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ABRIL 2013 - Año 5 - Nro 10 - $30 REVISTA DE PSICOANÁLISIS · LETRAS · FILOSOFÍA humor » ESCRIBEN: · Basch · Cossio · Garaventa · Pachilla · Martocci » SECCION DEL TOPO: Eduardo Liljeqvist » ENTREVISTA: Luis María Pescetti » SIETE MUSAS : Juan Cavallero » EL BARCO EBRIO: Amalia Zacoutegui Grünberg / Milán * DOSSIER CLÍNICO N ro 10 la docta ignorancia WWW.LADOCTAIGNORANCIA.COM.AR

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ABRIL 2013 - Año 5 - Nro 10 - $30REVISTA DE PSICOANÁLISIS · LETRAS · FILOSOFÍA

humor

»ESCRIBEN:· Basch· Cossio· Garaventa· Pachilla· Martocci

»SECCION DEL TOPO:Eduardo Liljeqvist»ENTREVISTA: Luis María Pescetti»SIETE MUSAS : Juan Cavallero»EL BARCO EBRIO: Amalia Zacoutegui

Grünberg /Milán

*DOSSIERCLÍNICO

Nro 10

la doctaignorancia

WWW.LADOCTAIGNORANCIA.COM.AR

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Bienvenidos a la décima edición de La Docta Ignorancia.

Editorial»La Docta

Ignorancianº 10: Humor

∙ s t a f f ∙

EditorEs rEsponsablEs: Jorge Curcio , Violaine Fua Púppulo disEño Gráfico: Cecilia Lombardo ∙ fotoGrafía: Cecilia Gardos Carro coordinación dE contEnidos: Jorge Curcio, Violaine Fua Púppulo la sEcción dEl topo(s): Eduardo Liljeqvist ∙ dEl lEctor: Melisa Fernández filosofía: Diego Singer ∙ siEtE Musas: Mónica Rizzi ∙ corrEcción dE Estilo:Nathalie Jarast ∙ prEnsa y difusión: Dar La Vuelta Comunicaciones cuidado dE la prEsEntE Edición: Jorge Curcio, Violaine Fua Púppulo colaboran En EstE núMEro: Carlos A.Basch, Silvia Cossio, Jorge Garaventa, Pablo Pachilla, Juan Martocci, Adriana Grünberg, Mónica Milán, Luis María Pescetti, Juan Cavallero, Amalia Zacoutegui ∙ dirEcción coMErcial y lEGal: Baldomero Fernández Moreno 3678 (1407) CABA ∙ publicidad: [email protected] suscripcionEs: [email protected] tEl.: 4 566 1977 cEl: 15 3 587 9259

LA DoCtA IGNoRANCIA no se responsabiliza por las opiniones vertidas por los autores de las notas firmadas, así como tampoco por la calidad y cantidad del contenido de publicidades que es responsabilidad exclusiva de los respectivos anunciantes. Se prohíbe la repro-ducción total o parcial en cualquier medio, sin autorización. Registro de la Propiedad Intelectual en trámite.

Este libro es una novedad. Violaine Fua Púppulo nos acerca a los primeros diez seminarios de Lacan y a la única clase del ‘63 de una manera distinta e innovadora. Rayuela es la consigna: a la manera de Cortázar, sin olvidar las reglas del juego, Fua Púppulo despliega ésta, su “rayuela”, en forma admirable. Invita a recorrer estos seminarios dando pequeños saltos hacia adelante, vueltas programadas hacia atrás. Y por qué no también nuevos saltos, esperas, reflexiones sobre lo escrito y energía para adentrarse en nuevos territorios hasta hoy poco visitados por el Psicoanálisis. No están ausentes del convite otros autores. Algunos muy cerca del Psicoanálisis, otros en las antípodas. Son parte importante del juego. Amplían la frontera, proponen nuevos desafíos. Interpelan e inclu-sive acusan. Fua Púppulo encara una discusión con ellos, los sostiene y se sostiene sin temor, apelando siempre a la vitalidad que es la consecuencia directa de cualquier cambio de ideas. La autora hace suya una idea de Deleuze tomada por Foucault. Plantea este libro como una “caja de herramientas” tanto para analistas nóveles como para todos aquellos que se quieran formar y afirmar en la enseñanza y la práctica del Psicoanálisis, convirtiendo a todos los que se acerquen a este libro en partícipes necesarios de una apuesta única. Y en eso no cede ni abdica. En síntesis, un texto imprescindible, producto de años de enseñanza, supervisión y clínica de su autora.

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rayuelas lacanianas de Violaine Fua Púppulo

Los diez primeros seminarios de Lacan más la única clase del Seminario interrumpido del ‘63Una herramienta imprescindible para todos aquellos que tengan la necesidad de abordar la teoría y la práctica lacaniana desde un enfoque novedoso, riguroso y ameno.

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CAFE DE POR MEDIO

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Una vez caída la creencia en la inmortalidad, en suma, todo duelo implica una pérdida inconmensurable que no es pasible de aproximación sino por vía de lectura, desde la singularidad finita de los elementos que circunscriben la pérdida, del vertiginoso abismo a que tal caída arrastra. Por eso no resulta exagerado atribuir al humor, que lleva sobreentendida tal lectura, el valor de epitafio de Dios.

En un libro que tuviera gran impacto hace ya algunos años, J.Allouch propuso que así como la época del descubrimiento del inconciente estuvo signada por el duelo referido a la muerte del padre, un siglo más tarde es la circunstancia aciaga de muerte del hijo la que marca el horizonte, “sobre todo en épocas en que la muerte de Dios nos priva de la posibilidad de regular el duelo en relación a lo incognoscible de sus designios”6. No hay elaboración posible de semejante pérdida si no podemos suponer un propósito a lo incognoscible del Otro, parece decir. Pero lo cierto es que no hay más horizonte para la experiencia del inconciente que ése, que potencia todo duelo a cuyo trabajosa deriva nos acerca el campo de la transferencia con el plus del duelo por la muerte de Dios; lo que presupone no ya el problema de sus designios en cuanto cognoscibles o no, sino incluso (Lacan lo mostró con claridad en su lectura de la apuesta de Pascal) el abismo de la más radical incerteza respecto a su existencia misma. Ahora bien, si por de pronto esa incerteza no es sino el sujeto mismo, el humor en lo que trasunta de un trabajo de duelo es su colofón.

Por eso, en tanto que apunta a hacer pasar la exigencia superyoica de imposible cumplimiento de términos antitéticos, contradictorios para una lógica binaria (así como el padre debes ser / así como el padre debes no ser, según la conocida formulación de Freud) por la inflexión significante, a la escucha en transferencia le es insoslayable el humor como sustento real. No está en juego en ello, claro está, condición “personal” alguna del analista, sino una coordenada posicional de su escucha, en tanto cabe suponerla advertida de lo abismado del fundamento. Sólo de esa manera la escucha puede apuntar a equivocar el imperativo de goce, habilitando la lectura a la letra (ahí el viraje de jouis! -goza!- a j’ouis -oigo- mentado por Lacan); así por ej. poniendo de relieve que sólo es posible ser como el padre siendo a la vez distinto de él; tal como éste a su turno lo fuera respecto al suyo.

Tanto su frecuente aparición “cicatrizal” tras el franqueamiento de angustia en el acto como su notoria ausencia (al igual que la de cualquier otro indicio de trabajo de duelo) en los cuadros melancólicos en sentido estricto, muestran a las claras dicho anclaje del humor en el fundamento abismado de la estructura. Pero hay

El abordaje del humor por Freud se inicia en su libro sobre el chiste. La especificidad del fenómeno es enfocada allí en perspectiva de un efecto -una secreción, podríamos decir- del chiste (witz), tomado éste como formación sustitutiva de tendencias reprimidas que permite extraer placer de una fuente que sin dicho rodeo sería inasequible. Particularmente, cuando la “tendencia”, achicando cada vez más lo que cabe caracterizar en términos laca-nianos como límite real de diferencia en la propia identidad, acota el núcleo irreductible a la dialéctica entre el yo y el semejante en la propia persona, virando de erótica o agresiva a cínica, y finalmente a escéptica. La risa que el chiste provoca entonces participa de los efectos de comicidad relativos al vaciamiento de la prestancia imaginaria (de la caída de la primera y la segunda persona gramatical) pero sobre todo se nutre -como en el conocido ejemplo del judío que para ocultar que viaja a Cracovia dice viajar a Cracovia- de lo irrisorio de la propia identidad, puesto de relieve por el trabajo de la tercera persona en el chiste, cuando esta última alcanza esa diferencia absoluta a la que sólo se puede arrimar desde lo propio1.

En el texto sobre “El humor” de 1927 esta perspectiva se enriquece incorporando elementos de la segunda tópica2. La clave apunta allí a un tratamiento especial del superyó, una sobreinvestidura que trasunta un vaciamiento de severidad. Al tratar al propio yo como un niño desde un superyó así sobreinvestido, el humor -afirma allí Freud- consiente en definitiva una ganancia de placer que aún siendo pequeño “experimentamos como particularmente emancipador y enaltecedor”3. En términos de diferencia entre yo y superyó, acentuada por la sobreinvestidura de este último, reaparece entonces (“de vuelta” ya Freud de remontar en su obra las problemáticas del narcicismo, el trabajo de duelo, la repetición más allá del principio del placer/displacer, la organización genital infantil de la libido) la diferencia en la pretendida identidad una vez anoticiado el sujeto de la falta, como marca de un recorrido cicatrizal en los bordes de lo irrepresentable. Esa cicatriz supone un trabajo de duelo, que en la medida en que anota la pérdida de ilusiones (yoicas, fantasmáticas) reguladas por el ideal hace signo de lo irrepresentable en tanto que tal, tendiendo a imbricarlo, a modo de ligadura pulsional, en las investiduras libidinales. Así situado en relación a lo inconmensurable de su fundamento, dejando en evidencia la grandilocuencia de los ideales y el Super Yo, el humor adquiere en definitiva valor de duelo en acto.

No por azar en el texto de 1927 Freud eligió como paradigmático el caso del condenado a muerte que al encaminarse al patíbulo un día lunes murmura “linda manera de iniciar la semana”. Ahora bien, tal como el inconciente freudiano (al que en cierto modo le es consustancial), el trabajo de duelo que subtiende al humor se inscribe en el horizonte de la muerte de Dios y la consiguiente caída de ilusión de inmortalidad que en su momento proclamara Nietzsche4. Por eso no hay campo de experiencia comparable a la práctica analítica para poner de relieve la sustitución de la creencia propiamente religiosa, a partir de la modernidad, no tan sólo por “religiones” laicas o fundamentalismos restitutivos sino por el sostenimiento neurótico de ideales acordes a un yo espejado todavía en cosmovisiones desacopladas a un sujeto descentrado de sí5. Ya en el libro sobre el chiste señalaba Freud (a propósito de los chistes de casamenteros) que si la vacuidad del horizonte de supuesto prestigio de instituciones como el matrimonio (y en última instancia, de la religión y la moral) tan sólo se puede apreciar bajo la máscara del chiste, ello se debe a que la verdad que éste deja oír es siempre corrosiva para ese horizonte, “desde que hemos perdido la fe en el más allá”.

que subrayar que su condición de duelo en acto no acontece sin un correlato inexorable de renegación (verleugnung). En efecto, allí donde el sujeto se separa del objeto, el acto sólo es pasible de lectura por su renegación, correlativa en el caso del humor al vaciamiento de la severidad superyoica por obra de su paradojal -caricaturesca, en cierto modo- sobreinvestidura7.

Algo de eso parece ponerse de relieve en el sueño de un analizante, en momentos cercanos a la terminación de su análisis.

“Soñé con uñas postizas, color uña. No era verdaderamente el color de la uña, pero... (emitiendo casi una risita)... era eso”.

De las ocurrencias posteriores al relato del sueño destacan la mención de las uñas de su madre, siempre largas y reemplazadas de inmediato por otras postizas, en caso de romperse; y un recuerdo de infancia: tenía la estricta obligación de volver del colegio sin la menor marca de desprolijidad en su vestimenta y su cuerpo. De hecho, en el transcurso del análisis ya había quedado en claro que lo que estaba en juego en ello no era otra cosa que la premisa de devolver intacto a su madre ese bien que él de alguna manera había creído ser, con la consiguiente restricción de juegos y actividades deportivas, en procura de evitar en todo lo posible suciedades o lastimaduras de cualquier índole.

Algo del sueño pareció articularse entonces como deseo de cortar la uña a la madre, poner de relieve su carácter postizo, dejar caer, en definitiva, esa uña fálica del Otro que él (ya no) era, no desestimar más la diferencia en lo pretendidamente idéntico (el color uña no verdaderamente de color uña de las uñas postizas). Se puede acaso avizorar en ello que el nexo entre humor y duelo se plasma en torno a lo que cabe designar como genuina repetición -ya fuera del fantasma neurótico- que al repetir el postizo en tanto que tal atempera humorísticamente la falta de original, en ese límite último entre la repetición y el color de una verdad que no era, pero era...eso.

1- Freud, S. El chiste y su relación con lo inconciente. A.E.2- Freud, S. “El humor”. A.E., Tomo XVI. Bs.As, 1979. 3- Freud, S. Op. cit.4- Nietzsche, F. La ciencia jovial (“La gaya ciencia”). Monte Ávila, Caracas, 1985.5- “¿No escuchamos aún nada del ruido de los sepultureros que entierran a Dios? ¿No olemos nada de la descomposición divina?- también los dioses se descomponen.”. Ibid.6 - Allouch, J. Erótica del duelo en la época de la muerte seca. Edelp, Córdoba, 1996.7- Kreszes, D. Op. cit.

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EL HUMOR, DUELO EN ACTO

por Carlos A.Basch

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∙ s u m a r i o ∙

La eyaculación es el estornudo del sexo (Satiricon)

4El humor, duelo en actoCarlos A.Basch

6TRADUZIR-SELa práctica impensadaSilvia Cossio

10ENTREVISTA a Luis Maria PescettiNathalie Jarast

13SUBJETIVIDAD Y PSICOANALISISChe Caracas, Je t’aime Jorge Garaventa

15SIETE MUSASJuan Cavallero Producción Monica Rizzi

17EL BARCO EBRIOAmalia Zacoutegui

23DOSSIER CLÍNICOMorir a tu ladoAdriana Grünberg

Aunque muy pronto, no fue demasiado tarde…Mónica Milan

27FILOSOFIA Y PSICOANALISIS Lo que se puede con lo que se tienePablo Pachilla

30Humor desde el cieloNini Marshall

31LA SECCION DEL TOPO (S) Lógica (XIV)Eduardo Liljeqvist 33 DEL LECTORLo parasitario de la pulsión o la pulsión como parásitoJuan Martoc ci

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Por extraño que parezca, el problema de la lengua entraña secretos indecibles.

Eso que creemos tan sencillo: hablar, puede resultar bajo la lupa, una dimensión de riquísimas condiciones de vida, exquisi-tamente dispuestas para promover una colonia siempre alegórica, sobre el terreno yermo de las cosas.

Que una palabra nombre una entidad supone en primer tér-mino que esté en condiciones de alojar la suficiente bondad de su sustancia, para que pueda así representarla sin su necesaria presen-cia material.

Por supuesto todo este artilugio conviene sólo al juego huma-no del parlante, pues esto nada tiene que ver con el devenir de la naturaleza que se agita en otro tiempo y otro espacio, en una dan-za que a nuestros ojos siempre parece enlentecida, si las estrellas que brillan esta noche son de tantos años fallecidas…

De alguna forma fáctica en ese instante donde “la palabra mata la cosa” el significante -como palabra en función- se convierte en el asesino de un crimen corriente: hablar.

I. clave de serEl psicoanálisis supone avanzar hacia una “zona clave” del len-

guaje enmarcada por la idea de que hay cierto tipo de habla que materializa pérdida.

El analista agencia los artefactos capaces de apresar la cosa “in-material” que se destila entre la fisicalidad de las palabras. Porque, ¿que otra cosa puede ser eso inmaterial sino un eco que viaja en una voz resonante? De tal forma que -en caso de pretender con-cebir la pérdida de la que hablamos- será necesario pensar la voz como “re”-sonador ya que esto nos va a permitir capturar el segun-do período del “sonar”, soportado inevitablemente de la pérdida de ese crimen-golpe originario, que en cada eco se multiplica.

ii. altoparlante A veces el analista se transforma en un verdadero altoparlante… Es que si hablar sostiene en tensión a un sujeto es porque ese

hablar se consigue otorgándole algún cuerpo a lo que llamamos pulsiones. Podríamos decir que cuando el sujeto se sostiene ha-blando -de este modo- es porque su palabra lo plena y esa plenitud es tal porque ha logrado nada menos que hacer pié sobre un vacío insondable.

Las palabras resultan los amarres de un tejido severo, lazadas pulsiones que articulan huecos. De lazo en lazo el parlante horada

la estofa que él mismo fabrica, en un continuo que lo anuda cada vez como igual y diferente a sí mismo.

iii. atolondradicho1

Podemos admitir de este modo que hablar no concierne sólo a lo decible, sino que implica un acto complejo que involucra también cierto perjuicio que sólo puede cobrar existencia en lo no dicho, por lo que el decir no se emparda con el dicho, sino que más bien lo excede.

Es que el decir resulta siempre armoniosamente implacable con su intención, finalmente y ante todo: es un decir perforado.

No es extraño entonces que quien quiera decir algo que sienta de importancia se encarame de algún modo siempre un poco ato-londrado, porque la causa del hombre puede abrirse camino en el decir sólo dando tumbos en el malentendido.

iv. la traducción en problemasPero entonces si el decir excede el dicho planteemos pues al-

gunos problemas que nos trae la traducción vista desde esta pers-pectiva:

> La posibilidades de traducción dependerán de como sea pensada “la palabra”.> Los diccionarios intentan albergar “sólo” el universo de sen-tido pensado como uno y pensado como todo, un uno-todo “completo y consistente”. Pero una intención de dicho es tam-bién fonema.> Para que podamos decir algo en vez de llevarlo encima, es necesario “tolerar” decirlo no-todo.> La palabra que da nombre a una cosa, pierde algo de la cosa en el momento de decirla, porque si bien el significante es mortífero, hay algo de la cosa que existirá –siempre-. Cada vez que hablemos -como quién se deja llevar por sus valijas- ese resto vívido innombrable guiará el vagabundeo para nada fortuito del devenir del discurso, con el único recurso del no cesa: no cesa de no…morirse.> La palabra es así un medio-dicho de la cosa, que en el inter-juego con otros medios-dichos de otras cosas podrá armar una cadena discursiva que se caracterice de tal modo por su esencia perforante. El discurso se estructura con medios-dichos y además con no-dichos los que encuentran lugar en los huecos producidos por lo decible.> Si quisiéramos ser fieles “traduciendo” una palabra o un dis-curso, deberíamos primero poder traducir una palabra como elemento de un no-todo discursivo, de modo de atender tam-bién a esas perforaciones vacías, plenamente vivas de inten-ción.> Esos huecos debieran por lo tanto poder leerse y por consi-

TRADUZIR-SE

La práctica impensadapor Silvia Cossio*

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guiente poder escribirse de algún modo.> Y por sobre todo, debiera poder escribirse esa dirección ta-chada del parlante, litura que da curso a la causa del discurso

Desde esta configuración la traducción se nos presenta como un problema insospechado.

Quizás los psicoanalistas estamos un poco acostumbrados a vér-noslas con semejante avatar, no sólo porque el creador del psicoa-nálisis escribiera en alemán y no todos los psicoanalistas somos germano-parlantes, sino porque antes de ese nivel ciertamente foráneo de problema, se nos antepone otro en las mismas coorde-nadas de un tono mucho más familiar, que arraiga en las entrañas mismas del psicoanálisis: la savia fascinante que implica la traduc-ción de lo propio.

v. cascabel Hay cierto tratamiento de la lengua en algunos decires, que cir-cunscribe inocentemente una letra en un movimiento que deja en evidencia alguna rara desnudez. El juego significante empuja la lengua hacia su propio límite, la tensa hasta que la voz se encuen-tra en un afuera -puro sonido- que al intento de captura vuelve a tomar el ropaje del significante.

En realidad, es el reverso luminoso de un real extraño que se arrai-ga sereno en la opacidad del alma.Los tonos opacos del hombre están hechos de sonido, no de sen-tido. Sonidos primigenios, puros ecos envoltorios de la nada más real. Estos peces -notas de la carne- se zambullen en un mar que le es propio, uno que como ellos también es real.

Antes del crimen, cuando el sentido no trazara todavía perspec-tiva, un vendaval de lenguaje bañó el cuerpo del hombre, sin la subjetivación del hombre todavía allí.Y de allí que el campo de la resonancia resulta si se quiere más extenso que el del sentido, porque el sentido vino a posteriori a darle un rumbo a la voz, como pura eufonía enlazada a la sensa-ción en la carne.

Cada nota supo orillar la humanidad del hombre cuando no tenía cuerpo todavía, de modo que el cuerpo que vendría sabría tinti-near antes de saberse suyo.

vi. traducción, transcripción, transliteración2

Prosigamos ahora intentando cernir aún más nuestro problema. Quizás nos acerquemos a demarcarlo, si nos planteamos el si-guiente horizonte:

¿Cómo escribir lo indecible?¿Cómo leer con lo escrito?

Alguien que trabajó profundamente esta delimitación del proble-ma es Jean Allouch en un libro llamado Letra por Letra. En él utiliza la metáfora de un “corsé”, para traernos la imagen de una escritura siempre un poco y de alguna manera u otra ceñida, aco-modada.Este acomodamiento forzoso tendría que ver según el autor con distintas premisas de ajuste así como, distintos ideales de base.

(*) Silvia M. Cossio, psicoanalista, es Coordinadora del Servicio de Alcoholismo y Toxicomanías del C. S. M. N° 3 Dr. Arturo Ameghino, Hospital donde además dicta cursos de Posgrado hospitalarios. Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas. Realizó estudios en Suiza en la Filosofische Fakultat de la Universidad de Zúrich. Se encuentra ahora trabajando su tesis de doctorado al tiempo que prepara la publicación de su primer libro de Poemas: “Enpezinada”

Libres o Esclavos. ¡¡¡Jamás muertos!!! (Satiricon)

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Desarrollemos ahora un cuadro comparativo, basado en lo que Allouch propone, en pos de avanzar en la tarea que implica la traducción de lo propio.

Traducción Transcripción Transliteración

Conforma Un sentido Un sonido Lo textualEscribe La lógica La asonancia fonética El equívoco con la homofoníaReduce El sonido El sentido El corsé como armadura ideal

Allouch hace alusión a cierta operación de transliteración para dar cuenta de cierta escucha que recorta un modo de artificio operante en la estructura. Dado que lo que escuchamos en psicoanálisis es la “letra” del paciente, nos sentiremos autorizados a concebir esa es-cucha como una lectura, la lectura de un texto en extremo singular. Esta es pues una lectura particularísima ya que con la letra se puede leer un texto pero a su vez la letra es lo que hace a lo escrito.

Es como si pudiéramos plantearnos lo siguiente: escribimos por la escritura, pero a la escritura ¿qué la escribe?La “letra” parece estar en la orilla de la escritura misma ya que no es sólo un producto de ésta, sino que a su vez la produce.

Hagamos esquina: · Lo que en psicoanálisis llamamos “sujeto” es una traducción de otra “cosa”· La operación precisa para la traducción del sujeto es la “transliteración”· La transliteración es esa operación en la que lo que se escribe pasa “de una manera de escribir a otra” · Escribe pues la “homofonía”, siendo que la homofonía es un hecho del lenguaje que sólo se sostiene en lo escrito. · Esta es la razón por la que la transliteración establece la “preeminencia de lo textual”. · La homofonía es uno de los nombres de la no identidad del significante consigo mismo, lo que hace que podamos establecer justamente allí el más delicado modo de equivoco. Homo-fono implica mismo sonido: sólo se puede establecer esta relación a partir de lo que es distinto, pues a nadie se le ocurriría decir que casa suena igual que… casa. · La homofonía es la operación elegida para señalar una in-tersección de dos conjuntos, no de uno, así podríamos esta-blecer por ejemplo que casa es homófono de masa y, formu-lándolo escribimos el equívoco en el lugar que resta al de la intersección sonora donde ubicamos la homofonía.· La transliteración, es por lo tanto la operación adecuada para escribir el equivoco.

Subrayemos ahora estas cuestiones de la operación de translitera-ción que la hacen propia para la escucha del psicoanálisis:

> Operación en la que se pasa de una manera de escribir a otra>La transliteración –como operación del equivoco– escribe el sujeto dividido, como un efecto real> Opera escribiendo la homofonía, la cual deja en claro el equivoco que surge al poner en correspondencia elementos de discriminación vecinos, en nuestro caso significantes.

Pasemos ahora al siguiente nivel de problema: también se puede hacer algo con el texto ya escrito.Aquí hablamos entonces de cuando el texto está capitoneado por ciertos gobernantes que los analistas conocemos muy bien: sentido y sonido

1. Si el sentido es el comandante, escucharemos pues lo que hace el “un-sentido” del paciente, o dicho de otro modo se toca una lógica de fondo: la singular. Una analizante no lograba circunscribir el monto de su indem-nización, iba y venía pensando y pensando y ninguna cifra daba cuenta para ella de lo que significaba haber sido despe-

dida de su trabajo. A pesar que su abogado le aconsejaba tal o cual cosa ella parecía resistirse a cualquier cifra, hasta que en análisis escuchó que a este jefe le complacía hacerle un chiste que a ella la ponía muy nerviosa: “vos no sos la cajera, sos la cojera”. Ese era el verdadero peso por su trabajo, y aquello por lo que reclamaba ser indemnizada realmente, un valor concer-nido por “un-sentido” absolutamente de ella. ¿Cuánto cotiza para un sujeto el goce de estar ofrecido al goce del Otro? Si en algo nos interesa el sentido en psicoanálisis es porque concierne al punto objetal del goce fantasmático.2. Así también puede ser el sonido lo que capitonee el texto subjetivo, por lo que será uno en donde las asonancias se pue-dan leer. Aquí otro ejemplo clínico: “nada que no tenga ojos”, si por algo resuena esta frase es porque… suena mal. La frase pertenece a otra analizante que hablando de su relación con su madre refiere en tono de queja que su madre nunca “escu-cha” lo que dice. La paciente realizaba una dieta vegetariana, la mamá le pregunta -por enésima vez- si va a comer pescado, en ese instante ella contesta: “mamá, ya te lo dije …nada que no tenga ojos” En esa asonancia delineó inadvertida algo que en el análisis pudo escribirse para ser posteriormente escuchado. Las dietas de esta paciente estaban organizadas para el encuentro de un cuerpo ideal. A ese cuerpo más que sobrarle le faltaba algo, que finalmente pudo articular en la estructura de su de-manda: una mirada especial. Aquí se percibe claramente como esa demanda apunta a un más allá, reclama que abarque la estructura misma que la gesta, ¿por qué? Porque la pulsión que Lacan nos enseñó a escuchar se aloja y se articula justamente allí. De modo que una cosa es lo que pide y otra muy distinta es lo que guarda ignotamente dentro del caparazón material de esa demanda, algo que sólo puede ser escuchado a contrapelo, ya que ese plus guarecido allí de ningún modo es traducible por un Otro del sentido sino por un Otro del sonido.

vii. invocacciónPero…volvemos al principio, es porque los analistas escuchamos no sólo el texto sino también sus bordes que traducciones o trans-cripciones como éstas tendrán algún efecto subjetivo.

La única razón de que nos resulten apropiados estos artificios es que estemos en posición de escuchar como escribas, lo que implica concebir la letra del analizante no sólo como aquello que lleva a término su texto subjetivo sino además como un articulador es-tructural, un elemento que al estar dentro y fuera de la estructura, en la profundidad y en la superficie al mismo tiempo, la revela con disposición de Moebius.

Precisamente se trata de oír no sólo lo que emite el texto con un capitón u otro, sino una “voz” perdiéndose en el habla, subrogán-dose a la letra una y otra vez, por el poder invocante del signifi-cante mismo.

¿Qué voz musita el rumor cortés de las palabras?¿Qué voz asonida en los pliegues de nuestro decir?

1- El título refiere al texto El Atolondradicho de J. Lacan publicado en Ornicar N° 1 Edita-do por Paidós 2- Refiere al libro Letra por Letra de J. Allouch Editado por EDELP

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ENTREVISTA A LUIS MARIA PESCETTI

En tus shows, ¿cuáles son las diferencias en la recepción del público de cada país?-No hay diferencias. El tema de lo infantil es uno de los más univer-sales, tanto por los contenidos (en todas partes donde haya zonas urbanas los chicos están con horarios, papás que trabajan, son ni-ños agenda, temas de pantalla, demasiado pantalla, hiperestimula-ción, los dos papás mucho tiempo afuera) como porque en todas partes un papá ve que su hijo se ríe y pasa lo mismo, ¿no? Hay una mezcla de gratitud con festejo propio que es enorme.

¿Cómo enfrentaste el pasaje del público de escuelas rurales y urbanas a llenar teatros en la calle Corrientes?-Fue todo muy paulati-no. Salvo la primera vez en Cuba que yo venía de cafés concert de 150 per-sonas y pasé a teatros de mil y pico. Todo lo demás fue muy paulatino. No te asusta, porque son tantas las ganas de que venga el público y cuando viene es-tás muy agradecido. Poco a poco hay más y de repen-te hay una sala que decís: “Ups”. [risas]

En sus libros y canciones solés llevar el lenguaje al extremo, jugás mucho con las rupturas gramati-cales, ¿por qué creés que esto genera risa?- Primero, porque uno lo hace como juego. Enton-ces si llegás a tu casa y tu pareja o tu hijo en broma se pintó una cara en la re-mera que te saca la lengua y se puso una media para que no se le vea la cara, te vas a reír, porque están trastocadas las cosas. La cabeza no está donde debería estar. Te reís porque hay una intención de juego. Todos estos trastocamientos, cuando están hechos así, son para mostrar la maquinaria del len-guaje y cuando ves la maquinaria del lenguaje, te reís.

¿Esto es válido tanto para niños como para adultos?- Los adultos también hacen juegos del lenguaje. Los chicos a veces los disfrutan más, porque están descubriendo el lenguaje. Enton-ces, es como cuando vos llegás a otro país y hablás mal el idioma o decís algo; termina siendo hasta poético, a veces, porque hacés unas combinaciones que son inusuales para los nativos del país y porque les estás redescubriendo y haciendo acordar que la lengua no es algo dado, sino que se construye. Cuando la construís no con las reglas usuales, sino con otras, no hace lo mismo. Antes dijiste que las conversaciones de los niños son tu fuente de inspiración, ¿cuál es cuando escribís para adultos?-Generalmente, son más emociones o intuiciones personales. Al-guna cosa que yo mismo estoy trabajando, meditando, reflexio-nando, y produce una ilusión un “iluminamiento” sobre alguna cosa particular.

Gran parte de tus libros clasificados como “infantiles”, también pueden ser leídos por los adultos. ¿Cuáles son las diferencias

entre el humor de chicos y grandes?-Los mecanismos son los mismos, las diferencias son a qué expe-riencias refieren. Un adulto se puede reír de un chiste sumamente simple, pero depende de a qué experiencia se refiere. Hay un chiste que dice “¿Por qué los físicos cuánticos no pueden hacer el amor? Porque cuando encuentran la posición no encuentran el momen-to y cuando encuentran el momento, no encuentran la posición”. Esto hace referencia a la teoría cuántica. Como mecanismo de chis-te es sumamente simple, pero como contenido de experiencia si no conocés nada de eso, te deja afuera. El mecanismo es parecido a un chiste infantil que dice “‘Papá te pusiste el calzoncillo al revés.’ ‘Pero si tengo la bragueta adelante.’ ‘No, pero la caca está del lado

de afuera’”. Ahí está el mis-mo mecanismo de invertir un objeto, en este caso; en el otro, una proposición.

En tus libros, canciones y shows suelen aparecer pa-labras generalmente con-sideradas como por ejem-plo “caca”, ¿qué apuesta genera utilizarlas?-Son tabú en las comunica-ciones oficiales que se hace para chicos: libro, show, cd, etc. Se nombran menos o no se nombran. Pero en las casas, puertas adentro, todo el mundo las dice. Si tomo una escena de la realidad es para devolver-la como esos espejos de feria para que la gente se vea de manera deformada. Lo que tomás es la escena de la realidad. No es una apuesta.

En una oportunidad ase-guraste que el arte es dia-

logar con emociones y experiencia, ¿considerás que la música y el humor son vehículo de terapia?-No, terapia es terapia. Sería como decir que comer rico en casa es equivalente a una dieta hecha por un nutricionista para cuidarte de la diabetes. Es otra cosa, pero eso no quita que comer rico y sano o un buen libro tenga muchos efectos sobre la salud, la felicidad y la alegría. Tengo muchas anécdotas de gente que me escribe, porque con los libros o los discos acompañan a sus hijos en situaciones de hospitalización o enfermedades. Incluso hay un pediatra de Santa Fe que dice que les receta a los papás oírles Pescetti. Esto contado así es un guiño amoroso, una sonrisa. No es una forma de terapia, pero leer una buena obra o verla o escuchar música grande hace bien. Hace bien en el sentido que puede que te reencuentre con partes tuyas, te desbloquee algunas cosas que estaban ahí trabadas, que te recuerde a vos mismo: “Cierto yo quería esto, esta emoción, como me sentí ahora”.

¿Qué te genera escribir ficción?-¡Un susto! Es un estado intermedio, como de flotación, entre estar muy alerta consciente y estar en una ensoñación. Es un estado in-termedio. Me genera un estado de contacto con zonas muy verda-deras, muy sabias que tienen mucha necesidad de hacerse visibles.

Comenzaste tu carrera profesional como musicoterapeuta, lue-go músico y recién años más tarde te convertiste en escritor, ¿qué motivó este pasaje?-Escribía desde siempre y después empecé a hacerlo profesional-mente. El inicio profesional fue por un lado y después se fue ha-ciendo el traslado hacia lo otro. Hubo una combinación entre el deseo que se fue haciendo cada vez más claro y con los despidos, más contundente. Cuando cayó Alfonsín, en los ’80, era una épo-ca de mucho caos económico en la Argentina. En ese momento voló todo por los aires. Al quedarse sin trabajo, uno prueba mu-chas cosas y te sentís librado de otras. Por tantear varias cosas, intenté llevar adelante lo que escribía.

¿Cómo influyó formación de músico y músicoterapeuta en la escritura?-Sobre todo tuvo mucho peso la de músico, porque al estar en contacto con el espectáculo y el público desarrollé un sentido del tiempo y de la respuesta que se trasladó a la escritura.

¿Cómo definirías el Humor?-No lo voy a definir en general, sino en relación con mi trabajo. Cuando empecé a trabajar, en general, las cosas de humor para chicos tenían que ver con un mundo ideal y valores muy altos. Como yo era profe de música en las escuelas atajaba pelotazos como podía. Como les pasa a todos los profesores de música que van de escuela en escuela, de grado en grado. Ahí no había un mundo ideal; era vital y hermoso, pero no ideal. Entonces vivía el mundo real de los chicos que me decían: “No esa canción, no. Es para chiquitos, otra” o veía con las cosas que se reían. Y empecé a hacer humor con las cosas con las que mis alumnos se reían. Fue un pasaje muy natural. El humor: ¿qué era, qué es, qué fue? Fue tomar las mismas situaciones que ellos vivían y devolvérselas de un modo más amoroso y con risa. Como cuando una pareja o alguien va a terapia y cuenta un drama. De repente lo ves con más desapego, más distancia y te sonreís, porque hay alivio. Entonces, el humor es eso: es mirar con mucha vitalidad, algo de distancia y con nada de formalidad, logrando un paso directo hacia el asunto.

En las entrevistas generalmente afirmás: “Para escribir yo tra-bajo más con el oído que con la imaginación”. ¿El absurdo de lo cotidiano es tu fuente de inspiración? ¿Cómo es el trata-miento de esa cotidianeidad?

- No podés tomar inspiración de todo lo cotidiano. Generalmente, de todas las cosas que pasan, una llama tu atención. Ésa que captó la mirada, habitualmente es por algo. Ya al llamarte la atención, hubo un elemento gracioso o algo por lo que te atrajo. Entonces, estoy muy atento a qué me llama la atención. Mi oreja está ahí siempre en stand by, viendo por dónde salta la perdiz.

¿Hay temas sobre los que no se puede hacer humor?-Sí, hay límites. No podés hacer humor desde un lugar de poder, sobre alguien que no tiene el mismo poder, porque la relación es asimétrica; vos estás arriba. Hacerlo es cruel. Tampoco podés hacerlo sobre algo irreparable y no podés hacer un humor que sea como sumergirle la cabeza en un tacho a un chico que no está preparado para ese tema o esa intensidad.

Justamente vos en una entrevista dijiste que “Una de las herra-mientas del humor es situarse a la par o por debajo del públi-co”. ¿Qué otras herramientas utilizás?-Ésta es Una de las estrategias. Otras son tomar la situación que ob-servaste y devolverla, por un lado, más simple y, por otro, amplifi-cada. Por ejemplo, mi hijo está de lo más tranquilo en el auto; de repente me doy vuelta para mirarlo en el semáforo y llora. Enton-ces, vos decís “Hubo mucho sufrimiento ahí, un dolor, ¡ay!”. Lo exagerás, lo ponés más arriba. La exageración es otra herramienta.

Viviste y trabajaste en México, Cuba y Argentina, ¿existen dife-rencias en cuanto al humor en cada país? ¿Inciden las diferen-cias lingüísticas?-Sí, absolutamente. El de Argentina es muy verbal, con mucho absurdo e ironía. Eso es propio de acá; en otras partes, el humor es más literal. No se entiende tanto manejo irónico: se da por supues-to que ya se sabe tal cosa entonces se va a entender claramente que si lo digo al revés se va a entender que…No, no, no. En algunos lugares es mucho más literal. En otras partes hay más doble sen-tido, mientras que acá hay un humor más ácido. Las diferencias lingüísticas son las que menos importan. Lo que más importa es sobre qué hace foco una cultura. En Buenos Aires se hace foco sobre ser rápido: “Listo, ya lo pesqué, ya está”. Entonces el humor va sobre la velocidad o sobre la lentitud. En México, se focaliza sobre ser alivianado o ser pesado. Algunos de los ejes del humor van más sobre ese lado.

“estoy muy atento a lo que me llama la

atención”p o r N a t h a l i e J a r a s t

Luis María Pescetti es un reconocido escritor, actor, comediante y músico. Generalmente se lo relaciona con la literatura y el hu-mor infantil por libros como Chat Natacha Chat o espectáculos como ¡Mamá quiero pis!, pero también entretiene a los adultos con Ámame eternamente y La Vida y otros síntomas. Ha publicado más de veintisiete libros: novelas y relatos para niños y adultos en los cuales el humor, el juego filosófico y el tratamiento del diálogo, ocupan un lugar especial. Nació en Santa Fe y comenzó su carrera como musicoterapeuta. Sin embargo, después se dedicó de lleno a la música y la docencia. También trabajó en radio y televisión. En la actualidad llena teatros en Latinoamérica y Estados Unidos con sus shows y vende miles de discos y DVDs. Pescetti vivió en distintos países y hace más de 10 años que reside en Argentina. Recibió importantes premios entre los que se encuentran el Grammy Latino (EE.UU., 2010), Premios Kónex (por su labor en espectáculos infantiles 2001-2010), Premio Casa de las Américas (Cuba, 1997). En esta entrevista, Pescetti habla del humor, su trayectoria profesional y los desafíos de hacer reír a la gente.

No se ponga ansioso. !estoy en camino! (La muerte)

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Una frase de la película de Luchino Visconti, Rocco y sus her-manos, permite puntualizar uno de los aspectos más histriónicos de Lacan. Esta frase, que sin dudas irritaría a muchos lacanianos dogmáticos, seguramente haría sonreír satisfecho al propio alu-dido. Me refiero a aquella que el protagonista principal repite en varios pasajes de film: “Hay dos maneras de ver las cosas, la mía y la correcta, y las dos son lo mismo.” No hay que andar mucho para encontrar parentesco entre este decir y el párrafo con el que Elisabeth Roudinesco abre la introducción de su escrito “Lacan, esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento”: “muy temprano, este hijo de familia católica y apegado a su tierra, impregnado de los ideales de la Francia bien pensante fue animado de un gran deseo de as-censo social e intelectual. Muy de pri-sa se sintió superior a sus maestros en psiquiatría. Lo era en efecto, y pasó su vida criticando los valores antiguos, los de sus ancestros vinagreros, los de los testaferros de la legitimidad psicoanalí-tica”. Agrego: casi siempre tuvo razón.

Con esta breve caracterización in-tento ubicar la cuestión en su punto justo, en una meditada equidistancia entre el antilacanismo y el dogmatismo. Si hubiera alguna necesi-dad de situar teóricamente este escrito en relación al movimiento generado por el maestro francés creo que podría estar cerca de lo que en su momento se llamó “grupo post lacaniano”, cuya con-signa fue “Ni sin Lacan ni sólo Lacan”, que, como dice Fernando Uribarri, es una “constelación compuesta por los más importan-tes autores franceses de la llamada ‘tercera generación’ posterior a Lacan. Se trata justamente de aquellos que, habiéndose acercado tempranamente a él, y habiendo sido incluso sus primeros dis-cípulos dilectos y sus colaboradores fueron rompiendo con él a mediados o fines de la década del 60 (...)”.”Hablamos, entre otros, de Laplanche, Pontalis, Rosolato, Anzieu, Green, Mac Dougal, Major, Aulagnier, Castoriadis y otros.”

Sostengo, no obstante, que estos alineamientos y rupturas son políticos en relación a manejos de escuela; que la cuestión teórica pasaba y pasa por otro lado y que hay aportes individuales, de miembros de las distintas corrientes, insoslayables para una bue-na formación psicoanalítica y psicoterapéutica. Cursé más de la mitad de mi carrera antes de la última dictadura militar. Auge del estudio y profundización de Freud y sus discípulos directos. Tem-pranamente descubrí la intensa admiración que Freud tenía por Jung y su magistral pericia para diagnosticar y teorizar cuestiones psicopatológicas. Un día llega a mis manos un reportaje a Jung en forma de libro, donde éste, preguntado por el entrevistador por las diferencias de fondo con Freud dijo: “Podría decir muchas co-sas, lo resumo, Freud y yo éramos dos personalidades demasiado fuertes para compartir el mismo escenario”. Es decir, no siempre las divisiones escolásticas tienen este fundamento, pero sí las sufi-cientes como para estar atentos.

Sobran ejemplos en la historia del psicoanálisis y no nos faltan en nuestra tierra, partiendo de aquellos cismas originarios de la APA, en los albores setentinos donde Plataforma y Documento rompen con la entidad madre y ve la luz ese maravilloso mani-fiesto que los primeros publicaron bajo el nombre de “Cuestiona-mos”. El marxismo apoyaba sus pies en el movimiento freudiano

y producía un temblor inimaginable tiempo antes. Disfrazada un poco más de desentendimiento científico, otro desprendimiento de la APA, pero con traje y corbata o trajecito, y que no cuestio-naba la dependencia internacional, da lugar a APdeBA. La IPA decidió no perder tajada y cobijó a las dos instituciones bajo su pa-raguas protector. Había algo de diferencias científicas, un caldo de cocción no desdeñable de posicionamientos políticos diferentes, pero mucho de distancias personales. Tampoco todo es narcisismo de las pequeñas diferencias, concepción que a veces se esgrime para banalizar ricos y necesarios debates.

Probablemente estas referencias se agiten ajenas y distantes en el lector, pero son de cita imprescindible ya que caracterizan las pasiones previas y pos-teriores a la visita a Venezuela, y hasta podríamos agregar…la razón…Sin esto es bastante difícil entender porqué el viejo Lacan cruzó el océano y a qué es-taba respondiendo cuando dijo lo que dijo.

La cuestión es que no por muy dicho deja de ser cierto que desde el célebre discurso de Roma se traza una línea a partir de la cual ya nada será lo mismo

en psicoanálisis. En “Los escritos técnicos de Freud”, el seminario freudiano por excelencia, Lacan juega a emprender un retorno a Freud en el que nunca se embarcará totalmente, pero que a su vez, pone blanco sobre negro la inversión de la clínica que se operaba bajo el nombre de psicoanálisis. Lacan plantea, en un ensamble de perplejidad e ira, que se han alisado las aristas del método, el filo cortante se ha destemplado; es decir, el psicoanálisis ya no lastima, ha dejado de ser aquello que hace estragos en el sujeto distraído. No se le muestra que está en otro lugar, se le dice “tenés que estar atento”. En “Función y campo de la palabra y del len-guaje en psicoanálisis”, Lacan plantea de forma compleja lo que reitera con absoluta claridad y simpleza en el Seminario 1: lo que tiene de científico el psicoanálisis se lo debe a Freud y la práctica se ha bastardeado a tal punto que lo que era un elemento de crítica y cuestionamiento personal se ha trocado en aliado de la adapta-ción. Hemos visto con los años que los intentos apuntan siempre al mismo lugar; disimular la etiología sexual de las patologías men-tales, negar la existencia sexual de la libido.

Estoy convencido en este punto que Lacan no quiso dar, en ese momento, los bordes de los años 50 del siglo y personal, una ba-talla que ya vislumbraba con Freud. Su crítica a la segunda tópica, apenas insinuada en el Seminario 1 se expresa con claridad en el discurso de Caracas en 1980. Roudinesco relativizará las últimas intervenciones de Lacan diciendo que él ya no escribía. Otra vez, la teoría del cerco intenta disimular las diferencias con un maestro.

Volviendo a 1953 dice:”la técnica no puede ser comprendida ni por consiguiente correctamente aplicada si se desconocen los conceptos que la fundan”. Y luego:”Aparece en todo caso de ma-nera innegable que la concepción del psicoanálisis se ha inclina-do allí hacia la adaptación del individuo a la circunstancia social, la búsqueda de los patterns de la conducta y toda la objetivación implicada en la noción de humansrelations , y es esa sin duda una posición de exclusión privilegiada con relación al objeto humano que se indica en el término nacido en Estados Unidos de human engineering.” En “La cosa freudiana o el sentido del retorno a Freud

No es lo mismo ser profundo que haberse venido abajo (Maria Elena Walsh).

Che Caracas, Je t’aimeUna lectura personal, caprichosa, arbitraria y

tendenciosa sobre el Seminario de Caracas de 1980

p o r l i c . J o r g e g a r a v e N t a

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Daniel Acea Psicoanalista

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Lic.VioLaine Fua PúPPuLo Psicoanalista, Supervisora y Docente

Después de 8 años de abordar 1x1 los Seminarios de Lacan, esta vez nos dedicaremos

a estudiar los consejos y precisiones técnicas que dirige a los psicoanalistas a lo largo de los

primeros 10 Seminarios. El discurso de Lacan se ofrece como difícil,

pero no lo es. FrecuenciA quincenAl.

PArA mAyor inFormAción: [email protected]

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SUBjETIVIDAD y PSICOANALISIS

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en psicoanálisis”, dirá sobre Freud: “Gracias a él, el centro verda-dero del ser humano no está en el mismo lugar que le asignaba toda una tradición humanista.” En este trabajo, digno de ser re-leído cuantas veces sea necesario, desgrana los fundamentos de su mentado retorno a Freud del que se declara su nuncio:”No se trata para nosotros de un retorno de lo reprimido sino de apoyarnos en la antítesis que constituye la fase recorrida desde la muerte de Freud, en el movimiento psicoanalítico para demostrar lo que el psicoanálisis no es, y buscar junto con ustedes el medio de volver a poner en vigor lo que no ha dejado nunca de sostenerlo en su desviación misma, a saber el sentido primero que Freud preservaba en él con su sola presencia(...) el sentido de un retorno a Freud es un retorno al sentido de Freud (...) el sentido de Freud pone en tela de juicio la verdad y no hay nadie a quien la verdad no le incumba personalmente”. El sendero de este retorno a Freud lo señala con claridad en el ya citado Seminario 1. El vehículo que elige son los escritos técnicos. Podría haber sido otro y lo hubiera guiado a igual destino, pues, en realidad, no hay trabajo de Freud donde no se hable de técnica; es decir, en los pocos en los que no se habla se aplica. Queda claro entonces que la unidad de esos escritos no se debe a que allí se hablaba de técnica, sino que abarcan una etapa del pensamiento de Freud situada entre la experiencia inicial y 1920. Luego veremos que para Lacan no es casual este límite que coincide con la elaboración de la segunda tópica.

Una pequeña digresión homenaje. Se suele decir que no fue Breuer el que descubrió el poder de la palabra, sino su paciente Ana O que le pidió que la dejara hablar, que Lucy de R. inventó el método de la asociación libre cuando se niega a ser hipnotiza-da, que Dora descubre lo irreductible del deseo y Juanito descubre quien conduce el análisis, sujeto supuesto saber. Podemos seguir con este discurso tan seductor como engañoso e injusto hacia los descubridores. Freud lo dijo desde el principio, Lacan lo ratificó reiteradamente: las cosas están en el mundo para ser vistas, se le puede dar a un lego un microscopio muy poderoso pero si no sabe lo que debe mirar, nada verá. ¿Cuántas Ana O. habrán estado ante tantos Breuer que no obstante no las dejaban hablar? ¿Cuantas Lucy de R. habrán visto finalizados sus tratamientos en frustración porque su personalidad era irreductible a la técnica? Y esta es otra de las enseñanzas de Lacan: nos enseña que el analista no está allí de poste. Está de presencia y de palabra, implicado ya sin remedio en el devenir transferencial. Nunca abandonó la presentación de enfermos. Sostuvo que era conveniente para el analista tener una sólida formación psiquiátrica. De hecho él la tenía y la recreaba. Después debería vérselas para que no hiciera obstáculo en la escu-cha. El analista que simplemente pone la oreja, corre el riesgo de perderla, y el análisis, que ya no devendrá en análisis será un entre-tenimiento de silencios, juegos de palabras, deserciones o compli-cidades algodonadas. Una vez más, no habrá lastimadura y sin ella no hay análisis. Bien, momento de concluir. No será el cierre de esta charla menos desordenado y embrollado que el resto. Como diría Lacan en el discurso de la disolución:”Sé que lo hago agregan-do lo que esto comporta de inconciente. Allí está mi ventaja sobre el hombre que piensa y no se da cuenta de que primero habla. Ventaja que sólo debo a mi experiencia”. Lacan en cada una de sus intervenciones y escritos regaba enseñanzas. Detrás del católico de los mandamientos podía, a modo de palimpsesto, rastrearse aquél maestro Zen que le hacía semblante por los años ‘50. La respuesta llegaría cuando el alumno estuviera en condiciones de recibirla. Tanto que ya no haría falta. Quien se enamoró de su discurso gon-gorino perdió la esencia, una mirada renovaba sobre Freud que fuera más allá de la letra de molde que entendiera la palabra como la palabra viva. Decía tanto en el discurso de la fundación como en el de la disolución que habría un trabajo pendiente en el campo que Freud fundó: restaurar la reja cortante de la verdad que resta-blezca la praxis original del psicoanálisis. En Argentina se instaló el

mito de que Masotta introdujo a Lacan. Pichón Riviere, Baranger y otros ya habían establecido un nivel de intercambio y relación. Lo que Masotta hizo fue sistematizar el desembarco entre los legos, al punto tal de que él mismo en el segundo congreso lacaniano de 1969 pide a sus alumnos que no alcen tanto la voz, escandaliza-do, porque no tenían experiencia clínica. Situación que él promete temporal, pero que más allá de su intento de disimularlo en un constante paseo de ida y vuelta entre la teoría y la clínica muestra que sabía que sólo serán analistas cuando hicieran clínica. El verda-dero retorno a la palabra freudiana es posible desde la clínica.

Lo cierto es que Lacan llega a América, a la del Sur, a la que no vino antes por perder el tiempo en la del Norte, según denuncia “el yerno” en ese mismo seminario. Y no vino inquieto ni curioso, sino a poner orden en un movimiento local que corría el riesgo de desmadrarse. Ya lo había dicho Francoise Dolto, Lacan era la madre de su movimiento y terminaba devorándose a todo aquello a lo que él le daba vida.

Nunca sabremos si las afirmaciones de Roudinesco son ciertas y ya no escribía. Nada cambia, ya que en Caracas habló…lo vimos y lo escuchamos. No dijo que el único heredero era el pueblo, ratifi-có representantes con nombres y apellidos. Manifestó que quienes lo leíamos no éramos sus discípulos porque a ellos los formaba él personalmente, con lo que cerró el círculo con quienes tenían el pasaporte a París frecuentemente sellado. Ellos eran sus discípulos y representantes.

Allá por los ‘50 Lacan había instruido a sus pacientes para que de-clararan ante el tribunal de disciplina de la filial francesa de la IPA que ya no aplicaba la escansión en sus tratamientos y había vuelto a los cincuenta minutos. Abrigaba la esperanza de no ser expulsado. Quería seguir siendo “freudiano institucional”. Y durante 30 años fue marcando diferencias con Freud mientras se ratificaba freudia-no y sus discípulos se esforzaban en mostrar lo indemostrable, que era una relectura, otra forma de decir lo mismo, un camino diverso para volver a las fuentes, siempre desde la identidad…como si fuera pecado innovar.

El maestro se esforzaba en decir “(…) nuestro inconciente y el in-conciente freudiano (…)” y nadie escuchaba…como si no fuera esen-cial concebir diferente los conceptos centrales…el concepto central.

Necesitó venir a la Latinoamérica morena para decir con todas las letras lo que no había podido allá en la cuna de la cultura parisina, que Freud y él no pensaban lo mismo, y cerró su enseñanza con una ironía magistral que terminó de taponar las orejas de discípulos y lectores: sean Ustedes lacanianos si quieren, (quién iba a negarse), yo soy freudiano, (la humildad de los grandes) y nos habla del de-bate que mantiene con Freud hace muchos años, de que sus tres no son los tres de Freud y termina de cerrar aquello que abre en el Se-minario 1, que la segunda tópica le parece torpe. Treinta años tardó en terminar de decirlo, a esa altura ya estaba sentado en el retrato del psicoanálisis a la diestra de Freud. Lo dijo y cerró su enseñanza con una enseñanza: si hay un maestro para que la palabra siga viva, para poder crecer, es necesaria la traición. Al menos así habló Zaratustra.

Durante muchos años más no fuimos dueños de leer los textos que deseábamos. Estábamos sometidos al caprichoso plan de publi-cación de su albacea testamentario o de las posibilidades de acceder a las fotocopias de una grabación infiel. Luego pudimos, eso sí, a la forma en que su legalidad y su proximidad familiar le dio rienda suelta para establecerlos.

Trabajé con varias traducciones de textos de Lacan. El discurso de la disolución comienza diciendo: Traducción 1: “Hablo sin la me-nor esperanza de hacerme oír principalmente”. Traducción 2: “Ha-blo sin la más mínima esperanza de hacerme oír especialmente”.

Traducción 3: “Hablo sin esperanza de hacerme oír”. ¿Quién tie-ne la verdad sobre la palabra de Lacan ¿Perón, sin dudas cuando dijo:”Mi único heredero es el pueblo” o el parlamento francés cuan-do decidió que las obras de Rousseau eran de todo el pueblo francés?

Producción: Monica Rizzi

Juan Cavallero Diseñador industrial. KONEX DE PLATINO 2012.

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Opcion 1 Diseño: Cecilia Lombardo

Bibliografía de ReferenciaJacques Lacan- Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. / Jacques Lacan- La cosa freudiana o el sentido del retorno a Freud en psicoanálisis. / Jacques Lacan- Se-minario 1 Los escritos Técnicos de Freud. / Jacques Lacan- Acerca de la presentación de enfermos. / Acta de la fundación de la Escuela Freudiana. / Acta de la disolución de la Escuela Freudiana. / Jacques Lacan - Discurso de Caracas / Actas de la reunión sobre la enseñanza de Lacan y el psicoanálisis en América Latina. / Elisabeth Roudinesco: Lacan, esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento. / Escansión- Nueva Serie. N° 1 / Aportes de Discurso Freudiano / Descartes N° 4 / Cuadernos Sigmund Freud N° 1, 5, 6, 10, 11, 12 / Fernando Uribarri: La vida después de Freud

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el barco ebrioPOESÍAS

Amalia Zacoutegui(argentina, contemporánea) Diversos (Antología)

Ruego Escucha!.Oye crepitar bajo la acequia besada por la muerte,la máscara reseca.Debajo de la tierra,a veces canta el agua su cascada escondiday brotan lirios en su cauce,con la sed de la vida que se busca.A veces susurra el agua una huella apenas perceptible,como si temblaran los pájaros del frío,una leve ondulación en el cristal que apenas danza,un fragmento de tiempo que escapa del oleaje,gira sobre sí y entra en el sueño,privado de destino.Escucha!.Oye rasgarse el nácar de los huesos,el alma abriendo el brocal de su angustia,su ahogo que se vuelve, paso a paso, respiro.Escucha!.Lo sacro escribe el universo,enciende en la materia,en la pequeña gota y en la constelación en llamas,cortes en la sombra y océanos de luz.Lo sacro nos escribe en el coraje.Escucha!.Déjate tallar.

Juan Cavallero Diseñador industrial. KONEX DE PLATINO 2012.

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Opcion 1 Diseño: Cecilia Lombardo

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Fotos:Cecilia Gardos Carro

PADRE a Silvia Rivello Padre: caen diamantes sobre las manos tendidas del ramajeque cruje y ora, otoñal, por sus nudos.Los pájaros escriben adioses en el aire, escriben nuestra sangre, que ha llorado los ríos.Ya no más.Sólo este fulgor,este relámpago inasible, esta nada,esta evanescencia, esto que fulgura y se disipa:el vacío sediento,su hondo tembladeral recién nacido.Mientras tanto,los lirios esperan tejiéndose en el alba,con su sabia urdimbre – luz, ancestral y encendida.Yo tejo junto a ellos los hilos de mi asombro,este nombre de bruma que me llama,este nombre que musita,

este nombre que canta en la oquedad su arrullo breve, que aún es de suspiros.Padre: escribo en lo dulce de las uvas,con cada giro de mi lengua que sabe y que degustael filo, la cicatriz, la viva nervadura,el sitio obstinado del escollo,la piedra cercada que se sabe rendida,el súbito viñedo que fluye y que derrama,mundo tras mundo, los zarcillos partidos.Padre: soy hija más que nunca, en mí, porque te escribo,porque te crea padre la letra renacida,porque me tejo en ella tus posibles tibiezas,tus posibles abrazos,lo posible que trama nuestras vidas.Soy al fin la vid que te florece,que te nace en el dulzor y te astilla las muertescomo al fruto sabroso que canta en el vacío.

3 Sé de mi errancia,como el pájaro sabe que escribe sobre el viento su frágil ardor,la ínfima sílaba de su pluma, de su incendio.Sé de mi errar en el desierto:ondulación de mi piel que abraza al arenaly escucha detrás de los oros esparcidos,la vida en su escondite,en su susurro,en la hondura de su respiro,de su anhelo.Sé del señuelo de la luz: su dorado espejismo,la impiedad de su puñal que hiende el agua y la vierte.En mi errancia late mi ramaje,el frondoso verdor con que canta mi vida,mi techumbre alada, mi fragmento de cielo.Un nombre me ha sido donado por las almas,sin saber que yo hablaría entre las grietas,en los fecundos precipicios,en los pozos de enigmas,en esto que fulgura y anochece:entre las letras.Un cuerpo me ha sido donado por los cuerpos,envolturas de seda danzando sobre el hueso,envolturas de hueso cercando los vacíos.Alma en astillas,soy esta errancia de mí.Soy este gritoinfinitamentepartido.

el barco ebrioPOESÍAS

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el barco ebrioPOESÍAS

Juan Cavallero Diseñador industrial. KONEX DE PLATINO 2012.

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Opcion 1 Diseño: Cecilia Lombardo

TORMENTA Avanza en la niebla la mañana.Hay pájaros dormidos en medio del ramaje que ha llorado de luz en el último aguacero.Tal vez no duerman.Tal vez entibien entre ellos la flor de la plegaria.Mis manos son cántaros de letras, cuencos de tejer sobre el dolor los modos del partirse.Hilo finamente la gasa del desvelo: la huelo, la intuyo, le acuno el temblor de horizonte inasible.Me he vuelto un ánfora por amar la tormenta, por abrazarme a su piel de obsidiana y aullido,sembrándole palabras a su grito, siguiéndole la sombra.¿Quién hubiera podido saber cuánto abrigo las trazas de su miedo,su desolado corazón de niña,aquel antiguo pavor de disiparse como un ruego de amor arrojado hacia el viento?.¿Quién hubiera podido saber cuánto coraje tiene mi fe a la hora de alumbrarlacuando se vuelve un galope de azabaches bajo la escarcha intermitente de la luna?.Me he vuelto poesía por amar la tormenta que furiosa se revuelve y se lastima en la techumbre oscura,con sus preguntas que no hallan fácilmente caminosy atropellan los páramos, rabiosas, malheridas: ¿qué extraño trigal es la ternura?, ¿habrá tibieza en las sombras protegiendo la vida?. Salida de la piedra mi voz de precipicio ¿serán de amor las letras que nombren y den nido? ¿Podrá la noche, inmensa en su planicie, partirse tras los cascos de mi angustia y amar mi sed abrasadora hasta pulirla como el oro de los días?. Me he vuelto tormenta por amar la tormenta.Me he vuelto irremediablemente su cautiva.

Fotos:Cecilia Gardos Carro

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no le fue fácil. Recuerda que de chi-co, luego de una mudanza, el cambio de escuela, de barrio, de amistades le provocó una gran angustia. Tenía catorce años y dice que en ese mo-mento siempre sentía alguna carencia. Recuerda que “así” comenzó su “des-esperanza”, “algo interno” dice D, pero que lo acompaña permanentemente. A modo de broma, comenta que su madre satisfacía sus demandas antes de que él pidiera algo. “Pienso mucho y siento poco, ahí me pongo ansioso me digo todo es posible y después pienso… es imposible”. Trae sueños que cuenta apasionadamente y le per-miten a medida que los relata ir des-hilvanando su propia trama. La trama que fue tejiendo su desesperanza. El relato de estos sueños lo llevan a la infancia, pero aún no sabe a dónde, dice no sé si ya quiero llegar al núcleo de mi sufrimiento.En Buenos Aires, está asistiendo a dis-tintos cursos en APA Y APBA, le gusta Winnicott y no sabe por qué, está se-guro que va a dedicarse a “clinicar con niños”, D. habla con alto grado de co-nocimiento teórico, yo lo invito en cada encuentro a “soltar” un poco la teoría para ver que siente, que “se” siente.Luego de la tercera entrevista me envía un mail:

D. no desea morir, desea quizá dejar morir, dejar partir, perder, para poder vivir. Lograr una inscripción que le per-mita dibujar algún sentido.De esta manera quiero introducirlos en el caso que voy a presentar. Recién llegado de San Pablo y a solo una semana de haberse instalado en Buenos Aires, viene a su primera en-trevista D., un psicólogo de 25 años que hablando muy bien en español dice ser una persona muy ansiosa, impaciente y agresiva. De esta manera comienza a hablar, serena y pausada-mente sin dejar de mirarme a los ojos.¿Por qué me fui de Brasil?, pregunta. Intenta contestar, pero encontrará al-guna respuesta meses después. Mien-tras tanto inicia una suerte de intentos de explicarse a sí mismo los motivos que le hicieron tomar distancia de su país, de sus afectos y como él mismo dice de la imposibilidad de apropiarse de las cosas buenas, “yo construyo para destruir” se repite a sí mismo, en un intento de comprender. Pero que es lo que D quiere comprender?Es el menor de tres hermanos, su fa-milia vive cerca de San Pablo, ciudad que luego él eligió para estudiar, ya que considera la USP (Universidad de San Pablo) la mejor de su país. Irse de su casa para estudiar en SP,

por Adriana Grünberg*[email protected] https://www.facebook.com/psicothemas

MORIR a tu LaDO*DOSSIER

CLÍNICO

Dossier Clinico la doctaignorancia∙ ∙

“Alcánzame esa copa, quiero leer en ella.Así, en una persona, a muchas represento. Y ninguna satisfecha.....lo que soy,

no cuenta porque a mí, ni hombre, que hombre sea Nada conforma, hasta que no lo alivia Ser nada…¡Elévate, alma mía! Tu sitio está en lo alto mientras mi tosca carne se hunde, para morir aquí”. Shakespeare, Ricardo II

Juan Cavallero Diseñador industrial. KONEX DE PLATINO 2012.

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Opcion 1 Diseño: Cecilia Lombardo

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*DOSSIERCLÍNICO

auNquE Muy pRONtO, NO fuE DEMaSIaDO taRDE…

Para comenzar, tomaré una cita de la reconocida novela autobiográfica de Marguerite Duras:1 El Amante donde la imagen y la palabra hacen alusión al en-cuentro ocurrido a los quince años de edad de la autora, con un acaudalado joven, de origen chino, once años mayor que ella, la que dice así:

Pienso con frecuencia en esta ima-gen que sólo yo sigo viendo y de la que nunca he hablado.

Siempre está ahí en el mismo silencio… Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde…2

Destaco dos aspectos que me im-pactaron de la novela: la crudeza des-criptiva de los recuerdos de su niñez y adolescencia y, cómo el estilo metafó-rico, propio de la autora, abre perma-nentemente, la posibilidad de aludir, en forma sutil, a lo real y doloroso del lugar de resto en el que, no sin ambi-güedad, describe haber sido ubicada por su madre.Agrego un párrafo de la biografía de Duras por Laure Adler,3 que hace mención a esto último de la siguiente manera:“Un personaje ineludible, en la vida de Marguerite Duras: su madre. El des-amor maternal4 marcó toda su vida e hizo de ella un personaje controvertido en el que se entremezclaban las exi-gencias del corazón y los caprichos del cuerpo”.Paso ahora a un historial clínico: …En el devenir onírico algo irrumpe, lo característico de una pesadilla es que se trata de un sueño extremadamente real, esto nos pone sobre la pista del goce del Otro “ese ser que hace sentir todo su opaco peso de extraño goce sobre nuestro pecho, que nos aplasta”.5

Recorto una pesadilla relatada por la soñante del siguiente modo: “Tuve un sueño horroroso, desperté temblando, llorando como una nena… estaba con

mi padre, teníamos sexo”. Contenido onírico que, esta vez con la cara del padre en el cuerpo del abusador, una analizante de treinta y cinco años refi-rió en diferentes momentos del trata-miento, siempre con variantes.Trataré de transmitir brevemente las condiciones previas al sueño de J. (así la nombraré en adelante), para continuar con este historial: estaba atravesando un momento crítico con su pareja, sentía que no podía respon-der a su demanda, por las noches lo evitaba, él sabía de su experiencia de abuso sexual en su infancia. Tal como fue enunciado, cuando J. era niña fue abusada sexualmente durante varios años, no por su padre, como lo pre-senta el sueño pesadillezco y reitera-tivo, sino por un partenaire de la ma-dre. Era sometida cuando quedaban a solas. A pesar del llanto y pedidos angustiosos para que la madre no la dejara con él, su llamado era ignorado. Al recordarlo, en análisis, se le abría la pregunta ¿no se daba cuenta?, agre-gando: “prefiero no saber de eso”.Hago un paréntesis y recurro a la me-táfora de Duras: “(…) al final de los asuntos de esa familia, es ahí donde comprendo claramente la locura por primera vez. Comprendo que mi ma-dre está claramente loca (…) No esta-ba enferma de su locura, la vivía como la salud”. La pregunta por el amor de la madre, sumada a otras, a sueños y a fallidos, confirmaron la estructura neu-rótica de J., la que es posible atribuir a la intervención del padre. Análisis mediante, pudo advertir que aquello que devino reiterativo en su discurso, “padre ausente”, surgió de lo dicho y lo no dicho por su madre. Cuando, en verdad, ignorando lo que aconte-cía, el hombre llegó hasta a recurrir a la justicia, para recuperar el derecho a ejercer la paternidad que le fuera reta-ceado por “no tener” trabajo, priván-dolo así de ver a sus cinco hijos, en la temprana época en que su niña era víctima de abusos.El silencio en la historia de la analizante se sostuvo más de veinte años desde

el terror generado por gestos amena-zadores, que fueron suficientes para callar en soledad. Significante que in-sistió en su discurso, algo le impedía “estar sola”, motivo por el que consul-tó inicialmente, como, también, por no poder “sostener lo que comenzaba” por fuera de lo laboral. Soledad y si-lencio aparentemente suplantados por la presencia de su partenaire, del que refería: “somos muy unidos… pareci-dos”. Suplencia que por momentos se le tornaba amenazante, allí donde era llamada a responder: en la cama, “a solas con él”. Apelaré a otra cita de Duras: “La historia de mi vida no exis-te (…) Con anterioridad he hablado de los períodos claros, de los que esta-ban clarificados. Aquí hablo de los pe-ríodos ocultos de esa misma juventud, de ciertos ocultamientos a los que he sometido ciertos hechos, ciertos sen-timientos, ciertos sucesos (…)”. En un momento del análisis, desde la pregunta ¿qué me pasa con el amor?, para su propia sorpresa, surgió una afirmación: “soy más madre que mu-jer”, la que abrió nuevos interrogan-tes, hasta arribar a: ¿Qué es ser una mujer?, esta vez para sorpresa de la analista. En relación a la primera afir-mación pienso en algo del orden del encuentro con un real, un “más mujer que madre”, el que posibilitó el inicio del barrado de ese Otro materno, has-ta entonces justificada por J. en rela-ción a insultos, agresiones, descalifi-caciones y otros modos de situarla en el lugar de resto. Desde la pregunta de J. ¿Qué es ser una mujer?, fue posible, en análisis, cuestionar, retroactivamente, la po-sición denegatoria de su madre y su “sentencia”: “no te bancás el amor”. Allí comenzó a advenir_ advertir, un “no ser” “d_ es_ amorada”, “fría” y otros adjetivos estigmatizantes que insistían cuando se nombraba. Opor-tunidad que tomo para referir la fun-ción de la tyche como encuentro_ desencuentro en tanto que “puede ser fallido”,6 considerando que, en su ori-gen, este concepto se presentó bajo la

Dossier Clinico la doctaignorancia∙ ∙

*DOSSIERCLÍNICO

LaS fICCIONES DEL faNtaSMa

Querida Adriana,Quiero agradecerte por nuestro traba-jo hasta ahora. Ayer por la noche tuve una experiencia muy intensa de des-amparo y carencia que me remitió a mi desesperanza. Después de haberme quedado aguardando a un chico con quien había arreglado una cita, simple-mente no vino y no me aviso. Percibí que mi ansiedad tapa esta angustia, esta vivencia de la FALTA... que sien-to tener el poder para destruirme. Son pocas las ocasiones en que ella se hace sentir como lo hizo ayer. Ahora creo que tengo más un elemento para mi análisis: mi ansiedad como defensa frente a la angustia, a la falta, a la pre-sencia del deseo ( que nada más es angustia a la propia falta, estoy cierto?).Mi respuesta fue que lo hablábamos en la siguiente sesión.Cuando llega, comienza a contar que a los cinco años metió la cabeza en un tarro de pintura y que se intoxico, es-tuvo internado y le contaron que no le permitía a la mama que se alejara de él. Me dice, “sabes, creo que fui mi primer intento de suicidio, siempre pienso en morirme, es la única forma de terminar con esta puta desesperanza”, luego de lo que le pasó el fin de semana con este muchacho que no se presentó a la cita, dice “estoy enojadísimo, utilizo la rabia como último recurso. Necesito tener todo el control porque no confío en la vida. Mi desesperanza es cróni-ca, a veces pienso tendré un tumor en el cerebro?”, D se ríe, mientras intenta algún anudamiento externo, inclusive me propone hacer terapia de vidas pasadas, dice que quizá si recurre a un templo evangelista encuentre res-puestas. Finalmente apela al diván como salida. D coquetea con la muer-te, cuenta que todo el tiempo libre en su casa está en Google mirando pági-nas sobre suicidas, me dice: “eso es narcisismo de muerte” y me invita a leer a André Green.

D viene a todas las sesiones, no falta. Al principio llegaba media hora antes y esperaba; un día le dije que podía venir solo cinco minutos antes de co-menzar así no esperaba tanto .Él lo hace y toma mis palabras a modo de intervención y me lo dice. De pronto se queda pensando en que quizá su ma-dre le haya transferido a través de la teta su angustia., “ahora entiendo las consecuencias de que mi madre nun-ca me frustro”, luego de decir esto D. me mira, siento que me hace una pre-gunta con su mirada, solo me animo a decir :-“si,,,, D. decime”, se enoja, pone cara de niño enfurecido, cruza los bra-zos y no deja de mirarme a los ojos, le digo:” -si pudieras verte”, le pregunto si tiene ganas de llorar ya que sus ojos estaban rojos e hinchados a punto de explotar en llanto, pero me desafía y aprieta más sus brazos contra el pe-cho, se muerde los labios. Yo lo veo y no puedo dejar pensar lo que debe es-tar pasando dentro de D. Nuevamente me animo a hablar y le digo”- creo que estas en el núcleo de tu sufrimiento, decime algo desde ahí”.Su primera reacción fue enojarse con-migo porque dijo que no le permití llorar, luego me dijo que había recor-dado que le contaron que cuando él era bebe su padre había sido llevado de su casa para estar en prisión, el supone que por motivos de alguna cuestión de estafa. Sin embargo, por un instante creyó recordar el momento en que la policía saco a su padre, pero él tenía solo seis meses. Recuerda que años más tarde su madre le dijo que ella sola sostuvo toda la situación con los tres niños pequeños y que él no comprendería jamás lo que significaba padecer en el paraíso. En ese instante D, lo estaba empezando a entender.Pasaron algunas semanas en las que D. quiso revisar lo que había sucedi-do aquel día de su enojo. Venía muy relajado, alegre había comenzado a

buscar un trabajo temporario mientras terminaba los cursos de Psicoanálisis, pero ya estaba pensando que quizá había encontrado algo de lo que vino a buscar a Buenos Aires, algo de lo que quizá huyó cuando decidió dejar San Pablo. Pero tenía una certeza y dice:-“tuve que someterme a una si-tuación nueva de desesperanza, ale-jándome de todo, volviendo a sentirla profundamente, saber que ese es mi lugar de goce”. Empieza a tener al-gunas fantasías en relación al futuro y se alegra porque dice que son bue-nas. Él había perdido la confianza en sí mismo cuando entro a la residencia y comenzó a exigirse que debía ser el mejor y empezó a sentir la necesidad de contactarse con lo más enfermo de su personalidad.Una tarde llega y me dice:”-me estoy volviendo a SP… en un mes. Ya me anote para la maestría, voy a escribir sobre las fantasías de muerte, el sui-cidio, es mi tema no?... me apasiona”. “Nunca antes apareció mi sufrimiento en mi otro análisis. Nunca llegué tan lejos”. “Dos mil Km. no es poca cosa”, le dije y nos reímos juntos.La verdad es que extraño a D. Me fue difícil hacer un recorte de este caso, ya que si bien fueron 5 meses, cada sesión tenía una intensidad que hasta entonces solo creí poder leer en algún libro de esos que todos ate-soramos, cualquier parte que hubiera tomado me iba a resultar igualmente interesante transmitirles. Creo que ele-gí por el lado de la misma propuesta que le hice a D en un momento, soltar la teoría y permitirme escribir.

*Este trabajo fue presentado durante las

Jornadas anuales del Instituto Ulloa (año 2012).

Coordinadora: Claudia Zaiczic

por Mónica Milan

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27la doctaignorancia∙ ∙No es que no me guste el trabajo. Soy tímido para el esfuerzo (Inodoro Pereyra)

Lo primero que conviene dejar sentado es que hay tantos tipos de risa y de humor como tonos, actitudes y modos de rela-ción entre humanos, y por ende hablar de el humor o la risa sin más parece desencaminado. En segundo lugar, y más importante, creo que hacer algo así como una defensa de la risa o del humor sería algo tan contrario al espíritu de la risa que, en caso de tomárselo demasiado en serio –y de que el lector superara el tedio al que se vería inducido–, causaría gracia. Pero entonces, ¿cómo escribir sobre el humor sin aburrir? ¿Cómo hacerse de tan frágil amigo sin quebrarlo entre las torpes manotas del discurso meta? Hay una dife-rencia entre decir y mostrar, escribió Wittgenstein antes de llamarse al silencio por un tiempo. Pero ¿se puede decir y mostrar al mismo tiempo? Y en cualquier caso, ¿hay alguna otra manera de no traicio-nar al humor, pretendiendo al mismo tiempo decir algo sobre él? Habría que acoplarse a él como a una máquina o como el surfista a la ola, o bien resignarse a provocar sopor incurriendo en una contradicción performativa. Pero aquella parece la más difícil de las tareas, y como no puedo sino quedar aplastado bajo el peso de este imperativo imposible, por lo menos prefiero declararlo de entrada.

A veces la gente se ríe leyendo libros de filosofía. A mí me causa bastante gracia leer a Schopenhauer: notas al pie declamando que Goethe le robó una metáfora, o disquisiciones metafísicas en torno a la venganza como costumbre de los españoles. Pero no es tan gracioso cuando habla de la risa. Tal vez Nietzsche sea un buen ejemplo de un filósofo que sabe reír, pero corresponde a nosotros no tomárnoslo demasiado en serio. “No con la cólera, sino con la risa se mata” le atribuye haber dicho el más feo de todos los hom-bres a Zaratustra.1 Pero si miramos hacia arriba para aprender del maestro, parece que empezamos con el pie izquierdo. Porque pa-rafraseando a un nietzscheano, aprender a reír ¿no es lo imposible por definición? Parece haber algo esencialmente aburrido en tomar la risa como algo importante, y este aburrimiento parece hablar de una traición con respecto al ser de la risa. Provoca un sentimiento similar cuando las publicidades toman expresiones lingüísticas de la calle y las ponen a trabajar para el capital. Creaciones bizarras en favor de lo solemne, es como ver un animal enjaulado. Evidente-mente, cuando pasa eso, hay que dejar de usar esas palabras.

Descartes es gracioso cuando habla de la risa, pero muy a su pesar. “La risa consiste en que la sangre que sale de la cavidad dere-cha del corazón por la vena arterial, inflando los pulmones súbita y reiteradamente, obliga al aire que contiene a salir con ímpetu por la garganta, donde produce una voz inarticulada y sonora; y los pulmones, lo mismo al inflarse que al expulsar aire, presionan to-dos los músculos del diafragma, del pecho y de la garganta, y estos músculos hacen moverse los del rostro que tienen alguna conexión con ellos; y este movimiento del rostro, con esa voz inarticulada y sonora, es lo que se llama risa”.2 Esta descripción debe haber hecho desternillarse de la risa tirado en el suelo a Bergson, persona de un sentido del humor harto peculiar: le resultaba gracioso todo lo que en el hombre hiciera pensar en algo mecánico. No vamos a decirle a Bergson que no se podía reír de eso, si le causaba gracia.

En cambio, con la literatura –por lo menos con la buena– uno se ríe todo el tiempo. ¿Por qué la literatura es graciosa adrede y la filosofía lo es sólo a pesar suyo? Se podría pensar que hace falta representar una trama o unos personajes, pero inclusive cuando los escritores de ficción escriben ensayos suelen ser graciosos. Hay escritores que tienen una vocación humorística marcada a fuego, como postura vital. Piénsese en Mark Twain o en Fabián Casas, por poner dos ejemplos bien alejados; casi todo lo que escriben está escrito desde ahí. En otros, la risa ocupa un lugar más específico,

pero a veces tan importante que tiende a devorarse todo lo demás. En Dostoievski, la risa está puesta en los antihéroes, en esos per-sonajes patéticos y tragicómicos que no sienten respeto por nada, y a pesar de que se les opone la seriedad grácil e inocente de los santos idiotas, la mera existencia de aquellos atestigua un revolverse contra todo lo existente tan radical ¿y nihilista?, ¿pero nihilista? que sobrepasa por momentos a los personajes más nobles. También en la crueldad del pueblo, de la Rusia profunda, que inventa las figuras más estrambóticas para burlarse y rebajarse a sí misma, llevando la bêtise a niveles insólitos que hablan de una verdadera creación, por desgraciada que ésta sea. Por el contrario, hay algo propio del lugar en que se suele parar el filósofo: lugar del amo, que no es gracioso, y los escritores de ficción suelen ser mucho mejores en huir de ahí.

Decir no es gracioso, mostrar sí. Mostrar es producir un efecto. Esto parece ir en contra del hecho de que uno de los principales recursos del discurso posmoderno –no nos pongamos densos, me refiero al subconjunto perspicaz de la cultura popular hegemóni-ca que consumimos– es valerse de guiños metadiscursivos y hacer pastiches de citas, lo cual provoca muchas veces un efecto más o menos cómico. Pero en realidad, lo que hacen es transformar aún el decir en una mostración, o la mención en uso, poniendo en es-cena la puesta en escena y dejando sin efecto su poder invisible. Y este dejar sin efecto produce un efecto, que la mayoría de las veces incluye la gracia. Entendámonos, Charlie Kaufman no es Brecht. No hay un afuera real en juego, sino que lo que se muestra es la imposibilidad de salir –¿adónde?–. Como sea, la toma de distancia sin afuera es graciosa, pero hasta un punto. O la famosa distancia irónica: los hipsters usando gorras con visera. ¿No tomamos ya de-masiada distancia? ¿No estamos ya como a punto de vomitarla? Porque ¿qué en nosotros la digiere? ¿Tenemos hígado para tanto kilometraje? Pero sobre todo ¿no nos mareamos entre tantas vueltas que dimos por el mismo lugar? Una pintura de la Virgen con la cara de Evita, ¿cómo hay que entenderla? Es irónica y no lo es, pasó por ahí, se fue y pegando una vuelta circular volvió al mismo lugar, pero siguió de largo y volvió, se fue, volvió, etc.

Este año, mi récord de risa se lo debo a un poema de Tao Lin que dice así:

I went fishing with my family when I was five.My dad caught a turtle,my mom caught a snapper my brother caught a crab I caught a whale

that night we ate crab the next night we ate turtlethe next night we ate snapper the next night we ate whalethe next night we ate whalethe next night we ate whalethe next night we ate whalethe next night we ate whalethe next night we ate whalethe next night we ate whalethe next night we ate whalethe next night we ate whalethe next night we ate whalethe next night we ate whalethe next night we ate whale

Lo que se puede con lo que se tienepor Pablo Pachilla

amado, Lacan afirma:13 “El análisis de-muestra que el amor en su esencia es narcisista…”. Me pregunto: ¿qué ocu-rre en esta fuerte atracción de J. por “una sola mujer?, ¿amor narcisista? Vuelvo a Lacan en relación al campo del otro y el retorno a la transferencia, donde afirma: “Es evidente que, como todo amor sólo se ubica, como indi-ca Freud, en el campo del narcisismo. Amar es, esencialmente, querer ser amado”.14

Para concluir, pienso_construyo, des-de la creencia neurótica, que, análisis mediante, para J. “Aunque muy pron-to, no fue demasiado tarde…”.

1- MARGUERITE DURAS (nombre real Margue-rite Donnadieu) nació el 4 de abril de 1914 en Gia Dinh (Vietnam), localidad cercana a Saigón que por aquella época pertenecía a la Indochi-na francesa. Era la hija del matrimonio formado por Marie Legrand y el profesor de matemáticas Henri Donnadieu. Duras era el nombre del pueblo francés en donde su padre había comprado una casa para que su familia pasase los veranos. Mu-rió a los 81 años, el 3 de marzo de 1996 en París2- Duras, Marguerite. El Amante, Barcelona Tu-squets, 1984. 3- Adler, Laure. Marguerite Duras, Barcelona Anagrama, 1998.4- Lo subrayado y resaltado es de quien escribe.5- Lacan, Jacques. Seminario 10 “La Angustia”, Clase del 12-12 de 1962 Buenos Aires Paidós 6- Lacan Jacques. Seminario 11, “Tyche y auto-maton”, Clase 5, Febrero de 1964, Ed. Paidós, 2008 Pag.637- Lo resaltado es de quien escribe.8- Marguerite Duras à Montreal.9- Copjec, Joan. El sexo y la eutanasia de la razón - Ensayos sobre el amor y la diferencia, Capítulo 2 “¿El líder puede amarnos realmente?” , Buenos Aires, Paidós, 2006. Página10- Lo resaltado es de quien escribe.11- Lacan Jacques. El Seminario, Libro 3 “Las Psicosis”, Clase del 11 de abril de 1956 “La pregunta histérica (II) ¿Qué es ser una mujer?, Buenos Aires, Paidós, 2008.12- Copjec, Joan. Ibídem nota 9. Página 9013- Lacan Jacques, Encore, Pág. 6. El seminario Libro 20 Aún Buenos Aires Paidós 2008 Pag 4 .14- Lacan Jacques. Seminario 11, “De la inter-pretación a la transferencia”, , Clase del 17 de Junio de 1964, Buenos Aires, Paidós, 2008, pág. 261.

BIBLIOGRAFÍA 1- Duras, Marguerite, El Amante, Colección An-danzas Barcelona, Tusquets editores, 1984. [Traducción de Ana Moix]2- Adler, Laure, Marguerite Duras, Edit. Anagra-ma, 2000.3- Freud, Sigmund, La Interpretación de Los Sueños, Tomo V, Capítulo 7: “Sobre la Psico-logía de los Procesos Oníricos”, Buenos Aires Amorrortu editores, Junio de 1994.4- Copjec, Joan, El sexo y la eutanasia de la razón - Ensayos sobre el amor y la diferencia, Capítulo 2, Página 75: “”, Buenos Aires, Paidós, 2006. 5- Fernández, Elida, Conferencia del 2-10-2012, Centro Ulloa. 6- Lacan Jacques, Seminario 11, “Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis”, Buenos Aires, Ed. Paidós, 2008. 7- Lacan Jacques, Seminario 3 “Las Psicosis”, Clase del 11 de abril de 1956, Buenos Aires, Pai-dós, 2008.8- Lacan, Jacques, Seminario 10 “La Angustia”, Clase del 12-12 de 1962, Buenos Aires, Paidós, año 2008.

rándolas “impasse a la retórica del in-consciente” y a Freud quien lo entiende como falla de la desfiguración onírica. Por otro lado, si bien la tesis freudiana versa: “el sueño es la realización de un deseo” la misma concluye en que lo que llamamos deseo no es sino el intento de restablecer la situación de la satisfacción primera, a lo que La-can interpreta que, efectivamente: “el sueño como portador del deseo del sujeto, produce lo que hace surgir repetidamente al trauma que presen-ta lo inasimilable de lo real.” Desde el sueño del padre del hijo muerto seña-lo la reflexión lacaniana: “¿No es este sueño esencialmente el homenaje a la realidad fallida?... ¿dónde está, en este sueño la realidad, si no es en que se repite algo, en suma más fatal, con ayuda de la realidad?”,10 “(…)si Freud vio aquí la plena confirmación de su tesis, no fue porque éste sea sólo una fantasía que colma un anhelo (la de alargarle la vida al hijo) sino porque el deseo se hace presente en la pérdida del objeto(…)”.En el sueño pesadillezco de este his-torial clínico, me pregunto si el deseo se hacía presente en el intento de re-significar el abuso. “La atrocidad” aquí, a diferencia del sueño del padre del niño muerto, podemos ubicarla en lo real del cuerpo subsumido, ultrajado, de una niña de apenas cuatro años. Sin embargo, la soñante incorpora en el contenido onírico, la presencia y la palabra del padre en tiempos actuales, siendo ya una mujer, lo que podemos pensar como apertura a la posibilidad de salirse de la escena. Cabe señalar que algo del alivio se insinuaba en el tono de voz de J. en la enunciación del relato y en sus dichos, con respecto al padre: “él me contiene, si no hubiese sido por él”, “creo que nos salvó de ser psicóticos”.

En relación a la pregunta histérica, desde el Seminario Las Psicosis, cito: “Volverse mujer y preguntarse qué es una mujer son dos cosas esencialmen-te diferentes (…) La metafísica de su posición es el rodeo impuesto a la rea-lización subjetiva en la mujer. Su posi-ción es esencialmente problemática y, hasta cierto punto, inasimilable (…)”.11 Joan Copjec 12 al referirse al objeto de amor señala que Freud, a menudo, utiliza la palabra “sobreestimación” como una suerte de “valor agrega-do” que para el sujeto tiene el objeto

forma del trauma, de lo “inasimilable”, de lo “taponado por la homeostasis subjetivante”.

En medio del recorrido analítico, si-multáneamente a la convivencia con el joven con quien decía estar en cri-sis, J. fue al encuentro de alguien que, para ella, representaba la “des-inhibición anhelada”, con quien en la adolescencia temprana fue necesario el alcohol para experimentar lo que no puso en duda, pero sí hizo tambalear su posición hetero ¿un paréntesis al miedo, el que, a modo de sombra, la acompañaba cotidianamente? Decía: “es sólo con ella”. Bastó la insistencia de la amante por dar a ver a los otros ese amor no convencional, para que se reitere el desinterés sexual y la inhi-bición: “lo extraño es que no la extra-ño…, yo la fui a buscar, estaba como loca de amor y al poco tiempo, no me pasa nada”.Retomo la última cita de la novela de Duras, en referencia a su atracción ha-cia una de sus compañeras de pensio-nado: “No he olvidado a Hélène Lago-nelle…Cuando me marché, cuando le dejé, estuve dos años sin acercarme a ningún otro hombre. Pero esa miste-riosa fidelidad debía de ser a mí mis-ma.”,7 “... pienso que no hay amor sin incesto y el primer incesto es el de la madre. El incesto no se ve. No tiene apariencia particular. Es un incendio, después de él la tierra es lisa, el pasaje está abierto.”8

En relación a lo que nombro como “su-posición de suplencia” de esa soledad acechante para J. tomo los aportes de Joan Copjec en El sexo y la eutana-sia de la razón cuando dice: “El Uno forjado por la suplencia no constituye ninguna clase de universo o ‘nido de amor’ (…) Por el contrario el Uno su-plementario funciona,(…) como obs-táculo a este uno del abrazo o de la fusión, precisamente en la medida en que designa la ausencia de un uno así, la ausencia de un tercer término por fuera de los dos amantes, que entonces estos podrían compartir, así como los miembros de un grupo comparten un ideal del yo o una causa común (…)”9.

Retomando el sueño y específicamen-te las pesadillas, recorto a Lacan quien las enuncia como “una demanda pri-mordial”, “en el sentido de exigencia pretendidamente instintiva” conside-

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FILOSOFIA y PSICOANALISIS

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Y sigue así por unos cinco o diez minutos. Sin duda que la repe-tición juega un papel importante en la gracia que causa. Más aún: la genialidad del hallazgo radica en la ideación de un dispositivo mediante el cual el chiste está dado por la repetición misma, donde cada vez se multiplica la comicidad, hasta que después de un rato nuestra reacción empieza a cambiar y uno empieza preguntarse si es un idiota, si está loco o si es un tipo muy audaz. Pero la repe-tición en sí misma no sería nada si no estuviera soportada por el tono jocoso del autor, que puede sostener la recitación seria duran-te todas las repeticiones. Y lo que hay de fundamental en su tono es una voluntad de desviación demente respecto de lo que debería

ser un poema, que hace pensar en una desviación demente respec-to de lo que debería ser cualquier cosa. Un crítico se refirió a Tao Lin como “a master of understatement–or, rather, of statement”. Hay algo tremendamente infantil, tremendamente tonto en ese gesto de hacer interminable el chiste con la ballena –y en muchos de sus textos, desganado–, que adquiere sin embargo una dimensión política. Es statement por ser understatement. Hay una pobreza del discurso que es rica y que forma parte del clima que respiramos, donde tratar de decir algo está condenado de antemano al fracaso. Nos dimos cuenta que funciona de otra manera, que las cosas no se arreglan con la verdad y la comunicación y que es más exac-to hablar de ficción y procedimiento. Pero nos podemos quedar loopeados ad libitum en cualquier punto arbitrario o hacer que las repeticiones muestren cosas nuevas e inesperadas.

En un libro de psicología que cayó en mis manos, azar median-te –acaso no particularmente serio–, encontré hace poco una clasi-ficación de tipos de personas. Había una que me llamó la atención y cuyo modus operandi consistía en algo que la autora llamaba “ha-cer la irrelevancia”. Tenía una ilustración de una mujer haciendo cosas incomprensibles con su cuerpo. Hacer la irrelevancia, por lo que saqué en limpio, es usar fragmentos de una conversación desviando de un modo absurdo el sentido de lo que se dice, ergo hacerse un poco el tarúpido haciendo enojar a los demás. Bergson esta sí que la había visto: “Se toma una metáfora, una frase, un razonamiento, se vuelve contra quien lo hizo o pudo hacerlo, y de este modo se le hace decir lo que no dijo y acaba por quedar envuelto en las redes del lenguaje”.3 Según la autora, hay un sub-texto en estos actos, que es –cito de memoria– “no me interesa lo que usted tiene para decir”, “no me gusta el lugar en el que se me pone”, etc. Seguramente el procedimiento era censurado por inmaduro y por no tender lazos comunicativos con el prójimo. Pero no se trata de una queja neurótica, sino de una estrategia por la positiva. Creo que es indefectiblemente gracioso cuando alguien es más o menos virtuoso en hacer la irrelevancia, y me sonó un poco a un modo intuitivo y local de lo que los situacionistas lla-maban détournement: tomar expresiones del sistema capitalista y su cultura mediática y volverlos en su contra –aunque el sistema tiene

un sentido del humor más perverso y le devolvió el procedimiento a la cultura subversiva-. Animales fabulosos con jaulas de colores.

Pero hay un tercer y largo round en esta pelea, en el que los ad-versarios están golpeados pero también elasticados y pegoteados: es el que se da en la cultura popular. El pastiche o bricolage es una de sus técnicas principales. Debord y Wolman ya habían escrito que “algunos elementos, no la materia de donde han sido toma-dos, pueden servir para hacer nuevas combinaciones” y que “cuan-do dos objetos son considerados juntos, no importa lo alejados que pudieran estar sus contextos originales, siempre existe alguna relación”.4 Se trata, como diría Michel de Certeau, de hacer lo que se puede con lo que se tiene. “Si una cultura popular está limitada a funcionar, al menos en una parte, como cultura dominada, en el sentido en que los individuos dominados siempre deben ʻhacer conʼ lo que los dominantes les imponen o les niegan, esto no im-pide que sean una cultura completa basada en valores y prácticas originales que le dan sentido a la existencia”.5 Se puede hacer un uso desviado de los materiales, como el uso menor de la lengua que ven Deleuze y Guattari en Kafka y tantos otros.

Trastocar el sentido de lo proferido por otros haciéndoles de-cir lo que no quisieron decir es un procedimiento humorístico clásico. En este sentido pueden entenderse las diferentes concep-ciones del chiste por las que pasa revista Freud. La de Jean Paul Richter: «El chiste es el sacerdote disfrazado que casa a cualquier pareja», con el agregado de Vischer de que «casa de preferencia a aquellas parejas cuya unión los parientes no consentirían», o la de Von Kraepelin, «la conexión o el enlace arbitrarios de dos repre-sentaciones que contrastan entre sí de algún modo, sobre todo mediante el auxilio de la asociación lingüística».6 Parecería que la gracia surge con la efectivización de una conexión existente de algún modo entre elementos, aunque virtualmente. Pensemos en los chistes intelectuales de Groucho Marx o de Woody Allen y, en general, en los chistes con juegos de palabras. El remate siempre está dado por la aparición de un elemento que da cuenta de una conexión con lo anterior que no es la que se esperaba, una co-nexión que no es la que el sentido común nos indicaba como vá-lida. La gracia se ve tanto más acrecentada cuanto más se proceda, como en las canciones de Les Luthiers, a la creación previa de una serie que parezca llevar naturalmente al elemento extraño –en ese caso, una serie magistralmente urdida de refinamiento y pacatería cuya continuación conduciría naturalmente a lo soez, frente a lo cual se echa mano de recursos inesperados para intentar evitar la inevitable conclusión -. Bergson,7 nuevamente, pasó revista de un procedimiento semejante, distinguiendo entre “dos tonos extre-mos, el solemne y el familiar” y declarando que “por la simple transposición de uno de estos tonos al otro pueden obtenerse los mayores efectos”.8

Foucault dice que escribió Las palabras y las cosas inspirado por la gracia que le causó durante mucho tiempo el listado borgeano de “El idioma analítico de John Wilkins”. Según el ilustre calvo, de ahí le surgió la sospecha de “un desorden peor que el de lo incongruente y el acercamiento de lo que no se conviene […]; el desorden que hace centellear los fragmentos de un gran número de posibles órdenes en la dimensión, sin ley ni geometría, de lo heteróclito” –en el sentido de lo que carece de un lugar común–; y mientras que las utopías despliegan un lugar irreal pero pensable, las heterotopías –como la que pondría en juego dicho listado– in-quietan “porque minan secretamente el lenguaje, porque impiden nombrar esto y aquello, porque rompen los nombres comunes o los enmarañan, porque arruinan de antemano la sintaxis, y no sólo la que construye las frases: también aquella menos evidente hace mantenerse juntas […] las palabras y las cosas”.9 No sé si iría tan lejos con respecto a la gracia en general, pero sí me parece que un cierto nivel de corrosividad con respecto a las funciones habituales de nuestros sistemas de signos es un ingrediente indispensable de todo buen humor.

Si el sentido común nos lleva a efectivizar determinadas conexio-nes y no otras dentro del repertorio total de las conexiones posibles, creando un espacio sano en el que esta efectivización va tomando la forma de una línea recta hacia delante, el chiste se posa sobre esta línea y la dispara hacia cualquier lado, aprovechándose de otras conexiones posibles, haciendo entrar en escena elementos impen-sados relacionables de alguna manera con los anteriores –elementos inconscientes, aunque no necesariamente de un inconsciente indi-vidual ni subjetivo, sino más bien del inconsciente lingüístico o del inconsciente espacial. De ahí el sacudón que produce, y su efecto de borrón y cuenta nueva, que nos coloca inmediatamente sobre otro plano como un saque de alguna droga, haciéndonos ver la lí-nea previa como un espacio limitado. Bartleby podría considerarse un maestro en este arte, plantándose en el medio de una situación codificada al mango y lanzando una fórmula que descoloca. Su I would prefer not to es una obra maestra de la desviación insólita frente al sentido común, a tal punto que el abogado, después de un momento de consternación, no puede sino increparlo: “¿Está usted decidido, entonces, a no satisfacer mi pedido… un pedido acorde con el uso común y el sentido común?”.

No extraña que para Kant el entendimiento no pueda encontrar ahí satisfacción alguna10 –y en esto se emparente con lo sublime–, puesto que el entendimiento es la facultad que rige el sentido co-mún dirigido hacia el conocimiento, y en tanto tal, siempre se ve superado y queda anonadado por las conexiones insensatas que pone en juego el chiste. Por eso nunca es gracioso en un grupo de comediantes el personaje que representa el sentido común. Que el parentesco de la risa con lo sublime sea sin embargo el de ser como su reverso, puesto que no se trata de lo demasiado grande sino de lo nulo, de la “súbita transformación de una ansiosa espera en nada”,11 parece secundario, siendo ambas estrategias para escapar del dominio del entendimiento. Por lo demás, la caracterización kantiana se ajusta perfectamente a lo que venía diciendo, con la sal-vedad de que interpreta el momento novedoso sólo en su relación filial con la serie anterior –y de un modo tal que es esta serie previa la que posee la soberanía semántica–: de ahí que lo considere una nada, y por ende entienda al chiste como un engaño momentáneo. Kuno Fischer, en tanto, relaciona el chiste con lo bello kantiano, entendiéndolo como “el juicio que juega”, juicio propio de una conducta estética. Tal vez se pueda hablar de chistes bellos y chistes sublimes, unos que juguetean y nos hacen cada vez más leves hasta flotar como el tío de Mary Poppins cuando ríe, otros que rajan la tierra y nos hacen caer por un precipicio de carcajadas. O habría que pensar si los buenos comediantes no hacen un uso combinado de las dos modalidades, como el “placer previo” que sirve “para desencadenar el desprendimiento de un placer mayor”12 en la carac-terización freudiana. Desde un punto de vista fenomenológico, es necesario decir que la risa es una especie de explosión: una piñata llena de papeles de colores que revienta.

Castoriadis, si entendí bien, dice que hacemos lo que podemos con los discursos que nos constituyen, y que está bueno, en esta apropiación, transformarlos, hacerlos mandar fruta. Fruta que es nuestro desafío imaginar.

3- 104. 4- Debord, G. y Wolman, G., “Mode d’emploi du détournement”, Les Lèvres Nues, # 8 5- Cuche, D., La noción de la cultura en las ciencias sociales, Buenos Aires, Nueva Visión, 1999, p. 92. 6- Cfr. Freud, Sigmund, El chiste y su relación con lo inconsciente, Buenos Aires, Amorrortu, 1979, p. 13. 7- En realidad fue antes. 8- Bergson, Henri, La risa, Madrid, Sarpe, 1985, p. 115. / 9- Foucault, Michel, Las palabras y las cosas, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008, p. 11. 10- Cfr. Kant, Immanuel, Crítica de la facultad de juzgar, Madrid, Espasa Calpe, 2007, p. 280: “En todo lo que deba excitar una risa viva y agitada tiene que haber algún absurdo (en lo cual el entendimiento no puede encontrar por sí satisfacción alguna)”. 11- Ibid. 12- Freud, op. cit., p. 131.

Lo que se puede con lo que se tiene / Pablo Pachilla

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lógica (XIV)por Eduardo Liljeqvist

BANDE DESSINéE 1

UNO

Era una mañana de martes, fría y lluviosa. Estaba en el consultorio, leyendo un artículo sobre Jacques Lacan en relación a su casa de campo en Guitrancourt, cerca de París. Supe que, a instancias de sus amigos André Masson y Georges Bataille, había adquirido “El origen del mundo”, cuadro de Gustave Courbet, que actualmente se exhibe en el Musée d’Orsay. Contemplaba la tela (esa interesante tela, que hace honor a su nombre), cuando golpearon la puerta. Salí de mi estado escópico y me dispuse a recibir la paciente siguiente. Una joven, que me había referido en la primera sesión, contar en su haber, con diez intentos de suicidio. Este caso y otros, me hicieron meditar sobre un texto2 que hacía un tiempo había leído. Transcribo algunos de sus párrafos:

“La clínica actual, cada vez más ligada al goce que al deseo, es efecto, en parte, de las crisis de los grandes relatos y de los paradigmas del amor. Grandes relatos: a) el relato cristiano, de la redención de la falta de Adán, por amor; b) relato iluminista de la emancipación de la ignorancia por medio del igualitarismo del conocimiento; c) el relato marxista de la emancipación de la explotación y la alienación por medio de la socialización de los medios de producción; d) el relato capitalista de la emancipación de la pobreza por el desarrollo tecno-industrial. Paradigmas del amor (cfr. Colette Soler: “La maldición del sexo” ed. Manantial): a) el amor clásico antiguo, que podemos asociar al Eros griego; b)el amor divino, o sea el amor a Dios; c) el amor cortés, caracterizado por la inaccesibilidad del objeto; d) el amor de las Preciosas, con características similares al amor cortés; e) el amor homosexual, en muchos casos ejemplificado por el vínculo de los efebos con los pederastas, en el que se jugaba la transmisión de un saber; f) el matrimonio (ágape cristiano). Los grandes relatos y los paradigmas del amor eran referentes que acotaban el goce. En términos de Lacan, “la castración significa que es preciso que el goce sea rechazado para volver a alcanzarlo en la escala invertida de la ley del deseo” (“Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”, Escritos, ed. Siglo XXI) y “Sólo el amor permite al goce condescender al deseo” (Seminario “La angustia”) Por efecto de ambas decadencias, nos encontramos con una clínica cada vez más compleja, con sujetos en posición de objeto, con una aguda sensación de sinsentido y con ausencia de deseo.”(….) “Entonces, ante la declinación del Nombre del Padre, la crisis de los grandes relatos, la caducidad del amo antiguo, aparecen Nombres del Padre que al sujeto le otorgan un falso ser. Por ejemplo, “soy adicto”; “soy alcohólico”; “soy toxicómano” etc.” (….) “Se presentan así: a) las patologías del acto: inhibición, acting out y pasaje al

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» LA SECCION DEL TOPO (S)

UN PASEO ENCANTADÓ

¡As noches!... Seré curiosa: ¿me empresta el teléfono, si no le es molestia? Permiso. Viá llamar a mi novio , a ver si desde aquí tengo más suerte, porque hace una semana que no consigo comunicarme.¡¡¡Hola!!!¿Con quién hablo?... El señor Benedito Provolone, si me hace el osequio... De parte de Catalina Pizzafrola a sus pieses… desde hoy una amiga más... ¡Se cortó! (Cuelga) ¡Como andan estos artefatos!... A ver si lo pesco en el garage... ¡Hola! ¿El senior Provolone?... La novia le habla... ¿Qué se fué al estranjero?... ¿Pero a cuál estranjero? ¿A uno cerca o al más estranjero de todos? ¿Ande se fue? ¿Lo qué? ¡Allí va usté, grosero!... ¡Hay cada uno má de cuatro! ¡Es enútil! ... no me puedo comunicar con él. Desde el domingo, que me envitó a estrenar la camioneta que acaba de comprar, inoro su esistencia!Me invitó a dar un paseo, y lo pasamos ragio, porque me se coló toda la familia así que en lugar de cargar sólo conmigo, tuvo que cargar con el cuerpo humano de mi amá, los cuerpo humano de los chicos y el cuerpo humano del perro. Y, sí, no lo íbamos a dejar, porque tenemo un perro guardián que cuando se queda solo, se muere de miedo, ¡pobrecito! ¡Total que contando el perro y la gallina, éramos diecisiete pasajeros en la camioneta!...

Sí, a la batarasa también la llevamo, pa que se distrajiera, porque anda tan triste con la muerte de Gardel... ¡Sa, con la muerte del gallo, que le pusimo Gardel, porque cantaba que era la locura!... ¡Y claro, la batarasa lo estrania!... ¡Cuando el gallo falleció, ella se enfermó con una fiebre, que hasta ponía los güevos fritos, de la fiebre que tenía! Buá, siguiendo con el paseo... La primera que subió fue mi amá.Pa entrarla hubo que sacarle la puerta a la camioneta, porque mi amá pesa ciento ochenta kilo, y de los kilos más pesados. Sa, no puede adergazar, a pesar de la indicación del dotor de que coma bife con ensalada p´adergazar... ¡Y eso que la sigue con una costancia!... A la maniana, se toma su jugo de cirgüela, su café con leche, pan y manteca, su fatura con marmelada, y encima su bife con ensalada p´adergazar... Al almuerzo, se come su cacho de bondiola, sus ravioles al tuco, su estofado con papas, su queso, su fruta y encima, su bife con ensalada p´adergazar. A la tarde, se manda su chocolate con crema, sus pasteles de durce, sus masitas surtidas y encima, su bife con ensalada p´adergazar... Y a la noche ¡a la noche está que revienta!... ¡Pero no adergaza!... ¡Así que entró a los rempujones en la camioneta, y al sentarse, le dejó un ujero en el asiento, que parecía una palangana!...

EL ASQUELETO

El asqueleto de la persona viena ser el ser de gueso que tiene adentro del ser de carne todo ser humano pa sostenerlo y empedir su derrumbamiento, porque si seriamo de solo carne, sin armazón interna, pareceríamo gusanos, lo cual quedaríamos muy repugnantes. El asqueleto está compuesto por un montón de guesos, que según ande estean, toman el nombre del órgano que rellenan, como ser los guesos de la cabeza, que son los que arman el claneo, pa que uno pueda ponerse el sombrero o la peluca y que se denominan calavera . En las calaveras fallecidas se oservan unos guesitos sueltos liamados dientes, muelas y colmillos, que cuando se caen, son reemplazados por los dientes postizos, liamados prótesis, que son de sacar y poner o sea de lavar y planchar o como le dicen en ingle, de wos an guere.Del claneo parte la columna vertebral o sea el espinazo, que empieza en el pescuezo y termina donde uno se sienta. Está formado a las especie de un coliar de carreteles enebrados por la médula o caracus, liamados también osso buco o tuétano, como la enfermadá producida cuando penetra tierra con porquería en un rajunión, y que después hay que cortar rajunión con miembro y todo pa que no suba la cangrena al corazón y el tipo reviente, todo por culpa del tuétano. En el pecho de bajo de los petorales tenemos un costillar que forma una specie de jaula, con garrotes de gueso pa proteger las entranias liamadas tambien henchuras, las cuales varían en su aspeto pues hay personas que tienen malas entranias endemientras que otras poseen lindas henchuras.A los costados del pecho esisten las extremidades superiores o sean los brazos que contienen el omoplato, el húmedo y la radio, y otros guesos que no se me acuerdan… En vez, las extremidades inferiores se encuentran debajo de la barriga, vulgarmente liamada adomen y sirven pa rellenar las piernas y cual su nombre lo endica, pa caminar y correr, así como los guesos de las caderas sirven cual su nombre lo endica pa bailar rocanroll.Las piernas rematan en los pieses, el pie costa del tarso, el metatarso y los dedos de los cuales el mayor es el dedo gordo, que posee un juanete y una unia encarnada.Algunos órganos poseen dobles esqueletos, como ser el antebrazo, que a su vez tiene el cubito y la radio, y la antepierna, que tambien tiene dos: la tibia y el peroné. En cambio otros órganos no poseen ningún esqueleto en su interior, como ser la lengua, por lo cual es liamada “la sin gueso”.Y al propósito, dejando de darle a la sin gueso, corto aquí mi disertación, chas gracias y hasta la prosima, si dios quiere y los da salu.

Fueron tantos los que faltaron que si falta uno más no cabe (Macedonio Fernandez)

Humor desde el cielo

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Humor desde el cielo

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Estimados Lectores: A continuación los invitamos a disfrutar de estos breves textos de esta defensora a ultranza del habla de los argentinos, NINI MARSHALL. Los mismos formaban parte de sus monólogos radiales. En aquellas épocas en que los medios de comunicación hacían algo por todos nosotros.

Jorge Curcio

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lo parasitario de la pulsión o la pulsión como parásito

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» por juan Martocci Si hay algo que el psicoanálisis nos enseña es que no somos

dueños de lo que creemos ser; es decir, que no poseemos el do-minio de nuestros pensamientos, nuestros actos, nuestras satisfac-ciones, etc. Es el psicoanálisis (para ser más preciso Freud) quien pone en jaque al Sujeto Autónomo moderno. Esto se comprueba no solamente con el concepto de inconsciente, sino que el cuerpo teórico psicoanalítico en su totalidad es coherente con esta idea.

Una de las nociones que va en esta dirección es la de pulsión y creo que es la que lleva al extremo la idea del “no control” (sobre todo en una época como la nuestra donde este parece haberse perdido, época opuesta a la modernidad, cuando todo estaba bajo el incuestionable mando de la conciencia). Para dar cuenta de esto, tomaré un tipo de relación que se da en la naturaleza: el parasitismo.

Básicamente, el parasitismo es aquella relación por la que un individuo, llamado “huésped”, se aloja y satisface sus necesidades a costas de otro individuo; generalmente el portador no puede des-hacerse del huésped y un desenlace posible es la muerte de dicho portador. Por ejemplo, existe una clase de avispa que paraliza a un insecto o un arácnido y luego inocula un huevo fecundado den-tro de su cuerpo, una vez pasado el efecto, el portador despierta y continúa su existencia sin estar al tanto de lo sucedido. Es así como el huésped comienza a alimentarse del individuo afectado, desarrollándose como larva para después convertirse en una avis-pa, abandonando el cuerpo del insecto. No es un dato menor que este último muere. En oposición a dicha relación encontramos la simbiosis, una relación denominada por los biólogos de tipo mu-tualista, en la que todos los individuos que participan de esta se ven beneficiados.

Pues bien, Lacan piensa al lenguaje como parásito, ya que tras-toca al viviente de manera tal que ya no es el mismo, sino que ha perdido aquel objeto que satisface la necesidad. Roberto Mazzuca1

llama a esto el “primer efecto del lenguaje”2, desarreglo a partir del cual la necesidad, al ser interpretada según los significantes del Otro materno, se convierte en Demanda. De esta manera, ya no hay necesidad que pueda satisfacerse, sino pulsiones que buscan, independientemente y de manera parcial, su propia satisfacción. Pero en esta analogía me tomo el atrevimiento de poner al lenguaje en el lugar de aquella avispa del ejemplo citado, por lo tanto, en el encuentro con el viviente lo que se instaura como parásito es la pulsión. Así, esta última es el resultado del encuentro del viviente con el lenguaje y su producto, una suerte de “primogénita”, alojada en zonas erógenas de las cuales obtiene su propia satisfacción. Es decir, la meta de la pulsión es hallar su propia satisfacción y es allí donde estará puesto todo su esfuerzo. De esta forma, la pulsión se aloja en aquellos agujeros Reales del cuerpo (no reales porque existan realmente, sino porque corresponden al orden de lo Real) y si donde se aloja no existe agujero, ella lo produce a nivel del organismo (fenómeno psicosomático). O sea, la pulsión pone a su disposición aquello que el ser hablante cree que le es propio, que le pertenece: el Cuerpo.

Siguiendo los desarrollos freudianos, durante un primer tiempo las pulsiones parciales se satisfacen de manera independiente. Has-ta aquí, la satisfacción no produce conflictos, porque no hay una fuerza contraria, instancia, o grupo de pulsiones (según el momen-to de la obra en el que nos situemos) que se le opongan. El conflic-to aparece cuando hay dos fuerzas opuestas. Ante esta situación se pone en marcha la represión, que es activada cuando la satisfacción pulsional se vuelve insoportable, desagradable. De este modo, el Yo cree deshacerse de la molesta pulsión, defendiéndose, no obs-tante sabemos que este mecanismo defensivo es siempre fallido y como retorno de lo reprimido encontramos al Síntoma, solución de compromiso, mediante la que la pulsión puede satisfacerse de manera desfigurada.

Del Lector

No vemos las cosas como son, sino como somos. (Jiddu Krishnamurti)

acto; b) patologías de la oralidad (trastornos de la alimentación) bulimia, anorexia; c) patologías del consumo (adicciones en general): alcoholismo, toxicomanía, tabaquismo, ludopatía; d) violencia social y familiar; e) fobias, crisis de angustia, ataques de pánico; f) depresiones, g) melancolías y melancolizaciones; h) lógicas del duelo; i) impulsiones; j) compulsiones; k) fenómenos psicosomáticos; l) enfermedades autoinmunes”.

Memento mori --Desiderium vita--Non omnis moriat—Scilicet. Meditaba sobre esas sentencias latinas, cuando el mediodía, (esa hora en que se encuentran las miradas) me indicó el fin de la jornada. Lento, silente y sin paraguas, caminé hacia el vértigo de la ciudad pálida.

DOSOcaso de un viernes. Inicio de un fin. (de semana). Espero el

último paciente y rememoro una declaración de Borges: “De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Solo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”. La tarde se marchaba, cuando pude vislumbrar desde el ventanal, aquella eterna metáfora: “El rojo espejo occidental en que arde una ilusoria aurora”3

Faltó sin aviso. Permanecí sentado, acompasando un mantra fundamental que me describiera con devoción una paciente budista: “nam-myoho-renge-kyo”, mientras fluían bellas imágenes de Hiroshige y su pintura japonesa y el Xiantian taijitu en sus centrípetas vueltas. Así estaba, casi, en un estado de duermevela, cuando me detuve nuevamente en la afirmación de Lacan: “La castración significa que es preciso que el goce sea rechazado para volver a alcanzarlo en la escala invertida de la ley del deseo” y me dije: “ese dictum puede ser dibujado, debe haber alguna manera de representarlo” y tras algunos ensayos logré esto:

Como pueden observar, se trata del rectángulo ABCD dividido por la diagonal AD. Vemos allí dos triángulos invertidos: el ACD (representa el goce) y el ABD (el deseo). Ahora bien, para que el vértice A (goce) alcance al vértice D (deseo) (es decir, en la escala invertida) es necesario superponerlos y homólogamente quedarán superpuestos los vértices B y C, siendo así pegados, los lados AB y CD; pero esto es posible solamente si, antes realizo una torsión en la banda de papel. ¿Y entonces?; entonces sucede que obtengo una superficie unilátera, no orientable y con un solo borde, topológicamente hablando, una banda de Möebius

Luego de intentar refutarla, esperanzado, declaré en voz alta: “Tengo una representación matemática. Quizás, verdadera. Sin duda exacta”.

La tarde fue reemplazada. Corrí las cortinas, apagué las luces, cerré la puerta y caminé hacia el fulgor de la noche mágica.

1- Del francés: historieta. Su traducción literal: banda dibujada.2- Eduardo García Dupont. Fragmentos extractados del trabajo “Inicios y cortes en el tratamiento institucional”; publicado en “Introducción al Psicoanálisis” en el sitio El Sigma.3- Jorge L. Borges. “Las cosas”.En “Elogio de la sombra”.Obras completas. Emecé Editores.1974. Página 992.*Fe de erratas: En el número anterior de La Docta Ignorancia (Magia e ilusión), en mi artículo, “Lógica (IX)” faltó una referencia .El pequeño recorrido del concepto de estructura fue tomado de la clase teórica dictada por la Dra. Diana Rabinovich el 25/08/86 en la cátedra “Escuela Francesa” (Fac. Psicología UBA).

A

C

B

D

Era un autor tan malo que para refutarlo solo hacia falta citarlo (Jorge Luis Borges)

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Veamos una cita interesante del libro “Biología Lacaniana y Acontecimiento del Cuerpo” de Miller, en la cual aparece el tér-mino disputar en relación al síntoma y al cuerpo, más específi-camente, a una parte de este último, como si fuera un terreno a ir conquistando por parte de ambos bandos de fuerzas: “A nivel de las pulsiones parciales freudianas, no solo dos grupos de pulsiones se disputan el cuerpo, e incluso cada órgano, sino que tenemos un cuerpo fragmentado”3. La cita remite al texto freudiano sobre “Las pertur-baciones psicógenas de la visión”, y lo toma como ejemplo ya que nos muestra, de manera por cierto ilustrativa, cómo en el síntoma (satisfacción pulsional desfigurada), la pulsión recorta una parte del cuerpo y se apodera de ésta o de un órgano, que en el caso del texto de referencia sería el ojo. Entonces, el Yo deja de tener el dominio de esta parte; en otras palabras, el sujeto TIENE un cuerpo, pero que no puede dominar por completo, debido a que tendrá que disputarlo con aquellas pulsiones que lo reclamen como fuente de su satisfacción y esto mismo se realiza a su pesar. Es por ello que Freud afirma que el síntoma histérico es el que mejor muestra este recorte que la pulsión hace del órgano afectado, extrayéndolo del dominio del cuerpo y haciéndolo suyo.

De esta manera, el concepto de síntoma es uno de los aconteci-mientos más claros a la hora de remitirnos a la satisfacción pulsio-nal experimentada de manera extraña, parasitaria. Es importante destacar que es la percepción que el Yo tenga de esa satisfacción la que la define como Parasitaria o como Simbiótica, en el caso de ésta última, aquí la satisfacción pulsional conlleva a la satisfacción del propio sujeto.

Sin embrago, ustedes podrían señalar que esta analogía debería desestimarse alegando que en el primer caso (en el que tomamos la pulsión como parásito) el sujeto también obtiene una satisfacción, o sea, un beneficio, contradiciendo la similitud con lo parasitario. Si bien esta objeción sería admitida, el acento recae sobre el modo en que es vivida esa satisfacción, como es experimentada por el Yo, siendo una sensación de extrañeza, de una otredad, de padecimien-to, empujando al sujeto de la experiencia analítica a preguntarse sobre eso.

Sobre las localizacionesMe resulta interesante, a partir de lo dicho hasta aquí, que nos

detengamos un momento en cómo Freud representa al aparato psí-quico en la Conferencia Nro. 314:

En éste aparecen las dos tópicas “ensambladas”, conformando una unidad. Creo que todos los escritos freudianos, todos sus de-sarrollos, nos llevaron a aprehender al aparato psíquico como una unidad, por decirlo burdamente: nos creamos la representación de que los sistemas y las instancias psíquicas forman parte de nuestra “mente”, que en algún lugar de nuestra cabeza podremos localizar al inconsciente, al Yo, etc.

Con Lacan esto cambia, podemos extraer estos conceptos de la representación-mente/cabeza y pensarlos de otra manera. Lacan, en el Seminario 11 nos dice que el sujeto del inconsciente se en-cuentra en la zona erógena, pero es un sujeto acéfalo, que ahí es donde debe advenir. Particularmente, creo que podríamos ubicar al Ello en las zonas erógenas mismas, en ese agujero Real del cuer-po. En tales zonas, lo parcial también cobra su significado, ya que la pulsión es parcial con respecto a la Pulsión Sexual (si es que exis-te semejante cosa). Si el Ello es pura pulsión, y las pulsiones son

parciales, es en esos lugares donde debemos ubicarlo, en aquellas parcialidades.

Recordemos que Freud argumentaba que al comienzo es todo Ello y que luego, a partir del contacto con la realidad, se constituye el Yo. De este modo, solemos representar una psiquis dividida en Ello, Yo y Superyó (como en el gráfico de arriba). Particularmen-te, prefiero aprehender estas nociones teniendo en cuenta que el cuerpo del psicoanálisis no es el cuerpo biológico, sino que el cuer-po psicoanalítico forma parte del Aparto Psíquico. Por tal motivo, para romper con esa representación del aparato psíquico = psiquis, prefiero tomar al cuerpo como representación, ubicando al Ello en cada agujero Real del cuerpo, donde las pulsiones hacen de ellos zonas erógenas. Así cobra otro significado la famosa frase freudiana:

“Wo Es war, soll Ich wender.”Sabemos que Lacan interpreta Ich no como Yo, sino como el

Sujeto. Allí donde Eso era, el Sujeto debe advenir.En relación con esto, según Eidesztein: “la dirección de la cura lleva

a que el sujeto advenga en eso donde no está aún, pero donde el psicoa-nálisis lo supone: la pulsión tal como opera en la experiencia analítica”5. Claro está que Lacan ubica al Sujeto en este vacío, pero habla de una subjetividad acéfala, de un lugar donde el sujeto debe advenir, donde Eso habla, aunque el sujeto no entienda ni media palabra de lo que dice.

Volviendo al tema que nos convoca: la pulsión como parásito o como simbionte, sería interesante intentar establecer la manera en que se ve esto en las distintas estructuras clínicas. Así como Lacan nos explica que en los psicóticos es más sencillo comprobar la es-tructura de lenguaje de sus fenómenos clínicos (como el delirio, la alucinación verbal, etc.), creo que aquí también se logra apreciar de mejor manera la experiencia parasitaria de la satisfacción pulsional. En esta estructura clínica notamos una falla en la constitución de lo imaginario, que en un neurótico opera como velo de lo real, por lo que se puede captar de manera más palpable esta extrañeza, se tiene la sensación de una terceridad que se satisface en su cuerpo, incluso los pacientes adjudican esta satisfacción pulsional a un Otro que los goza. Considero que en la psicosis se presenta de forma paradig-mática, en cuanto a que la satisfacción pulsional es experimentada como algo extraño por completo.

En el caso del neurótico, si la satisfacción pulsional entra en con-flicto, ésta es reprimida y luego de eso nada se sabe, sólo aparece un síntoma, que también es un agente extraño. Sin embargo, el Yo no da cuenta que éste es el retorno de aquello reprimido, en el cual satisface de manera desfigurada dicha pulsión. El síntoma se nos revela, entonces, como aquel acontecimiento en el cual la satisfac-ción pulsional se apodera, como decía Miller, de un fragmento del cuerpo del sujeto, que experimenta dicho acontecimiento como padecimiento, como algo extraño del que pareciera no saber nada.

Nos queda pendiente qué sucedería en la Perversión, pero, en este caso, creo que esta estructura clínica es el paradigma de la simbiosis plena, donde no habría necesidad de reprimir ninguna pulsión, debido a que la pulsión no despierta angustia, no entra en contradicción con el Yo, todo lo contrario, su satisfacción es egosintónica.

- “Cuando muera quiero que me incineren y que el diez por ciento de mis cenizas sean vertidas sobre mi representante.” (Groucho Marx)

1- Psicoanalista argentino, fue titular de la Cátedra II de Psicopatología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, es autor y compilador de varios libros. 2-Mazzuca, R: “El cuerpo en Psicoanálisis (Algunos conceptos de Lacan y sus derivaciones en el campo de la psicopatología)”. En Psicoanálisis y Psiquiatría: encuentros y desencuen-tros, Berggasse 19, Buenos Aires, 20043-Miller, J (1999) Biología Lacaniana y acontecimiento del cuerpo. Colección Diva, Bue-nos Aires, 2004 Pág. 83.4-Freud, S. (1933). “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis: 31º Conferencia: la descomposición de la personalidad psíquica”. Amorrortu Editores, Tomo XXII, Buenos Aires, Pag. 73.5-Eidelstein, A (2004). “La pulsión en psicoanálisis y la pulsión respiratoria”. En La pulsión respiratoria en psicoanálisis, Letra Viva, Buenos Aires. Pag. 34

YOELLO

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preconciente

P· Ccreprimido

SUPERYO

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Curso de Postgrado “LA DIRECCIÓN DE LA CURA CON NIÑOS Y ADOLESCENTES” Un abordaje de la práctica analítica.

Directora del curso:Lic. Cecilia Trucco.Psicóloga del Servicio Salud Mental Pediátrica Htal. Italiano

Jefe del Servicio SMP: Dr. Roberto Pallia.

Martes de 18 a 20 hs. Del 21 de Mayo al 12 de Noviembre.

Destinatarios: Estudiantes y Graduados en Psicología, Psiquiatría, Psicopedagogía, Musicoterapia, Acompañante Terapéutico, Educación, y demás carreras afines.

Requisitos de inscripción: Ser estudiante o graduado de dichas carreras y afines.

Metodología: Clases de lectura de los textos con perspectiva eminentemente práctica. Inclusión de presentaciones clínicas por parte del docente y de los participantes.

Recorrido:La Constitución subjetiva- El juego en la dirección de la cura- Las entrevistas a padres y qué es un dispositivo- El despertar de los sueños en el despertar de la primavera.

Descuento a profesionales de instituciones de salud públicas, y del HIBA.

Información e inscripción: 4 959 0200 int. 5324/2230/2232.Información académica: 4 782 2408. Información sobre objetivos, contenidos y bibliografía: www.hospitalitaliano.org.ar : educación-educación ingresar-postgrado-cursos presenciales

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