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Orígenes ideológicos de los talleres masónicos contemporáneos en Melilla: Militares y Masonería (1 893-1927) VICENTE MOGA ROMERO ADORACI~N PERPÉN RUEDA Universidad de Granada 1. INTRODUGCION Los orígenes ideológicos de los distintos talleres masónicos -entre 1894 y 1927- están estrechamente vinculados en Melilla al grupo socio- profesional de los militares. En efecto, el surgimiento conocido y la con- solidación de la masonería en Melilla, se debe, prácticamente a ((logias de militares)). No podía esperarse otra cosa en una ciudad caracterizada en la doble acepción de ((presidium)), tanto fortaleza y reducto militar, como presidio, lugar de destierro. Pero, si la impronta del presidio va a configurar una serie de precedentes indicadores del paso de masones ilus- tres por la Plaza, será la condición de ciudad militar, de frontera con el Imperio de Marruecos, la que consolidará el asentamiento masónico en una ciudad realzada por la guerra a protagonista de la historia de Es- paña. Esta es la tesis que se pretende explicar, basada esencialmente en la irrupción de la masonería de forma simultánea a la llegada de los ele- mentos militares a Melilla con motivo de las denominadas ((Campañas de Marruecos)). Cronológicamente, dos fechas marcan nuestro desarrollo. En primer lugar, 1893, con la llamada ((Guerra de Margallo», en alguna medida continuadora de la ((Guerra de 06Donnell» de 1860; y, sobre todo, 1921, con el inicio de la más espectacular de las campañas marro- quíes, ya en plena expansión del Protectorado Español en Marruecos: la ((Guerra del Rif)).

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Orígenes ideológicos de los talleres masónicos contemporáneos en Melilla:

Militares y Masonería (1 893-1927)

VICENTE MOGA ROMERO ADORACI~N PERPÉN RUEDA

Universidad de Granada

1. INTRODUGCION

Los orígenes ideológicos de los distintos talleres masónicos -entre 1894 y 1927- están estrechamente vinculados en Melilla al grupo socio- profesional de los militares. En efecto, el surgimiento conocido y la con- solidación de la masonería en Melilla, se debe, prácticamente a ((logias de militares)). No podía esperarse otra cosa en una ciudad caracterizada en la doble acepción de ((presidium)), tanto fortaleza y reducto militar, como presidio, lugar de destierro. Pero, si la impronta del presidio va a configurar una serie de precedentes indicadores del paso de masones ilus- tres por la Plaza, será la condición de ciudad militar, de frontera con el Imperio de Marruecos, la que consolidará el asentamiento masónico en una ciudad realzada por la guerra a protagonista de la historia de Es- paña.

Esta es la tesis que se pretende explicar, basada esencialmente en la irrupción de la masonería de forma simultánea a la llegada de los ele- mentos militares a Melilla con motivo de las denominadas ((Campañas de Marruecos)). Cronológicamente, dos fechas marcan nuestro desarrollo. En primer lugar, 1893, con la llamada ((Guerra de Margallo», en alguna medida continuadora de la ((Guerra de 06Donnell» de 1860; y, sobre todo, 1921, con el inicio de la más espectacular de las campañas marro- quíes, ya en plena expansión del Protectorado Español en Marruecos: la ((Guerra del Rif)).

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La impronta militar en Melilla será de enorme envergadura, haciendo buena la consideración del novelista -y militar- Francisco Carcaño Más, que llamará a Melilla, «La Hija de Marte)), aludiendo a la paternidad del dios bélico la responsabilidad de la configuración de la Melilla de la primera mitad del siglo XX 1. No olvidemos que hasta finales del siglo XIX, Melilla es, apenas, un escaso peñón calcáreo -casi isla- que, en expresión de Pascua1 Madoz presentaba «un aspecto pobre y abatido)) 2, con una población exigua, que antes de 1893 apenas llegaba a 10s 3.500 habitantes 3.

La Plaza de Melilla obtuvo por el Tratado de Tetuán de 1860, la extensión de su territorio, hasta un total de doce kilómetros cuadrados, extramuros de la vieja ciudadela anclada en el peñón calcáreo. La am- pliación suponía para Melilla la creación de una zona de seguridad frente a la belicosidad de su entorno, en territorio de los Guelaia. Y será preci- samente, por la construcción de una serie de fortines en la línea fronteriza, que surgirá el conflicto llamado «Guerra de Margallo)) (1893-1894), que indicará el comienzo de la masonería regularmente establecida, y conocida, en Melilla4.

II. LA IMPRONTA DEL PRESIDIO: EL BRIGADIER VILLACAMPA

El continuo paso de militares por la Plaza de Melilla y el propio devenir de ésta, pueden indicar una situación propicia, ya desde fines del siglo XVIII. En efecto, está documentado el paso de personajes como Francisco Sebastián de Miranda, quien estuvo destinado en Melilla como Capitán del Regimiento de Infantería de la Princesa, en 1773 y en

1. CARCARO MAS, Francisco. La hija de Marte. Madrid, 1930. 2. MADOZ, Pascual. Diccionario geográfico, estadístico, histórico de España y sus posesiones

de Ultramar. Madrid, 1856-50, v. XI, 1848, p. 361-363. 3. El padrón de la Plaza de Melilla de 1887, da una población civil de 1.470 personas (1.31 1

nacionales y 159 extranjeros); la guarnición militar asciende a 1.500 soldados; y los confinados son 500. - - - -

El Padrón de 1897 da ya una población civil total de 5.456 personas (4.584 cristianos; 754 hebreos y 118 moros); la guarnición militar es de 3.352 hombres; y los confinados son 545.

En 1900, la población civil es de 5.943 personas (4.892 cristianos; 950 hebreos; 95 moros y 6 indios); la guarnición militar es de 2.751 hombres; y los confinados son 379.

Las campanas militares -y definitivamente la de 1921-1926- van a hacer crecer vertiginosamente la población de Melilla, que a principios de 1922 es ya de 18.000 personas, y a finales de 1922 alcanza los 42.000 habitantes.

Cfr. Archivo Municipal de Melilla. Padrones. 4. Cfr. PERPÉN RUEDA, Adoración. La masonería en Melilla en el siglo XIX: las logias 'Amor'

y 'Africa'. Comunicación al II Symposium de Metodología Aplicada a la historia de la Masonería Española (Salamanca, 1985). en La Masoneria en la España del s. XIX, Valladolid, 1987, v. 1, p. 289-296.

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1774-1775; José de San Martín, quien con apenas trece años, sirvió en Melilla como cadete en el Regimiento de Murcia, en 1789; sin contar el flujo de soldados procedentes de América, como los veteranos de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, que vinieron a parar a Melilla5.

Ya en el siglo XIX, la propia Plaza hará gala de su apego liberal con la celebración de fiestas en honor de la Constitución Española, en el advenimiento del Trienio Liberalb. Y todo ello con la constante de ser una Plaza abigarrada, entre militares y confinados. Estos últimos inte- grados también por «disidentes» políticos, a veces demasiado numerosos, ya que «en el siglo XIX, además de penados por delitos comunes, se abusó extraordinariamente enviando (a Melilla) confinados carlistas y cubanos, que mantuvieron la inquietud y la zozobra en la ciudad»'.

Pero no sólo eran los confinados los que determinarán su impronta en Melilla. En 1855, a consecuencia de la hostilidad manifiesta de las kábilas aledañas de la región de Guelaia, el entonces Capitán General de Granada, General Prim, acudió personalmente a Melilla, realizando una serie de operaciones de castigo «que pudieran considerarse como preludios de la guerra de Africa (de 1860)»*.

Años más tarde, la Plaza de Melilla acogía a un nuevo personaje en su confinamiento: el ex-brigadier Manuel Villacampa del Castillo.

La llegada en 1886 de Villacampa a Melilla cerraba un ciclo para el ejército español de la Restauración, a la vez que para el republicanismo militar español? Su fallida sublevación, cerraba, también, una brillante hoja de servicios, salpicada de su republicanisrno. Villacampa, sin embargo, no puede ser considerado como un exponente de la mayoría del ejército español de la Restauración, ya que ésta había demostrado su fidelidad al sistema frente a republicanos extremistas y federales (1873), frente a los carlistas (1876) y frente a los autonomistas e independentistas cubanos (1 878) 10.

5. Cfr. MIR BERLANGA, Francisco. Melil1a:floresta de pequeñas historias. Melilla, 1983. 6. MORALES y REYES, Luis. ((Descripción de las funciones ejecutadas en la Plaza de Melilla ... ))

Aldaba, Revista del Centro Asociado a la Uned de MeIiIla. Melilla, 1987, n.o 9 177-187. A finales de 1815 llegan a Melilla, y presidios aledaños, desterrados los liberales: José María

Calatrava, ex-diputado; Francisco Sánchez Barbero, editor de El Ciudadano; Manuel Pérez Sobrino y Ramajo, del Conciso (al presidido de Melilla); Manuel García Herreros, exministro de Gracia y Justicia; y, José Zorraquín, exdiputado (al presidio del Peñón de Vélez): y, Agustín Argüelles, exdiputado, y Alvarez Guerra, exministro de la Gobernación (al presidio de Ceuta). Cfr. MORALES MENDICUTIA, Gabriel de. Efemérides y curiosidades: Melilla, Peñón y Alhucernas. Melilla, 1920, p. 266-27 1.

7. Servicio Histórico Militar. Historia de las campañas de Marruecos. Madrid, 1951, v. 1, p. 366; Cfr. DOM~NGUEZ LLOSA, Santiago y RIVAS AHUIR, M.a de los Angeles. ((Notas sobre el presidio de Melilla, de mediados del XVII a 1906)). Trápana: Revista de la Asociación de Estudios Melillenses. Melilla, 1989 (en prensa).

8. ORELLANA, Francisco. Historia del General Prim. Barcelona, 1872, v. 11, p. 66-68. 9. HEADRICK, Daniel. Eiército y política en España (1866-1898). Madrid, 198 1, p. 255. 10. MART~NEZ CUADRADO, Miguel. La burguesía conservadora (1874-19311, Madrid, 1976, p.

247-248.

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Todo 10 contrario, Villacampa había luchado por el no asentamiento del sistema, dando el último ejemplo en la sublevación comandada por él y surgida el 19 de septiembre de 1886. El fracaso de la sublevación de- mostró que el país había perdido la fe en «la intervención de espadas y espadonesb 11.

Abortada la sublevación, Villacampa, entre otros, fue sometido a Consejo de Guerra, y condenado a muerte. Sin embargo, el gobierno Sagasta concedió el indulto, que fue firmado por la Regente, en una operación a la que no fue ajeno el subsecretario de la Presidencia, Fran- cisco Cañamaque Giménez, que «se suponía que había manifestado a los periodistas el propósito del gobierno de indultar a Villacampa, con la intención, sin duda, de que se divulgase lo que todavía no era un acuerdo y el gobierno se viene obligado a conceder el indulto))l2.

Ya estando «en capilla», Villacampa escribió lo que posiblemente creía su última carta a Ruiz Zorrilla, correligionario y «hermano», que recogió, ya en época republicana, el «BoZetfn del Grande Oriente Espa- 60 1)):

«Sr. D. Manuel Ruiz Zorril1a.- París. Mi siempre querido ami- go: Próximo a sufrir la pena capital, necesito manifestar a usted en estos momentos solemnes, con la gran sinceridad del que habla a orillas del sepulcro que se abre para recibirle, que muero tranquilo y satisfecho del acto que acabo de realizar, que creo firmemente en la virtualidad de las ideas redentoras por que lucha el partido que tiene la gloria de contarle a usted por Jefe, y que espero que mi sangre no ha de ser estéril para la felicidad de mi querida patria.

Al enviarle a usted el cordial abrazo de despedida, pienso en mis hijos y acudo a usted y al partido para que los protejan y alienten, deseando que el día del triunfo hagan en su obsequio algo que les indemnice de la pérdida que van a sufrir y algo que les recompense de los sacrificios que yo haya podido hacer en el transcurso de doce años de lucha, de prisiones y destierros. Tres hijos tengo: Manuel, teniente de Infantería, que en estos momentos cruza el Océano para

11. FERNANDEZ ALMAGRO, Melchor. Historia política de la España contemporánea. Madrid, 1974, v. 11, p. 36.

12. Espasa-Calpe. Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana. Madrid, 191 1 , v. XI, v. 309.

El periódico local El Telegrama del Rif daba también su versión de1 indulto a Villacampa recogido, a su vez, del periódico El Grito del Pueblo: ((Juzgado Villacampa y condenado a ser fusilado, revolviéronse todos los que de cerca o de lejos simpatizaban con el fracasado movimiento, poniéndose en juego toda clase de influencias para obtener la conmutacibn de la pena capital, y llevando al simpático pueblo madrileño a una efervescencia muy cercana a los preludios de un alzamiento popular.

«En este estado el espíritu público, celebróse el famoso consejo donde había de tratarse el indulto de Villacampa. Pocas horas pasaron de celebrado y recibía el Sr. Sagasta la célebre 'plancha' del entonces príncipe de Gales y hoy Eduardo VI1 de Inglaterra jefe a la sazón de los masones ingleses, en la que interesaba al h. Paz, que así se llamaba D. Práxedes en el círculo masónico y casi le conminaba a que se otorgara el indulto.

((Lo que no pudieron otras razones púdolo la masonería y a las pocas horas el Sr. Sagasta llevaba a la regente el decreto de indulto».

Cfr. El Telegrama del RiJ: Melilla, 9 de febrero de 1903, p. 1-2.

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servir a la patria bajo el mortífero sol de Cuba, a cuyo ejército ha sido destinado por petición propia. Ernilia, joven de veinticinco años, mi retrato físicamente y que hereda con mi carácter la parte más amarga de mis desventuras, la cual quedará con una hermana de su madre, señora anciana y buenísima, pero pobre, y Enrique, de vein- tidós años, que se halla en Manila, mozo enérgico, bravo y de grandes disposiciones que confío no se malogren; a todos los cuales dejaría en desolada orfandad si no los colocase, como lo hago, bajo la gene- rosa protección de usted y del partido.

Un solo pesar turba la serenidad de mis últimas horas: el no haber logrado reivindicar nuestros derechos conculcados, propor- cionando así un día glorioso a España; mas lo que a mí no ha querido concederme la fortuna, no ha de negarlo a otros la eterna justicia.

Mitigue usted y mis buenos amigos el dolor que forzosamente ha de causarles mi desastre, y reciban todos la cariñosa expresión de los sentimientos con que ha sido siempre de usted afectísimo y ver- dadero amigo, Manuel Villacamp a)) 13.

Indultado Villacampa, es desterrado a Fernando Poo, donde per- manecerá prisionero en un barco hospital hasta que es enviado a Melilla, a cuyo penal llega el día 15 de febrero de 1887. La estancia del ex- brigadier en la Plaza durará hasta su muerte, el 12 de febrero de 1889. Durante ese tiempo convivirá en el presidio con otros desterrados, políticos y comunes. Tan sólo tendrá la compañía de su hija Emilia, que lo conso- lará en el confinamiento africano.

Recluido en un presidio donde apenas se contaban 3.500 habitantes, enfermo y abandonado, los últimos años de Villacampa debieron ser amargos. Nos queda el testimonio del que fuera general republicano Leo- poldo Ruiz Trillo, que siendo destinado a Melilla, con dieciocho años de edad, de alférez, hubo de cuidar {(con gran vigor de la vigilancia de Villa- campa, preso y achacoso, cuando la vida se le iba gastando, mientras torpemente, y como toda tolerancia paseaba al filo de la muralla del Torreón. El joven alférez, un día oyó de labios del defensor de las liber- tades la siguiente frase: ({Mi querido alférez, si triunfa mi causa, usted tendrá un puesto distinguido a mi lado, y yo me encargo de hacer su suerte y su carrera militar,> 14.

De todas formas, la estancia forzada de Villacampa en Melilla no fue, por lo que se conoce, totalmente resignada. Así, el día 10 de noviem- bre de 1887, cuando llevaba nuestro personaje apenas nueve meses confi- nado, se descubrió una conspiración para facilitar su fuga, aprovechando que había pasado enfermo al hospital. Ello provocó el envío a Málaga de un oficial de Estado Mayor con pliegos urgentísimos del Gobierno para el Gobernador de Melilla, relativos al ex-brigadier Villacampa. No

13. BOGOE, Madrid, 10 de octubre de 1931, p. 12. 14. El Popular de Melilla. Melilla, 22 de septiembre de 1932, p. 1.

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encontrándose barco que zarpara para Melilla, Tomás Heredia Grund cedió su yacht «Gaviota» y ello le valió la concesión de la Gran Cruz de Isabel la Católica ' 5 .

La minada salud de Villacampa impidió que disfrutara del indulto que alcanzó a todos los presos de la Plaza, procedentes de la sublevación del 19 de septiembre de 1886. En efecto, cuando esto se produjo, 22 de enero de 1889, Villacampa entraba en su agonía final. Apenas veinte días más después, el 12 de febrero, moría en el Hospital Militar, «de u n a dilatación de la auricula derecha, con estrechez del orificio aurículo- ventricular correspondiente)) 16.

Durante su entierro las tropas fueron acuarteladas, posiblemente por temor a una sublevación, siendo el cadáver conducido al cementerio de la Plaza, donde el vicario de la Iglesia parroquial, mandó dar ((sepultura eclesiástica en su Camposanto al cadáver del ex-brigadier D. Manuel Villacampa del Castillo, hijo de D. José y D.a Rita, natural de Betanzos, provincia de La Coruña, edad sesenta y dos años ... Era de estado viudo, no otorgó testamento ni recibió los santos sacramentos.. .» '7

Curiosa contradicción la de enterrar a Villacampa en «camposanto}> cuando se detalla que «no recibió los santos sacramentos)). Claro que más curiosa es la contradicción que llevó, en la Segunda República, a considerar a Villacarnpa, héroe popular, oponerse al presunto traslado de sus restos a Madrid y a homenajearlo: por parte del Partido Radical local, que en 1933, durante una visita a Melilla de dos diputados radicales, deposita en el cementerio «una soberbia corona sobre la del sargento Bellido, que tomó parte con dicho general en la misma sublevación a favor de la República. A dicho acto asistió el vocal de la Junta Municipal de Villa Alhucemas, donde Pablo Bellido, hijo de aquel defensor de la causa republicana...)) 18; y, como parte de los actos conmemorativos de la instauración de la República, junto a otros héroes, como los capitanes Galán y García Hernández. Más aún, el propio ayuntamiento melillense, acordó en pleno, denominar al hasta entonces Barrio del Polígono, en el distrito cuarto de la ciudad, como Barrio de Villacampa, desde el 10 de febrero de 1932.

De esta manera, Villacampa entró en la nómina de personajes ilustres de la ciudad, en un curioso fenómeno de apropiación, que puede indicar,

15. MORALES MENDICUTIA, Op. cit. 16. Registro Civil de Melilla. Certificación en extracto de inscripción de defunción. Secc. 3,a,

Tomo 9, Folio 19. 17. Archivo Parroquia1 de la Iglesia de la Purísima Concepción de Melilla. Libro de defunciones,

v. XI, Folio 71 vuelto. Cfr. PIÑEIRO, Santiago. «La sublevación de Villacampa. Historia-16, Madrid, (Octubre, 1978)

33-41; BUSQUETS, Julio. ((La Asociación Republicana Militar)) Historia-16, Madrid, (Diciembre 1986) 20-28.

18. El Telegrama del Rljr Melilla, 12 de febrero de 1933, p. 1 y p. 4; y, 14 de febrero de 1933, p. 1 .

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sin embargo, la propia transformación de la plaza, desde un oscuro pre- sidio a una ciudad plenamente identificada con los presupuestos demo- cráticos de la Segunda República Española.

Por otra parte, la muerte en Melilla de Villacampa tuvo alguna re- percusión en la sociedad masónica española. La Gaceta Oficial del Grande Oriente Nacional de España, dedicó media portada a la esquela mortuoria del ((Ilustre y Poderoso H. Manuel Villacampa G. Gr. Inspector del 33 gr. general de brigada», recogiendo ya en páginas interiores algunos datos sobre ((Empecinado)):

«Manuel Villacampa, Empecinado, 33 gr. Los dolores morales y fí- sicos le han llevado al sepulcro; el alejamiento de su deber, de su familia, de sus hermanos, amargó sus últimos días; no pudo soportar la pérdida de la libertad, él, que deseó que ésta brillara tan grande, tan hermosa y tan práctica como todos los buenos masones la desean. Desapareció del libro de los vivos, y al acabar en un presidio, su honrado nombre se inscribió de un modo indeleble en el libro de la historia. Admiremos sus virtudes y constancia.)) 19

En las mismas páginas, Alfredo Vega, vizconde de Ros, Soberano Gran Comendador del Grande Oriente Nacional de España, notifica el acuerdo de que todas las logias y organismos dependientes de esta obe- diencia masónica, celebren ((tenidas de duelo» por la muerte del «hermano» Manuel Villacampa, durante la segunda quincena de marzo. Así mismo, ((como prueba de amor y cariño, consideración y respeto a su desgraciada hija Emilia Villacampa~, inicia la apertura de una suscripción a su favor, que ejemplifica el propio Supremo Consejo y el Montepío del Oriente con la cantidad de quinientas pesetas 20.

La llamada tuvo su efecto y afluyeron los donativos de ((medallas profanas)), que fueron entregadas a Emilia Villacampa por una comisión del GONE el 5 de octubre de 1890, ascendiendo a mil trescientas seis pesetas? El capítulo de homenaje a Villacampa se continuará con la nominación de algunos talleres masónicos, y de simbólicos, con el nombre del general.

En síntesis, escasos son los datos aportados para conjeturar alguna posible conexión entre la estancia del ex-brigadier en Melilla y los con- tactos que pudo mantener con masones o logias locales, tendentes, incluso, a lograr su rápida liberación. Por una parte, tenemos que la masonería organizada en Melilla está documentada, por lo que conocemos, con la Logia Amor n.o 260, en 1884, aunque tengamos que esperar el estallido de la Guerra de Margallo (1893-1894) para ver el surgimiento de la Logia

19. GOGONE, Madrid, 19 de marzo de 1889. 20. Idem. 21. Idem.

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Africa n.o 202, dentro de la obediencia del Gran Oriente Español. Por otra parte, tenemos constancia de una cierta tradición masónica en Melilla desde inicios del siglo XIX 22.

Concluyendo, lo que no podemos dejar de señalar es la impronta, una y otra vez, militar en los diversos aspectos de la ciudad de Melilla. Hasta tal punto que, ya a finales del XIX, algunos elementos militares se quejarán de los intentos de acomodarse a la administración civil, que otros elementos pretendían, creando una Junta Municipal, precursora de un Ayuntamiento constitucional, exponiendo la enorme contradicción de crear un Ayuntamiento civil para una población exclusivamente mili- tar.

111. LA IMPRONTA DE LAS CAMPAÑAS MILITARES

Ya hemos visto que, como consecuencia del Tratado de Wad Ras (1860), se acepta por el Sultán de Marruecos, la ampliación territorial de Melilla. Mas, por una u otra razón, la ampliación no se realizaba y todavía en 1 882 «las autoridades militares creyeron conveniente construir alrededor de Melilla una línea de «blockhaus» que no figura en los mapas o planos, ni aún en el plano de la ciudad que hizo a la escala de 1/5.000 el teniente de ingenieros D. Julio Cervera.)) 23 Estos fuertes exteriores van a empezar a construirse dentro de la frontera fijada el 14 de junio de 1862 por el disparo de cañón realizado desde el Fuerte de Victoria Chica, y tras la firma del Acta de establecimiento de los nuevos límites. Se construirían como auténticos -y enormes- mojones, con la doble fina- lidad de señalar el territorio y de defenderlo. Ya en el año 1868 el gobierno español había aprobado el ((Proyecto de ensanche y mejora de las fortifi- caciones y población de la Plaza de Melilla)), que sólo se realizaría par- cialmente. En 1881 se construye el primer Fuerte de San Lorenzo (1881- 1883), al que seguirían el Fuerte de Camellos (1883-1885) y el Fuerte de Cabrerizas Altas (1890-1893). El 28 de septiembre de 1893 se iniciaron las obras del Fuerte de Sidi Uariach y los problemas que propiciarían la Guerra de Margallo (1893-1 894) 24.

La construcción del Fuerte de Sidi Uariach fue el pretexto elegido por los moros fronterizos para desatar las hostilidades aduciendo la cer- canía de la mezquita y morabito de Sidi Uariach. Así, «con la desatención

22. Cfr. PERPÉN RUEDA. Op. cit. 23. DUVEYRIER, Henry. «De Tlemsen o Tremecen a Melilla en 1886s. Boletín de la Sociedad

Geográfica de Madrid. Madrid, 1893, 2.0 semestre, p. 265. 24. D f ~ z SANCHEZ, Juan, Los fuertes exteriores de Melilla, 1862-1899. ((Trápana ... », Melilla,

1989, n.Q 3 (en prensa).

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en que se tenía a Melilla y su escasa guarnición ... se produjo la guerra de todos conocida, con honores de desastre, guerra de verdadero pánico y terror, parapetándose los moros en los barrancos de la muerte y de las adelfas, imposible de ser batidos, por la ausencia de fuertes que los de- fendieran y que después se han construido con los nombres de Reina Regente, Torrecilla del Sidi, Alfonso XIII y más lejos Rostrogordo, Horcas Coloradas y Reina Cristina)) 25.

Tras diversas vicisitudes y continuos hostigamientos de la guarnición melillense, se firmará un tratado de paz en 1894, con Martínez Campos como general en jefe de las fuerzas expedicionarias. Estas habían sobre- pasado el número de veinte mil, lo que propició numerosos problemas en una Plaza apenas preparada urbanísticamente. La firma del Tratado supuso para la mayoría de los observadores un paso atrás del gobierno español. Quizás ello confirmaba las palabras del historiador J. Becker, para quien «la política seguida de 1860 a 1895, de acudir al Sultán, obli- gándole a intervenir para garantizarnos la seguridad de la plaza (de Me- lilla), era muy cómoda, indudablemente, pero no resolvía la cuestión, sino que la aplazaba. Después del envio de fuerzas jerifianas, Melilla continuaba en la misma situación, siempre amenazada, frecuentemente hostigada; la seguridad en el campo exterior no existía, y los españoles no se podían aventurar fuera del recinto de la plaza. Melilla ha vivido en un constante bloqueo, algunas veces material y siempre moralmente.)) 26

Por contrapartida, como escribió Adolfo Llanos, «la estancia del ejército expedicionario en Melilla dejará aquí eterna memoria, basada en reformas Útiles y en trabajos beneficiosos»27. Los campamentos militares darán lugar al embrión de los barrios extramuros de Melilla, en un proceso potenciado por el desarrollo casi continuo de las campañas militares en Marruecos.

Entre las muchas personalidades destacadas en Melilla, durante la Guerra de 1893 o «Guerra de Margallo» -en honor del general que fue el primer jefe de la guarnición de Melilla, muerto en combate- se en- contraba el comandante de Ingenieros Julio Cervera Baviera, ayudante del General de la Plaza, Macías.

Cervera había destacado como explorador africanista, realizando el primero de sus viajes por Marruecos en 1877. Ya hemos visto como, en su condición de teniente de Ingenieros, lentantó un plano de Melilla en 1882, dos años antes de su intensa expedición por Marruecos en 1884.

25. LAGUNA AZOR~N, José María. El presidio de Melilla visto por dentro: estudio jurídicosocial. Valencia, 1907, p. 40-41.

Para Sidi Uariach: Cfr. MALDONADO VAZQUEZ, Eduardo. ((Melilla y Sidi Uariach. Africa. Ma- drid, (Enero 1968) 16-20.

26. BECKER, Jerónimo. El Rif: Madrid, 1909, p. 32. 27. LLANOS ALCARAZ, Adolfo. Historia de la Campaña de Africa de 1893-1894. Madrid, 1895

(Adolfo Llanos vivió la guerra de 1893 como corresponsal en Melilla de «La Ilustración Nacional: revista literaria, científica y artística...))).

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Más aún, en 1886 realizó una exploración del Sahara Occidental, logrando algunos tratados que posteriormente sirvieron de soporte de la penetración española en el Sahara. Ese mismo año asciende a comandante, con cuyo empleo fue destinado a Tánger como agregado militar a la legación de España, en 1888. Desde allí hizo otras expediciones por Marruecos 28.

Las inquietudes de Cervera no se limitaban sólo a las exploraciones y la firma de tratados, también tuvo un gran papel en la implantación de la masonería española en Marruecos, y en Melilla. En efecto, la revista masiínica los Anales del Arte Real recogen cómo llegó a encenderse «luz en Africa)}: ({Cervera convocó a los xeques más conocidos por su ilustra- ción y deseos de progreso; les habló; les explicó nuestro Credo universal; les dio cuantas luces necesitaron para comprender la doctrina, los móviles, el objetivo principal de la Orden, y les convenció. Un apretado abrazo fraternal selló el Convenio, que establecía para siempre en Africa la ins- titución masónica. Los demás hermanos, esparcidos por aquel territorio, recibieron la noticia con júbilo inmenso y diéronse cita todos ellos para reunirse en una quinta del campo, donde celebraron la primera sesión, proclamándose constituido el Supremo Consejo-Gran Oriente por los Inspectores generales presentes y los Delegados de las seis logias de aque- llos Valles.)} 29

El mismo número de Anales ... recogía más adelante la presunta cesión de Cervera, a favor de Joaquín Ruiz Vergara, como «apoderado especial a la Masonería del Supremo Consejo y Gran Oriente de Marruecos cerca del Gran Oriente Español, y, en general, de toda la Masonería Española}), realizada en enero de 1895 30. Sin embargo, Cervera que había constituido el Gran Oriente de Marruecos (GOM) en 1890, desmentiría esta cesión, rubricando su adhesión al Gran Oriente Español 3 l . En realidad, la precaria vida del GOM se inició con la asamblea celebrada en Tánger en abril de 1890, propiciada por Cervera, donde se constituye el GOM que «ejercerá su jurisdicción masónica en todo el Imperio o territorio de Africa que linda: por el Norte con el Mediterráneo y con el Estrecho de Gibraltar; por el Sur con el Desierto de Sahara; por el Este con la Argelia y por el Oeste con el Océano Atlántico.)} Nacía, así, un nuevo Gran Oriente, que tendría por Sb. Gr. Comendador a Julio Cervera Baviera, 33 gr., simb. Volta y por Gr. Sec. a Venancio Alvarez Cabrera, 33 gr., simb. Alejan- dro 32.

En ((plancha)) al Soberano Gran Consejo del GOE, Julio Cervera le comunica la constitución del GOM, así como la organización de logias y

28. Espasa-Calpe. Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana. Madrid, 19 1 1, v. XII, p. 1395.

29. Anales del Arte Real. Madrid, 25 de enero de 1895, p. 1. 30. Ibid., p. 10. 31. BOGOE. Madrid, 15 de mayo de 1895, p. 147-148. 32. ((La Unión Masónica en el Imperio de Marruecos)). (Tánger), (Junio?) 1890, p. 4.

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de una Gran Logia Simbólica y «los íntimos deseos que abrigamos por mantener relaciones de franca y leal fraternidad con ese Gr. Or.)) 33. Apenas meses después, una nueva «plancha» expresa ya «los insuperables obstá- culos de orden político que ha hallado en su carrera nuestro Gr. Oriente (de Marruecos) ... que nos vemos forzados a guardar silencio por ventilarse hoy este asunto y otros de él dependientes en altas esferas gubernarnen- tales ... (y) ha anulado la causa principal de las persecuciones que sus talleres y masones sufrían: el gran Oriente de Marruecos se ha disuelto)). La «plancha» continúa expresando que los talleres del GOM han decidido acogerse a otra potencia masónica «y nuestra elección recayó en el Gran Oriente Español)) 34 Así termina la corta historia de esta Obediencia ma- sónica, aunque prosigue la labor de captación de la masonería en Ma- rruecos y la propia labor masónica personal de Cervera. Este pide afilia- ción en la logia Los once hermanos35 y es posteriormente nombrado delegado especial para inspeccionar los talleres valencianos, en cuya misión es detenido por orden del capitan general del distrito que lo acusa de recorrer «los pueblos del distrito 'con pretexto' de instalar la luz eléctri- ca»% Rápidamente liberado, verá, sin embargo, cómo es despojado de su título de hijo adoptivo de Segovia por su condición de masÓn37.

Por otra parte, la captación masónica del Imperio de Marruecos, proseguía y ve la asistencia, a su asamblea, de una embajada de los talleres marroquíes federados en el GOE38, obra en la que participaron Cervera y Alvarez Cabrera, pero que no va a posibilitar, como se pretendía, «un halagüeño porvenir para Marruecos y para España, ávidas de que el amor y la comunidad de intereses cieguen el agitado mar del Estrecho y el no más tranquilo de las pasiones, fanatismos y perjuicios que les separan hoy» 39. En efecto, a pesar de emitir estos buenos propósitos, el Boletín Oficial anunciará a todos los talleres de la federación la situación creada por la Guerra de Margallo:

«Sabed: Que enterado el Gran Consejo de la orden de los nu- merosos actos de acendrado patriotismo y fraternidad que todos los Talleres y multitud de hermanos han llevado a efecto, en días re- cientes, con motivo de los sucesos de Melilla, movimiento de tropas, llamada de las reservas, cuidado de heridos y auxilio a la Nación y a su valeroso Ejército en campaña, hizo constar en el libro de Oro de la Federación como una de las más brillantes páginas de su historia, estas manifestaciones de bondad y pericia de todos los organismos que forman el Gran Oriente Español.

33. AHNS. Leg. 771-A-8. Plancha de 25 de junio de 1890. 34. AHNS. Leg. 771-A-8. Plancha de 5 de noviembre de 189 1. 35. BOGOE. Madrid, 1 de febrero de 1892, p. 36. 36. BOGOE. Madrid, 15 de febrero de 1892, p. 43 y p. 51-53. 37. BOGOE. Madrid, 15 de septiembre de 1892, p. 169. 38. BOGOE, Madrid, 15 de rnayo,de 1892, p. 103. 39. BOGOE. Madrid, 1 de junio de 1892, p. 110.

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Y como quiera que los datos recogidos en la Secretaría general, resulta que en unos en más y otros en menos, según sus fuerzas, todos los Talleres han cooperado en estos trabajos, el Gran Consejo no necesita mencionarlos por sus nombres y número; pero en atención a que los Talleres federados residentes en el Imperio de Marruecos, por lo mismo que están formados de obreros en su mayoría marro- quíes, que han acudido los primeros a prestar su apoyo valiosísimo a la obra de España, y que sin otra esperanza que la de ayudar al progreso, se han puesto como es notorio, al servicio de la civilizaci6n y frente al fanatismo y la barbarie, nuestra Federación saluda frater- nalmente y se muestra agradecida a aquellos Talleres y hermanos nuestros que en las Log. La Saida, núm. 132, Abd-el-Asis, núm 133 y Triángulo, núm. 137, de Tánger; Luz en Marruecos, núm. 134, de Tetuán; Luz en Rabat, núm. 135, de Rabat; Fez, núm. 136, de Fez; y Alkazur-Kebir, nzlm. 138, de Alkazar, son, como nosotros, amantes del Código e hijos de la luz. Or. de Madrid, 1.Q de enero de 1894~40.

111.1 La Logia «Africa» del Gran Oriente Español (1893-1894) y la Guerra de Nargallo

En el mismo Boletín, el Gran Consejo toma el acuerdo de devolver el cariñoso saludo que le envían desde los valles de Melilla, los venerables hermanos Julio Cervera Baviera y otros, y contesta a algunas preguntas sobre si los ((hermanos)) llamados al servicio de las armas deben obtener o no la plancha de quite, e incluso si deben llevar consigo el título de grado. Se les contesta que, en el primer caso, no es necesario obtener la plancha de quite, sino tan sólo ((licencia ilimitada y exención total o parcial de la cuota)) y, en el segundo caso, «es preferible que, al partir, lo deposite, en paquete sellado y lacrado, en el archivo de su Taller, pues para el caso de guerra, los signos, toques y palabras son suficientes ga- rantías. El Taller que tenga obreros en la guerra, procurará por los medios rituálicos hacerles saber las palabras anual y semestral, a medida que éstas cambien.) 41

En marzo de 1894, en plena guerra de Melilla, el GOE delega en Julio Cervera Baviera, «para que en su nombre y representacicón instale oficialmente la Respetable Logia Afrca núm. 202)). 42 La logia tuvo una predominancia militar: sus fundadores mayoritariamente fueron militares, de los nueve que pueden considerarse como tales, cinco eran militares; los grados más altos de os integrantes de la logia, corresponderán también a militares; los cargos principales, como el de venerable maestro, estuvieron en manos de militares; se dan espectaculares subidas de grado de algunos militares, sin duda motivadas por hechos de guerra e, incluso, de proseli-

40. BOGOE. Madrid, 1 de enero de 1894, p. 2. Cfr. PERPÉN RUEDA. Op. cit., p. 293. 41. BOGOE. Madrid, 1 de enero de 1894, p. 3 y p. 5. 42. BOGOE. Madrid, 15 de marzo de 1894, p. 28.

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tismo masónico; y, por último, la propia disolución de la logia se deberá a la peculiaridad de los militares componentes del taller y a su represión por parte del general de la Plaza?

El cargo de venerable maestro fue ocupado, en primer lugar, por Urbano Orad Gajías, Palafox, médico primero de sanidad militar. Fue distinguido durante la Guerra de Margallo con la recompensa de la cruz roja de primera clase del mérito militar. Conocemos sus preocupaciones, esencialmente mercantiles y coloniales, a través de sus aportaciones en el Segundo Congreso Africanista celebrado en Zaragoza en 1908. Urbano Orad, entonces delegado de la Sociedad Industrial del Norte de Africa, presentó comunicaciones sobre enseñanza del árabe, emigración, comu- nicaciones, facilidad de armonizar los poderes civil y militar e impuestos. Destaca esencialmente la crítica que realiza a la situación militar de la Melilla de inicios de siglo, que era la surgida de la Guerra de Margallo: «El Sr. Orad ... censura los derechos abusivos de que gozan los militares en nuestras plazas del norte de Africa y lamenta que los paisanos carezcan de todo derecho ... Las razones que se dan por los defensores del actual estado de cosas no pueden ser más peregrinas. Dicen que en Melilla no hay siquiera término municipal, porque todo es zona polémica. Será zona polémica para efectos militares, pero es término municipal para todo lo que se refiera a servicios administrativos ... »44.

El segundo venerable maestro sería el capitán Eugenio Calvo Blasco. Este sería ya el último venerable maestro conocido y el encargado de la disolución de la logia. Fue herido durante el primer mes de guerra, y aparece entre el número de bajas de todo tipo sufridas entre los días 27 al 31 de octubre. Son las mismas fechas en que murió el oficial de admi- nistración militar José Valero45. Eugenio Calvo, simbólico Kardec, de treinta y ocho años de edad, era, además capitán del batallón disciplinario, integrado no por penados, sino por soldados que han faltado a las Orde- nanzas y que solían ser colocados en la vanguardia como fuerza de choque, como en el caso que nos ocupa de la Guerra de Margallo46.

43. AHNS. Leg. 605-A-1. 44. Segundo C%ngreso Africanista ... (Zaragoza, 1908). Barcelona, 1908, p. 72, p. 162-163 y,

especiaImente, p. XXXIV-XLVIII. - 45. GOGONE. Madrid, Guerra del Rif. 30 de octubre de 1893, p. 606; Días funestos. 30 de

noviembre de 1893, p. 615; Datos biográficos y muerte en Melilla de José Valero, 30 de diciembre de 1893, p. 629.

La muerte del comandante de administración militar José Valero tuvo amplio eco en la prensa de la época. La revista «El Mundo Militar)), recogía una semblanza del malogrado masón, muerto cuando formaba parte un convoy de aprovísionarniento del Fuerte de Cabrerizas Altas. Hecho que destacan los cronistas de la Guerra de 1893.

Cfr. ((Muertos ilustres de la Administración Militar)), El Mundo Militar. (Madrid), 31 de octubre de 1908; Guerrero, Rafael. La crónica de la guerra.Barcelona, 1893, p. 148-149.

Para la repercusión en la masonería de su muerte: Cfr. PERPÉN RUEDA. Op. Cit., p. 292; FERRER BENIMELI, José Antonio. «Tres documentos y situaciones de la masoneira en Melilla y Tetuán}). Aldaba (Melilla), (1987) 71-73.

46. GUERRERO, Rafael. Op. cit., p. 207.

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Eugenio Calvo también tendría una ascensión meteórica de grado, pasando del gr. 3 .Q al gr. 30.0 en un breve espacio temporal.

La exaltación de grado viene justificada en algunos casos por el afán de proselitismo masónico demostrado, como ocurre con el teniente Antonio Martínez Martinez, Campillo, de treinta y nueve años de edad, para el que la logia pide en plancha enviada al GOE: «el gr. 32.0 (tenía el gr. 30.0) en virtud de las dotes que acompañan a dicho hermano y ser el que con su propaganda y trabajo material prestado ha contribuido en primera línea a robustecer el Taller en tales condiciones que apenas nacido parece contar ya algunos años de vida»?

Opinión demasiado optimista; el doce de mayo de 1895, cierra su ciclo la logia. El Boletín Oficial del Gran Oriente Español, acusa recibo de la remisión de los datos con el estado de la logia -que manifies'ta que «le es imposible continuar los trabajos, por impedírselo las autoridades»- y aconseja que remitan la documentación y demás efectos al Gran Consejo para su custodia48. Las razones de la disolución del taller son expuestas muy claramente en carta de Eugenio Calvo a José Vic, con fecha doce de mayo de 1895:

((Mi querido h. ... Tengo el sentimiento de manifestarle que desde hace año y medio que el general Arolas fue relevado en el mando de esta Plaza, se empezó a hacer cada vez más difícil el podernos reunir los obreros de este Tall. hasta que casi se suspendieron por completo nuestras tenidas. Poco después fueron destinados a distintos sitios el ven. m. Urbano Orad, el ler. vig. Antonio Martinez, el orador Rosi- 110, el secr. Baldomero Aranda, el tesorero Rafael Alvarez, y otros varios que no recuerdo.

~ í i s antes de marcharse de esta Plaza el ler. vig. vino a mi casa y me dijo: anoche nos hemos reunido en mi casa algunos obreros y le hemos nombrado a usted ven. maestr., quise excusarme, pero me hizo callar diciéndome: se han marchado todas las luces del Tall. y la mayor parte de los obb., acepte usted el cargo y a ver si puede reorganizar el Tall.

Acepté, firmé sin examinarlos unos cuantos documentos que me traía con este objeto y se despidió diciéndome que todos los documentos del Tall. los tenía Baldomero Aranda.

El ler. día que tuvo un rato de lugar fui en busca de Baldomero y entonces supe que también se había marchado de Melilla. Me encontré a varios hh. y me dijeron que nada sabían de que yo hubiera sido elegido ven. con cuyas noticias y suponiendo que todos habrían obrado correctamente, no volví a ocuparme de la cosa hasta que recibí las ppl. de ese Gr. Cons. que tengo el honor de contestar.

He hecho las gestiones necesarias resultando de ellas, que cuando este Tall. estaba todavía en actividad, hubo tres o cuatro hh. cuya

47. AHNS. Leg. 605-A-1. Plancha de 5 de junio de 1894. 48. BOGOE. Madrid, 1 de junio de 1895, p. 152.

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conducta masónica ha dejado bastante que desear, y gracias a que el h. Orencio Sancho, que es un hombre honrado y buen masón, le confió no sé a quién la carta constitutiva, sello de la Log., talonario de recibos, libros, impresos, etc., lo que no pudo recoger fue ni un céntimo del Tesoro.

Por lo tanto, los pocos hh. que aquí quedamos, rogamos por vuestro autorizado conducto, al Gr. Cons. de la Ord. que nombre la comisión o persona a quien hayamos de entregar la carta constitutiva y malletes y demás documentos y efectos recogidos por el h. Sancho.

Al mismo tiempo le ruego nos diga si esta Log. adeuda algo al Gr. Or. a fin de pagarlo entre dos o tres hh. que nos reunamos con ese objeto, en el caso de que se nieguen a satisfacerlo los que deban al tes. de la log. varias cantidades.

Este Tall., querido h. no tiene más remedio que abatir ccln., pues en esta pequeña plaza de guerra, o mejor dicho en este cuartel, es de todo punto imposible la existencia de una log. sin contar con el permiso del general gobernador. ..>> 49

111.2 La logia ((Hijos de la Africana)) del Gran Oriente Español (1922-1923) y la Guerra del Rif

Las dos campañas de Marruecos siguientes a la de 1893 -es decir la de 1909, conocida por los acontecimientos en torno al ((Barranco del Lobo», y la de 1912, o campaña del río Kert- no tendrán, que sepamos, incidencia en la aparición de nuevos talleres masónicos en Melilla. La sociedad masónica, en general, sí muestra una cierta preocupación, que lleva al Boletín Oficial del GOE a divulgar libros recientes relacionados con el tema y reseñando que algunos autores consideran de gran interés «el conocimiento del territorio donde están nuestras tropas y en el que están enclavados los ricos yacimientos de minerales de hierro y otros minerales...)} 50 LOS intereses masónicos en Marruecos no andaban alejados de los políticos. Al menos, así lo había puesto de manifiesto Eduardo Caballero de Puga en 1907:

({Si hoy, por nuestra situación, no podemos hacer de momento todo aquello que fuera de desear, bueno será que, sin desatender cuanto sea posible, y en tanto llega más próspera ocasión, ahorremos alardes que no pueden ir apoyados con hechos. Pero es preciso que todos los españoles pensemos constantemente en ello, y comulgando en la misma idea, inspi- rados en el más ardiente patriotismo, logremos por medio de una conducta inteligente y reflexiva, engrandecer nuestra hacienda y con ella el poder militar. Porque hay que decirlo muy claro: atenta contra la patria todo el que intente menguar la fuerza y el prestigio de su ejército ... El ejército es institución tanto más necesaria, cuanto que su fuerza es el único valor

49. Leg. 605-A-1. Plancha de 12 de mayo de 1895. 50. BOGOE. Madrid, 24 de diciembre de 1909, p. 210-21 1.

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que hoy se cotiza en las relaciones de los pueblos. Cuando nosotros le tengamos tal como le necesitamos, entonces será llegada la ocasión de que con tratados o sin tratados, nuestra posición geográfica nos lleve a una acción política muy superior a la de que presente podemos conse- guir» 51.

No pretendemos ver cuál fue la actitud de la masonería ante la penetración española en el Imperio de Marruecos, ni mucho menos re- flejar la de la sociedad española en general52, sino sólo vislumbrar, en una primera aproximación, la concordancia entre la aparición de los talleres masónicos con momentos de gran impronta militar de la ciu- dad.

Habrá que esperar, pues, a la última de las campañas de Marruecos, la llamada «Guerra del RS), con su tremendo ((desastre de Annual)), iniciada en 1921, para establecer esta concatenación de hechos. «La Guerra del Rif constituye, sin ninguna duda, lo que los historiadores llaman una epopeya con su cortejo de actos heroicos y sangrientos donde el número de muertos llega, si es necesario, a evocar a la faz del mundo, que las sociedades humanas deben algunas veces, por no decir siempre, cometer las más ignominiosas acciones bajo pretexto de que se defienden contra el enemigo, o que no pueden hacer otra cosa, si deben guiar por la ruta del progreso, a otros conjuntos humanos, atrasados, que no les han pedido nada.» 53

El concepto, peyorativo, del atraso, de la barbarie y del fanatismo, será una constante de la publicistica y del africanismo militante de la época. Y, en muchos casos, el justificante teórico de una acción verdade- ramente sangrienta en pos de la colonización del territorio marroquí. Frases como ((el moro en general es un ser degenerado, sucio, holgazán, mísero, duro, fanático, ladrón, rastrero, astuto, envidioso, vengativo y orgulloso. .. (aunque) ... reune excelentes condiciones de guerrero.. . y es una de las razas más hospitalarias de la creción»54, se constituyeron en verdaderos axiomas, a los que no fue ajena la masonería, que considera, a veces, a los musulmanes ((acérrimos en sus creencias religiosas, predo- minando en ellos el fanatismo, odio hacia los cristianos e israelitas, y a todo aquello que pueda ser contrario a su religión y que signifique pro- greso que le haga despertar del letargo en que están postrados: no reco- nociendo otros adelantos que los preceptos de Mahoma, las armas, el

51. CABALLERO DE PUGA, Eduardo. Política e intereses de España en este Imperio. Madrid, 1907, p. 26.

52. Cfr. BACHOUD, Andrée. Los españoles ante las campañas de Marruecos. Madrid, 1988 (El libro sólo cubre el período 1909-1914).

53. BENJELLOUN, A. (tPacification3 de la zone d'influence espagnole au Maroc septentrional (1909-1927)», Revue d'histoire maghrebine (Rabat) (Diciembre, 1984), p. 22.

54. VAZQUEZ SASTRE, Cayetano, En tierras del R$- pequeño estudio psicológico de la raza mora. Melilla, 1913, p. 11, 31 y 33.

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caballo y la mujer, la música que viene a constituir la psicología de su pueblo)) 55.

De ahí a la justificación de la «misión» española en Marruecos no iba gran distancia. Expresado en el lenguaje de la época: ya que en las montañas del Rif ((manojos de humanidad viven como fieras ... nuestra misión es acallar en el moro las vibraciones desarmónicas de su moral ... (nuestro deber) internarnos entre los barrancales del Rif con la bandera de la civilización para que nuestra madre sociedad se enjoye con nuevas perlas de progreso)) 56.

En pleno desarrollo de la ((Guerra del Rif» va a fundarse en Melilla la logia Hijos de la Africana. El acta de fundación indica ya la preemi- nencia militar del taller:

«En los VV. de Melilla a seis de mayo de mil novecientos vein- tidós (e.v.), reunidos los hh. masones abajo firmantes bajo la presi- dencia del ilustre y poderoso h. D. Fernando Jiménez Frades, simb. Manila, gr. 32.0, expuso éste que dada la coincidencia de reunión en estos VV. de hh. durmientes con otros pertenecientes a los Batallones expedicionarios que de Barcelona han venido a Melilla para cumplir sus deberes militares, cree que podemos y debemos unirnos para crear en Melilla un organismo masónico al que augura gran porvenir por la suma de elementos civiles, militares, israelitas y musulmanes, que predominan en esta ciudad...)) 57

Los firmantes del acta de la nueva logia -que se acoge al Gran Oriente Español- son: Fernando Jiménez Frades, Manila, V.M., gr. 32.9; Ramón Soriano Cardona, Viriato 1.4 Orad., gr. 30.9; Pedro de la Fuente Rodríguez, Moyano, 2.0 vig., gr. 3.0; Antonio Herrero Company, Cavour, Tes., gr. 3.0; Enrique Díaz Arroniz, Viriato 2, ler. vig., gr. 3.0; Francisco Vent osela Izquierdo, Perseverancia, exp., gr. 2 3 ; Rafael Peña León, Taravilla, secr., gr. 1.9; Porfidio Ruiz Alonso, Verdad, limosnero, gr. 1.Q; y, Teodoro Montero Royo, Méndez Núñez, G. Templo, gr. 1.9.

A excepción de Enrique Díaz Arroniz, que es abogado, todos los demás son militares, integrantes de las fuerzas expedicionarias, lo que en algunos casos creará problemas administrativos, como los expuestos en la reunión de la logia del 13 de mayo en que se acuerda «hacer constar al Gr. C. de la Orden la imposibilidad material de acompañar a los expe- dientes los títulos y cartas de quite de los hh. presentes, debido unos a

54. VAZQUEZ SASTRE, Cayetano. En tierras del R$ peque60 estudio psicológico de fa raza mora. Melilla, 1913, p. 11, 31 y 33.

55. AHNS. Leg. 283-A-6. Trabajo masónico del venerable maestro Samuel Güitta, de la 'logia Morayta, núm. 284' de Tánger, titulado La Masonería en Marruecos, remitido por la logia al Supremo Consejo del Grado 33.0 del Gran Oriente Español, con fecha 2 de mayo de 1907.

56. VAZQUEZ SASTRE. Op. cit., p. 8, 9 y 49. 57. AHNS. Leg. 501-A-l.

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que por ser expedicionarios en Campaña no llevan consigo su documen- tación rnasónica y otros que por las vicisitudes sufridas en su largo tiempo de durmientes, carecen de la debida documentación.. . » 58

Entre los fundadores, predominan los «hermanos» procedentes de las logias barcelonesas Fénix (A. Herrero Company; Teodoro Montero Royo; Ramón Soriano Cardona; y, Francisco Ventosela Izquierdo) y Liberación (Teodoro Montero Royo). Es decir, prácticamente la mitad de los fundadores procedía de la Logia Fénix núm. 381 de Barcelona.

Los más altos cargos de la logia estuvieron también siempre en manos de militares. El primer venerable maestro fue el capitán Fernando Jiménez Frades, militar retirado, de sesenta y ocho años de edad, que solicita la plancha de quite con fecha de 27 de noviembre de 1922; el segundo vene- rable maestro sería un controvertido personaje, Ramón Soriano Cardona, militar de treinta y ocho años de edad, que tras ocupar el cargo de orador, pasa a venerable maestro en febrero de 1923, solicitando, dos días después su plancha de quite; al frente de la logia queda el capitán Arturo Herrero Company, que va a ser también el encargado de la propia disolución del taller por las dificultades que, en su funcionamiento, encuentra.

Del análisis de los {(cuadros lógicos)) encontramos:

* Primer Cuadro Lógico (13 de mayo de 1922): 9 hermanos (8 militares). El venerable maestro y el secretario, y todas las luces y dignidades a cargo de militares.

"Segundo Cuadro Lógico (3 de febrero de 1923): 39 hermanos (13 mili- tares). El venerable maestro es militar y el secretario un comerciante hebreo, que ya ostentará este cargo en todos los demás cuadros lógicos. Del número de luces y dignidades -21-, corresponde a militares 8.

"Tercer Cuadro Lógico (20 de marzo de 1923): 38 hermanos (12 militares). El venerable maestro es militar, y el secretario un comerciante hebreo. El número total de luces y dignidades es de 18, correspondiendo, de ellos, 8 a los militares.

"Cuarto, y último Cuadro Lógico conocido (10 de mayo de 1923): 46 hermanos (15 militares). El venerable maestro es militar y el secretario es comerciante hebreo. Del número de luces y dignidades -18-, corres- ponden 7 a los militares 59.

Analizados globalmente los componentes totales de la logia, en lo que sería un cuadro lógico distorsionado con todos los miembros que alguna vez formaron parte del taller, observamos un número total de 55 hermanos, con una clasificación socioprofesional de: comerciantes (24);

58. Iíiem. 59. Mem.

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militares (22); fotógrafos (2); periodistas (1); impresores (1); abogados (1); mecánicos (1); intérpretes (1); médicos (1); y, sin especificar profesión (1).

Pero más allá de los datos puramente cuantitativos -que, sin em- bargo indican un predominio numérico de los elementos comerciantes y militares-, los datos cualitativos sí nos dicen que los militares constitu- yeron los fundamentos básicos de la vida de la logia y que, además, se encuentran especialmente identificados con los dos momentos cumbres de la logia: su fundación y su disolución. El primer apartado ya lo hemos visto, en cuanto al segundo, observamos una corta vida del taller (6 de mayo de 1922 a 6 de octubre de 1923).

El taller que había iniciado su andadura antes de la instauración de la Dictadura de Primo de Rivera (13 de septiembre de 1923), apenas sobrevivió a ésta. En ello tuvo una importante participación el entonces gobernador militar de Melilla, Severiano Martínez Anido, como muestra la plancha que la logia envía al Sup. Cons. del Grado 33, ((trazada para justificar los motivos porque fue clausurada esta resp. log»óo.

Desde luego no benefició mucho a la vida de la logia la circunstan- cia de que Martínez Anido fuese gobernador militar de Melilla. Este, que ya había participado en las campañas de 1893 y 1909, con estancia en Melilla, había sido destituido en 1922 por Sánchez Guerra de la go- bernación de Barcelona debido a las extralimitaciones del ((pacificador de Cataluña)). Martínez Anido fue nombrado en junio de 1923 Coman- dante General de Melilla, cargo que ocupó hasta agosto. El día 22 de septiembre fue nombrado Subsecretario del Ministerio de la Gobernación, con Primo de Rivera. Durante una entrevista el general Martínez Anido hizo alusión a su leyenda negra que lo tachaba de ser {(un cruel, un tirano, un asesino de los obreros, un déspota que no puede permitir que se quebrante el orden, un hombre que no deja respirar a los conspiradores. La antigua leyenda negra de España se encarna hoy toda en mi perso- na» 61.

Cabe destacar la importancia de algunos componentes militares de esta logia. Así, Emilio Bueno y Núñez de Prado, iniciado en la logia en 1923, contando 28 años y siendo de estado casado@, capitán, natural de Córdoba, autor de una Historia de la acción de España en Marruecos desde 1904 a 1927 (Jinal de la campaña). Madrid, 1929, y de Marruecos. Melilla, 1926, libros en los que rezuma el «patriotismo colonialista» al uso en la época.

Otro capitán, Antonio Calderón López Bago, de 28 años de edad,

60. Idem. Plancha de fecha 6 de octubre de 1923. 61. COLA, Julio. El otro hombre: Martínez Anido. Madrid, 1927, p. 78. 62. BOSC. Madrid, marzo-abril, 1923, p. 2.

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natural de El Escorial, propone fundar un periódico y que la logia se acoja «al medio de la prensa que ha de propagar nuestros ideales)) 63.

Por último, pero no de menor importancia, tenemos a Ramón So- riano Cardona, de 38 años de edad, natural de Madrid, que fue venerable maestro de la logia Fénix de Barcelona y que, entre otros datos masónicos, por ejemplo, presidió la Gran Asamblea del Gran Oriente Español, del año 191964 y reflejó sus pensamientos masónicos en su obra El libro del masón. Barcelona, 1917.

La procedencia masónica de Viriato se vincula a la Gran Logia Catalano-Balear, en la época anterior a la integración de sus logias -y entre ellas la Fénix núm. 381- en el Gran Oriente Español65. Además de esta publicación, eminentemente doctrinaria, Soriano Cardona publicó diversos trabajos en el Boletín Oficial de la obediencia, entre ellos los titulados La guerra enseña, y, Qué hace la Masonería66. Ya en su época como miembro de la logia Hijos de la Africana, publica un ((trazado arquitectónico)), de matiz doctrinario y que termina augurando que el comportamiento modélico de los hermanos melillenses hará de la logia {(hoy naciente ... en corto plazo un organismo fuertemente consolidado, lazo de unión en Melilla de los elementos españoles, musulmanes e israe- litas, y digna compañera de sus hermanas de Larache, Tánger y Casa- blanca.. . )> 67

111.3 La logia «Viriato» de la Gran Logia Española (1924-1927): la herencia militar en plena dictadura

En plena Dictadura de Primo de Rivera, surge en Melilla una nueva logia: Viriato, núm. 25, que se adherirá a la obediencia de la Gran Logia Española. Fundada el 17 de mayo de 1924, su vida se extenderá hasta el verano de 1927. Igual que las logias anteriormente descritas, esta surgirá por la impronta del elemento militar en Melilla. La misma denominación del taller nos indica esta peculiaridad: «se denomina Viriato como home- naje al benemérito masón que abrió paso a la masonería en estos valles: hermano Ramón Soriano Cardona)) 68.

Ramón Soriano Cardona ya no se encontraba en Melilla, pero su labor parecía haber fructificado y, ahora, sin embargo, la logia presenciará una nula presencia de militares. Las peculiares condiciones de la Plaza

63. 64. 65. BOGOE. Madrid, 30 de marzo de 1915, p. 33. 66. BOGOE. Madrid, 30 de junio de 1915, p. 84-85, y, 30 de septiembre de 1915, p. 155-157. 67. BOGOE. Madrid, 30 de septiembre de 1922, p. 109-1 11. 68. AHNS. Leg. 424-A-0. Acta de constitución de la ((Logia Viriato)), de fecha 27 de octubre

de 1924.

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militar de Melilla, sometida al rígido fuero de guerra, serían las respon- sables de esta situación. Más aún, los hermanos masones se ven tachados incluso de espías. Así se dice en plancha del venerable maestro de la logia Juan Luque Garcia al hermano Esteva, Gran Maestre de la Gran Logia Española:

«...Sabréis quizás cómo afronté la responsabilidad ante las auto- ridades profanas de esta Plaza dispuestas a la intolerancia de la ma- sonería aquí, y clandestinamente levanté las columnas de Viriato. Sabréis también parte de nuestra labor porque lleguemos a ser tole- rados, ya que no autorizados y trabajar libremente. Pero, íay!, tene- mos un fuerte enemigo oculto que nos persigue con saña. No podemos celebrar tenidas. En la puerta de mi casa y en los alrededores hay siempre cuatro policías vigilándola porque alguien ha dicho que es- tamos constituidos en logia.

Es un verdadero compromiso para todos los h. del (taller) que fuéramos sorprendidos en trabajo o reunidos en ninguna parte, por- que siendo esta Plaza militar «manu militarib, sería la providencia contra nosotros y no son estos tiempos de afrontar peligros que nadie nos salvará. Además, que el concepto que de los masones tienen nuestros enemigos no puede ser peor, puesto que se nos acusa de espías del enemigo y en inteligencia con los colonialistas franceses. Aconsejadnos qué debemos hacer y ved si podéis ayudarnos para que cese esta anormalidad, autorizándonos a trabajar libremen- te...)) 69.

La carta resume las dificultades de la logia para mantenerse y. que obligó a obrar con prudencia, llegando a reunirse en el parque público, y a distanciar las tenidas, además de intentar diversas gestiones ante la Comandancia General de Melilla y otros organismos 70.

La logia mantuvo correspondencia regular con Ramón Soriano Car- dona, al que nombra venerable maestro honorario en septiembre de 1924 71, y con la logia Redención de Barcelona.

Con fecha 16 de mayo de 1926, la logia da cuenta del fallecimiento del capitán Antonio Calderón López Bago, muerto durante la operación de bombardeo aéreo de las estribaciones de Beni Taaban, y que fuera hermano de la logia Hijos de la Africana.

El último documento conocido de la logia está fechado el 2 de mayo de 1927. Es una plancha dirigida a la logia Mantua núm. 31 de Madrid, en la que se reincide en las dificultades de realizar los trabajos por la prohibición de las reuniones 72.

69. AHNS. Exp. personal 87-1-A. 70. AHNS. Leg. 424-A-0. 7 1. Idem. 72. Idem.

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La escasez documental de esta logia no permite conocer más datos. De entre sus miembros destaca la personalidad del que fuera su más significado venerable maestro, Juan Luque García, muy allegado a Ramón Soriano Cardona y autor de trazados masónicos e, incluso colaborador del periódico barcelonés El Brusi. Entre los masónicos tenemos dos dedi- cados a Soriano Cardona: Ante la portada del Boletín, y Confesiones de mi yo conrnlgo73.

IV. CONCLUSIONES

No parece, tras lo expuesto, que la masonería melillense analizada, haya sido un factor de transformación de la peculiar sociedad melillense. Al contrario, su importancia nos parece escasa y muestra, en primera conclusión, una existencia concatenada a la presencia de fuerzas expedi- cionarias militares con ocasión de las campañas de Marruecos. Una vez desaparecidas estas fuerzas, los talleres masónicos melillenses languidecen hasta desaparecer. Lo que sí queda claro es que son militares los que crean dos de las primeras lógicas melillenses -Africa, e Hijos de la Afri- cana, ambas dentro de la obediencia del Gran Oriente Español- y, ade- más, propician la aparición de una tercera, en plena Dictadura de Primo de Rivera, la Viriato, dentro de la Gran Logia Española. Y también son militares los que asfixian la vida masónica en la Plaza.

Una plaza de guerra como Melilla no podía permitirse tener grupos -y menos grupos militares- con realización de reuniones secretas. La pequeñez territorial de Melilla hace imposible que la fundación de una logia escape a la larga vista del gobierno militar.

Estos problemas son mayores en el caso de las logias desarrolladas coetáneamente a la Dictadura de Primo de Rivera. Son numerosas las proclamas de la masonería española, en general, repudiando el sistema y quejándose de las dificultades que sufren, incluidas las persecuciones de sus miembros. La Gran Logia Española, por ejemplo, así lo manifestó en una Instancia elevada al Directorio Militar, 1924, firmada por su Gran Maestre Fernando Esteva y apoyada por otra de la Asociación Masónica Internacional. La declaración de «patriotismo» no falta de esta misiva 74.

Instancia que no debió tener mucho efecto, cuando años más tarde (1930) se escribe que «Momentos hubo, durante la Dictadura militar y bajo el gobierno de la Dictadura civil, que la persecución contra nosotros (los

73. Idem. 74. BOGLE. Madrid, 20 de junio de 1924, p. 11-12.

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masones), llegó a un grado de encono tal, que sólo en las cárceles de Andalucía llegaron a verse recluidos más de doscientos hermanos...)) 75.

Esta problemática quedó reflejada en las asambleas masónicas. Así, la V I Asamblea Nacional Simbólica realizada en Sevilla en 1927, muestra la preocupación por la Situación en Marruecos de la Masoneria depen- diente del Grande Oriente Español. En este documento, la Comisión Per- manente del Gran Consejo Federal Simbólico explica que: ((Dentro de la zona de influencia española (en Marruecos) no hay actualmente ninguna logia. Las que tuvo la Gran Logia Española en Melilla, Larache y Alca- zarq'uivir fueron clausuradas y disueltas por las autoridades militares y un Taller que auspiciaba en Melilla el Grande Oriente corrió idéntica desdichada suerte. Por cierto que más de un viajero en tierras de Ma- rruecos ha señalado la diferencia de trato que dan a la Masonería dentro de sus respectivas zonas de influencia política, los gobiernos francés y español...)) 43. 76

En el otro polo de la cuestión, los militares que gobernaban Melilla, y monopolizaban su Junta de Arbitrios -especie de pseudoayuntamien- to- se muestran preocupados por nombrar en 1926 hijo adoptivo de la ciudad al General Primo de Rivera, y por erigir un obelisco como home- naje al ejército de Africa77. Es la expresión del pensamiento que conside- raba al ejército como medio e instrumento de penetración, y garante de la paz. Ya hemos visto como algunos masones se mostraban partidarios de esta política colonial -Caballero de Puga, Núñez de Prado, etc.- que se manifestaba, además, una y otra vez en la obra de militares pre- ocupados por el desconocimiento del Imperio Marroquí y sorprendidos por la resistencia encontrada por los naturales del país. Así, el opúsculo del masón Venancio Alvarez Cabrera, cofundador del Gran Oriente de Marruecos, junto a Julio Cervera, y muerto en la Campaña de Melilla de 1909, sobre Organización militar del Imperio de Marruecos, muestra, una vez más esta tendencia?

Alvarez Cabrera, que permaneció varios años en la Melilla del cambio de siglo, fue un masón con una importante trayectoria de proselitismo masónico, aunque denostado por los que lo consideraban negativamente e, incluso, le culpaban de una muerte imprudente, como M. Ciges que escribió: «este hombre que en el gran engaño de que nos hacen víctimas, pasó por ilustre africanista y gran conocedor del Rif -itanto lo conocía,

75. BOSC. Madrid, diciembre de 1930, p. 2. 76. AHNS. Leg. 683-A-3. 77. Archivo Municipal de Melilla. Junta de Arbitrios. Libras de Actas. Sesiones del 2 de

amrzo y del 28 de junio de 1926. 78. VAZQUEZ, Enrique. ((Un informe técnico del Coronel. Alvarez Cabrera)). Cálamo. Revista

de Cultura Hispano-Arabe. Madrid, (abril-mayo-junio, 1985), 10-12.

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que a las puertas mismas de la Plaza, habiéndole enviado con sus tropas al pseudobarranco del lobo, le amaneció en Sidi Musa!-9.

En definitiva, las huellas del paso de la ((masonería militar» por Me- lilla, parece que fueron efímeras y habrá que esperar a la República para ver constituido un taller de importancia en el contexto masónico español y ya con otras connotaciones radicalmente distintas. Si el doctrinarismo propagandístico masónico llegó ya a indicar en 1910 que «desde el año 1700 se observan las huellas del paso de la Masonería en Marruecos. Dícese que unos marineros europeos cautivados por los moros fueron los primeros en establecer nuestra Orden en aquella región del Africa (Tánger). Fue tal la influencia del simnbolismo en el arte marroquí sobre todo en la ornamentación, que con frecuencia observamos en los palacios de Fez y en la Alhambra de Granada el predominio del «triángulo» entre los adornos de estos edificios)) so,, en una evidente exageración, también parece una difícil contradicción la de participar en los trabajos de talleres masónicos en un momento en que se producen las Campañas de Ma- rruecos, que enfrenta a españoles y marroquíes.

Más certera parecería la crítica, hecha desde dentro mismo de la sociedad masónica, que indica la dificultad para los españoles de hacerse acreedores a la simpatía de los vecinos marroquíes y apelando «a dos medios ingeniosísimos: ... enviar penados ... y misiones intolerantes», sino propusiera, a continuación, al gobierno español ((favorecer a la francma- sonería española y con otorgarle una subvención igual a las que disfrutan las Casas-Misiones de Marruecos, antes de que transcurran seis años habría cambiado por completo el estado de opinión en aquel país, y mahometanos, hebreos y cristianos se darían el más sincero abrazo fra- ternal, cumpliéndose de este modo los deseos y las aspiraciones de toda conciencia honrada)) 81, lo que no deja de ser una visión colonialista ma- sóiiica.

Hemos, pues, pretendido mostrar, en su dimensión más real posible, la impronta del elemento socioprofesional de los militares en el origen y desarrollo de los talleres masónicos melillenses. Hemos intentado situar el surgimiento de las logias en el contexto de las campañas militares, que las propiciaron. Y hemos visto cómo las propias autoridades militares de la Plaza de Melilla cercenaban una y otra vez las sociedades masónicas. Todo es militar, dentro y fuera de la masonería melillense, prácticamente desde 1893 a 1927. Y es que, como escribió Francisco de Cossío, otro ilustre desterrado de la Dictadura Primorriverista, junto a Jiménez de Asúa en los islotes solitarios de las Chafarinas, «Melilla es una gran

79. CIGE~ APARICIO, M. Entre la paz y la guerra: Marruecos. Madrid, 1912, p. 99. 80. BOGOE. Madrid, 28 de junio de 1910, p. 95. 81. BOGOE. Madrid, 27 de septiembre de 1907, p. 144-146 (trabajo de Víctor Gallego, sobre

la Labor de la francmasonería española en Marruecos).

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ciudad que ha creado la guerra. Barrios hebreos con muchos bazares y moros ricos por las calles con ideas confusas sobre la civilización. Por todas partes se siente el paso del oro y, por la noche, en los barrios extremos, los militares continúan la guerra con los corchos de champagne. Los negociantes se han hecho insensibles al dolor y a la muerte. Pasan las camillas con los heridos del último combate, y las músicas del café continúan sonando)) 82.

Todos estos ruidos no impedirían desoir el leve murmullo de los «hijos de la viuda» que en los improvisados templos melillenses comenta- ban continuamente el difícil crecimiento de las acacias. Y estos hermanos, militares, acostumbrados al gobierno de las columnas, se veían forzados a abatirlas: espadas y mandiles.

82. Coss~o, Francisco de. París-Chafarinas: 4 expatriados - 4 confinados, 1924-1926. Madrid, etc., 1931, p. 146.