitre para la fabricación de pólvora y en poca medida para la gastronomía.

El desmantelamiento es un tema no tratado aun con el rigor que merece, a pesar de los daños irreparables que oca-sionó.

Iglesias, conventos, monasterios, fá-bricas reales y del municipio, quedaron limpias sus paredes y habitaciones. La orden fue llevarse hasta las piedras si se requerían para el nuevo asentamiento. Por primera vez, doy a conocer en una apretada síntesis, el puntual registro de los gastos que ocasionó el desmantelamiento,

al trasladarse de la ciudad de antigua Gua-temala, materiales y escombros entre los años de 1776 a 1782.

El documento de varios folios, contie-ne una riquísima información detallada de ese traslado.

“ Cuentas de los Gastos de la Trasla-ción, materiales y escombros de la antigua Guatemala, durante los anños de 1776 a 1782. (14)

“ de traslación 1776

No. 95 Contox maior de Goatema. Acompaña la Cuenta registros de trasla-cion correspte al anno de 76”.

“ Senor:

Habiendose glosado la Cuentas de gastos de translacion de la Nueba Ciudad, el respectibo al ano pasado, que presento el Pagador Dn. Manuel Galisteo, la dirijo as i despues de haber enterado en estas Reales Cajas los sesenta y un pesos siete rr. que leresultan de alcance.”

“Nuestro senorque s imuchos anos como deseo. Nueba Goathe-mala de la Asumpcion lo. de Noviembre 1777”.

“Su � O.S. Ramirez Illmo. Sr. don Herrera Galvez”.

********

“El contador maior de Goathemala con su ad .junta carta del lo. de Nov. del ano pasado Num. 95 acompana la Cuen-ta de Gastos de translacion correspon-diente al ano 76 que presento el Pagador dn. Manuel Galisteo y la paso a V.S. y co-nocimiento del Rey para no— ticia de la Contaduria Gral. de su cargo, o que infor-me lo que se le ofreciere y pareciere. Dios que a US me al el Pasado. 8 de marzo de 1778. Jph de Glavez”.

“Tribunal de Cuentas de Goathemala. Ano 1777.

“Pliego de fenecimiento de las cuentas de la thesoreria de gastos de la translacion de la capital desde 16 de marzo de 1776 en que se establecio, hasta 31 de Diciembre del mismo”.Pagador General D. Manuel de Galisteo”.

“En veinte de Octubre de mil sete-cientos, setenta y siete: en este tribunal, y Contaduria mayor de Cuentas, se vieron pasaron, y afenecieron, las de thesoreria de traslacion, y obras de la Nueba Ciu-dad dela Asumpcion que administro el Contador Pagador General Dn. Manuel de Galesteo, en los quatro Ramos o se-paraciones que comprehends, a saber: el de Real Haciencia, el del total de Alcabal as, el de Quarta parte della y el de los tres quartas partes restantes, desde diez y seis de Marzo de mil setecientos y seis en que se creo la Plaza de Pagador, hasta treinta y uno de Diciembre del mismo y segun la resduccion de toda la cantidad de Ciento treinta y siete mil ciento ochenta y siete pesos scs y medio rr. s y la data general de la de Ciento veinte ocho mil, ochocientos nobenta y siete pesos, cinco r y quartillos rr. por lo que quedaron de liquido alcan-ca a fabor de los quatro Ramos Ocho mil doscientos ochenta y nuebe pesos quatro y tres quartillos rr. pues aunque el enun-ciado Galisteo en la Relacion (paxada) de <viarle) de total abono, ciento veinte y ocho pesos quatro y tres quartillos rr. proviene esta diferencia deque dela data

del Ramo de Real Audiencia ban inclui-dos treinta pesos tres y medio rr pagados demas: de la total de Alcabalas veinte y queatro pesos quatro rr dela del Ramo de quarta parte, seis pesos siete y medio rr que todo importa sesenta y un pesos siete rr.s de los siguientes.

“Goathemala. Cuenta de los escom-bros de la arruinada desde 1776 al 1784 y de 78 se inclusive con la de materiales éter.” No, 97. Acompañara la Cuenta de los escomgbros que se han aprobechado en la arruinada Ciudad en el año pasa-do.”

“Presentada por el Guarda Materia-les Francisco Geraldino. CUENTAS DE LOS FRAGMENTOS Y MATERIALES APROBECHABLES DE LAS REALES FABRICAS DE LA ARRUINADA GOA-THEMALA.

Puertas: 027Ventanas: 027Dhas con rejas de hierro: 004Dhas con balaustres de madera: 004Tercios de calzonete: 002Chapuetes: 010Losas: 081Trozas de vigas y cuarterones: 402Docenas de tablas: 122-1Reglas de madera: 006Tabloncillos: 008Guardatorres: 054Baranda de madera: 001Fierro: 476 @ 17 1/2r

Dn. Manuel de Arredondo comisio-nado de estas circunstancias. Se recibie-ron 12 de abril del 76: 8 puertas del Real Palacio y remite don Joseph Manuel Ba-rroeta. 16/17 de abril: 24 tercios de calzo-nete de 6 arrovas cada uno perteneciente al Real Hospital de San Juan de Dios. 18 tercios item.; 23 de abril: 16/3 de varillas de seis arrovas cada uno, pertenecientes al Hosp.. de San Juan de Dios y enviados por Manuel Barrientos. 2 de marzo. 15/3 de varilla del Real Hospital de San Juan de Dios. 4 de marzo, 14 lozas pertenecientes al Real Palacio. 23 de de marzo: 101 arro-vas de � erro del Real Palacio. 27 de mar-zo, puertas y ventanas del Real Palacio.” Se trasladaron: puertas, capiteles, lozas, va-rillas, ventanas, calzonete, plomo, tablas, vigas, balcón, barandas, clavos etc. Etc. Se llevaba un libro que servía de control de los escombros trasladados de la ciudad de antigua Guatemala al valle de la Virgen.

Estas cuentas juradas, fueron presen-tadas ante el Tribunal de Cuentas de Gua-temala y sufrieron la glosa y en su caso, se extendió el pliego de Reparos, previo a su aprobación.

No quiero terminar este pequeño es-bozo de la traslación de materiales y es-combros de la ciudad de antigua Guate-mala al nuevo asentamiento de la Nueva Guatemala de la Asunción, sin dejar de transcribir la honestidad con que fueron manejados los gastos, por su Contador don Manuel Galisteo, ejemplo de funcio-nario probo.

“Y esta cuenta y Relación va fe u ver-dadera sin fraude alguno, salvo yerro de pluma, y otra equivocación inadvertida, y así lo juro por Nuestro Señor, y una señal de su Santa Cruz, y me obligo a pagar la pena del tres tanto más cualquier partida o partidas que se veri� que haver ocultado en el Cargo o supuesto en la Data decla-rando que va cierta y así mismo puntual esta Relación formada en tres fojas útiles y todas rubricadas por mi. Real Contaduría de Translación, y Abril 8 de 1777. Manuel Galisteo.”