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Programa de Doctorado en Lengua española y Literatura. EL IMPERFECTO NARRATIVO O DE RUPTURA: DESARROLLO E IMPLICACIONES TEÓRICAS Tesis Doctoral presentada por LAURA MORGADO NADAL Licenciada en Filología Hispánica Alcalá de Henares, 2015

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Programa de Doctorado en Lengua española y Literatura.

EL IMPERFECTO NARRATIVO O DE RUPTURA: DESARROLLO E

IMPLICACIONES TEÓRICAS

Tesis Doctoral presentada por

LAURA MORGADO NADAL

Licenciada en Filología Hispánica

Alcalá de Henares, 2015

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Programa de Doctorado en Lengua española y Literatura.

EL IMPERFECTO NARRATIVO O DE RUPTURA: DESARROLLO E

IMPLICACIONES TEÓRICAS

Tesis Doctoral presentada por

LAURA MORGADO NADAL

Licenciada en Filología Hispánica

Director: Dr. MANUEL LEONETTI JUNGL

Alcalá de Henares, 2015

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A mi familia y, en especial, a mi peque, que pronto estará con nosotros.

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ÍNDICE

PRESENTACIÓN ………………………………………………………………………………………...……… i

CAPÍTULO 1. NOCIONES BÁSICAS …………………………………………..……………………..…… 1

1. INTRODUCCIÓN ……………………………………………………………..……………………… 3

2. CÓMO INTERPRETAMOS LOS ENUNCIADOS ……………………………………..……. 4

3. TIEMPO Y ASPECTO ……………………………………………………………………...……….. 7

3.1. Tiempo ……………………………………………………………………………...……………. 7

3.2. Aspecto ……………………………………………………………………………..………..… 14

3.2.1. Aspecto léxico o modo de acción …………………………….……….... 14

3.2.2. Aspecto gramatical o flexivo ………………………………..……………. 31

3.2.3. Interacción entre aspecto léxico y aspecto gramatical ……...… 34

3.2.4. Valores del aspecto perfectivo e imperfectivo ………………...….. 40

3.2.5. Codificación sintáctica de los usos del imperfecto …………….... 46

3.3. Conclusiones …………………………………………………………………..…………….. 54

4. TIEMPOS VERBALES Y PERSPECTIVA ……………………………………….………………… 57

CAPÍTULO 2. EL PRETÉRITO IMPERFECTO ………………………………………..…………….. 71

1. INTRODUCCIÓN ……………………………………………………………..……………………. 73

2. EL IMPERFECTO COMO COPRETÉRITO ……………………………………..…………. 74

2.1. El copretérito …………………………………………………………………………...…… 74

2.2. Usos dislocados del copretérito ………………………………………………..……. 81

2.3. Conclusiones …………………………………………………………………..…………….. 87

3. EL IMPERFECTO COMO FORMA IMPERFECTIVA ……………………..……………. 88

3.1. El imperfecto imperfectivo ……………………………………………….….………… 88

3.2. Usos interpretativos del imperfecto ………………………………………….……. 92

4. EL IMPERFECTO EN LA LINGÜÍSTICA COGNITIVA ………………………………... 97

5. CONCLUSIONES ………………………………………………………………………...……..... 105

CAPÍTULO 3. EL IMPERFECTO NARRATIVO …………………………...…………….…..…….. 109

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1. INTRODUCCIÓN …………………………………………………………………….……...…... 111

2. EL IMPERFECTO NARRATIVO: QUÉ ES Y CUÁL ES SU

INTERPRETACIÓN…………………………………………………………………………………...…… 113

2.1. Qué se entiende por imperfecto narrativo ……………………………….....… 116

2.1.1. El imperfecto narrativo desde la perspectiva temporal ……. 118

2.1.2. El imperfecto narrativo desde la perspectiva temporal-

aspectual ………………………………………………………………………………… 123

2.1.2.1. El imperfecto narrativo: perfectivo …………………….. 124

2.1.2.2. El imperfecto narrativo: imperfectivo …………..……. 132

2.2. Interpretación ……………………………………………………………………….……. 137

2.3. Conclusiones ………………………………………………………………………………. 142

3. EL IMPERFECTO NARRATIVO: ELEMENTOS QUE LO DEFINEN ………….... 144

3.1. El modo de acción ……………………………………………………………………….. 146

3.1.1. Predicados télicos: realizaciones y logros ……………...………… 146

3.1.2. Predicados atélicos: actividades y estados ……………...……….. 155

3.2. Presencia de complemento circunstancial ……………………………………. 164

3.3. Progresión temporal …………………………………………………………………… 177

3.4. Conclusiones ……………………………………………………………………...……….. 183

CAPÍTULO 4. EL IMPERFECTO NARRATIVO DESDE EL PUNTO DE VISTA HISTÓRICO

Y DEL REGISTRO LINGÜÍSTICO ……………………………………………………………..………. 187

1. INTRODUCCIÓN …………………………………………………………………………..…….. 189

2. EL IMPERFECTO NARRATIVO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS …………….……… 190

2.1. ¿Innovación del siglo XIX? …………………………………………………….……… 191

2.2. ¿Uso medieval? ……………………………………………………….…………………… 200

2.3. El imperfecto narrativo en la época áurea …………………….………………. 214

2.4. Siglo de la Ilustración …………………………………………………….…………….. 218

2.5. Conclusiones ………………………………………………………………………………. 220

3. EL IMPERFECTO NARRATIVO Y SU RELACIÓN CON EL REGISTRO LINGÜÍSTICO

............................................................................................................................................................. ...... 224

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4. CONCLUSIONES ……………………………………………………………………………..…………. 232

CAPÍTULO 5. LOS USOS DEL IMPERFECTO …………………………………………...………… 235

1. INTRODUCCIÓN …………………………………………………………………………..…….. 237

2. USOS DEL IMPERFECTO ……………………………………………………………..……… 240

2.1. Usos descriptivos del imperfecto …………………………………….………....… 240

2.2. Usos interpretativo del imperfecto ……………………………………...……….. 244

2.3. Clasificación de los usos del imperfecto ………………………………………... 257

2.4. Conclusiones ……………………………………………………………………...……….. 273

CAPÍTULO 6. CONCLUSIONES ……………………………………..……………………..…….…… 275

1. CONCLUSIONES …………………………………………………………………………..…….. 277

2. FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN ……………………………………….……… 284

BIBLIOGRAFÍA …………………………………………………………..………………………..………. 287

ANEXO 1. EL CORPUS ……………………………………………………………………..….…..……. 305

ANEXO 2. EL ADVERBIO YA ……………………………………………………………………..….. 315

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ÍNDICE DE FIGURAS

Figura 1. Representación temporal ………………………………………………….………...……… 8

Figura 2. Estructuras temporales …………………………………………………………………….....9

Figura 3. Tipos de predicados ……………………………………………………………………….… 16

Figura 4. Pruebas para distinguir tipos de predicados ……………………………………… 17

Figura 5. Clasificación de los eventos de Pustejovsky (1991) …………………………… 25

Figura 6. Clasificación de los eventos de Fernández Lagunilla y De Miguel (1999)27

Figura 7. Escala de estatividad (Albertuz 1995 ) ……………………………………………... 30

Figura 8. Aspecto gramatical …………………………………………………………………………... 31

Figura 9. Valores del imperfecto (Bertinetto 1986) …………………………………………. 40

Figura 10. Valor continuo del imperfecto (Arche 2014) …………………………………… 49

Figura 11. Representación sintáctica usos progresivo y habitual del imperfecto .. 50

Figura 12. Percepciones del indefinido y del imperfecto ………………………………..…. 68

Figura 13. Ámbitos epistémicos de la representación de la realidad ……………...….. 97

Figura 14. El indefinido (Doiz-Bienzobas 2000) …………………………………………..… 101

Figura 15. El imperfecto (Doiz-Bienzobas 2000) …………..……………………………..… 102

Figura 16. Gráfico de los predicados télicos ( Bosque y Gutiérrez-Rexach 2009).147

Figura 17. Estructura subeventiva de los logros …………………………………………….. 148

Figura 18. Interpretación de un enunciado (Sperber y Wilson 1994) ……………… 238

Figura 19. Algoritmo de Saussure y Sthioul (2005) ………………………………………... 258

Figura 20. Algoritmo de Tahara (2004) ………………...………………………………………. 261

Figura 21. Algoritmo del imperfecto en español I .………………………………………….. 266

Figura 22. Algoritmo del imperfecto en español II ……………………………………...….. 270

Figura a. Representación del adverbio ya (De Swart 2013) …………………………… 318

Figura b. Ya con aspecto perfecto ……………..…………………………………………………... 320

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Figura c. Ya con aspecto prospectivo …………………………………………………………….. 321

Figura d. Ya con aspecto perfectivo ……………………………………………………………….. 321

Figura e. Ya con aspecto imperfectivo …………………………………………………………… 322

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i

PRESENTACIÓN

El trabajo que a continuación presento lleva por título ‘El imperfecto

narrativo o de ruptura: desarrollo e implicaciones teóricas’. Para entender por qué

el objeto de estudio es un valor del imperfecto y no otro fenómeno lingüístico, hemos

de remontarnos algunos años, en concreto al curso académico 2010/2011, cuando

decidí embarcarme en una nueva aventura: la tesis. Si bien es cierto que en un

principio mi interés se centraba en la Sintaxis, algunos hechos me llevaron a escoger

el imperfecto narrativo como el tema de mi investigación: era un tema muy

vinculado con el proyecto del que después formaría parte como personal

investigador en formación gracias a una beca del Ministerio de Educación, me

permitía indagar en aquellas cuestiones que había visto de pasada en las clases de

Pragmática durante mis estudios de Filología Hispánica y la mayor parte de la

bibliografía estaba en francés.

Una vez que tenía el tema elegido comenzaba una larga etapa, puesto que

tenía que leer obras básicas que me permitieran adquirir algunas nociones

necesarias, así que comencé leyendo libros acerca de la Teoría de la Relevancia y, a

partir de ahí, ir tirando del hilo. Los trabajos iniciales me llevaban a otros, estos a

otros y estos a otros… y parecía que no había límite, ya que siempre quedaban

cuestiones e interrogantes sin resolver. En efecto, en estos años he aprendido que

no hay límite y que hemos de saber dónde parar y volver a la realidad, al objeto de

estudio que nos ocupa.

Mi forma de trabajar en este tiempo ha sido, por tanto, leer acerca de

cuestiones generales sobre Pragmática, Semántica, tiempos verbales, el imperfecto

y, en concreto, sobre el imperfecto narrativo en francés. Una vez que tenía las ideas

organizadas en mi cabeza y en los numerosos papeles con notas y en los archivos

electrónicos, llegaba el momento de dar cabida a los datos en español. En este punto,

me encontré con el principal obstáculo: las bases de datos disponibles en español no

permiten hacer búsquedas por un morfema verbal, por la cantidad de datos que

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ii

debe devolver el sistema. Tras varios intentos por acceder a una base de datos

anotada, tuve que crear mi propio corpus de datos del español, para lo cual he

revisado obras en formato electrónico para facilitar la tarea. Al analizar los datos

registrados, comprobé que había ideas que empezaban a desmontarse y la realidad

no era exactamente como esperaba. Había usos próximos al imperfecto narrativo en

épocas anteriores al s. XIX, lo cual iba en contra de lo esperado. Esto me llevó a

detenerme en la cuestión del desarrollo histórico de dicho valor para poder

entender cuál es la realidad del imperfecto narrativo en español.

El mayor desajuste con el que me he encontrado surgió al oír en una

conversación espontánea un imperfecto narrativo, cuando lo esperable era que no

se utilizara en tal registro. A partir de ese momento, abrí una nueva línea: comprobar

si, efectivamente, empleamos el valor narrativo en la lengua oral, pese a lo que había

leído, y, de ser así, en qué contextos y bajo qué condiciones.

Desde el principio, la idea era crear un algoritmo del imperfecto en el que se

recogieran todos los usos de dicha forma verbal; sin embargo, no es una tarea

sencilla, puesto que hay ocasiones en las que un mismo uso es susceptible de

aparecer en diferentes lugares del algoritmo. Tratar de afinar y comprobar si es

posible de algún modo presentar una clasificación de los valores del imperfecto que

no caiga una vez más en una mera lista de usos con ejemplos es un aspecto sobre el

que seguiré trabajando. Junto a este, quedan pendientes otros que no he podido

abordar en este trabajo y que permitirían arrojar luz acerca del empleo del

imperfecto.

Como se desprende de estos párrafos, a lo largo de este tiempo los objetivos

iniciales han sufrido ciertas modificaciones y he analizado cuestiones que, en un

principio, no iba a tratar y que he tenido que relegar para ser retomadas en un

futuro. Con todo, espero que estos cambios enriquezcan la investigación que

presento en las páginas que siguen y contribuyan, de algún modo, a conocer un poco

el empleo narrativo del imperfecto en nuestra lengua.

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iii

De este modo, la organización del trabajo queda como señalo a continuación.

En el capítulo 1, se presentan las nociones básicas como son el tiempo, el

aspecto, su codificación sintáctica y la relación que se establece entre tiempos

verbales y perspectivismo, dado que el punto de vista cobra especial relevancia,

como veremos, al explicarse los usos ‘especiales’ del imperfecto, entre los que se

encuentra el narrativo.

En el capítulo 2, me centro en el pretérito imperfecto y en las explicaciones

que se han ofrecido al respecto. En concreto, se exponen tres hipótesis: la temporal,

la temporal-aspectual y la cognitiva, y se dedican unas líneas a presentar cómo dan

cuenta de los usos ‘especiales’ del imperfecto. Tras este capítulo más general, el

siguiente –capítulo 3-, se dedica al imperfecto narrativo y, en concreto, a su valor

aspectual, a su interpretación y a los elementos que lo definen, entre los que se

encuentran el modo de acción, la presencia de un circunstancial puntual y la

progresión temporal.

El desarrollo histórico de dicho valor y su relación con el registro lingüístico

se abordan en el capítulo 4. Por tanto, este capítulo es fruto, como he señalado

previamente, de la realidad mostrada por los datos registrados en mi propio corpus.

En el anexo 1, se describe cómo he elaborado la base de datos. A propósito de esta,

considero necesario señalar que, al no tratarse de un estudio cuantitativo ni de

Lingüística de Corpus, se trata de una recogida de datos creada ad hoc. Una vez

analizado el imperfecto narrativo, en el capítulo 5 se procede a presentar dos

propuestas de algoritmo del imperfecto en francés, así como un esbozo de un

algoritmo del imperfecto en español, con las dificultades que entraña.

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iv

Por último, en el capítulo 6, se recogen las ideas más relevantes que se

desprenden de mi investigación y las futuras líneas de investigación que quedan

abiertas y que espero poder retomar en un futuro cercano1.

Antes de adentrarnos en el trabajo en sí, he de dedicar unas líneas a quienes

me han ayudado, de una forma u otra, en este recorrido. A pesar de que esta

investigación se ha beneficiado de los conocimientos y de los comentarios de

numerosas personas. Sin embargo, los errores que pueda contener son

exclusivamente responsabilidad mía.

AGRADECIMIENTOS

En primer lugar, he de dar las gracias al Ministerio de Educación por la

concesión de la ayuda FPI (Ref. BES-2010-029875) recibida por el Ministerio de

Educación, así como al Proyecto de investigación ‘Semántica procedimental y

contenido explícito II’ (SPYCE II) (Ref. FFI2009-07456).

Si volviera atrás, no dudaría ni un momento en dar los mismos pasos que he

dado y volvería a seguir los consejos de aquella profesora de Lengua III y de Sintaxis

que me decía que tenía que hacer la tesis con el profesor Manuel Leonetti, al que aún

no conocía. Mi respuesta era directa: “no quiero hacer la tesis. Estudio Filología

porque quiero ser profesora de instituto”. Sin embargo, esta idea fue cambiando

gracias a las clases de ese profesor, hasta el punto de que sabía que quería dedicar

unos años más de mi vida a la Sintaxis en la Universidad de Alcalá junto a Manuel. Si

en las clases de Gramática I y II y de Pragmática he aprendido mucho, más he

aprendido y mejor recuerdo me llevo de los años compartidos durante la realización

1 Si bien este trabajo se ha enriquecido de numerosos comentarios y sugerencias, cualquier error que pueda presentar es exclusivamente responsabilidad mía.

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v

de esta tesis. Le agradezco toda su ayuda, su dedicación, su paciencia y, como no, su

confianza. MIL GRACIAS, MANUEL.

He de agradecer a aquella profesora todos sus consejos, a veces maternales,

que me han sido de gran ayuda y que volvería a seguir una y otra vez. Junto a ella, he

de dar las gracias a otra profesora que he conocido años después y que me ha

ayudado mucho en estos años y sé que seguirá haciéndolo porque sé que tarde o

temprano volveremos a coincidir. GRACIAS DE CORAZÓN, SILVIA E ISABEL.

No me puedo olvidar de la persona que más ánimos me ha dado durante este

tiempo, siempre con palabras de apoyo y una visión positiva. GRACIAS POR TODO,

MANUEL MARTÍ.

Gracias a otros muchos profesores del Departamento de Filología que me han

ayudado estos años: Pedro Sánchez-Prieto, Belén Almeida, Rocío Díaz, Fernando

Gómez Redondo, Manuel Pedrosa, Teresa Jiménez y, en global, a todo el

Departamento, en especial al Director Manuel Pérez y, como no, al secretario Juan

Ayuso, siempre dispuesto a ayudar y a facilitar las cosas.

Durante la ayuda FPI, tuve la suerte de disfrutar de una estancia de

investigación en la Universidad de Castilla-La Mancha, bajo la dirección de la

profesora Ángeles Carrasco. Con ella he aprendido muchas cosas acerca de la

sintaxis de los tiempos, pero me quedo con lo personal. GRACIAS POR TODO LO QUE

ME HAS ENSEÑADO, ÁNGELES. Y gracias también al maravilloso Departamento de

esta Universidad: Bruno Camus, Raquel González, Sara Gómez, entre otros, por la

amabilidad brindada en los días que he estado en Ciudad Real.

Gracias a Louis de Saussure y a Laura Baranzini por la invitación a su

Universidad, por la gran y calurosa acogida que me dieron y por todo lo que de ellos

he aprendido y espero seguir aprendiendo.

Si de alguien he aprendido mucho sobre el imperfecto, este es José Amenós,

con quien he compartido correos con dudas y cuyos trabajos me han servido de

modelo. Con él, por supuesto, he de agradecer su ayuda a Victoria Escandell y, sobre

todo, la tranquilidad que transmite antes de una comunicación en un congreso.

GRACIAS A LOS DOS, JOSÉ Y VICTORIA.

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vi

Hay una persona especial que aunque no me ha ayudado de forma directa en

la tesis, desde los inicios, cuando la conocí, ha estado ahí: Ana Mª González. Sus

consejos, los cafés compartidos han hecho más llevadera esta investigación en esas

mañanas en la Facultad en las que estaba sola.

En resumidas cuentas, gracias a todos los profesores que han hecho posible

esto, ya sea por lo aprendido de ellos, ya sea por sus consejos o por sus ánimos.

*****

Al otro lado de la parte académica hay una parte muy especial y muy

importante en toda situación: la personal, esa que siempre está ahí, aunque muchas

veces no entiendan lo que les estás diciendo ni lo que supone lo que estás haciendo.

Esa que, pese a todo, considera que es importante y que, tarde o temprano, todo dará

su fruto. Gran parte de este trabajo se lo debo a ellos: PAPÁ, MAMÁ, ALMU, NURIA,

DAVID, SERGIO, ALONSO y, como no, ANTONIO. El que más ha convivido con el

imperfecto eres tú, Anto, que te he vuelto loco con ejemplos, con teorías, con

presentaciones en power point… GRACIAS POR TODA LA PACIENCIA QUE HAS

TENIDO.

Un gracias en letras doradas es para mi peque, que, aunque no lo sepa aún,

me ha ayudado mucho en la recta final, portándose muy bien en mi vientre mientras

terminaba los últimos capítulos y hacía las modificaciones pertinentes. GRACIAS,

PRINCESA, porque, en vez de traer un pan bajo el brazo, traes un doctorado.

Gracias a mis compañeros y amigos, Juan, Alfonso y Esther, mi compañera de

fatigas. Las dos sabemos los obstáculos que hemos encontrado en el camino, pero

también sabemos que estos se pueden superar porque confiamos y creemos en lo

que hacemos.

GRACIAS A TODO AQUEL QUE HA HECHO POSIBLE ESTO.

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Capítulo 1. Nociones básicas

1

CAPÍTULO 1. NOCIONES BÁSICAS

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Capítulo 1. Nociones básicas

2

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Capítulo 1. Nociones básicas

3

1. INTRODUCCIÓN

Para poder abordar el estudio del imperfecto narrativo, es necesario

presentar los conceptos y las herramientas que emplearé a lo largo de las páginas

siguientes, tales como algunas ideas básicas sobre tiempo y aspecto, la semántica

del imperfecto desde una perspectiva más amplia y algunas notas acerca de la

noción de subjetivización o punto de vista, debido a que los tiempos verbales –y en

especial el imperfecto- contribuyen a determinar desde qué perspectiva se están

visualizando los eventos, como mostraré. Este capítulo, por tanto, sienta las bases

sobre las que se asienta la investigación del valor narrativo del imperfecto.

Antes de presentar dichas nociones, conviene dedicar unas líneas a

comentar una distinción semántica, a la luz de la Teoría de la Relevancia de

Sperber y Wilson, que cobra especial relevancia en este trabajo, ya que supone la

base para comprender de qué manera el imperfecto interacciona con el contexto y

se activan diferentes interpretaciones de una misma forma verbal. Es decir, para

poder entender por qué el imperfecto presenta diversos usos, unos más básicos y

otros más ‘especiales’, se requiere una teoría del imperfecto que pueda conectarse

con una teoría de la interfaz semántico-pragmática, que a su vez permita dar

cuenta de la forma en que interpretamos los diferentes enunciados.

Por ello, el apartado 2 lo dedicaré a la distinción semántica a la que acabo de

aludir; en 3 me centraré en las nociones de tiempo y de aspecto, y dentro de esta

última al aspecto léxico o modo de acción y al aspecto gramatical o flexivo, así

como a la interacción entre ambos tipos de aspecto; en 4, por último, presentaré de

qué manera los tiempos verbales, y en concreto el imperfecto, contribuyen a la

focalización o punto de vista.

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Capítulo 1. Nociones básicas

4

2. ¿CÓMO INTERPRETAMOS LOS ENUNCIADOS?

Para poder entender de qué modo la información codificada en el verbo

contribuye al significado del enunciado, conviene en primer lugar dedicar unas

líneas al proceso que subyace en la interpretación de cualquier enunciado.

Como sabemos, el discurso –oral o escrito- se construye con piezas

gramaticales que responden a unas reglas sintácticas propias de la lengua en

cuestión; sin embargo, en muchas ocasiones la gramática no es suficiente para

construir el significado completo, como sucede en un enunciado como (1).

(1) No sé dónde está el ratón.

A fin de completar el sentido de (1) hay que especificar el sentido de la

palabra ratón, puesto que se trata de un término polisémico. Como vemos, la

información lingüística no es suficiente, sino que debe intervenir algún proceso

adicional que permita concretar la información que falta. Una forma de acceder a

ella es a través del contexto, puesto que cuando hablamos nos apoyamos

constantemente en el contexto lingüístico y extralingüístico. A propósito de este

proceso que interactúa con el nivel lingüístico se han ofrecido tres propuestas, tal y

como establecen Leonetti y Escandell-Vidal (en prensa):

una opción consiste en suponer que todos los aspectos relevantes para la interpretación

están prefijados de antemano en la derivación generada por el sistema computacional. […].

En este enfoque, el papel del contexto se limita a seleccionar, de entre todas las

representaciones posibles, la que resulta adecuada.

Otra opción posible es la de postular que todas las expresiones tienen un significado básico

o preferido, un significado ‘por defecto’, al que la interpretación accede en primer lugar; las

demás interpretaciones se activan sólo cuando el contexto “obliga” a cancelar la

interpretación construida sobre la lectura preferida. El papel del contexto en este segundo

enfoque es el de comprobar o validar las interpretaciones […].

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Capítulo 1. Nociones básicas

5

Por último, se puede suponer que la representación semántica obtenida como resultado de

la descodificación lingüística es ‘infradeterminada’, es decir, es lo suficientemente abstracta

como para resultar compatible con toda la variedad de interpretaciones. No se da prioridad

a una interpretación sobre las demás y el papel del contexto es decisivo en todos los casos

para construir la interpretación final. (Leonetti y Escandell-Vidal, en presnsa: 2)

De estas tres alternativas, adopto en este trabajo la última, de manera que

en el proceso de interpretación operan dos niveles: uno lingüístico o gramatical y

uno pragmático o, lo que es lo mismo, un nivel de codificación-descodificación y

uno de ostensión-inferencia. Todos sabemos que cuando nos comunicamos,

inconscientemente, codificamos y descodificamos información de forma que

podemos atribuir un significado a cada pieza lingüística. Ahora bien, esto no es

suficiente para que la comunicación sea eficaz, puesto que, además, el destinatario

debe especificar el significado de palabras polisémicas como ratón, debe concretar

expresiones vagas como grande o guapo –con respecto a qué-, debe identificar

referentes de expresiones deícticas y anafóricas como él o la casa y, una cuestión

también muy importante, debe interpretar cuál es la intención del hablante.

Sabemos que no hay una correspondencia entre tipo oracional e intención

comunicativa o fuerza ilocutiva, por lo que el destinatario, a partir de datos

contextuales, habrá de entender cuál es la finalidad del enunciado que se le ha

transmitido.

Para poder determinar toda esta información adicional o extralingüística, es

necesario distinguir dos tipos de contenido o de semántica que aportan las piezas

lingüísticas: un contenido léxico o conceptual y un contenido procedimental o

instruccional. Esta clasificación ha sido expuesta por Blakemore (1987) y

defendida por Carston (2002), Escandell-Vidal y Leonetti (2002, 2011 en

colaboración con Ahern), Moeschler (1998, 2002) y Sperber y Wilson (1993),

entre otros. Vemos, por tanto, que la forma lingüística del enunciado contribuye a

la interpretación plena del mismo.

Las categorías que se caracterizan por una semántica conceptual son los

nombres, los adjetivos, los verbos, etc., ya que remiten a conceptos. Frente a estas,

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Capítulo 1. Nociones básicas

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las categorías procedimentales están representadas por determinantes,

conjunciones, tiempo-modo-aspecto verbal, etc. Estas no remiten a un concepto,

como puede comprobarse al pensar en una palabra como el. La función de estas

categorías no es otra que ofrecer instrucciones que

facilitan la interpretación porque acotan de manera explícita el espacio interpretativo,

guiando al destinatario hacia una determinada combinación entre el contenido explícito y

la información contextual (Leonetti yEscandell-Vidal, en prensa: 7-8).

Como tendré ocasión de mostrar, en caso de conflicto entre una categoría

conceptual y una procedimental, el contenido léxico es susceptible de ser

modificado a favor de la información procedimental puesto que esta es rígida,

única e invariable (Escandell-Vidal, Leonetti y Ahern 2011). Así las cosas, si el

tiempo y el aspecto poseen un significado instruccional que guía la interpretación

del enunciado, cabe esperar que la instrucción codificada se mantenga en todos los

usos. Esta idea es clave para entender todo lo que sigue, ya que analizo un uso de

una forma verbal que presenta variedad de empleos; si tenemos en cuenta que el

aspecto codifica una semántica procedimental y que esta ha de mantenerse en

todos los usos, habremos de presentar una teoría o una hipótesis que permita

explicar las diferentes interpretaciones que parece recibir una misma forma

verbal: el imperfecto.

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Capítulo 1. Nociones básicas

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3. TIEMPO Y ASPECTO

3.1. Tiempo

Cuando se habla de tiempo es necesario separar el tiempo lingüístico,

expresado por las formas verbales y los adverbios o expresiones temporales, del

tiempo extralingüístico, en el que se distingue el pasado, el presente y el devenir o

futuro1. Aquí me centraré, como cabe esperar, en el primero de ellos.

El tiempo lingüístico se representa mediante un eje temporal en el que se

sitúa el evento o el estado de cosas descrito por la oración. Para ello, son

necesarios tres puntos: el momento del habla (H o S, en la bibliografía

anglosajona2), el punto de referencia (R) y el evento (E); dicho con otras palabras,

el tiempo verbal expresa relaciones entre los puntos H, R y E, tal y como recoge la

RAE (2009: 1681).

Se trata una categoría deíctica que sitúa el evento sobre la línea temporal, a

partir del momento del habla; de esta manera, los eventos se sitúan a la izquierda

del momento del habla (H) para indicar pasado, en el mismo punto que H, para

señalar un hecho presente, y a la derecha para expresar futuro, como podemos

observar en la figura 1.

1 Si bien es cierto que parece establecerse una correspondencia entre ambos tipos de tiempo, no podemos olvidar ejemplos como (a) y (b) en los que el tiempo lingüístico no corresponde al tiempo extralingüístico.

(a) Ahora viene.

(b) En 1942 Colón descubre América.

2 Emplearé la letra H para referirme a este punto temporal.

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Capítulo 1. Nociones básicas

8

Figura 1. Representación temporal.

A continuación aparecen tres formas verbales que describen un evento que

tiene lugar en el pasado (2), en el presente (3) y en el futuro (4), respectivamente

y que corresponderían con cada uno de los recuadros incluidos en la figura

anterior.

(2) El concierto empezó.

(3) El concierto empieza.

(4) El concierto empezará.

Para situar sobre el eje temporal los eventos de los tres enunciados, es

suficiente con atender al momento del habla y, en función de este, situarlos en un

momento previo (2), en el mismo punto (3) o con posterioridad (4). Sin embargo,

no todas las situaciones son descritas mediante formas verbales calculadas

directamente a partir del momento del habla, puesto que existen también formas

que necesitan un punto de referencia adicional. Tal es el caso del pluscuamperfecto

había cantado, ejemplificado en (5).

(5) Cuando llamaste, ya había llegado.

En este enunciado, el evento de llegar no se localiza sobre el eje temporal a

partir del momento del habla, sino con respecto al evento llamar, es decir, esta

forma verbal requiere la presencia de un punto de referencia diferente al del

momento del habla. De esta manera, el pretérito pluscuamperfecto “designa una

situación pasada y concluida, anterior a otra igualmente pasada, que puede

mencionarse o no” (RAE 2009: 1786).

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Capítulo 1. Nociones básicas

9

Esta misma distinción entre formas verbales calculadas a partir del centro

deíctico o momento del habla y formas que necesitan un punto de referencia extra

se da también en el paradigma de las expresiones temporales: expresiones como

ayer, hoy, mañana se calculan a partir de H y las del tipo de al día siguiente, se

localizan en la línea temporal a partir de otro punto de referencia. Parece, por lo

tanto, que hay un paralelismo entre los tiempos verbales y las expresiones

temporales. En función de esta clasificación, los elementos temporales calculados a

partir de H se denominan formas absolutas, mientras que las formas orientadas en

relación a un punto de referencia, localizado a su vez con respecto a H, reciben el

nombre de formas relativas. Las primeras tienen autonomía para aparecer solas,

mientras que las segundas –las formas relativas– carecen de esta y requieren un

elemento al que anclar su referencia temporal. Entre las formas absolutas

encontramos el presente, el pretérito indefinido, el futuro, como ya he señalado,

puesto que se calculan a partir del momento del habla, mientras que formas

relativas son el pluscuamperfecto, el condicional o el imperfecto, como veremos

más adelante.

El primero en introducir el punto R en la estructura temporal fue

Reichenbach (1947), de quien tomamos las estructuras temporales que se

muestran en la figura 2.

Figura 2. Estructuras temporales

E-R-S Pasado anterior Había trabajado Pret. pluscuamperfecto

E,R-S Pasado simple Trabajé, trabajaba Pret. perfecto simple, pret. imperfecto

R-E-S

R-S,E

R-S-E

Pasado posterior

Trabajaría

Condicional

E-S,R Presente anterior He trabajado Pret. perfecto compuesto

S,R,E Presente simple Trabajo Presente S,R-E Presente posterior Trabajaré (ahora) Futuro S-E-R

Futuro anterior

Habré trabajado

Futuro perfecto

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Capítulo 1. Nociones básicas

10

S,E-R

E-S-R S-R,E Futuro simple Trabajaré

(mañana) Futuro

S-R-E Futuro posterior -------------- -----------------

Es innegable la principal ventaja que supone este sistema: el carácter

restrictivo que posee, puesto que las formas verbales quedan restringidas a la

combinación entre los tres puntos que aparecen en las estructuras: S(peech) o

H(abla), R(eferencia) y E(vento). Con todo, esta descripción de los tiempos

verbales presenta fundamentalmente dos problemas: la presencia de

combinaciones que carecen de una forma verbal en algunas lenguas –como sucede

con S-R-E (futuro posterior), que no tiene una forma verbal en una lengua como el

español– y la asignación de más de una estructura a una misma forma verbal –

como sucede con el pasado posterior y con el futuro anterior–, así como la

situación inversa en la que una misma forma verbal –el futuro– aparece en dos

estructuras temporales diferentes.

Algunos gramáticos han señalado estos problemas y han tratado de

superarlos en sus descripciones. Así, Carrasco (1994, 1998) notó que el

condicional perfecto en español (habría trabajado) no tiene cabida en la tabla

presentada anteriormente, puesto que no puede localizarse a partir de un único

punto R, sino que requiere la presencia de un segundo punto de referencia, ya que

“su significado es el de que el evento denotado por el predicado se sitúa en un

punto de la línea temporal anterior a otro punto […] que, a su vez, es posterior a un

punto de referencia que precede a H” (Carrasco, 1994: 73). Ahora bien, tal y como

señala esta lingüista,

en un sistema como el de Reichenbach, en el que hay tantos tiempos verbales como

combinaciones posibles entre puntos temporales, no podríamos limitarnos a introducir

este cuarto primitivo teórico [R’] en la ET [estructura temporal] del condicional perfecto.

Habría que introducirlo también en tiempos que al menos aparentemente no precisan de él

para su interpretación […]. Además, al aumentar el número de puntos temporales serían

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Capítulo 1. Nociones básicas

11

más abundantes las combinaciones que podríamos efectuar con ellos y muy superior el

número de tiempos verbales a que darían lugar. No obstante, más problemático para la

teoría de Reichenbach que el hecho de que muchos de estos tiempos no tuvieran una

correspondencia real con formas verbales es que, una vez introducido un segundo punto de

referencia, no parece haber ninguna razón para no seguir añadiendo nuevos puntos de

referencia. Por lo tanto, la propuesta que estamos revisando perdería su carácter

restrictivo (Carrasco, 1994: 73-74).

A fin de proponer una alternativa que dé cuenta de la estructura de los

tiempos verbales, Carrasco (1994) propone incluir un punto de referencia, tal y

como aparece ya en la teoría de Reichenbach, y tratar los tiempos compuestos de la

misma forma que los tiempos simples –atendiendo a la forma verbal del auxiliar

haber-. La razón para un tratamiento similar radica en que esta lingüista considera

que “los tiempos compuestos difieren de los simples en que E designa el punto de

la línea temporal en que el evento (en su totalidad o tan sólo una parte del mismo)

llega a su perfección, es decir, está completo y acabado” (Carrasco, 1994: 83). Así,

es posible ofrecer una estructura temporal del condicional perfecto sin necesidad

de añadir un segundo punto de referencia, dados los inconvenientes que esta

adición entraña.

Hemos observado que el tiempo sitúa en la línea temporal los eventos

descritos por las formas verbales en relación con el momento del habla y con un

punto de referencia; sin embargo, la relación establecida entre estos tres puntos no

es aleatoria. Tal y como establece Hornstein (1990):

it [the tense] is a complex of three points (S, R, and E), temporally ordered with respect to

one another. One of the three points, S, is a deictic element anchored with the discourse

situation, often to the moment of speech. The primary tense relationship is between S and

R, a reference point. E, the event point, is located through its relationship to R. (Hornstein,

1990: 14).

si [el tiempo] es un complejo de tres puntos (S, R y E), ordenados temporalmente entre

ellos. Uno de los tres puntos, S, es un elemento deíctico anclado a la situación discursiva, a

menudo el momento del habla. La relación de tiempo primaria es entre S y R, un punto de

referencia. E, el punto del evento, se localiza en relación a R (traducción propia).

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Capítulo 1. Nociones básicas

12

Dicho con otras palabras, E nunca es calculado a partir de H, sino de R3, por

lo que las relaciones temporales entre los tres puntos se reducen a (R, H)·(R, E).

Así, para situar un evento sobre el eje temporal, en primer lugar debemos calcular

R con respecto a H y, una vez que tenemos ambos puntos localizados, podemos

señalar el lugar del evento a partir de R. Este último punto parece estar presente

en todos los tiempos verbales y no solo en aquellos que se han considerado

relativos.

Como estamos viendo, de los tres puntos necesarios para localizar

temporalmente un evento, el punto de referencia parece ser el más controvertido,

no solo en el número de puntos de referencia necesarios en las estructuras

sintácticas4, sino también en su codificación sintáctica (Giorgi y Pianesi 1991,

1997, Stowell 2007, Demirdache y Uribe-Etxebarria 2007 y Zagona 2007) y su

naturaleza. Estos autores proponen diferentes estructuras sintácticas para explicar

los valores básicos del imperfecto, pero no me voy a detener en este aspecto, ya

que será retomado a propósito de la codificación sintáctica del tiempo y del

aspecto, en el apartado 3.1.5.

No hay acuerdo sobre la naturaleza de tal punto: para Giorgi y Pianesi

(1991, 1997) se trata de un argumento temporal –puntual o intervalo- del

Sintagma Tiempo, presente siempre en la forma lógica; para Zagona (2007) se

trata de un papel temático asignado por la categoría Tiempo que está siempre

presente y puede mantener una relación con el evento de equivalencia o de parte

todo –bien R es parte de E, bien E es parte de R; y para Demirmache y Uribe-

Etxebarria (2007) el punto de referencia es el tiempo de la aserción, esto es, AST-T

-pone en relación el tiempo del evento (EV-T) con el momento del habla (UT-T). En

estas tres consideraciones acerca de la naturaleza de R no se agotan las 3 Si todos los tiempos, tal y como establece Hornstein, son calculados a partir de un punto de referencia, la dicotomía entre tiempos absolutos y tiempos relativos se diluye. Esta idea está apoyada por Comrie (1985: 37) al afirmar que “the term [absolute] is misleading because, strictly speaking, absolute time reference is impossible, since the only way of locating a situation in time is relative to some other already established time point” (“el término [absoluto] es engañoso porque, estrictamente hablando, la referencia de tiempo absoluta es imposible, ya que la única manera de localizar la situación es relativa a otro punto ya establecido” (traducción propia)). En esta misma línea se sitúa Rojo (1974). 4 Comrie (1976) propone omitir el punto R en aquellas estructuras en las que dicho punto mantiene una relación de simultaneidad bien con E bien con H, con el fin de simplificarlas.

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Capítulo 1. Nociones básicas

13

posibilidades, ya que se puede destacar el estatus de R propuesto por Carrasco

(1999), para quien este punto marca la esfera temporal -bien de presente, bien de

pasado- a la que remite el evento. Estas hipótesis poseen una orientación sintáctica

que no voy a seguir en este trabajo, como justificaré más adelante, por lo cual no

voy a detenerme en ellas. Diferente consideración, desde mi perspectiva, merecen

los trabajos de Saussure (2003) y de Sthioul (1998), ya que tienen gran influencia

en mi investigación.

Sthioul (1998), desde una perspectiva pragmática, considera que R

corresponde a una temporalidad de naturaleza abstracta que indica el momento

desde el que se observa el evento en cuestión. Este punto de referencia para

Sthioul –al igual que para Saussure (2003)- se codifica lingüísticamente como una

variable P (punto de aprehensión del proceso) que debe ser saturada, bien como

un momento temporal (R), representado por una expresión temporal, bien como

un sujeto de percepción –de conscience- (C) que corresponde a un testigo que

presencia los hechos y desde cuya perspectiva estos son reproducidos. Como

tendré ocasión de mostrar, esta será la propuesta que adoptaré, puesto que

permite dar cuenta de ciertos hechos lingüísticos desde una concepción

pragmática.

Antes de concluir esta breve revisión de la noción de tiempo, debo recordar

que la estructura del pretérito imperfecto, siguiendo a Reichenbach, es E,R_H. Si

atendemos a la tabla en la que se recogen las estructuras, comprobaremos que la

del imperfecto y la del indefinido coinciden. Esto, como veremos, ha sido un

argumento a favor de postular la existencia de una distinción aspectual entre las

dos formas.

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Capítulo 1. Nociones básicas

14

3.2. Aspecto

Bajo la etiqueta aspecto es necesario hacer una distinción entre el aspecto

gramatical, que indica la parte visualizada del evento como si se tratase de una

lupa mediante la cual observáramos el estado de cosas descrito por la oración, y el

aspecto léxico o modo de acción, que indica el tipo de situación descrita (es decir,

ofrece información léxica del predicado), como veremos en lo que sigue. Según

recoge la RAE (2009),

el ASPECTO verbal informa, en cambio, de la estructura interna de los eventos, es decir, de

la manera en que surgen, se terminan o se repiten, pero también de si se perciben en su

integridad o se muestran únicamente algunos de sus segmentos. El aspecto no es, por

consiguiente, una categoría deíctica (RAE, 2009: 1685).

A continuación presentaré tanto el aspecto léxico, también denominado

modo de acción o aktionsart, como el aspecto gramatical o flexivo, y de qué modo

ambos tipos de aspecto interaccionan.

3.2.1. Aspecto léxico o modo de acción

Bosque y Gutiérrez-Rexach (2009: 299) definen el aspecto léxico como

aquel que “se corresponde con la naturaleza intrínseca de la situación designada

por una palabra o por un sintagma en virtud de su contenido léxico”. Este tipo de

información tiene en consideración al verbo pero también a sus argumentos, ya

que la naturaleza de los complementos del verbo puede determinar la telicidad. Un

mismo evento puede participar de dos tipos de predicado en función de la

estructura sintáctica en la que aparezca, lo cual confiere al modo de acción un

carácter composicional. De este modo “los rasgos que determinan el modo de

acción pueden ser, en efecto, aportados por el verbo, pero también por alguno de

sus complementos” (RAE, 2009: 1693), como se muestra en los siguientes

enunciados.

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Capítulo 1. Nociones básicas

15

(6) Juan bebe cerveza.

(7) Juan (se) bebe una cerveza.

(8) El niño corre.

(9) El niño corre a su habitación.

En estos enunciados tenemos dos predicados –beber y correr- y, sin

embargo, reciben diferente interpretación. En (6) y en (8), los verbos que

aparecen corresponden a actividades y, como tales, son predicados atélicos. Estos

caracterizan al sujeto: Juan es bebedor de cerveza y el niño es corredor o tiene la

capacidad de correr. En (7) y en (9), en cambio, los eventos son télicos, ya que los

complementos que aparecen en las oraciones imponen un límite o un telos, de

manera que los eventos culminan cuando Juan ha bebido la cerveza en su totalidad

y en el momento en el que el niño ha llegado a su habitación.

Retomo en este sentido las palabras de Verkuyl (1972):

the compositional nature of aspects will be demonstrated with the help of a number of

outwardly diverse sentences, all of which allow for the same generalizations regarding the

position of durational adverbials. The durative and non-durative aspects in these sentences

appear to be composed of a verbal subcategory on the one hand and a configuration of a

nominal nature in the other (Verkuyl, 1972: iv).

La naturaleza composicional de los aspectos se demostrará con ayuda de varias oraciones

diversas, que permiten observar las mismas generalizaciones que la posición de los

adverbios durativos. Los aspectos durativo y no durativo en estas oraciones aparecen

compuestos por una subcategoría verbal, de una parte, y por una configuración de

naturaleza nominal, por otra (traducción propia).

El primero en proponer una descripción del modo de acción fue un filósofo,

Vendler (1967). Este propuso la existencia de cuatro tipos de eventos: estados,

actividades, realizaciones y logros. Para describirlos se emplean las nociones de

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Capítulo 1. Nociones básicas

16

duración, telicidad y dinamicidad, por lo que se ha propuesto combinar dichos

rasgos para clasificar los eventos, tal y como se aprecia en la figura 3.

Figura 3. Tipos de predicados.

TIPO DE EVENTO [+/- duración]5 [+/- telicidad]6 [+/- dinamicidad]7

EJEMPLOS

Estados - - - Saber, ser, yacer, permanecer.

Actividades + - + Andar, correr, pintar, bailar.

Realizaciones + + + Andar 100 metros, correr 1 km, pintar un cuadro.

Logros - + + Morir, nacer, cruzar la meta, hervir.

Smith (1991) añadió a estos cuatro eventos un quinto tipo denominado

semelfactivo, cuyos rasgos son [+dinamicidad], [-télico] y [-durativo], del tipo

toser.

En Bary (2009) se clasifican las cuatro eventualidades en predicados

homogéneos (estados y actividades) y predicados cuantificados (logros y

realizaciones), de forma que se establece un paralelismo entre el sintagma

nominal y el sintagma verbal, como han señalado Mourelatos (1978) y Bach

(1986). Leonetti (2007) da cuenta de este mismo paralelismo al afirmar que

5 “Una eventualidad es DURATIVA cuando transcurre en un fragmento de tiempo, es decir, ocupa un intervalo temporal” (Bosque y Gutiérrez Rexach, 2009: 300). 6 “Una eventualidad es télica cuando tiene un punto final o de terminación en el que culmina o se completa, y tras el cual ya no tiene lugar” (ídem). 7 “Una eventualidad es HOMOGÉNEA o NO DINÁMICA si sus partes son homogéneas y no experimenta cambio en su desarrollo temporal”. “Una eventualidad es HETEROGÉNEA o DINÁMICA si está sujeta a cambios internos en su desarrollo, por lo que se modifica su devenir temporal” (ídem).

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Capítulo 1. Nociones básicas

17

basta con comparar las entidades denotadas por los nombres y las situaciones

denotadas por los verbos para descubrir que tanto los objetos contables como las

situaciones télicas tienen límites inherentes, mientras que ni las sustancias o materias

ni las situaciones atélicas los tienen […]. (Leonetti, 2007: 74).

Las similitudes entre el dominio verbal y el dominio nominal no se

limitan a la comparación entre los tipos de predicado y los tipos de sustantivo,

sino que también se aprecian con los adjetivos y con los adverbios. De manera

que

en todos los casos se alude a una relación entre el todo y las partes de una entidad o una

sustancia, en el dominio nominal; de un intervalo temporal, en el dominio verbal; y de

una propiedad o una relación, en el dominio adjetival o adverbial. […]. Para recoger el

carácter transcategorial de la distinción se puede usar términos como delimitado y no

delimitado, o también homogéneo y heterogéneo. (Leonetti, 2007: 75).

Junto a los tipos de eventos, se ha propuesto una serie de pruebas

sintácticas que permiten discriminar entre unos y otros. En la figura 4 se recogen

las diez pruebas establecidas por Dowty (1979: 51-60)8.

Figura 4. Pruebas para distinguir tipos de predicados

Criterio estados actividades realizaciones Logros

Admite progresivo y ser complemento de persuadir

No sí Sí No

Interpretación habitual en presente No sí Sí Sí Durante x tiempo Sí sí Sí no En x tiempo No no Sí sí V durante una hora implica V en toda la hora

Sí sí No -

Estar V-ndo implica haber V-do (paradoja imperfectiva de Dowty)

- sí No -

Complemento de dejar Sí sí Sí no Complemento de acabar No no Sí no Ambigüedad con casi No no Sí no V en una hora implica estar V-ndo durante esa hora

- - Sí no

8 Tomado de Marín (2000: 35).

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Capítulo 1. Nociones básicas

18

Aparece con adverbios del tipo deliberadamente

No sí Sí no

No me voy a detener en explicar todas y cada una de las pruebas incluidas

en la figura 4: me voy a detener exclusivamente en aquellas que me parecen más

relevantes. Una de ellas es la compatibilidad con los complementos durante y en x

tiempo, a fin de distinguir entre predicados télicos y atélicos. Los predicados

atélicos son compatibles con el primero, mientras que los télicos se combinan de

forma natural con el segundo tipo de complemento: en x tiempo. En (10) y (11)

ejemplifico tal contraste.

(10) Estuvo en Murcia durante seis meses / #en seis meses.

(11) Se comió todo el menú #durante dos horas / en dos horas.

El sintagma durante x se combina de forma natural con estados y con

actividades puesto que “mide la duración de eventualidades no delimitadas”

(Bosque y Gutiérrez Rexach, 2009: 307), como sucede en (9). La explicación para

esta compatibilidad y el hecho de que este sintagma rechace predicados télicos

está en que “podemos decir que algo tuvo lugar “durante x tiempo” cuando la

subeventualidad descrita por el predicado se produce como tal en todas las

subpartes del intervalo temporal marcado por SP” (opus cit., 2009: 308). Es decir,

para que un predicado se combine con durante x es necesario que este sea

homogéneo, lo que no sucede con los predicados télicos. Frente al sintagma

introducido por durante, en x tiempo rechaza la presencia de eventos atélicos y

coaparece con eventos télicos. Este último tipo de sintagma mide la duración del

evento, por lo que requiere que el predicado esté dotado de telos o fin inherente,

como vemos en el contraste entre (10) y (11).

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Capítulo 1. Nociones básicas

19

Esto no significa que no sea posible encontrar enunciados en los que en x

tiempo se combine con un predicado atélico, o durante con un predicado télico

como muestro en (12) y (13).

(12) Está en Murcia en seis meses.

(13) Juan reconoció a María durante cinco minutos. (Bosque y

Gutiérrez-Rexach, 2009: 308).

La razón por la que el enunciado de (12) no resulta agramatical está en el

hecho de que el circunstancial en seis meses, en este caso, no mide la duración del

evento en cuestión, sino el tiempo que falta para que este tenga lugar. Es decir, el

período descrito no expresa el intervalo de tiempo que permanece el sujeto en

Murcia, sino el tiempo que falta para que este llegue a dicha localidad,

parafraseable como ‘estará en Murcia dentro de seis meses’. Algo similar sucede

cuando el sintagma introducido por la preposición en se combina con logros, como

en (14), donde “podemos hacer referencia al tiempo inmediatamente anterior al

que denotan los logros, pero no al tiempo mismo del evento” (Bosque y Gutiérrez

Rexach, 2009: 309).

(14) Llegó en dos horas.

A propósito de (13), tal y como señalan Bosque y Gutiérrez-Rexach (2009:

308), el predicado reconocer en el contexto de este enunciado se reinterpreta

aspectualmente y pasa a significar el examen que realiza, por ejemplo, un médico a

su paciente. Es decir, no se trata aquí de un logro.

Otra de las pruebas que voy a ejemplificar aquí es la combinación de los

predicados télicos con llevar y tardar x tiempo, frente a su incompatibilidad con

los estados y las actividades. Estas expresiones miden la duración desde que

comienza el evento hasta que culmina, al igual que en el caso anterior, por lo que

exigen un fin o telos. En el caso de los logros, estas expresiones miden el tiempo

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Capítulo 1. Nociones básicas

20

que tarda en producirse el mismo, de modo similar a lo que sucede en (12). Ilustro

este hecho con (15) y (16).

(15) Le llevó dos horas nacer.

(16) Le llevó dos horas escribir el artículo.

Mientras que en (14) el complemento focaliza el tiempo que tarda en tener

lugar el evento –después de dos horas, logró nacer-, en (16) mide la duración del

evento desde que este comienza hasta que culmina –pasaron dos horas desde que

comenzó a escribir el artículo hasta que lo terminó-.

Para poder discriminar entre un predicado télico y uno atélico, se puede

aplicar también la prueba de la interrupción. Para entender en qué consiste tal

prueba, presentaré los ejemplos de (17) y (18).

(17) El atleta corrió.

(18) El atleta corrió los cien metros.

Pues bien, en (17) podemos afirmar que el sujeto ha corrido,

independientemente del tiempo y de la distancia, puesto que se trata de una

actividad y como tal es homogénea en todas las subpartes en que puede dividirse

el evento. En palabras de Vendler (1967),

if someone stops running a mile, he did not run a mile; if one stops drawing a circle, he did

not draw a circle. But the man who stops running did run, and he who stops pushing the

cart did push it (Vendler, 1967: 100).

Si alguien para de correr una milla, no corrió una milla; si uno deja de dibujar un círculo, no

dibujó un círculo. Pero el hombre que deja de correr corrió y el hombre que deja de

empujar el carrito lo empujó. (Traducción propia).

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Capítulo 1. Nociones básicas

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En (18), por el contrario, es posible afirmar que el evento ha tenido lugar

solo si el atleta ha recorrido la distancia indicada, puesto que al ser el evento una

realización entraña un fin inherente. De este modo,

if it is true that someone has been running for half an hour, then it must be true that he has

been running for every period within that half an hour. But even if it is true that a runner

has run a mile in four minutes, it can not be true that he has run a mile in any period which

is a real part of that time (Vendler, 1967: 101)

Si es cierto que alguien ha estado corriendo durante media hora, entonces debe ser verdad

que ha estado corriendo durante cada período de la media hora. Pero si es cierto que un

corredor ha corrido una milla en cuatro minutos, no puede ser verdad que ha corrido una

milla en cualquier período que es una parte real de ese tiempo. (Traducción propia).

En lo que respecta a los estados, que se definen por la ausencia de

dinamicidad, las pruebas aducidas por Vendler para identificarlos son la

incompatibilidad para combinarse con la perífrasis progresiva, la imposibilidad de

aparecer en imperativo y el hecho de no poder ser complemento de un verbo como

forzar u obligar, como observamos en (19)-(21), respectivamente.

(19) #El hijo de Loreto está siendo rubio.

(20) #¡Sé alto!

(21) #Sergio obligó a Adrián a ser de Madrid.

Las razones de estas inadecuaciones semánticas se encuentran, como es

lógico, en la naturaleza de los estados y su interacción con la perífrasis, el modo

imperativo y la subordinación al verbo obligar. La perífrasis progresiva conlleva un

cambio, que no puede producirse con un predicado homogéneo como es ser rubio.

El imperativo y la subordinación al verbo obligar o forzar indican agentividad o

voluntad, lo cual es incompatible con un predicado que se da sin más, es decir, que

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Capítulo 1. Nociones básicas

22

no responde a la volición del sujeto. En este caso, se trata de un sujeto paciente y

no de un sujeto agente.

Uno de los aspectos que se ha criticado de las pruebas ofrecidas es el hecho

de que “sus criterios de distinción de las cuatro categorías se basan en tests que no

siempre comprueban propiedades temporales” (Cuartero, 2005: 208). En efecto,

algunas de las pruebas arrojan luz acerca de la agentividad del predicado, mientras

que otras inciden sobre la telicidad o la duración; dicho con otras palabras, no hay

homogeneidad en cuanto a la naturaleza de las pruebas. Además, estas no son

rígidas, dado que basta prestar un poco de atención a las conversaciones

cotidianas para percibir enunciados que suponen contraejemplos a los tests que

acabo de presentar.

(22) ¡Sé bueno!

(23) Cada vez sabe más alemán

(24) El presidente (se) está muriendo.

Estos ejemplos han sido explicados no como contraejemplos, sino como

resultado de algún proceso de reinterpretación, como la coacción; esto es, como

eventos que, ante un conflicto interpretativo, reajustan su contenido léxico para

ser reinterpretados aspectualmente. De esta forma, (22) se entiende como ‘Pórtate

de forma correcta’ y (23) como ‘cada vez adquiere/aprende más conocimientos del

alemán’. En (24) el logro es dotado de duración, de manera que se puede

identificar el período focalizado con la fase de agonía previa a la muerte.

El mecanismo de la coacción aspectual (ingl. coercion) (Coll-Florit 2012,

Dölling 2014, Moens y Steedman 1988, Pustejovsky 1995, de Swart 1998 y 2011)

se activa ante un desajuste entre el contenido conceptual y otro contenido. En

palabras de de Swart (1998),

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Capítulo 1. Nociones básicas

23

tyipically, coercion is triggered if there is a conflict between the aspectual character of the

eventuality description and the aspectual constraints of some other element in the context.

The felicity of an aspectual reinterpretation is strongly dependent on linguistic context and

knowledge of the world (de Swart, 1998: 360).

Típicamente, la coacción se desencadena si hay un conflicto entre el carácter aspectual de

la descripción de la eventualidad y las restricciones aspectuales de algún otro elemento en

el contexto. La adecuación de una reinterpretación aspectual depende fuertemente del

contexto lingüístico y del conocimiento del mundo. (Traducción propia).

De Swart considera que la coacción se puede representar formalmente por

medio de un operador C que se inserta exclusivamente en caso de conflicto

semántico, de manera que permite reajustar la aspectualidad léxica con el fin de

solventarlo. Se trata de una reinterpretación que no posee una manifestación

morfológica o sintáctica, sino que se produce en el nivel semántico. Ahora bien, tal

vez no sea necesario materializar este fenómeno en un operador semántico, sino

considerarlo un mecanismo pragmático que facilita el proceso interpretativo de un

enunciado, es decir, considerar que la coacción opera en el nivel pragmático o

suponer que por medio de los operadores de la semántica formal también pueden

describirse aspectos de la interpretación que son en realidad pragmáticos, aunque

contribuyan a definir la proposición expresada. En esta línea se sitúan Escandell-

Vidal, Leonetti y Ahern (2011), como se deduce del siguiente fragmento:

[…] according to de Swart (1998) grammatical aspect coerces the interpretation of lexical

aspect and a semantic process inserts a covert operator in the semantic representation to

change the aspectual class of the eventuality in order to comply with the selectional

requirements of tense/aspect marker. The most significant difference between this

approach and the one taken here is that we see the process of mismatch resolution not as a

semantic operation, but as a pragmatic process guided and constrained by linguistic

meaning. In our view, coercion takes place in the inferential construction of the

propositional explicature. Therefore, we understand coercion as both linguistically

constrained and as inferential operation (Escandell-Vidal, Leonetti y Ahern, 2011: 95).

De acuerdo con de Swart (1998) el aspecto gramatical coacciona la interpretación del

aspecto léxico y un proceso semántico inserta un operador encubierto en la representación

semántica para cambiar la clase aspectual de la eventualidad, con el fin de cumplir con los

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Capítulo 1. Nociones básicas

24

requisitos del marcador de tiempo/aspecto. La diferencia más significativa entre esta

aproximación y la elegida aquí es que vemos el proceso de la resolución del desajuste no

como una operación semántica, sino como un proceso pragmático guiado y constreñido por

el significado lingüístico. Desde nuestro punto de vista, la coacción tiene lugar en la

construcción inferencial de la explicatura proposicional. Por lo tanto, entendemos la

coacción como una operación restringida lingüísticamente e inferencial. (Traducción

propia)

Como vemos, son muchos los factores que intervienen y que han de tenerse

en cuenta para poder hablar de estados, actividades, realizaciones y logros, y las

fronteras entre estos tipos de predicados no son tan nítidas como cabría esperar.

De hecho, para poder establecer cuál es la interpretación adecuada de un

enunciado, como estamos viendo, no es suficiente con reconocer la información

lingüística, ya que opera asimismo información contextual e inferencial.

A partir de esta primera clasificación, Pustejovsky (1991, 1995) propone un

análisis de la estructura subeventiva de los predicados9, que ha dado lugar a una

amplia bibliografía (Carrasco y González 2011, Horno y Cuartero 2010, Moreno

Cabrera 2003). La clasificación propuesta por Pustejovsky es la que muestro a

continuación, donde las transiciones engloban tanto a las realizaciones como a los

logros de Vendler.

Figura 5. Clasificación de los eventos de Pustejovsky (1991)

9 Esta no es la única propuesta que se ha ofrecido a partir de la clasificación vendleriana, pero no puedo hacer justicia a todas las clasificaciones que se han establecido (Bertinetto, 1986; De Miguel, 2004; Marín Gálvez, 2000; Mourelatos, 1978). Para un repaso de las mismas, remito al lector al trabajo de Cuartero (2005).

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Capítulo 1. Nociones básicas

25

Un estado es definido como un “evento simple, que se evalúa sin ponerlo en

relación con otros eventos: por ejemplo: amar, saber, pensar” (De Miguel, 2004:

179); un proceso corresponde a una “sucesión de eventos identificados como una

misma expresión semántica: correr, nadar” (ídem), mientras que por transición se

entiende un “evento que identifica una expresión semántica, evaluada en relación

con su oposición: construir, destruir” (ídem).

Esta clasificación de los predicados atendiendo a su estructura subeventiva

permite dar cuenta de ciertos hechos sintáctico-semánticos como la alternancia

causativa/inacusativa de verbos como hundir/hundirse, tal y como aduce De

Miguel (2004)10, pero no permite discriminar entre predicados como cruzar la

meta, morir o hervir el agua, agrupados todos bajo la etiqueta de ‘transiciones’. Si

nos fijamos en estos logros, es fácil apreciar que presentan una estructura

diferente, dado que cruzar la meta es un logro puntual o puro, morir posee una

fase previa, que correspondería a la ‘fase de agonía’, y hervir el agua tiene una fase

posterior a la consecución del logro. Esta estructura interna posibilita la

combinación con ciertos elementos aspectuales, difícilmente explicable si los

consideramos a todos dentro de una clase de predicados homogénea. Esta

subestructura ha sido explotada por Fernández Lagunilla y De Miguel (1999) en su

clasificación aspectual de los predicados. Según estas autoras,

10 Remito al lector a este trabajo para una explicación detallada.

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Capítulo 1. Nociones básicas

26

recuperamos la hipótesis vendleriana de que existen eventos puntuales (los logros) que

constituyen eventos independientes y que no son la segunda fase de una transición. Los

denominamos L1 y los consideramos eventos simples. A su vez, nuestra propuesta tiene en

cuenta que existen eventos que culminan en un punto pero van seguidos de una fase

subsiguiente, que puede ser un estado (en los L2) o un proceso (en los L3), por lo que

acabamos proponiendo tres tipos de logros. (Fernández Lagunilla y De Miguel, 1999: 181).

A partir de estas ideas, estas lingüistas proponen la siguiente clasificación

de los eventos.

Figura 6. Clasificación de los eventos de Fernández Lagunilla y De Miguel

(1999)

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Capítulo 1. Nociones básicas

27

Con todo, parece que los predicados más controvertidos son los estados,

puesto que no todos parecen tener las mismas propiedades ni ser sensibles a los

mismos fenómenos. Piénsese, por ejemplo, en los enunciados siguientes, donde

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Capítulo 1. Nociones básicas

28

ambos predicados se incluyen bajo la etiqueta estados, pero solo uno de ellos

acepta la presencia del complemento durativo.

(25) Roberto sostiene el libro durante veinte minutos.

(26) #El libro consta de tres partes durante veinte minutos.

Como podemos observar, dos estados como sostener y constar presentan

diferentes restricciones en cuanto a los complementos con los que pueden

combinarse. Este contraste que vemos en (25) y (26) lleva a algunos autores a

diferenciar entre predicados individual-level y predicados stage-level (Carlson

1977). Mientras que los primeros, los predicados de individuo, remiten a

propiedades estables o permanentes, los segundos, los predicados de estadio,

corresponden a estados transitorios. Dicho de otro modo, los predicados de

estadio son acotados o delimitados, mientras que los de individuo no lo son11. Esta

distinción ha sido retomada para explicar fenómenos lingüísticos como la

distinción entre ser y estar en español: los predicados de estadio se combinan con

estar y los de individuo, con ser (Escandell-Vidal y Leonetti 2002, Gumiel y Pérez

Jiménez 2012, y varios de los trabajos reunidos en Pérez Jiménez, Leonetti &

Gumiel (eds.) 2015). Sin embargo, es habitual encontrar casos en los que un

adjetivo de individuo se combina con estar, lo cual obliga al destinatario a poner en

funcionamiento una serie de mecanismos de reinterpretación que permitan

entender dicha construcción.

Si volvemos a nuestros ejemplos, la agramaticalidad de (26) se explica por

la naturaleza no acotada del estado constar. Se trata de un predicado de individuo

y, por lo tanto, no puede ser delimitado temporalmente, a diferencia de lo que

sucede en (25), donde el predicado es considerado de estadio. Así las cosas, parece

que hay diferencias evidentes que permiten distinguir entre dos tipos de estados, a

11 “Por lo general, se asume que los predicados de individuo expresan propiedades estables, no accidentales y atemporales, frente a los predicados de estadio, que se corresponden con estados transitorios, accidentales o limitados en el tiempo” (Gumiel, 2008: 4).

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Capítulo 1. Nociones básicas

29

pesar de que todos compartan unos rasgos prototípicos –la duración, la atelicidad

y la estatividad o no dinamicidad-.

El diferente comportamiento de los estados lleva a Coll-Florit (2012) a

considerar que hay

por un lado, verbos con un único tipo aspectual básico más o menos prototípico y, por otro

lado, verbos que incorporan dos o más sentidos léxicos que pertenecen a diferentes

categorías aspectuales y que, a su vez, pueden ser más o menos prototípicas de dichas

categorías (Coll- Florit, 2012: 150).

Para determinar cuál es la clasificación de los predicados, Coll-Florit

propone tres criterios, que son el resultado de una adaptación del modelo de Evans

y Green (2006): el criterio del modo de acción12, el criterio semántico13 y el criterio

morfosintáctico14. A partir de la combinación de estos distingue entre verbos

monosémicos estables15, verbos monosémicos flexibles16 y verbos polisémicos17.

Gracias a esta clasificación se puede entender por qué unos predicados son más

sensibles que otros a los procesos de reinterpretación o de coacción.

Otra propuesta interesante, a propósito de los tipos de predicado, es la que

hace Mufwene (1984), en la que propone una escala de estatividad, de manera que

“la distinción entre estados y situaciones dinámicas es gradual y que todas las

12 “Los sentidos tienen que presentar diferentes configuraciones de la estructura temporal interna de un evento (el proceso, la culminación y/o el estado resultante)” (Coll-Florit, 2012: 151). 13 “Los sentidos tienen que implicar diferentes patrones semánticos de los argumentos verbales (papeles temáticos y/o restricciones de selección)” (ídem.). 14 “los sentidos tienen que presentar diferentes restricciones de realización sintáctica y/o morfológica” (ídem.). 15 “Son verbos con un único modo verbal inherente, requieren solamente un patrón temático de los argumentos y presentan fuertes restricciones sintácticas, así como muestran cierta preferencia por un determinado tiempo verbal. Estos verbos no admiten cambios de interpretación aspectual, por lo que consideramos que son miembros prototípicos de una determinada categoría aspectual” (Coll-Florit, 2012: 152). 16 “Son verbos que también presentan un modo de acción dominante, con un único patrón temático de los argumentos. No obstante, a diferencia de los verbos monosémicos estables, imponen restricciones morfosintácticas más débiles por lo que admiten cambios de interpretación aspectual en función del contexto gramatical en el que aparecen” (ídem.). 17 “Son verbos que presentan, como mínimo, dos sentidos léxicos que pertenecen a diferentes categorías aspectuales, de manera estable o flexible. Cada sentido impone diferentes restricciones de realización morfosintáctica y presenta diferentes estructuras temáticas” (ídem.).

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Capítulo 1. Nociones básicas

30

unidades léxicas presentan una cierta estatividad potencial que deriva de su

capacidad de durar en el tiempo” (en Cuartero, 2005: 219).

Figura 7. Escala de estatividad (Albertuz (1995: 322)).

Si tenemos en cuenta que las fronteras entre un tipo de predicado y otro en

muchas ocasiones no son nítidas, proponer una escala gradual puede resultar de

interés para explicar algunos fenómenos, como la combinación de los diferentes

predicados con las perífrasis verbales, tal y como señala Genta (2008) al afirmar

que:

el autor [Mufwene] llega a una conclusión importantísima, en nuestra opinión, para el

estudio de las perífrasis verbales: todos los verbos (menos los pocos que se encuentran en

el extremo de máxima estatividad) son potencialmente compatibles, aunque en distinto

grado, con el progresivo. Esto permite ver que es el hablante el que elige mantenerse en los

significados canónicos de la estructura o forzarla a sus extremos para señalar una relación

significativa en su narración. Es decir, que con su elección provoca efectos interpretativos o

pragmáticos particulares como cuando elige flexionar el progresivo en los extremos de

escala (Genta, 2008: 168).

Asumir una escala gradual de estatividad permite prescindir de una

clasificación rígida en la que los tipos de predicado se encuentran delimitados,

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Capítulo 1. Nociones básicas

31

puesto que en muchas ocasiones parece que las fronteras entre unos y otros se

diluyen. Ahora bien, una solución de este tipo no está exenta de críticas, puesto

que implica la pérdida de matices esenciales para comprender el comportamiento

de los diferentes tipos de predicado.

A lo largo de estas páginas, se ha podido apreciar que la primera

clasificación del modo de acción propuesta por Vendler se ha visto incrementada

en los últimos años de forma considerable, por lo que el investigador tiene a su

alcance un abanico de propuestas. El modo de acción es, obviamente, un problema

mucho más complejo de lo que aquí he mostrado; sin embargo, las nociones

presentadas bastarán para abordar en lo que sigue el análisis del imperfecto

narrativo. En lo que respecta a mi estudio, parto de la propuesta de Vendler, así

como de la existencia de una estructura subeventiva en los logros y la

subclasificación de los estados en permanentes y transitorios, ya que estas

nociones pueden ser fundamentales para explicar ciertos matices que surgen en la

interpretación del imperfecto.

3.2.2. Aspecto gramatical o flexivo

El aspecto gramatical ha sido definido por Comrie (1976: 3) como “different

ways of viewing the internal temporal constituency of a situation” (“diferentes

maneras de ver la constitución temporal interna de una situación”). Esta categoría

gramatical desempeña un papel importante, ya que focaliza o visualiza el evento de

cuatro formas diferentes, que se corresponden con los tipos de significados

aspectuales. Sigo en este punto el enfoque de Klein (1992).

Figura 8. Aspecto gramatical.

Perfectivo: +++++++[+------+]++++++

Imperfectivo: ++-----[---------]------++

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Capítulo 1. Nociones básicas

32

Perfecto: ------++++[+++++]++

Prospectivo : +++[+++++]++-------

Es necesario aclarar que en la figura 8, que representa los cuatro “puntos de

vista” aspectuales, el símbolo (+) indica que el evento no ha tenido lugar, el guion

(-) marca el desarrollo del proceso y los corchetes señalan la parte focalizada por

la forma verbal.

Si retomamos la metáfora de la lente mediante la cual se observa la

situación descrita por el sintagma verbal podemos distinguir entre los dos tipos de

aspecto que aquí me interesan fundamentalmente: el aspecto perfectivo y el

imperfectivo. Si la lente abarca toda la situación, es decir, si muestra sus límites,

estamos ante un aspecto perfectivo, mientras que si difumina los límites –esto es, si

solo focaliza una parte interna del evento-, nos encontramos ante un aspecto

imperfectivo. Ejemplifico ambos tipos de aspectos gramaticales con (26) y (27).

(27) Juan comió una manzana.

(28) Juan comía una manzana.

En ambos enunciados, el evento comer una manzana se sitúa en un punto

del pasado; sin embargo, solo podemos afirmar que la manzana ha sido comida

completamente en (27), puesto que el evento es acotado, perfectivo. Una prueba

que apoya esta idea es la inaceptabilidad de (29), frente a la aceptabilidad de (30).

(29) #Juan comió una manzana cuando le llamaron y tuvo que dejarla a

medias.

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Capítulo 1. Nociones básicas

33

(30) Juan comía una manzana cuando le llamaron y tuvo que dejarla a

medias.

Como se aprecia, el tiempo y el aspecto gramatical visualizan la situación de

forma diferente: mientras que el tiempo la localiza sobre el eje y ofrece

información acerca de su ordenación con respecto al momento del habla –pasado,

presente, futuro–, el aspecto gramatical aporta información sobre la visualización o

no de sus límites. En palabras de Comrie (1976),

tense is a deictic category, i.e. locates situations in time, usually with reference to the

present moment, though also with reference to other situations. Aspect is not concerned

with relating the time of the situation to any other time-point, but rather with relating the

internal temporal constituency of the situation (Comrie, 1976: 5).

El tiempo es una categoría deíctica, es decir localiza situaciones en el tiempo, normalmente

con referencia al momento presente, aunque también con referencia a otras situaciones. El

aspecto no vincula el tiempo de la situación con otro punto temporal, sino que está

relacionado con la constitución temporal interna de la situación. (Traducción propia)

De esta forma, es posible saber si un evento pasado se puede prolongar

hacia el presente y/o futuro o si, por el contrario, es un hecho que comienza y

finaliza en el pasado, como sucede con el imperfecto y el indefinido,

respectivamente. Esta información se encuentra, en las lenguas románicas,

codificada de forma unitaria en la desinencia verbal, puesto que no existe un

morfema para el tiempo y otro para el aspecto. Sin embargo, en las lenguas eslavas,

el aspecto gramatical se expresa de forma independiente, lo que indica, en estas

lenguas, autonomía del tiempo y del aspecto18.

Los verbos finitos o flexionados, por tanto, ofrecen información acerca del

tiempo y del aspecto gramatical, pero también información léxica relativa al modo

de acción del predicado, por lo que cabe esperar que estos elementos

interaccionen.

18 Esto ha generado un debate acerca de si hay que postular o no un operador aspectual independiente del operador temporal (Bary 2009).

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Capítulo 1. Nociones básicas

34

3.2.3. Interacción entre aspecto léxico y aspecto gramatical

Hemos visto que en el sintagma verbal se codifica información temporal,

aspectual gramatical y aspectual léxica. Tanto el tiempo como el aspecto gramatical

poseen una semántica procedimental, mientras que el aspecto léxico tiene un

significado conceptual, de acuerdo con la distinción entre contenido

procedimental, que codifica las instrucciones que guían las inferencias

pragmáticas, y contenido léxico o conceptual, a la luz de la Teoría de la Relevancia.

De este modo, cabe esperar que el tiempo y el aspecto gramatical, expresados en la

flexión verbal y tal y como se asume en una perspectiva formal de la gramática en

el sintagma flexión, tengan ámbito sobre el modo de acción, cuya información se

materializa en el sintagma verbal, debido a su carácter composicional. Dejemos a

un lado la categoría tiempo, puesto que no resulta relevante para lo que deseo

mostrar en este momento, y centrémonos en el modo en que interactúan los dos

tipos de aspecto.

Si el aspecto gramatical imperfectivo no visualiza los límites del evento, es

esperable que se combine con predicados atélicos (estados y actividades), del

mismo modo que, si el aspecto perfectivo focaliza el evento en su totalidad,

aparecerá de forma natural con predicados télicos (realizaciones y logros), como

observamos en (31)-(34).

(31) El atleta corrió los 100 metros en quince segundos.

(32) #El atleta corría los 100 metros en quince segundos.

(33) La presentadora de televisión era rubia.

(34) #La presentadora de televisión fue rubia.

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Capítulo 1. Nociones básicas

35

El predicado correr es una actividad, pero en (31) y (32) está empleado

como realización ya que el argumento interno impone un telos al evento; así, (31)

no entraña ningún conflicto ya que el aspecto perfectivo está combinado con un

predicado télico, por lo cual el evento ha tenido lugar cuando el atleta ha alcanzado

los 100 metros. Ahora bien, en (32) correr los 100 metros no llega a efectuarse

puesto que el aspecto imperfectivo difumina los límites del evento, de manera que

no sabemos si el atleta ha alcanzado la meta o no. El problema de este enunciado

está causado por la presencia del circunstancial, que mide, como sabemos, la

duración del evento desde que comienza hasta que llega a su fin, lo cual resulta

incompatible puesto que el imperfecto bloquea el alcance del telos. Es necesario

señalar a propósito de (32) que este enunciado puede recibir una interpretación

habitual en la que correr los 100 metros en quince segundos se repita a lo largo de

un período.

En (33) tenemos un estado combinado con un imperfecto, lo cual resulta

natural y no implica ninguna inadecuación, a diferencia de lo que sucede en (34),

donde el estado ser rubia aparece en indefinido. Como ya hemos visto, los estados

son predicados atélicos, no dinámicos y atemporales, por lo que parecen rechazar

la combinación con el aspecto perfectivo, que muestra el evento en su totalidad. Es

decir, el estado ser rubia es una propiedad que define o caracteriza a la

presentadora, de manera que no puede acotarse tal estado.

Con todo, es fácil encontrar ejemplos en los que un predicado télico aparece

en imperfecto y enunciados en donde un evento atélico parece ser acotado por una

forma verbal perfectiva, como muestro en (35-38).

(35) Mientras el rey moría, la reina rezaba por él19 .

(36) Salió durante cinco minutos.

(37) El agua está hirviendo.

19 Ejemplo tomado de García Fernández (2008 [1998]).

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Capítulo 1. Nociones básicas

36

(38) Gracias a las noticias, supo la razón de la catástrofe.

Los predicados morir, salir y hervir de (35), (36) y (37) respectivamente

describen eventos puntuales; sin embargo, en estos enunciados reciben una

interpretación durativa en la que los eventos han ampliado su extensión temporal

gracias a la presencia del imperfecto y a su relación de simultaneidad con un

predicado durativo como es rezar, en (35), a la presencia de un circunstancial

introducido por durante, en (36), y a la perífrasis progresiva, en (37). En (38), por

el contrario, tenemos un evento durativo, saber, que aparece acotado gracias al

aspecto perfectivo, puesto que impone límites al evento.

Estos aparentes casos de anomalía se pueden explicar si se postula la

existencia de una estructura subeventiva en los logros (Carrasco y González, 2011)

y una subclasificación de los estados en permanentes y transitorios (Carlson

1977). De este modo, si clasificamos los logros en logros con fase previa (35),

logros con fase posterior (36) y (37), y logros sin fase o puros (marcar un gol),

podemos considerar que los elementos que inducen a visualizar el evento en sus

desarrollo –a saber, el aspecto imperfectivo, un circunstancial durativo y la

perífrasis progresiva- inciden bien sobre la fase previa, bien sobre la fase posterior.

Así, en (35), el imperfecto moría visualiza la parte previa al fallecimiento,

correspondiente a la fase de agonía, de manera que, en el momento del pasado al

que hace referencia el evento, el rey sigue con vida. Prueba de que el imperfecto

enfoca la fase previa es la continuación de (39), donde podemos apreciar que el

evento morir no ha tenido lugar.

(39) Mientras el rey moría, la reina rezaba por él; finalmente, los rezos

consiguieron salvarlo. (ejemplo adaptado de un enunciado propuesto

por García Fernández, 2008 [1998]).

En (36), salir es un logro combinado con el pretérito indefinido, por lo que

el evento ha debido tener lugar en un momento del pasado; ahora bien, si

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Capítulo 1. Nociones básicas

37

asumimos que salir es un logro con fase posterior, podemos considerar que el

circunstancial durativo no mide la extensión del evento en sí mismo, sino la del

estado resultante: el tiempo que el sujeto ha permanecido fuera20. El ejemplo de

(37) comparte la misma estructura subeventiva que (36), por lo que lo focalizado

no es el momento puntual en que el agua entra en ebullición, sino el estado

resultante; de esta manera el logro hervir el agua resulta compatible con el aspecto

imperfectivo expresado por la perífrasis progresiva.

El predicado de (38), saber, es un estado y como tal parece rechazar de

forma natural su combinación con el aspecto perfectivo. Sin embargo, es fácil

reinterpretar este enunciado sin que resulte anómalo o inadecuado y atribuirle un

valor incoativo. Aquí el aspecto perfectivo no está visualizando la totalidad del

estado saber la razón de la catástrofe, sino de una fase de dicho estado que

corresponde a la parte inicial del mismo. Para ello, debemos pensar que los estados

presentan una estructura interna fasal, que puede ser homogénea o no, en función

del tipo de estado de que se trate; de hecho, todos los estados han de tener un

comienzo.

Ahora bien, esta propuesta no es la única que se ha ofrecido para explicar

estos datos. Como vimos a propósito de la teoría de Coll-Florit (2012), hay

predicados más susceptibles de ser reinterpretados aspectualmente que otros, es

decir, hay predicados más sensibles que otros al fenómeno de la coacción. En

palabras de de Swart (2012):

under de Swart’s (1998) analyses, the combination of the Passé Simple with a

state/activity verb, or the combination of the Imparfait with an event predicate requires a

process of aspectual coercion. […]. Aspectual coercion then requires the eventuality

description to shift its meaning to satisfy the aspectual selection requirements of the Passé

Simple or Imparfait (de Swart, 2012: 769).

20 Este enunciado puede recibir también una interpretación iterativa en la que el sujeto haya estado saliendo y entrando durante cinco minutos. En este caso, el circunstancial no mide la duración del evento sino de la serie formada por microeventos.

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Capítulo 1. Nociones básicas

38

Bajo el análisis de de Swart (1998), la combinación del pasado simple con un verbo de

estado o actividad, así como la combinación del imperfecto con un predicado eventivo

[realización o logro] requiere un proceso de coacción aspectual. […]. La coacción aspectual

requiere que la eventualidad cambie su significado a fin de satisfacer los requisitos de

selección aspectual del pasado simple o del imperfecto. (Traducción propia)

El fenómeno de la coacción, recordemos, es un mecanismo que permite

reajustar el contenido conceptual o léxico, en caso de conflicto, a favor de la

información procedimental. Creo, no obstante, que para los enunciados de (35-38)

no es necesario recurrir a tal mecanismo, puesto que pueden ser explicados a la luz

de la estructura subeventiva de los estados y de los logros, ya que la estructura

interna de las eventualidades puede hacerlas compatibles con otros elementos que

imponen requisitos aparentemente contrarios a sus características, como los

tiempos. De este modo, se puede reservar la noción de coacción para aquellos

casos en los que sea estrictamente necesario reajustar la semántica conceptual. Es

cierto que prescindir de la noción de coacción para estos casos conlleva una mayor

complejidad sintáctica y/o semántica –supone hacer más compleja la estructura

formal-, pero creo que presenta ventajas dado que la estructura subeventiva

permite entender ciertas diferencias entre diferentes tipos de logros y de estados,

como su compatibilidad con determinados elementos lingüísticos.

Es posible, por tanto, combinar predicados télicos con formas verbales

imperfectivas y formas perfectivas con predicados atélicos. Una de las

consecuencias que se deriva de la combinación del imperfecto con predicados

télicos es lo que se ha denominado en la bibliografía paradoja imperfectiva (Dowty

1977). Este fenómeno

se refiere al hecho de que si se interrumpe un evento heterogéneo cuando no ha alcanzado

el telos, n o se puede afirmar que el sujeto haya realizado el evento, porque éste no tiene

lugar hasta que no se logra su fin intrínseco (Martínez Atienza, 2007: 162).

Ejemplifico un caso de paradoja imperfectiva en (39) y (40).

(39) Alonso veía Pocoyó.

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Capítulo 1. Nociones básicas

39

= Alonso vio Pocoyó.

(40) Alonso dibujaba una casa.

#Alonso dibujó una casa.

Como vemos, solo podemos afirmar que el sujeto ha realizado la acción –ver

Pocoyó o dibujar una casa- en (39), puesto que se trata de una actividad y, como

tal, no implica un telos para que el evento pueda ser afirmado. En cambio, en (40),

si Alonso no ha terminado de dibujar la casa, no podemos afirmar que ha dibujado

una casa, dado que estamos ante un predicado télico. La explicación está en la

homogeneidad de los predicados atélicos, frente a la heterogeneidad de los télicos,

lo que nos recuerda a la clasificación de las eventualidades en predicados

homogéneos y predicados heterogéneos.

El hecho de que un mismo predicado adquiera diferente interpretación en

función de la forma verbal con la que se combine implica que en la pieza verbal hay

información que no es únicamente temporal, es decir que se codifica también

información aspectual que incide en la manera en que es percibida la eventualidad.

Para dar cuenta de la interacción entre el aspecto léxico y el aspecto flexivo o

gramatical será necesario disponer de una teoría de los tiempos verbales que no se

base exclusivamente en la noción de tiempo, como la que adopto en este trabajo y

presentaré en el capítulo 2.

Si bien es cierto que en las páginas precedentes he hecho alusión a algunos

de los valores del aspecto perfectivo y del aspecto imperfectivo –el incoativo y el

perfectivo para el indefinido y el progresivo, el continuo y el habitual para el

imperfecto-, no me he detenido en explicar en qué consiste cada uno de ellos. Dado

que los usos de dichas formas verbales, y en concreto los del imperfecto, cobran

especial relevancia en este trabajo para poder comprender en qué consiste el valor

que se analiza en este trabajo –el imperfecto narrativo-, considero necesario

dedicar el siguiente apartado a dichos usos.

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Capítulo 1. Nociones básicas

40

3.2.4. Valores del aspecto perfectivo e imperfectivo

Bertinetto (1986: 117) establece tres valores para el aspecto imperfectivo y

dos para el perfectivo, tal y como queda recogido en el diagrama siguiente.

Figura 9. Valores del imperfecto. (Bertinetto (1986: 117)).

Las formas verbales que expresan el aspecto perfectivo son el indefinido

canté y las formas compuestas con el auxiliar haber21. Si observamos los siguientes

ejemplos en indefinido, podremos apreciar diferente interpretación, en función del

límite visualizado por el tiempo verbal.

(41) A las once la cocinera preparó el menú del día.

(42) Ayer llamó el director de la Academia.

21 Las formas verbales compuestas con haber reciben dos lecturas: de aoristo o perfectiva y de perfecto. Dentro de esta última se pueden distinguir sub-lecturas como la experiencial, la hodiernal o la resultativa.

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Capítulo 1. Nociones básicas

41

El enunciado de (41) recibe una lectura incoativa o ingresiva del indefinido,

mientras que en (42) la lectura obtenida es la terminativa. Esta última es la

interpretación más común en la mayor parte de los indefinidos, puesto que el

evento es visualizado en su totalidad, esto es, incluyendo los límites inicial y final.

En cambio, la parte focalizada por un indefinido con interpretación incoativa

corresponde al límite inicial. Para ello, es necesaria la presencia de un

circunstancial puntual que incida sobre dicho límite. Conviene señalar que no

todos los predicados son susceptibles de recibir una interpretación incoativa,

puesto que el factor decisivo es la mayor o menor duración del predicado, como

ejemplifica García Fernández (1998 [2008]: 21) con (43) y (44):

(43) A las cinco leyó el telegrama.

(44) A las cinco leyó Madame Bovary.

De estos dos enunciados, solo el segundo de ellos es apto para obtener una

lectura incoativa en la que se focaliza el momento en que el evento comienza,

debido a la extensión de la obra literaria objeto de lectura, frente a la brevedad del

telegrama en (43). Dicho con otras palabras, solo el evento descrito en (43) es

susceptible de ser realizado completamente en la duración expresada por el

circunstancial, mientras que este, en (44), solo puede señalar la parte inicial del

evento.

El aspecto imperfectivo, por su parte, se expresa en español mediante el

imperfecto, el presente y la perífrasis <estar + gerundio>, y posee tres lecturas

básicas: una continua22, una habitual23 y una progresiva (Bertinetto, 1986),

ejemplificadas en (45), (46) y (47), respectivamente:

22 Resulta oportuno aclarar, tal y como hace Bertinetto en su descripción de las lecturas del aspecto imperfectivo, que el significado del término continuo aquí difiere de su acepción inglesa, donde es sinónimo de progresivo. Un imperfecto progresivo y un imperfecto continuo remiten a dos lecturas diferentes, como veremos.

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Capítulo 1. Nociones básicas

42

(45) a. Vivía solo desde que empezó a trabajar en Marsella.

b. Durante la reunión estaba pensativo.

(46) De joven, fumaba cinco cigarrillos al día.

(47) Cuando llegó el fontanero, pintaba la pared.

La parte visualizada en los eventos descritos por los imperfectos de (45) a

(47) no incluye los límites de los mismos o, al menos, no incluye el límite derecho o

final24. El enunciado (45) presenta una oración subordinada que señala el

momento en que el evento comienza, pero no se afirma que el evento haya

culminado, es decir, el evento vivir se presenta en su desarrollo, de forma continua.

El imperfecto continuo también se obtiene en aquellos casos en los que el evento

es focalizado durante un período completo, como en (45b), donde se afirma que el

evento ha tenido lugar durante la reunión, pero no se asevera que haya terminado

necesariamente al final de la misma.

En el enunciado (46), el predicado télico – fumar cinco cigarrillos- aparece

en imperfecto, por lo que se produce un conflicto entre la imperfectividad del

tiempo verbal y la telicidad del predicado. Una de las interpretaciones que resulta

de dicho conflicto es la habitual, es decir, la repetición del evento durante un

intervalo o período. Para Martínez Atienza (2004) la habitualidad impone dos

condiciones:

(a) “la interpretación habitual se obtiene como resultado de un proceso

de inducción, es decir, a partir de múltiples ocurrencias de un determinado evento,

se induce que tal iteración o repetición constituye un hábito del sujeto” (2004:

347).

23 Martínez Atienza (2004) no considera el valor habitual una subvariedad del aspecto imperfectivo dado que es posible encontrar imperfectos continuos o progresivos habituales y puesto que este valor puede expresarse también con otras formas verbales, como el indefinido. 24 El límite izquierdo se infiere ya que todo evento que tiene lugar ha de haber comenzado en algún momento.

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Capítulo 1. Nociones básicas

43

(b) “cualquier hábito constituye un evento complejo [macroevento],

dado que implica la iteración, a su vez, de varios eventos [microeventos]” (2004:

349).

Estas nociones de macroevento y de microevento las empleo ya Bertinetto

(1986) para explicar el uso habitual del imperfecto. El microevento corresponde a

cada uno de los eventos que se repite y se caracteriza por ser perfectivo o

delimitado, de ahí su compatibilidad con complementos que miden la duración,

como en cinco minutos, en el enunciado de (48).

(48) El año pasado, el médico atendía a los pacientes en cinco minutos

#tres veces.

Ahora bien, si el evento es perfectivo, ¿significa esto que la forma verbal

modifica en este empleo su aspectualidad? La respuesta es negativa, ya que el

aspecto gramatical es información procedimental que, como ya sabemos, ha de

mantenerse invariable. Para explicar entonces de qué manera en un enunciado

como (48) se mantiene la imperfectividad, debemos recurrir a la noción de

macroevento ya señalada, puesto que lo marcado imperfectivamente no es el

evento sino el macroevento o el conjunto de microeventos. Una prueba de que la

serie queda abierta es la inadecuación del enunciado al añadir un complemento

que especifica el número de veces que se repite el evento, como sucede en (48).

De los tres enunciados ofrecidos para ejemplificar los valores del

imperfecto, queda por explicar el ilustrado en (47), repetido aquí por comodidad.

(47) Cuando llegó el fontanero, pintaba la pared.

En este enunciado, a pesar de tener un predicado télico en imperfecto, el

enunciado no es interpretado de forma habitual porque el evento pintar la pared

no se repite durante un período de tiempo, sino que hace referencia a un único

evento. Como vemos, aparece un circunstancial puntual que no señala el comienzo

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Capítulo 1. Nociones básicas

44

del evento, sino que focaliza un punto concreto en el desarrollo del evento, por lo

que este recibe una lectura progresiva. Según Bertinetto (1986: 125), se han de

cumplir tres características para que se active una interpretación progresiva:

i. “esistenza di un istante di focalizzazione tf;

ii. prosecuzione indeterminata del processo oltre tf;

iii. semelfattivitá”

i. “existencia de un instante de focalización tf;

ii. continuación indefinida del proceso más allá de tf;

iii. semelfactividad” (traducción propia).

Esto es, para poder obtener una lectura progresiva necesitamos que se

focalice un instante en el desarrollo de un evento indefinido o abierto que tenga

lugar solo una vez, es decir, que no se repita. Por tanto, la diferencia entre la

lectura progresiva y la habitual del imperfecto radica en el hecho de que

la visione progressiva lascia indeterminata l’eventuale prosecuzione del processo oltre

l’istante tf, mentre la visione abituale considera ogni singolo occorrimento, preso in sé per

sé, come un evento perfettamente concluso […]. Anche per ciò che riguarda l’Aspetto

abituale esiste, comunque, un’implicazione di indeterminatezza; sia rispetto al numero

delle iterazioni […], sia, in particolari contesti, rispetto all’eventuale prosecuzione della

serie di eventi che compongono il processo abituale […]. (Bertinetto, 1986: 162).

La visión progresiva deja indeterminada la continuación eventual del proceso más allá del

instante tf, mientras que la visión habitual considera cada ocurrencia particular, tomada en

sí misma, como un evento perfectamente concluido […]. También por lo que se observa, el

aspecto habitual tiene una implicación de indeterminación, sea respecto al número de

iteraciones […], sea, en un contexto particular, respecto a la continuación eventual de la

serie de eventos que componen el proceso habitual. (Traducción propia)

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Capítulo 1. Nociones básicas

45

A pesar de que aquí estoy ofreciendo ejemplos prototípicos de los valores

del imperfecto, hay que aclarar que en la activación de las interpretaciones

desempeña un papel esencial el contexto, de manera que es necesario atender a

todos los factores que intervienen para determinar ante qué lectura o

interpretación nos encontramos. Observemos un ejemplo ofrecido por Bertinetto

(1986), en el que la imperfectividad es puesta en tela de juicio a causa del contexto

en el que se incluyen los imperfectos.

(49) Mentre sua moglie partoriva, Gigi leggeva il giornale, poi

ascoltava la radio, poi passeggiava avanti e indietro nervosamente.

Alla fine si decise ad uscire.

Mientras su mujer paría, Gigi leía el periódico, después escuchaba la

radio, después paseaba nervioso. Finalmente decidió irse.

(Traducción propia)

Si atendemos a la aspectualidad de estos imperfectos podemos observar

que los eventos parecen haber finalizado ya que el contexto obliga a interpretar

que el sujeto ha dejado de llevarlos a cabo25 –lo que no significa que los eventos

hayan tenido lugar en sí mismos puesto que la forma verbal no indica que Gigi

haya leído el periódico entero, por ejemplo-. A fin de mantener la imperfectividad

de estos imperfectos, considero, siguiendo a Bertinetto, que se trata de una

iteración indeterminada. Así, estos imperfectos –interpretados como imperfectos

continuos- describen eventos que se focalizan en múltiples momentos dentro de

un período concreto, donde esta multiplicidad de momentos es indeterminada. En

este sentido, la diferencia que se establece entre un imperfecto continuo y un

imperfecto progresivo radica en la focalización de varios instantes o de uno solo en

el desarrollo del evento, respectivamente.

25 Como veremos en el capítulo 3, para Bres (2005a) los imperfectos de (49) constituirían ejemplos de imperfectos narrativos en tanto que el contexto derecho fuerza una lectura perfectiva de los mismos; sin embargo, no considero que se trate de imperfectos narrativos, sino de una enumeración de imperfectos continuos, en la línea de Bertinetto (1986). De este modo, como veremos, reservo la noción de imperfecto narrativo para un hecho específico.

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Capítulo 1. Nociones básicas

46

Como se desprende de estas páginas, podemos hablar de una clasificación

de los valores del imperfecto a partir de una serie de rasgos característicos. Sin

embargo, no debemos olvidar que las formas verbales no se emplean de manera

independiente, sino que interaccionan con otros elementos lingüísticos así como

con el contexto. Por tanto, este último es un factor esencial para entender el valor

que recibe el tiempo verbal en cada enunciado.

En este apartado he presentado brevemente los usos básicos del indefinido

y, más específicamente, del imperfecto. Ahora bien, estas diferentes

interpretaciones ¿en qué nivel lingüístico operan? En el siguiente apartado

veremos una propuesta sintáctica de los usos del imperfecto.

3.2.5. Codificación sintáctica de los usos del imperfecto.

Hemos visto que el tiempo y el aspecto ofrecen información acerca de la

localización sobre el eje temporal de una parte o de la totalidad del evento. En las

lenguas románicas, frente a las lenguas eslavas, la información temporal y la

aspectual se expresan de forma conjunta en la morfología verbal, lo que induce a

cuestionarse si el sintagma flexión habitualmente empleado en la sintaxis formal

de las últimas décadas se debe descomponer en sintagma tiempo y sintagma

aspectual.

En este apartado presentaré de qué manera algunos lingüistas consideran

que el tiempo y el aspecto, es decir, la relación entre los puntos R, H y E han de

codificarse sintácticamente, así como los inconvenientes que entraña asumir tal

propuesta, frente a una alternativa que dé cuente de la interfaz de la semántica y

de la pragmática.

Como ya sabemos, en la mayor parte de los estudios dedicados al

imperfecto, se parte de la idea de que en la semántica del imperfecto participan los

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Capítulo 1. Nociones básicas

47

tres primitivos propuestos por Reichenbach (R, E, H/S) y de que estos se ordenan

de dos en dos, tal y como establece Hornstein: R es calculado con respecto a H y E

es localizado a partir de R. De esta manera, la primera relación, establecida por R y

H, expresa temporalidad, mientras que la segunda –R, E- corresponde a la

aspectualidad. Esto es así tanto en una teoría temporal del imperfecto como la que

desarrollan Rojo y Veiga (1999), donde se postula la simultaneidad del evento a un

punto del pasado, como en una hipótesis de índole o naturaleza temporal-

aspectual, como sugiere Saussure (2003): P_H y PcE, siendo P una variable de

perspectiva que debe ser saturada.

Estos tres elementos: R, E y H corresponden a los términos tiempo de la

aserción (AST), tiempo del evento (EV) y tiempo del enunciado (UT),

respectivamente, en los trabajos que adoptan una perspectiva sintáctica de los

tiempos verbales – Espunya (2004), Uribe-Etxebarría y Demirdache (2007),

Stowell (2007), Zagona (2007) -. Tal y como los define Espunya (2004),

1) UT-T. Tiempo del enunciado, en oraciones principales. Otro tiempo de

referencia en oraciones subordinadas.

2) ATS-T. Tiempo de la Aserción. El intervalo de tiempo situado dentro del

tiempo del evento que es enfocado por la marca de aspecto. Corresponde a la noción de

aspecto como punto de vista (“sólo lo visible es afirmado”), de Smith (1991) y

adoptado por Klein (1995) para unificar el tratamiento del aspecto con el del tiempo.

El tiempo de la aserción es, como su nombre indica, el tiempo para el que es válida una

afirmación, o al que se confina tal afirmación.

3) EV-T. El tiempo en el que el evento (o estado) denotado por el SV tiene

lugar (o perdura). (Espunya, 2004: 384)

Estos lingüistas consideran que las relaciones entre estos tres puntos deben

codificarse sintácticamente26. Para ello, se incluye en la estructura oracional un

Sintagma Tiempo y un Sintagma Aspecto, que seleccionan argumentos temporales:

26 No ofrecen, o no he sabido encontrar, razones por las que esto deba ser así.

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Capítulo 1. Nociones básicas

48

UT-T es el argumento externo del STiempo y AST-T es su argumento interno; a su

vez, este el argumento externo del SAspecto y el interno es EV-T.

Figura 9. Codificación sintáctica del tiempo y del aspecto. Demirdache y Uribe-

Etxebarría (2007: 333)

Atendiendo a estas relaciones temporales, el imperfecto se define por ser un

tiempo en el que “se establece una relación entre UT-T después Ast-T (pasado) y

Ast-T dentro EV-T”27 (Espunya, 2004: 387), mientras que el indefinido manifiesta

únicamente “UT-T después de EV-T” (2004: 386). Por tanto, el SAspecto no se

expresa en la codificación sintáctica del indefinido, puesto que, como señala

Espunya, se trata de un tiempo en el que el evento se ordena directamente con

27 Está descripción del imperfecto coincide con la propuesta por Saussure (2003): P-H y PcE.

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Capítulo 1. Nociones básicas

49

respecto al momento del habla28. La sintaxis del imperfecto, por su parte, sí incluye

el SAspecto, ya que se trata de un tiempo en el que el evento es situado desde un

punto diferente del momento del habla.

El imperfecto puede representarse sintácticamente como en el siguiente

diagrama, en el que el valor del imperfecto que queda recogido es el continuo.

Figura 10. Valor continuo del imperfecto. (Arche, 2014: 814).

El imperfecto continuo es un tiempo pasado de aspecto imperfectivo. Ahora

bien, para plasmar sintácticamente las diferencias entre los usos básicos del

imperfecto, Espunya (2004) propone introducir un cuantificador en la

interpretación progresiva y en la habitual. Arche (2014) sigue el mismo camino

que el trabajo de Espunya, como vemos en la figura 11, aunque no lo cite

explícitamente.

28 Esta afirmación va en contra de lo que hemos visto a propósito del punto de referencia, puesto que dicho punto parece mantenerse en todas las estructuras temporales.

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Capítulo 1. Nociones básicas

50

Figura 11. Representación sintáctica usos progresivo y habitual del

imperfecto. (Adaptado de Arche, 2014: 817)

La diferencia entre el valor progresivo y el habitual radica, por tanto, en la

naturaleza del cuantificador: universal o existencial. Tal y como señala Espunya,

a) [la lectura habitual] expresa que para todo tiempo de la aserción existe un

tiempo del evento tal que el tiempo de la aserción está dentro del tiempo del evento, es

decir, distribuye tantos EV-T como sean necesarios para los AST-T.

b) [la lectura progresiva] indica que existe un tiempo del (tipo del) evento tal

que cualquier tiempo de la aserción tiene que situarse dentro de ese evento. (Espunya,

2004: 399)

Por tanto “las diferencias entre lectura habitual y lectura progresiva se

explican entonces como consecuencia de la ambigüedad semántica en el alcance de

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Capítulo 1. Nociones básicas

51

los cuantificadores” (2004: 403). De este modo, se proponen tres estructuras

sintácticas diferentes, en función del valor básico del imperfecto.

Si esto es así y cada valor básico o descriptivo del imperfecto (progresivo,

habitual y continuo) tiene una estructura sintáctica diferente, cabe preguntarse de

qué manera es posible predecir en qué casos se obtiene una u otra interpretación.

Es decir, dado un enunciado en imperfecto sin la presencia de un cuantificador

explícito, como ejemplifico en (50), ¿de qué manera el destinatario puede acceder

a una representación sintáctica u otra y, por tanto, obtener la interpretación

adecuada?

(50) Los empleados tomaban notas en la reunión.

Este enunciado es ambiguo puesto que puede recibir una lectura progresiva

(a las tres), una habitual (habitualmente), continua (mientras el jefe leía el

periódico). La propuesta sintáctica no explica cómo el destinatario recupera el

valor pertinente en un enunciado ambiguo.

Por otro lado, no se explican los valores ‘especiales’ del imperfecto ni se

alude a su estructura sintáctica. Siguiendo el diagrama básico del imperfecto, en el

que se codifica la temporalidad y la aspectualidad, parece que no tienen cabida los

usos que ponen en tela de juicio el rasgo de pasado, como (51), o el de

imperfectividad, ilustrado en (52).

(51) Mañana venía tu amigo de Londres, ¿verdad?

(52) Cinco minutos más tarde llegaba a la cita.

En el enunciado (51), la temporalidad del imperfecto entra en conflicto con

el adverbio temporal de futuro, por lo que es necesaria una teoría adecuada que

permita encajar este uso –citativo- con la semántica temporal, ya que de la

explicación de Espunya y Arche no se deduce cuál puede ser la relación entre UT-T

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Capítulo 1. Nociones básicas

52

y Ast-T para este valor. A propósito de (52), donde aparece el valor narrativo del

imperfecto, es necesario señalar que para Dermirdache y Uribe-Etxebarría (2014)

este empleo posee un aspecto neutro; sin embargo, en la propuesta sintáctica de

Espunya y Arche no se explica cómo se representa el aspecto neutro, puesto que el

nudo Aspecto se codifica –imperfectividad- o no se codifica –perfectividad-.

A partir de estos datos, considero que situar la explicación de usos y valores

en la interfaz semántica-pragmática arroja importantes ventajas. Si partimos de la

distinción semántica propuesta por Blakemore y por Sperber y Wilson,

inicialmente, entre expresiones procedimentales y expresiones conceptuales,

podremos asumir que en la interpretación de un enunciado que contenga un

imperfecto, la información que debe mantenerse es la semántica temporal, en

detrimento de la información léxica que aparezca. Ya sabemos que el significado

codificado por dicha forma verbal es anterioridad (P_H) e imperfectividad (PcE) –

en la terminología de quienes defienden una propuesta sintáctica, AST-T anterior a

UT-T y AST-T dentro de EV-T-. Este significado se combina con el modo de acción o

aspecto léxico –de naturaleza composicional-, que, como sabemos, posee una

semántica conceptual susceptible de ser reajustada en caso de conflicto.

La ensambladura entre el significado procedimental del imperfecto y el

modo de acción se enriquece con la presencia de modificadores que permiten

desambiguar entre varias lecturas. De este modo, se va construyendo la

interpretación del enunciado con información lingüística que se reajusta en caso

de que sea necesario a favor de la semántica procedimental. A los datos obtenidos

se les añade la información contextual que desempeña un papel fundamental en la

obtención de la lectura del imperfecto. Para ello, es necesario que el destinatario

active unos mecanismos pragmáticos que guían la interpretación del enunciado.

Conviene señalar que estos procesos descritos no son progresivos, sino

simultáneos. El destinatario recibe el input –enunciado- y pone en marcha unos

procesos interpretativos que van moldeando la información lingüística y

extralingüística disponible a fin de construir el significado adecuado y pertinente a

la situación comunicativa.

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Capítulo 1. Nociones básicas

53

Así, es posible explicar –y predecir- los diferentes valores del imperfecto –y

de los demás tiempos verbales-, dando cuenta no solo de los usos básicos o

descriptivos, sino también de los ‘especiales’ o interpretativos, a partir de la

semántica –de la forma verbal, del modo de acción y de los modificadores- y de

datos contextuales. En este proceso interpretativo entran en juego mecanismos

pragmáticos. Por tanto, se propone un único significado para el imperfecto y se

derivan pragmáticamente los diferentes valores, sin necesidad de proponer una

sintaxis compleja y multiplicada por tantos valores como tenga la forma verbal.

Recordemos que uno de los interrogantes que surgen de la propuesta sintáctica es

¿qué sucede con los valores especiales del imperfecto?

Al final de su trabajo, Espunya señala que

las restricciones de co-aparición con los durativos cuantitativos se explican no como un

problema sintáctico sino como una combinación de factores semánticos y pragmáticos, lo

cual abre el camino para explicar otras lecturas menos frecuentes. (2004: 403).

Como se deduce de esta cita, Espunya recurre a la sintaxis para explicar la

semántica del imperfecto y cuando este nivel no es suficiente para dar cuenta de

ciertos fenómenos asume que intervienen factores semántico-pragmáticos, sin

explicar bajo qué condiciones estos participan ni cuáles son los límites que

permiten predecir cuándo opera la sintaxis y cuándo la semántica y/o la

pragmática.

Si esto es así, habría que especificar los límites entre Sintaxis, Semántica

Pragmática y explicar por qué unos usos se derivan pragmáticamente y otros

tienen manifestación sintáctica, puesto que parece que poseen diferente naturaleza

sin una explicación aparente.

En lo que sigue voy a adoptar una explicación del imperfecto en términos

pragmáticos-semánticos por las ventajas que ofrece esta perspectiva, como he

señalado con anterioridad.

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Capítulo 1. Nociones básicas

54

3.3. Conclusiones

A lo largo de este apartado he revisado las nociones de tiempo, aspecto

gramatical y aspecto léxico, haciendo especial énfasis en estas dos últimas, dado

que estarán presentes en todo el trabajo, al cobrar especial importancia en el

estudio del uso narrativo del imperfecto.

Tal y como he señalado, la categoría tiempo localiza la eventualidad sobre el

eje temporal, atendiendo a un punto de referencia y con respecto al cual la

situación puede ser anterior, posterior o simultánea. Dicho punto ha motivado

diversos estudios en la bibliografía, sobre todo, desde una perspectiva sintáctica:

cuál es la naturaleza de R y cómo y dónde se codifican los diferentes usos del

imperfecto en el diagrama arbóreo. El problema que presenta una explicación

sintáctica del imperfecto es la incapacidad de codificar los usos ‘especiales’ del

imperfecto. Por ello, considero que es más económico proponer una sintaxis

sencilla y considerar que en la interpretación de los tiempos intervienen otros

factores.

Los dos conceptos que desempeñan un papel especial en este trabajo son el

aspecto gramatical, que informa acerca de la parte visualizada del evento, y el

aspecto léxico, que representa parte del significado inherente al predicado. Este

último ha sido objeto de un estudio intenso en las últimas décadas, puesto que se

ha ido enriqueciendo la clasificación inicial de Vendler. Se trata de un elemento con

gran impacto en los estudios gramaticales, dado que parece afectar a diversos

fenómenos lingüísticos y no solo a los concernientes al sintagma verbal.

Con respecto al aspecto gramatical, he retomado, a través de la metáfora de

la lente, la diferencia entre la imperfectividad y la perfectividad, así como los

valores que se desprenden de ambos contenidos, aunque con mayor énfasis sobre

el aspecto imperfectivo. Si tanto el aspecto léxico o modo de acción como el

aspecto gramatical se expresan en el verbo finito, cabe esperar que se produzca

cierta interacción entre ellos. Ahora bien, mientras que la combinación del aspecto

imperfectivo con los predicados atélicos y la del aspecto perfectivo con los

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Capítulo 1. Nociones básicas

55

predicados télicos no representan ningún problema, sí tienen un interés especial

las combinaciones entre aspecto imperfectivo y predicados télicos, y entre aspecto

perfectivo y predicados atélicos. Hemos podido comprobar de qué manera el

aspecto léxico o modo de acción se reinterpreta a favor de la semántica temporal,

que es de tipo procedimental en la perspectiva que adopto en este trabajo.

Un ejemplo de reinterpretación forzada por la combinación del aspecto

imperfectivo y de un predicado télico es el denominado imperfecto narrativo de

(53).

(53) Cinco minutos después llegaba a la cita.

En este enunciado tenemos un imperfecto combinado con un predicado

puntual –logro- que aparece, además, encabezado por un circunstancial puntual.

Este uso del imperfecto es el problema central que se trata en este trabajo. Como

tendré ocasión de mostrar, el imperfecto parece ser interpretado como un evento

culminado en el pasado, por lo que parece que dicha forma verbal modifica su

aspectualidad; tal es la posición de algunos lingüistas a propósito de este uso

(García Fernández 2008 [1998], Gosselin 2005). Sin embargo, si consideramos que

el aspecto gramatical posee una semántica procedimental que ha de mantenerse

en todos sus usos, habremos de encontrar una explicación que dé cuenta de forma

satisfactoria del empleo del imperfecto ejemplificado en (53).

Como hemos podido comprobar, el aspecto gramatical tiene alcance sobre

el aspecto léxico, de manera que la información aportada por aquel siempre se

impone; esto se debe a que se trata de una semántica procedimental o

instruccional, frente al significado del modo de acción, que es conceptual. De este

modo, la interacción entre tiempo, aspecto flexivo y aspecto léxico queda recogida

en el siguiente diagrama (De Swart 1998: 348):

[TENSE [ASPECT [EVENTUALITY DESCRIPTION]]]

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Capítulo 1. Nociones básicas

56

Si el aspecto gramatical permite observar la situación desde dentro o desde

fuera, este observar el evento nos conduce hacia un campo que ha cobrado mucha

fuerza en los últimos años en los estudios lingüísticos: el de la expresión lingüística

del punto de vista. En el siguiente apartado me voy a detener en esta cuestión a fin

de presentar cómo los tiempos verbales contribuyen a la perspectivización. Como

se observará más adelante, esta noción es esencial para entender ciertos usos del

imperfecto.

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Capítulo 1. Nociones básicas

57

4. TIEMPOS VERBALES Y PERSPECTIVA29

La noción de perspectiva30 ha sido, y es, muy recurrente en el ámbito

literario puesto que arroja luz sobre los diferentes modos de presentar los hechos

que confluyen en los textos, sobre todo, narrativos, bajo la etiqueta de

narratividad. El punto de vista ha sido definido como “el ángulo de visión, el foco

narrativo, el punto óptico en que se sitúa un narrador para contar su historia”

(Bourneuf-Oullet, en Marchese y Forradellas, 2000: 337). A este respecto, Genette

(1972) distinguió tres tipos de focalizaciones, que responden a la pregunta ¿quién

ve? o ¿desde dónde se ve?: focalización cero, donde el narrador conoce todo acerca

de los personajes; focalización interna, en la que el narrador sabe lo mismo que los

personajes y, de hecho, en algunas ocasiones adopta el punto de vista de alguno de

ellos; y focalización externa, gracias a la cual el narrador se limita a describir lo que

ve, es decir, actúa como mero observador.

Martínez García (2002: 199) entiende el punto de vista como “el foco de

percepción que remite a la instancia perceptiva a través de la cual se enfoca el

mundo de la ficción, que no tiene por qué corresponderse con la instancia que

narra”. Es importante tener en cuenta que en el discurso el punto de vista no es

rígido, sino que puede –y, de hecho, suele- haber diferentes perspectivas conforme

avanza la historia.

Para poder entender cómo funciona el punto de vista, debemos tener en

cuenta que la intención del emisor es crear una realidad y presentársela al

destinatario. Como señala Gómez Redondo (2007),

un cuento (formulado, incluso, con componentes tradicionales que llevan incorporada una

precisa ideología), una novela (de cualquier tendencia o cualidad artística), una obra de

teatro (por encima de todo), un poema épico (porque el verso es otro lenguaje narrativo) o

hasta un reportaje periodístico (y sería suficiente contrastar cómo cada medio de

29 No puedo hacer justicia a todos los trabajos que se han dedicado al punto de vista o a la narratividad. Por ello, presentaré solamente las ideas fundamentales para entender qué es la perspectiva y de qué manera el imperfecto puede contribuir a determinar la perspectiva. Remito al lector a los trabajos de Banfield (1995), Fleischman (1990), Genette (1972), Ricoeur (1984). 30 Empleo aquí los conceptos punto de vista, perspectiva y focalización como sinónimos.

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Capítulo 1. Nociones básicas

58

comunicación enfoca la noticia desde su precisa ideología) no sólo cuentan unos sucesos o

presentan a unos personajes a los que les ocurren unas acciones, sino que transportan al

receptor a un universo absoluto de referencias, equivalente al suyo, mucho más amplio y

con unas posibilidades ilimitadas de indagación, de valoración o de análisis de la conducta

humana y de sus participantes (Gómez Redondo, 2007: 7).

No obstante, la perspectiva no está solo presente en los discursos literarios,

sino en cualquier enunciado que queramos transmitir, puesto que organizamos la

información y la presentamos desde un punto de vista determinado en función de

nuestra intencionalidad como hablantes. De esta manera, hay ocasiones en las que

comunicamos un contenido propio, con cuya veracidad nos comprometemos, y

otras en las que presentamos una información atribuida a otra persona, como

sucede cuando reproducimos el discurso de otro hablante, siendo este último la

fuente de información.

El punto de vista, entonces, está relacionado con la noción de polifonía, es

decir, con la pluralidad de voces o de personas que hablan en el discurso. De hecho,

la mayor parte de nuestros actos comunicativos no expresan una información

propia –una sola voz-, sino que retomamos las ideas, las creencias, las experiencias,

las palabras, etc. de otros sujetos –piénsese, por ejemplo, en la variedad discursiva

de la que disponemos: monólogo interior, estilo directo, estilo indirecto, estilo

indirecto libre-. Esta pluralidad de voces confluye junto con las perspectivas desde

las que se presenta la información en el discurso, lo que produce gran riqueza no

solo estética y literaria, sino también lingüística.

Para poder establecer la perspectiva desde la que se presenta la

información y/o la fuente de la misma, hay que analizar los indicios expresados

por ciertos elementos lingüísticos, como los pronombres, los adverbios, los

tiempos verbales, etc. Si nos paramos un momento a pensar en los tiempos

verbales con los que la expresión del punto de vista parece más sobresaliente,

seguramente consideremos que estos son el presente en su uso histórico y el

imperfecto empleado en estilo indirecto libre y en su uso narrativo. En efecto,

ambos tiempos parecen activar una perspectiva desde dentro, es decir, como si los

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Capítulo 1. Nociones básicas

59

hechos estuvieran sucediendo en el momento, ante los ojos de los participantes en

el discurso, a pesar de describir acciones pasadas. Dicho con otras palabras, el

hablante describe los hechos en desarrollo puesto que los visualiza a medida que

los presenta ante los ojos del interlocutor; el hablante percibe los eventos desde

dentro, gracias al aspecto imperfectivo tanto del presente como del imperfecto.

Este percibir los eventos desde dentro favorece que el narrador pueda adoptar el

punto de vista, en un discurso narrativo, de uno de los personajes, de manera que

pueda transmitir al destinatario los sentimientos y pensamientos de este. Incluso

es posible que narrador y personaje se fusionen y el lector no sepa distinguir

cuándo habla uno u otro.

Este juego de perspectivas es muy recurrente en la novela a partir del s. XIX,

época en la que parecen desarrollarse el estilo indirecto libre y el imperfecto

narrativo. No obstante, es innegable que ya los juglares en la Edad Media hacían

uso de los tiempos verbales para acercar las hazañas de los héroes al público.

Parece, tal y como sostiene Fleischman (1990), que el empleo del presente

histórico está relegado a la lengua coloquial y que en la literatura este decae en el s.

XIV, hasta el s. XVIII, cuando cobra fuerza el realismo psicológico. Por tanto,

aunque parece que la perspectivización adquiere gran relevancia en el siglo XIX

gracias a las técnicas narrativas que imperan en esta época, desde la época

medieval en la literatura española se emplean estrategias para presentar los

hechos al público, entre las que se encuentra la adopción de un punto de vista

subjetivo.

Ahora bien, ¿cómo se puede explicar en términos lingüísticos la

contribución de los tiempos verbales a la subjetivización o perspectivización? Dos

formas verbales que permiten ejemplificar la distinta perspectiva que adopta el

hablante al utilizar una u otra son el indefinido y el imperfecto. La razón se ha

buscado en la aspectualidad expresada por cada forma: el indefinido, al visualizar

el evento en su totalidad, muestra el evento como si fuera visto desde fuera,

mientras que el imperfecto favorece, por su imperfectividad, un punto de vista

interno, desde dentro. De hecho, Smith (1991) define el aspecto gramatical como

“punto de vista” –recuérdese la metáfora de la lente-.

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Capítulo 1. Nociones básicas

60

(54) Ensuite Arnoux parla d’une cuisson importante que l’on devait

finir aujourd’hui, à sa fabrique. Il voulait la voir. Le train partait dans

une heure. (Flaubert, L’Education sentimentale)31.

Entonces Arnoux habló de una cocción importante que debíamos

terminar en la fábrica hoy. Quería verla. El tren partía en una hora.

(Traducción propia).

(55) Llegó a su despacho el señor vicario general, y sin saludar a los que

allí le esperaban, se sentó en un sillón de terciopelo carmesí detrás de

una mesa de ministro cargada de papeles con balduque. Apoyó los codos

en el pupitre y escondió la cabeza entre las manos. Sabía que le

esperaban, que pretendían hablarle, pero fingía no notarlo. (Clarín, La

Regenta).

En estos enunciados, se percibe un cambio de perspectiva favorecido por la

alternancia de los tiempos verbales. El indefinido remite al punto de vista del

narrador, objetivo, mientras que los imperfectos reproducen los pensamientos o

las palabras de uno de los personajes de la obra literaria; una vez que el narrador

ha puesto en situación al lector, cede la palabra al personaje –o habla por él- a

través del imperfecto y transmite sus pensamientos.

A partir de este ejemplo, parece que hay una correspondencia entre aspecto

y punto de vista y, en concreto, entre el indefinido y la perspectiva del narrador y

entre el imperfecto y la subjetividad de un personaje32. Ahora bien, si el punto de

vista está determinado por el aspecto gramatical, ¿cómo se puede explicar que

haya usos subjetivos y usos no subjetivos con una misma forma verbal que, en

principio, no experimenta ningún cambio aspectual?

31 Bres (2003: 64). 32 Como tendré ocasión de mostrar más adelante, esta conexión entre punto de vista y aspecto verbal está presente en la explicación de los tiempos verbales de Doiz Bienzobas (2000, 2002).

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Capítulo 1. Nociones básicas

61

(56) Maître Corbeau, sur un arbre perché, / tenait dans son bac un

fromage.

Maître renard, par l’odeur alléché, / lui tint à peu près ce langage (La

Fontaine, Fabler)33.

El señor cuervo, sobre un árbol posado, / tenía en su pico un queso.

El señor zorro, atraído por el olor, / le habló en estos términos…

(57) Tenía los ojos de un gris descolorido y un poco bizcos. Tenía, o sea,

tiene, un flequillo que le come la mitad de la frente. (Pereira, “Charly”).

En ambos enunciados, el imperfecto tenía no está empleado de forma

subjetiva, sino objetiva. El narrador observa la situación desde fuera y la describe

de forma fiel. El lector habrá percibido que el empleo del imperfecto en (54) y (55)

difiere sobremanera de la interpretación que recibe en (56) y (57). Por tanto, el

imperfecto no siempre entraña un uso subjetivo. De modo similar, es posible

encontrar usos subjetivos del indefinido, como en (58)34.

(58) La yole semblait glisser. Des arbres se montrèrent sur l’île, dont la

berge était si basse que les yeux plongeaient dans l’épaisseur des

fournées. On s’arrêta; le bateau fut attaché (Maupassant, Une partie de

champagne).

El bote parecía deslizarse. Los árboles se mostraron en la isla, cuya

orilla era tan baja que los ojos se zambullían en el espesor de las

hornadas. Nos paramos; el barco fue atado.

33 Bres (2003: 59). 34 Bres (2003: 60).

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Capítulo 1. Nociones básicas

62

(59) Al amanecer, las ropas de la cama, revueltas, estaban en el suelo.

Tuve frío y las atraje sobre mi cuerpo. (Carmen Laforet, Nada).

En (58) y (59), los imperfectos describen el escenario o la situación,

mientras que los indefinidos muestran los eventos desde la óptica subjetiva de un

testigo de la escena, es decir, vemos los hechos a través de la mirada o de los

sentimientos de los propios narradores. Se produce, por tanto, un cambio de

perspectiva que nos conduce al interior de un observador que asiste a los hechos.

A la luz de estos datos, se puede concluir que no hay una correspondencia

estricta entre punto de vista y aspecto gramatical. Si bien es cierto que el aspecto

contribuye a una determinada perspectivización, es necesario tener presente que

en la interpretación de los enunciados intervienen factores extralingüísticos como

el contexto que favorece más un punto de vista u otro. Como vemos, el imperfecto

puede ser empleado para mostrar diferentes puntos de vista, por lo que su

aspectualidad no lleva asociada una perspectiva determinada, sino más bien una

perspectiva infradeterminada. A este propósito, resultan de gran relevancia las

ideas señaladas por Sthioul (2000):

en effet, nous pensons que la détermination du point de vue selon lequel les situations ou

les événements décrits sont envisagés dépend d’un processus pragmatique complexe qui

n’est qu’indirectement lié à la signification du morphème verbal. La thèse que nous

aimerons défendre ici est qu’au contraire, tous les temps verbaux se prêtent, certes avec

plus ou moins de facilité, à de tels effets, qui ne sont pas produits directement par leur

signification intrinsèque mais indirectement par le processus d’assignation de la référence

temporelle du procès (Sthioul, 2000 : 80).

En efecto, pensamos que la determinación del punto de vista según el cual las situaciones o

los eventos descritos son contemplados depende de un proceso pragmático complejo que

no está más que indirectamente ligado a la significación del morfema verbal. La tesis que

nos gustaría defender aquí es la contraria, todos los tiempos verbales se prestan, algunos

con mayor o menor facilidad, a tales efectos, que no son producidos directamente por su

significación intrínseca sino indirectamente por el proceso de asignación de la referencia

temporal del evento. (Traducción propia).

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Capítulo 1. Nociones básicas

63

Para poder determinar el punto de vista, el significado de los tiempos

verbales, y del imperfecto en concreto puesto que me voy a referir a esta forma en

lo que sigue, incorpora una variable P, que corresponde al punto de referencia, de

acuerdo con la tendencia imperante en la lingüística contemporánea. Dicha

variable ha de ser saturada por el destinatario a partir de la información contextual

accesible. Si es posible encontrar un elemento temporal disponible susceptible de

funcionar como marco de referencia temporal, el enunciado será empleado en su

uso descriptivo y remite, en este caso, a un estado de cosas. Cuando la variable P

corresponde a R, esto es a un marco de referencia, no se obtiene un efecto de

subjetivización o de perspectivización, de manera que los hechos son descritos de

forma objetiva. Si, por el contrario, no hay ningún elemento en el contexto apto

para actuar como punto de referencia, el destinatario ha de recuperar

inferencialmente la presencia de un sujeto de consciencia (Banfield 1995). La

variable P equivale, en este caso, a un sujeto y el enunciado describe un

pensamiento o una sensación atribuida. Aquí, gracias a la recuperación de un

sujeto de consciencia, se obtiene un efecto de subjetivización y los hechos son

presentados desde la perspectiva de dicho sujeto.

La perspectiva está, así, presente de forma potencial en todos los tiempos

verbales y dependerá de factores contextuales su efectuación o no, puesto que no

está ligada a las formas verbales más que indirectamente. Una prueba de que la

perspectivización no responde exclusivamente a los tiempos verbales es el

enunciado (60).

(60) He hablado con Alejandro; se sentía solo.

En (60) tenemos un imperfecto, cuya semántica es, en términos

algorítmicos, P_H y PcE (Saussure 2003); esto es, la variable P, a la que me he

referido anteriormente, debe estar situada con anterioridad a H, de manera que

queda expresada la temporalidad de pasado del imperfecto. Por otro lado, dicha

variable ha de estar incluida en el evento (E), de manera que este es imperfectivo.

Podemos pensar que aquí P puede ser saturado como R si consideramos como

marco de referencia situado en el pasado e incluido en el evento al momento en

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Capítulo 1. Nociones básicas

64

que el hablante ha hablado con Alejandro. De este modo, estaríamos ante un uso

descriptivo del imperfecto y, por lo tanto, no se activaría ningún efecto de sentido.

Sin embargo, en este enunciado parece desprenderse un efecto de subjetivización

en tanto que se describe un sentimiento atribuido a Alejandro, que ha tenido que

ser comunicado necesariamente dado que no se trata de un hecho observable. Aquí

el contexto obliga a inferir una perspectivización que contribuye a un

enriquecimiento del enunciado. El ejemplo de (60) es considerado un uso citativo,

en el sentido de que reproduce un discurso emitido por Alejandro en el pasado,

similar a “me siento solo”, o un uso metarrepresentacional.

En palabras de Saussure (2003),

si un énoncé –quelle que soit la cause de l’enrichissement- reçoit une interprétation comme

pensée (ou parole) représentée, alors nous dirons que l’interprétation est

métarepresentationnelle. A vrai dire, tout énoncé étant métareprésentationnel dans un

sens large (c’est la représentation d’une pensée, laquelle est elle-même une représentation

d’autre chose, par exemple d’un état de choses), le lecteur comprendra que j’utilise ainsi le

terme d’interprétation métareprésentationnelle dans un sens restreint. Cette

métareprésentation particulière est dans de nombreux cas le résultat d’un traitement

pragmatique, en particulier en absence de toute préface locutionnaire ou psychologique

explicite. Ce traitement pragmatique particulier est appelé dans la théorie de la pertinence

l’usage interprétatif du langage car une métareprésentation procède d’une interprétation

d’une représentation (Saussure, 2003 : 26).

Si un enunciado –sea cual sea la causa del enriquecimiento- recibe una interpretación como

pensamiento (o habla) representado, diremos que la interpretación es

metarrepresentacional. A decir verdad, siendo todo enunciado metarrepresentacional en

un sentido amplio (es la representación de un pensamiento, que es en sí misma una

representación de otra cosa, por ejemplo de un estado de cosas), el lector comprenderá que

utilice el término de interpretación metarrepresentacional en un sentido restringido. Esta

metarrepresentación particular es en numerosos casos el resultado de un tratamiento

pragmático, en particular en ausencia de todo prefacio locutivo o psicológico explícito. Este

tratamiento pragmático particular se denomina en la Teoría de la Relevancia uso

interpretativo del lenguaje porque una metarrepresentación procede de una interpretación

de una representación. (Traducción propia).

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Capítulo 1. Nociones básicas

65

Gracias a la noción de metarrepresentación podemos dar cuenta de los usos

especiales que presenta el imperfecto y que han supuesto dificultades para las

teorías verbales, dado que parecen contradecir la temporalidad pretérita, como

ejemplifico con (61)-(63).

(61) Mañana venía tu primo, ¿no?

(62) Quería hablar contigo, por favor.

(63) ¡Pero si eras tú!

En todos estos enunciados, el imperfecto no parece describir un evento en

el pasado, sino en el futuro (61) o en el presente (62) y (63). Tras haber

presentado, aunque de forma breve, el significado del imperfecto, estamos en

condiciones de entender cómo se interpretan estos enunciados. En ninguno de

ellos hay un marco de referencia con el que saturar la variable P, ya que, como

hemos visto, este debe situarse en el pasado y estar incluido en el evento. Pues

bien, ante la imposibilidad de identificar P como R, el destinatario recupera

inferencialmente la presencia de un sujeto de consciencia en el pasado. Este puede

ser bien el hablante en un punto anterior al momento del habla, bien un sujeto

diferente.

De este modo, estos enunciados reproducen un pensamiento atribuido. Así,

en (61) se representa un discurso previo, similar a “mañana viene mi primo”, por

lo que nos encontramos ante el empleo citativo del imperfecto. En (62) no se

describe el interés del hablante en el presente, sino en un momento previo en el

que ha decidido comunicar su deseo al destinatario. Se trata del imperfecto de

cortesía. En (63), al igual que en (62), no se hace referencia a una idea del

presente, sino a una hipótesis que se ha creado el hablante en el momento en que

ha sonado el timbre, por ejemplo. En el presente comprueba la validez de dicha

hipótesis. Este uso se denomina hipocorístico.

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Capítulo 1. Nociones básicas

66

Todos estos usos especiales del imperfecto son explicables a partir, como

vemos, de una teoría semántico-pragmática en la que se explica la interpretación

de los enunciados atendiendo al nivel lingüístico así como al nivel inferencial o

pragmático, a la luz de los trabajos de Saussure (2003, 2010). La explicación de

estos usos será retomada a propósito de los usos interpretativos en los capítulos 2

y 6.

Como se aprecia, la noción de metarrepresentación permite explicar estos

valores del imperfecto, pero también otros usos como los ‘evidenciales’ de estar.

Para entender este último hecho, debemos recordar la distinción ya explicada

entre predicados de estadio o transitorios y predicados de individuo o

permanentes. Los primeros se combinan de forma natural con la cópula con estar,

mientras que los segundos lo hacen con ser. Dicho esto, Escandell (2015) señala

que, cuando un predicado de individuo se combina con estar, el destinatario infiere

la presencia de un sujeto de consciencia a quien se atribuye la información

comunicada en el enunciado. Un ejemplo en el que esto se percibe con facilidad es

el de (64).

(64) He visto a los Peláez. Su hijo está altísimo.

Alto es una propiedad y, como tal, es esperable que aparezca con ser; sin

embargo, en este enunciado aparece junto a la cópula estar. Este desajuste se

resuelve por medio de una interpretación que refleje la dependencia de una

situación específica exigida por la cópula. Para ello, hay que suponer que lo que

depende de dicha situación es la percepción de la propiedad alto por parte de un

sujeto. Así, el destinatario infiere que el hablante es la fuente de información

directa en la que se basa la afirmación, de manera que el hablante ha debido ver en

persona al hijo de los Peláez. Este matiz de evidencialidad desaparece si estar se da

al lado de un predicado de estadio como enfermo35.

35 Para más detalles sobre el fenómeno, remito a Escandell (2015).

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Capítulo 1. Nociones básicas

67

Podemos concluir, por lo tanto, que mediante el mecanismo de la

metarrepresentación es posible explicar los usos que a priori parecen inadecuados,

de manera que podemos dar cuenta de los efectos de sentido que se derivan de la

subjetivización, aludiendo a procesos pragmáticos. En algunas ocasiones tales

procesos se deben a la presencia de elementos gramaticales que los inducen,

mientras que en otras ocasiones surgen simplemente de la explotación de la

información contextual al interpretar, tal y como establece Tahara (2004: 52).

Si pensamos que el punto de vista se deriva pragmáticamente a partir de la

semántica de la forma verbal, podemos suponer que todos los tiempos son

susceptibles de activar efectos de subjetivización, como hemos visto que sostiene

Sthioul (2000). Cuando un hablante emplea una forma verbal con el fin de

describir un pensamiento atribuido a un sujeto de consciencia, su intención no es

otra que provocar un efecto de sentido que compense el esfuerzo cognitivo llevado

a cabo por el destinatario. La perspectivización, por tanto, se infiere

pragmáticamente, puesto que no está lingüísticamente codificada en el contexto.

La recurrencia a la metarrepresentación no es la única explicación que se ha

ofrecido a propósito del punto de vista y su posible relación con las formas

verbales, sino que ha surgido también una propuesta basada en la teoría de los

espacios mentales de Fauconnier (1994), en la que se habla de “espacios mentales”

como dominios cognitivos, y en el modelo epistémico elaborado de Langacker

(1991). En esta línea se encuentran Castañeda (2004, 2006) y Doiz Bienzobas

(2000, 2002), ambos centrados en la Lingüística cognitiva, como explicaré con

detenimiento en el capítulo 2.

A diferencia de lo que sucede en la hipótesis que he presentado

anteriormente, los lingüistas que analizan la perspectiva desde el marco de la

Lingüística cognitiva proponen una semántica de los tiempos verbales en la que se

incluye como elemento fundamental el punto de vista. En este enfoque, la

diferencia entre el indefinido y el imperfecto está en el punto desde el que son

evaluados los hechos descritos. Para Castañeda (2004),

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Capítulo 1. Nociones básicas

68

la idea clave es considerar que indefinido e imperfecto constituyen dos percepciones

alternativas de un mismo proceso. En ambos casos presuponemos un modelo cognitivo

sobre la forma en que los distintos tipos de procesos se generan, se desarrollan y

concluyen. Pues bien, cada morfema temporal proyecta una imagen de esa concepción

compleja que poseemos de los procesos: mientras que el indefinido representa una visión

distante o panorámica que abarca el principio, el desarrollo y el término del proceso, el

imperfecto representa una visión fragmentaria o menos abarcadora que no incluye la

representación del término o la conclusión del proceso (Casteñeda, 2004: 66).

Esta idea propuesta por Castañeda queda ilustrada en la figura 12, que él

mismo presenta dos años después.

Figura 12. Percepciones del indefinido y del imperfecto (2006: 170).

Para poder entender de forma adecuada cómo funcionan ambos tiempos

verbales y cuál es la relación que mantienen con la perspectivización, conviene

introducir brevemente dos nociones que adquieren especial relevancia en la teoría

de Castañeda: el tiempo de procesamiento o de conceptualización y el centro

deíctico. Este lingüista propone introducir un segundo centro deíctico para algunos

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Capítulo 1. Nociones básicas

69

tiempos como el imperfecto, el pluscuamperfecto y los condicionales simple y

compuesto, desde el que se observan los hechos descritos.

Como se aprecia, Castañeda no renuncia al rasgo aspectual para explicar la

oposición indefinido-imperfecto, sino que lo enriquece con el lugar en que se ubica

el proceso descrito. De este modo,

[…] el imperfecto es un morfema temporal que localiza un proceso en un espacio

epistémico no actual, prototípicamente pasado, y en el momento en curso de la

reconstrucción temporal subjetiva de dicho espacio. El Imperfecto debe concebirse como

un “presente del pasado o lo no actual” con el que designamos un proceso vigente en el

momento de la reconstrucción narrativa, coincidente con el acto de la enunciación del que

no representamos su término. El Indefinido localiza un proceso en un punto temporal

previo a un punto de referencia deíctico, que, por defecto, es el momento de la enunciación.

(Castañeda, 2006: 108).

El imperfecto es evaluado desde un segundo centro deíctico, de manera que

se presentan los hechos como si estuvieran ocurriendo en el momento en que se

enuncian; de ahí se deriva el efecto subjetivizador que caracteriza a dicha forma

verbal. Por el contrario, el indefinido es evaluado desde el presente del hablante o,

dicho de otro modo, desde el centro deíctico principal, por lo que los eventos son

descritos con cierta perspectiva. El problema que encuentra esta hipótesis es la

existencia de usos subjetivizadores de tiempos que, en principio, no deberían

tenerlos, como sucede con el indefinido.

Para resumir lo dicho hasta aquí, las dos alternativas de las que disponemos

para dar cuenta del fenómeno de la perspectivización cuando está ligado al tiempo

verbal son, por tanto, las siguientes:

(i) suponer que el punto de vista se deriva pragmáticamente a partir de

la semántica verbal y de su interacción con el contexto. En el caso particular del

pretérito imperfecto, hay que suponer que hay una variable P en la instrucción

codificada por la forma verbal en cuestión que, en función del contexto, se

interpreta como R, gracias a la identificación de un antecedente temporal –en ese

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Capítulo 1. Nociones básicas

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caso, el enunciado será descriptivo-, o bien, si no es posible acceder a un elemento

temporal disponible en el contexto que no ponga en tela de juicio la semántica

verbal, el destinatario debe inferir la presencia de un sujeto de consciencia al que

se atribuye el contenido expresado, es decir, que se toma como fuente de la

información. En este caso, surge un caso de uso interpretativo, puesto que el

enunciado introduce un contenido atribuido y da lugar a un efecto de sentido o de

subjetivización. En esta línea se sitúan los trabajos de Saussure y Sthioul.

(ii) proponer una semántica temporal en la que se codifique el punto de

vista o el espacio mental al que remite una determinada forma verbal. De esta

manera, la distinción entre indefinido e imperfecto remite a la noción de punto de

vista: mientras que un evento en imperfecto es visualizado desde un punto del

pasado –segundo centro deíctico-, un estado de cosas descrito por el indefinido es

focalizado desde el presente (Doiz-Bienzobas 2000, 2002).

Para poder dar cuenta de forma adecuada de los efectos que se derivan del

imperfecto debemos contar con una teoría sólida de dicho tiempo verbal. Para ello,

resulta imprescindible hacer un pequeño recorrido por las diferentes explicaciones

que se han ofrecido acerca del imperfecto y, entre ellas, las dos propuestas aquí

esbozadas.

En cuanto al punto de vista, debemos desterrar la relación exclusiva entre

perspectiva o punto de vista y discurso literario, puesto que en la lengua coloquial,

continuamente, se expresan diferentes puntos de vista. Parece evidente que la

subjetivización no es una noción únicamente literaria sino que tiene gran impacto

en fenómenos lingüísticos como la variedad de usos temporales o en la

combinación de ciertos elementos con la cópula estar. Por ello, la noción de punto

de vista cobra especial relevancia en un estudio como este en el que se presente

arrojar luz acerca de un uso controvertido del imperfecto: el narrativo.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

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CAPÍTULO 2. EL PRETÉRITO IMPERFECTO

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

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1. INTRODUCCIÓN

Una vez presentadas las herramientas fundamentales para poder entender

el problema que da título a este trabajo, debemos centrarnos en la forma verbal en

cuestión: el imperfecto de indicativo. Para ello, debemos dedicar unas páginas a las

diferentes explicaciones que se han ofrecido acerca de la semántica del imperfecto,

en oposición al indefinido, por ser las dos formas simples del pasado que se dan en

las lenguas románicas. El imperfecto ha despertado el interés de numerosos

investigadores por la variedad de usos que presenta y que, en muchos casos,

parece contradecir la semántica del imperfecto –ya sea temporal o aspectual-.

Basta coger cualquier gramática de español para comprobar que se ofrece una

explicación básica de la forma verbal y, a continuación, una lista de usos que no

parecen tener coherencia con el significado inicial. Los investigadores, conscientes

de esta situación han tratado de ofrecer una teoría del imperfecto que dé cuenta de

forma adecuada de todos los usos.

Se han ofrecido fundamentalmente dos explicaciones en la bibliografía

hispánica: definir los tiempos verbales en términos exclusivamente temporales o

en términos aspectuales. En lo que sigue veremos de qué manera cada una de estas

perspectivas explica la semántica del imperfecto y cómo se derivan esos usos

‘especiales’ que presenta. No olvidemos que la teoría del imperfecto a la que se

adscriba este trabajo determinará la explicación ofrecida para el problema que

aquí se trata: el valor narrativo.

En este capítulo, por tanto, presentaré algunas hipótesis sobre del

imperfecto desde un punto de vista temporal en el apartado 2, desde una

perspectiva aspectual en el apartado 3, así como una hipótesis reciente que está

cobrando especial fuerza, sobre todo en el marco de la enseñanza de E/LE, en 4,

que se fundamenta en la Lingüística Cognitiva. Veremos que cada una de estas

teorías presenta unas herramientas propias para explicar los usos que se desvían

del significado básico del imperfecto, de manera que se ha de ser consecuente con

el marco teórico adoptado –o con la perspectiva asumida-, ya que sobre este se

fundamenta toda la explicación.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

74

2. EL IMPERFECTO COMO COPRETÉRITO

2.1. El copretérito

Para explicar las propuestas recientes sobre el imperfecto debo

remontarme al trabajo pionero, en el ámbito de la temporalidad verbal, de Andrés

Bello (1998[1847]), quien dedica un apartado de su Gramática de la Lengua

castellana destinada al uso de los americanos al estudio de los tiempos verbales. En

él se establece la semántica del indefinido, al que denomina pretérito, y del

imperfecto o copretérito según su nomenclatura. Señala este autor que el pretérito

“significa la anterioridad del atributo al acto de la palabra” (1998: 200), mientras

que el copretérito “significa la coexistencia del atributo con una cosa pasada”

(1998: 201), es decir, se trata de un tiempo simultáneo (el prefijo co- indica

coexistencia) a un punto del pasado (pretérito). Precisa además que con el

pretérito toda la duración del evento tiene lugar con anterioridad al momento del

habla, por lo que no se puede extender hacia el presente. Frente a esto, el

copretérito puede describir hechos no solo que se prolonguen hacia el presente,

sino también “verdades de duración indefinida o eterna” (1998: 201), como

ejemplifica con (1).

(1) Copérnico probó que la Tierra giraba alrededor del sol.

El uso del imperfecto en (1) recuerda al empleo atemporal o gnómico del

presente. La diferencia entre el imperfecto o el presente en un enunciado como (1)

es que con el presente “no veríamos por entre la mente de Copérnico el giro eterno

de la tierra”. Esta intuición de Bello sobre la posibilidad de visualizar los hechos de

la mirada de otra persona recuerda al mecanismo de la metarrepresentación al que

ya he hecho referencia y al que volveré más adelante. Asimismo, según Bello, el

imperfecto o copretérito expresa eventos habituales o repetidos, lo cual no ha de

resultar extraño, puesto que hemos visto que se trata de uno de los usos básicos

del imperfecto.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

75

La diferencia de significado derivada de la relación temporal expresada por

el indefinido y por el imperfecto ha llevado a autores como Alarcos Llorach (1994)

a considerar que Bello estableció una descripción de la oposición

pretérito/copretérito en términos temporal-aspectuales, lo que ha sido criticado y

calificado como interpretación personal por parte de Alarcos, como se aprecia en la

siguiente cita de Veiga (2008).

Según Bello, cantaste es un pretérito y cantabas es un copretérito, con lo cual da a entender

que siendo la referencia de las dos formas coincidente en la zona temporal, la de

copretérito cantabas es más amplia y abarca en su transcurso los momentos denotados por

el pretérito cantaste. De esta manera se dice que cantaba posee sentido imperfectivo o

durativo, mientras cantaste es perfectivo o puntual; en otras palabras, que el primero es no

terminativo y el segundo es terminativo y señala la consumación de la noción designada

por la raíz verbal (Alarcos Llorach 1994: §225) (…) Por supuesto, Alarcos interpretaba

subjetivamente lo que Bello ‘da a entender’ y lo que ‘se dice’, buscando justificar su idea de

una oposición aspectual (Veiga, 2008: 111).

Dejando a un lado el debate sobre la interpretación subjetiva o no de

Alarcos, quiero hacer notar que los autores que defienden una distinción

exclusivamente temporal entre el imperfecto y el indefinido son conscientes de

que el imperfecto es un tiempo duradero, que se puede extender hacia el presente

e, incluso, hacia el futuro. Para dar cuenta de esta propiedad, la derivan de su

carácter simultáneo a un punto de referencia en el pasado.

Veiga nos recuerda las palabras de Porto Dapena (1989: §1.3.2.) que

parecen relevantes para el problema que estoy presentando, tal y como se

desprende del siguiente párrafo.

La perspectiva de simultaneidad impide, lógicamente, ver el término de la acción, la cual no

podrá observarse más que en curso de realización, esto es, imperfectivamente; por el

contrario, la perspectiva de anterioridad permite la visión perfectiva de esa acción, la cual

aparecerá, por tanto, en toda su duración o extensión temporal. Según esto, pues, el tiempo

relacional y el aspecto se implican mutuamente, aunque lo difícil, en todo caso, será

determinar a cuál de las dos corresponde la primacía. (2008: 151)

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

76

Bello, como acabamos de ver, explica la semántica del imperfecto y del

indefinido en términos temporales, lo que servirá como punto de partida a los

trabajos recientes sobre temporalidad verbal. No obstante, esta descripción del

sistema verbal no es la única que subyace a los nuevos estudios: hay que tener en

cuenta la que sin duda es la aportación más influyente sobre el tiempo verbal en el

último siglo, la de Reichenbach (1947).

Este autor, al que ya he hecho referencia a propósito de la noción de tiempo,

presenta los tres primitivos temporales a cuyas combinaciones se reduce la

semántica de los tiempos verbales; estos son E(vento), momento del H(abla) o

S(peech) y punto de R(referencia). Si volvemos al apartado dedicado al tiempo y,

en concreto, a la tabla en la que aparecen las estructuras temporales descritas por

Reichenbach, comprobaremos que la estructura temporal del indefinido y la del

imperfecto es la misma: E,R-S1. Este hecho ha suscitado en algunos investigadores

la necesidad de postular la existencia de un rasgo que permita diferenciar ambos

tiempos en una lengua como el español; este rasgo no es otro que el aspecto

gramatical [+/- perfectivo].

En este punto, es necesario recordar que la atribución de una misma

estructura al indefinido y al imperfecto está justificada por el hecho de que

Reichenbach se basó en el inglés –lengua que carece de imperfecto-, por lo que la

consideración de equivalencia es en cierto modo una interpretación de los

defensores de la categoría aspecto como factor relevante en la oposición de los

tiempos simples de las lenguas románicas. De hecho, el propio Reichenbach

percibió cierta diferencia entre el imperfecto y el indefinido en lenguas como el

1 Esta representación semántica del indefinido es opuesta a la que proponen Bello, Rojo y Veiga, en tanto que para Reichenbach existe una relación de simultaneidad entre S y R. Veiga (2008) considera que el indefinido puede ser descrito a partir de una relación basada en dos puntos (E-H), donde se percibiría la relación de anterioridad directa al momento del habla y no de simultaneidad con un punto de referencia pasado. Para Veiga, la necesidad de mantener un modelo de relaciones temporales basado en tres puntos supone una deficiencia en la teoría reichenbachiana, que han aprovechado los defensores de la hipótesis temporo-aspectual, en tanto que equipara temporalmente al imperfecto con el indefinido. La crítica de Veiga hacia el sistema de Reichenbach pone en evidencia su interés por mantener una explicación en términos puramente temporales, por lo que no acepta que ya el propio Reichenbach aludiera a una diferenciación no temporal entre el indefinido y el imperfecto francés.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

77

francés y atribuyó tal diferencia a la extensión del evento, lo que recuerda a las

palabras de Bello, anteriormente mencionadas.

No voy a detenerme más en este autor, puesto que los tres primitivos

temporales que propone se han explicado en el capítulo 1. Lo que me interesa

resaltar de esta propuesta es la existencia de una única estructura temporal para el

indefinido y para el imperfecto y la apreciación que hace el propio Reichenbach

acerca de la mayor o menor duración de ambas formas verbales.

La descripción del sistema verbal en español más notable desde el punto de

vista temporal es la de Rojo (1974 y 1999 con Veiga). En estos trabajos se ha

explicado la semántica de los tiempos verbales en términos exclusivamente

temporales, a partir de relaciones vectoriales de simultaneidad (oV), anterioridad

(-V) y posterioridad (+V) en relación con un origen (O), lo que recuerda a Bello y a

Reichenbach. A partir de esto, la semántica que se postula para el imperfecto o

copretérito es (O-V)oV, es decir, simultaneidad (oV) a un momento pasado (O-V),

mientras que el indefinido o pretérito es descrito temporalmente como un tiempo

anterior al origen O-V2.

Si nos fijamos en ambas relaciones temporales, observaremos que la

primera forma verbal, el imperfecto, supone una relación bivectorial –

simultaneidad y anterioridad-, frente a la segunda, el indefinido, que indica una

relación monovectorial –únicamente anterioridad-. Dicho de otro modo, el

copretérito es una forma relativa, en tanto que necesita una referencia diferente del

momento del habla, con la que mantiene una relación temporal de simultaneidad,

mientras que el pretérito es un tiempo absoluto que sitúa el evento con respecto al

2 Los empleos dislocados del imperfecto han llevado a Veiga (2008) a rechazar una

oposición entre el indefinido y el imperfecto ya que no hay coincidencia temporal alguna en el modo /IND 0/ -el primero indica anterioridad directa al origen y el segundo expresa simultaneidad con un punto anterior al momento del habla, como hemos señalado con anterioridad- y a postular una oposición entre el imperfecto y el condicional, puesto que en la función /IND 2/ existe una neutralización; es decir, el imperfecto y el condicional en el modo /IND2/ establecen una relación de alomorfia, como se observa en (a)2.

(a) De buena gana estaría – estaba ahora en la playa [= no estoy].

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

78

momento del habla3.

A partir del significado en términos temporales del copretérito y del

pretérito, Rojo y Veiga observan que no existe equivalencia alguna, dado que cada

uno de estos tiempos expresa una relación temporal diferente, por lo que no sería

necesario recurrir a nociones no temporales para explicar la oposición entre

ambos tiempos simples del pasado de indicativo: mientras que el pretérito indica

una relación de anterioridad, el copretérito indica, además, una relación de

simultaneidad. Para Rojo, si en un enunciado en imperfecto no hay ningún

elemento lingüístico accesible al que simultanear la referencia temporal, el

destinatario debe interpretar un antes genérico con respecto al cual el evento

descrito es simultáneo, como sucede en (2) y (3), ejemplos extraídos de Rojo

(1990: 38).

(2) Aquí vivían mis abuelos.

(3) En esa esquina estaba el Ayuntamiento.

De este modo, los imperfectos vivían y estaba de (2) y (3) requieren un

antes genérico con respecto al cual los eventos descritos son simultáneos. Es decir,

antes mis abuelos vivían aquí y antes estaba el Ayuntamiento en esa esquina.

A partir de la descripción del sistema verbal que establecen Rojo y Veiga, se

puede dar cuenta también del controvertido imperfecto narrativo, ejemplificado en

(4) y (5) y (6).

(4) Poco más tarde la bomba hacía explosión.

3 Rojo (1974 y 1999, con Veiga), en la línea de Comrie (1985), no considera que existan tiempos puramente absolutos, ya que todos dependen de un momento o un punto de referencia, sea el momento del habla, sea un momento diferente. A pesar de esto, sí observa una diferencia entre la naturaleza del copretérito y la del pretérito, en tanto que el primero de ellos requiere la presencia de un punto orientado, a su vez, en relación al momento del habla, mientras que el segundo sitúa el proceso con respecto a un único punto: el momento del habla.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

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(5) En 1824, en el pueblecito austríaco de Ansfelden, nacía Anton

Bruckner.

(6) Tras dos minutos de descuento el partido terminaba con el

resultado inicial

Ya que aquí estoy adelantando el valor que me interesa del imperfecto,

considero necesario dedicar unas líneas para explicar cuál es la importancia de

dicho empleo. Se considera que el imperfecto narrativo es un contraejemplo para

una hipótesis que basa la distinción indefinido-imperfecto en el rasgo aspectual, es

decir, en el hecho de que el indefinido sea un tiempo perfectivo y el imperfecto una

forma imperfectiva, entendiendo la imperfectividad como la no visualización de los

límites del evento. Pues bien, el empleo narrativo del imperfecto, como vemos en

(4)-(6) –ejemplos obtenidos de Rojo y Veiga (1999: 2907), supone la

incorporación del imperfecto en un contexto donde lo esperable sería el indefinido,

dado que el evento descrito parece culminado en el pasado.

Para la teoría temporal tales enunciados no suponen ningún problema: los

copretéritos o imperfectos hacía explosión, nacía y terminaba indican una relación

temporal de anterioridad al origen, puesto que refieren a un momento del pasado,

e indican simultaneidad con respecto a un punto del pasado: poco más tarde, en

1824 y tras dos minutos de descuento, respectivamente. En estos enunciados la

semántica ofrecida para el imperfecto se mantiene inalterada: (O-V)oV. En cambio,

resultan problemáticos para una teoría aspectual puesto que los eventos descritos

por los imperfectos se entienden como cerrados o finalizados.

La hipótesis temporal presentada en Rojo (1974) da cuenta del indefinido y

del imperfecto en su uso recto o primario –anterioridad, y simultaneidad a un

punto del pasado, respectivamente– y del valor narrativo del imperfecto, que

parece un contraargumento a la hipótesis aspectual. Asimismo, en esta propuesta

se explican los usos “especiales” del imperfecto a partir del mecanismo de la

dislocación temporal. En este sentido, Rojo (1974: 112) afirma que existen usos

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

80

que no responden al valor inicial [de las formas verbales], es decir, que presentan una

función temporal diferente de la que se refleja en su fórmula pero que, además, cargan la

acción expresada de un cierto matiz que no pertenece a la esfera temporal.

Estos usos son denominados usos dislocados y se explican a partir de la

semántica temporal básica, como mostraré en el siguiente apartado.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

81

2.2. Usos dislocados del copretérito

Para Rojo (1974: 112-3),

el sistema verbal está integrado por un conjunto F de formas {f1, f2,…,fn} cada una de las

cuales puede ser definida temporalmente (al margen de su característica modal, la

indicación de persona, etc.), mediante un cierto rasgo o conjunto de rasgos r, representable

en una fórmula como las empleadas hasta aquí, según el cual le corresponde expresar una

relación temporal R entre un cierto hecho y el origen o una referencia. Cuando la forma f1,

definida según el rasgo r1, es empleada para expresar la relación temporal R1 no

encontramos en la acción expresada ningún matiz extratemporal que no pueda ser

explicado mediante su pertenencia a un cierto modo. Lo mismo sucede cuando la forma f2,

definida según el rasgo r2, indica una relación temporal R2. Ahora bien, cuando la forma f1

es empleada para indicar la relación temporal R2, que presupone la posesión del rasgo r2, a

su significado se añade un cierto matiz extratemporal m que no aparece cuando indica la

relación R1. Esto es un caso de dislocación del sistema: el empleo de una forma en una

función distinta a la que corresponde a su valor implica la adición de un matiz no temporal

que sólo puede ser explicado mediante la alteración de la identidad entre valor y función.

Existen, por tanto, ciertas formas verbales que se alejan de su semántica

básica –o de su uso recto- para indicar una relación temporal diferente, dando

lugar a usos dislocados con ciertos matices modales como son la irrealidad y la

probabilidad. Este mecanismo de dislocación se activa en dos direcciones: la

primera afecta a aquellos tiempos que en su semántica temporal incluyen un rasgo

de anterioridad y que son empleados para expresar simultaneidad al momento del

habla (esto es, -V > oV), mientras que la segunda concierne a las formas que posee

un rasgo de posterioridad que se disloca para expresar simultaneidad con el

momento de la enunciación (+V > oV). Veamos un ejemplo de cada tipo de

dislocación en (7) y (8).

(7) Yo era la vendedora y tú venías a comprar fruta.

(8) -¿Quién llama a esta hora? -Será Juan.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

82

En (7), el imperfecto disloca el rasgo de anterioridad (-V) para expresar una

relación de presente o de simultaneidad al momento del habla. De esta operación

se deriva un efecto de irrealidad, de manera que con el imperfecto prelúdico los

niños describen un mundo ficticio –el juego- y actúan como si fueran unos

personajes en una realidad imaginada. Conviene señalar que para Veiga (2008:

58), a diferencia que para Rojo, el imperfecto prelúdico no conlleva un valor modal

especial. “Creemos más bien que este empleo trata en clave narrativa la

escenificación del juego que se va a desarrollar, presentando todos sus hechos en

una perspectiva temporal cuya referencia es un punto enfocado como anterior

desde el centro de referencias del sistema temporal”. En esta misma línea incluye

al imperfecto onírico.

En (8), el futuro, que expresa posterioridad, es empleado en función del

presente, es decir, se disloca el vector +V para expresar simultaneidad al momento

de la enunciación. Rojo y Veiga explican que la consecuencia de este cambio de

relación temporal es un matiz de probabilidad, de manera que este enunciado es

parafraseable con ‘probablemente es Juan (el que llama a esta hora)’.

Los dos efectos señalados –irrealidad y probabilidad- se deducen de la

dislocación del vector correspondiente, ya que ni en el imperfecto ni en el futuro

empleados en su forma recta o básica se activan dichos matices, así como tampoco

están presentes en el presente en su uso estándar. Prueba de ello son los

enunciados de (9) y (10) donde podemos apreciar que la irrealidad se diluye

cuando se emplea el presente.

(9) Me iba contigo sin dudar a tomar una cerveza.

(10) Me voy contigo sin dudar a tomar una cerveza.

En (9), se deduce que el hablante no puede llevar a cabo la situación

descrita a pesar de que lo haría de buena gana, de manera que se desprende un

sentido de irrealidad derivado del empleo del imperfecto en lugar del presente. En

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

83

(10), en cambio, dicho sentido desaparece y la situación parece real y efectiva,

dado que la forma verbal está empleada en su uso recto, frente al imperfecto que

ha sufrido una dislocación temporal.

La irrealidad no es el único valor que se activa ante el empleo del imperfecto

para expresar una relación de simultaneidad al momento del habla, sino que

también se produce cierto efecto de distanciamiento, como ejemplifico en (11).

(11) Quería hablar con usted, por favor.

En este enunciado encontramos el denominado imperfecto de cortesía,

empleado para mitigar el carácter impositivo del enunciado. Rojo (1974: 119-120)

considera que “el medio idóneo para lograr la disminución del valor del

sentimiento personal es, precisamente, utilizar una forma que indique anterioridad

por el carácter irreal que supone su empleo en función de simultaneidad”. Graciela

Reyes (1990) se cuestiona la relación que se establece entre una forma del pasado

dislocada hacia el presente y el matiz de irrealidad así como el de distanciamiento

y señala que

casi todas las explicaciones que se han dado, tanto para el español como para otras lenguas,

se apoyan en el mismo principio: hay una relación íntima entre pasado y no actualidad, no

efectividad de la acción. Al situarse metafóricamente en el pasado, es decir, al hablar como

si estuviera refiriéndose al pasado, el hablante desdibuja la realidad del presente, lo "aleja"

de sí y de su interlocutor (Reyes, 1990: 53).

Los dos casos de dislocación descritos a partir del trabajo pionero de Rojo, en

función del vector dislocado, son empleados posteriormente por este mismo gramático

para proponer, junto a Veiga (1999), la existencia de cinco funciones modales en el

sistema verbal, tales como:

INDICATIVO 0: valor modal expresado por las formas verbales indicativas en sus usos

rectos.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

84

INDICATIVO 1: valor modal expresado por aquellas formas verbales indicativas que

han experimentado el primer caso de dislocación.

INDICATIVO 2: valor modal expresado por aquellas formas verbales indicativas que

han experimentado el segundo caso de dislocación.

SUBJUNTIVO 0: valor modal expresado por las formas verbales subjuntivas en sus

usos rectos.

SUBJUNTIVO 2: valor modal expresado por las formas verbales subjuntivas que han

experimentado el segundo caso de dislocación (Rojo y Veiga, 1999: 2896-7).

El primer tipo de dislocación, que afecta a las formas del /IND1/, se refiere a la

dislocación del vector (+V) en /IND0/, es decir, afecta a las formas que expresan

posterioridad bien al origen, bien a otro punto de referencia. En cambio, el segundo tipo

de dislocación, /IND2/, afecta a las formas verbales que expresan una relación de

anterioridad (-V) en /IND0/. A pesar que los tipos de dislocación parecen estar bien

integrados en la teoría temporal propuesta por Rojo, el segundo tipo de dislocación

resulta más heterogéneo que el primero, como señala acertadamente Rojo y reafirma

Veiga (2012):

las relaciones entre los subsistemas m0 y m2 resultan bastante menos acordes con la idea de una

sustitución de vectores. Ya Rojo (1974: 117) advirtió que, en comparación con las formas que

experimentan el primer tipo de dislocación, para las que experimentan el segundo “el mecanismo

es bastante más confuso que en el caso anterior y no hay un comportamiento conjunto tan claro”

(Veiga, 2012: 859).

A la luz de estos hechos, parece que los usos dislocados están bien

integrados en una teoría temporal del sistema verbal, puesto que no es necesario

recurrir a nociones no temporales para explicarlos, y permiten dar cuenta de todos

los empleos de una forma homogénea. Los matices que se desprenden del

condicional en su uso dislocado –ya sea el vector de anterioridad o el de

posterioridad- encajan perfectamente en esta explicación del sistema verbal

español. Es posible apreciar tanto un efecto de irrealidad como de probabilidad en

el empleo del condicional, como ejemplifico en (12) y (13), respectivamente.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

85

(12) Si pudiera, me iría contigo.

(13) Sería Juan el que llamó.

Para poder entender esta doble interpretación del condicional, debemos en

primer lugar tener presente cuál es la semántica temporal de este tiempo verbal:

(O-V)+V, es decir, se trata de una forma bivectorial que incluye tanto la

anterioridad como la posterioridad como relaciones temporales. Pues bien, en

(12) y en (13), uno de las dos relaciones se ha dislocado para expresar

simultaneidad, de manera que se obtiene un efecto de irrealidad o de probabilidad

en función del vector dislocado.

Si sustituimos el vector de anterioridad por el de simultaneidad obtenemos

una semántica temporal similar a (OoV)+V, esto es, un futuro. En este caso, el

evento descrito por el condicional tiene una temporalidad futura y, a su vez, un

matiz de irrealidad dada la dislocación de (–V) a (oV). Este es el caso del

enunciado (12), donde se describe una situación futura e irreal.

Si, por el contrario, es el vector de posterioridad el que se disloca,

estaremos ante una forma verbal como (O-V)oV o, lo que es lo mismo, ante un

imperfecto. Al ser afectado el rasgo de posterioridad, como ya sabemos, se produce

un efecto de probabilidad, como observamos en (13). El evento descrito refiere a

un hecho pasado con respecto al cual el hablante no tiene pruebas suficientes para

afirmar quién ha llamado en un punto del pasado.

Como vemos, la explicación de los dos valores del condicional está

perfectamente integrada en la teoría de los tiempos verbales de Rojo y Veiga. Por

otro lado, el imperfecto narrativo, que parece un empleo controvertido, encaja, a

priori, en esta descripción. Digo a priori puesto que no se entiende cómo un tiempo

que expresa simultaneidad puede contribuir a la progresión temporal en el

discurso, como es el caso de este empleo.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

86

Sin embargo, son varias las cuestiones que suscitan la sospecha de que la

noción de dislocación debe ser revisada. Rojo (1974) alude a la presencia de

empleos que modifican las relaciones temporales básicas asignadas a ciertas

formas verbales, pero no parece haber razón alguna que justifique la existencia de

tales empleos: es decir, ¿por qué debería haber usos dislocados? Y más

concretamente, ¿por qué existen empleos dislocados con una forma como el

copretérito y no con el pretérito si ambas comparten el rasgo temporal de

anterioridad, susceptible de alterarse para indicar simultaneidad, tal y como

advierte Veiga (2012: 859-860)? Dada una teoría como esta, lo esperable es que

haya sistematicidad y, como señala Veiga, esto no es así ya que el indefinido no es

susceptible de usos dislocados.

Como vemos, la explicación de los usos ‘especiales’ del imperfecto como

resultado de una dislocación temporal encaja en una teoría como la de Rojo y Veiga,

pero parece que no permite predecir en qué casos hay usos dislocados, ya que,

como acabo de señalar, un tiempo como el pretérito (O-V) carece de tales usos a

pesar de manifestar un rasgo de anterioridad. Por otro lado, ¿bajo qué condiciones

el pospretérito o condicional disloca el vector de posterioridad o el de anterioridad

si es susceptible de dislocar en las dos direcciones? Estas cuestiones deberían ser

consideradas en la explicación que ofrecen Rojo y Veiga, para poder disponer de

una teoría sólida del imperfecto o copretérito, como ellos mismos denominan a

esta forma verbal.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

87

2.3. Conclusiones

A propósito de la teoría del imperfecto en términos temporales, surgen

otros interrogantes más generales; en especial, la pregunta ¿cómo es posible dar

cuenta de la interacción entre el modo de acción y las formas verbales imperfecto e

indefinido sin postular la presencia de un rasgo aspectual? Ya hemos visto en el

capítulo 1 que ambos tiempos difieren en su selección del tipo de predicado con el

que se combinan de forma natural: mientras que el imperfecto suele aparecer con

estados y actividades –esto es, con predicados atélicos-, el indefinido lo hace con

realizaciones y logros –predicados télicos-. Esto, recordemos, no supone que no

puedan aparecer eventos télicos en imperfecto y eventos atélicos en indefinido.

Para poder explicar el comportamiento de la interacción del modo de acción y la

oposición imperfecto-indefinido, así como su comportamiento con expresiones

temporales como en x o durante x, es necesario suponer que en el significado de las

formas verbales hay además información no temporal.

En el siguiente apartado analizaré el imperfecto desde la perspectiva

aspectual, a pesar de que para Veiga la distinción aspectual entre el imperfecto y el

indefinido no está legitimada, dado que considera que al no haber coincidencia

temporal entre ambas formas verbales no hay razón alguna para establecer nuevos

rasgos distintivos. Sin embargo, conviene aclarar que la teoría temporal que

acabamos de ver y la aspectual, que veremos en lo que sigue, no difieren mucho en

sus planteamientos, dado que ambas reconocen que el imperfecto es un tiempo del

pasado que se puede prolongar hacia el presente. La particularidad de cada

propuesta reside en la importancia que se asigne al tiempo o al aspecto. Para Rojo y

Veiga, la no visualización del límite final del evento descrito en imperfecto se deriva

de la simultaneidad, ya que no se puede ver lo que aún no ha sucedido. Por el

contrario, para quienes defienden la imperfectividad del imperfecto esta es la

responsable de la necesidad de un marco temporal al que anclar la referencia del

evento. Por tanto, no se trata realmente de dos propuestas enfrentadas, sino de dos

concepciones diferentes de la misma realidad.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

88

3. EL IMPERFECTO COMO FORMA IMPERFECTIVA

3.1. El imperfecto imperfectivo

Desde una perspectiva aspectual del imperfecto, en la que se sitúan Alarcos

Llorach (1994), Fernández Ramírez (1986), García Fernández (2004, 2008) o la Real

Academia de la Lengua española (2009), no se niega, como ya he señalado, el rasgo

temporal de pasado del imperfecto, sino que este queda expresado en la presencia

de un marco de referencia temporal requerido por dicha forma verbal. Se

considera que el aspecto imperfectivo, retomando la metáfora de la lente, focaliza

el evento desde dentro, sin visualizar los límites, por lo que carece de autonomía

referencial. Para poder ser ordenado temporalmente el evento descrito por el

imperfecto, es necesario un marco temporal –real o ficticio-, de donde se deriva el

carácter anafórico de dicho forma verbal (Leonetti 2004).

Retomo las palabras de Leonetti (2004) con las que explica esta propiedad

anafórica del imperfecto.

Si se tiene en cuenta que el IMP, como pasado imperfectivo, codifica la instrucción de situar

en el pasado una situación no delimitada, y que una situación sin límites temporales

requiere un marco en el que integrarse para poder ser situada y ordenada temporalmente

con respecto a otros eventos, entonces el carácter anafórico es un efecto producido por una

propiedad más básica, semánticamente, que es la imperfectividad. En otras palabras, el

hecho de enfocar el interior de una situación difuminando los “bordes” hace que, para

completar la proposición expresada por el enunciado, sea necesario anclar esa imagen

parcial a una situación determinada, cuya localización depende de procesos inferenciales y

no está guiada por ninguna instrucción más específica. De esta manera es posible capturar

un efecto semejante a los de la definitud sin postular ninguna clase de definitud en la

semántica verbal (Leonetti, 2004: 489).

Leonetti especifica que el marco temporal ha de estar situado en el pasado,

de manera que el rasgo temporal se satisface. Sin embargo, no especifica por qué

razón este ha de estar en el pasado, ya que la semántica del imperfecto –

imperfectividad- no parece incluir información acerca del modo en que el marco

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

89

debe ser recuperado. Es necesario señalar a propósito de esto que la idea

presentada por Leonetti no es más que un esbozo de una propuesta inicial que

debe ser retomada y ampliada. Amenós (2010), por su parte, opta por incluir en la

semántica verbal el marco de referencia, de manera que el imperfecto se define por

codificar la siguiente instrucción: “el oyente tiene que representarse mentalmente

un evento de cualquier tipo como no acotado y encontrar un marco de referencia

anterior a S [H] para la localización temporal del mismo” (2010: 223).

La principal ventaja que se desprende de la semántica propuesta por

Amenós es la inclusión de los dos rasgos definitorios del imperfecto: temporalidad,

expresado por el marco temporal, y aspectualidad. Para este lingüista, como para

Escandell-Vidal y Leonetti (2002, 2011 en colaboración con Ahern), los tiempos

verbales codifican una semántica procedimental que ofrece pistas para el

procesamiento de la información y, por tanto, para la interpretación de los

enunciados. La distinción semántica entre el contenido conceptual y el

procedimental, a la luz de la Teoría de la Relevancia, ha sido presentada en el

capítulo 1, por lo que no voy a retomarla aquí de nuevo, pero sí voy a incidir en que

para estos lingüistas la semántica procedimental es única, rígida e invariable. Es

decir, ha de mantenerse invariable en todos los usos, en este caso, del imperfecto.

Los trabajos de Amenós, Escandell y Leonetti están próximos, en cierta

medida, a las propuestas de Saussure (2003). En lo que sigue me voy a detener en

la teoría sobre el imperfecto que plantea Saussure dado que supone la base sobre

la que se asienta mi trabajo. Si bien es cierto que algunas cuestiones de esta teoría

ya han sido presentadas, considero de gran importancia retomarlas aquí de forma

unitaria.

Saussure mantiene en su explicación de los tiempos verbales los tres

primitivos temporales propuestos por Reichenbach: R, E, S/H, cuyas relaciones son

R_S/H, es decir, anterioridad del evento con respecto al momento de la

enunciación, y RcE, o inclusión del marco de referencia requerido por el imperfecto

en el evento, de manera que se focaliza una parte interna de la eventualidad. Para

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

90

ejemplificar la inclusión del marco en el evento, Saussure (2003: 239) ofrece un

enunciado, reproducido aquí como (14).

(14) L’année dernière, Paul habitait à Paris (*mais seulement en

mai).

El año pasado, Paul vivía en París (*pero solamente en mayo).

(Traducción propia)

La inadecuación de la especificación de un único mes está determinada por

la relación de inclusión del marco en el evento. Si R corresponde a el año pasado,

debemos suponer que todo el periodo está incluido en la eventualidad vivir en

París, ya que de lo contrario el propio marco de referencia estaría imponiendo

límites al evento y cuestionando, por tanto, la aspectualidad imperfectiva del

imperfecto. Así las cosas, ante un enunciado que presenta un imperfecto, el

destinatario debe recuperar un marco temporal situado en el pasado (R-S/H) e

incluido en el evento (RcE), de manera que se mantiene tanto la temporalidad

como la aspectualidad, y el imperfecto es un pasado imperfectivo.

Hasta aquí parece que esta descripción del imperfecto no arroja grandes

diferencias con respecto a la propuesta de Rojo y Veiga. Mientras que para estos

dos lingüistas la no visualización de los límites del evento se deriva de la

simultaneidad, dado que al focalizar la situación desde dentro no se puede ver lo

que queda fuera, Saussure incluye ambas condiciones –anterioridad e

imperfectividad- en la semántica de la forma verbal.

Ahora bien, sabemos que existen unos usos del imperfecto que parecen

contradecir el rasgo de anterioridad, es decir, para los que no hay a simple vista un

marco situado en el pasado accesible, como los que ejemplifico en (15) y en (16).

(15) [Al abrir la puerta] – ¡Si eras tú!

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

91

(16) Quería hablar con el director del centro, por favor.

En estos casos no parece posible recuperar un elemento temporal

susceptible de funcionar de marco de referencia, por lo que el destinatario deberá

poner en marcha una serie de mecanismos que le permitan interpretar

adecuadamente dichos enunciados. Saussure denomina a estos usos del imperfecto

interpretativos, frente a los casos en los que el marco está disponible

contextualmente que los denomina descriptivos. Esta distinción entre uso

descriptivo y uso interpretativo no está tomada de la Teoría de la Relevancia

(Sperber y Wilson 1986).

Veamos en el siguiente apartado la explicación que ofrece Saussure para los

usos ‘especiales’ o interpretativos del imperfecto.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

92

3.2. Usos interpretativos del imperfecto

Para entender de forma adecuada de qué manera los usos ‘especiales’ del

imperfecto encajan en la teoría propuesta por Saussure, debemos, en primer lugar,

redefinir la semántica que ofrece este lingüista para dicha forma verbal. Como he

dicho anteriormente, Saussure incluye en la semántica –de tipo procedimental,

recordemos- del imperfecto dos condiciones que corresponden a los rasgos de

temporalidad y de aspectualidad: anterioridad del evento con respecto al momento

del habla (E_H) e inclusión de un marco de referencia en el evento. Dado que,

como hemos visto a propósito de (15) y (16), es posible encontrar enunciados en

los que no parece haber un marco temporal accesible, dicho elemento se

representa en la semántica con la variable P –punto de aprehensión del proceso-.

Pues bien, la variable P ha de estar incluida en el evento (PcE). Esta inclusión de P

en E se explica por la imperfectividad, ya que, si P coincide con E (P=E) o P incluye

E (EcP), el evento se concebiría como delimitado o finalizado, y no habría

diferencias entre el imperfecto y el pretérito indefinido. De este modo, la variable P

constituye la semántica fundamental del imperfecto (Saussure, 2003: 240).

En el proceso interpretativo que lleva a cabo el destinatario ante un

enunciado cualquiera, debe saturar la variable P, bien como R –esto es, como un

elemento temporal accesible contextualmente-, en cuyo caso estaremos ante un

uso descriptivo del imperfecto, bien como C, entendiendo este como un sujeto de

consciencia, en caso de que no sea posible recuperar un elemento temporal que

satisfaga las dos condiciones –anterioridad e inclusión-. En este último caso, el

destinatario debe inferir la presencia de un sujeto situado en el pasado que asiste a

los hechos, de manera que funciona como marco de referencia. Si el destinatario

debe recuperar la presencia de un sujeto de percepción, estaremos ante un uso

interpretativo o metarrepresentacional del imperfecto con el que se reproduce un

pensamiento o un discurso atribuido a dicho sujeto.

En palabras de Saussure (2003),

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

93

[…] l’imparfait amène le destinataire, lorsqu’il ne peut pas réaliser l’inclusion du point de

référence dans l’événement (ceci pour des raisons contextuelles) à construire un sujet de

conscience qui « «observe la scène » de l’intérieur. Ce sont donc des usages interprétatifs

de l’imparfait, puisqu’ils rapportent une pensée au sujet d’un état de fait (Saussure, 2003 :

240).

[…] el imperfecto obliga al destinatario, cuando no puede realizar la inclusión del punto de

referencia en el evento (por razones contextuales), a construir un sujeto de consciencia que

“observa la escena” desde el interior. Estos son usos interpretativos del imperfecto, ya que

reproducen un pensamiento sobre un estado de cosas (traducción propia).

Si volvemos ahora los enunciados (17) y (18), repetidos aquí por

comodidad, podremos aplicar la propuesta de Saussure.

(17) [Al abrir la puerta] – ¡Si eras tú!

(18) Quería hablar con el director del centro, por favor.

En ambos enunciados aparece un imperfecto, por lo que el destinatario

debe recuperar un marco temporal en el pasado y que esté incluido en el evento.

Como vemos, en ninguno de ellos hay un elemento temporal con referencia pasada,

puesto que se describen dos hechos que tienen lugar en el momento de la

enunciación. Por tanto, es imposible recuperar un elemento susceptible de

funcionar como marco de referencia, es decir, el destinatario no puede saturar la

variable P como R. Ante la imposibilidad de identificar P como R, el destinatario

debe inferir la presencia de un sujeto de consciencia en el pasado y con respecto al

cual la situación descrita en el enunciado es imperfectiva.

Pues bien, en (17), se recupera como sujeto al propio hablante en un punto

anterior al momento del habla, en concreto al momento en que ha sonado el

timbre. De este modo, (17) reproduce la representación mental que se ha creado

dicho sujeto ante la llamada y que constata al abrir la puerta en el presente. Este

enunciado supone, por tanto, una representación de otra representación mental, o

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

94

dicho con otras palabras, una metarrepresentación. Este uso del imperfecto se

conoce como hipocorístico.

En (18) la explicación no difiere de la anterior, ya que, al igual que en (17),

el evento descrito hace referencia al presente y no a un hecho del pasado, por lo

que no encontramos ningún elemento temporal con el que saturar la variable P. El

destinatario debe inferir la presencia de un sujeto de consciencia que desempeñe

el papel de marco de referencia, situado en el pasado e incluido en el evento. Una

vez más, se trata del hablante en un momento anterior al habla, más

específicamente al punto en que el hablante ha considerado oportuno hablar con el

director del centro. Así, (18) reproduce la representación mental del sujeto en el

pasado, similar a “he de hablar con el director del centro”. Este enunciado

reproduce así un pensamiento atribuido a un sujeto en el pasado, lo que tiene

consecuencias para la gestión de la distancia interpersonal en el discurso y por

tanto para la expresión de la cortesía. Afirman Saussure y Sthioul (2005: 113) a

propósito de este uso de cortesía del imperfecto que el efecto de atenuación

proviene de la reproducción de un pensamiento, en lugar de un hecho sucedido.

En estos dos usos, como cabe esperar, no se agotan las posibilidades de

empleos del imperfecto, sino que también encontramos el prelúdico, el citativo, el

prospectivo, entre otros. Todos ellos presentan la particularidad de no satisfacer la

condición derivada de la semántica de la forma verbal de anterioridad de R. Un

ejemplo claro es el enunciado (19), donde aparece el uso citativo del imperfecto.

(19) Mañana era la reunión para organizar la fiesta, ¿verdad?

En (19) se produce un desajuste entre el rasgo temporal del imperfecto y la

presencia del adverbio mañana, por lo que este no puede actuar como punto de

referencia, al no estar situado en el pasado. Para poder resolver el conflicto, el

destinatario de este enunciado identifica la variable P como un punto de

perspectiva de un sujeto en el pasado: la persona que comunica, en un punto

anterior al momento del habla, la fecha en la que tendrá lugar la reunión para

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

95

organizar la fiesta. Se trata, pues, de un uso interpretativo del imperfecto: el

citativo. El sujeto de consciencia es la fuente de información de la que se extrae el

contenido comunicado. Si pensamos en la estructura de este enunciado, sería

similar a

[Alguien (C) dijo que [mañana es la reunión para organizar la fiesta (E)]]

En (19), al igual que en el caso que acabo de presentar, el destinatario no

puede acceder a ningún marco temporal en el pasado que funcione como punto de

referencia; por ello, ha de recuperar la presencia de un sujeto de consciencia

situado en el pasado a quien atribuye la información comunicada. En el caso de

(19), el sujeto es el propio hablante en el pasado, en concreto, en el momento en

que decidió que quería hablar con su interlocutor.

El lector puede preguntarse en este punto qué ventaja supone esta

explicación de los usos interpretativos sobre la teoría de la dislocación de Rojo,

puesto que esta última también permite dar cuenta de estos empleos del

imperfecto. Pues bien, la principal ventaja es que no se recurre a un mecanismo

creado ad hoc: el mecanismo invocado –recurrir a una metarrepresentación como

solución de una incompatibilidad- se emplea asimismo para explicar usos

“especiales” de otras formas verbales como el presente, el pretérito perfecto, el

indefinido o el futuro. Pensemos en un ejemplo como (20).

(20)La semana que viene he pintado la casa.

En este enunciado, la temporalidad pasada de la forma verbal contradice

aparentemente la referencia futura de la expresión la semana que viene, y sin

embargo el resultado es aceptable. Para poder resolver el conflicto, al igual que

sucede en el caso del imperfecto, el destinatario debe recuperar un sujeto de

consciencia al que atribuir el pensamiento comunicado: la intención de haber

pintado la casa en el transcurso de la semana. Para entender cómo funciona (20) es

necesario pensar que el enunciado reproduce la imagen mental que tiene el

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

96

hablante con respecto a un momento del futuro, en el que ya habrá terminado de

pintar la casa. Es decir, el destinatario infiere la presencia de un sujeto de

consciencia que actúe como punto de referencia, que corresponde al propio

hablante en el pasado. Este crea una representación mental o una idea

concerniente al tiempo estimado que tardará en pintar la casa y en el momento de

la enunciación reproduce dicha representación mental. Como vemos, el mecanismo

interpretativo para (20) similar a los enunciados anteriores en los que la forma

verbal era el imperfecto.

De los párrafos anteriores se deduce la que quizá sea la principal ventaja de

la propuesta de Saussure: el hecho de que cualquier tiempo verbal sea susceptible

de presentar usos interpretativos. De esta manera es posible predecir en qué casos

estaremos ante dichos usos, a saber, cuando no haya ningún elemento temporal

accesible en el contexto apto para funcionar como R para localizar la eventualidad.

Si bien esta teoría propuesta por Saussure y sus colaboradores presenta

importantes ventajas, en España es poco conocida. En nuestro país, una hipótesis

que ha cobrado fuerza en los últimos años es la de la Lingüística Cognitiva.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

97

4. EL IMPERFECTO EN LA LINGÜÍSTICA COGNITIVA

La distinción entre imperfecto e indefinido en español ha sido abordada

desde la Lingüística Cognitiva en los trabajos de Doiz-Bienzobas (2000, 2002) y de

Castañeda (2004, 2006). En lo que sigue revisaré la explicación que ofrece cada

lingüista del imperfecto.

Para poder entender de qué manera concibe Castañeda dicha forma verbal,

debo aludir al concepto de modelo epistémico elaborado de Langacker (1991),

consistente en dar cuenta de los diferentes ámbitos epistémicos “que configuran la

representación de la realidad y su devenir a través del tiempo, tal y como la

construye el sujeto conceptualizador” (Castañeda, 2004: 55), como recoge el

propio Castañeda en la figura 13.

Figura 13. Ámbitos epistémicos de la representación de la realidad.

En esta figura aparece un conceptualizador (C) u observador, que puede ser

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

98

real o no, además de la representación del presente, del futuro y del pasado,

atendiendo al punto de vista. Tal y como explica Castañeda (2004: 57), el futuro se

equipara a la realidad desconocida así como los hechos probables o supuestos que

se proyectan hacia el futuro, representados por el cilindro exterior. La disminución

de los discos implica la lejanía de los eventos con respecto al presente.

En lo que respecta al presente y al pasado, se dividen dos zonas: un presente

conocido y un presente supuesto, por un lado, y un pasado conocido y un pasado

desconocido, por otro. La distinción entre supuesto y desconocido está en el acceso

a los hechos, si son accesibles de forma directa por el conceptualizador o si, por el

contrario, tiene lugar algún proceso inferencial o se llega a ellos a través de alguna

fuente de información indirecta. De esta manera, cuando interpretamos un tiempo

del pasado –o del presente-, hemos de tener en cuenta que no siempre hablamos

de hechos de los que tenemos conocimiento directo, sino que en muchas ocasiones

recurrimos a suposiciones.

En lo que sigue me voy a centrar en los tiempos del pasado y, en concreto, al

imperfecto, ya que es la forma verbal que aquí me interesa. Si bien es cierto que

Castañeda propone una explicación del imperfecto en términos de ámbitos

epistémicos, no renuncia a una distinción de índole aspectual del indefinido y del

imperfecto. De hecho, aúna ambas concepciones de los tiempos verbales. Tal y

como señala,

la idea clave es considerar que el indefinido e imperfecto [sic.] constituyen dos

percepciones alternativas de un mismo proceso. En ambos casos proponemos un modelo

cognitivo sobre la forma en que los distintos tipos de procesos se generan, se desarrollan y

concluyen. Pues bien, cada morfema temporal proyecta una imagen distinta de esa

concepción compleja que poseemos de los procesos: mientras que el indefinido representa

una visión distante o panorámica que abarca el principio, el desarrollo y el término del

proceso, el imperfecto representa una visión fragmentaria o menos abarcadora que no

incluye la representación del término o la conclusión del proceso (Castañeda, 2004: 65).

El imperfecto es una forma verbal que expresa simultaneidad al momento

de la enunciación, de donde se deriva su carácter aspectual imperfectivo, frente al

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

99

indefinido que es una forma aspectualmente perfectiva. La relación de

simultaneidad del imperfecto aproxima esta forma al presente. Así,

si con el Presente nos referimos a hechos que ocurren en el momento en que hablamos, con

el Imperfecto nos referimos a hechos que ocurren (ocurrían) en el momento de la historia

en que nos encontramos cuando la estamos contando. Ahora bien, es el tiempo subjetivo

correspondiente al recorrido mental de la historia que reconstruimos secuencialmente el

que nos permite entender los hechos expresados en Imperfecto como realidades

localizadas en el ‘presente de la historia’. Es decir, se perciben como simultáneos al

momento de su enunciación, pues ocurren, en el tiempo de procesamiento, en el momento

en el que los expresamos: los vemos mentalmente en el momento en que los contamos

(Castañeda, 2006: 113).

Este verlos mentalmente recuerda el recurso a un sujeto de consciencia

testigo de la escena que presenta los hechos ante los ojos del destinatario. Parece,

por tanto, que las propuestas que se han comentado presentan puntos

convergentes a propósito del imperfecto: la no terminación del evento y la

sensación de que con dicha forma verbal se visualizan los hechos como si quedaran

relativizados al punto de vista de un observador en el pasado. Cambian las

perspectivas desde las que se explica la oposición imperfecto-indefinido y, por

tanto, las herramientas.

Castañeda (2006: 125) explica los usos modales o ‘especiales’ del

imperfecto de una forma similar a la que he presentado a propósito de los empleos

interpretativos. Ejemplifico dos de ellos: el de cortesía y el citativo, en (21) y (22)4,

respectivamente.

(21) A: ¿Qué deseaba?

B: Yo sólo quería un kilo de naranjas.

(22) Mañana venía tu padre, ¿no?

4 Castañeda (2006: 125).

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

100

El imperfecto de cortesía, en (21), pierde el carácter impositivo al tratarse

de un deseo pasado que puede tener vigencia en el presente, dado su carácter no

terminativo. Próximo a este empleo se encuentra (23).

(23) Perdona, pero ¿cómo te llamabas?

Para explicar este uso atenuador, señala Castañeda que

el carácter no cerrado o no terminativo del Imperfecto permite aludir al nombre de esa

persona en el pasado sin cerrar la posibilidad de su vigencia en el presente (cosa que

impediría el Indefinido), y con ello podemos ser más corteses cuando tenemos que

preguntar el nombre de alguien que se supone deberíamos recordar de una presentación o

identificación anterior. El imperfecto permite, por consiguiente, aludir a una situación

discursiva previa para amortiguar el efecto de una posible señal de desconsideración o

desinterés al tener que preguntar el nombre dos veces (Castañeda, 2006: 124).

Para explicar el imperfecto citativo, ilustrado en (22), señala Castañeda que

“la situación futura se representa desde el punto de vista que se tenía de ella desde

el pasado y que, a falta de confirmación actual, es la única de la que se dispone”;

por tanto, no se trata de un uso del imperfecto con referencia futura, sino que alude

a un hecho en el pasado: en concreto, un discurso previo similar a ‘me dijiste que

mañana venía tu padre’.

Como vemos, la explicación de Casteñada, desde la Lingüística Cognitiva, no

dista mucho de la teoría propuesta por Saussure y asumida aquí. La diferencia está

en la base semántica que se asigna a la forma verbal: mientras que el lingüista

suizo opta por presentar un significado tanto temporal (P_H) como aspectual

(PcE), el lingüista español incluye en su descripción un ámbito extra: el epistémico.

Sin embargo, las explicaciones resultan similares, puesto que Saussure incluye en

la semántica del imperfecto una variable P que indica la perspectiva desde la que se

focalizan los hechos: desde un marco temporal (usos descriptivos) o desde el

punto de vista de un sujeto de consciencia (usos interpretativos) que bien podría

corresponder al conceptualizador de la propuesta de Langacker.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

101

En la línea de la Lingüística Cognitiva también se inscribe Doiz-Bienzobas

(2000, 2002). Esta autora explica la distinción entre las dos formas verbales

simples del pasado en el marco de la gramática cognitiva y, en concreto, de la teoría

de los espacios mentales de Fauconnier (1994). Doiz-Bienzobas y Mejías-Bikandi

(2000: 282-283), a la luz de Fauconnier (1994), consideran que los espacios

mentales “son estructuras cognoscitivas que no forman parte del lenguaje o de una

gramática sino que consisten en dominios de estructura referencial que contienen

descripciones parciales especificadas en el discurso” (Fauconnier, 1994: xi-xxxvi,

Doiz-Bienzobas y Mejías-Bikandi, 2000: 282-283). Es decir, conforme avanza el

discurso se van creando nuevos espacios a partir de información contextual. Entre

estos dominios, hay que destacar principalmente un espacio matriz, que

corresponde a la realidad del hablante (R) y uno o varios espacios subordinados

que se forman pragmáticamente o lingüísticamente (P), como por ejemplo en la

película, como señalan Doiz-Bienzobas y Mejías-Bikandi (2000: 283).

En lo que respecta a los tiempos verbales simples del pasado en español,

Doiz-Bienzobas estima que la diferencia entre el empleo de una forma y otra –

imperfecto e indefinido- se encuentra en el punto de vista, es decir, si la situación

está vista desde el momento del habla o si, por el contrario, es vista desde un punto

del pasado –ya sea anterior, simultáneo o posterior al evento-. De esta forma, con el

indefinido se observa la situación desde el momento de la enunciación, como se

muestra en la figura 14.

Figura 14. El indefinido. Doiz-Bienzobas (2000: 121).

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

102

El hablante se sitúa en el momento presente (VP/spk) y desde ahí visualiza

y evalúa la situación (sit) pasada. Con el imperfecto, la perspectiva desplaza a un

punto anterior al momento del habla, como se aprecia en la figura 15.

Figura 15. El imperfecto. Doiz-Bienzobas (2000: 121).

En esta figura se puede apreciar un desplazamiento del punto de vista, bien

al momento en que tiene lugar la situación en el pasado, bien a un punto anterior.

Así las cosas, la distinción imperfecto-indefinido se basa en el punto de vista

desde el que se evalúan los hechos pasado: desde el punto del habla o desde un

momento del pasado. Ejemplifico este contraste con (24) y (25)5.

(24) [El sermón] me pareció eterno.

(25) [El sermón] me parecía eterno.

5 Ejemplos tomados de Doiz-Bienzobas (1995)

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

103

Tal y como señala Doiz-Bienzobas (1995), en (24), el hablante describe la

impresión que le causó el sermón evaluándolo en el presente; se presenta la

situación como pasada y terminada. Por el contrario, en (25), el hablante describe

los hechos desde el presente del evento en cuestión, es decir, el hablante

transporta, gracias al imperfecto, al oyente al momento en que se produjo el

sermón y la sensación que este le causó en ese preciso momento. En este

enunciado, se muestra la percepción del sermón atendiendo al momento en que

este tenía lugar; el imperfecto nos transporta al sermón en el pasado.

Un ejemplo de los que cita Doiz Bienzobas me parece especialmente

interesante para evaluar las consecuencias de su enfoque: el que aparece en (26).

(26) a. En la película Robert Redford tuvo problemas.

b. En la película Robert Redford tenía problemas.

Para explicar el contraste de (26), Doiz-Bienzobas y Mejías-Bikandi (2000)

proponen que con el imperfecto se crea un espacio secundario, mientras que con el

indefinido se hace referencia al espacio matriz. De este modo,

el imperfecto se utiliza para introducir información en el espacio ficticio de la película en la

que Robert Redford trabajaba, espacio subordinado a R. Esta frase se interpreta de la

siguiente manera: el personaje interpretado por Robert Redford tenía problemas. En este

caso, el uso del pretérito es marginalmente aceptable. Sin embargo, cuando el verbo está en

pretérito, aunque las relaciones temporales establecidas son similares, la interpretación de

la frase es un poco diferente. Con el pretérito, la frase […] se interpreta de la siguiente

manera: Robert Redford, el actor, persona real, tuvo problemas durante el rodaje de la

película (tal vez no se llevaba bien con el director, o algunos de los actores). Crucialmente

en este caso, la frase no elabora un espacio subordinado, sino el espacio matriz R, y el

sintagma en la película se interpreta como ‘durante el rodaje’ (Doiz-Bienzobas y Mejías-

Bikandi, 2000: 288).

Dicho con otras palabras, el enunciado (26a) nos informa de que Robert

Redford tuvo problemas durante el rodaje de la película –problemas que le afectan

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

104

personalmente-; en cambio, el enunciado (26b) indica que quien tuvo problemas

no fue el propio actor, sino el personaje interpretado en la película por el actor. El

cambio de tiempo, por tanto, determina que la situación ‘Robert Redford tener

problemas’ se sitúe fuera o dentro del mundo narrado en la película: es un claro

efecto de perspectivización.

Esta inclusión o no en la película está condicionada al momento desde el

que se observa la situación tener problemas. Con el imperfecto, el hablante

transporta al interlocutor al espacio subordinado a la realidad, es decir, al interior

de la película, que está en un plano del pasado. Con el indefinido, el evento es

evaluado o descrito desde el presente, por lo que el destinatario no es trasladado al

interior de la película e interpreta, por tanto, que quien sufre los problemas es el

actor y no el personaje.

Como vemos, la propuesta de Doiz-Bienzobas incluye en su descripción del

imperfecto el punto de vista de un sujeto o de un conceptualizador situado en el

pasado o en un plano subordinado a la realidad del hablante. Se trata de una

explicación que atiende a la creación de espacios mentales conforme avanza el

discurso. Por tanto, el empleo de una forma simple del pasado u otra está

determinando la perspectiva adoptada por el hablante, que, como sabemos, no es

rígida, sino que va cambiando al servicio de la intencionalidad del emisor. Tal y

como señala la propia autora (2000: 130) “la localización del punto de vista

adecuado para la descripción de una situación está determinada por las

necesidades comunicativas y el contexto”.

Tanto la explicación de Castañeda como la de Doiz-Bienzobas son dos

propuestas interesantes que no se pueden obviar en un trabajo como este. Los

trabajos de Castañeda están adquiriendo gran relevancia en los últimos años en las

investigaciones hispánicas, sobre todo, en el ámbito de la enseñanza de lenguas

extranjeras, lo cual no ha de resultar sorprendente si tenemos en cuenta el

desarrollo de la Lingüística Cognitiva.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

105

5. CONCLUSIONES

A lo largo de estas páginas he presentado tres explicaciones alternativas de

la oposición imperfecto-indefinido: una temporal, una temporal-aspectual y una

cognitiva. Todas ellas suponen un avance en el estudio de una forma verbal como

es el imperfecto, puesto que pretenden dar cuenta de sus diversos usos,

recurriendo a mecanismos generales previstos en el marco teórico adoptado

(entre ellos, dislocación temporal, metarrepresentación o conceptualización del

punto de vista y del ámbito epistémico). La gran ventaja de la teoría temporal, en la

versión de Rojo, es su simplicidad, y el hecho de que da cuenta de usos “especiales”

de ciertas formas verbales de una forma explícita y que, incluso, permite entender

los dos efectos que se activan con el condicional: irrealidad y probabilidad, en

función del rasgo temporal que se disloque –de futuro o de anterioridad-. Sin

embargo, esta explicación de las formas verbales en términos temporales necesita

ser revisada en dos aspectos: la posibilidad de que otras formas presenten usos

dislocados, y el propio concepto de dislocación, puesto que no se explica qué tipo

de operación subyace a tal mecanismo, como ya he señalado con anterioridad.

Asimismo, no se entiende por qué las formas simples del pasado interaccionan con

el modo de acción si no se recurre al aspecto gramatical.

A la luz de estas precisiones, parece que la propuesta temporal-aspectual y

la explicación en el marco de la Lingüística Cognitiva resultan más satisfactorias.

De hecho es posible encontrar puntos en los que ambas hipótesis confluyen. Doiz-

Bienzobas propone especificar en la semántica verbal el punto de vista, lo cual no

resulta ajeno a la propuesta de Saussure, dado que el lingüista suizo introduce una

variable P –punto de vista- que ha de ser saturada. Si para Saussure la

identificación de dicha variable con un punto de referencia temporal o con un

sujeto de consciencia, desde cuya posición se focaliza el evento descrito, se obtiene

pragmáticamente, para Doiz-Bienzobas, como ya he señalado, el punto de vista

responde a necesidades comunicativas y contextuales. Parece, por tanto, que la

diferencia entre Saussure, Doiz-Bienzobas y Castañeda responde al marco en el

que se inscriben y, por tanto, a las herramientas y nociones empleadas para la

explicación de ciertos fenómenos.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

106

Si volvemos al ejemplo (26), repetido aquí, veremos que puede ser

explicado sin necesidad de recurrir a espacios mentales.

(26) a. En la película Robert Redford tuvo problemas.

b. En la película Robert Redford tenía problemas.

Desde la perspectiva que adopto en este trabajo (Saussure 2003), es posible

dar cuenta de este contraste. En (26a), el evento es simultáneo a un punto de

referencia (en la película) situado con anterioridad al momento del habla, es decir,

tener problemas se localiza en el pasado y, en concreto, en el punto expresado por

el circunstancial6. Así, el actor tuvo problemas durante el rodaje de la película. En

cuanto a (26b), la semántica del imperfecto requiere saturar la variable P bien

como R bien como C. En este caso, se podría considerar que el elemento temporal

válido para actuar como punto de referencia es en la película; sin embargo, para

que este marco pueda estar incluido en el evento, el sujeto tiene que estar dentro

de la película, es decir, ser un personaje límites. Por tanto, el destinatario debe

inferir la presencia de un sujeto de consciencia con respecto al cual el imperfecto

es imperfectivo puesto que está incluido en el evento. Este enunciado reproduce el

contenido desde la perspectiva de dicho sujeto, por lo que nos introduce en la

película: el personaje de Robert Redford quien tiene problemas en la película. Se

trata, por tanto, de un empleo interpretativo o subjetivo del imperfecto gracias a la

recuperación de un sujeto de consciencia como mecanismo de resolución para

mantener la semántica verbal.

Resulta evidente, por tanto, que con una semántica que incluya rasgos

temporales y aspectuales –sin que uno derive del otro- es posible dar cuenta de las

diferentes perspectivas que se activan, puesto que en la interpretación de los

enunciados entran en juego procesos pragmáticos que permiten completar y

enriquecer el significado. De este modo, se explica la contribución de los tiempos

6 La semántica del indefinido es <E, R-S>.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

107

verbales a la determinación del punto de vista atendiendo a principios

pragmáticos.

Esta idea cobra especial importancia en un trabajo como este por el valor

del imperfecto que me interesa estudiar: el narrativo, ejemplificado en (27).

(27) El 11 de julio de 1561, nacía Luis de Góngora.

Como se puede apreciar, en un contexto como el de (27), lo esperable sería

el indefinido puesto que el contexto fuerza una interpretación en la que el evento

ha tenido lugar en el pasado –de hecho, el predicado es télico-. Si es factible

reemplazar el imperfecto por el indefinido, como en (28), las preguntas que surgen

son ¿cuál es la aspectualidad del imperfecto de (28)? Y ¿cómo es posible explicar

este empleo?

(28) El 11 de julio de 1561, nació Luis de Góngora.

En lo que sigue me centraré en explicar este uso “peculiar” del imperfecto

puesto que en torno a él se generan grandes interrogantes, tales como su valor

aspectual, su interpretación, los elementos que activan este uso narrativo, su

origen, etc.

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Capítulo 2. El pretérito imperfecto

108

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

109

CAPÍTULO 3. EL IMPERFECTO NARRATIVO

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

110

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

111

1. INTRODUCCIÓN

Antes de analizar en detalle este uso del imperfecto, he de señalar que el

calificativo narrativo no es más que una etiqueta que se utiliza para referirse al

empleo del imperfecto en un contexto donde la forma verbal esperable sería el

indefinido. De hecho, Bres (2005a) propone hablar de imperfecto en la narración,

en lugar de imperfecto narrativo. A este uso también se le ha denominado de

ruptura o pictórico, sobre todo en francés, o histórico, en el caso del italiano. En

este trabajo emplearé la denominación narrativo para designar el imperfecto que

describe un evento único, susceptible de ser reemplazado por un indefinido, dado

que el evento parece interpretarse como concluido en el pasado, como se aprecia

en (1).

(1) Cinco minutos más tarde, llegaba a casa.

En este enunciado, se puede observar que la forma verbal esperable no es el

imperfecto, sino el indefinido llegó, puesto que el evento es interpretado como

culminado. La cuestión que surge entonces es la de por qué se emplea una forma

imperfectiva en un contexto apto para un tiempo perfectivo como es el indefinido.

Si bien es cierto que en francés –y en menor medida en italiano- se han

dedicado estudios específicos a este empleo, en español se ha descrito en las

gramáticas, pero no tengo constancia de la existencia de ningún estudio centrado

en el valor narrativo del imperfecto en español en el que se analicen los

interrogantes que suscita: valor, interpretación, elementos que activan este uso y

origen. Por ello, considero que un estudio monográfico en español a la luz de los

análisis realizados para el francés está perfectamente justificado en la lingüística

hispánica.

En la primera parte de este capítulo, que corresponde al apartado 2,

presentaré el imperfecto narrativo atendiendo a dos perspectivas fundamentales

que ya han sido abordadas en el capítulo 2: la temporal y la aspectual. Veremos de

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

112

qué manera puede encajar un empleo del imperfecto que parece contradecir la

aspectualidad de dicha forma verbal en una teoría que aboga por el aspecto como

rasgo definitorio del imperfecto frente al indefinido. Y para terminar ese segundo

apartado, explicaré cuál es su interpretación a la luz de la propuesta de Saussure

(2003) en el marco de la Teoría de la Relevancia.

En la segunda parte –apartado 3-, analizaré, a partir del estudio realizado

por Bres (2005a) para el imperfecto narrativo en francés, cuáles son los elementos

que activan dicha lectura: a saber, el modo de acción, la presencia de un

circunstancial temporal y la progresión temporal. De este modo, podremos

comprobar ciertas semejanzas y diferencias entre el español y el francés en lo que

al valor narrativo del imperfecto se refiere.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

113

2. EL IMPERFECTO NARRATIVO: ¿QUÉ ES? Y ¿CUÁL ES SU

INTERPRETACIÓN?

El imperfecto narrativo no ha pasado desapercibido para los lingüistas

españoles (Fernández Ramírez 1986, García Fernández 2008 [1998], RAE 2009),

ya que dan cuenta de este empleo en las descripciones del imperfecto. Sin

embargo, se limitan a describir cómo funciona y lo catalogan como un uso especial

que indica puntualidad, como es el caso de Fernández Ramírez. Los autores

parecen coincidir en que este empleo del imperfecto es susceptible de ser

reemplazado por el indefinido, aunque se pierde el efecto que produce el

imperfecto en el contexto narrativo (Ramírez Fernández, RAE). Dicho efecto se ha

denominado efecto cámara, al presentarse los hechos en desarrollo como si

estuvieran sucediendo ante el interlocutor. De hecho, para Urrutia y Álvarez

(1988),

con el uso del imperfecto con significado de pretérito indefinido (tiempo narrativo por

excelencia) no se produce un cambio real de tiempo, sino más bien un cambio de enfoque.

En vez de comunicar objetivamente hechos pasados, el poeta anónimo prefiere participar

afectivamente de ellos, trasladándose mentalmente a la época en que estos ocurrían. En

todo caso, este tiempo, aparte de impregnar la narración de matices afectivos, impone un

ritmo más lento que el pretérito indefinido (Urrutia y Álvarez, 1988: 275).

En esta misma línea se sitúa Szertics (1974: 102) cuando afirma que el

imperfecto narrativo no representa un cambio aspectual, sino un “cambio de

enfoque en la presentación de los hechos pasados”. Es decir, los hechos pasados

son retomados como si estuvieran sucediendo en ese preciso momento; tendré

ocasión más delante de explicar cómo es posible dar cuenta de este efecto

producido por el empleo del imperfecto en un contexto narrativo.

Este empleo se caracteriza, según Fernández Ramírez (1986: 283), por

aparecer al principio o al final del capítulo en el que se inserte en una obra

literaria. El hecho de que pueda ir acompañado o no de un circunstancial temporal

dificulta “hallar una explicación satisfactoria de este empleo del imperfecto”

presente asimismo en otras lenguas románicas. Este complemento temporal

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

114

“expresa en muchos casos la sucesión rápida en el tiempo de los hechos

enunciados con el imperfecto, la relación con las incidencias que los preceden”

(1986: 282), por lo que parece que su función es expresar la temporalidad en la

que suceden los hechos narrados. Señala este gramático que se no se trata de “un

empleo arbitrario del imperfecto puntual, majado a merced de los humores y de

los caprichos del escritor”, de lo cual se desprende que su empleo responde a otras

razones. Una de estas es la naturaleza analítica del imperfecto, de manera que

entre el narrador y el hecho que narra se interpone la percepción del personaje y el

contenido de esta percepción el lenguaje lo resuelve con un enunciado analítico. Esta

PRESENTACIÓN del proceso, en la operación perceptivo-analítica, supone un asistir a todos

los momentos del suceder, un retardo en la acción y por lo tanto una situación diferente a

la del relato del hecho concluso (el relato recae aquí exclusivamente sobre los verbos del

percibir: vio, sentí, creyeron, etc.) (1986: 282).

Para Fernández Ramírez, este imperfecto puntual, además de en los

contextos en los que aparece subordinado a verbos de percepción, Además de este

contexto en el que los imperfectos puntuales se subordinan a verbos de

percepción, aparece en contextos oníricos, en el sentido que aquí defiendo:

imperfectos que describen eventos que se interpretan como culminados en el

pasado. Esta división de los imperfectos puntuales en función del contexto en que

aparecen suscita un interrogante: ¿el imperfecto onírico y el imperfecto narrativo

guardan alguna relación? Esta cuestión será abordada más adelante, pero la

descripción que hace Fernández Ramírez invita a considerar que se establece

alguna relación entre ambos valores. En efecto, en un contexto onírico aparecen

con frecuencia imperfectos que describen un único evento y que parecen haber

llegado a su término.

La RAE (2009), por su parte, considera que el imperfecto narrativo aparece

con predicados télicos y en textos literarios y periodísticos. En la Gramática de la

Academia (2009: 1761) se advierte que “a favor de considerar el imperfecto

narrativo como tiempo perfectivo está el hecho de que pueda sustituirse por el

pretérito perfecto simple”. Si bien es cierto que la oración no cambia de significado

ante el cambio de forma verbal, sí se pierde un efecto estilístico cuando se

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

115

reemplaza el imperfecto por el indefinido. Esto, como cabe esperar, demuestra que

el imperfecto en su empleo narrativo presenta alguna particularidad que lo

diferencia del indefinido; esta no es otra que su imperfectividad. Es decir, el efecto

que se activa con el empleo del imperfecto en un contexto narrativo se deriva de la

aspectualidad de dicha forma verbal.

Como vemos, el valor narrativo del imperfecto está presente en las

descripciones de este tiempo que aparecen en la bibliografía hispánica; sin

embargo, no hay ningún trabajo en español que se centre de forma detallada en

este empleo. Por ello, en lo que sigue tomo como punto de partida

fundamentalmente los trabajos presentados en la bibliografía francesa.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

116

2.1. ¿Qué se entiende por imperfecto narrativo?

Siguiendo a Bres (2005a), entiendo por imperfecto narrativo

le produit de l’interaction tendanciellement discordante entre (i) d’une part, un cotexte qui

demande, par la voix de différents éléments, que le procès soit représenté dans son

incidence au temps; et (ii) d’autre part, l’imparfait qui ne répond pas positivement à cette

demande dans la mesure où il représente le procès comme non incident au temps, à savoir

dans son cours. (Bres, 2005a: 9).

El producto de interacción tendencialmente discordante entre (i) de una parte, un contexto

que demanda, por diferentes elementos, que el proceso sea representado en su incidencia

en el tiempo; y (ii) de otra parte, el imperfecto que no responde positivamente a esta

demanda en la medida en que representa el proceso como no incidente en el tiempo, a

saber en su curso. (Traducción propia).

Por tanto, el efecto narrativo surge ante el empleo de una forma verbal

imperfectiva en un contexto que demanda perfectividad, como se muestra en (2).

(2) Cinco minutos más tarde, llegaba a la reunión con el jefe de la

empresa.

En este enunciado, la forma verbal describe un evento puntual que parece

haber culminado en el pasado. Esta interpretación se ve reforzada no solo por el

tipo de predicado –logro-, sino también por la presencia de un circunstancial del

tipo x tiempo después y la contribución a la progresión temporal. Resulta evidente

que se trata de un contexto más apropiado para el indefinido llegó que para el

imperfecto llegaba, cuya semántica aspectual no parece encajar con estas

propiedades. De hecho, el imperfecto se considera un tiempo no apto para la

narración (Caudal y Vetters 2003) o, más específicamente, para el primer plano de

la narración (Bello 1998 [1847], Weinrich 1973), lo cual no significa que no pueda

aparecer, puesto que estos autores advierten del empleo del imperfecto en el

primer plano de la narración. Tal vez sea Bello el primer gramático en dar cuenta

de este hecho. Ahora bien, cuando aparece un imperfecto en un contexto propio del

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

117

indefinido, es esperable poder sustituir el imperfecto por la forma verbal esperada.

Si realizamos tal operación, podemos comprobar que no se produce ningún

conflicto (3).

(3) Cinco minutos más tarde, llegó a la reunión con el jefe de la

empresa.

Al comparar ambos enunciados, se aprecia un matiz o un efecto en (3) que

desaparece con el indefinido: con el imperfecto los hechos parecen suceder ante

nuestros ojos, es decir, se activa un efecto cámara (Le Goffic 1995).

Como mostraré a lo largo de las páginas que siguen, las explicaciones que se

han ofrecido acerca del valor narrativo del imperfecto dejan entrever, de forma

más o menos explícita, que se trata de un cambio de enfoque o de perspectiva del

hablante, lo cual dota a este empleo de cierta subjetividad. La focalización o cambio

de punto de vista está típicamente ligada al empleo de los tiempos verbales, tal y

como he mostrado en el capítulo 2.

Si el imperfecto, entonces, puede ser sustituido por el indefinido y el evento

que describe se interpreta como culminado en el pasado, cabe preguntarse si se

trata de un imperfecto imperfectivo o si es perfectivo, como han señalado algunos

autores (Bres 2005a y b, Gosselin 2005): es decir, ¿existe un único imperfecto o

existen dos? Este empleo supone un contraejemplo aparente para la hipótesis

aspectual, ya que la aspectualidad es puesta en tela de juicio y, de hecho, se ha

considerado como un caso de imperfecto perfectivo (Gosselin 2005, Molendijk

1990) o como una neutralización (García Fernández 2008 [1998]), mientras que

parece encajar en un enfoque puramente temporal, sin necesidad de modificar la

semántica básica de la forma verbal, como veremos en el siguiente apartado. No

obstante, comprobaremos que este valor no está exento de problemas si se atiende

únicamente a su rasgo temporal.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

118

2.1.1. El imperfecto narrativo desde la perspectiva temporal

Para Rojo (1974) y Rojo y Veiga (1999) el valor narrativo del imperfecto no

implica un empleo especial, sino un uso propio de la semántica de dicha forma

verbal: simultaneidad con respecto a un punto del pasado, ya sea un elemento

temporal o un verbo en pretérito, que puede estar presente u omitido. Cuando

dicho elemento está elidido es factible recuperar un antes genérico que funciona

como marco de referencia.

Para explicar el funcionamiento del imperfecto narrativo como un uso

básico, conviene analizarlo de forma paralela con la forma en indefinido, como los

enunciados de (4) y de (5)1, respectivamente.

(4) Salió de casa sin decir nada; tres días después llegaba a París.

(5) Salió de casa sin decir nada; tres días después llegó a París.

Sigo a Rojo (1974) en la explicación de estos datos y asigno a salió un valor

m y a tres días después, un valor m+3. Pues bien, tanto salió como llegó, en (4),

son eventos visualizados desde el momento del habla, esto es, desde el origen. El

enunciado comunica que el sujeto llegó a París tres después de su partida. En (4),

el evento salir es localizado igualmente a partir del origen –el momento del habla-,

pero, a diferencia de (5), la llegada es evaluada desde el punto m+3, con el que

establece una relación temporal de simultaneidad, y no desde el momento del

habla. Dicho con otras palabras, en (4) la llegada es contemplada desde el

momento en que esta se produce.

Como se aprecia, para Rojo y Veiga la distinción puede ser explicada en

términos de punto de vista, aunque ellos no hablan de punto de vista: dónde se

ubica el hablante para describir la llegada, en el momento del habla o en m+3, esto

es, en el punto en que se produce el evento. Esto no debe resultar extraño si

1 Ejemplos tomados de Rojo (1974).

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

119

tenemos en cuenta que los tiempos verbales contribuyen a determinar el punto de

vista adoptado por el hablante, a pesar de que estos lingüistas no explican la

distinción en términos de perspectivismo, como ya he señalado. Próximo a esta

propuesta se sitúa Brucart (2001) cuando asume que en el imperfecto narrativo se

desplaza el marco de referencia al momento en que suceden los hechos y, de esta

forma, el efecto que se obtiene es similar a emitir el enunciado el mismo día en que

tiene lugar el evento en cuestión; en el enunciado (4) sería el momento de la

llegada.

El imperfecto narrativo, como vemos, parece estar perfectamente integrado

en una teoría temporal sin necesidad de recurrir al concepto de dislocación, al que

apelan Rojo y Veiga para explicar toda una gama de empleos de esta forma verbal –

imperfecto de cortesía, lúdico, etc. –. Esto es, se trata de un valor básico o recto del

imperfecto. Ahora bien, estos autores no explican de qué modo un tiempo cuya

semántica es la simultaneidad puede contribuir a la progresión temporal2.

Posiblemente en este caso, la relación temporal de progresión forma parte de la

interpretación discursiva –nivel al que no atienden estos lingüistas en su

explicación del sistema verbal-, es decir, que se trate de información inferencial a

partir del contexto. Rojo y Veiga se centran en el nivel puramente gramatical y

eluden los procesos pragmáticos que intervienen en la interpretación de

enunciados, lo cual ofrece una teoría parcial de los tiempos verbales, puesto que en

la interpretación han de tenerse en cuenta todos y cada uno de los procesos que la

configuran.

Ligada a esta línea temporal o anafórica, recordemos, se encuentra la

propuesta de Berthonneau y Kleiber (1999) en la que defienden un carácter

anafórico meronómico del imperfecto. Para estos autores (1999: 154), el

antecedente del imperfecto no es un momento, sino una situación localizada en el

pasado y la relación que se establece entre la forma verbal y su antecedente es del

tipo parte (imperfecto)-todo (antecedente). Por tanto, el evento descrito en

2Veiga (2008) considera que la no visualización de los límites del evento en copretérito no es más que una consecuencia de la relación de simultaneidad que expresa dicha forma verbal. Por tanto, y siguiendo este argumento, no se entiende cómo el copretérito puede hacer avanzar la narración.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

120

imperfecto debe ser interpretado como una parte de una situación más extensa

que desempeña el papel de antecedente. Veamos cómo se puede explicar el

imperfecto narrativo manteniendo la relación anafórica-meronómica, a partir del

enunciado (6)3.

(6) Paul tomba de la falaise. Quelques heures plus tard, un chirurgien

de l’Hôpital Pasteur l’opérait d’une triple fracture du tibia.

Paul se cayó del acantilado. Algunas horas más tarde, un cirujano del

Hospital Pasteur le operaba de una triple factura de tibia. (Traducción

propia)

En este enunciado, la situación que actúa como todo en la relación

meronómica es el accidente en su conjunto: desde la caída hasta la operación,

pasando por una serie de procesos que se han omitido (llamar a la ambulancia, ir

al hospital, ser diagnosticado por un médico, etc.). De esta manera, el imperfecto

operaba constituye la última parte de dicha situación general. Entre el primer

evento que abre el macroproceso o serie y el último, expresado por el imperfecto,

solo pasan algunas horas, por lo que el enunciado adquiere un matiz de rapidez.

Este efecto proviene, en palabras de Berthonneau y Kleiber, “de la combinaison

entre un intervalle où rien n’est dit de ce qui se passe et le fait que l’imparfait

présence un événement comme conclusif” (1999: 156) (“de la combinación entre

un intervalo donde no se dice nada de lo que pasa y el hecho de que el imperfecto

presencia un evento como conclusivo” (traducción propia)). Así, el imperfecto

“oblige à appréhender un événement qui succède à un ou plusieurs autres comme

une parte d’un tout, dont l’événement à l’imparfait se présente comme le dernier

élément, puisqu’il est mentionné en dernier” (1999: 157) (“obliga a aprehender un

evento que sucede en uno u otros como una parte de un todo, en el que el evento

en imperfecto se presenta como el último elemento, ya que es mencionado al final”

(traducción propia)).

3 Ejemplo tomado de Berthonneau y Kleiber (1999).

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

121

Esta hipótesis da cuenta de la cohesión discursiva del imperfecto y da

cuenta de la demanda de temporalidad pasada. El imperfecto narrativo supone el

cierre de la serie, de manera que adquiere un matiz conclusivo. Para explicar tal

matiz, puesto que el imperfecto en sí mismo no marca ni consecuencia ni

conclusión, estos lingüistas recurren a elementos contextuales: la incorporación de

un adverbio temporal que señala la posterioridad del evento en imperfecto con

respecto a otros y su posición sintáctica, los procesos precedentes que constituyen

una secuencia discursiva y la presencia de un antecedente, con el que el evento en

imperfecto mantiene una relación temporal de simultaneidad.

A la luz de esta afirmación, se desprende la necesidad de que los elementos

referidos anteriormente confluyan para que un imperfecto sea interpretado de

forma narrativa, como en (7).

(7) Dos horas después de partir, el barco se hundía.

Para explicar este enunciado, hay que suponer que el imperfecto describe el

proceso final de un viaje en barco, de manera que es necesario activar el

conocimiento extralingüístico para interpretar el imperfecto narrativo. El barco ha

partido a una determinada hora y ha iniciado el viaje que finaliza con el

hundimiento. Como vemos, el evento presentado en imperfecto forma parte de un

todo –el viaje en barco- en el que constituye el evento final, lo cual parece estar en

consonancia con la hipótesis propuesta por Berthonneau y Kleiber.

Esta teoría incorpora en su explicación del imperfecto narrativo el papel del

conocimiento del mundo, lo que supone un obstáculo en aquellos casos en que no

sea compartido por los hablantes. Además, no se especifican los criterios y/o los

límites para determinar cuál es el evento en el que se incluye el imperfecto.

Fijémonos en el enunciado de (8).

(8) Cinco minutos más tarde, nacía el heredero de la corona española.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

122

La explicación para este ejemplo podría ser que se trata de un evento final

incluido en el proceso de la concepción, embarazo y parto. Ahora bien, se trata de

una serie o macroproceso creado ad hoc y recurriendo únicamente al

conocimiento del mundo; por tanto, es lícito preguntarse ¿dónde ponen estos

autores los límites para determinar lo que constituye el final de un proceso o no?

Por otro lado, si, como he señalado, para estos lingüistas la presencia de un

circunstancial, junto a otros elementos, es necesaria ¿cómo se explica un

enunciado donde no se incluye un circunstancial y la interpretación parece ser la

misma que en los ejemplos anteriores, como sucede en (9)?

(9) Moría Juan Romero en plena popularidad y lleno de facultades, en

México, y de tan desgraciado modo como hemos descrito, (CREA,

Historia del toreo, 1992).

Estas cuestiones quedan sin respuesta en una propuesta como la de

Berthonneau y Kleiber, por lo que resulta necesaria una revisión de la misma para

poder explicar el imperfecto narrativo de (9). Por otra parte, el imperfecto

narrativo no necesariamente aparece como cierre de un macroproceso, sino que

también puede encontrarse como apertura del mismo, al marcar el comienzo de

una nueva situación narrativa, como en el enunciado de (10).

(10) Aquella noche, el viejo moría. (Dieste, El regreso).

En resumen, el imperfecto narrativo parece estar bien integrado en una

teoría temporal de los tiempos verbales, sin necesidad de considerarlo un uso

“especial” o “problemático”. Junto a esta indudable e innegable ventaja, he de

señalar el peligro que entraña, en la explicación de Berthonneau y Kleiber, el

carecer de límites en la creación de un macroproceso que desempeña el rol de

antecedente del imperfecto y el restringir su uso a un efecto conclusivo. Asimismo,

es reseñable la falta de referencia, en ambas propuestas – Berthonneau y Kleiber y

Rojo y Veiga-, a los procesos pragmáticos que intervienen en toda situación

comunicativa y que permiten interpretar adecuadamente los enunciados. Si no se

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

123

atiende a estos procesos, difícilmente se podrá dar cuenta de la contribución a la

progresión temporal de un tiempo que expresa simultaneidad, como hemos visto a

propósito de la explicación ofrecida por Rojo y Veiga. Y por último, la propuesta

temporal, como he señalado en el capítulo anterior, no tiene en cuenta la

interacción que se establece entre las formas verbales y el modo de acción, lo que

supone un inconveniente para esta hipótesis, puesto que a partir de la

temporalidad no se entiende por qué una forma se combina de manera más natural

con un tipo de predicado que con otro.

De lo anterior se desprende la idea de que el imperfecto narrativo no está

exento de problemas en una explicación temporal del imperfecto. Sin embargo, los

defensores de esta han recurrido al imperfecto narrativo para rechazar el aspecto

como rasgo definitorio en la oposición indefinido/imperfecto: si se trata de un

imperfecto reemplazable por un indefinido, se cuestiona la aspectualidad

imperfectiva.

Veamos a continuación cómo este valor puede encajar en una hipótesis

aspectual.

2.1.2. El imperfecto narrativo desde la perspectiva temporal-aspectual

Para resolver el problema de la aspectualidad del imperfecto narrativo han

surgido dos posturas opuestas: considerar al imperfecto narrativo un imperfecto

perfectivo (Gosselin 1999, 2005, Molendijk 1990), de manera que se asume una

perspectiva polisémica del imperfecto, o considerarlo un imperfecto imperfectivo

como todos los demás (Bres 2005a y b, Saussure y Sthioul 1999), lo cual apoya la

monosemia de dicha forma verbal. Dicho con otras palabras, desde una hipótesis

aspectual-temporal se discute si el imperfecto es polisémico o monosémico.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

124

2.1.2.1. El imperfecto narrativo: perfectivo

Quienes defienden que el imperfecto modifica su aspectualidad (García

Fernández 2008 [1998], Gosselin 1999, 2005, Molendijk, 1990, Demirdache y

Uribe-Etxebarria 2014) abogan por la existencia de un imperfecto polisémico, en

tanto que hay un imperfecto básico, imperfectivo, y un imperfecto aspectualmente

modificado, ya sea neutralizado o perfectivizado.

Uno de los lingüistas que opta por una aspectualidad perfectiva del

imperfecto narrativo es Gosselin (2005). A fin de definir este valor, este autor

parte de la caracterización del indefinido y del imperfecto propuesta por

Tasmowski De-Ryck (1985) atendiendo a los rasgos [+/-globalidad] y [+/-

progresión]. De esta manera, el indefinido se define como [+globalidad], [+

progresión], el imperfecto estándar como [-globalidad], [-progresión] y el

imperfecto narrativo como [+globalidad], [+ progresión]. Es decir, el imperfecto

narrativo comparte los mismos rasgos que el indefinido. La diferencia, para

Tasmowski De-Ryck, está en la necesidad del imperfecto narrativo –al igual que el

imperfecto estándar- de recuperar un antecedente, que puede estar explícito –un

circunstancial u otra eventualidad- o implícito. En este último caso, el destinatario

debe interpretar que el imperfecto ancla su referencia en un sujeto-testigo que

percibe los hechos –este puede ser real o ficticio4-.

Como vemos, el imperfecto narrativo participa tanto del indefinido –

[+globalidad], [+progresión]-, como del imperfecto, por su necesidad de un marco

temporal.

Hay aspectos poco claros en la postura que defiende Tasmowski De-Ryck.

En la primera parte de su trabajo parece que esta lingüista defiende un aspecto

perfectivo para el imperfecto de ruptura, ya que señala la globalidad y la

progresión como rasgos definitorios; sin embargo, en las conclusiones afirma

4 Esta recurrencia a un testigo conecta con la explicación ofrecida –desde una concepción monosémica del imperfecto- por Saussure y Sthioul (1999), en la que acuden a un sujeto de consciencia.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

125

“somme toute, pour les emplois que nous avons examinés, l’IR est bien encore un

IMP comme les autres” (1985: 76) (“en resumidas cuentas, para los empleos que

estamos examinando, el imperfecto de ruptura es un imperfecto como los otros”

(traducción propia)). Ante esta paradójica contradicción, no es fácil determinar

cuál es la postura de esta lingüista.

En cuanto a los dos rasgos señalados para el imperfecto narrativo, Gosselin

señala que la progresión aparece, en algunos casos, marcada por un circunstancial

del tipo x tiempo más tarde, como hemos podido comprobar en los ejemplos

presentados anteriormente. Sin embargo, no se trata de una condición

indispensable, puesto que es factible obtener progresión temporal en ausencia de

dicho elemento. Este hecho se puede constatar en un enunciado como el de (9),

repetido aquí por comodidad, como (11).

(11) Moría Juan Romero en plena popularidad y lleno de facultades, en

México, y de tan desgraciado modo como hemos descrito, (CREA,

Historia del toreo, 1992)5.

Este enunciado presenta un imperfecto combinado con un predicado télico

–moría-, susceptible de recibir una interpretación narrativa. De hecho, si

prestamos atención a su interpretación, parece innegable que el lector entienda

que el evento ha tenido lugar en el pasado y el sujeto ha fallecido. Si nos fijamos

ahora en la relación temporal que expresa moría, coincidiremos en que esta es de

progresión, ya que hace avanzar el discurso. Como vemos, esto es así aunque no

presente un circunstancial que haga explícita dicha relación. Por tanto, a diferencia

de lo que sugieren Berthonneau y Kleiber, la presencia de un complemento del tipo

x tiempo más tarde no es obligatoria para que el efecto narrativo del imperfecto se

active.

5 Para Muriel Barbazan (2006), el imperfecto narrativo de (11) sería un ejemplo de imperfecto de abertura; este “donne au récepteur l’impression d’entrer ex abrupto dans ‘le vif du sujet’” (2006: 302) (“da en el receptor la impresión de entrar ex abrupto en ‘la vida del sujeto’” (traducción propia)).

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

126

Si el imperfecto narrativo contribuye a la progresión temporal, Gosselin

señala que es conveniente precisar si se focaliza todo el evento o una parte del

mismo; en concreto, la parte inicial. En este último caso, el evento en cuestión

recibiría una lectura incoativa, como ejemplifica el propio autor con (12).

(12) Et il ouvrait les enveloppes, parcourait rapidement les épitrês des

toutes sortes qui lui étaient adressées. (Laffont, Le train perdu)

Y abría los sobres, recorría rápidamente las epístolas de todo tipo que le

fueron enviadas. (Traducción propia)

Este enunciado activa no una lectura narrativa, sino iterativa, gracias a la

naturaleza plural de los argumentos de los verbos. Lo que parece justificar (12),

donde “il y a ici succession des bornes initiales des séries itératives” (Gosselin

2005: 189) (“hay una sucesión de límites iniciales de series iterativas” (traducción

propia)), es que la progresión no es un rasgo idiosincrático del valor narrativo,

sino que puede aparecer igualmente con otros usos del imperfecto, siempre que el

contexto así lo requiera.

Gosselin da un paso más en su estudio y señala que un imperfecto narrativo

no marca necesariamente sucesión, como ejemplifica con (13).

(13) L’endroit était sinistre; le cœur de la jeune fille se serrait et, tout

d’un coup, elle poussa un cri épouvantable. À ses pieds, brusquement,

elle apercevait le corps d’un homme étendu […]. (op. cit.)

El lugar era siniestro; el corazón de la joven chica se estrechaba y, de

pronto, dio un grito espantoso. A sus pies, bruscamente, percibía el

cuerpo de un hombre tendido […]. (Traducción propia)

En este enunciado, el evento percibir no mantiene una relación de

progresión temporal con respecto a gritar, sino de simultaneidad. Esto justifica

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

127

que, si bien el imperfecto narrativo contribuye con frecuencia a la relación

temporal de progresión, esta no es la única. Es decir, no podemos caracterizar este

empleo del imperfecto por la progresión temporal, puesto que puede aparecer

igualmente expresando otras relaciones.

Hasta el momento, la revisión de la propuesta de Gosselin ha mostrado que

el imperfecto narrativo no se define ni por su progresión, ni por la presencia de un

circunstancial6, pero aún no sabemos cómo se explica este valor de una forma

verbal imperfectiva.

Para poder dar cuenta del valor del imperfecto narrativo desde una

perspectiva polisémica, es necesario, como sugiere Gosselin, distinguir dos niveles

de análisis: “celui des valeurs en langue, stables et reconstruites par le linguiste car

non directement observables, et celui des effets de sens observables et variables

selon les contextes” (2005: 193) (“los valores en lengua, estables y reconstruidos

por el lingüista porque no son directamente observables, y los efectos de sentido

observables y variables según los contextos” (traducción propia)). Así pues,

notre hypothèse est que l’IMP narratif constitue un effet de sens dérivé de la résolution

d’un conflit […]. La résolution du conflit est opérée au moyen de la constitution d’une série

D (une série de procès différents), sans itération. De sorte que l’aspect est aoristique sur le

procès lui-même, mais inaccompli sur la série (dont le procès ne constitue qu’une partie)

(Gosselin, 2005 : 197).

nuestra hipótesis es que el imperfecto narrativo constituye un efecto de sentido derivado

de la resolución de un conflicto […]. La resolución del conflicto opera en medio de la

constitución de una serie D (una serie de procesos diferentes), sin iteración. De suerte que

el aspecto es aorístico sobre el proceso mismo, pero inacabado sobre la serie (en el que el

proceso no constituye más que una parte). (Traducción propia).

A fin de resolver el conflicto, entran en juego dos estrategias: la de

deformación y la de desplazamiento. El imperfecto, por tanto, deforma su valor

6 A estas mismas conclusiones llegará Bres (2005a), como tendré ocasión de mostrar en el apartado 3, donde analizaré los elementos que definen el valor narrativo del imperfecto.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

128

aspectual a favor de un aspecto perfectivo, demandado por el contexto. De este

modo, Gosselin, mediante la estrategia de deformación, respeta la demanda de

perfectividad del contexto, a costa de modificar el valor de la forma verbal. Esto

obliga a emplear una segunda estrategia a fin de satisfacer la imperfectividad del

imperfecto: el desplazamiento. Se desplaza el valor imperfectivo del imperfecto a

todo el proceso o macroevento, quedando este último abierto. Dicho con las

palabras del propio autor:

nommé imparfait narratif, qui résulte de la constitution d’une série de procès différents,

dont le procès considéré constitue une partie. Ainsi l’aspect aoristique (imposé par le

contexte) affecte le procès lui-même, tandis que l’aspect inaccompli, marqué par

l’imparfait, porte sur la sériel (Gosselin, 2005: 203).

Denominado imperfecto narrativo, que resulta de la constitución de una serie de procesos

diferentes, de los cuales el proceso considerado constituye una parte. Así el aspecto de

aoristo [perfectivo] (impuesto por el contexto) afecta al proceso mismo, mientras que el

aspecto imperfectivo, marcado por el imperfecto, recae sobre la serie (traducción propia).

Voy a explicar ambas estrategias con un ejemplo muy utilizado en la

bibliografía francesa, mostrado en (14).

(14) Le train quitta Genève. Quelques heures plus tard, il entrait déjà en

gare de Lyon. (Bres, 2005: 87)

El tren salió de Ginebra. Algunas horas más tarde, entraba ya en la

estación de Lyon. (Traducción propia)

Si queremos entender cómo funciona el imperfecto narrativo de (14) desde

la óptica de Gosselin, hay que concebir un macroevento formado por los diferentes

microeventos que constituyen el viaje desde que el tren sale de Ginebra hasta que

llega a Lyon7. Cada uno de los procesos que conforman la serie, entre los que se

encuentra entraba, son eventos perfectivos, de forma que la demanda de

7 Gosselin no explica de qué manera el destinatario puede conocer los microeventos que componen el macroevento, dado que se trata de un concepto extralingüístico.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

129

perfectividad del contexto se satisface gracias a la estrategia de deformación. Dicho

con otras palabras, la aspectualidad de la forma verbal se deforma a favor del

contexto, con lo que la imperfectividad del imperfecto no se respeta. Para cumplir

con todas las exigencias, Gosselin propone recurrir a la estrategia de

desplazamiento, de manera que la imperfectividad repercute en el macroproceso.

De este modo, todas las demandas se respetan.

El adverbio ya ha servido de argumento a favor de la imperfectividad del

imperfecto narrativo, puesto que resulta incompatible si se reemplaza el

imperfecto por un indefinido. Para Gosselin, este adverbio refuerza la

imperfectividad, por lo que no incide sobre el evento –recordemos que la

aspectualidad es deformada-, sino sobre la serie compleja. Así, ya en el enunciado

(14) indica rapidez en la serie creada, es decir, el poco tiempo que dura el viaje.

Si bien es cierto que el imperfecto narrativo puede ser reemplazado por un

indefinido, el efecto de sentido que produce el empleo del imperfecto en un

contexto narrativo no se mantiene con el indefinido. La explicación hay que

buscarla en que la resolución de conflictos –o, lo que es lo mismo, la recurrencia a

estrategias- produce un efecto de sentido derivado. Por ello, la inserción de un

indefinido en un contexto que demanda perfectividad no produce conflicto ni, por

ende, efecto de sentido, a diferencia de lo que ocurre con el imperfecto en tal

contexto. El efecto cámara que se desprende del imperfecto narrativo, por el cual

los hechos parecen suceder ante los ojos de un observador, no supone una

propiedad del imperfecto narrativo, sino una consecuencia de la resolución de un

conflicto.

En conclusión, en la hipótesis de Gosselin (2005),

l’IMP code une instruction aspectuelle, unique et stable: B1<I, II<B2 (aspect inaccompli).

Cette instruction peut entrer en conflit avec des marqueurs impliquant l’aspect aoristique

(compléments de durée…) ou avec un phénomène de succession (dû soit à l’incompatibilité

référentielle entre procès, soit à des marqueurs de succession) qui impose aussi […]

l’aspect aoristique. Lorsque ce conflit ne peut être résolu par l’interaction (à cause de

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

130

contraintes sur la plausibilité de la répétition des procès), on obtient un effet de sens

dérivé, nommé IMP narratif […] (Gosselin, 2005: 203).

El imperfecto codifica una instrucción aspectual, única y estable: B1<I, II<B2 (aspecto

inacabado). Esta instrucción puede entrar en conflicto con los marcadores que implican

aspecto aorístico (complementos de duración…) o con un fenómeno de sucesión (debido

sea a la incompatibilidad referencial entre procesos, sea con marcadores de sucesión) que

imponen también [...] aspecto aorístico. Cuando este conflicto no puede ser resuelto por la

interacción (a causa de limitaciones sobre la posibilidad de la repetición de los procesos),

se obtiene un efecto de sentido derivado, denominado imperfecto narrativo […].

(Traducción propia).

La propuesta polisémica de este lingüista ofrece una explicación del

imperfecto narrativo atendiendo al papel que ejerce el contexto en la

interpretación de los enunciados. Asimismo, no se trata de una explicación

limitada al valor narrativo del imperfecto, sino que se extiende a todos los tiempos

verbales, puesto que este lingüista propone un valor en lengua único y estable de

los tiempos verbales. En caso de que este valor entre en conflicto con algún

elemento, el destinatario dispone de estrategias de resolución, para satisfacer

todas las demandas. Cuando se activa alguna estrategia, se obtienen efectos de

sentido derivados, por lo que es posible explicar los usos “especiales” de los

tiempos verbales como consecuencia de la resolución de conflictos, si el contexto

así lo requiere. La teoría propuesta por Gosselin se puede resumir, en palabras del

propio autor, como sigue:

à chaque marqueur est(sont) associée(s) une ou plusieurs instruction(s) pour la

construction d’éléments constitutifs de la structure sémantique globale ; ces instructions

sont considérées comme représentant la part aspectuo-temporelle des valeurs en langue

(A) des marqueurs, et constituent des entrées stables pour un système de calcul. Plongées

dans un contexte, soit elles entrent en conflit avec d’autres instructions ou avec des

contraintes pragmatique-référentielles, et les conflits sont résolus au moyen de procédures

régulières de déformation, qui donnent lieu à des effets de sens dérivés :

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

131

(Gosselin, 2005: 121).

A cada marcador es (son) asociado(s) una o más instrucción(es) para la construcción de

elementos constitutivos de la estructura semántica global: estas instrucciones son

consideradas como las que representan la parte aspectual-temporal de los valores en

lengua (A) de los marcadores, y constituyen las entradas estables para un sistema de

cálculo. Introducidas en un contexto, entran en conflicto con otras instrucciones o con

limitaciones pragmático-referenciales, y los conflictos son resueltos en medio de

procedimientos regulares de deformación, que dan lugar a efectos de sentido derivados.

(Traducción propia).

El imperfecto posee un valor en lengua único que puede deformarse por

exigencias contextuales, lo que supone que el contexto es más fuerte que el

contenido gramatical dado que este último está, por así decirlo, al servicio de la

información contextual. Tal y como señala el propio autor, no todos los conflictos

pueden ser resueltos mediante estrategias, pero no explica cuál es la razón ni en

qué casos no es posible. Esto impide poder predecir usos.

Para mantener la aspectualidad del imperfecto, en su valor narrativo, se

desplaza la imperfectividad a una serie de eventos creada sin que se ofrezcan, al

igual que sucede en la propuesta de Berthonneau y Kleiber, pautas. De hecho, esta

serie es creada para poder mantener la imperfectividad únicamente por ser este el

rasgo que queda por satisfacer. Por tanto, la pregunta que hemos de hacernos es

¿bajo qué criterios y condiciones se crea una serie de procesos susceptible de ser

marcada imperfectivamente?; por otro lado, hemos de preguntarnos ¿de qué

herramientas disponemos para determinar qué eventos pueden aparecer en dicha

serie? Estos interrogantes quedan sin respuesta en la hipótesis de Gosselin.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

132

Asumir una propuesta polisémica del imperfecto va en contra de la

economía lingüística, puesto que la semántica de los elementos gramaticales

parece estar al servicio del contexto y, si este así lo requiere, se adapta a sus

requisitos, como sucede con el imperfecto narrativo. Esto sugiere que podamos

tener infinidad de valores, tantos como contextos en los que pueda aparecer dicha

forma verbal, puesto que no hay una explicación que permita predecir cuándo el

valor es modificable y, por tanto, el enunciado es interpretable, y cuándo resulta

agramatical. Por ello, considero que adoptar una propuesta monosémica del

imperfecto en la que la forma verbal posea un significado, en el sentido de

Escandell-Vidal y Leonetti (2002), único, rígido e invariable, y derivar

pragmáticamente los usos presenta la ventaja, frente a la hipótesis polisémica, de

no duplicar los valores del imperfecto. Asimismo, permite predecir usos que, como

hemos visto, no resulta posible predecir siguiendo la propuesta de Gosselin.

2.1.2.2. El imperfecto narrativo: imperfectivo

La hipótesis que defiende un único valor aspectual para el imperfecto –

imperfectivo- que se mantiene en todos sus usos está defendida por Amenós

(2010), Bres (2005a y b), Saussure y Sthioul (1999). Estos lingüistas encuentran

un aparente obstáculo en el imperfecto narrativo, puesto que parece difícil

sostener que se mantiene la imperfectividad en el evento entraba del enunciado de

(15).

(15) Un quart d’heure plus tard, M. Sigisbert entrait chez

moi et me contait son aventure. (Maupassant, Clochette II)

Un cuarto de hora más tarde, M. Sigisbert entraba en mi casa

y me contaba su aventura. (Traducción propia)

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

133

En este enunciado el interés del imperfecto entraba reside en que se

combina con un predicado télico –un logro- introducido por un circunstancial

puntual –un cuarto de hora más tarde-. Además, el imperfecto contribuye a la

progresión temporal, por lo que (15) presenta todas las propiedades que se han

señalado para definir al imperfecto narrativo. Pues bien, entrar se interpreta como

un evento en el pasado que ha tenido lugar en su totalidad, puesto que, de lo

contrario, el evento contar no tendría lugar. Es decir, por el contexto sabemos que

M. Sigisbert ha entrado en la casa.

Si atendemos a la información ofrecida por la forma verbal, podemos

esperar que la situación se focalice sin atender a los límites, puesto que se trata de

una forma imperfectiva. Dicho con otras palabras, el imperfecto entraba no señala

que el evento se haya completado, sino que focaliza la situación en desarrollo. Son

el contexto posterior, la presencia del circunstancial y la puntualidad del predicado

los elementos que fuerzan una interpretación culminada del evento. A diferencia

de la propuesta de Gosselin, aquí no se modifica el significado básico de la forma

verbal, sino que se enriquece y se activan inferencias pragmáticas.

A este respecto, Bres sostiene que no se trata de una contradicción entre las

propiedades del contexto y las de la forma verbal, sino de una contribución de

información por parte del contexto. En esta misma línea se sitúan Caudal y Vetters

(2003) al afirmar que

l’imparfait y exprime un type particulier de point de vue imperfectif et renvoie à une sous-

partie (au sens large) de phase interne, de sorte que la phase résultante n’est pas explicitée

pas ce temps – on pourrait dire que la phase résultante et le changement d’état associé font

l’objet d’une “ellipse aspectuelle”. C’est le contexte qui permet d’inférer que la phase

résultante a été atteinte, et qu’une interprétation transitionnelle doit être construite

(Caudal y Vetters, 2003 : 110).

El imperfecto expresa un tipo particular de punto de vista imperfectivo y visualiza

una subparte (en el sentido amplio) de la fase interna, de modo que la fase

resultante no es explicitada por este tiempo - podríamos decir que la fase

resultante y el cambio de estado asociado son objeto de una “elipsis aspectual”. Es

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

134

el contexto el que permite inferir que la fase resultante ha sido alcanzada y que se

debe construir una interpretación transitoria. (Traducción propia).

Uno de los argumentos que se ha señalado a favor de la imperfectividad de

este valor del imperfecto es el adverbio ya, como he señalado a propósito de la

hipótesis polisémica. Si volvemos al ejemplo (12), repetido aquí como (16), donde

aparece dicho elemento, podremos comprobar que el empleo del indefinido en

lugar del imperfecto entraña una anomalía.

(16)Le train quitta Genève. Quelques heures plus tard, il entrait / ?

entra déjà en Gare de Lyon.

El tren salió de Ginebra. Algunas horas más tarde, entraba / ? entró ya

en la estación de Lyon. (Traducción propia)

La presencia de ‘ya’ ha sido aducida en diversos trabajos como argumento

para la imperfectividad del imperfecto narrativo, pero no se ha señalado de qué

manera interacciona con el aspecto gramatical o flexivo. La única explicación que

va más allá de una mera mención es la de Bres (2007), como se observa a

continuación.

Déjà, en tant que signifiant ‘depuis déjà x temps’, demande que le temps interne du procès

soit représenté en partie accompli, demande aspectuelle à laquelle l’imparfait s’accorde

parfaitement puisque l’instruction [-incidence] présuppose, par la saisie du procès au-delà

de sa borne initiale, qu’une certaine partie du procès –celle précisément antérieure à ce

point de saisie- est déjà réalisée. Au contraire, l’instruction aspectuelle [+incidence] du PS,

qui interdit que le temps interne soit représenté comme en partie accompli, récuse

l’association de ce temps avec déjà (au sens de ‘depuis déjà x temps’). Si donc l’imparfait en

emploi narratif, généralement remplaçable par le PS, ne peut l’être lorsqu’il s’adjoint déjà,

c’est bien que l’imparfait est d’abord une question d’aspect (Bres, 2007 : 46).

Ya, como significado ‘después de ya x tiempo’, demanda que el tiempo interno del proceso

sea representado como en parte cumplido, demanda aspectual a la que el imperfecto se

acomoda perfectamente, ya que la instrucción [-incidencia] presupone, por la entrada de su

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

135

límite inicial, que una cierta parte del proceso –precisamente anterior a este punto de

entrada- es ya realizado. Al contrario, la instrucción aspectual [+ incidencia] del pasado

simple, que prohíbe que el tiempo interno sea representado como en parte cumplido,

declina la asociación de este tiempo con ya (con el sentido de ‘después de ya x tiempo’).

Entonces, si el imperfecto en empleo narrativo, generalmente reemplazable por el pasado

simple, no puede hacerlo cuando se adjunta a ya, el imperfecto es una cuestión de aspecto.

(Traducción propia).

Tahara (2004)8 ofrece una explicación del adverbio ya en francés que

resulta muy relevante para entender cómo funciona dicho elemento con el

imperfecto narrativo, desde una perspectiva semántico-pragmática de los tiempos

verbales como la que aquí se adopta. Para esta lingüista (2004: 386), los tiempos

verbales juegan un papel fundamental la producción de un efecto de

subjetivización.

Así, “déjà exprime toujours la subjectivité d’un locuteur, plus précisément

un jugement d’un locuteur sur une éventualité” (Tahara, 2004: 390) (“ya exprime

siempre la subjetividad de un locutor, más precisamente un juicio de un locutor

sobre una eventualidad” (traducción propia)). De este modo, la función del

adverbio ya no es otra que reforzar el valor subjetivo que se activa con los tiempos

verbales. Por tanto, si volvemos al ejemplo de (16), el adverbio ya afianza el efecto

que produce el imperfecto en un contexto narrativo: el efecto cámara, de manera

que incide en el desarrollo del evento. A propósito del adverbio ya, remito al lector

al anexo 2.

A la luz de estos hechos, es posible afirmar que el imperfecto narrativo

mantiene el carácter imperfectivo que lo define a la vez que puede ser enriquecido

por el contexto, como proponen autores como Caudal y Vetters (2003) y Bres9

(2005). Suponer que el imperfecto narrativo es un imperfecto como todos los

demás resulta sin duda la opción más simple y económica para el análisis.

8 En esta misma línea se encuentran los estudios de Mosegaard-Hansen (2002) y Morency (2009). 9 De hecho Bres (2005a) rechaza la terminología de imperfecto narrativo a favor de imperfecto en contexto narrativo, en tanto que la semántica del imperfecto no se ve modificada. Es el contexto el que lleva a una interpretación narrativa del evento

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

136

Llegados a este punto, es necesario explicar qué mecanismos permiten dar

cuenta de forma coherente de que una forma verbal imperfectiva pueda recibir una

interpretación perfectiva gracias a diferentes factores: a saber, la telicidad del

predicado, la puntualidad de un circunstancial y la progresión temporal. Es decir,

de qué manera es plausible postular la imperfectividad de una forma verbal que

parece describir un evento como llegado a su término, esto es, de forma perfectiva.

En este sentido, resulta fundamental recurrir a la explicación del imperfecto

narrativo propuesta por Saussure y Sthioul (1999), para quienes el imperfecto es

una forma verbal imperfectiva en todos sus empleos y la interpretación perfectiva

del imperfecto narrativo es producto de una inferencia pragmática. A continuación

explico cómo se interpreta dicho valor del imperfecto a la luz de una teoría

semántico-pragmática de los tiempos verbales.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

137

2.2. Interpretación

Parece que lo más económico desde el punto de vista lingüístico es

proponer una semántica única de los tiempos verbales y derivar los usos

“especiales” inferencialmente. En este apartado voy a presentar cómo puede

mantenerse la imperfectividad del imperfecto, para lo cual sigo a Saussure y

Sthioul (1999). La interpretación que asignamos al imperfecto narrativo es la base

para entender todo lo que sigue: los elementos que lo favorecen, su origen, su

relación con la perspectivización, etc.

Para Saussure y Sthioul el imperfecto codifica una semántica procedimental

que debe ser mantenida en caso de conflicto. Conviene recordar cuál es la

semántica que codifica este tiempo verbal, en palabras de Sthioul (1998):

d’une part, il [l’imparfait] marque une appréhension interne du procès, que nous notons

par une relation d´inclusion entre un moment de perspective P et un événement E (P⊂E).

D’autre part, il impose que l’appréhension du procès soit déconnectée du moment de

l’énonciation, ce que nous notons P≠S. La tâche de l’allocutaire, lors du processus

interprétatif, est de parvenir à identifier les variables P et E et de préciser le sens des

relations ‘≠’ et ‘⊂’ (Sthioul, 1998 : 86).

de una parte, él [el imperfecto] marca una aprehensión interna del proceso, que señalamos

por una relación de inclusión entre un momento de perspectiva P y un evento E (P⊂E). De

otra parte, impone que la aprehensión del proceso sea desconectada del momento de la

enunciación, lo que señalamos como P≠S. La tarea del interlocutor, en el proceso

interpretativo, es llegar a identificar las variables P y E y precisar el sentido de las

relaciones ‘≠’ et ‘⊂’. (Traducción propia).

Es decir, la semántica del imperfecto incluye tanto temporalidad (P≠S),

como aspectualidad (P⊂E). El momento de perspectiva P debe ser saturado por el

destinatario bien como R (punto de referencia temporal), bien como C si se infiere

la presencia de un sujeto de conciencia. Si el destinatario puede recuperar un

marco temporal de referencia para saturar la variable P que satisfaga tanto la

temporalidad como la aspectualidad, estaremos ante un empleo básico del

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

138

imperfecto; si, por el contrario, dicho marco no está accesible contextualmente, es

necesario recurrir a un sujeto de conciencia, testigo de la escena. En este sentido,

se obtienen empleos interpretativos o metarrepresentacionales, como he

mostrado en el apartado de los usos interpretativos. Una vez retomadas las ideas

esenciales de la teoría de Saussure y Sthioul, estamos en condiciones de explicar de

qué manera puede ser descrita la interpretación que recibe el imperfecto

narrativo.

Este valor surge a causa de un conflicto producido por la instrucción del

imperfecto y la demanda contextual, como vemos en (17).

(17) Cinq minutes après, le train partait. (Sthioul, 2000: 88)

Cinco minutos después, el tren partía. (Traducción propia)

El destinatario, ante tal enunciado, debe recuperar un marco temporal al

que anclar la referencia del imperfecto a fin de saturar la variable P. Para ello, ha

de tomar en consideración el contexto en el que se incluye el enunciado, dado que

puede influir en la interpretación del tiempo verbal. Así, por ejemplo, Sthioul

(2000: 88) señala tres contextos diferentes, donde únicamente el tercero de ellos

favorece una lectura narrativa del imperfecto:

(18) Le chef de la sécurité intervint just à temps. Cinq minutes après, le

train partait.

El jefe de seguridad intervino justo a tiempo. Cinco minutos después, el

tren partía. (Traducción propia)

(19) Paul s’énerva. Il fallait arriver à la gare à 8 heures dernier délai.

Cinq minutes après, le train partait.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

139

Paul se puso nervio. Era necesario llegar a la estación a las 8 horas

como último plazo. Cinco minutos después, el tren partía. (Traducción

propia)

(20) Le chef de gare donna le signal. Cinq minutes après, le train partait.

El jefe de la estación dio la señal. Cinco minutos después, el tren partía.

(Traducción propia)

En (18) el jefe de seguridad intervino porque la salida del tren estaba

prevista, es decir, se trata de un imperfecto que describe un hecho programado

para un momento futuro, pero que al parecer no llega a producirse; en (19) la

interpretación puede ser similar a la (18), salvo por que nada indica si el evento si

ha producido o no. Ambos imperfectos reciben una interpretación prospectiva en

la que se hace referencia a un plan establecido que no ha tenido lugar en el

momento del habla. En cambio, en (20) se establece una progresión entre el evento

1 –dar la señal- y el evento 2 –partir el tren-, forzada por el propio contexto. Para

poder mantener la semántica aspectual en este último ejemplo, donde partir

parece que ha tenido lugar en el pasado –a diferencia de (18) y (19)-, el

destinatario debe inferir la presencia de un sujeto de consciencia, con respecto al

cual la situación es imperfectiva. Dicho con otras palabras, dado que no hay ningún

elemento susceptible de actuar como marco de referencia –el complemento cinco

minutos después no está incluido en el evento, sino que se establece una relación

de coincidencia10-, el destinatario satura esa variable P gracias a la recuperación de

un sujeto, de forma que los hechos se describen tal y como este los percibió en el

pasado, de manera que el evento es imperfectivo con respecto a dicho sujeto.

Ahora bien, si el imperfecto narrativo es imperfectivo como todos los

demás, ¿cómo es posible que pueda ser reemplazado por un indefinido y que

interpretemos que el evento ha tenido lugar en el pasado? Para poder responder a

estas cuestiones, parto de un ejemplo como (21).

10 Esta relación no satisface la inclusión de P en E, es decir, la imperfectividad del imperfecto.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

140

(21) Diez minutos después cruzaba la calle.

Ante este enunciado es posible considerar en un primer momento que el

evento ha tenido lugar en el pasado gracias al propio contexto, que fuerza una

interpretación perfectiva: progresión temporal, puntualidad del circunstancial y

telicidad del predicado. Sin embargo, esto no es más que un efecto de sentido, ya

que el imperfecto no visualiza el límite final, es decir, mantiene su carácter

aspectual. De hecho, si lo reemplazamos por el indefinido podemos observar que

se percibe cierta diferencia entre ambos enunciados, como en (22).

(22) Diez minutos después cruzó la calle.

En (22) se afirma que el sujeto ha llegado a la otra acera, mientras que en

(21) no necesariamente el cruce ha tenido lugar. Prueba de ello son los ejemplos

de (23) y de (24).

(23) Diez minutos después cruzaba la calle. Nunca llegó a la otra acera11

12.

(24) Diez minutos después cruzó la calle. # Nunca llegó a la otra acera.

Se trata, por tanto, de una inferencia pragmática forzada por el contexto, ya

que el imperfecto mantiene su semántica en todos sus usos. A fin de mantener la

imperfectividad del imperfecto narrativo, el destinatario recupera la presencia de

un sujeto de consciencia, de manera que el tiempo verbal no está empleado en su

forma descriptiva, sino interpretativa. Es decir, se recupera un contenido atribuido

a un sujeto de percepción, testigo de la escena.

11 Agradezco a I. Pérez este ejemplo. 12 No es factible cancelar la inferencia pragmática de perfectividad obtenida con el imperfecto narrativo cuando el predicado es un logro puro o con fase previa, puesto que tales predicados no son susceptibles de ser coaccionados en tanto que para que el evento exista es necesario que el inicio y el final del mismo coincidan en el mismo punto temporal. No considero que se trate de un problema para esta hipótesis, sino una limitación del fenómeno de coacción aspectual.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

141

Mediante el empleo del imperfecto narrativo el hablante presenta los

hechos en su desarrollo como si ocurrieran ante los ojos del destinatario; esto es, el

evento es representado desde la perspectiva del sujeto de consciencia que puede

ser el propio hablante en un momento anterior u otro sujeto diferente,

inespecífico, de manera que este uso contribuye a la subjetivización o a la

perspectivización.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

142

2.3. Conclusiones

Una vez presentadas las diferentes explicaciones que se han ofrecido para el

imperfecto en un contexto narrativo, se puede concluir que existen dos opciones

fundamentales: dotarlo de un rasgo aspectual [+perfectivo] a fin de satisfacer la

demanda contextual de perfectividad y atribuir el rasgo [- perfectivo] a un

macroevento, o bien considerarlo un imperfecto como todos los demás. Esta última

opción es la que me parece más satisfactoria. Así, todos los usos atípicos del

imperfecto, como son el citativo, el lúdico, el de cortesía y el narrativo, entre otros,

se derivan pragmáticamente, mediante el mecanismo de la metarrepresentación,

válido asimismo para otros fenómenos lingüísticos, como he señalado en el

capítulo 2.

La principal ventaja que se desprende de la hipótesis propuesta por

Saussure y Sthioul, y que asumo aquí para el imperfecto, es la explicación de usos

problemáticos del imperfecto a partir de la interacción entre semántica y

pragmática, sin necesidad de modificar la semántica ni de recurrir a nociones

creadas ad hoc. Por tanto, el imperfecto narrativo es un imperfecto imperfectivo

como todos los demás. Bres explica este hecho de forma visual gracias a la

siguiente metáfora:

il en va de l’imparfait comme du coucou. Ce n’est pas parce que l’œuf du coucou se retrouve

dans un nid qui ne lui était pas destiné, p. ex. dans un nid de perdreaux, que l’oeuf de

coucou devient un œuf de perdreau: il reste un œuf de coucou, et quand il èclot, naît un

coucou, même si le petit coucou apparait un peu étrange dans le nid de perdreaux (Bres,

2005b : 29-30).

El imperfecto es como el cuco. No porque el huevo del cuco se encuentre en un nido que no

estaba destinado para él, por ejemplo, en un nido de perdigón, el huevo de cuco se

convierte en huevo de perdigón : sigue siendo un huevo de cuco, y cuando eclosiona, nace

un cuco, aunque el pequeño cuco parezca un poco extraño en el nido de perdigón.

(Traducción propia).

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

143

Para dar cuenta de los mecanismos que permiten mantener dicha semántica

aspectual, es necesario recurrir a una teoría adecuada de la interacción entre

semántica y pragmática, como la Teoría de la Relevancia. De este modo no tiene

cabida la modificación del significado del imperfecto en su uso narrativo, puesto

que la interpretación perfectiva se obtiene inferencialmente –de ahí que pueda ser

cancelada–, como hemos visto en (23).

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

144

3. EL IMPERFECTO NARRATIVO: ELEMENTOS QUE LO DEFINEN

Una vez que sabemos que el imperfecto en su uso narrativo mantiene su

semántica básica, debo atender a los elementos que lo definen puesto que son

determinantes para entender el funcionamiento de este empleo. Si bien es cierto

que estos han sido ya aludidos en las páginas precedentes, no he me he detenido

en explicar cada uno de ellos de forma independiente. Por ello, en este apartado

daré cuenta de los tres aspectos que se han empleado en las investigaciones acerca

del imperfecto narrativo para definirlo: la presencia de un circunstancial del tipo x

tiempo más tarde, la contribución a la progresión temporal y el modo de acción. En

palabras de Bres (2005a), para obtener un imperfecto narrativo es necesario

prendre un beau procès et l’accommoder à la sauce de l’imparfait dans un énoncé à fond

plat, en veillant scrupuleusement à ce qu’aucun autre élément n’empêche ledit procès de

pouvoir s’étaler sur toute la surface du récipient. Choisir, pour que le mets soit plus épicé,

un procès de type achèvement. Ajouter pour relever la recette, le condiment d’un

circonstant de temps de préférence antéposé, une pointe de progression temporelle, un

zeste de semelfactivité, une pincée d’autonomie syntaxique. Compléter éventuellement,

selon goût, par l’aromate de l’alinéa. Servir tiède sur un lit de procès au passé simple, au

passé composé, ou même à l’imparfait narratif (Bres, 2005a: 86).

Tomar un buen proceso y acomodarlo en la salsa del imperfecto en un enunciado de fondo

plano velando escrupulosamente por que ningún otro elemento impida al proceso poder

extenderse sobre la superficie del recipiente. Escoger, para que el plato esté más

condimentado, un proceso de tipo télico. Añadir el condimento de un circunstancial de

tiempo preferentemente antepuesto, un punto de progresión temporal, una cáscara de

semelfactividad, un ajuste de autonomía sintáctica. Completar eventualmente, según el

gusto, con el aroma del aparte textual. Servir tibio sobre la cama de proceso en indefinido,

en perfecto compuesto, o en imperfecto narrativo. (Traducción propia).

Todos estos elementos han sido estudiados pormenorizadamente por Bres

para l’imparfait narratif, pero carecemos de un estudio semejante para el español.

En lo que sigue parto del estudio de Bres y comparo sus conclusiones con los datos

del español; se trata, por tanto, de una visión comparativa del imperfecto narrativo

en francés y en español. Para los datos de esta última lengua me baso tanto en

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

145

ejemplos incluidos en mi corpus (cf. Anexo 1) como en datos obtenidos de las

bases disponibles en línea para el español. En aquellos en los que no se especifique

la base de datos, ha de entenderse que están tomados del corpus que he elaborado

para esta investigación.

Pues bien, a continuación muestro de qué manera el modo de acción, la

presencia del circunstancial o la progresión temporal pueden activar o no la

interpretación narrativa del imperfecto.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

146

3.1. El modo de acción

Empezaré analizando el modo de acción o aspecto léxico que, como señalé

en el capítulo 1, posee un significado conceptual. Este tipo de semántica,

recordemos, se define por ser moldeable y por ser accesible a la introspección

(Escandell y Leonetti 2002). A pesar de las diversas investigaciones que se han

llevado a cabo sobre el modo de acción en los últimos años, parto de la

clasificación tradicional de las situaciones propuesta por Vendler (estados,

actividades, realizaciones y logros) y asumo la existencia de una estructura

subeventiva para los logros (logros con fase previa, con fase posterior y puros).

Asimismo, tengo en cuenta la distinción entre un estado como ser de Madrid y uno

como estar cansado, por lo que adopto la clasificación de los estados en

transitorios y permanentes13, de manera informal porque esta clasificación es

problemática.

El modo de acción ha sido considerado el factor determinante en la

activación del valor narrativo del imperfecto, tal y como señalan Martin (1971) y

Vetters (1996). Para estos autores es necesario que el predicado sea télico, es

decir, una realización o un logro. A fin de poder constatar esta afirmación, es

necesario analizar la interacción del imperfecto con el modo de acción en un

contexto narrativo. Para ello, emplearé, en la medida de lo posible, la misma

estructura: un enunciado que contribuya a la progresión temporal, encabezado por

un circunstancial del tipo x tiempo más tarde, para poder determinar el impacto

que ejerce el modo de acción en la obtención del imperfecto narrativo.

3.1.1. Predicados télicos: realizaciones y logros

Dentro de los predicados télicos, se distinguen dos grupos: las realizaciones

y los logros, cuyo rasgo diferenciador es la duración. Bosque y Gutiérrez Rexach

13 Todos estos aspectos ya han sido tratados en el capítulo 1.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

147

(2009: 300) representan gráficamente ambos tipos de modo de acción, como en la

figura 16.

Figura 16. Gráfico de los predicados télicos. Bosque y Gutiérrez Rexach

(2009: 300).

Realizaciones >>>>>>* (escribir una carta)

Logros * (encontrar las llaves)

Los ángulos horizontales (>>>) que aparecen en las realizaciones indican la

duración, mientras que el asterisco (*) representa el telos o fin inherente, que

caracteriza a las realizaciones y a los logros. Como vemos, la diferencia entre un

tipo de predicado y otro está en la presencia o no de fase durativa.

Cuando estos tipos de predicado se combinan con un imperfecto, es

necesario reajustar su contenido conceptual a favor de la instrucción semántica

representada por el imperfecto: el predicado télico es reinterpretado a fin de

mantener la perspectiva imperfectiva de la forma verbal. Pues bien, como he

mostrado a propósito de los valores del imperfecto, la combinación <imperfecto +

realización> puede activar, en principio, una lectura progresiva en la que se

focaliza un instante en el desarrollo del evento previo a su culminación, así como

una lectura habitual o iterativa en la que el macroevento es marcado

imperfectivamente. Por otra parte, esta combinación es susceptible de recibir

lecturas interpretativas o metarrepresentacionales si el contexto así lo requiere,

tales como la citativa, la prospectiva, etc. No me detengo en estos usos puesto que

ya han sido abordados en el capítulo 2 y serán retomados en el capítulo 6.

Más interesantes resultan, en este sentido, los logros, dada la ausencia de

duración, puesto que el conflicto al combinarse con un imperfecto es más

sobresaliente. Para poder determinar cómo interactúa el imperfecto con un

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

148

predicado puntual hay que establecer en primer lugar la estructura subeventiva de

este último, como muestro en la figura 17.

Figura 17. Estructura subeventiva de los logros.

Logros con fase previa >>>* (morir)

Logros puros * (encontrar las llaves)

Logros con fase posterior *>>>> (hervir el agua)

En esta figura, al igual que en la anterior, los ángulos horizontales (>>)

representan la duración y el asterisco (*) indica el telos. Como se aprecia, dentro

de los logros, es posible distinguir entre logros puros o puntuales y logros con una

fase durativa, ya sea previa o posterior.

El primer tipo puede ser interpretado como una realización al entender la

fase previa como la parte durativa de la que están dotadas las realizaciones. Es

decir, tanto un logro con fase previa como una realización están compuestos por

una fase más o menos durativa y el telos. El segundo tipo responde a los logros

puramente puntuales, esto es, a aquellos logros en los que la duración es mínima,

lo cual produce que sean más costosos de interpretar cuando se combinan con un

imperfecto, que no muestra los límites del evento. El tercer tipo, por último, es el

de los logros formados por un telos y un estado resultante, de manera que pueden

recibir una interpretación próxima a la de los estados si se incide sobre el estado

final. Como vemos, los logros con fase –previa o posterior- presentan dos partes en

su estructura subeventiva, por lo cual recibirán diferentes interpretaciones en

función de la parte en la que se incida: la fase o el telos.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

149

Analizaré, en lo que sigue, cada tipo de predicado de forma independiente.

Para comenzar, obsérvese el enunciado de (25).

(25) À neuf heures les Prussiens attaquaient. Ils battaient en retraite à

midi. (Maupassant, Le mariage du lieutenant Laré)

A las nueve los prusianos atacaban. Se batían en retirada a mediodía.

(Traducción propia).

En este enunciado, tomado de Bres (2005a), tenemos dos imperfectos:

atacaban y se batían en retirada; sin embargo, me voy a ocupar únicamente,

siguiendo al propio Bres, de este último, puesto que se trata de un predicado télico.

Batirse en retirada aparece junto a un circunstancial puntual: a mediodía, que

puede desempeñar la función de marco de referencia, de manera que la primera

condición del imperfecto se cumple (P_H). Para poder determinar si el punto de

referencia está incluido o no en el evento, debemos atender a la estructura de este

predicado: posee una fase durativa y un final inherente. Si el circunstancial señala

un instante en el desarrollo del evento o, lo que es lo mismo, en la fase durativa,

nos encontramos ante un uso descriptivo del imperfecto, puesto que la semántica

no se ve amenazada. Se trata de un imperfecto progresivo, parafraseable con la

perífrasis progresiva. Frente a esta interpretación, es posible señalar una segunda,

en la que el circunstancial incida sobre el límite final y en cuyo caso se establezca

una coincidencia temporal entre el complemento y el evento. Dada esta situación

en la que se carece de un marco que satisfaga las condiciones impuestas por la

semántica verbal, es necesario inferir la presencia de un testigo de la escena que

actúa de punto de referencia. Junto a estas dos lecturas, Bres señala una tercera en

la que a mediodía señala el momento exacto en el que comienza el evento en

cuestión, esto es, una lectura incoativa.

De las tres lecturas posibles, solo la segunda parece ser narrativa, de

manera que parece inferirse que el evento ha llegado a su término ya que el

circunstancial señala el telos, lo cual, como hemos visto, obliga a recuperar un

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

150

sujeto de consciencia que actúe como marco de referencia. Prueba de que esta

lectura es narrativa es el hecho de que es factible reemplazar el imperfecto por el

indefinido, como vemos en (26).

(26) A las nueve los prusianos atacaban. Se batieron en retirada a

mediodía.

Recordemos que la interpretación de culminación o de perfectividad es un

efecto de sentido derivado de una inferencia pragmática forzada por el contexto, y

no una información ofrecida por la forma verbal. El hecho de que aparezca un

predicado télico introducido por un circunstancial puntual y contribuya a la

progresión temporal legitima que el destinatario infiera que el evento ha llegado a

su término. Por tanto, el imperfecto no modifica su semántica a favor de la

perfectividad que demanda el contexto, sino que mantiene su imperfectividad,

puesto que se trata de un elemento procedimental, gracias al mecanismo de la

metarrepresentación o, dicho con otras palabras, gracias a la concepción del

enunciado como un pensamiento atribuido a un sujeto de percepción.

Como vemos, en francés un predicado con una fase durativa y un telos –ya

sea un logro con fase previa o una realización- es susceptible de activar, al menos,

dos lecturas: una progresiva, si se atiende a la fase previa a la culminación, y una

narrativa, si se pone el énfasis en el punto final. Como el lector puede observar, la

suposición de una estructura subeventiva para los logros no es fortuita, sino que

parece arrojar luz acerca del impacto del modo de acción en la obtención del efecto

narrativo del imperfecto. Es decir, parece que el valor narrativo es sensible a la

estructura subeventiva de los logros. Este hecho no parece ser contemplado por

Bres, puesto que no hace distinción entre los diferentes tipos de predicados

puntuales.

En español la situación no difiere de lo que ocurre en la lengua francesa,

dado que esta misma ambigüedad se mantiene en los datos que he registrado en

mi corpus. Veamos algunos ejemplos.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

151

(27) Gracias a la ayuda de Corpus Barga, consiguieron llegar a Collioure

e instalarse en el hotel Bougnol Quintana. Menos de un mes más tarde,

moría el poeta; su madre le sobrevivió tres días. (J. Cercas, Soldados de

Salamina,).

En este enunciado aparece el predicado de logro morir combinado con el

imperfecto e introducido por el circunstancial puntual menos de un mes más tarde,

por lo que presenta el escenario favorable para un imperfecto narrativo. El evento

es interpretado como finalizado, no solo por la naturaleza puntual del mismo, sino

también por el contexto. Debido a que el narrador nos cuenta que la madre

sobrevivió al poeta tres días, sabemos que el sujeto llegó a fallecer. Esta

información extra –culminación del evento- no está en la forma verbal, sino que se

trata de un enriquecimiento pragmático, favorecido por el contexto.

Morir es un logro con una fase previa que corresponde a un periodo de

agonía que precede al instante de expirar. De hecho, obsérvese la diferencia entre

morir y fallecer.

(28) Mientras el rey moría, la reina rezaba por él; finalmente los rezos

surtieron efecto y a los pocos días, el rey recobró las fuerzas14.

(29) #Mientras el rey fallecía, la reina rezaba por él; finalmente los rezos

surtieron efecto y a los pocos días, el rey recobró las fuerzas.

Fallecer, a diferencia de morir, expresa un logro puro, carente de fase previa

o posterior, lo cual dificulta la cancelación de la inferencia de culminación del

evento: el inicio y el final coinciden temporalmente. Si volvemos a nuestro ejemplo

de Javier Cercas, podremos constatar que, al igual que en francés, un predicado

télico dotado de cierta duración oscila entre dos lecturas: progresiva o en

desarrollo, si el circunstancial señala un punto en la fase durativa, y narrativa, si

incide sobre el límite final. La determinación de una lectura u otra está forzada por

14 Enunciado adaptado del ejemplo de García Fernández (2008 [1998]).

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

152

el contexto, ya que este ofrece información adicional necesaria para interpretar el

enunciado. En este caso, la lectura que sobresale es la narrativa. El destinatario no

puede acceder a un elemento apto para funcionar de marco de referencia, puesto

que el circunstancial y el evento no mantienen una relación de inclusión de R en E,

sino de coincidencia. Por tanto, se debe inferir la presencia de un sujeto que asiste

a los hechos y que los presenta como si ocurrieran ante los ojos del lector. El

imperfecto mantiene su imperfectividad con respecto a este sujeto.

Si nos fijamos ahora en todo el fragmento seleccionado, comprobaremos que

el autor ha jugado con el indefinido –consiguieron y sobrevivió- y el imperfecto –

moría-, con lo que presenta un cambio de perspectiva o de punto de vista que hace

resaltar el evento morir. Con los indefinidos se narra la historia desde un punto de

vista objetivo y, para poner mayor énfasis en un hecho concreto, el autor emplea el

imperfecto de tal manera que parece ser presenciado por el propio narrador y nos

lo presenta ante nuestros ojos.

Otro ejemplo es el de (30), donde aparece el logro salir.

(30) Minutos después salía del jardín, tomando una de las veredas que

corría en dirección oeste y que, según la “señora”, me llevaría al

encuentro de su hermano. (J.J. Benítez, Caballo de Troya. CREA).

La explicación para (30) es semejante a la de los enunciados anteriores,

puesto que puede tener un valor progresivo y un valor narrativo. Sin embargo, de

este enunciado quiero resaltar el punto de vista adoptado gracias a la inferencia de

un sujeto de consciencia que permite mantener la semántica verbal. En este caso la

perspectiva es la del propio personaje que narra en primera persona los hechos y

nos hace partícipes a los lectores gracias al empleo metarrepresentacional del

imperfecto. Salía nos sitúa fuera del jardín junto al personaje, dado que nos

presenta los hechos ante nuestros ojos. Es decir, el empleo del imperfecto salía y la

consecuente recuperación de un sujeto de percepción nos invitan a asistir a los

hechos desde la focalización o punto de vista de dicho sujeto.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

153

No quiero detenerme mucho más en los predicados télicos, puesto que

parece claro que son aptos para activar una interpretación narrativa si el contexto

la favorece dada la presencia de un telos inherente. Ahora bien, los logros con fase

–previa o posterior- y las realizaciones alternan esta lectura con una progresiva o

en desarrollo. El elemento fundamental para establecer cuál es la interpretación

adecuada es el contexto. Por su parte, los logros puros parecen bloquear la

interpretación progresiva, dada su escasa duración, como vemos en (31).

(31) Cinco minutos después, marcaba el gol de la victoria.

A pesar de que en (31) aparece un predicado de logro puro describiendo un

evento único y combinado con el imperfecto, podemos encontrar un contexto en el

que se aprecie cómo el evento en cuestión es visualizado en desarrollo y no de

forma perfectiva, como muestro en (32)15.

(32) Cinco minutos después, cuando por fin pude verlo correr entre la

maraña de cabezas del graderío, marcaba el gol de la victoria.

El ejemplo (31) fuerza la recuperación de un sujeto de percepción que asiste

a los hechos y con respecto al cual la situación es presentada en desarrollo; así, se

mantiene la imperfectividad del imperfecto con un predicado puntual puro. Aquí,

el sujeto corresponde al propio hablante. Como vemos, con un logro puro, parece

innegable la imposibilidad de recuperar un elemento temporal que satisfaga la

condición de inclusión de P en E, dada la naturaleza puntual del evento cuando la

interpretación iterativa queda bloqueada.

De todo lo anterior se desprende que el imperfecto narrativo resulta de la

combinación del imperfecto con un predicado télico. Sin embargo, esto no es

siempre así: en algunas ocasiones, como hemos visto, la interpretación más

saliente parece ser la progresiva, en la que el circunstancial indica un punto en que

el evento estaba en desarrollo y no necesariamente la totalidad del mismo. Será el

15 Agradezco a José Amenós este ejemplo.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

154

contexto el que determine en última instancia cuál es la lectura más natural. Dicho

esto, conviene aclarar que no en todos los casos en los que aparece un imperfecto

combinado con predicado télico y encabezado por un circunstancial del tipo x

tiempo más tarde, es posible obtener una lectura narrativa. Esto es lo que podemos

apreciar en (33).

(33) Pocos días más tarde escribía Fröbel las cartas a Barop y a Adolf

Frankenberg. (Ureña, El Krausismo alemán).

Si observamos con detenimiento este ejemplo, podremos comprobar que el

imperfecto recibe una lectura distributiva, de manera que no hay un único evento

sino tantos como cartas sean escritas. Esta interpretación está favorecida por la

pluralidad del argumento interno de escribir –las cartas-. De hecho, si sustituimos

el imperfecto por el indefinido, se apreciará un cambio de significado, tal y como se

observa en (34).

(34) Pocos días más tarde escribió Fröbel las cartas a Barop y a Adolf

Frankenberg.

En (34) la totalidad de las cartas han sido escritas en bloque, en un periodo

determinado, frente a lo que sucede en (33), donde se van escribiendo

progresivamente. Por tanto, el contexto juega un papel determinante en la

interpretación de un enunciado, puesto que lo enriquece a la vez que la semántica

verbal se mantiene inalterada.

Hasta aquí he explicado de qué manera un predicado télico puede influir en la

obtención de un imperfecto narrativo. Para poder establecer si el modo de acción

condiciona o no el uso narrativo del imperfecto, es preciso analizar qué sucede

cuando un imperfecto combinado con un predicado atélico se inserta en un

contexto narrativo.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

155

3.1.2. Predicados atélicos: actividades y estados

Los predicados atélicos se combinan de forma natural con el imperfecto,

puesto que carecen de límite final o telos y poseen duración. Estos rasgos

favorecen la semántica del imperfecto, dado que no parece haber razón para que el

elemento susceptible de actuar como marco de referencia no pueda estar incluido

en la duración del evento. Así, las lecturas del imperfecto más sobresalientes con

los estados y con las actividades son la continua y la progresiva, en virtud del tipo

del marco temporal disponible –periodo o puntual, respectivamente-.

Ahora bien, ¿esto significa que el imperfecto al combinarse con predicados

atélicos no puede recibir lecturas interpretativas o metarrepresentacionales? La

respuesta, obviamente, es negativa, puesto que la recuperación de un sujeto de

consciencia o, lo que es lo mismo, de un valor interpretativo, es un mecanismo

general para poder mantener la semántica verbal en caso de conflicto entre esta y

algún elemento contextual. Por tanto, si en un enunciado, independientemente del

modo de acción del predicado, se produce un desajuste que pone en tela de juicio

las instrucciones codificadas por la forma verbal se pone en marcha algún

mecanismo de resolución, como sucede en (35).

(35) Este lunes corría Paula, ¿verdad?

El conflicto surge a propósito del marco de referencia, puesto que el

circunstancial este lunes no está situado en un punto del pasado, sino del futuro.

Por tanto, la condición de anterioridad de R (R_H) no se satisface y el destinatario,

como ya sabemos, infiere la presencia de un sujeto de consciencia que actúa como

marco. De esta manera, el enunciado (35) reproduce las palabras emitidas por una

persona en el pasado y se obtiene un valor citativo.

Esta misma lectura puede activarse con un estado si el contexto así lo

favorece, como muestro en (36).

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

156

(36) El mes que viene Susana estaba en Brasil.

Este enunciado, al igual que el anterior, reproduce palabras o supuestos

emitidos en el pasado, por lo que es posible mantener la semántica del imperfecto

gracias a la recuperación de un sujeto en el pasado. Como vemos, no parece haber

una correspondencia entre usos interpretativos del imperfecto y modo de acción,

ya que el contexto desempeña un papel fundamental en la obtención de efectos de

sentido. De acuerdo con lo expuesto hasta aquí acerca de los predicados atélicos,

parece legítimo pensar que el valor narrativo puede obtenerse también con

estados y actividades. Esta idea está defendida por Bres al presentar un ejemplo

considerado por él como narrativo, reproducido en (37).

(37) (cotexte semelfactif) Après une tournée de cassis, on montait dans

deux fiacres, et l’on roulait. Arrivé à Vincennes, on descendait, et toute

la troupe se mettait à marcher en bande. (Goncourt, Germinie

Lacerteux).

(contexto semelfactivo) Después de una ronda de licor de casís,

subíamos en dos taxis y circulábamos. Llegados a Vincennes,

descendíamos, y toda la tropa comenzaba a marchar en banda.

(Traducción propia)

En este enunciado aparecen cuatro imperfectos, de los cuales solo circulaba

corresponde a un predicado atélico –actividad-. Sabemos por el contexto que el

evento ha tenido lugar, ya que el sujeto ha llegado a Vincennes, lo que lleva a Bres a

considerarlo un imperfecto narrativo. Ahora bien, es cuestionable el modo de

acción de este imperfecto, ya que en el contexto se explicita la meta –Vincennes-,

por lo que es lícito pensar que se trata de una realización y no tanto de una

actividad –no olvidemos que el modo de acción es composicional y que ciertos

complementos imponen telicidad al evento-. Así, este enunciado supone la

enumeración de imperfectos narrativos, que nos presentan los hechos en

desarrollo a través de la mirada y de la perspectiva de un sujeto de percepción,

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

157

testigo de la escena. Por tanto, no considero que se trate de un ejemplo de

imperfecto narrativo con un predicado atélico, sino, una vez más, de un imperfecto

narrativo con un predicado télico: una realización.

Veamos otro ejemplo que ofrece Bres (2005).

(39) Comme elle ne répondait pas, il essaya d’ouvrir. Le verrou n’était

point poussé.

Elle rêvait, accoudée á la fenêtre.

Il se jeta à ses genoux qu’il baisait éperdument à travers la robe de nuit.

Elle ne disait rien, enfonçant ses doigts fins, d’une manière caressante,

dans les cheveux du baron. Et soudain, se dégageant comme si elle eût

pris une grande résolution, elle murmura de soin air hardi.

(Maupassant, Un coq chanta).

Como ella no respondía, él trató de abrir. El cerrojo no estaba echado.

Ella soñaba, asomada a la ventana.

Él se dejó caer a sus rodillas, que besaba locamente a través del

camisón. Ella no decía nada, presionando sus finos dedos, de una

manera cariñosa, en el cabello del barón. Y de repente, saliendo como si

hubiera tomado una gran solución, ella susurró el cuidado aire audaz.

(Traducción propia).

El imperfecto susceptible de análisis para Bres es besaba. A fin de establecer

si se trata de un imperfecto narrativo a o no, el lingüista francés reemplaza el

imperfecto por el indefinido besó para comprobar si tal sustitución es factible. En

efecto, esta operación es posible, por lo que este lingüista determina que el valor

narrativo del imperfecto se puede obtener asimismo con actividades.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

158

A propósito de esta afirmación, creo que es necesario reseñar que si

cambiamos el imperfecto besaba por la correspondiente forma perfectiva, se

produce un cambio sustancial de significado, ya que el predicado besar en

imperfecto no remite a un único evento, sino a múltiples. Aquí, besaba recibe una

interpretación iterativa en la que el hombre besa repetidamente a la mujer, frente

a la interpretación que recibe el indefinido, en la que parece que solo ha tenido

lugar un único beso. No se trata, por tanto, de un imperfecto narrativo, sino de un

imperfecto iterativo.

Como vemos, es necesario prestar atención a todos los elementos antes de

determinar cuál es la lectura que se activa en un enunciado dado, puesto que

intervienen diferentes factores, y no siempre la prueba es tan sencilla como

sustituir el imperfecto por el indefinido correspondiente para determinar si se

trata de un imperfecto narrativo.

En cuanto a los estados, Bres considera que pueden dar lugar a un

imperfecto narrativo si el contexto favorece tal interpretación y ofrece prueba de

ello, como muestro en (39) y (40).

(39) Elle le vit, se montra, sourit.

Le soir même, il [le capitaine] était son amant.

Ils s’affichèrent, se donnèrent en spectacle, se compromirent

mutuellement, fiers tous deux d’une pareille aventure. (Maupassant, Le

lit 29).

Ella lo vio, subió, sonrió.

Esa misma noche, [el capitán] era su amante.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

159

Se prometieron, se dieron en espectáculo, se comprometieron

mutuamente, orgullosos de una aventura semejante. (Traducción

propia)

(40) Quand la Chautefleurie apprit ces choses horribles, elle ne pleura

pas, elle remua les lèvres comme pour parler, mais ne put. Le

lendemain, ses cheveux étaient gris. Le surlendemain elle avait disparu.

(Hugo, Notre-Dame de Paris).

Cuando Chautefleurie se enteró de estas cosas horribles, no lloró,

removió los labios como para hablar, pero no pudo. Al día siguiente, sus

cabellos estaban grises. Dos días después había desaparecido.

(Traducción propia).

No cabe duda de que Ser su amante y ser grises los cabellos son estados y,

como tales, se combinan de forma natural con el imperfecto. Sin embargo,

aparecen en un contexto prototípicamente narrativo, donde aparece un

circunstancial que expresa progresión temporal. Bres comprueba que ambos

imperfectos pueden reemplazarse por los correspondientes indefinidos, como

se aprecia en (41) y (42).

(41)Le soir même il fut son amant.

Esa misma noche fue su amante. (Traducción propia)

(42) Le lendemain, ses cheveux furent gris. Le surlendemain elle avait

disparu.

Al día siguiente, su cabellos fueron grises. Dos días más tarde, había

desaparecido. (Traducción propia)

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

160

Por tanto, para Bres, los imperfectos de (41) y (42) son ejemplos de

imperfectos narrativos con estados. A pesar de la conclusión a la que llega el

lingüista francés, no es muy aceptada entre los investigadores de este uso del

imperfecto. En efecto, Vetters (1996) considera que el valor que surge en un

enunciado como el de (41) es incoativo, en tanto que muestra el límite inicial, es

decir, el momento en que el evento tiene lugar. Es lícito pensar, en este sentido,

que posiblemente este valor incoativo que se activa en (39) sea el resultado del

empleo de un estado en un contexto narrativo, es decir, el equivalente del

imperfecto narrativo para los estados.

Con todo, parece que, del mismo modo que el contexto puede forzar una

interpretación en la que el evento ha llegado a su término a pesar de estar en

imperfecto, el contexto podría forzar una interpretación incoativa, puesto que

podría explicarse igualmente como un efecto producido por el contexto, sin

necesidad de modificar la semántica verbal. Por otro lado, el enunciado (39) puede

recibir una interpretación continua, esto es, una lectura básica o descriptiva del

imperfecto, en la que el evento hubiera comenzado previamente y se prolongara

más allá de la temporalidad establecida por el circunstancial. Frente a esta, al

emplear el indefinido, el predicado puede entenderse como un logro, es decir, de

manera que el estado sería coaccionado aspectualmente.

No considero, frente a la conclusión a la que llega Bres, que en (39) y en (40)

estemos ante imperfectos narrativos, sino más bien ante imperfectos continuos o,

en todo caso, con un valor incoativo en el que se incide sobre el momento en que

tiene lugar el nuevo estado.

Para Labeau (2004)16, por su parte, el enunciado (40) no constituye un ejemplo

de imperfecto narrativo puesto que no puede ser reemplazado por un indefinido;

(42) sería un enunciado anómalo. Coincido con Labeau en este aspecto, ya que me

resulta poco natural el empleo del indefinido en ese enunciado.

16Seguimos a Bres (2005a: 100) en esta argumentación.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

161

Es necesario señalar que Bres (2005) considera que dicho enunciado es

aceptable por extensión, puesto que lo son otros enunciados en los que aparece un

estado en indefinido y un circunstancial puntual, como ejemplifica con (43).

(43) Et je le laisse là à se tordre comme un osier pelé.

Ça, c’était Saturnin.

Le soir, mon assiette fut à côté de la sienne.

Y le dejé allí, torciéndose como un mimbre pelado.

Era Saturnino.

Por la noche, mi plato estuvo al lado del suyo. (Traducción propia)

Si en la mayor parte de los casos un estado en imperfecto con un

circunstancial puntual puede ser sustituido por un indefinido y, por tanto, se

obtiene una lectura narrativa del imperfecto, Bres considera que no hay razón para

que un enunciado como el de (40) no constituya un ejemplo de imperfecto

narrativo. Sin embargo, es necesario señalar aquí que la razón por la que ciertos

estados son más propensos a combinarse con un indefinido que otros radica en la

naturaleza del propio estado –recordemos que es habitual reconocer que los

estados no constituyen un tipo homogéneo y se han distinguido varios subtipos de

ellos, como los permanentes y los transitorios-. De esta manera, un estado

permanente será más difícilmente combinable con un indefinido que un estado

transitorio.

A partir de estos datos, Bres llega a la conclusión de que, a pesar de que el

efecto narrativo es más frecuente con predicados télicos –y dentro de estos con

predicados puntuales más que con predicados durativos-, no se puede restringir

dicho efecto a los predicados télicos puesto que también surge, aunque en menor

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

162

medida, con actividades y estados. El factor determinante no es, por tanto, el modo

de acción, sino el contexto, que es el elemento que fuerza una interpretación del

imperfecto en la que el evento parece haber llegado a su término. En palabras de

Bres (2005a),

c’est, d’un point de vue qualitatif, sur les achèvements que ledit effet est le plus net. L’effet

narratif est manifeste avec un achèvement ; il s’atténue un peu avec un accomplissement,

davantage avec une activité, plus encore avec un état (Bres, 2005a : 104).

Es, desde un punto de vista cualitativo, sobre los logros que dicho efecto es menos nítido. El

efecto narrativo se manifiesta con un logro ; se atenúa un poco con una realización, más con

una actividad, más todavía con un estado. (Traducción propia).

Ahora bien, si aceptamos dicha afirmación, deberemos considerar los

imperfectos de (44) como imperfectos narrativos, puesto que el contexto

posterior obliga a interpretar que el evento en cuestión ha llegado a su fin.

(44) En 2004 trabajaba en una empresa de publicidad, en 2009

trabajaba en un hotel y ahora es autónomo.

A pesar de que el contexto fuerce una interpretación en la que los eventos

han llegado a su término, no me parecen verdaderos imperfectos narrativos, sino

más bien enumeración de imperfectos progresivos o continuos. De hecho, este

enunciado sería parafraseado con la perífrasis progresiva en vez con el indefinido,

de forma más natural.

Sintetizando lo expuesto hasta aquí, a diferencia de Bres, considero que el

modo de acción es un factor esencial en la obtención del valor narrativo del

imperfecto, lo cual no significa que todos los logros y las realizaciones en

imperfecto admitan tal lectura, como hemos visto con anterioridad. Con los logros

puros, la lectura narrativa es más sobresaliente, con los logros con fase y con las

realizaciones será el contexto el que favorezca una interpretación narrativa o

progresiva y con los predicados atélicos resulta más natural la lectura progresiva o

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

163

en desarrollo. Por tanto, el modo de acción es determinante en la interpretación de

un enunciado.

Si tenemos en cuenta esta situación en la que estados y actividades reciben

una interpretación en desarrollo del imperfecto en un contexto narrativo y las

realizaciones en semejante contexto parecen estar a caballo entre la lectura

progresiva y la narrativa, es lícito preguntarse hasta qué punto el imperfecto

narrativo no puede ser un tipo especial de uso progresivo. Con los estados, las

actividades y las realizaciones, parece una idea sostenible, pero encuentra un

obstáculo con los logros puros, ya que carecen de duración.

Pues bien, si recordamos que para mantener la imperfectividad del

imperfecto narrativo es necesario recuperar la presencia de un sujeto de

consciencia con respecto al cual la situación está en desarrollo, podemos

considerar que, incluso con los logros puros, es factible mantener el valor

progresivo, gracias a dicho sujeto. Recordemos el ejemplo (32), repetido aquí por

comodidad como (45), para comprobar que incluso con los logros puros resulta el

evidente la visualización en desarrollo del evento –solo es necesario encontrar un

contexto adecuado-.

(45) Cinco minutos después, cuando por fin pude verlo correr entre la

maraña de cabezas del graderío, marcaba el gol de la victoria.

Veamos ahora qué impacto tiene el circunstancial en la obtención del

imperfecto narrativo.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

164

3.2. Presencia de complemento circunstancial

En el apartado anterior he expuesto por qué para Bres el modo de acción no

constituye un requisito obligatorio para la producción del valor narrativo, por lo

que resulta conveniente preguntarse ahora si la presencia del circunstancial del

tipo x tiempo más tarde es obligatoria o es facultativa.

Tal y como señala Bres, hay gramáticos que consideran la presencia del

circunstancial un requisito obligatorio para la obtención del valor narrativo del

imperfecto, como Brunot y Bruneau (1947/1969), Grevisse (1955/1969) o Martin

(1971); sin embargo, este hecho no parece estar confirmado por los datos de su

propio corpus, donde el circunstancial aparece únicamente en un 35% de los casos.

Bres (2005a: 106) ofrece un ejemplo extenso en el que se conjugan

imperfectos narrativos tanto con circunstancial, como sin él. Lo presento aquí

como (46).

(46) Grisé par l’alcool, le maçon nîmois voit rouge

[…]. Le dimanche déjà, les hasards de son périple le (a) conduisaient

une première fois au Maryand. Sans un sou après 24 heures où il avait,

dit-il, « claqué » 2000F, le jeune maçon (b) demandait au patron de

l’établissement un peu d’argent. Comme A. Boissin refusait

catégoriquement de lui prêter les 2000F exigés, Comte (c) quittait les

lieux sans incident. Mais le soir, après un bref passage chez sa

compagne qui lui (d) reprochait vertement son absence et son état

d’ivresse, Comte (e) revenait au bar. Une arme dans chaque main, il (f)

tenait de s’emparer du tiroir-caisse et comme M. Boissin voulait

s’interposer, il (g) faisait feu à trois reprises. L’un des coups (h)

atteignait le propriétaire des lieux au niveau de la tête. Un autre

projectile (i) allait se ficher sous la machine à café. L’épouse de M.

Boissin (j) devait alors, toujours sous la menace des armes, remettre

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

165

500F au forcené qui (k) prenait la fuite pour se réfugier chez sa mère

(Midi Libre).

Embriagado por el alcohol, el albañil nimés ve rojo.

[…]El domingo ya las casualidades de su periplo le (a) conducían una

primera vez a Maryand. Sin dinero después de 24 horas donde tenía,

dijo, "pulidos" 2000F, el joven albañil (b) pedía al titular del

establecimiento un poco de dinero. Como A. Boissin se negaba

categóricamente a prestar los 2000F requeridos, Comte (c) dejaba los

locales sin incidentes. Pero por la noche, después de un breve paseo a

casa de su compañera que le (d) reprochaba duramente su ausencia y

su borrachera, Comte (e) volvía al bar. Un arma en cada mano, él (f)

quería apoderarse de la caja registradora y como Sr. Boissin quería

intervenir, él (g) disparaba tres veces. Uno de los disparos (h)

alcanzaba al propietario de los locales a la cabeza. Otro proyectil (i) iba

a parar debajo de la máquina de café. La esposa del Sr. Boissin (j) debía

entonces, todavía bajo la amenaza de las armas, entregar 500F al loco

que (k) se escapaba para refugiarse en casa de su madre. (Traducción

propia).

En este ejemplo se percibe gran heterogeneidad en cuanto a la presencia del

circunstancial: tres de los imperfectos considerados por Bres como narrativos son

introducidos por dicho complemento, mientras que siete carecen de él. Si nos

fijamos en los circunstanciales el domingo y la tarde, de (a) y de (d)

respectivamente, resultan obligatorios asimismo con el pasado simple, por lo que,

en estos casos, no pueden ser considerados elementos propios del valor narrativo

del imperfecto, sino elementos favorecedores de la cohesión discursiva. La

presencia o ausencia del circunstancial parece estar circunscrita al contexto y no

tanto a la forma verbal.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

166

En español, a partir de los datos recopilados en mi corpus, también se

emplea el imperfecto narrativo sin la presencia del circunstancial, como

ejemplifico en (47) y (48).

(47) Y he aquí que oyó risas, exclamaciones; dos transeúntes se habían

fijado en su facha; un guardia le detenía severamente, amenazándole,

(Pardón Bazán, El pajarraco).

(48) Salió de nuestra casa como había entrado. Con las manos en los

bolsillos y una gran sonrisa desolada. Su gran sonrisa desolada se

repetía en su gran frente despejada y en las entradas de esa frente, que

penetraban por el pelo como una hoz por un campo de hierba. Nosotros

lo veíamos partir impotentes. Abría la puerta, bajaba por la escalera,

desaparecía por ella y luego aparecía en los rellanos, el sonido de

sus pasos descendía y descendía, hasta que dejaba de verse y de oírse

(C. Sánchez, El palacio varado. CREA).

Como podemos apreciar, en estos enunciados aparecen imperfectos cuya

interpretación es narrativa sin necesidad de que aparezcan acompañados por un

circunstancial del tipo x tiempo más tarde. La razón de esta ausencia en (48) puede

estar relacionada con la subordinación de los imperfectos al verbo de percepción

ver, de manera que se enumeran los hechos conforme tienen lugar sin el

requerimiento de un elemento temporal, puesto que están previamente

contextualizados. Si en (47) añadimos un circunstancial, parece que no se produce

ningún cambio de significado ni de matiz. De hecho, dicho elemento solo incide en

el tiempo transcurrido entre el evento anterior y la situación descrita por el

imperfecto narrativo.

En ambos enunciados, el destinatario debe inferir la presencia de un sujeto

de percepción ante la inexistencia de un marco de referencia disponible en el

contexto que esté situado en el pasado e incluido en el evento. Se trata, como

vemos, de la misma explicación que he ofrecido en casos anteriores.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

167

Bres trata de determinar bajo qué condiciones la presencia del

circunstancial es demandada contextualmente. Los datos de su corpus revelan

cuatro posibles razones que condicionan la presencia del circunstancial (Bres,

2005: 113): la relación temporal de contigüidad, los predicados estativos, la

cohesión contextual o el cumplimiento de las expectativas y la determinación de

una parte del evento o del evento global. Las presentaré aquí de forma sucinta,

dado que no arrojan ninguna luz sobre el impacto del circunstancial en la

activación del valor narrativo del imperfecto.

Tal y como señala este lingüista, la primera razón se propone para los

predicados télicos y “concerne la distance entre l’événement auquel réfère le

procès à l’IN et le dernier événement qui le précède” (2005a : 107) (“concierne la

distancia entre el evento al que se refiere el proceso en imperfecto narrativo y el

último evento que le precede” (traducción propia)). De este modo, si la relación

que mantienen es de continuidad sucesiva, el circunstancial puede ser omitido; si,

por el contrario, ambos eventos no aparecen en relación de continuidad sino que

se establece una ruptura o un salto temporal, la presencia del circunstancial es

obligatoria, como ejemplifica Bres con (49) y con (50), respectivamente:

(49) Je lui remis discrètement une enveloppe contenant ses frais de

voyage.

?(Huit jours plus tard), elle m’adressait une lettre de Gênes.

(Maupassant, Rouerie).

Le di discretamente un sobre con los gastos del viaje.

? (Ocho días más tarde), me enviaba una carta de Génova. (Traducción

propia)

(50) Le grand-mère vint ouvrir en s’essuyant les mains avec son tablier

dont le cordon trop serré faisait rebondir son ventre de vieille femme.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

168

Quand elle vit l’instituteur, elle eut un geste vers ses cheveux pour les

peigner. « Alors, la mémé, dit M. Bernard, en plein travail, comme

d’habitude ? Ah! Vous avez verres et de l’anisette (Camus, Le Premier

Homme).

La abuela abrió la puerta secándose las manos en el delantal, cuyo

cordón apretaba bastante su vientre de mujer mayor. Cuando vio al

maestro, hizo un gesto hacia su pelo para peinarlos. « Así que, abuelita,

dijo Sr. Bernard, ¿en pleno trabajo, como de costumbre ? ¡ Ah! Tiene

vasos y anisete. (Traducción propia).

En el primer enunciado, el evento enviar no mantiene una relación de

contigüidad con el evento entregar, puesto que entre ellos media un periodo más o

menos extenso de tiempo; de ahí, la necesidad del circunstancial ocho días más

tarde. En el segundo, en cambio, los eventos suceden de forma secuencial, es decir,

entre ellos no se establece ningún periodo temporal, lo cual autoriza la ausencia

del circunstancial. El indefinido, a diferencia del imperfecto narrativo, sí puede

aparecer sin el circunstancial cuando expresa un evento que no está en relación de

contigüidad con el anterior, como ejemplifica con (51) y (52).

(51) Pour la première fois de sa vie, il ne s’ennuya pas ou théâtre et il

passa sa nuit avec des filles.

Six moins plus tard, il se remariait. Sa seconde femme était très

honnête, mais d’un caractère difficile. Elle le fit beaucoup souffrir

(Maupassant, Les Bijoux).

Por primera vez en su vida, no se aburrió en el teatro y pasó la noche

con las chicas.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

169

Seis meses más tarde, se volvía a casar. Su segunda mujer era muy

honesta, pero de un carácter difícil. Ella le hizo sufrir mucho.

(Traducción propia).

(52) Pour la première fois de sa vie, il ne s’ennuya pas ou théâtre et il

passa sa nuit avec des filles.

?Il se remariait/ Il se remaria. Sa seconde femme était très honnête,

mais d’un caractère difficile. Elle le fit beaucoup souffrir.

Por primera vez en su vida, no se aburrió en el teatro y pasó la noche

con las chicas.

? Se volvía a casar / se volvió a casar. Su segunda mujer era muy

honesta, pero de un carácter difícil. Ella le hizo sufrir mucho.

(Traducción propia).

Si bien es cierto que esta explicación para las realizaciones y los logros

parece encajar con los datos, esto no sucede con los estados, dado que la presencia

del circunstancial resulta imprescindible con este tipo de predicado, como muestra

Bres con (53) y (54).

(53) Elle le vit, se montra, sourit.

Le soir même il était son amant. (Maupassat, Le Lit 29).

Ella le vio, subió, sonrió.

Esa misma noche era su amante. (Traducción propia).

(54) Elle le vit, se montra, sourit.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

170

? Il était son amant.

Ella le vio, subió, sonrió.

? Era su amante. (Traducción propia).

Como he señalado en el apartado anterior, considero que el modo de acción

es un factor determinante en la obtención del efecto narrativo del imperfecto y que

este se activa únicamente con predicados télicos. Por esta razón, no considero que

(53) suponga un ejemplo de imperfecto narrativo. En este caso, la exigencia

contextual del circunstancial puede deberse a cuestiones de cohesión textual, a fin

de restringir la temporalidad del estado y concretar que no eran amantes antes de

verse, sino que fue a raíz de esa misma tarde. El circunstancial resulta

imprescindible en este enunciado, porque si no aparece el estado no puede recibir

la lectura incoativa que parece ser equivalente de la narrativa para este tipo de

predicados.

Hay un hecho que para Bres supone un contraejemplo a la hipótesis de la

relación de contigüidad que he presentado y que ejemplica con el enunciado

reproducido como (55)17.

(55) Son mari lui envoya une lettre dans laquelle il lui enjoignait

tendrement de revenir auprès de lui.

Elle retournait au Val de Ciré. Son mari l’accueillit éperdu d’amour.

Su marido le envió una carta en la que le ordenaba cariñosamente ir

cerca de él.

Ella volvía al Val de Ciré. Su marido la recibía loco de amor. (Traducción

propia)

17 Bres (2005a: 111).

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

171

En este enunciado, observamos que el imperfecto narrativo puede aparecer en

ausencia de circunstancial, a pesar de que entre el evento en cuestión y el anterior

se interpone un determinado periodo de tiempo. A este respecto, señala Bres

(2005a : 111) que “on fera l’hypothèse que ce qui impose le circonstant avec

l’imparfait, c’est, complémentaire à la distance temporelle, le caractère imprévu de

l’événement” (ʺse hará la hipótesis de que lo que impone le circunstancial con el

imperfecto es, complementaria a la distancia temporal, le carácter imprevisto del

eventoʺ (traducción propia)). Es decir, si el imperfecto describe una situación que

responde a las expectativas del destinatario, el circunstancial no es necesario.

En el enunciado (55), la vuelta de la mujer es esperable puesto que,

previamente, el marido le ha solicitado que regresara junto a él, lo que favorece la

ausencia del circunstancial. Sin embargo, esta hipótesis no permite dar cuenta de

un enunciado donde el imperfecto narrativo describe un evento que cumple las

expectativas, como (56).

(56) « […] Voulez-vous accepter de venir passer un mois chez nous. Ce

serait très gracieux de votre part. »

Je fus stupéfait mais j’acceptai.

Donc, un mois plus tard, j’arrivais chez eux dans leur domaine de

Vertcresson, en Touraine […] (Maupassant, La Porte).

“¿Acepta venir a pasar un mes a nuestra casa? Sería muy amable por

vuestra parte”.

Me quedé estupefacto pero acepté.

Entonces, un mes más tarde, yo llegaba a su casa en su hacienda de

Vertcresson, en Touraine. (Traducción propia).

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

172

En (56) lo esperable es la llegada del sujeto a Touraine, dado que en un

momento previo ha sido aceptada la invitación, y, sin embargo, la presencia del

circunstancial parece ser obligatoria a pesar de que el evento en imperfecto

cumple las expectativas generadas por la previa aceptación. Podríamos pensar que

la presencia del circunstancial en este enunciado está sujeta a la distancia temporal

que se establece entre el envío de la invitación y la llegada del sujeto.

Bres da un paso más allá al analizar el enunciado (56) y percibe que el

evento llegar supone la fase final de todo el proceso que se inicia desde la

aceptación de la invitación. Por ello, propone sustituir dicho evento por uno que

describa todo el desplazamiento, como ir, a fin de comprobar si el hecho de que el

proceso focalice una parte de todo el proceso o describa todo el proceso en sí

mismo influye en la presencia o ausencia del circunstancial, como vemos en (57).

(57) Je fus stupéfait mais j’acceptai.

Donc, je me rendais chez eux dans leur domaine de Vertcresson, en

Touraine. On m’attendait à la gare.

Me quedé estupefacto pero acepté.

Entonces, me quedé en su casa en su hacienda de Vertcresson, en

Touraine. Me esperaba en la estación. (Traducción propia).

Al sustituir el verbo llegar por ir se produce un cambio importante ya que

con este último la presencia del circunstancial parece ser opcional. Esto demuestra

que si el imperfecto narrativo describe el proceso en sí mismo y no solo una parte,

es posible la omisión del circunstancial. En palabras de Bres (2005a),

quand il y a saut temporel entre deux événements, le seconde procès ne peut se présenter

sans circonstant, au passé simple comme á l’imparfait, que s’il verbalise l’entier de

l’événement et non, métonymiquement, une partie de celui-ci (Bres, 2005a : 112).

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

173

cuando hay un salto temporal entre dos eventos, el segundo proceso no puede

representarse sin circunstancial, en pasado simple como en imperfecto, si verbaliza todo el

evento y no, metonímicamente, una parte de este. (Traducción propia).

Ahora bien, a la luz de esta última hipótesis, este lingüista se pregunta por

qué con la locución verbal tomar el camino, que supone igualmente el proceso que

tiene lugar, resulta anómalo un enunciado el enunciado donde se omite el

elemento circunstancial, como sucede en (58).

(58) Je fus stupéfait mais j’acceptai.

Donc, ?je prenais chez eux dans leur domaine de Vertcresson, en

Touraine. On m’attendait à la gare.

A raíz de las diferentes propuestas presentadas por Bres para esclarecer el

comportamiento del circunstancial y las razones que avalan su presencia o

ausencia, da la sensación de que lo que hace el autor es ofrecer explicaciones

creadas ad hoc. De hecho, al final del capítulo que dedica al circunstancial junto al

imperfecto narrativo, señala que los enunciados sin circunstancial que juzgamos

como anómalos son reales, por lo que pueden ser empleados en francés. Esto se

puede entender si asumimos que es el contexto el que determina la presencia o

ausencia de dicho elemento lingüístico. Lo que parece claro es que “la présence

d’un circonstant est loin d’être “cruciale” dans la production du tour narratif, dans

la mesure où l’IN peut fréquemment apparaître en son absence” (2005a : 118) (“la

presencia de un circunstancial está lejos de ser ‘crucial’ en la producción del giro

narrativo, en la medida en que el imperfecto narrativo puede aparecer

frecuentemente en su ausencia” (traducción propia)).

Esta misma situación la encontramos en español, como he señalado al

comienzo de este apartado, de manera que el imperfecto narrativo no puede ser

definido por la presencia de un circunstancial del tipo x tiempo más tarde, puesto

que es posible encontrar este valor sin la presencia del circunstancial. Es el que

contexto el que favorece que este elemento se materialice o no.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

174

Hasta ahora, todos los circunstanciales analizados responden al tipo x

tiempo más tarde o x tiempo después; de hecho, al describir el imperfecto

narrativo, es habitual situarlo detrás de un elemento semejante. Sin embargo, en el

corpus de Bres aparecen imperfectos narrativos en combinación con

complementos durativos y no puntuales, a diferencia de los anteriores. A

continuación cito algunos de ellos.

(59) Coriolis s’était mis à attaquer deux grandes toiles. Il y travaillait

quinze mois […]. À l’exposition du 15 mai, ces deux toiles montraient un

renouvellement du peintre. (Goncourt, Manette Salomon).

Coriolis comenzaba a atacar dos grandes lienzos. Trabajaba en ello

quince meses […]. En la exposición del 15 de mayo, estos dos lienzos

mostraban una renovación del pintor. (Traducción propia)

(60) Le soir, à 22h30, le révérend Jackson était appelé à la Maison

Blanche où il passait deux heures à parler et à prier avec Hilary et

Chelsea. (Le Monde).

Por la noche, a las 22h30, el reverendo Jackson era llamado a la Casa

Blanca donde pasaba dos horas hablando y rezando con Hilary y

Chelsea. (Traducción propia)

(61) Et ce mort-vivant, ainsi privé de tous les moyens, restait l’œil

toujours dirigé sur le secrétaire, et il demeurait ainsi du mardi au jeudi,

ayant, aux dires du médecin, sa connaissance jusqu’à dernier moment.

(Goncourt, Journal).

Y este muerto-viviendo, privado de todos los medios, quedaba el ojo

siempre dirigido hacia el secretario, y permanecía así de martes a

jueves, teniendo, en palabras del médico, su conocimiento hasta el

último momento. (Traducción propia)

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

175

(62) Appelées en renfort, des forces de l’ordre tentaient de disperser

les trublions à coup de gaz lacrymogène. Les deux camps en présence

jouaient jusqu’au petit matin au chat et à la souris. (Goncourt, La

Faustin).

Acudidos los refuerzos, las fuerzas del orden trataban de dispersar a los

alborotadores con gas lacrimógeno. Los dos bandos implicados jugaban

hasta la madrugada al gato y al ratón. (Traducción propia)

En estos cuatro enunciados, el circunstancial mide la duración del evento, lo

que resulta, en principio, incompatible con el imperfecto debido a su carácter

aspectual imperfectivo; de hecho, como podemos apreciar, los imperfectos

narrativos que aparecen pueden ser reemplazados por un indefinido, que visualiza

el evento en su totalidad. Ahora bien, como he señalado en el capítulo 1, el

imperfecto en combinación con un complemento circunstancial que mide la

duración del evento es apto para obtener una lectura habitual, en la que cada uno

de los microeventos es perfectivo –de ahí la razón por la que se combina con un

complemento que demanda perfectividad- y lo marcado imperfectivamente es el

macroevento. Sin embargo, de estos enunciados solo el tercero –número (61)-

parece ser susceptible de recibir semejante lectura debido a la presencia del

adverbio temporal siempre. Este puede interpretarse de forma habitual o

distributiva, es decir, en repetidas ocasiones el sujeto se ha quedado observando al

secretario de martes a jueves, frente a la interpretación continua que se obtiene de

la combinación del indefinido y del adverbio siempre.

Si nos fijamos ahora en los enunciados restantes, en los que, de igual modo,

aparece un imperfecto junto a un complemento que mide la duración del evento,

comprobaremos que todos los imperfectos pueden recibir una lectura continua –

recordemos que dicha lectura es uno de los valores básicos del imperfecto, junto a

la habitual y a la progresiva-, en la que el evento ha comenzado con anterioridad y

se prolonga más allá del límite expresado por el circunstancial.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

176

Si esto es así, no creo que haya razón para catalogar estos enunciados como

casos de imperfectos narrativos como afirma Bres, sino más bien como

imperfectos continuos. La razón para no considerar estos imperfectos como

narrativos no está en la naturaleza del complemento circunstancial, sino en la del

predicado, dado que todos los eventos en imperfecto son durativos –ya hemos

visto que, en este caso, la lectura en desarrollo parece más natural-. De hecho es

posible encontrar imperfectos narrativos combinados con circunstanciales de

diferentes tipos y no exclusivamente con complementos del tipo x tiempos más

tarde, como ejemplifico en (63) y (64).

(63) Tres minutos más tarde nacía el heredero.

(64) Entre las 10 y las 12 nacía el heredero.

En estos enunciados aparece un predicado puntual –logro- combinado con

el imperfecto y remite a un único evento. Como ya sabemos, el imperfecto requiere

la presencia de un marco de referencia situado en el pasado, como podrían ser los

circunstanciales tres minutos más tarde y entre las 10 y las 12, respectivamente. El

segundo requisito que se desprende de la semántica del imperfecto es la inclusión

del marco en el evento para poder mantener la imperfectividad. En el primer caso,

la relación de inclusión no se mantiene puesto que se establece una relación de

simultaneidad entre el circunstancial y el evento. En el segundo ejemplo, la

relación de inclusión no es del marco en el evento, sino del evento en el marco

puesto que el nacimiento se produce en un momento preciso comprendido entre

las 10 y las 12. Así pues, es necesario recuperar un sujeto de percepción que actúe

de marco de referencia, debido a que ninguno satisface las exigencias impuestas

por la semántica verbal. Así las cosas, es posible obtener imperfectos narrativos

con circunstanciales durativos, siempre que el contexto lo favorezca.

Veamos a continuación qué sucede con el tercero de los rasgos definitorios

del imperfecto narrativo: la contribución a la progresión temporal.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

177

3.3. Progresión temporal

En varias ocasiones he hecho referencia a la relación temporal que se

establece entre dos eventos dados; sin embargo, aún no hemos explicado de dónde

surge dicha relación. Para explicar qué elementos activan una determinada

relación temporal se ha recurrido al tipo de discurso, pero no parece que el orden

temporal se limite a unos tipos discursivos específicos. Si bien es cierto que el

orden positivo –con el que el tiempo avanza- parece ser más propio del discurso

narrativo y el orden inverso –o regresión temporal- del discurso explicativo, esto

no impide que con otros tipos de discurso como el procedimental –las recetas de

cocina, por ejemplo- los eventos se organicen de forma progresiva, es decir, que el

tiempo de los eventos avance.

Asimismo, en una narración es posible encontrar pasajes en los que la

relación temporal no es de progresión, sino de regresión, de simultaneidad o de

inclusión, entre otras. Por tanto, parece que el tipo de discurso no resulta ser el

elemento crucial para la determinación del orden temporal, lo que no implica que

no pueda percibirse cierta tendencia de orden en un discurso u otro. Dicho con

otras palabras, el hecho de que la tipología discursiva no imponga las relaciones

temporales establecidas entre los eventos no implica que no pueda favorecer una

relación u otra.

Frente a la hipótesis que asocia la relación temporal al tipo de discurso,

encontramos una explicación semántica basada en las reglas codificadas por los

tiempos verbales, de manera que el orden establecido entre los eventos está

determinado por la semántica verbal. Para Kamp y Rohrer (1983), el tiempo solo

avanza con el indefinido y con ciertos usos del pretérito perfecto. La razón hay que

buscarla en la propia semántica del indefinido, tal y como señala Saussure (2000):

pour Kamp y Rohrer, le passé simple délivre une instruction forte sur la progression

temporelle, qui se traduit par une incrémentation de la position du point R, le point de

référence de Reichenbach, et, du même coup, du point de l’événement, le point E, puisque la

combinaison de Reichenbach pour le passé simple est <E,R-S> (Saussure, 2000 : 38).

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

178

para Kamp y Rohrer, el pasado simple ofrece una instrucción fuerte sobre la progresión

temporal, que se traduce por un incremento de la posición del punto R, el punto de

referencia de Reichenbach, y, al mismo tiempo, del punto del evetno, el punto E, ya que la

combinación de Reichenbach para el pasado siempre es <E,R-S>. (Traducción propia).

Si esto es así, ¿cómo se puede explicar que el tiempo progrese también con

el empleo narrativo del imperfecto y que el indefinido pueda también contribuir a

la simultaneidad e, incluso, a la regresión temporal, como se aprecia en los

enunciados de (65) a (67), respectivamente?

(65) Cinco minutos después, entraba en casa, subía las escaleras, iba a

su dormitorio y cogía la carta.

(66) María tocó la guitarra y Juan la acompañó con el violín.

(67) El paciente perdió un dedo. Tuvo un accidente en el trabajo.

En (65) vemos cómo el sujeto realiza las acciones presentes en el enunciado

de forma progresiva, de manera que el tiempo de los eventos avanza, a pesar de ser

descritos por imperfectos y no por indefinidos. En (66), los eventos tocar la

guitarra y acompañar con el violín tienen lugar de forma simultánea y no de forma

progresiva como cabría esperar. En (67), por su parte, los indefinidos no

mantienen una relación temporal que hace avanzar el discurso, sino que se

establece una regresión temporal, en la que e2 es la causa de e1. Por tanto, parece

que los tiempos verbales no expresan ninguna instrucción fija con respecto a la

relación temporal que se ha de mantener entre los eventos.

A propósito de las relaciones temporales, señala Dowty (1979) que el modo

de acción interviene en el orden temporal, en tanto que “pour qu’il y ait ordre

temporel, il faut que les processus impliqués soient autonomes et que,

minimalement, leur référence temporelle soit localisable à l’intérieur d’un

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

179

intervalle donné ou inférable18” (en Moeschler, 2002 : 175) (“para que haya orden

temporal, es necesario que los procesos implicados sean autónomos y que,

mínimamente, su referencia temporal sea localizada en el interior de un intervalo

dado o inferible” (traducción propia)). Esta explicación encuentra fácilmente

contraejemplos. Basta recuperar los enunciados (66) y (67), puesto que se trata de

eventos télicos que no contribuyen a la progresión temporal, como acabamos de

ver.

Así las cosas, es lícito pensar que ni los tiempos verbales ni el modo de

acción son el elemento crucial responsable de la relación temporal, del mismo

modo que no lo es el tipo de discurso; lo que no significa que la tipología

discursiva, la semántica temporal y el modo de acción no pueda favorecerla.

Entonces, ¿cuál es el elemento que activa una relación u otra?

La tercera explicación que se ha ofrecido –asumida aquí- es de índole

pragmática: el orden temporal es inferido a partir de la información lingüística

disponible en el enunciado y del conocimiento del mundo. Así, “l’ordre temporel

est le résultat d’une interprétation qui vise à optimiser le rapport entre effort de

traitement et effets contextuels” (Moeschler, 2002 : 180) (“el orden temporal es el

resultado de una interpretación que pretende optimizar la relación entre esfuerzo

de tratamiento y efectos contextuales” (traducción propia)). Según la perspectiva

adoptada por Saussure (2000),

l’ordre temporel n’est pas uniquement fonction du temps verbal. Il dépend aussi d’autres

facteurs. Premièrement, la présence d’adverbiaux temporels dans l’énoncé ou la séquence

d’énoncés, que ce soit pour dénoter un moment […], pour connecter temporellement les

énoncés entre eux […], peuvent confirmer ou contredire l’ordre temporel donné par le

temps verbal. Deuxièmement, des relations conceptuelles entre les procès, notamment des

relations de causalité, peuvent être nécessaires au destinataire pour interpréter la

séquence d’énoncés à ordonner. Ces relations conceptuelles sont des facteurs contextuels

liés à la connaissance encyclopédique du locuteur et du destinataire (Saussure, 2000 : 37).

18 Kozlowska (2002) considera que no es la telicidad de los eventos la que determina la relación temporal, sino la culminación de los eventos.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

180

El orden temporal no es únicamente función del tiempo verbal. Depende también de otros

factores. En primer lugar, la presencia de adverbios temporales en el enunciado o la

secuencia de enunicados, ya sea para denotar un momento […],para conectar

temporalmente los enunciados entre ellos, pueden confirmar o contradecir el orden

temporal dado por el tiempo verbal. En segundo lugar, las relaciones conceptuales entre los

procesos, incluyendo las relaciones de causalidad, pueden ser necesarias para que el

destinatario interprete la secuencia de enunciados a ordenar. Estas relaciones conceptuales

son factores contextuales ligados al conocimiento enciclopédico del locutor y del

destinatario. (Traducción propia).

Si bien es cierto que los tiempos verbales no contienen en su significado

ninguna instrucción acerca del orden con respecto a los eventos anterior y

posterior, su semántica especifica la relación que se establece entre un punto de

referencia, R, y el evento, E, de manera que contribuye en cierto sentido a la

relación temporal. Así, el indefinido contribuirá con la progresión temporal, puesto

que un incremento, como hemos visto, del punto de referencia supone un

incremento en el evento, mientras que el imperfecto parece favorecer una relación

temporal de simultaneidad y el pluscuamperfecto, de regresión.

Además, como señala Saussure, hay que tener en cuenta la presencia de

adverbios de tiempo, así como la semántica conceptual de los eventos, puesto que

en algunas ocasiones esta puede arrojar luz acerca de la relación temporal. De este

modo, el destinatario dispone de diferentes fuentes de información que le

permiten inferir una relación temporal u otra. Tanto los tiempos verbales, como

los adverbios temporales, las relaciones conceptuales y la tipología discursiva

ofrecen pistas al destinatario que guían las inferencias pragmáticas acerca del

orden de los eventos en el discurso.

Por tanto, asumo que la relación temporal es el resultado de una inferencia

pragmática guiada por la información lingüística y contextual, así como por el

conocimiento del mundo. A la luz de esta propuesta, es esperable que el imperfecto

narrativo aparezca no solo contribuyendo a la progresión temporal, sino también a

otras relaciones. En efecto, Bres señala ejemplos del francés que confirman esta

idea, como el de (68).

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

181

(68) Dans les heures suivant la découverte du corps, les gendarmes […]

ont procédé de multiples interrogatoires. La plupart des adultes étaient

entendus. En début d’après-midi, le substitut […] annonçait le

placement en garde à vue du cuisinier […]. Au même moment, à Lille,

Pierre Mauroy présentait ses condoléances à la famille (Le Figaro).

En las horas siguientes al descubrimiento del cuerpo, los policías […]

han procedido a múltiples interrogatorios. La mayoría de los adultos

eran escuchados. Por la tarde, el sustituto […] anunciaba la colocación

bajo la vista del cocinero […]. En el mismo momento, en Lille, Piere

Mauroy presentaba sus condolencias a la familia. (Traducción propia).

De igual modo, en español encontramos enunciados en los que el imperfecto

narrativo mantiene o bien una relación de simultaneidad o bien de regresión, como

en (69) y (70).

(69) Sólo unos días antes, una niña de 13 años, una más, moría en un

hospital público, donde su familia la había llevado para practicarle la

ablación del clítoris, al no resistir la anestesia. (El país, 1997)

(70) Pura salió al pasillo seguida a cierta distancia por Luisa y en ese

mismo momento se abría también la puerta del cuarto de al lado,

(Martín Gaite, Fragmentos de interior.)

El hecho de que un imperfecto narrativo aparezca asociado a una relación

temporal de simultaneidad y/o de regresión no ha de resultar extraño si se tiene

en cuenta que ambas relaciones pueden ser expresadas, de igual modo, con el

indefinido, como ya he señalado. Considero que la relación temporal es el resultado

de un cálculo cognitivo efectuado por el interlocutor a partir de la información

contextual y lingüística. Es decir, los tiempos verbales, desde nuestra concepción,

no expresan relaciones temporales en sí mismos, sino que estas se infieren a partir

de la semántica de las formas verbales y de los elementos contextuales.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

182

Por tanto, la progresión temporal, al igual que sucede con la presencia –y

tipo- del circunstancial, si bien resulta favorecedora para la activación el valor

narrativo del imperfecto, no parece en modo alguno ser condición indispensable.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

183

3.4. Conclusiones

A lo largo de este apartado dedicado a las propiedades que definen al

imperfecto narrativo –a saber, el modo de acción, la presencia de un circunstancial

puntual y la contribución a la progresión temporal-, he seguido el estudio realizado

por Bres (2005) sobre el francés y he comprobado cómo para dicho autor las tres

propiedades que, en principio, producen la lectura narrativa del imperfecto no son

condiciones sine qua non. De hecho, el autor ofrece ejemplos de imperfecto

narrativo con predicados atélicos, sin la presencia del circunstancial y expresando

una relación temporal diferente de no progresión. Bres pretende buscar una

explicación a semejante disparidad, pero parece que todas las hipótesis que

propone presentan contraejemplos que le obligan a desecharlas y a proponer

nuevas.

El único elemento que activa la lectura narrativa del imperfecto no es otro

que el contexto, según Bres: es el contexto el que fuerza a interpretar el imperfecto

en su empleo narrativo. Ahora bien, es necesario señalar que su estudio presenta

algunos puntos cuestionables: ¿todos los ejemplos que ofrece como imperfectos

narrativos lo son en realidad?; si el contexto fuera el único elemento responsable

en la obtención del valor narrativo del imperfecto, deberíamos considerar

imperfectos narrativos otros muchos ejemplos que no parecen serlo, como vimos

en (13) y (15). Bres mantiene la hipótesis de que el imperfecto narrativo es un

imperfecto imperfectivo como todos los demás; sin embargo, no explica qué

mecanismos son necesarios para poder mantener una semántica imperfectiva de

una forma verbal que describe una situación que parece haber llegado a su

término.

Al analizar los datos del español a fin de entender el comportamiento del

valor narrativo del imperfecto en dicha lengua, considero, como sostiene Bres para

el francés, que ni el circunstancial ni la relación temporal de progresión son

indispensables. En efecto, es posible encontrar imperfectos narrativos sin la

presencia de un circunstancial del tipo x tiempo más tarde así como encabezados

con circunstanciales durativos. De modo semejante, el imperfecto narrativo no está

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

184

definido por la relación de progresión ya que aparece también expresando otras

relaciones temporales, al igual que sucede con el indefinido. Por tanto, ambos

elementos pueden ser favorecedores pero no determinantes.

A propósito del tercer elemento –el modo de acción-, me distancio de las

conclusiones a las que llega Bres para el francés puesto que considero que este sí

tiene un gran impacto en la obtención del valor narrativo del imperfecto. Dicho

empleo se deriva de la resolución de un conflicto producido entre la demanda de

perfectividad del contexto –favorecida por la presencia de un circunstancial

puntual, la progresión temporal y el modo de acción, y quizá también por datos

adicionales en el contexto- y la semántica del imperfecto y, en concreto, de la

imposibilidad de encontrar en el contexto un elemento temporal susceptible de

desempeñar el papel de marco, requerido por el imperfecto. Este ha de estar

situado en el pasado (P_H), lo cual no parece presentar mucho inconveniente en

los usos que se examinan aquí, y debe estar incluido en el evento (PcE) a fin de

mantener la aspectualidad imperfectiva. Cuando el predicado es durativo y atélico

–estados y actividades- no parece haber impedimento para que un elemento

temporal situado en el pasado y accesible en el contexto funcione como marco,

dado que puede situarse dentro de la duración del evento. Es decir, un enunciado

prototípico para el imperfecto narrativo que presenta un estado o una actividad no

recibe de forma natural una lectura narrativa en la que el evento sea interpretado

como llegado a su término –salvo que el predicado sea reinterpretado-. Esto se

debe a su naturaleza durativa, apta para albergar en su extensión el marco de

referencia sin necesidad de recurrir a mecanismos de resolución, puesto que no se

produce ningún conflicto.

A diferencia de estos predicados, con las realizaciones la lectura que recibe el

imperfecto oscila entre una progresiva o en desarrollo, si el elemento temporal

apto para actuar como marco de referencia incide sobre la fase durativa, y una

lectura narrativa, si toma en consideración el evento completo, incluyendo el telos.

En este caso, dada la imposibilidad de que el marco quede incluido en el evento y

satisfaga la aspectualidad imperfectiva del imperfecto, el destinatario pone en

funcionamiento un mecanismo pragmático de resolución de conflictos: la

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

185

metarrepresentación, de manera que el enunciado se considera un pensamiento

atribuido a un sujeto de percepción que ejerce de marco y con respecto al cual la

situación es imperfectiva. A estas dos lecturas se puede añadir una tercera: la

incoativa, en la que el circunstancial focaliza el punto inicial del evento. Esta misma

ambigüedad la encontramos en los logros con fase, ya sea previa o posterior,

puesto que están dotados de una parte más o menos durativa y un telos.

Frente a estos, los logros puros, carentes de duración, reciben de forma más

sobresaliente una interpretación narrativa –siempre y cuando, como sabemos, el

predicado remita a un único evento-, ya que parece insostenible que pueda

encontrarse un marco temporal incluido en un evento cuya duración es mínima,

puesto que hay coincidencia entre el límite inicial y el límite final. Para poder

mantener la semántica del imperfecto, el destinatario ha de inferir la presencia de

un sujeto de percepción que asiste a los hechos.

Incluso en aquellos casos en los que una interpretación progresiva o en

desarrollo parece difícil –logros puros- es posible considerar que los hechos se

presentan en desarrollo, gracias a la presencia de un sujeto que presencia la escena

y a través del cual visualizamos los hechos como si sucedieran ante nuestros ojos.

Es decir, parece que, gracias al mecanismo de la metarrepresentación, es posible

considerar un valor del imperfecto ‘especial’ como un tipo de valor básico del

mismo.

Todo ello tiene consecuencias interesantes para la forma en la que

entendemos y empleamos la noción de ‘usos de los tiempos verbales’. El análisis

del caso particular del imperfecto narrativo nos permite vislumbrar respuestas a

preguntas del tipo ‘¿Qué constituye un uso de un tiempo?’ o ‘¿Cómo distinguimos

entre los diferentes usos de un tiempo?’. Sobre este punto volveré en el capítulo 5.

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Capítulo 3. El imperfecto narrativo

186

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

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CAPÍTULO 4. EL IMPERFECTO NARRATIVO DESDE EL PUNTO DE

VISTA HISTÓRICO Y DEL REGISTRO LINGÜÍSTICO

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

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1. INTRODUCCIÓN

Como he tenido ocasión de señalar, el imperfecto narrativo encierra tras de

sí numerosos interrogantes que merecen una atención especial. Uno de ellos tiene

relación con el origen y el desarrollo histórico de este valor. Es innegable que la

idea más extendida en las investigaciones es que se trata de una innovación del s.

XIX, dado que empieza a aparecer en las obras de Flaubert, Balzac, Clarín, Galdós,

etc.

Ahora bien, si esta fuera la realidad asumida de forma unánime, un capítulo

como este carecería de relevancia. En efecto, no faltan quienes sitúan el imperfecto

narrativo ya en la Edad Media y, en concreto, en la épica, considerándolo un rasgo

propio de dicho género (Moreno de Alba 2006). Dada esta situación en la que, por

un lado, se afirma que se trata de una innovación del s. XIX y, por otro, se atestigua

el uso de este valor ya en la épica, es necesario sumergirse en los datos para

analizar la evolución del imperfecto narrativo, como veremos en 2.

La idea de que el imperfecto narrativo tiene una antigüedad de dos siglos no

es la única afirmación sobre este uso repetida en la bibliografía, sino que también

se ha considerado que se trata de un empleo restringido a la lengua escrita y, en

concreto, al ámbito literario y periodístico. Antes de asumir esta cuestión tal y

como se recoge en las investigaciones recientes (García Fernández 2008 [1998]),

considero de sumo interés indagar en la lengua oral a fin de establecer si es posible

encontrar usos de imperfecto narrativo o no en la lengua espontánea. Este aspecto

se abordará en el apartado 3.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

190

2. EL IMPERFECTO NARRATIVO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS

Una de las cuestiones que señala Kabatek (2005) a propósito de las

tradiciones discursivas y el cambio lingüístico es el hecho de que el investigador

tiende a preguntarse por qué cambian las lenguas, en lugar de

para qué, en determinadas circunstancias, un hablante x habló de una manera

determinada, cuáles fueron las motivaciones para hablar así y no de otra manera, y cuáles

los motivos de otros hablantes a la hora de adoptar ese modo determinado de hablar que

en una visión histórica se presenta como nuevo (Kabatek, 2005: 151).

Pues bien, en este apartado, en el que pretendo dar cuenta de cuál es el

panorama que presenta el imperfecto narrativo desde un punto de vista

diacrónico, no me centraré en determinar por qué surgió este valor en un

momento dado, sino más bien en explicar qué consiguen los autores con este

empleo y cuál ha sido su evolución. Para ello, no presentaré un estudio

cuantitativo, sino cualitativo, de los datos que he ido registrando en mi corpus. En

lo que sigue, revisaré las diferentes épocas y los datos que he encontrado, lo cual

permitirá establecer si se trata de un uso que se origina como una innovación en el

s. XIX o si, por el contrario, estaba disponible en épocas anteriores.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

191

2.1. ¿Innovación del s. XIX?

A pesar de que no contamos con muchos trabajos dedicados al origen del

imperfecto narrativo, parece que la idea más aceptada es la que afirma que es una

innovación del siglo XIX. Es decir, se trata un empleo relativamente reciente. Tal

vez el estudio diacrónico específico más detallado sea el de Muller (1966) sobre el

francés. Muller considera que esta innovación no surge por una disminución del

empleo del pasado simple en francés, puesto que el uso del imperfecto narrativo

parece estar relegado a la lengua escrita (como sabemos, en francés el pasado

simple ha ido perdiendo terreno a favor del pasado compuesto en la lengua oral).

Además, si esta fuera la causa del origen del imperfecto narrativo, no se entendería

por qué aparece en otras lenguas románicas donde el pretérito indefinido no ha

sufrido ningún cambio en su empleo, como el español.

Se trata de un uso del imperfecto, tal y como sostiene Muller, propio de la

lengua literaria, por lo que parece que es sensible al tipo de registro –oral o

escrito-1. El de (1) es un ejemplo representativo que ofrece este autor:

(1) Vingt jours avant moi, le 15 août 1768, nassait dans une autre

île, à l’autre extrémité de la France, l’homme qui a mis fin à l’ancienne

société, Bonaparte (Chateaubriand, Mémories d’Outre-tumbe).

Veinte días antes que yo, el 15 de agosto de 1768, nacía en otra isla, al

otro extremo de Francia, el hombre que puso fin a la Antigua Sociedad,

Bonaparte. (Traducción propia)

El enunciado de (1) supone un caso prototípico de imperfecto narrativo, ya

que aparece un logro –nacer- combinado con el imperfecto en un contexto que

demanda perfectividad y encabezado por un circunstancial del tipo x tiempo más

tarde. En este caso, el imperfecto nacía puede ser reemplazado por el indefinido

nació, dado que el evento descrito ha tenido lugar en el pasado –recordemos que

1 Como he avanzado al comienzo de este capítulo, al final del mismo abordaré la relación entre el empleo del imperfecto narrativo y el registro lingüístico, a fin de determinar si es realmente un uso restringido a la lengua escrita o si, por el contrario, podemos encontrarlo en la lengua oral.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

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esta interpretación no es más que una inferencia pragmática, puesto que el

imperfecto mantiene su aspectualidad imperfectiva-. De este modo, se presenta el

evento en desarrollo gracias, como ya sabemos, a la recuperación de un sujeto de

percepción que reproduce una representación mental.

Para Muller (1966), el valor narrativo del imperfecto

représente l’innovation syntaxique: l’indication temporelle, devenue plus précise et plus

expressive, devient à son tour un « tremplin », et le verbe à l’imparfait reçoit la charge de

l’énoncé proprement dit, du fait principal considéré dans son déroulement, et pour ainsi

dire immobilisé dans un instant de ce déroulement (1966 : 258-9).

representa la innovación sintáctica : la indicación temporal se hace más precisa y más

expresiva, se convierte en un “trampolín”, y el verbo en imperfecto recibe la carga del

enunciado propiamente dicho, del hecho principal considerado en su desarrollo y, por así

decirlo, inmovilizado en un instante de este desarrollo. (Traducción propia).

Este empleo se comienza a dar, en francés, al precisar el momento temporal

en que tienen lugar los hechos, como señala Muller a propósito del enunciado de

(2).

(2) Le lendemain, comme midi sonnait, il sortait de la ville2.

Al día siguiente, cuando tocaba mediodía, salía de la villa. (Traducción

propia)

La evolución que sigue, por tanto, la expresión del momento de la acción queda

representada en el esquema siguiente, obtenido de Muller (1966: 258) 3.

1. Il sortit de la ville le lendemain. (Salió de la villa al día siguiente).

2. Le lendemain, il sortit de la ville. (Al día siguiente, salió de la villa).

2 Muller (1966: 258). 3 No será hasta el final del estudio de Muller (1966) cuando sepamos cuáles son para él las razones que justifican el surgimiento y el empleo del imperfecto narrativo a partir del s. XIX.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

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3. Le lendemain, à midi, il sortit de la ville. (Al día siguiente, a mediodía,

salió de la villa).

4. Le lendemain, comme midi sonnait, il sortait de la ville. (Al día

siguiente, tocaba mediodía, salía de la villa). (Traducciones propias)

En primer lugar, la innovación que supone el imperfecto narrativo afectaría

al nivel del significado, dado que se especifica el momento de la acción descrita, y, a

continuación, pasaría al nivel del significante, lo que Muller considera “empleo de

las formas verbales”. Es decir, una vez que se ha concretado cuándo tiene lugar el

evento, el imperfecto comienza a emplearse puesto que la tendencia a concretar el

momento de la acción favorece, como señala Muller (1966: 258), “une vision de

l’action elle-même comme déjà commencée et non accomplie à ce moment précis”

(“una visión de la acción como comenzada y no terminada en este preciso

momento” (traducción propia)). Esta idea sugiere, como he defendido el capítulo

anterior, que el imperfecto narrativo es un imperfecto en desarrollo en el que se

focaliza un instante.

Tal y como señala Muller, la estructura del último paso de la evolución

señalada anteriormente, con estados o actividades, no “viola” las reglas sintácticas

al contrario de lo que sucede cuando aparece un predicado télico, como se ve en

(3) y (4), respectivamente.

(3) Peu de minutes après, la neige tombait en abondance

(Senancour, Oberman)4.

Pocos minutos después, la nieve caía abundantemente. (Traducción

propia)

(4) Je passai par Londres, où je m’arrêtai fort inutilement trois

semaines, et j’arrivais à Paris dans le mois de mars 1978 (Constant, Le

cahier rouge).

4 Muller (1966: 260).

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

194

Pasé por Londres, donde me quedé inútilmente tres semanas, y llegaba

a París en el mes de marzo de 1978. (Traducción propia)

En (3) el imperfecto caía no entraña ninguna anomalía, puesto que se trata

de un predicado durativo y atélico –actividad-, y el circunstancial es puntual y

focaliza un instante en el desarrollo del evento; el imperfecto recibe, por tanto, una

interpretación progresiva, esto es, un uso descriptivo o básico.

El enunciado de (4) resulta más complejo, dado que el imperfecto se

combina con un predicado puntual y la interpretación iterativa queda bloqueada

por el contexto ya que el evento tiene lugar una sola vez. El destinatario infiere que

la llegada a París se efectuó por completo en el pasado. De este modo, nos

encontramos ante un imperfecto narrativo, susceptible de ser reemplazado por un

indefinido, lo cual conlleva la pérdida del efecto cámara que se desprende con el

imperfecto.

En cuanto a la pregunta sobre el origen del valor narrativo en francés,

Muller responde

on peut avancer provisoirement que dans le premier quart du XIXe siècle se développe

l’habitude de mettre l’indication temporelle en vedette, et de l’exprimer souvent sous la

forme d’un intervalle de temps ; l’imparfait commence à paraître dans ce type de phrase.

Pendant le second quart du siècle et jusqu’aux environs de 1860, cette construction se

répand, surtout dans les récits de voyages (contextes de départs et d’arrivé) […] (Muller,

1966 : 261).

Podemos avanzar que en el primer cuarto del s. XIX se desarrolla el hábito de poner la

identificación temporal destacada y de expresarla bajo la forma de un intervalo de tiempo;

el imperfecto comienza a aparecer en este tipo de frase. Durante el segundo cuarto de siglo

y hasta aproximadamente 1860, esta construcción se expande, sobre todo en las

narraciones de viajes (contexto de salida y de llegada). (Traducción propia).

Bertinetto (1987: 84) llega a la misma conclusión para el imperfecto

narrativo en italiano, al afirmar que “the generalization of these uses [imperfecto

narrativo] of the IPF [imperfecto] may indeed be a relatively recent phenomenon”

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

195

(“la generalización de estos usos [imperfecto narrativo] del imperfecto puede ser

un fenómeno relativamente reciente” (traducción propia)).

La situación no es diferente en español, donde también encontramos casos

prototípicos de imperfecto narrativo en la narrativa del siglo XIX. A continuación

presento algunos enunciados que he registrado en mi corpus para mostrar el

panorama en la lengua española.

(5) A los pocos días dejaba también el pueblo, (Clarín, Adiós,

cordera).

(6) Un minuto después se veía a sí mismo en figura semejante

a la de D. Teodoro Golfín. (Galdós, Torquemada en la hoguera)5.

(7) Y he aquí que oyó risas, exclamaciones; dos transeúntes se

habían fijado en su facha; un guardia le detenía severamente,

amenazándole. (Pardo Bazán, El pajarraco).

(8) Pocos momentos después el infeliz d. Aparicio Respaldiza

salía empujado y arrastrado por la soldadesca. (Galdós, El

equipaje del rey José).

Como podemos apreciar en los enunciados de (5)-(8), aparece un

predicado puntual –es decir, un logro-, combinado con el imperfecto en un

contexto semelfactivo –esto es, el evento tiene lugar una única vez-, por lo que la

lectura iterativa queda bloqueada. En esta situación, la interpretación que se activa

es la narrativa y el destinatario infiere que el evento ha culminado en el pasado,

por lo que los imperfectos pueden ser reemplazados por los indefinidos

correspondientes.

Si atendemos al enunciado (7), comprobaremos que el imperfecto

narrativo detenía no aparece acompañado por ningún circunstancial del tipo x

tiempo después; sin embargo, el destinatario infiere igualmente la relación de

5 Ignoro otras interpretaciones posibles.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

196

progresión temporal entre los eventos y la culminación del evento descrito. En este

caso en particular, el contexto es menos marcado que en los ejemplos restantes, lo

cual no impide la obtención de la lectura narrativa, que simplemente parece menos

prominente.

Ahora bien, en español, como en italiano o en francés, este empleo del

imperfecto se extiende hasta nuestros días, como se aprecia en (9)-(11).

(9) Aquella noche el viejo moría. (Dieste, “El regreso”).

(10) Catorce meses después llegaba al Everest en una expedición

que tenía como jefe honorario al mítico Edmund Hillary en el cuarenta

aniversario de la primera ascensión a la cima más alta de la Tierra. (La

Vanguardia).

(11) Pocos meses después llegaba al banquillo azulgrana su actual

técnico, Aíto García Reneses. (Diario El País).

En estos últimos ejemplos aparecen datos literarios, pero también

periodísticos. En efecto, el imperfecto narrativo parece haberse convencionalizado

sobre todo en la prensa deportiva, y es frecuente oír este empleo a locutores de

radio y televisión, o leerlo en periódicos6; narran los hechos como si los estuviesen

visualizando, de manera que los recrean y los ponen ante los ojos del destinatario.

Tal y como señala Baralo (2003: 219), “el redactor pretende presentar la noticia

como si estuviera sucediendo, al mismo tiempo que muestran las imágenes de lo

sucedido”, de manera que es “como si el imperfecto lo [al espectador] metiera en el

escenario de los hechos”.

Este tipo de imperfecto se caracteriza por desempeñar una función de

“cierre” o de “ruptura”, de manera que el evento descrito por el imperfecto supone

6 Aunque el género periodístico comenzó a darse ya en el s. XVIII, no es hasta el s. XIX cuando se afianza el nacimiento del periodismo moderno, gracias a la necesidad de contar lo que sucedía en de la Guerra de la Independencia. De hecho, la mayoría de los escritores del s. XIX colaboraban en los periódicos, por lo que las técnicas de narrar y de presentar los hechos en una noticia y en una novela pueden ser, en algunas ocasiones, similares (Reyes, 1982).

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

197

el último de una serie narrada, generalmente, en indefinido. Reyes (1990: 55)

ejemplifica esta propiedad de clausura con un enunciado del Esbozo de la RAE,

reproducido en (12).

(12) Al amanecer salió el regimiento, atravesó la montaña, y poco

después establecía contacto con el enemigo.

Para esta lingüista (1990: 55), el imperfecto “atrapa” al lector y este pasa a

desempeñar un papel activo en el discurso, de manera que no solo escucha o lee el

relato, sino que, además, lo percibe.

La situación que encontramos en francés es similar a la del español, como

señalan Ayres-Bennet & Carruthers (2001: 183-4), en Labeau (2005: 82):

this usage [of the imparfait narratif] increases in the middle of the nineteenth century,

spreading to travel literature, memories, etc., and is found in the work of Nerval,

Châteaubriand and Sand, to name a few. It is also adopted by the novel, especially the

roman feuilleton. Its use increases, becoming particularly frequent with the Goncourt

brothers and subsequent authors such as Maupassant and Daudet, the romantics and the

naturalists, as well as in modern literary prose […]. More recently, the imparfait narratif

has also penetrated journalism, where it is common in a variety of types of articles.

Este uso [del imperfecto narrativo] se incrementa en la mitad del siglo XIX, expandiéndose

a la literatura de viajes, memorias, etc. y se encuentra en los trabajos de Nerval,

Châteaubriand y Sand, por citar unos pocos. Se adopta también en la novela, especialmente

en la novela de folletín. Su uso se incrementa, llegando a ser particularmente frecuente con

los hermanos Goncourt y otros autores como Maupassant y Daudet, los románticos y los

naturalistas, como también en la prosa literaria moderna […]. Más recientemente, el

imperfecto narrativo ha penetrado también en el periodismo, donde es común en una

variedad de tipos de artículos.

Como vemos, es un hecho innegable que en el s. XIX contamos ya con casos

de imperfecto narrativo. Ahora bien, ¿por qué surge en este siglo? La explicación

que ofrece Muller (1966: 268-9) concierne no solo a fenómenos literarios como el

nacimiento de la novela histórica, autobiográfica, de folletín, etc., sino también a

otros hechos como la invención de la fotografía, el cine o la inmediatez que

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

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caracteriza a los medios de información. Todo ello contribuye a la intención del

autor realista y naturalista de observar la realidad que le rodea y de plasmarla en

la obra de forma objetiva y verosímil, de manera que parece que se describe el

mundo como si se tratara de lienzo en el que se representa una escena en la que

participa el destinatario como espectador.

Un caso interesante es el que encontramos en un pasaje extenso de Mari

Belcha, de Pío Baroja, presentado a continuación.

(13) Hace unos días, el martes que hubo feria, ¿te acuerdas?, tus padres

habían bajado al pueblo y tú paseabas por la heredad con tu hermanillo

en brazos.

El chico tenía mal humor, tú querías distraerle y le enseñabas las vacas,

la Gorriya y la Beltza, que pastaban la hierba, resoplando con alegría,

corriendo pesadamente de un lado a otro, mientras azotaban las

piernas con sus largas colas.

Tú le decías al condenado del chico: «Mira a la Gorriya…, a esa tonta....

con esos cuernos.... pregúntale tú, maitia: ¿por qué cierras los ojos, esos

ojos tan grandes y tan tontos?... No muevas la cola.»

Y la Gorriya se acercaba a ti y te miraba con su mirada triste de

rumiante, y tendía la cabeza para que acariciaras su rizada testuz.

Luego te acercabas a la otra vaca, y señalándola con el dedo, decías: «Ésta

es la Beltza... Hum... qué negra... qué mala... A ésta no la queremos. A la

Gorriya sí». (Pío Baroja, Mari Belcha).

En este enunciado, los imperfectos empleados en la narración, a partir de

“tú le decías”, reciben una interpretación narrativa, en tanto que parecen describir

eventos que han culminado en el pasado y pueden, por tanto, ser reemplazados

por indefinidos. Además, contribuyen a la progresión temporal, ya que hacen

avanzar la narración. Si para poder satisfacer la semántica aspectual de la forma

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

199

verbal es necesario recuperar un sujeto de percepción, es lícito pensar que, en este

caso, dicho observador está explícito en el contexto –el personaje que narra los

hechos-, puesto que los imperfectos en cuestión aparecen subordinados a la

pregunta ¿te acuerdas? Gracias a esta, el personaje sitúa en su perspectiva al lector,

quien tiene la sensación de asistir al desarrollo de los acontecimientos a través del

recuerdo del personaje. Así pues, este pasaje supone un caso de

metarrepresentación gracias al empleo de los imperfectos dependientes del

recuerdo, es decir, de una representación de otra representación. Este pasaje será

retomado en el apartado 3, dado que podría darse de forma espontánea en la

lengua oral sin que produjera extrañeza en el interlocutor el empleo de los

imperfectos al narrar los hechos y, sin embargo, el imperfecto narrativo parece ser

propio a la lengua escrita.

Ahora bien, este fragmento de la novela no difiere mucho de una narración

en la que se relate un sueño, puesto que en ambos casos la forma verbal empleada

generalmente es el imperfecto, los hechos forman parte bien de un recuerdo bien

de un sueño y son presentados en su desarrollo ante los ojos del destinatario,

gracias a la recuperación de un testigo de la escena –el soñador o el poseedor del

recuerdo-. Así las cosas, parece que el imperfecto onírico y el imperfecto narrativo

no son usos independientes, sino conectados al remitir ambos a hechos situados en

el pasado –ya sea en un sueño, en un momento anterior del pasado o en un mundo

ficticio- que supuestamente han alcanzado la culminación.

Como se desprende de estos párrafos, parece que el imperfecto narrativo

responde a cuestiones de técnicas narrativas y, en concreto, a la intención del autor

de presentar la información o los hechos de una determinada forma. Sin embargo,

como he señalado al comienzo de este capítulo, no faltan quienes atestigüan el

imperfecto narrativo ya en la Edad Media (Moreno de Alba 2006, Szertics 1974),

por lo que resulta conveniente revisar qué sucede en las épocas literarias previas

al s. XIX.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

200

2.2. ¿Uso medieval?

Si se piensa en la literatura anterior al s. XIX, es fácil recordar un género

cuya finalidad era presentar ante los ojos del espectador los hechos que acaecían:

la épica medieval. En efecto, los juglares pueden ser considerados los reporteros o

los periodistas de la Edad Media. Se trata de un género en el que se cantan las

hazañas de un héroe de forma oral, de manera que cabe esperar que el modo de

expresión condicione la forma: el juglar emplea una serie de recursos que

favorecen la oralidad y la memorización del cantar a fin de presentar los hechos

acecidos al pueblo (repeticiones, fórmulas…).

La cuestión que surge a este respecto es la siguiente: ¿también los juglares

usan el imperfecto narrativo como técnica para presentar los hechos ante los ojos

de los espectadores? Esta pregunta ha suscitado el interés de algunos

investigadores como Moreno de Alba (2006) o Szertics (1974). De hecho, ambos

autores consideran que el imperfecto narrativo está presente ya en la Edad Media,

en concreto en el Poema de Mio Cid y en el Romancero.

A continuación analizaré algunos datos obtenidos de mi corpus para

determinar si el valor narrativo se encuentra ya en la época medieval, al contrario

de lo que sostiene Muller.

Empecemos por el enunciado de (14).

(14) Mio Cid Ruy Díaz por Burgos entrava,

en su compaña LX pendones,

exiénlo ver mugieres e varones,

burgeses e burgesas por las finiestras son,

plorando de los ojos, tanto avién el dolor;

de las sus bocas todos dizían una razón:

¡Dios, qué buen vassallo, sí oviesse buen señor! (Cantar de Mio Cid).

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

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En este pasaje del Cantar de Mio Cid, me interesa especialmente el evento

de entrar. Se trata de un predicado puntual –logro- combinado con el imperfecto,

susceptible de activar una interpretación narrativa, puesto que la lectura habitual

queda bloqueada al describir un evento único: la entrada del Cid en Burgos, en el

pasaje descrito, tiene lugar una sola vez. El destinatario de este poema entiende

gracias al contexto que el evento ha tenido lugar y que, por tanto, el héroe ha

penetrado en la ciudad. El imperfecto contribuye, por tanto, a la progresión

temporal. Como vemos, este enunciado presenta las propiedades que caracterizan

al imperfecto narrativo, con la salvedad de que no está encabezado por un

circunstancial temporal.

Si recordamos lo expuesto en el capítulo anterior, el único elemento

esencial para la obtención del imperfecto narrativo es el modo de acción, aunque,

no olvidemos, no todo predicado télico combinado con el imperfecto recibe dicha

interpretación. Un buen ejemplo de esto lo encontramos también en (14), en de las

sus bocas todos dizían una razón […]. Decir X es una realización puesto que el

complemento impone la telicidad, por lo que podría ser considerado un imperfecto

narrativo. Sin embargo, esto no es suficiente: hay que analizar el contexto a fin de

interpretar adecuadamente el enunciado. En este caso, el contexto lingüístico –en

concreto el sujeto plural todos- favorece una lectura iterativa del imperfecto en la

que cada individuo lleva a cabo un acto de ese decir x.

A propósito del verbo de lengua, es necesario hacer notar que introduce un

discurso en estilo directo, de manera que oímos la razón, dicha por todos, en boca

del juglar. Es decir, se presenta el evento como si asistiéramos a los hechos, a pesar

de que no se produce en este predicado ningún conflicto que obligue al

destinatario a recuperar un testigo de la escena, como vimos que proponen

Saussure y Sthioul (1999). Por tanto, parece que ese asistir a los hechos gracias a

un sujeto de percepción puede estar presente incluso con usos descriptivos del

imperfecto. Se trata de un enriquecimiento pragmático, es decir, de un efecto extra

que responde a la intencionalidad del juglar, en este caso, de hacer partícipe al

público.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

202

Junto a decir es habitual encontrar otros verbos de lengua como hablar,

ejemplificado en (15).

(15) Fablava mio Cid como odredes contar:

-Todos iscamos fuera, que nadi non raste

si non dos peones solos por la puerta guardar;

si ós muriéremos en campo en castiello nos entrarán,

si venciéremos la batalla creçremos en rictad. (Cantar de Mio Cid).

En este caso, el imperfecto no describe un evento iterativo, sino más bien un

evento único, por lo que es susceptible de recibir una interpretación narrativa. En

el primer verso de esta estrofa, el juglar sitúa al público en la escena y lo prepara

para oír al Cid a través de él. Esto lo consigue gracias al empleo del imperfecto, que

obliga al destinatario a adoptar la perspectiva de un testigo de la escena. Se

introduce el discurso de forma directa como si el propio héroe estuviera emitiendo

sus palabras en ese momento.

Los verbos de lengua o dicendi tienden a aparecer en los textos alternando

entre el indefinido y el imperfecto. No he encontrado ningún estudio que dé cuenta

de dicha alternancia más allá de meras especulaciones. Los verbos de lengua, para

Lerch (1922), recrean una “visualización vivida” (apud Szertics 1974: 82). Ariza

(2005: 11), por su parte, sostiene que la alternancia entre decía y dijo en Los

Milagros de Berceo no responde a necesidades métricas ni presenta diferencias,

por lo que “solo se puede interpretar como variatio”. Obsérvese el enunciado de

(16).

(16) Fo duramente movido el obispo a saña,

Dicié: “Nuncua de preste oí atal fazaña”

Disso: “Dicit al fijo de la mala putaña

Que venga ante mí, non lo pare por maña” (Berceo, Los Milagros de

Nuestra Señora).

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

203

Esta alternancia entre decía y dijo es muy frecuente en los discursos

narrativos, sin que parezca haber diferencias sustanciales entre ambas formas. Se

puede, por tanto, considerar el empleo del imperfecto en estos casos –cuando una

interpretación iterativa queda excluida- como narrativo ya que se reproduce un

enunciado emitido en el pasado, es decir, el evento es interpretado como

culminado, y puede aparecer en indefinido. Se trata de un imperfecto narrativo

menos marcado, al igual que sucedía en el s. XIX en el pasaje de MariBelcha de

Baroja

Una particularidad que presenta el Poema de Mio Cid es la coordinación (o

yuxtaposición) en el mismo verso de un indefinido y de un imperfecto, como

ejemplifico en (17) y (18).

(17) Aguijó Mio Cid, a la puerta se llegava,

sacó el pie del estribera, una ferida·l dava;

non se abre la puerta, ca bien era cerrada. (Cantar de Mio Cid).

(18) partió·s de la puerta, por Burgos aguijava,

llegó a Santa María, luego descavalga,

fincó los inojos, de coraçón rogava.

La oración fecha, luego cavalgava,

salió por la puerta e Arlançón passava,

cabo essa villa en la glera posava,

fincava la tienda e luego descavalgava. (Cantar de Mio Cid).

Esta peculiaridad ha sido señalada por Ariza (2005: 11), para quien “es

indudable que a veces su empleo [la “mezcla” de formas temporales]” se debe a

necesidades rimáticas, como en el verso 52 [llegó a Santa María, luego descavalga].

Pero en otras ocasiones son meras variaciones estilísticas para dar variedad a la

narración”.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

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Este fenómeno, para Ariza, es similar al comentado anteriormente: la

alternancia entre indefinido e imperfecto de los verbos de lengua. Sin embargo,

considero que ambos hechos no se dan en el mismo nivel: uno de ellos consiste

simplemente en la alternancia entre una forma u otra, lo cual aporta, en el caso del

imperfecto, un efecto cámara que desaparece con el empleo del indefinido; el otro

–la coaparición de eventos en indefinido y de eventos en imperfecto- contribuye

con un valor estilístico muy saliente. En los versos en los que se da dicha

alternancia, el juglar presenta los hechos en progresión, de forma rápida y parece

que, mediante el imperfecto, detiene o “congela” la imagen como si se tratara de

una fotografía. Es decir, en los versos en los que se da, se produce un juego en la

manera de presentar los hechos que responde al interés del juglar por enfatizar

más una situación u otra. De este modo, “los personajes adquieren vida en la mente

del autor cuando hablan y éste nos los entrega de la misma manera” (Colin Smith,

1972).

Esta afirmación contradice la distribución de las formas verbales

atendiendo a los diferentes planos narrativos como propone Weinrich, para quien

el indefinido es el tiempo del mundo narrado o del primer plano y el imperfecto lo

es del mundo comentado o del segundo plano. Si bien es cierto que este reparto

puede considerarse el punto de partida, no debe, sin embargo, asumirse como una

distribución rígida, como sostienen Torrego (1995) y Ramos Guerreira (2009).

Se acostumbra a interpretar que en los relatos históricos el imperfecto es la FV [forma

verbal] que significa el marco o trasfondo en el que tienen lugar los acontecimientos,

mientras que estos se expresan en Perfecto (Pinkster 1995: 307-310). Esta afirmación

atribuye en alguna medida valores pragmáticos de focalidad (acontecimientos en primer

plano o en segundo plano) a las FV. Tal interpretación no parece enteramente adecuada

(Torrego 1995) y es más bien una inferencia derivada de las ocasiones en que se emplean

dichas FV. (Ramos Guerreira: 2009: 433).

El imperfecto es una forma verbal apta para presentar asimismo los hechos

en el primer plano de narración, por lo que no ha de resultar extraño encontrarlo

en el Cid. De hecho, Moreno de Alba (2002: 32) encuentra la explicación del

imperfecto narrativo en “la necesidad en la épica del Cid de destacar en el primer

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

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plano de la narración la multitud de sucesos heroicos o el carácter heroico de la

mayor parte de los hechos narrados”. En esta misma línea se sitúa Menéndez Pidal

(1964: 354), para quien “el imperfecto se usa por el perfecto para dar viveza a la

narración”. Para Soler Bistué (2013: 286), el empleo del imperfecto para describir

una situación puntual implica “suspende el decurso del tiempo”, por lo que detiene

la acción como si se tratara de una escena representada pictóricamente en un

lienzo.

En el Romancero también es frecuente encontrar imperfectos narrativos

similares a los señalados para el Cid, como ejemplifico con (19)-(21).

(19) El rey quando oyera al conde

Al encuentro le salia,

Hirieronse de la lança

El rey muerto alli caya

El conde muy mal herido,

Tambien en tierra yazia. (Romance del conde Fernan Gonçales).

(20) su capellan les dezia

Que luego vernia a ellos

Enesto el rey ya salia

El conde esta enel estrado

Que ningun recelo auia (Romance del Rey don Sancho).

(21) vio venir una leona

Con la boca ensangrentada

Viene a beber a una fuente

Que esta cerca do ella estaba

Con miedo que ella tiene

En una cueva se entraua (Romance de Piramo y Thisbe).

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

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Vayamos uno por uno en la explicación de estos enunciados. En (19),

interesan los imperfectos salía y caía; ambos son predicados puntuales

combinados con el imperfecto y remiten a un único evento en el pasado, por lo cual

la lectura iterativa queda bloqueada. El destinatario interpreta que el evento en

cuestión ha tenido lugar por completo ya que el contexto así lo determina. Dado

que no hay ningún elemento disponible apto para actuar como marco de referencia

situado en el pasado e incluido en el evento –condiciones impuestas por la

semántica verbal, recordemos-, se recupera la presencia de un sujeto de

percepción que asiste a los hechos y que desempeña el papel de marco de

referencia. De este modo, los imperfectos salía y caía son imperfectivos con

respecto a dicho testigo.

Yacía, en cambio, no recibe una lectura narrativa, sino continua o en

desarrollo, parafraseable con ‘estaba en el suelo’. Tanto el modo de acción –estado-

como la aspectualidad de la forma verbal favorecen un valor descriptivo del

imperfecto ya que no hay en el contexto ningún elemento que contradiga la

semántica verbal.

En (20) tenemos un verbo de lengua combinado con el imperfecto, aspecto

que ya ha sido tratado con anterioridad. No obstante, en este caso la interpretación

más saliente es la continua o en desarrollo, de manera que se presenta al capellán

llevando a cabo el evento, y no tanto una interpretación narrativa en la que el

evento parece haber culminado en el pasado. La lectura en desarrollo está

favorecida por el contexto, dado que, mientras que el capellán emite su enunciado,

tiene lugar la salida del rey. Este es el evento relevante aquí, en tanto que se trata

de un logro en imperfecto para describir un evento único, esto es, se trata de un

imperfecto apropiado para recibir una interpretación narrativa. Ahora bien, a

diferencia del enunciado (19), en (20), salía aparece acompañado del adverbio ya.

Para Szertics (1974: 107), “el empleo de “ya” con el imperfecto hace más

durativa una acción momentánea como “apearse de un caballo” [ejemplo que cita],

y nos parece como si tuviésemos al Cid en tal actitud plásticamente ante los ojos”.

Como hemos visto en el capítulo 2, este elemento ha servido como argumento a

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

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favor de una hipótesis imperfectiva del imperfecto (Saussure y Sthioul 1999, Bres

2005), debido a que refuerza el carácter inacabado de la forma verbal. De hecho, si

reemplazamos el imperfecto por el indefinido salió en el mismo contexto,

podremos comprobar que el enunciado es anómalo, como se observa en (22).

(22) su capellan les dezia

Que luego vernia a ellos

?Enesto el rey ya salió

El conde esta enel estrado

El adverbio ya refuerza el carácter progresivo en el desarrollo del evento, de

forma que la acción de salir se presenta en desarrollo ante los ojos del espectador.

Este mismo empleo está presente hoy en día tanto en la Literatura como en la

prensa, con la salvedad de que actualmente es frecuente encontrar esta estructura

encabezada por un circunstancial temporal.

A la luz de estos datos, podemos confirmar que en la época medieval se

registran ya los mismos casos de imperfecto en contexto narrativo que los que

encontramos a partir del s. XIX. La diferencia está en la presencia del circunstancial

del tipo x tiempo más tarde, cuyo empleo está generalizado en el s. XIX. Este

elemento fuerza una interpretación narrativa del imperfecto más marcada.

Parece claro que el imperfecto narrativo aparece ya en El Cid y en El

Romancero. en francés la situación es similar a la que se observa en español. En

palabras de Labeau (2005: 82) :

on reconnaît généralement (Müller 1966, Vetters 1996, Wilmet 1998) que l’utilisation de

l’IMP […] s’est répandu au dix-neuviène siècle sous l’influence de la littérature, mais on ne

s’accorde pas sur la date d’apparition de cet IMP. Certains auteurs fournissent des

exemples antérieures remontant jusqu’au XVIIIe siècle (ex. de Diderot in Vetters 1996),

jusqu’au XVIe siècle (ex. de Marguerite de Navarre, in Buffin 1925) et même jusqu’à l’ancien

français (Faye 1933).

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

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Se reconoce generalmente (Müller 1966, Vetters 1996, Wilmet 1998) que el empleo del

imperfecto […] se expande en el siglo XIX bajo la influencia de la literatura pero no hay

acuerdo acerca de la fecha de aparición de este imperfecto. Algunos autores proporcionan

ejemplos anteriores que se remontan hasta el s. XVIII (ejemplo De Diderot en Vetters

1996), hasta el s. XVI (ejemplo de Margarita de Navarra, en Buffin 1925) e incluso hasta el

francés antiguo (Faye 1933).

Sin embargo, es necesario dar un paso más allá y analizar qué ocurre en el

resto de los géneros literarios medievales. Para empezar, un hecho interesante que

desvelan los datos que he recogido en mi corpus es la escasa presencia de este

empleo del imperfecto en el Mester de Clerecía. No obstante, se puede apreciar

algún caso, como ejemplifico a continuación en (23).

(23) Venié un iüdezno, natural del logar,

Por sabor de los niños, por con ellos jogar;

Acongiénlo los otros, no li fazién pesar,

Avién con elli todos sabor de deportar. (Berceo, Milagros de

Nuestra Señora)

(24) La Madre glorïosa lo que li prometió,

Benedicta sea Ella que bien gelo cumplió:

Como lo dizié Ella él no lo entendió,

Mas en cuanto que disso verdadera issió. (op. cit.)

(25) El campo de Alcudia e todo Calatrava,

El campo de Fasalvaro, en Basaín entrava,

En tres días los anduvo, semeja que volava,

El rosín del sabí con miedo bien andava. (Juan Ruiz, Libro de Buen

Amor,)

(26) Un caballo muy gordo pasçía en la defesa,

Veníe el león de caza, pero con él non pesa,

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

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El león tan golaso al caballo sopesa,

‘Vasallo’, dixo, ‘mío, la mano tú me besa’ (op. cit.)

En estos versos de dos obras pertenecientes al Mester de Clerecía, aparecen

imperfectos susceptibles de recibir una interpretación narrativa, ya que el

contexto fuerza una interpretación en la que los eventos han tenido lugar en el

pasado y favorece una relación temporal de progresión. En (23), el predicado

télico venir en imperfecto describe una situación que ha culminado puesto que el

autor nos informa de que ha sido acogido por ‘los otros’. De hecho, hubiera sido

posible emplear el indefinido vino en ese contexto. En este caso, los hechos se

narran desde la perspectiva del sujeto de percepción inferido, lo cual justifica el

verbo de movimiento venir. Esta explicación es válida asimismo para (26), donde

aparece el mismo predicado.

No me detengo en el caso de (24) puesto que presenta un verbo de lengua,

lo cual ha sido explicado con anterioridad. En (25), entrava recibe una lectura

narrativa puesto que el destinatario infiere que la acción se ha llevado a cabo por

completo. Se trata de una información adicional favorecida por el contexto y por el

tipo de predicado, pero no por la forma verbal, que mantiene, como ya sabemos, su

imperfectividad.

Hasta aquí he presentado casos de imperfecto narrativo en obras escritas en

verso, por lo que es interesante preguntarse hasta qué punto los elementos

propios del verso pueden condicionar el uso del imperfecto donde lo esperable

sería el indefinido. A este respecto, Colin Smith (1972), en su edición de El Cid,

rehúsa atribuir una explicación basada en la estética literaria a la variedad

temporal que aparece en el poema. Aunque se trata de una cita extensa, me parece

interesante reproducirla aquí para poder constatar una interpretación diferente a

la de Ariza y el propio Szertics, como veremos.

El único aspecto que aquí nos interesa es la libertad que muestra el poeta en el uso de los

tiempos verbales. Algo de esto se observa en otros géneros, como la lírica, y es una

constante en los romances. No se trata solamente del uso del presente histórico para hacer

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

210

más vívida la narración, común sin duda a muchas lenguas, pero que aquí bien puede

deberse al ejemplo de la épica francesa (Adams, 1980). Respetamos los esfuerzos que se

han hecho por analizar la estructura temporal del poema, pero algunos de éstos pecan de

excesiva sutileza al pretender atribuir al poeta una clara intención estética en cada uso

anormal. […]. Es preferible explicarlos como debidos a las exigencias de la métrica: el

sistema de acentos, el equilibrio del verso habrá exigido alguna aparente anormalidad, y

cuando el uso anormal aparece al final del verso, a estas consideraciones se añade la de la

rima (Colin Smith, 1972: 62).

Buscar en la métrica y en la rima la razón del empleo del imperfecto en un

contexto donde lo esperable sería el indefinido parece lícito, dado el género del

que se trata. Si esto es así, ¿hasta qué punto ambos elementos –la rima y la métrica-

son susceptibles de manipular un contenido lingüístico? A diferencia de Smith,

considero que si el poeta o juglar emplea un imperfecto donde lo esperable sería

un indefinido para dar un efecto estilístico es porque la semántica del imperfecto

facilita dicho empleo, más allá de las exigencias del poema. De este modo, la rima y

la métrica pueden favorecer la presencia de un imperfecto, pero en ningún caso

determinarla.

Si bien es cierto que puedo afirmar que en los textos en verso aparece ya en

la época medieval el imperfecto narrativo, no puedo concluir lo mismo para las

obras en prosa. De hecho, son escasos los ejemplos en prosa que he registrado en

la época medieval. Veamos en primer lugar el enunciado de (27).

(27) E desque Adam e Eva vinieron a aquel logar de val de Ebrón ó los

Dios enviava fallaron ý muy buena tierra, (Alfonso X El Sabio, General

Estoria, Libro I).

Este enunciado presenta una serie de peculiaridades que no hemos visto en

los casos anteriores: no parece contribuir a la progresión temporal, sino más bien a

la regresión y aparece en una oración subordinada, a excepción de los casos

anteriores. Sin embargo, es factible sustituirlo por el indefinido envió, dado que se

trata de un evento único –sabemos que Adán y Eva fueron desterrados una única

vez-. En este caso, la situación no es presentada a través de la mirada de un sujeto

de percepción que asiste a los hechos, sino que alude a un evento previo: Dios ya

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

211

había enviado a Adán y a Eva al Valle de Hebrón. Este hecho hace que se trate de un

uso especial, que hace que sea perfecto en el español hablado hoy.

De hecho, en esta interpretación la forma verbal más natural sería el

pluscuamperfecto, dado que, al haber descrito el autor previamente el momento de

la expulsión, adquiere un valor anafórico. Saussure (2003) señala que el

pluscuamperfecto presenta también usos interpretativos en los que es necesario

recuperar un sujeto de percepción y desde cuya perspectiva son presentados los

hechos. A este respecto, no hemos de olvidar que el pluscuamperfecto incluye el

imperfecto como uno de sus componentes.

Si definimos el imperfecto narrativo como el empleo de un imperfecto en un

contexto que demanda perfectividad, en el que la interpretación iterativa está

bloqueada, es posible considerar el imperfecto de (27) en su uso narrativo, a pesar

de que Dios no envía a Adán y Eva en ese momento sino que los ha enviado

previamente, e independientemente de que lo reemplacemos de forma más natural

con un indefinido o con un pluscuamperfecto.

Otro pasaje que merece asimismo un comentario es el de (28).

(28) Estando ellos assí, vieron salir del castillo cincuenta cavalleros que

llevaban a los cuatro cavalleros ha justiciar, amarrados en sogas

fuertemente. E después salía Sinadán el Roxo con dozientos cavalleros,

(Tristán de Leonís, CORDE).

El enunciado de (28) presenta un logro combinado con el imperfecto y

encabezado por un circunstancial puntual, luego. A pesar de que el empleo del

imperfecto esté legitimado por cuestiones gramaticales, no podemos obviar cierta

proximidad de este empleo al imperfecto narrativo, donde, para interpretarlo,

necesitamos recuperar un sujeto de percepción que asiste a los hechos y con

respecto al cual la situación es imperfectiva. Pues bien, en el enunciado de (28)

este sujeto está especificado: ellos, por lo cual el contexto crea la situación

apropiada para narrar los hechos en su desarrollo, ante la mirada de los personajes

y del lector.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

212

Por tanto, en la época medieval parece emplearse el imperfecto narrativo en

la épica y en la lírica, tal y como sostiene Moreno de Alba, para quien “este empleo

[…] puede quizá explicarse mejor como un rasgo estilístico de la poesía épica y

lírico-épica, frecuente en los siglos XII-XV, que como un uso característico de

determinada época de la lengua española” (2006: 34-35).

Así las cosas, el uso del imperfecto narrativo queda justificado por

cuestiones estilísticas y narrativas, en tanto que responde a una forma de

presentar los hechos desde la perspectiva de un narrador. Para ello, es necesario

restringir el contexto y la perspectiva desde la que se observan. No debemos

olvidar que en esta época la única manera que tenía el pueblo de acceder a los

hechos acecidos –fueran leyenda o no- era a través de los juglares o los poetas, por

lo que estos habían de poner en juego una serie de estrategias que permitieran

mostrar las situaciones ante los ojos del espectador y hacerle partícipe. Por ello, no

ha de resultar anómalo que se registre con mayor frecuencia en el Mester de

Juglaría que en el Mester de Clerecía. Fleischman (1990: 273) explica el empleo de

los tiempos verbales en la épica atendiendo a la perspectiva adoptada por el juglar,

de manera que el poeta canta lo que ve y trae el pasado hacia el presente como si

se tratara de una representación dramática. En función del tiempo verbal

empleado, Fleischman describe diferentes puntos de vista como el del historiador,

si se emplea el indefinido, o el del pintor, si se utiliza el imperfecto.

Pues bien, hasta aquí hemos podido observar que el imperfecto narrativo no

constituye una innovación del s. XIX, sino que ya estaba presente en la época

medieval como un recurso estilístico, como una forma de presentar los hechos

pasados. Sin embargo, hemos podido comprobar que entre el imperfecto narrativo

medieval y el imperfecto narrativo del s. XIX y de la actualidad hay una gran

diferencia: la presencia del circunstancial temporal del tipo x tiempo más tarde

parece convencionalizarse hace dos siglos. Es decir, se trata de un uso más

marcado. Hay, por tanto, una evolución formal del imperfecto narrativo que va

desde un uso más flexible hasta un empleo más rígido caracterizado por la

presencia del circunstancial y por desempeñar un papel de ‘ruptura’ o de cierre de

episodios. El efecto de cierre produce un matiz de suspense, dado que el

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

213

imperfecto deja abierto el desarrollo de la acción y el lector no sabe cómo continúa

la narración.

Si esto es así, debemos preguntarnos cuál es la situación en los siglos entre

la Edad Media y el s. XIX. En los siguientes apartados analizaré imperfectos

susceptibles de recibir una interpretación narrativa de los Siglos de Oro y de la

Ilustración.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

214

2.3. El imperfecto narrativo en la época áurea.

Bajo la etiqueta Siglos de Oro incluyo tanto el siglo XVI como el XVII –esto es

Renacimiento y Barroco-, puesto que para lo que me interesa mostrar aquí no es

relevante separar ambos siglos –en el siglo XVI asistimos a la consolidación de la

novela, que absorbe el género épico de la época anterior, y se especializa en

diversos tipos: novela de caballerías, sentimental, pastoril, morisca, bizantina y

picaresca, junto a la prosa didáctica-.

En la época áurea, se emplea el imperfecto en su uso descriptivo, es decir, en

su uso progresivo, habitual y continuo, como cabe esperar. Así, por ejemplo, en un

enunciado como (29), los imperfectos corresponden a una enumeración de

eventos que se van sucediendo.

(29) Y así, corrieron todas a ellas: unas la abrazaban, otras la miraban,

éstas la bendecían, aquéllas la alababan. (Cervantes, La gitanilla).

Si prestamos atención a estos imperfectos, podemos comprobar que

remiten a eventos culminados en el pasado, esto es, que reciben una interpretación

perfectiva. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede con el imperfecto narrativo,

en (29) la pluralidad del sujeto contribuye a una lectura iterativa en la que se

repiten los eventos. De esta manera, la interpretación narrativa queda bloqueada.

En El Buscón de Quevedo he registrado un uso del imperfecto cuya forma

está muy próxima a la del imperfecto narrativo del s. XIX, como muestro en (30).

(30) Menudeaban tanto las piedras y cascotes, que dentro de poco tiempo

tenía el dicho don Toribio más golpes en la cabeza que una ropilla abierta.

(Quevedo, El Buscón).

Este enunciado presenta un circunstancial puntual que contribuye

explícitamente a la progresión temporal, dentro de poco tiempo, y que parece ser

apto para actuar como marco de referencia para el pasado. Para poder determinar

si este marco está incluido en el evento, lo cual satisface la imperfectividad del

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

215

imperfecto, debemos atender al modo de acción. En este caso, tener golpes es un

estado y como tal es durativo y atélico. El circunstancial señala el estado

resultante: se pasa de no tener golpes a tener golpes. Por tanto, la interpretación

que recibe el imperfecto de (30), pese a tener la misma estructura que un

imperfecto narrativo, es la continua o en desarrollo, en la que se focaliza un

instante de un estado; sabemos que el evento descrito ha comenzado en un

momento determinado, pero no se incide sobre su límite final. Como vemos, el

nivel formal del enunciado no es suficiente para determinar si estamos ante un

imperfecto narrativo, sino que hay que atender al contexto para confirmar cuál es

la interpretación que recibe el imperfecto.

Más interesante resulta el ejemplo de (31).

(31) Todo pasaba a vista de mi dama y de don Diego. (Quevedo, El

Buscón).

En este enunciado, el predicado, pasar X, es un logro combinado con el

imperfecto, que describe un único evento, y se interpreta como finalizado en el

pasado. Si analizamos el contexto a fin de establecer si se mantiene o no la

semántica temporal, lo primero que constataremos es la ausencia de un marco

temporal accesible situado en el pasado e incluido en el evento. No obstante, el

destinatario puede recuperar como marco el momento en que tienen lugar los

hechos que narra previamente y a los que remite el cuantificador todo. Este posible

marco quedaría, tal y como requiere la semántica del imperfecto, situado en el

pasado.

Ahora bien, si esto es así, es necesario que el marco esté incluido en el

evento, lo que no parece mantenerse puesto que se establece una relación de

coincidencia temporal entre el desarrollo de los hechos y el evento pasar; sabemos

que este predicado en un contexto como (31) conlleva que los hechos tengan lugar,

dado que es parafraseable con ‘suceder’. El narrador nos presenta los hechos a

través de la mirada del observador, que aparece explícito en el contexto –puede

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

216

corresponder a la dama y a don Diego-, por lo que parece recibir una lectura

progresiva.

Otro ejemplo que merece un comentario es (32).

(32) Tanto se tardaron en estos conciertos y debates, que apenas estaba

vuelto a cubrir con la ropa, y monseñor entraba por la puerta. Uno de los

dos cirujanos le dijo […] (Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache).

En este enunciado, el imperfecto que me interesa resaltar es entraba, puesto

que, una vez más, estamos ante un logro combinado con el imperfecto que describe

un único evento. En este ejemplo, el lector de la obra percibe la entrada de

Monseñor a través de la mirada de un testigo de la escena situado en el momento

en que tienen lugar los hechos; en este caso, corresponde al propio Guzmán de

Alfarache, ya que sabemos que se trata de una novela picaresca narrada en

primera persona. Asistimos, de este modo, a un cambio de perspectiva en el que el

narrador decide, en el momento de la entrada, hacer partícipe al lector para

ponerlo en situación. Se trata, por tanto, de un uso interpretativo o

metarrepresentacional del imperfecto, derivado de un conflicto entre el contexto y

la semántica verbal.

En esta época que estoy comentando –los Siglos de Oro- es muy recurrente

la ya comentada alternancia entre el indefinido y el imperfecto de los verbos de

lengua, como muestro en (33).

(33) Díjome:

- ¿Cobre le parece al pícaro? ¡Alto!, aguije, que lo voy a pagar a un

mercader forastero que me vendió algunas cosas para la tienda.

Esto me decía; mas yo en otro pensaba, que era cómo darle cantonada.

(op. cit.).

En este enunciado es evidente la alternancia entre dijo y decía ya que ambas

formas verbales remiten al mismo enunciado. Si bien es cierto que decía puede ser

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

217

reemplazado por dijo, es necesario hacer notar que tal sustitución implica la

pérdida de un efecto que se activa con el imperfecto: decía responde al deseo del

narrador de presentar las palabras enunciadas en desarrollo. Es decir, a través del

imperfecto volvemos al momento en que el personaje emitió el discurso y parece

que asistimos al momento en que Guzmán de Alfarache piensa en otra cosa a

medida que ‘oímos’ de nuevo las palabras.

En cuanto a los textos en verso debo señalar que no he encontrado ningún

caso de imperfecto narrativo, a diferencia de lo que sucede en la época medieval.

La razón puede buscarse en la finalidad de las obras: mientras que la épica y los

romances se cantaban ante el público, la lírica del Renacimiento y el Barroco

estaba compuesta para leerse; por tanto, no es necesario recurrir a ninguna técnica

para dramatizar los hechos narrados.

Como vemos, en los Siglos de Oro se registran algunos usos de imperfecto

narrativo en la prosa, aunque muy pocos y excepcionales, a diferencia de lo que

sucedía en la Edad Media, época en la que aparecen numerosos casos en las obras

en verso, y no en la prosa. Se trata, por tanto, de una técnica narrativa que aparece

en la épica y en los romances y que podemos encontrarla en las novelas de los

siglos XVI y XVII, aunque en menor medida y, generalmente, reservada para los

verbos de lengua.

Veamos ahora qué sucede en el s. XVIII, siglo previo a la consolidación del

imperfecto narrativo.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

218

2.4. Siglo de la Ilustración

Generalmente se ha afirmado que el siglo de la Ilustración supone el declive

de la novela y el auge del género ensayístico. Esto es fácilmente constatable en

cualquier estudio sobre Literatura española; de hecho, a este siglo se le ha

denominado “el siglo sin novela” (Pedraza y Rodríguez, 2002). De esta época tengo

datos escasos, pero sí he podido registrar entre ellos el empleo narrativo del verbo

decir, como ejemplifico en (34).

(33) Pídote perdón de lo que antes te decía, que no tenías ingenio para

delicadezas (F. J. Isla, Fray Gerundio de Campazas).

En diversas ocasiones me he referido al imperfecto de los verbos de lengua

como ejemplo de imperfecto narrativo; sin embargo, esta combinación puede

recibir también una lectura progresiva o en desarrollo, ya que decir algo es una

realización y, como tal, posee duración, además de telos. Se trata de un caso muy

próximo al empleo en la lengua espontánea de “como te decía antes…”,

parafraseable con “como te estaba diciendo…” o “como te iba diciendo”, donde la

interpretación progresiva parece más natural. Podemos apreciar que, cuando el

contexto lo favorece, el imperfecto se mueve entre una lectura narrativa y una

lectura progresiva, de manera que será el destinatario quien determine cuál es la

interpretación más relevante dada la situación comunicativa en la que se dé.

No he encontrado ejemplos claros de imperfecto narrativo, más allá de los

verbos de lengua, lo cual no significa que no se empleara. El hecho de que en mi

corpus no registre ningún caso de imperfecto narrativo no significa

necesariamente que en esta época haya desaparecido, sino más bien que los

géneros propios o las técnicas que imperan en la época no favorecen su empleo. A

continuación comentaré algunos de los ejemplos del s. XVIII que he recogido en mi

corpus.

(35) Todos gritaban: ¡Viva el señorito! (Cadalso, Cartas marruecas

(Carta VII)).

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

219

(36) Pasaba yo un día por el frente del regimiento formado en parada,

cuyo aspecto infundía terror, (opus cit. Carta XXXVII)

A propósito de (35) y de (36), es necesario notar que los imperfectos

pueden ser reemplazados por indefinidos, ya que los eventos que describen son

interpretados como acaecidos con anterioridad al momento del habla. Ahora bien,

a pesar de esta afirmación, no podemos considerar que se trata de imperfectos

narrativos. La razón de esta imposibilidad, en (35), radica en el hecho de que el

imperfecto gritaban recibe una interpretación distributiva o iterativa en la que

cada uno de los miembros que forman el conjunto gritó ¡viva el señorito!; prueba

de ello es la diferente lectura que recibe en este contexto el indefinido, donde

parece que el colectivo gritó al unísono las palabras anteriormente referidas.

En (36), el imperfecto pasaba recibe de forma más natural una

interpretación progresiva, mediante la cual el hablante nos describe unos hechos

vividos por él en el pasado. De hecho, considero que el imperfecto aquí se

reemplazaría de forma menos forzada con la perífrasis progresiva estaba pasando

que con el indefinido pasé, puesto que la finalidad es situar al destinario en el

escenario en que se desarrollaron los hechos que se van a narrar a continuación.

Por tanto, no estamos ante un imperfecto narrativo, a pesar de que a simple vista

pudiera parecerlo por el tipo de predicado con el que se combina la forma verbal y

su posible sustitución por el indefinido. Como he dicho anteriormente, es necesario

analizar el contexto a fin de determinar cuándo estamos ante verdaderos

imperfectos narrativos.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

220

2.5. Conclusiones

Hasta aquí he mostrado que desde la Edad Media se emplea el valor

narrativo del imperfecto como una estrategia o técnica narrativa que permite

presentar los hechos ante los ojos del destinatario, gracias a la recuperación de un

sujeto de percepción que actúa de marco de referencia requerido por la forma

verbal. De este modo, el imperfecto contribuye a un cambio de perspectiva o de

enfoque (Szertics 1974), ya que los hechos son presentados a través de la mirada

de dicho sujeto. En este sentido, tal y como sostiene Fleischman (1990: 266), “it is

often pointed out that epic poets speak as if they were on the scene of events,

giving an account of a spectacle taking place before their eyes” (“a menudo se

señala que los poetas épicos hablan como si estuvieran en la escena de los hechos,

dado cuenta de un espectáculo que tiene lugar ante sus ojos” (traducción propia)).

Esta perspectivización está favorecida por el hecho de que “the historical events

told in the chanson de geste are re-lived by the community formed by jongleurs

and their audiences” (Marnette, 2005: 198) (“los eventos históricos contados en la

canción de gesta se reviven por la comunidad formada por juglares y sus

audiencias” (traducción propia)). Es decir, se trata de una técnica narrativa

empleada por el juglar a fin de presentar los hechos ante los ojos de la audiencia.

A partir de esta época, el empleo del imperfecto narrativo se registra en

obras en prosa, aunque con mayor frecuencia con los verba dicendi y en contextos

específicos, donde se explicita la perspectiva adoptada por algún personaje que

asiste a una escena. Este valor del imperfecto tiende a aparecer con predicados

durativos –realizaciones-, por lo que no se trata de un uso narrativo prototípico

como el que se emplea en la Edad Media y en el s. XIX, sino más bien de una lectura

a caballo entre el valor narrativo y el progresivo. Dada esta situación, resulta

relevante el hecho de que Fleischman (1990: 375) señala que para Lerch (1922) el

imperfecto narrativo en francés surge en la Edad Media, se “eclipsa” en el periodo

clásico y resurge en el siglo XIX.

A la luz de los datos registrados en mi corpus, parece que, en realidad, se

trata de una estrategia disponible en todas las épocas. Es necesario señalar que hay

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

221

una gran diferencia entre los casos de imperfecto narrativo que se registran en los

siglos previos al s. XIX y este siglo, que probablemente responda a la forma de

presentar la información al lector. Los casos de imperfecto narrativo registrados

con anterioridad al s. XIX se encuentran en contextos en los que se explicita la

situación en la que tienen lugar los hechos presenciados por el observador –

también especificado en el contexto-, de manera que resulta un enunciado más

natural y menos costoso para interpretarse ya que el autor ofrece el marco.

En cambio, llegados al siglo XIX, el imperfecto narrativo tiende a aparecer

en una estructura fija mucho más marcada. Hasta este momento son raros los

casos en los que aparece encabezado por un circunstancial del tipo x tiempo

después, que cobra especial fuerza en el s. XIX. Podríamos considerar que se trata

de un uso convencionalizado gracias a las técnicas narrativas que imperan en esta

época, cuyo objetivo no es otro que presentar los hechos tal y como suceden. De

hecho, este siglo ha sido considerado el momento en que surge también el estilo

indirecto libre7 que, como sabemos, no es más que una técnica empleada para

penetrar en los pensamientos y sentimientos de los personajes.

A este respecto, resulta interesante plasmar lo que señala Marnette (2005)

acerca de las estrategias que predominan a partir del s. XIX.

While 19 th-c. literature saw the rise and expansion of Free Indirect Discourse, 20 th-c.

writers seem to have further developed other ways of ‘freeing’ the speech and the thoughts

of their characters, notably by using what is now called ‘Free Direct Discourse’ (including,

but not restricted to, interior monologue). Both evolutions brought about new possibilities

for the expression of point of view, allowing narrators to cast doubt on the stability and

homogeneity of their narration and giving readers an active responsibility in decrypting

the various levels of ‘enunciation’ at play in the narrative (Marnette, 2005 : 225).

Mientras que la literatura del s. XIX vio el surgimiento y la expansión del Discurso Indirecto

Libre, los escritores del s. XX parecen tener más desarrollados otros caminos de ‘liberación’

7 A propósito del estilo indirecto libre, conviene señalar que se trata de una estrategia presente ya en la época medieval, como hemos visto que sucede con el valor narrativo del imperfecto, tal y como señala Marnette (2005). Analizar el estilo indirecto libre merece, al igual que el uso en el que aquí me centro, un estudio independiente.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

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del habla y de los pensamientos de los personajes, en particular usando lo que ahora se

denomina ‘Estilo Indirecto Libre’ (incluyendo, pero no únicamente, el monólogo interior).

Ambas evoluciones provocaron nuevas posibilidades de expresión del punto de vista,

permitiendo a los narradores arrojar dudas sobre la estabilidad y la homogeneidad de sus

narraciones y dando a los lectores una responsabilidad activa en descifrar los varios

niveles de ‘enunciación’ envueltos en la narrativa. (Traduccción propia).

Como he tenido ocasión de señalar, el hecho de que el imperfecto narrativo

se registre ya en la época medieval en español no es una idiosincrasia de esta

lengua, puesto que algunos lingüistas han atestiguado este mismo valor en la Edad

Media también en italiano y en francés. Este hecho me lleva a cuestionarme hasta

qué punto se trata de un empleo que surge de forma espontánea en español,

francés, italiano, portugués o catalán –todas ellas lenguas románicas- y esta

pregunta apunta en una única dirección, como cabe esperar: el latín.

Pues bien, si revisamos las gramáticas latinas podremos encontrar

referencias al hecho, ya mencionado, de que en esta lengua el imperfecto se

pudiera emplear para expresar eventos del primer plano de la narración y no

únicamente del segundo plano o del decorado. Ramos Guerreira (2009: 416)

señala que, en latín, una forma verbal imperfectiva al combinarse con un predicado

puntual puede ser entendida bien como iterativo, bien como un evento que –y este

el valor que aquí me interesa resaltar- “mediante un efecto de cámara lenta, sea

prolongado artificialmente de forma que su significado adquiera ligeras

variaciones”.

El uso narrativo del imperfecto, como vemos, se puede registrar en la lengua

latina, aunque en menor medida que en otras lenguas como el griego o el

indoeuropeo, como sugiere Bassols (1987) acerca del imperfecto aorístico o

puntual:

era muy frecuente en indoeuropeo y también en griego, [sic] emplear el imperfecto para

enunciar hechos pasados que no guardaban relación alguna con ningún otro tiempo, pues

gustaban presentar los hechos pasados como un film. La lengua latina, menos plástica, no

sentía necesidad de describir los hechos, contentándose con enunciarlos fría y

objetivamente, para lo cual le bastaba el perfecto […]. En las lenguas romances este uso ha

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

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cobrado mucha amplitud, por ejemplo; “¿pero a qué debo este gran favor? decía Lázaro”

(Galdós) (Bassols, 1987: 2002-3).

A la luz de estas afirmaciones parece que el imperfecto narrativo se

remonta al indoeuropeo, aunque esta afirmación merece un estudio centrado en

esta lengua y en el latín. Lo que parece claro es que en la lengua española este

empleo no es una innovación del s. XIX, sino que se da con anterioridad como

forma de expresión literaria y de presentar los hechos. Como ya he dicho, esto no

significa que en el s. XIX no se haya podido convencionalizar gracias a las técnicas

narrativas que surgieron en la época.

Retomando las palabras de Kabatek (2005),

si comparamos el español antiguo con el español moderno, la mayoría de los cambios

gramaticales y lexicales se debe a procesos de metonimización, de metaforización o de

formación de palabras sobre unos principios básicos ya establecidos desde la Edad Media.

Y la adopción de nuevas tradiciones discursivas ha servido, a lo largo de la historia de la

lengua, como motor de estas innovaciones. Con cada nueva tradición, se da un proceso de

búsqueda de los medios lingüísticos apropiados, el cual puede llevar tanto a la

conservación de lo ya existente como a la creación de algo nuevo (Kabatek, 2005: 159).

En lo que respecta al imperfecto narrativo, como ya hemos visto, es una

opción disponible desde el latín; sin embargo, no es hasta el s. XIX cuando se

consolida y se convencionaliza en una estructura rígida que busca producir un

efecto estilístico en el destinatario. El hecho de que esta convención se produzca en

esta época no ha de resultar extraño si tenemos en cuenta que este siglo supone

grandes cambios no solo en la literatura, sino también en otras artes como la

pintura (se busca la libertad artística, se describe la realidad de forma subjetiva,

surgen las vanguardias, el impresionismo o el Art nouveau) o la arquitectura

(aparecen nuevos materiales como el hierro, el acero, el hormigón, que se

incorporan a las creaciones).

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

224

3. EL IMPERFECTO NARRATIVO Y SU RELACIÓN CON EL REGISTRO

LINGÜÍSTICO

Tal y como he señalado al comienzo de este capítulo, el imperfecto narrativo

se considera un uso restringido a la lengua escrita con un fuerte impacto en la

Literatura a partir del s. XIX y en la prensa, como sostienen lingüistas como García

Fernández (2008 [1998]). Este autor afirma que los imperfectos narrativos “se

sienten como estilísticamente connotados y que además la lengua hablada no

tolera este tipo de alternancias [imperfecto e indefinido]” (2008 [1998]: 47). Es

decir, se trata de un valor propio del registro escrito formal que no parece

traspasar la frontera entre lo escrito y lo oral. Como sabemos, los tiempos verbales

por excelencia en la lengua oral para narrar hechos pasados son el indefinido y el

denominado presente histórico, que permite acercar los hechos al destinatario. En

lo que sigue tendré ocasión de mostrar algunos ejemplos de este empleo, que será

retomado en el capítulo 6.

Recordemos algunos ejemplos presentados en el apartado anterior, como el

de (13), repetido aquí como (37).

(37) Hace unos días, el martes que hubo feria, ¿te acuerdas?, tus padres

habían bajado al pueblo y tú paseabas por la heredad con tu hermanillo

en brazos.

El chico tenía mal humor, tú querías distraerle y le enseñabas las vacas,

la Gorriya y la Beltza, que pastaban la hierba, resoplando con alegría,

corriendo pesadamente de un lado a otro, mientras azotaban las

piernas con sus largas colas.

Tú le decías al condenado del chico: «Mira a la Gorriya…, a esa tonta....

con esos cuernos.... pregúntale tú, maitia: ¿por qué cierras los ojos, esos

ojos tan grandes y tan tontos?... No muevas la cola.»

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

225

Y la Gorriya se acercaba a ti y te miraba con su mirada triste de

rumiante, y tendía la cabeza para que acariciaras su rizada testuz.

Luego te acercabas a la otra vaca, y señalándola con el dedo, decías:

«Ésta es la Beltza... Hum... qué negra... qué mala... A ésta no la queremos.

A la Gorriya sí». (Pío Baroja, Mari Belcha).

A partir de este enunciado, podremos comprobar que se trata de un pasaje

muy próximo al que podríamos emplear hoy en día en la lengua oral. Los

imperfectos se acercaba, miraba, tendía y acercabas están empleados en su uso

narrativo, por lo que el destinatario ha de inferir pragmáticamente la presencia de

un sujeto de percepción situado en el pasado. Este no es otro que el personaje que

cuenta los hechos y los presenta ante los ojos de su interlocutor y del lector. La

narración de este pasaje está subordinada al verbo acordarse, de manera que todo

constituye un recuerdo y es posible encontrarla en la lengua oral, como se observa

en (38).

(38) - ¿Te acuerdas de cuando fuimos al monólogo del frutero?

- Sí. Recuerdo que era por la noche y habíamos estado cenando y

estábamos en una mesa viendo el monólogo en la chocita. Recuerdo que

subía una mujer al escenario para ayudarle a contar una parte del

monólogo. También que al final se ponía fuera para saludar y hacerse

fotos con nosotros. (Conversación espontánea).

A partir del enunciado de (38), es posible considerar que el imperfecto es

una opción narrativa en el contexto del recuerdo. Gracias a él, el hablante ha

revivido los hechos pasados y los ha presentado como si los estuviera visualizando.

Si sustituyéramos los imperfectos subía y se ponía por los correspondientes

indefinidos, podremos sostener que el efecto que se activa con el empleo del

imperfecto es similar al que hemos visto en los casos de imperfecto narrativo en el

registro formal escrito. Es decir, se trata de una forma de presentar los hechos

pasados en desarrollo.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

226

Ahora bien, el empleo del imperfecto en estos caso no resulta ser la opción

más natural; de hecho, en muchos casos, los hablantes optan por emplear el

indefinido, tal vez por considerarlo menos marcado o más natural, como podemos

apreciar en (39).

(39) ¿No te acuerdas de que una vez llegó a casa un primo de papá y

teníamos que ir a dormir porque nos íbamos de vacaciones al día

siguiente y no se iba? Pensábamos que se venía con nosotros. Menos

mal que al final se dio cuenta de la hora y se fue. (Conversación

espontánea).

En este enunciado, el hablante opta por el indefinido para narrar los hechos

que constituyen el recuerdo, como llegó, se dio cuenta y se fue. La preferencia por

una forma u otra responde a cuestiones estilísticas y de punto de vista. Es decir, el

empleo de un tiempo verbal concierne al interés del hablante por presentar los

hechos ante los ojos del destinatario o, por el contrario, narrarlos sin más. El

contexto de (38) no difiere de un contexto muy habitual en la lengua oral y en el

que se emplea generalmente el imperfecto para describir las situaciones acaecidas.

Se trata de los sueños, como se observa en (40).

(40) Ayer soñé que participaba en Máster Chef y tenía que hacer un

solomillo. Lo sellaba bien en la sartén pero quedaba crudo. (Narración

oral).

En esta narración espontánea, el hablante cuenta un sueño que ha tenido y

especifica el marco contextual mediante el predicado soñar en pasado. Una vez que

ha creado el ambiente y ha ubicado a su interlocutor en la escena, narra los hechos

soñados en imperfecto. Todos los eventos son interpretados como culminados en

el pasado, por lo que son susceptibles de recibir una lectura narrativa. Como ya

sabemos, para mantener la semántica temporal del imperfecto narrativo, el

destinatario debe inferir la presencia de un sujeto de percepción o de un

observador que presencia la escena. En este caso, dicho sujeto no es otro que el

propio hablante, que reproduce el sueño como si estuviera sucediendo ante sus

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

227

ojos y los del oyente, al cual hace partícipe del mismo. Si esto es así, parece que el

imperfecto narrativo y el imperfecto onírico son dos valores estrechamente

relacionados, ya que cuando contamos un sueño empleamos el imperfecto

narrativo.

Esta situación resulta paradójica. Por un lado, es habitual en la lengua

espontánea emplear el imperfecto para narrar sueños y, por otro lado, el valor

narrativo del imperfecto está restringido –se dice- a la lengua escrita literaria y

periodística. Tal vez la explicación a dicha paradoja haya que buscarla en el

empeño por marcar fronteras entre usos de una misma forma verbal –en este caso

el onírico y el narrativo- y obviar que, en ocasiones, confluyen. Antes de afirmar si

en la lengua oral se emplea o no el imperfecto narrativo –aunque estamos viendo

que parece que sí por los ejemplos ofrecidos-, conviene analizar más datos para

poder concluir cuál es la situación.

Un contexto próximo al onírico y al de los recuerdos es el de la explicación

de películas, libros o documentales vistos o leídos en el pasado. En efecto, cuando

queremos contar a alguien el argumento de una película o de un libro,

especificamos el contexto de percepción –en este caso, en la película, en el libro- y

los hechos se cuentan en imperfecto, como se muestra en el enunciado de (41).

(41) Ayer en un documental un tío se bebía dos cervezas, un tinto, un

vodka y daba 1.20. (Conversación espontánea).

El hablante de (41) visualiza mentalmente aquello que observó en el

documental el día anterior y lo cuenta como si estuviera reviviendo la emisión de

los hechos. De esta manera, invita a su interlocutor a asistir a los mismos y a

presenciar lo que sucedió. Para ello, como sabemos, sitúa al oyente en el contexto

de percepción y narra los hechos en imperfecto. Se trata de imperfectos narrativos,

dado que describen eventos que parecen haber culminado en el pasado y son

susceptibles de ser reemplazados por indefinidos; el imperfecto narrativo más

sobresaliente es daba, puesto que se trata de un predicado puntual –ya hemos

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

228

visto que el modo de acción es fundamental en la obtención del valor narrativo del

imperfecto-.

Dos ejemplos similares son los de (42) y (43).

(42) El otro día echaron una peli en la tele en la que el protagonista se

mudaba a Berlín con su hija pequeña, se enamoraba de la bibliotecaria

del pueblo donde trabajaba como consultor […] y al final la mataba.

(Narración oral).

(43) En lo último que he leído, tras la conquista de Toledo, el rey se iba

a León con el Cid y mandaba a Álvar Fáñez y a Fan Fáñez que vigilaran

la frontera del reino. (Explicación oral del argumento del libro La tierra

de Álvar Fáñez).

En estos enunciados se cuenta el argumento de una película y de un libro,

respectivamente. Las explicaciones para ambos ejemplos son semejantes a la de

(41), por lo que no voy a detenerme en ellos.

El imperfecto no es el único tiempo que puede aparecer en la narración de

los argumentos de películas o libros, al igual que sucede con los recuerdos –y en

menor medida con los sueños-; de hecho, esta forma verbal alterna con el

indefinido y con el presente. Recordemos que el empleo de los tiempos verbales

está estrechamente relacionado con el punto de vista, como ya he señalado –

recordemos que Saussure incluye en la semántica temporal una variable P, punto

de vista, que debe ser saturada bien como un elemento temporal, bien como un

sujeto de consciencia desde cuya perspectiva se observan los hechos descritos-.

En los mismos contextos que en (42) y (43) se puede emplear el indefinido

y el presente –esta última forma verbal es más frecuente en las narraciones de

películas que el indefinido-, como se muestra en (44) y (45).

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

229

(44) […] se encontró con uno que la convenció y se fue a Ceuta. Allí

conoció a su padre, que era rico. (Explicación del argumento del libro El

tiempo entre costuras).

(45) Los niños se escapan de la tutora, se pierden por el parque, se

meten en una bola súper inteligente y deciden hacer su mundo. De

repente el dinosaurio se escapa […]. (Explicación de la película Jurassic

World).

La diferencia entre el empleo de una forma verbal u otra radica en el efecto

de sentido que busca el narrador o el hablante. En (44) los hechos están narrados

en indefinido, tiempo por excelencia en las narraciones pasadas como sabemos y

que, por tanto, no requiere ningún comentario adicional. En cambio, el hablante de

(45) opta por el presente, que, al igual que el imperfecto, acerca los hechos al

destinatario del discurso. Se trata del presente histórico, que guarda muchas

similitudes con el imperfecto narrativo, dado que tanto el presente como el

imperfecto comparten el rasgo aspectual imperfectivo. Esta forma de presentar los

hechos en su desarrollo, sin atender a los límites, produce un efecto estilístico al

narrar situaciones pasadas y culminadas que responde a la manera en que el

hablante desea presentar aquello que revive mentalmente.

Hasta aquí hemos visto que tanto en la narración de un recuerdo, como la

de un sueño, un libro, un documental o una película, el emisor puede emplear el

imperfecto para contar unos hechos que se interpretan como finalizados, ya sean

en el mundo ficticio o en el real. El denominador común de estos usos orales es la

especificación del contexto de percepción, es decir, es necesario que en el contexto

se expliciten los datos de la situación en la que tienen lugar los hechos percibidos

por el observado. De esta manera, el enunciado no requiere gran esfuerzo

cognitivo en la interpretación del enunciado. Si esto es así, sería necesario matizar

la idea que impera en la bibliografía acerca del empleo del imperfecto narrativo

restringido a la lengua escrita, dado que parece que la lengua oral no desconoce

dicho valor.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

230

En esta línea se sitúa Martínez Atienza (2012: 71), quien señala que

podemos encontrar el imperfecto narrativo también en registros orales

coloquiales, aunque con menor frecuencia que en registros escritos formales. El

ejemplo que ofrece esta lingüista es el de (46).

(46) El otro día David me decía que había hablado con Laura y le había

confesado que ya no soportaba a Lucía.

Este enunciado es similar a otros presentados en el apartado 2, donde

hemos visto que el imperfecto de los verbos dicendi es muy frecuente en la

literatura, sobre todo a partir del s. XVI. En (46), al igual que en (42) y (43), se

especifica el contexto en que tienen lugar los hechos: el encuentro y la

conversación mantenida por los dos hablantes en el pasado. El de (47) es un uso

habitual en la lengua oral.

(47) Ayer hablé con el nene por teléfono. Me decía lo que había comido,

pero yo no le entendía. (Conversación espontánea).

Tanto en este enunciado como en el anterior, los hablantes podrían haber

empleado el indefinido dijo en lugar del imperfecto decía, puesto que el contexto

favorece la presencia de la forma verbal perfectiva y el hablante infiere

pragmáticamente que el acto de decir ha llegado a su fin en el pasado. Una vez más

vemos que la presencia de la forma imperfectiva se justifica por el interés de los

hablantes de presentar el discurso en desarrollo; así el destinatario parece asistir a

la escena.

Como podemos apreciar, no es cierto que el imperfecto narrativo se emplee

únicamente en el discurso literario y en el periodístico, sino que puede encontrarse

asimismo en una conversación espontánea. A lo largo de este apartado, he ido

mostrando algunos contextos propiamente orales en los que el imperfecto puede

ser empleado, a pesar de tratarse de un contexto en el que los eventos se

interpretan como finalizados en el pasado: narraciones de sueños, recuerdos,

películas, documentales, libros o discursos previos. Para que esto suceda, es

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

231

necesario contextualizar el marco de percepción y situar de este modo al

interlocutor ante la escena que se dispone a contar el hablante.

Conviene señalar que los ejemplos propuestos como usos orales no son

ajenos al registro escrito. De hecho, si revisamos los casos de imperfecto narrativo

en la literatura de los siglos anteriores al s. XIX, podremos comprobar que no

difieren mucho, dado que también estos últimos requieren que se especifique el

contexto de percepción. Por tanto, es posible afirmar que los ejemplos de

imperfectos narrativos que se dan en la lengua espontánea en la actualidad son

similares a los que encontramos en la literatura anterior al s. XIX.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

232

4. CONCLUSIONES

En los dos apartados anteriores, se ha seguido la pista del imperfecto

narrativo para poder constatar dos afirmaciones que aparecen en la bibliografía: se

trata de un uso que se desarrolla a partir del s. XIX y se registra únicamente en la

lengua escrita. Gracias a los datos recogidos, podemos comprobar que ambas

afirmaciones no describen exactamente la situación del imperfecto narrativo, al

menos, en español. Es posible encontrar usos narrativos en las épocas anteriores al

s. XIX y es un hecho que en la lengua oral se emplea, pero siempre en contextos

muy concretos.

Así las cosas, podemos pensar que se dan, al menos en español, dos niveles

de imperfecto narrativo. Por un lado, un uso del imperfecto narrativo ajeno al

registro lingüístico y a la época, es decir, que puede darse tanto en la lengua oral

como en la lengua escrita y que parece estar disponible en todas las épocas -al

menos en lo que respecta a la literatura, dado que carecemos de datos orales que

permitan comprobar si ya se daba este uso con anterioridad a nuestros días-. Para

que se dé este uso, es necesario que se especifique el contexto de percepción, es

decir, el que percibe la escena descrita aparece explícitamente en el discurso o es

el propio hablante. De este modo, la interpretación del imperfecto resulta más fácil,

al no tener que inferir el proceso de percepción, ya que está accesible

contextualmente. Por tanto, no es necesario realizar un gran esfuerzo cognitivo en

la interpretación del enunciado, dado que los datos que permiten reconstruir el

marco de percepción y situar al destinatario están accesibles.

Frente a este uso, encontramos uno más fijo o convencionalizado que se

define por estar encabezado por un circunstancial temporal. Se trata del

imperfecto narrativo que encontramos en los textos literarios y periodísticos a

partir del s. XIX. Este requiere mayor esfuerzo interpretativo por parte del

destinatario, ya que el contexto de percepción no se especifica y ha de ser inferido

pragmáticamente. Esto, como cabe esperar, supone un mayor esfuerzo cognitivo a

la hora de interpretar el enunciado y de resolver el desajuste producido por el

empleo del imperfecto narrativo, de manera que el matiz estilístico es más

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

233

sobresaliente que el que se activa con el imperfecto narrativo de la lengua oral o de

los textos previos a dicho siglo. Cuando se afirma en la bibliografía que este valor

del imperfecto no se emplea en la lengua oral, debe entenderse que la afirmación

se limita a este uso convencionalizado del s. XIX y se obvian las similitudes que

guarda con los imperfectos en los contextos señalados con anterioridad. En este

caso, el imperfecto narrativo supone, claramente, una ruptura en la forma de

escribir.

Como vemos, el empleo de ambos niveles o tipos de imperfecto narrativo –

el que se da desde los orígenes en la literatura y que aparece hoy en día en la

lengua oral y el que se convencionaliza en el s. XIX y está restringido a la lengua

escrita- responde a una razón contextual. Mientras que uno requiere una

especificación del contexto de percepción para que se pueda emplear, el otro

obliga al destinatario a poner en funcionamiento una serie de mecanismos que le

permita interpretar de forma adecuada el efecto estilístico buscado por el autor, en

este caso. Si esto es así, parece que el imperfecto narrativo es una cuestión de

percepción, es decir, de forma de presentar los hechos ante los ojos del

destinatario gracias a un observador en el pasado. Como vemos, se trata de un uso

estrechamente relacionado con el punto de vista adoptado por el emisor.

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Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico

234

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

235

CAPÍTULO 5. LOS USOS DEL IMPERFECTO

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

236

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

237

1. INTRODUCCIÓN

A lo largo de los capítulos precedentes, he ido haciendo alusión a algunos

usos del imperfecto (continuo, progresivo, habitual, onírico, citativo, hipocorístico,

etc.) además del narrativo. Pues bien, llegados a este último capítulo, conviene

tratar de presentar una propuesta sobre los usos del imperfecto de forma

unificada, dado que todos y cada uno de ellos se derivan de la semántica temporal

de dicha forma. Sin embargo, para interpretar los usos del imperfecto no siempre

son necesarias las mismas herramientas, como quedará patente en este capítulo.

Para poder interpretar un enunciado, es necesario que el destinatario

realice unas operaciones cognitivas para determinar el tipo de contenido

expresado, atendiendo a la distinción propuesta por Sperber y Wilson (1994)

entre uso descriptivo y uso interpretativo. En palabras de estos lingüistas,

cualquier representación que tenga una forma proposicional, y en particular cualquier

enunciado, puede utilizarse de dos maneras distintas para representar cosas. Puede

representar un estado de cosas en virtud de que su forma proposicional refleja fielmente

ese estado de cosas: en ese caso, diremos que la representación es una descripción, o que

se utiliza descriptivamente. O puede representar a otra representación que también tenga

una forma proposicional (un pensamiento, por ejemplo) en virtud del parecido que existe

entre ambas formas proposicionales: en ese caso diremos que la primera representación es

una interpretación de la segunda, o que se utiliza interpretativamente (Sperber y Wilson,

1994: 279-280).

Sperber y Wilson dan un paso más allá en la interpretación de los

enunciados al considerar que “todo enunciado es una expresión interpretativa de

un pensamiento del hablante” (1994: 282), en el sentido de que cuando emitimos

un enunciado este recoge un pensamiento. Ahora bien, esta expresión

interpretativa puede emplearse descriptiva o interpretativamente. Obsérvese la

siguiente figura.

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

238

Figura 18. Interpretación de un enunciado. Sperber y Wilson (1994: 283).

Tal y como queda recogido, todo enunciado es una expresión de un

pensamiento que puede ser una interpretación, bien de un pensamiento atribuido

a otra persona o bien un pensamiento de algo que se desea, o una descripción de

un hecho real o deseable. Esta clasificación pragmática está en la base de la

variedad de usos del imperfecto y de los tiempos en general, por lo cual es

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

239

necesario distinguir entre aquellos usos que son descriptivos y aquellos que son

interpretativos. Para ello, es necesario prestar atención a la semántica temporal y,

en concreto, al modo en que el destinatario satura la variable P: si P es identificado

con un elemento temporal que cumple las dos condiciones –anterioridad e

inclusión en el evento-, el imperfecto es empleado descriptivamente; si, por el

contrario, no hay ningún elemento accesible que cumpla las condiciones y sea, por

tanto, válido para actuar como marco de referencia, el destinatario recupera un

sujeto de consciencia y el imperfecto recibe un uso interpretativo. Veamos en lo

que sigue estas dos situaciones.

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

240

2. USOS DEL IMPERFECTO

2.1. Usos descriptivos del imperfecto.

Como acabo de señalar, un enunciado en el que el destinatario pueda

recuperar un elemento temporal situado en el pasado e incluido en el evento con el

que saturar P recibirá un empleo descriptivo. Entre los usos descriptivos del

imperfecto encontramos el continuo (1), el progresivo (2) y el habitual (3)1.

(1) De pequeño, su amigo de la infancia vivía en Francia.

(2) A las 3 de la mañana mi vecina escuchaba música clásica.

(3) Cuando era militar, madrugaba mucho.

En estos tres enunciados, el elemento susceptible de actuar como marco de

referencia está explícito –recordemos que si no está presente en el contexto

lingüístico, el destinatario lo infiere gracias a la información contextual y a su

conocimiento del mundo, por lo que no es estrictamente necesaria su presencia en

el caso, sobre todo, de (1)-: de pequeño, a las tres de la mañana y de joven. Los tres

elementos temporales están situados en el pasado, por lo que ahora debemos

atender a la relación que se establece entre estos y los eventos para poder

comprobar si la segunda condición impuesta por la semántica temporal –esto es la

imperfectividad- se mantiene también.

Tanto en (1) como en (2) la relación que se establece entre el evento y el

marco es de inclusión de R en E, por lo que la imperfectividad de la forma verbal, y

por tanto la semántica, no se ve amenazada. Los circunstanciales de pequeño y a

1 Estos valores han sido explicados en el capítulo 1, por lo que aquí solo les dedicaré un breve repaso.

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

241

las tres de la mañana señalan un intervalo y un instante, respectivamente, en el

desarrollo del evento, sin atender a los límites del mismo: los

eventos vivir y escuchar han comenzado con anterioridad y se prolongan más allá

del punto focalizado por el circunstancial. De hecho, desconocemos si en el

momento actual continúan en desarrollo, ya que el imperfecto no ofrece

información al respecto.

Para entender cómo se mantiene la imperfectividad en (3), es necesario

recurrir a la idea de que el imperfecto habitual está formado por la iteración de

eventos o microeventos, cada uno de los cuales ha tenido lugar y, por tanto, ha

culminado. La serie de microeventos recibe el nombre de macroevento y es

marcada imperfectivamente. Es decir, en (3), la imperfectividad incide sobre el

conjunto de microeventos –el macrovento- y no sobre estos últimos

(Bertinetto 2004). De este modo, el marco militar está incluido en el macroevento,

por lo que no se informa acerca de su culminación, al igual que sucede en los dos

casos anteriores.

Para poder identificar un uso frente a los otros, debemos tener en cuenta el

contexto en que se inserta el imperfecto, puesto que este ofrece pistas para

interpretar un enunciado. En el caso del imperfecto progresivo, es necesaria la

presencia de un circunstancial puntual, frente al habitual y al continuo, que

requieren no una referencia puntual, sino un intervalo y un evento iterativo que se

prolonga. A este respecto Amenós (2010) señala que el continuo puede ser

entendido como un evento que se repite en un período determinado, como en (4).

(4) Durante la entrevista, tomaba notas en el ordenador.

En este ejemplo, como vemos, el sujeto realiza la acción de forma iterativa

en el transcurso de tiempo que dura la entrevista de trabajo. A fin de diferenciar

estos dos últimos valores del imperfecto –continuo y habitual-, resulta

indispensable atender al hecho de si la iteración caracteriza o no al sujeto. Es decir,

mientras que la iteración del imperfecto continuo “no se entiende como propiedad

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

242

caracterizadora” (Amenós, 2010: 229), con el imperfecto habitual la iteratividad

supone una propiedad caracterizadora, de manera que podemos afirmar que el

sujeto del enunciado de (3) era madrugador cuando era militar.

En algunas ocasiones discernir entre un uso del imperfecto y otro no es

sencillo, ya que comparten propiedades, como sucede entre el imperfecto continuo

de (4) y el habitual, siendo ambos empleos iterativos. Por tanto, no basta con

identificar los elementos lingüísticos que definen un valor u otro, sino que hay que

prestar atención al significado y al impacto que tiene, en el caso del continuo y del

habitual, sobre el sujeto.

Tahara (2004: 178) incluye entre los usos descriptivos del imperfecto el uso

hipotético, que ejemplifica en francés con (5).

(5) Si Luc était malade lundi prochain, ça serait ennuyeux.

Si Luc estaba malo el próximo lunes, sería muy molesto.

Esta autora considera que se trata de un caso de descripción de estado de

cosas deseable, atendiendo al esquema propuesto por Sperber y Wilson (figura

18), ya que no describe un estado de cosas real ni una representación de otra

representación. Amenós (2010: 261) señala que este empleo estándar del

imperfecto se da en francés, pero no en español. Explica a este respecto que la

diferente interpretación está sujeta a las propiedades del sistema verbal de cada

lengua; mientras que el español posee un imperfecto del subjuntivo de “gran

vitalidad” que alterna en ciertos contextos con el imperfecto de indicativo, el

francés tiene un imperfecto de subjuntivo que “carece de vitalidad”. Por ello, el

empleo del imperfecto de indicativo en un contexto como el de (5) activa efectos

interpretativos o de sentido, puesto que se trata de un contexto apto para el

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

243

imperfecto de subjuntivo de forma no marcada2. Veremos en el apartado siguiente

cómo se explica el imperfecto en prótasis condicional.

En los empleos básicos –continuo, progresivo y habitual-, las condiciones

impuestas por la semántica temporal del imperfecto se mantienen sin necesidad de

recurrir a un sujeto de consciencia, de forma que se trata de usos descriptivos de

dicha forma verbal. De hecho, estos se han denominado usos básicos o rectos del

imperfecto.

2 Véase Amenós (2015).

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

244

2.2. Usos interpretativos del imperfecto.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando una de las dos condiciones derivadas de la

semántica del imperfecto no se ve satisfecha? Veamos algunos ejemplos.

(6) Quería un café con leche, por favor.

(7) Yo era la princesa y tú venías a salvarme.

(8) Mañana se examinaba tu primo, ¿verdad?

(9) Cinco minutos más tarde, llegaba a la cita.

En los enunciados de (6) a (9), podemos apreciar que o bien la anterioridad

de un punto de referencia o bien la inclusión de este en el evento no se cumplen. En

(6)-(8), no solo no hay ningún elemento temporal situado en el pasado accesible,

sino que el imperfecto parece describir un hecho situado en el presente, como en

(6) y (7), o en el futuro, como sucede en (8). Dada la imposibilidad de identificar la

variable P como R, en ausencia de un marco situado en el pasado disponible, el

destinatario está obligado a inferir la presencia de un sujeto de consciencia que

asiste a los hechos en el pasado.

En (9), sí hay un elemento temporal situado en el pasado, por lo que la

anterioridad del marco de referencia se cumple; sin embargo, la relación que se

mantiene entre dicho elemento y el evento no es de inclusión de R en E, sino de

coincidencia, de forma que la imperfectividad del imperfecto se ve amenazada. En

este caso, al igual que en los anteriores, al no haber un marco disponible en el

contexto que satisfaga las dos condiciones de la semántica temporal, se infiere la

presencia de un sujeto de consciencia en el pasado y con respecto al cual la

situación es imperfectiva.

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

245

De este modo, los enunciados suponen casos de metarrepresentaciones o, lo

que es lo mismo, representaciones de otras representaciones, ya sea un discurso

previo o un pensamiento deseado, tal y como hemos visto en la figura 18. Antes de

intentar ordenar la variedad de usos que presenta el imperfecto, considero

conveniente revisar los valores interpretativos que se han incluido durante años

en las gramáticas (Gutiérrez Araus 1995, Fernández Ramírez 1986, RAE 2009,

Reyes 1990, Urrutia y Álvarez 1988, etc.)3.

Estos usos se han explicado a partir de la noción de marco temporal,

requerido por el imperfecto para anclar su referencia; tal es la postura de la RAE

en su NGLE (2009: 1748). En esta obra, se consideran usos modales del imperfecto

al imperfecto onírico, prelúdico, de cortesía, de cita o citativo y al prospectivo,

ejemplificados en (10)-(14).

(10) En mi sueño usted me soplaba lo que tenía que dictarle a los

alumnos. Y yo le daba un premio. (Cohen, Insomnio)4.

(11) Yo era la vendedora y tú venías a comprar.

(12) Yo… venía a pedirle un favor. (Buero, Valmy)5.

(13) ¿Tú jugabas a fútbol, no es cierto?6

(14) ¿A qué hora empezaba la película esta noche?7

Estos usos “son modales, en el sentido de que hacen referencia a situaciones

no factuales, y también en cuanto que aparecen introducidos por operadores de

irrealidad” (RAE, 2009: 1754). Se explican como desarrollo de la noción de marco,

3 Para otras lenguas, véase Bazzanella (1990), Fleischman (1995), Ippolito (2004) y Saussure (2010). 4 RAE (2009: 1748 y ss.) 5 Ídem. 6 Ídem. 7 Ídem.

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

246

de manera que se caracterizan por el tipo de marco o espacio propuesto. Más

adelante me detendré en estos usos y en ofrecer una explicación atendiendo a la

semántica temporal del imperfecto.

En otros casos, como el de Gutiérrez Araus (1995), se trata de usos

pragmáticos del imperfecto, que responden a matices discursivos. Tal y como

señala esta autora,

dado que el imperfecto en los casos que nos ocupan marca una presencia clara del hablante

en su discurso, más notoria en el discurso oral, podemos considerarlos valores

pragmáticos, según ha demostrado G. Reyes (1990-a, 25). La característica que une a todos

ellos es la relevancia de la actitud del hablante hacia lo que dice, sus reservas

epistemológicas y su aprobación o desaprobación al interlocutor (Gutiérrez Araus, 1995:

179).

La descripción de estos valores secundarios del imperfecto se hace habitualmente por los

diversos matices discursivos que aporta y de ahí que sea conocido el imperfecto de

cortesía, el de excusa, el desiderativo, el de sorpresa, el de conato, el lúdico, etc.

Para clasificarlos, Gutiérrez Araus (1996) atiende al contexto en el que se

inserta el imperfecto. Así, distingue tres situaciones: el imperfecto en un contexto

de presente, el imperfecto en un contexto de futuro y el imperfecto de un discurso

presupuesto. Alcina y Blecua (1974), por su parte, explican los valores del

imperfecto a causa de la atemporalidad de dicha forma verbal, dado que

por su carácter durativo y su valor de coetaneidad, el pretérito imperfecto puede pasar

desde describir el pasado a representar el presente y el futuro entrando en el campo de

acciones no realizadas. Su atemporalidad se amolda perfectamente tanto al presente como

al futuro en cuyos campos cabe situar usos muy característicos (Alcina y Blecua, 1974:

797).

Como vemos, son diversos los argumentos que se han ofrecido sobre la

variedad de usos que presenta un tiempo como el imperfecto. La primera pregunta

que surge a este respecto es la de cuántos usos interpretativos, modales o

dislocados presenta el imperfecto. La respuesta no es sencilla, ya que en una

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

247

gramática podemos encontrar usos que no se recogen en otra, del mismo modo

que hay empleos que se dan en una lengua y no en otra, como sucede con el

denominado imparfait forain en francés. Si bien es cierto que no podemos

determinar el número exacto de valores que presenta, sí podemos hacer referencia

a los más frecuentes, como el prelúdico, el onírico, el citativo, en prótasis

condicional, el de cortesía, el prospectivo o el narrativo. Todos ellos se

caracterizan, como ya he señalado, por no expresar a primera vista una referencia

temporal pasada o por poner en tela de juicio la aspectualidad imperfectiva de la

forma verbal.

Un uso del imperfecto muy frecuente en la lengua espontánea es el de

cortesía, como podemos comprobar en (15).

(15) Buenas tardes. Quería hablar con el encargado de la sección

de deportes.

Gracias a la presencia del imperfecto, se reduce el carácter impositivo que

se activa con el empleo del presente en actos de habla directivos como las

peticiones. Como hemos visto a propósito de los usos dislocados de Rojo (1974),

desde una teoría temporal, el imperfecto de cortesía se explica como un caso de

dislocación del vector o del rasgo temporal de anterioridad al expresar una

relación de simultaneidad con el momento del habla. Esta alteración del sistema

temporal conlleva un efecto de irrealidad y/o de alejamiento que permite suavizar

la imposición de la petición. Desde la perspectiva adoptada aquí, hay que atender a

las dos condiciones impuestas por la semántica temporal: anterioridad del marco

de referencia e inclusión de este en el evento. Como vemos, no hay ningún

elemento temporal pasado accesible en el contexto, puesto que el evento descrito

hace referencia al presente. A fin de respetar la instrucción establecida por el

imperfecto, el destinatario debe inferir la presencia de un sujeto de consciencia

que funcione como marco de referencia para el imperfecto. Este, como sabemos,

debe estar situado en el pasado, por lo que es lícito pensar que se trata del propio

hablante en un momento anterior al de la enunciación. De este modo, el enunciado

(15) supone la representación de la representación mental del hablante en el

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

248

momento en que ha decidido hablar con el encargado de la sección de deportes. Al

hacer referencia a un pensamiento previo, la fuerza impositiva de la petición se ve

reducida, por lo que se activa un efecto de cortesía.

El alejamiento o el distanciamiento entre el hablante que emplea el

imperfecto para realizar una petición y su interlocutor está justificada, por tanto,

por el mecanismo de metarrepresentación que permite mantener la semántica

temporal del imperfecto en caso de conflicto (Saussure 2003 y Saussure y Sthioul

2005). Muy ligado al imperfecto de cortesía está el imperfecto prelúdico.

Dicho uso, empleado por los niños en el reparto de roles para llevar a cabo

un juego, remite a un hecho presente o futuro, como se aprecia en (16).

(16) Yo era la vendedora de la joyería y tú venías a comprar unos

anillos porque te casabas.

Con el imperfecto, los hablantes –generalmente niños- distribuyen los

papeles del juego y explican la situación que se va a desarrollar de forma lúdica.

Por tanto, no parece haber ningún elemento en el pasado susceptible de actuar

como marco de referencia. Para poder explicar este empleo, más allá de una mera

descripción del mismo, debemos contar con una teoría del imperfecto del tipo de la

propuesta por Saussure (2003) y asumida en este trabajo. El interlocutor infiere la

presencia de un sujeto de consciencia situado en el pasado a quien se le atribuye el

pensamiento representado por el enunciado. Se trata de la idea que tiene el

hablante en un punto anterior al momento del habla que reproduce en el presente

para contextualizar a su interlocutor. Es decir, se trata del pensamiento de un

sujeto que corresponde al propio hablante en el pasado.

En palabras de Saussure (2003),

les usages traditionnellement dits hypocoristique, d’atténuation, de conséquence non

réalisée préludique, […] sont explicables par l’instanciation d’un point de vue distinct du

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

249

locuteur au moment de l’énonciation, tout comme l’imparfait dit narratif (Saussure, 2003 :

244).

los usos tradicionalmente denominados hipocorístico, de atenuación, de consecuencia no

realizada, prelúdico, […] son explicables por la instanciación de un punto de vista distinto

del locutor en el momento de la enunciación, como el imperfecto narrativo. (Traducción

propia).

Si atendemos al modelo interpretativo de un enunciado de Sperber y Wilson

(figura 18), podemos considerar que el imperfecto prelúdico es un pensamiento

deseable del propio hablante, que lo expresa a fin de simular el mundo ficticio que

supone el juego.

Próximo al imperfecto prelúdico, en tanto que se trata de un uso que remite

a un mundo ficticio, está el imperfecto onírico. Generalmente, cuando se narra un

sueño, se emplea el imperfecto, como se ilustra en (17).

(17) En el sueño, tú trabajabas en la empresa de tu padre y te

ascendían a subdirectora el segundo día.

Es factible pensar que en este caso sí hay un marco temporal pasado

accesible: el sueño. Sin embargo, tal y como se explica en la NGLE de la RAE (2009:

1748), este elemento no es un adjunto temporal, sino un locativo, de forma que su

finalidad es contextualizar el enunciado y no situarlo temporalmente. Si esto es así

no hay ningún elemento temporal en el pasado disponible de forma explícita,

aunque sí se puede recuperar el momento en que los eventos narrados tienen

lugar: mientras el hablante duerme. Suponiendo que podamos reconstruir

contextualmente un marco temporal pasado, solo se cumpliría la condición de

anterioridad (P-H), pero no la de inclusión del marco en el evento, ya que sería al

contrario, inclusión de los eventos en el marco, y el requisito de imperfectividad no

se vería satisfecho. De este modo, es necesario inferir un sujeto de consciencia que,

al igual que en el caso del imperfecto prelúdico, corresponde al propio hablante.

Este enunciado representa una representación mental previa –el sueño- y los

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

250

hechos son presentados como si estuvieran sucediendo ante los ojos tanto del

hablante como del oyente.

En el capítulo 4 hemos visto que, del mismo modo que los sueños se narran

en imperfecto, este tiempo verbal también es empleado para explicar el argumento

de un libro o de una película. Por tanto, son usos que no distan mucho, puesto que

presentan hechos observados bien en un sueño, bien en una película o leídos en un

libro, como si el hablante estuviera reproduciendo las imágenes mentales que

tiene. En dicho capítulo, he mostrado además que el imperfecto onírico se asemeja

al imperfecto narrativo.

El valor narrativo del imperfecto, como he mostrado anteriormente, surge a

consecuencia de un conflicto entre la demanda de perfectividad del contexto y la

imperfectividad del imperfecto que se resuelve, como en los casos anteriores,

recurriendo al mecanismo de metarrepresentación. El imperfecto narrativo

representa la representación mental o el pensamiento del propio hablante o de

otro sujeto. Este uso mantiene una fuerte vinculación con otro uso del que también

se ha afirmado que surge en el s. XIX y que está relegado a la literatura y a la lengua

escrita: el imperfecto en estilo indirecto libre.

El imperfecto en estilo indirecto libre es muy recurrente en la literatura,

sobre todo realista, en la que se mezcla el punto de vista del narrador con el del

personaje, hasta el punto de que el lector no sabe bien quién habla, quién observa,

quién piensa ni quién siente, como se aprecia en (18).

(18) Esta conciencia de la rebelión la desesperaba; quería aplacarla

y se irritaba. Sentía cardos en el alma. En tales horas no quería a nadie,

no compadecía a nadie. En aquel instante deseaba oír música; no podía

haber voz más oportuna. (Clarín, La Regenta).

En este pasaje de La Regenta, parece que quien habla es el propio narrador

y, sin embargo, se presentan los pensamientos más íntimos de uno de los

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

251

personajes de la novela. Se trata, por tanto, de un cambio de perspectiva, dado que

el narrador no cuenta lo que ve, sino que penetra en el interior del personaje y

adopta su punto de vista, sin necesidad de señalar explícitamente este cambio. Es

el empleo del imperfecto el que permite este juego de focalización.

El imperfecto en estilo indirecto libre requiere un estudio pormenorizado

similar al del imperfecto narrativo, puesto que son los mismos interrogantes los

que despierta: ¿se trata realmente de una innovación del s. XIX?, ¿por qué en esta

época y no en otra?, ¿es cierto que no se da en la lengua oral de forma espontánea?

Lo que parece innegable es su similitud con el imperfecto narrativo, en tanto que

ambos empleos parecen responder a técnicas narrativas para representar un juego

de perspectivización: en el caso del imperfecto narrativo se puede recuperar bien

el punto de vista del narrador o bien el de un personaje, mientras que en el estilo

indirecto libre la focalización pertenece siempre a uno de los personajes de la obra,

en cuyo interior penetramos a través del empleo del imperfecto y de la búsqueda

de un sujeto de consciencia pertinente. Convendría realizar un estudio específico

para el imperfecto en estilo indirecto libre que permitiera arrojar luz acerca de las

similitudes que guarda con el imperfecto narrativo; se trata, pues, de una futura

línea de investigación.

Como estamos viendo en este recorrido por los usos interpretativos del

imperfecto, no parece haber fronteras rígidas entre unos y otros, sino que están

estrechamente vinculados y es el contexto el que determina en última instancia

una interpretación u otra, como veremos con el prospectivo, el citativo y el

imperfecto en prótasis condicional.

El imperfecto prospectivo describe un hecho que ha sido planificado o

previsto en el pasado, de manera que parece tener referencia futura. Un ejemplo de

este uso es el de (19).

(19) El avión salía hoy a las 21h.

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

252

Este enunciado describe un evento que no ha tenido lugar en el pasado,

pero que ha sido programado en un momento del pasado. Para poder interpretar

de forma adecuada el imperfecto, cuya semántica temporal parece entrar en

conflicto con la referencia presente o futura, el destinatario recupera el punto en el

pasado en el que un sujeto de consciencia ha programado o ha informado del

horario del vuelo. De este modo, la semántica de la forma verbal se mantiene

gracias, una vez, a la recuperación de un sujeto; estamos ante un uso interpretativo

en el que se representa otra representación, la de la comunicación de la

programación.

La RAE (2009: 1751) señala que el imperfecto prospectivo no es sensible al

modo de acción, puesto que se da tanto con predicados télicos, como con

predicados atélicos. Sin embargo, Borràs (2000: 28)8 considera que esta lectura

parece más natural con unos predicados que con otros, tal y como ejemplifica con

(20) y (21).

(20) # Ando mañana.

(21) Corro mañana.

Antes de explicar la razón por la que (21) puede recibir una lectura

prospectiva, frente a (20), conviene hacer mención del hecho de que ambos

enunciados aparecen en presente. Tanto el presente como el imperfecto pueden

recibir una interpretación prospectiva, lo cual puede explicarse por el rasgo

aspectual imperfectivo que comparten estas dos formas verbales. Al no visualizar

los límites, el evento programado puede hacer referencia a un punto posterior al

momento en que se planificó o al momento del habla. La peculiaridad que presenta

el presente prospectivo con respecto al empleo del futuro es, tal y como señala la

RAE (2009: 1720), es la presencia de “un complemento que aporte la información

necesaria para poder situar la acción en un momento posterior de la línea

8 Borràs (2000) propone un análisis del valor prospectivo del imperfecto basándose en la presencia de un operador modal parafraseable con ‘iba a’.

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

253

temporal”. Con el imperfecto, este requerimiento parece mantenerse, dado que se

explicita el momento en que está planificado que el evento en cuestión tenga lugar.

Si volvemos a los ejemplos de (20) y de (21), se puede explicar la razón

para el contraste que presentan por el propio significado de los eventos andar y

correr; mientras que andar es una actividad intrínseca al ser humano, correr

implica cierta voluntad o predisposición por parte del sujeto. Es decir, resulta más

natural programar el evento correr que el evento andar, salvo que con este último

nos refiramos a ‘salir a andar por las mañanas para hacer deporte’. Lo que parece

innegable es que para que se active la interpretación prospectiva es necesario que

el evento en sí sea susceptible de ser programado. Dicho con otras palabras, si con

prospectivo nos referimos a un evento que tiene lugar en el futuro y podemos

hablar de él en el momento del habla, necesariamente el evento debe describir una

acción susceptible de ser programada o planificada. Esto explica que el valor

prospectivo del imperfecto quede bloqueado ante estados, como se aprecia en

(22).

(22) # Mañana era médico.

No olvidemos que los estados son eventos que se dan, por lo que no se

pueden programar, ni forzar (cf. capítulo 1). Para Amenós (2010), el imperfecto

prospectivo se puede activar también con predicados atélicos, pero en unas

condiciones específicas: “la prospectividad exige entonces disponer de dos

expresiones referenciales diferentes en el pasado; la primera establece un marco

situacional, y la segunda fuerza la progresión temporal a partir de ese marco”

(2010: 244), como ejemplifica con (23).

(23) (Conversación entre dos personas que se vieron ayer por la

mañana, y hoy se vuelven a encontrar)

+ ¿Qué te pasaba ayer? Estabas muy serio.

- Sí, es que por la tarde tenía una reunión…

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

254

Tal y como se aprecia en este enunciado, se dan las dos condiciones

señaladas por Amenós para que se active la lectura prospectiva con un predicado

atélico: en primer lugar, la pregunta de uno de los hablantes, localiza el marco

situacional, de manera que podemos reconstruir el momento al que hacen

referencia los eventos. En segundo lugar, el circunstancial por la tarde marca la

progresión temporal con respecto al marco establecido en la pregunta, ya que,

sabemos, la interpretación prospectiva hace referencia a un evento posterior en el

eje temporal.

Con un predicado atélico, como en (23), la interpretación prospectiva

resulta más forzada y supone mayor esfuerzo cognitivo por parte del destinatario.

Por ello, se requiere un contexto en el que se especifique la situación y la

progresión temporal, a fin de facilitar la interpretación del enunciado; no

olvidemos que de forma natural, si no aparece ningún dato que especifique el

contexto, la lectura que surge es la continua.

Estrechamente relacionado con este valor del imperfecto está el citativo,

“hasta el punto de que algunos autores no hacen distinción entre estos dos usos”

(RAE, 2009: 1751). El imperfecto citativo se obtiene al reproducir un discurso

previo, con cuyo contenido el hablante no se compromete. La información

comunicada puede corresponder a una fuente de conocimiento diferente del

hablante o a un rumor, en cuyo caso se denomina ecoico.

Leonetti y Escandell-Vidal (2003: 149) señalan entre las condiciones que

han de satisfacerse para que se active la interpretación citativa la presencia de un

imperfecto prospectivo. Esta condición es fácil de entender si tenemos que cuenta

que, en muchos casos, cuando reproducimos el discurso de una tercera persona,

este se refiere a eventos futuros planificados. Entre las otras condiciones señalan la

presencia de un adjunto temporal9 y un predicado télico.

9 Como acertadamente señala Amenós (2010: 245), “la referencia temporal puede no venir dada por un adjunto deíctico, sino directamente por la situación del enunciado”, que es lo sucede en el enunciado de (23).

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

255

Al combinarse un predicado télico con un adjunto temporal de referencia

futura, y el imperfecto, se produce un conflicto que debe ser resuelto mediante

alguna estrategia. Leonetti y Escandell-Vidal (2003: 142) señalan que se trata de

un caso de coacción aspectual; sin embargo, considero que más que una coacción,

se trata de una metarrepresentación, puesto que para resolver el conflicto no basta

con reajustar el contenido conceptual, sino que es necesario recuperar

inferencialmente la presencia de un sujeto de consciencia, al que se atribuye el

discurso reproducido.

Volviendo a la relación entre el valor citativo y el prospectivo, conviene

señalar que la presencia del imperfecto prospectivo no es una condición sine qua

non; de hecho, es posible obtener lecturas citativas sin imperfectos prospectivos,

como sucede cuando aparece un verbo de lengua subordinante, como señala

Amenós (2010: 318). Por tanto, dentro del valor citativo del imperfecto es posible

encontrar un tipo especial de prospectivo-citativo, pero en modo alguno todos los

imperfectos citativos son prospectivos, ni todos los prospectivos son citativos.

Veamos a continuación un ejemplo propuesto en Leonetti y Escandell-Vidal

(2003: 135), en el que ambas lecturas –la prospectiva y la citativa- confluyen. Lo

reproduzco aquí como (24).

(24) Ya telefoneé a Ernesto. Terminaba un capítulo, compraba unas

cervezas y venía para acá.

En este enunciado se activan las dos interpretaciones referidas

anteriormente. Por un lado, recibe un valor citativo, puesto que para entender el

empleo del imperfecto es necesario recuperar un sujeto de consciencia al que se

atribuye el contenido expresado. De esta manera, el enunciado es parafraseable

con “Ernesto me dijo que terminaba un capítulo, compraba unas cervezas y venía

para acá”. Se trata, por tanto, de un enunciado metarrepresentacional, en el que se

representa el pensamiento o el discurso previo del sujeto inferido que alude a

eventos futuros planificados en un momento del pasado. Por otro lado, la lectura

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

256

prospectiva está presente, dado que se trata de un plan preestablecido en un

momento del pasado. Es decir, Ernesto ha programado una serie de acciones que

llevará a cabo en un momento posterior y la comunica por teléfono a su

interlocutor.

Algo similar sucede con el imperfecto en prótasis condicional, ejemplificado

en (25), tomado de Amenós (2015: 247).

(25) + Al final, ¿Pedro se jubila?

- Pues sí, se jubila. Bueno, parece que si podía seguir en la

misma situación no se jubilaba. Pero al final no le han dado

permiso.

En este enunciado, el imperfecto remite a un hecho irreal, inducido por la

partícula condicional si. Ante la imposibilidad de recuperar un marco temporal

válido, el enunciado se interpreta metarrepresentacionalmente gracias a la

inferencia de un sujeto de consciencia. De este modo, la oración si podía seguir en

la misma situación no se jubilaba reproduce un discurso previo emitido por dicho

sujeto, similar a “me dijo que, si podía seguir en la misma situación, no se jubilaba”

o en estilo directo “me dijo: si puedo seguir en la misma situación, no me jubilo”. El

imperfecto en prótasis condicional, por tanto, puede ser un tipo especial de

imperfecto citativo, como señala Amenós (2010).

En todos los casos señalados, el imperfecto se emplea en lugar de otra

forma verbal: el presente, el condicional, el indefinido o el imperfecto de

subjuntivo. Sin embargo, el empleo del imperfecto en tales contextos activa una

interpretación metarrepresentacional que, lejos de contradecir su semántica

temporal, se deriva de ella y de la búsqueda de que las dos condiciones –

anterioridad e imperfectividad- se satisfagan. Se trata de unos valores especiales

del imperfecto derivados de la propia semántica de esta forma verbal.

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

257

2.3. Clasificaciones de los usos del imperfecto

Al hablar de usos interpretativos, cabe, como hemos visto, una variedad

heterogénea de usos, por lo que resulta interesante organizar de algún modo la

disparidad de empleos que presenta el imperfecto. Como sabemos, en las

gramáticas tradicionales los usos aparecen descritos y ejemplificados en amplios

catálogos, lo que provoca que para un estudiante extranjero resulten difíciles de

entender, y se limite a memorizarlos o a reconocerlos en actividades, como señala

Martí (2015), sin garantía de comprender cómo funciona realmente el imperfecto,

puesto que enseguida estará expuesto a ejemplos que tienen cabida bajo dos

etiquetas de los usos descritos10. Esta misma situación se da en la tradición

francesa, como sostiene Moeschler (1998).

La plupart du temps, les solutions adoptées sont des solutions par encodage conceptuel. On

peut par exemple penser aux descriptions des temps verbaux donnés dans les grammaires

traditionnelles, où le contenu du temps verbal (sa valeur de base) est censé gouverner

l’ensemble de ses emplois. Il n’y a malheureusement qu’à consulter les listes des différents

types d’emplois pour voir la distance qu’il peut y avoir entre le contenu général et les

emplois spécifiques (Moeschler, 1998 : 8-9).

La mayor parte del tiempo, las soluciones adoptadas son soluciones por codificación

conceptual. Podemos, por ejemplo, pensar en las descripciones de los tiempos verbales

dadas en las gramáticas tradicionales, donde el contenido del tiempo verbal (su valor de

base) dirige el conjunto de empleos. No hay, desafortunadamente, más que consultar las

listas de los diferentes tipos de empleos para ver la distancia que puede haber entre el

contenido general y los empleos específicos. (Traducción propia).

El principal problema que presentan las gramáticas es que proponen listas

de usos y de ejemplos sin explicar qué hipótesis subyace a tal clasificación, ni cómo

se derivan los usos ‘especiales’ del imperfecto de su semántica temporal. Tampoco

permiten predecir usos, dado que no se entiende qué mecanismos operan en la

10 Bru Peral (2011) propone una lista de preguntas que surgen a los estudiantes de E/LE a propósito de los usos del imperfecto.

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

258

interpretación de un imperfecto modal. Por tanto, parece conveniente presentar

una teoría del imperfecto que permita dar cuenta tanto de los usos descriptivos

como de los usos modales o interpretativos Como hemos visto, en este trabajo

adopto la hipótesis de Saussure (2003).

A fin de presentar una clasificación que dé cuenta de las condiciones que

han de cumplirse para que se active una interpretación de un enunciado u otra, se

han propuesto dos algoritmos para el imperfecto, desarrollados en el seno de las

investigaciones de la escuela de la Universidad de Ginebra: Saussure y Sthioul

(2005)11 y Tahara (2004). De este modo, se observan a simple vista los procesos

que intervienen en la interpretación de los enunciados y las pautas que sigue el

destinatario en la atribución de un valor u otro del imperfecto.

Figura 19. Algoritmo de Saussure y Sthioul (2005: 119).

Sémantique de base: R≠S & RcE

Si l’énoncé peut représenter de manière pertinente un état de fait considéré de manière

non-bornée à partir d’un point du passé, le traitement cesse et l’on obtient l’usage

descriptif de l’imparfait.

Si une contrainte contextuelle bloque cette possibilité. nous avons un usage interprétatif :

S’il s’agit d’une contrainte temporelle :

Si le destinataire doit inférer l’achèvement du procès ou le séquencement

temporel, pour des raisons de consistance : récupération d’un sujet

d’observation dans le passé (imparfait « narratif» ou «pittoresque»).

S’il est mutuellement manifeste que le procès est encore vrai à S :

11 Saussure (2003: 173) señala que un procesamiento no es simplemente un árbol con múltiples ramas, como se desprende de Moeschler (1994). Un procesamiento consiste aplicar una lógica en la elección de las rutas disponibles. Es decir, ante una situación, el destinatario debe elegir una opción entre dos, generalmente, dadas. Es lo que conocemos en lógica con el nombre de algoritmo.

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

259

Si le locuteur représente sa propre pensée au passé : effet

d’atténuation car la vérité de la situation à S n’est pas

qu’implicitée.

Si le locuteur représente la pensée du destinataire au passé : effet

« forain» pour les mêmes raisons.

Si le locuteur représente la pensée d’une instance fusionnelle

locuteur-être non donné de parole : effet « hypocoristique».

S’il est mutuellement manifeste que le procès n’est jamais vrai : effets de contre-factualité

(« conséquence non réalisée» et « préludique»).

Semántica de base : R≠S & RcE

Si el enunciado representa de manera pertinente un estado de cosas considerado de forma

no limitada a partir de un punto de vista pasado, el procesamiento cesa y se obtiene un uso

descriptivo del imperfecto.

Si una restricción contextual bloquea esta posibilidad, tenemos un uso interpretativo:

Si se trata de una restricción temporal:

Si el destinatario debe inferir la culminación del proceso o la secuencia

temporal, por razones de consistencia: recuperación de un sujeto de

observación en el pasado (imperfecto “narrativo” o “pintoresco”).

Si es mutuamente manifiesto que el proceso es verdad en el momento del

habla:

Si el hablante representa su propio pensamiento en el pasado:

efecto de atenuación porque la veracidad de la situación en S [H]

está implícita.

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

260

Si el hablante representa el pensamiento del destinatario en el

pasado: efecto de cortesía por las mismas razones.

Si el hablante representa el pensamiento de una instancia

fusionada no dado en el acto del habla: efecto “hipocorístico”.

Si es mutuamente manifiesto que el proceso no es jamás verdad: efectos de

contrafactualidad (“consecuencia no realizada” o “prelúdico”). (Traducción propia).

Saussure y Sthioul proponen una semántica procedimental del imperfecto,

que ha de mantenerse en todos sus usos. Cuando hay algún elemento que

contradice la semántica temporal, el destinatario debe recurrir a mecanismos

pragmáticos que permitan mantener el significado temporal. Esto es lo que sucede

en el caso de los usos interpretativos del imperfecto. En el algoritmo se especifican

las condiciones que llevan a la activación de una lectura u otra, como el sujeto al

que se atribuye el contenido representado.

Esta propuesta permite entender los procesos que tienen lugar en la

interpretación de un imperfecto de una forma lógica y ordenada, pero es necesario

notar que resulta incompleta, ya que faltan usos como el citativo, que podría

responder a la condición “si el hablante representa el pensamiento de un sujeto en

tercera persona en el pasado”, atendiendo a la explicación sobre este uso

desarrollada por Leonetti y Escandell-Vidal (2003).

Una segunda propuesta de algoritmo es la de Tahara (2004), quien se basa

también en la Teoría de la Relevancia. Esta queda recogida en la figura 20.

Figura 20. Algoritmo de Tahara (2004: 187).

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

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Como se desprende del algoritmo de Tahara, una vez que se han separado

los usos descriptivos del imperfecto de los usos interpretativos, en los que

interviene la figura del sujeto de consciencia, es necesario prestar atención a la

temporalidad expresada: si remite a un evento con referencia pasada o no. Esta

condición permite distinguir el imperfecto narrativo y el estilo indirecto libre del

imperfecto hipocorístico, prelúdico, de cortesía, etc. que poseen una referencia

temporal no pasada. Si esto es así, el imperfecto onírico ocuparía un lugar próximo

al imperfecto narrativo, dado que se trata asimismo de un empleo con referencia

pasada –cuando tuvo lugar el sueño-. En efecto, tal y como he señalado en el

capítulo 5, considero que el imperfecto narrativo y el imperfecto onírico están

vinculados de algún modo, ya que ambos narran hechos pasados como si

estuvieran sucediendo ante los ojos del hablante. La diferencia entre ambos usos

está en la forma de presentar la información: mientras que con el imperfecto

onírico se especifica en el contexto quién es el sujeto de consciencia –o, dicho de

otro modo, quién percibe la representación y cuándo-, con el imperfecto narrativo

toda la información relativa al sujeto de consciencia o de percepción está implícita

y es el destinatario el que debe inferirla pragmáticamente –a excepción del empleo

del imperfecto narrativo en la lengua oral, donde, al igual que con el onírico, se

ofrecen los datos que permiten construir la situación de percepción-.

Proponer una clasificación de los usos del imperfecto en forma de algoritmo

presenta la ventaja de dar cuenta de las condiciones que han de darse para obtener

una interpretación u otra. Por ello, he tratado de elaborar un algoritmo propio para

el imperfecto en español, de manera que quedaran recogidos tanto los usos

descriptivos como los usos interpretativos de dicha forma verbal. Para llevar a

cabo esta labor, es necesario partir de condiciones que permitan ir ramificando los

diferentes valores. Las dos primeras condiciones que propongo en mi algoritmo

son las que se derivan de la propia semántica temporal: anterioridad de un marco

e inclusión de este en el evento, ya que de esta forma queda patente la derivación

de los usos del imperfecto a partir de la propia semántica.

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

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Pues bien, la primera pregunta que me planteo en mi propuesta es si hay

disponible un elemento temporal situado en el pasado susceptible de actuar como

marco de referencia o, dicho con otras palabras, alguna expresión temporal con la

que saturar la variable P. Las respuestas no y sí llevan directamente a una

distinción entre usos interpretativos –aquellos que necesitan un sujeto de

consciencia- y un grupo heterogéneo, donde encontramos los usos descriptivos del

imperfecto, por un lado, y el onírico, el narrativo –recordemos que estos dos

últimos describen hechos en el pasado- y un uso concreto del prospectivo, del

citativo y en prótasis condicional, por otro. El primer problema que surge en este

paso inicial es la inserción de estos tres últimos valores en una parte u otra del

algoritmo, dado que, como hemos visto, pueden hacer referencia bien a un evento

futuro y, por tanto, aparecer un complemento temporal no situado en el pasado, o

bien hacer referencia a un evento futuro con respecto a un pasado, tal y como se

aprecia en (26) y en (27), respectivamente.

(26) El partido era mañana a las 20h.

(27) + ¿Por qué no viniste ayer a la cena?

- A las 17h era la final de baloncesto.

En el enunciado de (26), el evento programado –el partido- se localiza en un

punto posterior al momento del habla, gracias a la presencia del adverbio temporal

mañana. Por tanto, no parece posible acceder a un marco situado en el pasado y el

destinatario debe recuperar un sujeto de consciencia a quien atribuye el contenido

comunicado. En (27), en cambio, la final de baloncesto ha sido planificada para un

momento posterior a la programación de la misma, pero anterior al punto del

habla. En este caso, sí se puede recuperar un marco de referencia pasado: ayer a

las 17h. Parece, por tanto, que en este segundo caso el destinatario puede

recuperar un marco de referencia situado en el pasado, con lo cual el valor

prospectivo puede incluirse tanto a un lado como al otro del algoritmo.

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La siguiente pregunta que surge a propósito de los usos en los que es

posible acceder a un marco en el pasado es la segunda condición derivada de la

semántica del imperfecto: la inclusión del marco en el evento, lo cual expresa la

aspectualidad imperfectiva, como ya sabemos. Ante la pregunta de si el marco está

incluido en el evento, una vez más, las respuestas son sí y no. Estas nos conducen a

clasificar los valores que se incluyen en esta parte del algoritmo en usos

descriptivos –aquellos cuya respuesta es afirmativa- y en usos interpretativos, en

los que es necesario recuperar inferencialmente la presencia de un sujeto de

consciencia. Entre los primeros tenemos el continuo, el progresivo y el habitual y,

entre los segundos, el narrativo, el onírico y el prospectivo –junto a los dos valores

con los que se relaciona: citativo y en prótasis condicional-.

Para poder clasificar los usos descriptivos, la siguiente condición propuesta

es la del tipo de marco: si es puntual, en cuyo caso estaremos ante el imperfecto

progresivo, o si es intervalo. En este último caso encontramos el continuo y el

habitual. Para poder diferenciarlos, podemos atender al modo de acción, ya que el

imperfecto continuo surge de forma natural con predicados atélicos, mientras que

el valor habitual es el resultado de la creación de un macroevento para

salvaguardar la imperfectividad de la forma verbal. De este modo, los usos

descriptivos quedan recogidos en el algoritmo. En los siguientes enunciados

ejemplifico estos tres usos descriptivos del imperfecto: el progresivo, el continuo y

el habitual.

(28) A las tres, Juan corría por el parque con su perro.

(29) Su amigo de la infancia vivía en su mismo barrio.

(30) Cuando estudiaba en el instituto, se levantaba a las 8h.

Con respecto a aquellos valores del imperfecto en los que es factible

recuperar un marco en el pasado pero que no está incluido en el evento, la

condición que permite clasificarlos es la referencia temporal a la que aluden: si el

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evento descrito remite a una referencia futura o no. En el primer caso, tenemos el

prospectivo, mientras que en el segundo encontramos el narrativo y el onírico. La

siguiente pregunta que propongo en el algoritmo es si se da un contexto de

percepción explícito, lo que permite diferenciar entre el imperfecto narrativo

convencionalizado que surge en el s. XIX y que está restringido a la lengua escrita y

el imperfecto narrativo que se da en la lengua oral y que parece próximo al

imperfecto onírico, dado que se ofrece el marco de percepción. La diferencia última

entre estos es el tipo de contexto que se da: onírico o no. Para ejemplificar estos

usos, de los que he hablado en las páginas precedentes, obsérvense los enunciados

de (31), (32) y (33).

(31) Cinco minutos después, la bomba explotaba.

(32) He soñado que me tocaba la lotería y hacíamos un viaje por toda

Europa.

(33) Ayer vi a tu padre y me contaba que te habían llamado de un

trabajo nuevo.

En (31) tenemos un imperfecto narrativo propio del registro escrito y

convencionalizado desde el s. XIX, donde no se explicita el contexto de percepción.

De este modo, el destinatario debe reconstruir la situación, lo cual supone un

mayor esfuerzo de procesamiento: el destinatario no recibe ninguna indicación de

que se trata de un uso metarrepresentacional, sino que lo debe inferir él mismo. En

cambio, en (32) y (33), donde encontramos el imperfecto onírico y el imperfecto

narrativo que podemos encontrar en la lengua oral, el hablante ofrece el contexto

de percepción, por lo que el destinatario recupera fácilmente cuál es el sujeto de

consciencia y la situación descrita de forma metarrepresentacional.

En la figura 21 ilustro la parte del algoritmo recién descrita.

Figura 21. Algoritmo del imperfecto en español

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Conviene hacer una pequeña aclaración a propósito del valor prospectivo,

dado que, junto a este, pueden aparecer asimismo el imperfecto en prótasis

condicional y el citativo siempre que el evento descrito por el imperfecto remita a

un hecho anterior al momento del habla y cuya planificación sea, como es de

esperar, anterior. Estos tres usos –prospectivo, citativo y en prótasis condicional-

comparten unas condiciones que dificultan la clasificación de estos tres valores en

un algoritmo.

Frente a estos usos del imperfecto, en los que parece posible acceder en un

primer momento a un marco de referencia situado en el pasado, encontramos

diversos usos en los que el evento parece tener una referencia bien presente, bien

futura. Esto obliga a inferir la presencia de un sujeto de consciencia que actúe

como marco y con respecto al cual la situación sea imperfectiva. Dicho con otras

palabras, estos empleos del imperfecto reciben una interpretación

metarrepresentacional.

Estos valores resultan más heterogéneos que los descritos anteriormente,

por lo que es más difícil determinar las condiciones que permiten clasificarlos en el

algoritmo. Como he señalado, el imperfecto prospectivo, el citativo y en prótasis

condicional poseen unas condiciones comunes, por lo que no parece posible

determinar cuáles son las propiedades intrínsecas a cada uno que permitan

insertarlas en el algoritmo, sin caer en una mera descripción del uso. Es decir, la

finalidad del esquema es clasificar los diferentes usos del imperfecto atendiendo a

las condiciones que han de establecerse para que se active una interpretación u

otra; sin embargo, si damos un paso más allá y, para poder incluir los usos,

debemos recurrir a idiosincrasias de cada uso muy detalladas estaremos, una vez

más, describiendo los usos como se ha hecho tradicionalmente en las gramáticas.

De hecho, no hemos de olvidar que en la interpretación de un enunciado entran en

juego diversos elementos: lingüísticos, semánticos, pragmáticos y contextuales.

Para poder clasificar los usos interpretativos que surgen ante la ausencia de

un marco de referencia en el pasado accesible, podemos, en primer lugar, atender a

la persona que ejerce como sujeto de conciencia. Si dicho sujeto corresponde a la

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primera persona, encontramos los usos hipocorístico, de cortesía y prelúdico, dado

que todos ellos representan una representación mental del yo. Frente a estos, el

citativo, el prospectivo y el imperfecto en prótasis condicional reproducen las

palabras o la representación mental de otro hablante situado en el pasado. Por

tanto, parece que la entidad que corresponde al sujeto inferido es una condición

que permite establecer una nueva división.

Dentro del primer grupo, en el que tenemos el hipocorístico, el de cortesía y

el prelúdico, podemos atender al carácter evidencial o no del enunciado en

cuestión. De manera que de los tres, solo el hipocorístico parece ser evidencial, al

tratarse de una representación mental creada por el hablante en un momento del

pasado y cuya veracidad constata en el momento del habla, como ejemplifico con

(34).

(34) (Suena el timbre y al abrir la puerta…)

¡Pero si eras tú!

En la escena descrita, el hablante, al oír el timbre de la puerta, especula

acerca de quién estará al otro lado de la puerta y se crea una idea de quién puede

ser. Al abrir, comprueba si su deducción es correcta o no. Gracias a la presencia de

la conjunción pero, sabemos que la persona que llama no es la que se esperaba.

Por el contrario, las representaciones mentales expresadas por el prelúdico

y por el de cortesía no son usos sometidos a comprobación alguna. Para poder

distinguir entre ambos valores, basta con atender al contexto: volitivo o prelúdico,

como vemos en (35) y (36), respectivamente.

(35) Quería hablar contigo cuando termines de trabajar.

(36) Yo era el policía y tú robabas el banco…

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Ya he señalado que mayor dificultad presentan los usos que reproducen

discursos previos, puesto que en muchas ocasiones los tres valores confluyen en

un mismo enunciado. En este última parte del algoritmo, parece que intervienen

factores pragmáticos que no pueden representarse gráficamente, sino que

responden al propio contexto conversacional que se va creando.

En la figura 22 muestro la segunda parte del algoritmo que he elaborado y

que acabo de comentar.

Figura 22. Algoritmo del imperfecto en español II

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Proponer un algoritmo de los usos del imperfecto ofrece grandes ventajas,

puesto que presenta los pasos que se siguen en la interpretación de un imperfecto

y recoge las condiciones que han de cumplirse para la activación de los diferentes

usos. Como podemos ver en las propuestas de Saussure, de Tahara y la esbozada

en este trabajo, es el contexto el que fuerza una interpretación u otra a partir de

una semántica temporal común, que se caracteriza por ser única e invariable. De

hecho, para que esta se mantenga en todos los usos, el destinatario tiene a su

alcance unos recursos o unos mecanismos pragmáticos que le permiten reajustar

la información a favor del significado de la forma verbal, como he tenido ocasión

de mostrar en las páginas precedentes.

No obstante, hay que tener en cuenta que hay contextos en los que se dan

las condiciones para más de un uso, como sucede con el citativo y el prospectivo,

de manera que el algoritmo no permite distinguir, dada esta situación, cuál es la

lectura más natural. Por ello, parece que, además de presentar la semántica de la

forma verbal y las condiciones que han de cumplirse, es necesario ofrecer y

describir las herramientas o los mecanismos de los que se vale el destinatario a la

hora de asignar la lectura más relevante, en función del contexto. Solo de este

modo parece ser posible predecir usos.

Si bien es cierto que una clasificación en términos algorítmicos entraña

importantes ventajas, no podemos obviar el hecho de que las condiciones están

creadas ad hoc. Es decir, centrándome en mi propio algoritmo, ¿por qué presentar

esas condiciones y no otras?, ¿por qué en ese orden? Algunas preguntas podrían

alterar su orden, lo cual supondría una organización diferente, pero el mismo

resultado, dado que no hay razón para que un valor aparezca antes que otro. En

cuanto a la cuestión de por qué esas condiciones y no otras, parece que las dos

únicas necesarias para entender cómo funcionan los valores del imperfecto son las

que se derivan directamente de su semántica temporal: la anterioridad de un

marco y la inclusión de este en el evento, esto es, la imperfectividad. Las demás

condiciones responden a una necesidad de ir desgranando y definiendo cada valor,

para lo cual es necesario previamente analizar los diferentes usos como he

realizado en la primera parte de este capítulo.

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

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El algoritmo esbozado responde, por tanto, a una necesidad de clasificar los

diferentes valores que presenta el imperfecto, intentando no caer en una mera

descripción de estos como las que pueden encontrarse en cualquier gramática.

Para ello, se recurre a condiciones creadas con esta finalidad que no responden a

ninguna explicación, puesto que podrían haberse propuesto otras. De hecho, para

llegar a este algoritmo se han ensayado otros con condiciones diferentes y parece

que los únicos valores que más sólidos son para insertarse en una clasificación de

este tipo son los descriptivos, puesto que parecen responder a unas condiciones

estables –a pesar de que se puedan afinar aún más-. Sin embargo, los problemas

surgen a propósito de los usos interpretativos y la razón no es otra que la

intervención de mecanismos pragmáticos que no pueden recogerse en un

diagrama como el propuesto.

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Capítulo 5. Los usos del imperfecto

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2.4. Conclusiones

A lo largo de este último capítulo, he presentado tanto los usos descriptivos

como los usos interpretativos del imperfecto. Todos ellos se derivan directamente

de la semántica temporal de dicha forma verbal: unos al no producirse ningún

conflicto entre el contexto y el significado del imperfecto y otros al tener que

recurrir al mecanismo de la metarrepresentación para satisfacer las dos

condiciones impuestas por la semántica –anterioridad e imperfectividad-.

Una vez descritos, he mostrado dos propuestas de algoritmo en las que no

solo se recogen los valores, sino también las condiciones que han de cumplirse

para la activación de un valor u otro. El esquema de Tahara no es en sí un

algoritmo, puesto que en la última parte de los usos interpretativos se limita a

explicar el contexto, por lo que se trata de una mera explicación. La razón,

posiblemente, que le lleva a esto es la dificultad que supone extraer las condiciones

que han de satisfacerse para activación de un uso interpretativo u otro, puesto que

en ciertas ocasiones las diferencias son sutiles y están sujetas a factores

extralingüísticos. Este es el principal obstáculo con el que me he encontrado al

realizar el algoritmo del imperfecto en español, dado que los usos interpretativos,

en muchas ocasiones, son resbaladizos y no responden a unos parámetros fijos y

preestablecidos.

Para poder comprender cómo funciona el imperfecto y de dónde surge la

variedad de valores que presenta es necesario partir de un significado

procedimental, único, rígido e invariable de dicha forma verbal y derivar

pragmáticamente los usos, gracias a mecanismos como la metarrepresentación,

empleada asimismo para explicar otros fenómenos lingüísticos. Esta explicación

del imperfecto tiene la principal ventaja de ser simple y económica, puesto que

parte de una instrucción estable y propone las herramientas para reajustar

cualquier conflicto a fin de mantener la semántica del imperfecto.

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Capítulo 6. Conclusiones

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CAPÍTULO 6. CONCLUSIONES

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Capítulo 6. Conclusiones

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Capítulo 6. Conclusiones

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1. CONCLUSIONES

En este trabajo hemos tenido ocasión de realizar un recorrido en el que he

realizado una breve presentación de las nociones básicas necesarias –capítulo 1-,

he expuesto algunas de las explicaciones más relevantes en la bibliografía

hispánica sobre el imperfecto –capítulo 2-, me he detenido en el imperfecto

narrativo y en los puntos más controvertidos, como su valor aspectual y los

elementos que activan esta lectura –capítulo 3-, así como en el debate acerca de si

se trata de una innovación del s. XIX y si está restringido a la lengua escrita –

capítulo 4-. En el último capítulo, el 5, he presentado los diversos valores que se

pueden asignar al imperfecto, y he comentado dos propuestas de algoritmo para

explicarlos, así como un esbozo de una clasificación propia. Para la realización de

esta investigación he tenido que recoger un corpus de datos propios –como se

detalla en el anexo 1-.

Como se ha podido comprobar, he partido de las ideas más generales –qué

entendemos por tiempo o aspecto- para poder tratar finalmente cuestiones

específicas del imperfecto narrativo. Todas las nociones teóricas que he

presentado nos permiten entender de una forma clara de qué manera el

imperfecto –aunque se pueden extender a todos los tiempos verbales- contribuye a

la interpretación de un enunciado. Para ello, es necesario asumir ciertas cuestiones

que serán retomadas a continuación.

Uno de los pilares en los que se asienta este trabajo es la forma de abordar

la interacción entre la semántica y la pragmática, analizada en el capítulo 1, a

propósito de las propuestas sintácticas que se han presentado en la bibliografía de

los últimos años para codificar los diferentes usos de las formas verbales. Como

hemos tenido ocasión de comprobar, en este trabajo se opta por una semántica

instruccional o procedimental del imperfecto, que ha de mantenerse en todos sus

usos, y explicar los usos de dicha forma verbal pragmáticamente. De este modo, es

posible dar cuenta del modo en que se combina la información contextual y

lingüística –ya sea conceptual o procedimental- con la semántica temporal y los

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Capítulo 6. Conclusiones

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efectos que se derivan de los reajustes que se producen. Para ello, como sabemos,

el destinatario explota mecanismos pragmáticos como la acomodación, la coacción

o la metarrepresentación. Podemos dar cuenta de todos los usos del imperfecto

partiendo de un significado básico y sin necesidad de presentar una sintaxis

compleja, que obligaría a postular tantas representaciones sintácticas como usos

podamos registrar. Resulta, por tanto, más económico y enriquecedor proponer

que los diferentes valores que posee el imperfecto se derivan de la interacción de

su semántica con la información lingüística y contextual.

Si asumimos que los tiempos verbales codifican un único significado y que

este es invariable, evitamos modificar su semántica en función del valor que se

active en un enunciado dado y caer en el inconveniente de no poder predecir en

qué casos es posible obtener un efecto especial, como sucede con el indefinido en

la propuesta de los usos dislocados, dado que no se explica por qué dicha forma

verbal no es susceptible de dislocar el rasgo de anterioridad, como sucede con el

imperfecto. Por tanto, parece que partir de una semántica estable y única y derivar

los usos ‘problemáticos’ o ‘especiales’ de algún mecanismo pragmático tiene

importantes repercusiones para entender de qué manera interpretamos los

enunciados.

Según la hipótesis adoptada aquí, una forma verbal, en este caso el

imperfecto, no solo sitúa la eventualidad sobre el eje temporal e incide sobre la

parte visualizada de la misma, sino que, además, al combinarse la instrucción

codificada por la forma verbal con los datos lingüísticos y contextuales puede dar

lugar a efectos de perspectivización o de punto de vista como consecuencia de

reajustes para salvaguardar la semántica temporal. Es decir, cuando la instrucción

entra en conflicto en un enunciado con algún elemento, entra en juego un proceso

de reinterpretación, gracias a determinados mecanismos pragmáticos, que

produce un efecto interpretativo, como es la recuperación de un sujeto de

consciencia. El destinatario infiere la presencia de un sujeto, que puede ser el

propio hablante u otro sujeto situado en un punto del pasado, al que se atribuye la

representación mental expresada en el enunciado en cuestión. De este modo, el

enunciado es considerado una metarrepresentación. Gracias a los principios

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Capítulo 6. Conclusiones

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pragmáticos que intervienen en la interpretación de los enunciados, podemos dar

cuenta de los usos que se han considerado ‘problemáticos’ para una hipótesis

aspectual de los tiempos verbales. Sin embargo, lejos de ser obstáculos para

mantener la imperfectividad del imperfecto, pueden ser explicados de forma eficaz

atendiendo tanto a la temporalidad –pasado- como a la aspectualidad –

imperfectivo- del imperfecto.

Tanto los usos descriptivos como los usos interpretativos o

metarrepresentacionales pueden explicarse atendiendo a la semántica

procedimental del imperfecto e infiriendo, en aquellos casos en los que resulta

necesario para mantener la instrucción codificada, un sujeto de consciencia. Este

mecanismo de metarrepresentación no constituye un fenómeno propio del

imperfecto –ni de los tiempos verbales, por extensión, ya que el imperfecto no es la

única forma verbal que presenta usos interpretativos-, sino que es necesario para

explicar otros hechos lingüísticos, como hemos podido comprobar a propósito de

las cópulas ser y estar en combinación con los predicados de estadio y de individuo

(cf. capítulo 1).

El uso del imperfecto que da origen a este trabajo, el narrativo, se nutre de

todo lo anteriomente señalado, de manera que se explica como un efecto de

sentido que surge ante un conflicto producido por la imperfectividad de la forma

verbal y la demanda de perfectividad del contexto. Como acabo de apuntar, un

recurso para salvaguardar la semántica temporal es la inferencia de un sujeto de

consciencia –en este caso, hablar de sujeto de percepción parece más

transparente- y dotar al enunciado de perspectivización, gracias a la consideración

del enunciado como una metarrepresentación.

A lo largo de este trabajo, se han planteado unas preguntas, generadas,

fundamentalmente, en la bibliografía francesa, a las que he tratado de dar

respuesta. Dado que se trata del tema central de esta investigación, considero

relevante listarlas aquí.

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Capítulo 6. Conclusiones

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a) Si el imperfecto es un tiempo imperfectivo, que presenta la situación

en desarrollo, sin atender a los límites, ¿cómo es posible que en un

enunciado el imperfecto pueda reemplazarse por el indefinido, cuyo

aspecto es perfectivo? ¿Se trata de un imperfecto perfectivo (García

Fernández, 1998) o de un imperfecto imperfectivo como todos los demás

(Amenós, 2010)?

b) Se define el imperfecto narrativo como un imperfecto en un contexto

donde lo esperable es el indefinido, generalmente combinado con un

predicado télico, encabezado por un complemento temporal del tipo x

tiempo más tarde y que favorece la progresión temporal. Ahora bien, ¿se

trata de condiciones indispensables para la obtención del valor narrativo

del imperfecto?

c) Este empleo se considera una innovación del s. XIX, ligada a la

Literatura, que, posteriormente, ha cobrado fuerza en la prensa, sobre todo,

deportiva. Sin embargo, hay autores (Szertics, 1974, y Moreno de Alba,

2006) que ubican el empleo narrativo del imperfecto ya en la Edad Media.

Entonces, ¿se trata de una innovación del s. XIX o de un uso que ya se

empleaba con anterioridad?

d) El imperfecto narrativo está restringido a la lengua literaria y

periodística (García Fernández, 1998), pero parece que es posible encontrar

usos de este valor en la lengua oral (Martínez Atienza, 2014). Por tanto, ¿se

trata de un uso propio de la lengua escrita o se da también en la lengua

espontánea?

Pues bien, a partir de una hipótesis sobre los tiempos verbales y, en

concreto, a partir de la teoría del imperfecto propuesta por Saussure (2003), es

posible entender que el imperfecto narrativo mantiene su aspectualidad

imperfectiva, gracias a la inferencia, como he señalado anteriormente, de un sujeto

de percepción. La recuperación de dicho sujeto, situado en el pasado, permite

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Capítulo 6. Conclusiones

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saturar la variable P, presente en la semántica temporal, de forma que desempeña

la función de marco de referencia. Recordemos que el imperfecto impone dos

condiciones: anterioridad (P_H) e imperfectividad o, dicho con otras palabras,

inclusión del marco en el evento (PcE). Como vemos, el imperfecto narrativo es un

uso a priori ‘problemático’ del imperfecto que puede explicarse de forma adecuada

como un uso metarrepresentacional o de perspectivización, puesto que interviene

un sujeto de consciencia en la interpretación. Por tanto, no se trata de un empleo

aislado, sino de un valor similar a otros como el citativo o el onírico.

Como vemos, se trata de un cambio de focalización o de punto de vista del

hablante que se deriva de la forma verbal empleada. Esto no quiere decir que se

asocie a cada tiempo un punto de vista, sino más bien que a partir de la semántica

temporal se pueden explicar las diferentes perspectivizaciones que se derivan.

Para ello, es necesario contar con una teoría pragmática desarrollada, como es la

Teoría de la Relevancia, y una adecuada explicación de los tiempos verbales, como

la que propone Saussure (2003).

Este uso, como ya sabemos, es sensible al modo de acción, por lo que se

activa con predicados télicos y, en especial, con logros. La razón para ello debe

buscarse en la necesidad de que el marco esté incluido en el evento, dado que, al

tratarse de un predicado de escasa duración, es difícil sostener que el posible

marco susceptible de funcionar como marco de referencia pueda incluirse en el

evento y esto obliga a reinterpretar metarrepresentacionalmente el enunciado. De

hecho, en el capítulo 3, vimos que en un mismo contexto, con los estados y las

actividades y, en menor medida, con las realizaciones la lectura más sobresaliente

–siempre y cuando no se active una interpretación iterativa- es la progresiva. Esto

me ha llevado a pensar que el imperfecto narrativo tiene cierta relación con el

imperfecto progresivo, debido a que, gracias al sujeto de consciencia o de

percepción inferido, es posible entender el evento en desarrollo, a pesar de la

brevedad de su duración. Si esto es así, el imperfecto narrativo podría considerarse

un uso especial del progresivo, en el sentido de que se focaliza un instante en el

desarrollo del evento.

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Capítulo 6. Conclusiones

282

Tal vez la cuestión más relevante sea la restricción de este uso a la lengua

escrita –sobre todo al discurso literario y al periodístico- a partir del s. XIX. Las

razones que se pueden señalar responden a técnicas narrativas y al interés del

autor por presentar el contenido de una determinada manera, en concreto, desde

una determinada perspectiva: la de un sujeto de percepción, que puede

corresponder al narrador o a uno de los personajes, como sucede de forma más

sobresaliente con el empleo del imperfecto en estilo indirecto libre.

El valor narrativo del imperfecto que aparece en el s. XIX en los discursos ya

señalados parece responder a una estructura más o menos rígida: presencia de un

circunstancial puntual que hace avanzar el discurso y un predicado puntual. Es

decir, se trata de una estructura convencionalizada. A fin de mantener la semántica

temporal del imperfecto, es necesario reinterpretar el enunciado

metarrepresentacionalmente, recurriendo a un sujeto de consciencia. Este ha de

ser inferido puesto que no parece haber en el discurso ningún dato acerca del

contexto de percepción, por lo que requiere un mayor esfuerzo cognitivo, que, a su

vez, se ve recompensado por el efecto de sentido que produce: una

perspectivización marcada. Es posible considerar que este empleo se

convencionaliza o se generaliza en el s. XIX por cuestiones narrativas, ya que se

trata de una forma estilística de presentar la información, en la que el narrador no

ofrece toda la información, sino que presenta un contenido y es el destinatario el

que debe inferir el marco. Esto mismo sucede en la presa, sobre todo, deportiva,

donde el periodista busca recrear unos hechos pasados y presentarlos ante los ojos

del destinatario. El empleo del imperfecto en lugar del indefinido se explica por

cuestiones de punto de vista; no se trata de presentar la información sin más, sino

de presentarla tal y como fue visualizada bien por el hablante, bien por otro sujeto.

Frente a este uso convencionalizado del imperfecto narrativo que aparece

relegado a una determinada época y a un discurso concreto, sujeto a

reinterpretaciones inferenciales por parte del destinatario, encontramos un

empleo del imperfecto narrativo más flexible, presente en todas las épocas y, hoy

en día, en la lengua oral. Este uso está condicionado a la especificación contextual

del marco de percepción. Es decir, se ofrecen los datos acerca del contexto de

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Capítulo 6. Conclusiones

283

percepción, de manera que el destinatario dispone de toda la información

necesaria para recuperar el sujeto de consciencia al que se atribuye la

representación comunicada. De este modo, no se requiere gran esfuerzo cognitivo,

puesto que el proceso inferencial es menos costoso que el que tiene lugar en la

interpretación del imperfecto narrativo que se convencionaliza en una estructura

fija. Por tanto, podemos considerar que hay dos contextos que favorecen el empleo

del imperfecto narrativo: uno rígido, restringido, convencionalizado y

caracterizado por la presencia de un predicado puntual y de un circunstancial del

tipo de x tiempo más tarde; otro más flexible, que acepta no solo logros sino

también realizaciones y en el que la presencia del circunstancial no parece

necesaria. La diferencia entre ambos tipos solo puede ser explicada si asumimos

que en la reinterpretación de usos ‘especiales’ del imperfecto interviene la

presencia de un sujeto de consciencia; en función de la especificación de dicho

sujeto y del contexto de percepción, nos encontraremos ante un uso del imperfecto

narrativo u otro.

Evidentemente, en una conversación espontánea, es necesario ofrecer datos

contextuales que faciliten al oyente la interpretación de la información no

codificada, puesto que se requiere un menor esfuerzo y se dispone de menos

tiempo de procesamiento. En cambio, en la lengua escrita y, sobre todo, en el

ámbito literario a partir del s. XIX, se busca una ruptura, unos efectos estilísticos

más marcados, y el autor, a través del narrador, deja parte de la información

suspendida para que sea el propio lector el que recree el contexto.

Así las cosas, para poder dar cuenta del imperfecto narrativo y de estas dos

variantes, es necesario disponer de una teoría del imperfecto adecuada, así como

de herramientas pragmáticas que permitan entender las reinterpretaciones que

tienen lugar ante los usos ‘problemáticos’ del imperfecto. De este modo, no se trata

de una explicación creada ad hoc para el valor que aquí analizo, sino para explicar

de forma sistemática todos los usos interpretativos: el citativo, el prospectivo, el

hipocorístico, etc.

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Capítulo 6. Conclusiones

284

2. FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN

Son varias las cuestiones que he señalado a lo largo de las páginas

precedentes y en las que no he podido detenerme. Por ello, considero necesario

listar aquí dos aspectos que merecen un estudio detallado.

1) Si, como he señalado a propósito del imperfecto narrativo en la lengua

oral, un uso muy frecuente en los mismos contextos en los que podría

aparecer un imperfecto narrativo es el presente histórico, conviene

analizar qué relación se puede establecer entre ambos usos. Cuando

usamos un presente histórico, se produce una perspectivización, como

se observa en (1).

(1) En 1492 Colón descubre América.

Tanto con el imperfecto narrativo como con el presente histórico los

hechos se presentan como si estuvieran sucediendo en el momento.

Resultaría interesante, por tanto, analizar el juego de focalización que

se produce en ambos usos.

2) En el capítulo 5, he apuntado que el imperfecto en estilo indirecto libre

guarda una estrecha relación con el imperfecto narrativo, dado que de

ambos se afirma que surgen en el s. XIX en el ámbito literario y que

están restringidos a la lengua escrita. El imperfecto en estilo indirecto

libre parece, al igual que el imperfecto narrativo, una cuestión de

perspectiva, puesto que a través de este empleo penetramos en el

interior de los personajes de una novela y sabemos lo que sienten y lo

que piensan. Resultaría interesante, por tanto, comprobar si el

mecanismo de reinterpretación es el mismo que en el imperfecto

narrativo, lo cual explicaría la presencia del imperfecto en el estilo

indirecto libre.

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Capítulo 6. Conclusiones

285

3) A propósito del imperfecto prospectivo, abordado en el capítulo 5, sería

interesante estudiar por qué en un enunciado los hablantes tienden a

rechazar una lectura narrativa y, en cambio, consideran que la lectura

prospectiva es más natural. Para se entienda el contraste, obsérvense

los enunciados (2) y (3).

(2) Sandra llegaba a Madrid ayer.

(3) Sandra llegó a Madrid ayer.

Como podemos apreciar, el imperfecto puede ser reemplazado por el

indefinido en semejante contexto, por lo que una lectura posible para el imperfecto

en (2) es la narrativa. Sin embargo, esta no es la única, ya que junto a ella podemos

señalar una interpretación prospectiva o citativa en la que el hablante no se

responsabiliza de la veracidad de la llegada de Sandra –solo ofrece un contenido

que conoce por alguna otra fuente, ya sea la propia Sandra o simplemente un

rumor que ha llegado hasta él-. En (3), en cambio, el hablante se compromete con

la información expresada, dado que tiene evidencias de que Sandra ha llegado a

Madrid.

Pues bien, ante estas dos interpretaciones posibles, parece más natural la

prospectiva-citativa que la narrativa y, sin embargo, el proceso de reinterpretación

parece ser el mismo en un valor que en otro. Por ello, sería interesante estudiar

este contraste y por qué la lectura narrativa se considera marcada, frente a la

prospectiva-citativa, que parece más sobresaliente.

El desarrollo de estas ideas enriquecería, sin duda, este trabajo, puesto que

arrojaría luz acerca del imperfecto narrativo. Soy consciente de que son muchos

los aspectos que merecen comentarios en profundidad y muchas las ideas que

deben ser perfiladas. A partir de este momento, este trabajo se irá ampliando con

futuras investigaciones.

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Capítulo 6. Conclusiones

286

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Bibliografía

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Anexo 1. El corpus

305

ANEXO 1. EL CORPUS

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Anexo 1. El corpus

306

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Anexo 1. El corpus

307

Este trabajo se centra en el imperfecto narrativo en español, en su

desarrollo y en sus implicaciones teóricas, como se desprende del propio título.

Para poder llevar a cabo un estudio de este valor, es necesario contar con datos

que permitan ahondar en cuestiones como la interpretación que recibe el

imperfecto narrativo, los elementos que favorecen esta lectura o su presencia en la

Literatura y en la lengua oral. Para los ejemplos del español disponemos de varias

bases de acceso libre en red: el CREA (Corpus de Referencia del Español Actual de

la Real Academia Española1), el CORDE (Corpus Diacrónico del Español2), la base

de datos de Mark Davies3, en la que se recogen datos tanto diacrónicos como

sincrónicos, el AGLE4 (Archivo Gramatical de la Lengua Española) y el CODEA

(Corpus de Documentos Españoles Anteriores a 17005).

Ahora bien, de las bases señaladas la única que puede ofrecernos datos sin

condicionar la búsqueda es el AGLE, puesto que podemos acceder a la ficha del

valor del imperfecto que nos interesa de forma directa y analizar los ejemplos que

en ella aparecen. Las otras bases, en cambio, requieren necesariamente la

introducción de un campo de búsqueda para acceder a los datos. Para el objeto de

estudio de esta investigación, la búsqueda adecuada sería mediante los morfemas

verbales del imperfecto, para obtener todos los casos de dicha forma verbal en una

época determinada y proceder, posteriormente, al estudio de los mismos para

recoger aquellos que sean narrativos. Sin embargo, esta búsqueda es muy general y

vaga, por lo que registra un número extremadamente elevado de casos, y el

programa no puede generar los datos.

1REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. http://www.rae.es 2REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español. http://www.rae.es 3Corpus del Español: 100 million words, 1200s-1900s. [en línea] http://www.corpusdelespanol.org 4 http://cvc.cervantes.es/lengua/agle/ 5 http://demos.bitext.com/codea/

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Anexo 1. El corpus

308

Esto no significa que no podamos encontrar casos de imperfecto narrativo

en el CREA o en el CORDE, dado que he recurrido en algunas ocasiones a estas

bases para obtener ejemplos concretos, sino que para ello es necesario restringir la

búsqueda, bien seleccionando determinados predicados, bien incluyendo una

sintaxis de búsqueda más compleja –con algún complemento, por ejemplo-. El

problema de esta forma de proceder radica en que no se registrarán casos de

imperfecto narrativo que se distancien de lo que se espera encontrar y, por tanto,

el estudio estaría condicionado a lo que se conoce de antemano sobre este empleo.

Por todo ello, he considerado conveniente elaborar un corpus propio para el

estudio del imperfecto narrativo en español, formado por obras literarias, desde la

Edad Media hasta la actualidad, y por textos periodísticos. Si no todas, la mayor

parte de las obras está en formato electrónico a fin de facilitar las búsquedas.

En el momento de seleccionar las obras, he tratado de disponer de un

conjunto de obras de diversos autores, para evitar que la presencia o ausencia del

valor narrativo del imperfecto se deba a cuestiones de estilo del autor, por lo que

ha primado la variedad más que la popularidad de las mismas. Asimismo, he

recopilado ejemplos procedentes de textos periodísticos, dado que el valor

narrativo del imperfecto es empleado con mucha frecuencia en la prensa,

fundamentalmente, deportiva.

En lo que respecta a la veracidad de los textos, sobre todo en las obras

antiguas, se debe contar con la posible intervención de los editores así como con el

problema de la interpretación. Tal y como señala Almeida (2013),

cuando analizando un testimonio manuscrito se hallan fenómenos sintácticos llamativos o

poco frecuentes, surge, especialmente para el editor, la pregunta de si se trata de

soluciones lingüísticas genuinas, existentes en la lengua de una época, o bien son errores,

como los hay en todo texto, sin relevancia lingüística alguna. En palabras de Pedro Sánchez-

Prieto, la tarea de edición "nos pone muchas veces en el límite de lo que sabemos sobre la

lengua antigua, pues no pocas veces nos vemos obligados a discernir si una lección es

errónea o es una alternativa verbal" (Sánchez-Prieto 2006: 135). (Almeida, 2013: 3).

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Anexo 1. El corpus

309

Como vemos, el editor, cuando se enfrenta a un texto poco reciente, debe

tomar ciertas decisiones que pueden interferir en la veracidad de los datos. En este

trabajo, no voy a cuestionar la validez de los mismos, dado que eso supondría

realizar una investigación paralela en el ámbito de la Historia de la Lengua y de la

Lingüística de Corpus. Además de la posible intervención del editor, carezco de

herramientas que permitan entender con exactitud cuál es la intencionalidad del

autor al emplear una forma verbal u otra en textos antiguos, lo que complica aún

más el análisis del valor del imperfecto. A pesar de ello, he tratado de ser objetiva

en las interpretaciones y de evitar aceptar sin más las afirmaciones acerca del

imperfecto narrativo habituales en la bibliografía, puesto que no conviene suponer

que el comportamiento sea semejante en todas las lenguas.

El corpus recopilado supone un corpus textual y diacrónico, atendiendo a la

clasificación propuesta por Torruella y Llisterri (1999). Dado que se ha creado ad

hoc para esta investigación concreta no se han recogido todos los imperfectos, sino

solo aquellos en los que el imperfecto es susceptible de ser reemplazado por un

indefinido, aquellos que presentan un circunstancial temporal y aquellos que

contribuyen a la progresión temporal. De este modo quedan recogidos tanto los

imperfectos narrativos que presentan un circunstancial –independientemente de

su interpretación- como aquellos en los que dicho elemento no aparece explícito;

así será posible arrojar luz acerca del papel del circunstancial y del modo de acción

en la obtención del valor narrativo del imperfecto.

No se trata de un corpus exhaustivo, puesto que la finalidad de este trabajo

no es analizar el imperfecto narrativo en las obras, sino entender de forma

adecuada cuál es su interpretación, su semántica y las razones que mueven a los

emisores a emplearlo. Por tanto, no se ha buscado registrar todos y cada uno de los

casos; más bien se ha tratado de disponer de una variedad de ejemplos extraídos

de los textos que permitan presentan el panorama de este empleo en la lengua

española. Conviene señalar asimismo que no se trata de un estudio cuantitativo,

sino más bien cualitativo. No me interesa mostrar aquí la frecuencia de empleo del

imperfecto narrativo, sino su posible presencia en las diferentes épocas, así como

los elementos que favorecen la lectura narrativa. No debemos olvidar que esta

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Anexo 1. El corpus

310

investigación no se inscribe en el campo de la Lingüística de Corpus y que la

finalidad de crear una base de datos no era otra que apoyar o contradecir la

hipótesis adoptada.

A partir de los datos recabados, se ha analizado la interpretación que se

activa en aquellos casos en los que –a pesar de la presencia del circunstancial, de la

progresión temporal y de la posible sustitución por un indefinido- no es necesario

recurrir a una lectura narrativa del imperfecto. En un principio, se habían revisado

únicamente obras propiamente narrativas, por considerar que este género es más

propenso a albergar el empleo del imperfecto narrativo. Sin embargo, a la luz de

las afirmaciones de Szertics (1974) y de Moreno de Alba (2006), como se muestra

en el capítulo 5, se han incluido la épica –no olvidemos que esta constituye un

género narrativo- y los romances, surgidos a consecuencia de la fragmentación de

los poemas épicos. Una vez analizada la épica, se han analizado algunas obras del

Mester de Clerecía para poder apreciar similitudes entre ambos tipos de

composiciones a propósito del posible uso del imperfecto narrativo.

Si bien es cierto que en estos últimos textos la métrica y la rima son factores

que pueden incidir en la presencia o ausencia del imperfecto, creo, no obstante,

que el empleo de un imperfecto en lugar de un indefinido es una opción de la que

dispone el autor para expresar hechos pasados con cierto matiz estilístico,

determinado por la propia semántica del imperfecto. Es decir, la rima y la métrica

pueden favorecer la presencia de un imperfecto en lugar de un indefinido, pero en

ningún caso condicionarla si la semántica del imperfecto no facilita dicho empleo.

Al avanzar en la investigación, ha sido necesario recurrir a datos orales para

poder determinar si el empleo que aquí se analiza puede emplearse o no, dado que

en la bibliografía se afirma que no, pero los hechos parecen mostrar lo contrario. A

raíz de un ejemplo oído en una conversación espontánea, hubo que ampliar el

campo de análisis e incluir la lengua oral.

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Anexo 1. El corpus

311

Los datos recogidos en el corpus han permitido ahondar en la cuestión del

imperfecto narrativo y determinar no solo su interpretación, los elementos que lo

determinan, sino también su desarrollo histórico y su relación con los registros

escrito y oral.

A continuación, señalo el catálogo de obras consultadas.

Edad Media:

Alfonso X ‘El Sabio’: General estoria, primera parte, disponible en http://dspace.uah.es/dspace/bitstream/handle/10017/7286/General%20Estoria%20I.pdf?sequence=1

Anónimo: Calila e Dimna, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/otras/calila/calila-i.htm

Anónimo: Lazarillo de Tormes, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-vida-de-lazarillo-de-tormes-y-de-sus-fortunas-y-adversidades--0/html/fedb2f54-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html#I_0_

Anónimo: Poema de Mio Cid, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/portales/cantar_de_mio_cid/6

Anónimo: Romancero viejo, disponible en http://www.fprorae.es/sites/default/files/Romancero.pdf

Berceo, G.: Libro de Buen Amor, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-libro-de-buen-amor--0/html/

Berceo, G.: Vida de San Millán, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/vida-de-san-millan-de-la-cogolla--0/html/0025e250-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html

Berceo, G.: Vida de Santa Oria, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/vida-de-santa-oria-virgen--0/html/

Don Juan Manuel: El conde Lucanor, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-conde-lucanor--0/html/

6 Riaño Rodríguez, Timoteo/Gutiérrez Aja, M.ª del Carmen (1998) (eds.), Cantar de Mío Cid, Burgos, Diputación Provincial de Burgos 3 vols. I. Transcripción paleográfica – II. Fecha del Cantar; Autor del Cantar; El códice y la fecha del manuscrito – III. Versión modernizada. Versión normalizada por el Grupo de Investigación de Textos para la Historia del Español (GITHE http://www.textoshispanicos.es) en las grafías i-j, u-v y otros detalles (como la forma de las letras, esp. d y s), y con acentuación y puntuación, y reparto de mayúsculas y minúsculas.

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Anexo 1. El corpus

312

Flores, J.: Grisel y Mirabella, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/novela/esp/flores/grisel_y_mirabella.htm

Siglos de Oro:

Cervantes, M.: La Galatea, disponible en http://biblioteca.org.ar/libros/656352.pdf

Cervantes, M.: La gitanilla, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cervan/la_gitanilla.htm

Montemayor, J.: Los siete libros de la Diana, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/novela/esp/montemayor/prefacio.htm

Quevedo, F.: El Buscón, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/novela/buscon.htm

Sampedro, D.: Cárcel de amor, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/novela/carcel.htm

Zayas y Sotomayor, Mª.: Cuentos, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/zayas/maria_de_zayas.htm

S. XVIII:

Cadalso, J.: Cartas marruecas, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/cartas-marruecas--0/html/

Isla, F.: Fray Gerundio de Campazas, disponible en http://www.biblioteca.org.ar/libros/70073.pdf

Jovellanos, G. M.: Cartas a lord Holland sobre la forma de reunión de las Cortes de Cádiz, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/cartas-a-lord-holland-sobre-la-forma-de-reunion-de-las-cortes-de-cadiz--0/html/

A partir siglo XIX:

Ayala, F. J.: Cuentos, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/ayala/francisco_ayala.htm

Baroja, P.: Cuentos, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/baroja/pb.htm

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Anexo 1. El corpus

313

Bécquer, G.A. : Leyendas, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/becquer/gab.htm

Clarín: Cuentos, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/alas/leopoldo_alas_clarin.htm

Gómez Redondo, F. (ed.) (1999): Cuentos contemporáneos, Madrid: Edelvives.

Martín Santos, L.: Tiempo de silencio, disponible en http://www.aldevara.es/download/TiempoDeSilencio_LuisMartinSantos.pdf

Palacio Valdés, A.: Cuentos, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/palacio/armando_palacio_valdes.htm

Pérez Galdós, B.: Cuentos, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/galdos/bpg.htm

Unamuno, M.: San Manuel Bueno, mártir, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/novela/sanmanu.htm

Valera, J.: Cuentos, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/valera/jv.htm

Otras páginas de referencia

AGLE http://cvc.cervantes.es/lengua/agle/

CODEA http://corpuscodea.es/corpus/consultas.php

CORDE http://corpus.rae.es/cordenet.html

CREA, http://corpus.rae.es/creanet.html

Hemeroteca ABC http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1984.html

Periódicos actuales en línea

20 minutos: http://www.20minutos.es/

El mundo: http://www.elmundo.es/

El país: http://elpais.com/

Marca: http://www.marca.com/

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Anexo 1. El corpus

314

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Anexo 2. El adverbio ya

315

ANEXO 2. EL ADVERBIO YA

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Anexo 2. El adverbio ya

316

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Anexo 2. El adverbio ya

317

El adverbio ya ha dado lugar a la formulación de un argumento a favor de la

imperfectividad del imperfecto narrativo, dada su incompatibilidad con el

indefinido en un contexto prototípico del valor narrativo, como muestro en (1) con

un ejemplo tomado en la bibliografía francesa .

(1)Le train quitta Genève. Quelques heures plus tard, il entrait déjà en

Gare de Lyon.

El tren salió de Ginebra. Algunas horas más tarde, entraba ya en la

estación de Lyon.

Este adverbio se define como un adverbio de fase, en tanto que marca una

transición desde un estado de cosas previo a un estado posterior, es decir,

“presupone la negación de la continuidad de una determinada etapa de un proceso

que concluye cuando esa continuidad cesa y comienza otra etapa; además, ese

cambio es esperado por el hablante, dado el sentido del proceso” (Girón Alconchel,

1991: 9-10). En un enunciado como (2), ya indica la transición de no-p a p o, dicho

con otras palabras, incide sobre la presencia del sujeto en el momento del habla,

frente a su ausencia en un momento anterior: antes no estaba y ahora está.

(2) Ya está aquí.

En esta misma línea se sitúa De Swart (2013: 241) al afirmar que “already

(p, t0) and its counterparts presuppose a change from a negative phase (-p) to a

positive phase (p), and thus assert that the evaluation point t0 is included in the

positive phase” (“ya y sus contrapartidas presuponen un cambio de una fase

negativa a una fase positiva y aseveran que el punto de evaluación t0 está incluido

en la fase positiva” traducción propia). Esta idea queda recogida en la siguiente

figura.

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Anexo 2. El adverbio ya

318

Figura a: Representación del adverbio ya. (De Swart (2013: 241)).

Ya parece combinarse con los diversos modos de acción, como se aprecia en

(3)-(6).

(3) Ya es español.

(4) Ya corro.

(5) Ya pinto el cuadro.

(6) Ya nace.

Si bien es cierto que con todos ellos el adverbio ya presupone la negación

del evento en una fase previa, con las actividades, las realizaciones y los logros, se

obtiene, a su vez, una interpretación de inmediatez o de disposición a llevar a cabo

el evento. Así las cosas, se puede afirmar que en (3)-(6) se presupone que en un

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Anexo 2. El adverbio ya

319

período previo el sujeto no tenía la nacionalidad española, no tenía capacidad para

correr o por algún motivo no realizaba tal actividad, no pintaba el cuadro y no

había nacido, respectivamente. A su vez, en (4)-(6) se obtiene una lectura de

disponerse a correr, a pintar el cuadro y a nacer, sin que hayan comenzado tales

eventos; es decir, parece que se obtiene cierto valor ingresivo. En el caso del logro,

probablemente el efecto que surja no sea tanto de disponerse a, como de ir a o

comenzar a.

Es interesante señalar que ya no se combina con estados “a los que no se

puede llegar desde una fase anterior” (RAE, 2009: 2336), lo cual explica el

contraste entre (7) y (8).

(7) Ya es viejo.

(8)# Ya es joven.

Mientras que en (7) podemos afirmar que en una fase previa el sujeto no

era viejo, sino joven, en (8) no es posible considerar un periodo previo en que no

sea joven, salvo que pensemos en joven en oposición a infante o niño, en cuyo caso

será sinónimo de jovenzuelo o de jovencito.

Como hemos visto, ya se combina con todos los modos de acción, por lo que

debemos ahora analizar su interacción con el aspecto gramatical. Para Havu

(2004), este adverbio pertenece al grupo de los adverbios presuposicionales y,

como señala, se producen diferencias en función del tipo de forma verbal con la

que se combine (2004: 10): mientras que con los tiempos internos –imperfectivos-

se refiere a las diferentes fases que se dan de la situación o los estados anterior y

posterior, con los tiempos externos –perfectivos- ofrece una interpretación

heterogénea o global.

Veamos los ejemplos de (9)-(12).

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Anexo 2. El adverbio ya

320

(9) Ya ha salido.

(10) Ya va a salir.

(11) Ya salió.

(12) Ya salía.

A partir de estos enunciados, podemos afirmar que ya aparece junto a un

evento perfecto (9), prospectivo (10), perfectivo (11) e imperfectivo (12); sin

embargo, el comportamiento de dicho adverbio, como cabe esperar, difiere al

combinarse con uno u otro tipo de aspecto gramatical.

Con un tiempo perfecto como el de (9), el adverbio focaliza el resultado o la

experiencia que se obtiene del evento en cuestión; en este caso concreto, ya incide

sobre la ausencia del sujeto en el momento del habla. En la siguiente figura aparece

representado el punto focalizado por el adverbio1.

Figura b. Ya con aspecto perfecto2.

+++++.++[++++]++++++ Ya ha salido.

El adverbio ya, en el caso de los tiempos compuestos, permite discriminar

entre una lectura perfectiva y una lectura perfecta, como muestro en (13) con un

ejemplo de Carrasco (1998: 167), donde se pueden obtener ambas

interpretaciones.

(13) María había hecho la paella a las tres.

1 Para poder entender la figura, es necesario señalar que el símbolo ‘+’ indica la parte previa y posterior del evento, los puntos ‘.’ representan el evento en cuestión y los corchetes ‘[ ]’, la parte focalizada. 2 Para un estudio detallado de la interpretación de los tiempos compuestos, remito al lector al trabajo de Carrasco (2008).

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Anexo 2. El adverbio ya

321

En este caso, es posible que a las tres tuviera lugar el evento o que la paella

se hubiera hecho con anterioridad. Esta última lectura, la perfecta, es compatible

con el adverbio ya, como se aprecia en (14).

(14) María ya había hecho la paella a las tres.

Ante el aspecto prospectivo, el adverbio señala el momento en que se va a

iniciar el proceso. Si observamos el enunciado (10) y el mismo sin la presencia de

ya –va a salir-, podemos comprobar que el adverbio focaliza el momento

inmediatamente anterior al evento, mientras que, si se prescinde de él, la distancia

entre la disposición a llevar a cabo la salida y el inicio del proceso puede ser mayor.

Es decir, ya visualiza el punto en que se produce el cambio de fase, como se aprecia

en la figura c.

Figura c. Ya con aspecto prospectivo.

++++++[+].++++++++++ Ya va a salir.

Al tratarse de un aspecto prospectivo, es posible interrumpir el evento de

manera que este no llegue a producirse, ya que el adverbio señala un momento

inmediatamente anterior a la efectuación del evento en cuestión, lo cual no implica

que este haya tenido lugar.

En un enunciado con un tiempo perfectivo como (11), ya incide sobre el

carácter terminativo del mismo, es decir, focaliza un punto anterior al momento

del habla y, a su vez, posterior a la terminación del evento en cuestión.

Figura d. Ya con aspecto perfectivo.

+++++[+.+]+++++++++ Ya salió.

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Anexo 2. El adverbio ya

322

Para García Fernández (1995: 385), cuando ya se combina con el

indefinido, indica que el evento se ha producido antes de lo esperable, pero no se

afirma que el evento se prolongue hacia el presente. Es decir, ya incide sobre todo

el evento descrito y no sobre alguna de sus partes, dado que “no podemos aislar

dos periodos distintos”. Volveré a la combinación entre el adverbio ya y el

indefinido más adelante.

En cuanto al aspecto imperfectivo, el adverbio focaliza bien un momento

anterior al inicio del evento –dando lugar de este modo a una lectura prospectiva-,

bien un momento interno del proceso mismo, con una interpretación progresiva,

tal y como se ilustra en la figura e.

Figura e. Ya con aspecto imperfectivo.

+++++[+].+++++++++ Ya salía.

++++++.[.].+++++++++

Esta doble posibilidad radica en el carácter aspectual imperfectivo, que

presenta la situación en desarrollo, sin visualizar los límites. Así, en un enunciado

como (1), repetido como (15), no se puede afirmar que la entrada haya tenido

lugar, como vemos en (16).

(15) Algunas horas más tarde, el tren entraba ya en la estación de Lyon.

(16) Algunas horas más tarde, el tren entraba ya en la estación de Lyon,

cuando un imprevisto obligó al conductor a detenerlo.

El enunciado (15) es susceptible de recibir bien una lectura

progresiva en la que la entrada se está produciendo o bien una lectura prospectiva

en la que va a tener lugar en un momento cercano, de manera que en ninguna de

ellas el evento se ha completado. La función del adverbio ya junto al imperfecto es

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Anexo 2. El adverbio ya

323

la de señalar el comienzo del evento en un punto anterior y valorar “el

proseguimiento de la misma” del evento en cuestión (García Fernández 1995:

385).

Para explicar por qué el logro entrar puede recibir una

interpretación progresiva, es necesario recurrir a la presencia de un sujeto de

percepción, como mecanismo de resolución (cf. capítulo 3).

A propósito de la semántica del adverbio ya, considero que la propuesta de

Tahara (2004) cobra especial relevancia y más en un trabajo como este que se

enmarca en una teoría semántico-pragmática como la que asume Tahara. En la

explicación que ofrece acerca de déjà (ya, en francés), propone dos significados

fundamentales: temporal y no temporal, que a su vez subdivide en anterioridad y

precocidad o inmediatez, y en expresión de un grado relativo y un uso que no se da

en español y al que no me voy a referir aquí.

Los dos usos temporales aparecen descritos por la RAE (2009: 2337): “el

adverbio ya expresa tiempo cuando significa ‘ahora’ o ‘ahora mismo’ (-¿cuándo

salgo? -Ya) y, en cierto modo, también cuando equivale a ‘antes, en un tiempo

anterior’ (Ya hemos estado aquí; Ya te lo dije)”. Para poder discriminar entre una

lectura temporal u otra, el destinatario dispone de la información lingüística, pero

también de información contextual, de gran importancia en un proceso

interpretativo como el que tiene lugar cuando nos comunicamos, puesto que no

ofrecemos toda la información a nuestro interlocutor. Tal y como señala Tahara

(2004: 311)

il y a des situations où les informations linguistiques d’un énoncé comportant déjà ne

suffisent pas pour que le destinataire sélectionne l’une des interprétations possibles, à

savoir soit l’usage de précocité, soit celui d’antériorité. Il est clair que le contexte, plus

précisément les informations contextuelles accessibles, jouent un rôle très important dans

la détermination de l’interprétation de déjà.

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Anexo 2. El adverbio ya

324

Hay situaciones donde las informaciones lingüísticos de un enunciado que tiene ya no es

suficiente para que el destinatario seleccione una de las interpretaciones posibles, a saber

sea el uso de precocidad, sea el uso de anterioridad. Está claro que el contexto, más

precisamente las informaciones contextuales accesibles, desempeña un papel muy

importante en la determinación de la interpretación de ya. (Traducción propia).

Esta lingüista (2004: 313) ofrece dos ejemplos similares a (17) y (18) con

los que explica la razón por la que la precocidad es más sobresaliente que la

anterioridad.

(17) ¿Su hijo va ya al colegio?

(18) Cuando le he llamado, ya estaba en la cama.

En ambos ejemplos el adverbio incide sobre el valor de precocidad más que

en el de anterioridad por la semántica de las formas verbales que aparecen:

presente e imperfecto, respectivamente. Como ya sabemos, el presente describe un

evento simultáneo al punto de referencia y al momento del habla, mientras que el

imperfecto es una forma verbal que localiza el evento en un punto anterior al

momento del habla y simultáneo al punto de referencia. De este modo, cuando el

evento no es anterior a R, la interpretación de anterioridad parece bloqueada.

Ahora bien, tanto el uso de anterioridad como el de precocidad llevan

asociada la intención del hablante de comunicar un efecto u otro, según su propio

punto de vista. Es decir, la inmediatez o precocidad y la anterioridad no son más

que juicios emitidos por el hablante en un momento determinado. Esto conlleva el

hecho de que Tahara considere la posibilidad de que la semántica de ya sea en

cierto modo la subjetivización, en tanto que es información adicional aportada por

el hablante desde su propia perspectiva.

Para poder establecer si esta es la semántica o no de dicho adverbio, analiza

el uso de grado relativo de ya para determinar si también este supone algún efecto

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Anexo 2. El adverbio ya

325

subjetivizador. Ejemplifico este uso en (19) con un enunciado de Tahara (2004:

321).

(19) Mon fils pesait quatre kilos quand il est né. Quatre kilos, c’est déjà

grand pour un nouveau-né.

Mi hijo pesaba cuatro kilos cuando nació. Cuatro kilos es ya bastante

para un recién nacido (traducción propia).

Señala Tahara (2004: 322) que “cet usage de déjà s’interpréte comme

communiquant le jugement du locuteur selon lequel un procès peur être considéré

comme atteignant le degré ou la limite au-delà de laquelle il mérite une certaine

qualification” (“este uso de ya se interpreta como el juicio del locutor que

comunica, en el que un proceso puede ser considerado como que ha alcanzado el

grado más allá del que merece una cierta cualificación” traducción propia). Es

decir, con este empleo, el hablante emite un juicio en el que compara la

información con el grado que él mismo considera estándar. Parece, por lo tanto,

que los tres usos de ya que hemos visto remiten a un juicio del hablante o a un

pensamiento suyo evaluado desde su perspectiva o punto de vista. Como afirma la

propia lingüista (2004: 324),

nous en concluons que déjà n’est pas un simple adverbe qui précise la propriété temporelle

d’une éventualité. Cet adverbe s’interprété toujours à travers le point de vue du locuteur.

En effet, comme l’avons vu, tous les usages de déjà impliquent l’intervention du point de

vue du locuteur dans le jugement porté sur une éventualité, et la portée du jugement varie

selon les usages. Nous considérons qu’une expression linguistique, comme déjà, qui

implique nécessairement le point de vue du locuteur dans son interprétation, est donc un

des moyens auxquels le locuteur peur recourir afin de manifester sa subjectivité.

Concluimos que ya no es un simple adverbio que precisa la propiedad temporal de una

eventualidad. Este adverbio se interpreta siempre a través del punto de vista del locutor.

En efecto, como hemos visto, todos los usos de ya implican la intervención del punto de

vista del locutor en el juicio emitido sobre una eventualidad y la emisión del juicio varía

según los usos. Consideramos que una expresión lingüística como ya, que implica

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Anexo 2. El adverbio ya

326

necesariamente el punto de vista del locutor en su interpretación, es uno de los medios a

los que el locutor puede recurrir para manifestar su subjetividad. (Traducción propia).

Si bien es cierto que la propuesta de Tahara resulta interesante, conviene

señalar el peligro que entraña, ya que podría pensarse que cualquier elemento es

susceptible de ser subjetivizador, dado que cualquier información comunicada

lleva asociada la perspectiva del hablante. El adverbio ya parece reforzar la

perspectiva del hablante, pero sería necesario especificar las condiciones que

hacen que una expresión lingüística exprese subjetivización para no caer en la

tentación de pensar que cualquier elemento que se dice pueda ser interpretado de

esta manera, al representar el punto de vista o la intención del hablante. De este

modo, la subjetivización y la perspectiva son el resultado inferencial de la

interacción entre la semántica de un elemento y los supuestos contextuales.

Como sabemos, a la hora de interpretar enunciados no tenemos en cuenta

exclusivamente la información lingüística codificada en los mismos, sino también

toda aquella información accesible contextualmente. Por ello, para determinar cuál

es el punto de vista desde el que se emite un enunciado no basta con recurrir a la

expresión adverbial ya, en este caso, sino que buena parte de la información estará

determinada por el empleo del tiempo verbal que se haya usado en el enunciado en

cuestión. Esto se debe a que ya, como hemos visto a propósito del aspecto

gramatical, refuerza el significado aspectual de la forma verbal. De este modo, para

determinar si el punto de vista es del hablante o de otro sujeto –ya sea un

personaje en el caso de la ficción o de otro hablante- debemos atender al empleo

de la forma verbal.

Volvamos al ejemplo que nos ha traído hasta este repaso del adverbio ya,

repetido ahora como (20).

(20) El tren salió de Ginebra. Algunas horas más tarde, entraba ya en la

estación de Lyon.

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Anexo 2. El adverbio ya

327

Si la semántica del imperfecto demanda un marco temporal situado en el

pasado y que esté incluido en el evento para no imponerle límites y, por tanto, para

no poner en tela de juicio la imperfectividad, es lícito pensar que este marco no

puede ser algunas horas más tarde. La razón para esto está en la naturaleza

puntual del predicado, que hace pensar que la relación que se establece entre el

complemento circunstancial y el evento no es de inclusión de R en E, sino de

coincidencia, por lo que no se puede mantener la imperfectividad del imperfecto.

Para ello, el hablante ha de recuperar la presencia de un sujeto de percepción

situado en el pasado que actúa como punto de referencia. De este modo, el

imperfecto, empleado en su uso narrativo, remite a un uso metarrepresentacional

o interpretativo, en el que un testigo de la escena presenta los hechos como si

estuvieran ocurriendo ante sus ojos. Es decir, se muestra el evento a través de su

mirada, de su perspectiva.

La función del adverbio ya es incidir sobre la aspectualidad de la forma

verbal, de manera que, si el imperfecto narrativo mantiene su imperfectividad

gracias a la recuperación de un sujeto de percepción, dicho adverbio refuerza el

carácter progresivo o en desarrollo del evento a la vez que emite un juicio –ya sea

anterioridad o inmediatez- desde la perspectiva de dicho sujeto. Esta idea resulta

de gran relevancia si tenemos en cuenta la abundancia de empleos ‘especiales’ del

imperfecto en la ficción –aunque no solo en este ámbito- donde ejerce un especial

papel el punto de vista desde el que se observan los hechos.

Como ya he señalado, la presencia de ya en un enunciado como el de (20) se

ha considerado argumento a favor de la imperfectividad del imperfecto. En efecto,

parece que no es posible en este contexto reemplazar el imperfecto por el

indefinido, a diferencia de lo que sucede con otros casos de imperfecto narrativo.

Es necesario explicar brevemente por qué no resulta adecuado un enunciado como

(21).

(21) El tren salió de Ginebra. Algunas horas más tarde, #entró ya en la

estación de Lyon.

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Anexo 2. El adverbio ya

328

La explicación que ofrece Bres (2007: 40) al respecto se basa en la

interacción entre la forma verbal y el adverbio ya, de manera que

déjà, en tant que signifiant ‘depuis déjà x temps’, demande que le temps interne du procès

soit représenté en partie accompli, demande aspectuelle à laquelle l’imparfait s’accorde

parfaitement puisque l’instruction [-incidence] présuppose, par la saisie du procès au-delà

de sa borne initiale, qu’une certaine partie du procès –celle précisément antérieure à ce

point de saisie- est déjà réalisée. Au contraire, l’instruction aspectuelle [+incidence] du PS,

qui interdit que le temps interne soit représenté comme en partie accompli, récuse

l’association de ce temps avec déjà (au sens de ‘depuis déjà x temps’). Si donc l’imparfait en

emploi narratif, généralement remplaçable par le PS, ne peut l’être lorsqu’il s’adjoint déjà,

c’est bien que l’imparfait est d’abord une question d’aspect.

Ya, como significado ‘después de ya x tiempo’, demanda que el tiempo interno del proceso

sea representado como en parte cumplido, demanda aspectual a la que el imperfecto se

acomoda perfectamente, ya que la instrucción [-incidencia] presupone, por la entrada de su

límite inicial, que una cierta parte del proceso –precisamente anterior a este punto de

entrada- se ha realizado ya. Al contrario, la instrucción aspectual [+ incidencia] del pasado

simple, que prohíbe que el tiempo interno sea representado como en parte cumplido,

rechaza la asociación de este tiempo con ya (con el sentido de ‘después de ya x tiempo’).

Entonces, si el imperfecto en empleo narrativo, generalmente reemplazable por el pasado

simple, no puede hacerlo cuando se adjunta a ya, el imperfecto es una cuestión de aspecto.

(Traducción propia).

Sin embargo, esta explicación no permite dar cuenta de un enunciado

en el que el adverbio ya se combine con el indefinido, como hemos visto en (11).

Por tanto, es necesario buscar, además, otra razón al conflicto que se produce en

(21): probablemente la coaparición de dos complementos temporales, algunas

horas más tarde y ya. De hecho, si omitimos alguno de ellos, el enunciado resulta

adecuado, como se observa en (22) y (23).

(22) El tren salió de Ginebra. Algunas horas más tarde, entró en la

estación de Lyon.

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Anexo 2. El adverbio ya

329

(23) El tren salió de Ginebra. Ya entró en la estación de Lyon3.

La explicación para esta incompatibilidad está en que ambos complementos

localizan el evento sobre el eje temporal: mientras que algunas horas más tarde

sitúa el evento en un punto posterior al evento 1, el adverbio ya localiza la

situación en su totalidad en un punto del pasado. Se trata, de un conflicto entre la

presencia de dos complementos temporales que inciden sobre el mismo punto –el

evento- y no tanto del adverbio ya en combinación con el indefinido. No puedo

detenerme aquí en la explicación de la doble modificación temporal; para un

estudio sobre la modificación temporal, remito al lector a los trabajo de Carrasco

(2008) y de García Fernández (1995). Para lo que aquí quiero mostrar, basta con

apreciar que el conflicto que se produce en (22) se debe fundamentalmente a la

incompatibilidad de los dos complementos temporales.

Si ya sitúa el evento en indefinido en su totalidad y algunas horas más tarde

localiza la situación en un punto del pasado, la forma verbal más natural hubiera

sido el pluscuamperfecto y no el indefinido, como se muestra en (24).

(24) Algunas horas más tarde, el tren ya había entrado en la estación de

Lyon.

Sin embargo, con el imperfecto, ya visualiza una parte previa del evento que

corresponde, en (20), con el punto expresado por algunas horas más tarde, de

manera que se produce una relación de simultaneidad no contradictoria. Esto se

debe a que el adverbio ya incide sobre el aspecto del tiempo verbal, en este caso,

sobre el desarrollo del evento.

3 En mi variedad dialectal, la forma más natural para este enunciado sería el perfecto compuesto y no tanto el indefinido.