SOCRATES MARCO JURÍDICO DE ATENAS

35
MARCO JURÍDICO DE ATENAS En Grecia era costumbre que los imputados, sean éstos cultos o analfabetos, debían defenderse solos y cuando no se sentían en condiciones óptimas tenían la posibilidad de ser auxiliados por un Logógrafo. El jurado en tiempos de Sócrates era seleccionado al azar. La justicia ateniense se caracterizaba porque debía ser rogada, si un hecho por muy simple o grave que fuera no era denunciado por el perjudicado no se juzgaba, el juez no podía actuar de oficio como lo haría actualmente. Los juicios se celebraban en una sola sesión y no cabía apelación posible del fallo del tribunal. La autoridad judicial se ostentaba por delegación de la Ecclesia (asamblea de todos los ciudadanos) que elegía anualmente a los nueve arcontes encargados de presidir los tribunales y de dar las instrucciones sobre los asuntos judiciales a ser tratados. Los jueces arcontes por sorteo nombraban a los seis mil heleutas (miembros del jurado), elección que se efectuaba entre los ciudadanos mayores de treinta años que no estuvieran privados de sus derechos (amimia), a fin de que no se pudiera conocer previamente a las personas que integrarían el tribunal. De los seis mil, sólo quinientos eran elegidos. En la sala, desde la tribuna más elevada (bema) el magistrado arconte con su secretario, presidía la sesión. En el estrado más bajo se colocaban a derecha e izquierda los litigantes. Los jurados heliastas se sentaban en unos bancos cubiertos con esterillas de junco y la zona del público estaba separada por una cuerda. Hablaba primero el demandante y luego el demandado, controlado por un reloj de agua (clepsidra) que tenía una capacidad máxima de treinta y nueve litros de agua y que se llenaba durante cuarenta minutos. Para evitar denuncias falsas, que conllevaba la absolución del acusado, se condenaba al denunciante al pago de una multa o incluso a la pérdida de los derechos de ciudadano (atimia). LA ACUSACIÓN En el año 399 antes de Cristo, por primera vez Sócrates comparece ante un tribunal de justicia, acusado de una serie de delitos. Al final, luego de una

Transcript of SOCRATES MARCO JURÍDICO DE ATENAS

MARCO JURDICO DE ATENAS

En Grecia era costumbre que los imputados, sean stos cultos o analfabetos, deban defenderse solos y cuando no se sentan en condiciones ptimas tenan la posibilidad de ser auxiliados por un Loggrafo.

El jurado en tiempos de Scrates era seleccionado al azar. La justicia ateniense se caracterizaba porque deba ser rogada, si un hecho por muy simple o grave que fuera no era denunciado por el perjudicado no se juzgaba, el juez no poda actuar de oficio como lo hara actualmente. Los juicios se celebraban en una sola sesin y no caba apelacin posible del fallo del tribunal.

La autoridad judicial se ostentaba por delegacin de la Ecclesia (asamblea de todos los ciudadanos) que elega anualmente a los nueve arcontes encargados de presidir los tribunales y de dar las instrucciones sobre los asuntos judiciales a ser tratados.

Los jueces arcontes por sorteo nombraban a los seis mil heleutas (miembros del jurado), eleccin que se efectuaba entre los ciudadanos mayores de treinta aos que no estuvieran privados de sus derechos (amimia), a fin de que no se pudiera conocer previamente a las personas que integraran el tribunal.

De los seis mil, slo quinientos eran elegidos. En la sala, desde la tribuna ms elevada (bema) el magistrado arconte con su secretario, presida la sesin. En el estrado ms bajo se colocaban a derecha e izquierda los litigantes. Los jurados heliastas se sentaban en unos bancos cubiertos con esterillas de junco y la zona del pblico estaba separada por una cuerda.

Hablaba primero el demandante y luego el demandado, controlado por un reloj de agua (clepsidra) que tena una capacidad mxima de treinta y nueve litros de agua y que se llenaba durante cuarenta minutos.

Para evitar denuncias falsas, que conllevaba la absolucin del acusado, se condenaba al denunciante al pago de una multa o incluso a la prdida de los derechos de ciudadano (atimia).

LA ACUSACIN

En el ao 399 antes de Cristo, por primera vez Scrates comparece ante un tribunal de justicia, acusado de una serie de delitos. Al final, luego de una ejemplar autodefensa ante los tribunales, no quiso pedir disculpas ni que le conmutaran la pena porque estaba convencido que no haba obrado mal. Y muri en cumplimiento de los dictados de su propia conciencia y en acatamiento a la ley.

Posiblemente los atenienses no lograron entender bien a Scrates, ora por su gran erudicin, sea por el proceso de reforma que propugnaba. Antes bien lo consideraron como un personaje perturbador de la vida pblica y de la tradicin y no dudaron en desprenderse de l por cualquier medio posible, recurriendo a la calumnia y difamacin en todo momento. Scrates fue vctima de un injustificable error y de una injusticia irreparable.

La poblacin ateniense no vea con buenos ojos a Scrates deambular por las calles de la ciudad todos los das, ms an cuando la juventud se acercaba hacia l en busca de consulta o de respuesta a diversos tipos de problemas, admirado por la mayora de la poblacin juvenil pronto se granje una serie de enemigos, con o sin razn.

La irritacin causada por Scrates en muchos hombres de su tiempo dice Ferrater Mora- poda ser debida a que vean en l al destructor de ciertas creencias tradicionales. Pero se debi sobre todo a que Scrates intervena en aquella zona donde los hombres ms se resisten a la intervencin: en su propia vida. Por medio de sus constantes interrogaciones Scrates haca surgir dondequiera lo que antes pareca no existir: un problema. De hecho, toda su obra se dirigi al descubrimiento de problemas ms bien que a la busca de soluciones (Diccionario de grandes filsofos, Tomo 2).

Sucede lo siguiente: Querefonte, uno de los compaeros de infancia de Scrates, cierta vez parti para la ciudad de Delfos y tuvo el atrevimiento de preguntar al Orculo de Delfos, a los dioses representados en estatuas, si haba en el mundo un hombre ms sabio que Scrates, y la respuesta de la sacerdotisa Pitia que tena por misin interceder entre el consultante griego y el dios Apolo- fue tajante: Scrates es el hombre ms sabio entre los hombres de Grecia antigua.

No contento con esta respuesta afirmativa, Scrates sale en busca de la verdad. Dialoga con los hombres que se crean sabios, conversa con polticos, poetas que componen tragedias y poetas ditirmbicos, artistas, oradores y concluye que ninguno de ellos es sabio a decir verdad, pues mientras ellos crean saberlo todo aunque no sepan nada e ignoraban su propia ignorancia, Scrates, no sabiendo nada, crea no saber: Slo s que no s nada. Esta conclusin a la que lleg Scrates no es recibido de buen agrado por la mayora de sus interlocutores, razn por la cual poco a poco va hacindose odioso y se va convirtiendo en un enemigo de los dems.

Dentro del templo exista una sacerdotisa denominada Pitia (proviene del trmino pitonisa) y que tena por misin interceder entre el consultante griego y el dios Apolo.

La conclusin de Scrates acerca del dilogo sostenido con los poetas es la siguiente:

Conoc desde luego que no es la sabidura la que gua a los poetas, sino ciertos movimientos de la naturaleza y un estado semejante al de los profetas y adivinos; que estos dicen muy buenas cosas, sin comprender nada de lo que dicen. Los poetas me parecieron estar en este caso (Platn, Apologa de Scrates).

Respecto a los artistas, Scrates piensa que incurran en el mismo defecto de los poetas, que a causa de sus extravagancias perdan todo el mrito de su habilidad.

Scrates fue enjuiciado, acusado y sentenciado a beber la cicuta. En los ltimos das de la existencia de Scrates todos sus enemigos se juntaron contra l en una polis por dems corrompida, cuando nadie poda ya salvarla: polticos, msicos, poetas, artistas, oradores, autores de tragedias, estrategas, artesanos, etc.

Scrates es llevado ante el Tribunal ateniense, a la edad de setenta aos, acusado por Melito (representante de los poetas), Anito (representante de los artistas, magistrados del pueblo y polticos) y Licn (representante de los oradores).

LOS DELITOS DE SCRATES

Los propios adversarios de Scrates jams le imputaron la comisin de los delitos que se castigaban en aqul entonces con la pena de muerte como son el saqueo de templos, el robo con escalo, la esclavitud de un hombre libre y la traicin al Estado.

Scrates enfrent a dos tipos de acusaciones: a) acusaciones antiguas; b) acusaciones recientes (Melito, Anito y Licn).

A las acusaciones antiguas Scrates las tema en mayor medida, porque le acusaban persistentemente de mentiroso, desde hace muchos aos y sin darle la cara, y le haban creado la mala fama en toda circunstancia y lugar, sin poder saber quines eran y cuntos eran; este tipo de acusaciones provenan de personas movidos por envidias y que jugaban sucio.

Amalgamando las acusaciones antiguas y recientes se concluye que Scrates fue acusado en el 399 antes de Cristo por haber cometido, supuestamente, una serie de delitos, como los siguientes: Accin en contra de la religin e impiedad; actuacin en contra de las leyes patrias; adormecimiento del alma y del cuerpo de sus oponentes; conversin en buena la peor causa; corrupcin de la moral de la juventud, alejndola de los principios de la democracia; creacin constante de dudas y dificultades en la poblacin; decir que el sol es una piedra y la luna una tierra; dedicacin a engaar a la gente por su facilidad de palabra o habilidad en el arte de hablar e indagacin de los secretos celestiales y de escudriar todas las subterrneas;

Asimismo, por introducir otros nuevos y falsos dioses bajo la denominacin de demonios; intervenir en asuntos que no son de su competencia; negar la existencia de los dioses que la ciudad tiene recibidos; quebrantar las leyes; seducir o inducir con halagos a obrar mal; inducir a muchos para que acten como l; ser enemigo de la ciudad; ser sofista y dedicarse a la enseanza de su doctrina a cambio de una remuneracin y ser una persona malvada e infame.

Por estas y otras razones fue condenado a muerte y a beber la cicuta. No obstante que tuvo la posibilidad de aceptar el destierro como pena alternativa, en cumplimiento de la ley, respetuoso de ste, lo rechaz y prefiri acatar el fallo de los jueces.

Frente a la serie de delitos que se le imputaban no baj la cabeza en ningn momento y en ninguna circunstancia; record s a Palamedes, que muri de manera muy semejante a la de l; se mostr confiado que el pasado y el futuro darn irrefutable testimonio de haber actuado con la verdad, el deseo de hacer el bien a sus semejantes. Expres que desde su nacimiento est condenado a muerte por la naturaleza y por tanto no era necesario que sus amigos y discpulos dejaran caer sus lgrimas en una sociedad ateniense por dems minada material, espiritual y moralmente.

La acusacin a Scrates procede de dos vertientes: de sus antiguos enemigos y de sus tres acusadores que llevan los nombres de Melito, Anito (uno de los jefes del partido democrtico, enemigo declarado de Scrates por haber convencido ste al hijo de Anito de que no siguiera la profesin de su padre Anito, quien era un mal poeta) y Licn (un retrico).

Son expresiones de Critn las que siguen:

Mis bienes, que son los tuyos, son suficientes. Si alguna dificultad opones para aceptar mi ofrecimiento, hay aqu muchos extranjeros que ponen a tu disposicin su hacienda. Y uno de ellos, Simias de Thelos, ha trado la suma suficiente; Cebes te ofrece lo mismo, y otros muchos tambin. No pierdas, pues, por ese temor la ocasin de salvarte (Platn, Dilogos).

Scrates, presto en muchas oportunidades a or los consejos de sus mejores discpulos cuando stos se cean a las leyes, usos, tradiciones, costumbres y formas de vida de la poca, escucha a Critn, en esta oportunidad, no de muy buen agrado, y la respuesta clara y precisa del maestro Scrates no se dej esperar: Scrates.- Luego no debemos, querido Critn, preocuparnos por lo que diga el pueblo, sino por lo que diga el nico que conoce lo justo y lo injusto, y ese juez nico es la verdad. Por donde vers que has establecido principio falso cuando has dicho al principio que debamos hacer caso de la opinin del pueblo sobre lo justo, lo bueno, lo digno y sus opuestos. Acaso se me diga: el pueblo puede hacernos morirScrates. Pero lo que nosotros, segn nuestro principio, debemos considerar, es si hacemos una cosa justa dando dinero y quedando agradecidos a los que de aqu nos saquen, o si en esto ellos y nosotros cometemos alguna injusticia. Si la cometemos, no hay que razonar tanto; hay que morir aqu, o sufrirlo todo antes que obrar injustamente (Platn, Dilogos).

Scrates toma conciencia que al evadirse de la justicia perjudicara a todos los ciudadanos atenienses, al Estado y a la misma autoridad de las leyes. Esta reflexin trata de analizarla con Critn en el prrafo siguiente: Scrates.- Veamos si as lo entiendes mejor. Si llegado el momento de nuestra fuga, o como quieras llamar a nuestra salida, las leyes de la Repblica presentndose a nosotros, nos dijeran: Scrates qu vas a hacer? Llevar tu proyecto a cabo, no equivale a destruirnos completamente, en cuanto de ti depende, a nosotros, las leyes de la Repblica, y a todo el Estado?... Les diremos acaso que la Repblica ha sido injusta y no nos ha juzgado bien? Es eso lo que les responderemos? Critn.- S, Scrates; eso ser lo que les digamos. (Platn, Dilogos).

Scrates se imagina un dilogo entre l y las leyes, cuando, por una parte, las leyes que aseguran la existencia de la ciudad, le han asegurado su propia existencia, toda una vida intelectual, activa y productiva y que, por tanto, no sera bien que falte al pacto contrado con el pueblo de ser respetuoso de las leyes: Scrates.- Si mueres, sers vctima de la injusticia, no de las leyes, sino de los hombres; y si de aqu sales vergonzosamente, volviendo injusticia por injusticia y mal por mal, faltars al pacto que con nosotros te obliga y perjudicars a muchos que de ti no deban esperarlo y a ti mismo, a nosotros, y a tus amigos y a su patria.

Reflexiona, asimismo, que en cuanto pretenda franquear el umbral de la prisin, las leyes se levantaran contra l para hacerle recordar cunto les debe desde el da de su nacimiento. Por tanto, termina Scrates dicindole a Critn: Dejmoslo, pues, amado Critn, y sigamos el camino por donde el Dios nos conduce (Platn, Dilogos).

LA DEFENSA DE SCRATES

Durante el tiempo de su defensa, Scrates desenmascar a sus detractores y denunciantes y lo hizo en forma serena, pausada, firme, con hechos y esgrimiendo argumentos contundentes y no con palabras rebuscadas, menos an con frases redondeadas ni bellos discursos.

Scrates manifest en la autodefensa que sus acusadores no han dicho una sola palabra que sea verdad, nada han dicho que no sea falso, han dado de l muy malas noticias y que han sembrado falsos rumores (Platn, Apologa de Scrates) y que se enfrentaba a una serie de calumnias envejecidas que echaron profundas races.

Tambin refiri que no le fue permitido conocer ni nombrar a sus acusadores, a excepcin de un cierto autor de comedias y que las falsedades difundidas sobre su persona se deban a envidia o malicia. Empez su defensa enfatizando: Venga lo que los dioses quieran, es preciso obedecer a la ley y defenderse.

Scrates se defiende manifestando en todo momento que siempre dice la verdad y que la reputacin adquirida se origin en una cierta sabidura que exista en l y que para el efecto ofreca por testigo de tal sabidura al mismo Dios de Delfos, quien dira si la tiene y en qu consiste.

Querefn, compaero de infancia de Scrates y que fue desterrado junto con muchos atenienses, pregunt un da al orculo de Delfos si haba en el mundo un hombre ms libre, ms justo y sabio que Scrates, y la Ptythia le respondi, que no haba ninguno, y que Scrates era el hombre ms libre, ms justo y sabio entre todos los hombres de la Grecia antigua. Scrates reflexionando sobre la respuesta dijo que en l no exista semejante sabidura, ni pequea ni grande, pues no se cansaba de difundir la expresin Slo s que nada s. Despus de filosofar sobre si optaba por ser tal como es y sin la habilidad y la ignorancia de esas gentes, o bien tener la una y la otra y ser como ellos, se respondi a s mismo y al orculo: que era mejor para m ser como soy.

Luego de dudar largo tiempo por fin se dispone a comprobar la veracidad de lo expresado por el orculo, convencido que la divinidad no miente. Dialoga con un ciudadano que pasaba por uno de los ms sabios de la ciudad, que todo el mundo le crea sabio, que l mismo se tena por tal y que era uno de los grandes polticos. Concluye que en realidad no lo era y se esfuerza en hacerle ver que de ninguna manera era lo que l crea ser y que haba una diferencia entre el poltico y l: que el poltico cree saberlo aunque no sepa nada, en cambio Scrates no sabiendo nada, cree no saber y en esto, deca, era ms sabio, porque no crea saber lo que no saba. Esto no le cay bien al poltico y lo tom como a su enemigo.

Se fue a casa de otro que se le tena por ms sabio que el anterior y se encontr con lo mismo, granjendose nuevos enemigos. Sin desnimo alguno, va en busca de otros, de puerta en puerta, prefiriendo a todas las cosas la voz del dios y se encuentra con la misma sorpresa: todos aquellos que pasaban por ser los ms sabios, -deca- me parecieron no serlo, al paso que todos aquellos que no gozaban de esta opinin, los encontr en mucha mejor disposicin para serlo.

Posteriormente, busca a los poetas trgicos, ditirmbicos y otros, pensando encontrarse ms ignorante que ellos. Examina a las mejores obras de estos poetas, les pregunta lo que significan y cul era su objeto. Scrates al respecto confiesa la verdad: No hubo uno de todos los que estaban presentes, incluso los mismos autores, que supiese hablar ni dar razn de sus poemas que todos dicen muy buenas cosas, sin comprender nada de lo que dicen. Entonces, les deja persuadidos que l era superior a ellos, por la misma razn que lo haba sido respecto a los hombres polticos.

Finalmente, Scrates intercambia ideas con los artistas. Y en verdad, deca Scrates, estos artistas saban cosas que l ignoraba y en esto eran ellos ms sabios que Scrates. Pero los artistas ms entendidos le parecieron a Scrates incurrir en el mismo defecto que los poetas, encontrndoles a todos ellos que se crean muy capaces e instruidos en las ms grandes cosas; y esta extravagancia quitaba todo el mrito a su habilidad.

Todas estas indagaciones que realiz Scrates sobre la supuesta sabidura de dichos ciudadanos (polticos, poetas y artistas) haba originado una serie de odios y de enemistades peligrosas y que produjeron todas las calumnias que se saba en el pueblo ateniense y que le han hecho adquirir el nombre de sabio; porque todos los que me escuchan creen que yo s todas las cosas sobre las que descubro la ignorancia de los dems.

Ulteriormente, Scrates redondea su pensamiento y afirma categricamente que solamente Dios es el verdadero sabio:

Me parece, atenienses, que slo Dios es el verdadero sabio, y que esto ha querido decir por su orculo, haciendo entender que toda la sabidura humana no es gran cosa, o por mejor decir, que no es nada; y si el orculo ha nombrado a Scrates, sin duda se ha valido de mi nombre como un ejemplo, y como si dijese a todos los hombres: El ms sabio entre vosotros es aquel que reconoce, como Scrates, que su sabidura no es nada.

Convencido de todo lo expuesto, Scrates contina sus investigaciones, esta vez con extranjeros y acontece similar a lo anterior: que ninguno es sabio.

En su defensa Scrates contraataca, respondiendo as: Yo, atenienses, digo que el culpable es Melito, en cuanto, burlndose de las cosas serias, tiene la particular complacencia de arrastrar a otros ante el tribunal, queriendo figurar que se desvela mucho por cosas por las que jams ha hecho ni el ms pequeo sacrificio, y voy a probrselo.

Sobre la acusacin de corrupcin a los jvenes, Scrates pregunta a Melito: An ms, Melito, t afirmas que corrompo a los jvenes con esta conducta? Todos sabemos sin duda que clase de corrupciones afectan a la juventud; dinos entonces si conoces a algn joven que por mi influencia se haya convertido de po en impo, de prudente en violento, de parco en derrochador, de abstemio en borracho, de trabajador en vago, o sometido a algn otro perverso placer

Por Zeus! dijo Melito-, yo s de personas a las que has persuadido para que te hicieran ms caso a ti que a sus padres (Jenofonte, Apologa de Scrates).

Y a la pregunta de Scrates quin es el que puede hacer mejores a los jvenes?, Melito responde: Son Scrates, todos los jueces aqu reunidos, los que vienen a las asambleas del pueblo y los senadores que nos escuchan.

Despus de escuchar atentamente la respuesta de Melito, Scrates se sorprende que tan solo l sea capaz de corromper a la juventud a sabiendas y que todos los dems lo enrumben por buen camino. Al respecto, Scrates de manera serena y pausadamente lo califica a Melito de calumniador:

En este punto, Melito, yo no te creo ni pienso que haya en el mundo quien pueda creerte. Una de dos, o yo no corrompo a los jvenes, o si los corrompo lo hago sin saberlo y a pesar mo, y de cualquier manera que sea, eres un calumniador. Si corrompo a la juventud a pesar mo, la ley no permite citar a nadie ante el tribunal por faltas involuntariasdonde la ley quiere que se cite a los que merecen castigos, pero no a los que slo tienen necesidad de prevenciones (Platn, Apologa de Scrates).

Adems, no slo calumniador sino tambin insolente resulta siendo Melito en opinin de Scrates, luego de ser acusado de no reconocer ningn dios. Manifiesta que Melito tram la acusacin slo para insultarle y con toda la audacia de un imberbe. Adems le critica de contradecirse en la acusacin, porque es como si dijera:

Scrates es culpable en cuanto no reconoce dioses y en cuanto los reconoce Y no es esto burlarse? As lo juzgo yo Por consiguiente, puesto que yo creo en los demonios, segn tu misma confesin, y que los demonios son dioses, he aqu la prueba de lo que yo deca, de que t nos proponas enigmas para divertirte a mis expensas, diciendo que no creo en los dioses, y que, sin embargo, creo en los dioses, puesto que creo en los demonios...Esto es tan absurdo como creer que hay mulos nacidos de caballos y asnos, y que no hay caballos ni asnosPero no tengo necesidad de extenderme ms en mi defensa, atenienses, y lo que acabo de decir basta para hacer ver que no soy culpable, y que la acusacin de Melito carece de fundamento (Platn, Apologa de Scrates).

Continuando con su defensa el filsofo considera que deber mantenerse firme en el puesto que le ha colocado la divinidad (Dios) y por tanto est convencido que no debe temer ni la muerte, ni lo que haya de ms terrible, anteponiendo a todo el honor y que dedicara pasar sus das en el estudio de la filosofa, estudindose a m mismo y estudiando a los dems, que jams cesar de filosofar y de hacer sus indagaciones acostumbradas, dndoos siempre consejos. Justifica su actitud leal con el mandato divino de no temer la muerte argumentando lo siguiente: Porque temer la muerte, atenienses, -dice Scrates-, no es otra cosa que creerse sabio sin serlo, y creer conocer lo que no se sabe. En efecto, nadie conoce la muerte, ni sabe si es el mayor de los bienes para el hombre. Sin embargo, se la teme, como si se supiese con certeza que es el mayor de todos los males. Ah! No es una ignorancia vergonzante creer conocer una cosa que no se conoce?

Y frente a la muerte, Scrates se precia de ser muy diferente de todos los dems hombres, y si en algo parezco ms sabio que ellos, es porque no sabiendo lo que nos espera ms all de la muerte, digo y sostengo que no lo s.

Scrates califica de lo ms criminal y lo ms vergonzoso a la actitud de cometer injusticias y de desobedecer al que es mejor que uno, sea ste dios o sea el hombre,

Confiesa a los atenienses que obedecer a dios antes que a los hombres y que censura actitudes como las de aquellos que no se avergenzan de haber pensado ms en acumular riquezas, en adquirir crdito y honores, en despreciar los tesoros de la verdad y de la sabidura, y de no trabajar para hacer sus almas tan buenas como puedan serlo. Confiesa que toda su ocupacin es trabajar para persuadiros, que antes que el cuidado del cuerpo y de las riquezas, antes que cualquier otro cuidado, es el del alma y de su perfeccionamiento y no se cans de decir a jvenes, viejos, ciudadanos y extranjeros que la virtud no viene de las riquezas, sino que las riquezas vienen de la virtud, y que es de aqu de donde nacen todos los dems bienes pblicos y particulares.

Scrates, durante su defensa manifiesta que si deciden matarlo el mal no ser slo para m:

Estad persuadidos (atenienses) de que si me hacis morir en el supuesto de lo que os acabo de declarar, el mal no ser slo para m. En efecto, ni Anito, ni Melito pueden causarme mal alguno, porque el mal no puede nada contra el hombre de bien

Manifiesta que asume su defensa no por amor a s mismo, sino por amor a las dems personas, al pueblo ateniense, puesto que condenarle sera ofender al dios y desconocer el presente que os ha hecho. Les advierte que difcil ser que puedan encontrar otro hombre que tiene esta misin como l; y si queris creerme, me salvaris la vida.

Replicando la acusacin de que cobraba dinero por sus enseanzas, expresa que sus acusadores no han tenido valor para probar con testigos que l haya exigido alguna vez o pedido el menor salario, y en prueba de la verdad de sus palabras presenta un testigo irrecusable, su pobreza. Su pobreza material es ms que el testimonio suficiente que exhibe Scrates como prueba de haberse dedicado a ayudar a los dems a ocuparse de la virtud, olvidando sus asuntos personales, y que por servir al dios estaba en la mayor pobreza, prueba que no pudo ser desmentido por sus acusadores.

En su defensa, revela, a los cuatro vientos, que durante su existencia como hombre de bien tuvo el cuidado en no cometer impiedades e injusticias; no se mezcl en los negocios de la repblica; combati intereses subalternos; jams prometi ensearles nada; siempre dijo la verdad; no cedi ante nadie, sea quien fuere, contra la justicia ni ante los mismos tiranos; no guard silencio sobre las cosas buenas que aprendi; despreci las riquezas, el cuidado de los negocios domsticos, los empleos y las dignidades; no entr jams en ninguna cbala ni en ninguna conjura; no conserv la vida valindose de medios indignos; no tom profesin alguna en la que pudiera trabajar al mismo tiempo en provecho suyo y de los dems; no hizo el menor dao a nadie, consciente o inconscientemente.

En su defensa, Scrates da a conocer una serie de nombres de personas que estuvieron en relacin con l, por ejemplo, Critn, Lisanias de Sfettios, Antifn, Nicostrates, Parales, Adimanto y Eantodoro y manifiesta que pudieran ser testigos de que jams corrompi a los jvenes y que estaran, inclusive, dispuestos a defenderle.

En todo momento, Scrates trat de persuadir y de convencer a los jueces acerca de su inocencia, sin tener para ello que recurrir a los lamentos tradicionales o a las splicas porque el juez no est sentado en su silla para complacer violando la ley, sino para hacer justicia obedecindolay est en la obligacin de hacer justicia.

Confiesa de manera categrica estar sumamente persuadido de la existencia de dios, ms que ninguno de sus acusadores, y est dispuesto entregarse al pueblo y al dios de Delfos, a fin de que le juzguen como crean mejor, para satisfaccin de la poblacin y de l.

Terminada la defensa de Scrates, los jueces, que eran 556, procedieron a la votacin y resultaron 281 votos en contra y 275 a favor; y Scrates, condenado por una mayora de 6 votos, tom la palabra y dijo:

No creis, atenienses, que me haya conmovido el fallo que acabis de pronunciar contra m, y esto por muchas razones: la principal, porque ya estaba preparado para recibir este golpe. Mucho ms sorprendido estoy con el nmero de votantes en pro y en contra, y no esperaba verme condenado por tan escaso nmero de votos. Advierto que slo por tres votos no he sido absuelto. Ahora veo que me he librado de las manos de Melito; y no slo librado, sino que os consta a todos que si Anito y Licn no se hubieran levantado para acusarme, Melito hubiera pagado 6,000 dracmas por no haber obtenido la quinta parte de votos. (Platn, Apologa de Scrates).

Y como las leyes de la poca permitan al acusado condenarse a una de estas tres penas: prisin perpetua, multa y destierro, en su apologa Scrates pidi ser alimentado en el Pritaneo, a expensas del Estado, como una recompensa digna de l, pero insistiendo que en el extremo a lo ms podra condenarse al pago de una mina de plata en armona con su ostensible pobreza: En fin, no estoy acostumbrado a juzgarme acreedor a ninguna pena. Verdaderamente si fuese rico, me condenara a una multa tal, que pudiera pagarla, porque esto no me causara ningn perjuicio; pero no puedo, porque nada tengo, a menos que no queris que la multa sea proporcionada a mi indigencia, y en este concepto podra extenderme hasta una mina de plata, y a esto es a lo que yo me condeno. Pero Platn, que est presente, Critn, Critbulo y Apolodoro, quiere que me extienda hasta treinta minas, de que ellos responden. Me condeno pues a treinta minas y he aqu mis fiadores, que ciertamente son de mucho abono (Platn, Apologa de Scrates).

Despus que Scrates se conden a la multa referida por obedecer a la ley, los jueces deliberaron y le condenaron a muerte, y entonces, Scrates, tom la palabra y dijo a los jueces: Ah, atenienses, no es lo difcil evitar la muerte; lo es mucho ms evitar la deshonra, que marcha ms ligera que la muerte. Esta es la razn, porque, viejo y pesado como estoy, me he dejado llevar por la ms pesada de las dos, la muerte; mientras que la ms ligera, el crimen, est adherido a mis acusadores, que tienen vigor y ligereza. Yo voy a sufrir la muerte, a la que me habis condenado; pero ellos sufrirn la iniquidad y la infamia a que la verdad les condena. Con respecto a m, me atengo a mi castigo, y ellos se atendrn al suyo (Platn, Apologa de Scrates).

Luego intenta predecir lo que les ocurrira a los magistrados que lo sentenciaron: Os lo anuncio, vosotros que me hacis morir, vuestro castigo no tardar, cuando yo haya muerto, y ser por Zeus! Ms cruel que el que me imponis Se levantar contra vosotros y os reprender un gran nmero de personas, que han estado contenidas por mi presencia, aunque vosotros no lo apercibis Lo dicho basta para los que me han condenado y los entrego a sus propios remordimientos Es que hay trazas de que lo que me sucede es un gran bien, y nos engaamos todos sin duda, si creemos que la muerte es un mal que no hay ningn mal para el hombre de bien, ni durante su vida, ni despus de su muerteNo tengo ningn resentimiento contra mis acusadores, ni contra los que me han condenado, an cuando no haya sido su intencin hacerme un bien, sino por el contrario hacerme un mal, lo que sera un motivo para quejarme de ellos (Platn, Apologa de Scrates).

Al final de su defensa, Scrates pide a los jueces slo una gracia, en los trminos siguientes: Cuando mis hijos sean mayores os suplico los hostiguis, los atormentis, como yo os he atormentado a vosotros, si veis que prefieren las riquezas a la virtud, y que se creen algo cuando no son nada; no dejis de sacarlos a la vergenza, si no se aplican a lo que deben aplicarse, y creen ser lo que no son; porque as es como yo he obrado con vosotros Pero ya es tiempo de que nos retiremos de aqu, yo para morir, vosotros para vivir. Entre vosotros y yo, quin lleva la mejor parte? Esto es lo que nadie sabe, excepto Dios (Platn, Apologa de Scrates).

La defensa de Scrates permiti demostrar a propios y extraos, uno por uno, la inconsistencia de los cargos que se le imputaban. Al finalizar opt pblicamente por aceptar la condena en estricto cumplimiento de su deber moral, en acatamiento de la ley de la ciudad de Atenas, aun cuando estaba convencido que los cargos hechos a su persona y la sentencia efectuada fueron injustos.

PLATN Y SUS DILOGOS POR LA DEFENSA DE SCRATES

Platn escribi una serie de obras cortas a manera de dilogo para defender el pensamiento de su maestro, Scrates, entre ellas: Apologa, Critn y Fedn.

En la Apologa describe sobre la defensa de Scrates ante los jueces contra sus acusadores Melito, Anito y Licn y expone el contenido filosfico de la obra de su vida.

En el Critn o Del Deber relata cmo Scrates no acepta los ruegos de su discpulo Critn cuando se acercaba el da de su muerte para que huyera del proceso, y expone las razones por las que considera como un deber para su pas y sus leyes cometerse a la sentencia del tribunal aun siendo injusta. Critn se presenta para proporcionar los medios que ayuden a su maestro Scrates a huir de la muerte segura que le avecinaba. Critn dice que si Scrates muere sus hijos quedaran abandonados, pero que al salvarse, Scrates realizara una accin justa; y, por tanto, los amigos de Scrates deberan hacer todo lo posible para salvarlo porque de no ser as se les reprochara el haber sido ingrato con el maestro. Critn trata que Scrates acepte los medios que se le ofrece para salvarse de la condena a muerte y que no debera tener ningn temor sobre lo que pudiera suceder despus por cuanto sus discpulos se encargaran de aceptar o de llevar sobre s todo cuanto sucediera. Finalmente, Scrates rechaza tal proposicin.En el Fedn o Del Alma, Scrates, el da de su muerte, expone con claridad meridiana las pruebas a favor de la persistencia del alma despus de la muerte y termina recomendando una moral asctica, que la vida entera debe ser una preparacin para la muerte, un esfuerzo del alma para escaparse de la crcel del cuerpo y de todo signo de sensualidad. Esta obra recoge los ltimos das de Scrates con sus amigos y seguidores.

LA CONDENA A MUERTE

Scrates pudo haberse librado de la condena a muerte, pero no quiso. Para librarse de la condena a muerte muy bien pudo recurrir a lo que era prctica cotidiana en su tiempo, por ejemplo: invocar la compasin de los jueces; apelar a su edad avanzada (70 aos); alegar sus servicios desinteresados que haba prestado a la patria; recurrir a los buenos oficios de sus amigos y discpulos ms influyentes; proponer l mismo una pena en su condicin de acusado y que las leyes lo permitan; aceptar el pago de una multa; optar por el destierro voluntario; escaparse de la prisin.

Scrates fue condenado a muerte por el Tribunal de los Quinientos, en el ao 399 antes de Cristo, por una diferencia de 6 votos. De 556 votos, por la absolucin de la condena a muerte votaron 275 magistrados; y por la condena votaron 281.

El jurado, en una primera votacin, le declara culpable por un escaso margen de votos. Como las leyes atenienses no prevean pena concreta para los delitos imputados, se le ofrece a Scrates la posibilidad de proponer una pena. Y Scrates muy orondo solicita al Tribunal de los Heliastas que le paguen una pensin a expensas del Estado por los servicios prestados a la comunidad ateniense, hecho que es considerado como una ofensa por los miembros del tribunal y deciden realizar una segunda y ltima votacin. El resultado fue por mayora de votos la condena a muerte de Scrates.

Realizado la votacin Scrates acept la condena a muerte, con una absoluta serenidad y resignacin. En ningn instante trat de evitarlo, no retrocedi, no abandon el lugar, estuvo convencido que su deber y su misin en este mundo era acatar lo que el Estado, la Patria y las leyes ordenan. Permaneci treinta das en la prisin, esperando el suplicio y lo pas conversando con sus amigos acerca de temas y problemas filosficos sin mostrar ningn indicio de turbacin o desesperacin, por el contrario dio muestras de tranquilidad, hasta que retornara la procesin que Atenas enviaba a la fiesta de Delos, y la religin prohiba ejecutar a ningn condenado hasta que hubiera vuelto.

Adems-deca Scrates-, nadie me detuvo en la ciudad, ella me permita alejarme si no estaba conforme con sus leyes, pero no lo hice, lo que quera decir que estaba conforme con ellas. Siendo as no quedaba ms remedio que acatarlas. Pues es indudable que todo aquel que va contra las leyes puede, con justicia, ser considerado como capaz de corromper a la juventud y a los espritus dbiles. (Platn, Critn).

Algunos analistas polticos y de las ciencias jurdicas coinciden en manifestar que la defensa que Scrates hizo de s mismo, en cierta medida facilit su condena, por el tono irnico y despectivo que emple, que no gust a los jueces y que ms bien los irrit, a la par que pidi se le condene a vivir con honores y a ser sostenido hasta su muerte con los fondos pblicos.

VERSIONES SOBRE LA CONDENA A MUERTE

Sobre el por qu de la condena a muerte de Scrates se han tejido una serie de versiones a travs del tiempo, despus de discusiones acaloradas y sin haber hasta ahora llegado a una conclusin definitiva.

Se dice que la condena a muerte de Scrates se debi, por ejemplo, a lo siguiente: Scrates fue vctima de los sofistas, quienes eran sus enemigos declarados y directos; Scrates expuso a muchas personas a vergenza en forma pblica al aplicar su mtodo mayutico, suscitando la ira de los ms reaccionarios; Scrates colabor exclusivamente con los aristcratas, es decir con los que se oponan a los demcratas atenienses; Scrates quera morir por estar cansado de vivir, tena setenta aos de edad cuando lo acusaron; Scrates no quiso escapar cuando sus discpulos le prepararon la huida; Scrates fue leal a sus principios y a las leyes de la ciudad que l mismo haba defendido durante toda su vida, leyes que a juicio del filsofo daban identidad a la ciudad y eran las que sostenan la vida de los ciudadanos. Scrates no acept ser asustado, se dice que los acusadores no quisieron que le condenaran a muerte, sino que slo queran asustarlo. Scrates fue vctima de s mismo, quiso cambiar la ley, y era correcto morir-deca- porque no haba sido capaz de cambiarla. Scrates haba criticado implacablemente la tirana que Critias ejerca sobre Atenas. Scrates haba tenido por discpulos a los dos hombres ms funestos para Atenas en aquellos das de su acusacin, Alcibades y Critias.

Scrates fue condenado a muerte por la incomprensin e indiferencia de los conciudadanos atenienses, debido a la tendencia social casi generalizada que consideraba a Scrates como un ciudadano no deseable, un mal ciudadano, como un sofista ms. Y los sofistas que enseaban el escepticismo y el relativismo moral, eran precisamente tenidos por los atenienses como los causantes principales de las desgracias y de la desintegracin social que haba sufrido la ciudad en los ltimos aos.

LA MUERTE DE SCRATES

No cabe duda alguna que los dirigentes demcratas fueron los que derrocaron a los tiranos de Atenas y los encargados de ejecutar a Scrates en el ao 399 antes de Cristo. Por entonces su discpulo Platn tena 28 aos de edad.

Scrates muri con firmeza y lealtad a sus principios, a sus creencias, a su filosofa de la vida; muri con dignidad, sin claudicacin alguna y seguro que ha actuado con fiel respeto a las leyes de la ciudad, despus de vivir entregado de entero a la filosofa y a la educacin del pueblo ateniense, sin percibir remuneracin alguna. se sent al borde la cama, puso los pies en tierra, y habl en esta postura todo el resto del da (Platn, Fedn).

Scrates muri en acatamiento de una orden formal para morir, que dice le enviaba Dios y que en su condicin de filsofo se prestaba gustoso a la muerte. Muri pensando encontrar en el otro mundo dioses buenos, sabios y justos. Muri confiando que hay algo reservado para los hombres despus de esta vida: la de gozar bienes infinitos, y que, segn la antigua mxima, los buenos seran mejor tratados que los malos.

Los hombres ignoran - dijo Scrates- que los verdaderos filsofos no trabajan durante su vida sino para prepararse a la muerte; y siendo esto as, sera ridculo que despus de haber proseguido sin tregua este nico fin, recelasen y temiesen, cuando se les presenta la muerteLo propio y peculiar del filsofo es trabajar ms particularmente que los dems hombres, en desprender su alma del comercio del cuerpo (Platn, Fedn ).

Al filosofar sobre la muerte, Scrates estuvo convencido que por medio del razonamiento el alma descubre la verdad. A la separacin del alma y del cuerpo lo denomin la muerte. No se cans de repetir, a propios y extraos, que por medio del pensamiento (alma) y no por los sentidos del cuerpo es como se llega a conocer mejor la realidad de los objetos o la esencia pura de las cosas del mundo, sentenciando que el cuerpo nunca nos conduce a la sabidura.

Con el brazo izquierdo en alto explic a sus discpulos que el filsofo debe estar dispuesto a enfrentarse valientemente y con fortaleza espiritual y moral a cualquier circunstancia de la vida, entre ellas, la propia muerte.

Luego que Scrates termin de hablar pas a darse un bao y llegaron sus hijos y las mujeres de su casa, habl con ellos en presencia de Critn quien le propuso la huida-, les imparti algunas rdenes y se despidi para siempre. Cerca de la puesta del sol, Scrates se sent, llega el servidor de los once y, de pie junto a l, le dijo estas palabras: De ti ya he conocido este tiempo en todo lo que eres el hombre ms noble, paciente y bueno de cuantos jams vivieron aqu, y ahora s bien que no te enojas contra m, sino contra los culpables, que ya los conoces. Ahora, pues, como sabes, lo que vengo a comunicarte, adis, y procura soportar sencillamente lo inevitable

Y llorando dio la vuelta y se march. Scrates mirndole, respondi: Salud tambin a ti, y yo har lo que me dices.

Apolodoro, amigo entraable de Scrates, enterado de la condena a muerte dijo: Lo que peor llevo, Scrates, es ver que mueres injustamente Y Scrates, le contest con la sonrisa en los labios e inclinando a la izquierda la cabeza: Preferiras entonces, queridsimo Apolodoro, verme morir culpable?.

Platn describe la muerte de Scrates en su maravilloso dilogo Fedn, y existen muy bellas pinturas que reproducen aquella escena singular que, como la muerte de Fidias, constituye un baldn para la gloriosa Atenas (Manuel Serra Moret). Scrates aparece dando muestras de extraordinaria serenidad, dictando su testamento intelectual con la copa de cicuta en la mano, dispuesto tranquilamente a regresar a las tinieblas perpetuas.

Despus de su muerte, Scrates se convirti en un smbolo imperecedero e inigualable de honestidad intelectual, de grandeza filosfica y tica, en un Samurai del pensamiento (Yvon Belaval).

Digenes de Laerthes seala que, despus de la condena a muerte de Scrates, los atenienses se arrepintieron en tanto grado, que cerraron las palestras y gimnasios. Desterraron a algunos, y sentenciaron a muerte a Melito. Honraron a Scrates con una estatua de bronce que hizo Lisipo, y la colocaron en el Pompeyo (edificio pblico donde se guardaban las estatuas de varones ilustres y las cosas para las pompas, funciones y festividades de la Repblica ateniense). Los de Heraclea echaron de la ciudad a Anito en el mismo da en que lleg. Eurpides en su Palamedes tambin objeta a los atenienses la muerte de Scrates, diciendo: Matasteis, s, matasteis al ms sabio, a la ms dulce musa, que a nadie fue molesta ni daosa. Despus de la muerte de Scrates se retiraron Platn y los dems filsofos a casa de Euclides, en Megara, como dice Hermodoro, temiendo la crueldad de los tiranos.

Hasta Scrates dijo al morir, seala Nietzsche en su obra El crepsculo de los dolos-: Vivir es estar mucho tiempo enfermo: debo un gallo a Esculapio liberador.

Para el filsofo alemn, Jorge Guillermo Federico Hegel (Lecciones sobre la Filosofa de la Historia Universal), la muerte de Scrates resulta siendo como una tragedia, un conflicto en el cual ambas partes, Scrates y los atenienses, tienen su derecho. He aqu sus palabras: El destino de Scrates es, pues, el de la suprema tragedia. Su muerte puede aparecer como una suprema injusticia, puesto que haba cumplido perfectamente sus deberes para con la patria y haba abierto a su pueblo un mundo interior. Ms, por otro lado, tambin el pueblo ateniense tena perfecta razn, al sentir la profunda conciencia de que esta interioridad debilitaba la autoridad de la ley del Estado y minaba el Estado ateniense. Por justificado que estuviera Scrates, tan justificado estaba el pueblo ateniense frente a l. Pues el principio de Scrates es un principio revolucionario para el mundo griego. En este gran sentido conden a muerte el pueblo ateniense a su enemigo y fue la muerte de Scrates la suma justicia.

A.Tovar (Vida de Scrates), luego de expresar que Scrates fue vctima del sbdito despertar en los atenienses del sentido de la tradicin, enfatiz categricamente: El juicio de Scrates fue un verdadero palo de ciego que el pueblo de Atenas descarg en un momento de atroz nerviosismo.

Jos Ingenieros, en su obra El hombre mediocre, manifiesta que Si el sereno ateniense hubiera adulado a sus conciudadanos, la historia helnica no estara manchada por su condena y el sabio no hubiera bebido la cicuta; pero no sera Scrates. Su virtud consisti en resistir los prejuicios de los dems Scrates y Cristo fueron virtuosos contra la religin de su tiempo; los dos murieron a manos de fanatismo que estaban ya divorciados de toda moral.

La reaccin democrtica ateniense no olvid el hecho que Scrates fue maestro y amigo de los jefes del partido aristocrtico, Critias y Alcibades. Sobre el particular, M.A. Dynnik, revela en su Historia de la filosofa (Tomo I) lo siguiente: Scrates diriga un crculo filosfico formado por jvenes aristcratas y por sus correligionarios polticos. A l perteneca: Platn, enemigo jurado del demos; Alcibades, que haba traicionado a la democracia ateniense, ponindose al lado de la aristocracia de Esparta; Critias, que haba encabezado la dictadura reaccionaria de los 30 oligarcas en Atenas y, por ltimo, Jenofonte, enemigo de la democracia y admirador de Esparta. Por sus actividades contra la democracia esclavista ateniense, Scrates fue condenado a muerte.

El filsofo Leopoldo Zea, al tratar de explicar sobre el por qu de la muerte de Scrates, manifiesta en su Introduccin a la Filosofa las palabras que siguen: Scrates haba muerto por ser la conciencia de la ciudad; la democracia, a la cual haba sido tan afecto, lo haba sacrificado por no poder resistir su voz inquisidora.

Ramn Conde Obregn (Enciclopedia de la Filosofa), luego de analizar la leccin magistral dirigida por Scrates al Tribunal de los Heliastas, en defensa de las infundiosas acusaciones que reciba de Melito, Anito y Licn, escribe as: Scrates fue juzgado, y el juicio instigado contra l figura en los anales de la historia como una de las pginas negras escritas por la malicia y perversidad de los hombres, en las que aparece como un hombre bueno y justo que es condenado a la ltima pena por hombres inferiores, en todos los aspectos, al que condenaron a beber la cicuta.

Losloggrafos(delgriego,logographos, compuesto de ,logos, que aqu significahistoriaoprosa, y ,grapho,escritura) eran loshistoriadoresycronistasgriegos anteriores aHerdoto(considerado el padre de la historia). ste llamaba a sus predecesores (logopoioi, de ,poieo, hacer).Tucdidesaplic el trmino loggrafo a todos los que le precedieron, incluyendo al propio Herdoto (I,21).LaHeliea(griego antiguo) era el Tribunal Supremo de laAntigua Atenas. En general, se sostiene que el nombre del tribunal proviene del verbo del griego antiguo, que significa , es decir,congregarse.n. 1Otra versin es que el tribunal recibe su nombre del hecho que las audiencias se llevaban a cabo en el exterior, bajo el sol.n. 2La Heliea tambin era llamada granekklesa. Inicialmente, este era el nombre del lugar donde se realizaban las audiencias, pero luego esta denominacin se extendi hasta incluir tambin al tribunal.1Los jueces eran llamadosheliastas() odikastas(|, = los que juraban, es decir, losjurados). Los procesos de juzgar eran llamados ().La Heliea era un tribunal popular compuesto por 6000 ciudadanos, mayores de 30 aos y repartidos en diez clases de 500 ciudadanos (1000 quedaban en reserva) sorteados cada ao para ser heliastas. La acusacin era siempre, en ausencia del equivalente a nuestros ministerios pblicos, una iniciativa personal de un ciudadano. En caso de condena, reciban una parte de la multa, como indemnizacin y recompensa de sus esfuerzos por la justicia, por lo cual algunos ciudadanos hacan de ladelacinsu oficio. Son lossicofantas. A pesar de los mecanismos limitando las desviaciones de este sistema, esto contribua a dividir la ciudad y serva de argumento al partido aristocrtico contra el nuevo rgimen. Por un complicado sistema y segn el asunto, se designa por sorteo (bajo control de un magistrado instructor) un nmero pequeo o grande de heliastas para cada proceso. As, a ttulo de ejemplo, para un proceso privado, 201 jueces se renen normalmente, 401 excepcionalmente. Para los procesos pblicos, eran 501, 1001, o 1501 jueces. La labor de juzgar era difcil ya que no haba un cdigo de procedimiento, ni cdigo penal, ofreciendo as una gran libertad de interpretacin de las leyes (por otra parte de cantidad reducida).Los veredictos eran sin apelacin e inmediatamente ejecutables, donde se comprende el importante papel poltico que los tribunales de la Heliea tomaron. 200 reuniones tenan lugar por ao, cada una bajo la presidencia de un magistrado que no tomaba parte en la votacin. El tribunal de los Efetas (51 miembros) fue el que acapar las prerrogativas delArepago, poda reunirse en cuatro sitios diferentes segn los tipos de asuntos: En elPritanen, juzgaban todo lo que ha podido acarrear la muerte de hombres (objetos, animales); En elPaladin, juzgaban las muertes involuntarias, losmetecosy losesclavos; En elDelfinin, juzgaban la legtima defensa; En una playa juzgaban a los exiliados que habann conocido una muerte en su exilio. El acusado estaba sobre una embarcacin.Institucin y composicin de la Heliea[editar]No est claro si la Heliea fue instituida porClsteneso porSoln, pero parece que ste ltimo inici una funcin de la Asamblea para representar a un tribunal de recursos.23El mismo Aristteles afirma en otra obra suya que los tribunales son un elemento democrtico en la constitucin de Soln.4El tribunal tena 6.000 miembros, elegidos anualmente por sorteo53entre los ciudadanos varones de ms de 30 aos6sin deudas con el Tesoro o no privados de sus derechos, concretamente privados de sus derechos civiles mediante el castigo humillante de laatimia().7Aquellos que sufran de defectos intelectuales o corporales tambin eran exceptuados, si sus taras les impeda apercibir los procedimientos. Si una persona descalificada participaba en un jurado, la informacin que era presentada contra l le conduca ante la Heliea. Si era condenado el tribunal poda imponerle el castigo o multa que mereciera. Si el castigo era una multa, el infractor era llevado a prisin hasta que pagara la deuda anterior por la que se le denunci, y lo que adems le impusiera el tribunal.7

El mismo trmino de loggrafos se aplicaba en laAntigua Greciaa los autores de discursos jurdicos.

Scrates, rodeado de amigos y discpulos, toma la cicuta-------------------

Atenas, ao 399 a.C. Aun faltan pocas horas para el amanecer cuando el silencio de la noche se rompe en las callejuelas de Atenas. Los seis milheleutas-ciudadanos a los que se les atribuye la tarea de enjuiciar- salen de sus casas para acudir a los tribunales, guiados por las lmparas de aceite de sus jvenes criados que sortean los obstculos de una urbe cuyas casas estn trazadas de forma irregular por las pendientes de las colinas situadas a los pies de la Acrpolis. La ciudad carece de iluminacin, sus calles no estn pavimentadas, y no tiene sistema de alcantarillado. La modestia de las viviendas contrasta con la suntuosidad de los edificios pblicos y templos, pero esto no se debe al puro azar sino que es consecuencia del sistema de valores por el que se rigen los habitantes del tica. La ostentacin personal est mal vista: Nada en exceso,proclama elprecepto dlfico; yScrates, el ms sabio de entre los ciudadanos, comenta en el dilogo Fedro (Platn, 297c.Gredos):Scrates.-Oh, Pan querido, y dems dioses de este lugar, concededme el ser bello en mi interior. Y que cuanto tengo al exterior sea amigo de lo que hay dentro de m. Ojal considere rico al sabio y sea el total de mi dinero lo que nadie sino el hombre moderado puede llevarse consigo o transportar. Necesitamos pedir algo ms,Fedro? A mi lo que he suplicado me basta.Fedro.- Suplicadlo tambin para m, puesto que son comunes las cosas de los amigos.Pero aquel antiguo esplendor en el que todo giraba en torno al hombre como medida de todas las cosas, donde el arte alcanza una de sus cumbres ms gloriosas y se encuentra el germen del pensamiento filosfico y poltico sobre el que occidente asentar sus bases, est prximo a quebrarse. Losheleutasvan camino de cometer una gran injusticia, el propio Scrates-considerado no slo como el hombre ms sabio sino tambin ms justo- va a ser procesado.

Unade las caractersticas fundamentales de la justicia ateniense era que siempre deba ser rogada. Si determinado hecho, por muy grave que fuera, no era denunciado, no se juzgaba. No exista, por tanto, la posibilidad de que se impartiera de oficio si no haba una denuncia previa por parte del perjudicado o de su representante. Por tanto, quin denunci a Scrates? Se admita que si el dao objeto de la denuncia no afectaba a la esfera privada (dckai) sino al inters general (grafa), se pudiera interponer por cualquier ciudadano que lo deseara (hoboulomenos) al considerarse que afectaba a todos.

Scrates fue denunciado por tres ciudadanos:Meleto, Anito yLicn. Pero ellos no fueron ms que los portavoces de una tendencia social generalizada que consideraba a Scrates molesto. En los escritos de Platn, segn GregorioLuri, existen referencias a una extendida infamia sobre su maestro, el cual llega a manifestar:Si se me condena no ser por la acusacin deMeletoy Anito, sino por las calumnias de la gente. Siempre se le haba reprochado que osara investigar tanto sobre las cuestiones de arriba (las celestiales), como sobre las de abajo (las terrenales); de tener el poder de manipular los argumentos de los vencidos hacindoles parecer como vencedores, y de la enseanza de esta prctica poco tica a sus alumnos. Es curiosa y significativa la referencia alusiva a que entre los acusadores antiguos -los que extendan falsos rumores sobre su persona- hay un cierto autor de comedias. No es otro que el famosoAristfanes, pues Scrates aparece ridiculizado en varias obras suyas como Las nubes, Las aves y Las ranas. Sin ahondar en ms detalles se puede resumir el ncleo acusatorio en dos motivos fundamentales: la impiedad hacia los dioses y corromper a la juventud con sus enseanzas.

Ser juzgado en la Atenas clsica no era una cuestin sencilla. Adems los juicios se celebraban en una sola sesin y no caba apelacin posible del fallo. La potestad judicial se ostenta por delegacin de laEcclesa(asamblea de todos los ciudadanos) que elega cada ao a los nueve arcontes encargados de presidir los tribunales e instruir las causas repartidas segn la materia a enjuiciar. Los jueces arcontes celebran a su vez un sorteo por el que se nombra a los seis milheleutaso miembros que compondrn los jurados. La eleccin se efectuaba entre todos los ciudadanos mayores de treinta aos que no estuvieran privados de sus derechos (atimia).

Pero los sorteos no acababan aqu sino que los atenienses, llevados por la obsesin degarantizar la imparcialidad de los veredictos, intentaban a toda costa impedir que se pudiera conocer de antemano quines iban a constituir un tribunal concreto. Esto complicaba mucho el acto deljuicio puesto que no es difcil imaginar el alboroto que se armara cuando, en el mismo da del sealamiento, acudan a sala la totalidad de los seis milheleutasdurante las horas previas al amanecer. A pesar del madrugn slo unos quinientos de ellos eran elegidos, el resto podan regresar a sus casas. Aristteles dedica tres captulos de la Constitucin de Atenas a efectuar una somera descripcin del sorteo, que comienza cuando al llegar a la sede judicial losheleutasse identificaban entregando una tablilla de bronce con su nombre grabado, la cual se colocaba en un aparato de sortear (cleroteria).

En la sala, desde una tribuna ms elevada (bema), presida la sesin el magistrado arcontejunto con un secretario, flanqueados ambos por los arquerosescitasque ejercan funciones de polica. Enfrente, sobre un estrado ms bajo se colocaban a derecha e izquierda los litigantes. Los jurados heliastas se sentaban en unos bancos cubiertos con esterillas de junco y la zona destinada al pblico se separaba mediante una cuerda.

La audiencia comenzaba con una seal del juez-arconte y se proceda de inmediato a cerrar la puerta. El secretario, funcionario pblico, lea el acta de acusacin y una respuesta escrita que presentaba la defensa. A continuacin el juez-arconte conceda primero la palabra al demandante y luego al demandado. Aunque las partes podan interpelarse entre s e incluso preguntar a testigos, los tiempos de las intervenciones eran limitados. La denominada clepsidra era un reloj de agua, un recipiente que se llenaba con unos 39 litros (cuarenta minutos) dependiendo de la gravedad de la materia a enjuiciar. Por un cao iba saliendo el lquido hasta que se agotaba quedando de esta forma regulado el tiempo.

Terminadas las intervenciones de las partes, el jurado votaba la culpabilidad o la inocencia colocando una ficha en unas urnas dispuestas en el centro. El recuento se efectuaba por mayora simple, y su resultado poda provocar lo que consideramos como el primer antecedente histrico de la actual condena en costas, ya que para evitar denuncias falsas por la incomodidad que supona celebrar muchos juicios, en caso de que se produjera la absolucin del acusado con un recuento menor del cinco por cien de los votos de culpa, se condenaba al denunciante al pago de una multa o incluso a la prdida de los derechos de ciudadano (atimia).

La aproximacin se impone necesariamente a la certeza cuando se intentan desentraar las profundas razones que llevaron a Scrates, en contra de los consejos de sus amigos, a no defenderse de una forma adecuada frente a una acusacin que le iba a conducir a la muerte. No existe ningn documento escrito por el propio filsofo. Las dos fuentes fundamentales que narran lo acaecido se encuentran en la obra de Platn yJenofonte.

Ambos difieren en las razones que tuvo Scrates para no oponerse a su condena. As, Platn en el Fedn se centra en la idea de que a Scrates no le importa morir puesto que el alma preexiste al cuerpo y es inmortal. La vida y la muerte se suceden engendrndose la una a la otra como el placer y el dolor, la noche y el da Pero creo que no se debe caer en el error de interpretar los Dilogos de Platn desde la ptica de una pretendida vocacin histrica limitada a ceirse al mero relato de unos hechos, sino que el maestro es utilizado por su discpulo como actor para exponer unas ideas que pueden ser tanto propias como compartidas. Platn era uno de sus discpulos ms jvenes. La muerte de Scrates cambi el rumbo de su vida y sus enseanzas fueron el motivo inspirador de su obra.

Jenofonte, menos docto pero ms realista, era un militar, un hombre de accin. No fue testigo directo, pues se encontraba participando en la expedicin de los diez mil, relatada por l mismo en la Anbasis. En su Apologa de Scrates, la diferencia conPlatn estriba en considerar, como factor determinante para la aceptacin de la muerte, el que Scrates tuviera setenta aos. Por esta razn no le importa morir puesto que ya poco poda esperar de la vida. La indignidad de una posible huda no compensa una muerte que le libera de los previsibles achaques de la vejez. Hay unanimidad al pensar que donde Platn yJenofontecoinciden se encuentra el Scrates verdadero.

Es un hecho constado que, en el juicio, Scrates rehusa defenderse de una forma efectiva. As, no acepta la ayuda de Lisias y se defiende a s mismo sin una clara voluntad de convencer al Jurado, en un tono queJenofontedenomina megalegora, es decir, grandilocuente, no ajustado a las circunstancias pero conscientemente. Es posible que tal vez Scrates, ante la falsedad de las acusaciones, considerara que el defenderse de las mismas fuera una forma de aceptar su veracidad.

El jurado, en una primera votacin, le declara culpable por una escaso margen de votos. Como las leyes no prevean pena concreta para los delitos imputados, se le ofrece la posibilidad de proponer una pena. Poda, en consecuencia, haber elegido el destierro o una multa, pero vuelve a irritar al jurado no acatando el veredicto y solicitando que se le pague una pensin a expensas pblicas por los servicios prestados a la comunidad. Es entonces cuando el tribunal, al considerarse ofendido, vota mayoritariamente la condena a muerte.

Scrates es llevado a prisin, transcurriendo treinta das entre el juicio y su muerte. Durante este tiempo tambin se niega a aceptar los planes de huida que le proponen sus seguidores. CitaJenofonteque, ante las lgrimas de sus amigos, les respondi:Qu es eso? Es ahora cuando os ponis a llorar? Acaso no sabis que desde que nac estaba condenado a muerte por la naturaleza? () Se encontraba presente un talApolodoro, amigo apasionado de Scrates, pero por lo dems persona simple, que dijo: Pero es que yo, Scrates, lo que peor llevo es ver que mueres injustamente. Y entonces Scrates, segn se cuenta, le respondi acaricindole la cabeza: Preferiras entonces, queridsimoApolodoro, verme morir con justicia que injustamente? y al mismo tiempo le sonri.Scrates ingiere la cicuta dando muestras de una serenidad absoluta ante la consternacin y dolor de los amigos que le acompaaban. Respeta las leyes en todo momento sin considerar la posibilidad de una fuga que las contravenga. En el hermosodialgodel Faidn, Platn describe as palabras de su despedida:O con la vida termina todo, y entonces la paz del sueo se trueca en paz eterna, o la vida prosigue en otro lugar, y entonces all proseguir mis preguntas y mis averiguaciones.Scrates acepta la muerte, nunca se lamenta, sella con su vida la firme creencia en las ideas que haba enseado.En ao 399 a.C. Scrates, uno de los ms famosos filsofos de todos los tiempos, fue acusado de corromper a los jvenes y falta de creencia en los dioses ancestrales. Aunque en realidad, su nico delito fue el de decir lo que pensaba y esto, siempre levanta ampollas incluso entre sociedades tan liberales para la poca como lo era la ateniense.

Scrates fue juzgado en Atenas, ciudad de donde era originario y a la que amaba profundamente. Su juicio se celebr al modo ateniense, que no sabra decir si era justo o no, pero en donde por encima de todo primaba la democracia.

El mtodo para elegir jueces y jurados era complicado. Todos los aos se elegan 6.000 ciudadanos (sacados de entre las 10 tribus) que deban de estar disponibles para ser miembros del jurado. A cada uno de ellos se le entregaba una pieza de bronce (pinakion) que llevaba inscrito su nombre y un sello oficial.Los jurados lo formaban un nmero mnimo de 201 personas aunque poda llegar a estar constituido hasta por 2.001 personas. (Ese +1 era para evitar los empates).

Pinakion con nombre y sellos

En el caso de Scrates, el jurado lo formaban exactamente 500 personas (ignoro porqu en este caso el nmero es par) que fueron seleccionados el mismo da del juicio por medio del Cleroterion.

Reconstruccin de un Cleroterion. Los pinakion con los nombres se metan en las ranuras y luego por medio de un juego de bolas blancas y negras que se iontroducan por el embudo de la izquierda, se seleccionaban las columnas. Los nombres de esas columnas seran los miembros del jurado.

Trozos de Cleroterion encontrados en Atenas

Esto se haca as porque al no saberse los nombres hasta el ltimo momento evitaba que ninguna de las partes pudiera sobornar o coaccionar a algn miembro del jurado.

Los atenienses no tenan la figura de fiscal y cualquier ciudadano poda acusar a otro (en caso de que menos del 20% del jurado votara culpable, el acusador debera pagar fuertes multas. As se evitaban falsas acusaciones). El acusador de Scrates fue Meleto poeta y fantico religioso quien, como dije, lo acusaba de corromper a la juventud y de impiedad (falta de creencia en los dioses) acusaciones muy serias pues se castigaban con pena de muerte. Lo peregrino de algunos dilogos del juicio, dejan claro que detrs de esas acusaciones tambin deban de existir razones polticas o personales contra Scrates.

[...]Lo que has dicho, Scrates, son slo insinuaciones -rebate Meleto-. Defindete ms bien de la acusacin de corromper a los jvenes.

- Y cmo piensas, Meleto, que puedo corromper a los jvenes?

- Dicindoles que el Sol es una piedra y que la Luna est hecha de tierra responde Meleto.

- Creo que me has confundido con otro: los jvenes pueden leer todo eso cuando lo deseen, comprndose por una dracma los libros de Anaxgoras de Clazomene en cada esquina del gora.

- T no crees en los dioses! -grita Meleto, ponindose de pie y amenazndolo con el dedo ndice- T crees slo en los Damones!

- Y quines seran stos? -pregunta Scrates sin perder la compostura.- Hijos malvados de los dioses? As pues, afirmas que no creo en los dioses sino slo en la existencia de los hijos de los dioses. Es como decir que creo en los hijos de los caballos, pero no en los caballos.

Clepsidras (relojes de agua). Se usaban para medir los tiempos de intervencin. Se dispona de unos seis minutos por turno.

A pesar de todo, se celebr una primera votacin. La votacin era secreta y para eso utilizaban unas piezas circulares llamadas psephos. Cada jurado tena dos de estas, una con la varilla central maciza (inocente) y otra hueca(culpable). Por orden, uno a uno, pasaban delante de dos urnas, en la primera deban de dejar el veredicto y en la segunda la otra pieza.As no se saba cual dejabas en cada urna.

Psephos usados para votar. Las varillas huecas significaba culpable.

El resultado de la votacin fue el de culpable por un estrecho margen. (280 220) Scrates deba morir. La conmocin en la sala es general y como era costumbre se le dice al acusado que proponga l una pena alternativa. Scrates con cierto tono de guasa responde:

Una pena alternativa? Y qu he hecho para merecer una pena? Durante toda la vida he descuidado mis intereses personales, mi familia y mi casa. Nunca he aspirado a mandos militares ni a honores pblicos. No he participado en conjuras ni en otras formas de sedicin. Qu penas corresponden a quien ha hecho esto? No quisiera equivocarme, pero creo tener derecho slo a un premio, el de ser alojado y mantenido en el Pritaneo a expensas del Estado.

Por lo visto con los atenienses bromitas las justas y un clamor de enfado invadi la sala. Scrates trat de arreglar el desaguisado:

De acuerdo, de acuerdo, mis queridos conciudadanos: me hago cargo de que me habis entendido mal. Algunos han tomado mi sentido de la justicia por un acto de arrogancia. Pero decidme con franqueza: qu podra haber propuesto como pena? La crcel? El exilio? Una multa en dinero? Y qu multa podra pagar yo, que nunca he enseado por dinero? Como mucho, estara en condiciones de ofrecer una mina de plata.

La cantidad ofrecida no debi de ser del agrado del respetable y de nuevo las palabras del filsofo fueron tomadas por otra ofensa haciendo aumentar los gritos de quienes protestaban. Finalmente se resolvi hacer otra votacin y esta vez el resultado fue contundente; 360 votaron culpable y 140 inocente.

Creo que merece la pena destacar este pequeo resumen de las palabras finales de Scrates al conocer su definitiva sentencia.

Ciudadanos atenienses , temo que hayis asumido una gran responsabilidad ante la Polis. Era viejo, bastaba con esperar y la muerte habra llegado por s misma, de modo natural. Actuando as no tenis ni siquiera la seguridad de haberme castigado. Sabis por ventura qu es morir? Con seguridad, una de estas dos cosas: o un caer en la nada, o trasmigrar a otra parte. En la primera hiptesis, creedme, la muerte podra ser una gran ventaja, no ms dolores, no ms sufrimientos; en el segundo caso, en cambio, tendra la suerte de encontrarme con muchsimos personajes excepcionales. Cunto pagara cada uno de vosotros por hablar cara a cara con Orfeo, con Museo, con Homero o con Hesodo? O con Palamedes y con Ayax de Telamn que murieron ambos por haber sido tratados de manera injusta? Pero ha llegado la hora de partir, yo a morir y vosotros a vivir. Quin de nosotros ha tenido mejor destino es oscuro para todos, menos para los dioses.

Fue llevado a la crcel donde sera ejecutado a la maana siguiente por medio de cicuta.

Prisin en el gora de Atenas. Posiblemente en la que fue encerrado Scrates y donde muri.

Sus amigos sobornaron a los guardias y le prepararon la huida pero l se neg pues parecera ms culpable adems de que, segn dijo, no sera capaz de vivir lejos de su querida Atenas. Su ltima noche la pas acompaado de sus buenos amigos entre los que se encontraba Platn.

Cuentan que esa noche Scrates se empe en aprender una complicada meloda para tocar con la flauta. Sus amigos se lo recriminaban y le decan que para qu iba a perder su ltima noche de vida en algo tan complicado. Scrates muy serio les contest:

Para que va a ser? Para aprenderla antes de morir.

Eljuicio de Scratesse refiere al juicio y posterior ejecucin delfilsofoatenienseScratesen399a.C.Scrates fue enjuiciado y condenado por los tribunales delgobierno democrticode Atenas, bajo el cargo de corromper a los jvenes y falta de creencia en los dioses.Dos de los contemporneos de Scrates (PlatnyJenofonte) describieron el juicio, uno de los ms famosos de la Antigedad.ndice[ocultar] 1El juicio 1.1Antecedentes del juicio 1.2El proceso 2El juicio de Scrates descrito por sus contemporneos 3Interpretaciones del juicio 3.1Interpretacin en el mundo antiguo 3.2Interpretacin en el mundo moderno 4Vase tambin 5Notas 6Bibliografa 7Enlaces externosEl juicio[editar]Antecedentes del juicio[editar]En el momento de su enjuiciamiento, haca aos que Scrates era una figura conocida enAtenas. LacomediadeAristfanesLas nubes(Nephelai), presentada en420a.C., tena a Scrates como uno de los personajes principales, mostrndolo como unestafadorpomposo y rimbombante.Scrates jams escribi una lnea (estaba en contra de ello), pero su discpuloPlatnelabor muchos "dilogos socrticos", con su maestro como personaje central. Muchas de las personas ms influyentes de la poca se resintieron por elexamen cruzadode Scrates, ya que con sus preguntas refutaba las reputaciones de sabios y virtuosos. La molestia con la que la mayora de la gente consideraba elelenchosle gan a Scrates el epteto de "crtico de Atenas". Elmtodo socrticoera imitado con frecuencia por los jvenes atenienses, trastornando en gran medida el orden social y los valores morales ya establecidos. Incluso pese a que el mismo Scrates luch por Atenas y abog a favor de la obediencia a las leyes, al mismo tiempo critic la democracia, especialmente la prctica ateniense de elecciones de grupo, ridiculizando que en ningn otro oficio poda una persona ser elegida de esa forma. Esta crtica aument la suspicacia de los demcratas, en especial cuando sus allegados eran descubiertos como enemigos de la democracia.Alcibadestraicion a Atenas en favor deEsparta(aunque el hecho fue seguramente una cuestin de necesidad ms que ideolgica), mientrasCritias, su ex discpulo, fue uno de los lderes de losTreinta Tiranos(laoligarquapro espartana que gobern Atenas durante algunos meses, tras su derrota en laguerra del Peloponeso), a pesar de que tambin hay registros de su enemistad.Sumado a todo esto, Scrates mantena una visin particular en cuanto a lareligin. Realiz varias referencias a suespritu personal, odaimon, aunque afirm explcitamente que nunca se le haba impuesto, sino que le adverta sobre varios acontecimientos posibles. Muchos de sus contemporneos sospechaban deldaimonde Scrates, considerndolo un rechazo a la religin del Estado. En general, se ve aldaimonde Scrates como algo similar a la intuicin. Adems, Scrates deca que vivir las virtudes era ms importante que el culto dado a los dioses.El proceso[editar]

Supuesta prisin de Scrates, ubicada en unas oquedades de la colinaPnyx.El primer elemento del juicio fue la acusacin formal. Los tres hombres en presentar cargos contra Scrates fueron: Anito, hijo de un ateniense prominente, Antemin. Meleto, poeta, es el que presenta la denuncia ante elarconte. Licn, del cual poco se sabe; de acuerdo con Scrates platnico, era representante de los oradores.Luego de haber decidido que exista un caso ante el cual deba darse una respuesta, el arconte indic a Scrates que se presentara frente a unjuradode ciudadanos atenienses, para contestar a los cargos de corrupcin de los jvenes atenienses yasebeia(impiedad).Los jueces fueron seleccionados por lotera de entre un grupo de ciudadanos voluntarios varones (laciudadanano inclua amujeres,esclavosniextranjeros residentes) pertenecientes a cada clase social. A diferencia de cualquier juicio llevado a cabo en muchas sociedades modernas, la mayora de los veredictos eran regla ms que excepcin (para una versin satrica de los jueces y tipos de personas que se podan encontrar en ellos, vase la comedia deAristfanesLas avispas).Scrates se enfrent a un jurado compuesto por 500 ciudadanos (su gran tamao demuestra que el juicio era visto como algo importante) y despus de que l y su acusador hubieran presentado sus disertaciones, el jurado vot a favor de condenarlo por 280 contra 220.A continuacin, Scrates y el fiscal sugirieron varias sentencias alternativas. Tras expresar su sorpresa ante lo poco que fue necesario para declararlo culpable, Scrates propuso en forma de broma una sentencia compuesta por comidas gratuitas en elPritaneo(un honor que era reservado a los benefactores de la ciudad y los ganadores de losJuegos Olmpicos), luego se ofreci a pagar una multa de 100dracmas, lo cual equivala a una quinta parte de sus posesiones y era prueba irrefutable de su pobreza. Por ltimo, acord pagar la suma de 3.000 dracmas (la idea le haba sido propuesta por Platn,Critn, Critbulo y Apolodoro, quienes tambin le garantizaban su pago). Su acusador propuso lapena de muerte.El jurado estuvo a favor de la pena por gran mayora (360 contra 140), demostrando, segn Platn, que Scrates haba perdido apoyo debido a su tono de ligereza y el hecho de no pedir disculpas.Los seguidores de Scrates le recomendaron huir,1lo cual era esperado (e incluso habra sido aceptado) por la ciudadana; pero l se neg por principios. Por coherencia con su propia filosofa de obediencia hacia las leyes, llev a cabo su propia ejecucinbebiendo la cicutacon la cual lo haban provisto.2As, se convirti en uno de los primeros de los escasos "mrtires"intelectuales. Scrates muri a la edad de 70 aos.El juicio de Scrates descrito por sus contemporneos[editar]En la primeratetralogade dilogos dePlatn(Eutifrn,Apologa,CritnyFedn), el discpulo de Scrates centra su trama en el juicio y ejecucin de su maestro.Jenofontetambin escribi unaApologa de Scrates.Interpretaciones del juicio[editar]Interpretacin en el mundo antiguo[editar]Los antiguos atenienses no le dieron al juicio de Scrates el carcter icnico que posee hoy en da. Atenas acababa de atravesar un perodo complicado, donde un grupo pro espartano designado como los Treinta Tiranos haba derogado la democracia en su bsqueda por imponer un gobierno oligrquico. El pueblo no vea como coincidencia el hecho de que Critias, el lder de los Tiranos, hubiera sido uno de los discpulos de Scrates. Sus amigos procuraron disculparse, pero la visin de Atenas seguramente haya sido la expresada por eloradorEsquinesalgunos aos despus, cuando, durante una disertacin, escribi:Acaso no condenaron a muerte a Scrates el sofista, compaeros ciudadanos, porque se demostr que haba educado a Critias, uno de los Treinta que derribaron la democracia?3Interpretacin en el mundo moderno[editar]La muerte de Scrates, tal como fuera presentada por Platn, ha inspirado a escritores, artistas y filsofos del mundo moderno, en formas muy variadas. Para algunos, la ejecucin de quien Platn llam el ms sabio y justo de todos los hombres ha demostrado la falta de confiabilidad en un gobierno democrtico. Para otros, especialmenteI. F. Stoneen su libroEl juicio de Scrates, la accin de los atenienses era una defensa justificable de su democracia, la cual haba sido restablecida recientemente.En general, Scrates es visto como una figura paternal, sabia y benvola, martirizada a causa de sus creencias intelectuales. As fue exactamente como lo presentaron Platn y Jenofonte, por lo cual no es sorprendente que el mito de Scrates y su ejecucin haya tomado existencia propia, alejada del hombre histrico cuya verdadera visin poltica posiblemente no lleguemos a conocer jams.