Novena animas benditas
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NOVENA A LAS ANIMAS BENDITAS
Oración de Sellamiento
Yo (N.N) me coloco a los pies de Jesucristo y me rindo a su Señorío, me
ato a su santa voluntad, me amarro con los lazos infinitos de su
misericordia, abro mi corazón de par en par para que invada todo mi
ser.
En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo muerto y resucitado, yo clamo
y reclamo su preciosa sangre sobre mí, sobre mi familia, sobre mis bienes
espirituales, materiales y proyectos de vida.
Yo sello mi corazón para que con tu Sangre Preciosa sea limpiado de
odios, resentimientos, temores, angustia, soledad, tristeza, dolor, etc.
Yo (N.N) sello mi espíritu en la Sangre Preciosa de Jesús. Yo (N.N) sello
mi alma en la Sangre Preciosa de Jesús. Yo (N.N) sello mi mente y
voluntad en la Sangre Preciosa de Jesús. Yo (N.N) sello mi pasado y mi
presente en la Sangre Preciosa de Jesús. Sello a mis hijos (nombrarlos)
para que ante el sello poderoso de la Sangre de Jesús huya toda la fuerza
del mal y les permita seguir creciendo sanos, fuertes y saludables. Aplico
la Sangre de Jesús sobre mi casa y los que habitamos en ella.
Derramo la Sangre de Jesús en mi trabajo, pensamientos, cuerpo y alma
para que queden sellados y ninguna potencia del maligno pueda hacerme
daño. En el Nombre de nuestro señor Jesucristo tu amado hijo Amén.
Así sea.
Acto de Contrición
Jesús, mi Señor y Redentor: Yo me arrepiento de todos los pecados que he
cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos, ofendí a
un Dios tan bueno.
Propongo firmemente no volver a pecar, y confió en que, por tu
infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has
de llevar a la vida eterna. Amén.
Yo Pecador
Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he
pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante
Dios, Nuestro Señor. Amén.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza
nuestra. Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti
suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora
Abogada Nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de
este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh,
clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por nosotros, Santa
Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar la gracia y las
promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Ofrecimiento para todos los días
¡Padre celestial! ¡Padre amorosísimo! que para salvar las almas quisisteis
que vuestro Hijo unigénito, haciéndose hombre, se sujetase a la vida más
pobre y mortificada y derramase su sangre en la cruz por nuestro amor
¿Cómo dejarías sufrir largo tiempo en el purgatorio a unas almas que tanto
costaron a Jesucristo y que son vuestras hijas amadísimas? ¿Cómo
permitirías que fuese malograda sangre de tan gran valor? Compadeceos,
pues, de estas pobrecitas almas y libradlas de sus penas y tormentos.
Compadeceos también de la mía y libradla de la esclavitud del vicio. Y si
vuestra justicia pide satisfacción por las culpas cometidas yo os ofrezco
por las obras buenas que haga en este novenario. ¡A!, de ningún valor, es
en verdad; pero las uno con los méritos infinitos de vuestro Hijo divino,
con los dolores de su Madre Santísima y con las virtudes heroicas de
cuantos han existido en la tierra. Miradnos a todos, vivos y difuntos, con
ojos de compasión y haced que celebremos un día vuestras misericordias
en el eterno descanso de la gloria.- Amen.
Consideración
Día Primero:
Muchas son las penas que sufren las benditas almas del Purgatorio pero la
mayor de ellas consiste en pensar que por los pecados que cometieron en
vida han sido ellas mismas la causa de sus propios sufrimientos.
¡Oh Jesús, Salvador mío!, yo que tantas veces he merecido el infierno,
¿cuánta pena no experimentaría ahora, si me viese condenado al pensar
que yo mismo había sido la causa de mi condenación? Gracias os doy por
la paciencia que conmigo habéis tenido, dadme gracia para apartarme de
las ocasiones de ofenderos y tened piedad de las almas que sufren en aquel
fuego por causa mía.
Y Vos, ¡O María, Madre de Dios! socorredlas con vuestros poderosos ruegos.
PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA.
Aquí esforzando cada cual su devoción, pedirá interiormente a Cristo
crucificado lo que desea conseguir por medio de esta novena para sufragio
de las almas del Purgatorio. Este se repetirá todos los días después de la
oración del día.
Credo
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en
Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor, que fue concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen, padeció bajo el
poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a
los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y
está sentado a la derecha de Dios Padre, todopoderoso. Desde allí va a
venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica la comunión de los
santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida
eterna. Amén.
Gloria
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te
glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre
todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás
sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres
Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en
la gloria de Dios Padre. Amén.
Lamentos de las benditas ánimas benditas
Oíd, mortales piadosos, y ayudadnos a alcanzar:
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
¡Oh vosotros, -caminantes, suspended, oíd, parad, bastará sólo el oírnos a
mover vuestra piedad! Hoy pide nuestra aflicción que queráis cooperar:
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
No hay dolor, tormento, pena, martirio, cruz ni aflicción, que lleguen a ser
pintura de nuestra menor pasión; solo alivia nuestros males de vuestro
amor esperar:
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
Aquí estoy en purgatorio de fuego en cama tendido, siendo mi mayor
tormento la ausencia de un Dios querido, padezco sin merecer, por mí no
basta alcanzar:
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
¡Ay de mí, ay, Dios severo, la llama voraz, activa, y bien merecido fuego,
Ay conciencia, siempre viva, ay justicia, que no cesa, ay cuándo se ha de
acabar!
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
¡Ay culpa, lo que me cuestas, no imaginé tur fiereza, pues con tal tormento
pago lo que juzgué ligereza! ¡Cielos, piedad, baste, cielos! ¿Cuándo el día ha
de llegar?
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
Padres, hermanos, amigos: ¿dónde está la caridad? ¿Favorecéis a un
extraño y para mí no hay piedad? ¡Ea, venga una limosna, siquiera sea el
rogar!
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
Hijo ingrato que paseas tan ricamente vestido, y a costa de mis sudores
descansas en tanto olvido: ¡mira a tu padre quemando, y lo puedes
remediar!
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
Quizá en ti sería arbitrario, no obligación de justicia; pues no cumples
testamento, aquí estoy por tu malicia; abre los ojos, despierta, paga,
haciendo acelerar:
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
Hermanos en Jesucristo, los que oís estos suspiros, si queréis, podéis
sacarnos de estos lóbregos retiros, a la Virgen y a los santos pedidles
quieran mediar:
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
De Getsemaní en el Huerto sangre sudó el Redentor, contemplando de estas
penas el gran tormento y rigor: al Padre Eterno se ofrece, no cesando allí
de orar:
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
En vista de tal piedad, no te olvides, oh mortal, de este pío camposanto,
cementerio de hospital; sigue, pues, la cofradía que tierna te insta a
clamar:
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
Atiende y mira, cristiano, que en aqueste cementerio tal vez tus padres y
deudos esperan de ti el remedio; sufragios y sacrificios te suplican sin cesar:
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
Fieles cristianos, amigos, dad crédito a estos lamentos, obrad bien, fuera
culpas, para huir de estos tormentos. ¡Socorro, piedad, alivio! Concluimos
con gritar. Oíd mortales piadosos y ayudadnos a alcanzar:
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
Gozos
Allá tienes a tus padres, hermanos y abuelos, conocidos y compadres,
amigos y bisabuelos. Sin alivio ni consuelo nadie se quiere acordar.
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
Por las pobrecitas almas todos debemos rogar que Dios las saque de pena
Y las lleve a descansar. Es tanto su desagravio y es tan grande su pobreza
que están sin ningún abrigo por dejarnos su riqueza, y en nosotros, tal
torpeza, que nadie quiere rogar
R/ Que Dios las saque de pena...
Están gimiendo y llorando en las llamas padeciendo, y lo que están
suspirando de vernos todos riendo: que olvidados de sus penas nadie se
quiere acordar
R/ Que Dios las saque de pena...
No hay apenas un cristiano que atienda a su dolor grave, padeciendo está
tu hermano las penas que Dios se sabe: tened de ellas compasión y
acordaros de rogar
R/ Que Dios las saque de pena...
Entre llamas tan ardientes también se suelen quejar y llamar a sus
parientes que las quieren ayudar: estando todas pendientes de lo que
podáis rogar,
R/ Que Dios las saque de pena...
Aunque las favoreció Dios, allá van a purgar, que allá a Dios se ha de
pagar lo que aquí a Dios se ofendió; no pudiendo merecer, sólo pueden
esperar
R/ Que Dios las saque de pena...
Si Dios te diera a gustar lo que suelen padecer no harías sino llorar en
dejándote volver: y no habías de perder un instante por rezar
R/ Que Dios las saque de pena...
Toma por intercesora a la más excelsa palma porque sea protectora y se
ampare de tu alma y de aquellas pobrecitas que se sirva de alcanzar
R/ Que Dios las saque de pena...
También por intercesores pon a los santos del cielo para que de sus dolores
Tengan con ellos consuelo: pues ninguno acá en el suelo tiene ganas de
llorar
R/ Que Dios las saque de pena y las lleve a descansar.
Oraciones finales Para Todos Los Días
Recibid, Señor Dios mío, cuantos sacrificios os ha ofrecido y ofrece hoy por
todo el mundo vuestra santa esposa, la santa Iglesia, y os suplico los
apliquéis al alivio y descanso de las afligidas almas por quienes hago esta
novena. Por los acervos dolores de vuestra Madre Santísima en el día de
vuestra dolorosa Pasión, dadles, Señor, refrigerio. Convertid a los
pecadores, salvad a los agonizantes y a mí concededme la santificación en
mi estado y la gracia particular que os pido, si es de vuestro beneplácito.
Amén
¡Abrevia, oh Padre bondadoso! las angustias que sufren las almas queridas
en el Purgatorio. No dilates, Señor, el término de sus penas, la sangre del
calvario satisfaga tu Justicia y dígnate admitirla en tu Santa Gloria, en
donde nos veamos todos y podamos ensalzar tus misericordias
eternamente. Amen.
Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el
purgatorio y presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo,
intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas
a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la
de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante
tu Hijo por las almas del purgatorio.
V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
Tres Padrenuestro. Tres Ave María y Gloria
V. De la puerta del infierno
R. Saca, Señor, sus almas.
V. Descansen en paz.
R. Amén.
V. Señor, oye mi oración.
R. Y llegue a ti mi clamor.
Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te
rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar
de este mundo, para que no las dejes sufrir más en el purgatorio, sino que
mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso,
porque esperan y creen en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino
que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.
Tres Padrenuestro. Tres Ave María y Gloria
Día Dos:
La segunda pena que aflige en alto grado a estas benditas almas es el
tiempo que en vida perdieron, durante el cual habrían podido adquirir
mayores méritos para el cielo, y el pensamiento de que esta pérdida es para
siempre irreparable terminando con la vida el tiempo de merecer.
¡Infeliz de mí, oh Señor, que por espacio de tantos años he vivido en la
tierra no mereciendo sino los castigos del infierno!
Gracias os doy porque todavía me concedéis tiempo para remediar el mal
que he hecho y el bien que he dejado de hacer.
Concededme vuestro socorro para que lo que me queda en vida, lo emplee
únicamente en serviros y en amaros. Tened piedad de mí y de esas almas
benditas que arden en el Purgatorio por no haber empleado como debían
el tiempo que Vos les disteis para su santificación.
Y Vos, ¡oh María, Madre de Dios! socorredlas con vuestros poderosos
ruegos.
PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer
día.
Día Tres:
Otra de las mayores penas que afligen a esas benditas ánimas es la vista
espantosa de los pecados que están expiando. En la vida presente no se
conoce la fealdad del pecado, pero bien se conoce en la otra, y este
conocimiento es uno de los más vivos dolores que sufren las almas en el
Purgatorio.
¡Oh Dios mío!, os amo sobre todas las cosas porque sois infinita bondad;
duéleme con todo mi corazón de haberos ofendido; concededme la santa
perseverancia; tened piedad de mí y de aquellas santas almas
atormentadas con la vista de los pecados que no quisieron evitar y
cometieron sin horror.
Y Vos ¡Oh María, Madre de Dios! socorredlas con vuestros ruegos poderosos
y rogad también por nosotros que estamos aún en peligro de condenarnos.
PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer
día.
Día Cuatro:
Una de las penas que más afligen a aquellas almas, esposas de Jesucristo,
es el pensar que en vida, por sus culpas, disgustaron a aquel Dios a quien
tanto aman. Se han visto penitentes morir de dolor al pensar que habían
ofendido a un Dios tan bueno. Mucho mejor que nosotros conocen las almas
del Purgatorio cuán amable es Dios y por consiguiente lo aman con todas
sus fuerzas; por eso, al pensar que lo disgustaron en la vida, experimentan
un dolor superior a todo otro dolor.
¡Oh, Dios mío!, y yo que os ofendo con tanta facilidad, sin que me mueva lo
mucho que habéis hecho por mí, ni las penas que me esperan en el
Purgatorio; tened piedad de mí y de aquellas santas almas que arden en
ese fuego por el desprecio que hicieron de las faltas veniales y que ahora os
aman de todo corazón.
Y Vos, oh María, protegednos a nosotros para que acertemos a llevar vida
perfecta y socorredlas a ellas para que mitiguen sus dolores.
PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer
día.
Día Quinto:
Otra de las grandes penas que afligen a aquellas benditas almas es el sufrir
aquel fuego sin saber cuándo tendrán fin sus tormentos. Es verdad que
tienen la certidumbre de verse un día libre de ellos; pero la incertidumbre
del tiempo en que se habrán de acabar, les causa un gravísimo tormento.
¡Oh, Señor, qué desgracia tan grande sería la mía si me hubieseis enviado
al infierno, a esa cárcel de tormentos, teniendo la seguridad de no salir de
ella jamás! Gracias os doy conmigo; perdonadme, que quisiera antes morir
que volver a ofenderos. Tened piedad de mí y de las benditas almas que en
la tierra no han temido bastante las penas del Purgatorio. Y Vos, oh Madre
de Dios y Madre mía, socorredlas con vuestro poder y abreviad el tiempo
que las espera de la eterna posesión de Dios.
PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer
día.
Día Seis:
Cuanto mayor es el consuelo que aquellas benditas almas les causa el
recuerdo de la Pasión de Jesucristo, por cuya virtud se salvaron, y del
Santísimo Sacramento del Altar, que les proporcionó y aún les proporciona
tantas gracias, por medio de misas y comuniones tanto más les atormenta
el pensamiento de no haber correspondido en vida a estos dos grandes
beneficios del amor de Jesucristo.
¡Òh Dios mío! Vos moristeis también por mí, y os habéis dado muchas veces
a mí en la sagrada comunión, y yo siempre os he correspondido con negra
ingratitud; más ahora os amo sobre todas las cosas, ¡oh Supremo Bien mío!
me arrepiento muy de todo corazón de haberos ofendido y con vuestra
gracia propongo la enmienda. Dádmela Señor, y tened piedad de mí y de
las almas que arden en el fuego del Purgatorio por la poca estima que
hicieron de vuestra dolorosa pasión y por las comuniones omitidas por
negligencia, o hechas con tibieza.
Y Vos, oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, interceded por ellas
para que obtengan el perdón.
PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer
día.
Día Siete:
Aumentan también las penas de aquellas benditas almas todos los
beneficios particulares que recibieron de Dios, como el haber recibido el
bautismo, el haber nacido en país católico, el haberles esperado Dios a
penitencia y alcanzar el perdón de sus pecados tantas veces; porque todos
esos favores les hacen conocer mejor la ingratitud con que han
correspondido a Dios.
Pero, ¡Dios mío! ¿Quién ha sido más ingrato que yo? Vos me habéis esperado
con tanta paciencia, me habéis perdonado tantas veces con amor, y yo,
después de tantas promesas, os he vuelto a ofender. No me arrojéis al
infierno porque os quiero amar y en el infierno no podría hacerlo. Tened
lástima de mi alma y piedad de las del Purgatorio, que por sus muchas
culpas se han hecho menos acreedoras a vuestra misericordia.
Y Vos, oh Madre de misericordia, mitigad con vuestro poder sus
sufrimientos.
PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer
día.
Día ocho:
Otra pena, en extremo amarga para aquellas benditas almas, es el pensar
que durante su vida uso Dios con ellas de muchas misericordias especiales
que no tuvo con los demás, y ellas con sus pecados le obligaron a que las
condenara al infierno, aunque después por su misericordia las haya
perdonado y salvado, viéndolas arrepentidas.
Vedme aquí, ¡oh Dios mío! Yo soy uno de aquellos ingratos que después de
haber recibido de Vos tantas gracias, he despreciado vuestro amor y os he
obligado a condenarme al infierno. Gracias os doy por la misericordia y
paciencia que habéis tenido en esperarme, me arrepiento con toda mi alma
de haberos ofendido, y propongo la enmienda con vuestra gracia. Tened
piedad de mí y de aquellas benditas almas que habiendo podido llegar a un
alto grado de perfección en la tierra, merecen ahora estar más tiempo en
el Purgatorio por sus continuas infidelidades a los llamamientos a vuestra
gracia.
Y Vos, Virgen fidelísima, interponed vuestros méritos en su favor.
PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer
día.
Día Noveno:
Grandes son las penas que sufren aquellas santas almas: el fuego, el tedio,
la oscuridad, la incertidumbre del tiempo en que han de verse libres de
aquella cárcel; pero de todas, la mayor para esas santas esposas, es la de
verse separadas de su divino Esposo y privadas de su vista y presencia.
¡Oh Dios mío! ¿Cómo he podido yo vivir tantos años lejos de Vos, privado
de vuestra gracia? ¡Oh Bondad infinita! os amo sobre todas las cosas, me
arrepiento con todo mi corazón de haberos ofendido y quisiera antes morir
que volver a ofenderos.
PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer
día.
Concededme la santa perseverancia y no permitáis que vuelva a caer otra
vez en vuestra desgracia. Os suplico tengáis piedad de las almas del
Purgatorio, especialmente las de mis padres, mis hermanos, mis parientes,
mis amigos... y de todos aquellos por quienes mi corazón y mi conciencia
me obligan a pediros con más empeño; que no sea por mi indiferencia o por
mis culpas por lo que ellas permanezcan allí alejadas de Vos. Abreviad el
tiempo de su destierro y admitidlas cuanto antes a la dicha de amaros
para siempre en el cielo.
Y Vos, ¡oh dulce Virgen María! consoladora de los afligidos, Madre de
nuestro Salvador Jesús y de todos los fieles. Vos sois también la Madre de
las pobres almas que sufren en el Purgatorio, yo imploro con confianza la
inmensa bondad de vuestro Corazón y os ruego intercedáis con vuestro
divino Hijo, para que por los méritos de su santo sacrificio en la cruz,
obtengan el alivio y la libertad a que aspiran. Así sea.
PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA. Todo lo demás del primer
día.
Sufragio por las ánimas benditas del purgatorio
RECOMENDACION
Innumerables son los favores que se nos refieren, que han sido obtenidos
por los devotos de las Almas del Purgatorio, por vías completamente
inesperadas, mediante los cien réquiems rezados en su sufragio.
MODO DE PRACTICAR ESTA DEVOCION
Puede servirse de un rosario común de cinco decenas, recorriéndolo dos
veces para formar las diez decenas, o sea la centena de Réquiem. Se
empieza rezando el acto de contrición, un Padrenuestro y después una
decena de Réquiem de esta forma:
-Dadles, Señor, el descanso eterno.
-y brille para ellas la luz perpetua.
R. Al final de la decena de Réquiem se hacen invocaciones:
Almas santas, almas pacientes, almas cautivas, rogad a Dios por nosotros,
que rogamos por vosotras para que el Señor os dé su gloria. Amén.
Padre Eterno, os ofrecemos la Sangre, Pasión y Muerte de Nuestro Señor
Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por la
remisión de nuestros pecados, la libertad de las Almas del Purgatorio y la
conversión de los pecadores. Amen.
Rezadas así diez decenas con las invocaciones al final de cada una de ellas,
se tiene completos los cien réquiem de esta devoción.
(León XIII concedió a cada réquiem 50 días de indulgencia).
Salmo 129
No seáis, Dios mío, inexorable a mi voz. Dignaos escuchar los ruegos de un
infeliz que no tiene otro recurso que vuestra gran misericordia.
Sé, Dios mío, cuán culpable soy a vuestros ojos; más, si examináis con rigor
nuestras iniquidades, ¿quién podrá sufrir vuestros juicios?
Si en nosotros solo encontráis delitos para perdernos, en Vos hallaréis
motivos para salvarnos; os impusisteis la ley de no resistir a nuestras
lágrimas y esto me obliga, Señor, a esperar confiado en vuestra gran
bondad.
Nunca me he olvidado de las promesas del Señor, que me han alentado en
lo más fuerte de mis males; he esperado siempre en El.
Así no deje Israel de esperar, pues recibirá por la noche el socorro que haya
conseguido por el día.
Porque es infinita la misericordia del Señor, que sabe hallar en los tesoros
de su poder remedio para nuestros males.
Y presto redimirá a su pueblo de todas sus miserias e iniquidades.
Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellas la eterna luz.
Descansen en paz. Así sea.
(50 días tres veces al día, 100 rezándole al toque de la campana).
Encomendémonos ahora a las almas del Purgatorio y digamos:
¡Almas benditas! Ya que hemos rogado por vosotras, que tan amadas sois
del Señor y que tenéis la sorpresa de no perderle a la esperanza de poseerle
para siempre, rogadle por nosotros que nos vemos todavía en peligro de
condenarnos.
¡Dulce Jesús!, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio.
Amén.
Padre Nuestro
A Santa Matilde habiendo comulgado por los muertos, le dijo Nuestro
Señor: Recitad por ellos un Padrenuestro. Delante del altar donde se
celebraba el Santo Sacrificio, la Santa hizo la oración siguiente, y cuando
la hubo terminado, vio una multitud de almas subir al cielo. (R. 5, ch. 21).
PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS
Os ruego, ¡oh tierno Padre!, que perdonéis a las almas del Purgatorio el no
haberos amado y rendido el culto de adoración y respeto que os es debido,
a Vos, Padre bueno y misericordioso; y haberos alejado de sus corazones
donde Vos deseabais habitar.
Para suplir sus faltas os ofrezco el amor y el honor de que vuestro divino
Hijo os tributó en la tierra y la satisfacción infinita que os dio por todos
los pecados de esas pobres almas.
(Recítese diez veces la invocación "Jesús mío, misericordia", y se ganarán
cada vez 100 días de indulgencia por las benditas almas del Purgatorio).
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE
Perdonad, tierno Padre, os lo suplico, a las almas de los fieles difuntos, el
no haber honrado dignamente vuestro santo nombre, haberlo invocado
rara vez, o empleado a menudo con ligereza y haberse hasta avergonzado
algunas veces, de perteneceros. Como satisfacción de este pecado yo os
ofrezco la santidad de vuestro Hijo Jesucristo, su obediencia, su celo por
haceros conocer, su afán por honraros durante su vida y por anonadarse
delante de Vos en el altar. ¡Jesús mío, misericordia!
VÉNGANOS EN TU REINO
Os ruego, ¡oh eterno Padre!, que perdonéis a las almas de los fieles difuntos,
el poco celo en no haber deseado con bastante fervor y anhelado con afán
la grandeza de vuestra gloria; Ellas habrían podido tan fácilmente haceros
amar instruyendo a los niños, llevando por el camino del bien a los que
ellas amaban! Para expiar su indiferencia, yo os ofrezco los santos deseos
de Jesucristo, en el celo que Él ha tenido por la nuestra aún en el altar.
¡Jesús Mío, Misericordia!
HÁGASE TU VOLUNTAD ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO
Os suplico ¡oh Padre!, que perdonéis a las almas religiosas, al haber
preferido algunas veces su voluntad a la vuestra y no haber amado en todo
y de una manera perfecta vuestro deseo que se manifestaba por sus
desobediencias y faltas de sumisión a las órdenes de sus superiores. Para
reparar ofrezco la unión del dulcísimo Corazón de Jesús con vuestra
voluntad, la pronta y generosa obediencia que presta al Sacerdote
viniendo al altar y la perfecta oblación de este divino Hijo que lo llevó
hasta la muerte y muerte de cruz. ¡Jesús mío, misericordia!
EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA DÁNOSLO HOY
Os ruego, ¡oh Padre tierno!, que perdonéis a las almas de los fieles difuntos
el no haber recibido el Santísimo Sacramento del Altar con los deseos, la
devoción y el amor que El merece; el haber omitido por negligencia,
cobardía o respetos humanos muchas comuniones que Vos les ofrecíais.
Para expiar estos pecados, yo os ofrezco la santidad de vuestro Hijo Jesús,
el amor ardiente y el deseo inefable que le llevó a daros el precioso tesoro
de su Cuerpo y de su Sangre. ¡Jesús mío, misericordia!
Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros
deudores.
Os ruego, ¡oh Eterno Padre!, que perdonéis a las almas de los fieles difuntos
los pecados en los cuales cayeron, no perdonando fácilmente; guardando
algún rencor, alimentando ligeros pensamientos de venganza. Por esos
pecados yo os ofrezco la oración tan tierna y tan amorosa que vuestro Hijo
Jesús hizo en la Cruz por sus enemigos. ¡JESUS MIO, MISERICORDIA!
NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN
Os suplico, ¡oh tierno Padre!, que perdonéis a las almas de los fieles difuntos
la poca fuerza que opusieron para rechazar la tentación de sensualidad,
reprimir la curiosidad de sus miradas, y cuidarse de algunos goces
peligrosos. Para expiar esta multitud de pecados, yo os ofrezco las fatigas
de Jesús, sus lágrimas, sus mortificaciones y sus humillaciones en el altar.
¡Jesús mío, misericordia!
MÁS LÍBRANOS DEL MAL
Sí, Dios mío, libradlas del mal que soportan esas santas almas, en otro
tiempo culpables, ahora tan arrepentidas y resignadas; libradlas por los
méritos de Jesucristo.
Y Vos, ¡oh Salvador, tan lleno de misericordia! Vos que estáis sobre este
altar, tened piedad de sus lamentos y de sus lágrimas. Ellas se unen a mí
para clamar hasta Vos durante su vida y olvidad las faltas que la
fragilidad de nuestra naturaleza les hizo cometer. ¡Jesús mío, misericordia!
Suplicas a Jesús
Para que por los dolores de su Pasión, tenga misericordia de las almas del
Purgatorio.
¡Oh dulcísimo Jesús! por el sudor de sangre que derramasteis en el Huerto
de Getsemaní.
R/ Tened piedad de las almas de Purgatorio.
¡Oh dulcísimo Jesús!, por los dolores de vuestra cruelísima flagelación.
R/ Tened piedad de las almas del Purgatorio.
¡Oh dulcísimo Jesús!, por los dolores de vuestra coronación de espinas.
R/ Tened piedad de las almas del Purgatorio.
Que padecisteis llevando hasta el Calvario la cruz a cuestas.
R/ Tened piedad de las almas del Purgatorio.
Que sufristeis en el despojo de vuestras vestiduras.
R/ Tened piedad de las almas del Purgatorio.
¡Oh dulcísimo Jesús!, por los dolores de vuestra crucifixión.
R/ Tened piedad de las almas del Purgatorio.
¡Oh dulcísimo Jesús!, por los dolores de vuestra agonía en la cruz.
R/ Tened piedad de las almas del Purgatorio.
¡Oh dulcísimo Jesús!, por el inmenso dolor que padecisteis al separarse
vuestra alma de vuestro cuerpo.
R/ Tened piedad de las almas del Purgatorio.
Compadeceos, oh buen Jesús, de las almas que están detenidas en el
Purgatorio, por cuya salvación habéis tomado nuestra naturaleza
humana y sufrido la muerte más cruel.
Salmo 91
MORANDO BAJO LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE
El que habita al abrigo del Altísimo, Morará bajo la sombra del
Omnipotente.
Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien
confiaré.
Él te librará del lazo del cazador, De la peste destructora.
Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y
adarga es su verdad.
No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día,
Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día
destruya.
Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará.
Ciertamente con tus ojos mirarás Y verás la recompensa de los impíos.
Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu
habitación,
No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada.
Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus
caminos.
En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra.
Sobre el león y el áspid pisarás; Hollarás al cachorro del león y al dragón.
Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en
alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré
y le glorificaré.
Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación.
Oraciones Transversales
ORACIÓN A LAS TRECE ALMAS
Oh, mis 13 almas Benditas, Sabias y entendidas,
A vosotras vengo a rogaros Por el amor de Dios
Que atendáis mi petición…
Mis 13 Almas Benditas Sabias y entendidas,
A vosotras os pido, Por la sangre que derramo
El Sagrado Cuerpo de Jesús, Que oigáis mi petición…
Mi Señor Jesucristo, Protégeme con tus brazos
Guárdame en tu corazón, Que me protejan tus ojos.
Oh Dios de bondad, Vos sois mi abogado
En la vida y en la muerte, Os ruego que atendáis mi petición…
Y me libréis de mis males Y me deis suerte en la vida.
Ocúltame de mis enemigos, Que teniendo ojos no me vean
Y pierdan las fuerzas cuando en presencia me tengan.
Mis 13 Almas Benditas, Sabias y entendidas
Alcanzad esta gracia para mí,
Y yo, su fiel devoto, Divulgare esta oración
Para que recen por vosotras, Cientos de personas.
Así Sea
Rezar 13 Padre Nuestro y 13 Ave María durante 13 días consecutivos. Una
vez conseguida la petición, Difundir la oración
ORACIÓN DE AGRADECIMIENTO AL ÁNIMA SOLA
Anima Sola del cielo y la tierra, Anima Sola del cielo y del mar,
Te doy gracias por todos los favores recibidos doy fe y testimonio de que
eres un ánima buena que ayuda con seguridad y rapidez a todo el que con
respeto y fe te pide ayuda.
Anima Sola, así como tú nunca fallas yo te juro que yo tampoco te voy a
fallar con el pago de los favores que he recibido de tu parte y te prometo
que voy continuar difundiendo esta oración para que otras personas te
conozcan y reciban tu ayuda así como yo la he recibido.
Anima sola, en agradecimiento eterno a ti por los grandes favores que he
recibido de tu parte ofrezco esta oración a Dios padre todopoderoso a la
santísima trinidad, padre, hijo y espíritu santo a nuestro señor Jesucristo,
cordero de Dios que entregó su vida para quitar el pecado del mundo para
que en esta hora y en este momento escuchen esta mi humilde oración y
este mi humilde ruego para que sean perdonadas todas las almas del
purgatorio y muy especialmente por el perdón del Anima Sola.
Te ruego Dios padre bondadoso y bueno que escuches esta mi humilde
oración y le concedas el perdón al Anima Sola y a todas las ánimas del
purgatorio para que queden libres de sus penas, dolores y lamentos.
Jesucristo mi señor te ruego que con tu infinita misericordia sabiduría y
amor intercedas ante Dios para que el Anima Sola y todas las Animas que
sufren sean perdonadas y puedan gozar de la paz, de la luz perpetua, del
descanso, de la bendición y del perdón de Dios padre todopoderoso.
Oh Dios, te ruego por el perdón del Anima Sola
Oh Dios te ruego por el perdón de todas las ánimas que sufren en el
purgatorio Así sea por la gracia y Voluntad de Dios Nuestro Señor.
Al padre eterno, que todo lo puede y todo lo vence! Amen
ORACIÓN AL JUSTO JUEZ
Señor Jesucristo, Divino y Justo Juez de vivos y muertos. Eterno Sol de
Justicia Encarnado en el Casto Vientre de la Virgen María, por la salud
del linaje humano.
Justo Juez, Creador del Cielo y de la Tierra y muerto en la Cruz por mi
amor. Tú, que fuiste envuelto en un Sudario y puesto en un Sepulcro del
que al tercer día Resucitaste, Vencedor de la muerte y del infierno.
Justo y Divino Juez oye mis súplicas atiende a mis ruegos, escucha mis
peticiones y dales favorable despacho.
Tu Voz Imperiosa serenaba las tempestades, sanaba a los enfermos y
resucitaba a los muertos, como a Lázaro y al hijo de la viuda de Naim.
El Imperio de Tu Voz ponía en fuga a los demonios, haciéndolos salir de los
cuerpos de los poseídos y daba vista a los ciegos, habla a los mudos, oído a
los sordos y perdón a los pecadores, como a la Magdalena y al paralítico
de la piscina.
Tú Te hiciste invisible a los enemigos, a Tu Voz retrocedieron, cayendo por
tierra en el Huerto, los que fueron a aprisionarte y cuando expirabas en
la Cruz, a Tu Poderosa Voz se estremecieron los orbes.
Tú abriste las cárceles a Pedro y lo sacaste de ellas sin ser visto por la
guardia de Herodes. Tú salvaste a Dimas, el ladrón arrepentido y
perdonaste a la adúltera.
Haz que mi vida sea buena, siendo de obras gratas a tus ojos, líbrame de
cuestas y caminos peligrosos, de ríos caudalosos, de cualquier persona que
me mire con ojos maliciosos y lengua lisonjera, líbrame de cualquier
perturbación del demonio, de ladrones, asesinos, de toda lengua cizañera,
líbrame ¡Oh supremo ser!, de caer en pecado mortal.
Te suplicamos Justo Juez, me libres de todos mis enemigos visible e
invisible. La Sábana Santa en que fuiste envuelto nos cubra; Tu Sagrada
Sombra nos esconda; el Velo que cubrió Tus Ojos ciegue a los que quieran
perseguirme y los que nos deseen el mal, ojos tengan y no nos vean; pies
tengan y no nos alcancen; manos tengan y no nos tienten; oídos, y no nos
oigan; lengua tengan y no nos acusen y sus labios enmudezcan en los
tribunales, cuando intenten perjudicarnos.
¡Oh, Jesucristo, Justo y Divino Juez! Favorécenos en toda clase de angustias
y aflicciones, lances y compromisos y haz que al invocarte y aclamar al
Imperio de Tu Poderosa y Santa Voz, llamándote en nuestro auxilio, las
prisiones espirituales se abran, las cadenas y los lazos del pasado se
rompan, los grillos y las rejas se quiebren, los cuchillos se doblen y toda
arma que sea forjada en contra de mí no prospere.
Ni los caballos nos alcancen, ni los espías nos miren ni nos encuentren. Tu
Sangre nos bañe, Tu Manto nos cubra, Tu Mano nos bendiga, Tu Poder nos
oculte, Tu Cruz nos defienda y sea nuestro Escudo en la vida y en la hora
de nuestra muerte.
¡Oh! Justo Juez, Hijo del Eterno Padre, que con Él y con el Espíritu Santo
eres Un Solo Dios Verdadero. ¡Oh! Verbo Divino, hecho Hombre: Yo Te
suplico me cubras con el Manto de la Santísima Trinidad, para que me
libre de todos los peligros y glorifiquemos Tu Santo Nombre.
El Dios Padre Santísimo de Libre, Su hijo Amado me Guarde, el espíritu
santo me acompañe y que juntos en mí se reflejen sus rostros. Amén.
LETANIAS PARA UNA BUENA MUERTE
Jesús, Señor, Dios de bondad, Padre de misericordia, aquí me presento
delante de Vos con el corazón humillado, contrito y confuso, a
encomendaros mi última hora y la suerte que después de ella me espera.
Cuando mis pies, fríos ya, me adviertan que mi carrera en este valle de
lágrimas está por acabarse; Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis manos trémulas ya no puedan estrechar el Crucifijo, y a pesar
mío le dejan caer sobre el lecho de mi dolor; Jesús misericordioso, tened
compasión de mí.
Cuando mis ojos, apagados con el dolor de la cercana muerte, fijen en Vos
por última vez sus miradas moribundas; Jesús misericordioso, tened
compasión de mí.
Cuando mis labios fríos y balbucientes pronuncien por última vez vuestro
santísimo Nombre; Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi cara pálida amoratada causa ya lástima y terror a los
circunstantes, y los cabellos de mi cabeza, bañados con el sudor de la
muerte, anuncien que está cercano mi fin; Jesús misericordioso, tened
compasión de mí.
Cuando mis oídos, próximos a cerrarse para siempre a las conversaciones
de los hombres, se abran para oír de vuestra boca la sentencia irrevocable
que marque mi suerte para toda la eternidad; Jesús misericordioso, tened
compasión de mí.
Cuando mi imaginación, agitada por horrendos fantasmas, se vea
sumergida en mortales congojas, y mi espíritu, perturbado por el temor de
vuestra justicia, a la vista de mis iniquidades, luche con el ángel de las
tinieblas, que quisiera precipitarme en el seno de la desesperación; Jesús
misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi corazón, débil y oprimido por el dolor de la enfermedad, esté
sobrecogido del horror de la muerte, fatigado y rendido por los esfuerzos
que hubiere hecho contra los enemigos de mi salvación; Jesús
misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando derrame mis última lágrimas, síntomas de mi destrucción,
recibidlas, Señor, en sacrificio de expiación, para que muera como víctima
de penitencia, y en aquel momento terrible, Jesús misericordioso, tened
compasión de mí.
Cuando mis parientes y amigos, juntos a mí, lloren al verme en el último
trance, y cuando invoquen vuestra misericordia en mí, favor; Jesús
misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando perdido el uso de los sentidos, desaparezca todo el mundo de mi
vista y gima entre las últimas agonías y afanes de la muerte; Jesús
misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando los últimos suspiros del corazón fuercen a mi alma a salir del
cuerpo, aceptadlos como señales de una santa impaciencia de ir a reinar
con Vos, entonces: Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi alma salga de mi cuerpo, dejándolo pálido, frío y sin vida,
aceptad la destrucción de él como un tributo que desde ahora quiero
ofrecer a vuestra Majestad, y en aquella hora: Jesús misericordioso, tened
compasión de mí.
En fin, cuando mi alma comparezca delante de Vos, para ser juzgada, no
la arrojéis de vuestra presencia, sino dignaos recibirla en el seno amoroso
de vuestra misericordia, para que cante eternamente vuestras alabanzas;
Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Oración. Oh Dios mío, que condenándonos a la muerte, nos habéis ocultado
el momento y la hora, haced que viviendo santamente todos los días de
nuestra vida, merezcamos una muerte dichosa, abrasados en vuestro
divino amor. Por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina
con Vos, en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Dios mío: Postrado humildemente en tu presencia, te adoro y quiero hacer
esta protesta, como si ya me hallase próximo a exhalar mi último suspiro.
Dios mío: Tú has decretado mi muerte desde la eternidad: yo la acepto
desde ahora con todo mi corazón en el modo y forma que tu divina
Majestad ha dispuesto, y acepto también todos los dolores que la han de
acompañar, los uno a los tormentos y a la muerte de Jesucristo, y te los
ofrezco en satisfacción y penitencia de mis pecados. Acepto igualmente la
destrucción de mi cuerpo para que resplandezca más tu supremo dominio
sobre mí. Y por lo tanto, acepto y me alegro de que estos ojos, que tanta
libertad se han tomado contra Ti, queden con la muerte ciegos hasta el fin
del mundo.
Acepto y me alegro de que esta lengua, que tantas veces he empleado en
palabras vanas, murmuraciones y mentiras, quede muda con la muerte, y
sea comida de gusanos en el sepulcro.
Acepto y me gozo de que estas manos y estos pies que han sido para mi
corazón instrumentos de tantas acciones desordenadas y de tantos pasos
torcidos, queden con la muerte sin movimiento y sin acción entre los
horrores de una hedionda sepultura.
Acepto y me gozo de que este mismo corazón que, siendo formado para
darte todos sus afectos, los ha empleado en miserables e indignas criaturas,
sea arrojado a la tierra y reducido a polvo y ceniza.
En suma, Señor, me regocijo de que se verifique en mí la total destrucción
de mis miembros y huesos, convirtiéndome en humilde polvo y frías
cenizas, que fueron la materia de que formaste mi cuerpo; para que la
completa destrucción de mi existencia publique la grandeza de tu infinito
poder y lo humilde de mi nada. Recibe, Señor, este sacrificio que te hago
de mi vida, por aquel gran sacrificio que te hizo tu divino Hijo de sí mismo
sobre el ara de la Cruz; y desde este momento para la hora de mi muerte,
me resigno totalmente a vuestra santísima voluntad, y protesto que quiero
morir diciendo: “Hágase, Señor, tu voluntad...”
Jesús mío crucificado: Tú que para alcanzarme una buena muerte haz
querido sufrir muerte tan amarga, acuérdate entonces de que yo soy una
de tus ovejas que has comprado con el precio de tu sangre. Cuando todos
los de la tierra me hayan abandonado y nadie pueda ayudarme, Tu sólo
podrás consolarme y salvarme, haciéndome digno de recibirte por Viático,
y no permitiendo que te pierda para siempre. Amado Redentor mío,
recíbeme entonces en tus llagas, puesto que yo desde ahora me abrazo a Ti,
y protesto que quiero entregar mi alma en la llaga amorosa de tu
sacratísimo costado.
Y Tú, Virgen Santísima, Abogada y Madre mía María; después de Dios,
Tu eres y serás mi esperanza y mi consuelo en la hora de la muerte. Desde
ahora recurro a Ti, y te ruego no me abandones en aquel último momento:
ven entonces a recibir mi alma y a presentarla a tu Hijo. Te aguardo,
Madre mía, y espero morir bajo tu amparo y abrazado a tus pies. Y Tú,
Protector mío San José, San Miguel Arcángel, Ángel Custodio, Santos mis
abogados, ayúdenme en aquel trance extremo, en aquel último combate y
llévenme a la Gloria celestial. Amén.
DEVOCIONARIO POR EL DESCANSO DE LAS ALMAS
ORACIÓN POR LAS ALMAS EN PARTICULAR DEL PURGATORIO (I)
¡Oh Jesús! Tú sufriste y moriste para que toda la humanidad fuera salvada
y llevada a la felicidad eterna. Escucha nuestras Súplicas para que tengas
mayor piedad de las almas de: (después de cada una decimos: ¡Jesús, ten
piedad!)
Mis queridos padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos… ¡Jesús ten piedad!
Mis hermanos, hermanas, y demás parientes cercanos
Mis padrinos de bautismo y confirmación
Mis benefactores temporales y espirituales
Mis amigos y vecinos
Todos los que por el amor me llevan a rezar
Aquellos que sufrieron perjuicios o daño por mí
Aquellos que son amados especialmente por ti
Aquellos que están cerca de la liberación
Aquellos que más desean estar junto a Ti
Aquellos que soportan los mayores sufrimientos
Aquellos que son menos recordados
Aquellos que están lejos de la liberación
Aquellos que más lo merecen por sus servicios a la Iglesia
Los ricos, que ahora son los más indigentes
Los poderosos que ahora no tienen poder
Aquellos ciegos espiritualmente que ahora ven su insensatez
Los frívolos que dedicaron el tiempo a frivolidades
Los del Purgatorio que no buscaron los tesoros del cielo
Los tibios que dedicaron poco tiempo a la oración
Los indolentes, que se negaron a realizar buenas obras
Aquellos de poca fe, que rechazaron recibir con frecuencia los sacramentos
Los habituales pecadores, que debieron su salvación a un milagro de gracia
Los padres que no cumplieron con el cuidado de sus hijos
Los superiores que no se ocuparon de la salvación de los que tenían a cargo
Aquellos que lucharon por riquezas y placeres mundanos
Los mundanos que no utilizaron sus riquezas y talentos al servicio de Dios
Aquellos que fueron testigos de la muerte de otros pero no pensaron en la
propia
Aquellos que no se aseguraron la vida eterna
Aquellos que tienen una sentencia severa por las grandes
responsabilidades encomendadas a ellos
Los Papas, reyes y gobernantes
Los obispos y sus consejeros
Mis maestros y asesores espirituales
Los sacerdotes y religiosos de la Iglesia Católica
Los defensores de la Santa Fe Católica
Aquellos que murieron en el campo de batalla
Aquellos que lucharon por su país
Aquellos que fueron sepultados en el mar
Aquellos que murieron de apoplejía e infartos
Aquellos que sufrieron y murieron de cáncer o SIDA
Aquellos que murieron inesperadamente en accidentes
Aquellos que murieron sin cumplir con los últimos ritos de la Iglesia
Aquellos que morirán dentro de las próximas 24 horas
Mi propia pobre alma cuando deba presentarme ante el trono de Tu Juicio
Concédeles el descanso eterno y permite que la luz perpetua los ilumine por
siempre junto a tus Santos, porque Tú eres misericordioso.
Oremos: que la oración de tu pueblo suplicante, te rogamos, oh Señor,
beneficie a las almas de tus siervos que partieron. Que Tú las liberes de
todos sus pecados así como también las hagas participar de tu redención.
Amén.
ORACIONES POR ALMAS EN PARTICULAR (II)
¡Oh Dios! Nuestro Creador y redentor, con tu poder Cristo conquistó la
muerte y volvió a Ti glorioso. Que todos tus hijos que nos han precedido en
la fe, especialmente………, participen de su victoria y disfruten para
siempre de la visión de tu gloria donde Cristo vive y reina contigo y el
Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
V/ Concédeles, Señor el descanso eterno.
R/ Y brille para ellos la luz que no tiene fin.
V/ Descansen en paz.
R/ Amén.
María, Madre de Dios y Madre de Misericordia, ruega por nosotros y por
todos los que han muerto en el regazo del Señor. Amén.
Dios Todopoderoso y Eterno, en tu bondad paternal, ten piedad del alma
de tu servidor………… Límpialo al que llamaste de este mundo de toda
culpa, llévalo al Reino de la Luz y Paz y a la comunión de tus Santos, y
entrégales su porción de gozo eterno en tu Reino. Rezamos por medio de
Jesús, Nuestro Señor. Amén.
¡Dios, Tú, Creador y salvador de todos los fieles, perdona los pecados de
todas las almas de tus servidores! Permíteles recibir el perdón por
intermedio de nuestra oración piadosa, por lo que siempre anhelaron.
Amén
ORACIÓN POR LAS ALMAS MÁS ABANDONADAS
¡Jesús, por el amor de la agonía que Tú soportaste durante el temor a la
muerte!
En el Huerto de Getsemaní, en la flagelación y coronación, en el camino al
Monte Calvario, en tu crucifixión y en tu muerte, ten piedad de las Almas
del Purgatorio y especialmente de aquellas que están totalmente olvidadas
¡Líbralas de sus amargos dolores, llévalas a Ti y envuélvelas con tus brazos
en el cielo!
Padrenuestro. Avemaría
Señor, concédeles el descanso eterno y brille para ellas la luz que no tiene
fin
ORACIÓN DE SIETE PETICIONES POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO
1. ¡Señor, Dios Todopoderoso, por la preciosísima sangre que tu Hijo muy
amado derramó sobre el huerto de Getsemaní, te suplico que liberes a las
almas del Purgatorio, en especial a aquellas que están más abandonadas!
Condúcelas a tu gloria para que te alaben y glorifiquen en la eternidad.
Amén.
Padre Nuestro. Ave María. Señor concédeles el descanso eterno…….
2. ¡Señor, Dios Todopoderoso, por la preciosísima sangre que tu Hijo muy
amado derramó durante la despiadada flagelación, te suplico que liberes
a las almas del Purgatorio, en especial a aquellas que están más cerca de
gozar la eternidad! Déjalas que comiencen ahora a alabarte y glorificarte
en la eternidad. Amén.
Padre Nuestro. Ave María. Señor concédeles el descanso eterno…….
3. ¡Señor, Dios Todopoderoso, por la preciosísima sangre que tu Hijo muy
amado derramó durante la dolorosa coronación de espinas, te suplico que
liberes a las almas del Purgatorio, en especial a aquellas que más necesitan
tu intersección! No permitas que esperen más para que te puedan alabar
y glorificar en la eternidad. Amén.
Padre Nuestro. Ave María. Señor concédeles el descanso eterno…….
4. ¡Señor, Dios Todopoderoso, por la preciosísima sangre que tu Hijo muy
amado derramó en las calles de Jerusalén cuando llevaba la cruz sobre su
bendita espalda, te suplico que liberes a las almas del Purgatorio, en
especial a aquellas que ante tus ojos posee los mayores méritos para que,
desde lo alto del trono glorioso que las espera, te puedan alabar y glorificar
en la eternidad. Amén.
Padre Nuestro. Ave María. Señor concédeles el descanso eterno…….
5. ¡Señor, Dios Todopoderoso, por el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo muy
amado, Jesucristo, que Él mismo en la noche anterior a su muerte ofreció
a sus amados apóstoles como alimento y bebida, dejando de este modo una
ofrenda continua y alimento que da vida para los fieles de toda la Iglesia,
te suplico que liberes a todas las almas del Purgatorio, en especial a la que
honró más este secreto de su infinito amor, para que pueda con tu Hijo
muy amado y El Espíritu Santo, por medio de sus santos Sacramentos,
alabarte y glorificarte en la eternidad. Amén.
Padre Nuestro. Ave María. Señor concédeles el descanso eterno…….
6. ¡Señor, Dios Todopoderoso, por la preciosísima sangre que tu Hijo muy
amado derramó de sus manos y sus pies cuando estaba en la cruz, te suplico
que liberes a las almas del Purgatorio, en especial a aquellas por las que
más debo rezar! No permitas que permanezcan allí por más tiempo por mi
culpa, para que te puedan alabar y glorificar en la eternidad. Amén.
Padre Nuestro. Ave María. Señor concédeles el descanso eterno…….
7. ¡Señor, Dios Todopoderoso, por la Sangre y Agua preciosísimas que
manaron del costado de tu Hijo muy amado ante los ojos de su
bienaventurada Madre y por su gran angustia, te suplico que liberes a las
almas del Purgatorio, en especial a la que más honró íntimamente a la
santa Madre del Cielo! Permítele pronto entrar en tu gloria para que te
pueda glorificar y alabar con María en la eternidad. Amén.
Padre Nuestro. Ave María. Señor concédeles el descanso eterno…….
ORACIÓN QUE LIBERARÁ A MUCHAS ALMAS DEL PURGATORIO
Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de tu Divino Hijo, Jesús,
junto con las misas celebradas hoy en el mundo, por las Almas del
Purgatorio, por los pecadores del mundo entero, por los pecadores de la
Iglesia universal, aquellos en mi casa y dentro de mi propia familia.
ORACIÓN DE SANTA MATILDE POR LA LIBERACIÓN DE LAS
ALMAS DEL PURGATORIO
(Utilizando la meditación del Padrenuestro.)
Padrenuestro que estas en el cielo. Te ruego humildemente, eterno, benigno,
misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas que tú mismo has
acogido como criaturas tuyas, a pesar de que ellas no te han amado sino
te han rechazado, y no te han rendido el honor que te es debido. En
expiación y penitencia te ofrezco en sacrificio todo el amor y la bondad de
tu amadísimo hijo y señor nuestro Jesucristo.
Santificado sea tu nombre. Te ruego humildemente, eterno, benigno,
misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas que no han
glorificado tu santo nombre y que con frecuencia lo han pronunciado
indignamente y con ligereza. En expiación y penitencia te ofrezco en
sacrificio todas las enseñanzas con las cuales tu amadísimo hijo y señor
nuestro Jesucristo ha glorificado en la Tierra tu santo nombre.
Venga a nosotros tu reino. Te ruego humildemente, eterno, benigno,
misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas que no han
anhelado con amor ardiente y con inmenso deseo tu santo reino. Por esos
muchos pecados, te ofrezco en sacrificio el poderoso deseo de tu amadísimo
hijo y señor nuestro Jesucristo, con el cual Él desea que todos sean acogidos
en tu santo reino.
Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Te ruego humildemente,
eterno, benigno, misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas que
no se han sometido del modo más devoto a tu santa voluntad, sino que
muchas veces han actuado según su propio querer, sustrayéndose así a la
observancia de la misma. En expiación y penitencia, te ofrezco al Corazón
divino de tu amadísimo hijo y Señor Nuestro Jesucristo y su gran sumisión.
Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Te ruego
humildemente eterno, benigno y misericordioso Padre, que perdones a las
pobres almas su pesada abundancia de culpas, porque no han amado a sus
enemigos y no han querido perdonar. En expiación y penitencia por estos
numerosos pecados, te ofrezco en sacrificio las Santas Palabras de tu
amadísimo hijo y Señor Nuestro Jesucristo, con las cuales dijo desde la
cruz: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.”
No nos dejes caer en la tentación. Te ruego humildemente eterno, benigno
y misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas que no han
opuesto resistencia alguna en las grandes tentaciones, cediendo a las
seducciones del Maligno y que por lo tanto se han precipitado en la ruina.
En expiación y penitencia, te ofrezco la amorosa y obediente sumisión y
todo el amargo sufrimiento y la muerte de tu amadísimo hijo y Señor
Nuestro Jesucristo.
Líbranos de todo mal. Te ruego humildemente eterno benigno y
misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas y las lleves junto a
tu amadísimo hijo y Señor Nuestro Jesucristo al reino de la gloria, donde
Tú vives por siempre. Amén.
ORACIÓN DE SACRIFICIO POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO
¡Dios Todopoderoso y Eterno! Porque es tu voluntad que recemos por las
Almas del Purgatorio, yo te ofrezco, por medio de las manos sin manchas
de María, todas las Santas Misas que se celebran hoy, por tu gran honor y
por la redención de las Almas del Purgatorio. Con humildad te suplico que
borres sus culpas por los méritos demasiado valiosos de tu Hijo muy
Amado y ten piedad de ellas. Para la restitución de la alabanza, el amor,
el honor, las gracias, y los méritos que estas almas dejaron de mostrar y
tomar, yo te ofrezco toda alabanza, amor, honor, gracias y sufrimientos
de tu Hijo por los que te honró aquí en el mundo.
En reparación de todos los abandonos y descuidos cometidos por estas
almas, te ofrezco el fervor lleno de alabanza con el cual tu Hijo realizó
todas sus obras aquí en la tierra, y que ahora son renovadas y entregadas
a Ti en todas las Santas Misas.
En reparación de todos los errores y de todo lo que se dejó sin hacer por
estas almas, te ofrezco todas las virtudes que practicó tu Hijo y que aún
practica y completa en todas las Santas Misas.
Por la limpieza de todas las manchas de pecado que estas almas aún
poseen, te ofrezco la preciosísima Sangre que tu Hijo derramó aquí en la
tierra y que continúa ofreciéndose en todas las Santas Misas.
Como liberación de todos los castigos y tormentos que soportan estas almas,
te ofrezco la dolorosa pasión y muerte de tu Hijo muy amado que Él ahora
renueva y continúa renovando en todas las Santas Misas.
Para rescatarlas del calabozo ardiente, te ofrezco los méritos infinitos que
tu Hijo se ganó en la tierra y que continúa ejercitando y ofreciendo en
todas las Santas Misas.
Finalmente, para hacer lo suficiente para cumplir con tu estricta justicia,
te ofrezco todas las virtudes y méritos de la vida, sufrimiento y muerte de
tu Hijo muy amado, su Santísima Madre, todos los Santos y elegidos que
juntos sufrieron más que las adoradas Almas del Purgatorio dejadas de
lado. Amén
LETANÍA POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO
¡Señor, ten piedad de los difuntos!
¡Cristo, ten piedad de ellos!
¡Señor, ten piedad de ellos!
¡Cristo, por tu gracia escúchanos!
¡Cristo, piadosamente óyenos!
¡Dios Padre Celestial, ten piedad de ellos!
¡Dios Hijo Salvador del Mundo, ten piedad de ellos!
¡Dios Espíritu Santo, ten piedad de ellos!
¡Trinidad Santa, que eres un solo Dios, ten piedad de ellos!
Santa María… ruega por ellos.
Santa Madre de Dios… ruega por ellos
Santa Virgen de la Vírgenes
Madre de Misericordia
Puerta del Cielo
Consoladora de los afligidos
Todos los Santos Ángeles y Arcángeles… rogad por ellos.
San Miguel… ruega por ellos
Todos los Santos Patriarcas y Profetas… rogad por ellos.
San Juan Bautista… ruega por ellos.
San José
Todos los Santos Apóstoles y Evangelistas… rogad por ellos
Todos los Santos discípulos del Señor
Todos los Santos niños inocentes
Todos los Santos Mártires
Todos los santos obispos y fieles
Todos los Santos Maestros de la Iglesia
Todos los santos sacerdotes y diáconos
Todos los santos monjes y ermitaños
Todas las santas viudas y vírgenes
Todos los Santos de Dios
Ten piedad de ellos… líbralos, ¡oh Señor!
Ten piedad de ellos
De todo dolor
De toda tu ira
Del rigor de tu Justicia
Del peso persistente de su conciencia
De su tristeza más profunda
Del duro cautiverio
Del fuego desgarrador
Del ansia dolorosa
De todos los castigos
Por Tu maravillosa encarnación
Por Tu santo nacimiento
Por Tu santo nombre
Por Tu Bautismo y Tú ayuno
Por Tu humildad
Por Tu total obediencia
Por Tu pobreza
Por Tu paciencia y ternura
Por Tu amor infinito
Por Tu amargo sufrimiento
Por Tu sudor sangriento de temor
Por Tu cautiverio
Por Tu dolorosa flagelación
Por Tu vergonzosa coronación
Por las burlas que sufriste
Por Tu juicio injusto
Por Tu dura carga de la cruz
Por Tu dolorosa crucifixión
Por Tu agonizante abandono
Por Tu santa muerte sacrificada
Por Tus cinco santas llagas
Por Tu corazón traspasado
Por Tu gloriosa resurrección
Por Tu maravillosa ascensión
Por la venida del Espíritu Santo
Por los méritos de la intercesión de tu Santa Madre
Por los méritos de la intercesión de todos tus santos
Nosotros, pecadores del Purgatorio, Te imploramos… escúchanos, ¡oh
Señor!
Que Tú protejas las almas que sufren en el Purgatorio… escúchanos, ¡oh
Señor!
Que Tú las salves de sus dolores y agonía
Que Tú compartas con ellas todas las buenas obras de la cristiandad
Que Tú siempre escuches todas nuestras oraciones por ellas
Que Tú, por medio del Arcángel San Miguel y los Santos Ángeles las lleves
a la Luz Eterna
Que Tú las deslumbres pronto al ver ellas tu rostro
Que Tú concedas a nuestros padres, hermanos, amigos y benefactores
difuntos la Luz Eterna
Que Tú liberes a aquellas almas con las cuales compartimos su castigo por
otro lado
Que Tú tengas piedad especial de todas las almas que ya no tienen en la
tierra quienes piensen en ellas
Que Tú concedas a todas las almas de los cristianos difuntos la Paz Eterna
Que Tú derrames amor misericordioso, por medio de las almas del
Purgatorio, a las almas de todos los cristianos vivientes… Escúchanos, ¡oh
Señor!
Hijo de Dios, Rey de la felicidad eterna… Escúchanos, ¡oh Señor!
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo… Protégenos, ¡oh Señor!
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo… Escúchanos, ¡oh Señor!
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo………. Ten piedad de
nosotros, ¡oh señor!
Oración:
Oh Dios, Señor de la vida y de la muerte, muéstrales tu infinita
Misericordia a aquellos servidores que creyeron y pusieron tus esperanzas
en Ti.
Concédeles todo indulto de sus culpas y castigos; y por otro lado libra sus
almas de los sufrimientos.
Por esto rezamos, por medio de la intercesión de la Santísima Virgen
María y por medio de Cristo, Nuestro Señor. Amén.
UN LLAMADO DE AYUDA A LOS ÁNGELES PARA QUE AYUDEN A
LAS ALMAS DEL PURGATORIO
Jesús, Señor Nuestro, Tú pasaste la noche anterior a tu pasión en el Huerto
de los Olivos, en Getsemaní. Haz conocido todos los pecados del mundo, una
carga que te aplastó e hizo sudar sangre. Los apóstoles se quedaron
dormidos y no tuvieron fuerzas para velar contigo durante las horas más
duras. Solamente tu Padre Celestial se conmovió y te envió un ángel para
consolarte y darte fuerzas durante tu angustia de muerte.
Señor, mira a nuestros hermanos y hermanas en el Purgatorio. Ellos sufren
más de lo que pueden sufrir un humano en la tierra y Tú deseas que seamos
compasivos con su angustia y sufrimiento. Tú nos das la oportunidad de
hacer algo por ellos, de vigilar con ellos, de rezar por ellos, de ofrecer algo
en su nombre; pero principalmente, les podemos ofrecer la Santa Misa. Si,
también podemos enviar a nuestro Ángel Custodio para que éste, con el
poder de tu Sangre, los consuele y fortalezca. ¡Cuán misericordioso fue Dios
en el Huerto de los Olivos! De la misma manera Él desea que nosotros
también seamos misericordiosos con la Iglesia que sufre en el Purgatorio.
Jesús, recuerda tu soledad en el Huerto de los Olivos. Recuerda cuán bien
te hizo cuando el Ángel de tu Padre Celestial te fortaleció y te contuvo.
Enséñanos a ser tan misericordiosos y amorosos como tu Padre, y llena a
las Almas del Purgatorio del mismo consuelo que Tú recibiste en el Huerto
de los Olivos.
María, Reina de los Ángeles, ten piedad de tus hijos que sufren en el
Purgatorio. Envía a Tus Ángeles para que los ayuden.
Arcángel San Miguel, Arcángel San Gabriel, Arcángel San Rafael, los
nueve coros de los Santos Ángeles, los Serafines y Querubines, los Tronos y
las Dominaciones, los Príncipes y los Poderes, los Arcángeles y Ángeles, les
pedimos, en nombre de Dios y en el nombre de su Reina, la Preciosísima
Virgen María, que vayan rápido y ayuden a nuestros hermanos y
hermanas en el Purgatorio. Ellos sufren mucha angustia, ellos tienen sed
de Dios Eterno más que un siervo tiene sed del agua de una vertiente.
Denles fuerzas y guíenlos hacia el camino del Padre celestial. Amén.
EL SANTO ROSARIO
MISTERIOS GOZOSOS (LUNES Y SÁBADO)
1. La encarnación del Hijo de Dios. (Lucas 1, 30-32, 38)
“El ángel le dijo: No temas, María, porque has
hallado gracia Delante de Dios, vas a concebir
en el seno y vas a dar a luz un hijo,
A quien pondrás por nombre Jesús. El será
grande y será llamado Hijo del Altísimo (...).
Dijo María: He aquí la esclava del Señor;
Hágase en mí según tú palabra.”
2. La visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel. (Lucas 1, 39-43)
“En aquellos días, se levantó María y se fue con
prontitud a la región montañosa, a una ciudad
de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a
Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el
saludo de María, saltó de gozo el niño en su
seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y
exclamando con gran voz, dijo: bendita tú
entre las mujeres y bendito el fruto de tu
vientre; y ¿de dónde a mí que la madre de mi
Señor venga a visitarme?”
3. El nacimiento del Hijo de Dios. (Lucas 2, 6-11)
“sucedió que, mientras ellos estaban allí se
cumplieron los días del alumbramiento, y dio
a luz a su hijo primogénito, le envolvió en
pañales y le acostó en un pesebre, porque no
tenían sitio en el alojamiento. Había en la
misma comarca algunos pastores (...) se les
presentó el Ángel del Señor, (...) y les dijo: no
temáis, pues os anuncio una gran alegría, (...)
os ha nacido (...) un salvador.”
4. La Presentación del Señor Jesús en el templo. (Lc 2, 22-25, 34-35)
“Llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle
al Señor, como está escrito en la Ley del Señor.
(...) Y he aquí que había en Jerusalén un
hombre llamado Simeón que esperaba la
consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu
Santo. (...)Simeón les bendijo y dijo a María, su
madre: Éste está puesto para caída y elevación
de muchos en Israel, y para ser señal de
contradicción- ¡y a ti misma una espada te
traspasará el alma!- a fin de que queden al descubierto las
intenciones de muchos corazones.”
5. La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo. (Lc 2, 41-47)
“Sus padres iban todos los años a Jerusalén a
la fiesta de la Pascua. (...) Subieron ellos como
de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados
los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin
saberlo sus padres (...). Se volvieron a
Jerusalén en su busca (...). Al cabo de tres días,
le encontraron en el templo sentado en medio
de los maestros, escuchándoles y
preguntándoles; todos los que le oían, estaban
estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.”
MISTERIOS DOLOROSOS (MARTES Y VIERNES)
1. La Oración en el Huerto de Getsemaní. (Lc 22, 39-46)
“Va Jesús con ellos a una propiedad llamada
Getsemaní, y dice a los discípulos: Sentaos
aquí, mientras voy allá a orar. Y tomando
consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo,
comenzó a sentir tristeza y angustia. Y
adelantándose un poco, cayó rostro en tierra,”
y dijo: “Padre si quieres aparta de mí esta
copa, pero no se haga mi voluntad sino la
tuya. “Y sumido en agonía, insistía más en su
oración. Su sudor se hizo como gotas espesas sangre que caían en
tierra” (Mt 26, 36-37; Lc 22, 41-44).
2. La Flagelación del Señor. (Juan 18, 33, 19;1)
(Pilato) “volvió a salir donde los judíos y les
dijo: Yo no encuentro ningún delito en él (...).
¿Queréis, pues, que os ponga en libertad al Rey
de los judíos? Ellos volvieron a gritar diciendo:
¡A ése, no; a Barrabás! (...) Pilato entonces
tomó a Jesús y mandó azotarle”.
3. La Coronación de espinas. (Mt 27, 29-30)
Los soldados “trenzando una corona de
espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su
mano derecha una caña; y doblando la rodilla
delante de él, le hacían burla diciendo: ¡Salve,
Rey de los judíos!; y después de escupirle,
cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza.”
4. El Camino del Monte Calvario. (Mt, 27, 31; Juan 19, 17; Mc 15, 21)
“Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron
el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a
crucificarle”. “Y él cargando con su cruz, salió
hacia el lugar llamado Calvario”. “Y obligaron
a uno que pasaba, a Simón de Cirene, (...) a que
llevara su cruz.”
5. La Crucifixión y Muerte. (Lc 23, 33-34, 44-46;
Juan 19, 33-35)
“Llegados al lugar llamado Calvario, le
crucificaron. (...) Jesús decía: Padre,
perdónales, porque no saben lo que hacen (...).
Era ya cerca de la hora sexta cuando, al
eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la
tierra hasta la hora nona (...). Jesús, dando un fuerte grito, dijo:
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu y, dicho esto, expiró.”
“Como le vieron muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de
los soldados le traspasó el costado con una lanza y al instante salió
sangre y agua.”
MISTERIOS GLORIOSOS (MIÉRCOLES Y DOMINGO)
1. La Resurrección del Señor. (Mt 28, 5-6)
“El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo:
Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús,
el Crucificado; no está aquí, ha resucitado,
como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde
estaba. Y ahora id en seguida a decir a sus
discípulos: Ha resucitado de entre los muertos”
2. La Ascensión del Señor. (Lc 24, 50-51; Mc 16, 20)
Jesús “los sacó hasta cerca de Betania y,
alzando sus manos, los bendijo. Y sucedió que,
mientras los bendecía se separó de ellos y fue
llevado al cielo.” Después “salieron a predicar
por todas partes, colaborando el Señor con ellos
y confirmando la Palabra con las señales que
la acompañaban.”
3. La Venida del Espíritu Santo. (Hechos 1, 14; 2, 1-4)
“Todos ellos perseveraban en la oración, con
un mismo espíritu en compañía de algunas
mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus
hermanos. (...) Al llegar el día de Pentecostés,
estaban todos reunidos en un mismo lugar. De
repente vino del cielo un ruido (...) que llenó
toda la casa en la que se encontraban. Se les
aparecieron unas lenguas como de fuego que
se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos
llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas,
según el Espíritu les concedía expresarse”
4. La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos. (Ct 2, 10-11, 14)
“¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y
vente! Porque, mira, ha pasado ya el invierno,
han cesado las lluvias y se han ido. (...)
Muéstrame tu semblante, déjame oír tu voz;
porque tu voz es dulce, y bello tu semblante.”
5. La Coronación de la Santísima Virgen. (Sal. 45, 14-15; Ap 11, 19;12, 1)
“Toda espléndida, la hija del rey, va adentro,
con vestidos en oro recamados; con sus
brocados es llevada ante el rey.” Y “una gran
señal apareció en el cielo; una mujer, vestida
del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona
de doce estrellas sobre su cabeza.”
MISTERIOS LUMINOSOS (JUEVES)
1. El Bautismo en el Jordán. (Mt 3, 13, 16-17)
“Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea
al Jordán donde Juan, para ser bautizado por
él (...). Salió luego del agua; y en esto se
abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que
bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y
una voz que salía de los cielos decía: Este es mi
Hijo amado, en quien yo me complazco.”
2. La autorrevelación en las bodas de Caná. (Juan 2,1-5)
“Se celebraba una boda en Caná de Galilea
y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado
también a la boda Jesús con sus discípulos.
Y, como faltara vino, porque se había
acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su
madre: No tienen vino. Jesús le responde:
¿Qué tengo yo contigo,
mujer? Todavía no ha llegado mi hora. Dice
su madre a los sirvientes:
Haced lo que él os diga.”
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión. (Mc 1, 15, 21;
2,3-11; Lc 7, 47-48)
“Marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena
Nueva de Dios: El tiempo se ha cumplido y el
Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en
la Buena Nueva (...). [Luego] llegan a
Cafarnaúm (...) y le vienen a traer a un
paralítico. (...) Al no poder presentárselo a
causa de la multitud, abrieron el techo (...) y a
través de la abertura que hicieron, descolgaron
la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice
al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados (...), a ti te digo,
levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.” (Lc 7, 47-48)
Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque
ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor
muestra.» Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados.»
4. La Transfiguración. (Mt 17, 1-3, 5)
“Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a
Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte,
a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos:
su rostro se puso brillante como el sol y sus
vestidos se volvieron blancos como la luz. En
esto, se les aparecieron Moisés y Elías que
conversaban con él. (...) [Y] una nube luminosa
los cubrió con su sombra y de la nube salía una
voz que decía: Este es mi Hijo amado, en quien
me complazco; escuchadle."
5. La Institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio
pascual. (Juan, 13, 1; Mt 26, 26-29)
“Sabiendo Jesús, que había llegado su hora de pasar de este mundo al
Padre, habiendo amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta el
extremo”. Y “mientras estaban comiendo,
tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y,
dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomad,
comed, éste es mi cuerpo. Tomó luego una
copa y, dadas las gracias, se la dio
diciendo: bebed de ella todos, porque ésta
es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para
perdón de los pecados”.
LETANIAS
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.
Santa María, Ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, R.
Santa Virgen de las Vírgenes, R.
Madre de Cristo, R.
Madre de la Iglesia, R.
Madre de la divina gracia, R.
Madre purísima, R.
Madre castísima, R.
Madre siempre virgen, R.
Madre inmaculada, R.
Madre amable, R.
Madre admirable, R.
Madre del buen consejo, R.
Madre del Creador, R.
Madre del Salvador, R.
Madre de misericordia, R.
Virgen prudentísima, R.
Virgen digna de veneración, R.
Virgen digna de alabanza, R.
Virgen poderosa, R.
Virgen clemente, R.
Virgen fiel, R.
Espejo de justicia, R.
Trono de la sabiduría, R.
Causa de nuestra alegría, R.
Vaso espiritual, R.
Vaso digno de honor, R.
Vaso de insigne devoción, R.
Rosa mística, R.
Torre de David, R.
Torre de marfil, R.
Casa de oro, R.
Arca de la Alianza, R.
Puerta del cielo, R.
Estrella de la mañana, R.
Salud de los enfermos, R.
Refugio de los pecadores, R.
Consoladora de los afligidos, R.
Auxilio de los cristianos, R.
Reina de los Ángeles, R.
Reina de los Patriarcas, R.
Reina de los Profetas, R.
Reina de los Apóstoles, R.
Reina de los Mártires, R.
Reina de los Confesores, R.
Reina de las Vírgenes, R.
Reina de todos los Santos, R.
Reina concebida sin pecado original, R.
Reina asunta a los Cielos, R.
Reina de la familia, R.
Reina de la paz, R.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de
nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos
de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
Te rogamos nos concedas, Señor Dios nuestro, gozar de continua
salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la
bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas
de la vida presente y disfrutar de las alegrías eternas. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.