Pablo Demián López Ariel - La insoportable naturalidad del contar.pdf

5/19/2018 Pablo Demi n L pez Ariel - La insoportable naturalidad del contar.pdf - slidepdf....

http:///reader/full/pablo-demian-lopez-ariel-la-insoportable-naturalidad-del-co



La insoportable naturalidad del contar

Pablo Demin Lpez Ariel

Enero 2010



El escritor debe ser esencialmente un subversivo, y su lenguaje no puedeser ni el lenguaje mistificatorio del poltico (y del educador), ni el represivodel gobernante. Nuestro lenguaje debe ser el del no-conformismo, el de lano-falsedad, el de la no-opresin. No queremos poner orden en el caos,como suponen algunos tericos, ni siquiera hacer el caos comprensible.Dudamos de todo siempre, incluso de la lgica. El escritor tiene que serescptico. Tiene que estar contra la moral y las buenas costumbres.Propercio puede haber tenido el pudor de contar ciertas cosas que sus ojos

vieron, pero saba que la poesa busca su mejor materia en las malascostumbres (Vase Veyne). La poesa, el arte en fin, trasciende loscriterios de utilidad y nocividad, incluso los de comprensibilidad. Todolenguaje muy inteligente es mentiroso.

Rubem Fonseca,

Bufo & Spallanzani



1

Habra que delimitar aunque fuera tentativamente un contornoemisor, la fuente de la voz.

Esa es una de las partes ms molestas del acto; determina la

posibilidad de comenzar y oprime con las constricciones que

conlleva restringirse a un sujeto emisor. Los lectores no disfrutaran

si la voz volara entre bocas, o se inscribiera en el firmamento como

esas pancartas propagandsticas que llevan las avionetas que surcan el

cielo de nuestras playas -nuestras?

Estamos todos en posiciones inestables, considerando cada da

cunto tiempo le queda a nuestro modo de vida presente e

intentando sopesar cunto de esta incertidumbre depende de

nuestras acciones y cuanto de factores externos indiscernibles, tales

como la economa o las polticas de estado. En ese marco es difcil

saber que espera de un libro el pblico, y an sabindolo, habra que

decidir intentar drselo.

Es ms sano no intentar nada de esto, no querer saber que quiere la

gente, no pretender satisfacer a nadie. Descubrir un espacio dnde

volcarnos de una forma inalcanzable por otros medios que no sean la

escritura.



Pero quin va a leernos? Es una Inquisicin aterradora, destinada a

todos los fracasos: al de encontrar una respuesta, pero antes, al

fracaso de la escritura misma.Encontrar un nicho y ofrecer un producto es algo que puede

obsesionarnos, ya que de eso se trata todo, hasta hacernos perder

todo beneficio que pueda suministrarnos la actividad.

Decidir un nicho puede paralizarnos, como decidir una voz de

enunciacin.

Decisiones que aparentemente posibilitan la escritura, antes de ser

tomadas necesitaran alguna justificacin.

Esta terrible constriccin del nicho de mercado al que nos dirigimos

es tan aterradora como decidir un personaje.

Los personajes son espantosos dictadores internos, censores de frases

y pensamientos.

Tal vez si pudisemos escribir sin constricciones, enarbolando todas

las opiniones divergentes posibles para despus atriburselas

selectivamente a distintos personajes, segn alguna clase de

coherencia, estaramos creando la impresin de verosimilitud.

Pero precisamente por esto mismo es que los personajes resultan tan

inhumanos, poseen esa imposible coherencia de la que todos

carecemos.

Slo la simplificadora mentalidad del lector evasionista tpico

aceptara semejantes autmatas por personajes, coherentes o con



ridculas contradicciones binarias como aceptables representantes de

una subjetividad. Solamente la sed de confort mental es lo que

puede llevar a aceptarlo, la posibilidad que se le presenta al lector dereducir la inasible proliferacin de opiniones, perversiones y

convicciones contrapuestas a un sencillo dilema tico orquestado

que, para colmo, preanuncia obscenamente su resultado a cada

pgina.

Qu hacemos los que nos avergonzamos frente a la mnima

prefiguracin de construccin de semejante fraude moral y esttico?

Qu hacemos cuando hemos decidido anteponer una honestidad de

los medios a la persecucin de unos fines?

Paralizarnos por completo.

Es que ya no tenemos fines, slo medios.

Demasiados medios sin fin. Slo decir, hablar: el medio es el fin.

La forma lo es todo, la forma es sagrada.

Todo contenido est jugado en la forma, sta limita la efectividad de

los contenidos. Decide.

No se puede narrar el desahucio de la narracin.

Hay que no-narrarla.

El desahucio de lo que la narracin deja fuera, prohbe en su misma

forma, no puede ser narrado.

Existe algo por fuera de lo narrado? Creemos que s, creemos que

cada vez ms cosas estn quedando fuera de la historia - y la historia



es el conjunto de todas las historias posibles -, estn dejando fuera

algo que parece vital, que se siente sin palabras cuando es obligado a

ser contado en los trminos del contar.Entre lo narrado, lo potico y lo terico, an queda un territorio,

incierto, pobre, incalificado, desaparecido, de un habla sin

autoridad. Y no hablamos de la opinin, esa pseudo-teora

vulgarizada.

Hablamos de una expresin, semejante a la msica que no es

cancin ni sinfona. Una palabra sin principio, nudo ni desenlace,

sin conclusin ni transfiguracin, un ruido de fondo tras el

pensamiento que habitualmente se ordena magnticamente en

macro-molculas comprensibles.

Algunos han sabido de esto y han sabido escribirlo ya, pero no los

nombraremos para evitar coagulaciones inconvenientes. As daremos

algn trabajo al crtico.



2

Intilmente intentara manifestar la intencin que me gua: me esoscura.

Como habitado por este impulso, hablo, sin conocer propsito.

Soy Nadie, y slo quiero que se me oiga gritar Nada.

Tal vez una distincin en las formas, una afectacin, me desmarque

del contexto multicolor. Por ello tal vez frecuento autorretratos

monocromos.

Ni las historias ni mi historia corresponden aqu, parece que quisiera

darle espesor al mero transcurrir del tiempo.

Antes de hallar los contrincantes ya los tena por doquier: los que

cuentan. Pero de contar algn da ya no quise saber. Y cul fue ese

da? Tampoco importa ya, slo me ca de un tren.

No podr crear lo mismo que consumo.

De lo que s se hacer, no s nada.

No conozco ni distingo ese territorio donde gobierno, pues convivo

en otro donde no.

Pero podra ser dejar de querer ser, y llegar a slo ser.

Comprendo que resulte incomprensible, veo que parten mil caminos

de cada sentencia. No puedo subrayar ninguno, s que slo los

multiplicara.



Aqu no tengo amigos, aqu es donde nadie los tiene, ese territorio

me he elegido.

Si crees que no me entiendes, me ests entendiendo.He hecho muchas veces este esfuerzo, con distintos msculos.

Siempre me cans demasiado pronto y no demostr nada.

Probablemente est fuera de poca o pasado de moda.

Pero esto sera demasiado pretencioso. Este absurdo es nuestro pan

comn de supermercado. Tiene que serlo porque siempre lo es.

Estamos en lo mismo, cansados de lo mismo, hastiados de que lo

bonito sea pobre y de que lo rico sea mezquino, teniendo que querer

cosas tontas, porque no queda otra.

Ni lo mejor apetece tanto, pero no hay muchas opciones, hay que

quererlo.

Tenemos demasiado de lo que queramos, y demasiado poco de eso

que creamos que no vala nada.

Vamos mal encaminados, y si alguno ha muerto, le adjudicamos un

alivio.

Tenemos que producirnos entonces, incluso, la tristeza, que parece

no acudir, y antes la suponamos incluida.

Es preciso generarla pieza a pieza, imgenes que digan la ausencia,

que nos muestren el fin de la vida, que nos muestren el dolor, para

extirparnos una lgrima.



Estoy atrasado cuarenta aos, puesto que todo esto ya lo deca la

tapa del disco de Almendra en un slo dibujo.

Nuestra ilusin es de un da, pero es imprescindible.Crearla y satisfacerla todo el tiempo, en eso se juega todo.

Hago esto porque s que ustedes estarn ah, pero no s cunto

tiempo podr retenerlos.

Un da me ir, y quedar slo esto, hasta que no quede ni esto.

Es espantosamente grande y clara, esta nada. Se sale fcil por una

puerta, pero ah est.

Cre que se poda domar, pero ah est. No estoy solo, pero ah est.

Qu ms da si es un alma, o dos, o mil, si estn sentados en la nada,

y si la nada es lo que los une.

La piel es real pero perenne, por anticiparme al momento de su

prdida tal vez no la vivo lo suficiente.

Sustentarme para seguir pensando todo esto, es un absurdo deber

contrado a la fuerza.

Pero es lo que prefiero, aqu hay algo, y no es tremendo, es cada vez

ms cero (s, 0).

Aunque sea disfrutamos de esto.

Otros comprenden esto, los he visto sustraer frases aleatoriamente,

unirlas, tacharlas, subrayarlas y reordenarlas, para terminar diciendo

ms o menos esto. Imagin hacerlo y me aburr.

Me comprometo as; lo lamento. Pero no debera disculparme.



Antes haba un impulso, se poda aspirar a lo mejor. Hoy queda slo

el (f)lujo, fin nico.

Tal vez esto sea slo otro medio, un intento ms por descollar enese caso, psimo.

Qu dirn? Esto ya no importa, desde el momento en que no hay

quienes.

Todos querrn dar y decir, gritar este soy yo a voz en grito, y ya no

hay nadie para escuchar slo familia y amigos, condescendientes y

no tanto.

Slo me anticipo a esa desolacin prxima, porque ya la siento.

Qu se sentir, ser odo? Se sentir que en realidad no se es

escuchado?

Si ese fuera mi caso, seguro sera as. Si esto fuera famoso, estara

garantizada la incomprensin de antemano: Ni el autor saba lo que

haca!

Ese es el mejor de los casos: hacer sin tener nocin de que se est

haciendo algo. Es el caso de los brillantes locos; a los dems, slo nos

queda hacernos.

No ser todo esto un intento de hablar raro, pero diciendo algo

simple?

S, si ese algo simple fuera: no s qu decir y si el hecho de que

alguien como yo no sepa qu decir, fuera algo simple.

Pero no.



El camino hacia esta estupidez ha sido retorcido, tanto, que no me

queda ms que sorprenderme del resultado.

No dejo esto de lado - lo que digo-, slo por obstinado: tantos aosno sucumbirn callados!

Es lgico, a esta libertad de expresin y obligacin de opinar

corresponde llenarla con mltiples No tengo nada para decir.

Cuanto ms nos comunicamos ms estupideces huecas decimos.

Hay que ser consecuente con eso y llevarlo al extremo, no intentar

nunca ms decir ALGO, no hay nada que decir realmente. En

realidad, hay mucha nadaque decir.

Mejor sera callar, y sinceramente, temo llegar a ese punto creo que

de eso huyo con esto. Es pura compulsin parlante todo esto, un

miedo al silencio. Pero por lo menos hay un esto.

No podemos callarnos, porque somos invadidos por el barullo

circundante, por eso construimos esta fortaleza de vaco, para que

nos escude de las estupideces pretendidamente Algos que atacan.

Los grandes discursos slo me estn diciendo siempre lo MISMO,

desde hace mucho ya, en formas ms sofisticadas, en ms sutiles

matices, y no negaremos cierto placer en el agregado de un detalle de

comprensin en una mancha que pareca borrosa, pero el cuadro

general est compuesto ya.



Resistir entonces navegando las aguas de lo Mismo, encontrando

algn detalle, y escribiendo la Nada, mientras todos gritan Algo

alrededor.Me reencuentro en esta situacin cada tanto, sorprendido de estar en

la misma espiral, apenas desplazado sobre el eje vertical respecto a

una posicin anterior.

Menos afectado por la situacin actual, pero igual de desmotivado

que otras veces. Cada vez ms entretenido con el mismo absurdo.

Me corresponde negarme a atribuir este estado a algn factor

psicolgico individual: esta sensacin debe estar siendo ampliamente

compartida, si bien, la reaccin a la misma es lo que se diversifica

bastante. Aunque tampoco grandes esperanzas respecto a esto,

probablemente ya estemos clonados psicolgicamente antes de que

nos empiecen a clonar fsicamente.

Todo es demasiado comn, instantneo y extendido como para

albergar demasiadas esperanzas de singularidad.

A pesar de eso, no encuentro quin se empee en decir con tanto

empeo lo que digo insistentemente.

Mi obsesin parece singular, pero probablemente se deba a que otros

intentos han permanecido tan ignotos como ste, si de hecho

comparten esta enfermedad.

No puede llamarse ms que enfermedad a esta insistencia por ser

confuso, no constructivo, intransigente e improcedente.



Lamentamos ser insoportables, pero lo deseamos de todo corazn,

permaneciendo, sin embargo, lejos de su forma fcil. Quisimos ser

simpticos y bellos, pero nunca nos sali con naturalidad.Logramos algo que ya hemos admirado, y es el ser altamente

intercambiables los prrafos. Tan exhaustivas las formas de

repeticin de una sola nada lquida.

Para qu dar esos enormes rodeos y llegar a esto, si podemos retozar

directamente en este barro infecto. Los rodeos de la literatura

pueden ser sustituidos por paseos entre los rboles.

Seamos decentes, no posterguemos esta nada intil que es nuestro

sustento. No confabulamos, ponemos nuestras cartas sobre la mesa,

aunque estn vacas.

Por conveniencia siempre se despliega esto en mltiples formas y

colores, as mejor lo vendemos. Lo compramos as creemos que nos

satisfacemos. Es comprensible.

Pero ojal pudiramos reunirnos todos los que estamos muy

aburridos del mismo cuento.

En serio, quiero dejarlo, tanto como dej el tabaco.

Y si hubiera otra cosa? Si silenciados los relatos apareciera un

sustrato. Nunca lo hemos intentado. Tal vez est ah la Nada, pero

y si la Nada es Algo?

Esa es nuestra profunda sospecha, o que por lo menos,

persiguindola, haya un camino distinto.



3

Pensar corriendo tras las frases.El precepto de la comprensin ajena puede detener el pensamiento.

Aplicaremos la comprensibilidad al final, cuando ya est todo hecho

o no la aplicaremos!

Ni siquiera sabemos bien qu decir, pero comprendemos que no

exista hasta ser dicho. Hay un largo camino por delante.

Tenemos este impulso, de tomar tinta y papel y comenzar; este

apremio es la nica garanta de ir encaminados.

Imaginamos que hay otros que saben lo que escribirn antes de

hacerlo. Si no es cierto, lo disimulan bien.

En cambio nosotros, queremos zambullirnos en este ro de frases y

ser llevados lejos.

El que sea un ro indica que de por s lleva a alguna parte,

generalmente al mar. Pero mejor no insistir ms en la analoga.

Ellos llevan brjulas y planos detallados del territorio, cambio para

un taxi, reserva de hotel, y conocen los puntos de inters. Nosotros

vamos a pie y atravesamos sin conocimiento de la jerarqua del

espacio literario organizado. Sobre el mismo tablero, nos vemos

obligados a inventar otro juego, por desconocimiento de las reglas.

Apenas contamos con preceptos negativos, como no narrar, no

describir literariamente o no crear una trama de acontecimientos



por detrs de la superficie escrita. Simplificando podramos decir

que partimos de anteponer un no a cada premisa establecida acerca

de la creacin. La tarea de un artista no es hacer una obra sinoreinventar la creacin.

Todo eso es muy difcil. Salir de los esquemas hacerse el lugar para

crear los propios. Siempre volvemos a caer en alguna regla. Hemos

decidido, por ejemplo, un sujeto de enunciacin, la primera persona

del plural, porque nos causa gracia el plural de modestia. Nos

diluye un poco; el fro y falso impersonal nos resulta inmanejable,

pero podemos usarlo a discrecin en esta persona, mientras que la

primera persona del singular siempre es un poco repugnante, como

quien se hurga los mocos o se aprieta los granos en pblico. La

tercera persona tal vez la prohibamos, o aunque sea, ir a juicio con

presuncin de culpabilidad.

Y hay poco ms que eso para empezar, hoy que hemos renunciado

un poco a la necesidad de que otros sigan el hilo de nuestra

perorata.

Estamos buscando un mbito propio, donde escribir no sea hablar

de las cosas. Hay demasiadas cosas ya, y sera multiplicar su

aparicin como hacen los espejos. Por supuesto, tampoco es cuestin

de dirimir cuitas personales, procesar transfiguradamente nuestros

pueriles asuntos personales. Buscamos algn territorio intil.



La pretensin podra ser la de desnaturalizar la recepcin narrativa.

Pero cuando encontramos estas cosas, cuando damos con estas

formulaciones abstractas bastante concisas, es cuando ms dudamos,todo parece congelarse, y el sentido de las mismas parece diverger en

muchas direcciones.

Se torna todo tan terico, tan tundra.

Parecera que este espacio nuestro fuera muy reducido, apenas una

habitacin, que permite slo trayectorias cortas, y pronto

encontramos que por muchos zig zags que hagamos, nos estamos

repitiendo. Si fuera una gruta, dara mejor la imagen del esfuerzo

que supone ampliar su volumen, a punta de pico. Es una gruta

rupestre, tiene un tnel por el que hemos entrado que conduce a la

vastedad de la narrativa, un territorio poblado, reglado, jerarquizado,

que puede tener intersticios, pero siempre precarios. Y nosotros,

habiendo encontrado esta gruta, queremos hacer crecer este espacio

subterrneo. Intentaremos, una vez ms y por el bien de todos,

abandonar esta segunda analoga infeliz.

Es que no hay mucho que decir. Los patos emigran muchos

kilmetros, cuando hace fro van a las zonas clidas, luego regresan a

tener sus cras en primavera, esto si lo vemos desde aqu. Ellos

oscilan sobre un territorio amplio, o el territorio es el que oscila bajo

ellos, yendo y viniendo con slo aletear. Nosotros, embobados y

anclados en identidades territoriales culturales, los vemos pasar.



Todo eso es cierto, y hemos hablado de las cosas, y ya queremos

sacar montones de conclusiones e iniciar una discusin; mientras los

patos van y vienen. La vida es una comedia bastante tonta, hay queintentar que lo que haya que hacer para sobrevivir no nos agote la

energa. Un ao de pretender eclipsar esa verdad nos ha devuelto a la

misma conclusin.

Hay que jugar el juego, y a la vez, conservar este espacio. Lo personal

es demasiado desagradable, necesitara un espacio de desecho donde

arrojarse. Los sentimientos son cosa fea. O feo es hablar de ellos, no

se sabe. Para eso estn los psiclogos, basureros del alma. Son muy

necesarios si no queremos nadar en nuestros propios desechos.

Ante nosotros hay una pequea figura de plstico de un dinosaurio,

uno de esos herbvoros de cuello largo, mezcla de elefante y

anaconda. Tiene el lomo azul Francia, y las piernas blancas, en

degrad. Parece caminar, a punto de comerse un puado de hojas de

algn rbol. Ya lo hemos hecho, hemos descrito al mundo, hemos

multiplicado su imagen una vez ms y la hemos dejado congelada en

el mundo de las palabras. Y lo hemos hecho bastante rpido, sin

transpirar, el tedimetro se ha mantenido al mnimo.

Da mucho que pensar ese maldito dinosaurio de plstico (el plstico

viene del petrleo, que es el resultado de la descomposicin

subterrnea de toneladas de materia orgnica de millones de aos, es

decir, de dinosaurios descompuestos...).



Est bien moldeado y podemos imaginar al artista que realiz el

original, tal vez en plastilina, arcilla o alguna pasta semejante. Le ha

hecho una agradable textura de cuadricula irregular a la piel que leda mucha vida al brillo de la luz. Es una gran obra de arte que puede

obtenerse en el bazar chino a setenta y cinco cntimos. Lo

encontramos tirado en el parque, entre unos pinos mediterrneos.

Estaba acompaado de un dragn, no tan sublime, que ahora mismo

no tenemos a mano, pero cuyas alas no parecan muy capaces de

soportar la carga de su cuerpo si realmente tuviera que volar. Ahora

nos hemos cansado un poco ms al escribir todo esto. El dinosaurio

es una de nuestras criaturas mitolgicas; queremos creerles a nuestros

cientficos, que en el ltimo siglo han visto tambalearse los cimientos

de su disciplina. Debera tranquilizarnos bastante el saber que no

tienen la menor idea del origen ni de la estructura de la materia ni de

las causas de las leyes fsicas. Pero seguimos hablando del mundo y

de las cosas cada vez ms. Ser necesario cortar por lo sano.

Parece increble haber llegado a la conclusin de que el buen gusto

est slo en aceptar cosas como stas y abominar de los estilos. El

buen gusto es saber apreciar, y sacar algn provecho, de los intentos

de incursin, en esta clase de territorios poco explorados. Todo lo

dems, ese disfrutar de lo consagrado, es el pnico mediocre a lo

desconocido. Qu riesgo podra haber en intentar leer o ver una



pelcula que se saliera de cualquier cauce convencional de

comunicacin?

Absolutamente ninguno. Sin embargo, se prefiere en esa materia, nojugarse un pice la imagen que se tiene del mundo. Es ms preciada

nuestra fantasa de la lgica de las cosas que nuestra vida misma. Es

mucho ms peligroso circular en automvil que leer algo no

demostrado.

Proponemos algo nuevo?

Difcilmente, apenas intentar desencajar, desautomatizar, tanto al

autor como al receptor. Nosotros tampoco lo logramos: intentar leer

a los otros.

O s, pero nos defraudan rpido, no tienen lo que buscamos.



4

El deseo es instantneo. Algo muy lejos del largo plazo. Nada quever con la premeditacin, los esquemas, la estructura, la

reelaboracin o el pasado a limpio.

Lo quiero ya, que todo se d ya, tiene que haber una forma de

escribir sin tener que estar programando lo que se va a escribir.

Lucho contra una idea que tengo, que me atormenta, acerca de la

premeditacin y las maneras de la literatura, y con un prejuicio

acerca de mi carencia de la cultura suficiente para abocarme a la

tarea.

La palabra siempre es lenta y nos encontramos diciendo algo que no

queramos decir; pero ya nada importa, y esto es lo ms importante.

Hoy nos ser suficiente con conseguir lo que ayer nos pareca

mediocre. Ser por la inflacin incesante del precio de los ideales.

Algunos son ya inalcanzables, no se los puede ni distinguir en el

horizonte.

Disculpen la ambigedad de todo esto, pero me imagino

especificando mis afirmaciones y resulta algo aborrecible.

Vivamos parcialmente en esta esfera de palabras, lo material est

condenado sin remedio.

Intercambiemos entusiasmos y pseudos-sentimientos, estas laminillas

decoradas, mientras pasa el tiempo y todo se termina alrededor.



El mundo es siempre de los mismos. El realismo es desesperanzado y

lo mejor que puede esperar es alguna clase de colapso.

Imaginen alguien cuya vida real o material, sus quehacereseconmicos, su trabajo, su sustento, su hogar y su amor, son apenas

condiciones materiales para la posibilidad de habitar este espacio

abstracto de la palabra, que requiere un rincn y silencio, y una

superficie de escritura.

En l no habla del mundo, sino que lo esquiva.

Si fueran nmeros en lugar de palabras, tendramos a un

matemtico.

En ese sentido, el escritor que alude al mundo, viene a ser el fsico;

hace matemtica aplicada al mundo, econmicamente productiva.

El matemtico, en cambio, despliega el lenguaje mismo, auto-

referente.

El tiempo que transcurre entre cada una de estas frases es lo ms

parecido al tiempo detenido. Despus se leern rpido, y el efecto

ser insospechado.

Aglutinar el poco fruto que esparce cada una de estas frases se parece

a una miserable infertilidad de tierra yerma.

Estamos permanentemente al borde del fin y del silencio.

Un personaje aqu sera una blasfemia.

Esto es lo Real. Sin ficcin no prolifera, slo tiende a callar.



Podra intentar una vez ms comprender por qu rechazo la

narracin, la creacin de historias. Por qu se ha vuelto tan

problemtico, por qu tropiezo antes de empezar.Un da, los afro-americanos dejaron de cantar, y hablaron; as naci

el Rap.

Un da, los escritores, tal vez dejen de contar.

Se pueden decir muchas cosas contando, pero lo que no deja de

sorprender en los discursos didcticos acerca del arte de la literatura,

es que el mensaje, la idea, nunca debe ser dicha de manera directa,

sino que la historia debe dar a entender indirectamente.

Esa prohibicin paranoica me atormenta.

Pero es el modo en que funcionan las cosas, por el mismo motivo

que a una mujer no se la invita directamente a tener sexo. O no se

debera.

Decir las cosas contando es una obligacin literaria, bajo el riesgo

de caer en el panfleto o el ensayo. Incluso es necesario ocultar bajo

una historia el hecho de que no haya nada que decir.

Pero el aburrimiento es un legtimo motivo para violar cualquiera de

estas imposiciones. El aburrimiento del escritor.

Qu hace el escritor que quiere escribir pero no ser un esclavo del

entretenimiento ajeno? Escribe para s?

Por alguna razn, es probable que todo lo que alguien escribe slo

para s mismo, sea de inters para otra persona.



Esto es un gran secreto.

Qu puede impulsar a alguien a sentir que la narracin esclaviza a

los escritores e idiotiza a los lectores? El Quijote deca esto, pero lodeca narrando, y desde ese da, todos estamos obligados a perpetuar

la misma farsa. Cervantes nefasto.

Qu extraa relacin traumtica habr tenido nuestro hroe (no

Cervantes) con alguna forma de narrativa para sentirse tan

profundamente traicionado por el relato, para considerar la

imposibilidad total de su subversin.

Cervantes fue el primer prisionero de esa inocencia moderna:

podemos usar la forma y traficar con el contenido.

Pero el medio es el mensaje, no lo hemos entendido an?

No hay mensaje que sobreviva la adaptacin a un medio. Decir las

cosas sin decirlas, es no decirlas. Contar es no hablar.

No hay narracin sin moraleja, y no hay moraleja cuyo mensaje sea:

no hay moraleja.

No quiere decir que contar sea infructuoso: esto depende de nuestros

objetivos.

Los nuestros s que se ven defraudados por la narracin.

El entusiasmo por la trama y la genialidad de la estructura o la

vividez de los personajes traicionan todo lo que se ha querido dar a

entender aunque no se sepa claramente qu sea esto.



Sin estar seguros de cules son los objetivos, incluso as, hemos

percibido como la narrativa los exterminaba.

Apenas intuiciones germinales ya eran devastadas por cualquierinterpretacin. Todas las emociones producidas en los receptores

fueron no slo inesperadas, sino decepcionantes.

Se espera del lector una transferencia casi psicoanaltica: nuestro

opaco mensaje, cifrado en el relato como en un sueo, encontrara

sentido en la interpretacin del lector: falso.

Todo decoraba una enorme Nada. Un gigantesco para nada.

La inutilidad y la carencia de fundamento y objetivo de todo.

Claramente son estos factores los principios rectores de la realidad.

Teatralizar el descubrimiento temprano de estos principios perdi

todo sentido.

Qu necesidad puede haber de intentar demostrrselos a quin no

los conozca, siendo verdades puramente subjetivas, adems de

intiles?

Escenificar el renacimiento perpetuo del nihilismo resulta aburrido,

adems de redundante. Otros lo han hecho demasiado bien, y tiene

que haber alguna otra tarea disponible para la escritura.

Por otro lado, la representacin de los sentimientos tambin ha

quedado impracticable. Los sentimientos se han convertido en

oleadas climticas, oscilaciones aparentes sobre un fondo de

permanente perplejidad desengaada.



A un mnimo de sinceridad exigida, como la que se exige un buen

intrprete musical a la hora de representar el sentimiento de una

cancin, todo sentimiento termina remitindose a esa base deangustia tibia.

Dedicar un esfuerzo a espectacularizar el acceso a semejante desazn

parece un chiste de mal gusto. Cualquier construccin desmiente al

propio sentimiento que se pretende entronizar. Cualquier esfuerzo se

contrapone a la revelacin de la profunda inutilidad y despropsito

de lo humano.

Su demostracin tiene que ser otra que una narracin.

Es cierto, numerosos escritores lo han escenificado y han conseguido

con ello arrastrar a sus lectores a ese paraje del nimo, pero cmo se

justifica? qu necesidad puede haber en arrastrar a la poblacin a los

pantanos de la depresin si comprendemos que sta no fecunda su

superacin? Tal vez toda la construccin haya sido el intento de

demostrar que desde ese paraje an se puede construir algo:

autopistas para arrastrar a las masas al mismo mbito desolado. Gran

labor.

Desde all miles de tedios podrn intentar redoblar los esfuerzos por

auto-multiplicarse indefinidamente, a modo de cncer del alma

colectiva. Es de suponer que la apuesta es otra: desde el tedio

desrtico del sinsentido humano podrn erigirse alegres principios



vitales, un retorno a los disfrutes superficiales, etctera. El

hedonismo solidario post-apocalptico.

Estamos hartos de sentirnos obligados a expresarnos en ciertos

trminos, que nuestra palabra quepa en sus moldes.

Tal vez esto lo sentimos por haber tenido que adoptar una segunda

lengua, en un muy mal momento y de muy malas maneras. Pero

bucear en las causas supuestas, es siempre un vicio sucio. Es tan

obvio que cuando buscamos causas slo construimos justificaciones.

No pienso justificar nada de esto, y si lo hago, es slo por llenar

pginas el fin supremo.

El problema es que todo el mundo crea que tiene algo para decir, o

que tiene talento. Puede ser cierto en muchos casos, pero en la

mayora no.

Hoy todos escriben, y la basura nos inunda.

Probablemente haya ahora ms buenos escritores que nunca, el

problema es que existen tantos escritores psimos, que el porcentaje

relativo ha bajado.

La cuestin es que la situacin es desesperante. Los editores se

dirigiran hacia una crisis grave, si no fuera porque la inminente

invasin del e-book terminar por eliminar gran parte de su trabajo

si no todo.



Lo ms coherente con toda la filosofa aqu expuesta, y con toda la

que pueda llegar a exponerse, sera no escribir ms.

Pero hay un impulso que se opone a esto.Lo curioso del caso es esta coincidencia contradictoria entre el

escribir y lo que se escribe, esta auto-negacin obsesiva.

Supongamos que este impulso impera en todos los que escriben,

pero en unos casos es puesto a trabajar para una filosofa del lucro,

en otros para una filosofa del deber moralizante del escritor o de la

naturaleza auto-iluminadora de la escritura.

Qu desafortunado este caso, no poder poner este impulso

irreverente e insistente, con cierta destreza, al servicio de un fin

prctico no poner esta matemtica abstracta al servicio de una

fsica concreta.

Hemos podido seguir leyendo a otros, pero esta actividad nos

multiplica las ansias de hacer algo completamente distinto de lo que

leemos. Tal vez sea un modo de perversin.

Hemos llegado a este punto superando tantas creencias, que con

demasiado tedio reconstruiramos el camino.

Lamentablemente, la literatura parece implicar una obligacin

retrospectiva. Si tuviramos alguna manera de escribir hacia delante,

en lugar de hacia atrs, como se hace siempre, encontraramos algo.

Lo estamos intentando, pero no se parece en nada a esa posibilidad.

En qu sentido hacia atrs?



Es siempre retrospectivo, es evidente en el predominio del uso del

tiempo pasado. El hecho de contar implica siempre la transmisin de

lo ya ocurrido, se intenta mucho escamotear esto con el uso delpresente, con resultados mayoritariamente horrendos.

Lo importante no es esa simulacin verbal, sino el hecho de que

todo ya haya ocurrido en la mente del escritor antes de ser escrito.

Cuando escrib hacia delante fui incomprensible, y chistoso.

Tal vez haya sido la cumbre; siempre es pequea, despus de la

cumbre slo se desciende.

Pero hay quienes son cordilleras.

Me falta dar un salto cualitativo, irreverente y malhablado. Pero, no

s por qu, no lo doy, escribo casi como esos hombres de los aos

treinta.

Estamos todos comprados por la diversin, no tenemos otra cosa

que hacer de clase media para arriba. Salvo los que estn muy

entretenidos con su carrera profesional o con la explotacin y

humillacin del prjimo. Para esos el entretenimiento es aburrido.

Para los dems, disolver temporalmente las angustias en el

entretenimiento.

Porqu prefiero no hacerlo, sino permanecer ah?

Quiero no irme a dormir. Pretendo no editar esto, no cortar ni

eliminar nada, escribir en corte directo, cargar con los errores y



deslices, que harn fracasar el texto, que hundirn el promedio de su

calidad.

La depuracin es una purga, y si una purga decidiera que yo soy unerror en la proliferacin, un excedente de la actividad, un error de

ortografa social? Es que nadie teme ser editado, desechado

cuando desecha?

Este anonimato es la justa condena krmica por todos mis desprecios

pasados.

Quisiera haber sido educado en una familia bien burguesa, con el

objetivo monetario bien claro, con el irreductible principio del

beneficio propio a toda costa, con el persistente fomento de una

implacable sangre fra para quitar del medio todo lo que se

interpusiera entre el xito y yo, con un orgullo muy por encima de

mis capacidades, con una soberbia como principio rector. En cambio

tengo la moral de un campesino medieval, que ni roba por miedo al

escarmiento y que es aplastado por la accin del ms fuerte.



5

Escucho la msica prescindiendo de comprender las letras de lascanciones. Pero no quiere decir que sean intiles. La voz como

componente me gusta, y para que est, necesita de una letra sobre la

cul ejercer su meloda. Por supuesto que no es imprescindible, pero

es el vehculo que permite a los cantantes despegar. Tal vez del

mismo modo, la historia es lo que permite que la escritura ejerza su

meloda. Es decir, es la excusa en el mejor de los casos. Esto as lo

comprendo, pero no por ello me es ms fcil ceder a la necesidad de

contar historias.

Porque s que cuando escucho esa clase de canciones, que s, me

gustan, o me encantan, estoy dentro, estoy entrando, estoy

participando de la confabulacin. Quin dijo que poda evitarse?

Pero a la hora de crear, no hay que conformarse. Crear es

precisamente no conformarse.

Mil veces leeremos sobre lo autores que utilizando las formas de la

narrativa de algn gnero, subvierten el contenido supuesto,

sembrando as la duda y el desconcierto. No creo realmente que esto

se logre nunca. Transigir en la forma es transigir el mensaje.

Cuando lo que combatimos es la pura aplicacin de la lgica a lo

creativo, el propio concepto de una forma prevista para el arte, del



atenerse a algn tipo de cdigo, es imposible que este objetivo

prospere dentro de una forma preconcebida.

Qu puede tener de malo el entretenimiento? Todo, tanto, que esdifcil explicarlo, principalmente porque no creemos en el concepto

de malo, que genera automticamente su opuesto, lo bueno. Cmo

no existe nada bueno, difcilmente pueda existir algo malo. Pero lo

entretenido, tal como viene empaquetado para su consumo, es lo

psimo. Hay ciertas cosas que debera tomrselas sin ms, sin

explicaciones, sin justificacin. Tal como viene dada de antemano la

conveniencia de entretenerse, nos llega con toda su obviedad

indiscutida, ser por su modo de simular el placer, as, con semejante

carencia de juicio deberamos aceptar por el contrario, su maldad

inherente, sin poder explicarla de ningn modo. Simplemente cabe

afirmar que todo lo peor de este mundo est sostenido por los

altsimos y crecientes niveles de entretenimiento consumidas.

Todo es la contracara de algo, no existe lo que pueda prescindir de

ser el sustento de su opuesto.

Todo lo que parece inocente, como una pequea revista de consejos

para el hogar, esconde la realidad de que es la contracara de alguna

manipulacin perversa. Tal vez exageremos, pero a veces es

necesario. Otros lo hacen todo el tiempo, pero como venden un

mundo feliz, los aceptamos.



Que no parezca que en contraposicin vendo el mundo infeliz, ms

bien vendo el no vender nada a nadie.

Ya somos libres, al terminar este libro podr ponerlo a disposicin detodos en la red. Pero pocos lo encontrarn, porque no poseo los

medios de publicidad adecuados. Afortunadamente no estn

disponibles para todo el mundo. Si todos pudieran anunciarse por

igual ya sera insoportable.

Pablo Demián López Ariel - La insoportable naturalidad del contar.pdf

Documents

Transcript of Pablo Demián López Ariel - La insoportable naturalidad del contar.pdf