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el HOMBRE frente al MITO ARTIGAS TOMO III Alfonso Fernández Cabrelli ARTIGAS, de la cumbre al exilio

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el HOMBRE frente al MITO

ARTIGAS

TOMO III

Alfonso Fernández Cabrelli

ARTIGAS,

de la cumbre

al exilio

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La Historia,enseñaque solo han sido capacesde generar mitos aquellos hombresque por sus obras perdurables sobresalieron entre sus contemporáneos

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ABREVIATURAS UTILIZADAS

AA. Archivo Artigas. Publicación de la ComisiónNacional del Archivo Artigas.

AGN. Archivo General de la Nación.AGN. E.G. y H. Archivo General de la Nación. Fondo

Escribanía de Gobierno y Hacienda.AGN. E.G. y H. (Bs. As.) Archivo General de la Nación, Escribanía

Gobierno y Hacienda (Venido de BuenosAires).

AGN. Ex. A. y M.H. Archivo General de la Nación, Fondo Ex Ar-chivo y Museo Histórico.

AGN. Ex. A.G.Ad. Archivo General de la Nación, Fondo Ex.Archivo General Administrativo.

AGG. Particulares Archivo General de la Nación, Fondo Particu-lares.

A.M. Archivo Miranda.B. de M. Biblioteca de Mayo, Buenos Aires, Argentina.BN. Biblioteca Nacional.BN. Mat. Esp. Biblioteca Nacional, Materiales Especiales.C. de A. al C. Correspondencia deArtigasalCabildo, Publi-

cación del Archivo General de la Nación,1940.

MHN. Museo Histór ico Nacional.RH. Revista Histórica, Publicación de la Universi-

dad de la República, primera época; del Ar-chivo y Museo Histórico, segunda época; delMuseo Histórico Nacional, tercera época,Montevideo.

R. Historia (A) Revista Historia, publicación trimestral deHistoria Argentina, Americana y Española,Buenos Aires.

RHS. Revista Histórica de Soriano, Organo delCentro Histórico y Geográfico de Soriano.

RIGH. Revista del Instituto Histórico y Geográficodel Uruguay.

REPOSITORIOS DOCUMENTALESMuseo Histórico Nacional, Casa de Lavalleja y Museo Romántico (Hemeroteca)

ARCHIVO GENERAL DE LA NACION BIBLIOTECA NACIONAL

Hemeroteca Sec. Materiales Especiales 5

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PRIMERA PARTE

DEL SIGLO XVI

A LA REVOLUCION DE MAYO, SITUACION DE LA COMARCA

PLATENSE ANTES

DE LA REVOLUCION ARTIGUISTA

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CABEZA DE ARTIGAS del escultor Eduardo Yepes

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1 - LAS NUEVAS POTENCIAS Y LAS FUERZAS SECRETAS EN EL RIO DE LA PLATA

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PREAMBULOEn las dos entregas anteriores de este trabajo nos hemos ocupado de

observar y estudiar la vida y la actuación de José Artigas durante el tiempo en que su gestión no superó los límites de la Banda Oriental; corresponde, en este estadio de nuestra tarea ocuparnos del caudillo oriental a partir del hecho de su deserción, el 15 de febrero de 1811, del real servicio, cuando al integrarse a la lucha emancipadora que habían emprendido las colonias de España, Artigas se convierte en personaje de la Historia de Nuestra América. En efecto, su presencia, sus empeños, sus éxitos, sus derrotas, incluso su mismo silencio en el exilio, forman parte importante de una Historia que trasciende la región platense para resultar objeto de atención, también de preocupación, para gobernantes y dirigentes de un amplísimo sector del mundo occidental.

No es tema del estudio que se haga en esta entrega final de nuestro trabajo, el registrar todas las reacciones que en su época despertaron la propuesta política y las acciones del Caudillo oriental; algo se ha dicho en el tomo anterior, lo que al propósito central de nuestro empeño, interese y sirva, se dirá en éste.

Nuestra preocupación estará dirigida a considerar la intensa y removedora participación que tuvo en los acontecimientos políticos que se desarrollaron en la comarca platense donde sus propuestas y su lucha movieron conciencias, despertaron pasiones y dejaron huellas perma-nentes allí donde de la mayoría, sino la totalidad, de sus vencedores"del momento apenas si quedó el nombre asociado a su circunstancial pasaje por ese agitado escenario.

Hemos de ocuparnos en esta primera parte por conocer las reales fuerzas queen el tiempo que duró la actuación de José Artigas en el medio platense tuvieron preponderante, decisivo papel en el desarrollo de los hechos políticos y militares que inevitablemente condujeron a la poster-gación de muchas de sus propuestas y al fin de su protagonismo en la región.

Me refiero en primer término a las nuevas potencias que dominaban o comenzaban a dominar el escenario mundial: Inglaterra, Francia y, poco más tarde, a la recién fundada república angloamericana cuyos

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comerciantes ya actuaban en América española desde antes de su independencia.

Inglaterra, que desde el siglo XVI exhibía creciente presencia en el comercio marítimo, al ingresar en la época en que José Artigas aparece en la escena política platense ya era reconcida como "reina de los mares" y el comercio se había constituido en el primer objeto de su política; Francia que a principios del siglo XVIII, con la instalación de un Borbón en el trono de España, tuvo acceso al mercado colonial hispanoamerica-no donde afirmó la influencia de su cultura y, luego, ocurrida la revolución francesa, incrementó aquella influencia a través de la atracción que las ideas por ella propugnadas, resultando por esas causas, a fines de aquel centenio, un rival de cuidado para los británicos; finalmente, los angloa-mericanos de las "trece colonias", quienes, lograda su independencia, pudieron incrementar las ya muy desarrolladas y profícuas actividades mercantiles que mantenían en la América sureña.

En este caso, desde 1750 los marinos y mercaderes de las colonias anglosajonas de América estaban empeñados en una exitosa competen-cia con sus colegas metropolitanos.

Por esa fecha "la Compañía Española de La Habana, encargada de abastecer a Cubay la Florida, firmó contratos con comerciantes de Nueva York y Charleston para aprovisionar a la Florida (...)".

"A mediados del siglo también se extendió el comercio (de los angloamericanos) con la península ibérica. Carolina del Sur enviaba arroz, Nueva Inglaterra, Nueva York y Filadelfia exportaban pescado, madera, trigo, harina y barcos. Quizá una tercera parte de las ganancias, fuera oro y plata. Gran parte de las ganancias de las pesquerías de Nueva Inglaterra se derivaba a este tráfico. Ya en 1755, los norteamericanos estaban haciendo negocios con una firma de Bilbao que llegaría a figurar de manera destacada en las relaciones políticas así como comerciales con América después de 1776: la casa de Gordoqui"(1). Desde 1764 "Nueva Orleans, centro del comercio español, inglésy francés, importaba harina de Nueva York Baltimore, Filadelfia e Illinois; y allí, los norteame-ricanos cambiaban manufacturas británicas por maderas de Campeche, añil de Guatemala, otros productos coloniales y plata. Y los angloameri-canos traficaban ilegalmente, asimismo, con la Florida occidental espa-ñola y con Texas. Después de 1763, navíos de las Trece colonias se dedicaron al comercio cada vez menos indirecto o triangular, haciendo más viajes bilaterales de ida y vuelta"(2).

En el relevamiento de las potencias que, en función de los intereses comerciales de sus mercaderes, más que por afán de conquistas territo-riales (que no siempre despreciaron), asumieron papel protagónico en la región platense en el tiempo en que transcurre nuestroestudio, he omitido

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mencionar a Portugal.Conocemos muy bien la historia de su antiguo y nunca depuesto interés por establecer sobre el Río de la Plata lo que consideraba las "fronteras naturales" de su imperio colonial, pero asimismo sabemos que desde principios del siglo XVIII esa nación se había transformado en dependiente económico de Gran Bretaña y que a partir del forzoso traslado de la Corte lusitana al Brasil en 1808, tal situación se transformó en peonazgo político que facilitó la estrategia diplomática inglesa en la región.En mi opinión, muy pocas fueron las oportunidades, si las hubo, en que Portugal se permitió actuarcon independencia,-la conquista de las Misiones en 1801 pudo haber sido una de ellas-; porotra parte cada vez que, temporalmente, intentó llevar a la práctica el viejo sueño de ocupar nuestro actual territorio, detrás estuvo la circunstancial e interesada aquiescencia del imperio inglés y siempre el final de esas aventuras fue el mismo: una obligada retirada decidida, cuando a sus intereses convino, por la Gran Bretaña.En segundo lugar, será preciso ocuparnos de la Masonería, Institu-ción ésta que en su face moderna, nació en Inglaterra a principios del siglo XVIII y que constituyó, a mi juicio, por su forma de organización, por sus métodos de trabajoy portas ideas que prohijóy difundió por el mundo, una propuesta váliday muy efectiva, dada porta burguesía inglesa, -el grupo social directamente empeñado en su creación, desarrollo y expansión-, a los sentimientos, a los sueños y necesidades del nuevo tiempo que nacía con el siglo.La Masonería fue entre otras cosas y en lo atinente a lo esencial de su mensaje la exitosa propugnadora de la utopía del nuevo centenio o si se quiere la renovadora y actualizadora de la vieja utopía cristiana de la Fraternidad Universal; aunque, obvio es decirlo, como en toda institución humana, lo mismo que había ocurrido, por ejemplo, con la Iglesia de Cristo, cuando llegó el momento de interpretar y aplicar los principios proclamados, muchasveces pesaron en sus adherentes menos idealistas las conveniencias personales o los intereses de los grupos actuantes en su seno.En el momento en que ocurre la llamada "Reforma Masónica" era, precisamente, en Inglaterra donde se estaban manifestando con toda claridad y antes que en ninguna otra parte, las características del nuevo tiempo en que culmina la etapa mercantilista y ya se avizora la próxima revolución industrial. Y fue la burguesía comercial-terrateniente y manu-facturera la que, consolidado su poder político desde que sus miembros, a partir de la revolución de Cromwell, pudieron ingresar al Parlamento, incrementado su poder económico y en ascenso su estatus social, se

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constituyó mayoría en los cuadros de las nuevas logias "especulativas" y, para facilitar la creciente expansión del comercio se preocupó por impulsar la difusión de la Institución Fratemal en el exterior. Inútil resulta destacar lo valioso que resultaba a los comerciantes ingleses contar, -en aquellos sitios fuera de la isla, donde habían logrado asentar sus negocios-, con grupos allí radicados que además de tener interés en las transacciones mercantiles establecidas también mantuvieran con ellos una vinculación *fraternal" e ideológica que los tuviera sujetos a la disciplina de la nueva Organización.Por cierto que pasado algún tiempo desde el momento en que la Masonería se difundió en el resto de Europa, quebróse en muchos casos la inicial dependencia que mantenía a las logias del Continente sometidas a la Gran Logia Madre del Mundo radicada en Londres.Fue así que se crearon numerosas "obediencias" nacionales que, manteniendo los principios definidos y promovidos por la organización matriz, adoptaron en algunos casos nuevos ritos y diversas variantes en su ordenamiento interno y actuaron en función de los intereses de las clases dirigentes de los países donde radicaron los nuevos centros de aquel poder "invisible".Este fenómeno se produjo también en Francia donde, desde 1725, se habían instalado las primeras logias fundadas por agentes de la Gran Logia londinense, reunidas en la Grande Loge Général Ecossaise de Franca; fue así que en 1772-1773 los Maestros de las logias parisienses decidieron crear el Gran Oriente de Francia, separado de la Gran Logia inglesa (2 bis).Tal acontecimiento tuvo, además de las naturales consecuencias que se manifestaron en el país galo, las que derivaron de la expansión hacia el exterior de los trabajos de la nueva "obediencia" cuyas actividades coincidieron con los intereses de la burguesía gala. En lo político, luego de los iniciales éxitos de la Revolución Francesa y de la instauración de la Primera república, los agentes masónicos del Gran Oriente galo y las logias de esa adhesión que actuaban en Nuestra América sostuvieron y difundieron en el seno de las sociedades donde actuaban los ideales democrático-republicanos, generando así en los grupos que luego se encargarían de dirigir la política de sus países, una corriente de ideas acorde con las definiciones el centro rector instalado en París.Esa Masonería de adhesión francesa que en el tiempo de la prepara-ción del "levantamiento" emancipador actuó en consorcio con sus "her-manos" anglófilos, llegado el momento de definir la cuestión de la institucionalización de las nuevas patrias surgidas de la gran conmoción independentista-fortalecida su acción en materia política por el apoyo que recibieron de los miembros de las logias yorkinas" adheridos alas

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distintas "obediencias" que funcionaban en los Estados Unidos de Nor-teamérica-, se enfrentaron a sus aliados de la víspera que proponían la solución monárquica-constitucionalista. Es a partir de este momento cuando, los logistas anglófilos que se consideraban "regulares' frente a la "irregularidad" que atribuían a aquellos masones y talleres' que no dependían de la Gran Logia londinense, fueron conocidos como "maso-nes azules" por contraste con los republicanos a quienes se denominó "masones rojos". Es preciso señalar que esta división adquirió la mayor importancia política en el Brasil desde la proclamación de su independen-cia ya que allí, como es sabido y por contraste con lo ocurrido en la América española, se impuso hasta fines del siglo pasado la solución monárquico-constitucionalista, mientras que en la América española triunfó la solución republicana que había arraigado en la conciencia de las grandes mayorías, aleccionadas respecto a sus derechos políticos por dirigentes que, como don Mariano Moreno, se habían formado en las logias de adhesión gala, habiendo asimilado sus principios doctrinados y adherido a la solución institucional republicana. En el caso de los artiguistas fueron las lecturas de los autores de la Ilustración y las lecciones aprendidas en la Gazeta de Buenos Aires, del tiempo en que Mariano Moreno escribía en ella, (también las constituciones de los noveles Estados Unidos del Norte), lo que fundamentalmente influyó en la formulación de sus propuestas.

A. EL INTERÉS DE LOS COMERCIANTES INGLE-SES, FRANCESES Y NORTEAMERICANOS EN EL RÍO DE LA PLATA

La leyenda de una Sierra de la Plata que albergaba incalculables tesoros, creada por la fecunda imaginación de los primeros marinantes españoles que llegaron en el siglo XVI al que llamaron Mar Dulce, recorrió el mundo despertando natural interés en los países cuyos navegantes -aventureros - corsarios - piratas se lanzaron a recorrer las costas de esta parte del globo, recién descubierta y aún innominada, en procura del camino que los condujera al sitio donde se podían hallar las soñadas riquezas.

Inglaterra ya en pleno desarrollo la marina que un centenio más tarde sería señora de los mares", estuvo presente desde muy temprano en el Río de la Plata, en la persona y actividades de sus corsarios y piratas.

La primera incursión conocida de los navegantes ingleses ocurrió años antes de la segunda fundación de Buenos Aires; en efecto, el 26 de

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abril de 1578, Francisco Drake "enfrentó el ancho estuario del Plata"; más tarde, en 1583, fue el almirante Ricardo Faireweder quien visitó el estuario y en 1587 Roberto Fenton abordó las naves del emprendedor Obispo del Tucumán Fray Francico de Vitoria "que regresaban de un feliz viaje por las costas del Brasil con más de cien mil pesos en útiles de trabajo y de labranza"(3).Durante el siglo XVII Holanda y Francia disputaron a Inglaterra el privilegio de la piratería, y en 1607 el pirata galo David, abordó y robó, frente mismo a Buenos Aires, un navío español, en un rasgo de infinita audacia que conmovió a la ciudad"(4).En 1664, antes que los portugueses, Pedro de Massiac, "caballerizo y señor de Ste. Colombe", redactó una Memoria sobre como establecer una colonia en Buenos Aires y "la remitió a Colbert du Terron quien a suvez la transmitió a su hermano el Ministro francés". En ella y sobre la base de la información que le proporcionara su hermano Bartolomé, que había estado algún tiempo en Buenos Aires, proponía un plan destinado a ocupar la naciente población cuya primera etapa consistía en estable-cer "desde ya unacolonia en la orilla del río opuesta a Buenos Aires, cerca de las islas San Gabriel"(5); se adelantaba así en 16 años a la fundación, en esa misma ubicación geográfica, de la Colonia del Sacramento lusitana. El proyecto del señor de Massiac no prosperó pero la idea, concebida cuando los hermanos Massiac estaban en Portugal, se con-cretó después en beneficio de esta nación y de Inglaterra.En 1662, ésta última potencia había recibido en dote, con motivo del matrimonio de Catalina de Braganza con Carlos ti, no sólo Tanger y Bombay, sino además, privilegios tales como el comercio directo de esclavos con Africa Occidental portuguesa y del azúcary el oro de Brasil, ventajas que se vieron consolidadas ya crecidas cuando en 1703, durante el reinado de Pedro ti, se firmó el famoso tratado de Methuén en virtud de cuyas disposiciones los tejidos de lana y otras manufacturas inglesas serían admitidas sin restricciones en Portugal y los vinos portugueses entrarían en Inglaterra pagando dos tercios de los derechos que pagaban los vinos franceses.El tratado de Methuen, nombre del entonces embajador británico en Portugal, significó la definitiva transformación del reino lusitano en asociado menorde Inglaterra en materia comercial y en dócil instrumento de su política exterior. Sin embargo, ya anteriormente, cuando en 1680 los portugueses fundaron Colonia del Sacramento habían concedido a los ingleses un punto físico de apoyo para su comercio de contrabando con Buenos Aires en la isla San Gabriel, con lo que facilitaron a sus aliados el establecimiento de una cabecera de puente que les permitió más tarde, anudando profícuas relaciones de ilícito comercio con los

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mercaderes porteños, constituirse en los futuros orientadores de la política rioplatense. Es necesario tener en cuenta estos antecedentes para comprender muchos hechos políticos ocurridos en el tiempo que nos interesa estudiar, principalmente para explicarnos los obstáculos que se van a oponer a la concreción de los proyectos artiguistas hasta lograr, sino su fracaso, el final de la carrera política de don José Artigas, su propulsor.

Es cosa bien sabida que la base de Colonia del Sacramento transformose en el centro de lasoperaciones decontrabando con Buenos Aires, comercio ilícito que abrió a los británicos y lusitanos el camino a los territorios altoperuanos, cuyas riquezas minerales contituían el gran atractivo que movía el interés de ambas naciones.

Posteriormente, en 1716, Gran Bretaña logró poner su planta en la ciudad bonaerense, mediante la autorización que, desplazando a la Compañía francesa de Guinea, se acordó a la South Sea Company para establecer un asiento del comercio de esclavos africanos.

Si bien esa concesión fue cancelada en 1718, renovada poco des-pués y confiscada en 1727, restablecida en 1729 y suprimida definitiva-mente en 1739, los lazos que con motivo del comercio ilícito que antes se habían establecido con sus agentes y socios bonaerenses, se consolida-ron y ampliaron a partir de esos años.

los procedimientos de la Compañía del Mar del Sur fueron similares a los de su antecesora francesa. Junto con el desembarco de los negros le estaba permitido transportar cierta cantidad de mercaderías que se juzgaban indispensables para atender las necesidades de los esclavos, especialmente géneros. Con ese pretexto eran depositados en bodegas de la Compañía crecidas cantidades de productos destinados al contra-bando. Dionisio Alcedo dice al respecto: "... se supuso el falso presupues-to de una gran cantidad de abrigo para la desnudez de los negros, pidiendo una leve extensión de permisoy licencia para llevar 50 toneladas de bayeta. Debajo del aparente motivo de las 50 toneladas de bayoneta, se habilitó otra ilícita e inacabable feria por el Río de la Plata, haciendo conducto y puente esta autorización para la entrada de muchos navíos por la conocida escala de la isla del Sacramento (la San Gabriel), colonia de Portugal, perenne almacén de navíos ingleses para abastecer con abundancia inexplicable, no sólo la provincia de Buenos Aires, Paraguay y Tucumán, sino las de Chile y el Perú"(6).

Todo tipo de mercaderías producidas porlas ya florecientes industrias inglesas llegaban en los barcos fletados por la Compañía: el principal rubro: las telas, pero además: armas, cerveza, aguardiente, loza de China, cuchillería, pólvora, sombreros finos, creas, medias de hombre y mujer, relojes, hojalata, etc; todo esto de acuerdo con las constancias

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dejadas en los pocos expedientes que con motivo de aquellas operacio-nes ilegales se tramitaron entonces.

Legalmente, las compras hechas a la Compañía debían ser pagadas con cueros y sebo (la Compañía fue autorizada a cargar corambre que recogía en la Banda Oriental); pero la plata y el oro del Alto Perú eran la forma de pago que en mayor escala se utilizaba en las transacciones del ilícito comercio.

Cuando en 1739 los ingleses se vieron forzados a abandonar el Asiento de Buenos Aires quedaron establecidos estrechos vínculos comerciales con los mercaderes de la ciudad que habían participado y se habían beneficiado con las transacciones ilegales, muchos de ellos prosiguieron sus relaciones actuando como agentes o socios encargados de manejar los mismos negocios, por cuenta de los exportadores británi-cos. A las relaciones as( creadas se agregaron otras provenientes de las posibles "iniciaciones" en la Masonería que pudo haber "cosechado" el Caballero Took, representante de esa Institución, quien regenteó en los años treinta el asiento de Negros de la Compañía de los Mares del Sur.

Esos lazos, materiales y morales, se reforzaron y ampliaron en el curso de los siguientes años hasta que, ya en los últimos tiempos del gobierno colonial, nos encontramos en Buenos Aires con grupos de mercaderes porteños e ingleses perfectamente organizados y estrecha-mente relacionados que gozaban de gran predicamento en las esferas oficiales y que se entendían secretamente con Gran Bretaña a través de los cauces que les proporcionaba su mutua adhesión a la Gran Logia londinense.

Ya veremos cómo la presencia de esa verdadera "sociedad" de intereses y común orientación, actuante detrás el poder político, incluso incrustada en él a través de algunos de sus socios nativos, tuvo poder suficiente como para apartar a don Mariano Moreno de la Secretaría de la Primera Junta Revolucionaria y de la dirección de la Gaceta de Buenos Aires y de anularlo políticamente (otros, al parecer, se ocuparían poco después de eliminarlo físicamente). Más tarde, aquella "sociedad" trató de obstruir con todos los medios a su alcance, los proyectos y los avances del artguismo en toda la extensión del antiguo virreinato, propuestas y logros que, sin embargo, aunque anulado el caudillo, no pudieron ser detenidos pese a la coalición de todos los instrumentos de que disponía el imperio británico en la región platense.

Francia, por su parte, tuvo presencia importante en el Río de la Plata a partir de 1700, a raíz del acceso al trono de España de un miembro de la familia borbónica (Felipe V), desde que al desatarse la guerra de Sucesión, provocada por Inglaterra 'los franceses como aliados de España tuvieron la oportunidad de ingresara¡ comercio con América y fue

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así que la Compañía de Guinea pudo instalar su "asiento" negrero en Buenos Aires lo que dio lugar a la radicación en la ciudad de muchos súbditos galos.La preponderancia que más tarde adquirió el comercio inglés no fue óbice para que en materia cultural Francia continuara manteniendo su prestigio y su presencia en la sociedad platense, como en el resto de América, a través de los libros de los pensadores de la Ilustración, también de la Masonería francesa. En la Logia Independencia se agrupa-ron hombres que luego ocuparon lugares de primera fila entre los luchadores independentistas. Por su parte los comerciantes de los Trece Colonias que, como se vio, mantenían desde antes de su independencia activos vínculos comerciales con lascolonias españolas, llegaron con sus navíos al Río de la Plata a fines de los años 70. En 1777, barcos de Nueva Inglaterra perseguían ballenas en aguas platenses (7) y pronto ejercita-ron activísimo comercio ilegal en el que participaron ciudadanos de esa nacionalidad radicados en Buenos Aires y comerciantes porteños y montevideanos."Los tiempos emocionantes pero difíciles de 1789 a 1793 ofrecieron posibilidades de mayor riquezay podera los americanos ambiciosos, con propiedades y talento... el primer gran empresario de Buenos Aires, el audaz Tomas Antonio Romero, quien superó a los viejos monopolistas, mantuvo íntimas relaciones con virreyes y trató directamente con Boston en un tiempo en que los grandes mercados de cuero en los Estados Unidos e Inglaterra estimularon el deseo de aumentar las ventas no sólo desde la Plata sino desde Venezuela y Brasil..." (8). En el tomo primero de este trabajo se puede leer una circunstanciada información relativa a un resonante episodio de contrabando descubierto en 1801 en el Río de la Plata, en el que intervinieron como personajes centrales el citado Romero y Tomas Halsey, comerciante anglo americano, que más tarde, cuando desempeñaba el cargo de cónsul de su patria ante el gobierno de las Provincias Unidas, se relacionó con José Artigas y tuvo destacada participación en el comercio con la Provincia Oriental, especialmente en el sistema de corso que el Caudillo organizó desde 1817.También estuvieron involucrados en el sonado asunto otros comer-ciantes norteamericanos y muchos criollos y extranjeros que, radicados en una y otra orilla, tendrían señalada actuación en el período independentista. (9)Unos años antes de estos sucesos, "el 20 de setiembre de 1776, José de Galves informó al Gobernador de Buenos Aires que los angloameri-canos debían ser admitidos en los puertos españoles bajo su propia bandera; algunos llegaron en 1777, trayendo consigo harina y llevándose carne salada a Cuba..." (10). En 1807 "Buenos Aires dominaba... el

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comercio del Río de la Plata, Chile y Perú, y sus empresarios fuesen españoles o criollos, traficaban con comerciantes norteamericanos, incluso Deforest (que actuaba en la capital porteña como una especie de encargado de asuntos comerciales de los EEUU) y empleaban navíos y capitanes originarios de los Estados Unidos. Así, un residente español, Julián Hernández Banuso, que se había puesto en contacto con merca-deres yanquis por medio de John Stoughton... hizo negocios en asocia-ción con comerciantes de Lima y Montevideo, cargando en Boston, en navíos de los Estados Unidos, destinados a Chile y Perú. Otros dos residentes de Buenos Aires, Tomás O' Gorman... y Tomas O' Reilly,empleaban fragatas norteamericanas" (11).Anhur Whitaker sugiere que el principal beneficiario del comercio neutral después de 1797 fue Estados Unidos, la más importante potencia naval entre los países neutrales. Los norteamericanos obtuvieron gran-des ventajas del comercio neutral, a medida que ampliaban sus contactos con la América española, particularmente la Luisiana, las Floridas, Cuba, Chile y el Río de la Plata."Inglaterra observaba cuidadosamente el creciente comercio de los Estados Unidos. Los angloamericanos estaban vendiendo a la América española artículos alimenticios, maderas, manufacturas y esclavos a cambio de azúcar, café, índigo, cacao y otros productos de las colonias. Regresaban a su país con grandes cantidades de dinero, lo cual continua-ban haciendo aún después de la terminación de los permisos para el comercio neutral el 18 de abril de 1799" (12).En cuanto a su comercio con el Río de la Plata los navíos estadouni-denses transportaban "cristalería, loza, canecas, telas de seda, paños, bayetones, lienzos, medias, relojes de sobremesa y fierro" (13).Después de la revolución de Mayo los barcos norteamericanos multiplicaron su presencia en el Plata justificando así los temores trasmi-tidos por Lord Strangford a sus superiores en octubre de 1810 y reiterados con motivo de la llegada a Buenos Aires el agente estadounidense Joel Poinsset, en junio de 1811 (13 bis). El incremento de esas relaciones comerciales que perjudicaban a los mercaderes británicos se acentuó cuando, a partir de 1815, José Artigas puso trabas a los barcos ingleses que hacían escala en Montevideo a los que se condicionaba su arribada a que no llegaran con sus cargas a Buenos Aires, y se incrementó aún más a raíz de las relaciones de aquel carácter que el artiguismo mantuvo con el agente estadounidense Halsey principalmente en materia de abastecimiento de las armas y otros artículos de guerra de que los orientales siempre estuvieron necesitados.Por cierto que también la actividad política desplegada ponlos agentes comerciales estadounidenses en la América Meridional fue intensa a

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partir de fines de siglo XVIII; al respecto el historiador chileno Gonzalo Bulnes nos dice que en ese tiempo y a principios del siglo siguiente: "Los buques bostonianos, que así se llamaba a las embarcaciones de las excolonias inglesas, vendían efectos con retratos de personajes que habían figurado en la gran guerra reciente, con alusiones a la causa que habían hecho triunfar... y más eficaz que eso era el juicio que emitían en cadaocasión que se presentaba, sobre el sistema vigente,adelante de los colonos..." (14).El Morning Chronicle, periódico liberal londinense, se mostró suma-mente sensible al creciente poderde los Estados Unidos, particularmente al desus comerciantes. Este asunto se hacía presente en otros periódicos ypublicaciones de Inglaterra. Tanto en latierra como en el mar, los barcos y las mercancías de los Estados Unidos predominaban sobre los británi-cos. "Los barcos estadounidenses eran conspicuos en todos los puertos de la América española, extraían plata y dinero, propagaban sus ideas políticas y ganaban la confianza de los rebeldes por medio de ayuda en armas y municiones. Se veía con alarma el creciente expansionismo de los Estados Unidosy los periodistas ingleses lo denunciaron con frecuen-cia" (15).La prensa norteamericana mostró evidente interés "por la liberación de América española... el periódico de Boston, The Columbian Centinel, apuntaba en diciembre de 1811: "¡DE SUDAMERICA! ¡IMPORTANTE!, Las últimas noticias de Sudaméria son sumamente interesantes desde ambos puntos de vista, el político y el comercial, la independencia de esa grande y rica porción del globo está ahora en disputa entre los ejércitos combatientes, y si los independientes triunfaran, ¡qué nuevo y amplio camino se abriría desde el punto de vista político ycomercial! La posesión de las minas del Perú y la suspensión de la acuñación de dólares afectaran por lo pronto al comercio y a la política de muchas naciones... obtener lo que podamos y conservar lo que tenemos debiera ser por consiguiente nuestra política" (16). Como vemos al apetito fenicio se agregaba el apetito imperial.En lo que se refiere a nuestro puerto, la llegada de buques "bostonianos", ya fuera en actividades legales, ya de contrabando, fue tan intensa en ese período que en algunos años llegó a superar con mucho el número de los de cualquier otra nacionalidad.Sergio Villalobos R., transcribe estos datos contenidos en la corres-pondencia del comerciante español Santa Coloma, radicado en Buenos Aires, y relacionados con la importancia de la corriente mercantil que vinculaba al Río de la Plata con Boston: "... en cierta ocasión, escribe Santa Coloma en 1798, en sólo unos cuantos días entraron (al puerto montevideano) nueve barcos norteamericanos... sus mercaderías eran

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de las permitidas o prohibidas pero todas bajaban a tierra antes de que concluyesen los expedientes..." (17) y enseguida: "Las introducciones de efectos que aquí hemos tomado por la vía del Janeiro y americanos pueden llegar a cinco millones de pesos y en estas introducciones se han aprehendido y decomisado más de ochocientos mil pesos, sin duda alguna. En el gobierno del señor Aviles ha sido un escándalo..:" (18).Aunque ello signifique adelantarnos en el tiempo, para finalizar, voy a transcribir algunos párrafos de una "relación diaria de los sucesos", redactada por el Dr. Mateo Magariños y Ballinas durante el primersitio de Montevideo; los juicios emitidos por Magariños nos eximen de comenta-rios: "También he propuesto al Virrey la salida de 27 buques americanos que tenemos en el puerto porque créete de fe que son los más apasiona-dos de los insurgentes... Acaba de venir el edecán del Sr. Virrey avisándome que se está haciendo la orden para que los buques ameri-canos que estén prontos salgan inmediatamente y que a los demás se les señalará el término de veinte días y he contestado que le diga a S.S. que con darse doce tienen suficiente..." (19).

B. LAS LOGIASSegún las noticias que nosproporcionan Patricio Magüire y Alcibíades

Lappas, desde 1735 existió, sino masonería organizada, interesada presencia masónica en Buenos Aires. En efecto, ese año se hizo cargo de la dirección del Asiento de Negros de la Compañía de los Mares del Sur el Caballero inglés Randolph Took quien traía además otro encargo, este de carácter secreto, de una autoridad británica que no era la compañía negrera.

Alcibíades Lappas nos dice al respecto que "a juzgar por los documen-tos encontrados en la ciudad de Buenos Aires y por otros existentes en el Archivo de la Gran Logia de Inglaterra, ésta última, con fecha 17 de abril de 1735, siendo su Gran Maestre Thomas, segundo vizconde de Weymouth, designa al caballero Randolph Took, como Gran Maestre Provincial para la América del Sud. Dado que la Gran Logia de Inglaterra recién a partir de 1750 empezó a tener matrícula de sus miembros, carecemos de mayores datos sobre el antes mencionado Took y los masones que pudo haber iniciado en aquella época. Su nombre figura en 1730 como miembro de la Logia Emulación N° 21 de la ciudad de Londres, cuya fundación data de 1723. En una nómina de Grandes Maestros provinciales que aparentemente remonta a 1737, Took sigue figurando con el referido título, así como las Logias fundadas por él que continuaban en actividad, su nombre no figura en cambio en los registros del año 1750,

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lo cual hace presumir que en el interín haya fallecido.En la ciudad de Buenos Aires encontramos a Took, entre 1735 y 1737,

ocupándose aparentemente de negocios, ya que realiza varios viajes entre la ciudad de Buenos Aires y la región del Caribe y Brasil..."

Sabemos que uno de losjerarcas de la Compañía que él representaba era el duque de Norfolk, Gran Maestre y activo impulsor de las actividades masónicas en el exterior de Inglaterra".

De lo dicho por Lappas se deduce que durante su actuación en el Río de la Plata, Took pudo haber efectuado algunas iniciaciones y fundado algunas logias; tenemos así ubicado el momento preciso en que la masonería inglesa hizo pie en Buenos Aires.

Magüire, ampliando y corrigiendo la información del historiador recién mencionado, nos dice:

"Lappas comete un pequeño error en cuanto a la época de su estancia (de Took) en Buenos Aires que limita a 1737, cuando en realidad según las constancias del Archivo General de la Nación, aún se encuentra en Buenos Aires en 1741, preso desde 1739 a raíz de la guerra entre España e Inglaterra. En 1741 fue embarcado para España" (20).

La verdad es que al no habernos proporcionado Lappas ninguna información concreta acerca de los talleres que pudo haber fundado y las personas que pudo haber iniciado Took durante su estadía en la ciudad de Buenos Aires debemos remitirnos a otro historiador de la Masonería, Martín V. Lazcano, para conocer la primera noticia, que por cierto es confirmada después por el propio Lappas, acerca de la actividad de una Logia de adhesión francesa, Independencia, en la que según la versión que ambos proporcionan habrían actuado los elementos más radicales que después participaron en los trabajos revolucionario-emancipadores de 1810; Mariano Moreno, Juan J. Castell¡, los hermanos Larrea, y Passo, entre otros. Lazcano se ha referido a esa logia llegando a proporcionar detalles del local en que habría funcionado y de la ubicación de éste en la geografía porteña: "un viejo caserón al cual se llegaba por una prolongada mina o subterráneo, cuya desembocadura hallábase en la proximidad de la Residencia".

Sin embargo, otro historiador argentino, Juan Cantar, en un trabajo del año 1942 manifiesta opinión absolutamnte contraria a la sostenida por Lazcano aunque, porsupuesto, sin conocer las puntualizaciones efectua-das por Lappas en años muy posteriores.

En estos términos expresó Canter su posición: "Se ha atribuido vali-dez a una logia llamada Independencia. Desde ya nos apresuramos no a dudar, sino a negada rotundamente. Los documentos sobre los que se ha amparado su extraña apariencia en el escenario revolucionario carecen de toda autenticidad y no pueden resistir a los dictados de la

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crítica analítica. Algunos autores se han hecho eco de concepciones imaginarias, pretendiendo vincularla a la conjuración de los franceses, cuyo proceso sirvió para dar cuenta de una gran alteración en el Río de la Plata".

"En una cita, Cantar explica el origen que él atribuye a las aseveracio-nes de Lazcano, -que también compartió el sacerdote Bergeré Lafont-"una novela bastante rara de ser hallada hoy, cuyo único ejemplar, que puede consultar, forma parte del fondo bibliográfico de la Biblioteca Nacional".

Por su parte, Lappas, en 1966, confirma la versión de Lazcano respecto a la real existencia de la Logia Independencia en losaños90del siglo XVIII, agregando valiosa información:

"Contrariamente a las afirmaciones contundentes de eruditos historia-dores hemos podido comprobar como cierta la existencia en Buenos Aires de una Logia denominada Independencia, fundada a fines del siglo XVIII y que obtuvo Carta Constitutiva de la Grande Loge Générale Ecossaise de France, cuerpo éste que fue absorbido el 8 de enero de 1805 por el Gran Oriente Francés, quedando la antes mencionada logia en libertad de acción sobre su futuro".

Carter, nos da noticia de otra logia, esta de adhesión inglesa, cuya real existencia no ha sido cuestionada; es la que se llamó San Juan de Jerusalen de la Felicidad de esta parte de América, respecto a la cual Canter nos dice: "En América la masonería comenzó a arraigarse en el siglo XVIII, mas en Buenos Aires las primeras noticias que poseemos de ella se remontan a 1804"(venimos de enterarnos del rechazo que este autor ha manifestado respecto a la existencia de la logia Independencia, que según sus sostenedores habría funcionado desde 1795) "no obstante, prosigue Cantar, las informaciones otorgadas po rjuan María Gutiérrez, existía la opinión arraigada de que los primeros talleres masónicos se debían a la ocupación inglesa de 1806. El error procedía de Nuñez (Ignacio) y de recuerdos de los hombres de la época que no podían sospechar la existencia de la llamada "San Juan de Jerusalén de la felicidad de esta parte de América", que fue objeto de denuncias, pesquisas y procesos, preocupando el ánimo de las autoridades. Mas debido a la intervención de una virreína débil a los halagos y prebendas, el juicio y las actuaciones fueron suspendidas.

Gracias al anticuario don Francisco Pardo, a quien tanto debemos los que nos ocupamos de estos estudios, he podido inquirir en un interesante documento, rico en sugerencias e informaciones. Atribuyo su paternidad a Ignacio Terrada. La referida pieza coincide en la parte general con las informaciones de Gutiérrez, choca con ciertos detalles o las completa. Efectivamente, mientras éste por medio de la correspondencia de dos

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personas respetables e Buenos Aires, nos dice que la referida Logia tenía su taller en el barrio de las Catalinas, por el documento aludido, podemos puntualizar ahora que su sede era la casa de José Tabares. El fundador de la logia fue el portugués Juan Silva Cordeiro, quien además era su Venerable. Manuel Arroyo Pinedo actuaba de Tesorero y Juan Angel Vallejos de secretado; Gregorio Gómez, de la renta de tabacos, pertene-cía a ella, conocía el ritual y según el autor del documento "sabía beber masónicamente". Cotidianamente comía en la fonda de los "Tres Reyes", en una mesa redonda con varios extranjeros, quienes la frecuentaban con asiduidad y a su vez abonaban el importe del gasto. Afirma además que se cambiaban señales convencionales que eran perfectamente correspondidas. Cabe destacar que no obstante su inquietud, se trataba de personas espectables y de responsabilidad, y hasta pertenecientes algunas de ellas a la burocracia colonial; el nombre de Arroyo y Plnedoes suficiente probanza. En cuanto a Gómez, de la renta de tabacos, en convivencia con extranjeros, su actuación huele a contrabando (..) La Logia fue denunciada porun descuido de un criado de confianza o por unacircunstancia causal. De acuerdo a lo referido por Gutiérrez, por efecto de las lluvias se humedecieron objetos y ropas rituales; sacadas afuera, sin las debidas precauciones una "Capa magna"y ciertos mandiles"fueron lanzados por efecto del viento ala vecindad. Cayeron en poder de una mujer creyente, quien puso el hallazgo en manos del Capellan de las Catalinas. Alarmado acudió éste al Obispo, el cual denunció el asunto al Virrey.Ante los instrumentos constitutivos como cuerpo del delito, se llamó al Oidor Bazo y Berri a los efectos de un levantamiento del sumario secreto a fin de descubrir la real existencia de la Logia. Las actuaciones se iniciaron con la intervención del escribano Juan Corttei, desempeñan-do las funciones de escribiente el autor del documento, en su calidad de empleado del actuario. En la propia morada de Bazo y Berd inicióse el procedimiento comenzándose a tomar declaración a los testigos que debían deponer en el sumario. Exiglósele juramento y reserva al escri-biente, se le impuso, además, de las penas en que recaería si quebran-taba el juramento. Pero en el corazón del joven pesaron más los afectos hacia el secretario de la Logia que todos los temores y los escrúpulos. No fue esclavo del juramento y protegido por la noche oscura, sondeando sombras y escurriéndose golpeó quedamente el aldabón de la casa de Vallejos. Recibió éste con serenidad la noticia; hombre de recursos, conocedor de las debilidades humanas, se dirigió a la casa de Cordeiro, quien se sobrecogió de terror al tener conocimiento de las actuaciones. Llamó el referido secretario a un dependiente, conocido con el nombre de Barajas, ordenole retirar de una cómoda dos cajas conteniendo alhajas

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cuajadas de brillantes.Con el mismo Barajas, las remitió al Fuerte, instándole a que hablara personalmente con la marquesa de Sobremonte e hiciera entrega del presente a su nombre y al del señor Cordeiro, rogándole se dignara aceptarlas y lucirlas el día de San Juan Nepomuceno, cumpleaños de la virreina. Admitió la señora el presente, ostentándolo luego de manera ufana pendiente de su cuello, en realidad premio y precio del silencio del representante del rey en la colonia. Cuando tres días después retomó el escribano a casa de un juez instructor, una orden del virrey ordenaba la suspensión de los autos y entrega de los instrumentos probatorios. La Logia pudo quedardesgarrada pero no muerta. Gracias al referido episo-dio su existencia no puede ser negada ante tres informaciones coinciden-tes".Así finaliza Cantar el informe que nos proporciona sobre la Logia de San Juan de Jerusalen descubierta en 18041a que, como es obvio, hubo de ser fundada en años anteriores. El mismo autor en varias notas nos acerca las siguientes noticias ampliatorias: "Cordeiro habría sido iniciado en la logia Matritense de Madrid yascendido algrado 33 en Baltimore. En lo que respecta a Gregorio Gomez, podemos decir que más tarde fue miembro fundador de la Logia Lautaro, así nos lo asegura Calvo quien lo alcanzó en la vida (Cfr. Carlos Calvo, Anales históricos de la revolución de América Latina, acompañados de los documentos en su apoyo, París, 1864, t. 111, p. 103)", y otra: Zúñiga no adelanta mayores informaciones y habla de un Marcelino Gadea, que no aparece en nuestro documento (Cfr. Antonio R. Zúñiga, La Logia "Lautaro" y la independencia de América, Bs. As., 1922, pp. 147-149) Lazcano no hace más que repetir las informaciones de Gutiérrez (Cfr. Martín V. Lazcano, Las sociedades secretas, políticas y masónicas en Buenos Aires, Bs. As., 1927, t. L, pp. 105-107). Enrique Martínez en sus observaciones a Nuñez, sostiene que Sobremonte no se atrevió a adoptar ninguna medida ante el número de funcionarios que pertenecían a la masonería. Anota además que Sobremonte se limitó a solicitar instrucciones a la Corte, mas el secretario Gallegos que era masón hizo desaparecerla indagatoria sumaria. Como se habrá podido apreciar Martínez no conocía cabalmente lo ocurrido con la virreina! (Cfr. Enrique Martínez, Observaciones hechas a la obra póstuma del señor Ignacio Núñez, titulada Noticias históricas de la República, en Revista Nacional t. XXXV, p. 125)".Otros autores, además de Canter y aquellos que él cita, se ocuparon de la logia en cuestión y de la personalidad de su Venerable, el portugués Cordeiro. Uno de ellos fue el propio general oriental don Enrique Martínez quien agrega, en un informe de 1853, más datos a los que venimos de conocer; otro es Patricio José Maguire quien nos dice "en Buenos Aires

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(funcionaba) la logia San Juan de Jerusalen, primera logia de cuya existencia no quedan dudas, que era dirigida porun 'caballero portugués llamado Juan de Silva Cordeiro... un hombre que dominaba varios idiomas" que debió fugar de Portugal por ser apóstol ferviente del liberalismo..." 'perseguido porlos esbirros de la Inquisición". Luego de viajar por España y Estados Unidos, se asienta en Brasil, y más tarde lo encontramos en Buenos Aires por motivo comerciales, inclusive como capitán de barco fletado por don Martín de Alzaga. (..) Silva Cordeiro obtiene licencia (patente constitutiva", según el léxico masónico) para establecer una logia en Buenos Aires, de una Gran Logia en los Estados Unidos".Respecto a esa "patente constitutiva", mientras Lappas afirma que fue expedida por la Gran Logia de Maryland, Antonio R. Zúñiga otro historia-dor oficial de la Masonería argentina y Albert Mackey "quien fuera Gran Secretario de la Gran Logia del Supremo Consejo de Charleston" aseguranque la misma fue otorgada por la Gran Logia de Pensylvania.Vamos ahora a conocer la existencia, en años posteriores del siglo XVIII, de otras logias masónicas, éstas creadas durante las invasiones inglesas, no sólo en Buenos Aires sino, al parecer, también en el interior del virreinato del Río de la Plata.Es aquí donde corresponde transcribir el informe que en el mes de octubre de 1853 escribiera Enrique Martínez a solicitud de Andrés Lamas, interesado éste, en conocer los antecedentes de la acción masónica en el Río de la Plata. Este es el texto de la respuesta de Martínez: "Desde una época remota, existían Masones en el Río de la Plata, tanto que llamó la atención a la Corte de Madrid, e hizo encargos fuertes al Marqués de Sobremonte (entonces Virrey) para perseguidos, cuyas disposiciones se dictaron en los años 4 y 5; pero perteneciendo a ella el Secretario del virreinato Gallegos, cruzó toda medida que se quiso dictar sobre la Sociedad, a tal extremo que unas noticias muy reservadas que daba Sobremonte, respecto a ello, Gallegos sustrajo la nota. De modo que no habiendo llegado a manos de la Corte aquella, no pudo dictar ninguna medida, débese advertir que Sobremonte no se atrevió a tomar ninguna medida, porque los avisos que había recibido, eran que a la Sociedad, pertenecían desde los Oidores hasta los últimos empleados, así civiles como militares, a más de la parte comercial. En este intermedio vino la invasión de los ingleses, y prisionero Berresford, se le trasladó a la Guardia de Luján, y allí se hizo conocer por los signos masónicos del señor D. S. P. (Don Saturnino Peña) y en sus ratos de ocio le indicó que su expedición no había tenido otro objeto que promoverla Independencia de esta parte de la América Española. S. P. (Saturnino Peña) comunicó el pensamiento a N. P., H. V., a C., D., B., M. B. (Nicolás Peña, Hipólito

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Vieytes, Castelli, Donado, Berruti, Manuel Belgrano) y algunos otros. Todos esos Ss. pertenecían a la Sociedad Masónica, pero tratándose de la independencia de América, formaron una sociedad separando a los españoles. Esta empezó sus trabajos haciendo fugara Berresford, pues éste les aseguró que la expedición que debía llegara Montevideo serviría sólo para proteger sus trabajos; mas esto no tuvo el resultado que se esperaba, así fue que derrotados los ingleses, y ocupada Montevideo por las tropas Españolas, Liniers persiguió a .P. y N. P. sin poder descubrir nada. La sociedad continuó sus trabajos y adelantaba en ellos cuando estalló el 1º de Enero de 18091a revolución encabezada porAlzaga, con los Españoles. Su objeto ostensible era quitara Liniers, pero su plan era separar esta parte de América, haciéndola una monarquía española, es decir, con Monarca que fuese parte integrante deja España Europea. La Sociedad americana que comprendió era preciso luchar para no perder su posición, consiguió que los S. se decidiesen a sostenera Liniers y fue disuelta la revolución a más de la Sociedad. Desde ese momento la sociedad Americana, fue preparando la revolución del año f Opera lo que trajo a su seno, la mayor parte de los jefes que mandaban Cuerpo y todo siguió bajo su dirección hast a el año 12, en que llegaron de Europa S., A., Z, C. (San Martín, Alvear, Zapiola y Chilavert) que traían encargo de establecer la Sociedad de Caballeros Racionales, cuya fundación ya había sido hecha en Santa Fe de Bogotá. Esta Sociedad tenía el sólo objeto de promover la Independencia de todas las secciones de la América española y unirse de un modo fuerte para repeler la Europa, en caso de ataque. A esta Sociedad se incorporaron todos los Masones, y toda la Parte Civil Militar, Eclesiástica y el Comercio, y se ramificó con tal velocidad que ya nada se hacía en las provincias sin que fuese acuerdo de ella. Mas era preciso que sobreviniera un mal por pretensiones y así sucedió. A. (Alvear) quiso andar más adelante y pidió se le dejase hacer (..) y ese fue el tropiezo que trajo un desquicio y la sociedad suspendió sus trabajos, por haberse desbaratado.S. (San Martín) que era el Venerable y no estaba en Buenos Aires trasmitió sus poderes y volvió a reorganizarla Sociedad. Esta hizo que se reuniese el Congreso en Tucumán y declararse la Independencia y nombró a Pueyrredón su Director (...) Terminada el año 20 se reformó en Buenos Aires la sociedad Carbonada y esta duró dirigiendo los destinos del país hasta que se concluyó la Presidencia de Rivadavia. Después de esa época no he conocido más sociedad que la que se reunía en el Hospital de Caridad, y cuyos antecedentes y trabajos supongo que Ud. conoce mejor que yo.He dicho a Ud. lo que conozco de la sociedad yporlo tanto la influencia que ellas han tenido la influencia que ellas han tenido en nuestros

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negocios de independencia y demás. No es un trabajo como Ud. podría deseado pero sí es una verdad sin reproche".Está probada la realización de trabajos masónicos de iniciación y creación de logias por parte de los miembros de las Logias militares que actuaban en el seno de algunos cuerpos del ejército británico que participaron en las invasiones de 1806 y 1807.Al respecto se conocen, además de las noticias que proporcionan los memorialistas y cronistas de la época, los documentos masónicos dejados en Buenos Aires al tiempo de la rendición y evacuación de los invasores. Cantar y Maguire reproducen dos de esos diplomas en los trabajos que he citado. Canter proporciona los nombres de las nuevas logias creadas en Buenos Aires en aquella oportunidad y menciona las relaciones masónicas que entonces entablaron los hermanos británicos con residentes porteños: "El portugues Cordeiro contribuyó al floreci-miento de la masonería, extendida por los ingleses cuando se hicieron dueños de Buenos Aires. Una de las logias era la llamada Estrella del Sur; otra la conocida con el nombre de Hijos de Hiram. Saturnino Rodríguez Peña y Manuel Aniceto Padilla pertenecieron a la primera.No deja de ser curioso que cierto diploma en blanco de logia inglesa, orlado con raros ornamentos y alegorías, no especifique nombre sino número de logia con registro en Irlanda. Los nombres de las referidas logias inglesas serían accidentales dependiendo todas de un Gran Oriente directriz. (..) Las logias se multiplicaron entonces, no sólo en Buenos Aires sino en el interior. Mediante ellas los invasores derrotados procuraron el desarrollo de las ideas emancipadoras, a fin de llevara cabo la desviación de su plan: la independencia, ante la imposibilidad de la ocupación. Al fin y al cabo lograban su finalidad primaria, la conquista de los codiciados mercados. A tal punto llegó la propaganda yla proliferación de las logias que se las estimó demasiado peligrosas y fue necesario coartadas. La imprenta de los Niños Espósitos dio entonces a publicidad un curioso impreso combatiendo a la masonería, fiel testimonio de cómo había incado raíces" .La verdad es que, como lo señala Cantar, las autoridades virreinales se vieron conmovidas y se preocuparon al percibir la multiplicación de la actividad masónica, sobrevenida en el Río de la Plata a raíz de las invasiones inglesas.El historiador argentino Juan María Gutiérrez dio a conocer un catálogo de las publicaciones salidas de la prensa de la imprenta de los Niños Espósitos; en esa relación se incluye un folleto, editado en 1808, conteniendo tres cartas en que se denuncia y combate a la Masonería. Onsari nos proporciona resumen de su contenido:"De acuerdo con la primera de estas cartas las dos bases del edificio

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masónico son la libertad y la igualdad, como lo prueba la palabra hermano con que se tratan los masones. Pero esta libertad e igualdad -sigue la misma carta-no tienen porfundamento el sentirreligioso, sino el espíritu revolucionario que condujo al patíbulo al mejor de los reyes de Francia". Siguen a esta afirmación tortuosas explicaciones sobre los misterios de la masonería, su pretendida antigüedad, los terribles juramentos para asegurar el secreto y sus iniciaciones según el progreso de los grados, desde el de aprendiz hasta el de Rosa-Cruz, para concluir deduciendo que el fin último y secreto de los francmasones consiste en derribar los altares y destruir los tronos.En la segunda carta se considera el origen de los masones y, lógicamente, el autorse amaña para concederles la cuna menos honrada posible, según su manera de comprender la historia. Les niega la pretensión de descender de los artífices de la Torre de Babel, de las pirámides de Egipto, del Templo de Salomón; no puede concederles por mayores a los sabios ytilósofas de la antigüedad, yse decide porhacedoshijos de los Templarios... 'aquellos caballeros que al tiempo de su recepción renegaban de J.C., pisaban su cruz y la llenaban de esputos... que arrojaban a las llamas los hijos que nacían de un Templario... y que, bajo pena de los castigos más terribles, le obligaban a no violarjamás sus nocturnos misterios".La carta tercera pasa revista a las providencias dictadas por los poderes temporales y por el de la Iglesia contra la "secta de masones". Las dos últimas bulas que menciona son las del 28 de abril de 1738 y del 18 de mayo de 1751, correspondientes a los pontificados de Clemente XII y de Benedicto XIV, y tanto en una como en otra se ordena y decreta que "las sociedades, juntas, congregaciones y conventículos de Franc-Maso-nes sean proscriptas y condenadas", etc., etc. Cita también un decreto de Napoleón 1, dado en julio de 1804, según el cual y en aquella época quedaban abiertas las logias masónicas en Francia con determinadas restricciones, y con la condición de que todo funcionario público o militar que quisiera incorporarse a alguna de ellas no pudiera hacerlo sin previa licencia del Emperador, quien se reservaba el derecho exclusivo de abrir o cerrar todas las logias y de excluir o admitir personas en ellas sin dar razón alguna de estas medidas.La reimpresión de estas cartas en 1808 se explica, si tenemos en cuenta que, después de las invasiones inglesas, empezó a cundir considerablemente en Buenos Aires el espíritu de asociación masónica".Encontramos más información acerca de la actuación de las logias militares inglesas en el Río de la Plata en el antes citado documento masónico de Montevideo en el que leemos:"Sobre estas logias irlandesas el Resp. 'H'. Henry Daniel, ex Venera-

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ble de la Res. 'Augs.'. Logia Acacia"que actúa en nuestra capital bajo los auspicios de la Gran Logia de Inglaterra", en un importante informe de fecha 19-7.937, que nos fuera fraternalmente cedido por un muy Resp. 'H'que fuera Gran Secretario de dicha Aug.'. Logia Acacia", manifiesta: Hace unos 130 años ' 1807) existían cuatro logias militares bajo la Gran Logia de Irlanda, ligados a cuatro regimientos del ejército británico. La Logia N'227 estaba con el 46"Regimiento de infantería, la NO 192 con el NO 47, la ° 218 con el N° 48 y la N° 895 con el 71 % de Highlanders.

Alas logias militares irlandesas se les permitía iniciar civiles, cosa que estaba prohibida a las otras logias militares bajo la Gran Logia de Inglaterra, y estas cuatro logias irlandesas fueron responsables de las actividades masónicas que se conocen en Uruguay, Argentina yAustra-Ifa.

La logia 895, con el regimiento N° 71 de Highlanders, vino a Buenos Aires con la poco atortunada expedición británica enviada a tomar las Colonias españolas del Río de la Plata. Esta logia inició a varios colonos en Buenos Aires. Se dice también que instrumentó en la formación de dos logias en esa ciudad, Estrella del Sur e Hijos de Hlnam. Los adornos, insignias, junto con varios documentos y

certificados de la Logia 895, se encontraron en la Fortaleza reconquis-tada cuando las tropas británicas evacuaron la plaza y más tarde se encontraron como adorno en la Iglesia de la ciudad. Un hermano que llegó a encontrarlas las adquirió y devolvió. Esta logia cesó en 1835'.

LOGIAS V MASONES EN LA BANDA ORIENTAL

El documento que venimos de leer nos revela un hecho hasta hoy desconocido por la historiografía que se ha ocupado del tema en examen; el mismo está relacionado con la actuación, en Montevideo, de una de las ya mencionadas logias itinerantes irlandesas. Esa información está avalada por un documento masónico expedido por esa entidad. Veamos lo que se dice en el inédito relato, que de ellá nos da noticia más amplia,'.

La Logia irlandesa con el regimiento N° 47 de infantería, también formaba parte de la expedición y vino a Montevideo en 1807 Las Tropas españolas no gozaban de mucha simpatía fuera de los, muros de la ciudad, algunos colonos españoles fueron iniciados por esta logia: En nuestra logia figura un certificado de iniciación expedido por la logia N° 192 al Hermano Miguel Furriol, iniciado en la logia en 1807, habiendo sido presentado el certificado a la logia Acacia por su nieto (en ocasión del centenario de Acacia, en 1912)". Hasta aquí el relato del "herrüarió"Daniel; prosigue a las autoridades del la Gran Lógfá del Uruguay) ppr nuestCa.,'p~ilé:

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expresamos que copia fotográfica del citado certificado nos fue cedida por un activo miembro de la Logia 'Acacia" y que durante lárgo tiempo estuvo expuesto en el Hall del palacio Masónico; que del estudio de dicho certificado se deducen dos comprobaciones: la primera es que la activí-dad masónica, organizada en la Banda Oriental tuvo origen en esta logia denominada "Logia de Montevideo" y la segunda que el primer masón iniciado en ella fue el H.' Miguel Furrio¡, el 18 de julio de 1807, Lucis 5807. Fue su nieto, el ¿L' y Pod.'. Miguel Furriol, Gdo. 33, Gran Lugarteniente y gran Maestro de nuestra Obediencia quien entregó dicho histórico documento a nuestra hermana la logia `Acacia" que lo conserva como preciado tesoro".

La fecha que se consigna en el primer documento conocido de una "iniciación" masónica operada en la Banda Oriental podría explicarnos el motivo que decidió a los numerosos "hermanos" que en 1830 ocupaban los primeros cargos de gobierno en la novel República independiente, a elegir el 18 de Julio para proceder a la jura solemne de la primera Constitución del Estado Oriental del Uruguay. El texto, totalmente manus-crito, del mencionado certificado que expidió en Montevideo la logia N° 192, exhibe este encabezamiento: A la izquierda, un sello en el que alrededor de un libro abierto sobre el que están dibujados un compás y una escuadra superpuestos, hay un texto ilegible, y a todo lo ancho de la hoja otro texto en inglés que dice: "Lodge N'. 192, Helding His Magestys 47th. Regiment (signos incomprensibles)" y debajo: "Principious el Finis".

Debajo de este acápite va el cuerpo central del documento redactado en inglés y castellano, que dice:

'A todos los verdaderos Noachides iluminados en los misterios sagrados de la Cábala Divina en que ésta se presenta CERTIFICAMOS de nuestra parte como el portador nuestro hermano D'Miguel Furriol, fue introducido y hecho en nuestra Logia Ng 192 debajo en el Registro de Irlanda, quien después de un perfecto conocimiento en los dos grados de la Masonería fue elevado al digno y honrado grado de MAESTRO. Por cuias consideraciones lo recomendamos a todos y en particular a cada una de nuestra fraternidad, a fin sea atendido y respetado como tal MAESTRO que es, porque en su caso hizo cuanto pudo en favor de la Masonería, guiándose siempre sin vacilación y con los límites del honor.

El testimonio de lo cual lo sellamos al margen de este certificado con el sello de nuestra Logia.

Dado debajo de nuestra firma por nuestra Logia de Montevideo a 18 de Julio del año del Señor de 1807y Lucis 5807". Siguen firmas ilegibles. Conozco otro relato, elaborado en alguna logia montevideana, quealude extensamente a la logia de Montevideo de 1807; sin embargo, por parecerme demasiado imaginativo y no tener el apoyo de documentos

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fehacientes, omito su transcripción.Como detalle ilustrativo de las actividades desarrolladas por los masones ingleses en el corto lapso de su permanencia en Montevideo transcribiré la escueta noticia, que en relación con alguna de ellas, proporcionó a los habitantes del puerto el periódico bilingüe Estrella del Sur (editado por los ocupantes), en su entrega NQ 7 del 4 de julio de 1807.Debajo del acápite: "Sábado junio 27 de 1807"leemos: "El miércoles 24 del ocrriente se celebró en esta ciudad el día de San Juan Bautista por el cuerpo de Francmasones". Sin duda refiriéndose a esa celebración Isidoro de Marfa en sus "Crónicas" de Montevideo asegura que los miembros de la logia desfilaron por las calles de la aldea luciendo los atuendos ceremoniales de la Orden.Por cierto que desde años antes, desde principios de siglo (1801) habían llegado a Montevideo algunos comerciantes, que utilizaban en las rúbricas de sus firmas elementos simbólicos característicos de la Institu-ción Fraternal. Uno de ellos, el francés don Luis Goddefroy, más tarde miembro fundador de la primera logia documentada de adhesión france-sa (Les entants du nouveau monde), 1827, usaba los tres puntos entre dos barras paralelas; otro fue Joaquín de la Sagra y Periz, natural de Galicia, quien, en tiempos de la ocupación militar luso brasileña (1822-1829) integró el cuadro lógico de la Perfeita Amizade yposteriormente fue miembro destacado de la antes mencionada logia francesa.La actuación ciudadana y masónica de de la Sagra se prolongó hasta bastante avanzada la vida del estado independiente, donde ocupó altos cargos en el poder judicial así como en organizaciones de la Orden Fraternal. Este personaje utilizó en la rúbrica de su firma un signo reticular que al presente caracteriza un alto grado de la Masonería del rito escocés. También empleó ese signo, acompañado de los clásicos tres puntos, el comerciante mahonés Francisco Juanicó, otra figura relevante de la Masonería montevideana, miembro de la Logia lecorista y partícipe de los trabajos ¡atómicos en el tiempo de la patria independiente. Aun antes, en los últimos decenios del siglo XVIII, un no escaso número de españoles y criollos, miembros destacados de los círculos dirigentes de la sociedad montevideana, -cuyos hijos o ellos mismos figuraron más tarde como miembros de logias regulares-, agregaban a sus firmas alguno de aquellos signos distintivos. Igual cosa ocurrió con algunos médicos y cirujanos actuantes en el medio, tales Salvador de Mandout (1773), Ramón Gómez (1776), Vicente Verdú (1780), Francisco Martín (1756) y Santiago Carsín (1775); este último empleó los dos signos. Todo lo expuesto, prueba laexistencia en nuestro medio de elementos afiliados a la Orden Fraternal que pudieron o no actuar orgánicamente, pero cuya sola presencia constituye demostración de lo temprana que fue la

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existencia de adeptos a la Institución Masónica que se movieron en nuestra sociedad colonial, que, precisamente, recién comenzó a adquirir vitalidad y organización a partir de esos años (1776; expedición de Cevallos, instalación del virreinato, Reglamento de libre Comercio). (21)

CONCLUSIONESHa quedado así documentado y explicado el temprano y permanente

interés que manifestaron las grandes potencias de la hora, -Inglaterra, Francia y los jóvenes Estados Unidos de América del Norte-, en afirmar unos e incrementar otros sus relaciones comerciales con la comarca platense.

Penetración económica, también en el caso de Gran Bretaña frustra-dos intentos de ocupación física, que se viabilizó a través del comercio legal e ilegal, y penetración ideológica de que se encargaron principal-mente las logias de las respectivas adhesiones.

Fue Gran Bretaña la potencia que pese al fracaso de sus ejércitos obtuvo las mayores y más firmes ventajas, tanto en el campo de los negocios como en el político ya que, porejemplo, se debió principalmente a la gestión de Lord Strangford, el procónsul inglés afincado por entonces en Río de Janeiro, la caída del primer Secretario de la primera Junta Revolucionaria. El radicalismo de don Mariano Moreno, su decisión de declarar en la primera instancia la independencia de estas colonias, su propuesta de gobierno republicano y federal, su proyecto de llevar la revolución a los territorios del antiguo virreinato e incluso más allá de esas fronteras hasta el propio territorio portugués, constituían seria, profunda perturbación para la política global que en ese momento sostenía Gran Bretaña. Apoyar, aún consentir, que pudieran prosperar los planes revolucionarios contenidos en la propuesta morenista, hubiera significa-do en ese momento para Inglaterra: enajenarse la voluntad de Portugal y de España, las aliadas más necesarias con que contaba en la guerra que sostenía con Napoleón Bonaparte y además representaba el riesgo de que Francia pudiera asumir, a solicitud de los hispanoamericanos, el papel de sostenedora de la lucha independentista que Gran Bretaña había promocionado, aunque en muy distintas circunstancias.

Ahí tenemos la clave que explica la abrupta separación de Moreno de lodos los cargos que detentaba en el gobierno revolucionario, quizá también la explicación de su misteriosa muerte en alta mar a bordo de un buque británico.

Tal como se ha expuesto, era la situación política en el Río de la Plata al tiempo que José Artigas asume el liderazgo del pueblo oriental, alzado

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en armasen Mercedes el 28 de febrero de 1811 en apoyo de la lucha por la emancipación americana cuyo centro político y militar en la América Meridional radicaba en Buenos Aires, centro éste también en la actividad de los agentes ingleses que actuaban en la región platense.Sabiendo lo que ocurrió a don Mariano Moreno y las causas de su infortunio, podemos adelantarnos a sospechar algunas de las causas que generaron los obstáculos que encontró José Artigas en el corto, intenso tiempo de su actuación como jefe revolucionario primero, luego como gobernante de su Provincia natal y Protector de las Provincias de la efímera liga que comenzó a organizar.En efecto si comparamos las propuestas de Mariano Moreno, sus proyectos para la institucionalización del Estado, sus planes de extender la revolución, vemos que cada paso que dé Amigas para llevar adelante el que llamó "sistema americano", porseridéntico el objeto al propugnado por Moreno, choca contra la política británica de aquel momento, así como choca a los intereses del comercio británico el estado de permanen-te conmoción en que las actividades de José Artigas colocaron a la región y, más aún, las trabas que en 1815 puso al comercio de aquella potencia y el creciente relacionamiento que logró establecer con el Caudillo Oriental el encargado de los asuntos comerciales norteamericanos, Tomas Halsey.José Artigas, podremos comprobarlo en su oportunidad, será la segunda gran víctima que cobró en el Río de la Plata la diplomacia del imperio británico, después tocaría el turno a Juan Manuel de Rosas y más tarde, al pueblo paraguayo aplastado por la misma alianza de intereses, orquestada desde Londres, que había derribado a Mariano Moreno, José Artigas y Juan Manuel de Rosas.

2. LAS VÍSPERAS DE MAYO DE 1810Fue en el período comprendido entre los años 1805 y 1807, bajo la

presión de los sucesos que ocurrían en la Europa convulsionada por la acción napoleónica, cuando en el conjunto de las preocupaciones comu-nes que afectaron a los españoles peninsulares y a los criollos, se comenzó a insinuar en la capital virreinal la presencia de los diversos sectores de opinión en que al final vendría a dividirse el ambiente político porteño. Simplificando, puede decirse que fueron tres los grupos cuya presencia puede detectarse en la ciudad al menos desde el año 1805: los españolistas cuyo principal centro de actividad radicada en el Cabildo, siendo don Martín de Alzaga su rector indiscutido, y, por otra parte, los criollos separados en dos grupos en función de sus respectivas adhesio-

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nes alas dos logias existentes en la ciudad o, en el caso de los "profanos", a sus relaciones con los miembros de alguno de esos núcleos, el dependiente de Londres, partidario de la solución monárquica constitucionalista, el de adhesión francesa partidario de la republicana.

Los éxitos logrados en oportunidad del rechazo de la primera invasión inglesa fueron capitalizados por aquel sector de opinión que lideraba Martín de Alzaga y que estaba integrado, salvo pocas excepciones, por los cabildantes, y funcionarios, militares y principales comerciantes españoles europeos. Más adelante, cuando los miembros de ese "parti-do" se enfrenten a los sucesos que comprometen su lealtad a la patria nacimiento, a sus intereses económicos, a sus perspectivas de futuro, a su orgullo español, que todos esos factores mueven las decisiones de hombres, unos, la mayoría, van a oponer tenaz resistencia a los trabajos revolucionarios y más tarde a las autoridades surgidas de los hechos de Mayo de 1810, mientras otros, los menos, formados en las logias, estuvieron en los primeros puestos de la acción revolucionaria tales: Domingo Matheu, Esteva y Llach, Miguel Esquiaga y tos Larrea.

Vamos a remontarnos pues al año 1805 para conocer brevemente sucedido entonces. Ello importa porque el saberlo facilita la comprensión del proceso posterior; también porque en su causa inmediata, que radica en Europa, encontraremos la explicación del hecho de que, en un primer momento, sean los propios hijos de España quienes en Buenos Aires compartan con los criollos, a veces a la vanguardia, la responsabilidad las acciones que afectaron directamente las bases políticas y reales del sistema.

Sobrevenido, luego del reinado progresistade Carlos ti¡, el malgobierno de lo que la propia reina María Cristina llamó, con desenfado, "la santí-sima Trinidad en la tierra", a la humillación que para el orgullo español debieron significar las lamentables y no disimuladas irregularidades que ocurrían en las propias habitaciones reales, y las generalmente desacertadas medidas de gobierno de Godoy, el Príncipe de la Paz (el otro integrante de la celestial Trinidad) se agregaron, completando el cuadro desmoralizador, las sucesivas crisis económicas provocadas por las guerras en que España se encontró mezclada y la influencia que la Revolución Francesa ejerció sobre los afiliados a las logias españolas. Todo ello dio lugar que, junto con el incremento de las críticas al sistema absolutista y la propaganda de los constitucionalistas, surgiera entre los masones "irregulares" una corriente radical que en 1795 preparaba un levantamiento republicano. Sus principales cabezas, los profesores catalanes Picornell, Lax, Cortés y Andrés, fueron procesados, desterra-dos a América yencerrados en las prisiones del puertodela Guayra desde donde, mediante vínculos 'Yraternales", ayudaron a los conspiradores

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Gual y España.En los propios círculos superiores de la sociedad española existía

plena conciencia acerca de la errada política mantenida por la metrópoli en sus relaciones con sus colonias americanas; esto queda de manifiesto en los siguientes párrafos de una Proclama que, en 1810, emitió el efímero Consejo de Regencia:

Desde este momento, españoles americanos, os veis elevados dignidad de hombres libres; no sois ya los mismos de antes, encorvados bajo un yugo mucho más duro mientras más distantes estabais del del poder. mirados con indiferencia, vejados poda codicia, y destruidos por la ignorancia" .

También ilustran al respecto algunos conceptos vertidos en una correspondencia que el 12 de marzo de 1811, remite el poderoso comerciante gaditano Manuel Ferrer Sanz a don Miguel Vilardebó:

¿Cuáles son las quejas que puden tener los criollos en calidad tales contra los españoles quienes no ignoramos el cetro de hierro ha oprimido en estos tres últimos siglos?; pero, acaso hemos sido tratados nosotros, muy por el contrario pues hemos sido los primeros disfrutarlas plagas o infatuación que un gobierno tiránico ha derramada sobre nosotros" (22)

Tales críticas, ese resentido reconocimiento de los males sobreveni-dos a España y sus posesiones como consecuencia de la desajustada conducción de sus gobemantes absolutistas que se simboliza con alusión al cetro de hierro" , se manifestaron, con mayores motivos medio colonial.

Contribuyeron a avivar el fuego del descontento y la conspiración: incremento de la correspondencia mirandista y la actividad de los agentes británicos que bajo el pretexto de preocupaciones científicas llegaron este tiempo a la América hispánica, " Inglaterra preparaba el camino su planeada invasión. Miranda, que desde el principio del siglo organiza-ba políticamente a sus 'hermanos' que viajaban a Londres y agitaba conciencias en América, escribe ahora siduamente a sus 'cofrades' americanos" .

Figura en el Tomo XVI de Archivo Miranda, un documento muy extenso, elaborado en el lapso previo a las invasiones, en que constan datos circunstanciados acerca de población, defensas militares, produc-ción, número de milicias y otras informaciones muy significativas, ellas referidas al Río de la Plata, lo cual, además de demostrar el interés concreto que despertaba la región en los medios masónico-políticos Londres, son prueba de la existencia aquí de bien informados colabora-dores.

Es a partir de 1804 que se encuentran constancias del arribo al

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de agentes especiales enviados por la Gran Bretaña para preparar el camino de sus aventuras militares de los años siguientes.

Los casos más notorios son los del Coronel irlandés Santiago Burke, quien encubría sus verdaderas actividades bajo el pretexto de "indaga-ciones científicas"y el minerolog¡sta John Mawe. Aquel en Buenos Aires, éste en Montevideo, establecieron durante su estadía, contacto estrecho y afirmaron amistad con destacados elementos francmasónicos del ambiente.

Burke se relacionó con los hermanos Rodríguez Peña, con Castell¡ otros "¡niciados", tal como lo confirmarían posteriormente, con motivo su segundo viaje a Buenos Aires en 1809, el agente múltiple Felipe Contucci y don Saturnino Rodríguez Peña. ste último en una de las cartas secuestradas por las autoridades españolas con motivo del "caso Paroissien", anunciaba a su "hermano" el Dr. Juan José Castell¡:

"Muy en breve tendrás el gusto de ver en esa a tu antiguo amigo don Santiago Burke quien se halla en ésta próximo a pasara esa con los más vivos deseos de realizarla comisión reservada que motiva su viaje y que en substancia es muy poco diferente de la que antes tuvo".

Por su parte Mawe llegó a Montevideo en 1806, poco antes de la primera invasión, y a su misión y vinculaciones, a las que se hará referencia más adelante.

Sin duda estos personajes vinieron al Plata con el propósito de entablar relaciones personales con elementos que, por otros cauces, eran conocidos en Inglaterra comoconfiables y proclives, sino ya actuantes en pro de la emancipación y, también a traer la propaganda que fue distribuida desde Buenos Aires a todo el virreinato. Es evidente que aquellos hombres ten ¡en la "comisión reservada" de preparar el ambiente que facilitara la expedición militar ya decidida, prometiendo a las perso-nas con quienes se vincularon que las tropas inglesas no vendrían con intenciones de conquistas territoriales, sino con el objeto de apoyar los planes de independencia que sus interlocutores ya tenían en mente.

Lo cierto es que los acontecimientos ocurridos después de la estadía de Burke en Buenos Aires hacen pensar en la existencia de un plan concertado para desestabilizar la situación política del virreinato viabilizando así la acción de los conquistadores. Tales trabajos se vieron facilitados por la carencia de noticias oficiales provenientes de España, falta que mellaba el ya decaido ánimo de los leales y posibilitaba la credibilidad de las falsas o exageradas noticias que, acerca de lo que ocurría en Europa, hicieron circular los agentes británicos.

Indicio claro de la situación creada entonces es laorden reservadísimacursada el 3 de abril de 1805 por el virrey Sobremonte al OidorJuan Bazo y Berry, en la que pedía se "indague la repetición de noticias extraordi-

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narias que, de poco tiempo a esta parte se habían esparcido al público, anunciando trastornos y variaciones en el gobierno..."A este requeri-miento el miembro de la Real Audiencia informó dramáticamente:

"Yo no conseguí más que descubrir una obstinación la más ciega y motivos para horrorizarme de unas maquinaciones las más delincuentes. No quiero ni me parece justo trasladar al papel, porque son indignas de trasmitirse a la posteridad... me basta haber instruido de ellas verbalmen-te a Vmd".

De lo investigado surgió, además, la constatación de haber circulado abundantemente en los medios bonaerenses y en las provincias interio-res diversos papeles sediciosos, resultando detenido por ello don José Presas y Marull, futuro secretario privado de doña Carlota Joaquina, la hermana de FemandoVll y consorte del Regente portugués. Presas fue extrañado a Patagones por habérsele sorprendido en posesión de un documento donde se manifestaba que:

`Todo individuo que en la pasada época ha querido hablarde la causa pública, todas las obras escritas que han merecido la general aceptación han hallado cerrada la entrada... Nada tenían esos libros que fuese concemiente a puntos de religión y con todo, el Santo Tribunal, olvidado en tiempos de Carlos /ti, consideró tener facultades suficientes para proscribir ycondenarunas obras escritas únicamente para defender a la humanidad y sus derechos contra la ambición y el despotismo de los iranos". (23)

Entretanto la agitación se había extendido en el virreinato; en probada correspondencia con el centro de disidencia porteña, elementos criollos de Cuzco, Córdoba y La Paz, preparaban la insurrección. En la última ciudad citada se descubrió una conspiración en la que estaban compro-metidos: don Pedro Murillo, mártir del levantamiento de 1809, Palma, Torres y otros criolos. Murillo resultó convicto de haber sido el redactor panfletos cuyo texto anunciaba una radicalización de las miras de los patriotas paceños: "Rey no tenemos, la comisión ha cesadoEuropa no mandará más a América sus gobiernos", "Viva América".

Por su parte los mercaderes peninsulares se inquietaban por la falta de noticias de su patria, sus operaciones comerciales se resentían, su ánimo desfallecía; no era para menos, ya que el movimiento de exporta-ciones que en 1796, repuntando de bajones anteriores, había ascendido a cinco millones y medio de pesos, en 1797 no alcanzó los trescientos cincuenta mil pesos y tal situación no llevaba miras de mejorar.

El 9 de junio de 1805, el comerciante Santa Coloma, estrechamente vinculado a Martín de Alzaga, escribe a su familiar don Antonio Olaguery Feliu, radicado en el interior:

"Hace siete meses carecemos de cartas y noticias ciertas de España.

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Lo cierto es que la miramos con muy mala disposición..."El 15 de octubre, el mismo Santa Coloma, escribe a Juan Angel

Molinuevo:"Va acer éandose un año en que no recibimos cartas ningunas de

nuestra España... ignoramos por qué causa ni motivo..."El ambiente era propiocio a la multiplicación de rumores y ello

facilitaba la prédica de los conspiradores. El 29 de octubre el mismo corresponsal informa a Olaguer y Feliu:

"Del Cuzco he tenido adjunta papeleta de la sublevación que allí estaba fraguada y en todas las capitales ha habido su correspondencia..."

Dice Enrique Williams Alzaga en su libro Dos Revoluciones, queseguimos para el relato de estos episodios: No cabe duda que Alzaga, al tanto de estos hechos, y enterado por Saturnino Rodríguez Peña (vinculado con él muy estrechamente) y José Presas, del plan que se preparaba se plegó a él y trató de ponerlo en ejecución'.

Belgrano y Rivadavia, en ocasión posterior, cuando en 1814-1815 llevaban adelante su misión europea de encontrar un príncipe a quien coronar en estas regiones, tratando de persuadir a Carlos IV acerca de la "inocencia" de los criollos en estas primeras ocurrencias sediciosas del siglo XIX, acusan a quienes habían sido sus transitorios aliados, en los siguientes términos:

"Los comerciantes y mercaderes europeos (Alzaga, Santa Coloma, Villanueva, etc.) muchos militares, y bastante rentistas y los pocos ilustrados del mismo origen eran exclusivamente dueños de la correspon-dencia indicada, los que preparagan en toda ocurrencia y trasmitían a los pueblos del interior!.

Para tener una idea acerca de la forma en que trabajaba y se manifestaba en el Río de la Plata la propaganda "desestabilizadora" vamos a conocer parte del texto de una presunta "Memoria presentada por el Embajador de Francia, el ciudadano Periñon, al Exmo. Príncipe de la Paz" referida al desastre de Trafalgar (21 de octubre 1805) que encontramos entre los papeles de Juan Francisco García de Zúñigay que en lo sustancial dice:

"... Es enfermedad de los gobiernos el accidente de ciertos cánceres con que se contamina y corrompe el estado político. Es indispensable abrazar y cortar de raíz esta perniciosa semilla. La Marina Exmo. Sr. acaba de darnos un ejemplo constante de esta irrefragable verdad, ella en vez de batir el orgullo inglés que ya empezaba a decaer... ha fomentado su desvergüenza a tal grado que no se halla semejante. Por esta causa bastante poderosa va a padecer el comercio, que es la columna de la monarquía, pérdidas irreparables. La nación entera detes-ta las pésimas operaciones de la marina y llora con respetuoso temor las

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desgracias que deben sobrevenir: ella no ha querido pelear... (corramos el velo que cubre esta traición) han vendido, comprometido el honor de la Nación, así se ha representado con documentos ciertos y seguros al Directorio... ° (Los subrayados y paréntesis pertenecen al documento en cuestión).

Cierto el hecho de la derrota hispana, verdadera o falsa la deprimente novedad que a su respecto se denuncia, la sola circunstancia de la aparición y difusión de tal documento demuestra la existencia de una campaña propagandística tendiente a socavar ta moral de los súbditos españoles.

En tales circunstancias debió afrontar el virreinato, -directamente Buenos Aires y Montevideo-, pero también el resto de los pueblos integrantes que debieron concurrir con sus milicias en ayuda de la capital, las arremetidas invasoras de los británicos.

Todo estaba preparado para asegurar el éxito de la empresa conquis-tadora, que además se vio facilitada en un primer momento por la deserción de la autoridad suprema (se habló de traición de Sobremonte), la quizá de antemano pactada, aceptación de los grupos dirigentes (cuyos principales cabezas eran depositarios de las conocidas promesas de los agentes ingleses) y de las propias autoridades eclesiales.

Sin embargo el ambiente cambió en la sociedad virreinal cuando las actitudes de los militares extranjeros dejaron en claro sus objetivos de conquista.

La reconquista significó, entre otras cosas, una vigorosa reacción antibritánica de muchos de los que habían oído y creído en las promesas de Burke; la victoriosa resistencia opuesta al segundo intento constituyó la culminación de aquella reacción, que había prendido en el pueblo.

En los acontecimientos que siguieron a tales jornadas, de las que Alzaga, Liniers y Saavedra resultaron, en lo personal, beneficiarios de la popularidad adquirida en la reconquista, el partido de don Martín encabe-zó ostensiblemente el que sería decisivo empuje de los proyectos insurreccíonales, empuje que culminó con el primer exitoso ataque al edificio legal del sistema colonial y golpe mortal, en América, a las teorías absolutistas que desde tanto tiempo impugnaba el masonismo y que aún eran sostenidas en Europa, enfrentadas a los embates teóricos y al ejemplo triunfal de la Revolución Francesa.

Nos referimos a los sucesos ocurridos en Buenos Aíres en agosto de 1806 y febrero de 1807 que culminaron con la destitución del Virrey Marques de Sobremonte y su sustitución por Liniers, una semana antes del ataque de Whitelocke a la sede virreinal. Se trataba, nada menos, que del "escandaloso" despojo que "en nombre de los intereses del pueblo'; se había hecho de todos los poderes que el rey "por derecho divino" había

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delegado en su vicario.Si las victorias militares obtenidas por las milicias ciudadanas contra

los ejércitos profesionales ingleses, dieron a las gentes del común la medida de su poder y una prueba del abandono en que eran tenidos por la metrópoli; la destitución, en su nombre, del virrey, las consignas que acompañaron el "atentado": "Muera el virrey y los Oidores", "Fuera la Audiencia", "independencia", "Libertad", "República ; incluso lo afirmado públicamente por miembros de la facción alzaguista (el comerciante español Piran habría dicho: "que no consideraba a su Majestad después de haberlos abandonado) deben haber representado golpes demoledores para el sentimiento de respeto reverencial que por todo aquello que tuviera atinencia con la institución de la realeza, habían alentado hasta entonces las clases populares. .

Era tal el desprestigio de la persona desplazada en los sucesos de Buenos Aires que hasta los legalistas de la Real Audiencia apenas resistieron, por fórmula, y aun así, encontraron en la pluma del Fiscal Villota el subterfugio legal que cohonestara los hechos, de los que, reiteramos, Alzagay su partido sacaron las mayores ventajas inmediatas.

Pedro Andrés García definió en una carta que dirigiera a Francisco Paula Sanz (enero de 1809) los motivos personales que perseguía don Martín con estas y las siguientes conspiraciones que acaudilló:

"Aspiró, escribe García, a que todo el mundo leprodigase elogios para hacer su nombre conocido de uno a otro polo, cohonestando sus relaciones con aire de protección hacia las viudas, huérfanos y desgra-ciados en los combates; recabó de los cabildos de las capitales, por tan apreciables medios, atenciones de las corporaciones capitulares... y tenerpreponderancia sobre los demás (Cabildos) del continente, sirvien-do de modelo a sus ulteriores miras".

Otro episodio que se inscribe en el proceso de acción confluyente que estamos examinando y en que intervinieron todos los partidos bonaeren-ses lo constituyó la espectacular evasión de Beresford y del coronel Pack, los más altos oficiales británicos internados en la Guardia de Luján después de la primer invasión. Aunque fueron los logistas Rodríguez Peña y Padilla quienes aparecieron directamente implicados en el caso y debieron huir junto con sus "hermanos" fugados, todos los grupos actuantes en la capital estuvieron comprometidos en el hecho ya sea por la acción ya por el tácito consentimiento. En la emergencia estuvo de por medio, facilitando las cosas, la promesa renovada por Beresford, de intermediar ante sus conmilitones ocupantes de Montevideo y ante el gobierno de S.M.B., para obtener ayuda militar que facilitase los planes de independencia, haciéndoles conocer que la decisión de los habitantes de estas comarcas era la de "serindependientes yno, cambiardedueño".

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(25) El general Enrique Martínez, trancmason, contemporáneo de tales

ocurrencias, respondiendo a un cuestionario de Andrés Lamas reveló estos detalles:

"Prisionero Beresford se le trasladó a la Guardia de Luján yallí se hizo conocer por los símbolos masónicos del Sr. S. P. (Saturnino Peña) y en sus ratos de sociedad le indicó que su expedición no había tenido otro objeto que el de promover y protegerla independencia de esta parte de América española. S. P. comunicó el pensamiento a N. P. (Nicolás Peña), H.V (Hipólito Vieytes), C. (Castelli), D. (Donado), B. (Berruti), M.B. (Manuel Belgrano) y algunos otros. Todos esos S.s. pertenecían a la Sociedad Masónica, pero tratándose de la Independencia de América constituían una sociedad separándose de los españoles (masones). Esta comenzó sus trabajos haciendo fugara Beresford, pues éste les aseguró que la expedición que debería llegar a Montevideo serviría para sólo protegersus trabajos, mas esto no tuvo el resultado que se esperaba; así fue como derrotados los ingleses y copado Montevideo por las tropas españolas, Liniers persiguió a S. P. y a A. P. (Aniceto Padilla) sin poder descubrir nada. La Sociedad continuó sus trabajos y adelantaba en ellos cuando estalló el 1 de enero de 1809 la revolución que encabezara Alzaga, con los españoles. u objeto ostensible era quitara Liniers, pero su plan era separar esta parte de América haciéndola una monarquía española" (26)

Podemos hacernos una idea de las turbulencias de aquellos días si todo lo que había ocurrido y continuaba ocurriendo aquí agregamos los elementos de inquietud, -angustiosa para unos, esperanzada para otros-, que introducían en las clases dirigentes las noticias, ciertas o exageradas, que desde 1808, llegaban por todas las vías: Los sucesos de Aranjuez, la ocupación francesa Portugal, la huida de la Corte lusitana y su radicación en Río, la ocupación de España por Bonaparte, las Cortes de Bayona, la multiplicidad de Juntas en la metrópoli, la proclamación de José y la colaboración que le prestaba una parte de las jerarquías masónicas hispanas entre las cuales el Gran Maestre del Gran Oriente Nacional don Miguel José de Asanza, Presidente de la Junta Nacional de Bayona, y Urquijo, Cabarrus y Piñuela, miembros de su primer ministerio; la opuesta ubicación de tantos otros destacados "hermanos" como Francisco Antonio, conde de Floridablanca, Martín Garay, Argüelles, el poeta José Quintana, Jovellanos, Calvo de Rosas, entre docenas.

Para completar este cuadro, sin agotar sus detalles, veremos apare-cer en el medio platense a los agentes de los intereses lusitanos y carlotistas, al espía Curado, a los agentes Goyeneche, Molina, Burke y Marqués de Sassenay; ocurrirá el arresto del médico Paroissien, así

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como el hecho que consideramos más importante para el futuro de la Revolución; el conflicto entre Liniers y Elio que, al fin y al cabo, no fue sino una manifestación de la vieja pugna entre las dos ciudades-puertos, que pronto culminaría con la definición autonomista de los orientales.

No creemos que sea aventurado afirmar, a la vista de ese convulso panorama político-económico y social, que la revolución ya se había instalado en la comarca.

Recurrimos otra vez al expediente de utilizar la correspondencia de los personajes del momento para sentirnos más cerca de aquella realidad conociendo algunas de las emociones y reacciones experimentadas por esos protagonistas al tiempo de ocurrir los hechos y de asumir o enfrentar los compromisos que les planteaba la nueva situación y sus propias convicciones. En este caso se trata de la que.mantuvo don Vicente Anastasio Echevarría, abogado, alto funcionaro de la Real Audiencia de Buenos Aires e importante figura masónica, con su joven "cofrade" y colega Lucas José Obes radicado en nuestra ciudad, Asesor del Cabildo y comerciante del puerto.

El comienzo de esta relación parece haber coincidido con los días en que el clima rioplatense estaba entrando en su etapa decisiva; en efecto, en una carta del 13 de enero de 1808, que parece ser primera de Obes a Echevarría, aquél agradece la relación que éste le propone y le da detalles de sus actividades como abogado, comerciante y político, finalizando:

"Considero que Ud. me cree dispuesto a emplearme en su obsequio y esto me lisonjea demasiado".

El 2 de abril de ese año, Echevarría, que ya cuenta con un correspon-sal entre sus "hermanos" montevideanos, se refiere a temas que nos interesan:

"No compre Ud. las pistolas y el sable hasta que yo le diga... Nada dice Ud. en orden a noticias públicas y es preciso no lo omita así como le haré saberlo que sepa... Porahora nada otra cosa hay de interesante sino que hace días salió el falucho. La Podrida al mando del piloto Larrea (esa es la barca que Ud. está viendo) sin saberse su destino, por lo visto parece que es cruzarla boca del Río, a qué objeto ni con qué motivo nadie lo sabe porque la cosa se ha hecho con la mayor reserva. Pero los políticos calculan de varios modos que no específico porque me parece que no va en regla y yo tampoco sé atinar. Una expedición salió por tierra al mando del piloto Peña con designio, según se dice, de Patagones, pero tampoco nadie lo sabe con certeza porque ha intervenido la misma reserva que en la otra". (27)

Los particulares piensan en armarse, movimientos significativos de barcos, Larrea futuro miembro de la Junta, miembro de la logia "Indepen

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dencia", en extraños viajes ala boca del Río donde es fácil recoger armas transportadas por buques de ultramar; un Peña en expedición a Patagones, otro sitio por el que en alguna oportunidad Contucci pensara entregar su contrabando de armas, ansiedad por conocer noticias públicas; en fin, multiplicada actividad cuya índole y objetivos son fáciles de deducir.

El 1 de setiembre vuelve a plantearse el tema político:"Esta mañana ha llegado el falucho cuyas noticias sabrá Ud. mejor

que yo, porque encerrados el conductordel pliego, el VirreyyGoyeneche,aún nada ha llegado a mí... sin embargo de los que andan a la caza de noticias para traérmelas. Entra un militaryme dice: corre que ese Cabildo ha prendido al Gobernador, con otras especies que me han hecho reír carcajadas... No me olvido del papel prometido por Ud. que hasta ahora no me ha enviado..."

En el caso debió tratarse del oficio en que Ello conminaba al virrey Liniers a renunciar por "ser sospechoso y por francés", todas eran pre-ocupaciones, reserva e incógnitos para estos hombres tan importantes de la masoneríayde la política platense. La correspondenciade Echevarría tomará enseguida un tono distinto al producirse en Montevideo los episodios de la Junta de 1808 en los que Obes tuvo participación tan destacada; de ella nos ocuparemos en su momento.

Por su parte el trabajo de otros conspiradores y de agentes foráneos era también intenso, multiplicándose los conciliábulos en los clubes secretos, cruzándose los planes linieristas, carlotistas, alzaguistas e independentistas, mientras de Europa y de Río llegan emisarios y la propaganda inquietante y disociadora volcaba a la calle pasquines, rumores y traducciones de trabajos como el de William Burke titulado "Razones adicionales para emancipar inmediatamente a la América Española" que Rodríguez Peña, en Río, había recibido desde Londres distribuía por toda la América Meridional; también corría un desconocido periódico o "Papeleta de Noticias del Sur"al que el mismo Peña se refiere (remitiendo ejemplares) en su correspondencia con Miranda (28).

La contrapropaganda española, sensibilizada por la notoria actividad agitativa de Miranda y sus logistas, ponía en circulación un agresivo panfleto titulado "Retrato y vida del traidor Miranda" respuesta a la Pro-clama que el "General" había hecho llegar al Cabildo bonaerense conte-niendo términos tan subversivos como su encabezamiento:

"No dudando sea notorio a Vuestras Señorías el empeño y esfuerzo con que he procurado promover la Libertad e Independencia del Conti-nenteHispano-Americano;yenseguida noessuficienteelhechodelas invasiones inglesas para formarjuicio cabal sobre las vistas del Gobierno Británico..."

Un agente anónimo de Portugal informa esos días acerca del estado

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de desgobierno y confusión reinante en Buenos Aires:"Buenos Aires es en substancia una república cuyas resoluciones se

determinan por un movimiento manifiesto o encubierto al cual el gobierno no puede resistir. El pretexto aparente (en todo lo que se hace) es siempre: el rey, la patria, la religión; pero la causa verdadera es el interés particular de los comerciantes; es una conjura de ellos contra los consumidores"(29).

En otra vertiente, desde marzo, se desencadena por la Corte de Río una múltiple actividad tendiente a hacerse cargo de la presunta herencia americana de España; el Regente don Juan, para cuyos asesores estos eran bienes de difunto, y su "benemérita" esposa Carlota Joaquina que por hermana se consideraba sucesora de Fernando VII, habían entrado en disimulada pero enérgica competencia.

Las pretensiones de la Princesa contaron con un importante y doblemente interesado sustentador, el almirante Sidney Smith jefe de la escuadra inglesa para los mares del Sur quien, pese a que no oficialmen-te, debió contar con la aquiescencia de sus superiores, ya que el propio Lord Strangford, llegado a Río en julio de 1808, actuó en la misma línea hasta recibir, posteriormente, órdenes contrarias. La única condición británica: que Montevideo debía ser ocupada por sus militares.

El Conde de Liniers, hermano del Virrey, que se encontraba en la capital carioca, consultado por su amigo el Primer Ministro don Rodrigo de Souza Coutinho, había advertido:

"Nunca ni la más mínima expresión que pudiese dar a entender que (los platenses) desean unirse al Brasil".

Por su par t e un i nf or mant e anóni mo habí a escr i t o desde Ai r es:

"(aquí)... debe manifestarse la oposición más decidida a una unión que les haga perder su subsistencia. El comercio del Río de la Plata sin el Perú no es comparable con el (que podría realizarse) con el Río Grande. La unión interceptaría este comercio y reduciría la ciudad ala miseria".

Era muy objetivo el corresponsal; al mismo tiempo confirma la existencia de un partido republicano:

"Existe un partido de la independencia, francés en el fondo, y republi-cano, que podría serque se nos uniera mudando la idea de la democracia por la de un estado monárquico separado de Brasil". (30)

Pese a estos informes, tan poco alentadores, la diplomacia lusitana comenzó su agitada labor. Llegan a Buenos Aires oficios y agentes portugueses: los primeros intimantes, los otros insinuantes. En mayo, Alzaga, con el pretexto de atender su salud resentida, pasa a Montevideo; trae una doble misión: la oficial que le encomendara Liniers y el Cabildo

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y se refería a la elaboración de un plan para la invasión militar de Río Grande (31), y la personal, o de su partido, que resultó más afortunada ya que los contactos con sus amigos los comerciantes españoles y con el propio Elío le permitieron dejar preparada la parte que a Montevideo correspondía en un amplio proyecto insurreccional que abarcaba todo el virreinato, tendiente a imponer una autoridad única y española, con lo que, aparte de eliminar al odiado Liniers, cerraría el camino a los manejos de los grupos criollos y quitaría pretextos a las gestiones portuguesas que en junio se reforzaban con la llegada a Montevideo del Brigadier-espía Curado, de paso para Buenos Aires.

Entretanto en Buenos Aires los agentes lusitanos que consideraban a Alzaga como el principal enemigo de sus proyectos, se inquietan por noticias contradictorias circuladas respecto a la misión de Joaquín Javier Curado. El 17 de junio uno de esos corresponsales escribe a su Corte:

"Noto de paso que estas noticias contradictorias son efecto de la conducta ambigua y tergiversadora de Alzaga; nunca se desconfiará bastante de él, yo temo mucho que consiga paralizar, con sus manejos, la actividad que necesita una empresa de tanta importancia como la que se tiene en vista".

Luego de relatar el papel desgraciado que había desempeñado Alzaga en la llamada conspiración de los franceses de 1795 y otras novedades de su curriculum, concluye:

'Más tarde, estando Beresford en Buenos Aires, daba oídos ymostraba condescendencia con las propuestas de Independencia hechas por los ingleses... electo por el pueblo e intruso en su magistratura sin el preciso consentimiento del virrey, renovó su correspondencia con los partidarios de la independencia desde que los ingleses fueron señores de Montevideo..." y prosigue: "Debe ser amigo o enemigo declarado pues siendo directorde todos los comerciante de primera jerarquía, su marcha equívoca desorienta aun a los bien intencionados que tendrían el coraje de declararse (porta anexión a Portugal). Los habitantes de Montevideo y Buenos Aires temen su hipocrecía y genio sanguinario".

Acerca del ambiente político reinante en Buenos Aires, dice el anónimo informante el 21 de junio de 1808:

"El Cabildo trata de la Independencia; Liniers se opone; la Audiencia nada decide; el obispo está en guerra con los doctores y el pueblo nada sabe de lo que se trama".

Otro informe, refiriéndose a las actividades del partido alzaguista, al amplio alcance de las mismas y a sus trabajos en busca de contarcon una fuerza armada confiable que oponer a los cuerpos criollos oganizados en Buenos Aires, explica:

"Por una intriga muy bien conocida tuvo el Cabildo el arte de compro-

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meteren sus intereses ala mayorparte de los habitantes de BuenosAiresy del Perú, y constituye ahora un poder respetable que es tanto o más de temer cuanto es difícil destruir el motivo de su preponderancia que es el interés particular de todas las personas de figuración. Organizando las milicias en naciones, haciendo nombrar por los soldados a los jefes y oficiales que les eran afectos, manteniendo a su costa el regimiento de artillería, cobrando impuestos y disponiendo gracias, tiene arrogado en todo el poder y pide la consideración del soberano, del que sólo existen ahora las apariencias en manos de Liniers".

Por su parte el virrey, conciente del peligro que corría su primacía legal en medio de tantos manejos, sabiendo que no contaba con una fuerza totalmente adicta, -apenas con un grupo de aprovechados amigos-, conociendo que su anterior popularidad se veía afectada por una insisten-te propaganda que ponía el acento en su origen francés, en sus corres-pondencias con Napoleón y en las irregularidades de sus relaciones particulares, trataba de afirmar su precaria posición; así explica el mismo agente lusitano los presuntos planes de Liniers:

"Pensó desarmara) pueblo y organizaralgunos cuerpos que estuvie-ran sujetos a ordenanza, pero el pueblo se quiso conservar annado y obligó al gobierno a concederte un sueldo abultado que superara las posibilidades del Estado. Calcúlese que el costo anual será de tres millones de pesos..."

Vuelto Alzaga a Buenos Aires, luego de su laboriosa estadía monte-videana, activó sus contactos, movilizó a sus leales y aunque resultaron frustrados sus intentos de agosto y octubre de 1808 en la capital, exultante por el éxito obtenido por sus amigos montevideanos en setiem-bre de 1808, se jugó el 1 de enero de 1809. Todo estaba minuciosamente preparado; en los primeros días de agosto el Cabildo había maniobrado con audacia buscando obtener para sí, no ya en el virreinato sino en toda América del Sur, la preeminencia que Alzaga buscaba utilizar como peldaño mayor de sus planes. En efecto, haciendo hincapié en el papel destacado que en las reconquistas correspondiera al Cuerpo Capitular, éste escribió a España reclamando el título de "Conservador de la Amé-rica del Sur, con el agregado de Protector Medianero de todos los Cabildos del Continente". Mientras de esa manera buscaba obtener un título que diera alguna validez al golpe que se preparaba, jugó don Martín su gran carta en ocasión de las elecciones capitulares de 1809. Perdió, los logistas criollas con quienes se negara a compartir los cargos de "su" Cabildo, lo abadonaron a su suerte. En efecto, los "hermanos" de adhesión inglesa dejaban correr los sucesos; por su parte los hombres la logia Independencia, siendo los más cercanos a su persona debido, entre otras cosas, a la amistad que unía a don Martín con Mariano

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Moreno, reaccionaron ante la intransigencia de los "españoles viejos" pese a habérsele acordado a dos de sus miembros, Moreno y Larrea, sendos cargos de Secretarios en el proyectado gobierno revolucionario, abandonaron en el último minuto la frágil alianza. Esto significó Sentenach, Teniente Coronel del Cuerpo de Artillería Volante, Miguel Esquiaga, Capitán del mismo Cuerpo y Esteva y Llach, su Comandante, los tres catalanes y morenista, retiraran el apoyo de la decisiva fuerza, cuando ya los tercios de Gallegos, Vizcainos y Catalanes se habían "quemado" en la plaza junto con los demás conspiradores alzaguistas.

Saavedra, jefe de la mayor fuerza militar, con el prestigio de sus vínculos Tratemos" y de su actuación durante las invasiones, contribuyó decisivamente a desbaratara¡ intento. Liniers mantuvo su precario quedando en deuda con quienes lo sostuvieran en el momento decisivo, los cuerpos españoles fueron desarmados y disueltos, sus jefes perse-guidos y los principales complotados: Alzaga, Santa Coloma, Villanueva, Neyra y Reynols despachados a Patagones de donde pronto los resca-taría su aliado Ello, quien los instaló en Montevideo apoyando la prose-cución de sus tareas conspirativas.

La Real Audiencia, cuyos miembros pertenecían al partido derrotado, acusando el golpe recibido por sus amigos, se dirigieron el 21 de enero de 1809 a sus jerarcas de España pintando con las tintas más negras que en el minuto vivía Buenos Aires y haciendo esta clarificante referencia acerca de la situación política:

"Vacilante el estado o diversidad de opiniones en los vasallos provincias, fascinados unos portas máximas corruptoras de la revolución fatal de Francia, inclinados otros a una delirante y desatinada indepen-dencia influida porlos ingleses, y resentidos otros del gobierno anterior... dominado por un ingrato favorito que abusaba de las bondades de monarcas..." (32)

Ya tenemos esbozado por la pluma de los señores Oidores, el cuadro político que se presentaba en la capital virreinal; había llegado el tiempo de las definiciones y, en función de sus intereses, cada cual había su ubicación: partido españolistay partido criollo y éste dividido en corrientes que ya hemos considerado.

Para completar ese panorama, configurado por los hechos y los testimonios expuestos, nos falta referirnos con algún detalle a lo que simultáneamente estaba ocurriendo con las actividades de los agentes lusitanos destacados en la capital, a sus vinculaciones con los elementos francmasónicos porteños, y a la de todos ellos con quienes, desde Londres y Río (allá Miranda, Padilla, Wellesley, etc., en la capital cariocaSaturnino Rodríguez Peña, Belgrano yalgún otro) combinaban los para el logro de la independencia absoluta de la América Meridional" .

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Como ya sabemos, desde marzo de 1808, la Corte portuguesa instalada en Río comenzó a desarrollar, por doble conducto, planes para obtener el dominio del patrimonio español en América. En esos momen-tos urgían a Gran Bretaña: la gravedad de los problemas políticos, económicos y militares que en Europa le creaba la acción napoleónica; y, en América, la convulsa realidad que examinamos, tan propicia a los trabajos de los agentes bonapartistas y de los grupos organizados en logias o clubes paramasónicos, partidarios del sistema republicano y de las ideas radicales de la Revolución liberal francesa. Por esas razones Foreing Oficce dejó hacer a la diplomacia portuguesa y aún alentó sus trabajos por medio del Almirante Sidney Smith y, en sus primeras actuaciones, también porel diplomático Lord Strangford, quien en julio de 1808, a pocos días de su arribo a Río escribió a Canning:

"... si la expedición (militar portuguesa al Río de la Plata) se lleva a cabo y es coronada por el éxito, sería muy deseable conservemos para S.M. ya fuera Montevideo o Buenos Aires" (33).

También Hipólito da Costa, desde su recién creado Correiro Braziliense, aunque saliendo al paso del posible uso de la fuerza por parte de los portugueses, recordó en el primer número del periódico, los derechos de la Princesa Carlota:

"... sin embargo, dijo, las ventajas que el pueblo del Brasil puede y tiene derecho a esperar del hecho de residirallí su gobierno, serían nulas o, por lo menos infinitamente pequeñas, si el gobierno intentase ahora tomarposesión porla fuerza de las armas de todo el territorio americano a que tiene derecho por parte de la princesa su mujer" (34)

Sin embargo, ya en noviembre de 1808, el grupo masónico que actuaba en Londres como cabeza visible para los asuntos políticos de la América hispana y que integraban, además de Miranda e Hipólito, altos personajes de la política británica tales como: el duque de Glaucester, Lord Greenville y el general Wellesley, -a quienes se había agregado como consejero el propio Berestord-, apoyándose en las nuevas cir-cunstancias sobrevenidas en Europa continental logró el cambio desea-do en la diplomacia inglesa. Lord Strangford recibió instrucciones preci-sas de oponerse por el momento a las pretensiones lusitanas; la suerte de Smith, terco en sus compromisos con Carlota, estaba en entredicho Hipólito, dominado su ánimo por el peligro de que, desatada en América una guerra civil, esta pudiera ser aprovechada por los agentes franceses y sus partidarios criollos, instaba desde su periódico para que las autoridades británicas asumieran un papel más activo en relación con las inquietudes de los criollos:

"... una guerra civil será consecuencia inevitable, determinando tal vez que Francia ofrezca ayudar al establecimiento del nuevo gobierno y

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obteneren remuneración de tal servicio un ascendiente... que le será muy favorable. Inglaterra sin embargo tiene en sus manos impediresa ventaja de la Francia, pero el único medio es tomar la delantera a los franceses favoreciendo al partido popular, atrayendo así la voluntad de la nación..."

Estas consideraciones acerca del papel que la Gran Bretaña debía asumir en relación con la creciente inquietud de los ánimos americanos coincidía perfectamente con la línea de pensamiento y acción que se había propuesto el grupo masónico que en Londres se ocupaba de los asuntos de la América Meridional.

En efecto, desde enero de 1808, fecha de su llegada a la capital británica, Aniceto Padilla, patrocinado por Miranda, multiplicaba sus reuniones, gestiones y memorandos en los que aportaba elementos de juicio tendientes a preparar el ánimo de las jerarquías actuales del gobierno isleño para un cambio de política respecto al Plata. El General Wellesley, su principal interlocutor, era quien luego trasmitía sus informes a la superioridad. Da Costa no era ajeno a tales trabajos, manteniendo permanente relación con Miranda, quien lo proveía de las noticias que utilizaba en su Correio, (35) por su parte don Francisco se servía de los agentes que el brasileño enviaba a América para remitir sus "paquetes" con tal destino (35).

El 8 de abril Padilla entregó a Wellesley un memorandum en que resume los términos de una entrevista tenida con él el día 2; en ese documento relata los sucesos de las invasiones, el estado de ánimo de los porteños, favorable a los ingleses en el primer momento:

"Pero como después de eso la conducta de los jefes británicos no correspondiera a las esperanzas que el pueblo había concebido, éste tomó la resolución de expulsarlos... Con ese suceso el pueblo logró un ascendente hasta ahora desconocido, su primer movimiento fue la deposición del virrey nombrado por la Corte de Madrid, nombrando a otro de su gusto sin que los Magistrados se atrevieran a oponerse a las resoluciones populares".

Enseguida revela la amplitud del acuerdo logrado para la evasión de Beresford, así como el compromiso que éste asumiera de interesarse en ayudar los planes de independencia:

"En tales circunstancias, dice, el señor Peña y yo, con la intervención de un gran número de personas, las más respetables, de la ciudad, adoptamos la resolución de transportar al Gral, Beresford a Montevideo bajo la condición expresa de que él empleara sus esfuerzos para que los jefes británicos que estaban en este país protegieran nuestra indepen-dencia con las fuerzas considerables que ellos tenían entonces... los jefes militares no estuvieron de acuerdo... en consecuencia el Gral Beresford se decidió pocos días después por volver a Inglaterra dándonos las

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seguridades de informar personalmente al Ministerio de Estado de las circunstancias del país... De todos estos hechos podemos deducir que la disposición del pueblo americano es enteramente contraria a cualquier dominación extranjera y que el objeto de sus deseos es únicamente la independencia, y la emancipación..."

El 18 de abril Miranda escribe a Rodríguez Peña y entre otras cosas dice:

"No descuidará Ud. por allá momento tan crítico, en preparar y combinar cuanto sea conveniente y necesario para la emancipación absoluta de la patria..."

En claro así el gran objetivo de las tareas emprendidas por los encumbrados francmasones americanos radicados en Londres, y sus ideas acerca de la dirección que Inglaterra debía dar a su diplomacia y sus actitudes en América.

Es el propio Miranda quien más tarde, en mayo de 1809, nos hará conocer, por medio de una nota que aparece entre sus documentos, la estrecha relación que mantenía con sus "hermanos", jerarcas de la francmasonería y políticos directamente vinculados con el gobierno y la oposición;

"Me dijo este amigo (el gral. Wellesley) que Cast (Castlereagh, entonces Ministro de Guerra) le había parecido un poco sorprendido y embarazado con la carta de Contucci (a que nos referiremos más adelante)... leyó también otro amigo"(Vansittart) para sí mis respuestas a Contucci, Peña, Fabless y Hislop, que éste llevó en la faltriquera, y aprobó todo" (37), paréntesis nuestros.

Desde Río, Rodríguez Peña contesta la carta del 18 de abril, el 28 de julio de 1808:

"'Recibo con indecible satisfacción la de Ud. de 18 de abril último y su virtud no perderé ocasión de propagar y animarlas heroicas ideas que incluye, debiendo informarle que la noticia de ser Ud. el principal agente de tan digna empresa influirá más en nuestros compatriotas que todo el poder de Inglaterra... Antes de recibirla de Ud. a impulsos solamente de mi honor y patriotismo había persuadido a un clérigo portugués de toda mi amistad (pudo ser éste don Antonio José Ribeiro de Matos, implicado luego en el caso Paroissien) y confianza y en quien se reúnen las condiciones de talento, educación y viveza, para despachar a Buenos Aires con prolijas instrucciones de indagar cuanto nos sea conveniente, recoger papeles, planos y demás..."

Al informarle sobre las condiciones y posibilidades políticas del pueblo llano, mantenido secularmente por España al margen de todo conoci-miento y actuación en la materia, dice que es:

"... infeliz y ciego con las tinieblas de la misma esclavitud... corre a

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confusión de sus mayores y de sus Ecl (eclesiásticos) los más fanáticos en todos respectos; algunos pocos sabios hay sin duda, mas estos o no tienen facultades para fortificar un partido poderoso o tiemblan con las consecuencias de la anarquía, guerra interior o general sublevación..." (38)

Ese mismo día había escrito Peña a su amigo Padilla quejándose por considerar exigua la asignación de trescientas libras anuales que le había concedido el gobierno inglés para subvenir a sus necesidades y sobrevi-vir con su extensa familia en Río, donde se había refugiado a raíz de su obligada salida de Buenos Aires luego del episodio de la fuga de Beresford; sin embargo reacciona:

"... lo que importa es agitarlos medios de conseguir nuestra gloria en la libertad de nuestra patria"(39)

Le informa acerca del envío del clérigo y, de paso, nos ilustra sobre los medios de que debían valerse los patriotas para financiar sus actividades:

"... para obligar a un clérigo de excelente autoridad y viveza me he visto en la necesidad de proporcionarle más de 1.200 libras en géneros ingleses, Pero sea como sea yo espero que el insinuado clérigo penetrará en los más ocultos rincones de la Capital y llevará su comisión del mejor modo..."

le explica asimismo, que espera:cohechar a un jefe u otro sujeto de importancia para obtener los

planos de defensa, contraseñas y demás... y asimismo utilizar una correspondencia secreta y segura con todo el reino o con las principales ciudades de América del Sur..."

finalmente, confirmando la existencia de trabajos de logistas de adhesión inglesa y francesa que mantenían entre ellos las divergencias que ya conocemos, dice:

°... siguen los partidos secretos, y públicamente unos desean a los ingleses y otros los detestan..."

El 29 de julio, sin duda por otro conducto, remite otra carta a Padilla; en ella responde a alguna en que aquél le informaba de las promesas inglesas de ayuda. Su contenido demuestra que durante este período preparatorio, los luchadores por la emancipación americana, pese a su calidad de francmasones dependientes de ta Gran Logia Madre del Mundo, no se engañaron respecto al carácter e intenciones de los directores de la política británica, ni les respondieron ciegamente; esa claridad dejuicio yvisión sefue acendrandocon el devenirde los sucesos. Después, asumida la dirección del Estado, todo va a ser muy distinto. Ahora decía Peña:

No puedo creer que los orgullosos ingleses franqueen sus tropas a

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un extranjero y americano como es nuestro incomparable Miranda, ni que quieran sujetara ninguno de sus generales a su dirección, en consecuen-cia es preciso trabajarsobre esta tan crítica como interesante materia con la mayorprecaución y sutileza... Creo que ha llegado el momento en que no debemos comer con mano ajena" (40).

En esto se estaba trabajandp en Londres y Río por parte de los hombres formados en las logias "regulares"; mientras tanto los agentes portugueses se agitaban por lo suyo en los medios políticos y sociales de Buenos Aires. Allí Possidonio da Costa, el Dr. Guezzi y el polivalente Contucci, entre los más destacados, encontraban dificultades en sus primeros intentos. Así lo informa a su amigo el Ministro don Rodrigo, el capitán Possidonio quien, por medio de comerciantes portugueses, ha podido establecer contactos con elementos revolucionarios criollos, abordando primero 'a los más sabios, más dóciles y prudentes"a los que habló de los derechos de la Princesa, pero "la cosa fue mal vista", con-cluye.

Sin embargo muy pronto se produce un cambio sorprendente en tales opiniones. Los sucesos de España se precipitan: Carlos IV ha abdicado, Fernando VII está en prisión, los ejércitos franceses arrollan a las tropas metropolitanas y, en el ámbito platense los planes alzaguistas (el infor-mado Alfredo Varela, en Duas Grandes intrigas, asegura que Iracasó en Buenos Aires un golpe de esa facción, preparado para el 6 de setiembre yse esperaba otro para el 17de octubre de 1808')conocidos por los grupos criollos entraban en su etapa definitiva luego del éxito obtenido en Montevideo.

Fue así que en esos mismos días, algunos patriotas decidieron remitir a Río los documentos que pasamos a comentar. Era preciso para los logistas porteños aprovecharla oportunidad que, de frenar a los "españo-les viejos", les brindaba el pedido de reconocimiento de sus derechos y los del infante Pedro Carlos cursado por la Princesa Carlota Joaquina a las autoridades virreinales con fecha 27 de agosto. Al partido de don Martín se refieren estos párrafos de la Memoria por aquellos dirigida a la Princesa borbónica:

"Motivos intrigantes son a la verdad los que se ocultan y disfrazan en los pretextos (de las autoridades españolas para negar el reconocimien-to)... Pero los sujetos en cuyas manos está el gobierno, los que por una constitución arbitraria se han introducido a la parte de sus deliberaciones, arrogándose derechos de representación pública (se refiere al Cabildo alzaguista que se había convertido en cogobemante) y que desde la ocupación de Buenos Aires por las fuerzas británicas en 1806 no han cesado de promoverpartidos para constituirse en gobierno republicano... bien persuadidos a que si en el estado de colonia por consecuencia del

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sistema hacían ventaja sobre los naturales o americanos, no la harían menor en el nuevo sistema, por la prepotencia que les daría la posesión del monopolio"(41).

Esta Memoria junto con sendas notas dirigidas al Príncipe Regente al Infante Pedro Carlos, todas fechadas en setiembre, iban firmadas por Castelli, Beruti, Vieytes, Nicolás Rodríguez Peña y Manuel Belgrano y fue Contucci el encargado de su conducción y entrega.

Lasnotaseransimplesesquelasdepresentaciónantelosdestinataros en las que se agregaba una manifestación de reconocimiento de las pretensiones principescas; la Memoria en cambio, además de denunciar las maniobras de aquel a quien querían cortar el vuelo, contiene el obligado reconocimiento de derechos y un verdadero alegato contra el sistema colonial, un auténtico manifiesto liberal; veamos sino:

"... (quedando el gobierno bajo la Regencia del señor Infante) cesaría la calidad de colonia, sucedería la ilustración del país, se haría la educación, civilización y perfección de costumbres, se daría energía a la industria ycomercio, se extinguirían aquellas odiosas distinciones que los europeos habían introducido diestramente entre ellos y los Americanos, abandonándolos a su suerte, se acabarían las injusticias, las opresiones, las usurpaciones y dilapidaciones de rentas, y un mil de males que dependen del poder que a merced de la distancia del Trono español, se han podido apropiar sin temor de las leyes, sin amor al monarca, sin aprecio de la felicidad general..."

y más adelante prosigue este cuasi panfleto:¿Cómo es de esperar que estos hombres ensalzados, enriquecidos

y engrandecidos a costa de la servil dependencia de los sumisos, y hechos árbitros de la suerte de todos los demás, no trabajen en prolongar la vida de sus pasiones viciosas? Si se prestaran a reconocer el Gobierno del Sr. Infante don Pedro, ya temieran que no sólo (se procedería) a apartar los viciosos, ignorantes y corrompidos de los cargos que indignamente ejercen; por promover la instrucción de las clases, el fomento de la industria, el repartimiento de la fortuna, la elevación de los oprimidos abeneméritos; y loor regenerarse el sistema, quedaban depri-midos, más aun desesperanzados porsu ineptitud de altemaren la suerte de los destinos, o en las artes del monopolio... Las miras ocultas que les ocupan deben asegurarles la preponderancia, y opresión a la que han debido su suerte bajo un Gobierno abusivo... En tal estado de cosas no ha podido ser indiferente a unos hombres amantes de la pública felicidad en todo sentido, una conducta de parte de los que gobiernan sin dependencias de las leyes, y sin relación a los sentimientos, de tanto honrado habitante que más bien sufre y afecta la ignorancia, o la debilidad para no ser vítima de la opresora mano que los esclaviza..."

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Con toda razón podrá decir don Saturnino Rodríguez Peña comentan-do el documento: "Los mudos hablan, los ciegos ven... cuando han espíritu para dirigirse a estos príncipes en una forma tan solemne la tendrán para la empresa más ardua".

Y la Memoria, cuyo texto y oportunidad resultan tan importantes para desentrañar el misterio de este inesperado brote de carlotismo de circunstancias, finaliza pidiendo la protección y fomento de ese gobier-no»para la empresa del Infante (cuyo reconocimiento tan estrechamente venían de condicionar) y manifestando estar conscientes del riesgo personal que asumen al realizar tal gestión:

"Si habitamos un suelo que no ha conocido la libertad y que ahora más que nunca se procura coartar, aun en la opinión racional, por un Gobierno opresor,, si no obstante esto nos exponemos al riesgo que amenaza nuestra seguridad individual y ala suerte de nuestras familias..."

A resultas de esta gestión ocurre un hecho que, como la gestión misma, creemos ha sido erróneamente interpretado por la mayoría de aquellos que lo han estudiado y juzgado; no así por quienes lo vivieron, conocían a los personajes actuantes y estaban directamente interesados en las consecuencias que de esas acciones pudieran derivarse. Nos referimos al episodio protagonizado por el médico Paroissien, a quien ya conocimos como agente inglés, francmason y a quien consideramos sinceramente adicto a las ideas de independencia que sustentaban sus "hermanos" americanos. El Dr. Peña, enterado de las gestiones de sus amigos bonaerenses decidió enviar a Paroissien a Buenos Aires para hacerles conocer, de acuerdo con lo que surge de la superficie de la documentación ocupada por las autoridades, los detalles de un plan que aparentemente estaba en la misma línea de lo que ellos habían propuesto a la Princesa.

La interpretación que consideramos equivocada, sostiene que tanto las proposiciones de los dirigentes porteños, como las directivas escritas de Peña significaban un sincero cambio de actitud, de parte de los protagonistas, que ahora se pronunciaban por la solución carlotista, abandonando sus planes independentistas.

Sin embargo, debe llamarnos a la reflexión la circunstancia de que tanto la Princesa Carlota como el Comandante Naval Smith, que prohijaba sus proyectos, pese a conocer y haber aprobado el texto de la proclama carlotista que remitía Peña, hayan llevado adelante la repudiable decisión de traicionar a sus nuevos misioneros denunciándolos a las autoridades virreinales, recomendando detener y sancionar a los destinatarios de las cartas del Dr. Peña, que eran los mismos firmantes del Memorandum favorable a la Señora Regente. Esa actitud sólo puede entenderse suponiendo que quienes la perpetraron tuvieran serios motivos para

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sospechar de la sinceridad de estos imprevistos neófitos; cuando no, evidencias ciertas de un doble juego. Esto último es lo que debe haber ocurrido y existen documentos más que suficientes y fehacientes que nos permiten asegurarlo. En efecto, tales evidencias deben haberle sido proporcionadas a Carlota por el propio mensajero de los logistas bonae-renses, Contucci, a quien Peña habría confiado sus verdaderas intencio-nes (42).

Será, por lo demás, el propio Contucci quien se jactará más tarde de su traición en un Memorial presentado en 1810 al virrey Cisneros en ocasión de que éste (confirmada la calidad de espía lusitano de aquél) intimara el abandono de Buenos Aires en plazo perentorio; así se expresó entonces el agitado personaje refiriéndose a su intervención en las ocurrencias que estudiamos:

"... me hice amigo de los agentes de Inglaterra (se refiere a Peña y Burke) recibí cartas y documentos de la mayor Importancia... escribí a Londres al General Miranda..., todo con el ánimo de evitar que siguieran adelante las ideas de independencia democrática..."y prosigue "... las cartas importantes ylos papeles dirigidos al Cabildo los entregué al señor Liniers ; al que también dí los nombres de los patriotas a quienes venían dirigidos los mensajes verbales del Dr. Peña". (43).

Por otra parte en una Relación de servicios de Felipe Contucci, fechada en Río el 16 de enero de 1815, el mismo agente amplía esa confesión; refiriéndose a los resultados de su correspondencia con Miranda, expresa:

"Esta carta ha sufrido en aquel tiempo los mejores efectos, Peña desde luego confió a Contucci un saco de cartas para entregar a los Cabildos de Buenos Aires, Paraguay, Córdoba, Salta, Potosí y un cuaderno manuscrito de las leyes provisionales con que debían gober-narse, todo remitido y escrito o firmado por el puño de Miranda... ",-

más adelante, para que no nos quede ninguna duda acerca de quién fue el delator de los planes del Dr. Peña y Paroissien, agrega:

`S.A.R. la Serenísima Sra. D. Carlota Joaquina... estaba completa-mente informada por el mismo Contucci de todo cuanto se pasaba..." y comprobación de la autenticidad de los sentimientos democráticos

de don Saturnino:Peña, de entre todos los rebeldes (era) el más aferrado a infame

sistema democrático y el más contrario a los sagrados derechos de la Augusta Casa de Borbón..."(44)

Este mismo personaje volverá, en mayo 24 de 1809, a alertar desde Buenos Aires a la Princesa acerca de los verdaderos fines que se perseguían con este "misterioso carlotismo", antecedente inmediato del similar "misterio de Fernando"tras el que, desde mayo de 1810, buscaron

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ocultarlos mismos protagonistas sus reales intenciones independentistas. En esta oportunidad Contuccí informará puntualmente a su mandante de todos los planes de Miranda, diciendo entre otras cosas:

"Respecto de la Inglaterra no parece quede duda o de que ella quiere poseer estos dominios o adquirir e ellos la preponderancia por la protec-ción de la independencia demócrata; debo hablar claro a VA. R.: ella aspira porsus emisarios a la desunión de las ideas, de ésta debe resultar la anarquía yen el caso en que pueda entrarcon sus fuerzas al dominio... las vocesgenerales con quese contenta únicamente con el comercio libre que les franqueará un gobierno republicano. Para esto ha trabajado ya Londres yha escrito a este Cabildo elgeneral Miranda (precisamente esta era una de las notas confiadas por Peña a Contucci) ... Santiago Brook (debe ser Burke) venía con este objeto a estos dominios y aunque aparentó en esa estar adicto a los derechos de VA. R. no era posible que se desentendiera del plan que había combinado con los gobemantes o influyentes en el gobierno de la Gran Bretaña de que aquí hay noticias... (45).

Pero existen incluso argumentos de hermenéutica en que afirmar nuestra teoría; se trata, en primer término de lo que puede inferirse de algunos párrafos de las "Instrucciones reservadas a Míster Paroissien ; dadas por el Dr. Peña al momento de salir el agente para su destino, el 2 de noviembre de 1808. En ellas, luego de aconsejarle cómo y a quiénes debe vincularse y de qué manera debe presentar sus supuestos proyec-tos carlotistas a los destinatarios, entre los que figuran Liniers y Alzaga, le dice:

"Uno de los principales empeños debe ejercitar (qué) en menos de ocho días haya hablado ytratado todos sus negocios, de modo que en ese plazo pueda formar unjuicio completo de la disposición en que considera a aquellos habitantes; en términos de poderasegurarse en qué caso ycon qué calidades se resolverían a declararse por tal o cual gobierno; puede convencer a los interesados en la libertad de la patria, que no se puede dudar un sólo momento; que obtendremos la declarada protección de Inglaterra; y aun la de cualquier potencia si pudiera pedirse, etcétera". (46)

Primera conclusión que se puede extraer de fe transcripto: que la labor principal, la más urgente que se encomienda a Paroissien es la de practicar una verdadera encuesta de opinión; no va a convencer a nadie de nada más que de la necesidad de liberar la patria, no sobre lo acce-sorio; va a tomarle el pulso a la opinión de los personajes principales del medio (Alzaga y Liniers) y a la de "los amigos".

En segundo t ér mi no, t eni endo en cuent a que par a esa de Gr an Br et aña en r el aci ón con nuest r os asunt os habí a

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Foreign Office, por oficio 63/59, número 18, de fecha 2 de setiembre de 1808, había comunicado a Lord Strangford su desaprobación de los planes portugueses de anexión; tal comunicación fue recibida al mes siguiente en Río, Conf. Ruiz Guiñazú, Lord Strangford yla Revolución de Mayo) y Lord Strangford ya estaba chocando con el Almirante Smith por el apoyo que éste continuaba prestando a Carlota; bien puede inferirse ésto que la protección que Peña aseguraba daría Inglaterra a los 'interesados en la Libertad de la patria"se refería a los planes de inde-pendencia absoluta" preconizados por Miranda y el grupo masónico londinense; claro que con las reservas formales que conoceremos y que propondrá el propio diplomático anglo. Pero el final de la frase aclara aún más, si cabe, el panorama: allí se afirma que se puede obtener el apoyo "de cualquier potencia" y la única potencia posible, aparte de Gran Bretaña, era Francia y la Francia napoleónica no podría apoyar en esos momentos un plan borbónico y menos lusitano.

Finalmente, lo que no se dice por escrito: No olvide Ud. mis encargos verbales, que no tengo lugar para escribir todo lo que quisiere; pero le recomiendo una y mil veces este último párrafo", así finalizan las Ins-trucciones. ¿Cuáles sino los de esforzarse en convencer a "los amigos" sobre la necesidad de persistir en los trabajos por la independencia absoluta, por la que se había estado y se seguirá laborando, terminado este interludio diversionista, podrían ser esos encargos verbales que no se habían confiado al papel y cuyo recuerdo se recomendaba 'una y mil veces'?

Pero hay más; otro elemento de juicio, que en nuestra opinión confluye para reforzar la interpretación que exponemos, está dado en lo expresado por Peña en su correspondenciacon Padilla yMirandadefinesde enero de 1809, cuando ya había quedado en evidencia y la delación de Carlota había cobrado sus víctimas. Esto escribe a Miranda el 24 de enero:

"Ya he dicho a Ud. que sólo la preponderancia del partido de los sarracenos en el Río de la Plata, y más que esto el justo temor de causar una guerra civil y con ella la horrorosa idea de los males que la acompañan, nos decidió a implorar el auxilio de Inglaterra como medio al más eficaz y propio para la gran obra de nuestra felicidad y sin costar la irreparable pérdida de un solo hombre, pero como ya en el día estamos convencidos que estos heroicos sentimientos han sido desatendidos por esa Nación y que asimismo ha manifestado el fondo de su interés particular en el momento en que por una engañada política creyó por medio de la alianza con España percibir el gran lucro del comercio de las Américas; en cuya comprobación hemos visto en esta corte grupos de intrigantes que por nuestra fortuna se han complicado y despedazado con

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furiosa rabia y en contradicción cada uno se destruye sobre quien nos ha de gobernar etc., debiendo advertir a Ud. que los tales grupos son siempre capitaneados o acaudillados por alguno de los ingleses que se hallan en ésta con alguna representación política lo militar, hemos determinado obrar pues por nosotros mismos y no sometemos, y puedo lisonjearme de que estos bajos y despreciables procedimientos, que por muy poco no han causado la ruina de nuestros Amigos y la mía, ha resultado la gloriosa satisfacción de que reflexionando nuestros compa-triotas sobre sus verdaderos derechos e intereses, se hayan reunido, acordado y resuelto, con presencia de sus ventajas locales, poder y riqueza, sostenerse y declarar su independencia absoluta sin la menor relación ni abatimiento a otra potencia. A este efecto se ha establecido correspondencia con el Perú y tomadas las más'serias providencias..."

En otros párrafos de la extensa misiva relata Peña el proceso de la intriga portuguesa en términos que denotan sus verdaderos sentimientos contrarios a las pretensiones de la Corte lusa, al mismo tiempo que expresa su satisfacción por el fracaso de la misión del Brigadier Curado, describiendo así el compromiso asumido por el jefe naval británico:

'... en el interín (no sé por qué medio aunque se habla con poco respeto sobre el particular) el contralmirante señorSidney Smíth contrajo una estrechísima amistad con la P. doña Carlota yse propone establecer-la y asegurarla en un nuevo imperio..."Por último está determinado que nuestro incomparable Contucci vaya a Buenos Aires y reuniendo en el instante de su arribo a aquella capital a todos los Amigos, los haga entenderel erroren que habían sido envueltos, los gravísimos males que se seguirían si hubieran obligado a sus compatriotas a seguir el sistema de la tiranía... Hemos acordado igualmente que se tomen las providen-cias necesarias para sostenerla guerra contra el Brasil, pues no dudamos que el Príncipe Regente la declare así como le conste lo de nuestra Independencia..."(47)

Es decir: primero, que la decisión de apoyar momentáneamente los planes de la P. Carlota (como la llama Peña) y Smith, estuvo determinada por el temor de que pudieran triunfar las maniobras del partido alzaguista ("el partido de los sarracenos" lo denomina Peña) fracasadas el 1 de enero de 1809; segundo: que se proseguía en la vieja idea, nunca abandonada, de la "independencia absoluta", la misma que en abril del año anterior proponía Miranda (el grupo masónico londinense) como "solución necesaria"... En cuanto a los párrafos finales referidos al "error" en que podían haber caído algunos Amigos" bonaerenses, 'a seguir el sistema de tiranía"a instaurarse de prosperar los planes carlotinos y a "la guerra contra el Brasil` su sola mención nos exime de más comentarios acerca de los reales sentimientos del Dr. Peña.

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A mayor abundamiento, vamos a conocer ahora lo que en carta de enero dice Peña a Padilla respecto a los verdaderos objetivos de misión Paroissien, decidida luego de tener conocimiento de las notas Memoria remitidas por los "hermanos" porteños a la Corte de Río:

No puedo explicar a Ud. el grado de satisfacción con que le escribo, ni el valor que me anima al ver que ya los mudos hablan y ciegos ven, por lo que escribo al General Miranda se impondrá Ud. la energía con que se intenta la gran obra y que cuando han tenido espíritu para dirigirse a estos Príncipes en una forma tan solemne lo tendrán para la empresa más ardua, basta de reflexión, los que suscribieron los oficios a los príncipes en calidad de diputados fueron Castelli, mi hermano Nicolás y otros tres patricios que todos son buenos en todos sentidos... habiendo convenido que de los ingleses poco se puede esperar, especialmente cuando el intrigante Sr. SidneySmith ha declarado que la Inglaterra en las presentes circunstancias no sólo no favorecería nuestras intenciones sino que habiendo mandado yo a Parossin (sic) a Buenos Aires con una bien meditada instrucción para que se estrechase con nuestros Amigos y los mani-festara el precipicio en que estaban próximos a despeñarse y mandan-do diferentes cartas que contenían los planes del Almirante Smith, obligaron a su soñada emperatriz la Princesa Carlota a que pasase órdenes a Buenos Aires y Montevideo para que se sorprendiese a Parossin, se le quitara mi correspondencia e intereses y en efecto se cumplió a la letra y hoy se halla Parossin preso en Montevideo y aun lo estuvo mi hermano en Buenos Aires... y (esto) ha causado un terror inexplicable: pero el resultado es que están nuestros compañeros determinados a obrar pero sin dependencia alguna. Ya juzgo que dentro de seis meses a más tardar tendrá el placer de comunicar a Uds. las noticias de las primeras operaciones del plan para nuestra felicidad. Para esto lo que sería más importante ejercitar todo el influjo que se pueda para conseguir separar de esta Corte al Contra Almiran-te Sr. Sidney Smith..." (4B)

Puntualicemos: primero; Peña se refiere a la importancia que concede al hecho de haberse dirigido 'los Amigos"en los términos que lo hicieron, a la Corte lusitana, aceptando los planes carlotistas 'Los mudos hablan, los ciegos ven..."), pero enseguida habla de la empresa más ardua"que aquellos demuestran estar en condiciones de afrontar, clara alusión verdadero objetivo de los trabajos comunes: Ia independencia absoluta" , segunda comprobación: cuando alude a las instrucciones verbales a Paroissien nos revela lo sospechado: que, en esencia, ellas consistían tal como lo había manifestado a Miranda en alertar a " los Amigos" que pudieran abrigar sentimientos monarquistas (Belgrano era uno de ellos,

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el único de los cinco firmantes) sobre "el precipicio en que estaban próximos a despeñarse» al apoyar la aventura carlotina.

A nuestro entender nada más podría pedirse como demostración cabal de cuáles eran los reales fines perseguidos con aquella maniobra diversionista; de ello estuvieron muy conscientes la Princesa postulante, el Contra Almirante inglés y también el Ministro Souza Coutinho quien el 20 de noviembre de 1808 alertaba a la Corte sobre el posible mal uso que podrían hacer los patriotas del nombre "de suAlteza Serenísima ellntantePedro Carlos" y de la propia P. Carlota;

"Cuyo nombre, dijo, podrá serviral partido republicano como ellos (los franceses) se han servido del de Fernando VII, para ocultarsus proyectos de usurpación..."

Con relación a Sidney Smith cuya separación del cargo Peña consi-deraba "necesaria", ésta se produjo en junio de ese mismo año en 1808, siendo de fecha 1 de marzo la resolución correspondiente, signo claro del cambio ocurrido en la política británica para el Río de la Plata y de la influencia del grupo masónico londinense en las altas decisiones que sobre el tema adoptaba el gobierno inglés.

Sin embargo algunos agentes lusitanos radicados en Buenos Aires parecieron creer en la sinceridad de aquel repentino cambio de opinión; el 25 de mayo de 1809 Possidonio exultaba; había logrado para la causa a:

"Manuel Belgrano, secretario del Tribunal del Consulado, persona docta y respetada... que trabaja bastante por sí y por sus amigos en beneficio de los derechos de su Serenísima Persona..."

es claro que también se acercaban al agente lusitano personas tales como el desconocido fraile al que se refiere en su carta del 9 de junio:

"Cierta noche un clérigo y doctor procuró, insistente y cauteloso",conocer los planes carlotinos, pregúntele en nombre de quien hablaba, del Obispo, del Gobierno, de la Audiencia y del Cabildo (dijo) porque le constaba que todos estaban en esa disposición;... era de los mismos que cuando anteriormente había sondeado me salían con la independencia, alabando mucho al virrey y a los ingleses..."(42).

Pero allí estaba Felipe Contucci, quien al tanto del doble juego de los patriotas, propone a la Corte una solución drástica y urgente: la Princesa debe presentarse frente a Buenos Aires con una flota de guerra, mientras un ejército de diez mil hombres entre los que no debe haber ningún inglés", sitiaría Montevideo:

"... de esta manera quienes en Buenos Aires tienen intereseds en la otra Banda lo mismo que los que no tienen nada que perder, atemoriza-dos seconforman. Cesan de golpe todas las dudas yse disipan los partido sde que mucho se recela. Sabida la existencia de tropas en la Colonia,

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sembrados aquí papelitos de convencer (sic) corriente que los de montevideo se hallan sujetos, todas las tentaciones se desvanecen y haciendo de la necesidad virtud dirán todos lo que en este momento quieren muchos" (50).

También titubeaba el anterior optimismo de Possidonio; en su caso las dudas se referían a quien en ese momento se había convertido en el eje de la situación militar bonaerense: Don Cornelio Saavedra. Alude a explicando que recién se atrevió a sondearlo luego de la especial intervención de un importante personaje portugués amigo del militar:

"Se temía a Saavedra, comandante de la mayor fuerza..." asegura y agrega que respecto a los planes carlotinos le había expresado que "... estaba de acuerdo pero que no se lo revelase a nadie, muyparticularmente a Contucci y menos al Asesor (Belgrano)..."

Mientras así se entretenía a los agentes lusos, los conspiradores criollos apuraban sus planes de insurgencia que abarcaban todo el virreinato. En efecto, en Chuquisaca se agravó la conflictiva situación en que el Presidente Pizarro y el Arzobispo, acusados de carlotistas, se enfrentaban a los Oidores de la Audiencia, circunstancia que aprovecha-ron los patriotas (entre los cuales: Ulloa, Monteagudo, los dos Zudañez, Michel y numerosos miembros del bajo clero) que desde 1808 laboraban activamente en proyectos independentistas. Así sintetizaron aquel pano-rama altoperuano denunciantes españolistas, dirigiéndose al Virrey:

"... eclesiásticos y seculares... ya prorrumpen en discursos libres y se desahogan en continuos pasquines que les introducen hasta en sus cuartos..."(51)

El 25 de mayo de 1809 los revolucionarios conmovieron al pueblo, prendieron y destituyeon a Pizarro y enviaron delegados a la ciudad de La Paz y otros pueblos de la región. En La Paz el estallido se produjo el 16 de julio y sus dirigentes, que lo mismo que en Charcas, eran en su mayoría "hermanos irregulares" y jacobinos; (52) dieron el tono radical e independentista al movimiento. Apresaron y destituyeron al Gobernador Dávila, dominaron el Cabildo, destituyeron al soberbio obispo de la Santa y Ortega y crearon una Junta Tuitiva presidida por el proto mártir americano don Pedro Domingo Murillo, e integrada entre otros destaca-dos patriotas por el ex profesor de don Mariano Moreno y amigo de Castell¡, el Dr. José Antonio Diez de Medina.

La intención emancipadora del alzamiento paceño quedó definida en el texto de su primer Proclama que entre otras cosas dijo:

"Ya es tiempo de organizar un sistema nuevo de gobierno fundado en los intereses de nuestra patria altamente deprimida por la bastarda política de Madrid. Ya es tiempo, en fin, de levantar el estandarte de la

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uoertao en estas desgraciadas colonias".La empresa altoperuana tuvo éxito inicial más, habiendo sido plantea-

da como complementaria de un similar levantamiento que debía ocurrir en Buenos Aires yque hubo de ser postergado porcausas que enseguida conoceremos, quedó aislada, siendo sofocada por las tropas que enviara el virrey de Perú, bajo el comando de Goyeneche. Que su motor estaba en Buenos Aires lo confirman los papeles manejados por los revoluciona-rios de La Paz (53) y el relato que de sus actividades hace Moldes en su "Exposición acerca de sus servicios a la causa pública"suscrita en oc-tubre 26 de 1816 (Cont. Bernardo Frías, Historia de Güemes y de Salta) donde expresa que habiendo regresado de España a Buenos Aires el 7 de enero de 1809, sus "hermanos" porteños le encomendaron la tarea de propagarla idea (emancipadora) en todos los pueblos de mi tránsito (cita Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Salta) y en La Paz lo hice con don Clemente Diez de Medina, en Cochabamba con Don Mariano Medina, tesorero de aquella ciudad".

Finalmente lo confirma el propio virrey Abascal quien en su Memoria de Gobierno, escrita en 1816, afirmó:

.. que el mal se hallaba concentrado en Buenos Aires es una proposición que no necesita más prueba que las dadas hasta aquí..."

La sangrienta represión perpetrada por Goyeneche en La Paz dio anuestra América, entre otros, uno de los grandes mártires que las historias oficiales han olvidado: su jefe, el mulato, Murillo quien antes de su ejecución nos legó vibrante mensaje libertario:

"Yo muero pero la tea que dejo encendida jamás se apagará en América". "Esa voz se oye como una esperanza en todas las horas de dolor e injusticia, y a su conjuro se encienden los corazones"nos dice Manuel Carrasco en su libro "Pedro Domingo Muüllo, abanderado de la libertad".

En Buenos Aires, los planes de insurrección que habían preparado criollos en combinación con el Alto Perú, fueron postergados al conocerse la llegada a Montevideo de don Baltasar Hidalgo de Cisneros con el título de virrey y reservadísimas instrucciones para el arreglo de la caótica situación del territorio jurisdiccional.

El 28 de agosto el Dr. Peña escribe a Miranda, informándole que mientras los patriotas porteños entretenían a los portugueses, a su vez preparaban los planes de su "gran empresa":

mas la imprevista llegada del nuevo Virrey a Buenos Aires, don Baltasar de Cisneros, el que según las últimas noticias tomó el mando 30 pdo. ha suspendido el progreso de los tan bien meditados como importantes proyectos; horroriza las fatalidades que se teme caerán sobre aquella mi apreciable patria..."

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Tan profunda como ésta fue la impresión que la novedad del arribo nuevo virrey produjo en el abigarrado grupo de emisarios portugueses que trabajaba en Buenos Aires. La reacción de Possidonio es patética: 16 de julio escribe a Río comunicando que con tal noticia Buenos ha entrado en nueva efervescencia, califica la situación de amenazadora; agregando que se comenzaba a hablar de resistlr^y de "hacerJunta" .Malditos franceses aliados del demonio" exclama el 20 de julio y se lamenta que todos los extranjeros incluso losportugueses"actúanfacciones.

Entre tanto Cisneros, que en primera instancia conoció, por boca Elio, Alzaga y los otros capitulares bonaerenses asilados en Montevideo, una dramática versión de lo que ocurría y podía ocurrir en la Capital llegada (versión que sabemos fue atemperada después por agentes masónicos aquí radicados) envió por delante al Mariscal Nieto como Gobernador de Armas, con órdenes de hacer entrega a la Audiencia gobierno político. Los patriotas debieron reestructurar los proyectos habían quedado pendientes, y trataron de convencer a Liniers para hiciera resistencia ya que se sabía que el nuevo virrey venía con órdenes de reintegrar a los antiguos cabildantes en las funciones de que habían sido desposeídos en enero, armar los cuerpos españoles disueltos, posesión a Ello de la investidura de Inspector General de las tropas todo el ivrreinato y remitir a Liniers a la Península.

Esto significaba el gran triunfo de Alzaga y su partido; los miembros de los cuerpos desarmados en enero lo entendieron así y excitados duda por órdenes de Don Martín " rompen las hostilidades contra los criollos por medio de pasquines, frente a frente, de lo que resultarán pésimas consecuencias" teme Possidonio.

En correspondencia anónima del mes de julio, otro agente lusitano informa acerca de los urgentes conciliábulos que celebran los logistas patriotas cuyo jefe político parecía ser Belgrano y su principal mentor por lo menos el de mayor predicamento entre ellos, nuestro ya conocido Vicente Anastasio Echevarría.

Dice el informante que en la sesión decisiva, los conspiradores patriotas habían estado en desacuerdo: un grupo encabezado por Belgrano y compuesto por Pueyrredón, Viamonte, Castelli, Passo y Rodríguez Peña propuso continuarla resistencia que organizaban para oponerse a Cisneros- don Vicente Anastasio Echevarría encabezaba otro grupo"compuesto entre otros por Díaz Velez, Terrada, Azcuénaga y Martín Rodríguez que contradijo esta resolución calificándola de tempestiva y poco sensata en ese momento°, proponiendo que se cediese como el primero de enero" , esto es, que las milicias debían reforzar el poder que Llniers detentaba" , induciéndolo a entenderse

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el sustituto para que éste desistiese de la aplicación del plan reaccionario ya que una guerra civil era inevitable si se ponía en práctica"asegurando que "Liniers allanaría todas las dificultades". Triunfó este arbitrio nom-brándose "una comisión integrada por el mismo Echevarría, Martín Rodríguez y Passo" para cumplir la delicada misión. Señala el agente anónimo que a esta sesión waltaron solamente Saavedra y Pedro Andrés García" íntimo suyo y coronel de Cántabros y montañeses.

Tal como lo asegurara don Vicente Anastasio, Liniers aceptó la sugerencia; siguiendo a los miembros de la Real Audiencia y acompaña-do de Martín Rodríguez viajó a Colonia donde estaba Cisneros. El nuevo virrey, estuvo de acuerdo en permitirque Liniers se retirara momentánea-mente á Mendoza, admitiendo después su establecimiento en Córdoba, en lugar de obligarlo a viajar a España como venía decidido; desistió de rearmar a los cuerpos dispersos y dejó a Ello en Montevideo. Otra vez las expectativas de Alzaga y sus amigos quedaban burladas.

Importa precisar que en el caso de Cisneros los "hermanos" criollos de ambas corrientes,-al tanto de las gestiones que el partido alzaguista realizaba ante las autoridades metropolitanas para lograrla sustitución de Liniers-,habían decididojugar ellos también sus cartas en España. Para lalfin enviaron a la península al comerciante y"hermano" José Rivadaneira quien en sus Memorias relata así los entretelones de su misión:

era necesario despojar a Liniers de su autoridad para que, pareciendo como mero particular, cesara el influjo y el prestigio de todas sus relaciones. Me encargué de este proyecto de acuerdo con vanos individuos que nos reunimos para realizar tan grande objetivo (en una nota especifica: "Castelli, Belgrano, Vieytes, Larrea, Azcuénaga, Moreno, Passo, Arias, Leyva y otros individuos acordamos la remoción de Liniers asumiendo la personería del ilustre Ayuntamiento (del que ya habían sido removidos los principales alzaguistas y en el que Leyva fungía como secretario), dándome crédito para pediralgobiemo peninsularsuabsolutaremoción, con el pretexto formidable en aquella época de ser el Virrey natural de la Francia. Continué mi viaje a la Península hasta haber arribado a Sevilla, donde residiendo la Junta Central supe hacer tan oportuno y buen uso de los poderes que no sólo se separó al virrey, sino que le sucedió un general pasivo, solicitado por mí de este temple para que cuando llegasen los momentos que el pueblo proclamase sus imprescriptibles derechos, no hallara en aquel jefe la tiranía y el furor español..."

Pero los trabajos que los patriotas bonaerenses realizaron en el sentido indicado no quedaron ahí, sino que llegado a Montevideo el "general pasivo"y pasado el primer momento de asedio á que lo some-tieron los españolistas empecinados, fue abordado y aleccionado por

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"hermanos" vinculados a los patriotas porteños; así lo confirman los términos de una correspondencia que el 12 de julio de 1809 remite a su padre, don Diego Agüero, el comerciante francmason Blas Antonio Agüero, radicado en Montevideo:

"El Virrey salió a las 10 para la Colonia, dice el hermano del cura Julián, bien desengañado de lo que muchas infernales lenguas de este pueblo le habían metido en la cabeza" (55).

Ya en Buenos Aires el nuevo virrey dispuso la vuelta de los expulsa-dos capitulares y decidió adoptar medidas contra los agentes portugue-ses. Los primeros en marcharse fueron el Dr. Guezzi y el Capitán Pedro Antonio Alvarez; a Contucci se le intimó el abandono del territorio en veinticuatro horas y ya vimos cómo en la nota en que reclama de esta medida confiesa el doblez de su conducta para con los patriotas y con el mismo Miranda a quien, todavía en agosto de 1809, trata de enrredar con las insólitas proposiciones que enseguida conocemos:

Después que llegué a esta capital que fue a fines de abril, hallé un partido por la independencia absoluta apoyado por las personas que hacían la primera figura en este importante negocio, los cuales después de oírme se han explicado en los términos siguientes: Ciertamente hemos convenido en la importancia ynecesidad de propende ra la independencia de América de toda dominación europea, sea cual fuera, pero no podemos conformar con ideas de constitución democrática porque des-pués de haber examinado, discutido y comparado cuanto es necesario para ello, es visto que falta todo y que seríamos infelices en intentarlo. Por tanto hemos adoptado el sistema de que se centre la independencia española en una forma monárquica, regularyconveniente, para cuyo fin están tomadas todas las medidas necesarias de que no podemos ni debemos separamos. Los derechos, el talento y las virtudes de S.A, R. Infanta de España Princesa de Portugal y Brasil doña Carlota Joaquinason dignos etc... Me han persuadido y lo estoy de que estas ideas son las que conviene mantener... y desde aquel momento uní con la mía la suerte de S.A. Esperamos ver a V. E. unido íntimamente con nosotros y que trabaje en esa Corte en analogía con nuestras ideas... No hay remedio, estos son los sentimientos generales" (56).

Completando esta reveladora digresión vamos a conocer la escueta respuesta dada por Miranda, recién en agosto de 1810, a las proposicio-nes contuccianas; sus términos definen una vez más la firme línea política mantenida por el grupo masónico londinense durante el tiempo en que patriota venezolano tuvo allí predicamento y liderazgo:

'Tengo recibida, dice Miranda, hace algunas días, por manos del Contralmirante SirSidney Smith, la carta de Ud. del22 de agosto de 1809, junto con el documento que la acompaña etc. Esta nueva idea me parece

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tan extraña como opuesta a sus antecedentes... y aun a mis opiniones sobre América. De modo que Ud. en lugar de seguirla opinión pública de esos pueblos se pone ahora por la opinión particular de diversos partidos a querer gobernar esos países según el interés de cada facción; el resultado será siempre desastroso para ellos y para los que fueron engañados". Finaliza don Francisco proponiéndole el ejemplo de Cara-cas y le remite el N° 26 del Correio Braziliense. (57)

Volvemos al Buenos Aires de Cisneros donde continuaba el desban-de de los agentes lusitanos; sólo Possidonio se mantuvo firme informan-do a su Corte a mediados de noviembre que el virrey 'temiendo una re-volución'y en vista de la ninguna esperanza de Europa".,

"Contaba, según lo afirmado por quien tiene razón para saberlo, para sobreponerse alas contingencias con formar una Junta, quedando él como Presidente y general perpetuo" (58).

Esta noticia ilumina el complejo panorama del proceso de Mayo; vemos que está ya pensada, desde fines del año nueve, la fórmula de escape que el virrey y los restos del partido alzaguista buscarán y lograrán imponer por unas horas el 24 de Mayo del año siguiente.

El requiem para esta etapa de los trabajos lusitanos en Buenos Aires estuvo a cargo de Contucci quien, desde su refugio de Montevideo, -singular hasta en esto, el múltiple agente se había casado con Josefa Oribe, apasionada partidaria de la emancipación y activa participante de los trabajos revolucionarios-, escribió:

Las intrigas del nuevo virrey y las desgracias de la Península desbarataron enteramente el partido (carlotista). El de la Independencia tomó ascendiente. Todo presagia que el territorio de Buenos Aires va a formar un Estado independiente".

Una nueva circunstancia, favorable a los intereses de los patriotas porteños, vino a agregrase a fines del año 1809, consecuencia de medidas adoptadas por Cisneros en perjuicio de los comerciantes ingle-ses actuantes en la capital.

En efecto, ese año el virrey, impulsado por las necesidades del erario que experimentaba un déficit superior al millón y medio de pesos, y justificado por el informe favorable de Belgrano y el conocido alegato de don Mariano Moreno, su "Representación de hacendados y labradores°, adoptó, -no obstante la oposición de los círculos monopolistas y sus representantes oficiales: el Cabildo y el Consulado y del delegado de los comerciantes gaditanos don Miguel Fernández de Agüero-, medidas concretas de libertad de comercio lo que favoreció el ingreso masivo de mercaderías inglesas en los depósitos y almacenes de los mercaderes esa nacionalidad.

Asimismo se dio seguridades a los británicos de que se les permitiría

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comercializarlas personalmente y sin ningún impedimento.Mas, luego, Cisneros, retrocediendo ante presiones de los poderosos

monopolistas, dictó sucesivas resoluciones por las que, prácticamente, se expulsaba del país a los súbditos de S.M.B. a quienes a fines de diciembre concedió un plazo de ocho días para salir del virreinato.

Esta draconiana disposición comprometía la suerte de un millón y medio de pesos, valor de la mercadería bajada a tierra» (59). Arbitrariedad de tan costosos alcances motivó la lógica reacción delos perjudicados y aun la del Lord Strangford, sin que Cisneros cejara en sus propósitos deportatorios; por el contrario reiteró el ultimatum que venció el 31 de marzo. Podemos imaginar cuánto habrá pesado en el ánimo del diplomático inglés y en la actitud de sus conciudadanos esta inflexible decisión.

Es posible que se hayan iniciado en esos días las relaciones directas o por medio de Peña entre el procónsul inglés y los revolucionarios bonaerenses. A ellas se refiere Strangford en nota dirigida, -el 10 de junio de 1810 al Marqués de Wellesley, antes de tener noticia de haberse producido la revolución-; allí comunica a su superior que los dirigentes del partido criollo mantienen conmigo comunicaciones confidenciales" habiéndose limitado por su parte:

a dales seguridad en general, sobre lo cual no pierdo la oportunidad de repetirles de que en el supuesto de que le Gobierno de S.M. se viera inclinado a apoyar la causa de la independencia (lo que sin embargo no tenía autorización de ofrecer) habrá solamene dos circunstancias que podrían impedir que Inglaterra adelantara a ofrecerse como amigo eficiente y protector de las Colonias españolas, a saber una prematura tentativa de parte de las colonias de convertirse en estados independien-tes antes de decidirse al destino de la madre patria, o cualquier clase de atención que prestara a las propuestas que pudiera hacerles Francia u otras potencias bajo su contralor. Esta declaración la he hecho clara y repetidamente y tuve oportunidad de hacerla poner en conocimiento de todos los partidarios de la independencia de Buenos Alres, porintermedio de una persona perteneciente a ese partido..."

Extenso, substancioso, este documento es prueba fehaciente de la existencia de comunicaciones directas y reiteradas, previas al estallido emancipador y contemporáneas de los hechos que venimos comentan-do, entre el diplomático británico y el grupo de elementos porteños radicaba en Río y, por su intermedio, con los que actuaban en Buenos Aires; contiene además múltiples observaciones sobre el panorama político de la Capital virreinal, el peligro del partido `francés", sin duda el radical morenista, de las maniobras del gobierno galo y aun de "otro gobierno que no descuidará esta situación, me refiero a los Estados

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Unidos de América".Importa, asimismo, transcribir algunos comentarios muy ilustrativos

contenidos en aquel oficio, en los que se hace referencia a los partidarios actuantes en el puerto bonaerense:

"Creo que es erróneo suponer que no existe un fuerte y formidable parlido francés en la América española. Los españoles nativos simpati-zan con Francia como natural consecuencia de su aversión hacia Inglaterra, arraigada o inconmovible; ellos saben que nada deben temer de Francia en materia de competencia comercial; y en el caso de la subyugación de la Madre Patria, estarían deseosos de involucrar a las colonias en un destino análogo, sea aceptando una independencia nominal, garantizada por Bonaparte o por el reconocimiento del nuevo gobierno que pudiera establecerse en España. Una clase enteramente adicta a Francia es la constituida por los funcionarios de la Magistratura y los profesionales intelectuales, quienes simpatizan con aquella nación debido a las publicaciones difundidas; desgraciadamente esa gente tiene influencia local".

Si nosotros recordamos la alianza existente hasta los sucesos de enero de 1809 entre el partido de los "españoles nativos" alzaguistas y partido o grupo morenista (que de alguna manera persistió con la presencia de dos "españoles nativos", Larrea y Matheu, como vocales de la Junta del 25 de mayo), nos podemos explicar esas referencias de lord Strangford y, comprender, que la personalidad de Moreno y el papel que desde un primer momento asumió el gran Secretario como conductor de la política de la Junta Provisoria debió provocar tempranas aprehensio-nes en quien emitiera el juicio que antecede.

Pero esto es adelantarnos demasiado, veamos ahora lo que el Lord pensaba de su partido, del grupo de logistas "regulares".

"No hay duda, en el momento actual, que los sentimientos de los españoles americanos (en contradicción con los españoles nativos) se inclinan hacia Gran Bretaña. Es hacia ella que miran para obtener protección y esperan solamente el mínimo de apoyo que pueda ofrecer. Pero el valor de la protección será apreciado por el empeño en que fuera ofrecido y es tan ardiente el deseo general de independencia que a pesar de su actual inclinación hacia Inglaterra, no es difícil que se modificarán totalmente dichos sentimientos si Francia se anticipa a ofrecerles protec-ción... se desea Independencia: si fuere posible bajo la protección de Inglaterra, pero a toda costa la Independencia".

Tales afirmacions definen la verdadera posición sustentada entonces por los "hermanos" revolucionarios de todas las corrientes. Importa subrayarlo una y otra vez: todos los luchadores de la etapa inicial actuaron con la convicción que tan bien define el párrafo final del informe

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strangfordiano: 'a toda costa la Independencia'. Aún la mayoría de los francmasones de adhesión londinense, sometidos en todo lo demás a la disciplina de la Orden, rechazaron en materia política toda decisión de la central ideológica que pudiera contradecir aquel fin que para ellos era sagrado.

Volviendo al examen de lo que ocurría en Buenos Aires en los primeros meses de 1810, sabemos por un informe que el Embajador español en Río Marques de Casa Irujo remitió a sus superiores, cuál fue la reacción de los comerciantes ingleses enfrentados a la angustia y gravamen que les provocaban las medidas expulsorias dictadas por Cisneros. En ese documento el diplomático hispano protesta contra los mercaderes británicos y los capitanes de barcos ingleses anclados frente a Buenos Aires por "haberaplaudido al pueblo estimulándolo a la forma-ción de la Junta", así como por realizar otros actos similares de solidaridad y ayuda con posterioridad a su instalación. José de Salazar, Jefe de Apostadero Naval español en Montevideo, encarta de13dejuniode 1810, había dicho por su parte a Casa Irujo: 'los comerciantes ingleses termi-naron la revolución"(60).

En efecto, organizados en el Comercial Room, tos mercaderes anglos, en su mayoría francmasones, apoyaron a sus cofrades por inclinación y por necesidad.

El primero de enero de 1810, los revolucionarios criollos dieron otro paso adelante en su proyecto dirigido a ocupar nuevas zonas de poder hasta ese momento dominadas por los españolistas. En esa fecha se celebraban las elecciones de nuevos cabildantes. Los logistas patriotas desencadenaron una verdadera "guerra de nervios" para lograr que Alzaga y sus tenaces amigos aceptaran que el cuerpo capitular fuera integrado con igual número de españoles y americanos. Alzaga en carta del 26 de diciembre de 1809 al Dean Funes, explica:

"El poco éxito que han tenido las empresas de los insurgentes en Perú, particularmente en La Paz, cuyos resultados se acaban de publicar pororden de S. E., es regularque contenga bastante los inicuos proyectos concebidos en esta capital y anunciados para el primero de año... desde el24 están todas las tropas acuarteladas, si bien que los tres cuerpos de europeos permanecen hasta ahora sin armas... Las elecciones de aquí se harán sin el ruido que se preconiza y algunos desearan, de cuya condición son las especies que se han hecho correr".

Pero don Marlín escribía lo que antecede desde el convento de los frailes franciscanos donde guardaba prisión bajo custodia de "un sar-gento y doce soldados del Cuerpo de Patricios'; en tales condiciones se allanó su partido a aceptar la solución propugnada por los patriotas, solución a la que no debe haber sido ajena la influencia de don Mariano

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Moreno, Asesor de la Corporación. Alzaga, disgustado, se negó a formar parte del cuerpo mixto.

El propio Liniers, ya en Córdoba, hacía su aporte al descrédito del antes poderoso don Martín y del impetuoso Elio cuando en carta del 19 de mayo de 1810 decía a Cisneros:

"Dime ¿no te dije que Elio es un pícaro revoltoso, que Alzaga y sus demás coaligados eran unos hombres perversos, que te declarases abiertamente por el partido más fiel y dominante que había sostenido la autoridad el día primero? (61).

Tenemos así que el terreno político, social y militar se presentaba muy favorable y despejado para las tareas definitivas que pensaban empren-der los patriotas. Faltaba tan sólo el pretexto idóneo para dar el último empuje y aquel llegó de Europa cuando, el 15 de mayo, una fragata inglesa procedente de Gibraltar trajo las noticias de una nueva derrota española en Ocaña y de la disolución de la Junta de Sevilla. Se creyó en el fin. Los criollos vieron la oportunidad esperada y pidieron Cabildo abierto y de los forcejeos agónicos del debilitado partido españolista, de los postreros esfuerzos de Cisneros por asegurarse los sueldos y ho-nores", de los clásicos titubeos zorrunos de Saavedra y de la prudencia de los logistas "regulares", surgió la laboriosa transacción procesada desde el 22 al 24 de Mayo. La que fue en realidad Primera Junta porteña quedó presidida por Cisneros a quien acompañaron: el cura Juan Nepomuceno Sola, el comerciante José Santos Inchaurraga y los patrio-tas Saavedra, por las fuerzas armadas, y Castell¡, por los grupos políticos criollos.

Creemos que en ese momento, como en todos los instantes culminan-tes de los procesos revolucionarios, el factorhumano, lacalidad personal, influyó decisivamente en tal resultado, verdadera salida transaccional que daba al partido españolista el necesario respiro y le concedía un tiempo vital para reorganizarse y obtener apoyos militares y políticos del exterior y de las provincias interiores y, si las noticias de la metrópoli cambiaban de signo, también una posible variante favorable en la opinión pública y en el equilibrio de las fuerzas sociales y militares que en el momento le era adverso. En este caso la circunstancia frustrante parece haber estado representada por la personalidad "cuidadosa" y conserva-dora de Saavedra, el hacendado-comerciante y militar-militarista, que en ese momento era árbitro de la situación en virtud de la importancia de la milicia bajo su comando y del prestigio que mantenía entre el elemento jerárquico castrense. Dice de él Ignacio Núñez en sus Noticias Históricas:

"El (Saavedra) había entrado en la revolución más bien arreado que convencido; originario de una familia no común, educado entre la clase más vanidosa celos españoles, de costumbres moderadas ytimoratas..."

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De las Memorias Curiosas escritas por Juan Manuel Beruti, hermano del connotado revolucionario de Mayo, extraemos:

"Estos jefes expatriados (French y Beruti, apanados de Buenos Aires con motivo de los sucesos del 5 y 6 de abril de 1611) y algunos de los vocales como Peña y Vieytes, fueron los que a costa de sus vidas y haciendas depusieron al virrey Cisneros del mando, formaron una Junta y dieron libertada la patria... ysentaron a Saavedra que no contribuyó en cosa alguna a ello; antes al contrario, se retiró sabiendo la cosa a su chacra para no intervenira la cabeza de la tropa, como lo hizo sin salir de su cuartel..."

Finalmente Manuel Moreno, testigo presencial de los hechos igual que los anteriores, consigna en sus Apuntes, refiriéndose ya a los sucesos del día 25:

0511 prestar (Saavedra) el juramento de estilo al ingreso de sus funciones lo acompañó de una protesta, en que dijo que sólo obligado por el pueblo y la fuerza de los sucesos se resignaba a admitir y ejercer el cargo. Este hecho no se funda en rumores o imputaciones, sino que consta del Acta del Cabildo, ante quien se dio el juramento".

A esa personalidad acomodaticia, indecisa, se contrapuso otra impulsiva, decidida, radical: la de don Mariano Moreno. Este, habiendo acompañado el voto dado por los "tibios" a la moción de Martín Rodríguez (un hombre de Saavedra) que concedía al Cabildo la posibilidad de ejecutarla maniobra transaccional, ya en la misma noche del22 compren-dió su errory así lo refiere el historiador Vicente Fidel López, trasmitiendo la versión recogida de su padre, el logista "regular" don Vicente López:

Muy tarde ya (mientras se votaba en el Cabildo) al pasar don Vicente López por una de las bancas más excusadas, reparó en el doctor don Mariano Moreno, quien acurrucado en un rincón (la noche era extrema-damente fría y húmeda) parecía cabizbajo. -¿Está Ud. fatigado? -Estoy caviloso y muy inquieto- ¿Por qué? Todo ha salido bien. -No amigo, yo he votado con Uds. por la insistencia y majadería de Martín Rodríguez, pero tenía mis sospechas de que el Cabildo podía traicionar-nos; y ahora le digo a Ud. que estamos traicionados. Acabo de saberlo, y si no nos prevenimos, los godos nos han de ahorcar antes de poco, tenemos enemigos; algunos que quizá sean los primeros en echarnos el guante" .

Por eso, confirmada la sospecha de Moreno al conocerse las desig-naciones hechas por el Cabildo, el mismo 24 la Logia o Club morenista inició intensa labor de agitación entre sus adherentes y los milicianos y oficiales menores de los cuerpos patriotas; Chiclana y Moreno penetraron en los cuarteles arengando, explicando, convenciendo, mientras el cartero French, Dupuy y el funcionario Beruti, cabezas del grupo de

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milicianos denominados "Chisperos",-que también integraban Manuel Artigas y Felipe Santiago Cardoso-, movilizaban a sus amigos del común, los Manolos. Por su parte, dando la razón a Moreno, y para quedar rezagados en la reacción que así se iniciaba, los elementos del partido "regular": Belgrano, y Rodríguez Peña, reunieron esa misma noche su logia a cuyos trabajos invitaron a elementos del partido morenista, acordándose allí un plan para las acciones del día siguiente la nómina de la que resultaría laverdadera Junta revolucionaria de Mayo.

Fue este un triunfo, el primero y último de la corriente radical sobre grupo militarista de Saavedra; sus efectos se apreciaron mientras duró Moreno en su cargo de Secretario.

Pig. tNcx. t?

GAZETA DE BUENOS-AYRES.

JUEVES 7 DE JUNIO DE agio.

Rae-.í temporum felicitate, ubi setrtire que -oelir, et qu.e sentias, dicere licet.Tacito lib- :. Hist.

Reproducción facsimilar, reducida, de la portada del primer número de el in.etrumentn difusor del pensamienta moreniano

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3. EL PERIODO MORENISTA DE LA REVOLUCION

"Como el célebre Burke, el Dr. Moreno estableció un Club en Buenos Aires para proporcionar un punto de reunión a los amigos de la libertad y propagar los conocimientos, esta Sociedad se reunía todas las noches en una casa privada".

Manuel Moreno, Vida y Memorias de Mariano Moreno

"Los revolucionarios... con sus infames escritos, que hacen mayores estragos que los ejércitos más aguerridos, porque ganan la opinión..."

José María Salazar, 4 de diciembre de 1810

PREÁMBULO

"Patria mía, ¡cuántas mutaciones tienes que sufrir! ¿Dónde están noble y gran Washington las lecciones de tu política? ¿Dónde las reglas laboriosas de la arquitectura de tu grande obra? Tus principios y tu régimen serían capaces de conducirnos, proporcionándonos tus luces, a conseguir los fines que nos hemos propuesto".

Mariano Moreno. Plan Revolucionario de Operaciones

Hasta el momento en que se produjo la reacción del elemento morenista contra las resoluciones de los días 22 al 24 de mayo, los dos grupos patriotas habían actuado mancomunados en sus esfuerzos, coordinada su acción, movidos por el común objetivo de lograr el poder político, primer paso de su proyecto emancipador.

Ya en las acciones de los días 24 y25, con su recurso a la movilización del elemento popular integrante de las milicias, y de la juventud inquieta y despierta, definía el morenismo una de las aristas más destacadas de su metodología revolucionaria, esto dijo al respecto don Andrés Lamas en su trabajo sobre la revolución de Mayo:

"El verdadero historiador tendrá que estudiar esos elementos (la gente modesta que encabezó la reacción revolucionaria de aquellos día) en los cuarteles de los patriotas, en los clubes, en los cafés en que se reunía la juventud... Ese estudio explicaría, a nuestro sentir, todos los trastornos y toda la descomposición que produjo la revolución; explicaría las luchas individuales y la preponderancia del militarismo"(62)

Estoy de acuerdo en que el temor al pueblo, a esa "gente mínima" como la llamara algún jefe represor, fue el que impulsó mas tarde a los

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logistas anglófilos a consentir, cuando no a provocar Ya preponderancia militarista» iniciada con el golpe saavedrista del 5 y 6 de abril de 1811 y que dejó como saldo del período comprendido entre este episodio y abril de 1820 un número cercano a los treinta golpes militaristas.

Fue el populismo republicano, democrático y civilista, característica definitoria del pensamiento del masonismo «irregular" y así quedó eviden-ciado en Buenos Aires durante el lapso morenista. Será el propio Saavedra quien, luego de su "hazaña" militarista de abril de 1811, creyendo denigrarlo, dirá de Moreno que "quería hacerse cuanto menos un tribuno de la ~e"(63).

De cualquier manera debe quedar bien claro que en Mayo no parece haberse manifestado el pueblo porteño como tal, ni como opinión pública consciente, esclarecida; ni aun físicamente, como multitud exaltada y actuante, en los eventos de la Plaza del Cabildo y el Fuerte. Pensamos sí que el día 25 participó,-junto con los elementos populares del partido morenista: French, Beruti, Manuel Artigas, Dupuy, Felipe Santiago Cerdoso, Agustín Donado-, mucha gente de pueblo encuadrada en las milicias, actuando como milicia, organizada y dirigida por sus jefes (por mí y por seiscientos"firman French y Beruti la representación del día 25, refiriéndose a los milicianos del cuerpo de su mando).

Antes de entrar al examen de las que consideramos importantes proposiciones políticas sostenidas por el morenismo, debemos efectuar algunas apreciaciones de carácter genérico.

Visto con perspectiva histórica y prescindiendo de las naturales debilidades y fallas inherentes a la condición humana, sostenemos que todos los protagonistas de aquellas luchas primeras y fundamentales, militantes de una u otra vertiente masónica o quienes simplemente se integraron a sus partidos o a la lucha sin pasar por la etapa iniciática de las logias, estuvieron siempre riesgosamente empeñados en combatir la opresión y a los opresores, en Ierminarcon la tiranía ylos tiranos", como sostuviera Moreno, en trabajar por la Independencia absoluta", por la Libertad y la dignidad del Hombre. Todos ellos fueron meritísimos y en medida de sus posibilidades personales, morales e intelectuales,-unos arriesgados, vehementes, exaltados, arremetiendo contra todo obstácu-lo, a veces contra toda consideración de interés personal; otros pacien-tes, moderados, racionales, a veces en extremo; otros, en la zozobra permanente de los pesimistas, de la indecisión, por temor o exagerada prudencia; los menos, inclinados al personalismo-, lodos se jugaron y contribuyeron todos a preparar, generar y encauzar los primeros pasos de aquella corriente de opinión que permitió a los americanos platenses enfrentar al sistema colonial y concretar aquel grande avance que significó vencer sus últimas resistencias e iniciar el largo, inconcluso

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camino de la liberación, que ellos sabían, y nosotros constatamos, pasa necesariamente por la integración de todas las patrias iberoamericanas en la gran nación-continente que natural e históricamente constituyen.

A) DEFINICIONESPasaremos ahora al examen de las proposiciones básicas que

distinguieron la doctrina del morenismo. En primertérmino las soluciones que éste postulaba en materia institucional y que ya fueron anunciadas al tiempo de formarse la Junta Provisoria del 25 de Mayo por Larrea, destacado "hermano" de la Logia Independencia y miembro de esaJuntaquien manifestó a su amigo Mister Cook, piloto de marina, norteamerica-no, vinculado a sus negocios de consignación, que lo que se trataba de organizar era:

"Un gobierno semejante al de los Estados Unidos en todo cuanto lo admitiese el genio y la costumbre del país".

La solución republicana es la que van a proponer los hombres de la corriente "irregular en toda la América ibérica. Eso proyectaban los insurgentes mineiros de la frustrada revolución de Tirandentes, igual solución propusieron los levantados paceños de 1809, lo mismo planea-ban los pernambucanos en 1817; eso se proponían los mexicanos, los chilenos carreristas y en igual sentido se pronunciaron desde el primer momento los diputados de la Junta Caraqueña, la primera que en América proclamó la independencia en 1810.

En cuanto a don Mariano Moreno, conociéndose su definición repu-blicana democrática, durante mucho tiempo y por la mayoría de los historiadores se supuso que no había llegado a decidirse respecto al sistema federativo.

Quién más cerca estuvo de la realidad que ahora conocemos fue Enrique RuizGuiñazú, cuando en su libro Epifanía de la Libertad examina los escritos que, de Moreno, se conocían entonces (1952) y hace notar que ya en el Plan Revolucionado de Operaciones, de agosto de 1810, el Gran Secretario preceptúa, como cosa previa a una definición en aquel terreno, constituir un Estadosobre la base de los territorios comprendidos en el desaparecido virreinato y "recién, como consecuencia, corresponde examinarla posibilidad de un EstadoAmericano", dice más Ruiz Guiñazú: "Moreno adelanta sus proyecciones expresando: El principio de esa clase de gobierno (federal) se halla en que los estados individuales, reteniendo la parte de la soberanía que necesitan para sus negocios intemos, ceden a una autoridadsuprema ynacionalla parte de soberanía que llamaremos eminente para los negocios generales; en otros términos: para todos

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aquellospuntos en que deba obrarcomo nación", y concluye Ruiz el examen de todos los escritos entonces conocidos de Moreno llamando al todo, "obra inconclusa", por faltarle el remate de un proyecto de Constitución federal.

Eran explicables este y aquellos asertos ya que, si bien es verdad, como enseguida veremos, que el tal proyecto existió, no habían tomado entonces estado público los manuscritos morenianos conocidos con posterioridad (1972).

No faltó tiempo a Moreno para redondear, y rematar su pensamiento en lo político institucional, le faltó en cambio oportunidad y tiempo, para llevar a los lectores de la Gazeta el resultado de sus especulaciones, que ya tenía elaboradas, pues a seguidas de su renuncia a la Secretaría de la Junta, el 14 de diciembre de 1810, debió abandonar su labor periodís-tica.

Hasta esa fecha muy poco había podido escribir Moreno sobre el tema en la Gazeta ya que sus referencias al mismo recién comenzaron a entregarse al público, por las razones tácticas y de conveniencia que conoceremos, en la Edición Extraordinaria del 6 de noviembre, cuando los diputados de las provincias interiores habían llegado a Buenos Aires. Ese día Moreno se refirió a la necesidad de redactar una Constitución para el nuevo Estado, afirmando que ese sería uno de los medios (por el) que el Congreso, recién convocado conseguirá la felicidad de los pueblos".

Más tarde, 6 de diciembre, explicará que '7a autoridad de los pueblos" deriva de la

"reasunción del podersoberano que porcautivero delreyha retrovertidoal origen de que el Monarca lo deriva y el ejercicio de este es susceptible de las nuevas formas que libremente quieran dársele".

Enunciaba así la teoría antiabsolutista y abría el camino para el cambio de organización política; hace, además, una sugestiva referencia a la posibilidad de formar:

"una Asamblea que represente ala América entera", aunque para ello insinúa la existencia de obstáculos de circunstancias derivadas -de la disgregación fomentada por el sistema colonial",

más adelante propone que, como primer paso hacia el objetivo fundamental de construcción de la Patria Grande:

"No hay inconveniente en que reunidas aquellas provincias a quienes la antigüedad de íntimas relaciones ha hecho inseparables, traten por sí solas de su constitución...", sin embargo, "Nada tendría de irregular que todos los pueblos de América concurrieran a ejecutar de común acuerdo la grande obra que nuestras provincias meditan por sí mismas; pero esta concurrencia sería efecto de una convención, no un derecho a que,

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precisamente, deban sujetarse..."Claramente esbozada la teoría federal, directamente propuesta;

aunque, reprimiéndose, supone que pueda ser impolítico que esa unión se realice de inmediato, porlas razones de oportunidad que explicó antes; enseguida entra a definir conceptos:

"Oigo hablar generalmente de un gobierno federativo como el más conveniente a las circunstancias y estado de nuestras provincias..." pero, cauteloso en su adoctrinamiento y decidido a entrar en amplias explicaciones, prosigue:

pero temo que se ignore el verdadero carácter de este gobierno y se pida sin discernimiento una cosa que se vea inverificable cuando sea conocida".

pasa a explicar de qué se trata:Los pueblos modernos son los únicos que nos han dado una exacta

idea de gobierno federaticio..."TranscribeaJef(erson,aquienllama `juiciosa escdtor",encuantoéste

describe la organización federal de los indios de Virginia donde "se ha encontrado en términos que nunca conocieron los griegos" afirma Mo-reno y finaliza el extenso artículo:

He aquí un estado admirable que reúne, al gobierno patriarcal, la forma de una rigurosa federación. Esta consiste esencialmente en la reunión de muchos pueblos o provincias independientes unas e otras; pero sujetas al mismo tiempo a una dieta o Consejo General de todas ellas, que decide soberanamente sobre las materias de Estado que tocan el cuerpo de la nación. Los cantones suizos fueron regidos felizmente bajo esta forma de gobierno y era tanta la independencia de que gozaban entre sí que unos se gobernaban aristocráticamente, otros democrática-mente, pero todos sujetos a las alianzas, guerras y demás convenciones que la dieta general celebraba en representación del cuerpo cívico. Este sistema es el mejor quizá, pero difícilmente podrá aplicarse a toda América... Yo desearía que las Provincias, reduciéndose a los límites que hasta ahora han tenido, formasen separadamente la constitución conve-niente a la felicidad de cada una; que llevasen siempre presente la justa máxima de auxiliarse y socorrerse mutuamente y que reservando para otro tiempo todo sistema federaticio, que en las presentes circunstancias es inverificable y podría serperjudicial, tratasen solamente de una alianza estrecha, que sostuviese la fraternidad que deberá reinar siempre y que únicamente puede salvamos de las pasiones interiores, que son enemi-gos más terribles para un estado que intenta constituirse, que los ejércitos de las potencias extranjeras que se le opongan".

Reitera: las circunstancias del momento no hacen posible concretar el sueño (la tarea emancipadora recién comienza, existen enormes

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comarcas sometidas, en otras la lucha es dura e inciertc~.sl resultado), primero es dar una Constitución a "las Provincias" ya insur'~;idas, preparar los nuevos Estados que han de ingresar en la pensada federación; entretanto ir desarrollando una mentalidad de asociación.) fraterna, entre las Provincias: 'auxiliarse y socorrerse mutuamente". (6•l)

Ya dijimos que muchos autores rioplatenses habían sostenido que, pese a las explicables reticencias que adopta Moreno en su forma de exposición, del contexto total, muy extenso, de sus escritos, y aun de los párrafos transcriptos, podía extraerse sin mayor violencia la conclusión de que detrás de esos artículos de intención didáctica dirigidos a los diputados del interior y a los lectores populares de la Gazeta, se podía deducir con suficiente claridad la adhesión de su autor a la organización política que explicaba.

Al presente esta opinión ha resultado totalmente confirmada después del las revelaciones hechas en el año 1972 por Eduardo Dumhoter quien en su trabajo: "Mariano Moreno inédito", publicó junto con otros impor-tantes manuscritos de Moreno, hasta ese momento totalmene descono-cidos, una traducción suya de la Constitución de los Estados Unidos del año 1787. Lo más destacable de este documento, lo que lo convierte en la piedra clave del pensamiento institucional moreniano, es que no se trata en el caso de una mera traducción literal, sino de una verdadera adaptación del texto de la Carta Magna estadounidense a la situación concreta de las provincias iberoamericanas; es decir que (como lo hace notar Durnhofer) estamos en presencia de un auténtico proyecto circula-do entre el elemento dirigente, como posible solución institucional para Nación Americana (para el "Estado Americano» al que se refiere en su Plan de Operaciones, Artículo 12, 20a.) a sostener por su partido. (Veremos a su leal seguidor y fervoroso artiguista Felipe Santiago Cerdoso, elaborando un proyecto similar en 1813, (65). "Para ello, -insiste Durnhofer en su minucioso examen del proyecto, cuya fotocopia del original de puño y letra de Moreno publica íntegramente--, no reparó en alterarlos textos: suprimió de la Constitución de los Estados Unidos todo aquello que no se conformaba con la idiosincrasia de nuestro medio, ni con los derechos naturales, como él los concebía".

Es por eso que se elimina toda alusión al sistema esclavista (cuya abolición sugiere en el Plan de Operaciones), omite toda referencia a la limitación del voto a los indios, agrega algunos artículos, modifica otros y suprime varios.

En suma, un completo trabajo de adaptación presentado como una simple traducción, ya que el texto está encabezado por un acápite que reza: "Constitución federativa asentada por la Convención del 17 de setiembre de 1787", agregando al final lo que Moreno traduce por "Re-

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formas"tratándose de la Enmienda de 3 de noviembre de 1791 relativa a la Declaración de Derechos, cuyo texto modifica notoriamente en sus artículos quinto yséptimo para simplificarlos yadecuarlos a las realidades de los países sureños.

Queda así completamente definida, sin omisiones, ni carencias, la posición de Moreno, que será la de su grupo y la de sus continuadores artiguísmo, respecto al tema institucional; definición esta que si no llegó a publicitarse en el momento de auge del dirigente fue simplemente porque este consideraba necesario preparar primero una opinión pública favorable, esclarecida y compenetrada acerca del verdadero significado de la fórmula propuesta.

Con los trabajos cuya publicación había iniciado en la Gazeta busca-ba ilustrar a los mayoritarios, a la juventud de su club y de los cafés, donde se discutían los tópicos políticos con entera libertadygran fervor e interés, y a los propios diputados del interior, Si tenemos en cuenta que es el 6 diciembre cuando aborda concretamente la explicación del significado del sistema federal y que el 18 de ese mes debe renunciar a su cargo la Junta y que, pocos días después, abandona la redacción de la Gazeta, comprendemos que fueporfalta de tiempo que Moreno no llegó a elucidar el total de un pensamiento político que tenía perfectamente elaborado.

Pero no se limitaron los trabajos de Dumhofera la exhumación del documento comentado; posteriormente, en 1975, dio a la imprenta otro trabajo Artículos que la Gazeta no llegó a publicar"donde se dan a nocer otros textos morenianos que, como el título anuncia, quedaron inéditos en las carpetas del Secretario. En ellos se ponen de manifiesto dos aspectos hasta el momento mal conocidos del pensamiento de don Mariano Moreno: el de su total y fundada adhesión a los principios filosóficos de la Revolución Francesa, cuyo proceso demuestra conocer en profundidad, y su liberalismo (tolerantismo masónico) en materia religiosa. Este libro, cuya lectura, como la del anteriormente citado, recomendamos a quienes quieran conocer estos aspectos de la persona-lidad de Moreno, contiene los siguientes trabajos periodísticos:

3 de agosto de 1789":que se refiere a las celebraciones realizadas en París para honrar la

memoria de los luchadores del pueblo muertos por la represión en oportunidad de la toma de la Bastilla. Aprovecha Moreno la glosa de la oratoria oficial, que ese día estuvo a cargo del abate Fauchet, obispo de Calvados, para enfatizar:

"Se sabe cuánta ventaja había sacado el Antiguo Régimen y sus sostenedores (los jerarcas de la Iglesia romana) de estas palabras: al César lo que es del César. Sí, exclama el orador, deberá darse lo le pertenece. Ahora la Libertad no pertenece a César sino ala naturaleza

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humana. El derecho de opresión no pertenece a César, y el derecho de defensa (contra la opresión) pertenece a todos los hombres... Acusa de impiedad a los falsos doctores que han pervertido el sentido de un gran número de pasajes de las Santas Escrituras".

Agrega Moreno que en la Francia Revolucionaria:"En todas las Iglesias y en varias ocasiones, se predica en favor de

Libertad, se decía que la religión iba a renacer y purificarse con la Revolución".

. Se trataba sin duda de un dardo que Moreno había decidido dirigir contra actividades y pronunciamientos contrarrevolucionarios del Arzo-bispo de Charcas y de otras altas jerarquías religiosas del antiguo virreinato y de una incitación a los curas y frailes que, "iniciados" o profanos, estaban dando entusiasta apoyo al nuevo sistema.

Precisamente, finaliza la lucubración denunciando la actitud de los altos dignatarios romanos en los siguientes términos:

Así, frecuentemente la religión cubrió con un velo mercenario los atentados del despotismo. Así frecuentemente se bendijeron los estan-dartes... para ir a injustos combates a servir de guías del soldado conjurado con los déspotas contra la Libertad de los pueblos, contra su propia Libertadll".

El segundo trabajo: "Apoteosis de Volter, el 12 de julio de 1791" (Moreno, para simplificar castellaniza los apellidos franceses e ingleses) se refiere al homenaje que la Asamblea Revolucionaria tributó al gran filósofo de la Ilustración; allí insiste en sus argumentos civilistas y antiabsolutistas:

"La Antigüedad ha visto más de una vez colocar el reconocimiento en la clase de los dioses de la guerra... La adulación romana transportó en lo sucesivo a sus emperadores este honor... Estos dos pueblos, en sus mejores elecciones no habían dado honor más que a guerreros y príncipes... estuvo reservado a la Nación francesa regenerada decretar honores supremos al Poeta Filósofo que no había ejercitado otro poder que el de su talento, y cuyas hazañas, acreditadas con la caída de las preocupaciones, habían sido un beneficio para el Universo".

Resalta el hecho de que, conducido a París el sarcófago de Voltairefue depositado y honrado por el pueblo durante una noche sobre las ruinas de la Bastilla que había sido lugar de reclusión y sitio de torturas suyas y de tantos combatientes de la Libertad.

"Se veía en medio de ellos (las organizaciones revolucionarias entre las que cita a `Zas SociedadesFratemales)unabanderarasgada,queera la que fue arrancada de las manos del pérfido Launay (el comandante militar de la Bastilla que había masacrado al pueblo) en la toma de la horrible fortaleza. Era seguido de las viudas cuyos esposos murieron por

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la conquista de la Libertad".El tercer artículo se titula "Estatua del papa quemada en el Jardín de

la Revolución el 6 de abril de 1791", alude a esta reacción del pueblo contra la política papal que había condenado, en sus Breves del 10 de marzo y 4 de abril de aquel año, la Declaración de Derechos del Hombre, a la propia Revolución Francesa y a los curas que la apoyaban:

"Se temía con razón que el pueblo, esclarecido porlos escritos de sus grandes hombres, que otros escritores celosos acomodaban diariamente a su uso, ridiculizase los sofismas ultramontanos..."comenta Moreno, quien aprovecha la oportunidad para exaltarla labor de la Masonería a que llama Yeliz Organización" y a los hombres de talento" que con su siembra de ideas liberales abrieron cauces de lucha para la liberación espiritual y material de la Humanidad;

"... cercados de supersticiones desde su nacimiento, dice Moreno, qué feliz Organización, qué dones de la naturaleza y qué educación particular no era necesaria a estos Hombres extraordinarios para excep-tuarse de las insinuaciones, yde las preocupaciones tan fáciles de retener en la edad tierna? Y cuando volando con sus propias alas se atrevían a fijar el astro que los ofuscaba, los mil brazos del papismo, cuyo poder se extendía por todas partes donde se seguía su fe... Perseguido sin intermisión, cuando la muerte o los calabozos no eran el precio de su coraje, él no tenía otro garante de su seguridad que el desmentirse o callar"

Finaliza con cruda ironía:"Cuando se quemó su Breve en París, corrió largo tiempo la noticia

de que él (el papa) iba a venir... la triple corona con que los papas se cubren su cabeza, dice Montesquiu (sic), como hacía César para que no se le viera la calva, no hubiera impedido silbar el padre de los fieles..."

El cuarto tema es: Apoteosis de Rossó, el 11 de octubre de 1974": La Convención Nacional pagó la deuda de la Patria con un grande

Hombre, para con un bienhechor de la humanidad", comienza, y explica la aparente condena que Rousseau hizo de las artes y las ciencias como

corruptoras de la sociedad, en el primer escrito que le proporcionó notoridedad:

"Rossó no quiso desterradas de la sociedad, sísólo que cambiaran de objeto, y que se las destinase a sentir, a aliviar a la debilidad humana, a no inmortalizar más que las bellas acciones, a inflamarnos por la virtud, en lugar de disecamos por el egoísmo, y hacemos infelices, duros y crueles, por necesidades tácticas... Esta primera verdad avanzada por Rossó debe llegar a sernos nacional por nuestra revolución; y a una nación que quiere regenerarse es a quien pertenece aprovecharse de ella".

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' El resto del artículo es un enfática loa a la personalidad venerada de quien considera 'maestro luminoso".

En el últimotrabajoinéditodeMorenoquenoshaceconocerDurnhofer: "Religión", don Mariano expresa su reconocimiento y respeto porta religión que educa y moraliza, que ayuda al pueblo y complementa la acción del Estado en la organización de la Sociedad; es la posición de un católico, revolucionario y masón; quería una Iglesia adecuada a los tiempos.

Para finalizar ese somero examen del pensamiento moreniano, que por otra parte fue el sostenido por los francmaones "irregulares" en toda América, vamos a recoger algunas manifestaciones suyas de civilismo democrático principio éste definitorio del pensamiento liberal (sostenido por todas las corrientes del masonismo) pero que Moreno subrayó tal como lo habían hecho los fundadores de la Confederación norteamerica-na y los hombres de la Revolución Francesa, tal como lo hará en nuestra Patria chica el artiguismo, tal como lo había hecho don Francisco Miranda, sabio consejero, que el 15 de agosto de 1810 había escrito a Peña:

"...trabajen Uds. con celo y actividad, en echar las bases de un buen gobierno civil yrepresentativo... así habrán hecho Uds. a la patria el mejor servicio que los hombres pueden hacer a sus semejantes, que es redimirlos de la esclavitud y dejados libres e independientes..." (65)

Moreno admirador de la Revolución Francesa y sus principios radica-les, condena una y otra vez desde la Gazeta (21 de abril y 28 de junio de 1810) la etapa invasora napoleónica a cuyo principal actor califica de 'tirano"y culpa a sus ejércitos de haber arrasado las libertades.

El 23 de agosto en el NQ 12 de aquella publicación, alude don Mariano, al acto de inauguración de la Escuela de Matemáticas, resaltando entre otras virtudes necesarias al ciudadano-militar: la instrucción y la modera-ción.

"...el oficial de nuestro ejército, dijo, después de asombraral enemigo por su valor, debe ganar a los pueblos por el irresistible atractivo de su instrucción, de su moderación y virtudes especiales que deben adomarlo. El que se encuentre desnudo de esas cualidades renueve su esfuerzo para adquirirlas y no se avergüence de una dócil resignación a la enseñanza que se le ofrece... el que no siente los estímulos de una noble ambición de saber y distinguirse en su carrera, abandónela con tiempo no se exponga al seguro bochorno de ser arrojado con ignominia, búsquese para su habitación un pueblo de bárbaros o de esclavos..."

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B) EL EFIMERO DOMINIO

"El mejor servicio que puede hacerse a la patria es vulgarizar los principios que ilustran a los pueblos sobre sus intereses y derechos".

Moreno, Gazeta, 5 de julio 1810

Como resultado del gran paso emancipador que se dio en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810, casi todos los resortes del gobierno ejecutivo pasaron a manos de los patriotas junto con el poder militar que ya poseían. Sólo quedaron al partido españolistas los descaecidos reductos de la Real Audiencia y un Cabildo "mediado" de criollos, algunos de los cuales participaban de las inquietudes independentistas.

De ahora en adelante comprobaremos que, así como todas las figuras revolucionarias que hemos conocido, todos los hombres designados para los cargos de importancia y responsabilidad, tanto en la dirección política, como en la militar y en la jurisdiccional, son afiliados de la masonería.

En la Junta Provisoria representan al grupo "regula: el conservador y personalista don Cornelio Saavedra estanciero, comerciante, militar; don Manuel Belgrano, abogado y armador; don Miguel de Azcuénaga, estanciero y militar; y el sacerdote don Manuel Alberti; los "irregulares" además de don Mariano Moreno son: Domingo Matheu, español y comerciante; Juan Larrea, español, comerciante y armador; Juan José Castelli, abogado y Juan José Passo, abogado. (67)

Separados los Oidores españoles de la Real Audiencia, el 22 dejunio, se designó: como Regente a don Lucas Muñoz y Cubero, español y el único personaje de quien no consta afiliación masónica; jueces a los doctores José Darragueyra, Vicente Anastasio Echevarría y Pedro Medrano, y Fiscal al Dr. Sirpón del Cosio: salvo Medrano que puede haber pertenecido a la Logia Independencia, los demás eran conspicuos miembros de la corriente anglófila.

Para el Consejo de Guerra de Oficiales Generales se nombró Presi-dente a un "regular" español don Bemardo Lecocq; como Director de la Escuela de Matemáticas fue designado el "irregular' Teniente Coronel Felipe Sentenach; siendo nombrado su Protector don Manuel Belgrano;mientras que la Biblioteca, creada por iniciativa de Moreno fue puesta bajo la dirección de los sacerdotes masones don Luis José Chorroarin y don Cayetano Rodríguez; finalmente la Gazeta fue encargada a Moreno y después al Dean Funes, más tarde al Dr. Agrelo, a Pazos Silva y a Monteagudo, miembros de la Institución Fraternal.

Pese a que los morenistas dominan en la Junta, las decisiones que allí se adoptan en los primeros momentos serán producto de una actitud contemporizadora de Mariano Moreno y su partido, quienes postergan la

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adopción de las medidas radicales que estaban en su programa a la espera de que se consolide la situación revolucionaria en todo el territorio virreinal y, aun la del propio grupo. Estaban además de por medio en la hora otras razones de oportunidad cuales eran: la necesidad de atraerse a los elementos indecisos, de no chocar contra arraigados sentimientos monárquicos de muchos españoles y criollos y, también, de atender los reiterados "consejos" que fluían desde la sede proconsular de Río, donde Lord Strangford había vuelto a advertir, ahora personalmente a Moreno que:

"Una declaración prematura de independencia sería cerrar la puerta a la intervención amigable de Inglaterra, mientras duren las relaciones con España". (Conf. Vicente Fidel López).

Revelador de esta actitud transadora de Moreno es el caso de la primera proclama de la Junta, cuyo borrador, autógrafo suyo, comienza: "La Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata, por el señor don Femando VIL..' , allí, según afirma Andrés Lamas: las palabras porel señordon Fernando VII se encuentran entrerrenglonadas", es decir que fueron agregadas después de redactado, de primera intención, el texto original, consintiendo así, en la adopción del "disfraz Fernando ", cobertura que tanto preocupaba a la diplomacia británica.

También desde la Gazeta y aun hasta después de ocurrida la destitución de los Oidores y capitulares y de su remisión a España junto con Cisneros, -hechos que marcaron el comienzo de la escalada revolucionaria planeada por Moreno-, el Secretario manejó argumentos y lenguaje contenidos y meramente informativos.

Una vez liquidadas aquellas trincheras del españolismo en Buenos Aires la etapa siguiente estuvo dedicada: en lo político, a formar, desde la Gazeta, opinión acerca de los objetivo revolucionarios que Moreno irá develando al ritmo de los demás sucesos; en lo militar, a organizary llevar adelante la expedición a las Provincias de "arriba" con el objetivo de arrasarlos focos opositores organizados porloscontra revolucionarios en el interior y Alto Perú, luego en Paraguay y Banda Oriental. Para la dirección de esta importante tarea también fueron designados elementos masónicos: iban como jefes militares el saavedrista Ortiz de Ocampo y Antonio Gonzalez Balcarce y, como miembros de la Junta Política, que integraba el mismo Ortiz de Ocampo: Chiclana, Vieytes y Vicente López.

Fue con motivo de las ejecuciones de Paso del Tigre, aprobadas por todos los miembros de la Junta, cuando Moreno, -ante el primer conato de desobediencia por parte de los jerarcas militares encargados de hacerlas efectivas-, endureció su lenguaje: en la Gazeta, al explicar el caso y exponer el curriculum contrarrevolucionario de Liniers y los demás ajusticiados, y en la nota confidencial que remitió a Chiclana el 17 de

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agosto. En este oficio, que acompañó a una nueva Comisión política encargada de hacer cumplirla orden de "arcabucear' a los jefes reaccio-narios y que integraron los "hermanos" Castelli, Rodríguez Peña y French,expresaba:

No puede Ud. figurarse el compromiso en que nos ha puesto, y si la fortuna no nos ayuda, veo vacilante nuestra fortuna por este sólo hecho. ¿Con qué confianza encargaremos obras grandes a hombres que se asustan de su ejecución? ¿Qué seguridad tendrá la Junta en unos hombres que llaman a examen sus órdenes y suspenden las que no les acomoda? Preferiría una derrota a la desobediencia de estos jefes..."

Refiriéndose a los miembros de la Junta política adjunta a la expedi-ción dijo:

"Lo que esa Junta de Comisión merece es traerla con barras de grillos y deportada a la Patagonia..."

Efectuado el ajusticiamiento a instancias de Moreno y mientras se iniciaba contra él en todo el ámbito dominado por las autoridades españolistas, e incluso en el propio Buenos Aires, una maligna campaña de desprestigio personal bajo la acusación de 'Yerrorista"e "imitador de Robespierre", desde Río el procónsul inglés le hacía llegar directa admonición y reiterado alerta:

"... los últimos procederes de la Junta en cuanto a Líniers y sus compañeros, poco conformes con el espíritu de moderación que dictaba vuestras primeras medidas, han dado motivo, aun a aquellos que estaban muybien dispuestos en vuestro fa vorpara vociferaren contra ypresenlaroscomo agitados, que ciertamente no es el que dirige vuestra conducta". (Conf. Vicente Fidel López, Historia de la República Argentina).

En tanto la revolución impulsada por Moreno se lanzaba a la ofensiva en el terreno militar, sus partidarios (French, Beruti, nuestros Manuel Artigas y Felipe Santiago Cerdoso; Agustín Donado, el cura Pazos Silva, Ignacio Nuñez, etc.) trabajaban exitosamente entre la juventud porteña desde el organismo paramasónico y partidista que era el llamado Club que pronto se transformaría en Sociedad Patriótica, Cantar recalca la raigambre revolucionaria y el radicalismo de este instrumento de organi-zación y dice refiriéndose a él: 'Tuvieron sus componentes la pretensión de semejarse al Club Jacobino, de ser los curadores de la Revolución y los defensores de los principios democráticos, es decir, de agrupar a los inflexibles" (68)

Las reuniones pública y abiertas de discusión y formación política se realizaban en el café de Marcó (antes reducto españolísta) y otros locales similares de la Capital. Allí se detectaba nuevos elementos para ser "iniciados" en el Club secreto, se orientaba ala juventud y se ampliaba la base popular del partido republicano, paso inexcusable según la concep-

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ción democrática y civilista del morenismo, para cimentar los avances de la Revolución.

El proceso de cambio en la actitud del morenismo también se estaba reflejando en los artículos de la Gazeta que para Moreno era el instrumen-to primordial de su acción esclarecedora.

Mariano Moreno tenía, desde siempre y por eso no militaba en el partido dependiente de la central ideológica londinense, una idea muy clara acerca de cuáles eran los resortes ocultos que impulsaban la conducta de sus compañeros "regulares" y los verdaderos fines de la política y la diplomacia de la nación dominante; por eso era consciente la necesidad de iluminar este último aspecto de la cuestión en procura de preparar los ánimos de los criollos, que ya tenían una experiencia muy reciente de la conducta británica, para que también en este terreno estuvieran de su lado las mayorías populares en el momento, que su perspicacia política le hacía preveer inevitable, del choque con esos poderosos e interesados "amigos".

La oportunidad se le presentó con motivo de algunos de los habituales hechos de contrabando que ocurrían en el puerto y en los que esta vez se vieron involucrados, comerciantes ingleses, dos barcos mercantes de la misma nacionalidad y el encargado de la estación naval británica radicada frente al puerto de Buenos Aires. Con tal motivo, en la edición de la Gazeta del 12 de julio, N° 6, Moreno publica el texto de un "pliego oficial" remitido por Lord Strangford, en el que éste "manifiesta los más generosos sentimientos hacia esta gran parte de la Monarquía española" y reconoce que "nuevamente,, secp munica con la Junta a cuyos miem-bros garante "que no serán ihcoiflodados de ningún modo" y que "se siente animado de los má vivos sentimientos de sedes útil". Tal lenguaje era, en aquel momento, comprometedor para el procónsul quien, en el inmediato correo acusará el golpe, reconviniendo agriamente a Moreno. Acontinuación del texto detal oficio, encabezadocon lafecha "1Odejulio",Moreno, subraya el contraste entre los dichos y los hechos, ycon el simple acápite de "Buenos Aires, 11 de julio de 1810" pasa al ataque denun-ciando el contrabando intentado y la agresiva intromisión de la marina deguerra inglesa en defensa de sus compatriotas hallados en delito flagrante. Expone el Secretario los casos de contrabando intentados por la Fragata Jane y la GoletaJulliety, cómo, respecto a esta última, "la Goleta de guerra de S. M. pasó abordo del navío"en infracción 'tropa de la Marina inglesa"enarbolando "el pabellón por vía de hecho y sin precedente aviso del gobierno".

Enseguida comenta Moreno:"Un pueblo lleno de entusiasmo y celoso de sus derechos no puede

mirar con indiferencia aquel movimiento que a primera vista se presentó

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a todos.. como un atentado público. La agitación fue general y el gobiemopudo verse en dificultades de difícil reparación, pero la madurez y prudencia con que se conduce lograron sofocar aquel conflicto".

y agrega, aclarando, que llamado el Comandante Ramsay a la Junta con una discusión pacífica yatenta terminó felizmente aquella novedad", a continuación reproduce el abundante intercambio de notas producido con tal motivo entre la Junta y el encargado de la estación naval extranjera.

Todo este material cubre más de la mitad (once páginas y media en un total de veinte) de esa edición de la Gazeta, clara demostración de la importancia concedida por Moreno al asunto y del interés que tiene en crear conciencia y opinión acerca del doblez de la política de la nación dominante.

Ese mismo día 13 de julio, y ya en el terreno diplomático, en un extenso oficio firmado por Passo y Moreno, la Junta pone en conocimien-to de los hechos al Lord Strangford, finalizando:

"... la Junta consecuente a sus principios empeña toda su energía en mantener con firmeza las providencias expedidas a la persecución del fraude... y que, en suma, la Junta en esta materia ajustará sus medidas a lo preciso inevitable, informando a V. E. con la sinceridad y franqueza con que en esta lo ejecutan..."

A vuelta de correo, con fecha 24 de agosto, el diplomático, sin excusar la conducta inicial de Ramsay, efectúa la primera grave advertencia acerca de las actividades militares que la conducción revolucionaria de Buenos Aires pudiera desencadenar contra el baluarte españolista de Montevideo, -desde donde se estabá hostilizando seriamente el comer-cio de la capital revolucionaria-. '

Al mismo tiempo, como medida dramática encaminada a vigorizar el "consejo" escrito, utiliza un mensajero extraordinario, don Manuel Aniceto Padilla, para conducir la correspondencia y "describir a VE. varias co-municaciones..." , es decir reforzar con argumentos y explicaciones verbales la amenaza contenida en los primeros párrafos del oficio, que decían:

"... no puedo menos que expresarmi esperanza, que ninguna medida de severidad empleará V. E. ni dará motivos que puedan tener el efecto de forzara cualquiera parte de los habitantes de Montevideo a recurrir a los auxilios extranjeros..."

y, por si no se ha entendido lenguaje tan directo, amplía enseguida la advertencia y precisa la amenaza:

`yo debo, sin embargo, exponer a V. E. francamente, que sucediendo que el pueblo de Buenos Aires haga un ataque hostil sobre los de Montevideo, en caso de recurrir estos a la asistencia de esta Corte, temo

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que su súplica será escuchada prontamente sin una previa consulta de los sentimientos del Gobierno Británico" y además, "Yo me tomo la libertad de recomendara V E. con la mayor energía, a fin de que se sirva tomar estas circunstancias en pronta y seria consideración..."

El procónsul sabía que no se estaba dirigiendo a sus "hermanos regulares", sino a un radical, a un "irregular", jacobino y "robespierrista";de ahí la energía y lo recurrente del texto y la sorpresiva, apresurada utilización del enlace masónico, -que había llegado a Río con misión encomendada por don Francisco Miranda-, y que ahora traía el encargo de conectarse directamente con los logistas "regulares" en cuya obedien-cia se confiaba.

Sigue Strangford:"Siento inimamente no poder concurrir a los deseos de V. E. en la

provisión de las armas que necesitan... "y a seguidas la queja: "... no puedo evitar expresarmi sentimiento con toda la franqueza de una amistad real, que V. E. hubiese juzgado propio hacer una comunicación pública de la primera carta que yo escribí a la Junta... debo confesar a V. E. que su prematura publicación me ha expuesto a penosas y desagradables discusiones"y, además, debo exponera VE. mi sentimiento al encontrar mi nombre en el contenido de una Gazeta del 19 último hecha en contestación a la proclama del Ministro español".

y para cerrar el severo reproche agrega una indirecta, dura califica-ción del proceder del Secretario Moreno:

"... yo estoyconvencido que su ulteriorprocedimiento... será señalado por la delicadeza y la prudencia..."

Transparente la intención de poner en evidencia ante los miembros la Junta, ante los compañeros de Moreno, la irritación que la habilidad informativa de éste había provocado en el delegado imperial, también muy claro el afán intimidatorio de la misiva, precisamente en el momento en que la revolución era atacada por las autoridades de Montevideo a través de la ocupación militarde Colonia y Maldonadoy de las incursiones de Michelena por el litoral (actos estos de guerra emprendidos fuera de la jurisdicción de la plaza fuerte oriental) y del bloqueo de Buenos Aires. Pero hubo más en la emergencia y lo veremos después de enterarnos de cuál fue la respuesta que, en los hechos y en legítima defensa, apartando sin oír, la excesiva intervención de Strangford, dio la Junta, -Moreno-a éste y a las agresiones de Montevideo.

El 30 de agosto el Secretario presenta a la Junta su Plan Revolucio-nario de Operaciones que, continúa el acápite, "el gobierno provisional las Provincias Unidas del Río de la Plata debe poner en práctica para consolidarla grande obra de nuestra libertad e independencia". Plan que aquélla le había encomendado formalizar, el 18 del mes anterior, y sobre

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cuya autenticidad ya no cabe discusión luego de la aparición de diversas copias: la del archivo imperial de Petrópolis, otra en Madrid, la que se guarda en la Universidad de Michigan (procedente de Londres) y la primeramente conocida, de Sevilla (además de documentación comple-mentaria y confirmatoria que puede ser estudiada en el trabajo de Ruiz Guiñazú, Epifanía de la Libertad).

Todo el contenido del expresado documento constituye una respues-ta desafiante a las "órdenes" strangfordianas que, a no dudarlo, ya estaban haciendo mella en el ánimo de los miembros moderados de la Junta y, por supuesto, en la mayoría de los logistas de adhesión londinense, como el propio Moreno se encarga de insinuarlo en el Plan cuando expresa:

hablemos con franqueza, hasta ahora sólo hemos conocido la especulativa de las conspiraciones y como tal cuando tratamos de pasar a la práctica nos amilanamos".

Expresamente denuncia luego la verdadera esencia de la política inglesa, de la nación que pretendía imponer la ideología y dirigir la metodología de la revolución y subordinar la conducta de los revolucio-narios. Sin embargo, pese a demostrar claro conocimiento de los fines de dominio perseguidos por el imperio económico y central ideológica de Londres, reconoce con realismo la necesidad que en ese momento tenían los revolucionarios de recurrira su interesada ayuda para así asegurarlos primeros esfuerzos emancipadores. Así leemos en el Plan:

Artículo 7°. En cuanto a las relaciones secretas que nuestros agentes y enviados deben desempeñar en los países extranjeros, como en Portugal e Inglaterra, son los siguientes:

"... (poner) siempre pordelante con las consideraciones y propuestas de intereses que les deban resultar, para podermerecerla protección que necesitamos, principalmente de la Inglaterra, mediante a que conocemos en dicha nación, en primer lugar ser una de las más intrigantes por los respetos del señorío de los mares, y lo segundo por dirigirse siempre todas sus relaciones bajo el principio de la extensión de miras mercanti-les, cuya ambición nunca ha podido disimular su carácter..." y más adelante

".. si Portugal entrase a profundizar con más política cuál es el abatimiento en que la Inglaterra la tiene por causa de su alianza, presto hallaría la refinada maldad de sus miras ambiciosas, pues no debe creer que aquel interés sea por el auxilio de sus tropas, ni de su marina porque claramente se deja entender que sus fines no son sino chuparle la sangre de su estado, extenuándolo de tal suerte que tal vez sus colonias americanas se conviertan en inglesas algún día..."

Por lo demás, desde los proyectos de nuevas acciones militares,

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punuuas y economices a oirigirse contra los baluartes reaccionarios (españoles o portugueses), hasta el t6rror revolucionario que preconiza para contrarrestar eficazmente el terror':!e los españolistas, y los proyec-tos de unidad americana, todo en la e:,tensa exposición supone una inmediata aceleración de las acciones y definiciones revolucionarias, opuesta a las advertencias strangfordianas y, para el futuro, proyectos que contradicen fundamentales líneas de la política británica de largo plazo.

En lo que tiene que ver con la acción armada aconseja emprender "como el medio más adecuado y propio la sublevación de la Banda Oriental... "debiendo continuarse con los trabajos que, en este sentido, estaban en marcha, y aun apresurarlos:

Las cosas presentan ya ocasiones que no'deben desperdiciarse, mandando inmediatamente a los pueblos del Uruguay y demás principa-les de la campaña una fuerza de quinientos o seiscientos hombres con oficiales, sargentos, cabos y demás tropa que sirviendo de apoyo vayan organizando en los mismos pueblos algunos escuadrones teniendo presente haberse ya atraído a nuestro parlido..."

Por dos veces cita Moreno a don José Artígas a quien, considera "sería muy del caso atraer`.

así por sus conocimientos que nos consta son muy extensos en campaña, como por sus talentos, opinión, concepto y respeto..." proponiendo más adelante que se deberá designarle para general...de la caballería, por las mismas circunstancias que obtiene con relación a la campaña".

Existe sin embargo en este Plan un punto que choca a nuestra concepción de la soberanía, pero que entoncesse planteabay se resolvía de acuerdo con las necesidades de unos y el poderío y las consideracio-nes estratégicas de la nación dominante. Se trata de lo contenido en cláusula séptima del artículo cuarto de aquel documento:

"y en consecuencia de las varias exposiciones, propuestas, benéfi-cas y ventajosas, que nuestros agentes deben entablaren aquel gabinete (inglés) como un tratado reservado debemos proponerle también, y obligándonos en toda forma, a que siempre que la España quedase subyugada porla Francia, y aun cuando no la subyugase (cuyo caso está muy remoto por las apariencias) y aquel gabinete nos protegiese reser-vadamente, con los auxilios ydemás circunstancias quegraduemos, para el efecto de realizar nuestra independencia, haremos entonces una alianza ofensiva y defensiva, protegiéndonos mutuamente en aquellas circunstancias con toda clase de auxilios, y ésta a lo menos porel término de veinte o veinticinco años, por condiciones que entonces se tratarán entre ambos gabinetes, bajo un acomodamiento o proposiciones más

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adecuadas, haciéndole al mismo tiempo señor de la Isla Martín Garcia... para que, poblándola como una colonia y puerto franco a su comercio, disfrute de ella como reconocimiento de gratitud por la alianza que nos hubiera dispensado en los apuros de nuestras necesidades y conflictos".

Moreno, que conocía el sentido práctico inglés y sus aspiraciones de poseer una base física en el Río de la Plata destinada a defender su comercio en la zona y para sus fines estratégicos relacionados con el resto del imperio, propone ofrecer este emplazamiento en la isla Martín García, como parte de un tratado de alianza a realizarse en el futuro, luego de recibidos los auxilios y protección que en esos momentos se estaban reclamando para realizarnuestra independencia", es decir a cambio "de la protección que nos hubiera dispensado en los apuros" del minuto dramático y decisivo que se vivía.

En una palabra: primero los auxilios, en armas, en diplomacia, logística, etc., depués, lograda la independencia: el tratado dé alianza y la concesión.

Para aclarar mejor este aspecto del proyecto morenista, debemos referirnos a la intervención que en esos momentos cupo a don Alejandro Mackinon,-poderoso agente y comerciante inglés, radicado en Buenos Aires desde 1809: anteriormente agente de su gobierno en la zona del Mediterráneo, vinculado estrechamente con altas jerarquías de la Orden Fratemal (el Coronel HerbertTaylor, secretario del duque de York), activo corresponsal de la Secretaría del Departamento de Asuntos extranjeros británico (69) y presidente del centro de comerciantes británicos de la capital bonaerense, individuo relacionado con don Mariano Moreno (en cuya casa arrendaba habitación), (Conf. documentación aportada por Williams Alzaga, en Cartas que nunca llegaron) y con el resto de los miembros de la Junta y uno de los más importantes nexos entre ellos y el Lord Strangford. Este personaje salió de Buenos Aires a fines de julio embarcado en el buque inglés Misletoe llegando a mediados de agosto a Río donde se entrevistó con el Lord diplomático. En tal oportunidad debió proporcionarle detalles de lo que en Buenos Aires se pensaba sobre la impostergable necesidad de armamento para los ejércitos revolucionarios así como lo que su "amigo" don Mariano Moreno proyec-taba exponer en el Plan cuya elaboración le había sido encomendada, especialmente en cuanto a las concesiones que en lo inmediato, se harían al comercio británico y a lo que, atendiendo a.las pretensiones imperiales, se estaba en disposición de ofrecer para el futuro.

Ese debió ser el principal objetivo de la misión de Mackinon, así se deduce de lo que el Lord inglés, satisfecho de que así "adivinaran" sus deseos, se apresura a comunicar el primero de setiembre a Wellesley, aunque exagerando la magnitud del ofrecimiento:

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"Tengo razones para creer que el nuevo gobierno de Buenos Aires contempla la idea de realizar ante Gran Bretaña una proposición de importante e interesante naturaleza.

El proyecto al cual aludo, es una cesión a Gran Bretaña durante la guerra, de los puertos de Montevideo y Maldonado, con la sola condición de brindar protección a las provincias españolas contra los atentados hostiles de Francia y otros poderes".

Más adelante agrega el diplomático:"... le he declarado parte del proyecto que contempla la Junta. se

ha informado que es su designio otrecera Gran Bretaña la total soberanía como precio de su protección, no sólo de los puertos de Montevideo y Maldonado, sino también el territorio entero de Colonia..."

enseguida expone la importancia que a su juicio, asume para los intereses británicos la supuesta magnanimidad de los revolucionarios:

"Se supone que Gran Bretaña no hesitara en aceptar un arreglo quele permita cuidar la llave del océano Pacífico y las Indias del Este y que la harán enteramente independiente de los otros estados con respecto del aprovisionamiento de víveres para sus islas de las Indias Occidenta-les, a la cual abastecerá en un seguro y gran depósito naval en estos mares y plantearía una colonia británica en el centro de estas costas..." (70)

Como podemos apreciar, en claro una maniobra audaz y hábil intentada por Moreno tendiente a obtener de Gran Bretaña la protección y ayuda de que la revolución estaba tan necesitada y en claro también objetivos perseguidos por aquella afanosa, nunca serenada y al fin exitosa urgencia británica en procura de lograr un Iterritorio colonial en centro de estas costas". (Posterior ocupación de las islas Malvinas).

Pero aquellas promesas, desarrolladas en el papel y en las conversa-ciones de los agentes, no podían ocultar ni contrabalancear los hechos concretos desatados por las decisiones agresivas del Gobierno de Montevideo, la conducta cómplice de los marinos ingleses y la propia política morenista empeñada en acelerar, contrariando las advertencias strangfordianas, las acciones revolucionarias en toda el área del antiguo virreinato.

Efectivamente, el enfrentamiento inevitable tomó carácter público a través de la explosiva campaña que Moreno desplegó en la Gazeta como consecuencia de la actitud que, desde principios de setiembre, había adoptado el Capitán Elliot, encargado de la estación naval inglesa en el Río de la Plata, en apoyo abierto y directo del bloqueo decretado y llevado adelante por las autoridades españolas montevideanas contra el comer-cio bonaerense.

Graves eran los perjuicios que este acto de guerra provocaba a la

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economía y el prestigio del Gobierno revolucionado,pero más grave resultaba la conducta del marino de S.M. B. por estar en abierta contradic-ción con las promesas del Lord trangford y porque, de prolongarse, era seguro el éxito de los planes de reacción.

El 9 de setiembre el incisivo estilo de Moreno se vuelca en el documento enviado a Strangford:

"La negociación de Padilla presentaba un término feliz y de conve-niencia recíproca, cuando la llegada del Capitán Elliot turbó enteramente nuestras esperanzas, pues descubriendo sin embozos una conducta que desde su llegada a estas Provincias había divisado la Junta con senti-miento, ha causado en el pueblo una alarma general que liga las manos de un gobierno obligado por su institución a ser mero órgano de la voluntad general.."

luego de esta invocación a la opinión pública y a la necesaria y natural atención que, por su origen popular, le debe el gobierno revolucionario, sigue:

"... y se ha cerrado la puerta repentinamente ala negociación encargada a don Manuel Padilla, pues irritado el pueblo con la conducta del Capitán Elliot, mira toda proposición relativa a los ingleses con la deconfianza que le inspira la equivocación que ha padecido en sus primeras esperanzas".

Moreno debió presentir que este cambio en la actitud de la marina inglesa representaba una forma de presión por medio de la cual la diplomacia, o el diplomático británico radicado en Río, interiorizado por Mackinon de los planes morenistas, pretendía obligar a la conducción revolucionaria a ajustarse al molde de sus "consejos".

Sigue el documento en que Moreno, concordante con lo expuesto en su Plan revolucionario, justifica las operaciones ya emprendidas por la Junta en el terreno militar:

"Montevideo... priva a Buenos Aires da los auxilios precisos para su subsistencia. En estas circunstancias es necesario repeler con la fuerza tan tmerario arrojo y recuperarlos derechos que se pretenden usurpar sin otro título que un atrevimiento despechado. Así es cuando expongo a V. que hemos remitido fuerza armada a la Banda Oriental. Puede V. E., estar seguro que no tiene otro objeto que asgurar nuestro territorio contra las irrupciones de los bandidos de Montevido y arrojarlos de aquellos puntos que ocupan con perjuicio y desdoro de la Capital ".

Este argumento era justo, desde que la jurisdicción de Montevideo solamente llegaba por el este hasta el cerro Pan de Azúcary por el Oeste hasta el arroyo en José, por lo que, legalmente, la ocupación de Maldo-nado y Colonia, significaba no sólo la ruptura del statu quo que defendido por Strangford, sino un acto de agresión militar.

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El Secretario de la Junta pasa a referirse alas veladas amenazas que sobre una posible invasión lusitana deslizaba sistemáticamente el diplo-mático inglés en su correspondencia:

"Una potencia extranjera jamás puede alegar título legítimo para ingerirse en nuestro territorio por querellas particulares de los pueblos; IaCapital tiene derechos legítimos para contener en sus deberes a un pueblo subalterno, y si éste pide auxilios a la Corte de Brasil, no reviste carácter distinto de cualquier criminal que quisiese resistir con armas el castigo de sus delitos".

y, para concluir, el ultimatum:"... cuando V. E. o el gobierno soberano de la Gran Bretaña disipe los

embarazos que el Capitán Elliot ha producido, será tiempo de regular el comercio sobre nuevos cálculos establecidos con tal firmeza que no puedan sertrastomado porla arbitrariedad de un oficial subalterno. Entre tanto espera la Junta que el Capitán Elliot sea removido de su actual destino, pues su persona no puede ya inspirar confianza alguna".

Esto debió parecer demasiado al arrogante y doble jerarca británico: habría que esperar algunos años para encontrar en el Río de la Plata un patriota capaz de gesto y lenguaje similares dirigidos al representante del imperio ideológico y económico del día: nuestro Artigas diría en su oportunidad:

"si (a los ingleses) no se les acomoda respetarnuestras leyes (deben) retirar todos sus buques de estas costas pues en tal caso yo estoy decidido a abrir el comercio con quien más nos convenga. Nosotros no rebajaremos un ápice en la defensa de los derechos de los pueblos..."

No quedó ahí la reacción de Moreno ante la prosecución del esfuerzo de que se responsabilizaba a Elliot. Tal como era su costumbre política remitió el problema al conociminto de su pueblo. Desde la Gazeta, N° 16 del jueves 20 de setiembre, pasó al ataque esclarecedor. La edición consta de 16 páginas, once de las cuales están dedicadas a este tema, de ellas seis se cubren con una exposición que supera lo circunstancial para definir conceptos básicos de democracia y dignidad:

"Nada se presenta más lisonjero a un gobierno empeñado en la felicidad de los pueblos, que ver a estos agitados en las cuestiones y ocurrencias que tocan directamente a la comunidad. El déspota que teme el descubrimiento de su conducta, procura sofocar en los hombres hasta el deseo de examinada, y prefiere sepultarse en los abismos de que su propia ignorancia lo rodea, antes que permitir aquellas francas discusio-nes, que producen los recursos consiguientea a una general ilustración. Por fortuna la confianza recíproca de los que gobiernan y de los que son gobernado forma la base más firme del nuevo gobierno; y prestando éste el oído constantemente a el eco de la voluntad general, la encuentra

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siempre uniforme en aquellas medidas, que removerán al fin todos los embarazos, que parecen haberse conjurado, para sosfocar en su cuna nuestra naciente felicidad.

¡Con cuánto entusiasmo se ha explicado el pueblo acerca de la conducta y contestaciones del Capitán Elliot, relativas al bloqueo de esta Capital!... ¿Quién no ha blasfemado contra los perturbadores de nuestro soiego? ¿Y quién no ha renovado ante la sagrada memoria de la patria le voto solemne, de perder la vida, antes que reducirse a pasarla en la vergonzosa esclavitud de nuevas cadenas?"

Como vemos; primero las grandes definiciones después, esbozado, el recuerdo del heroísmo popular ('eljuramento renovado) que enfrentó a las invasiones, luego el rechazo de las 'huevas cadenas", y, culminante, el ataque directo:

"Sorprendidos los habitantes de Buenos Aires con una conducta que nunca debieran esperar de un oficial de S.M. B. se resistieron a creer que el capricho o la predispoición personal fuesen el único agente de aquellas acciones. ¿Cómo es posible, decían, que cuando el Ministro inglés residente en el Brasil, repite las demostraciones más lisonjeras en favor de la Junta (no en vano había publicado Moreno la carta de Julio, ahora volvía a "quemar" públicamente al diplomático)... un oficial de marina atropella los intereses de su nació, rompa las relaciones nacionales..."

"La fuerza de estas reflexiones hacía creer al pueblo que el Capitán Efliot obraba en virtud de instrucciones secretas, que le hubiesen prefija-do aquella conducta, y recelando, que hubiese un empeño oculto en fomentar la diviión de estas provincias, para sacar provecho de su debilidad: exclamaban todos generalmente ¡Hombres inhumanos, que mirando con pesar los principios de nuestro bien, habeis derramado mil males, que envuelvan en amargura el placer de nuestra regeneración! ¡Hombres ingratos, que habeis pretendido despojamos de algún punto de nuestro terreno, en el mismo instante que con sincera generosidad, os ofrecíamos por un comercio bien sostenido, todas las riquezas que produce! ¡Hombres injustos, que fomentando estorbos a la consolidación de una obra, cuya legalidad habeis confesado, os poneis de parte de la mala causa porel vil interé sde los escombros, que aquella pueda dejaros en su ruina!. Pero al mismo tiempo hombres imprudentes, pues descu-briendo miras ambiciosascon demasiada anticipación, dais a la América entera una lección de la reserva, con que deben conducirse... Estas reflexiones, que han formado la conversación familiar de nuestros com-patriotas; descubren en ellos todo el interés por la causa pública, que produjo los prodigios de los tiemos heroicos. Es muy laudable que un pueblo se agite, y se desvele por sucesos, que le tocan tan de cerca..."

Luego de tan tremendo varapalos, encubierto bajo el presunto monó-

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logo del pueblo, pasa Moreno al lenguaje menos desabrido, pero siempre esclarecedor, del político:

"La conducta del Capitán Elliot es indisculpable... La conducta del Ministro de S.M.B. residente en el Brasil destruye hasta los menores recelos; pues dirigiéndose a la Junta con ofrecimientos expresivos que indican la más favorable disposición, es imposible, que por algún otro órgano del gobierno inglés se hubiesen comunicado órdenes contrarias a la substancia de aquellas comunicaciones. Es verdad que el Lord Strangford no reviste el carácter público de su ministerio, cuando mani-fiesta a la Junta los sentimientos personales de una favorable adhesión, pero un Ministro de su rango yacreditados talentos, no habría comprome-tido la seguridad de su propio juicio, sino lo contemplase garantido por predisposición de su gabinete y por el interés de su misma nación".

Otra vez insiste Moreno en poner en evidencia al diplomático británi-co, en comprometerlo con sus propias palabras, en no permitirle el mal juego que el Secretario consideraba posiblecuando antesdijera recelarse de que "hubiese un empeño oculto en fomentar la división de estas provincias», y prosigue:

"El que observe las relaciones políticas de la Europa en estos últimos tiempos, descubrirá que todas ellas no giran sobre otro eje que el interés recíproco de las naciones que contratan; todo gabinete se ha decidido la guerra apenas se le han ofrecido ventajas en su ejecución y con la misma facilidad ha vuelto ala paz, apenas cesaron aquellas esperanzas o se le brindaron mayores en una negociación. El espíritu mercantil parece que se ha introducido hasta en los mismos tronos y el cálculo de interés influye en las empresas políticas del mismo modo que en las especulaciones del negociante".

Leímos en el Plan de Operaciones cuál era la opinión de Moreno respecto a la diplomacia inglesa, aquí expresa públicamente esa misma idea; aunque atenúe el modo y los términos, el concepto es el mismo. Más adelante vuelve a insinuar la posible reiteración de un intento usurpador y de conquista:

"En estas circunstancias es imposible que la profunda política de los ministros ingleses se equivocase de un modo tan arriesgado; ¿porqué?, ¿cuál sería el resultado de una pretensión tan irritante como es la ocupación de un punto de nuestro territorio a la sombra de nuestras divisiones?"

¿Conocía Moreno los primeros proyectos de Lord Strangtord en el sentido de ocupar Montevideo como complemento de la operación planeada por Sidney smith en apoyo de la Princesa Carlota, o es que había otros planes o existían otras preposiciones?, de cualquier manera, enseguida echa aceite sobre las olas levantadas:

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"Es imprudente calcular sobre la ocupación de nuestro territorio y semejante empresa es tan ajena a la ilustración de los Ministros ingleses, como el decoro y respetable carácter de su gobierno".

Pero al final descarga nuevamente sus baterías:"Es un deber del gobierno exhortar al pueblo a que deponga cuales-

quier prevención contra los ingleses; pero debe al mismo tiempo reco-mendar y aplaudr el celo con que se ha manifestado inflamado por esta ocurrencia. Los pueblos deben estar siempre atentos a la conservación de sus intereses y derechos; y no deben fiar sino en sí mismos. El extranjero no viene a nuestro país a trabajaren nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse. Recibámoslo en buena hora, aprendamos las mejoras de su civilización, aceptemos las obras de su industria, y franqueémosle los frutos que la naturaleza nos reparte a manos llenas, pero miremos sus consejos con la mayor reserva y no incurramos en el error de aquellos pueblos inocentes que se dejaron envolver en cadenas en medio del embelesamiento que les habían producido los chischis y avalorios..."

Pero el mensaje de Moreno tenía una punta más aguda:"... que no se escriba de nosotros lo que se ha escrito de los habitantes

de la antigua España con respecto a los cartagineses que la dominaron: Libre,feliz España, e independiente

Se abrió al cartagines incautamente; Viéronse estos traidoresFingirse amigos, para ser señores, Y el comercio afectando,Entrar vendiendo por salir mandando".Dijo algo más en la emergencia el gran Secretario, pero esto es

suficiente para definir su dimensión de gobernante, político y periodista, y debe haber sobrado para desbordar la paciencia del procónsul y sus mandantes.

Lord Strangford había hecho esperar su respuesta a la nota de protesta de la Junta; el 75 de octubre la Gazeta transcribe esa contesta-ción llegada dos días antes en la escuna Misletoe. Los términos en que está concebida no difieren en nada de los que en parejas circunstancias acostumbraba utilizar la tortuosa diplomacia británica, no muy diferente aunque más expeditiva que otras. Decía en lo principal:

"... es necesario asegurar a VE. en la más positiva y auténtica manera, que ningún oficial inglés, ha recibido jamás, ni de mí, ni del Almirante que comanda en jefe, instrucciones para cooperar al bloqueo de esa capital.. ni tampoco para concurrir en ninguna medida hostil contra aquella capital..."

Puede haber sido como lo dijo el diplomático, pero al respecto es

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ilustrativo conocer algunos antecedentes de hechos similares en que militares británicos, comprometidos en acciones que luego fracasaban o ponían en entredicho la corrección de su gobierno, manifestaron haber actuado por cuenta propia salvando así las responsabilidades de sus jerarcas. Uno de esos casos ocurrió con motivo del entredicho suscitado entre el gobierno de los EE.UU., siendo Monroe su presidente, y la Gran Bretaña a raíz de la ocupación norteamericana de la Península de la Florida. En la oportunidad Mister Foster, embajador inglés en Washington envía oficio a su Primer Ministro Wellesley proponiéndole (5 de agosto 1811) la posibilidad de utilizar un oficial inglés de las Indias Orientales para que ofreciese ayuda a las autoridades españolas de la Florida "en forma pública, aunque la medida apareciera como la acción individual, espontánea de un gobernador o almirante inglés."Algo similar había ocurrido en ocasión de las invasiones inglesas al Río de la Plata: luego de su fracaso las autoridades inglesas negaron haber tenido conocimien-to, ni dado autorización para tales operaciones.

De cualquier manera Elliot fue sustituido y el bloqueo español fracasó; de momento y en relación con los intereses de Buenos Aires y de la Revolución, la actitud de Moreno había tenido pleno éxito.

Respecto a la importancia decisiva que en aquel instante tan difícil para la Revolución, representó el combate emprendido por Moreno desde la Gazeta y por los conductos diplomáticos, contra el intento de ahogo económico perpetrado por las autoridades españolas de Montevideo con la colaboración de la fuerza naval inglesa, vale el siguiente juicio que emite el historiador español J. M. Rubio en su libro "La Infanta Carlota Joaquina y la política de España en América, 1810-1812":

"En el mes de diciembre de 1810 el bloqueo de Buenos Aires fue suspendido para los buques ingleses, lo que puede llamarse suspensión total (del mismo), ante la amenaza de estos de reunir mayores fuerzas para proteger el comercio. De esta manera se malogró la idea de hacer fracasar la revolución de Buenos Aires».

Si en los hechos las actitudes de Moreno tuvieron el éxito que comprobamos, privadamente el Secretario recibió una última advertencia (la única correspondencia personal que Lord Strangford se dignó dirigir a un revolucionario criollo). En esa carta alude el diplomático británico a las nuevas operaciones militares emprendidas por la Junta sobre la Banda Oriental y el Paraguay y a los ajusticiamientos de Cabeza del Tigre, condena a éstos y respecto a aquellas asegura tajante:

"... una modificación de dicho sistema (respeto del statu quo existente en relación con las autoridades españolistas y las respectivas jurisdiccio-nes) sería muydesagradable para el rey, mi soberano... "y pasa a amenazar con el poder militar portugués, verdadera espada de Damocles perma-

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nentemente suspendida sobre la Junta Provisional ahora, después sobre el artiguismo "... aunque estoy persuadido de que este gobierno desea mantener con el vuestro todas las relaciones posibles de paz y amistad, le confieso que temo mucho el efecto que vuestros movimientos militares le han inspirado... "y finaliza "... quiero pues creer que mientras yo trabajo en favor de la armonfa entre ambos gobiernos, vosotros no hareis nada que pueda turbarla..."

Se trataba de un ultimatum cursado a don Mariano Moreno impulsor de una política condenada por la imperio; era el anuncio de su final próximo. Moreno se desentiende de la advertencia y hasta el momento su caída ha de continuar apresurando la campaña militar y la acción propagandística e informativa destinada a profundizar las definiciones de la Revolución radical con que él soñaba. Ya abordamos el examen de la temática institucionalista que comenzó a desarrollar desde la Gazata; seguiremos conociendo ahora otros asp3ectos de la ideología expuesta allí por el Gran Secretario ya que ellos, además de haber merecido muchas fojas en el expediente que contra él se preparaba en el secreto de la logia anglófila, han de constituir la línea maestra, orientadora de los próximos afanes del artiguismo.

Para medir la magnitud del desafío ideológico que don Mariano va a lanzar de ahora en adelante desde su periódico contra el partido "regular" y sus moderadores del exterior, bastará recordar que la monarquía constitucional era la única solución aceptable para la Gran Bretaña y que tal será la que han de sostener muy pronto y a machamartillo, ausente de laconducción londinense don Francisco Miranda, los agentes vinculados a la Gran Madre del Mundo llegados al Plata en 1812; y que, como veremos enseguida, la propuesta de una salida republicano-democrática era coniderada porta parte inglesa del estado mayorideológico londinense, cuyo principal expositor para la América será don Hipólito Da Costa, como anarquizante, afrancesada, jacobina, roboespierrisla (calificativos estos dos últimos que la propaganda británica asociaba con "anarquía").

En este aspecto John Street, -que ha podido consultar amplia do-cumentación inglesa para su trabajo sobre La influencia británica en la Independencia de las Provincias del Río de la Plata (71), al referirse alas actividades que, como asesor militar de los "hermanos" británicos reali-zaba el General Dumouriez, nos revela que en un informe redactado por él entre 1807-1808 para el Ministerio de Castlereagh y referido a la situación del Río de la Plata, divide a los patriotas indepqndéhhsta entre los favorecedores de la solución monarquittá y quiene queríam..

"un gobierno popular y la anarquía. Los patriotas de la primera clase comprenden a todos los hombres considerables por su nacimiento, sus propiedades, su educación... Durante la ocupación' de Buenos Aires

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fueron sus jefes los que hicieron la propuesta (de independencia). Desde hace tiempo tienen agentes en Inglaterra yhoycreen habersido engaña-dos porellos y porella. Los patriotas desean la emancipación, y si el único medio de conseguirla es pasar por la "anarquía" es decir, por el republicanismo francés, se arrojarían a ella, algunos deliberadmente, y otros por desesperación. Era tiempo que Inglaterra diera un rey a los monárquicos".

A tal profundidad había cavado esa buscada asociación de ideas-descalificadora-, entre republicanismo democrático y anarquía o afrancesamiento, que don Manuel Moreno, al escribir y editaren Londres el libro sobre "Vida y Memorias de Mariano Moreno" se sintió obligado a dedicar un largo párrafo para desvanecer la negativa imagen creada por los calificativos de "afrancesado", "jacobino", "terrorista" que, por su republicanismo, se aplicaban a su hermano. Dice así Manuel Moreno:

'Después de la Revolución Francesa ha sido muy frecuente atacarlas empresas de libertad, denigrándolas con el odioso carácter de jacobinismo... y el descrédito que estas máximas han merecido ha continuado en ser empleado como arma poderosa contra el uso de los derechos sagrados del pueblo. Unas veces se ha buscado una analogía forzada entre los principios exagerados del Jacobinismo, y las máximas establecidas como base de la libertad, y otras, el horror afectado de las doctrinas de aquella Sociedad ha servido de fuñdamento para perseguir la devastación y la rutina, que a ellas mismas le era atribuida".

Finaliza Manuel Moreno:"El Dr. Moreno (don Mariano) profesaba principios sólidos de política

y estaba bastante versado en la Historia de las naciones, para no haber caído en errores que la experiencia hace en el día inexcusables. Con todo esto, los discursos con que se dirigía en la Gazeta a sus Conciudadanos, no han dejado de ser mirados por el interés y la prevención como esfuerzos del jacobinismo, y donde ni remotamente han podido encon-trarse algunos visos de fundamento para esta imputación, se ha emplea-do la afectación de adivinarsus intenciones para confirmarla calumnia".

Por eso cuando Mariano Moreno, desde la Gazeta, dejando ya de lado el disimulo táctico, comience su labor de ilustración del pueblo en los principios de la democracia republicana, cuando exalte a los dirigentes revolucionarios (masónicos) como Washington y Jefferson y a los pensa-dores liberales, cuando aplauda como ejemplares los principios de la Revolución Francesa, cuando predique acerca del derecho de los pue-blos a declarar su independencia, cuando dedique una edición íntegra y extraordinaria a la información sobre los sucesos de Caracas que culminaron con la declaración de independencia, estará, a juicio de los moderados, sembrando anarquía, "haciendo robespierrismo", como diría

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Saavedra. Cuando Moreno diga todo esto y lo explique y se esfuerce por crear

opinión republicana en los sectores populares que en el virreinato tenían acceso a la lectura, entendiendo que estos a su vez lo trasmitirían a los iletrados, estará en el sentir o por lo menos en el decir de la gente inglesa yde la anglófila, anarquizando la región. En realidad cuando Moreno hace todo eso, como cuando multiplica el impulso de las expediciones armadas y la actividad de los agentes revolucionarios en la Banda Oriental, y cuando denuncia las desconcertantes actitudes de los marinos y diplomá-ticos de S.M.B., está realizando una formidable laborde afianzamiento de la conciencia revolucionaria, de concientización, de esclarecimiento político, muy inteligible, muy democrático, pero al mismo tiempo está chocando frontalmente contra una fuerza que, pronto se vería, era de momento incontrastable, capaz de liquidarlo política y materialmente.

Pero esa labor de Moreno, desarrollada en aquellos escasos siete meses, no fue siembra en el mar, como no lo fue la que pronto llevaría adelante, continuando lasuya, el movimiento popular artiguista. Repúbli-ca y federación fueron realidades de las que no escapó el propio Brasil; en cuanto a las demás consignas: integración americana, democracia popular, civilismo respetuoso de la dignidad humana, siguieron -semi-llas vitales, inextinguibles-, esperando que las condiciones históricas y el esfuerzo de los mejores hijos de la patria americana las ayudaron a germinar. La historia de los hombres es efímera comparada con la historia de los pueblos, la historia de las ideas exige a veces distancias aun mayores y más tiempo para su arraigo, desarrollo y fructificación.

Moreno y sus leales compañeros tuvieron razón el 25 de Mayo; frente a los titubeos de los "hermanos" regulares, y con el apoyo de los grupos populares más activos lograron el éxito en el primer gran paso revolucio-nario y emancipador; en la etapa siguiente quedó demostrado que no resultaba viable el radicalismo de muchas de sus proposiciones que sólo se apoyaban en lo que pudiera hacer una estrechísima minoría ilustrada y un pueblo aun no preparado políticamente para comprender el signifi-cado de tales avances, carente de fuerza material suficiente como para imponerse a sus poderosos contradictores internos. Soluciones que, además, chocaban contra los intereses económicos y estratégicos de la potencia dominante. Frente al morenismo, como después ante el artiguismo, no estaba ya el cuerpo enfermo de un régimen superado al que sólo apuntalaba una débil minoría de comerciantes y funcionarios aferrados a lo antiguo; en la etapa siguiente a la toma del gobierno, tratando de imponer su línea radical, debió combatir contra la nueva potencia que se enseñoreaba del mundo, contra el nuevo imperio que dominaba mares y naciones, contra grupos nativos, delegados de aquella

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y contra los cuerpos militares sometidos a la diciplina de unos jefes que participaban directamente de los intereses y preocupaciones de una clase dirigente de la que formaban parte. Victorioso Moreno cuando sus cálculos políticos fueron correctos, perdió cuando su evaluación de las circunstancias, de la correlación de las fuerzas actuantes, resultó equivo-cada.

Decíamos que a medida que los sucesos se complicaban en el modesto ámbito diplomático en que se movía la Junta, los éxitos militares retemplaban el ánimo de los morenistas. Desde la Gazeta el gran Secretario podía informar sobre aquellos triunfos de su estrategia y acerca de los avances de las luchas emancipadoras en el resto del Continente; paralelamente su mensaje político se va profundizando. El de octubre publica una canción patriótica que contienen significantes alusiones:

"Si hubo un wassinglonlen el norte suelo/muchos wassintoneslen el sud tenemos/ Si allí han prosperado/ artes y comercio/ valor compatrio-tas/ sigamos su ejemplo".

Exaltación del héroe republicano, incitación a tomar su ejemplo. En la edición siguiente leemos:"Es justo que los pueblos esperen todo lo bueno de sus dignos

representantes; pero también es conveniente que aprendan por sí mismos lo que es debido a sus intereses y derechos... el pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien; él debe aspirar a que nunca obren mal, que sus pasiones tengan un dique más firme que el de su propia voluntad..."

es la reiteración de un pensamiento, básico de su credo político, -el roussoniano, de la soberanía popular-,también una advertencia acerca de los desvíos de conducta que ya se insinuaban en algunos de sus compañeros y neta manifestación de la influencia que sobre él ejercían los pensadores de la Revolución Francesa; Robespierre había advertido en 1793:

Wn pueblo digno de su libertad, no sigue adorando ciegamente a sus representantes, los vigila, respetando en su persona su propia dignidad". (72)

Agrega entonces Moreno:"... el bien general será siempre el objetivo de nuestros desvelos, y

opinión pública el órgano, por donde conozcamos el mérito de nuestros procedimientos".

En esa misma edición, refiriéndose ya al tema de la emancipación americana y rompiendo con lo que era tabú para los dirigentes conserva-dores, adelante:

"Hay muchos que fijando sus miras en la justa emancipación de la

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América, a que conduce la inevitable pérdida de España, no aspiran a bien que a ver rotos los vínculos de la dependencia colonial, y creen completa nuestra felicidad, desde que elevados estos países a la digni-dad de Estados, salgan de la degradante condición de un fundo usufruc-tuario, a quien se pretende sacar toda la substancia sin interés alguno su beneficio y fomento..."

pero, agrega, alertando sobre los peligros que ya están a la vista: "... todas las pasiones conspiran enfurecidas para sofocar en su cuna

una obra, a que sólo las virtudes pueden darconsistencia y en una carrera completamente nueva, cada paso es un precipicio para hombres que en trescientos años no han disfrutado de otro bien que la quieta molicie de la esclavitud, que aunque pesada había extinguido hasta el deseo de

romper sus cadenas..."Desde el 6 de noviembre el tema central de sus discursos en la Gazeta

estará constituido por la necesidad de constitucional izar el proceso; el de ese mes ya aparece planteada la cuestión que habría de resolverse con la caída de Moreno al mes siguiente; los diputados sostienen que han sido electos para integrarse a la Junta provisional y luego elegir un nuevo gobierno; el Secretario, que ve en peligro las posiciones de su partido y la propia marcha ascendente de la revolución para el caso en que la conducción política quede en manos de los "moderados", explica:

"Por un concepto vulgar, pero generalmente recibido, la convocación del Congreso no tuvo otro fin que reunir los votos de los pueblos para elegir un gobierno superior de estas provincias, que subrogase al virrey y demás autoridades, que habían caducado. Buenos Aires no debió erigir por sí sola una autoridad extensiva a los pueblos que no han concurrido con su sufragio a su instalación... pero este pueblo siempre grande, siempre generoso, siempre justo en sus resoluciones no quiso usurpar a la más pequeña aldea la parte que debía tener en la erección del nuevo gobierno; no se prevaleció del ascendiente que las relaciones de la Capital proporciona sobre las provincias y estableciendo una Junta, le impuso la calidad de Provisoria, limitando su duración hasta la celebra-ción del Congreso y encomendando a éste la instalación de un gobierno firme, para que fuese obra de todos lo que tocaba a todos igualmente... Pero si el Congreso se redujese a el único empeño de elegir personas habría puesto un término muy estrecho a las esperanzas que justamente se han formado de su convocación... dejaría defectuosa su obra si se redujese a elegir gobernantes, sin fijares a la constitución y ftirina de gobierno'.

Pasa enseguida Moreno a exponer la importancia, la necesidad, de elaborar un texto constitucional, afirmando que '7a ignorancia del derecliópúblico"en que ha vivido el pueblo, le ha hecho creer que gobierno es la

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