Sierra J 1919 Discursos

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Discursos de Justo Sierra

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  • DISCURSOS PRONUNCfADOS

    POR EL LICENCIADO

    D. JUSTO SIERRA.

    Profesor de Historia Universal en la Escuela Preparatoria de Mxico. Diputado al Congreso de la Unin.

    Magistrado de la Suprema Corte de Justicia. Ministro de Instruccin pblica.:y Bellas Artes. Ministro Plenipotenciario

    de Mxico en Espaa. Delegado de Mxico a la celebracin del Centenario de las Cort.es de Cdiz.

    Miembro y Presidente de la Academia de la Lengua, correspondiente a la Real Academia Espaola.

    Presidente del Consejo de Educacin. Miembro de las. principales sociedades cientficas y literarias de Mxico.

    Comendador de la Legin de Honor. Comendador de la Orden de Carlos 1lI. Gran Cruz de la Corona de Italia.

    MEXICO. HERRERO HERMANOS SUCESORES.

    I DESPACHO~ ALMACENES:

    Av. Cinco de Mayo, 39. I q I q -Plaza dela Concepcin, S y 7.

  • Mxico.

    La propiedad de ~sta obra per-tenece a la Sra. Luz M. Vda. de Sierra.

    Queda regis.trada y hecho el de -. p6sito COJlforme a la Ley.

    1919.

    Imprenta de los Editor~s. Manrique. 55.'

  • ORACION FUNEBRE pronunciada en la Biblioteca\de la Escuela

    Nacional Preparatoria, ante el cadver del Dr. D. Gabino Barreda, fundador de la escuela .positivista mexicana, en la yela-da ,q,ue organiz el Profesorado de dicha escuela el 11 de M arzo de 1881.

    No quiero ocultar, seores, que subo. a esta tribuna do-minado por una indecible impresin de desaliento. Si en alguna ocasin pudieran repetirse las palabras del ms grande de los poetas latinos: nihil mo,f'S est, la muerte na-da es, sera, sin duda, ante este cadver. "T no has muer-to; t que diste en comunin ~tantas almas la luz bendita del saber, t no puedes morir." Esto es lo que me envan a decir aqu mis compaeros los profesores y alumnos de esta Escuela, obra y amor de Barreda; y, sin embargo, -siento que mis palabras vienen fras a mis labios, y que en estos momentos y en este lugar" ante esta, apariencia tris-tsima 9ue se !Jama la muerte, ante esta sbita desaparicin de la vida objetiva, la realidad de la supervivencia ,de este hombre en nuestros ' recuerdos, se torna plida imagen que se desvanece en nuestras lgrimas, como en las gotas de agua de las nubes el ltimo rayo dl sol.

    No, no puede bastar esa presencia inmaterial a las nece-sidades profundas del afecto, ni a la realizacin de la idea que se encarna en un hombre; los que 'hemos sentido dis-minuir para siempre los latidos de nuestro corazn; los que hemos visto sentarse de improviso en el hogar de nuestras esperanzas y de nestras alegras, la fra, la maldita som-bra de la muerte~ obedecemos a un impulso irresistible que

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    la razn puede aca-llar pero no extinguir, cuando nos fin-gimos la muerte como una personalidad enemiga, cuya im-pa mano se adelanta r epentinamente a la noche para cor-tar el camino de la dicha.

    H aqu un hombre que nos era necesario, que haba en-tregado su reputacin y su nombre, conquistados a fuer-za de labor y de estudio, a la calumnia, pidiendo, en cam-bio, que se le dejase consagrar su vida a una obra santa de redencin y de amor; trataba de preparar a la Patria ele-mentos fundamentales de reorganizacin, recogiendo el es-pritu en flor 9.e las generaciones nuevas, diseminado en el caos intelectual y moral que el perodo revolucionario nos haba dejado; en indio del espantoso choque de creen-cias que se moran y de ideas que daban la muerte, pero en su mayor parte eran impotentes para dar la vida, este hombre mostraba una cima descollando entre las aguas del diluvio: venid aqu, deca el apstol; h aqu el terreno firmsimo en que las verdades que nadie niega, forman una masa ele granito donde el sol refleja sus rayos ms puros; desde aqu bajarn al mundo la concordia y la vida. Ese mar cuyas olas lanzan gritos y gemidos como el que en el Infierno surc Dante Alighieri, est ~ormado con la diso-lucin de todos los sistemas religiosos y filosficos, sociales y polticos; navegad en l los que sents en el alma la sed nunca saciada de las trgicas aventuras del pensamiento; pero sabed "que aqu est el puerto, este es el faro; la vida y el dolor de muchos han sido el aceite de esta lmpara, que ya no se apagar;. todas las aguas del Ocano no bas-tan a mitigar la sed, el agua fra y cristalina que brota de la roca la calma siempre; esa roca es la ciencia.

    'fal fu el programa austero y santo de la vida que acaba de extinguirse ; y, cuando su realizacin entraba en el l-timo, quiz, pero en el ms doloroso perodo de la lucha con el .espritu caduco y soberbio de los viejos mtodos; cuando ms iban a servir su ciencia y su fe, la muerte se atraviesa, se condensa en teu@brosa nube en derredor del foco ~uminoso, y los que de cerca o de lejos l~ seguamos, nos encontramos en la obscuridad como desligados tomos de arena a merced del huracn que puede dispersarnos ...

    Gabino Bar'l'eda, ~l da del juicio ha llegado para ti. Tu

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    juez, ha de ser severo contigo, ha de ser inflexible, t lo sabas, 'y eso no turb jams la serenidad de tu conciencia, ni la paz solemne de tu muerte. Sabas que para quien acepta una ,misin sacerdotal, 'la responsabilidad es terri-ble; tuviste encargo de almas; te eran entregadas en su ca-pullo todava, y t las colocabas en el medio que haba de dar oro 'Y color a sus alas. Las flores y el cielo de que t las rodeabas, se reflejan en aquellas mariposas de prima-vera. Qu has hecho de la juventud? , Cmo cumpliste tu niisin?

    Dgalo este profundo dolor,' este cario que se desborda en lgrimas, .de quienes eran tus discpulos, tus hijos; h!-ble de eso el hurfano hogar en que eras adorado; procl-melo este amor intenso de los que oyeron tu gabia y dulce palabra, de los que recibieron tus consejos o de los que apenas te entrevieron; pero que haban participado de esa chispa elctrica del entusiasmo por ti, trasmitida decora;. zn a corazn en las actua~s generaciones escolares.

    :T el corruptor, t el desmoralizador de esta juventud, . I

    que hoy te ofrece el perfume de las flores, como elsm-bolo mejor de ese perfume del alma que se llama carifo ? ... Mentira,; jams la juventud ama as a los que la \ corrom-pen 3.~ m~ntira sacrlega que traera a nuestros labios una protesta caldeada por la indignacin, si los que hemos odo tus mximas pursimas de amor al bie!P, no temisemos tur-bar la augusta emocin de esta despedida.

    Los mjembros de esta igiesia, cuya piedra angular en Mxico fu tu inteligencia; de esta iglesia que no puede eircunscribirse a una nacin, porque ~a curva generadora de su cpula tiene .por radio la distancia a donde llegan 'las miradas de .la ciencia por el sendero de la inmensidad; los artfices de esta nueva Babel; a . donde Dios, es dec'ir, la Verdad, hbajado . para reu~ir al disperso gnero humano con los vnculos de un lenguaje solo, el lenguaje universal de la ci~ncia, "nosotros noquer~~osj~garte; pero tene-mos dos sagrados derechos que vamos a comenzar ' a ejerci. tar desde hoy, desde el borde de tu tumba: ' el derecho de recusar entre tus jueces,a los que no han estudiado ni comprenn.ido ,tu obra, y el de dar testimonio solemne de esa obra y de esa vida.

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    No nos detendr en esta tarea la enorme montaa de ,pre-vencin y de ignorancia que tenemos que salvar ; apelare-mos desde luego a la conciencia de la sociedad, para que diga si no es verdad que un' soplo de tolerancia, forma ex-quisita de la equidad, que es la forma suprma de la justi-cia, orea nuestros campos empapados en sangre y hace na-cer las primer?s tmidas flores de la concordia, de la fra ternidad del porvenir; pues ese soplo ha bajado de lo alto de tIa ctedra de donde irradiaba la palabra de ese hom-bre; esa s es la consecuencia legtima de su enseanza mo-ral. Esa enseanza fu el esfherzo heroico del fundador de

    e~a Escuela; lleno de respeto y simpata por las creencias religiosas, crey que haba llegado ,la hora de mostrar que la moral no dependa absolutamente de ellas; de modo que en este siglo en que una fe ~lUere cada da, poda y deba salvarse del naufrago de los dogmas, un grupo de , prin:-cipios, cuyo ncleo es el amo!' al prjimo, como infalible medio de progreso del espritu; que haba llegado la hora de ensear cmo estas maXlmas que cons-tituyen la pa~te ms noble del , legado de todas las grandes ci~hizaciones, \ estas mximas divinizadas por el cristianismo, podan ser humanizadas por la cien.-

    , cia; cmo, ' en una palabra; lo . que era santo, era tambin til. j Defensores ' de los , centenares de 'sistebas filosficos, a cuyas disputas entreg Dios el mundo, segn dice ;San Pablo, . decid si esta obra no fu b?lena, decid si esa inten-cin no era pura! .

    Pura y buena como ninguna. Oonfesor de la nueva idea, nunca excluy de los factores de la evolucin social el sen~ timient9 religioso, para alguna de cuyas formas nis biti-mas tena profunda ternura. Al que para navegar ,en ,este mar de dolores que se l~ama la vida, tena el arca salva-

    , dora de la fe,' lo dejaba conmovido abrir su ventana haci~ ,el cielo y :'enviar po;r , ella la paloma mensajera. FeliZ aqul para quien volva b;-ayendo la oliva de la paz del al-

    , ma! :Pero a quienes dudaban, la quienes no tenan arca, ni esperaban' un mensaj,ero dl infinit,o, a sos le~ decia a~ad, ese es el camino de la felicidad posible en la tierra, frgil planta que aun sin la esperanza puede vivir bajo 'el am-paro nico de la conciencia. l '

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    Cmo desmayar los que conoca,.mos ese lado sublime y austero de tu enseanza ~Por e~o venimos, excelso amigo de los hombres, a decirte brevemente adis, como se dice adis al capitn que muere antes de terminar el combate. Adis; , te seguiremos 'amando; si tu obra desaparece, ella y tu memoria resucitarn, porque es suyo el porvenir; y los que sobrevivan al triunfo vendr:p. peregrinos de la verdad y la ciencia' haqia tu sepulcro, y en l deposita-rn el primer laurel.

    Vivir para los dems fu la regla de tu existencia; la vida ,que hoy empieza para ti en la tierra, se ajustar ms-que nUnca a ' esa regla augusta; hoy comienzas a -vivir ex-clusivamente en los dems y para' los dems, en nuestros corazones, en tu obra inmortal. Esta conviccin ve~ce mi desaliento; pensar en tu obra es amarla y amarte; ella tie-ne su encarnacin ms vigorosa en las generaciones que brotan de este plantel, cuyos muros seculares acari~ian con su sombra tu frente por la postrera vez. Tu ' espritu aqu queda; mientras la Escuela- Preparatoria viva-y vivir, lo juramos en esta hora solemne-no llegar a apagarse, la lmpara que hoy encendemos sobre tu tumba.

  • DISCURSO pronunciado con motivo del festival de Ao

    Nuevo, organizado por el Municipio, .Ia noche del 31 de Diciembre de 1883, en obsequio de los nios de las escuelas pri-marias.

    SEOR PRESIDEN'rE: SEORES:

    Por una piadosa costumbre, el Municipio de Mxico comprendiendo que la Escuela Moderna no es un mecanis-mo fro y austero inventado para reimprimir los textos d.e la Enseanza oficial en los cerebros infantiles, sino una viva y sensible personalidad de amor y de fe, un~ madre, en suma, convoca a los hijos del pueblo a esta. ,fiesta

    ,tierna y ' sencilla de ao nuevo. Feliz idea ha sido hacer de la noche-buena de los nios pobres, una noche de premios.

    Creen los nios que esta noche un ngel visita sus sue-os, lo ven cruzar por ~llos con ~a boca. perfuinada por una sonrisa ~ divina; de sus manos juntas sobre el pecho des~ bordan las flores, los dulces>" los juguetes: bajo la almoha-da de ' cada nio esconde uno de aquellos objetos enc!J,nta-dores, despus en los labios prontos ' a . abrirse en besos y en risas deja una gota de miel y se pierde en el oro azul de los primeros albores de la maana.

    Los nios pobres apenas pueden as; el fro del invierno . y de la miseria despuebla de ngeles sus' noches, una mujer, casi siempre enferma, es su n~co ngel, porque es su madre y esa m~dre que apenas tiene sonrisas y be-sos, vela y . trabaja para encontrar pan al 'siguiente da.

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    E~ padre pocas veces est ah, durmiendo cansado por el trabajo o por el vicio, o se oye a lo lejos, al comps de la guitarra, su voz vinosa, en la orga callejera .... Tristes ho-ras y tristes cuadros que dejan su sedimento impuro en el corazn del nio y convierten . al hombre en un ser hen-chido de odio o de suprema indiferencia . moral.

    El Municipio ha sentido, sin duda, la profunda simpata que inspiran tanto -desamparo y tantd dolor mudo, y ha querido que los nios pobres recibieran esta noche la visita de un ngel. Aqu est en este recinto, templo del placer y del a,rte, sbitamente santificado por su presencia au-gusta; aqu est con vosotros, vuelto a vosotros e ilumina-do con vuestro reft.ejo; cada vez que os acercis a l, su mano invisible se posa, nios queridos, sobre ' vuestras ca-bezas, y su voz suave como si viniera de los cielos, mur-mura en vuestro . odo: hijos mios, ,amadme siempre, soy vuestra madre, soy vuestra patria.

    Ella es el ngel que os visitar esta noche, ella que aqu os circunda de msica y de ft.ores, como si fuerais hijos de prncipes; que os arrulla en su regazo al son de sus him-nos de libertad y de esperanza y dentro de cor~os . instantes desgranar en perlas sobre vuestras cabezas las dulces no-tas de los .ruiseores de sus selvas. '

    Estas solemnidades religiosas son para vosotros, hijos de la democracia que os acercis al Altar de la Patria, la primera comunin cvica: aqu como ' Cristo en los frag-IrJ.entos del pan euc;arstico, el alma de la Repblica se da entera a cada u,no de vosotros; de hoy en ms con vosotros est unida hasta la muerte,en vosotros vive. Cuando en momentos de alegra veis ondear al viento la bandera tri- r color, que parece un jirn dl Iris, prendido en las nu-bes de nuestras tormentas polticas, y sintis caldear de en-tusiasmo vuestra sangre, estremecer de gozo vuestro pe-cho, es la Patria, que despierta en vuestro corazn: cuan-do en horas . de peligro veis esa bandera perderse en el humo del combate o envolver los cuerpos ensangrentados de los bravos y sintis ansia infinita de vengarlos o morir como ellos, es la; Patria que se levanta en vuestra concien-cia. Amadla, pu.es, como ella os ama: en vosotros ella cre-

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    cer hacia la luz de lo futuro, en vosotros ella ser gran-de y feliz.

    NO' quisiera ' ret&rdar un minuto ms la hora venturO'sa . de los premjos; pero juzgp undeper ant~s. de abando~~r ' este sitio, que !)in merecimientos ocupo, felIcitar al MunICI-pio de Mxico, cada vez ms ~mpeoso en el cumplimiento de sus obligaciones, por' haber hecho de las escuelas prima-rias objeto preferente de sus afanes; por haberse esforzado en desvestirlas del manto adusto y sO'mbr9 de otros tiem-pos y haber hecho entrar en ellas el aire de la luz, por haber hecho de la naturaleza la primera maestra del niO' como es su primera madre y su primera nodriza; lo felicitO' pO'r ha-ber comprendido que la antigua ideli. de que el Estado deba limitarse a instruir no secompadececqn las tendencias del mundo modernO'; que el Estado educa antes que tO'dO', completand,o la educaGi6n que nace en la familia, tomando por, primordial propsitO' el desenvolvimientO' de las facUl-tades . fsicas y espirituales, del niO', que es lO' que se llama educar; ensendole, en suma, a pensar, que es la educa-cin intelectual, a querer y sentir, que es' la educacin moral, a ser fuerte y. sanp, que es la educacin fsica.

    Desgraciadamente ' el MunicipiO' no puede ir ms all. Pronto, espermoslo de ~uestros gO'bernantes, del primer . Ma~istradO' de la Nacin, que hace de ~sta ' fiesta de , lO's

    nios su, sola fiesta publica, del ardieIite culto que a ' los ms levantados ' ideales de nuestra poca profesa el Se-cretario rdel ramo de Illstruccin, prO'nto la Ensea11za obligatoria ser , una verdad legat Tiempo es de que "n:O'8

    c~nvenzam~_s de. ~u~el arma par~ las grandes lucha~ del , progreso ' es la ClnCla y de . que , sO'~O' . a cO'sta de una lupha gigantesca de esta ' especie podemos lO's. mexicanos asegurar para I siempre-nuestra vida nacortal; a es,ta necesidad su-p,rema de vivir, cO'rrespondeeL supremO' d~rechO' a ' la ins-truccin; formulmos19 definitivamente ' e:ri~l1-esirp Cdigo fundamental. Entonces po~r el ~Iun~cipi r~ibir bajO' t inspeccin constante del Poder admi1i~strativO', el gobiernO' ntegro de la instruccin prim.aria;

    P,ermitidme dirigiros' todava Ja palabra, para I no cO'., meter una injustiGia, para .lio ,olyidar que, a la I par del ni-o, el hroe de esta fiesta conkovedora es el ~ maestro,..:-

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    el maestro de escuela,~el autor de la divulgacin del pro-greso en nuestro siglo, et apstol y el ' mi~ioilero de la hu-manidad nueva. Como esos organismos ca~i invisibles que se agrupan en el fondo del , mar y poco' a poco van edifi-cando y dejando su vida en su edificio, que un da rompe el haz 'de las olas y surge a la luz un continente, as estos humildes c~eadores del adelanto , universal, dejan su vida en su obra, mueren silenciosos e ignorados en su' tareaau-gusta, y formado de su sangre y de su alma, del seno oscuro de la sociedad, brota un da, un mundo nuevo, que Sll.be ' y sube hasta romper las nubes, hasta tocar los as-tros, porque l tarea no termina jams. A estos batalla-dores, sin recompensa, de la lucha por la vida; a estos hroes sin nombl'e y sin Panten, dl Progreso mexicano, qu satisfaccin mayor podemos concederles que el de ' asoGiarlos a la gloria de las generaciones nuevas ?Esas ge-neraciones los premiarn haciendo del magisterio una emi-nente magistratura social, la ms encumbrada de todas bajo el aspecto moral, y hacindolo~ as habr resuelto un penoso problema, mostrando ese camin de honor y de ac-cin noble y santa a las justas aspiraciones de la mujer, rgano nico de la sociedad futura, en la educacin de la infancia.

    y estos valientes soldados' de la luz y del bien, dnde se forman, de dnde vienen? Del Acaso, trist~ es decirlo.

    I Por fortuna el Municipio, y ' torno a felicitarlo con este motivo, ha realizado el primer ~nsayo metdico de Escuela l\Ioral, en su: A~ademia de ,ense~nz~ pedaggica. ,Mas, co-mo esto no basta, es indispensable que el Gobierno supre-mo cumpla su promesa de crear una gran institucin mO'-

    - I

    ral, sin la que tendremos que ' renunciar a los progresos de la instruccin pblica.

    Da llegar, 'Seores; en que Mxico prospere por su -honrado trabajo, por la prctica seria de las libertades

    I , polticas, por el mejoramiento incesante ,de su modesta, pero slida ~iqueza; por el desarrollo indefinido de la Educa-cin pblica; puede presentarse tra~quila y fuerte ante las naciones, duea ,de su paz i~terior y segura de respeto pro-fundo ,de los otros pueblos. Entonoos podr entregarse sin r 'e-serva al contento de vivir; entonces fundar para celebrar su

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    glo.ria tres grandes fiestas cvicas, es decir tres grandes fiestas religio.sas :' la primera co.nsagrada al Pasado., al culto. de lo.s muerto.s,o.rigen de to.da religin; la segunda destinada a afir-mar so.lemnemente nuestro. derecho. a ser independi~ntes ' y libres, a afirmar so.lemnemente nuestra reso.lucin de no. de-jarno.s arrancar un so.lo. jirn d~ nuestra bandera, ,una So.la partcula de nuestro. territorio., un so.lo. to.mo. de nuestra libertad. En la tercera fiesta la Escuela ser , el Templo., el Maestro. el Sacerdo.ter y la federacin de to.do.s lo.s nios mexicano.s ento.narn co.ros

  • DISCURSO pronunciado con motivo de la clausura del

    Congreso de Instruccin, el 3 de Marzo de 1891.

    La obra de los dos primeros Congresos de instruccin, no slo es pedaggica, sino, en cierto modo, poltica y social, por su trascendencia; est destinada a organizar la resu-rreccin de nuestras latentes energas, a las que abre paso el surco fecundo de la locomotora en la heredad mexicana; y a prepararen la escuela, cimentada sobre un programa comn, la unificacin de los incoherentes elementos de nu~stra nacionalidad, obra de imponderable importancia poltica y que da subidsimo valor a l~ accin del Estado, e;n otras condiciones menos benficas, quizs. No por jac-, tania; sino porque nuestra , conciencia nos autori.za a afir-mar que pusimos, en dar cima a nuestra labor, todo el es-fuerzo de nuestra inteligencia y todo el calor de nuestro co-razn, creemos que en los anales de la' Repblica el Congre-so que hoy se clausurft merec~r honroso puesto. S; y en la perspectiva que fijan los aos en el teln de fondo deja Historia, las conquistas de los dos Congresos de instruccin apar.ecern como un todo solidario y armonioso. Preciso era que as sucediese; preciso era; que .a los trabajos fundamen-

    . tles del primero siguiera el primer piso de este 'vast edi-ficio destinado a abrigar al pueblo escolar; y slo a la vo-luntad reflexiva de unir en un resultado nico 'una y otra

    . tarea, debo el honor inestimable de haber presidido V-lJes-'t.ros debates (si bin ayudado por la ms bondadosa y en-' tendida de las colaboraciones) ,y de ser ~n estos instantes vuestro rgano ante el Gobierno y el pas.

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    Inst11tccin elemental:-La parte directamente comple-mentaria de nuestra obra fu estudiada, en primer trmi-no. El anterior Congresp haba definido el mandato social del Estado para exigir la educacin primera, y haba fija-do substancialmente su constitucin; haba hecho ms,: se haba encargado del deber inherente al derecho de que el Gobierno iba a usar; haba marcado el camino para cum-plir con l y haba trazado el tipo de la escuela primaria, relacionando a l como a un ideal vivo todas las que con ~enores elementos surgiesen en el territorio nacional, bajo el arado de la instruccin obligatoria .

    . Compre~di el Gobierno federal inmediatamente la uti-lidad de crear estos. patrones de la reforma escolar, y en medio del aplauso unnime de cuantos saben medir el ' al-

    . cance de e'stos ensayos, ha erigido su primera escuela pe-daggica; ejemplo levantado que todos se esforzarn ' en imitar v al cal volver los ojos la democracia mexicana,

    , "

    cuando, ya yencida la gran jornada del progreso, abra en el centr~de las ciudades nuevas las escuelas q.el futuro, so-berbias catedrales de la verdad humarla, en cuyos cimien-tos dormirn nuestros huesos y bajo cuya radiante c.pula habr .una ara sola, el ara de la libertad. . . /

    Pero vengamos a nuestros II?-odestos trabajos. lVlerced a 'una de nuestras ms laboriosas, . de nuestras ms entusias-tas, de nuestras ins competentes comisiones, pudimos, -en Jorto tiempo, consUII1ar la organizacin de la escuela ele-mental; . marc~r, la -divisin entre sistemas o modos de or-gariizacin, mtodos o vehculos para ' realizar el desenvol-vimiento de l~s facultades, y ' p'rocedimienios o condiciones prct1:cas para bacer eficaces los mtdo~; El Congreso con-den muy ju1!tamente e~ sistema mutuo ilustrardo un tie~po cop. el nombre de I.Jancster, y adopt una escal;t) d ~o~ dos s~multneos .y mixtos que haca ,indispensable la . ~s~asez de escue~as y la carencia de maestros. rrodas las sliYas

    conqui~tas de la ciencia pedaggica quedaron formuladas en claras y terrp.in~ntes conclusiones por ~l Congreso. Ni descuid puntualizar el reducido, ,pero ya utilsimo papel del lipro de texto en la escuela elemental, ni el inventario ' ms completoqu~ le fu dado de los !}:tiles1y mobiliario adecuados a las necesidades de la escuela nuev.

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    Tht.los.-Los sesudos estudios sobre instruccin prima-ria elemental se cerlTaron con brillante y ruidosa discusin sobre un, punto constitucio'nar relativo a las facultades que el Estado poda exigir a cuantos se ep,cargasen pblica-mente de impartir la instruccin elemental, ttulos profe-sionales. La comisin, si no pudo hacer triunfar sus opinio-nes, favorables a aquella limitacin de la libertad de ense-ar, demostr los vnculos de cuestin tan profundamente delicada con la realizacin de un tipo definitivo de escuela primaria y la necesidap' de acercarse a ese fin; en lo refe-r ente a maestros. Todos rendimos homenaje a la buena fe y a la elocuencia y talento por encima de todo encomio ~on que los comisionados se defendieron. El Congreso no pudo seg~irlos al terteno a que lo llamaban; para llegar a dpre--csaba salvar un punto ' de interpretacin jurdica, y para -ello, en mi sentir, no se juzg autorizado tcnicamente, Ha-brase, adems, tomado por imperdonable inconsecuencia ,que, al declarar obligatoria la priIp.era instruccin, fijando sus programas; que al colocar a los gobiernos en el cas~ de apela~ a todos sus recursos para llevarla a cabo; rpe ha-biendo, en suma, asignado como objetivo supremo al poder pblico la indefinida difusin de la enseanza primaria, .inutilizsemos de' golpe las ' cuatro qui~tas partes de los maestros de la Replblica y extremramos las dificultades 'que tendrn que sorte~r quie~s se el1cargu~n de reducir a la prctica nuestras "consultas, hasta hacer la empresa ra-

    ' yana en lo imposible. Era de creerse, y si no traduzco mal su pensamiento, el Congreso lo I crey as, que el' resultado de ' todo ello habra sido el aplazamiento indefinido de l~ instruccin obligatoria. Por eso tampoco pudlmosseguir en :su op~nin particular al comisionado disidente, a pesar de que, verdadero pensador de tribuna, de l recibi los gol-pes ms certeros el dictamen. Accidentes de votacin, 'ca-paces de sorprender solamente a quienes ' no haya~ parado mientes en, el estado de nimo de los cuerpos deliberantes, cuando se ven precis~dos a tomar e~ breve tiempo una ' ~;e

    ,rie de resoluciones complejas, dejaron la cuestin hasta cierto punto ,'indecisa. Pero nos atrevemos a asegurar l que jnterpret~r bien la intencin del Congreso el que ' para ,ello s~ oriente hacia la libertad . .

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    . Instruccin primaria sttperior.-Las detenidas delibe:-raciones del Congreso sobre los escrupulosos trabajos de la primera comisin haban desemb~raza~o el ca~ino a .l~s resoluciones exigidas por el cuestIOnarIO sobre mstrucCIOn primaria superior, donde la parte instructiva s~ combina en ms alta dosis con los elementos destinados a la educa-cin de las aptitudes. De buen grado asinti el Congreso a las conclusiones tan acertadamente formuladas por la co-misin proponente, y que reducen a claros y terminantes preceptos la moderna teora de la enseanza primaria; los mtodos lgicos y los procedimientos . pedaggicos forman en . ellas un bien atado conj~.nto. Guiada por el criterio del

    Congr~so, pudo la comisin, con mano segura, trazar las rutas que llevan al alumno al robustecimiento de sus fa- . cultades por la adquisicin de la verdad y que lo acercan a la regin de lo abstracto por medios rigurosamente prc-ticos y . concretos, que de no ser as esos caminos conduci-ran al nio mexicano a ~erdaderos desastres int~lectuales. El oficio del libro, ese poderoso condensador de ideas que suele acumular en unas cuantas pginas toda la fuerza vi-va gastada por la humanidad en su evolucin; ese "gran' economi,zador de gasto intelectual para el nio y para el hombre; el libro de texto tiene ya en . la: . escuela primaria superior misin ms vasta y puede prestar, presta ya ,y prestar cada da ms, a medida que los textos recojan me-jor el fl'uto de la experiencia de los maestros, inestimables servicios, con tal, sin embargo, que no tiendan a supriinir la comunicacin directa entre el maestro y el disCpulo, que es el alma, el verbo mismo de la enseanza.

    Determin el Congreso no separarse de las cuestiones de instruccin primaria, campo de sus ms laboriosas y concienzudas tareas, en que ha pue~totoda su fe, to-da su esperanza, todo su ~mor por la patria en la encar-nacinws interesante y pura que la patria tiene en la ni-ez, sin consignar un voto que la actual administracin siempre atenta a la voz profunda: y persistente de la opi~' nin, escucHar sin duda: me refiero a la libre introduccin del papel. El' Congreso; bien lo expresa sU voto, no ha vis-to la: cuestin bajo el a~pecto que .la liga a nuestra autono-ma literarih, ni a la suerte de numerosas industrias ,que a

  • DISCURSOS. 21

    falta de 'esta materia prima no puedan pasar de un perodo rudi~entario, no: el Congreso desea poner al alcance de la mayora inmensa de los nios de la Repblica, un libro lim-pio, barato y duradro, imposible de elaborarse con estas condiciones en . nuestro pas.

    Ha temido que esta traba a la difusin de la enseanza obligatoria, siga como hasta hoy, resuelta a medias en fa-vor del texto extranjero, mal traducido con frecuencia, y mal 'ajustado a nuestras ideas y aspiraciones. Hemos queri-do, . al trazar las bases definitivas de nuestra edllCacin na-cional, llamar a la vida al libro nacional, sin el que corre' peligro de ser frustrnea o de retardar por algunas gene-raciones sus efectos redentores. En vuestras manos, Sr. Mi-nistro de Insttuccin Pblica, pone el Congreso su empe-o y su voto; abogado de tantas nobles 'causas, agregad ste a vuestros timbres de legtimo orgllo y el jefe del Es-tado, una vez ms, habr m~recido bien del progreso esco-lar de la Repblica . .

    Esc'tlelas Preparatorias.-As como la obra principal del primer Congreso ' fu la definicin de la enseanza obliga- I toria, la organizacin de la secundaria o prepar~toria ca-racterizar la obra del actual y ser su ttulo superior a ocupar un puesto prcer en los anales de la instruccin "na-cional. En l servir largo tiempo de, blanco a las iras pseu-do-cientficas, que suelen ser las ms implacables,; l ,servi-r de pinculo a una idea triunfante al fin, de sas que, de- , ca Herder, brillan como raros en el mar del timpo.

    Resuelto el punto , de uniformidad favorablamente, lo que ser de consecuencias pr~,cticas, harto benficas, y al-g.n otro como el de la duracin de los estudios aumenta-da a seis aos, lo que se apoya en datos de experiencia, el Congreso declar que la Ilgica debera colocarse en el re-mate de los cursos preparatorios e hizo subir de punto la significacin de su aCllerdo sealando su verdadero carc~ ter a esta enseanza, al conv~rtirla en la sistematizacin de" los mtodos. cientficos con total "exclusin de todo elemento teolgico o metafsico.

    Una protesta erudita ms tarda, eco de escuelas tardas tambin,aurique muy respetable ' por lo muy sincera, ha provocado fuera de este recinto un debate que promete ser

  • 22 JUS'l'O SIERRA. J' ,

    de crecido inters. De l habr que descartar cierta inter-pretacin profundamente errnea de un acto cuya tr~scen-, denci~ nunca pudo desconocer esta asamblea; resumese esta interpretacin en el reproche de haber procedido co-mo sectarios quienes hicimos nuestra esa declaracin~

    N , no hemos procedido como sectarios; hemos derivado una 'ineludible consecuencia de premisas admitidas por to-dos. Los Congresos de instruccin han dado pruebas so-bradas de la amplitud de su criterio liberal para merecer tamaa ofensa; nadie habra sido osado a proponernos nuestra transformacin de cuerpo tcnico en grupo de 'fau-tores de una secta; nadie; el Congreso habra pasado por encima 'de tamao desacato. I '

    Pongamos de resalt~ los elementos de esta importantsi-ma 'decisin : que la Lgica deba coordinar los mtodos empleados, desde la 'matemtica hasta la sociologa: y uni-ficarlos , en una sntesis ' superior, esto era necesario, esto le da su verdadero significado de filosofa del mtodp. Precisamente por eso ' la coloc el Congreso en la cima de los estudios, cuando' ya los d~versos 'mtodos haban ser-yido de agentes de 8:similacin, y desenvolvimiento intelec-tual y pod~n sistematizarse; si de la lgica formal se hu-bise : trata.do, habra sido indiferente encabezar o finali-zar con ella la serie.; no se trataba de una metodologa generl, lo repetimos, y por eso su puesto legtimo es el que l ' ha designa~o el ' Congreso.

    El ' plinto se\gundo de nuestra resolucin, el que pr~scri,be laelininacin de todo elemento teolgico o metafsico, lejos de tender a. un ,fin sectario,,fluye de la decisin bien

    . marcada ,de buscar ' a los trmins de ens.eanza ~aica, ' su le-gtima sinonimia en estos otros: enseanza' neutral. ' .

    El venerable histo'ado~, honra de las patrias letras, que desemp~~ la clase de lgica' en.nu~stra E~cuela Preparato-ria, ' puntualizaba en flamant~ polmic'a sostenida con ~o de nuestros queridos colegas,' una ' verdad que es la cla;v.e de nuestra determina~in: la ' ley excluy~ la metafsica de los estudios filosficos en las , escu~iasoficiales. Por que es sabia esta dispo~icin? Por .dos ; concluyentes ':razones:

    ! " ' . '. " l"',

    del ,orden pedaggico , ma,o'tra del orden }>~ltico. La en-seanza en, su segundo grado; debe 'ser ' ,eminentemente po-

  • DISCURSOS. 23

    sitiva y no puramente crtica y negativa, dado que esto traera aparejada la ms desastrosa anarqua intelectual, la que produce en los cerebros jvenes el semi-conocimien-to de sistemas en lucha, cuando aun no tienen ele~entos ,de juicio suficientes para abstraer una verdad total y asi-milrsela.

    EfEictivamente" para ensear la metafsica era preciso dar la palabra, a la vez, al espiritualismo, al materialismo~ al , pantesmo, 'al pesimismo, al agnosticismo. Y cmo ex-cluir a alguno de ellos sin atribuir al Estado el papel de definidor de un dogma filosfico, sin resucitar el cQncep-to bizantino de la omnisciencia y de la omnipotencia gu-bernamental? Y cmo dar la palabra a todos sin hacer terminar el cielo de los estudios preparatorios en el caos y la noche intelectual? Es esto, por ventura, negar el trascendental inters ,de tamaos problemas ~ Equivaldra esto a des~onocer los prodigimos esferzos del espritu pa-ra integrar la ciencia en una frmula suprema inferida del Universo y de donde el Universo pueda inferirse; esto equivaldra a ignorar la perenne tragedia del alma humana

    I -aleteando , a los bordes de.l infinito misterio en busca del ,

    se~reto de su 'destino. ,No, ni es ,discutible la importa.ncia de los metafsicos cl-

    sicos en la dolorosa historia del pensamiento, ni el valor de los sistemas 'novsimos como ,el de la metafsica emprica de Wundt y de Fouille o como el del sistema que, ~edu:' cindola a su significacin de filosofa del mundo de la vi-da y el pensamiento, distinta de la del mundo inanimaqo o fsico, : ha p~oducido ensayos inmortales;' tal es la mara-villosa lectura del mundo orgnico que comienza en "los primeros ,principios" y acaba en "la Sociologa" de Spencer.

    A ~amaa ra~,n pedaggica, se aade sta ya indi~a: tQda met~fsica es la filosofa de una religin o de una irre-ligin; "la metafsica, dice Paul Janet, brota de, la teolo-

    \

    ga y hay un parentesco, una afinidad estrechsima entre SU$ dctri~as, salvo la diferencia en la forma, su valor en el. fondo es ' el . mismo' '. Se quiere basar la ensefr(~a , d~ la lgica en conceptos meta:fisicos ?Pues 'habr que tle-nl0strar el'.valor .de estos conccp,tos y auto'rizamos as l~na

  • 24 JUSTO SIERRA.

    enseanza suprimida por la ley y violadora de la neutra-lidad de la escuela.

    Mas si no ha v necesidad de acudir a estos conceptos'-:"" as como no ha~ necesidad de acudir al fundamento reli-gioso de la moral para exponer sus preceptos~& de qu pro-viene el escndalo y los reproches y las protestas ~-N; afirmmoslo muy ato, el Congreso se ha ajustado a la verdad, a la necesidad y a la libertad.

    El' dictamen, en la parte relativa lal "Plan de asignatu-ras, " cuyos funqamentos aquilat en admirable estudio preli.minar el ponente' de la comisin y cuyo desenvolvi-miento lgico expuso su Presidente en dos trabajos de tri-buna, que b~stan a conferirle la jefatura de la moderna escJ1ela mexicana; el dictamen, decamos, contena en el fo.ndo una ' innovacin que el Congreso sancion con jus- . ticia.

    Ella resume en un todo orgnico y viviente el haz dis-perso de la enseanza secundaria, y, devolvindole la ple-nitud de su carcter de' preparacin gen'eral y fundamen-tal, tan diverso del que le han dado adulteraciones emp-ricas del plan primitivo, la conjugaba con mi sistema gra-dual de desenvolvimiento , de las facultades menos solicita-das por el estudio de las ciencias abstractas, y coI). otro de ejercicios fsicos destinados (o de lo contrario seran per-judiciales) ~ a au~entar la fuerza del cuerpo en condicio'-nes de . reposo mental.

    Hacer de la ciencia la substancia de la enseanza, era cosa indiscutible en una poca en que el fenmeno social caracterstico es la ciencia, . factor primero de la pote:r;t.ca material y espirituai de Jos pueblos; ni poda discutirse, ni el Congreso la discuti. Pero era necesario concretarse sobre cules, entre l~s ciencias, por . sus condiciones -de ge-neralidad, contenan los fundamentosd~ las dems y . se adopt por ~uperior, precisamente bajo el aspecto pedag-gico, la jerarqua deComte, aunque :substancialmente mo-dificada con la introduccin en la serie de la psicologa como ciencia autonrica, por ocuparse ~n u1). fenmeno distintt del biol~gico, en el fen6meno, psquico, modifica-cin debida a la creciente influencia de las doctrinas. in-glesas.

  • )ISCURSO~. 25

    As el nio que al asomarse a la adolescencia llegaba por los ltimos peldaos de la instruccin primaria a los um-brales de la abstraccin, recorrer lentamente esta comar-ca, que, bajo su aparente aridez, . encierra sorpresas pro-fundas para quien sabe explorarlas, y al tocar a las nocio-nes sucintas del clculo trascendente, habr adquirido la preparacin indispItsable para el estudio der univers9 en sus grandes lineamientos; disciplinar su espritu en ' la matemtica que Comte,consideraba como la lgica por exce-. lencia, y abordar, incomparablemente armado, el estudio de la cosmologa. En ella ir de problema en problema, desde el ms simple hasta el ms complejo; desde los movi-mientos de los astros, aspecto ms general del Universo, al estudio de las propiedades de los cuerpos, en la' fsica; al anlisis y la sntesis de los elementos componentes de la materia en la qumica; a~ conocimiento de los fenmenos orgnicos en la biologa; luego al de los mentales y al de los sociales, al fin, en que el. Cosmos parece resumirse y encuentra en el hombre la conciencia de s mismo.

    Cierto; esta jerarqua pudiera no tener un valor absolu-to, supuesto el estado de interdependencia' actual. de las ciencias y la tendencia a co:p.stituir ms vastas unid.ades para acercarse a la suprema unidad del conocimiento; pe-ro su valor pedaggico es innegable por 'su marcha en el mismo sentido de la evolucin mental y por la ,relacin de preparatorias las unas de las otras qu se observa entre los miembros de la clasificacin adoptada. Y sobre todo, y no dudo que esto haya infludo .en el nimo del Congreso, este ' plan est tocado a la "experiencia de muchos aos en nues-tra Uepblic3; una ventaja anloga es casi la nica que los europeos encuentrari para sus ilgicos planes fragmen-tarios, cada . da ms vacilantes 'ante la crtica; incesante-mente transformados ' e incapaces de dar plena satisfaccin a los pensadores que exigen la escuela secundaria, unica que proporcione un fondo crn de conocimientos a los hijos ilustrados de , un' pueblo y que no fuerce las voc:cio~ nes, dejrtdohis surgir espontneamente cuando la prepa-racin general se halle completa. El plan adoptado .por el Congreso, suma; a estas' ventajas; la inapreci.able de cons-tituirpor s mismo una filosofa, puesto que todo en l en-

  • 26 JUSTO SIERRA.

    camina a la concepcin de la ciencia una, Y esta es la ms eievada sntesis filosfica.

    El examen fu detenido en la parte cientfica del pro-grama; pocas fue~on las disidencias y ms bien se dirigie-ron a puntos secundarios, con excepcin, quizs, de una so-la. Pero por fortuna para el proyecto, no haba entre sus impugnadores casi ninguna comunidad de tendencias, y hubo, acaso, tantos planes como opositores; esto bastaba pa-

    , ra imponerlo a nuestro criterio; el programa propuesto, como la Repblica, segn la frase de Thiers, era lo que nos divida menos. El Congreso, persuadido de que, como ha dicho un pensador moderno, slo est destinado ~durar aqullo que est sistematzado, organizado , y coordinado

    je~rquicamente, y de que la nacin que sepa introducir , en la enseanza la organizacin ms poderosa y , ms 'Una,

    tendr por este solo ,hecho, en el dominio intelectual una fuerza anloga a la de los gobiernos y los ejrcitos mejor dispuestos, sa:ncion con su voto Y su responsabilidad tc nica y moral, la obra que se le presentaba y que de hoy en ms se'rvir de i brjula en: el bajel enorme de los adeln~ tamientos 'de ia ciencia, a las generacions mexicanas, me-reciendo, ms que otro alguno, el nombre de H ttmanida-des cientficas, usado recientemente en , Europa.

    Pero este plan de estudios, a ' pesar de su unidad filos-,fica,ha*a. sido por1extremo deficiente, si con l no ,:forma-ra un , todo orgnico, un programa de estudios literarios; las letr:as no slp tienen valor porque perfeccionan el ins- ' trumento ,supremo del pensamiento que eS' el \idioma, sino que al perfeccionarlo recobran a su vez 'sobre . el pensamiento mi~mo, ' que no es ,-ms que un. len-' guaje, , inter~o que tie;ne las misIll.8:s formas que el otro y que ser ms preciso, ms; correcto y , ms ju,sto mientras aqul ms lo sea. De aqu el valor eminentemen-te educatiyo de los estudios literarios, 'que sube d qu~ate's

    cu~ndo la adquisicin ' cietfica ' ha' enriq-p,eGido '\nuestra sUDstancia m~ntal; cuando en la ciencia, ,la forma encuen-tra lo que el gran tribuno de la de~ocracia, fra~cesa llama-ba "la mdula de los leone~/". Penetrado d'e esta verdad el Congreso, aprbb los medios p~opuest~s P9r, la cmisin, no sin fijarse atentamerite en el grave ' problema que entraa-

  • DISCURSOS. 27

    han. Po.r una tradicin secular que dimana de lvs tiem-Po.s de la Esco.lstica ' en que to.dainstruccin superio.r en la Europa o.ccidental estaba bajo. la celo.sa tutela de la Iglesia ro.mana y en que el idio.ma esco.lar era el d la Igle-sia misma, el latn, esta lengua se haba co.nsiderado. como. el alnta de to.da educacin literaria, de to.da preparacin a las 'pro.fesio.nes llamadas liberales, que tenan casi exclusi-vamente un carcter literario. tambin. Lo.s tiempo.s han c~mbiado. , radicl1mente; la ciencia ha to.mado. eh sus ma~ no.S la direccin de to.do. el mo.vimiento. industrial. Y cier-to; el co.no.cimiento. y 'la prct~ca del latn no. haban sido. parte en lo.s siglo.s medio.s, ni a impedir :Q.inguna decaden-cia, ni a trazar uno. so.l de sus derro.tero.s al pensamiento. humano., ni a iluminar ante l, un so.lo. segmento. de lo.s ho.-rizo.ntes del po.rvenir; ' y as co.mo. el co.ntacto. co.n Grecia pro.dujo. la literatura, latina superio.r, la cre, puede deir-se; el co.ntacto. con lo.s griegps, po.r interpo.sicin de lo.s ra-bes, primero., y directam~nte luego., marc el fin del pero.-' dp medio.eval, co.nesa esplndida transfiguracip. del ver-'bo. y del espritu humano. que se llama el Renacimiento.. Pe-ro. el gri~~o. no.' estaba ' en nuestras tradicio.nes ' esco.lares

    american~; $lo. , ~l latn y, co.n raras excepcio.nes, el latn inferio.r;'el que serva para\ entender lo.s libro.s litrgico.s de

    ' la Iglesia 0., cuando. ms; lo.s plvo.so.s info.lio.s del casuismo. esco.lstico en que ,flo.t8:n as ideas como. en el o.cano. las disgregadas tablas de nufraga nav~, o. para ve~ter en ti- I tubeante castellatl() lasenmaradas glo.sas de lo.s co.men-tado.res del derecho ' justinineo.. Habase, pues, co.nvertidQ en': un~ enseanza pro.saicamente utilitaria la enseanza la-tina, y bajo. este aspecto. utilitario. tuvo. queco.nsiderarlo. el Co.ngreso..

    La' enseanza latina no. tena: ' el doble carcter de estu-dio. preparato.rio. gen~raI y particular que po.see cada una de las materias co.m:Qo.nentes del plan aceptado.. BaSta el hecho de que a su o.no.cimiento. 'se J!lestinan ao.s po.sterio.-res al, aprendizaje gramlltical del castellano., para demo.strar que no. s,e le co.nsidera seriamente co.mo. una preparacin in-dispeJ?sable . a la adquisic~n de la l~ngual verncula,; y,- po.r co.nsiguiente, que no. tiene 'un valo.r de primera impo.rtan-cia .eo.mo. preparaci6n' en la aco.no.ma ntima del plan; y

  • 28 JUSTO SIERRA.

    basta a demostrar que tampoco poda ser una preparacin general, cuando, la circunstancia de que para mantenerlo en sta, se daba, como nico fundamento, su necesidad mayor en los estudios jurdicos y menor en los mdicos. Se trataba, en suma, de una preparacin especial para deter-minada carrera, y el Congreso, para mantener el princi-pio de uniformidad interior, hizo con el latn lo que con todo estudio preparatorio especial: eliminarlo . . Cierto que el grupo extracientfico que ha pretendido hasta hoy la direccin exclusiva del adelantamiento intelectual del pas, poda sentirse herido en esta tradicin lati~a a que tributa un culto puramente aparatoso y verbal. 'Qu remedio'? Haba que escoger entre los dos trminos de un dilema: o se conservaba para los futuros abogados una enseanza puramente formal, ' manteniendo el mutilamiento despiada-do que hoy' se hace en su preparacin cientfica, o se rein-tegraba sta y se les ministraban rganos intelectuales que los pusieran en contacto con los elementos distintivos del

    prog~eso moderno. As formulada la cuestin, el Congreso no poda vacilar; opt por la ciencia.

    El porvenir dir si tal medida est destinada a rebajar, segn los augures, el nivel de los estudios jurdicos, redu-ciendo el de la jurisprudencia romana, que ha dejado ya ' toda su savia en nuestros Cdigos, a su papel de ensean-za histrica; o si, por el contrario, renovar esos estudios y convertir un arte hasta hoy puramente emprico en otro cientfico que parte delcOI~ocimiento profundo del ' gru-po cohstitut~vo de las ciencias sociales.

    Pero el valor del latn, como preparaci~ general,' encon-tr en :el se~o del Congreso el ms decidido y elocuente de los defensores. Presumiendo magistralmente cuanto en Eu-ropa han dicho en favor de esta tesis los Ce~ca, los ,Vain-hinger, los Bumetiere y los Ponillei en estosliirrios aos

    , , ,

    trat de convencernos de su necesidad ,como parte indis-pensa,ble de la educacin literaria y de su valor educatl-vo intelectual y moral.

    Que la necropsia de una lengua muerta; que 'el anlisis fro y (glacial, completamente ajeno a toda: ' sugestin est-tica y a toda idea general de los ~lementos gramaticales ,del latn constituyan una gimnasia intelectual,ruldie lo . duda;

  • DISCURSOS. 29

    pero que este ejercicio en abstracto y en el vaco sea bue-no, desde el punto de vista de la higiene mental,.esto no se demostrar nunca; no todo lo que fatiga y cansa es indi-cio de sano y til desenvolvimiento: ese es el error. En Guanto al valor moral de la literatura latina, no lo, tiene para los adolescentes, lo tiene, indirectamente, merced a su precisin soberana, a su aptitud para expresar ideas ge-neraies; a la !gracia incomparable (por 10 mismo que no puede jams desvestirse de su . gravedad cOgnita) de sus divipos poetas; gracias a la elocuencia intensa y profun-da, por condensada, de sus adm"ables prosadores. Y este valor moral proviene de sus virtudes como disciplina men-tal, que trasciende a la direccin de la conducta ms de lo que parece. Pero esta es la literatura latina, slo e~timable para lo~ adultos, no la gramtica, siempre odiosa para los jvenes, y aqu tocamos el 'error capital que ha presidi-do entre nos~tros a. estedebte: en la escuela secundaria no pueden los alumnos ponerse "en contacto con los grandes modelos literarios latinos sino -por fragmentos y al travs de ingratos y prolongados anlisis gramaticales, jams

    pued~ llegarse a trabajos sintticos ni a verdaderos estu-dios literario.8; ,sem,ejante gimnasia suprimira, -de hecho, cualquier otro ' estudio. . , El Congrsf.> comprendi, pues, el pensamiento de su co-misin propoIjnte, y hacindose cargo de que todo mejo-ramiento ~s un trab,ajo' de seleccin y que toda seleccin trae aparejado el sacrificio, se resign, no sin profunda pena para muchos, y \0 asegro, a ,sacrificar el estudio del , latn, que, excelente y hasta indispensable como , coronaJ miento de toda educacin literaria, no tena como base es-te atributo de suprema necesidad.

    Yc nosotros, hijos, no ' de los latinos, sino de los neo-lati-nos; nosotros, los eseolares ' hispano-americanos, nos hemos tenido que contentar con Virgilio de la falta de H-omero, con Marco Tulio de la de Demstenes y , Platn, y con na-die de.la 'ausencia de los trgicos que armonizaron en su alma augusta todas las cuerdas de la .poesa helnica, y con nadie de la falta de los filsofos que removieron todos los -problemas e interrogaron todas las ideas; habre.mos de re-signarnos a buscar consl~elos -ciertos de la prdida de Vir-

  • 3Q JUSTO SIERRA.

    gilio en ' Garcilaso, en Balbuena, en Bello; de la de Horacio, en Luis de Len, en Rodrigo de ,Caro, e~ Argensola; de, la de Cicern en Gra:n.ada y Cervantes; de la de Lucano , en Herrera y Quinta~a, y del eclipse de Plauto y Teren~io con ,el ,fulgor incomparable de Caldern ,de la Barca y de nuestro AlarGn. '

    La 'Geografa y la Historia, no slo porflue preparan admirablemente al estudio de la Sociologa, la primera estudiando el medio fsico y social en que se desenvuel-ven las esp'ecies humanas y poniendo de relieve, las cop.di-ciones externas del progreso y el resultado de los e~uerzos hechos por el hombre para modificar esas condiciones, y la segunda porque muestra esas condiciones yesos es-fuerzos en accin y reaccin perpetua dentro del drama eterno de la civilizacin; la Geografa y la , Historia, co-nocimientos que participan de caracteres cientficQs con-cretos, la una, y literarios; la;.. otra, sirven, en" el plan acep~ tado por el Congreso, de sistema intermediario entre el programa tcnico y el literario, sistema intermediario que es indicio de perfeccin en los organismos y en los grupos hu-manos.

    Pero para que el conjunto ' del plan fuera verdadera-mente educativo, necesitaba 'ser integral, es decir~ no des-

    ~ntend~rse del ejercicio de una sola ' fjacult~d, sino des-envolver e~ el ad,olescente al hombre enter~ y de a~~ ,el

    progra~a de conferencias que, preparando 'el terreno p'a-ra adquisiciones men,tales superiores y ,relacionndose gradualmente a la adquisicin mental realizada ya, pone en movimiento, para ' llega~ a este fin, todos los resortes de l~ imagin8:ciri y la sensibilidad,. Como " trnsito entre el sistema' de desenvolvimiento psquico y el desarrollo fsico, cuya intensidad debe s~r rigurosamente proporcio-'nal al primero, 'p~ro fundamentalriHmte ' distinto, existe ~n el cuerpo de preceptos P?r el Congryso adoptado ~nseanzas prcticas, cp,mo la lecturasuperlor yel dibujo~ cu;-ya importancia crece cada da'; ;porqlle al mismo tienip

  • DISCURSOS. 31

    to; la. otra con los tipos ms bellos de , la naturaleza y del arte; creando y fijando en el intelecto buena copia de patrones ,gr.ficos de correccin y belleza, que , despus trascienden a las concepciones del espritu y a las accio-nes; por donde , la esttica y la moral tienen peldaos co-munes e indeterminable~l. Goethe, preparndose a escri-bir su tragedia de Ifigenia, la obra moderna ms pene-trada del alma ap.tigua, copiando por meses enteros las estatuas y los vasos helnicos, explica mejor nuestro pen-

    sa~iento. , . ( Si el Congreso haba aceptado y hecho suya la idea de

    dar a las Escuelas Preparatorias un valor propio sin ' li-garlas necesariamente a las profesionales; si habamos declarado que en nuestro ,concepto la preparacin deba ser) general, no para carrera 9-eterminada, sino para vivir tilmente en el grupo ilus~rado de la naci?n, por qp.~ no coronar estos estudios, no con un certificado Yl1igarqne

    ' poco dice entre so~~edades del temperameIlto de la. 11l.leS-tra, ,sino con un documento especial, ' diploma o ttulo, que expresase bien que el que lo haba merecido ' no intoI:l'um-pa sus estudios, l. sino que los haba completado en un grado sficiente; diploma que algn da tendrh vaJor po-sitixo' 'para penetrar o para abrir senderos cerrados hoy o ignorados ?-As lo comprendi el Congreso y as lo ~ispuso.

    Escuelas especiales.-EI Congreso avanz un pasQ ms y defini l~s relaciones entre los estudios preparatorios o generales y los especiales; 'Qajo el nombre ile escuelas especiales pueden, efectivam~nt~, compren,derse todas aqu-

    ll~s en . q~e 'se cultiva la teora 'de un ramo determi-nado del conocimiento hasta transformarlo , en el eon;lUl-t6 de 'reglas ,que constituye propiamente un arte. As la juisprudencia, la medicina, la arquitectura, la ingenie-ra en sus diferentes aplicaciones; este trabajo de , espe-I ' , cializacin es comn a las es~uelas que entre nosotr~s se denominan profesionales y en E~ropa facultades, y ~ las industriales a las que generalmente se da all el nombre de profesionales.

    La , entendida comisin, abierta a ,las ms ardientes as-piraciones prog,resistas,y f~lantrpicas, supo conduir al

    , ,

  • 32 .JUSTO SIERRA.

    Congreso, qUlza un poco ms all del radio de su com-petencia facultativa, aunque 'simplemente para exp:esar el deseo de ver multiplicarse entre las escuelas espeCIales, las que dependen de la asistencia ms bien que de la ins- . trucci6n pblica. Al mismo tiempo que se determin cu-les escuelas necesitaban una previa y completa repara-cin, segn ' el . programa acordado . por la Escuela Prepa:-ratoria, se dej a las otras su preparacin particular, aun-que recomendando -que esta preparacin, incorporada a la instruccin especial, fuese lo ms extensa posible; se-alndose reglas para valorizar los estudios que en una escuela havan hecho los alumnos que pasan a otra. :IDl Congreso ;stim que ' la instruccin preparatoria debe ser . gratuita, medida que, aunque no cuenta con la opinin unnime de la sociedad, puede sostenerse, porque el pun-to ve~dad,eramente discutible es si los estudios profesiona-les deben ser gratuitos. Mas esta cuestin perteneca a una esfera en que no penetr el segundo Congreso.

    Escuelas normales.-La clara y precisa nocin de la im-porta.ncia . y necesidad de los establecim~entos normales primarios, no tard poco en cristalizarse en la' conciencia de nuestra sociedad; pero ahora s' parece dominarla. por completo y a medida que, obedeciendo a la presin d~ la ley de instruccin obligatoria, la corriente que nos arras-tra a todos centuplique su fuerza y penetre ms en los mbitos ' del pas, la difusin del normalismo no ser un asunto de reconocida utilidad, pero aplazable, sino pre-miosa . y absoluta necesidad que demandar rpidas . y cumplidas satisfacciones.

    De esta verdad estamos todos tan ntimamente pene-trados, que . en asunto de -tamaa importancia no hubo cabida para debate alguno prlictico; no s~ trataba ni. de definir ni de formar, si1io de organizacin positiva y'pe ' detalles de valor prctico. Por eso la ' discusin tuvo cier-t6 aspecto fragmentario \y de dispersin. Bien se ' encar-garon de . subrayarlo algunas precipitadas censuras; na-da importa si de este trabajo, en apariencia confuso, ha resultado una obra regular y vividera. .

    Declarar .. el deber de crear en cada entidad federativa un centro de propagacin elel magisterio;

  • DISCURSOS. 33

    la divisin pruden~sima del normalsmo primario en dos grados, la foi'mabln :r:eal de dos especiales de escuelas normales; una para la ,instruccin elemental de primer grado, la ms importante porque es la obligatoria, y otra

    I

    para la elem~ntal superior; marcar los linderos de la uni formidad y basar los programas sobre los de la instruc-cin primaria combinndolo todo con una ascende1;lte ins-truccin ped~g6gica terica-prctica, tales han sido Jos caracteres del trabajo de una comisin laboriosa e inteli-gente como pocas y siempre , dispuesta, en obvio de inti-l~s debates, a transacciones que fueron criticadas,- que, en realidad facilitaron por , todo 'extremo el acuerdo del Congreso., A ,haber dispuesto de mayor tiempo, se habra discutido en . sus detalles 'de distribucin el programa; va;le ' ms, quizs, dejar' a las escuelas normales la plena libertad ' de organizarse en consonancia con las necesida-des y , co.stumbres . de las regiones en que estn llamadas a

    , ejercer su ,accin fecunda:. , " El~ismo "prinoipio de divisin se aplic a las escue-l~s normales de, profesoras. ,Quizs habra ~onvenido in- ~ t~odticir U;na divisin , ms, y fu de seguro una sabia de-terminacin l~ q,ue', reemplaz unas asignaturas del pr-grallna 'de profesores normalistas / con otras ms en conso-naIicja con, ~l papel i y .1asfuriciones sociales de la mUJer, que slo unl modo de -raciocinar fundamentalmente vicioso ' puede pretender identificat con las del hombre; N; Sin ro~per el ' equili~rio a que ~ebe la humanidad su perfec-

    I cio~amiento incesapte, no ~s posible s~ste~er,\ pese a la ms sentimental Yi en el fondo, a la ms inhp.mana de las' retricas, la paridad del hombre y la mujer ante la edu- ' caein' intelectual. si ~al cosa fuera cierta, cmo 'podra

    con~ervar 1ft mujer su ' inmensa superioridad sobre el bo~pre en Ht vida moral, en el mundo d~l ,afecto ' y del sa-crificio? Cmo poQ.ra desenvolverse 'en en~ , la aptitud divitia que forma ' el intimo encanto de nu~stra 'exist~Iicia

    . yqlle nos hace llevadero el peso de ,la vida, seglin las pa-labras depos1tadas ,en nuestro c

  • 34 JUSTO SIERRA.

    precio y la civilizacin humana habra producido frutos de maldicin. El da en que nos disputemos ellas y nos-~otros la palma de la sabidura, habra necesidad de in-ventar un nuevo mundo y de pedirle al Dios del Paraso que nos diese otra Eva, que nos devolviese a nuestras es-posas y a nuestras madres.

    Inspirado, sin duda, por este sentimiento o por este pre-sentimiento, . el Congreso alivi la acumulacin de los pro-gramas actuales, distribuyndolos en un tiempo mayor, para evitar el recargo. Ob' as , cuerdamente, porque el Estado, al travs de la educacin de los individuos, no busca ni puede buscar la mayor o menor felicidad de de-terminados grupos; busca el modo de asegurar elemen-tos de conservacin y mejoramiento social; el individuo no es su fin, sino la especie en su forma concreta de n-cin. Y si recargando los estudios y afinando sin medida el , sistema nervioso de los jvenes mexicanos preparamos

    ge~eraciones dbiles, habremos hecho a la Patria el ms triste de los deservicios: Este es el gran problema ; a l fe tocarn maana vuestras decisiones, seores represen-tantes, para medir su yitalidad y su alCance.

    Nos habis convocado en nombre del Presidente de la Repblica, Sr. Ministro, para resolver, de . preferencia, las cuestiones pendientes sobre organizacin de escuelas-primarias y las relativa~ a la de los estudios normales y preparatorios: Todo ello queda hecho. Nadie, ni 10s na-turales censores que toda obra de . construcin encuentra,

    I se han atrevido a negarnos la buena voluntad y el pa-triotismo; e~o basta para nuestra con~iencia, pero no pa-ra nuestra ambicin. No 'nos contenta -el papel inexpre-sivo de trabajadores platnicos; cada uno de nosotros ha puesto en esta ~bra lo mejor de su espi~itu y de su ' f ; detrs de~ada unO' de nosotros hay otro grupo de devo-tos al prog,reso intelectQ.al de :Mxlco, y con ellos conta-mos para hacer de nestro program~una ' ba~dera' de paz o de cGmbate; perQ., de todos ' modos, una bandera de mar-chao 'Si en np.estras ' conclusiones ~ hemos puesto -algo de

  • DISCURSOS. 35

    ilusin y de ensueo., qu~ impO.rta, si sabemO.s que sin esa lm para c0.10.cap'a en . manO.s de la realidad nada grande se ha hecho., nada trascendental se ha arrebatad~ a lo. descO.nO.cidO.? N, no. lo. negamO.s; hemO.s trabajado. eO.n un. ideal ante nuestrO.s ojO.s,altO. y lejano., si se quiere, p~~O. pO.r l sabemO.s a dnde vamO.s. .

    PO.r fO.rtun,a, . este fecundo. y generO.SO. suelo. mexicano. respO.nde CO.n 'exub~rantes mieses a la simiente en l arrO.-jada CO..n valO.r y CO.n fe. Si hace quince aO.s era retirad-sima perspectiva verlo. cruzado. de rieles, era ins quim-rica esperanza verlo. SO.stener CO.n SUS" prO.ductO.s la vida . de- sus ' nuevas vasfrreus, bast una vO.luntad enrgica que impulsara y e1 milagro. se ha realizado. . .

    Sea: lo. mismo. CO.n nuestro. prO.gresO. intelectual; hgase lo. pO.sible, pero. tO.dO. lo. pO.sible;. cuntese CO.n tO.dO. nuestro. aliento.; cuntese CO.n el entusiasmo. de la juventud, CO.n el empuje sO.bera~O. del pueblo.. PO.r . fO.rtuna, la misma pO.-derO.sa voluntad preside a este gran mO.vimientO.; la mis-ma vO.luntad, secundada pO.r la iniciativa serena ,y lacO.ns- . tante decisin del jfe de la instruccin pliblica que sabr

    , aprO.vechar tanta fuerza v:iv.a y dirigirla hacia -su fin. GO.n. esta \ conyiccin nO.s separamO.s, carO.S cO.legas; cO.nti-nuemO.s nuestra obra cada uno. ~~ nuestra esfera, y CO.n-fiemO.s en que el tiempO.s~encargar de demO.strar que nuestra cO.nstruccin n

  • DISCURSO pronun.ciado en la velada 'que tuvo lugar el

    12 de OctUbre de' 1892,. con motivo del cuarto Centenario de'l descubrimiento de Amrica. '

    SItORl PRESIDENTE: SEORAS:

    SEORES:

    Justo era qe al glorificar en la , memoria del excelso des- . cubridor, la asuncin del mundo americano a la civiliza.:. cin, a sociedad que bajo los auspicios de la Academia es-paola ha recibido el inestimable encargo de conservar n-tegro el modelo a. que depe referirse ~l gran trabajo ' de unificar el lenguaje de los grupos hispano-americanos, jun-:~ tase su alabanza a la que hoy canta nuestro continente en-tero' y repite Europa pueit~ de pie en la otra maI;gen del Atlntico. .

    Da entre todos memorable, por el recuerdo y por -su significaci~ propia; por: su propia :significacin',' seores, porque hoy termina y desaparece en 'el ocaso del tiempo' y d~ la historia, una leyenda que 'vivi cuatro siglos. , Al finar el .~iglo XV, el siglo de ~~ murte y resurreccin

    de, un mund, apareci en Espa.a :un marino cubierto por el' manto p'e amor ' de.la religin franciscana, 'religin" de mendigos que, inaugurada por. el, hijp I incomparable ,de Cristo, que' 'haba mendig~do ,el . cielo ,para ve~terlo , en, el cor~~n .de los hombres, 'acogahoy ' ~ , 'Qtro mendigo sul.>.li/ me que ofreca ,el Asta. a" quien ' le diera una' nave par

  • DISCURSOS. 37

    surcar el "mar tenebros~." Era un vidente: . en los hori-zontes' del ocaso vislu~braba los lineamientos de un mun-do, 'vagos y fantsticos como febril ensu~o, y crea en la realidad de su devaI}.eo. Reyes y pueblos le burlaban a por-'fa y la ciencia le , cond~naba, y suba su calvario, arras-trando sus harapos de demente y llevando en los brazos al hijo pequeuelo moribundo de sed y de fatiga. Era un cre-yente; jams dud de su obra y jams dej de identificar- . l~ co-n su deber de apstol cristiano; era el supremo aps-tol del mar.

    Su virtud era inmaculada; tena la paciencia infinita de los ' santos y el amor inextinguible de los p~edestinados; fo-do lo sufri impasible como el maestro divino, y todo ' por el triunfo de la cruz, por la salvacin de la humanidad irredimida; si ansi oro fu para dar cima a la gigantesca empresa de los tiempos medios, al rescate de la tierra dos veces santa, por la s.a:rigre del Salvador y la sangre de la Europa cristiana que la haban inundado, para apagar la lu~a del Islam, que arda sobre el Santo Sepulcro, como la lmpara de la muel'te eterna. Fu un mrtir: di un mundo a Fernando e Isabel; transform la historia de Cas-

    ti~ , en la historia de Europa; esmait el inmenso cristal del Atlntico ,con una ' peren:ri.e corriente de oro y perlas, e hizo de ella un afluente manso del Guadalquivir; abolj la noche en, los dominios espaoles y en pago de esa ' colabora-

    , cin sin . preciQ y sin medida, que centuplicaba en una ho-ra la tierra ibera, en ocho siglos reconquistada, fu ' carga~ do , de' grillos, y el hombre ' de la providencia, muri pobre y olvidaao, dejando a su mundo .escaparsede sus rgidas ma-nos y: rodar con' hn nombre bastardo por la inmensidad del

    l ' ' .

    tiempo. El tel~scopio de nuestro siglo . analtico sel ha dirigido a

    la gran leyenda 'y Ja leyenda .se ha desvanecido; ~aufrag6 el ser sobrenatural que cruz' ',la mar ocana" llevando sol:n:e sus hombro~ titnicos a , Cr~sto~ ,de un mundo, a otro, como el Cristbal' ,de la ' tradicin piadosa, y' su espectro ' se;-cular' se desvanece ,a ia luz de la Historia, esa 'gran apaga~ dora de ,estrellas" oficio del sol.

    Ua,a leyenda ha muerto. ~o, Coln no fR un vidente: ,la; ciencia de su siglo haba puesto al mundo ' asiHc ,al al-

  • 38 .JUSTO SIERRA. , ,

    cance de su esfuerzo; la . es~eroicidad de la tierra iba im-poniendo a los sabios esta indeclinable conclusin, y ",al

    l~vante por el poniente" era una consecuenc\a de premi-sas demostradas ya; la sombra de nuestro globo ' opacando el plateado reflector dela luna, bosquejaba en los espac,ios interplanetarios la curva del itinerario de Coln-j El en-sueflo de 'Coln! Ese ensueo haba apuntado ms all del "mar que respiraba' 'ante los ojos de la filosofa, y de la ciencia helnica, haba flotado como una visin del "Pa-raso" ante las miradas msticas de la Edad-Media; de . un Paraso cuyos fantsticos propileo~ eran las islas de "San Balandrn, las Siete c~udades y la Antilla." Ese ensueo tomaba los caracteres de una verdad cientfica en la afir-maci(,n d Lulio, viendo estribar, en una inmensa mura-lla que clausuraba el Atlntico al Occidente un extremo del mar combado que apoyaba su otro extremo en las cos-tas de Europa y Africa; ese ensueo surga como una verdad religiosa en el poema del Dante, en esa va lctea de mundos y soles, de pasin y esperanza, en que, bajo los clavos de diamante de la Cruz del Sur, se vislumbra la Atlntida sumergida y la vaga emersin del mundo nuevo.

    Pero no, no era un ensueo; era' la conviccin profunda que produce la verdad; mas ni presentida ni adivinada, sino sabida. Sabida, s, la leyenda irlandesa no guardaba la tradicin de los marinos celtas que encontraron las tie .. rras transatlnticas, por el camino en que se haba ' perdido en la noche uno de sus hroes ocenicos navegando en su barco de cristal ? Y las "sagas" islandesas que nuestro ge-novs, inc~nsable rastreador del Atlntic,o, pudo conocer en el ' Archipilago britnico; no referan el hecho inne-gable del descubrimiento y colonizacin de la costa am.e-ricana entre Virginia y Groenlandia, y no es el l1eroico y juvenil Leif Erikson el Coln boreal del ' siglo XI? Per.o qu ms, el misterio'sq mareante onubense Alonso . ,Sn~hez, amparado y odo en confesin n\;ltica por el futuro descu-bridor, no haba cruzado el Atlntico y naufragado en el mar Caribe y Itornado moribundo a las ,Cana,rias y Su fi-gura, resucitada hoy -del fondo de las consejas populares en la costa andaluza, y de reminiscencias consignadas por. los cronistas, no muestra a las clebres carabelas precedi.

  • DISCURSOS. 39

    das en los vertibles senderos del Ocano por la fantasma gigantesca del piloto de Huelva?

    No, Coln no fu ni un adivino, ni un iluIllinado, ni un santo. Su juventud fu manchada y ensangrentada acaso por los inconfesable~ dramas de sus excursiones pirticas; sus empeos con los mOnarcas que podan proteger su em-presa, abortaban por la avidez infinita de autoridad y ho-nores del codicioso genovs; una y otra vez se estrell con-tra aquella ambicin inconmensurable la solicitud llena de bondad, y de sublimes presentimientos de la grande, de ia para nosotros los americanos tres veces santa, Isabel! i Y la joven cordovesa que haba embalsamado de amor las horas de infortunio del anciano, seducida y abando:q.ada, y las crueldades en las islas y el afn de c011vertir a los indios en esclavos, "'es decir, en mercancas, y las car~belas reco-rriendo el laberinto antillano en pos de oro y aromas y margaritas, y el judo converso Rodrigo de! Triana, el pri-mero que 'vi la tierra 'nueva defraudado en su derecho al premio, por el srdido inters del insaciable Almirante y su ingratitud con Diego o Santiago Mndez, el "heroico' '. protagonista del cuarto viaje,y todo esto junto, no for-ma. un deleznable altar al santo y no mezcla algunos sat-nicos acordes al himno que la Iglesia ensaya en loor del signfero de Cristo?

    i Prodigioso realizador del ms temerario de los desig-nios! Quin sabe? Si Martn Alonso Pinzn no le da su auxilio en" el puerto de Palos cmo ha'bra emprendido el viaje? Y si, cuando desalentado y sin fe e ' genovs, el marino andaluz no lo hubiese empujado hacia adelante Qino el viaje habra llegado a trmino?

    Mrtir! oh , n,o; las seale~ de su grillos fueron lavadas y borradas con las lgrimas de Isabel la Catlica. Muri . pobre y ,~bandonado, es ci~rto; pero Fernando, el poltico ideal de Maquiavelo, gobernaba a Espaa, nacin .pobre y abanSlonada tambin, y su hija, -la reina loca, senta ma.: yor fro y desamparo que el revelador del mundo.

    Por qu, pues, ,cuande esta gran leyenda se pierde en el crepsculo de 10 pasado, por qu cuando el mito ' de Col6n ~e disuelve, resuena, ~omo nunca, grandioso ysoem-

    . ne, este himno universal? Por qu esta marea de glo~i:fi-

  • 40 , JUSTO SIERlfA.

    cacin y de jbilo, qu~ viene . de allende 'el Atlntico como si se desprendiese de la Historia X tocando en ' Amrica, co-mo si abordase en lo porvenir, se funde y unimisma con el hosanna inmenso del trabajo y la libertad Y Es que la ola del mito al retirarse se ha llevado en sus iris y sus espu-mas todo lo que haba en Coln de sobrehumano y mila-groso y ha dejado ~n las playas de la realidad u~ hombre en pie. Y es nuestro, decimos, el "embajador , de Dios"; ,es de nuestra dbil' raza, ' de nuestra maculada estirp~; pero as lo sentimos m,s pegado a nuestro corazn, ms digno de amor por sus errores, sus vacilaciones y 'sus faltas.

    Su sangre y sus huesos son nuestros huesos y nuestra sangre; sus ilusiones son la atmsf~ra de ideal en que' nues-

    , tro espritu vive: , sus esperanzas son las alas con que nues-tra alma ' aletea perdida en lo infinito; su fe es el refiejo de lo incQgnocible encendiendo con su ,rayo misterioso la ce-leste cima de nuestra conciencia.

    Desbaratada la maquinaria grandiosa de la epopeya co-lombina, ~l hombre de la Odisea del siglo XV, queda den-tro de la naturaleza'y de la vida, sometido a sus fatales le-yes. 1..Jo mismo que, la humanidad total, lo mismo que los grupos que la .forman" los hombres, as los que vegetan en la sombra, como los que se yerguen en la luz, obedecen, en su movimiento, a la conjugacin de ~~mplexos f~ctores que pueden resumirse en dos ,~ el\ "heredismo" y el "medio' '; mejor dicho, el hombre no , es m(.s que la sntesis conscie:p.te de los fenmenos determinados por la accin y reaccin de . esos factores'. "i HeredisIp,o, medio!" V ocablos que la il,ustre corporacin a que sinlnrito per:tenezco, . aun no' ha admitido en el e~crU:puloso inventario de la l~ngua, mas . que responden a un~ realidad' soberana, d sas que se im-ponen sin rplica. Y com~ todo emana de la unidad y ' a la unidad, tiende por incontr~stable modo, esas 'dos f~erza[! no son nis '. que una, el medio; y el heredismo es la ac(!in del medio . depo~ta:da en lara~a cOUlO qu.edan depo-

    . sitados los rayos del sol e~ el carb6n de'piedra que esconde sus lagos ' de cristal negro en la costra secular del pla-neta.

    El mar, la lucha por la vida en el mar, la necesidad de

  • DISCURSOS. 41

    arrancar al l\lditerr&neo todos 10's secretos de su riqueza, el afn de .aomiRar los caminos del Oriente, la bat'al~a pe-renne ~on los sarracenos para abrirse paso haCia el Sur y el Levante;' la trgica lucha con Pisa, ve~cida al fin e implacablemente~jecutada; la guerra eterna con los vene-cianos, 'para aduearse d.e los .mercados asiticos y para ser los princip",les :fleteros de las Cruzadas; el perenne gasto de astucia y de sangre que .conmovi a todas las poten-cias levantinas y " enrojeci todas las rutas del Mar Inte-rior y ,del Ponto Eu;j.no; el indomable empeo de impe- dir ,a sus rivales ' poner la argolla al cuello del Imperio Bizantino, y, para satisf,acereste anhelo insaciable de en-riquecerse y batallar, la pelea labiqsa .de las facciones, el sacrificio de la lipertad, la venta impa. de la patria al ex-'tranjero .....

    Luego la clausura de los' .. ~ercados del Levante, ' el ca-mino de las especias ,y los a~omas cortado por los turcos, 16s esfue~z(}s pQr abrir otrosriuevo~ entre el Ponto y la India,' y, al fin, el aislamiento en las costas Ligures,: la an-gustia espantosa del porvenir, la miseria enper~pectiva y la resolucin suprema I de luchar contra la muerte .en el mar, all donde se haba encontr4~o el secreto de la vida. Tal fu el drama ' genovs, tal l ~herencia 'de Coln; , ese hom~re llev~b~ en todas las molculas de su s~~gre la . as:. perrimafiebre de Qro qe haca considerar ' ss conte-rrneos como los judos dbl ' cristlani~mo, y la necesidad fatal de la lucha con el man y 'el' anhelo, I de una inmensa aventura Oc~nica y la pesadilla eterna de la patria: "el cami~o del Levante."

    y el, medio en que . viva 10 ;empujaba, hacia~ll;. las tradiciones de ' su familia italiana, lOs, presentimi~nios de los marinoS' que . exploraban las ' costas Atlnticas ' de~de el Ecuador ca;ndente : del Africa~ , hasta ~os ' par,alelo~ d~ hielo de la~ regiones bo.reales; ,su familiaprtri.gU:e~a nutrida n el 'esfuerzo , de todo el pueblo )usitano, por' 'domea~ 'el'

    O~can~ y seorear la India de .las rper,las, l OirO, la s.eda; de' los perfumes,: d las especias; 'Y' rOIlfper \para si~mpre las puentas de bano 'Y: 'marfil, ~el .Afr.ica; , y , tod,os;:, sabios y , marinos, nacion\es y rey~s, m~~c~de~efil 'y nsioners, to-dos cuantos miraban 'allende' el mar y el mundo euvopeo

  • 42 JUSTO SIERRA.

    que se hinchaba hacia el ' Oriente con un deseo, con un ahinco, con una codicia gigantescos ...... .

    Era la esplndida maana del Renacimiento; el arte, la filosofa, la ciencia que la' Eda~ Media haba elaborado en el crepsculo; ese enon;ne levantamiento , del espritu, qu, como el de la costa terrquea, haba formaao montaas de pensamiento y de error, senta dorar sus cumbres y saturar sti ambiente por la luz del sol nuevo, que era ~l -sol ete~no, el sol de la razn y la belleza, a cuyo calor haba surgido de la historia antigua el alma helnica, como el calor del da hace brotar del tallo henchido de savia la :flor de ' es-carlata y oro. De todas partes, al par del estruendo causa-do en Europa por la cada del imperio bizantino en Orien-te y del feudalismo en Occidente, se alzaba como un canto infinito de alondras en libertad; eran las almas ewancipa-

    da~ por la disolucin de las gaduras de la teologa y de la Iglesia; era la fe mode~mi que iba hacia la naturaleza y la verdad, al travs de las catedrales msticas y sombras y de las, barreras gigl;l.ntescas de los manuscritos , escolsticos.

    La religin humana de la ciencia, la creencia en la ver-dad por la experiencia obtenida, entr como una levadura' soberana en el pan de las almas y con ese pan comulg el siglo de Col1?-., Por eso" lo' que hay de admirable en el apstol cristiano, es el hombre nuevo; su fe es cientfica, su iluminaCIn procede' ,de dos afirmaciones positivas, ver dad la una, la otra error; ambas contri'Quyeron a cristali-zar en 'la voluntad de ,Coln la necesidad de atravesar el Ocano: la verdad fu ~a' esferoicidad de la tierra que los sabios demostraban ya '; 'el error, la pequeez relativa del arco marino que separaba las -costas africanas de las asi-ticas en el paralelo tropical. , Sin: lo primero Coln no -ha-bra con~ebido ' su viaje; sin lo segundo, no lo habria cre-do posible. . .

    S, del nuevo ~undo intelectual aquel hombre p,arti. ;en bu~a del nuevo nlllldo material. Parti en bU8cadel Asia, diris; s, pero ,del IAsia incgnita, del Asia ' ric~ ~n I teso-ros maravillosos y en- enormes sorpr~sas; hallar un mundo apenas entrevist era hallar un mundo nuevo, y Coln comprenda que al :fin qe ,su 'camino surgiran islas y \aca-so inesperados continentes. ' '. "

  • DISCURSOS. , 43

    Pero de lo ms ntimo de su ser, de esa especie de roca primitiva formada en las profundidades del creyente por los sedimentos de diez siglos de dolores, esperanzas y ba-tallas cristianas; ascenda y se abra paso ,en aquel hombre, el sentimiento religioso, C01110 rompe la ola que sube del fuego . central por entre las capas geolgicas y estalla en la superficie en , erupcin gigantesca, que proyecta en las

    -nubes s1r-re~ejo de ' ncendio. As la fe de Coln, volcnica; abrasadora, corra en ros de lava y de llama, y la proyec-cin de su conciencia en el cielo, daba un esplendor mag-n'fico a su ideal de misionero y redentor.

    y as el hijo de la Edad Media impona su ideal al hijo del ' Renacimiento y por ' eso en. l queda marada la transi-cin entre dos pocas. En qu alma se ha unimismado con mayor fuerza el impulso de lo pasado y el germen de lo porvenir?

    Este terrestre " demiurgo, " este creador humano, que como todos los hombres de genio es una resultante de gi-gantescas fuerzas combinadas, un prodigioso y consciente

    , sistema dinmico, lo una todo, y aqu es donde ,surge y culmina su personalidad soberana, lo una todo en el haz apretado de su voluntad. Esa voluntad fu la palanca de Arqumedes; apoyada en una idea, en su otro extremo le-vant ,un mundo. Nada hay ms angustioso en la Historia que la lucha entre la real avaricia de esa soberbia' ave de presa ql~e se llama Fernando el Catlico y el "hombre de la capa cada," empeado en ser rey del Ocano y rbitro supremo del Asia inexplorada; y nada hay ms pattico 'que ese primer viaje en que todo era duda, y noche en las almas de ' aquellos , tripulantes , avezados al crimen, y todo luz y todo fe en Coln.

    Nada le hizo 'vacilar; ni "el mar ' de Sargaso," desti-nadp, en concepto de losmareantes,a impedir la navega-

    cin,solidifi~ando casi el mar, ni la sbita declinacin de ' la aguja magntica, que pareca ca:ry.biar la orientacin de la tierra y dejar sin rumbo a las carabelas; ni el silen-cio ; eterno del inviolado Atlntico; ni la revuelt,a latente

    ~e los marinos, _ nada; aquella alma de poeta, aquel cora-zij. de aventurero, aquella sensibilidad que saltaba a los, -extrem,os, a ' comps' de las impresiones de la vida real, si-

  • 44 JUSTO SIERRA.

    gui inconmovible en su qesignio; por eso hizo suyo el xi-to y se adue por siempre de la gloria. I '.

    Una voluntad determinada por el heredis~o, por el me-dio, por el ide~l, puede naufragar en el vaco, (i Y cuntas as habrn naufragado por millares en la implacable se-leccin de la Naturaleza!) si 'una circunstancia exterior falta a la suma, si .no coincide con el momento histrico necesario. La conjuncin del espritu de Coln y el espritu de Espaa,. es el hecho sorpr~ndente que marc la ruta nueva de. la historia humana ..

    La gran Isabel, acogiendo el proyecto y dndole, con la irradiacin de su vida austera y pura, no s qu sobrena-

    I

    tural encanto y qu gracia celeste, envolvi en un rayo blanco el momento inicial de la pasmosa epopeya. Fer-nando el Catlico, duro, astuto, calculador y fro, mez-clando al e.ntusiasmo de la Reina la sombra de su alma, la que haba de producir ese gran silencio de abandono y ol-vido en rededor dei lecho de muerte del Almirante; ambos representan las dos fases de la raza espaola, capaz de to-das las sublimidades y de todas las durezas, sombra y lu-minosa a un tiempo, pero fundindose en llama al contacto de la fe y del amor; y as era Coln. Por eso la inmensa reserva de energa en el car~cter ibrico hacinada durante ocho siglos de lucha .por la religin y por la patria, energa q\ie se multiplicaba en vez de gastarse en la reida y per-petua contienda de las facciones, o en las empresas JIlari-nas que asombraron el Mediterrneo y un da cerraron el Bsforo al' Islam, victorioso con las barras rojas de Ara-gn; el entusiasmo religioso, la sed insaciable de aventu-ras; el camino del oro, que serpeaba en los sueos de todo espaol, todo identifica al hombre y al pueblo, y Coln, descubriendo al mundo nuevo es Espaa encontrando su nuevo mundo. Por eso, en la estela de la "Santa Mara"

    ' se precipita un enjambre de personalidades, brotadas' de la~ entraas mismas de Espaa, que encarnan todas las virtudes y tod~s los dereGtos de Coln; , su fe, su v'alor, su entusiasmo, su avidez; el gigantesco arco triunfal levan~ tado por el genovs entre San Salvador y "la mar dulce" del Orinoco, y bajo el cual flota deshecho el ramillete ma-ravilloso de las Antillas, di paso, en unos cuantos aos,

  • DISCURSOS. 45

    al grupo de hombres ms intrpidos que ha visto la His-toria, desde los que sacudieron y desmoronaron con sus ma-nos calzadas de hierro, los imperios de los aztecas, 'hasta los que, siguiendo a Magallanes y Elcano, envolvieron al globo en la cinta de oro y plrpura de la bandera espaola.

    La Historia ya no absuelve ni condena; investiga, ates-tigua, explica; as es ciencia, as obtiene lenta y segura-mente la verdad. Pero no, no slo la ciencia existe; existe esa gran reveladora de .la verdad d ms all, que se llama

    ' la poesa, hija del corazn I~ del genio. Coln es la estrofa inicial del poema americano, es la invocacin a Dios, que abre las grandes epopeyas 0lsic~s, y en esa estrofa est en germen el poema entero, como en la semilla que el hu-racn arrastra Y, deja caer de sus alas en tierra propicia, est el drbol gigante, estn los frutos futuros que conten-drn elevada a lo infinito la reproduccin de la simiente gensica; as el arbol americano, a cuya sombra erigir su solio la civilizacin del siglo X:X:, reproduce en todos

    s~s ' frutos, en todos nuestros corazones, el nombre del ge-novs y cada uno de . los pueblos americanos, nace como l, con el deseo de arrancar un mundo a lo ignorado y con la voluntad de ser rey de su obra, es decir, de ser libre.

    ( \

    Un hombre que ha puesto tamaa voluntad al servicio de idea tan transcendente tiene el derecho de ser medido por los r~sultados de su empresa.

    j Ah! j si el "mar tenebroso" hubiese tragado las cara-belas! j Si Coln hubiese desfallecido de veras como cuen-tan los panegiristas de Pinzn y navegado la vuelta a Es-paar qu desastre para la Historia! Todo el esfuerzo de la cultura ,europea se hubiera concentrado en Asia, la ciencia habra balbuceado

  • 46 JUSTO SIERRA.

    ese instante por los cielos al descubrimiento de Dios, -como Coln y su carabela en el Oca~o al descubrimiento del Globo.

    y la Astronoma fundada y Coprnico y Keplero y Ga-lileo en perspectiva era toda la ciencia futura sacad~ del caos a la luz, y sin la ciencia i qp. imposibilidad para la marcha humana de pasar de la penumbra!

    Habra 'venido al fin el descubrimi~nto; pero lo habran hecho las razas pas, y la familia nativa de nuestro con-tinente habra muerto a su contacto y la raza latina no ha-bra plantado sus risueas tiendas entre los mares

    , 'que el sol en~morado circunscribe," ni incrustado en los bordados de su cintura tropical el Gol-fo de Mxico y el mar Caribe, como dos esplndidos zafi-ros, ni encendido sus inmaculados ideales en las cimas eter-namente blancas del Popocatpetl y el Illimani.

    Cmo no ensalzar a este abreviador supremo de la, evo-lucin humana. j Qu importa el nombre geogrfico por la casualidad transladado de la cabeza de Vespucio a la fe de bautismo de nuestro continente! Nuestro nombre es el de nuestro padre, el del anciano almirante cuya alma soa-dora e inmutable qued transfundida en el alma ameri-cana, del mareante que apretaba contra su corazn, no las llaves del Santo Sepulcro, como l crea,sino las llaves de ' fierro y Oro de nuestra histo~ia. Por . eso su ascensin ha sido gigantesca; cado' del cielo facticio de la 14tyenda, ... hoy sube en los hombros titnicos de las naciones americanas a la regin en que las nebulosas Se revuelven en fulgurantes constelaciones.

    i No supo que haba descubierto una nueva porcin 4e la Tierra! Pero crey haber tocado al umbral del Paraso. y si. por un momento le hubiese sido dado abarcar, con la mirada sbitamente penetrante de los . moribundos, el infi-nito tapiz de esmeralda ' y de fuego que cuelga! de las cor-nisas de diama~te de \la muralla andina; y si por l hu-biese visto desenvolverse los enormes anillos de cristal del San Lorenzo y el Mississipi, del Amazonas yel Plata, cu~tro ros como los del Edn; y si hubiese columbrado ms all el vaho eterno del Mar Pacfico que , le esconda su Asia anhelada; y si hubiese percibido al ngel de la fiebre,

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    guardando, como el querub del Seor, las costas de aquella prodigiosa mansin, habra muerto seguro de haber ense-ado a los hombres el camino de vuelta a la tierra natal de la felicidad.

    Ojal que su grande ' alma haya seguido soando en ul-tratumba el sueo divino del Paraso ; ojal que si nuestro ideal de Justicia es el presentimiento de una conciencia del Universo, lo que yo ignoro y creo, siga el almirante rumbo a Dios, su viaje de descubrimiento de cielo en cielo y de astro en astro eA el mar d lo infinito; porque ~u anhelo de revelador nQ caba en nuestra pequea esfera; porque su espritu rebosaba en el universo y su voluntad exceda a la; vida;

    HOlor y filjal devocin ~l gran bienhechor; al que ha le-gado su fe al cielo que ilumin su paso por- la- existenci; su nombre a Espaa, nuestra madre, que lo ha colocado

    . _ como un diamante radioso .en la -diadema que un da en-gast al Sol; -su obra a la civilzacin por l transformada y vivificada, y a nuestra Amrica, su alma, que di~undida en tomos ' en el aliento de un continente, hoy se reinte-gra y se rene y triunfa ' en un cntico interpolar de ad-miracin y amor.-DIJE.

  • [)ISCU RSO ' en honor de D. Ignacio Altamirano, pronun-

    ciado en el "Liceo Mexicano," el ao de 1893.

    No es cierto, amigos mos? Cada un de nosotros, a so-las, en el sileneo, en ~se gran silencio de' la noche que pare- , ce 'una onda del ' eterno silencio del espacio; c~da uno de nosotros le ha llorado', ha ~epasado , dolorosamente , el libro de sus memorias y aoranzas, y t?dos hemos sentido la necesidad de ace:r;car nuestras trjstezas, de conjugar nues-tros pesares y de hablar, de l casi en voz baja, casi,' ~ntre , igrimas, de coraz,n a ~orazn y de pesar a pes~r _ Y as,

    a~ estecalnr de cario re'un,ido en un haz ' solo" nos parece ver surgir rediviv9 'al maestro; omos' sus pasos en ,la pie~a vecina; ah est; chispea su mirada vivaz y ' luminosa :'a nuestras p~ertas; no s qu' soplo psquico 'nos hace ,tem-blar de anhelo y~, palpit~r deemdin; su gran figura pa-'sa; la sentimos en rhedio de ncsot~os" nos\ preside, nos son- ' re. Salud, maestro~fa ~ sabamos, no nos' podas aban-donar, no nos has aba~don,ado.

    No nos abandonar; vive 'en nuestro espritu I por su en-- " 1 1 \ 1 . 1 senanza y. por iU ~lIl-0r; ,so 9 os que po . o. con()Cleron, os

    que no sintieron su 'al.:rh derramarse en la, nue~ra ~n go-tas de luz y de pasin, pueden ,creer facticia' y r~trica esta epifana? esta aparicin ,misteriosar ,esta presencia suya fm nuestras ideas yen nuestros recu~rdos, esta corisubstancla-lidad {le ~uestr~s alma~, esta facilidad con que podemos evocarlo, esta seguri~a

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    En este nuestro siglo, ms que en otro alguno, quizs, hay quienes slo creen en los . que triunfan, en los que llegan a la fortuna y al poder: & quines son los dems, si no han hecho un ferrocarril, ni instalado una fbrica, ni cosecha-do un milln.? & Quin . es el sabio, aunque en el fondo de su laboratorio haya creado la prodigiosa transformacin del mundo moderno y abierto a la humanidad la era in;. dustrial? & quin es; si hay que concederle una pensin para vivir? & Quin ~s el literato, aunque haya sido el pro-motor de inmensa conmocin mental en un pueblo adles-

    . cente, aunque haya despertado algunos millares de cora-zones a la vida de lo ideal, aunque una literatura sea el medio en que la c~mciencia de una nacin toma plena po-sesin d@ s misma, quin es ,si necesita una pensin para morir? j Qu cdnfabulacin . de artistas es 'sta, dirn los_ sorprendidos, que levanta a las nubes el recuerdo de un hombre que no tuvo ms que talento, si ese talento hizo de l un vencido en la lucha de la vida!

    , Habr tambin muchos que se escandalicen. Estos son un' poco ms respetables. Queris decretar los honores su-premos d~l apoteosis, nos dirn, nos dicen, s~gn creo, a un hombre que, ms que un emancipado, fu un rebel-de. Y, efectivamente, Altamirano sali ennegrecido y lle-vando en la fisonoma no s qu relampagueo satnico, de las fraguas ,de V ulcano de Ignacio Ramrez, que I for-jaba sin tregua los rayos de la Revolucin con su pala-

    . bra,con su espritu, con su aliento de titn. De ah vino, y enmediq. del huracn de hierro y de fuego de la gue-rra de Reforma, sus estrofas pasaban como rfagas sono-ras, deJando en la atmsfera una vibracin sublime de entusiasmo y de odio. Subi a la tribuna y fu un rebel-de; ah su rebelin contra las tradiciones polticas que en un momento de suprema crisis pretendan arrodillar a la Revolucin ante el crimen y pactar . con el miedo; ah su rebelin fu pica. Un solo discurso y la asamblea tom la fisonoma augusta del tribunal de la Historia y 'los lineamientos de mr;rnol de la ,justicia y de la fe en s mis;. ma. Fu a la guerra; y haciendo, como Delllstenes, el pa-pel de hoplita en el- ejrcito de la Repblica, expuso su vida en los como at