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NOTAS SOBRE RESILIENCIA Serie Documentos de Trabajo N° 1 © 1999 MAK Consultora S.A. Registro de Propiedad Intelectual Nº 109.608 Santiago, junio de 1996.

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NOTAS SOBRE RESILIENCIA

Serie Documentos de Trabajo N° 1

© 1999 MAK Consultora S.A. Registro de Propiedad Intelectual Nº 109.608

Santiago, junio de 1996.

TEMARIO

1) Vulnerabilidad Versus Resilience: Una Propuesta de Acción

Educativa. Kotliarenco, M.A. y Dueñas, V. 2) Una Posible Posibilidad frente al Estres de las Familias en

Pobreza: los Mecanismos Protectores Kotliarenco, M.A. y Cáceres, I.

3) La Pobreza desde la Mirada de la Resiliencia

Kotliarenco, M.A.; Cáceres, I. y Alvarez, C.

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Vulnerabilidad Versus Resilience: Una Propuesta de Acción Educativa.

Kotliarenco, M.Angélica

Dueñas, Verónica

Trabajo presentado en Seminario “Pobreza y Desarrollo Humano: Legitimidad y Validez

del Diagnóstico y Evaluación Convencional” organizado por CEANIM y auspiciado por The British Counsil. Publicado por Revista Derecho a la Infancia N�9,

PIDEE. Santiago - Chile, 1994.

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VULNERABILIDAD VERSUS RESILIENCE: UNA PROPUESTA DE ACCIÓN EDUCATIVA

El tema central de este trabajo es realizar una revisión de aquellos

factores que actúan en forma positiva, sobre los procesos de desarrollo

de los niños de sectores pobres, a pesar de las situaciones estresantes

que se asocian generalmente a este medio ambiente.

Se pretende, también, iniciar una discusión en torno a las posibilidades de delinear

políticas sociales en el área educacional, que se relacionen con el estímulo de una

mejor calidad de vida para los niños de sectores populares.

El traer este tema deriva, fundamentalmente, de la preocupación en torno a las

diferencias individuales en el desarrollo, observadas en niños que viven sometidos a

situaciones muy similares entre sí. Uno de los estudios que llama la atención sobre el

tema de la vulnerabilidad, la invulnerabilidad y el fenómeno de la Resilience, deriva de

investigaciones iniciadas en los años cuarenta. Ya en esa época se hicieron estudios

que describían diferencias al interior de un grupo de niños, que fueron clasificados

como "hijos de padres adictos a substancias tóxicas". Este proyecto se llamó COSAPs

(Children of Substance Abusing Parents). En él se establecieron ciertas diferencias que

se observaron al interior del grupo descrito como "hijos de alcohólicos" (Logue y

Rivinius, 1948, en Vanistendael, 1991). Los autores se refirieron a la existencia de

factores que acentuaban la calidad de protectores, frente a la situación de estrés

producida por el alcoholismo de los padres y, además, constataron que ciertos niños se

desarrollaban normalmente a pesar de esta situación difícil.

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I. ANTECEDENTES DEL CONCEPTO DE "RESILIENCE" Y VULNERABILIDAD.

El interés por estudiar este tema surgió como fruto de una larga

trayectoria de trabajo poblacional con niños y sus familias. En este

contexto fueron observados una serie de fenómenos con respecto a los

procesos de desarrollo infantil y que, a primera vista, carecían de

explicaciones aparentes. En este marco se gestaron las preguntas

iniciales respecto del significado de los conceptos "resilience", la

invulnerabilidad y la vulnerabilidad.

Es importante mencionar que el término "resilience", al que nos estaremos refiriendo

durante al exposición de este trabajo, es un concepto que pasó de la física al área de la

psicología. Por "Resilience"1 se entiende la capacidad que tiene un cuerpo físico de

recobrar su forma primitiva, cuando se cesa de ejercer presión sobre él. En un plano

psicosocial es entendido como el enfrentamiento efectivo que puede hacer el niño ante

eventos de vida estresantes, severos y acumulativos. Se presenta como polaridad el

concepto de "Vulnerabilidad", que indica la imposibilidad o dificultad de recuperación

frente a una situación que ejerce presión. Se entiende por "Invulnerabilidad", el

desarrollo de personas sanas en un setting o circunstancias ambientales insanas.

1 Este concepto no posee una traducción exacta y puede ser trasladado

insuficientemente al castellano, como "elasticidad". Usaremos, por lo tanto, el vocablo en inglés.

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Durante muchos años, la tendencia en las áreas que estudian al ser humano estuvo

enfocada a dar mayor énfasis a los estados patológicos. Por este motivo, las

investigaciones se centraron en la descripción exhaustiva de las enfermedades y en el

intento de descubrir las causas que pudiesen explicar el surgimiento de una u otra

patología mental. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos realizados en esta línea,

muchas interrogantes quedaron sin respuesta. Esto ha significado que la gran mayoría

de los modelos teóricos desarrollados, resultaran insuficientes para explicar el qué y el

cómo de la enfermedad mental (Rutter y Hersov, 1985).

Esto ha sido aún más evidente en los estudios de niños donde se ha tendido, además,

a aplicar los parámetros utilizados en la investigación de la vida adulta. Es importante

señalar que, tanto a nivel empírico como de investigación, el trabajo que se puede

realizar con niños y jóvenes, es cualitativamente diferente del que debe hacerse con

adultos. Pero esta diferenciación no se ha tenido presente en muchas oportunidades.

Esto ha influido en el aumento de las dificultades de la investigación e intervención

infantil (Rutter y Hersov, 1985).

Como se dijo, el estudio en torno a la infancia no estuvo excluido de la tendencia

"enfermizadora" del ser humano. Por qué los niños desarrollan tal o cual desorden

psicológico, qué factores son los que llevan a la aparición de una patología mental y

cómo la presencia de una alteración psíquica en la infancia se vincula con un desorden

en la etapa adulta, son algunas de las preguntas en que se centraron las

investigaciones. Considerando lo deficitaria que ha resultado esta aproximación, en los

últimos años se ha desarrollado el nuevo enfoque de la "Resilience", cuyo interés radica

en la sanidad mental y la prevención de posibles trastornos (Lösel et.al., en Brambring

et.al., 1989).

Este nuevo acercamiento tuvo como eje central, por un tiempo, los conceptos de

Invulnerabilidad y Vulnerabilidad. Recordemos que por "invulnerabilidad", estamos

entendiendo el desarrollo de personas sanas en circunstancias ambientales insanas.

Este enfoque enfatizó la idea de la sanidad por sobre la enfermedad, como un medio de

acrecentar los conocimientos y el entendimiento en torno al desarrollo infantil, para

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aumentar las posibilidades de generar intervenciones preventivas, más que curativas.

En relación al concepto de Invulnerabilidad, se ha tendido a enfatizar tres

características:

1.- No se consideraba la Invulnerabilidad como un concepto general o absoluto, sino

que se entendió como una inmunidad relativa a eventos de vida estresantes. Es

decir, no se trataba de "superniños" (como algunos malentendieron) resistentes

a todo, sino de personas que podían no recibir todos los impactos negativos que

les presentaba su entorno.

2.- La invulnerabilidad no estaba dada solamente, como en muchas ocasiones se

entendió, por disposiciones genéticas. Los factores que protegen al niño

provienen, esencialmente, de una permanente interacción ambiente/constitución

biológica.

3.- La resistencia al estrés o Invulnerabiliad, no se consideraba como una cualidad

fija e inamovible, sino como un elemento que variaba a través del tiempo y con

las circunstancias vitales.

Estos puntos se clarificaron de manera reiterada, pero el constructo Invulnerabilidad

comenzó a poseer una serie de connotaciones y significaciones, que desviaron el

concepto en el sentido de ser un elemento exclusivamente biológico e inmodificable.

Esto llevó a los autores que adscriben a este enfoque, a preferir la utilización del

término Resilience (Lösel et.al., en Brambring et.al., 1989).

Al utilizar el concepto de Resilience se intentó ampliar las múltiples limitaciones del

término Invulnerabilidad. Para los autores, Resilience se entiende como el

enfrentamiento efectivo que puede hacer el niño frente a eventos de vida estresantes,

severos y acumulativos. Es, en definitiva, el desarrollo de una sanidad mental a pesar

de los factores de riesgo en trastornos psicológicos pronunciados (Lösel et.al., en

Brambring et.al., 1989).

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II. ALGUNOS ANTECEDENTES SOBRE LA RELACION ENTRE LA CAPACIDAD ESTRESANTE DEL AMBIENTE

Y EL DESARROLLO:

El impacto negativo que producen altos niveles de acontecimientos

estresantes ha sido planteado extensamente por distintos autores, tanto

en relación a los adultos (Rossman y Rosemberg, 1992), como en los

niños (Gazmery y Rutter, 1983). La literatura describe cómo algunos

niños -que están en situación de riesgo- al ser sometidos a una situación

estresante, presentan una alteración o desajuste en su comportamiento.

Esta situación de estrés puede ser provocada por condiciones biológicas,

psicológicas, familiares y por la sociedad en términos más amplios.

También se describen niños que, sometidos a situaciones similares, no

presentan trastornos conductuales.

Diversas son las situaciones o comportamientos que provocan en los niños la sensación

de estrés. Se han descrito estresores "normales" y "anormales". como parte del fluir de

la vida. Entre otros, son considerados "estresores normales" ciertos cambios como el

nacimiento de un hermano, el ingreso a la escuela o un establecimiento preescolar, y

visitas al médico.

Entre aquellos considerados "estresores anormales" figuran, por ejemplo: la separación,

hospitalización o muerte de los padres o uno de ellos, y el vivir en situación de pobreza.

Al hablar de pobreza, nos referimos a aquellas dinámicas intra-familiares que se

producen como producto de la situación de escasos recursos, como vivienda inexistente

o en mal estado, niveles de salud insatisfactorios o de enfermedades recurrentes, baja

o insuficiente escolaridad y hacinamiento.

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III. LOS FACTORES MODERADORES DEL ESTRES:

Es necesario destacar que niños sometidos a situaciones estresantes

muy similares entre sí, reaccionan en distinta forma. Esto es extensivo a

la situación de pobreza. Se ha observado que cierton niños reaccionan

mejor de lo esperado, dadas las condiciones adversas a las que se ven

enfrentados. De acuerdo a Rossman y Rosemberg (1992), existen

estudios que han descrito algunos factores que actúan como

"moderadores". Es decir, estos serían como una especie de muro de

contención por medio del cual, algunos niños reciben el impacto del

estímulo estresante sin que les impida ser capaces de recuperar su

estado de normalidad, sea frente a estresores normales o anormales.

Entre otros factores que actúan como "moderadores", Rossman y Rosemberg (1992)

mencionan la edad, género, status socio-económico, el apoyo familiar y social, la salud

mental de los padres y su capacidad de adaptación y resolución de problemas. Además

se menciona la competencia cognitiva y la sensación de control que el niño tiene sobre

las reacciones socio-emocionales.

Otros autores ha preferido el término de Factores Protectores, los que incluirían

recursos tanto personales como sociales, con los que el niño hace frente a las

situaciones vitales difíciles (Lösel et.al., en Brambring et.al., 1989).

Los factores protectores vinculados a los Recursos Personales del niño, incluirían los

siguientes elementos:

a) Autonomía

b) Independencia

c) Capacidad Empática

d) Orientación hacia las tareas

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e) Factores Temperamentales

Los Factores Temperamentales estan compuestos, a su vez, por una serie de aspectos:

Nivel Intelectual, Grado de Acercamiento o Rechazo a situaciones o personas nuevas,

Grado de Flexibilidad y Cualidad de Humor (Berger, en Rutter y Hersov, 1985).

En relación a este tema, numerosos autores han descrito patrones vinculados a los

aspectos temperamentales recién mencionados. El que más atención ha recibido es el

denominado "Patrón Difícil". que se caracteriza por:

- Irregularidad en los ritmos biológicos

- Rechazo a situaciones y personas nuevas

- Baja adaptabilidad

- Humor negativo

- Reacciones intensas

Los estudios han determinado que los niños que poseen tal patrón temperamental son

más propensos a desarrollar desórdenes conductuales importantes y, por ende, tienen

menos probabilidades de ser niños "resilience". Lo anterior no quiere decir que un niño

con un "patrón difícil" inevitablemente desarrolle un trastorno, ni que un menor que

posea otro patrón no pueda hacerlo. Tampoco significa que un niño poseedor de un

"patrón difícil" no pueda ser "resilience". Este último fenómeno no está sujeto sólo a

variables temperamentales, sino que es producto de la interacción permanente entre

una diversidad de factores.

Con respecto a los factores protectores relacionados con los Recursos Sociales con los

que cuenta el niño, se involucran las siguientes características:

a) Ambiente cálido

b) La existencia de madres (o sustitutas) apoyadoras

c) Comunicación abierta al interior de la familia

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d) Una estructura familiar sin disfuncionalidades muy importantes.

e) Padres estimuladores

f) Buenas relaciones con los pares

Se hace necesario recalcar la importancia del punto B. En numerosas investigaciones,

los resultados han sido consistentes en mostrar que el factor protector más fuerte es la

existencia y disponibilidad de una relación de cuidado cálida y estable en el tiempo,

durante la infancia temprana.

Esto nos muestra, una vez más, la importancia de la presencia de una figura estable, ya

sea la madre o alguna otra persona que la sustituya en su rol. Lo anterior confirma la

necesidad de la realización de un trabajo preventivo con las madres, incluso en forma

previa al nacimiento de su hijo. Se hace imprescindible apoyarlas en términos de

recalcar la importancia de su rol y en la necesidad de su presencia permanente. Pero

ésta no es una presencia cualquiera, sino que debe estar caracterizada por un contacto

cercano, estimulador y efectivo con el niño. Es así, como no debieran dejarse de lado

los esfuerzos que vayan en la línea de llevar a cabo un trabajo con las madres y, al

contrario, esto debe reforzarse (Gazmery y Rutter, Mrasek y Mrasek, en Rutter y

Hersov, 1985).

Si bien puede resultar evidente el resaltar la necesidad de la existencia de una familia

adecuada, no por ello resulta menos importante. La gran mayoría de las investigaciones

realizadas en torno al tema, han sido llevadas a cabo en el extranjero, por lo que

sabemos poco sobre si tales factores poseen la misma relevancia en nuestra realidad.

Lo más probable es que así sea, en la medida que un gran número de nuestra

población vive en condiciones de pobreza, a la cual se ligan, mucha veces, importantes

disfuncionalidades a nivel familiar. Sería relevante entonces, ver qué sucede al respecto

en nuestro país, para poder detectar cuáles son las familias de mayor riesgo para los

niños y cuáles pueden contribuir al desarrollo del fenómeno de la Resilience. Es

necesario determinar las características familiares relevantes que se vinculan a este

fenómeno, de manera de poder ejecutar trabajos preventivos, en el sentido de

estimularlo de manera pertinente.

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La Resilience es una característica de gran complejidad, que envuelve una diversidad

de factores y variables que inciden fuertemente en el resultado que se obtenga. Es

necesario recalcar que los factores moderadores o protectores personales y sociales,

no actúan de manera aislada, por lo tanto, no hacen sus aportes independientemente

uno del otro. Todos los aportes interactúan y de esta interacción, que es constante y

específica a cada persona, surge o no el fenómeno de la Resilience.

La complejidad de la Resilience no está dada sólo por la gran gama de factores

implicados, sino también por la unicidad de cada persona. Esto quiere decir que la

Resilience es siempre un resultado único, que surge como consecuencia de las

diferencias individuales en el procesamiento interno del ambiente.

En este trabajo, como se indicó, nos interesa reflexionar en torno al cómo al nacer y

vivir en un contexto de pobreza, tiende a acrecentar las posibilidades de ser impactado

negativamente por una dinámica familiar inadecuada. Esta dinámica ha sido

ampliamente descrita por autores como Lewis (1964), Seguel (1989) y Rutter y Madge

(1976).

Al interior de las familias que viven en situación de pobreza es posible detectar

diferencias muy notables (Kotliarenco, 1989), que se reflejan en los niños que nacen en

ellas. Esas especificidades fueron descritas como producto de las diferencias

individuales de los niños, basadas en factores como el temperamento, el sexo y la

edad, que se vincularon al modo en que el menor procesa su realidad.

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IV. CARACTERISTICAS DE LOS NIÑOS QUE POSEEN MECANISMOS MODERADORES:

Existen frecuentes limitaciones metodológicas en los estudios en Ciencias

Sociales, que en este caso se agravan por un factor que dificulta la

investigación. Como la Resilience no es un fenómeno que se dé en forma

masiva, la búsqueda de niños "resilience" para llevar a cabo los estudios

es, generalmente, una tarea difícil y tediosa (Lösel et.al., en Brambring,

1989).

A pesar de esto, ya se han realizado investigaciones que permiten clarificar en qué

consiste este proceso y cuáles son los elementos que caracterizan a los niños

"resilience". Tales trabajos han centrado sus esfuerzos en dos aspectos. Por un lado,

se ha intentado describir cuáles son las variables que se encuentran en el origen del

fenómeno de la Resilience, que serían los factores Moderadores o Protectores, que

fueron previamente indicados. Por otro lado, los estudios han tratado de describir las

características de los niños "resilience" en contraposición a los que desarrollan algún

tipo de patología mental, bajo iguales condiciones ambientales y que los autores

denominaron "desviados" (Lösel et.al., en Brambring, 1989; Mrasek y Mrasek, en Rutter

y Hersov, 1985).

Estos estudios se han realizado, fundamentalmente, en instituciones que acogen niños

que no poseen familia o que están vinculados a una situación similar. Los resultados de

las investigaciones tiende a coincidir en que es posible encontrar claras diferencias

entre los niños de acuerdo a la categoría en la que fueron clasificados -"resilience" o

"desviados". Los resultados obtenidos muestran que:

1.- Las características temperamentales difieren entre los niños "resilience" y los

"desviados". Se encontró que los niños "resilience":

a) Poseen un mayor nivel intelectual, tanto a nivel verbal como de razonamiento

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matemático.

b) Muestran mayor tendencia al acercamiento a situaciones y personas nuevas.

c) Muestran una cualidad del humor más positiva.

d) Aparecen con una ritmicidad biológica más estable. Cabe destacar el control de

esfínteres, los patrones de sueño y de alimentación.

2.- Los niños difieren en las cogniciones, especialmente en aquellas ligadas al

autoconcepto. Los niños "resilience":

a) Aparecen con una autoestima más elevada.

b) Aparecen con una mayor motivación al logro.

c) Muestran una menor tendencia a los sentimientos de desesperanza.

d) Presentan un mayor sentimiento de autosuficiencia.

3.- Ambos grupos se distinguen también en cuanto al apoyo social recibido. En los

niños "resilience":

a) Aparece una mayor frecuencia de apoyo emocional.

b) Existe una mayor frecuencia de apoyo material.

c) Se les brinda mayor apoyo informativo.

d) Se les otorga mayor apoyo en términos de entrega de valores.

4.- Se diferencian además en cuanto a los sentimientos de satisfacción asociados a

distintos aspectos. En los niños "resilience":

a) Existe mayor satisfacción en cuanto al apoyo emocional recibido.

b) Muestran mayor satisfacción en relación al apoyo material recibido.

c) Se aprecia mayor satisfacción en términos del apoyo informativo recibido.

d) Aparecen con una mayor satisfacción en cuanto al apoyo valorativo recibido.

5.- Ambos grupos se diferencian en los comportamientos de enfrentamiento a

situaciones adversas. Los "resilience":

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a) Muestran una mayor actividad dirigida a la resolución de problemas.

b) Se observa un mejor manejo económico, frente a dificultades en ese ámbito.

c) Aparecen con una menor tendencia a la evitación de problemas.

d) Aparecen con una menor tendencia al fatalismo en el enfrentamiento de

situaciones difíciles.

Como es posible apreciar, los niños "resilience" difieren en una diversidad de aspectos

de los llamados niños "desviados".

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V. APROXIMACIONES A UNA POLITICA DE ACCION EDUCATIVA:

La discusión en relación a los posibles aportes del concepto de

Resilience, debe basarse en los avances teórico-prácticos en diversos

planos. Presentaremos algunos de los factores que nos llevan a plantear

la posibilidad de retroalimentar las acciones educativas a partir de la

acumulación de conocimientos que se producen en esta área. Entre

otros, es importante considerar los siguientes factores:

1.- Una lectura de los factores que han actuado como moderadores, frente a las

situaciones que acarrea frecuentemente la situación de pobreza.

2.- La importancia de la detección temprana de posibles desórdenes permanentes

en los niños, como los daños cerebrales. Estos desórdenes, al ser detectados

y/o evaluados tempranamente, pueden ser prevenidos o aminorados,

permitiendo a los niños y a sus familias una mejor calidad de vida (Hall, 1992).

3.- La importancia de la detección temprana de los factores estresantes, para

reducir sus efectos en el desarrollo de los niños (Hall, 1992).

4.- El hecho que el realizar tempranamente las intervenciones, produce un mayor y

mejor impacto (Bronfenbrenner, 1974).

5.- El cambio que han sufrido los servicios de atención pediátrica, en el sentido de

dejar la actitud pasiva, en la cual se esperaba la llegada de los padres a la

consulta para hacer la intervención. La actitud actual se orienta a realizar una

acción activa o promotora de la detección temprana de los factores que estarían

impidiendo un desarrollo integral normal, para prevenir posibles alteraciones y

desordenes (Hall, 1992).

En definitiva, podemos señalar que el estudio de la Resilience, es decir, de niños que,

en entornos muy dañados, se desarrollan sin dificultades importantes y aparentes,

permite aumentar el caudal de información y conocimientos en relación a por qué

algunos niños no son dañados por la deprivación. En el caso de nuestro país es

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fundamental conocer los efectos diferenciales de la pobreza, ya que ésta es una

realidad cotidiana. En muchos paises extranjeros donde se hacen investigaciones en

torno al tema, la pobreza no constituye un problema tan dramático. En Chile y

Latinoamérica, la pobreza y sus múltiples formas de deprivación es un hecho concreto y

fácilmente distinguible. Por esto, el estudio de la Resilience y sus alcances, cobra gran

importancia para nuestro continente.

Todo lo expuesto anteriormente, nos muestra la necesidad de centrarnos en la salud,

más que en la enfermedad. En la medida en que seamos capaces de conocer con

profundidad las condiciones bajo las cuales se desarrolla el fenómeno de la Resilience,

podremos generar intervenciones que vayan en la línea de generar y apoyar tales

condiciones. Además, este enfoque implica que en diseño de las prácticas educativas

será indispensable no sólo contar con un mensaje adecuado, sino también con un

mensajero que lo transmita con respeto y cariño al niño. Tal mensaje educativo debe

basarse en la posibilidad de que el menor desarrolle la capacidad de ser activo frente a

los adultos y su medio, generando una adecuada autoconfianza y autoimagen.

Existen muchas interrogantes en relación al tema. La gran mayoría de las

investigaciones han sido ejecutadas en el extranjero. Por lo tanto, tenemos el deber -

reconociendo los aportes en otros continentes- de mirar con detención qué es lo que

sucede al respecto en nuestro país, de modo de crear alternativas y estrategias que

sean pertinentes a nuestra difícil realidad.

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Referencias Berger, M. (1985) Temperament and Individual Differences. En Child and Adolescent Psychiatry. Modern Approaches, Rutter, M. y Hersov, L. (Eds.), Londres. Bronfenbrenner, U. (1974). Is early intervention effective?. A report on longitudinal evaluations of preschool programs, Vol.2. Washington D.C.: Departament of Halth, Education and Welfare, Office Child Cevelopment. Clarke, A.M. y Clarke, A.D.B. (1976). Early Experience: Myth and Evidence. Londres: Open Books. Gazmery, N. y Rutter M. (1985). Stress, coping, and development in Children En Child and Adolescent Psychiatry. Modern Approaches, Rutter, M. y Hersov, L. (Eds.) Londres. Gazmery, N. y Rutter, M. (1985) Acute Reactions to Stress. En Child and Adolescent Psychiatry. Modern Approaches, Rutter, M. y Hersov, L. (Eds.), Londres. Hall,D.M.B. (1992). Child, health promotion, screening and surveillance. En Journal of Child Psychology and Psychiatry, vol.33, Nº 4. Kotliarenco, M.A. (1989). "El Impacto de la Pobreza en algunos Aspectos del Desarrollo Infantil". Ponencia presentada en la Tercera Conferencia Nacional de Psicólogos. Lewis, O. (1964). Los hijos de Sánchez. Joaquín Mortiz (Ed). México. Lösel, F., Bliesener, T., Köferl. (1989). On the Concept of 'Invulnerability': Evaluation and Results of The Bielefeld Project. En Children at Risk: Assessment, Longitudinal Research, and Intervention, Brambring, M., Lösel F. y Skowronek, H., Berlín: Offprint. Mrazek, D. y Mrazek, P. (1985). Child Maltreatment. En Child and Adolescent Psychiatry. Modern Approaches, Rutter, M. y Hersov, L. (Eds.), Londres. Rossmann, B. y Rosemberg, M. (1992). Child, health promotion, screening and surveillance. En Journal of Child Psychology and Psychiatry, vol.33, Nº4. Rutter, M. (1985). Psychopatology and Development: Links between Childhood and Adult Life. En Child and Adolescent Psychiatry. Modern Approaches, Rutter, M. y Hersov, L.(Eds.), Londres. Rutter, M. (1981). Stress, coping and development :some issues and some questions. En Journal of Child Psychology and Psychiatry, vol.22, Nº4. Rutter M. y Magde N. (1976). Cycles of Disadvantage: a review of research. Londres: Heinemann. Seguel, X, Bralic, S., Edwards M. (1989). Más allá de la Sobrevivencia. CEDEP, Santiago - Chile. Vanistendael, S. (1991). "Resistencia. Un enfoque posible en el trabajo con los niños y las familias", Ponencia presentada en la Asamblea General de Caritas Internationalitis, BICE, Roma.

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Una Posible Posibilidad frente al Estrés de las Familias en Pobreza: los Mecanismos Protectores

Kotliarenco, Ma.Angélica

Cáceres, Irma

Trabajo presentado en “Encuentro Nacional de Educación Parvularia: Derechos del Niño, Rol de la Familia y Calidad de

la Educación”. OMEP, junio 1994 - Valparaiso

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UNA POSIBLE POSIBILIDAD FRENTE AL ESTRES DE LAS

FAMILIAS EN POBREZA: LOS MECANISMOS PROTECTORES

El tema de la resiliencia, entendida como la capacidad de tener un

desarrollo sano en ambientes socioeconómicos adversos o insanos, ha ido

adquiriendo gran relevancia en los últimos años en áreas de la

investigación en psicología evolutiva y de personalidad. Diversos estudios

extranjeros han detectado una serie de factores tanto de orden personal -

temperamentales, cognitivos y afectivos como social, específicamente en

áreas asociadas a la estructuración y dinámicas de la familia y a la

existencia de redes sociales, que se relacionan con el desarrollo de

resiliencia. Sin embargo, en Chile, se carece aún de estudios acerca del

tema, por lo que la presente nota dará cuenta de los avances bibliográficos

al respecto, considerando que éste es un factor importante, entre otros,

para el desarrollo de una línea preventiva.

Desde mediados de la década del setenta se ha venido manejando el concepto

"Resilience" o Resiliencia, como una alternativa que permitiría vislumbrar la posibilidad de

que nacer y crecer en pobreza, puede ser más que verse enfrentando a un cúmulo de

carencias.

Estudios realizados en diversos grupos familiares, señalan que existen factores que

pueden compensar, al menos parcialmente, las condiciones que crean factores de riesgo

que se hacen presentes inevitablemente en condiciones de pobreza. Además, existen

evidencias de que la adaptación exitosa a condiciones adversas puede contribuir al

desarrollo de una personalidad positiva, y por último, que la prevención primaria es

posible sin intervenciones externas al medio de la crianza de los niños.

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Es importante señalar que el concepto de resiliencia no se refiere al " superniño", capaz

de mantener su salud mental bajo cualquier circunstancia, ni con el ser invulnerable, sino

más bien, a la inmunidad relativa frente a acontecimientos estresantes. Lo interesante es

que tampoco alude sólo a disposiciones genéticas, sino que también a factores que

emergen de la compleja interacción entre lo genético y lo ambiental, como también a las

interacciones entre las personas y los contextos en que están insertos.

Los estudios han encontrado diversos factores asociados al desarrollo de resiliencia en

condiciones de pobreza, entendida ésta como el conjunto de dinámicas intrafamiliares

que se producen como resultado de vivir en condiciones de escasez de recursos

materiales. Es sorprendente que, aunque la resiliencia debe ser específica para riesgos

particulares, los cuales parecen tener poco en común, los indicadores que emergen de

los estudios cuentan con predictibilidad sobre ellos.

Existen aspectos específicos en las circustancias inmediatas del niño, que también

aparecen como importantes para protegerlos de la adversidad. En relación a los de tipo

social, los que se citan con mayor frecuencia son :

- Ambiente cálido

- Existencia de madres o sustitutas apoyadoras

- Comunicación abierta al interior de la familia

- Estructura familiar sin disfuncionalidades importantes

- Padres estimuladores

- Buenas relaciones con los padres

- Mayor apoyo social ( emocional, material, informativo, en entrega de valores).

Estudios empíricos recientes sobre el tema de la adversidad apuntan hacia el

funcionamiento psicológico "adecuado" de los niños resilientes, a los que aparecen

ligados mecanismos protectores tales como :

- Mayor C.I. Verbal y matemático

- Mayor tendencia al acercamiento.

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- Humor más positivo.

- Ritmicidad biológica estable ( control de esfínteres, patrones de sueño y

alimentación).

Dentro de las características cognitivas y afectivas favorables se encuentran:

- Mayor empatía

- Mayor autoestima

- Mayor motivación al logro

- Mayor sentimientos de autosuficiencia

- Menor tendencia a sentimientos de desesperanza

- Mayor autonomía e independencia

- Habilidades de enfrentamiento caracterizadas por : orientanción hacia las tareas,

mayor actividad dirigida a la resolución de problemas, mejor manejo económico,

menor tendencia a la evitación de problemas y menor tendencia al fatalismo en

situaciones difíciles.

Rutter ha planteado que la resiliencia no puede ser pensada como un atributo con que los

niños nacen, ni adquieren durante su desarrollo, sino que se trataría de un proceso que

caracteriza a un complejo sistema social en un momento determinado. Sería, entonces,

un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que tienen lugar a través del tiempo,

dando afortunadas combinaciones de atributos del niño con el ambiente familiar, social y

cultural.

Se hace necesario recordar, además, que los niños son seres activos frente al ambiente,

en consecuencia, quienes son más resistentes a las condiciones estresantes, son

participantes activos en esta situación de estres y desarrollan estrategias que les

permiten desempeñarse adecuadamente. Es así que este enfoque se centra en los

mecanismos que discriminan positivamente a los menores de sectores de pobreza, lo

que les permitiría comportarse de manera tal que durante su vida alcanzan - en forma

importante- los objetivos que se proponen. Referencias

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Berger, M. (1985) Temperament and Individual Differences. En Child and Adolescent Psychiatry. Modern

Approaches, Rutter, M. y Hersov, L. (Eds.), Londres.

Bronfenbrenner, U. (1974). Is early intervention effective?. A report on longitudinal evaluations of preschool

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Ponencia presentada en la Asamblea General de Caritas Internationalitis, BICE, Roma.

23

La Pobreza desde la Mirada de la Resiliencia

Kotliarenco, Ma.Angélica

Cáceres, Irma

Alvarez, Catalina

Trabajo presentado en Seminario “Pobreza, Desarrollo Humano e Intervención Social: La Resiliencia como una posibilidad” organizado por CEANIM y auspiciado por la

Fundación Van Leer. Abril 1995, Santiago de Chile

Publicado en Resiliencia: Construyendo en Adversidad, CEANIM, Santiago de Chile, 1996.

24

LA POBREZA DESDE LA MIRADA DE LA RESILIENCIA

I. SALUD MENTAL Y POBREZA.

América -continente de contrastes- muestra diferencias de importancia en

el plano geográfico, físico, económico, social y cultural. Sin embargo, un

elemento que identifica a nuestros pueblos, es el elevado número de

personas que aún vive en marcadas condiciones de pobreza y

marginalidad, de los cuales, el grupo mayoritario está constituido por niños

y niñas.

Las familias en situación de pobreza están sometidas a una serie de demandas que se

constituyen en poderosas fuentes de amenaza y estrés crónico. Es así que la pobreza no

se concibe como una variable unitaria o un elemento distinguible, sino como un

conglomerado de condiciones y eventos desfavorables que se entrelazan y acumulan.

Los niños pobres y sus familias están expuestos a menudo, a condiciones precarias que

atentan contra la salud mental y física. Estas personas, frecuentemente deben habitar en

lugares de alta densidad poblacional, lejos de los centros urbanos y de mayor

contaminación ambiental, dada la falta de lugares adecuados donde depostitar la basura

y la escasez de áreas verdes, entre otras. Además, el vivir en lugares húmedos y sucios,

el hacinamiento, la falta de espacio, la preocupación de que los niños jueguen en lugares

inseguros, el riesgo de salir de noche, con calles mal iluminadas y la irregularidad del

transporte público, se traducen en aislamiento, incertidumbre y sensación de

vulnerabilidad (Blackburn, 1991).

En los grupos familiares pertenecientes a sectores pobres urbanos, el trabajo de

producción doméstica suele ser más intenso, pues se sustituye la compra de algunos

elementos por la producción casera. Las labores domésticas son más pesadas dado que

tienen un menor acceso a electrodomésticos, la infraestructura social es deficiente, por lo

que se debe destinar una gran cantidad de horas para la realización de este trabajo, que

en nuestro país es aún una responsabilidad de las mujeres (Informe Comisión Nacional

25

de la Familia, 1994).

En lo que respecta a la pobreza rural, la información es insuficiente. Sin embargo,

también se observan situaciones que pueden afectar el bienestar de las familias, tales

como una menor disponibilidad de los servicios básicos como agua potable y gas, lo que

conlleva una mayor dificultad material para realizar las tareas del hogar. La distancia

entre los hogares campesinos y la lejanía de los centros poblados, favorece el

aislamiento de las familias, dificulta la realización de trámites, compras y el acceso a los

servicios de salud. La temporalidad de los trabajos agrícolas se traduce en constantes

migraciones masculinas, haciendo que la presencia del hombre en el hogar y su aporte

económico sea altamente inestable. En la búsqueda de mayores oportunidades laborales,

es frecuente que las mujeres emigren jóvenes y solteras. Al cabo de un tiempo algunas

se embarazan, lo que plantea la disyuntiva de abandonar el trabajo o alejarse de los hijos,

enviándolos a vivir con la madre-abuela (Valenzuela, Venegas y Andrade, 1994).

Para muchas de las familias que viven en condiciones de pobreza, los sentimientos de

culpa y la preocupación son vivencias cotidianas. La dificultad para satisfacer las

necesidades básicas, gatilla en los padres estos sentimientos, al verse fracasados en su

rol de proveedor(a) y/o administrador(a). Es frecuente que deban trabajar horas

extraordinarias para aumentar sus ingresos o tener dos jornadas, como es el caso de las

mujeres que además trabajan fuera del hogar. El aumento de la probabilidad de sufrir la

muerte prematura de un hijo/a o de la pareja, hace que la experiencia del dolor y del

duelo sea más frecuente en estos sectores de la población. Estas experiencias altamente

estresantes tienen efectos acumulativos sobre la salud mental.

Esta condición puede afectar la estabilidad y buen desarrollo de las relaciones familiares.

Algunos autores señalan que muchas de las reacciones de los padres que viven en

pobreza, condicionan en forma importante la calidad de vida de sus hijos. Si estas

reacciones son punitivas, las relaciones padre-hijo se deterioran aumentado la

probabilidad de que los niños desarrollen problemas socioemocionales, síntomas

psicosomáticos, además de reducir sus aspiraciones y expectativas (McLoyd, 1989, en

Garrett et al., 1994). Existe el riesgo de que los padres reaccionen al estrés ambiental,

26

exigiendo la obediencia permanente, confiando en el castigo físico, negando el afecto y

fallando en dar respuestas a las necesidades de los niños. Además, la deprivación

económica ha mostrado ir acompañada de aislamiento social y de conductas parentales

caracterizadas por la negligencia y/o el abuso. Se ha constatado que a medida que

decrecen los ingresos y/o nivel educacional, aumenta la violencia familiar. La presencia

de hacinamiento también se relaciona con una mayor violencia física y psicológica

(Larraín, 1995). En Chile, un 63% de los niño/as preescolares y escolares es víctima de

algún tipo de agresión (Unicef, 1994, en Larraín, 1995). Por otra parte, una de cada

cuatro mujeres es sometida a violencia física por su pareja y en uno de cada tres

hogares, son a lo menos agredidas psicológicamente (Sernam, 1992, en Larraín, 1995).

II. RESILIENCIA: UNA NUEVA PERSPECTIVA.

La preocupación por brindar igualdad de oportunidades a todos los niños de

los sectores más desventajados de nuestra sociedad continúa vigente,

como también está la búsqueda de marcos conceptuales que permitan

mayor comprensión de los procesos que tienen lugar en las personas que

viven en esas condiciones.

A fines de la década del setenta, se iniciaron conversaciones en un nuevo dominio; éste

dice relación con el desarrollo del concepto de resiliencia. La discusión en torno a este

concepto se inició al interior de la psicopatología, dominio en el cual se constató con gran

asombro e interés, que algunos de los niños criados en familias, en las cuales uno o

ambos padres eran alcohólicos y que lo habían sido durante el proceso de desarrollo de

sus hijos, no presentaban carencias en el plano biológico ni psicosocial, sino que por el

contrario, alcanzaban una "adecuada" calidad de vida.

Durante mucho tiempo, en las distintas áreas de la ciencias humanas, la tendencia fue

dar mayor énfasis a los estados patológicos. Por este motivo, las investigaciones se

centraron en la descripción exhaustiva de las enfermedades y el intento de descubrir las

causas que pudiesen explicar el surgimiento de una u otra patología mental. Sin embargo

- a pesar de todos los esfuerzos realizados en esta línea- muchas interrogantes quedaron

27

sin respuesta. Esto ha significado que la gran mayoría de los modelos teóricos

desarrollados, resultaran insuficientes para explicar el qué y el cómo de la enfermedad

mental (Rutter y Hersov, 1985). Esto ha sido aún más evidente en los estudios de niños

donde se ha tendido, además, a aplicar los parámetros utilizados en la investigación de la

vida adulta.

En los estudios sobre pobreza, esta tendencia no estuvo ausente. Investigaciones daban

cuenta de la presencia de aspectos tales como baja motivación de logro, resignación,

conformismo, fatalismo, menor inteligencia, entre muchos otros; los cuales se transmitían

intergeneracionalmente y explicaban cómo las personas se mantenían en condiciones de

pobreza (Allen, 1970). Así, la pobreza dejaba de ser considerada como resultado factores

tales como la flojera, la irresponsabilidad, la apatía o el alcoholismo. Esta mirada, aunque

más científica, no significó terminar con la estigmatización de la pobreza.

Es así como en los últimos años, emerge una nueva propuesta, diferente pero

complementaria a las anteriores, denominada resiliencia. El enfoque de la resiliencia

parte de la premisa que nacer en la pobreza, así como vivir en un ambiente

psicológicamente insano, son condiciones de alto riesgo para la salud física y mental de

las personas. Más que centrarse en los circuitos que mantienen esta situación, la

resiliencia se preocupa de observar aquellas condiciones que posibilitan el abrirse a un

desarrollo más sano y positivo.

El concepto resiliencia ha sido entendido de diferentes formas. En su definición

Vanistendael (1994) distingue dos componentes: la resistencia frente a la destrucción,

esto es, la capacidad de proteger la propia integridad bajo presión; por otra parte, más

allá de la resistencia, la capacidad para construir un conductismo vital positivo pese a

circunstancias difíciles.

Este concepto se entrelaza con términos tales como los de vulnerabilidad, riesgo y

mecanismos protectores, entre otros. Michael Rutter (1992) ha caracterizado a la

resiliencia como un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan tener

una vida “sana” viviendo en un medio “insano”. Estos procesos tendrían lugar a través del

28

tiempo, dando afortunadas combinaciones de atributos del niño con su ambiente familiar,

social y cultural. Es así que la resiliencia no puede ser pensada como un atributo con que

los niños nacen ni que los niños adquieren durante su desarrollo, sino que se trataría de

un proceso que caracteriza a un complejo sistema social en un momento determinado del

tiempo.

La resiliencia es el resultado de una interacción entre el niño y su ambiente. Es

importante destacar que la conducta resiliente no es estable en el tiempo, ni tampoco lo

es a través de los contextos sociales y/o culturales. Resulta necesario distinguir los

variados factores que entran en juego en el proceso de crecimiento y desarrollo de los

niños, como una forma de diferenciar entre aquellos que actúan a favor de la resiliencia o

bien de la vulnerabilidad. Las bases de la resiliencia son tanto constitucionales como

ambientales y el grado en que este comportamiento se manifiesta está sujeto a la edad,

el contexto y a otras variables como el sexo (Rutter, 1993).

Es necesario señalar que el concepto de resiliencia se sustenta en la comprensión de las

diferencias individuales que existen entre las personas, como también, en el cómo dichas

diferencias entran en interacciones igualmente distintas, dependiendo de diversos

factores. Por ejemplo, la edad del individuo, el nivel de desarrollo del sistema nervioso, el

género, los rasgos genéticos, el contexto ambiental y cultural; en el cual estos

componentes se manifiestan. Las conductas resultantes van a depender también de la

etapa de maduración en la que esté la persona; lo que está especialmente presente en el

caso de los niños.

Con el propósito de entender cómo y cuándo se presenta este fenómeno en las personas,

las investigaciones se han preocupado de distinguir las características comunes en los

niños denominados “resilientes”. Se ha observado que estos niños presentan una

aproximación activa hacia la resolución de los problemas de la vida, siendo capaces de

interactuar efectivamente con gran cantidad de experiencias emocionales de riesgo y

procurarse la atención positiva de otras personas. A la vez, tienden a percibir sus

experiencias de manera constructiva, aun cuando estas hayan causado dolor y

sufrimiento. Además, la presencia de la fe favorece una visión positiva de la vida y un

29

sentido de trascendencia (Werner,1994).

III. FACTORES PROTECTORES

En la base de la resiliencia, existen ciertos procesos y/o mecanismos

amortiguadores o moderadores del estrés que contrarrestan el riesgo.

Masten y Garmezy (1985) agruparon algunas variables que según sus

observaciones, operarían como factores protectores: a) rasgos de

personalidad tales como autonomía, autoestima y orientación social

positiva; b) cohesión familiar, calidez y ausencia de graves conflictos; c)

disponibilidad de sistemas de apoyo externo que refuercen y alienten los

esfuerzos de enfrentamiento del niño. Sin embargo, Rutter (1990) advierte

que esta clasificación no difiere en gran medida de las concepciones sobre

riesgo, puesto que estos factores no son más que antónimos de las

variables de riesgo. Por otra parte señala que, si queremos encontrar

nuevas aproximaciones a la prevención, debemos focalizar nuestra

búsqueda más en los mecanismos y procesos protectores que en las

variables y factores. Esto significa que, más que observar la presencia o

ausencia de autoestima en una persona, debiéramos entender cómo esta

característica opera en situaciones de adversidad, para así favorecer un

enfrentamiento positivo del problema.

Diversas investigaciones dan cuenta de una serie de características descritas como

factores protectores. Ahora bien, más allá de consignar el hecho de que estas

características están presentes, es importante atender a cómo estos atributos operan en

la respuesta de las personas frente a una situación de riesgo haciendo que éstas

incrementen sus posibilidades de éxito. Estos factores son: (Kotliarenco y Dueñas, 1992).

Factores personales: Características temperamentales:

- mayor C.I. verbal y matemático;

30

- mayor tendencia al acercamiento;

- humor más positivo;

- ritmicidad biológica estable (control de esfínteres, patrones de sueño y

alimentación).

Características cognitivas y afectivas:

- mayor empatía;

- mayor autoestima;

- mayor motivación al logro;

- mayor sentimiento de autosuficiencia;

- menor tendencia a sentimientos de desesperanza;

- mayor autonomía e independencia.

- habilidades de enfrentamiento caracterizadas por: orientación hacia las tareas,

mayor actividad dirigida a la resolución de problemas, mejor manejo económico,

menor tendencia a la evitación de los problemas y menor tendencia al fatalismo en

situaciones difíciles.

Factores psicosociales de la familia: - ambiente cálido;

- existencia de madres o sustitutas apoyadoras;

- comunicación abierta al interior de la familia;

- estructura familiar sin disfuncionalidades importantes;

- padres estimuladores;

- buenas relaciones con los pares;

- mayor apoyo social (emocional, material, informativo, entrega de valores)

(Vanistendael et. al.,1991).

Factores socioculturales: - sistema de creencias y valores

- sistema de relaciones sociales (espacios privados y públicos)

- sistema político-económico

- sistema educativo

31

- pautas de crianza

Autores como Garmezy, Masten y Tellegen (1984), sostienen que los factores protectores

operan a través de tres mecanismos que son: el desafío, lo compensatorio y la

inmunización. Estos no son excluyentes entre sí y pueden actuar conjuntamente o bien

manifestarse en distintas etapas del desarrollo. En el modelo del desafío, el estrés es

visualizado como un estímulo para actuar con mayor competencia. En el modelo

compensatorio, los factores de estrés y los atributos individuales actúan combinadamente

en la predicción de una consecuencia y el estrés potencial puede ser contrapesado por

cualidades personales o por alguna fuente de apoyo. Finalmente, en el modelo de la

inmunidad existe una relación condicional entre los estresores y los factores protectores,

en la que estos últimos modulan el impacto del estresor, aun cuando éste ya no está

presente.

Al igual que en modelo de Garmezy et. al. (1984), en la concepción de Rutter el foco está

puesto en la interacción que se produce entre las variables o factores del individuo y de

su ambiente que posibilitan un cambio en la trayectoria de riesgo hacia una adaptación

positiva. Esta interacción puede ser clasificada como mecanismos de acuerdo a los

efectos que éstos tienen, tanto sobre el individuo como sobre la situación. Esta

clasificación incluye:

- Los que reducen el impacto del riesgo a través de alterar el significado que éste

tiene para el niño o de modificar su participación en la situación de riesgo.

- Los que reducen la probabilidad de reacciones negativas en cadena, resultantes

de la exposición al riesgo y que sirven para perpetuar los efectos del mismo. Por

ejemplo, en un niño afectado por la muerte de sus padres que posteriormente es

bien acogido por padres sustitutos, es probable que las secuelas negativas de

esta experiencia sean menores que las de aquel que es abandonado en una

institución.

- Los que promueven la autoestima y la eficiencia. De éstos, los más significativos

parecen ser la presencia de relaciones personales armónicas y seguras y el éxito

en la realización de tareas relevantes para el individuo.

- Los que crean oportunidades. Por ejemplo, es probable que una madre

32

adolescente que continúe estudiando o reciba una capacitación laboral, tenga

mayores posibilidades de experiencias favorables.

Rutter concluye que la protección no radica en los fenómenos psicológicos del momento,

sino en la manera cómo las personas enfrentan los cambios de la vida y lo que hacen

respecto a esas circunstancias estresantes o desventajosas. Es necesario prestar

atención especial a los mecanismos fundamentales de los procesos de desarrollo que

incrementan la capacidad de las personas para enfrentar eficazmente el estrés y

adversidades futuras y lo que les permite superar las secuelas de riesgos psicosociales

pasados.

IV. REFLEXIONES FINALES.

Si consideramos que una de las tareas pendientes para los países de

nuestro continente es el enfrentamiento y superación de la pobreza, es

relevante dirigir nuestros esfuerzos hacia la comprensión de los

mecanismos que actúan a nivel individual, familiar y comunitario que

puedan traducirse, a través del desarrollo e implementación de programas

de acción y educativos, en el reforzamiento y reconocimiento de las

fortalezas más allá de la vulnerabilidad.

El desarrollo del concepto de resiliencia nos ha mostrado una nueva dimensión en las

personas; dice relación con una mirada -que a diferencia de las anteriores- resulta

esperanzadora y optimista. Es así, como cada día se publican y aplican una mayor

cantidad de programas orientados a analizar los comportamientos resilientes, presentes

en algunos niños, adolescentes y adultos.

Cabe destacar que, a pesar de la proliferación de investigaciones y aplicaciones

prácticas, no podemos hablar de la resiliencia como un concepto unívoco y absoluto. Si

bien entendemos a la resiliencia como una capacidad humana y universal que está

presente en las distintas comunidades, razas y culturas; creemos que existen rasgos y

características particulares de acuerdo a los diferentes contextos en que se manifiesta.

33

En este sentido el intercambio de conocimientos y experiencias en esta área, resulta de

gran utilidad para la orientación de nuestro trabajo, siempre y cuando seamos capaces

de identificar aquellos elementos propios de un contexto específico y a la vez, favorecer

los recursos de dicha comunidad.

Promover la resiliencia apunta a mejorar la calidad de vida de las personas a partir de sus

propios significados, de los modos cómo perciben y enfrentan el mundo. Entonces

nuestra primera tarea, es reconocer aquellas cualidades y fortalezas que han permitido a

las personas enfrentar positivamente experiencias estresantes asociadas a la situación de

pobreza. Estimular una actitud resiliente implica potenciar estos atributos involucrando a

todos los miembros de la comunidad en el desarrollo, la implementación y la evaluación

de los programas de acción.

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