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REVISTA DE HISTORIA MEDIEVAL Y TEMPLARIA

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c Contenido c

PORTADA

LAS CATEDRALES DEL MUNDO. (Sta. María de Tarragona).

CONQUISTADORES ESPAÑOLES. (Gonzalo de Abreu)

LOS REYES GODOS. (Atanagildo I)

LOS ORIGENES DEL CAMINO DE SANTIAGO.

LOS PAPAS DE LA HISTORIA. (S. Eusebio I)

El RINCON DE JOAQUÍN SALLERAS.

REYES DE ESPAÑA, DE 1474 A 1873. (2ª Casa de Austria).

(Felipe II, Continuación).

JOYAS DEL ROMÁNICO ESPAÑOL. (San Martín de Tours).

LEYENDAS Y TRADICIONES POPULARES.

(El Lago de Sanabria).

CONTRAPORTADA.

c Editorial c

Federico Leiva Paredes Director.

c Colaboradores c

Joaquín Salleras Clarió (Historiador de Fraga).

Albert Coll Vilá

Josep Ricard Vento

Juan A. Portales

Frey Jesús

Fredy H. Wompner

c Envio de artículos c

Email: [email protected]

c Contacto c

www.oct.org.es

EDITA: OCT

(Orden Católica del Templo)

La OCT no se responsabiliza de las opiniones o doctrinas de los autores, ni de la posible violación de autoría y originalidad de los trabajos, colaboraciones o artículos enviados a esta redacción. Los autores serán los únicos responsables de todas las cargas pecuniarias que pudieran derivarse frente a terceros de acciones, reclamaciones o conflictos derivados del incumplimiento de estas obligaciones previstas por la Ley.

Reservados todos los derechos de edición, publicación y difusión.

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Catedral de Sta. Maria - Tarragona

La Catedral de Santa María es una catedral construida en el estilo gótico temprano, existente en la ciudad y provincia de Tarragona, en la comunidad autónoma de Cataluña, España. Se encuentra situada en la parte más alta de Tarragona, sobre un lugar que ya ocuparon con anterioridad un templo dedicado al culto imperial romano (el templo de Augusto), una catedral visigótica y una mezquita árabe.

Según Francesc Eiximenis, en la organización de una ciudad y la posición de sus edificios, a la catedral le correspondía:

… en lo mig de la ciutat deu esser la Seu, e pres d’ella deu ser gran e bella plaça… ( en medio

de la ciudad y con una gran y bella plaza) …de la Seu deu estar lo bisbe e pres d’ell los sacerdots: e per aixó la dita plaça no deu sostenir profit per no torbar l’ofici divinal ne aquells

que són dats al Server de Déu.(En esta plaza no debía de celebrarse ferias ni mercados y reservarse para el oficio divino).

La ciudad de Tarragona, la antigua Tarraco de época romana, que era prácticamente la

capital de los territorios hispánicos, había perdido buena parte de su esplendor tras la caída del Imperio romano como consecuencia de las invasiones germánicas. Ello se acrecentó con la conquista de la ciudad en el siglo VIII por parte de los musulmanes, además de por el hecho de convertirse rápidamente en un territorio fronterizo para la defensa de los territorios islámicos, todo ello hasta su reconquista en el siglo XII por los condes de Barcelona.

En 1154 se instala por primera vez en la ciudad de Tarragona un arzobispo con residencia permanente, Bernat Tort, llegado desde la Abadía de Saint-Ruf, en la ciudad de Aviñón, hoy en Francia, y que era un territorio que por esas fechas tenía importantes vínculos con los condes de Barcelona. En las ordenaciones que el nuevo arzobispo dicta para regular la vida interna del reducido Capítulo Catedralicio, hace referencia a la construcción que estaba efectuando de una fortaleza para protegerse de las previsibles incursiones musulmanas, fortaleza asentada sin lugar a dudas entre los restos existentes en esa época de edificios de origen romano. Evidentemente esa pequeña fortaleza incluía una primera iglesia catedralicia, iglesia que estaba consagrada a santa Tecla.

No se tiene información exacta sobre el proceso constructivo de la nueva catedral gótica en la ciudad, puesto que los primeros datos conocidos corresponden a la fecha de su consagración, en 1331. Sin embargo, existen documentos anteriores que atestiguan la realización de las obras, como por ejemplo un legado testamentario que fue efectuado por Pere de Queralt en 1166 o el testamento del obispo de Tarragona, Hugo de Cervelló, quien fuera asesinado en 1171.

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Parece, pues, que las obras de la nueva catedral se iniciaron en una fecha imprecisa, pero siempre posterior al año 1171, y que dieron inicio por la cabecera del nuevo templo. Canónica

Hay noticias de la existencia de canónicos desde finales del siglo XI, pero la estructuración fue a partir del año 1154 por el arzobispo Bernat Tort, según la orden de san Agustín con monjes venidos del monasterio de san Ruf de Aviñón, orden a la cual pertenecía el obispo y que había impuesto la reforma gregoriana del siglo XI. El papa Clemente VII secularizó a los canónicos de la catedral el día 4 de diciembre de 1530.

Para la vida comunitaria se dotó de las dependencias necesarias situadas alrededor del claustro, como el dormitorio, el refectorio, la bodega, la cocina y la sala capitular. Además del prior claustral, se nombraron las figuras del pavorde que administraba los bienes, el arcediano para la ayuda en la celebración de los oficios, el tesorero que se ocupaba de los gastos del culto, el sacristán mayor, que tenía a su cargo el servicio del culto, el camarero que cuidaba del vestuario, el capiscol (o chantre) dirigente del coro, el sub-capiscol que enseñaba los cantos, el hospitalario encargado del hospital de la catedral y el enfermero que cuidaba de la enfermería.

Parece igualmente que la construcción inicial estaba prevista como una única nave, con un gran ábside, muros robustos y básicamente correspondiente a un estilo correspondiente al existente en su entorno por esas fechas, es decir, se trataría de una catedral románica, pensada además como elemento defensivo y, por ello mismo, provista de matacanes, almenas y camino de ronda, así como ventanas elevadas, fuera del alcance del enemigo (años después, con la seguridad ya garantizada, se abrirían bajo las anteriores tres nuevas ventanas en el ábside, de mayor tamaño y situadas más cerca del suelo).

A pesar de ello, no hay que suponer que se trataba de una construcción austera, puesto que recogía un buen número de elementos decorativos propios del románico, lo que daba al ábside de la catedral la debida prestancia.

Contemporáneos del ábside son la sacristía y el refectorio. La sacristía, emplazada junto al ábside mayor, es de planta rectangular, y posee bóveda de cañón apuntada. La sacristía ha sufrido a lo largo de los años diversas intervenciones que han modificado sustancialmente su aspecto.

El tamaño del refectorio (o comedor) indica que el número de canónigos y otros empleados de la catedral se había incrementado sustancialmente. A partir del siglo XVI, cuando los canónigos comenzaron a dejar de hacer vida en común, el refectorio acabó transformado en una capilla más de la catedral. Se preveía igualmente la construcción de un campanario, que estaba previsto levantar junto a la sacristía; campanario que poseía igualmente carácter defensivo.

Hacia el año 1195 se produjo un cambio sustancial en el planteamiento de las obras, magnificándolas, lo que produjo fuertes problemas de tipo social en la ciudad, al quejarse los ciudadanos de Tarragona de los elevados gastos que comportaban las obras, gastos que debían ser sufragados con los correspondientes impuestos, lo que hizo que en 1214 el arzobispo de Tarragona decretase la voluntariedad de las aportaciones a las obras. Básicamente, el nuevo proyecto pretendía agrandar la catedral, para convertirla en un edificio formado por tres naves en planta basilical, con un crucero y cuatro nuevos ábsides secundarios, cubiertos con bóveda de crucería de estilo gótico. Por la disposición espacial anterior, el único lugar en el que era posible efectuar la ampliación era el punto en que se había dejado el patio destinado al futuro claustro, lo que hizo imposible la habitual alineación del crucero y los cinco ábsides. Por ello, los cuatro ábsides menores fueron escalonándose (como es perfectamente apreciable en el plano que se encuentra a la derecha), por lo que la absidiola norte es de menor tamaño que la meridional. Los espacios de las naves fueron cubiertos con bóveda de crucería gótica, de no mucha altura. Parece haber semejanzas constructivas con la iglesia abacial de Santa María, en el monasterio de Santa Cruz de la Serós, en la Jacetania.

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Según Puig i Cadafalch, el plano de las catedrales de Lérida y Tarragona responde a un tipo bastante extendido sobre todo en la Francia septentrional (Normandía) y básicamente ligada a los monjes benedictinos, con características de grandes ábsides y un crucero de grandes dimensiones. El cister aportó además las soluciones tecnológicas para la sustentación de los edificios como el arco apuntado o la bóveda de crucería, así estas dos catedrales presentan la combinación de la arquitectura románica con elementos góticos.

Los obispos y reyes como Alfonso el Casto y Pedro el Ceremonioso continuaron beneficiando con donaciones. Con el obispo Aspàreg de la Barca (1215-1234) se abrió al culto la parte de la cabecera. En 1250 Pedro de Albalat encargó la construcción del cimborio al maestro de obras Bernat y en el año 1277, aproximadamente un siglo después del principio de la obra, se encargó la realización de la puerta principal al maestro Bartomeu de Gerona. Sin embargo el tímpano y el resto de los apóstoles tallados se deben a Jaume Cascalls y su taller (Jordi de Déu) durante los años 1375. En el año 1305 el obispo Roderic Tello se hizo cargo del pago del penúltimo tramo de la nave central y el arzobispo Juan de Aragón y Anjou hijo de Jaime II, en junio del año 1331 consagró la nueva catedral.

Es un templo de transición del románico al gótico. La nave central tiene una altura de veintiséis metros más doce del cimborio, por 16,50 metros de anchura. Las naves laterales miden trece metros de altura por 8,25 de anchura. La longitud es de unos cien metros desde el hastial hasta la cabecera. Consta de planta basilical de cruz latina con tres naves y transepto bien definido que sobresale de las naves pero con brazos desiguales debido al claustro que se haya en la parte septentrional así como la absidiola de este mismo lado también es desigual a su pareja del lado opuesto. La cabecera contiene tres ábsides semicirculares escalonados con presbiterios profundos, destacando el central. El ábside central tiene tres ventanas en su parte inferior y siete en la superior de forma apuntada. Sobre el tramo siguiente al ábside del lado de la Epístola se halla ubicada la torre del campanario.

Las naves están cubiertas con bóvedas de crucería de nervios moldurados sostenidos por pilares cruciformes con columnas adosadas por parejas y con capiteles decorados con reminiscencias del arte hispano-musulmán sobre los que reposan los arcos fajones y formeros de las bóvedas. Las ventanas se presentan principalmente de dos tipos las románicas con arquivoltas y las góticas con vitrales de tracerías caladas. El cimborio es octogonal construido a mitad del siglo XIII con bóveda de crucería y soporte de trompas angulares, parteluces y vitrales de colores.

El presbiterio y el ábside central tienen un notable pavimento de la época románica, está formado por placas de piedra y mármol de diversos colores formando unos dibujos geométricos, en opus sectile en el que dominan los entrelazados sobresaliendo los colores, naranja, amarillo, blanco y negro. Es de una fabricación seriada y no totalmente artesanal ya que no hay gran variedad de piezas con formas diferentes. Pavimentos de esta misma clase se realizaban en la Edad Media como se demuestra en la basílica de Montecasino en Italia, de Santa María de Alaón en Sopeira o Saint-Benoît-sur-Loire en Francia. La sillería del coro es obra del zaragozano Francisco Gomar del siglo XV realizada con madera de roble, durante el obispado de Pedro de Urrea (1445-1489). Todavía se mantiene in situ aunque el muro occidental se desmontó y hoy se guarda en el museo. El órgano de grandes proporciones fue realizado en la segunda mitad del siglo XVI, para sustituir el anterior del siglo XV. El diseño del mueble se debe al arquitecto Jaume Amigó y realizado el trabajo de carpintería por Pere Ostris y Jeroni Xanxo entre 1562 y 1566. Las puertas que lo cierran las pintaron por ambas caras Pere Serafí y Pier Paolo de Montalbergo con la representación de la Anunciación en el exterior realizada a la grisalla y la Adoración de los Pastores y la Resurrección de Cristo en policromía en la parte interior. Su trompetería se sustituyó a comienzos del siglo XX. Está en proceso de restauración y se cree que estará finalizado el año 2010. Es un organo romántico llamado de mar y cielo. Capilla de la Virgen María. Mandada construir en el año 1520 por el obispo Pere de Cardona como panteón familiar. Tiene un retablo procedente de la iglesia parroquial de Solivella y firmado por el pintor Mateu Ortoneda del primer tercio del siglo XV.

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Capilla de la Virgen de Montserrat. Retablo procedente de la iglesia de Santes Creus iniciado por Guerau Gener y finalizado por Lluís Borrassà a principios del siglo XV.

Capilla de la Concepción. De estilo barroco del año 1674, sufragada por el canónigo Diego Girón de Rebolledo, fue proyectada por fra Josep de la Concepció quien tuvo bajo su dirección a artistas como Joan Costa, Francesc Grau ayudando a su vez por Doménech Rovira quienes esculpieron el retablo, donde se aprecia claramente el estilo barroco igual que en los sepulcros de la familia Girón de Rebolledo de los mismos autores, con la representación de las artes liberales junto con la Resurrección de Cristo y en ambos lados la Fe y la Esperanza. Los frescos de la cúpula, de la bóveda y de los arcos formeros los realizó el pintor Francesc Tramulles Roig en el último cuarto del siglo XVIII. Las pinturas de las paredes son de Josep Juncosa.

Capillas de San Fructuós y San Juan. Realizadas por el arquitecto Pere Blai de estilo renacentista fueron encargadas para su sepultura por el obispo Joan Terés. Se empezó a construir en el año 1592. Muerto el obispo, Blai diseñó el sepulcro, abriendo el muro divisorio de las dos capillas para alojarlo debajo del arco de comunicación; el sarcófago se trata de una urna cuadrada que hace de base a un templete sostenido por columnas corintias en mármol y jaspe, este templete tiene una cúpula semiesférica.

Capilla del Santo Sepulcro. Construida en 1494, se encuentra un sarcófago romano aprovechado en el gótico con un Cristo yacente rodeado de figuras representando las tres Marías, san Juan Evangelista, José de Arimatea y Nicodemo.

Capilla del Santísimo. Está situada como prolongación del crucero y con un gran arco triunfal en su entrada. En el año 1580, el obispo Antoni Agustí i Albanell, quiso transformarla para albergar su sepultura, trabajaron en ello Jaume Amigó, Pere Blai y Bernat Cáceres hasta el año 1592, se añadió una cúpula con cimborio octogonal con pilastras dóricas dobles y se excavaron en sus gruesos muros tres capillas con arco de medio punto que sirvió la primera de la izquierda para alojar el sepulcro del arzobispo. La decoración del fondo está hecha a base de mármoles y con pinturas representando el tema de la Eucarística con imágenes de profetas. Realizadas por Nicolás Larrant y Domingo Albrioni.

Capilla de Santa Bárbara. Su construcción es del siglo XIV costeada por Bernat Rufaca, en la actualidad con un retablo barroco del año 1765.

Capilla de Santa María de los Sastres. Construida antes del 1350 y reformada bajo el mandato del obispo Pere de Clasquerí (1358- 1380) en el lugar del ábside de la estructura original, del lado del Evangelio. Desde el punto de vista económico fue durante el primer tiempo de su edificación comparable a la del altar mayor. Pertenecía a la cofradía del gremio de los sastres y se celebraba la fiesta de la Natividad con gran solemnidad perteneciendo a esta hermandad la mayoría de los canónigos.

Es de planta hexagonal con un retablo en alabastro del año 1368 realizado por el maestro Aloi de Montbrai incluido dentro de un rectángulo, con escenas de la vida de la Virgen y Jesús y en su parte central la figura de la Virgen con Niño... A la entrada de la capilla, en el arco de triunfo, se encuentran esculpidos los doce profetas mayores y los doce menores que anuncian la llegada del Mesías. A la altura de un tercio de sus muros hay un friso de arquillos conopiales con ménsulas de figuras humanas alusivas en sus acciones a la cofradía de los sastres. Arriba hay una cornisa superior decorada con temas florales entremezclados con seres monstruosos y fantásticos y sobre ésta, una barandilla calada, con una galería que recorre todo el ábside. Posee una bóveda de crucería estrellada cuyos nervios reposan sobre cuatro parejas de esculturas de personajes de tamaño medio. Tiene unos vitrales con tracería gótica. Capilla Mayor. El presbiterio se encuentra presidido por un retablo gótico, encargado por el obispo Dalmau de Mur y realizado por el escultor Pere Johan entre los años 1426 y 1434, se conserva en su lugar original y es una de las joyas de la escultura gótica catalana, construido en alabastro policromado, consta de tres partes:

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* El zócalo que presenta una decoración de motivos vegetales con figuras humanas y de animales pudiéndose ver también los escudos de los arzobispos Dalmau de Mur y Pere Sagarriga * La predela con el tabernáculo y seis escenas historiadas sobre la vida y martirio de santa Tecla, la preside las figuras de Nicodemo, María, Ecce Homo, Juan y José de Arimatea; tiene numerosas figuras de pequeño tamaño de gran gracilidad. Se ordenan en seis escenas bajo pequeños doseles de izquierda a derecha, entre cada escena a modo de separación hay pequeñas imágenes de santas con coronamientos de pináculos de filigrana. Se empieza la narración por la predicación de san Pablo rodeado de personajes entre ellos Tecla; la escena siguiente es el martirio del fuego que la ataca a santa Tecla y sí a sus verdugos; la siguiente muestra cuando fue arrojada a los leones; pasada la parte central se aprecia a la santa sumergida en agua y rodeadas por serpientes; en el siguiente relieve se ve como al ser arrastrada por los bueyes se rompen las cuerdas y queda libre y en el última escena está representada la invención de las reliquias. * La parte central, que contiene doce relieves, divididos en tres niveles y presididos por las imágenes en tamaño mayor de la Virgen con Niño en el centro y en los laterales del retablo con santa Tecla y con san Pablo, los tres coronados por altísimos pináculos de madera dorada. En el primer nivel hay escenas dedicadas a la Virgen, la Anunciación, la Natividad, la Epifanía y la Presentación al Templo; en el segundo nivel los misterios de dolor, la Santa Cena, la Flagelación, el camino del Calvario y la Crucifixión; en el tercer nivel se presenta los misterios de gloria, la Resurrección, la Ascensión, el Pentecostés y la Coronación.

El ara del altar de estilo románico arcaizante es de una sola pieza sobre columnas y un frontal con relieves de la vida de la santa titular de la catedral. El frontal es de mármol blanco monolítico, dedicado a san Pablo y a santa Tecla. Pertenece al mismo taller que la mayor parte de la escultura de figuras realizadas en el claustro; tiene forma rectangular y está enmarcado por molduras estando estructurado en dos niveles de compartimentos en ambos lados de uno central donde está representado san Pablo sentado bendiciendo a santa Tecla. Sepulcro de Juan de Aragón

En el presbiterio se encuentra el sepulcro del

arzobispo Juan de Aragó muerto en 1334 hijo de Jaime II de Aragón y Blanca de Nápoles. Enmarcado por unos pináculos ornamentados con una excelente arquitectura gótica italianizante, el sarcófago sobre dos figuras de leones y labrado en su cara frontal un epitafio con las referencia de los milagros realizados por el difunto, se encuentra situado dentro de un profundo arcosolio polilobulado con la figura yacente del arzobispo sobre la tapa, las manos cruzadas y la cabeza sobre dos cojines, vestido con los atributos episcopales. Acompañado por un séquito de familiares y santos protectores como san Fructuoso, santa Tecla, san Luis de Tolosa, santa Isabel de Hungría (antepasados del difunto) y san Luis rey de Francia, (los cuales se guardan en el Museo Diocesano de Tarragona). En la parte alta del muro tiene una representación de la ascensión de su alma al cielo portada por dos ángeles. El monumento elaborado con mármol

blanco de vetas grises hace suponer que son mármoles antiguos reutilizados de la antigua Tarraco.

Sobre este mausoleo se encuentra un armario relicario dentro el muro, abierto a manera de ventanal, que custodia el brazo de santa Tecla, patrona de Tarragona, obtenido en 1320 en Armenia por medio de los embajadores de Jaime el Justo.

Capilla de San Oleguer. De esta capilla desapareció en la guerra civil española del año 1936 un retablo del escultor Bonifàs i Massó, en el que estaba representado el obispo Olegario, titular de la capilla, en el acto del otorgamiento de Tarragona al príncipe Robert d’Aguiló.

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Capilla de la Presentación. La más antigua fue reformada y se encuentran pequeñas cabezas coronadas con flores, con gran parecido a la puerta principal de la fachada de la catedral. Guarda un retablo del siglo XIX del escultor Vicenç Roig.

Capilla de San Francisco. El arquitecto Jaume Amigó dirigió las obras en el año 1584, muestra pinturas representando la Epifanía y los Santos Inocentes.

Capilla de Santa Tecla. Capilla barroca, antiguo baptisterio, construida en el año 1777 por el arquitecto Josep Prats con estilo barroco tardío ya prácticamente neoclásica. Las esculturas fueron realizadas por Carles Salas representando la vida de la santa y las virtudes cardinales. La reja de la misma época barroca es del artesano Onofre Camps.

Capilla de San Miguel y todos los Ángeles. Construida hacia la mitad del siglo XIV, fue fundada por el canónigo Guillem Botsom, según un documento del año 1379 en el que se especifica que ya estaba en plena construcción. Por su dedicación, la capilla tiene la decoración escultórica inspirada en los ángeles que se encuentran representados en el arco de la entrada a la capilla, en la cornisa con instrumentos musicales, en las ménsulas de los arcos del ábside de la capilla, donde son portadores de bandas con la letra de sus cantos. En las ménsulas del tramo recto antes del ábside están representados los cuatro evangelistas. El conjunto escultórico de la capilla se remata con las tres claves de bóveda, en la del ábside se encuentra un Maiestas Domini con la bola del mundo en la mano izquierda mientras está bendiciendo con la derecha. La clave central es la que se está en peor estado de conservación y representa una figura femenina con dos animales a sus pies. La clave del tramo recto de la capilla tiene su dedicación a san Miguel luchando contra el dragón de siete cabezas. Este conjunto escultórico se atribuye a los colaboradores de Jaime Cascalls, ya que por la década de 1370 estaban obrando en la decoración de la fachada de la catedral. Tiene un retablo de San Miguel de Bernat Martorell del siglo XV que procede de la iglesia de la Pobla de Ciérvoles.

La fachada principal consta de tres puertas que corresponden a las tres naves de la iglesia, la central y principal gótica, con arcada ojival y las laterales de estilo puramente románico. Un gran rosetón está situado sobre la puerta principal, de diámetro casi como la anchura de la nave central tiene una tracería que recuerda al rosetón del monasterio de Sant Cugat del Vallés, de la iglesia de Santa María del Pí o el de la catedral de Mallorca. Tiene once metros de diámetro exterior i doce rayos con siete molduras circulares de un grueso de 1,3 metros. Los doce rayos representan las doce tribus de Israel o los doce apóstoles.

Sobre las otras dos puertas laterales también se encuentran dos rosetones de tamaño más reducido y de factura románica. Están realizadas las puertas en mármol blanco con arcos de medio punto y arquivoltas molduradas con dintel y tímpano. Empotrado en el muro sobre la puerta de la derecha se conserva el sarcófago de Bethesda, paleocristiano del siglo IV, representando escenas de la vida de Jesús. La puerta del lado del evangelio, posee un tímpano esculpido con escenas que representan la Epifanía.

Los vitrales de la catedral de Tarragona son un magnífico ejemplo de la época gótica. Cerca del siglo XIV se datan los de las capillas de las Onze Mil Vírgenes y de Santa María de los Sastres, realizados por Guillem de Letumgard. De la misma época son los rosetones de cada lado del crucero. En el ábside central tiene tres finestrales en la parte inferior y siete en el cuerpo superior.

La capilla de Santa María de los Sastres, tiene tres ventanales en el muro izquierdo, han estado remodelados en épocas posteriores. Representan el tema de la Anunciación, las partes originales que quedan de Guillem de Letumgard son las de las tracerías superiores de los vitrales, se representan en cada una de ellas, dos pequeñas figuras de ángeles y en el lóbulo superior el escudo de la catedral tarragonina. El que representa al arcángel San Gabriel es una reforma posterior de los últimos años del siglo XV, obra probable de Gil Fontanet. Los colores que dominan son el rojo, el azul y el amarillo de plata, propio del siglo XIV.

Los rosetones de los lados norte y sur del transepto presentan importantes diferencias, debidas a las múltiples intervenciones hasta épocas recientes. Originalmente son obras del

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Maestro de San Silvestre, que también trabajó en la catedral de Barcelona. En el rosetón sur se representa la Virgen con el Niño entronizados. En el rosetón norte se representa la Resurrección de Cristo en el óculo central, a partir del cual se distribuyen dieciséis plafones radiales con ornamentación geométrica, motivos florales y el escudo de la catedral, en la parte ancha de estos plafones, tienen todos, una cabeza de un personaje, seguramente un apóstol.

La figura de santa Tecla es la representada en el vitral central del ábside y documentada hacia el final del siglo XVII ya en la época barroca, también ha sido modificado posteriormente. De la época renacentista son los tres vitrales de la capilla del Corpus Christi, en cada uno de los cuales está representada una figura de apóstol.

Puerta principal. De estilo gótico con semblanzas a modelos franceses como la Catedral de Amiens y sobre todo la de Reims. La puerta principal de la catedral fue encargo del obispo Bernat d’Olivella al maestro Bartomeu en el año 1277 y la última relación documentada con este maestro es en el año 1291.

Presenta arcos apuntados en degradación, el gran arco principal avanza sobre el muro incluso llega a montar en algún punto sobre las puertas laterales que su gran suntuosidad hace anular a primera vista, por sus contrafuertes laterales es evidente que se emplean para sostener las cargas de la nave central del templo. Es posible que en principio la forma estructural de la fachada fuera más coherente y armónica entre las tres puertas. A pesar de dejarla inacabada, realizó bastantes esculturas de los apóstoles, situadas en las jambas de ambos lados de la portada descansando en basamentos corridos y sobre las figuras se encuentran doseletes, entre las figuras destacan las de san Pedro, san Andrés y santo Tomás situados en el bancal de la parte derecha de la puerta. Pero la gran escultura de la puerta es la Virgen del mainel, se ha señalado que deriva de un modelo francés, en el pedestal tiene representadas escenas del Génesis con la creación de Adán y Eva y el Pecado original.

En el tímpano se representa el Juicio Final, presidido por Cristo con dos ángeles portadores de los atributos de la Pasión, con tracerías superiores para la inserción de un vitral, realizado por Jaume Cascalls y su taller hacia el año 1375, contratado por el obispo Pere de Clasquerí, así como el friso con la representación de los escogidos y los condenados. En la parte interior del templo que corresponde al tímpano están representadas la Virgen entre san Pablo y santa Tecla con dos ángeles ceroferarios.

También de su taller son doce estatuas entre apóstoles y profetas que faltaban para la misma puerta al precio unitario de diecinueve libras y doce sueldos. Jaume Cascalls estuvo acompañado por su yerno Guillem Solivella y su esclavo Jordi de Déu. Las esculturas realizadas por este equipo de artistas son las que se encuentran en las partes más externas de la puerta, son, como ya se ha dicho, doce, igual número que de bloques de piedra comprados en Albiol, cinco en el lado derecho y siete en el izquierdo, todas estas figuras igual que pasa con las hechas por el maestro Bartomeu, presentan el cuerpo realizado en piedra y la cabeza en mármol. Las puertas, tiene revestimientos metálicos y de hierro forjado y fueron realizadas a finales del siglo XV, sufragadas por el arzobispo Gonzalo Fernández de Heredia.

A juzgar por las figuraciones heráldicas existentes en la catedral, consistentes en castillos y torres, se supone que las obras del claustro de la catedral de Tarragona se iniciaron bajo la prelatura de los obispos Ramon de Castellterçol y Ramon de Rocabertí, hacia 1194. Otras teorías, sin embargo, apuntan hacia el canónigo Berenguer de Castellet, y sitúan el inicio de las obras hacia 1214. En cualquier caso, el aludido Ramon de Rocabertí legó en su testamento la importante cantidad de 1000 sueldos para las obras del claustro.

El claustro se encuentra situado en la parte nordeste de la catedral, con planta rectangular de cuarenta y siete metros por cuarenta y seis, consta de cuatro galerías de seis tramos más los angulares comunes. Las divisiones quedan patentes por medio de pilares cuyos contrafuertes se asientan en el jardín del claustro. Parte de ellos incluyen canalones que vertían las aguas pluviales en dirección a la antigua cloaca romana, que se hallaba todavía en uso. Cubiertas con bóvedas de crucería siguiendo la tipología de los monasterios de Poblet y Vallbona de les Monges y con un gran patio central. Sus arcadas estas

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construidas por dos órdenes de soporte, en el superior hay grandes arcos ojivales ciegos con dos óculos de tracería calada colocados en el vértice central además de un friso con elementos polilobulados de ascendencia musulmana, que recorre toda la cornisa. En la parte inferior se distribuyen grupos de tres arcos de medio punto, decorados con puntas de diamante, sobre dobles columnas dentro de cada arco ojival ciego.

La decoración escultórica del claustro es extensa y se encuentra en los capiteles, impostas, en las bases, los frisos de los pilares angulares así como en los canecillos de la cornisa, en las ménsulas y en sus claves de bóveda. En los capiteles de las columnas y las impostas correspondientes hay grabadas escenas religiosas como la visita de los ángeles a Abraham, Caín y Abel, y profanas como la lucha entre guerreros, figuras de músicos o la representación de la lujuria y la avaricia, hay algunas con decoración de tipo vegetal y animal entre las que destaca la representación del entierro del gato por las ratas, historiada en dos escenas en los ábacos situados en la galería sur.

La puerta románica (del lado del evangelio), del siglo XIII da acceso al claustro desde la iglesia. Presenta un dintel de mármol y un tímpano esculpido con Maiestas Domini y los Tetramorfos, con tres arquivoltas de perfil semicircular con capiteles decorados con follaje naturalista copiado de monumentos romanos y con escenas de la visita de las tres Marías al sepulcro de Cristo, las impostas de esta puerta están decoradas con cenefas de hojas y palmas. El mainel está constituido por una columna de fuste monolítico con la base decorada con reptiles y el capitel piramidal invertido representando en sus caras escenas de la vida infantil de Jesús: la epifanía, la natividad, la adoración de los magos y la visita de los magos a Herodes. En la parte superior sobre esta puerta se encuentra un crismón con el anagrama de Alfa y Omega.

Capilla del Corpus Christi y antigua sala Capitular.

Corresponde una de las dependencias de la canónica, la antigua sala Capitular construida a mitad del siglo XII, y que se puede acceder por el mismo claustro o por el crucero del templo. Es de planta cuadrada cubierta con bóveda de cañón y fachada con puerta central y ventanas geminadas en ambos lados, que fue convertida en capilla del Corpus Christi en el año 1330, cuando el obispo Juan de Aragón concedió licencia a Guerau de Rocabertí y a su hermana para construir dicha capilla, añadiéndole un ábside poligonal de los terrenos del cementerio continuo y con bóveda de crucería en cuya clave de bóveda muestra un Cristo en Majestad con la hostia consagrada en la mano derecha. En el principio de los arcos están colocados los símbolos del Tetramorfo sobre capiteles decorados con hojas. En uno de sus muros hay un grupo escultórico de la Anunciación sobre unas peanas a media altura. En la parte inferior de esta pared hay una lápida funeraria de Alemanda de Rocabertí fallecida en el año 1373, con un relieve de la Crucifixión y la figura de la dama en actitud de oración.

En lo que era la sala capitular, se encuentran en sus muros en una colocación bastante

alta, once esculturas de diversos santos del siglo XIV, algunos con restos de policromía, principalmente de verde, azul y oro están puestos sobre ménsulas decoradas. Comparte junto con otras dependencias del claustro la instalación en su interior del Museo Diocesano de Tarragona.

Por F.L.P.

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Gonzalo de Abreu y Figueroa (Sevilla,

España, 1530 - Santiago del Estero, 10 de abril de 1581) fue un militar y conquistador español, gobernador de Tucumán entre 1574 y 1580.

Gonzalo de Abreu y Figueroa nació en Sevilla, España, en 1530. Descendía de una familia ilustre. Abreu fue el primer gobernador designado directamente por el rey Felipe II de España, mediante real cédula en 1570, para suceder a Francisco de Aguirre. Estaba casado con Violante de Céspedes. Tomó posesión del cargo en 1574.

Murió en Santiago del Estero el 10 de abril de 1581, estando preso. El gobernador Hernando de Lerma había acusado a Abreu de 56 cargos, entre ellos la muerte de Jerónimo Luis de Cabrera, trato injusto a los viejos conquistadores, su responsabilidad en la destrucción de San Francisco de Álava, el haber resistido a la entrada de Lerma, etc. Su

muerte sobrevino luego de terribles tormentos y extrema crueldad a los que lo sometiera su sucesor Lerma, quien lo declaró culpable el 3 de Septiembre de 1580 sin darle oportunidad de defenderse.

Las causas de estos tormentos por parte de Lerma contra Abreu habrían sido por cuestiones muy personales. Abreu habría manifestado que Lerma era de ascendencia judía, que a una de sus abuelas la llevaron a la hoguera por herejías, que sus padres habrían sido sirvientes en la casa de los Abreu, etc.

Llegó a Santiago del Estero predispuesto contra su antecesor y enemigo Jerónimo Luis de Cabrera e hizo su ingreso a la ciudad en son de guerra y con aparato militar. Esto molestó a los santiagueños y motivó que uno de los vecinos, Martín Moreno, acercándose a un miembro de la comitiva recién arribada le preguntase: "Amigo, entrando a vuestra casa ¿Entráis de esta manera? ¿O aquí o somos traidores o vosotros lo sois?".

Lo primero que hizo Abreu fue dirigirse al Cabildo y se hizo recibir violentamente. Su primera disposición fue de secuestrar todos los bienes que Cabrera tenía en Santiago del Estero y anticipó que deseaba apresarlo. Tres días después partió hacia Córdoba para detenerlo. Encadenado como un criminal, llevaron a Cabrera a Santiago del Estero. Allí lo acusaron de conspirador, de intentar amotinarse contra los representantes de Su Majestad, y de no haber poblado en el valle de Salta, como lo ordenara el virrey Francisco de Toledo. En consecuencia, el fundador de Córdoba, sometido en siniestra parodia a juicio sumarísimo, terminó ejecutado a garrote vil, cortándosele después la cabeza.

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Durante su gobierno, Gonzalo de Abreu apresó, atormentó y dio muerte a mucha gente, la mayoría injustamente. Ante ello, muchos ciudadanos optaron por irse de la capital. Fue derrotado por los indígenas en los Valles Calchaquies ocasionándole muchas muertes a su tropa. Salvó su vida gracias al socorro de Hernán Mejía de Mirabal. Abreu licenció las tropas santiagueñas y con las restantes intentó fundar una ciudad, pero la mayoría de soldados desertaron hacia el Perú. De esa manera Abreu quedó desamparado y debió regresar a Santiago del Estero.

Designó como teniente de gobernador a Bartolomé de Mansilla, por ser persona de toda confianza y fidelidad, para que en lugar de Abreu se ocupe de la expedición de los negocios de la ciudad, en lo concerniente a temas judiciales y ejecución de la Real Justicia; determine los pleitos y causas, ejecute las sentencias, otorgue las apelaciones, reparta indígenas vacantes, para que pueda otorgar solares, chacras o estancias, etc. El gobernador Abreu ordenó al Cabildo le reciba el correspondiente juramento. Asumió como fiador del nuevo funcionario Juan Cano, quien se comprometió a que si Mansilla no comparecía a juicio de residencia dentro de los treinta días de terminado su mandato o que no se desempeñara correctamente en su función, él pagaría con sus bienes las condenas que recibiera Mansilla por ese motivo, según las leyes de Toledo.

En 1575 envió al capitán Hernán Mejía de Mirabal al Chaco y allí descubrió al famoso Mesón de Fierro, del que tanto aprovechaban los indígenas para obtener hierro para las puntas de sus flechas. Los españoles con algún conocimiento de física estaban sorprendidos de la excelente calidad de ese hierro, que nunca habían visto en Europa. Luego los españoles utilizaron su hierro para hacer clavos de herrar y tornillos.

Abreu se sirvió en provecho propio de la encomienda de Manogasta y Soconcho. En este mismo año concedió a los franciscanos un terreno para construir su convento y escuela. En ese período también dispuso en Santiago del Estero sacar una acequia desde el río Dulce para regar las fincas de la ciudad.

Ordenó a Pedro de Zárate, conocedor de la zona, a fundar una nueva ciudad en el Valle de Jujuy, la que denominó San Francisco de Álava, que fue asentada en la confluencia de los ríos Grande y Xibi Xibi y que tuvo corta vida, ya que cuando el fundador regresó a Santiago del Estero, los indígenas la destruyeron completamente. La fecha de fundación fue el 13 de octubre de 1575 y la de su destrucción el 25 de mayo de 1576.

En 1576, Abreu ordenó la detención de Juan de Garay, quien acababa de fundar la ciudad de Santa Fe y más tarde sería el fundador de la ciudad de Buenos Aires, trayéndolo detenido a Santiago del Estero.

En ese mismo año se fundó el Real Hospital en la capital de la gobernación. También en este año el gobernador Abreu dictó ordenanzas, que eran cuarenta y tres. Los encomenderos debían reducir sus aborígenes a pueblo, levantarles una iglesia, poner doctrineros en los pueblos, llevar registro de gente no bautizada, combatir el amancebamiento, borracheras, hechicería y demás pecados. Otras regulaban el trabajo de los naturales, el servicio personal, etc.

En 1577, Abreu salió de Córdoba y fundó la ciudad de San Clemente de la Nueva Sevilla, actual localización de Chicoana y donde estuvo ubicado Córdoba del Calchaquí, sobre sus ruinas. También duró pocos días. Tras pelear contra los calchaquíes, al sudeste de Rosario de Lerma actual fundó por segunda vez San

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Clemente, la que también fue arrasada. Luego la fundó por tercera vez y también fue destruida.

Insistió el gobernador Abreu con la búsqueda de la Ciudad de los Césares o "Trapalanda", adonde envió una expedición en 1579, pero de resultado infructuoso. En ese mismo año dictó más ordenanzas que años después fueron abolidas como injustas.

Hacia fines de 1578, Abreu tenía su ejército en el pueblo de Nonogasta, cuando recibió el pedido de auxilio de la ciudad de San Miguel de Tucumán, que había quedado desamparada y los aborígenes planeaban atacarla. En esa defensa se distinguió el teniente gobernador Gaspar de Medina, quien en un enfrentamiento personal mató al cacique Gualán. De vuelta de esa expedición, Abreu se dedicó al gobierno.

Paralelamente el virrey del Perú advirtió que Abreu se había excedido en los cuatro años de mandato, razón por la cual designó a Pedro Diego de Arana para que lo reemplazara. Pero antes de que partiera, llegó el nuevo gobernador, Hernando de Lerma, designado por el Rey. El virrey, de muy mala gana tuvo que aceptar esa designación. Abreu fue apresado y engrillado por su sucesor Lerma, y murió en la cárcel.

Gonzalo de Abreu y Figueroa fue tiránico, perverso y malvado, su gobierno estuvo plagado de excesos y persiguió injustamente a sus mejores capitanes. Entró al Tucumán como un ejemplar de rectitud y prudencia y salió monstruo de tiranía y crueldades.

Fue tan atrevido que trataba a los oidores de la Real Audiencia de Charcas como "bachilleres ignorantes".

Su gobierno fue mediocre, era violento, incapaz de autocontrol, atolondrado, sin inteligencia ni grandeza. Una figura siniestra que es la única abominable de cuantas actuaron en la conquista del Tucumán.

El historiador santiagueño Orestes Di Lullo lo calificó como "una calamidad"

como militar y como gobernante.

Por F.L.P.

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Atanagildo (¿? – Toledo, 567) fue rey de los

visigodos, primero como rebelde (551–554), en guerra contra Agila I, y luego como único rey (555–567). Desde su corte de Toledo intentó devolver a los godos tiempos de paz y esplendor, empezando por expulsar a los otrora aliados bizantinos.

Vencedor en la guerra civil frente a Agila I, quien vio como sus partidarios acababan con su vida para unirse a Atanagildo. Atanagildo ascendió al trono en 555. La guerra civil desangró el país y originó una crisis económica. Su reinado fue bastante pacífico consiguiendo la alianza con la facción del vencido Agila y juntos buscaron solución a la crisis económica que en el año566 conducía inexorablemente a la desaparición de la nación visigoda.

Existe evidencia numismática que al final de su

vida, el reino se encontraba en una crisis financiera.

Su tolerancia religiosa supuso el desconcierto de la aristocracia arriana visigoda, esto hace suponer su conversión secreta al catolicismo en sus últimos años de su vida, falleciendo en su palacio de Toledo por muerte natural, situación novedosa.

La política expansionista del emperador Justiniano conocida como Renovatio Imperii Romanorum buscaba la reunificación de los territorios que antaño formaron parte del viejo y temido Imperio Romano. Entre los años 533 y 563 consigue el control del Mediterráneo occidental. En el verano del año 522 coincidiendo con las disputas con Agila se produce el primer desembarco bizantino ocupando algunas ciudades de las provincias Cartaginense y Bética.

Justiniano en el año 535 encargó a Belisario atacar a los ostrogodos. Éste invadió Sicilia y desembarcó en Italia, donde tomó Nápoles y luego Romaen 536. Después marchó hacia el norte y conquistó Mediolanum (Milán) y Rávena, la capital de los ostrogodos, en 540. Esta circunstancia permite liberar tropas para enviarlas hacia Hispania y así controlar buena parte de la costa mediterránea. La excusa pudo ser bien una negativa de Atanagildo a la cesión de Oróspeda o la alianza con Agila. Bizancio tomó Cartago Nova.

Una flota de cierta importancia, organizada por Justiniano, amenazó al reino visigodo, desembarcando también en Málaga. Ambas fuerzas penetraron, desde distintos puntos, hacia el interior tomando posiciones cerca de Baza y aliándose con Córdoba, que se mostraba rebelde al rey visigodo.

Entre el 566 y 567, Atanagildo trata de controlar las zonas insurrectas de Sevilla, que es conquistada, y de Córdoba, ciudad que no llegó a tomar.

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Atanagildo y Justiniano firmaron un tratado de paz por el que el rey visigodo reconoce a Bizancio la conquista de una franja de territorio que comprendía desde la desembocadura del río Guadalete hasta Denia, dejando para los visigodos Sevilla y alrededores, el interior.

La presencia bizantina en la Península cristalizó así en una provincia imperial Spaniae con capital en Cartago Spartaria la actual Cartagena, bajo el mando de un magister militium hispaniae.

Durante su reinado se mantienen las

tensiones con los suevos, pueblo que se convierte entonces de forma masiva al catolicismo.

Según el testimonio de Gregorio de

Tours, gracias a la intercesión de San Martín de Tours, un hijo del rey Karriarico se habría curado de una grave enfermedad, tras lo cual se trajeron unas reliquias del santo al reino suevo. San Isidoro cita como primer rey católico a Teodomiro, contemporáneo de Atanagildo.

Por su parte, Atanagildo cultivó buenas relaciones con los francos, fundamentalmente por ser la vía libre de comercio y seguridad que tenía garantizada.

A dos reyes francos, Chilperico I de Neustria y Sigeberto I de Austrasia, dio en

matrimonio a sus dos hijas, Galsvinta y la influyente Brunequilda (Brunilda Franca), respectivamente; siendo asesinada la primera, lo que originó una serie de luchas. Las dos princesas eran fruto de su matrimonio con la dama goda Gosvinta, quien, tras enviudar, casaría con el futuro rey Leovigildo.

En el año 567 trasladó su corte desde Barcelona a Toledo, que pasó a ser la definitiva capital del reino visigodo. Las razones del cambio fueron varias destacando la posición geográfica más cercana de cualquier punto de conflicto, la importancia creciente de la ciudad desde tiempos de Teudis y fundamentalmente la mayor protección ante la invasión bizantina.

Durante cinco meses varios candidatos se postularon para la sucesión al trono vacante, siendo desestimados uno tras otro por la asamblea de nobles. Cuando era inevitable la guerra civil apareció desde la Septimania un noble llamado Liuva con propuestas conciliadoras, siendo aceptado como mal menor. Por AML

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Los orígenes del culto a Santiago en la Hispania romana son desconocidos, pero parece ser que en el año 812 se encontraron reliquias atribuidas al apóstol. Al final del siglo IX se extiende por la Europa cristiana. En el siglo XI el número de peregrinos aumentó considerablemente gracias a contactos culturales entre las naciones europeas.

Alfonso II, rey de Asturias, mandó construir una iglesia en el lugar que, de acuerdo a la voz de la tradición, reposan los restos del apóstol Santiago. A partir del siglo XV, esta iglesia se convirtió en uno de los principales centros de peregrinación de la Cristiandad y dio origen al actual Camino de Santiago. Por esta vía se expandieron en la Península los nuevos estilos arquitectónicos que triunfaron en Europa.

El nombre castellano "Santiago" proviene del latín Sanctus Iacobus. Los orígenes del culto a Santiago en Galicia permanecen en la oscuridad de los tiempos. A finales del siglo VIII se difunde en el noroeste de la Península Ibérica la leyenda de que Santiago el Mayor había sido enterrado en estas tierras, tras evangelizarlas. Así ocho siglos después de la muerte del Apóstol Santiago, en el año 813, un ermitaño llamado Pelayo o Paio dijo que vio una estrella posada en el bosque Libredón. Se lo comunicó al obispo Teodomiro, obispo de Iria Flavia, (cerca de Padrón, que viene de la palabra Pedrón, piedra grande donde se amarraban las barcas)). Fueron allí y descubrieron en la espesura la antigua capilla, donde existe un cementerio de la época romana. El hallazgo del supuesto sepulcro coincide con la llegada al reino astur de mozárabes huidos de las zonas dominadas por los musulmanes, buscando poder practicar sus creencias religiosas.

Es generalizada la creencia, entre algunos estudiosos, de que los restos de Prisciliano fueron enterrados en estos lugares, cuando trajeron su cuerpo desde Tréveris (Alemania). Otros proponen que fueron sepultados cerca de Astorga (León). Según los primeros, el sepulcro de Santiago puede ser la tumba de Prisciliano; aunque las fechas en las que vivieron uno y otro no coinciden.

Alfonso II el Casto, Rey de Asturias, viajó con su corte al lugar, resultando de esta manera en el primer peregrino de la Historia. Fue muestra de su fe la erección de una pequeña iglesia.

Aproximadamente desde el año 921, con el hallazgo de las presuntas reliquias del Apóstol y con el beneplácito de Carlomagno, que quería defender sus fronteras de invasiones árabes, Compostela se convertirá progresivamente en un centro de peregrinaje. Y recibirá su impulso definitivo durante la primera mitad del siglo XI.

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Muy pronto, la noticia se extiende por toda la Europa cristiana y los peregrinos

comienzan a arribar al venerable lugar del sepulcro, el denominado Campus Stellae, que devendrá en el famoso vocablo Compostela.

En cierto sentido se puede considerar al caudillo musulmán Almanzor como el gran revitalizador del Camino y quien provocó su fama internacional. En efecto, los repetidos ataques de Almanzor sobre los reinos cristianos españoles llegaron a inquietar a los monjes de la abadía benedictina de Cluny, en aquel momento el más importante centro del cristianismo europeo. Religiosos vinculados a Cluny elaborarán el Códice Calixtinus y la Historia compostelana y los reyes españoles favorecerán en todo lo posible la constitución y proyección de una red de monasterios cluniacenses en el norte de España y singularmente alrededor del Camino. Esa política está íntimamente relacionada con el deseo de los monarcas españoles de romper con su aislamiento respecto de la Cristiandad mediante lazos dinásticos, culturales y religiosos.

Muchos de los primeros peregrinos procedían de regiones de Europa pioneras en la aportación de novedades musicales. Partiendo algunos del norte y otros de zonas más céntricas de Francia, habían pasado por lugares de culto, como Chartres y Tours. Allí pudieron escuchar las melodías que todo el Occidente cristiano consideraba el verdadero legado del papa Gregorio. Poco importaba que aquellos que venían del norte de Italia y que habían tenido que cruzar los Alpes y Pirineos les dijeran que en su lugar de origen el rito litúrgico era más antiguo y venerable que ése al que ellos llamaban romano.

Tampoco importaba mucho que una vez adentrados en territorio hispánico, y reunidos los peregrinos de distintas procedencias en torno a un mismo Camino, hicieran un alto en algún monasterio riojano y allí se les hablase, no sin nostalgia, de una liturgia que no hacía mucho era el elemento unificador frente a las huestes de Ala que desde hacía siglos ocupaban buena parte del solar hispano.

El número de caminantes crece geométricamente a partir del siglo X, cuando la población europea logra salir del aislamiento de épocas anteriores e inicia una serie de contactos e intercambios que, en el campo religioso, llevarán a hacer de la peregrinación: una manera más activa, amplia, inclusiva y sencilla de devoción. Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela serán los destinos más importantes: todos los caminos llevan a Roma. Los cruzados y las ciudades marítimas italianas abren la ruta de Jerusalén. Los monarcas de Navarra, Aragón, Castilla y León facilitan el viaje a Santiago mediante la construcción de puentes, reparación de caminos y edificación de hospitales.

Años más tarde, el carácter apostólico de su iglesia y los bienes, generosamente, obsequiados por los peregrinos permitieron a un obispo emprendedor, Diego Gelmírez, convertir su sede en arzobispado.

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"Permulta sunt testimonia historica de peregrinatione ad Compostellam. Praecipuum monumentum est" (Hay mucha evidencia histórica de la peregrinación a Compostela.

Existe un importante monumento) Codex Calixtinus (a.D. 1140).

Después del siglo XIV se produjeron muchas convulsiones sociales en Europa que desvían a los peregrinos potenciales hacia otros destinos. Por otra parte, la Reconquista desplaza toda la atención económica y gubernamental de los reinos españoles hacia el sur. El Camino de Santiago pierde el esplendor de los siglos anteriores. El Cisma de Occidente en 1378 agrava y divide a la Cristiandad. El siglo XV tampoco ayudó a su revitalización, plagado de acontecimientos desagradables en el viejo continente: guerras, hambre, peste, malas cosechas, sequías...

Aun así, muchos creyentes seguían acudiendo hasta la tumba del apóstol para cumplimentar su penitencia pero, año tras año, el Camino fue cayendo en el olvido.

Aunque los caminos por los que llegan los fieles a Santiago son muy numerosos, uno de los recorridos llegará a convertirse en el Camino por antonomasia. Es el camino francés, ya que todos los caminos que pasan por Francia se unen a alguna de estas cuatro antiguas vías:

Via Turonensis (desde París, por Turonem, Tours) Via Lemovicensis (desde la localidad de Vézelay, por Lemovicum Limoges) Via Podiensis (porque comienza en Puy-en-Velay y allí se encuentra con la Vía

Gebennensis que comienza en Ginebra) Via Tolosana (desde la localidad de Arlés por Tolosa de Francia)

En España la ruta originaria pasaba en un principio por la calzada romaza que

cruza el Pirineo por el puerto oscense del Palo (Valle de Echo), pero pronto sería abandonada para usar el puerto de Somport, Huesca (vía tolosana), tal como describe el Códice Calixtino al mencionar el hospital de Santa Cristina de Somport, hoy en ruinas. Más tarde tomaría auge el paso por Roncesvalles (Navarra). Desde Somport los viajeros se dirigen a Puente la Reina de Jaca (Huesca), pasando, en el primer caso, por Jaca (Huesca), Sangüesa y Monreal (Navarra); y por Pamplona, en el segundo. Unidos en Obanos, a escasos kilómetros de Puente la Reina de Navarra, los peregrinos siguen por Estella, Monjardín, Logroño (La Rioja), Nájera, Santo Domingo de la Calzada, Redecilla del Camino, Belorado, Villafranca Montes de Oca y Burgos. En este último lugar confluye la vía menor que, desde Bayona (Francia), cruza por Tolosa (Guipúzcoa), Vitoria, Miranda de Ebro y Briviesca. Las etapas a partir de Burgos pasan por Castrojeriz, Frómista, Carrión de los Condes, Sahagún y León. En León, algunos peregrinos optan por desviarse hacia Oviedo (Asturias), para seguir el camino de visita a San Salvador; así rezaba el dicho ya en la Edad Media: Quien va a Santiago y no a San Salvador honra al criado y olvida al Señor. Retomar el Camino Francés lleva al peregrino a La Virgen del Camino, donde los romeros pueden rendir culto a la imagen homónima, patrona del Reino de León, Hospital de Órbigo, Astorga, Ponferrada, Villafranca del Bierzo, adentrándose en Galicia a través de O Cebreiro, Portomarín, Palas del Rey y Santiago de Compostela. A lo largo del camino, se construyen iglesias y hospitales bajo la advocación de Santiago y, también, por otras adoraciones muy consideradas en los siglos XI y XII. Todavía podemos ver en las poblaciones por las que se peregrinaba, las indicaciones calle del Camino e iglesia de Santiago, que marcaban el recorrido medieval.

CAMINOS DE SANTIAGO DESDE PORTUGAL

En esta ocasión el peregrino recorrerá la costa portuguesa de sur a norte, partiendo del Algarve. La capital en España del Camino Portugués es la ciudad

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de Pontevedra en la que se ubica la Iglesia de la Peregrina, templo barroco y única iglesia redonda en España, con planta de concha venera, en la que la Virgen Peregrina acoge a los peregrinos en la etapa española del camino portugués.

Lagos, capital del Algarve, es el punto inicial del Camino Portugués de la Costa, con su conjunto monumental. Se puede conocer la cultura árabe contrasta en Alcácer do Sal, y se transita por el valle del Tajo, pasando por Setúbal, la capital portuguesa, Lisboa, la ciudad universitaria de Coímbra y Oporto, declarada Patrimonio de la Humanidad. A 50 km de la frontera española se encuentra Viana do Castelo, uno de los puntos de visita más interesantes de este lado del Camino Portugués.

La despedida portuguesa se produce en Valença do Miño, para ya encontrarse con Tuy y posteriormente con Pontevedra. Caldas de Reyes y Padrón son el preámbulo antes de alcanzar Santiago de Compostela.

El Camino Portugués del Norte incluye las siguientes etapas: - En Portugal: Coimbra - Oporto - Vilarinho - Barcelos - Ponte de Lima - Rubiães - Valença do Minho. - Etapas en España (desde Tuy, 116 km):

Gran Bretaña

Ya desde el siglo XI, los peregrinos ingleses se aventuraban a adentrarse en los mares y llegar a Santiago de Compostela. Este Camino tiene por tanto, un componente especial: comienza en el mar, concretamente en la ciudad de Ferrol, continuando por la provincia de La Coruña.

El mar y los valles acompañan el Camino, que llega a una histórica localidad: Pontedeume, presidida por su puente medieval. San Martiño de Tiobre es el preámbulo antes de entrar en Betanzos, villa amurallada y con monumentos históricos de especial relevancia, pasando luego por La Coruña, una de las ciudades más importantes de Galicia, hasta llegar a Santiago.

Alemania y Austria

Los alemanes septentrionales y los peregrinos del norte de Europa entraban en Francia a través del camino lemovicense. Los alemanes del sur, los suizos, los austríacos y los peregrinos de Europa central (Bohemia, Moravia, Eslovaquia, Hungría, Polonia), de Europa del este y sureste se valían del camino podense atravesando Suiza. En los alrededores de Alpes el Camino era muy complejo y se iba simplificando conforme las rutas se acercaban a Francia o a Suiza. El más habitual era el que partía de Praga y, atravesando Baviera, entraba en Suiza por la Jura de Suabia. En la ciudad de Constanza se unía al Camino Helvético (Einsiedeln-Berna-Ginebra) y, pasada la ciudad de Lyon, confluía en Le Puy-en-Velay con el camino francés podense.

Otra ruta partía de Viena con los peregrinos del este que se adentraba en los valles alpinos del Tirol atravesando las ciudades de Innsbruck y Feldkirch, tras la cual entraba en Suiza. En el valle alto del río Rin la ruta se bifurcaba, una tomaba dirección sur hacia Milán y otra continuaba por Suiza hasta Ginebra.

SANTOS Y PRIVILEGIOS

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El Camino genera nuevos santos y leyendas de milagros. Un ejemplo es Santo Domingo de la Calzada, que dedicó su vida a servir a los peregrinos.

El privilegio concedido, y confirmado por Alejandro III, consiste en que el año en que el 25 de julio, fiesta de Santiago el Mayor, cae en domingo se podrán ganar en la Iglesia de Compostela las mismas gracias que se ganan en Roma los años jubilares, que allí suelen coincidir cada 25 años. Se trata de la bula de concesión más antigua que conservamos, la Regis aeterni, fechada en 1179. Ella misma alude a que confirma un privilegio del Papa Calixto II (1118-1124). Este papa, hermano de Don Raimundo de Borgoña y, por lo tanto, tío del rey Alfonso VII, fue un gran benefactor de la Iglesia de Compostela.

LA VIEIRA

Hace siglos que la vieira, que se encuentra típicamente en la costa del mar en Galicia, es el símbolo del Camino de Santiago, y de sus peregrinos.

Antiguamente los peregrinos, al regreso a sus países de origen, lo llevaban puesto encima de su hábito o en el sombrero, para demostrar haber llegado hasta Santiago, el objetivo del viaje.

En francés, hasta el idioma mismo lleva esta prueba, de donde la expresión francesa Coquille Saint-Jacques (concha de Santiago) que quiere decir vieira hasta nuestros días. En Francia la vieira era, desde la Edad Media, símbolo de todos los peregrinajes: la llevaban no sólo los peregrinos que volvían de Santiago de Compostela sino también los que volvían de la Tierra Santa y del Monte Saint-Michel, dado que era también uno de los símbolos de San Miguel. Los textos medievales franceses citan con frecuencia a la "concha" (de la vieira) como símbolo de peregrinaciones en general, a la vez que la vieira poco a poco se va asociando a monumentos y lugares dedicados a Santiago, sin que se especifique "de Compostela". Habrá que esperar hasta el siglo XVI, gran época de peregrinaciones a Santiago de Compostela, para que el naturalista Guillaume Rondelet cite la "concha de Santiago" como uno de los nombres posibles de la venera. En el siglo XVIII, la edición francesa de la taxonomía de Linneo fija su nombre común asociándola definitivamente con Compostela.

Tras la Edad Media y Moderna, el Camino va perdiendo importancia.

Un primer intento de revitalización se produjo en 1962 cuando se anunció que se iba a señalizar el camino. Así el 29 de marzo de este año, Diario Vasco, publicó que 14 maestros estaban peregrinando desde Roncesvalles con el objetivo de "actualizar la antigua marcha de los peregrinos por el camino jacobeo". Sin embargo estas iniciativas apenas tuvieron éxito.

En el Año Santo Compostelano de 1993, el gobierno autónomo gallego decidió potenciar su valor enfocado a un recurso turístico, abriéndolo a personas con el perfil del peregrino religioso tradicional; de este modo se lanzó una gran campaña de publicidad para el Jacobeo de ese año: Xacobeo 93.

Gracias a este plan se restauraron tramos de la ruta y las infraestructuras para peregrinos. Se logró la colaboración de las comunidades autónomas por las que

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atraviesa el Camino en España. Desde entonces, hacer el recorrido a pie, en bicicleta o a caballo es un destino popular que reúne lo religioso, espiritual, deportivo, cultural, económico, etc., tal y como ha venido ocurriendo desde el principio a través de los siglos. El camino se halla indicado por flechas pintadas de amarillo, postes y otras señales.

CREDENCIAL

Es una libreta de papel que se puede obtener en algunos albergues e iglesias, cuya finalidad es su sellado un par de veces al día (ya sea en iglesias, albergues o incluso hay bares con su propio sello), para que el peregrino consiga la acreditación necesaria para alojarse en los albergues del Camino.

Suele ser costumbre entregar un donativo al obtenerla y en caso de no ser posible su obtención, los sellos plasmados sobre un simple trozo de papel también son válidos.

LA COMPOSTELA

La Compostela es un certificado expedido por las autoridades eclesiásticas y

dado a los peregrinos cuando acaban su recorrido. Para ganarla se necesita haber recorrido como mínimo los últimos 100 kilómetros a pie o a caballo (200 km si se va en bicicleta). Lo que significa que el recorrido mínimo por el camino francés empieza en la ciudad de Sarria. Los peregrinos que llegan a Santiago de Compostela tienen que mostrar la credencial del camino, que demostrará que se ha andado y se ha hospedado en los lugares que ésta muestra.

En la Edad Media, la "Compostela" era un modo de indulgencia, que permitía reducir a la mitad el tiempo del alma en el purgatorio. No obstante, si ésta ha sido obtenida en un año santo compostelano, se obtiene la indulgencia plenaria. El texto íntegro en latín es el siguiente:

CAPITULUM hujus Almae Apostolicae et Metropolitanae Ecclesiae Compostellanae sigilli Altaris Beati Jacobi Apostoli custos, ut omnibus Fidelibus et Perigrinis ex toto

terrarum Orbe, devotionis affectu vel voti cosa, ad limina Apostoli Nostri Hispaniarum Patroni ac Tutelaris SANCTI JACOBI convenientibus, authenticas visitationis litteras expediat, omnibus et singulis praesentes inspecturis, notum facit: Dnum/Dnam____

Hoc sacratissimum Templum pietatis causa devote visitasse. In quorum fidem praesentes litteras, sigillo ejusdem Sanctae Ecclesiae munitas, ei confero.

Datum Compostellae die____(dia) mensis____(mes) anno Dni____ (año)Canonicus Deputatus pro Peregrinis

Secretarius Capitularis _______ (firma de la autoridad canónica)

Este documento se otorga a los peregrinos que han llegado a Santiago por motivos religiosos (o religiosos y otros). Para aquellos que alegan otros motivos (no religiosos) existe un certificado alternativo,

La S.A.M.I. Catedral de Santiago de Compostela le expresa su bienvenida cordial a la Tumba Apostólica de Santiago el Mayor; y desea que el Santo Apóstol le conceda, con abundancia, las gracias de la Peregrinación.

La credencial del peregrino es examinada cuidadosamente antes de expedir la Compostela. Si falta algún sello, existe un error en las fechas, o el peregrino no declara el propósito religioso de su peregrinación, ésta puede ser denegada. La

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oficina de acreditaciones de peregrinos de Santiago expide más de 100.000 Compostelas al año a peregrinos de 100 países diferentes.

Tradicionalmente, los peregrinos que habían

recorrido cientos o miles de kilómetros, además del gran gozo de abrazar al apóstol, seguían unos kilómetros más hacia el oeste para alcanzar el fin del mundo, el llamado por los romanos finis terrae. Se consideraba que más allá no había nada, como rezaba el antiguo lema hispánico: non plus ultra. Algunos estudiosos opinan que el Camino de Santiago es también una cristianización de las antiguas peregrinaciones de origen prerromano al Ara Solis, situado en Finisterre, donde los antiguos pobladores de la península adoraban al sol y al milagro de su muerte y resurrección diaria. Cristo,

considerado por la teología cristiana como la luz del mundo ("Ego sum lux mundi"), es la evolución natural hacia el cristianismo de estas creencias paganas.

En la actualidad, se considera Finisterre el fin del camino, pues los creyentes

realizan allí una purificación espiritual. Así, a lo largo de los siglos, se desarrollaron en Finisterre ciertos "ritos de purificación", con mucha carga simbólica, en aquel enclave a sólo 98 km de Compostela. Antes de emprender el camino de regreso a casa, el peregrino realizaba tres actos:

Bañarse en la playa da Langosteira, en la Costa da Morte. Simbolizaba la

purificación del cuerpo. El peregrino se quitaba así el polvo de toda su ruta y, limpio, comenzaba su nueva vida redimida de pecado.

Quemar las ropas: el peregrino se deshace de todo lo material y, con el fuego, intenta quemar todo aquello de lo que se quiere deshacer y que no le beneficiará para comenzar una nueva vida. Deja atrás cargas de una vida pasada.

Ver la puesta de Sol: simbolizaba la Muerte y Resurrección; la muerte del sol en el mar y la resurrección al otro día, como la resurrección del alma del peregrino indultado por Dios.

En la última década, Finisterre ha visto revalorizado su carácter de pueblo del

fin de la tierra y del fin del camino, y cada año son más los peregrinos que se acercan a cumplir el casi obligado ritual.

Por Justo O.

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San Eusebio I

San Eusebio (309-309) Nació probablemente en la Magna Grecia. Fue papa sólo durante cuatro meses. Él también se encontró ante el problema de si conceder o no el perdón a los apóstatas, admitidos a volver al seno de la Iglesia. Había que actuar con mucha cautela, aplicando normas claras, severas y válidas para todos, siendo la cuestión muy delicada. Errores de valoración y fácil gestión habrían podido provocar desagrados, instilar dudas, fomentar polémicas con consecuencias deletéreas para la misma comunidad cristiana. Eusebio murió mártir durante el imperio de Majencio y fue enterrado en S. Calixto. Más tarde su cuerpo fue trasladado en S. Sebastián Extramuros. Por Padre Jesús

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Una parte de este artículo, en formato más

breve, fue escrito en por el malogrado amigo José Mª Pascual Penedés. Su aportación no hacía referencia alguna a la presencia Templaria en Saidí (Zaidín), que insertaremos entre sus líneas. Esa será la razón que incluya su nombre junto al nuestro al pie del mismo.

El castillo de Saidí estuvo en el ángulo noroeste de la población actual. La primera referencia documentada al mismo mes del año 1089, cuando Ramón Berenguer III recuperó

el castillo de Monzón. En dicha empresa destacó uno de sus caballeros: Pedro de Estopinyan o Estopiñán, al cual donó Castejón del Puente, Alins, y los castillos de “Tamarit e de Zaidí quando Dios nos los conceda”. Suceso que no ocurrió, porque ni Tamarite ni Zaidín fueron recuperaron por dicho conde. No obstante, el dicho conde de Barcelona había conseguido en la firma con el noble don Pedro de Estopinyan que éste respetaría las donaciones que el de Barcelona pudiera ofrecer a los templarios.

Una segunda referencia corresponde a otra donación. Esta es del 1092, hecha por el noble Pedro Sánchez (luego rey Pedro I de Aragón), hijo de Sancho Ramírez (1063-1094). Donación en favor de Pedro Ramón de Eril (o Erill), con retención de la mitad de la Dominicatura, así como una quadra (o casa fortificada) que estaba entre esta villa de Saidí y el río Cinca. A cambio, Pedro Ramón de Eril o Erill cedía el castillo y lugar de Sopeira al citado Pedro Sánchez, -entonces rey de Sobrarbe, de Ribagorza y de Monzón-, por voluntad de su padre Sancho Ramírez. A su vez, Pedro Ramón de Eril o Erill lo cedió al obispo de Roda.

Debemos recordar que correspondió al rey Pedro I de Aragón (11094-1104) la edificación de la fortaleza de Trava -a la altura de la Clamor de Fraga, o clamor de Almacelles. Había de servir como punto defensivo avanzado frente a las incursiones sarracenas provenientes de Fraga hacia el castillo de Saidí. Esta fortaleza quedó bajo la responsabilidad de Pedro Sanz, caballero, que fue a su vez el responsable del castillo de Saidí al año siguiente (1093). Poco estuvo bajo su control, pues volvió a los Erill o Erill un año más tarde.

Durante la primera mitad del siglo XI esta zona del Cinca cambiará de manos varias veces entre moros y cristianos. Como es ya sabido, los Templarios recibieron en las Cortes de Gerona de 1143 la compensación esperada por la renuncia la corona de Aragón que tan generosamente les había concedido el rey Alfonso I el

El Castillo de Saidí (Zaidín) en tiempos de los

Templarios

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Batallador (1104-1134) en su último testamento de 1134. La definitiva recuperación de Saidí se produjo en 1149 con la intervención de Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y Príncipe Regente de Aragón, en vida del don Ramiro el Monje (1134-1157). Las antiguas donaciones del dicho Pedro de Estopanyà o Estopañán –Saidí, Castell Ceboller o Castejón del Puente, Celis, Duo Castra, Tamarite y otros derechos, pasaron a los templarios, en compensación por haberle ayudado a la posesión del castillo de Monzón, instaurando, además, en él un casa de Templarios.

Mientras la Orden del Temple percibía tierras, derechos en el molino, y otros derechos sobre Saidí, el castillo se mantuvo en poder de los Eril o Erill. Concretamente en 1173, el obispo de Lleida se vio envuelto en disputas con los Templarios establecidos en Monzón sobre el reparto de derechos entre ambas partes. Sobre esta concordia dimos noticia en un número anterior. Sólo recordar que el espacio en litigio era el comprendido entre el Cinca y Clamor de Almacellas y entre Tamarite de Litera, San Esteban, Albalate de Cinca y Saidí.

En 1174 el castillo de Saidí había de cambiar de manos. Pasó al señorío de doña Sancha de Castilla, esposa del monarca Alfonso II de Aragón, primer rey de la Corona de Aragón. Ese es el motivo por el que el archivo condal o Archivo de la Corona de Aragón empiece con este rey con la numeración de Alfonso I, II de Aragón.

Todavía en el año 1179 el citado rey Alfonso II de Aragón reconocía y confirmaba las donaciones a los Templarios de Monzón, en Montgay, en Xalamera o Chalamera, en Barberá y en Remolins; así como las décimas, réditos y censos que se recogían por costumbre por los eclesiásticos; más otros 1.000 sueldos anuales sobre la ciudad de Osca (Huesca), lo mismo en Cesaraugusta (Zaragoza). Recordando que se respetaría la donación de los quintos de todas las expediciones que se efectuasen todavía sobre Hispanie (España). Es decir, el establecimiento de los Templarios en el Cinca iba más allá de la encomienda de Monzón.

Años más tarde, el castillo de Saidí fue cedido a los Montcada de Fraga, en buena medida por el matrimonio de Sibil•la de Erill con Ramón de Montcada, en 1253. Precisamente con este Ramón de Montcada empezó el señorío de los Montcada de Albalate de Cinca y de Saidí, entre otros lugares, hasta que lo heredaría su hijo varón don Simón de Montcada.

Nuevas noticias sobre los Templarios establecidos en Saidí fueron registradas en junio de 1257, como queda evidencia de ello en el Archivo de la Corona de Aragón (Liber Feudorum, I, pág. 142. Armario del Temple, Saco C, pergaminos de Jaime I nº 1485), donde señala que el rey Jaime I, el Conquistador de nuevos reinos, declaraba a los Templarios francos o libres de pagos a la corona. Documento redactado y escrito en Lleida por Jaume de Montjuic, con el testimonio y firma de Guillem de Montcada señor de Fraga, Guillem de Peralta, Bertrán de Ahonés, Bernat Guillem de Entenza pariente del rey y de Guillem de Cardona.

Sucediendo al noble Sant Climent, hallamos como señor de Albalate de Cinca a don Ramón de Montcada, quien, en 25 de octubre de 1262 firmaba la entrega de los 7.000 morabatines de oro al obispo de Tortosa, por el contencioso que tuvo dicho obispo y los templarios en años precedentes, sobre la posesión de la plana de sus términos.

Poco después, en 13 de abril de 1265, se hizo mención al acuerdo hecho entre el obispo de Lérida –Guillermo de Montcada (1257-1278) y los Templarios del Cinca, respecto a las 28 iglesias de su diócesis en las que tenían jurisdicción los Templarios.

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La Orden del Temple defendía con ello un privilegio confirmado por el papa Clemente IV. Según el cual, correspondía a los Templarios el derecho a cobrar las décimas de todos esos lugares, entre los que se incluyen los términos de Saidí (Çaydino) y los de Fraga.

Especialmente relevante en este sentido de disputas sobre derechos en la Ribera fueron los meses de julio y agosto de 1279. Así lo muestra una carta del rey desde Valencia al lugarteniente del veguer Guillem de Curt, pidiéndole que no exigiera la lezda o peaje en los lugares de Templarios de: Rafals, Alcolegia, Vall Corna, Mequinensa, Flix y Castro Serany. Del mismo modo, desde Biar (Valencia) el monarca notificaba al bayle y universidad de Ballobar (Vallobar) para que desistiera en la prohibición o contradicción contra el castellán Templario de Monzón y del comendador de Chalamera y sus hombres, en las cuestiones de pastos, leñas, maderas, propias de los términos de Chalamera, y sobre heredades que los Templarios poseían más allá del río Alcanadre, afluente del Cinca. Dicha causa fue encomendada a Ramón de Montcada, señor de Albalate y Saidí, como Procurador General de Aragón.

También surgieron controversias entre los hombres de Alcolea de Cinca y los de hombres del Temple de Chalamera. Intervino en nombre del rey don Gonzalo Pérez de Sana, que procedió contra García Martín, Jordán Civera y Domingo Civera, así como contra el abad y otros vecinos de Alcolea de Cinca, como su bayle Johan Sinyó, por haberse desplazado con armas alzadas hasta el lugar de Chalamera (Xalamera). También los Templarios de Ontinyena tuvieron que ser defendidos en el cobro del quinto a su favor que les disputaban el castellán de Monzón, el vecino e Alcolea Raymundo de Alós y Bertran Benaran, éste vecino de Ontinyena. También el quinto de conquista sobre Alcolea de Cinca pertenecía a los Templarios, aunque el señorío del lugar fuera de don Bernardo Guillem de Entenza.

Todavía en marzo de 1287, el venerable noble Blasco de Alagón había de recibir órdenes reales sobre la cuestión planteada por el maestre del Temple en Aragón y Cataluña, atendiendo a la instalación permanente de un fraile del Temple, en calidad

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de lugarteniente del comendador de Saidí, de forma que residiera en dicho lugar, junto con su familia, para defender la tierra y sus derechos. Este fraile podía aplicar justicia en el lugar, siendo acogiendo a dicho Templario en Saidí sin que se le pudiera hacer guerra contra él.

Aunque disponemos de pocas noticias, el lugar de Saidí dispuso de un molino harinero propio, que disputaba el noble Ramón de Montcada en 1291, viéndose obligados algunos hombres de Saidí a moler sus granos al molino de Almenar, propio del Temple. Un documento del rey Jaime II (1291-1327) nos informa sobre este respecto, pues el citado Ramón de Montcada, señor de Albalate de Cinca y de Saidí, pleiteó contra el maestre del Temple, Berenguer de Cardona, por cobrar el censo que los Templarios de Saidí pagaban por utilizar el molino de Almenar. El rey dio la razón a los Templarios.

Debido a la muerte prematura de Simón de Montcada, hijo del dicho Ramon de Montcada, asesinado en 1292 por otros nobles de la Ribera, el castillo y señorío de Saidí acabó en manos de Guillén de Montcada, señor de Fraga, quien, para asegurarse su posesión conmutó esta localidad y la de Ballobar (Vall•lobar) por su parte en el señorío y rentas de Tortosa. Acuerdo ampliamente conocido de 1294.

Desde 1300 –prolongada la ausencia de Guillem de Montcada señor de Fraga de

sus posesiones de Saidí, por haber sido nombrado Procurador de Mallorca- continuaron los conflictos entre vecinos y entre señoríos. Se prolongaron prácticamente hasta la disolución de la Orden. Coincidieron dichas circunstancias con la revisión de límites entre Candasnos (Campdasens, Campdasnos) y Ballobar (Vallobar, Vallupario) en cuya delimitación intervino el castellán de Saidí. Los conflictos sobre términos derivaron asignando a Saidí, castillo y términos al reino de Aragón, de la misma forma que ocurrió pocos años antes con los lugares de Mequinensa y Torrente de Cinca, todos ellos pertenecientes a la actual comarca del Bajo/Baix Cinca.

De todos es sabido que los Templarios del Cinca y del Segre, junto con sus bienes, pasaron a la orden de San Juan de Jerusalén después de la definitiva disolución de aquellos en 1314. En la nueva castellanía Hospitalaria de Monzón fue nombrado como administrador de bienes a Pedro de Canelles, que se vio obligado a intervenir en el acondicionamiento del azud y cequia de la castellanía de Belver (Belveer) en agosto de 1317, de forma que pudieran también regar los hombres de Osso de Cinca, al norte de Saidí.

Tras el abandono de los Templarios de las tierras del Cinca, el castillo de Saidí siguió ocupando el espacio en el que actualmente se observa una zona ajardinada y parque infantil. Junto a ellos, los restos de murallas que visten la parte Oeste de la localidad. Por Joaquín Salleras Clarió y José Mª Pascual Penedés

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…CONTINUACIÓN Quedando finalmente resuelto el problema de la descendencia, Ana de Austria

murió en 1580. Felipe II no volvió a casarse. En 1567 Pedro de Deza, presidente de la Real Chancillería de Granada, proclamó la Pragmática bajo orden de Felipe II. El edicto limitaba las libertades religiosas, lingüísticas y culturales de la población morisca. Esto provocó una rebelión de los moriscos de las Alpujarras que Juan de Austria redujo militarmente.

Antonio Pérez, aragonés, fue el secretario del rey hasta 1579. Fue arrestado por el asesinato de Juan de Escobedo, hombre de confianza de don Juan de Austria, y por abusar de la confianza real al conspirar contra el rey. La relación entre Aragón y la corona estaba algo deteriorada desde 1588 por el pleito del virrey extranjero y los problemas en el condado estratégico de Ribagorza. Cuando Antonio Pérez escapó a Zaragoza y se amparó en la protección de los fueros aragoneses, Felipe II intentó enjuiciar a Antonio Pérez mediante el tribunal de la Inquisición para evitar la justicia aragonesa (la Justicia Mayor aragonesa era teóricamente independiente al poder real). Este hecho provocó una revuelta en Zaragoza, que Felipe II redujo usando la fuerza.

Su padre, Carlos I, había gobernado como un emperador, y como tal, España y principalmente Castilla habían sido fuente de recursos militares y económicos para unas guerras lejanas, de naturaleza estratégica, difíciles de justificar localmente puesto que respondían a su ambición personal (y aún más, a las ambiciones de la Casa de Austria) y que se habían convertido en carísimas con las innovaciones tecnológicas bélicas. Todo mantenido con los fondos castellanos y con las riquezas americanas, que llegaban a ir directamente desde América a los banqueros holandeses, alemanes y genoveses sin pasar por España.

Felipe II como su padre, fue un

rey absolutista, continuó con las instituciones heredadas de Carlos I, y con la misma estructura de su imperio y autonomía de sus componentes. Pero gobernó como un rey nacional, España y especialmente Castilla eran el centro del imperio, con su administración localizada en Madrid. Felipe II no visitó apenas sus territorios de fuera de la península y los administró a través de oficiales y virreyes quizá porque temía caer en el error de su padre, Carlos I, ausente de España durante los años de las rebeliones comuneras; quizá porque, a diferencia de su padre, que

aprendió muy mayor el español, Felipe II se sentía profundamente español.

Convirtió España en el primer reino moderno, realizó reformas hidráulicas (presa del Monnegre) y una reforma de la red de caminos, con posadas, con una administración (y una burocracia) desconocida hasta entonces. Los administrativos

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de Felipe II solían tener estudios universitarios, principalmente de las universidades de Alcalá y Salamanca, la nobleza también ocupaba puestos administrativos, aunque en menor cantidad. Ejemplos reseñables de su meticulosa administración son:

En 1561, Felipe II decidió trasladar la sede de la corte y convirtió a Madrid en la

primera capital permanente de la monarquía española. Desde entonces, salvo un breve intervalo de tiempo entre 1601 y 1606, bajo el gobierno de Felipe III, en el que temporalmente la capitalidad pasó a Valladolid, Madrid ha sido la capital de España y sede del Gobierno de la Nación.

La Grande y Felicísima Armada o Armada Invencible, de la que se conocía hasta el nombre del ínfimo grumete, mientras que los ingleses no tuvieron noticia cierta ni siquiera de todos los barcos que participaron.

Los tercios eran las mejores unidades militares de su época. Creados por su antecesor, Carlos I de España, fueron decisivos para Felipe II en las victorias que obtuvo frente a los franceses, ingleses y holandeses en su reinado (ver apartados correspondientes). Eran expertos en tácticas como el asedio (Sitio de Amberes (1584-1585)). Aparte de tener los mejores soldados también disponía de los mejores generales de su época, tanto en tierra como en el mar. De estos destacaron Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III Duque de Alba, Alejandro Farnesio, duque de Parma, Álvaro de Bazán y Juan de Austria, entre otros. Innovaciones militares en todos los sentidos. Aparición de los arcabuceros y mosqueteros, que combatían junto con los piqueros y la Caballería. Asimismo se disponía de artillería: desde cañones de bronce o hierro colado, medios cañones, culebrinas hasta falconetes. En el aspecto táctico, destaca la utilización de ataques por sorpresa nocturnos (Encamisada). Si se trataba de un asedio, los Tercios realizaban obras de atrincheramiento para rodear la plaza y aproximar los cañones y minas a los muros. Uno de los escuadrones se mantenía en reserva para rechazar cualquier tentativa de contraataque de los sitiados.

El comercio con las Indias estaba fuertemente controlado. Por ley, esas posesiones españolas sólo podían comerciar con un puerto en España (primero Sevilla, luego Cádiz). Los ingleses, holandeses y franceses trataron de romper el monopolio, pero éste duró durante más de dos siglos. Gracias al monopolio, España se convirtió en el país más rico de Europa. Esta riqueza permitió sufragar sobre todo las guerras contra los protestantes del centro y norte de Europa. También causó una enorme inflación en el siglo XVI, lo que prácticamente destruyó la economía española.

Felipe II se comunicaba casi diariamente con sus embajadores, virreyes y oficiales repartidos por el imperio mediante un sistema de mensajeros que tardaba menos de tres días en llegar a cualquier parte de la península o unos ocho días en llegar a los Países Bajos.

En 1566 realizó una reforma monetaria con el fin de aumentar el valor del escudo de oro, y se pusieron en circulación diferentes especies de vellón rico.

En 1567 Felipe II encargó a Jerónimo Zurita y Castro reunir los documentos de Estado de Aragón e Italia y juntarlos con los de Castilla en el castillo de Simancas, creando uno de los mayores archivos nacionales de su tiempo.

El gobierno mediante Consejos instaurado por su padre seguía siendo la columna vertebral de su manera de dirigir el estado. El más importante era el Consejo

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de Estado del cual el rey era el presidente. El rey se comunicaba con sus Consejos principalmente mediante la consulta, un documento con la opinión del Consejo sobre un tema solicitado por el rey. Asimismo existían seis Consejos regionales: el de Castilla, de Aragón, de Portugal, de Indias, de Italia y de Países Bajos y ejercían labores legislativas, judiciales y ejecutivas.

Felipe II también gustaba de contar con la opinión de un grupo selecto de consejeros, formado por el catalán Luis de Requesens, el castellano Gran duque de Alba, el vasco Juan de Idiáquez, el cardenal borgoñés Antonio Perrenot de Granvela y los portugueses Ruy Gómez de Silva y Cristóbal de Moura repartidos por diferentes oficinas o siendo miembros del Consejo de Estado. Felipe II y su secretario se encargaban directamente de los asuntos más importantes, otro grupo de secretarios se dedicaba a asuntos cotidianos. Con Felipe II la figura de secretario del rey alcanzó una gran importancia, entre sus secretarios destacan Gonzalo Pérez, su hijo Antonio Pérez, el cardenal Granvela y Mateo Vázquez de Leca. En 1586 creó la Junta Grande, formada por oficiales y controlada por secretarios. Otras juntas dependientes de ésta, eran la de Milicia, de Población, de Cortes, de Arbitrios y de Presidentes.

Durante su reinado, la Hacienda Real se declaró en bancarrota tres veces (1557, 1575 y1596), aunque, en realidad, eran suspensiones de pagos, técnicamente muy bien elaboradas según la economía moderna, pero completamente desconocidas por entonces.

Felipe II heredó una deuda de su padre de unos veinte millones de ducados, y dejó a su sucesor una cantidad que quintuplicaba esta deuda. En 1557, al poco de entrar al poder el rey, la Corona hubo de suspender los pagos de sus deudas declarando la primera bancarrota. Pero los ingresos de la Corona se doblaron al poco de llegar Felipe II al poder, y al final de su reinado eran cuatro veces mayor que cuando comenzó a reinar, pues la carga fiscal sobre Castilla se cuadruplicó y la riqueza procedente de América alcanzó valores históricos. Al igual que con su

predecesor, la riqueza del Imperio recaía principalmente en Castilla, y dependía de los avances a gran interés de banqueros holandeses y genoveses. Por otra parte, también eran importantes los ingresos procedentes de América, los cuales suponían entre un 10% y un 20% anual de la riqueza de la Corona. Los mayores consumidores de ingresos fueron los problemas en los Países Bajos y la política en el Mediterráneo, juntos, unos seis millones de ducados al año. El estado de las finanzas dependía totalmente de la situación económica castellana. Los Países Bajos eran los principales receptores de la lana castellana, y debido al ya abierto conflicto de los Países Bajos, la ruta lanera se interrumpió, lo que produjo una recesión en la economía castellana en 1575.

Como consecuencia, en ese mismo año se produjo una segunda suspensión de pagos al declararse la segunda bancarrota. En 1577 se llegó un acuerdo con banqueros genoveses para seguir adelantando dinero a la Corona, pero a un precio muy alto para Castilla, que agravó su recesión. Esto se conoce como El Remedio General de 1577, que

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consistió en una consolidación de la deuda a largo plazo, pudiendo llegar a 70 u 80 años. Se entregaron así juros (bonos) a los acreedores como compromiso de la Corona de la devolución del dinero con un interés del 7%. Dicho dinero se iría devolviendo a medida que se volviera a tener de nuevo liquidez y con el aval de los metales americanos. Paralelamente, entre 1576 y 1588, Felipe usó la intermediación financiera de Simón Ruiz, que le facilitaba pagos, cobros y préstamos a través de letras de cambio.

Anteriormente a Felipe II ya existían diversos impuestos: La alcabala, impuesto de aduanas; la cruzada impuesto eclesiástico; el subsidio, impuesto sobre rentas y tierras; y las tercias reales, impuestos a órdenes militares. Felipe II además de subir estos durante su reinado, implantó otros, entre ellos el excusado en 1567, impuestos sobre parroquias. De la Iglesia Felipe II consiguió recaudar hasta el 20% de la riqueza de la Corona, lo que supuso la crítica de algunos eclesiásticos.

En 1590 se aprueban en las Cortes los millones, consistentes en ocho millones de ducados al año para los seis siguientes años, los cuales se dedicaron en la construcción de una nueva Armada y para la sangrante política militar. Esto terminó por arruinar a las ciudades castellanas y fulminar con los ya débiles intentos de industrialización que quedaban. En 1597 se produjo una nueva suspensión de pagos al declararse la tercera bancarrota, recurriéndose a un nuevo Remedio General. Esto provocó ya un endeudamiento de la Corona gigantesco y desproporcionado, pero permitió la continuación de la política exterior.

Tras la ya malparada situación económica en Castilla que recibió de Carlos I, Felipe II dejó España al borde de la crisis. La vida de los españoles del tiempo era dura; la población soportaba una inflación brutal, por ejemplo, el precio del grano subió un 50% en los últimos cuatro años del siglo; la carga fiscal, tanto en productores como en consumidores, era excesiva. Debido a la inflación y la carga fiscal, cada vez existían menos negocios, mercaderes y empresarios dejaban sus negocios en cuanto podían adquirir un título nobiliario, con su baja carga fiscal. En las últimas Cortes, los diputados protestaron efusivamente ante otra demanda de más dinero por parte del rey, urgiendo por una retirada de los ejércitos de Flandes, buscar la paz con Francia e Inglaterra y concentrar su formidable poder militar y marítimo en la defensa de España y su imperio. En 1598, Felipe II firmó la paz con Francia; con Flandes no consiguió un acuerdo e Inglaterra no ponía las cosas fáciles con su constante piratería y hostilidad hacia España. La situación se agravaría con Felipe III debido a la reducción de ingresos procedentes de América y se comenzarían a oír aún más voces acerca de que Castilla no podía seguir soportando la carga de tantas

guerras y de que el resto de miembros debían también contribuir al bien común.

La presión fiscal en Aragón, sin ser tan brutal a la de Castilla, no era mucho menor. Pero en este caso, la mayor parte de lo recaudado no iba a formar parte de la Corona española sino que, gracias a la protección de los fueros, pasaban a formar parte de la riqueza de la oligarquía y de la nobleza de esos reinos. El comercio en el Mediterráneo para Aragón, especialmente

Cataluña, seguía muy dañado por el dominio turco y la competencia de genoveses y venecianos.

Los ingresos procedentes de otras partes del imperio —Países Bajos, Nápoles, Milán, Sicilia— se gastaban en sus propias necesidades. La anexión de Portugal fue

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económicamente un gran esfuerzo para Castilla, pues pasó a costear la defensa marítima de su extenso imperio sin aportar Portugal nada al conjunto.

Caracterizada por sus guerras contra: Francia, los Países Bajos, el Imperio turco e Inglaterra. Felipe II mantuvo las guerras con Francia, por el apoyo francés a los rebeldes flamencos, obteniendo una gran victoria en la Batalla de San Quintín, librada el 10 de agosto de 1557, festividad de San Lorenzo, en recuerdo de lo cual hizo edificar el Monasterio de El Escorial, edificio con planta en forma de parrilla que simboliza el martirio del santo (1563–1584). En este monumental y sobrio palacio, el más grande de su tiempo —ya llamado entonces la octava maravilla del mundo—, concretamente en la Cripta Real están enterrados desde entonces casi todos los reyes españoles y sus miembros familiares más cercanos. A esta victoria contra los franceses se sumó un decisivo triunfo posterior en la Batalla de Gravelinas, en 1558.

Como consecuencia de estos fulminantes éxitos españoles se firmó la Paz de Cateau-Cambrésis de 1559, tratado en el que Francia reconoció la supremacía hispánica, los intereses españoles en Italia se vieron favorecidos y se pactó el matrimonio con Isabel de Valois, reina de España. Empero, en Flandes, los problemas continuaron a partir de 1568 por el apoyo a los rebeldes flamencos de los hugonotes franceses.

Al término de las guerras italianas en 1559, la Casa de Austria había conseguido asentarse como la primera potencia mundial, en detrimento de Francia. Los estados de Italia, que durante la Edad Media y el Renacimiento habían acumulado un poder desproporcionado a su pequeño tamaño, vieron reducido su peso político y militar al de potencias secundarias, desapareciendo algunos de ellos.

En 1582 Álvaro de Bazán, el mejor marinero de la época, derrota a una escuadra de Corsarios franceses en la Batalla de la Isla Terceira, en la que se emplearon por primera vez en la historia fuerzas de infantería de tierra para la ocupación de playa, barcos y terreno, lo que se considera como «el nacimiento de la Infantería de Marina».

En 1590, aprovechando la muerte del cardenal de Borbón, rey de Francia por la Liga Católica, Felipe II intervino en las Guerras de religión de Francia contra Enrique IV. En los Estados Generales de 1593 convocados por el Duque de Mayene, como Lugarteniente General rival a Enrique IV, denegaron reconocer a Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II, como reina de Francia, lo que aprovechó Enrique IV para convertirse al catolicismo. La posición y esperanzas de Felipe II se desvanecieron hasta llegar a la Paz de Vervins (1598), en la que se restablecía la paz de Cateau-Cambrésis.

Este asedio, que mantuvo en vilo a toda Europa a la espera del vencedor, representó un derroche de medios e ingenio por ambas partes durante los trece meses que fueron necesarios para forzar la rendición de la que probablemente era la ciudad más rica y más populosa de Europa y cuya toma representaba la determinación de la corona española en recuperar los territorios perdidos y en el mantenimiento de la Iglesia. Después de esta capitulación, se rindieron consecutivamente otras importantes plazas en manos de las Provincias Unidas. CONTINUARÁ… Por F.L.P.

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San Martín de Tours - Frómista

La iglesia de San Martín de Tours es un templo católico erigido en el siglo XI en Frómista, en la provincia de Palencia (Castilla y León, España), y situado en el Camino de Santiago. Pertenece al estilo románico y está considerado como uno de los principales prototipos de románico europeo.

La iglesia de San Martín de Frómista, situada en el Camino de Santiago, fue construida en la segunda mitad del siglo XI por orden de doña Mayor de Castilla, como parte de un Monasterio de San Martín, hoy desaparecido. Las primeras noticias en las que se hace referencia a esta iglesia datan del año 1066, en el que ya se había iniciado su construcción. Su estilo se relaciona con el románico de la zona de Palencia, así como con la Catedral de Jaca, alguno de cuyos canteros pudo trabajar en su edificación.

En el año 1118 pasó a depender del priorato benedictino de San Zoilo, en Carrión de los Condes. Los monjes lo abandonaron poco después, en el siglo XIII, y lo cedieron a Don Juan Gómez de Manzanedo. Tras cambiar de mano en varias ocasiones durante la Edad Media, y tras su definitiva separación del monasterio, la iglesia sufrió diversos añadidos durante el siglo XV: una torre que serviría de campanario sobre el cimborrio original, y varias dependencias que hicieron de sacristía. Tras estas últimas noticias medievales, el templo sufre un progresivo deterioro, que lleva a que a finales del siglo XIX sea declarado inadecuado para el culto. Tras su cierre, el deterioro se acelera, con varios desprendimientos en la bóveda y las paredes.

Varios informes emitidos durante esta época reflejan el preocupante estado de la edificación que amenazaba ruina. La labor de restauración del templo se inicia poco después de su declaración como Monumento Nacional en 1894. Las labores de restauración quedan en manos del arquitecto Manuel Aníbal Álvarez Amoroso, quien se propone devolver el templo a su estado original, eliminando los añadidos

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posteriores. Los capiteles y canecillos más deteriorados fueron trasladados al Museo Arqueológico de Palencia, y sustituidos por reproducciones.

Las tareas de reconstrucción finalizan en 1904, fecha en la que definitivamente se reabre al público. En la actualidad puede contemplarse, en el interior de la propia iglesia, una maqueta que representa la situación de la iglesia en el momento de acometer su restauración.

La apariencia exterior de la Iglesia de San

Martín de Frómista es característica del periodo románico en que fue construida. Sobre sus naves, de escasa altura, destacan el cimborrio octogonal sobre el crucero y las dos torres cilíndricas a ambos lados de la fachada principal. Las tres naves, con bóveda de cañón, la central más ancha y alta que las laterales, terminan en tres ábsides circulares.

Desde el exterior se advierten sus muros sólidos, con escasos ventanales con arcos de medio punto en los ábsides y en los laterales del templo. En las fachadas, a modo de cornisa, se extiende un adorno ajedrezado de piedra a diferentes alturas. Además, bajo los aleros de las puertas y tejados hay más de 300 pequeños canecillos, con figuras similares a gárgolas, representando animales, seres

humanos y seres mitológicos o fantásticos. Sobre la puerta principal hay un crismón de seis brazos, de dudosa antigüedad.

La iglesia tiene cuatro entradas, una en cada una de sus fachadas, aunque sólo dos permanecen útiles: la de la fachada principal, la más ricamente adornada de todas, y la de la portada sur (actual puerta de entrada al público). La puerta de la fachada norte está tapiada.

La iglesia de San Martín presenta

una planta basilical, formada por tres naves de distinto tamaño separadas por pilares compuestos. La nave principal o central es más ancha que las dos laterales, y las tres terminan en ábsides semicirculares. En el caso de esta iglesia, la planta basilical está combinada con la forma

de cruz latina, con el cimborrio octogonal situado sobre el crucero. Los ábsides albergan diversas esculturas medievales, entre las que destaca un Cristo del siglo XIII, en el de la nave central.

El interior de la iglesia, aunque en general sobrio, tiene algunos elementos decorativos de interés. Destacan los capiteles de las columnas (algunos de ellos, reconstrucciones modernas de los originales), con imágenes vegetales, animales o narrativas. Entre ellos merece la pena observar con detenimiento los dedicados a la historia de Adán y Eva, o a la fábula de "La zorra y las uvas". También, el ajedrezado que hay bajo las cornisas exteriores aparece igualmente el interior, a diversas alturas. Por JMS

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La leyenda del Lago es una narración española, originaria de la zamorana comarca de Sanabria, que nos relata cómo surgió el lago de Sanabria.

Las condiciones naturales, económicas y sociales de la comarca de Sanabria, en la que predomina la existencia de pueblos aislados, dispersos y pobres constituyeron el caldo de cultivo suficiente para desarrollar la imaginación popular, de forma que ante la falta de explicaciones lógicas a determinados fenómenos y hechos se les dio respuesta con narraciones a mitad de camino entre el mito y la tradición, entre el cuento y la realidad, alimentando sus dudas con leyendas y creencias populares. Se puede decir por tanto que Sanabria es tierra supersticiosa de leyendas e historias fantásticas, donde las"meigas", los conjuros, el mal de ojo y el "llobu" tienen un papel protagonista.

Una de las leyendas más famosas, quizás por ser premonitoria de la catástrofe ocurrida en Ribadelago, es la que narra el origen del Lago. Cuentan que un buen día llegó a la aldea de Villaverde de Lucerna un peregrino pidiendo limosna, y al que nadie le atendió, salvo unas mujeres que estaban cociendo pan en el horno de este pueblo. Éstas se apiadaron de él, y le dejaron entrar en la sala del horno para que pudiera guarecerse del intenso frío y saciar su hambre con algo más de masa que pusieron en el horno. La masa que introdujeron en el horno creció tanto que finalmente el pan se salió del horno y, las mujeres, sorprendidas ante este hecho, escucharon de boca del peregrino, que resultó ser Jesucristo, el castigo que iba a implantar al pueblo ante su falta de caridad: inundaría la aldea, por lo que debían de huir de sus casas para refugiarse en el monte. Seguidamente el hombre clavó su bastón en el suelo diciendo:

-"Aquí clavo mi bastón, aquí salga un fargallón, aquí cavo mi ferrete, que salga un gar gallete."

El agua brotó a borbotones anegando el pueblo de Villaverde, salvándose de las

aguas tan solo el horno, que conforma hoy en día la pequeña isla que hay en el Lago.

Sigue contando la leyenda que los vecinos de los alrededores quisieron sacar las dos campanas de la iglesia hundida, empleando para ello a dos jatos que estuvieran bien alimentados. Sin embargo a uno de ellos le había ordeñado a la madre y no había podido mamar, derramándose parte de la leche ordeñada por el lomo del

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animal. Este finalmente no pudo sacar la campana del fondo del Lago y el bien alimentado le decía:

-"Tira buey braga que la leche qué ordeñaron, por el llobu le fue echa. Ven aquí bragau.

-No puedo, quí estoy ordeñau, le contestó"

La campana que se hundía le decía a la otra que salía:

-"Tú te vas, Verdosa, yo me quedo Bamba y hasta el fin del mundo no seré sacada"

Y esta es la campana que los hombres de bien pueden oír repicar desde el fondo de las aguas la noche de San Juan.

En realidad, el origen de la leyenda puede buscarse en el año 1109, cuando un monje de la región francesa de Poitou llamado Aymeric Picaud, inició un viaje con el objetivo de acompañar al pontífice Calixto, Guido de Borgoña, en la peregrinación que éste iba a realizar a Santiago de Compostela. Al terminar el viaje, el monje Aymerico escribió un manuscrito en el que narraba las vicisitudes del viaje y que denominó el Liber Sancti Iacobi. El libro se hizo famoso y fue conocido en toda Europa con el nombre de Codex Calixtinus, y pasó a convertirse en una suerte de guía para viajeros a Compostela durante la Edad Media.

En el cuarto libro del Códice, conocido como el Pseudo Turpín (ya que Picaud

atribuyó su autoría a Turpin, obispo de Reims en el siglo VIII), se cuentan las legendarias hazañas de Carlomagno en Hispania. Allí se dice que el Emperador sometió a más de cien ciudades en la península, de las que sólo tres opusieron una feroz resistencia, por lo que Carlomagno no sólo las destruyó al conquistarlas, sino que las maldijo, para que quedaran para siempre reducidas a ruinas.

Dos de estas tres ciudades, Capparria (parece ser que la actual Ventas de Caparra, en la provincia de Cáceres) y Adania (parece ser que Idaña La Vieja, en Portugal), ya estaban en ruinas cuando Picaud compuso el texto; sin embargo es la tercera, Lucerna Ventosa, la que más interesa ya que es la que acabará dando el

nombre a la ciudad legendaria sumergida en el Lago de Sanabria.

Según la historia que se narra en el Pseudo Turpín, cuando el Emperador ruega a Dios para que le entregue la ciudad, los muros de Lucerna se caen y del suelo empieza a brotar un sucio torbellino de agua que inunda la ciudad, convirtiendo el lugar en un estanque de aguas turbias en las que nadan grandes peces negros. No sabemos bien ni donde se encontraba aquella legendaria ciudad, ni en qué ubicación estaba pensando Picaud cuando escribió el texto. En la actualidad, existe acuerdo entre los autores que más han estudiado la obra de Picaud en considerar que la ciudad estaba ubicada en la tierra del Bierzo, en la actual provincia de León, en el camino de Santiago. Según esta hipótesis, el lago de la

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leyenda es el lago de Carucedo, originado cerca de las minas romanas de las Médulas, lago que se habría formado tras la destrucción de Lucerna, que se identifica con el Castro de Ventosa. Hasta aquí, la leyenda vinculada al camino de Santiago.

Picaud pudo ponerle el nombre de Lucerna al pueblo por la localidad suiza del mismo nombre. Se trata de una ciudad que en la Edad Media se vinculaba como morada del cuerpo de Poncio Pilatos, el gobernador romano de Judea que no hizo nada por evitar la muerte de Cristo. En la Edad Media una leyenda aseguraba que esta Lucerna era en realidad una ciudad nueva que se había edificado junto a un lago en los que se hallaba una ciudad sumergida y destruida por Carlomagno al negarse a rendirse. Probablemente Picaud, nuestro monje, conocía la leyenda de Lucerna suiza y la transcribió para su obra referida a la península ibérica.

El paso que faltaba por dar, es decir, la llegada de Lucerna a Sanabria, está relacionado con la comunicación que hubo sin duda entre los monjes cistercienses del Monasterio de Carracedo, fundado en el siglo X, y al que pertenecía el Lago de Carucedo, con los monjes, también cistercienses, del Monasterio de San Martín de Castañeda, dueños del lago de Sanabria. En algún momento, alguno de los monjes llevó la historia de un lago a otro. Y si allí, en el lago berciano, se hablaba de una maldición, aquí la historia cobraba un matiz religioso al asegurarse que fue Dios, en forma de peregrino, quien destruyó el pueblo ante la avaricia y falta de caridad de sus vecinos.

La medieval y bella leyenda tejida en torno al lago de Sanabria, fue elevada a la categoría de literaria en la novela que Miguel de Unamuno tituló "San Manuel Bueno, mártir" (1930), y en la que el catedrático de la Universidad de Salamanca escribió convirtiendo el nombre del ya de por sí legendario pueblo en Valverde de Lucerna

De Leyendas Castellano-Leonesas.

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Guillaume de Chartres 1210-1219

14o. Maestre

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Edita:

Orden Católica del Templo Maestrazgo Templario Católico Internacional

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