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Coucheate el ego Comenzó en las empresas y se extendió a las personas que buscan resultados a cualquier precio. Lo llaman coaching ontológico y más que una moda es toda una tendencia: el control, ahora, es personalizado. Grito Apache La banda Fuerte Apache es un emblema de un barrio y una realidad que ellos cuentan sin metáforas y con ritmo de hip hop. Su fama creció sola. Y tanto, que el mercado dejó de resistirse: se viene disco y documental. Crimen sin castigo Por primera vez la trama oculta de la explo- tación de mujeres dominicanas es relatada por la hermana de una joven asesinada a golpes y cuchilladas en un hotel del barrio de Constitución. oligar-K La increíble historia de Roberto Urquía, legislador oficialista y empresario modelo del modelo económico que sembró la crisis actual. el periódico de lavaca abril 08 / año 2 / número 13 Valor en kioscos $ 5

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Coucheate el egoComenzó en las empresas y se extendió a laspersonas que buscan resultados a cualquierprecio. Lo llaman coaching ontológico ymás que una moda es toda una tendencia: elcontrol, ahora, es personalizado.

Grito ApacheLa banda Fuerte Apache es un emblema de un barrio y una realidad que ellos cuentan sin metáforas y con ritmo de hip hop. Su famacreció sola. Y tanto, que el mercado dejó de resistirse: se viene disco y documental.

Crimen sin castigoPor primera vez la trama oculta de la explo-tación de mujeres dominicanas es relatadapor la hermana de una joven asesinada agolpes y cuchilladas en un hotel del barriode Constitución.

oligar-KLa increíble historia de Roberto Urquía, legislador oficialista y empresario modelo del modelo económico que sembró la crisis actual.

el periódico de lavacaabril 08 / año 2 / número 13Valor en kioscos $ 5

2 ABRIL 2008MU

iaja en micro, come maníque suele llevar en una bolsi-ta, quiere bajar 20 kilos, ypesa por lo menos 1.500 mi-llones de dólares anuales en

exportaciones. Otro modo de pesarlo essu declaración de bienes: 156 millones depesos. Es uno de los símbolos del gana-dor en el actual modelo económico. Noes un actor: los actores interpretan a unpersonaje en cada obra. Él, en cambio, esun elenco de personajes simultáneos enuna sola y estrafalaria película argentinallamada Actualidad. Actor que está en to-das partes, y sin embargo no es célebre(lo cual es sinónimo de máximo poder).

El cordobés Roberto Daniel Urquía es: Prototipo de la burguesía nacional ymultinacional, senador kirchnerista (ocristinista), sojero, multimillonario debajo perfil, rusófilo, agroindustrial,menemista, señor feudal, exportadorglobal, aceitero, aceitoso, liberal, rosis-ta, financista, cavallista, estanciero,lobbysta, dueño de un pueblo, campe-chano, acopiador. Es el biodiesel, el girasol, el maní, el fe-rrocarril, la aduana propia, la patriacontratista, los silos, la patria privatis-ta, el puerto propio, la patria financie-ra, la rosca política, el managementempresario internacional, el cultivo, ladepredación. No sufre dicotomías: puede ser a lavez el campo y el gobierno. Pero cuan-do el Gobierno denuncia a los produc-tores, no se refiere a él, que ademáspuede ser la industria, el transporte ylas finanzas. Lo local y lo global. ElBanco Mundial e Irán. Es la alfombra roja. Y lo que se barredebajo. Es la explosión de una univer-sidad, y de lo público. Es pizza, champán, cordero patagónicoy mentitas.

Urquía es resistente a todos los gobiernos,ministros y políticas, que lleva en la bolsi-ta como maníes. Y está dotado de los anti-cuerpos que le han permitido crecer en to-dos los suelos, bajo cualquier clima.

Según todos los indicios, Roberto Da-niel Urquía es transgénico.

Cómo funciona

ceitera General Deheza (AGD), laobra cumbre de la familia Urquía,es parte de un club de gigantes

económicos que han logrado el objetivode redistribución de la riqueza, pero al re-vés: se trata de la dinámica de gruposque reunen lo viejo y lo nuevo, concen-trado y poderoso, en alianza y/o compli-cidad con gobiernos y funcionarios deturno, que obtienen porciones crecientesde la torta de riqueza que generan la vidaen sociedad y las actuales condiciones in-ternacionales y locales de los mercados.Contar su historia no significa convertir aagd –o a Urquía– en protagonista exclu-yente, sino en una biopsia de esta época.

Si uno se guía por los diarios, Urquíasería un fusible de ciertas internas políti-cas. Fue pieza de negociación entre Nés-tor Kirchner y José Manuel de la Sota:Kirchner reconoció el supuesto triunfo deJuan Schiaretti como gobernador cordo-bés (mientras Luis Juez bramaba denun-ciando fraude) a cambio de incorporar aUrquía como primer candidato a diputa-do en las elecciones nacionales. Luego, laya presidenta Cristina Fernández le pidióque no asumiese como diputado y sequedase en el Senado. Ahora es presi-dente –nada menos– de la comisión dePresupuesto y Hacienda. Su primer pro-yecto en ese rubro tiene un valor incalcu-lable: la concesión de una aduana para símismo, para su propia empresa, en supropio pueblo.

Pero la gran clave de agd para llegar asu magnitud actual está en otros lugares,y puede llamarse –en términos económi-cos– “integración vertical”: el mismo gru-

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Es presidente de una de las cinco empresas que liderael ranking de exportaciones y legislador oficialista.Controla un pueblo, al sur de la provincia de Córdo-ba, en el que para vivir hay que someterse a unainvestigación policial. Compañero de Domingo Cava-llo, financió su lanzamiento político. Camarada deRoberto Lavagna, obtuvo beneficios millonariosdurante su gestión. Fue el candidato que impusoKichner para saldar la interna cordobesa y el ejemploque citó Cristina para evocar la figura del empresarionacional. Su empresa bate récords de ganancias, perorecibe subsidios, reintegros, compensaciones y desgra-vaciones del Estado. Un ejemplo de cómo lo viejo ylo nuevo crean ese fenómeno llamado “agronegocio”que sembró la crisis actual.

ROBERTO URQUÍA, EMPRESARIO MODELO DEL MODELO

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po empresario maneja toda la secuenciade su propio negocio, desde la propiedady arrendamientos de campos, producciónde materia prima, industrialización, in-vestigación, transporte y comercializa-ción interna y externa, ganando en cadatramo del negocio, desmalezando compe-tidores y consolidando su situación. Perotodas estas palabras pertenecen a los eco-nomistas. La verdadera “integración verti-cal”, incluye al lobby político, los juegosdel poder, y la siempre vigente tecnologíade la influencia para que los funcionarios–más allá de todo discurso– cumplan unrol potenciador y funcional a estas cor-poraciones.

¿Cómo es esa cadena de integraciónvertical? Estos son algunos ejemplos ydatos que podrían ampliarse hasta lo en-ciclopédico.

Tierra y materia prima. Emporios comoagd (y Cargill, Molinos Río de la Platay tantos más) tienen sus propios cam-pos para producir. agd posee no me-nos de 200.000 hectáreas: soja, maní,girasol. Urquía además tiene cerdos,pollos, todo lo que pueda criarse, yuna estancia Santa Eufemia, donde lehizo un asado homenaje a DomingoCavallo cuando cayó el gobierno deDe la Rúa. Pero el volumen de sus ne-gocios (se calcula que exporta por va-lor de 1.500 millones de dólares anua-les) le permite salir a buscar camposque alquila al doble de su valor. Losproductores medianos y chicos nopueden competirle. ¿Qué gana agd?En el volumen de sus negocios, com-pra insumos a precios bajos, se quedacon mayor producción y elabora acei-tes que tienen pocas retenciones, conlo cual multiplica su ganancia. Tam-bién puede comprar soja, girasol o ma-ní a otros productores, pero a preciosque impone agd: las propias retencio-nes hacen que los productores le ven-dan a menos precio. La tonelada desoja a 300 dólares se vende a 165. Elnegocio se va concentrando cada vezmás. Allí radica una de las claves de laprotesta de los pequeños y medianosproductores, que no pueden competiry quedan subordinados a las corpora-ciones, que pueden exportar sin quelas retenciones afecten la rentabilidad.

Recursos. Tras el default, agd fue laprimera empresa argentina que obtu-vo préstamos de la Corporación Fi-nanciera Internacional (Banco Mun-dial) por más de 160 millones dedólares, y con el valor del dólar másque triplicado internamente. La Cor-poración es la que alienta y favorecetodos los proyectos mineros, pasteros,extractivos y de monocultivos en elcontinente, y se transformó en sociade hecho de agd. Con precios inter-nos aplastados, créditos internaciona-les, dólar alto y el boom de las expor-taciones oleaginosas, la redistribuciónde la riqueza hacia grupos como agdfue descomunal.

Transporte. agd fue de las beneficia-das con las privatizaciones menemis-tas. Domingo Cavallo ya en 1992 (Me-nem Presidente) le concesionó elferrocarril Nuevo Central Argentino,que tiene a su cargo los trenes del exMitre y de la propia agd. Tal vez fueun reconocimiento a la colecta previaque habían efectuado en la Funda-ción Mediterránea (Urquía es miem-bro activo) por iniciativa de José Ma-nuel De la Sota, de unos 3 millones dedólares destinados a que Cavallo en-cabezara las listas de diputados justi-cialistas en tiempos de Alfonsín. Laconcesión del ferrocarril dura “ape-nas” hasta el año 2022, con opción adiez más. Esto le permite a la empresano pagar flete, pero cobrarle a los pro-ductores por el mismo. Por ese nego-cio recibe subsidios del Estado, porejemplo, en el precio del gas oil. agd

debe el canon de 60 millones de pe-sos, pero el gobierno se lo refinancióa 15 años, a la vez que aceptó contri-buir con la empresa para mejorar elservicio. El Estado va a aportar 194millones de pesos reales. La empresadeclara que su aporte será de 114 mi-llones. Ella misma será la única queauditará la parte de la inversión queella misma realice.

Almacenamiento. agd captó que otrallave de poder estaría en el acopio, yaque el 80 % de los granos deben al-macenarse antes de poder ser comer-cializados. Contar o no con almacena-miento propio implica cambiosimportantes en el destino de las ven-tas de los granos y la capacidad denegociación de los precios. Una espe-cie de peaje que le cobra a los demásy que a la vez no paga. Los que no tie-nen capacidad de almacenamiento,reducen su poder de negociación antelos exportadores. El acopiador se haconvertido en una válvula de todo elnegocio. De 6 silos que tenía en 2001,Urquía pasó a 30 complejos de silosen siete provincias, que le permitenalmacenar 2,75 millones de toneladasde granos.

Gas. Urquía se hizo de la totalidad detransporte de gas del consorcio ge-cor. Todo va a parar a Terminal 6,planta de agd insalada en Puerto SanMartín, Sana Fe. La Unión Industrialde Córdoba, frente a la maniobra, de-bió gestionar la posibilidad de redirec-cionar 200 mil metros cúbicos diariosde gas para que las empresas puedanutilizar en el invierno. Todo a mayorcosto. Algunas denuncias relacionan agecor con el caso Skanska.

Puerto. Terminal 6 es el complejo y elpuerto que posee en Santa Fe, en aso-ciación con Bunge & Born. Allí hubodenuncias gremiales sobre presiones ymaltrato a los trabajadores, y sobre fal-sificaciones de embarques. El gremioaceitero y la cgt de San Lorenzo reve-laron, a través del relato de Sergio Ba-rría, un trabajador despedido, el modoen que la empresa acondicionaba lostanques de embarque cereal, para queun 25 por ciento del mismo volviese aun tanque interno de la fábrica luegode quedar contabilizado por un cauda-límetro, como depositado en el barco.Por otra parte, la Aduana sancionó aagd por declaraciones mal realizadas.Las sospechas sobre travesuras en lasfacturaciones (según convenga parapagar menos impuestos, o para cobrarmejores reintegros) son parte de la his-toria exportadora argentina.

Aduana. Urquía logró superar este tipode obstáculos. Hace un mes se aprobóen el Senado la instalación de la Adua-na en General Deheza. En términosprácticos, Urquía va a tener una ofici-na estatal en un pueblo que dominacomo si fuese una de sus estancias,con la posibilidad de declarar embar-ques y facturaciones con la libertad deun dueño de casa. La medida fue laprimera que presentó como presidentede la Comisión de Presupuesto y Ha-cienda, ansiedad que demuestra depor sí el valor que Urquía le adjudicaal “emprendimiento”. Sus compañerosoficialistas se incomodaron un tantoante lo descarnado del lobby. Adjudi-can a otro senador la siguiente oración:“Llegó y ya se quiere llevar una adua-na bajo el brazo”. Se lo demoraron só-lo un par de meses. La orden desde laCasa Rosada, más algunos oficios deUrquía con su bolsita de maní, aceita-ron la decisión. El propio Ñoño no es-tuvo en la sesión “por prolijidad”.

Subsidios. El gobierno subsidia a lasgrandes aceiteras el precio del produc-to. agd vende en el mercado interno

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apenas el 8 por ciento de su produc-ción, pero el Estado (esto es: la socie-dad) le paga la mitad del precio al pú-blico a la empresa más importante decapital nacional y la principal exporta-dora internacional del rubro (50 paí-ses). Aún con el precio subsidiado, an-te cada cimbronazo local todo seargentiniza, y empieza el desabasteci-miento de aceite. El sector agroindus-trial recibe compensaciones estatalespor 1.500 millones de dólares (2007).El 36% de ese dinero se concentra encinco empresas. agd es una de ellas.Sólo en 2008 agd lleva recibidos 85.7millones en compensaciones.

Fideicomisos. Empresas como agdconsiguen más fondos al emitir fidei-comisos. Agroaval - el fondo de agd-funciona como captador de inversio-nes para incrementar el potencial dela empresa, ofreciendo tasas de interéssuperiores a las bancarias. En la últi-ma de sus versiones captó 12 millonesde dólares. Sobre este punto, convienerecordar que el negocio financierotrasladado a la producción agropecua-ria no paga ni iva ni Ganancias ni In-gresos Brutos.

Desgravaciones. El régimen de promo-ción de inversiones que supuestamen-te destinaba 1.380 millones de pesos alas Pymes e industrias manufactureras,fue a parar en un 96% a 10 proyectos.En ese top ten, holdings como Aluar,Siderar, ypf o Cargill, entre otros,acompañaron a agd. Se supone queeste incentivo fue para crear empleo.Pero por cada 283.495 pesos que reci-bieron estas empresas, crearon un (1)puesto de trabajo. Total de puestos cre-ados: 3.900. Lo que se consiguió, sí, fueuna mayor concentración de la econo-mía, ya que las empresas beneficiadaseran las que tenían los mayores nive-les de rentabilidad en ese momento(25% de utlidades sobre ventas, contrael 8% de las Pymes). Detalle fascinante:agd creó exactamente 15 puestos detrabajo en su planta de maní pelado.Otro: el 71 % de los proyectos aproba-dos fueron de empresas que tenian co-mo consultora a Ecolatina, que habíasido propiedad del entonces ministroRoberto Lavagna. agd a la cabeza.

Investigación. Mientras agd invertía 6o 7 millones de dólares en acondicio-nar una planta de acopio en Tucumán,destinaba apenas 35.000 dólares en in-vestigación. Eso fue lo que pagaba pa-ra poner en marcha investigacionespoco claras en la Universidad Nacio-nal de Río Cuarto, haciendo trabajarpara sí a la universidad pública encondiciones de inseguridad de la Re-pública de Cromañón, que provocaronla explosión de 13 bidones de hexanoy la muerte de seis personas, en di-ciembre de 2007.

Biocombustibles. agd se lanzó de llenoal negocio. Ecofuel funciona en Termi-nal 6, asociada también a Bunge &Born. Ya tiene capacidad para 200.000toneladas anuales de producción, tam-bién subsidiada. Pronto el biodiésel re-presentará magnitudes de exportaciónsuperiores a los vinos y los lácteosjuntos, mientras siguen achicándoseno ya sólo los bosques sino las super-ficies agrarias dedicadas a la produc-ción de alimentos. Ahora, Urquíaapuesta a la producción de colza trans-génica como base del futuro biocom-bustible. Curiosidad: las colza quedó asalvo del terremoto de las retenciones.

Estas son apenas algunas pistas para en-tender la integración vertical. Comprarinsumos baratos, adueñarse de la materiaprima, no pagar transporte ni acopio, de-clarar negocios sin excesivos controles,llegar a las oficinas del poder que haganfalta, conseguir subsidios para cada tramo

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Cuentan que en la primera mi-tad de los años 80, aún endictadura, el poderoso empre-sario y banquero Julio Wert-hein, que venía incursionandoen el negocio del campo, lo-gró, por primera vez, tener untoro campeón en la SociedadRural. El relato indica que va-rios cabañeros tradicionales(esto es: patricios, militaristas,golpistas, oligarcas y antisemi-tas, por nombrar algunas desus actividades públicas) com-praron al toro, lo carnearon, yse lo comieron en un asado.Todo un mensaje de la vieja"gente como uno". Wertheindecía: "Son cuentos", la mejorrespuesta tanto si la historiafuera o no cierta.

Todo cambió. En la Rural siguehabiendo un pabellón Martínezde Hoz (en honor al abuelo delex ministro de la dictadura),pero esa familia ya no tienelas hectáreas de antaño. Unade sus estancias la vendió aAndrés Garfunkel, pertenecien-te a una familia de industria-les y banqueros. Los Peredaestán en baja y el mejor cam-po de los Zorraquín ahora esun country. Siguen teniendopeso los Santamarina y Amali-ta Fortabat, que vendió LomaNegra y sus cuadros, pero nolos campos. En la Patagoniasobrevivieron los MenéndezBehety, con el italiano LucianoBenneton como vecino.

El actual pabellón de los gran-des del campo tendría que reu-nir a otros actores.

Ellos son:Los Grobo, de la familia Gro-bocopatel.AGD, de los Urquía.Transnacionales, como Car-gill y Molinos.Emporios como CRESUD, delos Elsztain, de IRSA, crecidosentre los shoppings y la rela-ción con George Soros. Ya tie-ne 600.000 hectáreas.Grupos como los Werthein,Sigman, Gold, Sielecky (fami-lia política del actual emba-jador en Estados Unidos,Héctor Timerman).

Imposible, en cambio, es cono-cer los nombres de quienes es-peculan a través de fondos deinversión, una especie de casinoque atrae capitales de todo elmundo para invertir en el nego-cio agroexportador. La ventaja:ganancias rápidas, libres de im-puestos. ¿No es raro que no sehaya pensado en gravar estasapuestas que solo producen es-peculación?

Lo que viene para los que in-vierten dineros volátiles: el ne-gocio del biodiésel y los Hotelespara Vacas (cría a corral o "feedlots"), donde ya no va a ser ne-cesario tener campos, sino gal-pones donde alimentarlas (consoja): lejos de los cuentos de to-ros carneados, y pariendo vacascinco estrellas.

La neo oligarquía

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de la actividad. A esto, curiosamente, selo llama “iniciativa privada”. Urquía esun buen lector de diarios. Mira las polé-micas a favor o en contra del campo, a fa-vor o en contra del gobierno, y calla.Cuando no tiene maní compra mentitas,aunque sean las de Arcor.

El liberal rosista, y el oro ruso

rquía nació en la Nochebuena de1948, en General Deheza, 220 ki-lómetros al sur de Córdoba, bajo

los auspicios de Capricornio. Su padreAdrián Ñoño Urquía un año después fun-dó Aceitera General Deheza, bajo los aus-picios de sus propias obsesiones: el creci-miento de la empresa, jamás tocar unbillete usado y, fuera de casa, hacer quesu chofer probase la comida por temor aun posible envenenamiento. Según se sa-be, los choferes sobrevivieron. “Mi padretenía una visión descomunal para los ne-gocios” ha dicho Urquía Jr. Tal vez eso lle-vó a don Adrían a convertirse en inten-dente de General Deheza dos veces:1958/62 y 1973/78. El despegue definitivode agd se produjo poco después, en1979, a raíz de la invasión soviética a Af-ganistán y el bloqueo mundial de cerea-les que Estados Unidos le impusieron aMoscú. El único país del mundo querompió ese bloqueo fue la Argentina, cu-ya dictadura ya venía teniendo inmejora-bles y paradójicas relaciones con laUnión Soviética, mientras los genocidasdeclaraban combatir “el marxismo inter-nacional” secuestrando, matando, tortu-rando y haciendo desaparecer miles depersonas (la contrapartida soviética fue laausencia de críticas a la Junta Militar, y laactitud del Partido Comunista Argentinoque callaba incluso ante la muerte de suspropios militantes). Aceitera General De-heza y el consorcio holando argentino Ni-dera se convirtieron en los principales ex-portadores de trigo a la Unión Soviética,que agradecía pagándolo al cuádruple desu valor internacional. La relación semantuvo durante años. Ya caído el comu-nismo el viceministro ruso AlexanderRustkoi, viajó personalmente a GeneralDeheza para agradecer a la familia Ur-quía el apoyo de agd al presidente BorisYeltsin, siempre tambaleando entre la posperestroika y el vodka.

Roberto Urquía se recibió mientrastanto como contador en la Universidadde Córdoba. En 1980 tomó la presidenciadel Club Acción Juvenil Tiro y Gimnasia,al poco tiempo se convirtió en concejal yen 1987 llegó a la intendencia, mientrasagd crecía hasta convertirse en una delas principales exportadoras argentinas,cuestión que se consolidó durante el me-nemismo. Urquía pertenecía a la Uniónde Centro Democrático, creada por Alva-ro Alsogaray, entre otras momias conser-vadoras. En aquel momento se consolidósu amistad política con José Manuel De laSota y se produjo la colecta antes mencio-nada para aceitar la llegada de DomingoCavallo al peronismo, y a la Cámara deDiputados. Urquía y Cavallo habían sidocompañeros de estudios en la Universi-dad y el entonces ministro solía visitar laplanta de General Deheza. “Venía a darleconsejos” dicen en el pueblo. Le dio, ade-más, los 5.000 kilómetros de vía del Nue-vo Central Argentino (que atraviesan Tu-cumán, Santiago del Estero, Córdoba ySanta Fe). Urquía ya tenía llegada directaa Menem. Y empezó a colgar en sus ofici-nas cuadros de Juan Manuel de Rosas, enlugar de escudos de la Ucedé.

Roberto, también le dicen Ñoño, fueintendente también en 1991 y en 1995,cuando logró cambiar la vida democráti-ca del lugar; anuló la competencia electo-ral por la intendencia y en la sede deagd se acordó que todas las listas (radi-cales, peronistas y vecinalistas) irían consus respectivos candidatos a concejales,pero lo votarían a él a intendente (comolas actuales “colectoras”). Ganó con el 99por ciento de los votos. El mecanismo ri-

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ge hasta hoy, facilitándole a los vecinos laengorrosa tarea de tener que elegir a al-guien.

En 1999 fue senador provincial cordo-bés, presidiendo la siempre poderosa Co-misión de Economía, Presupuesto y Ha-cienda. En 2001 fue diputado provincial ypresidente de la misma comisión de esacámara. En 2003 se transformó en sena-dor nacional. No fue un paso estruendo-so, pero le sirvió para seguir atando in-fluencias y negocios. Algo llamativo:preside el Grupo de Amistad con la Repú-blica Islámica de Irán. La amistad tienecuentas claras: agd es una de las princi-pales exportadoras de aceite a Irán. En elSenado, Urquia entabló su relación con laentonces senadora Cristina Fernández,que empezó a elogiarlo en el núcleo durode poder (le dicen “mesa chica”) que in-cluye obviamente al ex presidente Kirch-ner, a Raúl Zanini y a Alberto Fernández.

Urquía aparecía como una respuestaal dilema más moderno del peronismo:¿quién sería, hoy, la “burguesía nacio-nal”? La historia cuenta que Juan Domin-go Perón estableció alianzas con dichaclase (el ministro de Economía de los 70,José Ber Gelbard, podría ser su último ex-ponente notorio). La idea de un empresa-riado nacional entró en estado de comatras el golpe de 1976, aunque la ilusión semantuvo todavía durante el alfonsinis-mo. El menemismo rompió las ilusiones,y la trasnacionalización de la economíageneró el pulular de ceo, gerentes y em-pleados de multinacionales, y no ya de“burgueses” propietarios criollos de em-presas. Urquía pareció llenar el hueco,aunque en realidad la dinámica de suempresa es tan trasnacional como la decualquiera de sus corporaciones colegas.

Pueblo Urquía

an preocupado por la seguridadcomo su padre, Urquía no le hacecomer de su plato a nadie, y ni si-

quiera tiene chofer. Para él, la seguridad esno tener custodia. El humor cordobés indi-ca que allí Urquía tiene 12.000 guardaes-paldas: todos los habitantes del pueblo alque se entra con la sensación de entrar aagd, debajo de cañerías que cruzan la ru-ta como puentes, trasladando cereales deun sector a otro de la planta. Urquía tieneun hotel (La posada del labriego), mantie-ne el ranario creado por su padre (que de-gustaba “ranas toro” propias, sin necesi-dad de convidar al chofer), una galería yes dueño hasta del olor que emana de laplanta de tratamiento de líquidos de laaceitera, por el que agd acusa injusta-mente a las ranas. La calle donde estáagd tiene el nombre del viejo Urquía,que también lleva la escuela construidapor los Urquía y dirigida por la esposa deUrquía. Los empresarios del lugar cuentanque agd controla el crecimiento de cadauno. “No quiere ninguna competencia”.La vida social es casi nula. De casa al tra-bajo y viceversa, salvo los domingos parair a misa, con el propio Urquía presente.No hay pubs, teatros ni cines. El pueblotiene una especie de sonido incorporado:los motores en eterno funcionamiento dela aceitera. La policía –imaginen a sugeren-cia de quién– instauró un “Registro deIdentificación Voluntario” para toda per-sona que aspire a vivir en el pueblo. Enmedio año, 1.122 personas pasaron porallí. El registro es “voluntario”, pero el co-misario Aldo Villarreal confirma que alque no va, lo van a buscar.

Los crujidos del modelo

odas y cada una de las palabrasaquí escritas pueden explicar,aunque ninguna por sí sola, có-

mo Urquía y agd –y otras corporacioneslocales o multinacionales all uso nostro–están donde están. La historia de los últi-mos años aporta más datos. La caída dela convertibilidad en 2002 representó la

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Claudio Lozano es economista y coordinador del Instituto de Estudios y For-mación de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Desde 2003 ocupauna banca en el Congreso como diputado nacional. Esta es su descripción delos indicadores más importantes del modelo económico actual:

Beneficiarios

Se está consolidando un modelo fuertemente asentado en un carácter extracti-vo. Aparece el boom sojero, el boom minero, la depredación de los hidrocarbu-ros y también algunos islotes en sectores de bajo valor agregado, como la side-rurgia y los autos. Algunos de estos beneficiarios ya habían aparecido en la faseanterior, pero ganaron terreno. Sólo la soja exporta 15.000 millones y la mineríaotros 5.000.

Alto consumo, baja distribución

Cuando hay tasas bajas, es una regla general, tiende a crecer el consumode los sectores altos. Actualmente, la pauta de consumo del mercado inter-no está marcada por los sectores de altos ingresos: el 60 por ciento delconsumo del mercado corresponde al sector de mejor poder adquisitivo. Re-cién el otro 40 por ciento corresponde al consumo popular. Si uno toma elperíodo 2003-2007, de cada cien pesos que se generaron en el período, el30 por ciento más rico se apropió de 62 pesos. En Argentina todavía haymás de doce millones de pobres.

Inflación

Si bien la desigualdad tiende a achicarse respecto de la crisis, nunca va a re-tornar a los niveles que había en los 90. Los efectos distributivos tuvieronmás que ver con las altas tasas de crecimiento que con políticas directas pa-ra lograrlo. Actualmente, la desigualdad es menor que en 2002, el peor mo-mento de la crisis. Hoy la masa salarial participa con el 29 por ciento y llegóa estar en tan solo 22. Hubo una etapa de achique de la brecha durante2004 y 2005, pero desde 2007 volvió a invertirse la tendencia, porque apare-ce la inflación. Lo que esto marca es que cuando la brecha comenzaba aacercarse a los niveles previos a la crisis surge una resistencia del capitalis-mo más concentrado a convalidar pautas distributivas que trasciendan el pi-so de 2001.

Más (peor) empleo

Se generó empleo de bajos ingresos. Hoy existe el 9,9 de desempleo. Si bienla tasa bajó desde el 25 por ciento, la baja no se condice con el ritmo de cre-cimiento. La economía está 26 puntos arriba del 98, cuando el desempleoestaba en el 12,8 por ciento.

Levantate y paga

Argentina recompuso su capacidad de pago de la deuda. Durante el kirchne-rismo el país ha pagado mucha deuda pública: 60.000 millones de dólares,incluyendo lo que fue al FMI.Hay una profunda crisis en el mundo, indicios de recesión importante en Es-tados Unidos, que probablemente se extienda a Europa. Esta es una crisis desobreacumulación, que se resuelve con destrucción de riqueza. El costo de fi-nanciación para la Argentina, que es una economía endeudada, será mayor.Y si hay crisis en el mundo, va a producir efectos en nuestros país. El año que viene es probable que sea complejo, por más que los comodi-ties tengan un precio superior al histórico.

Últimas noticias del modelo

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oportunidad de oro para los exportado-res. Con Eduardo Duhalde y la primeraetapa de Néstor Kirchner en la presiden-cia (Roberto Lavagna ministro) se produjola siguiente fórmula:

dólar alto + salarios internos paupérrimos +costos en pesos + bonanza internacional +precios cada vez mayores (en dólares) parapetróleo, soja y demás – importaciones (in-cremento de alguna producción local, benefi-ciada por el dólar alto) = salida del infierno.

El modelo funcionó aceitadamente y ge-neró puestos de trabajo, pero con una“distribución de la riqueza” bastante de-forme: los descomunales enriquecimien-tos de las empresas y de las propias arcasgubernamentales tuvieron como reflejoen la vida práctica el empleo precario,bajos salarios, planes sociales miserables.Pura “doctrina del shock” diría NaomiKlein: luego del electro shock económicomenemista, coronado por la Alianza en2001, hasta lo miserable era mejor que lanada. La “redistribución de la riqueza”sonó parecida a la “teoría del derrame”de los tiempos menemistas, según la cualel enriquecimiento de los grandes termi-na salpicando a los que están abajo, cualsi vieran llover dinero sobre sus cabezas(no fue exactamente riqueza lo que cayósobre la sociedad).

Pero esta felicidad de dentífrico empie-za a padecer caries. Las empresas comen-zaron a tener ganancias estrambóticas.Sólo este año va a haber un récord de63.500 millones de dólares de exportacio-nes. Como siempre, la mayor parte quedaen el exterior, lo cual ya da una pista so-bre las entrañas del modelo, y dónde va aparar la redistribución de la riqueza. Perolos dólares que se ingresan al país, bajanel precio de la moneda norteamericana.El Banco Central compra dólares paraque el precio no caiga, y siga la fiesta ex-portadora, pero al hacerlo introduce pe-sos en el mercado. Así, hay más dinerocirculando, y los precios empiezan a au-mentar, como cualquiera puede percibir.Al colarse la inflación, empieza a sacudir-se el modelo porque los exportadores pa-san a tener costos internos mayores y yano son tan competitivos. Además, todoslos meses se verifican aumentos de lasimportaciones de casi un 20%, lo cualempieza a afectar a textiles, automotricesy otras empresas que trabajaban protegi-das por el dólar alto. En este marco, losrelativamente pequeños acomodamien-tos salariales hacen que los empresariosdejen de contratar, o lo hagan en condi-ciones aún más precarias. Y para redon-dear, con la crisis financiera internacio-nal, hay más capitales que huyen de losbancos y se vuelcan a inversiones espe-culativas y prometedoras: edificios o soja.La concentración implica además desem-pleo en el campo y las ciudades, creci-miento de la pobreza, monocultivo masi-vo, desforestación, desindustrialización ytodo un modelo de hacer y deshacer queno suele actuar por las buenas.

Ñoño Urquía es senador nacional, loque indica, entre otras cosas, en qué esta-do está el llamado sistema representativo.¿A quién representa gente como Urquía?

Dicen que ha logrado superar airosa-mente estas semanas conflictivas, pese aque le hicieron piquetes en sus trenes, lederramaron en las rutas el girasol y elmaní de sus camiones, y lo acusaron deser un símbolo de un modelo que parececrujir. Posiblemente lo tome a bien, por-que memorizó libros de management, ycree que todo desafio es una oportuni-dad. Lo que mejor cruje para él son losmaníes que mastica con serenidad, mien-tras espera el resultado de la próxima co-secha de todo lo que ha sabido sembrar.

Norma Giarracca es profesora de So-ciología Rural y coordinadora delGrupo de Estudios Rurales del Insti-tuto Gino Germani (UBA). Trabajó so-bre el Movimiento de Mujeres Agra-rias, los movimientos campesinos yla biodiversidad. Es una de las pocasvoces públicas que cuestionan el mo-delo del agronegocio. Estos son susargumentos:

Modelo

Cuando hablamos de modelo habla-mos del tramado institucional paraque cualquier parte de la economía sevaya orientando hacia determinadadirección. El modelo sojero del agro-negocio tiene una lógica muy distintadel modelo agrario que nos conformócomo nación: tiene una lógica finan-ciera, económica. Ahí hay una diferen-cia muy grande que se fue armandoen los '90 y hubo una preparación pa-ra que pase. Este era un país de cha-careros, de cooperativas, de industriasnacionales, de cadenas agroindustria-les, tanto en los frigoríficos como enlas harinas: Terrabusi o Bagley, porejemplo, eran algunas de las viejasempresas nacionales que estaban enla cadena agroindustrial y les iba bien.No era un mercado interno muy gran-de, como Brasil, pero era un país en elque toda la cadena participaba delsistema agroalimentario: alimentosbaratos para salarios baratos. De ahíque a comienzos siglo se crearon laJunta Nacional de Carne y de Granos, yla Dirección de Azúcar. En México elcampesino producía para mercado in-terno y los empresarios para exportar.Aquí no, el pequeño y mediano abas-tecía a los dos mercados. Para equipa-rar los precios internacionales y quelos precios internos no se dispararanhabía una serie de regulaciones, dosde las cuales eran el tipo de cambio ylas retenciones.

Dictadura

Eso se fue modificando con el cambiode modelo económico internacional,la globalización y el predominio delcapital financiero. Aparecieron gran-des empresas transnacionales queproducen agroquímicos y semillas enla agroalimentación, empresas queempezaron a tomar posiciones estra-tégicas en Latinoamérica. Ya estabanen México desde los '70, pero en Ar-gentina había un sector medio muygrande en el agro y eso retrasó unpoco la penetración trasnacional.El Estado, a partir del '75, tomó me-didas para favorecer la incorporacióndel capital trasnacionalizado. No hayque olvidar que el 24 de marzo del76 mataron a Atilio Santillán, la figu-ra de los trabajadores rurales másimportante del momento. Los diri-gentes de las Ligas Agrarias fueronpresos, los productores quedaronaterrados, no salieron de sus fincaspor años. La Sociedad Rural dio a susmejores hombres para el gobiernomilitar, empezando por Martínez deHoz. La Federación Agraria quedó ensilencio, aunque hay que reconocerque Humberto Volando tuvo una po-sición muy digna en relación a losderechos humanos. En la dictadura el banco de semillasdel INTA se desmontó, y ese conoci-

miento pasó a las corporaciones quellegaban al país. Los proveedores deinsumos extranjeros, entonces, empe-zaron a traer a los híbridos, una semi-lla que el productor no puede repro-ducir y que, al mismo tiempo, es másrendidora. Así comenzó la trasnaciona-lización de la agricultura.

Democracia

Con el proceso de agriculturizaciónhubo cierta esperanza de que el agrocontribuyera al desarrollo que habíaprometido Raúl Alfonsín. Pero cuandocomenzaron a caer los precios inter-nacionales hubo un paro agrario, quelo hicieron ochenta y cinco ganaderosde la Sociedad Rural. Recuerdo quelos diarios hablaban de “la patotaganadera”. La Federación Agraria noparticipó de aquellos tractorazos. Lasensación era que el agro andababien con los cultivos pampeanos, pe-ro mal con la ganaderia. La esperan-za comenzó a decaer. Llegó Menem yplanteó que la agricultura argentinadebía ponerse a nivel internacional.En el 91 lanzó la desregulación degranos, carnes y azúcar. Paralela-mente, a fines de los 80 las empre-sas alimentarias comenzaron a pasara manos extranjeras. Aparecieron loshipermercados como un nuevo actor.En la cadena industrial agraria haynúcleos de poder que deciden quéproducir, cómo producir y cuándo pro-ducir y este lugar fue ocupado por loshiper. Mientras tanto, se iba extranje-rizando la parte industrial de la cade-na. Aparecieron las trasnacionales.No se puede decir que a los industria-les de la alimentación argentinos lesiba mal, pero hubo una vocación deentrega. Empresas que los padreshabían amasado durante toda la vidafueron entregadas por los hijos, enun momento en que la renta finan-ciera era importante.

Agronegocio

Al mismo tiempo, en el agro comenzóla propaganda del pool: el gran ideó-logo era Clarín Rural, con el discursode que el agro tenía que modernizar-se como el resto del país. El diario ha-blaba continuamente sobre las ga-nancias extraordinarias de los poolesde siembra y los fondos de inversión.Insistía en que el campo tenia quecambiar al ritmo que cambiaba el res-to del país.

Transgénicos

La última gran jugada fue la autoriza-ción de las semillas transgénicas, en1996. Esa no fue una cosa más: haysólo diecinueve países que autorizanlos transgénicos, apenas cinco autori-zaron su uso a gran escala y uno deellos es Argentina. El motivo de queen el resto del mundo no estén autori-zadas es que no se sabe todavía cuá-les son las consecuencias para la sa-lud humana. Si aquí se autorizaron fuepor el lobby de las transnacionales ex-tranjeras, sobre todo de Monsanto. La manera de producir es conocida co-mo labranza cero. La semilla transgé-nica, modificada para resistir a losherbicidas, se siembra y luego se fu-miga el campo con glifosato, un agro-

químico que arrastra con todas lasmalezas y también con toda la biodi-versidad, menos con la soja. Los cha-careros y productores que venían de laépoca del endeudamiento, de preciosinternacionales muy bajos, entraronen el modelo.

El pool

Hay pooles de siembra y hay fondosde inversión, que son aún más gran-des que los pooles. A un pool, comoel de Grobocopatel, todavía lo pode-mos identificar. Pero los fondos deinversión son más peligrosos, no losvemos, y van de un lado a otro. Mu-chos ahorristas ponen la plata y otrolo gestiona. Son los grandes sectoresfinancieros los que operan. El queantes apostaba a renta financiera,ahora lo hace en el campo. El siste-ma financiero es el que adelanta elcapital para alquilar la tierra al pe-queño productor y pagarle a los con-tratistas para labrar la tierra. Así fun-ciona el modelo.

El trabajador

Las estadísticas dicen que el 50 porciento trabaja en negro, pero yo creoque son más. Muchos son golondri-nas. Están apenas mejor que un de-socupado.

Los campesinos

No entraron en el modelo sojero. Unopuede decir que no tienen escala otierra buena, pero lo real es que es-tán intentando sacarles las tierras.Ellos podrían haber formado coopera-tivas sojeras, pero no entraron. Es lafuerza de la cultura, de las ideas. Eneste momento ellos están mucho me-jor, produciendo, trabajando con pro-ductos orgánicos y ferias francas.

Ciencia y dinero

Los grandes fondos de inversión, queproveen el capital para el modelosojero, se fueron metiendo en toda lasociedad. El discurso se mete con di-nero: con fondos para las fundacio-nes y las facultades. En la Facultadde Agronomía los posgrados sonSiembra directa y Agronegocios. Elnuevo ministro de Ciencia y Técnicadice "le vamos a dar prioridad a labiotecnología". El Conicet saca unpremio a la innovación tecnológicacon Monsanto, la empresa más criti-cada del mundo.

Gramática del poder

El Estado creó un Frankestein, unmonstruo que les hizo creer en laidea del desarrollo. Ahora, si el go-bierno los grava es para convertirseen socio de sus ganancias. Y lo quehay que cambiar es el modelo. Hayque volver a la idea de producir ali-mentos, porque en este pais hay diezmillones de personas con hambre.Hay que volver a la soberania ali-mentaria. La política, para mi, es lacapacidad de alterar la gramáticadel poder. El tema es si el gobiernoquiere modificar esa gramática.

Breve historia sobre cómo se gestó el monstruo

Agradecemos a la revista Umbrales, del Cispren deCórdoba, por aportarnos una investigación deRaúl Viarruel sobre General Deheza y al diarioComercio y Justicia, por las fotos.

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vi demasiados en los piquetes. Vi unosólo en Diamante, después eran todosde la Federación Agraria, pequeñoschacareros. De todas formas hoy elcampo cambió estructuralmente, aque-llos grandes ganaderos de la oligarquíatuvieron que ceder terreno a los poolesde siembra, que en muchos casos nosabés quiénes son.

¿Qué significa para usted que otro sector so-cial se haya apropiado de sus herramientasde protesta?

Los procesos populares no tienen due-ño. Creo que la metodología del pique-te en la provincia apunta a lo que noso-tros apuntábamos. Golpea al transportede bienes y por lo tanto duele. El pique-te de estos días en las rutas fue suma-mente creativo, por ejemplo podían pa-sar autos y colectivos. Los únicos queno podían pasar eran los camiones quetransportaban productos del campo.Era como un control en la ruta. No es lomismo que el piquete en Plaza de Mayoque lleva sólo a enfrentamientos conlas clases medias. Nosotros, al princi-pio, teníamos consenso de la pobla-ción, pero al final ya no. Lo que desvir-

ve ahora en el piquete de Hernandarias.Salieron 3.000 personas en una movili-zación la Casa de Gobierno y cuandollegaron eran 15.000. La gente salía delas casas, aplaudía, se incorporaban loscomerciantes. Se formaron como 15 cua-dras de manifestación. Se me puso lapiel de gallina. Otra vez hubo unidadentre sectores urbanos y rurales. Seofendió la dignidad y eso tiene un costo.

¿En serio no nota diferencias entre los pique-tes de ayer y de hoy?

Una gran diferencia es que estos sonsectores muy estructurales que tienenposibilidades de volver a su casa. En LaMantaza era todo muy a la desespera-da. Nos costaba levantar un piqueteporque después de diez o quince díasla gente se acostrumbraba a vivir mejorahí que en su casa. Cuando volvíamos,volvíamos a la nada, éramos combati-vos por desesperación. Estos piquetesson muy reflexivos y quieren resolverel problema, quieren volver a trabajar.

¿Se imaginó alguna vez haciendo un piquetejunto a la Sociedad Rural?

No. Nunca pensé que podía estar conun estanciero de la Rural y de hecho no

zan la protesta”.Flores y su movimiento habían aban-

donado el piquete cuando consideraronque era una metodología de protesta gas-tada. “Se transformó en un instrumentopara pedir planes, en vez de exigir trabajo.Dejaron de hacerse en nuestro territorio yse mudaron al microcentro. Se había ago-tado la herramienta. Nosotros, entonces,preferimos avocarnos a los emprendi-mientos productivos”, rememora el pique-tero devenido en diputado por la Coali-ción Cívica que encabeza Elisa Carrió.“Los cortes de ruta que vi en Entre Ríos–completa– eran muy parecidos a los nues-tros. Me sentí muy identificado”.

Pero el sector social que corta en Entre Ríosno es el que protestaba en La Matanza...

Son sectores sociales totalmente distin-tos, pero me parece que la profundidaddel proceso que se vivió en la sociedaden 2001 continúa. En aquel momento, ladesmovilización de la clase media nofue porque –como dicen algunos– recu-peró la guita que le sacaron del corralito,sino por la parálisis que generaron lasmuertes de Kosteki y Santillán. Yo estu-

l diputado está descalzo en sudespacho. Se reclina sobre elrespaldo de una silla, estiralevemente sus piernas y apo-ya los talones. Héctor Toty

Flores acaba de llegar de una marcha deapoyo al campo, convocada por Raúl Cas-tells, que se inició en Liniers y terminófrente al Congreso. Fue el colorario de unraid que incluyó la visita a tres cortes deruta que los ruralistas sostenían en EntreRíos. “Después de cinco años, volví a unpiquete. Castells me carga, me dice queahora voy a bajar la panza”, se ríe Flores,fundador del Movimiento de TrabajadoresDesocupados (mtd) de La Matanza, el pri-mero en cortar una ruta en el conurbanobonaerense, allá por 1995.

Por aquellos tiempos, Toty llegaba areunir a más de 3.500 personas en la rutapara exigir tierra, trabajo y libertad. “Enaquel entonces, para hacer un piquete ha-bía que tirar de culo a un policía. Ahora tecortan la ruta los patrulleros, a doscientosmetros ya desvían el tránsito. Eso limitómucho la herramienta, porque los mani-festantes dejaron de tener contacto con lagente y no pueden explicar por qué reali-

Las rutas de TotyHÉCTOR TOTY FLORES, DIPUTADO

Fue el protagonista del primer piquete bonaerense y el único que rechazó los planes sociales. Armó microem-prendimientos, talleres de filosofía, desfiló en la pasarela y llegó a la Cámara de Diputados de la mano de ElisaCarrió. En estos días, volvió al piquete junto a los productores agropecuarios. Cómo explica este trayecto.

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cía que su compromiso es destinar losprimeros 20.000 millones de superávit ala distribución. Si así no lo hiciera, estaréen la vereda de enfrente. Pero ahora lasmentiras son de la Presidenta. Toda la re-caudación va a parar a una caja que nose reparte. En el interior te plantean quetoda la plata que le sacan va a parar aMoyano y a D’Elía para que controlen ala gente.

Toty abandona su despacho para la sesiónde fotos. Utiliza una tarjeta magnética quehabilita un ascensor exclusivo para legisla-dores. Sale del edificio anexo y cruza alPalacio del Congreso. Cuando quiere in-gresar al recinto, una persona que pareceun ropero se le para delante y le franqueael paso.

–Venimos a hacer una fotos– explicaFlores.

–No se puede– contesta el ropero quehabla.

–Ellos son periodistas, aunque sea enuna palco, no en las bancas –insiste Toty,que apenas le llega al pecho al hombre deseguridad.

–¿Ellos son periodistas? ¿Y usted quiénes?– pregunta con suficiencia el hombre.

–El diputado Flores–¡Ah! Perdón, pase. Usted es el dueño

de este lugar.Desde diciembre pasado, cuando asu-

mió, Flores pasó por varios episodios simi-lares. El día de la jura (juró por “defender lacultura del trabajo y la dignidad de las per-sonas”) lo frenaron a la entrada del recintopor portación de cara. La diputada ElisaCarca tuvo que convencer al personal de se-guridad de que Toty era un legislador electo.Ahora, sentado en la banca, mientras losflashes rebotan en su frente, Flores admiteque siente más responsabilidad a la horade hablar y que eso, tal vez, haya conspira-do contra su espontaneidad. “Me pesa es-tar acá hablando en nombre de mis com-pañeros de La Juanita o de la CoaliciónCívica”, admite. Sin embargo, asegura queno se siente incómodo. Su primera exposi-

ción fue para criticar el proyecto oficialque proponía la creación de un registro demarcas colectivas. “En realidad, lo que que-rían era consagrar y estigmatizar una mar-ca para pobres”

¿Para qué quiere ser diputado?Las dos que estuvieron más en contrafueron mi hija y mi compañera, Sole-dad. Planteaban que ser diputado era irun poco a contramano de lo que está-bamos haciendo. Justo en un momentoen el que nuestros emprendimientosempezaban a ser exitosos. También de-cían que el Congreso estaba muy des-prestigiado, que iba a terminar siendouno más. Y decían una verdad: todossomos capaces de terminar siendo uncorrupto. El gran desafío es no serlo,pero la posibilidad existe. También esmuy importante la salida, mi carrera noes política. La política apenas es unacircunstancia de la vida para mí. Megusta trabajar en nuestra cooperativa,de hecho todas las mañanas voy aabrirla a las 7, antes de venir para acá.A la vez, sentía que con eso no alcanza-ba. Empecé a ver la necesidad de abrir-se y experimentar otras cosas. Pero nome gusta ser diputado, lo tomo comouna actitud de servicio para amplificarlos reclamos de mis compañeros. Tam-bién es una necesidad nuestra demos-trarles a los jóvenes que personas co-mo yo, que pasaron por la villa, queestuvieron desocupados, que apenasterminaron la primaria, pueden jugarun rol en la transformación de la socie-dad. No quiero ser una figurita decora-tiva acá.

En el MTD hizo del autonomismo su principalbandera, ¿se puede ser autonomista y dipu-tado a la vez?

Si no te ganan de la cabeza, se puede. Elpeligro es que te ganen de la cabeza yque entres en la lógica del sistema, quecreas que esto es una carrera y que tenésque defender tu lugar. Cuando te cues-tionas esto, estás a salvo.

¿Qué son más interesantes? ¿Los debates enel recinto de Diputados o los que se daban enel taller de filosofía que los piqueteros hací-an los sábados en La Juanita?

Sin dudas, el taller de filosofía. Ahí éra-mos más honestos. No entendíamosun montón de cosas pero éramos ho-nestos. Acá no, se dicen un montón decosas y se hacen otras.

ientras Toty debate en las comisio-nes legislativas que se ocupan de lapequeña y mediana empresa, de

las cooperativas y de la drogadicción, en elcefocc sus compañeros continúan produ-ciendo en taller textil que exporta a Italia yen la panadería, que pronto se transformaráen escuela del oficio. También funciona unprograma de microcréditos que presta de a500 pesos a quien lo necesita, un serviciojurídico que forma a referentes barriales yun programa de reciclado de residuos. Ade-más, todos los días concurren 54 chicos aljardín de infantes que gestionan padres, ma-estros y miembros del mtd.

¿Se debilitó el movimiento con su asuncióncomo diputado?

Algunos pensaban que eso iba a ocu-rrir si yo salía del día a día de la coope-rativa. Pero no, incluso para sorpresapropia, un grupo de jóvenes tomó labatuta con mucho entusiasmo.

tuó el piquete fue su exagerada repeti-ción. Se terminaron haciendo más pi-quetes en lugares políticos-simbólicosque en sitios que dañaran al sistema decirculación de mercancías. El corte, fi-nalmente, era para pedir planes de 150pesos en vez de trabajo, y como conse-cuencia, para la población dejaron deser legítimos.

l Movimiento de Trabajadores De-socupados fue la única agrupaciónpiquetera que rechazó los planes

sociales que comenzó a entregar el gobier-no para calmar la protesta. Por aquellos dí-as, todavía bajo la presidencia de EduardoDuhalde, Flores solía argumentar que esossubsidios eran un elemento de domina-ción del Estado y que le quitaba autono-mía a las organizaciones sociales. Por esofundó, en una vieja escuela abandonadadel barrio La Juanita, de La Matanza, elCentro para la Educación y Formación deCultura Comunitaria (cefocc).

Rápidamente, la Corriente Clasista yCombativa se instaló a escasos metros delcefocc. Lo mismo hizo la FederaciónTierra y Vivienda, de Luis D’Elía. Poco apoco comenzó la sangría: miles de pique-teros migraron detrás de los planes socia-les y Flores se quedó recluido junto a unpequeño núcleo de convencidos que nosuperaba la suma de los dedos de las ma-nos y los pies. Encima, Toty –un ex traba-jador metalúrgico– había perdido variosdedos en un accidente laboral. Cuatro deesos fieles laderos hoy lo acompañan enel despacho de diputados. Desde el octavopiso, analizan la actualidad política enronda, como lo hacían en La Juanita, paraque la voz circule sin hegemonías

¿Se arrepintió de haber rechazado los planessociales?

No, fue una decisión muy importanteque marcó un gesto de dignidad. Mepuedo arrepentir de no haber com-prendido qué le pasaba a esa gente quetomaba los planes. Planteé discusionesmuy polarizadas y creo que hubieracombatido mejor a los dirigentes –queutilizaban los planes para posicionarse,en vez de beneficiar a la gente–, si hu-biera sido menos intransigente. Le po-dríamos haber dado un uso diferente alos planes, podríamos haberlos recicla-do en microemprendimientos producti-vos, por ejemplo.

Varios de los dirigentes piqueteros de finesde los 90 se incorporaron al Estado. Jorge Ce-vallos, de Barrios de Pie, es funcionario deDesarrollo Social; D’Elía estuvo a cargo de laSubsecretaría de Tierra y Vivienda y hace devocero no oficial del gobierno, y usted es di-putado opositor. Ser funcionarios públicos,¿es una victoria o una claudicación?

Uno puede ocupar roles importantes, eltema es si lo hace para lograr la movili-zación contínua o para responder a inte-reses que desconozco. A la Coalición Cí-vica yo vengo con nuestros valores, adisputar espacios para distribuir el ingre-so. Si la Colación llega al gobierno y nocumple, me vuelvo a mi casa.

El referente económico de la coalición es Al-fonso Prat Gay, que ya fue presidente del Ban-co Central en lo peor de la crisis. También haydirigentes como Patricia Bullrich, que fue mi-nistra de Trabajo con récord de desocupación.¿Cree que estas personalidades podrán distri-buir la riqueza en el caso de llegar al poder?

La otra vez conversaba con Lilita y me de-

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Toty Flores y el Movimiento de Trabaja-dores Desocupados de La Matanza pro-baron en poco más de una década in-finitos caminos. Uno de ellos fue lafirma de un convenio con la Confede-ración General Económica, quienorientaría a la organización de La Jua-nita en el management de sus micro-emprendimientos “Aprendimos mu-cho, aprendimos a gerenciar. Pero noaprendimos lo negativo, nada de au-mentar la rentabilidad despidiendogente. No queríamos parecernos”.Otra experiencia fue una asociacióncon el diseñador Martín Churba, quienconfeccionó especialmente unos guar-dapolvos para vender al exterior.Cuando las prendas estuvieron listas,Toty desfiló en La Rural para presen-tarlas. “Algunos nos preguntaron sinos sentíamos usados por Churba, pa-ra construir su imagen. La misma sen-sación la podría tener Churba: sentirseusado para que yo llegue a ser diputa-do. Creo que no, porque sabe quenuestra relación fue honesta”.

Dos ejemplos de riesgo

ro que todas juntas forman en esta novelaun cascote más grande”.

Dirá Caparrós, suspirando.

n esta novela hay algo nuevo en tuestilo, que es el borbotón, por así de-cirlo. Hay mucho diálogo, incluso fra-

ses que podrían pensarse hasta peligrosas deponer todas juntas y que, sin embargo, termi-nan por construir algo: la contradicción entrelo que se dice y lo que se hace, ese trastornobipolar argentino.

Es cierto: nunca usé mucho los diálo-gos. Tengo bastante desconfianza deese recurso en la ficción y sin embargo,acá no. Y quizá por eso es un libro conel que no estoy de acuerdo, no encuanto a muchas de las cosas que sepostulan, sino en cuanto a su construc-ción literaria. Siempre desconfié de loslibros de tesis, aquellos que pretendenponer en escena ciertas ideas sobre lahistoria, el presente o lo que sea. Meparece que un relato debe hacerlo poralusión o por sugerencia, y sin embar-go éste no: éste dice, a los tropezones olos borbotones, todo lo que quiere de-cir. En ese sentido es muy distinto a loque suelo creer que tengo que hacercuando escribo. Pero también por esopensé que no iba a publicarlo... Nopensaba escribir esto. Me llamó la aten-ción la historia de un crimen en unpueblito y pensé que a partir de eso ibaa escribir una cosa medio bucólica, nosabía muy bien qué. Pero ciertamenteno era toda esta tirada sobre la vengan-za, el setentismo, la lectura contempo-ránea de aquel período. Ésa no era laintención original. Se me fue impo-niendo de una manera que nunca mehabía sucedido. Y eso que, en general,controlo bastante lo que escribo. Perome encontré diciendo una serie de co-sas que no me proponía, entre otrosmotivos, porque ya había escrito variasveces, en los últimos doce años, en con-tra de volver sobre los 70.

¿Por qué?Muchas veces escribí que seguir dedi-

jo compañero, hoy ministro, que le ofrecetrabajar para el gobierno. Lo que quizá nosea tan fácil es imaginar cómo Caparróses capaz de hilvanar el diálogo entre am-bos. Valga, entonces, este pequeño, muyfragmentario ejemplo:

Dice el personaje del ministro:–Están todos, metete vos también. Es co-

mo en nuestros tiempos, sólo que más tran-quilo. Vale la pena, en serio. Si nunca pensa-mos que fuéramos a tener otra oportunidad.

Responde el personaje de Carlos:–¿Otra oportunidad de qué? ¿De llenar-

se la boca con boludeces sobre los desapa-recidos y seguir haciendo lo mismo quelos demás? ¿De usar los setenta para taparlo que no pueden ni quieren hacer ahora?Se la pasan hablando de los setenta en vezde ocuparse del presente, del futuro. Usanese pasado para glorificarse.

Estamos apenas en la página 17 y yaqueda claro que esta ficción no está cons-truida con metáforas, sino con piedras queCaparrós arroja una tras otra, sin piedad,hasta el final.

“A veces tengo la sensación de que so-bre estas cosas ya escribí varias veces, pe-

lencio. En el aire flota un murmullo pene-trante: es el rezo constante de la redacción,que trepa por la ventana como un aroma.En la planta baja se está cocinando la edi-ción del día, en la semana en que todo ar-dió. Sobre el escritorio tiene los diarios dela jornada y la pantalla de su computadoramuestra la bandeja de entrada del correo,desbordando. Nada de eso parece pertur-barlo tanto como tener que explicar porqué decidió escribir la primera novela queretrata esta Argentina kichnerista, esa quejusto, esta semana, comienza a mostrar susgrietas. Todo el papel impreso que está so-bre el escritorio no alcanza a explicar aque-llo que la novela de Caparrós explicita.Quizá eso es lo que él considera literaria-mente “malo”. Describir impúdicamente ya borbotones la trama de la actualidad.Pienso entonces: ¿qué es lo que hace ver-dadera a una ficción?

El protagonista de esta historia imagi-nada por Caparrós es Carlos, un hombreatrapado por sus años de militancia, aque-llos en los que se sintió feliz, completo ygeneroso. No es difícil de imaginar cómose siente hoy, cuando conversa con un vie-

é que está incómodo, perocon elegante paciencia tratade seguir el ritmo desorienta-do de la conversación, res-pondiendo a preguntas que

no lo son y completando razonamientosque no son suyos, aunque sí, se hace car-go, porque los provocó. Lo noto cuandodesploma la espalda sobre su negro sillónde jefe del diario Crítica, y con ese peque-ño gesto hace evidente el esfuerzo porbuscar palabras que ya no estén dichas ensu última novela, cuyo título funciona co-mo un boomerang.

A quien corresponda.Escribió Martín Caparrós, y ahora pare-

ce tener que soportar estoicamente que al-guien, sentado frente a él, le responda: yo.

Así funciona esta novela, que todavíano sabe explicar por qué escribió y a la queconsidera “mala” desde el punto de vista li-terario, como si se defendiera de antemanode un juicio imposible. Pienso entonces:¿qué es lo que hace buena a una novela?

Estamos solos, sentados en su oficinadel primer piso. A mis espaldas hay un te-levisor encendido, sin voz, pero no hay si-

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MARTÍN CAPARRÓS

Usar la memoria E

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Su nueva novela lleva un título inquietante: A quien corresponda. Un relato protago-nizado por los usos que el discurso oficial hace de los setenta y que expone, a borbotones, todas las especulaciones que pueden hacerse sobre la memoria, la venganza y la fe perdida. Su intención, dice, es recuperar qué nos pasó y porqué.

militancia son contados–, me pareceque no alcanza para postular que tan-tos años después sigan formando unmismo núcleo sociológico. Eran ami-gos, estuvieron juntos en situacionesfuertes, pero eso después se disolvió.Obviamente dejó marcas en todos, pe-ro esas marcas fueron procesadas demaneras muy distintas.

Los paredones hablan

aparrós acepta que nos encontre-mos al día siguiente para hacer lasfotos en el predio del Paseo de la

Memoria. No hace falta explicarle por qué,pero entre todas las excusas posibles, laque verdaderamente motiva este encuen-tro es estar en ese lugar que hasta ayer lu-cía un cartel de protesta porque sus em-pleados no cobraban el sueldo. Hoy elcartel no está, aunque el pago tampoco. Esdifícil describir ese escenario inhóspito,construido con débiles arbolitos y grandesbloques de cemento. Más difícil es enten-der al empleado que nos intercepta: parahacer ahí fotos hay que tramitar una auto-rización. Me explica el motivo: “La Comi-sión de la Memoria, de la cual dependeeste espacio, no quiere que se haga un usoindebido de él” . Pienso entonces: ¿cuálsería el uso indebido de esa representa-ción parquizada de la memoria?

Mientras me demoraba con estas nue-vas e inesperadas burocracias, Caparrós ylos fotógrafos ya habían tomado posesióndel gran paredón sobre el cual están talla-dos los nombres de los desaparecidos. Losalcanzo, con la agitación que me dejó eltrámite, que les reproduzco con ademanesy palabrotas. Pero mi farsa choca contra elgesto conmovido de un Caparrós pálido,quebrado. Me dirá entonces que recono-ció entre las tallas los nombres de variosde sus compañeros.

–¿Dónde se conocieron?–, pregunto, co-mo para decir algo.

–En la secundaria.Me cuenta la historia de uno en particu-

lar. Fue el que le aconsejó que se fuera delpaís porque su vida corría peligro. Y el pa-dre de la adolescente que, casi veinte añosdespués, fue a verlo porque escribía cuen-tos y buscaba su consejo. “En ese encuen-tro quise hablarle de su padre, pero ellaquería hablar de literatura, de sus cuentos,de otra cosa. Me impresionó que fuera a lamisma escuela, aunque recién se enteró alos 15 lo que realmente pasó con su padre,porque los abuelos, que la criaron, habíanpreferido ocultarle la historia. Poco despuésme enteré que la chica murió.”

No sé qué responderle, así que me que-do en ese estado incómodo, imposible, in-soportable. Pienso entonces: ¿cómo se ha-ce literatura después de todo?

como escenario escritorios, restauran-tes y lugares de lobby de poder, perono la calle o las rutas. No sólo no hu-bieran dejado masa crítica para que seprodujera el corte de rutas, sino queademás hubiesen obtenido mucho másfácilmente la legitimación social con laque intentaron, después, avalar esa me-dida. Por ejemplo, cuando llamaron alos medios para pedir que la televisiónmuestre más a Luciano Miguens y me-nos a los productores cortando rutas. Yel tema no es cuánto hubiese costadoarreglarlo, sino cuánto hubiese costadono haberlo producido. La primera fraseque escribí (me muestra un papel quetiene un par de frases manuscritas) es:“Quizá el primer gran error no haya si-do error, sino coherencia”. Es decir, nodiscriminar entre grandes y pequeñosproductores en términos operativos,prácticos e inmediatos, es un granerror. Que lo hayan hecho por coheren-cia es una interpretación política de có-mo opera este gobierno sobre los dis-cursos y los medios.

El tema de la novela es el fracaso. Habla, teo-riza y supura sobre eso. Pero ¿cúal era la me-dida del éxito para la generación de los se-tenta? ¿Puede medirse en esos términos loque querían, lo que hicieron?

Para la concepción política de las orga-nizaciones revolucionarias de esa épo-ca, las cosas se medían sólo en térmi-nos de éxitos y fracasos, y sobre todoen términos de éxito. Cualquier cosaque no fuera gran éxito era habitual-mente llamada reformista. Cualquiercosa que no sirviera para llegar a esegran objetivo final, era desdeñable. Se-guramente que en esa época no se lollamaría éxito, sino triunfo o victoria uobjetivo final. La palabra éxito era, sinduda, antipática y responde a otro léxi-co. Pero obtener el éxito es casi consti-tutivo de la idea de revolución, ya quetodo lo que se hace sólo se justifica enla persecución de ese objetivo. Todo loque sucedió era un paso hacia, y sólotenía un valor en la medida en que co-laboraba con esa obtención. Por otro la-do, no sé qué impresión da este libro,pero yo rechazo esa idea de generacióncon la que suele referirse hoy a los mi-litantes de los setenta. No creo que sepueda hablar de una generación seten-tista y englobar en ella a todos los quemilitaron en esos años como si fueraun concepto sociológicamente eficienteen el 2008. Pasaron 35 años, de vidasmuy variadas, de una cantidad de jo-vencitos que tenían por entonces entre20 y, como mucho, 30 años y luego tu-vieron caminos infinitamente diversos.El hecho de que hayan coincidido du-rante un período muy corto –porquelos que tuvieron más de 5 años en esa

me había llamado la atención: su ausencia.En términos menores y más personales,esa falta de respuesta me alcanzó a mí. Undía –creo que por el año 91– alguien me di-jo que Videla hacía footing en la Costanera.Fui a buscarlo con un grabador y un fotó-grafo y ahí estaba, corriendo. Mucho tiem-po me quedé pensando en esa sensaciónque tuve al tenerlo al lado, durante más de50 metros, caminando uno junto al otro, so-los. Y yo tratando de preguntarle cosas y élcontestándome mal y yo con el grabadoren la mano, siguiéndolo, hasta que final-mente llegó la custodia... Durante muchotiempo me pregunté porqué no le partí elgrabador en la cabeza. ¿Qué fue lo que hi-zo que yo no hiciera eso? Y esta novela seme empezó a ir hacia el costado setentista apartir de que ligué ese pequeño crimen su-burbano con esta pregunta”. ¿Y por qué en la novela hiciste fracasar esavenganza?

Supongo que por eso de “ni el tiro delfinal”. Pero también porque el persona-je no está convencido de que eso sirvapara nada. Carlos tiene, por un lado, laturbia sensación de que le debe esegesto a algo, a alguien pero, por otro la-do, tiene la convicción más racional deque tampoco sirve, que es una admi-sión más de la derrota. Porque ¿ennombre de quién lleva a cabo su ven-ganza? ¿Quién es el que se venga? Si laderrota fue común, si fue en nombre deun nosotros, ¿para qué sirve que lavenganza sea en nombre de un simplefulano? Supongo que por eso terminasaliéndole mal

La novela habla todo el tiempo de la cons-trucción de ese nosotros. ¿Cúal es hoy esenosotros?

Para mí, esa es una de las grandes in-cógnitas contemporáneas. Una de lastantas grandes diferencias entre la si-tuación política contemporánea y la si-tuación política de los setenta es que,en aquella época, el nosotros era evi-dente. Más allá de que incluyera unaserie de rencillas interminables, era evi-dente. Ahora no. Y esa es una de lasgrandes causas de esta confusión.

En estos días hubo un intento por definir un no-sotros, al plantearse un discurso de polariza-ción: piquetes de la abundancia vs. gobierno.

Pero esto es algo que se cayó solo cuan-do veías en los piquetes de Entre Ríos oSanta Fe a tipos que no tenían nada dela Sociedad Rural. Justo estaba pensan-do en escribir sobre eso: cuánto le ha-bría costado al gobierno en dinero –noya en otras cosas– desarmar este con-flicto. Porque si hubieran hecho reten-ciones más bajas en campos de menosde 500 hectáreas hubieran dejado a es-te movimiento sin masa crítica de pro-testa. Entonces, la discusión sobre la su-ba de las retenciones hubiera tenido

cándole toda esa atención a ese perío-do significaba desviar una energía so-cial que estaría mucho mejor emplea-da si se dedicara al presente y alfuturo. Por supuesto que creo necesa-rio comprender lo que pasó, pero mu-cho más necesario es pensar qué sehace ahora y con qué proyectos. Estoes algo que escribí por primera vez enel 96, cuando el 24 de marzo hubo unaenorme movilización en la que vi amuchos pibes jóvenes y ya no sólo alos que éramos un poco las viudas deesa época. Y lo que me planteé enton-ces fue: ¡la puta madre! En pleno me-nemismo hay que ocuparse de otrascosas, de cómo este gobierno está ha-ciendo mierda el país. Me daba la sen-sación de que mucha de la gente queestaba ahí cumplía así con su cuota departicipación política y de reflexiónsobre la sociedad argentina.

Sin embargo, esta novela puede leerse no co-mo un relato del pasado, sino como la prime-ra novela kichnerista, o cuanto menos, de sudiscurso.

Y sí... Parece que el cabreo con el usokichnerista de los 70 pudo más quetodas mis decisiones y, efectivamente,es probable que haya escrito más so-bre ese uso que sobre el período ensí. (Piensa largo, toma aire como quienva a saltar y salta) Lo que pasa es queel kichnerismo es como la perfecciónde aquello que criticaba hace diezaños, antes de que existiera. Es decir:ha llevado la idea de la desviación dela energía social a política de Estado.Efectivamente, una cosa era verlo enlos pibes que van a una marcha y pen-sar “qué cagada que estén perdiendo eltiempo en esto –entre comillas– cuandopodrían estar haciendo otra cosa” yuna muy distinta es verlo usado paraponer en marcha políticas conservado-ras, en el sentido estricto de la palabra:que tratan de conservar cierto ordensocial y económico, basándose en elhomenaje perpetuo a aquellos que jus-tamente querían deshacerlo.

Uno de los temas que pone en debate la no-vela es la construcción social de la memoria.No sólo se rebela contra el uso que el gobier-no hace de ella, sino con el discurso que vic-timiza a los desaparecidos o los convierte enpiezas de museo. ¿Creés que eso es lo quecoagula la posibilidad de que se discuta estepresente en otras condiciones?

Creo que no puede pensarse en lo queevoca esa memoria sin pensar en elpresente. Creo, incluso, que la únicamanera de pensar un espacio para re-cordarlo es poner en un mismo lugarlos nombres de todos los que desapare-cieron rodeados de pantallas de TV queemitan en continuado los noticieros dehoy. Eso sería realmente recordar quépasó y por qué.

Ni el tiro del final

arlos, el personaje de la ficción, seestá muriendo. No piensa darlebatalla a la enfermedad que le

consume esa vida que para él ya no es vi-da, pero la proximidad de la muerte lo co-loca en una trinchera inesperada: quierevengarse de aquel enemigo que le quitó loverdaderamente vital. A partir de esa idea,Caparrós despliega todos los argumentosposibles para justificar o no esa venganza.No queda lugar para preguntas porque enla novela está todo dicho, como si Capa-rrós hubiese tirado del hilo de cada razo-namiento hasta hacerlo chocar con suspropios límites, así que me limito a citarleuna de sus frases más perturbadoras: “Lavenganza es una forma extrema del re-cuerdo, el modo desesperado de avivaruna huella que se borra.”

Dirá entonces Caparrós:“Ahora que lo leés, me acordé un poco

más del proceso de origen de esta novela: apoco de darle vuelta a esa historia del cri-men del pueblito, me volvió a la cabeza eltema de la venganza. Es algo que siempre

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aniris cuenta su historia dedolor sin dolor. Con voz se-gura, con frases breves, conlas manos apoyadas en susmuslos largos y con la mira-

da fija en quien quiera escucharla. Loque está diciendo es insoportable, peroella lo tolera con una dignidad impertur-bable. Sin lágrimas, sin quejas. Sabe queestá enfrentándose a todo lo que siem-pre temió y, quizá por eso mismo, trans-mite esa convicción de quien no tieneotra salida que la de avanzar, desafiante.“Nosotros somos muy cerrados. Sufri-mos las cosas por dentro y no las habla-mos, que es lo que yo decidí no hacermás. Yo tengo que hablar. No me intere-sa ni lo que piensen los demás ni el mie-do. Ya no. Lo único que me interesa esque se haga justicia y que nos apoyen,porque sola y callada no voy a obtenerningún resultado”.

El resultado que busca Yaniris es justi-cia. Su hermana Santa fue asesinada. Yese crimen es el que rompe, por primeravez, la mordaza que somete a tantas mu-jeres dominicanas.

Esclavas

Por dónde comenzar a contar estahistoria, si la impunidad y la vio-lencia la desgarran completa, sin

piedad? Pongamos que todo se inició un10 de febrero del año 2000, el día que Ya-niris llegó a Argentina, desde su Santiagonatal. “Mi prima hermana estaba traba-jando en Necochea y cuando nos vino avisitar, la vi tan bien que me inspiró. Enmi país no hay opciones. Hay muchagente trabajando en la zona franca, ha-ciendo ropa, cosiendo botones. Mi mamátrabajaba en eso. Mi papá era agricultor.Ellos se habían separado. Éramos cincohermanos, yo soy la mayor y había que-dado embarazada. Había noches que nosacostábamos sin comer. Mi madre meapoyó, pero mi padre no quería. Tuvimosque hipotecar la casa para pagarle alhombre que hizo todos los trámites. Acáme estaban esperando en el aeropuerto.Me llevaron directo al boliche y ahí meexplicaron lo que tenía que hacer.”

¿Vos no sabías?En el momento, no. Me habían dichoque podía conseguir cualquier tipo detrabajo. De niña trabajé en casa de fa-milia. Pensé que aquí podía hacer lomismo. Pero era mentira.

¿No pudiste decir que no?Es que tenés miedo, no conocés el pa-ís ni el lugar dónde estás. No te dejansola nunca. Con las únicas que habláses con las chicas que están en el boli-che, como vos, aterradas.

¿Dónde quedaba el boliche al que te lleva-ron?

En Recoleta. Después, me llevaron aun departamento de la calle Jujuy,muy cerca del Hospital Francés.

¿Con quién estabas ahí?Éramos dos chicas embarazadas y dosnodrizas.

¿Nodrizas?Chicas que estaban amamantando.Nos vigilaba una pareja. La mujer dedía y el hombre, de noche. Nunca tedejaban sola.

¿Cuántas horas tenías que trabajar?Las 24. No salíamos del departamen-to casi para nada. Y si íbamos a com-prar algo al supermercado, nos acom-pañaban.

¿Cuánto dinero cobrabas?Había servicios de 20, 30 y 50 pesos.Por el de 20, te quedaban 8 pesos. Elresto era para la pareja, que te cobra-ba todo: hasta el aviso que ponía enlos diarios.

¿Cómo pudiste salir de ahí?Porque me ayudó otra chica, haitianaella. La mujer del departamento mehabía sacado el pasaporte y yo pen-saba que sin documentos no podía ira ningún lado. Pero la chica me dijo

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que podía hacer la denuncia de quelo había extraviado y así tener otro.Me explicó que yo tenía derecho aandar sola, que me estaban explotan-do y me ayudó a salir. Me fui conella, a compartir una habitación, enun hotel de la calle Piedras al 900.Ella fue también la que me mostróConstitución.

n las cuadras que rodean la esta-ción de trenes de Constitución,Yaniris aprendió los límites de

su derecho a andar sola. Pagaba 20 pe-sos por semana a la policía para que ladejaran trabajar y 900 al hotel dondevivía con su hijo. Cuando las cuentas nole daban, tenía que afrontar los procedi-mientos contravencionales. “Me tienenfichada y con foto en todas las comisarí-as de la zona. Un día, incluso, me enjui-ciaron. Tuve que enfrentarme a un juezy a los testigos que decían que yo lleva-ba pantalones llamativos, para así justi-ficar que me condenaran. Fueron tiem-pos duros, de mucho miedo. Una vez unhombre me golpeó y casi me mata.Quedé aterrada. Por suerte, encontréuna familia dominicana que me ayudó.Cuidaba a mi hijo mientras yo trabaja-ba, si no tenía plata para la leche, ellosle daban. Siempre se la devolví, porqueera lo que correspondía. Pero no es elcaso: lo importante es que ellos lo hací-an porque me ayudaban.”

La cadena

fines de 2004 Yaniris recibió a suhermana Santa, que calcó su des-tino de andar sola por las calles

de Constitución. “Fue más fácil, porquecomo yo ya sabía qué hacer, no tuvimosque pagarle a nadie para que viajara.”Poco después, las dos conocieron a quie-nes serían sus parejas. Yaniris dice quepor entonces ya estaba pensando en de-jar la calle. “Por miedo, pero tambiénporque quería para mi hijo una vida nor-mal y eso no es normal. Yo llegaba a micasa y no dormía del miedo que traía en-cima. No fue fácil. Lo intenté varias ve-ces. Empecé a estudiar de noche, pero tu-ve que dejar porque me hicieronproblemas con los documentos. Fui alpsicólogo, dejó de importarme tanto laplata, pude estabilizar una pareja, cortarcon todo y, finalmente, salí.”

Santa –a quien Yaniris llama Delinda,su nombre de fantasía– no había podidodesarmar esa cadena. Se había enamora-do de Alejandro César Rojas, un mucha-cho de 30 años, que trabajaba de taxistay con el que al poco tiempo empezó aconvivir. “Parecía un muchacho decente.Tenés que ver lo bien que hablaba. Alprincipio, la traía todas las madrugadasen el taxi, desde Constitución a casa yno le cobraba”.

Muy pronto, él perdió el trabajo ySanta tuvo que compartir el departa-mento con Yaniris. Así descubrió cómoen realidad funcionaba la pareja. “Undía llegué a casa y los encontré en la co-cina, peleando. Él tenía un cuchillo enla mano. Lo eché, pero no quería irse ytuvimos que sacarlo a empujones deldepartamento. Estuvieron separados untiempo, pero volvieron. Y ahí le dije ami hermana que yo sentía en el corazónque ese no era un hombre para ella yque no quería volver a verlo. Entonces,ella decidió irse”. Regresó al tiempo,después de una violenta pelea que ter-minó con una denuncia en la comisaría43, donde Alejandro estuvo detenidodurante ocho horas. “Después lo solta-ron. Y como el día en que mi hermanatenía que volver a declarar había muchagente, le dijeron que regresara la si-guiente semana. Supongo que por esadenuncia él tendría que haber sido en-juiciado, pero se demoró tanto la cosaque no sirvió para nada. Mirá lo queterminó pasando”.

Basta

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Santa Uceta Durán tenía 22 años, un embarazode tres meses y una pareja violenta. Era domini-cana y había llegado al país hace tres años. Lamataron a golpes y puñaladas en la madrugadadel 16 de marzo, pero la policía recién la encon-tró dos días después, porque nadie denunciónada. Su pareja, Alejandro César Rojas, se paseóesa noche por los boliches de Constitución conla camisa ensangrentada y la cara arañada, peronadie ni nada lo detuvo. Ahora está prófugo,suponen que en Paraguay. Yaniris, la hermana de Santa, está empeñada enque la justicia y la embajada hagan algo paraterminar con la cadena de impunidad que con-sumió la vida de Santa. Yaniris sabe bien dequé se trata. Es una de las tantas mujeres quefue engañada y explotada en esa industria quemuchos llaman “trata”. Y es la primera que seatreve a romper la mordaza.

EL CRIMEN DE UNA JOVEN DOMINICANA

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El crimen

anta estaba embarazada de tresmeses. Aún así, trabajaba paramantener a su pareja, para espe-

rar a su hijo, para sobrevivir. Le había di-cho a Yaniris que solo lo haría uno o dosmeses más, hasta juntar el dinero sufi-ciente para pensar más tranquila su futu-ro. “La última vez que contamos lo quehabía juntado, tenía 1.500 pesos. Estabafeliz, porque había ido al Hospital Arge-rich y los médicos le dijeron que el em-barazo iba bien. Ya había perdido dos yeso la tenía preocupada.” Por entonces,la pareja se había mudado al hotel Arle-quín, de San José 1019, en el barrio deConstitución. En una de sus veinte habi-taciones Santa fue asesinada a golpes ypuñaladas.

La última vez que vieron a Santa convida fue el domingo 16 de marzo a las 12de la noche. Había ido a cenar con Ale-jandro a uno de los restaurantes de la zo-na de San José y Cochabamba, pobladapor la comunidad dominicana. Se supo-ne que después de cenar, la pareja regre-só al hotel, lo cual significa que en estahistoria hay menos de dos horas en blan-co. En el barrio cuentan que a las 2 de la

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mañana lo vieron a Alejandro en la dis-coteca Bom Bom, a pocas cuadras de allí,pagando tragos a las chicas y a los parro-quianos. Luego, lo volvieron a ver en unbar de la zona, también tomando. Cadatanto -cuentan- se asomaba a la puertacomo esperando a alguien o a algo. Enlos dos lugares dicen que tenía la camisaensangrentada y la cara arañada. Unamujer recuerda haberle preguntado quéle había pasado y que él le respondió:“Tuve una pelea con la flaca”. Los relatosle pierden el rastro a las 5 de la mañana.Desde entonces está prófugo.

Los gritos de Santa

ecién dos días después, la encar-gada del hotel Arlequín llamó ala policía, alertada por el olor

que salía del cuarto de la pareja. Jorge, elamigo que fue convocado a la habita-ción para reconocer el cadáver cuentaasí lo que encontró: “No había muchodesorden. Ella estaba desnuda, tirada enel piso. En un costado había una tijeraensangrentada. Tenía la cara desfiguradapor los golpes. Tanto, que le dije a la po-licía que no la podía reconocer. Enton-

ces, me pidieron que me concentrara enel cuerpo. Y sí: ella era así de flaquita,pero tirada ahí parecía más nena toda-vía”. Yaniris no pudo verla. “Me habíallamado una amiga para decirme que ami hermana le había pasado algo. Perono era la primera vez: siempre me avisa-ban cuando los veían peleando. Cuandome estaba cambiando para ir a buscarla,sonó otra vez el teléfono: era la policía,que me pedía que fuera a identificar uncadáver. Me dio un ataque. Mi maridome encontró en el piso, aullando. Comopudo me llevó al hotel. Cuando llegué,vi un montón de gente en la puerta, lapolicía, las cámaras y me desmayé. Ter-miné en el hospital, donde estuve dosdías internada”.

Le pregunto cómo es posible que enun hotel de 20 habitaciones nadie hayaescuchado los gritos de Santa. Yaniris co-noce la respuesta, incluso antes de pre-guntarle a todos los que encontró cuan-do regresó a la semana para hacer supropia y solitaria investigación: “miedo”.

Así fue como Santa se convirtió en elsumario 805 que tramita el juzgado deInstrucción Nº 16, a cargo de la doctoraBruniard. Yaniris todavía no sabe nadadel estado de la causa, porque recién

ahora consiguió un abogado. Tampocosabe porqué aún no le entregaron elcuerpo de su hermana, ni si podrá tras-ladarlo a su país, como le ruega por telé-fono su madre cada vez que la llama, otendrá que sepultarlo acá, al menos has-ta tanto la justicia haga algo por encon-trar a Alejandro, que supone que estáescondido en Paraguay. “Fui a la emba-jada dominicana a pedir ayuda, por lomenos para tener un abogado, pero nome dieron nada. Lo que yo pido es quela justicia haga su trabajo y que la em-bajada también. No pueden seguir dán-donos la espalda. Todos en la comuni-dad ya sabemos que si no hacemosalgo, el crimen de mi hermana va a que-dar como tantos otros, tapado”.

Yaniris cuenta que ahora está estudian-do computación y que de a poco está ar-mando una página de Internet para recla-mar justicia por su hermana. Que mañanatendrá una reunión con mujeres de su co-munidad para organizar una nueva mar-cha. Y que pasado irá al juzgado con la es-peranza de que una jueza mujer entiendaque esta vez no, que basta.

Esa es la palabra, dice, que le permitiódejar de llorar, de callar, de aguantar, detemer: basta.

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Trabajan sobre el ser y sus resistencias, basados en una teoría que nació en la academia, llegó a las empresas,mutó en marketing y se reprodujo en cursos rápidos y caros. Así, ya se entrenó en nuestro país un ejército calculado en 2.000 coaches que tienen como objetivo primordial conseguir resultados. Qué dicen y qué hacen.

EL FENÓMENO DEL LLAMADO COACH ONTOLÓGICO

a directora de una de las carre-ras de Coaching Transforma-cional-Modelo Ontológico, Li-dia Muradep, propone hacerun ejercicio, para que yo en-

tienda. Como coach que es, explica que to-dos tenemos dos tipos de conversaciones.“La conversación pública –que tenés conlos demás– y tu propia conversación priva-da, interior, el rollo, que es lo que vas pen-sando acerca de lo que yo digo”. Hace ges-tos circulares alrededor de la cabeza, querepresentarían los citados rollos.

Lidia me explica que la idea del coach (sepronuncia couch) se tomó del deporte, es elentrenador de un equipo (conversación inte-rior:... “Basile es el coach de la Selección, D’Elíaes el coach de...”) pero el concepto cambió decontenido al trasladarse a la vida personal yempresarial. Ya no se trata de un entrenador,sino de alguien que sin ser exactamente unconsejero, un psicólogo, un consultor, unmaestro o un acompañante terapéutico, escapaz de “coachear” (couchear) a una perso-na o a un grupo laboral. Conversa sobre losproblemas, los detecta, y busca en conjuntoposibles soluciones. Según el programa dela escuela, al hacerlo se ayuda a la personao al grupo a llegar a metas como “lograr una

nueva modalidad de ser”, “diseñar un futu-ro poderoso” y “obtener resultados extraor-dinarios”, entre muchas otras. El programade Coaching Transformacional– ModeloOntológico otorga un título que permite sa-lir a coachear profesionalmente tras un cur-so de nueve meses, una vez por semana. Acambio hay que abonar 5.000 pesos másIVA, a pagar en cuotas.

Pero lo que ahora Lidia quiere demos-trarme es que el Ser tiene tres dominios quedeterminan nuestra forma de observar almundo: el lenguaje, la emocionalidad (aquíentra la conversación interior) y la posturacorporal. “Por ejemplo, si uno cambia laconversación privada, cambia la emociónque es la que produce pensamiento, y cam-bia la corporalidad. Si yo creo que mi jefe esun mal tipo, mis palabras y hasta mi corpo-ralidad van a estar actuando según ese jui-cio. Pero si cambio el juicio, y digo ‘mi jefees un tipo con cosas positivas’, transformo laconversación interna y hasta el modo cor-poral cuando estoy con él”. Se trata de lo-grar nuevas habilidades conversacionalesque influyan en lo emocional y la posturacorporal y “que detecten y disuelvan losobstáculos que interfieren en el desarrollopersonal” (el mío, el de mi jefe, o el de

quien contrate al coach). El ejercicio que me propone para co-

menzar a alcanzar estos objetivos consisteen lo siguiente: me pide que agache la cabe-za y deje caer los hombros: “Sentí tu con-versación; (silencio, con voz más grave) sen-tila, ¿qué te dice?”. Es cierto: creía que sóloestaba pensando en lo ridículo de este mo-mento, pero en realidad me estoy pregun-tando cómo podré hacer todas las cosasque tengo que hacer en tan poco tiempo.“Ahora sentate bien derecho, con los hom-bros hacia atrás, la cabeza arriba, mirandode frente, respirá hondo, y sentí ahora tunueva conversación interna. ¿Sentís el cam-bio?”. Veo que detrás suyo hay un cuadroque representa cuatro laberintos. Adentrode uno me parece ver una especie de paja-rraco. Lidia me coachea.

–¿Cuál es tu conversación ahora? –Miraba el cuadro y pensaba lo mismo

que antes. –Pero en general, al cambiar la postura

cambia el pensamiento, la conversación in-terna, y también se cambia el estado emo-cional– me dice, mientras mi rollo internogira en falso, cual pajarraco en el laberinto.

Frente a esa rebeldía, me plantea unaopción que en estos tiempos resulta casi

irresistible: “Poner límite a la confusión yencontrar un nuevo sentido a la vida”.

Biografía del coaching

ernando Sáenz Ford, 32 años, es co-ach y organizador de los dos Con-gresos de coaching que hubo hasta

ahora en la Argentina. Describe tres líneasde la especialidad:

La pragmática o norteamericana, que tu-vo como inspirador a Thomas Leonard, cre-ador de la entidad internacional que agru-pa a los coaches. Se centra en losresultados.

La europea humanista, preocupadamás por el proceso que por los resultadosen sí, y volcada a la autoestima y la auto-confianza.

La latinoamericana o de coaching onto-lógico, que trabaja más en la estructura dela persona que en la acción. Se inspiró so-bre todo en las ideas del biólogo chilenoHumberto Maturana y de Fernando Flores,ex ministro de Economía de SalvadorAllende y actual senador. Otros chilenoscomo el filósofo Rafael Echeverría y el abo-gado y especialista en teoría del lenguaje,

Los ego-service

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Julio Olalla, amasaron luego esta combina-ción entre coaching y ontología.

La línea pragmática es sencilla. Se con-trata al coach para ayudar a una persona aobtener un resultado y eso es lo que mideradicalmente el éxito, más que el modo enque se logra. Bajar de peso, ascender en eltrabajo, o lo que sea. (Mirada irónica sobreel tema: en la serie norteamericanaNip/Tuck una madre contrata una coach pa-ra su hijo adolescente, reprobado en Fran-cés. La coach –inquietante morocha– haceun rápido diagnóstico en la primera sesióny le dice al chico: “Si aprobás, te la chupo”.El chico se saca un diez y todos felices, él es-pecialmente. Luego se descubrirá que la co-ach es una travesti, pero en todo caso hayque ver la serie).

Orden y obediencia

a variante ontológica transita otroscaminos. Maturana es un científicoque analizó los sistemas vivos des-

de nuevas perspectivas, a partir de la ideade los seres como mecanismos autoorgani-zados. Para entender la experiencia humanapone el foco en lo emocional y en las rela-

ciones. Así escribió tratados como Biologíadel conocimiento y Biología del amor que sefundamentan en la noción de que la culturaes una “red de conversaciones”, y que la re-alidad debe ser estudiada desde una posi-ción “ontológica” y no desde un supuestoracionalismo ubicado fuera y más allá delser. En Ontología de la conversación, Matura-na cuestiona que los sistemas laborales ylos sistemas en general jerárquicos y de po-der sean “sistemas sociales”, ya que se fun-damentan en procesos de autonegación -ne-gación del otro- y aceptación delsometimiento en una dinámica de orden yobediencia. Este tipo de razonamiento abo-na las teorías sobre las revoluciones socialescomo fruto de revoluciones culturales. Ma-turana considera, de paso, que el capitalis-mo representa la vigencia de la política delchimpancé (en su libro Formación humanay capacitación), es decir, de aquella carga ge-nética común de los humanos con los chim-pancés, caracterizada por valores comoapropiación, competencia, desconfianza,control, sometimiento, dominación del otro,y la lógica de la guerra. Una etapa previa alingreso a la dimensión humana de la convi-vencia y la colaboración. (Y así Maturana escitado por uno de los creadores de la Teolo-

gía de la Liberación, Leonardo Boff, como unmodo de defender las ideas de un nuevo ti-po de socialismo).

Fernando Flores es todo un personaje enChile. Fue uno de los más jóvenes ministrosde Salvador Allende, quedó como detenidopolítico de Augusto Pinochet hasta que Am-nesty International logró que la dictadura loliberase. Según relata Sáenz Ford, duranteesa permanencia en la cárcel Flores pudo re-cibir visitas y clases de Maturana, tomó susideas sobre ontología del lenguaje y luego,ya exiliado en Estados Unidos, aplicó todosestos conceptos a las estrategias sobre geren-ciamiento y eficiencia empresaria. Maturanasiempre cuenta que tuvo el hobby de la ma-gia y el ilusionismo. Pero el verdadero actode magia fue el de Flores, al absorber las ide-as sobre el ser y la socialidad, y convertirlasen herramientas de “liderazgo empresario”,llamando “coaches” a quienes trabajabancon él. Hoy Flores se presenta como “empre-sario y emprendedor”, es senador chileno,mezcla en su jerga eficientismo con patriotis-mo, se convirtió en consultor internacionalde empresas, y a la vez renunció al Partidopor la Democracia (ppd) que lo llevó a la se-naduría. Los acusa de corruptos.

Sin embargo, los que sistematizaron la

expresión coach fueron el filósofo RafaelEcheverría y el abogado y doctor en filoso-fía del lenguaje Julio Olalla, ambos tam-bién chilenos, formados con Flores en es-tas artes. Echeverría escribió Ontología dellenguaje, biblia coaching donde suma ideasde Heidegger, Foucault, Víctor Frankl,Nietzche, Wittgenstein, entre muchos otros,aunque parece poco probable que los ac-tuales estudiantes criollos lean concienzu-damente a estos señores, y sí a los libros(como El arte de soplar brasas, de LeonardoWolk) y páginas de Internet sobre coachingque los citan junto a rejuntes de proverbioshindúes y frases de Lao-Tsé, Bill Gates, oMarcel Proust.

La versión argentina

os primeros libros sobre coachingontológico que recorrieron la Ar-gentina fueron escritos por Jorge y

Esteban Pinotti, quienes luego fueron de-nunciados por cámaras ocultas de Canal 13,debido a los talleres de coaching organiza-dos por Argentina Works, que suponíanvirtuales lavados de cerebro y terminaroncon personas hospitalizadas por brotes psi-

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Lidia Muradep, directora de una escuelade coaches; Rodolfo Laduz, presidente dela Asociación Argentina de Coaching yFernando Sáenz Ford, organizador de doscongresos de la especialidad.

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que había tenido toda una historia duran-te la dictadura. Creo que fui muy hábil pa-ra no meterme en eso y tratar de solucio-nar su problema de agresividad en la calle,que era su objetivo”. (Se recomienda con-ducir con prudencia, y evitar bocinazos arepresores que no hayan hecho coaching).

Humanizar a la empresa

áenz Ford confirma el mal am-biente que se vive en las empre-sas. “Las personas no se movilizan

por la zanahoria y el palo, el premio y elcastigo, sino cuando funciona una causacomún y un consenso”. ¿Cuál es la ten-dencia actual? “Tomar a las personas co-mo objetos manipulables. Nuestro trabajoes humanizar esos espacios”.

¿Humanizarlo no puede ser un simulacro enempresas que siguen siendo piramidales yjerárquicas?

Se puede usar la pantalla de lo ‘huma-nizado’ para manipular todavía más ala gente. Nuestro primer trabajo consis-te en ver si el coachee está realmentecomprometido con el cambio. Si no esasí, al menos en mi caso, me retiro. Esono quiere decir que no entienda el as-pecto estratégico: el negocio tiene quefuncionar para que todos trabajen. Nonos contratan para cambiar una menta-lidad, ni para cambiar al mundo, ni si-quiera el modelo de empresa, sino paralograr resultados.

Rodolfo Laduz (director además del Centrode Consultoría Organizacional) cree que elcoaching puede tener efectos especiales enlas Pymes: “Ahí el dueño está con el cuer-po puesto en lo que pasa, y le va la vida enque haya bienestar entre los que trabajancon él”. Cree que el país ha tenido dema-siados empresarios ricos en empresas po-bres y que ese modelo ya no funciona. “Sepueden lograr cambios si se instalan nue-vos modos de ver los problemas de rela-ciones en una empresa. Si en el trabajo mevan a seguir tratando como una cosa, esonunca va a funcionar bien. La gente hace‘como si’, hace una resistencia”.

¿Y eso qué provoca?Se pierde la rentabilidad.

Acerca de las verdades

n la charla con Lidia, que dirige laEscuela Argentina de Programa-ción Neurolingüística y Coaching,

surgió nuevamente la cuestión.

¿El coaching es un modo de aceitar la máqui-na empresarial?

Mi amor: la empresa ¿qué es? Personas.Hace tiempo que trabajo con varias pa-ra mejorar eso que vos me traés: Te-chint, Arcor, Clarín, Telecom. Me pareceque es una historia tuya. Es un juicio.No es la verdad.

No es un juicio: es un dato. Conozco a mu-chas personas que trabajan en esas empre-sas en un ambiente que no tiene nada quever con lo que usted dice.

Pero hay gente que trabaja comprome-tida y contenta. Te puedo dar los núme-ros de teléfono de varios gerentes depersonal para que lo compruebes. ¿Sa-bés qué? Yo te haría un coaching a vos.

¿Cómo sería? Te propondría que empieces a dejarque tu juicio se mueva y hables congente a la que le encanta estar en esasempresas. Lo tuyo es un punto de vista.No una verdad.

¿Y lo suyo? (Sonriendo) Entonces tendríamos queconstruir una conversación que vayamás allá de lo que decís vos, y de loque digo yo.

Semejante tarea queda a partir de aquí acargo de cada lectora y cada lector, segúnla ontología de sus rollos internos.

que permitan reflexionar sobre la relacióncon los demás.

En muchos institutos no se pide ni el tí-tulo secundario. Es diferente en el icp (Ins-tituto de Capacitación Profesional), queotorga título reconocido por el Ministeriode Educación tras un curso de dos años olos masters en la universidades privadas deBelgrano y Salvador, donde hay que teneralguna carrera de grado hecha. En cual-quier caso todos los egresados “certifican”como coaches y pueden empezar a trabajar.

Freud, ¿el gran coach?

áenz Ford reconoce: “Hubo genteque sin formarse empezó a usar lapalabra coach y te ofrecen entrena-

mientos donde supuestamente cambiar tuvida en un fin de semana. Eso no tiene na-da que ver con coaching”. ¿Son casos comolos de varias empresas que reúnen a perso-nal jerárquico y arman juegos como alzarentre todos a un gerente gordo, para de-mostrar capacidad de trabajo en equipo?“No, eso es team building (construcción deequipo), que yo también hago. Me refería aactividades muy agresivas y provocativas,los entrenamientos vivenciales. El coachinges lo contrario, se hace desde un lugaramoroso y de respeto por el otro, y se creaun espacio para que el otro revise su es-tructura de interpretación del mundo”.

¿Eso no es algo parecido a la psicologíao al psicoanálisis? Sáenz Ford (que dirige laconsultora Sincro) viene de los estudios enAdministración de Empresas. ¿El coachingno se mete con temas demasiado profun-dos y ontológicos ya que estamos, paragente no excesivamente preparada? “Lostemas delicados aparecen, sobre todo en elcoaching life, el coach personal sobre la vi-da del coachee. Pero el coaching no es psi-cología ni psicoterapia. No trabaja una in-terpretación de la psiquis ni de la historiade la persona, sino que trabaja sobre lasconductas del presente hacia el futuro. Elcoach no puede prometer solucionar unaenfermedad, porque ése no es nuestro ex-perteese (competencia)”.

Pero una persona puede llegar con un pro-blema de sobrepeso, por ejemplo, y eso pue-de estar implicando un conflicto profundoque lo origina.

No diagnosticamos enfermedades. Elcoach va a trabajar para lograr un resul-tado que el coachee esté planteando.Digamos: uno va a entender que al-guien tiene un problema psicológico,desde una mirada psicológica. Pero elcoaching no tiene esa mirada. No consi-dera que la persona sea enferma. Unpsiquiatra medica a la persona, un psi-cólogo va a analizar la psiquis, los con-flictos previos. En cambio un coach va aobservar cuáles son las conversaciones,la corporalidad y las emociones que lapersona está viviendo. Partimos de otramirada. Para nosotros la persona no es-tá determinada por su historia, sino porlas acciones que realiza en el presente.

Sin embargo, las conversaciones y las emocio-nes van a estar influenciadas por el pasado.

Pero nosotros no trabajamos la relaciónpasado-presente sino futuro-presente. Nonos importa por qué hacés algo, sinopara qué. Si una persona quiere adelga-zar equis cantidad de kilos, trabajarépara que lo logre. El coaching trabajamucho en aprender a decir ‘no’, así queeso lo podemos hacer. No pensamosen la enfermedad. Y si notamos algo ra-ro, nos declaramos incompetentes y loderivamos.

Quizás ésa sea una clave: para muchos queconsideran que hablar con un psicoterapeu-ta es sinónimo de enfermedad, el coachaparece como una figura más puntual ypráctica, además de estar un tanto de moda.

Claudio Margules, flamante coach, na-rra otro caso: “Vino a verme un señor quetenía problemas de agresividad en la calle.Le tocaban bocina, le cerraban el auto, yse ponía violento. Conversando descubrí

los obstáculos o limitaciones que inter-fieren en la concreción de los resulta-dos propuestos, inadvertidos hasta esemomento por el coacheado. Lo hace através de la indagación y de “desafíos”a los preconceptos que el coacheadopresenta en su discurso”.“Las entrevistas individuales de coa-ching tienen el objetivo de detectar ydisolver los obstáculos que interfierenen su desarrollo personal, permitiendoobtener mejores rendimientos tanto anivel personal, como laboral, profesio-nal u organizacional”. “En tiempos de grandes cambios es pre-ciso actuar. Es el momento de diseñar elfuturo, de decidir qué tipo de vida que-remos tener, y hacer que suceda”. “El coach no es un maestro que enseñala mejor técnica para lograr un objetivo.Formula preguntas y acompaña a laspersonas a descubrir sus propias res-puestas sin copiar las del maestro”. “No es un consultor ya que no da a sucliente un asesoramiento de experto enun campo determinado. Trabaja en unsistema constituido por las conversacio-nes, los estados de ánimo y el cuerpo”.

Cuánto cuesta ser coacheado

n la Argentina hay unos 300 so-cios registrados en la AsociaciónArgentina de Profesionales de Co-

aching, aunque Laduz calcula que existenmás de 2.000 coaches ejerciendo actual-mente, además de decenas de empresasque, así como antes hablaban de “consul-toría”, ahora asesoran en coaching. Un co-ach personal puede cobrar desde 100 a300 pesos por conversación de una horacon el coachee (couchí, el que lo contrata).La cifra puede ascender según el coach, ola cuenta corriente del coachee. Para el co-aching empresarial, las cifras pueden osci-lar entre 5.000 y 60.000 dólares, según laintensidad del trabajo, su extensión, o loslogros propuestos. Además, en muchasocasiones se cobran directamente porcen-tajes del aumento de rentabilidad que seconsiga para la empresa.

La preparación para ser coach es un te-ma sinuoso. “Hoy, lamentablemente, cual-quiera es coach” reconoce un ex gerente deuna empresa informática que se hizo co-ach. “Hacés un cursito, te dan un certificadoy con eso salís a coachear sin problema”.

Hay unos 25 cursos, cuyo requisito pri-mordial suele ser pagarlos. Los más seriosimplican de un año a dos, muchas vecescon actividades outdoor (cuando pregunto–ontología del lenguaje– por qué dicenoutdoor en lugar de aire libre, nadie me sa-be responder). Los outdoors implican via-jes y salidas para hacer kajak, por ejemplo(acaso experimentando cómo remar parael mismo lado) o actividades recreativas

cóticos a partir de ejercicios supuestamente“movilizadores” basados en insultos, humi-llaciones, acoso y coerción. Los chimpancésde Maturana merecen una reivindicación.

El actual coaching ontológico está bus-cando profesionalizarse y remontar aque-llas imágenes que lo emparentaron nocon el lenguaje y la eficiencia, sino con lamanipulación y hasta las sectas. SáenzFord tiene una mirada más neutral: “Esono es coaching ontológico. Pero no los cri-tico. Cada uno hace lo suyo”.

El propio Esteban Pinotti es un ejemplode cómo las ideas de la ontología se tradu-cen en coaching. Decididamente volcadoal coaching ontológico (y no al coercitivode las cámaras ocultas), escribe en la pági-na española de Microsoft artículos comoMetanoia del management (“metanoia” sig-nifica “cambiar la mente” pero en este ca-so se utiliza como “reelaboración”; y “ma-nagement” es el manejo de las empresas).Sostiene Pinotti: “El management históricoestá orientado al control, el orden y laobediencia. En el estado actual del merca-do, esta orientación es poco efectiva y traecomo consecuencia que las personas seanconvertidas en objetos, medidas y usadas.Mediante un profundo proceso, el coa-ching propone descubrir acciones que ledan poder a las personas para contribuirmás plena y productivamente con la mi-sión de la empresa, alineándola con sumisión personal, desdibujando así losefectos del sistema de control”.

El coaching sería entonces una herra-mienta contraria a la obediencia y la cosi-ficación de las personas, según se publicaen Microsoft. Una idea diferente es la queexpresan investigadores como el nortea-mericano Brian Holmes: “La izquierda hademostrado gran debilidad a la hora deentender la clave del proceso de produc-ción capitalista. Éste no sólo entraña in-ventos tecnológicos, sino también técnicaspara formar la lealtad y la perseveranciade las personas”.

Entonces, ¿el coaching es una opciónfrente a los sistemas de obediencia, o lametanoia del control?

¿Qué es un coach?

o que resulta evidente es que algono está funcionando bien. RodolfoLaduz, presidente de la Asociación

Argentina de Profesionales de Coaching:“Los niveles de angustia e insatisfaccióncon los que uno se encuentra en el ámbitode las empresas y de las personas, sonenormes”. La idea permite entender algu-nas definiciones de la actividad:

“A partir de la observación de las ac-ciones del coachado y sobre la base deun conjunto de habilidades conversa-cionales, el coach facilita el camino ha-cia un nuevo aprendizaje detectando

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15ABRIL 2008 MU

gen, ni el escritor escribe en una página enblanco, sino que la página o la tela están yacubiertas de tópicos preexistentes, preestable-cidos, que hay que primero tachar, limpiar, la-minar, incluso desmenuzar para hacer que pa-se una corriente de aire surgida del caos quenos aporte la visión. El arte no es el caos, si-no una composición del caos que da la vi-sión. El arte toma un trozo de caos en unmarco, para formar un caos compuesto quese vuelve sensible.

La ciencian movimiento similar, sinuoso, ser-pentino anima tal vez a la ciencia.Una lucha contra el caos parece perte-

necerle esencialmente cuando hace pasar lavariabilidad bajo unas constantes o unos lí-mites, cuando la relaciona de este modo conunos centros de equilibrio, cuando la sometea una selección que sólo conserva un númeropequeño de variables independientes enunos ejes de coordenadas, cuando instauraentre estas variables unas relaciones cuyo es-tado futuro puede determinarse a partir delpresente (cálculo determinista) o, por el con-trario, cuando hace intervenir tantas variablesa la vez que el estado de las cosas es única-mente estadístico (cálculo de probabilidades).La ciencia no puede evitar experimentar unaprofunda atracción hacia el caos al que com-bate. Daría toda la unidad racional a la queaspira a cambio de un trocito de caos que pu-diera explorar.

El paraguasn un texto violentamente poético,Lawrence describe lo que hace la poe-sía: los hombres incesantemente se fa-

brican un paraguas que los resguarda, en cu-ya parte inferior trazan un firmamento yescriben sus convenciones, sus opiniones; pe-ro el poeta, el artista, practica un corte en elparaguas, rasga el propio firmamento, paradar entrada a un poco del caos libre y vento-so y para enmarcar en una luz repentina unavisión que surge a través de la rasgadura. Entonces, aparece la multitud de imitadoresque restaura el paraguas con un paño que va-gamente se parece a la visión y la multitudde glosadores que remiendan la hendiduracon opiniones: comunicación. Siempre harán falta otros artistas para hacerotras rasgaduras, llevar a cabo las destruccio-nes necesarias, quizá cada vez mayores, y vol-ver a dar así a sus antecesores la incomunica-ble novedad de que no se sabía ver.

Construyeron juntos una nueva manera de entender el mundo y lasideas. Uno desde la filosofía y otro desde el psicoanálisis, aportaronconceptos que desnudan los mecanismos de la sociedad de control.

que nos permiten pasar de una a otra deacuerdo a un orden de espacio y de tiempo,que impida nuestra fantasía (el delirio, la locu-ra). Todo esto es lo que pedimos para forjarnosuna opinión, como una especie de “paraguas”que nos proteja del caos.

El precioe todo esto se componen nuestrasopiniones. Pero el arte, la ciencia, lafilosofía exigen algo más: trazan pla-

nos en el caos. Estas tres disciplinas no soncomo las religiones que invocan dinastías dedioses para pintar sobre el paraguas un fir-mamento. La filosofía, la ciencia y el artequieren que desgarremos el firmamento yque nos sumerjamos en el caos. Solo a esteprecio lo venceremos.

La luchao que el filósofo trae del caos sonunas variaciones. Lo que el científicotrae del caos son unas variables. Lo

que el artista trae del caos son unas varieda-des. Las tres disciplinas proceden por crisis osacudidas, de manera diferente, y la sucesiónes lo que permite hablar de “progresos” encada caso. Diríase que la lucha contra el caosno puede darse sin afinidad con el enemigo,porque hay otra lucha que se desarrolla y ad-quiere mayor importancia: contra la opiniónque pretendía, no obstante, protegernos delpropio caos.

El artel artista se pelea menos contra el caosque contra los tópicos de la opinión.El pintor no pinta sobre una tela vir-

DELEUZE & GUATTARI

El filósofo Gilles Deleuze yel psicoanalista FélixGuattari escribieron con-juntamente tres libros: ElAnti Edipo (1972), Mil Me-setas (1980) y ¿Qué es lafilosofía? (1991). Sobre és-te último, el crítico francésDidier Eribon, de Le Nou-vel Observateur, escribióal momento de su apari-ción: “Uno de esos librosque remuevan el pensa-miento, que nos fuerzan aver las cosas de otra ma-nera. Un libro al que seregresará a menudo porsu fuerza inventiva, por labrillantez de sus fórmulas,por la imagen que da del

pensamiento.” Un libroque, como toda la obra deDeleuze-Guattari proponeal lector un esfuerzo: noes fácil transitarlo. Esteresumen corresponde a laConclusión con la que cul-minan su ensayo y, si bienrepresenta una simplifica-ción, el atrevimiento estájustificado en la necesi-dad de conjurar los para-guas que se posan sobrenuestras cabezas. Comobien decía Italo Calvino“La imaginación es un lu-gar donde llueve”. Valganentonces estas líneas co-mo una danza para con-vocarla.

Variaciones sobre el caos

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Angustiaolo pedimos un poco de orden paraprotegernos del caos. No hay cosa queresulte más dolorosa, más angustiante,

que un pensamiento que se escapa de sí mis-mo, que las ideas que huyen, que desaparecenapenas esbozadas, roídas ya por el olvido oprecipitadas en otras ideas que tampoco domi-namos. Incesantemente extraviamos nuestrasideas. Por este motivo nos empeñamos tantoen agarrarnos a opiniones establecidas.

Protecciónolo pedimos que nuestras ideas se con-catenen de acuerdo con un mínimo dereglas constantes, reglas protectoras

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Tormenta de ideas

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abajo hay todo lo que uno quiera, hastallegar a las plazas donde se baila gratis oa la gorra. Así funciona esa pasión nadasecreta y por eso Buenos Aires es un para-íso especial.

Amarillo se publicita en una páginaweb que ofrece unos veinte taxi dancerscomo él, hombres de entre 30 y 40 añosde variada talla y estatura. El oficio es nue-vo pero ya tiene mucha competencia,“gente que vio el negocio y que se dedicaa lo mismo. Y hay mucho ladri suelto”, di-ce con tono tremendista. Amarillo no sóloes parte del staff de la agencia, sino tam-bién su fundador y jefe.

Como inesperado efecto colateral del boom turístico que vive Buenos Aires, nació unnuevo oficio: el milonguero. Lo contratan las mujeres que, hartas de planchar, llevana la pista su propio tanguero. El servicio cotiza a 25 dólares la hora.

e afeita, se da una ducha, sepone gel en el pelo y la cami-sa blanca. Elige unos zapatosacordonados, de horma an-cha, y los mete en la mochila.

Recién entonces está listo: los viernes,Eduardo Amarillo se alquila para bailar.

Sus clientas son mujeres algo mayores ycasi siempre extranjeras. Turistas que vie-nen a conocer el país por tres semanas y locontratan como parte del tour, por reco-mendación de un guía amigo. Otras lleganexclusivamente a bailar tango, en unas va-caciones que pueden parecerles extrañas alque no sepa lo que es el mundo milongue-

ro: son vacaciones que consisten en tomarclases de día y a la noche rumbear a unamilonga. No hay ninguna ciudad como és-ta si la idea es hacer ese tipo de turismo: delunes a lunes, siempre y a cualquier hora,en Buenos Aires hay un lugar donde sebaila tango.

Hay matinés que arrancan a las tres dela tarde, milongas que van de 6 a 12 de lanoche y otras que siguen hasta la madru-gada, y hay prácticas que empiezan almediodía; sólo a la mañana no hay nada,porque la mañana se hizo para dormir.Hay lugares montados para los extranje-ros, con shows y orquestas y de ahí para

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Me alquilopara bailar

El trabajo consiste en acompañar a susclientas a la milonga, meterlas en la pista yconseguir que después de tanta clase y ta-ller de técnica -estirá el pie, disociá el tor-so, pivoteá- ellas se aflojen, cierren losojos y se dejen llevar.

Planchar o bailar

a mujer que lo haya probado algu-na vez sabe que no hay nada quese le parezca. Cuando él entra, las

que ahora están sentadas frente a la pista,producidas desde el pelo hasta la puntadel dedo gordo del pie, escuchando la mú-sica con aire ausente, lo siguen con unosojos que son la invitación pura, ofrecién-dose y esperando. Mientras, Angel Vargascanta “aquella tarde que te ví tu estampame gustó, pebeta de arrabal”.

Bailar tango es encontrar la pura felici-dad en el presente, (“y sin saber por quéyo te seguí”), mucho mejor que anticiparel placer (“y el corazón te dí y fue para mimal”) o que la satisfacción de haber con-seguido algo: es el placer ahora y acámismo. El secreto yogui para entrar alpresente, una droga fuerte, la emociónque emborracha, el gusto de estar contraotro cuerpo. Y la sorpresa de que todoeso pase junto. En el tango funciona esemisterio; por eso en Buenos Aires haysiempre una milonga abierta, y adentrohay mesas con hombres y mujeres queesperan para bailar.

Pero hay que tener con quién. Cuandoel bailarín es todavía un aspirante con po-ca baldosa, si todavía no sabe, por más ga-nas que tenga, llega a las puertas del paraí-so... y plancha. Sufre la indiferencia o esplantado antes de terminar la tanda. Asíes la dura ley de la milonga

Ella es rubia, espigada, muy gringa, conun estilo muy alemán: Hay que ver laatención con que toma las clases y el mo-do tenaz en que su cuerpo se resiste a la

LOS TAXI DANCERS

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do arreglos de plomería por pascualinaspronto se convirtió en el as del barrio. Sehizo fama de bueno, “nunca engordé tan-to en la vida como entonces, comía de lomejor, llegué a pesar 95 kilos”. Juntó dine-ro y se subió a un avión sin escalas a losEstados Unidos. Un duro principio y otravez se le dió. “Me contrataban por lo crea-tivo, le ponía las pilas a los mexicanos queson medio pachorros”. Pero extrañaba y lamelancolía por el país pudo más. Por esose volvió.

Y menos mal, porque ahora encontrósu lugar en el tango. Su presente está llenode rubias y Yuyús y es un representantede artistas de la única tango partneragency que ofrece un seguro de satisfac-ción: si no lo disfrutó, le devolvemos el di-nero. Lástima, dice, que en el ambiente sevea tanto ladri.

La alemana lo escucha con cara de em-bobada. No sé si entiende todo lo quecuenta, pero sonríe y me parece que la es-tá pasando bien. Cada tanto, él le traduceuna frase. Habla muy bien inglés. Lo miro,y pienso que voy a conseguirme una chi-ca como esta para llevar a las notas. Tieneel efecto de hacerlo hablar antes de que lepregunte nada. Ahora él está prendiendotodos los faroles: el tango es su amor de lainfancia, las tardes que pasaba con su tíoOmar, el recuerdo del abuelo le habíanquedado en el alma. Por eso cuando vol-vió a Buenos Aires, volvió al tango y sepuso a bailar. Aprendió rápido. Una no-che, una turista yanqui que había sidocampeona mundial de Ball Room (un bai-le de salón hiper sensual) bailó con él yquedó deslumbrada. Le ofreció pagarle eldoble de lo que ganaba al día. Pibe de ba-rrio al fin, él no aceptó, pero más tarde Yu-yú lo convenció de trabajar con ella, en uncontingente que vino a tomar clases.

Amarillo dice que las mujeres suelenpedirle que se vaya con ellas a la cama yque aprendió a poner límites como unacuestión de principios de la agencia. Unavez, estuvo de partener de otra turista yan-qui; su hijo era fabricante de las cabezasde ojiva que van en los misiles nucleares(la miro a la alemana; me pregunto a estaaltura si entenderá lo que él dice), la yan-qui se entusiasmó y le hizo pasar un pape-lón. El final de la historia se me pierde. Yason casi las tres y después de otro café losveo irse rumbo a la clase.

Los machos

nos días más tarde voy a bailar ybusco a Carlos, uno de los quelleva más tiempo en esta milon-

ga, con más historia que Matusalén. Lepregunto qué opina de que ahora loshombres se alquilen para bailar.

–Y... –arquea las cejas, resopla– ¿quéquerés?

Me mira como queriendo saber porqué pregunto. Finalmente alza los hom-bros, como si no supiera qué pensar:

– Yo digo que está bien, son pibes quese hacen unos mangos.. Pero acá nuncalos ví.

–¿Nunca? ¡Si vienen siempre!–No los ví. –Usted, ¿lo haría?–A mí muchas me ofrecieron, pero no

agarré. –¿Por qué?–Y qué se yo... ¡Eran minas que no me

gustaban!Es extraño que en el más machista de

los bailes, entre porteños que se las sa-ben todas, los hombres hayan empezadoa alquilarse para bailar. La novedad dealguna manera desacomoda a todos, in-cluso a los que nacieron milongueros yse ríen de la gilada que va a comprarsezapatos especiales para tango. A su ma-nera, es una sutil venganza contra ese es-pecímen único, tan pagado de sí, que esnuestro milonguero. Ellos los miran bai-lar con curiosidad y, en general, hablandel taxi dancer con indulgencia, e inclusocon un fondo de solidaridad. ¿O es sóloporque yo, una mujer, se los pregunta?

música como si fuera el enemigo. Ella su-fre de una rigidez vigilante que es un kar-ma, y además está aprendiendo, todavíano sabe y por eso no la sacan. “Pero ¿có-mo voy a aprender si no bailan conmi-go?”, me pregunta. Ella lo mira todo conunos ojos verdes que en cualquier otro lu-gar le abrirían hasta las últimas de laspuertas, pero no acá. Con lo poco que sa-be, esta noche sólo va a bailar con algúnbisabuelo o con otros turistas como ella.

Sus amigas se avivaron rápido, ya en laprimera salida hicieron una vaquita y con-trataron a dos taxi dancers, pero ella no qui-so participar. Sintió que la idea no le gusta-ba, dice, aunque no puede explicar por qué.Planchó, y también la noche siguiente.Ahora está con nuestro taxi dancer.

Las reglas del buen bailarín

l servicio vale 25 dólares la hora,más la entrada y dos consumicio-nes para el bailarín. Si quiere ir de

una milonga a otra, el viaje se computacomo tiempo trabajado. El criterio es queel acompañante baile dos tandas y des-canse en la tercera, aunque es una pro-puesta flexible. Así es el sistema para unasalida clásica. En los festivales internacio-nales y otros eventos para extranjeros seusan fichas. Los taxis dancers están a dis-posicion del público y quienes quierenbailar con alguno le paga una ficha portanda, que ellos cobran en la caja al termi-nar la noche.

¿Por qué se extendió tan rápido estamoda? Amarillo da una clave en su pági-na: “Se considera de muy mala educaciónen Buenos Aires simplemente acercarse ypedirle a alguien tenga gusto de mirarlo ode bailar con usted, algo que puede serque usted haga en una milonga en otropaís. Ese comportamiento lo marcará in-mediatamente como un inexperto, e inclu-sive si usted es un buen bailarín quizássea dejado de lado por no conocer nues-tros códigos. En el mejor de los casos, us-ted bailará solamente con otros recién lle-gados que tampoco conocen las reglas ocon otros principiantes”.

Es la una de la tarde de un lunes. Meencuentro con él para charlar con más detiempo en un café de la avenida San Juan.Llega a la entrevista con su alemana (“deacá nos vamos a una clase”, dice). Le pideal mozo un café con leche y mediaslunas.Tiene pinta de que recién se levantó.

Amarillo no es ese tipo de bailarín detango que suelen exhibir los afiches del ru-bro, con cara de promesa argentina que va aEuropa y Japón. Y sin embargo cuenta unahistoria bien arrabalera, si uno sabe mirarla.

Para empezar, es plomero. Es cierto queentró al bar con un porte muy macho ycon su rubia al lado, y que apenas se sen-tó nos habló de una amiga que llama Yu-yú pero, para mi sorpresa, baila hace rela-tivamente poco. Hasta el año 2000 sededicaba a hacer fiestas de salsa con unsocio argentino y otro de Puerto Rico.“Con la salsa me sentaba en la barra a to-mar whisky y contar los billetes. La vidame reía, nunca me fue tan bien” ¿Y porqué lo dejó? “Por culpa de Cavallo. De tra-bajar a lleno con el local, con la crisis de-jó de venir gente. Al final, una noche lle-gamos a tener 7 personas. Nos fundimos.Perdí todo, hasta la camioneta. Mi mujerme dejó. Me salvó el club del trueque”.Muy argentinamente cuenta que cambian-

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n la villa la sensación es queva a venir un alud para llevar-se todo, como si las cosas ylos hombres estuviesen aga-rrados al suelo con alfileres.

Quizás el mote ‘de emergencia’ colaborecon esa imagen. La villa es lo que emerge,lo urgente y lo visible. Los monoblocks sontodo lo contrario. Tan parecidos a las cárce-les y los grandes hospitales, los mono-blocks son la arquitectura definitiva, el lu-gar al que la gente llega para quedarse. ElComplejo Habitacional Ejército de los An-des, en Ciudadela, cumple esa función. En-trar es quedar atrapado en una geografíade cemento con mil ojos. Una vez allíadentro, es difícil encontrar la salida. Setrata de un laberinto de 22 monoblocks,habitado por 60.000 personas. Fue inau-gurado en 1973 para trasladar a los habitan-tes de la villa 31 de Retiro, pero su capaci-dad se desbordó durante los desalojos delintendente de facto Cacciatore, antes delMundial 78. La mayoría de los que fueronse quedaron allí, para siempre. La leyenda–bien gorila– dice que sus habitantes usa-ban el parqué para hacer asado. En los 80’el barrio alcanzó el cenit de la fama, cuan-do dejó de ser llamado ‘los bloques’ paraconvertirse en Fuerte Apache. Ese fue elnombre que se le ocurrió al periodista deCanal 9 y perseguidor de extraterrestres Jo-se de Zer. El bautismo fue durante un tiro-teo entre la policía y una de las tantas ban-

das que se refugiaban en los edificios. Lasestadísticas no hicieron más que reforzaresa identidad mediática: se dijo que en los90 fue el barrio más inseguro del conurba-no. El censo policial decía que entre sus ve-cinos había 400 narcos y ladrones.

Pero Fuerte Apache, de ahora en más, vaa ser otra cosa: una banda de rap. Pronto lavan a escuchar, si es que ya no lo hicieron.Se llama fa, por las iniciales del barrio, y eslo más pegadizo y crudo que dio la escenamarginal en los últimos años. Tanto, que elinventor de la cumbia villera –Pablo Lesca-no, que para estas cosas es bien hábil– losquiso poner bajo su ala, pero ellos dijeronque no. “Nosotros –le respondieron– no so-mos segundos de nadie. Nosotros somos elfa”. El autor de la frase es MaximilianoOcampo, el Gordo Massi, un pibe de 27 quejunto a Esteban Rodríguez fundó en 1998 elgrupo que se propuso representar su vidadiaria sin filtros. De letras violentas, los fase volvieron expertos en mostrar crónicasde su vida cotidiana. Su potencia reside enque no necesitan impostar voces o situacio-nes. Escucharlos es saber que hablan en se-rio. “Había otros –dice Massi– que queríanhacer lo que hacemos, pero no podían. Noles quedaba el personaje. Nosotros no ne-cesitamos actuar. Venimos de haber estadopresos, de haber robado, de haber zafadode tantos tiros. Ahora nos rescatamos, yqueremos tirar abajo las barreras que nosimpone la sociedad”.

Esteban y Massi se conocieron en laMedia 7, la escuela secundaria del Fuerte.Al principio se dedicaban a los grafittis,pero en el 98 a Esteban se le ocurrió escri-bir una letra sobre su vida diaria. Esa pri-mer canción rezaba:

Nadie sabe lo que en el Fuerte la vida te cuesta porque es difícil vivirdonde todo apesta.“La hice en clase –recuerda Esteban–

mientas el profesor hablaba. Todos loscompañeros se pasaban la hoja, me pre-guntaban si la iba a cantar”. Al día siguien-

te, Massi apareció con otra letra, narrandouna historia real: el asesinato de un policíabonaerense en el Fuerte Apache.

Se escucharon los disparosse vieron tres fulanosy la policía llora por la muerte de su cabo.

Después, vinieron varias letras como esas.Violentas, directas, con un lenguaje no ap-to para gente asustadiza.

Las canciones fundacionales no teníanmúsica propia, pero ya sonaban con fuer-za. Para cantarlas, los f.a. usaban bases delos clásicos del Hip Hop: Wu Tang Clan,Cypress Hill o Tupac. Lo hacían rompien-do parlantes, casi como un juego adoles-cente, sin imaginar que varios años des-pués esas mismas rimas le darían laconsagración del boca en boca multiplica-do por miles Internet.

El héroe del barr(i)o

l living de la casa de Massi está ta-pizado de fotos. Retratos de familia,chicos que ya crecieron, parientes y

algún recuerdo de la infancia. Pero hay unaque no duda en mostrar como un tesoro: esél, con un par de años menos, abrazadocon la Mona Jimenez y Carlos Tevez, su vie-jo amigo. Patu, otro de los cuatro integran-tes de fa, tiene un recuerdo similar, de va-lor invaluable: es una foto de él junto aTevez, ambos en edad pre-escolar, soste-niendo un trofeo de fútbol que los superaen estatura. El mini Carlitos Tevez abraza aPatu con la mano sobre el hombro, y sonriecon la misma picardía sana que muestraahora. No cambió casi nada con los años.

Nacido en la misma epoca que los inte-grantes de fa, Tevez es el paradigma deltriunfo local, el orgullo del barrio. Pero suimagen triunfal recuerda a otro represen-tante de su generación: Claudio David Nu-ñez. Claudio tiene 28 años y está en Devo-to, preso desde hace once. Tiene el raro

privilegio de haber sido uno de los 12 me-nores de edad condenados a cadena per-petua en el país. A los 12, Claudio mató asu padre, un policía tucumano que abusa-ba de su hermana menor y golpeaba a sumadre. Lo internaron en un hogar, pero sa-lió. En su adolescencia se volvió un ladrónrespetado en el barrio. Cuando cumpliólos 17 cayó preso, acusado de asesinar acinco personas, en su mayoría policías co-mo su padre.

Tévez, los cantantes de Fuerte Apache,los condenados a perpetua, pertenecen ala generación de los que entraron a laadolescencia en el menemismo, pero que-daron fuera del boom de la convertibili-dad y los viajes a Miami. Ellos crecieronen territorio duhaldista: el de las manza-neras, los bolsones de comida y la deso-cupación galopante. Una época en la quela única forma de abrir las puertas cerra-das era romperla a patadas. O a tiros, co-mo sea. “Así es la onda acá –dice Massi–uno nace re de cero. Y de cero es andarcon los dedos afuera de las zapatillas, notener que comer”. Muchos de los que cre-cieron junto a Tévez, Massi o Claudio Nu-ñez fueron asesinados por la policia o ter-minaron entre rejas. En el 2002, el gordoMassi también corrió esa suerte. Cayópreso y el grupo de rap que prometía re-presentar al barrio, se diluía en la lógicaque los había visto nacer.

Entre corridas y tiros

ientras estuvo adentro, Massi noescribió casi nada. Apenas un po-ema que quemó junto a todo re-

cuerdo del encierro. Ni bien salió, se jun-tó con Esteban para retomar el proyectode hacer rap. Se sumaron Patu y Picky, elhermano menor de Esteban. Picky veníade otro estilo, pero se había puesto a estu-diar música con Esteban. Entre todos ar-maron un pequeño estudio y se pusierona ensayar. “La onda –dice Massi– era hacer

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FUERTE APACHE, VERSIÓN RAP

La banda más emblemática del rap suburbano nació a fines de los 90 y creció hasta ser leyenda en territoriostan diferentes como la cárcel o Internet. Con sus canciones, pintan sin colores lo que ven. Las letras desbordan violencia y dolor, sin anestesia. A pesar del apoyo del vecino más emblemático, Carlos Tévez, ninguna discográficase animaba a promocionarlos. Hasta ahora, cuando están a punto de lanzarse al mercado que los parió.

Los sonidos de la furia

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MF.A. vive y se reproduce en los blogs,aunque no tiene página propia. EnYoutube o MySpace pueden verse losvideos que sus fans arman con sus te-mas, aunque nunca filmaron videoclippropio. La historia está a punto decambiar: conviene escucharlos ahora.

algo que quepa en algún lado. No dejarde contar lo que vivimos, pero hacerlocon gracia”.

En el barrio el panorama era distinto. El14 de noviembre del 2003, sus habitantesamanecieron rodeados por camiones lle-nos de gendarmes con armas largas. Esamañana Patu dormía en la casa de Este-ban. Cuando despertó, miró por la venta-na y se acordó de los allanamientos de an-tes, cuando él era chico y la policíareventaba todas las puertas del barrio, revi-sando casa por casa. Pensó que iba a pasarlo mismo, pero no. Esta vez los gendarmesse instalaron para quedarse: 120 efectivosdivididos en 15 puestos en cada entrada ysalida. En los primeros meses, el control in-cluía las bolsitas de los pibes que iban aljardín “por si sus padres sacaban armas en-tre las ropas”. Según los cálculos oficiales,cuando llegaron los gendarmes en el Fuer-te operaban 30 bandas dedicadas al delito,la mayoría de ellas “violentas, pero sin or-ganización clara”. ¿Cambió algo con el de-sembarco verde?. “Apenas. –dice Esteban–Ya no llueven balas a mitad de la tarde.Ahora está todo más oculto, pero nadamás que eso”. La arquitectura inapelable,esa fama que llega a cualquier lugar antesque sus propios habitantes parece haberseimpuesto al Estado de Sitio.

Para los cantantes de fa, lo que semantuvo vivo es todo un estilo: el estilo

monobloquero. Así se llama un tema quecuenta:

Viviendo a full la vida 100% diversión en el Fuerte Apache la mejor inversiónvivir entre mujeres, qué bendita perdiciónmorir entre disparos,a veces no queda opción.

En la historia del barrio sobran ejemplosde jóvenes que eligieron vivir y morir aesa velocidad. El último caso conocido enlos medios de comunicación es el de Jose-lo, jefe de una banda conocida como losBack Street Boys. Joselo murió a los 23años mientras intentaba robar un auto.Antes, había asaltado bancos, escapado deuna cárcel en Tucumán y matado policías.Su gente lo despidió ametrallando la co-misaría del barrio, y se generó algo inédi-to: los policías locales tuvieron que pedircustodia al grupo Halcón, la fuerza de eli-te de la bonaerense.

¿Los del f.a. alientan ser así? En una desus letras, avisan que no:

No es mentira lo que dicen mis canciones, y aunque no sea lo correcto no te voy a dar sermonesla música no influye en tus acciones

cada uno es responsable de sus propias decisiones. “Nosotros –dice Esteban– mostramos la

trar los alcances del boca a boca. Cuentanque los ejecutivos de una discográfica, nomuy convencidos de grabar con un bandade tamaña acidez, cambiaron de opinióncuando escucharon uno de los temas delfa en un peaje de la frontera de Méxicocon Estados Unidos. Mucho después deesa anécdota, los fa esperan que salga suprimer disco. Firmaron con una compañíaque por fin reconoció que el potencial dela banda era más importante que los ries-gos de difundir sus temas. Para los inte-grantes de fa, este nuevo giro en su carre-ra se trata de algo simple: sobrevivir. “Porvocación –dice Massi– ya lo hicimos todala vida. Ahora la idea es vivir de esto. Yoquiero tener otro trabajo, salvar a la fami-lia. Tener para pagar un colegio afuera pa-ra mis hermanos, que los lleven y los trai-gan en un micro. Prefiero que sea boludosantes de que tengan que vivir todo lo quepasé yo. Esa es la mentalidad de un mo-nobloquero, de un pibe de barrio”.

En estos días, los fa esperan ansiosos.Tienen en cartera un documental sobre elbarrio, terminar la gráfica del disco y ulti-mar los detalles para el lanzamiento. Ha-brá que ver como los trata el mercado,ese mismo monstruo que los hambreó yasesinó en los 90 y que ahora, como so-brevivieron y siguen demostrando su ta-lento, parecen tener un lugar para escu-char sus historias.

realidad, pero no hacemos apología.Cuando se planteó grabar un disco pensa-mos en hacer temas nuevos, en cambiarun poco. Queremos ser más explícitos: noqueremos que otros pasen todo lo que pa-samos. Nosotros ya estamos, la calle nosformó y por eso no somos menos que na-die. Pero queremos evitárselo a nuestra fa-milia. Yo a veces veo que mi hijo cantanuestros temas y digo: la puta madre, nosabe lo que está diciendo”.

El futuro

uerte Apache es un banda conoci-da. Ni siquiera salió su primer dis-co, pero sus temas circulan por In-

ternet y son un ícono para miles dejóvenes. En los institutos de menores y enlas cárceles donde los cd están prohibidos,se los graba en cintas de cassetes o se gas-ta tarjeta telefónica para pedir sus temasen la radio. En la red copan fotologs, mys-pace y algunos blogs, donde cientos deadolescentes los idolatran, los imitan y, losmenos, les declaran la guerra. Tambiénhay frases en sus temas que se volvieronparte del lunfardo juvenil, por lo menosen el sector donde decir ‘berretín de ba-lanza’ o ‘tengo liyo para fumarme tu caca’tiene un significado bien claro.

Hay una leyenda que intenta demos-

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Sin PatrónFábricas y empresas recuperadaspor sus trabajadores.Edición actualizada.

El fin del periodismoy otras buenas noticias

Una hipótesis y una guía sobrelos nuevos medios sociales decomunicación

Ninguna mujernace para puta

de María Galindo y Sonia Sánchez

Compralos en www.lavaca.org

llegó a Retiro y al barrio de Belgrano, don-de vivían sus familiares: “Empecé a traba-jar cuidando abuelas y en casas, por hora.Al principio siempre trabajé con camaadentro para poder juntar plata para traer-me a mi familia. Sostuve dos o tres traba-jos a la vez”. Estar sola no fue fácil, extra-ñaba mucho, pero la época del uno a unole daba fuerzas para quedarse, por la posi-bilidad de reunir dólares. “A los seis mesestraje a mi marido y al poco tiempo a mishijas y a mi hijo Luis”. Antes, alquiló undepartamento para esperarlos.

La receta más célebre

stamos sentados en un salón con25 mesas. Hay una pequeña ba-rra, varios adornos, pero nada de-

masiado cargado ni demasiado vacío.Sorprende cuando Marta dice: “Éste eraun dormitorio”. La familia vivía en esacasa antigua típica del barrio y como lecostaba conseguir un lugar por la zonadecidió transformar su propio hogar:“Cuando vimos por primera vez estonos asombramos; estaba destruido porlos inquilinos anteriores que hasta habí-an hecho asado en uno de los dormito-rios. Cuando abrí el restaurante el pisoestaba quemado porque no tenía la platapara cambiarlo”.

“La sufrí duro porque venía poca gen-te, pero después se fue haciendo conoci-do, de boca a boca, eso creo que fue unade las cosas que tuvo más éxito. `No esbonito pero tiene rica comida´, escuché

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que decían muchas veces”. Sin alardear,pero orgullosa, relata que cumpió uncuarto de siglo como cocinera y que gra-cias a que Primavera Trujillana funcionatan bien, ya pudo delegar la cocina en sunuera y aprendiz.

Cuando se le pregunta por su platopreferido, responde que la especialidadde la casa y el plato más pedido es –sindudas– el ceviche. Los ingredientes: pesca-do picado en cuadraditos que se cocinacon limón y especies; cilantro y cebollamorada, picada finita en juliana. “El pes-cado que uso –explica Marta– es el gatuzo,porque la merluza se deshace. Éste es unplato que necesita textura. Todos dicen¡oh, es crudo!, pero en realidad el limóntiene que penetrar bien el pescado y ma-cerarse. Eso sumado a las especies lo hacecambiar de color y cocinarse”, explica.Además el ceviche lleva picante, peroMarta aprendió técnicas especiales para elpaladar argentino, poco acostumbrado aese tipo de fogosidades: “La comida pe-ruana, en general, lleva bastante ají. Tene-mos muchas variedades de ajíes pero yolos uso bien limpios, porque de se modouno consigue que den el sabor, pero queno piquen. Ahora, si alguien lo pide pi-cante, como todos los platos son elabora-dos en el momento, se le prepara”.

Culturas y sabores

a cocina peruana lleva ingredien-tes que a veces son difíciles de en-contrar aquí, pero según Marta to-

do se consigue: “Al mercado de Liniersllegan cosas desde Bolivia; traen todos losajíes, inclusive diferentes variedades depapas, el maíz que usamos nosotros parahacer los tamales (maíz pelado), las hier-bas también se consiguen allá o, si no, enel barrio chino”.

Según concuerdan madre e hijo, la co-mida china y la peruana se parecen mu-cho. “Tengo un amigo chino con el quesiempre hablamos de comidas y las cosasque él cocina se parecen un poco a las quehago yo, por los ingredientes: ellos tambiénusan cilantro, ají. Y si bien no es igual, lamezcla de culturas nos ha ido acostum-brando a ver los parecidos, porque a Perúfueron muchos chinos y japoneses. Porejemplo, hay una comida a la que llamanEl Chifa, que es fruto de la mezcla peruanacon china. Otra coincidencia es que paranosotros la guarnición es el arroz, igualque para ellos”. Luis agrega: “Con Boliviase comparten la papa, los maíces y la qui-noa, que son los frutos andinos”. El mu-chacho vuelve a la historia, y explica el ori-gen de la fusión de comida china yperuana: “En 1870, cuando Ramón Castillaliberó a los esclavos se produjo la necesi-dad de una mano de obra barata. Trajerongente de China, en especial cantoneses,con contratos ficticios, con engaños, nue-vos esclavos. Así trajeron sus comidas ysabores, que fueron adaptando a los vege-tales andinos”.

Perdido en la decoración del local sedistingue un retrato de José Carlos Mariá-tegui uno de los más importantes teóri-cos del marxismo en América Latina.Marta se sonroja un poco al confesar quesiempre fue de izquierda, pero que du-rante la dictadura tuvo que quemar todossus libros y que nunca jamás se le hubie-se ocurrido poner ese retrato en Perú. Poreso reconoce que haberlo colgado en sunegocio es, para ella, una especie de pla-to con sabor a revancha.

dres se vino abajo y ahí fue cuando mimadre decidió irse”.

Llega Marta, una mujer baja, de pelocorto, sonrisa cálida. Una nieta –hija deLuis– con guardapolvo escolar, se cuelgade su cuello. Nos cuenta, en calma, superiplo: “Me vine de Perú en 1996 por-que la situación económica estaba real-mente mala allá, trabajaba pero no nosalcanzaba para poder darles algo mejor alos hijos. En especial me preocupaba sueducación”. Con 38 años se fue desde Li-ma hasta Chile, donde tenía una señoraconocida que la podía ayudar dándoletrabajo en una librería. No sería tan sim-ple encontrar a la mujer en cuestión yterminó por renunciar a la búsqueda. Unprimo, desde Buenos Aires, le sugirióprobar suerte del otro lado de la Cordi-llera. “En Mendoza me robaron todo: na-da, nada, nada me dejaron. Sólo cin-cuenta pesos”, cuenta.

Con esos cincuenta pesos en el bolsillo

COMIDA PERUANA CON SABOR A HISTORIA

Marta Ríos es el alma de este restaurante que se ganó la medalla al más rico y barato del barrio de Belgrano. Ceviche y Mariátegui conviven en ese pequeñoespacio montado, con esfuerzo y pasión, en una habitación de la casa familiar.

rimavera Trujillana es uno delos restaurantes peruanosmás afamados del barrio deBelgrano. Una fama construí-da por el boca a boca de los

comensales que llenan las 25 mesas delpequeño salón, ansiosos por degustar lasexquisiteces peruanas a bajos precios y enun ambiente cálido y familiar. Detrás deléxito hay una mujer llamada Marta Ríos,que hace doce años se vino al país sola ycon cincuenta pesos en el bolsillo.

Como ella todavía no llega, habla su hi-jo Luis: “Mi mamá la peleó, trabajó en ca-sas, cuidando abuelas, de todo hizo parallegar a donde estamos hoy”. Luis nos sir-ve agua y nos pregunta por la revista, porlas cuestiones sociales y políticas. Se entu-siasma y empieza a hablar de Latonoamé-rica, de Perú y su historia, y de la saga fa-miliar. “Con Fujimori la clase media sevino abajo y Perú se dividió entre pobresy ricos. El negocio de comida de mis pa-

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Cocinar la vida

Primavera Trujillana Roosevelt 1627 Ciudad de Buenos Aires4706-1218 Especialidades de la casa: ceviche, pescados y mariscos.

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Nombres propios

lgunos de los nombres de losgrupos o djs de Zizek son imper-dibles: King Coya, The Peronists,

Dead Menems y Caballeros con des-cuento, entre los más notables. Con res-pecto al filósofo esloveno que vive enBuenos Aires, Villa Diamante dice queintentaron acercarse para contarle de lasfiestas pero que nunca tuvieron respues-tas : “Está alllá arriba”, dice. “

A los 28 años, Villa Diamente ya tieneuna especialidad: los “mash ups” . Lo expli-ca de la siguiente manera: “Un mash up seda cuando mezclás la voz de un tema con elinstrumental de otro diferente. Si ambos te-mas son conocidos repercute mejor, pero miidea es agarrar cosas argentinas y jugar conotras cosas de afuera”. La clave es usar unaartista mainstream de mtv –como porejemplo Gwen Stephany– para pasar cum-bia. Por eso, en Zizek no se puede escucharel último hit así limpito como suena en lafm 100, quizás lo pasan, pero lo van a piso-tear por decirlo de alguna manera con rock,cumbia o folclore, es un modo de traficar lainformación que quieren transmitir: “La pis-ta de baile se volvió re demaógica, el dj engeneral pasa lo más conocido. Es eso o bienlos que te ponen el tema menos bailable delmundo”. Zizek hace otra cosa.

Y Villa Diamante también: además depasar música todos los jueves en Niceto,musicaliza el bar del Hotel Faena, “De algotengo que trabajar”, explica.

illa y diamante son palabrasque pocas veces escuchamosjuntas. Quizás nunca las hu-biésemos escuchado si nofuera porque en realidad así

se llama un barrio de Valentín Alsina, enLanús, y porque también es el nombre ar-tístico de un emergente dj porteño; crea-dor junto a dos socios –Nim y G-Love– delas Fiestas Zizek. Villa Diamante –el dj– esde Villa Diamante –el barrio de Lanús–donde vivió hasta hace un año y medio.Pero no sólo por eso eligió llamarse así.También le pareció que coincidía con suidea de hacer música: “El bastard pop, quees lo que hago yo, mezcla lo limpio y losucio, lo under y lo mainstream, en cuan-to al sonido. Es el concepto que hermanatodos los géneros, es la idea de sacar de lu-gar lo establecido”.

Si se comprende el concepto, las fiestasdonde se pasa esta música no podrían lla-marse de otro modo. El filósofo eslovenoSlavoj Zizek en su libro Lacrimae Rerum rela-ciona La ética del psicoanalisis, de JacquesLacan, con las películas La Guerra de las Ga-laxias y Titanic; por nombrar un pequeñoejemplo. De ese mismo espíritu, capaz deformular todas las alianzas prohibidas posi-bles, están hechas las fiestas Zizek que se ha-cen, desde este mes, todos los jueves a lamedianoche en el Club Niceto. La particula-ridad es que la música que se baila es unamezcla de géneros como el hip-hop, la cum-bia, el reggaetón, dub, dancehall, entre otros.Según Villa Diamante esta enumeración no

Pienso, luego bailoVILLA DIAMANETE, DJ DE LAS FIESTAS ZIZEK

Tomó el nombre de su barrio para lanzarse a hacer música con estilo propio. Lo suyo es el bastard pop y con esafilosofía crea sonidos que mezclan todo. Su fórmula: no temerle ni al riesgo ni a lo nuevo. Pasen y lean.

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alcanza para definir los sonidos. Por ejem-plo, el dj Dale Duro hace dub step (una es-pecie de hip hop más pesado) mezcladocon cumbia. Es un ritmo dificil de bailar: “Laprimera vez que tocó, la gente lo miraba ymuy pocos bailaban. Pero fue aprendiendoa buscarle el pulso a la pista y la última vezinvitó a un músico en teclados que hacía lasmelodías cumbieras. Entonces, toda la gentebailaba como si fuera cumbia”, cuenta. Otromúsico de Zizek es Tremor que hace folcloreelectrónico: “Hay dos bombos legueros, unaguitarra eléctrica y un charango. En los cua-renta minutos que duró su presentación, elpúblico aprendió a bailar folclore y fue glo-rioso. Esas son las cosas que a mí más megustan de Zizek”.

A esta altura, la fiesta es muy conoci-da en Buenos Aires e incluso en el exte-rior, a través de numerosos blogs y sitiosque la recomiendan, pero cuando co-menzaron tuvieron que atravesar todoslos conflictos típicos: se hacía en unatanguería de San Telmo, pero al pocotiempo los dueños del local –que hayque aclarar que siempre tuvieron buenaonda– les dijeron que por razones econó-micas ya no podían tenerlos más y Zizekse quedó sin lugar, pero con un capitalpreciado: el reconocimiento de los asis-tentes que habían armado un boca a bo-ca potente, pero medido, como para cui-darlo de que no se haga tan conocido.Los tres organizadores escribieron unproyecto y lo llevaron al Club Niceto queenseguida les dijo que sí, que estaban

encantados de tener una fiesta los díasmiércoles. Ahí están, desde hace un añoy medio, con un público que fluctúa yque alcanzó un pico de 1.200 personas,en su mayoría turistas.

Según Villa Diamante, mucha gente fueabriendo la cabeza a otras cosas porqueno le quedaba otra: el espacio que ganóZizek habla del desgaste de otros. Porejemplo, los boliches de baile que se seg-mentarizan por estilos: uno puede elegirentre los que pasan cumbia o los que pa-san tecno o las variantes del house. “Estátodo bien, esta es música que siempre megustó, pero que ahora me aburre un pocomás que antes. Y esto les pasó a muchos.Por eso se empezó a experiementar el cru-ce de esas fronteras y se armó otra cosa”.

¿Cómo es es otra cosa? “Lo snob ya no lodiscuto”, sentencia Villa Diamante y se alejadel fantasma: “Es que es tan fácil que sea yque no lo sea. Mirá: nosotros intentamos serlibres. Si ves el flyer tiene ciertos estilos–cumbia reggaetón, dance hall– pero no selimita eso. Lo que nos parece que esté bue-no lo ponemos. Y a mi me gusta siempre in-vitar a alguien que esté haciendo algo nue-vo. Acá vienen un montón de djsconsagrados y por más que esté buena sumúsica, yo ya lo escuché durante años: ha-cen siempre lo mismo. Prefiero agarrar alchico nuevo, que está haciendo algo que nosabe bien qué es. Prefiero el riesgo. Alguienme decía que en Zizek hay días que podéspasarla muy bien y otros días que no. Y esporque estamos probando”.

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a crónica comienza en el Par-que Avellaneda, el mediodíadel 24 de marzo. Dos detallessignificativos para este can-tautor de treinta y pico que

llega puntual, de remera negra y jeans, ycon las manos vacías. La fecha y el lugarlo arrastran a su infancia. “Nací y crecí enMataderos, y este parque tiene mucho quever con mi infancia y adolescencia. Nacíen una casa y en una familia sumamenteinfluenciada por dos patas que fueron de-finitorias para mi cultura. Mi papá teníados trabajos: a la mañana era jefe de per-sonal del frigorífico Lisandro de la Torre ypor la tarde y noche, era gerente del clubNueva Chicago. Mataderos entra por doslugares determinantes: la cuestión social ysindical por un lado y por otro, la cuestióndeportiva. Mi casa era permanentementevisitada por cuestiones tan frívolas comover qué jugador entraba o salía del equi-po, o tan comprometidas como un compa-ñero secuestrado o desaparecido cuandollegó esa época”, recuerda. Su hermanomayor profundizó la mezcla: estuvo untiempo desaparecido, y además jugó en laprimera de Chicago.

Gabo le escapó al fútbol. A los cincoaños los Reyes Magos le trajeron una gui-tarra y él empezó a componer cancionesantes que a estudiar. “Mi hermano teníauna discoteca con Moris, Pedro y Pablo, Li-to Nebbia, Roque Narvaja, Almendra, Pes-cado Rabioso. Eran discos que él estabadesatendiendo en ese momento de suadolescencia y que yo me apropié. Los es-cuchaba, junto con esos infantiles que tecuentan cuento: ponía treinta minutos deMoris y después, Caperucita Roja. Ahí semetía lo imaginario, los personajes con lafantasía. Y yo fui la resultante de todo eso,una especie de neo-realismo mágico”, sedefine. Después vinieron las clases parti-culares con la típica profesora de barrio, elcoro de niños, y la secundaria, donde secruzaron el tecno, el pop, algún perfumepasado de moda de los setenta, y los jo-pos engelados. Gabo empezó a reconocerel surgimiento del deseo, y Porco fue la re-sultante de ese despertar. “Porco tuvo quever con un ejercer la política del deseo, unciudadano del eros, un ciudadano de lapráctica del deseo. Tanto tiempo que no sepudo hablar de esto... ahora hablamos deesto. La idea era ver la política desde ahí”.

La historia y la Historia

¿Y qué come la máquina monetaria paratransformarlo en mierda? Se come la espontaneidad, la vida, la juventud, la belleza, y, sobre todo, se come la capacidad de crear. Come calidad y caga cantidad.

William Burroughs, El trabajo

n 1997 Porco estaba tocando enuna de las salas del hotel Bauen.Mientras cantaba, Gabo se quedó

Realismo mágico

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Su nombre comenzó a escucharse a mediados de los noventa con Porco, una banda hardcore que encarnaba ladecadencia de esos años. Un día se quedó sin voz en el medio de un recital y decidió dejar la música. EstudióHistoria, se recibió, y hasta publicó su tesis sobre Rosas. Siete años después de aquel incidente, cuando el retirode los escenarios parecía definitivo, volvió para quedarse. Hoy, con tres discos editados y otros tres en camino,asegura: “No trabajo para ser disco del año, sino para ser disco del milenio”.

GABO FERRO

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sin voz. Literalmente mudo. Dejó el mi-crófono en el suelo, se bajó del escenario,y no quiso saber nada más con la música.“Yo me había comido -como tantos y tan-tas que aún hoy lo creen- que el procesonatural después del disfrute de conocertecon alguien, componer y tocar, era que eldisco tenía que salir por un sello discográ-fico. Había que tocar en tal o cual festival,siendo soporte de tal o cual, si no lo otrono podía seguir sucediendo. No me habíadado cuenta que lo otro podía seguir su-cediendo tranquilamente. Puede pareceruna verdad pelotuda, pero para mí no loera. Ahora veo que para mucha gentetampoco lo es; y lo que es más grave aún,que hay mucha gente que desea que estosuceda, gente que desarrolla su obra paraponerle la etiqueta de una multinacionala la contraportada de su disco. A mi nome interesa. Si para hacer música hay queatravesar esto, yo me voy a estudiar His-toria”. Y así fue. Se anotó en la Universi-dad de Buenos Aires, completó la carrera,y hasta hizo una maestría sobre Rosas.“Tenía una cantidad de documentos queme demostraban de una manera científi-ca que, según el discurso anti-rosista, élera un vampiro y me dije ‘esto hay queescribirlo’”. La tesis tuvo una mención ho-norífica del Fondo Nacional de las Artespara ser editada, y lo mismo hará la edi-torial Marea. Mientras tanto, Gabo planeauna novela con ese material. “Era mi re-creo mientras escribía mi tesis. La tengo amedio terminar porque es muy pretencio-sa. Hasta tenía un capítulo completo es-crito en francés, un delirio”, comenta rién-dose de él mismo.

Pero la historia no termina allí. En uncongreso se reencuentra con viejos amigosque le insisten para que vuelva a tocar, es-pecialmente Ariel Minimal y Flopa. Gaboaccede y a mediados de 2004 vuelve a losescenarios en un formato más austero:guitarra y voz. “Me parecía una quijotadaal comienzo, que no le iba a interesar a na-die. Pero se generó una cosa tan inéditaque decido grabar”.

Canciones que un hombre no deberíacantar fue el título de ese primer discosolista, al que le siguieron, con una fre-cuencia de uno por año, Todo lo sólido sedesvanece en el aire, y Mañana no debeseguir siendo esto. Con un impulso reno-vado (y renovador), Gabo decidió dejarde lado los fantasmas de la industriamusical y concentrarse en componer suscanciones. “Cuando volví en el 2004 medije ‘esta es la única compañía que voy atener’”. Era la guitarra.

Quizás sea su propia historia la que lollevó a esa postura que, para muchos, rozael extremo. Él edita sus propios discos y seencarga de la distribución; tiene una ma-nager con la que gestionan las fechas y or-ganiza las giras, tanto dentro del país co-mo en Latinoamérica, Estados Unidos yEuropa, y no sorprende a nadie verlo lle-gar a sus recitales con el bolso cargado dediscos para vender. Pero Gabo no se rego-dea en la idea de ser un outsider; másbien le responde a los popes de las multi-nacionales que quieren tenerlo entre susfilas –y a quienes él se encarga de rechazarsistemáticamente- en los mismos térmi-nos de la industria musical. “En mis pro-pios términos de éxito, que son los de unartista, me siento mega exitoso. Puedo to-car y va gente. Puedo tocar en cualquierformato y va gente. Soy muy respetado

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por mis pares. Me odia a mí y odia mi mú-sica gente que no merece mi respeto. Esoes tan importante como que te quiera lagente que vos respetás. Y los que meodian son tan pocos y tan miserables queni siquiera pueden enfrentar su propiaimagen en el espejo. ‘¿Por qué te va bien?,si te retiraste y no volvías más’... Entoncesyo vuelvo, trabajo de manera honesta yme va bárbaro. Hasta en términos indus-triales me va bárbaro, porque yo vendomuchos discos. Vendo muchos discos enlos shows, y también en Musimundo. Peroyo voy con mis discos a los shows, y pon-go la mesita para venderlos, cosa que es-pero poder hacer siempre”.

¿Cosa de mujeres?

orco era una banda que desafiabala postura machista y heterosexis-ta de una buena porción del hard-

core. La cuestión del género y la cuestióngay son temas que a Gabo, por momen-tos, parecen sacarle el sueño. Cuando lepregunto si existe el rock femenino, no du-da: “Si hay un rock femenino yo puedo es-tar inscripto dentro de esa sensibilidad”.Y continúa: “Leí el otro día que alguiendecía que a las chicas les falta una Spinet-ta o una Charly. Yo me pongo en sus zapa-tos o en sus sandalias, y la verdad que meresulta ofensivo, sobre todo porque se lesda más aire a varones de mediano talen-to que a chicas con un talento enorme. Escomo que las chicas muchas veces tienenque hacer un doble esfuerzo. Por eso a míme gusta mucho meter mi sensibilidad enla androginia o en lo femenino, aunquese trate de cuestiones más humanísticasque de género”. Y desliza como nota alpie, para una eventual investigación: “Ha-bría que indagar, y esa tarea es más tuyaque mía, cómo PopArt se hizo de todoslos grupos femeninos el 8 de marzo de2006. Revisalo...”

Entre los temas que el rock clásico y lacanción popular no profundizaron dema-siado emerge la cuestión gay. Eduardo Ha-ro Ibars en su libro Gay Rock (EdicionesJúcar, 1975) define a ese movimiento porla suma de sus características: rock revival,gran espectáculo con performances toma-das del teatro, y el énfasis puesto en la li-beración de los moldes sexuales. Gabo noparece estar muy de acuerdo. “No existealgo como el gay rock. Son dos cosas queno tienen ningún punto de contacto. Logay en general no tiene que ver con elcompromiso que tiene el rock. Nada quever. Hoy por hoy lo gay es casi una posi-ción estética más que política”, se lamen-ta. “En nuestro país hay una cha (Comu-nidad Homosexual Argentina) laxa,mucho más preocupada por tener el HotelAxel, la sordidez de los saunas, y una ciu-dad “gay friendly”, que en realidad es“money friendly”. Eso es básicamente logay. Al definirlo así, como un consumidor,lo estás definiendo en términos de merca-do. Y yo me cago en todo eso: un rockerono es un consumidor, es un ciudadano enpraxis política en movimiento”. Le pre-gunto a Gabo qué pasó entre finales delos ´60, cuando de la mano de Perlonghersurgió el Frente de Liberación Homose-xual; los ´80, con los hermanos Jáureguilevantando las banderas de lo gay comouna lucha eminentemente política, y estepresente donde todo parece reducido a un

nuevo nicho sobre el que las empresasplanifican sus estrategias de venta. “Pasóuna dictadura, y pasaron desapariciones.Yo creo que los putos preciosos de los 70no tienen nada que ver con la triste movi-da gay que vemos hoy. Además fijate, yesto es algo que habrá que revisar con eltiempo: el rock argentino no tiene desapa-recidos. Los putos tienen desaparecidos. Yese es un lugar para pensar, te lo digo co-mo historiador. El rock argentino no tienedesaparecidos, y no porque no hayamosentregado un Cristo al movimiento. Es al-go que los sobrevivientes nos tenemosque poner a pensar”.

La nueva ola

na característica de la escena mu-sical actual es la proliferación decantautores. ¿Movimiento genui-

no o nueva movida de marketing?. “Loque hay es mucha gente que antes no sehubiera animado a salir con la guitarra, yesta moda los animó. Tenemos muchoscantantes y compositores que en otro mo-mento de la historia estarían con banda, yen este momento la ola los está poniendosolos. Bienvenidos. Habrá que ver que pa-sa cuando estos aires cambien”. La lista eslarga y funde nuevas voces con nombresde trayectoria: Florencia Ruiz, Coiffeur,Flopa, Emiliano Martínez, y muchos otrosartistas que salen a escena sin el soportede una banda detrás. Como no podía serde otra manera, Gabo tiene una visión so-bre lo que significa ser cantautor: “Para míser cantautor implica lo que implicaba enlos 60: militancia, compromiso con lo quevos estás diciendo en tus canciones, com-promiso con tu discurso, ya sea de la pala-bra o actitudinal. Y escribir lo mejor quepuedas, cantar lo mejor que puedas, tocarlo mejor que puedas. No somos todoscantautores ni cantautoras, y nadie por pa-recer cantautor lo es. Necesitás obra, nece-sitás soledad, necesitás formación, necesi-tás escribir, necesitas trabajo, necesitásrepertorio, y necesitás consecuencia en eltiempo. Donde yo me hago cargo de la fi-gura de cantautor es en la consecuenciadel trabajo, de sacar un disco por año, deun timbre, de un discurso poético, de salirsolo con la viola a recorrer cuatro estadosde Estados Unidos a full cuatro veces se-guidas, de irme ahora a España solo, y detener una obra de un tipo que se compro-mete. Yo creo que son elementos que tie-nen que estar todos. Si vos ponés ese filtrote vas a dar cuenta que hay bastantes, pe-ro no sé si somos tantos”.

A Gabo le molesta cuando lo rotulancomo “el cantautor indie del momento”.Sus tres discos, su carrera actual y su histo-ria son las credenciales que exhibe para

P

De regreso a Buenos Aires tras unanueva gira por España, Gabo estará to-cando el 9 de mayo en Niceto (NicetoVega 5510). Luego lo hará el 17 de ma-yo en la sala Alfredo Zitarrosa de laciudad de Montevideo. Para más infor-mación: www.gaboferro.com.ar

reírse de esas etiquetas. “Siempre respon-do que no trabajo para ser disco del año:trabajo para ser disco del milenio. A míme van a descubrir, en términos comercia-les, dentro de quinientos años, ¿qué meimporta?. ¡Ojalá! Yo trabajo para que den-tro de quinientos años digan ‘¿quieren sa-ber qué pasó? Escuchen tal tema’, o ‘¿quie-ren ver cómo era la cuestión de género enla Argentina? Agarren esta cancioncita yrevísenla’, con eso ya estoy hecho. No soydel momento, porque si no ya debería ha-berme caído”.

Puentes

Un animal extraño se ha detenido. Casi al abandonarte, al decidirlo, el animal se muere sobre el camino. Qué extraña es la frontera entre lo ido y lovivo. Como algunos que muy muertosparecen estar muy vivos. Somos tres en la vida: lo muerto, yo y el camino.

Gabo Ferro, Sobre el camino

abo cantó en los 90 en un escena-rio cultural y político con muchasparticularidades y regresó hace

tres años a una escena en la cual la masa-cre de Cromañón tendría que haber fun-cionado como punto de inflexión paranuevos paradigmas. “Creo que los 90 tie-nen que ver con un discurso que entre losmúsicos de rock sigue intacto: no vas apoder hacer una canción más si no tenésun sello discográfico, si no tocás con tal,si no estás en el Quilmes o el Pepsi Musicy no sé que mierda más. Eso es absoluta-mente neoliberal”. Gabo saca a relucirotra vez su veta de historiador para anali-zar un puente que a los ojos de muchosparece invisible. “¿Viste que en los ma-nuales ponen ‘la Edad Moderna comenzócon el descubrimiento de América’, y to-do el mundo sabe que en la historia noexisten fechas, sino fronteras de tiempo?.Yo creo que con Cromañón se acaba ladécada menemista. O debería haberseacabado, porque ya te estoy diciendo queno. Pero creo que ciertos gestos desnudanque ya se terminó. Y me parece que lo es-tamos desatendiendo, porque hay mu-chas cosas que siguen intactas, como estedeseo de que las cosas sigan funcionandodesde el punto de la industria como si na-da hubiera pasado. Creo que en muchascosas los 90 continúan”.

La crónica termina unos días despuésen el Centro Cultural Caras y Caretas,donde Gabo toca por última vez antesde una nueva gira por España. En el me-dio del recital se da el lujo de presentarcompleto su próximo disco, a salir el 21de junio. “Es el día de la noche más lar-ga, y es un disco negro. Pero a su vez, alser un disco realista, sabés que esto tieneuna duración. Por lo tanto, también tienemuchísima luz, optimismo: con muchodeseo, y con conciencia de que este esun mal momento, pero que también loshay buenos. Siento que este momentoya está terminando”.

Gabo dejó de sufrir. O lo que es mejor,encontró el ámbito para tramitar su sufri-miento, tras decidir qué es lo principal yqué lo accesorio. En ese proceso lento, di-fícil y desangrado radica, precisamente, laclave de su resurrección.

U

G

EL NEGOCIO DE LA SOJA

Argentina es hoy el tercer productor mun-dial de soja, después de Estados Unidos yBrasil, y el mayor proveedor global de ha-rinas y aceites derivados de esa oleagino-sa; también es el segundo productormundial de transgénicos.

Coincidentemente, la tasa de deforesta-ción en Argentina es seis veces mayorque el promedio mundial. En cuatro años,el desmonte de bosques nativos creciócasi el 42%. La tala arrasó más de 1 mi-llón de hectáreas, la mayoría ahora consoja. Los datos son oficiales y provienende la Dirección de Bosques.

www.lavaca.org

por Carolina Golder

¿Dónde está Julio López?

CARTOGRAFÍAS

La presente edición de nuestro periódico MU sumó el esfuerzo de:Redacción: Claudia Acuña, Sergio Ciancaglini,Diego Rosemberg, Quimey Lillo, Laura Vales, Sonia Sánchez, Gonzalo Beladrich, Carlos Melone, Sebastián Hacher.Diseño: Lucas D’Amore y Nomi Galanternikpara másSustanciaCorrección: Ana Laura Pereira y Paula ChainIlustración: El Niño RodríguezWebmaster: Diego GassiAtención online: María del Carmen VarelaFotografía: Sub, cooperativa de fotográfosImpresión: Cooperativa de Trabajo GráficaPatricios. Av. de Patricios 1941 Distribución en Capital: Vaccaro Sánchez y Cía. Moreno 794 9º, CapitalTel/Fax: (011) 4342-4031/32 Distribución en Interior: DISA (DistribuidoraInterplazas SA). Pte. Luis S. Peña 1832/6(1135) Capital. Tel (54 11) 4305-0114/3160MU es una publicación de la Cooperativa de Trabajo Lavaca Ltda. Camargo 694 3º B (1414) Ciudad Autónomade Buenos Aires, ArgentinaEditor responsable: Claudia Adelina Acuñ[email protected] / www.lavaca.org

ace rato que no iba al zooló-gico. Buscando emocionesfuertes, pura adrenalina, re-solví encarar hacia su versiónmás cruel: el Casino Flotante.

Justo yo, que a lo único que jugaba era ala lotería familiar… (Y perdía miserable-mente, bajo la mirada reprobatoria de miabuela, inoxidable ganadora.)

Al entrar, me topo con una enormecantidad de palmeras amordazadas porserpentinas de luces de color amarillito.Una especie de mixtura entre Las Vegas yla entrada a algún telo de mí querido surdel Gran Buenos Aires.

El casino es como dos Moby Dick pere-zosas e indolentes, con una entrada circen-se. Tiene colores y brillo tan intensos co-mo el mal gusto. Pienso en la entrada alSarrasani, pero si digo eso varias genera-ciones no van a saber de qué hablo. En-tonces, digamos que es horrible como Ho-tel de Alan Faena.

Tiemblo de la emoción. Entro trasuna delicada revisión de detección demetales y encuentro a lo largo del pasi-llo una curiosa sucesión de… ¡bonsáis!Ni siquiera me animo a tocarlos porquetal vez sean de plástico y es tempranopara suicidarme. Tampoco me atrevo apreguntar por qué habrán puesto bon-sáis en la entrada de un casino. Hacetiempo que para mí el Universo es unlugar incomprensible.

HAcorde con cierta concepción aristocrá-

tica y, por lo visto, atrasada de la vida, mefui con saco, pensando que con un atuen-do más casual me negarían el paso. Salvoalgunos empleados, creo que era el únicotarado que tenía saco. Pero me mantuvedigno (y con el saco puesto) toda la noche.

Primera parada: máquina tragamone-das. Cientos de personas sin mediaciónhumana con el artefacto, decorado encriptografía inglesa. Dibujitos de jirafascon anteojos y chanchos que dan vueltassobre su propia cola, entre otras excentrici-dades. Hay mucha gente –que parece nor-mal– jugando. Muchas mujeres, la mayo-ría creciditas. Muchas.

Todo luce impersonal: alfombra, luz,olor a desinfectante de auto y telonesgruesos que aíslan completamente del ex-terior. ¿Buen gusto?... Si, claro.

Empleados jóvenes, casi todos. Los mu-chachos, pobrecitos, vestidos con unaschaquetas que escandalizarían a la Chiqui-ta Legrand. Muchos hermanos orientalesjugando. No hablo de los uruguayos sinode los otros, los de más lejos (al menos lavisita me sirve para sacarme una gran du-da: siempre quise saber qué significaría pa-ra el chino del super de mi barrio un ratode pura diversión).

Poca gente (son apenas las 21 del sába-do). Amables empleados me explican queel grueso de la fauna llega a las 12 (ó 0 ho-ras). Se juntan 5.000 personas y hay tres

cuadras de cola. El Universo sigue siendoun lugar incomprensible.

Y la Argentina queda en la esquina delUniverso.

Una señora pierde en un tiro tres mesesde mi sueldo. No se despeina. Nadie sedespeina. Mesas en dólares, en pesos, ba-ratas y caras, y gente que parece normal.Incluso ese señor, que mientras juega a lascartas a no sé que cosa, apuesta en otramesa a la ruleta. ¿Quién dijo que soloDios está en dos lados al mismo tiempo?

Aquí todos juegan a ser Dios.El casino es un gran shopping, un lugar

de nada y de todo. Los laburantes tienentanta amabilidad y destreza como hastío.La empleada de la mesa de Black Jack le pi-de a un jugador que corra el cigarrillo. Elhumo le hace evidentemente mal. Tres ve-ces le tiene que pedir al marmota que lo co-rra. ¿Alguien tiene una pistola?.

El dinero va y viene de manera porno-gráfica. Por supuesto que exagero: soloson fichas que se sacan y se ponen. Quéternura. ¿Nadie tiene una granada?.

Cruzo al Moby Dick de los pobres quese llama Princess y en el pasillo que une alos dos monstruos me encuentro con dosvacas de yeso. Una pintada con los dibu-jos del casino-ballena y otra con el pañode una ruleta.

El Princess está medio vacío y no haynada interesante, salvo las vacas.

Así estamos.Salgo a tomar aire. Dos cigüeñas, como

si nada las tipas, descansan sobre una pér-tiga. Y una especie de Tero Mutante asomacerca de ellas, vaya uno a saber con quéintenciones. Me pregunto si el Tero Mutan-te tendrá que ver con el dueño del casino–el empresario k, Cristóbal López– o algu-na otra de esas entidades metafísicas quenos gobiernan.

Me duele la cabeza.Mañana, para desquitarme, voy al

zoológico.

lavaca es una cooperativa de trabajocreada en 2001. Editamos una páginade Internet que todas las semanas di-funde noticias bajo el lema anticopy-right. Mensualmente profundizamosestos temas en mu.

El juego de DiosCRÓNICAS DEL MÁS ACÁ

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