Reportajes salas de_lectura_se05_c_roxana_foladori

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1 UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA UNIDAD XOCHIMILCO LICIENCIATURA EN COMUNICACIÓN SOCIAL 5TO MÓDULO: IDEOLOGÍA, PODER Y ESTRATEGIAS DISCURSIVASCURSO DE APOYO: LECTURA PROFA: MTA. ROXANA LUCÍA FOLADORI ANTÚNEZ REPORTAJES SOBRE “SALAS DE LECTURA” GRUPO SE05C TRIMESTRE 13I. ABRIL 2013

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA

UNIDAD XOCHIMILCO

LICIENCIATURA EN COMUNICACIÓN SOCIAL

5TO MÓDULO:

“IDEOLOGÍA, PODER Y ESTRATEGIAS DISCURSIVAS”

CURSO DE APOYO: LECTURA

PROFA: MTA. ROXANA LUCÍA FOLADORI ANTÚNEZ

REPORTAJES SOBRE “SALAS DE LECTURA”

GRUPO SE05C

TRIMESTRE 13I. ABRIL 2013

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA

METROPOLITANA UNIDAD XOCHIMILCO

SALAS DE LECTURA: ALGO MÁS QUE LIBROS.

Arriaga Ernesto Matricula:2112027033

Cervantes Martínez Lilia Carolina Matricula: 2113056056

Hernández Baca Dydia Grisel Matricula: 2112024836 Velázquez Guillén Luis Roberto

Matricula: 2113020047

Grupo: SE05C

Mtra. Roxana Foladori

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SALAS DE LECTURA, ALGO MÁS QUE LIBROS

Dentro de la biblioteca del Colegio

Madrid, encontramos una pequeña Sala de

Lectura llamada Molinos de Viento. La

mediadora, quien también es encargada de

la biblioteca y profesora de Lectura y

Redacción a nivel Preparatoria, Lourdes

Aguilar nos permitió ser parte de la

experiencia, no sólo como espectadores sino

como un asistente más de dicha sala. Ese

día, 13 de febrero de 2013, cómo cada

miércoles, la sesión comenzó a las 15:00

horas, asistimos ocho personas.

Molinos de Viento es un apartado dentro de la biblioteca, está del lado

izquierdo, a un costado del cubículo de la profesora y frente a los estantes; el

espacio es de aproximadamente 10 metros cuadrados, con ventanas viendo hacia

el patio de la escuela. En el centro se encuentra una mesa rectangular con sillas a

su alrededor, y en la cabecera, un estante con libros de todos tipos, tamaños y

colores, es solamente una parte del acervo

Foto: Dydia Hernández.

Molinos de Viento

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Al llegar, todos los asistentes nos recibieron de una manera muy amigable;

nos invitaron a tomar asiento y a integrarnos a las actividades de la sesión.

Iniciamos con la introducción tanto de la profesora como de la Sala de Lectura.

Molinos de Viento tiene un año y medio trabajando, desde que abrió la mediadora

ha sido la profesora Lourdes, ella nos explicó: “Trabajamos desde el 15 de agosto

Foto: Dydia Hernández. Molinos de Viento

Foto: Dydia Hernández. Molinos de Viento

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de 2011. La idea de la sala fue un requisito que surgió en el cuarto módulo del

diplomado de CONACULTA. A cada mediador nos piden que abramos nuestra

sala, en donde quieras y con el nombre que quieras, puede ser de niños,

ancianos, adultos etc.

CONACULTA imparte un Diplomado llamado Profesionalización de

Mediadores de Lectura que desde 2011 está certificado académicamente por la

Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco. Este diplomado es

gratuito y abierto a la sociedad civil, se divide en ocho módulos que ofrecen guía,

puntos de referencia e instrumentos para realizar con calidad creciente y de

manera competente, innovadora y creativa, acciones de mediación lectora y

acompañamiento a lectores de diversas edades, contextos y condiciones sociales.

Foto: Dydia Hernández. Molinos de Viento

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Después de que llegamos cada uno de los asistentes se presentó y nos

explicaron cómo conocieron a la profesora; la mayoría coincide en ser sus ex

alumnos del Colegio Madrid y de la Universidad del Claustro de Sor Juana. Sobre

la asistencia, Lourdes nos dijo: “es mucho el trabajo de mediador, el mediador está

en todo, yo por ejemplo digo quiero tres, cuatro actividades, las tengo todo aquí

(nos enseña un cuaderno profesional en donde anota lo que ocurre en todas las

sesiones) y luego echo mucha chorcha y digo “chispas” no me va a alcanzar hacer

la otra, y luego ¡ah pero quiero los dulces!, ¡ah, pero quiero que hagamos un

rompecabezas!, lo que si hacemos es importante llevar una bitácora de qué se

hizo ese día”.

Foto: Dydia Hernández. Molinos de Viento

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Samuel Rivero uno de los más jóvenes, de 20 años de edad, delgado,

cabello corto y ojos cafés, es uno de los usuarios habituales y ex alumno de la

mediadora. Él lleva dentro de Molinos de Viento aproximadamente un año y nos

dice que se enteró de la existencia de la sala por Facebook. Ahora él se encarga

de administrar esta página haciendo actualizaciones, subiendo fotos los resultados

de las actividades que se realizan en cada sesión, entre otras cosas. Además es

quien ayuda a la profesora a programar el desarrollo de las reuniones.

En esta sesión, al ser 13 de febrero, las actividades giraron en torno al Día de

San Valentín. Para el primer ejercicio la mediadora pidió elegir al azar un libro del

acervo y buscar una frase que tuviera relación con el amor para leerla en voz alta.

Después de este primer ejercicio, Lourdes propuso salir por un café a la

máquina de la escuela, ahí pudimos conversar un poco más ella, nos habló de las

diferentes actividades que realizan, algunas veces van a un café cercano al

Colegio, en otras ocasiones van al cine a ver alguna película, incluso se reúnen

con otras salas. También nos comentaron cómo ha cambiado la sala en el año y

medio en el que llevan trabajando en ella. Cuando recién abrió, se encontraba al

aire libre en uno de los jardines del Colegio, unos meses después le ofrecieron a

Lourdes el papel de encargada de la biblioteca y decidió que llevarse a Molinos de

Viento con ella. “Es muy curioso, soy encargada de la biblioteca porque soy

mediadora, el camino de la mediación me llevo a la biblioteca” dice Lourdes.

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La profesora Lourdes ha dedicado gran parte de su vida a las letras y a la

docencia, es casada y tiene tres hijos. Desde el primer momento en que la

conoces te puedes dar cuenta de que en realidad le apasiona lo que hace, la

mediación y la enseñanza no son para ella un trabajo, es su vocación. Tiene

una gran facilidad para hablar y pudimos darnos cuenta que trabajar con

personas es lo que mejor se le da. Todos sus ex alumnos que asisten a las

reuniones de Molinos de Viento nos comentan que fue una gran profesora,

Llevan una muy buena relación.

Foto: Dydia Hernández

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De regreso a la sala, iniciamos con la segunda actividad, la cual también se

relacionaba con el tema del amor y la amistad, este ejercicio consistía en

identificar un objeto que te recordara a una persona que significara algo

importante en tu vida. Los participantes colocaron al centro de la mesa varios

objetos, un perro de peluche usado como llavero, una tortuga de cerámica, una

pulsera, llaves y un celular con una imagen de corazón. Teníamos que cerrar los

ojos, decir por qué era importante para nosotros, a qué momento o a qué persona

nos recordaba, olerla, sentirla, y comunicar al grupo la sensación. En el turno de la

profesora, ella tomó su objeto, cerró los ojos y nos narró la historia de la

importancia que tiene en su vida. Su historia fue de cómo, caminando por las

playas españolas junto con su novio (actualmente su marido), llega este pequeño

perro de peluche arrollado por las olas y lleno de arena, ella lo tomó y desde ese

momento no se ha despegado de su vida. Fue una actividad en la que pusimos

a trabajar los sentidos y las emociones provocadas por aquellos recuerdos.

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Al finalizar a la mediadora se le ocurrió, a manera de premio, regalarnos unos

dulces y nos comentó que aunque a CONACULTA le parece que dar algún tipo de

premios es condicionar la lectura, a Lourdes dentro de su sala le gusta compartir

algo con los usuarios.

La actividad tres fue una dinámica llamada cadáver exquisito, a todos los

participantes nos repartieron la mitad de una hoja de papel de color con un

número que representaba el orden de nuestro texto. El ejercicio consistía –como

simulación de la literatura de André Bretón- en escribir lo primero que pensáramos

al imaginar nuestra ciudad perfecta. Samuel escribió el inicio de la historia y la

mediadora el desenlace. Al unir todas las partes del cadáver, el resultado fue una

pequeña historia sobre lo que nosotros creíamos que era “La ciudad del amor”.

Foto: Ernesto Arriaga

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Todos los participantes de esta sesión son lectores asiduos, la lectura es

algo que en

verdad les

apasiona, la

practican dentro

y fuera de la

sala, tienen una

amplia lista de

autores y libros

favoritos.

Lourdes nos

comentó que la sala inició con el acervo de cien libros que CONACULTA les da a

los mediadores para que abran su sala, pero que ahora, un año y medio después,

Molinos de Viento posee casi trecientos libros que se han reunido gracias a

aportaciones de los usuarios. “Aquí no es como una biblioteca, prestar los libros

no es tan complicado. Preferimos confiar en las personas y saber que si se llevan

un libro nos lo van a regresar cuando terminen de leerlo” menciona Lourdes, y nos

relata la historia de una niña a la que le prestaron un libro de cuentos el cual

termino gustándole tanto que no quiso devolverlo por lo que su mamá prefirió

comprarlo nuevo para reponerlo al acervo. “Así es el mundo de los libros, hay

unos que te enamoran tanto que nunca los quieres dejar ir” dice Samuel y nos

enseña que él lleva una lista de novelas que considera que tiene que leer.

Foto: Ernesto Arriaga

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Siempre la lleva consigo para poder anotar cuando encuentre una nueva, también

va marcando los que ya compró y palomea algún título cuando termina de leerlo.

En Molinos de Viento son como una pequeña familia, a veces hay más

integrantes, a veces menos, pero la dinámica siempre es la misma y el entusiasmo

que demuestran los asistentes nunca falta. Lourdes tiene un vasto repertorio de

actividades para compartir con sus “Molinos”, nombre que les da a quienes la

acompañan en las sesiones.

Otra de las asistentes frecuentes a Molinos de Viento es Lorena Medina,

ella, al igual que Samuel, fue alumna de Lourdes en preparatoria. Es una joven

simpática y sonriente, participa entusiasta en todas las actividades y no para de

platicar y reír. Lorena es educadora, estudió en la UNAM y acaba de regresar a

hacer su maestría en Pedagogía, nos cuenta que para su tema de tesis está

haciendo investigación sobre el perfil de los mediadores. Regresó al Colegio

Madrid varios años después de que se graduó, ahí se encontró a Samuel y él le

habló sobre las Salas de Lectura, sobre todo de Molinos de Viento. Tiene casi un

año asistiendo, pero de Lorena hay que mencionar que, además de ser usuaria,

también se convirtió en mediadora. Después de unos meses de asistir

regularmente a la sala de Lourdes, decidió que quería tener su propio espacio.

Ingresó al curso de CONACULTA y en Agosto del año pasado abrió In Xochitl In

Cuicatl, frase en náhuatl que literalmente significa “flor y canto”. Lorena nos

comenta que sesiona cada sábado y nos invitó a asistir, con gusto aceptamos.

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Al acercarse las 17:00 horas, hora en la cual termina la sesión de Molinos

de Viento, la profesora Lourdes fue terminando con las actividades del día y

también acordaron que para la siguiente ocasión todos leerían a Luis Villoro,

todos los asistentes eligieron un libro, algunos del acervo, otros pidieron ayuda

para tomar prestado un libro de la biblioteca del Colegio Madrid y los restantes

prefirieron conseguir material en casa.

Como despedida, la mediadora nos obsequió libros de relatos cortos y

termino compartiéndonos lo que ella considera el principal objetivo de las Salas

de Lectura: “Difundir, promover y fomentar la lectura entre los lectores pero

proyectarla hacia la sociedad, cada lector que asiste tiene la facilidad de llevar

material a sus casas y compartir con otros lectores, invitar a más personas y hacer

lo posible para que este acto individual de la lectura se haga un acto colectivo.”

IN XOCHITL IN CUICATL

Foto: Ernesto Arriaga

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Gracias a la invitación

de Lorena, el sábado 9 de

Marzo de 2013 asistimos al

camellón de la avenida Aztecas

en la colonia Ajusco donde se

encuentra un pequeño espacio

dedicado a la cultura, en este

lugar los sábados a medio día

se encuentra In Xochitl In

Cuicatl. Es un espacio al aire libre que se encuentra a un costado del anfiteatro del

Centro Cultural Aztecas, la sala es casi improvisada todo el mobiliario está

guardado en una pequeña bodega, ahí encontramos dos mesas plegables que se

acomodan para formar una “L”,

algunas sillas y una lona de color

azul para cubrir del sol. Dentro del

anfiteatro se encontraba un estante

con aproximadamente 180 libros.

A nuestra llegada, la

mediadora Lorena Medina nos recibió entusiasta y amistosamente y después de

saludarnos, nos pidió ayuda para

armar la sala; mientras realizábamos

Foto: Carolina Martínez

Foto: Carolina Martínez

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esta actividad nos comentó que el espacio fue donado por la delegación Coyoacán

debido a que los habitantes de la colonia ganaron un concurso para obtener

recursos destinados al fomento de la cultura; también nos comentó la intención

que tenían de colocar un techo de lámina para protegerse de los rayos del sol, y

la negativa por parte de las autoridades con el pretexto de que el espacio se

encuentra debajo de cables de alta tensión y

se tendría que hablar con CFE .

Fueron pasando los minutos y con

ellos iban llegando los participantes de la

sala, alguno más constantes que otros pero

finalmente integrantes. La primera en llegar

fue Sofía una niña de unos siete años

acompañada de su papá. Lorena nos

comenta que es una de las asistentes

más frecuentes, casi nunca falta y todas las semanas se lleva un libro para leerlo

en casa. Su papá es parte del colectivo Tequio, da el taller de manualidades con

vidrio reciclado. Este colectivo es el que está encargado de las actividades

culturales que se realizan en el Centro Cultural Aztecas, de él forman parte

Lorena, el papá de Sofía y Diana que también nos acompañó ese día y es la

encargada del taller de Cartonería.

Foto: Luis Guillén

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Ya cuando éramos seis personas, Lorena decidió iniciar sesión la cual debido

a la fecha tenía relación con el Día Internacional de la Mujer. La mediadora nos

comentó: “Para esta sesión elegí un libro de una de las mujeres mexicanas más

representativas y conocidas a nivel mundial, Sor Juana Inés de la Cruz”

Comenzamos con una actividad que constaba de dos partes llamada “escuchando

con los ojos y viendo con los oídos”; para la primera parte Lorena nos leyó unas

cuantas páginas del libro La vida de Sor Juana Inés de la Cruz para niños. Al

mismo tiempo que leía iba haciendo comentarios sobre la vida de Sor Juana y

aclarando partes de la lectura para que los asistentes más pequeños lo

comprendieran mejor.

Foto: Luis Guillén in xochitl in cuicatl

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Al concluir la actividad sobre la

vida de Sor Juana comenzamos con el

segundo ejercicio, la parte que

consistía en “ver con los oídos”, para la

cual, la mediadora puso música en una

grabadora y todos teníamos que cerrar

los ojos y dejar

que la música nos llevara a imaginar y

sentir algo para crear una historia.

Posteriormente Lorena pidió que cada participante platicara lo que había

imaginado.

Por alguna razón los más

pequeños coincidieron en haber

pensado en una fiesta en la playa

con dibujos animados, colores y

diversión. Sofía nos sorprendió a

todos, ya que su historia fue la más

elaborada y aunque le dio pena

compartirla con nosotros, se la dio a la mediadora para que ella la leyera para

todos. Otra historia que nos sorprendió mucho fue la que escribió Alberto, de edad

madura, piel morena, bigote y cabello cano, quien recordó las fiestas, música y

baile que se hacían en su vecindad cuando era joven.

Foto: Carolina Martínez

Foto: Carolina Martínez

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Las sesiones anteriores Lorena y los asistentes de la Sala habían estado

practicando una canción en náhuatl, así que ella nos invitó a cantar con el grupo.

Al finalizar la canción nos dio unos dibujos para colorear que tenían los nombres

de los animales en español y en náhuatl.

Terminó el horario de la Sala de Lectura y continuaba el taller de cartonería,

Diana y Lorena nos comentaron que al término de cada actividad hacían un break

y llevaban lo que podían de sus casas para que los asistentes a ese espacio no

estuvieran cansados, nos ofrecieron palomitas y trozos de naranja y finalmente,

nos fuimos del lugar, agradecidos por la atención que nos brindaron, Sofía no

dejaba de decirnos adiós agitando su mano y sonriendo.

Fotos: Luis Guillén. In xochitl in cuicatl

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Mientras nos íbamos alejando nos dimos cuenta que las Salas de Lectura

son un espacio que va más allá de simplemente “fomentar la lectura” los usuarios

han encontrado un lugar en donde pueden hacer lo que más les gusta, divertirse

mientras aprenden cosas nuevas, echar a volar su imaginación y poner en práctica

su creatividad. Te da la oportunidad de conocer personas que comparten los

mismos gustos que tú, hablarles de tus sentimientos y emociones atreves de

actividades que te permiten desenvolverte y desarrollar la forma en la que te

expresas. La importancia de las salas no radica solamente en los libros y la

lectura, es más complejo que eso, es un espacio en donde pueden convivir

personas de todas las edades en un entorno de confianza y aprendizaje, sin duda

alguna es una experiencia que vale la pena vivir.

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Universidad Autónoma Metropolitana

Unidad Xochimilco

“Uso de las Tecnologías de la Información y

Comunicación en las Salas de Lectura”

Integrantes:

Alonso Velázquez Martín Aarón

Gallardo Muñoz Valeria Mardonia

Pérez Benítez Andrea Itzel

Módulo V

Ideología, poder y estrategias discursivas

Curso de Lectura

Gpo. SE05C

Trimestre 13-I

Profesora:

Roxana Lucía Foladori Antúnez

México, D.F., Abril de 2013

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USO DE LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y LA

COMUNICACIÓN EN LAS SALAS DE LECTURA

“[…] los libros están un poco abandonados, empolvados siempre en los estantes

[…] los niños están creciendo sin la lectura”, declara Alfredo Pérez Díaz, ganador

en 2011 del premio México Lee, en la entrevista que nos dio en la visita a la Sala

de Lectura "El Tranvía”.

En la actualidad tenemos a nuestro alcance una gran variedad de nuevas

Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC´s), que facilitan el acceso a la

lectura, por ejemplo, una computadora, una tableta electrónica o un celular, que a

diferencia de los libros impresos no se empolvarían, no estarían abandonados

porque pueden ser utilizados de distintas maneras, su difusión es más fácil, se

manda un e-mail y en segundos podemos ver en una pantalla algún texto.

Estas TIC´s constituyen

hoy en día una nueva forma de

leer, se han convertido en una

práctica de lectura bastante

común en las ciudades

mexicanas que tienen acceso a

ellas, pero ¿estas ventajas de

las TIC´s como formato de

lectura son tomadas en cuenta por el Programa Nacional Salas de Lectura?

Ilustración 1: Ejemplo de libro electrónico

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Hay que tomar en

cuenta que en México, según

datos de la Asociación

Mexicana de Internet

(AMIPCI), existen

actualmente 40.6 millones de

usuarios de Internet, un 14.7

por ciento más respecto a

2012, cifra que sigue

aumentando y permite que más personas se acerquen a la información que

ofrece esta red global.

El Programa Nacional Salas de Lectura (PNSL), nació en 1995 con la

finalidad de crear espacios donde se fomente la lectura, desde entonces, el

número de Salas de Lectura en el país ha ido en aumento. Según el boletín Leer

en común (Nov-Dic 2012) del PNSL, para el 2012 se contabilizaban más de cuatro

mil quinientas en toda la República mexicana.

Sin embargo, a 18 años de la creación de este programa, el mundo del libro

y de la lectura ha cambiado, el libro electrónico se ha convertido en una

herramienta educativa y de fomento a la lectura, la interacción con los libros ahora

es diferente para la población que las ocupa, ya que les resulta más fácil leer en

un dispositivo digital que en un libro impreso.

Ilustración 2: Internet en México

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Cuando tenemos un libro en las manos poseemos el objeto, pero lo que

realmente importa es su contenido, visto así, la lectura en formato digital es viable,

los objetivos de esta siguen siendo los mismos; leer, conocer, disfrutar de la

lectura y entrar a un mundo distinto al propio. Hoy existen más personas en

nuestro país, que tienen acceso a internet y medios electrónicos, lo que implica

que los libros se hayan ido convirtiendo, aunque no es su totalidad, en objetos

virtuales y no físicos.

Hay quienes dicen que existe una tendencia a que el libro impreso

desaparezca y sea sustituido por el electrónico, sin embargo eso también parece

ser inalcanzable, puesto que primero habría que eliminar la brecha digital,

conseguir que todos tengamos acceso a las TIC´s (por lo menos una computadora

con acceso a internet), y por supuesto, saber darles un uso correcto.

Un tranvía cargado de libros

Mariana Lorenzano es una chica joven, egresada de la carrera de Historia

del Arte por la Universidad Iberoamericana, ha estado interesada en la difusión de

la cultura y el arte, junto con Lucina Jiménez, directora del Consorcio Internacional

Arte y Escuela (ConArte), y Sandra Lorenzano, vicerrectora del Claustro de Sor

Juana, tuvieron la idea de crear un espacio donde se pudiera promocionar todas

las áreas de las artes, entre ellas la literatura.

Con el apoyo del PNSL se logró la reciente apertura de la Sala de Lectura

“El Tranvía”, dotado con 260 títulos en hñahñú (otomí), zapoteco, náhuatl, huichol,

maya, tzotzil, además de otros editados en inglés y francés, siendo esta la primera

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Sala intercultural que existe y donde hay espacio para todos sin distinción.

Mariana es la coordinadora del lugar.

Alfredo Pérez, es el mediador de este lugar, trabajó hace dos años en una

Sala sencilla con un grupo de niños indígenas en su natal Chiapas, ahí descubrió

que “podía narrar algo y hacer que otros empezarán a acercarse a las historias”.

Hoy radica en la Ciudad de México, la Sala de Lectura en la que participa

actualmente es amplia en espacio físico y también en su acervo literario, pero

sobre todo tiene una ventaja respecto a la anterior, la existencia de TIC´s.

En “El Tranvía” hay libros digitales que pueden ser consultados en la misma

sala o se pueden llevar a casa por medio de dispositivos móviles escaneando un

código QR del libro que quieren ocupar, estos fueron donados por la Universidad

Nacional Autónoma de México (UNAM), lo anterior constituye una nueva forma de

fomentar la lectura con el

soporte que otorgan las TIC´s.

Además esta Sala

ofrece el servicio de préstamo

de computadoras con internet

para consulta de información, y

son ocupadas por las personas

que visitan el espacio.

Ilustración 3: Códigos QR para descargar libros

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Desde que entramos a esta Sala de Lectura notamos la diferencia con

otras, “El tranvía” cuenta con diversos tipos de tecnología como computadoras,

reproductores de DVD, televisiones, entre otros. Tras realizar una encuesta

pudimos darnos cuenta de que las tecnologías más utilizadas son las

computadoras, reproductores de DVD y CD, y por supuesto el internet.

También pudimos observar y luego confirmar con la aplicación de

cuestionarios que el rango de edad de los usuarios de la Sala de Lectura oscila

entre los 8 y los 50 años, y es precisamente el público más joven el que hace

mayor uso de las TIC´s, generalmente usándolas para consultar información y

recibiendo orientación del mediador.

De hecho en esta Sala de Lectura, también se imparten algunos cursos

relacionados con la computación, en nuestra visita encontramos a varios jóvenes

que estaban tomando un curso de edición de video, el cual nos comentaron que

les gustaba mucho porque estaban haciendo algo diferente a lo que estaban

acostumbrados.

Al momento de la visita se encontraba un grupo de niñas que iban a ver la

película “El niño de pijama de rayas”, en una plática que tuvimos nos comentaron

sobre sus amores y también sobre sus lecturas; Sofía, por ejemplo, dice que le

gusta mucho leer porque su papá le inculcó hacerlo, él tiene 30 años, ama leer y le

gustaría llegar a ser escritor, por su parte, Gaby, con apenas 8 años de edad es la

más pequeña del grupo, ella nos contó que no entiende muy bien lo que lee y aún

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se le dificulta mucho escribir, ella no lee mucho en la Sala, pero le gusta ir porque

ven películas y ha hecho nuevas amistades.

La cultura se aprende en casa

Azucena López, es la mediadora de la Sala de Lectura “La cultura en casa”,

tiene aproximadamente 35 años, piel morena, y es tímida para hablar, tomó el

Diplomado que imparte Consejo Nacional para la Cultura y las Artes

(CONACULTA) para la Profesionalización de Mediadores de Salas de Lectura y

que certifica la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), sin saber qué era una

Sala de Lectura, cuando estaba en el módulo 2 le entregaron su acervo, y se dio a

la tarea de buscar un lugar para su sala, ahora lleva 7 meses instalada.

Ella empezó este

proyecto porque le gusta

fomentar la lectura, su

sala es al aire libre, está

ubicada en el patio de la

Casa de Cultura “Ricardo

Flores Magón”, consta

solamente de una mesa y

telas de colores en el

piso con libros encima.

Ilustración 4: Sala de Lectura "La Cultura en Casa"

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Al principio le costó mucho

trabajo que participaran en su Sala,

no tenía usuarios, poco a poco fue

dando a conocer lo que ofrecía el

PNSL, ahora cada jueves imparte

sesiones de lectura con sus hijos y

algunos de sus compañeros que

participan en su espacio.

El público de su Sala en su mayoría son niños, pero Azucena considera que la

lectura es para todos, también asisten policías de la zona, comerciantes,

trabajadores y maestros de la Casa de Cultura, pero dice: “aún falta mucho

camino por recorrer”.

La mayoría de la gente que

visita el espacio, pasa frente a

su sala y sólo le dedica una que

otra mirada, entre el desfile de

personas que entran y salen de

la Casa de Cultura, llega un

niño y pregunta: “¿Cuánto

cuesta el libro de Toy Story?”, Azucena contesta cariñosamente: “no se venden mi

Ilustración 5: Niña leyendo en "La Cultura en Casa"

Ilustración 6: "La Cultura en Casa"

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amor, se prestan”, la madre argumenta que es tarde y deben irse, que será para

otra ocasión, pero ella insiste y le explica cómo funciona el préstamo, y cuáles son

los requisitos que solicita, al final, logra convencer a la apurada mamá de

inscribirse y con eso, un usuario más de su Sala.

Azucena no cuenta con dispositivos electrónicos ni acceso a internet en su

Sala de Lectura, los usa, pero lo hace desde su domicilio. Ahí elabora algunos

formatos para llevar un

control interno, por ejemplo,

en la hoja de préstamos,

solicita, entre otros datos:

correo electrónico del

usuario y nombre de su

cuenta en Facebook, es así como puede comunicarse con ellos, como ella misma

declara: “cualquier cosa por ahí me comunico, me conecto en las tardes y a veces

comparto los libros que tengo con los niños”.

Leyendo con Monsiváis

Ana Laura Peña es mediadora de la Sala de Lectura “Carlos Monsiváis”,

ubicada dentro del museo “El Estanquillo”, tiene Licenciatura y Maestría en

Bibliotecología por la UNAM, ella nos recibió en su Sala para platicar acera de las

actividades que se realizan en este lugar.

Ilustración 7: Sala de Lectura "Carlos Monsiváis"

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“En un principio, la propuesta de instalar una sala de lectura empezó con

los trabajadores del museo al asistir una o dos veces a ésta”, dice sonriendo en la

entrevista que le hicimos en la terraza del edificio.

La Sala surgió a raíz de que la familia de Carlos Monsiváis, al

conmemorarse el primer aniversario luctuoso, decidiera albergar la urna donde se

encuentran las cenizas de este y así rodearla de sus obras.

Los materiales literarios que se encuentran están divididos en lecturas

infantiles y juveniles, Bellas Artes en donde encontramos fotografía, música,

caricatura, etc., Historia de México y Literatura en general que abarca novela,

poesía y cuentos.

Ana Laura, nos

comentó que las

donaciones de libros

que ingresan a la Sala ,

provienen del Instituto

Nacional de Bellas Artes

(INBA), del Instituto

Nacional de Antropología e Historia (INAH), de la UNAM, de CONACULTA,

además de textos en los que ha participó Carlos Monsiváis, y otros de su autoría.

Esta Sala es visitada por 400 ó 500 personas al mes, quienes además de

hacer un recorrido por el museo, deciden dedicar un rato a la lectura. Es por esta

Ilustración 8: Usuaria de la Sala "Carlos Monsiváis"

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misma razón que en esta Sala ha sido especialmente difícil lograr un público

asiduo, la mayoría de los asistentes sólo van de paso porque entraron a visitar el

museo, entran por mera curiosidad a la Sala “y a veces no entienden ni de que se

trata, son pocos los que regresan especialmente a leer”, nos comentó Ana Laura.

Con respecto al uso de las TIC`S dentro de la Sala, mencionó que uno de

los motivos principales por los que no se han colocado computadoras es el sonido

de los tecleos, que podría generar molestia a los usuarios, comentó también que

faltan de recursos económicos para comprar este tipo de materiales.

Según Jesús Heredia Caamaño, se espera que para el año 2014 pueda

equiparse a las Salas de Lectura con nuevas tecnologías que faciliten el acceso a

los libros, sin embargo es un proyecto difícil de realizar por las dificultades

económicas que representa y

el poco interés del gobierno

federal.

La encargada de este

lugar, nos explicó que si

hubiera libros digitales dentro

de la Sala de Lectura, existiría

la posibilidad de que más

usuarios leyeran el mismo libro a la vez y con esto seguir fomentando la lectura,

ya que en ocasiones los libros impresos no son suficientes para la cantidad de

usuarios que los visitan.

Ilustración 9: Visitantes de la Sala de Lectura

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“El libro por sí solo tiene su magia, pero no porque los textos estén en la

computadora no los voy a leer, además las nuevas tecnologías sirven como una

herramienta que todos podemos utilizar”, comentó sobre el uso de los libros

digitales en la Sala de Lectura en la que ella participa.

Ana Laura no cursó el Diplomado de Profesionalización de Mediadores y

mencionó que le gustaría que se pudiera tomar en línea, esto “facilitaría la

participación de más personas que por falta de tiempo o por la distancia no lo han

tomado”.

Al respecto, los encargados principales del PNSL, han señalado la

dificultad de poner el Diplomado en línea debido a falta de presupuesto, y que se

requiere de un buen desarrollo de la logística y de instructores capacitados para

darlo. Comentaron también que a pesar de que este Diplomado no pueda darse

por internet, existe de igual manera un curso de formación y actualización para

mediadores que se da en línea a través de la Universidad del Claustro de Sor

Juana.

Pancho Villa con sus dos libro a la orilla

Gloria Ávila Dorador, se enteró del PNSL por un taller de lectura que dio en

Fresnillo, Zacatecas, ahí se encontró una bibliotecaria que le comentó sobre el

programa y le llamó la atención, de regreso en el Distrito Federal, buscó

información y abrió su primer Sala en 2007, a la cual llamó “Tamaulipas”, le puso

así porque ese era el nombre del edificio donde estaba ubicada su Sala en

Tlatelolco.

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La capacitación que recibió duró una semana, fue un taller de dinámicas de

animación a la lectura, le encantó, “me acomodaron las ideas, me armaron el

rompecabezas que traía en la

cabeza y me hicieron clic”, dice con

una enorme sonrisa.

“La Sala cerró porque la

gente era muy apática y me

quedaba lejos de mi casa”, nos

comentó Gloria en la visita que

hicimos a su Sala, al cerrarla buscó

un espacio en la Confederación

Nacional Campesina, donde

trabajaba de secretaría.

“Nunca me rendí. Busqué un líder y le dije que tenía un proyecto para

fomentar la lectura, que no costaría nada y que sólo necesitaría un espacio”, en

una semana ya tenía su Sala de Lectura, empezó con 100 libros, que entonces,

dice, “no eran tan buenos como los de ahora”; tiempo después una chava, de la

cual no recuerda nombre, le regaló una colección casi completa de los premios

Nobel.

Ilustración 10: Estantería de la Sala de Lectura "Francisco Villa"

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Elegir el nombre

de su Sala fue difícil,

“pensando en que en

este lugar sólo hablaban

de Emiliano Zapata, por

toda la cuestión agraria,

decidí que se llamaría

Francisco Villa, que

además es mi héroe

favorito de la historia”,

nos platica emocionada.

Gloria ha creado un puente entre los escritores y sus posibles lectores, a

través de encuentros que lleva a cabo de manera frecuente en su Sala de Lectura.

Dice que “los escritores no deben estar en un pedestal, se les tiene que bajar del

'altarcito' en que se les ha colocado, sin faltarles al respeto, para conocerlos como

lo que son, es decir, seres humanos de carne y hueso, que sienten y observan la

vida con una sensibilidad que muchos han perdido, luego de tantos sinsabores

cotidianos”.

Ávila Dorador, dice que aún no es suficiente el esfuerzo que se ha hecho

por fomentar la lectura, ella además hace trabajo por Facebook, dice que los

jóvenes necesitan saber de los libros y que internet es una buena manera de

llegar a ellos y no dejarlos abandonados.

Ilustración 11: Gloria Ávila contando un cuento en 10 segundos

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“No sólo hay que fomentar la lectura en los niños, también los adolecentes

necesitan leer y si están metidos en las nuevas tecnologías, pues es ahí donde

tenemos que atacar para generarles este gusto por la lectura”, nos comentó.

Ahora Gloria se dedica a llevar autores a otros estados de manera

independiente, imparte talleres de lectura en voz alta y de creación de libretas de

manera artesanal con productos reciclados.

La participación de las TIC´s en las Salas de Lectura, aunque sea en la más

simple en cuanto a estructura y espacio físico, siempre es activa y ayuda con el

Ilustración 12: Sala "El Tranvía"

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cumplimiento de los objetivos del programa, esto va desde la organización, hasta

el fomento de la lectura.

En un país donde el acceso a internet, crece un porcentaje mayor cada año,

tendríamos que estar a la vanguardia, no sólo para efectos de diversión o

entretenimiento, sino para los programas que han sido creados con la finalidad de

mejorar la formación y educación de la población mexicana.

La cantidad de posibilidades que existen para hacer que participen las

TIC´s son altas,

pero empiezan

desde la

institución que

armó este

programa, la

difusión no puede

quedarse para los

que pueden o los

que quieren, se

deben atacar más espacios y utilizar

estas herramientas para marcar una

diferencia en el fomento a la lectura.

Internet, la gran red conectada al mundo, podría servir no sólo para llegar a

los mexicanos que tienen acceso a ella, sino para que el mundo hispanohablante

Ilustración 13: Niños jugando en "El Tranvía"

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reproduzca este tipo de programas y puedan ser ejemplo para alguna sociedad de

Latinoamérica.

La participación de las TIC´s en las Salas de Lectura aún es escasa, pero

existe el interés tanto de los mediadores como de los usuarios de entrar al mundo

del libro digital por ejemplo, o de poder manejar cualquier herramienta que

favorezca a los usuarios y que facilite el acceso a la lectura.

Los límites están puestos por las autoridades, desde la atención a página

web y a sus redes sociales. Facebook y Twitter cuentan con millones de

seguidores, un segmento de la población que no se ha explotado, o que no se

quiere explotar, la cantidad de información que se maneja es impresionante, en

segundos la información que parecía nueva se convierte en vieja, además de que

responde a un público joven.

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¿Salas de Lectura?

“El Juglar” y “La Nana”

Por: Alonso Navarrete

Astrid Torres

Franciso López

Indra Vieyra

Nuestra visita a un par de Salas de Lectura, creadas por

Conaculta con el objetivo de fomentar la lectura y escritura en

personas de todas las edades -en varias regiones del país-, nos reveló

las diferentes formas de trabajar de cada una, las particularidades de

sus miembros, sus mediadores, sus espacios y su forma de abordar la

lectura.

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Nuestra primera visita la realizamos el 12 de marzo en la

Sala de Lectura “EL Juglar”.

La Sala de Lectura “El Juglar”, que se encuentra en el segundo piso de

un espacio cultural con el mismo nombre, y que en las palabras mismas de

Vivianne Thirion “es más un círculo de lectura entre compañeros y

compañeras que una sala de charlas de lectura formal”, junta

aproximadamente a nueve personas adultas -han llegado a ser dieciocho- los

martes de 18:00 a 20:00 hrs., que la mayoría de las veces se extiende hasta

las 21:00 o 22:00 hrs. En nuestra visita, el día 12 de marzo, sólo se hallaban

seis, dos hombres y cuatro mujeres, que nos recibieron amablemente,

hicieron un consenso rápido después de escuchar nuestro objetivo (hacer

un reportaje sobre Salas de Lectura) y nos permitieron sacar la cámara de

video, la grabadora y sentarnos a participar con ellas y ellos.

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Vivianne, una mujer de complexión robusta, de cabello corto y rojo, y

de ojos azules, es la mediadora de esta sala desde hace 17 años. Nos

sonríe parpadeando un par de veces mientras nos saluda; recibe de un

joven mesero un gran sándwich de pollo con papas fritas a un lado y lo

comienza a comer de inmediato después de disculparse por su hambre. No

parece haber tensión en ninguno por nuestra presencia y ella nos cuenta que

no somos los primeros en asistir ahí en busca de una entrevista.

Vivianne, que viaja seguido, pero a pesar de eso casi nunca falta a una cita

en El Juglar, hace un pequeño golpeteo con su cuchara en la taza de café,

parecido al sonido de una campanita, como forma de llamar la atención de

los demás y comenzar la reunión. Le pide a Rosca que tome nota de la

sesión y del libro que utilizarán ese día, con editorial y año: “Obras varias”

de Emilio Carballido, Fondo de Cultura Económica y Conaculta, 2011.

Todos lo anotan en las libretas que llevan.

Rosca es una banquera jubilada, alta y delgada, que ahora se dedica al

ejercicio y a componer canciones. Parece una de las más entusiastas y se

emociona cuando le explican que en esa sesión, por primera vez, el objetivo

será leer el texto en voz alta y ponerle intención a las voces de los

personajes.

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“Intentamos montar una lectura dramatizada de este autor, con las

voces, las entradas, las salidas y crear este mundo alterno, que es el teatro,

con la ayuda de Ulises y las emociones del grupo. No utilizaremos

vestuario…” dice Vivianne, pero Rosca interrumpe con un gritito: “¡Ahhh!

¡Yo sí!”, los demás ríen.

“Los esclavos de Estambul” es la obra de Carballido que se escogió

para la ocasión. Ulises reparte las copias y pide veinte pesos de

recuperación. Nos dan una a nosotros y bromean diciéndonos que nos

tocará hacer el papel de Male, uno de los miembros del grupo que no llegó,

que, según Vivianne, se encuentra enferma y regresará el siguiente martes;

pagamos los veinte pesos y aceptamos participar en lugar de la mujer

ausente.

Ulises, es un actor profesional,

egresado de la Facultad de Letras en

Literatura dramática y teatro de la

UNAM, y se enteró de la Sala jugando

ajedrez en El Juglar. Parece carismático

pero no ríe tanto como las mujeres.

“Vamos tomando notas, rolando la responsabilidad y luego esas notas

se bajan a una especie de reseña de lo que sucedió en la sesión y lo

llevamos en cuaderno. A la siguiente sesión se lee, como para encadenar lo

que pasó con lo que pasará y llevar registro de las actividades.” Nos explica

Vivianne, para ponernos al corriente.

A pesar de ya tener todos el material de lectura, Vivianne se toma el

tiempo para recapitular y charlar sobre otras cuestiones: “Ya que no está la

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reseña de la sesión anterior para leerla, vamos a pensar en unas efemérides

¿qué sucedió importante hace unos días en el mundo?”.

Comienzan a hablar todos al mismo tiempo, pero la voz de Rosca es la

más fuerte. “¡Lo del papa, la muerte de Chávez, encerraron a la maestra, fue

mi aniversario de bodas! Eso es importante.”

José dice “La renuncia del papa y lo del rector”, “Eso ya fue hace más

de un mes” le contesta Vivianne, no en tono de reclamo, sino como si le

quitara a un niño una paleta de la boca porque se ha caído al suelo.

“Muy bien, eso nos situará en el tema, pero yo me refería al Día

Internacional de la Mujer. El pasado 8 de marzo, ¿Fue una celebración más

o una conmemoración?”

“Una conmemoración”, contesta Ulises, “Sí, porque la celebración es

todos los días” se apresura a decir Rosca. La mediadora de la Sala alza un

poco la voz para minimizar la emoción del grupo y les platica a los demás

que hay mucho por hacer en cuanto a los derechos e igualdad entre hombres

y mujeres, “No queremos que se convierta en un día de la madre, ¿o ustedes

sí quieren?”.

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Hay una breve discusión sobre las juanitas, los porcentajes de

senadores y senadoras, y el incumplimiento de la cuota de 40% mujeres,

60% hombres en puestos de gobierno, el doble discurso del feminismo,

poniendo de ejemplo a las historietas de Mafalda, etc.

“¿Para qué te regalan una lavadora o una licuadora el día de la

madre?” es la pregunta que pone Ulises en la mesa; “¡Para que trabajes para

los demás!” dice Rosca; y Vivianne, dándole una mordida de vez en vez a

su sándwich, dice sonriendo y sin sonar ni un poco sarcástica: “Bueno, pero

trabajas menos.”

La plática se torna en el por qué y el cómo fue que se eligió el día 8 de

marzo como el Día Internacional de la Mujer. Ulises contesta seriamente

“1908, el siglo pasado, en Dinamarca, resulta que se sublevaron las

empleadas de una fábrica y de castigo, el dueño las encerró y provocó un

incendio en el lugar dejándolas atrapadas”, Vivianne se apresura a corregir,

“Fue en Nueva York y se sublevaron porque pedían mejores condiciones de

vida, 146 obreras murieron calcinadas”.

Celia, una mujer de ojos verdes que está sentada a nuestro lado, parece

muy callada, no nos dice a qué se dedica pero sabemos -por un comentario

que hizo antes la mediadora- que sólo viene cada 15 días debido a su

trabajo, comenta “Si no me equivoco, Nueva Zelanda fue el primer país en

dejar a las mujeres votar.” Y fue el fin de su participación. Cuando le

preguntamos que cómo llegó a formar parte de la Sala de Lectura, nos

contesta que hizo una búsqueda por internet y eligió El Juglar por el horario

y la ubicación, más accesibles para ella.

Después de un par de intervenciones más, Vivianne recomienda una

edición reciente de la revista Algarabía para concluir la discusión: Mujeres,

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sexismo y liberación. Llega el mesero de nuevo en un buen momento, como

si estuviera esperando detrás de la pared a que acabaran de hablar del tema;

pregunta que si a alguien se le ofrece algo más; Rosca pide un jugo de

naranja –extraña elección para tales horas de la noche- y Juan pide un

americano con leche, los demás no piden nada.

Juan es un señor que participa muy brevemente y sin alzar la voz, lleva

lentes y algunas canas, es un economista desempleado que mata su tiempo

libre en ese taller de lectura; vive en la misma colonia donde se encuentra

“El Juglar”, en la Guadalupe Inn, y se unió al mismo tiempo que Ulises al

círculo de lectura. “¿La siguiente semana ya son las conferencias?”,

pregunta. “¡Las conferencias!”, exclama Vivianne, “No, las conferencias

comenzarán la segunda semana de abril” nos voltea a ver y nos explica que

las actividades siempre han sido cíclicas, “de pronto leemos puros Premios

Nobel –como Paz, Vargas Llosa, Neruda, etc.-; otras veces nos enfocamos

en la literatura juvenil para saber qué es lo que leen nuestros hijos e hijas y

no quedarnos atrás; luego leemos literatura escrita por mujeres, y

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actualmente estamos leyendo biografías del S. XIX, la sesión pasada

terminamos de leer a Stanislavski. Acompañamos nuestras lecturas con

otras actividades, en esta ocasión serán las conferencias sobre pintores del

Siglo XIX”, “Sí, pero también a veces quedamos de ver una película que

pasan en el cine, una obra de teatro o nos vamos todos juntos a cenar a

algún restaurant del que se habla en algún libro, como uno que está por

aquí, por Revolución” interrumpe Lorena volteándonos a ver con una gran

sonrisa de emoción.

Lorena, la última en llegar a la sala, es nuera de Vivianne, está

comprometida con su hijo desde hace casi un año y se unió a la Sala de

Lectura “El Juglar” un poco después que Rosca. Es la más joven del grupo,

de piel morena, tiene el cabello largo y negro y trabaja en la planeación

logística de conciertos –en este momento de jazz-. También es participativa

y sonriente, pero cuando Vivianne se torna más seria e intenta organizar al

grupo, Lorena parece un poco más formal. Logran acordar la fecha y el

autor que expondrán, algunos solos, otros en pareja.

“¿Dónde están los libros?” preguntamos nosotros al no ver ni libreros

ni repisas en el salón, únicamente los cinco libros que tiene Vivianne en su

mesa. “Nuestro acervo base está abajo, son sólo cien libros, que deberíamos

utilizar más, casi siempre conseguimos los libros por otros medios, en

ocasiones yo traigo los que tengo en mi casa” nos contesta y prepara al

grupo para comenzar la lectura de Carballido.

Como son más de seis personajes los que aparecen dialogando en el

primer acto, a algunos les toca leer dos y se crea una confusión en el turno

de Rosca y de Juan. Ulises mira y señala con el dedo a la persona a quien le

toca leer tal o cual personaje; a pesar de que las especificaciones al inicio

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eran no ponerle intencionalidad a los diálogos, ninguno (incluyéndonos) se

puede resistir.

A las seis páginas, la líder del grupo, hace una pausa más:

“Bueno, no les queremos quitar más tiempo a nuestros nuevos amigos.

¿Tienen alguna pregunta en especial que hacernos?”, ya eran las ocho y

media y aprovechamos el momento para preguntar sobre las dificultades y

las cosas que disfrutan más de ese espacio en específico. “¿Quieren que yo

conteste?” cuestiona Vivianne, “No, quien quiera contestar, puede

contestar” respondemos.

El grupo está de acuerdo con que lo más difícil es organizarse y

respetar los turnos para hablar de los demás, pero Rosca justifica diciendo

que es el entusiasmo lo que provoca que hablen todos al mismo tiempo y

que aún eso se puede disfrutar. “Sí, nos llevamos todos muy bien y

disfrutamos compartir unas horas juntos a la semana. Somos amigos más

que compañeros de trabajo” dice Lorena. Percibimos una sonrisa grupal y

un silencio que nos invita a hacer un par de preguntas más: ¿Alguna vez han

invitado o ha asistido algún menor de edad a este círculo de lectura?. La

respuesta es no. “Yo fui capacitadora de mediadores infantiles y he

trabajado con grupos de niños, pero mi edad ya no me da la paciencia para

seguir trabajando con pequeños, se necesita más paciencia, y yo ya no la

tengo” dice Vivianne riendo; Ulises agrega que a veces sus hijos e hijas -

“que ya no están tan chicos”- los acompañan y participan también.

¿Cuál es la relación que mantiene la Sala de Lectura “El Juglar” con

Conaculta y con las demás Salas de Lectura? ¿Existe alguna vinculación

con los miembros y/o mediadores (as)?. Vivianne es la que contesta y repite

que cada Sala es independiente, que no existe algún proyecto de vinculación

entre estas pero que sabe de otras que tienen una relación más fuerte con

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Conaculta, “a nosotros lo único que nos piden aquí es consumir en la

cafetería de “El Juglar”, ese es nuestro intercambio, pero no tenemos un

intercambio directo con Conaculta. Tengo varios amigos mediadores,

siempre nos invitan a los eventos de las Salas de Lectura, a las

inauguraciones, a los diplo-mados que abrieron justamente junto con la

UAM-X.”

La plática termina ahí, agradecemos, nos despedimos y por último nos

piden que les compartamos el reportaje cuando lo hayamos terminado.

Vivianne nos apunta su correo y continúa con la sesión de lectura.

Nuestra segunda visita la llevamos a cabo el jueves 21 de marzo a

la Sala de Lectura “La Nana”, un espacio nuevo y amplio que se encuentra

en el Centro Cultural del mismo nombre y que antes se conocía como el

Salón México, en el centro de la ciudad.

Llegamos puntuales como decía en el folleto, “De las 16:00 a las 17:00

hrs. dedicado al público infantil”, y al preguntar por la charla de lectura

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programada para esa tarde, la Coordinadora del Centro Cultural, de nombre

Mariana, no nos sabe confirmar si habrá o no sesión, “Está programada

ahora, a las cuatro, también la proyección de unas películas, pero si gustan

esperar un momento más, les confirmo”, nos dice amablemente la joven

mujer.

Nuestra paciencia y esperanza comienza a decaer cuando pasa media

hora de nuestra llegada, y, naturalmente, comenzamos a perder la esperanza

de conseguir entrevista alguna con el mediador. Justo cuando decidimos

rendirnos y marcharnos en busca de otra Sala, llega el mediador Alfredo, de

29 años; joven aunque de apariencia mayor, estatura baja y tez morena,

originario de Chiapas, a quien le otorgaron una beca en el Claustro de Sor

Juana para estudiar Escritura y Literatura.

Notamos a algunos niños esperando su llegada y a otros más llegando

a penas al mismo tiempo que él. Cuando ven a Alfredo llegar, sonríen y se

acercan al espacio donde, al parecer, acostumbran reunirse. Hay sillas de

varios tamaños y colores, cada niño elige una y se sienta.

Esta Sala de Lectura, a diferencia de la de “El Juglar”, cuenta con un

espacio amplio y adornado, hay diferentes tipos de mesas y un par de

libreros, sillas giratorias con las que los niños y las niñas dan vueltas y

juegan; se nota desde lejos que es un espacio infantil.

Se hace un pequeño círculo, para que, dentro de él, los niños puedan

sentarse de la manera más cómoda que elijan; algunos se sientan en parejas,

otros solos. Parece que los pequeños y pequeñas esperan durante toda la

semana poder venir a esta actividad.

Hay un pequeño librero donde aparecen varios títulos infantiles de la

editorial Conaculta, cada quien puede tomar el que más le llame la atención,

nosotros tomamos uno también, el de “Las mil y una noches”.

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No parece nada fácil, al ver a Alfredo, ser un mediador de lectura

infantil. Nos presentamos con todos y hacemos un salido general; tampoco

parecen impresionadas, “ya sabemos quienes son”, nos dice mirándonos a

los ojos y con un aire misterioso una niña. Alfredo pide a las 5 niñas que se

encuentran presentes que tomen algún libro que les llame la atención y lo

hojeen; ellas hojean varios ejemplares y los que más parecen llamarles la

atención son aquellos libros que contienen imágenes. El mediador no las

obliga en ningún momento a leer o a seguir un rigor, “trato de que se

involucren con los libros de manera espontánea”, nos comenta después.

Al pasar unos veinte minutos Alfredo les pregunta que qué han visto,

pero ellas parecen no estar muy concentradas en la actividad; en vez de

contestarle, siguen riendo y platicando entre ellas.

Una señora, que no estamos seguros de dónde salió porque no parece

ser la madre de ninguna de las niñas ni trabajar ahí, se acerca al círculo con

un libro muy bonito en las manos, comienza a leernos y mostrarnos las

imágenes a todos y todas. “El pescado y el anillo” es el nombre del cuento.

Lo relata de una manera tan entretenida y maternal que inmediatamente,

como por arte de magia, disminuye el ruido y se escucha uno que otro

suspiro. Las niñas cambian su actitud y se emocionan muchísimo, ahora

todas quieren leer un relato.

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Nos acercamos a ellas y preguntamos sus edades: la más pequeña

tiene 8 años y la más grande tiene 12. Nos cuentan que les gusta asistir

porque es el único lugar donde pueden reunirse con sus amigas.

Daniela de 10 años, a un mes y unos días de los 11, nos platica que le

gusta leer “porque leer es como volar”, nos intriga su respuesta y saber si

siempre le ha gustado esta actividad, ella responde que sí, que le gusta

mucho leer y que es una actividad que realiza desde pequeña.

Finalmente cuando logramos robarle unas palabras a Alfredo, le

preguntamos de dónde es originario, él nos comenta que de Chiapas, que

ahí se dedicó durante más de cuatro años a una Sala de Lectura que él fundó

y donde siempre buscaban diversas actividades para llamar la atención de

las personas, desde cantar canciones por las calles, hasta traducir, incluso,

los cuentos y relatos. “Yo vivía en una comunidad chol y no todos sabían

hablar español” nos menciona Alfredo, “me impresiona que la gente se

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interese más y más por la lectura, para mí es muy importante estar seguro

de que más que cambiar el mundo, no hay que permitir que él te cambie a

ti.”

“Sé que me falta un largo camino por recorrer como mediador, sin

embargo disfruto la labor que realizo y me gusta mucho trabajar con los

niños. Es muy complicado establecer reglas dentro de este espacio, la

escuela nos marca para siempre y nos obliga hacer cosas que no nos

agradan, nos enseñan a leer textos que muchas veces ni siquiera nos

interesan, a veces hasta suelo leer más otras cosas que las que me dejan en

la escuela”. Para él la educación que se imparte no es la más adecuada, aún

así comenta que es necesario motivarle a la gente, sobre todo a los niños, la

lectura, porque son los que apenas se están desarrollando y tienen el cerebro

más fresco. Sobre el tiempo de las salas de lectura dice que no es posible

hacer que duren específicamente dos horas, en realidad depende de “las

ganas que traigan los niños y el interés que expresen.”

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Se leen un par de cuentos más antes de que se de por terminada la

sesión y después las madres y los hijos e hijas se despiden de Alfredo,

recordándole verlo el siguiente jueves a la misma hora.

Alfredo se despide sonriendo de todos ellos y de nosotros.

Con estas visitas tan distintas -casi en los extremos- a este par de Salas

de Lectura, confirmamos lo que nos dijeron y leímos en varias ocasiones al

investigar sobre el tema: “Cada sala de lectura es diferente”, pero tantas

diferencias en las Salas de Lectura ponen en duda la solidez del proyecto

creado por Conaculta a nivel nacional. Los cuadernos de lectura para

mediadores junto con el acervo base de libros, se utilizan poco y la

vinculación entre salas, que podría ser enriquecedora gracias a estas mismas

diferencias, es casi nula. Introducir el término “libertad” para definir a las

Salas de Lectura podría ser engañoso, ya que la libertad, a nuestro parecer,

recae más en el mediador que en los miembros (niños, adolecentes o

adultos) y este o esta no parecen del todo mediadores per se, sino líderes de

un grupo enfocado en dar a conocer libros a un grupo de personas.

Los individuos que asisten a estas llamadas “charlas” de lectura, sin

embargo, parecen satisfechos con su respectiva Sala, -por algo están ahí-,

pero notamos en ambas que son pocos los que asisten a ellas y que el

porcentaje de mujeres es más que el doble, que de hombres; sería bueno

preguntarnos el por qué y dejar abierta la pregunta para debatir y/o

investigar.

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Es casi obvio que exista una gran diferencia en el manejo de una sala

de lectura para adultos, que de una para niños, pero, de nuevo, ¿por qué? A

nuestro parecer los papeles están invertidos. En el caso de “El Juglar”, la

mediadora utiliza métodos que utilizan los maestros de primaria para

mantener al grupo atento y con un margen planeado y estricto de cosas por

hacer (no estamos mencionando que eso no funcione); en cambio en “La

Nana”, el mediador deja a los niños y niñas interesarse solos y poner

atención a las lecturas cuando existe un fuerte interés.

La variedad de Salas de Lectura podría ser enriquecedora para hacer

crecer el índice de lectores y lectoras en México, sin embargo la falta de

información sobre ellas hace difícil que la gente se entere de su ubicación,

sus formas de trabajo, sus horarios, etc.

Sin duda es un proyecto interesante y a pesar de que en ciertos

aspectos parece débil, puede ser pulido, crecer, mejorar y salir adelante.

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Mediador, un trabajo

recompensado con

experiencias

Lo sepamos o no, a temprana edad desarrollamos habilidades y

descubrimos gustos que más adelante algunas personas podrán incluir en su

vida, al punto de convertirlos en su vocación. Éste es el caso de Gabriela Torres,

una mujer de alrededor de 50 años, pelo canoso, gestos amables, parlanchina

y alegre, que nos recibió de manera muy atenta y cordial en la Sala de Lectura

La Miel de las cosas, ubicada en el Parque Las Vizcaínas en el Distrito Federal,

en la cual ella es mediadora, labor que demuestra realizar con orgullo, además

de ser Licenciada en Ciencias de la Computación, gracias a lo cual

desempeña su labor como programadora informática.

“Yo leo prácticamente desde los 3 años, ya que estaba

enferma de hepatitis, entonces tenía mucho tiempo libre y estaba sola

en mi recámara por lo que mi mamá, para entretenerme, me

acercaba toda clase de cosas y, de repente, me dio un volumen de

una edición de El Quijote para niños. El momento en el que aprendes

a leer te cambia la vida y te cambia el mundo.” Nos comenta Gaby

sobre su primer acercamiento con los libros.

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Pero antes de continuar, definiremos qué es una Sala de Lectura y un

mediador de ésta. Según el tríptico Salas de Lectura de CONACULTA:

“una sala de lectura es un espacio donde cualquiera, a cualquier

hora, puede sentarse con un libro […] La forma en que funciona y

opera una sala de lectura es muy sencilla. Lo más importante es que

haya un voluntario(a) que quiera compartir libros y conversaciones

con los integrantes de su comunidad. Luego se requiere un espacio

físico donde pueda reunirse un grupo de personas de cualquier edad,

a leer, conversar, debatir y compartir todo aquello que descubren a

través de sus lecturas.”

Sobre los mediadores dice:

“El mediador de la Sala de Lectura es quien ofrece su tiempo para

formarse y profesionalizarse en su tarea para promover la lectura; es

quien invita, acompaña, propone, asesora y está dispuesto a

compartir, conversar, responder preguntas, orientar, comentar e

incluso a debatir con los asistentes a la sala. En términos muy generales

el mediador es mayor de edad, de preferencia con educación

básica.”

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Gabriela Torres. Contándonos la experiencia de ser mediadora de La miel de las cosas.

Al comparar las definiciones que nos da CONACULTA, nos percatamos de

que una sala de lectura, involucra mucho más, porque puede cambiar no sólo

a las personas que tienen contacto directo con ella, sino también a su entorno,

cómo pudimos observar en el Parque de las Vizcaínas, ya que a pesar de que

éste en la noche se llena de cartones, y se convierte en un lugar dónde varias

personas pernoctan, cuando nosotras acudimos a realizar ésta entrevista, el

parque tenía juegos que parecían prácticamente nuevos, era un espacio

limpio y armónico en donde incluso jugaban niños aunque era de noche.

Gaby nos relató cómo se han dado los cambios de manera gradual y la forma

en que ésta ha incidido para cambiar la realidad de este lugar que años atrás

podría haber se comparado con un basurero.

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“Nosotros nos empezamos a poner y casi nos pasaban las ratas aquí,

olía a perro, a cadáver de perro, o sea era un jardín feo, lleno de

maleantes, oscuro. Todo ha ido caminando; primero limpiaron el

basurero, pusieron plantitas, siguiente paso, empezaron a componer

las primeras luminarias, las que están al centro, las compusieron.

Después pusieron los juegos y después ya pusieron estas de la calle,

estos son como de hace un mes, estos postes. Entonces ha sido un

proceso en el cual la propia comunidad empieza a salir o sea yo me

empecé a poner aquí y no se si vieron hace rato a un señor que llego

a llenar sus cubetas de agua, son los franeleros del estacionamiento. Al

principio con ellos era “Oiga no le vayamos a mojar sus libros eh?,

¿Porqué mejor no se pone en otro lado?” y fue un proceso así como

de irse ganando a la gente, de ver lo que haces, después ellos mismos

decían “Güerita, ¿en qué le ayudo?” y ahorita ya saben que a la hora

que estoy yo no me vienen a molestar; no vienen a quitar ni a mi ni a la

gente ni a mis libros para llenar sus cubetas, se provisionan desde antes

y es lo mismo, es ir como ganando espacios; hay gente que ya sale a

jugar el futbol, a pasear, ves parejitas, ves otro tipo de dinámicas. Le

empiezas a restar espacio al narco, a los rateros. Hubo una vez que era

aquí una corretiza de policías contra unos muchachos que la habían

arrebatado el bolso a alguien en la otra cuadra entonces es la

apropiación de espacios que se genera por la propia comunidad a

raíz de una acción. Yo no he tenido que ver, yo no he gestionado los

juegos pero la gente ve que estoy aquí y que pueden venir niñitos de

las vecindades a llevarse libros. Es una cosa maravillosa, vienen

chavitos así de 5, 6 años y dicen “¿Qué me trajiste ahora?” y se llevan

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libros y me dicen “¿Puedo llevar uno para mi mamá?” porque la

mamá está por allá haciendo quesadillas. Hay una muchacha que

viene no hace mucho, tiene como un mes, que trae su bicicleta con su

canasta de pan, y nada más viene por su libro, o sea no se queda a

todo este rollo de la Sala, pero al menos dices bueno se está llevando

un libro cada 15 días.”

Cine de noche. Actividad en La miel de las cosas.

El Programa Nacional Salas de

Lectura inició hace 16 años como

un primer acercamiento a

engrandecer la cultura lectora.

Desde entonces el programa ha

crecido tanto que en 2011

CONACULTA solicitó a la UAM

Xochimilco, certificar el Diplomado

para la Profesionalización de

Mediadores de Lectura, éste es

parte de un esquema de formación

permanente que busca la

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capacitación de mediadores para

la mejora de su quehacer y para

que realicen su trabajo con mas

seguridad, satisfacción y confianza,

lo que hemos visto en los

mediadores a los que tuvimos el

placer de visitar. Es en general, un

ambiente agradable, creado por

los mediadores, personas amantes

de la lectura y de los libros, que

buscan compartir esta actividad

con otras personas.

Los propósitos generales que tiene

este diplomado son el

mejoramiento permanente de las

salas, divulgar éste programa y la

gestión cultural, además de dar a

conocer a los mediadores un

esquema que les permita realizar su

trabajo con confianza de manera

creativa y libre. En la revista Leer en

común de los meses noviembre y

diciembre del año pasado, que se

encuentra en el boletín del PNSL,

proporciona la siguiente

información:

“Hace 17 años, la Dirección General de Publicaciones (DGP), inició

esta novedosa manera de acercarse a las personas por medio de la

cultura escrita: Convocó a voluntarios de la sociedad civil para que en

sus comunidades, colonias, rancherías o ciudades se iniciaran como

promotores de lectura. Luego de una capacitación, CONACULTA

entregaba un acervo inicial de libros y así comenzaba a funcionar la

Sala en donde el mediador decidiera: su casa, el patio, el mercado,

un cementerio, etc. Esta libertad es una de las cualidades más

significativas del programa.”

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Pero una Sala de Lectura es más que un espacio para leer, ya que se

pueden realizar diferentes actividades culturales y de integración de la

comunidad: ver películas, escribir cuentos, representar obras de teatro,

actividades infantiles, para adultos y para personas de la tercera edad;

enfocadas a promover la lectura. Sobre esto Gaby nos comenta que:

“una sala de lectura es un espacio donde se propician actividades

sobre todo de democratización de la cultura en general. Todo gira en

torno al fomento de la lectura pero en una sala pueden ocurrir muchas

cosas. Igual aquí hemos hecho exposiciones de fotografía, textos

propios, lectura en voz alta. Lo que se propicia es el acercamiento

entre personas y el compartir historias, historias de vida y, bueno,

puede ser que a veces esas historias de vida salgan de los propios

libros; tú lees, prestas un libro pero de repente te sientes identificada

con ése libro, o reflejada con esa historia y la compartes con los

demás. ¿Qué es una sala de lectura? Pues un lugar en donde se

reúnen las personas a compartir quiénes son con los demás en torno al

eje del fomento a la lectura y al libro.”

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Acervo de libros de CONACULTA en Sala de Lectura La miel de las cosas.

PARALIBROS: una parada para leer

También platicamos con Adriana Díaz Peña, mujer de treinta años,

carismática, sonriente, cabello obscuro y anteojos. Es psicóloga de profesión

aunque no ejerce y es la encargada del Paralibros localizado en medio de las

áreas verdes de la Fonoteca Nacional, en donde nos recibió junto con más

de una decena de niños uniformados, de edades de cinco a siete años, que

gritaban y corrían a lo largo de todo el lugar, quienes acompañados de sus

maestras presentaban gran entusiasmo, además de hambre, porque éstos no

habían desayunado lo que los hacía mostrar un descontrol ante las actividades

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que Adriana preparó para ellos con el fin de introducirlos de manera didáctica

a la lectura.

Ésta actividad consistía en buscar pistas gráficas que se encontraban

escondidas en varios puntos de la Fonoteca Nacional con el objetivo de que

cuando las consiguieran todas, pudieran crear una historia, que nos resultó

bastante sencilla, sin embargo, la actividad logró capturar la atención de

cada uno de ellos. Después de haber conseguido su atención, Adriana

prosiguió con la lectura de un libro ilustrado con una historia corta y simpática.

Cuando ésta concluyó, les explicó que los libros que se encontraban en ese

lugar estaban a su disposición cuando quisieran, y los invitó a regresar.

El Paralibros asemeja una parada de camión donde las personas

pueden llegar y tomar cualquier título de los que ahí se encuentran. Están

ubicados en plazas, parques y otros espacios públicos. Cuentan con un acervo

de 365 libros (uno para cada día del año) y ofrecen el servicio de préstamo de

libros a domicilio. Es un espacio bastante amigable en dónde nos sentimos bien

recibidos y en confianza de hacer preguntas, tomar fotografías y hasta formar

parte de la actividad para niños que se estaba realizando en ese momento. El

espacio dónde colocaron el Paralibros está pensado para ser un lugar en

dónde se pueda leer tranquilamente, para así disfrutar de la lectura. Sobre su

Paralibros Adriana nos comenta:

“Yo decidí estar en

Paralibros porque, si había

conocido salas de lectura,

pero en eso surgió de un

conocido el nuevo

proyecto, me interesé pero

una cosa es un día y otra

cosa es seis días a la

semana, cuatro horas, sin

embargo, el contacto era

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mayor con las personas,

unas serán contacto de un

día, sin embargo, hay otros

que permanecen, esto fue

para mí un reto mayor. Me

dieron la oportunidad y al

estar en contacto con

diferentes personas fue lo

que me motivó más, ya que

tengo niños, ancianos,

jóvenes. Toda la lectura es

diferente y el impacto que

tienes sobre un niño es

distinto al de un adulto

mayor.”

Al preguntarle por qué

decidió ser mediadora, ella

contestó: “Decidí ser

mediador porque primero

me gusta la lectura,

siempre la he disfrutado,

tuve la fortuna de tener un

padre que sin presiones y

un ambiente de

cordialidad me introdujo a

este mundo. Cuando

estuve en contacto con mis

sobrinos en la primaria y vi

el acercamiento que tenían

con ellos a la lectura y

como no me gustó, en vez

de quejarme y decir “no

me gusta”, ¿qué puedo

hacer?, descubrí el

Programa Nacional Salas

de Lectura y decidí que a

través de las salas puedo

desde hacer talleres,

mediar tal como lo dice en

el libro; la persona, ser la

unión entre estos dos seres.

Y bueno, en vez de

quejarme decidí hacer algo

y llevar la lectura a más

personas.”

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Paradalibros en la Fonoteca Nacional.

Entrevistas online con mediadores de la república

Usando el internet y las redes sociales, logramos contactar a algunos

mediadores que se localizan en distintos lugares dentro de la República

Mexicana, para así conocer como son otras salas de lectura y sus experiencias

dentro de éstas. Gracias a las entrevistas realizadas logramos capturar lo

presentado anteriormente. Este es el caso de los siguientes mediadores:

Miguel Ángel Galindo Núñez, de Guadalajara, Jalisco, tiene veintiséis

años y es mediador, bibliotecario, profesor de secundaria, Licenciado en Letras

Hispánicas y encargado de Paralibros. Decidió ser mediador debido a su

formación de licenciado en ciencias hispánicas y la certificación de

CONACULTA le serviría para mejorar su nivel académico y curricular, además

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de que siempre le ha gustado promocionar la literatura y los servicios

bibliotecarios. Él define una sala de lectura como un espacio donde la gente

puede convivir e interactuar de forma libre pero el tema especial del lugar es

la lectura, porque todas las actividades y temáticas están dirigidas a fomentar

y desarrollar el habito lector.

Miguel Ángel es mediador de un Paralibros y también de una sala de

lectura, por lo que define ambos ambientes como diferentes. Ama ser

bibliotecario, desde los dieciocho comenzó a hacerlo. Los libros son su vida y el

hecho de que alguien se acerque a él preguntando por un libro, ya sea en

salas o en Paralibros, es una emoción de gusto. No ha dejado su sala para estar

en Paralibros pero afirma que cambia bastante de un ambiente a otro, ya que

en la sala es más lúdico y en el Paralibros es más un “referencista”.

En su Sala de Lectura llamada “d20” tiene de diez a quince personas, la

mitad son niños y la otra sus padres, tiene un área de pintura que es el gancho,

los papás terminan leyendo (es el grupo al que busca llegar), así los niños

asistirán luego a leer como ellos. Su Sala de Lectura está ubicada en el Parque

hundido Juan Pablo II en Jalisco.

Nos gusta el hecho de que los mediadores puedan ponerle el nombre

que deseen a su Sala de lectura, por lo que le preguntamos a Miguel Ángel la

razón por la que le puso d20, a lo que nos respondió: “El nombre d20 se refiere

a la abreviatura de un dado de 20 caras que es el más usado para los juegos

de rol, que combinan muy bien la fantasía, la narración oral y la literature.”

Él nos cuenta que su sala está ubicada en un parque por lo que es fácil

permanecer más tiempo en ella. En su Paralibros asisten tres usuarios

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recurrentes, los demás sólo usan el Paralibros como biblioteca, no se quedan a

leer. Algunas veces le preguntan por información de libros, en general, los

asistentes siempre están dispersos como se está en una estación de tren ligero.

Él atribuye esto a que la gente siempre va con prisa. Sin embargo, él sigue

pegando carteles en algunas calles y postes, con el fin de difundir las existencia

de su sala de lectura y su Paralibros, ya que para él, el fomento de la lectura

resulta reconfortante además del reconocimiento de su nombre como alguien

que promociona la lectura.

Ambiente de tranquilidad en la Sala de Lectura d20

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Scarlet Íñiguez González de 19 años, originaria de Guadalajara, Jalisco,

estudiante de la licenciatura en Letras Hispánicas de la Universidad de

Guadalajara y mediadora, dirige su Sala de Lectura en la cochera de su casa,

define una sala de lectura como un espacio en el que se comparte literatura,

experiencias de lectura, formas de lectura y más. Ella decidió ser mediadora ya

que sentía que en su comunidad había mucha falta de espacios dónde leer y

lo más importante, qué leer. Los niños del lugar donde habita, dedicaban sus

tardes a hacer destrozos en las casas de los vecinos por diversión, por lo que

ella decidió después de haber sido parte de una sala de lectura, conformar la

propia y generar mas espacios en donde se pudiera impulsar la lectura,

enfocada hacia los niños, ella fue alentada por la mediadora de la sala a la

que asistía y por compañeros de ésta misma.

La gente que asiste a la Sala de Lectura Bodegón nunca es la misma, a

veces solo llega una persona, ha sido difícil, al principio no llegaba nadie. Sin

embargo, ahora, siempre hay alguien que asiste a la mayoría de las sesiones,

hay una niña a la que llaman Liz, que tiene apenas siete años de edad, el

primer día que llegó, le dijo que a ella no le gustaba leer, pero ahora sigue

asistiendo y llevándose los libros más ilustrados. Para Scarlet éste tipo de

experiencias definen su labor como mediadora como algo increíble, ya que

ver que la gente se emociona, se involucra y empieza a invitar a más gente, la

hacen sentir que esto de verdad les gusta y considera como una necesidad

para la mente y la vida personal, el que la gente lea, la literatura cambió su

forma de ver el mundo y ella quiere que esto le suceda a todas las personas a

su al rededor, por lo que continuará con su labor y a pesar de que la afluencia

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se vaya dando de manera paulatina, ella continuará promoviendo su sala vía

Facebook, con carteles en su barrio y de boca en boca.

Iniciando un buen hábito. Niños en Sala de Lectura Bodegón.

EXPERIENCIAS

De acuerdo a las experiencias que pudimos retomar de los mediadores

entrevistados, podemos concluir diciendo que es un labor sumamente

enriquecedor, que no genera mas que satisfacción, sin embargo, “No todo lo

que brilla es oro”, por lo que algunos de los mediadores nos cuentan cuáles

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han sido sus dificultades dentro de esta bella labor. Gaby nos cuenta sobre

esto:

“Cuando recién empecé con lo de la sala se acercaron los policías a

decirme que qué vendía yo, y pues no estoy vendiendo los libros. Me

dijeron “no pues es que necesitamos un permiso”, y yo dije “no, pues

permiso de qué?” y bueno después de mucho batallar resulta que

tengo un permiso de espectáculo en la vía pública. Expedido por la

Delegación Cuauhtémoc. Fue una odisea terrible conseguirlo.

CONACULTA no me ayudó porque yo como mediadora soy sociedad

civil independiente, o sea no existe ninguna carta, relación o

reconocimiento, lo único es, el compromiso del acervo, de ellos de

proporcionarme un acervo semilla y la capacitación pero de ahí en

fuera no se meten en ese tipo de cosas, o sea yo estoy aquí en el

parque porque yo elegí estar en el parque pero si yo estuviera en mi

casa no tendría ese problema entonces CONACULTA porqué se va a

meter?.”

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Compartiendo el amor por la lectura. Adriana Díaz Peña con una de sus habituales

usuarios.

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A pesar de las malas experiencias, accidentes o incidentes que

ocurren en temporada de lluvias, que ocasionan que los asistentes se

socorran bajo la lluvia, apresurados cuidando sus libros, Gaby rescata la

bueno y aprende de lo difícil.

Un problema en común que hemos encontrado entre los mediadores,

es la promoción de sus salas de lecturas, sin embargo la mayoría relata la

bueno, y ese es el caso de Miguel Ángel que nos cuenta, que él no tiene

algún problema por que disfruta mucho tener su sala de Lectura, a lo cual

añadió que el único inconveniente que había tenido, era El Patronato de

Colonos que en un principio lo trataban como si hubieran sido sus jefes,

pero quienes después de un tiempo incluso le han brindado un baño.

Adriana, mediadora de Paralibros ubicado en la Fonoteca Nacional

cuenta como lo que mas la llena de ésta experiencia el poder cambiar

paradigmas de los nuevos lectores, y ejemplifica esto con el caso de un

policía que es encargado de resguardar la seguridad de la fonoteca

Nacional, ella nos relata como al principio éste no leía nada, se acerco a

ella con desdeño y nada mas para hacer plática, le comento que no había

terminado nunca ni un libro y que para él era difícil la lectura, sin embargo

después del primer acercamiento a ésta y ver como Adriana, en lugar de

señalarlo, o cuestionarlo sobre lo que se trataba el libro a modo de

examen, únicamente se interesaba con la relación que éste tenía con el

libro, poco a poco fue tomando confianza y ahora es uno de sus usuarios

mas constantes, lee entre uno y dos libros al mes. Adriana a incidido no sólo

en las personas que frecuentan la fonoteca nacional y su Paralibros, sino

también en las personas que trabajan y conforman el personal de la

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Fonoteca, Adriana nos cuenta esto con una sonrisa en la cara y suelta una

pequeña carcajada, cuando menciona a uno que otro que se le resiste.

Menciona que seguirá insistiendo y finalmente pide amablemente las

fotografías obtenidas para subirla a su página de Paralibros, a demás de

mencionar que quiere mostrárselas a “su jefe”, que en este caso es el

encargado del PNSL.

Para concluir nosotras creemos que es importante resaltar el hecho

de que, aunque CONACULTA haya creado el PNSL, los mediadores son los

que hacen que una sala de lectura sea posible porque son los encargados

de darle una buena difusión, proporcionar actividades y lo más importante,

que es crear un agradable y armónico ambiente para que la gente que va

a una sala de lectura, regrese después con ganas de leer cada vez más y

así, ellos puedan cumplir su objetivo de compartir su amor por la lectura,

crear nuevos lectores, impulsar a los mas asiduos y generar pequeños

cambios en la vida de los demás, ya que cómo cada uno menciono “Los

libros cambian la vida”.