Reflejos e Instintos

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“Año de la Inversión para el Desarrollo Rural y la Seguridad Alimentaria” Año de la Inversión para el Desarrollo Rural y l AlimentariaUNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VIL FACULTAD DE PSICOLOGÍA Teorías Del Aprendiz Profesora: Integrantes: - Escobar Noemí - Ubillus Bustillus, Alexander Antho - Rodríguez Tello, Etty Ruth - Arquíñego Huamán, Mónica Elena - Córdova Calderón, Huber Andrés Ciclo: III Turno: Mañana

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Reflejos e instintos

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“Año de la Inversión para el Desarrollo Rural y la Seguridad Alimentaria”

“Año de la Inversión para el Desarrollo Rural y la Seguridad Alimentaria

UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VILLARREAL

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

Teorías Del Aprendizaje

Profesora:

Integrantes:

- Escobar Peña Sara Noemí

- Ubillus Bustillus, Alexander Anthony

- Rodríguez Tello, Etty Ruth

- Arquíñego Huamán, Mónica Elena

- Córdova Calderón, Huber Andrés

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TRABAJO DE REFLEJOS E INSTINTOS

Índice

Caratula

Índice

Introducción

1. Reflejos

1.1 Tipos de Reflejos

2. Modulación emocional de los reflejos defensivos mediante visualización de

imágenes afectivas

3. Instintos-

3.1 Teorías

3.1.1 Teoria de la Violencia Humana

3.1.2 Teoria de Sigmund Freud

3.1.3 Fromm Y La Agresividad Benigna

4. Conclusiones

5. Referencias

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INTRODUCCIÓN

A pesar que un bebé recién nacido parece indefenso y sumamente delicado,

la naturaleza dota al niño de una serie de recursos muy especiales que los protegen

del peligro y los ayudan a promover su instinto de supervivencia durante sus

primeros días de vida.

Un reflejo es la reacción simple y automática a un estímulo exterior. El niño, al

nacer, viene con un repertorio de reflejos incondicionados, es decir, conductas en las

que no ha intervenido el aprendizaje (respuestas automáticas, innatas e

involuntarias).

El instinto es una disposición innata, heredada, que incita al sujeto a actuar de

una determinada forma frente a un estimulo o un objeto y que desempeña un papel

importante en nuestra vida, ya que puede afectar nuestra conducta. Es importante

que el instinto se deba comprender como una necesidad que busca satisfacción, y

de la misma forma debemos tener en cuenta que estos estímulos nacen en el

cuerpo a través de sensaciones.

El sistema nervioso cumple una importante función, ya que a través de él se

puede suprimir algunos estímulos o se busca el equilibrio entre el estímulo y el

deseo o necesidad que se tiene, pero de la misma forma también esto se puede ver

afectado por el mismo desarrollo no pudiendo identificar o bloquear el sentir a través

de ideas o pensamientos irracionales.

En la conducta humana persisten un gran número de patrones instintivos,

aunque, por su capacidad de racionalización, gran parte de la vida instintiva del ser

humano ha sufrido un proceso de complejidad, mezclándose auténticos instintos con

conductas voluntarias y generalmente, en el ser humano el impulso instintivo pasa

por el «filtro» de la razón, por lo que, voluntariamente, es capaz de modificar, anular

o reprimir la conducta instintiva. Esto es fácil de observar si comparamos la actitud

de un niño pequeño con la de un adulto: el primero se moverá siguiendo únicamente

sus apetencias, sin control, mientras que el segundo valorará sí es o no el momento

adecuado para satisfacerlas. Pero este control es fruto de un aprendizaje y una

educación que, en cierto modo, regulan los instintos. Es decir, se aprende a

controlar los instintos, pero no la conducta instintiva en sí, que es innata.

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1. REFLEJOS

Según la RAE, el reflejo es una reacción automática y simple a un estímulo.

Se trata de una respuesta orgánica que se produce de forma espontánea y no es

aprendida. 

Se produce cuando un estimulo específico capaz

de sobrepasar un umbral determinado,

dependiendo del individuo, provoca una respuesta

automática.

1.1 Tipos de Reflejos

Uno de ellos es el reflejo de

natación, cuando se coloca a un bebé en el agua,

si se le sujeta por el vientre, éste comienza a

realizar movimientos de natación rítmicos y

coordinados. Pasados los tres meses, el bebé

pierde este reflejo y pasa de "parecer que nada" a

chapotear y golpear el agua con movimientos más desorganizados.

  Otro reflejo similar, es el reflejo de reptación. Si colocamos al recién nacido

en una superficie boca abajo, puede iniciar movimientos de brazos y piernas cómo si

fuera a desplazarse. Este reflejo se ha relacionado con el gateo, aunque el bebé

perderá este reflejo a los pocos meses y tendrá que aprender a gatear a partir de los

seis meses.

  Dentro de este grupo de reflejos, es muy importante el reflejo de la marcha.

Si sujetamos a un bebé por debajo de los brazos manteniéndole en posición vertical,

apoyando sus pies sobre una superficie, el bebé reacciona con movimientos

coordinados de los pies “como si andara". Este reflejo se observa con claridad a

partir del cuarto día de vida y suele desaparecer hacia el primer o segundo mes de

vida. Al finalizar su primer año de vida, sin embargo, tendrá que aprender a andar

coordinando los movimientos y el equilibrio.

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2. MODULACIÓN EMOCIONAL DE LOS REFLEJOS DEFENSIVOS MEDIANTE

VISUALIZACIÓN DE IMÁGENES AFECTIVAS

El interés por el estudio científico de la emoción está experimentando un auge

en los últimos años gracias a los avances en el ámbito de las neurociencias, en

general, y del psicofisiológicas de la emoción, en particular. Tales avances se

refieren fundamentalmente al conocimiento de los mecanismos psicológicos y

neurales que activan la expresión emocional en sus tres sistemas de respuesta el

subjetivo verbal, el conductual y el fisiológico. Como se ha demostrado

repetidamente, tomar de formas aislada cualquiera de ellos proporciona una visión

imperfecta y parcial del fenómeno emocional dado que las correlaciónales entre

sistemas e incluso dentro de cada sistema tienden a ser bajas o nulas (Lang, 1968,

1995; Birbaumer y Öhman, 1993). Un factor clave ha sido el disponer de

procedimientos objetivos para inducir estados emocionales en el laboratorio. Uno de

estos procedimientos se basa en la visualización de imágenes afectivas, bien en

formato de diapositiva o en formato digital, debidamente calibradas en cuanto a la

intensidad de sus efectos en tres dimensiones afectivas: valencia, Areúsal y

dominancia (Moltó et al., 1999; Bradley, 2000; Vila et al., 2001). Finalmente, el factor

tal vez más decisivo sea la convergencia de datos procedentes de la investigación

animal y humana sobre los mecanismos neurofisiológicos y psicofisiologicos que

subyacen al sistema defensivo y, en particular, a las emociones directamente

relacionadas con el: la ansiedad y el miedo (Lang y Nadel, 2000; Davis y Ohman,

200; Bouton, Mineka,2001 ).

Investigadores recientes sobre los mecanismos neurofisiológicos del sistema

defensivo en animales han demostrado lo mágico del sistema defensivo en

animales, han demostrado el importante papel que juega la amígdala, junto con

otras estructuras subcorticales (lecho de la estría terminal, área tegumento ventral e

hipotálamo para ventricular, entre otras) en la expresión y el aprendizaje del miedo y

de la ansiedad. Aunque los mecanismos implicados son complejos los estudios de

Davis y colaboradores (Davis, 1992, 1997;Lang Davis y Ohman 200;Davis y Lang,

2001) apuntan el centro responsable del miedo ante claves especificas de peligro es

la amígdala, mientras que el núcleo del lecho de la estría terminal seria el centro

responsable del miedo ante las claves contextuales (la ansiedad según estos

autores).

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Uno de los principales paradigmas de investigación animal en el que han

estudiado los mecanismos neurofisiológicos ah sido el paradigma de la potenciación

de reflejos defensivos sobre salto y congelamiento mediante la presentación de

estímulos previamente condicionados de miedo (Davis, 1992; Le Doux, 1999).

En humanos este paradigma ha sido también ampliamente utilizado, aunque

sustituyendo el condicionamiento pavloviano por representación de fotografías alta

mente efectiva y centrado el estudio de los reflejos defensivos en el reflejo de

sobresalto, medio a través del registro electromiografico del musculo orbicular del

ojo (el musculo que regula el parpadeo). Existen abundantes datos fisiológicos y

conductuales que indican qe la visualización de imágenes afectivas calibradas en

cuanto a la dimensiones de Valencia (agrdable –desagradable) y arousal (relajante –

activantes) producen cambios medibles y fiables en la amplitud del reflejo de

sobresalto, así como en otras medidas fisiológicas y comportamentales.

En general los resultados de estos estudios dan apoyo empírico a la hipótesis

del primiing motivacional, propuesta por Lang y colaboradores (Lang 1995 y cuthbert

1997), según cual los reflejos incondionados pueden ser modulados (potenciales o

inhibidos) de acuerdo con el estado motivacional (aversivos apetitivo) del organismo.

En particular, los reflejos defensivos se verían aumentados cuando el organismo

está motivado aversivamente (cuando observa imágenes desagradables altamente

activantes)

El objetivo general del presente estudios es extender el paradigma de la

modulación emocional de reflejo motor sobresalto en humanos al reflejo cardiaco de

defensa. El termino repuesta cardiaca de defensa (RCD) hace referencia al

componente cardiaco de la respuesta ante estimulación discreta intensa o aversiva

(Turpin 1986; vila, 1995). los datos acumulados en los últimos años muestran que la

RCD consiste en un patrón complejo de cambios en la frecuencia cardiaca con

componentes acelerativos y decelerativos que aparecen en orden secuencial

alterno (aceleración deceleración –aceleración- deceleración) dentro de los 80

segundos posteriores al inicio del estimulo. Las características paramétricas de este

patrón de respuesta, así ampliamente descritas en trabajos previos.

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En concreto el estudio pretende examinar el efecto modulador de a

visualización de imágenes afectivas sobre los componentes cardiacos de la

respuesta de defensa siguiendo la metodología utilizada por Land y colaboradores

en el estudio reflejo motor de sobresalto. Nos interesa, por tanto, estudiar

simultáneamente los cambios en la frecuencia cardiaca y en la amplitud del

parpadeo ante la presentación de estímulos acústicos que evoquen ambos reflejos,

mientras los sujetos observan diapositivas con un contenido emocional agradable,

desagradable y neutral.

Si la visualización de las imágenes desagradables muestra el mismo efecto

potenciador sobre ambos reflejos nuestros datos darán apoyo empírico adicional a

la hipótesis del priming motivacional por Lang.

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3. Instintos

Según Darwin en su “Teoría de la evolución” (1859), se entiende por instinto a

la cadena de acciones reflejas o un reflejo compuesto.

Para la etología, es un patrón de acción fija; un sistema de coordinación

heredado y adaptado dentro del sistema nervioso como un todo que cuando es

accionado, encuentra su expresión en un comportamiento que culmina en un patrón

de acción fija. Mientras que para el conductismo, la creación de hábitos.

Según W. James (1890), el instinto es la facultad de obrar de un modo tal que

produzca ciertos resultados, sin tenerlos en mente y sin educación previa en cuanto

a la ejecución.

Para W. McDougall en su “Psicología hórmica” ( 1965) , significa una

disposición psicofísica heredada (o innata) que condiciona a su poseedor a percibir y

a prestar atención a objetos de una cierta clase, a experimentar una excitación

emocional de una calidad particular tras percibir el objeto y, como consecuencia, a

actuar de una manera determinada.

3.1 Teoría acerca de los Instintos

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3.1.1 Teorías de la Violencia Humana

La violencia existe desde siempre; violencia para sobrevivir, violencia para

controlar el poder, violencia para sublevarse contra la dominación, violencia física y

psíquica.

Los etólogos, en sus investigaciones sobre el comportamiento innato de los

animales, llegaron a la conclusión de que el instinto agresivo tiene un carácter de

supervivencia. Por lo tanto, la agresión existente entre los animales no es negativa

para la especie, sino un instinto necesario para su existencia.

Sigmund Freud-, nos muestra una serie ininterrumpida de conflictos entre una

comunidad y otra u otras, entre conglomerados mayores o menores, entre ciudades,

comarcas, tribus, pueblos, Estados; conflictos que casi invariablemente fueron

decididos por el cotejo bélico de las respectivas fuerzas (...) Al principio, en la

pequeña horda humana, la mayor fuerza muscular era la que decidía a quién debía

pertenecer alguna cosa o la voluntad de qué debía llevarse a cabo.

Al poco tiempo la fuerza muscular fue reforzada y sustituida por el empleo de

herramientas: triunfó aquél que poseía las mejores armas o que sabía emplearlas

con mayor habilidad. Con la adopción de las armas, la superioridad intelectual ya

comienza a ocupar la plaza de la fuerza muscular bruta, pero el objetivo final de la

lucha sigue siendo el mismo: por el daño que se le inflige o por la aniquilación de sus

fuerzas, una de las partes contendientes ha de ser obligada a abandonar sus

pretensiones o su oposición” (Freud, S.,1972, pp. 3.208-9).

La guerra, que es un producto de la violencia y el deseo de poder, está

generada por los instintos agresivos de la psicología humana. Ya en julio de 1932,

cuando Albert Einstein –el físico cuyas teorías sobre la relatividad y la gravitación

universales revolucionaron el mundo de la ciencia- le preguntó a Sigmund Freud:

¿Qué podría hacerse para evitar a los hombres el desastre de la guerra? El padre

del psicoanálisis, en una carta fechada en septiembre de 1932, le respondió: “Usted

expresa su asombro por el hecho de que sea tan fácil entusiasmar a los hombres

para la guerra, y sospecha que algo, un instinto del odio y de la destrucción, obra en

ellos facilitando ese enardecimiento. Una vez más, no puedo sino compartir sin

restricciones su opinión. Nosotros creemos en la existencia de semejante instinto, y

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precisamente durante los últimos años hemos tratado de estudiar sus

manifestaciones.

Permítame usted que exponga por ello una parte de la teoría de los instintos a

la que hemos llegado en el psicoanálisis después de muchos tanteos y vacilaciones.

Nosotros aceptamos que los instintos de los hombres no pertenecen más que a dos

categorías: o bien son aquellos que tienden a conservar y a unir -los denominados

‘eróticos’, completamente en el sentido del Eros del ‘Symposion’ platónico, o

‘sexuales’, ampliando deliberadamente el concepto popular de la ‘sexualidad’-, o

bien son los instintos que tienden a destruir y a matar: los comprendemos en los

términos ‘instintos de agresión o de destrucción’. Como usted advierte, no se trata

más que de una transfiguración teórica de la antítesis entre el amor y el odio,

universalmente conocida y quizá relacionada primordialmente con aquella otra, entre

atracción y repulsión, que desempeña un papel tan importante en el terreno de su

ciencia (...) Con todo, quisiera detenerme un instante más en nuestro instinto de

destrucción, cuya popularidad de ningún modo corre pareja con su importancia.

Sucede que mediante cierto despliegue de especulación, hemos llegado a concebir

que este instinto obra en todo ser viviente, ocasionando la tendencia de llevarlo a su

desintegración, de reducir la vida al estado de la materia inanimada. Merece, pues,

en todo sentido la designación de instinto de muerte, mientras que los instintos

eróticos representa las tendencias hacia la vida.

El instinto de muerte se torna instinto de destrucción cuando, con la ayuda de

órganos especiales, es dirigido hacia fuera, hacia los objetos. El ser viviente protege

en cierta manera su propia vida destruyendo la vida ajena (...) De lo que antecede

derivamos para nuestros fines inmediatos la conclusión de que serán inútiles los

propósitos para eliminar las tendencias agresivas del hombre. Dicen que en regiones

muy felices de la Tierra, donde la naturaleza ofrece pródigamente cuanto el hombre

necesita para su subsistencia, existen pueblos cuya vida transcurre pacíficamente,

entre los cuales se desconoce la fuerza y la agresión. Apenas puedo creerlo, y me

gustaría averiguar algo más sobre esos seres dichosos.

También los bolcheviques esperan que podrán eliminar la agresión humana

asegurando la satisfacción de las necesidades materiales y estableciendo la

igualdad entre los miembros de la comunidad. Yo creo que esto es una ilusión (...)

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Por otra parte, como usted mismo advierte, no se trata de eliminar del todo las

tendencias agresivas, humanas, se puede intentar desviarlas, al punto que no

necesiten buscar su expresión en la guerra (...) Pero con toda probabilidad esto es

una esperanza utópica. Los restantes caminos para evitar indirectamente la guerra

son por cierto más accesibles, pero en cambio no prometen un resultado inmediato

que uno se moriría de hambre antes de tener harina” (Freud, S., 1972,pp. 3.210-14).

Los psicoanalistas consideran que la violencia es producto de los mismos

hombres, por ser desde un principio seres instintivos, motivados por deseos que son

el resultado de apetencias salvajes y primitivas. “Los pequeños -señala Anna Freud-,

en todos los períodos de la historia, han demostrado rasgos de violencia, de

agresión y destrucción (...) Las manifestaciones del instinto agresivo se hallan

estrechamente amalgamadas con las manifestaciones sexuales” (Freud, A., 1980, p.

78).

El instinto de agresión infantil, según Anna Freud, aparece en la primera fase

bajo la forma del sadismo oral, utilizando sus dientes como instrumentos de

agresión; en la fase anal son notoriamente destructivos, tercos, dominantes y

posesivos; en la fase fálica la agresión se manifiesta bajo actitudes de virilidad, en

conexión con las manifestaciones del llamado “complejo de Edipo”.

Sin embargo, Sigmund Freud y Konrad Lorenz comparten la idea de que la

agresión puede descargarse de diferentes maneras. Por ejemplo, practicando algún

deporte de lucha libre o rompiendo algún objeto que está al alcance de la mano. Si

Lorenz aconseja que el amor es el mejor antídoto contra la agresividad, Freud afirma

que los instintos de agresión no aceptados socialmente pueden ser sublimados en el

arte, la religión, las ideologías políticas u otros actos socialmente aceptables. La

catarsis implica despojarse de los sentimientos de culpa y de los conflictos

emocionales, a través de llevarlos al plano consciente y darles una forma de

expresión.

Se dice que el niño, incluso el más inocente y pacífico, tiene sentimientos

destructivos o “instintos de muerte”, que si son dirigidos hacia adentro pueden

conducirlo al suicidio, o bien, si son dirigidos hacia fuera, pueden llevarlo a cometer

un crimen. La agresividad del niño, asimismo, puede ser estimulada por el rechazo

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social del cual es objeto o por una simple falta de afectividad emocional, puesto que

el problema de la violencia no sólo está fuera de nosotros, en el entorno social, sino

también dentro de nosotros; un peligro que aumenta en una sociedad que enseña,

desde temprana edad, que las cosas no se consiguen sino por medio de una

inhumana y egoísta competencia. “El otro” no se nos presenta, en nuestra educación

para la vida, como un cooperador sino como un competidor, como un enemigo. A

esto se suman los medios de comunicación que propagan la violencia, estimulando

la agresividad del niño.

1. John Lewis, en su libro “Hombre y evolución”, rebate la teoría sobre la

agresividad innata, señalando que no existen razones para suponer que el

hombre sea movido por impulsos instintivos, ya que “no existe testimonio

antropológico alguno que corrobore esa concepción del hombre primitivo

considerado como un ser esencialmente competitivo. El hombre, al contrario,

ha sido siempre, por naturaleza, más cooperativo que agresivo. La teoría

psicológica de Freud, afirmando la indiscutible base agresiva de la naturaleza

humana, no tiene validez real alguna” (Lewis, J., 1968, p. 136).

3.1.2 Freud y su teoría

Freud teorizó que la dualidad de la naturaleza humana surgió de dos instintos:

Los instintos de vida “Eros” (comer, beber, sexo…etc.) y los instintos de muerte

“Tánatos” (conservación de energía, descanso, agresión… etc.) Según esto el ser

humano carecería de instintos, y en su lugar tendría lo que se denomina pulsiones.

Las pulsiones humanas fundamentales serían, como ya se mencionó, el Eros (que

engloba las de autoconservación y las sexuales) y la Tánatos (pulsión de muerte),

por lo que sus teorías podrían estar en contradicción con las opiniones más

generalizadas en relación con el instinto de supervivencia y con el instinto de

reproducción.

Parece que lo que sería "instintivo" en los humanos, conforme a las teorías

freudianas, sería la búsqueda del placer en sí mismo y el rechazo del dolor (aunque

a veces busquemos el dolor y lo extremo por Tánatos), lo que, en algunos casos,

podría conducir al suicidio para evitar el sufrimiento, cuando el dolor físico o psíquico

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es muy grave, esto sería una peculiaridad propia de los seres humanos, pues no

parece que haya constancia de casos de suicidio en animales.

Teoría instintiva

Freud creía que la personalidad se basaba en impulsos biológicos,

principalmente de naturaleza sexual y agresiva, enraizados en el cuerpo con su

constitución hereditaria inalterable.

Aunque Freud enfatizó el papel del instinto sexual en el desarrollo de la

personalidad, éste no fue el único que identificó. En “Más allá del principio del

placer” (1920), distingue dos grupos principales de instintos: Los instintos de vida

(Eros) que incluyen la libido (energía sexual) y los instintos de muerte (Tánatos), que

comprende principalmente la agresión.

 3.1.2.1 Teoría de la libido

Libido es un término de la teoría de los instintos destinado a la designación de la

manifestación dinámica de la sexualidad, utilizado ya por A. Moll en este sentido

(Investigaciones sobre la «libido sexualis», 1898) e introducido en el psicoanálisis.

En lo que sigue nos limitaremos a enunciar qué desarrollos (aún no terminados) ha

experimentado la teoría de los instintos en el psicoanálisis.

(1) Antítesis de instintos sexuales e instintos del yo. -El psicoanálisis, que no tardó

en descubrir que había de fundar todo el suceder anímico en el dinamismo de los

instintos elementales, se vio en pésima situación, pues no había en la Psicología

una teoría de los instintos y nadie podía decirle lo que propiamente era un instinto.

Reinaba la arbitrariedad más absoluta y cada psicólogo admitía tantos instintos

como quería y, precisamente, los que quería. El primer objeto de estudio del

psicoanálisis fueron las neurosis de transferencia (la histeria y la neurosis obsesiva).

Sus síntomas nacían por cuantos impulsos instintivos sexuales habían sido

rechazados (reprimidos) por la personalidad (por el yo) y se había procurado

indirectamente, a través de lo inconsciente, una expresión. Comenzamos, pues, por

oponer a los instintos sexuales instintos del yo (instintos de autoconservación), y nos

encontramos entonces de acuerdo con la tesis, hecha popular, del poeta que

atribuye todo el suceder universal a dos únicas fuerzas: el hambre y el amor. La

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libido era en igual sentido la manifestación energética del amor, como el hambre la

del instinto de conservación. La naturaleza de los instintos del yo permaneció así en

un principio, indeterminada e innacesible al análisis como todos los demás

caracteres del yo. Sin que fuera posible indicar si entre ambas clases de instintos

debían suponerse diferencias y cuáles podían ser éstas.

(2) La libido primordial. -C. G. Jung intentó vencer esta oscuridad por un camino

especulativo, admitiendo tan sólo una única libido primordial que podía ser

sexualizada y desexualizada, y coincidía, por tanto, en esencia con la energía

psíquica en general. Esta innovación era discutible desde el punto de vista

metodológico; rebajaba el término de libido a la categoría de un sinónimo superfluo y

forzaba en la práctica distinguir constantemente entre libido sexual y asexual. La

diferencia entre los instintos sexuales y los instintos con otros fines no podía ser

suprimida con sólo una nueva definición.

(3) La sublimación. -El estudio reflexivo de las tendencias sexuales, sólo

analíticamente accesibles, había procurado, entre tanto, interesantísimos

conocimientos aislados. Lo que se conocía con el nombre de instinto sexual era algo

muy compuesto y podía descomponerse en sus instintos parciales. Cada instinto

parcial se hallaba inmutablemente caracterizado por su fuente; esto es, por aquella

región del soma de la cual extraía el mismo su estímulo. Además podían distinguirse

en él un objeto y un fin. El fin era siempre su satisfacción o descarga, pero podía

experimentar una mutación de la actividad a la pasividad. El objeto estaba menos

firmemente vinculado al instinto de lo que al principio parecía, podría ser fácilmente

trocado por otro, y también el instinto que había tenido un objeto exterior podía ser

orientado hacia la propia persona. Los diferentes instintos podían permanecer

independientes unos de otros, o -en forma aún irrepresentable - combinarse,

fundirse para una labor común. Podían también representarse mutuamente,

transferirse sus cargas de libido, de manera que la satisfacción de uno quedara

sustituida por la de otro. El destino más importante de los instintos parecía ser la

sublimación, en la cual son sustituidos por otros el objeto y el fin, de manera que el

instinto originalmente sexual encuentra su satisfacción en una función no sexual ya y

más elevada desde el punto de vista social o ético. Todos éstos son rasgos que no

se unen todavía en una imagen conjunta.

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(4) El narcisismo. -Un progreso decisivo resultó cuando nos arriesgamos al análisis

de la dementia praecox y otras afecciones psicóticas y empezamos con ello a

estudiar el yo, al cual hasta entonces sólo conocíamos como instancia represora y

resistente. Descubrimos que el proceso patógeno de la dementia praecox consistía

en que la libido era retirada de los objetos y retraída al yo, siendo los ruidosos

fenómenos patológicos correspondientes la consecuencia de los vanos esfuerzos de

la libido por hallar el camino de retorno a los objetos. Es, pues, posible que la libido

de los objetos se transformara en carga del yo, e inversamente. Otras reflexiones

mostraron que el yo podía ser considerado como un gran depósito de libido, del que

afluía la libido a los objetos y que se hallaba siempre dispuesto a acoger la libido

retornada de los objetos. Así pues, los instintos de conservación eran también de

naturaleza libidinosa, eran instintos sexuales que en vez de los objetos exteriores

habían tomado por objeto el propio yo. Por nuestra experiencia clínica conocíamos

personas que se conducían singularmente, como si estuvieran enamoradas de sí

mismas, y habíamos dado a esta perversión el nombre de narcisismo.

Denominamos, pues, a la libido de los instintos de autoconservación libido narcisista

y reconocimos una amplia medida de tal amor propio como el estado primario y

normal. La fórmula primera de las neurosis de transferencia precisaba, pues, ahora,

no de una rectificación, pero sí de una modificación; en lugar de un conflicto entre

instintos sexuales e instintos del yo hablamos mejor de un conflicto entre la libido del

objeto y la libido del yo, o, puesto que la naturaleza de los instintos era la misma,

entre las cargas del objeto y el yo.

(5) Aproximación aparente a la interpretación de Jung. -De este modo pareció como

si también la lenta investigación psicoanalítica hubiera llegado al mismo resultado

que la especulación de Jung sobre la libido primordial, puesto que la transformación

de la libido del objeto en narcisismo traía consigo inevitablemente cierta

desexualización, un abandono de los fines sexuales especiales. Pero se impone la

reflexión de que si los instintos de autoconservación del yo son reconocidos como

libidinosos, ello no demuestra que en el yo no actúen también otros instintos.

(6) El instinto gregario. -Se afirma multilateralmente la existencia de- un instinto

gregario especial innato, que determina la conducta social de los hombres e impulsa

al individuo a la reunión en comunidades más amplias. El psicoanálisis ha de

oponerse a esta tesis. Si el instinto social es también, innato puede ser referido sin

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dificultad a cargas de objeto originariamente libidinosas y se desarrolla en el

individuo infantil como producto de la reacción a actitudes hostiles de rivalidad.

Reposa en una forma especial de la identificación con los demás.

(7) Tendencias sexuales de fin inhibido.- Los instintos sociales pertenecen a una

clase de impulsos instintivos que no requieren forzosamente el calificativo de

sublimados, aunque están próximos a los de este orden. No han abandonado sus

fines directamente sexuales, pero se ven impedidos de alcanzarlos por resistencias

internas; se contentan con ciertas aproximaciones a la satisfacción y establecen,

precisamente por ello, vínculos singularmente firmes y duraderos entre los hombres.

A esta clase pertenecen en especial las relaciones cariñosas, plenamente sexuales

en su origen, entre padres e hijos, los sentimientos de amistad y el cariño conyugal,

nacido de la inclinación sexual.

(8) Reconocimiento de dos clases de instintos en la vida anímica. -La labor

analítica, que, en general, tiende a desarrollar sus teorías independientemente de

las otras ciencias, al tratarse de la teoría de los instintos, se ve obligada a buscar

apoyo en la Biología. Amplias reflexiones sobre los procesos que constituyen la vida

y conducen a la muerte muestran probable la existencia de dos clases de instintos,

correlativamente a los procesos opuestos de construcción y destrucción en el

organismo. Unos de estos instintos, que laboran silenciosamente en el fondo,

perseguirían el fin de conducir a la muerte al ser vivo; merecerían, por tanto, el

nombre de instintos de muerte y emergerían vueltos hacia el exterior por la acción

conjunta de los muchos organismos elementales celulares, como tendencias de

destrucción o de agresión. Los otros serían los instintos sexuales o instintos de vida

libidinosos (el Eros), mejor conocidos analíticamente, cuya intención sería formar

con la sustancia viva unidades cada vez más amplias, conservar así la perduración

de la vida y llevarla a evoluciones superiores. En el ser animado, los instintos

eróticos y los de muerte habrían constituido regularmente mezclas y aleaciones;

pero también serían posibles disociaciones de los mismos. La vida consistiría en las

manifestaciones del conflicto o de la interferencia de ambas clases de instintos,

venciendo los de destrucción con la muerte y los de vida (el Eros) con la

reproducción.

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(9) La naturaleza de los instintos. -Sobre el terreno de esta teoría puede decirse que

los instintos son tendencias intrínsecas de la sustancia viva a la reconstitución de un

estado anterior, o sea, históricamente condicionadas y de naturaleza conservadora,

como si fueran manifestación de una inercia o una elasticidad de lo orgánico. Ambas

clases de instintos, el Eros y el instinto de muerte, actuarían y pugnarían entre sí

desde la primera génesis de la vida.

3.1.3 FROMM Y LA AGRESIVIDAD BENIGNA

Según Fromm, toda acción instintiva real va unida siempre a un proceso de

aprendizaje (los elementos aprendidos se construyen sobre el instinto) y no su

resultado final. Considera la llamada <<agresividad benigna>> como instinto y

afirma que es comprobable neurofisiológica mente diciendo que “un instinto no

podría depender de condiciones externas.

El instinto se halla tan fuertemente inserto que no falta en algunos hombres

bajo determinadas circunstancias y aparece en otros bajo otras circunstancias”

(Heller, 1980).

Para Fromm, es la realidad socioeconómica lo que modifica los instintos. El

método psicoanalítico puede, pues, ser aplicado a la psicología social: los individuos

de un mismo grupo social tienen rasgos psíquicos comunes, determinados por las

condiciones socioeconómicas en que viven. Cada sociedad tiene una estructura

económica, social y política específica, a la cual se adaptan los instintos. Cada

sociedad tendrá, por tanto, una estructura psíquica propia. La influencia social se

ejerce sobre el individuo a través de la familia, “agencia psicológica de la sociedad”.

CARACTERÍSTICAS DE LOS INSTINTOS

Como características principales de los instintos, podemos encontrar que:

Son patrones de conducta no aprendida.

Radican en el sistema límbico “archipallium” o primitivo.

No son exclusivos de los humanos. Los primates los poseen. Son

transmisibles genéticamente, por herencia, aunque susceptible de

modificación.

Son innatos.

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Son conocimientos primarios que impulsan a la realización de objetivo común

(fin vital). Posee finalidad adaptativa y de supervivencia.

Fundamentan el desarrollo del conocimiento inteligente (adquirido).

Son compartidos por todos los miembros de la misma especie; es decir, son

propios y universales para cada especie.

Están sometidos a la ley de la evolución.

Son automáticos, involuntarios.

Tienen una función específica a nivel filogenético.

Aparecen en forma de necesidades o de impulsos.

Básicamente, los instintos sirven para:

Preservación de la vida: Reproducción, nutrición, etc.

Defensa

Supervivencia

Según la complejidad intelectual del ser humano podemos clasificar los

instintos de la siguiente manera:

A) Instintos vitales: Son los más primarios y comunes entre seres humanos

y animales. Tienen por finalidad la conservación de la existencia del sujeto, de

su familia o de su especie. Son los llamados instintos de supervivencia, que

velan por el sustento y mantenimiento de la vida, al igual que evitan la

destrucción o la muerte.

Entre ellos destacan:

1. Instinto de nutrición: Que determina una serie de pautas de

comportamiento dirigidas a la obtención de alimento y agua. Se pone en

marcha por el estímulo interno del hambre o la sed, y en función de las

necesidades corporales. Según el desarrollo en la escala evolutiva del animal,

la conducta nutritiva será proporcionalmente más compleja: desde un simple

acercamiento a la comida (como ocurre con el gusano) a la más compleja

técnica de caza de una manada de lobos.

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2. Instinto sexual: Que está encaminado a la conservación de la especie.

Impulsa, por la atracción erótica, el acoplamiento entre ambos géneros, con

fines procreativos.

3. Instinto de lucha y huida: Dirigidos a la protección de la integridad física

frente a la agresión externa.

4. Instinto de guarida y búsqueda de calor: Cuyo fin es protegerse de las

inclemencias climáticas. Clara manifestación de este instinto son las

migraciones de las aves.

B) Instintos de placer: Son un poco más complejos y selectivos que los

anteriores. Son ya más típicos del ser humano, aunque algunos animales, los

más evolucionados, pueden poseerlos también en sus patrones de conducta.

Tienen como finalidad el proporcionar placer y aumentar el bienestar

individual.

Generalmente, consisten en una selección y refinamiento de los instintos

vitales. Así, en la nutrición, el ser humano elige determinados alimentos

buscando más el placer que satisfacer su apetito. Igualmente, al beber,

incluye los néctares como complemento del agua para aliviar la sed. No se

conforma con un refugio, sino que busca comodidades en su hogar. La

sexualidad llega a desligarse de los fines procreativos para encaminarse

hacia la relación placentera. E incluso añade consumos superfluos e

innecesarios, como el tabaco, el alcohol y las drogas, con el único fin de

estimular sus sentidos.

C) Instintos sociales: Incitan al individuo a la formación de colectividades y a

situarse dentro de las mismas con un cierto rango. Entre los instintos sociales

destacan: la necesidad de compañía, de prestigio, de poder y de propiedad.

D) Instintos culturales. Más propios del ser humano culto y civilizado. Entre

ellos destacamos la «ambición» de saber, las inclinaciones artísticas, la

investigación, las tendencias filosóficas y religiosas, etc.

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4. Conclusiones

La función de estos reflejos es desconocida ya que no se entiende por qué

aparecen estas conductas al nacer, se pierden a los pocos meses y después

el niño tiene que aprenderlas nuevamente para poder gatear, andar o nadar.

Las investigaciones más recientes muestran una clara relación entre estos

reflejos y el gateo, la marcha o la acción de nadar. Parece que, entrenar al

bebé en la práctica de estos reflejos los primeros meses (mientras todavía los

muestra) beneficia más tarde el aprendizaje de estas habilidades motoras.

el instinto es una respuesta innata , especifica y espontanea

La conducta instintiva del hombre se distingue del animal porque es más

flexible y menos fatal

Los instintos son patrones de conductas no aprendidos

En el hombre los instintos se presentan en forma imprecisa ; mas que instintos

aislados son masas de tendencias instintivas que se diluyen en la actividad

total

No son exclusivos de los humanos. Los primates los poseen. Son

transmisibles genéticamente, por herencia, aunque susceptible de

modificación

Están sometidos a la ley de la evolución.

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5. Bibliografía

Océano: enciclopedia de la psicología reflejos y tipos de reflejos

María Sánchez (14 de noviembre del 2004). Modulación emocional de los reflejos

defensivos mediante visualización de imágenes afectivas. Recuperado de

http://www.psicothema.com

Montoya, Víctor (11 de octubre 2006). Instintos Teorías de la violencia humana.

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CACEROS, Juan (octubre 7, 2012) Recuperado el 17 de enero del 2013,

de http://juancaceros.wordpress.com/tag/erich-fromm/

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Pontificia Universidad Católica del Perú ( 2006,noviembre ) recuperado el 14 de

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http://www.pucpr.edu/facultad/emiranda/filosofia312/presentaciones/

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1758983-teoria-los-instintos.recuperado el 15 de enero del 2013 , de

http://es.shvoong.com/books/1758983-teoria-los-instintos/

http://egamez.webs.ull.es/tema20809.pdf

http://www.proyectopv.org/2-verdad/instintopsiq.htm