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PRIMERA PARTELA IRRADIACION DEL PERSONALISMO DIALOGICO

El personalismo dialgico y su fecundidadEstudiar al hombre en torno al yo-t y liberarlo del reduccionismo, sujeto-objeto, yo-ello implica la revalorizacin del acontecimiento de encuentro, la vinculacin del hombre al amor y la palabra; esta interaccin es fundadora de modos nuevos de realidad y de sentido.

1. El personalismo dialgicoTodo movimiento relacional produce un sentimiento de vaguedad si es visto desde una perspectiva objetivista. Esto explica la aversin del personalismo dialgico a la mentalidad objetivista, que practica el reduccionismo filosfico que empobrece la visin de lo real de la persona humana. Diversos pensadores europeos, entre los cuales est, M. Buber, E. Bruner pusieron nfasis en la tensin producida cuando las personas se interrelacionan en una actitud creadora.

La verdadera realidad y los mbitos dialgicosLas realidades que los hombres crean cuando dialogan posee la forma sustancial y la firmeza en la movilidad; la rigidez posee el carcter de cosa.

El objetivo del personalismo dialgico es un modo eminente de realismo; la tarea nunca acabada de dialogo produce vaco. La verdadera realidad viene dada por los mbitos dialgicos ya que aqu se desborda y superan las delimitaciones corporales. De aqu arranca la importancia metafsica (fundadora de realidad) de la palabra y el amor, que son los medios naturales que constituyen el dialogo y la raz primaria, en consecuencia, de la vida espiritual autentica. Amor, palabra y creatividad van unidos.

La palabra y la vida espiritualEbner opina que el hombre no vivira una vida espiritual ni hubiera aprendido nunca a hablar si no tuviera desde siempre el don de la palabra, esto es, la capacidad de apelar y ser apelado[footnoteRef:1]. El mismo acto de creacin es prcticamente, un acto de apelacin personal: Que Dios creo al hombre no significa sino que le hablo. [1: QUINTS.A. (2009):Cuatro Personalistas en busca de sentido. pp. 26]

Aqu se funda la condicin relacional del hombre. El dinamismo interno de la palabra est formado por el acto de apelacin-llamada y el de respuesta-invocacin. El yo y el t, esto es, la persona que apela y la persona apelada, no tienen plena realidad sino a travs del dinamismo del ente que funda el lenguaje. La relacin yo-t es una relacin estructural constitutiva de la persona humana como ser espiritual.

La palabra y la actividad acogedora de la raznEbner destaca que el hombre se desarrolla como ser personal acogiendo activamente las realidades valiosas que lo apelan. Este acto de acoger es propio de la razn. En alemn, razn procede de Vernehmen, que significa, recibir, acoger: La razn es originaria y esencialmente el sentido para la palabra, sentido puesto en el hombre por la palabra en virtud del carcter divino de su origen: es la posibilidad de ser afectado por la palabra y por el sentido de la palabra. Solo derivadamente es la facultad de formar conceptos e ideas[footnoteRef:2]. [2: Ibid., pp. 27]

Ebner llama a la razn, el odo espiritual del hombre, esto es, la capacidad de escucha del t por parte del yo. En la palabra hay razn; la palabra habla a la razn. La razn es por s mismo, palabra: La razn es el rgano de la verdad, pero esto lo es y solo puede serlo cuando el hombre sale de la soledad de su existencia[footnoteRef:3]. [3: Ibid., pp. 28]

El hombre posee la capacidad innata (que le viene por su origen de creacin) de or y de hablar. Aqu se ilumina el sentido de la realidad en el conocimiento humano. La palabra es en s misma, el vehculo viviente del encuentro fundador de un mbito interaccional.

Por la profundidad de ciertos mensajes trados por la palabra, inferimos que la palabra es el vehculo del encuentro del hombre y el Ser Supremo, esto es, el hombre esta, desde el inicio, instalado en la palabra, dotado del sentido de la palabra, llamado a llevar una vida en el espritu, esto es, una vida de creacin de mbitos interpersonales. As como la luz es a las cosas fsicas, la palabra es el medio en que se perciben las entidades espirituales. El esquema apelacin-respuesta nos permite articular con la debida flexibilidad el carcter activo y el receptivo de la relacin yo-t.

2. Influencia del pensamiento ebnerianoEl pensamiento existencial (Martin Heidegger, Gabriel Marcel, Karl Jaspers)Segn Heidegger, el lenguaje es la casa de la verdad y del ser y la morada de la esencia del hombre. Nosotros accedemos al ente en cuanto nos movemos a travs de esta casa; segn Heidegger, todos los seres estn en el campo del lenguaje.

Segn Marcel, estar abierto significa entrar en un campo de interaccin creadora y, por tanto, de iluminacin. Marcel se refiere a la luz del conocimiento.

Los instantes ms luminosos, segn Jaspers, brotan de la comunicacin; aqu brota tambin el peso de la vida. La verdad ms profunda aparece como dialogo. Debemos tener claro que las palabras y las frases no deben ser vistas simplemente como signos de cosas, sino expresin de procesos, recuerdo y suscitacin de los mismos. El pensamiento solo se da en la comunicacin, a travs de preguntas y respuestas.

La antropologizacin de la filosofaTomar la realidad humana (realidad antropolgica) o algunos de sus aspectos tales como, el lenguaje, el amor, la comunicacin, la experiencia esttica, etc., como punto de arranque de la filosofa permitir iluminar toda forma de conocimiento con la forma suprema, esto es, el encuentro dialgico interhumano.

Fenomenologa de la ReliginLa categora de encuentro es esencial en la Filosofa de la Religin. La fe, entendida como la libre adhesin personal a Dios mediante el encuentro se verifica desde dentro, esto es, en el descubrimiento del logos interno del smbolo, o sea, la capacidad de dar razn, de iluminar, de instaurar un acceso nuevo a la inagotable realidad: La palabra de la fe se hace verdadera al cumplirse, y se aparece ms y ms verdadera a si misma a medida que se profundiza [] el lenguaje de la fe es el de la presencia[footnoteRef:4]. [4: Ibid., pp. 33]

La HermenuticaHeidegger seala que es el lenguaje propiamente quien habla, no el hombre; el hombre solo habla en los momentos precisos en que corresponde al lenguaje. La categora de encuentro es utilizado por algunos para poder explicar el modo de relacin del ser humano con el gnero singular de realidades meta-objetivas que son configuradas por el hombre y que tambin fecundan por su actividad.

La verdad acontece en el encuentro de sujeto y objeto, esto es, en la mediacin entre presente y pasado. No es algo que fuese dado en s y solo necesitara ser encontrado, sino que es algo que se revela en la relacin y mediacin. La vedad es mostrada por la expresin verbal; esta se encarga de clarificarla en su sentido y la abre a la comprensin.

La atropologizacin de la teologaLa verdad como encuentro es retomado actualmente desde muchas perspectivas. Muchos telogos occidentales postulan una renovacin de la teologa desde los presupuestos de los padres griegos; el problema es que la nocin latina de encuentro hace referencia de la verdad como una adecuacin mono-direccional del entendimiento a la cosa; los griegos se opusieron a esto argumentando un concepto existencial de verdad como comunin, acontecimiento que tiene lugar cuando se establece una red de relaciones interhumanas que crea un mundo nuevo.

Para el mundo catlico, la comunin alcanza su plenitud en la Eucarista; aqu Dios entra no racionalmente, sino ms bien, como comunin en el interior de una comunidad. La Revelacin no se realiza en el mundo fsico o psquico; se realiza en el mundo espiritual, es decir, en el medio viviente de la palabra. De esta forma, segn Panou, toda filosofa o teologa critica deben esforzarse en comprender bien el carcter simblico del lenguaje del que se sirve la metafsica religiosa.[footnoteRef:5] [5: Ibid., pp. 36]

La teologa actual se esfuerza por analizar el alcance y la significacin de las realidades terrenas y las experiencias humanas. Toda realidad que juega un papel activo en una experiencia de encuentro adquiere un valor sacramental, es decir, se convierte en signo de algo trascendente. En su libro Experiencia del mundo experiencia de Dios?, Roqueplo analiza la existencia sacramental y en el analiza los sacramentos del encuentro con Dios. La palabra es la persona misma, porque la persona es esencialmente comunicacin. Cuando una persona cobra conciencia de esta profunda realidad, convierte la palabra dada en un sacramento de lo que ella es[footnoteRef:6]. [6: Ibid., pp. 36]

La teora poticaEl sentido de lo que va expresando en un poema al escribirlo se le aclara al poeta al hilo del proceso de elaboracin del mismo.

Habamos dicho que las palabras son moradas; por esta razn, los hermeneutas de las obras literarias dicen que la condicin ambital (realidades inobjetivas) que adquiere el lenguaje por ser vehculo viviente, es precisamente constituirse en un campo de iluminacin donde se alumbra el sentido. Por esta razn, la poesa desvela la verdad y llevan implcito un logos.

El encuentro interpersonal y el conocimiento de los valoresEl encuentro es el espacio de luz en que se alumbran los valores y pueden ser conocidos y estimados debidamente por el hombre. Tal vez as se logre superar el conflicto entre objetivismo y subjetivismo de valores.

Cuando dos personas cumplen las condiciones del encuentro y se intercambian posibilidades, crean un campo de juego comn y logran unirse.

3. Revisin del personalismo dialgicoDeficiencias1. Los temas bsicos del personalismo son ambiguos. Esta ambigedad es temible, debido a que si no se controla intelectualmente causara desprestigio. 2. El personalismo dialgico parte de la experiencia del encuentro. Esta experiencia confiere un valor renovado a la categora de relacin y al concepto de entre. Al parecer, este encuentro no cuenta con una explicacin racional por parte de los personalistas, esto es, el status ontolgico del entre y del rango ontolgico de la categora de relacin cuando es vista como elemento constitutivo de los seres personales.3. Los pensadores personalistas del dialogo parecen ponerse en el plano de la mera experiencia; esta fue una de las causas por las que muchos opinan que el personalismo dialgico fue interpretado como opuesto a la tendencia del pensamiento trascendental.4. Con frecuencia, los pensadores personalistas apoyan sus razonamientos en datos de la experiencia religiosa.

Tareas abiertas a la investigacin1. La valoracin de realidades inobjetivas no produce ningn nihilismo; es ms bien una forma centrada de realismo. Es necesario sustituir el termino inobjetivo por otros; nuestro autor utiliza el de superobjetivo y ambital. 2. Segn opinin de Quints, lo que intenta hacer el personalismo dialgico es ampliar el alcance de la racionalidad humana. Se requiere de una investigacin fuerte.3. Para llevar a cabo dicha investigacin, ha de hacerse luz del sentido del conocimiento en fe, esto es, su carcter riguroso, su nexo con el acontecimiento de encuentro, su validez a todo gnero de entidades superobjetivas, ambitales.4. Redimido el conocimiento en fe de toda acusacin de irracional, se debe mostrar como para un filsofo creyente, su mente se deja iluminar por la luz que se alumbra en el mbito existencial que abre la fe en la vida de una persona. 5. Actualmente estamos en disposicin de advertir la apertura de Fichte a las realidades que envuelve y sobrecogen al yo (Fichte cree que parte del yo no quiere contar con otras fuerzas que las del yo, esto es, resta importancia a la comunin interpersonal). El yo del que parte Fichte es un yo abierto a las realidades. Si analizamos bien esto, nos damos cuenta que concuerdan con la experiencia dialgica del encuentro. Es necesario, por tanto, una Dialgica trascendental. 6. Este Dialogo trascendental solo podr ser elaborado si se descubre la lgica que subyace a todo proceso creador. En estos procesos est implcita la inmersin receptivo-activa del hombre en las realidades que lo llaman a establecer una interaccin creadora. No es suficiente hablar solo de encuentro; es necesario ver las diferentes formas de encuentro que puede el hombre fundar con las realidades ambitales del entorno. 7. Si confundimos presencia con inmediatez y, no distinguimos cuidadosamente distancia de alejamiento y distancia de perspectiva, inmediatez de fusin e inmediatez de integracin, no lograremos precisar los diversos modos que integran el proceso de intimacin del hombre con la realidad que le sale al encuentro. 8. Una lgica de la creatividad bien formulada nos ayuda para: 1) Analizar los fenmenos del espritu. 2) Configurar una teora de la realidad personal donde se encuentre la sustantividad y la apertura, la mismidad y la relacin, la personeidad y la personalidad. 9. El personalismo dialgico propone un giro de la mentalidad objetivista a la dialgica; para esto es necesario sustituir los esquemas sujeto-objeto, yo-ello, por el esquema yo-t. 10. Tanto el personalismo dialgico, como el pensamiento trascendental arrancan de este hecho: el hombre se halla instalado en un entorno de tal alcance que es impulsado a buscar lo que ya de algn modo tiene pero no llega a su presencia si no lo busca[footnoteRef:7]. [7: Ibid., pp. 47]

SEGUNDA PARTETRES SEMBLANZAS

El personalismo dialgico de Ferdinand Ebner (1882-1927)IntroduccinEn la obra, La palabra y las realidades espirituales, Ebner analiza temas filosficos, poniendo de esta forma, las bases del Personalismo Dialgico. La palabra como generadora autentica de vida espiritual provoc en Europa, una revolucin cultural. Ebner, al analizar el Evangelio de San Juan, comprendi que nadie sino el Verbo Encarnado (Logos) pueden darle sentido a la vida.

I. El personalismo dialgico y la liberacin de la soledadEbner viva retirado en su aldea, apartado de la vida acadmica universitaria y sin energa fsica para leer. Intuyo que su salida solo poda depender del cultivo de la vida espiritual.

Al estudiar tica, se da cuenta que la persona solo se realiza al des-centrarse y situarse en la tensin que esta entre el yo y el t, sobre todo el T supremo, esto es, Dios. Con esto, Ebner llega a la conviccin de que el pensamiento relacional, rectamente comprendido, puede ser el germen de una revolucin decisiva en la vida espiritual del mundo.

Ebner concluy que las realidades superiores a los meros objetos (sobre todo las personas), estn llamadas a desarrollarse dinmicamente, en relacin creativa a otras. Aqu surgi su inters por descubrir las relaciones primarias el hombre con las realidades de su entorno. Al advertir que las personas no estn pasivamente frente a nosotros sino que nos apelan y son apeladas nos invitan a encontrarnos y nosotros respondemos.

De esta forma, la salida del yo hacia la otra persona, esto es, un t, no implica la perdida de la propia identidad sino el logro de la misma; en la relacin yo-t se funda un mbito de intimidad; el yo y el t no son objetos, sino realidades abiertas, dinmicas y activas; el tu deja de estar fuera de m, para hallarse en el espacio creado por la relacin yo-tu, es decir, el nosotros.

La vida espiritual surge en el nosotros, esto es, justo al entrar en la relacin de encuentro con un t; la configuracin espiritual, esto es, relacional de la propia vida se da al engendrar vida personal, y esta solo florece en la apertura al dilogo, el yo existe en dilogo, nos dir Feuerbach, esto es, hombre con hombre. Solo capta esto una inteligencia creativa.

II. La palabra y el amor, claves para descifrar la vida personalLa palabra, como vehculo de encuentro, juega un papel importante como ncleo de las manifestaciones ms significativas de la vida diaria. Las dos actividades bsicas de la persona son la palabra y el amor. Ebner descubre que la palabra amorosa por excelencia es la de Cristo.

Ebner nos dice que la palabra se relaciona con: la persona, el pensamiento, la decisin, la intuicin, el sentido y la imagen, la palabra y el sobrecogimiento ante lo profundo, etc. La palabra no debe entenderse solo como la capacidad para comunicarnos, sino de modo racional, esto es, como signo de que estamos inmersos, desde antes de nacer, en una trama de relaciones amorosas. Las premisas de Ebner se apoyan en que Dios crea las cosas mandndolas existir y da vida al ser humano llamndole a la existencia: que Dios creo al hombre no significa sino que le hablo[footnoteRef:8]. [8: Ibid., pp. 60]

Cuando el hombre habla, est hablando a Dios, aunque no lo sepa. La palabra inspirada por el amor retorna a su origen. La relacin inmediata con Dios es una nota constitutiva de la persona humana; todo el que supone su propia existencia, presupone tcticamente la existencia de Dios.

La raz del argumento ontolgico es el hecho de que el hombre es un ser apelado; constituye esta una experiencia radical de presencia. La tarea de Ebner es hacer consciente la cercana de Dios respecto al hombre en el medio creador e iluminante de la palabra.

Que el hombre tiene la palabra y que tiene religin son espiritualmente una y la misma cosa. La experiencia que tiene el hombre con Dios se realiza en virtud del encuentro dialgico con Dios. La relacin del hombre con Dios funda el mbito de la tuidad: la existencia del yo radica en su relacin con el t. Esto constituye la esencia del lenguaje, de la palabra, en su espiritualidad: que el lenguaje es algo que se da entre el yo y el t, entre la primera y la segunda persona[footnoteRef:9]. [9: Ibid., pp. 62]

Se habla propiamente de vida personal hasta el momento en que dos seres dotados de capacidad de apelacin y de respuesta entran en relacin dialgica y crean un campo de juego comunicativo. El lenguaje no est dentro del hombre, sino ms bien, fuera de l (Martn Buber); el hombre se encuentra en l y habla desde l. El espritu no est en el yo, sino entre el yo y el t. El hombre vive en el espritu cuando es capaz de responder a su t. Puede hacerlo cuando entra en relacin con todo su ser. Solo mediante su capacidad de relacin puede el hombre vivir en el espritu.

La relacin yo-tu es una relacin estructural de la persona humana como ser espiritual. Esto le indic a Ebner que la persona es un ser relacional y locuente. La realidad humana es entonces, una tarea a realizar en conexin esencial con el t. Ebner estima que el hombre no hubiera aprendido nunca a pensar si no tuviera desde siempre el don de la palabra, esto es, la capacidad de apelar y ser apelado.

Palabra y pensamientoEl pensamiento se da por la palabra entre el yo y el t. Al poseer intimidad, las realidades personales solo pueden ser conocidas si se autorrevelan. Este se da a travs del trato; la palabra es el vehculo de expresin por excelencia de las realidades personales del acceso a las mismas. La esencia invisible de nuestra alma se revela a travs de palabras (J. G. Hamann)[footnoteRef:10]. [10: Ibid., pp. 65]

Para poder captar el sentido de las realidades personales, el pensamiento humano debe ir vinculando creadoramente la palabra. Para alcanzar la verdad, es necesario que el pensamiento humano se mueva en su autntico elemento: el campo dialgico entre el yo y el t, basado en la palabra y el amor; Segn Ebner, no puede haber conocimiento alguno de la vida espiritual solo en el amor; es necesario tambin la palabra. En la palabra esta la llave de la vida espiritual.

Ebner entiende por verdad, la autenticidad que el hombre debe alcanzar a travs de su desarrollo personal pleno. Este desarrollo implica la relacin con el t; Ebner nos dir: todo pensar verdadero y viviente, toda vida espiritual del hombre tiene nicamente en la palabra su apoyo objetivo. La vida espiritual siempre exige una relacin inmediata con la palabra.

Si queremos ver las realidades del entorno mundano en su plenitud, no lo podemos hacer mediante imgenes, sino mediante palabras. De palabras de Ebner: todo ser y toda realidad est en la palabra[footnoteRef:11]. [11: Ibid., pp. 66]

Palabra y decisinEl desarrollo del hombre se lo logra en la tensin originara hacia un t. El don de la palabra pone al hombre en la necesidad de tomar opcin ante el t y decidir su orientacin tica y la exigencia de la vida espiritual.

En cuanto el yo se expresa y se hace palabra, sale de esta soledad hacia el t y se hace real en un sentido ms profundo. Se hace real en el sentido relacional-espiritual. Es en la palabra, comparado como un campo abierto, en donde los hombres llevan a pleno logro sus seres respectivos.

Si existe el desarraigo en el yo, es consecuencia de un acto de decisin de la voluntad. Nuestra libertad es la que determina (decide) si vamos a vivir o no una vida autnticamente personal.

Palabra y conciencia de sBellas palabras las de Quints: el hombre se apropia de su existencia de modo consciente cuando pronuncia la palabra yo[footnoteRef:12]. [12: Ibid., pp. 68]

Por un lado, el problema de la palabra, al ser idntico al de autoconciencia, constituye verdaderamente un problema filosfico, pero, por el otro lado, tenemos que la palabra autentica, al ser pronunciada de persona a persona, la conciencia que el hombre tiene de s depende del dialogo que pueda tener con un t. Dicho en otras palabras, el hombre no descubre su propio yo en la reflexin solitaria, sino al encontrarse con otras personas. Estos sern medios necesarios para despertar en el hombre la conciencia del s mismo; son, realmente, una parte integrante de esta conciencia. El hombre tiene conciencia de s en cuanto tiene le sentido de la palabra, el logos.

Palabra y amorCuando el yo se abre al t, se forma una relacin mutua de expresin y acogimiento, es decir, de fe. Esta relacin encuentra su vehculo en la palabra y alcanza su mximo logro en el sentimiento del amor; una palabra dicha sin amor va en contra de s misma.

La vinculacin interpersonal constituye una nueva realidad, distinta de los seres que la fundan. Es una realidad relacional. El trmino nosotros designa una realidad ambital, sper-objetiva; el amor a los otros seres personales es una participacin del amor a Dios, que abre el mbito de la tuidad.

Palabra e intuicinEl hombre tiene la capacidad de ver la realidad en conjuntos de sentido, esto es, a distancia de perspectivas. En la base de toda forma de visin en relieve encontramos esta distancia de perspectivas (no de alejamiento). Esta es una forma de captacin penetrante a la que llamamos intuicin. Los conceptos que el hombre va adquiriendo de las distintas realidades y las palabras que dan cuerpo a tales conceptos deben conservar una interna movilidad y libertad para pegarse a la realidad.

El sentido de la palabra es algo mvil, espiritualmente flexible; la palabra presupone vida y flexibilidad en el espritu humano. Por ser vehculo del encuentro de dos realidades mviles, como lo son tanto el sujeto cognoscente y el objeto de conocimiento, la palabra gana la interna movilidad fecunda de lo dialgico y desborda en capacidad expresiva la rigidez intencional del mero signo y del concepto abstracto[footnoteRef:13]. [13: Ibid., pp. 72]

La condicin bsica de la realidad autentica es la firmeza ganada a travs de una forma de movilidad creadora, mientras que para el conocimiento, la condicin bsica es la adecuacin gradual al sentido que las realidades van adquiriendo a medida que entran en relacin mutua.

Gracias a la palabra, el pensamiento es enraizado en lo real. Tener el don de la palabra es poseer la capacidad de crear relaciones que significan modos nuevos de realidad y planifican la realidad humana.

Palabra, sentido e imagenLa palabra que posee la gracia y la libertad de la vida espiritual remite a un gran horizonte de sentido. De palabras de Ebner, el mundo existe para el hombre en la palabra, no en la soledad egoica de la conciencia humana[footnoteRef:14]. Dar nombre es, por as decir, el segundo nacimiento del ser nombrado en el espritu. Decimos esto, debido a que la persona, as nombrada (nombre) gana una proyeccin comunitaria que lo enriquece. La palabra da relieve comunitario a la persona. [14: Ibid., Pp. 73]

Por esta razn decimos que la palabra tiene condicin de imagen, es decir, de camino abierto hacia lo real en toda su complejidad y plenitud.

La palabra y el sobrecogimiento ante lo profundoPor la palabra, el hombre puede sobrecoger aquello que viene de afuera, para que este pueda saturarlo internamente y llevarlo a plenitud. Por ser la palabra, lugar de encuentro de tan alta instancia, el hombre no puede dominarla con el entendimiento, solo puede aceptarla. La palabra es el vehculo expresivo de una confluencia de realidades.

La palabra tiene un doble sentido, esto es, expresin sensible de un sentido inteligible (que puede ser entendido), como tambin, vehculo expresivo de un encuentro. La palaba es el lugar de encuentro del hombre y las realidades que lo apelan y sobrecogen. La profundidad primaria de esta, sobre todo cuando vemos mensajes profundos trados por la palabra, nos indica que la palabra primaria es el lugar viviente del encuentro del hombre y Dios.

III. Concepto dialgico de personaEbner distingue dos planos en el ser humano: el bsico de la condicin personal y el progresivo del desarrollo de la personalidad. La condicin personal viene dada por la estructura dialgica, la tensin hacia un t. El desarrollo de la personalidad viene dado a travs de lo que puedan crear el yo y el t en materia de mbitos de interrelacin. Bajo este esquema, el hombre puede anularse o realizarse como persona.

Entre la palabra y el amor se encuentra la salvacin del hombre, la liberacin de su yo de la autorreclusin.

La persona, segn Ebner, est constituida por una relacin dialgica. Una persona cabal es la que entabla relaciones de interaccin personal con Dios. Esta relacin est basada en la palabra, en su doble vertiente de apelacin y respuesta.

Palabra, amor y silencioLa palabra no es el continente esttico de significacin, sino la intercomunicacin viva de dos sujetos a travs de la transmisin de un contenido significativo. La palabra es una realidad dialgica que presupone la interrelacin esencial del yo y el t. La palabra solo puede ser entendida a la luz de la fuerza espiritual que une al yo y al t. El t es la vertiente del otro abierta a nuestra comunicacin; esta vertiente pertenece a la esencia de la personalidad como la posibilidad de expresarse, que es la que constituye el yo.

El misterio de la palabra, es el misterio del espritu. Ebner advierte la relacin que tiene entre la palabra y el silencio: Hay en el hombre un modo de silencio que es verdaderamente un silencio en palabras. Y este silencio es profunda oracin. Toda palabra autentica que el hombre pronunciabrota de este silencio y vive de l[footnoteRef:15]. [15: Ibid., pp. 79]

Segn Ebner, la palabra sentido significa originariamente camino. Los sentidos son verdaderos caminos para el espritu, pero este camino, a diferencia de otros, nunca llega a su fin. En opinin de Scheler, tambin el sentido es espritu.

La palabra del hombre proviene de su silencio ante Dios y de la plenitud de su vida en Dios. A esta plenitud le llamamos amor. La palabra debe ser entendida desde el amor. El amor es, como la palabra, la puesta en acto de la relacin al t, la relacin con el hombre y con Dios.

La existencia del hombre se realiza en la comunicacin interpersonal; por esta razn, el sentido de la vida humana radica en el amor. El hombre sufre, y no posee sentido, simplemente porque no es capaz de amar. Para Ebner, la palabra y el amor se vinculan desde su raz, pues, en el fondo, toda palabra entendida como comunicacin, es en s, un acto de amor. Segn Ebner, la palabra es el vehculo objetivo de la relacin entre el yo y el t, y el amor, el vehculo subjetivo de esta misma relacin.

IV. Realismo personalistaSealamos tres caractersticas esenciales de Ebner: una voluntad apasionada de anclar la vida intelectual en el ser, un estilo jerrquico de pensar y una preocupacin insistente por abrirse a la vida autnticamente espiritual.

De todas las crticas injustas que se hacen a la obra de Ebner, La palabra y las realidades espirituales, ofrecemos aqu un texto de alguien que si valoro y conoci la obra de Ebner, me refiero a Michael Pliegler; nos dice Pliegler: El hombre toma conciencia de su relacin con Dios a travs del lenguaje (nicamente), es decir, en el hecho espiritual de poseer la palabra. Ebner no cree que el hombre tenga que justificarse ante la ciencia en su trato con Dios (realidades espirituales, en palabra y amor). Esto le parece algo no-espiritual. Para Ebner, la existencia humana es aquello que decide todo su ser, es decir, la relacin que tiene el hombre con Dios en palabra y amor.

Actualidad del pensamiento de EbnerEmil Brunner subraya que Ebner solo tuvo una cosa que decir: que tenemos en el T divino mediante la palabra revelada nuestra existencia, lo que equivale a afirmar que nuestro origen y nuestra meta se hallan en el amor divino[footnoteRef:16]. [16: Ibid., pp. 85]

La antropologa relacional-dialgica de Romano Guardini (1885-1968)

Guardini, a sus 19 aos, se aleja de la fe cristiana; en esta poca tiene contacto con la frase del Evangelio: Quien quiera salvar su alma la perder; quien la d la salvar (Mt 10,39). A quin hay que drsela? Se preguntaba Guardini. No a Dios directamente, se respondi a s mismo, pues cuando el hombre pretende arreglrselas solo con Dios, dice Dios y est pensando en el mismo. (Pg. 89)

Estas consideraciones orientaron a Guardini hacia una concepcin abierta, relacional-dialgica de la persona humana y a una idea correlativa de la formacin.

La lgica de la vida personalPor la cita evanglica antes mencionada, Guardini concluyo que la vida personal posee una lgica propia. Este nos lleva a aceptarnos a nosotros mismos. Al ir madurando, a base de experiencia y estudio, podemos concluir que el yo no es el centro de la vida, antes debemos abrirnos a otras realidades que presentan esa misma caracterstica. (Pg. 90). Yo entro en mi verdadero mbito personal cuando no me recluyo en m mismo, antes me abro activamente a otras personas.

La actitud bsica del ser humano se ve reflejada cuando la propia identidad, la afirmacin viviente en el propio ser no es algo rgido y terminado. El ser no se logra recluyndonos dentro del s mismo. La afirmacin del propio ser es una realidad elstica, incluso dialctica. Solo se consigue en un acto que paradjicamente parece perderse. Dicho en otras palabras, el hombre no tiene consistencia cuando vive en s mismo y para s mismo sino cuando se halla abierto, cuando se arriesga a salir hacia lo otro, en especial, para el otro. Cuando el hombre renuncia a s mismo, llega a ser hombre, esto es, el mismo. (Pg. 91).

Cuando me dirijo a una realidad cerrada, como lo son los objetos, me doy cuenta que no solo es distinta de m, sino que permanece siempre distante, externa. No logro, por tanto, convertirla en intima. Por el contrario, cuando me dirijo a una realidad abierta, creo con ella un campo de juego comn, en el cual despliego el rea de mi yo, me ambitalizo mas y ms, es decir, me perfecciono. (Pg. 92).

Guardini intuye que los conceptos de formacin humana y el de encuentro deben ir unidos. Segn aporta August Brunner, la persona, en cuanto se relaciona esencialmente con otras personas, es relacin sustancial o bien sustancia relacionada. La persona, al tejer mbitos en su entorno vital, configura su thos, esto es, la segunda naturaleza. Esta realidad nos lleva directamente a la autoposesin, que no se da en los mbitos cerrados. El auto-poseerse al trascender es propio de un ser espiritual. Por esta razn, Guardini insiste que la persona se realiza como tal al crear y vivir relaciones con otras personas. (Pg. 93).

La persona se actualiza en la relacin yo-tu, pero no surge de ella. La persona no solo es dinamismo, sino tambin es ser; no solo acto sino tambin forma (Gestalt). No surge en el encuentro, solo se actualiza en l. La persona no existe a solas, es decir, que el hombre se halla esencialmente en dilogo. Su vida espiritual est orientada a ser compartida. este ser-yo es una condicin del ser humano, por estar este determinado por el espritu. Pero se hace real nicamente en el t [] es una relacin completamente distinta de la que funda con un mero objeto[footnoteRef:17]. (Pg. 94). [17: Ibid., pp. 94]

Guardini concluye que la caracterstica bsica y definitoria es la de poseerse a s mismo, en el sentido de ser responsable de sus actos, insustituible, irrepetible, sujeto de derechos y deberes, nica en el mundo. (Pg. 96).

La relacin de encuentroSi queremos establecer una verdadera relacin de encuentro personal, nuestra relacin debe ser reversible, bidireccional, respetuosa de la capacidad de iniciativa que tiene el otro. Debemos sustituir la relacin sujeto-objeto, por la relacin yo-tu. Segn Guardini, solo en la realizacin de la verdad alcanza la persona su sentido, porque est referida por naturaleza a la verdad, [] la persona solo existe si existe la verdad, pues solo es pensable un estar que se auto-posee si se conoce a s mismo. [] La persona y la verdad estn vinculadas de raz. [] Sin el bien, la persona no puede en absoluto existir. Su relacin con l, a la vez que con la verdad, es la forma esencial de su constitucin y su conducta. Personalidad significa, esencialmente, estar referido al bien[footnoteRef:18]. (Pg. 96-97). [18: Ibid., pp. 96-97.]

La conviccin de Guardini era que la vida personal (regida por el espritu) viene dado por los valores de la verdad, el bien, la justicia, la belleza, la libertad creativa, el amor; esto lleva a Guardini al hecho de que el espritu (y la persona entera) enferma cuando se aleja de esas fuentes de vida. El espritu del hombre enferma cuando deja de lado la verdad, la justicia, el amor, etc. (Pg. 97).

La relacin yo-t y el lenguajeLa forma ms perfecta de unin y de encuentro es la que resulta de la inmediatez con la distancia, es decir, la presencia. En la presencia se trata a la otra persona como un t.

Guardini intuye que la necesidad de vivir dinmica y creativamente entre dos centros, esto es, el yo y el t, se funda en la condicin relacional del cosmos. Ampliando lo antes dicho, el fsico atmico canadiense Henri Prat nos dice que la materia es energa dotada de forma, informada; es energa que ha adquirido una estructura. Importante son las palabras de A. S. Edington: dadme un mundo, un mundo con relaciones, y crear materia y movimiento.

Por tanto, energa y relacin son condiciones indispensables del universo. Es tarea del hombre crear nuevas formas para unirse a los seres del entorno. El hombre tiene el llamado a crear relaciones de encuentro y vida familiar. (Pg. 100).

En su antropologa, Guardini destaca el hecho teolgico (sigue a algunos de sus predecesores, tales como Ferdinand Ebner), de que Dios creo las cosas mandndoles existir, y al hombre, llamndole por su nombre a la existencia. Con esto, Dios convierte al hombre en un t y se convierte a s mismo en el T del hombre. Por esta razn, el ser humano posee un riguroso carcter verbal, dialgico. (Pg. 100).

El lenguaje autentico tiene como funcin primaria, servirnos de vehculo para fundar vnculos personales, no de un mero medio de comunicarnos. El lenguaje funda la relacin yo-t; esta relacin constituye la raz de la vida espiritual humana; claramente nos lo dice Guardini: El hombre se encuentra esencialmente en dilogo. Su vida espiritual est orientada a ser compartida. [] aqu se indica algo que radica en la esencia de la existencia espiritual misma: el hecho de que la vida espiritual se realiza esencialmente en el lenguaje[footnoteRef:19]. [19: Ibid., pp. 101]

La tendencia del hombre a dirigirse en direccin a los dems constituye el rasgo propiamente espiritual de toda persona. Por tener el espritu capacidad de crear relaciones de encuentro, cuando una persona sale hacia otra no sale de s; entra en su verdadero ser, logra su plena identidad. (Pg. 101).

Como todo mbito, por definicin, carece de lmites precisos y se halla abierto creativamente otros, es necesario delimitarlo en alguna medida a travs del lenguaje. Al decirle un joven a una joven, te quiero, el mbito difuso de atraccin y afecto que se haba ido tejiendo entre ellos cobra un sentido preciso. Por esta razn, el lenguaje es una fuente de luz y conocimiento, esto es, da nuevos sentidos.

La vida y la actividad espiritual se realizan en el lenguaje. El pensamiento no es un acto pre-verbal del espritu que solo despus, se manifiesta en palabras, sino que tiene lugar, desde el inicio, en forma de lenguaje interior. El lenguaje es el mbito de sentido en el cual los hombres viven. Es una conexin de formas de sentido determinado por leyes. En ella nace el hombre y por ella es formado. El lenguaje impulsa la relacin yo-t. (Pg. 102).

Si vemos el silencio, no como ausencia de palabras, sino como la capacidad de atender, a la vez a diversas realidades confluyentes, podramos decir que la palabra implica silencio. Si vemos las realidades como mbitos, hemos de considerar el lenguaje como el indispensable medio en que podemos vivir como personas. Por esta razn, un lenguaje corrompido acaba destruyendo nuestra mente y nuestra persona. (Pg. 103).

El conocimiento de las dems personasEn el nivel 2 (realidades abiertas), nuestras formas de unin son entraables, pues superamos la divisin de sujeto y objeto; aqu se realiza un campo de juego que es, prcticamente, un campo de iluminacin. (Pg. 104).

No me es accesible el otro; tengo que percibir su interior a travs de las distintas formas de expresin. De lo contrario, el otro es para m, un enigma. En el estado proftico, el interior y el exterior se resuelven en pura presencia, sin que por ello quede afectada la dignidad de la persona. (Pg. 105).

Gracias a la creatividad coordinamos fecundamente la vida de intimidad y la vida comunitaria. As convertimos la distancia de perspectivas en una entraable forma de presencia. As creamos campos de juegos comunes, que son el lugar de amor y muto entendimiento. Aqu se forma la concordia, en la cual lo mo y lo tuyo dejan de enfrentarse, para convertir sus fronteras en lugares vivientes de comunicacin cordial. Eso se realiza en el lenguaje.

La liberacin se da en el amor; aqu se advierte, con la luz de las grandes experiencias, que si deseo conocer a otra persona para dominarla y reducirla a condicin de medio para mis fines, no lograre penetrar en su ncleo personal[footnoteRef:20]. (Pg. 106). [20: Ibid., pp.106]

Ahora podemos comprender, porque para Guardini, cuando la persona se aleja de la justicia, la verdad y el amor, su espritu enferma. Ninguna limitacin puede anular a la persona, porque la unidad y el amor se pueden realizar en toda circunstancia.

La formacin de la personaPara poder captar la condicin personal, debemos fijarnos en el ser concreto con sus relaciones, proyectos que elabora, los valores, las transformaciones que experimenta, los encuentros que realiza. Al aceptar nuestra forma de ser, debemos tener en cuenta tambin los distintos modos de realidad y reconocer que algunos seres muestran un carcter abierto. Se logra ver que el desarrollo personal no se realiza mediante la reclusin en mi yo aislado sino merced a la colaboracin con realidades externas que, por ser mbitos y no objetos, me ofrecen posibilidades. Pero tenemos que tener claro que el encuentro posee condiciones tales como generosidad, apertura, cordialidad, fidelidad, etc. todo esto aparece cargado de valor que me permite desarrollar mi personalidad. Esos valores se convierten en virtudes cuando los asumo como principio o canon de mi vida. (Pg. 108).

La realidad que ms me ayuda a desarrollarme plenamente como persona es el encuentro, o, dicho de otra forma, la creacin de formas elevadas de unidad con los otros seres. Alcanzo as el ideal de mi vida, esto es, el ideal de la unidad. De esta forma encuentra la verdad y el sentido. De palabras del mismo Guardini: solo estoy en armona conmigo mismo, solo entiendo mi existencia en la medida en que me acepto a m mismo como procedente de la libertad de Dios[footnoteRef:21]. (Pg. 109). Citamos aqu los principales rasgos de la persona humana segn Guardini: [21: Ibid., pp.109]

1. Cuando me acepto como persona, reconozco que he recibido mi ser del Creador, que me llamo a la existencia. Por esta razn soy capaz de responder, soy capaz de relacionarme, de reflexionar, de asumir la vida como algo propio y decidir autnomamente pero de forma responsable.

2. Debo agradecer el don primario de la vida convirtindome en un bien para los dems. Aunque posea lmites, puede optar por los grandes valores.

3. Ser limitado no quiere decir estar cerrado a la infinitud. A esta me abro cuando opto por los grandes valores con la energa que genera mi condicin espiritual.

4. Si aceptamos la finitud pero dejamos de lado nuestro anhelo de infinitud corremos peligro de apegarnos al afn de dominio. Guardini advierte que se adviene una poca de gran elevacin espiritual. Pero esta premonicin no se cumpli, debido a que no se llev a cabo la reflexin y la ascesis.

5. Reflexionar implica recogerse para sobrecogerse ante lo valioso y admirable, cultivar el silencio interior, ejercitar la libertad creativa y el sentido; el sentido es el modo singular de significado que brota en el contexto al que pertenece una accin. Segn Guardini, si no nos recogemos en el silencio de la contemplacin, tendemos a dominarlo todo, como si fuera un objeto, o a dejarnos dominar para no sentirnos responsables. (Pg. 110-111).

La idea central de la antropologa de Guardini versaba en torno a que slo quien conoce a Dios conoce al hombre: Remontndose hasta Dios, encuentra su verdad. La ciencia actual es incapaz de leer el arte de esa poca. [] el encuentro del hombre consigo mismo al encontrarse con Dios. (Pg. 112).

La sugerencia de Guardini coincide con la propuesta de Ebner, la cual dice: solo religiosamente, es decir, en su relacin con Dios se capacita el hombre para entenderse a s mismo; solo en esta relacin y a travs de ella se comprende a s mismo cuando pronuncia la frase ms sencilla, la aparentemente ms obvia y para l ms clara: Yo soy[footnoteRef:22]. [22: Ibid., 113]

Sin el compromiso decidido en lo divino, la vida humana se ve privada de su fundamento ltimo y su sentido. En el libro, Una tica para nuestro tiempo, Guardini afirma que nuestro tiempo, a pesar de todo su escepticismo, anhela una interpretacin de la vida cotidiana a partir de lo eterno.

La ascesis nos ensea a tomar las riendas de nuestra vida y encauzar nuestras energas hacia el logro del verdadero ideal. La justicia, la belleza y la verdad resuenan en nuestra conciencia, por esto debemos estar atentos a ella. (Pg. 113). Pero debemos recordar que la ascesis no pretende mutilar nuestras iniciativas y someternos al tormento de renunciar a las mejores posibilidades. Lo que pretende es ayudarnos a alcanzar los ideales ms altos como es la unidad; ideal que consiste en optar incondicionalmente por los valores ms altos: la unidad, la bondad, la justicia, la belleza.

6. Por esta razn, Guardini se esforz por superar la moral entendida como doctrina de lo prohibido y hacer justicia a la elevacin viva, a la grandeza y a la belleza del bien. Esto es lo que de verdad hace al hombre ser hombre.

7. La aceptacin de nuestro ser finito creado y por nuestra naturaleza relacional instaura un estado de encuentro entre Dios y el hombre que en la Revelacin cristiana se llama Paraso. (Pg. 115).

Claves del pensamiento relacional de G. Marcel (1885-1968)Marcel se consagro a dar, a la vida humana la elevacin debida y evitar el declive de la sabidura. Marcel vincula la experiencia de existir y la de crear; En mi propio caso, nos dice Marcel, si yo he tenido alguna experiencia de existir, ha sido en cuanto he tenido la suerte o de crear en el preciso sentido de la palabra, o de participar en un orden que es en realidad el del amor[footnoteRef:23]. Marcel considera esto como esencial, ya que l no considera que de ningn modo se podra negar la experiencia de existir a innumerables seres humanos que nunca han escrito una lnea ni intentado expresarse de alguna otra forma, esta experiencia, segn Marcel, existe desde el momento en que una persona alcanza una cierta plenitud. (Pg. 119-120). [23: Ibid., 120]

El punto importante aqu es despertar en las personas el ansia de ser creativas en alguna forma en sus vidas, pues la creatividad es fuente de luz.

I. Algunas claves de interpretacin1. Los niveles de realidad y de conductaLos niveles de realidad y de conducta nos sirven para orientarnos en la vida. Quiero ilustrarlo con un ejemplo: Un transente vio a un nio que llevaba un nio ms pequeo a cuestas y le dijo, Cmo cargas tu espalda con semejante peso? El nio le contest: no es un peso, seor; es mi hermano[footnoteRef:24]. [24: Ibid., pp. 121]

A. Niveles positivosNivel 1: manejamos en nuestra vida ciertos objetos; entendemos por objeto, una realidad mensurable, pasable, asible, manejable. Podemos usarla, tirarla, venderla, etc. Este es el nivel 1 de realidad y conducta. (Pg. 121). Nivel 2: una hoja es una realidad cerrada (objeto). Si un compositor escribe en ella unos signos que expresan una obra musical, deja de ser cerrada y pasa a ser una realidad abierta porque se dirige a quien la entiende. (Pg. 121-122). Por haber sufrido una trasformacin, la hoja recibe ahora el nombre de partitura. Ya no es objeto cerrado, sino mbito de realidad. Este mbito ha sido creado por un artista en un proceso creador. Estamos frente a una nueva realidad, esto es, el nivel 2.

Nivel 3: necesitamos estar involucrados de raz tanto a las realidades ambitales, como a los valore; valores tales como la bondad, la verdad, la justicia, la belleza, la unidad. El animal, por el contrario se deja llevar por los instintos (pulsiones); el ser humano, por el contrario, necesita orientar dichas pulsiones y armonizarlas con las energas que se generan en un espritu cuando se orienta hacia el ideal autntico de la vida. El ideal verdadero est formado por la bondad, la verdad, la justicia y la belleza. (Pg. 122).

Para podernos adherir a estos valores, debemos desechar toda voluntad de dominio, posesin, manejo arbitrario e interesado, (nivel 1) y debemos acercarnos a los sentimientos de respeto, estima y admiracin (nivel 2). Cundo sabemos responder positivamente a la llamada de los valores, experimentamos su fuerza transfiguradora. Esa energa la adquirimos en el nivel 3. (Pg. 123).

Nivel 4: para poder vincularnos al bien, la verdad, la justicia, la belleza y la unidad, debemos sentirnos religados por nuestra misma realidad personal a un Ser que no cambia y constituye la encarnacin perfecta de tales valores. El hombre, al ser creado a imagen y semejanza de Dios, es acreedor de una dignidad suma e inquebrantable; el hombre, por esta razn, es acreedor de respeto absoluto. Al sentirnos religados a Quien es la bondad, la verdad, la justicia, la belleza y la unidad por excelencia, situamos a nuestra vida en el nivel 4. (Pg. 124)

B. Niveles negativosNivel -1: es la actitud egosta de quien se mantiene en el nivel 1 por haberse debilitado la relacin con el ideal de la unidad. Esta persona no puede ascender a los niveles 2, 3, 4. Comenzamos a ver a los dems como medios, y no como fines. (Pg. 124).

Nivel -2: cuando alguien ve a los dems como medios para satisfacer necesidades, puede llegar a desahogar su frustracin con insultos e incluso con malos tratos, psquicos y fsicos. (Pg. 125).

Nivel -3: partiendo del acto de dominio que puede caer una persona, le sigue el acto supremo de posesin que es matar a la persona que decide recobrar su libertad.

Nivel -4: en esta postura hacia el envilecimiento personal, el afn dominador puede ser llevado al extremo de ultrajar la memoria de los seres a quienes uno mismo ha quitado la vida. Es la burla de dominio prepotente, propio de quien disfruta altaneramente al presenciar el espectculo del dolo cado.

Nivel -5: es la persona que se enfrenta al Creador con alguna expresin blasfema; esto es una forma de ruptura agresiva, pues lleva la actitud de dominio a un grado mximo de alejamiento. (Pg. 126).

2. Experiencia esttica de declamacin de un poemaA medida que vamos logrando dar al poema su expresin perfecta, el poema se va iluminando; al principio era distinto a la persona, ahora solo es distante porque ahora es ntimo. La persona configura el poema, en la medida que el poema lo configura a l. (Pg. 127).

3. Experiencia de interpretacin musicalEn el campo de juego creador que se crea durante la interpretacin de una obra, esta no est fuera del intrprete ni el de ella; ambos se mueven en el campo expresivo que estn creando. El intrprete domina la composicin en cuanto se deja dominar por ella (dentro del nivel 2 podramos decir que en realidad nadie domina a nadie). El intrprete conoce la obra por dentro, en cuanto colabora a su gnesis. (Pg. 128).

La partitura, el piano, los recursos tcnicos, el intrprete mismo pasan a un segundo plano discreto; siguen realizando su papel mediador, pero conceden la primaca a la obra, que se hace luminosamente presente en ellos. En este escenario, el intrprete se deja plenificar por la obra; se deja llevar por un impulso configurador, pero no pierde con ello su personalidad, sino todo lo contrario, perfecciona su capacidad creativa. (Pg. 129).

II. Poder iluminador de estas claves de interpretacin1. La inquietud bsica del ser humanoPara Marcel, la inquietud bsica del hombre suscita la alegra propia del que va en busca de la plenitud personal mediante la inmersin en el ser. La premisa, ser-en-el-mundo es correcta cuando entendemos de modo activo y dinmico la realidad del hombre. Nuestro entorno est formado por mbitos, realidades abiertas que nos ofrecen diversas posibilidades creativas (solo cuando nos movemos en el nivel 1). Esto nos invita a responder activamente. Nacimos en un lugar que dispone el encuentro y el acogimiento. He aqu la razn de porque somos seres locuentes, es decir, seres destinados desde antes del nacimiento a ser llamados y a responder; por eso, hoy la antropologa nos define como seres de encuentro. (Pg. 130).

Segn Marcel, los mbitos aluden al ser, en contraposicin al entorno de los meros objetos. Entendemos por mbitos todo aquello que nos envuelve y nutre, ofrecindonos toda clase de posibilidades. Ya que estos nos ofrecen la posibilidad creativa, al tenerlos presentes nos vemos comprometidos; no los tenemos enfrente, como los objetos, sino mas bien nos vemos envueltos en ellos, como lo estamos en el ser y en el lenguaje. (Pg. 131).

Al no ser objetivables los seres ambitales forman nuestro entorno vital, no podemos conocerlos de forma lineal, de forma dominante o incomprometidos. Solo se conocen cuando nos unimos a ellos en forma creativa. Esto recibe el nombre de participacin. Al no ser cognoscibles de forma dominadora y exhaustiva, por depender de nuestra actitud creativa, las realidades que no son meros objetos sino mbitos son consideradas por Marcel como misteriosas[footnoteRef:25]. (Pg. 132). [25: Ibid., pp. 132]

Buscamos el ser (exigencia ontolgica) porque necesitamos queremos ser plenos. Esta nos llega al recibir activamente las posibilidades que os dan los seres ambitales y encontrarnos con ellos. Este encuentro nos permite participar en los seres del entorno y unirnos con ellos de forma entraable. En opinin de Joseph Chenu, la metafsica de Marcel no puede comprenderse bien si no termina en una moral de caridad: esta es su va de acceso al cristianismo. A la riqueza interior, a la participacin en el ser accedemos a travs del t. (Pg. 133).

2. La unin de participacinEl que se ve envuelto y quiere unirse a los mbitos, experimenta la necesidad de perfeccionarse y perfeccionar a los dems. Por ser la persona, un ser ambitalizable y ambitalizador, esto es, puede realizarse asumiendo activamente las posibilidades que otros mbitos le ofrecen y puede ayudarles a desarrollarse mediante la oferta de otras posibilidades.

La unidad de participacin es la relacin en cuanto que una realidad me ofrece posibilidades y yo las asumo, al mismo tiempo que yo le ofrezco las mas. La participacin implica disponibilidad, apertura para dar y recibir, tomar parte en la vida de los otros y aceptar gustosamente que ellos comparten mi vida. (Pg. 134). Este es un ejemplo de vida comunitaria, no como dos yos, sino como un nosotros. Aqu no perdemos nuestra identidad personal; de esta forma, recogerse, en el lenguaje marceliano, implica abrirse a aquello que nos plenifica al encontrarse con nosotros. As, por medio de la participacin, logramos el modo de unin ms perfecto con las realidades del entorno, y con ellas, con el ser. (Pg. 135).

3. La relacin de presenciaLa participacin genera presencia; la vivimos en el encuentro, cuando otra persona se nos revela. Una obra musical se hace presente al pianista cuando cobra vida bajo sus dedos. Segn Marcel, la presencia no es algo dado, ms bien es algo revelado; un ser no se presenta cuando se abre a nosotros; en el sentido espiritual de la palabra, la presencia no se reduce al hecho de estar ah.

El ser no se reduce a una mera idea universal, ya que este se encuentra cargado de densidad, de potencia operativa, de virtualidad creativa. Al asumir esto, llegamos a la plenitud, esto es, la felicidad.

En el nivel 1, el de posesin, dominio y manipulacin, nos alejamos del entorno en cuanto tendemos a convertir las realidades misteriosas en problemticas, y los mbitos en objetos. Esto implica la corrupcin de toda la persona. (Pg. 135-136).

4. El sentir como modo de participacinLos sentidos son el lugar viviente de los acontecimientos de participacin que vivimos. A travs del encuentro, nos unimos a los seres del entorno con toda nuestra persona, esto es, cuerpo y espritu, y con todas nuestras energas (pulsional y espirituales); el cuerpo, por tanto, no es ningn instrumento, sino ms bien, una realidad propia del nivel 2.

Nuestro cuerpo se convierte en el lugar viviente de participacin en los seres del entorno, y mediante ellos, en el ser[footnoteRef:26]. Marcel nos hace ver que para acceder al ser, debemos adoptar una actitud creativa, que nos eleva al nivel 2, e incluso al 3 y al 4. (Pg. 138). [26: Ibid., pp.138]

5. La atenencia a lo concretoMarcel reconoce que la creatividad se da en el anlisis de realidades y acontecimientos concretos; aqu se crean los diversos modos de encuentro y de esta forma, la persona se abre a la trascendencia. El yo tiende, por necesidad interior, a unirse creativamente al t y a toda realidad que le ofrezca posibilidad de vida. Nos diga Gallagher: El acceso al ser se alcanza mediante la intersubjetividad. [] el ser es la fuente de mi seguridad de que mi situacin existencial tiene un fundamento eterno. Pero esa seguridad [] es por as decirlo, la cara inteligible de la participacin. Es una misma una participacin. [] solo puedo caer en la cuenta de la salvadora presencia del ser en la medida en que soy un sujeto espiritual singular, libre y creador. Y solo lo soy como miembro de una sociedad espiritual, no como un yo aislado[footnoteRef:27]. (Pg. 139-140). [27: Ibid., pp.139]

La vida espiritual es vida en comunin, apertura fecunda, estable y valiosa, que debemos crear. 6. La reflexin segundaSi pretendo conocer un objeto, lo pongo en frente y lo analizo; esta es la reflexin primera, es decir, que est constituida por el esquema sujeto-objeto y persigue el tipo de conocimiento dominador.

Si quisiera conocer al ser, por ser yo un ser, no puedo poner al ser frente a m, a modo de objeto; el ser es mi objeto de conocimiento, pero no se reduce a objeto. Para conocerlo, hace falta un pensamiento que englobe al objeto y al sujeto. Aqu aparece la reflexin segunda, acuada por Marcel. (Pg. 141).

La reflexin segunda intenta abordar un conocimiento respetuoso; algo similar podramos decir de un poema que se declama. El poema es el principio interno de mi actuacin y no puedo distanciarme de l. El poema constituye conmigo un campo de juego, en el cual no hay distincin entre dentro y fuera. Por esta razn, la reflexin segunda analiza realidades ambitales, abiertas a otros mbitos. Cuando pienso que yo configuro el poema, estoy situado en el nivel 1; si admito que el poema me esta impulsando y guiando en la configuracin de su estructura, estoy en lo cierto, pero sigo estando en la reflexin primera. Peo cuando afirmo que yo configuro el poema al dejarme configurar por l, estoy en lo cierto, estoy aqu en la reflexin segunda. (Pg. 142).

Si hablamos de una obra musical, Quints nos habla que su audiciones las realiza a distancia de perspectiva, esto es, no de alejamiento; y de esta forma se gana una relacin de presencia con la obra. Esta presencia funda una relacin de inmediatez y otra de distancia. Precisamente aqu surge la presencia. Aqu no hablamos de fusin, ya que esto destruye la identidad. La distancia pura nos lleva a perder de vista la realidad que deseamos conocer; tenemos que poner en prctica la inmediatez con la distancia y lograr la perspectiva adecuada. Esto se consigue en el recogimiento y la contemplacin. Aqu surge la admiracin; ad-mirar significa mirar de forma penetrante, esto es, con todo el ser, dispuestos a acoger el valor que encierra lo admirado. (Pg. 143).

Cuando ahondamos en el hecho real, descubrimos en lo ms profundo del tu al que vemos y tratamos en la presencia operante del T absoluto; este modo de ampliar el horizonte es tpico de a la reflexin segunda.

El artista improvisa, y al hacerlo, no se queda en el hecho de hacer surgir unos sonidos y unas formas; penetra ms all y descubre la existencia de un universal concreto. Este poder de penetracin es debido a la reflexin segunda. Para conseguir este poder, se debe incurrir al acto de libertad creativa. Esto se afirma plenamente en el encuentro con los dems y con Dios; como el encuentro es fuente de luz, Marcel afirma con razn que ser libre es estar en la luz. (Pg. 144-145).

Para Marcel, no tiene sentido hablar de la intuicin del ser. Tal intuicin carece de la densidad y la certeza que tienen las experiencias concretas de vinculacin fecunda con los seres de nuestro entorno. Cuando vivimos creativamente en el nivel 2, damos paso a muchos encuentros, participamos ntimamente de la vida de otros seres. Nuestra personalidad se desarrolla cuando hacemos la experiencia de que algo en principio distinto y exterior a nosotros puede volvrsenos intimo. Si hacemos esto repetidas veces, caemos en cuenta de que estamos sostenidos por algo que trasciende a los seres concretos, que les da consistencia y no se agota en cada uno de ellos. Es lo que llamamos el ser. Para tomar conciencia de esta forma de participacin, necesitamos recogernos, guardar silencio interior a fin de captar los diversos aspectos de nuestro ser y verlos como contrastes. (Pg. 145-146).

TERCERA PARTECUATRO TERMINOS DECISIVOS EN EL PERSONALISMO DIALGICO

5. La intimidad personal: dialogo con Pedro Lan EntralgoPedro Lan Entralgo ha contribuido abundantemente al personalismo dialgico; l ha profundizado en la condicin dialgica del ser humano en sus magnas obras, Teora y realidad del otro e Idea del hombre.

La renovacin de la filosofa moderna que muchos claman, se llevara a cabo en la recuperacin de la autentica vida en el espritu.

Condiciones para otorgar al personalismo dialgico todo su relieveEl rasgo decisivo, segn Quints, viene dado por la voluntad de ajustar el estilo de pensar al modo peculiar de realidad que ostentan las realidades personales. Ese ajuste, que implica una verdadera conversin, se intento realizar mediante el cambio del esquema mental yo-ello por el esquema yo-t[footnoteRef:28]. [28: Ibid., pp.154]

Si aceptamos el hecho de que la persona que uno trata no se reduce a un ello impersonal, sino que debe ser vista como un t, el pensamiento se eleva al plano de la interrelacin personal, que se da siempre en doble direccin, es decir, no dominadora, sino creativa y respetuosa.

El personalismo dialgico pretende instaurar un nuevo espritu; para entender es este nuevo espritu debemos seguir la lnea de aportes hecha por los pensadores existenciales en torno a todo lo relacionado a las realidades inobjetivas (K. Jaspers, M. Heidegger, G. Marcel), como tambin el estudio de las realidades no dimensionales o ambitales llevado a cabo por diversos autores contemporneos.

Las realidades inobjetivas no son manejables, situables en el tiempo y el espacio; pero son reales, esto es, ms reales que las entidades objetivas. El contenido de lo inobjetivo, segn Theodor, no es algo que subsiste por s mismo, sino que se constituye en la tensin viviente que se da entre dos personas, entre el yo y el t. No se refiere al pensamiento, sino a lo que ste mienta: el espritu, el Pneuma, en su viviente pendular entre el yo y el t, o el t y el yo[footnoteRef:29]. [29: Ibid., pp. 156]

Quints denomina a las realidades inobjetivas como superobjetivas. Tambin las llama mbitos de realidad o simplemente mbitos. Quints entiende cuatro tipos de realidades, a la hora de hablar de mbitos: 1. Las personas, seres que no estn delimitados por objetos. La persona, por su dimensin espiritual, esto es, inteligencia, voluntad, memoria, sentimiento, capacidad creativa, supera la delimitacin espacial-temporal.

2. Ciertas realidades que no son ni personas ni objetos. Un piano, en cuanto objeto, es un ser delimitable, pesable, situable; el mismo piano, en cuanto instrumento musical, ofrece al pianista ciertas posibilidades de sonar y puede establecer con l una relacin reversible de mutuo influjo y enriquecimiento. Esta es una unidad superior a la unidad del mero objeto.

3. Los campos de relacin que se fundan entre las realidades antes mencionadas que dan lugar al encuentro.

4. Las realidades objetivas que son asumidas por el hombre en un proyecto existencial suyo. Un pianista no toma el piano como un simple mueble (objeto) sino como un instrumento, porque conoce las posibilidades de sonar que le ofrece. Al conocer esto, el pianista convierte tal objeto en un mbito. Aqu se da el encuentro.

Posibilidad de unirse ntimamente a otra personaEl otro ser humano posee una interioridad, es decir, constituye un yo, pues tiene la capacidad de enfrentarse a toda otra realidad y est dotado de poder de iniciativa; Cmo se pueden unir dos seres tan autnomos? Debemos entrar en relacin de cercana, mas no de fusin, ya que de ser as, perderamos nuestra identidad personal y con ello, toda posibilidad de unin. Todo acto creador supone un sujeto perfectamente configurado. Tampoco podemos permanecer en el alejamiento. Segn Lan: aunque se trate de objetos de mi propia vida psquica, a los objetos los conozco fuera de mi, y por esto puede observarlos; al paso que a una persona debo tratarla y conocerla, en la medida en que el ser personal sea cognoscible, acercndome a ella y coejecutando en mi sus propios actos[footnoteRef:30]. [30: Ibid., pp.160]

Lan acepta el esquema dentro-fuera y desea resolver as el problema del conocimiento. La teora de los mbitos hace posible entender el encuentro como lo que da lugar a un campo de juego, en el cual se supera por elevacin la escisin entre dentro y fuera, interior y exterior.

TERCERA PARTE5. LA INTIMIDAD PERSONALBien entendido el personalismo dialgico supera aos luz las formas de cultura que no son sino mero soar con el espritu y constituye propiamente el germen de un cambio revolucionario en toda la vida espiritual de Europa. Pg. 153Condiciones para otorgar al personalismo dialgico todo su relieve: Se intenta realizar un cambio de esquema mental del yo-ello por el esquema yo-t. Sabemos que los esquemas mentales vertebran el pensamiento humano, lo orientan en una direccin determinada y lo sitan en un nivel u otro de realidad. Si doy implcitamente por un supuesto que la relacin entre una persona y otra sigue el modelo del esquema yo-ello, tiendo a pensar que tal relacin es de carcter lineal, va de un sujeto a un objeto, y en ste concluye nivel 1; no da lugar a una accin reversible nivel 2. Al pensar que la persona pg. 154 que uno trata no se reduce a un ello impersonal, sino que debe ser considerada como un t, se eleva al pensamiento al plano de la interrelacin personal, que es siempre reversible, de doble direccin y por tanto no posesiva y dominadora, sino respetuosa y creativa (nivel 2). Pg. 155.Las realidades inobjetivas no son delimitables, asibles, situables en el espacio y tiempo, manejables, como son los objetos, pero son reales, ms reales que las entidades objetivas, ya que pertenecen a un plano de realidad superior Para evitar el riesgo de considerar estas realidades como no objetivas pas a llamarlas mbitos, que son realidades abiertas, dotadas de iniciativa, capaces de entreverarse fecundamente entre s.Por mbito entiendo cuatro tipos de realidades:1. Las personas, seres que no estn delimitados como los objetos.2. Ciertas realidades que no son ni personas si objetos. Pueden ser objetos que de alguna manera se transforman en instrumentos con los cuales se puede establecer una relacin reversible de mutuo influjo y enriquecimiento.3. Los campos de relacin que se fundan entre las realidades aludidas en los puntos anteriores cuando se entreveran y dan lugar a un encuentro que es un mbito de mayor envergadura.4. Las realidades objetivas que son asumidas por el hombre en un proyecto existencial suyo merced a las posibilidades que ellas le ofrecen. (no se ve a un objeto sino un instrumento, dado que se ven sus posibilidades) pg. 157Bien asimilada esta concepcin de los mbitos, pueden plantearse los grandes temas del movimiento dialgico con la flexibilidad y hondura que sin duda tenan sus fundadores en la mente. Entre tales temas figuran:1 Cmo es posible que una persona pueda unirse ntimamente a otro que es distinta de ella y posee una interioridad propia?2 De qu forma puede el hombre no solo superar la tendencia a objetivar las realidades infrapersonales del entorno sino ambitalizarlas de modo que se conviertan en elementos mediadores de su relacin con las realidades ms valiosas?3 El cuerpo propio tiene una vertiente delimitable, asible, ponderable, manejable en cierta medida, como sucede con los objetos Puedo decir que tengo un cuerpo, o debo, ms bien indicar que soy corpreo?4 Necesidad de integrar fecundamente la palabra y el silencio5 Qu tipo de realidad presenta el entre, la relacin constituida por quienes se encuentran en sentido riguroso6 De qu forma se articula el fenmeno de la presencia, como forma relevante de unin entre personas?..7 En qu sentido el encuentro interhumano transfigura el espacio y el tiempo?8 Qu funcin ejerce el juego, entendido de forma rigurosa, en la vinculacin creadora del hombre a las realidades de su entorno? Pg. 159Clarificando algunos temas:1. La concepcin del juego como actividad creadora, es decir actividad que asume activamente las posibilidades que se le ofrecen en orden a la consecucin de una meta[footnoteRef:31] [31: La teora de los mbitos nos da flexibilidad para comprender a fondo las posibilidades que nos abre el juego creador en orden a asumir como propias las realidades de nuestro entorno. Si realizo el juego de tocar una obra de un piano no entro en relacin profunda de participacin con el mundo que encarna la obra interpretada?]

2. La articulacin interna del tringulo hermenutico a cuya luz descubrimos que los diversos modos de presencia se logran de forma dinmica al integrar distintos modos de inmediatez y distancia. Pg. 1593. El descubrimiento del carcter relacional de las realidades personales e, incluso de ciertas realidades infrapersonales que juegan un papel destacado en la vida humana.Posibilidad de unirse ntimamente a una persona: El otro ser humano, visto como persona, posee una interioridad, constituye un yo, pues tiene la capacidad de enfrentarse a toda otra realidad y est dotado de poder de iniciativa; es distinto de m y en principio, distante, externo, extrao, ajeno. Cmo podemos unirnos dos seres tan autnomos? Debemos entrar en relacin de cercana, pero esta no puede ser fusional, ya que perderamos nuestra identidad personal y, con ella, toda posibilidad de unin. En el plano de la realidad personal, muy superior al plano de la realidad fsica, la unin ha de ser creada esforzadamente y todo acto creador supone un sujeto perfectamente configurado. Tampoco podemos permanecer en la lejana, que se opone a la unin. Pero una realidad que nos es distinta y externa parece estar condenada a sernos lejana. Por eso Lan se cuida de subrayar que el otro como persona se me revela en mi interior. Pg. 160.La intimidad significa que participan en un mismo acto de creatividad y dejan de estar fuera los unos de los otros. La relacin de intimidad no puede ser entendida en el plano de los meros objetos, nivel 1, en el que estn vigentes los esquemas dentro-fuera, interior-exterior; se da en el plano del juego creativo, en el que se supera el carcter de escisin o alejamiento que tienen tales esquemas cuando se los ve de modo meramente espacial, sin poner en juego la creatividad.La unin entre persona es posible porque stas son mbitos y como tales, no limitan, como deca M. Buber del t, de la persona del otro tomada como mbito de vida, dotado de poder de iniciativa, de la tendencia a unirse con otros mbitos. Pg. 161Debemos subrayar que, al entrar en relacin activa, los mbitos que son las dos personas que se van al encuentro crean un mbito de superior envergadura que los nutre a ambos y los une ntimamente. En ese mbito superior, se supera la escisin entre el en m, y el en ti, sin caer en gnero alguno de empastamiento o fusin.Slo es de veras mo escribe Lan lo que yo hago en m y para m, lo que perfectiva o defectivamente incorporo a mis posibilidades y a mis acciones personales, y esto es justamente lo que acaece con la tristeza ajena cuando de veras la comparto. Pg. 162Lan escribe Yo soy yo y lo mo cuando la parte de mi circunstancias ms prxima a m se incorpora a mi ser y se transforma en un yo soy lo mo cuando la ocasional condicin de mo se hace invasora y absorbente. Los adjetivos absorbente e invasora no pueden aplicarse a las relaciones creativas Si los objetos me absorben y dominan, dejo de ambitalizarme con ellos, no creo relaciones de encuentro y bloqueo el desarrollo de mi personalidad El tener colabora al ser cuando se lo incorpora creativamente, al mbito de la propia vida personal. Se trata de una forma fecunda de participacin. Pg. 163Pero la participacin implica un modo de presencia y sta ensambla un modo de inmediatez con uno de distancia La accin de invadir anula la independencia del invadido; lo trata como un objeto, no como un mbito, una fuente de posibilidades y de iniciativa.Se ve claramente que sin una teora de los mbitos bien articulada no podemos plantear debidamente el tema del conocimiento de las otras personas. De ah que el esquema yo-t deba ser ampliado y sustituido por el esquema yo-mbito. En este esquema no slo pueden entrar las realidades personales sino todas las realidades que, aun no siendo personales, tampoco son meros objetos, bien porque de por s son mbitos, bien porque son elevadas a condicin de tales por las personas que las asumen en sus proyectos vitales. Pg. 164Cmo se une la persona a las realidades circundantes y cmo las conoce: al ver las realidades infrapersonales como fuente de posibilidades para m, las tomo como mbitos y puedo entreverar mi mbito de realidad con el suyo. Este entreveramiento da lugar a un mbito superior, que es un campo de juego y, como tal, un lugar de alumbramiento de sentido. ..En el juego visto como actividad creadora, asumimos las realidades externas y ajenas como propias. Lan se pregunta en qu consiste el hecho de que algo sea real y verdaderamente mo, y responde que es mo todo aquello que en m intimidad y en mi realidad me permite ser yo mismo. Pg. 165En nuestro entorno se hallan mltiples realidades que necesitamos para realizar la vida, y no son persona, ni tampoco meros objetos; son mbitos. Al descubrir que hay modos diversos de ser mbito, segn el rango de cada realidad, y que tambin ciertas entidades infrapersonales pueden ser consideradas como mbitos, se descubre un rasgo afn entre las personas y las realidades de niveles inferiores.Es decisivo hacerse cargo de que toda realidad es o puede ser un mbito en cuanto puede ser acogida por el hombre como una fuente de posibilidades asumibles por l en un proyecto creativo. Los mbitos no limitan no estn delimitados en el sentido de cerrados en s, sus lmites son fronteras abiertas a otros mbitos. Pg. 166La forma ptima de evitar la objetivacin de otras personas: cuando una realidad sensible es asumida como medio expresivo por una persona, es elevada de rango y queda en disposicin de ejercer la funcin de elemento mediacional del conocimiento de la realidad expresada en ella. Un elemento mediacional no mediatiza, no se interpone entre l y la realidad a la que sirve de medio expresivo, se torna transparente y se constituye en lugar viviente de la presencia de la realidad expresada. Pg. 167Gabriel Marcel puso todo su talento al servicio del esclarecimiento del papel que juega el propio cuerpo y de modo particular, la sensibilidad en el acceso del hombre a la realidad en torno. Su investigacin se apoya en el hecho de que para cada uno de nosotros, el propio cuerpo no tiene condicin de objeto ni de instrumento, ni de instrumento de instrumentos, es una vertiente de la propia persona, que slo puede ser considerada como algo disponible al modo de los objetos cuando se la ve y se la trata con actitud de dominacin posesiva. Pg. 168Complementariedad de la palabra y el silencio: El silencio es testimonio radiante de la plenitud que alcanza la existencia cuando transparentemente se entrega y revela al otro en un nosotros didico y coefusivo La palabra autntica, la que hace justicia a la condicin relacional de la realidad, debe ser en s misma silenciosa. Palabra autntica y silencio autntico se complementan. La palabra verdadera surge en una atmsfera de silencio interior. El silencio genuino vive de la plenitud de la palabra que da cuerpo a los mbitos y nos permite crear nudos de relaciones y comunicarnos.El silencio verdadero se opone a la palabra inautntica, superficial, mera marca en la superficie de las realidades. La palabra autntica se opone al silencio inautntico, el silencio de mudez que responde a la voluntad de no crear relaciones de convivencia. pg. 1716. LA PALABRARigurosamente entendido, el encuentro no se reduce a mera vecindad. Implica un entreveramiento de dos o ms realidades que se ofrecen posibilidades para enriquecerse mutuamente. Estas realidades que se ofrecen posibilidades y pueden otorgarlas y recibir las que lees son ofrecidas las denominamos mbitos de realidad o sencillamente mbitos ya que abarcan cierto campo, no se reducen al permetro de sus dimensiones espaciales, estn abiertas a otros seres de forma activa y fecunda. Pg. 176Todas las realidades que nos ofrecen ciertas posibilidades para que las asumamos en un proceso creativo presentan carcter de mbito. Una misma realidad puede, por tanto ser vista bien como objeto solamente, bien como objeto y mbito a la par, en dos planos de realidad distintos.El lenguaje de cuerpo expresivo a los mbitos: El lenguaje tiene la capacidad sorprendente de dar densidad a los mbitos, delimitarlos en cierta medida y hacerlos as cognoscibles y comunicables. Pg. 171Si tomamos el lenguaje como un mero medio de comunicacin, tendemos a pensar que lo que daa en realidad, es el hecho comentado o el sentimiento expresado, pero no las palabras pronunciadas. stas desaparecen en un instante, se las lleva el viento, este hecho es real solamente en el nivel 1 pg. 172, en el nivel 2 en el de la creatividad y el encuentro, las palabras no desaparecen cuando su sonido se extingue, crean o anulan los mbitos que tejen el entramado de la vida humana. De ah que el hondo gozo o la terrible amargura que pueden provocar.El lenguaje nos otorga dominio y nos permite comunicarnos: Gracias al lenguaje podemos tomar distancia de las realidades, verlas en su conjunto, sobrevolar el tiempo y el espacio, aludir a conjuntos de acontecimientos y seres, ensamblarlos en diversas formas de unidad. Esta distancia funda un campo de libre juego entre el hombre y su entorno. En ese campo de juego se hace posible elegir, con vistas a la realizacin de proyectos. El lenguaje se convierte as en fuente de libertad y creatividad. Pg. 178La forma autntica del lenguaje: Si somos seres de encuentro, debemos considerar como lenguaje autntico al que sirve de medio en el que se instauran vnculos interpersonales Cualquier comunicacin que hagamos a otra persona con una actitud de estima, nos invita al encuentro personal al entreveramiento de los respectivos mbitos vitales, y crea mbitos de convivencia Tener el don del lenguaje, o, ms exactamente, ser locuente supone un privilegio indito en el universo y no puede ser reducido a la facultad de expresarse y comunicarse, pg. 179 por importante que esta sea El ser humano es abierto, dialgico, creador de vnculos reversibles. Por eso siente una tensin originaria hacia el lenguaje, necesita ser apelado mediante el lenguaje y responder a travs de l Ha de considerarse inautntico el lenguaje que destruye vnculos y hace imposible el encuentro del hombre con otras personas e instituciones e, incluso, con realidades no personales que superan la condicin de meros objetos. Pg. 181Lenguaje, luz y sentido: por ejemplo la palabra pan alude a diversas realidades que debieron confluir a su tiempo para dar lugar a los frutos del campo: trigo, maz, centeno De modo semejante, pronuncias la palabra yo y ves que la atencin se te lanza hacia las palabras t y nosotros, de la misma forma que el trmino persona se vincula de por s con el trmino comunidad, formando ese anillo de conceptos de que hablaba Heidegger. Pg. 181Cada palabra, bien entendida y pronunciada crea a su alrededor un mbito de resonancia, correlativo al nudo de relaciones en que consiste cada realidad, vista en toda su amplitud. Por eso la palabra autntica se complementa con el silencio autntico, que nos permite acoger al mismo tiempo diversas realidades interrelacionas El lenguaje es una realidad viva.Condicin dialgica del ser humano: Toda realidad que me ofrece posibilidades para actuar con sentido constituye para m un mbito, sin dejar de presentar una vertiente objetiva. Esas posibilidades encierran para m un valor y todo valor pide ser realizado. Ofrecer posibilidades significa, pues, una apelacin, una invitacin a asumir activamente tales posibilidades. Este tipo de recepcin activa constituye el ncleo de la creatividad. Pg. 183Tener el sentido de la palabra significa vivir dialgicamente, mantenerse atento a la llamada de los valores de las posibilidades que se nos ofrecen en orden a realizar nuestro verdadero ideal y estar dispuestos a asumirlas activamente. La respuesta positiva a esa apelacin nos hace responsables, en el doble sentido de responder a los valores y responder de los frutos que produce tal decisin.Quien dice t, (es decir, quien trata a otra persona como un t, no como un ello impersonal) no tiene ninguna cosa, no tiene nada. Pero est en relacin.Esto es lo que constituye la esencia del lenguaje, de la palabra en su espiritualidad: que el lenguaje es algo que se da entre el yo y el t, entre la primera y la segunda persona algo que, por una parte presupone la relacin del yo y el t, y por otra, la establece. Pg. 1857. EL SENTIDO DE LA VIDASi queremos otorgar al vocablo sentido todo su alcance, hemos de distinguirlo cuidadosamente del vocablo significado La experiencia nos revela que el sentido abarca ms que el significado. Para captar el significado de una accin basta analizar sta en s misma. En cambio su sentido slo se revela cuando se contempla tal accin en una trama de acciones interconexas. Pg. 186El sentido slo se nos vislumbra cuando tomamos cierta distancia y contemplamos una accin o realidad en su contexto. El sentido presenta una condicin relacional.La mirada contemplativa, respetuosa, colaboradora, ve, por ejemplo, el pan y el vino como el fruto de una confluencia mltiple de elementos: campesino, semillas, cepas, tierra, lluvia, viento, sol El sentido de los trminos pan y vino se enriquece al mximo merced a esta forma relacional de ver. El que slo ve en el pan un medio para saciar el hambre no altera su significado bsico, pero amengua la amplitud de su sentido.La comprensin de los trminos fundamentales de las disciplinas que estudian el enigma del ser humano pende no solo de nuestro grado de inteligencia y preparacin sino tambin y no en ltimo trmino de nuestra actitud ante la vida: actitud dominadora y prepotente, o bien respetuosa y solidaria. Esta observacin es decisiva a la hora de elaborar una tica, una antropologa, una teora de la creatividad y, de modo singular, una teologa. Pg. 187El sentido brota en el proceso de desarrollo personal: el encuentro es fuente de luz y de sentido. Al encontrarme con otras personas y formar comunidades, siento que configuro mi vida de forma ajustada a las exigencias de mi realidad personal, a lo que ya soy y a lo que estoy llamado a ser. Esta llamada es mi vocacin y mi misin. Cuando mis opciones fundamentales, mis hbitos y mis actos se orientan hacia el cumplimiento de esta misin y esta vocacin, la marcha de mi existencia se realiza en el sentido adecuado, en la direccin justa. En la misma medida tiene sentido.El sentido no es algo que el hombre pueda tener estticamente, como un objeto, lo adquiere y posee dinmicamente, al entrar en relacin creadora con otras realidades. El ser humano, por bien dotado que est en cuanto a potencias no puede ser creativo a solas. Pg. 188Cuando uno acierta a ver que su entorno vital est constituido no slo por objetos sino tambin por mbitos realidades dotadas de iniciativa que ofrecen ciertas posibilidades e invitan a responder activa y positivamente a ellas, descubre que el sentido de la vida es fruto de la actividad creadora de encuentros fecundos.El sentido de la vida y la libertad verdadera: nuestra vida se desarrolla y adquiere por ello, sentido cuando cumplimos el deber de elegir en virtud del ideal verdadero de nuestra existencia. Ese ideal viene dado segn la investigacin actual ms cualificada por la creacin de formas valiosas de unidad con las realidades circundantes. Al elegir de este modo, comenzamos a ser libres, por cuanto tomamos distancia de nuestras apetencias inmediatas, sobrevolamos la situacin y optamos en virtud de una realidad distinta de nosotros y sumamente valiosa.Nuestra vida tiene sentido cuando no necesita tender hacia el ideal visto como una meta futura, porque ste se ha convertido ya en su ms ntima razn de ser y en el impulso de su accin. Pg. 189El sentido y la responsabilidad: El sentido de la vida humana es acrecentado por la actitud integradora de diversos planos de realidad: por ejemplo, el sensible, corpreo y el espiritual, el objetivo y el ambital. Es amenguado o, incluso anulado del todo por la actitud reduccionista que se mueve exclusivamente en los niveles ms elementales de realidad y actividad. Cuando me dejo llevar por los valores inferiores que arrastran y dejo de lado la llamada de os valores superiores que atraen respetando mi libertad no acto de forma integradora, sino unidimensional, infracreadora. No cargo mi vida de sentido, la oriento en una direccin falsa. Pg. 190El sentido y la armonizacin de autonoma y heteronoma: Al vivir de modo creativo, el esquema autonoma-heteronoma deja de aparecer como un dilema, por implicar dos trminos opuestos, para presentarse como un contraste formado por dos trminos contrapuestos y complementarios, a la par. Soy de verdad autnomo al ser heternomo. Me guo por criterios propios al asumir activamente criterios de accin fecundos para mi vida y convertirlos en ntimos sin dejar de ser distintos. Al vivir uno personalmente esta integracin de la autonoma y la heteronoma, se siente plenificado, colmado, desbordante de sentido. Pg. 191La falta de sentido responde al desajuste de los distintos planos de la personalidad, y esa falta de integracin slo puede superarse mediante la entrega a un ideal capaz de polarizar las diversas energas de la persona, las instintivas y las espirituales. Pg. 192Tiene sentido la vida? En el encuentro, el sentido se hace palpable, sugerente, reconfortante. pg. 191El sentido se alumbra a travs del riesgo de la creatividad: La creacin de formas muy valiosas de unidad exige esfuerzo e implica riesgo, ya que para encontrarnos debemos abrirnos a los dems de forma generosa, confiada y sincera, y esta actitud puede no ser correspondida los seres humanos estamos configurados para el encuentro con realidades del enrono, no para la fusin o el alejamiento. Si nos fusionamos embriagadoramente, nos perdemos como personas. Pg. 194En aparente paradoja la nica va que se nos ofrece para lograr amparo es despreocuparnos de dominar cada situacin y adoptar una actitud de entrega confiada. A travs del riesgo que ello implica podemos, en casos, lograr un autntico encuentro y en l la plenitud de sentido.El logro de la forma suprema de sentido: Ese horizonte supremo viene dado por la fe religiosa, entendida radicalmente no slo como un fro asentimiento intelectual a ciertos dogmas, sino como la adhesin personal al Ser Supremo. Pg. 195La fe vinculada a la confianza y la fidelidad, est en la base del proceso creador de encuentros que suelo denominar xtasis. La desesperacin es la fase del proceso de vrtigo que precede a la destruccin de la propia personalidad. lo ms profundo que hay en m, no procede de m, el hombre alcanza su sentido cabal cuando orienta su vida en el sentido que marcan las condiciones de la actividad participativa. Aprender a participar, en el pleno sentido de la palabra, es la meta de toda formacin humana autntica. Pg. 196La bsqueda sistemtica del sentido: Si vemos nuestra vida llena de sentido, tenemos energa para vivir, tenacidad para resistir, constancia para ser fieles, buen nimo para sobre llevar las penalidades, esperanza de no sucumbir ante las situaciones lmite. Pg. 197El sentido, el ideal y el encuentro: Vivo como persona cuando me abro a otras personas y creo con ellas relaciones de encuentro, cuando contemplo obras artsticas y las hago ntimas, en cuanto las convierto en el impulso de mi actividad esttica; cuando me adhiero a ciertas instituciones y contribuyo al tiempo que ellas me configuran a m. Pg. 198Por libertad entenda Beethoven la defensa de la libertad de personas y pueblos, la entrega al servicio del necesitado, la fidelidad a las races ltimas del ser que radican en el Padre amoroso que habita por encima de la bveda estrellada; la solidaridad humana en todas las vertientes de la vida. Esta actitud acogedora suscita la honda alegra que nos eleva a cimas inigualadas en el ltimo tiempo de la Novena Sinfona. Segn Bergson, la alegra anuncia siempre que la vida ha triunfado, que ha ganado terreno, que ha reportado una victoria; toda gran alegra tiene un acento triunfal. No hay triunfo mayor que crear formas elevadas de unidad, porque en ellas reside el sentido ms honde de la vida. Pg. 199Importancia vital de la cuestin del sentido: Cuando me pregunto si mi vida tiene sentido, el verbo tener ha de ser entendido desde la perspectiva propia del nivel 2, no del nivel 1. En el nivel 1, tener algo significa poseer un objeto, disponer de l inmediatamente. En el nivel 2, al decir que mi vida tiene sentido indico que hay ajuste entre lo que hago y la meta que me propongo alcanzar, es decir, el ideal de mi vida. Pag. 200La existencia humana, de por s, dinmica, se vaca de sentido cuando no la orientamos hacia su verdadera meta, que es el ideal de la unidad, no respondemos a la apelacin de los grandes valores y nos volvemos irresponsables. Podemos agitarnos en el nivel 1 y disponer de bienes, aumentar las posesiones, adquirir toda clase de poderes y no colmar la vida de sentido. Para ello debemos situarla en los niveles 2 y 4, que son los niveles del encuentro y del ideal respectivamente. Solo entonces adquirimos fortaleza para superar las dificultades. Pag. 202Propsito y alcance de la Logoterapia. Colmar la vida de sentido no es pues, opcional; responde a una necesidad bsica e ineludible de la persona, que es crecer, realizarse plenamente como tal a travs de la creacin de diversas formas de encuentro.El que cumple las condiciones del encuentro inspiradas todas en la generosidad sigue un proceso exttico de elevacin a lo mejor de s mismo, alcanza la plenitud personal y se ve desbordado de felicidad. El que se encapsula en s mismo egostamente cede a la tentacin del vrtigo y cae en el abismo de una soledad asfixiante. En un ser llamado al encuentro, este tipo de soledad implica una falta absoluta de sentido, una radical insensatez. Pag. 203Los ideales no se reducen a meras invenciones, pues no son metas ideadas por nosotros de forma ms o menos realista o ilusa; nos salen al encuentro y se hacen valer como principios inspiradores de una vida personal elevada, al modo como sucede con los grandes valores: la belleza la justicia, la bondadEl hombre tiene una capacidad ilimitada de captar la riqueza de los grandes valores por ejemplo el