RECUPERAR EL FUTURO: AGROECOLOGÍA, ECONOMÍA …
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UNIDAD XOCHIMILCO DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES POSGRADO EN DESARROLLO RURAL
Calzada del Hueso 1100, Col. Villa Quietud, Delegación Coyoacán, C.P. 04960, México D.F.
Tel. 5483-7066, 5483-7000 ext. 3221
UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA
UNIDAD XOCHIMILCO
DIVISION DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
POSGRADO EN DESARROLLO RURAL. NIVEL MAESTRÍA
RECUPERAR EL FUTURO: AGROECOLOGÍA, ECONOMÍA
CAMPESINA Y POLÍTICAS PÚBLICAS PARA GUATEMALA
TESIS QUE PARA OBTENER EL GRADO DE
MAESTRO EN DESARROLLO RURAL
PRESENTA:
PABLO FRANCISCO SIGÜENZA RAMÍREZ
DIRECTOR: ARMANDO BARTRA VERGÉS
MÉXICO, D.F. OCTUBRE DE 2015
1
Índice
Agradecimientos …………………………………………………………… 3
Introducción …………………………………………………………… 5
Capítulo I. Desarrollo rural, Buen Vivir y agroecología, debates para Guatemala 15
El debate en torno al Buen Vivir, un embrión que no termina de ser …. 15
La lucha por el desarrollo rural integral ……………………………. 18
El contenido conceptual de la propuesta campesina de desarrollo rural ... 21
La agroecología, un elemento del desarrollo rural integral …………….. 22
Los sujetos que promueven agroecología en Guatemala y la posibilidad
de un movimiento agroecológico …………………………………… 25
Algunas reflexiones sobre falsas dicotomías que obstaculizan el
avance de la agroecología …………………………………………… 27
Capítulo II. Agroecología beneficio para todos y todas ……………….…… 31
La agroecología en Guatemala ……………………………………. 35
FUNDEBASE y la Alianza por la Agroecología …………………….. 41
Los beneficios ambientales de la agroecología …………………….. 45
1. Conservar la diversidad biológica …………………….. 47
2. Aumentar la diversidad biológica …………………….. 49
3. Conservación y mejoramiento del suelo …………………….. 51
4. Hacer suelo …………………………………………….. 53
5. Enfriamiento del ambiente ……………………………... 54
6. Conservación y uso eficiente del agua ……………………... 55
7. Resiliencia …………………………………………….. 57
8. Racionalidad Ecológica …………………………………….. 58
Los beneficios económicos de la agroecología ……………………... 59
1. Trabajo Constante, trabajo propio ………………............ 60
2. Trabajo familiar, sostenimiento familiar ……………………... 62
3. Generación de empleo digno ……………………………... 64
4. Generación de excedente y conocimiento de mercado ……… 65
5. Reducción de costos de producción ……………………… 66
2
6. Racionalidad socioeconómica campesina …………….. 67
7. Asocio de cultivos, eficiencia productiva …………….. 69
8. Escapar del intercambio desigual ……………………... 71
9. Cosecha Constante ……………………………………... 74
Los beneficios sociales de la agroecología ……………………………... 78
1. Generación de conocimiento ……………………………… 80
2. Compartir conocimiento, solidaridad en el hacer
y el saber: De campesino a campesino ……………………… 81
3. Continuidad campesina, dignidad del campo ……………… 85
4. Sentido comunitario se fortalece ……………………………… 86
5. Alimentación sana, mayor salud ……………………………… 88
Capítulo III. Elementos críticos para una ecología de sustentabilidades y políticas
públicas agroecológicas ……………………………………… 89
Una propuesta gubernamental en el combate al hambre,
fracaso permanente ……………………………………………………… 90
Desarrollo: un modelo que genera hambre ………………………………. 92
La dimensión social y natural, pares y no súbditos de la
dimensión económica en el reto de la sustentabilidad ……………….. 94
Las contradicciones del capital y la sustentabilidad ……………………….. 96
La ecología de las sustentabilidades ……………………………………….. 100
Hacia dónde avanzar en el marco de políticas públicas
para una agricultura sostenible ……………………………………….. 103
Conclusiones ………………………………………………………………. 113
Bibliografía ………………………………………………………………. 119
Anexos ……………………………………………………………….. 123
3
Agradecimientos
A Mirna, Ana Libertad y Maya Itziar
A Humberto, Mau, Diego, Natalia y el abuelo Chilo.
Un agradecimiento profundo a cada mujer y hombre que me han enseñado las ideas,
concepciones y opiniones que hoy me forman y me deforman. Muchas personas, en
decenas de comunidades, de todas las edades y de diversas regiones de la América
Latina, me han construido. Agradezco al Colectivo de Estudios Rurales IXIM, a la
Fundación para el Desarrollo y Fortalecimiento de las Organizaciones de Base –
FUNDEBASE-, a la Universidad de San Carlos de Guatemala y al Posgrado en
Desarrollo Rural de la Universidad Autónoma Metropolitana sede Xochimilco.
También a las organizaciones sociales y campesinas de Guatemala pues durante más de
quince años me han abierto las puertas al conocimiento de su pensamiento y sus
acciones cotidianas.
La presente investigación fue posible gracias al acompañamiento preciso y amable de
mi director de tesis Armando Bartra Vergés quien, además de la enseñanza, ha
compartido su amistad y consejo más allá del plano académico. Estoy en deuda también
con los profesores Luciano Concheiro y Cristóbal Santos por los comentarios críticos
realizados durante los seminarios de tesis a lo largo de dos años. A Mariana y a Karina,
compañeras de generación que durante los coloquios de presentación de avances de la
investigación también aportaron a la construcción colectiva de este documento. A
Lucas, Vanessa, José Luís y Sofía por compartir discusiones, emociones y vivencias
intensas que también son parte del proceso formativo del que he sido beneficiado.
El proceso de investigación y de formación académica fue posible gracias al apoyo del
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología –CONACyT- y al Consejo Latinoamericano
de Ciencias Sociales –CLACSO-. Debo agradecer también el apoyo recibido desde la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales –FLACSO- Sede Guatemala, en
especial al Licerio Camey Huz por su solidaridad y aportes temáticos al estudio.
Don Encarnación Balan, don Héctor Ramírez, don Miguel Hernández, don Roberto
Caal, doña María Pérez Domingo y doña Carmen Jiménez son actores centrales de la
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investigación. Con ánimo y espíritu solidario dieron su palabra y experiencia para
difundir los beneficios que ellos, ellas y sus familias viven cotidianamente en el trabajo
agroecológico. El corazón de este estudio está ligado a las raíces de las plantas que sus
parcelas cobijan y al corazón de cada una de sus familias. Aníbal Salazar, Herbert Caal,
Glenda de León, Dolores Sales y Gabriela Escobar, gracias por la compañía y asistencia
en ciertos momentos del trabajo de campo.
Agradezco de manera especial a Ana Libertad y Maya Itziar, mis dos pequeñas que con
sus risas, su llanto, su reclamo y su aliento me han empujado a finalizar esta etapa de
estudios. La vida no es la misma desde que están conmigo y son parte de mi
construcción personal cotidiana. Las amo compañeras. Por último quiero agradecer de
manera específica a cada familia campesina que, con humanidad y solidaridad, me ha
enseñado que el fin de la vida no es acumular riqueza o bienes materiales, sino buscar la
vida digna, la tranquilidad en el ser y en el estar, el Buen Vivir; y con ello confirmar que
los caminos que debo recorrer son los de la liberación de los pueblos.
5
Introducción
De abril a septiembre de 2015 se vivió en Guatemala una serie de protestas ciudadanas
que demandaban cambios en el sistema político, un alto a la corrupción en instituciones
de gobierno y la destitución y encarcelamiento de funcionarios involucrados en casos de
defraudación fiscal y negocios ilícitos. La información ventilada por el Ministerio
Público y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala –CICIG- fue
contundente para vincular al secretario privado de la vicepresidencia como cabecilla de
una de las bandas defraudadoras y a la misma vicemandataria. Las manifestaciones
ciudadanas se volcaron en un inicio a pedir la renuncia de la vicepresidenta. En mayo se
produjo la dimisión al cargo por parte de la funcionaria y en agosto las acusaciones
fueron dirigidas hacia el mismo presidente. La demanda siguiente, por supuesto, fue la
renuncia del gobernante y la modificación de la ley electoral y de partidos políticos.
Ciertos sectores fueron más allá y exigieron la cancelación de las elecciones generales.
El presidente dimitió y ahora también enfrenta un proceso penal.
Junto a las demandas inmediatas fueron apareciendo, a lo largo de esos meses,
planteamientos más estructurales, llegando a surgir en el debate público la posibilidad
de cambiar la Constitución de la República a través de la convocatoria a una Asamblea
Nacional Constituyente. Este escenario ha permitido a algunos sectores como el
campesino e indígena posicionar de nuevo temas eternamente propuestos y también
eternamente pospuestos por los sectores que detentan el poder real en el país. Un
escenario de disputa renovado y coyuntural que se monta sobre uno de los países con
mayor pobreza del continente, con mayor porcentaje de pueblos indígenas, con mayor
inequidad en la tenencia de la tierra, con mayor racismo expreso y racismo solapado,
con niveles de desnutrición infantil con pares sólo en el África Subsahariana.
Ciertos sectores de la clase media por fin se movilizan exigiendo justicia. Los
problemas estructurales se esconden por la prensa pese a cierto reclamo social. Los
sectores conservadores buscan que la crisis política sea atenuada por la celebración de
las elecciones generales de septiembre que dará un respiro al sistema político
desgastado. Habrá de nuevo un parlamento plagado de diputados serviles al capital y un
gobierno financiado por empresas transnacionales, capital nacional y estructuras de
crimen organizado que, desde varios lustros atrás, copan todas las instituciones de
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gobierno. La demanda campesina se mantendrá después de la coyuntura pues los
problemas del campo se agudizan, los sistemas de sustento en el área rural se debilitan y
la crisis alimentaria se agrava. Por eso la estrategia de las organizaciones campesinas ha
sido el apoyo a estas manifestaciones coyunturales en contra de la corrupción de la
administración pública mientras que, en paralelo, se fortalecen los procesos
organizativos, de autogestión y de lucha en defensa del territorio, llegando incluso a
propuestas autonómicas en ciernes.
Unos meses antes, en diciembre de 2013, asistí a un evento de análisis en el
departamento de Huehuetenango, frontera con México, convocado por el Centro de
Estudios y Documentación de la Frontera Occidental de Guatemala, CEDFOG, al cual
asistieron dirigentes indígenas y sociales del área y algunos de todo el país. El análisis
se produjo en torno a las propuestas de autodeterminación de los pueblos indígenas, la
aparición de nuevas instancias organizativas de carácter territorial con apuestas
autonómicas1 y las estrategias de lucha de estos sujetos sociales. Apareció entonces la
pregunta ¿Cómo sostenemos la lucha, cómo creamos una base material que sostenga la
organización, la movilización y la autogestión jurídica y cultural? Si durante la guerra y
en la postguerra la solidaridad internacional en forma de cooperación llegaba a las
organizaciones sociales y de derechos humanos, hoy que la apuesta es construir
autonomía, esas redes solidarias o la caridad internacional serán evidentemente
menores, ¿qué formas tenemos los pueblos de gestar un futuro propio? De entre varias
líneas estratégicas una de las más importantes fue la producción alimentaria desde la
agroecología y ligado a ella la apuesta por ejercer soberanía alimentaria.
Reconociendo este debate social y por la experiencia de alrededor de quince años
visitando parcelas campesinas, asambleas comunitarias, encuentros nacionales e
internacionales de organizaciones campesinas, nos dimos a la tarea de sistematizar
información relativa a los beneficios que esta forma de producir desde la agroecología
puede traer para el campo pero también para la sociedad en su conjunto, relacionando
las observaciones de campo con el análisis de discursos de familias involucradas en esta
1 Aparecen en el escenario nacional instancias como el Consejo de Pueblos de Occidente, las Asambleas
Departamentales en Defensa del Territorio en El Quiché y Huehuetenango, el Consejo de la Nación Maya Q’eq’chi y Poqomchi, entre otros.
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forma de producir y de entender la vida, de organizaciones y actores sociales relativos al
tema.
Durante cuatro años y medio de estudios sobre agronomía en la Universidad de San
Carlos de Guatemala, mal aprendí que el propósito de mis estudios era tener los
conocimientos y habilidad para extraer por unidad de tierra el máximo rendimiento
económico con la agricultura. De tal forma que los conocimientos de ciencias básicas
como la química, la física, la matemática, la biología y de ciencias aplicadas como la
entomología, la edafología, la hidráulica o la geografía debían aterrizar en áreas de
conocimiento cuyo fin era la ganancia en los procesos productivos, áreas temáticas
como el control de plagas y malezas, la fertilización de suelos, la ingeniería hidráulica,
la administración de tierras y la clasificación de suelos.
Por fortuna, luego del tiempo de “educación bancaria”, como diría Freire, realicé el
ejercicio profesional supervisado en una comunidad en las montañas del departamento
de Quiché con la organización Médicos Descalzos Chinique2. Mi trabajo consistía en
realizar un manual de cultivo de plantas medicinales y montar talleres en nueve
municipios de Quiché para enseñar a promotores de salud las mejores formas de
producir plantas medicinales en huertos comunitarios. Al final de ese proceso ni escribí
el manual ni enseñé a nadie como cultivar las famosas plantas. Más bien los catorce
meses de vivir en aquel paraje me sirvieron para cambiar mi visión sobre la agronomía.
Felipe Pol, Julio Nix, Elvira Morales, Don Chabelo, Don Casimiro Tzoc Cac y más de
treinta guías espirituales, hombres y mujeres de los municipios de Chinique de las
Flores, San Andrés Sajcabajá, Chiché, Zacualpa y Joyabaj me enseñaron que, por un
lado, la salud desde la cosmovisión indígena es preventiva, comunitaria y cosmogónica
y que las plantas medicinales son sólo un elemento de un complejo entramado de
conocimientos y prácticas de salud y por otro, que la productividad en el cultivo de
plantas medicinales en huertos comunitarios no puede regirse por el dinero que puede
generarse a partir de la venta de las plantas, sino por la disponibilidad que la comunidad
necesita de diversas plantas para el tratamiento de padecimientos diversos. Valor de uso,
no valor de cambio.
2 Médicos Descalzos Chinique es una asociación de terapeutas tradicionales del Departamento de El
Quiché (Guatemala), que desde 1989 trabaja para preservar y rescatar los conocimientos y las prácticas del sistema médico maya, principal recurso de la población indígena para comprender, promover y preservar la salud física y mental. www.medicosdescalzos.info
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Entendí de forma contundente que la agronomía que había aprendido servía para
explotar a la gente y a la naturaleza en su afán de producir ganancia y acumular capital.
La dimensión económica de la vida social por encima de otras dimensiones (cultural,
espiritual, política, social, ambiental). Aquellos meses entre ceremonias mayas,
temazcales, huertos con romero, manzanilla, apazote, sauco, lengua de vaca y muchas
otras especies, me enseñaron que existían otras formas de ver el mundo y de vivirlo.
Otras formas de producción, otras concepciones de la tecnología. La vida indígena y
campesina se me mostró subterránea pero redentora, sigilosa pero segura, comunitaria y
sostenible. Otra forma de economía, otras creencias, otras certezas.
Ya desde los tiempos estudiantiles había estado ligado a organizaciones campesinas,
principalmente a la Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas y al Comité
de Unidad Campesina. En el año 99 conocí a estudiantes brasileños militantes del
Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra, miembros de la Federación de Estudiantes
de Agronomía de Brasil -FEAB-, quienes ya generaban una línea de pensamiento por la
soberanía alimentaria, la agroecología y contra el agronegocio. Pero fue desde esta
nueva perspectiva, abierta en la vivencia con los Médicos Descalzos Chinique y su
trabajo en El Quiché, que fui conociendo y buscando las formas de producción y la
agricultura sostenibles.
En los años siguientes trabajé en una coordinación de cooperativas y con organizaciones
campesinas diversas; estudie tres años de la carrera de antropología pues necesitaba
explicarme vivencias permanentes con la realidad del campo. Hasta que, con certeza,
encontré en la agroecología mi reconciliación personal con la agronomía, ahora desde el
enfoque de la ecología, el conocimiento campesino e indígena y una crítica al sistema
de producción y de consumo capitalista.
En 2013 junto a la antropóloga Flor Castañeda realice el estudio Caminos Campesinos
para Vivir Bien, Agricultura Sostenible y Soberanía Alimentaria en Guatemala a
solicitud del Programa de Intercambio, Diálogo y Asesoría en Agricultura Sostenible y
Soberanía Alimentaria, PIDAASSA. El trabajo consistió en un diálogo con ocho
organizaciones de base y organizaciones no gubernamentales de desarrollo que
formaban parte de PIDAASSA sobre su visión de la agroecología como apuesta de
desarrollo, como lucha política y como práctica cotidiana. Así mismo construimos
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relatos de vida de ocho familias campesinas agroecológicas y los caminos por los cuales
fueron recuperando la práctica de la agricultura sostenible que en algún momento sus
abuelos, sus padres o ellos mismos habían aprendido y practicado.
Uno de los principales elementos encontrados en el estudio fue que las familias que
hacen agroecología son campesinos y campesinas que tienen historias de vida similares
a las de sus vecinos que no hacen agroecología: han sufrido los mismos procesos
sociales de violencia por la guerra interna, de pobreza y explotación, de muerte y
enfermedad en la familia. Encontramos también que en cierto momento conocieron de
boca y tierra de otros campesinos estás prácticas sostenibles de producir y luego de
probar por algún tiempo y ver resultados concretos se animaron a continuar y
profundizar el trabajo agroecológico. Otro afortunado hallazgo fue la felicidad que
tienen las familias cuando logran producir diverso y el beneficio es para ellos mismos.
Con estos antecedentes planteamos para el proceso de investigación de la Maestría de
Desarrollo Rural de la UAM Xochimilco, iniciada en agosto de 2013, un estudio que
identificara los procesos de transición de una agricultura convencional basada en el uso
de agroquímicos para la producción de monocultivos a una producción agroecológica:
diversificada y sostenible. Las principales observaciones de mis compañeros de
seminario de investigación, estudiantes y profesores, se dirigieron a que debía evitar
entender la transición entre un tipo de agricultura a otro como un proceso que va del
infierno al cielo, de 0 a 100, de lo más malo del mundo a la panacea de la sostenibilidad,
como si se tratara de un pedregoso camino que el campesino debe recorrer para salvar al
mundo o, al menos, para salvarse a sí mismo. Y en efecto en el trabajo de campo, las
familias campesinas demuestran que sus estrategias son diversas y no hay manuales o
recetas para la adopción y práctica cotidiana de la agroecología.
Otra recomendación constante, en este caso de mi asesor de tesis, fue que aunque en mi
historia personal la agroecología era mi reencuentro con la agronomía, no debía
sacralizarla sino ubicarla en el contexto político, social y de los discursos en juego que
se estaban desarrollando en Guatemala. Del trabajo de campo y las reflexiones
constantes a lo largo de estos dos años, es evidente para mí, que la lucha por la
agroecología no es una lucha en si misma sino un elemento de producción, cotidianidad
y cosmovisión, por lo tanto de reproducción, en el marco de otras luchas más amplias
10
de las comunidades y organizaciones campesinas e indígenas. La agroecología, por su
naturaleza y sus características, se junta necesariamente con otras reivindicaciones
como la soberanía alimentaria, la lucha por la reforma agraria, la democratización de las
relaciones sociales de producción, la defensa de los territorios ante las amenazas
extractivistas y la creación de autonomías locales, populares, comunitarias.
La puerta de entrada al trabajo de campo de la investigación fue construida por una
relación con la Fundación para el Desarrollo y Fortalecimiento de las Organizaciones de
Base, FUNDEBASE. La propuesta inicial fue trabajar con agricultores agroecológicos
del municipio de San Martín Jilotepeque en el departamento de Chimaltenango.
Posteriormente FUNDEBASE me propuso realizar un trabajo de sistematización en el
sentido de recoger, de palabras de familias campesinas, los beneficios económicos,
sociales y ambientales de la agroecología para Guatemala.
En las conclusiones de dos eventos a nivel nacional sobre la agroecología en el país, se
señalaba la necesidad de empujar procesos de estudio que recogieran la riqueza de
experiencias en la práctica agroecológica:
Existe en el trabajo agroecológico que realizamos organizaciones y comunidades
un vacío que debemos remediar. Este consiste en establecer procesos constantes
y permanentes de sistematización de las experiencias y de los procesos de
trabajo agroecológico. Esto significa recoger y ordenar la información que
generamos de acuerdo a un método.3
Con estas premisas y necesidades de conocimiento planteadas desde las organizaciones
ligadas a la Alianza por la Agroecología, coordinación liderada en Guatemala por
FUNDEBASE, visitamos familias en cuatro regiones del país: el altiplano, el corredor
seco, la selva subtropical de las tierras bajas del norte y el Valle del Polochic. Con este
giro en la propuesta, el complemento al análisis de campo sobre los beneficios sociales,
económicos y ambientales que percibían las mismas familias de su práctica
agroecológica, se centró en ubicar a la agroecología como punto de debate y disputa en
las políticas públicas del país, partiendo de considerar al Estado mismo como una arena
de disputa entre dos o más modelos de producción, de tecnología, de visión del mundo.
3 Memoria del primer encuentro nacional sobre agroecología, Junio de 2014. Alianza por la
Agroecología.
11
Reconociendo por supuesto la hegemonía de una forma de producir, ligada al
agronegocio y el capital, pero también evidenciando las resistencias y las apuestas a
futuro que de la práctica agroecológica se derivan.
Con visitas de campo a las parcelas y entrevistas con los jefes de familia
principalmente, usando como base un cuestionario semiestructurado, realizamos análisis
a la luz de discusiones teóricas que efectuamos en diversos módulos de la maestría.
Como resultado tenemos tres capítulos en el presente documento. En el primer capítulo,
que sirve como contexto del resto de la tesis, presentamos el debate reciente en torno al
desarrollo rural, la soberanía alimentaria, el Buen Vivir y la agroecología. Ubicamos el
poco peso real que tiene, en la discusión pública actual, la apuesta por el Buen Vivir en
este momento y el gran peso que en términos políticos tiene el tema del desarrollo rural
integral en Guatemala, sin dejar de mencionar que en la Política Nacional de Desarrollo
Rural Integral –PNDRI- y en la propuesta de ley respectiva, hay planteamientos que van
más allá de una visión desarrollista y que pueden constituirse en elementos de una
propuesta postdesarrollista en los términos del “Buen Vivir” que se discuten en el sur de
la Patria Grande, incluida la agroecología como uno de esos elementos.
En el segundo capítulo damos paso al análisis que realizamos sobre los relatos y
discursos recogidos en la fase de campo en el sentido de identificar los beneficios
ambientales, económicos y sociales concretos que las familias perciben en su práctica
de agricultura sostenible. Hacemos allí una aclaración fundamental en esta nueva forma
de entender la agricultura y en general, la forma de vida campesina: decimos que en el
discurso de las familias, la diferenciación entre lo económico, lo social o lo ambiental es
menos clara que las separaciones temáticas o gnoseológicas que hace el pensamiento
occidental moderno. Una visión integral en su forma de entender el mundo y de
reproducir la unidad socio económica familiar.
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Don Miguel, campesino, productor agroecológico, Aldea Tecuis, San Miguel Acasaguastlán.
En el tercer capítulo realizamos una discusión en torno al pensamiento occidental
dominante y su forma de entender la realidad dividiéndola en parcelas de conocimiento
y sobre todo en el afán de priorizar la dimensión económica de la vida sobre las otras.
La dinámica del capitalismo crea esas ilusiones de conocimiento que derivan en formas
de hacer, de producir, de pensar, de generar política pública, de consumir. Frente a esa
necedad se debe promover la paridad de las otras dimensiones de la cultura: lo político,
lo ambiental, lo espiritual, lo social. Se propone entonces retomar el concepto de
ecología pensando en lo diverso concatenado y se propone construir ecología de
sustentabilidades.
En el último apartado hacemos un recuento y análisis de las principales propuestas que
organizaciones sociales y campesinas hacen sobre cómo avanzar en la ampliación de la
práctica agroecológica hacia otras familias y hacia las políticas públicas. Usamos como
base del análisis las memorias de dos Seminarios Nacionales sobre Agroecología,
realizados en 2014. Éstos fueron impulsados por FUNDEBASE y otras organizaciones
ligadas a la campaña Alianza por la Agroecología. Completamos la información con dos
entrevistas clave: una a un exfuncionario del Ministerio de Agricultura, Ganadería y
Alimentación; y otra a un profesor universitario, miembro del área de Ciencias Sociales
y Desarrollo Rural de la Facultad de Agronomía de la Universidad de San Carlos.
13
La intención de esta investigación, producto de estas reflexiones con campesinos y
campesinas agroecológicos de Guatemala es aportar a las acciones que mucha gente en
el país hace para que la agroecología sea cada vez más conocida y practicada.
El producto de la investigación está dirigido entonces, por un lado, a población
campesina que aún no se anima a producir desde lo agroecológico para que vea que si es
posible hacer las cosas diferentes, es posible dejar los productos químicos y de todos
modos tener una buena y bonita parcela, es bueno recuperar lo que los abuelos hacían en
sus parcelas hace muchos años, con insumos naturales y sin dañar los suelos. La tierra
se llega a cansar de tanto químico. Al fin de cuentas la agroecología es más cercana a su
cotidianidad y a su cosmovisión que otras propuestas de producción.
Acá es pertinente recordar que la mejor forma en que las familias y organizaciones han
encontrado para difundir sus conocimientos de agricultura sostenible, es haciéndolo de
campesino a campesino y de campesina a campesina, es decir compartir el
conocimiento de igual a igual, compartiendo la experiencia en la parcela misma; en este
sentido este documento se convierte en un auxiliar, un azadón más que apoya la palabra
y el compartir entre campesinos y campesinas.
Por otro lado, el estudio tiene el interés surgido desde FUNDEBASE y muchas de las
organizaciones que en Guatemala apoyan los procesos de agricultura sostenible, de que
en todos los sectores del país se conozca y se apoye con decisión el desarrollo de la
agroecología. Es necesario que la prensa hable más del tema, es necesario que en las
escuelas la enseñanza de los patojos y patojas4 sea pensada desde la sostenibilidad
social y ambiental y que los estudios incluyan la enseñanza de los procesos de
producción agroecológica, tanto en el campo como en la ciudad. Es imperativo que los
maestros y maestras de educación primaria y secundaria conozcan qué es y cómo se
hace agroecología y lo integren a los contenidos educativos. Son necesarios más
programas radiales y televisivos que difundan estos contenidos. Y es fundamental que
se creen políticas y programas públicos de decidido apoyo a la producción
agroecológica del país.
El estudio también tiene la intención de llegar a las universidades. Los campesinos y
campesinas que constantemente tiene relación con agrónomos saben que en la
4 Niños, niñas y jóvenes.
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universidad sólo se enseña lo químico. Y ese prejuicio no es a la ligera, tiene mucho de
razón. Es así en todas las universidades del país y casi en la totalidad de procesos
formativos superiores. Es necesario cambiar el paradigma economicista sobre el cual se
enseña la agronomía en las universidades: producir la mayor ganancia posible por
unidad de tierra cultivada. Y debe ser transformado por un enfoque ecológico de
agricultura y un convencimiento de qué esto se construye con intercambio de saberes
entre campo y universidad y no desde la hegemonía universitaria.
Por último, pero no menos importante, el estudio quiere ser una lectura para cada uno y
una de los habitantes del Guatemala interesados en la problemática ambiental y
alimentaria. Estamos viviendo una época de crisis ambiental, climática, social,
económica y alimentaria sin precedentes. Nunca antes fue tan dura la pobreza en el país,
nunca fue tan desastroso el cuadro de desnutrición de los niños y niñas de estas tierras.
La agricultura está en riesgo por el cambio climático. Y es la agroecología una
oportunidad para mejorar condiciones de producción alimentaria, energética y
ambiental. Las cosmovisiones campesinas e indígenas, base fundamental de la
agroecología, tienen muchos elementos que no riñen con un futuro sostenible, no riñen
con una convivencia armónica con el ambiente, no riñen con una sociedad mundial más
humana. Más bien los propician. El campo es posibilidad de presente y de futuro frente
a la amenaza apocalíptica del capitalismo como modelo de sociedad. Como dicen las y
los campesinos organizados del mundo: agroecología para alimentar al mundo y para
enfriar al planeta.
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CAPITULO I
DESARROLLO RURAL, BUEN VIVIR Y AGROECOLOGÍA, DEBATES PARA
GUATEMALA
El debate en torno al Buen Vivir, un embrión que no termina de ser
En el año 2003 la Subárea de Ciencias Sociales y Desarrollo Rural de la Facultad de
Agronomía de la Universidad de San Carlos de Guatemala –USAC-, publicó por
primera vez su boletín informativo y temático Utz’ K’aslemal. Utz’ es un vocablo del
idioma maya k’iche’ que puede traducirse como bien o bueno; k’aslemal puede
traducirse como vida.
La pregunta generadora del título del boletín fue: ¿Qué palabra en idioma maya se usa
para referirse al desarrollo? Los editores abordamos a varios compañeros y compañeras,
profesores y estudiantes maya hablantes. Ninguno tuvo una palabra directa para
referirse al desarrollo en idioma maya. No existe. Fueron surgiendo aproximaciones y
propuestas que desembocaron en Utz’ K'aslemal. El equipo de trabajo de la Subárea
buscó ese nombre sin conocer de las discusiones que en las sociedades indígenas y
mestizas de los países andinos se estaban produciendo acerca de la cosmovisión relativa
al Buen Vivir o Sumak Kausay.5
Recientemente en un taller sobre acceso a tierra de pueblos indígenas y el derecho de
herencia a la tierra de mujeres indígenas, realizado con promotoras y promotores rurales
indígenas del departamento de Sololá, el resultado del ejercicio de encontrar palabras de
algún idioma maya para nombrar al desarrollo fue el mismo. Surgieron cuatro o cinco
propuesta pero ninguna era una traducción ni siquiera cercana; todas las posibles hacían
referencia más bien al bienestar o al vivir con dignidad, el “estar bien”.
El contenido del boletín universitario Utz’ K’aslemal abordaba, en síntesis,
planteamientos recogidos de los Acuerdos de Paz respecto al desarrollo rural que el país
necesitaba, y aún necesita, y los caminos para transitar hacia ese derrotero: las
5 Ya en los años 90, con la incorporación de un multiculturalismo neoliberal en políticas nacionales y de
instituciones sociales, aparece Utz’ K’aslemal como nombre de una organización no gubernamental dedicada al trabajo psicosocial después de la guerra y en el discurso de algunos representantes de sociedad civil.
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definiciones de desarrollo rural, democratización de las relaciones sociales de
producción en el campo, redistribución de la tierra, el acceso y manejo democrático de
los recursos naturales, el reconocimiento de derechos indígenas, etcétera.
En el contenido de aquella publicación hubo críticas al neoliberalismo como conjunto
de políticas que orientaban el modelo de desarrollo en los 20 años recientes, sin
embargo el debate en aquellos textos estaba lejos de una crítica profunda al devenir del
proceso de modernidad, la modernización y sus pilares ideológicos: progreso y
desarrollo.
A favor de aquel intento en la Facultad de Agronomía de la USAC habrá que mencionar
que recogía planteamientos surgidos de la sociedad civil organizada, principalmente de
las posturas de organizaciones campesinas, indígenas y de desarrollo local.
Dos o tres años después aparece, en los discursos públicos de algunos líderes de
organizaciones indígenas y campesinas, el término Buen Vivir como propuesta
alternativa al modelo de desarrollo imperante en el país. Esta corriente discursiva llegó a
Guatemala, a mi parecer, a través de los intercambios de la dirigencia campesina e
indígena local con sus pares del sur del continente. Organizaciones como CUC, CONIC
y CNOC6 formaban parte de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del
Campo (CLOC) y ya desde antes de 1992 las redes continentales de organizaciones
campesinas e indígenas traían una fuerte dinámica de intercambio político previo a la
conmemoración de los quinientos años de resistencia negra, indígena y popular en el
continente.
“Por discurso se entiende un juego de significados insertos en las metáforas,
representaciones, imágenes, narraciones y declaraciones que fomentan una versión
particular de ‘la verdad’ acerca de objetos, personas, eventos y las relaciones entre
ellos” (Long, 2007: 112). Hubo a mi parecer, un intento de retomar el discurso del Buen
Vivir en Guatemala desde el sur del continente y resignificarlo para generar un debate
que contrarrestara el peso del discurso del desarrollo, sobre todo por los efectos ya
palpables de las políticas neoliberales de desarrollo. Es notoria la necesidad de las
dirigencias sociales en Guatemala de trascender a este discurso lineal del desarrollo y
6 CUC: Comité de Unidad Campesina; CONIC: Coordinadora Nacional Indígena y Campesina; CNOC:
Coordinadora Nacional de Organización Campesinas.
17
abrir paso a nuevas discusiones sobre el presente y futuro de los pueblos, desde otras
visiones y paradigmas.
Este nuevo discurso encontró en el país una serie de prácticas indígenas y campesinas
que ya se constituían en formas de Buen Vivir. Es decir, siguiendo a Long, las
organizaciones campesinas empezaron a contar a la sociedad, bajo el paraguas del
término Buen Vivir, formas de relaciones sociales comunitarias, de procesos de
producción y reproducción de la vida que ya se tenían.
A finales de los años 70 e inicios de la década de los 80, existió en Guatemala un
álgido movimiento campesino, con reivindicaciones esencialmente de clase7, en el
contexto de una guerra civil que fue de 1960 a 1996. Poco antes de la firma de los
Acuerdos de Paz, en el marco de los preparativos y acciones de la movilización
continental contra los 500 años de invasión europea, los movimientos campesinos, en su
mayoría, incorporaron elementos culturales y de reivindicación étnica a su discurso y a
su movilización.8 Fueron complementando la visión de clase con exigencias relativas a
los derechos económicos, sociales y culturales de los pueblos indígenas.
Cuando en 2005, se menciona el vocablo Buen Vivir en los discursos campesinos e
indígenas del país, es porque se encuentra en la discusión andina, elementos que en la
región centroamericana se venían planteando como anti sistema o alternativos, pues las
prácticas cotidianas de los pueblos ya contenían esos elementos de vida buena, de
tranquilidad y felicidad como búsqueda de vida. Hoy se escuchan, en los actores
sociales, traducciones de la expresión Buen Vivir utilizando ya el término Utz’
k'aslemal, lleno de significados construidos por las organizaciones sociales.9 Mario
Chen, de la Nación Maya Q’eq’chi y Poqomchi, plantea que a partir de las enseñanzas
7 Reforma agraria y derechos laborales de los trabajadores del campo.
8 La CONIC surge en 1992 como una escisión del CUC, nacido a luz pública en 1978. La CONIC tiene en el
imaginario colectivo, el relato de su origen en un mito fundacional: a dos hombres y dos mujeres (dualidad, paridad, cuatro puntos cardinales, cuatro extremidades formado el winaq) al amparo de una ceiba (árbol sagrado de la vida para los mayas) les amanecen las ideas y acuerdan formar la nueva organización. 9 En el numero VIII de la revista Territorios, editado por la Coordinación de ONG y Cooperativas
CONGCOOP, aparece el artículo de Lesvia Morales, líder campesina guatemalteca: “Acceso a la tierra de la mujer rural: la clave del Utz’ K’aslemal”. La Articulación Nacional de Mujeres Tejiendo Fuerzas para el Buen Vivir hace implícita, en su nombre, esta aspiración y esta apuesta política.
18
de los ancestros por medio de la tradición oral y de lo escrito en el Popol Vuj10
, los
pueblos indígenas del país pueden hablar desde el concepto de plenitud de vida.
Hoy, Buen Vivir es usado en el ámbito de la dirigencia campesina, organizaciones
sociales y algunos pocos sectores académicos. Quizá en algunos líderes comunitarios
que forman parte de las organizaciones campesinas nacionales el término no sea ajeno,
pero en general, el debate y conocimiento de lo que implica Buen Vivir, en los términos
en que se debate en países del sur del continente, aún es endeble. Más bien, la lucha
política de los últimos quince años en Guatemala referida a los problemas de la vida en
el campo, se ha abordado desde los contenidos de lo que es y puede ser el desarrollo
rural integral. En este marco amplio del discurso y la propuesta sobre el desarrollo rural,
las organizaciones campesinas utilizan adjetivos al desarrollo como “sostenible”,
“endógeno” o “integral” con el objeto de evidenciar las falencias del desarrollo
entendido como crecimiento económico. Por fortuna, es en el seno de las comunidades,
en la misma forma de entender el mundo y de reproducir la vida que los sujetos
campesinos e indígenas construyen día a día el otro mundo posible. Allí viven ya el
Buen Vivir, el Utz’ k'aslemal. El reclamo profundo es: Así vivimos bien, no
acumulamos pero tenemos tranquilidad y respetamos a la Madre Naturaleza, déjennos
ser, sin miedo. No fue casualidad que el Tercer Congreso Nacional Campesino,
celebrado en 2006, mandatará a las organizaciones dejar de concentrar su actividad en el
cabildeo institucional con el gobierno y que regresaran a las comunidades, a las familias
y a las bases. Regresar al territorio y a la vida pegada a la tierra era la forma de refrescar
las ideas y las estrategias de lucha.
La lucha por el desarrollo rural integral
El Acuerdo sobre Aspectos Socioeconómicos y Situación Agraria (ASESA) y la firma
de la Paz Firme y Duradera en diciembre de 199611
, definieron la necesidad de abordar
10
Libro sagrado del pueblo Maya K’iche’, escrito después de la invasión ibérica que recoge la tradición oral del pueblo K’iche’ acerca de la creación del cosmos, los hombres de maíz y el linaje de la nobleza de aquel pueblo. Es un texto poético que delinea el contenido cosmogónico que se refleja en la cotidianidad y la existencia de los pueblos mayas. 11
Guatemala vivió una guerra interna motivada por los reclamos populares contra la desigualdad social en términos de acceso a la tierra, los salarios del campo y la ciudad, el cierre de espacios democráticos
19
y construir una política para el Desarrollo Rural Integral en un espacio democrático, a
fin de atacar las causas socioeconómicas que generaron el descontento popular y
alentaron el conflicto armado. El llamado Grupo Consultivo de Países Amigos del
Proceso de Paz instó al gobierno de Alfonso Portillo en 2002 a establecer mesas
sectoriales de diálogo para discutir temas claves y garantizar el cumplimiento de los
acuerdos. Entre ellos el tema fiscal y el tema del desarrollo rural12
. Bajo la presión
ejercida por la sociedad civil, el Grupo Consultivo, recomendó al gobierno que el
desarrollo rural se planificara en forma participativa.
Con la convocatoria y facilitación de la comunidad Internacional a través de la
Organización de Estados Americanos –OEA- y el Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo –PNUD-, se instaló la mesa de debates con participación de los principales
sectores vinculados al agro: terratenientes, campesinos, ONG’s, iglesia, cooperativas,
organizaciones indígenas y de mujeres rurales, agro empresarios y gobierno.
Con el ánimo de construir la paz y con el campo abierto para las propuestas sectoriales,
aparecieron documentos programáticos sobre el tema. La Coordinadora Nacional de
Organizaciones Campesinas, Plataforma Agraria, la Universidad de San Carlos, la
Cámara del Agro elaboraron documentos con posiciones y propuestas que hacen parte
de la arena de disputa en la necesidad de generar una política nacional de desarrollo
rural. Las propuestas campesinas giraban alrededor de cambiar la estructura de tenencia
de la tierra y por lo tanto democratizar el acceso a la tierra y otro medios de producción
en el campo para generar una clase campesina productiva. Por el lado de los
empresarios el tema de la estructura agraria no se incluía y su propuesta se basaba en la
creación de empleos rurales y el fomento a la competitividad, muy a tono con las ideas
neoliberales.
De aquel tiempo al año 2009 pasaron tres administraciones gubernamentales con las
cuales la sociedad civil sostuvo diálogos y formulaciones de normativas. Por lo general
el sector agro empresarial estuvo ausente de las mesas de diálogo aduciendo que el tema
de la estructura de tenencia de la tierra debía quedar fuera de cualquier negociación por
luego de la contrarrevolución de 1954 y el establecimiento de dictaduras militares, en ocasiones con fachada de gobierno civiles. 12
Guatemala tiene una de las tasas fiscales más bajas del continente y una de las estructuras agrarias con mayor desigualdad.
20
atentar contra el derecho a la propiedad privada. De tal forma que en el texto que hoy se
constituye como la Política Nacional de Desarrollo Rural Integral, surgida de este largo
proceso de debate, se plasman las aspiraciones y propuesta del movimiento campesino
guatemalteco.13
Han pasado seis años desde la aprobación del documento de Política Nacional de
Desarrollo Rural Integral, pero su implementación ha sido lenta, distorsionada y
minimizada. Es necesario señalar que para su aplicación también fue planteada la
necesidad de crear, con una ley específica, un Ministerio de Desarrollo Rural Integral.
La iniciativa de ley 4084, que propone crear la institucionalidad necesaria para el
impulso de esta política ha sido fuente de una fuerte lucha política dentro del Congreso
de la República y por parte de los sectores de interés alrededor del tema. Sin embargo la
propuesta 4084 no ha llegado a estar ni siquiera cerca del procedimiento de debate
legislativo real, pues ha sido conducida por vericuetos legislativos que entrampan su
posible aprobación. En este momento la iniciativa está engavetada en el Congreso
durmiendo el sueño de los justos o quizá esperando mejores coyunturas políticas y la
construcción de mejores correlaciones de fuerzas para las organizaciones populares del
campo. Por el momento se ha impuesto la hegemonía del sector agroempresarial en la
aprobación legislativa.
Analistas políticos señalan que la no aprobación de la iniciativa de ley 4084 obedece a
que, en su letra, propone un modelo de desarrollo contrapuesto al modelo de desarrollo
en marcha, devenido de políticas neoliberales y del impulso de actividades
extractivistas. Una visión del mundo contrapuesta a la hegemónica. El vaticinio: no se
aprobará ni en esta administración gubernamental ni en ninguna otra a menos que la
movilización campesina sea fuerte y precisa. Del tamaño del sapo debe ser la pedrada.
13
La Política Nacional de Desarrollo Rural Integral fue aprobada en junio de 2009 por el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano y Rural y signada por el presidente del poder ejecutivo de ese momento, Álvaro Colom Caballeros. El proceso de negociación del sector social con el gobierno se caracterizó por propuestas contundentes desde las organizaciones sociales y campesina, sostenidas por estudios técnicos y argumentos políticos, frente a un vacío de propuestas por parte del sector gubernamental. Los funcionarios de gobierno presentes en la mesa de diálogo aceptaron casi la totalidad de los planteamientos de las organizaciones sociales y campesinas.
21
El contenido conceptual de la propuesta campesina de desarrollo rural
Tanto el texto de la PNDRI como el de la iniciativa de ley 4084 recogen un conjunto de
planteamientos provenientes de organizaciones sociales y campesinas. En la exposición
de motivos y en el apartado introductorio de ambos documentos se realiza una crítica al
modelo de desarrollo neoliberal fundamentada en datos y análisis de procesos. En el
cuerpo central de las normas se define al desarrollo rural como: el avance progresivo
hacia una vida digna y justa en lo económico, social, político, cultural, ambiental y
espiritual como derecho inherente a la persona humana, a la comunidad y a la
sociedad rural, que implica la participación ciudadana en las decisiones y los
beneficios de los procesos socioeconómicos, en el contexto de su identidad genérica y
cultural.
Una de las críticas centrales al concepto de desarrollo (Gutiérrez, 2008; Esteva, 2009;
Gudynas, 2013) se refiere al énfasis que se ha puesto en la dimensión económica de la
dinámica desarrollista. En la definición del texto de la PNDRI esa visión se rebasa al
incluir las dimensiones social, política, cultural, ambiental y espiritual de la realidad
humana. Existe la referencia a la multidimensionalidad de la realización del ser humano,
sin embargo se hace evidente en esta definición la idea de desarrollo ligada a la
necesidad de progreso. Esta linealidad evolucionista, es un punto duramente criticado
desde las perspectivas post desarrollistas. Pese a las críticas desde la academia o
sectores políticos de otras latitudes, en Guatemala, la correlación de fuerzas y la
capacidad organizativa popular no da para más.
Por el momento el desarrollo rural en Guatemala es un espacio de discurso y práctica en
disputa. Como propone Long, el discurso, “es el encuentro o la confrontación de
actores, sus ideas y sus valores”. (Long, 2007: 115). Y en el marco del discurso del
desarrollo rural caben, por el momento, muchas de las reivindicaciones y propuestas del
sector campesino organizado. Como vimos, estas propuestas alrededor del cambio de la
estructura agraria y el acceso democrático a medios de producción tienen su oposición y
confrontación con la clase dominante.
Encontramos en los instrumentos señalados (política y propuesta de ley) elementos que
pueden constituir en el mediano plazo, parte de una propuesta conceptual y política
22
alternativa al desarrollo. Ejemplo de lo anterior es evidente en el abordaje que ambos
documentos tienen sobre la bioética, sobre un Estado promotor y tutelar, el acceso a
medios de producción, la agricultura sostenible o la soberanía alimentaria.
Es necesario mencionar que en el plano de la propuesta política, el movimiento
campesino tiene su principal batalla en esta ley de desarrollo rural pero que en el plano
de la lucha organizativa, la defensa del territorio es la línea central. Pareciera ser un
momento de defensa más que de ofensiva. Como sea, a las comunidades y familias
afectadas por megaproyectos y expansión de monocultivos, se les va la vida en ello,
literalmente.
La agroecología, un elemento del desarrollo rural integral
Más reciente y proveniente de las propuestas sobre agricultura sostenible y soberanía
alimentaria, en el marco del desarrollo rural integral, es el planteamiento de la
agroecología como paradigma tecnológico diferente a la agricultura modernizante
hegemónica, hija predilecta del discurso desarrollista en el campo latinoamericano. El
planteamiento agroecológico además, es una apuesta política impulsada en Guatemala,
principalmente por ONGs de desarrollo y las organizaciones campesinas ligadas a la
CLOC-Vía Campesina.
La agroecología como teoría y práctica de la agricultura sustentable14
, como
cotidianidad, como cosmovisión, es un espacio de disputa de poder al capital y a la
visión hegemónica de la agricultura ligada a la modernización rural y el desarrollismo.
Se pelea por autonomía productiva y laboral, por espacios de mercado, por espacios de
consumo y se produce una disputa de elementos simbólicos, como por ejemplo,
la comida como un derecho, una necesidad, un disfrute y no una mercancía.
En el análisis de la acción social, aun cuando autores como Touraine y Jasper hablan,
uno de la lucha colectiva principalmente por los significados de la historia, y el otro de
la necesidad de encontrar en la subjetividad de los individuos las motivaciones
principales de la formación de movimiento social, me parece que viejos paradigmas de
14
Propuesta de definición elaborada por la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología.
23
interpretación sociológica siguen siendo necesarios. Pareciera ser que ambos autores
abandonan las ideas de totalidad y estructura. Para mí, las posturas marxista de la teoría
crítica expuestas por Yagenova (2010), siguen siendo fundamentales para explicar los
procesos sociales. De tal forma que la aproximaciones entre lo micro y lo macro que
propone Long, y entre la lucha por los significados pero también por los medios de
producción son complementarias. Y esto es lo que en un primer acercamiento puedo
recocer en las experiencias agroecológicas en Guatemala: una lucha tanto en el plano de
lo simbólico pero fundamental también en el plano de lo material.
Más allá de las definiciones del término agroecología, es importante señalar que la
práctica agroecológica es una concreción en diversas parcelas y sistemas productivos
campesinos, caracterizada por la diversidad de cultivos, el asocio, el uso de bajos
insumos externos, el conocimiento profundo del campesino y campesina acerca de las
relaciones ecológicas que se dan en su parcela, una estrategia antiriesgo y la posibilidad
de cosechar a lo largo de todo el año.
Junto a la práctica, diversas instituciones y organizaciones están promoviendo una
reflexión colectiva de estos procesos, desde la visión de la praxis como el ir y venir
entre teoría y práctica transformadoras. FUNDEBASE, el PIDAASSA, la Vía
Campesina Guatemala, la REDSAG15
, la Alianza de Mujeres Rurales y algunos
espacios al interior de la Facultad de Agronomía de la USAC construyen senderos en
esta dirección.
Si llevamos como metáfora el elemento agroecológico de la diversidad de cultivos en la
parcela al plano de lo nacional, podemos observar que al igual que en el pedazo de
tierra, el país es diverso en su gente, en sus imaginarios, en sus prácticas culturales. Es
lugar común para las personas e instituciones involucradas en la agroecología reconocer
que el conocimiento indígena y campesino está presente de manera básica y rotunda en
el bagaje gnoseológico de lo que hoy se constituye como la ciencia de la agroecología.
15
Red por la Soberanía Alimentaria de Guatemala.
24
Traspatio diversificado, aldea San Antonio Cabañas, Panzós, Alta Verapaz
La agroecología puede constituirse como elemento de un proyecto alternativo de país,
quizá en el marco del postdesarrollo, del Buen Vivir o del utz’ k’aslemal. Esta
constitución es parte de las estrategias de organizaciones campesinas y sociales.
El reto en el marco de la sistematización de experiencias de la presente investigación
fue reconocer los elementos que hacen que una familia campesina, recupere, adopte y
priorice la utilización de prácticas agroecológicas en su agricultura. Recuperación y
adopción que se refleja en los beneficios que el discurso de las familias evidencia acerca
de su práctica agrícola.
Otro nivel del análisis estuvo orientado a imaginar un horizonte nacional diferente para
las comunidades rurales del país, una utopía en la que la agricultura sostenible y las
prácticas agroecológicas sean la norma y no la excepción. ¿Puede la agroecología ser un
elemento inherente a la construcción de un nuevo país? ¿Cómo el país enfrenta los
problemas alimentarios y busca la soberanía alimentaria sobre el pilar de la
agroecología? ¿Cómo hacemos de la economía campesina sostenible un aporte
fundamental para la cuestión alimentaria nacional?
25
Los sujetos que promueven agroecología en Guatemala y la posibilidad de un
movimiento agroecológico
Decenas de organizaciones comunitarias, ONG de desarrollo y comités locales han
tenido acceso a información e intercambio de experiencias agroecológicas en
Guatemala. Quizá por un período permanente de más de 30 años. Aunque no hay un
número determinado, los programas de agricultura sustentable, orgánica o
agroecológica se han multiplicado a lo largo y ancho del país. Aún son esfuerzos
pequeños, que no logran hacer masiva la experiencia, sin embargo parcelas
demostrativas y familias que conocen y hacen agricultura sustentable se convierten en
promotores agroecológicos con el afán de compartir sus conocimientos.
El germen de un posible movimiento agroecológico son estas familias que adoptan y
difunden las prácticas de agricultura sostenible. Esta difusión, además, tiene como
actores fundamentales a una serie de organizaciones que promueven ideas que van del
desarrollo sostenible al Buen Vivir.
Dentro de esta variedad de instancias sobresalen las organizaciones campesinas
guatemaltecas que son miembros de Vía Campesina: CNOC, CUC, la Coordinadora
Nacional Indígena y Campesina, CONIC y la Coordinadora de Viudas de Guatemala,
CONAVIGUA. También figuran organizaciones de menor tamaño ligadas al Programa
de Intercambio, Diálogo y Asesoría en Agricultura Sostenible y Seguridad Alimentaria,
PIDAASSA, quienes con base en la metodología denominada de Campesino a
Campesino difunden prácticas agroecológicas. Otro actor fundamental es la Red por la
Soberanía Alimentaria, REDSAG.
Con la variedad de organizaciones inmersas en el tema rural y en consecuencia con lo
planteado por Yagenova respecto a los problemas que presenta aplicar teorías generales
al análisis de los movimientos sociales en América Latina,16
es necesario señalar que
16 “Las dificultades para explicar a los movimientos sociales latinoamericanos desde las perspectivas
teóricas surgidas en otros contextos han sido formuladas por distintos autores. Fernando Calderón y Elizabeth Jennin advierten que “una de las características propias de América Latina es que no hay movimientos sociales puros o claramente definidos, dada la multidimensionalidad no solamente de las relaciones sociales sino también de los propios sentidos de la acción colectiva” (Yagenova, 2010: 32).
26
cualquier posibilidad de construcción de un movimiento sólido que impulse la
agroecología solo será posible en el marco de un movimientos más amplio, ligado tanto
a los problemas de la ruralidad como a los problemas nacionales. En principio debido a
que hoy mismo los actores que difunden la agroecología y la plantean como elemento
de debate político, también empujan otros temas: desarrollo rural, soberanía alimentaria,
acceso a tierras, reforma agraria, derechos laborales, defensa del territorio frente a
empresas extractivistas, autonomías populares y un largo etcétera. Es decir, los actores
sociales del campo guatemalteco son complejos y sus reivindicaciones son múltiples
pues múltiples son los problemas y amenazas para las y los habitantes rurales. La
agroecología por sí misma no es solución a toda la problemática rural, pero si es parte
del camino a recorrer para construir condiciones más favorables a la mayoría de la
población del campo. La agroecología es a la vez, resistencia presente y es propuesta de
futuro.
Interesantes resultan las propuestas teóricas de Norman Long en el sentido de proponer
espacios sociales de análisis como los campos sociales, las arenas y los dominios, así
como los espacios de interfase, en donde se enfrentan los diferentes actores sociales y
sus posturas e intereses. En el mismo sentido resulta bastante esclarecedora la propuesta
de Long respecto al estudio de los sujetos sociales desde la perspectiva orientada al
actor, principalmente al plantear elementos como la heterogeneidad de la vida social, la
formas como se reproducen y transforman esas diferencias, la acción social como un
afán individual pero también colectivo, ubicada en contextos históricos y culturales
específicos.
La verdadera posibilidad de construir un movimiento agroecológico pasa por la
confluencia de actores, que tiene agendas diversas y, en ocasiones, divergentes:
organizaciones no gubernamentales de desarrollo, organizaciones campesinas
nacionales y regionales, comunidades, organizaciones de productores, cooperativas,
organizaciones de mujeres rurales, la academia agroecológica. La posibilidad está en la
palabra compartida y en el encuentro de diversos que pueden conciliar el objetivo
común de lograr que la agroecología se socialice. La alegoría de la milpa como ese
sistema diverso de cultivos que logran, no sólo convivir, sino florecer y producir de
forma armónica y colaborativa, es una buena imagen a construir en el movimiento
agroecológico. No hay otra forma.
27
Algunas reflexiones sobre falsas dicotomías que obstaculizan el avance de la
agroecología
Como vimos ya, los temas de agroecología y agricultura sostenible son parte de un
debate más amplio en Guatemala, que tiene como marco general el desarrollo rural. Si
bien existen algunos sectores que hacen crítica al concepto general de desarrollo por su
origen en el pensamiento occidental moderno y cargado de ideología de dominación, la
discusión en este sentido no es generalizada. El Buen Vivir como otra apuesta de
presente y de futuro tiene un rango de difusión restringido a líderes sociales y academia,
sin embargo formas de Buenos Vivires ya son vida cotidiana, visión del mundo y
práctica agrícola en comunidades indígenas y campesinas. Aún en un marco restringido,
los actores sociales que proponen la idea de Buen Vivir como caminos diversos
alejados de la idea de desarrollo, lo resignifican, dándole contenidos surgidos de las
luchas históricas y las nuevas luchas en el país. Incluso aparece el término maya k’iche’
Utz’ K’aslemal, apropiándose de la corriente del Sumak Kausay del sur del continente
pero dotándola de contenidos propios, recogidos de la vida campesina mesoamericana.
Es comprensible la tupida crítica que al término desarrollo se hace por sectores sociales
y por académicos. También queda claro que el concepto toma formas diversas para
tratar de revertir las críticas; sin embargo en el fondo del concepto se mantiene los
principios de crecimiento lineal, progreso, razón instrumental y modernización que son
la base de los efectos de neocolonización que los proyectos de desarrollo traen consigo.
Analistas como Gudynas y Acosta advierten sobre el peligro que encierra que los
planteamientos postdesarrollo contenidos en la propuesta de Buen Vivir, ya incluidos
en el texto de la constitución de dos países americanos (Bolivia y Ecuador), queden en
discurso y no se logre su concreción debido a que sigue primando, en la práctica de las
políticas públicas, el desarrollismo, ahora bajo la modalidad acelerada y destructiva del
extractivismo (Acosta, 2010). Una cosa es segura en el caso de los pueblos andinos: el
debate nacional está abierto y la organización se fortalece. Los movimientos sociales de
Bolivia y Ecuador mantiene la lucha por avanzar hacia otros paradigmas de sociedad,
ven al Estado como un espacio de disputa y la utopía está viva y se renueva.
En Guatemala hay obstáculos estructurales del desarrollo de la sociedad que hacen
difícil el camino para generalizar, en el imaginario social, que las prácticas
28
agroecológicas y las apuestas por un vivir bien, diferentes al modelo de desarrollo
impuesto, sean positivas y posibles. Por ejempo, las falsas ideas que hacen soporte a las
manifestaciones de discriminación y racismo en el país. La ideología de dominación ha
basado la práctica del racismo en imponer ideas de inferioridad y superioridad en
segmentos de la sociedad. La primera de ellas: desarrollo y subdesarrollo. Otra idea
falaz: gente culta y gente inculta. Una más: modernismo y atraso. Bajo estas falsas
dicotomías se nos impone la necesidad de recorrer un camino y seguir un modelo que
nos lleve de lo subdesarrollado e inculto al desarrollo y la cultura. Se nos niega la
diversidad cultural y la posibilidad de generar un presente y un futuro dignos a partir de
nuestras propias formas de ver y pensar el mundo.
La idea de lo moderno y lo atrasado también pega fuerte en los imaginarios sociales de
la población urbana pero también de la población rural. Por siglos se ha repetido que los
del campo somos inferiores, que nuestra forma de pensar es mágica y tonta, que nuestra
agricultura es de subsistencia y atrasada, que debemos ver hacia adelante y
modernizarnos, cambiar yuntas y azadones por tractores, caca de vaca por fertilizantes
químicos, diversidad por monocultivos. Valores de uso por valores de cambio.
El reto en este sentido es, por un lado, generar en los grupos estigmatizados, es decir
gran cantidad de población campesina e indígena, imaginarios de orgullo e identidad
por lo propio y eso se logra cuando se evidencia que la unidad socio económica
campesina produce vida digna, genera bienestar; que la práctica de la agricultura
campesina puede ser y ha sido durante miles de años, sostenible social y
ambientalmente. Los testimonios vivos de las parcelas y las palabras de las familias que
producen sosteniblemente puede generar este efecto de orgullo campesino. Por otro
lado, es necesario combatir las ideas racistas y discriminatorias hacia el campo como
atraso, con discursos contrapuestos basados en realidades y no en falacias.
De acá se puede derivar la importancia que tiene la difusión de realidades, de vivencias,
de concreciones, de cotidianidades que han construido ya las familias que tienen uno,
tres, cinco o quince años trabajando agroecológicamente. En sus testimonios es palpable
la felicidad de haber dejado de trabajar en fincas de monocultivos contratados con
malos pagos y en condiciones de malos tratos a tener una parcela propia trabajada con
sus manos, diversa y que produce para la misma familia y para que puedan vender en el
29
mercado. Son los mismos campesinos y campesinas quienes pueden contagiar de
orgullo campesino a sus pares y establecer el proceso de enseñanza aprendizaje con la
palabra y con la parcela propia. De Campesino a Campesino han llamado a esta
metodología que parece funcionar muy bien. Entre pares hay confianza y si se agrega la
solidaridad como elemento, el proceso germina.
30
31
CAPITULO II
LA AGROECOLOGÍA BENEFICIO PARA TODOS Y TODAS
Adelina Caal: Campesina q´eq´chi luego de una asamblea comunitaria en la aldea San Antonio
Cabañas, Senahú, Alta Verapaz
La agroecología, como agricultura campesina, como práctica agrícola sostenible, como
visión del mundo, como actividad de la vida cotidiana, gana terreno en Guatemala. A
paso sereno y seguro, la agroecología se desarrolla en cientos de comunidades del país.
Los campesinos que se animan a probar, a experimentar, a recuperar conocimientos de
los abuelos y abuelas, a trabajar para sí mismos y no para otros, están convencidos de
que no hay vuelta atrás, que la agroecología llegó para quedarse, que la parcela
sostenible produce bienestar.
No hay un censo de productores agroecológicos, pero si cualquier persona pregunta, de
localidad en localidad, siempre hay más de una parcela trabajada desde varios de los
principios de la agricultura sostenible. Diversas organizaciones locales, regionales y
nacionales han hecho de la agroecología una apuesta por mejorar las condiciones de
vida de la población rural y mantener ecosistemas más complejos, cuidados, no
degradados.
Visitar una unidad agroecológica es una verdadera experiencia de vida: conversar con la
familia campesina, caminar entre los cultivos, tocar la tierra y el abono, recibir con
agradecimiento la fruta que algún miembro de la familia baja del árbol, saludar a los
32
vecinos, respirar el aire fresco, maravillarse los ojos con los diversos tonos de verde,
con el color de la frutas y las flores, sonreír por el saludo amable de bienvenida o
despedida a la parcela, conocer otras formas de entender la economía, otras formas de
hacer las relaciones sociales, mejores formas de practicar la conciencia ambiental. Todo
eso se recibe al entrar en contacto con las y los productores agroecológicos en
Guatemala.
Y es que junto al desarrollo de la agricultura campesina y de la agroecología va
aparejado el desarrollo de multiplicidad de conocimientos, tanto económicos como
ambientales y sociales. Un principio básico de la agroecología es la diversificación de
plantas, pero también del pensamiento. Un sistema agroecológico huye del
monocultivo, así como el campesino y la campesina en sus estrategias de vida, no ponen
todos los huevos en una misma canasta.
Entonces se conoce, no un solo cultivo, sino varios, y dentro de cada cultivo es
imperativo conocer variedades. Para obtener maíz rojo o negro dentro de una milpa en
la que se sembró también maíz blanco o amarillo, es necesario hacer la siembra del maíz
oscuro, quince días después. Los campesinos saben esto en base a su experiencia y su
gusto por la diversidad de maíces. La ciencia puede explicar esta tecnología campesina
al saber que en los cruces genéticos, el gen dominante es el blanco o el amarillo y por lo
tanto hay que guardar los tiempos en la siembra.
La parcela campesina se inunda de vegetales diversos. Aparecen en la milpa los
alimentos (maíz, frijol, ayotes, quiletes, tomates, miltomates, frutas), las flores, los
árboles que proveen energía y sombra, las plantas medicinales. Atraídas por esta
diversidad van llegando a la parcela las abejas, los ronrones y cuanto insecto enriquece
el sistema ecológico generado por la mismo agrosistema.
En el mismo sentido, es trascendental el conocimiento que existe en las comunidades
rurales sobre el tratamiento de padecimientos con el uso de plantas. Herederos de ese
conocimiento campesino, en las ciudades bien que usamos manzanilla, pericón, hierba
buena, valeriana, jacaranda y tantas otras plantas para aliviar males y curar
enfermedades. Si seguimos explorando sabremos que la medicina indígena y campesina
que se practica en Guatemala es integral, preventiva, holística, comunitaria. Bien valdría
la pena que fuera una forma generalizada de tratar las enfermedades, tanto en el campo
33
como en la ciudad. Implicaría mejor salud y más barata, tanto para las familias como
para el Estado.
Así pasa con muchas de las esferas del conocimiento. Lo que las familias y
comunidades indígenas, campesinas y rurales pueden aportar al conocimiento del
mundo es inmenso. Pero sucede que en las ciudades, en las universidades y en las
mismas instituciones de gobierno, existe un imaginario negativo, unas ideas erradas de
lo que es ser campesino. Ideas ligadas al colonialismo y la discriminación.
Por lo general, se escucha en las palabras de políticos, empresarios y gobernantes que
los campesinos son atrasados, que son haraganes, que no se superan porque no quieren.
Se piensa que la familia campesina siembra maíz, se sienta a esperar que crezca y se
levanta meses después para cosechar. Por eso no se superan se escucha decir a
funcionarios. Estas ideas son totalmente falsas. Y de estas ideas falsas surgen
propuestas y políticas públicas que se plantean sacar del atraso a los campesinos y
campesinas. Son políticas que partiendo de una idea falsa, fracasan. No hay atraso o
desidia en la vida campesina. El campesino y la campesina son de las personas que más
trabajan en el mundo. Lo que sucede es que de todo el trabajo que realizan, ellos
aprovechan muy poco, y son otros los que se benefician. Es lo que los teóricos
marxistas llaman: el intercambio desigual o la explotación del trabajo campesino.
La familia campesina, en sus estrategias de vida, hace muchas cosas, desarrolla
actividades más allá de la producción de alimentos, tales como diversas agriculturas,
comercio, cuidado ambiental, cuidado familiar y comunitario, construcción, servicios en
el turismo, confección textil, artesanía, movilidad, participación social, servicios en las
ciudades, creación artística, etc. En medio de esta actividad múltiple, la tierra y el
territorio son fundamentales.
Es decir, además de sembrar alimentos básicos, el campesino siembra otras plantas,
pero también, cuando necesita, sale a realizar labores agrícolas a alguna finca o
hacienda; parte de la familia viaja a la capital u otra ciudad como Quetzaltenango o
Cobán, Alta Verapaz a trabajar en tiendas de barrio, en casas particulares como
jardineros, albañiles o haciendo trabajos de limpieza y cuidado de niños. Cuando tiene
tiempo y recursos, amplía y hace mejoras en su casa. Si un miembro de la familia va a
construir, es la misma familia y vecinos campesinos los que apoyan en la construcción.
34
En la ciudad es difícil que uno mismo construya su casa. Así mismo, dentro de la
dinámica familiar campesina todo el trabajo de cuidado y reproducción que las mujeres
aportan al sostenimiento de la unidad familiar no les da descanso. Esto nos demuestra
cuán activa y productiva es la gente del campo.
Pese a todo lo que hace la población rural campesina, la pobreza es fuerte: siete de cada
diez personas que viven en el campo están consideradas bajo la línea de pobreza. El
indicador más fuerte de la condición depauperada de la ruralidad guatemalteca es que
uno de cada dos niños menores de cinco años del país sufre de hambre y por lo tanto de
desnutrición.
Pobreza y hambre son males que se viven diariamente en el campo guatemalteco. Pero
las familias rurales no son pobres porque quieren. De cada acción y trabajo que hacen,
alguien más se aprovecha. Cuando el campesino quiere vender su producto agrícola,
cuando la campesina quiere vender su artesanía, su cuajada o sus tamalitos, el precio de
mercado es bajo, no paga el costo de lo producido y entonces parte de la ganancia que
debiera ser del campesino, se queda en una cadena de intermediarios comerciales o en el
disfrute del consumidor a bajo costo. Aquí hay intercambio desigual e injusto.
Del mismo modo, si un campesino o campesina va a trabajar a una finca de flores, de
frutas, de caña o al corte de café, por lo general la ganancia que deja su trabajo no es
recompensada de manera justa. El salario mínimo agrícola no alcanza para cubrir la
canasta básica vital, y en muchas empresas o fincas no pagan ni el salario mínimo. Aquí
hay intercambio desigual del trabajo campesino y la paga que recibe.
Cuando el campesino ha adoptado tecnologías productivas en las que debe usar insumos
agroquímicos, como fertilizantes o insecticidas, está obligado a recurrir al agroservicio,
en donde los precios de los insumos son elevados y al final del día, el campesino no
cubre todos sus costos de producción. Aquí también hay intercambio desigual. En
síntesis, no debemos acusar al campesino de ser negligente. Si vive en condiciones de
empobrecimiento es porque está atado a las reglas de un mercado y una forma de
producir e intercambiar que le son desfavorables.
Y es en este marco donde encontramos los beneficios concretos en términos económicos
de renovadas formas de producir, como la agroecología, la cual permite reducir la
35
desigualdad en el intercambio entre la economía campesina y el mercado. Porque las y
los productores agroecológicos, producen sus propios insumos, la mayor parte de la
veces. Porque sus productos pueden ser más valorados por el mercado local. Mucha
gente que sabe que un producto es cultivado de forma orgánica, prefiere comprar ese
producto antes que los que llevan insumos químicos. Además, cuando la tierra no es
limitante, una familia agroecológica puede dejar de ir a vender parte de su fuerza de
trabajo en condiciones de mala paga y trato inhumano. El campesino no se ve ya
obligado a ir a trabajar a cualquier finca, sino que puede escoger el tipo de trabajo que
desea e incluso dedicarse únicamente al trabajo en su propia parcela. La búsqueda de la
dignidad es fundamental y la agroecología permite construirla.
En las líneas que siguen daremos una mirada a lo que es hoy la agroecología en
Guatemala, como práctica campesina, como modelo tecnológico y como visión del
mundo, desde lo que plantean familias campesinas que hoy practican decididamente la
agroecología.
Para presentar esta información hemos platicado con varias familias campesinas que
están ya realizando agricultura sostenible, aprendiendo y desarrollando conocimientos
agroecológicos. Para el estudio presente las familias que han colaborado con
información, con ánimo y cariño han mostrado sus parcelas ubicadas en cuatro
municipios del país: San Martín Jilotepeque en Chimaltenango, Senahú en Alta
Verapaz; Ixcán en Quiché y San Agustín Acasaguastlán, El Progreso. Diversidad de
climas, condiciones de suelo, alturas y pendientes albergan a familias que están
convencidas de los beneficios que genera lo que han aprendido y hacen día a día, de lo
que experimentan. Por ese convencimiento, comparten lo que saben.
La agroecología en Guatemala
Un Guatemala existe una cantidad importante de experiencias campesinas de
producción agrícola sustentable. Hay en todos los puntos cardinales del país, parcelas
agroecológicas que recogen el conocimiento y la práctica de familias, comunidades y
organizaciones. Los esfuerzos de organizaciones sociales y campesinas por fortalecer
los procesos de comunidades y familias campesinas se han producido ya por décadas.
36
La experiencia organizativa y de conocimiento alrededor de una agricultura sustentable
en Guatemala tiene raíces profundas en los conocimientos generales, la cosmovisión y
las prácticas agrícolas indígenas y campesinas. El ejemplo más contundente de la
importancia del conocimiento ancestral para construir agricultura sostenible es la
existencia misma del maíz como planta domesticada y en evolución inducida por las
manos campesinas. Ha sido la selección campesina de semillas durante miles de años lo
que ha posibilitado que el maíz sea el alimento que es hoy, con tanta proteína, con tanta
variedad en sus colores y sabores. La milpa como sistema productivo eficiente y
diverso, como forma de pensar la vida, como centro de producción y reproducción de la
vida también es una creación campesina. “Los mesoamericanos no sembramos maíz, los
mesoamericanos hacemos milpa. Porque el maíz es una planta y la milpa es un modo de
vida. La milpa es matriz de la civilización mesoamericana...” (Bartra et al., 2015: 30).
Los conocimientos indígenas y campesinos en torno a su forma de vivir en el mundo y
de producir son profundos. El cerro Chusq’arbal está situado entre los municipios de
Chinique de las Flores y San Andrés Sajcabajá del departamento de Quiché. La
tradición oral del pueblo K’iche’ narra que fue en este cerro en donde, al pueblo maya
caminante que venía desde Tula en medio de la oscuridad, le amaneció, le llegó la
aurora, le apareció la claridad de pensamiento y sus dirigentes supieron que en aquellas
tierras debían quedarse, dejar de caminar y reproducir la vida. En medio de la
ceremonia maya de recibimiento del nuevo año de cuenta larga, entre el 22 y 23 de
febrero de 2001, Felipe Pol, ajq’ij17
de Chinique y director de Médicos Descalzos me
platicó sobre la importancia de aquella ceremonia y algunos símbolos utilizados en la
quema del fuego, en el calendario maya, en los procesos de producción agrícola.
Sabedor de mi deformación agronómica, me preguntó que si yo podía describir cuál era
la técnica campesina e indígena de aquellos lugares para sembrar el maíz. Ante mi
silencio producto de la ignorancia, me enseñó que para sembrar el maíz, la gente de más
edad y con mayor conocimiento incrustaba el chuzo o coba en la tierra para depositar
allí las semillas pero, antes de sacarlo, hacía cuatro movimientos con la mano que
sostenía el palo de madera, uno hacia el norte, otro hacia el sur, otro hacia el poniente y
17
Ajq’ij es la persona que conoce la cuenta del tiempo, conoce el calendario y se constituye en guía espiritual para una familia, para la comunidad. A través de múltiples conocimientos puede sanar enfermedades del cuerpo y el espíritu. Por todo lo anterior se constituye como una autoridad comunitaria.
37
uno más hacia el oriente. Quedaba entonces dibujada en la tierra una estrella de cuatro
picos. Se dejaban caer tres o cuatro granos de maíz en el centro de la estrella y luego se
cubrían con tierra.
En el calendario maya el nahual K’anil está representado por una estrella de cuatro
picos. La misma figura que se dibuja con el uso del chuzo en la siembra de maíz. K’anil
es la estrella de la mañana, es Venus, es la antesala a la salida del sol, es el inicio del
día, es el origen, es la semilla. Pero también es el saludo a los cuatro puntos cardinales,
al corazón de la tierra, al corazón del cielo. Cada campesino que mueve el chuzo en
cada siembra de granos, incluso sin tener la certeza de lo que significa el rito, saluda con
su movimiento de manos al cosmos, al ajau, a la madre tierra. Agradece y pide permiso
para sembrar la semilla.
Cada uno de los cuatro puntos cardinales está representado por un color que también
tiene muchas significaciones, pero en lo concreto también son los cuatro colores de las
principales variedades de maíz, de las principales variedades de frijol, de las variedades
en el color de la piel de la especie humana: rojo, negro, amarillo y blanco. Una técnica
agrícola no es solo la mecánica de la siembra, implica una cosmovisión, una forma de
vivir y de ser, un ethos. Toda esta base de conocimiento milenario es pilar central en la
agroecología que se práctica en el país.
Dentro del grupo de pioneros contemporáneos de la agricultura orgánica y ecológica en
Guatemala se debe mencionar a los promotores agrícolas del altiplano del país y
específicamente todo el movimiento de capacitaciones e intercambio de conocimientos
que se produjo en San Martín Jilotepeque, Chimaltenango en los años 70. Rolando
Bunch, agroecólogo y uno de los integrantes de aquel movimiento, enfatiza en la
importancia que tuvieron los aportes de Marcos Orozco, perito agrónomo guatemalteco,
en estos procesos desarrollados en el altiplano, en el marco del trabajo de la
organización no gubernamental Vecinos Mundiales. Un número importante de
promotores agrícolas kaqchiqueles fue constituyendo un esfuerzo sólido de construcción
de agricultura sostenible. En los actuales productores agroecológicos de San Martín la
memoria colectiva tiene como referente fundamental ese período en el que las
cooperativas agrícolas se fortalecieron.
38
Erick Holt Giménez (2008) narra cómo se fue cimentando, en los años 70, la
metodología de Campesino a Campesino en el seno de comunidades campesinas
kakchiqueles, autoformándose promotores en agricultura sustentable para recuperar
tierras erosionadas y desgastadas por los productos de la revolución verde y cuenta
cómo fueron logrando mejores rendimientos y ganancias del trabajo. Muchos de los
campesinos involucrados en estos movimientos fueron después maestros y consultores
de los mismos procesos pero en diversos países de América Latina, África y Asia.
Según Gregorio Texaj, promotor agroecológico del área de San Martín Jilotepeque, los
temas de capacitación eran principalmente la conservación de suelos, el uso de insumos
locales y la asociatividad para la producción agrícola y comercialización.
Don Encarnación Balan, también agroecólogo campesino de San Martín y maestro en la
realización de esta investigación, refiere a aquellos campesinos como sus abuelos y
padres en el conocimiento agroecológico.
Herederos de esos esfuerzos iniciales, aparecieron después otros actores impulsando
diversos servicios, y entre ellos, la agricultura orgánica y ecológica. Organizaciones
como el Instituto Mesoamericano de Permacultura -IMAP-, la Asociación de Servicios
Comunitarios de Salud -ASECSA-, la Asociación Cooperación para el Desarrollo Rural
de Occidente -CDRO- en Totonicapán, los Médicos Descalzos en El Quiché, la
Asociación Cristiana de jóvenes -ACJ-, la Fundación para el Desarrollo y
Fortalecimiento de las Organizaciones de Base -FUNDEBASE.
Todas estas instancias impulsaron dos procesos ligados entre sí y potenciados uno al
otro: a) Un esfuerzo amplio por difundir nuevos pensamientos sobre la forma de hacer
agricultura, más ecológica, orientada a la seguridad y soberanía alimentaria, menos
dependiente de insumos externos; y b) La concreción en pequeñas parcelas, muchas
veces demostrativas, de prácticas de conservación de suelos, diversificación productiva,
asocio de cultivos, uso de abonos verdes, cultivos de traspatio, implementación de
aboneras, reciclaje de materiales, integración del sistema hogar con la parcela, etc.
(Sigüenza, 2013).
Decenas de organizaciones comunitarias, ONG de desarrollo y comités locales fueron
teniendo acceso a información e intercambio de experiencias, y aunque no hay un
39
número determinado, los programas de agricultura sustentable, orgánica o
agroecológica se han multiplicado a lo largo y ancho del país. Aún son esfuerzos
pequeños, que no logran hacer masiva la experiencia, sin embargo parcelas
demostrativas y familias que conocen y hacen agricultura sustentable se convierten en
promotores agroecológicos con el afán de compartir sus conocimientos.
Ya en las décadas siguientes aparecen directamente esfuerzos como el Programa de
Intercambio, Diálogo y Asesoría en Agricultura Sostenible y Seguridad Alimentaria
-PIDAASSA-, la Red por la Soberanía Alimentaria de Guatemala –REDSAG- y la Vía
Campesina Guatemala. Instancias que coordinan esfuerzos de diversas organizaciones
por difundir, mejorar y avanzar en la práctica de la agricultura sustentable.
En Guatemala forman parte de PIDAASSA organizaciones que desde los años 90
venían abordando temas como participación ciudadana, democracia, fortalecimiento
organizativo, desarrollo productivo, salud alternativa y lucha por la tierra. Todo en el
marco del proceso de paz y la llamada apertura democrática. Estas instancias fueron
acercándose a la agricultura alternativa, y se encuentran hoy coordinando acciones y
logrando acuerdos para lograr los objetivos de trabajar en agricultura sustentable. Estas
organizaciones son: Asociación de Formación para el Desarrollo Integral -AFOPADI –,
Iglesia Luterana de Guatemala -ILUGUA-, Plataforma Agraria, Asociación de
Servicios Comunitarios de Salud –ASECSA-, Asociación para el Desarrollo
Comunitario –SIEMBRA, Coordinadora Nacional Indígena y Campesina -CONIC–,
Alianza de Mujeres Rurales por la vida, Tierra y Dignidad –AMR- y FUNDEBASE.
También se encuentra activa la REDSAG, que se define como un espacio de
articulación social y popular con cobertura nacional, donde convergen más de 200
organizaciones de base. El planteamiento político de la REDSAG está basado en el
trabajo y las experiencias prácticas de todas las organizaciones que la conforman: “Hace
falta revitalizar una tecnología apropiada que libere a los agricultores de la dependencia
a los agrotóxicos y los paquetes tecnológicos convencionales; es decir asumir el
enfoque agroecológico, como la vía práctica, técnica, científica, filosófica y política,
entre varios objetivos para defender y construir la Soberanía Alimentaria.”
Dentro del escenario de organizaciones que trabajan por el desarrollo del área rural en
Guatemala, se encuentran las organizaciones conformadas por grupos y comunidades
40
campesinas. Su principal reivindicación ha sido, históricamente, el acceso a la tierra
como factor de producción. Sin embargo han ido incorporando la noción de
implementar nuevos modelos de producción que propicien mejores condiciones de vida
para sus miembros. En este sentido aparece en 2005, la propuesta de Desarrollo
Alternativo de la Agricultura. El documento publicado por la Coordinadora Nacional de
Organizaciones Campesinas –CNOC- plantea que el desarrollo alternativo de la
producción agrícola, desde el punto de vista indígena y campesino es “el proceso
organizado de la producción agrícola diversificada y especializada que, basado en las
características geográficas y culturales, mediante el acompañamiento técnico y la
inversión financiera, fortalece la economía campesina, para elevar la calidad de vida de
las comunidades del área rural en convivencia armónica con el medio ambiente y en la
que la producción sea sin la explotación del hombre de escasos recursos” (CNOC,
2005).
Aparecen en esta definición planteamientos técnicos y políticos que reclaman del
Estado guatemalteco, apoyo a las economías campesinas y se direccionan a la idea de
sustentabilidad ecológica y social en la producción.
Posteriormente surge en la escena nacional la Vía Campesina Guatemala, conformada
por organizaciones campesinas e indígenas con más larga trayectoria pero que
convergen en esta instancia organizativa. Las organizaciones de Vía Campesina son el
Comité de Unidad Campesina –CUC-, la Coordinadora Nacional Indígena y Campesina
-CONIC-, la Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas –CNOC- y la
Coordinadora de Viudas de Guatemala – CONAVIGUA. Uno de los temas que asumen
en conjunto es la apuesta por la agroecología como forma compatible de agricultura con
la cultura de los pueblos indígenas y campesinos que representan.
El Comité Campesino del Altiplano –CCDA- es otra coordinación campesina que junto
a demandas y reivindicaciones sectoriales y políticas, tiene procesos productivos que
impactan de manera positiva en las comunidades con las que trabaja. Exporta
anualmente siete contenedores de café orgánico bajo la marca Café Justicia e impulsa
producción alimentaria para generar soberanía y Buen Vivir en la zona del altiplano
guatemalteco.
41
Se debe mencionar que según el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación,
hay registrados alrededor de 9 mil productores orgánicos18
en el país. También la
Coordinación de ONG y Cooperativas –CONGCOOP- en su directorio de ONG’s 2009
inscribe a 22 organizaciones que dentro de sus actividades plantean de forma explícita
la promoción de la agricultura sostenible, la formación de promotores agroecológicos, la
agricultura orgánica o el manejo productivo sostenible. También en el directorio se
consigna alrededor de medio centenar de organizaciones no gubernamentales,
nacionales y locales, que proponen como paradigma de trabajo el desarrollo rural
sostenible, lo que puede implicar elementos del trabajo en agricultura ecológica.
FUNDEBASE y la Alianza por la Agroecología
La Fundación para el Desarrollo y Fortalecimiento de las Organizaciones de base -
FUNDEBASE-, es una organización con 20 años de acompañamiento a familias
indígenas y campesinas, organizaciones comunitarias, asociaciones, cooperativas,
comités y grupos comunitarios de diferentes regiones del país, especialmente
organizaciones del área rural del Oriente, Norte y Altiplano Guatemalteco; estas
expresiones organizativas y comunitarias son la plataforma o base de la institución
desde su fundación en el año 1994.
FUNDEBASE centra su labor en la capacitación a líderes y lideresas, promotores y
promotoras, acompañamiento a familias indígenas y campesinas para la formación de
nuevos sujetos sociales con un pensamiento crítico y propositivo apegados a la realidad
en que viven; todo esto para la implementación de sistemas sostenibles de producción
agroecológica, para contar con mejores alimentos desde el punto de vista nutritivo,
diversidad de alimentos necesarios para una buena alimentación y el mejoramiento de
los ingresos familiares.
18
Este registro gubernamental se restringe a aquellos productores que han cambiado el origen y naturaleza de sus insumos de la fabricación química de derivados del petróleo a productos orgánicos en la búsqueda de mercados internacionales por medio de certificaciones. No incluye a la gran cantidad de pequeños productores agroecológicos que producen con la lógica de la reproducción familiar y comunitaria.
42
FUNDEBASE tiene como compromiso trabajar para contribuir al cambio de relaciones
de poder que condicionan la injusticia y la pobreza en Guatemala. Esto pasa porque los
sujetos sociales del campo conozcan sus derechos; también implica luchar por la justa
distribución de los recursos, como la tierra.
Desde hace dos años, FUNDEBASE es integrante de la Alianza por la Agroecología,
alianza que cuenta con la participación de 10 organizaciones latinoamericanas de siete
países, que coordinando esfuerzos empujan a nivel continental una plataforma de
incidencia política a favor de la agroecología.
Como parte de este proceso, en 2014 se realizaron dos Encuentros Nacionales de
Agroecología, en los cuales diversas comunidades y organizaciones han establecido
planes de acción para difundir la propuesta agroecológica en diversas regiones del país
y para empujar a nivel local y nacional la promulgación e implementación de políticas
públicas que den soporte a los diversos esfuerzos organizativos agroecológicos.
Como parte de esta Alianza diversas organizaciones, además de FUNDEBASE
colaboraron con la realización del presente estudio:
a) ASMADELA-MESAN:
La Asociación Santa María de los Ángeles –ASMADELA- es una organización
comunitaria localizada en el municipio de San Agustín Acasaguastlán, departamento
de El Progreso. Desarrolla estudios, propuestas y proyectos educativos, culturales,
de salud, vivienda y otros, para facilitar y promover el desarrollo integral a las
personas de San Agustín. Dentro de sus programas de trabajo está el de seguridad
alimentaria y productiva dentro del cual trabaja principios agroecológicos.
ASMADELA es integrante de la Mesa de Soberanía Alimentaria de Guatemala –
MESAN-, espacio de coordinación constituido en 2008. Es un espacio de reunión de
11 organizaciones ubicadas en distintos puntos del país con el objetivo de generar
consensos, articulación y propuestas por un buen gobierno y el Buen Vivir. La
apuesta principal de la MESAN es fortalecer y generar capacidades para la
soberanía alimentaria con pertinencia cultural por medio de las organizaciones con
equidad de género.
43
b) MAMA MAQUÍN – AMR:
Mama Maquín es una organización conformada por mujeres que vivieron el refugio
y el retorno durante el conflicto armado interno en Guatemala19
. Las mueve la
conciencia de su derecho a la tierra y el territorio, a la identidad, cultura, historia y
nombre propio como mujeres y como pueblos. Mama Maquín reivindica la
valorización de los conocimientos, las sabidurías y la fuerza de las mujeres,
creadoras y forjadoras de vida en lo social, lo político y lo económico.
Mama Maquín es parte junto con la asociación Madre Tierra, de la Alianza de
Mujeres Rurales por la Vida, Tierra y Dignidad. Coordinación que realiza trabajo en
función de promover mejores condiciones de vida para las mujeres de comunidades
rurales e incidencia en políticas públicas de acceso a la tierra y el desarrollo rural.
c) ASECSA-PIDAASSA.
ASECSA es la Asociación de Servicios Comunitarios de Salud. Está integrada por
organizaciones comunitarias que promueven la salud integral con equidad de género y
pertinencia cultural en poblaciones excluidas, a través de procesos de formación,
capacitación, acompañamiento, asesoría e incidencia por el derecho a la salud y a la
vida. Trabaja en la zona del Occidente del país, en las Verapaces y en El Petén. Como
parte del enfoque de salud comunitaria, la alimentación y la producción alimentaria
hacen parte de los esfuerzos de ASECSA por mejorar las condiciones de vida de la
población con la que trabajan. ASECSA hace parte del PIDAASSA.
Para realizar el estudio, recogimos los testimonios y visitamos parcelas con productores
agroecológicos que compartieron con agrado y profundidad sus conocimientos, sus
19
Durante los años de la guerra, el gobierno de Guatemala, ejecutó una política de contra insurgencia en la cual la población civil, principalmente indígena y campesina, fue objeto de persecución y represión. A inicios de los años 80 se ejecutó la denominada política de Tierra Arrasada, que implicó desaparecer aldeas enteras con el objetivo de eliminar la base social de los grupos insurgente. Más de 400 masacres de aldeas se registran por la Comisión del Esclarecimiento Histórico. Ante esta barbarie las comunidades decidieron huir de sus territorios. Muchas familias emigraron de forma forzada y buscaron el refugio en México, en donde vivieron por casi tres lustros antes de poder regresar a Guatemala.
44
emociones y sus anhelos en torno a su práctica cotidiana. En cada apartado que sigue
profundizaremos sobre las identidades de cada uno. Ahora hacemos una breve
presentación:
1. Don Encarnación Balan, comunidad San Antonio Choatalum, San Martín
Jilotepeque, Chimaltenango
2. Don Héctor Ramírez, aldea Tecuis, San Agustín Acasaguastlán, el Progreso
3. Don Miguel Hernández, aldea Tecuis, San Agustín Acasaguastlán, el Progreso
4. Don Roberto Caal, comunidad San Antonio Cabañas, Senahú, Alta Verapaz
5. Doña María Pérez Domingo, comunidad Victoria 20 de enero, Ixcán, El Quiché.
Figura 1. Ubicación de los municipios visitados en el trabajo de campo.
Fuente: Elaboración propia
Adicional a estas experiencias centrales en la investigación, el análisis toma en
consideración insumos acumulados por más de diez años de trabajo con organizaciones
campesinas, en comunidades rurales del país, en asambleas y faenas cotidianas, en las
que hemos podido compartir reflexiones y anhelos por una mejor agricultura en
Guatemala.
45
Los beneficios ambientales de la agroecología
Antes de adentrarnos en los beneficios ambientales que las experiencias visitadas nos
muestran debemos mencionar que, si bien la forma de pensamiento occidental hace con
simpleza divisiones entre las dimensiones económica, social y ambiental de un proceso
de producción y reproducción de la vida, la racionalidad del campesino y la campesina
no pone límites tan fuertes entre uno y otro aspecto.
El pensamiento moderno que vino de Europa y que se instaló en nuestros centros de
estudio, universidades e instituciones públicas, se afana por dividir la realidad en
ventanas y desde allí propone soluciones de forma sectorial y parcializada a los
problemas de la vida nacional y la vida cotidiana. Hay una visión fragmentaria de la
realidad. Por eso es que existen en el gobierno instituciones sectoriales: un ministerio de
economía, otro de salud, otro de educación, otro de ambiente, otro de agricultura. Pocas
veces el gobierno ha logrado buenas coordinaciones entre estos ministerios debido a que
cada uno ve las cosas desde su ventana, sin ubicar la integralidad de los procesos.
En contraparte, el pensamiento campesino que se desarrolla al calor de la comunidad y
la cocina campesina piensa el mundo sin dividir tantas ventanas. Los campesinos y
campesinas ven en la agroecología beneficios para su vida cotidiana y para el futuro de
sus hijos y sus nietos sin pensar si son sólo beneficios de tipo económico o ambiental.
Es un pensamiento integrador de las dimensiones y no disociador. Traducido a política
pública, es evidente esta forma de abordar la realidad en la propuesta campesina de
crear un Ministerio de Desarrollo Rural Integral, donde la integralidad es el concepto
cohesionador de las distintas áreas sectoriales.
Por esta razón es que, en el testimonio de las familias que colaboraron con el estudio, se
percibe que una acción o una suma de acciones les trae beneficios en diversas
dimensiones de la realidad. Por ejemplo don Héctor Ramírez de San Agustín
Acasaguastlán comenta que en su parcela tiene árboles de caulote, sare, jicarero y que
para sacar madera descopa y desrama:
“Siempre tengo suficiente, el otro año ya dio mucha sombra y lo desramo. El
caulote cada seis meses hay que estarlo desramando. El jicarero es bueno para la
leña. Le regalé a don Miguel diez piezas de madera para que hiciera su casa. Con
don Miguel intercambiamos cosas, él me regaló hierbabuena, moringa, etc.”
46
Vemos acá una evidencia de que Don Héctor mantiene árboles en su parcela como
beneficio ambiental, pero que el manejo adecuado de estas plantas le permite obtener
leña para su consumo energético y para intercambiarlo, en términos solidarios, con uno
de sus vecinos, el cual le regresa otras plantas útiles en el diario vivir.
En el presente capítulo presentamos algunos beneficios ambientales, económicos y
sociales que los campesinos reconocen de su trabajo agroecológico sin olvidar que las
dimensiones propuestas no siempre pueden aislarse discursivamente.
Para abordar el tema de los beneficios ambientales de la agroecológica lo haremos de la
mano, principalmente, de la experiencia de don Héctor y don Miguel, productores de
San Agustín Acasaguastlán.
Don Héctor, tiene 43 años, vive en la aldea Tecuis, municipio de San Agustín
Acasaguastlán, departamento de El Progreso. En la aldea habitan alrededor de 300
familias. Es una comunidad campesina donde se siembra maíz y fríjol en parcelas de
diferentes tamaños. Alrededor de 50 familias realizan prácticas de conservación
(agroecológicas). La Asociación Santa María de los Ángeles –ASMADELA- le apoya
con procesos de capacitación. Su núcleo familiar está integrado por 9 personas. La
familia se sostiene a partir de lo que cosecha en las dos parcelas que poseen y del
trabajo asalariado de Don Héctor como guardabosques de CONAP20
. La parcela
principal mide 4 tareas21
, de las cuales 3 se encuentran en conservación. Es una parcela
difícil para cultivar porque está en una pendiente pronunciada y es sumamente
pedregosa.
Don Miguel, también vive en la aldea Tecuis. Tiene 68 años, es viudo con 8 hijos y
cerca de 50 nietos. Tiene una parcela de tres tareas. Es un traspatio con mucho trabajo
en el diseño y conservación del suelo. Es un jardín soñado. Don Miguel cuenta que ha
trabajado con diversas instituciones que le han enseñado el trabajo de conservación y
diversificación de la parcela: Defensores de la Naturaleza, ASMADELA, la pastoral
social.
20
Consejo Nacional de Áreas Protegidas. 21
Una tarea equivale a 0.16 ha.
47
Para don Héctor, el trabajo de diversificación fue introducido por la invitación de
ASMADELA a su esposa: “Mi señora empezó a participar, es promotora de huertos
familiares. Ellos les apoyan con las semillas de verdura. Fue a la gira de Chiquimula y
me trajo la información y todo. Luego fuimos los dos a la gira a San Jerónimo. A mí me
gusta lo que es la conservación.”
La aldea Tecuis se encuentra en la zona más al sur de la Sierra de las Minas, en la
región del corredor seco, zona de altas pendientes. Tiene una altitud de 800 metros
sobre el nivel del mar.
Podemos mencionar que dentro de los beneficios ambientales de la agroecología, que
percibe tanto la ciencia como los productores que ya hacen agricultura sostenible están:
conservación de la diversidad biológica, aumento de la diversidad biológica,
conservación del suelo, renovar y hacer suelo, captación de carbono, conservación y uso
eficiente del agua, resiliencia.
1. Conservar la diversidad biológica
Existe en los campesinos y campesinas que hacen agroecología una plena conciencia
ambiental. Esta conciencia ambiental se ha desarrollado a partir de tres fuentes
principales: a) El conocimiento que de los abuelos y abuelas recibieron acerca del
cuidado de la naturaleza, de la importancia de cuidar y dar gracias al bosque, al agua, al
viento, al sol y la luna por darnos vida a los seres humanos: “Si nosotros somos parte de
la naturaleza, al cuidarla también nos cuidamos a nosotros mismos”; b) La práctica y
relación cotidiana con el ambiente natural en el que viven. Las familias campesinas
saben cuándo el río baja su caudal debido a la deforestación, saben que quedarse sin
sombra es perjudicial, saben que unas plantas se ayudan unas a otras. Su diario vivir les
ha proporcionado un vasto conocimiento; c) La información que reciben de
organizaciones gubernamentales y no gubernamentales.
48
En este sentido, las parcelas agroecológicas visitadas son ejemplo de conservación de
biodiversidad. Las parcelas no sólo tienen plantas alimenticias sino que están
constituida también por árboles frutales y no frutales. Ya sea en el centro de la parcela o
como cerco, las familias campesinas se aseguran de mantener especies mayores en su
terreno.
Detalle del asocio de maíz, ayote o calabaza, miltomate y otras hierbas.
Don Miguel, orgulloso, hace el recuento de los cultivos que tiene en su parcela de
traspatio: moringa, guineo, camote, cilantro, rábano, cebolla, chile, chipilín, quilete.
Hay de toda clase de remedios: te de limón, salviasija, apazote, orozuz (para la gripe),
tres variedades de yerbabuena. Piña, yuca, mango, madrecacao, anona. “También tengo
unas parcelas allá en el cerro, donde saco leña y hay piña, mango, naranja, guineo,
limón persa, maíz y frijol.”
Don Roberto, agricultor de San Antonio Cabañas, tiene en su parcela una variedad
importante de plantas. Tiene un pedazo de terreno de dónde saca la leña, pero reconoce
que debe mantener el bosque, por eso cuando corta por necesidad también va
sembrando. Sembró recientemente zapote y cedro. Don Roberto menciona que es muy
difícil hacer un recuento del número de plantas que hay en su parcela y que le son útiles
a él, a su familia y su comunidad. Plantea que incluso hay plantas que pueden ser útiles
en términos de alimentación o de curación pero que no existe el conocimiento de esas
plantas y sus funciones.
49
Doña María en su parcela del Ixcán, conserva cedros. También tiene el árbol plumillo
para leña. Hay en el cerco del terreno una ceiba impresionante. “Me pidieron que la
vendiera, pero no, allí está para cuidarla, reservada como cerco y además es árbol
nacional.”
En el trabajo que realiza ASECSA sobre agricultura sostenible en el área de las
Verapaces, ha encontrado que las comunidades en las que se habla el idioma q’eq’chi se
refieren a la diversificación de cultivos como Awimap, es decir, la diversidad de siembra
en pequeños espacios, no en gran escala, varias siembras.
2. Aumentar la diversidad biológica
Los campesinos y campesinas que nos compartieron la experiencia de su parcela
mostraban a cada momento un interés por seguir aumentando la variedad de plantas y
cultivos de su terreno.
Don Héctor comenta que en su parcela, desde que empezó el trabajo de diversificación,
ha introducido guineo, aguacate, chupte. “El chupte es una fruta de la zona, grande
como el aguacate, por afuera verde, la carne como crema, más rico que el aguacate.”
Agrega “ahora que empezamos a trabajar con ASMADELA fue que estamos metiendo
nuevos cultivos: el chupte, la piña, la yuca, el madrecacao, tenía pepino pero ya
coseché.”
“Esta parcela tiene 10 años, la heredó mi esposa, pero desde hace 3 años la
trabajamos con sostenible. Antes esto era un zarzal y bejucal. Ahora es bonito
ver el bananal.”
Herbert Caal, integrante de la MESAN, nos comenta que con la conservación de suelos
y la incorporación de materia orgánica el campesino va generando microclimas,
cambian las temperaturas del suelo y se favorece el aparecimiento de nuevas variedades.
50
Doña María, con el apoyo de la facilitadora de Mamá Maquín, doña Carmen Jiménez,
ha introducido en su parcela canela, naranja, papaya, amor seco (una hierba que se
comen en el Ixcán); paterna, aguacate, madrecacao (cerco y abono, es un buen
fertilizante); piña, guax (la hoja es un abono y se usa la vaina para comer, es una
medicina para las lombrices, desparasitante), yuca, coco (medicina para el mal de orín),
guineo, pejibay, anona, zapote, mango, achiote, chalum (las hojas son para abono),
chipilín. Todo esto al rededor de la milpa en donde siembra maíz y ayote. Para doña
María la sombra de los frutales es importante. También cuenta el jocote marañón. En
este primer recuento ella mencionó 20 especies que le son útiles y que están en la
parcela más cercana a su casa.
En la parcela de Don Encarnación encontramos alrededor de 40 variedades de plantas
utilizadas para la reproducción de la unidad familiar. En el recuento de la diversidad
también se incluye la diversidad de animales de granja que aportan elementos
importantes al desarrollo del sistema de producción y reproducción de la unidad
campesina.
Cuadro 1. Diversificación lograda en la parcela de Don Encarnación Balan
Cereales Hortaliza Frutas Hierbas/espe
cies
Granja Derivados
Maíz
blanco
Güisquil Naranja
Washington
Menta 1 chiva
Maíz
amarillo
Miltomate Naranja
Valenciana
Pimienta
gorda
1 galera de
pollos (50 en
diferentes
proceso de
crecimiento)
2/3 poniendo
Huevos,
carne
(consumo en
su mayoría y
un poco para
venta)
Maíz
negro
Tomate Naranja
púlser
Bledo 1 vaca criolla Queso/leche
Estiércol
Café Güicoy Guayaba Romero 1 caballo
Fríjol
simpar
grande
Brócoli Jocote Manzanilla Venta
cocinado
Fríjol
piligüe
piloy
Rábano Mandarina Venta
cocinado
Frijol
blanco
Yuca Banano
(una mata)
Venta
cocinado
Manía Repollo Pera
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Soya Camote Manzana
Amaranto Cebolla Lima dulce Caldo, torta,
semilla, atol
fresco
Caña Durazno
Coliflor
Pimiento
Pacaya
Constantemente Don Encarnación busca nuevas variedades y partiendo del principio de
experimentación constante, agrega elementos de diversidad a esta ya abundancia
variopinta de especies y variedades de cultivos en su parcela.
3. Conservación y mejoramiento del suelo
De la parcela de Don Héctor, además de la diversidad que se ve a simple vista, lo que
más llama la atención es la ubicación del terreno en una montaña con alta pendiente. Es
parte de la zona de usos múltiples de la Sierra de las Minas22
. Un agrónomo clásico
clasificaría esta tierra para uso solamente de conservación de bosque; descartaría que en
este terreno se pudiera hacer agricultura pues habría un fuerte impacto en términos del
lavado de suelo, de erosión.
Es importante señalar que muchas de las zonas de producción campesina se encuentran
en condiciones similares de alta pendiente y mucha pedregosidad. Esto es resultado de
la injusta estructura de tenencia de la tierra. Las mejores tierras, en planicie y con una
gruesa capa de suelo fértil están en propiedad de pocos propietarios latifundistas
dedicados a la producción de monocultivos para la exportación, mientras que a la gran
mayoría de campesinos y campesinas, pequeños agricultores, les toca producir en poca
tierra, con altas pendientes y poca profundidad de suelo. En este contexto cultivar en
pendiente no es una elección sino la única alternativa para reproducir su vida y su
cultura.
22
Las áreas protegidas en Guatemala están zonificadas para una mejor administración: zona de amortiguamiento, zona de usos múltiples y zonas núcleo. La Reserva de la Biósfera Sierra de las Minas es la segunda área protegida más grande en extensión (242,642 hectáreas) después de la Reserva de la Biósfera Maya.
52
Para evitar mayor erosión del suelo a causa de la lluvia y el viento, lo recomendable es
la realización de estructuras de conservación de suelo. Don Héctor conoció del uso de
las curvas a nivel con la organización Defensores de la Naturaleza hace diez años
aproximadamente. Él mismo formo su nivel tipo A. En cada curva a nivel ha sembrado
como barreras vivas surcos de piña y surcos de yuca intercalados, entonces aprovecha el
efecto de conservación del suelo que hacen las plantas y cosecha el producto
eventualmente. “Donde es plano da mejor la yuca, pero acá lo que hice fue picar. A los
seis meses de estar sembrado ya se puede sacar.”
En otras curvas a nivel, en las partes de mayor pendiente, ha establecido barreras
muertas con piedras.
El conocimiento de Don Héctor asocia la conservación del suelo con evitar el uso de
agroquímicos como los herbicidas “A este terreno no le he echado abono. No he matado
el monte con veneno, solo cortadito con el machete.” Don Héctor tiene una tierra
difícil, con mucha piedra, con mucha pendiente, pero está produciendo bien, el suelo de
la parcela se conserva mientras él aprovecha diversidad de productos.
En la misma aldea, pero con un poco menos de pendiente en el terreno, Don Miguel
Hernández tiene terrazas elaboradas con piedras. Para construir las estructuras se llevó
un mes de trabajo casi en soledad, con alguna eventual ayuda de los hijos.
De la misma forma Don Roberto de Senahú sabe que es poca la extensión de su terreno
y que las condiciones del suelo y la pendiente son frágiles, por eso cuida el bosque.
Tiene la certeza de que cuidar los árboles evita que la pendiente del terreno cause mayor
erosión.
En la parcela de doña María Pérez, con un clima más tropical y suelos planos pero
tendientes a la inundación por saturación de humedad y poca infiltración, ella ha
prendido a no quemar los rastrojos producto del cultivo de maíz o frijol; ella sabe que
evitar la quema permite ir recuperando la tierra. Mayor cantidad de materia orgánica
incorporada al suelo favorece el drenaje.
53
4. Hacer suelo
En el estudio Caminos campesinos para vivir bien, agricultura sostenible y soberanía
alimentaria en Guatemala editado por PIDAASSA en 2013, se documenta la experiencia
de Doña Juana Ordóñez Domingo de la aldea Canutillo, San Ildefonso Ixtahuacán en
Huehuetenango. Este departamento del país, posee ecosistemas frágiles producto de las
fuertes pendientes, la pedregosidad y el tipo de suelo calcáreo con poca capa arable, es
decir poco suelo fértil. No es de extrañar que en aquellos parajes se produzcan los
mayores índices de desnutrición infantil pues los sistemas de sustento campesino son
débiles. Los padres y madres no tienen como alimentar a sus hijos, no hay empleo y
están marginados a vivir en las tierras menos productivas del país. De nuevo la
concentración de buena tierra en pocas manos evidencia sus perjuicios sociales. La
extrema desigualdad en la estructura de tenencia de la tierra encuentra acá sus peores
impactos.
Sucede entonces que campesinas y campesinos como Doña Juana han tenido que
ingeniárselas para, en la montaña y entre piedras, construir terrazas y a fuerza de
incorporar materia orgánica ir haciendo suelo, es decir, generar una mínima capa de
tierra y materia orgánica en la cual se anclen las raíces de diversos cultivos. Otro
beneficio ambiental de las prácticas agroecológicas es esta capacidad campesina para
ayudar a la tierra a fortalecerse.
En el caso de Don Roberto de San Antonio Cabañas, resulta que su casa queda también
en una pendiente y para tener un huerto que le generara alimentación se decidió a mover
suelo y generar un espacio plano:
“Cuando veo que es importante tener un huerto alrededor de la casa, a esta parte
del frente que es barranco le hago un relleno de tierra, una terraza grande, para
ampliar el terreno que puedo usar. No tenía algo plano para hacer mi huerto, por
eso hago el relleno.”
De nuevo es necesario señalar que si la disponibilidad de tierra no fuera un factor
limitante, si la tenencia de la tierra en el país fuera menos inequitativa y menos
concentrada, la producción campesina sería suficiente para la alimentación básica local
y nacional. Es evidente la coherencia del discurso de organizaciones campesinas que a
la par de promover la agroecología como forma de producción exigen de los Estados el
54
acceso a la tierra por diversa vías; incluso la demanda por Reforma Agraria sigue
latente.
5. Enfriamiento del ambiente
El debate que se generó con fuerza en 1992 en la Cumbre de Río de Janeiro sobre el
cambio climático y las posteriores discusiones sobre el calentamiento global evidencian
una crisis ambiental sin precedentes. La deforestación y principalmente la
contaminación industrial son efecto de acciones humanas que vulneran el ambiente y
hacen más complejo el futuro de la vida en el planeta. En términos de la producción
agrícola, la agricultura extensiva que utiliza insumos externos en base a petróleo para la
fertilización artificial del suelo y el control químico de las llamadas plagas también
genera contaminación y calentamiento global.
Frente a esta crisis ambiental las organizaciones campesinas que impulsan procesos de
producción sostenible proponen a la agroecología como una forma de producir pero
también una forma nueva de pensar la agricultura y demuestran con hechos que se
pueden producir alimentos sanos, materias primas y servicios ambientales sin dañar a la
naturaleza, sin incrementar el calentamiento global y por el contrario, aportar al
descenso de este fenómeno.
En el caso de las parcelas visitadas en el estudio, todos los productores manifestaron su
convicción de mantener en su terreno una porción importante de bosque y de seguir en
la siembra tanto de árboles maderables como de frutales. Acá está la doble dimensión de
lo ambiental y de lo económico entreveradas, por un lado aseguran un suministro
constante de madera y frutas y por el otro el cuidado del ambiente, en términos de
mantener la sombra, de evitar erosión de los suelos y en el caso de Don Héctor,
menciona la protección de los nacimientos de agua con especies arbóreas.
En términos de la reducción de los gases que provocan el calentamiento global en la
atmósfera, cada árbol protegido y cada árbol sembrado por un campesino, significa
captación de CO2 del ambiente. Pero también se capta CO2 con la producción sostenida
de los otros cultivos, siempre y cuando, los residuos después de la cosecha no se
quemen, sino se reciclen en forma de abonos naturales y generación de materia orgánica
55
para el suelo. Y eso precisamente es lo que los productores agroecológicos hacen con
los residuos de leguminosas, gramíneas y hortalizas, las incorporan al suelo sabedores
de su efecto en el incremento de la materia orgánica y de la fertilidad natural del suelo.
No es casualidad que uno de los lemas centrales de la Vía Campesina sea: agroecología
para alimentar al mundo y enfriar el planeta.
6. Conservación y uso eficiente del agua
El agua en Guatemala es un factor crítico para la agricultura. La infraestructura
existente para captar agua de lluvia o para llevar agua de los ríos a las comunidades y
ciudades se centra en abastecer del vital líquido para consumo humano; es casi
inexistente en función de la producción agrícola campesina. Por el contrario las obras de
ingeniería hidráulica de uso agrícola se concentran en las regiones de monocultivos
extensivos como la caña de azúcar y el banano.
Ante esta realidad la mayoría de campesinos y campesinas cultivan al amparo de la
época de lluvia. Desde siglos atrás la lectura del tiempo y el conocimiento de las
estaciones climáticas generaron un conocimiento profundo sintetizado en el calendario
agrícola maya y una práctica agrícola de temporal con ritmos establecidos.
Parte de este conocimiento considera que dentro de la época de lluvias también se
producen sequías o que luego del invierno aún es posible sembrar al resguardo de la
humedad de la tierra, los cultivos de segunda como se conocen. Para tales usos los
campesinos y campesinas que hacen agroecología han encontrado que mientras más
materia orgánica posee un suelo, mejor es su capacidad de mantener humedad pese a las
sequías, aportando a las plantas mayor posibilidad de sobrevivir a la falta de agua de
lluvia por períodos más largos.
El mismo efecto de guardar humedad es la existencia de árboles en el sistema de
cultivo. Esto permite que el clima de la parcela sea más fresco que el de parcelas con
menor cobertura arbórea.
Incluso manejan sistemas de cultivo en asocio en los que una de las plantas asociadas
cubre de tal forma el suelo que evita que el sol llegue directamente al suelo y lo seque,
56
tal es el caso de los ayotes y calabazas en asocio con frijol y maíz, en lo que se conoce
como sistema milpa.
En el caso de Don Encarnación Balan de San Martín Jilotepeque, además de lo relatado,
utiliza filtros para las aguas grises que salen de su casa, reutilizando el agua tratada para
regar parte de sus sembradíos, principalmente los frutales.
Por su parte, Don Héctor en San Agustín, tiene la ventaja de que a la par de su terreno
pasa una quebrada de agua que le permite producir hasta una tercera cosecha de maíz de
período corto, cuando la época de verano se hace más cruda. Por eso sabe que debe
cuidar la capa forestal, pues sin bosque montaña arriba, el nacimiento se podría secar y
hacer difícil la misma alimentación de su familia.
En el caso de la parcela de Doña María en el Ixcán, la producción se enfrenta, no a la
falta de agua, sino al exceso de la misma. Es zona de selva subtropical muy húmeda,
llueve casi once meses del año y el tipo de suelo es muy arcilloso, haciendo que la
infiltración de la lluvia sea lenta. Son suelos que se anegan con facilidad, por lo que
técnicas de cultivo en tablones son parte de la solución. La recomendación de la
facilitadora de Mamá Maquín, doña Carmen, ha sido incorporar materia orgánica al
suelo para mejorar la infiltración y sembrar plantas como la malanga y otros tubérculos
que sobreviven a períodos largos de inundación.
Parcela de maíz en terreno con materia orgánica incorporada. Promotores agroecológicos y
facilitadora. Aldea Victoria 20 de enero, Ixcán, Quiché.
Las productoras de la Alianza de Mujeres Rurales en la Costa Sur cuentan de
experiencias alarmantes en las que por haber diversificado su parcela con tubérculos y
57
banano, lograron reducir la incidencia de desnutrición en la comunidad, luego de que el
desvío de ríos por parte de grandes finqueros de la zona para regar palma africana y
azúcar inundara sus comunidades y acabara con sus cultivos de maíz, frijol, ajonjolí y
sorgo.
La necesidad de democratizar el uso del agua y evitar los abusos de grandes finqueros
es una reivindicación de diversas organizaciones campesinas. Nada más cercano a la
justicia.
7. Resiliencia
Después del paso del huracán Mitch en Centroamérica en 1998, un estudio reveló que
los agricultores que utilizaban prácticas sostenibles aparentemente sufrieron menos
daños que los que sus vecinos que utilizaban el monocultivo. Las parcelas resistentes
pertenecían al Movimiento de Campesino a Campesino. Se estudiaron 1804 fincas
sostenibles y convencionales en 300 comunidades y 24 departamentos en Nicaragua,
Honduras y Guatemala (Holt-Giménez et al., 2000).
Otro estudio realizado en Centroamérica demostró que las fincas sostenibles tenían una
capa arable 20% o 40% mayor, más humedad en el suelo y menos erosión y
experimentaron menos pérdidas económicas que sus vecinos al paso de la tormenta
tropical (Altieri y Nicholls, 2012).
La economía campesina, al encontrarse tan ahorcada por el mercado y el clima: los altos
precios de los insumos y los precios bajos para sus productos en el mercado, la falta de
lluvia o el exceso de la misma, o la presencia de plagas que dañen la cosecha, saben que
su actividad es altamente riesgosa y que además, el riesgo implica la vida misma de sus
familias. Por ello su estrategia de producción busca siempre reducir el riesgo. La mejor
forma es la diversificación. En términos populares: no poner todos los huevos en la
misma canasta. Esta lógica campesina les permite tener mayor capacidad de enfrentar
problemas en la producción, debido a factores externos de tipo económico o ambiental,
es decir, mayor resiliencia.
58
8. Racionalidad Ecológica
Las entrevistas realizadas a los productores agroecológicos evidencian una clara
conciencia ambiental producto de su relación permanente con el entorno natural, del
cual subsisten y de los nuevos aprendizajes en el marco de la agricultura sostenible.
Junto a la certeza de que la diversidad es importante en términos ambientales, los
agricultores encuentran también beneficios económicos. Don Miguel cuenta que al
momento de socializar su conocimiento con otros campesinos les insiste en entender de
forma diferente la relación de ciertos animales con los cultivos:
“Yo doy comentario en los grupos de acá: en Xela hay un señor, un agricultor
que saca carretadas de basura del cerro, con eso protege su cafetal y su guineal,
abajo tiene lleno de lombriz y gallina ciega comiendo toda la basura, cuida la
gallina ciega, y dice que los cuida porque es lo que da el abono orgánico. Si la
gallina ciega tiene qué comer, no perjudica, si no tiene qué comer se come las
raíces de las plantas. Tiene también gallinas ciegas en las aboneras, lo que ellas
comen lo están popeando. Es un buen abono.”
Don Roberto incluso afirma que extender su área de cultivo a costa de los árboles
puede perjudicarlo en el futuro: “En mi terreno no tengo mucho maíz, por eso no me
dura todo el año, pues prefiero no desaparecer el bosque que tengo, pues el bosque me
da sombra, aire, agua y leña.” Su alternativa es generar ingresos con otros cultivos y
comprar el maíz que le falta para completar el año de alimentación.
La racionalidad ecológica campesina está ligada también a la experiencia concreta
derivada de las amenazas que enfrentan los territorios rurales frente a la llegada de
proyectos mineros o de hidroeléctricas en el país. Las comunidades perciben que
proyectos como estos pueden dañar el ambiente de muchas formas. La mejor forma de
protegerlos, es mejorar nuestras mismas formas de producción.
59
Los beneficios económicos de la agroecología
Don Encarnación Balan es un productor campesino agroecológico. Es del pueblo maya
kaqchiquel. En su tarjeta de presentación impresa se define a sí mismo como
experimentador campesino. Platicar con él es sumergirse en un mar de conocimientos,
no sólo sobre agricultura sostenible, sino sobre filosofía de vida.
Don Encarnación tiene 59 años, vive en el paraje San Antonio, aldea Choatalum,
municipio de San Martin Jilotepeque, Chimaltenango. En este paraje habitan entre 125
y 150 familias. Su núcleo familiar está integrado por nueve personas, contando a su
esposa, sus hijos y los abuelos. Pero su parcela sirve para la manutención del núcleo
familiar central integrado por cuatro personas.
Don Encarnación Balan en el ejercicio de mostrar su parcela agroecológica.
En el caso de Don Encarnación, es tan ejemplar su parcela agroecológica, que desde
varias instituciones como la Universidad de San Carlos, FUNDEBASE y otras
organizaciones, recibe visitas de aprendizaje. En esos momentos es posible interrumpir
sus labores cotidianas en la parcela, para recibir a los visitantes, dar explicaciones y
mostrar los cultivos, el área del ganado, las aboneras, el biodigestor y las áreas de
generación de biofertilizantes.
60
Esta actividad de compartir conocimiento es aprovechada por la familia en términos de
generar ingresos monetarios. Si los visitantes necesitan alimentación, la familia Balan
puede ofrecer alimentos producidos con los mismos insumos de la parcela. El
conocimiento se fija mejor cuando se prueba, se saborea y en este caso un menú de
huevos de gallina criolla, con salsa de tomate o miltomate, güisquiles cocidos, queso y
tortillas negras, hace el complemento perfecto para la experiencia de campo. Esta
actividad que ya es parte de la cotidianidad de la familia Balan, también les genera
ingresos económicos.
Don Encarnación puede darle trabajo remunerado a uno de sus hijos que no vive con él.
Lo contrata por diez jornales al mes. Cada día de jornal es pagado por Q.50.00. Esto
evidencia que en algún momento la parcela agroecológica puede ser generadora de
empleo más allá del núcleo familiar.
De la mano de Don Encarnación y de los otros productores entrevistados nos
sumergimos ahora en la dimensión económica de los beneficios de la agroecología, sin
olvidar que las otras dimensiones también se cruzan en cada cultivo, en cada técnica
agroecológica, en cada palabra de los campesinos y las campesinas, en cada fruto que se
cosecha.
1. Trabajo Constante, trabajo propio
Cuando se habla con productores agroecológicos y se pregunta por qué otros
campesinos cercanos o vecinos no hacen agroecología, la respuesta más frecuente es
“porque quiere trabajo.” El complemento a esta afirmación es que lo bueno de hacer
este trabajo, es que “es un trabajo para uno mismo y no para gente extraña.” Es un
trabajo propio y no para que se beneficien otros.
Si la diversificación es central en las parcelas agroecológicas, esta diversificación
necesita trabajo. Trabajo que se ve recompensado con creces. El trabajo es la acción
humana por la cual se modifican las condiciones naturales y sociales para generar
bienestar. En las visitas realizadas, los agricultores manifestaron estar siempre
ocupados: ya sea sembrando, limpiando, probando nuevos cultivos, cosechando,
limpiando los animales como gallinas, patos, conejos o vacas, vendiendo, mejorando el
61
establo o la casa. Lo bueno del asunto es que si en un momento quieren descansar, lo
hacen. El horario de trabajo lo deciden los mismos campesinos.
Don Encarnación nos menciona que siempre tiene quehacer, pero que también puede
darse el tiempo de recibir visitas y atenderlas o de enseñar a otros campesinos su
parcela. En dos visitas que realizamos a Don Encarnación con un intervalo de tres
meses de por medio fue evidente que hizo mejoras en el espacio del ganado: “El establo
está mejorado más, de los meses que vino usted, le hicimos división, lo mejoramos.”
Don Miguel, con más de sesenta y cinco años se siente feliz de no salir a trabajar a
fincas: “Como aquí vivo, acá trabajo todo el día.”
Don Roberto comenta que cuando decidió trabajar con agricultura sostenible, él sabía
que si usaba venenos iba a descansar más tiempo, pero también supo que “hay un
problema, que mientras más descansaba mi cuerpo más se acostumbraba. Pero sé que
estoy desgastando mi tierra y acostumbrándome a descansar yo también pierdo mi
capacidad de producir bien, entonces de nada me servía que descansara si después iba a
tener que gastar más.”
Otra claridad de Don Roberto, como de muchos campesinos, es que se invierte trabajo
en agricultura sostenible, diversificando o realizando conservación de suelo, cuando se
tiene la certeza de la propiedad de la tierra. Es el mismo principio de trabajar para
beneficio propio y no para otros. Es difícil tomar la decisión de hacer curvas a nivel y
terrazas o barreras en tierra que no podrá usarse en años posteriores. Don Roberto
empezó a sembrar nuevos árboles y diversificar la parcela cuando obtuvo propiedad
sobre su terreno, al lograr el pago de prestaciones laborales de la finca en la que fue
mozo colono. El lugar que habitó cuando dejó el carácter de mozo de la finca fue el
mismo, la diferencia era que ya era suyo y la inversión de trabajo sería para él y su
familia.
El trabajo agroecológico puede generar ingresos monetarios. También en el balance
campesino, lo económico pasa por no vender su fuerza de trabajo a otros, sino usar su
trabajo para darle de comer de lo propio a su familia, con mejor calidad, mejor sabor y
no gastar en la tienda. Al final del día, lo económico se traduce en trabajo digno, no
62
exponerse a la explotación y cosechar para aprovechar lo que las propias manos han
sembrado.
2. Trabajo familiar, sostenimiento familiar
La mayor parte de libros que hablan de economía campesina, aseguran que una de sus
características es que utiliza el trabajo familiar para su reproducción. En la parcela
agroecológica campesina, en efecto, esta aportación de trabajo por los miembros de la
familia se efectúa. Este trabajo de producción y reproducción de la unidad familiar se
da en los ámbitos de la producción alimentaria y de otros cultivos, en la venta de los
productos pero también en el trabajo reproductivo, es decir del cuidado de los hijos, de
los padres y las madres.
Por lo general cuando los entrevistados son hombres, se refieren a que las mujeres de la
casa o los hijos ayudan en las tareas de la parcela. En pocas ocasiones los hombres
hablan de las tareas reproductivas como trabajo. Ha sido tarea de las organizaciones más
abiertas en el tema de género, llamar a las tareas de cuidado como trabajo. Ejercicios de
monetarizar el costo del trabajo femenino en las tareas reproductivas son efectivos para
evidenciar ante los hombres de la comunidad el aporte directo e indispensable de la
actividad de las mujeres en el campo.
Don Encarnación cuenta que para cultivos que generan excedentes como el café o el
maíz, es necesario contratar jornales como veremos más abajo. Pero una gran variedad
de productos son cosechados por los miembros de la familia:
“Teresa, mi hija, trabaja desde la mañana. Empieza a moler el nixtamal para
darle a las gallinas. Mi esposa prepara el zacate y alimento para las gallinas,
prepara el almuerzo, deja hecha limpieza con los animales en el establo. Yo echo
en el biodigestor la orina y el estiércol, pico el zacate, y así todas las
actividades”
De la misma forma, al referirse a la venta de productos Don Encarnación presenta la
división de tareas con su esposa: “Sobre el güisquil vendemos por ciento y por mano en
San Martín. Yo voy el domingo tempranito. Mi esposa se queda en casa porque tenemos
63
la vaca, más cuando tenemos producción de queso, tiene que dejar ordeñada la vaca y
luego llevar los quesos para vender.”
Don Héctor en San Agustín cuenta: “mi esposa tiene gallinas, patos, chuntos, tenemos
huevos. No vendemos, pues los patojitos necesitan. Sirve para la alimentación propia.”
Doña Matilde y Amalia Caal, son esposa e hija de Don Roberto, en San Antonio
Cabañas. Amalia nos cuenta que ambas trabajan en el huerto y que “la ventaja es que
tenemos a la mano lo que necesitamos. Si necesitamos zamat lo tenemos a la mano.
Sacamos chile, sacamos cebollín. Lo que más tenemos es lo que usamos para comer,
como punta de güisquil, y güisquil mismo.” El esposo de Amalia se llama Edvin y es el
que principalmente trabaja con Don Roberto en la parcela. “Al final el trabajo de las
mujeres de la casa son las aves y lo que está en el patio. A nosotros nos toca ir a la
siembra en la milpa. El huerto es de las mujeres.”
Doña María nos cuenta que durante el conflicto armado tuvieron que salir huyendo por
la violencia que se vivía. En el refugio en México los sobrevivientes se organizaron y a
inicios de los años 90 prepararon el retorno:
“Cuando retornamos, acá era montaña. Cada familia le tocó 20 cuerdas que les
sirven para verduras, para trabajar la familia cerca. La parcela grande está a una
hora u hora y media y es donde va el hombre. La mujer ya no puede ir hasta allá
por las tareas de la familia y la cocina y el estudio de los niños, entonces
aprovecha esta parcela cercana.”
Se advierte en los testimonios una efectiva racionalidad campesina en el uso del trabajo.
La familia se organiza para entregar a la parcela el trabajo que puede y a cambio la
familia recibe de la parcela la producción que necesita. En términos de Chayanov:
“…el problema económico fundamental de la unidad de producción agropecuaria es
la organización correcta y solidaria del trabajo estimulada por la simple búsqueda de
la satisfacción de las necesidades familiares o el simple deseo de ahorrar o de
invertir si las condiciones económicas lo permiten.” (Linck, 1991:71)
64
3. Generación de empleo digno
De las parcelas visitadas, la que lleva mayor tiempo de trabajo sostenible es la de Don
Encarnación Balan. Diez años de trabajo constante y entusiasta. Ha diversificado de tal
forma su parcela que durante todo el año tiene cosecha, pero señala que hay épocas en
que cultivos como maíz o café requieren la contratación de fuerza de trabajo extra a la
familiar. Para empezar, Don Encarnación contrata mes a mes por diez días a uno de sus
hijos: “El muchacho mayor, tiene empleo 10 días al mes, yo le pago diez días. Tiene su
trabajo. Del dinero que genera la parcela yo puedo pagarle 500 quetzales. Me ayuda dos
o tres días por semana.” Don Encarnación paga entre 50 y 60 quetzales el jornal cuando
necesita contratar.
También paga por día de trabajo cuando necesita el trabajo de las esposas de sus hijos
en la preparación de comida para grupos de estudiantes:
“Cuando viene cosecha de café o la milpa, nosotros acostumbramos sacar la
punta de milpa para los animales, es medio verdón para que los animales se lo
coman. En la semana debo contratar unas tres personas, en noviembre. Para la
cosecha de café contrato gente, en enero y febrero, dos días a la semana dos
personas (cuatro jornales a la semana). Semana con semana. Mes con quince
días tarda la cosecha del café. Por tres semanas ocupo a los cuatro jornales, en
febrero.”
Podemos ver que una parcela en la que la extensión de tierra no es limitante, la
diversificación agrícola puede generar empleos locales bien pagados, sin funcionar con
la lógica de una empresa. Don Héctor de San Agustín nos cuenta: “Si yo hago pisto, le
doy trabajo a otro que me ayude, no lo malgasto. He ido comprando terrenito. Como lo
repartí los hijos están aprovechando el resultado del trabajo, la fruta que se cosecha.
Tenemos en total cinco manzanas. En un pedacito uno está cosechando cantidad de
productos.”
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4. Generación de excedente y conocimiento de mercado
En la experiencia de Don Encarnación también podemos evidenciar que la agroecología
puede generar excedente y que los campesinos y campesinas también generan
conocimiento de mercados:
“Del güisquil tenemos tres calidades, la primera, la segunda y la tercera. La
primera, vendemos a sesenta quetzales el ciento, la segunda a cuarenta, la tercera
a treinta. Es por el tamaño que se escoge.”
“Cuando vendemos por mano, lo llevamos al mercado y no a la terminal. La
gente nos busca, mi esposa es la que vende allí. Mucha gente ya lo conoce.
Estamos con el miltomate, la gente lo busca. Están pidiendo, a pesar de que hay
miltomate en cantidad en el mercado. ¿Por qué lo piden? Ustedes pueden dar ya
el sentido. El güisquil ya saben, tenemos personas que nos van a buscar. La
gente de San Martín nos compran el güisquil, lo que compran en la terminal por
ciento lo llevan para Chimaltenango, pero apartamos para la gente de San
Martin. Lo buscan porque es más rico.”
“Sobre el miltomate, este se vende por quintal o por medio quintal y por libra
por lo que ya le explique, nosotros casi todo el producto vendemos por cantidad,
y tenemos que vender por menudeado porque principalmente nuestro mercado y
municipio conocen nuestra producción. La gente si busca calidad y sabe
diferenciar calidad, la gente que consume, el comerciante que revende en otros
lados no.”
En el caso de Don Héctor, él plantea que todo lo que produce es para el consumo de la
familia. El beneficio lo observa cuando reconoce que los pepinos que siembra, cosecha,
comparte y consume, él y su familia, cuestan por unidad un quetzal. Y así con cada
producto que obtiene de su parcela diversificada ve el ahorro en el gasto que se evita
hacer en la tienda o el mercado.
66
5. Reducción de costos de producción
Un beneficio fundamental de la agricultura sostenible para la economía de los
campesinos y campesinas es la posibilidad que tienen de reducir los costos de
producción. Debido a que el manejo agroecológico evita lo más posible usar insumos
externos de la parcela, como fertilizantes o controladores de plagas, el productor
agroecológico puede ahorrarse el gasto monetario de comprar estos insumos. Como
alternativa, en la propia parcela y con inversión de trabajo se pueden obtener
fertilizantes naturales, abonos orgánicos, insecticidas y controladores de plaga naturales.
También el simple asocio de cultivos puede integrar nutrientes al suelo y puede
disminuir la incidencia de enfermedades o ataque de insectos. Esta disminución en el
gasto de la producción incide directamente en los cálculos campesinos sobre su
ganancia o beneficio.
Don Encarnación manifiesta en este sentido: “El cultivo deja entrada por el manejo que
le damos, si sólo compráramos los insumos no saldría nada. No da cuando uno compra
todo al agroservicio; pero solo de aquí, de la parcela, sacamos para mantener el cultivo,
por eso nos resulta bien. Mucha gente dice que no les salió porque compraron todo,
hasta la semilla.”
Por supuesto que si un agricultor ha venido usando durante años la fertilización y el
control de plagas de tipo químico, transitar hacia la producción sostenible, por lo
general es un proceso paulatino. En primer lugar porque así funciona la racionalidad
campesina, se debe probar poco a poco, no se puede arriesgar la vida en la adopción a
ciegas de una tecnología. Por otro lado y cómo lo menciona Don Roberto de San
Antonio Cabañas “si la tierra se acostumbra al químico hay que desacostumbrarla.” El
proceso de transición para dejar la fertilización química implica reducir los
rendimientos en los primeros ciclos del cultivo, mientras la tierra se recupera con la
incorporación de materia orgánica y la fertilización orgánica.
En las diversas alzas del precio del petróleo, por ejemplo durante 2007 y 2008, los
fertilizantes químicos que son derivados del petróleo subieron también de precio. El
incremento fue de más del doble de precios anteriores por lo que en la práctica, muchos
campesinos y campesinas no pudieron comprar fertilizantes o redujeron sustancialmente
67
su uso. En muchos casos la alternativa fue la fertilización orgánica con el uso de
estiércoles y frijoles aboneros.
Don Héctor, con tres años de introducir técnicas sostenibles en partes de su terreno nos
cuenta: “No he usado químico. No me ha gustado tirarle químico y a veces el recurso no
alcanza. Tengo otro proyecto por allá y allí si le tiré químico. Está mejor el frijol que ya
tiene químico, está más crecido, pero aquí siempre aunque no le ponga químico siempre
da. En la parte del maíz que si uso con químico saco casi igual de maíz, cuatro o cinco
canastos. Acá en la parte sin químico saco cuatro canastos de cosecha.” La diferencia no
es sustancial y estas comparaciones le permiten a Don Héctor un camino lento pero
seguro hacia la producción sostenible.
6. Racionalidad socioeconómica campesina
“Las unidades campesinas de producción son células socioeconómicas portadoras de
una racionalidad específica, cuantificable, previsible y representable”. (Bartra et al.,
2015). El pensamiento económico campesino no está determinado por lógicas
representadas en la formula dinero-mercancía-dinero como sucede en la economía
capitalista, en la que se parte de un dinero que se invierte, se produce una mercancía con
la que se obtiene el dinero invertido y una ganancia. Más bien la racionalidad campesina
está representada en la fórmula mercancía-dinero-mercancía. En esta lógica, los
recursos disponibles como tierra, agua, bosque, diversidad, fuerza de trabajo,
experiencia y experimentación, se ponen a trabajar para producir bienestar familiar y
comunitario. El dinero cuando aparece, no es con el afán de acumularse en bancos o
cosas por el estilo, es más bien para generar mejores condiciones de vida. El fin de la
unidad socioeconómica campesina es mantener un bienestar de vida, tanto presente
como futura. En la producción campesina es más importante el valor de uso de un
producto que el valor de cambio.
Don Encarnación Balan nos señala que él siembra con el fin de usar, también de vender,
pero sin dedicar su trabajo a producir para hacer dinero:
“Sólo una vez se siembra el miltomate para vender. Para consumir siempre
tenemos, allí está esta maceta para comer, nos da cinco libras la maceta. Ahora
68
en el invierno cae la semilla, allá en la parcela de San Francisco, la muchacha
fue a traer manía de la parcela y recogió miltomate para consumo. Nosotros
usamos mucho eso acá, hacemos salsa, con tomate colorado y echamos unos
granos de eso y sale sabroso.”
La racionalidad campesina que busca bienestar más que acumulación de dinero, tiene
valoraciones importantes por elementos como la nutrición, el sabor de lo producido, el
uso más adecuado. Don Héctor busca producir diversos tipos de maíz, pues tienen usos
diversos, sabores diversos:
“Por cuerda sacamos de maíz unos cuatro canastos. La primera cosecha de este
año fue un maíz que le llamamos lira, es blanco, pero ahora sembré amarillo. A
veces porque no le gusta a la tierra que uno siembre la misma semilla. A mí me
gustan igual, pero dicen que tiene más vitamina el maíz amarillo, a las gallinas le
gusta más, se ponen más gorditas.”
La esposa de Don Héctor tiene flores en la casa, no las venden. Podríamos decir que
actualmente no tiene valor de cambio. Sin embargo el ornamento y la posibilidad de
usarlas para alguna ceremonia religiosa es importante en la racionalidad de la familia.
Don Miguel, vecino de la misma aldea que don Héctor nos cuenta que aunque vive solo,
tiene animales de patio: “tengo seis animalitos, seis pollos, como adorno.”
La visión campesina es de largo plazo. Cuando esta visión se junta con la producción
sostenible, se garantiza continuidad en los beneficios que se obtiene de la parcela, pues
no es importante cuanto pueda extraer de la naturaleza en poco tiempo, sino se piensa en
lo que la naturaleza me puede dar ahora y con el paso de los años:
“Cuando empecé a crecer yo estaba sin amparo, sin amistad, pero conforme fui
teniendo mi familia y mi esposa, me hice amistad con la gente grande y ellos me
enseñaron a trabajar hasta la fecha, yo me siento contento con mi trabajo, mire
no lo he desperdiciado. Uno dice: cuándo va a ver un mango, con este palo de
mango, yo no lo voy a lograr, pero solo Dios sabe cuánto le va a dar de vida,
pero para los hijos o los nietos siembra uno. Sembrando uno, si no lo logra, lo
logran los hijos y los nietos. Yo tengo ocho parcelas con toda clase de plantas
69
produciendo para los hijos. He sacado 10 libras de achiote cada año y lo vendo a
100 la libra, llega el dinero, lo que pasa es que a veces uno no quiere trabajar.”
En estas frases de Don Miguel se percibe ese beneficio actual, pero también el beneficio
futuro.
Don Roberto nos comenta que pasa vendiendo todo el año, no ve la necesidad de ir a
trabajar en otro lado, o a veces le piden leña, pues consigue leña, pero la mayor parte
acá lo vienen a buscar a su casa. Es complicado decir cuánto saca de leña al año, pues lo
que vende en el momento lo va gastando para otras necesidades. Su casa la hizo porque
compró una vaca y vendió las crías, de allí pudo hacer su casa. Ahora ya no tiene vacas.
Tuvo una deuda, vendió la vaca y ya no se volvió a recuperar. Ahora las crías están muy
caras, solo tiene gallinas. A veces vende unos dos metros de leña, con ese dinero ya
compra un quintal de maíz, así es con otras cositas que va vendiendo cuando necesita.
Vende un gallo, una gallina y ya tiene su maíz.
Por este pensamiento de cuidar su tierra para el futuro Don Roberto no alquila su
terreno: “mucha gente me viene a pedir que se lo alquile pero no, porque sé que lo que
van a usar es abono (químico) y veneno y van a arruinar la tierra. Me van a perjudicar.”
Doña María también nos explica que “si se le antojó a alguien comer elote, sólo se viene
a traer acá y ya comemos, fresco, arrancado recién de la mata. Igual el frijol, solo se va
a traer de la mata. En cambio al gente que se va al norte quiere un elote, paga por
comida que no está fresca.”
7. Asocio de cultivos, eficiencia productiva
Una técnica básica de la agroecología es el asocio de cultivos. Es decir, sembrar en un
mismo espacio diversos cultivos con lo que se hace eficiente el uso del suelo. La milpa,
es un sistema de cultivo que tiene estas características. La milpa es un sistema inventado
por los campesinos y campesinas indígenas de nuestras tierras. Con observación y
experimentación paciente lograron crear esta forma de asocio de cultivos que genera
mucha producción en espacios pequeños de tierra.
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En la milpa encontramos al maíz que da sus granos al final de la cosecha, pero que
durante varios meses le da sostén al frijol que trepa el tallo maicero buscando luz y
agua. Agradecido, el frijol incorpora al suelo nitrógeno que el maíz necesita para crecer.
Brota el ayote que con sus hojas evita que crezca monte en la parcela y guarda la
humedad del suelo. El cuidado campesino genera armonía y viabilidad al sistema. Otras
semillas germinan y aparecen tomate, miltomate, distintos chiles, bledos, hierbabuena,
hierba mora, y otra cantidad de hierbas que el conocimiento popular usa para alimento y
medicina. En las parcelas campesinas existen frutales, flores, hortalizas, árboles
maderables, cercos de izote, de los que se extraen materias primas necesarias en las
actividades familiares.
La milpa es un conjunto de especies vegetales bien logrado con el paso del tiempo, para
sostener la vida humana respetando la naturaleza. Un modelo de producción sostenible
cuyo fundamento es una concepción del mundo distinta a la occidental. Una forma de
ver el mundo también originada en estas tierras y de la que necesariamente debemos
aprender cada día más. Es evidente que en un pedazo de suelo puede producirse gran
cantidad de cultivos útiles a la familia y la comunidad.
Don Héctor hace asocio en su parcela, intercalando dos cultivos como barreras vivas
entre el maíz, las cuales retiene el suelo que se lava por el alto grado de la pendiente y
además cosecha en determinadas temporadas: “Tengo un surco de piña y luego sembré
la yuca. Seis meses que la sembré. Ya le comimos y vendimos y regalé también. Tengo
nueva yuca otra vez, cien matas. Pique con piocha el surco y lo sembré, ya está bien
pegada, es un surco completo, pegado al zapote. Tengo piña, yuca, intercalada, tengo
barreras de piedra para evitar la erosión. Tengo también palos de chupte. Cacao.” Todo
esto en la misma parcela.
En términos de ahorro en la compra de fertilizantes, Don Roberto nos comenta que él no
echa químico al maíz. “No abono con químico, antes de sembrar maíz, asocio, meto
frijol antes y me ha funcionado. No he visto problema con eso.”
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8. Escapar del intercambio desigual
Pese a todo lo que hace la gente del campo, la pobreza es fuerte en el área rural: siete de
cada diez personas que viven allí, están consideradas bajo la línea de pobreza. El
indicador más fuerte es la población de niños y niñas que sufre de hambre y por lo tanto
de desnutrición.
Pobreza y hambre son males que se viven diariamente en el campo guatemalteco. Pero
las familias rurales no son pobres porque quieren. De cada acción y trabajo que hacen,
alguien más se aprovecha. Cuando el campesino quiere vender su producto agrícola,
cuando la campesina quiere vender su artesanía, su cuajada o sus tamalitos, el precio de
mercado es bajo, no paga el costo de lo producido y entonces parte de la ganancia que
debiera ser del campesino, se queda en una cadena de intermediarios comerciales o en el
disfrute del consumidor a bajo costo. Aquí hay intercambio desigual e injusto.
Del mismo modo, si un campesino o campesina va a trabajar a una finca de flores, de
frutas, de caña o al corte de café, por lo general la ganancia que deja su trabajo no es
recompensada de manera justa. El salario mínimo agrícola no alcanza para cubrir la
canasta básica vital, y en muchas empresas o fincas no pagan ni el salario mínimo. Aquí
hay intercambio desigual del trabajo campesino y la paga que recibe.
Cuando el campesino ha adoptado tecnologías productivas en las que debe usar insumos
agroquímicos, como fertilizantes o insecticidas, está obligado a recurrir al agroservicio,
en donde los precios de los insumos son elevados y al final del día, el campesino no
cubre todos sus costos de producción. Aquí también hay intercambio desigual. En
síntesis, no debemos acusar al campesino de ser negligente. Si vive en condiciones de
empobrecimiento es porque está atado a las reglas de un mercado y una forma de
producir que le son desfavorables.
Y es en este marco donde encontramos los beneficios concretos en términos económicos
de nuevas formas de producir, como la agroecología, la cual permite reducir la
desigualdad en el intercambio entre la economía campesina y el mercado. Porque las y
los productores agroecológicos, producen sus propios insumos, la mayor de la veces.
Porque sus productos pueden ser más valorados por el mercado local. La gente que sabe
que un producto es cultivado de forma orgánica, prefiere comprar ese producto antes
que los que lleva insumos químicos. Además, cuando la tierra no es limitante, una
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familia agroecológica puede dejar de ir a vender parte de su fuerza de trabajo en
condiciones de mala paga y trato inhumano. El campesino no se ve ya obligado a ir a
trabajar a cualquier finca, sino que puede escoger el tipo de trabajo que desea e incluso
dedicarse únicamente al trabajo en su propia parcela. La búsqueda de la dignidad es
fundamental y la agroecología permite construirla.
Don Encarnación nos relata parte de su vida como agricultor en la que vemos reflejada
la dura situación de explotación que se vive en el campo guatemalteco y de la cual él ha
podido desprenderse haciendo producir su trabajo para él mismo y su familia:
“A la edad de doce años me fui a la costa. Para mí fue doloroso ir a las fincas,
pero hay gente que dice que le fue alegre. Lo que no me parecía a mí, es que si
es café y uno deja unos granitos tirados de café lo llama el encargado; si es
algodón, si uno no logró cortar todo el algodón, si no logró agarrar con los dedos
bien, se queda una pelusita, hay regaño. La comida, tremendo. Por eso yo feliz
en la vida, hay que tratar de preparar bien en su casa. Allá si era la pobreza de
veras. Parece que ahora ya lo tratan bien, pero en ese entonces cuando yo fui era
duro. Yo fui a la Costa doce años a sembrar milpa. Casi todo el tiempo me iba,
uno va a ir a limpiar el terreno desde febrero, luego viene a traer sus alimentos
con la familia, y se va otra vez a sembrar la milpa, y ya de sembrar la milpa, hay
que sembrar el zacate porque es la renta de la finca. Uno va a su ranchito a
preparar su comida solo, pero aún le queda algo pues la milpa es de uno, pero
trabajar en la finca si no.” Y remarca: “hay que tratar de preparar bien en su
casa. Ir a la costa si es pobreza.”
Para Don Héctor:
“El cambió fue bueno, nos beneficia, imagínese un pepino en el pueblo cuesta
uno o dos quetzales, hasta tres, el pepino no tiene mucho trabajo, solo se debe
limpiar y da. Casi todo es para el consumo. Vendimos un poquito de yuca, pero
todo ha sido para el consumo. Somos nueve en la casa. Vivimos de la parcela.
En junio y julio es difícil la situación. No busco trabajo en finca. En el verano
por la quebrada que baja, siempre puedo sembrar mis dos o tres cuerdas de
maíz.”
73
“En su terreno de uno es bueno, porque uno está aprovechando todo lo que da.
Hay gente que no les gusta trabajar, prefieren trabajar lo ajeno. A mí me gusta
trabajar lo que es de uno. Se ve la diferencia, acá el sueldo es barato, pagan a 40,
30, 35 el día. Hay unos que van a la molienda, es perro trabajar allí. Es cortar
caña y molerla. Allí le tratan mal a uno, en la finca, no me gustó. Se acostumbra
uno a ganar el dinero pero a mí no me gustó, muy bravos los administradores.
Malacates con la gente. Aunque sea conforme lo que Dios le va dando a uno,
mejor acá.”
En el tema de no gastar para comprar abono, Don Miguel nos comparte su trabajo en la
elaboración de abono natural y control de plagas orgánico:
“Hago abono orgánico. Lo he trabajado con la lombriz coqueta roja. Una caja
donde hago abono, he sacado 40 quintales de abono. Tengo una llanta que está
produciendo la lombriz y hecho el abono orgánico para fumigar, recogemos todo
el material que se usa y se pone en el tonel y se empieza a fumigar, le pongo
medio tambo a la bomba y si me ha funcionado.”
En el caso de Don Roberto, se hace evidente que el campesino puede invertir fuerza de
trabajo en una parcela, cuando sabe que es propia: Empezó a sembrar cuando ya se vino
al lugar que ocupa acá. Con sus papás se recuerda que ellos no sembraban mucho, pues
el temor de la gente es que la tierra donde vivían y podía sembrar era del patrón y el
temor es que en cualquier momento el patrón los sacaba, entonces no se sembraba.
“Decían que si sembrábamos pino o cedro íbamos a tener corta vida, nos metían ese
miedo y sabíamos que no era tierra nuestra, entonces no sembrábamos. Cuando ya
tuvimos la tierra vemos que si había lugares donde existían estos árboles, y vemos que
no es como nos decían, pues allí empezamos a conseguir semilla y sembrar.”
El esposo de doña María en Ixcán, nos comenta que:
“Acá en la parcela, la pura fuerza de la tierra es lo que me da la milpa. El maíz
del señor del al lado ahora está más verde que la mía pero porque el echa
químico, entonces lo que uso para compensar es el orín, lo juntamos y lo
echamos en bomba como foliar. ¿Por qué no le echo químico? Si yo empiezo a
darle por supuesto que todos los años debo echarle, peor así como está la milpita
74
es cuando necesita, entonces yo no quiero acostumbrar a la tierra, porque
además necesita una inversión, y yo legalmente por eso no echo eso, tampoco
quemo y la misma basura le meto al suelo. Aquí me da buena mazorca sin
mucha inversión.”
Desde estos testimonios y los testimonios de muchos otros campesinos y campesinas
que hacen agroecología se hace evidente la posibilidad que el trabajo propio en la
parcela diversificada y con buenos manejos posibilita a las familias escapar, en ciertas
esferas de la producción y el comercio, del intercambio desigual con el mercado y el
sistema de producción capitalista. Con esto se logra dignidad en el trabajo, se logra
bienestar en la reproducción de la vida.
9. Cosecha Constante
El tema de tener cosecha constante a lo largo de todo el año tiene diversas implicaciones
para el bienestar de la familia. Por un lado, la agricultura sostenible con su
diversificación es un paso importante en la seguridad alimentaria de la familia
campesina. Los testimonios de las familias visitadas hacen evidente la posibilidad de
garantizar su alimentación principalmente por lo producido en su propia parcela. Sólo
en dos de los casos, el de Don Miguel en San Agustín y el de Don Roberto de San
Antonio, afirmaron comprar maíz. Esa compra de maíz es posible igual, gracias a la
venta de otros productos que obtienen de la parcela.
Junto al tema de la seguridad alimentaria se presenta la posibilidad de garantizar
soberanía alimentaria en el sentido de que lo que se produce en la parcela es lo que la
familia decide producir y por lo tanto el maíz, el frijol, los ayotes, las frutas, los otros
cereales que consumen es porque así lo deciden. Una decisión campesina es por
ejemplo, sembrar tres o cuatro variedades de maíz o de frijol para tener diferencias de
sabor, consistencia, contenido proteico y no ajustarse a programas de gobierno que
recomiendan sembrar solo una variedad mejorada.
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Por otro lado y como se mencionó anteriormente, la cosecha constante implica para las
familias agroecológicas, la posibilidad de tener ingresos monetarios a lo largo del año,
para cambiarlos por necesidades como azúcar (cuando no se tiene trapiche y caña de
azúcar en la parcela), sal, aceite y otras necesidad básicas, o para poco a poco ir
comprando tierra para dejarle a los hijos y nietos. En el caso de las personas
entrevistadas con más edad, Don Encarnación y Don Roberto, se sienten satisfechos de
poder dejar terreno a sus descendientes.
Cosecha de árboles frutales es una constante en las parcelas agroecológicas
La cosecha constante además es variada, los campesinos y campesinas saben de las
diversas temporadas de cosecha. Saben que dentro de algunos meses podrán cosechar,
comer y vender cierto tipo de fruta, cierta leguminosa, cierto cereal o verdura y como
producto de este conocimiento van tomando decisiones sobre si deben ampliar la
cantidad de matas de alguna planta.
Don Miguel por ejemplo nos habla de los conocimientos recientes que tiene sobre la
yuca y otros cultivos:
76
“La yuca papa da a los seis meses. Donde es plano, da mejor la yuca, pero acá lo
que hice fue picar. A los seis meses de estar sembrado ya se puede sacar. Tengo
loroco, antier vine a cortar loroco. Tengo plátano allí también. Tengo una barrera
viva de piña. Tengo achiote, 10 palos de zapote, dos variedades de plátano. Me
ha gustado esta mi parcela porque se puede decir que estoy cosechando de todo,
varias cositas.”
“En verano allí hay un poquito de agua para tirarle. Logro mi maíz. Tres años de
que empezamos. Maíz breve, amarillo, criollo. Dos meses para la cosecha. El
proyecto con el que empezó mi esposa era solo para mujeres. Acá sembramos el
pepino pues venía con la idea de verduras. Ella tiene plantas medicinales en la
casa, albahaca, ruda, yerbabuena. Siembro tres veces maíz al año, primera,
segunda y la de a pan. Alcanza para todo el año. Hay gente que no puede
sembrar así, porque no hay las posibilidades de tener agüita como acá. De
primera sembré frijol: media cuerda y logré unas treinta libras de maíz, para un
mes.”
Don Miguel nos cuenta de su diversificada cosecha:
“Con la moringa saco 80 libras a dos billetes cada una. Vendo guineo, el
chipilín, el camote. He vendido en navidad la hoja del guineo, bastante, hasta
100 docenas, la docena a seis billetes. Piña está empezando a pegar, aún no
vendo, es siembra nueva. Camote saque la vez pasada 80 libras, a dos quetzales.
Ahora que viene el día de los santos voy a sacar, cada tres meses lo renuevo,
cada tres meses cosecho. No siembro maíz en esta parcela porque mucho
animalito que tienen los vecinos23
. Tengo también un poco de frijol, de segunda.
Es sesenteño. Tengo un poco de tilapia, tuve un proyecto. Nos trajeron semilla y
ya la tenemos aclimatada. Es muy bueno el pescado. De achiote sacaba 10 libras
cada año, cada libra a 100. Fácil está el dinero pero a veces la gente no quiere
trabajar. Al aprender uno a trabajar vive feliz.”
Don Roberto lo que más saca de su parcela es maíz y cacao. También saca frijol y chile.
Luego lo que hay alrededor es para la alimentación de la familia. Sacan dos cosechas de
maíz, la de mayo y la de octubre. Siembra diez cuerdas de maíz, a veces hasta doce.
23
Aves de patio que se comen las plantas de maíz a los pocos días de germinar.
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Cada cuerda es de 25 por 25 metros cuadrados. Antes de la próxima cosecha compra
maíz, uno o dos meses antes, pues no les alcanza el producto de la cosecha previa. Sólo
para su alimentación siembra maíz, para la familia, que son seis miembros: su esposa y
su hija, su yerno y dos nietos, una niña de tres años y un nene de dos meses.
“Saco un poco de cacao. Se vende un poco y la otra parte es para consumir. Saco
treinta libras para vender. El problema es que muchos no podan y por eso ya no
están aprovechando el fruto. A veces no alcanza el tiempo. La libra se vende a
siete quetzales. Sentimos que es poco el precio.”
Acá vemos la percepción de Don Roberto sobre lo poco que le pagan la libra de cacao,
en referencia al intercambio desigual del que hablamos anteriormente.
“De frijol sacamos un quintal para vender, además de lo del consumo. El quintal
está a tres cincuenta. A veces vendemos zapote, o cuando toca melocotón,
güisquil, zamat (por un quetzal o dos quetzales). Las familias que no tienen
zamat acá vienen a comprar conmigo. Zamat tengo todo el año, de chile saco
una cosecha por año, yuca cosecho una vez al año, se mantiene la cosecha todo
el año. Antes no tenemos semilla, pero hemos comprado y reproducido. Ahora
nos piden semilla. Tenemos papaya, y la semilla la compré en la Tinta, compré
la papaya y saqué la semilla.”
Doña María nos relata sobre su cosecha:
“Se vende la paterna, carga mucho el palo, y la gente que viene de Barillas a la
cabecera del municipio, pasan comprando porque allí no hay de esta fruta. La piña
sólo la sembramos y se creció, no necesitó que le echáramos nada. Ahora está cara
la piña, a quince como ésta, para el ponche. Se aprovecha la papaya, pues ya va a
tener su fruta. Los aguacates tienen unos diez años de haber sido sembrados y ya se
están aprovechando.”
Es posible que las familias agroecológicas no tengan ingresos monetarios fijos, pero la
diversidad de cultivos y el conocimiento de sus ciclos de producción les permite
garantizar alimento, materias primas y hasta moneda para cambiar por otros productos
de forma sostenida bajo una planificación que responde a lógicas de reproducción de la
unidad familiar y no necesariamente de acumulación de riqueza.
78
Los beneficios sociales de la agroecología
Una característica de la unidad socioeconómica campesina es que no se desenvuelve por
sí misma, aislada de las otras unidades familiares. El contacto y relación directa y
cotidiana con las familias cercanas, con las estructuras comunitarias, con autoridades,
con iglesia y con el mercado es permanente. De tal forma que la economía campesina es
familiar, pero también es comunitaria.
Al visitar la parcela de Don Roberto Caal y su familia, en la comunidad San Antonio
Cabañas en el Valle del Río Polochic, fuimos testigos de una actividad comunitaria en
la que la religiosidad se une con el proceso de construir una comunidad sostenible.
Llegamos a media mañana al paraje de San Antonio, justo en el momento en que las
familias católicas de la comunidad llegaban a la iglesia. En la mesa de la entrada
depositaban alimentos diversos que luego serían compartidos por todos y todas las
asistentes. Durante la celebración de la palabra, las lecturas bíblicas escogidas relataban
momentos del antiguo testamento en que se resalta la importancia de los alimentos
sanos. Estas lecturas dieron pie a que el sermón del catequista se dirigiera a señalar la
importancia de producir esos alimentos sanos a través de la agricultura diversificada y
ecológica. Al término de la celebración, todos los asistentes comimos juntos y luego la
comunidad en pleno sembró árboles frutales y plantas ornamentales alrededor de la
iglesia como símbolo del trabajo colectivo por mantener un ecosistema saludable en
toda la comunidad, además de que la iglesia debe verse bonita. El trabajo colectivo
animoso y colaborativo fue evidente. Algo parecido al tequio mexicano, la minga
suramericana o el kuchubal en el altiplano guatemalteco.
Esta actividad introductoria nos dio el marco para conocer la parcela de Don Roberto y
el trabajo que los catequistas de la comunidad, encabezados por Don Rosendo Rax,
están realizando. Las tierras de la comunidad fueron parte de una finca ganadera y
cafetalera. La comunidad ya no es parte de la finca. Ahora ellos trabajan para ellos. Se
dedican principalmente a la agricultura. Cultivan hortalizas; entre las producciones
principales de la comunidad están el maíz, el frijol, el chile, plátano, banano; esos son
los productos con que logran sacar un poquito al mercado. También con la crianza de
gallinas, algunos cerdos; algunos también tienen vacas.
79
En el año dos mil dejaron de ser parte de la finca, en 2001 ya eran comunidad. Quienes
habían sido mozos colonos para la finca fueron quienes recibieron en pago de
prestaciones laborales algún pedazo de tierra. Don Roberto trabajó muchos años allí, y
mientras más años llevaban de laborar en la finca era más la cantidad de tierra con la
que les pagaron. Las entregas fueron variadas, hay quienes tienen una manzana y
quienes tienen seis cuerdas. La comunidad tiene cuatro caballerías en total.
La iglesia católica tiene 25 años de haber sido construida. Cuando eran mozos colonos
ya estaba la iglesia y ya estaban ubicados acá. Les dieron la tierra donde ya vivían. Aquí
nacieron y trabajaron para la finca muchos años, es decir, les devolvieron sus tierras
después de que trabajaron para la finca. Eran tierras de la finca Tampomac.
Don Rosendo, uno de los catequistas que han sido capacitados con el trabajo de
ASECSA, explica las etapas del trabajo que han realizado en agricultura sostenible:
“Empezamos viendo la práctica del patrón que utilizaba la pulpa del café para
abonar las matas. Luego como catequistas trabajamos en el tema, pues el padre
Darío de la parroquia de la Tinta hablaba del tema de la recuperación de la
diversidad, la semilla, el bosque, la siembra. Entonces lo tomamos como grupo
pero luego observamos que en la comunidad algunos ya lo hacían, otros lo
hablaban, pero no le dábamos aún el valor de lo que estaban haciendo. Yo
empiezo a tener talleres afuera, soy de los primeros de la comunidad que sale a
experiencias de Campesino a Campesino; ASECSA me lleva a un par de giras y
veo que de lo que veníamos hablando no éramos los únicos, resulta que ya
habían otros que estaban trabajando la experiencia y vemos que si es bueno
diversificar.”
A partir de ese intercambio con otros campesinos y campesinas que están realizando
agricultura diversificada, analizan que lo que están haciendo es bueno, pero que hay que
seguir avanzando, que se puede mejorar. Que había que proteger los bosques y
recuperar las especies. Don Rosendo nos cuenta:
“Entonces eso empezó a agarrar más fuerza, luego nos empezamos a formar y
nos damos cuenta que hay insecticidas que se pueden preparar y la comida de los
animales; nos informamos de eso. Había experiencias como las de don Roberto y
80
otros más, quienes con el tiempo se involucran pues se les reconoce su
conocimiento y su trabajo previo. Entonces se enriquece el proceso. Parte de lo
que hemos venido aprendiendo en el proceso de formación, el conocimiento ya
estaba pero no era reconocido y ahora si es valorado.”
Junto a lo vivido y conocido en la comunidad de San Antonio y las otras experiencias
visitadas podemos reconocer algunos beneficios sociales de la práctica de la
agroecología.
1. Generación de conocimiento
Las parcelas agroecológicas son un espacio de creación de conocimiento permanente.
Los campesinos y campesinas son experimentadores, se atreven a probar nuevas
semillas, nuevos abonos, nuevos asocios. Por lo general en pequeño. Si funciona una
prueba y ven beneficios, pues expanden un poco el espacio de prueba. Don Encarnación
a propósito de las nuevas propuestas que llevan los facilitadores o algún ingeniero nos
cuenta: “No vaya a pensar que todo lo que le dicen a uno, así le va a dar. No, uno tiene
que experimentar.”
La racionalidad campesina es compleja pero práctica, es eficaz y es de sentido común.
Cuando don Encarnación platica con otros agricultores les plantea: “No vamos a
principiar a tener ganado, si no tenemos zacate. Usted quiere ganado, a sembrar a zacate
pues, picar la tierra, abonar y hasta allí metemos ganado. Peor si vamos a comprar
zacate, no nos van a salir las cuentas”.
Don Roberto nos plantea que en la región del Polochic, donde se ubica la aldea de San
Antonio, existen muchas especies que ya no son reconocidas y por no conocerlas mucha
gente las cortan y no las usan, pero nos dice que él si sabe cuál es cada una y cuál es la
función de muchas. Es un conocimiento producto del intercambio y vivencia cotidiana
con el medio natural en que viven y del proceso de transmisión de conocimientos de
generación en generación. Ese conocimiento campesino se potencia con el intercambio
bajo la metodología de Campesino a Campesino. “Hay muchas especies que ya fueron
perdidas hace mucho tiempo, pero que ahora las están conociendo y las están
empezando a buscar.” Don Roberto nos comenta del proceso comunitario de
81
recuperación de conocimientos ancestrales. Él mismo con ayuda de su yerno está
sacando su inventario y lo está ordenando.
Otro orden de conocimientos que los campesino y campesinas tiene y generan con la
experiencia cotidiana es sobre el clima y su efecto en los cultivos de su parcela. Doña
Carmen, facilitadora de Mamá Maquín, para el caso de las condiciones climáticas del
Ixcán, nos comenta:
“Y en agosto viene un tiempo de sequía, como de veinte días y sin lluvia con el
calor rápido se calienta la tierra y quema la siembra. En mayo también hay
sequía, en un mes ya no ves siembra como milpa, frijoles y hierbas de
temporada, se secan. Si la tierra está cultivada en tablones rápido se seca.”
Estas afirmaciones de Doña Carmen evidencian que la agroecología también es diversa,
no es lo mismo cultivar y diversificar en tierras volcánicas como las del altiplano del
país que en las tierras frágiles de la selva en Ixcán. Doña María sabe que en esas
condiciones de mucha humedad y suelos poco profundos debe sembrar tubérculos o
hierbas más arbustivas con raíces profundas:
“Si sembramos chaya, quixtán, las hierbas que son de raíz, esas aguantan más,
porque la raíz aguanta el mes de sequía, aunque no retoñe la mata se mantiene.
El bledo, el brócoli y esas plantas, aquí no dan.”
El conocimiento campesino sobre la diversidad de las especies vegetales y sobre su
interacción con el ambiente es vasto y variable de región en región. Un conocimiento
del cual toda la sociedad se aprovecha pues de las parcelas campesinas y su
conocimiento sobre alimentos, plantas medicinales, aromáticas y maderables hacemos
uso. Del conocimiento indígena y campesino generado en la cotidianidad de las parcelas
agroecológicas se nutre hoy en día la ciencia de la agroecología.
2. Compartir conocimiento, solidaridad en el hacer y saber. De campesino a campesino
Compartir conocimientos entre iguales, entre agricultores campesinos, es una práctica
milenaria y que se produce en todo el mundo. Bajo la actividad básica de la palabra
entre pequeños agricultores se fue desarrollando en un pequeño municipio del centro de
82
Guatemala la metodología de Campesino a Campesino. En San Martín Jilotepeque, la
tierra de Don Encarnación, está la mera mata de campesinos que durante más de 40 años
han trabajado porque las prácticas agroecológicas se contagien como polen impulsado
por el viento. La metodología se extendió durante los años 70 y 80 a países vecinos
como México y Nicaragua, y posteriormente a decenas de países en el resto de América
Latina, Asia y África. En Nicaragua y Cuba su uso se masificó debido a su adopción por
parte de organizaciones campesinas de carácter nacional. En la isla caribeña son más de
100 mil familias campesinas las que intercambian saberes, tecnologías, prácticas
agroecológicas, semillas y fuerza para seguir produciendo los alimentos que alimentan a
su país de forma sana y culturalmente pertinente.
El campesino se convence viendo y haciendo. La palabra compartida y la práctica
vivencial hacen posible que se mejoren las prácticas agrícolas; los testimonios de
experimentación e investigación campesina, las exhibiciones y donaciones de semillas
entre pequeños productores y productoras de distintas regiones y microclimas, y
cualquier herramienta de transmisión de conocimiento son parte de esta forma de
comunicarse.
Precisamente Don Encarnación vive en el lugar que fue el centro de aquel proceso de
conocimiento campesino. Él es digno heredero de aquellas personas que iniciaron la
metodología de Campesino a Campesino. Don Encarnación nos cuenta que su parcela es
muy visitada y que esta actividad de recibir visitas que llegan a aprender con él le
genera sentimientos valiosos. “Ya de tanta gente no recuerdo quien visitó mi parcela.
Me lleno de alegría, a veces se me derrite el corazón. Me complazco cuando viene gente
como ustedes para que se difunda lo que se conoce.”
Él nos cuenta de sus inicios en el trabajo agroecológico y nos muestra que ver, oír y
aprender de otro campesino es el mejor aliciente.
“La ventaja que tuve yo fue que me invitaban en giras, en dos o tres años me
invitaron a capacitación, venían los facilitadores de FUNDEBASE. Durante dos
años probé, pero la ventaja que vi, es que mi primera gira fue a Joyabaj, ahora
tengo 59, tenía 49 años en ese entonces. Lo que me atrajo fue que cuando
llegamos con el señor Juan González de Joyabaj, dijo: Ustedes a qué vienen, ¿a
traer experiencia? ¡Y no yo fui a San Martín a traer mi experiencia pues! Eso
83
me sorprendió, me pregunté qué ando haciendo yo aquí, eso me animó. Don
Juan compartió su experiencia: allí con Lazaron Ahuín, con él me fortalecí, me
metió ideas.
“Don Juan González nos mencionó los marranitos y conocer los bananos de
agua y de espada, poco a poco. Pero en la primera gira me animé. Me invitaban,
vamos, me invitaban, voy.”
Durante la realización de esta investigación, en la parcela de Don Héctor, en San
Agustín Acasaguastlán se produjo un intercambio interesante entre uno de los
facilitadores y el propio Don Héctor. Quizá es una de las mejores muestras de cómo se
produce el intercambio de campesino a campesino. Don Héctor preguntó: ¿Cuál es el
mejor abono orgánico que puedo usar? Aníbal, el facilitador respondió: “No hay mejor
o peor; usted lo va a definir de acuerdo a la prueba que haga en su parcela. El abono que
mejor le salga. Usted va evaluando con el uso” Luego Don Héctor al hablar del abono
hecho con estiércol de vaca mencionó que él no tenía ningún animal grande y que era
difícil conseguir por allí. Entonces Aníbal le mencionó una experiencia que conocía de
otro lugar: “En San Martín hay gente que no tiene vaca, pero si tiene zacate, e
intercambian zacate por caca de vaca y así pueden hacer sus aboneras.”
En su comunidad, Don Héctor ha compartido con vecinos y amistades algo de lo que ha
aprendido:
“He compartido lo que es la conservación. Hemos ayudado a medir con el nivel
tipo A. Hay un grupito como de ocho compañeros que les he compartido el
conocimiento, para hacer las medidas de conservación de suelos, a hacer las
barreras.”
Don Héctor comparte con Don Encarnación el reconocimiento de lo importante que fue
para ellos la posibilidad de acerarse a otras experiencias, lejos de su casa, con gente que
ya hacía agricultura sostenible:
“Cuando fuimos a la gira a Salamá allí aprendí de la yuca, me dijeron que a cada
metro con tierra picada en la curva a nivel salía bonita.”
84
Don Miguel en la misma aldea Tecuis, empezó con la organización no gubernamental
Defensores de la Naturaleza a conocer sobre conservación de suelos hace 16 años. El
suegro de don Héctor, don Patricio, fue el primer promotor que les enseñó a un grupo de
lugareños
“Él, Don Patricio, primero hacía la práctica luego nos invitaba y lo íbamos a ver
a su parcela de él cómo lo tenía, para empezar nosotros a trabajar. Y esa es la
forma como se debe hacer, dar, hacerlo uno primero y llevar la gente para que
aprenda. Nos enseñó a hacer abono orgánico, abono foliar, a hacer la parcela.”
Don Miguel agrega:
“Terrazas no tenía antes, acabo de aprender, está bien bonito, me gusta. He
enseñado acá algunos compañeros, quizá unos cuarenta vecinos y de otras
comunidades.” “Yo me siento contento cuando me viene a visitar, me da gusto
trabajar por las visitas. Me han sacado a las giras a otras comunidades. Tengo 38
giras y eso es lo que me ha motivado, las giras. Hemos ido a Cobán, al Petén, a
Barrios, la Unión Zacapa, a Xela, a Totonicapán. Esa es la ventaja, voy a ver a
otros compañeros como trabajan. Acá en Jocotán hay un señor que no sabe leer
pero bueno para trabajar, tiene unas parcelas que son linduras.”
En esta forma de transmitir conocimiento el papel de ciertos campesinos y campesinas
es fundamental. Son conocidos como facilitadores y facilitadoras. Son aquellas personas
que teniendo ya una práctica y conocimiento de algunos años, cuya parcela está
diversificada y pueden enseñar con sabiduría, recorren aldeas y comunidades visitando a
los promotores locales. En el caso de la parcela que visitamos en la comunidad 20 de
Enero en el Ixcán, Doña María nos habló de lo importante que ha sido el
acompañamiento de Doña Carmen Jiménez, facilitadora de la organización Mama
Maquín.
“Doña Carmen Jiménez Ortiz me ha acompañado, viene cada mes. Ella vino al
inicio, a dejar las plantas hace unos dos años, más o menos. Nos trajo naranja,
limón y mango. Pegaron esas plantas allá en la parcela. Me trajo aguacate, aquí
85
lo sembré pero es pura agua la tierra acá, se murió por el agua. Luego decidimos
sembrar sólo allá arriba”
“Nos trajo soya, pero esa si no se pudo sacar, así estaban las matas bien bonitas,
ya tenía flor, pero en eso creció el río y ya no logramos nada. La gente si usa
planta medicinal. Es bueno usarla. Tenía una enfermedad que me sentía morir,
como sucia la sangre. La señora que sabe de eso, me dio albahaca con te de
limón y otras plantas, un vaso en la mañana y uno en la tarde, me controlé. Por
eso digo yo el planta es más bueno.” “Nos enseñaron a hacer abono, pero a veces
cuesta mucho conseguir los materiales. Quiere bastante trabajo y caminar para
conseguir el material”
Doña Carmen trabaja en 20 de enero y en otras tres comunidades con 32 mujeres:
Mayalan, Cuarto Pueblo y Pueblo Nuevo. Ella nos cuenta la razón de su constancia:
“La idea es formar ejemplos en el Ixcán, por eso estamos luchando para proteger
y cultivar.”
3. Continuidad campesina, dignidad del campo
Cuando ha habido perseverancia en el trabajo y continuidad en los procesos sostenibles,
el reto principal es lograr que las generaciones siguientes se interesen por estos
conocimientos y esta forma de vida. Reconociendo lo profundo y útil del conocimiento
campesino, no podemos seguir creyendo esas ideas vacías y erradas que plantean que el
campo y el campesino es atraso; más bien en estas prácticas y conocimientos están
verdaderos elementos potenciadores de un presente y futuro sostenibles.
Cuando el campo ofrece oportunidades la gente también opta por quedarse en el campo.
La idea no es mantener a la gente en el campo si no quiere. La idea es que existe un
campo que ofrece posibilidades de vida digna y ese campo se construye con agricultura
sostenible. Cuando las generaciones jóvenes ven que la vida alrededor de la agricultura
sostenible contiene características de dignidad, trabajo constante en beneficio propio,
bienestar material y espiritual, la decisión de no partir y migrar hacia otras regiones es
más sencilla.
86
En el caso de don Encarnación, él siente mucha felicidad porque sus hijos mantienen el
orgullo de ser campesinos y están haciendo agricultura de una forma buena, sostenible.
Uno de sus hijos incluso ya es promotor agroecológico. Con este oficio viaja a otras
partes del país para enseñar y aprender:
“Mi hijo no está en otra cosa, es en el mismo proceso que está.” “Cuando yo ya
tenía cinco a seis años de trabajar mi parcela con ayuda de mi muchacho, vino
un facilitador de FUNDEBASE y me dijo necesitamos quince jóvenes. De los
quince solo mi muchacho quedó. Uno por uno se fueron saliendo, solo fueron a
algunas capacitaciones. Ahora mi patojo trabaja en FUNDEBASE como técnico
y va en comunidades.”
4. Sentido comunitario se fortalece
Para Don Encarnación, el trabajo que realiza por mantener una parcela agroecológica
bien trabajada no sólo tiene importancia por la generación de ingresos o el poder comer
bien con su familia, él ve que demostrar con el ejemplo a los demás en relación a
producir mejor, tiene un componente de apoyo comunitario importante:
“Yo estuve participando hace algunos años en el Comité de Desarrollo
Comunitario, en el COCODE. Ahora con mi parcela no es un servicio como un
COCODE, pero esta parcela es un servicio. Estos procesos y proyectos no son
como una cosecha de maíz, nadie me puede venir a pedir a mí un quintal del
proceso, pero si viene alguien y quiere ver mi parcela yo les doy permiso. No
necesitan decirme dos o tres veces, la mitad de la palabra me dicen y ya estamos,
ya pueden venir a ver”.
Esta disposición de Don Encarnación está determinada por su espíritu comunitario y
porque como buen agricultor de San Martín Jilotepeque, sabe que sólo de campesino a
campesino se puede aprender de mejor forma y él comparte lo que sabe, con mucho
entusiasmo con sus vecinos.
Un ejemplo concreto de ese interés por la comunidad lo demuestra Don Encarnación
cuando nos cuenta de un proyecto de elaboración de abono orgánico:
87
“Acá tenemos un proyecto de lombriz. Me dijeron, usted por su medio podemos
juntar un grupito. Y yo pienso: ojala que toditos estemos bien en la comunidad”
En el caso de Don Roberto, de San Antonio, el testimonio de la gente de la comunidad
es que siempre ha estado dispuesto para compartir su conocimiento:
“Él es parte del grupo de la comunidad, es de la gente que desde siempre ha
trabajado el tema de diversificación y apoya a los más jóvenes de la
comunidad.”
En este caso la propuesta de la organización acompañante, ASECSA, plantea que para
involucrar a la comunidad se debe capacitar a promotores y promotoras, que luego
repliquen el conocimiento. La capacitación es familiar, es decir, a los eventos de
aprendizaje van juntos esposo y esposa. “Se les pide que vayan en pareja. Si no pueden
ir con la esposa, va una hija. De la comunidad han ido tres parejas. Luego acá se han
organizado los propios grupos comunitarios.”24
En la comunidad de San Antonio hay 65
familias en el grupo de trabajo de diversificación.
Familias de la comunidad San Antonio Cabañas luego de asamblea comunitaria y celebración
de la palabra
En otras experiencias agroecológicas como las de doña Bonifacia Tay y don Gregorio
Tejax, ubicada en San Martín Jilotepeque, está presente el sentido de guardar parte de la
cosecha para que la gente de la comunidad pueda llegar a comprar a la parcela. No todo
lo venden para afuera pues la comunidad tiene derecho a comer de lo producido. Tanto
24
Entrevista a Glenda de León. Facilitadora de procesos en ASECSA.
88
en esta experiencia como en la de don Encarnación o la de Don Héctor en aldea Tecuis
o Doña Carmen, la facilitadora de Mamá Maquín en el Ixcán, el conocimiento de las
propiedades curativas de ciertas plantas es un conocimiento que aprovecha la
comunidad. Con un quetzal en mano, llegan a la parcela campesina a comprar un ramito
de romero, de albahaca, de manzanilla, de ruda o pericón, además de pedir consejo
sobre cómo utilizarlo.
5. Alimentación sana, mayor salud
Una certeza que tienen todas las familias que están haciendo agroecología es que la
comida que obtienen de su trabajo en la parcela es más sana por varios motivos. El
primero de ellos es que, evidentemente están libres de la exposición a productos
químicos como fertilizantes, insecticidas y otros plaguicidas. El tratamiento de plagas
con preparados naturales a base de plantas y la fertilización orgánica favorecen plantas
más saludables y productos más sanos. Por otro lado la variedad de alimentación que se
obtiene garantiza nutrición más balanceada. En la parcela campesina se encuentran
carbohidratos, proteínas, aceites, vitaminas y minerales distribuidos en los diversos
cultivos que se tienen. Adentro de cada especie presente en la parcela también hay
diversidad: varios de los campesinos entrevistados nos mostraron variedades múltiples
de maíz o frijol. Don Encarnación también nos enseñó tres tipos de naranja, dos tipos de
lechuga, diversidad de ayotes.
Si con apoyo de diversos sectores, la agricultura sostenible se expande, es un hecho que
la oferta de productos más sanos en los mercados crecerá y eso redundará en mejor
salud y mayor nutrición en términos de más comunidades y pueblos, incluso ciudades.
Actualmente existen ya algunas redes de consumidores que buscan productores
agroecológicos para garantizar alimentación sana. Habrá que poner atención a este tema
pues la desnutrición y la obesidad como dos caras de la misma moneda están afectando
cada vez más a grandes contingentes de población.
89
CAPITULO III
ELEMENTOS CRÍTICOS PARA UNA ECOLOGÍA DE SUSTENTABILIDADES
Y POLÍTICAS PÚBLICAS AGROECOLÓGICAS
Joven de la comunidad San Antonio Cabañas
El pensamiento campesino agroecológico, compartido por las cinco familias visitadas,
por los promotores y facilitadores que nos acompañaron en el trabajo de campo y en
propuestas diversas y abundantes de organizaciones campesinas y sociales, nos propone
una visión holística de la realidad, no fragmentada en disciplinas o segmentada en
dimensiones temáticas divorciadas unas de otras. El pensamiento modernizante, por el
contrario, parcializa la realidad de manera frecuente y excluyente. Es probable que
muchos de los problemas que el mundo enfrenta hoy en los planos económico, social,
político y ético tengan relación con esta segunda forma de entender el mundo.
Racionalidad establecida durante siglos de hegemonía del pensamiento occidental.
En las líneas que siguen, a partir del problema concreto de la falta de alimentos en una
región rural de Guatemala, nos acercamos a analizar esta fragmentación del
pensamiento en estancos y, derivado de esta parcialización del pensamiento, entender el
90
error en políticas públicas y planes de nación. El sistema político actual está
determinado por el afán del sistema de producción capitalista por producir riqueza y
acumularla. La dimensión económica de la vida se valora hoy sobre las otras,
devastando la posibilidad de reproducción de vida digna para los pueblos. La propuesta
es orientar la discusión hacia otra forma de entender las políticas públicas y apuntalar
los esfuerzos de organizaciones del campo por proponer a la agroecología como un
camino por recorrer para mejorar las condiciones de vida de los pueblos que habitamos
Guatemala.
Una propuesta gubernamental en el combate al hambre, fracaso permanente
En las altas montañas de Huehuetenango en Guatemala, frontera con México, el paisaje
se presenta agreste, erosionado, con una desolación que se corresponde con la erosión
humana producto de la desnutrición crónica y aguda que padecen decenas de miles de
niños y niñas. En todo el país el 49% de los niños y niñas menores de cinco años sufren
de forma crónica desnutrición. “Guatemala, en el nivel regional e incluso mundial, es
uno de los países con peores resultados en los indicadores nutricionales: para 2002, dos
de cada cuatro niños padecían desnutrición crónica” (UNICEF 2007). Las estadísticas
no varían considerablemente una década después (49.7% según el Ministerio de
Salud).25
En el departamento fronterizo hay municipios que mal cobijan a un 90 por ciento de
infantes con este flagelo. La economía campesina de esos lugares está empobrecida, las
familias con poca tierra y de mala calidad no logran producir alimentos para el
autoconsumo, las fuentes de trabajo son escasas y mal pagadas y los esfuerzos
migratorios para generar ingresos tampoco logran aliviar el hambre. En contraste, la
acumulación de riqueza en pocas manos es grosera: “Guatemala tiene 235
multimillonarios con una fortuna de US$28 mil millones, la mayor cantidad en el
Istmo.26
Por el contrario, la pobreza es de 53%.”27
25
Datos de la Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil 2008-2009 citados por el Plan del Pacto Hambre Cero. Gobierno de Guatemala. 2012. 26
Istmo Centroamericano: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Belice, Panamá.
91
Para técnicos agrícolas, funcionarios de gobierno y organizaciones de desarrollo, el
paisaje huehueteco podría clasificarse en la categoría de usos del suelo para
conservación, pues las altas pendientes, el suelo cárstico y la poca profundidad de la
capa arable hacen del lugar, en la visión clásica de la agronomía, un territorio no apto
para usos agrícolas, justo como las tierras de Don Héctor en San Agustín Acasaguastlán
o doña Juana Ordóñez en San Idelfonso Ixtahuacán. Pero en estas tierras se produjo
hace cientos de años el establecimiento del pueblo maya mam y otros grupos más
pequeños de población. Estas sociedades encontraron la forma de producir su sustento
en aquellos parajes montunos, adaptaron variedades de maíz y otras plantas comestibles
a esas alturas y suelos, conocieron los ciclos del agua, la acumulación de materia
orgánica, la duración del período solar y la migración temporal a tierras del sur para,
alrededor de ecosistemas frágiles, reproducir su vida de forma sostenida.
Es también Huehuetenango uno de los escenarios de la disputa territorial entre las
formas de vida campesinas, hoy empobrecidas por el obligado intercambio desigual que
sostienen con el sistema de producción hegemónico capitalista y el avance de los
negocios mineros a cielo abierto y la construcción de hidroeléctricas invasivas. Hay un
escenario dantesco de destrucción de los sistemas de sustento campesino; su repercusión
más dolorosa: la desnutrición crónica, a veces aguda y mortal de los más pequeños.
El gobierno actual, que hoy presenta una crisis política sin precedente, presentó en 2012
el Plan del Pacto Hambre Cero28
, como una estrategia nacional para reducir entre los
años 2012 y 2016 un 10% la prevalencia de la desnutrición crónica infantil en todo el
país, priorizando municipios con mayor insuficiencia nutricional, algunos de ellos en
Huehuetenango. El Plan del Pacto propone para enfrentar el hambre:
Hoy decidimos enfrentar las causas inmediatas que producen este flagelo,
pero también las raíces estructurales que las determinan y que están
relacionadas con la pobreza y la ausencia de desarrollo… Enfrentar la
pobreza y promover el desarrollo que lleve a su erradicación,
27
Guatemala: más ultrarricos en un país con pobreza. Nota de prensa. Publinews Guatemala, edición electrónica. 08 de Octubre de 2012. http://www.publinews.gt/index.php/guatemala-mas-ultrarricos-en-un-pais-con-pobreza/ 28
Previo a la presentación del Plan del Pacto Hambre Cero el gobierno convocó a diversos sectores sociales y productivos del país a sumarse al esfuerzo gubernamental contra la desnutrición. A esta convocatoria se le denominó Pacto Hambre Cero.
92
reconociendo que en Guatemala la pobreza y la exclusión tienen
fundamentalmente rostro rural, indígena y de mujer.
Este Pacto es una de las tres prioridades del actual gobierno de Guatemala junto al Pacto
por la Paz, la Seguridad y la Justicia y el Pacto Fiscal y de Competitividad. Actualmente
ya hay algunos análisis y estudios sobre los alcances e impactos limitados en la
implementación del Pacto contra el hambre29
y aún cuando los propósitos discursivos
gubernamentales son loables y las urgencias alimentarias evidentes, en el
planteamientos de fondo hay elementos que deben analizarse a la luz del modelo de
desarrollo vigente y hegemónico en el país.
Desarrollo: un modelo que genera hambre
En el discurso contenido en el Plan del Pacto Hambre Cero resalta la aseveración de
querer abordar, desde el organismo ejecutivo, las causas estructurales que causan el
hambre asociadas a la pobreza y la desigualdad. En el caso del área rural es evidente
que hay elementos centrales de desigualdad asociados a la estructura de la tenencia de la
tierra, el uso de ésta como medio de producción y como escenario del uso y apropiación
de otros recursos naturales: el agua, el bosque, los minerales y la biodiversidad.
Como hemos visto, según el más reciente censo nacional agropecuario, el 92.06% de
productores ocupa el 21.9% de la tierra cultivada, mientras que en el otro extremo
7.94% de productores ocupa el restante 78.1% de la tierra. INE 2003. Es evidente la
extrema desigualdad en el acceso al recurso tierra. De esta estructura de uso y tenencia
de la tierra deriva el sistema de explotación de la fuerza de trabajo campesino en las
grandes fincas de monocultivo y la relación minifundio-latifundio.
29
Ver los análisis del Colectivo de Estudios Rurales IXIM. www.cerixim.org
93
Figura 2. Distribución de la tierra en Guatemala por tipo de productor. Datos del Censo Nacional
Agropecuario 2003
Tipo de productores: 1= Infrasubsistencia; 2 = subsistencia; 3 = excedentarios; 4 = comerciales.
Un efecto directo de esta desigual distribución de la tierra es que se mantiene a una gran
cantidad de población campesina sin acceso a recursos productivos propiciando el
trabajo familiar en limitadas parcelas de producción para la subsistencia, lo que
garantiza disponibilidad de contingentes de fuerza de trabajo disponible a muy bajo
costo para las épocas de cosecha en las plantaciones latifundistas de cultivos para
agroexportación. “El valor de uso de la fuerza de trabajo le pertenece al capital porque
el obrero emerge del proceso productivo totalmente desposeído y por tanto obligado a
vender de nuevo su única propiedad valiosa” Bartra, 2008. Como manifiestan los
agricultores sostenibles entrevistados para este y otros estudios, una de sus grandes
certezas es poder escapar de esta relación de poder con la diversificación de sus
parcelas, con el trabajo agroecológico para beneficio propio.
Si el gobierno propone enfrentar las causas estructurales del hambre, debe empezar por
redefinir la estructura agraria. Sin embargo luego de tres años y medio de
administración no existe aún una política agraria real. Por el momento la política agraria
implementada es la falta de política agraria aun cuando en octubre de 2014 se
promulgara por decreto gubernativo un documento de Nueva Política Agraria. El
contenido de tal instrumento y el discurso del Pacto Hambre Cero son fantasía y adorno
1
2
3
4
0.00
10.00
20.00
30.00
40.00
50.00
60.00
%
Tipo de Productor
Distribución de la Tierra
Productores
Superficie Cultivada
94
en la medida que la verdadera política de desarrollo rural está asociada al ingreso de
capitales sobre los territorios en forma de proyectos mineros, hidroeléctricos, de
agrocombustibles y de distribución de energía eléctrica.
Tenemos entonces un sistema de producción primario dominado por el agronegocio
latifundista que explota al campesinado y un modelo de desarrollo orientado a la
exportación, ahora reforzado con el extractivismo. El problema con la propuesta del
gobierno para enfrentar el hambre es que no va a la raíz de los problemas de
desigualdad, exclusión, pobreza y por consecuencia, de la falta de alimento adecuado y
en cantidades suficientes. Tampoco pone en duda la centralidad del desarrollo como
paradigma ideológico de la modernidad. Desarrollo, modernidad y capitalismo son
juntos un sistema de ideas y acciones de dominación sobre la sociedad y la naturaleza.
Amparados en la razón instrumental del pensamiento moderno occidental la revolución
industrial y el capitalismo abrieron la caja de Pandora en todo el mundo: hoy grupos de
capital ejercen dominio en los ámbitos económico, social, cultural y espiritual de
grandes contingentes de población. Hoy los "dueños del mundo" tienen nombre de
empresas transnacionales. Impulsan un modelo de concentración de riqueza a partir de
la explotación y destrucción de la naturaleza, la fuerza de trabajo y el consumo.
Producto de este modelo son la destrucción ambiental extrema y la degradación humana
profunda, así lo detallan autores como O’Connor, Gudynas y Acosta.
Las dimensiones social y natural, pares y no súbditos de la dimensión económica
en el reto de la sustentabilidad
El mito griego de los andróginos nos cuenta que en la antigüedad existían seres
humanos con ambos sexos incorporados en su cuerpo. Este cuerpo era robusto y
conformado además por cuatro piernas, cuatro brazos y dos rostros. Eran tan
impresionantes y fuertes que desafiaron a los dioses del Olimpo. Como castigo Zeus los
partió con un rayo, dejando separada la parte masculina de la femenina. Desde entonces
ambas piezas se buscan para intentar regresar a la unidad de la que fueron parte.
95
En los intentos por alcanzar el anhelado desarrollo, las ideas clásicas de la economía y
el sistema capitalista de producción, a fuerza de considerarse dios (el fin de la historia),
han separado tres dimensiones de la producción y reproducción de la vida: la
económica, la social y la ambiental. Separación que determina una lógica de producir
que está destruyendo al planeta. Debemos encontrar la forma de unir las tres partes y
regresar a la unidad, cual partes que se necesitan y se buscan de aquellos humanos
mitológicos.
Dando prioridad al crecimiento económico se ha impactado gravemente en las
condiciones de vida de millones de personas, por ejemplo en los niños desnutridos de
Huehuetenango y se han vulnerado los ecosistemas en todo el mundo. Hoy se habla de
crisis civilizatoria en referencia a la suma e interacción de múltiples crisis: financiera,
económica, alimentaria, laboral, ambiental, energética. “Si en poco tiempo no logramos
poner freno a esta maquinaria de destrucción sistémica, lo que está en juego es la
supervivencia de la humanidad frente al colapso final del capitalismo” (Lander, 1995).
El reto para la humanidad es continuar su reproducción en este planeta que es finito
desde parámetros de sustentabilidad. “Ahora, cuando los límites de sustentabilidad del
mundo están siendo literalmente superados, es indispensable buscar soluciones
ambientales vistas como una asignatura universal. Por un lado, los países empobrecidos
y estructuralmente excluidos deberán buscar opciones de vida digna y sustentable, que
no representen la reedición caricaturizada del estilo de vida occidental… los países
“desarrollados” tendrán que resolver los crecientes problemas de inequidad
internacional que ellos han provocado” (Acosta, 2011). Y más aún, las sociedades de
los países industrializados y de las urbes de los países del sur económico deberemos
reconocer en las formas de vida campesinas e indígenas, senderos a recorrer para
mantenernos vigentes como especie sobre la Tierra.
En el discurso internacional hay una disputa sobre el uso del concepto de desarrollo
sustentable. Por el lado de los centros financieros internacionales y los países
industrializados, el desarrollo sustentable aparece sólo como una máscara más para
vender, para encubrir su modelo de producción depredador (Moreno 2013); por el lado
de los ecologistas y movimientos sociales del orbe, la propuesta de desarrollo
sustentable ha implicado la inclusión real de las dimensiones social y ambiental en la
96
idea de desarrollo, más allá de la dimensión económica. Hoy la crítica es mucho más
radical hacia el mismo concepto de desarrollo (Viola 2000); y se buscan caminos
postdesarrollistas (Alimonda 2012).
A pesar de los esfuerzos sociales y académicos en América Latina y otras regiones del
sur, por trascender los planteamientos y las trampas de la apuesta desarrollista, desde la
hegemonía política, económica y militar se reinventa el discurso del desarrollo
sustentable con la propuesta de la Economía Verde. “Frente al desgaste ideológico y al
vaciamiento de sentido del desarrollo sustentable, se presenta la economía verde,
revestida como novedad y como una respuesta desde el propio sistema” (Moreno,
2013).
Con esta modalidad discursiva, de acción empresarial y de apoyo gubernamental,
desaparecen de nuevo del proceso de desarrollo, las dimensiones social y ambiental y
descansa el espejismo de la sustentabilidad en una “economía adecuada”, esto es,
resolver las fallas del mercado según el discurso neoliberal y garantizar el crecimiento
económico. La refuncionalización del modelo va más allá pues convierte la crisis en
oportunidad de negocio al mercantilizar hasta los últimos espacios de la naturaleza.
“No hay duda de que la doctrina del shock de Klein sirve también para los temas
ecológicos: lejos de poner en peligro el capitalismo, una catástrofe ecológica
generalizada bien puede revigorizarlo, abriendo nuevos espacios para la inversión
capitalista de los que hasta la fecha no se ha oído hablar” (Zizek, 2009).
Las contradicciones del capital y la sustentabilidad
En este contexto de degradación de grandes contingentes de población humana
empobrecida y de deterioro ambiental, hemos declarado que es el sistema de producción
capitalista el que genera procesos destructivos de explotación de la fuerza de trabajo y
de los recursos naturales. Desde el análisis marxista se han denominado contradicciones
del capital al efecto que tienen estas explotaciones sobre la reproducción de las mismas
97
fuentes de generación de riqueza en el capitalismo: trabajo y materias primas, y por lo
tanto en la misma reproducción ampliada del capital.
La primera contradicción del capital es aquella que se da entre las fuerzas productivas y
las relaciones sociales de producción en la medida en que las primeras se socializan, es
decir hay más gente ejerciendo trabajo para generar mercancías y las segundas crean
concentración de la ganancia y por tanto del beneficio del trabajo realizado.
La segunda contradicción según O’Connor se produce entre las fuerzas y las relaciones
sociales de producción y las condiciones de producción (Benton 1997). “Marx definió
tres tipos de condiciones de producción. La primera es las “condiciones físicas
externas” o los elementos naturales que entran dentro del capital constante y variable.
La segunda, la “fuerza de trabajo”… En tercer lugar, Marx se refirió a “las condiciones
generales y comunales de la producción social” por ejemplo “los medios de
comunicación”, o la infraestructura social y de caminos.
Esta segunda contradicción se traduce en primer término en el deterioro de las
condiciones de reproducción de la fuerza de trabajo: “La fuerza de trabajo se nos
muestra como un valor de cambio peculiar pues no se reproduce como objeto sino como
capacidad del sujeto” (Bartra, 2008). El sistema capitalista destroza, al menos en el
campo, la misma capacidad del sujeto de reproducir su fuerza de trabajo. Regresando al
ejemplo de las montañas y los niños desnutridos, estos no están teniendo el alimento
suficiente para desarrollar capacidades físicas y mentales para ser fuerza de trabajo
“competente y explotable”.
En segundo término, se traduce en la escasez creciente de materias primas susceptibles
de ser convertidas, a través del proceso productivo, en mercancías. “El efecto
secundario inadvertido de la socialización de la naturaleza es la socialización de las
destrucciones y amenazas de la naturaleza, su transformación en contradicciones y
conflictos económicos, sociales y políticos” (Beck, 1998: 89).
Martínez Alier y Roca (2013) explican la propuesta de O’Connor en los siguientes
términos:
“En el lenguaje del autor, la primera contradicción es la que existe entre la
acumulación de capital, es decir, el gran aumento de la capacidad productiva y el
98
escaso poder de compra de los asalariados… James O´Connor añade lo
siguiente: al crecer el capitalismo, estropea sus propias condiciones de
producción, ya que contamina el agua y el aire, hace desaparecer la
biodiversidad, agota los recursos naturales. Eso, a veces, implica directamente
costos crecientes para restaurar las condiciones de producción. Otras, tiene una
traducción en movimientos sociales de protesta que tal vez logran imponer otras
prácticas de producción, aumentando con ello los costos.”
Para paliar las contradicciones inherentes a la producción capitalista, el sistema recurre
necesariamente al Estado para mediar los pleitos capital-trabajo y capital-naturaleza. En
el caso del deterioro de las condiciones de producción referidas a los elementos
naturales, la propuesta actual de recomposición desde la hegemonía capitalista es, como
vimos anteriormente, la economía verde. El capital no puede producir estas condiciones
de producción por lo que la intervención estatal es imprescindible para regular y
garantizar el flujo de materiales al proceso productivo.
“Para lograr el crecimiento verde, los Estados nacionales juegan un papel central como
creadores e inductores de la demanda, como consumidores en escala; determinan el
rumbo de muchos mercados y productos… La instauración de la economía verde es un
proceso que sólo es posible con la participación activa de los Estados y los gobiernos,
pues su implementación depende de la centralidad de un régimen jurídico que asegure
la creación de nuevas leyes, la reforma o ajuste de los parámetros normativos existentes,
y la consecuente seguridad y validad jurídica de los contratos e inversiones” (Moreno,
2013).
La primera contradicción del capital se resuelve, por un lado, socializando las relaciones
sociales de producción, esto es, socializando el goce material y espiritual de los
beneficios del proceso productivo y por otro lado, haciendo que la producción de la
riqueza social no obligue a los trabajadores a laborar más allá del tiempo de trabajo
socialmente necesario. Esto no es posible bajo la lógica del modo de producción
capitalista, de tal forma que avanzar hacia el proyecto socialista sigue siendo una utopía
y una necesidad. Sin embargo esto no resuelve la segunda contradicción del proceso
productivo, pues incluso en un régimen post capitalista se podría generar deterioro
ambiental severo, como lo ocurrido en algunas experiencias del socialismo real.
99
Toledo (1997) plantea que existen como mínimo diez procesos diferentes que provocan
conflictos ambientales globales, entre ellos la deforestación, el agotamiento de la capa
vegetal, la contaminación de masas de agua dulce, los desechos tóxicos, la destrucción
de la capa de ozono. Pegunta Toledo ¿Cómo es posible atribuir al capitalismo la
responsabilidad de cada problema ambiental? Benton (1997) refiere “Una consecuencia
importante de la cuestión planteada por Toledo consiste en que la trascendencia de las
relaciones capitalistas no garantizaría de por sí el equilibrio ecológico.”
La segunda contradicción se podría resolver entonces reduciendo el consumo energético
en el proceso de producción y reproducción de la vida humana. Esto conducirá a
reforzar el proceso de reducción del tiempo de trabajo socialmente necesario. Este
horizonte es posible en la medida en que se rompa la falsa dicotomía sociedad-
naturaleza y nos alejemos de la racionalidad instrumental que considera a la naturaleza
como bienes al servicio de la humanidad sin importar las consecuencias de su uso y
abuso en el tiempo y el espacio.
Massieu (2010) propone:
“la sustentabilidad como una meta global a alcanzar, a veces por medio de
acuerdos internacionales y en otras ocasiones mediantes esfuerzos de menor
escala. En ambos casos la sustentabilidad implica la satisfacción de las
necesidades sociales de los humanos sin agotar los recursos naturales,
respetando la naturaleza y los otros seres vivientes.”
“Sólo la redistribución radical, acompañada de una transferencia extraordinariamente
masiva de recursos y de acceso a los bienes comunes, permitirá reducir la presión
humana insostenible sobre los sistemas ecológicos que mantienen la vida, y favorecerá
el acceso de la mayoría de la población a condiciones dignas de vida” (Lander, 1995).
En este contexto la economía ecológica es una herramienta imprescindible para
entender los verdaderos costos de la producción. La economía clásica obvia los costos
ambientales de la producción llamándolos externalidades. La economía ecológica
(Martínez Alier y Roca, 2013), propone medir la eficiencia de los procesos productivos
mediante la medida del consumo y producción de energía. Aquí se hace evidente la
100
importancia de otras racionalidades y de otras ciencias para entendernos con el mundo,
de otras epistemologías diría De Sousa Santos.
“En la base del ecologismo actual hay una admiración, una reverencia, una identidad
con la Naturaleza, muy lejos de sentimientos de posesión y dominación, muy cerca de la
curiosidad y el amor. Pero, al mismo tiempo, también hay una compresión científica de
la Naturaleza” (Acosta, 2011). En este sentido es que podemos caminar hacia un
diálogo de saberes en el plano de la agroecología como conocimiento campesino, como
cosmovisión del campo, como vida cotidiana y como ciencia. Es posible construir una
ecología de diversas formas de entender y construir sustentabilidad.
La ecología de las sustentabilidades
Como lo propone O’Connor la segunda contradicción del capital ha generado diversos
movimientos sociales. Martínez Alier y Roca (2013) aseguran que aunque no se
autodenominen ecologistas, lo son. Me parece que algunos de estos movimientos no
piensan en el ambiente cuando se movilizan, me parece que su oposición a distintos
proyectos del capital obedece a la defensa de la vida.
Aun cuando en las ciudades existen manifestaciones de estos movimientos, su principal
territorio de expresión es el campo. Lo que está detrás de estas movilizaciones del
campo en luchas contra minería, hidroeléctricas, parques eólicos, construcción de mega
carreteras y otros megaproyectos es una forma compleja de entender el mundo. Como
menciona Gudynas (2011):
“…existen pueblos indígenas cuya definición de sí mismos y de las comunidades de las
que son parte, incluyen relaciones sustantivas con plantas, animales y distintos sitios”.
En el caso de los pueblos mayas en Guatemala, el mito fundacional de los hombres y
mujeres de maíz demuestra una relación humanidad-naturaleza de unidad creacionista y
esencial, fundamento del sentido ontológico.
Desde este marco cosmogónico de saberse parte de la naturaleza, se desprenden las
prácticas cotidianas de producción y reproducción de la vida. La avanzada del capital
extractivista sobre los territorios rurales implica para estas poblaciones la destrucción
101
material de sus medios de sustento y un daño al conjunto de expresiones materiales que
conforman la base de su cosmogonía. De tal forma que la lucha “ambientalista” de las
comunidades, es más bien una lucha por su sobrevivencia material, cultural y espiritual.
Es pues, una lucha por la vida. Lucha que implica también una ofensiva por el acceso a
la tierra, una lucha histórica ligada a la posibilidad de reproducción en condiciones de
dignidad de la vida misma, el viejo reclamo de la Reforma Agraria, la exigencia de
tierra y territorio.
Como parte de esta lucha hay un empecinamiento por reproducir las propias formas de
entender el mundo y vivirse en él. Así la agricultura indígena y campesina es concreción
productiva de la concepción del mundo y por lo tanto se expresa en factores como
conocer y reconocerse en el medio natural, lo que los agroecólogos llaman entender el
ecosistema; en el asocio de cultivos y la búsqueda de la diversidad, en la prevención del
riesgo, en el uso de insumos de la misma parcela; en la eficiencia en el uso de las
unidades de producción, en el diseño del espacio de cultivo, en la distribución racional
del trabajo familiar y en el beneficio y disfrute que de este trabajo se obtiene.
Hoy que científicos, políticos y organizaciones de sociedad civil expresan su
preocupación por la falta de sustentabilidad en los procesos planetarios de vida humana,
surgen expertos no siempre bien intencionados, que como recetas mágicas diseñan
planes de sustentabilidad. Sin embargo está claro que “…muchas comunidades rurales
del Tercer Mundo no necesitan esperar que especialistas de improvisados institutos de
investigación en agricultura sustentable acudan a darle sus recetas contra, por ejemplo,
la erosión del suelo. Proveer para las futuras generaciones ha sido parte de sus prácticas
tribales y campesinas desde tiempos inmemoriales” (Sachs 2001).
De este razonamiento surge el imperativo de que científicos ligados a la ecología, a la
agroecología y ciencias relacionadas, asuman el diálogo de saberes como guía y no
ejerzan procesos de imposición a las sociedades con las que trabajan.
Las propuestas que llegan de procesos sociales como los que en Ecuador y Bolivia
permiten una discusión nacional sobre los procesos de sustentabilidad abren paradigmas
para la lucha de otros pueblos. La propuesta de Buen Vivir es para Latinoamérica, en
primer lugar, y para la humanidad entera, posibilidad de concreción de esa idea de otro
mundo posible propugnado en los Foros Sociales Mundiales. La agroecología se
102
presenta en este marco, como una forma para construir la base material de las luchas por
el Buen Vivir.
Cuando Eduardo Gudynas plantea que el Buen Vivir “admite la incertidumbre y le
preocupa gestionar… los riesgos”, parece que hablara también de la forma de producir
en la agroecología pues es la estrategia anti riesgos uno de los elementos que determina
la diversidad agroecológica de las parcelas campesinas sostenibles. La milpa es un
sistema anti riesgo. También cuando Gudynas plantea que no existe una receta para el
Buen Vivir, y se lo debe construir en cada caso, también se hace eco a la postura de la
agroecología que plantea que en agricultura sustentable no hay recetas, solamente
principios a desarrollarse según la particularidad de cada ecosistema y cada grupo
familiar comunitario. Para la sustentabilidad, como marco general de convivencia y
producción, habrá que pensar también en principios generales que se desarrollen de
forma particular en cada territorio a partir de las lógicas de las poblaciones locales.
En los centros urbanos de Guatemala y en la cabeza de las clase terrateniente y sus
derivados financieros, industriales y comerciales, hay un prejuicio bastante extendido,
totalmente alejado de la realidad, que imagina la vida campesina e indígena como
sembrar maíz, sentarse a esperar que crezca y vivir en la pobreza. Herencia colonial de
encomenderos criollos y cafetaleros republicanos mestizos, en ambos casos racistas.
Por el contrario la economía campesina es poliactiva como hemos visto, no es sólo
producción de granos básicos o sólo agricultura. Una misma familia campesina también
desarrolla actividades en el comercio, en la construcción, en el cuidado familiar,
comunitario y ambiental, en la artesanía; el turismo, el arte y los servicios urbanos.
Nada hay más dinámico que el campo. Nadie hay más explotado que el campesinado. El
reto de los movimientos sociales pro campo es entonces darle nuevas significaciones a
las nociones de campo y de campesinado en el imaginario social, en función de
construir un país que no sólo incluya las visiones campesinas e indígenas del mundo,
sino que se construya a partir de éstas. Como reconoce la agroecología, en el
conocimiento campesino está la posibilidad de un presente y un futuro sustentables.
La agroecología se plantea como un elemento de construcción de un mundo más justo
en el marco de otros procesos y otras luchas de resistencia y de avanzada. La
agroecología no es la solución a todos los problemas del campo, pero es un elemento
103
fundamental de cosmovisión, de conocimiento y de tecnología para cualquier propuesta
de bienestar, de vida digna o Buen Vivir en el campo. Es además un pilar de la
sostenibilidad alimentaria, productiva y ambiental de ese otro mundo posible que se
construye de forma cotidiana. Por lo mismo la agroecología puede ser una actividad que
proporcione una parte del sustento material para las luchas diversas.
No se trata de obviar lo que somos en esta sociedad de mestizaje; sino de darle su justo
valor, que es inmenso, a los conocimientos, usos y costumbres del pueblo maya y los
otros pueblos indígenas y campesinos del país. Pueblos que llevamos en la sangre, en el
rostro y las tradiciones, pero que negamos con leyes, instituciones, prácticas racistas y
exclusión económica. Una concepción del mundo viva en las comunidades, que respeta
la Madre Tierra y es la única vía para escapar de la destrucción que el capital mundial
nos impone. Eliminar la desnutrición crónica infantil en cualquier parte del mundo pasa
por entendernos como parte de la naturaleza y no encima de ella; socializar los
beneficios de la producción mundial de bienes y servicios; y disminuir
considerablemente el consumo energético mundial. Es un llamado, en medio de la crisis
sistémica, a la ecología de saberes, a la ecología de tecnologías, a la ecología productiva
y a la ecología de sustentabilidades.
Hacia dónde avanzar en el marco de políticas públicas para una agricultura
sostenible
Si logramos como sociedades transitar hacia una visión más sustentable de la vida, es
decir, de las formas de entender el mundo y vivirlo, esta visión debe llevarnos a otras
prácticas, otras cotidianidades, otras formas de producir y reproducir la vida. La
agroecología, más que una forma diferente de tecnología, es también una cosmovisión,
una apuesta de futuro y una práctica actual y cotidiana. En los principios de la forma de
vivir de la agroecología hay características, acciones y pensamientos reproducibles
también en la vida no rural, no agrícola, no campesina; acciones que pueden hacer más
sustentable y saludable la vida en las ciudades grandes y pequeñas. Cada vez son menos
extrañas las acciones de agricultura urbana que necesariamente pasan por los principios
de producir para el autoconsumo, producir con insumos orgánicos, diversos cultivos aún
a pequeña escala, todo ello pensando en producir sano y comer sano.
104
Las organizaciones campesinas que hoy en Guatemala promueven la práctica
agroecológica tienen propuestas relevantes, para la sociedad y el gobierno, de hacia a
dónde avanzar para mejorar las condiciones de vida de los habitantes del área rural con
beneficios directos e indirectos para el resto de la población. La Alianza por la
Agroecología llevó a cabo en 2014, dos eventos denominados Seminarios Nacionales
por la Agroecología. Con los título de “Trayectorias y desafíos de la agricultura familiar
y la agroecología” y “Caminos que refuerzan identidad agroecológica y reposicionan el
campo con justicia económica y social” ambos eventos convocaron a más de treinta
organizaciones de todas las regiones del país.
En las memorias escritas de ambos eventos hay una serie de reflexiones y, derivadas de
ello, un conjunto de recomendaciones que las organizaciones se hacen así mismas pero
también al Estado. El objetivo común de las organizaciones participantes en los eventos
es “buscar que las familias campesinas vivan dignamente.”
Respecto a las políticas públicas hay una necesidad de avanzar en los procesos de
propuesta y presión social para que desde las administraciones gubernamentales se
establezcan líneas de apoyo a la agricultura sostenible:
En Guatemala debemos evaluar qué políticas existen, para cuestionar el
desempeño público, la acción del Estado en el tema agroecológico. Esto en
función de hacer propuesta y fortalecer nuestra capacidad de incidencia. Todo
esto junto al impulso en el campo de las prácticas sustentables de hacer
agricultura pues allí, en las parcelas campesinas es donde está nuestra fuerza.
Este necesario propósito de promover políticas públicas para difundir y promover la
práctica agroecológica tiene frente a sí una serie de obstáculos. Por ello la propuesta
debe ir acompañada de procesos organizativos que le den fortaleza a la acción social.
Podemos partir de reconocer que, según un ex ministro de agricultura reciente (2012-
2014):
Planteado como agroecología, yo diría que desde la perspectiva gubernamental,
todavía no es un planteamiento que exista… Encontramos un ministerio de
agricultura con un enfoque en el tema de la normatividad. El enfoque de
fomento, de apoyo, de desarrollo, no existía dentro del ministerio. Por otro lado,
105
el tema de la agricultura familiar estaba muy lejos de ser una propuesta formal
dentro del ministerio.
Ese enfoque normativo que señala el ex funcionario, ligado a generar y administrar
reglamentos para el ingreso de importaciones de productos e insumos como los
plaguicidas, no daba cabida en el presupuesto para al apoyo concreto a campesinos y
campesinas. El Ministerio llevaba veinte años sin promover políticas de fomento
agrícola más que las relacionadas al apoyo a grandes monocultivos como la palma
africana, plantaciones forestales y algunos frutales.
En 1997, debido a la aplicación de las medidas de ajuste estructural dictadas por el
neoliberalismo, todo el sistema gubernamental de apoyo a la agricultura fue
desmantelado. Relatos de funcionarios medios de las oficinas del Ministerio de
Agricultura, Ganadería y Alimentación indican que el presupuesto anual para el
combustible de los vehículos alcanzaba, a mediados de la primera década del nuevo
siglo, únicamente para viajar a las reuniones en las oficinas centrales del Ministerio, en
Ciudad de Guatemala, mas no para atención y asesoría a comunidades y unidades
productivas.
Previo a este período de desatención total, el Sector Público Agrícola de los años 70 y
80, atendía a cientos de comunidades en el país, sin embargo su modelo de desarrollo
agrícola implicaba impulsar los principios y procedimientos agrícolas derivados de la
revolución verde. Negando los conocimientos campesinos e indígenas, el Estado se
dedicó a promover el uso de fertilizantes químicos, la producción en monocultivos para
la exportación, el uso de semillas mejoradas en laboratorios, la producción para la venta
y no para el autoconsumo.
Como consecuencia, los sistemas de sustento de las unidades socioeconómicas
campesinas, diversificados con el paso de generaciones anteriores en un camino de larga
data, sufrieron cambios drásticos. Así, donde los campesinos y campesinas tenían
sólidos procesos diversificados de producción, una producción de traspatio nutritiva y
una milpa fuerte, se fueron generando paisajes de monocultivo y milpa erosionada,
agroecosistemas con mayor propensión al ataque de enfermedades y plagas.
106
Mario Godínez, especialista en agroecología de la Universidad de San Carlos de
Guatemala, expone:
En la historia reciente, el país ha transitado por un modelo de extensión rural con
enfoque de revolución verde que entra en crisis con sus fases: a) Implementación
pionera en los 50s; b) Creación de Sistemas de Extensión Agrícola
gubernamentales; c) Privatización del sector Agrícola; d) Venta de
información.30
La crisis a la que se refiere el académico está caracterizada por aumento en la pobreza
rural, en los índices de desnutrición infantil, en el poco aumento de la productividad y
como resultado en el éxodo permanente de población rural a las áreas urbanas o hacia
afuera del país. Se suma a este panorama la poca capacidad resiliente de muchas
unidades campesinas ante los efectos del cambio climático y la profundización de la
concentración de la tierra por efecto de la expansión de monocultivos para la
producción de agrocombustibles.
En este marco de crisis del modelo, las válvulas de escape que buscan los promotores de
la revolución verde derivan en el impulso de renovados modelos tecnológicos que
profundizan la dependencia de los agricultores. Específicamente con los paquetes de
biotecnología, las empresas vendedoras de semillas e insumos químicos tratan de
reposicionarse en la oferta tecnológica para los productores y empujan leyes y políticas
de los estados nacionales para que favorezcan la introducción de estos paquetes. A
finales de 2014 el Congreso de Guatemala aprobó una ley de obtenciones vegetales,
llamada popularmente Ley Monsanto pues era evidente a quién beneficiaba esta
normativa. Movilizaciones populares en el campo y la ciudad y una opinión pública
volcada al rechazo de la normativa hicieron que dicha ley fuera derogada por el mismo
Congreso. Casos parecidos suceden en otros países como México en el que un grupo de
ciudadanos y organizaciones sociales han detenido políticas de introducción de semillas
transgénicas al país.31
Con el empuje de contenidos de política pública por parte de sectores sociales y
campesinos, en 2009 se aprueba en el país la Política Nacional de Desarrollo Rural
30
Intervención en el Primer Encuentro Nacional de Agroecología, junio de 2014. 31
En Anexo 1 se profundiza en el rechazo a la llamada Ley Monsanto.
107
Integral. Derivado de ello y con un ambiente internacional que promueve el apoyo a la
pequeña agricultura familiar, el gobierno de Guatemala lanza en 2012 un programa de
apoyo a la agricultura campesina. Mario Godínez nos explica:
En 2012 el Ministerio de Agricultura reconoce públicamente el aporte de la
sociedad civil a la agricultura sostenible y a la economía campesina. Se produce
entonces el impulso del Programa de Agricultura Familiar para Fortalecer la
Economía Campesina.
Dicho programa tuvo la virtud de priorizar las unidades de producción familiar. El
diseño del programa incluyó elementos de diversificación productiva en el sentido de
promover el asocio de cultivos en las parcelas campesinas. La milpa y el traspatio
aparecieron como elementos a impulsar dentro de las estrategias productivas.
En palabras del ministro que promovió este programa en los años 2012-2014:
Nos propusimos abarcar los 334 municipios con extensionismo, armar equipos
bien estructurados, orientados a la agricultura familiar, orientados al apoyo a la
familia como núcleo de trabajo y orientados al desarrollo rural integral, tres
personas en cada equipo. A esa estructura se le montó un programa, que es el de
agricultura familiar. Pasamos de 91 municipios a 334 para agricultura familiar.
La orientación a todos los equipos fue: agricultura familia y desarrollo rural. En
algunos lugares los equipos avanzaron muy bien, había condiciones para que los
equipos pudieran vincularse a ONGs e instituciones que ya estaban trabajando
en el lugar con agricultura familiar y eso hizo que se elevará fácilmente el
impacto, en otros lugares es muy difícil.
Al momento de aplicar el diseño surgieron tres complicaciones centrales que hicieron
que, en la práctica, el programa de agricultura familiar avanzara poco: 1) La propuesta
de presupuesto para el programa nunca fue aprobada como tal. De 400 millones de
quetzales propuestos anualmente, sólo en los años 2013 y 2014 fueron asignados 100
millones por año. En 2015 la asignación al programa desapareció. Totalmente
insuficiente; 2) Aún cuando el diseño incluía componentes de sostenibilidad, el personal
del Ministerio que debía aplicarlos, es decir los trabajadores de las oficinas de
extensión, habian sido formados bajo los principios de la revolución verde, por lo que
108
su visión de la agricultura reñía con los objetivos del programa. Se produjo un trabajo
fuerte en el tema de capacitar al personal con el objetivo de acercarlos a las visiones
más sostenibles; 3) Con políticas clientelares de larga data como la entrega gratuita de
fertilizantes desde el gobierno a campesinos, la conciencia de avanzar hacia políticas de
fomento de agricultura familiar, encontró oposición dentro y fuera del gobierno.
Muchas organizaciones, alcaldes y políticos locales reclamaron la continuidad en la
entrega de fertilizantes (600 millones de quetzales anuales) y rechazaron, por ejemplo,
el impulso de políticas de subsidio a la construcción de estructuras de conservación de
suelos:
Cambios desde el gobierno para apoyar agricultura familiar yo podría decir que
son necesarios más que un período de gobierno, son períodos largos, con mucha
claridad de que por allí se quiere apoyar. Allí amarraría con el tema de que por
eso es necesario generar institucionalidad que incluye la legislación que permita
al gobierno ejecutar planes de largo plazo, para revertir la situación que ahorita
se tiene. Lo que ahora se tiene son apoyos que fueron creados de una forma
clientelar.
El exfuncionario plantea que son necesarias las políticas públicas que fomenten la
adopción de prácticas agroecológicas:
Yo creo que la agricultura guatemalteca en manos campesinas puede generar
mucho más producto, muchísimo más, eso sin modificar la tenencia de la tierra
que es un tema que yo pienso que todavía es un tema pendiente de país. Pero sin
meternos a ese tema, que es un tema de conflicto, las parcelas campesinas en un
ambiente de sostenibilidad pueden generar mucho más. Y eso significa apoyos
institucionalizados con políticas públicas mucho más robustas que básicamente
significan leyes que no tenemos en el país y a pesar de que se han querido hacer,
hay mucha oposición a eso.
Para Mario Godínez las acciones que deben seguir las organizaciones que impulsan la
agroecología en el país pasan por dos temas fundamentales:
Lo que tenemos por delante es el reto de la profundización en métodos de
innovación tecnológica para zonas cálidas y el problema de la escala.
109
Referido a la escala las organizaciones sociales plantean que en Guatemala hay
experiencias familiares muy avanzadas y que, con la metodología de Campesino a
Campesino, estas experiencias sirven como ejemplo y lugar de aprendizaje, pero
también saben que hay que avanzar por un lado en la construcción de comunidades
agroecológicas y por otro en masificar las experiencias.
En el plano de la política pública, Mario Godínez señala:
Debemos avanzar en convertir la agroecología en una política estatal. Las
principales limitantes dentro del gobierno son: la presión para convertir los
programas ya establecidos en programas clientelares y que el diseño
institucional del MAGA responde a la estructura de la privatización generada a
mediados de los 90.
Pedro Camajá, coordinador nacional de FUNDEBASE plantea:
…tenemos nuestras ideas y conocimientos y, especialmente hermanos y
hermanas, contamos con experiencia en incidencia para que la agroecología sea
una propuesta que pueda ser llevada a nivel público y a nivel de agenda de
gobierno y de otras instancias…
Una de las conclusiones del primer encuentro nacional de agroecología de 2014,
establece también:
Hay necesidad de impulsar procesos de política pública a nivel nacional pero
también a nivel local en función de ampliar los procesos de aprendizaje y
práctica de la agroecología.
Un tema fundamental en medio de las políticas públicas para la agroecología es la
necesidad de garantizar el acceso a los medios de producción. Como lo mencionó el
exfuncionario, el tema de la tierra es un tema pendiente de resolver en el país. Y por
supuesto que es un tema de conflicto.
La alta concentración de tierra en pocas manos hace que gran cantidad de pequeños
productores encuentren limitante para mejorar sus condiciones de vida y la de sus
familias. Por eso las organizaciones, junto a políticas públicas de fomento
agroecológico, exigen políticas de acceso a la tierra. Las organizaciones de Vía
110
Campesina hacen una misma las luchas por la agroecología, por la reforma agraria y la
soberanía alimentaria.
Para las organizaciones de la Alianza por la Agroecología es necesario caminar en
varios senderos al mismo tiempo. Por un lado proponen que desde las políticas públicas
se impulsen procesos de formación tipo escuelas de desarrollo rural en los que la visión
de producción sea agroecológica. Así mismo es necesario promover procesos de
intercambio y formación bajo la metodología de Campesino a Campesino. También es
necesario impulsar procesos de mercados campesinos tomando como base esfuerzos ya
existentes.
En la propuesta campesina también están presentes las líneas de acción dirigidas al
imaginario social. Las campañas de posicionamiento de mensajes se hacen importantes.
Por ejemplo, acerca del consumo responsable de alimentos y campañas de producción
agroecológica en donde quede de manifiesto todo el beneficio a la salud, al ambiente y a
la economía.
Los procesos de reflexión de estas organizaciones sociales y campesinas son bastante
acertados y tiene como base un completo análisis de la realidad política del país. Las
organizaciones saben que su propuesta de fortalecer la agricultura del país a través de la
sostenibilidad y la agroecología es sólida y fundamentada, pero reconocen que en la
lucha política frente al modelo hegemónico agrícola aún existe poca correlación de
fuerza, al menos en la representación que se tiene desde los sectores populares en el
Congreso de la República:
La sociedad civil cuenta con propuestas, pero no existe la recuperación de
fuerzas en el Congreso. Los últimos tres gobiernos se han caracterizado por la
entrega de tierras y bienes naturales a transnacionales, así mismo han
criminalizado, desalojado y reprimido la organización de las comunidades y
pueblos.
En este sentido se puede asegurar que la agroecología es resistencia viva desde los
pueblos que la practican. Por supuesto que hay que avanzar en la exigencia de políticas
públicas y el camino para lograr este objetivo pasa necesariamente por fortalecer la
organización comunitaria y social. Las políticas en apoyo a la agroecología serán
111
posibles en la medida que los grupos que la promueven se hagan más fuetes y formen
alianzas. Por ahora las organizaciones se proponen las siguientes rutas: Incidencia y
cabildeo a líderes comunitarios y municipales; capacitaciones, foros y generación de
espacios de diálogo alianzas con actores regionales campañas regionales declaración
de un día nacional de agroecología; y seguir fortaleciendo la participación de jóvenes.
Una alianza fundamental es con la Universidad. El problema concreto a enfrentar es la
debilidad de la postura agroecológica en la formación, la docencia, la investigación y la
extensión que hoy en día hacen las universidades del país. A diferencia de muchos otros
países de América Latina en donde existen programas, licenciaturas, maestrías y
doctorados en agroecología, en Guatemala sigue dominando en todas las instituciones
de formación superior agronómica la perspectiva de la revolución verde con el fin de
hacer producir la tierra para generar ganancias sin importar las mal llamadas
externalidades sociales y ambientales.
Desde el punto de vista de Pablo Prado, profesor titular de la Facultad de Agronomía de
la Universidad de San Carlos y coordinador de la Unidad de Posgrado de dicha
institución, existen dos motivos principales por los que es complejo y complicado que
esa Facultad avance en cambiar hacia una visión más de sostenibilidad en la enseñanza
e investigación que realiza. Uno es que existe poco ejercicio de reflexión teórica y
epistemológica, y por lo tanto, no se produce un debate ni un ejercicio crítico de hacia
dónde dirigir los esfuerzos de la casa de estudios. El otro es que una cantidad
considerable de los profesores de la Facultad, hacen trabajos para empresas nacionales y
transnacionales ligadas e impulsoras del modelo del agronegocio bajo los parámetros de
la revolución verde. Eso genera tendencias e intereses que hay que superar. A pesar de
esta hegemonía del modelo capitalista en la enseñanza superior de la agronomía, hay
profesores e investigadores en esta Facultad y de otras unidades académicas en el país
que “se han salido del molde” y han realizado procesos de formación y autoformación
en la perspectiva de la agroecología, por lo que, aunque pequeña, existe una tendencia
contrahegemónica en la academia agronómica del país.
El camino para la agroecología, tanto en las políticas públicas como en la masificación
de las parcelas productivas y en la generación de una academia consecuente, es y será
de larga duración. Así como una parcela agroecológica desde la visión campesina y
112
desde la misma fuerza de trabajo familiar se construye paso a paso, con mucho tesón y
con una racionalidad de integralidad entre todas las dimensiones de la vida y no sólo la
económica, la lucha por otra agricultura posible también requiere de tiempo, fortaleza y
estrategia. Hacia allí están apuntando las organizaciones sociales y campesinas del país.
Esperemos que el diálogo de saberes y la acción conjunta haga más amplios los
caminos.
113
Conclusiones
Cuando se investiga en Guatemala sobre el devenir de la agroecología, es común en los
discursos señalar que todo empezó en San Martín Jilotepeque, Chimaltenango en las
décadas sesenta y setenta del siglo XX. Las parcelas campesinas allí desarrollándose
son hoy, como lo demuestra el trabajo de Don Encarnación Balan, un paisaje hermoso y
una escuela agroecológica viviente que testifican lo importante de aquellos trabajos
colectivos del siglo pasado para lo que actualmente es la agricultura sostenible en el
país. Cualquier entrevista a expertos en el tema recoge, en algún momento, nombres
como Lazaro Ahuín, Wenceslao Estrada Armira, José Cupertino Sunuc, Manuel de
Jesús Huz, Felipe Tomás, entre muchos otros campesino de San Martín que forman
parte de aquellos pioneros de la metodología de Campesino a Campesino y de las
cooperativas agrícolas del lugar que establecieron importantes prácticas de conservación
de suelos y diversificación en sus parcelas. Uno de los entrevistados para este estudio,
Don Encarnación Balan, también los recuerda como sus padres en el aprendizaje de la
agricultura sostenible.
Justo al finalizar el proceso de investigación, reflexión y redacción del presente
documento, una organización de productores de México me invitó a su evento de
conmemoración de 20 años de existencia. El evento fue un seminario internacional
sobre economía campesina y agroecología. Durante el evento tuve la fortuna de conocer
a uno de estos pioneros guatemaltecos: don Manuel de Jesús Huz. Como una de las
actividades del seminario, realizamos una visita a la comunidad Vicente Guerrero en
Tlaxcala, referente de organización campesina y procesos agroecológicos en México.
Don Manuel regresó al lugar después de 30 años de haber trabajado y colaborado con la
comunidad a donde llegó como uno de los promotores formados en San Martín
Jilotepeque. Fue interesante observar el intercambio que se produjo entre el visitante
guatemalteco y la comunidad con la que trabajó tres décadas atrás. Los anfitriones nos
llevaron a recorrer las parcelas de la comunidad y don Manuel ante la pregunta de
¿cómo encontraba la comunidad después de tanto tiempo?, respondió que era muy
alegre encontrar tantas mejoras. “Es evidente que la comunidad mejoró y que la
agroecología se ha movido”.
114
Al igual que don Manuel de Jesús Huz, varios de los pioneros de San Martín
Jilotepeque, salieron de Guatemala por el clima de guerra que se vivía en esos años, por
amenazas directas a su integridad física. Así llegaron a comunidades de Chiapas,
Tlaxcala y otros estados al sureste de México, pero también a Honduras y Nicaragua.
Hoy la metodología de Campesino a Campesino es reconocida en varios países. En la
misma Guatemala, la metodología de Campesino a Campesino es la forma de
socialización que impulsan organizaciones sociales y campesinas. La agroecología “se
mueve”. Se mueve como cotidianidad campesina, como técnica productiva y
cosmovisión, como reclamo de política pública.
La agroecología es una propuesta y reivindicación de sectores sociales, campesinos y
ambientales con raíces y nutrida desde una práctica de vida. Es un discurso
contrahegemónico que se enfrenta al poder del capital. Como describimos, la
agroecología permite a la unidad socioeconómica campesina desprenderse en cierta
medida del intercambio desigual con el mercado capitalista de trabajo, dinero y
mercancías. Al igual que otros discursos y propuestas campesinas, como el desarrollo
rural integral, la reforma agraria o la soberanía alimentaria, va contra corriente y debe
haber una estrategia organizativa que junto a otras luchas avance en el plano de la
difusión de ideas positivas sobre el campo, el ser campesino, la ruralidad, la agricultura
sostenible y la producción agroecológica.
La práctica agroecológica es una concreción en diversas parcelas y sistemas productivos
campesinos caracterizada por la diversidad de cultivos, el asocio, el bajo uso de insumos
externos, el conocimiento profundo del campesino y campesina acerca de las relaciones
ecológicas que se dan en su parcela, una estrategia anti riesgo y la posibilidad de
cosechar a lo largo de todo el año. Si llevamos la metáfora de la diversidad de cultivos
en la parcela al plano de lo nacional, podemos observar que al igual que en el pedazo de
tierra, el país es diverso en su gente, en sus imaginarios, en sus prácticas culturales. Así
cómo el sistema milpa es importante porque logró un asocio de cultivos efectivo y así se
constituye fuente de sustento para las familias campesinas, es lugar común para las
personas e instituciones involucradas en la agroecología reconocer que en el
conocimiento indígena y campesino está presente de manera básica y rotunda en el
bagaje gnoseológico de lo que hoy se constituye como la ciencia de la agroecología; que
los conocimientos de ciencias básicas y la investigación académica refuerzan esta
115
construcción y que el poder de los consumidores es vital para potenciar los procesos de
producción agrícola sostenible. Estamos hablando de asocio de sectores, de simbiosis
entre instituciones y comunidades, de diálogo de saberes, de unidad en la acción, de una
milpa societal. Guatemala es una milpa o puede serlo si llegamos a armonizar nuestras
diferencias sin menosprecio de sectores, pueblos o nacionalidades.
La agroecología, además de ser práctica de resistencia cotidiana, puede constituirse
como un elemento de proyecto alternativo de país, quizá en el marco del postdesarrollo,
del Buen Vivir o del utz’ k’aslemal. Esta constitución es parte de las estrategias de
organizaciones campesinas y sociales quienes ante la abismal desigualdad en la tenencia
de la tierra exigen reforma agraria y ante el avance de empresas extractivas sobre los
territorios se organizan para defenderlos. Defienden sus sistemas de vida y sustento.
El reto en el marco de la sistematización de experiencias de la presente investigación
fue reconocer los elementos que hacen que una familia campesina, recupere, adopte y
priorice la utilización de prácticas agroecológicas en su agricultura. Recuperación y
adopción que se refleja en los beneficios económicos, sociales y ambientales que el
discurso de las familias evidencia acerca de su práctica agrícola. La agroecología se
desarrolla en cientos de comunidades del país. Los campesinos que se animan a probar,
a experimentar, a recuperar conocimientos de los abuelos y abuelas, a trabajar para sí
mismos y no para otros, están convencidos que no hay vuelta atrás, que la agroecología
llegó para quedarse, que la parcela sostenible produce bienestar.
Así, en los relatos recogidos vemos múltiples beneficios expresados en boca de los
campesinos. La conservación y aumento de la diversidad dialógica y tecnológica, la
conservación de recursos naturales, la generación de conocimientos y valoración de las
racionalidades campesinas, el trabajo y cosecha constantes, la generación de trabajo
familiar y remunerado con dignidad, la reducción de costos de producción y una menor
dependencia de insumos externos, una menor exposición a la explotación laboral, la
dignidad para el campo, una alimentación sana. Beneficios tanto para el campesino y su
familia como para la comunidad e incluso, algunos de ellos, beneficios para la sociedad
y la humanidad.
Me parece fundamental remarcar que la agroecología permite a la unidad campesina, en
considerable medida, escapar del intercambio desigual con el mercado de trabajo, de
116
mercancías, de insumos y de capital. Esto provoca que el trabajo campesino beneficie al
campesino mismo, que el fruto del trabajo familiar, de la manos colectivas, sea
aprovechado por la misma familia. Le devuelve dignidad al trabajo campesino.
Dignidad necesaria en este país de desigualdad social en el que los mayores índices de
pobreza están en el campo.
Basados en esta serie de beneficios las organizaciones campesinas e indígenas seguirán
por la senda de extender la agroecología como tecnología, pero también como idea,
como pensamiento libertario, como cosmovisión de integralidad y armonía ambiental.
“Sin nosotros no hay agroecología porque es nuestra forma de vida, son nuestros
conocimientos, nuestras experiencias, nuestra forma de ver, entender y sentir que somos
parte de un todo”. Así lo expresan las organizaciones que en los encuentros nacionales
sobre agroecología se reúnen y establecen estrategias de trabajo conjunto. No hay otra
forma y la urgencia es mucha.
El Buen Vivir no es un modelo a seguir. Si bien es un discurso que surge de la
revolución social de los países andinos en los últimos quince años, podríamos decir que
en América Latina hay Buenos Vivires: de región a región, de comunidad a comunidad,
de familia a familia. No hay recetas. Tampoco es una aspiración nada más. No es sólo
posibilidad de futuro, sino al igual que la agroecología, es presente vivenciado. Los
Buenos Vivires existen ahora y han existido porque nuestros pueblos así los viven y
cada pueblo los va construyendo y pensando en la cotidianidad. Por eso la agroecología
como forma de pensar y de vivir es una forma de hacer Buen Vivir.
El falso discurso del desarrollo, por el contrario, propone un modelo a seguir. Impone
un esquema en el que lo que se establece como paradigma es el modelo de vida
occidental, con su consumo infinito al crédito que endeuda la vida, con sus formas
industriales de producir que inundan mercados y depredan la naturaleza, con su
autoritarismo corporativo disfrazado de democracia, con sus medios masivos de
comunicación que mienten y enajenan.
El capitalismo encontró en el discurso del desarrollo su mejor disfraz para ocultar los
intereses de clase dominante a nivel global. Las corporaciones dirigen las políticas
públicas de los estados nación bajo la propuesta de desarrollo. Llegan los políticos, los
profesionales y los técnicos a señalar que las formas de vida campesina no son buenas
117
para alcanzar el desarrollo y proponen cambiar formas, métodos, técnicas y
pensamiento. Se oculta que el empobrecimiento campesino está, no en su forma de vida,
de pensar, de producir y de consumir, sino en la relación de intercambio desigual que
tiene con el sistema de mercado capitalista. Por ello la importancia de evidenciar que la
agroecología permite por varios caminos, desmarcarse de ese intercambio desigual. El
mercado de insumos, el mercado de capital, el mercado de lo producido en la parcela y
el mercado de la fuerza de trabajo dejan de ser los instrumentos de dominio del capital
sobre el trabajo campesino cuando la tierra y el agua no son factores limitantes. Como
consecuencia, la lucha agroecológica es también la lucha por la tierra y el agua, por el
manejo del territorio, pero además es una lucha por trascender al capitalismo como
sistema económico social dominante.
El momento actual es clave para el avance de las propuestas campesinas tanto a nivel
nacional como regional y mundial. La crisis civilizatoria caracterizada por las crisis
ambiental, alimentaria, energética, política, financiera, económica y humanitaria
demandan repensar el camino que las sociedades nacionales han recorrido para llegar al
estado actual de peligro para la vida de la especie humana. Disminuir los niveles de
consumo energético es imperativo, cambiar el sistema de producción a nivel global
también lo es. Los pueblos del sur económico, pero también los pueblos del norte,
hemos caminado por senderos de sostenibilidad y solidaridad en épocas previas y en los
tiempos actuales. En las utopías concretizadas del Buen Vivir, de la agroecología, del
consumo responsable, de las autonomías populares y de la formación de verdaderos
Estados democráticos están los caminos humanos a recorrer. Recuperar el futuro
depende en buena medida de volver los ojos a lo que considerábamos atraso. El
modernismo centrado en el individuo y su consumo nos encegueció. Es tiempo de
quitarnos la venda. El campo tiene soluciones que ya se viven, que están comprobadas,
que generan dignidad para las familias que allí reproducen sus formas de vida: don
Encarnación, doña María, doña Carmen, don Héctor, don Miguel y don Roberto así nos
lo comparten. Haríamos bien en abrir los ojos, los oídos, el corazón y la razón a sus
voces y a sus parcelas. Se nos va la vida en ello.
118
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Entrevistas realizadas
Don Encarnación Balan, comunidad San Antonio Choatalum, San Martín
Jilotepeque, Chimaltenango
Don Héctor Ramírez, aldea Tecuis, San Agustín Acasaguastlán, el Progreso
Don Miguel Hernández, aldea Tecuis, San Agustín Acasaguastlán, el Progreso
Don Roberto Caal, comunidad San Antonio Cabañas, Senahú, Alta Verapaz
Doña María Pérez Domingo, comunidad Victoria 20 de enero, Ixcán, El Quiché.
Doña Carmen Jiménez, facilitadora de la organización Mama Maquín
Glenda de León, facilitadora de la organización ASECSA sede Alta Verapaz
Pablo Prado Córdova, profesor titular y director de la Escuela de Posgrado de la
Facultad de Agronomía de la Universidad de San Carlos de Guatemala
Elmer López, ministro de agricultura en el período 2012-2014
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ANEXOS
Anexo 1. Las semillas: germen de vida u objeto de negocio
Pablo Sigüenza Ramírez
Artículo de opinión publicado por diario La Hora. Guatemala, 08 de Octubre 2014
En el mes más reciente, la información sobre los peligros de la llamada Ley Monsanto
fue virulenta en redes sociales. La opinión pública en prensa escrita, radio y televisión
se volcó al tema, por lo general con una visión crítica y en oposición a la vigencia de la
ley. Pronto el reclamo por su derogatoria fue subiendo de tono. Artistas de diversas
ramas se pronunciaron también en contra de la ley. Y es que al ser evidente el riesgo
potencial que significaba la entrada en vigencia de la norma en términos alimentarios,
principalmente sobre la producción de alimentos básicos mesoamericanos como el maíz
y el frijol, las conciencias y las acciones se activaron. El maíz en la milpa es verdadero
símbolo identitario de los pueblos guatemaltecos.
La polémica por esta normativa evidenció que hay dos proyectos de sociedad que
entraron en tensión. Por un lado la visión de las empresas multinacionales y las élites
económicas y políticas del país, que ven en las semillas la posibilidad de hacer
investigación para luego lucrar con ese conocimiento. Por el otro la visión de los
pueblos que ven en las semillas la posibilidad de reproducir la vida. La semilla como
negocio o como germen de vida, esa es la disyuntiva.
Esta ley es parte de todo el paquete de legislaciones que el Tratado de Libre Comercio
con Estados Unidos asigna al país. Fue una ley impuesta. ¿En dónde está la soberanía
nacional? En esta perspectiva hay que estar alerta porque el andamiaje jurídico del
neoliberalismo sigue vigente y buscará otros momentos y otras leyes para implementar
lo que ahora fue derogado. Esta ley y su contenido provienen de una visión del mundo
que lucra con la semilla, que lucra con la vida. Se pierde la dignidad del ser humano, de
los pueblos y la posibilidad de nuestra reproducción vital y cultural.
Fue evidente la oposición social a la Ley Monsanto. Se constituyó un momento de
unidad alrededor de la defensa de la producción alimentaria y la biodiversidad. En el
centro del debate estuvo la preocupación por la protección del maíz. Ese cultivo que, en
el imaginario colectivo, conforma la esencia de nuestra creación según el Popol Vuh y
la tradición oral. Somos mujeres y hombres de maíz irremediablemente.
Se confirma la corrupción, la incapacidad y la mala fe de los diputados que aprobaron la
19-2014. No cabe duda, el Ejecutivo y el Legislativo responden a los financistas de las
campañas electorales. Están al servicio de ese modelo que ve a las semillas como
124
negocio. ¿Cómo reformamos el sistema político del país? La oposición popular a la ley
es un primer signo. Y es un sigo fuerte pues no sólo se dieron movilizaciones urbanas
sino en comunidades diversas a lo ancho del país se levantaron actas comunitarias en
demanda de derogar la ley. La ley ha muerto, el origen económico de la misma sigue
vivo. Como alternativa, la lucha por la vida se fortalece.
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Anexo 2. La cocina campesina
Pablo Sigüenza Ramírez. Relatos Verdes en Escala de Gris.
Magna Terra Editores, 2015
La cocina campesina es calor e intimidad. Es media luz para ver poco y escuchar
mucho. Es humo de leña de encino que limpia y sustenta las ideas. Es discusión sobre
los proyectos pasados y futuros. Es descanso a los pies andantes de montaña. Es respiro
para las manos tensas y llenas de trabajo propio. Es el sombrero del esposo ausente
colgado de un clavo. Son los zapatos húmedos de la hija que danza con la luna. Es la
conversación con los abuelos y abuelas antes, durante y después de la cena. Es la lluvia
repicando sobre el techo. Es el dolor al regresar de la zafra y el corte de café. Es la
frustración por el trabajo en la finca donde no pagan lo que deben. Es el beso urgente
para la hija que nos visita de la capital dos veces al año.
Es el macuy, la cebolla y el tomate cocidos a fuego lento. Es el visitante que agradecido
come mis tortillas negras. Es la nieta tomando caldo con verduras con una sonrisa
pintada en su rostro. Es el café con azúcar o panela para calentar la vida. Es el té de
hierbas para curarse en salud. Es la media docena de chuchos esperando una mano
levantada. Es la luz tenue bajo la rendija de la puerta que nos recuerda que la noche ya
pasó y que el sol siempre se levanta. Es la luna llena que se cuela por la esquina de una
teja y se autorretrata en el lienzo de barro que tenemos por piso. Es la ceniza que va
cayendo, lentamente, de tres leños que arden en la estufa. Son las canas que se nos
pintan y los cabellos que ya han caído. Es el murciélago pequeño que se mete por la
ventana buscando fruta. Es el tacuazín que nos regala proteína. Es una docena de
pollitos peleando por dos lombrices encontradas a media mañana.
Es doña Bonifacia que nos pide consejo. Es don Juan que sueña con mejorar su cultivo.
Es el viento que llega desde el cerro con olor a ciprés. Es la mazorca negra que alegra la
vida. Es la mazorca amarilla que se bebe sorbo a sorbo en el atol. Es la mazorca blanca
que llena la panza. Es la mazorca roja que cura la varicela y alimenta el espíritu. Es
incienso para el corazón del cielo. Es oración para el corazón de la tierra. Es la leche de
mi pecho bañando a las hijas. Es la leche de vaca hirviendo en el tazón. Las lágrimas
por el hijo migrante, que fallece en el camino al norte. Once partos que morí y resucité.
Es la entraña desgarrada por la violación sexual que un patrullero cometió durante la
guerra. Es soledad. Es compañía entre mujeres. Es cabeza clara y corazón solidario. Es
vapor de lágrimas y es risa.
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Es adobe en la pared. Es polvo en las pestañas que poco se cierran. Es encierro y es
cansancio. Es la madrugada que cocina bastimento. Es el camino que otros andan. Es el
soplo que apaga la candela. Es el trabajo que no se cuenta, ni en historias ni en dinero.
Es el trabajo que nadie ve y del que todos se aprovechan, absolutamente todos. Es el
cuidado del cosmos y de la especie. Es el silencio oscuro y la sonrisa escondida. Es la
certeza del pasado… nada más del pasado. Es la mujer campesina que llora su vida a
cuentagotas. Quinientos años de resistencia. Es la búsqueda del presente cuando se
escuchan buenas nuevas. Es el corazón y la trinchera de la consulta comunitaria. Es la
sostenibilidad de la agricultura. Es Ixmucané e Ixquic en millones de corazones. Es la
posibilidad de un futuro diferente para un país que debe redescubrirse al calor de la
cocina campesina.
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Anexo 3. CHUSQ’ARBAL
Pablo Sigüenza Ramírez
Neblina nacida del agua y la noche
respiración fría
detenida en el primer rayo de sol tras la montaña.
Las familias caminan con paso seguro
en ascenso de ocote y encinos centenarios.
Moras silvestres, zarzaparrillas, bromelias
marco perfecto para el sendero común
para el entusiasmo místico y el inicio del ciclo.
El cerro del amanecer les recibe imponente
para el fuego, la memoria y la aurora:
alba primera ralatada en el libro de la sabiduría
y en las potentes palabras de abuelos y abuelas.
Cuatro pueblos como uno solo
recorriendo veredas, milenios atrás,
acá en lo alto del monte esperaron las ideas
que llegaron con maíces de cuatro colores
el cargador del tiempo hecho viento y palabra.
El rito del fuego sagrado en medio del bosque
mito del inicio de la vida y la cultura
en esta tierra del maíz
energía de la vida,
lugar de ofrenda de la tierra como pago
la lluvia como promesa,
la comunidad como epifanía