ACHIQUÉ Y EL RAYITO DE SOLCerca de un caserío vivía una anciana a la que todas llamaban la bruja Achiqué.

Era malhumorada, hablaba mal de sus vecinos y se pasaba todo el día renegando.

-¡No me gusta el sol- gruñía.

Para que su casa no recibiera la luz del sol, había tapado las ventanas con gruesas cortinas.

Pero un día el sol apareció, por entre las montañas como siempre, y el travieso viento sopló sobre la casa de la bruja.

Entonces una de las cortinas se movió y dejó ver un rayito de luz.

Achiqué saltó asustada:

-¡Hay un rayito de sol, en mi sala!

Así que cogió un balde con agua para impedir el desastre.

Sin embargo, cuando el agua cayó sobre el rayo de sol, su luz salió disparada en muchas direcciones:

Primero, una mesa se pintó de morado, luego una silla se volvió de celeste; después, el gato de la bruja se coloreó de marrón…

Y finalmente, toda la casa se llenó de brillantes colores.

Cuando Achiqué abrió la puerta, el rayo de sol, se fue convirtiendo en un arco iris tan hermoso que hasta la propia anciana dibujó una sonrisa invertida.

Ese día Achiqué recupero la alegría y pidió perdón a sus vecinos.

Desde entonces, abre sus puertas y comparte el arco iris con todos los vecinos de su comunidad.

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