Piloto por u día

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EN PRIMERA PERSONA Piloto por un día CORSA REVISTA SEMANAL DEL DEPORTE MOTOR 46 46-48 prueba UTV.indd 46 9/22/11 4:12:26 PM

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Prueba con un UTV. Nota publicada en la edición # 2104 de la revista CORSA.

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Piloto por un día

Un periodista de Corsa manejó -y rompió- un UTV, el pequeño vehículo que se usa en el Cross Country argentino y que debutará en el Dakar 2012.

Diego DurrutyTexto

FotosPrensa Terranova

a ndá tran-quilo que yo te voy a i n d i c a r todo”. La

voz de Alberto Carricondo se escucha a la perfección a través del intercomuni-cador del casco pese al ruido que sale del motor del UTV Polaris. El vehí-culo todo terreno (de ahí sus iniciales en inglés) es pequeño, pero inspira res-peto. Tiene un impulsor de 900 cm3 con una potencia de 138 caballos y una ve-locidad máxima cercana a los 140 km/h. Esta versión, que es la que se usa en el Campeonato Argentino de Rally Cross Country y que se apresta a debutar en el próximo Dakar como una nueva categoría, cuesta unos 32.000 dólares.

El entusiasmo por con-ducir este autito puede más que las recomendaciones de Carricondo, quien desde el vamos aconseja dosificar el acelerador y peinar el pedal de freno con el pie izquierdo “para no perder tanto tiempo”.

El parador El Chavo, en

la localidad mendocina de Villavicencio, es el lugar elegido para tener una experiencia singular: ser piloto por un día del UTV. La invitación corrió por cuenta del piloto cuyano Orly Terranova, quien uti-liza una de estas máquinas para entrenarse y mante-nerse en forma.

La prueba se realiza en un tramo muy trabado so-bre un río seco. Hoja de ruta en mano, Carricondo da las advertencias del caso. “Dale a fondo por el camino. En 30 metros tenés una cur-va a la izquierda. Hacéla tranquilo porque hay un paredón. Y tené cuidado porque saliendo hay una piedra grande”, avisa.

No hay tiempo para mi-rar el velocímetro, pero da la sensación de que esta-mos yendo rápido. Viene la curva y con un preciso movimiento del volante la cortamos al medio… El UTV pasó a centímetros de la tremenda roca. Viene otra curva de iguales ca-racterísticas a la anterior: cerrada y con una enorme pared, aunque esta vez hay que doblar a la dere-cha. Tampoco surgen de-masiados problemas.

Las vibraciones del vo-lante ya se sienten en los antebrazos, más acostum-brados a estar apoyados

sobre un escritorio que a este tipo de exigencias. Una molestia extra es el casco, que al no ser del tamaño ideal se mueve demasiado.

“Vamos a llegar a una cortada. Tenemos que su-bir. Vos dale a fondo. Lle-gamos arriba y doblá a la derecha”, indica Alberto. Aunque es la primera vez en mi vida que veo a Ca-rricondo, no dudo en sus palabras ni un segundo. Tengo una confianza ciega en todo lo que dice. Llega-mos a la cortada, veo la subida y ahí vamos. Al UTV no le cuesta nada trepar la pendiente. Llegamos a la cima y otra recomenda-ción. “Tené cuidado que hay pozos pronunciados. Tomalos despacio”. No bien termina de decirlo, apa-rece el primero. El UTV se sacude para todos lados, pero pasa por el escollo sin

contratiempos. Tomamos una curva a la derecha y aparece un sendero de ripio que invita a ir a fondo. La velocidad se siente, sobre todo cuando la parte tra-sera del vehículo se mueve para un lado y para el otro. “Cuidado que ahora vienen unas curvas. Levantá un poquito”, ordena Carricon-do. Y así se hace.

Vamos en la segunda vuelta. “¿Te acordás del circuito?”, pregunta el na-vegante. La afirmación no lo convence mucho y vuelve a avisar de cada uno de los sectores más complicados. Ya en la primera curva, esa a la izquierda con el pare-dón y la piedra, aparece el primer exceso de confianza del día. La cortamos nueva-mente por adentro, pero esta vez salimos directo ha-cia la roca. La esquiva-mos con lo justo, pero el movimiento del UTV

ToDo lisTo CORSA se prepara para manejar.

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Charla TéCniCa Los periodistas escuchan atentamente a Orly Terranova antes de comenzar la competencia.

en Tres rUeDas Así quedó el UTV tras el impacto.

en primera persona

delata que el contacto fue inevitable. Comple-tamos el resto del tramo

sin problemas. El ensayo fue cronometrado. Tardamos 8 minutos y 12 segundos, un registro que ninguno de los otros diez periodistas que par-ticiparon de esta experiencia pudo bajar…

Pasado el mediodía, y des-pués de un rico asado, hubo otro contacto con el UTV. Pero en este caso jamás se logró ver la bandera de cuadros… Al menos con el UTV sobre sus cuatro ruedas.

Carricondo le dejó el lu-gar a Terranova. Y por cómo terminó la experiencia, se po-dría decir que no hubo buen “feeling” y que por eso se

produjo el choque contra el pequeño álamo que despren-dió la rueda delantera derecha del UTV... Esta vez el tramo era más rápido. A diferencia de Carricondo, Orly solo dio un par de indicaciones. Después explicaría que no decía nada porque no había nada que indicar. Algo que tiene cierta lógica para un piloto avezado en esto de las competencias del todo terreno, pero no para un principiante…

La cuestión es que toma-mos una serie de curvas a una gran velocidad e, inevi-tablemente, en una de ellas el UTV siguió derecho, pegó contra el arbolito y quedó atascado. Al colocar marcha atrás el vehículo se movió,

pero el “jajaja, le sacamos una rueda” de Terranova le dio punto final a la prueba. “La responsabilidad fue 50 y 50”, dice el mendocino para que la culpa del incidente no recaiga exclusivamente en el inexperto conductor. “Pero ahora sabés qué se siente cuando te pasa algo así”, agrega. Y la verdad que tiene razón. Después de vivir una jornada con tantas emociones, no llegar al final de la carrera fue decepcionan-te (más allá de tener un gran sentimiento de culpa porque la mayoría de los periodistas se quedó sin girar).

Tampoco hubo mucho tiem-po para lamentos. Radio en mano, Orly avisa que estamos bien y pide ayuda. Para que

pudieran localizarnos, se fue al lugar más alto que encon-tró y de ahí hizo señas. Una VW Amarok vino al rescate y, después de varios minutos, el UTV estaba nuevamente en marcha. Como remolcarlo era complicado, Terranova tomó el volante. Para compensar la falta de la rueda, junto a otras dos personas nos subimos a la parte trasera derecha del Pola-ris para hacer de contrapeso. Y así llegamos al campamento, donde recibimos las obvias bromas del caso.

La experiencia no tuvo un final del todo feliz, pero sirvió para comprobar esa sensación de adrenalina que tienen los pilotos... Al menos por un día.

en Carrera CORSA en acción. Terranova, de navegante.

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