Revista Almas, noviembre 2011

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Noviembre 2011 Año LXII • Núm. 743 Ejemplar gratuito La ayuda de los catequistas en la Misión de Kenia Una vida entregada al trabajo misionero de la Iglesia Publicación de Misioneros de Guadalupe

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Publicación de los Misioneros de Guadalupe

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Noviembre 2011Año LXII • Núm. 743

Ejemplar gratuito

La ayudade los catequistas

en la Misión de Kenia

Una vida entregada al trabajo misionero

de la Iglesia

Publicación de Misioneros de Guadalupe

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Benedicto xvi

Domingo i de Adviento, después del Ángelus, respecto alvi Encuentro Latinoamericano de Pastoral Penitenciaria

30 de noviembre de 2008

Aliento a quienes trabajan en favor de los hom-bres y mujeres que han perdido la libertad,

pero no la dignidad. También en estos casos se han de respetar los derechos humanos fundamentales y buscar una recuperación y reeducación que permita una reinserción de los encarcelados en la sociedad.

Pastoral penitenciaria

PapaBenedicto xvi

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General: Las Iglesias católicas orientales

Para que la venerable tradición de las Iglesias católicas orientales sea reconocida y estimada como riqueza espiritual por todos los fieles.

Misionera: Justicia y reconciliación en África

Para que el continente africano encuentre en Cristo la fuerza para rea-lizar el camino de reconciliación y justicia señalado por la ii Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos.

Intencionesdel Santo Padre Benedicto xvi para 2011

P. Sergio César Espinosa González, mg

La fe en Jesucristo ha florecido de múltiples maneras en di-versas culturas y en distintas épocas de la historia. Desde los primeros siglos el cristianismo adquirió tintes propios en los pueblos orientales, diferentes de los que conocemos en la tradición latina occidental. Las Iglesias orientales tienen una tradición rica y llena de frutos teológicos, espirituales y de santidad, entre otros. En este mes pedimos para que se reconozca a las Iglesias católicas orientales como parte de la Iglesia universal, y, apreciando su tradición, se aproveche lo que ofrecen a nuestro camino de seguimiento cristiano.

África es un gran continente, considerado por los cientí-ficos como la cuna de la humanidad, y posee una enorme diversidad cultural expresada en tradiciones, lenguas, ritos, música, etcétera. Sin embargo, esa diversidad ha conllevado fragmentación, malentendidos, rencillas, división. Por eso, este mes el Papa nos pide que elevemos nuestra oración para que en África se construyan los puentes necesarios para una verdadera reconciliación entre pueblos que son hermanos, y se llegue a superar la injusticia que azota a millones de africanos.

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Publicación deMisioneros de Guadalupe

Ejemplar gratuitoProhibida su ventaAño LXII • Núm. 743

Noviembre 2011

6Carta desde una prisión en Tokio

P. Marco AntonioMartínez Franco, mg

15Alimentar la espiritualidad

Esther Alanís Acosta, mLa

PortadaEl P. Gabriel Casillas Horta, mg

(1944-2011), en Chayang Dong, su última parroquia,

en Seúl, Corea.

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Papa Benedicto xvi

Página del lector

Concierto de Navidad Bienhechores

Intenciones

Editorial

Pastoral de la salud

Vida mg

Sólo para niños. Club de Niños mg

Centro de Orientación Vocacional

Línea Misionera:01 800 00 58 100

www.mg.org.mxwww.revistaalmas.com.mx

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Editor responsableP. Juan José Márquez Echeverría

DirectorP. Víctor Manuel Zavala Contreras

Auxiliar editorialJuan José Ramírez Escarza

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WebmasterJorge Hugo Guerrero Luna

Almas es editada por Editora Escalante, sa de cv, Córdoba 17, pb, local 1, Col. Roma, Del. Cuauhtémoc, cp 06700, México, df. Distribuida por Misioneros de Guadalupe, ar, Cantera 29, Col. Tlalpan, Del. Tlalpan, cp 14000, México, df. Certificado de Licitud de Título Núm. 555 (Época SEP), y Certificado de Licitud de Contenido Núm. 4414. Certificado de Reserva de Derechos al uso exclu-sivo del Título Núm. 04-1999-050317152800-102. Impresa en Transcontinental-Reproducciones Fotomecánicas, sa de cv, Democracias 116, Col. San Miguel Amantla, Del. Azcapotzalco, cp 02700, México, df. Tel. 5354 0100. Registro Postal Publicaciones Núm. PP09-0298 autorizado por Sepomex.

El Instituto de Santa María de Guadalupe para las Misiones Extranjeras fue fundado en 1949 por el Episcopado Mexicano y la Pontificia Unión Misional del Clero para formar y enviar misioneros a los países no cristianos que le señale el Santo Padre. El Papa Pío XII aprobó sus Constituciones. El Primer Superior General fue Mons. Alonso M. Escalante. El Instituto es sostenido por los católicos mexicanos.

18Evangelizar a losmassai a travésde los walimu

P. Juan José CortésCasillas, mg

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E l episcopado mexicano nos dice que las demandas sociales deben ser atendidas y respondidas. Cuando los ciudadanos sienten que

sus derechos son afectados suelen protestar en actos que, mal encausa-dos, pueden amenazar la paz pública. Nuestras autoridades deben dar una atención eficaz a las peticiones de los ciudadanos y distinguir una protesta legítima de un acto delictivo.

Por otra parte, enfrentamos la crisis del sistema penitenciario. Las pri-siones en México, lejos de readaptar, en muchos casos se han convertido en escuelas para los delincuentes, debido principalmente a la sobre- población, la corrupción carcelaria y la indiscriminada convivencia en-tre los reos de alta peligrosidad y los culpables de delitos menores. Hoy los reclusorios parecen tomados por el crimen organizado para desde ahí planear y dirigir acciones delictivas. La respuesta del Estado, en-focada en el uso de la fuerza y el endurecimiento de las penas, no ha generado resultados positivos. Se trata de problemas que se tienen que atacar por diversos frentes y cuya solución integral debe dar prioridad a la prevención de los delitos.

Nuestros obispos reconocen que, al olvidarse la dimensión social de la fe, las comunidades han descuidado los espacios de la pastoral peni-tenciaria con menores infractores y el acompañamiento a víctimas ino-centes. Por ello, se propone asistir a quienes se encuentran en cárceles, además de promover un trato justo a acusados y reos, con base en los derechos y deberes humanos.

Este mes, el P. Marco Antonio Martínez comparte su historia con un reo mexicano en Japón. El P. Juan José Cortés describe la labor de los walimu, que ayudan al trabajo pastoral en Kenia. Y Esther Alanís, mla, reflexiona acerca de la espiritualidad. Esperamos que estos artículos fomenten el deseo de reconciliación en nuestros lectores.

Pastoral penitenciaria yprevención de violencia y delitos

Editorial

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Página del lectorEstimados mg, me llamo Car-men D. y desde hace varios años soy bienhechora. Quiero dar testimonio de la gracia que el Señor concedió a mi familia. Mi hijo, Roberto C., de 36 años, estuvo muy enfermo de neumo-nía, permaneció durante 15 días entubado, y los médicos ya no podían hacer mucho. Como último recurso decidieron prac-ticarle hemodiálisis. Aunque corría muchos riesgos, yo lo puse en manos del Señor y de la Virgen. Oramos en familia y todo salió bien. Creo que fue un milagro muy grande y tanto

mi hijo como yo agradecemos a Dios y a la Virgen santísima.

Que dios los bendiga.

Carmen D. M.

Misioneros de Guadalupe, en nombre de los hijos y los nietos de la señora Celia Murillo V., reciban nuestro agradecimiento por el pésame que expresaron ante su pérdida, tan significati-va para nosotros. Hemos leído las palabras de fortaleza y espe-ranza que nos envían con mucha atención, y queremos compartir con ustedes un pensamiento en donde se engloba nuestro sentir:

ella será por siempre el pilar de nuestra familia, pues con el ejemplo de su vida en la tierra nos deja como herencia fortale-za, esperanza y amor. Admirable mujer, madre y abuela, ahora se reúne en el cielo con otros gran-des amores que, como nosotros, formaron parte de su vida. Nos sentimos orgullosos por haber sido parte de su historia, y ella será por siempre un capítulo

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único de la nuestra. La quere-mos por siempre…

Saludos, hermanos Misioneros de Guadalupe, les envío este correo para informarles acerca de la pérdida de mi papá, el señor Marcelino R. M., quien falle-ció el 30 de noviembre del año 2010. He tardado en escribirles porque no tenía la entereza para hacerlo, ya que, siempre que ini-ciaba la escritura, el recuerdo de mi papá me invadía y no podía continuar.

Cuando renovamos la aporta-ción anual a su Instituto informé sobre el deceso. Unos días des-pués recibimos una carta con las condolencias por parte de ustedes (carta que tengo enmar-cada). Desde que tengo uso de razón supe que mi papá siempre hizo aportaciones para Misione-ros de Guadalupe, y nosotros, en su memoria, lo seguiremos haciendo con mucho cariño.

En sus últimos momentos mi papá recibió los santos óleos por medio del P. Rafael M., de la

Parroquia de San José. Estando en agonía, al escuchar las pala-bras del sacerdote se tranquilizó un poco y una lágrima rodó por su mejilla. Siento en mi interior que se fue en santa paz, en espe-ra de que después nos reunamos con él.

Agradezco su atención y les rue-go pidan por el descanso de mi papá.

Su seguro servidor,

Tomás R. C.

Que descanse en el Reino celestial.

Familia Murillo

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Misión de Japón

Padre Marco Antonio Martínez Franco, mg

El Padre Marco Antonio Martínez comparte algunos fragmentos de la carta que recibió de un joven en-carcelado en Japón, a quien, en su difícil circunstan-cia, ha podido brindar palabras de consuelo y alivio.

CArTA DEsDE unA PrisiónEn Tokio

A José, un joven mexicano preso en una cárcel de Japón, lo conocí hace tres años, cuando

fue encontrado culpable de un delito y recibió una sentencia de siete años de prisión. La primera vez que lo vi fue a través del vidrio de un pequeño cuarto de entrevistas. Me sorprendió hallar un jo-ven de 23 años que parecía más un chico de fa-milia que un delincuente. Como la Parroquia de Chibadera queda cerca de la cárcel preventiva, las autoridades me pidieron que tradujera del español

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al japonés la entrevista que José tendría con algunos de sus fami-liares, que habían venido desde México. La entrevista duró diez minutos, durante los cuales sólo cumplí con traducir para que un policía pudiera anotarlo todo.

Al día siguiente los familiares de José volvieron a México y me pidieron que lo visitara duran-te los días de plazo que tenían para apelar la decisión, antes de que fuera trasladado a la cárcel central, donde sólo podría reci-bir visitas de familiares cercanos. Como sólo eran 14 días, traté de aprovechar el tiempo para ayu-darle a encontrar un poco de luz y de esperanza. Desde la primera entrevista que tuve a solas con él le pedí que me viera como amigo y no sólo como sacerdote, y así ocurrió. Únicamente durante esos días pude platicar con él, 30 mi-nutos cada vez; posteriormente hemos mantenido contacto por medio de cartas. Él, aunque sólo tiene permitido enviar dos cartas al mes, me escribe regularmente. Aquí les comparto algunos frag-mentos de la misiva más recien-te que he recibido, la cual, junto con las oraciones y las muestras de cariño de nuestros Padrinos, Madrinas y amistades, me hace sentir que si hubiera posibilidad de iniciar nuevamente el camino de mi vida, me gustaría recorrerla por los mismos senderos y encontrarme

con la misma gente. Esta car-ta narra la experiencia de José durante los desastres naturales ocurridos el pasado 11 de marzo.

Mi querido Padre Marco:

Espero que se encuentre perfec-tamente, aun con lo sucedido ayer. Yo estoy bien, sólo un poco asustado. Vi las noticias y ha-blaban de un gran incendio en Chiba; me preocupé mucho pen-sando en cómo estaría usted.

Es la primera vez que vivo una situación de esta magnitud. En el primer temblor estaba en la fábrica y todos corrimos al co-medor. Entonces comenzó el segundo. Nos refugiamos deba-jo de las mesas y hubo reacciones de toda clase, pero creo que, en el fondo, todos compartíamos el mismo terror de morir en una cárcel, en un país extraño. Yo se-guí las instrucciones del guardia encargado, quien supo manejar bien la situación, y pensé en mi mamá y mi familia. No supe si fueron 30 segundos o 5 minu-tos, pero cuando el movimiento cesó volvimos a nuestras mesas de trabajo y permanecimos de-bajo de ellas hasta que pasó el peligro.

Como si no fuera suficiente, por la noche, en mi celda, escuché

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que alguien muy cerca golpea-ba desesperadamente su puerta. Me asomé y vi el calentador que ponen en el pasillo en llamas; había mucho humo negro, todos gritaban, y a las mil llegaron los guardias y apagaron el fuego. Creo que esto me espantó más que el temblor, por la idea de morir asfixiado o achicharrado mientras duermo.

Reconozco que cometí un grave error confiando en amigos que me indujeron al mal. Creo que con la lejanía de mi familia y todo lo que he pasado aquí en dos años ya pagué el mal que hice.

Por favor, Padre, escríbame pron-to, quiero saber que usted está bien, pues desde el día que me

detuvieron en el aeropuerto sen-tí que mi vida había terminado a los 23 años, pero dentro de mi soledad, en un país extranjero y sin amigos, le pedí a Dios que me enviara un ángel, y enton-ces lo conocí a usted. Creo que Dios escucha mi oración aunque sea dicha desde esta prisión. Le pido que lo proteja, porque es-pero poder darle un abrazo muy fuerte al salir, agradeciendo su amistad y cariño.

Queridos lectores de Almas, que la lectura de este texto nos mo-tive a valorar la importancia de saber dar una palabra de aliento, incluso a aquellos que por haber cometido un delito se encuen-tran privados de su libertad.

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papa Benedicto xviPastoral de la salud

Padre José Sandoval Íñiguez, mg

La salud integral

El humanono es sólo

un ser corporal,sino que posee

varias dimensiones,las cuales

deben ser consideradasen el esfuerzopara alcanzar

la salud integral.

E n la Constitución de la Organi-zación Mundial de la Salud se

ofrece la siguiente definición: “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afec-ciones o enfermedades”. Por ello, en la búsqueda de la salud integral de los pacientes, los grandes hos-pitales modernos, además del per-sonal médico, que se concentra en la curación corporal del enfermo, cuentan con psiquiatras y psicó-logos, que se abocan a curar la mente; trabajadores sociales, que

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se ocupan de auxiliar en proble-mas sociales; y agentes pastorales de las distintas religiones, quienes atienden la salud espiritual.

En la sociedad actual se da pri-mordial importancia a la aparien-cia física. Si una persona posee belleza corporal, es fuerte y con agradable presencia, se cree que es alguien sano. Pero la sola apa-riencia de salud física no sirve de nada. En realidad un discapa-citado físico podría tener mejor salud, desde el punto de vista in-tegral, que una persona con una apariencia física sana, pues lo importante es el equilibrio entre todas las dimensiones de su ser.

Mientras un paciente está en tra-tamiento es importante descubrir la causa de su mal, pues la raíz de la enfermedad muchas veces está en una continua situación con-flictiva. Es frecuente que algún pleito, discusión, coraje o pena muy grande sea el origen de al-guna enfermedad, incluso cáncer y diabetes. De ahí que, mientras el enfermo no mejore su situa-ción, aunque se cure varias ve-ces, la enfermedad podrá aparecer de nuevo. Para curar cierto tipo de males es importante reconciliar-se con los demás, con uno mismo y con Dios, y el sacerdote juega un papel muy importante en propiciar

que el paciente abra su corazón para recibir la medicina de la gra-cia y la amistad de Dios.

La ansiedad causada por la hos-pitalización, el temor al resul-tado de los exámenes clínicos y el miedo previo a la operación pueden provocar un estado men-tal complejo en los enfermos, la pérdida de su equilibrio interior, la creación de obstáculos en sus relaciones con otros y debilitar su confianza en Dios. Son senti-mientos normales, pero se deben superar para que el paciente pue-da cooperar positivamente con el médico y el tratamiento surta un mejor efecto. Ahí también es importante la asistencia espiritual del agente pastoral y la ayuda que le brindan las personas que cui-dan o visitan al enfermo.

Si una persona quiere recobrar su salud integral debe abrir su cora-zón a otros, no dudar en exponer lo que le oprime interiormente y expresar todas sus dudas y temo-res. Sólo de esa manera el equipo del hospital podrá actuar a la ma-nera de Jesús, quien siempre devol-vía la salud integral a los enfermos: al mismo tiempo que les curaba el cuerpo, los consolaba, perdonaba sus pecados, les devolvía la paz y la alegría, y los restituía a la comu-nión con Dios y con los demás.

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In MemoriamPadre Gabriel Casillas Horta, mg

El Padre Gabriel Casillas escribió hace varios años un texto en el que compartió parte de la historia de su vo-cación y mostró, además, la satisfacción por realizar su sacerdocio.

E l Padre Gabriel Casillas Horta, mg, q.e.p.d., nació el 24 de no-viembre de 1944 en Cuautitlán, Jal. Ingresó al Seminario de

Misiones en 1960 y formó parte del primer grupo de seminaristas

Vidamg

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que culminó su preparación en la Misión de Corea. Fue orde-nado presbítero el 6 de octubre de 1974. Su ministerio sacerdo-tal lo desarrolló principalmente en tres áreas: la Misión de Co-rea, la formación y promoción vocacional, y la atención a los bienhechores. En cada nom-bramiento supo hallar la reali-zación de su sacerdocio, pues deseaba servir al Instituto en lo que se necesitara. En 2010 le fue diagnosticado cáncer y el 5 de agosto de 2011 Dios lo llamó a su presencia.

En 1999, con motivo de sus 25 años de ordenación sacerdotal, el Pa-dre Gabriel escribió acerca de su vocación misionera. En honor a su memoria nos permitimos compartir algunos fragmentos de dicho escrito.

Cuando Dios llama a los que quiere consagrar para la Misión, Él mismo concede la gracia y los medios necesarios para que el ele-gido pueda responder al llamado, sin menoscabo de su libertad, don otorgado por Dios.

El espíritu cristiano de mi madre infundió en ella un gran deseo de tener un hijo sacerdote y así lo pe-día a Dios constantemente. Yo me daba cuenta de la súplica que en su corazón elevaba a Dios, mas no

alcanzaba a comprender la im-portancia que tenía para ella.

Sentí el llamado de Dios al ter-minar la primaria; quería elegir el futuro de mi vida, por lo que desfiló en mi mente una gama de profesiones y oficios que me atraían y me gustaban. En aquel momento decidí ser sacerdote.

El testimonio de vida sacerdotal del cura de mi pueblo y su gran espíritu misionero me ayudaron mucho a determinar mi voca-ción sacerdotal y a orientarla a las Misiones. El párroco recibía mensualmente la revista Almas, cuyo contenido incrementó en mí el deseo de ser misionero.

La explicación de mi madre sobre lo que es un misionero me entusias-mó más para dejarlo todo, incluso a ella misma y a mi padre, a quienes tanto amaba, como también a mis hermanos, amigos, mi pueblo, mi casa... para lograr mi ideal e ir a países lejanos a predicar las ense-ñanzas de Cristo a los que no cono-cen a Dios...

Mi padre fue para mí un obstáculo que tuve que sortear para ingre-sar al seminario pues, a diferencia del punto de vista de mi madre, él no consideraba adecuado que me fuera a un seminario, en vista de que mi comportamiento de niño

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h

en el pueblo le causaba dolores de cabeza.

Mi madre falleció y decidí solicitar mi ingreso al Seminario de Misio-nes, enviando carta al P. José Ál-varez, mg, que, en aquel tiempo, era director de vocaciones; esperé ansioso la contestación por varios meses, y finalmente llegó. En la carta, el Padre José me comunicaba que vendría a visitarme hasta mi pueblo para hablar con mi papá y conocernos a todos. Tal noticia causó en mí una gran alegría y al mismo tiempo me asustó mucho, porque aún no había comentado nada a mi padre.

El cura de Cuautitlán era muy dedicado como pastor, de cora-zón muy misionero, así que se me ocurrió pedirle el favor de que in-tercediera en este asunto ante mi padre. No lo abordé directamente, sino que acudí a su mamá, quien me estimaba bien.

Efectivamente mi padre se en-trevistó con el párroco. Nunca me enteré de lo que platicaron. Mi padre me dijo: “Hijo, estando tu madre en el lecho de muerte, le prometí dejarte ir al Seminario de Misiones, siempre y cuando tú me lo pidieras; para mí esto signi-fica que lo que quieres es la volun-tad de Dios”.

El día tan esperado, día de reyes de 1960, mi padre me acompañó hasta la puerta del seminario, una ex hacienda que personas piado-sas regalaron al señor obispo Es-calante para que construyera ahí el Seminario Menor. Éramos 44 nuevos alumnos.

El tiempo vuela y así llegó el 6 de octubre de 1974, en el que el Instituto cumplía Bodas de Plata de fundación, y en esta festividad 15 compañeros fuimos ordenados sacerdotes.

El 19 de octubre de 1974 fue la fecha en que celebré mi primera Misa en mi pueblo natal. Al final todas las personas presentes hi-cieron fila para acercarse ... y en esa larga fila destacaba la cabeza blanca de mi padre, quien lenta-mente, paso a paso, se acercaba a su hijo, ahora sacerdote misionero.

A años de distancia, soy conscien-te de lo mucho que he disfrutado del sacerdocio, que el Señor me ha concedido, siendo indigno de tal privilegio. Él sigue llamando a quien quiere, no importa cómo.

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Esther Alanís Acosta, mla

Una misionera laica describe la espiritualidad y com-parte su experiencia de comunión profunda con Dios durante unos ejercicios espirituales.

AliMEnTAr lA EsPiriTuAliDAD

C omo el cuerpo necesita alimento para funcio-nar, el espíritu debe nutrirse para profundizar

nuestro conocimiento y nuestra amistad con Dios, a fin de madurar nuestra fe y vivir de acuerdo con lo que Él quiere para nosotros.

Cuando se habla de espiritualidad se piensa en una serie de prácticas piadosas, pero la espiritua-lidad va mucho más lejos, pues hace referencia a la relación profunda y auténtica de la persona con Dios. La espiritualidad es la forma de vivir abiertos al Señor y abarca todos los aspectos de la vida. Se dice que una persona espiritual sigue los pasos

Misión de perú

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del Espíritu (cfr. Ga 5, 25), vive según el Espíritu (cfr. Rm 8, 4-5), y, por tanto, es hijo de Dios (cfr. Rm 8, 14).

Nuestra espiritualidad se carac-teriza por ser:

Bautismal, pues el Bautismo es el origen de nuestra identidad y nuestra Misión, y nos adhiere a Cristo en su condición de sa-cerdote, profeta y rey.Cristocéntrica, pues Cristo es principio y fin, vivimos centra-dos en torno a su Misión, que es el anuncio y la realización del Reino de Dios en la historia. Además, está inspirada y soste-nida por el Espíritu Santo.Eclesial, ya que es esencial-mente comunitaria: la comuni-dad es condición indispensable para el seguimiento de Cristo.Teologal, debido a que está cimentada en la fe, orientada por la esperanza y consumada por el amor.Misionera, pues la fe se forta-lece al compartirla; por tanto, somos enviados a suscitar esta experiencia de Dios en quienes no lo conocen.

Vivir la espiritualidad como cris-tianos promueve y exige, de cada bautizado, el seguimiento de Cristo; la escucha y la medi-tación de la Palabra; la partici-pación consciente y activa en la vida litúrgica y sacramental de

la Iglesia; la oración individual y comunitaria.

Al crecer en el conocimiento, el amor y el seguimiento de Jesús, he sentido necesidad de mejorar mi vida espiritual. Hace unos días tuve la bendición de participar en unos ejercicios espirituales que representaron una oportunidad de “encontrarme con Jesús” y “dejarme encontrar por Él”.

“Encontrarme con Jesús” significó contemplar con atención quién es, cómo reacciona, qué actitu-des tiene frente a las personas, cuál es el ideal de su vida, qué lo alegra y lo entusiasma, qué le preocupa y le entristece. La ex-periencia fortaleció mi anhelo de seguirlo y me dejó una sensación de admiración, pues Él muestra constantemente equilibrio (auto-dominio), acción (anuncio del Reino) y relaciones (empatiza con el otro, toca su conciencia y lo anima a continuar).

Por otra parte, “dejarme encon-trar por Él” implicó revisar mi vida a fondo “con los ojos de Jesús”, esto es: lo que he sido realmen-te, lo positivo y lo negativo, con sinceridad y desde una visión de misericordia y de perdón. Sentí alegría, agradecimiento, mucho cariño por acogerme y amarme. Esta experiencia me ayudó a co-nocerme, quererme y aceptarme,

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y me impulsa a encontrar aquello en lo que puedo mejorar, así como a fortalecer las cualidades que me permitirán ofrecer un servicio más generoso y creativo.

Finalmente, con estos ejerci-cios espirituales constaté que, en la medida en que me disponga a entrar en diálogo con Dios y permita que el espíritu de Jesús renueve mi corazón, seré capaz de vivir según el proyecto misionero

que Dios me tiene asignado en el Perú.

Agradezco a Almas por brindar-me la oportunidad para compar-tir el fruto de mi experiencia de oración íntima con Dios. Espero que mis palabras alienten el de-seo de un encuentro profundo con Jesús por parte de algún lec-tor interesado en fortalecer su vida espiritual.

Les agradecemos por haber enviado los nombres de sus difuntos, para tenerlos en cuenta en nuestras intenciones de oración. Durante todo este mes, de modo particular, re-cordaremos a nuestros Padrinos, Madrinas, bienhechores, amigos, familiares y colaboradores que nos han dejado, y pediremos a nuestro buen Padre Dios que todos ellos go-cen de la paz y la alegría eterna junto a Él, en el cielo.

AtentamenteMisioneros de Guadalupe

Queridos Padrinos y Madrinas:

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Misión de Kenia

Padre Juan José Cortés Casillas, mg

Para realizar su labor misionera entre la tribu maasai, nuestros sacerdotes cuentan con la valiosa ayuda de los walimu, que son maestros formados para dedi-carse tiempo completo al trabajo evangelizador de la Iglesia católica.

EvAngElizAr A los MAAsAiA TrAvés DE los WAliMu

E n medio de un ambiente semidesértico, dentro de un territorio de aproximadamente 70 km2

y con grandes problemas de desarrollo, la Iglesia católica, modesta pero firmemente, se yergue y se hace presente a través de la Parroquia de San Pe-dro, en el poblado maasai de Mashuru, Diócesis de Ngong, en Kenia. Iniciada por Misioneros de Gua-dalupe en 1992, fue instituida propiamente como parroquia en 1999.

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La acción evangelizadora entre la tribu maasai presenta múl-tiples retos: pocos sacerdotes, recorrer grandes distancias para evangelizar, un mosaico variado de dialectos y tradiciones cul-turales, infraestructura eclesial incipiente, alto grado de anal-fabetismo, etcétera. Por ello, la parroquia recibe los valiosos e indispensables servicios de los walimu (maestros y maestras en la fe), que son catequistas asala-riados, formados para dedicarse tiempo completo al trabajo evan-gelizador de la Iglesia católica.

El territorio parroquial es aten-dido con celebración litúrgica y formación de catecúmenos en 16 comunidades, a su vez coor-dinadas por cuatro bases misio-neras llamadas “subparroquias”. En cada subparroquia vive un mwalimu1 (maestro) para pro-mover y atender la formación cristiana de la comunidad. A su vez, los cuatro walimu reciben ayuda de 16 catequistas volun-tarios, que colaboran los fines de semana para asegurar que cada domingo se proclame la Palabra de Dios en todas las comunidades del territorio. El sacerdote trata de celebrar el Sacramento de la Eu-caristía, por lo menos una vez al mes, en cada una de las cuatro subparroquias y en alguna de las comunidades.

El trabajo de estos catequistas en Kenia es un compromiso de vida y una profesión; las personas los respetan y los llaman walimu, ya que son los responsables de lle-var a cabo la formación de los catecúmenos que desean recibir el Bautismo. Los catequistas se inician como voluntarios, aseso-rados por los walimu, y después de unos años de servicio reciben una formación intensiva en cen-tros especializados.

Todos los días los walimu hacen recorridos evangelizadores, que cubren hasta 10 km. Por las ma-ñanas se dedican a visitar las ma-boma (casas) de los catecúmenos maasai, donde toman chai (té) y predican y meditan la Palabra de Dios. Por las tardes ofrecen el mafundisho (instrucción en la fe o catecismo) y preparan a los cate-cúmenos para recibir el Bautismo. Como promedio anual, la parro-quia confiere este sacramento a unos 100 catecúmenos adultos, además de los niños, que cada vez lo reciben en mayor número.

Los walimu son personas de las mismas comunidades que están siendo evangelizadas; fueron lla-mados por Dios y formados por la Iglesia para ejercer el ministerio de catequistas. Son los ojos, oídos, labios, pies, etcétera, de los sacer-dotes, ya que conocen los caminos,

1 En swahili se escribe maestro/a en forma singular mwalimu, mientras que el plural es walimu.

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las maboma, las personas, las lenguas, las tradiciones culturales, y fungen como intérpretes en las celebraciones litúrgicas, pues se deben realizar al menos en dos lenguas simultáneamente (los walimu hablan al menos cinco lenguas o dialectos). De esta ma-nera el sacerdote puede celebrar la Eucaristía en swahili, maasai o inglés, y el mwalimu traduce simultáneamente según sea el caso, ya que en cada celebración o en las sesiones de formación siempre hay quien no habla una u otra lengua, debido a la varie-dad de tribus presentes en un mismo territorio parroquial.

Quién iba a pensar que a 2 mil años de distancia del apóstol san Pablo, su método evangelizador conserva todavía fundamental importancia en el establecimien-to de nuevas comunidades cris-tianas, pues los walimu hoy día son como esas personas que se distinguían en las comunidades

cristianas primitivas por sus vir-tudes probadas, y eran elegidas para mantener, incrementar y profundizar la fe cristiana, bajo la guía de los apóstoles (cfr. Hch 14, 21-23).

La mies es mucha y los trabaja-dores pocos, roguemos al dueño de la mies para que siga enviando santos walimu a sus campos, para que su Palabra siga siendo predi-cada entre la comunidad maasai, en su propia lengua y bajo sus propias categorías culturales.

Aunque el trabajo de los walimu es fundamental para la evange-lización, no excluye ni suple el ministerio ordenado en la Igle-sia, por ello también debemos rogar que de entre los hijos de los walimu surjan vocaciones sa-cerdotales y religiosas que consa-gren su vida entera al servicio del Evangelio de nuestro Señor Jesu-cristo, para el bien de sus propios hermanos.

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En Cuba los niños festejana la Virgen de la Caridad de El Cobre

Una de las advocaciones de la Virgen María en la isla de Cuba es la Virgen de la Caridad de El Cobre, llamada, con cariño, por la gente, “Cachita”. Su imagen se encuentra en la Basílica de la Caridad de El Cobre, ubicada en el municipio de El Cobre, en la provincia de San-tiago de Cuba, y se trata de uno de los lugares religiosos más venera-dos por el pueblo cubano. Se cuenta que a principios del siglo xvii la imagen se apareció, en la bahía de Nipe, a tres esclavos: Juan More-no, un pequeño de apenas 10 años de edad, y los hermanos Juan y Rodrigo de Hoyos, quienes al salir en su canoa en busca de sal vieron que algo flotaba en el mar y se acercaba hacia ellos. Se trataba de una imagen de la Virgen María, que tenía escrita la leyenda: “Yo soy la Virgen de la Caridad”. Desde entonces, el amor y la devoción a la Virgen han ido en aumento y se han extendido por toda la isla, pues los fieles encuentran en ella consuelo espiritual y ayuda en los anhelos y los problemas que afectan sus vidas.

Su fiesta se celebra cada 8 de septiembre, y una tradición de las per-sonas que visitan el santuario de la Virgen de la Caridad es regresar a sus hogares con pequeñas piedras que tienen brillos del cobre de la mina del lugar, las cuales conservan y llevan consigo como símbolo de la fe y la esperanza que tienen en la Virgen María.

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José Olallo Valdés nació en La Habana, Cuba, y apenas un mes des-pués fue llevado a la casa cuna de San José de la Habana. Siendo muy joven sintió en su corazón el llamado a la vocación religiosa e ingresó en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. A los 15 años de edad fue enviado como enfermero ayudante al Hospital de San Juan de Dios, en Puerto Príncipe, hoy Camagüey, donde realizó su formación profesional y religiosa, y llegó a ser Superior de la comu-nidad. Ayudó a los enfermos en sus necesidades físicas y espirituales, principalmente a moribundos y agonizantes, sin importar su origen social o político. Por su bondad fue conocido como “Apóstol de la caridad” y “Padre de los pobres”. En 1999 la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios fundó el Hogar Padre Olallo, para ancianos, en la ciudad de Camagüey. Fue beatificado el 29 de noviembre de 2008 por Benedicto xvi.

Fray José Olallo Valdés (1820-1889),beato cubano

Aprendamos la virtud de amar al prójimo con entrega, caridad y ser-vicio, como Fray Olallo.

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En nuestro país es costumbre celebrar a nuestros difuntos el 2 de noviembre. Te invitamos a elaborar este farolito de papel en fami-lia, con él puedes decorar el altar de muertos, tu casa y también tu colegio.

Instrucciones:

Farolito de papel para Día de Muertos

Recorta una tira de papel o car-tulina de colores de 14.5 cm de ancho y 52 cm de largo. Dóblala en cuatro cuadrados de 12.5 cm. Deja una pestaña de 2 cm en uno de los extremos y en la parte inferior de cada uno de los lados. Dibuja figuras en cada cuadrado y recórtalas; puede ser cualquier figura, de preferencia que tengan relación con la noche.

1.

2.

3.

4.5.

6.

7.

Pega una tira de papel celofán en el interior. Dobla hacia adentro para formar una caja y pega un extremo con la pestaña que dejaste en el otro. Recorta una base de 12.5 cm x 12.5 cm con el mismo papel o car-tulina y pégala a las pestañas inferiores de cada lado. Al final perfora dos agujeros en lados opuestos de la parte supe-rior y únelos con hilo o alambre.

Pega el celofán

50 cm

12.5 cm

SeñalaCorta

Pega las pestañas

Pega la base

Cuelgalo

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Invitamos a los jóvenes varones que viven en la zona centro de nuestro país y disfrutan la armonía de la naturaleza, el buen trato con los demás y la amistad con Cristo Jesús, a participar en el

que tendrá lugar del 19 al 22 de diciembre de este año.

Para mayores informes:cov México

Tel.: 5573 3000 exts. 109, 173 y 179Línea Misionera (sin costo): 01 800 00 58 100

Correo electrónico: [email protected]: blogcovmg.blogspot.com Facebook: Cov México

Campamento vocacional

Centro de Orientación Vocacional México

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www.revistaalmas.com.mx

Nació en la ciudad de México en 1959 e ingresó al Seminario de Misiones en 1991. Re-cibió la ordenación sacerdotal el 17 de noviembre de 1996. Ha colaborado en el Cen-tro de Orientación Vocacional en Villahermosa, Tab., y en la ciudad de México, donde se desempeñó también como coordinador del Departamento de Pastoral Vocacional. Además, ha compartido la Buena Nueva en la Misión de Perú y en la Misión de Angola. Ahora regresa a África para dar a conocer a Jesús entre los no cristianos de Kenia. La vocación del Padre José Carlos surgió con el conocimiento de las experiencias de algunos misioneros del continente africano. Tú también puedes llevar la Palabra de Dios a los pueblos que la necesitan.

¡Responde al llamado de tu vocación!

Únetea la Misión

Padre José Carlos Romero RochaMisionero de Guadalupe en Kenia

Línea Misionera: 01 800 00 58 100

Ciudad de MéxicoTlalpan

Cantera 29, Col. Tlalpan, Del. Tlalpan,

cp 14000, México, df.

Tel. (01 55) 5655 2691

Ciudad de MéxicoRoma

Córdoba 17, Col. Roma,

Del. Cuauhtémoc,cp 06700, México, df.

Tel. (01 55) 5525 6989

Guadalajara

Madero 837,esq. Escorza,

Centro, sj, cp 44100,

Guadalajara, Jalisco.Tel. (01 33) 3825 2315

Monterrey

Habana 105,Col. Altavista,

cp 64840,Monterrey,

Nuevo León. Tel. (01 81) 8358 2101

Villahermosa

Ejército Mexicano 167,Col. Atasta de Serra,

cp 86100,Villahermosa,

Tabasco. Tel. (01 993) 315 2934