Resumen de los cuentos chinos
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RESUMEN DE LOS CUENTOS CHINOS
El tema de esta obra es seductor, apasionante y frustrante (para los
latinoamericanos) a la vez: se trata de analizar la diferencia entre el
desarrollo de las economías emergentes y el estancamiento económico
de América Latina.
Destacan los capítulos dedicados a China e Irlanda, por una parte (sin
olvidar los dedicados a varios países de Europa del Este), y a Argentina y
Venezuela, por la otra.
China es el paradigma del desarrollo económico impulsado por la
adopción de la economía de mercado. Oppenheimer nos demuestra con
pruebas fehacientes como el desarrollo de la China en las dos últimas
décadas está basado en un capitalismo sin ambages. Están
absolutamente desactualizados quienes todavía ven a China, como
prototipo del socialismo, la difusión de la economía de mercado allá es
generalizada, y es gracias a ella que se ha logrado ese colosal desarrollo
chino de los últimos tiempos.
Irlanda es el paradigma de cómo un país atrasado se convierte en una
nueva potencia económica, gracias a una política de desarrollo basada en
la innovación y el incremento de la productividad; todo enmarcado, por
supuesto, dentro de un régimen de economía de mercado.
El capítulo más completo es el de Argentina (quizás debido a la
nacionalidad argentina del autor). Argentina es el paradigma de cómo un
país sigue el camino exactamente inverso del marco ideal: de
medianamente desarrollado, rico, productivo y dominante en el comercio
internacional; a un país sub-desarrollado, pobre y endeudado,
improductivo y dependiente. De antología es el insulto que le propicia el
presidente Kirchner a Oppenheimer, demostrando una inmensa
ignorancia en economía y hasta en cultura general.
El “caso Venezuela” es patético. Es el paradigma de un país rico que no
ha sabido invertir su riqueza para el desarrollo, y peor aún que debido a la
acción de sus “elites” oportunistas se ha envilecido, eligiendo como
presidente de la república a un militar felón, símbolo de la barbarie, que
ha destruido toda la institucionalidad del Estado y embarcado el país en
un camino de atraso y empobrecimiento inimaginable en este país. Para
Oppenheimer el régimen chavista no es más que una autocracia
socialista-narcisista.
En conclusión, la explicación del desarrollo de las economías emergentes
se debe a la adopción de políticas económicas, basadas en la impulsión
de la educación y la productividad, dentro de un marco de economía de
mercado; el estancamiento de América Latina, a los “cuentos chinos”
promulgados por los regímenes populistas y socialistas dominantes en
este continente.
americanos) a la vez: se trata de analizar la diferencia entre el desarrollo
de las economías emergentes y el estancamiento económico de América
Latina.
Destacan los capítulos dedicados a China e Irlanda, por una parte (sin
olvidar los dedicados a varios países de Europa del Este), y a Argentina y
Venezuela, por la otra.
China es el paradigma del desarrollo económico impulsado por la
adopción de la economía de mercado. Oppenheimer nos demuestra con
pruebas fehacientes como el desarrollo de la China en las dos últimas
décadas está basado en un capitalismo sin ambages. Están
absolutamente desactualizados quienes todavía ven a China, como
prototipo del socialismo, la difusión de la economía de mercado allá es
generalizada, y es gracias a ella que se ha logrado ese colosal desarrollo
chino de los últimos tiempos.
Irlanda es el paradigma de cómo un país atrasado se convierte en una
nueva potencia económica, gracias a una política de desarrollo basada en
la innovación y el incremento de la productividad; todo enmarcado, por
supuesto, dentro de un régimen de economía de mercado.
El capítulo más completo es el de Argentina (quizás debido a la
nacionalidad argentina del autor). Argentina es el paradigma de cómo un
país sigue el camino exactamente inverso del marco ideal: de
medianamente desarrollado, rico, productivo y dominante en el comercio
internacional; a un país sub-desarrollado, pobre y endeudado,
improductivo y dependiente. De antología es el insulto que le propicia el
presidente Kirchner a Oppenheimer, demostrando una inmensa
ignorancia en economía y hasta en cultura general.
El “caso Venezuela” es patético. Es el paradigma de un país rico que no
ha sabido invertir su riqueza para el desarrollo, y peor aún que debido a la
acción de sus “elites” oportunistas se ha envilecido, eligiendo como
presidente de la república a un militar felón, símbolo de la barbarie, que
ha destruido toda la institucionalidad del Estado y embarcado el país en
un camino de atraso y empobrecimiento inimaginable en este país. Para
Oppenheimer el régimen chavista no es más que una autocracia
socialista-narcisista.
En China existe otro motivo clave que explica la fiebre por el estudio, que
no sería deseable imitar en el resto del mundo la política del hijo único.
Y el otro factor propio de la cultura asiática es que los jóvenes deben
estudiar más desde niños, por el simple hecho de que mientras la mayoría
de los idiomas occidentales tienen alfabetos de 26 o 27 letras, varios
orientales tienen unos 22 mil caracteres, aunque hacen falta unos 2500
para tener un conocimiento básico del lenguaje, y unos 5 mil para leer un
periódico. Los chicos asiáticos comienzan a aprender los caracteres de su
idioma mucho antes de entrar en primer grado.
De manera que cuando entran en la escuela primaria, los estudiantes ya
tienen una disciplina de estudio muchísimo mayor que la de los niños
norteamericanos o latinoamericanos.
La cultura de la evaluación
Existe un consenso cada vez mayor entre los expertos internacionales en
educación en que la mejor receta para mejorar el nivel educativo de los
jóvenes no es simplemente invertir más dinero en las escuelas, ni
aumentar las horas de estudio, ni reducir el número de estudiantes por
aula, sino crear una cultura de la evaluación que obligue a los estudiantes
a superarse cada vez más.
En América latina se consideró prioritaria la cantidad, pero no la calidad. Y
eso es un grave problema.
Sin embargo, aunque muchos ministros de Educación latinoamericanos
están de acuerdo en que los países que adoptaron una cultura de la
calidad mejoraron sus sistemas educativos.
“Snuppy” y el futuro del mundo
Dos noticias recientes, una proveniente de Corea del sur y otra de China,
pueden darnos una idea del extraordinario rédito económico que sacarán
los países asiáticos de su inversión en educación, ciencia y tecnología. Al
margen del debate ético sobre la clonación, lo cierto es que será un
fenómeno imparable, que cambiará totalmente la medicina moderna tal
como la conocemos, y dará lugar a una industria biotecnológica que muy
probablemente se convierta en el motor de la economía mundial de las
próximas décadas. Los coreanos se han convertido en una verdadera
potencia digna de ser reconocida en materia de clonación e
investigaciones de células madre.
El debut de China como exportador de automóviles es un ejemplo de
cuán rápido los chinos están saltando etapas. Y ahí es donde los países
latinoamericanos corren los mayores riesgos de quedarse cada vez más
atrás, como productores de materias primas librados a la suerte de los
precios internacionales de los que extraen del suelo, en lugar de entrar en
los mercados más grandes del mundo con productos de mayor valor
agregado y ventajas comparativas.
Sin embargo, Snuppy y las nuevas plantas de camionetas de exportación
chinas en Guanghzou, lejos de asustar a los países latinoamericanos,
deberían movilizarlos a ponerse las pilas.
Por ahora, estos y otros casos son excepciones a la regla. L as mayores
corporaciones latinoamericanas, como observamos antes, siguen
vendiendo materias primas, sujetas a los vaivenes de los mercados
internacionales y a los precios cada vez más bajos de todo lo que sea
pocas reformas relativamente sencillas para que los países
latinoamericanos atrajeran inversiones masivas y despegaran tan rápido
como lo hicieron Irlanda, España, la República Checa, China, India y los
Tigres Asiáticos. Con un marco legal que ofrezca mayor seguridad jurídica
ya sea producto de un acuerdo supranacional o de consensos internos y
una cultura de mayor competitividad comercial, educativa y científica con
el resto del mundo, los países latinoamericanos podrían vencer la pobreza
y aumentar el bienestar de la noche a la mañana. Los que no quieren
verlo, es porque están más interesados en vender teorías conspirativas e
ideologías huecas para su propio beneficio que en reducir la pobreza.
En conclusión, la explicación del desarrollo de las economías emergentes
se debe a la adopción de políticas económicas, basadas en la impulsión
de la educación y la productividad, dentro