Ópera, Imaginación y Sociedad. México y Brasil.

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803 HMex, LVIII: 2, 2008 ÓPERA, IMAGINACIÓN Y SOCIEDAD. MÉXICO Y BRASIL, SIGLO XIX. HISTORIAS CONECTADAS: ILDEGONDA DE MELESIO MORALES E IL GUARANY DE CARLOS GOMES Verónica Zárate Toscano Serge Gruzinski Instituto de Investigaciones École des Hautes Études Dr. José María Luis Mora en Sciences Sociales y CNRS introducción E n el siglo xix, la ópera fue concebida como un instru- mento “civilizador” en el sentido que dio Norbert Elias a este proceso. 1 Constituía a la vez un espacio de sociabili- dad con pretensiones aristocráticas, y un lugar de difusión de la creación artística (la escena) y de la moda (la sala). La ópera enseñaba a la burguesía la “cultura de corte”, per- mitiéndole entrar en moldes aristocráticos o considerados así. La ópera ofrecía una especie de club para las élites del siglo xix. De allí la importancia del lugar, reflejo del poder de una ciudad, del boato de una corte (París, Viena, Londres, Munich…) y del gusto (y de los sueños) de la burguesía local. Recordemos la construcción de costosas salas como la ópera 1 Elias, El proceso de la civilización. Fecha de recepción: 27 de agosto de 2007 Fecha de aceptación: 14 de enero de 2008

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Ópera, Imaginación y Sociedad. México y Brasil. COLMEX.

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    PERA, IMAGINACIN Y SOCIEDAD. MXICO Y BRASIL, SIGLO XIX. HISTORIAS CONECTADAS: ILDEGONDA DE MELESIO

    MORALES E IL GUARANY DE CARLOS GOMES

    Vernica Zrate Toscano Serge Gruzinski Inst i tuto de Invest igaciones cole des Hautes tudes Dr. Jos Mara Luis Mora en Sc iences Soc iales y C N R S

    introduccin

    En el siglo xix, la pera fue concebida como un instru-mento civilizador en el sentido que dio Norbert Elias a este proceso.1 Constitua a la vez un espacio de sociabili-dad con pretensiones aristocrticas, y un lugar de difusin de la creacin artstica (la escena) y de la moda (la sala). La pe ra enseaba a la burguesa la cultura de corte, per-mitindole en trar en moldes aristocrticos o considerados as. La pera ofreca una especie de club para las lites del siglo xix. De all la importancia del lugar, reflejo del poder de una ciudad, del boato de una corte (Pars, Viena, Londres, Munich) y del gusto (y de los sueos) de la burguesa local. Recordemos la construccin de costosas salas como la pera

    1 Elias, El proceso de la civilizacin.

    Fecha de recepcin: 27 de agosto de 2007Fecha de aceptacin: 14 de enero de 2008

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    Garnier en Pars, una iniciativa de Napolen III, o el teatro de Bayreuth edificado para Richard Wagner con el apoyo de la corte de Baviera y del rey Luis II. Adems de este objetivo civilizador, la pera el libre-to y su msica asumi un papel poltico e ideolgico no desdeable en la creacin y la definicin de la identidad nacional.2 Basta recordar el grito Viva Verdi (= Viva Vitto-rio Emmanuele Re d'Italia) que echaban los italianos par-tidarios del Risorgimento. La pera italiana se haba vuelto arte nacional y smbolo de la unidad de la joven nacin.3

    Por otra parte, la pera fue un foco de intensas activi-dades artsticas e intelectuales. Constitua un espacio en el que no slo intervenan periodistas y crticos, novelistas, escritores y poetas, sino tambin empresarios, directores de teatro y de compaas, cantantes, quienes algunas veces se volvan estrellas internacionales. Cabe recordar que el star system en sus dimensiones intercontinentales empez en la primera mitad del siglo xix con las giras de compaas, en su mayora italianas, realizadas por Canad, Estados Uni-dos y Amrica Latina. En vez de explorar estos aspectos en el Viejo Mundo, lo haremos en Mxico y en Brasil con el fin de iniciar una reflexin de conjunto sobre estos dos pases iberoamerica-nos a partir de la carrera de dos de sus msicos: el brasileo Carlos Gomes y el mexicano Melesio Morales. Ahora bien, no se tratar de ofrecer un ensayo de histo-ria comparativa, menos an de musicologa, sino ms bien de esbozar un anlisis en la lnea de las connected histories

    2 Francfort, Le Chant des Nations.3 Ges, Carlos Gomes y Rinaldi, Carlos Gomes.

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    introducida por Sanjay Subrahmanyam en el campo de los estudios de los mundos portugus y asitico.4 Partiremos de los lazos que unieron en el siglo xix a Mxico, Brasil e Italia en el campo de la msica de pera. Estos lazos pueden pasar casi inadvertidos, como la actuacin de un italiano que ten-dra un papel decisivo en la carrera de nuestro msico bra-sileo: Lauro Rossi.5 El que fue director del Conservatorio de Miln entre 1850 -1871 tena cierta sensibilidad hacia lo iberoamericano, no por haber viajado al Brasil, sino porque haba pasado el ao 18366 en Mxico dirigiendo obras de la importancia de La Sonnambula, Cenerentola, Il Pirata.7 Pero otros lazos fueron mucho ms significativos y manifiestos, como el acontecimiento que reuni, aunque fuera virtual-mente, a nuestros dos msicos.

    la polmica de gomes sobre IL GUARANY

    La obra maestra de Carlos Gomes, Il Guarany, se present en el Teatro Nacional de la ciudad de Mxico los das 22, 23, 25 y 27 de diciembre de 1883 con la compaa italiana de Napolen Sieni. En estas funciones navideas, los papeles principales fueron interpretados por Mara Peri y Francisco Giannini.

    4 Vase Subrahmanyam, Connected Histories.5 Lauro Rossi fue director del Conservatorio de Miln (1850-1871) y lue-go del de Npoles (1871-1878).6 La Sonnambula, la Cenerentola, Il Pirata, Guillaume Tell en el Teatro Principal en 1836, y al ao siguiente se presentaron algunas de sus obras en el mismo teatro: Giovanni Shore, Doa Sinfrosa, La casa deshabitada. Sosa y Escobedo, Dos siglos de pera, vol. i, pp. 24-26.7 Se acept como scapigliato (bohemio) de importacin. Se volvi miem-bro de la scapigliatura milanesa en la que encontramos a Emilio Praga o Arrigo Boito.

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    Las reseas, comentarios y crticas no se hicieron esperar en la prensa. El 30 de diciembre, Enrique Chvarri, quien firmaba como Juvenal, en su seccin titulada Charla de los domingos de El Monitor Republicano, refiri el estre-no de la complicada msica del famoso Guarany, resalta-ba tanto sus aspectos positivos como negativos.8 En primer lugar, consideraba que era muy larga, con msica algo can-sada. Durante la primera funcin, que comenz a las ocho y media de la noche y termin despus de la una de la maa-na, el pblico se fue saliendo y pocos permanecieron hasta el final. Ya para la segunda audicin se quedaron ms espec-tadores, tal vez porque la funcin dominical era a las cuatro de la tarde. Los rasgos positivos que resaltaba eran que tena bellsimos trozos, sala de lo trillado y sobre todo, lo ms notable de la partitura eran

    [] ciertas notas que a menudo recuerdan ya el canto guerrero de los salvajes, ya sus danzas brbaras, ya sus marchas o sus extraos ritos, entonces la msica se escucha en pensamientos enteramente nuevos llenos de originalidad y perfectamente apropiados al asunto del drama.

    Juvenal haba quedado fuertemente impresionado con el estreno de nuevas decoraciones y nuevos trajes y sobre todo con el espectacular derrumbe del palacio en el ltimo acto. Y finalmente resalt el buen desempeo de los cantan-tes que haban vencido las dificultades de que la partitura est erizada.

    8 Chvarri, Charla de los domingos, en El Monitor Republicano (30 dic. 1883), nm. 312, ao xxxiii. Citado en Carmona, Periodo de la in-dependencia a la revolucin, pp. 136-137. Esta informacin fue glosada por Olavarra y Ferrari, Resea histrica del teatro.

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    A partir del 4 de enero siguiente, Melesio Morales, firm con el pseudnimo Paris, escribi una larga crtica que public en tres nmeros del peridico El Nacional.9 Basado en su propia experiencia musical y con un conocimiento ms especializado que Chvarri, criticaba, entre otras cosas, los puntos vulnerables que en relacin con las leyes de la tona-lidad, de la meloda, de la forma, de la instrumentacin y de la esttica en general, encierra la composicin de Gomes. Adems, Morales consideraba que la composicin de Gomes estar buena para nuestros queridos primos, para esos yankees [] La msica del Guarany es msica [] pa ra Nueva York.10 El mexicano no saba que Gomes per-ciba a los yankees de una manera un tanto distinta ya que escribi descorazonado, despus de su fracaso en Chicago con la pera Colombo en 1892: Esperaba hacer aqu un mundo de negocios, mas despus percib la triste realidad! En este pas el arte es un mito.11

    Morales reconoca en Il Guarany de Gomes sobre todo la influencia de Richard Wagner, Christoph Willibald Gluck y de la escuela italiana a la que l mismo segua. Pero tambin le criticaba la ausencia de un color local cuya presencia se impone en cada caso donde hay que dar cuenta de una po-ca, de un pueblo, de un acontecimiento o de un personaje registrados en la historia. En el caso del Guarany, Gomes saba lo que deba hacer al musicar su inspido, pero patri-tico argumento; quiso dar color a su obra, intent describir

    9 El Nacional, ao v, t. v, nm. 3 (viernes 4 ene. 1884); nm. 12 (jueves 17 ene. 1884) y (martes 5 feb. 1884). Publicado en Morales, Labor perio-dstica, pp. 64-74.10 Morales, Labor periodstica, p. 68.11 Pgina web de Carlos Gomes: http://www.bn.br/fbn/ musica/cgomes.htm

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    algunas escenas, caracterizar a sus personajes y nada consi-gui del todo. Morales manifestaba su desacuerdo por el hecho de que Gomes hubiera dejado pasar la oportunidad de analizar la relacin entre los portugueses y los indgenas de Brasil con estas palabras:

    De los cuatro actos en que est dividido Il Guarany, los ac-tos primero, segundo y cuarto estn encomendados a la familia y aventureros portugueses; el tercero, a la tribu Aimor. Re-parto tan ventajoso habra proporcionado a un compositor filsofo, la ocasin de intentar con xito la pintura de dos razas diametralmente opuestas en tipo, religin, costumbres, dando ser, mediante este procedimiento, a dos gneros de msica di-ferentes entre s. Llevado a buen trmino el retrato musical de las dos razas, habra podido aprovechar la presencia de Pery entre los portugueses, y la de Cecilia entre los Aimor, para de-sarrollar alguna ingeniosa combinacin en la que [] hubiera conseguido para su composicin las primordiales cualidades de unidad y variedad, dejando al mismo tiempo elegidas las tintas del color local e individual de que carece la obra.12

    Y sobre todo criticaba la forma insatisfactoria en que se representaba a los personajes sin acentuar sus rasgos pro-pios, lo que resultaba en una coleccin de tipos delicados con descuido, sosteniendo a duras penas en cuatro largusi-mos actos, escenas de escaso inters sin vida. Crticas aparte, o tal vez precisamente como una crtica, Melesio Morales compuso una parfrasis para piano sobre temas de Il Guarany, la cual fue publicada por H. Nagel en

    12 Morales, Labor periodstica, pp. 69-70.

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    el lbum Musical en 1884.13 Era su manera de mostrar al compositor brasileo cmo consideraba l que era la mejor forma de tratar ese tipo de temas, pero tambin era una res-puesta a la propuesta de Franz Liszt de escribir obras para piano basadas en peras de moda, en las que podan dar rien-da suelta al virtuosismo y al bel canto.14

    As, rescat la ballata de Cecilia la herona de Il Gua-rany Oh, come bello il ciel!, C'era una volta un prin-cipe para realizar su parfrasis. Morales reconoca que esta pieza hablaba a favor del compositor ya que era una pie-za de gnero italiano neto, a pesar de la meloda alemana de Ferdinand Gumbert15 que llevaba incrustada.16

    Esta parfrasis, convertida en una pieza de tertulia, es una de las varias fantasas sobre temas de pera que escri-bi Morales. Segn Ricardo Miranda, lo mismo muestra las capacidades virtuossticas de su autor que la efusividad l rica de Gomes, caracterstica que, por otra parte, tambin se encuentra en la msica de Morales a cada instante.17

    13 Grabada por Silvia Navarrete en el disco compacto Ecos de Mxi-co. Msica para piano del siglo XIX, Mxico, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Instituto Nacional de Bellas Artes, 1998, Clsicos Mexicanos.14 Miranda, Ecos, alientos y sonidos, pp. 129-134.15 Compositor germano que vivi entre 1818-1896.16 El Nacional, ao v, t. v, nm. 12 (jueves 17 ene. 1884).17 Ecos de Mxico. Msica para piano del siglo xix: pasiones lricas y pgi-nas sonoras, textos y antologa de Ricardo Miranda, Mxico, mcmxcviii, en Navarrete, Ecos de Mxico. Morales, Mi libro verde, pp. xii-xiv.

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    melesio morales y la pera en mxico

    Ahora bien, quin era Melesio Morales? Naci en la ciudad de Mxico el 4 de diciembre de 1838, ao y medio despus que Carlos Gomes, era hijo de Trinidad Morales y de Jua-na Cardoso.18 Compuso su primera obra, El Republicano, cuando tena doce aos y a partir de ese momento, su vida fue una combinacin entre la composicin, la enseanza y el aprendizaje, aun a pesar de no tener un profesor que le instruyera en el contrapunto, herramienta tan necesaria para los dilogos en la pera. Su primera incursin en ese mundo fue con Romeo, obra que comenz a escribir en 1860 con un libreto de Felice Roniani, ya utilizado anteriormente por Vincenzo Bellini.19 El estreno de la obra fue hasta el 27 de enero de 1863 porque, aunque haba recibido la prome-sa de que el Ayuntamiento de Mxico financiara la obra, el dinero no lleg oportunamente y Morales ya haba hecho un compromiso con los msicos. Si hemos de creer a algu-nos autores, stos se burlaban del joven compositor, pero al momento de la ejecucin de Romeo, aplaudieron entu-siastamente.20 Despus de superar mltiples problemas,21 la pera se estren y a partir de ese momento, Morales se

    18 Agradecemos a Ignacio Hernndez su ayuda para completar la infor-macin utilizada aqu.19 Melesio Morales, Al respetable pblico, en El pjaro verde, nm. 24 (27 ene. 1866).20 Gonzlez Pea, Un msico mexicano, pp. 135-141. Olavarra y Ferrari, Resea, pp. 670-672.21 Las dificultades estn descritas en la biografa de Melesio Morales que public Altamirano en El Renacimiento, recogida en sus Obras comple-tas, vol. xiv, pp. 77-108.

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    gan a pulso la categora de Maestro, la cual conservara hasta su muerte.22

    Con este primer xito, Morales se sinti confiado y escri-bi su segunda pera: Ildegonda. El estreno se retras por diversos motivos a pesar de que ya era del conocimien-to pblico que se estaba preparando. Incluso, durante una representacin de la compaa de pera italiana del Un Ballo in Maschera, de Giuseppe Verdi, efectuada en la ciudad de Mxico el 14 de noviembre de 1865, una parte de los con-currentes pidi la representacin de esta pera, primero en tiras de papel soltadas desde la galera y despus a voces.23 Fueron identificados como un nutrido contingente de estu-diantes de la Escuela de Bellas Artes.24

    Un mes despus, se anunci en la prensa que los papeles estaban ya repartidos y que pronto empezaran los ensa-yos.25 Finalmente, Ildegonda debut en el Teatro Imperial el sbado 27 de enero de 1866 a las ocho de la noche. Continu representndose los domingos 28 de enero y 4 y 11 de febre-ro, fue en esta ltima fecha a las tres y media de la tarde.26

    Despus de la representacin de Ildegonda, algunos ami-gos de Morales consideraron que deba tener la oportunidad de ir a Europa a perfeccionar sus estudios musicales. Jos S. Segura, editor de El Cronista de Mxico, al referir el estreno de la pera, reconoci que algunas de sus fallas no se deban

    22 Morales lo reconoci en una pequea autobiografa que escribi en 1900, publicada por Ponce, El maestro Melesio Morales, pp. 85-95.23 El Pjaro Verde, 3- poca, t. iii, nm. 272 (17 nov. 1865), p. 3.24 Zanolli Fabila, La profesionalizacin, vol. 1, p. 75.25 El pjaro Verde, 3- poca, t. iii, nm. 298 (18 dic. 1865).26 El Cronista de Mxico, 3- poca, t. vi, nm. 24 (sbado 27 ene. 1866); nm. 30 (sbado 3 feb. 1866); nm. 36 (sbado 10 feb. 1866).

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    al poco talento del autor, sino a su falta de prctica y escue-la. Y agreg:

    [] creemos [] que si los ilustrados socios del Club Filarm-nico, o el gobierno, tomasen a su cargo el que el seor Morales pasase a Europa, para que pudiese estudiar a los grandes maes-tros, dentro de dos aos sera un distinguido compositor que dara gloria a Mxico.27

    Esta propuesta se hizo una realidad. A principios de mar-zo de 1866, Morales public en la prensa una carta que co-menzaba diciendo: Una mano bienhechora, que no se me ha querido dar a conocer, ha facilitado los medios para mi partida a Europa a perfeccionar mis obras de composicin musical.28 Agradeca a continuacin los esfuerzos por su felicidad hechos por Manuel Siliceo,29 Manuel Payno,30 Rafael Martnez de la Torre31 y otra persona que no me autoriza, antes bien me prohbe usar de su nombre en esta pblica manifestacin. Sabemos que Martnez de la Torre intercedi en favor de Morales con Antonio Escandn,32 re-sidente a la sazn en Pars, quien le otorg una pensin du-rante tres aos para perfeccionarse en el arte del bel canto precisamente en su cuna.33 Fue gracias a la participacin de ciertos miembros de la lite mexicana que Morales se pudo

    27 El Cronista de Mxico, 3- poca, t. vi, nm. 25 (lunes 29 ene. 1866).28 El Cronista de Mxico, 3- poca, t. vi, nm. 55 (lunes 5 mar. 1866), p. 2.29 Presidente fundador de la Sociedad Filarmnica Mexicana. Vase Za-nolli Fabila, La sociedad filarmnica mexicana.30 Escritor de novelas romnticas y realistas, como Los Bandidos de Ro Fro.31 Abogado y fraccionador de la ciudad de Mxico.32 Acaudalado industrial, introductor del ferrocarril en Mxico.33 Morales, Mi libro verde, pp. xxv, 22-23.

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    beneficiar de las enseanzas musicales e incluso de algunas experiencias personales que nunca hubiera podido tener si no hubiera salido de su pas para vivir en Francia y en Ita-lia. Porque para l, como para muchos otros, Europa era el centro de la accin cultural y habra que sacar provecho de una estancia en el viejo continente. Despus de una breve residencia en Pars, Morales parti hacia Florencia, donde estudi composicin con Teodulo Mabellini, quien tena asimismo una gran biblioteca de libros y partituras que fue bien aprovechada. Ah escribi nuevas obras, pero tambin trabaj en la reconstruccin casi total de Ildegonda para incorporarle sus nuevos conocimientos y para adaptarla a los cantantes italianos Cornelia Castelli, Paolo Augusti, Adulle Fradeloni y Rchele Pala, encargados de la interpretacin.34 Finalmente, la nueva versin se estre-n el jueves 6 de enero de 1869 en Florencia. A propsito de este suceso, Morales escribi aos despus: Activo y afor-tunado [] consegu lo que hasta hoy ningn mexicano ha logrado hacer en Europa, hice presentar mi Ildegonda en el Real Teatro de Pagliano de Florencia, vindola celebrada y aplaudida.35 Segn las crnicas, el maestro Melesio Mora-les tuvo 18 llamadas a escena.36 Y una vez ms, tambin en Europa, la representacin de Ildegonda se hizo gracias al apoyo de algunos miembros de la lite mexicana decimo-

    34 Morales, Mi libro verde, p. 27.35 Autobiografa en Ponce, El maestro Melesio Morales, p. 88.36 Esta observacin fue publicada en la prensa local por el Marqus D'Arcais y recogida por Morales en su Resea que ley a sus amigos el maestro Melesio Morales en la celebracin de sus bodas de oro y del cua-dragsimo aniversario de la fundacin del Conservatorio, pp. 152-161, p. 157 de Labor periodstica.

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    nnica porque, para esta representacin, recibi el apoyo financiero del poltico y filntropo Ramn Terreros,37 ya que empresarios, artistas y pblico en general no haban estado dispuestos a apoyar a un msico desconocido y peor an si era mexicano; pero Melesio tuvo el tino, o tal vez la osada, de dedicarla al rey Vctor Manuel,38 esperando as augurar una buena acogida de su obra. Morales regres a Mxico con gran xito bajo el brazo y a partir de ese momento y hasta el final de su vida, trabaj por la difusin del bel canto. Particip en la fundacin del Con-servatorio Nacional, compuso mltiples obras, trabaj como profesor de armona, composicin, historia de la msica, esttica, etc. Asimismo, escribi un Mtodo de Solfeo y una Teora Musical39 e incluso intent convertirse, pero sin xito, en empresario para poner en escena peras italianas. Dirigi coros, fund la orquesta del Conservatorio Mexicano y encon-tr el tiempo para escribir mltiples artculos periodsticos.40 Y adems de peras, compuso alrededor de 150 obras de todo tipo: religiosas, para piano, orquesta, coros, voces e incluso infantiles.41 Muri en su casa de San Pedro de los Pinos el 12 de mayo de 1908, a los 70 aos, sin regresar jams a Europa. Morales no fue el primero en componer peras en Mxico, un gnero ya presente en la Nueva Espaa del siglo xviii, aun-

    37 Carmona, Periodo de la independencia, p. 117. Morales, Mi libro Verde, p. 113. Morales dice que le dio 5 000 francos. Era descendiente de los Condes de Regla.38 Morales, Mi libro verde, p. 77. Bellinghausen, Melesio Morales, Ca-tlogo, p. 37, dice que la dedic a Elisa Tomis.39 Morales, A B C. Teora musical.40 Morales, Labor periodstica.41 Bellinghausen, Melesio Morales, Catlogo.

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    que de una manera incipiente. Desde principios del si glo xix, en Mxico exista un verdadero gusto por la pera. Antes de 1827, se traducan las peras al espaol, pero a partir de ese momento, las representaciones se hicieron en italiano. Para la comprensin del pblico, siempre exista la posibilidad de imprimir un programa e incluso el libreto. La vida indepen-diente del nuevo pas permiti la aparicin de compositores profesionales porque haba un pblico deseoso de consumir sus producciones. Sabemos que a lo largo del siglo trabaja-ron en Mxico 86 compaas de pera, casi todas italianas, aunque tambin hubo algunas francesas, espaolas, ingle-sas, estadounidenses e incluso mexicanas.42 Haba gustos para todo: la pera seria y la bufa, la opereta, la zarzuela. El repertorio estaba verdaderamente actualizado, es decir, que se podan escuchar las obras que acababan de presentarse en Europa: Giuseppe Verdi, Gioacchino Rossini, Vincenzo Bellini, Gaetano Donizetti, etc. El pblico asista a los tea-tros a divertirse con las representaciones de obras diversas y exista una verdadera circulacin de objetos culturales como la msica, las partituras, los libretos y los instrumentos. Es decir, que el Mxico decimonnico estaba cercano a Europa, pero no como un espejismo en trminos de la cultura, sino como toda una realidad y como un modelo a imitar. Las compaas europeas eran bien recibidas e incluso hubo cantantes de pera verdaderamente idolatradas, como Enriqueta Sontag, Condesa de Rossi, quien muri de clera en Mxico en 1854.43 Famosa fue tambin la espaola Ade-lina Patti, quien cant en Mxico en la segunda mitad del

    42 Escorza, Del Mxico-Tenochtitlan, pp. 147-188 y 166-167.43 Yrzar, La pera en Mxico.

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    siglo xix.44 El pblico adopt no solamente la msica, sino a sus intrpretes. Es en este marco que podemos afirmar que algunos mexicanos tendran deseos de imitar a sus colegas europeos y escribir obras siguiendo los cnones del bel can-to italiano.

    carlos gomes y la pera en brasil en el siglo xix

    La trayectoria brasilea de la pera se inici en el siglo xviii con el teatro del padre Ventura, abierto en 1747 o 1748, pri-mer teatro conocido en Rio como Casa da pera.45 En 1773, el Teatro de Manuel Luis se volvi Teatro Regio. El auge de la msica sigui al traslado de la corte del virrey de Salvador de Baha a Rio (1763) y la llegada de la corte real portuguesa en 1808. La personalidad y la obra de Jos Mauricio Nunes Garcia (1767-1830) dominaron las primeras dcadas del siglo xix en la capital carioca.46

    Con el imperio y sobre todo con el reinado de Pedro II, la pera consolid su presencia en la vida social, intelectual y artstica de Brasil. En el siglo xix, varios teatros recibieron a las compaas artsticas: el So Pedro de Alcntara financiado por el negrero Jos Bernardino de S, un lugar que frecuen-taba la corte; el So Joo, en el Campo da Aclamao en el que se estren Luca de Lammermoor; el Lrico provisorio, cuya construccin nunca acab, en el que Carlos Gomes

    44 Hernndez Girbal, Adelina Patti.45 La Casa da pera de Vila Rica (1770) todava puede visitarse.46 Mattos, Jos Maurcio.

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    dio su primera pera, A noite do Castelo, y aos ms tarde Il Guarany, el 2 de diciembre de 1870. Carlos Gomes naci en Campinas,47 el 11 de julio de 1836, dos aos antes que Melesio Morales, en lo que hoy es el es tado de So Paulo, en una familia de msicos: el padre era director de orquestra, una ta cantaba y su hermano mayor ya diriga peras. A los 18 aos, Carlos Gomes compuso una de sus pri-meras obras, una misa que fue interpretada en pblico. Estudi en el Conservatorio de Rio, que fue creado en 1847 y se volvera la Escola Nacional de Msica. Diez aos despus, en 1857, un espaol establecido en Brasil, don Jos Zapata y Amat, con Francisco Manuel da Silva, fundaron la Academia Imperial de Msica e Opera Nacional. La Aca-demia deba formar a los cantantes y presentar peras de autores brasileos y extranjeros.48 En este contexto favo-rable, Carlos Gomes conoci su primer xito en 1861 con la pera A noite do castelo, representada en el Teatro Lrico Fulminense.49 Dedic la partitura al emperador Pedro II. Despus de estos primeros xitos, el Conservatorio de Rio lo design candidato para estudar em qualquer dos conser-vatrios da Italia.50 As empez su carrera internacional, al

    47 Rinaldi, Carlos Gomes.48 Dos empresas sucesivas se encargaron de animar la vida musical con el apoyo del gobierno imperial: la Empresa de pera lrica (1860) y la pe-ra nacional e italiana (1862). Tenan contratos con el estado para susten-tao da Opera lrica nacional. Ges, Carlos Gomes, p. 37. Tenan la obligacin de mandar a Europa a un alumno del Conservatorio para que all completara su formacin musical. Posteriormente ambas compaas se fusionaron.49 Carlos Gomes recibi la condecoracin del orden imperial.50 El primer msico enviado a Europa fue Henrique Alves de Mesquita (1830-1906), que estudi en Pars a partir de 1857.

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    salir para Portugal e Italia. De 1864 -1866 estudi con Lau-ro Rossi51 en el Conservatorio de Miln. En esa ciudad Car-los Gomes encontr un clima de efervescencia artstica, de debates y polmicas, en el que se enfrentaban los verdianos y los jvenes de la bohemia (scapigliatura), los avveniristi. En aquel entonces, el melodrama y la necesaria renovacin de la opera in musica ocupaban el centro del debate. Despus del primer xito con una revista musical, Se sa Minga (1869), cantada en dialecto milans, Carlos Gomes compuso su primera pera europea, Il Guarany, que se estre-n en marzo de 1870, ms de un ao despus del estreno de Ildegonda en Florencia. El xito de Il Guarany fue inmedia-to: la obra tuvo doce funciones ese ao y quince el siguien-te. En el estreno tomaron parte cantantes de la importancia de Giuseppe Villani, Enrico Storti y Vctor Maurel, quien luego sera Jago en Otello (Verdi, 1887). Cant el papel de la herona Marie Sasse, quien fue la creadora de L'Africaine de Meyerbeer en Pars (1865). Fue un xito absoluto: se cuenta que un Verdi entusiasta habra dicho este joven empieza all por donde termin. La obra se represent en las principales ciudades italianas. El xito tambin fue internacional:52 Lon-dres, en 1872; Santiago de Chile, en 1873; Buenos Aires, en 1874; Viena, en 1875; Bruselas, Barcelona y Montevideo, en 1876; San Petersburgo y Mosc, en 1879; Lisboa, en 1880, Mxico, en 1883 y Nueva York, en 1884.53

    51 Lauro Rossi fue director del Conservatorio de Miln (1850-1871) y lue-go del de Npoles (1871-1878).52 Ges, Carlos Gomes, pp. 136, 138-139 y 157.53 Pars, sin embargo, resisti ya que el director del Thtre des Italiens, Emanuele Muzio, era un hombre de la Casa Ricordi que no dispona de los derechos de la pera. Loewenberg, Annals.

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    Despus de su triunfo italiano, en diciembre de 1870, Carlos Gomes llev su obra Il Guarany a Rio: se estren en el Teatro Lrico en un momento de apogeo del imperio brasileo, de fervor nacionalista y de unin nacional. Ade-ms de ser el mayor xito en el teatro de Brasil en todo el siglo xix, el evento constituy um poderoso tnico para o orgulho nacional.54 La obra circul por el pas: en 1877 se present en el extremo sur, Porto Alegre; en 1879 en Salva-dor de Baha, en 1880 lleg a Amazona en el Teatro da Paz de Belm, y se estren en 1901 en el Teatro Amazonas de Manaos. La carrera europea de Gomes sigui exitosa. Otras obras suyas fueron compuestas y representadas en Italia. La pri-mera fue Fosca, en 1873 en la Scala, a partir de un argumen-to inspirado por la historia de Venecia. El libretista era nada menos que el de Ada, Antonio Ghislanzoni. Salvatore Rosa marc un regreso a la tradicin italiana clsica. Se pre-sent en Gnova en marzo de 1874, con un libreto inspirado esta vez por la historia de Npoles: la rebelin de los pesca-dores de Portici contra el virrey en 1647.55 Maria Tudor se present en la Scala en 1879, aunque no tuvo el mismo xito. Basada en la obra de Vctor Hugo, fue tachada de wagneria-nismo.56 Sin embargo, algunos brasileos pertenecientes a las lites del pas hicieron el viaje hasta Miln para asistir al estreno. Podemos imaginar lo que representaba para ellos presenciar en la capital mundial de la pera el estreno de la obra de uno de sus compatriotas.

    54 Jornal do Commercio, Rio de Janeiro (4 dic. 1870).55 Un tema ya puesto en escena en la Muette de Portici de Auber.56 La imitacin a la msica del porvenir, segn Melesio Morales.

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    En 1880, Carlos Gomes regres a Rio, donde present Lo Schiavo en 1889. El tema se basa en un texto del brasileo Taunay sobre la esclavitud de los negros. Pero el doble cam-bio de poca (se prefiri la poca de la confederacin de los tamoyos, 1567) y de medio social (indgenas en vez de afri-canos) impuso una doble transposicin que dot a la obra de un significado del todo distinto. Lo Schiavo insista en la cuestin de la identidad y de la historia nacional. El libreto exaltaba la naturaleza brasilea, la belleza de los paisajes y de la selva. Posteriormente sigui Condor, un relato orientalizante ubicado en Samarcanda, la cual fue representada en la Scala en estreno mundial en 1891 (tuvo diez funciones). Al ao siguiente, el oratorio Colombo se estren en Rio para feste-jar el cuarto centenario del descubrimiento de Amrica. La obra, mezcla de ideologa colonial y de conmemoracin his-trica, deba tambin estrenarse en Gnova y Chicago, lo que no consigui Carlos Gomes. Colombo fue un fracaso, Gli americani non s'interesanto di nulla che non sia una novit della vita pratica, e cio il mezzo rapido di pescar dollari!.57

    Vino la poca de las dificultades. De hecho, Carlos Gomes sufri los efectos de un doble cambio. En Brasil, la cada del imperio lo priv de sus protectores. El fin del rgimen imperial significaba la ruptura de los lazos establecidos entre el antiguo poder poltico y la cultura, mientras en Italia se afirmaba un cambio de gnero y de estilo con la aparicin del verismo. Lo schiavo haba sido estrenada en Rio, 45 das antes de la cada del imperio y juzgada demasiado tmida en materia de abolicin de la esclavitud. Pues bien, fue preci-

    57 Revista brasileira de msica, Rio de Janeiro, 3:2 (1936), p. 416.

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    samente el asunto de la abolicin la que provoc la cada del imperio brasileo. A partir de este momento Carlos Gomes apareci cada vez ms como la encarnacin de la sociedad del pasado, un vestigio del mundo imperial, ms europeo que brasileo: recordemos que Pedro II muri exiliado en Pars en 1891. Carlos Gomes no consigui la direccin del Con-servatorio de Rio que le haba sido prometida y padeci los efectos del clima nacionalista que despertaba el advenimiento de la joven repblica: adems de ser monarquista y figura del antiguo rgimen, se le reprochaba ser un compositor de pe-ras italianas, escritas en italiano y para un pblico italiano.58

    A Carlos Gomes no le qued ms que aceptar la direc-cin del Conservatorio de Belm y muri en 1896,59 poco tiempo despus de haber llegado a la capital amaznica y doce aos antes que Melesio Morales, quien conoci los albores del siglo xx.

    Ildegonda

    En muchos aspectos la Ildegonda de Morales difiere de Il Guarany de Gomes, entre otras cosas porque en la prime-ra mitad del siglo xix se escribieron mltiples versiones de Ildegonda, las cuales fueron representadas en diversos esce-narios.60 El libreto utilizado por Morales fue escrito por

    58 Adems de ser un compositor ya pasado de moda en Italia. La nueva estrella era Puccini, que propuso peras mucho menos costosas que un Otello o una Ada.59 Mrtires Coelho, O brilho da supernova.60 En 1829 se present en Palermo, la de Carlo Valentini; despus en Pisa, en 1836, la de David Bini, en Florencia, en 1847, la de Oreste Carlini y en Miln, en 1840, 1841 y 1845 con la msica de Temstocle Solera, Achille

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    Temstocle Solera, bien conocido por haber sido libretista de Giuseppe Verdi, para quien haba escrito Nabucco, Gio-vanna d'Arco, I Lombardi alla prima crociata, una parte del Attila, y otras. Para el drama de Ildegonda, Solera se haba apoyado en un poema escrito en 1820 por Tomasso Grossi.61 Sin haber tenido aparentemente grandes estudios musicales, Solera mismo haba escrito la msica para la versin que se estren el 20 de marzo de 1840 en la Scala de Miln. Los cr-ticos opinaron que, si bien Ildegonda no era un modelo de arte, tena fuerza y color: el color de la pasin. Y probable-mente Morales pens que esta pasin y el xito del libretista de Verdi eran una buena garanta para su propio xito. Dos de las versiones de Ildegonda han sido rescatadas del olvido a ltimas fechas. De la de Melesio Morales nos ocu-paremos lneas adelante. Pero ms recientemente se ha dado a conocer la del espaol Emilio Arrieta, quien estudi en el Conservatorio de Miln. El requisito para obtener el ttu-lo de compositor era escribir una pera y fue as como sur-gi Ildegonda, estrenada en dicho conservatorio en 1845 y

    Graffigna y Emilio Arrieta. Se ha conservado el libreto de una versin representada en Florencia en 1841, pero que ya haba pasado por Pars en 1838. Marco Aurelio Marliani escribi la msica para un poema de Pie-tro Giannone. Y aunque la historia es similar, hay diferencias importantes entre los dos libretos, el de Giannone y el utilizado por Morales. Por tal motivo, podemos suponer que los dems tambin incluiran variaciones considerables. Ildegonda. Dramma. Diviso in tre parti. Va reppresentarsi nell' I. e R. Teatro in via della Pergola la primavera dei 1841 sotto la Pro-tezione di S.A.T. e R. Leopoldo II, Graduca di Toscana, & & &, Firenze, Presso G. Galletti in via Porta Rossa, 26 pp. Existe un facsmil de este tra-bajo. Vase Marco Aurelio Marliani (1805-1849), Ildegonda. Libretto by Pietro Giannone after Tommaso Grossi, music by With introduction and vocal score, Nueva York, Garland Pub., 1986, 256 pp.61 El texto se public en 1844 con otras obras. Vase Grossi, Florilegio.

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    merecedora del Premio de Composicin. Posteriormente se present, con algunas modificaciones, en el Teatro del Pala-cio Real de Madrid en 1849 y seis aos ms tarde en el Tea-tro Real.62 Despus de 150 aos, se volvi a estrenar en ese mismo Teatro de Madrid, el 17 de junio 2004. Un ao antes se haba publicado el libreto63 y finalmente, en 2006, se hizo pblico el disco compacto con la grabacin de su reestreno.64 Los crticos han considerado que

    Ildegonda es una pera italiana, pero una buena pera italiana, que corresponde a esa poca de transicin entre los Donizzet-tis y los Verdis. Construida con mano segura para un joven de poco ms de 20 aos, manifiesta una estupenda firmeza en la forma, un buen uso de la orquesta que no es el legendario chittarrone y una preciosa y evidente inspiracin meldica.65

    El caso de Arrieta es similar a los de Morales y Gomes ya que logr triunfar en la cuna de la pera y regres a su lugar de origen a continuar su labor musical.66

    Por lo que toca a la versin de Melesio Morales, se ha di-cho repetidamente que en esta obra hizo gala de la influen-cia operstica italiana. Es evidente que sigui perfectamente el esquema de tres personajes principales: soprano (Ilde-

    62 http://informativos.net/Noticia.aspx?noticia=43218 63 Ildegonda: melodrama serio en dos actos.64 Ildegonda, pera de Emilio Arrieta, libreto de Temstocle Solera, Ma-drid, rne, rtve-Msica, 2006.65 Gmez Amat, Recuperacin justificada, El Mundo (sbado 19 jun. 2004), ao xv, nm. 5306.66 Sobre la labor de Arrieta como compositor de pera, vase Cortizo Rodrguez, Anlisis comparativo y Emilio Arrieta, operista frustra-do, pp. 479-504.

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    gonda), tenor (Rizzardo) y bartono (Rolando), en el que los hroes tenan voces altas y los personajes atormentados las tenan graves. Los msicos que siguieron el estilo italia-no, como Morales, introdujeron en una cadena, arias, cava-tinas, dos, serenatas, recitativos, arietas, todo para obtener intensidad dramtica y fuerza emocional. No hay que ol-vidar que la pera es un espectculo teatral y, por lo tanto, depende de los colores de la orquesta, pero tambin de la capacidad de transmitir emociones al pblico. Lo que est bien escrito conmueve a los espectadores. El tema de la pera Ildegonda es una leyenda medieval que tiene lugar en el siglo xii en Miln. El argumento es la histo-ria de un amor entre Ildegonda, la hija de Rolando, seor de Gualderano, y Rizzardo, un joven soldado a punto de partir a las Cruzadas. La oposicin del padre al descubrir el amor secreto provoca una emboscada en la que muere su otro hijo, Roggiero, por lo que Rizardo huye e Ildegonda es confina-da a un convento. Ella piensa que Rizzardo ha muerto, pero l llega de improviso a liberarla y, cuando estn a punto de partir, llegan los caballeros y aprehenden al plebeyo. Con la certeza de que l va a morir, Ildegonda se vuelve loca. Rolan-do, viendo a su hija agonizante, perdona a Rizzardo. Ilde-gonda se acuerda de la maldicin de su padre y cuando llega su amante, ella muere. Podemos reconocer que Ildegonda es una historia de amor similar a Romeo y Julieta y no hay que olvidar que la primera pera de Morales fue precisamente Romeo y que el drama sobre los amantes de Verona era bien aceptado por el pblico. Pero la gran diferencia es que la causa de la imposi-bilidad del amor no proviene de los conflictos entre familias enemigas, sino de una situacin de desigualdad social.

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    Morales haba querido aprovechar la presencia de las compaas italianas para la interpretacin de sus obras, pero tambin haba tenido cuantiosas dificultades con el empresa-rio Anibal Biacchi para finalmente poner en escena su obra. Biacchi exiga 6 700 pesos por las tres representaciones de Ildegonda.67 Morales contaba con el apoyo de personajes intelectual y polticamente influyentes: el escritor Manuel Payno haba dado una fianza e incluso el emperador Maxi-miliano ofreci que pagara la diferencia si el producto de los boletos no alcanzaba para cubrir los gastos. Asimismo, Morales haba sabido preparar sus represen-taciones. En 1863, antes del estreno de su primera pera, adopt la costumbre de escribir un artculo en la prensa para presentar su trabajo, exponer las dificultades que haba enfrentado y situar la obra en su contexto. Con eso, el pbli-co adquira ciertos conocimientos antes de ir a la pera, pero tambin recoga algunos temas de discusin. Con sus artcu-los y sus obras, Morales diriga sutilmente el debate sobre la msica en Mxico en la segunda mitad del siglo xix. As, antes del estreno de Ildegonda, escribi un ar tcu-lo que se public en los peridicos El Pjaro Verde y La Sociedad en enero de 1866. Reconoca que su sola inten-cin era abrir la va para los excelentes talentos musicales de Mxico y

    [] la gloria para mi patria, si es que alguna puedo alcanzar, no por el mrito que tenga mi composicin, sino por el tesn en vencer tantas y tan grandes dificultades como se presentan des-

    67 Esta cifra inclua los gastos de la decoracin, el vestuario, los msicos y los cantantes.

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    de que se comienza a escribir la primera nota, y que no cesan sino hasta el fin de la representacin.68

    Imaginmonos en el gran Teatro Imperial de la ciudad de Mxico en una velada del invierno de enero de 1866.69 Mele-sio Morales, con su corbata blanca, estaba en el foso de la orquesta para dirigir los coros. La escenografa de un castillo medieval se completaba con los atuendos de los intrpretes. En el escenario actuaban Isabel Alba, Giuseppe Tombesi, Sabatino Capella y Juan Cornago.70

    El pblico, aunque no haba llenado las 2 395 butacas71 en la primera funcin, fue in crescendo para las siguientes representaciones. El archiduque Maximiliano de Habsbur-go, emperador de Mxico, estaba en su palco y su presen-cia aseguraba la de los miembros de la corte imperial, todos aquellos que estaban ah para ver y ser vistos, para escuchar la msica y tambin para consolidar sus relaciones sociales, polticas y econmicas. La msica, con un aire italiano, flota-ba en el ambiente y durante casi dos horas, los espectadores se transportaban a otro mundo lleno de aventuras, de honor, de amor. Morales mismo reconoci que el xito haba sido colosal, clamoroso.72

    Respecto a los intrpretes de aquella representacin de Ildegonda, se ha repetido errneamente que incluyeron a la joven, pero ya famosa soprano mexicana ngela Peralta. El

    68 Ildegonda, publicado el 27 de enero de 1866. Morales, Labor pe-riodstica, p. 2.69 Zrate Toscano, Melesio Morales: un recuento histrico, pp. 135-140.70 Sosa, Diccionario de la pera mexicana, p. 234.71 Daz y de Ovando, El Gran Teatro Nacional, pp. 9-15.72 Ponce, El maestro Melesio Morales, p. 87.

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    error proviene de una lectura equivocada de la informacin, ya que las notas de la prensa de tiempos del estreno mencio-nan que estuvo presente el Ruiseor Mexicano. Y aunque este hecho no est alejado de la verdad, su participacin se limit a subir al escenario durante el intermedio de la primera funcin para coronar al compositor.73 Desafortunadamen-te, se ha esparcido la leyenda de que interpret la pera. Las relaciones entre el Maestro y el Ruiseor no siem-pre fueron cordiales, a pesar de que llegaran a compartir ciertos rasgos como haber traspasado los lmites de Mxico para triunfar en el extranjero. En su diario, conocido como Mi libro verde, Morales describi amargamente las actitudes y desplantes que Peralta haba tenido hacia su persona.74 Sin embargo, por razones que no quedan demasiado claras, o tal vez como producto de una reconciliacin necesaria y benfica para ambas partes, en junio de 1877 cantara finalmente, con Enrico Tamberlick, en una pera de Morales: Gino Corsini.75

    La primera partitura de Ildegonda corresponde a 1864, pero en Italia Morales reescribi casi todo para el estreno en Florencia en 1869, como han podido comprobar urea Maya y Eugenio Delgado. sta fue la que se utiliz para su reestreno en Mxico despus de 128 aos. En efecto, el jueves 24 de noviembre de 1994, la pera se present en el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes, inaugurado el

    73 La Sociedad, 3- poca, t. vi, nm. 25 (lunes 29 ene. 1866).74 Morales, Mi libro verde, p. 98. Entre otras opiniones viscerales y ofen-sivas, Morales escribi que como artista, canta regular media docena de peras aunque con inexactitud y recargndolas todas de fastidiosos y siempre inoportunos gorgoreos estacados, cuyo resultado hace mil veces el quiquiriqu del gallo, viste mal y acciona como ciega que es.75 Covarrubias, ngela Peralta de Castera. Morales, Mi libro verde.

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    da anterior en uno de los ltimos actos culturales del sali-nato. Hubo tres representaciones ms en los das consecu-tivos con la direccin de escena de Luis de Tavira.76 Segn la opinin de la prensa, en el transcurso de los 150 minutos ocurri una fiesta de las artes como el mismsimo Wagner hubiera imaginado: la msica, el teatro, la danza, las artes plsticas, la voz humana, los sentidos en jolgorio.77

    Sabemos igualmente que entre el 14 y el 18 de diciembre, Ildegonda se represent tambin en la Sala Miguel Covarru-bias del Centro Cultural Universitario.78 La representacin fue un proyecto de dos instituciones mexicanas: el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la Universidad Nacio-nal Autnoma de Mxico. Durante las representaciones en el Teatro de las Artes, se efectu una grabacin en vivo con la Orquesta Sinfni-ca Carlos Chvez, bajo la batuta de Fernando Lozano, las voces principales de Violeta Dvalos, Ral Hernndez, Grace Echauri, Ricardo Santn, Edilberto Regalado, No Coln y el coro de la Escuela Nacional de Msica. El disco compac-to se distribuy por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.79 Para la comercializacin internacional del disco se recurri a la casa francesa Forlane.80 En 1996, en la Opera

    76 La Jornada, nm. 3 665 (lunes 21 nov. 1994), p. 35.77 La Jornada, nm. 3 671 (domingo 27 nov. 1994), p. 28.78 Direccin de Teatro y Danza de la unam. Teatro, memoria de 1995.79 Ildegonda de Melesio Morales, Orquesta Sinfnica Carlos Chvez, Fer-nando Lozano Director concertador, restitucin de la partitura a partir del original de Melesio Morales por Eugenio Delgado y Aurea Maya, Conaculta.80 Ildegonda por Melesio Morales; Temstocle Solera; Fernando Lozano; Violeta Dvalos; Ral Hernndez; Grace Echauri; Ricardo Santn; No Coln; Edilberto Regalado; Orquesta Sinfnica Carlos Chvez; Escuela

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    Bastilla de Pars, la Academia del Disco Lrico de Francia le otorg el premio Orphon d'or a la mejor creacin disco-grfica.81 A pesar de este reconocimiento en Francia, Ildegon-da no es una pera ampliamente conocida. Sin embargo, en fechas recientes parece haber renacido ya que en el Festival Cultural de Mayo, efectuado en el Teatro Degollado, de Gua-dalajara, Fernando Lozano volvi a utilizar su batuta para dirigir el reestreno de Ildegonda en mayo de 2007.82

    IL GUARANY, obra italiana, brasilea o extica?

    En primer lugar, cabe recalcar la importancia histrica y artstica de Il Guarany, lo que nunca alcanz la Ildegonda de Morales. Redescubierta gracias a una grabacin reciente en la que canta Plcido Domingo,83 interpretada por los ms famosos tenores de la primera mitad del siglo xx (desde Bidu Sayao hasta Benimiano Gigli y Enrico Caruso), varias veces grabada en Brasil en versin integral, Il Guarany se volvi la pera nacional en este pas. Se convirti en el equivalente de las obras de Mihail Glinka para Rusia, de Bedrich Sme-tana para Bohemia (Dalibor) y de Carl Maria Weber para Alemania. El tema es histrico. La accin tiene lugar en 1560 en los alrededores de Rio en el Brasil de los portugueses. La obra relata los amores de una joven portuguesa, Cecilia, con un

    Nacional de Msica (Mxico). Coro. [France], Forlane, 1995. ddd arc 361.81 Idea, nm. 9 (mayo, jun. y jul. 1996).82 La Jornada Jalisco (jueves 26 abr. 2007), Cultura y (domingo 6 mayo 2007).83 Un coffret Sony S2K 66273, bajo la batuta de John Neschling y con la orquestra del Beethoven Halle de Bonn (1994).

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    indio, Pery, jefe de la tribu de los guaranes. A este noble salvaje se oponen los indios brbaros de la tribu de los aimor. stos capturan a la pareja y se preparan a comrse-los cuando llegan unos portugueses conducidos por el padre de Cecilia para salvarlos. As como hay indios buenos e indios malos, hay blancos buenos y blancos malos. Es el caso del otro protagonista, el aventurero espaol Gonza-les, el nico personaje aceptable segn Melesio Morales, y de sus cmplices Ruy-Bento y Alonso. Cabe preguntarse si Il Guarany fue puramente un pro-ducto mimtico que manifestara la total dependencia cul-tural del compositor brasileo en relacin con los modelos italianos. La cuestin nos obliga a ubicar la obra dentro de la historia de la pera italiana en la segunda mitad del siglo xix. Los especialistas (italianos o no) de la msica de pera, por lo general, la desconocen, o bien reducen la msica de Carlos Gomes a ser una copia atrasada de Giacomo Meyerbeer, negando la originalidad de sus contribuciones. Pues bien, la cuestin parece mucho ms complicada y merece un examen detallado. El estilo de Il Guarany mezcla el bel canto italiano (a la vez el joven Verdi y el Verdi ms maduro) con elemen-tos de la gran pera francesa histrica que en aquel entonces triunfaba en Miln (sobre todo en el nivel de la orquesta-cin). Pero hay ms. La obra apareci en una fase de tran-sicin entre el mundo de Norma y Rigoletto84 y la giovane scuola, que formarn, entre otros, Alfredo Catalani, Pietro Mascagni y Giacomo Puccini. Por eso aport un elemen-

    84 En aquel entonces en el mundo musical italiano predominaban Meyer-beer, Gounod, Halvy, mientras Wagner quedaba casi inexistente. El Don Carlos de Verdi se estren en Pars en 1867. Boito present Mesfistfeles en 1868 en la Scala.

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    to renovador y no se limit a ser una anticipacin verista. Carlos Gomes instil mayor unidad dramtica, reforz los lazos entre drama y msica e introdujo un cromatismo ms fluido y expresivo.85 Tres aos despus de Il Guarany, Fosca (1873) contribua a su vez a renovar la escena operstica ita-liana, y con razn puede ser comparada con la Gioconda de Amilcare Ponchielli, amigo del brasileo, que se estrenara tres aos despus (1876) y que se inspir de las aportaciones de Carlos Gomes. Obra innovadora, Il Guarany era tambin una obra exti-ca. Segn Melesio Morales, el exotismo era la obediencia de las leyes de la esttica, es el color local. No slo el libreto de Il Guarany se caracteriza por su exotismo, sino que el compositor fue calificado a veces, no sin algo de racismo, co-mo aborigene americano, negro, salvaje. No podemos disociar este doble exotismo del contexto de la creacin de la obra. No es por casualidad que en estos mismos aos se re-presentara Ada (1871) en El Cairo. De hecho, en el mun-do occidental imperaba en aquel entonces el gusto por el orientalismo y el exotismo. Cabe recordar que estamos en una poca de expansin colonial, de exposiciones universa-les, de intensificacin y aceleracin de las comunicaciones gracias, entre otras cosas, a la navegacin a vapor y de multiplicacin de los viajes intercontinentales. En la segunda mitad del siglo xix exotismo y mundializacin se desarrollan al mismo ritmo. En este contexto la pera como gnero cons-tituy sin duda alguna una de las manifestaciones ms espec-taculares de la world culture en el siglo xix. Si Ada pone en escena el Egipto de los faraones, L'Africaine de Meyerbeer,

    85 Ges, Carlos Gomes, p. 26.

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    presentada en Pars en 1865, y luego en Bolonia y Miln, rela-ta la heroica expansin portuguesa en direccin a Asia. Al reunir una naturaleza exuberante, unos indgenas africanos, unos hroes portugueses (Vasco de Gama) que viajaron para conquistar India, L'Africaine ofreca todos los ingredientes que le gustaban al pblico europeo y occidental: orienta-lismo y colonialismo, espectculo deslumbrante y lejanos horizontes. Sabemos que en esos aos las obras de Georges Bizet lle-vaban al pblico a la India Oriental con sus Pcheurs de per-les o inventaban con Carmen (1875) la visin estereotipada de una Espaa reducida a sus dimensiones andaluzas entre corridas y gitanos. Djamileh (1872) de Bizet, Lakm (1883) de Lo Delibes, Turandot (1926) de Puccini contribuyeron a sumergir a los melmanos europeos en ocanos de clichs y de estereotipos nada inocentes. Desde el siglo xvi, para no remontar a la Edad Media, la Europa occidental fabri-caba la imagen de los dems y la difunda en las otras par-tes del mundo. El siglo xix le daba medios an ms eficaces, basados en nuevas tcnicas de expresin y en el control ms extenso de gran parte del planeta. La pera desempe un papel determinante en esta colonizacin de los imaginarios. Ahora bien, Il Guarany se represent tambin fuera de Europa y, en particular, en la tierra de los guaranes. Nos podemos preguntar si lo que el pblico europeo perciba como extico resultaba ser distinto para los brasileos, dado que el argumento de la obra se refera a la historia local. La distancia geogrfica que introduca una pera como Ada o Nabucco para el pblico italiano no exista para el carioca que asista a una funcin de Il Guarany. Sin embargo, por la distancia temporal, tres siglos, y por su alto grado de occi-

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    dentalizacin, parece que las lites de Rio se revelaban tam-bin sensibles a la dimensin extica. Cabra estudiar mejor estos exotismos dotados de una densidad variable, a veces sobrepuestos y estrechamente conectados entre s. Vale la pena aadir el hecho de que la novela de Jos de Alencar86 (fuente del libreto de Il Guarany) a su vez se inspiraba en una obra de Chateaubriand, saturada de exotismo, Les Nat-chez, que describa a los indios de Estados Unidos.87

    Cmo se manifiesta el exotismo en la pera de Carlos Gomes? A diferencia de la world music, que hoy en da no vacila en utilizar todas las variedades de msicas existen-tes en el planeta, la obra de Gomes no recurra a ritmos ni a msi cas indgenas. No existe diferencia en la manera de can-tar entre indios y europeos. Todos se expresaban en un esti-lo italiano, as como Verdi no trataba en Il Trovatore (1857) o en La Forza del Destino (1862) de recrear una atmsfe-ra espaola, a diferencia de la Carmen de Bizet. Lo que no quiere decir que la obra no contuviera elementos nuevos, sacados de la experiencia brasilea de nuestro compositor. As, para las danzas y los rituales del tercer acto se fabrica-ron instrumentos en el estilo indgena como inbias, bors, maracas y coquinhos. Tal innovacin poda ser un poderoso elemento de xito. Qu poda ser ms extico y atractivo para el culto pblico milans que una celebracin antropof-gica en la jungla brasilea?88 Por otra parte, los especialistas

    86 Alencar, O Guarani.87 Fue escrita en 1800, pero se public en 1826 en sus uvres compltes de M. le vicomte de Chateaubriand, pair de France, en 31 volmenes (1826-1831), incluida en los tomos xix y xx. http://archives.ac-strasbourg.fr/ pedago/lettres/Chateaub/ 88 Pero los actores que representaban a los indios no se podan presentar

    230 HM 553-942.indd 833230 HM 553-942.indd 833 9/2/08 7:16:35 PM9/2/08 7:16:35 PM

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    identificaron influencias musicales locales que provenan de las bandas, de las modinhas brasileas, as como algunos recuerdos de ritmos populares caboclos y africanos (es el caso de los ritmos sincopados). Al mezclarse innovaciones como la ausencia de divisin en nmeros distintos del tipo recitativo, aria, cavaleta, estos prstamos confieren a la obra una continuidad basada en sorprendentes modulaciones armnicas y en leitmotivs que prefiguran a Wagner. De hecho, en Il Guarany, este exotismo bien temperado se uni a otros elementos relacionados con el pasado y el pre-sente de Brasil. Se trataba de una serie de esquemas de tipo ideolgico y cultural que no podan ignorar los espectadores europeos o americanos de la obra, entre los cuales destacan la lucha contra los indios brbaros que resistan la coloniza-cin y la civilizacin, la defensa de los indios colabo radores y aculturados, la denuncia de unos aventureros extranjeros sin escrpulo que invadan el bosque y explotaban a los indios, sin olvidar en el trasfondo el peso de las convenciones del matrimonio burgus.

    msica y poltica. melesio morales

    No podemos limitarnos a explorar el contenido de las dos peras. Cada compositor fue una figura social y poltica de su tiempo. Cmo pudo Morales introducirse en la lite mexicana? Tal vez su matrimonio con Ramona Landgra ve le otorg las conexiones necesarias, porque ella perteneca a una de las grandes familias mexicanas. Pero no hay que reducir el anlisis social a la accin o las relaciones de las mujeres,

    desnudos, sino que llevaban tnicas con elementos orientaloides.

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    o peor an, minimizar los mritos del msico. Es verdad que su padre, al reconocer sus habilidades, lo consagr a la msica y lo ayud a comenzar sus estudios. Y poco a poco, Morales se fue ganando a pulso una reputacin entre las familias de la lite, ejerciendo la docencia, componiendo y dedicndoles sus obras, y stas, al reconocer su talento y la imposibilidad de consolidarlo sin una educacin europea, lo haban apoyado.89

    Despus de la primera representacin de Romeo, Mora-les recibi un homenaje de varias familias en casa de Ignacio Juregui: una corona de laurel en plata.90 En el marco de una lite deseosa de nuevas manifestaciones culturales, Morales significaba una rfaga de aire fresco, pero tambin encarna-ba una relacin con las tendencias musicales a la moda y en boga en la Europa de la segunda mitad del siglo xix. Por eso su viaje se tradujo en un nexo entre un pas americano y la meca de la pera. Mxico enviaba a su msico a prepararse al viejo continente, pero tambin lo enviaba como represen-tante de su cultura para ayudarlo a conseguir el xito, porque el suyo era el triunfo de Mxico. se fue tambin el caso de la Peralta y con eso se demostraba que existan msicos y can-tantes de gran talla que podran mostrarse orgullosamente; y al mismo tiempo, se intentaba penetrar en los grandes esti-los romnticos y los cdigos culturales europeos, que eran considerados como valores universales. Podramos decir lo mismo de Gomes y de la alta sociedad brasilea.

    89 Al regresar de Europa trajo una Misa de Gloria, dedicada a Escandn, que fue cantada en la Colegiata de Guadalupe por todo el personal ar-tstico del conservatorio. Herrera y Ogazn, El arte musical en Mxi-co, p. 125.90 Gonzlez Pea, Un msico mexicano.

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    Los primeros xitos de Morales se suscitaron cuando Mxi-co viva bajo un rgimen imperial encabezado por Maximilia-no. No slo l, sino toda la corte imperial lo haba escogido como uno de sus msicos favoritos, y ya hemos hablado del apoyo del emperador para la representacin de Ildegonda. Pero aunque haba sido favorecido por el gobernante impues-to, a su regreso de Europa, Morales no tuvo ningn problema poltico con la repblica que haba derrotado al imperio, ya que fue recibido en la ciudad de Mxico como un vencedor. Ignacio Manuel Altamirano describi el recibimiento apote-sico que tuvo cuando baj del vagn de tren en Buenavista, y la espontaneidad de la multitud diciendo: Nadie dict rde-nes para ella, ni se necesitaban y por primera vez, quizs, el genio se ha visto elevado a la altura del poder y la fortuna.91

    Cabe mencionar la frecuente presencia de Morales en las fiestas nacionales a partir de 1870, en la inauguracin de la Biblioteca Nacional en 1884,92 etc. Diverso fue el destino de su profesor Cenobio Paniagua, quien haba participado en diversos conciertos organizados por la esposa del presi-dente Benito Jurez para sostener la guerra contra los fran-ceses. Incluso haba escrito la pera Pietro d'Abano para conmemorar la victoria de los liberales en Puebla, obra que se estren el 5 de mayo de 1863.93 A partir de ese momento, los conservadores y los grupos partidarios de la intervencin francesa dejaron de apoyarlo y de asistir a sus conciertos, a tal punto que tuvo que salir de la ciudad de Mxico. La rela-

    91 Altamirano, Biografa de Melesio Morales.92 Agradecemos a Arnulfo de Santiago la informacin sobre la participa-cin de Morales en la inauguracin de la Biblioteca. Vase Prieto, Inau-guracin de la Biblioteca Nacional.93 El Siglo Diez y Nueve, nm. 842 (6 mayo 1863).

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    cin entre la msica y la poltica no era fcil, pero precisa-mente por el alto costo de esta actividad, los msicos deban acercarse a las autoridades para encontrar la forma de hacer representar sus obras o, al menos, deban mantener bue-nas relaciones con ellas para evitar dificultades. Segn las palabras de Morales, el xito de Ildegonda, as como los problemas con los cantantes extranjeros en los ensayos, anticiparon el nacimiento de una Sociedad Filar-mnica Mexicana, que fue la base del futuro Conservato-rio, para la formacin de cantantes mexicanos.94 En opinin de Manuel Gutirrez Njera:

    Melesio Morales pertenece a la raza de los vigorosos. Ha com-batido palmo a palmo y ha triunfado. Ya sinti el aplauso en-tusiasta, que es como beso de hermossima bacante; ya tuvo su apogeo y la voz de los insultadores o los cuchicheos de los envidiosos pirdense en ese rumor de oleaje que suena a him-no de victoria.95

    corte imperial y civilizacin europea:el brasil de carlos gomes

    Como en el caso de Mxico, el xito de la pera en el hemis-ferio sur debe ser ubicado en el contexto amplio de las rela-ciones entre Brasil y Europa, en el que prevaleca hasta cierto punto un clima de mimetismo y dependencia cultural. Como en Europa, la existencia de una corte constituy un factor decisivo. La corte en Brasil designaba a la vez el squito del emperador y la ciudad capital en la que viva la alta sociedad,

    94 Ponce, El maestro Melesio Morales, p. 87.95 Gutirrez Njera, Espectculos, p. 95.

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    Rio de Janeiro. Por supuesto, exista y se experimentaba una oposicin radical entre Rio y el resto del pas. Una cita sacada de una obra de teatro presentada en la capital carioca resume este punto de vista: Homem, goze primeiro os prazeres da Corte. No queira se enterrar na vida do serto. V ouvir ao teatro Norma, Belisrio, Ana Bolena, Furioso.96

    La difusin de la pera en Brasil debe ser considerada como un elemento ms de la poltica civilizadora de Pedro II que pretenda europeizar a las lites del pas mandndolas a Europa.97 La pera contribuy a la transformacin de la capital imperial entre 1840 -1860. De hecho, era un elemen-to entre muchos del modelo de vida urbana que se quera reproducir en la baha de Guanabara, el Paris sur mer de los Orlens y luego del segundo imperio: recordemos que all se instal el alumbrado con gas en 1854, se construy un primer colector de aguas negras en 1862. Sin embargo, como en la ciudad de Mxico los contrastes continuaban siendo abismales. Rio sigui siendo la capital de la miseria y de la esclavitud. La oposicin era fuerte, casi caricaturesca, entre una corte que aprenda y difunda las costumbres europeas, francesas, italianas e inglesas (se jugaba al whist) y el pas profundo, llamado de serto. En una parte muy reducida de la poblacin, el peso del afrancesamiento y de la fascinacin por lo europeo98 se notaba en el gusto por el ballet, el teatro y en particular la msica culta. En este contexto, el inters

    96 Schwarcz, As barbas do emperador, p. 113. Sobre este periodo, Alen-castro, Histria da vida privada no Brasil.97 Mdicos, pintores, ingenieros y msicos aprovecharon la ayuda imperial. Por lo general, iban a Pars y en algunos casos a Italia y Austria.98 No se v por essa cidade seno alfaiates franceses, dentistas america-nos, maquinistas ingleses, mdicos alemes, relojoeiros suios, cabeleiros

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    por la pera constitua la va por excelencia de la reproduc-cin de los modales europeos. Se trataba de un caso complejo de clonaje y de mimetismo, pues se buscaba reproducir la alta cultura europea en todos sus aspectos tanto el lugar f sico, espacios, palcos, los modales asociados a la frecuen-tacin del teatro (modas, formas de consumo, interaccin social), como sus formas de apropiacin: como en Euro-pa, en el teatro de pera, se representaba el carnaval. Ms precisamente, fue en los aos 1840, en Ro, que la Compa-a Lrica Italiana invent el carnaval de saln carioca. La difusin de la pera no se limit a la capital imperial. Este instrumento de difusin de las modas y de encuentro de las lites se copi en las provincias: en Recife, la capital del nor-deste, en Amazona con el Teatro da Paz de Belm99 y el Teatro Amazonas de Manaos, que W. Herzog hizo otra vez famoso. Esta obra civilizadora tena una dimensin ideolgi-ca y poltica estrechamente relacionada con el gobierno y la persona de Pedro II. Sabemos que el emperador era un gran admirador de Wagner, al que encontr en Berln en 1871 antes de asistir al festival de Bayreuth. Sin embargo, por otra parte, el Brasil imperial intentaba crear las bases de una cultura nacional. As, tanto en Mxico como en Brasil observamos una triple dinmica de reproduccin de lo euro-peo y de intervencin creativa a travs, de las creaciones de Morales y Gomes y de construccin de una cultura local y nacional integrada dentro de la mundializacin capitalis-ta y burguesa que triunf en la segunda mitad del siglo xix.

    franceses, estrangeiros de todas as seis partes do mundo. Schwarcz, As barbas do emperador, p. 112.99 Pscoa, Cronologia lrica.

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    Una triple dinmica que esperamos poder profundizar en futuros trabajos.

    msica y nacionalismo, melesio morales

    Preguntmonos ahora si podemos hablar de nacionalis-mo en la msica de Melesio Morales y en qu medida su itinerario se asemeja al de Gomes. Las crticas alrededor de la obra y msica de Melesio convergan en el punto de que sus obras eran europeizantes, italianistas, lo que mani-fiesta sin duda ninguna su obra Ildegonda.100 Sin embargo, a lo largo de sus trabajos se perfila tambin una tendencia hacia una personalidad musical propia en la que puede reco-nocerse la utilizacin de algunos elementos populares en sus grandes producciones. Los temas de algunas de sus obras tenan cierta coloracin nacional, como en La Locomotiva y en sus himnos como Dios salve a la Patria.101 Adems, algunas de sus canciones reflejaban tambin cuadros costumbristas, como La Tama-lera, o son canciones lricas de amor propias para los salo-nes, como Guarda esa flor.102 Fue en su ltima pera, Anita, donde se permiti incluir un matiz enteramente local, ya que el tema se desarrollaba durante el sitio de Puebla en la gue-rra contra los franceses. Cabe mencionar que esta obra no

    100 Mayagoitia Vzquez, La msica mexicana para piano.101 Esta obra fue escrita en Florencia en homenaje a Mxico, expresado por medio de los acordes de la Marsellesa. Mayer-Serra, Panorama de la msica, p. 45. Vase tambin AHDF, Festividades de Cinco de Mayo, inv. 1062, exp. 5, 1870, donde consta que la comisin de festividades dio 150 pesos a Morales, por poner en escena su himno Dios salve a la patria.102 Castellanos, El nacionalismo musical, pp. 8-9.

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    se estren en vida de Morales, aunque fue interpretada en versin de concierto, sin escenografa, en el homenaje que se realiz el pasado 16 de julio de 2002 en el Palacio de Bellas Artes, donde tambin se interpretaron algunos fragmentos de Ildegonda. Morales no era el nico en buscar la expresin de lo nacio-nal. La lista de compositores mexicanos incluye a Aniceto Ortega, autor de Guatemotzin, Julio Ituarte, pianista alum-no de Morales y autor de Ecos de Mxico, Ricardo Castro, autor de Atzimba, Cenobio Paniagua, profesor de Morales y de la Peralta, etc. La tendencia nacionalista de la msica gan fuerza a fines del siglo xix y principios del xx, sus mejores exponentes fueron Pablo Moncayo, Carlos Chvez y Silves-tre Revueltas.103

    Igualmente hay que destacar que, desde los inicios de la vida independiente de Mxico, la msica desempe un papel muy importante en la formacin del discurso nacional. Los liberales y los conservadores utilizaron la fuerza de la expre-sin sonora para expresar sus ideales y por eso puede expli-carse la proliferacin de himnos patriticos. A pesar de que los himnos nacionales no tuvieron la fuerza que se esperaba cuando se crearon,104 no exista prcticamente ningn com-positor que no hubiera escrito alguna obra para conmemo-rar y celebrar. Sabemos que en siglo xix exista una separacin marcada entre la msica culta y la msica popular. Las lites impe-riales o burguesas no alcanzaban a llenar los teatros, aun si

    103 Moreno Rivas, Rostros del nacionalismo.104 Acerca de la relacin entre msica y poltica, vase Buch, O juremos con gloria morir. Asimismo, La Neuvime de Beethoven.

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    los artistas eran de buena calidad. E incluso, a pesar de que las autoridades trataban de sacar la msica a las calles, ofrecan conciertos al aire libre y organizaban concursos, la msica no era tan universalmente aceptada. Desde los inicios de la pera, el espectculo se reservaba a la corte, a las lites, no al pblico en general. Y era muy difcil cortar esa tradicin a pesar del increble xito que encontraban ciertas obras. Gutirrez Njera escribi con mucha irona a propsito de una representacin de Lucia de Lammermoor de Donizetti en 1883:

    Luca es una pera que hemos odo en Mxico desde el remoto tiempo en que Niceto Zamacois punteaba la vihuela. No hay casa de vecindad en donde no se cante, ni aficionado que, entre fbula y fbula, no entone el O bell'alma innamorata para alegrar las distribuciones de premios. Es una pera que los ins-trumentos tocan solos sin necesidad de msicos. Yo conoc un perico que cantaba bastante bien el aria del delirio.105

    Asimismo, se encuentran constantes manifestaciones so-bre las dificultades que enfrentaban los msicos para sobre-vivir y para hacer representar sus trabajos. Los compositores y los crticos estaban de acuerdo en que era una misin casi imposible y, a pesar de eso, continuaban intentndolo.106

    105 Gutirrez Njera, Espectculos, pp. 80-82.106 Gutirrez Njera reconoci, a propsito del estreno de la pera Cleo-patra, que El maestro Morales acometi, pues, una empresa ardua; pero propio de voluntades bien templadas es el arriesgarse en difciles empe-os, desafiar los peligros y vencer los obstculos. Y el maestro mexica-no tiene alientos para habrselas con titanes y para asir la rama de laurel que pocos pueden alcanzar. Entre nosotros es rarsimo ese arrojo, y ms rara todava la tenacidad que se requiere para no darse por vencido al pri-

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    msica es comercio (carlos gomes)

    Exotismo, nacionalismo, la pera es tambin hija de su tiem-po, o sea, de la conquista capitalista del mundo. Ms all de sus papeles social, cultural e ideolgico, fue una poderosa mquina para producir riqueza. Aqu cabe recordar el papel fundamental que desempeaban los editores de msica en Ita-lia y en el resto del mundo. La Casa Ricordi (1808), editores de Verdi, la Casa Lucca (1825), su rival que terminar por ser absorbida por Ricordi, y ms tarde la Casa Sonzogno com-petan por dominar el mercado operstico y la msica inter-nacional. Estas casas creaban y controlaban la relacin entre pblico, crticos, empresarios y compositores. Basta citar la influencia ejercida por la Gazetta musicale de Miln, propie-dad de la Casa Ricordi. Dichas casas subvencionaban revistas y periodistas que hacan y deshacan las reputaciones, pagaban la claque (o sea los paleros que aplauden pagados), dispo-nan de los derechos de representacin para el mundo entero y, por consecuencia, influan sobre la circulacin internacio-nal de las obras. La pera circulaba fuera de Europa. Pues, no olvidemos que fue una empresa capitalista, o sea um mundo de negcios segn los trminos empleados por Carlos Gomes y en todos los sentidos de la palabra, un excepcional producto de exportacin para el pas de Bellini y Verdi. La pera necesitaba una poderosa y compleja infraes-tructura para poder cruzar el Atlntico. Muchos europeos y sobre todo italianos se presentaron en escenarios cariocas

    mer descalabro. No slo carece de proteccin el artista, sino que, apenas surge, van sobre l innumerables legiones de enemigos, que con rabia le acometen o con maa le frustran sus planes. Gutirrez Njera, Es-pectculos, pp. 94-95.

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    y mexicanos. Las compaas italianas eran las que traan las obras nuevas all y en otras partes del mundo. Era la poca de las giras en Brasil de Adelaide Ristori La Marquise, una de las estrellas de la escena dramtica internacional, de las giras en Mxico de Enriqueta Sontag. Eran siempre empresas cos-tosas que necesitaban altas inversiones de parte del medio americano y aseguraban cuantiosas entradas para los empre-sarios europeos. Para dar una idea de la importancia de estas giras, recor-demos que slo en 1844, en Rio, se dieron 74 funciones en el teatro So Pedro de Alcntara. Los programas ofrecan un panorama impresionante de la produccin italiana. Pro-vocaban un verdadero boom operstico que se reflejaba en todo el pas,107 reuniendo a los mejores compositores del tiempo, Gioacchino Rossini, Saverio Mercadante, Vin-cenzo Bellini, Gaetano Donizetti, Giacomo Meyerbeer. Tampoco los franceses eran olvidados: se tocaba a Daniel-Franoise Esprit Auber, Franois Adrien Boieldieu y Jac-ques Fromental Lvy Halvy.108 Cuando Gomes lleg a Rio en 1859, la temporada de pera ofreca 73 funciones, entre las cuales se representaron Il Trovatore, Lucia di Lam-mermoor, I Pu ri ta ni, Rigoletto, Lucrezia Borgia, Norma, La Traviata, Ernani, Poliuto, Semiramide.109 Precisamente porque sus viajes a Brasil, a Salvador de Baha y Recife en particular, le proporcionaban importantes recursos y por-

    107 Gos, Carlos Gomes, p. 34.108 Cabe recordar que fue necesario esperar hasta 1833 para que se tocara una pieza sinfnica de Beethoven. Gos, Carlos Gomes, p. 34.109 En el marco de una de estas giras Toscanini dirigi por primera vez en Rio para sustituir a un director de orquestra italiano. La obra interpre-tada fue Ada.

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    que la pera apareca como una empresa rentable, Carlos Gomes decidi organizar temporadas lricas en Brasil des-de Rio de Janeiro hasta Salvador y de Salvador a Belm.110 Nuestro compositor intent volverse hombre de negocios procurando hacer dinero con sus obras. Sola repetir msi-ca comrcio. Cuando se propuso estrenar su oratorio Colombo en Chica go en el marco de la exposicin universal, Carlos Gomes confes: eu acreditava em fazer, aqu, um mundo de ne gcios, o sea pescar dlares.111 As pues, en 1883 de cidi regresar a Brasil como empresario y organizar las temporadas llevndose a sopranos, tenores, bartonos, coristas, bailarines, 20 instrumentalistas y un director de orquesta: Enrico Berardi. Cuando compuso Lo schiavo, las consideraciones financieras pesaron mucho para determi-nar si el lugar de estreno iba a ser Brasil o la Scala. Se trataba de dos pblicos y mercados distintos que podan ser explo-tados. En este caso Carlos Gomes tuvo que enfrentarse con la poderosa Casa Ricordi que procuraba monopolizar los derechos y controlar el mercado de distribucin. La situacin no era ms favorable en Ro. En aquel en-tonces, el empresario Mario Musella dominaba el mercado brasileo,112 ya que tena el Teatro Dom Pedro II bajo contra-to. All haba dado Ada en 1880, Gioconda y Les Huguenots. Era l quien reuna la compaa, contrataba a los cantantes, organizaba la publicidad, movilizaba al pblico. Musella era un rival que ocupaba una posicin inexpugnable en el mercado de la difusin de la msica de pera, un rival tan

    110 Gos, Carlos Gomes, p. 317.111 Gos, Carlos Gomes, p. 411.112 Gos, Carlos Gomes, p. 371.

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    poderoso que Carlos Gomes prefiri limitarse a explotar el nordeste de Brasil. La relacin entre desarrollo capitalista y pera puede manifestarse de otra manera ms indirecta, pero tan sig-nificativa como lo observamos en los ltimos aos de la vida de Carlos Gomes. Se le propuso el puesto de director del Conservatorio de Belm do Para, capital de Amazo-nia, que distaba mucho de ser un desierto musical. Gracias al boom del caucho y a sus relaciones directas con Lis-boa y el resto de Europa, la ciudad albergaba lites ricas que queran competir, costara lo que costara, con las lites europeas. El Par de las ltimas dcadas del siglo xix tena msicos, compositores de peras,113 y un lujoso teatro el Teatro da Paz desde 1878, rplica ecuatorial de la Scala de Miln. Las compaas y las orquestas visitaban con fre-cuencia la capital del Par. La vida musical debi mucho a la presencia de Enrico Bernardi, que pas cinco aos en Belm (1883-1888), donde fue director musical y director de orquesta. All se desarrollaron estructuras como la Socit Philhamonique (1887), la Associo lrica Paraense (1880) y el Conservatorio de Msica promovido por la Associao Paraense Propagadora das Belas Artes (1895). Eran estruc-turas todas apoyadas por las lites sociales y econmicas de Belm, a pesar de la aparente lejana y aislamiento de la regin amaznica.

    113 Gama Malcher, autor de Bug Jargal (publicada en dvd en 2006 por La Secult del Par), y Henrique Eullio Gurjo, autor de Idalia. Estudiaron con Paccini en Roma y en Miln.

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    pera e historia

    La historia moviliza diversos mecanismos para plasmarse en la memoria de los hombres. A travs de lo que se ha lla-mado el lenguaje de la memoria, se han conservado hechos, nombres, fechas fundamentales para la conformacin de un ser nacional. Los mecanismos utilizados pueden ser las oraciones cvicas, los monumentos, etc. Pero tambin cabe considerar otros fenmenos culturales. Y dentro de ellos, la msica ocupa un lugar preponderante. A travs del estudio de la msica y de los msicos podemos acercarnos a otras facetas de la historia. Ligada a la expansin del capitalismo y, por su difusin, a la habilidad financiera de los empresa-rios, la pera ofrece al pblico la posibilidad de evadirse de la realidad, de penetrar en mundos exticos y lejanos o, por el contrario, llama su atencin hacia ciertas situaciones de una forma atractiva o emocional. Las peras y los autores que hemos analizado representan slo una nfima muestra del tipo de anlisis que puede hacerse para explorar ciertos aspectos determinantes de las sociedades que nos han pre-cedido, trtese de formas de sociabilidad o de circulaciones de imaginarios. Sin embargo, continuamos considerando las artes, y la msica en particular, como dimensin secundaria del pro-ceso histrico. No obstante, este pasado musical se vuelve cada vez ms accesible ya que se multiplican las grabaciones de obras musicales de la poca colonial y del siglo xix. Basta citar la serie francesa Les Chemins du Baroque y las inicia-tivas que proliferan en Amrica Latina y en Estados Unidos para rescatar obras de los siglos xvi-xix. Al mismo tiempo aparecen investigaciones que estudian los papeles social y

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    poltico de la msica de manera novedosa en la sociedad europea en las pocas moderna y contempornea: cabe recor-dar aqu el libro de Esteban Buch sobre la Novena Sinfona de Beethoven.114 Falta todava el reflejo que nos inducira a integrar sistemticamente esta dimensin del pasado en nues-tros anlisis de la historia latinoamericana. Cmo dejar a un lado el papel de la msica en el proceso de evangelizacin de Amrica, en el xito de la fiesta manierista y luego barroca? Cmo disociar la contribucin de la msica del estudio de la cultura de corte y del proceso civilizador que se desarro-llaron en torno del palacio de los virreyes? Para no hablar de los siglos xix y xx. Para eso convendra estudiar mejor los distintos ritmos de penetracin de la msica europea en el continente americano, el peso de las influencias italianas, el papel de las metrpo-lis ibricas como centros intermediarios ya sea Madrid o Lisboa, y saber distinguir mejor entre las formas locales de apropiacin de la msica europea y la globalizacin de sta desde Amrica hasta China.115 Al mismo tiempo danzas y ritmos circularon en el otro sentido, de Nueva Espaa y del Caribe hacia el Viejo Mundo:116 fue el caso de la pava-na y de la sarabanda, en una poca tan temprana como el siglo xvi, para no hablar de la invasin de los ritmos latinos a lo largo del siglo xx. La historia de la globalizacin de la msica occidental podra inspirar estudios comparativos que saquen la historia de la msica de sus marcos nacionales, o sea de un contexto definido por fronteras elaboradas en el

    114 Buch, La Neuvime de Beethoven.115 Vanse las obras compuestas por los jesuitas establecidos en la corte de Pekn en el siglo xviii.116 Ramos Smith, La danza en Mxico.

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    siglo xix. En esta perspectiva las relaciones musicales en tre Europa y Amrica se vuelven un tema de estudio que rebasa con mucho el campo artstico, al tocar la cuestin de la de-pendencia cultural, de la velocidad de las transferencias, de la movilidad de los estilos, de los gneros y de los msicos y de la globalizacin de las artes. Esta historia a la vez cultu-ral, material y social permitira entender mejor cmo formas de origen africano y europeo se transformaron en el suelo americano para volverse globalizables y luego difundirse en el resto del mundo: en esta perspectiva la colonizacin musical de Amrica aparece como la etapa preliminar de un largo proceso de globalizacin cuyos efectos son hoy en da visibles desde el Viejo Mundo hasta Japn. Basta pensar en la recuperacin de la msica latina por las cinematografas asiticas desde Tsai Ming Liang (The Hole) hasta Won Kar-wai (In the Mood for Love).

    mxico y brasil

    La rivalidad entre nuestros dos msicos nos oblig a acer-car y asociar dos historias, dos pasados y dos historiografas pocas veces confrontadas. Hoy en da, en una poca en la que culmina la globalizacin, nos parece que un(a) especialista de Mxico difcilmente puede ignorar la historiografa brasilea como tampoco un especialista de Brasil puede desconocer los estudios histricos dedicados a Mxico. La proximidad entre los dos idiomas ayuda mucho a superar los obstculos que podran separar a las academias y sus producciones, tan ricas como alejadas una de la otra. La historiografa de Brasil, tanto sobre la poca colonial como sobre las pocas imperial y republicana, ofrece innumerables obras maestras, desde los

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    clsicos de Gilberto Freyre y Sergio Buarque de Holanda hasta las obras ms recientes de Laura de Mello, Luis Motz, Ronaldo Vainfas o Jos Murilho de Carvalho, para limitar-nos a estos nombres. Los estudios sobre la vida privada en el siglo xix reunidos por Luiz Felipe de Alencastro ofre-cen un material muy sugerente para quien quisiera releer en la misma perspectiva el siglo xix mexicano. No cabe duda, la trayectoria de la Amrica portuguesa no puede dejar de ser un tema de fecunda reflexin para el historiador de Mxi-co: una colonia compuesta de capitanas, un virreinato muy tardo, una sociedad que se desarrolla sin inquisicin local, sin universidad, sin imprenta, sin guerra de Independencia, el papel central y prolongado de la esclavitud, tanto de los negros como de los indios. Estamos frente, sobra decirlo, a otro modelo ibrico, que desemboc en la constitucin del otro gigante de Amrica Latina. En muchos aspectos Brasil puede ser un espejo que nos ayude a entender mejor las sin-gularidades de Mxico. Ahora bien, a veces un enfoque estrictamente comparativo puede ser decepcionante. Si bien para refrenar nuestro etno-centrismo y ampliar nuestros horizontes, la historia compa-rada constituye una alternativa no desdeable, muchas veces las perspectivas que propone resultan limitadas, engaosas y estriles. La seleccin de los objetos que tienen que ser comparados, de los marcos y de los criterios, las preguntas, los grilletes de la interpretacin, no deja de ser tributaria de modas, de filosofas y teoras que muchas veces ya contie-nen las respuestas a las preguntas del investigador. En el peor de los casos, la historia comparada puede aparecer como una resurgencia insidiosa del etnocentrismo. Adems, muchas de las empresas que inspir la historia comparada resulta-

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    ron limitadas y discontinuas, como es el caso de las diversas tentativas de historia comparada entre Per y Mxico. En cuanto al ensayo pionero de Sergio Buarque de Holanda, Raizes do Brasil, que se fundaba en una comparacin entre la colonizacin espaola y la portuguesa, contina siendo una obra tan brillante como aislada en el panorama de la pro-duccin latinoamericana.117

    Cmo escapar de las fronteras tradicionales de nuestra disciplina sin escoger la va de la historia comparada? Este modesto ensayo ha pretendido ser un intento para construir una reflexin con base en lazos que las historiografas nacio-nales desconocieron, pero que fueron realidades histricas o acontecimientos, en su tiempo, de cierto alcance. Dichos lazos, como vimos, se han constituido a partir de un even-to musical y sus repercusiones intelectuales y artsticas: la representacin de Il Guarany en la ciudad de Mxico. En un momento dado dos historias se conectaron