Revista Psinergia No. 6

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Revista Veracruz, Veracruz. 17 de Marzo de 2015. Facultad de Psicología UV “Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana, e intercambiamos las manzanas, entonces tanto tú como yo seguiremos teniendo una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea, e intercambiamos ideas, entonces ambos tendremos dos ideas.” -Bernard Shaw-

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Revista Facultad de Psicología de la UV campus Veracuz. Proyecto Pinergia

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Revista

Veracruz, Veracruz. 17 de Marzo

de 2015. Facultad de Psicología

UV

“Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana, e intercambiamos las

manzanas, entonces tanto tú como yo seguiremos teniendo una manzana. Pero

si tú tienes una idea y yo tengo una idea, e intercambiamos ideas, entonces

ambos tendremos dos ideas.”

-Bernard Shaw-

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Índice

Lo correcto Editorial

………………………………………………. 1

Carrie y

Precious La psicología y el

cine

………………………………………………. 2

La prueba

Parte 2: El

viajero Cuento

………………………………………………. 4

Crónica luctuosa Cuento

………………………………………………. 7

“Pudo haber

sido” Columna

………………………………………………. 10

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Lo correcto

Por: Julián S.

Por principio de cuentas saludo cordialmente a quienes se tomen el tiempo de leernos de

nuevo. Un privilegio para nosotros. Y hablando sobre leer, reciente, o quizá no tan

recientemente, le pedí prestado un libro a un amigo mientras me lo mostraba. Opiniones de

un payaso, de Heirch Böll.

Tardé un poco para empezar a leerlo y

un poco más para terminarlo. Y ya sea

porque olvide llevarlo, porque ya no

haya espacio en mi mochila o por los

constantes suspensiones de clase (de

las cuales no me quejo del todo), el

caso es que, al día de hoy no he podido

devolverlo.

El libro nos habla de Hans Schnier, un

payaso que, irónicamente, vive en la

amarga infelicidad. A través de

conversaciones telefónicas y recuerdo,

Hans medita acerca de una amplia

variedad de cuestiones. La relación

entre Dios y la religión, entre la

religión y los religiosos, reflexiones sobre la sociedad de la post-guerra, sobre la

autenticidad de la felicidad y la validez de la moral; sobre todo ello discute y rememora el

personaje central.

Sobre este último punto tuve especial interés: ¿qué es la moral? Aquello a través de lo cual

juzgamos si el comportamiento de una persona es correcto o incorrecto, desde luego, pero,

¿en qué se basa este criterio dualista? Para intentar establecerlo recurrí a los conceptos de

bien y mal, y entonces me percaté de lo vacíos que son estos en realidad. ¿Cómo podemos

guiar toda nuestra existencia en conceptos tan ambiguos? La pregunta me rebotó en la

mente por un tiempo, pero conseguí dejarla de lado. Logré convencerme de que al fondo de

la cuestión no hay una verdad absoluta, sino la simple y llana subjetividad. La sociedad y el

contexto dictan lo que está bien, lo que está mal, lo que es adecuado o inadecuado.

Por último, si me estás leyendo, lamento estarme tardando tanto en devolverte el libro, pero

descuida, desde luego que lo haré eventualmente. Después de todo, eso es lo que se espera,

lo correcto.

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La psicología y el cine: Carrie y Precious

Por Julián S.

En esta ocasión hablaremos de no una sino dos películas, sumamente distintas entre sí, pero

con una temática en común: el dolor causado por las burlas, el acoso y el menosprecio.

Primeramente tenemos a Carrie (1976), del director Bryan de Palma. Interpretada por Sissy

Spacek, Carrie White es una joven introvertida, cuya crianza ha sido terriblemente estricta,

esto debido a que su madre, Margaret White es una fanática religiosa con rasgos

esquizofrénicos. Carrie es víctima de constantes burlas y crueles ultrajes por parte de sus

compañeros y especialmente compañeras de clase.

El detonante de la historia es la primera menstruación de Carrie, quien al jamás haber

recibido información por parte de su madre, cree que está muriendo. Esta vez las burlas

hacen arder la ira reprimida de Carrie, quien descubre entonces que posee poderes

telequinéticos.

Sue Snell, una compañera de Carrie que

se siente culpable por haberse burlado de

ella, intentará ayudarla a ir al baile de

graduación, a modo de expiación. El

drama alcanzará un estrafalario punto

cumbre cuando una nueva y más brutal

broma desate un autentico infierno.

Quizá no sea tan sencillo de percatarse,

pero este sangriento clímax funciona

como metáfora para la impotencia sufrida

por aquellos que son víctimas del acoso y

la humillación. Carrie además nos

asegura un par de genuinos sustos en el

proceso.

Como segunda película de la doble cartelera tenemos a Precious (2013). Un dramático

reflejo de la marginación social, esto es lo que plasma el film dirigido por Lee Daniels.

Clarieece Jones es una adolescente de dieciséis años, analfabeta y en espera de su segundo

hijo, cuyo padre es de hecho el propio padre de Clarieece.

Carrie White

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El maltrato y la

humillación están

presentes tanto en su

escuela como en su

propio hogar, pues su

madre, Mary Lee

Johnston le denigra

siempre que puede.

Precious, sobrenombre

con intenciones

sarcásticas por el que se

conoce a Clarieecie, es

trasladada a una

“escuela alternativa”

cuando su

analfabetismo, oculto por tanto tiempo,es descubierto. Allí iniciará un arduo proceso de

reconstrucción personal, ayudada por la Srta. Rain, su maestra en el taller de alfabetización.

La película resultó ganadora de la estatuilla entregada por la Academia al mejor guión

adaptado. Asímismo, Gabourey Sidibe recibió una nominación al Oscar por su

desgarradora interpretación de Clarieece.

Clarieece Precious Jones

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Literatura

A continuación presentamos la segunda parte de una historia titulada La prueba, escrita por

el alumno de la facultad Juan Segoviano.

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El viajero

Anhelaba la llegada del viernes para reunirme con Kyrene. Incluso acepté su solicitud

de amistad en la red social y fijamos una hora de llegada al parque. A las cuatro.

Una buena señal, o al menos para mí, tocó a mi ventana, y esa era el hecho de que el

día estaba nublado, como hacía ya nueve años durante nuestros días de universidad.

Faltaba una hora cuando salí de la casa en coche con dirección al parque. La ciudad era

enorme y el tráfico estaba en su peor momento, pues era la hora de almorzar de muchos

empleados, por ello, llegué diez minutos antes de la hora fijada. Di con ella rápidamente,

cerca del centro del lugar. Nos saludamos y comenzamos a charlar; como siempre, del

mismo tema: recuerdos de los grandes días.

Su actitud había mejorado desde la última vez que la vi, pues se notaba mucho más

alegre que en el café, e incluso hablaba muchísimo más que aquella vez.

–Sabes, no sé por qué hablamos sólo de cosas que ocurrieron hace años, ¿no hay nada

más de que hablar? –comentó animadamente tras reír un poco.

–Estamos viejos, no hay nada más de qué hablar que no sea del trabajo –respondí en

voz algo seria, como normalmente hacía.

–Por favor, sólo tenemos treinta años, no estamos tan viejos –hizo una pausa, esbozó

una sonrisa traviesa y retomó–. Al menos yo no me veo vieja, tú sí –y se echó a reír, al

igual que yo, pero con más energía.

–Gracias –añadí con sarcasmo, pero sin dejar de sonreír.

–Ahora, en serio, ¿me veo vieja? –bajó la voz y se tornó seria.

–Claro que no, te ves igual que hace nueve años –sonreímos de nuevo. Hicimos

silencio y compré un par de conos de helado de chocolate para ambos y agregué con

intención de burlarme–: Salvo que utilices más maquillaje que antes.

– ¡LEGGETT! –exclamó y tras unos instantes reímos nuevamente.

Tras una hora de charla ambos nos despedimos y planeamos otra salida, en esta

ocasión, el domingo próximo en la plaza de la ciudad, veríamos una película. Durante

esos dos días no escribí una sola palabra, ni siquiera de los días pasados que recordaba

perfectamente. No fue sino hasta ese domingo en la noche, tras haber asistido con ella

que logré unir dos y más palabras en la hoja de la máquina.

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Nos encontramos Kyrene y yo a medio día en el centro de la plaza y tras ello, fuimos directo al cine. Pagué la entrada de ambos, ella las palomitas y bebidas y entramos a la sala donde se proyectaría un filme romántico que llamó su atención.

La verdad es que no puse atención a la trama, lo único que hacía era mirar a la mujer de rojo que se hallaba a mi lado. Kyrene.

Entonces sí... –concluí-. De nuevo estoy enamorándome de ella. Me pregunto qué diría si leyera esto.

Salí a la mañana siguiente a tomar aire fresco y caminar.

Pasaron un par de horas y sin darme cuenta había llegado a una calle larga y empedrada

repleta de tiendas, restaurantes y puestos de distintos tipos.

Mientras caminaba, vi sentado en una banca a una especie de vago con una mochila

enorme que parecía algo adormilado. Cuando mis ojos se encontraron con su mirada

perdida, se sorprendió, saltó y me abrazo.

Honestamente, ¿qué ocurre con estos tipos? Están mal de la cabeza, pensé en ese instante

mientras me intentaba librar de él.

– ¡Leggett, qué gusto verte de nuevo! –exclamó el hombre a quien no reconocí, pues su

cabello amarrado en rastas cubría parte de su rostro.

– ¿Cómo sabes mi nombre, quién eres? –cuestioné alertado.

– ¿No me recuerdas? ¡Demonios Leggett, soy yo, Gianni!

–Sigo sin recordarte –se echó a reír.

–Gianni, amigo, Gianni Greatness –en ese momento lo recordé, entonces nos abrazamos

nuevamente. Él era otro amigo de los grandes tiempos, y uno excéntrico. Era estudiante de

turismo, por ello escuché que había viajado por el mundo–. ¿Qué ha sido de ti, hermano?

Así charlamos durante un par de horas de lo que habíamos hecho en estos nueve años; al

parecer le había ido bien, pues había heredado una fortuna. Le comenté de mi reencuentro

con Kyrene. También le mencioné el hecho de que estaba enamorándome de ella

nuevamente.

–Demonios, hermano, ¿y por qué no le dices la verdad? –preguntó con seriedad cuando

entramos a un restaurante de comida china.

–Honestamente... –respondí con la voz entrecortada–. Tengo miedo.

– ¿Al rechazo? Te diré algo: El rechazo es mucho mejor que el arrepentimiento, ¿qué tal

si ella también está enamorada de ti?

–No lo sé. Sólo hemos salido tres veces desde nuestro reencuentro.

–Mira... me hablaron de un lugar en la Antártida. Sé que suena estúpido y algo que diría

alguien como yo, pero es cierto, o al menos eso quiero creer.

– ¿De qué se trata? –me interesó.

–Es una cueva en la Antártida, cerca de la costa que se halla más próxima a Argentina –

hizo una pausa–. Dicen que es una cueva donde no hay frío y donde el amor sincero es

puesto a prueba por una especie de tritón o algo así, descubierto por los marineros

japoneses, ¿por qué no vienen?

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–No creo que sea real, además ahí sólo van hippies, mochileros y gente que vive al

extremo. No soy como ellos.

–Eso es cierto, también puede no ser real esa leyenda o lo que sea, pero, podrías salir con

Kyrene y ganarte su corazón en medio del frío.

– ¿En medio del frío...?

–Calienten sus almas estando juntos –se detuvo y meditó lo que había dicho–. En el buen

sentido, claro –nos echamos a reír–. Vale la pena. Te daré tiempo para que decidas, quiero

pasar un rato aquí. Me voy en un mes, si aceptan venir, nos vemos en el aeropuerto, queda

cerca de la secundaria donde estudiábamos –y sin esperar a que respondiera, salió del

restaurante, dejándome pensando.

He salido dos veces más con ella y parece aún muy animada

por ello. No le he preguntado si sale con otras personas, y no me agradaría saberlo, especialmente si fuera otro hombre.

No he dejado de pensar en lo que Gianni me propuso. Faltan dos semanas y aún no he decidido.

¡QUÉ DIABLOS! Es oficial, la invitaré al viaje este viernes, pues él tiene razón. Es mejor el rechazo que el arrepentimiento.

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Crónica luctuosa

Por: Jozuel Coronel

¿Qué pasa?, ¿a dónde vas? ¿Porque te vas? -Fue lo último que te grité, lo último que mi ladrido adolorido pudo emitir; todo pasaba como me lo había imaginado hace tiempo, como si hubiera tenido un flash-back en el que vi esta situación. Al menos en mi imaginación no eras tan cruel. Aún no termino de asimilarlo, aún puedes regresar, aun puedes detener toda esta cólera, toda esta melancolía que viene solamente de tu maldito desprecio, de tu corona botada a la basura, de tu cuchillo que me clava una gran herida, que me hunde en la tristeza y la miseria, y tú, incrédulo, ya no regresas, con las llaves de mi adorado pasado -y de mi adorado destino- te marchas lento, caminas lento, escuchas lento... ¿entiendes lento? o ¿yo soy el que entiende lento? Soy aquel, quien en tu corazón se ha perdido, quien ha perdido más de ti que tú de él. Has malgastado tu tiempo, pero ese no es error mío; ¿porque he de pagar yo las heridas de tu destino y tu mala suerte? Te marchas diciendo que regresarás y yo no sé si de verdad creerte "colega".

Así nos llamábamos, ¿recuerdas?, aquellos días en los que caminábamos alardeando en la calle, cuando contábamos uno con el otro, reíamos juntos, y me contabas tu día con esmero y cariño, como si el mundo se fuera a acabar en mis ojos, como si un rayo de hermosura hubiera penetrado nuestra amistad. Maldito yo que no he podido congelar el tiempo en ese instante. Si pudiéramos regresar hasta ese momento, hasta esa amistad transparente, en esa comunión de hermanos que el mar dispuso para nosotros. Si tan solo pudiéramos.

Nunca lo entenderías bien. Te lo digo porque lo pienso así, porque lo escucho en mis

oídos, ¡te escucho así!, ¡así como suenan la onomatopeya de un accidente vehicular!, ¡así, imagina ese ruido!, ¡así te escucho ahora!, ¡así escucho tu pasos alejarse en ideas funestas, en palabras huecas, en una vida sin sentido!

Y vivo sin ganas de hacerlo, porque no sé qué será de mí, no sé qué me espera al final de mi caminata. Pienso en mi futuro y pienso en olvidarte colega, porque así sería más fácil

cargar esta melancolía.

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Sabía que no era buena idea en confiar en tu especie: esa que creen ser dueños del mundo. Y yo que perdoné tantas cosas, tantos momentos que quedaron clavados en la fosa de mis inconscientes: en mis latidos moribundos, (aquellos latidos idiotas que han sido malgastados pensando en ti y en nuestro amor).

Ya son tantos días y pienso ya gravemente en mi final: en mi sueño elevado al infinito cual hojas de otoño que llegan hasta el cielo y luego caen, sin sentido caen. Caen sin causa que me explique el porqué de tu cólera hacia mí: el sabor del precio de tus deudas, aquellas marchitas y lívidas deudas que ponen puntos suspensivos a mi existir, que clavan clavos a las paredes de mi ataúd.

¡Amigo, muero de hambre y no estás aquí para consolarme! Con un plato de comida que solías preparar para mí, acompañada de esa sonrisa de ángeles que tenías, la cual solías usar cuando me mirabas. En cambio tengo esta maldita lagunilla de recuerdos a mi alrededor llevada de la mano de aquella soledad que me mira con sus ojos amarillos: ojos de melancolía.

Pierdo el apetito a vivir, al sueño, a la necesidad de respirar. Porque qué caso tiene hacerlo si sé que mi destino viene acompañado de mucha desdicha: camina junto al disfraz de tus olvidos y aquella sombra llamada muerte.

Acaso con las heridas que llenan mi cuerpo de un color nauseabundo, fúnebre. Fúnebre como mi dicha, como mis pesadillas que son las que vivo en las mañanas

cuando la única que me acompaña es la obscuridad. Me he cansado de

escuchar estos latidos que me acuerdan de mí existir, y este dolor que siento en mi pecho que no es más que causa y efecto de tu abandono. Y nunca te diste cuenta que solo necesitaba algunas medicinas para mejorar: que en realidad no estaba enfermo como lo dijo el veterinario. O sí, tal vez lo estoy, pero no se me ocurre que haya sido una razón válida para despreciarme de ese modo. Necesitaba solo tu cariño y no tu abandono, y no lo entendías.

Nunca entendiste que no era tan peligroso para tus hijos. O quizá sí, no lo sé; quien mejor para adivinar mi destino que las voces de tus deseos. Pero hubiera preferido verte, al menos una vez antes que este marchito corazón reviente. Antes que esta lluvia que inunda mi alma deje de verter vida y se apaguen las luces de mi cerebro.

Y para colmo elegiste el peor lugar para abandonarme. No haces más que dejar mi cuerpo morir lentamente, y no vienes a deslumbrarme con tus ojos, y a borrar mis penas con tu voz y enjuagar tu dicha en mis sueños.

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Ven a mí por favor, fantasma de la muerte y llévate mi sufrimiento contigo. Hazme libre de este cuerpo lastimado y herido, llévame al olvido, a caminar sin piernas y a oler sin nariz. A ser quien mi alma es, a dejar de usar disfraces y etiquetas, a ser el espacio y el universo al mismo tiempo, de una vez por todas llévame te digo, hacia ti y tu sonrisa hueca, y tus labios podridos, tu caminar tan espantoso, tu música tan fúnebre, tu olvido tan espontaneo.

Y vienes hacia mí con paso lento otra vez y no recuerdo que tanto tiempo ha pasado de la última vez que salimos juntos. ¿Recuerdas? Y con la correa creábamos un vínculo que me hacía sentir feliz-me estoy muriendo-.

Me haces sentir tan bien cuando vacilamos y reímos -te diviertes tú, yo voy a morir-.Y caminamos con paso lento, -porque mis patas están quebradas y tú no lo sabes- e intentas hacerme reír y yo miro al suelo buscando algo interesante para mi nariz –aun cundo de hace días ya no sirva- y pides las mil disculpas por tantos días en ausencia.

Y acaricias mi cuello -de veras que eres hipócrita-; y preguntas por qué caminó como sin ganas de hacerlo -en realidad me estoy muriendo, me muero y tú no quieres darte cuenta, no percibes que lo que sale de mi boca con sangre representa la máscara de la muerte que veo a lo lejos acercarse. Que viene incrédula y decidida sin ganas de darme alguna segunda oportunidad, sin ganas de hablar o a negociar, solo viene a cumplir su trabajo, su maldito trabajo, su labor eterna: efecto de la condena que el universo le ha dado-.

Y gracias muerte porque me dejaste ver esos hermosos ojos de nuevo. ¿Acaso mi melancolía tan grande no me dejó disfrutar? Ni me dejo congelar el tiempo en esa sonrisa tan triste que llevabas, amigo, cuando fui cayendo lento: perdiendo la noción del tiempo, perdiendo tus ojos de mi vista, tan lento que parecía un cadáver en vida, con hora luctuosa programada.

Y así te voy a recordar, en la felicidad. Porque recuerda que los muertos vivimos en los recuerdos de ustedes los vivos, en las alegrías que quedan estampadas en sus corazones; en la felicidad de tus memorias, ahí viviré por siempre "colega".

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“PUDO HABER SIDO”

Pude haberte conocido.

Tomado de la mano.

Abrazado.

Besado.

Pude intentar conquistarte cada mañana.

Pude haberte llamado

Buscado.

Pude, escribirte una carta.

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Cantado una canción.

Pude enamorarte.

Pude amarte.

Pude haberte hecho sonreír.

Pude hacerte reír.

Pude creer en ti.

Pude pensar en ti.

Pude hacerlo, pero no lo hice.

Pude no tener miedo

Pude haberme atrevido.

Pude no perder la cabeza.

Pude haberlo intentado.

Pude haberte amado.

Pude haberte buscado.

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Pude haberte escrito.

Pero ahora que es demasiado tarde lo hago.

Porque las cosas pudieron ser, pero no fueron.

Pero pudieron haber sido.

Como la canción de amor que jamás te escribí,

El poema que nunca te recité

La vida que no te ofrecí.

La oportunidad que perdí.

* * * * *

“PUDO HABER SIDO”

Alejandro Franco

#ConquistaLaVida

http://www.alexfrancoblog.wordpress.com

[email protected]

Vive, comparte, inspira.

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