No sirvo para nada - Sharon Jaynes

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Es hora de liberarte para poderte ver como Dios te ve: amada, perdonada, una hija preciosa para él. ¿Estás lista para comenzar a verte como Dios te ve? ¿Estás lista para comenzar a vivir la vida abundante que Dios quiere que goces? Nuestra mente tiene la capacidad de pensar 130 palabras por minuto y nuestra boca (de las mujeres) puede expresar unas 25.000 palabras al día. Eso es mucho. Una gran cantidad de esas palabras nos las decimos o las pensamos para nosotras mismas. La mayoría de ese diálogo interno es inofensivo como ¿qué voy a hacer de cenar? o ¿dónde dejé mi cepillo? Pero otras son muy destructivas.

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De pie ante el espejo del baño, Carrie se dio los últimostoques de maquillaje antes de salir corriendo a la feria dediversiones con sus amigas. Un poco de brillo labial, una

cepillada más a su cabello y ¡lista!Carrie escuchó la bocina del auto que se detuvo frente a la

puerta de su casa, tomó su suéter y le gritó a su mamá que todavíaestaba en la cocina.—Adiós, mami, regreso a las once.—Cuídate, hija —respondió su mamá.Carrie, Katy, Clara y Megan se detenían en los puestos atraídas

por el llamado de sus dueños. Observaban que los jóvenes se sen-tían humillados cuando no atinaban a los patos de metal con unrifle o al intentar meter la pelota en una reducida canasta de balon-cesto o golpear con un martillo gigante para ver quién era másfuerte. Las chicas probaron suerte tratando de reventar globos condardos, ensartar anillos en botellas de leche y meter pelotas encanastas torcidas. Después de comerse un dulce de algodón pega-joso color rosa, siguieron caminando entre las diversas atracciones.“Vengan, vengan todos”, decía el puestero. “Pase y véase como

nunca antes se había visto. Esta es la casa de los espejos, llena deentretenimiento y asombro. Pasen, pasen”.

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La casa de los espejos

“Nada me produce más alegría que oírque mis hijos practican la verdad”.

3 Juan 4

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—Pase jovencita —dijo a Carrie el hombre de piel oscura,cabello negro y sonrisa que mostraba todos los dientes.Ella se estremeció y quiso dar media vuelta y salir corriendo.—Entremos —dijo Katy. Será divertido.Carrie siguió al grupo y entró al primer cuarto con espejos. Se

vieron frente a un curioso reflejo y luego vieron versiones de símismas más altas y más delgadas. En el siguiente cuarto rieron eldoble al verse con piernas cortas y gruesas, grandes torsos y meji-llas abultadas. Hicieron diversas poses para ver las diferentes ver-siones achicadas de sí mismas.Luego pasaron a un tercer cuarto, pero Carrie se quedó atrás.

Estaba muy callada y absorta al observar la figura que estaba frentea sus ojos. Entonces comenzó a ver varias palabras en su pecho queaparecían con diversos tipos de letra y desaparecían. No vales, nadiete ama, fea, tonta, eres inaceptable, nadie te puede perdonar, sucia, infeliz,eres un fracaso, no eres suficientemente buena.¿Se trataba de una broma? ¿Podían ver las demás lo que ella veía

reflejado en el espejo? ¿Cómo podía alguien saber todo eso acercade ella? Al estar ahí parada comenzaron a rodar las lágrimas por susmejillas cuando recordó varios eventos de su vida.“Carrie, ¡vamos!”, gritó Megan al final del pasillo. “Vamos a los

autitos chocadores”.Carrie inhaló profundamente, se puso una máscara alegre y se

limpió los ojos. Nadie notó que el rímel se le había corrido por lasmejillas ni que sus ojos estaban hinchados de llorar. Como siem-pre, …nadie lo sabía.

La casa de los espejosCursaba el sexto grado de primaria cuando entré por primera

vez a una casa de espejos en la feria de diversiones en mi pueblonatal. Como Carrie, mi grupo de amigas alegres corrían de puestoen puesto decididas a pagar lo que fuera con tal de jugar en todotipo de atracciones. Por horas les dábamos nuestro dinero a perso-najes carnavalescos, esperando ganar una serpiente de peluche

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morada con puntos, osos gigantes de peluche con corbatas decolores o un par de dados de peluche para colgar del espejo retro-visor del auto. En lo personal, a mí me gustaba jugar a pescar patos.Era seguro que ahí podría ganar algún premio.Nos gustaba subirnos a la rueda gigante para ver las luces encen-

didas de todo nuestro pueblo, entrábamos a la casa de las brujascon nuestro mejor amigo y luego nos subíamos a la montaña rusacon los brazos levantados. Pero, de todas las atracciones del par-que, la que más me atraía era la casa de los espejos.Así como a Carrie y sus amigas, nos gustaba caminar a través de

los pasillos en forma de laberinto y reírnos de las imágenes distor-sionadas de nosotras mismas. Veía varias versiones de mi personay trataba de decidir cuál era la que más me gustaba. Pero muy en elfondo, en un lugarcito que ni siquiera sabía que existía, una parte demí en verdad buscaba la versión real de mi ser. No me gustaba laque conocía.Porque no tenía idea de quién era yo en realidad.Ahora sé que muchas mujeres crecen con una imagen distor-

sionada de su persona. Miran al espejo de la productividad y siem-pre ven la palabra insuficiente. Luego ven el espejo del valor y leensin valor. Buscan el reflejo del éxito y todo lo que encuentran esfracaso.Al asomarse al espejo de la competencia lo que encuentranes inferioridad, inseguridad e incapacidad.Viven en una casa de espejos creyendo la interpretación distor-

sionada de lo que son… y todo ello es mentira.

Espejos rotos¿Cómo sucedió eso? ¿De dónde provienen las mentiras? ¿Por

qué es más fácil creer las mentiras respecto a quienes somos, quecreer la verdad de lo que somos? ¿Qué es la verdad? Vamos a con-siderar todas estas y muchas más preguntas a través de nuestroestudio juntas. Pero déjame decirte algo: todo comenzó en un jar-dín.En el sexto día de la creación, Dios vio todo lo que había hecho

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y dijo: “Es bueno”. Pero algo no estaba bien. El enemigo se metiósigilosamente en el mundo perfecto de Dios y engañó a las cria-turas que llevaban su imagen y semejanza. Y aunque el plan redentorde Dios ha restaurado todo lo que la serpiente destruyó, el enemigosigue mintiéndonos hasta el día de hoy. Nos dice que carecemos devalor, que somos irremediables fracasos y que no servimos paranada, que carecemos de inteligencia o que no somos lo suficiente-mente competentes como para triunfar.Y por supuesto que no es verdad.Cuando Dios creó el mundo y llenó los mares de seres vivos y

los cielos con criaturas voladoras, cuando encendió las estrellas enla oscura noche y colocó el sol para iluminar el día y la luna denoche, lo hizo por medio de su palabra. “Y dijo Dios…” y fue así(Génesis 1:3-26). Dios habló y lo que no existía fue hecho.

Por la palabra del SEÑOR fueron creados los cielos,y por el soplo de su boca, las estrellas (Salmo 33:6).

Para sorpresa nuestra, Dios hizo al ser humano a su imagen ysemejanza dándonos el poder de la palabra. Él no entregó su pala-bra a los monos, cebras o elefantes. Él le dio el lenguaje al hombre.Nuestras palabras también tienen potencial creativo. La Biblia nosdice que “En la lengua hay poder de vida y muerte” (Proverbios18:21). Nuestras palabras pueden ser el espejo en el que los demásse reflejan a sí mismos. Nuestras palabras afectan a los niños,esposos, amigos y a todo el mundo. Pero las palabras más pode-rosas que decimos son las que nadie puede oír… es decir, las pala-bras que nos decimos a nosotras mismas.Podemos hablar y comunicarnos vida, y también podemos

hablarnos muerte. Nuestra mente tiene la capacidad de pensar 130palabras por minuto y nuestra boca (de las mujeres) puede expresarunas 25.000 palabras al día. Eso es mucho. Una gran cantidad de esaspalabras nos las decimos o las pensamos para nosotras mismas. Lamayoría de ese diálogo interno es inofensivo como ¿qué voy a hacer decenar? o ¿dónde dejé mi cepillo? Pero otras son muy destructivas.

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Si nos decimos, soy una estúpida, soy una idiota o nunca seré losuficientemente buena, podemos crear hábitos y patrones destructivosde pensamiento que pueden llegar a paralizarnos. Si repetimos unay otra vez las percepciones negativas que tenemos de nosotrasmismas, pondremos una etiqueta en nuestra mente acerca de quié-nes somos y llegará a hacerse realidad en nuestra vida. Si repitessuficientes veces una creencia errónea o una mentira, comenzarása creerla. Por ejemplo, nadie me ama, no tengo ningún amigo o soy fea,podrían convertirse en tu realidad… aunque esta sea una realidadfalsa. Tú puedes quedarte atrapada en la casa de los espejos viendoun reflejo distorsionado de quién eres en realidad.Las mentiras negativas y destructivas del enemigo son muy per-

niciosas. Cuanto más las contemples, las tengas en mente y las creas,más se vuelven tuyas. Cada vez que decimos una mentira acerca denosotras mismas, más nos enredamos con ella. “Porque cual es supensamiento en su mente, tal es él [o ella]” (Proverbios 23:7 RVA).

El espejo de DiosCuando vemos el espejo de Dios, que también es su carta

increíble de amor a nosotras y que llamamos la Biblia, descubrimoscuál es la verdad. Dios sí nos ama (Colosenses 3:12). Tenemos todauna nube de testigos que nos animan (Hebreos 12:1). Somos la obramaestra de Dios… una hermosa obra de arte (Efesios 2:10). Somossuficientemente buenas porque Cristo vive en nosotras (Juan 14:20).Somos hijas escogidas, santas y amadas de Dios. Esa es la verdad.Salgamos de la casa de los espejos y comencemos a vernos comoDios nos ve.En una de sus cartas, Juan escribió: “Nada me produce más

alegría que oír que mis hijos practican la verdad” (3 Juan 4). Creoque Dios no halla mayor gozo en el mundo que saber que sus hijasandan en la verdad. Cuando andamos en la verdad, las mentirasquedan al descubierto. Podemos reconocer la mentira, rechazarla yreemplazarla con la verdad. Entonces, y solo entonces, podremosser todo lo que Dios quiere que seamos y hacer todo aquello para

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lo cual nos creó. Podremos experimentar la vida abundante que élsiempre quiso que tuviéramos.Creo que Dios tiene grandes planes para todas nosotras, su

Palabra promete esa verdad.

Ningún ojo ha visto,ningún oído ha escuchado,

ninguna mente humana ha concebidolo que Dios ha preparado para quienes lo aman

(1 Corintios 2:9).

Sin embargo, muchas no estamos experimentando la vidaabundante porque no sabemos quiénes somos. Hemos creído lasmentiras de que nadie nos ama, que no tenemos valor alguno y queno podemos recibir perdón. Hemos estado contemplando espejosdistorsionados por mucho tiempo. Dios quiere que nos veamos enel único espejo verdadero; es decir, en la Biblia, la cual nos diceexactamente quiénes somos, lo que tenemos, y nuestra posicióncomo hijas de Dios.Es tiempo de comenzar a creer la verdad. Es tiempo de escu-

char a Dios cuando nos dice: “Tú eres mi hija a quien amo y enquien tengo complacencia”.¿Estás lista para salir de la casa de los espejos de una vez por

todas? ¿Estás lista para comenzar a verte como Dios te ve? ¿Estáslista para comenzar a vivir la vida abundante que Dios quiere quegoces?Dame la mano y comencemos juntas el viaje de andar en la ver-

dad.

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Primera parte:

La batalla por la mente

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Mientras miraba su reflejo en el espejo del baño, Maribelse cepillaba el cabello que le llegaba hasta los hombros.Parecía que solo ayer había estado columpiándose despreo-

cupadamente en los pasamanos del jardín de su escuela. ¡Cómoextrañaba los días en que su única preocupación era escoger la cintaque usaría en su cola de caballo bien peinada!“Mami, mira esto”. Las palabras resonaron como un eco de

recuerdos pasados y distantes.Fiestas de cumpleaños con una vela más que apagar cada

año, recitales de danza frente a las cámaras fotográficas de padresde familia, su vestido de graduación y los guapos chambelanes,rutinas de porristas que atraían muchos admiradores, gruposjuveniles de la iglesia con sus Biblias abiertas y padres con lágri-mas en los ojos que se despedían a la salida del dormitorio de launiversidad. Entonces conoció a Bob.“Bob”, musitó al mismo tiempo que las lágrimas corrían por

sus mejillas.Bob y Maribel se conocieron en una reunión del ministerio cris-

tiano de la universidad, durante el segundo año de estudios. Él eratodo lo que ella había soñado para su esposo: guapo, ambicioso,espiritual y, sobre todas las cosas, atento. Tanto los padres de ella

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Reconoce la verdadera identidaddel enemigo

El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir;yo he venido para que tengan vida, y la

tengan en abundancia.Juan 10:10

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como los de él se sintieron muy contentos al verlos desfilar porla alfombra roja de la iglesia después de intercambiar sus votos deamor eterno.Quince años después, Maribel y Bob contaban con una hipo-

teca, tres hijos, un perro, horarios muy apretados y un matrimoniosin amor. Estaban tan ocupados cuidando de las cosas de la vida queolvidaron cuidar de su amor.Entonces apareció Juan en escena. Recordaba muy bien aquel

día en que entró corriendo al supermercado a comprar una bolsa depan.—Maribel, ¿eres tú?—¡Juan! Me alegra verte—dijo al encontrarse con él a mitad del

pasillo dándole un fraternal abrazo—. ¿Dónde has estado? ¿Cuándoregresaste a la ciudad?—Estuve trabajando en Europa los últimos diez años —dijo

Juan— pero ahora he regresado por algún tiempo. Te ves muy bien.¿Nadie te dijo que con el paso de los años debemos vernos másviejos? Me encantaría conversar contigo y ponernos al corriente.¿Tienes tiempo para ir a tomar un café?El corazón de Maribel se sintió inquieto. ¿Cuánto tiempo hacía

que alguien le había dicho que se veía bien? No podía recordarlo.—No, mejor no. Necesito regresar a casa.—Bueno, quizá en otra ocasión—dijo Juan—. No puedo creer

lo bien que te ves.—Oh, cállate —dijo Maribel—. Siempre fuiste bueno para

los piropos. Te veré después.En los meses que siguieron Maribel y Juan se encontraron en

varias ocasiones. Es más, ella comenzó a ponerse lápiz labial y aarreglarse el cabello antes de salir de casa por si lo encontraba en lacalle. Empezó a soñar despierta con una cena a la luz de las velascon Juan. Se lo imaginaba tomándole la mano o acomodándole elcabello.Muy dentro de su corazón Maribel sabía que esas fantasías no

eran correctas. Aquello tenía que parar. Así que planeó una sorpresaespecial para su esposo Bob, esperando que una noche romántica

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eliminara o reemplazara los pensamientos que tenía por Juan.Recordaba muy bien lo que sucedió esa noche. Sus hijos iban

a quedarse en casa de un vecino, la cena había quedado perfecta yla casa estaba alumbrada por las velas con aroma a lavanda. Mari-bel se había preparado durante todo el día. Deliberadamente esco-gió ponerse un vestido especial, sin mencionar lo que llevaba puestodebajo. Se peinó como a él le gustaba, se puso perfume y crema,y anhelaba que él la tocara.—Hola —contestó Maribel cuando sonó el teléfono.—Hola, cariño. Escucha, no voy a poder llegar temprano a casa.

Quizá ni llegue. Surgió una reunión de emergencia con los direc-tivos y vamos a estar en sesión hasta la mañana. Parece que está enpeligro el negocio de exportaciones a China. No habíamos pla-neado nada especial esta noche, ¿verdad?—No —fue todo lo que ella respondió.—Bueno, te veré después.Oyó el clic y colgó.No puedo creer que me haya hecho esto. Lo único que le importa es su

trabajo. Ya no puedo vivir así. Este no es un matrimonio, no es más que unasociedad. Lo he intentado todo. No ha funcionado. No puedo creer que Diosquiera que viva de esta manera. Yo sé que él quiere algo más para mí.Maribel buscó en su cartera y encontró la tarjeta de presen-

tación en cuyo reverso había escrito un número.—Hola —respondió Juan.—Hola, Juan. Te habla Maribel. ¿Todavía quieres tomar un café

conmigo?Hubo muchas salidas y tazas de café después de aquella noche.

Tres meses después, Maribel y Juan tuvieron relaciones sexuales.La tentación se convirtió en condenación. El fruto prohibido se

arraigó en su alma y quería morir.Esa noche, al observar el frasco de píldoras para dormir que

le recetó el doctor, pensó cuán fácil sería terminar con todo… enese momento, ese mismo día.

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Las artimañas del enemigoDesearía poder decir que lo anterior es el diálogo de un capítulo

de la famosa serie televisiva Esposas desesperadas, pero no lo es.Es una historia que escucho una y otra vez. Los nombres cambian,pero el tema siempre es el mismo. Y me enojo. No contra las muje-res que me abren su corazón, sino contra el enemigo que les miente.El enemigo que les habla al oído diciendo que Dios no es tanbueno; que serían felices si tan solo…Y no es nada nuevo. Es la misma historia antigua que comenzó

en el jardín del Edén con el mismo antagonista engañador quemiente a la protagonista y la esclaviza en el calabozo de la perdición.Pero me estoy adelantando. Comencemos desde el principio.Cinco días después del principio, el Creador del universo vio

todo lo que había hecho y no estaba completamente satisfecho. Sí,al ponerse el sol de los primeros cinco días del calendario del reinode Dios, él dijo: “Es bueno”. Pero algo faltaba. Algo más. Alguienmás.El escenario estaba listo para el sexto acto. Se levantó el telón.

Todo tenía que estar perfecto para el gran final de Dios. Los ánge-les se reunieron cuando Dios anunció la escena final de su grandrama llamado “En el principio”.Dios comenzó con el anuncio: “Hagamos al hombre a nuestra

imagen”. Ese ser sería diferente a todos los demás. Con su cuerpo,alma y espíritu, el hombre entraría en una relación con Dios a nivelpersonal e íntimo. Sería poco menor que los ángeles y dominaríasobre los animales, aves y peces. El hombre iba a ser el amigo deDios.Así que Dios se arrodilló en tierra y tomó un puñado de polvo.

Lo moldeó y comenzó a formar la creación más asombrosa hastaese momento. Con la punta de sus dedos Dios hizo la parte internadel hombre: venas y vasos capilares, terminaciones nerviosas, célu-las cerebrales, folículos capilares, pestañas, papilas gustativas. Demanera meticulosa e intencional el Artista creó una obra maestra dediseño divino.

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