Programa 7 noviembre 2014

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Orquesta Sinfónica de Xalapa presenta 7 de noviembre 2014 20:30 h. / Tlaqná, Centro Cultural Cuatro u lti m as canciones de Strauss

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Orquesta Sinfónica de Xalapa / Segunda Temporada de Conciertos

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Orquesta Sinfónica de Xalapa presenta

7 de noviembre 201420:30 h. / Tlaqná, Centro Cultural

Cuatro u lti mas cancion esde Strauss

Universidad Veracruzana

Dra. Sara Ladrón de Guevara GonzálezRectora

Mtra. Leticia Rodríguez AudiracSecretaria Académica

Mtra. Clementina Guerrero GarcíaSecretaria de Administración y Finanzas

Dr. Octavio Agustín Ochoa ContrerasSecretario de Rectoría

Dra. Esther Hernández PalaciosDirectora General de Difusión Cultural

C. P. Claudia Bandala RomeroDirectora de Grupos Artísticos

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Franz Joseph HaydnSinfonía No. 98 (28')

Adagio - AllegroAdagio

Menuetto: PrestoFinale: Presto

Richard StraussCuatro Últimas Canciones (24')

PrimaveraSeptiembre

Al ir a dormirEn el ocaso

Sara Heaton, Soprano

INTERMEDIO

Charles IvesSinfonía No. 2 (37’)

Andante moderatoAllegro

Adagio cantabileLento maestoso

Allegro molto vivace

Donald Palma, Director Invitado

PROGRAMA

Notas al programa Alfonso Colorado

Haydn: Sinfonía 94La sinfonía es la forma dominante en los conciertos de música clásica en el mundo, incluso su nombre ha pasado ser sinónimo de ella: orquesta “sinfónica”, música “sinfóni-ca”. Cuando se comienza a escuchar música o cuando se es joven acaso se prefiera la épica de Beethoven, la exaltación de Tchaikovsky, los contrastes de Mahler y, en compa-ración, las sinfonías de Haydn pueden parecer demasiado sobrias. Al cabo de los años la impresión se invierte: él no creó el género pero hizo algo más importante: lo llevo de un estado embrionario a su desarrollo pleno.Haydn escribió más de cien sinfonías, muchas de agrupadas en ciclos, entre los que destacan las sinfonías “París”, de la 82 a la 87 (1785-1787) y la culminación de su trabajo: las sinfonías “Londres”, de la 93 a la 104 (1791-1795).El compositor trabajó casi 30 años al servicio de una familia húngara noble, una de las más poderosas del Imperio Austro-Húngaro, los Esterhárzy. El melómano patriarca, Nicolás, creó una buena orquesta, con lo que Hadyn pudo evitar el problema de buscar quien pagase o ejecutase o su música; sus preocupaciones eran otras, la contraparte de quien ha logrado la anhelada estabilidad. Era un criado, de categoría, pero criado, y debía moverse a donde fueran sus patrones, quienes pasaban el invierno en Viena y el verano en su palacio de Einsestadt o en el de Fertőd, en Hungría. Hacía 1780 el compo-sitor comprendió cuan famoso se volvía en Europa. Lo confirmó cuando poco después de París le encargaron una serie de sinfonías. Quería viajar por Europa, pero su patrón a su vez lo quería cerca. Cuando en 1790 éste murió y el nuevo,sin interés por la música, lo jubiló, Haydn pudo, a los 59 años de edad, hacer un viaje al extranjero. Aceptó la invitación del empresario alemán afincado en Inglaterra, J. P. Salomon. Haydn descu-brió con asombro que era más famoso de lo que hubiera pensado jamás. La asistencia a sus conciertos en Londres era masiva, las familias más prominentes se disputaban su

presencia y recibió todo tipo de honores, como el doctorado honoris causa de la univer-sidad de Oxford. Tras años de reclusión y soledad palaciega (como él las describió) se sintió acompñado, incluso querido. En los Apuntes biográficos sobre Joseph Haydn (1809), de Georg August Griesinger (1769-1845), se reproducen pasajes del cuaderno de apuntes del compositor: El 14 de diciembre [de 1792] Haydn comió en casa de un tal Sr. Shaw. “Me recibió en la puerta y me llevó a ver a su mujer, que estaba acompañada de sus dos hijas y de varias damas. Mientras saludaba a todos a mi alrededor, me di cuenta de que todas las damas llevaban en la cabeza una cinta con perlas de colores en las que se había bordado muy hermosamente en oro el nombre de Haydn; el Sr. Shaw lo llevaba bordado con las más exquisitas perlas de acero en los dos extremos del cuello de la chaqueta. La Sra. Shaw es la mujer más hermosa que he visto jamás. Su marido deseaba tener un recuerdo mío; le dí una caja que había comprado poco antes por una guinea y él me dio la suya a cambio; cuando lo visité unos días más tarde, había encargado una funda de plata para mi caja en la que había hecho grabar muy hermosamente una lira y en derredor se leían las palabras ex dono celeberrimi Iosephi Haydn [regalo del celebérrimo Joseph Haydn]. La mujer me dio un alfiler como recuerdo”. Haydn conservó entre sus bienes más preciados la cinta que ella llevaba ese día. En esta biografía excepcional que no idealiza al compositor, escuchamos además su voz comentando detalles domésticos, cotidianos como cuánto y qué gastaba. En ella se encuentra una prueba de la popularidad de la sinfonía 94, estrenada en Londres el 23 de marzo de 1792. El público de entonces, familiarizado con los términos de la música, sabía que en el movimiento lento de cualquier sinfonía o concierto imperan las cuerdas y los alientos. La presencia contundente del timbal provocó un impacto como el que causaría hoy la irrupción en una balada de un solo de guitarra de heavy metal. Corrie-ron las leyendas sobre las razones de Haydn para hacerlo. En cierta ocasión le pregunté de broma si era cierto que había compuesto el Andante con el golpe de timbal para despertar a los ingleses que se habían quedado dormidos en su concierto. “No”, obtuve como respuesta, “pero sí que me parecía conveniente sorprender al público con algo nuevo y presentarme de un modo brillante que me evitara quedar rezagado con respecto a Pleyel, mi alumno, quien por aquel tiempo había sido contratado por una orquesta en Londres y cuyos conciertos se habían inaugurado ocho días antes. El primer allegro de mi sinfonía fue recibido ya con un sinfín de bravos, pero el entusiasmo alcanzó el grado más alto con el Andante con el golpe de timbal. Ancora, ancora! [¡otra vez, otra vez!], resonaba en todas las gargantas y el propio Pleyel me felicitó por mi ocurrencia”.Por ello esta sinfonía en español, francés, inglés e italiano se llama “La sorpresa” (y en alemán Mit dem Paukenschlag [con el golpe de timbal])¬. Hay que señalar que los sobrenombres de las sinfonías de Haydn no tienen como fin caracterizarlas sino más bien distinguirlas, porque todo en ellas es de altísimo nivel. Así, en ese Andante más impresio-nante que el golpe de metal es ver cómo el sencillo tema que se enuncia desde el principio va modificándose y pasa por lo humorístico, lo bucólico y lo majestuoso, o como los movimientos inicial y final desarrollan plenamente la complejidad y el poderío que harán de la sinfonía la forma musical dominante de la música en Occidente durante por lo menos los siguientes cien años.No es de extrañar que el compositor repitiera el viaje en 1794.

Richard Strauss: Cuatro últimas cancionesLa canción es tan antigua como el género humano, y en su brevedad es una puede expresar las más variadas emociones y registros. Hace unos doscientos años comenzó a desarrollarse en la zona de lengua alemana un género, el Lied [canción], que se convirtió en el más delicado, sutil y sofisticado néctar musical que pueda imaginarse, un arte de origen popular que terminó siendo de público selecto (en el sentido artístico), no de mayorías. El compositor bávaro Richard Strauss (1864-1944) comenzó muy joven su carrera con una serie de impresionantes poemas sinfónicos, desde Don Juan (1889) hasta Ein Heldenleben [Una vida de héroe] (1894), que mostraron su absoluto dominio de la orquesta y de cada uno de sus recursos expresivos, para después pasar a crear óperas de tema escandaloso para la época, acompañadas por una música salvaje, extrema, brillantísima, para después pasar a óperas de carácter más suave donde exploró los numerosos matices de las relaciones humanas en un tono ya socarrón, ya melancólico, ya exquisito. A lo largo de su dilatada vida practicó el género del Lied con tal fortuna que varias de sus creaciones están entre lo más alto del género. Al final de ella, en 1894, conjuntó su inmensa y variada experiencia de todos los géneros maneja-dos en cuatro canciones, sobre tres poemas de Hermann Hesse (1877-1962) y uno de Joseph von Eichendorff (1788-1857). Son el epígono no sólo de un género sino de una época y una sensibilidad, la culmina-ción tardía del movimiento artístico más influyente de la historia, el que sigue siendo el predilecto del público y aún influye en el arte: el Romanticismo. Strauss era un gran lector y estos poemas contienen algo que, a sus 84 años, lo motivó a convertirlos en canciones. Se han ensayado muchas explicaciones sobre esas

razones, desde su despedida de la vida, su intensa remembranza y reverberación de la misma en vísperas de la muerte o que es su testamento frente a una Alemania en ruinas tras haber perdido la II Guerra Mundial, o un poco de todo ello. Cabría ahora conmoverse ante la extraordinaria sensibilidad poética del artista e idealizarlo. Sólo cabe recordar que el apolítico (y algunos consideran que amoral) compositor apoyó al régimen nazi, aunque no tanto por convicción como por conveniencia y que terminó, temerariamente, desafiándolo, orillado a ello porque su nuera era judía. El testimonio del escritor Klaus Mann (1906-1949)(inevitable decirlo: el hijo de Thomas) presenta un cuadro tajante. Durante una entrevista en la casa del compositor al final de la Guerra, a la pregunta de cómo ésta lo había afectado, contestó impasible que impidiéndole salir a pasear con plena libertad por el campo. El novelista contrasta esto con los atroces sufrimientos de la población, su indife-rencia a ello. Esto no quita un ápice al valor de sus canciones, más bien recuer-da que su arte excepcional acaso es tan conmovedor y concentrado porque lo crea no un ser ideal sino una persona como todas, plagada de anhelos, derrotas y contradicciones.La obra se estrenó póstumamente, el 22 de mayo de 1950, en Londres.

Charles Ives: Sinfonía 2El padre de Charles Ives (1874-1954), director de la banda municipal de Danbury, un pueblo de Connecticut, tenía un fuerte sentido lúdico. Armonizaba cantos de la iglesia en distintas tonalidades; afinaba el piano con los tonos armónicos naturales; pedía a su familia que cantara en cuartos de tono. Llevaba sus juegos más allá del hogar: organiza-ba conciertos en los que 3 bandas, ubicadas en diferentes puntos del pueblo, tocaba cada una pieza distinta y él, subido en el campanario, las coordinaba y escuchaba con sumo placer el resultado.El pequeño Charles a los 10 años tocaba el tambor en la banda de su padre, su maestro de piano y órgano, que lo inicia en culto de la música de Bach. Estudiará música en Yale entre 1894 y 1898. Al egresar toma la decisión de dar un giro radical a su vida. Decide dedicarse a los negocios y funda una compañía de seguros, que será una de las más prósperas de Estados Unidos. Durante las siguientes décadas se dedicará a la composi-ción los fines de semana y los días festivos. Sólo por sus títulos se puede sospechar la singularidad de su obra: Canción para la temporada de cosecha; Tres lugares en Nueva Inglaterra (1903-1921), Central Park en la oscuridad (1898-1907), La pregunta sin respuesta (1908). Asimismo su larga gestación muestra lo peculiar de su método de trabajo. Revisaba mucho, abandonaba las obras por años, y que cuando las retomaba cambiaba su estilo, orquestación y disposición radicalmente. Además en ocasiones escribía hasta una docena al mismo tiempo y muchas quedaron inconclusas, como Gigantes versus Cachorros, 1907, Polo Grounds, motivada, al parecer por un juego de la Serie Mundial de beisbol. Para completar el cuadro excéntrico, el compositor usó en su obra politonalidad, la polirritmia, los clusters [“racimo” en inglés] (el grupo de sonidos indeterminados en su altura que se oyen al tocar varias notas al mismo tiempo de manera rápida), exploró los cuartos de tono y la dodecafonía antes de Schönberg, creó collages musicales donde yuxtapuso varios tipos de música popular. Las singulares obras de Ives no recibían ni la aprobación ni el rechazo del público: no se tocaban. No era un músico profesional, vivía de sus prósperos negocios e incluso escribió un manual

muy popular: The amount to carry.Measuring the prospect [El mercados seguro de vida en relación al impuesto de sucesiones](1912). No todo eran negocios y deporte. Era además un dedicado, meticuloso y apasionado lector, especialmente del Trascendentalis-mo norteamericano: Ralph Waldo Emerson, Nataniel Hawthornes, Henry David Thoreau. Ellos no formaron su gusto sino sus convicciones. La sonata para piano número 2, Concord, Massachussets, 1840-1960 (1915), dedica un movimiento a cada uno de ellos; la fecha hace referencia al período del máximo esplendor creativo del grupo No es de extrañar que a Ives lo afectara realmente tanto la I Guerra Mundial; al final de ella, tuvo un shock nervioso. Se pueden seguir consignando detalles, anécdotas, singularidades sobre Charles Ives y su obra, pero todo parecería sólo una bromna si no fuera porque ha obtenido, debido a su inaudito anticipo técnico de décadas, el reconocimiento unánime de los compositores, el público y la crítica de finales del siglo XX y los del siglo XXI. Su universo musical puede parecer abstracto y complejo pero muestra una clara relación con el entorno en que nació y del que se siente pleno depositario: Nueva Inglaterra, la región más antigua de Estados Unidos, conformada por seis estados. Señala Harold Schonberg:Todo lo que Ives oyó cuando era niño aaprentemente lo impresionó de manera perdura-ble. Cierta vez, durante un encuentro de béisbol en Danbury, oyó dos bandas que marchaban y ejecutaban diferente música, aproximándose y retrocediendo; juntas, creaban un choque de sonoridades. Ives consideró que el sonido era delicioso y lo recreío constantemente en su música. Asistía a recitales en los cuales los cantantes se expresaban fuerte pero desentonaban. Para él esto era la vida; la gente se expresaba así, y por lo tanto, ¿por qué su música no podía hacer lo mismo? Sin duda había riesgo en pesnsar así y componer así. Implica que el púbico escuche de otra manera, conecte son el sonido, no sólo con la música. La Segunda sinfonía fue compuesta en 1902 pero fue ejecutada en 1951 por un entusias-mado Leonard Bernstein. El compositor escribió que la obra intenta reflejar “los sentimientos musicales del Connecticut rural durante la década de 1890. Tiene muchas de las melodías que la gente cantaba y tocaba entonces”. Ives refleja aquel mundo sonoro previo al coche, la electricidad, la electrónica. La tecnología de principios del siglo XX a nosotros nos puede parecer elemental, casi burda, pero él comprendió que el silencio y los sonidos de la naturaleza y de los pueblos se perderían irremediablemente.En el último movimiento de la obra hay muy breves momentos, casi ecos, de melodías muy conocidas en la época, netamente populares, justamente el tipo de música que un compositor clásico, “culto”, rechazaría por ser sencillas y sentimentales. Pero Ives, utilizando los ecos de antiguas danzas campesinas inglesas, de himnos y cánticos purita-nos, de ingenuas romanzas y de marchas militares (es decir, una summa musical que el sociólogo alemán Max Weber habría visto como un auténtico compendio de la ética protestante) sea convertido en el músico más importante de Estados Unidos. El composi-tor no asistió al estreno, lo escuchó por radio, en la cocina de su casa. Cuando terminó la ejecución se levantó e hizo unos pasos de un baile tradicional. Eso fue todo. Nosotros vemos ahora en ello una metáfora: uno de los universos sonoros más deslumbrantes del siglo XX tuvo su origen en los juegos de un músico juguetón (su padre); su inaudita modernidad se conecta directamente con un mundo provinciano y tradicional. Otro creador norteamericano, el poeta T. S Eliot, escribió pocos años después: “En mi princi-pio está mi fin”.

Haydn: Sinfonía 94La sinfonía es la forma dominante en los conciertos de música clásica en el mundo, incluso su nombre ha pasado ser sinónimo de ella: orquesta “sinfónica”, música “sinfóni-ca”. Cuando se comienza a escuchar música o cuando se es joven acaso se prefiera la épica de Beethoven, la exaltación de Tchaikovsky, los contrastes de Mahler y, en compa-ración, las sinfonías de Haydn pueden parecer demasiado sobrias. Al cabo de los años la impresión se invierte: él no creó el género pero hizo algo más importante: lo llevo de un estado embrionario a su desarrollo pleno.Haydn escribió más de cien sinfonías, muchas de agrupadas en ciclos, entre los que destacan las sinfonías “París”, de la 82 a la 87 (1785-1787) y la culminación de su trabajo: las sinfonías “Londres”, de la 93 a la 104 (1791-1795).El compositor trabajó casi 30 años al servicio de una familia húngara noble, una de las más poderosas del Imperio Austro-Húngaro, los Esterhárzy. El melómano patriarca, Nicolás, creó una buena orquesta, con lo que Hadyn pudo evitar el problema de buscar quien pagase o ejecutase o su música; sus preocupaciones eran otras, la contraparte de quien ha logrado la anhelada estabilidad. Era un criado, de categoría, pero criado, y debía moverse a donde fueran sus patrones, quienes pasaban el invierno en Viena y el verano en su palacio de Einsestadt o en el de Fertőd, en Hungría. Hacía 1780 el compo-sitor comprendió cuan famoso se volvía en Europa. Lo confirmó cuando poco después de París le encargaron una serie de sinfonías. Quería viajar por Europa, pero su patrón a su vez lo quería cerca. Cuando en 1790 éste murió y el nuevo,sin interés por la música, lo jubiló, Haydn pudo, a los 59 años de edad, hacer un viaje al extranjero. Aceptó la invitación del empresario alemán afincado en Inglaterra, J. P. Salomon. Haydn descu-brió con asombro que era más famoso de lo que hubiera pensado jamás. La asistencia a sus conciertos en Londres era masiva, las familias más prominentes se disputaban su

presencia y recibió todo tipo de honores, como el doctorado honoris causa de la univer-sidad de Oxford. Tras años de reclusión y soledad palaciega (como él las describió) se sintió acompñado, incluso querido. En los Apuntes biográficos sobre Joseph Haydn (1809), de Georg August Griesinger (1769-1845), se reproducen pasajes del cuaderno de apuntes del compositor: El 14 de diciembre [de 1792] Haydn comió en casa de un tal Sr. Shaw. “Me recibió en la puerta y me llevó a ver a su mujer, que estaba acompañada de sus dos hijas y de varias damas. Mientras saludaba a todos a mi alrededor, me di cuenta de que todas las damas llevaban en la cabeza una cinta con perlas de colores en las que se había bordado muy hermosamente en oro el nombre de Haydn; el Sr. Shaw lo llevaba bordado con las más exquisitas perlas de acero en los dos extremos del cuello de la chaqueta. La Sra. Shaw es la mujer más hermosa que he visto jamás. Su marido deseaba tener un recuerdo mío; le dí una caja que había comprado poco antes por una guinea y él me dio la suya a cambio; cuando lo visité unos días más tarde, había encargado una funda de plata para mi caja en la que había hecho grabar muy hermosamente una lira y en derredor se leían las palabras ex dono celeberrimi Iosephi Haydn [regalo del celebérrimo Joseph Haydn]. La mujer me dio un alfiler como recuerdo”. Haydn conservó entre sus bienes más preciados la cinta que ella llevaba ese día. En esta biografía excepcional que no idealiza al compositor, escuchamos además su voz comentando detalles domésticos, cotidianos como cuánto y qué gastaba. En ella se encuentra una prueba de la popularidad de la sinfonía 94, estrenada en Londres el 23 de marzo de 1792. El público de entonces, familiarizado con los términos de la música, sabía que en el movimiento lento de cualquier sinfonía o concierto imperan las cuerdas y los alientos. La presencia contundente del timbal provocó un impacto como el que causaría hoy la irrupción en una balada de un solo de guitarra de heavy metal. Corrie-ron las leyendas sobre las razones de Haydn para hacerlo. En cierta ocasión le pregunté de broma si era cierto que había compuesto el Andante con el golpe de timbal para despertar a los ingleses que se habían quedado dormidos en su concierto. “No”, obtuve como respuesta, “pero sí que me parecía conveniente sorprender al público con algo nuevo y presentarme de un modo brillante que me evitara quedar rezagado con respecto a Pleyel, mi alumno, quien por aquel tiempo había sido contratado por una orquesta en Londres y cuyos conciertos se habían inaugurado ocho días antes. El primer allegro de mi sinfonía fue recibido ya con un sinfín de bravos, pero el entusiasmo alcanzó el grado más alto con el Andante con el golpe de timbal. Ancora, ancora! [¡otra vez, otra vez!], resonaba en todas las gargantas y el propio Pleyel me felicitó por mi ocurrencia”.Por ello esta sinfonía en español, francés, inglés e italiano se llama “La sorpresa” (y en alemán Mit dem Paukenschlag [con el golpe de timbal])¬. Hay que señalar que los sobrenombres de las sinfonías de Haydn no tienen como fin caracterizarlas sino más bien distinguirlas, porque todo en ellas es de altísimo nivel. Así, en ese Andante más impresio-nante que el golpe de metal es ver cómo el sencillo tema que se enuncia desde el principio va modificándose y pasa por lo humorístico, lo bucólico y lo majestuoso, o como los movimientos inicial y final desarrollan plenamente la complejidad y el poderío que harán de la sinfonía la forma musical dominante de la música en Occidente durante por lo menos los siguientes cien años.No es de extrañar que el compositor repitiera el viaje en 1794.

Richard Strauss: Cuatro últimas cancionesLa canción es tan antigua como el género humano, y en su brevedad es una puede expresar las más variadas emociones y registros. Hace unos doscientos años comenzó a desarrollarse en la zona de lengua alemana un género, el Lied [canción], que se convirtió en el más delicado, sutil y sofisticado néctar musical que pueda imaginarse, un arte de origen popular que terminó siendo de público selecto (en el sentido artístico), no de mayorías. El compositor bávaro Richard Strauss (1864-1944) comenzó muy joven su carrera con una serie de impresionantes poemas sinfónicos, desde Don Juan (1889) hasta Ein Heldenleben [Una vida de héroe] (1894), que mostraron su absoluto dominio de la orquesta y de cada uno de sus recursos expresivos, para después pasar a crear óperas de tema escandaloso para la época, acompañadas por una música salvaje, extrema, brillantísima, para después pasar a óperas de carácter más suave donde exploró los numerosos matices de las relaciones humanas en un tono ya socarrón, ya melancólico, ya exquisito. A lo largo de su dilatada vida practicó el género del Lied con tal fortuna que varias de sus creaciones están entre lo más alto del género. Al final de ella, en 1894, conjuntó su inmensa y variada experiencia de todos los géneros maneja-dos en cuatro canciones, sobre tres poemas de Hermann Hesse (1877-1962) y uno de Joseph von Eichendorff (1788-1857). Son el epígono no sólo de un género sino de una época y una sensibilidad, la culmina-ción tardía del movimiento artístico más influyente de la historia, el que sigue siendo el predilecto del público y aún influye en el arte: el Romanticismo. Strauss era un gran lector y estos poemas contienen algo que, a sus 84 años, lo motivó a convertirlos en canciones. Se han ensayado muchas explicaciones sobre esas

Franz Joseph HaydnSinfonía No. 98 (28')

Adagio - AllegroAdagio

Menuetto: PrestoFinale: Presto

Richard StraussCuatro Últimas Canciones (24')

PrimaveraSeptiembre

Al ir a dormirEn el ocaso

Sara Heaton, Soprano

INTERMEDIO

Charles IvesSinfonía No. 2 (37’)

Andante moderatoAllegro

Adagio cantabileLento maestoso

Allegro molto vivace

Donald Palma, Director Invitado

razones, desde su despedida de la vida, su intensa remembranza y reverberación de la misma en vísperas de la muerte o que es su testamento frente a una Alemania en ruinas tras haber perdido la II Guerra Mundial, o un poco de todo ello. Cabría ahora conmoverse ante la extraordinaria sensibilidad poética del artista e idealizarlo. Sólo cabe recordar que el apolítico (y algunos consideran que amoral) compositor apoyó al régimen nazi, aunque no tanto por convicción como por conveniencia y que terminó, temerariamente, desafiándolo, orillado a ello porque su nuera era judía. El testimonio del escritor Klaus Mann (1906-1949)(inevitable decirlo: el hijo de Thomas) presenta un cuadro tajante. Durante una entrevista en la casa del compositor al final de la Guerra, a la pregunta de cómo ésta lo había afectado, contestó impasible que impidiéndole salir a pasear con plena libertad por el campo. El novelista contrasta esto con los atroces sufrimientos de la población, su indife-rencia a ello. Esto no quita un ápice al valor de sus canciones, más bien recuer-da que su arte excepcional acaso es tan conmovedor y concentrado porque lo crea no un ser ideal sino una persona como todas, plagada de anhelos, derrotas y contradicciones.La obra se estrenó póstumamente, el 22 de mayo de 1950, en Londres.

Charles Ives: Sinfonía 2El padre de Charles Ives (1874-1954), director de la banda municipal de Danbury, un pueblo de Connecticut, tenía un fuerte sentido lúdico. Armonizaba cantos de la iglesia en distintas tonalidades; afinaba el piano con los tonos armónicos naturales; pedía a su familia que cantara en cuartos de tono. Llevaba sus juegos más allá del hogar: organiza-ba conciertos en los que 3 bandas, ubicadas en diferentes puntos del pueblo, tocaba cada una pieza distinta y él, subido en el campanario, las coordinaba y escuchaba con sumo placer el resultado.El pequeño Charles a los 10 años tocaba el tambor en la banda de su padre, su maestro de piano y órgano, que lo inicia en culto de la música de Bach. Estudiará música en Yale entre 1894 y 1898. Al egresar toma la decisión de dar un giro radical a su vida. Decide dedicarse a los negocios y funda una compañía de seguros, que será una de las más prósperas de Estados Unidos. Durante las siguientes décadas se dedicará a la composi-ción los fines de semana y los días festivos. Sólo por sus títulos se puede sospechar la singularidad de su obra: Canción para la temporada de cosecha; Tres lugares en Nueva Inglaterra (1903-1921), Central Park en la oscuridad (1898-1907), La pregunta sin respuesta (1908). Asimismo su larga gestación muestra lo peculiar de su método de trabajo. Revisaba mucho, abandonaba las obras por años, y que cuando las retomaba cambiaba su estilo, orquestación y disposición radicalmente. Además en ocasiones escribía hasta una docena al mismo tiempo y muchas quedaron inconclusas, como Gigantes versus Cachorros, 1907, Polo Grounds, motivada, al parecer por un juego de la Serie Mundial de beisbol. Para completar el cuadro excéntrico, el compositor usó en su obra politonalidad, la polirritmia, los clusters [“racimo” en inglés] (el grupo de sonidos indeterminados en su altura que se oyen al tocar varias notas al mismo tiempo de manera rápida), exploró los cuartos de tono y la dodecafonía antes de Schönberg, creó collages musicales donde yuxtapuso varios tipos de música popular. Las singulares obras de Ives no recibían ni la aprobación ni el rechazo del público: no se tocaban. No era un músico profesional, vivía de sus prósperos negocios e incluso escribió un manual

muy popular: The amount to carry.Measuring the prospect [El mercados seguro de vida en relación al impuesto de sucesiones](1912). No todo eran negocios y deporte. Era además un dedicado, meticuloso y apasionado lector, especialmente del Trascendentalis-mo norteamericano: Ralph Waldo Emerson, Nataniel Hawthornes, Henry David Thoreau. Ellos no formaron su gusto sino sus convicciones. La sonata para piano número 2, Concord, Massachussets, 1840-1960 (1915), dedica un movimiento a cada uno de ellos; la fecha hace referencia al período del máximo esplendor creativo del grupo No es de extrañar que a Ives lo afectara realmente tanto la I Guerra Mundial; al final de ella, tuvo un shock nervioso. Se pueden seguir consignando detalles, anécdotas, singularidades sobre Charles Ives y su obra, pero todo parecería sólo una bromna si no fuera porque ha obtenido, debido a su inaudito anticipo técnico de décadas, el reconocimiento unánime de los compositores, el público y la crítica de finales del siglo XX y los del siglo XXI. Su universo musical puede parecer abstracto y complejo pero muestra una clara relación con el entorno en que nació y del que se siente pleno depositario: Nueva Inglaterra, la región más antigua de Estados Unidos, conformada por seis estados. Señala Harold Schonberg:Todo lo que Ives oyó cuando era niño aaprentemente lo impresionó de manera perdura-ble. Cierta vez, durante un encuentro de béisbol en Danbury, oyó dos bandas que marchaban y ejecutaban diferente música, aproximándose y retrocediendo; juntas, creaban un choque de sonoridades. Ives consideró que el sonido era delicioso y lo recreío constantemente en su música. Asistía a recitales en los cuales los cantantes se expresaban fuerte pero desentonaban. Para él esto era la vida; la gente se expresaba así, y por lo tanto, ¿por qué su música no podía hacer lo mismo? Sin duda había riesgo en pesnsar así y componer así. Implica que el púbico escuche de otra manera, conecte son el sonido, no sólo con la música. La Segunda sinfonía fue compuesta en 1902 pero fue ejecutada en 1951 por un entusias-mado Leonard Bernstein. El compositor escribió que la obra intenta reflejar “los sentimientos musicales del Connecticut rural durante la década de 1890. Tiene muchas de las melodías que la gente cantaba y tocaba entonces”. Ives refleja aquel mundo sonoro previo al coche, la electricidad, la electrónica. La tecnología de principios del siglo XX a nosotros nos puede parecer elemental, casi burda, pero él comprendió que el silencio y los sonidos de la naturaleza y de los pueblos se perderían irremediablemente.En el último movimiento de la obra hay muy breves momentos, casi ecos, de melodías muy conocidas en la época, netamente populares, justamente el tipo de música que un compositor clásico, “culto”, rechazaría por ser sencillas y sentimentales. Pero Ives, utilizando los ecos de antiguas danzas campesinas inglesas, de himnos y cánticos purita-nos, de ingenuas romanzas y de marchas militares (es decir, una summa musical que el sociólogo alemán Max Weber habría visto como un auténtico compendio de la ética protestante) sea convertido en el músico más importante de Estados Unidos. El composi-tor no asistió al estreno, lo escuchó por radio, en la cocina de su casa. Cuando terminó la ejecución se levantó e hizo unos pasos de un baile tradicional. Eso fue todo. Nosotros vemos ahora en ello una metáfora: uno de los universos sonoros más deslumbrantes del siglo XX tuvo su origen en los juegos de un músico juguetón (su padre); su inaudita modernidad se conecta directamente con un mundo provinciano y tradicional. Otro creador norteamericano, el poeta T. S Eliot, escribió pocos años después: “En mi princi-pio está mi fin”.

Haydn: Sinfonía 94La sinfonía es la forma dominante en los conciertos de música clásica en el mundo, incluso su nombre ha pasado ser sinónimo de ella: orquesta “sinfónica”, música “sinfóni-ca”. Cuando se comienza a escuchar música o cuando se es joven acaso se prefiera la épica de Beethoven, la exaltación de Tchaikovsky, los contrastes de Mahler y, en compa-ración, las sinfonías de Haydn pueden parecer demasiado sobrias. Al cabo de los años la impresión se invierte: él no creó el género pero hizo algo más importante: lo llevo de un estado embrionario a su desarrollo pleno.Haydn escribió más de cien sinfonías, muchas de agrupadas en ciclos, entre los que destacan las sinfonías “París”, de la 82 a la 87 (1785-1787) y la culminación de su trabajo: las sinfonías “Londres”, de la 93 a la 104 (1791-1795).El compositor trabajó casi 30 años al servicio de una familia húngara noble, una de las más poderosas del Imperio Austro-Húngaro, los Esterhárzy. El melómano patriarca, Nicolás, creó una buena orquesta, con lo que Hadyn pudo evitar el problema de buscar quien pagase o ejecutase o su música; sus preocupaciones eran otras, la contraparte de quien ha logrado la anhelada estabilidad. Era un criado, de categoría, pero criado, y debía moverse a donde fueran sus patrones, quienes pasaban el invierno en Viena y el verano en su palacio de Einsestadt o en el de Fertőd, en Hungría. Hacía 1780 el compo-sitor comprendió cuan famoso se volvía en Europa. Lo confirmó cuando poco después de París le encargaron una serie de sinfonías. Quería viajar por Europa, pero su patrón a su vez lo quería cerca. Cuando en 1790 éste murió y el nuevo,sin interés por la música, lo jubiló, Haydn pudo, a los 59 años de edad, hacer un viaje al extranjero. Aceptó la invitación del empresario alemán afincado en Inglaterra, J. P. Salomon. Haydn descu-brió con asombro que era más famoso de lo que hubiera pensado jamás. La asistencia a sus conciertos en Londres era masiva, las familias más prominentes se disputaban su

presencia y recibió todo tipo de honores, como el doctorado honoris causa de la univer-sidad de Oxford. Tras años de reclusión y soledad palaciega (como él las describió) se sintió acompñado, incluso querido. En los Apuntes biográficos sobre Joseph Haydn (1809), de Georg August Griesinger (1769-1845), se reproducen pasajes del cuaderno de apuntes del compositor: El 14 de diciembre [de 1792] Haydn comió en casa de un tal Sr. Shaw. “Me recibió en la puerta y me llevó a ver a su mujer, que estaba acompañada de sus dos hijas y de varias damas. Mientras saludaba a todos a mi alrededor, me di cuenta de que todas las damas llevaban en la cabeza una cinta con perlas de colores en las que se había bordado muy hermosamente en oro el nombre de Haydn; el Sr. Shaw lo llevaba bordado con las más exquisitas perlas de acero en los dos extremos del cuello de la chaqueta. La Sra. Shaw es la mujer más hermosa que he visto jamás. Su marido deseaba tener un recuerdo mío; le dí una caja que había comprado poco antes por una guinea y él me dio la suya a cambio; cuando lo visité unos días más tarde, había encargado una funda de plata para mi caja en la que había hecho grabar muy hermosamente una lira y en derredor se leían las palabras ex dono celeberrimi Iosephi Haydn [regalo del celebérrimo Joseph Haydn]. La mujer me dio un alfiler como recuerdo”. Haydn conservó entre sus bienes más preciados la cinta que ella llevaba ese día. En esta biografía excepcional que no idealiza al compositor, escuchamos además su voz comentando detalles domésticos, cotidianos como cuánto y qué gastaba. En ella se encuentra una prueba de la popularidad de la sinfonía 94, estrenada en Londres el 23 de marzo de 1792. El público de entonces, familiarizado con los términos de la música, sabía que en el movimiento lento de cualquier sinfonía o concierto imperan las cuerdas y los alientos. La presencia contundente del timbal provocó un impacto como el que causaría hoy la irrupción en una balada de un solo de guitarra de heavy metal. Corrie-ron las leyendas sobre las razones de Haydn para hacerlo. En cierta ocasión le pregunté de broma si era cierto que había compuesto el Andante con el golpe de timbal para despertar a los ingleses que se habían quedado dormidos en su concierto. “No”, obtuve como respuesta, “pero sí que me parecía conveniente sorprender al público con algo nuevo y presentarme de un modo brillante que me evitara quedar rezagado con respecto a Pleyel, mi alumno, quien por aquel tiempo había sido contratado por una orquesta en Londres y cuyos conciertos se habían inaugurado ocho días antes. El primer allegro de mi sinfonía fue recibido ya con un sinfín de bravos, pero el entusiasmo alcanzó el grado más alto con el Andante con el golpe de timbal. Ancora, ancora! [¡otra vez, otra vez!], resonaba en todas las gargantas y el propio Pleyel me felicitó por mi ocurrencia”.Por ello esta sinfonía en español, francés, inglés e italiano se llama “La sorpresa” (y en alemán Mit dem Paukenschlag [con el golpe de timbal])¬. Hay que señalar que los sobrenombres de las sinfonías de Haydn no tienen como fin caracterizarlas sino más bien distinguirlas, porque todo en ellas es de altísimo nivel. Así, en ese Andante más impresio-nante que el golpe de metal es ver cómo el sencillo tema que se enuncia desde el principio va modificándose y pasa por lo humorístico, lo bucólico y lo majestuoso, o como los movimientos inicial y final desarrollan plenamente la complejidad y el poderío que harán de la sinfonía la forma musical dominante de la música en Occidente durante por lo menos los siguientes cien años.No es de extrañar que el compositor repitiera el viaje en 1794.

Richard Strauss: Cuatro últimas cancionesLa canción es tan antigua como el género humano, y en su brevedad es una puede expresar las más variadas emociones y registros. Hace unos doscientos años comenzó a desarrollarse en la zona de lengua alemana un género, el Lied [canción], que se convirtió en el más delicado, sutil y sofisticado néctar musical que pueda imaginarse, un arte de origen popular que terminó siendo de público selecto (en el sentido artístico), no de mayorías. El compositor bávaro Richard Strauss (1864-1944) comenzó muy joven su carrera con una serie de impresionantes poemas sinfónicos, desde Don Juan (1889) hasta Ein Heldenleben [Una vida de héroe] (1894), que mostraron su absoluto dominio de la orquesta y de cada uno de sus recursos expresivos, para después pasar a crear óperas de tema escandaloso para la época, acompañadas por una música salvaje, extrema, brillantísima, para después pasar a óperas de carácter más suave donde exploró los numerosos matices de las relaciones humanas en un tono ya socarrón, ya melancólico, ya exquisito. A lo largo de su dilatada vida practicó el género del Lied con tal fortuna que varias de sus creaciones están entre lo más alto del género. Al final de ella, en 1894, conjuntó su inmensa y variada experiencia de todos los géneros maneja-dos en cuatro canciones, sobre tres poemas de Hermann Hesse (1877-1962) y uno de Joseph von Eichendorff (1788-1857). Son el epígono no sólo de un género sino de una época y una sensibilidad, la culmina-ción tardía del movimiento artístico más influyente de la historia, el que sigue siendo el predilecto del público y aún influye en el arte: el Romanticismo. Strauss era un gran lector y estos poemas contienen algo que, a sus 84 años, lo motivó a convertirlos en canciones. Se han ensayado muchas explicaciones sobre esas

razones, desde su despedida de la vida, su intensa remembranza y reverberación de la misma en vísperas de la muerte o que es su testamento frente a una Alemania en ruinas tras haber perdido la II Guerra Mundial, o un poco de todo ello. Cabría ahora conmoverse ante la extraordinaria sensibilidad poética del artista e idealizarlo. Sólo cabe recordar que el apolítico (y algunos consideran que amoral) compositor apoyó al régimen nazi, aunque no tanto por convicción como por conveniencia y que terminó, temerariamente, desafiándolo, orillado a ello porque su nuera era judía. El testimonio del escritor Klaus Mann (1906-1949)(inevitable decirlo: el hijo de Thomas) presenta un cuadro tajante. Durante una entrevista en la casa del compositor al final de la Guerra, a la pregunta de cómo ésta lo había afectado, contestó impasible que impidiéndole salir a pasear con plena libertad por el campo. El novelista contrasta esto con los atroces sufrimientos de la población, su indife-rencia a ello. Esto no quita un ápice al valor de sus canciones, más bien recuer-da que su arte excepcional acaso es tan conmovedor y concentrado porque lo crea no un ser ideal sino una persona como todas, plagada de anhelos, derrotas y contradicciones.La obra se estrenó póstumamente, el 22 de mayo de 1950, en Londres.

Charles Ives: Sinfonía 2El padre de Charles Ives (1874-1954), director de la banda municipal de Danbury, un pueblo de Connecticut, tenía un fuerte sentido lúdico. Armonizaba cantos de la iglesia en distintas tonalidades; afinaba el piano con los tonos armónicos naturales; pedía a su familia que cantara en cuartos de tono. Llevaba sus juegos más allá del hogar: organiza-ba conciertos en los que 3 bandas, ubicadas en diferentes puntos del pueblo, tocaba cada una pieza distinta y él, subido en el campanario, las coordinaba y escuchaba con sumo placer el resultado.El pequeño Charles a los 10 años tocaba el tambor en la banda de su padre, su maestro de piano y órgano, que lo inicia en culto de la música de Bach. Estudiará música en Yale entre 1894 y 1898. Al egresar toma la decisión de dar un giro radical a su vida. Decide dedicarse a los negocios y funda una compañía de seguros, que será una de las más prósperas de Estados Unidos. Durante las siguientes décadas se dedicará a la composi-ción los fines de semana y los días festivos. Sólo por sus títulos se puede sospechar la singularidad de su obra: Canción para la temporada de cosecha; Tres lugares en Nueva Inglaterra (1903-1921), Central Park en la oscuridad (1898-1907), La pregunta sin respuesta (1908). Asimismo su larga gestación muestra lo peculiar de su método de trabajo. Revisaba mucho, abandonaba las obras por años, y que cuando las retomaba cambiaba su estilo, orquestación y disposición radicalmente. Además en ocasiones escribía hasta una docena al mismo tiempo y muchas quedaron inconclusas, como Gigantes versus Cachorros, 1907, Polo Grounds, motivada, al parecer por un juego de la Serie Mundial de beisbol. Para completar el cuadro excéntrico, el compositor usó en su obra politonalidad, la polirritmia, los clusters [“racimo” en inglés] (el grupo de sonidos indeterminados en su altura que se oyen al tocar varias notas al mismo tiempo de manera rápida), exploró los cuartos de tono y la dodecafonía antes de Schönberg, creó collages musicales donde yuxtapuso varios tipos de música popular. Las singulares obras de Ives no recibían ni la aprobación ni el rechazo del público: no se tocaban. No era un músico profesional, vivía de sus prósperos negocios e incluso escribió un manual

muy popular: The amount to carry.Measuring the prospect [El mercados seguro de vida en relación al impuesto de sucesiones](1912). No todo eran negocios y deporte. Era además un dedicado, meticuloso y apasionado lector, especialmente del Trascendentalis-mo norteamericano: Ralph Waldo Emerson, Nataniel Hawthornes, Henry David Thoreau. Ellos no formaron su gusto sino sus convicciones. La sonata para piano número 2, Concord, Massachussets, 1840-1960 (1915), dedica un movimiento a cada uno de ellos; la fecha hace referencia al período del máximo esplendor creativo del grupo No es de extrañar que a Ives lo afectara realmente tanto la I Guerra Mundial; al final de ella, tuvo un shock nervioso. Se pueden seguir consignando detalles, anécdotas, singularidades sobre Charles Ives y su obra, pero todo parecería sólo una bromna si no fuera porque ha obtenido, debido a su inaudito anticipo técnico de décadas, el reconocimiento unánime de los compositores, el público y la crítica de finales del siglo XX y los del siglo XXI. Su universo musical puede parecer abstracto y complejo pero muestra una clara relación con el entorno en que nació y del que se siente pleno depositario: Nueva Inglaterra, la región más antigua de Estados Unidos, conformada por seis estados. Señala Harold Schonberg:Todo lo que Ives oyó cuando era niño aaprentemente lo impresionó de manera perdura-ble. Cierta vez, durante un encuentro de béisbol en Danbury, oyó dos bandas que marchaban y ejecutaban diferente música, aproximándose y retrocediendo; juntas, creaban un choque de sonoridades. Ives consideró que el sonido era delicioso y lo recreío constantemente en su música. Asistía a recitales en los cuales los cantantes se expresaban fuerte pero desentonaban. Para él esto era la vida; la gente se expresaba así, y por lo tanto, ¿por qué su música no podía hacer lo mismo? Sin duda había riesgo en pesnsar así y componer así. Implica que el púbico escuche de otra manera, conecte son el sonido, no sólo con la música. La Segunda sinfonía fue compuesta en 1902 pero fue ejecutada en 1951 por un entusias-mado Leonard Bernstein. El compositor escribió que la obra intenta reflejar “los sentimientos musicales del Connecticut rural durante la década de 1890. Tiene muchas de las melodías que la gente cantaba y tocaba entonces”. Ives refleja aquel mundo sonoro previo al coche, la electricidad, la electrónica. La tecnología de principios del siglo XX a nosotros nos puede parecer elemental, casi burda, pero él comprendió que el silencio y los sonidos de la naturaleza y de los pueblos se perderían irremediablemente.En el último movimiento de la obra hay muy breves momentos, casi ecos, de melodías muy conocidas en la época, netamente populares, justamente el tipo de música que un compositor clásico, “culto”, rechazaría por ser sencillas y sentimentales. Pero Ives, utilizando los ecos de antiguas danzas campesinas inglesas, de himnos y cánticos purita-nos, de ingenuas romanzas y de marchas militares (es decir, una summa musical que el sociólogo alemán Max Weber habría visto como un auténtico compendio de la ética protestante) sea convertido en el músico más importante de Estados Unidos. El composi-tor no asistió al estreno, lo escuchó por radio, en la cocina de su casa. Cuando terminó la ejecución se levantó e hizo unos pasos de un baile tradicional. Eso fue todo. Nosotros vemos ahora en ello una metáfora: uno de los universos sonoros más deslumbrantes del siglo XX tuvo su origen en los juegos de un músico juguetón (su padre); su inaudita modernidad se conecta directamente con un mundo provinciano y tradicional. Otro creador norteamericano, el poeta T. S Eliot, escribió pocos años después: “En mi princi-pio está mi fin”.

Richard Strauss

Haydn: Sinfonía 94La sinfonía es la forma dominante en los conciertos de música clásica en el mundo, incluso su nombre ha pasado ser sinónimo de ella: orquesta “sinfónica”, música “sinfóni-ca”. Cuando se comienza a escuchar música o cuando se es joven acaso se prefiera la épica de Beethoven, la exaltación de Tchaikovsky, los contrastes de Mahler y, en compa-ración, las sinfonías de Haydn pueden parecer demasiado sobrias. Al cabo de los años la impresión se invierte: él no creó el género pero hizo algo más importante: lo llevo de un estado embrionario a su desarrollo pleno.Haydn escribió más de cien sinfonías, muchas de agrupadas en ciclos, entre los que destacan las sinfonías “París”, de la 82 a la 87 (1785-1787) y la culminación de su trabajo: las sinfonías “Londres”, de la 93 a la 104 (1791-1795).El compositor trabajó casi 30 años al servicio de una familia húngara noble, una de las más poderosas del Imperio Austro-Húngaro, los Esterhárzy. El melómano patriarca, Nicolás, creó una buena orquesta, con lo que Hadyn pudo evitar el problema de buscar quien pagase o ejecutase o su música; sus preocupaciones eran otras, la contraparte de quien ha logrado la anhelada estabilidad. Era un criado, de categoría, pero criado, y debía moverse a donde fueran sus patrones, quienes pasaban el invierno en Viena y el verano en su palacio de Einsestadt o en el de Fertőd, en Hungría. Hacía 1780 el compo-sitor comprendió cuan famoso se volvía en Europa. Lo confirmó cuando poco después de París le encargaron una serie de sinfonías. Quería viajar por Europa, pero su patrón a su vez lo quería cerca. Cuando en 1790 éste murió y el nuevo,sin interés por la música, lo jubiló, Haydn pudo, a los 59 años de edad, hacer un viaje al extranjero. Aceptó la invitación del empresario alemán afincado en Inglaterra, J. P. Salomon. Haydn descu-brió con asombro que era más famoso de lo que hubiera pensado jamás. La asistencia a sus conciertos en Londres era masiva, las familias más prominentes se disputaban su

presencia y recibió todo tipo de honores, como el doctorado honoris causa de la univer-sidad de Oxford. Tras años de reclusión y soledad palaciega (como él las describió) se sintió acompñado, incluso querido. En los Apuntes biográficos sobre Joseph Haydn (1809), de Georg August Griesinger (1769-1845), se reproducen pasajes del cuaderno de apuntes del compositor: El 14 de diciembre [de 1792] Haydn comió en casa de un tal Sr. Shaw. “Me recibió en la puerta y me llevó a ver a su mujer, que estaba acompañada de sus dos hijas y de varias damas. Mientras saludaba a todos a mi alrededor, me di cuenta de que todas las damas llevaban en la cabeza una cinta con perlas de colores en las que se había bordado muy hermosamente en oro el nombre de Haydn; el Sr. Shaw lo llevaba bordado con las más exquisitas perlas de acero en los dos extremos del cuello de la chaqueta. La Sra. Shaw es la mujer más hermosa que he visto jamás. Su marido deseaba tener un recuerdo mío; le dí una caja que había comprado poco antes por una guinea y él me dio la suya a cambio; cuando lo visité unos días más tarde, había encargado una funda de plata para mi caja en la que había hecho grabar muy hermosamente una lira y en derredor se leían las palabras ex dono celeberrimi Iosephi Haydn [regalo del celebérrimo Joseph Haydn]. La mujer me dio un alfiler como recuerdo”. Haydn conservó entre sus bienes más preciados la cinta que ella llevaba ese día. En esta biografía excepcional que no idealiza al compositor, escuchamos además su voz comentando detalles domésticos, cotidianos como cuánto y qué gastaba. En ella se encuentra una prueba de la popularidad de la sinfonía 94, estrenada en Londres el 23 de marzo de 1792. El público de entonces, familiarizado con los términos de la música, sabía que en el movimiento lento de cualquier sinfonía o concierto imperan las cuerdas y los alientos. La presencia contundente del timbal provocó un impacto como el que causaría hoy la irrupción en una balada de un solo de guitarra de heavy metal. Corrie-ron las leyendas sobre las razones de Haydn para hacerlo. En cierta ocasión le pregunté de broma si era cierto que había compuesto el Andante con el golpe de timbal para despertar a los ingleses que se habían quedado dormidos en su concierto. “No”, obtuve como respuesta, “pero sí que me parecía conveniente sorprender al público con algo nuevo y presentarme de un modo brillante que me evitara quedar rezagado con respecto a Pleyel, mi alumno, quien por aquel tiempo había sido contratado por una orquesta en Londres y cuyos conciertos se habían inaugurado ocho días antes. El primer allegro de mi sinfonía fue recibido ya con un sinfín de bravos, pero el entusiasmo alcanzó el grado más alto con el Andante con el golpe de timbal. Ancora, ancora! [¡otra vez, otra vez!], resonaba en todas las gargantas y el propio Pleyel me felicitó por mi ocurrencia”.Por ello esta sinfonía en español, francés, inglés e italiano se llama “La sorpresa” (y en alemán Mit dem Paukenschlag [con el golpe de timbal])¬. Hay que señalar que los sobrenombres de las sinfonías de Haydn no tienen como fin caracterizarlas sino más bien distinguirlas, porque todo en ellas es de altísimo nivel. Así, en ese Andante más impresio-nante que el golpe de metal es ver cómo el sencillo tema que se enuncia desde el principio va modificándose y pasa por lo humorístico, lo bucólico y lo majestuoso, o como los movimientos inicial y final desarrollan plenamente la complejidad y el poderío que harán de la sinfonía la forma musical dominante de la música en Occidente durante por lo menos los siguientes cien años.No es de extrañar que el compositor repitiera el viaje en 1794.

Richard Strauss: Cuatro últimas cancionesLa canción es tan antigua como el género humano, y en su brevedad es una puede expresar las más variadas emociones y registros. Hace unos doscientos años comenzó a desarrollarse en la zona de lengua alemana un género, el Lied [canción], que se convirtió en el más delicado, sutil y sofisticado néctar musical que pueda imaginarse, un arte de origen popular que terminó siendo de público selecto (en el sentido artístico), no de mayorías. El compositor bávaro Richard Strauss (1864-1944) comenzó muy joven su carrera con una serie de impresionantes poemas sinfónicos, desde Don Juan (1889) hasta Ein Heldenleben [Una vida de héroe] (1894), que mostraron su absoluto dominio de la orquesta y de cada uno de sus recursos expresivos, para después pasar a crear óperas de tema escandaloso para la época, acompañadas por una música salvaje, extrema, brillantísima, para después pasar a óperas de carácter más suave donde exploró los numerosos matices de las relaciones humanas en un tono ya socarrón, ya melancólico, ya exquisito. A lo largo de su dilatada vida practicó el género del Lied con tal fortuna que varias de sus creaciones están entre lo más alto del género. Al final de ella, en 1894, conjuntó su inmensa y variada experiencia de todos los géneros maneja-dos en cuatro canciones, sobre tres poemas de Hermann Hesse (1877-1962) y uno de Joseph von Eichendorff (1788-1857). Son el epígono no sólo de un género sino de una época y una sensibilidad, la culmina-ción tardía del movimiento artístico más influyente de la historia, el que sigue siendo el predilecto del público y aún influye en el arte: el Romanticismo. Strauss era un gran lector y estos poemas contienen algo que, a sus 84 años, lo motivó a convertirlos en canciones. Se han ensayado muchas explicaciones sobre esas

razones, desde su despedida de la vida, su intensa remembranza y reverberación de la misma en vísperas de la muerte o que es su testamento frente a una Alemania en ruinas tras haber perdido la II Guerra Mundial, o un poco de todo ello. Cabría ahora conmoverse ante la extraordinaria sensibilidad poética del artista e idealizarlo. Sólo cabe recordar que el apolítico (y algunos consideran que amoral) compositor apoyó al régimen nazi, aunque no tanto por convicción como por conveniencia y que terminó, temerariamente, desafiándolo, orillado a ello porque su nuera era judía. El testimonio del escritor Klaus Mann (1906-1949)(inevitable decirlo: el hijo de Thomas) presenta un cuadro tajante. Durante una entrevista en la casa del compositor al final de la Guerra, a la pregunta de cómo ésta lo había afectado, contestó impasible que impidiéndole salir a pasear con plena libertad por el campo. El novelista contrasta esto con los atroces sufrimientos de la población, su indife-rencia a ello. Esto no quita un ápice al valor de sus canciones, más bien recuer-da que su arte excepcional acaso es tan conmovedor y concentrado porque lo crea no un ser ideal sino una persona como todas, plagada de anhelos, derrotas y contradicciones.La obra se estrenó póstumamente, el 22 de mayo de 1950, en Londres.

Charles Ives: Sinfonía 2El padre de Charles Ives (1874-1954), director de la banda municipal de Danbury, un pueblo de Connecticut, tenía un fuerte sentido lúdico. Armonizaba cantos de la iglesia en distintas tonalidades; afinaba el piano con los tonos armónicos naturales; pedía a su familia que cantara en cuartos de tono. Llevaba sus juegos más allá del hogar: organiza-ba conciertos en los que 3 bandas, ubicadas en diferentes puntos del pueblo, tocaba cada una pieza distinta y él, subido en el campanario, las coordinaba y escuchaba con sumo placer el resultado.El pequeño Charles a los 10 años tocaba el tambor en la banda de su padre, su maestro de piano y órgano, que lo inicia en culto de la música de Bach. Estudiará música en Yale entre 1894 y 1898. Al egresar toma la decisión de dar un giro radical a su vida. Decide dedicarse a los negocios y funda una compañía de seguros, que será una de las más prósperas de Estados Unidos. Durante las siguientes décadas se dedicará a la composi-ción los fines de semana y los días festivos. Sólo por sus títulos se puede sospechar la singularidad de su obra: Canción para la temporada de cosecha; Tres lugares en Nueva Inglaterra (1903-1921), Central Park en la oscuridad (1898-1907), La pregunta sin respuesta (1908). Asimismo su larga gestación muestra lo peculiar de su método de trabajo. Revisaba mucho, abandonaba las obras por años, y que cuando las retomaba cambiaba su estilo, orquestación y disposición radicalmente. Además en ocasiones escribía hasta una docena al mismo tiempo y muchas quedaron inconclusas, como Gigantes versus Cachorros, 1907, Polo Grounds, motivada, al parecer por un juego de la Serie Mundial de beisbol. Para completar el cuadro excéntrico, el compositor usó en su obra politonalidad, la polirritmia, los clusters [“racimo” en inglés] (el grupo de sonidos indeterminados en su altura que se oyen al tocar varias notas al mismo tiempo de manera rápida), exploró los cuartos de tono y la dodecafonía antes de Schönberg, creó collages musicales donde yuxtapuso varios tipos de música popular. Las singulares obras de Ives no recibían ni la aprobación ni el rechazo del público: no se tocaban. No era un músico profesional, vivía de sus prósperos negocios e incluso escribió un manual

muy popular: The amount to carry.Measuring the prospect [El mercados seguro de vida en relación al impuesto de sucesiones](1912). No todo eran negocios y deporte. Era además un dedicado, meticuloso y apasionado lector, especialmente del Trascendentalis-mo norteamericano: Ralph Waldo Emerson, Nataniel Hawthornes, Henry David Thoreau. Ellos no formaron su gusto sino sus convicciones. La sonata para piano número 2, Concord, Massachussets, 1840-1960 (1915), dedica un movimiento a cada uno de ellos; la fecha hace referencia al período del máximo esplendor creativo del grupo No es de extrañar que a Ives lo afectara realmente tanto la I Guerra Mundial; al final de ella, tuvo un shock nervioso. Se pueden seguir consignando detalles, anécdotas, singularidades sobre Charles Ives y su obra, pero todo parecería sólo una bromna si no fuera porque ha obtenido, debido a su inaudito anticipo técnico de décadas, el reconocimiento unánime de los compositores, el público y la crítica de finales del siglo XX y los del siglo XXI. Su universo musical puede parecer abstracto y complejo pero muestra una clara relación con el entorno en que nació y del que se siente pleno depositario: Nueva Inglaterra, la región más antigua de Estados Unidos, conformada por seis estados. Señala Harold Schonberg:Todo lo que Ives oyó cuando era niño aaprentemente lo impresionó de manera perdura-ble. Cierta vez, durante un encuentro de béisbol en Danbury, oyó dos bandas que marchaban y ejecutaban diferente música, aproximándose y retrocediendo; juntas, creaban un choque de sonoridades. Ives consideró que el sonido era delicioso y lo recreío constantemente en su música. Asistía a recitales en los cuales los cantantes se expresaban fuerte pero desentonaban. Para él esto era la vida; la gente se expresaba así, y por lo tanto, ¿por qué su música no podía hacer lo mismo? Sin duda había riesgo en pesnsar así y componer así. Implica que el púbico escuche de otra manera, conecte son el sonido, no sólo con la música. La Segunda sinfonía fue compuesta en 1902 pero fue ejecutada en 1951 por un entusias-mado Leonard Bernstein. El compositor escribió que la obra intenta reflejar “los sentimientos musicales del Connecticut rural durante la década de 1890. Tiene muchas de las melodías que la gente cantaba y tocaba entonces”. Ives refleja aquel mundo sonoro previo al coche, la electricidad, la electrónica. La tecnología de principios del siglo XX a nosotros nos puede parecer elemental, casi burda, pero él comprendió que el silencio y los sonidos de la naturaleza y de los pueblos se perderían irremediablemente.En el último movimiento de la obra hay muy breves momentos, casi ecos, de melodías muy conocidas en la época, netamente populares, justamente el tipo de música que un compositor clásico, “culto”, rechazaría por ser sencillas y sentimentales. Pero Ives, utilizando los ecos de antiguas danzas campesinas inglesas, de himnos y cánticos purita-nos, de ingenuas romanzas y de marchas militares (es decir, una summa musical que el sociólogo alemán Max Weber habría visto como un auténtico compendio de la ética protestante) sea convertido en el músico más importante de Estados Unidos. El composi-tor no asistió al estreno, lo escuchó por radio, en la cocina de su casa. Cuando terminó la ejecución se levantó e hizo unos pasos de un baile tradicional. Eso fue todo. Nosotros vemos ahora en ello una metáfora: uno de los universos sonoros más deslumbrantes del siglo XX tuvo su origen en los juegos de un músico juguetón (su padre); su inaudita modernidad se conecta directamente con un mundo provinciano y tradicional. Otro creador norteamericano, el poeta T. S Eliot, escribió pocos años después: “En mi princi-pio está mi fin”.

Haydn: Sinfonía 94La sinfonía es la forma dominante en los conciertos de música clásica en el mundo, incluso su nombre ha pasado ser sinónimo de ella: orquesta “sinfónica”, música “sinfóni-ca”. Cuando se comienza a escuchar música o cuando se es joven acaso se prefiera la épica de Beethoven, la exaltación de Tchaikovsky, los contrastes de Mahler y, en compa-ración, las sinfonías de Haydn pueden parecer demasiado sobrias. Al cabo de los años la impresión se invierte: él no creó el género pero hizo algo más importante: lo llevo de un estado embrionario a su desarrollo pleno.Haydn escribió más de cien sinfonías, muchas de agrupadas en ciclos, entre los que destacan las sinfonías “París”, de la 82 a la 87 (1785-1787) y la culminación de su trabajo: las sinfonías “Londres”, de la 93 a la 104 (1791-1795).El compositor trabajó casi 30 años al servicio de una familia húngara noble, una de las más poderosas del Imperio Austro-Húngaro, los Esterhárzy. El melómano patriarca, Nicolás, creó una buena orquesta, con lo que Hadyn pudo evitar el problema de buscar quien pagase o ejecutase o su música; sus preocupaciones eran otras, la contraparte de quien ha logrado la anhelada estabilidad. Era un criado, de categoría, pero criado, y debía moverse a donde fueran sus patrones, quienes pasaban el invierno en Viena y el verano en su palacio de Einsestadt o en el de Fertőd, en Hungría. Hacía 1780 el compo-sitor comprendió cuan famoso se volvía en Europa. Lo confirmó cuando poco después de París le encargaron una serie de sinfonías. Quería viajar por Europa, pero su patrón a su vez lo quería cerca. Cuando en 1790 éste murió y el nuevo,sin interés por la música, lo jubiló, Haydn pudo, a los 59 años de edad, hacer un viaje al extranjero. Aceptó la invitación del empresario alemán afincado en Inglaterra, J. P. Salomon. Haydn descu-brió con asombro que era más famoso de lo que hubiera pensado jamás. La asistencia a sus conciertos en Londres era masiva, las familias más prominentes se disputaban su

presencia y recibió todo tipo de honores, como el doctorado honoris causa de la univer-sidad de Oxford. Tras años de reclusión y soledad palaciega (como él las describió) se sintió acompñado, incluso querido. En los Apuntes biográficos sobre Joseph Haydn (1809), de Georg August Griesinger (1769-1845), se reproducen pasajes del cuaderno de apuntes del compositor: El 14 de diciembre [de 1792] Haydn comió en casa de un tal Sr. Shaw. “Me recibió en la puerta y me llevó a ver a su mujer, que estaba acompañada de sus dos hijas y de varias damas. Mientras saludaba a todos a mi alrededor, me di cuenta de que todas las damas llevaban en la cabeza una cinta con perlas de colores en las que se había bordado muy hermosamente en oro el nombre de Haydn; el Sr. Shaw lo llevaba bordado con las más exquisitas perlas de acero en los dos extremos del cuello de la chaqueta. La Sra. Shaw es la mujer más hermosa que he visto jamás. Su marido deseaba tener un recuerdo mío; le dí una caja que había comprado poco antes por una guinea y él me dio la suya a cambio; cuando lo visité unos días más tarde, había encargado una funda de plata para mi caja en la que había hecho grabar muy hermosamente una lira y en derredor se leían las palabras ex dono celeberrimi Iosephi Haydn [regalo del celebérrimo Joseph Haydn]. La mujer me dio un alfiler como recuerdo”. Haydn conservó entre sus bienes más preciados la cinta que ella llevaba ese día. En esta biografía excepcional que no idealiza al compositor, escuchamos además su voz comentando detalles domésticos, cotidianos como cuánto y qué gastaba. En ella se encuentra una prueba de la popularidad de la sinfonía 94, estrenada en Londres el 23 de marzo de 1792. El público de entonces, familiarizado con los términos de la música, sabía que en el movimiento lento de cualquier sinfonía o concierto imperan las cuerdas y los alientos. La presencia contundente del timbal provocó un impacto como el que causaría hoy la irrupción en una balada de un solo de guitarra de heavy metal. Corrie-ron las leyendas sobre las razones de Haydn para hacerlo. En cierta ocasión le pregunté de broma si era cierto que había compuesto el Andante con el golpe de timbal para despertar a los ingleses que se habían quedado dormidos en su concierto. “No”, obtuve como respuesta, “pero sí que me parecía conveniente sorprender al público con algo nuevo y presentarme de un modo brillante que me evitara quedar rezagado con respecto a Pleyel, mi alumno, quien por aquel tiempo había sido contratado por una orquesta en Londres y cuyos conciertos se habían inaugurado ocho días antes. El primer allegro de mi sinfonía fue recibido ya con un sinfín de bravos, pero el entusiasmo alcanzó el grado más alto con el Andante con el golpe de timbal. Ancora, ancora! [¡otra vez, otra vez!], resonaba en todas las gargantas y el propio Pleyel me felicitó por mi ocurrencia”.Por ello esta sinfonía en español, francés, inglés e italiano se llama “La sorpresa” (y en alemán Mit dem Paukenschlag [con el golpe de timbal])¬. Hay que señalar que los sobrenombres de las sinfonías de Haydn no tienen como fin caracterizarlas sino más bien distinguirlas, porque todo en ellas es de altísimo nivel. Así, en ese Andante más impresio-nante que el golpe de metal es ver cómo el sencillo tema que se enuncia desde el principio va modificándose y pasa por lo humorístico, lo bucólico y lo majestuoso, o como los movimientos inicial y final desarrollan plenamente la complejidad y el poderío que harán de la sinfonía la forma musical dominante de la música en Occidente durante por lo menos los siguientes cien años.No es de extrañar que el compositor repitiera el viaje en 1794.

Richard Strauss: Cuatro últimas cancionesLa canción es tan antigua como el género humano, y en su brevedad es una puede expresar las más variadas emociones y registros. Hace unos doscientos años comenzó a desarrollarse en la zona de lengua alemana un género, el Lied [canción], que se convirtió en el más delicado, sutil y sofisticado néctar musical que pueda imaginarse, un arte de origen popular que terminó siendo de público selecto (en el sentido artístico), no de mayorías. El compositor bávaro Richard Strauss (1864-1944) comenzó muy joven su carrera con una serie de impresionantes poemas sinfónicos, desde Don Juan (1889) hasta Ein Heldenleben [Una vida de héroe] (1894), que mostraron su absoluto dominio de la orquesta y de cada uno de sus recursos expresivos, para después pasar a crear óperas de tema escandaloso para la época, acompañadas por una música salvaje, extrema, brillantísima, para después pasar a óperas de carácter más suave donde exploró los numerosos matices de las relaciones humanas en un tono ya socarrón, ya melancólico, ya exquisito. A lo largo de su dilatada vida practicó el género del Lied con tal fortuna que varias de sus creaciones están entre lo más alto del género. Al final de ella, en 1894, conjuntó su inmensa y variada experiencia de todos los géneros maneja-dos en cuatro canciones, sobre tres poemas de Hermann Hesse (1877-1962) y uno de Joseph von Eichendorff (1788-1857). Son el epígono no sólo de un género sino de una época y una sensibilidad, la culmina-ción tardía del movimiento artístico más influyente de la historia, el que sigue siendo el predilecto del público y aún influye en el arte: el Romanticismo. Strauss era un gran lector y estos poemas contienen algo que, a sus 84 años, lo motivó a convertirlos en canciones. Se han ensayado muchas explicaciones sobre esas

razones, desde su despedida de la vida, su intensa remembranza y reverberación de la misma en vísperas de la muerte o que es su testamento frente a una Alemania en ruinas tras haber perdido la II Guerra Mundial, o un poco de todo ello. Cabría ahora conmoverse ante la extraordinaria sensibilidad poética del artista e idealizarlo. Sólo cabe recordar que el apolítico (y algunos consideran que amoral) compositor apoyó al régimen nazi, aunque no tanto por convicción como por conveniencia y que terminó, temerariamente, desafiándolo, orillado a ello porque su nuera era judía. El testimonio del escritor Klaus Mann (1906-1949)(inevitable decirlo: el hijo de Thomas) presenta un cuadro tajante. Durante una entrevista en la casa del compositor al final de la Guerra, a la pregunta de cómo ésta lo había afectado, contestó impasible que impidiéndole salir a pasear con plena libertad por el campo. El novelista contrasta esto con los atroces sufrimientos de la población, su indife-rencia a ello. Esto no quita un ápice al valor de sus canciones, más bien recuer-da que su arte excepcional acaso es tan conmovedor y concentrado porque lo crea no un ser ideal sino una persona como todas, plagada de anhelos, derrotas y contradicciones.La obra se estrenó póstumamente, el 22 de mayo de 1950, en Londres.

Charles Ives: Sinfonía 2El padre de Charles Ives (1874-1954), director de la banda municipal de Danbury, un pueblo de Connecticut, tenía un fuerte sentido lúdico. Armonizaba cantos de la iglesia en distintas tonalidades; afinaba el piano con los tonos armónicos naturales; pedía a su familia que cantara en cuartos de tono. Llevaba sus juegos más allá del hogar: organiza-ba conciertos en los que 3 bandas, ubicadas en diferentes puntos del pueblo, tocaba cada una pieza distinta y él, subido en el campanario, las coordinaba y escuchaba con sumo placer el resultado.El pequeño Charles a los 10 años tocaba el tambor en la banda de su padre, su maestro de piano y órgano, que lo inicia en culto de la música de Bach. Estudiará música en Yale entre 1894 y 1898. Al egresar toma la decisión de dar un giro radical a su vida. Decide dedicarse a los negocios y funda una compañía de seguros, que será una de las más prósperas de Estados Unidos. Durante las siguientes décadas se dedicará a la composi-ción los fines de semana y los días festivos. Sólo por sus títulos se puede sospechar la singularidad de su obra: Canción para la temporada de cosecha; Tres lugares en Nueva Inglaterra (1903-1921), Central Park en la oscuridad (1898-1907), La pregunta sin respuesta (1908). Asimismo su larga gestación muestra lo peculiar de su método de trabajo. Revisaba mucho, abandonaba las obras por años, y que cuando las retomaba cambiaba su estilo, orquestación y disposición radicalmente. Además en ocasiones escribía hasta una docena al mismo tiempo y muchas quedaron inconclusas, como Gigantes versus Cachorros, 1907, Polo Grounds, motivada, al parecer por un juego de la Serie Mundial de beisbol. Para completar el cuadro excéntrico, el compositor usó en su obra politonalidad, la polirritmia, los clusters [“racimo” en inglés] (el grupo de sonidos indeterminados en su altura que se oyen al tocar varias notas al mismo tiempo de manera rápida), exploró los cuartos de tono y la dodecafonía antes de Schönberg, creó collages musicales donde yuxtapuso varios tipos de música popular. Las singulares obras de Ives no recibían ni la aprobación ni el rechazo del público: no se tocaban. No era un músico profesional, vivía de sus prósperos negocios e incluso escribió un manual

muy popular: The amount to carry.Measuring the prospect [El mercados seguro de vida en relación al impuesto de sucesiones](1912). No todo eran negocios y deporte. Era además un dedicado, meticuloso y apasionado lector, especialmente del Trascendentalis-mo norteamericano: Ralph Waldo Emerson, Nataniel Hawthornes, Henry David Thoreau. Ellos no formaron su gusto sino sus convicciones. La sonata para piano número 2, Concord, Massachussets, 1840-1960 (1915), dedica un movimiento a cada uno de ellos; la fecha hace referencia al período del máximo esplendor creativo del grupo No es de extrañar que a Ives lo afectara realmente tanto la I Guerra Mundial; al final de ella, tuvo un shock nervioso. Se pueden seguir consignando detalles, anécdotas, singularidades sobre Charles Ives y su obra, pero todo parecería sólo una bromna si no fuera porque ha obtenido, debido a su inaudito anticipo técnico de décadas, el reconocimiento unánime de los compositores, el público y la crítica de finales del siglo XX y los del siglo XXI. Su universo musical puede parecer abstracto y complejo pero muestra una clara relación con el entorno en que nació y del que se siente pleno depositario: Nueva Inglaterra, la región más antigua de Estados Unidos, conformada por seis estados. Señala Harold Schonberg:Todo lo que Ives oyó cuando era niño aaprentemente lo impresionó de manera perdura-ble. Cierta vez, durante un encuentro de béisbol en Danbury, oyó dos bandas que marchaban y ejecutaban diferente música, aproximándose y retrocediendo; juntas, creaban un choque de sonoridades. Ives consideró que el sonido era delicioso y lo recreío constantemente en su música. Asistía a recitales en los cuales los cantantes se expresaban fuerte pero desentonaban. Para él esto era la vida; la gente se expresaba así, y por lo tanto, ¿por qué su música no podía hacer lo mismo? Sin duda había riesgo en pesnsar así y componer así. Implica que el púbico escuche de otra manera, conecte son el sonido, no sólo con la música. La Segunda sinfonía fue compuesta en 1902 pero fue ejecutada en 1951 por un entusias-mado Leonard Bernstein. El compositor escribió que la obra intenta reflejar “los sentimientos musicales del Connecticut rural durante la década de 1890. Tiene muchas de las melodías que la gente cantaba y tocaba entonces”. Ives refleja aquel mundo sonoro previo al coche, la electricidad, la electrónica. La tecnología de principios del siglo XX a nosotros nos puede parecer elemental, casi burda, pero él comprendió que el silencio y los sonidos de la naturaleza y de los pueblos se perderían irremediablemente.En el último movimiento de la obra hay muy breves momentos, casi ecos, de melodías muy conocidas en la época, netamente populares, justamente el tipo de música que un compositor clásico, “culto”, rechazaría por ser sencillas y sentimentales. Pero Ives, utilizando los ecos de antiguas danzas campesinas inglesas, de himnos y cánticos purita-nos, de ingenuas romanzas y de marchas militares (es decir, una summa musical que el sociólogo alemán Max Weber habría visto como un auténtico compendio de la ética protestante) sea convertido en el músico más importante de Estados Unidos. El composi-tor no asistió al estreno, lo escuchó por radio, en la cocina de su casa. Cuando terminó la ejecución se levantó e hizo unos pasos de un baile tradicional. Eso fue todo. Nosotros vemos ahora en ello una metáfora: uno de los universos sonoros más deslumbrantes del siglo XX tuvo su origen en los juegos de un músico juguetón (su padre); su inaudita modernidad se conecta directamente con un mundo provinciano y tradicional. Otro creador norteamericano, el poeta T. S Eliot, escribió pocos años después: “En mi princi-pio está mi fin”.

Haydn: Sinfonía 94La sinfonía es la forma dominante en los conciertos de música clásica en el mundo, incluso su nombre ha pasado ser sinónimo de ella: orquesta “sinfónica”, música “sinfóni-ca”. Cuando se comienza a escuchar música o cuando se es joven acaso se prefiera la épica de Beethoven, la exaltación de Tchaikovsky, los contrastes de Mahler y, en compa-ración, las sinfonías de Haydn pueden parecer demasiado sobrias. Al cabo de los años la impresión se invierte: él no creó el género pero hizo algo más importante: lo llevo de un estado embrionario a su desarrollo pleno.Haydn escribió más de cien sinfonías, muchas de agrupadas en ciclos, entre los que destacan las sinfonías “París”, de la 82 a la 87 (1785-1787) y la culminación de su trabajo: las sinfonías “Londres”, de la 93 a la 104 (1791-1795).El compositor trabajó casi 30 años al servicio de una familia húngara noble, una de las más poderosas del Imperio Austro-Húngaro, los Esterhárzy. El melómano patriarca, Nicolás, creó una buena orquesta, con lo que Hadyn pudo evitar el problema de buscar quien pagase o ejecutase o su música; sus preocupaciones eran otras, la contraparte de quien ha logrado la anhelada estabilidad. Era un criado, de categoría, pero criado, y debía moverse a donde fueran sus patrones, quienes pasaban el invierno en Viena y el verano en su palacio de Einsestadt o en el de Fertőd, en Hungría. Hacía 1780 el compo-sitor comprendió cuan famoso se volvía en Europa. Lo confirmó cuando poco después de París le encargaron una serie de sinfonías. Quería viajar por Europa, pero su patrón a su vez lo quería cerca. Cuando en 1790 éste murió y el nuevo,sin interés por la música, lo jubiló, Haydn pudo, a los 59 años de edad, hacer un viaje al extranjero. Aceptó la invitación del empresario alemán afincado en Inglaterra, J. P. Salomon. Haydn descu-brió con asombro que era más famoso de lo que hubiera pensado jamás. La asistencia a sus conciertos en Londres era masiva, las familias más prominentes se disputaban su

presencia y recibió todo tipo de honores, como el doctorado honoris causa de la univer-sidad de Oxford. Tras años de reclusión y soledad palaciega (como él las describió) se sintió acompñado, incluso querido. En los Apuntes biográficos sobre Joseph Haydn (1809), de Georg August Griesinger (1769-1845), se reproducen pasajes del cuaderno de apuntes del compositor: El 14 de diciembre [de 1792] Haydn comió en casa de un tal Sr. Shaw. “Me recibió en la puerta y me llevó a ver a su mujer, que estaba acompañada de sus dos hijas y de varias damas. Mientras saludaba a todos a mi alrededor, me di cuenta de que todas las damas llevaban en la cabeza una cinta con perlas de colores en las que se había bordado muy hermosamente en oro el nombre de Haydn; el Sr. Shaw lo llevaba bordado con las más exquisitas perlas de acero en los dos extremos del cuello de la chaqueta. La Sra. Shaw es la mujer más hermosa que he visto jamás. Su marido deseaba tener un recuerdo mío; le dí una caja que había comprado poco antes por una guinea y él me dio la suya a cambio; cuando lo visité unos días más tarde, había encargado una funda de plata para mi caja en la que había hecho grabar muy hermosamente una lira y en derredor se leían las palabras ex dono celeberrimi Iosephi Haydn [regalo del celebérrimo Joseph Haydn]. La mujer me dio un alfiler como recuerdo”. Haydn conservó entre sus bienes más preciados la cinta que ella llevaba ese día. En esta biografía excepcional que no idealiza al compositor, escuchamos además su voz comentando detalles domésticos, cotidianos como cuánto y qué gastaba. En ella se encuentra una prueba de la popularidad de la sinfonía 94, estrenada en Londres el 23 de marzo de 1792. El público de entonces, familiarizado con los términos de la música, sabía que en el movimiento lento de cualquier sinfonía o concierto imperan las cuerdas y los alientos. La presencia contundente del timbal provocó un impacto como el que causaría hoy la irrupción en una balada de un solo de guitarra de heavy metal. Corrie-ron las leyendas sobre las razones de Haydn para hacerlo. En cierta ocasión le pregunté de broma si era cierto que había compuesto el Andante con el golpe de timbal para despertar a los ingleses que se habían quedado dormidos en su concierto. “No”, obtuve como respuesta, “pero sí que me parecía conveniente sorprender al público con algo nuevo y presentarme de un modo brillante que me evitara quedar rezagado con respecto a Pleyel, mi alumno, quien por aquel tiempo había sido contratado por una orquesta en Londres y cuyos conciertos se habían inaugurado ocho días antes. El primer allegro de mi sinfonía fue recibido ya con un sinfín de bravos, pero el entusiasmo alcanzó el grado más alto con el Andante con el golpe de timbal. Ancora, ancora! [¡otra vez, otra vez!], resonaba en todas las gargantas y el propio Pleyel me felicitó por mi ocurrencia”.Por ello esta sinfonía en español, francés, inglés e italiano se llama “La sorpresa” (y en alemán Mit dem Paukenschlag [con el golpe de timbal])¬. Hay que señalar que los sobrenombres de las sinfonías de Haydn no tienen como fin caracterizarlas sino más bien distinguirlas, porque todo en ellas es de altísimo nivel. Así, en ese Andante más impresio-nante que el golpe de metal es ver cómo el sencillo tema que se enuncia desde el principio va modificándose y pasa por lo humorístico, lo bucólico y lo majestuoso, o como los movimientos inicial y final desarrollan plenamente la complejidad y el poderío que harán de la sinfonía la forma musical dominante de la música en Occidente durante por lo menos los siguientes cien años.No es de extrañar que el compositor repitiera el viaje en 1794.

Richard Strauss: Cuatro últimas cancionesLa canción es tan antigua como el género humano, y en su brevedad es una puede expresar las más variadas emociones y registros. Hace unos doscientos años comenzó a desarrollarse en la zona de lengua alemana un género, el Lied [canción], que se convirtió en el más delicado, sutil y sofisticado néctar musical que pueda imaginarse, un arte de origen popular que terminó siendo de público selecto (en el sentido artístico), no de mayorías. El compositor bávaro Richard Strauss (1864-1944) comenzó muy joven su carrera con una serie de impresionantes poemas sinfónicos, desde Don Juan (1889) hasta Ein Heldenleben [Una vida de héroe] (1894), que mostraron su absoluto dominio de la orquesta y de cada uno de sus recursos expresivos, para después pasar a crear óperas de tema escandaloso para la época, acompañadas por una música salvaje, extrema, brillantísima, para después pasar a óperas de carácter más suave donde exploró los numerosos matices de las relaciones humanas en un tono ya socarrón, ya melancólico, ya exquisito. A lo largo de su dilatada vida practicó el género del Lied con tal fortuna que varias de sus creaciones están entre lo más alto del género. Al final de ella, en 1894, conjuntó su inmensa y variada experiencia de todos los géneros maneja-dos en cuatro canciones, sobre tres poemas de Hermann Hesse (1877-1962) y uno de Joseph von Eichendorff (1788-1857). Son el epígono no sólo de un género sino de una época y una sensibilidad, la culmina-ción tardía del movimiento artístico más influyente de la historia, el que sigue siendo el predilecto del público y aún influye en el arte: el Romanticismo. Strauss era un gran lector y estos poemas contienen algo que, a sus 84 años, lo motivó a convertirlos en canciones. Se han ensayado muchas explicaciones sobre esas

razones, desde su despedida de la vida, su intensa remembranza y reverberación de la misma en vísperas de la muerte o que es su testamento frente a una Alemania en ruinas tras haber perdido la II Guerra Mundial, o un poco de todo ello. Cabría ahora conmoverse ante la extraordinaria sensibilidad poética del artista e idealizarlo. Sólo cabe recordar que el apolítico (y algunos consideran que amoral) compositor apoyó al régimen nazi, aunque no tanto por convicción como por conveniencia y que terminó, temerariamente, desafiándolo, orillado a ello porque su nuera era judía. El testimonio del escritor Klaus Mann (1906-1949)(inevitable decirlo: el hijo de Thomas) presenta un cuadro tajante. Durante una entrevista en la casa del compositor al final de la Guerra, a la pregunta de cómo ésta lo había afectado, contestó impasible que impidiéndole salir a pasear con plena libertad por el campo. El novelista contrasta esto con los atroces sufrimientos de la población, su indife-rencia a ello. Esto no quita un ápice al valor de sus canciones, más bien recuer-da que su arte excepcional acaso es tan conmovedor y concentrado porque lo crea no un ser ideal sino una persona como todas, plagada de anhelos, derrotas y contradicciones.La obra se estrenó póstumamente, el 22 de mayo de 1950, en Londres.

Charles Ives: Sinfonía 2El padre de Charles Ives (1874-1954), director de la banda municipal de Danbury, un pueblo de Connecticut, tenía un fuerte sentido lúdico. Armonizaba cantos de la iglesia en distintas tonalidades; afinaba el piano con los tonos armónicos naturales; pedía a su familia que cantara en cuartos de tono. Llevaba sus juegos más allá del hogar: organiza-ba conciertos en los que 3 bandas, ubicadas en diferentes puntos del pueblo, tocaba cada una pieza distinta y él, subido en el campanario, las coordinaba y escuchaba con sumo placer el resultado.El pequeño Charles a los 10 años tocaba el tambor en la banda de su padre, su maestro de piano y órgano, que lo inicia en culto de la música de Bach. Estudiará música en Yale entre 1894 y 1898. Al egresar toma la decisión de dar un giro radical a su vida. Decide dedicarse a los negocios y funda una compañía de seguros, que será una de las más prósperas de Estados Unidos. Durante las siguientes décadas se dedicará a la composi-ción los fines de semana y los días festivos. Sólo por sus títulos se puede sospechar la singularidad de su obra: Canción para la temporada de cosecha; Tres lugares en Nueva Inglaterra (1903-1921), Central Park en la oscuridad (1898-1907), La pregunta sin respuesta (1908). Asimismo su larga gestación muestra lo peculiar de su método de trabajo. Revisaba mucho, abandonaba las obras por años, y que cuando las retomaba cambiaba su estilo, orquestación y disposición radicalmente. Además en ocasiones escribía hasta una docena al mismo tiempo y muchas quedaron inconclusas, como Gigantes versus Cachorros, 1907, Polo Grounds, motivada, al parecer por un juego de la Serie Mundial de beisbol. Para completar el cuadro excéntrico, el compositor usó en su obra politonalidad, la polirritmia, los clusters [“racimo” en inglés] (el grupo de sonidos indeterminados en su altura que se oyen al tocar varias notas al mismo tiempo de manera rápida), exploró los cuartos de tono y la dodecafonía antes de Schönberg, creó collages musicales donde yuxtapuso varios tipos de música popular. Las singulares obras de Ives no recibían ni la aprobación ni el rechazo del público: no se tocaban. No era un músico profesional, vivía de sus prósperos negocios e incluso escribió un manual

muy popular: The amount to carry.Measuring the prospect [El mercados seguro de vida en relación al impuesto de sucesiones](1912). No todo eran negocios y deporte. Era además un dedicado, meticuloso y apasionado lector, especialmente del Trascendentalis-mo norteamericano: Ralph Waldo Emerson, Nataniel Hawthornes, Henry David Thoreau. Ellos no formaron su gusto sino sus convicciones. La sonata para piano número 2, Concord, Massachussets, 1840-1960 (1915), dedica un movimiento a cada uno de ellos; la fecha hace referencia al período del máximo esplendor creativo del grupo No es de extrañar que a Ives lo afectara realmente tanto la I Guerra Mundial; al final de ella, tuvo un shock nervioso. Se pueden seguir consignando detalles, anécdotas, singularidades sobre Charles Ives y su obra, pero todo parecería sólo una bromna si no fuera porque ha obtenido, debido a su inaudito anticipo técnico de décadas, el reconocimiento unánime de los compositores, el público y la crítica de finales del siglo XX y los del siglo XXI. Su universo musical puede parecer abstracto y complejo pero muestra una clara relación con el entorno en que nació y del que se siente pleno depositario: Nueva Inglaterra, la región más antigua de Estados Unidos, conformada por seis estados. Señala Harold Schonberg:Todo lo que Ives oyó cuando era niño aaprentemente lo impresionó de manera perdura-ble. Cierta vez, durante un encuentro de béisbol en Danbury, oyó dos bandas que marchaban y ejecutaban diferente música, aproximándose y retrocediendo; juntas, creaban un choque de sonoridades. Ives consideró que el sonido era delicioso y lo recreío constantemente en su música. Asistía a recitales en los cuales los cantantes se expresaban fuerte pero desentonaban. Para él esto era la vida; la gente se expresaba así, y por lo tanto, ¿por qué su música no podía hacer lo mismo? Sin duda había riesgo en pesnsar así y componer así. Implica que el púbico escuche de otra manera, conecte son el sonido, no sólo con la música. La Segunda sinfonía fue compuesta en 1902 pero fue ejecutada en 1951 por un entusias-mado Leonard Bernstein. El compositor escribió que la obra intenta reflejar “los sentimientos musicales del Connecticut rural durante la década de 1890. Tiene muchas de las melodías que la gente cantaba y tocaba entonces”. Ives refleja aquel mundo sonoro previo al coche, la electricidad, la electrónica. La tecnología de principios del siglo XX a nosotros nos puede parecer elemental, casi burda, pero él comprendió que el silencio y los sonidos de la naturaleza y de los pueblos se perderían irremediablemente.En el último movimiento de la obra hay muy breves momentos, casi ecos, de melodías muy conocidas en la época, netamente populares, justamente el tipo de música que un compositor clásico, “culto”, rechazaría por ser sencillas y sentimentales. Pero Ives, utilizando los ecos de antiguas danzas campesinas inglesas, de himnos y cánticos purita-nos, de ingenuas romanzas y de marchas militares (es decir, una summa musical que el sociólogo alemán Max Weber habría visto como un auténtico compendio de la ética protestante) sea convertido en el músico más importante de Estados Unidos. El composi-tor no asistió al estreno, lo escuchó por radio, en la cocina de su casa. Cuando terminó la ejecución se levantó e hizo unos pasos de un baile tradicional. Eso fue todo. Nosotros vemos ahora en ello una metáfora: uno de los universos sonoros más deslumbrantes del siglo XX tuvo su origen en los juegos de un músico juguetón (su padre); su inaudita modernidad se conecta directamente con un mundo provinciano y tradicional. Otro creador norteamericano, el poeta T. S Eliot, escribió pocos años después: “En mi princi-pio está mi fin”.

Notas al programa por Alfonso Colorado

Haydn: Sinfonía 94La sinfonía es la forma dominante en los conciertos de música clásica en el mundo, incluso su nombre ha pasado ser sinónimo de ella: orquesta “sinfónica”, música “sinfóni-ca”. Cuando se comienza a escuchar música o cuando se es joven acaso se prefiera la épica de Beethoven, la exaltación de Tchaikovsky, los contrastes de Mahler y, en compa-ración, las sinfonías de Haydn pueden parecer demasiado sobrias. Al cabo de los años la impresión se invierte: él no creó el género pero hizo algo más importante: lo llevo de un estado embrionario a su desarrollo pleno.Haydn escribió más de cien sinfonías, muchas de agrupadas en ciclos, entre los que destacan las sinfonías “París”, de la 82 a la 87 (1785-1787) y la culminación de su trabajo: las sinfonías “Londres”, de la 93 a la 104 (1791-1795).El compositor trabajó casi 30 años al servicio de una familia húngara noble, una de las más poderosas del Imperio Austro-Húngaro, los Esterhárzy. El melómano patriarca, Nicolás, creó una buena orquesta, con lo que Hadyn pudo evitar el problema de buscar quien pagase o ejecutase o su música; sus preocupaciones eran otras, la contraparte de quien ha logrado la anhelada estabilidad. Era un criado, de categoría, pero criado, y debía moverse a donde fueran sus patrones, quienes pasaban el invierno en Viena y el verano en su palacio de Einsestadt o en el de Fertőd, en Hungría. Hacía 1780 el compo-sitor comprendió cuan famoso se volvía en Europa. Lo confirmó cuando poco después de París le encargaron una serie de sinfonías. Quería viajar por Europa, pero su patrón a su vez lo quería cerca. Cuando en 1790 éste murió y el nuevo,sin interés por la música, lo jubiló, Haydn pudo, a los 59 años de edad, hacer un viaje al extranjero. Aceptó la invitación del empresario alemán afincado en Inglaterra, J. P. Salomon. Haydn descu-brió con asombro que era más famoso de lo que hubiera pensado jamás. La asistencia a sus conciertos en Londres era masiva, las familias más prominentes se disputaban su

presencia y recibió todo tipo de honores, como el doctorado honoris causa de la univer-sidad de Oxford. Tras años de reclusión y soledad palaciega (como él las describió) se sintió acompñado, incluso querido. En los Apuntes biográficos sobre Joseph Haydn (1809), de Georg August Griesinger (1769-1845), se reproducen pasajes del cuaderno de apuntes del compositor: El 14 de diciembre [de 1792] Haydn comió en casa de un tal Sr. Shaw. “Me recibió en la puerta y me llevó a ver a su mujer, que estaba acompañada de sus dos hijas y de varias damas. Mientras saludaba a todos a mi alrededor, me di cuenta de que todas las damas llevaban en la cabeza una cinta con perlas de colores en las que se había bordado muy hermosamente en oro el nombre de Haydn; el Sr. Shaw lo llevaba bordado con las más exquisitas perlas de acero en los dos extremos del cuello de la chaqueta. La Sra. Shaw es la mujer más hermosa que he visto jamás. Su marido deseaba tener un recuerdo mío; le dí una caja que había comprado poco antes por una guinea y él me dio la suya a cambio; cuando lo visité unos días más tarde, había encargado una funda de plata para mi caja en la que había hecho grabar muy hermosamente una lira y en derredor se leían las palabras ex dono celeberrimi Iosephi Haydn [regalo del celebérrimo Joseph Haydn]. La mujer me dio un alfiler como recuerdo”. Haydn conservó entre sus bienes más preciados la cinta que ella llevaba ese día. En esta biografía excepcional que no idealiza al compositor, escuchamos además su voz comentando detalles domésticos, cotidianos como cuánto y qué gastaba. En ella se encuentra una prueba de la popularidad de la sinfonía 94, estrenada en Londres el 23 de marzo de 1792. El público de entonces, familiarizado con los términos de la música, sabía que en el movimiento lento de cualquier sinfonía o concierto imperan las cuerdas y los alientos. La presencia contundente del timbal provocó un impacto como el que causaría hoy la irrupción en una balada de un solo de guitarra de heavy metal. Corrie-ron las leyendas sobre las razones de Haydn para hacerlo. En cierta ocasión le pregunté de broma si era cierto que había compuesto el Andante con el golpe de timbal para despertar a los ingleses que se habían quedado dormidos en su concierto. “No”, obtuve como respuesta, “pero sí que me parecía conveniente sorprender al público con algo nuevo y presentarme de un modo brillante que me evitara quedar rezagado con respecto a Pleyel, mi alumno, quien por aquel tiempo había sido contratado por una orquesta en Londres y cuyos conciertos se habían inaugurado ocho días antes. El primer allegro de mi sinfonía fue recibido ya con un sinfín de bravos, pero el entusiasmo alcanzó el grado más alto con el Andante con el golpe de timbal. Ancora, ancora! [¡otra vez, otra vez!], resonaba en todas las gargantas y el propio Pleyel me felicitó por mi ocurrencia”.Por ello esta sinfonía en español, francés, inglés e italiano se llama “La sorpresa” (y en alemán Mit dem Paukenschlag [con el golpe de timbal])¬. Hay que señalar que los sobrenombres de las sinfonías de Haydn no tienen como fin caracterizarlas sino más bien distinguirlas, porque todo en ellas es de altísimo nivel. Así, en ese Andante más impresio-nante que el golpe de metal es ver cómo el sencillo tema que se enuncia desde el principio va modificándose y pasa por lo humorístico, lo bucólico y lo majestuoso, o como los movimientos inicial y final desarrollan plenamente la complejidad y el poderío que harán de la sinfonía la forma musical dominante de la música en Occidente durante por lo menos los siguientes cien años.No es de extrañar que el compositor repitiera el viaje en 1794.

Richard Strauss: Cuatro últimas cancionesLa canción es tan antigua como el género humano, y en su brevedad es una puede expresar las más variadas emociones y registros. Hace unos doscientos años comenzó a desarrollarse en la zona de lengua alemana un género, el Lied [canción], que se convirtió en el más delicado, sutil y sofisticado néctar musical que pueda imaginarse, un arte de origen popular que terminó siendo de público selecto (en el sentido artístico), no de mayorías. El compositor bávaro Richard Strauss (1864-1944) comenzó muy joven su carrera con una serie de impresionantes poemas sinfónicos, desde Don Juan (1889) hasta Ein Heldenleben [Una vida de héroe] (1894), que mostraron su absoluto dominio de la orquesta y de cada uno de sus recursos expresivos, para después pasar a crear óperas de tema escandaloso para la época, acompañadas por una música salvaje, extrema, brillantísima, para después pasar a óperas de carácter más suave donde exploró los numerosos matices de las relaciones humanas en un tono ya socarrón, ya melancólico, ya exquisito. A lo largo de su dilatada vida practicó el género del Lied con tal fortuna que varias de sus creaciones están entre lo más alto del género. Al final de ella, en 1894, conjuntó su inmensa y variada experiencia de todos los géneros maneja-dos en cuatro canciones, sobre tres poemas de Hermann Hesse (1877-1962) y uno de Joseph von Eichendorff (1788-1857). Son el epígono no sólo de un género sino de una época y una sensibilidad, la culmina-ción tardía del movimiento artístico más influyente de la historia, el que sigue siendo el predilecto del público y aún influye en el arte: el Romanticismo. Strauss era un gran lector y estos poemas contienen algo que, a sus 84 años, lo motivó a convertirlos en canciones. Se han ensayado muchas explicaciones sobre esas

FRÜHLING

In dämmrigen Grüftenträumte ich lang

von deinen Bäumen und blauen Lüften,von deinem Duft und Vogelsang.

Nun liegst du erschlossenin Gleiss und Zier

von Licht übergossen wie ein Wunder vor mir.

Du kennest mich wieder,du lockest mich zart,

es zittert durch all meine Gliederdeine selige Gegenwart!.

SEPTEMBER

Der Garten trauert, kühl sinkt in die Blumen der Regen.

Der Sommer schauert Still seinem Ende entgegen.

Golden tropft Blatt um Blatt nieder vom hohen Akazienbaum.

Sommer lächelt erstaunt und mattin den sterbenden Gartentraum.

Lange noch bei den Rosen bleibt er stehen, sehnt sich nach Ruh.

Langsam tut er die (grossen) müdgewordnen Augen zu.

BEIM SCHLAFENGEHEN

Nun der Tag mich müd gemacht,soll mein sehnliches Verlangenfreundlich die gestirnte Nacht

wie ein müdes Kind empfangen.

Hände, lasst von allem Tun,Stirn vergiss du alles Denken,

alle meine Sinne nunwollen sich in Schlummer senken.

Und die Seele unbewachtwill in freien Flügen schweben,um im Zauberkreis der Nachttief und tausendfach zu leben.

IM ABENDROT

Wir sind durch Not und Freudegegangen Hand in Hand,

vom Wandern ruhen wir (beide)nun überm stillen Land.

Rings sich die Täler neigen,es dunkelt schon die Luft,

Zwei Lerchen nur noch steigennachträumend in den Duft.

Tritt her und lass sie schwirren,bald ist es Schlafenszeit,

dass wir uns nicht verirrenIn dieser Einsamkeit.

O weiter, stiller Friede!So tief im Abendrot,

wie sind wir wandermüde-ist dies etwa der Tod?

PRIMAVERA

En el fondo de las peñas crepusculareshe soñado largamente con tus árboles y aire azul, con tus aromas y con tus cantos de pájaros.

Ahora te has desplegado en esplendores y aderezos,desbordando de luz, como un milagro ante mí.

Tú me reconoces, tú me atraes tiernamente, un escalofrío cruza todos mis miembros,tu bienaventurada presencia.

SEPTIEMBRE

El jardín está triste, la fría lluvia pesa sobre las flores.El verano tiembla dulcemente hacia su fin.

Doradas, gota a gota, caen las hojasde lo alto de la acacia.El verano sonríe, sorprendido y cansado,entre el sueño de los jardines que se mueren.

Largamente, entre las rosas se detiene todavía, desea el reposo.Lentamente cierra sus ya cansados ojos.

AL IR A DORMIR

Ahora que el día se ha fatigado,que mi nostálgico deseosea acogido por la noche estrelladacomo un niño cansado.

Manos, abandonad toda acción.Mente, olvida todo pensamiento.Ahora todos mis sentidosquieren caer en el sueño.

Y el alma sin más guardiánquiere volar, liberadas sus alas,en el círculo mágico de la noche,para vivir profundamente mil veces.

EN EL OCASO

Con penas y alegrías, mano a mano, hemos caminado.Reposemos ahora de nuestros viajes,en la tranquila campiña.

A nuestro alrededor se inclinan los valles, ya la brisa se ensombrece.Sólo dos alondras alzan todavía el vuelo soñando de nuevo en el oloroso aire.

Acércate y déjalas trinar,pronto será hora de dormir,para que no podamos perdernosen esta soledad.

Oh, inmensa y dulce paz, tan profunda en la puesta de sol, qué fatigados estamos por haber camina-do. ¿Será esta, entonces, la muerte?

(Hermann Hesse)

(Hermann Hesse)

Cuatro últimas cancionesRichard Strauss

razones, desde su despedida de la vida, su intensa remembranza y reverberación de la misma en vísperas de la muerte o que es su testamento frente a una Alemania en ruinas tras haber perdido la II Guerra Mundial, o un poco de todo ello. Cabría ahora conmoverse ante la extraordinaria sensibilidad poética del artista e idealizarlo. Sólo cabe recordar que el apolítico (y algunos consideran que amoral) compositor apoyó al régimen nazi, aunque no tanto por convicción como por conveniencia y que terminó, temerariamente, desafiándolo, orillado a ello porque su nuera era judía. El testimonio del escritor Klaus Mann (1906-1949)(inevitable decirlo: el hijo de Thomas) presenta un cuadro tajante. Durante una entrevista en la casa del compositor al final de la Guerra, a la pregunta de cómo ésta lo había afectado, contestó impasible que impidiéndole salir a pasear con plena libertad por el campo. El novelista contrasta esto con los atroces sufrimientos de la población, su indife-rencia a ello. Esto no quita un ápice al valor de sus canciones, más bien recuer-da que su arte excepcional acaso es tan conmovedor y concentrado porque lo crea no un ser ideal sino una persona como todas, plagada de anhelos, derrotas y contradicciones.La obra se estrenó póstumamente, el 22 de mayo de 1950, en Londres.

Charles Ives: Sinfonía 2El padre de Charles Ives (1874-1954), director de la banda municipal de Danbury, un pueblo de Connecticut, tenía un fuerte sentido lúdico. Armonizaba cantos de la iglesia en distintas tonalidades; afinaba el piano con los tonos armónicos naturales; pedía a su familia que cantara en cuartos de tono. Llevaba sus juegos más allá del hogar: organiza-ba conciertos en los que 3 bandas, ubicadas en diferentes puntos del pueblo, tocaba cada una pieza distinta y él, subido en el campanario, las coordinaba y escuchaba con sumo placer el resultado.El pequeño Charles a los 10 años tocaba el tambor en la banda de su padre, su maestro de piano y órgano, que lo inicia en culto de la música de Bach. Estudiará música en Yale entre 1894 y 1898. Al egresar toma la decisión de dar un giro radical a su vida. Decide dedicarse a los negocios y funda una compañía de seguros, que será una de las más prósperas de Estados Unidos. Durante las siguientes décadas se dedicará a la composi-ción los fines de semana y los días festivos. Sólo por sus títulos se puede sospechar la singularidad de su obra: Canción para la temporada de cosecha; Tres lugares en Nueva Inglaterra (1903-1921), Central Park en la oscuridad (1898-1907), La pregunta sin respuesta (1908). Asimismo su larga gestación muestra lo peculiar de su método de trabajo. Revisaba mucho, abandonaba las obras por años, y que cuando las retomaba cambiaba su estilo, orquestación y disposición radicalmente. Además en ocasiones escribía hasta una docena al mismo tiempo y muchas quedaron inconclusas, como Gigantes versus Cachorros, 1907, Polo Grounds, motivada, al parecer por un juego de la Serie Mundial de beisbol. Para completar el cuadro excéntrico, el compositor usó en su obra politonalidad, la polirritmia, los clusters [“racimo” en inglés] (el grupo de sonidos indeterminados en su altura que se oyen al tocar varias notas al mismo tiempo de manera rápida), exploró los cuartos de tono y la dodecafonía antes de Schönberg, creó collages musicales donde yuxtapuso varios tipos de música popular. Las singulares obras de Ives no recibían ni la aprobación ni el rechazo del público: no se tocaban. No era un músico profesional, vivía de sus prósperos negocios e incluso escribió un manual

muy popular: The amount to carry.Measuring the prospect [El mercados seguro de vida en relación al impuesto de sucesiones](1912). No todo eran negocios y deporte. Era además un dedicado, meticuloso y apasionado lector, especialmente del Trascendentalis-mo norteamericano: Ralph Waldo Emerson, Nataniel Hawthornes, Henry David Thoreau. Ellos no formaron su gusto sino sus convicciones. La sonata para piano número 2, Concord, Massachussets, 1840-1960 (1915), dedica un movimiento a cada uno de ellos; la fecha hace referencia al período del máximo esplendor creativo del grupo No es de extrañar que a Ives lo afectara realmente tanto la I Guerra Mundial; al final de ella, tuvo un shock nervioso. Se pueden seguir consignando detalles, anécdotas, singularidades sobre Charles Ives y su obra, pero todo parecería sólo una bromna si no fuera porque ha obtenido, debido a su inaudito anticipo técnico de décadas, el reconocimiento unánime de los compositores, el público y la crítica de finales del siglo XX y los del siglo XXI. Su universo musical puede parecer abstracto y complejo pero muestra una clara relación con el entorno en que nació y del que se siente pleno depositario: Nueva Inglaterra, la región más antigua de Estados Unidos, conformada por seis estados. Señala Harold Schonberg:Todo lo que Ives oyó cuando era niño aaprentemente lo impresionó de manera perdura-ble. Cierta vez, durante un encuentro de béisbol en Danbury, oyó dos bandas que marchaban y ejecutaban diferente música, aproximándose y retrocediendo; juntas, creaban un choque de sonoridades. Ives consideró que el sonido era delicioso y lo recreío constantemente en su música. Asistía a recitales en los cuales los cantantes se expresaban fuerte pero desentonaban. Para él esto era la vida; la gente se expresaba así, y por lo tanto, ¿por qué su música no podía hacer lo mismo? Sin duda había riesgo en pesnsar así y componer así. Implica que el púbico escuche de otra manera, conecte son el sonido, no sólo con la música. La Segunda sinfonía fue compuesta en 1902 pero fue ejecutada en 1951 por un entusias-mado Leonard Bernstein. El compositor escribió que la obra intenta reflejar “los sentimientos musicales del Connecticut rural durante la década de 1890. Tiene muchas de las melodías que la gente cantaba y tocaba entonces”. Ives refleja aquel mundo sonoro previo al coche, la electricidad, la electrónica. La tecnología de principios del siglo XX a nosotros nos puede parecer elemental, casi burda, pero él comprendió que el silencio y los sonidos de la naturaleza y de los pueblos se perderían irremediablemente.En el último movimiento de la obra hay muy breves momentos, casi ecos, de melodías muy conocidas en la época, netamente populares, justamente el tipo de música que un compositor clásico, “culto”, rechazaría por ser sencillas y sentimentales. Pero Ives, utilizando los ecos de antiguas danzas campesinas inglesas, de himnos y cánticos purita-nos, de ingenuas romanzas y de marchas militares (es decir, una summa musical que el sociólogo alemán Max Weber habría visto como un auténtico compendio de la ética protestante) sea convertido en el músico más importante de Estados Unidos. El composi-tor no asistió al estreno, lo escuchó por radio, en la cocina de su casa. Cuando terminó la ejecución se levantó e hizo unos pasos de un baile tradicional. Eso fue todo. Nosotros vemos ahora en ello una metáfora: uno de los universos sonoros más deslumbrantes del siglo XX tuvo su origen en los juegos de un músico juguetón (su padre); su inaudita modernidad se conecta directamente con un mundo provinciano y tradicional. Otro creador norteamericano, el poeta T. S Eliot, escribió pocos años después: “En mi princi-pio está mi fin”.

Haydn: Sinfonía 94La sinfonía es la forma dominante en los conciertos de música clásica en el mundo, incluso su nombre ha pasado ser sinónimo de ella: orquesta “sinfónica”, música “sinfóni-ca”. Cuando se comienza a escuchar música o cuando se es joven acaso se prefiera la épica de Beethoven, la exaltación de Tchaikovsky, los contrastes de Mahler y, en compa-ración, las sinfonías de Haydn pueden parecer demasiado sobrias. Al cabo de los años la impresión se invierte: él no creó el género pero hizo algo más importante: lo llevo de un estado embrionario a su desarrollo pleno.Haydn escribió más de cien sinfonías, muchas de agrupadas en ciclos, entre los que destacan las sinfonías “París”, de la 82 a la 87 (1785-1787) y la culminación de su trabajo: las sinfonías “Londres”, de la 93 a la 104 (1791-1795).El compositor trabajó casi 30 años al servicio de una familia húngara noble, una de las más poderosas del Imperio Austro-Húngaro, los Esterhárzy. El melómano patriarca, Nicolás, creó una buena orquesta, con lo que Hadyn pudo evitar el problema de buscar quien pagase o ejecutase o su música; sus preocupaciones eran otras, la contraparte de quien ha logrado la anhelada estabilidad. Era un criado, de categoría, pero criado, y debía moverse a donde fueran sus patrones, quienes pasaban el invierno en Viena y el verano en su palacio de Einsestadt o en el de Fertőd, en Hungría. Hacía 1780 el compo-sitor comprendió cuan famoso se volvía en Europa. Lo confirmó cuando poco después de París le encargaron una serie de sinfonías. Quería viajar por Europa, pero su patrón a su vez lo quería cerca. Cuando en 1790 éste murió y el nuevo,sin interés por la música, lo jubiló, Haydn pudo, a los 59 años de edad, hacer un viaje al extranjero. Aceptó la invitación del empresario alemán afincado en Inglaterra, J. P. Salomon. Haydn descu-brió con asombro que era más famoso de lo que hubiera pensado jamás. La asistencia a sus conciertos en Londres era masiva, las familias más prominentes se disputaban su

presencia y recibió todo tipo de honores, como el doctorado honoris causa de la univer-sidad de Oxford. Tras años de reclusión y soledad palaciega (como él las describió) se sintió acompñado, incluso querido. En los Apuntes biográficos sobre Joseph Haydn (1809), de Georg August Griesinger (1769-1845), se reproducen pasajes del cuaderno de apuntes del compositor: El 14 de diciembre [de 1792] Haydn comió en casa de un tal Sr. Shaw. “Me recibió en la puerta y me llevó a ver a su mujer, que estaba acompañada de sus dos hijas y de varias damas. Mientras saludaba a todos a mi alrededor, me di cuenta de que todas las damas llevaban en la cabeza una cinta con perlas de colores en las que se había bordado muy hermosamente en oro el nombre de Haydn; el Sr. Shaw lo llevaba bordado con las más exquisitas perlas de acero en los dos extremos del cuello de la chaqueta. La Sra. Shaw es la mujer más hermosa que he visto jamás. Su marido deseaba tener un recuerdo mío; le dí una caja que había comprado poco antes por una guinea y él me dio la suya a cambio; cuando lo visité unos días más tarde, había encargado una funda de plata para mi caja en la que había hecho grabar muy hermosamente una lira y en derredor se leían las palabras ex dono celeberrimi Iosephi Haydn [regalo del celebérrimo Joseph Haydn]. La mujer me dio un alfiler como recuerdo”. Haydn conservó entre sus bienes más preciados la cinta que ella llevaba ese día. En esta biografía excepcional que no idealiza al compositor, escuchamos además su voz comentando detalles domésticos, cotidianos como cuánto y qué gastaba. En ella se encuentra una prueba de la popularidad de la sinfonía 94, estrenada en Londres el 23 de marzo de 1792. El público de entonces, familiarizado con los términos de la música, sabía que en el movimiento lento de cualquier sinfonía o concierto imperan las cuerdas y los alientos. La presencia contundente del timbal provocó un impacto como el que causaría hoy la irrupción en una balada de un solo de guitarra de heavy metal. Corrie-ron las leyendas sobre las razones de Haydn para hacerlo. En cierta ocasión le pregunté de broma si era cierto que había compuesto el Andante con el golpe de timbal para despertar a los ingleses que se habían quedado dormidos en su concierto. “No”, obtuve como respuesta, “pero sí que me parecía conveniente sorprender al público con algo nuevo y presentarme de un modo brillante que me evitara quedar rezagado con respecto a Pleyel, mi alumno, quien por aquel tiempo había sido contratado por una orquesta en Londres y cuyos conciertos se habían inaugurado ocho días antes. El primer allegro de mi sinfonía fue recibido ya con un sinfín de bravos, pero el entusiasmo alcanzó el grado más alto con el Andante con el golpe de timbal. Ancora, ancora! [¡otra vez, otra vez!], resonaba en todas las gargantas y el propio Pleyel me felicitó por mi ocurrencia”.Por ello esta sinfonía en español, francés, inglés e italiano se llama “La sorpresa” (y en alemán Mit dem Paukenschlag [con el golpe de timbal])¬. Hay que señalar que los sobrenombres de las sinfonías de Haydn no tienen como fin caracterizarlas sino más bien distinguirlas, porque todo en ellas es de altísimo nivel. Así, en ese Andante más impresio-nante que el golpe de metal es ver cómo el sencillo tema que se enuncia desde el principio va modificándose y pasa por lo humorístico, lo bucólico y lo majestuoso, o como los movimientos inicial y final desarrollan plenamente la complejidad y el poderío que harán de la sinfonía la forma musical dominante de la música en Occidente durante por lo menos los siguientes cien años.No es de extrañar que el compositor repitiera el viaje en 1794.

Richard Strauss: Cuatro últimas cancionesLa canción es tan antigua como el género humano, y en su brevedad es una puede expresar las más variadas emociones y registros. Hace unos doscientos años comenzó a desarrollarse en la zona de lengua alemana un género, el Lied [canción], que se convirtió en el más delicado, sutil y sofisticado néctar musical que pueda imaginarse, un arte de origen popular que terminó siendo de público selecto (en el sentido artístico), no de mayorías. El compositor bávaro Richard Strauss (1864-1944) comenzó muy joven su carrera con una serie de impresionantes poemas sinfónicos, desde Don Juan (1889) hasta Ein Heldenleben [Una vida de héroe] (1894), que mostraron su absoluto dominio de la orquesta y de cada uno de sus recursos expresivos, para después pasar a crear óperas de tema escandaloso para la época, acompañadas por una música salvaje, extrema, brillantísima, para después pasar a óperas de carácter más suave donde exploró los numerosos matices de las relaciones humanas en un tono ya socarrón, ya melancólico, ya exquisito. A lo largo de su dilatada vida practicó el género del Lied con tal fortuna que varias de sus creaciones están entre lo más alto del género. Al final de ella, en 1894, conjuntó su inmensa y variada experiencia de todos los géneros maneja-dos en cuatro canciones, sobre tres poemas de Hermann Hesse (1877-1962) y uno de Joseph von Eichendorff (1788-1857). Son el epígono no sólo de un género sino de una época y una sensibilidad, la culmina-ción tardía del movimiento artístico más influyente de la historia, el que sigue siendo el predilecto del público y aún influye en el arte: el Romanticismo. Strauss era un gran lector y estos poemas contienen algo que, a sus 84 años, lo motivó a convertirlos en canciones. Se han ensayado muchas explicaciones sobre esas

FRÜHLING

In dämmrigen Grüftenträumte ich lang

von deinen Bäumen und blauen Lüften,von deinem Duft und Vogelsang.

Nun liegst du erschlossenin Gleiss und Zier

von Licht übergossen wie ein Wunder vor mir.

Du kennest mich wieder,du lockest mich zart,

es zittert durch all meine Gliederdeine selige Gegenwart!.

SEPTEMBER

Der Garten trauert, kühl sinkt in die Blumen der Regen.

Der Sommer schauert Still seinem Ende entgegen.

Golden tropft Blatt um Blatt nieder vom hohen Akazienbaum.

Sommer lächelt erstaunt und mattin den sterbenden Gartentraum.

Lange noch bei den Rosen bleibt er stehen, sehnt sich nach Ruh.

Langsam tut er die (grossen) müdgewordnen Augen zu.

BEIM SCHLAFENGEHEN

Nun der Tag mich müd gemacht,soll mein sehnliches Verlangenfreundlich die gestirnte Nacht

wie ein müdes Kind empfangen.

Hände, lasst von allem Tun,Stirn vergiss du alles Denken,

alle meine Sinne nunwollen sich in Schlummer senken.

Und die Seele unbewachtwill in freien Flügen schweben,um im Zauberkreis der Nachttief und tausendfach zu leben.

IM ABENDROT

Wir sind durch Not und Freudegegangen Hand in Hand,

vom Wandern ruhen wir (beide)nun überm stillen Land.

Rings sich die Täler neigen,es dunkelt schon die Luft,

Zwei Lerchen nur noch steigennachträumend in den Duft.

Tritt her und lass sie schwirren,bald ist es Schlafenszeit,

dass wir uns nicht verirrenIn dieser Einsamkeit.

O weiter, stiller Friede!So tief im Abendrot,

wie sind wir wandermüde-ist dies etwa der Tod?

PRIMAVERA

En el fondo de las peñas crepusculareshe soñado largamente con tus árboles y aire azul, con tus aromas y con tus cantos de pájaros.

Ahora te has desplegado en esplendores y aderezos,desbordando de luz, como un milagro ante mí.

Tú me reconoces, tú me atraes tiernamente, un escalofrío cruza todos mis miembros,tu bienaventurada presencia.

SEPTIEMBRE

El jardín está triste, la fría lluvia pesa sobre las flores.El verano tiembla dulcemente hacia su fin.

Doradas, gota a gota, caen las hojasde lo alto de la acacia.El verano sonríe, sorprendido y cansado,entre el sueño de los jardines que se mueren.

Largamente, entre las rosas se detiene todavía, desea el reposo.Lentamente cierra sus ya cansados ojos.

AL IR A DORMIR

Ahora que el día se ha fatigado,que mi nostálgico deseosea acogido por la noche estrelladacomo un niño cansado.

Manos, abandonad toda acción.Mente, olvida todo pensamiento.Ahora todos mis sentidosquieren caer en el sueño.

Y el alma sin más guardiánquiere volar, liberadas sus alas,en el círculo mágico de la noche,para vivir profundamente mil veces.

EN EL OCASO

Con penas y alegrías, mano a mano, hemos caminado.Reposemos ahora de nuestros viajes,en la tranquila campiña.

A nuestro alrededor se inclinan los valles, ya la brisa se ensombrece.Sólo dos alondras alzan todavía el vuelo soñando de nuevo en el oloroso aire.

Acércate y déjalas trinar,pronto será hora de dormir,para que no podamos perdernosen esta soledad.

Oh, inmensa y dulce paz, tan profunda en la puesta de sol, qué fatigados estamos por haber camina-do. ¿Será esta, entonces, la muerte?

(Hermann Hesse)

(Joseph von Eichendorff)

razones, desde su despedida de la vida, su intensa remembranza y reverberación de la misma en vísperas de la muerte o que es su testamento frente a una Alemania en ruinas tras haber perdido la II Guerra Mundial, o un poco de todo ello. Cabría ahora conmoverse ante la extraordinaria sensibilidad poética del artista e idealizarlo. Sólo cabe recordar que el apolítico (y algunos consideran que amoral) compositor apoyó al régimen nazi, aunque no tanto por convicción como por conveniencia y que terminó, temerariamente, desafiándolo, orillado a ello porque su nuera era judía. El testimonio del escritor Klaus Mann (1906-1949)(inevitable decirlo: el hijo de Thomas) presenta un cuadro tajante. Durante una entrevista en la casa del compositor al final de la Guerra, a la pregunta de cómo ésta lo había afectado, contestó impasible que impidiéndole salir a pasear con plena libertad por el campo. El novelista contrasta esto con los atroces sufrimientos de la población, su indife-rencia a ello. Esto no quita un ápice al valor de sus canciones, más bien recuer-da que su arte excepcional acaso es tan conmovedor y concentrado porque lo crea no un ser ideal sino una persona como todas, plagada de anhelos, derrotas y contradicciones.La obra se estrenó póstumamente, el 22 de mayo de 1950, en Londres.

Charles Ives: Sinfonía 2El padre de Charles Ives (1874-1954), director de la banda municipal de Danbury, un pueblo de Connecticut, tenía un fuerte sentido lúdico. Armonizaba cantos de la iglesia en distintas tonalidades; afinaba el piano con los tonos armónicos naturales; pedía a su familia que cantara en cuartos de tono. Llevaba sus juegos más allá del hogar: organiza-ba conciertos en los que 3 bandas, ubicadas en diferentes puntos del pueblo, tocaba cada una pieza distinta y él, subido en el campanario, las coordinaba y escuchaba con sumo placer el resultado.El pequeño Charles a los 10 años tocaba el tambor en la banda de su padre, su maestro de piano y órgano, que lo inicia en culto de la música de Bach. Estudiará música en Yale entre 1894 y 1898. Al egresar toma la decisión de dar un giro radical a su vida. Decide dedicarse a los negocios y funda una compañía de seguros, que será una de las más prósperas de Estados Unidos. Durante las siguientes décadas se dedicará a la composi-ción los fines de semana y los días festivos. Sólo por sus títulos se puede sospechar la singularidad de su obra: Canción para la temporada de cosecha; Tres lugares en Nueva Inglaterra (1903-1921), Central Park en la oscuridad (1898-1907), La pregunta sin respuesta (1908). Asimismo su larga gestación muestra lo peculiar de su método de trabajo. Revisaba mucho, abandonaba las obras por años, y que cuando las retomaba cambiaba su estilo, orquestación y disposición radicalmente. Además en ocasiones escribía hasta una docena al mismo tiempo y muchas quedaron inconclusas, como Gigantes versus Cachorros, 1907, Polo Grounds, motivada, al parecer por un juego de la Serie Mundial de beisbol. Para completar el cuadro excéntrico, el compositor usó en su obra politonalidad, la polirritmia, los clusters [“racimo” en inglés] (el grupo de sonidos indeterminados en su altura que se oyen al tocar varias notas al mismo tiempo de manera rápida), exploró los cuartos de tono y la dodecafonía antes de Schönberg, creó collages musicales donde yuxtapuso varios tipos de música popular. Las singulares obras de Ives no recibían ni la aprobación ni el rechazo del público: no se tocaban. No era un músico profesional, vivía de sus prósperos negocios e incluso escribió un manual

muy popular: The amount to carry.Measuring the prospect [El mercados seguro de vida en relación al impuesto de sucesiones](1912). No todo eran negocios y deporte. Era además un dedicado, meticuloso y apasionado lector, especialmente del Trascendentalis-mo norteamericano: Ralph Waldo Emerson, Nataniel Hawthornes, Henry David Thoreau. Ellos no formaron su gusto sino sus convicciones. La sonata para piano número 2, Concord, Massachussets, 1840-1960 (1915), dedica un movimiento a cada uno de ellos; la fecha hace referencia al período del máximo esplendor creativo del grupo No es de extrañar que a Ives lo afectara realmente tanto la I Guerra Mundial; al final de ella, tuvo un shock nervioso. Se pueden seguir consignando detalles, anécdotas, singularidades sobre Charles Ives y su obra, pero todo parecería sólo una bromna si no fuera porque ha obtenido, debido a su inaudito anticipo técnico de décadas, el reconocimiento unánime de los compositores, el público y la crítica de finales del siglo XX y los del siglo XXI. Su universo musical puede parecer abstracto y complejo pero muestra una clara relación con el entorno en que nació y del que se siente pleno depositario: Nueva Inglaterra, la región más antigua de Estados Unidos, conformada por seis estados. Señala Harold Schonberg:Todo lo que Ives oyó cuando era niño aaprentemente lo impresionó de manera perdura-ble. Cierta vez, durante un encuentro de béisbol en Danbury, oyó dos bandas que marchaban y ejecutaban diferente música, aproximándose y retrocediendo; juntas, creaban un choque de sonoridades. Ives consideró que el sonido era delicioso y lo recreío constantemente en su música. Asistía a recitales en los cuales los cantantes se expresaban fuerte pero desentonaban. Para él esto era la vida; la gente se expresaba así, y por lo tanto, ¿por qué su música no podía hacer lo mismo? Sin duda había riesgo en pesnsar así y componer así. Implica que el púbico escuche de otra manera, conecte son el sonido, no sólo con la música. La Segunda sinfonía fue compuesta en 1902 pero fue ejecutada en 1951 por un entusias-mado Leonard Bernstein. El compositor escribió que la obra intenta reflejar “los sentimientos musicales del Connecticut rural durante la década de 1890. Tiene muchas de las melodías que la gente cantaba y tocaba entonces”. Ives refleja aquel mundo sonoro previo al coche, la electricidad, la electrónica. La tecnología de principios del siglo XX a nosotros nos puede parecer elemental, casi burda, pero él comprendió que el silencio y los sonidos de la naturaleza y de los pueblos se perderían irremediablemente.En el último movimiento de la obra hay muy breves momentos, casi ecos, de melodías muy conocidas en la época, netamente populares, justamente el tipo de música que un compositor clásico, “culto”, rechazaría por ser sencillas y sentimentales. Pero Ives, utilizando los ecos de antiguas danzas campesinas inglesas, de himnos y cánticos purita-nos, de ingenuas romanzas y de marchas militares (es decir, una summa musical que el sociólogo alemán Max Weber habría visto como un auténtico compendio de la ética protestante) sea convertido en el músico más importante de Estados Unidos. El composi-tor no asistió al estreno, lo escuchó por radio, en la cocina de su casa. Cuando terminó la ejecución se levantó e hizo unos pasos de un baile tradicional. Eso fue todo. Nosotros vemos ahora en ello una metáfora: uno de los universos sonoros más deslumbrantes del siglo XX tuvo su origen en los juegos de un músico juguetón (su padre); su inaudita modernidad se conecta directamente con un mundo provinciano y tradicional. Otro creador norteamericano, el poeta T. S Eliot, escribió pocos años después: “En mi princi-pio está mi fin”.

OrquestaSinfónica de Xalapa

Con ochenta y cinco años de historia, la Orquesta Sinfónica de Xalapa es fiel reflejo del compromiso de la Universidad Veracruzana en la difusión de la cultura. Gracias al esfuerzo de sus integrantes, hombres y mujeres, mexi-canos y de diversas nacionalidades, la OSX hoy es una de las orquestas sinfónicas más reconocidas del país. Su dinamismo y entrega en tareas de divulgación le han valido numerosos reconocimientos, realizados por instituciones académicas y artísticas, asociaciones civiles, ayuntamientos y gobiernos de los estados.

Lanfranco Marcelletti, Director Titular

Durante su existencia, ha tenido como directores titulares a Juan Lomán (1929-1944), José Ives Limantour (1944-1952 y 1967-1969), Luis Xímenez Caballero (1952-1962), Francisco Savín (1963-1967, 1984-1986 y 1990-2001), Fernando Avila (1969-1975), Luis Herrera de la Fuente (1975-1984), Enrique Diemecke (1986), José Guadalupe Flores (1987-1990), Carlos Miguel Prieto (2001-2007), Fernando Lozano (2008-2011). En el 2012, la OSX inició una nueva etapa, bajo la dirección de Lanfranco Marcellettti. En este periodo se ha buscado acrecentar el prestigio musical de la orquesta y brindar dinamismo y frescura a la organización, integrando nuevos conceptos y dinámicas musicales y buscando atraer nuevos públicos.

La OSX ha sido sede de importantes acontecimientos en la vida artística nacional, entre los que destaca el Festival y Concurso Internacional de Violonchelo Pablo Casals en 1959, que trajo a Xalapa a figuras de la talla del propio Casals, Mstislav Rostropovich, Heitor Villalobos y André Nava-rra. Su nombre está ligado a un importante listado de directores y solistas invitados de todo el mundo, entre los que cabe mencionar a Hermann Scherchen, Fritz Reiner, Julián Carrillo, Hans Zanotelli, Bruno Campane-lla, Zuohuang Chen, Carlos Riazuelo, Yoel Levi, Yoshimi Takeda, Manfred Neuman, Akira Endo, Camilla Kolchinski, Brian Priestman, Horacio Gutiérrez, Henry Szering, Plácido Domingo, Rosario Andrade, Norman Krieger, Shigeyuki Takano, Manuel Ramos, Philippe Quint y Richard Stoltzman, entre otros.

Más allá de nuestras fronteras, la OSX ha representado a México en el Festival Europalia (1993), y realizado presentaciones en Bélgica, Holanda, Luxemburgo y Alemania, en el año 2004. En el ámbito nacional, ha realiza-do numerosas giras por las principales ciudades de Veracruz y por diversas ciudades del territorio nacional, actuando en eventos de la importancia del Festival Internacional Cervantino y el Festival de Música de Morelia. Recientemente se ha presentado con gran éxito en los máximos foros nacio-nales para la música sinfónica, la Sala Nezahualcóyotl y el Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México.

1929-2014 / 85 AÑOS

Donald Palma, Director InvitadoDe 2004 a 2008 fue Director de Orquestas en el Conservatorio de Nueva Inglate-rra (NEC), institución en la que hasta la fecha continúa como director de la Orquesta de Cámara. Como director de la agrupación San Francisco Contemporary Music Players, fue premiado en dos ocasiones por la Asociación de Compositores y Autores de los EUA (ASCAP) por su programación vanguardista. Ha realizado con la Sinfónica de Odense, Dinamarca, tres grabaciones aclamadas por la crítica de la música americana, con obras de Elliott Carter, Stephen Jaffe y Peter Lieber-son. El CD Lieberson fue nominado para un premio Grammy en el 2006.Miembro fundador de la mundialmente famosa Orquesta de Cámara Orpheus, Donald Palma ha dado la vuelta al mundo y grabado más de 50 CD para el sello Deutsche Grammophon, entre ellos el ganador del premio Grammy, ‘Shadow Dances’, con obras de Igor Stravinsky. Se ha presentado en el Festival Casals de Puerto Rico, con una producción televisada por episodios de ‘La historia de un soldado’, de Stravinsky, y participó en la celebración del cumpleaños número 70 del autor George Crumb, dirigiendo la obra "Ancient Voices of Children" en el Lincoln Center de Nueva York.En su faceta de educador, ha dirigido en la Escuela Toho en Tokio, la Juilliard School en Nueva York, la Orquesta del Estado de Connecticut, y ha sido profesor invitado en la Universidad de California en San Diego (UCSD). También es miembro de la Facultad de Música de la Universidad de Yale y ha impartido clases magistrales por todo el mundo.Originario de la ciudad de Nueva York, Donald Palma se graduó como contra-bajista en la Juilliard School, y se unió a la American Symphony Orchestra, de Leopold Stokowski, a la edad de 19 años. Con 22 años se integró a la Filarmónica de Los Ángeles, pero pronto regresó a Nueva York para unirse al recién formado grupo Orpheus/Speculum Musicae, que posteriormente ganó el codiciado Premio Naumburg. A la vez, se desempeñaba como bajo principal de la Orquesta del Centro Nacional de las Artes, bajo la dirección de Trevor Pinnock, y fue el contrabajo principal en la grabación de West Side Story hecha por Leonard Bernstein. Palma se unió temporalmente también a la Orquesta de la Metropo-litan Opera (MET), para la grabación del ciclo completo de ‘El Anillo de los NIbelungos’ de Richard Wagner, dirigido por James Levine.Ha tocado también con los Cuartetos Emerson, Juilliard y Borromeo; con la Sociedad de Música de Cámara del Lincoln Center, Da Camera Chamber Music Society y en recitales con Dietrich Fischer-Dieskau, Jean-Pierre Rampal y Jan De Gaetani. Durante la temporada 2009-2010, dirigió sendos conciertos en Nueva York y Boston para celebrar el centenario de vida del compositor Elliott Carter, se embarcó en una gira por Europa con Orpheus e hizo una grabación con el cantante y compositor Sting, icono del pop, en la ciudad de Nueva York.Recientemente actuó con la Orquesta Filarmónica de Nueva York, tocó en el Festival de Jazz en el Lincoln Center, con la estrella pop de la música brasileña Ivan Lins, y se presentó tanto en el Carnegie Hall como en el Central Park con Orpheus, además de grabar con el legendario jazzista Wayne Shorter.

Durante su existencia, ha tenido como directores titulares a Juan Lomán (1929-1944), José Ives Limantour (1944-1952 y 1967-1969), Luis Xímenez Caballero (1952-1962), Francisco Savín (1963-1967, 1984-1986 y 1990-2001), Fernando Avila (1969-1975), Luis Herrera de la Fuente (1975-1984), Enrique Diemecke (1986), José Guadalupe Flores (1987-1990), Carlos Miguel Prieto (2001-2007), Fernando Lozano (2008-2011). En el 2012, la OSX inició una nueva etapa, bajo la dirección de Lanfranco Marcellettti. En este periodo se ha buscado acrecentar el prestigio musical de la orquesta y brindar dinamismo y frescura a la organización, integrando nuevos conceptos y dinámicas musicales y buscando atraer nuevos públicos.

La OSX ha sido sede de importantes acontecimientos en la vida artística nacional, entre los que destaca el Festival y Concurso Internacional de Violonchelo Pablo Casals en 1959, que trajo a Xalapa a figuras de la talla del propio Casals, Mstislav Rostropovich, Heitor Villalobos y André Nava-rra. Su nombre está ligado a un importante listado de directores y solistas invitados de todo el mundo, entre los que cabe mencionar a Hermann Scherchen, Fritz Reiner, Julián Carrillo, Hans Zanotelli, Bruno Campane-lla, Zuohuang Chen, Carlos Riazuelo, Yoel Levi, Yoshimi Takeda, Manfred Neuman, Akira Endo, Camilla Kolchinski, Brian Priestman, Horacio Gutiérrez, Henry Szering, Plácido Domingo, Rosario Andrade, Norman Krieger, Shigeyuki Takano, Manuel Ramos, Philippe Quint y Richard Stoltzman, entre otros.

Más allá de nuestras fronteras, la OSX ha representado a México en el Festival Europalia (1993), y realizado presentaciones en Bélgica, Holanda, Luxemburgo y Alemania, en el año 2004. En el ámbito nacional, ha realiza-do numerosas giras por las principales ciudades de Veracruz y por diversas ciudades del territorio nacional, actuando en eventos de la importancia del Festival Internacional Cervantino y el Festival de Música de Morelia. Recientemente se ha presentado con gran éxito en los máximos foros nacio-nales para la música sinfónica, la Sala Nezahualcóyotl y el Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México.

Donald Palma

Director Invitado

SaraHeatonsoprano

Originaria de Boston, EUA, Sara Heaton ha sido reconocida por la revista Opera News Online por su brillante lirismo, y por el diario Chicago Tribune por la pureza y dulzura de su voz. Destaca por su sensibilidad tanto en el reperto-rio operístico tradicional como en la música nueva. Durante esta tempora-da, Sara se ha presentado como Violetta en ‘La Traviatta’, en la ciudad de Houston; como solista en la Academia de Música de Brooklyn, en el marco del Beth Morrison’s Project; en una velada de éxitos operísticos con la orquesta ‘Symphony by the Sea’ en Boston, en una gira de conciertos con la Ópera de Santa Fe, EUA; y como parte del coro en una producción de ‘El Príncipe Igor’, de A. Borodin, en la Metropolitan Opera (MET) de Nueva York. Conti-nuó en Boston, presentándose como Papagena de ‘La Flauta Mágica’ de W.A. Mozart, con la Orquesta Sinfónica Juvenil de Boston; como Amore en Il ritorno d’Ulisse in patria, de C. Monteverdi, con la Boston Baroque, y abrirá el Año Nuevo con una Gala de arias y duetos de Mozart, con la misma orques-ta. En mayo cantará con la Santa Fe Symphony, en su debut con la Sinfonía 9 de L.V. Beethoven.En el campo de la música nueva, Sara Heaton ha cantado en varios estre-nos, destacando su papel de Miranda en el estreno estadounidense de ‘La muerte y los Poderes’, de Tod Machover, que le valió recibir elogios por su "enorme potencia y su agilidad en las notas estratosféricas de la escena final". Esta actuación le valió ser calificada como la mejor intérprete del evento. Otras actuaciones recientes incluyen el papel de Lidochka en ‘Moscú, Cheryomushki’, de D. Shostakovich, con la compañía Chicago Opera Theater y Jenifer en ‘Matrimonio de Verano’, de M. Tippett, con la orquesta Boston Modern Project.Del repertorio operístico tradicional, Sara Heaton ha cantado los papeles de Despina en ‘Così fan tutte’ de W. A. Mozart; Leila en ‘Los pescadores de perlas’, de Bizet, con la Ópera de Santa Fe; Anne Page, de ‘Las alegres comadres de Windsor’, con la Boston Midsummer Opera; y Serpina en ‘La Serva Padrona’, de Pergolesi, en el Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Boston Baroque. Fue ganadora del primer premio en el concurso internacional de canto Marie Kraja en Albania, y el segundo lugar en la Competencia Young Patrones-ses of Opera. También fue finalista regional en el concurso de la Metropolitan Opera de Nueva York; finalista en el Concurso Gari Giulio, y semifinalista en la Competizione dell'Opera en Alemania. Tiene una Maestría en Música por la Universidad de Boston y una licenciatura en Antropología de la Univer-sidad de Pennsylvania.

VIOLINES PRIMEROS Mikhail Medvid (Concertino), Joaquín Chávez Quijano (Asistente), Manuel Lozano Torres (Asistente), Janina Harasymowicz, Luis Rodrigo García Gama, José Homero Melgar, Andrzej Zaremba, Luis Sosa Huerta, Tonatiuh Bazán Piña, Alain Fonseca Rangel, Alexis Fonseca Rangel, Antonio Méndez Escobar, Ilya Ivanov Gotchev, Alexander Kantaria, Eduardo Carlos Juárez López, Melanie Rivera Gracia

VIOLINES SEGUNDOS Juan Manuel Jiménez (Principal), Ryszard Zeryn-ger (Asistente), Estela Cuervo Vera, Adelfo Sánchez Morales, Elizabeth Gutiérrez Torres, Marcelo Dufrane McDonald, Borislav Ivanov Gotchev, Anayely Olivares Romero, Lázaro Jascha González, Félix Alanis Barradas, Emilia Chtereva, Mireille López Guzmán, David de Jesús Torres, Jonathan Manacchio Parillo, Joana Lemiska (Interino)

VIOLAS Yurii Inti Bullón Bobadilla (Asistente), Ernesto Quistián Navarrete, Marco Antonio Rodríguez, Andrei Katsarava Risk, Marco Antonio Díaz Landa, Jorge López Gutiérrez, Gilberto Rocha Martínez, Eduardo Villalpando Dijas (Interino), Anamar García Salas (Interino)

VIOLONCELLOS David Nassidze (Principal), Dale Knight Hoaglin (Asistente), Alfredo Alva Guzmán, Teresa Aguirre Martínez, Daniela Derbez Roque, Roland Dufrane McDonald, Maurilio Castillo Saenz, Ana Aguirre Martínez, Yahel Jiménez López (Interino), Inna Nassidze (Interino)

CONTRABAJOS Andrzej Dechnik (Principal), Hugo G. Adriano Rodríguez (Asistente), Carlos Barquín Viveros, William Love, Enrique Lara Parrazal, Jorge Vázquez de Anda, Carlos Villarreal Elizondo, Benjamin Harris, Fernando Menchaca Ramírez (Interino)

FLAUTA Claire Scandrett (Principal), Othoniel Mejía Rodríguez (Asistente), Cecilia Valdés de Hoyos, David A. Rivera Martínez (Flauta y piccolo)

OBOES Esther Gleason Cook (Co-principal), Michael Sydney McVicar, Laura Baker (Corno Inglés), José Arias Olmos (Interino)

CLARINETES Abel Pérez Pitón (Principal), José Alberto Contreras (Asistente), Juan Manuel Solís, David John Musheff (Requinto)

FAGOTES Rex Gulson Miller (Principal), José Alberto Barrera (Asistente interino), Arturo Hernández Salgado, Jesús Armendáriz Ramírez (Fagot y Contrafagot)

CORNOS Eduardo Daniel Flores (Principal), Dawn Droescher (Asistente), David Keith Eitzen, Tadeo Suriel Valencia, Larry Glenn Umipeg

TROMPETAS Jeffrey Smith (Principal), Bernardo Medel Díaz (Asistente), Timothy McKeown, Jalil Jorge Eufracio

TROMBONES David Pozos Gómez (Principal), John Stringer (Asistente), Jakub Dedina

TROMBÓN BAJO John Day Bosworth

TUBA Eric Fritz

TIMBALES Rodrigo Álvarez Rangel (Principal)

PERCUSIONES Jesús Reyes López (Principal), Sergio Rodríguez Olivares, Gerardo Croda Borges, Manuel Eduardo Melgarejo (Interino)

ARPA Eugenia Espinales Correa

Jefe de Personal Ulises S. Bullón Salcedo

Músico extraAdrian Izquierdo Ayala, tuba

Músicos OSX

VIOLINES PRIMEROS Mikhail Medvid (Concertino), Joaquín Chávez Quijano (Asistente), Manuel Lozano Torres (Asistente), Janina Harasymowicz, Luis Rodrigo García Gama, José Homero Melgar, Andrzej Zaremba, Luis Sosa Huerta, Tonatiuh Bazán Piña, Alain Fonseca Rangel, Alexis Fonseca Rangel, Antonio Méndez Escobar, Ilya Ivanov Gotchev, Alexander Kantaria, Eduardo Carlos Juárez López, Melanie Rivera Gracia

VIOLINES SEGUNDOS Juan Manuel Jiménez (Principal), Ryszard Zeryn-ger (Asistente), Estela Cuervo Vera, Adelfo Sánchez Morales, Elizabeth Gutiérrez Torres, Marcelo Dufrane McDonald, Borislav Ivanov Gotchev, Anayely Olivares Romero, Lázaro Jascha González, Félix Alanis Barradas, Emilia Chtereva, Mireille López Guzmán, David de Jesús Torres, Jonathan Manacchio Parillo, Joana Lemiska (Interino)

VIOLAS Yurii Inti Bullón Bobadilla (Asistente), Ernesto Quistián Navarrete, Marco Antonio Rodríguez, Andrei Katsarava Risk, Marco Antonio Díaz Landa, Jorge López Gutiérrez, Gilberto Rocha Martínez, Eduardo Villalpando Dijas (Interino), Anamar García Salas (Interino)

VIOLONCELLOS David Nassidze (Principal), Dale Knight Hoaglin (Asistente), Alfredo Alva Guzmán, Teresa Aguirre Martínez, Daniela Derbez Roque, Roland Dufrane McDonald, Maurilio Castillo Saenz, Ana Aguirre Martínez, Yahel Jiménez López (Interino), Inna Nassidze (Interino)

CONTRABAJOS Andrzej Dechnik (Principal), Hugo G. Adriano Rodríguez (Asistente), Carlos Barquín Viveros, William Love, Enrique Lara Parrazal, Jorge Vázquez de Anda, Carlos Villarreal Elizondo, Benjamin Harris, Fernando Menchaca Ramírez (Interino)

FLAUTA Claire Scandrett (Principal), Othoniel Mejía Rodríguez (Asistente), Cecilia Valdés de Hoyos, David A. Rivera Martínez (Flauta y piccolo)

OBOES Esther Gleason Cook (Co-principal), Michael Sydney McVicar, Laura Baker (Corno Inglés), José Arias Olmos (Interino)

CLARINETES Abel Pérez Pitón (Principal), José Alberto Contreras (Asistente), Juan Manuel Solís, David John Musheff (Requinto)

FAGOTES Rex Gulson Miller (Principal), José Alberto Barrera (Asistente interino), Arturo Hernández Salgado, Jesús Armendáriz Ramírez (Fagot y Contrafagot)

CORNOS Eduardo Daniel Flores (Principal), Dawn Droescher (Asistente), David Keith Eitzen, Tadeo Suriel Valencia, Larry Glenn Umipeg

TROMPETAS Jeffrey Smith (Principal), Bernardo Medel Díaz (Asistente), Timothy McKeown, Jalil Jorge Eufracio

TROMBONES David Pozos Gómez (Principal), John Stringer (Asistente), Jakub Dedina

TROMBÓN BAJO John Day Bosworth

TUBA Eric Fritz

TIMBALES Rodrigo Álvarez Rangel (Principal)

PERCUSIONES Jesús Reyes López (Principal), Sergio Rodríguez Olivares, Gerardo Croda Borges, Manuel Eduardo Melgarejo (Interino)

ARPA Eugenia Espinales Correa

Jefe de Personal Ulises S. Bullón Salcedo

Músico extraAdrian Izquierdo Ayala, tuba

Enrique Vázquez SelemSecretario Técnico

Nelly PérezAsistente del Director

Doris Martínez GarcíaJefe del Departamento de

Administración y Operación

Elsileny Olivares RiañoJefe del Departamento

de Mercadotecnia y Logística

Mauro Torres SánchezJefe de Foro

Dulce María Hernández GarcíaAsistente de Jefe de Personal

José Luis Carmona AguilarResponsable de Biblioteca

Ana MedranoSecretaria de Administración

Marissa Sánchez CortezSecretaria de Mercadotecnia

Alina Luna ReyesRelaciones Públicas

Yanet Cruz SánchezPromoción y Ventas

Frida Aguirre MerlosDiseño y Publicidad

Perseo BernalProductor Audiovisual

María del Rocío Herrera Hdez.Gloria Sosa OlivoAlfredo GómezAuxiliares Administrativos

Bartolo ReducindoGerardo HernándezMartín CeballosLuis Humberto OlivaAuxiliares Técnicos

José Guadalupe TreviñoJaqueline Alonso MedinaMartín SoteloAuxiliares de Oficina

PersonalAdministrativoOSX

www.trevicom.com.mxVenustiano Carranza 173

www.caseriodellago.com

Tel. 8 17 62 32 www.lamansionmex.com

Av. 20 de Noviembre Ote. 589-B / Tel. 8 18 16 06

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Próximosconciertos

Concierto Inaugural Festival de Música de MoreliaViernes 14 de Noviembre de 2014

Teatro Morelos / Morelia, Michoacán / 20:30 h.

Rossini Obertura a "Guillermo Tell"Händel Música para los fuegos reales de artificio

Wagner Obertura a "Rienzi"Beethoven El triunfo de Wellington

Tchaikovsky Obertura solemne 1812

Lanfranco Marcelletti, Director Titular

Grandes Voces de IberoaméricaSábado 6 de Diciembre de 2014

Tlaqná, Sala de Conciertos / 19:00 h.

Arturo Chacón, tenorJosé Bros, tenor

Dario Solari, barítono

Lanfranco Marcelletti, Director Titular

Orquesta Sinfónica de XalapaLanfranco Marcelletti, Director Titular

www.orquestasinfonicadexalapa.com