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Rf.'vi s/a dé la A$0Ciaci6n Geológica Arμentina, 53 ( 1): 117·129 ( 1998) Nuevas evidencias sobre la importancia del fall amiento en la estructura de las Sierras Aus trales de la Provincia de Buenos Aires Rcnata N. TOMEZZOLl'· 2 y Emcsto O. CRISTALLfNI' 1 Consejo Nacioncil tle ln vestignciorw.i; Cientl[icas y 1'écuicas 2 <le Cien cias Geol6gicas, Facullatl de Ciencias Exactas y Naturales, Unioorsidad de Buenos Aires, Cirtdad Universila.ria, 1428 Buenos Aires ;-\BS' fRACT: ! 1 ..t e11 J evidence Qf r11e in1p<Jrto11et <>ffaulting in the struct11re <>f the Sierm.<J A"strol etJ de In Prou ir1cia de BuenOtJ Aire. •. 1'he Sierras Austmles de la. Pro\'incin de Buenos Aires or Sierra de la \ 'ent.a.na are s itua ted in the soulh part of Buenos Aires pro\'inoo, Argentina, betiveen 37• S nnd G1 ·63• \V , and constitu le u cu.rved fold and thrust belt. \\•ith a ge ne ral northt,;ioest st.rjke. Tl\ey are formcd of Prcca1nbrio.n to Permian rocks. Thc oldcst aod n1ore intcnscly dcfor1nOO rocks ero¡> ou t in thc wetern rangos, \\ 1 hcrcas t.hc younger and J css dcformed are localed in thc ea.st. ThadjL¡onnlly, these rangcs were oonsi dered t'IM an cx.a1nplc ofpure foldin¡; \\'ithouL a ny associatcd faulting, ln this p:i.pcr, mcsoscalc structu.ra1 sections that prove the importanoo of faulting in the rrtnges development are described. On a regional sea le, the presence t«tonic oont..'lcts between the lAlén Formation ( upper Devonian} and Providencia Forn1ation (lo\\·er Oevoninn), nnd between lhe latte r and t.hc Nnpoetá Fonna.tion (lower Devonian) are 10ugi;est.ed in P:lrq ue Thrnquist, E.'ilancia Las \' e rt.ien tes ami nt. Cerro Tres Picos. Fie ld evidenoo, suggests that the PiUnhuinc6 Ran,ge.s nrn s tructurally highe.r than the \ 'entana Rangcs . beca.use of a north-cast dipping undtrthru.s L Introdu cc ión Lai; Sierras Austral es de la provincia de Buenos Aires, también conocidas como Sierra de la Ventana, están localizad as entre los 37º y 39º S y los 61ºy63 º O (Fig. 1). Constituyen un cord ón orográfico cu rvado de rumbo general noroeste-sudeste que alcanza altu- ras máximas de 1200 m sobr e el nivel del mar (Cerro Tres Picos ). Afloran rocas con edades que van desde el Pre· cámbri co tardío hasta el Péirmico que se disponen en bandas arqueadas según la geometría del orógeno, encontrándose las más antiguas hacia el oeste y las más modernas hacia el este. Depósitos cenozoicos cu· bren en discordancia a estas unidades. La vergencia general de la cadena es nororiental disminuyendo la intensidad de la defo rmación de oeste a este. Su es- tructura fue tradicionalmente explicada como parte de un sistema intensamente deformado, en el que se pueden reconocer hasta ocho órdenes de plegamien- to (Harrington 1947). El objetivo de este trabajo es el de da r a co nocer algunas observaciones real izadas po r los autores en distintos sect ores de la comarca, que ponen nueva- mente de manifiesto la importancia que ha tenido el fallamiento en el desa rrol lo de las mesoestructu· ras de la región. Se presentan tres bosquejos es- tructura les levantados con brújula y cinta métrica 0004 .... 1822198 $00.00 + 00.50 C> 1998 Ac;ociación Geológica r\rgentinn sobre cortes de camino de la s Rutas Provinciales 76 y 51. Reseña geológica y t ecnica Desde fines de l siglo XIX las Sierras Australes de la Provincia de Buenos Aires han sido estudiadas por diversos investigadores qu ienes describieron y ma· pearon en deta ll e las unidades rocosas aflorantes. Entre los pioneros se pueden mencionar los trabajos y referencias hechas por Darwin (1838), Hauthal (1892, 1896, 1901), Kcidel (1916, 1925 y 1945), Bona· relli y Pastare 0915 ), Du To it (1927) $chiller (1930). El primer ordenamiento estratigráfico fue dado a conocer po r Harrington (1947) quien clasifi a las unidades aflorantes en Series, Sistemas y Grupos describiendo cuidadosamente cada una de ellas. Pos- teriormente esta clasificación fue adaptada al Códi- go de Nomenclatura Estratigráfica por Suero (1961). Dado que no todas estas rocas son fácilmen te data - bles 1\i distinguibles entre sí, otros autores como Kil- murray (1975), Varela (1978) y Buggish (1987), pro- ponen ordenamientos estratigráficos disti ntos , a la vez que reasi gna n parcialmente algu nas edades, sin embargo y aun hoy en día continúan las controver- sias y las dudas en este se ntido (Tabla 1), pero en

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Rf.'vis/a dé la A$0Ciaci6n Geológica Arµentina, 53 ( 1): 117·129 (1998)

Nuevas evidencias sobre la importancia del fallamiento en la estructura de las Sierras

Australes de la Provincia de Buenos Aires

Rcnata N. TOMEZZOLl'·2 y Emcsto O. CRISTALLfNI'

1 Consejo Nacioncil tle lnvestignciorw.i; Cientl[icas y 1'écuicas 2 Deparl(lrn~rito <le Ciencias Geol6gicas, Facullatl de Ciencias Exactas y Naturales,

Unioorsidad de Buenos Aires, Cirtdad Universila.ria, 1428 Buenos Aires

;-\BS'fRACT: !1..te11J evidence Qf r11e in1p<Jrto11et <>ffaulting in the struct11re <>f the Sierm.<J A"stroletJ de In Prouir1cia de BuenOtJ Aire.•. 1'he Sierras Austmles de la. Pro\'incin d e Buenos Aires or Sierra de la \ 'ent.a.na are situa ted in the soulh part of Buenos Aires pro\'inoo, Argentina, betiveen 37• .3~ S nnd G1 • ·63• \V, and constitule u cu.rved fold and thrust belt. \\•ith a general northt,;ioest st.rjke. Tl\ey are formcd of Prcca1nbrio.n to Permian rocks. Thc oldcst aod n1ore intcnscly dcfor1nOO rocks ero¡> out in thc wes· tern rangos, \\1hcrcas t.hc younger and Jcss dcformed are localed in thc ea.st. ThadjL¡onnlly, these rangcs were oonsidered t'IM an cx.a1nplc ofpure foldin¡; \\'ithouL any associatcd faulting, ln this p:i.pcr, mcsoscalc structu.ra1 sections that prove the importanoo of faulting in the rrtnges development are described. On a regional sea le, the presence oí t«tonic oont..'lcts between the lAlén Formation (upper Devonian} and Providencia Forn1ation (lo\\·er Oevoninn), nnd between lhe latter and t.hc Nnpoetá Fonna.tion (lower Devonian) are 10ugi;est.ed in P:lrque Thrnquist, E.'ilancia Las \'e rt.ientes ami nt. Cerro Tres Picos. Fie ld evidenoo, suggests that the PiUnhuinc6 Ran,ge.s nrn structurally h ighe.r than the \'entana Rangcs. beca.use of a north-cast d ipping undtrthru.sL

Introducción

Lai; Sierras Austra les de la provincia de Buenos Aires, también conocidas como Sierra de la Ventana, están localizadas entre los 37º y 39º S y los 61ºy63º O (Fig. 1). Constituyen un cordón orográfico cu rvado de rumbo general noroeste-sudeste que alcanza altu­ras máximas de 1200 m sobr e el nivel del mar (Cerro Tres Picos).

Afloran rocas con edades que van desde el Pre· cámbrico tard ío hasta el Péirmico que se disponen en bandas arqueadas según la geometría del orógeno, encontrándose las más antiguas hacia el oeste y las más modernas hacia el este. Depósitos cenozoicos cu· bren en discordancia a estas unidades. La vergencia general de la cadena es nororiental disminuyendo la intensidad de la deformación de oeste a este. Su es­tructura fue tradicionalmente explicada como parte de un sistema intensamente deformado, en el que se pueden reconocer hasta ocho órdenes de plegamien­to (Harrington 194 7).

El objetivo de este trabajo es el de da r a conocer algunas observaciones realizadas por los autores en distintos sectores de la comarca, que ponen nueva­mente de man ifiesto la importancia que ha tenido el fallamiento en el desarrol lo de las mesoestructu· ras de la región. Se presentan tres bosquejos es­tructura les levantados con brújula y cinta métrica

0004 .... 1822198 $00.00 + 00.50 C> 1998 Ac;ociación Geológica r\rgentinn

sobre cortes de camino de las Rutas Provinciales 76 y 51.

Reseña geológica y tectónica

Desde fines del siglo XIX las Sierras Australes de la Provincia de Buenos Aires han sido estudi adas por diversos investigadores quienes describieron y ma· pearon en deta lle las unidades rocosas aflorantes. Entre los pioneros se pueden mencionar los trabajos y referencias hechas por Darwin (1838), Hauthal (1892, 1896, 1901), Kcidel (1916, 1925 y 1945), Bona· relli y Pastare 0915), Du Toit (1927) y· $chiller (1930).

El primer ordenamiento estratigráfico fue dado a conocer por Harrington (1947) quien clasificó a las unidades aflorantes en Series, Sistemas y Grupos describiendo cuidadosamente cada una de ellas. Pos­teriormente esta clasificación fue adaptada al Códi­go de Nomenclatura Estratigráfica por Suero (1961). Dado que no todas estas rocas son fácilmen te data­bles 1\i distinguibles entre sí, otros autores como Kil­murray (1975), Varela (1978) y Buggish (1987), pro­ponen ordenamientos estratigráficos distintos, a la vez que reasignan parcialmente algunas edades, sin embargo y aun hoy en día continúan las controver­sias y las dudas en este sentido (Tabla 1), pero en

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118 R. N. Tomezzol.l y E. O. Cristallini

1

62º30' 62º

~ ... ~ .. • -~~· PigOé "'¡;;:>

.... ~ ... ~ ~ e-•• ~.~

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~~ - Basamento ~

/ Perfil A-8 \~ • ... ' rn Ubicación de los

bosquejos estructurales

o 20 km • 62º30' ..... 61º30' 1 1

Figura 1: ~'1:1pa de ubic:tción (modificado de Se11éa ~iartínez 1989) donde se situaron los perfiles eslructurales realizados: l: ~El Perdido"'; 2: "El Despeñadero•; 3: "Abra de la Ventann."; a la vez que los perfile.~ esquenuitk'OS 4: "Parque Turnqui.st"; 5: "Estancia las Vertienles• y A·B Valle del Sauce Grande.

términos generales las primeras propuestas son las más aceptadas.

En cuanto a su evolución tectónica, fueron pre­sentadas diversas teorías. Inicialmente fue conside­rada como un miogeosinclinal (Borrello 1969, 1971), o como una cadena montañosa aulacogénica intra­cratónica (Harrington 1970; Kilmurray 1975; Varela 1978). Posteriormente Martlnez (1980) y Dalmayrac et al. (1980) proponen la existencia de un continente SudestepacUico, que se aproxima desde el oeste y es­tá separado mediante un océano del continente Bra­siliano-Pampeano. La unión de estas placas habría producido una alta compres ión y cizalla. Este siste­ma, al que consideran sinestral, de edad permo-triá­sica afectaría a la Sierra de la Ventana y Sistema del Cabo (Sudáfrica). Luego surge la propuesta de Ra­mos (1984, 1988) quien considera a la Patagooia co­mo un continente alóctono y a la colisión entre éste y la placa gondwánica como la causa del plegamiento y

corrimiento del Sistema de Ventana. Este interro­gante sigue vigente actualmente, a pesar de que los datos paleomagnét icos obtenidos hasta el momento (Rapalini et al. 1994), indican que de haber sido la Patagonia un terreno alóctono, la colisión tendría que haberse producido antes del Carbonífe:ro medio. Sellés Martínez (1986, 1989) propone deformación por cizalla en un régimen transpresivo sinestral, lo que es coherente con las propuestas de Martínez (1980), Dalmayrac et al. (1980) y Lock (1980). Poste­riormente se vuelve al esquc.ma intracratónico pero ya considerando a la transpresión como la responsa­ble de la formación de las sierras. En tal sentido se pueden nombrar las propuestas de Cobbold et al. (1986, 1991, 1992), quienes postulan la existencia de zonas de deformación intracontinental en el sudoes­te del Gondwana durante tiempos permo-triásicos, a partir de un margen compresivo oblicuo de tipo An­dino.

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N11evcu; evidencia.-;. sobre la únportancia del fallam1ent() en la e,str11.-ct11ra de las Sierro.s Australes de la Provinci<r de Buenos Aires 119

Tradicionalmente la deformación de las Sierras Australes fue considerada de edad pérmica tardía­triásica temprana siendo la consecuencia de uno o más episodios, según el crite-rio de distintos investiga­dores. Sin embargo, resultados paleomagnéticos re­cientemente obtenidos indicarían una edad pérmica temprana tardía en base a las magnetizaciones rema­nentes estables aisladas en especímenes provenientes de la Formación Tunas ('Tumezzoli y Vilas 1996).

Desde el punto de vista estructural Keidel (1916) y $chiller (1930), fueron los primeros en realizar pro­lijas observaciones y perfiles regionales en los que si bien mencionan la importancia del plegamiento, des­tacan la participación del Callamiento en la deforma­ción de las sierras. El primero habla de escamas y co­bijadura• y el segundo de sobreescurrimientos y bre­chas de dislocaci6n. Partiendo de un ordenamiento estratigráfico propio, los perfiles estructurales regio­nales levantados por $chiller (1930) ejempl ifican la im portancia que le daba este autor a las fallas y re­peticiones tectónicas en la región.

Posteriormente Harrington (1947) clasifica al conjunto como una típica montaña de plegamiento de estructura de arco, restando importancia a los movimientos diferenciales entre las capas, a punto tal que interpreta a las Sierras Australes como el "ejemplo más puro de estructura de plegamiento co­nocido en todo el mundo, ya que en ella no intervie­nen ni fracturas ni corrimientos verdaderos" (lia­rrington 1947, pág. 37). En su modelo utiliza discor­dancias y hiatus para separar los distintos grupos formacionales entre sí.

Los trabajos de Harrington (1947, 1970) fueron tan importantes que han influenciado gran parte de las investigaciones posterioees en la región. Sin em­bargo, con el correr de los a1ios fueron apareciendo nuevas contribuciones que demuestran que el falla­miento no es de ningún modo despreciable en la es­tructura tectónica de las sierras. Tal es el caso de Cucchi (1966), qu ien concluye que el contacto entre el basamento cristalino y la Formación La Lola en las localidades del Cerro San Mario, Pan de Azúcar y del Corral, está dado por fallas inversas de alto án­gulo. Luego, con la pavimentación en la ruta Olava­rría-Bahía Blanca, en la zona del Abra de la Ventana quedaron al descubierto nuevas estr ucturas, que fueron estudiadas por Amos y Urien (1968), quienes describen una faja de brechas, cataclasitas y miloni­tas producidas por una falla transcurrente.

Conjuntamente con el aporte realizado sobre nue­vas edades radimétricas en nos cerros Pan de Azúcar y del Corral, Varela y Cingolani (1975) interpretaron que la deformación en ese sector estuvo controlada por fallas inversas de alto ángulo y flexuras o plie­gues asociados sin despegue de la cubierta sedimen­taria. Así mismo, Cuerda et al. (1975) ponen en con• tacto tectónico el miembro Cataclasitas Graníticas

expuesto al pie de la ladera del cerro Pan de Azúcar con la Formación Cerro del Corral (rocas porfíricas), mediando entre ambos una falla inversa de rumbo meridiano e inclinada hacia el oeste.

Varela et al. (1986), reconocen en el flanco occi­dental de las sierras, al menos cuatro fallas inversas de rumbo subparalelo. De esta fom1a caracterizan a este sector como una faja tectónica de bloques o esca­mas imbricadas con vergencia nororiental involu­crando al basamento y a la cobertura sedimentaria. La continuidad de esta faja hacia el sur queda de manifiesto a través de las contribuciones realizadas por Starck (1984) y Leone (1986).

A partir de la década de 1980 surgen numerosos trabajos que reflejan análisis e interpretaciones mi­nuciosas de las estructuras mega y mesoscópicas de las Sierras Australes. Se refieren a episodios defor­mativos en el campo frágil, que producen fallas, zo­nas de cizallas y diaclasas, en algunos casos relacio­nadas con fajas de brechas, a la vez que se estudiaron los comportamientos reológicos de los materiales y se cuantificó la deformación a partir de análisis mi­croestructurales. Entre algunos de estos trabajos se pueden mencionar los de Massabie y Rossello 1984, 1985; Massabie et al. 1986; Di Nardo y Dimieri 1984, 1988; Rossello y Massabie 1981, 1992; Japas 1987, 1988, 1989, 1992 a y b. Von Cosen et al. (1990, 1991) consideran a la Sierra de la Ventana como una faja plegada y corrida con importantes fallas inv·ersas su­baflorantes paralelas al rumbo de las sierras.

Tabla 1: Oistinta.s propuest.a.s estrntigráficas para las Sierras Australes de la Provincia de Buenos Aires Cadapt...,do d'.e Buggisch 1987).

H•~t9'17 ~1117~ VW.<I 197& ~19117 ·- - ·- - -1 Tn.jStCO -·-·-,_ ·- ,_ - ·-' - - - ,_, -P•rmoco ._ ... -.... _ ... - -·~ Pensilv•111voo

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120 R. JV. 1bmezzoli y E. O. Crit#oUirii

Perfil sobre la ruta 76. Estancia El Perdido

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(E] F0tmaci0n Tunas

51 Zonas con e$111UíaCIOn -

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i;:::tJ CWlerta cua1emafia y suelo

,-· EslratiboOo

Figura 2: A, Perfil estructural esquemático donde la ruta 76 oor1a a los aílora1uientos de Ja Formación 'r\1nas CPétmioo) en las ce.rroJ1ias de la Estancia El Perdido; B, Relaciones entre clivaje y estratificación en el sector occidental del aíloramiento; C, Evolución esquemática de los sincUnales señalados; D, Desarrollo de una cuña tectónica por ílexi6n de ralla.

Observaciones de campo

Cuando se recorren o se analizan en fotografías aéreas los afloramientos ori entales de las Sierras Australes, principalmente los correspondientes al Crupo Pilíahuincó, se observa una estructu ra carac­terizada por plie¡,'Ues en la que es muy difícil encon­trar fallas asociadas. Sin embargo, si se analizan cortes transversales de los mismos afloramientos, ya sea en rutas o canteras, comie nzan a reconocerse es­te tipo de estructuras. En general, esta característi­ca se repite en cualquier estudio estructural que se realiza en las s ierras y su causa principal se relacio­na con que, la mayoría de estas fallas y corrimientos, ponen en contacto litologías muy semejantes lo que las hace prácticamente invisibles en el terreno, a ex­cepción de que se disponga de un corte artificial del mismo. Tal es el caso de las secciones que se presen­tan a continuación. Ellas fueron levantadas utilizan­do brújula y ci nta métrica, y en todos los casos se

realizaron reconocimientos en superficie en las cer­canías de la sección. Sin embargo, la cubierta sed i­mentaria cuaternaria, en general con desarrollo de suelos, impide reconocer en planta a las estructuras obser vadas en corte. Algo semejante ocurre cuando se anaiizaron ias fotografías aéreas, en las que sólo se pudieron identificar pliCb'UCS mayores.

Secci.ón el Perdido

En la Fig. 2A se presen ta un bosquejo cstructu· ral de la localidad aquí denominada "El Perdido". La misma se ubica en las cercanías de la estan.cia homó­nima sobre la ruta 76, saliendo del Abra del Panta­noso hacia el norte (posición GPS: 37º 53,32' S; 61º 51,63' O; Datum: Campo lnschauspe). Es un corte de menos de 200 m de largo y está compuesto por rocas de la Formación Tunas caracterizadas por uina intcr· cal ación de aren iscas finas de colores verdes y mora-

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JVutvas evidencias sobro la i1nporto.ncia del fallamiento en la eJ;truct11m de las Sierras Australes de la Prouincia de Buenos Aires 121

Perlil sobre la ruta 51. El Despeñadero

B e

o 20m 0 Formacit>n Tunas rn Material suelto ,.-/ Fallas

Etctit PIOfliOMal •cwo.Jio'NOt G'lEl ZOt\as eon estratificación #"reconocible

~ Bancos rojos r-··· Estl'1tifieaci0n

Figura 3: A, Perfil estructural esquemático sobre aíloramientos de la Formaeión Tunas en el corte de In ruta 51 '"El Despeña.dero·. eerr.a de lo ÜUl.nciH La 1\dollina; B, Estructura dúplex de vergencia sudoccidental~ C, Estructura düplex de vergencia nororient..'ll. N.Otese que la vergencia general de la sección es Blacia el sudoeste.

dos, n1acizas y lan1inadas y areniscas ntedianas ama­rillentas. La línea de la sección se ubica a unos 75º del rumbo general de la estructura y si bien los án· gulos dibujados en el bosquejo (Fig. 2A) no son ver· dadcros, las actitudes y clivajes anotadas en él sí lo son, ya que fueron medidas directamente sobre sus planos de estratificación. E l sentido de desplaza­miento en las fallas marcadas, en algunos casos pue­de comprobarse por la presencia de indicadores de movimiento tales como micro-pliegues y zonas de es­quistosidad en las cercanías de los mismos. En otros, es inferido según el desplazamiento relativo de ban· cos guías.

La vergencia general de la sección está indicada por la asimetría de los pliegues y como se puede ob­servar en la Fig. 2A es hacia el noreste. La relación entre la estratificación y el clivaje de los bancos más occidentales (Fig. 2A) está indicando que los mismos forman parte del flanco nororiental, en parte volca­do, de un anticlinal del que no aflora su limbo su· roeste (Fig. 2B). Algunos relictos de estratificación

entrecruzada de esos bancos comprueban esta rela­ción: base al suroeste - techo al noreste.

De la observación y análisis de la geometría de los pliegues y fallas aflorantes en esta sección, se des· prende que para su formación actuaron tanto meca­nismos de deformación frágiles como dúctiles. Esto se puede verificar en los dos sinclinales contiguos de la Fig. 2A. Uno de ellos se caracteriza por presentar una bisectriz bien definida y una zona de fracturación im­portante (zona de daño) sobre el flanco occidental. Es· to está indicando una deformación con predominio de la componente frágil (Fig. 2C arriba) en la que los bancos rotan instantáneamente, según un kink fron­tal, posiblemente de un pliegue por propagación de falla. El sinclinal contiguo hacia el este, presenta una transición suave entre ambos flancos y a diferencia del anterior, los bancos se encuentran men<JS fractu­rados, lo que está indicando un mecanismo de defor­mación continua en el que predomina la componente dúctil (Fig. 2C). El tipo de pliegues apretados que se observan en esta sección puede explicarse por propa·

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gación de falla combinada con despegue en el que los bancos de reología más dúctil tienden a "fluir" varian­do de espesor entre las charnelas y los flancos. Por úl­timo se desea destacar la presencia de una pequei\a cuña te<:tónica (Fig. 2D) limitada por una falla de pi­so (sole·fault) y una de techo (roof·fault) . La misma se puede generar por flexión de falla o por ruptura de pliel,'ues producidos por propal,'ación y/o despel,'Ue, que continúan su evolución. como de flexión de falla (brea k-thrau g h-a nt icline).

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R. 1\ r. Thmezzoli y E. O .. Crisl.ollini

Las estructuras descritas en esta sección no pue­den mapearse en planta debido al desarrollo de los suelos sembrados que caracterizan a este sector.

Sección. el Despe1iadcro

Este perfil fue levantado en la localidad "El Des­penadero", sobre la Ruta 51 a Bahía Blanca en las in­med iaciones de la Estancia La Adolfina (Fig. l ). Es

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Fi,gura 4: Arriba se observa l::t ro1og·rafia de un delnlle del perfil •[L Despeñadero•, sobre la ruta 51, particulannenle on el sector do los dUplex orientales. Abajo, se presernla una interpretación de In fotografía.

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iVuevo.-: eu1d~11c1a.~ sobre Jo ínipnrranci.a ele/ fallar»iento en Ja f$truclura d~ '''s .Sierros Austro/es de lo P~1i11cio ck Bue,,os Ai~s 123

• Perfil sobre la ruta 76. Abra de la Ventana E

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Sector norte de la ruta

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Fa11as

Zonas con estratificación ;,,eeonocible

,-.-/ Estratificación

Material suelto º• a=:..c::=so m

Bancos rojos

Figura 5: Bosquejo ostructurnl sobre el corte de la ruta 76, en el Abra de la \1enlana. Se observan pliegues apretados)' \•Olcad08 COI\ ver• gencis hacia nort.isle, fallas inversru; de bajo n 1nediano ángulo vinC1.1ladas ccnóticamente con el plegamiento y fallas de alto ángulo que lo corLnn y que poseen una. compone.nte dé runtbo i1nportantc. El sentido de mo\•i1ujcnto de estas últimas es aparente ya que no se cuenta con unn vista lridimensional de las mismas.

un corte de ruta de unos 300 m de largo en el que aíloran rocas de la Formación Tunas compuesta por intercalaciones de areniscas medianas amarillentas

y areniscas finas rojizas (Fig. 3A). La línea de la sec­ción forma un ángulo de 60º con el rumbo general de la estructura y al igual que en el caso anterior las ac-

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124

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R. 1V. 1bnlezzoii y E. O. Cristallb1i

Sector del Abra de la Ventana

Ouatemano y mov.lcz.ac.on 11n!rópc.a del terreno

Fonnacaón Lolen

Contacto enfé!>:fido entre las Formacione• Napos\6 y Providencia

Cornmiento

Fallas y ltact\Jt-a$

S1nc11na1

Sindinal YQJcado

Anbclinal

M11Cfinat YQk;ado

Traza de la sección ~lafi¡r..lra5

~ Norte aproximado

O 400 m - - _J

Figura G: !\lapa geológico fol-Ointerpretado (fotografia nérea ll-R617-55 $PARTAN) con control de campo. El contacto entre las Formacio· nes Providencia y NaposLR se to1nó de Oíaz ( 1988). Véanse las Lra?.a.c; de Ja sección de la Fig. 5 y del bosquejo de la Fig. 7.

t itudes marcadas en el bosquejo fueron tomadas di­rectamente sobre los planos de estratificación. El sentido de movimiento aparente de las fallas marca­das, en general fue inferido en base al desplazamien­to relativo de bancos guías. S i bien no se tiene con­trol t ridimensional de las mismas por la cobertura de suelo que t apiza el sector, el tipo de geometrías en­contradas es característico de fallas inversas, sin embargo no se pueden descartar componentes de rumbo en su movin1iento. Es interesante destacar que la vergencia en este perfil, marcada por la asi­metría de los pliCb'llCS e inclinación de las fallas, es hacia el sudoeste, es decir contraria al sentido gene­ral de transporte estructural de las S ierras Austra­les. Esto ya podía notarse e n los bosquejos regiona­les realizados por Schiller (1930), Suero (1972) y Ja­pas (1986) y también fue observado por los autores en los afloramientos del cerro de la Cruz y en el arroyo el Diecisiete, en la Es tancia 2 de Mayo a unos

10 km al noreste de esta localidad. En esta sección (Fig. 3A) se observan dos estruc­

turas interesantes. La n1 ás orienta l es un pequeño sistema dúplex limitado al oeste por una faUla de sue­lo y al este por una falla de techo. En la F ig. 38 se muestra esquemáticamente como se podr ía haber desarrollado la porción occidental de esta estructura. Sin embargo no se hace énfasis en la parte oriental ya que ésta se puede explicar con una falla fuera de secuencia que corte desde atrás a la estructura o por la coalescencia de ran1pas basales con u11 aun1ento en el desplazamiento de láminas algo más pequeñas que las del esquema. La Fig. 4 muestra una foto de esta geometría y su interpretación. La otra estructu­ra interesante se ubica al oeste y también correspon­de a un sistema dúplex (Fig. 3CJ. Sin embargo, a di­ferencia de la anterior, tiene vergencia ha.cia el no­reste. Esta estructura pliega a la falla que inclina al noreste y que se encuentra por encima, lo que indica

po

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JVueoo.s eufrk 11cios sobre /(J iniportaftcio del fallarniento en la estructura de las Sierros Australes de In Prouilicia de Ruenl)S Aires 125

una prect'<lencia de la segunda respecto a la prime­ra. En esta sección e l mecanismo prcdon1inante para la formación del plegamiento es el de flexión de falla.

Sección Abra de la Ventana

La Fig. 5 muestra el bosquejo realizado sobre el corte de la ruta 76 en el st-ctor del Abra de la Venta· na (Fig. 6). Es una localidad clásica para quienes tra· bajan en la región y su estructura ya fue estudiada por diversos investigadores (Amos y Urien 1968; Massabie y Rossello 1985; Di Nardo y Dimieri 1984; Díaz 1988). El perfil tiene un largo aproximado de 1500 m y atraviesa cuarcitas rosas y blancas de las Formaciones Providencia y Napostá respectivamen­te. A diferencia de los anteriores, está caracterizado por la presencia de pliegues apretados y volcados con vergencia hacia el noreste, en los que, en al&~nos ca· sos se produce la fluencia de material desde los flan­cos hacia las cha rnelas. La~ fallas también juegan un papel muy importante y se pueden d ividi r en dos grupos. El primero corresponde a fallas inversas de bajo a mediano ángulo que se vinculan genéticamen· te al plegamiento, desarrollado mediante mecanis­mos combinados de propagación de falla y despegue bajo un régimen relativamente dúctil (flujo de mate· ria l hacia las charnelas). El segundo grupo de fallas no está vinculado al plegamiento sino que lo corta y en general corresponde a fal las de alto ángulo, con poco rechazo que pueden relacionarse al fallamiento estudiado por Massabie y Rossello (1985) con marca­da componente de rumbo. En superficie sólo se pue­den seguir las trazas de este último grupo ya que se asocian a importantes espesores de brechas (Massa­bie y Rossello 1985).

Relación entre las Formaci.ones Providencia y l olén

Estratigráficamente, la Formación Lolén sobre­yace a la Formación Providenda y en muchos secto­res de las sierras el contacto entre ambas se presen­ta plegado como se puede observar en los mapas de Harrington (1947) y Suero (1961) y en las observa­ciones detalladas realizadas por J apas (1988). Los autores han tenido oportunidad de analizar este con· tacto en el sector sur de parque Tornqu ist (Figs. 6 y 7) y en Ja Estancia las Vertientes (Fig. 8) en donde el mismo es tectónico y se da por una falla inversa que n1onta a las cuarcitas de la Foro1ación Providencia sobre las areniscas de la Formación Lolén. Esta rela­ción ya había sido propuesta por Keidel ( 1916) y $chiller (1930) y fue marcada •en las secciones repre­sentadas por Von Gosen et al. (1990). Este tipo de contacto se observó hacia el sur, en el cerro Los Tres Picos, donde las cuarcitas de Ja Formación Napostá

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Parque Tomquist NE

Figura 7: Perfil esquemático donde $e o~rva el cont:i.cto entre 111.s Formaciones Providenein <Devónico inferior) y Loléo (0 evóni· ro superior) 1nediante un corrimiento inclinando al s udoeste e n el &ector de Parque Torn<tuist.

montan a las de la For1naci6n Providencia, origi11an­do en esta localidad las mayores elevaciones de las sierras.

En el mapa de la Fig. 6, se puede ver el contacto tectónico entre las Formaciones Providencia y Lolén en el sector sur de Parque Turnqu ist, sin embargo hacia el norte el mismo se presenta plegado y sin fa­lla de por medio. Esta doble naturaleza del contacto se puede expl icar considerando un au mento del re­chazo hacia el sector del Abra de la Ventana QJUe pro· duce la ruptura de un pliegue de primer orcllen y el corrimiento de la Formación Providencia sobre la Formación Lolén (Fig. 9). El importante sinclinal que se observa al oeste del corrimiento hacia el no­roeste de Parque Tornquist (Fig. 6) corresponde a una sinforma frontal del pliegue, previa a la ruptura y transporte de la estructura. Los pliegues mayores del area necesitan para ser balanceados en profundi· dad, explicarse por un mecanismo de propagación de falla en un sistema de alta ductilidad, en el que ade· más se producen tanto despegues basales profundos e importantes como despegues menores y superficia­les que dan origen a los distintos órdenes de plega­miento. Geométricamente los pliegues por propaga-

sw Estancia las Vertientes Quebrada Sur

... - ---

NE

Figura 8: Perfil esque n1álico donde se obsen•a el contacto entre las 1'"ormacione& Pro\'idcncia (Oevónic.o inferior) y Lolén (De\16ni­oo superior) mediante uu corrimiento inclinando a.I sudooste en el s.cctor de la Estancia las \'erticntcs.

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ción de falla generados en sectores de baja ductilidad (Fig. IOa), suelen trabarse y t ransportarse (break-th· rough-anticline) debido a la imposibilidad de rota­ción de sus limbos frontales (pli.egues por propaga­ción de falla de espesor eonstante transportados; Suppe y Mendwedeff 1990). Cuando la ductilidad del sistema es elevada, existe la posibilidad de que el material /1.itya desde los limbos dorsales hacia los limbos frontales y el pliegue pueda continuar avan­zando sin fallarse (pliegues por propagación de falla de chamela fija; Suppe y MendwedefT 1990). En este caso predomina el segundo mecanismo y el plega­miento puede avanzar bastante si n romperse, s in embargo y como lo muestra la Fig. lOb, en sectores con importa1lle rechazo, se produce la falla, se rom­pe el pliegue y se t ransporta sobre e l bloque autócto­no (sector sur del Parque Tomquist).

Límite entre las sierras de Pillahuinc6 y Vrmtana

En e l límite en tre las s ierras de Pillahuincó y Ventana se emplaza uno de los valles principales de

Pliegue por P<oPagación de falla

Pliegue por propagación de falla transportado (breack-through-fault

R. N. 1bmezzoli y E. O. Cristalfini

la región que es el del río Sauce Grande. En él Cob­bold et al. (1986) marcan un corrimiento que inclina hacia e l poniente. Este valle se encuentra limitado por anoramientos de la Formación Sauce Grande tanto a l este como al oeste. Hacia el oeste la pendien­te sube suavemente a través de la Formación Lolén hasta alcanzar el quiebre en el que comienza la s ie­rra de la Ventana con los aOoramientos de la Forma­ción Providencia (Fig. 11). Al oriente del valle, se le­vanta abruptamente la escarpa de la sierra de Pilla­huincó, la que presenta una marcada asimetría topo· gráfica, siendo abrupta hacia el poniente y suave ha­cia el oriente, y como se expresó anteriormente, tie­ne vergencia estructura l hacia el oeste. Si bien los elementos analizados son escasos, los autores propo­nen la existeDcia de una falla inversa que inclina ha­cia e l este bajo e l valle del río Sauce Grande y que se­ría la responsable del levantamiento princi pal de la s ierra de Pillahuincó. La escala regional que abarca­ría esta falla sería semejante a la de la existente en el límite entre las Formaciones Pmvidencia y Lolén y entre ambas podría defin irse una zona triangular en profundidad.

propagation fokf) __ _¡ ____ ,..-::,... ____ _,

D F. Providencia o F. Lolén

Figura 9: Esqoem:. de In relnción e11tre la.i; Formaciones P·ro\'idencia y Lol6n en los geetorcs nort.e (arriba) y sur (abajo) de Parque Tornqui.st...

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Nuevas euidc11cios SQbnJ In in1p()rlt;r11c1(1 del fallan1 ie11lo e11 la tstructuN.l de lo.s SU:rroIJ AU4trok.s de lo P1VWincio de Bueno$ Aire3 127

·-~ t::::::\ ..... ""y:=°' ; .;; .. ··'-·;:.·_·-·::::==~

Pli~ POr propagac.6n de fa11a de espesor constante trabado poir

la imposibtlldad mecana dé IOs bancos oe rotar por el plano anal frontail

Pliegue por propagación de falta de espeso1 consllnte transportado

Pliegue por pr~aciOn ele taltai de ptano axial frontal fijo

(no se mantienen IOS espesores constan1es)

Pl;egu& por ptcpagaciOn .. falla oe plano axíal rront11 njO 111n$p0ftld0

Figuro. 10: Esquerna t.eórico de ev0i.lución de un pliegue por propagación de falla traba.do en un s istema de mayor rragilidad, en el que no hay c..'\rnbio en el espesor de los bancos (aJTiba) y en uno de mayor ductilidad en el que hay un engrosamiento del na neo frontal (en La :práct.lca po­dría haber c1igros:uniento en la charnela) Cnbajo). En este segundo ca.so puede haber mayor acortamiento sin que se produzca el tr.anaporte de la estructura. gin embargo lleg:l un punto en el que Ja misma se rompe y se produce la. discontinuidad t.ect.6nica (abajo · derecha).

wsw A Sierra de la Ventana

(Grupo Ventana)

o 4 km J

ENE B Sierra de Pillahuinco

(Grupo Pillahuinco)

Figura 11: Perfil esque111ático A·B que at.raviesa parte de las sierras de Pillahuincó y Ventana (véase ubic.ación en figura 1). El contacto en­tre a mba.1 está dado por el valle de l río Sauce Crande bajo el cual se plantea la exl!Stenc:ia de un bajo-corrimiento inclinado hacja el nores· te que lcvnntnría tu sierra de PUlalnuincó.

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Consideraciones y con clusiones

Se aportan nuevos ejemplos de escala mesoscópi­ca acerca de la importante participación de fallas y corrimientos en la estructura de la región que que­dan puestos de manifiesto en los bosquejos estructu­rales presentados (Figs. 2, 3 y 5). Este tipo de estruc­turas es dificil de observar en planta por la similitud litológica entre las distintas láminas falladas y por­que en general existe una importante cubierta de suelos en la región. Sin embargo, en aquellos secto­res donde se corta transversa lmente a los aflora­mientos Oaboreos de rutas o canteras) se observa que las fallas son abundantes y que se vinculan ge­néticamente al plegamiento.

Las observaciones realizadas por los autores en la sección del Despeñadero (Fig. 3) y en los afloramientos del cerro de la Cruz y arroyo el Diecisiete, en la Estan­cia 2 de Mayo, muestran una vergencia occidental pa­ra Ja sierra de Pillahuincó. Este hecho junto con la pre­sencia de un importante valle entre las sierras de Ven­tana y Pillahuincó, con la asimetría de ese sector inter­montano y de la última sierra llevan a los autores a proponer la existencia de una falla inversa inclinando hacia el este que podría delimitar orientalmente una zona triangular entre las dos sierras mencionadas (Fig. 11). El borde occidental de la misma estaría dado por el l.ím ite entre las Formaciones Providencia y Lo­lén y se relacionaría a un frente que si bien es no emer­gente en algunos sectores, en otros es por faUa inversa que monta a la primera formación sobre la segunda.

Agradecimientos

Los autores desean agradecer al CONICET (Pro­yecto PIAN" 6218), al Laboratorio de Paleomagnetis­mo "D. A. Valencio", al Departamento de Ciencias Geológicas, Universidad de Buenos Aires (Proyecto UBA-CYT EX135), con cuyo apoyo se están llevando a cabo estas tareas de investigación; así como tam­bién a Fundación Antorchas en su contribución al equipamiento de gabinete. Se desea agradecer espe­cialmente a Víctor A. Ramos por la revisión del ma­nuscrito y por las ideas aportadas, a Fernando Pc­reyra, a M. Guarino y a P. Monteverde por el mate· ria] facilitado. Asimismo se agradece a Sellés Marti­nez, Cobbold y otro árbitro anónimo que corrigieron el manuscrito de este t rabajo cont ribuyendo al mejo­ram icnto del mismo.

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Recibido: 28 de 1nayo, 1996 Aceptado: 25 de febrero, 1998