Ramírez Arcos - Fronteras Imaginadas

23
XXVIII CONGRESSO INTERNACIONAL DA ALAS 6 a 11 de setembro de 2011, UFPE, Recife-PE Grupo de Trabalho: GT12 - Globalização, integração regional e subregional. Fronteras imaginadas: Un análisis sociológico de las fronteras políticas entre Colombia y Venezuela Hugo Eduardo Ramírez Arcos Universidad Nacional de Colombia

description

Ponencia ALAS. Sociología Brasil. Frontera. Colombia - Venezuela.

Transcript of Ramírez Arcos - Fronteras Imaginadas

  • XXVIII CONGRESSO INTERNACIONAL DA ALAS

    6 a 11 de setembro de 2011, UFPE, Recife-PE

    Grupo de Trabalho: GT12 - Globalizao, integrao regional e subregional.

    Fronteras imaginadas: Un anlisis sociolgico de las fronteras polticas entre Colombia y Venezuela

    Hugo Eduardo Ramrez Arcos

    Universidad Nacional de Colombia

  • Fronteras imaginadas: Un anlisis sociolgico de las fronteras polticas entre Colombia y Venezuela

    Resumen

    Los Estados nacionales latinoamericanos se han preocupado por delimitar sus territorios, muchas veces en un sentido ms simblico que prctico, con el fin de naturalizar su dominio dentro de los espacios que les aseguraban su soberana territorial. El presente texto busca contrastar el imaginario de construccin de nacin de Colombia y Venezuela frente a las prcticas sociales presentes en los espacios fronterizos, detenindose en las interrelaciones presentes entre los habitantes de la frontera y sus formas de apropiacin de los espacios liminares, con miras a la identificacin de elementos claves a la hora de formular propuestas de integracin regional.

    Palabras Clave: Frontera, Identidad, Espacio, Colombia, Venezuela.

    Resumo

    Os Estados nacionais latino-americanos se preocuparam por delimitar seus territrios, muitas vezes em um sentido mais simblico que prtico, com a finalidade de naturalizar seu domnio dentro dos espaos que lhes asseguravam sua soberania territorial. O presente texto busca contrastar o imaginrio de construo de nao da Colmbia e Venezuela frente s prticas sociais presentes nos espaos fronteirios, detendo-se nas inter-relaes presentes entre os habitantes da fronteira e suas formas de apropriao dos espaos liminares, com olhares identificao de elementos fundamentais na hora de formular propostas de integrao regional.

    Palavras-Chave: Fronteira, Identidade, Espao, Colmbia, Venezuela.

    Esta presentacin hace parte de la tesis de maestra titulada: Fronteras imaginadas: Hacia una

    reconstruccin sociopoltica de las dinmicas fronterizas en el mbito binacional colombo-venezolano, la cual

    el autor viene desarrollado en el marco de la Maestra en Sociologa de la Universidad Nacional de Colombia,

    a quienes agradece por su apoyo para esta presentacin, as como a Edgar Novoa Torres quien ha dirigido el

    desarrollo de este proyecto.

  • Debemos ser capaces de burlarnos de las fronteras, de todas ellas, como un esfuerzo de salud mental colectiva

    Orlando Fals Borda (1987)

    Desde el siglo XIX los nacientes Estados nacionales latinoamericanos se han preocupado por delimitar sus territorios, muchas veces en un sentido ms simblico que prctico, con el fin de naturalizar su dominio dentro de los espacios que les aseguraban su soberana territorial. En Colombia, en repetidas ocasiones se ha dicho que en realidad ha existido ms territorio que Estado, y ms Estado que nacin.

    Esta afirmacin de inmediato remite a la insuficiencia de la soberana estatal frente al territorio, entendiendo por soberana la legitimidad del poder nacional frente a cualquier otro, situacin que de facto nos lleva a repensar las formas de construccin de las lealtades nacionales en nuestros territorios.

    En esta breve presentacin se desarrollarn algunas hiptesis tericas enfocadas en la explicacin sociolgica del fenmeno fronterizo presente en dos de los pasos ms transitados de la frontera colombo-venezolana, fruto del trabajo desarrollado desde inicios de 2010 y que culmina con el trabajo de campo realizado entre los meses de junio y julio de 2011, entre las ciudades de Ccuta, Villa del Rosario, La Parada y Los Patios en el departamento de Norte de Santander (Colombia) y San Antonio, Urea y San Cristbal pertenecientes al estado Tchira (Venezuela), conectadas por los puentes internacionales Francisco de Paula Santander y Simn Bolvar.

    Contraria a la idea recurrente en este tipo de estudios, de presentar una parte como el todo, alertamos que quizs nuestras conclusiones slo tienen validez para

  • el mbito particular estudiado y en ningn momento buscan presentarse como una conclusin general de las dinmicas fronterizas colombo-venezolanas (confusin a la que pude llevar la generalidad del ttulo de esta presentacin).

    El material que sirvi de insumo a esta investigacin fue de distintos tipos, articulado en funcin del objetivo de reconocer la situacin fronteriza como un fenmeno social de dos escalas que se evidencian tanto en la relacin que tienen las poblaciones fronterizas entre s, como en las relaciones que tienen estas poblaciones con sus respectivas capitales en trminos de produccin no slo legislativa, sino al mismo tiempo simblica.

    En este orden de ideas, la literatura consultada puede ser a su vez categorizada en dos grandes campos; el primero, aquella sobre la cual podramos decir que existe una produccin significativa, donde el enfoque imperante es el de repetir en incontables ocasiones el discurso de una relaciones internacionales intangibles entre los dos pases, donde aparece referida una hermandad entre los pases en trminos siempre abstractos, o sustentada sobre un conjunto recurrente de imaginarios; un segundo campo de produccin acadmica, est constituida por aquellos estudios que incluyen lo que podemos denominar como la perspectiva desde las regiones fronterizas, caracterizada principalmente por su escases, en parte por la ausencia de financiaciones para adelantar proyectos que se aparten de campos recurrentes como la economa, la infraestructura o la integracin regional.

    En segundo lugar, para suplir la asimetra presente en la literatura acadmica se realiz un extenso ejercicio de entrevistas a profundidad a un grupo significativo de personas de distintos perfiles que se constituyen como unos de los voceros de este espacio fronterizo en particular: acadmicos, diplomticos, polticos, funcionarios, personal de las ONGs presentes en la zona, as como consultores,

  • constituyeron una fuente invaluable de informacin a contrastar. Estas entrevistas se realizaron antes y durante el trabajo de campo anteriormente mencionado.

    Las asimetras en trminos de produccin de representaciones de las capitales frente a la produccin local, es profunda y significativa (principalmente del lado colombiano, ya que del lado venezolano existen muchos ms centros de investigacin), esto sin contar la ausencia de profesionales en reas como la sociologa, la antropologa, la geografa o las ciencias polticas que desde las propias comunidades fronterizas puedan impulsar otro tipo de imaginarios sobre el territorio.

    De las Fronteras Estatales a las Fronteras Nacionales

    Describir el proceso de la fundacin de las capitales del Tchira y el Norte de Santander es hablar de una misma historia. A pesar de haber sido fundadas entre 1571 y 1733, respectivamente, desde sus inicios quienes han habitado estos territorios comparten una estrecha relacin de dependencia en funcin de la geografa que comparten, la cual ha facilitado mucho ms la relacin con sus contrapartes del otro lado de la frontera que con sus mismas capitales, pasando por alto la frontera demarcada en funcin del principio de utis posidetis iuris de 1810, lo que no significa que esta delimitacin no tenga influencia sobre los flujos de la zona.

    Esta situacin latente hasta hoy, est sustentada no slo por la esfera poltica o econmica, sino que al mismo tiempo est determinada por una compleja resignificacin y reapropiacin de los smbolos regionales que pasa por los usos del lenguaje, la gastronoma, la msica, y un conjunto variado de representaciones de la identidad, todas ellas formas fundamentales de representacin de la nacionalidad.

  • Sin embargo, esta proximidad no signific que quienes estuvieran de uno y otro lado de la frontera territorial no conformasen su identidad como colombianos y venezolanos, lo que inmediatamente lleva a afirmar que la ciudadana no es una categora excluyente con la situacin del habitante fronterizo.

    Desde un comenz optamos por rechazar la visin sustancialista de la nacin, para empezar a considerar que la nacin -y podemos decir que as mismo su frontera- es imaginada, porque tal y como lo refiere Benedict Anderson aun los miembros de la nacin ms pequea no conocern jams a la mayora de sus compatriotas, no los vern ni oirn siquiera hablar de ellos, pero en la imagen de cada uno vive la imagen de la comunin (Anderson, 1993, pg. 23). Agrega el mismo Anderson en referencia a Seton-Watson: Slo puedo decir que una nacin existe cuando un nmero considerable de miembros consideran formar parte de una nacin, o se comportan como si as ocurrir (Anderson, 1993, pg. 23), venezolanos y colombianos de frontera se han constituido desde los inicios de las dos naciones como poblaciones pertenecientes a esa abstracta comunidad, pero con formas diferenciadas de representar esta condicin.

    Tal y como lo refieren Rajchenberg y Heneau-Lambert (2008) seran tres las principales cuestiones que se pueden destacar del trabajo de Anderson (1993) en relacin con el tema fronterizo. En primer lugar, la referencia a una relativa modernidad de la nacin (que parte del siglo XIX), la cual nos lleva a evidenciar la forma en la que el nacionalismo se constituye a travs de pruebas (Rajchenberg & Heneau-Lambert, 2008, pg. 178) que fundamenten una antigedad remota de la nacin, que en el caso latinoamericano recurre a la demostracin de la preexistencia de sociedades anteriores a la llegada de los espaoles y portugueses a nuestros territorios.

    En las narrativas de ms aceptacin en estos territorios fronterizos, los nios aprenden en las escuelas como desde tiempos prehistricos sus ciudades estaban habitadas por pobladores originarios, que curiosamente respetaban los territorios

  • delimitados muchos siglos despus. Estos relatos de una divisin casi que originaria entre colombianos y venezolanos tambin estn presentes en el discurso de importantes historiadores que aluden a hechos como la diferencia de regmenes administrativos en los territorios, hasta la forma de construccin de los proyectos nacionales.

    La segunda cuestin derivada del trabajo de Anderson, tiene que ver con la forma en la cual

    la nacin se desenvuelve en el ceno de las relaciones de poder y conflicto [] por una parte se trata de evidenciar cmo la construccin de la hegemona nacional es un proceso confrontado a otras concepciones del ser nacional y, por otra, del borramiento por el nacionalismo de aquellos captulos de la historia que contradicen la unidad de los miembros de la nacin (Rajchenberg & Heneau-Lambert, 2008, pg. 178).

    Esta segunda consideracin es quizs el sustento del producto del binomio naturalizado entre Estado y nacin, donde Ernest Renan identificar el olvido e incluso el error histrico como sus herramientas fundamentales.

    En el caso de la frontera entre Colombia y Venezuela, las autoridades de ambos pases no han sido ajenas a este proceso. Desde 1827, tras la disolucin de la Gran Colombia -proyecto bolivariano que signific la unin de los territorios de Colombia, Venezuela, Ecuador y Panam bajo un mismo rgimen poltico- sendos Estados han buscado representar su soberana sobre un territorio fronterizo que hoy cuenta con 2219 Kilmetros, que hasta hoy tiene asuntos pendientes no slo en materia de delimitacin de aguas marinas y submarinas, de determinacin de los hitos fronterizos, y de formulacin de un cuerpo legislativo compatible, sino que al mismo tiempo el cual se sigue considerando como un espacio donde la regio y sus fronteras (fines) no son ms que el trazo muerto del acto de autoridad, consistente en circunscribir el pas, el territorio [], [e] imponer la definicin

  • legitima (Bourdieu, 2006, pg. 170). An desconocidos y vistos como simblicamente inferiores en relacin con las capitales, los territorios de frontera y sus habitantes en la mayora de los casos slo son tenidos en cuenta por el valor comercial que representan para ambos pases, o son utilizados para avivar los conflictos entre los gobiernos centrales.

    Un ejemplo particular expresa claramente esta cuestin referida por Anderson, y tiene que ver, tal y como lo relata Ernesto Guhl (1991), en la forma en la cual Agustn Codazz demarc las fronteras territoriales, moviendo la lnea entre Colombia y Venezuela segn el territorio desde el cual trabajaba (primero demarc los lmites en Venezuela, para luego convertirse en el protagonista de la misin corogrfica en Colombia). Esta misin de 1850 constituy el primer acto significativo de reconocimiento del territorio por parte del Estado Colombiano, puesta en accin en la presidencia de Jos Hilario Lpez, constituy distintos materiales de representacin del territorio y de las fronteras fsicas, tales como la Jeografa fsica y poltica de las provincias de la Nueva Granada (1858), La Peregrinacin de Alpha (1850) de Manuel Anczar y el Atlas geogrfico e histrico de la Repblica de Colombia (1890).

    Vale la pena preguntarse entonces sobre los significados que puede tener un lmite fijado bajo parmetros distantes de la vida cotidiana de los individuos sobre los cuales regulan; las delimitaciones posteriores no distan de stas primeras en trminos de su arbitrariedad sobre la vida social de las comunidades limtrofes.

    En ltimo lugar, Anderson (1993) propone entonces pensar a la nacin como una comunidad imaginada, lo que implica entonces que

    la nacin genera un sentimiento de pertenencia, vale decir, identidades labradas en torno a una historia compartida y cuyos smbolos son diversos. Desde este punto de vista, la construccin de la nacin entraa tambin una ficcin de homogeneidad (Palti) porque se seleccionan artefactos

  • susceptibles de representar a muchos y diversos, con historias no slo heterogneas sino enfrentadas (Rajchenberg & Heneau-Lambert, 2008, pg. 178).

    Al estudiar la frontera, nos encontramos entonces ante un universo social infinitamente rico, en tanto que supone confrontar dos procesos conjuntos de configuracin de la nacionalidad representados en una multiplicidad de textos multiseculares (Rajchenberg & Heneau-Lambert, 2008), imgenes y fechas entre otras tantas representaciones, se convierten en datos fundamentales.

    En este sentido, nuestro objeto de estudio ya no est ubicado en el nivel de la macroestructura, donde se supone que se toman las grandes decisiones que constituyen estos espacios, razn por la cual, para complementar esta construccin del imaginario fronterizo, recurrimos a las ideas desarrolladas por Michael Lipsky (1980), quien parece describir la otra cara de la moneda con su concepto de los Street Level Bureaucrats (Burcratas al nivel de la calle), trmino con el cual denomina a los servidores pblicos que interactan directamente con los ciudadanos en el curso de sus trabajos, y quienes tienen una discrecin sustancial en la ejecucin del mismo [] empleados que garantizan el acceso a los programas de gobierno y proveen servicios dentro de ellos (Lipsky, 1980, pg. 3), referencia que cobija un amplio espectro de aquellas personas que se encargan de reproducir el discurso oficial, medindolo con su discrecionalidad.

    En el espacio social fronterizo encontramos un grupo bastante diverso que va desde los guardias fronterizos, policas, militares, funcionarios diplomticos, cuerpos de migraciones y administradores de impuestos, hasta los investigadores de las instituciones pblicas, ente otros. El hecho de que en este espacio en particular exista una profunda cultura de la ilegalidad o lo que algunos han denominado como excepcionalidad torna esa discrecionalidad a la que hace referencia Lipsky, en un elemento fundamental para entender el verdadero control existente sobre los flujos fronterizos, as mismo nos permite pensar en la

  • construccin social de frontera como un fenmeno mucho ms subjetivo y cotidiano de lo que en realidad se percibe desde una mirada distanciada que slo se base en la reconstruccin de las legalidades y regulaciones predispuestas para este lugar.

    Sin embargo, siguiendo la definicin weberiana de Estado1, entendido como aquella comunidad humana en el interior de un determinado territorio [donde] el concepto de territorio es esencial a la definicin que reclama para s (con xito) el monopolio de la coaccin fsica legtima [] [y que] se considera, pues, como fuente nica del derecho (Weber, 2002, pg. 1056), este trabajo entonces va mucho ms all y cobija no slo personas, sino mecanismos de los Estados nacionales para asegurar que cada uno est representando su papel de venezolano y colombiano en el lugar que le corresponde. El dinero, los pasaportes, y toda suerte de limitaciones al trnsito y comercio fronterizo son en este sentido ejemplo del tipo de burocracia a la que se hace referencia. Al respecto de la duda sobre la presencia o ausencia del Estado en estos espacios, Mara Clemencia Ramrez propondr

    que la metanarrativa sobre la presencia/ausencia del Estado debe entenderse como un texto cultural, como un dispositivo clasificatorio, un discurso que no solo se evidencia en las premisas conceptuales de la poltica pblica que involucra a estas regiones, [] [sino que al mismo tiempo debe pasar por] el examen de los resultados de la apropiacin en el discurso y representacin de las regiones marginales de dicho texto cultural, antes que en continuar el debate sobre la caracterizacin de la configuracin del Estado en Colombia precisamente como resultado del

    1 La definicin ampliada de Max Weber plantea claramente los distintos elementos que buscamos reconocer

    en la situacin fronteriza, entendiendo al Estado como una asociacin de dominio de tipo institucional, que

    en el interior de un territorio ha tratado con xito de monopolizar la coaccin fsica legtima como

    instrumento de dominio, y rene ha dicho objeto los medios materiales de explotacin en manos de sus

    directores pero habiendo expropiado para ellos a todos los funcionarios de clase autnomos, que

    anteriormente disponan de aquellos por derecho propio, y colocndose asimismo, en lugar de ellos, en la

    cima suprema. (Weber, 2002, pg. 1060).

  • cuestionamiento de la presencia monoltica del Estado (Ramrez M. C., 2010).

    La investigacin desarrollada fue entonces concebida bajo dos premisas bsicas. La primera supuso resaltar cmo el hecho de ignorar el que estos espacios son ms espacios de interaccin que de limitacin ha sentado las bases para justificar la exclusin, o la arbitraria regulacin, sobre las personas que habitan en los mismos. La segunda, centr la mirada en las prcticas sociales de los individuos fronterizos como los principales protagonistas en la construccin de las fronteras polticas que ambos pases reivindican, y por las cuales se disputan, teniendo presente la relacin entre espacio, poder e individuos.

    Esta relacin supuso enfrentarse a un universo de relaciones sociales complejas donde los proyectos personales de los actores, se enfrentan en su cotidianidad a una realidad poltica que busca regular los lmites de la soberana de los Estados, pero en la cual no son stos los nicos actores en disputa.

    La presencia paramilitar en la zona estudiada hizo que a partir del trabajo de campo se reajustarn muchas de las categoras propuestas para el anlisis, en tanto que la produccin de frontera en trminos del monopolio de la violencia, por ejemplo no est en la completa potestad del Estado colombiano, situacin que no slo influye en ese mbito exclusivo, sino que al mismo tiempo permea la gran mayora de formas de relacionamiento entre los habitantes de la zona y el espacio que comparten.

    Todas estas condiciones particulares de las dinmicas fronterizas, hacen en nuestra opinin mucho ms pertinente el enfoque de la sociologa poltica para el estudio de las fronteras territoriales, en tanto que en ellas identificamos claramente aquello que Max Weber defini como lo poltico, entendido como la aspiracin a la participacin del poder, o la influencia sobre la distribucin del mismo (Weber, 2002, pg. 1056).

  • Algunos Puntos de Partida: Situando los imaginarios en su contexto.

    A sus 90 aos, el reconocido intelectual venezolano Arturo Uslar Pietri, mucho antes de los actuales conflictos ideolgicos entre Colombia y Venezuela, en una entrevista concedida el 28 de julio de 1996 al peridico El Tiempo, denominaba los territorios fronterizos como un tercer pas, no slo por los vnculos histricos y geogrficos presentes en las zonas de frontera, sino porque a su parecer, ste:

    Es un tercer pas que ha creado sus normas, que tiene su propia moral, que tiene sus especficos objetivos no muy plausibles y que por su propia y poderosa existencia, influyen negativamente en el destino de Venezuela y Colombia. La lucha debe ser para eliminar la posibilidad de que ese tercer pas, que ya no es exactamente ni Colombia ni Venezuela, termine por predominar y daar irremediablemente las relaciones de los dos Estados, la frontera es un Tercer Pas (Uslar Pietri, 1996).

    Resulta curioso, pero esta tesis del tercer pas propuesta por Uslar Pietri, la cual un porcentaje significativo de entrevistados en la zona de diferentes perfiles cit para referirse a la situacin de frontera, siempre en trminos positivos, se convirti en el referente de acadmicos, polticos y habitantes de la frontera, para referirse a la condicin fronteriza como una situacin particular que va ms all de la potestad de los Estados. Nunca se utiliza en trminos peyorativos, conformando una transmutacin de significado, comn de encontrar en las estrategias que nacen a partir de las asimetras entre los centros discursivos y las regiones, la cual siguiendo a Pierre Bourdieu puede explicarse en este caso como la forma en la que el estigma produce la rebelin contra el estigma, que comienza por la reivindicacin pblica del estigma, as constituido como emblema (Bourdieu, 2006, pg. 179).

  • Las personas de la frontera se muestran orgullosas de tal apreciacin, en tanto que con ella buscan representar una alteridad que mezcla tanto los rasgos que se le atribuyen a los habitantes del otro pas, y al mismo tiempo aquello que los define como diferentes al respecto de su propio Estado-Nacional.

    Esta constante resignificacin de las distintas formas de establecer la soberana nacional en este espacio fronterizo en particular, con una poblacin de 1.243.975 personas del lado Colombiano y 1.263.628 del lado venezolano, segn Colmenares ha sido, no slo hoy, sino a travs de la historia

    un ejemplo de como la perspectiva regional difiere frecuentemente de la nacional, en la percepcin, tratamiento y solucin de los problemas, por lo menos a nivel de la opinin pblica. [] los tachirenses aprendieron a convivir con sus vecinos, los colombianos, estableciendo lazos de profunda amistad, que muchas veces cristalizaron a travs de uniones familiares, hasta el punto de que muchas familias tachirenses son de ascendencia colombiana, y de igual manera muchas familias del Norte de Santander son de origen venezolano (Colmenares, 1985).

    El papel de los grandes medios de comunicacin -que ya Benedict Anderson (1993) identificaba como uno de los principales constructores de nacin-, ha sido fundamental en la elaboracin social de los imaginarios de la frontera que se tienen entre los dos pases, mucho ms en dos pases donde la prensa local no cuenta con los capitales (ni econmicos, ni simblicos) para contrarrestar esta situacin. Aunque sta cuestin desborda de los objetivos de esta investigacin, este punto de partida brind algunas pistas sobre las hiptesis que se esperan desarrollar.

    En este orden de ideas, la investigacin se propuso el estudio de la frontera como un territorio y un lugar, pero al mismo tiempo como el escenario de distintos imaginarios (confrontados por valores) que articulan el ejercicio del poder estatal y

  • la distribucin de capitales al interior de cada uno de los pases, entendiendo territorio y lugar de la forma que lo hace Rita Laura Segato, es decir, territorio como espacio representado y apropiado, una de las formas de aprehensin discursiva del espacio. Pero no cualquier forma [] [sino que] alude a una apropiacin poltica del espacio, que tiene que ver con su administracin y, por lo tanto, con su delimitacin, clasificacin, habitacin, uso, distribucin, defensa y, muy especialmente, identificacin (Segato, 2006, pg. 76); y lugar, como el asentamiento de un sujeto individual y colectivo, [] el soporte donde esas producciones espaciales y territoriales se concretizan (Segato, 2006, pg. 77).

    Para poder profundizar en esta cuestin, la idea fue partir de la identificacin de las relaciones entre los dos pases desde dos escalas diferentes, con el fin de denotar las instancias complementarias que estn presentes en la formacin del fenmeno fronterizo, de tal forma, se utiliz el concepto de escala en el mismo sentido de la geografa pero suscribindonos a la salvedad desarrollada por Ovidio Delgado, a partir del pensamiento de Schatzki, es decir suponiendo que

    la realidad social no es de ninguna manera un conjunto de objetos situados en el espacio objetivo, sino que esta realidad es, ante todo, relacin social de vidas humanas. Por esta razn, la realidad social no se puede explicar con referencia al espacio objetivo, aunque no se puede desligar de ste, dentro del cual existe (Delgado, 2003, pg. 19).

    Estas escalas por la misma configuracin de los Estados nacionales de Colombia y Venezuela, muchas veces parecen presentarse como una unidad (aunque no lo sean). La primera de ellas, es aquella compuesta de un conjunto de interacciones tangibles donde tienen encuentro una gran complejidad de trayectorias determinadas por la violencia, la cultura, la economa -formal e informal- y los lazos familiares, entre otros; todo esto en un contexto de geografa compartida que no representa lmites geogrficos que impliquen un distanciamiento del otro. En esta escala en particular, que podemos determinar preliminarmente como lo

  • local, las relaciones entre personas que comparten los mismos tiempos y espacios, que se asocian para construir y producir los lugares que habitan, se constituye entonces a partir de relaciones sustentadas por la interaccin cotidiana.

    La segunda escala de la cual se ocup el anlisis tiene que ver con relaciones ms de tipo intangible, que desde nuestra percepcin constituyen el objeto de anlisis de la gran mayora de investigaciones que se han desarrollado sobre este paso en particular2, anlisis que han ganado tal aceptacin que se han convertido no slo en referentes de la agenda pblica, sino al mismo tiempo en elementos de juicio para los tomadores de decisiones polticas en ambos pases.

    A partir de los resultados de la investigacin desarrollada se argumenta entonces que el estudio de los espacios fronterizos est incompleto sino se tienen en cuenta estas dos escalas como instancias complementarias de la produccin del fenmeno de frontera, y de la misma construccin de nacionalidad. Sin embargo, al respecto de las relaciones internacionales que solamente se enfocan en la soberana, la economa, o en la infraestructura, viendo las ciudades de frontera como un abstracto espacio de flujos, interconexiones, y carreteras, es importante aclarar que el enfoque de esta investigacin est en rescatar las subjetividades de quienes habitan estos espacios, ya que en realidad, citando a uno de los entrevistados en el campo, el padre Francesco Bortingon, que expresa de forma mucho ms elocuente los objetivos de esta propuesta: a m no me importa el puente [internacional], me importa quienes pasan por encima y por debajo de l (Bortignon, 2011).

    Consideraciones sobre el estudio de las fronteras polticas desde el territorio colombiano

    2 Al respecto de esta afirmacin puede consultarte el ejercicio preliminar del Estado del Arte realizado en el

    marco del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario (Ramrez Arcos, Ramos, & Rodrguez,

    2009).

  • Tas desarrollar los anteriores puntos, se puede afirmar entonces que el estudio sobre las fronteras internacionales en Colombia es una cuestin apremiante en la actualidad, en tanto que tal y como lo menciona Clara Ins Garca el pas parece haber vivido de espaldas a sus fronteras internacionales (Garca, 2003, pg. 9), situacin reforzada por la paradoja de que es precisamente en estos espacios donde en la actualidad se desarrollan gran parte de las dinmicas del conflicto interno colombiano, y as mismo se reclama la soberana del Estado.

    Nuestra frontera poltica (o frontera internacional) es quizs una excelente metfora que puede ser extendida para la comprensin de muchos de los procesos internos dentro del pas. Las situaciones de frontera3 comprendidas por Alejandro Grimson, como aquella situacin constituida por el encuentro, en un espacio delimitado, de actores sociales que se ajustan, al menos formalmente, a soberanas y legislaciones diferentes, as como tienden a identificarse de manera distinta (Grimson, 2003, pg. 19) no es hoy en da una situacin exclusiva de las lneas determinadas por los tratados internacionales, sin embargo, en trminos oficiales son las nicas percibidos como tal, en tanto que es este tipo de frontera el que ms impacta los intereses del Estado, entre los cuales comnmente no est incluida una preocupacin explcita por las exclusiones de los grupos que integran su misma sociedad (Ramrez M. C., 2010; 2001), en este sentido, varios autores coincidirn en pensar bajo este contexto en un Estado que ocupa un espacio que, como lo explica Mara Clemencia Ramrez,

    se imagina como un proyecto incompleto que invoca lo salvaje, sin ley, factores vistos como amenazantes tanto desde fuera como desde dentro del Estado y donde los habitantes se encuentran viviendo entre la inclusin y la exclusin, la legalidad y la ilegalidad, la disciplina y la indisciplina, el orden y el desorden. Espacios ambiguos en los que sus habitantes a la vez

    3 Si bien, esta conceptualizacin est pensada estrictamente para lo internacional, dejamos abierta la

    pregunta sobre su pertinencia para la explicacin de las fronteras internas en Estados plurinacionales. Por

    cuestiones de extensin, esta consideracin escapa a los limites de este trabajo.

  • que amenazan al Estado central, y contestan su relacin con el mismo, le hacen demandas (Ramrez M. C., 2010).

    La realidad social colombiana, por varias razones, es un retrato de un pas fragmentado en mltiples fronteras internas (Guhl, 1991; Serje, 2011; Novoa, 2010; Ramrez M. C., 2010; 2001; Mnera, 2005). En esta misma lnea, Alistair Hennessy, en su libro The Frontier in Latinoamerican History (1978), llama la atencin sobre un hecho particular al respecto de esta situacin:

    las sociedades latinoamericanas todava estn en su etapa de frontera. Todava se encuentran en aquella etapa de su historia en la que las relaciones sociales y polticas estn, de cierto modo, marcadas por el movimiento de la expansin geogrfica sobre tierras no ocupadas o insuficientemente ocupadas (Martins, 2009, pg. 132).

    Esta idea, que expresa parte de los imaginarios presentes alrededor de los espacios fronterizos, rescatada del texto del socilogo brasileo Jos de Souza Martins, puede verse ampliamente desarrollada en el contexto colombiano, en el trabajo de Margarita Serje, quien en su libro El Revs de la Nacin: Territorios salvajes, fronteras y tierras de nadie (2011), explica como estos territorios

    hacen parte de un escenario global que gener cierto tipo de geografas polticas que no pueden ser consideradas como geografas fsicas ni como regiones naturales sino como espacios de proyeccin: son objeto de un proceso de mistificacin. Estas geografas son imaginadas y conceptualizadas como un contexto que se ve configurado a partir de un conjunto especfico de imgenes, nociones y relatos entre los que se teje una relacin de intertextualidad. Se han visto convertidos en espacios virtuales habitados por los mitos, los sueos y las pesadillas del mundo moderno; en lo que Michel Foucault ha llamado heterotopias: lugares que seducen y disparan la imaginacin por el hecho de que la densidad de su

  • representacin los muestra como una inversin del orden del que hacen parte. Se fundan en una tradicin de interpretacin a travs de la cual se lee no slo la realidad de estos espacios y de sus gentes, sino la de la sociedad que los imagina. No gratuitamente constituyen el mbito privilegiado por la nacin y el Estado para situar los grupos que stos representan como su alteridad. Se legitima y se justifica all su proyecto de desarrollo y modernizacin, es decir, su proyecto de civilizacin, pues los sujetos y paisajes ubicados en este contexto se ven desplazados simultneamente al mbito de lo salvaje, al margen de la historia, y quedan ubicados todava por fuera del dominio de lo nacional (Serje, 2011, pgs. 23-24).

    Si bien, el espacio particular en el que se desarroll el anlisis de esta investigacin no puede ser considerado como el fiel reflejo de la descripcin propuesta por Serje, quien enfoca su trabajo a los mbitos radicalmente liminares de la geografa nacional, llama la atencin el hecho de que muchas de estas caractersticas emerjan en el estudio de las poblaciones circundantes de aquello que se ha denominado en distintas ocasiones como la frontera ms dinmica de Amrica Latina (Otlvaro & Ramos, 2008), paso fronterizo que por tal razn se ha convertido en el centro de la proyeccin de un sinfn de intereses comerciales, muchos de ellos no concretados hasta la actualidad, como por ejemplo el de las Zonas de Integracin Fronteriza (ZIF), instrumentos privilegiados de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) para la integracin territorial entre los pases andinos.

    Lo cierto entonces, es que ms que nunca hoy en Colombia desde distintos campos disciplinarios, se hace necesario el formular una nueva cartografa poltico-institucional que ha de cubrir finalmente los desfases que existen entre la geografa del Estado y la geografa bajo la cual se rigen las identidades, los arraigos y los compromisos socioterritoriales de los ciudadanos (Garca, 2003, pg. 11). Preguntarse por la frontera colombo venezolana desde una perspectiva sociolgica implica entonces plantear una concepcin en la cual no primen ni la idea de unos lazos comunes que hacen de las comunidades fronterizas en s

  • mismas una unidad, ni tampoco la concepcin de una alteridad innata a las relaciones entre Colombia y Venezuela, buscando con este escepticismo no esencializar ninguna concepcin de frontera en particular, sobre todo por el hecho mismo de que quien elabora esta investigacin la realiza desde la capital del pas (Bogot) .

    Vale la pena traer a colacin la reflexin de Hesper Prez, al respecto de las ideas que fundamentaron la reforma de 1968 del Departamento Sociologa de la Universidad Nacional de Colombia, en tanto permite evidenciar la pertinencia de abordar este tipo de problemas sociales desde la sociologa, si se la comprende como una disciplina que

    habra de servir para comprender y explicar a Colombia como nacin, punto de vista que se ubicaba en una tendencia definida de la disciplina desde su nacimiento como ciencia independiente. Lo cierto es que de suyo la sociologa estuvo siempre enmarcada en el mbito de los Estados nacionales. Y si bien presenta en sus teoras niveles que apuntan a dar cuentan de procesos de orden universal, su prctica est ligada casi literalmente a los problemas nacionales y en particular al Estado nacional. No hay que olvidar que su arraigo en las universidades despus de la segunda guerra mundial se debi en buena medida al apoyo del Estado. (Prez, 2001, pg. 30).

    Algunas Conclusiones

    Del trabajo realizado se derivan varas consideraciones. La primera de ellas supone reconocer el hecho de que la investigacin en fronteras, necesariamente es una investigacin de tipo interdisciplinario, ya que si la intencin es captar los flujos y dinmicas presentes en los espacios fronterizos es claro que un acercamiento exclusivamente focalizado implica el desconocimiento de la riqueza de identidades y relaciones que los individuos establecen con el campo, as como

  • una limitada comprensin de los capitales, en tanto instancias relacionales, que les permiten desenvolverse dentro del mismo.

    Esta consideracin no supone una interdisciplinariedad semejante al pensamiento diletante, sino que por el contrario puede realizarse desde el campo especfico de la sociologa a partir del reconocimiento de la pluralidad de puntos de partida, para poder comprender, la gran complejidad de flujos que hacen que el fenmeno fronterizo sea uno de los raros lugares en la sociedad contempornea en que esa disputa todava tiene la visibilidad que en otros perdura apenas en la discusin terica y filosfica (Martins, 2009, pg. 10).

    En segundo lugar, el estudio de la frontera puede ser pensado, tal y como lo indic Martins, como un lugar privilegiado de la observacin sociolgica y del conocimiento sobre los conflictos y dificultades propios de la constitucin de lo humano en el encuentro de las sociedades que viven en su lmite (Martins, 2009, pg. 10), en tanto que al respecto de los lazos imaginarios como los que defini Anderson nos permiten evidenciar la forma en la que esta estrechez del espacio donde reside el espritu de la nacin remite al resto a la condicin de otredad territorial y brbara, vale decir, no civilizada (Rajchenberg & Heneau-Lambert, 2008, pg. 176). La idea de fronteras internas por ejemplo, ayuda a esclarecer el hecho de que el otro en muchas ocasiones no est precisamente del otro lado de la frontera, y por su parte las fronteras polticas muestran como

    La simbolizacin del espacio mediante marcadores delimita el permetro de la nacin. La espesura geosimblica o, al contrario, su escasez o ausencia sealiza hasta donde llega la nacin o sea hasta donde se extienden las relaciones de parentesco entre quienes comparten un pasado. (Rajchenberg & Heneau-Lambert, 2008, pgs. 180-181)

  • En los espacios fronterizos, venezolanos y colombianos se encuentran para producir bienes, no slo materiales sino tambin simblicos, que vienen intercambiando segn el momento histrico que se vive.

    Sobre la produccin del espacio fronterizo entre Colombia y Venezuela podemos decir que est fundamentado en la apropiacin de los bienes y servicios de cada parte que mejores ventajas ofrezcan al habitante de la zona. En este sentido, el espacio se configura a partir de la dicotoma entre su produccin socializada y una apropiacin de tipo individual, donde cada quien busca sacar el mejor partido posible de esa relacin tan particular. No todo es comunin, pero tampoco todo es diferencia.

    Como explica Saskia Sassen (2003), el derecho internacional tiene al Estado como su nico sujeto, sin embargo, hoy ms que nunca es necesario hacer visible al gran conjunto de actores y procesos que han ido tejiendo relaciones tangibles, en la bsqueda de constituir unas relaciones internacionales mucho menos abstractas que terminen por incluir los intereses y problemticas de los habitantes de frontera, a quienes las opciones que los Estados les ofrecen oscilan entre la marginalidad y la ilegalidad, desconociendo de facto, aquello identificado por el antroplogo Wayu Weildler Guerra, que en estos espacios la legalidad constituye una especie de collage de prcticas obligatorias y normas emanadas de fuentes estatales y no estatales (Guerra Curvelo, 2002).

  • Bibliografa

    Anderson, B. (1993). Comunidades Imaginadas - Reflexiones sobre el origen y la difusin del

    nacionalismo. Mxico: Fondo de Cultura Econmica.

    Bortignon, F. (15 de Junio de 2011). Entrevista. (H. E. Ramrez Arcos, Entrevistador)

    Bourdieu, P. (2006). La identidad y la representacin: elementos para una reflexin crtica sobre la

    idea de regin. Ecuador Debate(67), 165-184.

    Colmenares, E. (1985). El Tchira del siglo XIX. En A. Muoz, El Tchira fronterizo - El asilamiento

    regional y la integracin nacional en el caso de Los Andes (1881-1899). Caracas: Biblioteca

    de autores y temas tachirenses.

    Delgado, O. (2003). Debates sobre el espacio en la geografa contempornea. Bogot: Universidad

    Nacional de Colombia.

    Fals Borda, O. (. (1987). La insurgencia de las provincias - Hacia un nuevo ordenamiento territorial

    para Colombia. Bogot: Siglo Veintiuno Editores & IEPRI.

    Garca, C. I. (2003). Fronteras Territorios y Metforas. Medelln: Hombre nuevo editores &

    Instituto de Estudios Regionales (INER) de la Universidad de Antioquia.

    Grimson, A. (2003). Los procesos de fronterizacin: flujos, redes e historicidad. En C. I. Garca,

    Fronteras territorios y metforas (pgs. 15 - 33). Medelln: Hombre nuevo editores &

    Instituto de Estudios Regionales (INER) de la Universidad de Antioquia.

    Guerra Curvelo, W. (2002). La disputa y la palabra. La ley en la sociedad Wayu. Bogot:

    Ministerio de Cultura.

    Guhl, E. (1991). Escritos geogrficos las fronteras polticas y los lmites naturales. Bogot: Fondo

    FEN Colombia.

    Lipsky, M. (1980). Street-Level Bureaucracy. Dilemmas of the individual in public services. New

    York: Russell Sage Foundation.

    Martins, J. d. (2009). Fronteira: a degradao do outro nos confins do humano. So Paulo: Editora

    Contexto.

    Mnera, A. (2005). Fronteras imaginadas: la construccin de las razas y de la geografa en el siglo

    XIX colombiano. Bogot: Planeta.

    Mnera, A. (2008). El fracaso de la nacin. Regin, clase y raza en el Caribe colombiano (1717-

    1821). Bogot: Planeta.

  • Novoa, E. (2010). La metamorfosis de la cuestin espacial en Colombia. Bogot: Universidad

    Nacional de Colombia.

    Otlvaro, A., & Ramos, F. (2008). Vecindad sin lmites. Bogot: Universidad del Rosario.

    Prez, H. E. (2001). La Sociologa en la perspectiva del desarrollo nacional colombiano. Revista

    Colombiana de Sociologa, 6(1), 27-36.

    Rajchenberg, E., & Heneau-Lambert, C. (2008). Para una Sociologa Histrica de los Espacios

    Perifricos de La Nacin en Amrica Latina. Antipoda(7), 175-196.

    Ramrez Arcos, H., Ramos, F., & Rodrguez, R. (2009). Estado del Arte (Fase heurstica) / Borrador

    de Investigacin N31. Bogot: Universidad del Rosario.

    Ramrez, M. C. (2001). Entre el estado y la guerrilla: identidad y ciudadana en el movimiento de los

    campesinos cocaleros del Putumayo. Bogot: Instituto Colombiano de Antropologa e

    Historia, Colciencias.

    Ramrez, M. C. (26 de 08 de 2010). Un recorrido conceptual por algunos de los nuevos ejes de

    estudio de la Antropologa: El Estado, la poltica pblica y la corrupcin. Recuperado el 02

    de 07 de 2011, de VI Ciclo de Conferencias del Doctorado en Antropolgia de la

    Universidad Nacional de Colombia:

    http://galeon.com/eventosmaestriaantro/CONFERENCIAS/clemencia.doc

    Sassen, S. (2003). Reubicar la ciudadania. Posibilidades emergentes en la nueva geografa poltica.

    En S. Sassen, Contrageografas de la globalizacin- Gnero y ciudadania en los circuitos

    transfornterizos (pgs. 87-113). Madrid: Traficantes de Sueos.

    Segato, R. L. (2006). En busca de un lxico para teorizar la experiencia territorial contemporanea.

    En D. Herrera, & C. Piazzini, (Des)territorialidades y (No)lugares - Procesos de

    configuracin y transformacin social del espacio (pgs. 75-94.). Medelln: La Carreta &

    INER.

    Serje, M. (2011). El Rves de la Nacin: Territorios Salvajes, Fronteras y Tierras de Nadie. Bogot:

    Universidad de los Andes.

    Uslar Pietri, A. (28 de Julio de 1996). La frontera es un tecer pas, Dice Uslar Pietri. El Tiempo.

    Weber, M. ( 2002). Economa y Sociedad. Mxico: Fondo de Cultura Econmica.