No. 11
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2012
No
. 11
El arte es una act iv idad consc iente
reproducción, construcción, o expresión puede deleitar, emocionar capaz de reproducir, construir form
as, o expresar una experiencia si el producto de esta o pr
oduc
ir u
n ch
oque
.
Portada: Diego Velázquez, Las Meninas (detalle), óleo sobre tela, 1656-1657,
Museo del Prado, Madrid, España.
Cita: Wladyslaw Tataekiewicz.
Derechos Reservados. La pluma en la piedra , Toluca, México, No. 11, junio 2012.
La pluma en la piedra es una publicación mensual e independiente de distribución
gratuita por internet. Todos los artículos, ensayos, escritos literarios y obras publicadas
son propiedad y responsabilidad única y exclusiva del autor y pueden reproducirse
citando la fuente.
La pluma en la piedra
Agradece a sus heroicos colaboradores que, pese al viento y la marea, nos deleitan con sus
escritos, así como a todos los fieles lectores, ya que sin su lectura ninguno de los textos existiría.
Por último, pero no menos importantes, enviamos nuestros vítores al honorable equipo editorial,
a quienes se les debe enviar cualquier reclamo, si la edición ha turbado a alguien.
Escribieron este número:
Arturo Ortiz Heraz
Moreliana Negrete
José J. González
Carlos Alberto Aguirre
Bani García
Graciela Díaz
3
Fotógrafo
Jesús Alberto Araujo Ayala
4
Artículos y ensayos
Carta cubista Arturo Ortiz Heraz
Grabado
Moreliana Negrete
7 9
Galería
Trompos trepadores... Jesús Alberto Araujo Ayala
12
Editorial
5
N o l e e r
25
Poética cósmica José J. González
Navegantes (Parte I)
Carlos Alberto Aguirre Soledad
Bani García La tristeza de los 40’s
Graciela Díaz
14
19
22
23
Creación literaria
La pluma en la piedra
B ienvenidos una vez más a un nuevo número de la revista favorita del
momento. Si bien, nuestros corazones permanecen tristes por la
partida de don Carlos Fuentes ─¡por qué no nos llevaste!─, debemos
recordar aquel viejo dicho que dice: “La literatura debe continuar” y
aquí estamos.
Como cada edición, les traemos a ustedes lo mejor y lo último en cultura escrita para
el deleite de sus sentidos. Este mes el tema gira en torno a la pintura y contamos con
algunos trazos realizados por Arturo Ortiz Heraz, con su Carta cubista, y Moreliana
Negrete, con un Grabado.
La Galería permanece abierta y en esta ocasión contamos con Jesús Alberto Araujo
Ayala, quien nos trae una fotografía digital de unos trompos trepadores.
Y en la sección donde los más grandes escritores han publicado tenemos a José J.
González con su Poética cósmica, a Carlos Alberto Aguirre con la primera parte de su
poema Navegantes, a Bani García con Soledad y a Graciela Díaz con
La tristeza de los 40’s.
Así va pasando el tiempo y nos acercamos cada vez más a los primeros 12 números
de nuestra bienaventurada publicación. No dejen de escribirnos, colaborar y leernos,
porque a lo largo de 11 números, usted lo ha visto, ¿así o más buena?
5
Por Arturo Ortiz Heraz
Carta cubista
7
A ti:
Desde hace tiempo he esperado el momento preciso de escribirte estas palabras que llevan
consigo la fortuna que he tenido en vida. La realidad, que en ocasiones puede ser tan basta, suele ser
confusa y ésa es, precisamente, la causa de todos mis problemas. Día a día me miro en el espejo con la
falsa esperanza de un tiempo de bonanza, todo es mentira y no puedo continuar más con esto.
Recuerdo que desde niño se me educó para apreciar toda forma de arte. Con diez años cumplidos ya
conocía a los autores más renombrados y sus obras más importantes. Miguel Ángel, Da Vinci, Picasso,
Dalí, Bonnard, Klimt, Cézanne fueron algunos de los nombres que sustituyeron los juegos y los
juguetes, tan comunes en los demás niños, pero negados a mí. Mi ser estaba siendo inculcado para ser
uno con el arte.
Sin embargo, como toda tragedia griega, el caos llegó a mi vida. Al cumplir mis quince años, mi
padre me mostró aquella obra que habría de llevarme de la admiración perpetua, hasta a los más
absurdos cuestionamientos que jamás cimbrarían mi mente. Ese día de otoño, que hasta ese momento
había transcurrido tan plácidamente, mi padre me llamó al estudio. “¿Qué has hecho? ¿Has entendido la
vida?”. Preguntas tan raras a las cuales no les hallé sentido alguno, como todas las que le escuchaba
murmurar. “Acércate”. Comenzó a desenvolver un pliego que tomó de una vitrina que me había estado
restringida. “Dime, ¿qué ves?”. No supe que responder y con ello el silencio nos inundó. Fue increíble
ver una leve sonrisa en aquel rostro cuya severidad nunca daba lugar a alegrías. Me dio un boleto y me
dijo que ya era tiempo.
Dos meses después emprendería el viaje a un destino para mi desconocido, entre gente que
hablaba mi lengua, pero con la cual no compartía nada; sin embargo, mi padre comenzó a enfermar.
Debí postergar el viaje. Lo que sucedió tuvo que suceder. Entre sus pertenencias había una carta: “…sé
que esto ha sido inesperado para ti, pero yo sabía desde hace tiempo que esto era inevitable. Dejo en
tus manos la búsqueda de la respuesta que pueda ayudarte a ser un ser completo, sin carencias y
consciente de quién eres. Fue ese el motivo de educarte como lo he hecho en todos estos años. Quería
que fueras un ser sensible, aunque en este punto de mi vida ya no sé si he hecho lo correcto. Es una
gran carga la que pongo en tus manos, espero puedas hacer lo que yo no pude…”, debía terminar
aquella encomienda.
Finalmente, me encontraba ahí frente al cuadro, pero no podía entenderlo, qué tenía que buscar,
por dónde empezar. La línea, el color, la imagen, todo era perfecto, pero nada. Fue entonces cuando al
darle la espada pude ver a lo que se refería mi padre. ¡Querido, Ambroise! Pude ver tu rostro con la
perfección, con la que un hombre en sus más hermosos años ha dado paso a la experiencia y l a
8
mortificación de terror que significa vivir la vida, su tedio, sus amores, sus días de fatigas y alegrías,
todo. Era un completo mar de consuelo, pero como tal, inmerso en la soledad con su gran voz que
quebranta el silencio y el fragor que irrumpe en nuestras memorias. Ahí sentado, destruido con la
mirada hacia el vacío, desesperanzadora, pero no del mundo sino de la plenitud de una vida que parece
acabar. Esa paciencia tan frígida y cálida era el sello de tu imagen, pero destrozada por la prontitud y
fugacidad del tiempo que huye, como lo hace la arena del mar entre mis manos. Tu porte firme e
impotente ante una voluntad frágil y deprimente como la del hombre que empieza a vivir sin tener un
sentido, que mira a su alrededor sólo buscando excusas, sin siquiera tener la fuerza de reconocer su
propio lugar.
Todo era un juego donde poco a poco la pintura me describía. Mi padre había acertado en su
elección y, con ello, cumplido su objetivo. El hijo que había dejado en este mundo estaba listo para
comenzar a buscar esa serenidad desesperanzadora en la flaqueza de la vida, al mismo tiempo que su
gratitud y su gracia. Comenzaba a entenderlo, nunca se trató de ser el mejor. Era un juego y en él, era
mi propio contrincante y rival. Paso a paso, movimiento a movimiento tenía que aprender a no esperar
las contestaciones correctas, sino a aprender a analizar la situación para mejorar esa simple respuesta. Ir
de las circunstancias más adversas a través del frágil camino de la esperanza, pero, sobre todo, jamás
renunciar a las cosas.
Ambroise, gracias. Tu imagen era mi imagen y la mía, la tuya que había cobrado vida. El retrato
de este hombre fue el gran bastión de mi vida. Espero ahora entiendas mis razones de ser, de
comportarme, de actuar, de vivir y de morir. Todo se resume a un simple evento planeado por mi
padre, a quien no culpo ni reniego, todo lo contrario. Me abrió los ojos y he tenido la oportunidad de
ver al ser que dentro de mí ha vivido sin siquiera poder expresarse hasta ahora. Estas simples palabras
guardarán, quizás, para muchos una tragedia o una triste historia, pero para mí lo son todo.
Estas palabras que han de llegar a tus manos son mi herencia para ti, mi voluntad y mi deseo. He
intentado vivir una vida en la cual ya no hallo las respuestas correctas, tal vez porque no he buscado lo
suficiente o tal vez porque se han terminado. Sea como sea, he decido vivir en la tranquilidad de la vida
esperando el momento para poder regresar; mientras tanto observaré a los demás en la espera de poder
aprender algo de ustedes, que me pueda motivar a seguir viviendo. No ha sido mi intención escribir una
carta desalentadora ni tampoco una carta de despedida, lo que he intentado describir es mi vida.
He llegado al punto donde mi realidad ha cedido a la desesperanza y por ello te pido nunca me
culpes por mi forma de actuar, pero te pido me comprendas. Seré para ti el cobijo de una noche
estrellada de Van Gogh, el instante de Renoir, una perfección de Miguel Ángel, sin embargo, perpetuo
en su propia voz y en sus propios recuerdos hasta que llegues a mí como yo lo he hecho con
Ambroise…
Reyes Castañeda
Arturo Ortiz Heraz
9
* * * * *
S in colores. Las olas se mueven y a cada segundo que pasa los ojos van perdiendo la cordura.
Uno se puede volver loco por cualquier cosa, pero ¿por hambre? ¿No es acaso el tipo de
locura más cruel que a alguien se le pueda haber ocurrido?
Los capitanes son personas preparadas, quienes han vivido más de la mitad de sus días en el
mar. Se dice que son capaces de hundirse con su barco por alguna razón incomprensible para el ser
humano promedio. Pero las fallas ocurren y cualquiera, por muy avezado que sea, puede llegar a
cometerlas: alguna ola confundida, estrellas que han cambiado traviesamente de lugar, el sol mismo que
de vez en vez le dan ganas de salir de oriente a occidente. Quién sabe, pero dicen que lo loco se te pega.
Y el capitán que quiere deslindarse de algunas responsabilidades y fingir demencia. Qué persona
no experimenta cierto vacío mental por causa del trabajo. Pero nadie piensa en los trabajadores, en esos
hombres que han dejado sus pueblos porque la tierra no les alcanza para comer; nadie piensa en ellos
que soportan las brasas del sol sobre sus cabezas ya acostumbradas al mal trato; nadie piensa… nadie
piensa… Nadie piensa que ellos se llevaron a sus mujeres y sus niños para no sentir añoranza por la
patria. La patria mal habida que les había prometido restituirles sus tierras y ahora los envía en un
intercambio cultural a algún sitio desconocido. ¿O será que ya regresan?
¿Por qué se fueron? ¿Para qué volvieron? Ahí, en medio de la nada. Olvidados en la tierra de
nadie, antaño mexicana. Los olvidados del campo que no les queda de otra más que despedirse de las
tortillas de maíz para no morir de hambre. Hombres libres, esclavizados libres, qué sólo querían
alimentar bien y mejor a los niños, sus niños que pueden ir a la escuela y aprender a leer y escribir y no
ser unos indios ignorantes como ellos… como los llaman los que se sienten blancos… como los llaman
los cerros… Indios ignorantes libres esclavos con voz milenaria. Olvido.
Por ahí, cerca de la proa, han atado a un marinero. Yo no sé usted, pero a mí se me figura un
puerco, algo chirgo pero puerco al fin. Por ai en mi tierra, una vez tuvimos un chancho como este. Lo
alimentamos como pudimos. Fue la única vez que he comido carne tan deliciosa. Cerdo escandaloso, si
no fuera porque te estoy viendo, no creería que estás gritando “¡auxilio auxilio!”. Es lo único que nunca
Por Moreliana Negrete
Grabado
Era el año 2007 cuando, en el segundo piso del Museo de la Estampa de Toluca, Estado de
México, encontré un grabado que a la letra decía: “Desembarco de 42 trabajadores mexicanos que
enloquecieron por hambre en el sur de EUA. Puerto de Manzanillo. 1937”. El autor y la ubicación
actual del cuadro me son desconocidos.
10
me ha gustado de los puercos, sabe usted, que gritan refeo cuando uno les está cortando el cuello, pero
ah, qué sabrosos están. Nada se desperdicia, la grasa, el cuero, las manitas. Si yo me hubiera traido a mi
vieja, ahorita ella estaría cortando cada parte para enviarle a mi jefa y a la suya. Yo soy bien bruto para
esto.
Me gustan los colores de las flores. No recuerdo en qué momento todo se volvió en blanco y
negro. Al inicio no me preocupé, sólo me daban lástima esos gringos que no aguantan nada, pero
cuando uno ha estado toda su vida muerto de hambre, se acostumbra a ese calambre que da aquí
merito. Eso creiba yo, que siempre había estado muerto de hambre, pero ahora le digo que no es cierto.
Siempre, bien o mal, estaban las tortillas, aunque fueran duras, y los quelites aquellos. Pero me espanté
cuando el dolor se hizo bien fuerte, nunca lo había sentido así. Sabrá Dios qué era real o qué era falso y
aunque cuando nos encontraron en esa tortuga nos dieron de comer todo lo que ayunamos desde
pequeños, no he podido sacarme mi mano de la boca, no vaya a ser que otro la vea y me la quite y
entonces, qué voy a comerme.
Moreliana Negrete
La Galería
La Galería
12
Trompos trepadores... Jesús Alberto Araujo Ayala, fotografía digital. Tomada el 12 de abril de 2012.
Por José J. González
1. Enormes rocas suspendidas giran y giran, el aire le levanta sus negros vestidos finitos, sus cabelleras
adornadas de jóvenes vírgenes forman cúmulo de polvo dorado. Algunas palabras se atoran en
el flujo de constelaciones, en el brazo de Saturno. Somos una gran rueda que ha perdido el eje y
vaga sin sentido por espacios desconocidos, lejanos, lejanos. La voz que clama una misericordia
desconocida ha dejado de percibirse, ha dejado de habitar los triángulos, ha dejado de pertenecer
a este tiempo-espacio, ahora se repite cuidadosamente bajo la protección de otra mano, de otra
mirada.
2. Dame el cuidado de tus grandes manos que abarcan grupos cósmicos inconmensurables, levántame,
enséñame a ser fuerte, a soportar lo que no se puede evitar, lo que se espera y nos da miedo;
sólo tú sabes hasta qué punto puedo resistir, soy débil y puedo caer, eres fuerte; quiero que me
sostengas cuando llegue ese momento, con la suavidad de tus manos invisibles, con la fuerza de
tus brazos de sol.
3. Dame el cuidado que un niño puede necesitar al sentir el miedo terrible de sus sueños de profeta.
No seré capaz de negarte, no tendré que palpar tu piel con mi piel para saberte existente,
presente. Dame el cuidado que sólo se le puede dar a un animal que está a punto de emprender
su gran marcha; permíteme besar con suavidad tu cielo estrellado, tu viaje de gran río, tus
galaxias pequeñas y enormes, perfectas y sublimes, cálidas y frías.
4. Los círculos son las figuras perfectas que permanecen en un vacío que no se sabe como tal. Somos
vida de hombre. Polvo al polvo porque es en verdad a donde hemos pertenecido desde el
principio de los siglos, a través de los minutos y segundos que conforman la larga y delgada
mano de la infinitud. Fenómeno negado al hombre por una fuerza arcana y terrible, conocida y
dulce, llena de enojo y apacible como el seno de la amada.
5. El viento levanta con gracia sutil la etérea tierra. Hoja con hoja se toman de la mano; los árboles de
otoño les permiten jugar su última vejez que antecede a su renacimiento como fragilidad
creadora. Juegan, se caen, vuelan aterrizan; se dibujan ciclos enteros, ires y venires. Muerte y
resurrección.
6. El agua escapa de nuestras manos, el tiempo también lo hace, la misma vida lo hace, lo que
queremos no se queda para siempre, el hombre no se acostumbra a la impermanencia de las
cosas. Vivir son constantes movimientos que a veces tiene que dar pasos al vacío para poderse
encontrar a sí misma, sin ninguna máscara, tal y como es, fuera de las imperfecciones de los
Poética cósmica
14
Poética cósmica
cuerpos contenedores. Se siente cierta atracción al vértigo, se nos pide aprender a caer, ¿lo
podremos hacer sin que nos duela el abandono, el retiro de todo, el dejar para revelar? ¿Lo
podremos hacer sin chistar, sin otra mano más que la que viene viniendo desde el inicio de
nuestros días?
7. Permanecemos dando vueltas a velocidades incalculables, pero no lo sentimos; ni siquiera nos
percatamos del sol que nace y muere ante nuestros ojos; nos medimos. Permanecemos callados,
en suspenso, entre paréntesis. Sentimos la mirada triste y lejana de alguien, la voz casi apagada
de sombras que no se han revelado ni en nuestros sueños.
8. El aire que cruza por cada rincón de la tierra, por entre las ramas de los árboles, por sobre la
corriente del riachuelo, gira en un su propio eje levantando las manos al cielo y extendiendo
ruegos en lenguas que nosotros hemos olvidado. La indiferencia nos devora como lo hace la ira.
9. Esta vez el movimiento de algunos animales corriendo a campo traviesa nos enseñan que nuestra
muerte la cargamos a donde sea que vayamos: el polvo. Tratemos de limpiarnos los ojos con
ambas manos, veamos, observemos, entendamos. El suelo que se tiende ante nuestros pies ni
siquiera nos pertenece, por qué queremos poseer lo que sabemos como prestado.
10. Cuando alcancemos a contar todas las estrellas existentes y por nacer, tendremos el derecho de
adueñarnos de algo; conocemos más de lo que está afuera, o así nos engañamos, que de lo que
está adentro. No nos conocemos, ¿qué somos? Un sombra en un mundo que se percibe como
juego de espejos. Representaciones de algo que no pueden ver nuestros ojos con gran detalle.
11. Grandes edificios se levantan soberbios retando el manto azul, hogar de las aves que van de paso.
El ruido de los motores rugiendo allá abajo, pasos de personas que van a un lugar antes
pensado, el tiempo olvidado, perdido en quehaceres rutinarios.
12. Alguien empuña un arma.
13. Alguien le declara la guerra a un débil.
14. Alguien finge vivir en armonía, es un tornado potente que va arrasando pedazos de corazones.
15. Hemos dejado de ser para estar. Nos hemos abandonado en una mala forma, ni eso podemos
comprender del todo, nuestro conocimiento de muchas cosas es más limitado de lo que puede
llegar a pensarse. Arrastramos los pies para dejar un rastro preciso para cuando queramos
volver, no hay vuelta atrás, que caigan las grandes estatuas de sal que se forman a las faldas de las
montañas.
16. Naturalmente, mi sangre escasea por cada pensamiento, mi cuerpo se va llenando de más vacíos
cada vez que siento que uno ha sido llenado.
17. Mis manos temblorosas sienten el miedo de una partida lejana; los perros duermen por la mañana
concibiendo suertes perecederas, corren y dan grandes saltos como corderos, aunque también
15
saben que han de ser sacrificados para calmar la ira de un dios remoto.
18. Cada mañana surgen insectos entonando melodías que parecieran ruidosas e inservibles. Ya nada
sorprende al hombre.
19. ¿Qué tiempo no se ha revelado como tendría que haberlo hecho?
20. ¿Qué imagen inunda tu mente, viajero de cosmos?
21. ¿Qué sonidos te han vestido esta mañana para emprender la carrera desenfrenada al desierto?
22. Has bebido y comido de la carne de tu hermano para sentirte limpio, para hacerte saber, para
convencerte que puedes volver a ceros creyendo que tienes las manos recién salidas del agua.
Incluso el agua más pura llega a contaminarse con la tierra que el hombre guarda entre sus uñas.
23. Polvo al polvo. La tierra no hace ninguna diferencia, ella no tiene la culpa que en el barro del que
nos formaran habitara el gusano corrompedor. La tierra no hace ninguna diferencia, podemos
sentirnos felices al saber esto, podemos regocijarnos, hacer de cuenta que todo termina cuando
tiene que terminar. La tierra no hace ninguna diferencia, claro que no, ¿cómo te sientes al pensar
que compartirás un lugar donde lo superior, inferior, bueno, malo no existe como tal?
24. Bajo las grandes medidas cósmicas nos llegaremos a saber infinitos, sólo así, por el momento nos
es imposible acceder a ello. Vengan tus palabras interminables a darnos el consuelo que tanta
falta nos hace, vengan tus palabras a sanar nuestro espíritu que ha sufrido la herida de una
espada que creíamos buena y de buen corazón.
25. Conocer me lleva a no conocer, saber me conduce a la ignorancia. Y aunque sepa mucho de
muchas causas y efectos, en realidad alcanzo a comprender nada. Tú, que sin la necesidad de
adentrarte a lo que quieres obtienes el universo entero, puedes entenderlo. Tú que sin haber
leído mucho de lo que los hombres han escrito guardas en una sola molécula divina el rayo
luminoso de las supernovas.
26. Escapemos, a donde nada nos impida el abrazo mutuo con la naturaleza, donde podamos escuchar
el cuchicheo del pasto y el murmullo de las hierbas a nuestro alrededor. Donde vivamos
cubiertos por el cielo infinito que se extiende a todo lo ancho de nuestras miradas. El uno y el
Universo.
27. Sé que necesitas pruebas de mi amor universal, de mi cariño que sobrevuela los campos floreados
como ave cantor, como el silbido del viento jugando con la maleza, con el rubor de las olas, con
la templanza del polvo solidificado, con la tibieza matutina del logos que te forma.
28. Conduce este camino, que tus dedos caprichosos y serenos se junten en indecibles metáforas, en
grandes imágenes protectoras. Conduce este camino como lo has hecho desde antes de saber de
tu existencia.
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José J. González
Poética cósmica
29. Conduce este camino, que tus dedos caprichosos y serenos se junten en indecibles metáforas, en
grandes imágenes protectoras. Conduce este camino como lo has hecho desde antes de saber de
tu existencia.
30. Buscamos tus nombres mencionados por las rocas, por los animales; buscamos tus nombres
escritos en los colores de las estrellas que van muriendo, en toda centella de luz, en el titiritar de
cuerpos celestes.
31. Estás tan alto que nosotros, sobre todo yo, no podré alcanzar para contemplarte en tu proporción
divina de creación. Estás en la parte oculta de la corteza de la naranja, en el movimiento
impreciso de una esfera chocando con otra, y así sucesivamente; perteneces a un extraño orden
de sonidos que van vagando desde los primeros microsegundos latentes de metamorfosis.
32. Coexistencia de seres andróginos, de actos fuera de la potencia conformadora.
33. El volumen de los cuerpos se puede conocer por la superficie que ocupan; tú estás y sigues sin
ocupar un sitio preciso; te detienes a repensar lo que has creado con tus manos cósmicas; tu
aliento vivifica la palabra, me voy llenando de ti.
34. Algunas veces llego a querer comprender el prisma del que se ha desprendido todo,
35. el prisma atado en el silencio, el prisma génesis de oscuridad,
36. el prisma en el agua tranquila,
37. el prisma corazón de los hombres.
38. Hemos llegado a la incomprensión, a la intolerancia del hombre por el hombre, cada movimiento
descompasado nos conduce a la oquedad, a lo que siempre ha estado suelto y oculto muy dentro
de nosotros.
39. Sólo tu presencia ha podido salvarme, socorrerme, me has desprendido de mí mismo para llevarme
al lugar al que todos tememos con fuerza tremebunda: el terreno del reconocimiento.
40. Me he entendido como finito.
41. Me he entendido en la más asquerosa de las náuseas.
42. Me he entendido a partir de la desesperación, que ahora ha cesado para cobrar nuevos bríos.
43. Me he entendido a partir de tu presencia.
44. Te pido que me brindes la protección que tanto busco.
45. Que me permitas encontrarte cada vez que te llamo con voz débil.
46. Que me abraces con ternura cuando me sienta acabado por la sensación de lo no-acabado.
47. Que aceptes mi amor en una pura forma no-imaginada.
48. Que permitas anularme para habitar un espacio cerca tuyo.
49. Que deje este cuerpo, esta estructura estorbosa y limitada.
50. Quiero ser siendo.
17
José J. González
51. Ya una vez hemos comido de ti.
52. El acto de la palabra llenó calmosamente nuestro espíritu.
53. Diste al movimiento de los granos de arena en el desierto otro sentido.
54. Diste a esta vida mía, a mis viejas vidas, a mis olvidadas vidas desterradas de las antiguas razas, la
paz con tan sólo una mirada.
55. Me siento no-encontrado, como suspendido dentro de algún espacio que nunca ha sido nombrado
por las palabras de los hombres.
56. Extiendo las manos al lugar que te pertenece. Puedo sentir la calidez que fluctúa de tu esencia de
luz.
57. Horado las tinieblas con el tacto sutil de los desgraciados que quieren regresar por el camino que
antes habían olvidado.
58. ¿Pueden sentir el sonido suave de las flautas?
59. Silencio. Es lo que ha existido desde el principio, es el germen que nos compone. Silencio. Tú,
silencio creador.
60. Me falta aprender mucho de ti.
61. Requiero de las enseñanzas que surgen de tus palabras que carecen de articulación.
62. Requiero que me muestres los caminos del interior, de lo invisible para los ojos del cuerpo, de lo
visible para el alma.
63. Revísteme del manto de tu creación y permite que deje de habitar aquí para que comparta la natura
de las vibraciones.
64. Dejaré mi cuerpo, lo devolveré a la tierra, la gran madre.
65. Polvo al polvo.
66. Será ésta la única forma de alcanzar tu comunión más allá del tiempo.
67. Cantos y cantos se han hecho para buscarte.
68. Yo te busqué debajo de las constelaciones, entre el ruido de las piedras, sobre los nombres de
antiguas montañas.
69. Yo te busqué.
70. Yo te busqué.
71. Poesía, yo te busqué. Y créeme, me atrevo a decir, creo que te encontré.
18
Escrito el día 8 de diciembre de 2011. Leído
en el marco del II Coloquio de literatura y
música, Toluca, Estado de México.
Miles y miles de años,
hombres, ancianos, mujeres,
todos los seres del universo terrenal,
aquellos que profanaron la paz del
supremo creador,
navegantes somos, y en el sendero
empedrado tropezamos, con mis pies sangrando
bajo tu yugo, fugaces mis sueños.
Idolátrame, gitano fuerte y viril,
tú de piel de caravana y ojos de marfil
tú que con tus cantos,
tú que con tus cantos,
enredas mis sueños,
tomaré un largo viaje
me tiraré en medio del pasto seco,
y que la tierra me desnude,
navegantes somos, y en el sendero
empedrado tropezamos, nunca terminé.
Mi pequeñita, dulzura, ternura,
hazme entender…
Jinete de negros ojos,
cuántas rameras bajo tu espada escondes,
y un incesante palpitar me recorre
mujer de ojos tristes,
adorna tu cabello,
crucé los mares del infierno
19
Por Carlos Alberto Aguirre
Navegantes (Parte I)
¿A dónde me lleva?
¡Padre, me fornicas!
¡Madre, te mataré!
Un buen amigo me lo aconsejó
el rey lagarto con sus pieles
vino a mis sueños,
navegantes somos,
aves de rapiña sacaron tus vísceras
las repartiré a los hombres pobres,
y en una cruz te alabaré,
mojaré mi carne en el vino de
la redención, tomaré del cáliz
la salvación, con mis manos juntas…
Toma mi mano, el mundo nunca
dependió, los huesos del sapo,
navegantes somos, y en el sendero
nos empeñamos a tropezar.
Levanta tus harapos,
la noche terminó,
Adán, Eva, carne de mi carne,
olviden mis palabras.
Con añoranza desprecio mi partida,
navegantes somos,
apaga las luces,
asesíname, deja que tus lágrimas
sean la lluvia, una sombra
en el último tiempo,
creo que la carretera se desplomó,
marginados mis parpados y mi
vida jamás terminó,
la bestia ingrata se apoderó de mí.
20
Carlos Alberto Aguirre
Navegantes (Parte I)
Navegantes somos,
navegantes somos,
navegantes, navegantes…
Así comenzó nuestro viaje
juntos, una noche
confiésame tus secretos,
quiero terminar en tus brazos
dormido toda la eternidad
navegantes somos, y en el
sendero empedrado tropezamos,
en mi mente no dejo
de recordar tus dulces palabras,
una noche que en la distancia
se convirtió en cercanía,
cuando dejamos de tener pudor,
cuando fue que desapareció mi cobardía
acaso necesito repetirlo…
21
Viviendo con esta soledad... Creyendo que alguien llegará,
esperando a la persona indicada y no a la ideal,
creando un mundo de soledad en donde sólo existo yo y un espacio vacío
esperando ser ocupado por esa persona que...
que creo que jamás llegará.
Pido lo que quiero y no lo que necesito,
busco pero no encuentro,
trato de entender la vida pero...
Es demasiado confusa...
Cuando creí haberte encontrado, al pasar del tiempo,
me doy cuenta de que vamos por rumbos diferentes,
tú ya vienes cuando yo a penas voy,
quisiera poder ir con esa velocidad con la que avanzas,
pero... no está en mis expectativas.
¡Soledad!... dulce y amarga soledad...
acompáñame a estar solo, tú y yo,
nadie más me hará compañía, si no la absoluta locura y el ilusionismo
de la inspiración en la que trato de expresar gritando en silencio este
destrozo interior que a leguas se ve por mis ojos...
la alegría triste de mi sentir...
Quiero gritar para que nadie me oiga y guardar silencio para ser escuchado,
cierro los ojos para verte y cuando los abro nunca estás,
dime ¿en qué persona existe tal locura como esta?...
Será que... ¿no soy de este mundo?...
Dímelo tú...
Pues no puedo socializarme con este planeta de hipocresía y dolor...
"Creo que será mejor seguir acompañado mientras estoy solo,
pues hay menos preguntas si solo estoy yo..."
2 de febrero de 2010
22
Por Bani García
Soledad
Dedicado a mi esposa Claribel Delgadillo Fuentes.
H oy me desperté pensando en eso. Mirándome al espejo dije: “cuarenta y tantos”;
aún aquí, con tres hijas hermosas que sólo me dan grandes motivos de orgullo,
un marido al que amo y aun veo guapisisisísimo, con trabajo (bueno, no mucho,
pero trabajo).
Empezando a recolectar un poco de lo sembrado, veo a mí alrededor y concluyo: creo que
todo es bueno.
Y de repente, ¡sorpresivamente!, llega también a mi mente el otro lado de la moneda, como
todo en esta vida, ¡hay un pero en todo esto! Y de nuevo al espejo, lo que veo me pone triste, no
hay ningún 90-60-90 todo lo contrario, los cuarenta han dejado una gran huella y, observando
detenidamente, hay canas y no son pocas —algo que un buen tinte no pueda arreglar—, bueno hay
solución; de nuevo me pone triste.
Siendo más honesta, mis tres tesoros son hermosos, mi orgullo, mi vida, mi marcapaso
personal, la miel de mi existencia, la luz de mis ojos, mi mirar a Dios en ellas; pero… son tres
ADOLESCENTES a las que hay que tratar con pinzas. Sobrellevar sus malos estados de ánimo,
conducir y presionar para que estudien, negociar permisos, etc. Sí es desgastante y lo peor de todo:
ellas crecen, yo envejezco. Eso sí es triste.
Bueno hay que pensar otra cosa. Enciendo la tele y veo que Carlos Fuentes ha fallecido
sorpresivamente y caigo por un momento en la cuenta de toda la gente querida que a mi alrededor
ha muerto: abuelos políticos, muy queridos por cierto, papás de amigos, tíos, padres, el único amigo
de mi papá de toda la vida —un personaje de novela del cual después hablaré—, tantas personas
queridas de quienes en esta etapa de mi vida, los cuarenta, tengo que despedirme con mucho
dolor, y ahora entiendo cuál es la verdadera TRISTEZA DE LOS CUARENTA: empezar a decir
ADIÓS.
CHELA
23
*Graciela Díaz nos cuenta de ella: “Nací en un muy pequeño pueblito del Estado de México —pues sólo consta de tres calles horizontales y cuatro verticales, pequeño ¿verdad?— que se llama San Bartolito Tlaltelolco, un 29 de junio de 1967. Estoy felizmente casada. Llevo 17 años y 7 meses junto a BETO, mi esposo, tengo tres princesas: la mayor de 16 años, LAURA; la segunda, PAOLA, de 14 y mi pequeña GABY de 12. Soy ama de casa de tiempo completo y con el sueño desde hace más de 30 de escribir y que a alguien le pueda gustar. Hoy lo hice”.
Por Graciela Díaz*
La tristeza de los 40’s
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El tema de julio es:
Testimonios: la vida antes de la tecnología
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25
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publicación Temática
No. 12 2 de julio de
2012
Testimonios: la vida antes de la tecnología.
No. 13 6 de agosto de
2012 El trabajo de escribir
No. 14 3 de septiembre
de 2012 Violencia
No. 15 1 de octubre de
2012
Comunicaciones. Los lenguajes y las
lenguas.
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El arte es una act iv idad consc iente
reproducción, construcción, o expresión puede deleitar, emocionar capaz de reproducir, construir form
as, o expresar una experiencia si el producto de esta o pr
oduc
ir u
n ch
oque
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