Sensaciones de la Maratón de Madrid 28 Abril 2013
Transcript of Sensaciones de la Maratón de Madrid 28 Abril 2013
Año 2013
Flash nº29
Sensaciones de la Maratón de Madrid 28 Abril 2013 Todavía no me había aventurado a escribir ninguna crónica, y eso que me encanta leerlas
todas. Es como revivir la carrera que ha pasado abriendo un poco más el abanico de
sensaciones, ya que uno se concentra en sí mismo y a veces no puede disfrutar de todo lo
que nos rodea. Saber como viven otros un acontecimiento te abre la mente.
Cuando hablas de la maratón, todo el mundo te pregunta por tus SENSACIONES…. Es difícil
describir con palabras lo que uno siente, especialmente cuando te desbordan tantas cosas:
mucho tiempo preparando la gran carrera, frío, contracturas, sobrecargas, nervios,
incertidumbres…. Todo te lo juegas a una carta y por fin llega el gran día.
La atmósfera que rodea la maratón es desbordante desde el principio: hacer colas para
coger el dorsal, que no te confundas de dorsal para cada uno, la talla ¿ésta le quedará bien?
Anda que si me equivoco…, echar un vistazo a la feria del corredor, y hasta comer un platito
de pasta en fraternidad.
Uno ya no se echa para atrás, estás ahí, tú solito a pesar de estar rodeado de toda la
Humanidad, con mayúscula porque éramos muchos. Hemos quedado con el equipo y algún
amigo más, y alguno que todavía no había llegado (qué os voy a contar que no sepáis)
Un último consejo de los veteranos que nos preceden en esta gesta en la que nos
embarcamos, algunos por primera vez, y que aunque con templanza, también se ve un
atisbo de incertidumbre.
El ambiente es impresionante, se mezclan tres carreras en una misma salida, un
maremagno de seres que bullen, algunos que quieren hacer marca, otros que quieren
llegar, otros que quieren probar y todos con la misma mira, estar preparados para la salida.
La organización no lo tiene muy claro en cuanto a la salida por cajones, ya que más que
asignar a cada uno en función de sus méritos o expectativas, más parece que ha sido al
azar, por lo que nos tratamos de agrupar, para que nos podamos arropar un poquito antes
de empezar.
¡Y comienza el espectáculo!
Y ahí está, ya estamos corriendo, por fin ha llegado, y ahora hacemos lo que nos gusta,
correr.
Entre Elvira y yo tenemos una pequeña lucha: “no te aceleres, que vamos como motos”, a
la pobre la fama la precede, pero parece que no es la única; y es que es muy fácil
entusiasmarse con ese entorno, el comienzo, pero hay que ser conservadores que queda
mucho por delante.
Angel decide que va muy lento y se va por su cuenta. Quedamos las chicas: Mila, Elvira y yo.
Mila tiene claro que hace su carrera, ya tiene experiencia sobrada y le gusta medirse en sus
propias fuerzas, así que nos vamos viendo con ella durante la carrera, y compartiendo ese
momento.
En el km5 nos damos un susto: nos perdemos. Con lo pronto que es, con la de carrera que
queda, aquí solitas, pero la fortuna nos sonríe y nos encontramos un poquito más allá.
Vamos corriendo y todo discurre estupendamente, subiendo y bajando como si fuéramos
en un tobogán, hidratándonos (eso tan importante que he aprendido a hacer de un tiempo
para acá al aumentar las tiradas y que cuesta tanto, probando los “geles” esa amalgama
pesada que cae en el estómago como una losa y que hacemos dogma de fe para
convencernos de que es absolutamente necesario), escuchando la música que unas veces
es más amena y otras parece que estás en una fiesta alternativa, y lo mejor de todo: llevar
la camiseta del club que nos identifica con Valladolid. No sé a los chicos, pero a nosotras
nos llueven piropos, compañeros de fatigas que al ver escrito ese nombre se ven
identificados y te muestran su apoyo: “mira las de Pucela como “tiran”, eso debe de ser el
lechazo”, “oye que yo soy de Arroyo”, hasta de equipos de León animando a Pucela, para
que luego hablen de rivalidades.
Pasamos la media maratón, y seguimos estupendamente, eso ya se ha hecho muchas
veces. La temperatura es buena, porque aunque hace un poco de viento, no supera los 8ºC,
y eso nos deja llevar un ritmo desahogado al no agobiar el calor. Y llegamos al kilómetro 30,
un poco aburrido por la Casa de Campo. Hasta ahí no tenemos problema, ya lo hemos
entrenado… Cometemos el error de ponernos límites y ahí es donde puede aparecer ese
temido “muro”. Solo tienes que fluir, seguir como lo estabas haciendo y todo va solo. A
pesar de eso noto un dolor de rodilla que me acompaña hasta el final de la carrera, Elvira
me dice que le duele un gemelo, pero yo prefiero guardar fuerzas y no digo nada, tampoco
parece buena idea quejarnos al unísono, sino que un “venga que vamos muy bien” resume
todo.
En el km 34 comienza la escalada. Es el momento de sacar las fuerzas que van en la reserva.
Se empieza a ver a gente caminando, pero es importante seguir, no pararse. Creo que a
partir de ahí comenzó la verdadera carrera para mí, en la que por mucha gente que haya
vas inmerso en tus pensamientos, pero miras al lado y ahí sigue Elvira, vamos bien.
Encontramos a una chica de Laguna (cosas del azar entre 26.000 personas).
Y llegamos al km. 41, parece que ya no subimos más. Vemos a Nacho que anima a Elvira y
ella coge fuerzas para subir un poquito más. Yo me veo conservadora y como me duele la
rodilla prefiero quedarme, tampoco me sobra mucho, y me baja un poco la moral. Entonces
pienso, yo habría hecho lo mismo, y digo “hay que acabarlo, y a ver si araño un poquitín a
las cuatro horas que me había prometido. Llego al km. 42 y mi marido y mi niño me están
animando. Ya está hecho…. Un
esfuercito más y entramos en el
retiro.
Y entras en la meta, y te paras, y te das cuenta que si hubieras parado antes hubiera sido
muy complicado volver a iniciar la marcha. Pero ya está. Hay mucha gente que necesita los
servicios médicos pero yo estoy bien, me duele la rodilla pero no hay nada más que muchos
kilómetros. Y he llegado.
Al momento llega Mila, hay que ver qué bien le sienta ser abuela, le da pilas para ir como
una moto.
La llegada se les va de las manos a la organización (con minúsculas porque esto no se lo han
currado mucho). Te hacen guardar terribles colas para un avituallamiento no muy generoso
y para colmo no te dan ni una mísera bolsa, lo coges como puedes en las manos, que con el
frío y el cansancio no funcionan muy ágilmente.
Ahora ya no importa, se ha acabado y todas las sensaciones te abordan de repente: una
importante, de GRATITUD, para todos los que te han ayudado, para el Club por el apoyo y
ánimo, para la familia por la paciencia, a mi hermano Miguel Angel por prestarme su
Garmin y toda su confianza y para Elvira por embarcarme y acompañarme a buen puerto.
Una experiencia que merece la pena. Os animo a probarla. NATALIA GRIJALBA