Septuagenarios - EQUIPOS Y TALENTO

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equipos&talento 82 artículo Algunos septuagenarios se apuntan al “enveje- cimiento activo” y disfrutan de múltiples activi- dades, algunas extremas. Carlos Soria, alpinista español, alcanzaba la cima del Kanchenjunga de 8.586 metros, la tercera montaña más alta del planeta, con 75 años y el japonés Yyichiru Miura la del Everest con 80 (y por segunda vez) hace ahora escasamente un año. ¡Bien por ellos! Pero son ejemplos extremos, hay otros más accesi- bles, testimonios próximos con valor de signo, vivencias que tienen la virtud de despertar el apetito por mantenerse enchufado a la vida en aquel que quiera hacer una lectura optimista. Pero la mayoría de nuestros mayores se con- tenta con vivir al día, administrando una pen- sión, que de promedio está en 860 euros men- suales, bregando con las listas de espera de la sanidad pública (100 días para una intervención en quirófano, 67 para la visita a un especialista) asumiendo parte del coste de las recetas médi- cas y, en demasiados casos, ayudando a sus hijos y nietos en un país en un país con casi seis millones de parados. Resulta obsceno que algunos hurten el verda- dero debate sobre la protección social señalan- do a nuestros mayores como privilegiados del estado del bienestar, marcando la dirección en la que deberían priorizarse los recortes. Se les cul- pabiliza, por su mayor longevidad, de la desesta- bilización del sistema público de pensiones; un sistema lastrado –afirman– por una concepción solidaria, en la que los cotizantes actuales sufra- gan las pensiones de los anteriores. Hay que hablar claro, el problema no es el incremento de la esperanza de vida, una conquis- ta social que deberíamos aplaudir con las orejas, tampoco en los cambios en la pirámide de edad por el descenso de la natalidad, tampoco por la normalización del acceso al trabajo de las muje- res, etcétera. El problema es la desigualdad, que es manifiesta y creciente. Debemos recordar tres realidades que caracterizan a este país: • La distancia entre los que tienen más y los que tienen menos que, en lugar de recortarse, ha seguido ampliándose durante la crisis. Según la OECD, el 10% de los más ricos ingresaban hasta 13 veces más que el 10% de los más pobres. En Europa: 9,4. • Aún y siendo uno de los sistemas fiscales más gravosos de Europa, los ingresos de la hacienda pública están en el furgón de cola debido a las facilidades legales para disminuir la presión fiscal de las grandes empresas y fortunas, y en el testi- monio del Gestha (Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda) a la falta de medios para atajar el fraude. • El 90% de los ciudadanos considera que el gasto social debería mantenerse o aumentarse (encuesta 2013, OECD). Mantener el estado del bienestar no es solamente un objetivo deseable; es un objetivo deseado. No estaría de más tener un poco de memoria para recordar que los mayores de los mayores tuvieron que sufrir la guerra civil, y todos ellos, una terrible postguerra, con toda la miseria eco- nómica, social, cultural que supuso la dictadura, con los miedos y renuncias que se rememoran en los denostados bancos de los jubilados. Recordar que hasta los primeros años sesenta (del pasado siglo) no empezaron a remontar económicamen- te, a partir del famoso Plan de Estabilización del 1959. ¿Acaso tenían mejores perspectivas cuan- do jóvenes que los de ahora? En estos días en los que, como consecuencia de la crisis, se comenta la necesidad de paliar los efectos de la discapacidad entre las personas que la sufren y sus familiares, no está de más recor- dar que la mayoría de discapacidades son sobre- venidas y, en gran parte, debidas al envejeci- miento. Las personas mayores quieren y deben mantener los máximos niveles de autonomía, pero para conseguirlo necesitan productos y servicios facilitadores para desarrollar las acti- vidades cotidianas, desde el cuidado personal y el mantenimiento del hogar, al disfrute de la cul- tura y el ocio. El incremento en la esperanza de vida es una conquista gozosa que nos obliga a reflexionar con una nueva perspectiva sobre múltiples aspectos de la organización personal y social. La esperanza de vida con salud aumenta, pero tam- bién el período de vida con problemas de salud y autonomía. Hay que hacer las preguntas correctas sobre la salud, pero también sobre la educación, la vida laboral, las relaciones de familia, el ahorro y las finanzas personales, las alternativas entre compra y alquiler de vivienda, la alimentación y el cuidado personal… porque sólo es cuestión de tiempo, antes o después, todos somos sep- tuagenarios Hay que hablar claro, el problema no es el incremento de la esperanza de vida, sino la desigualdad que es manifiesta y creciente. Mantener el estado del bienestar no es solamente un objetivo deseable; es un objetivo deseado. A muchos mayores les molesta que se les identifique con la imagen de un grupo de jubilados charlando en un banco del parque. Lo entiendo, pero me parece un exceso de susceptibilidad; es más, la tertulia es una actividad ejemplar que unos practican al aire libre, otros en las cafeterías de nuestros pueblos y ciudades, y muchos más en Internet, la red social más concurrida, pero también la más líquida y superficial. Como afirma el psiquiatra Rojas Marcos, comunicarse es sano y puede prolongar la vida. Hay que hacer las preguntas correctas sobre la salud, pero también sobre la educación, la vida laboral, las relaciones de familia, el ahorro, etc. Septuagenarios Manuel Alfaro Faus Profesor del departa- mento de Dirección de Marketing de ESADE

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equipos&talento82

artículo

Algunos septuagenarios se apuntan al “enveje-cimiento activo” y disfrutan de múltiples activi-dades, algunas extremas. Carlos Soria, alpinistaespañol, alcanzaba la cima del Kanchenjunga de8.586 metros, la tercera montaña más alta delplaneta, con 75 años y el japonés Yyichiru Miurala del Everest con 80 (y por segunda vez) haceahora escasamente un año. ¡Bien por ellos! Peroson ejemplos extremos, hay otros más accesi-bles, testimonios próximos con valor de signo,vivencias que tienen la virtud de despertar elapetito por mantenerse enchufado a la vida enaquel que quiera hacer una lectura optimista. Pero la mayoría de nuestros mayores se con-

tenta con vivir al día, administrando una pen-sión, que de promedio está en 860 euros men-suales, bregando con las listas de espera de lasanidad pública (100 días para una intervenciónen quirófano, 67 para la visita a un especialista)asumiendo parte del coste de las recetas médi-cas y, en demasiados casos, ayudando a sushijos y nietos en un país en un país con casi seismillones de parados.Resulta obsceno que algunos hurten el verda-

dero debate sobre la protección social señalan-do a nuestros mayores como privilegiados delestado del bienestar, marcando la dirección en laque deberían priorizarse los recortes. Se les cul-pabiliza, por su mayor longevidad, de la desesta-bilización del sistema público de pensiones; unsistema lastrado –afirman– por una concepciónsolidaria, en la que los cotizantes actuales sufra-gan las pensiones de los anteriores. Hay que hablar claro, el problema no es el

incremento de la esperanza de vida, una conquis-ta social que deberíamos aplaudir con las orejas,tampoco en los cambios en la pirámide de edadpor el descenso de la natalidad, tampoco por lanormalización del acceso al trabajo de las muje-res, etcétera. El problema es la desigualdad, quees manifiesta y creciente. Debemos recordar tresrealidades que caracterizan a este país:• La distancia entre los que tienen más y los que

tienen menos que, en lugar de recortarse, haseguido ampliándose durante la crisis. Según la

OECD, el 10% de los más ricos ingresaban hasta13 veces más que el 10% de los más pobres. EnEuropa: 9,4.• Aún y siendo uno de los sistemas fiscales más

gravosos de Europa, los ingresos de la haciendapública están en el furgón de cola debido a lasfacilidades legales para disminuir la presión fiscal

de las grandes empresas y fortunas, y en el testi-monio del Gestha (Sindicato de Técnicos delMinisterio de Hacienda) a la falta de medios paraatajar el fraude.• El 90% de los ciudadanos considera que el

gasto social debería mantenerse o aumentarse(encuesta 2013, OECD). Mantener el estado delbienestar no es solamente un objetivo deseable;es un objetivo deseado. No estaría de más tener un poco de memoria

para recordar que los mayores de los mayorestuvieron que sufrir la guerra civil, y todos ellos,una terrible postguerra, con toda la miseria eco-nómica, social, cultural que supuso la dictadura,con los miedos y renuncias que se rememoran enlos denostados bancos de los jubilados. Recordarque hasta los primeros años sesenta (del pasadosiglo) no empezaron a remontar económicamen-te, a partir del famoso Plan de Estabilización del1959. ¿Acaso tenían mejores perspectivas cuan-do jóvenes que los de ahora?En estos días en los que, como consecuencia de

la crisis, se comenta la necesidad de paliar losefectos de la discapacidad entre las personas quela sufren y sus familiares, no está de más recor-dar que la mayoría de discapacidades son sobre-venidas y, en gran parte, debidas al envejeci-miento. Las personas mayores quieren y debenmantener los máximos niveles de autonomía,pero para conseguirlo necesitan productos y

servicios facilitadores para desarrollar las acti-vidades cotidianas, desde el cuidado personal yel mantenimiento del hogar, al disfrute de la cul-tura y el ocio. El incremento en la esperanza de vida es una

conquista gozosa que nos obliga a reflexionarcon una nueva perspectiva sobre múltiples

aspectos de la organización personal y social. Laesperanza de vida con salud aumenta, pero tam-bién el período de vida con problemas de salud yautonomía. Hay que hacer las preguntas correctas sobre

la salud, pero también sobre la educación, lavida laboral, las relaciones de familia, el ahorroy las finanzas personales, las alternativas entrecompra y alquiler de vivienda, la alimentación yel cuidado personal… porque sólo es cuestiónde tiempo, antes o después, todos somos sep-tuagenarios �

• Hay que hablar claro, el problema no es el incremento de la esperanza devida, sino la desigualdad que es manifiesta y creciente.

• Mantener el estado del bienestar no es solamente un objetivo deseable; esun objetivo deseado.

A muchos mayores les molesta que se les identifique con la imagen de un grupo dejubilados charlando en un banco del parque. Lo entiendo, pero me parece un exceso de susceptibilidad; es más, la tertulia es una actividad ejemplar que unos practican al airelibre, otros en las cafeterías de nuestros pueblos y ciudades, y muchos más en Internet, lared social más concurrida, pero también la más líquida y superficial. Como afirma elpsiquiatra Rojas Marcos, comunicarse es sano y puede prolongar la vida.

Hay que hacer las preguntas correctas sobre la salud, pero también sobre

la educación, la vida laboral, las relaciones de familia, el ahorro, etc.

Septuagenarios

Manuel Alfaro Faus Profesor del departa-mento de Dirección deMarketing de ESADE

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