“Relatos, mitos, leyendas y costumbres

de Campana”

Prácticas del lenguaje- Artística

Docentes: García, Gabriela Lorena - Martínez Oscar

6º A, B y C.

Los alumnos de 6to trabajaron en las áreas de Prácticas del lenguaje y Artística

con mitos, leyendas y costumbres de Campana... Algunas olvidadas en el

tiempo.

Los invitamos a que nos acompañen a recorrer juntos estas historias,

trabajadas con tanta curiosidad, agrado y porque no con un poco de temor en

los niños/as ante la multiplicidad en algunas versiones que hacen dudar hasta

el más incrédulo y pone en la mira el respeto que merecen estos relatos; ya

que forman parte de nuestra cultura originaria y recordarlos desarrolla nuestra

identidad como campanenses.

Comenzaremos presentando escritos de un miembro de nuestra comunidad

educativa al cuál le agradecemos su interés por colaborar con este proyecto.

Alrededor de los años 1969/70 Campana, Zárate y Luján, le decían” El Entre Ríos y Corrientes chico”, porque muchas familias de esas provincias emigraron en busca de trabajo en frigoríficos, fábricas y campos y con ello trajeron sus tradiciones, usos y costumbres, que con el paso del tiempo se fue olvidando. La siesta, en aquella época era sagrada desde las 13hs hasta cerca de las 16hs, sí o sí se tenía que dormir, pero nosotros que éramos chicos no queríamos saber nada, entonces nuestros padres nos decían, que la Solapa nos iba a llevar… siempre coincidía que una paloma montera se paraba en un árbol de nuestra casa y se ponía a cantar o alguna lechuza a revolotear y casualidad o no, veíamos a una viejita encorvada toda de negro con un bolsa y un palo largo, que andaba por el campo. Su figura fantasmal nos daba miedo entonces nos metíamos en nuestra casa a dormir siesta. Luego, de grande, supimos que era una señora anciana y viuda que salía por el campo a buscar bosta de vaca para el fuego o de caballo para abonar la tierra de la quinta o jardín y el palo largo era para defenderse de alguna víbora, alacrán o camaleón que a esa hora abundaban mucho. Hay una canción que nombra a la Solapa; decía que era cierta su existencia Y la presentaba como un duende que andaba solo a la hora de la siesta. El lobisón en aquellas épocas también era una creencia, generalmente las familias tenían muchos chicos y se decía que el séptimo hijo varón continuado, podría ser lobisón (especie de hombre lobo o animal, cuadrúpedo que se convertía los días viernes de luna llena). Para romper el hechizo del destino, generalmente se lo bautizaba en la fe católica, pero de padrino tenía que ser el presidente y si no podía venir, delegaba el mando en su nombre a la autoridad máxima del pueblo y se le obsequiaba un medallón de oro bendecido por el papa o el obispo( por el momento el último caso fue conocido en Zarate, en un barrio cerca de la Estación Urquiza en el año 1980 y fue el General Videla el padrino, pero en su nombre se paró el intendente de esa época); hoy en día ese problema no existe más porque nadie tiene tantos chicos.

También se decía que en la mujer, la séptima, podría ser bruja o curandera o aquellas chiquitas que nacían con una cruz marcada en el paladar, eran las curanderas de esa época. El manosanta casi siempre un hombre o mujer mayor de edad, siempre estaba rodeado de algo místico, en sus casas siempre había velas encendidas rodeadas de santos, en su cuello llevaban un crucifijo y una especie de cruz para abracadabra (era una cruz pero con dos brazos más, donde tenía una calavera y dos demonios dibujados, creo que representaba la lucha del bien contra el mal) en lo personal a mi me curaba las muelas, tomaba un sapo y diciendo unas oraciones me ponía la panza del bicho haciendo una cruz sobre el cachete donde me dolía, increíblemente me mejoraba, no sé si por miedo al bicho o qué, pero así era. Otro mal que me curó teniendo 22 años, fue la culebrilla que me salió en el cuello, una especie de roncha roja como si fuera una víbora que pica y arde bastante a medida que va creciendo, le puso tinta china y decía oraciones raras, pero lo cierto que se me pasó. A mi hermano lo sanó de la pata de cabra, y del ojeo, también oraba por el empacho, los parásitos y el mal de amores (hoy sería depresión). Mi padrastro Faustino Mattos, curaba del gusano a los caballos, (especie de víbora tipo parásito que le salía en la panza) se ponían flacos y morían, pero con solo darle el pelaje del animal y el nombre en un papel que volvía a escribir tanto al derecho como al revés, el animal se curaba echando el bicho afuera, creer o reventar, que va, no sé, si fuera persona diríamos la fe, pero el animal qué? La luz mala, muchos paisanos se han topado con la misma, incluso los caballos se asustaban, y dejaban a este de a pie, mi padrastro decía que en una esquina del corral donde estaba el puesto que cuidaba, a veces, salía una especie de luz fría, que no alumbraba, pero estaba. Con el tiempo supo que un gaucho cayó muerto por un rayo una noche de tormenta, todos decían, porque iba montando en un caballo blanco, (no sé que habrá en eso, pero tres muertos de mi pueblo que conozco fueron muertos así, montados en un caballo blanco.) En mi pueblo llamado Médanos, cuando voy a visitar a mi madre, a media noche, he visto salir de la tapera donde antes vivíamos, ( que es donde están los restos de vivienda o rancho, y que quedan las arboladas)una luz fría, siempre salía de los árboles de eucaliptos que mi padre fallecido plantó allá por el año 1965, se le veía a 400 o 500 metros de nosotros siempre iba por sobre la laguna, que estaba a esa distancia y nos seguía los 800/900 metros que separaba la casa de mi hermano hasta la de mi mamá, nosotros íbamos por ruta 12, como a las 12 de la noche, le pregunté a mi vieja y me dijo que no le hiciera caso, que debía ser alguien que estaba cazando ranas… mi hermano en cambio no opinaba lo mismo… También hay lugareños que cuentan que cuando van a cazar nutrias, sobre las vías del tren al llegar a un puente llamado puente 3, sale de la nada una luz y algunos se santiguan y gritan el nombre del que falleció en esa zona y la misma se apaga y pueden pasar, no sé, quizás quieren que siempre lo recuerden, si bien científicamente se ha comprobado que son gases que se

acumulan donde hay osamenta (huesos de animal muerto) y el gas de la tierra hace ese fenómeno químico, pero la duda que dicha teoría sea cierto, siempre esta presente. Jueves y Viernes Santo, cuanto misterio encerraban estas fechas, mi abuela tapaba todos los santos y los espejos, decía que el niño dios había muerto y antes de las 10 de la mañana teníamos que lavarnos y peinarnos, después hasta el sábado no nos podíamos asear, no se podía hacer ruido, gritar, cantar, prender fuego, todo estaba reforzado con la radio único medio de comunicación, que solo ponía música sacra. El viernes teníamos que buscar alguna alimaña para matar, ya sea víbora, escorpión ciempiés o arañas, ya que se decía que te purificaban los pecados. San Juan y San Pedro, el 24 y 29 de junio, se hacían fogatas, o se ponían luminarias alrededor del cerco (luminarias, era un tarro con cenizas ramas y pasto seco que se prendía con gasoil, querosene o grasa y la colgábamos en el piquete, límite de la casa) a veces se hacían muñecos o una especie de pelota playera pero de ramas, gomas, diarios, ropa o alpargatas viejas, se lo ponía en un palo y se lo ataba en lo alto de un árbol y eso se prendía, con la luz de las fogatas o luminarias, gritábamos a más no poder ¡Viva San Juan y San Pedro y jugábamos a la carrera de embolsados, la mancha o el gallo ciego. Hoy en día creo que en los Cardales, se está volviendo hacer esta costumbre. Cosas de mi abuela… cuando se venía una tormenta, generalmente la de Santa Rosa, con un machete o cuchilla, hacia cruces en el aire, para que no sea dañina, se quemaba pezuña de vaca o se quemaba olivo bendito, ese que hasta ahora se bendice y se da en los domingos de ramos. Cuando un rayo, caía cerca de la casa decía la siguiente oración ¡Santa Bárbara bendita que en el cielo estas escrita! ¡Con velas y agua bendita! También mi abuela se enojaba cuando no poníamos la escoba con la paja para arriba, porque la paja para abajo es señal de correr visitas o que no deseabas que te visiten. Otra costumbre, era los días de ánimas; el cementerio se llenaba de gente que iban a alumbrar a los muertos, se ponían velas en las sepulturas y hasta que no se acababa no pasaban a otra sepultura o bien se retiraban. A la entrada del cementerio se montaban carpas donde vendían choripan y gaseosas ya que muchos venían de lejos muy tempranito y hacían mediodía en ese lugar. Para ese entonces el 1 y 2 noviembre era feriado (día de todos los santos y difuntos). Cuando fallecía un familiar cercano, era costumbre por cerca de 6 meses no escuchar radio, y teníamos que ponernos un brazalete o un pedazo de cinta oscura en el guardapolvo, al fallecido siempre se lo velaba en la casa, la mesa del comedor generalmente larga era donde se ponía el cajón con el difunto, los vecinos y dolientes llevaban flores de sus jardines y un paquete de velas, se prendían seis. Al fondo de la casa se hacía un asado (no para festejar, sino porque era los más rápido de hacer) para darle a los parientes que venían de otros lugares,

también se tomaba alguna copita de coñac o algo fuerte con café, para pasar la noche, o parar subir la presión decían otros aunque a veces algunos se les iba la mano, pero todo quedaba entre conocidos. Hasta aquí, son algunas cosas de antaño que no volverán; pero es bueno tenerlo presente, para saber como se fue creando esta nación. Todas estas historias eran tabú para los chicos menores de 18 años; solo lo comentaban los mayores, pero aunque no teníamos acceso a esa información muchos nos rebuscábamos para averiguar que había de cierto, por eso vivir en esa época fue siempre muy místico. Vivencias de Fernández (tesorero de la cooperadora de la EP Nº 5) Nuestros niños/as mediante la recopilación de relatos comentados por familiares y vecinos, pusieron en marcha su imaginación y escribieron las siguientes historias.

La siniestra camioneta blanca

Todo comenzó durante el año 2010, en la ciudad de Campana, en un barrio llamado “Del Pino”. El lugar cambió cuando descubrieron que en la televisión decían que en una camioneta blanca con rayas azules y verdes, con patente terminada en 90, secuestraban niños… Los chicos de la zona comenzaron a no salir de su casa por miedo a lo comentado en la tele ya que se decía que a los que llevaban los maltrataban y después lo mataban sacándoles los órganos que luego vendían y a ellos los dejaban en sus casas muertos y en la boca tenían 500 pesos para el cajón. Por esos tiempos no salían solos a jugar, ni a comprar… el barrio estaba desolado. Comenta una niña, llamada Micaela, que su mejor amiga un día se la habían llevado y luego de siete penosos días, una fría mañana encontraron su cuerpo depositado en la entrada de su hogar y como los otros casos citados con dinero. Habían pasado algunos meses cuando en la televisión circulaba la noticia que toda esta historia no era real, que había intereses políticos o algo así. El caso es que de a poco los niños volvieron a salir de sus casas; pero debemos decir que aún queda esa sensación de miedo, esa duda en muchos de los pobladores del lugar de creer que fue verdad y que en realidad hoy hay que seguir “alerta a la camioneta blanca”. Recalde Marilyn Rocío

El misterio de la máscara

Corría el año 2011 y en la Clínica Modelo un grupo de alumnos veían una máscara que estaba hecha de madera colgada al lado de un mueble que se veía a veces más cerca y otras más lejos. Un día esa careta se empezó a mover frente a los ojos desconcertados de los niños de la escuela 5 que en ese momento se encontraban en el recreo mirando hacia ese lugar. Luego ante su asombro se cayó al piso y fue entonces cuando apareció en escena una rara señora que gritándole algo la volvió a acomodar en su lugar. Desde ese momento todos los días se puede observar como esta figura se tambalea sin cesar; algunos comentan que en ese lugar hubo muchas muertes y que nadie nunca supo sus verdaderos motivos Es por eso que dicen que son esas almas en pena las que hacen mover sin descanso la máscara esperando que alguien repare que todavía están allí.

Capurro Leila

La camioneta fantasma

En Campana en el año 2010 se decía que andaba una camioneta blanca que se llevaba a chicos. Algunos comentaban que los robaban para sacarles los órganos y otros que eran para venderlos en el tráfico de niños. Aunque algunas personas aseguraron verla rondando despacio, por las calles de nuestra ciudad, la policía investigó y nunca pudieron encontrar nada… Esto tomó estado público, se hablaba en la radio de esta misteriosa camioneta blanca fantasma que aparecía en algunos lugares a la vista de pocos y luego desaparecía, también en los diarios se reflejaba la preocupación de los vecinos y hasta el noticiero se hizo eco de algunos campanenses que contaban las más variadas anécdotas según ellos, vividas... La verdad es que para muchos, esto nunca pasó, pero quedó como un mito que varios días asustó y tuvo preocupada a la gente del lugar.

Giménez. Nicol

El Hombre Gato

Cuenta la leyenda de que en la estación de tren de Campana alrededor de los años noventa asechaba el “Hombre Gato”… Esperaba siempre las 12 de la noche, hora en que llegaba el último tren desde retiro y era entonces cuando atacaba, robaba y mataba tanto a hombres como a mujeres, cansados y desprevenidos. Las noticias sobre este siniestro sujeto mencionaban que algunos que pudieron escapar no vieron su rostro, solo lo describían como un ser grande, que vestía ropas sucias y que siempre aparecía de lugares oscuros y que atacaba a personas que andaban solas… En esos tiempos la policía estaba desconcertada por más que cuidaban esta zona no lograban atraparlo y las víctimas seguían apareciendo... Se decía que este ser se refugiaba en los sótanos de la casa de los Costa que para ese entonces estaba abandonada, también comentaban haberlo visto cerca del puerto a la espera de que anochezca. Se dice que en un día tormentoso donde se escuchaban fuertes rayos la policía en una de las tantas requisas a la mansión en ruinas encontró durmiendo al Hombre Gato y le dio muerte de un disparo certero, otras versiones comentan que en realidad fue alcanzado por un electrizante rayo que terminó con la pesadilla del lugar. Del Prado Nazareno Agustín

El viejo de los siete sacos

Recopilando información, hallamos el mito sobre un hombre que hace ya varios años solía frecuentar nuestra ciudad. En realidad muchas historias rodeaban su vida; pero la que más se nombraba era que en su pasado supuestamente había sido un abogado muy importante y que en un accidente fatal perdió toda su familia; eso lo llevó a una profunda depresión hasta el punto de echarse al total abandono. Mi padre recuerda de adolescente verlo en la ciudad como así también su amigo lo cruzó infinidades de veces intentando hablar con él sin recibir respuesta alguna. El caso es que jamás se supo si en verdad esa era su verdadera historia, lo cual hoy nos lleva a pensar que este hombre, sin nombre y sin historia, pasó a ser un mito en nuestra ciudad más conocido como “El viejo de los siete sacos”. Manuel Bezzoni

La leyenda de “Hombre Gato”

Hace ya varios años, en el barrio Villanueva de la ciudad de Campana, se rumoreaba sobre este relato. Se dice que el “Hombre Gato” era una persona provista de garras que trepaba los árboles y vigilaba por varios días a alguien para asesinarlo. Llegado el momento le saltaba encima y lo atacaba con sus filosas uñas desgarrándolo hasta matarlo. Por esa época daba mucho miedo salir de noche, las calles al anochecer estaban desoladas, si algún intrépido o desprevenido osaba merodear se convertía en presa fácil de este ser. Se cuenta que incluso los medio se hicieron eco de esta leyenda, hasta que una noche los vecinos cansados de estos aberrantes hechos decidieron salir armados con palos y armas de todo tipo, pero no encontraron nada... Así se repitieron por varias noches estas patrullas de hombres del lugar hasta que comenzaron a circular las versiones que estos mismos hechos pasados se repetían en otro partido de Buenos Aires y que la policía rápidamente había podido resolver este misterio apresando para siempre al supuesto Hombre Gato... Beglinomini Nicolás

La luz mala

Hace ya algunos años en el Barrio de Otamendi se hablaba de una luz roja que aparecía todas las noches en un ombú que estaba en la entrada del lugar y que se dirigía hasta una casa abandonada. Se cuenta que una noche de luna llena, un vecino, que habitaba a dos casas de aquel árbol vio que esta planta parecía que se incendiaba pero cuando se acercó el resplandor desapareció… Fue así que el hombre se volvió loco contándolo por todo el barrio pero nadie le creyó, algunos relatan que ese fue el motivo por el cual dos años después muere accidentalmente perseguido por los recuerdos de esa luz maldita… Barreto Diana

El accidente del chofer

Cuentan que en Campana, provincia de Buenos Aires, una fría noche de invierno, un chofer de colectivo de la línea 114 iba conduciendo su vehículo medio dormido, luego de una jornada de intensa labor, cuando al pasar por el cementerio una chica se le atravesó en la calle; cruzando de manera imprudente. El hombre intentó clavar los frenos, pero fue inútil; la muchacha fue arrollada. Comentan que asustado por lo sucedido y preso por la desesperación, decidió huir del lugar. … Pero luego de varios minutos de escape a toda velocidad y sin detenerse en las paradas establecidas, miró por el espejo retrovisor y…fue ese instante que no puede olvidar…el momento en que vió a su víctima sentada en el último asiento del colectivo; mirándolo fijamente y con lágrimas en sus ojos… Bourlot Triana

La trafic blanca

Corría el año 2010 cuando en Campana contaban que había una camioneta rondando por toda la ciudad. Decían que era una trafic de color blanca con franjas azules, que agarraba a los chicos, los mataba y les sacaba distintos órganos del cuerpo; después lo llevaban a la puerta de sus casas y adentro del cuerpo dejaban 500 pesos y una nota que decía “para mi cajón o mi velatorio”. Otras versiones que circulaban era que secuestraban a niños y los tiraban en un camión, además que en esos días habían visto un auto gris sacando fotos y que después al día siguiente aparecía la trafic y los atrapaba… Estas historias fueron siguiendo de boca en boca; y hasta nuestros días sigue vigente entre nosotros.

Beglinomini Milagros

El viejo de la bolsa

Cuenta la historia que hace muchos años atrás existía un hombre en Campana que cargaba en su hombro un costel de tela. Andaba deambulando por todos lados; conocía cada rincón de esta ciudad. La gente mayor afirmaba la existencia de este personaje a sus hijos haciéndolos asustar cuando se portaban mal. Se decía que cuando el viejo de la bolsa recorría los barrios, al escuchar que los niños peleaban entre ellos, los metía en su costel y los cargaba. También aparecía cuando no querían quedarse dentro de sus casas y andaban jugando en la calle a la hora de la siesta. Muchos comentaban que esto no era cierto ya que ese hombre era un linyera que al perder su familia se volvió loco y no supo regresar a su casa; es por esto que recorría cada rincón de la ciudad en busca de su hogar.

El hombre de los siete sacos

Apareció por la zona del cine Campana, en la década del sesenta. Su refugio era una obra en construcción en la calle Jacob. Cuentan que un día, años atrás, conduciendo su automóvil tuvo un accidente en el cual falleció su esposa y su hijo y que a raíz de eso enloqueció. Según rumores, era médico y de allí la culpa de no haber podido salvarlos. Era de piel muy blanca y ojos claros, además muy respetuoso; se acercaba todos los mediodías a alguna casa, pero donde más le gustaba ir era en una de la calle San Martín que según sus dichos le daban sopa calentita los días de mucho frío. Cuando tenía sed, sacaba una lata de duraznos vacía y la llenaba en alguna canilla que encontraba. Siempre llevaba al hombro una frazada hecha jirones y latas colgando…pese a su aspecto desprolijo no inspiraba temor. Era un linyera bueno, que no hablaba casi con nadie. Cuentan que un día hasta evitó que una familia sea víctima de un robo. Según vecinos de la zona del hospital durante largo tiempo estuvo en el asilo de allí, falleciendo de viejo. Smetana Matías (ex alumno)

El hombre gato

Cuenta la leyenda que en la cuidad de Campana fue el primer lugar afectado por la aparición del “Hombre gato”, el niño apareció de una familia muy buena y que en realidad tenía una enfermedad que le provocaba crecimiento abundante de pelo en todo su cuerpo. Una noche estaba durmiendo cuando de pronto algo brilló debajo de la manta, eran luces de color rojo, pasó unos minutos y sus garras estaban afiladas y su estado se torno rabioso. Cuando su madre fue a darle las buenas noches al entrar a su cuarto no había nadie pero estaba la ventana abierta, ella se asustó y salió para afuera gritando fuertemente que se habían llevado a su hijo. Al otro día apareció en los diarios, en la radio y hasta en el noticiero que una niña había sido ferozmente asesinada; desde entonces se dice que todos los días de luna llena sale a buscar una presa… continuando con sus andanzas y atacando a cuanto ser desprevenido encuentra a su paso.

El fantasma del cementerio

Me contó mi abuela que hace muchos años, cuando ella era chica, en el cementerio deambulaban almas perdidas. Eran los fantasmas de personas que habían fallecido por lo general en forma violenta. A ella le dijo su abuela que cierta noche un primo suyo pasaba en auto por la ruta, frente al cementerio, cuando de pronto vió parada a una hermosa mujer, se detuvo y le preguntó si la podía acercarla a algún lado y ella le dijo que quería regresar a su casa, le dió la dirección que era la calle Castelli pero no recordaba el número, entonces él la llevó y le preguntó su nombre, ella dijo llamarse Cecilia. Al llegar a dicho lugar bajó del vehículo y se dirigió hacia la puerta de entrada, confiado en que ya había entrado, se retiró. Al llegar a su casa se dió cuenta que en el asiento donde ella venía sentada había un pañuelo de seda con las iniciales CLV. Al día siguiente quiso devolver dicha prenda y se dirigió a esa dirección, llamó a la puerta y espero, lo atendió una anciana, esta le respondió que no vivía ninguna joven en ese lugar, asombrado respondió que la noche anterior había dejado en esa casa una hermosa joven que se llamaba Cecilia que seguramente vendría de una fiesta porque llevaba puesto un largo vestido blanco y como prueba le mostró el pañuelo que había dejado olvidado en el asiento del auto. La anciana al verlo se puso a llorar, luego le contó que era de su hija, pero era imposible que la hubiese visto pues ella había fallecido en un accidente el día de su boda, hacía ya 30 años. Desde entonces quedó tan impresionado que evitó pasar más por el cementerio. Cuenta que nunca más la vió, por lo menos él, porque otras personas que la han visto no dicen nada para no ser tomados por locos. Es así que el fantasma de Cecilia no descansa en paz. Villada Ariana (ex alumna)

La llorona

En Campana hace muchos años decían que un hombre que vivía en una estancia escuchaba todas las noches llorar a una señora pero cuando prendía las luces para mirar afuera nunca había nada. Hasta que un día se le ocurrió esperar que apareciera; y fue entonces que vió una chica toda de blanco que se le acercó y lo

abrazó, soplándole un aliento helado… Regresó a su casa y durmió toda la noche pero al despertar se sintió diferente, su cuerpo muy cansado y su mente quedó traumada para siempre. Desde entonces decidió permanecer encerrado en su casa; hasta que, transcurridos dos años de este terrible encuentro, una noche, una ráfaga de viento abrió la puerta y para sorpresa de él y una señora que lo cuidaba volvió a encontrarse con ese fantasma solo que esta vez este se acercó y pronunció su nombre…momento posterior desapareció como así también el alma de aquel desgraciado hombre.

La Chica del vestido blanco

Cuenta la historia que un muchacho campanense una noche salió a bailar y conoció a una hermosa chica. Pasadas las horas fueron a tomar un café y fue entonces cuando ella se manchó el vestido y él muy preocupado porque hacía frío le presta su campera y la acompaña a su casa. Al otro día el muchacho fue a buscar su abrigo; al llegar golpea la puerta y sale una señora que sorprendida le dice que su hija murió hace varios años. Entonces le cuenta lo sucedido; no pudiendo creer ambos van al cementerio, abren su cajón y encuentran a la joven muchacha con el vestido blanco manchado con café… Después de esto, se dice que aquel muchacho se volvió loco y terminó sus días internado en un centro neuropsiquiátrico. Echegaray Agustín.

La camioneta blanca

En la ciudad de Campana decían que por los barrios pasaba una camioneta blanca que secuestraba a niños de la ciudad, los encerraba en el vehículo, llevándolos a un lugar desconocido y lejano para que la policía tardara años en encontrarlos. Allí los mataban para robarles los órganos y venderlos a la gente que los necesitaban. Sin embargo hay varias versiones

sobre este tema, una de ellas cuenta que este vehículo era de la policía y que a los niños los mataban en la comisaría. También se decía que los secuestradores eran de otra nacionalidad que los llevaban a su país y luego su suerte era incierta… Michel Diego

El hombre gato

En Campana hace algunos años cuando mis papás eran chicos apareció un misterioso personaje al que muchas personas vieron. Era un hombre delgado, alto, vestía de negro y tenía unas garras largas de metal. Corría rápido y se trepaba en los árboles con mucha ligereza; siempre aparecía de noche por eso lo llamaban “El hombre gato”. Nunca se supo que le haya hecho daño a alguien pero como corría por los techos y sobre los árboles, la gente le tenía miedo por eso trataban todas las noches de atraparlo cuando lo veían pero nunca nadie pudo. Cuentan que de un día para otro desapareció y es que hasta hoy la gente aún habla de él, pero nadie sabe lo que realmente era… Sánchez Yamila (ex alumna)

La historia del mandinga

Hace cuarenta y dos años atrás en una isla del Canal Alen en época de mi abuela María, por las noches, se aparecía un hombre llamado, en ese tiempo “orejas de elefante”; era alto, negro y sus orejas redondas y gigantes. Mi abuela vivía en una casa de madera, en el fondo de la isla, esta tenía 10 metros de alto; debido a las inundaciones que se producían. Casi siempre, salía entre los días martes y viernes, no hacía daño pero su imagen asustaba de tal forma que las piernas le temblaban a cualquier persona, mi abuela comenta que para ellos era horrible. Después de las 12 de la noche nadie salía afuera por miedo a que se le aparezca; cerraban puertas y ventanas muy temprano y los pasos se sentían abajo en la casilla, se decía que él andaba penando. Hacia un gemido muy raro, como si sufriera algo. Mi abuelo aseguraba que era el alma de un hombre llamado Rosendo que había fallecido en las oscuras Islas de Canal Alem, entre los montes. Según cuenta la historia, un día de caza de carpincho, este hombre seguía a uno blanco que salía solo por las noches y la gente le disparaba a matar pero nunca moría, dicen que luego de este encuentro el hombre había enloquecido y ante su desesperación se pegó un tiro arrojándose al agua. Nunca más se supo de él, es por eso que todos comentan que su alma sale por las noches a penar, mi abuelo asevera que se personificó en este ser llamado por los lugareños “Hombre de las orejas de elefante” o “Mandinga”.

Haush Brenda (Ex alumna)

Hombre de los trapos Hace mucho tiempo atrás un hombre, de profesión abogado, había formado

una hermosa familia, con su esposa y tres pequeños hijos. Gracias a su trabajo alcanzó a formar la clase social más alta de su ciudad natal Campana, era muy respetuoso y tenía la admiración de sus colegas y vecinos. Cierto día salió de vacaciones con su familia a la ciudad de Mar del Plata; luego de un mes allí, pasando los días más hermosos que su familia pudo soñar, emprende el regreso pero a la mitad del camino protagonizó un múltiple accidente donde su esposa y su madre murieron instantáneamente, sus hijos sufrieron heridas muy graves y fallecieron a los días siguientes. Él, muy grave logra comenzar a recuperase muy lentamente, así transcurrieron varios meses, pero la noticia más terrible e inesperada

apareció en la boca de los médicos que lo asistieron desde el momento del accidente. Su tesoro más preciado, su familia había fallecido, ya no estarían más a su lado, ya no volvería a verlos, se había quedado totalmente solo. Fue el momento más terrible de su vida, lo que llevó a una gran depresión que termino llevándolo a la locura total. Luego de varias internaciones en institutos psiquiátricos logró escapar y se abandono así mismo, comenzó a deambular por las calles, todo sucio y desarreglado pidiendo alguna moneda o un plato de comida, sus ropas se convirtieron en mugrosos harapos y así comenzó su vida linyera; con una larga barba blanca y muy poco pelo pero muy largo, vagaba por toda la ciudad, dormía en las paradas de colectivo, en la plaza, o debajo de algún toldo de comercio sino a la intemperie. Retaba a los niños que se acercaban a verlo por curiosidad, en medio de su locura los insultaba y les arrojaba papeles para alejarlos. Cuentan las bisabuelas que cuando los pequeños no querían dormir la siesta, o no hacían caso y se portaban mal, él pasaba por las veredas de las casas arrojando latas a las ventanas para asustarlos, y si ellos salían a ver qué sucedía, los raptaba envolviéndolos en sus trapos y los llevaba a una vieja casilla abandonada que había en las barrancas a un costado del hospital, donde los encerraba unos días sin comida y sin agua como castigo para que pensaran y reflexionaran acerca de su comportamiento. Hace ya mucho tiempo que no se le volvió a ver por los lugares que solía merodear.

Algunos vecinos cuentan que falleció hace unos años, pero que su espíritu aún sigue en las cercanías del hospital y la estación de trenes. Donde en las madrugadas cuando todo es silencio algunos creen escuchar sus gritos de locura, llamando a su familia, su madre, esposa y sus pequeños hijos, quienes murieron en ese trágico accidente. Glaser Guido

El fantasma de la niña... Se cuenta que un hombre que vivía en el Chaco, un día, se vino a Campana a buscar trabajo y se quedó en un departamento al lado del Carrefour. Se sorprendía todos los días al subir al ascensor y ver una niña. Un día decidió a ver a su abuelo que vivía hace mucho tiempo aquí y le pregunta si había una niña que vivía allí hace mucho tiempo; le responde que sí, pero que murió quemada y que se llamaba Angélica. El hombre vuelve a su casa sorprendido y pasa por el ascensor y le pregunta a la joven si se llamaba así, ella asienta con la cabeza… fue entonces que se dió cuenta que era un fantasma.

La casa de Eduardo y Luis Costa

Dicen que hace años en el “Rincón de Campana” se construyó una casa para una familia muy adinerada; pero lo que no sabían, los nuevos propietarios, es que allí se alojaría un fantasma. Corrían los años y la majestuosidad de aquella mansión, en la cima de las barrancas, hacia que todos los estancieros de ese lugar quisieran verla y si era posible visitarla. Pero todo comenzó a teñirse cuando un peón accidentalmente murió en el lugar; dicen que su sufrimiento fue tal que su alma decidió vagar allí, frente aquel infortunio que le truncó su joven vida Comentan que a partir de ese suceso, todas las noches, se escuchaban ruidos extraños que venían de la sala de estar y hacían eco en el túnel que los Costa habían hecho construir para tener comunicación directa con la rivera del Paraná de las Palmas. Como esa casa era tan grande, no se podía oír muy bien cual era el origen de esos sonidos que hacían temblar hasta los de carácter mejor templado. Como estos hechos se sucedían cada vez con mayor intensidad y duración; inquietando a todos los integrantes de la casa, los hermanos Costa, pidieron ayuda a unos brujos para que se manifieste el supuesto fantasma. Fue así como lo invocaron y apareció diciéndole a Luis que lo conocía; las palabras sonaban metálicas…con un hilo de voz dijo que no lo creía, pero había algo que le era familiar, recuerdos un poco vagos…

Ante el miedo que le produjo este encuentro se dice que don Luis hizo bendecir cada rincón de su estancia y fue así que se terminaron aquellos sonidos tétricos que perturbaban la majestuosidad de aquella mansión.

Alvez Andrea

El perro sin cabeza y el indio

Hace unos años atrás; antes que se construyera la cuidad de Campana se dice que había un territorio indio sagrado donde enterraban a los muertos. Ese lugar estaba poblado por espíritus que se encargaban de asustar a los que no eran bienvenidos a estas tierras. Por eso, un día, cuentan que uno de ellos se transformó en un perro sin cabeza y otro en un fuerte indio para que todo aquel que se los cruzara huyera espantado. Relatan que una noche, alguien venía desde lejos a caballo, no era uno de ellos, sino un español, bien armado y detrás una caravana con gente blanca para poblar este paraje; cuando de repente, se les apareció un animal morrudo parecido a un perro pero sin cabeza a su lado un aguerrido indio. Sin asustarse quiso dar muerte el visitante al aborigen pero no pudo, en realidad era un invencible espíritu guardián que le dijo que retornara él y su gente, ya que en estas tierras no era bueno actuar con violencia, solo se quedaban las personas que respetaran su descendencia y no impusieran sus costumbres. López Camila

La mancha de café

Cuenta la leyenda que en Campana hace muchos años una joven salió de su casa a una discoteca.

Allí se encontró con sus amigas, bailaron toda la noche y a la madrugada salió sola. Mientras iba caminando hacia su casa unos hombres la sorprenden la maltratan y la matan.

Al año siguiente golpea la puerta de su casa preguntando por ella, sus padres asombrados le dicen que hace un año había muerto. El joven le comenta que la noche anterior había salido con ella a tomar un café y se la había caído un su vestido blanco manchándose y como hacía frío le prestó su campera y le dio esa dirección para que la fuese a buscar. Los padres lo llevaron al cementerio y grande fue la sorpresa cuando la vieron con el vestido blanco, la mancha de café y puesta su campera; el joven se volvió loco. Y desde entonces cuenta la leyenda que desde ese día en que ella murió anda buscando compañía. Bentancourt Eliseo

La extraña desaparición

Hace muchos años cuando recién se había terminado la estación de trenes se cuenta que el inspector de ahí escuchó un ruido en el baño y cuando fue a fijarse… vió algo que se movió muy rápidamente. Al otro día sucedió otra vez y lo que divisó fue algo grande, peludo y con ojos rojos pero antes de que se acercara algo lo arañó. Quedó inconsciente, cuando se despertó estaba en un campo…y luego desapareció. Hasta ahora nadie lo encontró…No se sabe si lo mataron o si se fue a otro país pero el caso es que todavía lo buscan.

El encierro del joven

Muchos han oído hablar de esta historia, caratulándola como un mito urbano de esos muchos que andan dando vueltas en Campana. La leyenda indicaba que allá por el año 1991, un adolescente regresó de la escuela, se encerró en su cuarto y juró no salir más de allí, pese a la insistencia de sus padres. El protagonista de esta historia tenía 18 años, cuando un día decidió no salir de su habitación. Según allegados de la familia, el muchacho permaneció casi 20 años sin bañarse ni permitir que nadie entrara allí. Algunas versiones dicen que el joven solo pedía 2 litros de Coca-cola por día, televisión por cable y la revista “El gráfico”. Sus padres durante todo ese tiempo, le habían dejado la comida en la puerta, la cual se mantenía celosamente cerrada con llave por dentro. Pese a la actitud de suma “pasividad” esgrimida por sus progenitores durante todo este tiempo, últimamente habían solicitado ayuda tras percibir un deterioro en la piel de su hijo También señalaron que tendría un comportamiento mucho más violento que de costumbre y no comía. Por ello y ante la intervención de autoridades sanitarias locales, la justicia debió actuar. Un móvil de la policía y una ambulancia privada llegaron al lugar, para sacarlo al muchacho convertido en hombre (37 años) y trasladado al hospital local. Las condiciones del cuarto eran indescriptibles, según relataron algunos testigos de CN; incluso había una gran cantidad de botellas de gaseosa en su interior. El sujeto fue sometido a distintos estudios para comprobar su estado de salud,

además de recibir un importante aseo, ya que en todo este tiempo nunca se corto el pelo ni las uñas.

Roldán Julián

La barranca del tigre

Se comenta que hace mucho tiempo en la casa de Eduardo Costa, ubicada en la barranca, todas las tardes en hora de la siesta, venía un tigre que tenía dientes filosos, garras y un rugido grave. Desde entonces a la barranca la laman “la bajada del tigre” y fue muy comentado este suceso en Campana. También se dice que para esconderse de ese tigre había un túnel secreto en la mansión.

Estefanía Casuscelli

Galería de trabajos y fotos de los niños/as trabajando.