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    ARCHIVO ARTIGAS

    TOMO SEGUNDO

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    COMISION NACIONAL ARCHIVO ARTIGAS

    COMISIN DIRECTORA:

    LUIS BONAVITA, FELIPE FERREIRO, CARLOS CARBAJAL, JOS M.

    FERNNDEZ SALDAA, ARIOSTO FERNNDEZ, JUAN E. PIVELDEVOTO, DIONISIO TRILLO PAYS, JUAN CARLOS GMEZ HAEDO.

    LEY DE CREACION

    Poder Legislativo.El Senado y la Cmara de Representantes de la

    Repblica Oriental del Uruguay, reunidos en Asam-blea General,

    DECRETAN:Artculo 1 Procdase a la compilacin y Pu-blicacln de todos los documentos histricos quepuedan reunirse en original o copla, relacionadoscon la vida pblica Y Privada de Artigas, Funda-dor de la Nacionalidad Oriental y 1'rcer de laDemocracia Americana.

    Art. 2 El ttulo general de dicha publicacin,que tendr carcter de Edicin Nacional, ser elde "Archivo Artigas".

    De la edicin se tirarn cinco mil ejemplares.El nmero necesario ds ellos se distribuir gra-tuitamente entre los institutos culturales y do-centes del pas y del extranjero, y los restantesse colocarn a la venta al precio de costo, de-biendo su producto ingresar al fondo destinadoa los gastos de publicacin.

    Administrar la distribucin del "Archivo Ar-tigas" la Biblioteca Nacional.

    Art. 3 Crase una Comisin Honoraria encar-gada de la alta direccin de los trabajos de in-tegracin y publicacin del "Archivo Artigas",dentro de las normas generales trazadas por estaley.

    Dicha Comisin estar formada por: el doctorEduardo Acevedo, que la presidir; un Senadorde la Repblica y un Representante Nacional,ambos elegidos por las respectivas Cmaras; undelegado del Instituto Histrico y Geogrfico; unDelegado de la Comisin de Cooperacin Intelec-tual; un Profesor de Historia elegido por el Con-sejo N. de Enseanza Secundaria, y los Directoresdel Musco Histrico, Biblioteca Nacional y ArchivoGeneral de la Nacin. En caso de vacancia dela Presidencia, el Poder Ejecutivo designar lapersona que deba ejercerla. Cuando algunos delos Directores del Museo Histrico, BlbllotecaNacional y Archivo General de la Nacin, estnImposibilitados de formar parte de la Comisin,podrn ser sustituidos por los Subdirectores delos mismos organismos.

    Art. 4, La Comiln designar personas de re-conocida competencia acreditada en trabajos opublicaciones histricas, . para realizar la investi-

    gacin, bsqueda y copla, en los archivos Y biblio-tecas pblicas y privadas de la Repblica y delexterior, de todo el material histrico que interesea la formacin del "Archivo Artigas". La copiade documentos se realizar, siempre que sea po-sible, mediante el procedimiento de fotocopias.En su publicacin se respetarn escrupulosamentelos textos originales. Los documentos, copias yfotocopias se custodiarn en el Archivo Generalde la Nacin.

    Art. 5 La documentacin de cada volumen ser'precedida Por una advertencia cuya redaccin con-fiar en su caso la Comisin a uno de sus miem-bros o a un especialista. Los documentos que aslo requieran Por va de ac1.1aciA. sern a--,la-mente anotados. A todos los volmenes se lesacompaar de los ndices sistemticos correspon-dientes. Los trabajos preliminares de los volmenes,los de anotacin y de formacin de ndices, sernremunerados de acuerdo con su importancia.

    Art. 6 La Comisin no podr designar emplea-dos de ninguna clase y- slo contratar servicios. Laspersonas que enve a los Archivos nacionales Yextranjeros, sern remuneradas nicamente mien-

    tras dure el tiempo de sus funciones, y en casode ser funcionarios, durante ese mismo tiempo,tendrn licencia con goce de sueldo. Las designa-ciones para el exterior, debern ser ratificadas,por lo menos, anualmente,

    Art. 7 Las personas enviadas a los Archivoscon fines de investigacin, bsqueda y copia, de-bern consagrarse a las tareas que les sean enco-mendadas. La Comisin vigilar el cumplimiento deesta obligacin y exigir, trimestralmente, el envode un informe detallado sobre la marcha de sustrabajos, el que ser remitido por intermedio delas misiones diplumttcas o consulados del pas.

    ArL 8 Anualmente, y desde que lo juzgue opor-tuno, la Comisin promover y organizar concur-sos histricos sobre temas y motivos relacionadoscon la vida pblica y privada de Artigas, premiandocan remuneraciones adecuadas aquellos trabajosque resulten mejores a juicio de los tribunalesde especialistas que para el caso establecer.

    Art. 9 Para el debido cumplimiento de los co-metidos que por esta ley se le conffan, y sin per-juicio de ulteriores ampliaciones, 1a ComisinHonoraria dispondr de los recursos siguientes:A) La mitad del producto del i mpuesto de estarrl-

    pillas de Biblioteca en la parte correspondienteal Archivo General de la Nacin por el pre-sente Ejercicio y Dar los sucesivos mientrasdure su labor y se Lea,. la aprobau18n corres-pondiente del Poder Ejecutivo.

    E) E1 producto de la venta de ejemplares de estamisma obra en la forma autorizada y dis-puesta en el artculo 2e

    C) Las donaciones y legados que reciba de losparticulares para esta publicacin.

    Art. 10. El Archivo General de la Nacin habi-litar el local necesario para sede de la Comisin.E1 Ministerio de Instruccin Pblica y PrevisinSocial pondr a disposicin de la misma el personal

    administrativo necesario para su funcionamiento.Los funcionarios pblicos nacionales, judiciales omunicipales debern dar todas las facilidades paraque la Comisin, o las personas por ella designadas.puedan realizar las tareas de investigacin, bs-quda y coplas indispensablos.

    Art . 11. Comunquese, etc.Sala de Sesiones de la Cmara de Representantes.

    en Montevideo, a 7 de junio de 1944.

    LUIS BATLLE BERRES, Presidente.Arturo Miranda, Secretarlo.Ministerio de instruccin Pblica y PrevisinSocial.

    Montevideo, Junio 13 de 1944.

    Cmplase, acsese recibo, comunquese publ-quese, insrtese en el Registro Nacional de Leyesy Decretos y pase a la Contadura General de laNacin.-AMEZAGA~ADOLFO POLLE JUANICO.

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    L MIN

    Facsimil del folio 209 v. .del Libro Primero

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    COMISION NACIONAL ARCHIVO ARTIGAS

    ARCHIVO ARTIGAS

    TOMO SEGUNDO

    PROLOGO DE JUAN E. PIVEL DEVOTO

    L2818

    M O N T E V I D E O

    IMPRESORES: A. MONTEVERDE Y CIA.

    M C M L I

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    PROLOGOI

    Todos los elementos de juicio allegados hasta hoypor las investigaciones histricas autorizan para afirmarque Artigas naci en Montevideo el 19 de Junio de 1764,muy probablemente en la casa de sus abuelos maternosDon Felipe Pascual Arnal y Doa Mara RodrguezCamejo. (1)

    La frecuencia con que el padre, Don Martn .JosArtigas, se ausentaba de la ciudad para cumplir comi-siones de carcter militar o las que le imponan su cali-dad de Regidor, debi mantener estrechamente unida aDoa Francisca Antonia Arnal de Artigas al hogar pa-terno, del que fu nica hija.

    Los trminos en que Don Felipe Pascual Arnaldistingui a Jos Gervasio en su testamento otorgadoen 1772, cuando ste tena ocho aos, deben sin dudaatribuirse a una cercana convivencia del nieto con elabuelo, ya viudo, en cuya compaa viva su hija casadacon el Capitn Don Martn Jos Artigas.

    Difcil resulta determinar el grado de influencia ejer-cida en la formacin de los sentimientos e inclinacionesde Artigas por su abuela materna, Doa Mara RodrguezCamejo, mujer enrgica y emprendedora, y por Don Fran-

    (1) En la "Vida del Brigadier General D. Jos Jervacio Arti-gas. Fundador de la Nacionalidad Oriental", publicada en 1860 porD. Isidoro de Mara, ste afirm que Artigas haba nacido en Mon-tevideo en 1758, afirmacin que repitieron Deodoro de Pascual,Antonio Diez y el mismo de Mara al publicar en 1879 el primertomo de sus "Rasgos biogrficos de hombres notables", con el agre-gado de que Artigas haba nacido en Las Piedras, En 1884 CarlosMara Ramrez public la partida de bautismo disipando las ver-siones errneas. Esas versiones fueron recogidas por la prensa en

    1884. D. Juan J. Barbosa, que en las columnas de "La Nacin" sehaba ocupado de la personalidad de Artigas en 1855, en articulopublicado en "El Bien Pblico", el 29 de octubre de 1884, rechazcon slidos argumentos que Artigas hubiera nacido en Las Piedras,aportando con tal motivo noticias para el estudio de los bienes desus antepasados. Esta cuestin se renov con motivo de los home-najes tributados a Artigas el 19 de junio de 1894, siendo en estaocasin los Sres. Felipe Poner! y Amaro Cneo quienes sostuvieronque Artigas haba nacido en Pando y Sauce, respectivamente, fun-dndose para ello en que D. Martn Jos Artigas haba posedotierras en una y otra localidad ("El Bien Pblico", 10, 13, 15 y 16de junio de 1894 y "El Siglo", 14 de junio de 1894). Los argumentosdel Sr. Cneo a favor de la tesis de que Artigas haba nacido en

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    cisco Pascual, muertos en 1772 y 1773 respectivamente;por los abuelos paternos Don Juan Antonio Artigas, elveterano Capitn de Caballera de Milicias, varias vecesRegidor, y Doa Ignacia Javiera Carrasco que vivieron

    respectivamente hasta 1773 y 1775; por su padre DonMartn Jos, de quien pudo recibir ejemplos ms directosde vocacin por las armas, por el trabajo y por el biende la causa pblica; por su madre, muerta en 1803; porel to Jos Antonio Artigas, a cuyo cargo estaba la es-tancia familiar en el arroyo de Pando, cercana a la deMelchor de Viana, en la que Artigas y sus hermanos,

    junto con numeroso concurso formado por parientes, alle-gados, esclavos e indios, fu confirmado el 24 de diciembrede 1772.

    Su vida debi transcurrir entonces alternativamenteentre la morada materna de la ciudad y la residencia enla chacra de Don Martn Jos, ubicada en el arroyo Ca-rrasco, en la que ste aparece censado en 1774 con su

    mujer y cinco hijos menores. (2)Tras su pasaje por la escuela de primeras letras delConvento de San Bernardino de la Orden Franciscana enMontevideo, Artigas, atrado como sus mayores por lavida del campo, pas a trabajar en las faenas rurales.

    Sauce fueron reproducidos por Orestes Arajo en su "DiccionarioGeogrfico del Uruguay", pgs. 721-26, Montevideo, 1900 y posterior-mente reeditados por el propio Sr. Amaro Cneo al recopilar losartculos publicados en 1894, complementados con otros elementosde juicio, en el folleto titulado "Artigas", Montevideo, 1927. La

    posibilidad de que Artigas hubiera nacido en Sauce, fundada en quesus padres residieran all, la disipa el hecho de que fu recin en1775 o 76 que D. Martn Jos comenz a trabajar las estanciasubicadas en aquel lugar.

    La partida de bautismo de Artigas, publicada en el tomo pri-mero del "Archivo Artigas" pgina 231, figura en el "Libro Primerode Bautismos de la Iglesia Matriz de Montevideo", que abarca elperodo comprendido entre el 29 de noviembre de 1727 y el 14 desetiembre de 1767. Entre la ltima foja til del libro, que es la206, en la que consta que all "concluie el primer Libro de Bautis-mos de esta Parroquia de S .n Felipe de Montevideo", y el ndice,que comienza a fojas 210, hay cuatro pginas agregadas. En unade ellas, en la 209 vta. est asentada la partida de bautismo deArtigas, suscrita por el Dr. Pedro Garca, en la misma foja en queaparecen otras partidas correspondientes a los aos 1744 y 1751.El Dr. Pedro Garca, segn resulta del propio Libro Primero deBautismos, administr este sacramento en la Iglesia Matriz entreel 22 de febrero de 1764 y el 25 de agosto de 1766, figurando las

    partidas correspondientes a ese perodo entre los folios 170 y 192.La partida de Artigas, de acuerdo a su fecha, debla haber sidoinscripta en la foja 173 vio. La razn por la cual no figura ally aparece en cambio asentada y suscrita por el Dr. Garca aosdespus en la foja 209 vio. citada, debe atribuirse, a nuestro enten-der, al hecho de que el citado Teniente Cura al trasladar sus apuntesal libro omiti registrarla en el lugar correspondiente. E1 anlisisde las anotaciones suscritas por el Dr. Garca entre los aos 1764y 1766 deja la certidumbre de que esas constancias no fueron estam-padas en las pginas en que se encuentran, en la fecha que llevan,sino trasladadas al libro en conjunto, en fecha posterior, de apuntesllevados por el propio Teniente Cura.

    (2) "Archivo Artigas", Tomo Primero, pg. 222, Montevideo,1950.

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    Desde los comienzos del proceso fundacional de nues-tro pas, entre los primeros pobladores de Montevideo seperfilaron dos tendencias: la representada por los vecinosque, presintiendo el porvenir martimo y econmico de supuerto se arraigaron en l para dedicarse al comercio, yla de aquellos que atrados por la conquista de la tierratuvieron a su cargo la expansin colonizadora y dispu-

    taron al indgena los campos para hacer sus labranzasy procrear sus ganados. Los Artigas, venidos a Amricadel solar aragons, tomaron este ltimo camino. Hacia1775 o 1776 Don Martn Jos comenz a usufructuar dela estancia del Sauce "llamada de Camejo" que a la muertede sus suegros haba sido adjudicada a su esposa, en laque se levant despus la "azotea de Artigas"; en 1782compr a la sucesin las estancias que fueron de DonJuan Antonio Artigas, ubicadas en Pando y Casup.

    En la chacra de Carrasco y en los mencionados esta-blecimientos de campo formados por sus abuelos, Artigasvivi bajo la autoridad paterna sus aos juveniles, res-pecto de los cuales slo cabe imaginar, a falta de ilus-tracin documental, cmo en contacto con el medio pri-mitivo, en la ruda faena de la estancia todava amenazadapor el maln, entre paisanos sencillos y corambreros queasomaban por el lugar, fu despertando en l su espritude empresa y de aventura; cmo se sinti llamado porquin sabe qu fuerzas atvicas que lo impulsaron un daa buscar ms all del pago, el medio que reclamaba sualma intrpida.

    La vida en la casa de piedra, techada con paja, levan-tada en Pando, en los ranchos de los peones o en los cam-pos de Casup, donde haba una cocina y unos corralesde palo a pique; los trabajos para apartar ganados, la

    marcacin de los mismos, las faenas para "hacer cueros"as como la conduccin de stos a Montevideo, no podanofrecer bastante escenario al espritu inquieto de Artigas.Ms all de las casas, del cerco de tunas que las rodeabany de las mangueras de piedra que limitaban la heredadde sus abuelos, se ofreca sin vallas, a quien quisiera reco-rrerla, la campaa de la Banda Oriental, poblada de ga-nados que movan la codicia de los hombres e incitabana la vez el inters de stos por internarse en los camposlejanos, al norte del Y y del ro Negro, hasta la fronteray an ms all, donde slo imperaban las leyes de la na-turaleza.

    II

    La explotacin de la riqueza ganadera en sus etapasprimitivas del corambre y salazn de carnes fu el factoreconmico que estimul el proceso colonizador de la BandaOriental, iniciado cuando ya se haba clausurado el ciclode la expansin hispnica en Amrica.

    Las estancias pobladas bajo la influencia coloniza

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    dora de Buenos Aires en el bajo Uruguay y costas delRo de la Plata; las vaqueras all instaladas, junto a ladesembocadura de los ros, al oeste de la jurisdiccin deMontevideo, y en el litoral Atlntico, y los establecimientosganaderos que dentro de los lmites de dicha jurisdiccinse multiplicaron con mayor orden merced al poder deexpansin de la ciudad, hasta que sus ganados desbor-daron las fronteras ms all del Y y del ro Negro, cons-

    tituyeron la,fuente nica de nuestra riqueza colonial, eimprimieron un sello propio a la vida que se desarrollen ese escenario, a los hbitos y costumbres de sus pobla-dores.

    Adems, esa riqueza ganadera, conjuntamente con elanhelado lmite del Ro de la Plata, fu el mvil que ins-pir la expansin lusitana, ora impulsada en forma indi-recta por la iniciativa privada, ora realizada por la propiaCorona de Portugal.

    Al norte del ro Negro el procreo de los ganadosu faena se desenvolvi en forma anrquica; sobre lacosta del Uruguay se extendan las estancias misionerasdependientes de Yapey, cuyos ganados y el llamado al-zado, propiedad de la Corona, que se procreaba en laregin fronteriza, eran con preferencia los que los portu-gueses extraan con el auxilio de los charras, minuanesy de los changadores.

    Las tierras en que pacan esos ganados se habandistribuido por donacin de la Corona a los pobladores,por denuncia de stos, y por promesas de ventas, quepor lo general no llegaban a perfeccionarse, sin perjuiciode lo cual se permiti que los interesados tomasen pose-sin de extensiones de campo a veces enormes. "Los pre-tendientes, observ D. Manuel Cipriano de Melo en 1790,elegan los parajes en que los ros hacan tringulo quellaman rinconadas, porque atrados los ganados de la fer-tilidad de las orillas, se encerraban en ellas a poca costa".No se evit; anota Lastarria, la inmensidad de las pose-siones ni se refren a los hacendados que siempre quepudieron desalojaron a las pobres familias que por s ocon permiso haban pasado a establecerse en esta banda,"atomar sus puestos en terrenos vacantes". (g)

    (3) Miguel Lastarria, "Colonias Orientales del Ro Paraguay de la Plata". "Documentos para la Historia Argentina", Facultadde Filosofa y Letras, Tomo 111, pg. 198-199, Buenos Aires, 1914.Refirindose a este punto expresa el Dr. Felipe Ferreiro en suestudio "Orgenes Uruguayos": "El modo de ocurrir las cosas en la

    Banda Oriental fu bien distinto. Las ms de las veces una pulperafuerte y afamada en la regin por las atracciones que ofreca altransente (carreras, bolos, jugadas, etc.), apareci el ncleo inicial.En su torno, las clientelas ms fieles y algn bolichero que calculmedrar ala sombra del principal levantaron -sin sujetarse a ordenalguno- los primeros ranchos ms o menos provisorios. Despusse fij en el lugar el asiento de un hombre de trabajo, ms tardeel de otro. Un buen da el cura misionero que pasaba por all aspira levantar la capilla ya reclamada por la abundante poblacin delpago. Pero ahora, llegaba el momento del drama que en ocasionespas a tragedia: el terrateniente en cuya posesin vastsima haba

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    En la zona apartada de la jurisdiccin de Montevi-deo y de la regin de Santo Domingo Soriano, al nortedel ro Negro, las tierras haban sido ocupadas en mu-chos casos sin denuncia ni propuesta de venta alguna,lo cual dara origen a innumerables litigios.

    El procreo y beneficio de los ganados en las estan-cias se haca por lo general en forma primitiva. En su"Memoria Geogrfica", Andrs Oyrvide trae una refe-

    rencia sobre la estancia de "La Marscala", Doa MaraFrancisca de Alzibar de Viana, uno de cuyos puestosencontr en su camino al llegar en Enero de 1785 alpaso de las Piedras, en el Cebollat. La estancia habasido poblada haca doce aos aproximadamente, aunquela concesin de las tierras era anterior.

    "El espacio que comprenden -dice Oyrvide- nose limita menos, segn dice el capataz, que todo elrincon entre el arroyo Aleiga y parte del Alfrez con elCe6ollat hcia sus puntas y por consiguiente los ganadosque pastan en ellos innumerables, pues como campos de-siertos donde se refugian los que corren de la parte delro Negro, Yy, y otros arroyos de las vertientes al Uru-guay, es una guarida depsito de las vacadas grandes

    que hallan aqu algun sosiego,hasta tanto que el dueomanda pedir regularmente los veranos el numero de cue-ros de toro que es posible acarrear en carros hasta Mon-tevideo." (')

    "Aqu -agrega luego- no se conoce ganado manso o .de rodeo, como llaman, todo es alzado, todo es campestre;hoy pacen aqu 20 mil reses, no se encuentra una en mu-chas leguas, hasta que este tropel encuentra otros ene-migos de su conservacion, otra tropa de hombres, arma-dos de lazos, cuchillas y medias lunas, que, dejando ten-didas en el campo un crecido nmero de que sacan suscueros, puede retroceder el restante para descansar algu-nos das en los rincones mas excusados, hasta que lesllega otra proscripcion, sin exceptuar edad ni tamao;y as, sea para introducir en Montevideo para el RoGrande que, como se ha dicho, llegan hasta aqu mismolas canoas de los traficantes, todo es un destrozo que largos pasos corre el exterminio total, si ntes no seentabla una cria metdica para mantener perennes y cons-tantes estos manantiales de riquezas de que este sueloest dotado naturalmente por la salubridad de sus pastos,

    venido formndose y creciendo sin su previa autorizacin aquelnuevo ncleo, no estaba conforme con su permanencia (porque erapropicio al abigeato, o simplemente porque le espantaba los ganadoso les privaba de aguadas, ete.), y reclamaba inmisericorde el des-alojo. Por consecuencia vena el pleito, eternizado en la Audienciade Buenos Aires" (pg. 16, Montevideo, 1937),

    (4) Carlos Calvo, "Coleccin Histrica Completa de los Tra-tados, Convenciones, Capitulaciones, armisticios, cuestiones de limi.tes y otros actos diplomticos y polticos de todos los Estados com,prendidos entre el golfo de Mjico y el cabo de Hornos, desde elao de 1493 basta nuestros das",- Primer perodo. Lmites. TomoSptimo, pg. 265, Pars, 1865,

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    por lo abundante de sus aguas, y cmodo de sus valles ycolinas para cras de ganado y progresos de la agricul-tura, aunque de esta ltima ni aun se menciona la ideade su principio." (6)

    Este tipo de estancia cimarrona en la que se explo-taba nicamente el cuero de los animales, a los que nose dispensaba cuidado alguno, y en la que por toda cons-truccin se haca unos corrales, abundaba entonces en laBanda Oriental.

    "Huyen los ganaderos de sujetar pastoreo rodeosus ganados, escriba Manuel Cipriano de Melo en laexposicin citada, porque como slo aspiran al intersdel cuero, quieren ahorrarse los gastos de peones y dems,contentndose adems con un buen terreno, a donde seagolpen de cuando en cuando los ganados que' andan va-gando, y con la buena situacin de su rinconada hacertantos cueros como reses encuentren."

    Oyrvide visit otra estancia donde la explotaciti seefectuaba en forma ms metdica, la de D. Juan Llo-rens, poblada haca aos, que en 1785 tena 10.000 cabe-zas de ganado sujeto a rodeo, manso y de color, y sobre200 caballos.

    "Como el mismo dueo tiene establecida en este ramo

    su subsistencia -refiere el viajero- conoce las ventajasde su conservacin y beneficio, por lo que entablado el pro-creo debidamente, le redita en la actualidad sobre 500cueros de novillo todos los aos, cuya matanza se haceaqu de mediados fines del verano, y aunque el ramo decarnes queda arrojado, sacan toda la grasa y el sebo deque juntamente hacen sus acopios en tres almacenes galpones cubiertos de paja y buena madera cortadas regu-larmente por las cordilleras, y remiten despus para Mal-donado y Montevideo en los carros de que estn surtidos:tambin suelen vender otras partidas de novillos en quevienen buscar los encargados del abasto de carne enMontevideo, y el precio regular es de 14 16 reales porcabeza, pues son estimados por su tamao y gustosa car-

    ne; las hembras no se tocan absolutamente, y solo algunasya viejas que no dan fruto, las matan y de sus cuerossacan los sacos y correas guascas para el servicio dela estancia: con esta corta atencion es que en tan brevetiempo han aumentado los ganados, redituando todos losaos, siendo su principio de 3 4 mil cabezas las queintrodujeron para esta poblacin."

    "Hay aqu cuatro peones para el servicio y solo setoman mas en el tiempo de la matanza, pero como eldueo suele asistir regularmente los veranos, dispone quese hagan algunas siembras como de sandas, melones,hortalizas y algun poco de trigo, y de todo recogen conabundancia y de buena calidad." (a)

    Pero donde el aprovechamiento de los ganados se

    (5) Obra y tomo antes citados, pg. 266.(6) Obra y tomo antes citados, pg. 273.

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    haca en forma ms primitiva y con destrozo de las ha-ciendas, era fuera de las estancias, en los campos rea-lengos apartados, donde los changadores despus de ex-traer el cuero dejaban el campo cubierto de reses muer-tas para alimento de tigres y perros cimarrones.

    Por efecto de estas corridas el ganado alzado sehaca an ms arisco y el que se hallaba a rodeo huapara regresar meses despus a la querencia.

    La empresa de ir a buscar ganados a las regiones

    mencionadas no estaba desprovista de riesgos. Formadala tropa, los, changadores vigilaban su marcha, que ha-can sin descanso, pero con pausa, a fin de evitar las co-rridas. Para pasar la noche se haca alto en una rinco-nada o en la loma, en parajes descubietros, lejos de losbosques u hondonadas por ser guaridas de los tigres.Alrededor del ganado los changadores formaban entoncesun crculo, encendiendo fogones con lea o con la osa-menta y el sebo de las reses. Mientras unos descansabansobre sus aperos, otros, a caballo, hacan ronda sin cesaren torno a los fogones para dar la alarma al menor asomode huda o de peligro.

    "En estas corridas -apunta Oyrvide- es conside-rable el consumo y malogro de reses,pues ademas de las

    que matan para el mantenimiento y consumo de las no-ches, se pierde[n] regularmente las crias pequeas, puesen el tropel y marchas diarias, se estropean entre laconfusin y remolinos que forma todo el trozo, se can-san y quedan por los caminos, y as todas las que sonmnos de ao corren este peligro de que pocas se li-bran..." (7)

    La estancia fu en muchos casos, elemento nuclearen el orden social, cuando el terrateniente no disputabala tierra a los pobladores modestos que se cobijaban alamparo de su poder; punto de partida de nuestra organi-zacin econmica; centro avanzado de colonizacin enaquella poca, caracterizada por rasgos tpicamente feu-dales: impotencia del poder central, dispersin de la

    autoridad, proteccin privada del dbil, derecho y obli-gacin de legtima defensa.

    Como en la poca feudal, la propiedad iba entoncesacompaada de obligaciones. Los propietarios fronterizosy aun los otros, deban tener armas y defensas, ademsde poblar, cultivar y procrear ganado. Como en la pocafeudal, el ejrcito se formaba con la obligacin de equipo.Cada Blandengue, para no citar sino un ejemplo, debaaportar seis caballos al entrar a su cuerpo. Pero sin duda,lo ms caractersticamente feudal de este estado, se con-centraba en la estancia. Cada estancia era un seoro,con una vida social y econmica plenamente autrquica;tena defensas militares que remedaban el torren me-dioeval, a veces una capilla para servicios religiosos y

    (7) Obra antes citada, tomo octavo, pgs. 54-56.

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    siempre una hueste que el estanciero conduca a la guerra,como un seor feudal.

    Esta clula social, por su poder, por la proteccin quedispensaba y por la posibilidad de trabajo que brindaba,era, en aquel medio rudimentario, un elemento de atrac-cin. En sus cercanas se agrupaba el ranchero de mo-destas viviendas de barro y paja, cuando no preferabuscar la sombra amparadora de alguna capilla rstica.

    Por lo dems, cuntos de estos elementos sobre-vivieron!

    Durante las guerras civiles del siglo XIX, fu comnel espectculo de la peonada con el patrn al frente,alistada en las filas de la revolucin o en las del gobierno,sin ms lema que el del dueo, sin ms odio que el delestanciero, amo y protector a la vez.

    II

    Las tierras se hallaban en poder de unos pocos quelas haban denunciado, contndose por millares las cabe-zas de ganado alzado que se procreaba sin demandar es-fuerzos a esos propietarios radicados en muchos casos enla ciudad. Los changadores y hombres sueltos de la cam-paa que no encontraban trabajo, aun en las estanciasms organizadas en las que se utilizaban contados peones,se sentan, respecto de aquellos ganados, con igual dere-cho, al que reclamaban los usufructuarios de las extensasrinconadas. La principal salida del producto que se obte-na en las vaqueras clandestinas -el cuero- tena que

    ser-la que proporcionaba el contrabando por la fronteracon el Brasil.

    Cuando el Gobierno de Montevideo logr estabilizarhacia el Norte sus avanzadas en el fortn del Pintadopara contener los malones y las entradas de los portu-gueses; y las guardias y fortificaciones del Este fueronobstaculizando el pas por esa regin; las extraccionesde ganados y faenas clandestinas que hacan los changa-dores para llevarse los cueros, se localizaron con prfe-rencia en el norte del ro Negro, en la regin antes refe-rida. -(e)

    Esta extraccin de ganados y cueros por la fronteracon Portugal, desguarnecida an, auxiliada por nuestroscorambreros, tuvo su rplica lgica en la introduccin de

    artculos de procedencia lusitana en el territorio de laBanda Oriental. Tal el. origen del comercio ilcito, delcontrabando estimulado por factores de orden geogrficoy .por las caractersticas del propio rgimen monopolista.En un principio los changadores que participaban en lasempresas de arrear ganados por la frontera, traan al

    (8) Ariosto Fernndez, "Historia de la Villa de San Fernandode la Florida y su regin", 1750-1813. Capitulo 1, "Los fortines delPintado", Montevideo, 1928.

    XIV

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    retorno lienzos, alcohol y con preferencia rollos de ta-baco; pero una vez que el puerto de Montevideo fu habi-litado en 1778 por la Pragmtica de Comercio Libre y seintensific en proporciones asombrosas la salida de cue-ros por su aduana, los comerciantes de la ciudad adqui-ran tambin a los changadores los cueros faenados clan-destinamente para exportarlos, as como compraban ahurtadillas los rollos de tabaco que a lomo de cargueros

    eran trados hasta las puertas de la ciudad.Los contrabandistas hacan sus entradas por Santa

    Tecla, por el Chuy, por la zona de Acegu; cerca de Mon-tevideo, tenan sus guaridas por Sols Chico, Toledo, rin-cn de Viana, baados de Carrasco, donde ocultaban suscargas entre cardales y pajonales.

    En los aledaos de la ciudad lo hacan en las zanjas,en el foso de la muralla, en las inmediaciones de los por-tones; y dentro de ella llegaron a descubrirse contraban-dos de tabaco en el muelle y hasta debajo de una cama delHospital Real. (9)

    Esas entradas y salidas de los contrabandistas por lafrontera, sus choques con las partidas destacadas desdelas guardias que ms tarde fu necesario establecer en la

    regin de Acegu o con las que vigilaban la zona de SantaTecla, las sorpresas hechas por los oficiales de rentas yde resguardo en los lugares prximos a Montevideo conlos consiguientes decomisos, ofrecen vasto tema para lanarracin novelesca, rica en episodios a travs de loscuales se descubren caracteres vigorosos y audaces, y .as-pectos insospechados de la fisonoma colonial. Surge deestos hechos cmo, con independencia de la historia quese haya escrito o pueda escribirse con los papeles quedocumentan la gestin de las cancilleras, la historia delos tratados, de las instituciones y de las reales pragm-ticas, se desarroll entonces en el medio rural de la BandaOriental, un proceso social y econmico que desbord losdbiles marcos legales y slo respondi a fuerzas instin-

    tivas y naturales. A esa realidad querernos referirnos engrandes trazos para ambientar la documentacin con quese inicia este volumen. Las partidas destacadas en la re-gin de la frontera o en la zona del Y formadas por sol-dados de Dragones o por Blandengues de Buenos Aires,

    (9) En el Archivo de la Escribana de Gobierno y Haciendade Montevideo hemos consultado los siguientes expedientes sobrecontrabando y comiso correspondientes al periodo que estudiamos:1785, expedientes 4, 5, 6, 12 y 14; 1786, expedientes 15, 16 y 22;1787, expediente 21; 1788, expedientes 1, 5 y 9; 1789-90, expedientas1, 10, 11, 19, 20, 22, 25 y 26; 1791, expedientes 2, 31, 32, 35, 41. 43,45, 46, 48, 49, 50, 51 y 52; 1792, expedientes 1, 2, 3, 8, 18, 19, 20,38, 45, 53 y 58; 1793, expedientes 3, 4, 7, 32, 38, 39 y 41; 1794, expe-dientes 15, 45, 47, 49, 52, 54, 58 y 59; 1795, expedientes 6, 7, 9, 18,21, 24, 25 y 26; 1796, expedientes 5, 6, 9, 13, 14, 17, 18, 21, 23, 50,51, 52, 55, 56, 57 y 58; 1797, expedientes 7, 8, 9 y 10; 1798, expe-dientes 10, 11, 12, 14, 15, 16, 17, 22, 25, 27, 28, 29 y 44; 1799, ex-pediente 38; 1800, expedientes 3, 61 y 62; y Juzgado Letrado Na-cional de Hacienda y de lo Contencioso Administrativo de PrimerTurno, Legajo 13, Miscelnea. (1781-1843) Expedientes 3 y 4.

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    con el auxilio de sus baquianos descubran el rastro frescode un carro o la huella de los cargueros. (l0)

    Sorprendido el contrabando se produca en algunoscasos la lucha o por lo general el abandono de la presa porsus conductores, que huan a ocultarse entre los montes.Los artculos decomisados eran formalmente enviados a

    Montevideo. La intrepidez de los contrabandistas no en-contraba obstculos en la accin esforzada de esas par-tidas y en la vasta red de funcionarios fiscales que celabanel cumplimiento de las reales ordenanzas. Lo prueba,entre otros hechos anlogos, el denunciado el 31 de octu-bre de 1792 por D. Manuel Cipriano de Melo al comu-nicar la fuga del contrabandista Juan Antonio Caraballosorprendido en las inmediaciones de la ciudad en parajessospechosos por "donde los contrabandistas ocultan susFraudes", prximos al "Rincon de Artigas", como se de-nominaba entonces el. codo que hace el arroyo Pando, enlos campos que haban sido de D. Juan Antonio Artigas.Perseguido por cuatro Blandengues, el contrabandista fueapresado decomisndosele los rollos de tabaco negro que a

    lomo de caballos cargueros, cubiertos de mataduras, habalogrado traer y esconder entre los cerros y pajonales. (11)Poco antes don Agustn de la Rosa haba informado

    al Gobernador Olaguer Feli que cuatro soldados que pa-trullaban la trinchera del fuerte de Santa Teresa, deco-misaron en la noche del 23 de mayo seis rollos de tabaconegro "y entre ellos un retovito chico q.- al parecer con-tiene tambien tabaco" conducidos en caballos reyunos pordos jinetes a quienes no se pudo apresar por la mejorcalidad de sus cabalgaduras.

    El cabo de esa patrulla Gabriel Almagro,. del Regi-miento de Infantera de Buenos Aires, declar en el expe-

    (10) Don Francisco Maroas, el visitador ms antiguo de lasReales Rentas de Tabaco y Naipes de la Administracin General deMontevideo, su casco y partido, luego de comandar por cuatro mesesuna partida puesta en la campaa del rincn de Gutirrez paraevitar el comercio ilcito, refiri sus andanzas a la superioridad.El 30 de noviembre de 1788 haba sorprendido en el arroyo Tacuary42 rollos de tabaco. Mediante gratificacin logr saber "que gentesy Cavalladas faltaban as en la Campaa de Montevideo como dela de Maldonado", enterndose que los ausentes se disponan "sacardel Ro Grande. porcin de tabaco negro con el animo de introducirloen esta capital y que debia conducirse por los Arroyos del Tacuary,

    Otazo y Olimares", cuyos planes frustr. (Archivo de la Escribanade Gobierno y Hacienda de Montevideo. Ao 1789, expediente No 1).

    El propio visitador D. Francisco Maroas fue acusado en 1792por un integrante de la partida a sus rdenes de complicidad conlos contrabandistas. Bartolom Riao, el denunciante, exhibi docu-mentos de prueba, uno dirigido a "Nuestro Amigo C..." firmadopor "El Contenido". Segn resulta, Maroas proceda en combina-cin con un estanciero de ias Minas, Flix Fernndez, a quien en-viaba cueros que pasaban como efectos decomisados por la guardiade Cerro Largo, primero, y la de Gutirrez, despus, comandadas enaquella fecha por Flix Gmez y Gabriel Gascn, respectivamente.(Archivo de la Escribana de Gobierno y Hacienda de Montevideo.Ao 1792, expediente N9 45).

    (11) Archivo de la Escribana de Gobierno y Hacienda de Mon-tevideo. Ao 1792. expediente N9 3.

    XVI

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    diente que "siendo entre siete, y ocho dela citada nocheen que devis a su parecer como dos, o tres Jinetes, ydirigiendose prontamente hacia ellos segn selo permitala oscuridad dela noche, abans, y se encontro con tresCargueros de Cavallos rellunos, en los que trahan los seisrollos de Tavaco, y retovito referidos, y apoderandose detodo ello, aunque hicieron las diligencias, de correr, y soli-citar por los Jinetes que havian devisado, no pudieronconseguir su aprehencin, por haverseles perdido de vista;por lo que cuido l declarante de reserbar los cargueros,y conducirlos su Comandante D.^ Agustin de la Rosa,como en efecto los condujo aquella misma noche, sin quel Declarante haya sabido ni oydo decir, quienes fueronaquellos Jinetes, ni quien sea el dueo del citado Ta-vaco." (12)

    Pero todas las medidas para evitar estas introduc-ciones clandestinas, los decomisos y el largo cautiverio delos contrabandistas apresados, no obstaban para que enel mismo ao 1792 se hubiera llegado a introducir enMontevideo rollos de tabaco descubiertos dentro de laciudad por el cabo de rentas Manuel Cuevas, o que Agus-tn de la Rosa al hacer el reconocimiento de los cuartelesy habitaciones del fuerte de Santa Teresa encontrase tam-bin dos los con tabaco del Brasil. (23)

    Este trfico ilcito, del que constituyen muestra esosepisodios que entre cientos de casos referimos, se reali-zaba de manera intensa a travs de una zona dilatada voriginaba sin duda grandes perjuicios a la Corona, obli-gada, adems, a mantener un costoso sistema de fiscali-zacin; pero favoreca a los que pasaban cueros y gana-dos por la frontera del Brasil, eludiendo la inspeccinque se haca en Montevideo, y beneficiaba tambin a loscomerciantes de esta ciudad que burlando a los reconoce-dores de los hacendados o en complicidad con ellos adqui-

    (12)Archivo de la Escribana de Gobierno y Hacienda de Mon-tevideo. Ao 1792, expediente NI 1.

    Sobre las causas que influan para intensificar el contrabandode tabaco por la frontera se lee en una exposicin del ao 1795:"La actual constituz n DestaProv.a y el poco resguardo de nras.Fronteras,por la inmensa extencion De su Territorio dan meritoq.e seperpetuen los fraudes, y aq.e jamas pueda exterminarse elvso Del Tabaco negro Del Brasil, mediante la facilidad conq.e puedeintroducirse."

    "E1 gusto delos consumidores est y tn arraigado, con aquelvzo De casi inmemorial tiempo, q.e solo proporcionandoseles vnTabaco De Superior calidad, podra lograrse q.e prefiriesen al DelBrasil. Veinte y seis aos ya vn cumplirse desde q.e fu esta-blecida laRenta, y vna continuada experiencia h enseado,q.evnicam.te quando seh expendido en sus Almacenes esta Clase DeTabaco,h sido menor el numero delos contravandos, y despues q.epor vna pertinz oposicion del Fiscal Delo Civil d .n Jos MarquezdelaPlata, se han omitido las compras q .e en los primeros aos seexecutaron, no han cesado ni cesan los fraudes en grave perjuicioDotes aumentos Dela Renta". (Archivo General de la Nacin. Fondoex-Archivo y Museo Histrico Nacional, caja 4, Montevideo),

    (13) Archivo de la Escribana de Gobierno y Hacienda deMontevideo, ao 1792, expedientes Nos. 18 y 19.

    XVII

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    ran cueros faenados clandestinamente por los changa-dores, as como efectos introducidos por la frontera. (1")

    Estos efectos eran tabaco, caballadas, alcohol, escla-vos y gneros de la India.

    Tales hechos que arruinaban la economa real, esti-mulaban sin embargo el desarrollo de la riqueza en la

    Banda Oriental, expandan, bien que sin orden, la pobla-cin en su territorio, reducan el precio de algunos pro-ductos, daban origen en unos casos a las fortunas priva-das y ocupacin a aquellos hombres del campo sin tierras,que llevados por su instinto de libertad satisfacan eneste quehacer arriesgado su vocacin de aventuras. Entreestos ltimos se hallaran, por ejemplo, los cuatro contrabandistas que el teniente Juan Lpez Fraga apres en1704 en la costa de Santa Luca, uno de los cuales segnconfesin, result ser un portugus que haba entrado alos dominios espaoles sin licencia "por las noticias queadquirio de las proporciones que haba para poder buscarla Bida"; o Modesto Mosqueira de diecisiete aos deedad apresado en la costa del ro Negro en 1798 con

    cinco individuos que llevaban treinta y seis rollos de ta-baco. Este ltimo hijo de Carlos Mosqueira, vecino delCaneln, declar que "procurando corichavarse para man-tener y aliviar a sus Padres sali por las Estancias inme-diatas, y estando en la de don Bernardo Zuarez en elarroyo de la Virgen all le hallo un Portugues llamadoBraga diciendole si quera conchavarse para una estanciaque tena en el paraje nombrado el Fraile.muerto y ha-hiendose ido con l con ese fin luego que lo sac campoafuera le dixo, que precisamente lo habra de acompaarhasta el Ro Grande adonde era su destino y como el de-clarante no era.Baqueano del campo tuvo que irse con eino solo por esta causa, sino de miedo de verse solo." (15)

    All en Ro Grande trabaj de domador, hasta que

    (14) E1 31 de marzo de 1794 fueron aprehendidos dentro dela plaza de Montevideo, en las puertas de la barraca de D. Esteban"el Abanero" por su procedencia dudosa 316 cueros, no obstante lainspeccin practicada por el reconocedor D. Francisco de PaulaMangado, "quien habiendo practicado esta. diligencia a su satisfac-cin, se haba retirado de ella, dandolos todos por legitima intro-

    duccion". Reconvenido por el gobernador, Mangudo expres: "queel no tena facultades para decomisar y que solo concebia que erasu obligacion cotejar las certificaciones de los bendedores con lasmarcas de los cueros que se introducan". (Archivo de la Escribanade Gobierno y Hacienda de Montevideo. Ao 1794, expediente NI 47).

    E 1 39 de octubre del mismo ao 1794, Basilio Irigoven, jefe deuna partida destacada desde Santa Tecla, que practicaba el recono-cimiento de la costa del Piray, Cruz de San Pedro, e isla de Guabiy,dio cuenta de habersele presentado, Juan Jos Ibarra, desertor deDragones, quien declar que se ocupaba del oficio de changador.De las declaraciones del desertor Ibarra resulta que los mismos ba-queanos de la guardia auxiliaban a los contrabandistas. (Archivode la Escribana de Gobierno y Hacienda de Montevideo. Ao 1794,expediente NI 15).

    (15) Archivo de la Escribana de Gobierno y Hacienda de Mon-tevideo. Aos 1794 y 1798, expedientes Nos. 49 y 12, respectiva-mente.

    XVIII

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    supo que Antonio Gmez Amaral y varios compaeros se

    dirigan a la Banda Oriental; se asoci a ellos y corrila aventura.

    Estos changadores, "peones del campo" que vivan"del tragn del contrabando", no siempre trabajaban porsu propia cuenta. Muchas veces eran auxiliares de loshacendados que en la regin del Y y del ro Negro reali-zaban grandes faenas de ganado alzado evadido de lasestancias ms prximas o de ganado orejano, ya paraconducir los cueros al Brasil, ya para introducirlos enMontevideo. Los apresamientos de cueros hechos en cam-paa por las partidas celadoras y patrullas corresponden,por lo general, a cargamentos que se enviaban para estaciudad. (la)

    IV

    Los campos que se extienden sobre la costa orientaldel ro Uruguay hasta el ro Negro eran considerados,segn dijimos, pertenencia del pueblo de Yapey, cuyasautoridades mantuvieron pleitns con los hacendados esta-blecidos en aquel lugar, a quienes el Virrey Vrtiz am-par dando rdenes para que los indios de Misiones nopasaran al Queguay y fuesen desalojados en caso de ha-cerlo. El ms ruidoso de esos pleitos fu el promovidoen 1774 contra D, Francisco Martnez de Hado impug-nando sus derechos sobre las tierras que le haban sidoadjudicadas en 1763 desde la isla del Vizcano hasta lanaciente y desage del Queguay.

    En esta dilatada y discutida regin del litoral sefueron estableciendo numerosos pobladores con estancias,sin que se formalizase la posesin ni el pago de arrenda-mientos al administrador de los pueblos de indios .-uara-nes del Uruguay.

    (16) E1 13 de octubre de 1791 desde el Paso del Rey, Agustinde Arena remiti a. Montevideo 88 cueros apresados en uno de losgajos del Olimar. El cabo del regimiento de Infantera de BuenosAires, Juan Gonzlez, conductor de los cueros, hizo al llegar a Mon-tevideo el siguiente relato que muestra como no siempre los queacarreaban cueros eran quienes los faenaban. Dijo Gonzlez, "quesali de Partida desde la Guardia del Cerro Largo con varios Indi-

    viduos de tropa, y habiendo llegado al Olimar, en uno de los Gajosque este forma encontr el carro de cueros que ha conducido a estaPlaza, el qual guiaba un tal Joaquin Lemos, hacendado en la costadel Yt, cuyo carro contena el nmero de ochenta cueros de toro.todos orejanos y como vena por terrenos realengos fuera de lasestancias, sin documento ni certificacin de ningun Comandante delas Guardias,reconbino por ello el Declarante y le respondi el dichoLemos,que el carro, y los ocho bueyes que trahia eran suyos, peroque los cueros no eran sino de uno del Pueblo que le haba habladoliara irlos a cargar y que el no tena mas conocimiento en la faenade estos cueros, que el conducirlos,sin embargo de que conoca queno se haban hecho en estancia alguna sino de toros de la Sierray que los haba cargado en el campo ya con el conocimiento de queeran orejanos, y sin legitimo dueo". (Archivo de la Escribana de

    Gobierno y Hacienda de Montevideo, Ao 1791, expediente NQ 52).

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    A las disputas sobre tierras sigui la no menos con-fusa, con las autoridades de Montevideo, por la propiedadde los ganados misioneros que en 1772, con motivo degrandes pestes y sequas, se haban alzado y esparcidoen el territorio de la Banda Oriental, con preferencia en

    la regin de los ros Y y Negro. All haban transmi-grado tambin ganados alzados de Montevideo; aquel Lu-gar de jurisdiccin incierta fu un sitio al cual acudierona hacer corambres, changadores de la campaa, faenerosde Montevideo y otros autorizados expresamente desd?1774 por el Administrador de Misiones. (17)

    A su vez el gobierno de Montevideo concedi per-misos anlogos para faenar en aquel lugar los manadosalzados, que consideraba pertenecientes a su jurisdiccin,uno de los cuales fu otorgado al cura de Canelones D.Juan Miguel de Laguna para que con el producto de lasfaenas edificase una parroquia en aquella poblacin. Detodo esto vino en consecuencia que los campos del Y ydel ro Negro, habitados desde entonces por regular n-

    mero de pobladores, fueran el escenario de un intensotrfico, origen de interminables controversias entre elgobierno de Montevideo y el Administrador de YapeyD. Juan Angel Lascano. Este, pretextando defender losderechos de los indios, acus desde 1781 a las autoridadesde Montevideo de permitir y estimular las abusivas fae-nas de ganado alzado de las Misiones.

    En enero de 1785 los estancieros de Montevideo cons-titudos a su vez en Junta para la Defensa del derechode los Vecinos hacendados de su .jurisdiccin, por nter.medio de su apoderado don Melchor de Albn, formali-

    (17) Oficio del Administrador General de los pueblos de Mi~siones Juan Angel Lascano al Virrey, 1781, en el que reclama porlos corambres que se hacen con los ganados procedentes de Misionecuyos cueros eran. segn Lascano, introducidos en Montevideo yque "por lo general, son habilitados los gauderios por aquellos mora-dores". Del gobernador del Pino al Cabildo de Montevideo, Agosto31 de 1781, en el cual expresa que "segn voz comn son muchaslas faenas clandestinas que se hacen de los ganados dispersos dela otra banda de los Ros del Yi y Negro", por lo que insiste en quese obligue a los hacendados a que marquen los ganados. Del Cablldcde Montevideo al Gobernador, Agosto 23 de 1781, en el que se recha-zan las imputaciones de Lascano. De ste al Virrey, Setiembre 12

    de 1781. en el que se refiere la emigracin de los ganados misione-ros, a la faena que de ellos se haca en la Banda Oriental, citandoel caso de las realizadas por el P. Juan Miguel de Laguna "el cualasegura, con el conocimiento que le daba su continua habitacin enaquellos campos, que recorra personalmente, que pasaban de milhombres los que empleaba en hacer faenas de cueros, y que nohaba tendero ni pulpero en aquella ciudad que no estuviere mez-clado en semejante giro". Exposicin del Cabildo de Montevideo enel que refutan el precedente escrito de Lascano en el que insista enpretender colocar en las puertas de Montevideo una guardia a costadel pueblo de Yapey para evitar la introduccin de cueros extradosde los campos del VI y ro Negro. Del administrador Lascano alVirrey, Junio 12 de 1784, en el que se recapitulan los hechos ocu-rridos desde 1772. Estos documentos fueron publicados por D. Setem

    brino E. Pereda en "Paysand en el Siglo XVIII", pgs. 188 a 218,Montevideo, 1938.

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    zaron una reclamacin ante el Intendente General delVirreinato por los abusos que se cometan con motivode las faenas autorizadas por el gobierno de Yapey.Hasta aquella fecha haban sido autorizados para efec-tuarlas Cristbal de Castro Callorda, Domingo Igarzbal.Lorenzo Figueredo y Antonio Pereira. ('8) Estos lti-mos haban comandado una partida de Blandengues des-tinada a celar la regin para impedir las faenas clan-destinas.

    Ya fuera porque resultaba difcil distinguir los ga-nados que podan ser faenados, de los ganados alzadospertenecientes a hacendados de Montevideo diseminados.por aquella regin o porque la ausencia o displicencia dela autoridad instaba a proceder libremente, las faenas sehacan sin medida, segn resulta de la informacin levan-tada. D. Ignacio Nez, natural del Paraguay, que residaen esa regin haca 26 aos "haciendo matanzas de Tigresp. beneficiar sus Cueros", declar habrsele informadopor un capataz que en 1782 se haban faenado y hallabanapilados en el paso del Durazno ochenta y siete mil cue-ros. Los hacendados autorizados faenaban el ganado o loarreaban en tropas a Misiones, como lo hizo muchas vecesDomingo Igarzbal, en tanto que otros, como D. Antonio

    Pereira, lo llevaban a sus campos, lo cual estimul a losindios tapes y misioneros a hacer lo mismo.Los indios de los pueblos de San Miguel y San Luis

    reunan ganado al norte del ro Negro conducindolo porlos cerros de Acegu: los de Yapey hacan sus acopiosen ambas mrgenes del ro Negro. (1)

    Estos hechos, denunciados por los hacendados deMontevideo, dieron origen, al finalizar el ao 1784, a unruidoso incidente del que fu principal protagonista elmencionado Antonio Pereira, hombre de empresa y, comose ver, gran conocedor del medio rural, quien, segn elVirrey Marqus de Loreto, con poder especial del Admi-nistrador de los treinta pueblos de Misiones, "entendaen la Cruel Matanza y gran negociado de Cueros, que se

    hacan a nombre de estos naturales."Imr.orta saber que Pereira era entonces Teniente deMilicias y Comandante de la campaa de Montevideo yque en tal carcter se hallaba al mando de una partidaestablecida en el Paso del Rey, sobre el ro Y, donde habasentado sus reales. All se haba levantado una rancherapara la tropa y "vn tendejn o Pulperia avastecida convevidas y Ropa de cargas", pertenecientes al propio Pe-reira, para consumo de la tropa a su cargo.

    Ya en mayo de 1784 el Gobernador de MontevideoD. Joaqun del Pino, haba informado que, a su juicio,Pereira no se conduca con la fidelidad debida: "esto es

    (18) Juzgado Nacional de Hacienda y de lo Contencioso Ad.ministrativo de Primer Turno. Fondo: Juzgado de lo Civil. Legajo13 (1781-1843). Miscelnea, 1785, expediente N 3.

    (19) Juzgado antes citado. Fondo: Juzgado de lo Civil. Legajo2. (1785-1787), expediente N^ 19.

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    q.- ha tenido puestas Faenas sobre el Piray, e introducidossus cueros, en los Dominios de Portugal, como ygualmenteq.- se ha.mesclado enasumptos de contravando." (2e)

    Del Pino se inclinaba a admitir que fuesen ciertaslas extracciones que se imputaba a Pereira porque antesde ejercer las funciones que cumpla en 1784, "era vnode los q.e se meselavan en Faenas clandestinas de Cueros."Reconoca el gobernador, y el hecho fu luego corrobo-

    rado por la declaracin de varios testigos, que la partidaa rdenes de Pereira haba realizado varios decomisos deCueros, a "las gentes que llaman changadores pero tam-bien se dice como notorio, q.- los Portugueses fronteri-zos tienen sus estancias Pobladas con crecido num.e deGanado Bacuno q.e han recogido en aquellos dilatadoscampos, y comprendo q.e segun la ymmencidad de losTerrenos ay casi vna moral imposibilidad en q.o la Par-tida de Pereyra, ni otra mas numerosa sea capas de ym-pedir en vna tan dilatada Frontera los robos de Gana-dos: como ha sucedido en todos tiempos, p., mas conatoq.e en ello se haya. puesto; niavn con el auxilio del Puestode S! Tecla, q.e p.T entonces se creyo capaz de contenerestos desordenes,y solo podran las Partidas contribuir a

    evitar algunas faenas de cueros en dichos campos, y to-mar tal cual Prisionero." (2')El Gobernador de Montevideo no llegaba a condenar

    de manera absoluta las actividades del Comisionado queen 'el Paso del Rey pareca estar rodeado de poderososrecursos, sin descontar la adhesin de sus soldados; ad-mita su inconducta, pero aceptaba tambin que le eraimposible "evitar los consavidos desordenes sino tal cual.faena q.e se haga por los Bagamundos del Ro Negrop. aca." A consecuencia de estos hechos denunciados anteel Virrey el 8 de junio de 1784, Pereira fu relevado desu cargo y una vez en Montevideo, reducido a prisin enla Ciudadela, de la que sus medios le permitieron fugartrasladndose a Espaa para vindicar su conducta.

    El Capitn D. Flix de la Rosa, que se hallaba deservicio en Montevideo, fu designado para comandar lapartida que segn lo aconsejado por del Pino, debamantenerse volante en campaa. Sus cometidos seran lapersecucin y "aprehensin de Desertores, vagos o Cavde-rios, Ladrones, o de cualquier modo delinquentes mal na-cientes, o yncomodos y de las Personas q.o los abriguenen sus estancias Rancho Pulperias u otros asientos: comoassimismo p.e ynterceptar p .r el mismo o en avxilio delas rentas, todo Genero de ilisito comercio y los Ganadosde cualquiera especie y cueros q.e se trate de extraer a

    (20) Oficio del Gobernador del Pino al Marqus de Loreto.Montevideo, Mayo 13 de 1784, en el expediente sobre el arreglo delos campos de la Banda Oriental existente en el Archivo General deIndias, cuya copia hemos consultado en el tomo VI, segunda serie,de la "Coleccin Falcao Espalter1l que se custodia en el ArchivoGeneral de la Nacin de Montevideo.

    (21) Oficio antes citado.

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    los Dominios de S.M.F. impidiendo las corridas, recojidasy faenas sospechosas de estos yntentos y avn todas las q.ese exec.uten sin Lisencias concedidas o refrendadas,pf mimismo, en Baldios, o terrenos cuya pertenencia este enLitigio, conforme alas ynstrucciones extendidas p.a estacomision." (22)

    Una vez en Madrid, Pereira no slo se limit a vin-dicar su actuacin, en favor de la cual figuran en el expe-diente numerosas declaraciones, sino que present a laCorona una notable Memoria datada el 15 de julio de1786 sobre el estado de la campaa de la Banda Orienta)y medios para solucionar sus problemas. En ella se refierea las caractersticas geogrficas de la zona fronteriza, alas entradas naturales que facilitaban el contrabando detabaco, mulatos, negros, caballos y gneros. "Todo nues-tro inters -escribi- consiste al parecer en estorbar yresguardar las entradas de Cueros eil Montevideo perono atendemos a impedir la Extraccion de Ganados y Cue-ros faenados que pasan a Portugal, ni celamos el Contra-bando tan comun como frecuente por distintas partes."

    Lejos de acompaar al Gobernador del Pino en suidea de que para ahuyentar a los portugueses la mejorsolucin consista en que los hacendados costeasen el tras-lado de los ganados fronterizos a sus estancias, dejandoyermos aquellos campos, Pereira aconsejaba fundar allpoblaciones cuyos habitantes podran trasladarse de Ca-nelones, Santa Luca y San Carlos. Propona, adems,el establecimiento de guardias en Batov, Conventos yYaguarn, dependientes de Santa Tecla; que se limitasela extensin de las estancias y se insistiese en la ordenpara que los hacendados marcaran sus ganados, en loque se mostraban omisos para poder as beneficiarse delganado alzado. Completaba estas sugestiones para reme-diar los males de la frontera con Portugal con otras indi-caciones relativas a la regin del centro de la BandaOriental y costa del Uruguay. "Para asegurar el resto deaquella, por los Campos del Ro Yy, Ro Negro el Que-

    guay, Yaguary, Deiman, y otros donde se hallan los Ga-nados de Misiones, y los que se consideran propios delos Vecinos de Monte Video, S!e Domingo Soriano, Vivo-ras, el Rosario, y tambien los de S.M, en cuyos parajesse han muerto en vn solo imbierno mas de 60 (11) Bacasa fin de aprovechar puramente el Sebo y Grasa, deverhaver vna Partida Volante que bajo las ordenes de vilCabo, Teniente de Comandante Gral, recorra todo lointerior de aquellas Estanz,e e impida.la extraccion detoda faena y operacion, Clandestina confiscando todos losVtenzillos q.e halle en semejantes casos." (23)

    (22) Nombramiento del Capitn Flix de la Rosa en el carcter de Comandante de la Partida destacada de Montevideo, expe-dido por el Virrey Marqus de Loreto el 8 de junio de 1784. Expe-diente y coleccin antes citadas.

    (23) Memoria presentada por D. Antonio Pereira. Expedientey coleccin antes citada.

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    Con estos antecedentes qued formalmente planteadala cuestin del "arreglo de los campos" de la Banda Orien-tal, mantenida como problema insoluble por dilatado es-pacio de tiempo.

    E1 cuadro que ofreca el territorio de la Banda Orien-tal convertido al norte del ro Negro, segn resulta deestos antecedentes, en una dilatada estancia, sin centrosde autoridad que impusiera freno a los instintos; losdiversos factores que estimulaban las faenas clandestinasy el contrabando de cueros y de tabaco o las arreadas deganado en pie, llevan al convencimiento de que tales acti-vidades ilcitas, realizadas a los ojos de las autoridadesno siempre alertas, (y calificadas duramente por stas enlos documentos oficiales) no constituyen en realidad, sise las juzga en funcin de la poca y lo inorgnico delmedio, un delito ni un motivo censurable de conducta.

    V

    Resulta evidente que la Banda Oriental naci a lavida econmica merced al impulso de esas vaqueras in-controladas por la fuerza de un instintivo vital que sesobrepona alas restricciones de un rgimen ya caduco.

    Pero no es menos cierto que esa forma de explota-cin de la riqueza ganadera, sin tasa y sin orden, pro-voc el descenso y casi la extincin de los ganados, entanto que la vida libre que llevaban faeneros y changa-dores sin sujecin a normas civiles o morales, caus una

    relajacin del orden social, reflejada en los robos, asesi-natos y violencias de todo gnero que al amparo de aquelrgimen se cometieron con frecuencia.

    A los cueros de animales faenados en cantidadesasombrosas por sus legtimos dueos para ser comercia-dos por el puerto de Montevideo, se sumaba los que ob-tenan, segn ya expresamos, los changadores en las ma-tanzas clandestinas de ganado orejano o alzado, que porlo general se realizaban en campos realengos apartados.Estos cueros, hemos dicho, eran adquiridos por los comer-ciantes de Montevideo sin preocuparse de su origen, otenan su salida contrabandeados por la frontera con RoGrande. Para evitar en primer trmino la ruina de laindustria ganadera, el Virrey Arredondo, por Bando pu-

    blicado el 9 de marzo de 1791, prohibi la matanza devacas; y para corregir los abusos de los changadores yaun de los propios estancieros y comerciantes, orden questos herraran desde entonces con su propia marca yseales, todo el terneraje no mayor de dos aos. Trans-currido un ao de la publicacin del Bando, en cuyo plazoestara marcado todo el ganado de tres, podran los cuerosser de legtimo comercio, de suerte que si se apresasealguno sin marca que se reconociera ser de animal deese tiempo, seria declarado de pertenencia fiscal.

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    Los comerciantes podran comprar tan solo cuerosdebidamente marcados y en ningn caso los de vaca; conello, deca el Bando "se corta de un todo el fomento quecon las mismas compras de todo genero de cueros se dabaa los Changadores para robar y matar Ganados en loscampos Realengos, en Estancias de dominio particular,y de los Dueos de estas para que en las matanzas desus propios Ganados incluyesen tal vez los pertenecientesal Rey."

    La aplicacin de estas dispesiciones imposibilitaraen lo futuro la comercializacin de cueros por parte delos changadores con los comerciantes de Montevideo, ascomo la faena de ganado reyuno que hacan los estan-cieros, pero no impedira que esos mismos changadores olos propios estancieros los pasasen a los dominios del Bra-sil. Para evitar esto, el Bando dispuso que no podra nin-gn propietario de ganado hacer faena de cueros, auncuando fueran marcados, sin obtener licencia superior enla que constara el nmero de cabezas que podan sacrifi-carse para el beneficio de carnes o de cueros y el destinopreciso que pensaba darse a stos.

    Para la vigilancia de estas disposiciones se pondranpartidas celadoras, formadas por tropa militar o por

    dependientes del Resguardo, o por una y otros a la vez.Las partidas tendran, adems de esas tareas decarcter fiscal, cometidos policiales. "Como los LadronesChangadores por lo ordenado en los Captulos antece-dentes devern perder toda esperanza de vender Cueros los Comerciantes, Traginistas, que ya no querrncomprarselos para no exponerse perderlos, ni sufrir lasotras penas con que se les comunica, por lo qual losdichos Changadores extendern ms, y mas sus crimi-nales ideas aadir al gravisimo delito del robo deGanado el otro no menos grave de extraerlos, 6 venderlosen pie, 6 sus cueros para que se extraigan a los Dominiosdel Brasil; quedarn tambien prevenidos, y avisados poreste pblico vando que las Partidas Celadoras no cuidarn

    menos de recorrer todos los sitios de la campaa, ya deDominio particular, o ya Realengos, y de aprehender todo faenero de esta clase, y sus complices, y Peones,y los conducirn, o remitirn presos con los cueros embar-gados la disposicion del Governador de Montevideo, 6de esta Superioridad segun los territorios en que sehiziesen las aprehensiones, para que estos sugetos tancriminosos sean castigados como mereze la gravedad desus delitos." (24)

    La otra medida adoptada entonces con igual finalidadconsisti en establecer guardias que, adems de contribuira fijar la lnea fronteriza mantenida por los portuguesesen estado litigioso, reprimieran el contrabando y demsexcesos que se cometan. La guardia de Melo establecida

    (24) Facultad de Filosofa y Letras, "Documentos para la His-toria Argentina", tomo VI, pgs. 475-483, Buenos Aires, 1915.

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    en 1792 tena bajo su dependencia las de San Luis delPiray, Arredondo y Acegu. Esas guardias conjuntamentecon los fuertes de Santa Teresa, San Miguel y SantaTecla y las instaladas en San Rafael y Batov componanel sistema defensivo de la frontera con el Brasil. Laspartidas volantes con asiento en dichos puntos estuvieronformadas por fuerzas de un Regimiento de Dragones yde una Compaa de Blandengues. En la Memoria delVirrey Arredondo, fechada en Buenos Aires el 16 demarzo de 1795, se refiere la formacin de esa Compaade Blandengues de Buenos Aires destinada a celar lafrontera de la Banda Oriental, a imitacin de los quedefendan desde 1752 la frontera de aquella provinciacontra los indios.

    "Como no bastaba la ventajosa situacin de esospuestos para contener los contrabandistas y portuguesesque tanto velan por aprovecharse de cualquier descuido tolerancia nuestra, y mucho menos hallndome sin tropacompetente para tener cubiertas estas guardias, arbitrformar una compaa de cinquenta blandengues volunta-rios, gente muy propia como V. E. sabe 1-''ara las marchas

    forzadas, para pasajes de rios y para toda clase de fatigaconcerniente sorprender las extracciones de los contra-bandistas, fiados en la extensioh de aquellos campos yen los auxilios que les. prestan los portugueses: y de-seando no .gravar el Real Erario con el prest de estoscincuenta 'hombres,. dispuse que fuesen pagados con elproducto de los cueros que se aprehendiesen ajos mismoscontrabandistas, mientras subsistiese el fondo de ellos;con cuyo medio se ocurra los gastos que ocasionabael celo de la campaa por aquella banda."- (2S)

    (25) "Memorias de los Virreyes del Ro de la Plata", pg. 414,Buenos Aires, 1945. En Enero de 1792 los puestos "que por ahoray hasta nueva providencia" se estableceran para impedir que lo_portugueses se introdujeran por la frontera del Piratinf eran SantaTecla, Batovf, San Nicols, San Antonio, San Jos y Santa Rosa.En noviembre del mismo ao el Virrey Arredondo . comision alprimer piloto d la Real Armada D. Joaqun Gundfn, para el esta-blecimiento de "tres importantes Puestos o Guardias", quien "recorriy reconoci los parages en q.e deven Situarse". (Archivo Generalde la Nacin; Montevideo. "Fondo ex Archivo General Administrativo", catas 189.y 194, documentos -Nos. 94 y 13). El 16 de julio de1790.1). Manuel Cipriano de Melo haba elevado al Virrey Arredondoun informe muy ilustrativo sobre el estado de la frontera, lugares'enlos que a su juicio deban establecerse guardias y clase de tropaqu podra atenderlas con ms eficacia. "Las guardias -deca- ami entender, deben cubrirse con tropa arreglada y prctica en lascorrerias de la campaa; lo primero por la ventaja que trae consigola disciplina en los encuentros con gente bisoa, aunque sea demucho valor, y- lo segundo por el hbito de cabalgar y costumbrede sufrir las.intemperies, Estas dos circunstancias se renen en laclase de tropa que aquf se llama de Blandengues, y esta es la queal mando de oficiales de confianza, subordinados a un jefe de honory talento, deben celar toda la frontera". (Carlos Calvo, "ColeccinHistrica Completa de los Tratados", citada, tomo XI, pgs. 273-274,Pars, 1869).(26) "Memorias de los Virreyes "del Ro de la Plata", antescitadas, pg. 415. -

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    En la misma Memoria del Virrey Arredondo se ex-presa que las compaas de Blandengues provincialesdestinadas a Buenos Aires y Montevideo tendrn a "sucargo auxiliar a la justicia, perseguir vagos, mal entrete-nidos y contrabandistas, dejando libre de este servicioa las tropas veteranas, siempre que no haya precisinde valerse de ellas." (27)

    E1 Virrey Arredondo, decidido propulsor de estasmedidas, no crea que media docena de fuertes bastase

    para guardar la extensin tan dilatada de la BandaOriental y su frontera. "El mal habito est tambin muyenvejecido en los portugueses y en nuestros changadores,para que se considere remediado con las primeras provi-dencias. Solo el arreglo general de la campaa tantasveces intentado, es capaz de formar este muro de divisinque debe separar nuestros terreno$ de los que se asignen los contrarios." "Hin un lienzo de este macizo, ,jamsestarn nuestros ganados dentro de sus apriscos." (28)

    A travs de la actividad desplegada por el Jefe dela Guardia de Melo, Capitn Agustn de la Rosa, podemos

    juzgar la eficacia del sistema de represin puesto enprctica.

    Fueron numerosos los decomisos, que no podemos

    detallar aqu, hechos por las partidas a sus rdenes, decargamentos de cueros y rollos de tabaco; sin desmayola persecucin de los malhechores y la vigilancia de losmovimientos que hacan los portugueses sobre aquellazona de la frontera, definida en el tratado de 1777, peromantenida, de hecho, en situacin litigiosa por no haberseconcluido el arreglo de la misma. ('29)

    Todo lo cual no impidi que el contrabando prosi-guiera desarrollndose porque subsistan las causas econ-micas y sociales que le dieron origen, y que se hicierancada vez ms numerosos los crmenes y excesos cometidospor los bandoleros sobre lo que abunda en detalles a vecesdramticos la documentacin de la poca.

    E1 28 de noviembre de 1795 un grupo de ocho asal-

    tantes provistos de armas de chispa sorprendi la pul-pera de abasto que Toms Sastre tena instalada al surdel Y en el paso de Polanco. Segn la versin de unvecino, "con poco temor De Dios, y menos precio delareal Justicia mataron inumanam.la aun pobre Viejo lla-mado Josef De nacion Catalana al que le dieron sziseridas todas De Muerte las Cinco de Arma blanca y hunade bala: y chumbearon a otro pasagero queseaba que-dado a dormir all". Los asaltantes que no ganaron elmonte tomaron la guitarra y se pusieron a beber y a

    (27) Memorias, etc., pg. 443.(28) Memorias, etc., pg. 440.

    (29) Documentan la actuacin de D. Agustn de la Rosa losnmeros del expediente citados en la nota 10, de los cuales sea,lamos el N9 57 correspondiente al ao 1794, que consta de variaspiezas relacionadas con diez decomisos de cueros y correspondienteenvio de los mismos a Montevideo.

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    bailar. Pocos das despus, a estar a la misma informa-cin, "tres malevolos sellevaron la hija del Viejo fernandoCorrentino, la Ysidora Delo De Balta enla Costa de ThomasCuadra". E1 cronista de estos hechos, Lorenzo Figueredo,al ponerlos en conocimiento de D. Agustn de la Rosaagregaba: "Es hundolor ver como Serretiran las familiaspara Montev.o abandonando sus Casas trigos y AsiendasD temor Delos Crueles Ladrones y los que quedan tras-ponen sustrastos enel Campo, y ellos sequedan a dormir

    ala inclemencia."Al' denunciar estos excesos, que referimos como

    muestra del estado de anarqua que exista en la BandaOriental en 1795, de la Rosa expresaba al Virrey de MeloPortugal que los desvelos de las tropas a su carg en lapersecucin de malhechores resultaban estriles por elreducido nmero de componentes de la misma para vigilardistancias tan dilatadas. "Yo hoy a salir maana - es-.criba el 14 de diciembre - con una Partida de 15ombres,aber si puedo, con otras situadas que tengo enparajes oportunos lograr l prender algunos de los r-probos inquietadores de la Paz de estas Campaas poreste motibo no remito a esa Capital los 18 Blandenguesque restan para el completo de los Cuarenta q .e deben

    ser mudados de esta Guardia y q.- con migo binieron-conese fin,pero los remitire luego q.a se sosieguen estasGentes, y q? se logre restablecer la quietud con que .astala presente sea bivido en estas Campaas pues aunquesiempre ha abundado de Ladrones de Cavalladas nuncasean experimentado .tales desordenes y excesos." (30)

    De este estado de cosas creado por factores talescomo la indeterminacin de la frontera, la ausencia depoblaciones orgnicas al norte del ro Negro, el abandonoen que se hallaban esos campos y la muy poa vigilanciaque podan ejercer las partidas celadoras destacadas delas guardias lo que aseguraba la impunidad de los delitos,se haban hecho cargo los hacendados de la jurisdiccinde Montevideo en memorial elevado al gobierno de la

    plaza el 28 de mayo de 1795.Los estancieros de la jurisdiccin de Montevideo,muchos de los cuales a su tiempo haban sacado provechode los ganados de incierta procedencia de la regin delYi y del ro Negro antes que el Bando de 1791 estable-ciera rigurosas formalidades para faenar cueros, una vezque lograron estabilizar sus propiedades y fortunas, aso-ciados por espritu de cuerpo y comunidad de intereses,comenzaron a gravitar como una fuerza poderosa en elorden econmico y en las esferas del gobierno de laBanda Oriental. La opinin de esos estancieros fu desdeentonces escuchada y acatada por las autoridades quecon frecuencia se hicieron eco de sus sugestiones. En elmemorial elevado al Cabildo de Montevideo luego de trazar

    (30) Archivo General de la Nacin, Buenos Aires. DivisinColonia. "Guardia de Melo% 1795-1797. Legajo 9. 7. 4. 3.

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    el cuadro sombro de la campaa y de enumerar los peli-gros a que se vean expuestos, as como los males que eseestado de cosas causaba a la Corona, pedan se excitaseel celo de las partidas que vigilaban los campos y que senombrasen jueces comisionados para la regin baadapor los ros Yi y Negro.

    Entre los aos 1791 a 1794 se haba exportado porel muelle de Montevideo 1.136.637 cueros produciendodicha partida 284.159 pesos, para el ramo de guerra, lo

    cual sugiri al Sndico Procurador General de la ciudad,D. Manuel Nieto, la idea de que con ella se atendieranlos gastos que demandase la creacin de una fuerza des-tinada a corregir los males denunciados: "Siendo puestan importante, deca, celar el q' no se verifiquen uno[s]extremos tan lastimosos, parece q' devieran crearseaqui Partidas de Blandengues coste[a]das con el ramodeguerra, q' as como en B.s Ayres su destino principales el de contener a los Indios, fuese aqu el de evitar losdelitos q' representan los Hacendados, las furtivas, yclan-destinas faenas de cueros, graseadas, robos, y extraccio-nes de ganados." Y agregaba con acierto: "Cre elProcurador q' los Blandengues gentetoda de Campo,acostumbrada Sus fatigas; y las de acavallo serian

    mucho mas proposito p. celar los desordenes deestasCampaas q' la tropaveterana".

    Tales antecedentes inmediatos elevados a conoci-miento del Virrey Melo de Portugal, as como las medidasque en igual sentido haba ensayado su antecesor Arre-dondo, de las que ya hicimos mencin, dieron sin dudaorigen a la formacin del Cuerpo de Blandengues de lafrontera de Montevideo para lo cual fu autorizado elGobernador Olaguer Feli en enero de 1797. A la nece-sidad de promover el orden en la campaa se agregabaentonces la de poner estos territorios en pie de guerra,en precaucin de un ataque al Ro de la Plata por fuerzasinglesas a raz de la ruptura con Espaa, producida el 6de octubre de 1796.

    La formacin del Cuerpo de Blandengues, dispuestapor el Virrey el 7 de diciembre de 1796, estuvo prece-dida de un Bando publicado por el Gobernador AntonioOlaguer Feli el 7 de febrero de 1797, mediante el cualse fijaban normas para el reclutamiento de los que sesintieran impulsados a incorporarse a las filas de lanueva unidad. ('I)

    (31) Juan Beverina, "El Virreinato de las Provincias del Ro

    de la Plata. Su Organizacin militar. Contribucin a la "Historiadel Ejrcito Argentino", pgs. 219-220, Buenos Aires, 1935. En laJunta de Guerra celebrada en Montevideo el 17 de julio de 1797bajo la presidencia del Virrey Olaguer Feli, para considerar lasituacin militar del Ro de la Plata que se juzgaba amenazada deun ataque por parte de Inglaterra en unin con los portugueses,"cuyos aprestos y movimientos en esta frontera dan recelo de qupuedan declararse enemigos", al tratarse de los diversos medos dedefensa, se estim conveniente proseguir la organizacin del Cuerpode Blandengues. Dice al respecto el numeral 13 del acuerdo cele

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    Resulta evidente que la autoridad real para, ponerorden en el medio campesino de la Banda Oriental juzgoportuno valerse de quienes mejor lo conocan en suconfiguracin geogrfica, en sus hbitos y costumbres.

    Ya en 1790 D. Manuel Cipriano de Melo se habapronunciado en este sentido. "Los baqueanos, aconsej,deben buscarse por el conocimiento general que tienen delos campos, sin distincin de Naciones ni propiedades.""Los mejores - deca - son los que han andado en eltrajin clandestino." A esta conviccin respondi que elBando aludido publicase un "Indulto favor delos Con-trabandistas, Desertores, .y dems malhechores que andanvagantes huyendo dela Justicia por sus delitos." "Gozarnde este Indulto - expresa el Bando - todos los Contra-bandistas los Desertores de cuerpos Militares, de Car-celes y los que hayan cometido qualquiera otro delitoexceptuado el de homicidio y el de haber hecho-armas conla Justicia, y contra las Partidas del Campo." (g2)

    brado en aquella fecha: "18-Que se siga con el mayor esmero laformacin del nuevo Cuerpo veterano de Blandengues de la Fronterade Montevideo, mandado formar por orden del Exmo. Sr, Dn. PedroMelo de Portugal, su fecha 7 da diciembre. do 96, por la utilidad queresultar al servicio del Rey y resguardado de esta campaba, AMen este tiempo de guerra como en el de paz, mayormente cuandodebe ser satisfecho su haber por el ramo municipal de guerra,componindose sus fuerzas de siete u ocho compafifas, de a cienhombres cada una, y admitindose por ahora todos los que se pre-senten a tomar partido en este cuerpo aunque excedan del expresadonmero, tanto por que se necesita en extremo esta tropa, cuantoporque, siendo estos individuos de los que andan vagantes por loscampos y algunos huyendo de la justicia por sus excesos, de quehan sido indultados con la condicin de servir en este cuerpo sequitarn que se unan contra nosotros a los portugueses, que losandan buscando para darles partido en sus tropas'. (Obra antescitada, pg. 392). E1 Virrey Olaguer Feli sigui con inters la orga-nizacin del Cuerpo que le tena por fundador. En oficio dirigidoal Ministro Juan Manuel Alvarez el 4 de noviembre de 1797, expre-saba al respecto: "He activado con esmero la creacin del nuevoCuerpo de Blandengues de esta banda, que medit mi antecesor yse ha dignado aprobar Su Majestad, sin perdonar diligencia nimedio alguno conducente a proporcionar el mayor nmero de re-clutas que ha sido posible, habiendo logrado el alistamiento y levade 575 hombres con el beneficio que he admitido de cinco de suscompaias y una tenencia, destinando para llenar los dems em-pleos hasta el ,nmero de ocho, de a cien hombres, de que debecomponrse, oficiales e individuos los ms dispuestos y a propsitopara la calidad de servicio a que se destinan, elegidos todos entrelos dos Regimientos de Infantera y Dragones de esta Provincia yel Cuerpo veterano de .Blandengues de Buenos Aires, y ya... sehalla casi concluida la formacin de un cuerpo que ser siempre desuma utilidad y debe, constituir en todo caso una parte principalde la defensa de estas Provincias". (Obra antes citada, pg. 220).

    .(32) Fu.a este indulto, publicado expresamente para la crea-cin del Cuerpo de Blandengues, al que se ampar Artigas, y no alque concedi Carlos IV el 22 de Diciembre de 1795, como se hacredo hasta ahora desde 1907 en que el Dr. Lorenzo Barbagelatadi a conocer su fundamental estudio sobre "Artgas antes de 1810"..Interesa, al efecto recordar el despacho del Ministro Alvarez al Virreydel Ro de la Plata, fechado en Aranjuez el 12 de mayo de 1797, enel cual expresa que "Enterado el Rey de la formacion del cuerpode .Blandengues, que en carta de 7 de enero ltimo N? 243, mani-

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    Para comodidad y seguridad de quienes desearanampararse a este indulto se fijaron lugares apartadosde la jurisdiccin de Montevideo en que podan presen-tarse a las autoridades.

    Esos puntos prximos a las zonas en que merodeabanaquellos rebeldes a quienes la autoridad juzgaba dignosde servir bajo sus banderas, fueron: las estancias delcapitn de milicias D. Francisco Rodrguez y D. DiegoGonzlez, situadas entre el Yi y el arroyo Cordobs; lade D. Flix Saenz, al norte del ro Negro, y las guardiasde Cerro Largo y Santa Tecla a cuyo frente se hallabanlos Capitanes Agustn de la Rosa y Francisco Lucero.

    Los voluntarios que all se presentaran llevando cadauno seis caballos por lo menos, seran enviados al Co-mandante de Maldonado donde se organizara el Cuerpo,hacia cuyo lugar poda encaminarse directamente quiendeseara hacerlo con igual fin.

    En los parajes acostumbrados de la ciudad de Mon-tevideo, en los pueblos, villas y partidos de su jurisdiccin;

    en los lugares que dependan de las ciudades de Coloniay Maldonado, as como en los pagos y guardias antesmencionados, se mand publicar este Bando cuyas dispo-siciones ofrecan, junto con la perspectiva de una exis-tencia ordenada a quienes hasta entonces haban vividoen la libertad de los campos, la posibilidad de que sushacendados y moradores encontraran en esos hombresuna garanta y un amparo.

    VI

    D. Isidoro de Mara afirma en su "Vida del BrigadierGeneral D. Jos Jervacio Artigas fundador de la Nacio-nalidad Oriental", publicada en 1860, que alejado de lacasa paterna Artigas se asoci."a un Seor Chatre" que

    fiesta V.E. haver determinado verificar en las fronteras de la vendadel Norte del Ro de. la Plata, concediendo indulto al efecto a variasgentes que infestan sus vastas campaas, por las utilidades de estacreacin, de la que ofrece V.E. dar cuenta instruida verificada quesea; se ha servido S.M. aprovarla". (Publicado por Diego Luis Moti-nari en el captulo X "La Poltica lusitana y el Ro de la Plata",del tomo V, primera seccin, de la "Historia de-la Nacin Argen.tina", pg. 567, Buenos Aires, 1939, Conocemos un caso de aplicacin entre nosotros del indulto de 22 de Diciembre de 1795. Antonio

    Venancio da Silva, portugus apresado en la Laguna Merim al pasun contrabando de tabaco, polvillo y una docena de sombreros deBraga, se ampar en el Real indulto mencionado, acordndose quepermaneciera en la Ciudadela de Montevideo hasta que se presen-tara la ocasin de enviarlo a Espaa en partida de Registro.(Archivo de la Escribana de Gobierno y Hacienda de Montevideo.1797. Expediente Nv 7). La publicacin de indultos para los contra-bandistas era frecuente. Ignacio Torralba, que se hallaba prfugo,acusado de contrabando sorprendido por la Guardia del Fuerte deSan Miguel en el paso de la Canoa, "se present en 19 de setiembrede 1790, a gozar del Indulto publicado para los Contrabandistas",segn consta en la portada del expediente NI 10 correspondiente alos aos 1789-1790. en el archivo antes citado.

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    tenia grandes tropas en el Queguay, donde con el auxiliode numerosa peonada se dedic a faenar ganado. De loselementos de juicio que resultan del Padrn del Partidode Sauce y Pantanoso correspondiente a 1791 Artigas sehabra alejado de la casa paterna antes de esa fecha. (33)

    No podemos precisar cul de los pobladores de la

    regin del Queguay a los que hemos aludido en otro pa-saje, puede ser el Chatre mencionado por de Mara, cuyaexistencia est confirmada por referencias del ao 1795que hablan de la "tropa bieja del Chatre".

    Esta mencin se halla en un oficio del Subtenientede Blandengues, Esteban Hernndez, a Agustn de la Rosa,fechado en Santa Mara el lo de enero de 1795, en elque se da la noticia procedente de Montevideo de queArtigas iba conduciendo cuatro mil animales con ochentahombres armados. Otras noticias documentadas en estevolumen sindican a "Pepe Artigas" conduciendo en lamisma poca dos mil animales en direccin a la fronte-ra. (34)

    Nicols de Vcdia recordara en un manuscrito redac-

    tado en 1841, haber visto a Artigas en 1793, a orillas delBacacay, "circundado de muchos mozos alucinados queacababan de llegar con una crecida porcin de animales avender". C5) Pedro Feliciano Cavia afirma que la in-fluencia de D. Martn Jos Artigas medi ante OlaguerFeli para que su hijo entrase a formar parte del Cuerpode Blandengues. Entre tanta cosa incierta acumulada enlas pginas destinadas a tan dilatada supervivencia comofueron las del panfleto publicado en 1818, es muy probableque esta aseveracin no carezca de fundamento.

    Don Martn Jos Artigas, vecino respetable por su

    (3.3) "Archivo Artigas", Tomo Primero, pg. 226, Montevideo,1950.

    (34) Documentos 1 y 2, serie I de este tomo. El Subtenientede Blandengues Esteban Hernndez que suscribe el documento citadoen primer trmino, se hallaba al frente de una partida despachadael 2 de ,Julio de 1794 por el Comandante de Santa Tecla, Jos Ro-drguez, "con orden de prender a todo hago, que encontrase, comoasimismo a todo ladran Contrabandista,y Changador". El 6 de no-viembre apres cuatro carros, diecinueve bueyes y dos toros enlas inmediaciones de la Cruz de San Pedro hacia las cabeceras delarroyo de Yaguarf, remitiendo los efectos decomisados a la estanciade D. Flix Senz en el ro Negro. En el parte en que Hernndezdio cliente de este hecho, dice haber decomisado, adems, 400 cueros

    en el arroyo de Clara y que "Igualmente siguiendo patrullandoverifique comisar en varios abances doscientos cuarenta y sincocaballos sin haber sido factible prender a ninguno'. En la declara-cin prestada por el Dragn, Juan de Dios Sauzedo, uno de los Inte-grantes de la partida de Hernndez, se relata un avance a caba-lladas "hasta el nmero de Doscientos quarenta y tantos caballos,sin poder haver aprehendido a los Ginetes que se divisaron hibanen ellos cuios caballos se reyunaron despues en Sta Tecla". (Archivode la Escribana de Gobierno y Hacienda de :Montevideo, ao 1794,.Expediente N 59).

    (35) Apuntes biogrficos sobre Don Jos Amigas por el Gene-ral Don Nicols de Vedia publicados por Mariano de Vedia y Mitreen "El Manuscritu de Mitre sobre-Artigaa", pg. 96, Buenos Aires,1937.

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    actuacin pblica y vida austera, haba obtenido su retiroen 1796, despus de cuarenta y cuatro aos de serviciomilitar "con aplicacin y celo", al decir de Olaguer Feli,habiendo sido hasta fines de ese mismo ao Regidor De-cano del Cabildo de Montevideo. Retirado a vivir en elcampo, en las estancias de Casup y Sauce, cabe admitirque hubiese hecho valer su influencia ante Olaguer Felique estaba informado de sus servicios y hombra de bien,para facilitar la incorporacin de su hijo al nuevo cuerpode Blandengues en que sent plaza el 10 de marzo de1797. Accediendo a una solicitud de los hacendados de la

    jurisdiccin para que Artigas fuese comisionado con unapartida destinada a perseguir ladrones y malhechores,Olaguer Feli le confi de inmediato esa misin, "comoprctico de la campaa". Don Antonio Olaguer Feli,elevado en aquellos das al silln virreinal por muertede Melo Portugal ocurrida en Pando el 15 de abril de1797, habra de referirse en oficio que le dirigi pocodespus, que esperaba correspondiese "con pureza y celoa la confianza que de Vmd. hice". Artigas por su parteen una carta dirigida al Virrey desde el Sauce, el 19 deenero de 1797, abri su corazn a quien consideraba suprotector xara ratificarle, en expresiones llenas de no-bleza, su voluntad de servir a la causa del orden.

    Artigas contaba entonces treinta y tres aos losque una, vida intensa haba dado madurez y experiencia.En sus correras por los campos de la Banda Oriental,en los oue el desierto era interrumpido por una que otrapoblacin o el ranchero de una estancia, haba llegado adominar la realidad geogrfica que formaban las dila-tadas extensiones de suaves colinas con abundantes pastos,las serranas y grandes cuchillas que servan de rumboa los baquianos; a reconocer los pasos y picadas paravadear los ros y los arroyos, los senderos que dabanacceso a los montes que servan de refugio a los bando-leros. Persiguiendo ganado alzado para hacer tropas, pa-rando rodeo en las estancias o haciendo corambres encompaa de hombres de rudo aspecto y alma simple,

    haba penetrado en los secretos del gaucho, del changadory del indio, en la solidaridad que crea el peligro y lasfatigas, en las charlas y confidencias del fogn. Su esp-ritu inquieto habase saciado ya con la aventura de esaexistencia libre, en la que el duro trajn de correr camposy faenar ganados, se matizaba boleando potros y aves-truces, matando perros cimarrones o descubriendo la gua-rida de un tigre. La existencia en un medio de costumbrestan prifinitivas no haba dejado en su alma sedimentosinnobles.

    Empieza ahora para Artigas una dura vida de ajetreoy peligro continuos. Primero, comandante de la citadapartida celadora desde el 14 de agosto de 1797 hasta el27 de octubre del mismo ao; despus capitn de milicias

    de caballera hasta el Real Despacho de 2 de enero de1799 por el que Carlos IV lo designa Ayudante Mayor.

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    Dssde el comienzo de. esta agitada carrera, es Artigas elhombre a quien se busca, el hombre: en quien se tieneconfianza. En mayo de 1757 los vecinos hacendados' dela jurisdiccin de Montevideo piden a las autoridadesque se le comisione para perseguir a los vagos de la cara-pao; en ,julio fue nombrado para esa funcin y se leasignaron veinte hombres, que l mismo deba elegirse.

    Desde Santa Teresa; en donde estaba destinado enaquel momento, apareci en Montevideo para iniciar su

    tarea, al frente de su mesnada. como un Cid de hazaasmenores. Tambin aqu haba que reconquistar territorio,porque la frontera de Espaa sufra lastimosos retrocesospor obra de contrabandistas y matreros portugueses:

    Ya en Setiembre aparecen los informes de Artigas,dados en la cuchilla de Tacuaremb, que nos permitenatisbar su vida azarosa. Inmediatamente se da cuenta.no slo de los robos de ganado, sino tambin de los otrosperjuicios materiales que los, acompaaban. "hes una Conpasion(eyc) Ber los des trozos que azen enla Campaapor solam.'e el cuero Matan las Baca,.."

    Se ha convertido 'sin duda,' en un celoso defensordel orden colonial: Las autoridades espaolas lo saben,