O TROS TEMAS...Asistente Karol Montero. Consejo editorManuel Argüello, Gustavo Induni,Wilberth...

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2 Enero 2006

OCUPA TODO EL ESPACIOGuía urbana

S U M A R I O 1 4 8

Director y editor Eduardo Mora. Asistente Karol Montero.Consejo editor Manuel Argüello, Gustavo Induni, Wilberth Jiménez, Luis Poveda.Fotografía Alfredo Huerta {salvo excepciones señaladas}Asistencia y administración Rebeca BolañosDiagramación e impresión Litografía e Imprenta Segura Hermanos, tel. 279 9759.

Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional,tel.: 277 3688, fax: 277 3289, apartado postal: 86-3000, Costa Rica,[email protected], w w w . a m b i e n t i c o . u n a . a c . c r

EditorialDesastre permanente: reconstrucción cero

Sergio MoraGestión del riesgo como opción para el desarrollo

Paulo MansoRacha de huracanes revive debate sobre

cambio climático

Carlos PicadoHuracanes de 2005:

ventana al cambio de perspectiva

Carlos Montero y Jeannette ArauzEducación para prevención de

riesgos naturales

Edwin Vega y Mauricio VegaEl valor de lo vulnerable ante desastres

por eventos hidrometeorológicos

347

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11

13

E N F E B R E R O

T E M A D E P O R T A D A

Lunes 6: Medicina alternativa

Lunes 13: Finca familiar integral

Lunes 20: Contaminación de mantos acuíferos en Heredia

Lunes 27: La marina de Golfito

[[email protected] • www.galeria.una.ac.cr]

CIENTOS DE FOTOS DEL AMBIENTE

TICO Y MESOAMERICANO

Foto de Portada: S. Couturier

O T R O S T E M A SAna Báez

Guía naturalista: actor clave en ecoturismo

Rosaura MongeCertificado de sostenibilidad turística:

norma consolidada

1621

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E D I T O R I A L

La gestión del riesgo es un concepto vacío si no se uti-lizan los procesos de reconstrucción y los de rehabi-litación como oportunidades para evaluar el riesgo

preexistente y proyectar los nuevos riesgos que surgen decada desastre, y -también a la vez- para diseñar un nuevohábitat que reduzca, o mejor elimine, las condiciones pre-vias que condujeron a la ocurrencia del desastre.Obviamente no se trata de las condiciones naturales,como la temporada de huracanes, los sismos o los frentesfríos del Caribe con el invierno del norte, sino de aquellascircunstancias materiales y sociales que hacen que lapoblación deba habitar lugares que anualmente se inun-dan en los que, sin embargo, se sigue edificando casasmientras los riesgos crecen con cada carretera mal cons-truida y cada hectárea de bosque destruida.

Un año después de las inundaciones del río Sixaola deenero de 2005 aún se palpa el impacto de ellas: hay unapreciable descenso en la calidad de vida de la poblaciónlocal por haberse perdido muchas fuentes de empleo yreducirse las remuneraciones, dado que en los meses de larehabilitación de muchas fincas las subcontrataciones sesuperutilizaron para reducir los pagos y aumentar la cargade trabajo, aprovechándose de la abundancia de trabaja-dores cesantes en razón de la destrucción de muchas plan-taciones. Los seguros y las acciones estatales o no llegarono se quedaron en el momento de la emergencia. La lenti-tud usual se multiplica en las acciones de construcción deinstituciones, servicios y en especial de viviendas, por loque los vecinos víctimas debieron reparar lo que quedó otrasladarse en busca de refugio y trabajo a otras zonas.

En enero de 2006 ya empezaron las lluvias estacionalestípicas del período invernal del hemisferio norte queimpacta con frentes fríos las costas del Caribe centroame-ricano. Los grandes ríos de este litoral ya están inundandola llanura desde la región del Reventazón hasta Sixaola;pero con excepción del escaso bacheo de la carretera quese destruyó a pocas semanas de inaugurada -pues más quecarretera era un enorme dique con pésimo diseño y peorconstrucción- no hay labores de restauración de la econo-mía regional, ni acciones para la reorganización del con-junto de la cuenca del Sixaola, o, como debería ser, de lascuencas y micro cuencas de todo el litoral caribeño.

Todas las demás situaciones de desastre que sucedieronen 2005 todavía están ahí, presentes, no como un recuer-do doloroso sino como una realidad sin solución, no soloen términos del futuro y la ocurrencia de situaciones simi-lares, sino en términos de la recuperación, la rehabilita-ción y la reconstrucción. Las escuelas y clínicas de Parritay Quepos siguen destruidas. Igual actitud se ha tenido ante

los deslizamientos de Cartago, ante los pueblos arrasadosen el Pacífico central, ante los diques abatidos enGuanacaste y ante los poblados y barriadas destruidos enel Pacífico sur y en las ciudades centrales. No hay recons-trucción más allá de lo que las propias víctimas puedanhacer en los mismos sitios, o de lo que puedan ir haciendolentamente, durante décadas, los ministerios con sus pla-nes normales.

En todo el istmo centroamericano -y con mayor grave-dad que en Costa Rica- las lluvias asociadas con los hura-canes de la temporada 2005 inundaron las planicies coste-ras y precipitaron deslizamientos y avalanchas en las faldasmontañosas, incluso en las de los volcanes salvadoreñoslejanos al Caribe. El impacto humano, habida cuenta eltamaño de la región, ha sido gigantesco: decenas de milesde familias dependen de la ayuda o la caridad internacio-nal para comer. Allí, la reconstrucción y la rehabilitaciónno solo no están vinculadas a la reducción de los riesgospreexistentes sino que ni siquiera se inician antes de que lapróxima estación traiga los nuevos impactos. En general,aparte de la atención de la emergencia, la población tienedos únicas salidas: la ayuda externa o la emigración, quecomplementan sus propios esfuerzos personales y familia-res.

En Costa Rica no se ha llegado a tales extremos, lasvíctimas cotidianas aún no aparecen en el mapa como“zonas de hambruna”, y quizás por eso todavía, y a pesar dela legislación vigente y del uso consuetudinario de térmi-nos como “riesgo”, “gestión” y “prevención” -en vez de solohablar de “comisión de emergencia” y “defensa civil”-, elcentro de la acción estatal sigue siendo la emergencia, y losesfuerzos de los funcionarios por impulsar procesos pre-ventivos y por plantearse la reconstrucción como la prin-cipal forma de gestión del riesgo sigue siendo una utopía.Aquí también la reconstrucción se hace con el esfuerzopropio y la inversión privada o familiar, sin planes regula-dores o zonificaciones de riesgo, sin evaluaciones de dañosque marquen los sitios críticos.

En el último mes del año electoral, y con solo unaexcepción, los programas de gobierno no plantean nada enabsoluto sobre el tema de los desastres, pero menos aunsobre el tema de la reconstrucción y la gestión de reduc-ción de los riesgos. Ello augura cuatro años más sin políti-ca más allá de los días heroicos de la emergencia y dondela reducción del riesgo deberá incentivarse desde institu-ciones educativas y organismos no gubernamentales, quie-nes deberán intensificar su trabajo a escala local y munici-pal o buscar opciones creativas por iniciativa privada sincontar con el gobierno central.

Desastre permanente: reconstrucción cero

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4 Enero 2006

Aunque existen avances sustantivos en el cono-cimiento de los procesos sísmicos e hidromete-orológicos, la información disponible sobre

amenazas naturales y vulnerabilidad sigue siendo insu-ficiente y escasamente concuerda con la requerida paraevaluar el riesgo. Los daños causados por los sucesosnaturales se ven, además, agravados por factores antro-pogénicos: deforestación, sobrepastoreo, alteración delechos fluviales, agricultura no tecnificada en laderas,expansión urbana e infraestructural caóticas y utiliza-ción inadecuada del espacio.

Estamos lejos de conocer todo acerca de las leyesnaturales, pero puede afirmarse que el conocimiento haavanzado considerablemente y que la comunidad cien-tífica posee suficientes argumentos para influenciar elproceso de toma de decisiones. ¿Por qué, entonces, lavulnerabilidad aumenta y con ello las pérdidas de vidashumanas, economía, calidad de vida, ambiente y recur-sos naturales… además de la pobreza que cierra y exas-pera el círculo vicioso de los desastres? Los daños y pér-didas en la infraestructura y las actividades productivasde bienes y servicios siguen siendo causados por ladesordenada expansión urbana y productiva, a vecesmal llamada “planificada”, y por el desorden crónico desu ubicación, diseño y construcción. La toma de con-ciencia acerca del peligro de la vulnerabilidad e insos-

tenibilidad del modelo de “desarrollo” actual sigue sien-do muy lenta (figura 1).

A partir de lo anterior puede deducirse que la socie-dad se enfrenta a una paradoja: por un lado su visiónerrónea crea situaciones que agravan el efecto de lossucesos naturales (i.e. vulnerabilidad), mientras que porotro lado intenta mitigar las consecuencias usando sutecnología, a costos muy elevados y a veces muy tarde.En este contexto es claro que el aumento de la vulne-rabilidad es un problema asociado a la capacidad deseguir refugiándose en la idea de que la naturaleza es laculpable de los desastres.

Ante este desempeño tan pobre cabe preguntarsepor qué la memoria histórica es tan escasa y deficienteen nuestros países, constantemente afectados por losdesastres. Quizás una parte de la respuesta se encuentraen el hecho de que conviene reconocer que la comuni-dad científica se ha anotado un fracaso, al menos par-cial, por no poder convencer a la sociedad y a sus polí-ticos de modificar la forma de hacer la gestión del ries-go.

Año tras año, la combinación de las amenazas natu-rales1 con la realidad social, económica y ambien-

tal en América Latina y el Caribe ocasiona numerososdesastres (figura 2). Las pérdidas de vidas humanas,

Sergio Mora Castro, ingeniero, es especialista en temas de ambiente, recursosnaturales y gestión del riesgo en el Banco Interamericano de Desarrollo. (Las opi-niones aquí expresadas no representan las del Bid.)

S E R G I O M O R A

T E M A D E P O R T A D A

Gestión del riesgo como opción para el desarrollo

1 Se considera amenazas naturales las derivadas de la geodinámica interna yexterna (sismicidad, vulcanismo, deslizamientos) y la hidrometeorología (ciclo-nes, sequías, El Niño, lluvias intensas, inundaciones). Las amenazas antrópicasincluyen las derivadas de la actividad humana (conflictos sociales, accidentestecnológicos, derrames de sustancias peligrosas)

Rápido deterioro delambiente y de losrecursos naturales

Recursosnaturales

manejadosinadecuadamente

Modelo dedesarrollo

inadecuado

Territorio noordenado

Subestimación delas amenazas

Impunidadlegal

Inconciencia y falta devoluntad de tomadores de

decisiones

Prevalecen los antiguosparadigmas, reactivos ycentralistas de atención

de desastres

Ciudadaníaincapaz deanalizar su

vulnerabilidad yenfrentar

emergencias

Instituciones degestión del

riesgo débiles

Códigos deconstrucción

obsoletos

Crecimientourbano

aleatorio

Población yactividades

productivas másexpuestas a las

amenazas

Construcciones yactividadesproductivasvulnerables

Inadecuadacapacidad parala gestión del

riesgo

PROCESOS DE LA GEO-DINÁMICA INTERNA

SISMICIDAD

VIBRACIÓN DELTERRENO,

RESPUESTAESPECTRAL,

ACELERACIÓN,INTENSIDAD

RUPTURA DEL SUELO,LICUACIÓN,

DESLIZAMIENTOS,TSUNAMI,

LEVANTAMIENTO OHUNDIMIENTO

CORTICAL-CONTINENTAL

ERUPCIONES, FLUJOSDE PIROCLASTOS,

COLADAS DE LAVA,TSUNAMI, EMISIONES

DE GAS-VAPOR,LLUVIA ÁCIDA, FUSIÓN

DE GLACIARES,LAHARES

VARIABILIDAD CLIMÁTICA, DEL NIÑO,CONVERGENCIA INTER-TROPICAL,ONDAS-CICLONES TROPICALES,

VAGUADAS, TORNADOS, FRENTESPOLARES, TORMENTAS

OROGRÁFICAS Y CONVECTIVAS PÉRDIDA DE SUELOS-NUTRIENTES, SOCAVACIÓN DELADERAS, DEGRADACIÓN DE

TIERRAS, AGRADACIÓN-REPRESAMIENTO EFÍMERO DE

CAUCES FLUVIALES,SEDIMENTACIÓN-DEVECCIÓN

TORRENCIAL

PROCESOS GLOBALESREGIONALES LOCALES

PROCESOS HIDRO-METEOROLÓGICOS

VOLCANISMO

EXTREMOS EN EL BALANCEHÍDRICO: EXCESO-DÉFICIT;AVENIDAS, INUNDACIONES,

AUMENTO-DESCENSO DE ALBEDO,DEGRADACIÓN DE TIERRAS

LLUVIAS INTENSAS SEQUÍA VIENTO

FLUJOSTORRENCIALES

EROSIÓN DESLIZAMIENTOS

PROCESOS DE LA GEO-DINÁMICA EXTERNA

Figura 1. Factores agravantes de la vulnerabilidad Figura 2. Amenazas naturales: clasificación según su origen

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infraestructura económico-social y oportunidades dedesarrollo profundizan los problemas de fragilidad socialen las comunidades afectadas, generalmente las másempobrecidas, lo que genera un círculo vicioso decausa-efecto. En América Latina y el Caribe existe unaindudable tendencia al aumento de la frecuencia conque suceden los desastres, lo que no quiere decir que haaumentado la intensidad y recurrencia de los procesosnaturales, sino que se ha incrementado la vulnerabili-dad: cada vez se requiere de menor intensidad en lossucesos naturales para alcanzar el umbral de daños, pér-didas y muertes: las pérdidas causadas por El Niño(1997-98) se han estimado en por lo menos $15.000millones; el huracán Georges (1998) transitó por cincopaíses del Caribe y en República Dominicana causódaños por $2.300 millones; los deslizamientos y aludestorrenciales en Venezuela (diciembre 1999) dejaronpérdidas por $3.500 millones y más de 20.000 muertos;desde 2000 otros sucesos agravaron aun más el panora-ma: ciclones en México, Belice, Guatemala, ElSalvador, Honduras, Cuba, Jamaica, Haití y RepúblicaDominicana; inundaciones en Táchira (Venezuela),Santa Fe (Argentina), Brasil, Chapare (Bolivia), Chiley Haití; terremotos en Pereira (Colombia) y ElSalvador; erupciones volcánicas en Ecuador, Chile, ElSalvador y Guatemala; flujos torrenciales en Haití,República Dominicana y Guatemala, “huaicos” enPerú, y deslizamientos en Costa Rica, Guatemala yBolivia.

Debe admitirse que, al menos en parte, este resulta-do tan poco halagador proviene de la incapacidad deincorporar la información científico-técnica a la gestióndel riesgo, debido a: (1) Carencia de estrategias con-gruentes y utilización inconvincente de los argumentos;no se propicia un ambiente adecuado para aprovecharexperiencias ni aprender lecciones; el proceso educati-vo formal e informal para la gestión del riesgo estáestancado. (2) Deficiencia en la propuesta de políticaspúblicas y legislaciones basadas en criterios persuasivo-incentivos, en lugar del tradicional comando y control, elcual claramente no funciona. (3) Sigue creyéndose queprevención es solamente mitigación, preparativos y res-puesta ante los desastres. (4) Posición conformista ilus-trada por el “estamos mejor porque tenemos cosas queantes no teníamos”, en lugar de preguntarse “¿estamosdonde deberíamos estar?”

No obstante, aunque se sabe que aún queda muchopor aprender acerca de los sucesos naturales, tambiénse puede afirmar que el estado actual del conocimientoya permite orientar e influenciar el proceso de toma dedecisiones y, con ello, generar la capacidad de evitar elcontinuo incremento de la vulnerabilidad. En el caso de

los huracanes Mitch, Wilma, Stan, Irma, Alpha, Beta yotros, la intervención antrópica (e.g. degradación delambiente y de los recursos naturales, urbanismo aleato-rio) contribuyó a amplificar la exposición y fragilidad(vulnerabilidad) de la población. El huracán Georges enRepública Dominicana confirmó que el mayor impacto(cerca del 75 por ciento del daño económico) fue pro-ducido por la utilización incorrecta del espacio (Cepal1998). El diseño incorrecto, la calidad deficiente de lasconstrucciones y su mantenimiento insuficiente fueronla segunda fuente importante de debilidad. Se puederesumir que la carencia de vínculos entre la planifica-ción del desarrollo, el uso del territorio y la ausencia deuna gestión anticipada del riesgo conforman un pano-rama poco halagador que refuerza el círculo vicioso delos desastres: (1) La prevención no forma parte esencialdel discurso ni de la acción de los líderes políticos másallá de esfuerzos aislados, retóricos o de figuración antelos medios de comunicación durante las acciones post-desastre; la prevención está lejos de ocupar un lugardentro de las políticas estatales. (2) La centralización, laescasa participación del sector privado, de la sociedadcivil y de los gobiernos locales hacen ineficiente la ges-tión del riesgo y la atención de los desastres. (3) No seha logrado que la comunidad científica transmita ade-cuada y convincentemente su labor como argumentopersuasivo en favor de la prevención, por lo que no cap-tura ni cautiva la atención o el compromiso de lostomadores de decisiones ni de la población. (4) El cre-cimiento demográfico acelerado que propicia la ocupa-ción de áreas peligrosas, la degradación ambiental y lapobreza son factores determinantes de la vulnerabili-dad. (5) La ausencia de opciones para los segmentosmás pobres de la población los hace cada vez más vul-nerables, perdiendo ellos sus haberes y activos durantelos desastres, reduciéndose su acceso a los serviciosbásicos e internalizando ellos la mayor proporción de laspérdidas cuando la reconstrucción se retrasa. (6) Hastaahora no se ha comprendido adecuadamente el verda-dero impacto socioeconómico, financiero y ambientalde los desastres; se sigue considerando la prevencióncomo un costo y no como una inversión y se espera quelos gobiernos amigos, donantes y organismos financie-ros internacionales contribuyan para reponer las pérdi-das en caso de desastre. (7) Al transferir la prestaciónde servicios básicos (telecomunicaciones, agua, sanea-miento, electricidad, salud) al sector privado o a losgobiernos locales no se toma en cuenta la transferenciasimultánea del riesgo ni se definen las responsabilidadesante los pasivos pendientes.

Una de las acciones más urgentes para mejorar lagestión del riesgo consiste en colocarse en el mismo

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T E M A D E P O R T A D A

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bando que los tomadores de decisiones, tanto dentro dela arena política como de la inversión privada y su cul-tura gerencial. Las metas fundamentales de esta nuevaestrategia se pueden resumir en: (1) Orientar el proce-so de toma de decisiones para incorporar la gestión delriesgo dentro de la planificación del estado (gobierno,población, territorio) y los proyectos de inversión parael desarrollo; no puede haber desarrollo bajo las condi-ciones actuales de vulnerabilidad, independientementede la retórica y los discursos demagógicos; debe quedarclaro que desarrollo y reducción de la vulnerabilidadson inseparables. (2) Mejorar el nivel de conciencia yapropiación por parte de los líderes nacionales, intere-sarlos, cautivarlos y comprometerlos hacia las accionesy procesos para la gestión del riesgo; los medios paraacceder a su idiosincrasia deben fundamentarse en lacapacidad renovada de la comunidad científica paraadecuar el contenido técnico de su información y pro-puestas de acción: presentar el mensaje con un lengua-je accesible y, sobre todo, atractivo y rentable desde elpunto de vista político. (3) Resaltar las ventajas de lavisión preventiva y subrayar, de paso, la responsabilidadasumida al mantener la inacción, el desinterés y losniveles de riesgo aceptado actuales; es de suma impor-tancia hacer ver que de ahora en adelante no puedeaducirse ignorancia, pues se cuenta con un conoci-miento suficiente acerca de las amenazas y de la vulne-rabilidad.

Existen numerosas definiciones acerca de la vulnera-bilidad. De manera general y resumida es posible

describirla como la “exposición, fragilidad y deteriorode los elementos y aspectos que generan y mejoran laexistencia social” (Mora 2000). Típicamente se compo-ne de cinco factores evaluables: (a) grado de exposicióna las amenazas; (b) grado de fragilidad -inverso de laresiliencia- de los elementos expuestos; (c) valor eco-nómico y social de las pérdidas posibles y del costo de sureposición; (d) alteración de la calidad de vida humana(muertes, heridos, traumas, desplazamientos forzosos),e (e) impacto sobre los bienes y servicios naturales yambientales.

Vulnerabilidad significa también la sustitución deldiseño adecuado por uno de menor calidad, lo queresulta a la larga en pérdidas humanas y de inversiones.Puede afirmarse, además, que es una deficiencia delmodelo actual de desarrollo, que incorpora un nivel ele-vado de riesgo aceptado a las actividades productivas debienes y servicios, del espacio vital, los asentamientos,la infraestructura y la población en general. Hastaahora, el énfasis en las acciones tendientes a discernir y

comprender el riesgo se ha centrado en evaluar las ame-nazas y, a lo sumo algunas veces, la “vulnerabilidad delas estructuras físicas”; ya es hora de comenzar a desci-frar la “estructura de la vulnerabilidad”: ¿qué y quién esvulnerable, y por qué?

La vulnerabilidad ante las amenazas naturales podráreducirse dramáticamente en América Latina y elCaribe como consecuencia de la recuperación ambien-tal, la expansión urbana ordenada, el combate a lapobreza y la marginalidad y la expansión racionalizadade la infraestructura y la producción de bienes y servi-cios mediante el diseño, la ubicación, el control de cali-dad de la construcción y el mantenimiento y uso delespacio adecuados. Para ello se impone un cambio deparadigma: Evolucionar, desde la focalización en la aten-ción de los desastres (pre-durante-post), hacia la prioriza-ción del análisis y las soluciones ex-ante de sus causas yefectos y hacia la integración de la gestión del riesgo dentrode las fases del ciclo de la planificación para el desarrollo.

Una sociedad consciente de su responsabilidad fren-te al riesgo emprenderá las acciones apropiadas paraposeer una base sólida de su conocimiento y de las posi-bilidades de intervenir sus factores; éste es uno de lospasos determinantes para reducir la vulnerabilidad antelas amenazas naturales. Para ello se requiere de: (1)Creación de políticas y sus instrumentos, normas, mar-cos normativos y protocolos institucionales para reducirla vulnerabilidad y la estrategia para la sostenibilidadfinanciera de la gestión del riesgo. (2) Impulso al cono-cimiento y análisis de las amenazas, teniendo en cuen-ta que su influencia puede extenderse mucho más alládel punto de origen. (3) Identificación de la infraes-tructura económica y social vulnerable y de la implan-tación de criterios adecuados para su planificación,diseño, ubicación, refuerzo y construcción adecuados.(4) Formulación e implantación de los sistemas deobservación, vigilancia, alerta, alarma y preparativos yplanes para la respuesta, rehabilitación y reconstruc-ción. (5) Fomento de la participación de los actoresrelevantes en las decisiones sobre el riesgo aceptable ysu manejo por la población, así como de las políticaspara definir los umbrales para la retención, transferen-cia y protección financiera respectivas.

Referencias bibliográficasCepal. 1998. República Dominicana: Evaluación de los daños causados por elhuracán Georges, 1998. Cepal/Onu. Santiago – México DF (inédito).Mora, M. y R. Barrios. 2000. Estrategia, política y práctica para reducir el ries-go ante los peligros naturales y la vulnerabilidad. XVI Seminario Venezolano deGeotecnia. Caracas. Noviembre 2000.

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T E M A D E P O R T A D A

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Aunque no se puede responder de manera simpleni directa a la pregunta de si el aumento de lasconcentraciones atmosféricas de gases de efec-

to invernadero acrecentará la frecuencia y la intensidadde los ciclones tropicales, la furia de la recién termina-da temporada de éstos en el Atlántico Norte (marCaribe y golfo de México) revive el debate sobre la rela-ción entre el calentamiento global y la frecuencia y des-tructividad de los huracanes.

I nequívocamente, el clima está cambiando. Una seriede observaciones respaldan esta conclusión y mues-

tran la rapidez del cambio. Sabemos que la temperatu-ra en superficie aumentóentre 0,4 y 0,8 ºC en los últi-mos 140 años, y que desde1950 el incremento en latemperatura de la superficiedel mar es la mitad delaumento en la temperaturaterrestre. De seguir así, al finde siglo las temperaturas serí-an entre 1,4 y 5,8 ºC mayoresque en 1990, o sea de dos adiez veces superiores alcalentamiento observado enel siglo pasado. Sin dudaestamos ante una realidadgrave y nos exponemos a consecuencias aun peores.

Una superficie del mar más cálida es consecuentecon un mayor intercambio de calor entre el océano y laatmósfera, y consistente con una atmósfera más húme-da e inestable. Y, precisamente, los factores que vincu-lan la intensidad de los huracanes con el cambio climá-tico son el aumento de la temperatura del océano y delvapor de agua en la atmósfera. Ambos procesos estánocurriendo por el cambio climático y se espera que con-tinúen.

En este debate se afirma que como los huracanes

solo se producen en regiones oceánicas donde la tem-peratura del mar es superior a los 26 ºC, si aumenta enel futuro la extensión de estas zonas deberá ser mayor lafrecuencia de aquéllos. Lo cual es una verdad a mediaspara los escépticos, que contraargumentan que en unclima más cálido aumentaría más la temperatura en latroposfera baja que en la superficie del océano, ate-nuándose por lo tanto el gradiente térmico vertical y lainestabilidad en la troposfera baja, lo que dificultaría lagénesis de los ciclones tropicales que deriva, entre otrasvariables, de ese gradiente.

Sin embargo, observaciones de la temperatura en laatmósfera indican que el calentamiento en la troposfe-

ra baja está acompañado porun enfriamiento estratosféri-co que, en el agregado,aumenta el gradiente verti-cal de temperatura y los pro-cesos convectivos en laatmósfera. Por lo tanto noestá muy claro para ningunode los bandos cómo el calen-tamiento global afectará laintensidad y frecuencia delos ciclones tropicales, y lacomunidad científica coinci-de en la necesidad de avan-zar en el conocimiento del

rol que juegan los huracanes en la transferencia de caloren la atmósfera y en su circulación general.

Respecto de lo que no debería haber dudas es de queuna tendencia creciente en el calentamiento del océa-no por el cambio climático combinado con una fasecálida natural y recurrente del mismo tendría efectos nolineales insospechables.

Por otro lado, algunos partidarios de la hipótesis delcalentamiento global insisten en que ya se ha produci-do un aumento significativo en la intensidad de loshuracanes (60 por ciento) y no así en su frecuencia,pero sus detractores argumentan que la informacióndisponible no parece apoyar dicha afirmación y denun-

P A U L O M A N S O

Racha de huracanes revivedebate sobre cambio climático

Paulo Manso, meteorólogo, es director del Instituto Meteorológico Nacional.

Plantación inundada en Quepos, Pacífico Sur, Costa Rica CNE

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T E M A D E P O R T A D A

cian las enormes lagunas existentes en los datos quesustentan esta relación.

A pesar de que no hay duda sobre la necesidad decontar con más y mejores registros históricos para com-probar estadísticamente dichas afirmaciones, la mayoríade los científicos se atreven a decir que las inconsisten-cias en los datos no descalifican la hipótesis del calen-tamiento global per se, ya que el tema de fondo en estedebate es cuándo y no cómo.

P or otro lado, muchos meteorólogos con toda razónsostienen que los huraca-

nes están impulsados por unaoscilación climática naturalconsecuente con un aumentorecurrente de la temperatura yla salinidad en partes delAtlántico Norte, el Caribe y elgolfo de México, que fortalecelas corrientes marinas que flu-yen desde los trópicos hacia elnorte, incidiendo así en el pro-ceso de transferencia de calor ala atmósfera. No hay que olvi-darse que los huracanes senutren de calor y el AtlánticoNorte es su caldo de cultivo durante la temporada(mayo a noviembre).

El nombre técnico del motor que impulsa las tempo-radas más o menos intensas y frecuentes de ciclones tro-picales es Oscilación Multidecadal del Atlántico, que serelaciona con cambios en las corrientes oceánicas, aso-ciándose en su fase fría con corrientes más lentas y tem-poradas de ciclones tropicales menos activas. En su fasecálida las corrientes son más rápidas, advectando máscalor, y la temporada de ciclones tropicales es más acti-va. El periodo de las oscilaciones varía entre 25 y 50años y algunos científicos afirman que este ciclo se estárepitiendo desde la Edad del Hielo.

Fue precisamente William Gray, connotado expertoen ciclones tropicales de la Universidad de Colorado,quien en 1995 dio el primer campanazo haciendo notarque la superficie de las aguas del Atlántico Norte sehabía calentado ligeramente. Ese año hubo 11 huraca-nes y ocho tormentas tropicales, la cuenta más alta enlos anales. Y en 1997 el pronóstico anual de Gray advir-tió sobre una nueva era de huracanes que podría persis-tir por otros 20 o más años. Con este vaticinio se cerróel telón de la buena racha que tuvimos desde 1970 y lapasada temporada de ciclones tropicales recién termi-nada fue inaudita.

En realidad es difícil afirmar con plena confianza eincontrovertible evidencia científica que la furia de

la pasada temporada de ciclones tropicales sea produc-to del calentamiento global. Además, no todos losexpertos en las ciencias atmosféricas están dispuestos aestablecer un vínculo entre el cambio climático y loshuracanes; por lo menos no todavía. Es más, asumenque cualquier relación entre la intensidad de los hura-canes y el calentamiento global es prematura e insistenen que existen buenas razones para creer que cualquierevidencia estadística que relacione claramente el calen-

tamiento global y los huraca-nes no será establecida en elcorto plazo.

Sin embargo, sí está total-mente demostrado que elaumento de la temperaturadesde 1995 en parte delAtlántico Norte, el Caribe y elgolfo de México es la explica-ción más directa de la furia dela pasada temporada de ciclo-nes tropicales, lo cual sugiereun nexo con el calentamientoglobal, fenómeno con conse-cuencias insospechables en el

futuro. Y otra cosa científicamente cierta es que elcalentamiento global está empeorando las cosas. Estedebate cada día tendrá más vigencia y, en definitiva, essaludable para el progreso de la ciencia.

Costa Rica fue el único país en Centroamérica quedurante el siglo XX no fue afectado en forma directapor un ciclón tropical. Sin embargo, debido a la orogra-fía del país, los efectos indirectos de los ciclones tropi-cales sobre la precipitación son tanto o más importan-tes que los efectos directos en periodos mayores de undía. Asimismo, por su frecuencia, trayectoria e intensi-dad, los ciclones tropicales del mar Caribe son los queen realidad más afectan a Costa Rica y en particularnuestra vertiente del Pacífico.

La severidad del comportamiento climático durantela pasada temporada de ciclones tropicales tuvo grandesefectos en el país. Las pérdidas directas acumuladassuperaron los 100.000 millones de colones solo en infra-estructura pública y cultivos. Debido a los efectos indi-rectos de los ciclones tropicales en el Caribe y el golfode México, entre septiembre y octubre se registró unode los períodos atemporalados más extensos y severosen la historia climática de nuestra vertiente pacífica. Yse pronostica que la temporada de ciclones tropicales deeste año estará por encima de lo normal.

Estragos por desbordamiento de río en Quepos, Pacífico Sur, Costa Rica CNE

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9Enero 2006

El año 2005 entró a la historia –de la que se tieneregistro- como el de mayor cantidad de ciclonestropicales en el océano Atlántico -incluido el

golfo de México y el mar Caribe. En la temporada deeste año recién concluido ocurrieron 29 ciclones, reci-biendo nombre 25 de ellos, dado que superaron la cate-goría de depresión tropical y pasaron a ser tormentas ohuracanes. Algunos llegaron a la máxima categoría dehuracán: Katrina, Rita y Wilma, y este último superó elmayor evento que se ha registrado en nuestra historia:el huracán Gilberth, de 1978. La temporada de 2005superó en ocho ciclones a la temporada de 1933, que setenía como la más intensa, con 21 ciclones registrados(Fallas 2005).

Las pérdidas generadas por los desastres que sobre-vinieron después de los eventos de 2005 no han sidocuantificadas del todo pues, en general, los gobiernosno cuentan con herramientas apropiadas para la valo-ración económica de los daños, pero son enormes y,como en el pasado, igual que ocurrió después del pasodel huracán Mitch por Centroamérica, la recuperaciónserá lenta e incluso inalcanzable en su totalidad, puesnunca la inversión iguala al monto de los daños.

Entre las imágenes de esta temporada quizás las quequedaron más grabadas en la memoria de quienes fui-mos espectadores son las de Nueva Orleáns, despuésdel paso de Katrina y Rita, pues de acuerdo con nuestraideología resulta raro admitir, ante los mismos fenóme-nos que nos afectan, las debilidades particulares del“gigante del Norte”, su incapacidad para prever y actuaroportunamente. En Nueva Orleáns fue claro lo que noes novedad en nuestros países: que las peores conse-cuencias de los desastres las padece la población másexcluida y menos representada políticamente. Por lafortaleza y poderío de nuestro hermano del Norte espe-rábamos ver eso mejor disimulado, en una operación derespuesta de alto calibre, pero sucedió lo contrario y lasdebilidades quedaron expuestas más incluso que ennuestras dolorosas experiencias.

Sin embargo, las tragedias asociadas al paso de losciclones tropicales, con sus diversidades y variacio-

nes, son similares en los países caribeños, México yCentroamérica. Más cuando se observa que para laparte continental de la región, en especialCentroamérica, no es necesario el efecto directo de losmismos. El llamado efecto indirecto, que consiste en laatracción de humedad y aire cálido desde el océanoPacífico hacia el centro de los ciclones en el Caribe,genera lluvias intensas y de larga duración en la ver-tiente del Pacífico y los valles intermontanos, a vecesmayores que las ocasionadas por el efecto directo;sobreviniendo con regularidad, en consecuencia, inun-daciones y otros eventos asociados de emergencia. Perotambién se ha señalado que en Centroamérica no esnecesario siquiera un huracán intenso, de categoría 3, 4o 5 en la escala Saffir-Simpson, para sufrir los efectosdevastadores de las lluvias. Por ejemplo, el huracánStan, que apenas llegó a la categoría 1 -y por solo 10horas- cuando estaba en el extremo sur del golfo deMéxico, no alcanzando en su trayectoria inicial el terri-torio continental de Centroamérica, causó como efectoindirecto en Guatemala y El Salvador las inundacionesque derivaron en las grandes emergencias de finales dela temporada de 2005 (CRRH 2005). Solo en ElSalvador éstas representaron pérdidas por $335,6 millo-nes.

Desde el punto de vista del análisis de lo social, loreal y concreto de estos desastres ligados a la intensatemporada ciclónica es que dejan en nuestros paísesuna secuela de daños, de muertes y de sufrimiento quecon una evidencia desgarradora nos muestran la debili-dad de nuestros sistemas sociales ante tales eventos ynuestra común vulnerabilidad.

Sin embargo, esta situación hoy -a diferencia delpasado- parece generar una discusión pública dis-

tinta que no solo se orienta a reconocer el efecto perni-cioso de las emergencias y a ejercer la crítica o la admi-ración por la reacción de las autoridades ante los even-tos. En la diversidad de artículos y noticias que se han

C A R L O S P I C A D O

Huracanes de 2005: ventana al cambio de perspectiva

Carlos Picado Rojas, sociólogo, es jefe de Planificación de la Comisión Nacionalde Emergencias.

T E M A D E P O R T A D A

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10 Enero 2006

T E M A D E P O R T A D A

escrito observamos preocupaciones distintas, por ejem-plo: la necesidad de explicar las causas del incrementoen la cantidad y magnitud de los huracanes, la cuestiónde la responsabilidad política, el cuestionamiento de lasdecisiones precedentes de priorización e inversión parael control de amenazas en zonas vulnerables –en lo queNueva Orleáns es el caso más destacado- y, finalmentepara no extendernos, el recuento del contexto históri-co-social en el que se están dando estas tragedias conreferencia relevante a la condición de pobreza queviven las poblaciones afectadas.

En definitiva, parece estarse dando una variaciónpositiva en el enfoque desde el que se analiza en elámbito público la incidencia de los desastres, abando-nándose la perspectiva de la “expiación de las culpashumanas”. Parece confirmado el argumento de queaunque en estos desastres está implicado un fenómenollamado natural -el ciclón tropical, como agente dispa-rador-, existen condiciones humanas que inciden paraque tal fenómeno se manifieste como evento de desas-tre. Esta perspectiva representa un avance sustantivoen la percepción de la causalidad, que por una parte ligael conocimiento de las ciencias físico-naturales con lasciencias sociales, por lo que abre el espacio para la ela-boración de conceptos más apropiados para su com-prensión y previsión, y por otra parte permite la cons-trucción de mecanismos de gestión más oportunos parasu prevención y su manejo.

Desde esa óptica, el tema de los desastres deja deestar estrictamente vinculado a los ámbitos de la segu-ridad nacional y de la asistencia social, en los cuales eltratamiento es de carácter reactivo con orientaciónexclusiva hacia la atención de las emergencias, paraubicarse en el ámbito ambiental, donde se hace eviden-te que los desastres tienen una causa directamente liga-da a los modelos de desarrollo, concretamente a laexplotación del entorno ambiental y de las relacioneshumanas desiguales en la apropiación de los medios deproducción.

Este cambio no es casualidad, expresa una madura-ción en la dialéctica del conocimiento. En el discursoacadémico desde hace más de una década se vienenhaciendo aportes que en estricto sentido definen losdesastres como un problema social asociado a la rela-ción con el ambiente y a las inequidades y al carácterexcluyente de la estructura económica.

Diversos documentos, y en especial resolucionesrecientes de Naciones Unidas, hacen la vinculaciónentre los temas de desastre, ambiente y desarrollo. Porejemplo, la Declaración del Milenio, del año 2000, par-ticularmente en su sección titulada “Protección denuestro entorno común”, hace referencia explícita alriesgo que los desastres representan para el desarrollo.

En 2004, el Pnud, en su Informe Mundial de Reducción deRiesgos de Desastres, afirma la postura de que los desas-tres son una consecuencia de las orientaciones del desa-rrollo cuyas repercusiones son particularmente sentidasen los países y las poblaciones más pobres -esto a con-trapelo de las posturas ideológicas que definían el pro-blema a la inversa: que los desastres tienen un efectoretardador del desarrollo. Y señala, además, que un 75por ciento de la población mundial vive en zonasimpactadas por eventos como terremotos, ciclones tro-picales, inundaciones y sequías y que cada día por causade los desastres en el mundo mueren 184 personas,habiendo para cada una de éstas 3.000 más bajo ame-naza. En ese estudio se hace ver que si bien solo un 11por ciento de la población expuesta a amenazas natura-les vive en países de bajo índice de desarrollo humano,éstos concentran más del 53 por ciento del total demuertes (Pnud 2004). Pareciera que, poco a poco, losanalistas, los generadores de opinión y quienes tomandecisiones se apropian de las nuevas terminologías ymodelos explicativos y expresan nuevas alternativas ydemandas para enfrentar el problema de los desastres.

La temporada de huracanes de 2005 fue trágica, perola experiencia a la que nos sometió se une al nuevo

discurso y parece contribuir a abrir el camino no solo ala redefinición de la problemática de los desastres en elámbito de su causalidad, sino también al ascenso de unaética en ciernes que acompaña al inicio del milenio: laadmisión de la responsabilidad humana en las crisisambientales; trátase del surgimiento de nuevos valoresque cambian la perspectiva desde la que se comprendey enfrenta la relación del ser humano con la naturaleza.En nuestros países esto debiera de traducirse en unanueva forma de administrar las acciones de atención delas emergencias pero, sobre todo, en un cambio de laperspectiva política con la que se gestionan los elemen-tos causales, integrando en las acciones públicas y en laspolíticas de desarrollo el concepto de reducción de ries-gos como un eje transversal –esto como un primer paso,siendo el siguiente y más importante el de la generaciónde una cultura de la prevención cuya concrecióndemanda tiempo, paciencia y compromiso porqueimplica sacrificios y la conciencia lúcida de las conse-cuencias nefastas del modelo de desarrollo actual y delas necesidades de cambio.

Referencias bibliográficasCRRH. 2005. Una visión hidrometeorológica inspirada en el huracán Stan. S.l.Pnud. 2004. Informe Mundial. La reducción de riesgos de Desastres, un desafíopara el desarrollo”. New York,EntrevistasFallas, Juan Carlos (meteorólogo del Instituto Meteorológico Nacional deCosta Rica). Noviembre de 2005.

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11Enero 2006

Por sus condiciones geográficas, climáticas y tectó-nicas, Costa Rica experimenta cada año unaimportante cantidad de eventos que tienen su

origen en la naturaleza, paralelo a lo cual el modelo dedesarrollo nacional adoptado define unas consecuen-cias negativas -cada vez mayores- de terremotos, erup-ciones volcánicas, huracanes, deslizamientos e inunda-ciones, entre otros.

Los avances en relación con el desarrollo de una cul-tura de prevención en la población, con miras a reducirlos impactos negativos que han generado tales eventos,se han dado desde diferentes frentes, uno de ellos es laeducación, que es un proceso de mediano y largo plazoscuya eficacia es difícil definir en el corto plazo. Es asícomo desde hace unos 15 años el tema de los desastresnaturales ha sido incorporado a los currículum de laenseñanza preescolar, primaria y secundaria. Aunqueeste hecho es significativo, el abordaje del tema arrastradiversos problemas: En primer lugar, el peso del enfoquedesastrológico, centrado en la atención y en la visiónnegativa de la naturaleza que dificulta el situarnos en elmomento de la prevenciónde riesgos –ante ello la edu-cación podría ser un ejecentral para desmitificar ydemocratizar el acceso a lainformación y al conoci-miento como uno de los pri-meros pasos para la com-prensión de los procesosnaturales y para la genera-ción de formas más amisto-sas de relación con elambiente natural. Ensegundo lugar, el predomi-nio de estrategias pedagógi-cas conductistas y formalesque asumen al sujeto de la educación (los educandos)

como receptor pasivo de información -mientras que laeducación para la prevención de riesgos debiera estarcentrada en las preocupaciones de los sujetos y en elconocimiento de su propio entorno. El reconocimientode prácticas ambientales sustentables y saberes tradicio-nales debe ser incorporado como parte de este procesoeducativo en la prevención de riesgos, ya que la pro-tección, la recuperación y la sustentabilidad transmiti-das de generación en generación contribuyen a lareducción de los efectos negativos de la geodinámicainterna y externa del planeta.

Entonces, esta estrategia debe privilegiar el conoci-miento del espacio geográfico y el reconocimiento delos recursos y los riesgos ambientales de las comunida-des promoviendo así la participación comunal en losprocesos educativos y, en general, de desarrollo.

El marco institucional y de legislación da cuenta deun importante sustento y capacidad en la respuesta delpaís, debido a las transformaciones sociales de los añoscuarenta y a la creación de instituciones de seguridadsocial, manifiestas en la amplia cobertura educativa y de

salud con que cuenta CostaRica -aunque debe recono-cerse que aquí se habla deacceso, y sabemos que enaspectos de calidad se debemejorar.

A través del tiempo sehan logrado otros avancesa la luz de los cambios enlos enfoques teóricos ypedagógicos, en la legisla-ción educativa y en unamayor conciencia y preocu-pación ambientales. Porejemplo, a finales de 2000el Consejo Superior de

Educación aprobó la educación ambiental como tematransversal en la educación y la definición de varioscomponentes entre los que está la prevención y mitiga-ción de riesgos y desastres. Actualmente se han hecho

C A R L O S M O N T E R O Y J E A N N E T T E A R A U Z

Educación para prevenciónde riesgos naturales

Carlos Montero y Jeannette Arauz son investigadores en el ObservatorioVulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) de la Universidad Nacional,del cual Montero es además su director.

T E M A D E P O R T A D A

Deslizamiento en microcuenca río Guabo, Pacífico Sur, Costa Rica CNE

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12 Enero 2006

otros esfuerzos, como la Estrategia Nacional para laEducación Ambiental en I y II ciclos de la EducaciónGeneral Básica (mediante decreto ejecutivo del 7 dejunio de 2004), que considera la educación para la pre-vención de riesgos y desastres parte de los componentesdel área de principios éticos y cultura ambiental, cuyoobjetivo es contribuir al logro de la sostenibilidad y almejoramiento de la calidad de vida de la población cos-tarricense. De igual manera, mediante decreto ejecuti-vo también se estableció la inclusión de la SemanaNacional de Educación para la Prevención de Riesgos yDesastres en el calendario escolar y preescolar durantela segunda semana del mes de octubre de cada año, lacual está vinculada a la celebración del DíaInternacional para la Reducción de los DesastresNaturales.

Ante este diagnóstico y en el contexto del ProyectoRiesgos Naturales y Percepción, los suscritos

hemos hecho varias propuestas, entre ellas la inserciónde una unidad didáctica en el tema de los riesgos natu-rales que se construye con base en las experienciasanuales universitarias y escolares y que va incorporan-do diversos aspectos desde esa práctica cotidiana hastalos principios teóricos y pedagógicos. El objetivo princi-pal es el abordaje integral de los riesgos naturalesemprendiendo su estudio desde una perspectiva territo-rial, ecológica y social. Esta nueva visión significa com-prender los riesgos como parte constitutiva del ambien-te y de nosotros mismos y no como eventos aislados quenos afectan solo negativamente. Como parte de estatarea se hace imperativa la puesta en marcha de proce-sos de validación y evaluación del material didácticocon el objetivo de mejorarlo a través de su uso en lasescuelas identificando fortalezas y debilidades. En estecontexto se determinó la necesidad de realizar un tra-bajo conjunto con el Ministerio de Educación Pública,la entidad rectora en educación y encargada de velarpor el cumplimiento, el fomento y ejecución de accio-nes educativas que favorezcan la construcción de unacultura ambiental para el desarrollo sostenible.

La primera fase del proyecto planteado consiste enuna dinámica con los niños de las escuelas selecciona-das, quienes elaboran mapas de percepción de riesgosen los que expresan con la mayor libertad posible suspreocupaciones respecto de los riesgos a los que se con-sideran expuestos. La segunda fase es el análisis y verifi-cación de la información, en la que participan estu-diantes del curso optativo Riesgos Naturales yPercepción, que comprende tanto trabajo de clase comode campo y en la que participan los niños y sus padres.La tercera fase corresponde a la realización de un taller

en las escuelas participantes que está a cargo de losestudiantes del curso optativo; durante ella se analizaconjuntamente con los niños los mapas elaborados y sehace una caracterización de los riesgos presentes en lacomunidad con base en una investigación efectuadacomo parte del curso que quedará en la comunidadescolar como un insumo básico para posteriores estu-dios. El desarrollo de esta fase se ha constituido en unaexperiencia positiva porque ha permitido practicar elaprender haciendo involucrando estudiantes de diferen-tes carreras profesionales. Algunas de las diferentesactividades didácticas organizadas por estos estudiantesy dirigidas a los niños son obras de teatro, títeres, jue-gos, maquetas y presentaciones digitales en powerpoint.

La metodología propuesta combina dos unidades deaprendizaje que habitualmente se enseñan de formaseparada en primaria y secundaria: elementos de carto-grafía y desastres naturales. Hace énfasis en que la pre-vención y preparación no son exclusividad de las insti-tuciones estatales de respuesta sino que son también deresponsabilidad individual y comunal. Un elementoclave es el hecho de que la dinámica puede ser aplicadaen cualquier escuela del país independientemente deque sea un lugar con problemas específicos de riesgos,porque privilegia la discusión del tema de la prevencióny el conocimiento geográfico de los estudiantes respec-to de su comunidad. Además, mediante asignaciones alos estudiantes se estimula el desarrollo de los planesfamiliares de prevención y la discusión en familia sobreel tema (escuela como agente de cambio).

En lo que se refiere al curso optativo impartido paralos estudiantes universitarios, el proyecto permite lacombinación de experiencias de docencia, investiga-ción y extensión social.

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Deslizamiento en el Valle Central, Costa Rica CNE

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13Enero 2006

Los eventos hidro-meteorológicos, como lluvias,inundaciones y deslaves, son los causantes decerca del 85 por ciento de los desastres naturales

reportados en Costa Rica (Vega y Gámez 2003). Lacausa más común es las lluvias prolongadas, las tor-mentas locales severas y la combinación de éstas(Ramírez 1992).

La vulnerabilidad ante desastres naturales es un pro-blema de salud pública y de bienestar. La mitigación dedesastres es una política pública, y es poco lo que sepuede hacer para prevenir las lluvias o vientos excesivosdado el estado actual y los costos de la tecnología. Lasolución es política, no tecnológica. Las instituciones,sus funciones y responsabilidades, deben de ser organi-

zadas de cierta manera para reducir el impacto de losfenómenos naturales y no echar a perder los esfuerzosdel país por alcanzar el desarrollo económico sustenta-ble. Pero la ausencia de herramientas y análisis econó-micos de la vulnerabilidad ha impedido la toma de deci-siones acertadas en el tema y, más bien, las comunida-des humanas magnifican con algunos comportamientossu vulnerabilidad ante los eventos naturales con poderdestructivo. Se falla mucho en reconocer y establecerlas relaciones entre la destrucción de hábitat, los cam-bios de uso de la tierra y la ubicación de los asenta-mientos humanos, lo que conduce a un dramáticoaumento en la exposición y vulnerabilidad a los desas-tres hidrometeorológicos.

La evaluación socioeconómica se ha utilizado nor-malmente para evaluar los daños una vez producidos. Sibien han sido desarrolladas metodologías -por ejemplolo ha hecho la Comisión Económica para AméricaLatina y el Caribe (1996, 1998, 1999 y 2003)-, las eva-

E D W I N V E G A - A R A Y A Y M A U R I C I O V E G A - A R A Y A

El valor de lo vulnerable ante desastrespor eventos hidrometeorológicos

Edwin Vega-Araya ([email protected]), economista, es investigador y profesor enla Universidad de Costa Rica; Mauricio Vega-Araya ([email protected]), inge-niero forestal con especialidad en sistemas de información geográfica, es profe-sor en la Universidad Nacional; ambos pertenecen a Cieco. El estudio del que dacuenta este artículo contó con el apoyo financiero de Merck CompanyFoundation, brazo filantrópico de Merck & Co. Inc.

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Cultivos destruidos por desbordamientos en Pacífico Sur, Costa Rica CNE

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14 Enero 2006

luaciones se han hecho para eventos específicos comolos huracanes Mitch, César y otros, con el fin de orien-tar y destinar fondos para solucionar las respectivasemergencias. El presente escrito da cuenta de unainvestigación sobre el problema de la vulnerabilidadante desastres naturales de carácter hidrometeoro-lógico, los actores relacionados con la misma y elpapel del estado en su solución. En la investigaciónse siguió un enfoque ex ante de valoración, esto es, sinesperar la ocurrencia del desastre, determinándose eleventual valor de los daños hipotéticos para dar unaconnotación económica a la vulnerabilidad.

Se define la vulnerabilidad como el grado de suscep-tibilidad de una comunidad humana a las amenazas

naturales. Ésta es condicionada por la localización y dis-tribución de la población, por las condiciones de uso delsuelo, la infraestructura, las viviendas, la densidad depoblación, la capacidad de organización, etcétera.

La vulnerabilidad se analiza en cuatro procesos fun-damentales: (1) definición y escogencia de las zonaspropensas de inundación y de peligros de avalanchas

(ver mapa); (2) establecimiento de lo vulnerable, que sedivide en: vulnerabilidad ambiental, la infraestructuravulnerable y vulnerabilidad socioeconómica; (3) esta-blecimiento de costos promedio para lo vulnerable,enfocados básicamente a infraestructura y elementossocioeconómicos, y (4) determinación de la vulnerabi-lidad en términos monetarios y sus consecuencias.

El análisis de la vulnerabilidad se inició con la defi-nición de las zonas propensas a inundación y con peli-gro de avalancha. Para ello se utilizó el mapa deAmenaza de Inundaciones en Costa Rica de escala1:500.000 (Vahrson et al. 1990), que es básico para defi-nir lo vulnerable. Al hacer el cruce con informacióndigital se definió qué está bajo amenaza de inundación(infraestructura, personas, actividades, etcétera); o sea,todo lo que esté dentro de las zonas en peligro de inun-dación es vulnerable.

Para la vulnerabilidad ambiental, el indicador prin-cipal es el conflicto de uso: especialmente en las áreasde sobreutilización, que son las más propensas aderrumbes, deslaves, etcétera, cuando se presenta unexceso de precipitación. Los indicadores de vulnerabili-

Áreas de amenaza de inundación y conflicto de uso del suelo en Costa Rica

Fuente: Vahrson et al. 1990, Acón y Asociados 1984, OET 2000, Ceniga 1998, Fundecor 2000.

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15Enero 2006

dad socioeconómica están orientados a medir la pro-porción de población en zonas de riesgo respecto deltotal de la población regional y nacional, medidos a par-tir del índice de desarrollo social (ids); la población deestratos económicos y sociales históricamente bajos haresultado proporcionalmente más afectada por losdesastres naturales. La infraestructura más vulnerableevaluada fue: colegios, escuelas, viviendas en distritosde ids bajo, hospitales, clínicas, puentes y acueductos;las carreteras se subdividieron en primarias y secunda-rias; la cuantificación se hizo a partir del establecimien-to de un valor medio para cada rubro de infraestructu-ra, estimando así el valor de la infraestructura vulnera-ble.

Un 11,4 por ciento del área total de Costa Rica -según el mapa- está en peligro de inundación y cerca deun 2 por ciento de la población nacional se encuentravulnerable en ese sentido. Un 23 por ciento de las zonasen peligro de inundación está con sobreuso del suelo.En el estudio se estimó que el valor total de la infraes-tructura en riesgo asciende a $720 millones. El 77 porciento del valor total estimado de infraestructura enriesgo corresponde a carreteras, el 17 por ciento aviviendas “pobres” (más susceptibles de ser afectadas) yel restante 6 por ciento a acueductos, clínicas, escuelas,etcétera, en su conjunto.

Dado que el ser humano influye sobre su misma vul-nerabilidad, incrementándola o disminuyéndola, la esti-mación anterior tiene como consecuencia que el estadodebe enfatizar en la infraestructura, ya que si no seactúa desde un enfoque preventivo la eventual destruc-ción de ella tendrá altos costos. La prioridad está en loscaminos y en las viviendas. Además, se recomiendaactuar, en primera instancia, sobre el uso del suelo, apli-car y establecer políticas nacionales de generación deinformación y un marco regulador de tal uso; sin porello dejar de ejecutar de forma descentralizada los pla-nes locales como forma efectiva de reducir la vulnera-bilidad. La reducción de la vulnerabilidad tiene unabase municipal, principalmente a través de los planesreguladores. Instancias como la Sala Constitucional y laDefensoría de los Habitantes podrían influir en que lasmunicipalidades cumplan su cometido.

Dada la inexistencia de información, no se pudodeterminar la vulnerabilidad agrícola, para definir cuá-les cultivos específicamente están dentro de las zonasriesgosas de desastre y, por ende, obtener así el valor delas pérdidas de las cosechas. Para éste y otros estudiosdel mismo tipo es necesario, pues, contar con un mapade zonificación agrícola.

Referencias bibliográficasAcón y Asociados. 1984. Mapa de capacidad de uso de las tierras de CostaRica. Escala 1:200.000. Sepsa-Mag. San José.Ceniga. 1998. Mapa digital de cobertura del suelo,basada en fotografías aéreasde 1998 a escala 1:40.000. (Sin comprobación de campo)Comisión Económica para América Latina y el Caribe. 1996. Efectos de losdaños ocasionados por el huracán César sobre el desarrollo de Costa Rica en1996. México.Naciones Unidas. Vulnerabilidad y Evaluación del Riesgo. Guía del entre-nador. Washington.Comisión Económica para América Latina y el Caribe. 1998. El fenómenoEl Niño en Costa Rica durante 1997-1998. Evaluación de su impacto y nece-sidades de rehabilitación, mitigación y prevención ante las alteraciones climáti-cas. México. Comisión Económica para América Latina y el Caribe. 1999. Costa Rica:Evaluación de los daños ocasionados por el huracán Mitch, 1998. Sus implica-ciones para el desarrollo económico y social y el medio ambiente. México.Comisión Económica para América Latina y el Caribe. 2003. Manual parala evaluación del impacto socioeconómico y ambiental de los desastres. México.Fundación para la Conservación de la Cordillera Volcánica Central(Fundecor). 2000. Mapa digital de uso y cobertura para la cuenca del ríoTárcoles.Organización de Estudios Tropicales (OET). 2000. Mapa digital de uso ycobertura del suelo, cuenca del río Tempisque, Costa Rica. Interpretación deimágenes de Landsad ETM+ y Tm, año 2000. [En: www.ots.ac.cr/en/palo-verde]Ramírez, Patricia. 1992. “Descripción de situaciones climatológicas quepueden producir desastres en Costa Rica”, en Revista Geográfica de AméricaCentral, 25-26.Vahrson, Wilhelm-Günther et al. 1990. Amenaza de Inundaciones en CostaRica, América Central. Comentarios al Mapa 1:500.000. Escuela de CienciasGeográficas Universidad Nacional. Informe a la Comisión de EmergenciaNacional (CNE) y al Centro de Prevención de Desastres Naturales en AméricaCentral (CEPREDENAC). Costa Rica. Vega, E. y L. Gámez. 2003. Implicaciones económicas de los eventos hidrome-teorológicos en Costa Rica: 1996-2001. Comité Regional de RecursosHidráulicos. San José.

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16 Enero 2006

Visitar un bosque tropical sin la compañía de unexcelente guía es como ir a cenar y no tenerpaladar. La exhuberancia de nuestros bosques

impresiona a los visitantes, pero no es sino cuando unguía afina sus ojos, alerta sus oídos y deja libre sus sen-timientos, que el turista empieza a develar lo que siem-pre ha estado ahí, a descubrir un mundo de curiosida-des y a entender la maravilla del ecosistema. Un exce-lente guía naturalista va más allá y se preocupa por laseguridad del cliente, por la calidad de los servicios,actúa antes de que se lo indiquen, tiene una conversa-ción inteligente, gentil y amena. Respetuosa pero fir-memente, deja claras las reglas para una experienciapositiva y un actuar responsable ante la gente y los sitiosque se visiten. Fácilmente se gana la confianza y el res-peto de los visitantes y se convierte en el anfitrión ylíder del grupo.

Perfil necesario del guía turístico

El guía no solo requiere de conocimiento sino también depasión. Un excelente profesional en biología no necesa-riamente es un buen guía naturalista. Es cierto que elconocimiento técnico y el dominio profesional de lamateria son fundamentales en un buen guía, sin embar-go las experiencias han demostrado que adicionalmen-te para ser un buen comunicador se requiere de otroscondimentos. La capacidad de comunicar en formaamena, oportuna, clara y sencilla son condiciones esen-ciales para trabajar con turistas, no importando edad niprocedencia. Lograr la atención del público es el primerpaso, mantener esa atención a lo largo de 10 días no esfácil.

La pasión es un ingrediente fundamental para ser unguía naturalista. Es lo que le permite pasar 30 veces porel mismo sendero en una temporada y cada vez hacerlocon el mismo interés y entusiasmo de la primer vez. Lapasión brota de lo más íntimo y hace que otros se con-tagien de la devoción y alegría de ver una orquídea en

flor o una tropa de monos en la copa de los árboles. Solocuando se tiene pasión por lo que se hace se lucha porlo que se quiere, se comparte sin reservas, se quiere quemuchos sientan y vivan lo que nosotros sentimos. Lapasión se trae pero también se cultiva. Como todo pro-fesional, es responsabilidad del guía saber cuándo debeencontrar sus propios espacios para revitalizarse, cómorejuvenecerse, cómo recuperar la energía que con fre-cuencia es absorbida por los clientes. Y cuando se sien-te que la experiencia es monótona, que nada nos hacepalpitar, es hora de reconocer que la pasión ha dismi-nuido.

El trabajo del guía es materializar los sueños del turista.La mayoría de los turistas escogen el sitio para su vaca-ción y empiezan a soñar, a crear expectativas y, comotodos, a desear que sean sus mejores vacaciones. Losque practican ecoturismo seguramente han invertidotiempo investigando no solo adónde irán, sino tambiénqué animales encontrarán, cuáles plantas, qué tipo debosques visitarán y hasta qué es lo único y extraordina-rio de esa región. En resumen, saben a lo que vienen yesperan encontrarlo. La mayoría contrata guías especia-lizados de muy buena reputación porque tienen claroque un buen guía puede ahorrarles tiempo, ampliarlesconocimientos y darles seguridad. Por lo tanto, hasta elguía forma parte de sus vacaciones.

El trabajo del guía empieza por saber quién es sucliente, qué le gusta, con qué ha soñado para sus vaca-ciones. Su responsabilidad es tener presente esta infor-mación y velar por satisfacerle. En ocasiones, y cuandose permita, hasta implica ajustes de itinerarios; loimportante es ir más allá y sorprenderle con momentosy detalles que ni siquiera había soñado. Pero hasta quese vive la experiencia se materializan los sueños y losguías son los grandes protagonistas para permitir queéstos se hagan realidad.

En la empresa turística el guía es el responsable de ponerel esfuerzo de muchos en las manos del cliente. A diferen-cia de otras industrias, la industria del turismo vendeintangibles, y cuando se consumen lo que se acumula esexperiencias, no bienes. Tal condición obliga a trabajar

A N A B A E Z

Guía naturalista: actor claveen ecoturismo

Ana L. Báez, bióloga, museóloga y especialista en ecoturismo, es presidenta deTurismo & Conservación Consultores.

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17Enero 2006

sobre los principios de máxima calidad o calidad totalcomo mecanismo que garantiza al cliente un servicioconfiable.

En el proceso de elaboración de un programa turís-tico participan muchos actores directos e indirectosantes de que el producto llegue a manos del cliente. Lacadena de producción es compleja (transportes, hospe-dajes, alimentación, actividades, áreas protegidas, etcé-tera), pero la ciencia es que en el momento de la entre-ga todos los componentes estén tan afinados que sue-nen como la mejor de las sinfonías. Entonces el guíaempieza a actuar como el director de la orquesta y per-mite que sus clientes disfruten de la mejor de las obras.El trabajo no es fácil, como un buen director deberásaber resolver los problemas sin que el cliente lo note,deberá constantemente afinar instrumentos.

Interesantemente, muchas empresas con decenas deempleados trabajan por conquistar al cliente, por ofre-cerle y organizar lo que le satisface, coordinar todos losservicios, asegurarse de los aspectos financieros y deseguridad para, finalmente, entregar todo el esfuerzo demeses en las manos del guía. Y la pregunta clave sería:¿cuánto tiempo invierte el gerente de la agencia enconocer y asegurarse de que el guía realmente entiendelo que su empresa busca, cuenta con la capacidad nece-saria y está comprometido con sus principios?

Al cerrar el proceso el guía prácticamente es elúnico que tiene contacto directo con el cliente, queconoce la calidad de los productos que la empresa con-

trata, que reconoce la competencia y los malabares parasalir adelante en temporada alta. Su rol en el campo lepermite hacer una lectura clara de los perfiles de losclientes, de sus cambios en el tiempo y de la tendenciade los productos y del mercado. Es una fuente valiosade información que podría contribuir enormemente sise le reconoce mejor su función como eslabón claveentre el cliente y la empresa.

Un buen guía hace maravillas aun en condiciones críti-cas. Una actitud positiva, una mente creativa y una dis-posición proactiva son atributos indispensables para serun excelente guía. Además, sabido de que trabaja parauna empresa seria, que le respalda profesionalmente yque está presente cuando se necesita, el guía tiene lacapacidad y la energía para resolver problemas y trans-formar los momentos controversiales en experiencias. Ylogra más fácilmente esto si sabe trabajar en equipo conel chofer y desde el inicio planifican sus actividades y setrazan los mismos objetivos como lo hace un buen equi-po de trabajo. El desempeño de un buen chofer da segu-ridad y confianza y él puede convertirse en la manoderecha para juntos vender los retos y permitir que eltrabajo fluya.

Un buen guía escoge la empresa con que desea tra-bajar. Partir del principio ético de responsabilidad, leal-tad y confianza es fundamental para poder trabajar enequipo y conquistar al cliente con profesionalismo ycalidad.

Transporte de turistas en Caribe costarricense

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Importancia de la interpretación

La interpretación temática es la base para una comuni-cación efectiva y personalizada. Es sabido que la interpre-tación es el arte de comunicar en forma agradable untema, de buscar los mecanismos que permitan acercar alvisitante al objeto y provocar inspirarle para aprenderalgo en tanto serecrea. La interpreta-ción ha sido aplicada yestudiada por sigloscon excelentes resul-tados académicos ycomerciales. En turis-mo es una herramien-ta que contribuyepráctica y efectiva-mente a elevar elnivel de satisfaccióndel cliente, rindiendobeneficios directos alas empresas.

Recientemente,Sam Ham, de laUniversidad de Idaho,ha desarrollado la téc-nica conocida comointerpretación temática,que consiste princi-palmente en organizarla comunicación enun esquema de temas.El concepto se susten-ta en que la interpre-tación debe contarcon cuatro cualidadesesenciales conocidascomo el modelo apotde Sam Ham (Ham2003): la interpretación es amena, la interpretación espertinente, la interpretación es organizada y la interpre-tación tiene un tema. La propuesta entonces es que elguía siempre debe iniciar su presentación con un temapotente, que provoque el cuestionamiento entre susclientes, que remueva la curiosidad y ganas de conocer,que genere expectativas que deben ser satisfechas a lolargo de la caminata o experiencia. (Un ejemplo decómo cambiar una presentación no temática a unatemática: No temática: “Este paisaje deforestado fuecausado por la ganadería”; temática: “La actividadganadera fomentada por las políticas de desarrollo delos años setenta crearon este paisaje desolador”.)

El dominio de las herramientas interpretativas es deconocimiento obligatorio para los guías, su aplicaciónadecuada da resultados extremamente satisfactorios,simplifica el trabajo del guía e impacta positivamente alvisitante. La interpretación exige creatividad y con ellose obliga a la constante renovación.

Las herramientas interpretativas ayudan a que el clientetenga una experienciamás positiva y el guíaun trabajo más agrada-ble. Otros recursosinterpretativos queapoyan el trabajo delguía son los centrospara visitantes consus respectivas facili-dades como serviciossanitarios, cafetería,tienda, salas de exhi-bición, etcétera.Senderos bien diseña-dos con sustratosconsolidados, concapacidad de cargaestablecida y políticaspara el manejo delvisitante, buena seña-lización y de ser posi-ble interpretación insitu contribuyen sig-nificativamente conla calidad de la expe-riencia del visitante.

Los materialesimpresos comomapas, guías inter-pretativas, guías téc-nicas sobre plantas y

animales, fichas plasti-cadas, etcétera, son excelentes recursos tanto para elguía como para los visitantes.

El empleo de equipo como telescopio, binoculares ycámara fotográfica permite un acercamiento a lo obser-vado y da oportunidad de analizar más en detalle elrecurso. El material documentado facilita realizar pre-sentaciones posteriores que sirven para reforzar losconocimientos y crear interesantes discusiones quecontribuyen significativamente a la práctica de re caps oresumen de las experiencias del día con los turistas.

El uso de grabadoras y otras prácticas para atraer alos animales, particularmente aves, no es recomendado.Ya son muchos los guías que transitan por los senderos

18 Enero 2006

Albergue turístico sostenible en el Caribe tico

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19Enero 2006

del país y en conjunto la práctica podría generar unimpacto de consideración.

Un buen guía debe conocer el sitio antes de aventu-rarse con un grupo de visitantes, debe invertir tiempoen planificar las actividades considerando condiciones,distancias, etcétera. Y, muy importante, debe informaral turista antes de realizar la experiencia de modo quesepa qué vestuario es el conveniente, qué equipo llevary cómo prepararse para disfrutar plenamente de lanueva experiencia.

Guiar exige excelencia

La formación del guía naturalista es integral, además desu especialidad. A diferencia del guía de turismo con-vencional, el naturalista surge como respuesta inmedia-ta al producto ecoturístico que involucra un perfil dife-rente de cliente, un ambiente expuesto poco controla-ble y generalmente en zonas rurales. Exige, entonces,un perfil profesional en el que, además del conocimien-to sobre el país y sus recursos, se debe tener una perso-nalidad dispuesta a los grandes retos, con espíritu deexplorador, con buena condición física y que ame lanaturaleza.

A principios de los ochenta, cuando surgió el ecotu-rismo, eran principalmente biólogos los que ocuparonesa posición, quienes con gran frecuencia contaban conmaestría y su pasión y compromiso con el ambiente eraevidente. Las tendencias del mercado fueron marcandolas áreas de especialidad y sobresalen hasta la fecha losespecialistas en observación de aves. Conforme la ofer-ta crecía y los productos evolucionaban, los guías fue-ron encontrando nuevos espacios como el rafting, eldeporte extremo, el canopy y otras actividades de aven-tura. A la vez, surgió el turismo cultural y creció elturismo rural, exigiendo cada vez más que el guía evo-lucione de un perfil naturalista a un conocimiento másintegrador de lo cultural y lo natural.

Más recientemente, y en Costa Rica en particularpor su posición de liderazgo en la evolución del ecotu-rismo, el guía se ha visto obligado a procurarse una for-mación integral que va desde el conocimiento de lanaturaleza, pasando por la cultura y la historia locales yregionales, hasta contar con una perspectiva del desa-rrollo sostenible, lo que involucra el conocimiento deactividades como el agroturismo, los servicios ambien-tales y demás iniciativas con perspectivas de sostenibili-dad. Esta realidad no es más que una respuesta necesa-ria a la evolución de los mercados y las nuevas tenden-cias que obligan a un guía a tener el conocimiento y lasdestrezas para trabajar con grupos especializados asícomo con grupos de familia que incluyen una gran dis-paridad de edades.

Sin embargo, no todos los guías tienen la habilidad yflexibilidad para desenvolverse con igual éxito en ungrupo y en otro. Es importante conocer sus propias limi-taciones e identificarse con el área de trabajo en quemejor se desempeña y, si es necesario, especializarse enella. Lo que sí es cierto es que incluso los grupos deobservadores de aves de hoy están interesados en sabersobre el país, su economía, su inserción en los procesosde globalización, etcétera. Por lo tanto, es deber detodos los guías mantenerse documentados, invertir enuna educación continua, conocer la cultura de dondevienen sus clientes, tener un criterio personal y sabercomunicarlo para que no lastime a nadie ni provoqueencuentros con posiciones innecesarias.

Hay guías de guías pero la tendencia es hacia la certifi-cación. Existen muchas tendencias y modalidades sobrecómo clasificar o crear categorías para diferenciar laprestación de servicios de guiado. Sin embargo, éste esun tema que todavía no logra una posición oficial anivel nacional. Lo más amplio y común es reconocer elguía que cubre el territorio nacional y el guía local quese concentra en una región en particular. Además, seacostumbra diferenciar el guía generalista, el guía natu-ralista, el guía transferólogo y el guía chofer. Algunasagencias de viajes por iniciativa propia han identificadoal master guide como el guía de más amplia trayectoria ycuyo dominio del oficio lo lleva a ubicarse en el escala-fón más alto.

La terminología de guía local se inicia con esfuerzosde organizaciones no gubernamentales como CaribbeanConservation Corporation (CCC) en Tortuguero y laOrganización de Estudios Tropicales (OET) en LaEstación Biológica La Selva en Sarapiquí, quienes invi-tan a jóvenes locales a participar en programas de capa-citación para formarse como guías. Ambos esfuerzosdieron importantes frutos y hasta hoy tienen impacto.Posteriormente, la Fundación Neotrópica apoya proyec-tos como World Teach y se implementa un programapara guías locales en la península de Osa. Múltiplesotras iniciativas han venido implementándose y la ofer-ta de guías locales es amplia a nivel nacional. Sobresalehasta hoy el grupo de guías de Monteverde quienes consu esfuerzo y el apoyo de organizaciones nacionales einternacionales han logrado estar entre los guías localesde mayor prestigio y compromiso profesional.

Con el crecimiento desmedido del turismo a media-dos de los años noventa la demanda por guías se incre-mentó y en algunos casos el trabajo de guía es asumidopor personas que, aunque bilingües, no necesariamentetienen el conocimiento ni la pasión para lograr el nivelprofesional y formalidad necesarias. Pocos años atrás, elInstituto Costarricense de Turismo junto con elInstituto Nacional de Aprendizaje y otras organizacio-

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nes de apoyo asumieron el reto de poner en vigencia losprogramas para otorgar el certificado de guía con elnúmero de licencia correspondiente una vez cumplidoslos requisitos. El esfuerzo y el mérito son importantespero aún queda camino por andar y metas por superarpara fortalecer el gremio y exigir los más altos nivelesprofesionales.

Aunque en algunos foros y reuniones se ha discuti-do el tema de crear los mecanismos para la certificacióndel desempeño profesional de los guías, aún éste está enpañales en Costa Rica. Sin embargo, otros países comoEcuador (Galápagos), Sudáfrica y Australia han idoprogresando y hoy gozan de sistemas en procesos deimplementación. Costa Rica requiere de revisar estetema, sobre todo por su largo reconocimiento y exce-lente reputación en cuanto a la calidad y el profesiona-lismo de los guías naturalistas que hasta hoy se conside-ran ejemplo mundial. Sin embargo, somos concientesde la necesidad urgente de fortalecer los esfuerzos encapacitación y compromiso profesional; si no se actúacon prontitud arriesgamos la continuidad de tan mere-cido reconocimiento.

Hay tentaciones que dañan la imagen del guía y afectanla profesión. El oportunismo conduce a un desarrollocon visión de corto plazo y con mentalidad de subdesa-rrollo. La falta de profesionalismo y pasión de algunosponen en riesgo la reputación del trabajo del guía. Estacondición se percibe ya en los pequeños detalles: guíasdespreocupados de su presentación personal y empleode un lenguaje vulgar indigno de un profesional, a loque con frecuencia se une la falta de consideración yrespeto por los colegas en hoteles y transportes, aménde la aplicación de artimañas para sacar jugosas propi-nas inmerecidas a bondadosos turistas y para que éstosescojan actividades o productos que generan comisio-nes, no importando su calidad ni condiciones de seguri-dad.

Los guías deben luchar por mantener su posición: elsuyo es un trabajo digno, admirable, con enormesrecompensas y que puede permitir que muchas personasencuentren una ilusión para vivir, una forma diferentede disfrutar de este planeta, una palabra precisa paraexpresar sus sentimientos y encontrar en lo sencillo laverdadera felicidad. El guía ha de ser el costarricenseque el turista quiere conocer: el habitante de un país depaz, democrático y sin ejército. La responsabilidad demantener viva la industria que hoy sustenta la econo-mía del país recae en buena parte en la capacidad quetengan los guías de ser consistentes entre –por un lado-lo que se dice y se hace y –por el otro lado- la imagenque tantos turistas tienen y desean conservar de nues-tro país.

El liderazgo positivo debe cultivarse constantemente. Laoportunidad de tener las condiciones para ser reconoci-do como un líder es un privilegio que el guía debeexplorar. Además de sus responsabilidades como guía,su trabajo le permite implementar prácticas que procu-ren disminuir el impacto que provoca cualquier turis-mo, inclusive el ecoturismo. Las buenas prácticas, comoseleccionar los productos que se compran a lo largo delos tours en función de disminuir la cantidad de dese-chos, el preferir productos orgánicos y nacionales, elseparar los desechos y depositarlos en los lugares ade-cuados, entre muchas otras iniciativas, son accionesque el guía naturalista está obligado a ejecutar y a com-partir con los clientes invitándolos a participar hacien-do conciencia en ellos de los cambios que podríamosgenerar con esas pequeñas acciones (por ejemplo, en2005 una empresa operadora nacional invitó a 722turistas a utilizar botellas para agua rellenables en vezde desechables, obteniendo como resultado un ahorroequivalente a 10.108 envases de botellas que habríanquedado en alguna parte del país).

Además de las acciones de buenas prácticas y elapoyo a hoteles y otros que estén certificados, el guíanaturalista tiene la responsabilidad de sensibilizar alcliente respecto de los esfuerzos que para la conserva-ción de nuestras áreas protegidas hacen cientos de orga-nizaciones no gubernamentales que trabajan por undesarrollo más armónico con el ambiente y el bienestarsocial. Todo turista puede convertirse en un importantealiado en el arduo trabajo en búsqueda de la sostenibi-lidad. Igualmente, la función del guía como usuariocontinuo de los parques nacionales y demás áreas pro-tegidas lo convierte en excelente fuente de informaciónsobre éstas y podría convertirse en agente monitor delestado del área protegida. Éste es un recurso aún noaprovechado en el país del cual todos saldrían benefi-ciados y cuya estructura de operación ya fue propuestadesde 1992 (Báez 1992).

Trabajar como guía naturalista conlleva el compro-miso decidido de luchar por la sostenibilidad, conservarlos recursos patrimoniales del país, respetar y honrar alas personas sobresaltando sus cualidades y permitiendoque éstas crezcan cada día más. Pero nada de esto seráposible si el guía como persona no dedica tiempo a subienestar y crecimiento personal y a encontrar la armo-nía entre los mundos físico, cultural y espiritual, porquees necesario estar bien para poder dar.

Referencias bibliográficasBáez, A. 1992. El guía como agente para apoyar el monitoreo en las áreas sil-vestres de Costa Rica. Propuesta para el Sinac. Sinac. San José. Ham, Sam. 2003. Principios de interpretación. Presentación digital.

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21Enero 2006

El reconocimiento que a escala mundial tiene elcertificado para la sostenibilidad turística (cst) sealcanzó por ser éste uno de los primeros certifica-

dos que ofrece al sector turístico una diferenciación res-paldada en un estándar único en su género, al ponderarlos elementos de la sostenibilidad cuando apenas el tér-mino se acuñaba en el mundo y el tema se empezaba atratar. Así, el cst no surgió por un efecto imitador, sinopara dar respuesta a las necesidades de un país visiona-rio que, considerando los beneficios económicos quepodría generar el turismo a la economía nacional, valo-ró en igual medida las repercusiones que la actividadpodría causar en el acervo natural y cultural.

En 1975, el número de turistas extranjeros que visi-taban Costa Rica era de 297.000, promedio que se man-tuvo por más de una década y que empezó a crecer en1985, detectándose un incremento exponencial entre1990 y 1993, reflejado en un aumento del 150 por cien-to en el ingreso por divisas en cuatro años (de $206millones en 1990 a $510 en 1993, según los anuariosestadísticos del Instituto Costarricense de Turismo).Pero el boom turístico estuvo acompañado por el com-promiso y responsabilidad de quienes, estando en laadministración pública, comprendieron que el reto deestar al frente de la actividad era realizar acciones con-cordantes con la tradición conservacionista del país y,entonces, acogieron las propuestas que a nivel técnicose gestaban en el Instituto Costarricense de Turismo(ICT). Fue así como, en octubre de 1993, se modificó laestructura de la institución, creándose el Departamentode Recursos Naturales, con el fin de que se atendieranlas repercusiones ambientales del crecimiento en la visi-tación turística (problemática de la basura y deterioroque por falta de condiciones estaban sufriendo los par-ques nacionales), destacándose el apoyo que se recibiópara el desarrollo de la propuesta de lo que hoy es el yamencionado cst.

El cst fue propuesto con el fin de atender los proble-mas que en materia ambiental aquejaban al país, y

se estableció oficialmente en 1997 con la creación del“estándar cst para hoteles”. Pero para lograr lo queconstituye la base técnica del cst se tuvo que recorrercamino: desde concebir una propuesta impositiva y par-cial en cuanto a su contenido (el “sello verde”), hastallegar a la construcción de una propuesta que rompiócon los esquemas tradicionales propios de la adminis-tración pública. Para los años en los que se plantea éstoseran la tónica, en el sentido de que los planteamientossimplemente se ejecutaban sin ningún tipo de consultao procesos participativos. Fue necesario, entonces, rea-decuar el planteamiento, ahora considerando que lateoría debería ir de la mano con la práctica e introdu-ciendo temas que a escala mundial se estaban diluci-dando a partir de la Cumbre de la Tierra llevada a caboen Río de Janeiro en 1992. Con ese enfoque el paísaportaba su granito de arena al paradigma de la formade hacer turismo, por lo que la responsabilidad eramayor, sobre todo si se considera que, para lograr elempowerment del concepto de sostenibilidad en el sectorturístico, se tenía que plantear un mecanismo no impo-sitivo sino más bien de convencimiento, de convicción.Fue así como se propuso como instrumento para lograr-lo la certificación y la acreditación y se incursionódesde entonces en otro tema desconocido en la activi-dad turística.

En el planteamiento del cst han estado involucradasmuchas personas. En lo que al ICT corresponde comogestor de la iniciativa, por parte de él participaron,desde el equipo técnico del Departamento de RecursosNaturales conformado por un grupo multidisciplinario,hasta los jerarcas y los miembros de la Junta Directivade turno, quienes lo han apoyado mediante la aproba-ción de presupuestos e, incluso, mediante su divulga-ción, ya que a muchos les ha correspondido presentarloante el sector turístico nacional e internacional, encumbres y reuniones a las que, a debatir y compartirsobre el tema, han sido invitados.

R O S A U R A M O N G E

Certificado de sostenibilidad turística:norma consolidada

Rosaura Monge, administradora de negocios y especialista en evaluación, essecretaria técnica del programa CST del Instituto Costarricense de Turismo.

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22 Enero 2006

Como parte de la construcción del enfoque que seplanteaba fue necesario definir el concepto de sos-

tenibilidad turística, que se logra identificando los fac-tores relacionados a la actividad: Sostenibilidad turísti-ca significa, en términos operativos, una interacciónbalanceada de tres factores básicos de la industria turís-tica: el uso apropiado de nuestros recursos naturales yculturales, el mejoramiento de la calidad de vida de lascomunidades locales y el éxito económico que puedacontribuir a otros programas de desarrollo nacional.Sostenibilidad turística no es solo una respuesta a lademanda, sino una condición indispensable para com-petir con éxito ahora y en el futuro.

La hipótesis sobre la que se basó el cst fue la de con-vertir el concepto de sostenibilidad en algo real, prácti-co y necesario en el contexto de la competitividad turís-tica del país, con miras a mejorar la forma en que se uti-lizan los recursos naturales y sociales, incentivar la par-ticipación activa de las comunidades locales y brindarun nuevo soporte para la competitividad del sectorempresarial.

Fue necesario apoyarse en quienes conocían sobrerecursos hídricos y energéticos, desastres naturales,impacto ambiental, tecnología de punta y manejo dedesechos -entre otros-, con el fin de valorar los alcan-ces y limitaciones del planteamiento base. Con la infor-mación obtenida se estructuró lo que en principio sellamó el “cuestionario” que, con el apoyo de grupos dediferentes sectores, se afinó para probarlo en el campoy, con los resultados de la prueba realizada a 40 estable-cimientos que se seleccionaron siguiendo procedimien-tos estadísticos, se iniciaron procesos participativos res-paldados en metodologías específicas como las que ofre-ce la disciplina de la evaluación, justamente para lograrel cometido en cuanto a reflejar las necesidades yexpectativas de las partes interesadas.

La estructura básica de diseño contempló lossiguientes pasos: (1) Desarrollo de un planteamientobase a partir de la experiencia en proyectos anteriores,la investigación y aporte de expertos. (2)Establecimiento de los ejes de sostenibilidad específicospara la actividad turística (en este caso hoteles) que sedenominan “ámbitos”. (3) Establecimiento de indica-dores fundamentales para cada ámbito de manera quepermitieran identificar y medir las fuentes de impacto,positivas o negativas, más importantes para el sectorturístico bajo análisis; estos indicadores desglosan el ejede sostenibilidad en unidades de fácil comprensión paradescribir la externalidad en términos turísticos y sedenominaron “descriptores”. (4) Establecimiento de lamedida o medidas concretas para cada indicador o, eneste caso, para cada descriptor -corresponde ésta a las

normas de cumplimiento que se estructuraron en formade preguntas que se responden de manera sencilla: todopara facilitar su comprensión. Utilizando el concepto de“puntaje de indicadores” cada pregunta recibió un pesorelativo en función de la representatividad como medi-da del indicador o descriptor. (5) Sometimiento a laconsideración de los grupos interesados de las particu-laridades de la norma, esto es, la división en ámbitos, elpotencial y la eficacia de las medidas de los descripto-res. Los participantes conocieron, discutieron y plante-aron cambios sobre descriptores e incluso sobre la for-mulación de las preguntas de evaluación presentadas enel documento de base; así, el resultado del primer talleres un nuevo documento que incorpora los cambiosplanteados por consenso. Este nuevo documento seconvierte en la base para el segundo taller, en el que serepite la metodología para tener uno con cambios adi-cionales que, a su vez, se convierte en el documentoque se presenta a discusión en el tercer taller. Los talle-res no son independientes entre sí, sino que formanparte de un proceso secuencial de consulta.

Todo ese proceso llevó años y en él estuvieron invo-lucrados no solo los profesionales responsables de eje-cutar la tarea sino más de un millar de personas entreexpertos, empresarios y académicos, que participaronactivamente o de forma puntual, haciendo posible queel cst sea un estándar técnicamente sólido.

Al concretarse el llamado Manual de categorizacióndel cst (Manual para Hoteles del Certificado para laSostenibilidad Turística), ahora conocido como estándarcst, cuya producción se logró en 1997, se creó una de lasprimeras normas, si no la primera, que en materia deservicios considera los elementos fundamentales de lasostenibilidad y hace un análisis no solo en el desempe-ño empresarial, en términos de eficiencia en el manejode los recursos que abastecen el establecimiento, sinotambién de la imagen y percepción del cliente en cuan-to a la compatibilidad del servicio con la promoción delproducto turístico que se está ofertando, además deconsiderar los factores relacionados con el entornoinmediato y que tienen que ver con el impacto ambien-tal y el desarrollo comunal. El cuadro que a continua-ción se presenta, resume los elementos de la sostenibili-dad que se abordan en el estándar cst para estableci-mientos de hospedaje.

Todos esos aspectos se abordan de forma transversale integral, motivo por el que el estándar cst ofrece ungran avance si se le compara con otras propuestas enturismo que se empieza a lanzar. Sobre este punto, unestudio patrocinado por U.S. Agency for InternationalDevelopment (AID) dentro del Programa AmbientalRegional de Centroamérica y el Centro

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23Enero 2006

Latinoamericano para la Competitividad y el DesarrolloSostenible del Incae, de septiembre-1999, señala que“[e]l programa CST tiene numerosas ventajas sobre lagran mayoría de sistemas de certificación de sostenibili-dad turística actualmente en el mercado”, siendo algu-nas de ellas las siguientes: (1) No es un sello de ecotu-rismo, se aplica a cualquier tipo de alojamiento. Unsello estrictamente ecoturístico dejaría a los que cum-plen en desventaja relativa con las empresas corrientesen el mismo mercado ya que éstas podrían eximirse delcumplimiento ambiental porque son “empresas no eco-turísticas”, sin requisitos ambientales. (2) Es aplicable aun costo razonable en el ámbito centroamericano, porende en cualquier parte del mundo. (3) Es una certifi-cación de tipo “cumplimiento con normas externas”(desempeño), no de tipo “gestión ambiental dentro dela empresa” como las iso 14.001 o Green Globe, las cua-les resultan muy caras. (4) Toma en cuenta tanto elentorno ambiental como el social para determinar sos-tenibilidad.

Además, en el estándar del cst se consideró conve-niente que para lograr un mejoramiento constante porparte de la empresa participante era necesario ofrecerniveles, establecidos en una escala de 1 a 5, donde cadanúmero está indicando la posición relativa de la empre-

sa en términos de sostenibilidad. Así, el nivel 1 signifi-ca que la empresa ha dado el primer paso para integrar-se en el proceso de la sostenibilidad; los siguientes nive-les corresponden a estadios cada vez más avanzados yculminan con la obtención del nivel 5, situación en laque se considera una empresa ejemplar.

Al analizarse los mecanismos para operativizar el cstse valoró cómo hacer de éste un programa insti-

tucionalizado pero ajeno a condiciones políticas, y cum-plidor de los principios propios de un sistema de certifi-cación, en este caso los de independencia y credibili-dad. Así, la propuesta de conformar una comisión mul-tisectorial no solo tuvo eco por parte de las organiza-ciones, entes académicos e instituciones propuestas,sino incluso en el Poder Ejecutivo, de tal suerte quemediante decreto se conformó la Comisión Nacional deAcreditación del Certificado para la SostenibilidadTurística, cuya estructura funcional se perfiló conside-rando las condicionantes para lograrlo. La Comisiónquedó conformada mediante el Decreto Ejecutivo No.27235 con los siguientes componentes: Consejo de laTierra, Instituto Nacional de Biodiversidad, Ministeriodel Ambiente, Unión Mundial para la Naturaleza,Cámara Nacional de Turismo, Instituto Costarricensede Turismo y Centro Latinoamericano para laCompetitividad y el Desarrollo Sostenible de Incae. Aldelegarse en la Comisión Nacional de Acreditación selogró crear una estructura novedosa en lo que se refie-re a programas de certificación voluntarios, de formaque se reconoció el cst como de segunda parte. Estaestructura se diferencia de las certificaciones de primeraparte, que son las que otorgan los gobiernos unilateral-mente, y de las de tercera parte, que son las ofrecidas pororganizaciones privadas -las normas iso constituyen estacategoría.

Cuadro 1. Ámbitos de sostenibilidad. Estándar cst.

Cuadro 2. Método de puntuación. Estándar cst

Cuadro 3. Niveles de sostenibilidad. Estándar cst.

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