San Juan de la Cruz, una mística para aprender a vivir, por Juan Antonio Marcos

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    JUAN ANTONIO MARCOS

    JUAN DE LA CRUZ,UNA MSTICA PARA APRENDER A VIVIRAudio: http://www.ivoox.com/juan-de-la-cruz-una-mistica-para-para-audios-mp3_rf_1874101_1.html

    El acceso a Dios slo se da a travs de la mediacin de la experien-cia humana. En la experiencia comienza y termina todo verdadero co-nocimiento de Dios. Y la experiencia remite siempre a lo profundo dela vida, a lo mejor que tenemos como seres humanos. Ahora bien, ennuestra sociedad escasean las vivencias profundas y verdaderas decualquier realidad, no slo de Dios. Nos movemos a nivel epidrmico.Vivimos muchas sensaciones y emociones, pero no tenemos experien-

    cia en singular. No slo no tenemos experiencia de Dios, sino ni si-quiera experiencia profunda de la vida en s.Pues bien, no tendremos futuro ni como individuos ni como iglesia sino hay un cultivo de la experiencia de Dios, del Misterio. Es decir, laspreguntas que nos hacen y hemos de hacernos son: Qu vive usted?,Qu ha experimentado?, Cmo siente que Dios pasa por su vida?Necesitamos gente con experiencia interna de Dios, hombres y mu-jeres no del rito, sino del espritu. La pregunta que Juan de la Cruz si-gue hacindonos a todos es muy simple: Decid si por vosotros hapasado!La lectura crtica y cientfica de los textos de los msticos carmelitasllevada a cabo durante el siglo XX parece haber llegado a su fin. Re-cogiendo esta inmensa labor, tendremos que abrirnos a una lecturanueva de los msticos. Una lectura existencial, vivencial, emptica, nu-tricia, teraputica y tambin multidisciplinar.

    Juan de la cruz, una mstica para aprender a vivir, Revista de Espi-

    ritualidad, 68 (2009) 51-75

    Juan de la Cruz, un perito enmstica

    La definicin de perito es:sabio, experimentado, hbil, prc-

    tico en una ciencia o arte. Vienedel latnperitus, formado a partirde -perior y que etimolgica-mente significa aprender hacien-do. Eso es la experiencia mstica,algo que se aprende haciendo, vi-

    viendo, sintiendo; y no meramen-te leyendo o pensando. Frente alsaberporciencia, Juan de la Cruzhabla del saber por experiencia,saber por amor. Es un saber nosabiendo, toda ciencia trascen-diendo. Se trata de una experien-cia que por su densidad real se si-ta ms all de todo concepto.

    Juan de la Cruz es no slo elgran poeta de la lengua espaola,

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    sino el mstico por excelencia,incontestado e incontestable, elmstico de ojos abiertos, que vivesu experiencia de Dios en la vidadiaria, intensa y cotidianamente.

    Segn Juan de la Cruz, lo pri-mero necesario para aprender avivir es encontrar una emocin

    irresistible (como experiencia nu-tricia) y activar cierto contento in-terior (como experiencia festiva).Para aprender a convivir remitea la tolerancia a la frustracin, a

    poner amor donde no lo hay ydar contento a quien no lo tiene(como experiencia de alteridad).

    EXPERIENCIA FESTIVA: EL CONTENTO INTERIOR

    Lo que Jess quiso decir me-diante el primero de los signos,el de Can, fue que el viejo ordenreligioso haba terminado. La glo-ria de Dios no es cuestin de vie-

    jos rituales religiosos, purificacio-nes sagradas o humo de incienso.Dios se comunica en el gozo de lavida, en la alegra y el disfrute de

    vivir, en todo lo que de manera es-pontnea evoca el mejor vino quelos humanos podemosbeber en es-te mundo. Jess suprimi el aguade la religin y la convirti en vi-no de fiesta. Y es que a la luz deJess Dios slo es comprensiblecomo positividad pura.

    La fiesta en San Juan de laCruz

    Si Dios es pura positividad,cualquier experiencia de Dios hade hacerse en clave de positividad.Las experiencias de fiesta y ale-

    gra, de gozo y contento interiorson experiencias fundantes, y ade-ms han de funcionar como filtrodepurador de toda experiencia au-

    tntica de Dios, que a su vez ha deincluir tambin formas de resistirla angustia y los miedos. As co-mo la conciencia y la memoria

    pueden originar el drama humano,tambin pueden ser causa de ale-gra ilimitada (esa que nadie po-dr quitarnosJn 16,22). Todo de-

    pende de nosotros. Lo mismo que

    nos puede daar nos puede sanar.Activar el gozo y la alegra de

    vivir est en la base de la experien-cia de Dios que hizo Juan de laCruz. Sus poemas, condensacinde una experiencia vivida, son deuna positividad pura. Sin tener encuenta este optimismo trascenden-

    te no se puede comprender su ex-periencia de Dios. Por eso, en me-dio delasnoches delavida, tambinhay que buscar, casi como impera-tivo divino, la alegra. El caminoms rpido que nos propone Juande la Cruz para avanzar por el via-

    je interior no tiene nunca su cen-tro en una espiritualidad del dolor,

    del sacrificio o de la renuncia (aun-que formenparte del viaje). A Diosle agrada que sus hijos seamos fe-lices. Ser feliz y dar felicidad a los

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    dems es ms relevante que el me-ro viaje interior de purificacionessin fin, aun cuando ste sea nece-sario.

    La positividad de la noche

    La noche que San Juan de laCruz describe como amarga, te-rrible, horrenda, espantosa es, en

    puridad, una experiencia absoluta-mente positiva y sanadora, terapu-

    tica. Esta dichosa noche, aunqueoscurece el espritu, no lo hace si-no para darle luzy aunque lo hu-milla y pone miserable, no es sino

    para ensalzarle y levantarle; yaunque lo empobrece y vaca detoda posesin y aficin natural, noes sino para que divinamente se

    pueda extenderagozar ygustardetodas las cosas de arriba y de aba-

    jo, siendo con libertad de espritugeneral en todo (2N 9,1). Por las

    palabras que hemos destacado encursiva sabemos que la noche esuna experiencia depositividadpu-ra.

    La oscuridad de la que hablaSan Juan de la Cruz no viene deDios, ni la humillacinni el va-co. Un Dios que slo sabe amares incapaz de producir cualquiertipo de negatividad. Lo que ocurrees que cuando nos sentimos en-vueltos por la luz de Dios se ilu-minan nuestras propias zonas os-

    curas. Cuando experimentamos laverdadera libertad, la que vienede Dios, descubrimos nuestraspro-

    pias esclavitudes. La experienciade la noche nos hace transparentes

    a nosotros mismos, desenmascarala negatividad que hay en nuestrasvidas.

    Si Dios es pura positividad, deDios no puede venir nunca pena odolor. Lo que la noche tenga de su-frimiento no viene nunca de Dios,sino de nuestra propia finitud. Suluz ilumina nuestras sombras, y es-to es lo que provoca el dolor y elsufrimiento en medio de la no-che.

    La noche es pues un proce-so, una [amorosa] influencia deDios en el alma (2N 5,1; 2N 12,4)que provoca reajustes y nos obligaa resituarnos ante la vida, a sanearrecuerdos, educar pensamientos,modelar afectos. La noche es algointrnsecamente bueno, es un pro-ceso de liberacin y sanacin. Se

    trata de una transformacin pro-funda, un viaje hacia una nueva ex-periencia increble de alegra y li-bertad.

    Contentamiento y alegra: elcontento interior

    La neurobiologa de la emo-cin y el sentimiento nos dice quela alegra y sus variantes son pre-feribles a la pena y los efectos aso-ciados, y que son ms favorables

    para la salud y el florecimientocreativo de nuestro ser. Hemos de

    buscar la alegra por mandato ra-

    zonado (A. Damasio).Spinoza llega a afirmar que el

    contento interior (felicidad, beati-tud) es quien haceposible la verda-

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    dera educacin afectiva (reduccinde los apetitos sensuales), y no alrevs. Pero para San Juan de laCruz hay otro tipo de gozo y con-tento que son previos, gratuitos,

    que nos vienen como cados delcielo. El sabernos mirados por unDios que nos inunda de alegra esfundamental. Activar este gozo ennosotros puede convertirse en una

    poderosa emocin que educa pen-samientos y modula afectos. De di-cha experiencia de maduracin sur-gen nuevas experiencias de gozo yde paz, de dicha y de alegra.

    La gran suerte de estar vivos,sin ms, es la experiencia funda-mental del hombre. Un hombreque no se goza por la existencia

    que se le ha concedido graciosa-mente no es pordefinicin un cris-tiano (E. Jngel). Dicho gozo yalegra remiten siempre, para elque cree, a una Presencia y a una

    Relacin: Es cosa de gran conten-tamiento y alegra para ti ver quetodo tu bien y esperanza estn tancerca de ti, que est en ti, o por me-

    jor decir, t no puedas estar sin l(C 1,7). Y eso significa que vivi-mos habitados por Dios, por unamor ms grande que nuestro co-razn. Todo lo que necesitamospa-ra vivir en clave de alegra y con-tento lo tenemos en nosot rosmismos. Todo nuestrobien y espe-ranza est tan cerca de nosotrosque no podemos estar sin l.

    EXPERIENCIA NUTRICIA: LA EMOCIN IRRESISTIBLE

    La moral de padre estricto y lamoral del padre nutricio explican

    buena parte de nuestras actitudes.La primera habla de castigos y re-compensas, de deberes y autoridad;la segunda habla de compasin,empata, nutrir afectos, preocupar-

    se por las necesidades de los otros,etc. Laprimera sepreocupapor losdeberes y pecados de los hombres;la segunda por las necesidades ysufrimientos de los hombres. La

    primera es la de Juan Bautista, unasceta que anuncia el Juicio inmi-nente de Dios (Mt 3, 10). La segun-

    da es la de Jess, un hombre abier-to al mundo, que trae el vino defiesta, que anuncia el Reino de Diosque est cerca. El Dios de Jess es-t ms preocupado por las necesi-

    dades de sus hijos que por sus de-beres, por sus sufrimientos msque por sus pecados.

    Dios, madre nutricia en

    San Juan de la Cruz

    La mstica de San Juan de laCruz no es una mstica de la asce-sis, la mortificacin o las nadas; esuna mstica de las necesidades

    personales, las afectivas en primerlugar (otro amor mejor) y las

    necesidades de los dems (po-ner amor y dar contento). La cla-ve de todo est en la donacin an-tes que en la ascesis. No es el serlavado lo que purifica, sino el la-

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    var los pies a los dems. Quien de-muestra su amor queda limpio. Esd ndonos como nos santifica-mos.

    Juan de la Cruz va ms all dela mera imagen de Dios como pa-dre nutricio. Para l, Dios es ma-dre nutricia. La primera preocu-

    pacin de una madre respecto delbeb son sus necesidades, no susdeberes. Dios es una madre siem-

    pre empeada en llevarnos en susbrazos y acariciarnos con ternu-

    ra.Comuncase Dios al alma con

    tantas veras de amor, que no hayaficin de madre que con tantaternura acaricie a su hijo, ni amorde hermano, ni amistad de ami-go que se le compare(C 27,1).Nohay amistad de amigo como la

    de Dios; no hay amor de herma-no como el de Dios; no hay afi-cin de madre tierna con sus hi-

    jos como la de Dios. Juan de laCruz nos est diciendo que jamsha existido en la historia de la hu-manidad ninguna madre que hayaacariciado a un hijo suyo comoDios nos est acariciando a todosy desde siempre.

    Ante este Dios y su amor, lanica respuesta sana y madura esaprender a dejarse amar, como hi-zo tambin Jess. Jess simple-mente se dej amar por el Dioseterno, como el hijo que se dejaquerer por su madre sin necesidadde preocuparse.

    Este es el Dios del mstico, unDios escondido en las venas delalma como agua suave y deleita-

    ble, hartando la sed del espritu(L 3,8). Dios es comida y bebida,es el verdadero alimento del alma,lo que llena tu vida y sacia tus de-seos. Es el agua viva de la samari-

    tana, que tanto emocionaba a San-ta Teresa.

    El otro amor mejor

    Segn la neurobiologa moder-na de las emociones, nuestra acti-

    vidad cerebral est dirigidaprima-riamente a la supervivencia conbienestar. Este bienestar entra enpeligro cuando se pierde el equili-brio homeosttico del organismo.Para recuperar dicho equilibrionuestro cerebro tiene la capacidadde imaginar(o evocar mentalmen-te) acciones capaces de alterarnuestro estado afectivo y generaras emociones que restauren elequilibrioperdido. Es decir, desdeun punto de vista neurobiolgicolos pensamientos evocadospue-den funcionar como disparadoresde emociones positivas, teraputi-cas.

    Mientras Kant desea combatirlas emociones negativas con ayu-da de la razn y de la voluntad,porel mero esfuerzo humano, Spino-za en su tica dice que la mejormanera de combatir una emocinnegativa ser con una emocinirresistible y positiva ms podero-

    sa. Pues bien, un siglo antes de Spi-noza y dos antes de Kant, Juan dela Cruz nos dice que para vencerlos apetitos es menesterotra infla-macin mayor de otro amor me-

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    jor, que es el de su Esposo, paraque teniendo su gusto y fuerza enste, tuviera valor y constanciapa-ra fcilmente negar todos los otros(1S 14,2).

    Otra inflamacin mayor de otro

    amor mejor... Esta es la clave parasanar la vida y madurar en el mun-do de los deseos, una ley psicolgi-ca profunda: un afecto slo se ven-ce con otro afecto positivo mayor,

    que es el del amor de Dios.

    EXPERIENCIA DE ALTERIDAD:APRENDER A CONVIVIR /ASUMIR LA FRUSTRACIN

    El Jess de los evangelios (ysobre todo el Jess de Mc) ha ini-

    ciado un distanciamiento, una sa-lida, un xodo, est fuera des. Salido del padre, de su familiacarnal, de la mentalidad de Israel,lejos de sus discpulos y fuera del mismo, carece de toda preten-sin egocntrica. Su nica preocu-

    pacin es llevar a todos una buena

    noticia: el evangelio delAbb.Y por eso, para Juan de la Cruz,

    en el comienzo de toda experien-cia de Dios hay siempre un xo-do, una salida, una experienciade desprendimiento radical y libe-racin, pero que ante todo es ex-

    periencia de apertura al otro. La

    alteridad es a la vez olvido de s(sana despreocupacin por unomismo) y radical apertura al otro.Se trata de salir de nuestro peque-o mundo cerrado de apegos yconfort en el que nunca hay creci-miento. Para ello es necesario eldilogo con el Otro y con los otros.Sin alteridad no hay crecimiento

    ni liberacin ni verdadera felici-dad. Sin apertura al otro no seaprende a vivir.

    La apertura a los otros:aprender a convivir

    La alteridad supone siemprecierta forma de confrontacin conlos otros, que acaba por ser la ex-

    periencia ms depurada de lo au-tnticamente humano y la que msnos ayuda a madurar. FerdinandEbner deca que el problema de

    la realidad comienza para el hom-bre cuando se ve colocado en fren-te de otro hombre: todas sus deci-siones sobre su relacin con larealidad se resumen en su relacincon su semejante.

    Evanglicamente esa relacinalcanza su punto culminante en el

    amor a los enemigos, manifestadoen las palabras y parbolas de Je-ss, pero ante todo en su propia vi-da: al llegar a dar su vida, respon-diendo al odio con amor, Jess dioremate a la obra del que le envi:realizar en el hombre el amor to-tal y gratuito del Padre (J. Mateos

    y J. Barreto). Dicha alteridad oapertura al otro alcanza en Juan dela Cruz su punto culminante cuan-do habla de poner amor donde nolo hay y de dar contento a quien

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    no lo tiene. Esta es la estacin tr-mino de toda experiencia msticaverdadera.

    Lo primero lo plasm tambinnuestro mstico en su ltima car-ta, escrita poco antes de morir ydirigida a una carmelita descalza:ame mucho a los que la contradi-cen y no la aman, porque en eso seengendra amor en el pecho dondeno le hay, como hace Dios con no-sotros, que nos ama para que leamemos mediante el amor que nos

    tiene.Un siglo ms tarde Spinoza, en

    su tica, dir: El odio se acre-cienta con el odio, y slo puede serextirpado con el amor. Si el queodia imagina que el otro est afec-tado de amor hacia l, en tantoimagina esto se considerar a s

    mismo con gozo, y se esforzar enigual medida en agrada r a eseotro... Si el esfuerzo es mayor queel que nace del odio, prevalecersobre l y extirpar el odio del co-razn. El que trata de combatirvir-tuosamente el odio con amor, com-

    bate sin duda alguna con alegra y

    seguridad... Para aquellos a quie-nes vence, la derrota es gozosaporque no son vencidos por faltade fuerza, sino por aumento de susfuerzas.

    Cuando alimentamos odios,rencores o violencias, hacemosmanifiesto nuestro fracaso como

    seres humanos, y malogramosnuestras vidas. Y el Dios que nosha creado por amor se siente en-tonces tambin fracasado en suobra creadora. Experimenta una

    frustracin anloga a la de un pa-dre o una madre cuando un hijosuyo malogra su vida. Dios no noscondena, nos condenamosnoso-tros mismos aqu y ahora malo-

    grando nuestras vidas. Nuestrosfracasos son para Dios sus propiosfracasos, los asume como suyos.

    Y ahora viene lo segundo, lodel contento: Siempre sea amigoms de dar a otros contento a otrosque a s mismo (Gp 1, 7). En esoconsiste la felicidad ms verdade-

    ra. Es el deseo de que otra perso-na sea feliz por mediacin ma, yel sentimiento deplenitud y de ale-gra que acompaa a su cumpli-miento, como ocurre en el vncu-lo de la madre con el beb. Yendotodava ms lejos, en vez de pro-testar cuando nos sentimos perju-dicados, tendramos que alegrar-nos por el bien de los otros. Esto

    parece contrario al psiquismo hu-mano, pero es lo ms autntico, eslo que nos abre a lo mejor que te-nemos como personas, lo que nos

    permite intuir la plenitud de lo hu-mano.

    No slo hay que alegrarse porel bien ajeno, sino buscar activa-mente la felicidad de los otros: Elverdadero amante est entoncescontento, cuando todo lo que l esen s y tiene y recibe lo emplea enel amado (L 3, 1). Sin esa necesa-ria alteridad, no hay maduracinni verdadera felicidad. Como afir-

    ma J. M. Castillo, la asctica msdura no es la de la renuncia, sinola de la donacin. Los cristianoshemos vivido, durante veinte si-glos, la asctica de la renuncia. Es-

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    t amaneciendo el da luminoso dela donacin.

    Educarse en la tolerancia a la

    frustracin

    Tenemos,pues, dos herramien-tas claves en la mistagoga sanjua-nista: activar cierto contento inte-rior y contar con una emocinir resistible. Y dos recetas paraaprender a convivir: poner amor

    donde no lo hay y dar contento aquien no lo tiene. Junto a esto, meparece fundamental educarse en latolerancia a la frustracin, pues lamejor de las vidas est llena de de-rrotas y fracasos. Segn Spinoza,el ensayo mental de estmulos emo-cionales negativos es la manera deconstruir una tolerancia hacia las

    emociones negativas.

    No queda lejos de esto Juan dela Cruz cuando invita a satisfacer-se con nonada o estarse conten-tos en vaco (D 53). No se trata deuna mera apelacin a la ascesisporla ascesis, se trata ms bien de unafabulosa pedagoga para asumir eintegrar las frustraciones de la vi-da. Para venir a gustarlo todo / noquieras tener gusto en nada. / Pa-ra venir a poseerlo todo / no quie-ras poseer algo en nada. / Para ve-

    nir a serlo todo / no quieras seralgo en nada. / Para venir a saber-lo todo / no quieras saber algo ennada (1S 13,11). Se trata de apren-der a vivirlo todo en clave positi-va. Aunque no puedas gustarlo to-do, ni saberlo todo, ni serlo todo,no pasa nada. Podemos ser felicessin necesidad de ser perfectos.

    EL MANTENIMIENTOY AUTENTICACINDE LA EXPERIENCIA MSTICA

    Decamos alprincipio que pe-rito es el que aprende haciendo,el que aprende de la experiencia dela vida. Pero esto siempre conlle-va sus riesgos (quiz por eso la pa-labraperiordio lugar alpericulumlatino, y al peligro castellano). El

    perito siempre est enpeligro, y nodigamos ya el perito en mstica.Las instancias autoritarias y losgrupos conformistas han mirado

    muy a menudo con suspicacia a losmsticos.

    Hay una desconfianza casi con-natural frente a la experiencia de

    los msticos, frente a la experien-cia en general. Y la razn radicaen el hecho de que la experienciamstica se puede convertir en unanueva instancia de autoridad, quea su vez puede cuestionar la auto-ridad vigente. Una experiencianueva nunca es inofensiva; es ms

    bien un desafo que somete a cr-tica los modelos de experiencia do-minantes, contribuyendo as posi-

    tivamente a purificarlos.No parece que, desde un pun-

    to de vista neurobiolgico, haya uncentro cerebral para lo espiritual.

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    Pero s sabemos que las experien-cias msticas y espirituales en ge-neral sonprocesos mentales y bio-lgicos del ms a lto n ivel decomplejidad, y quepueden ser des-

    critos en trminos neurobiolgi-cos. La sublimidad de lo espiri-tual estencarnada enla sublimidadde la biologa.

    Explicar el proceso fisiolgicoque hay tras lo espiritual no des-vela el misterio del proceso dela vida al que aquel sentimiento

    particular se halla conectado. Re-vela la conexin al misterio, pe-ro no el propio misterio. La vidahumana no es primariamente un

    problema a resolver, sino un mis-terio a vivir. Para ello es necesa-rio, segn Juan de la Cruz, cultivarel detalle, crear hbitos positivos yeducar el mundo de nuestros pen-samientos. Los efectos positivos dela vida mstica sobre nuestra vidacotidiana sern los mejores indica-dores de que vamospor el buen ca-mino.

    El detalle y los hbitos

    En la vida espiritual hay queencontrar los mecanismos y resor-tes necesarios para seguir funcio-nando adecuadamente desde den-tro. Dos cuidados necesarios son:crear hbitos y cuidar los detalles.Tendramos que incorporara nues-

    tra vida espiritual el gusto por eldetalle (ver el rbol ms que el bos-que). Si el mstico halla en todaslas cosas noticia de Dios (2S26,6), eso significa que su Dios es

    un Dios ante todo presente en lavida cotidiana.

    Y junto al cultivo del detalle,me parece fundamental aprendera cultivar hbitos positivos. Teneruna experiencia sana de Dios esllegar a alcanzar sentimientossostenidos de tipo positivo, ali-mentados siempre de alegra yamor. Buscar algo as como unafelicidad recurrente (aun cuan-do slo sea vivible a intermitenciasy con una intensidad variable) que

    ha de tener efectos teraputicos, fa-voreciendo todo tipo de hbitoscardiosaludables para el mundo delespritu.

    Para ello Juan de la Cruz nosinvita a activar ciertos deseos y afi-ciones positivas en medio de la vi-da cotidiana: ande siempre [la

    persona] deseando a Dios y aficio-nando a l su corazn (4A9), pa-ra as crear cierto sistema inmuno-lgico espiritual. Es decir, ha deconvertir en hbitos ciertos actoscomo son la emocin irresistible(un amor ms mayor), vivir concierto contento interiory educar-

    se en la tolerancia a la frustra-cin.

    Educar pensamientos

    Todo hombre puede ser, si selo propone, escultor de su propio

    cerebro (S. Ramn y Cajal). Deah la importancia de evitar pen-samientos destructivos o negativosy cultivar los positivos. En cartafechada el 6 de julio de 1591, des-

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    pojado el santo de todo cargo en-tre los frailes, olvidado de todos yechado en un rincn, escribe Juande la Cruz as a una compaeracarmelita descalza: Estas cosas

    no las hacen los hombres, sinoDios, que sabe lo que nos convie-ne y las ordena para nuestro bien.

    No piense otra cosa sino que todolo ordena Dios, y adonde no hayamor....

    Ese no piense otra cosa... esla clave de este breve fragmento,

    pues nos sita en el mbito tera-putico adecuado, el mundo denuestros pensamientos. El santonos est invitando a una rupturacon cualquier pensamiento que pu-diera desencadenar emociones ne-gativas (de odio, tristeza, vengan-za...), y sustituirlospor pensamien-tos que desencadenan emociones

    positivas y nutricias para la perso-na.

    Ese no piense otra cosa sinoque todo lo ordena Dios... respon-de, en un sentido, al lenguaje ymentalidades sacralizadas de lapoca. Pero erraramos en nuestroanlisis si hiciramos una lecturaliteral y sacramos la conclusinde que estamos hablando de la vo-luntad de Dios, o de que estamosante pruebas que Dios nos man-da o algo por el estilo. De Dios s-lo puede venir positividad, y estoincluso en medio de la noche msoscura.

    En el todo lo ordena Dios es-t implcita la invitacin a vivir enesa clave (la de Dios, la del amor)nuestras vidas, y a educar en esa

    clave nuestropensamiento. Es unainvitacin a vivirlo todo y a pen-sarlo todo, sabiendo que siempreestaremos sostenidos por el amorinterminable de Dios, pase lo que

    pase. Cuando todo lo pensamosdesde Dios estamos poniendo lasbases para construir nuestro parti-cularsistema inmunolgico espi-ritual

    Experiencia significativa y susefectos positivos

    En la experiencia mstica elmisterio permanece siendo miste-rio. Aunque no podemos accedera las causas, s podemos describirdicha experiencia y contar susefectos. La experiencia mstica

    puede ser descrita neurobiolgica-mente, y la condensacin sintticade esa vivencia se puede expresar

    poticamente. Pero lo principal essu carcter performativo (es decir,sus efectos) y su carctersignifica-tivo (es decir, que hoy tenga algoque decirnos).

    Una experiencia tiene algo quedecirnos cuando ampla nuestroshorizontes y guarda relacin connuestras experiencias reales. Sinesta conexin con la vida real, laexperiencia mstica se vuelve irre-levante, ininteligible, vaca de po-der. Y entonces carece de impor-tancia nuestro posicionamiento a

    favor o en contra de dicha expe-riencia. Simplemente se dejar delado, como todo lo no significati-vo o ininteligible.

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    Por sus efectos sabemos hastaqu punto una experiencia msticaes significativa. En los efectos esdonde se autentica toda experien-cia mstica. Una experiencia ms-

    tica, si no tiene efectos positivos,ser una experiencia mstica falsao equivocada. Porque lo que noengendra humildad y caridad ysanta simplicidad y silencio, qu

    puede ser? (2S 29,5).

    Los efectos positivos, he aqula clave de todo. Efectos positivos

    que se pueden experimentar tam-bin en las circunstancias ms ad-versas de la vida. Volvamos al aode su muerte, 1591, cuando Juande la Cruz, despojado y olvidadode todos, hace una lectura positi-va de su situacin y ofrece una lis-ta de los efectos teraputicos queest dispuesto a sacar de dicha si-tuacin. Puedo, si quiero, median-te el favor divino, gozar de la paz,de la soledad y del fruto deleitable,del olvido de s y de todas las co-sas.

    Nada hay ms misterioso quela vida humana. Y nada ms ur-gente ni fascinante que aprender avivirla. Para ello Juan de la Cruznos propone una autntica receta

    sapiencial: por una parte, contarcon una emocin irresistible (elotro amor mejor) y activar ciertocontento interior, cierta alegra devivir (para as aprender a vivir);

    por otra parte, educarse en la tole-rancia a la frustracin (al fin y alcabo somos seres finitos) y poneramor donde no lo hay y dar con-tento a quien no lo tiene (para asaprender a convivir).

    Tener una experiencia sana deDios es llegar a alcanzar senti-mientos sostenidos de tipo posi-tivo, alimentados siempre de ale-gra y amor. Buscar algo as comouna felicidad recurrente: Andarinterior y exteriormente como defiesta y traer un jbilo de Diosgrande, como un cantar nuevo,siempre nuevo, envuelto en alegray amor (L 2, 36).

    Condens: MARA JOS DE TORRES

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