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Primero sueño

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  • Anales del Instituto de Investigaciones EstticasUniversidad Nacional Autnoma de [email protected] ISSN (Versin impresa): 0185-1276MXICO

    2000 Roco Olivares Zorrilla

    RESEA DE "EL PRIMERO SUEO DE SOR JUANA INS DE LA CRUZ. BASES TOMISTAS" DE ALEJANDRO SORIANO VALLS

    Anales del Instituto de Investigaciones Estticas, primavera, ao/vol. XXII, nmero 076

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico Distrito Federal, Mxico

    pp. 317-323

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    hoy con nosotros, sola usar la metfora deuna biblioteca para comparar el conoci-miento del norte con el de las culturasmediterrneas y mesoamericanas. Esta bi-blioteca tendra escritos sobre las culturasmediterrneas que llenaran estante trasestante, los escritos sobre las culturasmesomericanas requeriran de un estante,mientras que los escritos sobre las culturasdel norte constituiran un solo tomo. Nues-tro reto es asegurar que esta biblioteca sellene, estante tras estante, de escritos sobreel norte.

    El Primero sueo de sor JuanaIns de la Cruz. Bases tomistas

    de Alejandro Soriano Valls

    Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico,

    Instituto de Investigaciones Estticas,

    2000 (Estudios de Literatura, 6)

    porroco olivares zorrilla

    Recuerdo un emblema de AthanasiusKircher en su Aedipus Aegyptiacus en el queaparece un escarabajo trazando un senderoen espiral a partir de lo que Kircher llama elespritu mundano con apetito de for-ma,1 sendero cuyos siete crculos concn-tricos, que culminan de afuera hacia aden-tro en el centro del Espritu Divino,

    ostentan sendos signos planetarios. En eseapetito de forma me hace pensar a veces eluniverso de correspondencias y voces quelate en el mundo de la literatura, rizomasque se entrecruzan y separan, fundindose ybifurcndose en una espesa maraa cuyoapetito caprichoso, de pronto, en momen-tos luminosos, emerge del vientre terreno.Esos instantes germinales son los atisbos dela forma, constructos, poemas, pirmidesque se yerguen airosas hacia la luz. Cuandonos acercamos subyugados por una forma yla palpamos y abrazamos en un acto autn-ticamente amoroso, descubrimos en su tex-tura el rumor interno de sus races. Todo uncoro de murmullos, que en el poema omosen singular concierto, nos remite a sus fun-damentos. En el caso del Primero sueo, desor Juana Ins de la Cruz, el amoroso abrazosuele perderse en un laberinto de voces, ynos puede pasar, en reflejo abismal, lomismo que al alma atnita ante el cmulode lo creado. Es preciso entonces un hilo deAriadna, una gua veraz que nos conduzca ala fuente subterrnea de imgenes, ritmos yenigmas dibujados en el poema. La escols-tica viene a ser, as, una raz maestra en laque podemos apoyarnos para dilucidar elPrimero sueo, desembarazados lo ms posi-ble de prejuicios denostatorios fabricadospor el didactismo de nuestro tiempo y aden-trndonos en la verdadera significacin de lallamada philosophia perenne. sta es la aven-tura que emprende Alejandro Soriano,armndose de los mismos elementos queofrece el discurso lgico y analtico y dejan-do en el olvido la superficial prevencincontra el pensamiento tomista que sueleninocularnos en las aulas. A partir de una lec-tura puntual y de un sagaz examen delPrimero sueo, Alejandro explora el universode la Summa, detectando, identificando y

    1. Aedipus Aegyptiacus, Roma, Vitalis Mascardi, 1652,t. ii, p. 411.

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    vinculando los componentes de ambosmundos, el del poema y el del tratadofilosfico. Esta singular tarea tiene pocosantecedentes, como el de Alfonso MndezPlancarte y el de Gerald Cox Flynn, perosus resultados nunca han sido expuestos tansistemticamente ni tampoco en un para-lelismo dialogante con una obra insosla-yable en nuestro momento: Las trampas dela fe, de Octavio Paz. A raz de la publi-cacin de este libro crtico-biogrfico, semodific sensiblemente la luz bajo la cual lacrtica literaria vea la obra de sor Juana.Pero las nuevas conclusiones y presuncionesacerca de la vida de la Fnix, fundadas ennuevos datos, que por cierto debemosagradecer tambin a Elas Trabulse, resultaninsuficientes para juzgar de manera atinadael gran poema sorjuanino. Es innegable,adems, que muchas de las aseveracionesque en un principio arrebataron al pblicolector de la obra de Paz, sobre todo las refe-rentes al contexto literario y filosfico de sorJuana, desde los autores clsicos y helensti-cos hasta los renacentistas y barrocos con-temporneos a ella, poco a poco han sidoidentificadas como provenientes de crticosanteriores que permanecan en los oscurosanaqueles universitarios y que nunca fueronbest-sellers, como Karl Vossler o RobertRicard, entre otros, de quienes por ciertoPaz da muy vagas referencias cuando dehecho los cita, eso s, expandiendo los ha-llazgos de sus antecesores con las analogasdel brillante discurso potico que lo carac-teriza. Sin embargo, si la tarea de OctavioPaz al completar los sealamientos de susmaestros con nuevos descubrimientos y atis-bos proyecta la obra de sor Juana en unadimensin ms plena y profunda, Paz tocamuy escasamente aspectos fundamentales,radicales, diramos, del contexto cultural de

    sor Juana, como ese inmenso paraje de lacultura occidental que es la obra de Tomsde Aquino. Y sucede que de la adecuada oinadecuada ponderacin de las bases tomis-tas de la obra de sor Juana depende un sin-nmero de conclusiones y afirmaciones deOctavio Paz que muchas veces s, pero aveces no, responden a la realidad literariadel Primero sueo. Y as como despus deLas trampas de la fe, tanto en Mxico comoen otros pases, la crtica sorjuanina ha deja-do de repetir viejos lugares comunes sobresu vida y su obra, teidos de romanticismo,beatera o psicologismo, tambin hace faltasometer a un detenido e implacable examenesta obra de Paz para poder internarnoscada vez ms y de manera ms cierta en lasavia y las races del Primero sueo. El librode Alejandro Soriano nos demuestra hastaqu punto no todo estaba dicho sobre elPrimero sueo, como algunos queran hacercreer. El sondeo que Soriano realiza de losmuy diversos supuestos de las metforas desor Juana, su precisin de los alcancesfilosficos y semnticos de sus muchos sm-bolos, la delimitacin de cada una de lascategoras aristotlico-tomistas que descubreen el cliz de los ptalos poticos, nos brin-dan un perfume ms definido del Primerosueo del que emana de muchos respetablescomentaristas sorjuaninos que prefierenglosar las afirmaciones de Paz que desplegarlos misterios radicales del poema. El estudiocontextual de una obra de gran envergadu-ra, como sta de sor Juana, es ms vasto delo que pudiera imaginarse, y no tenemosnunca debemos! cruzarnos de brazos yno ver ms que la cena de las cenizas des-pus del espectculo deslumbrante. Antesque la crtica, fue el poema.

    Sobre el carcter verdadero o engaosode El sueo de sor Juana, por ejemplo,

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    omos una y cien veces, que el Primero sue-o es un poema del desengao barroco.Nada ms parcial sobre este gran poema, ycoincido enteramente con los largos ymeticulosos pasajes que Alejandro Sorianodedica al problema del supuesto desen-gao del alma en El sueo. Ms an, conrespecto al mismo contexto de sor Juana eslimitada la casustica del desengao en rela-cin con la amplitud de motivos y resortesde ese gran universo del barroco, un estilo yun pensamiento optimista si los hay, aldecir de Otis Green, y que se abre al mundoen crecimiento; escptico, s, pero entusias-ta, lleno de curiosidad y de esperanza. Ale-jandro Soriano se pregunta como punto departida: Dnde reside el fracaso del al-ma?, en referencia a la afirmacin de Pazde que El sueo es la historia de una derro-ta. Y procede puntualmente a desnudar lalectura del poema de los prejuicios didas-clicos con que se desva el recto sentido delpoema. Soriano precisa: el entendimientohumano no es deficiente sino que posee supropia perfeccin humana. Slo tienelmites, con lo que el Primero sueo es unpoema sobre los lmites del saber humano.Y no slo Octavio Paz es rebatido en unpormenorizado examen de las connota-ciones de las metforas sorjuaninas sino, depaso, toda una secuela crtica que ha toma-do por verdad incuestionable lo que final-mente resulta ser una lectura parcial y msbien forzada. Es magistral el captulo queOtis Green dedica al problema del optimis-mo-pesimismo en el barroco en el tomocuarto de su gran obra Espaa y la tradicinoccidental. Ah podemos encontrar un sin-nmero de referencias que apoyan la rectacomprensin de El sueo de sor Juana comoun poema bsicamente optimista, que es laposicin de Alejandro Soriano y la que yo

    comparto. Y si Soriano accede a esta con-clusin despus de un anlisis del discursopotico-filosfico de sor Juana, Otis Greensustenta dicha conclusin ofrecindonosuna gama de citas de autores espaoles delRenacimiento y del barroco a la vista de lascuales sostiene que, para los barrocos his-pnicos, el fraude es obra del hombre, node Dios y que esta idea, tan vieja como elcristianismo, no se tambale en el barrocoespaol: la esperanza no ha muerto.Prosigue asentando que la esperanza notiene ms alternativa que la desesperacin, yque sta es el pecado ms grave que puedecometer un creyente catlico. El mismoGracin, catalogado como el pesimista porexcelencia, justifica las vueltas de la Fortunacomo alternativas de una justsima provi-dencia. El pesimismo surge ante losequvocos humanos. As en san Pablo comoen Nieremberg, quien condena la futilidadde los hombres mundanos, pero no de loshombres a secas. Entonces, concluye OtisGreen, En las obras que presentan la vidacomo un sueo, o como una comedia o unteatro, se ve, ms que un desfogue de pesi-mismo, la sensacin de que la realidad estseparada de nosotros por el mundo de losfenmenos.2 Creo sinceramente queGeorgina Sabat de Rivers dio en el clavo enun ensayo suyo de 1969,3 cuando afirmque el Primero sueo no slo ensea a bienmorir, sino tambin a bien vivir, comple-mentando con esta certsima observacin, ala que llama el magisterio del sueo, elclebre ensayo de Jos Gaos en el que el

    2. Espaa y la tradicin occidental, Madrid, Gredos,1969 (brh), vol. 4, pp. 29-36.

    3. A propsito de sor Juana Ins de la Cruz: tradicinpotica del tema sueo en Espaa, en mln, 1969, 84, 2,p. 195.

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    filsofo hermana el poema de sor Juana conel drama de Caldern. No es un sueoengaoso el de sor Juana, no, pues no tienela naturaleza ebrnea, opaca, de aquellossueos que los petrarquistas vean en vanode su amada ausente. El sueo de sor Juanaes el sueo del hombre, de todos los hom-bres, en trayectoria tenaz hacia la verdad yel bien. Fcil sera decir que no hay tal ver-dad ni bien y que, por tanto, los que a ellotienden se engaan, pero subyace en esaafirmacin una buena dosis de nihilismo, sino es que de farisesmo. El alma de sorJuana tiene un sueo verdadero, uno quevislumbra a travs de la puerta translcida,hecha de cuerno pulido, la trascendencia delhombre mismo a pesar de todas sus limita-ciones y con todos sus despertares, los quepor cierto son tan anticlimticos con respec-to a los bellos sueos como reconfortantesante los malos. El despertar de sor Juanaest lleno de luz y certidumbre cuando sualma en sueo tocaba sirtes. Si Jos Gaos noobserv esto fue porque estaba muy ocupa-do haciendo otros sealamientos igualmenteimportantes, pero que no eran todos lossealamientos posibles. La naturaleza de lacrtica no consiste en abarcar todas las lec-turas de una sola vez como quien tapa el solcon un dedo. El papel de la crtica es ofreceruna lectura coherente y abierta a otras lec-turas plausibles. El gran maestro segura-mente estara de acuerdo con esto, as queresulta absurdo interponerlo como obstcu-lo insalvable al sano ejercicio de la crtica.Valgan estos captulos de Alejandro Sorianopara reafirmar, a partir de la semnticapropia del poema y del contexto del pensa-miento escolstico en el que aquel se inserta,que la vieja filosofa tena ms rasgos mo-dernos de lo que sospecharamos si nos atu-visemos a una ptica superficial.

    Observaciones tan sutiles y sagaces denuestro autor, como la de que ni OctavioPaz ni Sergio Fernndez incluyen el ama-necer como parte de la alegora del poema,con lo que aqulla queda incompleta en susinterpretaciones, nos iluminan ese rincnque permaneca en penumbra cuando lea-mos subyugados, por ejemplo, el brillantediscurso de Paz; rincn oscuro o mbito delsignificado potico que por sus fueros, ytambin gracias a Alejandro Soriano, vieneahora a completarnos el sentido del Primerosueo. El amanecer es salida del engao delsoar, pero no decepcin, ni mucho menosdesesperacin. Es acceso a la certidumbre ycspide del ser humano, plenitud de todaslas potencias y, entre ellas, la del librealbedro; conciencia de las propias limita-ciones pero certeza de estar en el caminocorrecto. Esto es, nada menos, la perfeccindable al ser humano. Una perfeccin cir-cunscrita, asimtrica, poblada de anomalascomo esta extravagancia del soar. Es recon-fortante, an ms, realmente estimulantever cmo los derroteros de la mejor crticavienen a confluir en una visin ms clara delpoema de sor Juana. Queda ya muy lejos elpsicodrama que la crtica nos pintaba deuna sor Juana renunciante que sacrifica elmundo de las letras como acto de contri-cin religiosa. Y lo excitante es que no slologramos dar este gran paso a travs delanlisis contextual del momento en quevivi sor Juana, de las circunstancias querodearon los ltimos aos de su vida, de lostextos documentales que arrojan luz sobrelos motivos de esta rara mujer, sino tambinpor medio del examen riguroso de las met-foras que componen su obra.

    Otra cuestin fundamental es la de lamstica en relacin tanto con el Primerosueo como con la propia existencia de sor

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    Juana. Sobre esto hay todava mucho quedecir. Hasta la obra de Octavio Paz o pocoantes, habamos estado en el terreno de lacrtica sorjuanina ante una imagen ms biendistorsionada de ella como mstica, imagenque por cierto persiste en pases fuera delnuestro en los que sor Juana slo es superfi-cialmente considerada, en mbitos acadmi-cos, como una escritora de la ndole de san-ta Teresa. Era la visin de Ezequiel Chvez,la que ahora pretenden seguir sosteniendoalgunos a pesar del camino recorrido desdeLas trampas de la fe. Alejandro Soriano con-tribuye enormemente al esclarecimiento dela relacin de sor Juana con la mstica. Suscaptulos dedicados al carcter metafsicodel vuelo del alma son un dechado de rigoranaltico. En ellos desmenuza las imgenespoticas a la luz del pensamiento escolsticoy coincide, con Paz, en la naturaleza filos-fica del trayecto intelectual de que somostestigos en El sueo. Y la relevancia de estospasajes de la obra de Alejandro Soriano noslo se debe a esta capital especificacinsobre el poema sorjuanino, sino que en ellacoincide con los mejores crticos que lepreceden, entre los que tambin se encuen-tra Octavio Paz. Es decir que la obra de Ale-jandro Soriano no es una mera contestacina Las trampas de la fe, sino una crtica sin-cera que toma al poema como eje rector yque coincide con la crtica de Paz en muydiversas ocasiones, lo que nos demuestra ygarantiza el afn de Soriano por llegar a lalectura ms plausible en bien de todos losinteresados. Otra cosa sera ser ms enemigode Platn que amigo de la verdad, lo que estan suplantador de la verdad como el sermuy amigo de Platn. El vuelo del alma enEl sueo es slo mstico en cuanto a laintencin, nos dice Alejandro Soriano, nohay una experiencia mstica real como la de

    san Juan o santa Teresa sino mental. En esaexperiencia intelectual, dira yo, ahora sdistancindome de Las trampas, la ver-dadera cspide es el propio intelecto agente,como pice del hombre hacia Dios, y noprecisamente las esferas supralunares queCosmiel muestra a Teodidacto en el Iterextaticum de Kircher. Cuando volv los ojosde nuevo al poema despus de leer Lastrampas no encontr ms planetas que laTierra dormida y en sombras, ni ms astrosque las intelectuales y claras estrellasen slo un verso de todo el poema. En cam-bio s vi, como Alejandro, interiorizacin,autoconciencia del alma, cumbre de supropio vuelo. Es por eso que resulta centralel problema de la centella del alma. Estoyplenamente de acuerdo en esto con Soriano;desde hace ya un buen tiempo me percatde que la crtica sorjuanina no haba tocadocon suficiencia esta cuestin fundamental.En efecto, el alma no es centella comopretende Paz, sino que contempla la cen-tella. Por medio de ella y participada deAlto Ser, le es dable ver a la Divinidadcomo uno ve al Otro. sta es la proposicinde santo Toms en la Summa, y a la que seadhiere sor Juana. El alma participa de Diospero no es Dios: diferencia abismal con laperspectiva emanatista de la heterodoxia yresultado decantado de la inmensa labor dedepuracin que santo Toms realiz en elsiglo xiii de la herencia platonizada de lostextos aristotlicos.

    Sigamos con otras afirmaciones cues-tionables de ciertos comentaristas: la sorJuana cartesiana, por ejemplo. Este curiosoafn lo veo muy emparentado con posturasms bien liberales en torno a la cultura me-xicana, en las cuales la revolucin de Inde-pendencia es una especie de eje hacia el cualy desde el cual gira toda la historia de nues-

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    tro pas. A ese vrtice ira, pues, a parar elinters cientfico de sor Juana, su obser-vacin pragmtica de la naturaleza y sucuriosidad experimental. Es decir que antesde Descartes no haba ms ciencia que larecitacin de los libros heredados ni msprctica que la sangra con sanguijuelas.Pobre escolstica, cuyos esfuerzos y sudoresen mil laboratorios tanto del Viejo como delNuevo Mundo no podan encontrar msque el error! Hasta que de pronto se hizo laluz y la razn nos puso en el camino correc-to. Entonces sor Juana no puede menos queparticipar de un racionalismo de tipo carte-siano, pues lo que nos narra acerca de susobservaciones y experiencias en la Respuestaa sor Filotea no tiene nada que ver con laaproximacin escolstica al conocimiento.Ejemplos de mixtificacin, como ste, sonfrecuentes al tratarse de personajes tan sin-gulares como nuestra Juana. Hay quienes lahan tildado de pagana, de hermetista, demanierista, de preilustrada, de mstica yhasta de lesbiana. A veces pienso que entretanto epteto, lo que se hace evidente es unanecesidad obsesiva de la crtica de postularaparentes tesis por medio de dichos eptetosy probarlas con unas cuantas analogasprendidas con alfileres. Y conste que no esporque yo niegue de plano que existan en laobra de sor Juana elementos de hermetismoo de manierismo o de mstica, sino que elproblema es, precisamente, la etiquetacinsin ms, que omite todo un complejo devinculacin entre ciertas caractersticas yotras; entre las circunstancias concretas querodean una produccin literaria y estamisma. El hermetismo, por ejemplo, es param ms bien hermenutica; el manierismo,slo un aspecto ms del barroco que ellacomparte y vive; el supuesto lesbianismo,simplemente petrarquismo potico. Sucede

    algo parecido con la pretendida modernidadde sor Juana. Creo, s, que Sigenza, suamigo, fue un preilustrado, como lo fueronotros sabios de su tiempo, pero hace falta unestudio detenido como el que emprendeAlejandro Soriano para establecer la diferen-cia entre la naturaleza quiditativa o escols-tica del conocimiento que propone sorJuana y no la propuesta perinotica delcartesianismo, que separa el mbito de la fedel mbito de la razn operacin clavedel racionalismo ilustrado. El racionalismoescolstico pas por diversas etapas a lolargo de su existencia. Ya en el siglo xiii elgran avance de determinadas ciencias, comoel de la ptica, evidenciaba que en el senode la escolstica haba un autntico interspor el comportamiento del mundo objetual.A mediados del siglo xvi, Petrus Ramus,desde Pars, haba difundido ampliamenteun nuevo racionalismo escolstico y anti-aristotlico basado en la observacin deluniverso. En el xvii, siglo de sor Juana,desde las primeras dcadas se dej sentir enlos crculos intelectuales de Europa la in-fluencia empirista del Novum organum deFrancis Bacon, cuya propuesta era precisa-mente la experimentacin. El racionalismode sor Juana va por estos caminos: perotambin tiene a Dios como fin ltimo detoda reflexin. Es una escolstica de nuevotipo. Pero esto no se puede percibir si nonos adentramos en la historia misma delracionalismo filosfico y si no distinguimos,como lo hace Alejandro Soriano en suesclarecedor captulo La deduccin, lasverdaderas implicaciones de su aproxi-macin cognoscitiva al mundo y a Dios.

    Es filsofa sor Juana? La pregunta tienefacetas y pienso, tambin, que este eptetopuede sumarse a la serie que mencion ante-riormente y que tiende a encajonar a sor

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    Juana en requisitos inventados por nuestraspropias necesidades reivindicativas. SorJuana es tan filsofa como lo fueron Queve-do o fray Luis de Len. Su profundoconocimiento de la figura del mundo quepropone el tomismo aristotlico no la con-vierte en un Francisco Surez sino en unapoeta de primera lnea. No otro es el fin dela filosofa, que no slo es el tautolgico, eldel amor a la sabidura, sino el fin social dehacer de la vida de los hombres una vidaacorde a la verdad. Y la vida creativa de sorJuana lo fue siempre: sabia y atenta a losdictados de su inteligencia, pero no sujeta aldiscurso argumentativo-expositivo de lafilosofa. Cmo explicarse, si no, el gra-cioso desparpajo ideolgicamente conve-niente de poetas y dramaturgos cuandoconvierten al libre albedro o voluntad, enlugar de un acto en sentido estricto, comolo era para santo Toms, en una potenciadel alma acompaada del entendimiento yde la memoria? Los resortes culturales sue-len trastocar las categoras filosficas cuandolos poetas las alegorizan. En esta metamor-fosis se desdibujan los lmites y distincionesque traza cuidadosamente el filsofo,porque de lo que se trata es de persuadir pormedio de una representacin figurativa. Unfilsofo de tomo a lomo escribira un trata-do sobre el asunto. Pero los poetas hacenpoesa. Sus instrumentos son la polisemia yla imaginacin formativa, no el rigor analti-co ni la sntesis expositiva. Es menos lapoesa por ello? sa sera una nueva impos-tura. Pienso entonces que cierta crtica suelecaer en un reflejo especular de sus propiasintenciones, lo que la aleja de una inter-pretacin ajustada de la obra que examina.Como el reflejo en abismo de Las Meninasde Velzquez, hay crticos que se pintanpintando el cuadro al infinito. Es reparador,

    entonces, un estudio como el de AlejandroSoriano para hacernos conscientes de quetoda la filosofa de sor Juana est contenida,cifrada en sus imgenes y alusiones, y deque la filosofa es para ella enraizamiento desu obra, humus o sustrato del portentosodespliegue que llamamos poesa. AlejandroSoriano nos lleva as de la mano por lassoterradas bases tomistas del Primero sueo,identificando ramificaciones y vericuetospara revelarnos la verdadera ndole de lasavia nutriente de sus metforas y para quepodamos encontrarnos, en el recodo final,con el poema en luz.

    Los gremios de plateros yde batihojas en la ciudad de Quito

    (siglo XVIII)de Gloria M. Garzn Montenegro

    y Jess Paniagua Prez

    Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico,

    Instituto de Investigaciones Estticas,

    2000 (Monografas de Arte, 26)

    porjorge zepeda

    Como primera parte de una extensa investi-gacin sobre la orfebrera en la ciudad deQuito, este volumen rene diversos datoshistricos y sociales que intentan aproxi-marse a las circunstancias que rodearon ycondicionaron en ms de una forma laactividad de los gremios de plateros y bati-hojas en el siglo xviii.

    En el primer captulo (Los plateros