8/16/2019 Radiación_7febrero16

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A Dios rogando y con el mazo dandoHAY DESAFÍOS EN LA VIDA QUE NOS OBLIGAN A ADOPTAR UN COMPORTAMIENTO

MATERNAL HACIA NOSOTRAS MISMAS.

Por Bomba de Cobaltobombadecobalto@gmail.com

PRIMERAPERSONA

Esta es la undécima entrega de una serie de textos en primera persona, que documentan la experiencia de una

mujer frente a un desafío.

l cáncer es una ocupa-ción de tiempo com-pleto, les comentaba enla segunda entrega deesta serie de textos. Nosocupamos en darle labatalla. Abrazamos ese

proyecto de vida, pese a las dificultades queconlleva su ejecución.

Las mujeres nos convertimos en mamásde nosotras mismas porque queremos salirvictoriosos de esa lucha que nos toca enfren-tar. Asumimos una actitud protectora solocomparable con aquella que profesamos hacianuestros hijos cuando están delicados de salud.Nos ocupamos de los detalles, de monitorearlos avances y alertamos a los profesionales de lasalud cuando identificamos algún síntoma y lespedimos a ellos hacer lo mismo.

Inconscientemente, y como buenas cui-dadoras de nuestro cuerpo, queremos llevarlas riendas de nuestro tratamiento, aunquereconocemos y valoramos el tiempo que lededican nuestros médicos, para que las fechasde término de los procedimientos sugeridos(quimioterapia, radiación, pastillas, etc.) nosufra variación. Frases como “aun no podemosdar inicio a la siguiente etapa” lo primero queproduce en nosotros es desánimo y, luego,aceptación.

La semana pasada hubo algo de eso.Estábamos más o menos encaminados paracomenzar las sesiones de radio, cuando mioncóloga radioterapeuta (que integra elequipo médico) me llamó para informarmeque postergaríamos el inicio de las sesiones.Resulta que el nuevo catéter (al que cariñosa-mente llamo Bobby) había sido reubicado enuna zona que a ella le obliga a replantear elmodo en que va a distribuir la radiación en 4 Dpara evitar unas lesiones cutáneas que apare-cen tras exponer la piel al tratamiento.

Me adelantó que el impasse nos obligaráa reprogramar el inicio de la radioterapia. Miprimera reacción fue un gruñido y entiendoque mi médico tuvo una catarsis con sus cole-gas, porque sin duda algo falló en la cadena dedecisiones. Cuando me calmé, nos sentamos

a conversar sobre los alcances de la radiación.Una explicación didáctica y asertiva que meayudó a despejar dudas.

El objetivo que nos habíamos trazado determinar el tratamiento de quimio y radio ensimultáneo ya no era posible. Felizmente el tipode cáncer que padezco permite trabajar ambostratamientos en cuerdas separadas. Admitoque a medida que transcurre la batalla haysituaciones que desgastan más y otras menos.

Lo que más me afecta, porque impide quemi lado racional supere lo emocional, es sertestigo de la gestión de los administradores delos centros de especialización que suelen noponerse en los zapatos de los pacientes, paraacompañarnos mejor. Nos hacen la vida ‘decuadritos’ sometiéndonos a trámites o colasinnecesarios, porque sus computadoras noestán interconectadas o salas de espera llenasde ruidos estridentes producidos por progra-mas estridentes de televisión.

Lo que menos me desgasta – aunqueparezca increíble - es recibir semanalmente la

quimioterapia (cuyos efectos secundarios, salvola caída del cabello, han sido benévolos) y másadelante radio (a pesar de que desconozco susefectos) o tomar ciertas decisiones en funcióndel bienestar de mi cuerpo y mi espíritu, puesexiste una relación indisoluble entre ambos:¿Me implanto o reimplanto el catéter para laquimio por las venas del brazo, postergamosel inicio de la radio u otras dudas que van aso-mando mientras dura la batalla para combatirel cáncer?. Firmé contrato con este trabajoexclusivo el 28 de setiembre del año pasado.El proceso de aprendizaje tiene sus altas ysus bajas. Tengo pocos días completos paraatender mis temas de rutina, pero cuento conla satisfacción de querer seguir transitando porel camino de la ilusión y estoy segura de queme graduaré con honores. Me acompaña unequipo de primera.

LUCIANO LOZANO/GETTY IMAGES

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