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Nancy Fraser

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  • Repensar el mbito pblico : una contribucin

    a la crtica de la democracia realmente existente*

    Nancy Fraser

    Introduccin

    H

    oy en da, en los Estados Unidos se hace mucha alharaca so-

    bre el "triunfo de la democracia liberal" y hasta sobre "el fin de

    la historia" . An as, hay mucho que objetar en torno a nues-

    tra propia "democracia realmente existente", y el proyecto para la for-

    mulacin de una teora social crtica sobre los lmites de la democracia

    en las sociedades capitalistas tardas sigue siendo tan relevante como

    siempre . De hecho, a m me parece que este proyecto ha adquirido una

    nueva urgencia en un momento en el que la "democracia liberal" es en-

    comiada como el non plus ultra de los sistemas sociales para los pases que

    estn emergiendo del socialismo de estado al estilo sovitico, de las dic-

    taduras militares latinoamericanas y de los regmenes sudafricanos de

    dominacin racial .

    Aquellos de nosotros que sostenemos el compromiso de teorizar

    sobre los lmites de la democracia en las sociedades capitalistas tardas

    encontramos en el trabajo de Jrgen Habermas 1 un recurso indispensa-

    "Este ensayo apareci enHabermas and the Public Sphere, ed. Craig Calhoun (Cam-

    bridge, MA: M

    .IT Press.1991). La autora est muy agradecida

    con Craig Calhoun, Joshua

    Cohen,Tom McCarthy, Moishe Postone, Baukje Prins, David Schweikart y Rian Voet

    por

    sus tiles comentarios. Tambin obtuvo gran beneficiode la inspiracin y el estmulo

    de

    los participantes en la conferencia"Habermas and the Public Sphere"

    que tuvo lugar en

    la University of North Carolina, Chapel Hill,septiembre de 1989. debate feminista

    agradece

    a la autora el permiso para su reproduccin.

    'Jrgen Habermas,The Structural Transformation of the Public Sphere : An Inquiry into a

    Category of Bourgeois Society, t rad . d eThomas Burger con Frederick Lawrence (Cambridge,

    MA: The M .I .T Press, 1989).Para el uso ms reciente de la

    categora mbito pblico, ver

    23

  • debate feminista, marzo, 1993

    ble. Me refiero al concepto del "mbito pblico" que elabor original-

    mente en The Structural Transformation of the Public Sphere, fechado en

    1962, y que reubic, ms nunca abandon, en su obra posterior . La im-

    portancia poltica y terica de esta idea es fcil de explicar . El concepto

    de Habermas de mbito pblico proporciona una va para evitar algunas

    confusiones que han plagado a los movimientos sociales progresistas y

    a las teoras polticas asociadas con ellos . Tomemos por ejemplo el largo

    fracaso del ala dominante de la tradicin socialista y marxista para apre-

    ciar la fuerza total de la distincin entre los aparatos de estado, por un

    lado, y los terrenos pblicos del discurso y la asociacin ciudadana por el

    otro. Con demasiada frecuencia, en esta tradicin se asumi que some-

    terla economa al control del estado socialista era someterla al control de

    la ciudadana socialista . Por supuesto, esto nunca fue as. Pero la fusin

    del aparato del estado con el mbito pblico del discurso y la asociacin

    fueron un lastre para los procesos por medio de los cuales la visin so-

    cialista se institucionaliz en una forma estatista autoritaria, y no en una

    forma democrtico participativa. Como resultado se ha puesto en riesgo

    la verdadera idea de la democracia socialista .

    A pesar de que hasta ahora ha sido menos trascendental a nivel

    histrico, y ciertamente menos trgico, hay un segundo problema : la

    confusin con la que a veces nos topamos en los feminismos con-

    temporneos. Me refiero a una confusin que implica el uso de la

    mismsisma expresin "mbito pblico", pero en un sentido menos pre-

    ciso y menos til que el de Habermas. Esta expresin ha sido utilizada

    por muchas feministas para referirse a todo aquello que est fuera del

    mbito domstico o familiar. Por ende, con este uso el "mbito pblico"

    combina por lo menos tres cosas analticamente distintas : el estado,

    la economa oficial del trabajo asalariado y los espacios del discurso

    pblico . 2 No debe pensarse que la combinacin de estas tres cosas es

    Jrgen Habermas,The Theory of Communicative Action, vol

    . 2, Lifeworld and System : A cri-

    tique of Functionalist Reason, trad .d eThomas Mc Carthy (Boston :Beacon Press, 1987)

    . Para

    una discusin crtica secundaria sobre el usoposterior que hace

    Habermas del concepto,

    verNancy Fraser "What's Critical about Critical Theory? The case of Habermas and Gen-

    der," in Fraser,Unruly Practices

    : Power, Discourse and Gender in Contemporary Social Theory

    (University of Minessota Press, 1989) .

    2A lo largo de este escritome refiero a los lugares de

    trabajo pagados, merca-

    dos, sistemas de crdito etc.como "instituciones del sistema oficial-econmico" para as

    evitar la implicacin androcntrica deque las instituciones domsticas no son

    tambin

    "econmicas". Para la discusin sobre este tema, ver

    Nancy Fraser "What's critical about

    24

  • una cuestin "meramente terica". Por el contrario, tiene consecuen-

    cias prctico-polticas; por ejemplo, cuando se confunden las campaas

    de agitacin contra manifestaciones culturales misginas con programas

    para la censura del estado, o cuando las luchas para quitarle el carcter

    privado al trabajo domstico y al cuidado de los hijos son igualadas con

    su mercantilizacin . En ambos casos, el resultado es el de obstruir la pre-

    gunta de si el supeditar los asuntos de gnero a la lgica del mercado o

    del estado administrativo es promover la liberacin de las mujeres .

    La idea del "mbito pblico" en el sentido de Habermas es un re-

    curso conceptual que puede ayudar a superar problemas como estos . Le

    designa a las sociedades modernas un teatro en el que la participacin

    poltica es representada por medio del habla . Es el espacio en el que los

    ciudadanos deliberan sobre sus asuntos comunes ; por lo tanto, es un

    terreno de interaccin discursiva . Este espacio es conceptualmente dis-

    tinto del estado; es un sitio para la produccin y circulacin de discur-

    sos que en principio pueden ser crticos del estado . El mbito pblico

    en el sentido de Habermas es tambin conceptualmente distinto de la

    economa oficial ; no es un terreno de relaciones de mercado, sino ms

    bien de relaciones discursivas: un teatro para debatir y deliberar, ms

    que un lugar para comprar y vender . Por consiguiente, este concepto

    de mbito pblico nos permite mantener a la vista las diferencias entre

    aparatos de estado, mercados econmicos y asociaciones democrticas .

    Diferencias que son esenciales para la teora democrtica .

    Por estas razones, tomar como premisa bsica para este ensayo

    que la teora social crtica y la prctica poltica democrtica requieren

    de algo semejante a la idea del mbito pblico de Habermas . Asumo

    que ningn intento para entender los lmites de la democracia capitalista

    tarda realmente existente en la actualidad puede tener xito si no utiliza

    esta idea de una manera u otra . Asumo tambin que se puede aplicar lo

    mismo a los esfuerzos constructivos que se necesitan con urgencia para

    proyectar modelos alternativos de democracia .

    Si se acepta que la idea general del mbito pblico es indispensable

    para la teora crtica, entonces voy a continuar con la argumentacin de

    que la forma especfica en la que Habermas ha elaborado esta idea no

    es completamente satisfactoria . Sostengo por el contrario que su anlisis

    del mbito pblico necesita someterse a un cuestionamiento crtico y a

    Critical Theory? The case of Habermas and Gender",op. cit.

    25

    Nancy Fraser

  • debate feminista, marzo, 1993

    una reconstruccin si es que va a producir una categora con la que se

    pueda teorizar sobre los lmites de la democracia realmente existente .

    Djenme recordarles que el subttulo de La transformacin estruc-

    tural es "Una investigacin hacia una categora de la sociedad bur-

    guesa". El objeto de estudio es el surgimiento y la cada de una forma

    histricamente especfica y limitada del mbito pblico que Habermas

    llama "el modelo liberal del mbito pblico burgus". Su finalidad es la

    de identificar las condiciones que hicieron posible este tipo de mbito

    pblico y trazar su desarrollo retrgrado . El argumento que da como

    conclusin es que, bajo las condiciones alteradas de "la democracia ma-

    siva de estado benefactor" del siglo XX tardo, el modelo burgus o libe-

    ral del mbito pblico ya no es factible. Se requiere a algn nuevo tipo

    de mbito pblico para salvaguardar la funcin crtica de ese espacio y

    para institucionalizar la democracia .

    Extraamente, Habermas se detiene en seco ante la necesidad de

    desarrollar un nuevo modelo post-burgus del mbito pblico . Ms

    an, nunca problematiza explcitamente algunas conjeturas dudosas

    que sustentan al modelo burgus . Como resultado, al final de La transfor-

    macin estructural nos quedamos sin una concepcin del mbito pblico

    lo suficientemente distinta de la concepcin burguesa como para cubrir

    las necesidades de la teora crtica de hoy .

    Esa es, en todo caso, la tesis que pretendo defender . Para estable-

    cer mi punto de vista, proceder de la siguiente manera : en la primera

    seccin empezar por yuxtaponer la relacin que hace Habermas de la

    transformacin estructural del mbito pblico y la relacin alternativa

    que puede ser armada por medio de algunos materiales de la historio-

    grafa revisionista reciente. Despus identificar cuatro supuestos que

    sustentan la concepcin burguesa del mbito pblico como lo describe

    Habermas, y que esta nueva historiografa pone en duda . Despus, en

    las siguientes cuatro secciones, examinar cada uno de estos supuestos.

    Para finalizar, en una conclusin breve reunir algunos de los cabos suel-

    tos de estas discusiones crticas que apuntan hacia una concepcin post-

    burguesa alternativa del mbito pblico .

    26

  • Nancy Fraser

    El mbito pblico: historias alternativas, concepciones en competencia

    Permtanme empezar por delinear algunos rasgos relevantes del re-

    lato que hace Habermas de la transformacin estructural del mbito

    pblico. Segn Habermas, la idea del mbito pblico es la de un grupo

    de "personas privadas" reunidas para discutir asuntos de "preocupacin

    pblica" o "inters comn" . Esta idea adquiri fuerza y realidad en la

    joven Europa moderna al ser constituidos los "mbitos pblicos burgue-

    ses" como contrapeso de los estados absolutistas . Estos grupos pblicos

    pretendan mediar entre la "sociedad" y el estado sosteniendo al estado

    como responsable de la "sociedad" por la va de lo pblico . En un prin-

    cipio, esto signific que se requera que la informacin acerca del fun-

    cionamiento del estado se hiciera accesible para que as las actividades

    del estado fueran sujetas al escrutinio crtico y a la fuerza de la "opinin

    pblica" . Ms adelante, signific transmitir el considerado "inters

    general" de la "sociedad burguesa" al estado por medio de formas de

    libertad de expresin, libertad de prensa y libertad de asociacin garan-

    tizadas legalmente y, poco a poco, por medio de las instituciones parla-

    mentarias de un gobierno representativo .

    Por consiguiente, en cierto nivel, la idea del mbito pblico de-

    signaba un mecanismo institucional para "racionalizar" la dominacin

    poltica al volver a los estados responsables ante (una parte de) la ciu-

    dadana. A otro nivel, designaba un tipo especfico de interaccin discur-

    siva. Aqu, el mbito pblico tena la connotacin del ideal de una dis-

    cusin racional sin restricciones sobre los asuntos pblicos. La discusin

    deba de ser abierta y accesible para todos : los intereses meramente pri-

    vados eran inadmisibles; las desigualdades de estatus deban ser puestas

    entre parntesis, y los que discutan deban deliberar como iguales . El re-

    sultado de este tipo de discusin sera la "opinin pblica" en el fuerte

    sentido de consenso sobre el bien comn .

    Segn Habermas, el potencial utpico total de la concepcin bur-

    guesa del mbito pblico nunca fue ejercido en la prctica . En particu-

    lar, la demanda para abrir el acceso no fue alcanzada . Ms an, la con-

    cepcin burguesa del mbito pblico sentaba como premisa un orden

    social en el que el estado estaba claramente diferenciado de la nueva

    economa de mercado privatizada; era esta clara separacin entre "so-

    ciedad" y estado la que supuestamente iba a defender una forma de dis-

    cusin pblica que exclua los "intereses privados" . Pero finalmente es-

    tas condiciones se erosionaron cuando el estrato no burgus empez a

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  • debate feminista, marzo, 1993

    ganar acceso a este mbito pblico. Entonces, la "cuestin social" em-

    pez a destacarse; la sociedad estaba polarizada por la lucha de clases

    y el pblico se fragment en una masa de grupos de inters que com-

    petan entre s. Las manifestaciones callejeras y las reuniones informa-

    les en cuartos traseros, los compromisos hechos entre intereses privados

    y despus disueltos, sustituyeron al debate pblico razonado en torno

    al bienestar comn . Finalmente, con el surgimiento de la "democracia

    de masas del estado benefactor", la sociedad y el estado se entrelazaron

    mutuamente; lo "pblico"5 en el sentido del escrutinio crtico del es-

    tado, dio paso a las relaciones pblicas, a los despliegues escnicos de

    los medios masivos y a la manufactura y manipulacin de la opinin

    pblica.

    Ahora, permtanme yuxtaponer al trazo del relato que hace Haber-

    mas otro alternativo que unir con base en una reciente historiografa

    revisionista. Acadmicos como Joan Landes, Mary Ryan y Geoff Eley

    sostienen que el relato de Habermas idealiza el mbito pblico liberal .

    Arguyen que, a pesar de la retrica acerca de lo pblico y la accesibi-

    lidad en la que se apoyaba el mbito pblico oficial, era claro que sta

    en gran medida estaba constituida por un nmero de exclusiones signi

    ficativas. Para Landes, el eje clave de exclusin es el gnero; ella arguye

    que el ethos del nuevo mbito pblico republicano en Francia se cons-

    truy en oposicin deliberada a ese otro de una cultura de saln ms

    amigable hacia las mujeres, cultura que los republicanos estigmatiza-

    ban como "artificial","afeminada" y "aristocrtica" . Como consecuencia,

    se promovi un nuevo y austero estilo de discurso y comportamiento

    pblicos : un estilo considerado como "racional", "virtuoso" y "viril" . De

    esta manera, las construcciones masculinistas de gnero fueron edifi-

    cadas en la concepcin misma del mbito pblico republicano, as como

    la lgica que, en el apogeo del rgimen jacobino llev a la exclusin for-

    mal de la mujer de la vida poltica .' Aqu los republicanos utilizaron la

    tradicin clsica que considera que la feminidad y lo pblico son con-

    tradictorios; la profundidad de dichas tradiciones puede apreciarse en

    la conexin etimolgica entre "pblico" y "pbico" , 1 un grfico indicio

    3He elegido "lo pblico" para traducir el trmino publicity. [N . de la TI

    Joan Landes, Women and the Public Sphere in the Age of the French Revolution (Ithaca

    NY Cornell University Press, 1988) .

    5Para la relacin "public/pubic" (pblico/pbico) ver : Oxford English Dictionary

    (second edition,1989), en laentrada de "public" (pblico) . Para la relacin "testimony/testi-

    28

  • Nancy Fraser

    del hecho de que, en el mundo antiguo, poseer pene era un requisito

    para poder hablar en pblico. (Incidentalmente, un vnculo semejante

    se preserva en la conexin etimolgica entre "testimonio" y "testculo" .)

    El argumento de Landes es ampliado por Geoff Eley que sostiene

    que las operaciones de exclusin eran esenciales para los mbitos

    pblicos liberales no slo en Francia, sino tambin en Inglaterra y Ale-

    mania, y que en todos estos pases las exclusiones de gnero estaban vin-

    culadas a otro tipo de exclusiones que se enraizaban en los procesos de

    formacin de clase. En todos estos pases, afirma Eley, la tierra que nutra

    al mbito pblico liberal era la "sociedad civil", el nuevo cmulo emer-

    gente de asociaciones voluntarias que brotaron en lo que lleg a cono-

    cerse como "la edad de las sociedades". Pero esta red de clubes y aso-

    ciaciones -filantrpicas, cvicas, profesionales y culturales- era todo

    menos accesibles a cualquiera. Por el contrario, era el terreno, el rea de

    entrenamiento y, de una manera o de otra, la base de poder de un es-

    trato de hombres burgueses que empezaban a verse a s mismos como la

    "clase universal" y se preparaban para afirmar su capacidad para gober-

    nar . Por ende, la elaboracin de una cultura distintiva de sociedad civil

    y de un mbito pblico asociado estaba implicada en el proceso de la for-

    macin de la clase burguesa; sus prcticas y su ethos eran marcas de "dis-

    tincin" en el sentido de Pierre Bourdieu6 formas de definir a una lite

    emergente a la que, por un lado, se le separaba de las ms viejas lites

    aristocrticas a las que tena gran inters por desplazar, y por el otro, del

    diverso estrato popular y plebeyo al que aspiraba a gobernar . An ms,

    este proceso de distincin ayuda a explicar la exacerbacin del sexismo

    caracterstico del mbito pblico liberal; las nuevas normas de gnero

    que prescriban la domesticidad femenina y una marcada separacin en-

    tre los mbitos pblico y privado funcionaban como signos clave de la

    diferencia entre la burguesa y las clases tanto altas como bajas. El he-

    cho de que posteriormente estas normas se volvieran hegemnicas es

    un modo de medir el xito del proyecto burgus. Algunas veces estas

    cle" (testimonio/testculo)ver : Lucie White, "Subordination, Rhetorical Survival Skills and

    Sunday Shoes: Notes on the Hearing of Mrs. G .," Buffalo Law Review, vol .38, nm . 1(Win-

    ter 1990) p .6.

    6Pierre Bourdieu, Distinction: A Social Critique of the Judgement of Pure Taste(Cam-

    bridge, MA: Harvard University Press, 1979). Hay traduccin en espaol.

    29

  • debate feminista, marzo, 1993

    normas fueron impuestas sobre segmentos ms amplios de la sociedad'

    y otras veces fueron adoptadas por ellos . Ahora bien, existe una extraor-

    dinaria irona aqu, irona que el relato que hace Habermas sobre el as-

    censo del mbito pblico fracasa por completo en apreciar .' Un discurso

    de lo pblico que solicita accesibilidad, racionalidad y la suspensin de

    las jerarquas de estatus es tambin desplegado como una estrategia

    de distincin . Por supuesto que esta irona en y por s misma no compro-

    mete de modo fatal al discurso de lo pblico ; ese discurso puede ser y

    ciertamente ha sido desplegado de manera diversa en circunstancias

    y contextos distintos. A pesar de eso, s sugiere que la relacin entre

    lo pblico y el estatus es ms compleja de lo que Habermas insina .

    Declarar que un terreno deliberativo es un espacio donde las distin-

    ciones de estatus existentes se ponen entre parntesis y se neutralizan

    no es suficiente para conseguirlo.

    Todava ms, el problema no es solamente que Habermas ideali-

    ce el mbito pblico liberal, sino tambin que no pueda examinar otros

    mbitos pblicos no liberales, no burgueses, que compiten con el libe-

    ral y burgus. O ms bien, es precisamente porque no examina estos

    otros mbitos pblicos por lo que acaba idealizando el mbito pblico

    liberal.' Mary Ryan documenta las diferentes maneras en que las mu-

    jeres norteamericanas del siglo xix, que pertenecan a diversas clases so-

    ciales y etnias, construyeron vas de acceso hacia la vida poltica pblica,

    7Geoff Eley, "Nations, Publics, and Political Culture : placing Habermas in the Nine-

    teenth Century" en Habermas and the Public Sphere, ed Craig Calhoun. Ver tambin Leonore

    Davidoff y Catherine Hall, Family Fortunes : Men and Women of the English Middle Class, 1780-

    1850 (Chicago : The University of Chicago Press, 1987) .

    8Habermas s reconoce que el tema de la exclusin por gnero est relacionado con

    el cambio de los mbitos pblicos aristocrticos a los burgueses, pero, como he argumen-

    tado anteriormente, no se percata de las implicaciones totales de este reconocimiento .

    9No pretendo sugerir que Habermas desconoce la existencia de otros mbitos

    pblicos adems del burgus; al contrario, en su prefacio a Structural Transformation (p .

    xviii) indica explcitamente que su objeto de estudio es el modelo liberal del mbito pblico

    burgus y que por eso no discutir ni "el mbito pblico plebeyo" (que entiende como un

    fenmeno efmero que existi "slo un momento" durante la Revolucin Francesa) ni la

    forma "plebiscitaria-aclamatoria del mbito pblico reglamentada que caracteriza a las

    dictaduras de las sociedades desarrolladas altamente industrializadas". Mi punto es que,

    aunque Habermas reconoce que haba mbitos pblicos alternativos, asume que es posi-

    ble entender el carcter del pblico burgus pors solo y aislndolo de su relacin con otros

    pblicos en competencia . Esta posicin es problemtica . De hecho, como lo demostrar,

    un examen de la relacin del pblico burgus con otros pblicos contrarios alternativos

    desafa a la concepcin burguesa del mbito pblico .

    30

  • Nancy Fraser

    a pesar de su exclusin del mbito pblico oficial . En el caso de las mu-

    jeres burguesas de lite esto supuso crear una sociedad contra-civil de

    asociaciones voluntarias alternativas slo para mujeres, que incluan so-

    ciedades filantrpicas y de reformas morales . En algunos aspectos estas

    asociaciones imitaban a las sociedades slo para hombres creadas por

    los padres y abuelos de estas mujeres, pero en otros aspectos las mu-

    jeres estaban innovando ya que utilizaron creativamente los idiomas

    hasta entonces esencialmente "privados" de la domesticidad y la mater-

    nidad como trampolines para la actividad pblica . Mientras tanto, para

    algunas mujeres menos privilegiadas, el acceso a la vida pblica se dio

    a travs de la participacin en papeles de apoyo en las actividades de

    protesta de la clase trabajadora que estaban dominadas por los hom-

    bres. Otras mujeres encontraron tambin salidas pblicas en protestas

    callejeras y desfiles. Finalmente, las defensoras de los derechos de la mu-

    jer combatan pblicamente tanto la exclusin de la mujer del mbito

    pblico oficial como la privatizacin de la politica por gnero. 10

    El estudio de Ryan nos demuestra que, an en ausencia de la

    incorporacin politica formal a travs del sufragio, haba una gran va-

    riedad de maneras para tener acceso a la vida pblica y una multipli-

    cidad de terrenos pblicos . As que la visin de que la mujer estaba

    excluida del mbito pblico resulta ser ideolgica; se basa en una nocin

    de lo pblico con prejuicios de clase y de gnero . Una nocin que

    acepta aparentemente el reclamo del pblico burgus de que ellos son

    el pblico. De hecho, la historiografa de Ryan y otros demuestra que

    el pblico burgus nunca fue el nico pblico . Por el contrario, al mismo

    tiempo que el pblico burgus surgieron un sinnmero de pblicos con-

    trarios en competencia que incluan a los pblicos nacionalistas, pblicos

    populares de campesinos, pblicos de mujeres de la lite y pblicos de la

    clase obrera . As que desde el inicio haba pblicos en competencia y no

    nada ms a partir del siglo XIX tardo o del xx, como indica Habermas ."

    Por otra parte, adems de que siempre hubo una pluralidad de

    pblicos en competencia, las relaciones entre el pblico burgus y los

    otros pblicos fueron siempre conflictivas . Prcticamente desde un prin-

    cipio, los pblicos opuestos combatan las normas de exclusin impues-

    ' Mary P Ryan, Women in Public: Between Banners and Ballots, 1825-1880, (Baltimore :

    The John Hopkins University Press, 1990) y "Gender and Public Access: Women's Politics

    in Nineteenth Century America," en Habermas and the Public Sphere,ed. Craig Calhoun .

    '"Geoff Eley, "Nations, Publics, and Political Cultures."

    y

    31

  • debate feminista, marzo, 1993

    tas por el pblico burgus formulando estilos alternativos de compor-

    tamiento politico y normas alternativas de discurso pblico. A cambio,

    el pblico burgus, vituperaba estas alternativas y buscaba deliberada-

    mente bloquear una participacin ms amplia . Como dice Eley, "la emer-

    gencia de un pblico burgus nunca se defini solamente por la lucha

    contra el absolutismo y la autoridad tradicional, sino que . . . se diriga

    tambin al problema de la contencin popular . El mbito pblico siem-

    pre se constituy por el conflicto" . 12

    En general, esta historiografa revisionista sugiere una visin ms

    oscura del mbito pblico burgus que la que emerge del estudio

    de Habermas. Las exclusiones y los conflictos que en su perspectiva

    aparecan como trampas accidentales se vuelven constitutivos a los ojos

    de la visin revisionista . El resultado es un giro de gestalt 13 que altera el

    sentido del mbito pblico. No podemos seguir creyendo que la concep-

    cin burguesa de este mbito era simplemente un ideal utpico no rea-

    lizado; tambin era una nocin ideolgica masculinista que funcionaba

    para legitimar una forma emergente de dominio de clase . De este modo,

    Eley elabora una moral gramsciana de la historia : el mbito pblico

    burgus oficial es el medio institucional para una mayor transformacin

    histrica de la naturaleza de la dominacin poltica . Este es el giro de

    una modalidad represiva de dominacin a una hegemnica, del do-

    minio basado primordialmente en la anuencia con la fuerza superior,

    al dominio basado en el acuerdo complementado con alguna medida

    de represin ." El punto aqu es que esta nueva modalidad de domi-

    nacin poltica asegura, como la anterior, la habilidad de un estrato de

    la sociedad para dominar al resto. El mbito pblico 15 oficial, era -y cier-

    12Geoff Eley, "Nations, Publics, and Political Cultures."

    13

    Gestalt : concepcin, perspectiva. [N . de la T]

    14

    Dejo de lado la cuestin de si uno no debiera hablar aqu de consentimiento tout

    court o ms bien de "algo que se parece al consentimiento" o "algo que aparece como con-

    sentimiento" o "algo construido como consentimiento", para dejar abiertala posibilidad

    de diferentes grados de consentimiento.

    'SE mbito pblico produce consentimiento por medio de la circulacin de discur-

    sos que construyen el "sentido comn" del momento y que representan al orden existente

    como natural y/o justo, pero no simplemente como una artimaa impuesta. Ms bien, el

    mbito pblico en su forma madura incluye suficiente participacin y suficiente repre-

    sentacin de intereses y perspectivas mltiples para permitirles a la mayora de las per-

    sonas, la mayora del tiempo, reconocerse a s mismas en sus discursos. Las personas que

    finalmente estn en desventaja a causa de la construccin socialdel consentimiento se

    las arreglan aun as para encontrar en los discursos del mbito pblico representaciones

    32

  • Nancy Fraser

    tamente, es- el sitio institucional primordial para la construccin del

    acuerdo que define a la nueva modalidad hegemnica de dominacin .

    Ahora, qu conclusiones podemos sacar a partir de este conflic-

    to de interpretaciones histricas? Deberamos concluir que el mismo

    concepto de mbito pblico es una pieza de ideologa masculinista bur-

    guesa tan comprometida que no puede arrojar ninguna luz genuina-

    mente crtica sobre los lmites de la democracia realmente existente? O

    ms bien, deberamos concluir que el mbito pblico fue una buena

    idea que desafortunadamente no se concret en la prctica pero que re-

    tiene cierta fuerza emancipatoria? En suma, la idea del mbito pblico

    es un instrumento de dominacin o un ideal utpico?

    Tal vez es ambos. Aunque en realidad no es ninguno . Sostengo

    que ambas de esas conclusiones son demasiado extremas y rgidas como

    para hacerle justicia al material que he estado discutiendo. 16

    En lugar de

    respaldar cualquiera de las dos, quiero proponer una alternativa ms

    matizada. Argumentar que la historiografa revisionista ni socava ni

    tampoco reivindica "el concepto de mbito pblico" simpliciter, sino que

    pone en cuestin cuatro supuestos que son centrales para una concep

    cin -masculinista burguesa- especfica del mbito pblico, al menos

    como lo describe Habermas. Estos son :

    de sus intereses, aspiraciones, problemas de vida y angustias lo suficientemente cercanos

    para resonar con sus propias auto representaciones vividas, identidades y sentimientos .

    Su consentimiento hacia la dominacin hegemnica es asegurado cuando sus perspecti-

    vas culturalmente construidas son tomadas en cuenta y articuladas con otras perspectivas

    culturalmente construidas en los proyectos socio- polticos hegemnicos .

    16Aqu quisiera distanciarme de cierta lnea de argumentacin demasiado super-

    ficial que a veces se le hace a Habermas. Es la lnea que se refiere a que las funciones

    ideolgicas del mbito pblico en sociedades de clase, simplemente debilitan la nocin

    normativa como un ideal . Esto lo tomo como una conclusin errnea ya que siempre

    es posible responder que bajo otras condiciones, digamos, con la abolicin de las clases,

    gneros y otros penetrantes ejes de desigualdad, el mbito pblico dejara de tener esta

    funcin, y se convertira en la institucionalizacin de la interaccin democrtica . Ms an,

    como el mismo Habermas ha sealado, an en las existentes sociedades de clase la signifi-

    cacin del mbito pblico no est enteramente agotada por su funcin de clase. Al con-

    trario, la idea del mbito pblico tambin funciona aqu y ahora como una norma de in-

    teraccin democrtica que utilizamos para criticarlas limitaciones de los mbitos pblicos

    actualmente existentes . El punto aqu es que aun el relato revisionista y la teora grams

    ciana que nos hacen dudar del valor de la esfera pblica son posibles justamentepor ella.

    Es la idea de la esfera pblica la que provee la condicin conceptualde posibilidad para

    que la crtica revisionista efecte su realizacin imperfecta .

    33

  • debate feminista, marzo,1993

    1. El supuesto de que es posible para los interlocutores en un

    mbito pblico poner entre parntesis las diferencias de estatus y de-

    liberar "como si" fueran iguales socialmente ; por ende, este supuesto

    asume que la igualdad social no es una condicin necesaria para la de-

    mocracia poltica .

    2. El supuesto de que la proliferacin de una multiplicidad de

    pblicos en competencia est necesariamente ms lejos, y no ms cerca

    de una mayor democracia, y que un mbito pblico nico es siempre

    preferible a un nexo de mltiples pblicos.

    3. El supuesto de que el discurso en los mbitos pblicos debe

    restringirse a la deliberacin sobre el bien comn y que la aparicin

    de "intereses privados" y "asuntos privados" es siempre indeseable .

    4. El supuesto de que un mbito pblico en funciones requiere de

    una aguda separacin entre la sociedad civil y el estado .

    Djenme considerar cada uno de estos supuestos por separado .

    El acceso abierto, la paridad participativa y la equidad social

    El relato de Habermas sobre la concepcin burguesa del mbito pblico

    destaca el hecho de que es un sitio que est abierto y es accesible para

    todos. Ciertamente, esta idea de acceso abierto es uno de los significa-

    dos centrales de la norma de lo pblico. Por supuesto sabemos, tanto

    por la historia revisionista como por el relato de Habermas, que el ale-

    gato del pblico burgus de la accesibilidad completa nunca se logr en

    la realidad . Las mujeres de todas las clases sociales y etnias fueron ex-

    cluidas de la participacin poltica oficial precisamente sobre la base de la

    atribucin del estatus de gnero, mientras que los hombres plebeyos es-

    taban formalmente excluidos por requisitos de propiedades . Peor an,

    en muchos casos hombres y mujeres de etnias discriminadas y de to-

    das las clases sociales eran excluidos con base en fundamentos raciales .

    Ahora bien, qu haremos con este hecho histrico de que en

    la prctica no se efectuaba el ideal del mbito pblico burgus de ac-

    ceso abierto? Una posibilidad sera concluir que el ideal en s mismo

    permanece inalterado ya que en principio es posible superar estas ex-

    clusiones. Y, de hecho, slo era una cuestin de tiempo que estas exclu-

    siones formales basadas en gnero, propiedad y raza fueran eliminadas .

    34

  • Nancy Fraser

    Todo parece ser bastante convincente hasta donde vamos, pero no

    llega suficientemente lejos . La cuestin del acceso abierto no se puede

    reducir a la presencia o ausencia de exclusiones formales sin que quede

    un remanente. Requiere que observemos tambin el proceso de inter-

    accin discursiva dentro de terrenos pblicos formalmente inclusivos .

    Aqu, debemos recordar que la concepcin burguesa del mbito pblico

    exige poner entre parntesis las desigualdades de estatus . Este mbito

    pblico iba a ser un terreno en el que los interlocutores dejaran de lado

    caractersticas como diferencias de origen y fortuna y se hablaran los

    unos a los otros como si fueran iguales tanto social como econmicamen-

    te. La frase operativa aqu es "como si" . De hecho, las desigualdades en-

    tre los interlocutores no se eliminaron, slo se pusieron entre parntesis.

    Pero, realmente fueron puestas eficazmente entre parntesis? La

    historiografa revisionista sugiere que no. Ms bien, la interaccin dis-

    cursiva dentro del mbito pblico burgus estaba gobernada por medio

    de protocolos de estilo y decoro que eran a su vez correlativos y marcas

    de desigualdad de estatus . Funcionaban informalmente para marginar

    a las mujeres y a los miembros de las clases plebeyas y para impedir que

    participaran como iguales.

    Estamos hablando aqu de impedimentos formales a la paridad

    participativa que pueden persistir incluso despus de que toda la gente

    est formal y legalmente autorizada a participar . Que constituyen un

    reto ms serio a la concepcin burguesa del mbito pblico se puede

    ver en un ejemplo contemporneo muy conocido . La investigacin fe-

    minista ha documentado un sndrome que muchos de nosotros hemos

    observado en las juntas en las facultades y en otros sitios deliberativos

    donde hay miembros de los dos sexos : los hombres tienden a interrum-

    pir ms a las mujeres de lo que las mujeres interrumpen a los hom-

    bres; los hombres tienden a hablar ms que las mujeres, y se toman

    ms turnos y ms largos; las intervenciones hechas por mujeres son ms

    ignoradas o no respondidas que las de los hombres . Como respuesta

    al tipo de experiencias documentadas en esta investigacin, un impor-

    tante sector de la teora poltica feminista ha declarado que la delibe-

    racin puede servir como una mscara para la dominacin . Tericas

    como Jane Mansbridge han argumentado que "la transformacin del

    'yo' al 'nosotros' causada por la deliberacin poltica puede enmascarar

    fcilmente sutiles formas de control . Hasta el lenguaje que utiliza la

    gente al razonar en grupo usualmente favorece una manera de ver las

    35

  • debatefeminista, marzo, 1993

    cosas y desalienta otras. A veces los grupos subordinados no encuen-

    tran el tono o las palabras adecuadas para expresar sus pensamientos

    y, cuando lo hacen, descubren que no son escuchados. [Ellos] son si-

    lenciados, alentados a mantener incipientes sus deseos y obligados a

    escucharse decir 'si cuando lo que realmente han dicho es 'no"'

    . 17Mans-bridge nota acertadamente que muchas de estas visiones feministas so-

    bre las maneras en las que la deliberacin puede servir como mscara

    para la dominacin se extienden, ms all del gnero, hacia otros tipos

    de relaciones de desigualdad, como las basadas en clase o etnia . Nos po-

    nen sobre aviso respecto de las maneras en las que las desigualdades

    sociales pueden contaminar la deliberacin inclusive frente a la ausen-

    cia de cualquier exclusin formal.

    Aqu encontramos una dificultad muy seria en la concepcin bur-

    guesa del mbito pblico . Mientras poner entre parntesis las desigual-

    dades sociales dentro de la deliberacin quiera decir proceder como si

    no existieran, cuando en realidad s existen, no habr manera de fomen-

    tar la paridad participativa . Por el contrario, poner entre parntesis la

    desigualdad de esta manera usualmente funciona en beneficio de los

    grupos dominantes de la sociedad y en contra de los subordinados. En

    la mayora de los casos sera ms apropiado quitarle el parntesis a es-

    tas desigualdades en el sentido de hablarlas explcitamente como un

    tema -un punto que est de acuerdo con el espritu de lo que ms tarde

    Habermas llam "tica comunicativa" .

    La fe mal colocada sobre la eficacia de poner entre parntesis las

    desigualdades sugiere otra falla en la concepcin burguesa . Esta concep-

    cin supone que un mbito pblico es o puede ser un espacio de grado

    cero de la cultura, tan totalmente privado de cualquier ethos especfico

    como para acomodar con perfecta neutralidad e igual facilidad las inter-

    venciones que expresan cualquiera y todos los ethos culturales . Pero este

    supuesto va contra los hechos y no por razones meramente accidentales .

    En las sociedades estratificadas, los grupos sociales con poder desigual

    tienden a desarrollar estilos de vida desigualmente valorados . El resul-

    tado es el desarrollo de poderosas presiones informales que marginan

    las contribuciones de miembros de grupos subordinados tanto en los

    17Jane Mansbridge, "Feminism and Democracy,"The American Prospect,

    nm .1

    (Spring 1990) p .127

    36

  • Nancy Fraser

    contextos de la vida diaria como en los mbitos pblicos oficiales . 18 Ms

    an, estas presiones se amplifican en lugar de mitigarse por la particu-

    lar economa poltica del mbito pblico burgus . En este mbito, los

    medios de comunicacin que constituyen el apoyo material para la cir-

    culacin de opiniones estn en manos de dueos privados y se manejan

    para obtener ganancias. Consecuentemente, los grupos sociales subor-

    dinados usualmente carecen de acceso igualitario a los recursos mate-

    riales de la participacin igualitaria . 19 Por lo tanto la economa poltica

    refuerza estructuralmente lo que la cultura logra informalmente .

    Si tomramos estas consideraciones con seriedad, llegaramos a te-

    ner serias dudas acerca de una concepcin de mbito pblico que pre-

    tende poner entre parntesis desigualdades sociales estructurales en lu-

    gar de eliminarlas . Debemos de cuestionarnos si es posible, aunque slo

    sea como un principio, que los interlocutores deliberen como si fueran

    compaeros sociales iguales en terrenos discursivos especialmente de-

    signados cuando estos terrenos discursivos estn situados en un con-

    texto social ms amplio que est saturado de relaciones estructurales de

    dominacin y subordinacin .

    Lo que aqu est en juego es la autonoma de instituciones polticas

    especficas que se encuentran cara a cara con el contexto social que las

    rodea. Ahora, una caracterstica sobresaliente que distingue al liberalis-

    mo de otras orientaciones poltico-tericas es que asume la autonoma

    de lo poltico de manera muy firme . La teora poltica liberal asume que

    es posible organizar una forma democrtica de vida poltica con base en

    estructuras socio-econmicas y socio-sexuales que generan desigual

    dades sistemticas. Entonces, para los liberales el problema de la de-

    mocracia se convierte en el problema de cmo aislar los procesos po

    18En Distinction, Pierre Bordieu ha teorizado estos procesos de una manera brillante

    en trminos del concepto de "hbitos de clase" .

    19

    Como Habermas apunta, esta tendencia se exacerba con la concentracin de la

    posesin de los medios de comunicacin en las sociedades capitalistas tardas . Para ob-

    servar el excesivo incremento de concentracin en los Estados Unidos de Norteamrica a

    finales del siglo XX, ver :Ben H. Bagdikian, Pie Media Monopoly (Boston : Beacon Press,1983) .

    Esta situacin contrasta en algunos aspectos con los pases en donde la televisin es ope-

    rada por el estado y propiedad del mismo . Pero an all es dudoso que los grupos subor-

    dinados tengan igual acceso . Ms an, presiones poltico-econmicas han alentado la pri-

    vatizacin de los medios de comunicacin en varios de estos pases. En parte esto refleja

    los problemas de las cadenas televisivas del estado que tienen que competir por "partici-

    paciones de mercado" con los canales privados que transmiten el entretenimiento masivo

    que se produce en Norteamrica .

    37

  • debate feminista, marzo, 1993

    lticos de los procesos que son considerados como no polticos o pre-

    polticos, por ejemplo, aquellos caractersticos de la economa, la familia

    y la vida diaria informal . El problema para los liberales es, por lo tanto,

    cmo fortalecer las barreras que separan a las instituciones polticas que

    supuestamente ejemplifican relaciones de igualdad, de las institucio-

    nes econmicas, culturales y socio-sexuales que estn establecidas como

    premisa para relaciones sistmicas de desigualdad . 20 Pues el peso de las

    circunstancias sugiere que para poder tener un mbito pblico en el que

    los interlocutores puedan deliberar como iguales no basta simplemente

    poner entre parntesis las desigualdades sociales . En lugar de esto, es

    una condicin necesaria para la paridad participativa que las injusticias

    sociales sistmicas sean eliminad?s. Esto no quiere decir que todos de-

    ban tener exactamente los mismos ingresos, pero s requiere el tipo de

    igualdad aproximada que es inconsistente con las relaciones de domi-

    nacin y subordinacin sistmicamente generadas. Pace21 el liberalismo,

    la democracia poltica requiere de una igualdad social substantiva .22

    2D Este es el espritu detrs de, por ejemplo, las propuestas para las campaas

    electorales que financian reformas dirigidas a prevenir la intrusin de la dominacin

    econmica al mbito pblico . No es necesario sealar que, dentro de un contexto de des-

    igualdad social masiva es mucho mejor tener esta clase de reformas que no tenerlas. An

    as, a la luz del tipo de efectos formales de dominacin y desigualdad discutidos antes uno

    no debe de esperar mucho de ellas. La ms cuidadosa y reciente defensa de la visin liberal

    la hace alguien que en otros aspectos no es un liberal. Ver Michael Walzer, Spheres ofjust ice:

    A Defense of Pluralism and Equality (New York: Basic Books, 1983) . Otro acercamiento muy

    interesante ha sido sugerido por Joshua Cohen. En respuesta a un primer esbozo de este

    ensayo, l argua que las polticas diseadas para facilitar la formacin de los movimien-

    tos sociales, asociaciones secundarias y partidos polticos fomentaran ms ampliamente

    las polticas de paridad participativa que las polticas diseadas para lograr igualdad so-

    cial ya que, las ltimas requeriran esfuerzos redistributivos que acarrean "prdidas de

    peso muerto" . Yo apoyo definitivamente el tipo de polticas que Cohen recomienda as

    como su propsito ms general de una "democracia asociativa" -las secciones de este tra-

    bajo sobre los pblicos mltiples y pblicos fuertes defienden puntos de vista para arre-

    glos afines . An as, no estoy persuadida por el alegato d e que estas polticas pueden lograr

    la paridad participativa bajo condiciones de desigualdad social . A m me parece que esta

    es otra variante de la visin liberal de la autonoma de lo poltico que Cohen, en otras oca-

    siones dice rechazar . Ver Joshua Cohen, "Comments on Nancy Fraser's 'Rethinking the

    Public Sphere"',(manuscrito no publicado presentado en las juntas del American Philo-

    sophical Association, Central Division, New Orleans, April 1990).

    21

    Pace : "En paz con. . . " Se utiliza en el sentido de "Con permiso de. . . ", o "A pesar

    de. . . " . [N . de la T]

    22

    Mi argumento recurre a la an no superada crtica que hace Karl Marx al libera-

    lismo en la primera parte de "On the Jewish Question" . Por esto, la alusin a Marx en el

    38

  • Nancy Fraser

    Hasta ahora he argumentado que la concepcin burguesa del

    mbito pblico es inadecuada hasta donde supone que la igualdad so-

    cial no es una condicin necesaria para la paridad participativa en los

    mbitos pblicos. Qu es lo que se deriva de esto para una crtica a la

    democracia realmente existente? Una tarea para la teora crtica es hacer

    visibles las formas en que la desigualdad social contamina los mbitos

    pblicos existentes que son formalmente inclusivos y corrompe la inter-

    accin discursiva dentro de los mismos .

    Igualdad, diversidad y pblicos mltiples

    Hasta ahora he discutido lo que se podran llamar "relaciones intra-

    pblicas", es decir, el carcter y la calidad de las interacciones discur-

    sivas dentro de un mbito pblico dado . Ahora quiero considerarlo que

    podramos llamar "relaciones interpblicas", es decir, el carcter de las

    interacciones entre diferentes pblicos .

    Djenme empezar por recordar que el relato de Habermas hace

    hincapi en la singularidad de la concepcin burguesa del mbito pbli-

    co, en su exigencia por ser el mbito pblico, en singular . Adems, en

    este sentido su narrativo tiende a ser fiel a su concepcin, le asigna al

    surgimiento de pblicos adicionales el papel de un desarrollo tardo que

    se debe leer bajo el signo de la fragmentacin y la decadencia . Esta narra-

    tiva, entonces, como la concepcin burguesa misma, est inspirada en

    un supuesto evaluativo subyacente; en concreto, que el confinamiento

    institucional de la vida pblica a un solo mbito pblico dominante es

    un estado de cosas positivo y deseable, mientras que la proliferacin de

    una multiplicidad de pblicos representa un alejamiento de la democra-

    cia ms que un acercamiento hacia ella . Este supuesto normativo es el

    que quiero escudriar ahora. En esta seccin evaluar los mritos rela-

    tivos de la existencia de pblicos dominantes nicosversus la de pblicos

    mltiples en dos tipos de sociedades modernas: sociedades estratifica-

    das y sociedades igualitarias multiculturales . 11

    ttulo deeste ensayo.

    23 Miargumentacin en

    esta seccin est profundamente endeudadacon los co-

    mentarios perceptivos de JoshuaCohen sobre un primer esbozo

    de este ensayo en "Com-

    ments on Nancy Fraser's 'Rethinking the Public Sphere'" .

    39

  • debate feminista, marzo, 1993

    En primer lugar, permtanme considerar el caso de las sociedades

    estratificadas, es decir, sociedades cuya estructura institucional bsica

    genera grupos sociales desiguales en relaciones estructurales de do-

    minio y subordinacin . Ya he discutido que en sociedades como sta la

    paridad completa de participacin en el debate y deliberacin pblicos

    no est dentro del alcance de las posibilidades . La pregunta a formular-

    se aqu es, entonces, la siguiente: qu forma de vida pblica es la que

    ms se acerca a este ideal? Qu disposiciones institucionales podran

    ayudar de mejor manera a disminuir la brecha en la paridad participa-

    tiva entre los grupos dominantes y los subordinados?

    Sostengo que, en las sociedades estratificadas, las disposiciones

    que permiten la discusin entre una pluralidad de pblicos en com-

    petencia promueven mejor el ideal de la paridad participativa de lo

    que lo hace un pblico nico, amplio y dominante . Esto se desprende

    del argumento de la seccin anterior . All arg que no es posible ais-

    lar terrenos discursivos especficos de los efectos de la desigualdad

    social; y que, en donde persista la desigualdad social, los procesos de-

    liberativos en los mbitos pblicos tendern a operar para ventaja de

    los grupos dominantes y desventaja de los subordinados . Ahora quiero

    agregar que estos efectos se exacerbarn en donde haya un nico mbito

    pblico dominante. En ese caso, los miembros de los grupos subordina-

    dos no tendran terrenos para la deliberacin entre s, para discutir sus

    necesidades, objetivos y estrategias . No tendran ninguna jurisdiccin

    en la que pudieran llevar a cabo procesos comunicativos que no estu-

    vieran, como fuere, bajo la supervisin de los grupos dominantes. En

    esta situacin sera menos probable que en otros casos el que pudieran

    "encontrar el tono o las palabras adecuados para expresar sus pen-

    samientos", y ms probablemente que en otros casos que "mantuvieran

    incipientes sus deseos" . Esto los hara menos capaces que en otros casos

    de articular y defender sus intereses dentro del mbito pblico domi-

    nante. Seran menos capaces que en otros casos de poner al descubierto

    estilos de deliberacin que enmascaran la dominacin al "absorber a los

    menos poderosos en un falso'nosotros' que refleja a los ms poderosos" .

    Este argumento recibe apoyo adicional de la historiografa revi-

    sionista del mbito pblico que se ha hecho hasta ahora, incluyendo

    tendencias muy recientes . Esta historia registra que en repetidas oca-

    siones, los miembros de grupos sociales subordinados -mujeres, traba-

    jadores, personas de color, gays y lesbianas- han encontrado ventajoso

    40

  • Nancy Fraser

    constituir pblicos alternativos. Propongo llamarlos contra-pblicos sub-

    alternos para as poder sealar que son terrenos discursivos paralelos en

    donde los miembros de los grupos sociales subordinados inventan y ha-

    cen circular contradiscursos, que, al mismo tiempo, les permiten formu-

    lar interpretaciones de oposicin acerca de sus identidades, intereses y

    necesidades? Tal vez el ejemplo ms llamativo es el del contrapblico

    subalterno feminista de los Estados Unidos en la segunda mitad del

    siglo xx, con su abigarrada serie de peridicos, libreras, editoriales, ca-

    denas de distribuicin de pelculas y videos, series de disertaciones, cen-

    tros de investigacin, programas acadmicos, conferencias, convencio-

    nes, festivales y lugares de reunin locales . En este mbito pblico, las

    feministas han inventado nuevos trminos para describir la realidad so-

    cial. Entre ellos se incluyen los siguientes : "sexismo", "doble jornada",

    "hostigamiento sexual", y "violacin marital, violacin por compaero

    de cita o violacin por conocido" . Armadas con dicho lenguaje hemos

    reconstruido nuestras necesidades e identidades y de esta forma he-

    mos reducido, aunque no eliminad?, el grado de desventaja que tene-

    mos en mbitos pblicos oficiales?

    Permtanme no ser mal interpretada . No quiero sugerir que los

    contra-pblicos subalternos sean necesariamente virtuosos siempre; al-

    gunos de ellos, qu lstima!, son explcitamente antidemocrticos y an

    tiigualitarios; e inclusive aquellos con intenciones democrticas e igua-

    litarias no siempre dejan de practicar sus propias modalidades de ex-

    clusin y marginacin informal . A pesar de esto, mientras que estos

    contra-pblicos surjan como respuesta a las exclusiones dentro de los

    pblicos dominantes, ayudarn a expandir el espacio discursivo . En

    principio, supuestos que previamente estaban fuera de discusin ahora

    tendrn que ser argumentados pblicamente . En general, la prolifera-

    24Heacuado esta expresin al

    combinar dos trminos que otros tericos han usa-

    do recientementecon muy buenos resultados

    y con propsitos que sonconsonantes a

    los mos . Eltrmino "subalterno" lo he tomado

    de Gayatri Spivak, "Can the Subaltern

    Speak?" enMarxism and the Interpretation of Culture, ed

    . Cary Nelson and Larry Grossberg

    (Chicago:University of Illinois Press,1988) pp . 271-313 . El trmino

    de "contrapblico" lo he

    tomado deRita Felski, en Beyond Feminist Aesthetics

    (Cambridge, MA: Harvard University

    Press,1989) .

    Para un anlisis sobre el significado poltico delos discursos feministas de

    oposicin acercade las necesidades, ver

    Nancy Fraser, "Struggle over Needs: Outline of

    a Socialist-feminist Critical Theory of Late-Capitalist Political Culture," en Fraser,Unruly

    Practices. (Hay traduccinal espaol publicada en debate feminista

    nm. 3, marzo de 1991 .)

    41

  • debate feminista, marzo, 1993

    cin de contra-pblicos subalternos implica el acrecentamiento de la

    discusin discursiva, y esto es una cosa buena dentro de las sociedades

    estratificadas .

    Estoy poniendo el acento en la funcin contestataria de los contra-

    pblicos subalternos de las sociedades estratificadas, en parte, para com-

    plicar el tema del separatismo. En mi opinin, el concepto de un con-

    trapblico, a la larga, milita en contra del separatismo porque asume una

    orientacin que es pblica . Mientras que estos terrenos sean pblicos no

    sern por definicin enclaves -lo que no es negar que muchas veces, in-

    voluntariamente estn enclavados. Despus de todo, interactuar discur-

    sivamente como miembro de un pblico -subalterno o de otro tipo-

    es diseminar nuestro propio discurso en terrenos que se ensanchan da

    a da. Habermas capta bien este aspecto del significado de lo pblico

    cuando nota que por ms limitado que sea un pblico en su mani-

    festacin emprica, en un momento dado, sus miembros se ven a s mis-

    mos como parte de un pblico potencialmente ms amplio ; como parte

    de ese cuerpo indeterminado que empricamente va contra los hechos al

    que llamamos "el pblico en general" . El punto es que, en las sociedades

    estratificadas, los contra-pblicos subalternos tienen un carcter dual .

    Por un lado, funcionan como espacios de repliegue y reagrupamiento ;

    por otro lado, tambin funcionan como bases y sitios de entrenamiento

    para actividades de agitacin dirigidas hacia pblicos ms amplios . Es

    precisamente en la dialctica entre estas dos funciones donde reside su

    potencial emancipatorio. Esta dialctica les permite parcialmente a los

    contra-pblicos subalternos balancear, aunque no erradicar por com-

    pleto, los injustos privilegios participativos que los miembros de los gru-

    pos sociales dominantes gozan en las sociedades estratificadas .

    Hasta aqu he argido que, aunque en las sociedades estratifica-

    das el ideal de la paridad participativa no es completamente realiza-

    ble, nos aproximamos ms a l por las disposiciones que permiten la

    controversia entre una pluralidad de pblicos en competencia, que con

    un nico mbito pblico de gran extensin . Por supuesto, la controver-

    sia entre pblicos en competencia supone una interaccin discursiva

    interpblica. Cmo deberamos entonces entender dicha interaccin?

    Geoff Eley sugiere que pensemos en el mbito pblico [en las sociedades

    estratificadas] como "el marco estructurado en donde tiene lugar el

    concurso o la negociacin cultural o ideolgica entre una variedad de

    42

  • Nancy Fraser

    pblicos"." Esta formulacin hace justicia a la multiplicidad de terrenos

    pblicos en las sociedades estratificadas al reconocer explcitamente la

    presencia y actividad de "una variedad de pblicos" . Al mismo tiempo,

    tambin le hace justicia al hecho de que estos varios pblicos estn si-

    tuados en un nico "marco estructurado" que beneficia a unos y perju-

    dica a otros . Finalmente, la formulacin de Eley le hace justicia al hecho

    de que, en las sociedades estratificadas, las relaciones discursivas entre

    pblicos con diferente poder tienen la posibilidad de adoptar la forma

    de discusin y tambin la de deliberacin .

    Djenme ahora considerar los mritos relativos de los pblicos

    mltiples versus un nico pblico para las sociedades multiculturales

    igualitarias. Por sociedades igualitarias me refiero a sociedades no estra-

    tificadas, sociedades cuya estructura bsica no genera grupos sociales

    desiguales en relaciones estructurales de dominacin y subordinacin .

    Las sociedades igualitarias, por ende, son sociedades sin clases, sin di-

    visin del trabajo por gnero o raza . An as, no necesitan ser cul-

    turalmente homogneas. Por el contrario, dado que estas sociedades

    permiten la expresin y asociacin libres, es muy probable que estn

    habitadas por grupos sociales con diversos valores, identidades y esti-

    los culturales, de aqu que sean multiculturales . Mi pregunta es : bajo

    condiciones de diversidad cultural, en ausencia de una desigualdad es-

    tructural, sera preferible un nico mbito pblico amplio o una multi-

    plicidad de pblicos?

    Para dar respuesta a esta pregunta tendramos que dar una mirada

    ms de cerca a la relacin entre el discurso pblico y las identidades so-

    ciales. Pace la concepcin burguesa,27 los mbitos pblicos no son sola-

    2'6Geoff Eley, "Nations, Publics, and Political Cultures" . Eley contina explicando

    que esto es equivalente a "extender la idea de mbito pblico que hace Habermas ha-

    cia un dominio pblico ms amplio en donde la autoridad no est solamente constituida

    como racional y legtima sino en donde sus trminos son contestados, modificados,y oca-

    sionalmente derribados por los grupos subalternos" .

    27Am me parece que los terrenos pblicos discursivos estn entre los sitios ms im-

    portantes ypoco reconocidos en donde se construyen, se destruyen y se reconstruyen las

    identidades soclales . Mi posicin contrasta con varios informes psicoanalticos acerca de la

    formacin de la identidad, que descuidan la importancia formativa de la interaccin dis-

    cursiva post-edpica fuera de la familia nuclear y que, por ende, no pueden explicar cam-

    bios de identidad a travs del tiempo. Desafortunadamente mucha de la teora feminis-

    ta ha tomado su interpretacin de la identidad social de modelos psicoanalticos, mientras

    que rechazan estudiar la construccin de la identidad frente a los mbitos pblicos . La

    historiografa revisionista del mbito pblico discutida anteriormente nos puede ayudar a

    43

  • debate feminista, marzo, 1993

    mente terrenos para la formacin de la opinin discursiva ; son adems

    terrenos para la formacin y la representacin de las identidades so-

    ciales . Esto quiere decir que participar no es simplemente asunto de ser

    capaz de manifestar contenidos propositivos que sean neutrales respec-

    to de la forma de expresin . Ms bien, como argument en la seccin

    anterior, participar quiere decir ser capaz de hablar "con nuestra propia

    voz", y de esa forma construir y expresar simultneamente nuestra iden-

    tidad cultural a travs del idioma y el estilo . 28 Ms an, como ya suger,

    los mbitos pblicos en s mismos no son espacios con grado cero de cul-

    tura, igualmente hospitalarios a cualquier posible forma de expresin

    cultural. Ms bien, consisten en instituciones culturalmente especficas

    -incluyen, por ejemplo varios peridicos y varias geografas sociales de

    espacio urbano. Estas instituciones pueden ser entendidas como lentes

    retricos, culturalmente especficos, que filtran y alteran las expresiones

    que enmarcan ; pueden acoger algunas formas expresivas y otras no .29

    Por consiguiente, la vida pblica en las sociedades igualitarias mul-

    ticulturales no puede consistir en un nico mbito pblico dominante .

    Esto sera equivalente a filtrar diversas normas retricas y estilsticas a

    travs de un nico lente dominante. Adems, ya que no puede haber un

    lente tal que sea genuinamente neutral culturalmente, podra privilegiar

    eficazmente las normas expresivas de un grupo cultural en detrimento

    de otros y de esa forma hacer que la asimilacin discursiva fuera una

    condicin para la participacin en el debate pblico . El resultado sera

    la muerte del multiculturalismo (y la muy posible muerte de la equidad

    social) . En general, entonces, podemos concluir que la idea de una so-

    ciedad igualitaria y multicultural slo tiene sentido si suponemos la exis-

    compensar el balance al identificara los mbitos pblicos como lugares de reconstruccin

    de la identidad . Para una relacin sobre el carcter discursivode la identidad social y una

    crtica al enfoque psicoanaltico de la identidad ver, Nancy Fraser "The Uses and Abuses

    of French Discourse Theories for Feminist Politics", en Boundary 2, vol . 17, nm .2 (1990) .

    Para otro desarrollo de esta posicin, ver Nancy Fraser, "Towards a Discourse Ethic

    of Solidarity", Praxis International, vol . 5, nm . 4 (Enero, 1986) pp. 425-429. Ver tambin

    Iris Young, "Impartiality and the Civic Public: Some Implications of Feminist Critiques

    of Moral and Political Theory" en Feminism and Critique, ed. Seyla Benhabib y Drucilla

    Cornell (Minneapolis : The University of Minnesota Press, 1987) pp .56-76 . Haytraduccin

    al espaol .

    Para un anlisis de la especificidad retricade un mbito pblico histrico, ver

    Michael Warner, The Letters of the Republic : Publication and the Public Sphere in Eighteenth

    Century America, (Cambridge, MA: Harvard University Press, por salir) .

    44

  • Nancy Fraser

    tencia de una pluralidad de terrenos pblicos en los que participen gru-

    pos con diversos valores y retricas . Por definicin, una sociedad de esta

    ndole debe de tener una multiplicidad de pblicos .

    Sin embargo, esto no necesariamente excluye la posibilidad de

    un terreno adicional ms amplio en el que los miembros de diversos

    pblicos ms limitados hablaran a travs de lneas de diversidad cul-

    tural. Por el contrario, nuestra hipottica sociedad igualitaria multi-

    cultural seguramente tendra que llevar a cabo debates sobre polticas

    y temas que afectaran a todo mundo . La pregunta es : los participantes

    en dichos debates compartiran suficientemente los valores, normas ex-

    presivas y por ende, los protocolos de persuasin como para brindarle a

    su habla la calidad de las deliberaciones dirigidas a llegar a un acuerdo

    a travs de la razn?

    Desde mi punto de vista, esto est mejor tratado como una pre-

    gunta emprica que como una pregunta conceptual . No veo razn que

    descarte en principio la posibilidad de una sociedad en la que la equidad

    social y la diversidad cultural coexistan con la democracia participativa .

    De verdad espero que pueda existir una sociedad as . Esta esperanza

    gana cierta verosimilitud si consideramos que, por muy difcil que sea,

    en principio la comunicacin a travs de las lneas de la diferencia cul-

    tural no es imposible -aunque, ciertamente, se volver imposible si nos

    imaginamos que requiere poner entre parntesis las diferencias. Aceptar

    en principio dicha comunicacin requiere de un alfabetismo multicul-

    tural; pero ste, yo creo, puede ser adquirido a travs de la prctica . De

    hecho, las posibilidades se expanden una vez que reconocemos la com-

    plejidad de las identidades culturales. Pace concepciones reductivistas y

    esencialistas, las identidades culturales se tejen con muchos hilos dis-

    tintos y algunos de estos hilos pueden ser comunes a personas cuyas

    identidades divergen, an cuando estas divergencias sean de lo ms

    sobresaliente . 30 De esta misma manera, bajo condiciones de igualdad so-

    30Se podra decir que en el nivel ms profundo, todos somos mestizos. La mejor

    metfora aqu sera la idea de Wittgenstein acerca de los parecidos familiares o las redes

    delneas cruzadas,

    de diferencias y similitudes traslapadasen donde ningn hilo corre

    continuamente a travs del todo . Para un relato que enfatiza la complejidad de las identi-

    dades culturales y la prominencia del discurso en su construccin ver, Nancy Fraser "The

    Uses and Abuses of French Discourse Theories for Feminist Politics" . Para estudios que

    contienen conceptos de metissage (mestizaje) ver Gloria Anzalda, Borderlands : La Fron-

    tera (1987) y Francoise Lionnet, Autobiographical Voices : Race, Gender, Self-Portraiture (Ithaca

    NY:Cornell UNiversity Press, 1989) .

    45

  • debate feminista, marzo, 1993

    cial, la porosidad, la orientacin hacia afuera, la finalidad abierta de los

    pblicos podran promover la comunicacin intercultural. Despus de

    todo, el concepto de un pblico presupone una pluralidad de perspecti-

    vas entre aquellos que participan dentro de l, y de esta manera se abren

    las puertas a diferencias internas y a antagonismos, y del mismo modo

    se desalientan los bloques reificados . 31 Adems, el carcter ilimitado y la

    orientacin pblica de los pblicos hace posible que la gente participe

    en ms de un pblico y que los socios de diferentes pblicos puedan lle-

    gar a traslaparse parcialmente. Esto a su vez hace que en principio la co-

    municacin intercultural sea concebible . Dicho todo esto, entonces, no

    parecen existir barreras conceptuales (en oposicin a empricas) frente

    a la posibilidad de una sociedad socialmente igualitaria, multicultural

    y que tambin sea una democracia participativa . Pero sta ser nece-

    sariamente una sociedad con muchos pblicos diversos que incluir por

    lo menos un pblico en el que los participantes puedan deliberar como

    iguales a travs de lneas de diferencias acerca de polticas que les ataen

    a todos .

    En general, he estado argumentando que el ideal de la paridad par-

    ticipativa se logra mejor con una multiplicidad de pblicos que con un

    nico pblico . Esto es cierto tanto para sociedades estratificadas como

    para sociedades igualitarias multiculturales, aunque por diferentes ra-

    zones. En ninguno de los dos casos mi argumento tiene la intencin de

    ser una simple celebracin post-moderna de la multiplicidad. Ms bien,

    en el caso de las sociedades estratificadas defiendo a los contra-pblicos

    subalternos formados en condiciones de dominacin y subordinacin .

    En el otro caso, por contraste, defiendo la posibilidad de combinar la

    igualdad social con la diversidad cultural y con una democracia partici-

    pativa .

    31En estos aspectos, el concepto de un pblico difiere del de una comunidad. "Co-

    munidad" sugiere un grupo restringido ybastante homogneo y muchas veces connota

    consenso. "Pblico", en contraste, enfatizala interaccin discursiva que es como princi-

    pio, ilimitaday abierta y esto a su vez implica una pluralidad de perspectivas . Por esto,

    la idea de un pblico, mejor que la deuna comunidad, puede acomodar diferencias in-

    ternas, antagonismos y debates.Para un estudio de la relacin entre lo pblico y plurali-

    dad, verHannah Arendt, The Human Condition (Chicago

    : The University of Chicago Press,

    19958) . Para una crtica del concepto decomunidad, ver Iris Young, "The Ideal of Commu-

    nity and the Politics of Difference" enFeminism and Postmodernism, ed . Linda J

    . Nicholson

    (New York: Routledge, Chapman and Hall, 1989) pp . 300-323 .

    46

  • Nancy Fraser

    Cules son las implicaciones de esta discusin para una teora

    crtica del mbito pblico en la democracia realmente existente? Breve-

    mente, necesitamos una sociologa poltica crtica de una forma de vida

    pblica en la que participen pblicos mltiples pero desiguales . Esto sig-

    nifica teorizar acerca de la interaccin contestataria de diversos pblicos

    e identificar los mecanismos que hacen a unos subordinados de otros .

    Ambitos pblicos, intereses comunes e intereses privados

    He dicho que en las sociedades estratificadas, les guste o no, los con-

    tra-pblicos subalternos mantienen una relacin contestataria con los

    pblicos dominantes. Un importante objetivo de dicha relacin in-

    terpblica es establecer las fronteras apropiadas del mbito pblico .

    Aqu las preguntas centrales son, qu es lo que cuenta como una

    cuestin pblica y qu es, en contraste, privado? Esto me lleva a una ter-

    cera serie de supuestos problemticos que sustentan la concepcin bur-

    guesa del mbito pblico; bsicamente, supuestos que tienen que ver

    con el campo de accin apropiado de lo pblico en relacin a lo pri-

    vado .

    Permtanme recordarles que para el relato de Habermas es cen-

    tral que el mbito pblico burgus fuera un terreno discursivo en el

    que "personas privadas" deliberaran sobre "asuntos comunes". Aqu

    hay en juego varios sentidos diferentes de privacidad y lo pblico . "Lo

    pblico", por ejemplo, puede querer decir : 1) relacionado con el estado;

    2) accesible a todos; 3) de inters para todos; y 4) perteneciente al bien

    comn o de inters compartido. Cada uno de stos corresponde a un

    sentido contrastante de lo "privado" . Adems, aqu hay otros dos senti-

    dos de "privacidad" que flotan apenas bajo la superficie : 5) pertenecien-

    te a la propiedad privada en una economa de mercado ; y 6) pertene-

    ciente a la vida domstica ntima o personal, que incluye la vida sexual .

    Ya he hablado extensamente sobre el sentido de "lo pblico" como

    algo abierto y accesible para todos . Ahora quisiera examinar algunos de

    los otros sentidos,2y empezar con el 3) de inters para todos . Este sen-

    tido es ambiguo, por un lado, por lo que objetivamente afecta o tiene

    32

    En este ensayo no discuto directamente el sentido 1)relacionado con el estado. De

    todos modos, en la siguiente seccin de este ensayo considero algunos temas que tocan

    este sentido .

    47

  • debate feminista, marzo,1993

    impacto sobre todos visto desde la perspectiva de alguien de fuera, y

    por el otro lado, por lo que es considerado como un asunto de inters

    comn por los participantes. Ahora, la idea de mbito pblico como

    un terreno de auto determinacin colectiva no se lleva bien con enfo-

    ques que, desde la perspectiva de alguien de fuera, parecera que de-

    limitan sus propias fronteras. Por ende, es la segunda, la perspectiva del

    participante, la que sera relevante aqu . Slo los participantes mismos

    pueden decidir qu es y qu no es de inters comn para ellos . An

    as, no hay ninguna garanta de que todos ellos estn de acuerdo. Por

    ejemplo, hasta hace poco las feministas estaban dentro de la minora

    que pensaba que la violencia domstica contra la mujer era un asunto

    de inters comn y por eso debera ser considerada como un legtimo

    tema de discurso pblico . La gran mayora de las personas consideraba

    que esta cuestin era un asunto privado que slo le concerna a lo que

    se pensaba era un nmero bastante pequeo de parejas heterosexuales

    (y tal vez a los profesionales sociales o legales que supuestamente esta-

    ban encargados de estas parejas) . Entonces las feministas formamos un

    contrapblico subalterno desde el que diseminamos una opinin sobre

    la violencia domstica . Este problema apareca como una caracterstica

    sistmica extendida en las sociedades dominadas por hombres . Poco a

    poco, despus de una sostenida controversia discursiva logramos que

    esto se volviera de inters comn .

    El punto es que aqu no hay ninguna frontera ya dada natural-

    mente o a priori. Lo que se tomar como un asunto de inters comn ser

    decidido precisamente mediante la controversia discursiva . Queda claro

    que ningn tema ser puesto fuera de lmite antes de que se d dicha

    discusin. Por el contrario, lo pblico democrtico requiere de garantas

    positivas para que a las minoras se les den oportunidades para conven-

    cer a los otros de que lo que en el pasado no era pblico, en el sentido

    de ser de inters comn, ahora s debera serlo. 33

    Qu pasa entonces con el sentido de "lo pblico" como pertene-

    ciente al bien comn o de inters compartido? Este es el sentido que est

    en juego cuando Habermas caracteriza el mbito pblico burgus como

    un terreno en el que el tema a discutir est restringido al "bien comn"

    y en el que la discusin de los "inttereses privados" est descartada .

    33

    Esto es el equivalente en lateora democrtica de un punto que Paul Feyerabend

    ha argumentado en la filosofa de la ciencia. Ver,Feyerabend, Against Method, (New York :

    Verso, 1988) .

    48

  • Nancy Fraser

    Esta es una visin del mbito pblico que ahora llamaramos cvico

    republicano en oposicin a liberal individualista . En pocas palabras, el

    modelo cvico republicano destaca una visin de la poltica como un

    grupo de personas que razonan juntas para promover un bien comn

    que trasciende la simple suma de preferencias individuales . La idea es

    que, a travs de la deliberacin, los miembros del pblico puedan llegar

    a descubrir o a crear dicho bien comn . En el proceso de sus delibera-

    ciones, los participantes se transforman de un conjunto de individuos

    privados egostas en una colectividad con un espritu pblico capaz de

    actuar en conjunto por el inters comn . Desde este punto de vista, los

    intereses privados no encuentran un lugar propicio dentro del mbito

    pblico poltico . En el mejor de los casos, son los puntos de partida pre-

    polticos de la deliberacin los que deben transformarse y ser trascendi-

    dos en el curso del debate .34

    Ahora bien, la visin cvico republicana del mbito pblico es en

    cierto sentido una mejora sobre la alternativa liberal individualista . A di-

    ferencia de la anterior, no asume que las preferencias, intereses e iden-

    tidades de la gente sean dadas de manera exgena antes del discur-

    so y la deliberacin pblicos. Ms bien, aprecia el hecho de que las

    preferencias, los intereses y las identidades son tanto resultado como

    antecedente de la deliberacin pblica y que, ciertamente, son consti-

    tuidos discursivamente en y a travs de sta . De todas maneras, como

    argumenta Jane Mansbridge, la visin cvico republicana contiene una

    confusin muy seria que vuelve romo su filo crtico .

    Esta visin fusiona las ideas de la deliberacin y el bien comn al

    asumir que la deliberacin tiene que ser la deliberacin sobre el bien

    comn. Como consecuencia, hace que la deliberacin se limite a hablar

    enmarcada en el punto de vista de un nico, omniabarcador "nosotros",

    y por lo tanto pone las demandas de inters propio y de inters de grupo

    fuera de lugar . Esto funciona en contra de una de las principales metas

    de la deliberacin : especficamente, la de ayudar a los participantes a es-

    34En contraste, el modelo liberal individualista enfatiza una visin de la poltica

    como la suma de preferencias individuales de inters propio . La deliberacin, en el sen-

    tido estricto de la palabra, queda eliminada por completo. En vez, el discurso poltico con-

    siste en registrar preferencias individuales y en pactar y buscar frmulas que satisfagan

    la mayor cantidad posible de intereses privados. Se asume que no hay una cosa tal como

    el bien comn sobre y por encima de la suma de todos los varios bienes individuales, as

    que, los intereses privados son el material legtimo del discurso poltico .

    49

  • debate feminista, marzo, 1993

    clarecer sus intereses an cuando esos intereses choquen entre s . "Poner

    los intereses propios [y los intereses de grupo] fuera de lugar le hace ms

    difcil a cualquier participante entender qu es lo que est pasando . Par-

    ticularmente, los menos poderosos pueden no llegar a encontrar mane-

    ras para descubrir que el sentido prevaleciente del 'nosotros' no los in-

    cluye de manera adecuada" .35

    En general, no hay manera de saber con anticipacin si el resul-

    tado de un proceso deliberativo va a ser el descubrimiento de un bien

    comn en el que los conflictos de inters se evaporen como meramente

    aparentes o, ms bien, el descubrimiento de que los conflictos de in-

    tereses son reales y el bien comn es quimrico. Pero si la existencia de

    un bien comn no puede inferirse con anterioridad, entonces no hay

    ninguna garanta para poner ningn tipo de censura sobre qu temas,

    intereses y opiniones son aceptables en la deliberacin .36

    Este argumento es vlido an en los mejores casos de escenarios

    de sociedades cuya estructura institucional bsica no genera desigual-

    dades sistmicas; ni siquiera en estas sociedades relativamente equi-

    tativas podemos dar por sentado con anterioridad que no habr ver-

    daderos conflictos de intereses . Por lo tanto, este argumento resulta ser

    mucho ms pertinente para las sociedades estratificadas que estn obs-

    truidas por profundas relaciones de dominacin y subordinacin. Des-

    pus de todo, cuando las disposiciones sociales operan para el benefi-

    cio sistmico de algunos grupos de personas y en detrimento sistmico

    de otras, hay razones de prima facie para pensar que la postulacin de un

    bien comn compartido por explotadores y explotados puede muy bien

    ser una mistificacin . Peor an, cualquier consenso que aparente repre-

    sentar el bien comn dentro de este contexto social debe de ser tomado

    35

    Jane Mansbridge, "Feminism and Democracy", p. 131

    36Este punto, incidentalmente, est dentro del espritu de una veta ms reciente

    del pensamiento normativo de Habermas, que enfatiza la definicin de procedimiento

    en oposicin a la definicin substantiva, del mbito pblico democrtico . Aqu, el mbito

    pblico es definido como un terreno para un cierto tipo de interaccin discursiva, no como

    un terreno para manejar ciertos tipos de problemasytemas. Por ende, no hay ninguna res-

    triccin en cuanto a qu puede convertirse en tema de deliberacin . Verla relacin de Seyla

    Benhabib sobre esta radical veta procesalista del pensamiento de Habermas y su defensa

    de sta veta como la que le da a la visin de Habermans del mbito pblico superioridad

    en relacin con otras visones alternativas. Benhabib, "Models of Public Space : Hannah

    Arendt, the Liberal Tradition and Jrgen Habermas", en Habermasand the Public Sphere, ed .

    Craig Calhoun .

    50

  • Nancy Fraser

    con recelo ya que debe de haberse llegado a este consenso a travs de

    procesos deliberativos contaminados por los efectos de la dominacin y

    la subordinacin .

    En general, la teora crtica necesita echar una mirada ms aguda

    y ms crtica a los trminos "privado" y "pblico" . Estos trminos, des-

    pus de todo, no son simplemente designaciones directas de mbitos

    sociales ; son clasificaciones culturales y etiquetas retricas . En el discur-

    so poltico son trminos poderosos que frecuentemente se despliegan

    para deslegitimar algunos intereses, opiniones y temas, y para valorizar

    otros .

    Esto conduce hacia otros dos sentidos de la privacidad que fre-

    cuentemente funcionan ideolgicamente para delimitarlas fronteras del

    mbito pblico de maneras que son desventajosas para los grupos so-

    ciales subordinados . Estos son el sentido 5) perteneciente a la propiedad

    privada en la economa de mercado; y el sentido 6) perteneciente a la

    vida ntima, domstica o personal, que incluye la vida sexual . Cada uno

    de estos sentidos est en el centro de una retrica de la privacidad que

    histricamente ha sido utilizada para restringir el universo de la discu-

    sin pblica legtima .

    La retrica de la privacidad domstica busca excluir algunos temas

    e intereses del debate pblico al personalizarlos y/o familiarizarlos ; son

    presentados como asuntos domstico-privados o personal-familiares

    en contradistincin con los asuntos pblicos, polticos . La retrica de la

    privacidad econmica, en contraste, busca excluir algunos temas e in-

    tereses del debate pblico al economizarlos ; los temas en cuestin aqu

    son presentados como imperativos de mercado impersonales o como

    prerrogativas de la propiedad "privada" o como problemas tcnicos para

    administradores o planificadores, todo en contradistincin con los asun-

    tos pblicos, polticos. En ambos casos, el resultado es el de encerrar

    ciertos asuntos en terrenos discursivos especializados y, por ende, es-

    cudarlos del debate pblico general y de la discusin . Esto usualmente

    funciona en ventaja de los grupos e individuos dominantes y en desven-

    taja de sus subordinados." Si el tema de la esposa golpeada, por ejem-

    37

    Usualmente, pero no siempre. Como seala Joshua Cohen, las excepciones del

    uso de privacidad son el caso Roe versus Wade,en la decisin de la Suprema Corte de Jus-

    ticia de los Estados Unidos en torno a la legalizacin del aborto, y en el desacuerdo del

    juez Blackmun en la decisin Bowers que defenda las leyes estatales anti-sodomitas . Estos

    ejemplos muestran que Ir retrica de la privacidad es multivalente y no unvoca y necesa-

    5 1

  • debate feminista, marzo, 1993

    plo, se etiqueta como "personal" o "domstico" y si el discurso pblico

    acerca de este fenmeno se canaliza a instituciones especializadas rela-

    cionadas con, digamos, la ley familiar, el trabajo social, y la sociologa o

    la psicologa de la "desviacin", entonces sirve para reproducir la domi-

    nacin y la subordinacin de gnero . De manera similar, si las cuestiones

    de la democracia dentro de los lugares de trabajo se etiquetan como

    problemas "econmicos" o "administrativos" y si el discurso sobre es-

    tas preguntas se desva hacia instituciones especializadas relacionadas

    con, digamos, la sociologa de las "relaciones industriales", la ley laboral,

    y la "ciencia administrativa", entonces sirven para perpetuar la domi-

    nacin y la subordinacin de clase (y usualmente tambin de raza y de

    gnero) .

    Esto muestra una vez ms que levantar las restricciones formales

    de participacin en el mbito pblico no es suficiente para asegurar su

    inclusin en la prctica . Por el contrario, an despus de que las mu-

    jeres y los trabajadores han sido formalmente aceptados para participar,

    su participacin puede ser obstruida por concepciones de privacidad

    econmica y privacidad domstica que delimitan el campo de accin

    del debate.' Estas nociones, por lo tanto, son vehculos por medio de los

    cuales las desventajas de gnero y clase pueden seguir operando sub-

    textual e informalmente an despus de que las restricciones explcitas

    y formales han sido rescindidas .

    Pblicos fuertes, pblicos dbiles : acerca de la sociedad civil y el estado

    Permtanme ahora volver hacia mi cuarto y ltimo supuesto implcito en

    la concepcin burguesa del mbito pblico . Me refiero, expresamente, al

    supuesto de que un mbito pblico democrtico en funcionamiento re-

    quiere de una aguda separacin entre la sociedad civil y el estado . Este

    supuesto es susceptible de que se le den dos diferentes interpretaciones

    riamente daina . Por otro lado, no cabe duda de que el peso ms grande de la tradicin del

    argumento de la privacidad ha sostenido la desigualdad al restringir el debate . Ms an,

    muchas feministas han argumentado que an los "buenos" usos de la privacidad tienen al-

    gunas serias consecuencias negativas en el contexto actual y que la dominacin por gnero

    dentro de este contexto est mejor desafiada en otros terrenos discursivos . Para la defensa

    del habla de la "privacidad" ver Joshua Cohen, "Comments onNancy Fraser's'Rethink-

    ing the Public Sphere ."'

    52

  • Nancy Fraser

    que dependen de cmo entienda uno la expresin "sociedad civil" . Si

    uno entiende que esta expresin significa una economa capitalista or-

    denada privadamente, entonces insistir en su separacin del estado

    es defender el liberalismo clsico. La demanda sera que un sistema de

    gobierno limitado y de capitalismo laissez faire es una condicin previa

    necesaria para que un mbito pblico funcione bien .

    Podemos deshacernos de esta (relativamente poco interesante) de-

    manda bastante rpido si hacemos uso de algunos de los argumentos

    de las secciones anteriores . Ya he mostrado que la paridad participa-

    tiva es esencial para un mbito pblico democrtico y que una igualdad

    econmica aproximada es una condicin previa para la paridad partici-

    pativa . Ahora nada ms necesito aadir que el capitalismo laissez faire

    no fomenta la equidad socioeconmica y que se requiere alguna forma

    de reorganizacin y redistribucin polticamente regulada para lograr

    esta finalidad. Asimismo, he demostrado que los esfuerzos para "pri-

    vatizar" los temas econmicos y para presentarlos como fuera de lu-

    gar con respecto a la actividad del estado obstruye en vez de promover

    el tipo de discusin libre y completa que est construida dentro de la

    idea del mbito pblico. De estas consideraciones se desprende que una

    aguda separacin de la sociedad civil (econmica) y el estado no es

    una condicin necesaria para el buen funcionamiento de un mbito

    pblico. Por el contrario y pace la concepcin burguesa, lo que se nece-

    sita es este tipo de imbricaciones dentro de estas instituciones . 38

    Sin embargo, existe tambin una segunda y ms interesante inter-

    pretacin del supuesto burgus en el sentido de que una aguda separa-

    cin de la sociedad civil y el estado es necesaria para que haya un mbito

    pblico que trabaje bien; una interpretacin que justifica un examen ms

    extenso. En esta interpretacin, la "sociedad civil" quiere decir el nexo

    de las asociaciones "secundarias" o no gubernamentales que no son ni

    econmicas ni administrativas . Podemos apreciar mejor la fuerza de la

    demanda de que la sociedad civil en este sentido debe estar separada

    del estado si recordamos la definicin de Habermas de mbito pblico

    liberal como "un cuerpo de personas privadas reunidas para formar un

    pblico" . En este caso el nfasis en "personas privadas" seala (entre

    otras cosas) que los miembros de un pblico burgus no son funciona-

    rios oficiales de estado y que su participacin en el mbito pblico no se

    38Aqu existen muchas posibilidades, incluso formas mixtas tales como el socialismo

    de mercado.

    53

  • debate feminista, marzo, 1993

    da con base en ninguna capacidad oficial . De acuerdo con esto, su dis-

    cursono termina ratificando decisiones soberanas que autorizan el uso

    del poder del estado; por el contrario, termi