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Capítulo II PROCESOS DE INTERACCIÓN EN EL ÁREA SEPTENTRIONAL DEL ALTIPLANO CUNDIBOYACENSE Y ORIENTE DE SANTANDER 14 Fabio Fernando Férez Riano Profesor Facultad de Restauración de Bienes Muebles Universidad Externado de Colombia Generalidades La región del noroccidente del departamento de Boyacá y oriente del depar- tamento de Santander tiene dos ejes geográficos fundamentales: el cañón del río Chicamocha y la cadena montañosa conformada por los páramos de Chontales, Guantiva y La Rusia, la cual discurre de sur a norte con alturas que superan los 3.000 msnm. Estos accidentes geográficos conforman en buena parte el límite actual entre los departamentos de Boyacá y Santander; territorio que en época prehispánica alojó a comunidades pertenecientes a las etnias Muisca, Lache y Guane, principalmente. Las zonas limítrofes entre ellas, ca- racterizadas por una gran diversidad ambiental y de la que obtenían variedad de productos, produjeron una realidad de interacción social bastante compleja en época prehispánica, haciendo que los límites no fueran fijos, sino dinámi- cos, fluctuando de conformidad a los diferentes eventos históricos. Por esta razón, la delimitación de estas etnias ha originado inconsistencias tanto en las fuentes etnohistóricas como en las arqueológicas (Silva, 1944, 1945, 1946; Falchetti, Plazas, 1973; Morales, Cadavid, 1984; Lleras, 1989; Moreno, 1992; Pérez, 1988, 1997, 1999). Recientemente se han adelantado investigaciones de fuentes primarias y excavaciones arqueológicas en la región, lo que permite Una versión inicial de este trabajo fue presentada por el autor en el Segundo Congreso Mundial de Arqueología que se llevó a cabo en Barquisimeto Venezuela en septiembre de 1990 con el título "La región de Chicamocha un área de confluencia de diferentes etnias pertenecientes a la familia Chibcha", Debido a que este documento no se publicó, se ha creído conveniente actualizarlo y ampliarlo con datos provenientes de otras investigaciones realizadas, principalmente por el autor, en esta región.

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Capítulo II

PROCESOS DE INTERACCIÓN EN EL ÁREA SEPTENTRIONAL DEL ALTIPLANO CUNDIBOYACENSE Y ORIENTE

DE SANTANDER1 4

Fabio Fernando Férez Riano Profesor Facultad de Restauración de Bienes Muebles

Universidad Externado de Colombia

Generalidades

La región del noroccidente del departamento de Boyacá y oriente del depar­tamento de Santander tiene dos ejes geográficos fundamentales: el cañón del río Chicamocha y la cadena montañosa conformada por los páramos de Chontales, Guantiva y La Rusia, la cual discurre de sur a norte con alturas que superan los 3.000 msnm. Estos accidentes geográficos conforman en buena parte el límite actual entre los departamentos de Boyacá y Santander; territorio que en época prehispánica alojó a comunidades pertenecientes a las etnias Muisca, Lache y Guane, principalmente. Las zonas limítrofes entre ellas, ca­racterizadas por una gran diversidad ambiental y de la que obtenían variedad de productos, produjeron una realidad de interacción social bastante compleja en época prehispánica, haciendo que los límites no fueran fijos, sino dinámi­cos, fluctuando de conformidad a los diferentes eventos históricos. Por esta razón, la delimitación de estas etnias ha originado inconsistencias tanto en las fuentes etnohistóricas como en las arqueológicas (Silva, 1944, 1945, 1946; Falchetti, Plazas, 1973; Morales, Cadavid, 1984; Lleras, 1989; Moreno, 1992; Pérez, 1988, 1997, 1999). Recientemente se han adelantado investigaciones de fuentes primarias y excavaciones arqueológicas en la región, lo que permite

Una versión inicial de este trabajo fue presentada por el autor en el Segundo Congreso Mundial de Arqueología que se llevó a cabo en Barquisimeto Venezuela en septiembre de 1990 con el título "La región de Chicamocha un área de confluencia de diferentes etnias pertenecientes a la familia Chibcha", Debido a que este documento no se publicó, se ha creído conveniente actualizarlo y ampliarlo con datos provenientes de otras investigaciones realizadas, principalmente por el autor, en esta región.

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profundizar en la discusión. Por este motivo, el presente reporte pretende apor­tar nueva información sobre el tema y realizar un balance de la discusión.

Fuen tes

Etnohis tor ia

Se revisaron los documentos existentes en el Archivo General de la Nación, especialmente los Fondos de Visitas Boyacá y Santander y Caciques e Indios. Primordialmente las visitas efectuadas por Juan López de Cepeda a mediados de 1570; Luis Henríquez, entre los años de 1600-1604, la cual posee la infor­mación más valiosa y detallada de los pueblos indígenas de la región y la de Lesmes de Espinosa y Saravia en 1617 a la provincia de Guane. También se consultó en el Archivo General de Indias, en Sevilla (España) y en el Archivo Parroquial de Onzaga, Santander. Además se recurrió a las crónicas de los si­glos XVI-XVII, y a investigaciones de carácter etnohistórico y sobre demogra­fía realizadas por historiadores y antropólogos en los últimos años15.

Arqueología

Se analizó la información bibliográfica arqueológica de la zona; actividad que fue complementada con labores de campo en los municipios aledaños al río Chicamocha en el departamento de Boyacá: Paz de Río, Sativasur, Sativanorte, Susacón, Soatá, Tipacoque y Covarachía en la margen izquierda; Tasco, Socha, Socotá, Jericó y Chita en la margen derecha. En el departamento de Santander hemos efectuado trabajos de terreno en los municipios de Onzaga, Coromoro, Encino, Oiba, Charalá, Santa Bárbara, Los Santos, Jordán, Villanueva, Barichara, Girón, Lebrija, Tona y Zapatoca.

1. E tnoh i s to r i a

El sector oriental del área de estudio, a partir de la documentación de archi­vo y la información arqueológica disponible, no ofrece grandes problemas para la delimitación territorial de las etnias allí emplazadas; es así como sabemos

Las abreviaturas utilizadas para la reseña de los documentos de archivo consultados son:

A.G.N. Archivo General de la Nación

Vis-Boy. Fondo de Visitas Boyacá

Vis-Sder, Fondo de Visitas Santander.

C-I. Fondo de Caciques e Indios.

A.G.l. Archivo General de Indias.

A.P.O. Archivo Parroquial de Onzaga.

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que los muiscas l ñ , dependientes de la confederación de Tundama o Duitama, habitaron la margen izquierda del río Chicamocha desde Duitama hasta el mu­nicipio de Covarachía, zona donde a la llegada de los españoles se encontraba situado el cacicazgo de Chicamocha. La margen derecha del río Chicamocha, desde Sogamoso hasta aproximadamente el límite del municipio de Socotá con el de Jericó, era habitada por comunidades muiscas dependientes de la confe­deración de Sogamoso. A partir de ia vereda de Bacota, municipio de Jericó, y de buena parte del curso de la quebrada de Mausa se encontraba el territorio Lache o U 'wa. De todas maneras aunque conocemos con un buen grado de precisión el área territorial de estas etnias, no sobra presentar algunos datos referentes a los cacicazgos allí emplazados, principalmente los que se ubica­ban en áreas limítrofes: Chusvita, Ogamora, Chicamocha y Tequia17.

a) Chusvita

Este cacicazgo Muisca desempeñó un pape! muy importante, pues además de estar situado en el límite entre muiscas y laches, es el único del cual tene­mos evidencias documentales de haberse encontrado emplazado en ambas márgenes de! río Chicamocha18:

"[..] dixo que los yndios de el pueblo de chusbita no están juntos porque están divididos y desparramados porque la parcialidad de chusbita esta en el pueblo y algunos de los dichos biven fuera del en sus labranzas y la parcialidad de yndios de sagara están pobla­dos de la otra banda de la quebrada que baja de comeza que abra media legua o poco más y la parcialidad e yndios de sochuelo están poblados de la otra banda del el rio grande de sogamoso frente de chusbita rio en medio y que el sitio de chusbita es bueno y sano y que los yndios y pueblos mas cercanos a el son este de socotá que dista una legua y mas adelante están los pueblos de comeza y cosquetiva los quales distan una legua de

Cuando nos referimos a los ívluisca estamos haciendo alusión a las comunidades indígenas que encon­traron los españoles a su llegada al altiplano cundiboyacense y parte de Santaiider, las cuales pese a que fueron encasilladas por éstos, dentro de un mismo grupo étnico, presentaban diferencias lanío en lengua, vestuario y quizá en algunos otros aspectos culturales. Es decir, aunque fueron vistas como un solo grupo esto no sería cierto, más bien se trataba de comunidades que además de ocupar un territorio con condiciones ambientales relativamente similares, tenían un buen número de elementos culturales en común. Los documentos coloniales dejan entrever la existencia de estas diferencias cuando se refieren a las comunidades independientes que se encontraban tanto al norte como al occidente de la amplia región que ocupaban. Cuando esas disimilitudes eran más notorias, a la vista de los españoles, se les dio denominaciones tales como Guanes, Laches. Sutagaos, etc.

En este documento no se hace mención del límite entre laches y muiscas en el área cercana al piedemonte llanero (Támara, Sacama, etc.) por cuanto la situación en esta zona aún no es del todo clara, aunque lo que sí podemos anotar es el hecho de que probablemente en ese sector la confedera­ción de Sogamoso tenía sujeta al menos una comunidad que probablemente pertenecía a la etnia Lache.

Es probable que Soatá también tuviera control territorial de las dos márgenes del río Chicamocha, según lo sugieren Plazas y Falchetti (1973). quienes informan que los indígenas de Boavita eran dependientes del cacique de Soatá; hecho que aun no se ha podido precisar

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socota y dos de chusbita y que se poblaran donde el señor oydor mandare" (/l602/ A.G.N.V.B.T.XII.f.769r.)

Por tanto Chusvita ocuparía las actuales veredas de Sagra perteneciente al municipio de Socha; El Tambor de Sativasur, donde existe un sector llamado Sochuelo; Fabita de Sativanorte y Chusvita y Guaquira de Socotá, situadas a una altura que oscila entre los 1. 800 y 2.700 msnm.

En Chusvita la actividad económica principal giró en torno al cultivo y co­mercio del hayo o coca, aunque los tejidos también ocuparon una posición relevante:

"[ . . . ] las granjerias que tienen... son sembrar maiz frisóles yucas batatas auyamas y axi y hazen labranzas de hayales y también tienen hayo colorado para teñir las mantas y ban a buscar el algodón a pisva y a chita y a otras partes de tierra caliente y hilan y tejen mantas de el dicho algodón y de lana y bienen a este mercado de socota y al de ogamora y crian gallinas con lo qual se sustentan y pagan sus tributos y demoras" (71602/ A.G.N.V.B. T, XII. f, 786r).

La cita anterior indica que los indígenas de Chusvita mantenían relaciones comerciales con los lache o U'wa de Chita, a donde iban a conseguir algodón, y con los de Ogamora; lugar en el que se celebraba un mercado al cual ellos acudían.

"[...] dixo que las granjerias que tienen los dichos yndios de chusbita son sembrar maiz y frisóles y yucas batatas auyamas y axi y hazen sus labranzas de hayo y hilan y tejen mantas de algodón el qual van a buscar al pueblo de chita y a otras partes de tierra caliente y tejen mantas de lana y bienen al mercado de socota y al de ogamora con lo qual se sustentan y pagan sus tributos y demoras" (/1602/A.G.N. T.XVÍI. Vis-Sder. F.771v).

Actualmente existe en Jericó, en la vereda de Bacota, un sitio denominado la Loma del Mercado, donde se ha encontrado material cerámico superficial; allí hay una piedra de gran tamaño, lo que coincide con referencias de otros sitios de intercambio (mercados); tales como Sorocotá, situado también en un lugar limítrofe, donde había otra piedra grande en torno a la cual se efectuaba el trueque de unos productos por otros.

b) O g a m o r a

Lo más probable es que este cac icazgo Lache se s i tuara cerca al río Chicamocha en las veredas de Bacota, Tapias y el Juncal, pertenecientes al municipio de Jericó. Siendo la agrupación Lache más meridional, constituyen­do por tanto el límite con los muiscas, además posiblemente era la única comu­nidad de esa etnia con acceso directo al río Chicamocha:

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"[... ] dixo que los yndios de ura cheva y ogamora y los de chusbita de alonso de rivera an hecho doctrina entera todo el año repartiendo el tiempo los ocho meses en estos tres pueblos y los quatro restantes en el dicho pueblo de chusbita el qual esta distante de ogamora que es el primer pueblo dos leguas o dos leguas y media y desde ogamora a cheva abra una legua y de cheva a ura abra media legua [...]" (/1602/A.G.N. V.B. T. XII. F. 380r.).

Esta cita confirma plenamente esto pues Chusvita, situado al sur de Ogamora, hacía parte de la etnia Muisca y dependía del cacique de Sogamoso. Además, es interesante pues incorpora otros datos de importancia, como es la distancia entre unos y otros, dada en leguas. Algunos autores al comentar la expedición de Pérez de Quesada afirman que los españoles atravesaron por el Vado de Socha el río Chicamocha y posteriormente por la depresión de Mausa entraron en el país de los Laches (Amaya Roldan, 1930). El Vado de Socha probable­mente se localizaba en el sector comprendido entre ias veredas Ei Tambor de Sativasur y Costa Rica de Socha, cerca a varios yacimientos arqueológicos registrados en un trabajo anterior (Pérez, 1988).

Actualmente en la región hay una quebrada l lamada Mausa que baña la vereda de Chusvita, perteneciente al municipio de Socotá, desembocando en el río Chicamocha. Al observar su cauce podemos adelantar que es muy factible que ese accidente natural sirviera, en parte de su trayecto, de divisoria a las dos etnias; aunque actualmente el límite entre Socotá y Jericó se sitúa un poco más al norte de la quebrada de Mausa.

Los indígenas de Ogamora también se dedicaron al cultivo e intercambio de hayo o coca, además de los productos típicos de los tres pisos térmicos que habitaban:

"[...] los yndios de cheva y ogamora tienen por principal trato y granjeria el hayo porque lo tienen de cosecha y los yndios de sogamoso gámeza y otros comarcanos / f.379r/ se lo vienen a comprar a su casa con oro y mantas y se lo venden conque se sustentan y pagan sus demoras y rrequintos y que los yndios de ura no tienen labran­zas y hayales y [...]" (/1602/A.G.N. Vis-Boy. T. XII, F.379r).

Esta cita confirma la existencia de actividades de intercambio entre los laches y muiscas. Para Ogamora se tienen evidencias documentales de la existencia de regadío para sus cultivos, principalmente el hayo:

"[...] en el nombre del cacique e yndios del pueblo de ogamora... digo que el licenciado Luis... los pobló con otros yndios porque tuviesen doctrina y por no tener en el dicho sitio tierras competentes les amparo las que antes tenían y agora algunas personas les ynquietan y se entran a querer labrar en lo que así están amparados y les ympiden el uso de las acequias de agua que antiguamente an tenido para el riego de las sementeras con que seles pierde por falla de agua" (71602/ A.G.N.C. V.B. T, XII. f. 425r).

El regadío fue necesario en el área adyacente al cañón del río Chicamocha, debido a las condiciones de sequedad de la región. Referencias documentales

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de la existencia de obras de este tipo tenemos en comunidades muiscas (Ocavita, Soatá), laches (Cheva, Ogamora), chitareros (Tequia) y guanes (Butaregua).

Como vemos, la información disponible para los pueblos de Chusvita y Ogamora, permite precisar claramente la pertenencia étnica de cada uno de ellos y la divisoria territorial entre laches y muiscas; que se puede trazar, en buena medida, por los límites de Socotá y Jericó.

El área que ha presentado mayores problemas para su delimitación étnica es (c*l t ( ^ m t r \ n r \ C l t l i o r l n o í i-\r~r-tAar-\tci Acx ] r \a i-\ o i- -i r-v-\ /-v c A a í"1 \-\ r^r\ t o 1 ¿ee\ c r i i i n n t i i f i \ i T >-i

\̂ i i ^ l l i l U l i u . m u u-Ow cii w L . \ , i u w m u \j\_- iv./3 i jci icimyjd UC v^.Jiwiitcii^.5, v j u u u u v u V Í—IÍX

Rusia, habitado en el siglo XVI a la llegada de los españoles por las comunida­des indígenas de Guacha (posiblemente el mismo Icabuco), Sumita, Coromoro, Susa y Onzaga; poblaciones que durante la colonia hicieron parte de la Provin­cia de Tunja, siendo posiblemente miembros de la confederación Muisca de Tundama o Duitama, y que según algunos autores eran netamente muiscas (Mar t ínez Garnica; 1993; 90). Además, de las anter iores , el suroriente de Santander era ocupado, entre otras, por las comunidades indígenas de Charalá, Poima, Poazaque, Oiba, Taquiza", Nemesaque, Cuyamata y Guayaca, inclui­das en la Provincia de Guane. Sobre la filiación política de éstos grupos se ha discutido en numerosas ocasiones, pues aún no es del todo claro su pertenen­cia a las comunidades muiscas o guanes.

Este desconocimiento se debe en gran parte a las pocas investigaciones ar­queológicas y etnohistóricas efectuadas en la zona, algo desconcertante, pues de este sector proviene un buen porcentaje del material arqueológico, que re­posa en museos y colecciones privadas de nuestro país, asociado a la etnia Guane. A continuación nos referiremos a varias de estas comunidades, con el fin de aportar información que permita definir su adscripción étnica.

c) Onzaga

En la delimitación establecida por Falchetti y Plazas (1973), entre muiscas y guanes, ellas proponen que correspondería a los páramos de Guantiva, Chontales y La Rusia, afirmando que al norte de estos se penetra a territorio Guane, y que el único pueblo Muisca existente en el área es Onzaga; con relación a esto Morales (1984), en su investigación etnohistórica en el territorio Guane, pre­senta la siguiente cita de Fray Pedro Aguado:

"[...] llegaron cerca de la población de Onzaga, otro cacique y señor que ahora está en el camino que se sigue y lleva a la ciudad de Pamplona, que es cuasi de la propia gente

Armando Martínez Garnica (1993) incluye a Táquisa en la etnia Muisca al igual que Coromoro. Guacha y Sumita

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mosca en trajes y vivienda aunque en la lengua difiere en parte [...] " (Aguado, 1930; en Morales, 1984: 22).

Basado en ese detalle, sugiere que es probable pensar en una filiación guane de Onzaga. Agregando que algunos autores lo designan como Muisca, porque fue uno de los caciques convocados por el Tundama para levantarse contra los espa­ñoles, y agrega que "[...] eso no necesariamente prueba identidad étnica sino más bien una alianza intergrupal" (Morales, 1984: 24). Por otra parte, Tovar Pinzón considera a Onzaga como perteneciente a la confederación de Tundama o Duitama, basándose en un documento de 1571. elaborado en la visita de Juan López de Cepeda donde un testigo contestó así:

"[...] antes que entrasen los cristianos en esta t(ie)rra eran subjetos al cacique de Duitama a! cual servían y le davan mantas y yuca y batatas y otras cosas... e que el cacique pasado fue a Tunja y dio al licenciado Ángulo por granos de mayz los yndios que en este repartimiento había." (/1571/AGN. Vis-Boy. XVII F.905v; en Tovar, 1980: 65).

Este documento, transcrito también por Mojica Silva (1946), permite deter­minar plenamente la filiación Muisca de Onzaga; hecho que es validado al revisar cuidadosamente las respuestas dadas por los indígenas de esta enco­mienda en diferentes diligencias administrativas realizadas en el transcurso del siglo XVI y comienzos del XVII. La relación de Onzaga con la comunidad Muisca, es evidente al ver que desde inicios de la Colonia siempre fue vincula­do con Soatá, siendo encomendado en 1551 por Díaz de Armendáriz al con­quistador Miguel Sánchez2 0 :

"TITULO dado por el licenciado Miguel Díaz Armendáriz a Miguel Sánchez [...] el 8 de diciembre de 1551, en el que se lee: "[...] encomiendo en vos el dicho Miguel Sánchez en términos de esta ciudad de Tunja el principal llamado Soatá con todos sus sujetos e principales e la mitad del repartimiento e indios de Onzaga como vos de presente tenéis e pobléis para que ellos tengáis y poseáis e de ellos vos sirváis... llevando las demoras y tributos de ellos de oro piedras esmeraldas mantas conforme a la tasación que de ella fuere fecho [...]" (71571/AGN. Vis-Boy. T. XVII. F. 931; en Mojica, 1946).

Aquí tenemos un dato interesante, pues se dice abiertamente que encomien­dan en Miguel Sánchez solamente la mitad de los indígenas de Onzaga. La razón para que se haga esto es difícil de explicar, quizá podría deberse a que Onzaga por estar situado en un área intermedia entre muiscas y guanes tuviera una composición biétnica, aunque sus habitantes reconocieran al cacique de Onzaga y éste a su vez al de Duitama; éste reconocimiento al cacique de Duitama además de indicar afinidad cultural, tendría como objeto el tener un mejor ac-

!" Armando Martínez G. (1993), menciona que la encomienda de Onzaga y Soatá fue otorgada por Díaz de Armendáriz a Miguel Sánchez en el año de 1547.

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ceso a los recursos de intercambio que desde el altiplano circulaban hacía terri­torio santandereano.

P o s t e r i o r m e n t e en la v is i ta r ea l i zada en 1601 por Luis E n r í q u e z , al preguntársele a los indígenas sobre los deberes que debían a sus caciques, es­tos ya no mencionan su sujeción al cacique de Duitama (Tovar, 1980:66); qui­zá se deba al impac to causado por el choque con los eu ropeos , qu ienes quebrantaron las relaciones de intercambio y de cohesión social entre las di­versas comunidades indígenas. Asimismo sería un indicativo de la posición intermedia de Onzaga, entre muiscas y guanes; donde los vínculos socio-polí­ticos con Duitama no estarían bien consolidados siendo éstos aún débiles.

"[...] dixo que las granjerias que tienen los yndios de Onzaga son sembrar maiz turmas frisóles auyamas batatas y axi y hazen mochilas y algunas petacas y hilan y tejen mantas de algodón y de lana y las venden y que estas son las granjerias que tienen" (/l 601/ A.G.N. T. VI. Vis-Sder. F 718r).

En la cita anterior se hace referencia, indirecta, a un producto que en la a c t u a l i d a d es muy i m p o r t a n t e en la e c o n o m í a de m u c h o s mun ic ip io s santandereanos, y cuyo uso tiene origen prehispánico. Este es el fique, con el cual elaboraban mochilas, alpargatas, lazos y otros elementos que no fueron muy mencionados en los documentos españoles tales como las hamacas, redes para pesca, etc. El fique fue importante en la elaboración de los lazos que se utilizaban en la tarabitas o cabuyas (Fernández de Piedrahita, 1973, 11:507), medio de transporte indígena, muy importante para cruzar los ríos y quebra­das, en lugares donde el caudal de las aguas hacía peligroso su paso21. Las tarabitas o cabuyas tuvieron gran importancia, al permitir que cacicazgos ale­daños al río Chicamocha, y a otros cursos fluviales de la zona, tuvieran control sobre ambas márgenes; es el caso de Chusvita y quizá Chicamocha (Pérez, 1988). La descripción anterior corresponde a la Cabuya de Chicamocha, que fue vital durante la Colonia, ya que se encontraba en el Camino Real que de Santafé discurría por Tunja y desde allí continuaba a la provincia de Pamplona, siendo paso obligado. Por este motivo en 1602 durante la visita de Luis Enríquez al cacicazgo Muisca de Chicamocha, situado a media legua de la Cabuya se les incluyó en la tasa de tributo; los indígenas de dicho pueblo tenían la obligación de estar en ese sitio en parejas para ayudar a los pasajeros; a cambio recibirían remuneración con lo que podrían pagar la demora (tributo) - es probable que éste haya sido el primero o uno de los primeros peajes que se cobró en territo-

La Cabuya o tarabita, fue un artificio indígena utilizado por éstos para cruzar los ríos, una de las primeras descripciones de este sistema de transporte es la presentada por Lucas Fernández de Piedrahita. al relatar la expedición enviada por Gonzalo Suárez a fundar la ciudad de Málaga, en la cual al llegar los españoles al sitio de Chicamocha, en el río Sogamoso, tuvieron que valerse de ese medio de transporte para cruzar el río (Pérez, 1988).

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rio colombiano -. El número de cabuyas existentes en los ríos Chicamocha, Suárez o Saravita, Chitano, Oibita, Pienta, Fonce, Guacha, etc. es amplio y se podría decir que donde actualmente hay puentes colgantes o para carreteras existía una cabuya.

La visita de Luis Enríquez a Onzaga y Soatá, es importante, por cuanto, además del carácter administrativo y tributario, tenía como objeto primordial la agregación de pueblos indígenas. De esta manera se facilitaba la labor de los curas doctrineros, se congregaba en un mismo lugar la mano de obra y libera­ban tierras que se pudieran declarar como vacías, para de esta manera ser adju­dicadas a los españoles. Por este motivo se cuenta con abundante información donde se da razón de las características de la zona, la distancia existente entre los pueblos y los lugares más aptos para la agregación:

'[,..] dixo que los mas de los yndios del dicho pueblo viven juntos en el salvo algunos viejos que están por quebradas en sus labranzas = y que haviendose de poblar todos los yndios juntos en un sitio le parece que es bueno el del dicho pueblo de Soata por ser fértil y abundante y ser los yndios parientes y compañeros y quel sitio de Susa es frío y paramoso y que el dicho pueblo de Onzaga es cierras y quebradas y este dicho pueblo es mejor y mas llano que dista de Onzaga dos leguas y Susa distara del dicho pueblo de Onzaga tres leguas" (/1601/A.G.N. T VI. Vis-Sder. F 7 12v).

El término parientes y compañeros, probablemente indica la existencia de afinidades étnicas entre Onzaga y Soatá, no siendo esta la única vez donde se hace alusión:

"a la séptima pregunta dixo que todos los yndios del dicho pueblo de Onzaga viven juntos en el ecepto algunos yndios viejos que están en sus labranzas y quebradas y que el asiento de su pueblo es bueno y fértil ... y que haviendose de juntar e poblar en un sitio para tener dotrina entera todo el año le parece quel mejor de todos es este de Soata por ser de buen temple y abundante de aguas leña y fértil en el qual se podran poblar los yndios del dicho pueblo de Onzaga que dista del dos leguas y que todos los yndios de ambos pueblos /folio 716v7 de Soata y Onzaga son parientes y amigos y estaran bien juntos" (/1601/A.G.N. T VI. Vis-Sder. F. 716r).

Esta afinidad étnica, parientes y amigos, implicaría la existencia de relacio­nes sociales, quizás intercambios matrimoniales, lo que se puede inferir al ver el censo de Onzaga:

"Pedro Pachasuca de doze años guerfano esta en Tipacoque" (/1601/A.G.N. T. VI. Vis-Sder. F.687r).

Como vemos el niño, que de acuerdo a las normas o reglas de pertenencia haría parte de Onzaga, quizá se encuentre en Tipacoque, parcialidad sujeta a Soatá, debido a que probablemente su padre hacia parte de dicho pueblo, caso contrario parece ocurrir con el ejemplo siguiente:

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"Luis Supaicon( ?) de quarenta y seis años esta puesto en la discrepcion de Suata y contradicho por Hernando Mateus" (/1601/A.G.N. T. VI. Vis-Sder).

Además de estas referencias, en el censo de Onzaga se menciona la existen­cia de matrimonios entre indígenas de dicho pueblo con miembros de comuni­dades muiscas entre las que destaca Chicamocha, con el que nos atreveríamos a lanzar la hipótesis de la existencia de una relación muy estrecha:

"Pedro Situnsipa de treinta y -seis años declaro ser natural de Onzaga y su madre también hallóse presente el padre Alonso...clérigo el qual dixo que el pueblo de Chicamocha tiene pretensión a este indio por ser natural de Chicamocha (/1601/A.G.N. T. VI. Vis-Sder. F.686r).

Esta cita es muy clara, pues muestra la relación existente entre estos dos pueblos, y es un indicativo de las reglas de parentesco y de pertenencia, por cuanto el indígena aunque era pretendido por los de Chicamocha por ser naci­do allí, pertenecía a Onzaga ya que su madre era oriunda de éste último pue­blo; como ésta hay abundantes referencias (Pérez. 2000). Onzaga no solamente tuvo intercambios matrimoniales con Chicamocha y Soatá:

"Agustin Cogasbiga (?) de veinte y quatro años su mujer Ana es de Tupachoque"

(/1601/A.G.N. T VI. Vis-Sder. F. 688v).

Tupachoque o Topachoque era un cacicazgo Muisca localizado en la margen i zqu ie rda del río Ch icamocha , en ter r i tor io del munic ip io boyacense de Sativanorte. Lo anterior se ve refrendado al revisar los libros parroquiales de Onzaga a finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, donde hay datos de matrimonios con indígenas muiscas de Sativa, Susa, Tópaga, Tibasosa, Cerinza, Tota, Sesquilé, Socotá, así como de Támara en los Llanos. En estos mismos do­cumentos es común encontrar apellidos tales como Ramiriquí, Socotá, Guane, Duitama, Samacá, Guacha, Panqueva, Gámeza, Socha, Tinjacá, etc. Además, en la visita de Juan López de Cepeda en 1571, se pudo precisar a partir del censo realizado por él, que muchos indígenas huidos se hallaban principalmente en Chicamocha, y otros pocos en Soatá y Coromoro.

Es de anotar que hacia 1571 y 1602, se menciona la existencia en Onzaga de varias capitanías sujetas a su cacique de Onzaga; algunas de estas manten­drían un mayor grado de relación o de empatia con comunidades muiscas si­tuadas al oriente, mientras que otras parecen relacionarse más con cacicazgos sobre los cuales aún no se tiene plena certeza de su filiación Muisca o Guane, situados al occidente:

"Juana Chirebuy (?) esta en Coromoro [...] Gonzalo Yugua de veinte y cinco años casado con yndia de Guacha [...] Luis Ticasubsen( ?) de veinte años esta en Sumita soltero abra más de seis años" (/1601/A.G.N. T. VI. Vis-Sder.F.693 - 694v).

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A partir de lo esbozado en las páginas precedentes, no cabe duda sobre la filiación Muisca de Onzaga, hecho que es corroborado por Aguado cuando anota lo siguiente:

"Y él con la otra mitad se vino á Tunja por la vía de ciertos pueblos de indios moscas llamados Chicamocha y Onzaga y otros que por este camino hay, que fuesen á salir á Tunja" (1906: 201).

Lo anterior confirmaría la pertenencia de Onzaga a la etnia Muisca, pero nos hace pensar que el cronista se contradice, pues en la cita presentada en páginas anteriores él menciona diferencias entre la gente de Onzaga y los muiscas, de todas maneras la documentación disponible indica que Onzaga sí hacía parte de la comunidad Muisca. Esta probable contradicción de Aguado parece tener su razón de ser, en el hecho de que los españoles no lograron comprender muy bien la realidad que estaban observando; además es bien sa­bido que al interior del grupo muisca existían diferencias que se podían mani­festar en aspectos como el vestido y la lengua. Un elemento que falta por discutir es el referente a las capitanías sujetas a dicho pueblo, puesto que hacia 1571 en la visita de Juan López de Cepeda se mencionan catorce capitanías dependien­tes del cacique de Onzaga. Pero ya en la visita de 1602 solamente son reporta­das cuatro capitanías; Parcialidad del cacique de Onzaga, de Capitán Bacote, Nomero (?) de Mogote, del Capitán Partiebota (?), don Diego Guane.

Al respecto Martínez Garnica (1993:116) afirma que el cacique de Onzaga en tiempos prehispánicos era "un gran señor natural que sujetaba 24 capitanes, y él era a su vez sujeto del Duitama", lamentablemente no indica la fuente de donde procede dicha información. Como se ve él ejerció jurisdicción política en un amplio territorio que se extendía desde cerca a los pueblos de Chicamocha y Soatá, hasta el área de los municipios santandereanos de San Joaquín y Mogotes 2 2 ; que posiblemente incluía a capitanías tanto muiscas como guanes. Esto se puede inferir por los pleitos de los indígenas de Onzaga a mediados y finales del siglo XVIII por las tierras de Satova23 en Chicamocha y Galván en Soatá y por la Cabuya de Chicamocha, lo que hace aún más importante el estudio arqueológico y etnohistórico de esta región.

Lo expuesto, en páginas precedentes, lleva a plantear que Onzaga al situar­se en un área intermedia entre muiscas y guanes, jugó un papel preponderante, pues por sus tierras debieron circular innumerables productos e ideas proce-

Estos dos municipios se originaron a partir de Onzaga,

En la actualidad existe en el municipio de Covarachía, Boyacá, una vereda de éste mismo nombre. Covarachía corresponde territorialmente al antiguo cacicazgo Muisca de Chicamocha

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denles del altiplano hacia la montaña santandereana y el valle del Magdalena y viceversa. Aún más el territorio ocupado por ellos debió constituir o hacer par­te de un "límite oscilante" o "tierra franca", donde muiscas, guanes y quizá chitareros, en el sector norte, tuvieron áreas de reserva forestal o cotos de caza; en las que obtenían gran variedad de productos esenciales para su sosteni­miento. Hoy en día podemos apreciar estas zonas, donde aún existen exube­rantes robledales, que serían mudos testigos de una realidad compleja en época prehispánica (Pérez, 2000).

d) G u a c h a

Este cacicazgo estaba situado en un lugar estratégico entre el altiplano y la montaña santandereana24, lo que le permitía una fácil y rápida comunicación con Duitama y Cerinza desempeñando un rol de importancia en las relaciones entre muiscas y guanes. Quizá, por este motivo se le facilitó hacer parte de la confederación Muisca de Duitama, esta adscripción (política) está ampliamen­te documentada para el siglo XVI y comienzos del siglo XVII, cuando se seña­la que los indios de Guacha reconocían al cacique de Duitama (Tovar, 1970:65). El emplazamiento de Guacha, en un área limítrofe entre muiscas y guanes, sugiere que su situación es similar a la de Onzaga, Los testimonios de la visita a este pueblo en 1571 agregan datos de importancia, específicamente en lo referente a las relaciones matrimoniales, pues se puede inferir la existencia de la práctica de la poliginia, es decir el matrimonio de un hombre con varias mujeres; es así como el cacique de Guacha tenía cuatro mujeres, el cacique de Icabuco dos mujeres, y algunos de los capitanes dos y tres. El único que no tenía mujeres es el capitán Pitacontira, quien era soltero, siendo probable que fuera muy joven.

"En el repartimiento de Guacha treze dias del dicho mes de agosto(?) [1571) [...] mando juntar los yndios deste dicho repartimiento [...] el cacique de Guacha Borasquito(?) casado con quatro mujeres y tiene tres hijos [...] estos yndios son del capitán Pitacontira [es soltero] el cacique Buyarica casado con dos mujeres sin hijos [...] el capitán Toatiti dos mujeres e dos hijos [...]" (/] 571/A.G.N. Vis-Boy. T. VII F 638r-644v).

La posibilidad de tener varias mujeres, parece que no estuvo reservada a los individuos que poseyeran el mayor estatus dentro de la comunidad, puesto que en este mismo censo se enumeran más casos similares. Esto es interesante, pues si comparamos con censos indígenas del norte de Boyacá, efectuados principalmente durante la visita de Luis Enríquez a finales del siglo XVI y

El cacicazgo de Guacha se encontraba muy cerca al casco urbano del actual municipio de Encino y se extendería hasta territorio del municipio Boyacense de Belén. Más exactamente en las veredas de Canadá, Avendaños. Minas y La Cabuya, en Encino, y San José de La Montaña en Belén (Pérez, 1997).

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comienzos del XVII, vemos que no se relacionan casos de éste tipo. Por el momento no podemos dar explicaciones, pero es probable que se deba a la posición intermedia en que se encontraba Guacha, lo que podría señalar la existencia de algún tipo de diferencia étnica con respecto a los muiscas.

En 1602, durante el interrogatorio realizado por el oidor Luis Enríquez, las respuestas dadas por los testigos, permiten observar que el emplazamiento del cacicazgo de Guacha corresponde con las características ambientales de la zona aledaña a Encino:

"que los indios de los dichos pueblos de Guacha y Sumita están juntos en sus poblazones y que el sitio del pueblo de Guacha es muy malo porque tiene mucho arcabuco y malas salidas y que habiéndose de juntar y poblar los indios naturales con los de Sumita [actual Cincelada] y Coromoro para que hagan un pueblo grande y tengan doctrina siempre el parecer que el mejor sitio de los tres es el de Sumita por ser de buen sitio y tener agua y leña en abundancia y temple caliente [...]" (71602/A.G.N. Vis-Boy. T. XVIII F 433-452. En Mojica Silva, 1946: 103).

Las visitas coloniales permiten inferir que este cacicazgo se especializaba en la producción de mantas de algodón; además, parece que las actividades comerciales fueron importantes, siendo probable que por su territorio circula­ran productos como el oro proveniente del occidente y algodón que se cultiva­ba en cercanías a las poblaciones de Oiba y Charalá; y en sentido contrario la sal que provenía del altiplano, y ceramios en ambas direcciones. Siendo en esta visita recurrente la referencia a individuos que se encontraban en el mer­cado, la gran mayoría miembros de las parcialidades del capitán Gacha y del cacique de Guacha; en las parcialidades del capitán Pitacontira y del cacique de Icabuco, es probable que al menos un indígena fuera al mercado, desafortu­nadamente los textos son ilegibles:

"Subariga casado y una mujer y un hijo es ydo al [mercado] [...] Paricupa casado con dos mujeres y dos hijos es ydo al m[erc]ad[o] [...]" (71571/ A.G.N. Vis-Boy. T VII F. 641r-642r),

Estos testimonios reforzarían nuestro planteamiento, hecho en un trabajo anterior; donde proponíamos la existencia en el altiplano cundiboyacense de grupos especializados en la comercialización de productos, es decir mercade­res (Pérez, 1988).

En conclusión, la información disponible para Guacha indica claramente, y sin temor a equivocarnos que hizo parte de la confederación Muisca de Tundama o Duitama, pero surge una duda, ¿esta pertenencia o filiación política de Guacha implicaba también una afinidad étnica?. Finalmente debemos anotar que en la Visita de Luis Henríquez en 1602 al pueblo de Chitagoto en territorio Muisca, se observó que en el censo realizado por él aparecía al menos un indígena de apellido Guacha.

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e) Coromoro

Con respecto a este cacicazgo es poca la información disponible, pero sabe­mos que pertenecía a la confederación Muisca de Tundama o Duitama, siendo su encomendero el bachiller Pedro de Valdelomar. En 1602, Coromoro hacía parte del partido de Ceniza [Cerinza], al igual que Guacha y Sumita. Este pue­blo fue tasado en 248 mantas de algodón, más 49 de requinto (Ruiz Rivera, 1972:100); por esta razón Martínez Garnica (1993), planteó que se especiali­zaba en la elaboración de mantas, algo que es recurrente para los pueblos si­tuados en la zona: Onzaga, Susa, Guacha.

Coromoro se localizaría en territorio del municipio del mismo nombre, pro­bablemente al suroriente del lugar de la actual población, en cercanías de la vereda La Mina, lugar de donde procede buena parte del material arqueológico de propiedad de la Casa de la Cultura de Charalá. En la visita realizada a Onzaga se aportan algunos datos con respecto a Coromoro, particularmente en lo refe­rente a la distancia:

"[...] que le parece que los dichos yndios se [...] podrían juntar con los yndios de Coromoro que distan del dicho pueblo cinco o seis leguas y con los de Susa que distan tres leguas" (/1601/A.G.N. T. VI. Vis-Sder. F706r).

Lo anterior permite inferir que Coromoro jugó un rol semejante al de sus vecinos, explotando un ecosistema de características similares, donde obten­drían la misma variedad de productos agrícolas que Guacha, Sumita, Susa y Onzaga .

f) Susa

Se situaba en cercanías del actual corregimiento de Susa, al sur del casco urbano de Onzaga, en término municipal de éste último; siendo el único de los cacicazgos de la zona emplazada totalmente en clima frío, entre los 2.700-3.100 msnm.

El motivo por el cual existe poca información disponible, se debe principal­mente a que Susa normalmente fue relacionado con Onzaga, lugar a donde fueron trasladados sus habitantes a finales del siglo XVII, llevando algunos de los ornamentos de la iglesia de Susa. Parece que existieron relaciones, quizá de tipo matrimonial, entre Susa y otros pueblos; lo que se puede verificar al obser­var el censo elaborado durante la visita de Luis Enríquez a la población de Chitagoto (antiguo Paz de Río) en Boyacá, donde se menciona un indígena que vive en Susa:

"Gonzalo Neabaten de veinte y cinco años soltero esta en Susa declaro el cacique que a quatro años que esta alia y no paga la demora - [al frente dice ausente]" (/1602/A.G.N. T. IV. Vis-Boy. F.950v).

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Las características de los materiales arqueológicos encontrados en esta zona y la documentación etnohistórica disponible, indican que este pueblo pertene­cía a la etnia Muisca.

El territorio correspondiente a Oiba y Charalá durante la Colonia hizo parte de la denominada Provincia de Guane. La mayoría de la información de que disponemos proviene tanto de las crónicas de mediados del siglo XVI que rela­tan la expedición de Martín Galeano, así como de la Visita realizada en 1617 por Lesmes de Espinosa y Saravia. La Provincia de Guane incluyó, además de Oiba y Charalá, otras comunidades indígenas que se ubicaban en el área co­rrespondiente a estos dos municipios, o muy cerca de ellos; algunas son men­cionadas por los cronistas al narrar la expedición de Galeano. Entre estas tenemos: Poima, Poasaque, Cuyamata, Guayaca y Taquisa.

En esa visita se ordenó hacer agregaciones de pueblos, dos de estas corres­pondieron a las doctrinas de Oyba, Cuyamata y Taquisa. En la primera se con­gregarían los pueblos o parcialidades de Oyba, Cuyamata, Poasaque, Chimana, Guayaca, Chitaraque, Poima y varias estancias y hatos que había en sus alrede­dores. Se anota, además, que: "Esta parroquia se podrá poner en tierras de Oyba en la loma pasada la puente" (71617/ A.G.N. Vis-Sder. T. 9. F. 54r).

La doctrina de Taquisa estaría compuesta por: Taquisa, Caráota, Charalá, Nimisaque (Nemisaque) y varias estancias y hatos. El documento también in­cluye anotaciones sobre el sitio donde se debe situar la parroquia: "[ . . . ] y están todos muy comarcanos que poniéndose la yglesia entre los dichos rios de Charalá y Pienta [...]" (1617/A.G.N. Vis-Sder. T 9. F. 53v). Parece que estas agregaciones no se efectuaron, pues posteriormente se hacen precisiones, principalmente con relación a las características de los sitios donde se harían las reducciones:

"Supuesto que las tierras en que agora están /F 91v7 el dicho pueblo de Poasaque son fértiles para maices y algodones frutales y cria de ganados y que tiene agua y leña y ser el temple como el de los demás pueblos sera proposito se agreguen en el dicho Poasaque los pueblos de guayaca Oyba Chimana y Chitaraque y Nemesaque... y en quanto a los dichos pueblos de chalala de Pedro Calbete y Taquiza de Diego Ortiz que están distantes cinco leguas de los de arriba nombrados por estar en un valle fértil y de gran utilidad asi de maizes como de algodones y frutales y donde se pueden criar ganados y ser de mucho pescado y buenas aguas y porque en el dicho valle ay cantidad de estancias e yngenios donde sirven naturales de repartimientos de Tunja por concierto se podra agregar Chalala y Taquisa en la parte donde aora esta Taquisa [...]" (/1617/A.G.N. Vis-Sder. T. 9. F.91r-v).

Las descripciones, además de corresponder con las características de la zona, unidas al testimonio de un encomendero, son importantes; pues, aunque acla­ran la ubicación de esas poblaciones, permiten precisar un poco más la proble­mática cultural de la región:

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"Juan Lopez Galban [...] digo que yo di mi pareser que en las tierras de Lenguaruco [...] por ser las mas fértiles y mejores y buenos sitios para la pobiazon que ay en toda esta provincia y agora es venido a mi notisia que los yndios de Lenguaruco son congregados en la pobiazon de Pare y los encomenderos de Poasaque Oyba y Guayaca son de diferen­te pareser que el mió y pretenden cada uno que sus encomendados no salgan de sus tierras y los yndios de Poyma de mi encomienda están sinco leguas de Oyba y quatro leguas de Poasaque y si conforme al pareser de Pedro Ferrer el capitán Benito Franco y del padre Diego Lopez se pueblen en el pueblo viejo de Poasaque haciendo otra parro­quia en la parte y lugar donde el padre Diego Lopez [...] de su pareser los dichos indios de Poyma podran ser poblados en el dicho pueblo viejo de Poasaque por estar cerca de sus tierras para acudir a sus algodonales y platanales y si en este sitio no son agregados los dichos indios de Poyma su cacique con toda su gente están determinados de pasarse a poblar con los yndios de Charalá porque son de una nasion y una / F 252v/ lengua y tener cerca de alli también sus tierras y podran ser también poblados con los yndios de Taquisa de la encomienda de Diego Ortiz Galeano [...] suplico mande quen una de ias dos partes sean poblados los dichos indios de Poyma" (/1617/A.G.N. Vis-Sder. T. 9. F.252r-v).

Entonces, Poima se encontraba en un punto intermedio entre Poasaque, Oiba, Charalá y Taquisa por lo que se puede reconstruir la ruta seguida por Galeano25, y verificar que probablemente él confundió a las poblaciones que encontró, siendo factible que algunas de ellas pertenecieran o estuvieran muy relaciona­das con los muiscas del altiplano.

Continuando con la agregación de estas poblaciones, en la Visita de Lesmes de Espinosa y Saravia, tenemos otra solicitud del mismo encomendero, donde amplía la información anterior:

"[...] encomendero del pueblo de Poyma digo que los indios del dicho pueblo sean de juntar para poblarse con los indios de Poasaque en el pueblo y sitio viejo de Poasaque ques desta banda del rio que dizen de Poasaque Oyba [río Oibita] por ser el dicho sitio el mejor y mas cómodo para la dicha pobiazon y ser las tierras buenas y podran con comodidad acudir a oyr la gente de las estancias... que los mas lejanos estaran dos leguas y luego el rio abajo media legua desta pobiazon desta banda de la puente de Oyba en un sitio y tierras de los dichos yndios de Oyba muy buenas y fértiles se podran poblar los indios de Oyba y Guayaca porque no ai un quarto de legua de donde esta la casa de cacique de Oyba y podran tener como lo tienen de hordinario una puente de bejuco para acudir a sus labranzas que solo el dicho rio les divide y podra el sacerdote acudir con comodidad y brevedad [...]" (71617/ A.G.N. Vis-Sder. T. 9. F.255r-v).

Sutherland (1972). Ardila (1978) y Morales (1984) han tocado el asunto de la ruta seguida por Martín Galeano, aunque ellos en término general son acertados, en este documento nos interesa básicamente aproximarnos un poco más a la ubicación de estas poblaciones, pues la información etnohistórica y su contrastación con documentación arqueológica podrán ampliar mucho más la visión sociocultural de esta zona a la llegada de los españoles.

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En el mismo documento se anota con respecto a la agregación de Charalá que "[...] en el sitio de Charalá se junten y agregen los dichos de Taquiza y Charalá [...]" (1617/ A.G.N. Vis-Sder. T. 9. F.259v). También se corrobora el testimonio de López Galván sobre la distancia entre Poasaque y Oiba:

"[...] porque haviendo como a de haver dos parrochias en cada pobiazon la suya por estar en distancia de media legua o menos podra cómodamente servirlas un doctrinero [...]" (/1617/A.G.N. Vis-Sder. T. 9. F.277r).

Una vez establecido que las comunidades indígenas habitaban el suroriente de Santander, debemos analizar los datos de los cronistas y la ruta seguida por Martín Galeano en su expedición. El primer elemento a tener en cuenta es la ubicación de la Provincia de Guane con respecto a la población de Vélez:

"Está la tierra de Guane distante de la ciudad de Vélez a la parte del este veinte leguas escasas... comienzan desde una cingla o cordillera que corre norte sur hacia la parte del este, la cual corte el río Sogamoso [...]" (Castellanos, 1953. III: 24-25. En Morales, 1984: 18).

Si una legua corresponde aproximadamente a 4 o 5 kilómetros, tenemos una distancia aproximada entre 80 y 10026 kilómetros; ahora bien como e! cronista dice que son leguas escasas, podríamos pensar que la provincia de guane se encontraba a menos de ochenta kilómetros, quizá 50-70 kilómetros. Si esto es así, los datos corresponderían con la posible ubicación de Poasaque, población que se situaría muy cerca al lugar donde desemboca la quebrada Santuaria al río Oibita, lugar que coincide con lo mencionado por Castellanos, quien informa que después de Conacuba prosiguieron hacia arriba, es decir al oriente (nororiente), por un valle que podría corresponder al formado por el río Oibita, que en los documentos coloniales es nombrado como Poasaque - Oiba, o en su defecto el valle de la quebrada Santuaria o Santuario. Este último se extiende hacia el nororiente unos 11 kilómetros y en él se han identificado un gran número de yacimientos arqueológicos (cementerios y plataformas de vivienda) (Pérez, 2000).

Esto concuerda con ¡o anotado por Sutherland (1972), quien opina que Poasaque se ubicaba en el suroriente de Oiba, cerca de los límites con Charalá, aunque no menciona al municipio de Suaita. Para tal afirmación se apoya en la existencia en la actualidad de una hacienda que lleva el nombre de Corbaraque, un sitio denominado Cobaraquito y otro denominado Cebaría que, según él, podría ser una variante de la palabra Corbaraque, que era el nombre del caci­que de Poasaque a la llegada de los españoles. La palabra Cebaría es común en la zona y se asocia principalmente a varios riachuelos o quebradas que llevan

Sutherland (1972) calcula 100 kilómetros, situando de esta manera el inicio del territorio Guane cerca de Encino y Suaita. Aunque para Encino estamos de acuerdo, creemos que él se equivoca con Suaita.

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este nombre. Morales (1984: 23), al referirse a la ubicación de Poasaque anota que estaría en la periferia guane, al occidente del actual municipio de Suaita y al sur del río Oibita, según la cita de Castellanos.

Habiendo dejado aclarado, en buena medida, el sitio donde se localizaba Poasaque, podemos continuar con nuestro análisis de la ruta seguida por Mar­tín Galeano. Después de Poasaque posiblemente siguieron el curso del río Oibita, aguas arriba, pasando probablemente por el costado sur de Cerro Negro27 lle­gando a otro valle, donde fueron bien recibidos (Simón, 1981:22). En este valle que se encontraría al oriente de Cerro Negro, sector donde existe otra quebrada, también llamada Santuaria, cuyo curso es en dirección al nororiente formando un pequeño valle, probablemente se hallaba el pueblo de Nemesaque o Nemisaque2 s mencionado durante la visita de 1617. El siguiente lugar citado por los cronistas es Poima, donde fueron bien recibidos:

"Entraron en la tierra de Poima, que los recibió de paz, regalándoles mucho con su maíz, vino, frutas y más con las joyas de oro fino que les dio a la despedida y su palabra de serles bueno y fiel amigo" (Simón/l625/ 1981: 22).

El sitio de Poima parece corresponder con la ubicación de una vereda del mismo nombre, situada en la margen derecha del río Pienta; al noroccidente del casco urbano del municipio de Encino, al cual pertenece. Al revisar la car­tografía de la región observamos que entre el sitio llamado Corbaraque y la vereda de Poima hay aproximadamente 20 kilómetros de distancia, lo que con­cuerda con los datos de 1617.

La ubicación de Poima en término municipal de Encino es importante por cuanto, además de permitirnos precisar los lugares por donde pasó Galeano y su tropa, ayuda a corregir un error que ha sido frecuente en los textos existen­tes para la región. Esta equivocación tiene que ver con la asociación de Poima con Oiba. Para algunos autores entre estos Morales (1984), Poima es el nombre antiguo de Oiba; pero si esto fuera cierto cómo se puede explicar que en 1617, en la Visita de Espinosa y Saravia, se mencione simultáneamente la existencia de estas dos poblaciones. Además, si Poima correspondiera a Oiba, cómo ex­plicar que entre Poima y Oiba hubiera cinco leguas de distancia (Pérez, 2000).

Prosiguiendo con la travesía de los españoles tenemos que el tercer poblado a donde llegaron es Charalá; aunque los cronistas no mencionan la distancia

Cerro Negro es una pequeña serranía que se encuentra en los límites de los municipios de Oiba y Charalá.

Actualmente existe un lugar que lleva este nombre, situado en la margen izquierda del río Pienta; cerca de la desembocadura de la quebrada Santuaria. unos pocos kilómetros al sur de Charalá. Para esa zona se posee información de la existencia de sitios de interés arqueológico, los cuales serán investi­gados por el autor en el marco de un nuevo proyecto que desarrollará en la región.

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entre estos pueblos, es probable que entre Poima y Charalá hayan encontrado otras poblaciones que no fueron mencionadas. Una de estas podría ser el pue­blo de Taquisa que debió estar situado cerca al río Taquiza, un poco más arriba de la confluencia de éste con el río Fonce, o quizá en el lugar donde hoy esta emplazada la población de Charalá.

La duda sobre la ubicación de Charalá surge de las noticias dadas por los cronistas quienes anotan que el río Chicamocha (Sogamoso) quedaba muy cer­ca de Charalá, y que de allí "[...] a la mano derecha de donde estaban vivía un cacique llamado Macaregua [...]" (Simón/1625/1981: 23), de ser esto cierto es probable que el dominio de Charalá se extendiera hasta el río Chicamocha, o muy cerca de este, y que la población o el lugar donde vivía el cacique de Charalá se encontrara un poco más al norte de su sitio actual. Sutherland (1972) comenta, que el dominio de Charalá pudo incluir territorios de los municipios de Mogotes o San Joaquín, lo que no parece probable, pues en 1602 había una capitanía llamada Mogote, que dependía del cacique de Onzaga; esto desvir­tuaría, en buena medida, la apreciación de que el control político de Charalá llegaba hasta cerca del río Chicamocha.

Es preciso anotar que surgen dudas cuando el cronista menciona que a mano derecha del lugar donde estaban las huestes de Galeano, posiblemente Charalá, quedaba la población de Macaregua. Si esto fuera cierto, lo más probable es que los españoles y por ende Charalá se situara muy cerca del río Fonce. Pero si nos atenemos a la ubicación, dada por Morales, de Macaregua vemos que en lugar de dirigirse a la derecha tendrían que orientarse hacia la izquierda y en un momento dado al sur.

Después de analizar la información etnohistórica, disponible para la región, surge una duda que ya ha sido planteada, y en parte clarificada en páginas anteriores y es la adscripción étnica y política de los grupos allí emplazados, o en otras palabras ¿cuál fue el límite entre muiscas y guanes?

Buena parte de este interrogante surge del porqué los españoles dividieron esta zona en pueblos pertenecientes al distrito o Provincia de Guane y a la Provincia de Tunja. La otra se basa en la existencia en los yacimientos arqueo­lógicos de la región (especialmente cementerios con tumbas de pozo y cámara lateral), de elementos que denotan afinidades con el altiplano y la presencia de piezas cerámicas que son de indudable procedencia Muisca (tipos valle de Tenza Gris y posiblemente Guatavita desgrasante tiestos).

Los pueblos dependientes de la Provincia de Tunja fueron: Onzaga, Sumita, Guacha, Coromoro y Susa. Los del distrito de Guane eran: Chitaraque, Poasaque, Poima, Chimana. Oiba, Cuyamata, Guayaca, Charalá y Taquisa. Para los pri­meros, especialmente Onzaga y Susa, la documentación disponible, presenta­da en páginas anteriores, sugiere o confirma que hacían parte de la confederación Muisca de Tundama o Duitama. Por lo tanto es factible que étnicamente se identificaran también con esa etnia; tal como lo ha planteado Martínez (1993:

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90), para quien también los caciques de Coromoro, Guacha, Taquisa y Sumita eran netamente Muiscas.

Ahora bien si analizamos los datos de archivo podemos ver cómo se hace alu­sión a la existencia de diferencias culturales entre los grupos que estaban situados cerca de la actual población de Charalá incluidos en la Provincia de Guane. El apunte más interesante es el que presenta el encomendero de Poima, cuando pide que sus encomendados sean congregados en el pueblo viejo de Poasaque:

"[...] los dichos indios de Poyma podran ser poblados en el dicho pueblo viejo de Poasaque [...] y si en este sitio no son agregados los dichos indios de Poyma su cacique con toda su gente están determinados de pasarse a poblar con los yndios de Charalá porque son de una nasion y una lengua y tener cerca de alli también sus tierras y podran ser también poblados con los yndios de Taquisa [...]" (/1617/A.G.N. Vis-Sder. T 9. F252r-v),

De lo anterior se deduce que Charalá y Poima pertenecerían a una etnia diferente a la Guane, que en principio podríamos asociar con lo Muisca. Por lo tanto en esta región es posible que coexistieran dos etnias (muiscas y guanes). Además, si Charalá y Taquisa formaron una sola encomienda lo lógico es que ambas parcialidades o pueblos fueran de la misma etnia. Al respecto Martínez (1993: 90) anota: "La movilización de [...] energía laboral [al valle de Charalá]29

de los cacicazgos de Coromoro, Sumita, Guacha, Charalá y Taquisa [...] ha provocado dificultades para identificar la etnia del cacique Chalala, tradicio­nalmente considerado como parte de la etnia guane". Posteriormente dice que es indudable que el cacicazgo de Taquisa es muisca; lo que apoyaría la duda del autor en mención, pues normalmente los españoles trataron de no mezclar en una misma parcialidad grupos de distinto origen étnico. Esto refuerza la posibilidad de la presencia de pueblos muiscas en este sector de la montaña santandereana.

De ser cierto lo anterior, vemos cómo es posible que no solamente los pue­blos que se han indicado anteriormente sean de la etnia Muisca, sino que a ese grupo hayan pertenecido Nemisaque y Poima. En últimas a lo que lleva esta disquisición, es a mostrarnos cómo esta área del departamento de Santander fue ocupada de manera simultánea por grupos muiscas y guanes. De todas maneras, con respecto a Charalá debemos tener presente que aunque hay leves dudas sobre su pertenencia étnica; sí es claro que los españoles notaron dife­rencias, principalmente en el aspecto físico (Simón, 1981:22).

Morales (1984), tiene en cuenta la lingüística al discutir la pertenencia étnica de los grupos de la zona, anotando que el nombre del cacique de Poasaque, l l a m a d o C o r b a r a q u e es t íp ico M u i s c a . Añade t a m b i é n que la pa l ab ra

29 Esta anotación es mía.

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Babasquezipa, que era el nombre de otro cacique de la zona, también parece ser de origen Muisca; con respecto a esta última palabra, Horacio Rodríguez Plata (1978) informa que Babasquezipa era el cacique de Poima. Otro término que parece ser Muisca es Nemesaque o Nemisaque, pueblo situado cerca de Poima y Charalá. Ante esto Morales (1984: 60-61) afirma que "Es muy posible que estas comunidades fronterizas tuvieran marcada influencia lexical de los muisca, más aún, si tenemos en cuenta su cercanía al famoso mercado de Sorocotá, sitio de intercambio de mantas guanes por sal y otros productos de los muiscas" (Morales, 1984: 60-61).

Lo que sí queda claro, del análisis anterior, es que el suroriente de Santander fue un área que por su situación estratégica, y riqueza agroforestal fue apeteci­da por muiscas y guanes. lo que motivó a que en ella se instalaran miembros de ambas comunidades, quienes explotaron de manera simultánea los recursos que les brindaba este ecosistema.

Es decir, en esta zona interactuarían durante un lapso de tiempo que estima­mos en al menos seis siglos, los grupos muiscas y guanes; donde debido a las condiciones sociales, económicas y políticas que no debieron haber sido está­ticas, sino dinámicas, los límites tal como los entendemos hoy no fueron fijos; fluctuando y conformando lo que hemos denominado, al referirnos a Onzaga, unos límites oscilantes que se adecuaban a los diversos eventos que se suce­dían en el tiempo (Pérez, 1997, 2000). El término límite oscilante aunque no va en contradicción con la expresión frontera fluida utilizada por Ramírez Jara (1996), sí introduciría algunos elementos nuevos, como son el carácter no fijo del l ímite, el cual oscilaría dependiendo de la situación (económica, social, ambiental) de cada época (sincronía y diacronía). También hace alusión no sólo a intercambios y rutas comerciales que por allí pasarían, sino que se refie­re a los movimientos poblacionales que se darían por temporadas. Esto coinci­de con lo anotado por Núñez y Dillehay (1995: 158), quienes al estudiar el tráfico e interacción en el área sur de los Andes Centrales, dicen que en las áreas o tierras marginales las fronteras o límites no eran líneas fijas, bien defi­nidas, sino que se trataban de "zonas transicionales de carácter comunal, de contacto mutuo, comunicación y transporte" o intercambio, lo que en buena medida corresponde con la situación vigente en el suroriente de Santander en época prehispánica. Al respecto es interesante la siguiente cita que ilustra la situación que se daría en estos lugares:

"y por ser la tierra [Lenguaruco] tan fértil ordinariamente los yndios de la provincia de Tunja se vienen a sus granjerias y a labrar labranzas de algodón y maiz y el temperamen­to de las dichas tierras es muy sano" (/16171/A.G.N. Vis-Sder. T. 9. F. 93r).

La referencia anterior nos recrea una situación que debió haber sido muy común en la cordillera Oriental; la que aunque algunos autores, entre los que

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me i n c l u y o , han a s i m i l a d o a un cont ro l de d i fe ren tes e c o l o g í a s , o microverticalidad, no precisamente funcionaría de esa manera tan sencilla, sino que sería mucho más compleja, en la que podemos incluir la movilización de grupos santandereanos (Guane) hacía la cordillera. También se podría pensar en que estos movimientos no solamente se dieron por temporadas más o menos fijas (cíclicas); si no que en ocasiones, extraordinarias, implicarían la moviliza­ción quizá de grupos (comunidades) mayores, o de mayor tamaño. Este tema demasiado espinoso, es importante seguir analizándolo, pues es de gran utili­dad para comprender los procesos de interacción que se dieron en la zona; los cuales se manifiestan en la presencia de elementos arqueológicos que son muy parecidos en el altiplano y el oriente de Santander. Un ejemplo de esto puede ser el tipo cerámico Oiba rojo sobre naranja, que comparte muchos elementos en común con la cerámica Muisca, entre estas con el tipo Suta naranja pulido.

En el sector norte de la zona de estudio había dos pueblos indígenas men­cionados desde momentos muy tempranos de la Colonia; estos son Tequia y Chicamocha, que por su ubicación en áreas donde colindaban varias etnias tienen relevancia para el tema que sé esta tratando.

g) Tequia

Se ubicaba en términos del municipio santandereano de San José de Miran­da, en la margen derecha del río Chicamocha30 . Los primeros informes que se poseen acerca de este cacicazgo los aporta Aguado (Op. cit.: 266); al referirse a la expedición de Hernán Pérez de Quesada en busca de la Casa del Sol en el año de 1541.

"Del pueblo del Copuy (Cocuy) pasaron adelante por los pueblos de Panqueba y Guacamayas, y de Nuestra" Señora,, y de los Azores, hasta llegar al Valle de los Cerca­dos, ques lo que agora se dice valle de Tequia, gente ansimesmo diferente en lengua y trajes que los laches. Llamóse este Valle de los Cercados porque en el tenían los indios principales sus casas cercadas de grandes cercados de palos e cañas y otras ramas de árboles, todo muy tejido y tupido".

La información de este cronista a pesar de ser confiable, no es un argumen­to definitivo respecto a la filiación política y étnica de Tequia. Ardila (1986; 42), al tratar sobre la expedición de Ambrosio Alfinger, manifiesta: "Después de varias jornadas llegaron por fin a Cirivita o Servitá, en los dominios de los laches" .

Según el Diccionario Geográfico de Colombia, Tequia es una inspección de policía perteneciente al municipio de San José de Miranda, localizada a tres km, al noroccidente de ia cabecera municipal. Este mismo municipio llevó el nombre de Tequia desde su fundación en 1650, hasta el año de 1915 cuando fue trasladado hasta el sitio que hoy ocupa.

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Esta aseveración debe ser tomada con precaución pues al examinar documen­tos del A r c h i v o G e n e r a l de la N a c i ó n r e f e r e n t e s a la a g r e g a c i ó n de Se rv i t á , Ba leg ra 3 1 , Tequia y Carcas ! , ' 2 p u d i m o s cons ta ta r que los ind ígenas de Tequia y Serv i tá , hab laban una m i s m a lengua:

"Porque no distan los de Tequia [de Servitá] más de dos leguas y los de Carcasi quatro y que estos y los de Balegra son de una lengua y los de Tequia y Cirbila de otra y que generalmente se entienden en ella y hablan la española y asimismo dixeron y declararon los dichos vecinos encomenderos que los pueblos de Soatá de la Real 7 Corona del distrito de Tunja y los yndios de Mogotocoro del de Pamplona que son los más vecinos están apartados del los dichos yndios de Tequia ocho y seis leguas [...]" (71623/ A.G.N. C-I. T.VII.P. 686v/687r) .

E s t o s c a c i c a z g o s (Tequ ia y S e r v i t á ) a d e m á s de t ene r a f in idad l i n g ü í s t i c a ,

m a n t e n í a n r e l a c i o n e s de i n t e r c a m b i o , p r i n c i p a l m e n t e de p r o d u c t o s ag r í co l a s :

"[...] certifico como el sitio y pueblo de Servitá es muy frío y se coje el maíz a once meses y no tiene las legumbres para su sustento y por ser el tal sitio tan frío como dijo los yndios de Servitá y Balegra se sustentan todo el año de maíz del pueblo de Tequia que es río fuera por esto peresceria el dicho pueblo de Servitá de hambre [...]" (/1623/ A.G.N. C- I .T .VII .F 680r).

En ot ro d o c u m e n t o de ese año, aparece una pe t ic ión del cac ique e indios de Tequia , so l i c i t ando no sean a g r e g a d o s a Se rv i t á y ent re las causas que a legan para el lo es tá lo s iguiente :

"[...] porque de ello resulta el morirse y otros inconvenientes que se experimentan como puede suceder en este caso por ser los yndios de tequia de diferente jurisdicción que los de Siribita [...]" (71623/ A.G.N. C-I. T. VII. F 687r).

La pa labra ju r i sd icc ión es impor tan te , pero no nos indica si los indígenas de Tequia quer ían señalar d i ferencias é tn icas , o ambien ta l e s entre el si t io de Tequia y el de Servi tá :

"los yndios de Tequia tienen en el llano de Tequia quecs caliente sus hayales, algodonales [...] con que se ayudan a la paga de sus demoras y en el sitio de Cerebita no ay esta abundancia [...]" (71623/ A.G.N. C-I T VIL 726r).

La ci ta anter ior prec isa que el lugar de Tequia era cá l ido , caso cont ra r io de

Serv i tá que se encon t r aba en " t ier ra fría"; es to de por sí es una d i ferencia nota-

En el departamento de Norte de Santander existe actualmente un río y un corregimiento del mismo nombre; el último pertenece al municipio de Mutiscua.

El pleito por la agregación de Tequia a Servitá, constituye un claro ejemplo del interés de los españo­les de apropiarse de las mejores tierras, despojando de estas a los indígenas.

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ble entre ambos pueblos, pero no aclara el porqué los indígenas de Tequia afirmaron ser de diferente jurisdicción que los de Servitá; es posible que este término reflejara diferencias culturales.

En ese pleito se pudo conocer de la existencia en Tequia de varios indivi­duos de apellido Chicamocha, al igual que en Onzaga, y que otros tenían sus viviendas en tierras de Chicamocha:

"Juan Lavananca yndio de Tequia su mujer Magdalena sus hijos [...] y que tienen los dichos yndios sus casas y viviendas en tierra de Chicamocha de la otra banda de el río de Chicamocha" (71623/ A.G.N. C-I. T. VII. F. 697r).

El que indígenas de Tequia habitaran en tierras de Chicamocha, puede tener su origen en los movimientos de población que se suscitaron durante la Con­quista y Colonia (políticas de agregación de pueblos indígenas); aunque no descartamos que sea el reflejo de una pauta de poblamiento prehispánica, que estuviera relacionada también con principios de pertenencia. Ese litigio pone de manifiesto la importancia que desempeñó el Cañón de Chicamocha para los diversos grupos indígenas, así como para los españoles, debido a sus magnífi­cas condiciones ecológicas que permitieron obtener gran variedad de produc­tos agrícolas sin peligro de heladas, y en un menor período de tiempo:

"[...] quel dicho sitio de Tequia e temple muy abundante de mantenimientos fértil y donde tienen al año dos sementeras de mayz sin otras muchas semillas [...]"" (/1623/ A.G.N. C-I. T. VIL F.727r).

Este no es el único proceso donde es evidente el deseo de los españoles por despojar a los indígenas de sus tierras y de áreas estratégicas para las comunicacio­nes en el cañón; situación patente en la querella por la posesión de la cabuya (tarabita) de Chicamocha y de las tierras adyacentes. Sobre este pleito hay gran número de documentos donde los indígenas de Chicamocha y Onzaga reclaman posesión y derechos sobre el paso de Chicamocha en contra de un vecino español.

Morales (1984), al tratar de definir los límites del territorio Guane, conside­ra que la antigua encomienda de Tequia ubicada, en el área donde se fundó la ciudad de Málaga, se encontraba en territorio lache: "Aunque la frontera entre laches y Chitareros no interesa para los fines de este trabajo sí es conveniente fijar la cuenca del río Guaca como tal y de éste hacia el oriente situar a los laches , y al oeste a los ch i t a re ros" (Morales , 1984: 25) . Pos te r io rmente , retomando a Piedrahita (1881: 246), dice que Tequia se localizaba en territorio

Langebaek (1987) menciona que por medio de obras de regadío los indígenas de Ocavita, en términos del actual Sativanorte podían aumentar la productividad de sus tierras. Este podría ser el caso de Tequia donde tenemos referencias de la utilización de acequias.

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chitarero; pero que según este cronista ambos grupos estaban muy mezcla­dos34 . Por último concluye que Tequia se encontraba en tierras de los laches, al este del río Guaca. En últimas Morales no llega a ninguna conclusión respecto a la filiación de Tequia.

Si observamos con detalle lo anteriormente expuesto, podemos darnos cuenta que Morales olvida que aunque Tequia estuviera ocupando parte del territorio que se conoce como Lache, eso no prueba que dependiera o hiciera parte de este grupo. Además, si revisamos cuidadosamente los límites que establece entre guanes, muiscas, laches (parece que estos últimos no estuvieron limitan­do con los guanes) y chitareros; se puede apreciar que están demarcados casi exclusivamente por accidentes naturales35. Es cierto que estos sirvieron de ba­rrera entre los diferentes grupos; pero no se excluye la posibilidad de que estas comunidades idearan medios efectivos, con los que pudieron obviar estos obs­táculos (tarabita). Al respecto Martínez (1993) anota que Tequia probablemen­te formaba parte de la etnia chitarera.

La información hasta aquí recopilada, aún no nos permite tomar una posi­ción definitiva respecto a la filiación étnica de Tequia, aunque nosotros esta­mos casi seguros que se trataba de un cacicazgo independiente, que mantenía vínculos comerciales y culturales muy estrechos con los Chitareros; sirviendo de avanzada de éstos en el Cañón de Chicamocha, ocupando el área interme­dia entre laches y guanes.

A continuación presentaremos otros datos de archivo que pueden ayudar a complementar y reforzar la proposición anterior. Buena parte de esta informa­ción proviene de la Visita efectuada a Tequia y Chicamocha en 1604, durante esta Visita un testigo contestó lo siguiente;

"[...] que a oydo decir a los yndios viejos que antes que los españoles entraran en esta tierra los yndios de Tequia obedecían a su propio cacique el cual les hacia guerrear contra los yndios comarcanos para que le obedeciesen y le hacían sus labranzas de maíz y después se las hazen" ( / l604/ A.G.N. Vis-Sder. T IV. F. 588r/v).

Por la cita anterior nos podemos dar cuenta que el testigo es claro en afir­mar, que ellos únicamente acataban las órdenes de su cacique, quien les ha­cía luchar con los demás indígenas de la región; y que éste era el único a quien le ofrecían tributos. En esta Visita, se pudo conocer que Tequia mante-

Esto es muy importante, pues indica cómo los territorios indígenas no eran continuos, como general­mente se piensa, sino que una misma área podía estar ocupada de manera alterna por indígenas de diferentes comunidades.

Aunque constituye la demarcación más clara del territorio Guane.

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nía relaciones comerciales muy activas con los cacicazgos localizados al nor­te, y que iban a los mercados y minas de oro de Pamplona a llevar sus pro­ductos (Ibid.). Entre las semillas y otras cosas que nombran se encuentra el hayo (coca):

"[...] [Tequia] y demás de esto cojen mucho hayo y axi y miel de abejas y cera y fique con que solamente pagan sus demoras y requintos [...]" (71623/A.G.N. C-I. T. VII. F. 680r).

Otro testigo, de la visita a Tequia en 1604, cuando se le indagó sobre el lugar donde se debían agregar los indígenas de Tequia, Servitá, Mogotocoro y Carcasí contestó lo siguiente:

"Que los naturales de Tequia viven juntos en su pueblo y no están apartados cuyo sitio y asiento es bueno y sano y fértil abundante de aguas y leña [...] y que los pueblos más cercanos a el de Tequia es el de Servitá como que tiene que esta legua y media alejado y luego el de Mogotocorom [...] que esta tres leguas luego esta el pueblo de Carcasí [...] que esta dos leguas apartado de Tequia los quales son los más cercanos a Tequia porque de la banda de Pamplona no ay otro ninguno y le parece que todos ellos estarán bien juntos y poblados en el sitio de Tequia para que tengan doctrina entera [...]" (/1604/ A.G.N. Vis-Sder. T IV. F. 985v).

Los testimonios de la visita de 1604, y del pleito por el traslado de Tequia a Servitá en 1623, no dejan dudas sobre la existencia de fuertes vínculos (cultú­rales-económicos) de Tequia, con las comunidades chitareras que se encontra­ban al norte. También permiten reiterar que Servitá, Balegra y Mogotocoro hacían parte del grupo Chitarero, hecho ya sugerido por Duque Gómez (1967). Aunque otros autores Ardila, 1986; Simón, / l626 / (1981) han colocado a Servitá como parte del grupo Lache, nosotros pensamos que esto es poco probable por cuanto este cacicazgo se localizaba fuera de su territorio, teniendo en el inter­medio los cacicazgos independientes de Tequia y Chiscas36. Este último parece que era muy belicoso.

h) Chicamocha

Ubicar el lugar preciso donde se localizaba presenta dificultades, por cuan­to al revisar el Diccionar io Geográfico de Colombia , la cartografía y los toponímicos aún existentes en la región, no hay un sitio o lugar que se denomi­ne así; este nombre únicamente lo posee el río Chicamocha3 ' . Peñuela (1945), en su monografía sobre Soatá, opina que Chicamocha se localizaba en el área

Según Tovar Pinzón (1980), Chiscas era un cacicazgo independiente

En los documentos coloniales, nunca aparece el río Chicamocha, este se denomina río Grande de Sogamoso. Es decir el cacicazgo y sitio de Chicamocha posiblemente le dieron su nombre al río.

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donde actualmente está el municipio de Capitanejo: "Dicho está ya que este Chicamocha es lo que hoy se llama Capitanejo" (Ibid., pág. 15).

Si bien no es errada la información de este autor, podemos añadir que du­rante las visitas españolas a Chicamocha, los indígenas siempre nombraron la cabuya de Chicamocha:

"[...] los yndios de Chicamocha hacen sus labranzas de maíz y coxen yucas auyamas y axi y su principal trato es el hayo que lo tienen de cosecha en abundancia y lo cogen en su tierra y lo venden a todos los yndios comarcanos que se lo vienen a comprar y les traen el oro y las mantas por el conque se visten y se sustentan y pagan sus demoras y así mismo tienen provecho en la cabuya de el río de Chicamocha en el pasaje de el río por ser el camino real que va a Pamplona que estará menos de media legua" (71604/ A.G.N. Vis-Sder T. IV F 604r).

Esta cita permite localizar con precisión el cacicazgo de Chicamocha en el área ocupada actualmente por el municipio de Covarachía (Boyacá) y parte de Capitanejo (Santander). A esta conclusión llegamos después de analizar detalla­damente la ubicación de las principales cabuyas o tarabitas que existían en el río Chicamocha,3H ya que el sitio donde se ubicarían las de Chicamocha y Capitanejo, corresponde exactamente con el área municipal de Covarachía (Foto No. 1).

Si bien la información expuesta da gran claridad sobre la localización de Chicamocha, la cita de Peñuela, en que dice que este cacicazgo se situaba en lo que hoy es Capitanejo crea confusión; pero debemos recordar que un indígena de Tequia en la visita de 1604, atestiguó que de la banda de Pamplona (ribera derecha del río Chicamocha) los pueblos que se encontraban cerca de Tequia eran: Mogotocoro, Servitá, Balegra y Carcasí. También en el pleito de 1623, en

En un documento de 1768 se relacionan varias cabuyas: La cabuya de Chicamocha. la cabuya de la quebrada de Vera. La de Boavita, la cabuya o puente de Ogamora, la cabuya de Guacamayas que se utiliza para los pueblos de Macaravita y de Guacamayas y la cabuya de Capitanejo. Trataremos de localizar aproximadamente algunas de éstas

1. Boavita: Se localizaba muy cerca al sitio que actualmente se conoce como Puente-Pinzón; en la vía que comunica a Soatá con Boavita y de allí a los pueblos de la Sierra Nevada.

2. Puente de Ogamora: Se hallaba emplazada en el lugar denominado ahora Ogamora. Allí existe un puente que comunica al municipio de Sativanorte con la vereda de Bacota de Jericó (comunicaba al territorio Lache con el Muisca)

3. Cabuya de Capitanejo; Se ubicaría cerca al sitio donde se encuentra actualmente el Puente de la Palmera, en la carretera central del norte

4. Cabuya de Chicamocha: quizá era la más importante y parece corresponder a la que existe en la actualidad en la Vereda de Tapias (Covarachía). que comunica con el sector de la Playa (Capitanejo), cerca a la desembocadura del río Servitá o Tequiano al Chicamocha

Es posible que también se haya denominado cabuya de Capitanejo a la que existe en la desembocadura del río Nevado con el Chicamocha (éste lugar se conoce localmentc como "Las Juntas"); si esto fuera cieno la cabuya de Chicamocha pudo corresponder a la del sitio donde está el puente de la Palmera.

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el que los indígenas piden que no sean poblados en el sitio de Servitá, pudimos conocer que indígenas de Tequia vivían en tierras de Chicamocha, en la otra banda del río. Finalmente, en un documento más tardío (1758) los indígenas de Onzaga solicitan se les ampare en las tierras de Satoba y cabuya de Chicamocha; al revisar la cartografía existente para la zona, se aprecia que Satoba (Satova) es una vereda de Covarachía. A pesar que este documento es tardío confirma que Chicamocha se localizaba en la margen izquierda del río, frente a Tequia. Aun­que no dudamos que poseyera tierras en las dos riberas del río Chicamocha, lo que ratificaría parte de lo expresado por Peñuela (1945). De todas maneras la información (tanto arqueológica como etnohistórica) disponible para Chicamocha permite afirmar con toda certeza que este cacicazgo hizo parte de la etnia Muisca y más específicamente de la confederación de Duitama o Tundama.

2 . Arqueo log í a .

Siguiendo más o menos el mismo procedimiento que en el apartado ante­rior, presentaremos la información arqueológica disponible para la zona de es­tudio; pero en este caso la discusión se hará desde el punto de vista cronológico. De esta manera, en primer lugar, se hará referencia a las comunidades humanas que habitaron esta región en el período Formativo Tardío. Es decir, a los prime­ros agroalfareros portadores de una tradición de cerámica incisa que ha sido descrita con diversos nombres en el altiplano: Fase o Tradición Herrera, en la Sabana de Bogotá (Broadbent, 1971; Cárdale, 1981); Complejo cerámico inci­so, en Tunja (Castillo, 1984) y Fase La Antigua o Preguane, en Santander (Bray, comunicación personal) . En nuestros trabajos y siguiendo la sugerencia de Reichel Dolmatoff (1986), hemos preferido denominar estos materiales como pertenecientes al período Formativo Tardío por lo tanto se relacionarían con el segundo horizonte inciso o tradición Zambrano, términos propuestos por el autor en mención. Posteriormente nos referiremos a los diferentes vestigios arqueológicos que se han reportado en el área, asociados a las etnias Muisca, Guane, Lache y en unos pocos casos a los Chitareros.

En el área montañosa de Santander se han encontrado en varios sectores herramientas Eticas polifuncionales (azadas), que posiblemente son prueba de la presencia de grupos cazadores recolectores en la zona. Estos artefactos pu­dieron haber sido utilizados en actividades de recolección y prácticas agrícolas incipientes (horticultura). Varias de estas herramientas pertenecen a la colec­ción del Museo Regional Guane de Floridablanca, Santander.

2 .1 Período formativo tardío

En diversos sectores de la región se han identificado yacimientos corres­pondientes a esta época. A continuación enumeraremos cada uno de ellos:

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2.1.1 Margen izquierda del río Chicamocha departamento de Boyacá:

Municipio de Paz de Río. En el sector conocido como el Salitre, situado en la vía que de este municipio conduce a Sativasur, aproximadamente a 1 km del casco urbano se localizó un yacimiento totalmente alterado por la erosión, que ha formado profundas cárcavas, y deslizamientos, donde aparece cerámica con decoración incisa que por sus características difiere de los demás materiales incisos encontrados en la región. Lamentablemente las condiciones de conser­vación del yacimiento no facilitan el profundizar los trabajos.

Municipio de Sativasur, vereda de Burá. Este yacimiento se localiza a unos 2,800 msnm; a consecuencia de un desl izamiento, quedó al descubierto un talud, donde se identificó un suelo enterrado (paleosuelo) que contenía mate­rial óseo y cerámica. En este sitio se realizaron dos pequeñas excavaciones, donde se recolectó cerámica que en un principio asociamos en su gran mayoría al período Muisca. El análisis de una muestra de carbón, recolectada en el sue­lo enterrado, permitió ubicar este yacimiento en el siglo III d. C. La importan­cia de este lugar, en el que se deben profundizar los trabajos arqueológicos, es la posible coexistencia de materiales cerámicos, que parecen corresponder, tanto al período Formativo Tardío, como también al Muisca; lo que permitiría ahon­dar en los procesos de interacción que podrían haberse dado entre estos dos períodos (Pérez, 1988, 1990).

Municipio de Covarachía , vereda de Tapias. Este yacimiento se localiza al norte con la cabecera municipal; a una altura aproximada de 1.000 msnm, y a una distancia de unos 2 kilómetros del río Chicamocha, más o menos al frente de la desembocadura del río Servitá, en una terraza natural situada en un lugar estratégico. Allí solamente se han realizado recolecciones superficiales, pero por su ubicación geográfica y las características de los materiales encontrados es importante investigarlo más detenidamente (Pérez, 1990).

Municipio de Soatá, vereda Los Molinos. En esta vereda localizada al oc­cidente de la cabecera municipal se identificaron dos yacimientos arqueológi­cos, de este período, situados a una altura aproximada de 2.200-2.300 msnm donde aparece material de este período. En el sector de la Carbonera en una pequeña cueva se encontraron restos óseos humanos y varios fragmentos de un cuenco con decoración incisa e impresa y acabado fino, que sugiere su relación con el período Formativo Tardío (Pérez, 1990); siendo indudable su paren tesco con mater ia les repor tados por Osborn (1985) y Pérez (1997) (Cárdale, comunicación personal 1990) procedentes de Chita y Jericó. En el sector de San José, aproximadamente a un kilómetro del sitio anterior, en una terraza situada a unos 200 m de un chircal que hay en la zona; a partir de una recolección superficial y un corte se recolectó una pequeña muestra de cerámi­ca incisa correspondiente a este período (Pérez, 1990).

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2.1.2 Margen derecha del río Chicamocha departamento de Boyacá:

En este costado del río se ha encontrado un mayor número de yacimientos arqueológicos, de los cuales proviene la mayor parte de la información corres­pondiente a este período de que se dispone para esta región.

Municipio de Socotá, vereda de Mausa . En una terraza ubicada en la mar­gen izquierda de la quebrada Mausa, en el lugar denominado Los Martínez, a 1.920 msnm, se registró un yacimiento que presenta graves problemas por des­lizamientos. En él se recolectó una buena muestra de material cerámico inciso que se relaciona con el período Formativo Tardío; junto a la cerámica incisa aparece también cerámica típica Muisca y líticos. En esta misma vereda cerca de la desembocadura de la quebrada Mausa, en el río Chicamocha, en la mar­gen derecha, a unos 200 m de distancia en un pedregal se halló en una pequeña cueva un fragmento cerámico inciso asociado a huesos humanos, que tenían señales de haber sido expuestos al fuego.

Municipio de Jer icó, vereda de Bacota. En ella se han localizado tres yaci­mientos arqueológicos, donde se identificaron elementos en piedra, que en nuestro concepto pertenecen a este período. Allí no aparece cerámica (Pérez, 1997). Dos de estos se localizan en el sitio conocido localmente como La Loma El Dato y se componen por piedras colocadas intencionalmente; estos elemen­tos se sitúan entre los 2.100- 2.200 msnm. El primero consiste en una piedra arenisca de forma cuadrangular de 1,10 m de altura rodeada en un costado por ocho (8) piedras más pequeñas hincadas en el suelo, formando un semicírculo, colocadas a una distancia aproximada de 3m de la primera. El segundo se trata de varias piedras areniscas de gran tamaño colocadas formando una especie de altar o escalera, éste lugar se conoce como La Piedra de don Juan. En el sector El Cuchare, a 2,320 msnm, hay dos menhires que hacen parte de una cerca, formando una especie de puerta. Desde allí se tiene una amplia visual del Ca­ñón del río Chicamocha, de la desembocadura del río Chitano en el primero y de la loma El Dato.

Municipio de Jer icó, vereda de Tapias. Allí a unos 200 m de la escuela de Punta de Calle, a 2.500 msnm, en una recolección superficial se encontró un fragmento cerámico (borde) con decoración incisa que por sus características se ha asociado a este período.

Municipio de Jer icó , vereda Puebloviejo de Ura. En este lugar se encuen­tra una mayor concentración de yacimientos pertenecientes a este período, es­pec ia lmen te si t ios de v iv ienda , que también fueron u t i l izados con fines funerarios. Aquí los vestigios arqueológicos se hallan dispersos en los lugares conocidos localmente como El Cenicero, Manitas, La Loma Pelada, etc., los

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cuales en sí constituyen un sólo yacimiento que posiblemente fue ocupado de manera sucesiva desde el período Formativo Tardío hasta el siglo XVI d. C. época en la que se encontraba emplazado allí él cacicazgo Lache de Ura.

Estos yacimientos se hallan en laderas de pendiente media, desde donde se tiene un gran control del entorno, a una altura que oscila entre los 2.800 y 2.900 msnm (Foto No. 2). El área donde aparecen los vestigios arqueológicos (principalmente cerámica) supera las tres hectáreas, allí se observan sectores donde hay acumulación de material cerámico con decoración incisa; aunque en general en toda el lugar hay cerámica de estas características.

Otro punto en esta vereda donde aparece material inciso es el conocido local-mente como La Iglesia Vieja, paraje que se localiza cerca al camino que de Puebloviejo de Ura conduce a la vereda La Estancia; allí a 2.950 msnm, se detec­tó la presencia en un potrero de material cultural (cerámica y líticos), lo que permitió hacer una recolección superficial. En esta misma vereda, se han identi­ficado al menos dos menhires utilizados actualmente como puentes para el paso de quebradas. Según información de los habitantes de la zona, estos menhires estaban emplazados originalmente en cercanías al sitio El Cenicero, pero de allí fueron llevados para utilizarlos como cimientos de una vivienda. Es probable que antiguamente en este sector hayan existido más menhires, que debieron ha­ber sido removidos por los campesinos ya que obstaculizaban las labores agríco­las. Ann Osborn (1985), menciona que en Ura hay un conjunto de menhires, pero durante nuestros recorridos por ese sector no los hemos localizado.

En Pueb lov ie jo de Ura se han efec tuado r eco lecc iones super f ic ia les , excavaciones y análisis de perfiles estratigráficos; en las que se halló abundan­te material cerámico, tanto pintado como inciso lo que indica una ocupación prolongada desde el período Formativo Tardío, hasta la llegada de los euro­peos. Por información de los campesinos, que verificamos en las excavaciones, se pudo determinar que es común el hallazgo de objetos elaborados en piedra pulida, tales como colgantes o placas aladas, elementos que son denominados por los campesinos como centillos (Foto No. 3). En uno de los cortes, excavados, encontramos otra placa fragmentada. En piedra no solamente se elaboraron los colgantes, también se hacían figuritas pequeñas con representaciones zoomorfas.

En los cortes que se efectuaron en el sitio El Cenicero se pudo precisar a partir de los 50 - 60 cm de profundidad la existencia de lajas en piedra forman­do especie de muros; identificándose en uno de los cortes una estructura cua­drada que alcanza 1,30 m. de profundidad, que en el costado nororiental posee un muro compuesto por varias piedras sobrepuestas asociada a material cerámico que combina decoración incisa y pintada y restos óseos de animales, principal­mente venado (Pérez, 1997).

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Municipio de Chita , vereda de Chipacentro : Esta zona se halla aproxima­damente a 2.800 msnm y es la que posee la mayor documentación arqueológi­ca en la región, por la gran variedad de vestigios arqueológicos presentes en ella. La información proviene principalmente de los trabajos efectuados por la investigadora inglesa Ann Osborn (1985), quién reporta la existencia allí del mayor conjunto de menhires de que se tenga noticia en la Cordillera Oriental; en esta vereda que hace parte del área conocida como El Resguardo de Chita, además de los menhires, que son los elementos más representativos hay otras evidencias arqueológicas, que sin temor a equivocarnos sugieren que se trata de un gran asentamiento; que fue habitado continuamente durante un lapso prolongado de tiempo o por lo menos en dos momentos diferentes, desde el Formativo Tardío. Los trabajos efectuados allí han permitido identificar otros elementos arqueológicos que no habían sido reportados por Osborn (Pérez, 1997,1999).

Munic ip io de Ch i t a , vereda de Vichacuca . Se localiza al nororiente de Chipacentro, y también hace parte de El Resguardo de Chita, allí en el sector de Chonegal sitio Arboloco a 2.820 msnm, se identificó en una pequeña terra­za natural, y en la ladera adyacente, la presencia en la superficie del terreno de abundante material cerámico y de objetos en piedra pulida que evidenciaban diversos estadios de elaboración, lo que indicaba la existencia en el lugar de un área especializada en la manufactura de elementos en piedra. La excava­ción de este sitio confirmó la existencia de un taller, hallándose además de objetos en proceso de elaboración algunos de los instrumentos que se utiliza­ban en esta actividad (pulidores, afiladores, yunques, etc.) (Pérez, 1999).

All í se encontró un fogón asociado a cerámica con decoración incisa, escobillado especialmente, del período Formativo Tardío y objetos en piedra pulida. También se excavó un corte, donde se identificaron restos óseos de varios individuos de diferentes edades que estaban relacionados con cerámica incisa, objetos líticos (colgantes o placas aladas) y restos óseos de aves, vena­do, borugo, curí, etc. Asimismo se hallaron fragmentos cerámicos, que parecen ser contemporáneos con las ocupaciones muiscas y guanes en la cordillera Oriental (Pérez, 1999).

En Arboloco se recolectaron varias muestras de carbón vegetal, asociadas tanto al fogón como a los entierros, cuyo análisis sitúa temporalmente la ocu­pación del yacimiento de Arboloco entre los siglos III-I a. C hasta el siglo IV-V d. C , siendo uno de los yacimientos más tempranos, donde hay evidencias de la elaboración de objetos líticos pulidos, principalmente placas líricas o col­gantes alados, en el norte de Suramérica. Estas fechas concuerdan con la cerá­mica recolectada en el lugar, corroborando la antigüedad de los materiales cerámicos asociados a los tipos Covarachía Inciso-Impreso, Formativo Sub. 1

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y Sub. 2, ratificando la existencia de un período de ocupación temprano en este sector de la Cordillera Oriental relacionado con comunidades prelaches (Bray, comunicación personal 1990; Pérez, 1990a, 1999).

Municipio del Cocuy, sitios El Upal y El Cerezal . Estos dos yacimientos fueron reportados por Osborn (1985). El Upal se encuentra a 1,5 km del Cocuy por la vía que va a Chita. A 2.700 msnm, allí Osborn menciona la posible existencia de cimientos antiguos, algunos de los cuales pueden corresponder a los vestigios de casas antiguas. El Cerezal está a 1 Km del pueblo por la carre­tera que conduce a la Sierra, a 2.900 msnm. Las ilustraciones que presenta la autora, permiten verificar la existencia de cerámica del Formativo Tardío, com­binada con cerámica pintada que podemos asociar a los laches. En uno de ellos se encontré un pendiente de piedra alado (placa alada). En este sector no se conoce la existencia de menhires.

Municipio de Güicán, vereda El Jo rdán . Allí en el sitio de Tres Esquinas Osborn (1985), reporta la existencia de una concentración de tiestos en un área de unos 1.000 m2; por las características del material presentado por ella, en las ilustraciones que acompañan su texto, se puede inferir su asociación a la etnia Lache o U'wa. Aunque el hallazgo de piezas en piedra pulida, entre los que destaca una placa alada nos hace pensar que el sitio fue ocupado desde el Formativo Final.

Municipio de Chiscas, pueblo de las Mercedes. Este paraje se localiza en la vereda de El Saladero (Saliaguto), arriba del Pueblo de las Mercedes en la cota de los 2.800 msnm, a unos de 3 kilómetros al noreste de Chiscas (Osborn, 1985). Se observan plataformas naturales con muros de contención posible­mente antiguos, que parecen corresponder a terrazas de vivienda y de cultivo. En el lugar hay varios menhires algunos ya han sido desplazados de su posi­ción original. En ese sitio Osborn recolectó cerámica incisa del Formativo Fi­na! y pintada relacionada con los laches o U'wa.

En el norte del departamento de Boyacá, principalmente en la vertiente su­roeste de la Sierra Nevada existen otros lugares donde se han identificado ele­mentos que en nuestro concepto corresponden al período Formativo Tardío; es el caso de los menhires. Entre estos sitios tenemos Coharía y el municipio de Jericó. En Jericó se han reseñado menhires en las veredas de El Juncal, La Estancia, Cocubal y la Ovejera.

En Cocubal estos se encuentran asociados, espacialmente, a tumbas tanto colectivas como individuales que se ubican en la parte inferior de grandes ro­cas, una de las cuales fue excavada por el autor. En esta misma vereda y en la de la Ovejera hay evidencias de alineaciones de menhires similares a las repor-

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tadas por Osborn. En la Ovejera los menhires posiblemente se encontraban formando una estructura rectangular de 9 x 19 m, situada en una terraza desde donde se divisa todo el sector de Cheva y parte del cañón del río Chitano.

2 .1.3 Depar tamento de Santander:

Es interesante ver que en la zona oriental de Santander, en el área compren­dida aproximadamente por los municipios de Onzaga, San Joaquín y Mogotes al norte, y que se extiende hacia el sur hasta Gámbita, Encino, Suaita y Oiba no se han reportado yacimientos que podamos asociar a este período. Es probable que esto se deba a las escasas investigaciones que se han realizado en la zona; pero dada la abundancia de vestigios arqueológicos pertenecientes al período posterior, nosotros creemos que esta área fue poco habitada en el Formativo Final. Por este motivo es necesario ampliar los trabajos de campo, con el fin de cubrir los vacíos existentes. Aún así, a continuación reseñaremos los pocos yacimientos correspondientes a este período de que tenemos conocimiento en la montaña Santandereana.

El primer sitio que se investigó en Santander asociado a este período corres­ponde a las cuevas La Antigua y el Caucho, cerca de San Gil, allí Warwick Bray encontró bajo los pisos de ocupación Guane una fase de desarrollo cultu­ral denominada por él fase La Antigua o Preguane, fechada entre el siglo I a. C. y el VI d. C. Estas son las evidencias más tempranas de grupos agroalfareros en el área montañosa de Santander (Bray comunicación personal, 1990 en Pérez, 1990).

Además de este yacimiento tenemos otro sitios en Santander y Norte de Santander, que por sus características parecen corresponder a esta época.

El primero se localiza en el municipio de Girón, en predios de la hacienda La Cabana, lugar donde se identificó un yacimiento en el que aparece cerámica incisa, que se puede relacionar con la cerámica incisa encontrada en el norte de Boyacá, y con materiales de Arrancaplumas (Tolima), por tanto este sitio se puede situar tenta t ivamente entre el siglo I a. C al IV d. C (Pérez, 1996; Cifuentes, 1993). Este yacimiento, por su ubicación geográfica, se encontraría por fuera del área ocupada por los guanes en el siglo XVI, más exactamente en territorio Yareguí.

Otro sitio donde se halló cerámica incisa con características similares a la excavada por Bray y posteriormente por Pérez, es el reportado por Leonardo Moreno (1992) en la vereda la Antigua del municipio de Mutiscua en el norte de Santander, y que él relaciona directamente con los materiales excavados por Castillo en Tunja. Esta zona era habitada en el siglo XVI por los chitareros.

El tercer yacimiento donde se ha encontrado cerámica incisa que podría corresponder al período Formativo Tardío es el reportado en el corregimiento

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Foto No. 1. Covarachía. Desembocadura del río Foto No. 2. Pueblo Viejo de Ura, Jericó. Yaci-Servitá en el Chicamocha. miento El Cenicero.

Foto No. 3. Placas o alados colgantes, Chita. Colección Humberto Enciso.

Foto No. 4. Cerámica Chicamocha Inciso Im­preso. Colección Museo Arqueológico Casa del

Marqués de San Jorge

Foto No. 5. Cerámica Chicamocha Inciso Impre­so. Colección Museo Arqueológico Casa del

Marqués de San Jorge.

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de Berlín (Páramo de Berlín), vereda de Llano Adentro, en jurisdicción del municipio de Tona, departamento de Santander. Allí en una cueva que se halla a 3.400 msnm se encontró cerámica que en su mayor porcentaje presenta de­coración incisa formando motivos lineales en la parte superior de los recipien­tes y en menor medida pintura roja sobre fondo crema (Fotos Nos. 4.5.6). Estos materiales se hallaron asociados a huesos de animales (venado, conejo y aves) (Pérez, 1997a). Este yacimiento al igual que el anterior se encuentra en territo­rio ocupado por los chitareros en el siglo XVI.

La cuarta zona de donde se tiene referencias del hallazgo de materiales ar­queológicos de este período es en el municipio de Chinácota, Norte de Santander. Allí durante un reconocimiento regional en el valle de la quebrada Iscala, Víc­tor González identifica la presencia de cerámica Incisa, que él ubica dentro de un período que denomina Chitarero Temprano, asignándole una cronología tentativa anterior al siglo X d. C. El análisis de las descripciones y gráficas, presentadas por él, nos permitió precisar varias cosas. El tipo Iscala Inciso, aunque presenta variaciones en su decoración (variantes regionales) corres­ponde con los materiales encontrados en varios de los sitios reseñados ante­riormente. Es así, como encontramos coincidencias con la cerámica hallada por Bray en las cuevas La Antigua y El Caucho (Bray, Comunicación Personal, 1990); Pérez en Covarachía. Soatá, Chita, El Páramo de Berlín y Girón (1990, 1996, 1997a, 1997c, 1999) y Moreno en Mutiscua (1992), Las principales se­mejanzas tienen que ver con !a decoración en las asas (escobillado), el uso de cordeles para decorar las asas y parte del cuerpo de los recipientes, y en algu­nos motivos geométricos incisos e impresos. Si bien la ubicación cronológica y las características de los materiales corresponden con el período Formativo, en el tipo Iscala Inciso, González incluye fragmentos que no pertenecen para nada a este período. El error está en incluir varios de los tipos cerámicos defi­nidos por Calle y Rodríguez en su trabajo de 1961, en Mutiscua51', encontrados por ellos en contextos tardíos, asociados a elementos coloniales. Además, las gráficas presentadas incluyen formas que no fueron típicas en e! período For­mativo, es el caso de ias copas. Infortunadamente la carencia de fechas absolu­tas no permite precisar bien la cronología de estos yacimientos.

2.2 Períodos Muisca, Guane y Lache o U'wa.

Mientras que para el Formativo Tardío o Final se conocen unos 25 yaci­mientos arqueológicos en el área de estudio, para la etapa posterior tenemos un

Buena parte de los materiales excavados por Calle y Rodrigue/, en Mutiscua (1961) fueron incluidos por nosotros en el tipo Chicamocha Inciso-Impreso, material que licnc fechas entre el siglo X1-XVI1 d. C. y cuya zona de dispersión incluye territorios Muisca. Guane y Chitarero (Ver Lleras, 1990 y Pérez 1990),

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incremento en la ocupación de la zona; siendo interesante ver cómo la gran mayoría de los yacimientos mencionados anteriormente volvieron a ser ocupa­dos por comunidades chibchas. Por este motivo nos limitaremos a enumerar por sectores (municipios) los yacimientos reseñados, con el fin de no hacer tan dispendiosa esta labor.

2.2.1 Margen izquierda del Río Chicamocha, Departamento de Boyacá:

Municipio de Paz de Río. En la vereda de Carichana, en el sitio El Portillo se registraron a una altura aproximada de 2.400 - 2.500 msnm dos petroglifos elaborados en la parte superior de dos rocas de gran tamaño. En ellos se obser­van diversos motivos entre los que podemos mencionar espirales. Desde este lugar se observa el río Chicamocha y el sitio de Badanique, que es un cemen­terio indígena que se localiza en la margen derecha del río. En cercanías de los petroglifos no se hallaron otros vestigios arqueológicos, que permitan precisar la cronología del yacimiento.

Munic ip io de Sat ivasur . Allí se localizaron yacimientos arqueológicos en las veredas de los Tunjos, La Caldera y el Tambor; principalmente en clima frío y templado seco. Los sitios reseñados consisten en conjuntos pictográficos si­tuados a orillas o en cinchos cercanos al río Chicamocha, sitios de vivienda y pedregales donde se forman pequeñas cuevas, que fueron utilizadas con fines funerarios. Para esta zona existen referencias del hallazgo de momias; una de las cuales se encuentra en el Museo de Sogamoso (Pérez, 1988)411.

Municipio de Sat ivanor te . En el se ha reseñado un buen número de sitios arqueológicos en las veredas de El Datal (en límites con Susacón), Javita o Fabita, y el Batán, aunque tenemos información que en otras veredas aledañas al río Chicamocha hay sectores que presentan gran potencial arqueológico.

De todos ellos los más importantes son los localizados en El Datal; allí a una altura de 1.700 - 1.800 msnm, en clima templado seco, se localizaron al menos cuatro yacimientos; emplazados en terrazas ubicadas en sitios estratégicos, desde donde se tiene un gran dominio de los alrededores. Inclusive desde una de estas se observa el sitio de La Rinconada en Jericó, lugar donde desemboca el río Chitano en el Chicamocha. Esta vereda como las demás ubicadas en cerca­nías al río Chicamocha se caracteriza por poseer características desérticas pro­pias del clima al cual pertenecen y adolecen de graves problemas de erosión, todo lo cual es agravado por la mala distribución de las lluvias. Lo anterior ha

Ls importante anotar que en reconocimientos preliminares efectuados en el municipio de Paz de Río hemos identificado algunos yacimientos de características similares a los reportados en Sativasur

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ocasionado la desaparición casi en su totalidad de la capa húmica; dificultando el hallazgo de yacimientos estratificados.

En ellos en genera! aparece abundante material superficial, siendo común que después de invierno se destapen los pocos vestigios que aún quedan cu­biertos; por este motivo en los pozos de sondeo que se realizaron no se encon­tró material estratificado. Uno de estos yacimientos, que consiste en una gran terraza con un área aproximada de 130 m x 100 m, conocida localmente como Las Escalinatas, parece tener mayor importancia que los otros pues reúne va­rias características que lo diferencian. Entre estas tenemos la existencia en la parte central de una estructura rectangular de 8,80 m x 10 m, conformada por lajas de aproximadamente 30 cm de largo, que afloran a 20 centímetros de! n iso de ahí el nombre del sitio

En la vereda El Data! se halló abundante material cerámico Muisca, aunque también se reportaron unos pocos fragmentos de cerámica Guane (Villanueva Ocre sobre crema rojo /negro y Chicamocha inciso-impreso), el hallazgo de estos materiales indica que el yacimiento fue habitado entre el siglo X-XVI d. C , siendo un indicador de la existencia de relaciones entre guanes y muiscas.

Munic ip io de Soa tá , ve reda La Costa . En esa zona se han identificado varios yacimientos arqueológicos, que corresponden principalmente a cemen­terios, en los que hay entre 20 y 40 tumbas individuales, de poca profundidad, cubiertas por lajas. Allí según información suministrada por los campesinos, quienes destaparon la mayoría de las tumbas, los esqueletos se encontraban acurrucados, llevando generalmente una pieza cerámica como ajuar y en. algu­nos casos unas pocas cuentas de collar elaboradas en concha.

En esta misma vereda se identificó en el sitio el Tablón; en una terraza aluvial cercana al río Chicamocha, varias lajas en posición vertical que so­bresalían unos pocos centímetros del suelo, formando un cuadrado de aproxi­madamente 50 x 50 cm. Esto coincidía con lo que nos habían informado acerca de la forma de las tumbas. Al excavar, pudimos verificar que las lajas se profundizaban hasta los 94 cm, y que en el interior del cuadrado había una laja inclinada, cubierta por un relleno de arcilla. Debajo de la arcilla se en­contraron unos pocos restos óseos que, debido a la acidez del suelo, se halla­ban en mal estado de conservación; por esta circunstancia no se pudo precisar la forma en que fue colocado el cuerpo. Es probable que por el reducido espacio disponible, al interior de las lajas, allí no se hubiera colocado un cuerpo completo, y quizá se tratara de un entierro secundario. Además, de unos pocos huesos no se encontró ningún elemento cultural asociado; por este motivo es difícil sacar conclusiones al respecto, pues no tenemos refe­rencias de hallazgos similares.

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2.2.2 Margen derecha del río Chicamocha departamento de Bovacá:

En este costado del río se han localizado gran número de yacimientos ar­queológicos situados desde el municipio de Tasco hasta el de Chita. En general las características y los materiales hallados en ellos son similares a las de los sitios mencionados anteriormente.

Municipio de Tasco. A unos 2 km al norte del casco urbano y a una altura aproximada de 2.500 - 2.700 msnm, en el sitio conocido localmente como Piedra Pintada se localizó un conjunto de pictografías elaboradas principal­mente en pintura roja, los motivos allí plasmados se ubican en el costado occi­dental de varias rocas de gran tamaño. En este sitio según información de los habitantes de la zona se han hallado tumbas, que parecen estar asociadas a las pictografías y en sus inmediaciones se han identificado pequeños petroglifos.

En este mismo municipio en el sitio de Badanique, situado exactamente al frente del casco urbano del municipio de Paz de Río, a orillas del río Chicamocha; hay un pedregal, que fue utilizado como cementerio en época prehispánica. Este sitio está muy alterado debido a su proximidad a la población.

Municipio de Socha, vereda de Costa Rica. En ese lugar a orillas del río Chicamocha, a una altura de 1.900 - 2.000 msnm, se identificaron varias cue­vas funerarias asociadas a un conjunto de abrigos rocosos y a varias pictografías. En el inter ior de ellas se encont raron restos óseos humanos , fragmentos cerámicos y un hacha, elementos que se pueden relacionar con la etnia Muisca. Es interesante anotar que exactamente al frente de este lugar (en la otra margen del río) se localizan los pictogramas de la vereda de El Tambor (Sativasur), siendo posible que todos ellos formen un mismo conjunto41 .

Un dato que es interesante, con respecto a este sector del río, es que por allí es muy fácil cruzar el río; pues forma una especie de remanso, que permite vadearlo cómodamente, especialmente en verano. Por lo tanto es probable que este fuera el mismo vado de Socha que mencionan los cronistas durante la expedición de Hernán Pérez de Quesada al territorio Lache y que las pictografías y cuevas funerarias constituyan una especie de mojón o demarcador territorial, que señalaba esta zona de paso.

Municipio de Socotá, vereda de Chusvita. En ella se han inventariado varios yacimientos arqueológicos, situados todos a una altura aproximada de 1.900 -2.000 msnm. En general se trata de sitios de vivienda, emplazados en terrazas

En este municipio en cercanía de Socha Viejo, a orillas de la quebrada El Tirque hay varias pictografías y se menciona por parte de los campesinos el hallazgo de entierros en pequeñas cuevas que se localizan en cercanías a las pictografías.

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con buena visibilidad del entorno, en cuya superficie normalmente se observa cerámica y líticos. En uno de ellos se detectó la presencia de varias estructuras en piedra, quizá cimientos de una vivienda o restos de un canal (?), que pudo ser utilizado para regadío. En general el material arqueológico detectado co­rresponde en buena medida al tipo Busbanzá rojo burdo; por lo tanto estos yacimientos se asocian a los muisca, lo que concuerda con los datos etnohis-tóricos disponibles para la zona.

Municipio de Jer icó, vereda de Bacota. En sus términos se han identifica­do diversos yacimientos, donde a partir de los vestigios culturales hallados, primordialmente cerámica del tipo Busbanzá rojo burdo, podemos inferir la presencia de asentamientos tardíos (siglos X-XVI d. C.) asociados principal­mente a la etnia muisca; aunque allí también aparecen elementos que se pue­den relacionar con los laches o U'wa. Estos sitios se localizan en alturas que oscilan entre los 1.900 - 2.300 msnm.

Allí existen pictografías, pedregales donde hay cuevas funerarias, y luga­res de vivienda en los que aparece abundante material cerámico en la super­ficie. En varios de estos cimientos que parecen corresponder a estructuras de viviendas prehispánicas. Los lugares de asentamiento se caracterizan princi­palmente por ser terrazas situadas en lugares estratégicos, desde donde se tiene control visual de una gran extensión de terreno y la posibilidad de acce­der fácilmente a otros pisos térmicos. Estos sitios presentan graves proble­mas de erosión.

En una de las cuevas funerarias además de cerámica muisca se pudo adver­tir la existencia de varios fragmentos cerámicos de copas tipo Villanueva ocre sobre crema rojo / negro, que corresponden a la etnia Guane. En otra hay una sista de 65 cm de largo por 54 cm de ancho.

Munic ip io de Je r i có , vereda de Tapias . Localizada al sur occidente del casco urbano de Jericó, en ella se han reconocido varios lugares que presentan interés arqueológico, cuyas características son similares a las de los yacimien­tos reportados en la vereda de Bacota. Allí en el sector de El Reposo a una altura de 2.800 msnm se exploró una pequeña cueva funeraria; también en una terraza cercana a la cueva se preciso la existencia de varias estructuras, algu­nas circulares y otras rectangulares más pequeñas, poco definidas, formadas por piedras que sobresalen en la superficie del terreno. En este lugar se reco­lectó una pequeña muestra de material cerámico, muy fragmentado, algunos líticos y parte de un metate, que por sus características parecen corresponder a la etnia Lache o U'wa. Es posible que en este sitio hayan estado emplazados menhires, que fueron retirados por los campesinos; pues según ellos obstaculi­zan sus actividades agrícolas.

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Municipio de Jer icó , vereda de El Junca l . Allí se localizaron yacimientos de características similares a los reportados en las dos veredas anteriores. Los dos sitios de mayor importancia se encuentran en el sector de La Aguagria en el lugar conocido localmente como El Hoyito, a 1.950 msnm, y en cercanías al sector de La Rinconada a unos 1.600 - 1.800 msnm. Estos parajes se ubican cerca de la confluencia de los ríos Chitano y Chicamocha, en una área estraté­gica del cañón, y su importancia radica en el tipo de vestigios arqueológicos que contienen.

En el primero hay varias estructuras formadas por lajas de piedra hincadas en el piso que delimitan espacios de forma circular y cuadrada, que deben corresponder a cimientos de viviendas prehispánicas. Algunas de estas presen­tan una doble hilera de lajas lo que las diferencia de las estructuras registradas en la vereda de La Estancia. Asimismo recibimos información de la existencia en lugares cercanos de construcciones similares.

En La Rinconada también se identificaron, a unos 500 m de la confluencia de los dos ríos, varios conjuntos de lajas alineadas que aunque están muy alte­radas parecen corresponder a cimientos de vivienda. La presencia de estos ves­tigios, señala la existencia de pequeños núcleos habitacionales, que pueden corresponder al emplazamiento del cacicazgo lache de Ogamora. Es importan­te precisar que en la zona cercana a los cimientos se ha encontrado material cerámico y lítico (metates, piedras de moler, etc.) que en su gran mayoría per­tenece al tipo Busbanzá rojo burdo, material que es predominante en el cañón del río Chicamocha en yacimientos muiscas; aunque también se ha hallado cerámica lache y fragmentos que parecen corresponder a copas guane. Tam­bién los campesinos han encontrado caracoles de mar de gran tamaño. Lo an­terior no contradice para nada la existencia de un poblado lache en la zona; más bien corrobora la existencia de relaciones estrechas entre este grupo con los muiscas, comunidad que habitaba en la otra margen del río Chicamocha.

Municipio de Jer icó , vereda de Cocubal . Se ubica al nororiente del casco urbano, formando parte del cañón del río Chitano, donde se han registrado un buen número de yacimientos, que presentan interés para la investigación ar­queológica, los cuales incluyen menhires, tumbas y sitios de vivienda.

Los sitios con menhires son: El Cerezal, El Trompeto, loma El Dato y loma El Tambor, todos ellos están a una altura promedio de 2.900 msnm. Los más interesantes son los situados en El Cerezal puesto que se trata de un conjunto conformado por dos menhires (Foto No. 7); el primero de 2,67 m de alto y el segundo de 0,8 m, que se encuentran alineados, estando separados 5 m. Nor­malmente en los contornos de ellos, a excepción del situado en la loma El Tambor, hay material cerámico superficial, que por sus características se puede

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relacionar con la etnia Lache o U'wa. Tal como lo señalamos en el apartado anterior es probable que los menhires sean del período Formativo Final, lo que indica que este sector fue habitado al menos durante dos momentos diferentes de tiempo.

Otro elemento importante a tener en cuenta es que cerca a la mayoría de los menhires hay tumbas que fueron hechas aprovechando el espacio existente debajo de rocas de gran tamaño, las cuales han sido selladas con varias capas de lajas; es de interés anotar que normalmente desde ellas se observan los menhires. Muchas fueron destapadas por los campesinos en busca de tesoros, a excepción de una que fue excavada por el autor; en ella se hallaron los restos de al menos ocho (8) individuos de diferentes edades, los cuales no presenta­ban una distribución uniforme, lo que hace pensar que podría tratarse de entie­rros secundarios. Allí también se hallaron restos de pequeños roedores, una aguja en hueso y unos pocos fragmentos cerámicos (Pérez, 1997).

A partir de la información suministrada por los campesinos de la zona se pudo inferir que se trata de tumbas tanto individuales como comunales, siendo probable que las individuales correspondan a entierros primarios mientras que las múltiples se trate de entierros secundarios. En las primeras se colocaría, como parte del ajuar de los personajes allí enterrados, vasijas cerámicas con decoración incisa y sin pintura, de un acabado un tanto tosco con pasta gris compacta , acompañadas en ocasiones por pequeños objetos de oro. Por el momento no es posible precisar si estas tumbas se hayan relacionadas con los menhires; pero consideramos, por los elementos asociados a ellas (ajuar), que su cronología podría ser temprana para el período de ocupación lache (Pérez, 1997).

En esta vereda también se ha encontrado cerámica con decoración en pintu­ra roja y una mejor cocción, que difiere de la hallada en las tumbas; similar a la que se encuentra en Puebloviejo de Ura y en el sector del resguardo de Chita, la cual se asocia a los lache. Allí, además, se hallaron abundantes huesos y astas de venado, así como instrumentos elaborados a partir de estos y lajas alineadas que pueden corresponder a cimientos de viviendas.

Mun ic ip io de J e r i c ó , ve reda de Pueblovie jo de Ura 4 2 . Los yacimientos identificados en esta vereda coinciden espacialmente, en su gran mayoría con los mencionados para el período Formativo Final. La diferencia primordial ra­dica en que ¡os vestigios correspondientes a esta segunda ocupación de la re-

4- En esta misma vereda efectuó exploraciones el profesor Silva Célis a mediados de los anos 40 del siglo pasado.

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gión son más abundantes y están dispersos por un área que supera las tres hectáreas, en la cual hay pequeños lotes donde aparecen concentraciones de cerámica incisa.

En general estos yacimientos se caracterizan por encontrarse en laderas de pendiente media a una altura promedio de 2.800 - 2.900 msnm, en cuya super­ficie hay dispersa abundante cerámica, la mayoría se caracteriza por presentar buena cocción, buen acabado superficial y decoración en pintura roja. A partir de algunos cortes y del análisis de perfiles estratigráficos se ha podido precisar que la cerámica alcanza en algunos sectores los dos metros de profundidad. También es común el hallazgo de artefactos líticos elaborados en chert negro principalmente y astas de venado. Además de la abundante muestra cerámica que se recolectó allí, la que corresponde en gran proporción con la reportada por Silva Celis en 1945, cuando excavó varias tumbas en este lugar, hemos observado la existencia de estructuras (muros de contención) en piedra que circundan algunos de los sitios inventariados en la vereda (Foto No. 8). Estas estructuras no se limitan solamente a la zona que se ha recorrido, sino que se han apreciado en otros sectores cercanos; formando en ocasiones terrazas es­calonadas. Aún no podemos precisar con claridad sí su origen es prehispánico, pero es indudable que son de tradición indígena. Siendo por lo tanto otra prue­ba de la existencia de una arquitectura lítica entre los lache (Pérez, 1997). Lo anterior evidencia una ocupación prolongada y densa de la zona en época prehispánica que perduró hasta el siglo XVI, época en que allí se encontraba emplazado el cacicazgo de Ura, primer poblado Lache a donde llegaron los españoles .

Mun ic ip io de J e r i có , vereda La Es tanc ia . En esta vereda localizada al nororiente del casco urbano se ha registrado uno de los yacimientos de mayor importancia en la región, se trata probablemente de vestigios de un poblado prehispánico, que se puede asociar a la etnia Lache o U'wa; el cual se halla emplazado en el sector conocido localmente como El Pedregal de la Estancia, a una altura que oscila entre 2.670 - 2.800 msnm. El yacimiento se compone de un número indeterminado de estructuras de planta circular, rectangular y cua­drada que presentan muros en piedra de hasta un metro de altura; en un gran porcentaje yacen camufladas entre las gigantescas rocas que conforman el pe­dregal. En el lugar hay numerosas cuevas funerarias; y al menos una de ellas posee muros compuestos por piedras de tamaño mediano unidas por una arga­masa (arcilla) de color amarillo ocre. Lamentablemente la mayoría han sido alteradas por los habitantes del área.

Las actividades desarrolladas hasta el momento en este yacimiento han con­sistido esencialmente en la limpieza y documentación (dibujo, fotografía, to­pografía, planos y filmación); para una etapa posterior se tiene programado

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realizar excavaciones que permitan profundizar más en la organización espa­cial del yacimiento y su cronología. Con respecto a este último aspecto pode­mos precisar, a partir del material asociado (esencialmente cerámica), que este lugar fue habitado en un período tardío; siendo posible que estuviera ocupado a la llegada de los españoles, lo que concuerda con los datos aportados por los cronistas. Durante el desarrollo de las labores mencionadas anteriormente, se detectó un probable menhir; situado en la parte media del pedregal, muy cerca a una de las estructuras circulares (Foto No. 9). Además, aproximadamente a un kilómetro de este yacimiento, en el sitio conocido localmente como La Loma del Zorro, hay otro menhir, que está emplazado en una terraza desde donde se cuenta con una buena panorámica del cañón del río Chitano, parte de la cuenca del río Loblanco y de varias veredas de Jericó y Chita. En los alrededores de él se recolectaron fragmentos cerámicos de tipología similar a los recolectados en el pedregal.

Municipio de Chita , vereda La Playa: Se localiza al suroriente del munici­pio, colindando con el río Chitano, allí registramos en el sitio conocido local-mente como la Cueva Labrada, a una altura de 2.570 msnm, un conjunto pictográfico, con diversos motivos elaborados en colores ocre, naranja y cre­ma. Estas pictografías son las primeras de que se tiene referencia en territorio lache; aunque debemos precisar que muy cerca al casco urbano de Chita, Ann Osborn (1985) y Pérez (1997) han reseñado un petroglifo situado aproximada­mente a 2.900 - 3.000 msnm (Foto No, 10).

Municipio de Chi ta , vereda de Quindeba . Se ubica en la margen derecha del río Loblanco, extendiéndose hasta el río Chitano. En esta área se posee abundante información de yacimientos arqueológicos, situados principalmen­te en pedregales. En recorridos efectuados, se verificó la presencia de material cerámico superficial en varios sectores de la vereda. Asimismo, tuvimos opor­tunidad de explorar el Pedregal de El Infiernito, localizado en inmediaciones del río Loblanco, aproximadamente a 2.400 msnm, al frente de la peña de Cudica; lo que permitió determinar que fue utilizado con fines funerarios. Pues existen innumerables cuevas, donde hay restos óseos humanos y abundantes fragmentos cerámicos. Lamentablemente el yacimiento está muy alterado, en­torpeciendo el trabajo arqueológico.

En términos de Chita, Cocuy, Güicán y Chiscas se conocen otros yacimien­tos arqueológicos que corresponden geográfica y espacialmente con los men­c i o n a d o s para el F o r m a t i v o Tard ío , en los que Osborn (1985) rea l izó recolecciones superficiales y en uno de ellos excavaciones. Además en uno de estos (Chipacentro, Chita) el autor tuvo oportunidad de efectuar pequeños cor­tes y recolecciones de material superficial, que han permitido precisar su simi­litud con los yacimientos localizados en Puebloviejo de Ura Jericó. Por este

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motivo nos abstenemos de citarlos nuevamente; también poseemos informa­ción de la existencia de otros yacimientos en esa zona, que no hemos tenido la oportunidad de explorar.

2 .2 .3 Depar tamento de Santander :

Para el período Guane en el departamento de Santander se posee cuantiosa información, que da cuenta de abundantes descubrimientos arqueológicos lo­calizados principalmente en dos áreas específicas: la primera corresponde al sector aledaño a los ríos Chicamocha y Suárez en términos de los municipios de Los Santos, Jordán, Villanueva y Barichara principalmente, vestigios que están asociados, esencialmente, al denominado período Guane Temprano (si­glos VIII-XIII d. C ) . La segunda es el suroriente de Santander en el área de los municipios de Guapotá, Oiba, Charalá y Encino, región donde los materiales hallados han sido asociados al Guane Tardío. En general estos hallazgos son un indicat ivo del gran potencial a rqueológico de la zona cordi l lerana de Santander.

Para la primera zona los trabajos de diversos investigadores (Schottelius, 1941, Cadavid, 1984; Lleras y Vargas, 1990; Pinto et al, 1994) han permitido identificar un buen número de yacimientos arqueológicos (sitios de vivienda, funerarios, conjuntos pictográficos, etc.), a los que podemos sumar otros re­portados por el autor, quien, en actividades de campo efectuadas en el trans­curso del Estudio de Impacto Ambiental en la zona de influencia del Proyecto Hidroeléc t r ico del río Sogamoso, obra de infraestructura desarrol lada por ISAGEN S.A. la Electrificadora de Santander S.A. -ESSA e INGETEC S.A, se registró un yacimiento arqueológico de bastante importancia por sus caracte­rísticas y localización. Se trata de los vestigios de un posible canal de riego prehispánico, situado en el municipio de Jordán, en el sector conocido como la Mesa de Sube, toponímico que alude al nombre de un cacique indígena a la llegada de los europeos. El canal está constituido por dos hileras paralelas de lajas hincadas en el suelo, que sobresalen de la superficie 30 cm aproximada­mente, estando las dos hileras separadas entre sí en promedio 80 cm (Pérez 1996).

Cuando se habla de evidencias de obras de riego, es importante verificar en su curso la relación con otra clase de yacimientos arqueológicos, tales como unidades de vivienda y terrazas de cultivo entre otros (Knarp, 1987). Hecho que se cumple para la estructura identificada en la Mesa de Sube, pues los rastros del canal discurren por una amplia terraza natural de suave inclinación, que se extiende aproximadamente entre los 900 y 500 msnm, en cuyos alrede­dores se localizan yacimientos de distinta índole.

En este sector el cañón presenta suelos cuya composición va de moderada­mente acida a acida, lo que unido a las difíciles condiciones climáticas y erosivas

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Foto No. 6. Cerámica Covarachía Inciso Impreso.

Foto 7. Menhir en El Cerezal, Cocubal, Jericó.

Foto 8. Muros de contención en eras de cultivo, Pueblo Viejo de Ura, Jericó.

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hacen que la zona se catalogue como de escaso potencial agrícola; esto hizo necesario que los indígenas desarrollaran tecnologías de regadío para mante­ner cultivos como algodón, coca, yuca, maíz, arracacha y frutales entre otros. Con este fin aprovecharon las fuentes de agua existentes en la zona (quebra­das), provenientes de las partes altas de la Mesa de Sube, sector denominado La Peña; dándole a los cursos una orientación paralela a la topografía del terre­no, logrando de esta manera, por gravedad, una mayor irrigación de los cam­pos de cultivo. En este sentido suponemos que existen más evidencias de la red de riego, al menos en la dirección en la que asciende la pendiente, lo que parece corroborarse con el análisis de las fotografías aéreas del área, en las que se observan las huellas de posibles canales que descienden desde La Peña. Eran construidos de esta manera para lograr una mayor irrigación en las plani­cies, permitiendo comunicar un cana! con otro, y de esta forma mantener bien drenadas las diferentes parcelas cultivables, principalmente en las épocas de intensa sequía (Castellanos, 1955, IV314) . La existencia de obras de regadío, se encuentra documentada para el área adyacente al cañón del río Chicamocha, en diversos expedientes coloniales, referentes a comunidades muiscas, laches, guanes y chitareros. Es de anotar que en la actualidad en La Mesa de Sube los campesinos todavía conservan en su memoria el recuerdo que las estructuras identificadas corresponden a tomas de agua o acequias para regar los cultivos (Pérez, 1996).

Ahora bien, si analizamos el contexto arqueológico, en el que están inscri­tas las e v i d e n c i a s del pos ib le canal de r iego , surge una c o m p l i c a c i ó n cronológica; pues aunque es evidente que este tipo de obras hidráulicas estaba en uso a la llegada de los europeos, la cronología del material cerámico reco­lectado en sus inmediaciones, corresponde al Guane Temprano. Predomina la cerámica de los tipos Los Santos Carmelito Burdo, Micácea Fina, Micácea Roja y en menor proporción Villanueva Ocre sobre Crema, que temporalmente se ubican entre los siglos VIII- XIII d. C. Por lo tanto el uso de las adecuaciones hidráulicas observadas por los españoles, sería producto de una tradición que contaba en ese momento con varios siglos de utilización, o en su defecto estas estructuras fueron construidas encima de yacimientos que ya estaban abando­nados; si este fuera el caso es extraño que no aparezcan en ese sector eviden­cias cerámicas correspondientes al Guane Tardío (Pérez, 1996).

En e! suroriente de Santander los diversos trabajos arqueológicos han per­mitido identificar un buen número de yacimientos arqueológicos que se carac­terizan esencialmente por tratarse de cementerios, situados generalmente en la parte superior de las colinas existentes en la región, donde abundan las tumbas de pozo con cámara lateral principalmente. Uno de los primeros yacimientos estudiados en la zona son las denominadas Necrópolis Alta y Baja, localizadas

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muy cerca del casco urbano de Guapota. Allí Such Martín, en 1945, excavó varias tumbas; posteriormente en los años 50 una comisión del Instituto Co­lombiano de Antropología excavó otras. En este mismo lugar, Sutherland (1972) exhumó más tumbas que se caracterizan por ser de poca profundidad, en las cuales se había depositado como parte del ajuar funerario numerosas vasijas asociadas a los tipos que él denominó Harina de Avena, Rojo sobre fondo Amarillo y Rojo sobre fondo Rojo-Naranja y volantes de huso en cerámica y piedra. Allí no se recolectaron restos óseos, debido a que los suelos de la zona son bastante húmedos y ácidos, lo que impide su conservación. En el relleno de una de las tumbas Sutherland recolectó una muestra de carbón vegetal, cuyo estudio dio la fecha de 630 +-/ 70 a .P; que lo lleva a sugerir que la muestra analizada no debe relacionarse con las tumbas y puede corresponder a basura habitacional , procedente de un sitio cercano, siendo los recintos funerarios anteriores (Sutherland, 1972).

Sutherland excavó en la hacienda San Lorenzo, vereda de Macanal del muni­cipio de Oiba cinco tumbas de características similares a las de Guapota. En la tumba No. 1 encontró un ajuar abundante, compuesto por 47 vasijas cerámicas de los tipos rojo sobre amarillo, rojo sobre rojo naranja, harina de avena43, y una pieza indefinida (Ver Sutherland, Ilustración 28B), que lo llevó a sugerir, acerta­damente, que proviene del territorio Muisca, posiblemente del valle de Tenza; anotando que habría llegado a territorio Guane por intercambio. Los trabajos posteriores de Lleras en el alto valle de Tenza (1989) y Sáenz (1986) en el bajo valle de Tenza, al igual que la descripción de Silva Celis (1958), confirman que la pieza es del tipo valle de Tenza gris, cuya cronología en el altiplano es tardía. En San Lorenzo recolectó, en la tumba número 3, una muestra de carbón vege­tal, cuyo análisis dio como resultado la fecha de 790 ± 60 a.P.

Aparte de los sitios anteriores, Sutherland, enumera otros en la zona. En uno de ellos, según él, hay en una misma loma evidencias de enterramientos, de un sitio de vivienda y de terrazas artificiales. Precisa, además, que si todos estos vestigios pertenecen a un mismo momento, se tendría una buena visión del patrón de asentamiento en esa área de Santander en torno al año 1.100 d. C , que sería comparable al descrito por los cronistas del siglo XVI. Con relación a lo anterior Lleras (1988: 57) menciona en el sitio Los Litigios, localizado a 14 kilómetros al noreste de Landázuri, lo que podría ser un yacimiento con carac­terísticas similares a los citados por Sutherland; este corresponde a un sitio de vivienda, emplazado en una ladera en la cual hay varios aterrazamientos artifi­ciales, donde posiblemente existe un cementerio y pozos de basura.

Este material posteriormente fue clasificado por Lleras y Vargas (1990) y Pérez (19901. como Chicamocha Inciso Impreso.

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Sutherland con respecto a la cerámica, encontrada, concluye que había cua­tro variedades o tipos en uso; uno importado (rojo sobre rojo naranja de Oiba) y al menos tres locales (rojo sobre amarillo de Oiba, mica de Curití, harina de avena, porosa de Curití)44. Su análisis le permite inferir la existencia de relacio­nes entre muiscas y guanes, que se evidencia en la existencia de variaciones estilísticas. Para él una prueba de este intercambio comercial es la presencia en la región de cerámica Valle de Tenza gris. Es importante anotar que Sutherland encontró cerámica rojo sobre naranja solamente en Guapota y Oiba (Foto No. 11), no siendo hallada en Pinchóte y Curití; por lo tanto podemos pensar que su presencia en Santander se restringe principalmente al sur y suroriente, lo que coincide con la información etnohistórica que indica la presencia de gru­pos relacionados con los muiscas del altiplano en el área de Charalá, Coromoro, Encino y parte de Oiba.

Pérez (1997), hace un reconocimiento en los municipios de Encino, Charalá, Coromoro, Mogotes y Onzaga. En el primer municipio excava cuatro tumbas de pozo con cámara lateral, similares a las estudiadas por Sutherland en Oiba y Guapota; a partir de la cerámica recolectada en ellas propone la existencia de diferencias cronológicas entre los dos cementerios donde excava. Esta afirma­ción se fundamenta en el hallazgo en el sitio El Meló, vereda de Pericos de varias piezas cerámicas pertenecientes al tipo Villanueva ocre sobre crema rojo/ negro, material que ha sido asociado al primer período de ocupación Guane. Este hallazgo sugiere la coexistencia entre el período Guane temprano y el tardío; mostrándonos la existencia de continuidad en la elaboración de la cerá­mica de este primer período, algo que parece ser evidente al ver el material arqueológico procedente de los yacimientos arqueológicos situados en la zona de Los Santos, Villanueva, Barichara y Jordán principalmente. Lo que en últi­mas llevaría a pensar en la posible existencia de diferencias étnicas o culturales entre ambos períodos o regiones.

En el t r anscu r so de ese es tud io se ident i f icaron var ios conjuntos de a terrazamientos artificiales que se distr ibuyen desde los 3100 msnm en la vereda de Avendaños, hasta los 1900- 2000 msnm, en las veredas de La Ca­buya y Tumbita. Los aterrazamientos además de presentar una gran variación en su tamaño, pues los más pequeños miden aproximadamente 20-30 m : y los de mayor dimensión alcanzan 800 a 1000 m2, muestran elementos distin­tivos en su elaboración, pues algunos se caracterizan por poseer un muro de contención en piedra, de aproximadamente un metro de alto; confirmando plenamente la propuesta de Sutherland, referente a la existencia de aterraza-

Los tipos Rojo sobre Amarillo y Porosa de Curití, según Sutherland, por sus características parecen corresponder a un mismo grupo

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mientos artificiales en Santander y el patrón de poblamiento propuesto por él (Foto No. 12),

El último estudio realizado en la región por Pérez (2000), en el municipio de Oiba es importante por cuanto aunque esta investigación se concentró en el aspecto funerario, también tuvo en cuenta el componente habitacional. Allí se excavaron 16 tumbas en la finca El Santuario, vereda de Macanal, la mayoría de ellas de pozo con cámara lateral cuya profundidad oscila entre los 2 m y 6,85 m.

Estas tumbas se caracterizan por haber sido utilizadas en entierros aparente­mente individuales y tener un ajuar compuesto generalmente por piezas cerá­micas, volantes de huso en cerámica y piedra, metates y manos de moler. De todas ellas destacan las tumbas N° 6 y N° 9, por sus características constructi­vas y ubicación; esto llevó a plantear que posiblemente corresponden a entie­rros de persona jes que deb ie ron de ten ta r una pos ic ión des t acada en la comunidad. En la tumba N° 9 además de los elementos cerámicos (Oiba rojo sobre naranja, Curití poroso y Chicamocha inciso - impreso) se halló una dia­dema en oro, collares de concha, un collar en tumbaga y un caracol marino de gran tamaño.

El análisis y contrastación de las tumbas excavadas en la finca El Santuario, donde se tuvo en cuenta las características constructivas y el ajuar depositado en ellas, con las excavadas por Such Martin en Guapota, Sutherland en Guapota y Oiba y Pérez en Encino, en principio sugiere que el sector del cementerio que se excavó podría corresponder a un grupo o parentela, donde se atisba la posi­ble existencia de una distribución espacial, con una diferenciación clara de las tumbas. Tumbas con características y contenidos similares a las mencionadas anteriormente han sido reportadas en la zona de Landázuri (Lleras, 1988), Ci­mitarra (Mejía, 1943), alto río Minero (Silva Celis, 1965) y La Belleza (Silva Cel is , 1946); lugares todos ubicados al suroccidente del depar tamento de Santander, en tierras bajas de la hoya del Magdalena.

En Oiba, cerca de los cementerios, se identificaron aterrazamientos artifi­ciales que, en primera instancia, podemos asociar con sitios de vivienda que se localizan principalmente en la margen izquierda de la quebrada Santuaria; los que, según información de los habitantes de la zona, se extienden hasta cerca de la desembocadura de esta quebrada en el río Oibita. Pérez, en Oiba, logra recolectar tres muestras de carbón vegetal, dos procedentes de las tumbas y la otra de uno de los aterrazamientos, cuyo análisis ubica la ocupación de la zona entre el siglo X-XV d. C. Resultado que concuerda con los datos obtenidos por Sutherland en Oiba y Guapota y Lleras en Landázuri.

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PROCESOS DE INTERACCIÓN EN EL ÁREA SEPTENTRIONAL 1 Q J

En Santander, en el transcurso del proyecto de Ampliación del Acueducto Metropolitano de Bucaramanga, identificamos en territorio que inicialmente se ha considerado como Chitarero, dos yacimientos que a continuación reseñamos:

El primero se localiza en el kilómetro 15 de la vía a Málaga en la finca El Palcho, vereda La Ceba, municipio de Piedecuesta. Allí durante la construc­ción de un estanque para la cría de peces se encontró una tumba, que según los campesinos era de pozo con dos cámaras laterales, donde encontraron dos es­queletos en pésimo estado de conservación, cada uno de ellos tenía dos vasijas cerámicas cerca de la cabeza y otra entre los pies; estando los cuerpos orienta­dos uno con la cabeza hacia el norte y el otro al este. La cerámica encontrada en la tumba pertenece a los tipos cerámicos Los Santos micácea fina, micácea roja y los Santos carmelito burdo; por lo tanto este yacimiento, correspondería al período Guane Temprano (S. VIII-XIII d. C.) siendo el sitio más oriental que se conoce para los Guane en su primer período de ocupación. Otro dato de interés es la existencia de variaciones en el patrón funerario, pues se trataría de una tumba múltiple y de pozo con cámara lateral, lo que no concuerda con lo que se conoce hasta el momento para este período (Pérez 1997a).

En el sector de Morro Bravo, Páramo de Berlín, municipio de Tona en el lugar conocido localmente como Las Cabeceras del Tasajo, a una altura aproxi­mada de 3860 msnm, en una pared formada por un conjunto de afloramientos rocosos se identificó un conjunto pictográfico en mal estado de conservación, donde solamente se aprecia un motivo antropomorfo en color rojizo. Según información de habitantes de la zona junto a las pictografías se encontraron algunas tumbas. Estas pictografías presentan gran interés porque además de recordar a las existentes en la Mesa de Los Santos son posiblemente las más altas que se conocen en territorio colombiano (Pérez 1997a).

3 . Considerac iones finales

A continuación, y teniendo en cuenta la información presentada anterior­mente, haremos un balance del panorama etnohistórico y arqueológico del área de estudio que expondremos en dos regiones. El primero corresponde al norte del departamento de Boyacá y el segundo al sudeste de Santander, aunque en este último haremos anotaciones correspondientes a otras zonas de Santander.

Norte de Boyacá. El análisis preliminar de los materiales recolectados en los yacimientos localizados en la región, concuerda plenamente con la infor­mación etnohistórica disponible, es así como en los yacimientos localizados en la margen derecha del río Chicamocha, hasta la vereda de Bacota correspon­diente al municipio de Jericó, predomina material de clara filiación Muisca.

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donde se destaca el tipo cerámico Busbanzá rojo burdo; cerámica que también es dominante en la margen izquierda del río Chicamocha, en el área compren­dida entre los municipios de Paz de Río hasta Covarachía. Este material, para el que no se poseen fechas asociadas, por los contextos en que ha sido hallado y sus características en cuanto a elaboración, forma (cuencos, copas, mucuras, etc.) y motivos decorativos, es considerado como tardío dentro de la secuencia cronológica Muisca, llegando incluso hasta el momento de contacto con los españoles (Archila, 1986; Pérez, 1988, 1990a,b, 1997,1999).

En cambio, a partir de la vereda de Bacota, vemos cómo a medida que nos desplazamos hacia el nororiente -por la margen derecha del río Chicamocha-, en los yacimientos registrados en lericó; aunque se hallan materiales muiscas, en menor proporción, se observa la irrupción de una cerámica diferente, que tiene la pintura como rasgo decorativo principa!, la cual se ha asociado a la etnia Lache o U'wa (Silva Celis, 1945; Osborn, 1985; Pérez, 1997, 1999). Así, como al seguir t rasladándonos al nororiente observamos que en Cocubal y Puebloviejo de Ura; así como en Quindeba y Chipacentro, en Chita, desapare­ce casi en su totalidad la cerámica Muisca y se nota el predominio de la Lache o U'wa. Material que sigue siendo prevaleciente en los municipios de Cocuy, Güicán, Chiscas y en general en toda el área adyacente a la Sierra Nevada del Cocuy en su vertiente suroeste. En algunos de estos yacimientos también se han recolectado fragmentos cerámicos correspondientes al período Formativo que están asociados a grupos prelaches, que nosotros incluimos dentro de! tipo Covarachía Inciso-Impreso y las variantes Formativo Sub 1 y Sub 2 (Pérez, 1997,1999).

Como se puede apreciar claramente, la distribución de la cerámica con­cuerda plenamente con la información disponible en los documentos colo­niales, y en las crónicas de la zona; que sostienen que el límite entre las etnias Muiscas y Laches se localizaba en cercanías a la quebrada de Mausa, es decir, en límites de los municipios de Socotá y Jericó. Existiendo allí una especie de zona franca o transicional donde se aprecia la coexistencia de elementos tanto laches como muiscas; esta zona franca se extiende hacía el norte por el área aledaña al río Chicamocha, siendo evidente en los yaci­mientos localizados tanto en la Rinconada (Jericó) y en el Datal (Sativanorte) en los que se observa la coexistencia de elementos culturales comunes entre muiscas y laches. La dispersión de estos materiales y la presencia en la zona de fragmentos cerámicos típicos de otras áreas del altiplano y del territorio guane, coincide y a la vez reafirma la hipótesis de Ann Osborn (1985), refe­rente a las cadenas de relaciones que unían a las etnias del nororiente colom­biano (muiscas, guanes y laches) y a las comunidades que habitaban los Andes venezo lanos .

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La existencia de territorios definidos, lache y muisca, es evidente para la época correspondiente a los últimos siglos de la ocupación Chibcha en la cor­dillera Oriental, y aún para el momento de llegada de los españoles en el siglo XVI. Pero no para los primeros siglos antes y después de Cristo, ya que en ambas zonas, Lache y Muisca, hemos podido precisar la presencia de cerámica incisa, de características similares, correspondiente al período Formativo, es decir a comunidades Premuisca y Prelache, asociadas en algunos sitios a menhires. Esto en cierta medida sugiere una relativa homogeneidad cultural entre los grupos portadores de cerámica incisa.

En general en la mayoría de los yacimientos donde aparece cerámica incisa ésta pertenece a los tipos Covarachía Inciso-Impreso, Formativo Sub 1 y For­mativo Sub 2. El primer tipo cerámico, fue reportado por primera vez por Bray, en la cueva La Antigua, municipio de San Gil, zona montañosa de Santander y se caracteriza primordialmente por su decoración basada en motivos incisos e impresos, que denotan afinidad con la cerámica del período Herrera en la saba­na de Bogotá; este autor lo incluye dentro de su Fase La Antigua o Preguane, que posee fechas que van del siglo I a. C. al VI d. C , aunque no le da una denominación específica (Bray comunicación personal, 1990). Posteriormente Pérez (1990a,b) reporta en el municipio de Covarachía (departamento de Bo­yacá), la presencia de cerámica de características similares, en cuanto a for­mas, motivos decorativos y técnicas de elaboración; presentando una primera caracterización de éste material (Pérez, 1990a,b).

Esta misma cerámica ha sido identificada y recolectada en diversos yaci­mientos del norte del altiplano Cundiboyacense, particularmente en Jericó, Cocuy, Chita, Chiscas, Güicán, Sativasur y Soatá (Silva Celis, 1945; Osborn, 1985; Pérez, 1988,1990, 1997 y 1999); material similar ha sido registrado por varios autores en Tunja (Castillo, 1984; Pradilla y Plata, 1993; Pradilla et al, 1992). Estos últimos investigadores a partir del análisis macroscópico, seccio­nes delgadas y técnicas decorativas, relacionan éste material con los tipos Tunja carmelita ordinario y Tunja cuarzo abundante, el segundo descrito por Castillo (1984); tipos cerámicos que han sido relacionados, por ellos, con la comuni­dad Muisca. Anotando, a partir del análisis de secciones delgadas, que parece provenir del norte de Boyacá, región en la que el tipo Covarachía Inciso Im­preso es más popular. Cerámicas emparentadas han sido documentadas en la cordillera Oriental más al norte, al menos hasta el departamento de Norte de Santander, por Moreno (1992) y González (1994) en los municipios de Mutiscua y Chinácota respectivamente.

Las fechas radiocarbónicas disponibles para la región indican que los yaci­mientos asociados a este período se ubican, al menos, a partir de los siglos II-III a. C a V-VI d. C , momento en el cual comienza a hacer su irrupción otra

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cerámica que tiene como rasgo decorativo principal la pintura. Además, el aná­lisis de la cerámica presente en varios de los yacimientos de Chita y Jericó parece sugerir la existencia de un período transicional, durante el cual se ma­nufactura una cerámica que comparte rasgos tanto del Formativo como del período de ocupación Muisca y Lache (Pérez, 1997, 1999).

San tande r .Pa ra el área cordillerana de los departamentos de Santander y Norte de Santander la información correspondiente al Formativo Final es esca­sa y proviene de muy pocos yacimientos de la región, distribuidos desde San Gil (cuevas de La Antigua y Ei Caucho) (Bray comunicación personal, 1990); el valle del río Sogamoso, en la vertiente del Magdalena (sitio hacienda La Cabana, Girón) (Pérez, 1996); El Páramo de Berlín (Llano Adentro, Tona) (Pérez, 1997c); Mutiscua (vereda La Antigua) (Moreno, 1992) y el valle de Iscala (González, 1994). En general estos materiales se pueden relacionar, tan­to formalmente como cronológicamente, con la cerámica del tipo Covarachía inciso-impreso del norte de Boyacá.

Lo que coincide con lo propuesto por Moreno (1992) quién, en su discusión sobre la cerámica incisa de Mutiscua, decide incluirla dentro de un sistema alfarero temprano, que tendría algún tipo de correspondencia o afinidad con el horizonte inciso. Anotando que esta asociación debe tomarse con reserva, pues son escasas las investigaciones en la región - algo que en parte es cierto - y por la ausencia de fechas de C14. Por ese motivo opina que no se puede plantear una asociación directa de la cerámica de Mutiscua, con el material inciso o Herrera del Altiplano. Pero sí con desarrollos cerámicos más tardíos como el complejo de cerámica incisa de Tunja, situado temporalmente entre los siglos III-IX d. C. (Castillo, 1984). Anota también que hay dificultades para relacio­nar la cerámica de Mutiscua, con la de la Cueva La Antigua, por la ausencia de publicaciones; así como por la falta de definición de los períodos de transición, entre las ocupaciones Herrera y Muisca, exceptuando e! sugerido por Castillo para Tunja. Concluye que no se puede plantear la existencia de un horizonte cultural que incluya los materiales de Mutiscua con el período Herrera, apo­yándose en la opinión de diversos investigadores que sugieren que los estilos incisos no presentan rasgos comunes y por tanto hacen parte de tradiciones diferentes, algo que en parte es cierto.

Aún así, Moreno insinúa que el material de Mutiscua podría tener relaciones con los tipos Pubenza Rojo Bañado (Cárdale, 1981), incisos de Tunja (Castillo, 1984) y los definidos por Peña (1991) en la cuenca media del río Bogotá; y que algunos de los tipos de Zipaquirá - Mosquera roca triturada, Zipaquirá rojo sobre crema y Zipaquirá desgrasante tiestos - fechados entre los siglos II a. C. y I d. C. podrían estar relacionados con los grupos rojo, gris y crema definidos por él en Mutiscua.

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Este autor, plantea que ante la falta de investigaciones en el extremo más septentrional de la Cordillera Oriental, que aporten datos cronológicos referen­tes a la dispersión y asociación de la cerámica incisa de su sistema alfarero temprano excavada por él en Mutiscua, con los materiales cerámicos del perío­do Herrera, Premuisca y Preguane, es necesario tomar con mesura el conside­rar la posibilidad de la presencia de manifestaciones tardías del período Herrera en la región Santandereana. Ante esto anotamos que los trabajos de Silva Celis en Jericó (1945), Osborn en la Sierra Nevada de Chita o Cocuy (1985) y Pérez en el cañón del río Chicamocha, suroccidente del la Sierra del Cocuy y en el Páramo de Berlín, al norte de Bucaramanga (1988,1990a, 1990b, 1997,1997c, 1999), han aportado datos confiables sobre la dispersión y cronología de mate­rial inciso similar al excavado por Moreno en Mutiscua.

Algo que es importante anotar, y que ya había sido comentado anteriormen­te, es la ausencia en el suroriente de Santander de evidencias culturales que indiquen la presencia de grupos del Formativo Final en esta zona; esto es su­mamente interesante, pues va en contravía con los datos que poseemos para el período posterior, donde para esta región es notoria la abundancia de vestigios arqueológicos correspondientes a los grupos que encontraron los españoles en el siglo XVI (Poasaque, Poima, Chalala, etc.) y que fueron asociados, por ellos, a la etnia Guane.

Para el período Guane, tanto Temprano como Tardío, el panorama es total­mente diferente; por cuanto hay un gran número de yacimientos arqueológicos que se pueden relacionar en primera instancia con ellos. En general los sitios correspondientes al Guane Temprano están dispersos por las áreas aledañas al valle del río Chicamocha e inicios del cañón del río Sogamoso (Betulia) y la parte baja de los ríos Suárez y Fonce, sectores donde es común la existencia de conjuntos pictóricos, cuevas (muchas veces asociadas a pictografías) y sitios de vivienda y cementerios que se localizan principalmente en las zonas planas o terrazas naturales colindantes a los principales cursos de agua. En estos es co­mún el hallazgo en la superficie del terreno de abundante material cultural en el que se destaca cerámica que se caracteriza en general por la presencia de mica, que la hace ver más vistosa. Estos materiales se encuentran clasificados en los tipos cerámicos Los Santos carmelito burdo, Los Santos micáceo rojo, Los San­tos micáceo fino y Villanueva ocre sobre crema-negro que corresponden al pe­ríodo Guane Temprano, cuya cronología se ha establecido en el sitio de Palogordo entre los siglos VIII-IX hasta el siglo XIII d. C. Para este período no se ha obser­vado la existencia de modificaciones en el paisaje que hayan podido ser utiliza­das para emplazar las viviendas (terrazas artificiales), al interior de las cuales enterraron a sus muertos en tumbas sencillas generalmente sin ajuar. También se ha sugerido la existencia de vínculos estrechos entre la cerámica de esta época

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con materiales de la zona andina de Venezuela (patrón andino venezolano y la Serie Tierroide), de la Guajira (Complejo Ranchoide) y la Sierra Nevada del Cocuy (Lleras y Vargas, 1990).

En cambio la dispersión geográfica de los yacimientos del Guane Tardío se circunscribe al área suroriental del departamento de Santander, pues la mayor parte de la información disponible proviene de la zona de Oiba, Guapota, Charalá, Encino y Coromoro aunque también se han encontrado elementos co­rrespondientes, o relacionados, a esta ocupación en la zona de Landázuri (Lleras, 1988). Buenavista (Silva Celis, 1965) La Belleza (Silva Celis, 1946) y Cimita­rra (Mejía, 1943). Para este segundo momento se observan cambios importan­tes, entre los que tenemos la existencia de modificaciones del paisaje (terrazas artificiales), documentadas en Oiba, Charalá, Encino y Landázuri (Sutherland, 1972; Lleras, 1988; Pérez, 1997, 2000) unidas a la presencia de grandes y densos cementerios situados normalmente en las cimas de las colinas, muchas de las cuales fueron modificadas. En estas necrópolis abundan las tumbas de pozo con cámara lateral, cuya profundidad oscila entre 2 y 7 m. La existencia de diferencias en el tamaño y profundidad de las tumbas y en el ajuar deposita­do en su interior, sugiere una jerarquización social. Es así, como en las tumbas más profundas los cuerpos fueron probablemente colocados sentados, sosteni­dos por maderos, y con un ajuar compuesto por piezas cerámicas, volantes de huso en piedra y cerámica, caracoles de mar, metates y manos de moler, colla­res con cuentas de concha y en algunos casos elementos de orfebrería. Mien­tras que en otras, más sencillas, los cadáveres estaban acompañados solamente por una o dos piezas cerámicas.

Si se analiza detenidamente en un mapa la distribución de los materiales asociados a los dos períodos Guane notamos que es muy clara la dispersión geográfica de los vestigios asociados a cada una de ellos, apreciándose una ruptura entre el sur y suroriente de Santander y el área aledaña a los ríos Chicamocha y Suárez (Barichara, Villanueva, Jordán, Los Santos); además tam­bién se observa que aunque hay diferencias cronológicas estas no son del todo excluyentes, pues mientras el primer período va del siglo VIII-IX a XIII d. C. el segundo tiene fechados del siglo XI d. C. Por lo tanto dichos períodos fueron contemporáneos al menos durante tres siglos45 . También se ha podido determi­nar que en el suroriente de Santander y en el territorio muisca han aparecido en los mismos contextos materiales Guanes de! período temprano, en baja propor­ción, mezclados con cerámica tardía guane y muisca. Otro dato interesante, es

Las fechas disponibles para Palogordo son: 920± 60 d. C. (Betal 59851 y 1.210 +50 d. C. (Beta 12072). mientras que para el suroriente de Santander se tienen dos fechas del siglo XI d C , una del siglo XII y tres más que van del siglo XIII al XV d. C

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que durante nuestros recorridos por los cañones de los ríos Chicamocha y Suárez se ve un predominio total de la cerámica del período temprano, encontrándose una cantidad supremamente mínima de materiales que podríamos situar como tardíos.

Más aún. Lleras y Vargas (1990) encontraron en Paiogordo solamente 4 frag­mentos del tipo Oiba rojo sobre naranja; uno en recolección superficial en la laguna Cujizal en Palogordo II y tres más, correspondientes a una misma vasi­ja, provenientes del nivel 5 de Palogordo III. Si tenemos en cuenta que en Palogordo se hallaron más de 21.000 fragmentos cerámicos, los cuatro del tipo Oiba rojo sobre naranja corresponden a mucho menos del 0 ,1% de! total de la muestra. Esto los lleva a señalar que el tipo Oiba es intruso en Palogordo y que llegó a este yacimiento en una época posterior al abandono del sitio, esto es algo que no podría haber ocurrido exactamente de esa manera. En vez de esta explicación, que obedece a los dalos con que se contaba en ese momento, es más factible que algunos sectores de Palogordo y del Cañón de Chicamocha (Mesa de Sube) probablemente fueron habitados hasta la llegada de los espa­ñoles continuándose en ellos la elaboración de la cerámica de los tipos Micáceos y Villanueva. Esta inquietud en parte es apoyada por el hallazgo en la cueva El Conde, en la Purnia (Mesa de los Santos) de una vasija pequeña del tipo Los Santos micácea fina; en esta misma cueva se encontró un fragmento textil que fue fechado en el siglo XV d. C , aunque por el momento no se puede asociar directamente el textil con la cerámica (Cárdale, 1987).

Esta podría ser la explicación a dos aspectos de interés: la ausencia de mate­riales tardíos en esa zona y la asociación del probable canal de riego o acequia, que por los datos de los cronistas estaban en uso a la llegada de los españoles, con yacimientos donde aparece principalmente cerámica del período tempra­no. Es importante anotar que ya Cárdale (1987) había mencionado que algu­nos investigadores (entre estos Warwick Bray) han sugerido que la cerámica con desgrasante de mica se siguió elaborando en la Mesa de Los Santos.

En últimas, lo que pareciera indicar la información disponible para Santander es que los dos períodos coexistieron, siendo evidente que en el suroriente hubo una gran influencia de los muiscas del altiplano, debido, en buena medida, a la ocupación de parte de esta zona por grupos pertenecientes a esa etnia (Onzaga, Taquiza, Guacha, Sumita, Coromoro, Susa, etc.). Esto lleva a pensar en la posi­bilidad de la existencia de diferencias (¿étnicas?) entre las comunidades que habitaron estas dos regiones. Por este motivo es necesario desarrollar trabajos de campo en el área del cañón específicamente en los yacimientos localizados en La Mesa de Sube, municipio de Jordán, y en los sitios del Frasco y Mucuruba en Barichara y en el suroriente de Santander, que permitan ahondar en el cono-

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cimiento de los procesos socioculturales que se dieron en territorio santande-reano en época prehispánica, especialmente en el lapso comprendido entre los siglos X-XV d. C.

Para concluir podemos indicar que la información disponible para e! área norte del altiplano, oriente de Santander y parte de Santander del Norte eviden­cia la existencia de un período Inciso, el cual se encontraría representado prin­cipalmente por el Tipo Covarachía Inciso-Impreso, y las variantes Formativo Sub. 1 y Formativo Sub. 2. Dentro de este período se incluyen los materiales reportados por Bray en La Cueva La Antigua (Santander); Silva Celis (1945) en Jericó; Osborn (1985) en La Sierra Nevada de Chita o Cocuy; Pérez (1988,1990, 1997,1999) en el norte de Boyacá (Sativasur, Soatá, Covarachía, Socotá, Chita y Jericó); Castillo (1984), Pradilla y Santos (1995), Pradilla et al (1992), en Tunja; Moreno (1992) en Mutiscua y González (1993) en Chinácota; y quizá también el material reportado por Pérez (1996, 1997) en el valle del Río Sogamoso, en la vertiente occidental de la cordillera Oriental y en el Páramo de Berlín (Tona).

La propuesta de la existencia de un período de ocupación temprano (For­mativo Final) por parte de grupos agroalfareros, relacionado con los horizon­tes o complejos incisos definidos para el altiplano, no carece de fundamento, puesto que se cuenta con varios argumentos que apoyan esta proposición. Entre estos tenemos una correspondencia en cuanto a formas, motivos deco­rativos, técnicas de elaboración y los componentes de la pasta; esto se hace evidente al anal izar y comparar las fotografías y láminas de la cerámica excavada por Bray, con las presentadas por Moreno (lámina 9 N° 4,5,6,7,10, 14 y gráfico 16), Cárdale (en Osborn, 1985), Pérez (1990) (fotos 42-51, la­minas 1-6) y González (1994).

Otro elemento que apoya plenamente la propuesta de un período de ocupa­ción inciso temprano en el norte del altiplano y el área guane y chitarero, lo cual ya había sido sugerido por nosotros en un trabajo anterior, proviene de varias fechas de C14, que ubican temporalmente a los materiales que asocia­mos a este período entre los siglos II-III a. C. a V-VI d. C. Trabajos posteriores en la zona ampliarán aún más el conocimiento sobre ésta época en el norte del altiplano, siendo muy probable que se puedan definir algunas variantes o tipos cerámicos adicionales asociados a ese período y sus contextos de uso.

Para la época posterior a este período inciso, se observan en el registro ar­queológico diferencias que parecen corresponder en buena medida con lo ob­servado por los españoles; es así como tenemos una certeza más o menos exacta del territorio que era habitado por los laches o U'wa, y de sus límites con res­pecto a los muiscas. Para el territorio Guane la situación no es tan sencilla por

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la Estancia, Jericó. ya, Chita.

Foto 11. Cerámica Oiba rojo sobre naranja, El Meló, Pericos, Encino.

Foto 12. Aterrazamientos artificiales, margen izquierda del río Guacha, La Cabuya, Encino.

cuanto el análisis de los diversos vestigios arqueológicos dispersos en esta re­gión, no muestran claridad sobre los procesos de interacción que se pudieron dar entre muiscas y guanes por cuanto sus límites todavía no son claros y lo que tienden a señalar es que algunas zonas al suroriente de Santander, fueron habitadas de manera simultánea por las dos etnias. También surgen algunos inconvenientes cuando queremos ver la relación que se pudo dar entre el Guane Temprano y El Guane Tardío, ya que la información disponible evidencia que ambos períodos fueron más o menos contemporáneos. Lamentablemente para territorio Chitarero contamos con muy pocos trabajos que nos permitan preci­sar más sobre ellos.

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