Mu 72: Viva el chef

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Viva el Chef Martiniano Molina, el cocinero mediático que se hartó de promocionar basura y se sumó a una onda que crece: la comida sana y sustentable, que desafía a un sistema de producción enfermo y desquiciado el periódico de lavaca edición de verano 2013/2014 año 8 / número 72 Valor en kioscos $ 15 Suplemento El buen comer Ideas y recetas para una dieta rica y sana

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Martiniano Molina, el cocinero mediático que se hartó de promocionar basura y se sumó a una onda que crece: la comida sana y sustentable, que desafía a un sistema de producción enfermo y desquiciado.

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Viva el ChefMartiniano Molina, el cocinero mediático que se hartó de promocionar basura y se sumó a una onda que crece: la comida sana y sustentable, quedesafía a un sistema de producción enfermo y desquiciado

el periódico de lavacaedición de verano 2013/2014año 8 / número 72Valor en kioscos $ 15

Suplemento

El buen comerIdeas y recetas para una dieta rica y sana

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supermercados”. 5) “Hay una imposición y dependenciade las semillas transgénicas y todo el pa-quete tecnológico de agroquímicos parapoder usarlas, una subordinación a insu-mos importados, y todo el sistema provo-ca un agotamiento de los suelos y lasfuentes de agua, contaminación, defores-tación y desertificación”.

Inflar la inflación

rgentina es un país productor de ali-mentos. “No tiene sentido que hayauna inflación como la que hay, que

te muestra de qué modo el alimento se con-virtió en mercancía. Y si es así, estamos enun problema mayor”, dice Miryam, que noexcluye del problema a los alimentos etique-tados como orgánicos: “Les ponen ese motecon una certificación que los encarece. Lagente ni los puede ver salvo en algunos luga-res para alto poder adquisitivo”. El peligro mayor que observa Miryam es

la propia concentración: el 6,3% de las em-presas alimentarias detenta el 86% de la fac-turación: “La cadena de producción, comer-cialización y abastecimiento de losalimentos de la canasta básica está en ma-nos de un puñado de empresas que puedenmanejar los precios. Y ahí está el origen delos desabastecimientos y golpes de inflacióno hiperinflación: los famosos golpes de mer-cado con los que sacuden a los procesos de-mocráticos”, diagnostica Miryam mientrasme muestra cómo el negocio mundial de laalimentación está concentrado en 10 empre-sas, entre ellas Coca Cola, Unilever, Kraft,Nestlé, Pepsico, Kellogs. La cuestión de los precios afecta princi-

palmente a los pobres: “Entre el 60 y 70% delpresupuesto familiar de los sectores de me-nores recursos está destinados a la alimenta-ción. Y las subas de precios se dan en losproductos de mayor consumo, que se corres-ponden con los hábitos de la gente: carne,harinas y derivados, pan y pastas, arroz, azú-car, aceite, yerba”. Eso conduce a otra típicasolución de mercado: segundas marcas, queindican que hay alimentos de primera, desegunda y de cuarta, cada vez más vacíos decontenido alimenticio, pero más rellenos dequímicos, conservantes, colorantes, sabori-zantes, grasas trans, sales, aditivos, adictivos& afines. Para chuparse los dedos, con nutri-ción cero. Otro problema es el de las cadenas de

distribución de alimentos que hacen que unconsumidor de un sachet de leche pague500% más que lo que recibe el productor.Naranjas: 800% más. Lechuga: 1.500% más.

Googleando la realidad

La industria alimentaria busca ho-mogeneizar todo. Que las manzanassean iguales, que los tomates tengan

el mismo color, que los paquetes de cual-quier producto sean coloridos y tengan con-servantes para transportarlos a los lugaresdonde ya no se cultivan alimentos. Dicenque así bajan los costos, pero los precios su-ben. Y colaboran con todo esto los mediosde difusión que jamás meten un mensajecon recomendaciones en cuanto a elegir ali-mentos realmente saludables”. Al contrario, los medios se manejan por

pautas publicitarias y mensajes que hablande cajitas felices, todo va mejor, juventud, co-munidad, alegría, diversión, salud, “y la ideade que el consumo es el que te da ciudada-nía, o incluso te da identidad”, dice Miryam,que aclara una cuestión de contenidos: “Lesponen aditivos, saborizantes, colorantes,edulcorantes, que a la larga dañan la salud.También buscan a los chicos como sujetosde las propagandas, les dicen que para crecery desarrollarse tienen que comer tal cosa,que los chicos reclaman y las familias com-pran creyendo que son sanos”. Miryam: “Google es el mejor invento de

la época. Ponés aditivos y mirá lo que apare-ce”. Aparece una página, por ejemplo, queexplica cómo cierto edulcorante puede cau-sar adicción, dolores de cabeza, vértigo,

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a alimentación de la sociedadargentina actual es una encru-cijada, dice Miryam Gorban,que cualquier persona puedeidentificar por al menos dos

síntomas:

La dificultad para acceder a comida sana. Los precios.

“Lo sano no es que te vendan comida indus-trial, galletitas, yogures y montones de pro-ductos llenos de cosas que ni sabés qué son,sino acceder a alimentos frescos y que seproduzcan cerca. O sea: cadenas cortas decomercialización que eliminen tantos inter-mediarios”. ¿Y los precios? La definición va mucho

más allá de un código de barras: “La indus-tria alimentaria está concentrada en muy po-cas empresas, en Argentina y también en elmundo. Siempre te dicen que la concentra-ción y el gran tamaño de esas empresas sir-ven para abaratar costos, pero los alimentoscuestan cada vez más. Por ejemplo una em-presa, Bimbo, te maneja el 62% del mercadoindustrial del pan. Y otra, Ledesma, el 75%del azúcar. Como a la vez están concentra-das las bocas de distribución, 6 supermerca-dos tienen el 90% de las ventas. Con todoese esquema, manejan los precios comoquieren. Y además se encarecen muchísimasproducciones que han sido desplazadas porel modelo sojero. Así, la inflación y el abas-tecimiento pueden ser digitados por las cor-poraciones. Los alimentos no son una mer-cancía: los convirtieron en eso como unaforma de control de las sociedades. Y la in-flación que produce la alimentación no esun problema económico. Es un problemapolítico”.

De Favaloro a la olla popular

iryam Gorban es nutricionista, unade las voces más autorizadas paraentender el presente de la comida, y

a la vez una persona muy nutritiva, con unaactividad que despliega desde la Cátedra deSoberanía Alimentaria de la Facultad de Me-dicina de la UBA, la vicepresidencia criolla deMédicos del Mundo, su participación en di-versos ámbitos médicos y científicos, y reco-rridas permanentes por el país sirviendo ide-as y acciones acerca de lo que comemos ycómo cambiar el futuro, entre otras aventuras. “Conocí los dos extremos. Estuve en las

ollas populares durante las crisis argentinas:me llamaron para enseñar, pero terminéaprendiendo de señoras que hacían bolas defraile para vender en la cancha. Y tambiénfui jefa del Departamento de Alimentacióndel centro más desarrollado en su momento,que fue el Sanatorio Güemes: atendíamos lanutrición de los enfermos del corazón queempezaba a operar el doctor René Favaloro,además de pacientes en 1.000 camas. Y almismo tiempo dábamos de comer a 3.000personas que trabajaban allí, todo autoges-tionado, desde el abastecimiento hasta elproducto final”.Está a punto de cumplir 82 diciembres, es

un volcán de entusiasmo y de cordialidad yes muy nutritiva si se considera, como plan-tea el francés Francois Jullien en el libro Nu-trir la vida, que la nutrición es un conceptoque se puede aplicar a lo físico, lo mental, lo

Política al denteMIRYAM GORBAN, ESPECIALISTA EN NUTRICIÓN

Desde la Cátedra de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina de la UBAinvestiga el mapa de la concentración empresaria que controla los precios y la basuraque comemos. Toda la información que nunca vas a leer en la prensa comercial.

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espiritual, lo social. Se nutre el organismo,pero también los deseos, ideas y sueños, laimaginación y las relaciones personales. Sonnutrititivas las experiencias de vida, y nuncaestá demás nutrir la propia cabeza, no sólocon productos capitalres, sino del lado deadentro. Miryam Kurganoff de Gorban, además,

parece decidida a nutrirme con café, media-lunas y la computadora rebosante de powerpoints asombrosos en su casa de Lomas deZamora, poblada de fotos que incluyen lasque le marcan una proyección generacionala lo que hace: sus cuatro bisnietos.

El mapa

Cómo entender la dificultad de ac-ceso a una comida sana, y la cues-tión de los precios? Los dedos tecle-

an ágiles. Aparece un archivo en la pantalla.Enter. Surge un gráfico que es como un labe-rinto lleno de flechas sobre causas y efectosdel modelo del agronegocio. Mejor escucharcómo lo cuenta Miryam:

1) “El primer tema es la concentración detierras. Se meten en el agronegocio –sojaprincipalmente– nuevos actores que no

son productores sino grupos financieros,que cambian la lógica productiva porquelo que les interesa es la máxima rentabili-dad y la exportación, no la alimentaciónde la sociedad”. La soja ocupa el 60% delterritorio cultivable argentino y se expor-ta como forraje para vacas y cerdos chi-nos y europeos. 2) “La concentración de tierras expulsa odesplaza a los campesinos y pequeños ymedianos productores. 3) “Eso incrementa la migración del cam-po a las periferias urbanas, a zonas de po-breza y marginalidad”, situación que lue-go da lugar a los reclamos sobreinseguridad y la necesidad de planes so-ciales para contener a esos sectores some-tidos a la violencia de la fragmentaciónsocial y la desigualdad.4) “Por la concentración de tierras, en lospueblos se pierden los recursos para pro-ducir localmente alimentos, desaparecensistemas productivos enteros y los merca-dos regionales. Entonces el monocultivodestruye la diversidad, faltan alimentos,hay menor oferta, agravada porque mu-cho de lo que se produce está orientado ala exportación. Por eso cambia la canastaalimentaria y suben los precios. Gananterreno la alimentación industrial y los

La profesora Gorban da clase magistral sobre la dieta actual: concentración, inflación,expulsión y enfermedad. “Alimentarse es un hecho político, social y de ciudadanía”.

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depresión, fatiga, irritabilidad y, en los pe-ores casos, enfermedades como cáncer oAlzheimer. Otras páginas lo defienden co-mo un producto seguro. “Ahí lo que plan-teamos es un principio precautorio: si nohay certeza sobre el efecto de un alimento,prevengámoslo porque si te enfermó notenés marcha atrás”. Otro marketing: los productos enrique-

cidos y saludables. “Le ponen hierro a lapolenta, enriquecen las harinas, cualquiercosa. Pero si a un chico le das un huevo ydos cucharadas de carne picada, es lo mis-mo, mejor y más barato. Con un centavode costo en supuestos refuerzos que leagregan al producto, el consumidor termi-na pagando 5 pesos más”. Googlea Miryam y aparecen los conflic-

tos de la multinacional Danone por la pu-blicidad considerada engañosa de sus pro-ductos Actimel y Activia, a los queadjudicaban el refuerzo de las defensas in-munitarias, la solución del ‘tránsito lento’,con la presencia de pro-bióticos, que soncomo los utilizados para engordar vacas,pollos y cerdos, y que en países comoFrancia consideran que han contribuido ala epidemia de obesidad infantil que sufreese país. Argentina, para no ser menos, esel país latinoamericano con mayor porcen-taje de obesidad en menores de 5 años, deacuerdo a la Organización Mundial de laSalud. El Ministerio de Salud de la Naciónacaba de confirmar que la tercera parte delos adolescentes argentinos tiene proble-mas de sobrepeso, producido también por

la combinación de gaseosas, golosinas, piz-zas y todos los etcéteras rellenos de quími-cos y adictivos que les están hipotecandola salud y acaso la vida. La obesidad, memuestra Miryam en otra imagen, afecta so-bre todo a los sectores más pobres. Allí hayque agregar la anemia por falta de alimen-tos: 34% de los menores de 2 años, 45% se-gún la región, que ven condicionado supotencial físico y mental.

Trans

a Cátedra de Soberanía Alimenta-ria tuvo 100 alumnos en su prime-ra versión 2013. “A los que vinie-

ron les dije que no se recibieron de nada,pero aprendieron de todo”. Se suma a lasque existen en La Plata, Patagonia, Co-mahue, Mar del Plata, Lomas de Zamora,Luján. En la cátedra, por ejemplo, analiza-ron cómo en plena crisis de 2002, con elapogeo del hambre y de la soja, nutricio-nistas y organizaciones científicas denun-ciaron que la soja no podía utilizarse “ja-más” como sustituto de la carne ni de laleche, se la contraindicó para menores dedos años, y se recomendó no utilizarla enmenores de cinco “por los factores negati-vos en la alimentación infantil”, entreotras advertencias sobre el alimento del si-glo 21, que ahora ingerimos a través de losanimales engordados con esos granostransgénicos y fumigados con veneno. “Actualmente se están logrando otros

avances, como la prohibición de las grasastrans en todos los alimentos elaborados apartir de diciembre de 2014. Son las peo-res: producen alteraciones vasculares y enel tenor de grasa de nuestras arterias”.Se calcula que en los próximos 5 años

esta prohibición va a evitar 10.300 infar-tos, 200 ACV, 4.600 muertes cardiovascu-lares y una reducción de los casos de dia-betes y de obesidad, producidos poringerir esas grasas que rellenan pasteles,alfajores, golosinas, galletas dulces y sala-das, chocolates, pizzas y productos conge-lados, mantecas vegetales y margarina, en-tre miles. “Además, por ley, se reducirá enun 15% el sodio en todos los alimentos ela-borados”, informa Miryam. Las prohibiciones refuerzan una intui-

ción: los señalamientos que personas co-mo Miryam Gorban hicieron siempre so-bre la industria alimentaria, más solas queacompañadas muchas veces, eran correc-tos. El primer problema es no haberles he-cho caso antes. El segundo problema esno escucharlas ahora. “Es falso que la industrialización y los

transgénicos sirvan para paliar el hambre.Con lo que se produce hoy en el mundopueden alimentarse 12.000 millones depersonas y somos 7.000 millones, perohay 1.000 millones con hambre, principal-mente en los países productores de ali-mentos. Ahí ves que el monocultivo estádestinado a la exportación, y que el pro-blema es de poder: cómo se distribuyenlos alimentos.”

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SoberaníaSeguridad y Soberanía alimentariaes el título del libro de Miryan Gor-ban donde desarrolla este concep-to: “La soberanía alimentaria bus-ca que cada país fije sus políticasque garanticen el derecho a la ali-mentación cultural y nutricional-mente adecuada para toda la po-blación, de un modo sustentable yagroecológico. Implica que no ten-gamos que importar alimentos yque podamos decidir qué come-mos y cómo producirlo”.

Las propuestas de Miryam, que compar-te con un universo de organizaciones, cáte-dras y experiencias sociales, plantean uncambio gradual en el modelo de produc-ción hegemónica, estimular la agroecologíafamiliar alrededor de los conglomeradosurbanos, garantizar así el abastecimientode alimentos frescos con cadenas cortas decomercialización (con beneficios como labaja de precios, suba de la calidad de ali-mentos, y generación de trabajo), promo-ción de una alimentación saludable, frenarla concentración y extranjerización de latierra. Contra los cambios lisérgicos apro-bados recientemente en el Senado al Códi-go Civil, las propuestas incluyen garantizarel acceso a la tierra y el resguardo y promo-ción de su función social. Plantea la necesi-dad de controlar estatalmente la cadenaalimentaria, los precios, recuperar institu-ciones como las juntas de granos y de car-nes, eliminar la producción de agrocom-bustibles a partir de alimentos, respetar alos pueblos originarios en sus territorios,transformar todo esto en un tema formalde la educación pública. Miryam aclara que no es una funda-

mentalista de la comida y amenaza conprepararme uno de estos días empanadasde carne cortada a cuchillo, a la santiague-ña. Mientras apaga la computadora, dice:“Todo lo que hacemos o dejamos de haceralrededor de la alimentación, y hasta elhecho de alimentarse, no es un acto fisio-lógico. Es un hecho político, social y deciudadanía ¿Otro cafecito?”.

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n muchas novelas y cuentospoliciales se presenta al lectorun crimen misterioso, una víc-tima, se describe el ambientede la época, y hay detectives

que buscan resolver el caso hasta averiguarcuál fue el móvil, cómo se cometió el cri-men, con qué arma, y quién es el culpable.Malcomidos es un libro que puede leerse co-mo la presentación de un envenenamiento,no hay un culpable sino muchos; describecómo se comete el crimen, cómo es el am-biente de la época, y cómo descifrar un casoque no se resuelve con detectives. Pero no esuna novela ni un cuento, y la historia de-muestra que entre las víctimas está el perso-naje más desprevenido y más inesperado: ellector. Y millones de personas más.

El móvil es económico. Y el arma es unaque en este mismo momento usted que lee,y yo que escribo, estamos digiriendo: la co-mida. Por eso el subtítulo de Malcomidos esuna denuncia: Cómo la industria alimentariaargentina nos está matando.

Soledad Barruti es una argentina cosecha1981. Papá abogado, mamá y abuelo médi-cos, abuela cocinera de pollos inolvidables.“Trabajé como periodista para financiar loque quería hacer”. Lo que quería era descu-brir qué comemos: “Empecé a entender elproblema del modelo extractivo, pero ade-más quise conocer cómo es la produccióndirecta de alimentos, que forma parte de lomismo”. Presentó su proyecto de libro, consi-guió viáticos, se armó de paciencia, grabadory agua mineral, y salió a recorrer varios in-fiernos intragables.

Aperitivo: biografía de un huevo

l libro plantea que la comida real es-tá desapareciendo como alimento,desplazada por una superproduc-

ción industrial cargada de químicos, medi-camentos, aditivos y drogas, superproduc-ción que rellena a las personas más quenutrirlas, no reduce sino que aumenta elhambre en el mundo, destruye formas devida social, consolida la exclusión, el empo-brecimiento y el vaciamiento de las zonasrurales, afecta al medio ambiente, y es unode los orígenes de enfermedades que vandesde la obesidad y la anemia hasta las quemejor ranquean entre las fatales, como lascardiovasculares y el cáncer.

La primera parada de Malcomidos esemblemática: Crespo, Entre Ríos, capital na-cional de la avicultura, que provee parte delos 600 millones de pollos y 8.000 millo-nes de huevos que se producen anualmen-te en el país. El capítulo se llama La Meta-morfosis e informa que el consumo que erade 10 kilos anuales de pollo por persona en1980, se triplicó, lo mismo que los huevos:210 por persona.

“Entrar a un gallinero industrial es unapesadilla” dice Soledad a MU. El libro descri-be galpones “de olor ácido como un bañoquímico después de un recital” donde seagolpan 10.000 gallinas o más cacareando enjaulas de 20 x 20 centímetros, en cada una delas cuales hay cinco o seis ponedoras aplas-tándose unas sobre otras y agrediéndose. Poreso les cortan los picos, lo que no impideque las agredidas queden con cuellos y lo-mos sanguinolentos. Algunas mueren porlos ataques de sus vecinas, o ahorcadas tra-tando de asomar la cabeza de la jaula. Y laque sobrevive pone un huevo por día. Lasgallinas muertas no son apetecidas siquie-ra por los perros, que apenas las huelen.Cada una recibió entre 11 y 15 vacunas ydosis masivas de antibióticos y hormonas.“Por los alimentos que reciben las gallinas,la falta de sol y movimiento, los huevostienen más colesterol, más grasas satura-das, dos veces menos omega 3 (o grasasbuenas que contrarrestarían el colesterol),tres veces menos vitaminas E y A, siete ve-ces menos betacaroteno que los huevosnaturales, y 50 veces más posibilidades deestar infectados con salmonella, bacteriaque aparece a granel en estos estableci-mientos”. Eso sí: los huevos que salengrandes son ofrecidos con el rótulo “decampo” en los supermercados urbanos.

Duro de tragarUna investigación sobre la industria de alimentos en Argentina describe, sin tregua,el cóctel de químicos, medicamentos, aditivos y drogas que estamos ingiriendo sinprevio aviso ni control. Un viaje al infierno con salida y propuestas saludables.

SOLEDAD BARRUTI, AUTORA DE MALCOMIDOS

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Entrada: pollos drogados

os pollos para consumo se críantambién hacinados, parecen ciegosy tienen un andar tambaleante “co-

mo si estuvieran medio drogados”, informaMalcomidos. La razón es la alimentación,que además de maíz y cáscara de granos in-cluye conchillas de ostras, harina de pesca-do, hueso y harina de sangre de otros po-llos. Todo huele a podrido, reconoce uno delos productores. Pero además les mezclanpigmentantes en el alimento (para que lacarne aparente luego un color saludable),antioxidantes y, sobre todo, antibióticos quecombaten bacterias intestinales, retardan elmetabolismo y aceleran el engorde. Los lla-man “promotores de crecimiento”, y seusan también en vacas, cerdos y pavos, todolo cual termina en el organismo de quien selos come, que queda así involuntariamentemedicado.

El proceso genera un fortalecimiento delas bacterias, cada vez más resistentes, y loque el libro define como “experimento agran escala”: los vigorosos no son los ani-males sino los microorganismos mutadosque transmiten información evolutiva capazde generar ejércitos de nuevas enfermeda-des. El 99% de los pollos y gallinas que seproducen comercialmente son criados enestablecimientos donde los hacinan y so-brecargan de estos químicos, cuenta Malco-midos, y agrega que la Cátedra de Produc-ción Animal de la UBA enseña que este es“el único sistema posible”.

Además de facilitar la aparición de enfer-medades y pandemias como la gripe aviar,estos pollos industriales tienen un 18% másde grasas, 6% menos de proteínas, 9% másde residuos minerales y 30% menos de cal-cio que los verdaderos pollos de campo,que cuestan un 60% más: lo que hasta haceun tiempo comía cualquiera, ahora es ali-mento sólo para pudientes. A esa situación,curiosamente, se la denomina progreso.

Dato ilustrativo: los propios productoresno comen esos pollos. “Me separo algunospara comer con mi señora, pero no les doytoda esta porquería”, declara Francisco refi-riéndose a las hormonas y antibióticos quecombaten bacterias y hacen engordar a ca-da animal al menos un 5%.

1° plato: relaciones carnales

as vacas eran animales forrados decuero con las patas tan largas queles llegaban hasta el suelo. Y rumia-

ban. Hoy las patas de las vacas de hundenen ciénagas de estiércol y barro hecho delluvia y orín, hacinadas de a cientos o de amiles en los llamados feedlots. Ya no son ru-miantes porque en lugar de comer pasto ymetabolizar las fibras, son engordadas congranos. Entre el 70 y el 90% de la carne quese come en el país (56 kilos por año y por

habitante, promedio en continuo descenso),proviene de estos campos de concentraciónbovinos.

La comparación entre la carne de feedloty la de pasto (la ganadería tradicional hastano hace mucho) muestra que la primera, altacto, es más acolchonada; no más tiernasino más blanda. “La carne de feedlot seecha a perder fácilmente: como un muer-to mojado”, explica el libro, proceso simi-lar al que en términos mediáticos y políti-cos se denomina carne podrida.

La ciencia está descubriendo, tarde, quela tradicional carne de pasto no tiene losefectos negativos que se le adjudicabancon respecto a temas coronarios y que síposee, además de las proteínas, sustanciasfuertemente anticancerígenas. En los feed-lots, en cambio, las vacas desarrollan otrotipo de carne, alimentándose con granosque les producen acidez e hinchazón, úlce-ras y abscesos, que se contrarrestan conantiácidos, antibióticos, drogas bloquea-doras de síntomas, “y los menúes más bi-zarros”. Por ejemplo, restos industriales defábricas de chocolates, de fideos o de cerve-za, harinas de huesos y sangre de otros ani-males, “camas de pollo” (plumas, granos ycaca de criaderos avícolas), y hasta papel dediario, lo cual tal vez consolide la relaciónentre Papel Prensa (La Nación y Clarín) conExpoagro (ídem).

Saladillo (junto a General Alvear) es lacapital nacional del feedlot, lo cual implicaun problema de salud y medio ambiente. Apartir de un informe del INTA, el libro expli-ca: “Las napas de agua no son lo suficiente-mente profundas, lo que las vuelve fácil-mente contaminables: cuando las lagunasde mierda que forman los corrales drenanhacia abajo, llenan las napas con partículastóxicas, químicos, remedios, virus y bacte-rias”. Además, cada vaca defeca 10 kilos debosta diarios. En sólo uno de los feedlots dela ruta 205 hay 5.000 animales que generan50.000 kilos diarios, que drenan hacia aba-jo mientras el aroma alcanza kilómetros eimpregna a los propios animales. El librodescribe cómo a uno de los empleados deese feedlot, y hasta a una perra, les aparecie-ron tumores inexplicables. La propia esposadel propietario falleció de cáncer sin que na-die se preguntara si el sistema productivohabia tenido algo que ver.

La carne de feedlot es considerada por lotanto un alimento nuevo (el fuerte impulsoa este sistema comenzó en 2007) con sucomposición química reconfigurada sin quese conozcan claramente sus efectos. Se sabeque produce más grasas saturadas, más co-lesterol y calorías y mayor propensión alSíndrome Urémico Hemolítico, sin antídototodavía, que ataca a los riñones y presenta aArgentina como el país más afectado a nivelmundial (420 pacientes anuales). La enfer-medad ataca sobre todo a niños menores de5 años. Si sobreviven, quedan con riñonescomo los de una persona de 80.

2° plato: chanchadas

Cómo generar músculo en animalesestáticos que comen todo el día? Larespuesta es la ractopamina, droga

que mamíferos humanos aplican a cerdos yactúa como una anfetamina: las carnes asítratadas fueron prohibidas en países comoRusia calificándolas como perjudiciales parael corazón. En 2011 el ministro de AgriculturaJulián Domínguez autorizó la ractopaminapoco antes de dejar su cargo, lo cual lleva aque el libro cuestione que nadie se haya da-do por enterado (los consumidores, porejemplo) y se pregunte si eso no abre lapuerta al uso de hormonas y anabólicos enla cría de carne, todas bajo sospecha de seraltamente cancerígenas.

La parte supuestamente sana de la ali-mentación, verduras y frutas, no zafa de lainvestigación en un país con más de 3.600formularios de pesticidas autorizados y mu-chas veces mal categorizados con respecto asu poder tóxico. Cuenta el libro que en elMercado de Abasto de la capital cordobesase realizó un allanamiento en 2009, tomaron30.000 muestras de frutas y verduras de ven-ta cotidiana (acelga, espinaca, lechuga, man-zana, durazno, papa y tomate) y sobre los ca-sos seleccionados al azar encontraron que enmás del 50% había residuos de clorpirifós yendosulfán, insecticidas devastadores parala salud humana: “La población estaba sien-do lenta y progresivamente envenenadacuando creía que estaba comiendo algo taninofensivo como una lechuga”. Puede agre-garse que el endosulfán causó la muerte deal menos dos niños vecinos a las tomaterasde Lavalle, Corrientes (José Rivero y NicolásArévalo, 4 años cada uno), y junto al glifosa-to es uno de los químicos que provocaron ellevantamiento de Ituzaingó-Anexo, Córdoba,por las fumigaciones que sembraron enfer-medades de piel, pulmonares, cáncer, abor-tos espontáneos, malformaciones de bebésy muerte en ese barrio, y la primera conde-na penal en la historia contra productores yfumigadores.

Cuando el libro salta de lo local a loglobal surgen datos como lo informadopor la Organización Mundial de la Salud:al menos un tercio de los cánceres queafectan a la población mundial es produc-to directo de la dieta actual, lo que se agre-ga a la pandemia de 1.500 millones deobesos (o sea: enfermos y malcomidos).Simultáneamente, la hiperproducción quejustifica a toda esta industria alimentaria,no revierte el pico histórico de hambre enel mundo: 1.000 millones de personas.

Postre: sushi y cocaína

l sushi es otro ícono cuestionado enesta investigación, ya que los salmo-nes prácticamente han dejado de

ser salmones, paradoja ontológica debida a

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la crianza en jaulas marítimas chilenas en lasque se los alimenta con granos transgénicos.Se ha encontrado hasta un millón de pecesen instalaciones para 250.000. Los vacunany rellenan con un volumen de antibióticos600 veces superior al que se utiliza en No-ruega para el mismo pez, y presentan con-centraciones elevadas en contaminantes co-mo PCB, dioxinas y DDT que, pese a habersido prohibidos, se mantienen en el ambien-te, y en el sushi.

Entre los alimentos elaborados, Malcomi-dos señala el uso de grasas trans (otra nove-dad cuyos efectos todavía no se conocen),grasa, azúcar, sal y uno menos conocido: eljarabe de alta fructosa, que se usa en postre-citos infantiles y no tanto, jugos, gaseosas,supuestos “cereales”, pan, kétchup y casicualquier cosa. En el libro Azúcar: la verdadamarga, el endocrinólogo Robert Lusting de-fine así al producto: “Lisa y llanamente unveneno”. Es 40 veces más dulce que el azú-car, cuesta la mitad, y combinado, según elalimento, con los bombardeos de grasas ysal funciona anulando la capacidad del ce-rebro de dar una señal de saciedad, con locual casi no se puede parar de comer. Otroestadounidense, Robert Moss, autor de Sal,grasa y azúcar: cómo los gigantes de la alimen-tación nos engancharon, plantea el efectoadictivo de estos productos en las comidasrápidas y en casi todo lo industrializado: al-fajores, galletas, golosinas, postres, hambur-guesas, gaseosas, yogures para “levantar de-fensas” o para el “tránsito lento”,incluyendo todo lo que se vende como lighto diet. Dice Moss que la sal, la grasa y el azú-car “provocan efectos cerebrales que nos en-ganchan a ellos, casi del mismo modo quelo hace la cocaína”.

El objetivo químico y económico no esla alimentación, sino brindar sensación debienestar, facilitar formas de compulsión oadicción hacia la comida, y por lo tanto másconsumo. Soledad: “Son productos para ca-muflar la nada que te están vendiendo. Elazúcar es algo que el cerebro agradece como

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Piel de gallinaEn los criaderos industriales los po-llos reciben entre 11 y 15 vacunas ydosis masivas de antibióticos y hor-monas. Los huevos tienen más gra-sas saturadas y menos vitaminas.

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un combustible. Estamos condicionados acomer grasa como forma de preservar ali-mento en el organismo. Y cualquier cosa a laque le pongas sal te la comés, y eso la indus-tria lo usa, justamente, para que comas cual-quier cosa”.

El fenómeno se complementa con la pu-blicidad y el marketing. “La maquinaria esperfecta. Le creés a Guillermo Andino cuan-do te vende queso, cuando te muestran gen-te en estado de felicidad por los yogures. Lacomida es más que cualquier otro producto.Una zapatilla está de moda. Pero la comidate divierte, te hace crecer, te comunica, seconsume rápido necesitás más. Un chico conun paquete de galletitas en el patio del cole-gio vale más que el que no lo tiene”. La listade metamorfosis marketineadas es infinita:cajitas felices, alimentos que son vendidoscomo medicamentos (con supuesto hierro,calcio y quién sabe qué), gaseosas mágicas.“Como la alimentación es permanente y co-tidiana, todo el modelo puede verse a travésdel análisis de esa industria”.

La madre del borrego

oledad considera que el problemaes el propio modelo productivo: “Lasoja ocupa casi el 60% de las tierras

cultivables para producir alimentos parachanchos y vacas chinas. El Ministerio deAgricultura dice que podemos alimentar a

Las opciones

n la cocina de su casa, Soledad mecomenta que la investigación dellibro la hizo pasar por el veganis-

mo, el enojo y el desconcierto: “No se en-tiende que todo esto suceda, y nadie hagaalgo”. En términos personales, empezó acontactarse con productores de alimentossanos, lo que no quiere decir orgánicos,etiqueta que redunda en precios altos yun nicho de mercado para consumidoresselectos. “Lo orgánico se transforma enparte del mismo mercado que te deglute.Lo que hago es ir al mercado de Bonplanda comprar pollo, o pido verduras a la coo-perativa Iriarte Verde. Como trigo, arroz in-tegral, fideos, verduras, frutas y cereales,hago brócolis o zapallitos, pero no mevuelvo una maniática sobre si la comidatiene agrotóxicos. Compro carne de vacaindustrial, para mi hijo, porque todavía noconseguí quién venda carne de pasto. Nocompro huevos en los supermercados, nicarne de cerdo ni pollos. Pero el tema esmás profundo que definir qué te llevas ala mesa”.

¿Cuál es el tema, entonces? “Para mí,comprender que la solución individualdel consumidor no funciona. Es lógicobuscar cosas distintas, pero lo que planteoes volvernos políticamente más responsa-bles. No mejores consumidores, sino me-jores personas”. Soledad observa que elmodelo productivo no tiene oposiciónpartidista, lo cual hace que la SociedadRural y Tecnópolis terminen siendo com-plementarias. El problema de la mesa sepuede leer en clave democrática: “Esta-mos en una sociedad que no puede elegirlo que consume, sino que come lo que levenden o lo que recibe del Estado”.

El libro rescata posibilidades producti-vas como las de la Granja Naturaleza Viva,de Guadalupe Norte (Santa Fe) donde lafamilia de Remo Vénica e Irmina Kleinerdespliega un modelo de agricultura biodi-námica que, además de generar más ymejores alimentos, es más rentable. Remoconsidera que al menos 6 millones de fa-milias podrían trabajar en el campo, cam-biando radicalmente todo: el modelo pro-ductivo, y el tipo de sociedad. NaturalezaViva, como tantas experiencias que bullensilenciosamente en el país, muestra que elproyecto es factible, a condición de tenervoluntad de trabajar.

Otro caso es el del restaurante Los Gira-soles, del hogar Camino Abierto de CarlosKeen, que produce del mismo modo todoslos alimentos para atender los fines de se-mana a cientos de comensales, brindán-doles trabajo a chicos judicializados queviven en el hogar.

“Son la muestra de lo que podríamosser” dice Soledad, quien calcula que a lalarga los dos sistemas no pueden convivir.“Hay un punto en el que chocan. El cam-po necesita, como cualquier negocio inser-to en el capitalismo salvaje, un crecimien-to exponencial y permanente basado enla maquinaria industrial y publicitaria quecondicione el consumo. Y el buen sistemano puede funcionar con el suelo, el agua yel aire degradados y contaminados. Unsistema se va a comer al otro, tarde o tem-prano: ojalá que sea el bueno”.

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tamos comiendo con el jamoncito, y te di-cen que no pasa nada”.

El combo que describe Barruti incluyeal sushi. “Que se puso de moda como co-mida natural y sana, que no lo es, mien-tras estamos rematando nuestra propiapesca que sufre una expoliación cotidiana.Están destruyendo a las comunidades depescadores artesanales en el Paraná. Y enel mar se agrava el modelo extractivo ha-ciendo desaparecer un recurso enorme enmanos de compañías privadas extranjeras,mientras el Instituto de Desarrollo Pesque-ro está acéfalo”.

La superproducción de la industria ali-mentaria implica que las personas estánconsumiendo entre 400 y 600 calorías másde lo que deberían. “Ahí aparece la epide-mia de obesidad que en Argentina implicatener la mayor cantidad de menores de 5años obesos de toda América Latina. Y don-de se padecen más las consecuencias es ensectores pobres, que tienen cada vez menosacceso a alimentos reales, y cada vez más aesta porquería. En muchas escuelas mecuentan cómo tienen a los chicos viviendo apapa, salchicha, fideos con pedazos de soja:rellenadores, ni siquiera comida. Un chicopuede estar desnutrido, comiendo”.

El mapa completo remite a la palabra de-saparición. Desaparecen la comida saluda-ble, los alimentos reales, la nutrición. Desa-parecen también las producciones y modosde vida que los acompañaron, poblacionesrurales campesinas e indígenas, poblacionesde pescadores, las pequeñas producciones.Desaparecen los bosques, los humedales, lafertilidad de los suelos. Desaparece el con-cepto de soberanía alimentaria, que implicaque el país produce sus propios alimentos. Elmodelo se completa con gente expulsada delos campos hacia periferias urbanas, creci-miento de los asentamientos y barrios mar-ginales. “Se celebra la concentración urbanacomo progreso, pero no ves una sociedadmás feliz, sino una sociedad más violenta,metida en la celebración de la máquina delconsumo como si eso fuera el bienestar. Esuna sociedad cada vez más escindida decualquier tipo de sentido. En el fondo siem-pre es un problema de mirada: cómo ves lavida”.

400 millones de personas, pero eso es falso.Se superproduce para incrementar gananciasy rentabilidad vendiendo productos que noson alimentos reales. Ni siquiera se logra ali-mentar a la población argentina, con al me-nos 2 millones y medio de personas que notienen garantizado el acceso a la comida. Losalimentos se volvieron periféricos a la pro-ducción de soja. Por eso las producciones sehacen intensivas, en el menor lugar posible,sin que importe la calidad sino la cantidadpara asegurar las ganancias empresarias”.

Ese modelo sólo puede lograrse en con-diciones artificiales de producción, que sesostienen con una maquinaria química.“Esos animales que se pisan unos a otrosy respiran un aire viciado no sobrevivirí-an si no tuviesen, en la sangre y suminis-tradas crónicamente, una enorme canti-dad de medicamentos y drogas”.

Comparación: “Es como si vos estuviesestodo el día sentado comiendo galletitas y to-mando antibióticos. Un análisis va a demos-trar que podés engordar, pero no que estássaludable. Nadie que conozca esos lugarespuede decir que eso es algo natural, sano opara consumir”.

Así planteada, se trata de una batalla terri-torial y a la vez corporal. “La lucha se da ennuestros cuerpos. Te dicen que nadie semuere por comer químicos, pero cada vezque alguien analiza frutas y verduras encualquier lugar del país siempre encuentranproductos tóxicos por encima de lo permiti-do. Un tomate con un poquito de agroquími-co no te hace nada. Pero si toda tu vida co-més con ese descontrol sobre tu cuerpo, eslógico que aparezcan todas las enfermeda-des que aparecen, por un proceso acumulati-vo”. El proyecto Malasangre, en Mar del Pla-ta, demostró en noviembre de este añocómo los agroquímicos permanecen y apa-recen en el cuerpo, como disparadores deposibles enfermedades futuras.

Esa acumulación, además, no es deuna sola sustancia. “Es un combo” dice So-ledad. Tenés grasas saturadas, agroquími-cos, cerdos con hormonas de crecimiento,anabólicos y antibióticos. En Taiwan hubomanifestaciones contra esos productos, co-mo la ractopamina. La gente gritaba: ‘noqueremos que nos envenenen’. Acá la es-

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Pescado podridoNi el sushi se salva: el salmón secría en jaulas y le inyectan una do-sis de antibiótico 600 veces mayora la autorizada.

FeedlotsEntre el 70% y el 90% de la carneque consumimos actualmente pro-viene de estos campos de concen-tración bovinos.

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Segundo: “Nada de lo que ofrece el merca-do como solución resuelve los problemasde fondo porque un problema resuelto esun consumidor menos. Se producen pro-blemas, no se resuelven”.

En este marco, ¿qué pasa con la alimen-tación? “Hoy el dueño de la industria ali-menticia es dueño de los medios de co-municación, dueño de las armas y dueñode la química: son los mismos capitales.Por eso aparecen lo que llaman alimentosfuncionales. Lo que parece leche no es le-che: es vitamina K, calcio, vitamina E ymuchos agregados. Ponen químicos don-de nadie les pidió y ya no se sabe si es unalimento o un remedio”.

Carlos recuerda una escena común de latelevisión: aparece un señor respetado quedice la frase “está científicamente compro-bado” y concluye que una leche de deter-minada marca es lo mejor para la vida: “Asíse logra que la gente compre esa leche aun-que valga el triple y no sea leche”. Fiel a sucarisma, dice algo bastante serio mientrasse ríe: “Hay que prohibir las publicidades.Con el mismo método se venden alimen-tos, políticos, ideas, morales y todo. Ade-más las ciencias no deberían estar en fun-ción del dinero, sino de la humanidad”.

En este mundo del revés, la ciencia mé-dica también tiene sus problemitas: habla-mos de salud como sinónimo de perfec-ción. Carlos indica que si uno piensa quela salud perfecta existe estará siempre en-fermo, porque la vida es una constanteadaptación entre la enfermedad y la cura.“No somos estables, la idea de estabilidades para que seas eficiente y predecible so-cialmente. Te venden tanto la idea de esta-bilidad como la de normalidad, pero co-mo dice Caetano Veloso: de cerca nadie esnormal”, dice sonriente.

¿Hay salidas posibles a estos acorrala-mientos de nuestros cuerpos?

A bailar, mi amor

arlos propone: “Hay que apropiar-se del cuerpo, pero no como unbien de consumo, sino darse cuen-

ta de que nuestro cuerpo es parte de unacomunidad y de un entorno. Hay que en-tender que somos trascendentales y poderpensar en la salud de la comunidad”. Ynos recuerda: “Nos puede salvar como hu-manidad darnos cuenta de lo frágiles quesomos, hasta el más poderoso es frágil. To-dos somos mortales”.

¿La puerta de escape? La danza. “Uncuerpo que no danza es un cuerpo enfer-mo”, cita y recomienda: “Cada uno, deacuerdo a sus posibilidades y ganas, debe-ría bailar porque produce alegría. Así nospropone ser autores de nuestras “corpogra-fías”: cada uno debe encontrar qué signifi-ca el cuerpo para sí mismo. “No hay unanorma, una estabilidad o reglas a seguir. Nohay un cuerpo universal, somos diversos”.

omos carne, piel, sangre, hue-so, pelos: somos cuerpo. Nosenfermamos, nos alegramos,nos excitamos, nos bajonea-mos: no somos máquinas. Es

evidente. Sin embargo Carlos Trosman,autor de Corpografías. Una mirada corpo-ral del mundo, nos va a decir: “Lo evidentees lo que no se ve”.

Reconozco que fui a verlo entusiasmadacon sus formas de expresarse sobre lo cor-poral, pero charlar con él en patas sobre esoreafirmó mi fascinación. Carlos Trosman esmuchas cosas: corporalista, psicólogo so-cial, psicodramatista, docente, tallerista yperiodista corporal (en revistas como Kiné,Topía y Campo Grupal). También es miem-bro fundador del MOTRICS (Movimientode Trabajadores e Investigadores Corpora-les para la Salud), un espacio autogestivode encuentros e intercambios de especialis-tas en el tema corporal y un semillero demuchos de los actuales docentes del IUNA.

La red que hace posible su exploraciónsobre los cuerpos tiene base en años de rea-lizar diversas terapias corporales y entrecru-zarlas: yoga, eutonía, shiatzu, gimnasia cons-ciente, masajes, rei ki, entre otras. Desde suformación en Río Abierto, pasando por susestudios en la escuela de Pichon Rivierehasta sus anécdotas amistosas con David LeBreton, Carlos trazó el camino que le permi-te delinear mapas sobre los cuerpos.

Reflexión central de sus pensamientos:“Todos los intentos de naturalizar al cuer-po son colonialistas. Se naturalizan proce-dimientos culturales, sociales y económi-cos para imponer ciertas normas quehagan predecible al consumidor y lograrasí que un determinado cuerpo consumadeterminada belleza, salud, alimento ymoral como si fuese natural”.

Carlos cuenta que las culturas ancestra-les tenían una relación de comunión con lanaturaleza y consideraban que la salud delcuerpo dependía de la salud de la comuni-dad y del ecosistema. Los cuerpos nacíande la tierra como los árboles. Por eso deci-mos: plantas de los pies, palmas de las ma-nos, tronco. El problema llegó con la mo-dernidad: el cuerpo es un bien deconsumo. “Hoy se piensa que uno no es un

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Es su libro Corpografías reflexiona sobre el impacto de la nueva religión: el mercado.Qué hay detrás de la salud que nos venden y por qué hay que bailar más.

cuerpo, sino que tiene un cuerpo. Se poseey se paga por el cuerpo todo el tiempo”.

El cuerpo mediático

tro concepto central: “Antes las lu-chas sociales eran por los mediosde producción, pero luego del in-

vento de la televisión la lucha es por losmedios de producción de las subjetivida-des”. Paso en limpio: el poder está en pro-

ducir a las personas que compran las co-sas, no a las cosas en sí. Claro y concisoexpresa: “El que tiene los medios de co-municación es el dueño del mundo”.

Carlos describe la pesadilla actual:“Hay televisión hasta en el subte y te me-ten propagandas por la orejas mientras ha-cés otras cosas. Eso condiciona los cuer-pos porque te obliga a escuchar algo quevos no podés elegir si escuchar o no”.

En su libro, expresa que nuestros cuerposse encuentran cruzados por la Nueva SantaTrinidad: Mercado, Ciencia y Comunica-ción. “Ahora la religión es el mercado queimpone que la gente quiera tener la imagenque está socialmente aceptada. El problemaes que la mayoría de los cuerpos no encajaen esa imagen. Ahí ya se tiene la batalla ca-si perdida porque se quiere ser otro”.

Pienso: es hora de dejar de ser carne de ca-ñón y no consumir todo lo que nos venden.Carlos me explica por qué no es tan fácil: Primero: “La sociedad de consumo pideconsumidores y consumir es ser adicto. Es-ta es una sociedad para adictos”.

CARLOS TROSMAN, ESPECIALISTA CORPORAL

El cuerpo presente

Una lectura: Antropología del cuerpo y modernidad,de David Le Breton. Un sabor:Jengibre, porque es picante y dulce ala vez. Un movimiento: Qui Gong, gimnasia china.

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o era un banana, asegura Mar-tiniano Molina, mirando lamanzana que tiene en la ma-no. “Terrible banana. Hice deMacho Bus: me saqué la ropa

y quedé en calzones delante de 60 perso-nas en un estudio. Y en el canal Fashion, yotenía que decir que a las pibas me gustabaverlas venir y también de atrás, bien ma-chista, pero pedían eso, que hiciera de ba-nana. Y yo lo hacía”. Cabe señalar que Ma-cho Bus era parte de un programa detelevisión en el que Molina se cubría la fal-sa desnudez con una sandía, y que el canalFashion no sé qué es y preferiría preservaresa ignorancia. El científico y filósofo Miguel Benasa-

yag ha planteado hace poco en esta mis-ma revista, que por múltiples razones laespecie humana sufre mutaciones por lascuales se alisa su corteza cerebral, se dilu-yen funciones y flujos neuronales, y secrean condiciones que hacen del humanoun ser transgénico, privatizado, desterrito-rializado, mediocre, nihilista, o lo que enestas costas se describe como un banana. Martiniano Molina estaría sufriendo

una mutación inversa, que lo aleja de cier-ta farándula y de gigantes como Coca Co-la y La Serenísima, y lo acerca a la certezade los daños que generan el modelo ex-tractivo, los monocultivos transgénicos yla elaboración industrial de alimentos,con sus efectos de fragmentación social yenfermedad. Sostiene Molina: “Hay que frenar cosas

que hacen mucho daño. La ley de patenta-miento de semillas, la explotación minera,la forma de producción de alimentos. Yodigo: muchachos, esto más que una discu-sión, es una estadística. Las enfermedades,la desaparición de cultivos y de recursosnaturales. No es joda, es algo comproba-do. Entonces denunciemos, pero ademáshagamos algo”. En términos culinarios la sensación de

Martiniano indica que –si todo sigueigual– estamos en el horno.

Se equivocó la paloma

Mi casa la hice con estas dos”, di-ce Molina mostrando las manotasde ex jugador de handball. Vive en

la Ribera de Quilmes, frente al Río de laPlata, que sigue existiendo. La conversa-ción, a 20 minutos de Buenos Aires, tiene

olas como música de fondo. Construyó lacasa con dos amigos, chapas, maderas,1.500 cañas que cortó de un cañaveral queiban a convertir en campo de soja, venta-nas y puertas de demolición, sobre pilotesque fueron postes telefónicos salvados dealgún serrucho póstumo. La casa es muy linda, no ostentosa. No

estamos en un country sino en un barrioobrero: para no discriminar, reconozcamosque además de narcos y delincuentes va-rios, en los countries también hay gentebuena y trabajadora. Las dos veces que fui, la puerta está

abierta. Allí vive Martiniano con la perio-dista Ileana Luetic. Cada tanto llega Viole-ta, 11 años, hija del primer matrimonio deMolina. Hay dos perros que llamativa-mente no son de razas criminosas, sinocallejeros. “No me gustan los countries. Teencerrás para ser libre, custodiado por laseguridad y la policía. Todo artificial.Aquí me siento parte del barrio. Me cuidala gente. Algunos dicen ‘este se fue a vivircon los negros’. En mi casa jamás nadieusó ese lenguaje; de chicos acompañába-mos a mis viejos a la villa. A mis vecinosno los veo como un ‘ellos’ sino que so-mos un ‘nosotros’. Pero sí, Argentina esmuy racista”. En un sector del jardín, Molina instaló

su propia huerta biodinámica, cuestiónque ha ido desplegando a partir del con-tacto con experiencias como la Granja Na-turaleza Viva de Guadalupe Norte, SantaFe, en la que Remo Vénica, Irmina Kleiner,sus hijos y 12 familias demuestran que sepuede hacer un modelo de agricultura sa-na, extremadamente rica (por lo diversa ypor lo sabrosa) y rentable. Otro puente deMartiniano es con la Fundación CaminoAbierto de Carlos Keen, hogar de meno-res judicializados que aplican el mismosistema productivo para el restauranteLos Girasoles. “Esos chicos vienen de lopeor, y dieron vuelta sus vidas. Son unejemplo a nivel mundial”, dice Molina,mientras una paloma se mete en la casa,revolotea un rato sobre nuestras cabezascomo si fuese una ocurrencia, y sale rum-bo a la costa. Detecto entonces que, a diferencia de

otras celebridades, no puso aire acondicio-nado: “Le hice las ventanas pensando enque corra el aire, ¿para qué querés unacondicionador?”. Y peor aun, no tiene te-levisor: “Para mí la televisión podría noexistir y no cambiaría nada”. Ante mi re-

clamo, concede: “Bueno, si te gustan algu-nas series, que eliminen el otro 99%. Peroyo hace 10 años que dejé de ver”. El dilema: ¿cómo fue el trayecto de este

rapado de 41 años, 1,93 y 110 kilos, entre elMacho Bus Fashion, hasta el caminoabierto y la naturaleza viva?

El fanático

ació en Quilmes en 1972. Papá bio-químico, político y peronista. Ma-má farmacéutica, homeópata y

naturista. Martiniano intentó Psicología,pero hizo carrera como jugador de hand-ball. Empezó tarde, a los 21 años, pero lle-gó a la Selección, jugó en Italia y decidióvolverse. En la segunda mitad de los 90conoció al cocinero Carlos Gato Dumas yse sumergió en el mundo chefmediático apartir del año 2000. En plena crisis, Molina ganó el Pana-

mericano de handball (2002) y simultá-neamente surfeó el nacimiento de la olagourmet. Se convirtió en un chef estrellacon sus programas de televisión, imagensimpática y confiable, y suculentos con-

tratos publicitarios para recomendarquesos untables. “Me invitaban a todoslos programas y yo iba. Me gustaba. Nome arrepiento. Soy cero fanático, peropara dejar de ser, tenés que haber sido”.¿Fanático de qué? “De estar en los me-dios a full, de la guita. Nunca fui frívolo,de la noche o la droga, pero pelotudeabamucho”. Algo hacía ruido. “Yo crecí viendo la

farmacia de mi mamá (Elsa Volpe, ya fa-llecida), con productos homeopáticos,hierbas, con todo lo que ella me decía so-bre las medicinas complementarias. Conel tiempo me fueron interesando ideas co-mo las de la antroposofía, de Rudolf Stei-ner, que plantea una mirada diferente so-bre las personas y la relación con lanaturaleza. Yo hacía propagandas de que-sos, pero me puse a mirar las etiquetas, atratar de entender cómo los elaboraban yno me gustó. Químicos, aditivos, de todo.Propuse hacer líneas más naturales, perono hubo caso. Al final decidí abrirme deesa publicidad. Con lo que gané, me jun-té con mi hermano y con padres de aquíy pusimos una escuela Waldorf, que tra-baja también con las ideas de la antropo-sofía”.

Mirtha paga impuestos

tro momento fuerte ocurrió du-rante un almuerzo con Mirtha Le-grand. A Martiniano no se le ocu-

rrió nada mejor que decir que todospodemos ser responsables en cierto gradode los problemas sociales y de la realidadque se vive. La animadora sacudió aros yanillos y contestó: “Yo no, yo pago mis im-puestos”. La discusión fue inútil y el chefse fue con una certeza: “nunca más”. Se sumó a otros programas que difun-

dieran la agroecología y la cocina sana.En Canal 7 todo estaba yendo bien hastaque llegó Todo Va Mejor queriendo pro-mocionar el producto. Martiniano se ne-gó, planteando las advertencias médicasy de organismos internacionales sobre elefecto de esos jarabes químicos para lasalud, su influencia con respecto a obesi-dad y diabetes, por ejemplo. Dijo queaceptaría sólo si podía informar que nose debe permitir más que un vaso de Co-ca por semana a cada niño. Todo Fue Pe-or, y Martiniano emigró a otros proyectosen Canal Encuentro.

Rebelión en la granjaEs un cocinero mediático y fue cara publicitaria de las corporaciones alimenticias hasta que comenzó a leer lasetiquetas de los productos que promocionaba. Se negó a ser parte de ese negocio insalubre y comenzó a utilizarsu popularidad para difundir otras ideas. “Hay que frenar cosas que hacen mucho daño”, dice ahora. Se refiere ala ley de patentamiento de semillas, la megaminería y la producción de alimentos.

MARTINIANO MOLINA, CHEF

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MarketingMartiniano recuerda una clase entiempos en que cursaba el Nacio-nal Buenos Aires. "Era sobre mar-keting. El profesor dijo que elmarketing es generar necesidadesque las personas no tienen, paradespués hacer productos que sa-tisfagan esas necesidades. Pensé:esto es antinatural. En cambioahora podemos hacer un marke-ting consciente, que entienda quecon la producción y con nuestrasalud no podemos seguir hacien-do macanas".

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Martiniano sirve agua. “Hay que com-prender el ideal de los pueblos originarios,hay otras fuerzas que habitan en nosotrosque si las ponemos en acción nos van apermitir cambiar la realidad, que es per-versa y dura para mucha gente. Pero el su-frimiento está ocurriendo en todos lados.A vos te va bien, pero capaz que es a cos-ta de mucha gente que la está pasandomal. Por eso yo defiendo las medicinascomplementarias, pero claro, si te manda-ron el glifosato, macho, te chupaste el ve-neno y te metieron el plomo en la sangre,no hay mirada holística que valga y tenésque usar la medicina convencional. Parallegar al ideal, primero tenés que frenaresas dinámicas”. Molina desconfía de los cambios desde

arriba. “Creo que está cambiando la cultu-ra. Nos damos cuenta de que no podemosesperar que las cosas las hagan los gobier-nos, los monopolios, las corporaciones, yte terminen desilusionando. De última, serigen por la opinión pública. Así que el te-ma somos nosotros mismos”. Sabe que todo esto son semillas de ide-

as que recién están germinando, pero seentusiasma y cuenta que en las huertas ur-banas rosarinas trabaja con ex piqueterosy piqueteras, que cultivan sus propios pro-yectos productivos: “Una de esas señorasme dijo: ‘la tierra me abuena’. Esa palabrausó. No sé, me parece que estos estilos deproducción generan eso, otra onda, porquele dan al que lo hace más libertad”.

volviera a los viejos hábitos ganaría diezveces más. Pero hoy trabaja para Aerolíne-as Argentinas: “Hacemos menú con cerea-les semillas, menos carne, mijo, cebada,alimentos autóctonos con gran acepta-ción”. O promueve un club de campo enMagdalena junto a su hermano: “En vezde un muro, va a tener un alambre decampo, y plantas de frambuesas. La ideaes que los que compren lotes, si quieren,hagan juntos una huerta orgánica y pro-duzcan sus propios alimentos. Y si no, quecoman los que cultivemos nosotros”.

Cambiar la realidad

ace poco concretó la Expo Feriade la Sustentabilidad en Berazate-gui, con 50.000 visitantes. Varios

de los sponsors pueden haberse sumadomás por el carisma de Molina que porideas agroecológicas. “Nosotros tenemosque sumar, porque si el mensaje de quepodés hacer tu huerta y de algún mododejar de ser esclavo de lo que te vendenle llega a mucha gente, estás dando ungran paso. De todos modos trato de cui-darme en cuanto a de dónde viene el di-nero, porque la mano negra se va trans-formando y un montón de empresasdicen que son sustentables, que tienenresponsabilidad social, y en realidad sonlavada de cara y de culpas para justificarel daño que hacen”.

de hambre, por más que lo que te vendenen los supermercados sea basura, lo mismocon los pollos llenos de hormonas, probióti-cos y antibióticos. El cambio tiene que sergradual, mostrando que hay otros caminosque son imprescindibles. No es sólo la idea,sino la acción: corrernos y hacer cosas dife-rentes. Agriculturas familiares, mercados al-ternativos, economías solidarias, energíaslimpias. Tiene que ver con la voluntad. Perofijate que los flagelos como la droga, el alco-hol, incluso la televisión o el consumismo,son usados como adormecedores para quepierdas la voluntad de acción”.

La mano negra

olina no pierde de vista los costa-dos comerciales de algunos de susproyectos, aunque es obvio que si

Alternativas al sistema

o quiere alarmar a nadie ni es elChef Guevara, se aclara a los des-prevenidos. “Pero creo que las per-

sonas y las sociedades tienen que curarseo despertar, y lo que me gusta es mostrarcómo se pueden hacer cosas distintas quesean una alternativa al sistema. Sabemoslo que es la contaminación, las malforma-ciones y cánceres que aparecieron por lasfumigaciones, los monopolios que vanocupando los espacios, el modo en que seexplota el campo, la minería. También di-go que algo de responsabilidad tenemosporque estamos en ese entramado de con-sumidores que hace que el sistema sigafuncionando así”. El cambio no puede ser de un día para el

otro, dice: “Si mañana terminás con la in-dustria alimentaria, medio mundo se muere

Martiniano en su casa de Quilmes, frente al Río de la Plata, construida por él mismocon maderas, chapas y cañas. En un rincón instaló la huerta agroecológica. Con el espa-cio que se ve en la foto se pueden alimentar dos familias por día. Armó una Feria de la

Sustentabilidad, y colabora con hogares de chicos judicializados que han creado resta-rurantes. “Todo lo que está pasando con los monocultivos y la industria alimentaria conrespecto a enfermedades no es una opinión: es una estadística”.

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os cuadros pintan mujeres in-tensas y coloridas. Cabezasque arden en cian, magenta,verde. Son las testigos de unacto único e irrepetible que tu-

vo su momento (viernes 8 de noviembre)y su lugar (Tierra Violeta) y sus protagonis-tas: mujeres, hombres, niñas y niños queformaron parte de la performance La frutaprohibida, de la artista Veroka Velázquez.

Todo hecho artístico se resiste a ser na-rrado y una performance es peor, por in-domable, así que para hincarle el diente aesta fruta prohibida hay que resignarse: surecuerdo late en el estómago de cada unode los participantes.

“Esto es resultado, en parte, de un viajepor Alemania”, comenzó diciéndoles Ve-roka a sus invitados. Entonces, pintó conpalabras dos escenas que la marcaron du-rante ese viaje:

Escena uno: tarde de verano en el cam-po alemán. Mujeres y hombres de to-das las edades comparten un pic nicjunto al río. La invitan a sumergirse.“No traje malla”, se lamenta. “Nadietrajo malla”, le responden. Todos semeten el agua desnudos y nadan en lasaguas del respeto, el cariño y el cuida-do del vínculo que los une, sin juzgarseni sorprenderse. Se dio cuenta, así, quepara ella era inimaginable un momen-to como ese, ni siquiera vestida. “Sentíque un sistema de creencias construidodesde la perversión y el abuso, nos de-ja bloqueados al disfrute natural denuestros cuerpos”. Escena dos: otro día, otra tarde. Citacon un amigo alemán para ir a dar una

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Dibujos, performance y comida para despertar eldeseo. Una dieta que combina reflexión y placer enclave artística y culinaria para alimentar los sentidos.

vuelta en bici por la ciudad. Llegó 10minutos tarde. El amigo se ofendió, lareprendió y suspendió la salida. Se diocuenta, así, que había transgredido unparadigma que estructuraba la vida encomún en esa sociedad. “Lo que erainimaginable para él es el azar, que elcaos universal fluya, que la vida atra-viese lo planeado”.

Así encontró aquello que tenían en co-mún: las órdenes eran diferentes, pero am-bos las obedecían. Y lo que dictaban unasy otras era lo mismo: no escuchar el deseo.

Contactos

Mi deseo es dibujar”, dirá Veroka.Así nacieron las mujeres que dibu-jó luego de la experiencia alema-

na enmarcaron la performance que ideópara compartir con sus amigas y amigos loque había aprendido. Invitó entonces a lapsicóloga Susana García, espcialista en

Gestalt, a conducir –tal como suele haceren los cursos que realizamos en MU– unejercicio de contacto. Parados uno frente aotro, los asistentes tuvieron que mirarse fi-jamente a los ojos. Luego, mirarse con lasmanos, que recorrieron rostros, bocas,ojos, caras. ¿Incómodo? Sí, al principio.Amoroso después, dirá Veroka, que se de-tuvo especialmente a observar a su ma-má, que al principio se congeló ante lo ca-si, casi consideró una emboscada.

Lo que vino después fue el fruto de eseazar que tanto disfruta Veroka. Nació cuan-do Marcelo recibió la invitación a la mues-tra y leyó el título. La llamó por teléfono altoque para sumarse: “¿Pensaste en algo pa-ra comer? Juntos urdieron el momentopriscano de la performance: exquisitos sa-bores de manzana cocinados en vivo.

Tragar o comer

l deseo no se traga: se escupe. Loque se traga, dice Veroka, es lo queviene en ese plato por el que pa-

gás carísimo en un restaurante cualquiera.“Trabajé en gastronomía muchos años ysiempre pensaba lo mismo: ¿cómo era po-sible que las personas pudiesen digeriruna comida preparada por una mujer ex-plotada, en un plato lavado por un bache-ro agotado y servida por una moza a laque le estallan los pies y le acaban de to-car el culo detrás del mostrador? Lo queestás comiendo es explotación, humilla-ción, mal pago y maltrato”. Para su perfor-mance, entonces, eligió el menú contrario.

Prisca es un nombre, una marca, un sis-tema de producción de sabores y una for-ma de recordar a una novia que tuvo Mar-celo y lo introdujo en las artes vegetales.Prisca es, además, una forma: siempre pare-ce una hamburguesa, pero es muchas cosasmás, combinadas y aderezadas para cum-plir un objetivo. “Buscamos y buscamoshasta que logramos encontrar la forma deque sea algo rico y que sacie”. El plural re-fiere a la mamá de Marcelo, cocinera de laspriscas que él comenzó a entregar a domici-lio, junto a los consejos sobre cómo coci-narlas, acompañarlas y disfrutarlas.

Sentirse bien

hora ya son cuatro –se sumó su tíay un amigo– y tienen una casa queconvirtieron en cocina, oficina y

depósito, impulsados por el éxito del em-prendimiento que ya consagró un lema:“alimentos para sentirse bien”.

El secreto de estas priscas, dirá Marcelo,es el sabor, pero lo importante es su cora-zón: están preparadas con productos queno contienen aditivos químicos, ni conser-vantes, ni pesticidas ni otros tipos de ve-nenos, porque han sido trabajadas, desdela cosecha hasta su preparación “con res-peto y cuidado.” Explica Marcelo con unasonrisa: “Mi mamá las hace como si fueraa comerlas todas yo.”

La participación de todo el clan en laperformance de Veroka fue para ellos unaprisca más: “Nos gusta el arte y nos pare-ce natural que un emprendimiento así for-me parte de una creación artística sobre eldeseo. Nosotros buscamos todo los días lomismo: que nuestra comida te conecte conlo mejor de vos, con el deseo de estarbien, de sentirte bien. Comer bien es partede eso”.

VEROKA VELAZQUEZ + PRISCA

El menú ideal Mi abuela Rosa, la tucumana,andaba indignada al fallecer miabuelo, que era el que se encar-gaba de la huerta de su casa enSanta Lucía, porque ningún ve-cinx venía a proveerse, “les esmás fácil tirar un bife en elhorno que aprovechar tantaverdura”, andaba meta criticarese desinterés; ella que nació ycreció y parió y crió a sus docehijxs allí, sabe todo lo que latierra inmensa nos da, por esolos árboles de frutas, los limo-nes jugosos y el sabor de laverdura sin más incentivo quelo que la misma tierra produce,lejos de los espejitos de coloresde los Monsantos. Por eso elamanecer es siempre tarea detodxs, pelar los choclos, gene-rarse el propio pan, por eso lasgallinas andan dichosas reple-tas de pollitos, por eso las me-sas de la infancias te abrazancon platos que nunca faltan, yel changuerío juega su juego desolo jugar, cruzados a veces poresos otros que pasan arras-tradxs junto a la peonada al-quilada, acompañando padresy madres que no entienden elpoder de sus propios patios,pero no dudan en engordarleslas libretas de fiados a los al-macenes, y en cada nueva cifrase les aleja más y más su pro-pia libertad; “capitalismo” diríami tío Pilín, sentado en la me-sa de la Rosa, que no sé si haescuchado mucho esa palabra,pero ha hecho autogestión co-lectiva desde su cocina; poreso cuando te construyen la vi-da en un edificio, te enjaulanlas manos y te meten en elruedo del que jamás verá cre-cer nada que le pertenezca,que para eso está lo que vieneen “lata”, y si te queda salud,entonces: ¡Buen provecho!

TRANSPIRACIONES

¿Más fácil?

POR SUSY SHOCK

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La fruta prohibidaHasta el 14 de diciembre en Tierra Violeta.Tacuarí 538. www.verokavelasquez.blogspot.comPriscahttp://[email protected]éfono: 2077-8672

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Es el hogar de chicos judicializados, es una granja, es una huerta, una posada, un restaurante y una escuela decocina consciente. Es el espacio donde los más jóvenes desarrollan talentos y juegos, y los adultos que llegancada fin de semana exhalan la ansiedad, y absorben sabores elaborados con otro sistema de producción. Ecología, sustentabilidad y buena onda, más opciones para poder crear un futuro diferente.

LA EXPERIENCIA DE CAMINO ABIERTO, EN CARLOS KEEN

A cielo abierto

Hugo Centineo y Susana Esmoris eran una pareja empresaria exitosa, pero algo no losllenaba. “Me iba a dormir todas las noches con la Afip en la cabeza, el sindicato, losproblemas”, dice Susy sobre aquellos años en la empresa de equipamiento para ofici-

nas. Hipotecaron su casa y compraron tres hectáreas en Carlos Keen, donde crearon lafundación y hogar para chicos Camino Abierto, que tiene al restaurante Los Girasoles como emprendimiento productivo. “Ahora, duermo sólo con él”.

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siedad de la gente: cuando se sienta en lamesa tiene que tener algo para comer, nopuede esperar”, dice Hugo Centineo, uno delos responsables del proyecto.Comer ravioles de borraja, bondiola al

horno de barro o fideos de albahaca consalteado de conejo no es en Los Girasolesúnicamente una experiencia gastronómica,sino terapéutica: “La gente viene muy ansio-sa, pero le empezás a dar de comer y setransforma. La comida es energía”, dice Su-sana Esmoris, fundadora de este milagro.La teoría de Susana plantea a la cocina

no sólo como un conjunto de recetas y téc-nica, sino de “algo más”: “No sólo es lo queservís, sino todo el proceso: lo que no se ve,pero se percibe. Si vos hacés una comida demala gana y encima la servís con mala on-da, la persona va a comer la mala gana y lamala onda. Yo lo he experimentado y loveo: las amas de casa que no tienen ganasde cocinar y hacen cualquier cosa para salir

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del paso crían chicos enfermos”. En CarlosKeen las sonrisas están comprobadas y labuena onda chequeada por altas fuentes,sin perder la seriedad y la concentración enel trabajo: “Acá la gente siempre dice que lasmozas atienden felices, que hay una ondaespecial en la cocina. Es el resultado del tra-bajo en equipo”, dice Susana. Para ella, estaforma de tomarse la cocina y la vida se re-sume en una metáfora intestinal: “Hacerlodesde las tripas”.

Cocina Consciente

a teoría energética del comer se tra-dujo en 2013 en un proyecto de for-mación profesional llamado Cocina

Consciente. La idea fue formar cocineroscon un panorama amplio de la alimenta-ción y su relación con la salud, con las pre-misas naturales y agroecológicas. Susana:

ace 4 años contamos la histo-ria del restaurante Los Giraso-les de Carlos Keen y la Funda-ción Camino Abierto a travésde la historia de Micki, uno de

los chicos “judicializados” (bajo seguimien-to de un juez) que vivían y trabajaban en ellugar. De estar en la calle, Micki había pasa-do a ser un sofisticado chef que conocía elcamino de la huerta a la mesa y deleitabacon sus platos a las familias que se acerca-ban todos los domingos. Hoy, Micki no está:se independizó y hace panes que el restau-rante compra, mientras construye su propiacasa. Esa es la medida del éxito de todo es-te proyecto.En la cocina ahora están Walter, Emanuel

y otros cinco chicos y chicas haciendo mila-nesas rellenas. “El sábado hay un casamien-to”, explican de la labor de entre semana, yaque el restaurante abre al público sólo sába-dos y domingos. De pronto, una tortilla de

Hpapa gigante emerge del horno de barro lis-ta para comer; aparecen bandejas con corde-ro y lomo al strogonoff. “¿Almuerzan connosotros?”, invitan. Parece una cena de Na-vidad, pero es un jueves al mediodía.

Comida = energía

n estos cuatro años a esta parte, elrestaurante Los Girasoles fue cre-ciendo al ritmo de la demanda: de-

bieron construir una carpa para 100 perso-nas, que los días de calor refrigeranechándole agua en los techos, para evitar eluso de aparatos de aire acondicionado. Hoy hacen un promedio de 800 cubier-

tos por semana. Además, fueron modifican-do la oferta de platos, a partir de observar alos clientes que vienen a calmar la psicosisurbana: “Tuvimos que cambiar la manerade armar el menú porque notábamos la an-

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En la granja conviven ovejas, corderos, pavos, cabras, vacas, gallos y gallinas, todos enun mismo corral. “Se llevan bárbaro”, asegura Hugo. También, en otros apartados, haychanchos y conejos, las especialidades en carne del restaurante. A la derecha, dos jóve-

nes trabajan las tareas diarias: uno arando la tierra y otro sembrando unos plantinesque luego pasarán a la huerta. Los chicos llevan adelante estos trabajos como parte deun proceso de independización en su situación judicial.

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de especies te da una armonía natural, secontrolan entre sí. La problemática del mo-nocultivo es que la planta está indefensa enla naturaleza, está sola”.Cuando está bien acompañada, en

cambio, la naturaleza trae invitados sor-presa: “Nos dimos cuenta de que aparecenespecies que están en extinción que unono plantó; la naturaleza está ansiosa de re-ponerse. Tenemos borraja, verdolaga, hor-tiga, cosas que las nuevas generaciones nolas escucharon ni nombrar”.

El cambio

os Girasoles, además de restauran-te, funciona como un imán degente interesada en la ecología, en

la salud, en la educación y todo eso junto:tienen un circuito aceitado de agro-turis-mo, pero también de escuelas y centros dejubilados que van a almorzar y pasar eldía. Es decir: por Los Girasoles pasa gentede todos los lugares y edades. Con ese ter-mómetro, Hugo y Susana sentencian: “Es-tá habiendo un cambio”.A lo que se refieren, claro está, no es a los

enroques políticos de gabinete, sino a estosniveles de conciencia e inconciencia: “Cadavez más gente nos pregunta cómo hacer pa-ra tener una huerta en el fondo de su casa yautoabastecerse”, dice Hugo. Para él esto tie-ne una relación directa con la información:darnos cuenta de qué estamos tragando. “Lagente se está informando y se da cuentaque está mal alimentada, se da cuenta conlas reacciones que tienen físicamente”.Susana coincide: “Cada vez más gente

se está acercando no a una dieta vegeta-riana, sino a una dieta natural, saludable,que es distinto. Nosotros tenemos clientesvegetarianos, veganos, pero la mayoríabusca una comida equilibrada: un poco debondiola, pero acompañada con ensaladade la huerta, o algún flancito de zapallo”.(Nota: si la baba se le está cayendo por fa-vor corra la revista).Los chefs también son efecto y parte de

este cambio: “Todos los grandes de la cocinatradicional como Narda Lepes o Dolly Yrigo-yen, que cuando vinieron acá ponían a lacarne o el pollo como plato principal, ahoraestán dando un viraje. Dicen “no a la carnede feedlot” y enseñan cómo identificar cuáles, y dicen que hay que comer un 20% decarne y lo demás cereales y ensaladas, no ala Coca-Cola, sí a los jugos naturales”.En Los Girasoles piensan reforzar la

apuesta a la cocina consciente el año queviene, experimentando nuevas formas dealimentación todavía más saludables. “Es-toy investigando cómo hacer postres sinazúcar”, dice Susana, y su espíritu inquietoaventura otros nuevos descubrimientos.Además, piensan orientar la formación a lascocineras de las escuelas del pueblo, que ali-mentan cientos de chicos.Walter, uno de los jóvenes cocineros, ya

organizó experiencias en las escuelas deCarlos Keen (“ken” y no “kin” para los luga-reños): “Hicimos huertas en las dos escue-las. Una se cayó porque no la regaban lo su-ficiente y no había voluntad, pero la otratodavía está y las profesoras se llevan lechu-ga, hacen mostaza”. En Los Girasoles creen que los protago-

nistas del cambio son estos jóvenes. Hugo:“Los chicos todavía tienen la curiosidad deaprender algo nuevo, de cambiar las cosas”. Con sólo mirar alrededor, aquí, eso pare-

ce cierto.

sa que es muy difícil, pero no es así. Si unodeja que actúe la naturaleza, y la sintoniza yla acompaña en sus ritmos, es fácil”. Hugoseñala la huerta de mil especies, la granjacon chanchos, vacas, gallinas, pavos, ovejasy cabras, el panal de abejas, los conejos, ellago con patos y peces: “El consejo es tenertoda la variedad posible de especies vegeta-les y animales. Todo: peces, colmenas, pája-ros. Así se produce el ciclo perfecto, cierra elcírculo y todo alimenta a todo”. Entoncesenseña los desechos de la huerta, que son lacomida de los animales de granja; lo que es-tos defecan se utiliza como humus quevuelve a ser abono para la tierra. Los pecesde la laguna, otro ejemplo, comen los hue-vos de mosquito y eliminan a esta especiedel ambiente de la granja. Otra clave: “En elconcepto de la huerta orgánica el insecto tie-ne que estar, no ser eliminado: la asociación

ciente: “La más fácil: llegan del colegio ylos pongo frente a una tele, comen un sán-guche, y después les doy la computadorahasta que se duerman”.

Calidad de vida o producción

ste mundo inconsciente tambiéngenera enfermedades y muertes.Susana: “Leí en la revista de ustedes

que murió un nene de 4 años en Corrientespor el pesticida de los tomates. ¿Qué esta-mos haciendo?” Hugo complejiza la discu-sión: “La pregunta es: o mejor calidad de vi-da o mayor producción de tomates. Y lamayor producción tiene un final trágico”.Frente a los fantasmas de la tecnocracia

que indican a la huerta como un lugar deexcesivo trabajo, Hugo dice: “La gente pien-

“El chef tiene que saber todo el proceso delos alimentos, no que le traigan un paquetecon ricota y ya”.El proyecto se ideó junto al chef cómpli-

ce Martiniano Molina, quien acercó a unainstructora que forma parte del equipo de laescuela Gato Dumas, y fue avalado por elMinisterio de Trabajo con títulos oficiales.Los tres cursos dictados (Cocina, Pastelería yHuerta orgánica) eran gratuitos y abiertos, ytrazaban el circuito que va desde las técni-cas de la huerta y la cría de animales degranja hasta el procesamiento de los insu-mos que se elaboran para el plato de comi-da. Walter, cocinero del restaurante, fue unode los alumnos: “Era todo práctico, trabajá-bamos en grupos haciendo platos que nosproponía la instructora”, cuenta. La formación estuvo orientada a lo técni-

co de la cocina: “Los chicos tienen que sabertécnica, luego pueden jugar”, sostenía la ins-tructora. Susana agregó la filosofía de LosGirasoles: “Yo pasaba por las clases y les de-cía: ¡pongan actitud! No es sólo revolver unacosa”. Con el aliento de Susana y el ecosiste-ma de Carlos Keen se fue instruyendo a lainstructora: “Se dio cuenta de que no podíausar calditos ni pedir tomates en invierno–dice Hugo–. La idea es que los chefs cuandovienen acá se den cuenta de que hay que te-ner una huerta propia”.Saber qué estamos tragando, de dónde

viene y cómo se hace no es para Susana unaprendizaje culinario: “Todo en la vida hayque hacerlo consciente”.

Vivir consciente

sto que parece casi místico, en Car-los Keen es práctico y evidente. Lue-go de almorzar, los cocineros vuel-

ven a la cocina a seguir los preparativos delcasamiento. Los más chicos van volviendodel colegio y se suman a las tareas: plantansemillas en envases de plástico pequeños, elpaso previo a la tierra firme. Y otros, comoLuciano, 9 años, trabajan en la huerta conuna planta de morrón mientras escuchanfolklore. En la Fundación viven actualmente 16

chicos. Algunos pocos trabajan en el res-taurante, pero todos ayudan con las tareasdiarias. Aprenden estos oficios como partedel proceso de independización que con-templa su seguimiento judicial –como en-seña el caso de Micki– en un marco natu-ral y saludable. El silencio de laconcentración de cada chico es decoradopor el canto de los pájaros, e interrumpidonomás por alguna que otra guitarra. “Lamayoría sabe música”, cuenta Hugo. “To-can la guitarra y alguno que otro el violín.También hay algunos que no sabés cómodibujan…”. Otras formas de pasar el tiem-po: “Juegan a la bolita, a la escondida, an-dan en bicicleta, van al arroyito”. Lo que falta en la rutina de estos pibes

creativos está claro: la televisión y la com-putadora. “El otro día vinieron del ANSES–relata Susana– diciendo que iban a apelara la justicia porque yo no quiero computa-doras acá. La mujer quería convencermede que los chicos tienen derecho al accesoa Internet… Le digo �vení’ ; y abro la puer-ta: justo en una pieza estaban tocando elviolín, la guitarra… Esto es lo que quieropara los pibes. Que desarrollen su creativi-dad, su talento natural”. Hugo: “Y que des-pués, cuando están fortalecidos, que elijanlo que quieran”.Cómo sería entonces la vida incons-

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Arriba, Walter, uno de los jóvenes chef de Los Girasoles que fue alumno del programaCocina Consciente y activó huertas en las escuelas de Carlos Keen. Debajo, Marcela seencarga de vender los productos que se elaboran íntegramente en el lugar.

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Está en la ex ESMA.Hay adentro un monstruo de 90 me-tros y casi 8 toneladas: es el monumen-to a la revolucionaria Juana Azurduy,comandante de las guerrillas en las lu-chas por la emancipación del Virreina-to del Río de la Plata, que la RepúblicaPlurinacional de Bolivia donará a Ar-gentina para emplazarla en el mismolugar donde estaba la estatua de Cristó-bal Colón, en la plazoleta ubicada de-trás de la Casa Rosada.

Zerneri cuenta que Evo Morales pidió re-ferencias de algún escultor que supieraconstruir monumentos en bronce y engrandes tamaños. La embajadora de Boli-via recomendó a Zerneri bajo dos pretex-tos: su resolución técnica y su perspecti-va política. Morales destinó entonces unmillón de dólares para la realización delmonumento, que comenzó a construirseen febrero y estará listo para comienzosde 2014.

El pueblo como coautor

l proyecto del monumento a lamujer originaria, cuenta Zerneri,tiene varios objetivos: “El más di-

recto es que la gente conozca tres informa-ciones básicas: vivimos en un país que tie-ne 30 naciones originarias, con entre 15 y20 idiomas nativos, y seis de cada diezpersonas están vinculadas genéticamentecon esos pueblos”.

La campaña que se armó en torno alproyecto con el objetivo de explicar y fe-deralizar el significado del monumento esnotable, al punto de haberse configuradoun verdadero movimiento alrededor. Seconformaron seis comisiones: PueblosOriginarios, Educación, Bronce, RelacionesInstitucionales, Audiovisual, y Prensa yDifusión. “Si fuésemos una agencia de pu-blicidad nuestro target sería el que menossabe sobre la presencia de las comunida-des en Argentina. A ese sector estamos tra-tando de sensibilizar”.

El monumento a la mujer originaria se-rá de 10 metros y pesará 10 toneladas. Ycomo en la estatua del Che, Zerneri noquiere que el dinero sea un condicionanteen la cadena de producción, por lo queapuesta a su construcción colectiva bajoun concepto: el pueblo debe ser coautor.Por esa razón, diversas escuelas hacen ex-cursiones al taller para donar las llaves, pi-caportes, ceniceros o cualquier utensiliodiseñado en bronce.

La página de financiamiento colectivoIdea.me se contactó con el artista paraofrecerle colaboración. “Mi primera res-puesta fue no, porque nosotros decíamosque el proyecto no requiere dinero”. Sinembargo, luego supo que no traicionaríasus principios: las personas podrían entre-gar dinero a cambio de los cuadros del es-cultor. “Juntamos el 100 por ciento en 15días”, cuenta. Lo superó: el contador cerróen 47.867 pesos, mil más de lo requerido.El monto será destinado a recorrer las 23provincias del país, visitar 70 ciudades, re-coger los acopios de llaves de cada lugar ydar charlas para explicar la importanciacultural y simbólica del monumento. Elpresupuesto contempla la nafta, el peaje ycuestiones audiovisuales. Zerneri resumelo que pasó: “Es el espíritu del proyecto:mucha gente poniendo poquito. Esa esnuestra ganancia”.

svaldo Bayer lanzó la granadaen una charla en el Centro Cul-tural de la Cooperación. El his-toriador y periodista pidió unaplauso para el escultor An-

drés Zerneri, presente en el auditorio, quienhabía terminado el monumento a ErnestoChe Guevara, emplazado en Rosario. El pú-blico aplaudió. El monumento medía cuatrometros, pesaba 1,5 toneladas, y fue fruto deuna construcción colectiva: 75 mil personashabían donado sus llaves, cuyo bronce fuefundido para producir la primera estatua decuerpo entero del revolucionario que se ins-taló en un espacio público de Argentina. Ba-yer, viejo zorro, esperó a que el aplauso mer-mara, y rápido de reflejos disparó: “Seríabueno rendirle un homenaje también a lospueblos originarios con el mismo sistema”.Toneladas de bronce cayeron sobre Zerneri.

Tiempo después, visitó al historiadorcon un amigo mapuche y le recordó loque había sugerido. Bayer propuso consul-tar a la mayor cantidad de comunidadesoriginarias para saber qué opinaban. El es-cultor y el historiador se encontraron en-tonces con dos fuertes resistencia:

Veían el bronce como un material ne-fasto y una imposición de las clases do-minantes que recubría los bustos o lasestatuas de aquellos “próceres” que losmasacraron e invisibilizaron.Consideraban que la ciudad de BuenosAires, lugar sugerido por los promoto-res de la obra, era el sitio que menos semerecía un reconocimiento a sus cultu-ras y lucha.

A través de diversos encuentros e intercam-bios de opiniones, Bayer y Zerneri explica-ron que por esas mismas razones debía rea-lizarse el monumento. “Hay que resignificaral bronce y plantar la estatua en la ciudadque más invisibilizó la problemática indíge-na”, decían. La idea, con el correr de las se-manas, evolucionó. Las comunidades acep-taron. Y a ese combo de significados,Zerneri le aportó uno más: la obra tendría10 metros y sería la más grande de Argenti-na. “Eso ayuda en el sentido publicitario –re-conoce el artista–. Lo decimos en el primerorden como si fuera lo importante, pero nospermite llegar a espacios, copetes y titularesde medios que nunca hablarían de los pue-blos originarios. No estamos preocupadospor los records Guiness, sino en manifestara través de una llavecita el apoyo a la resis-tencia y la lucha de las comunidades”.

Política & arte

ndrés Zerneri nació en Marcos Pazy se crió en Merlo (dos partidosdel conurbano bonaerense), pero

O

En la ex ESMA está trabajando en la enorme escultura de Juana Azurduy y acumulatoneladas de llaves para su próxima obra: el monumento a la mujer originaria.

pasó su adolescencia en Neuquén. Comorespuesta a los múltiples casos de gatillofácil en esa provincia, se sumó a la Coco-rrepo (Comisión contra la Represión Poli-cial), y desde entonces supo que el arteera una herramienta de comunicación ymilitancia. Siempre de forma autodidacta.

Durante la década del 90 llegó a Bue-nos Aires y se sumó a HIJOS. “Yo sientoque primero está la cuestión política ydespués está el arte. El arte es una herra-mienta, no un objetivo o un fin. Para vivirvendo cuadros, hago exposiciones, doy ta-lleres. Tengo una filosofía bastante pareci-

da a la del Pepe Mujica: me siento millo-nario. No por cualquier figura aceptaríahacer un monumento. Pienso que si tevendés un poco, cagás todo. Siento que esretroactivo, como que si llegara a venderun monumento del Che estaría traiciona-do a la gente que confió en dar su llave”.

Haceme un monumento

l lugar donde Andrés Zerneri estátrabajando impacta por dos razo-nes:

ANDRÉS ZERNERI, ESCULTOR

El peso del bronce

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[email protected] la inscripción ciclo 2014

Cátedra Autónoma de Comunicación SocialDiplomado en Gestión de Medios

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había petróleo, pero ahora el mundollegó al techo de producción. Y si laproducción cae y la demanda aumenta,los precios suben. Esta desesperaciónhace que busquen petróleo en dondesea y a cualquier costo. Lamentable-mente la opción que eligieron fue elfracking.

¿El fracking es una técnica experimental?La EPA (agencia ambiental de EstadosUnidos) aún no evaluó la técnica, losbeneficios y las externalidades. La EPAestá en etapa de evaluación de los im-pactos que ya se han ocasionado y siesto conviene o no. Nosotros estamosconvencidos de que no conviene hacer-lo. Como también están convencidos, ypor eso lo prohibieron, los franceses ybúlgaros. Por otro lado, no hay ningunacompañía que pueda garantizar de an-temano los resultados ni económicos,ni técnicos, ni ambientales. Simple-mente a medida que avanzan en perfo-ración van buscando el mejor resulta-do. De antemano los desconocen. Poreso los pozos no convencionales sonde altísimo riesgo.

Pero hay estudios que precisan la existenciade determinadas reservas de hidrocarburos.

Más o menos. Hay un dicho muy cono-cido en el mundo petrolero que diceque las reservas son un cheque del queningún contador puede garantizar losfondos. Ejemplos hay muchos. A Rep-sol/YPF hace diez años la obligaron acontar reservas con métodos diferentes,porque tenía un cálculo muy mentiro-so. En compañías petroleras se sabe delo engañoso de este tema. Un ejemplo:dos revistas dentro del mundo petrole-ro publicaron artículos respecto a las

reservas en Emiratos Árabes, y una re-vista dio el doble de reservas que laotra. Se miente mucho y a propósito,esos anuncios impactan en las accio-nes. Y en Vaca Muerta pasa lo mismo.

Dónde está el peligro

os defensores de fracking en VacaMuerta aseguran que no hay posibili-dades de contaminar el acuífero por-

que el agua está a 300 metros de la superfi-cie y la roca madre a 1.700 metros.

La única diferencia es el tiempo. Al ha-ber 1.700 metros de distancia demoraráun poco más, pero se puede contami-nar igual.

Pero si las fracturas son muy lejanas al acuí-fero, ¿por qué debiera contaminarlo?

Uno de los grandes defensores del frac-king, Luis Sapag (legislador neuquino yprimo del gobernador) lo mostró en unaaudiencia pública, en Neuquén. Mostróun perfil de Vaca Muerta (D'Elía mues-tra un dibujo en diversos colores de VacaMuerta visto desde un lateral, con distan-cias, otras formaciones, ubicación delagua). Esto es Vaca Muerta visto de per-fil. La parte más profunda de la forma-ción llega a 2.500 metros y la superior a1.000 metros. Si usted observa bien,hay una flecha de color negro que dacuenta de la migración del petróleo encaso de que se lo libere. ¿Y para dóndeva ese petróleo? El petróleo liberadomigra hacia arriba.

¿Hacia el acuífero?Cuando se haga la fractura hidráulica,el hidrocarburo que ahora está entram-pado buscará la superficie. Lo recono-cen la misma empresa y el Gobierno.Es una ley de la naturaleza. Mire la fle-cha: está claro que irá hacia la superfi-cie, y en ese camino está el acuífero.Entonces, que haya 1.700 metros de dis-tancia no es impedimento para que secontamine el agua, es sólo cuestión detiempo. Incluso los riesgos pueden su-ceder cuando la compañía se haya ido.Y luego hay que ir a buscarlos, comoahora le sucede a los ecuatorianos conChevron. Muchos grandes impactosambientales se han manifestado con eltiempo. En Japón destruyeron toda unabahía, llamada Minamata, con mercu-rio. Y tardó muchos años en saberse, ymuchos más en registrar condenas. Lopropio sucedió en la ex Unión Soviéti-ca con el Mar de Aral.

Pero el fracking se publicita como una técni-ca segura.

El hombre ha llegado a la Luna, perono podemos saber a ciencia cierta quépasa a 200 metros en el subsuelo de laTierra. ¡Imaginate a 2.000 metros! Nosaben qué pasará. No podemos saberni estar seguros de lo que hay bajo tie-rra.

Químicos, explosiones y sismos

tro cuestionamiento: las sustanciasquímicas que se inyectan en la frac-tura.

Son un riesgo, pero en cuanto a la con-taminación de acuíferos es mucho másgrave vincular una formación de gas opetróleo con una formación de aguaque contaminar con estos productosquímicos. Si una fuente de agua se vin-cula con el gas y el petróleo la contami-nación es irreversible y de mayor im-pacto. Los químicos no dejan de ser unfactor de riesgo, pero lo ubicaría en ter-cer o cuarto lugar.

¿Qué riesgos ubica antes?Además del vincular con acuíferos, quees el principal, se pueden generar mo-vimientos telúricos de placa tectónicas,como terremotos, que ya ocurrieronpor las explosiones en el subsuelo.

YPF descartó cualquier posibilidad de sismos.Sería bueno que YPF se informe de loque les sucede a compañías petrolerasen Holanda, donde afrontan juicios de

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duardo D’Elía, ingeniero enpetróleo, 51 años, 25 de loscuales trabajó en compañíasinternacionales del sector, do-cente universitario en hidro-

carburos y, también, crítico de la técnicadel fracking (conocida como “fractura hi-dráulica”) que se busca masificar en Neu-quén en la formación llamada Vaca Muer-ta. D’Elía rompe el molde petrolero envarios frentes: se sumó a la Asamblea So-cioambiental de Río Gallegos, cuenta conun máster en energías renovables, otromáster en evaluación de impactos ambien-tales y trabaja (y milita) en el desarrollo dela energía eólica. Afirma que en VacaMuerta habrá contaminación, no tiene du-das de que las fuentes de agua están en pe-ligro, se asume como un “gran defensor”del petróleo (“por eso no quiero el frackingy que lo quemen para producir electrici-dad”) y compara: YPF y Chevron haciendofracking son como un médico con nula ex-periencia (YPF nunca utilizó esa técnica) yotro médico condenado por mala praxis(Chevron está condenada en Ecuador).“Puede ser un desastre”, advierte.

Todo sobre el fracking

Qué es el fracking? El petróleo al que estamos acos-tumbrados proviene de una roca

que naturalmente, por movimiento dela tierra, se movió y liberó petróleo ygas. En ese momento pueden ocurrirdos cosas: un techo natural frena el as-censo del hidrocarburo o el hidrocarbu-ro sigue subiendo hasta la superficie.De cada tres casos, dos quedan entram-

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Los riesgos del fracking que el acuerdo YPF-Chevron impone en el yacimiento VacaMuerta son analizados por la experta mirada de Eduardo D’Elía, un ingeniero enpetróleo que milita por el ambiente. Una entrevista de Darío Aranda.

pados. Se lo conoce como “trampa depetróleo”. Es de donde se sacó siempreel petróleo. Estos yacimientos conven-cionales se han agotado.

¿Entonces se recurre a la roca de donde salióel petróleo?

Exacto: vamos a buscar la roca madrepara “liberar” el hidrocarburo, pero tene-mos que hacer lo que no hizo la natura-leza. El fracking consiste en extraer petró-leo de una roca de esquisto, tambiénllamada roca madre o roca generadora,donde se formó el petróleo y que no seexplotó. Es una roca de donde es muydifícil extraer el petróleo. La roca madrese hace estallar con grandes presionesde agua y productos químicos. No pode-mos dimensionar esas fracturas, y claroque se puede comunicar con otras rocasmadres de hidrocarburo y claro quetambién pueden entrar en contacto conagua subterránea o de la superficie. Nopodemos saber de antemano hasta dón-de llegan estas fracturas. Y tampoco sepuede asegurar que no se comunicarácon formaciones de agua.

¿Desde cuándo se hace fracking?Desde hace muchos años. Mucho másque los diez años que se hace de mane-ra masiva en Estados Unidos. Se hacíasobre pozos convencionales, pero enforma muy diferente y cuando el pozoconvencional decaía en la producción.En esos casos, se hacía fracking comopara “destapar el pozo”, como cuandoel mate que se tapa y movemos labombilla. Las presiones eran notable-mente menores a las que se quierenutilizar ahora.

¿Por qué ahora se impone esa técnica?Antes nadie se iba a arriesgar porque

EL FRACKING SEGÚN UN EXPERTO EN PETRÓLEO

La fractura peligrosa

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muy distinto los riesgos del fracking. Tenemos la misma formación técnica,pero evidentemente los criterios sondistintos. Muchos colegas no entiendenque las únicas leyes que no se puedendejar de cumplir son las leyes natura-les. El segundo principio de termodiná-mica se seguirá cumpliendo. Soy do-cente en la universidad, no milito enpartidos, no soy candidato, me preocu-pa el futuro y no tengo intereses ocul-tos. Habría que ver quienes impulsanel fracking qué intereses tienen.

¿Qué opina del acuerdo con Chevron?Esto va más allá de Chevron. El frac-king es una locura. Y encima lo hace-mos con alguien perseguido por lajusticia. YPF es una empresa estatal sinexperiencia en fracking y se asocia conuna empresa prófuga de la justiciaecuatoriana por desastres ambientales.Estas dos empresas harán una activi-dad prohibida en dos países y catorceestados. Yo lo comparo con una situa-ción hipotética en la que un médicoestá dispuesto a hacer una operaciónque no es necesaria, pero te plantea dehacerla igual, y operar de manera noconvencional. El mismo médico teaclara que no tiene experiencia perosu socio está condenado por mala pra-xis. El médico te dice también que esatécnica está prohibida, pero que la ha-rán porque confían en que saldrá bien.¿Qué hacés vos? ¿Te operás o salís co-rriendo? Creo que todos saldríamoscorriendo. Esa es la situación del frac-king en Vaca Muerta.

¿Por qué no se han escuchado más ingenie-ros petroleros críticos al fracking?

Somos muchos los ingenieros que sabe-mos qué implica el fracking. Pero suelepasar que los medios llaman a un inge-niero en petróleo que quiere hacer frac-king y, para un debate, llevan un mili-tante ambiental, un contador o unacadémico de las Ciencias Sociales. En-tonces el ingeniero comienza con cues-tiones técnicas y embarulla el debate.Yo debato con argumentos técnicos ycon 25 años de trabajo en petroleras. Es-toy convencido de que el petróleo esimportantísimo. Le doy más valor al pe-tróleo que el propio Galuccio. Sin petró-leo no habría polímeros (plásticos). Yahí sí que se complica. Cuando se dice“se acabó el petróleo” la mayoría pien-sa en los surtidores de nafta. ¡Eso es lode menos! Podremos caminar, podre-mos ver la posibilidad autos eléctricos ola tracción a sangre, pero sin petróleono habrá polímeros y ahí sí que no po-dremos subsistir. Por eso defiendo el pe-tróleo, por eso cuestiono que se quemecuando hay posibilidad de cuidarlo ypor eso insisto en la necesidad de im-plementar otras fuentes de energías yde evitar la locura del fracking.

no extraemos el patrimonio de nues-tros suelos, lo protegemos para genera-ciones futuras.

¿Por qué no se hace ese cambio de matrizenergética?

Hay mucho dinero dentro del petróleo.Se perfora hoy, se saca mañana y sevende pasado mañana. En la energíaeléctrica proveniente del viento los di-videndos son en mediano y largo pla-zo. El lobby petrolero hace estragos yboicotea todo intento de cambiar haciafuentes de energías limpias. Y la clasepolítica es muy permeable al lobby pe-trolero.

Ingenieros, Chevron y petróleo

entro del mundo de la academia yde los profesionales, ¿cómo se ob-serva el fracking y Vaca Muerta?

El fracking dentro del ambiente petrole-ro es un desafío técnico. Los técnicostenemos esa debilidad. Vemos el desa-fío y queremos ganarle, queremos do-minar las leyes naturales. Lo veo enamigos míos, ingenieros en petróleo yque se dedican al fracking. Comparti-mos ratos de familia, somos amigos, ylo entienden como desafío y son cons-cientes de los riesgos. Ellos abren losojos, pero no están seguros de que esedesafío vaya a redundar en la mejoraeconómica que se busca, y mucho me-nos están seguros de que no habrá de-sastres ambientales. Lo miro desde lostremendos riesgos que corremos con elfracking. Y además hay que tener bienpresente que el petróleo es irreempla-zable, hay que cuidarlo.

Usted tiene la misma formación técnica queMiguel Galuccio (titular de YPF), pero valoran

o no me como ningu-na, o eso intento, por-que, claro, es imposible,algo hay que comer, no

es como fumar, uno puede vivirsin fumar, pero sin comer no, en-tonces siempre algo te comés, algoque no está bien, algo que irreme-diablemente te cae mal, agrotóxi-cos, manipulación genética, hor-monas, un cóctel de porqueríasespecialmente diseñadas para di-señarnos, para amaestrarnos, parasometernos y hacernos terrible-mente dóciles, siempre alguna tecomés, por más que intentes nocomerte ninguna, por más que tejactes de no comerte los mocos, yhasta es muy probable que al-guien, algún energúmeno (o ener-gúmena), de esos (y esas) quenunca faltan, te diga “andá, cagón,vos te la comés doblada”, y sí, se-guramente tengan razón, segura-mente te estés comiendo algo queno hace falta, que no está bueno,pero así es este mundo lleno deapariencias, donde todo puedeaparentar ser cualquier cosa, inclu-sive comida, inclusive placer, ali-mento o lo que fuere, un mundocomestible, donde todo el tiempotodo el mundo se come todas, unmundo donde cualquier cosa pue-de ser comida, donde cualquiercosa puede ser amor, donde lossentimientos y los placeres se lle-nan de lugares comunes, conser-vantes permitidos y conservadoresaceptados, un mundo donde elamor, como la comida, se adaptaa la voluntad de la corporaciónmás abusiva, la corporación quecrea el sentido común, eso queaceptamos mansamente, que inge-rimos y hasta disfrutamos, un sen-tido común que nos dice que elamor está lleno de cursilería, deresignación, de ataduras, como lacomida de pesticidas, y así debe-mos aceptarlo, incapaces como so-mos de dejarnos devorar por unamor sin aditivos, un amor quemerezca ser mordido y saboreadohasta llenar de placer infinito to-dos los sentidos.

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DESDE EL FIN DEL PROGRESISMO

Devorar

Eduardo D’Elía es ingeniero en petró-leo. Tiene 51 años, 25 de los cualestrabajó en compañías internacionalesdel sector. Es docente universitario enhidrocarburos y, también, integrantede la Asamblea Socioambiental deRío Gallegos.

300 millones de euros por sismos. O enInglaterra, donde las propias petrolerashan reconocido la vinculación entre suactividad y los sismos, y han frenadooperaciones. En Arkansas hubo 700 te-rremotos en seis meses luego de quecomenzara el fracking. Oklahoma, enEstados Unidos, ha tenido cierto riesgosísmico desde la década del 70. Desde1972 hasta 2008 se registraron entre dosa seis sismos anuales. En 2010 hubo1.047 sismos, uno de 5,6 en la escala deRichter. Este cambio se dio justo cuan-do comenzó el fracking. Demasiada ca-sualidad.

¿Alguna empresa ha dado muestras concre-tas de que no se contamina con el fracking?

Ninguna empresa puede asegurar eso. Yen ese aspecto hay que tener en cuentala ley de Argentina que legisla sobre elprincipio precautorio. Por lo tanto nosomos los ciudadanos los que tenemosque demostrar sino que son las compa-ñías quienes deben probar que no secontaminará el agua. (Sergio) Urribarri(gobernador de Entre Ríos) quiere hacerfracking. ¿Puede probar que no conta-minará el acuífero Guaraní? ¿Puedeprobar que no habrá sismos en cercaní-as de la central nuclear de Atucha, locual puede afectar a 20 millones de per-sonas en 300 kilómetros a la redonda?¿Hay que tomar este riesgo?

Un argumento a favor: en Estados Unidos serealiza hace mucho.

Claro que Estados Unidos lo hace, ytambién hay países que hacen energíanuclear y otros que queman carbón pa-ra electricidad. No creo que lo mejorque podemos hacer es copiar lo que es-tá mal. Más con el potencial que tene-mos en Argentina para hacer otra cosa.Las opciones las tenemos. Las energíasrenovables las tenemos.

Camino a transitar

A qué energía renovable se refiere?La Patagonia es la Kuwait de losvientos. Seis años atrás éramos el

mayor productor de energía de Suda-mérica, con 50 megavatios de potencia.Ahora hemos duplicado el potencial a100 megevatios, pero Brasil está en1.000, y sin tener nuestros recursos eó-licos. Desde la Asamblea Ambiental deRío Gallegos realizamos un estudiocomparativo entre un pozo de frackingy la energía eólica. Con el mismo dine-ro que se destina a un pozo de fracking,20 millones de dólares, se puede desa-rrollar un parque eólico con generado-res en la Patagonia y lograr veinte vecesmás de energía no contaminante, ener-gía limpia, más empleo y una vida útilde treinta años, mientras que un pozo defracking tiene un vida útil de dos años. Y

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por trenes y subtes. No es culpa del mar-ginado, porque no tuvo otras opciones.Es como la sociedad de castas en la In-dia: si naciste mendigo, tus hijos y tusnietos van a ser mendigos. Es terrible, pe-ro funciona así. ¿Cómo puede ser quehaya tanta gente sin casa y otros que ten-gan casas que ni usan? Hoy en día, sipuedo ayudar a alguien lo ayudo, perodesde un lugar mínimo. ¿Qué otra cosapuedo hacer? Creo que lo que falta es ca-pacitación. A mí también. Me gustaría sa-ber un poco de electricidad, plomería,carpintería: cosas que te sirven para la vi-da. Por más que la educación sea gratui-ta, si te siguen dando los mismos conte-nidos de siempre y no te enseñan ahacerte la comida o una huerta... En elcolegio te enseñan a germinar un poroto,pero no te sirve eso. No te enseñan a ararla tierra, que la basura se puede separaren orgánica e inorgánica. Me duele mu-cho que salgas del colegio y que seas uninútil que no sepa cocinar un arroz. Yomisma me considero bastante ignorante.Lo que aprendí fue porque caminé y por-que mis papás me dejaron ser libre tam-bién. Si vos no te nutrís bien, si no comesbien, tampoco podés pensar bien”.

Sangre de cumbia

i de música hablamos, su nutricióncomenzó de muy chica a partir dela discoteca de su mamá, donde

abundaban los discos de jazz y de salsa.“Me gustaban mucho Ruben Blades y Héc-tor Lavoe. Esa música me acompañó todala vida y es también la que elijo escucharhoy. A los 14 años me hice amiga de mi pre-ceptora del colegio y nos íbamos juntas alas milongas que organizaba mi tío (OmarViola, fundador del mítico Parakultural). Encambio nunca me gustó la noche de boli-che. Siempre me pareció una careteadadonde todos van sólo para aparearse. Nohay un ritual del baile, como sí está presen-te en el tango y en el folklore.”

Después de haber presentado Júbilo conuna serie de conciertos en el Club AtléticoFernández Fierro, Sofía está a punto de em-prender un viaje de tres meses que la lleva-rá a recorrer Colombia. Según ella, con laintención de encontrarse con la cumbia allídonde crece su raíz: “Desde muy chica yoescuché cumbia colombiana, por eso ahorame voy para allá. Me hierve la sangre consólo escuchar una tambora”.

Se ha alejado todo lo turbioque me supo perturbar, metropiezan escalones cuandoando sin mirar, voy atenta eneste ascenso y no me asusta

resbalar”, canta Sofía Viola en Sin marear-me, una de las canciones de su último disco.El álbum se llama Júbilo. Ella tiene 24 añosy este es el tercero en su discografía. Comolos dos anteriores, fue grabado y editado demanera artesanal. La diferencia está en queesta vez contó con la colaboración del músi-co Ezequiel Borra en los arreglos y la pro-ducción. Juntos grabaron 96 canciones, delas cuales sólo 11 llegaron a incluirse en lalista final del cd. Folk, cumbia, ritmos andi-nos, canción rioplatense y aires de vallenatocomponen un repertorio donde convivenun desfachatado sentido del humor y unalúcida observación de la realidad.

Sofía tiene la habilidad para transfor-mar las situaciones más cotidianas en his-torias que pueden ser cantadas. El temaPancho en Constitución, en el que a la ma-nera de una cronista relata un viaje en trendesde el sur del conurbano hasta la Capi-tal, es una prueba de ello. “Me gusta mirar.En la ciudad, como es cotidiano el paisaje,uno por ahí no observa tanto, pero de re-pente fijás la vista en algún lugar y te encon-trás con cosas que no habías visto antes.Siempre fui muy vagabunda, con mi guita-rra y la mochila al hombro. Nunca perma-necí mucho en la casa de mi mamá, en Re-medios de Escalada. Me siento con unaidentidad del conurbano, por más que apartir de los 14 años comencé a venir paraCapital. A veces llegaba al colegio con laguitarra, una lapicera y una hoja y la hojaterminaba siendo para escribir una can-ción. En el colegio no hacía un carajo. Toda

Acaba de editar Júbilo, un disco que refleja lo que aprendió en sus viajes del conur-bano a la Capital. Folk, cumbia y ritmos andinos que nutren la cabeza.

la vida supe que me iba a dedicar a la mú-sica. Mi papá me trazó ese camino. De chi-quita me dijo: �Vas a estudiar trompeta yvas a tocar en la banda de la policía� (se rie)porque era lo que él hacía. Lo decía comouna forma de asegurarme algo, pero siem-pre me costó la academia. Cuando mi vie-jo vio que me gustaba cantar, dijo que te-nía que estudiar piano o guitarra, algo paraacompañarme y poder componer cancio-nes. Y le hice caso y acá estoy haciendocanciones. Estuve bien guiada”.

¿El sentido del humor también te viene de fa-milia?

Te diría que el humor aparece incons-cientemente. No es que quiera ser gra-ciosa, sino que digo cosas y la gente seríe. No es mi intención hacer reír. Sí lo esdar alegría. Júbilo representa eso paramí: una alegría que se manifiesta, que sesaca para afuera y se comparte. A vecesse me da vuelta la energía, por ahí estoypinchada y termino haciendo uno delos shows más lindos. Me voy muy lle-na después de los conciertos. Cadashow es un antes y un después. Meacuerdo de uno en Valparaíso (Chile),lleno de gente, donde me pedían Mehan robado el mar, una canción quecompuse con mi primo en Bolivia y quehabla justamente de cómo les quitaronla salida al mar. Durante el mismo viaje,y también junto a mi primo, compusi-mos otro tema que se llama Minerito.Cuando fuimos a Potosí no podíamoscreer que sea un paquete turístico ir aver a los tipos que trabajan en la mina.Le pagás a alguien para que te lleve aver gente que no come y vive comozombie. Un tour muy turbio.

¿Te interesás también por temáticas socialesal momento de componer?

Temas así salen de la observación. Pasaque si uno se pone a retratar todas estascosas se puede poner muy denso tam-bién. Me duele mucho ver cómo se viveen la ciudad. Agradezco a quien sea tenereste trabajo y no tener que levantarme alas 4 de la mañana para ir a laburar. Vera la gente apretada en el tren todos los dí-as de su vida me alarma. Es muy fuertela realidad. Todo aumenta y la plata noalcanza. La gente tiene hijos y les tieneque dar de comer, hay que llevar a los hi-jos a la escuela y ahí no están conteni-dos. Hay mucha agresión. Lo mismo pa-sa en los hogares: si estás laburando todoel día a tu hijo no lo ves nunca. Lo únicoque hacés es cagarlo a pedos porque semandó cagadas, pero porque vos no es-tuviste ahí para contenerlo en el momen-to. Es duro. ¿Cómo es que no nos rebela-mos? Muchas injusticias se viven y porahí un grupo se manifiesta, pero no nosterminamos de unificar. Sentir que si las-timan a uno nos lastiman a todos. Nover al otro como diferente. Es tremendo.Gente grande, chica, niños deambulando

SOFÍA VIOLA

Música sin recetaslina m. etchesuri

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Un sabor:El ceviche, por su frescura. Y porqueme gusta prepararlo. Una actividad física:Andar en bicicleta. Una lectura:La poesía china. Me gusta porque esmuy sintética.

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desvinculé pero aprendí un montón,porque sé qué pasos tengo que seguirpara poder hacerlo yo sola, sé cómomoverme sin que la plata se la lleveotro. Este segundo disco lo hice todosola, con un préstamo de SADAIC, unaporte de mi vieja y de una ex aman-te. Me atrevo a enunciar que la ventade discos, cuando el artista lo fabricó yes independiente, es una fuente de in-greso, porque no se fuga la plusvalía aldisquero.

Autogestionar el éxito

a primera tirada de Miau fue de 500copias y se convirtió en un éxito ro-tundo de la autogestión: se agotó en

quince días. El cd trae temas predominante-mente cumbieros. Uno: Tomate el palo, juntoa Leo García, basado en una historia real vi-vida en carne propia. Dice Missbo: “Lo malotambién inspira, si no, se va al cuerpo. Quépreferís, ¿un tumor o un estribillo?”. Otro:Bien warrior, canción anti-rati dedicada a unvecino comisario con el que tuvo un conflic-to judicial por un perro. Otro más: Rap paralas Madres. Así Miau se convierte en la con-sagración de Miss Bolivia como eslabón ge-neracional, capaz de atravesar las capas so-ciales y conectar, en un mismo universosonoro, a las Madres de Plaza de Mayo conlos Wachiturros. El estribillo dice así:

Bien popular, para cabezas y chetosQuiero saber dónde mierda están los nietos

“Mis amigos me dicen que estoy más cabeza.Yo creo que estoy más transparente, menosmetafórica, más corta la bocha. A veces el rapse convierte en una masturbación verbal, yestá todo bien, pero a mí me gusta acabar”,dice Missbo con una contundente metáfora.Continúa: “Si hay algo que decir, que sea di-cho y punto; eso no significa que sea menosbello o más descuidado. Puede ser que estémás cabeza, pero la vida me puso así, densa.Si estoy donde estoy, por más que sea un hu-milde lugar, es porque me puse densa. Si no,te come la industria. Además soy mujer, en-tonces si no te denseás, te densean”.La transformación de Paz se puede resu-

mir en una serie de cosas que tuvo que con-tarle a su madre:

a) Primero le dijo que tenía una novia.b) Luego, que era activista cannábica.c) Finalmente, una vez que terminó su ca-rrera y ejerció la profesión por menos dedos años, que quería dejar todo eso y serMiss Bolivia.

Cuenta Missbo: “Mi vieja siempre me bancó.Mi familia es de Río Cuarto, son muy estric-tos y católicos, pero ella supo aceptarme co-mo soy. No tengo hijos, pero ella dice quemis canciones son como sus nietas, y vienea todos los recitales”.Antes de retirarnos Miss Bolivia saca un

papelito de su cartera. Nos cuenta que cadatanto hace trabajos con Ayahuasca. “La plan-ta viene a buscarte”, explica. Una vez, le pidióque realizara una posición de yoga poniendola frente sobre la tierra para transmitirle unainformación que ahora está transcripta enese papelito. Miss Bolivia lo lee como un ma-nifiesto: “La música ya está toda hecha. Nopreocuparse. La misión es unir y combinarlos sonidos que ya existen para llevarle la pazal corazón de las personas”.

Soy la torta, yegua, negra warrior,queen del barrio, lo sabés. no me importa lo que diga el comisario, voy a seguir poniendo cumbia porque para mí es necesario.

La letra es de uno de los doce temas queconforman su segundo CD, Miau, con elque consolidó el mejor momento en su ca-rrera como artista. Le pregunto entonces quécosas cambiaron en estos cinco años. Cuen-ta Missbo: “En definitiva, todo eso que hacíaantes lo dejé: las clases, el trabajo, la investi-gación. Hoy en día Miss Bolivia es mi traba-jo, es mi pasión, pero sobre todo mi trabajo.También alquilo mi casa, ya no vivo más encomunidad”.

¿De qué vive un artista independiente?Vivo de las contrataciones, que tambiénsirven para solventar mis acciones mili-tantes; porque yo muchas veces toco y nocobro, pero a mis músicos les pago. Ytambién de las regalías. La verdad prefie-ro trabajar de esto antes que estar en uncall center o atender a un neurótico en undispositivo burgués.

¿La venta de cd sigue siendo una forma deingreso?Si estás en una compañía, no, porquese lo llevan casi todo. Yo tuve una ex-periencia con la discográfica Pop Art, yhago un balance positivo. Ahora me

az Ferreira abre la puerta de sucasa ubicada en el barrio deChacarita y saluda con unasonrisa, a pesar de tener el ojoderecho lastimado, según ex-

plica, por un accidente con una de las tantasrastas que coronan ese cuerpo pequeño,muy pequeño, y muy poderoso.“Voy a tener que ponerme las gafas para la

foto”, dice Paz, vestida con calzas y remera deentrecasa, mientras se mira la herida en unespejo. Se aleja hacia su vestidor y vuelve alos pocos segundos: anteojos de sol, una mus-culosa de básquet que deja ver los brazos ta-tuados –“Paz”, “Amor”, “Respira”–, y un col-gante de plata sobre el pecho con la insignia“Love”. Ahora sí: Miss Bolivia está en la casa. Ella lo explica así: “Yo vivía en la calle Bo-

livia, en Paternal, entonces le agregué Miss,que es una palabra imperialista e importada,para resignificarla y hacer una pequeña ac-ción crítica dentro de lo que es el rap, quetambién es un estilo importado”.Miss Bolivia muerde el vinilo para la foto,

se saca las gafas de sol y se pone las de au-mento. Le recuerdo la primera nota que lehicimos en MU, en junio de 2008, cuandorecién empezaba su carrera musical. En esemomento vivía en una panadería industrialen La Boca con una comunidad de artistas ytrabajaba como productora en el canal de laCiudad; se dedicaba también a dar clases depsicología en la Universidad de Buenos Ai-res y en La Plata, oficio que la llevó, entreotras aventuras, a dar un taller para la policíabonaerense: “Las clases en la UBA eran so-bre Problemas antropológicos de la psicología,una de las materias más críticas de la carre-ra, en una cátedra deleuziana. Fui tambiéninvestigadora e hice un posgrado en el Coni-cet sobre el tratamiento del trastorno de an-siedad con plantas medicinales”, dice laMissbo de anteojos de aumento. La de ante-ojos de sol, en cambio, canta:

MISS BOLIVIA

Libre y sabrosa

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http://missbolivia.bandcamp.com/podés escuchar [email protected]

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Con Miau logró agotar una edición autogestiva que lepermitió financiar su consagración como compositora.

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Shiva, escritora, física y militante india, ga-nadora del Premio Nobel Alternativo; Me-dardo Ávila Vázquez, coordinador de laRed de Médicos de Pueblos Fumigados; y,por supuesto, las Madres de Ituzaingó, elmovimiento que se formó para pelearcontra las contaminaciones y las muertesen ese barrio de las afueras de Córdobacapital.

Geopolítica de la soja

no de los puntos fuertes del docu-mental es la inclusión de la voz dela agroindustria. “La construcción

de un relato necesita de una fuerza que seoponga. Y mi sensación es que cuantomás inteligente sea la fuerza que se opone,más tenés que desarrollar tu propuesta pa-ra superarla en términos de legitimidad,retórica, elegancia y factibilidad”, señalaUlises. “Lo que pasa en el territorio con lasvíctimas es necesario, pero también hayque ir a otros niveles para dar la discusióncomo la dan ellos. Porque vos escucháshablar a Grobocopatel y hasta parece quetiene un discurso progresista y en ese tonoyo quería darles la pelea”.

El argumento principal de las corpora-ciones, cada vez que asoman su cabeza enla hora y media que dura la película, es elmismo: la soja transgénica es el motorprincipal de producción de alimentos quesalvará al mundo de la desnutrición. Uli-ses, entonces, cita datos: en Estados Uni-dos, el 60 por ciento de la producción so-jera se utiliza para forraje y el 30 porciento para biodiésel. Es decir, sólo un ín-fimo porcentaje es destinado para comida.“Estos granos de exportación son commo-dities. La tonelada de soja vale según elprecio de especulación en la bolsa de Chi-cago, que referencia a todo el mundo. Yeste tipo de especulación hace que el pre-cio de los alimentos aumente exorbitante-mente, como lo hizo en la última década.Una variación de un pequeño porcentajesignifica un volumen enorme de dinero anivel mundial, y a su vez, que haya genteque en algún lugar del mundo no vaya apoder comprar el pan ese día”.

¿En qué situación se encuentra Argenti-na, cuyo modelo sojero ya acapara más dela mitad de las tierras cultivables del país?La respuesta trasciende los límites criollos:son profesores y ejecutivos chinos quienesexplican la importancia geopolítica de laproducción de soja transgénica. Esto es:China tiene la dura tarea de alimentar 1.300millones de personas que, a medida que in-crementan su poder adquisitivo, tienden acomer más carne, cuya producción requierede la importación de granos que el giganteasiático no puede producir por sí sola. ¿Lasalida? Elemental, Watson: 50 millones detoneladas de soja provenientes de EstadosUnidos, Brasil y Argentina.

El cambio es cultural

ste modelo queda sintetizado enel histórico juicio que se realizó amediados de 2012 en Córdoba, en

el que un productor agropecuario y un ae-rofumigador fueron condenados a tresaños de prisión condicional por contami-nar y afectar la salud de la población delBarrio-Ituzaingó Anexo. La batalla fue du-ra, y si bien las Madres no festejaron la pe-na por considerarla insuficiente, la senten-cia sentó un precedente: ellas teníanrazón. El documental registra las voces delos testigos, las intervenciones del tribunaly las insólitas defensas esgrimidas por losabogados de los acusados. “Creo que tene-mos que generar conciencia social y pre-sionar a nuestros dirigentes y políticos. Yeso está empezando a pasar. Muy lenta-mente, pero pasa. No es un cambio que vaa venir de los gobiernos, porque excede sutemporalidad y su geografía. El cambiotiene que ser cultural y global. Y empiezapor nosotros mismos. Un ejemplo: si no-sotros reorganizáramos nuestras dietas, so-braría alimento en el mundo”.

reyó que se trataba de unahistoria de ciencia ficción.Hacía poco había terminadoel montaje de Tierra Adentro,su excelente documental so-

bre la Campaña del Desierto, y estababuscando tema para su próximo film. Larespuesta le llegó de manera alarmante:un amigo suyo, historiador, oriundo delpartido bonaerense de Pergamino, le con-tó que su nietito había nacido con unamalformación severa y que los médicosde un hospital de La Plata habían sugeri-do que la enfermedad podía deberse auna intoxicación crónica de la madre conagrotóxicos. Ulises quiso verificarlo. Ha-bló con médicos y encargados de variasáreas del hospital, pero sólo encontró eva-sivas. De a poco, se adentró en un sub-mundo totalmente oculto para él. Convo-có a un guionista (Mariano Starosta) paraque lo ayudara con la investigación. Lecontó su idea y cómo quería encararladesde el punto de vista cinematográfico ypolítico. El resultado fue un riguroso tra-bajo que lleva un título que lo resume to-do: Desierto Verde.

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Desierto Verde es un viaje a las profundidades delmodelo sojero. Voces e imágenes que dan cuenta de loque está en juego y lo que está cambiando.

Darse cuenta

l caso de las fumigaciones, las en-fermedades y las muertes del Ba-rrio Ituzaingó-Anexo, en las afueras

de Córdoba Capital, fue el eje a partir delque Ulises de la Orden articuló un relatobasado en una minuciosa investigación nosólo de la contaminación, la deforestacióny la degradación del suelo a partir del mo-nocultivo de soja transgénica, sino tam-bién de lo que este modelo implica desdeun punto de vista político, económico ycultural. “Lo que nos estamos dando cuen-ta masivamente es de que la gallina de loshuevos de oro es tóxica; que este modelo

de producción industrial y transgénico espeligroso y produce mucho daño”, cuestio-na el director. Y pregunta: “¿Cuál es el da-ño? ¿Cómo se produce? ¿Realmente haydaño? ¿A qué se debe? ¿Hay alternativas?Si las hay, ¿no producen daño? Todas esasvoces hacen a este problema de una altísi-ma complejidad que pude abordar de múl-tiples aristas”.

Voces y debates

lgunas voces destacadas del docu-mental:

Pat Mooney, director ejecutivo del ETCGroup: “Cada vez que haya monocul-tivo en cualquier lugar del mundo sepone en riesgo la supervivencia de lossuelos y de las personas. El monocul-tivo de la soja en el sur de América La-tina es una tragedia latente. Dañará ladisponibilidad de los alimentos a lar-go plazo”.Gustavo Grobocopatel, presidente delgrupo Los Grobo Agropecuaria, conoci-do como el “rey de la soja”: “Cadaplanta se va a parecer más a una plan-ta industrial que a una planta verde”.Raúl Montenegro, titular de BiologíaEvolutiva de la Universidad Nacionalde Córdoba: “Hoy en día no solamentenos enfrentamos a los plaguicidas entérminos de la dosis que mata, sinoque –y creo que ese es el principal pro-blema actualmente– nos enfrentamos ala dosis crónica que no mata inmedia-tamente. Es la que, acumulada e inte-ractuando con otras pequeñas dosis, in-crementa las enfermedades y aumentala mortalidad”.Ricardo Lorenzetti, presidente de laCorte Suprema de Justicia: “Cuando seusan agroquímicos, eso genera riesgos.Ahí hay dos posiciones. Una es no re-gular y que los riesgos sean evaluadosuna vez que se producen los daños. Aesa posición la llamamos reactiva. Noes bueno, porque una vez que se causadaño a la salud o a los bienes ambien-tales, ya no hay retorno. Entonces laposición debe ser proactiva: regular an-tes para prevenir y evitar. Pero el pro-blema fundamental es cómo se aplicay ahí creo que hay que trabajar muchola participación ciudadana. Hay que in-volucrar a los pueblos, a las organiza-ciones no gubernamentales. En un pue-blo del interior de país, el que sabe yve el problema es ese que lo detectaantes, y por eso hay que darle partici-pación y acción”.

El documental también cuenta con lasdestacadas voces, entre otras, de AndrésCarrasco, titular del Laboratorio de Em-briología Molecular de la UBA; Vandana

ULISES DE LA ORDEN, DOCUMENTALISTA

Huevos de oro

20 VERANO 2013/2014MU

Desierto VerdeSala 3 del Gaumont. Horarios: 16 y19.40 hs.Malba: Viernes: 20 hs. Sábados: 18 hs.

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tivo principal: la intensidad. Hoy conmover es subvertir y eso es lo

que hacen los chicos del Ensamble Chan-cho a Cuerda a través de la belleza de suscanciones. Ellos construyen con esa pro-fundidad las condiciones en las que quie-ren crear, y generan espacios grupales pro-pios, de trabajo y arte al mismo tiempo.No se quedan con lo que está dado de an-temano en el campo musical. Se muevenen el orden de lo nuevo por hacer.

l escritor uruguayo EduardoGaleano llamó “cultura delenvase” al desenfreno mo-derno por desechar todos loscontenidos en tiempos en los

que la ropa importa más que el cuerpo. ElEnsamble Chancho a Cuerda te arrastrahacia una profundidad que va exactamen-te a contramano de esta tendencia. Su mú-sica es el reflejo de lo que sienten ellosmismos al tocarla: placer. Sus voces y soni-dos generan emociones que no se puedendescartar.

A Nahuel Carfi (piano y voz), Julián Ga-lay (bajo eléctrico), Lautaro Matute (guitarray voz), Nicolás Rallis (guitarra y voz), Joa-quín Chibán (violín), Agustín Lumerman(percusión) y Manuel Rodríguez Riva (clari-nete) les sobra talento y se nota. Todos po-drían haberse estancado en ser músicos so-bresalientes en alguna academia derenombre, sin embargo eligieron arriesgar-se por el camino de la autogestión. En esaapuesta emprendieron un largo proceso decreación colectiva que no encuentra límites.

Se paran sobre una base sólida y afecti-va: la confianza. Hace siete años que to-can, arreglan, componen e improvisanjuntos. Son muy amigos, se conocen hastalas miradas y confían en lo que cada unotiene para dar. Me comentan que el añopasado se fue el cellista (Bruno D’Ambro-sio) a vivir a Estados Unidos y decidieronno suplantarlo. Eran ocho, pasaron a sersiete. Me explican que así protegen laesencia humana y cálida con la que se for-mó el grupo. Muy lejos de la lógica de loscastings basura, en este ensamble las per-sonas no son reemplazables.

Ellos transgreden la homogeneidad.Sus obras no se ajustan a los encajona-mientos del mercado porque son el resul-tado de mezclas de géneros e influenciaspara las que todavía no existen nombresni calificativos. Por eso manifiestan espe-cialmente que no les gustan las etiquetas.Pienso: justo la característica principal delos productos comerciales: “Hacemos mú-sica. No queremos encasillarnos y definirun estilo único porque hay un montón decosas que vienen de diferentes estilos ynos nutren”, explica Joaquín.

Cosmovisión

e definen como una cooperativa:no hay líderes, jefes, ni directoresy el trabajo es compartido. Ade-

más –me cuentan– están sumergidos en laconstrucción de una “cosmovisión”: ununiverso estético, ideológico, comunica-cional y humano que los atraviesa a todosy con el que pretenden conseguir la máxi-ma potencia que pueda alcanzar un grupomusical. Lautaro: “Es mucho trabajo, envarios aspectos, sostener un proyecto conesta cantidad de integrantes y horas de en-sayo. Por eso decimos, por un lado, lo dela cosmovisión que implica buscarle todaslas posibles aristas y, por otro, la idea decooperativa porque ayuda a poder mante-nerlo en el tiempo”.

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Desde hace siete años componen una cooperativa queles permite hacer la música que quieren. Radio, talleresy otras delicias de la composición autogestiva.

En esta búsqueda, las cuerdas que ya lemaquinaron al chancho son:

Un programa de radio: Cuando losChanchos Vuelan, todos los martes a las24 horas por FM La Tribu. Talleres y seminarios dados por ellosmismos: La Escuela Chancho a Cuerda,que funciona en Café Vinilo. La realización de música para cortome-trajes y películas: este año se presenta-ron en el Festival de Animación Car-tón, por ejemplo.

Remarcan que esta es la forma que encon-traron para poder dedicarle más tiempo aaquello que más les gusta hacer: investigara través de la música. “Nosotros apunta-mos a poder vivir de esto. No es un hob-bie. Pretendemos que sea nuestra formade vida. Sabemos que en esta ciudad ha-cer este tipo de música es un trabajo largoy arduo, pero invertimos porque quere-mos ir hacia eso”, me señala Agustín. Tie-nen en claro que la cultura no se sostienesin una política y esperan ansiosos quefuncione el Instituto Nacional de la Músi-ca para poder seguir creciendo y exploran-do nuevos horizontes. Un ejemplo: ir degira al interior.

Ciberchancho y subversión

us dos discos –Contrastes y Subver-siones– se pueden descargar en In-ternet. Los liberaron porque lo que

más les interesa es que se escuche lo quehacen, pero también me explican que esun momento muy particular para la músi-ca en relación al disco como objeto. Ellosopinan que es un período de mutacióncon más preguntas que respuestas: grabarsale mucho efectivo, pero al mismo tiem-

po es difícil todavía concebir la idea deldisco sin su materialidad. Por ahora dicenque están transitando un camino porconstruir y se encuentran atentos a lasmuchas posibilidades que esto pueda tra-er. No parecen asustados por la posibili-dad de un cambio, sino todo lo contrario.

Al segundo disco le estamparon unasfuertes palabras de Vicente Zito Lema:

“Quiero reivindicar la palabra subver-sión, no la quiero castigar, no la quierodejar con una mancha de muerte comola que pusieron sobre nosotros. Subver-tir el orden es la posibilidad de generarun orden de amor, de belleza, de justi-cia. Un orden que no sea el orden de lacultura de la muerte, que sea un ordende lo nuevo por hacer”.

Se animaron a leerlas en los Premios Gar-del para no perder en ese marco su distin-

CHANCHO A CUERDA

Sinfoníasin patrón

Ensamble Chancho a Cuerda

http://chanchoacuerda.com/Discos, videos, foto y agenda

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ra vender en ferias libros editados por la-vaca, la editorial independiente El Colecti-vo y los dos infantiles que habían recolec-tado: La dulce victoria y Nosotros dijimosno, sobre la experiencia del No a la minaen Esquel. Así y durante año y medio, lo-graron juntar gran parte de la plata para laedición de su primer libro: Con Tucho nohay tachos.“Nos parecía bueno tener la obra para

cuando ya la gente conociera a MuchasNueces”, dice Lucía. Gonzalo hace un cálcu-lo optimista: “A esta altura nos conoce másgente que la cantidad de libros que pode-mos llegar a imprimir”.Sobre el primer libro: “Donde otros ven

basura, Tucho ve juguetes”, adelanta Lucíadel cuento, subtitulado Un cuentito sobre elreciclaje. Pero este no es el reciclaje estiloGobierno de la Ciudad: “Tucho no estápensando en el reciclaje: juega con chata-rra porque le parece útil”.Gonzalo: “Tucho no pierde el proceso de

armar el juguete, juega con algo propio”.Tucho asiente con la cabeza.

Matar a Mickey

uchas Nueces prefiere no encasi-llarse en las etiquetas ya gastadasde “temáticas sociales” para defi-

nir sus publicaciones, entonces dice quecontarán “lindas historias”. Tienen un con-tra-ejemplo claro en todo esto: Disney. “Loslibros de Disney, que enseñan los númerosen el final, el Tío Rico se queda con toda laguita”, aseguran sobre las lecciones de éti-ca y moral de la editorial del imperio.Hay una batalla cuerpo a cuerpo que

se impone en todo esto: Mickey vs. Tucho.“Así como la revista Barcelona nació di-ciendo que quería destruir a Clarín, Mu-chas Nueces quiere matar a Mickey”, de-claran sin miedo a las represalias. Fuera debroma: “Nosotros queremos competir”.Muchas Nueces escribió dos cartas de

presentación, una más formal y otra en elestilo surrealista de “cadáver exquisito”. Enla primera (la segunda, busquenlá: es mu-cho más clara), plantean que los chicos noson objetos de mercado sino sujetos acti-vos, a quienes los atraviesa la realidad. Estoestá escrito por estudiantes de antropolo-gía, pero de alguna manera hay que decirque los chicos son chicos, pero no idiotas.

El risoto y la risa

demás de lo recaudado en las fe-rias, los Muchas Nueces lanzaronuna campaña de reciclado a la

que invitaron a amigos y enemigos aaportar papel, que luego vendieron. “Que-ríamos que Tucho, que habla del recicla-do, tenga reciclaje encima”. En el medio,Kafka se dignó a darles su matrícula comocooperativa de trabajo. “Nos faltaba unpuchito para imprimir y nos habíamospuesto el tope de fin de año”, cuenta Lu-cía. “Y queríamos festejar la matrícula”.Lógico: hubo fiesta. Para recaudar y paraencontrarse con la gente que los había vis-to crecer. Un sábado, en una terraza, coci-naron un risoto en olla popular para másde 60 personas, hubo música en vivo, ro-daron un cortometraje y siguió la fiesta.Esa que les hace decir, cuando el cronistapregunta si quieren agregar algo: “Sí: quenos divertimos mucho”.El libro sale en diciembre.

no. Lucía dijo: quiero escribircuentos para chicos. Gonzalo,en un acto de amor, tiró: yo tehago la editorial. Empezó co-mo un capricho y en tono

broma, pero cuando hubo que armar unproyecto de autogestión para la CátedraAutónoma de Comunicación Social de la-vaca, Lucía y Gonzalo no dudaron: era laeditorial. Entre los compañeros que escu-charon la idea hubo uno especialmenteinteresado: Néstor.

Dos. Un día, en una sobremesa familiar,un tío le acotó a Gonzalo: “Vos, al final,mucho ruido y pocas nueces”. Lo calmó aGonzalo asociar esa frase a una idea exi-tista que nunca lo había motivado. Quedóahí.

Tres. Otro día, Néstor, aquel compañerode cátedra a quien no veían desde hacetiempo, le escribió un mail a Gonzalo yLucía. “¿Qué onda la editorial?”, preguntó,colgado de aquel trabajo final. Gonzalo yLucía se miraron: ¿qué onda? Le explica-ron lo del ruido y las nueces…Néstor replicó: “Yo necesito que mi hijo

Tobías lea otra cosa que Disney”.Nuez. Gonzalo, Lucía y Néstor planta-

ron la nuez.

Investigando

stabámos con Tobías, 5 años, se-diento de nuevas lecturas, y su pa-dre, Néstor, que se sumó al arma-

do de una editorial infantil que cuentehistorias en las que el protagonista no sea

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Libros infantiles pensados para ganarle la batalla a Disney. Los financiaron conferias, reciclaje y risotos. Se definen como un nodo de producción cooperativa.

Mickey. Lucía: “En general las editorialesinfantiles contratan un ilustrador y un es-critor. Si es bueno el contenido no les im-porta la estética: blanco y negro con dibu-jos básicos. Y sino, al revés: muchacalidad, tapa color, pero de contenido po-bre”. La idea era integrar todo.Gonzalo: “Además, conocíamos un

montón de amigos que son ilustradores oque escriben y a quienes el mercado edi-torial no les da trabajo”. Ornella, Nina,Agustina y Julián, Gabriel, Ezequiel se su-maron para ilustrar, escribir, diseñar, idear,soñar. Son artistas plásticas, músicos; estu-dian cine, antropología, edición.Con este plantel, ¿cómo limitarse a una

editorial?“Muchas nueces es un nodo de produc-

ción”, definen.Gonzalo: “Cuando terminamos de ar-

mar el grupo fuimos entrevistando expe-riencias similares que nos parecían intere-santes. Los reporteados fueron AugustoBianco, el editor de Rompan Fila; los traba-jadores del BAUEN, que hicieron Duendespor la dignidad contando la recuperacióndel hotel y Juan Manuel Troncoso que es-cribió La dulce victoria, un relato sobre unafábrica recuperada. Las entrevistas puedenleerse en la página de Muchas Nueces. Y siuno busca la referencia de esos libros in-fantiles en Google lo primero que salta sonesas notas: encontraron un nicho.En paralelo, fueron tomando la tempe-

ratura del público en ferias autogestivas:“Siempre había padres que buscaban otrotipo de lecturas infantiles e incluso docen-tes que querían otra cosa para sus alum-

nos”, cuenta Lucía. Gonzalo rememorauna imagen célebre sobre estos aprendiza-jes: una chiquita en un piquete en Esquelcon la siguiente inscripción en su remera:“Yo empecé a caminar marchando contrala megaminería”.¿Qué leen los jóvenes que caminan?

Ritmo Bifo

uchas Nueces hacía de todo, pero¿y sus libros? “Las primeras reu-niones dejamos en claro que que-

ríamos trabajar más Bifo (se refieren a inte-lectual italiano Franco Bifo Berardi, teóricode las formas de producción de la comuni-cación), de otra forma que no sea al ritmodel capital”, dice Gonzalo. Traducción: nolos corría nada ni nadie. Lejos de signifi-car un relaje, los Muchas Nueces creenque generó más responsabilidad sosteni-da en el tiempo: “Si un eslabón fallaba,fallaba todo”. La decisión del ritmo propio fue una

cuestión de (auto) gestión: “No queríamosinvertir plata ni deberle nada a nadie”.Aprovecharon sus turbios contactos pa-

LA EDITORIAL MUCHAS NUECES

Rompiendo moldes

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bio

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Muchas Nueces [email protected]

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Brasil, ¿un nuevo imperialismo?El nuevo libro de Rául Zibechi

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En el Ballet 40-90 no hay castings: haygordas, flacas, altas, bajas, rubias, morochas.El único motivo que Elsa señala como impe-dimento para participar del mismo es si apa-rece el individualismo: “Llevar adelante esteespectáculo es un trabajo grupal, nunca na-die baila sola y todas son solidarias con suscompañeras. Siempre les digo que esto es unmundito aparte, donde todos los valores sondiferentes: no hay nadie mejor que otro”.

En este grupo hay mucha alegría y lo quela genera no es sólo bailar: es lo grupal. Elsaagrega sobre los problemas que trae pensarcon el ego: “Lo importante para aprendertambién está en aceptar las limitaciones. Yotengo mis limitaciones, las chicas tienen lassuyas. El problema es que cuando prima elindividualismo, las personas no quierenaceptar sus limitaciones, eso no las dejaaceptar correcciones, las llena de enojo y nolas deja crecer”.

Pito catalán

pesar de los años que tiene el ba-llet, Elsa sigue asombrándose delo que aparece en las chicas: la

sensualidad, el erotismo, la provocación,la irreverencia. Y comenta: “Me produceuna felicidad enorme que todo eso apa-rezca, porque a determinada edad no escomún. Por eso les digo siempre: nosotrasle hacemos pito catalán a la sociedad”.

Las letras de las canciones también las es-cribe Elsa y recuerda sonriente una que can-taron que decía: “Tengo un cuerpito que esmuy bonito. Tengo ganas de bailar”. Con fra-ses como esta aparece uno de los elementos

gran compromiso profesional y los resulta-dos se ven en cuanto se encienden las luces.

Aprender lo justo

lsa tuvo tres accidentes graves, uno ladejó temporalmente sin poder cami-nar, pero eso no la detuvo: “Cuando

estuve en silla de ruedas me venían a buscarlas chicas y daba la clase igual. No lo hacíapor genialidad sino porque me hacía bien.Hoy me sigue haciendo bien”. Con esta acti-tud atrevida Elsa hace clown con MarceloKatz, desde hace 14 años: está en el grupomás avanzado. “Soy muy buena clown. Conbastón y todo, estoy en el grupo con chicosmuy jóvenes. Allí descubrí que soy muy pa-yasa y esto también lo aplico al ballet: juegomucho con las chicas. Creo que todos tene-mos un niño interno, pero cuando nos volve-mos adultos no lo dejamos salir y la formade hacerlo salir es a través del juego”. Se sien-te una privilegiada por estudiar y tener unmaestro a su edad: “Para mí lo más impor-tante de la vida es aprender a cualquier edady para ello hay que ser humilde, porque sino, no tolerás que alguien te enseñe. Apren-der es importante, sobre todo porque da ga-nas de entender más sobre esta sociedad enla que vivimos: lo que es justo, lo que no esjusto y qué puede hacer uno con todo esodesde su lugar. Mi lugar es este.”

s un ballet que de clásico notiene nada. El nombre de sunuevo espectáculo lo demues-tra: A más hechos, más pechos.Empieza la función: las bailari-

nas están acostadas en el piso, se ponen depie al ritmo de una música alegre y al moversus cuerpos inundan la sala de picardía ysensualidad. Los vestuarios: taco aguja, lente-juelas, vestidos coloridos y pestañas posti-zas. El elenco: 55 mujeres en escena. Edades:entre 40 y 90 años.

Elsa Agras es la directora y fundadora delballet, tiene 89 años y bailó toda su vida. Ha-ce 18 tuvo el deseo de enseñar baile a genteque tuviese muchas ganas de bailar, peroque nunca pudo hacerlo por diversos moti-vos. Y lo logró. “No tenía claro qué queríahacer, pero algo me decía que valía la pena.Poco a poco me fui dando cuenta de que notenía que enseñar primero la técnica, sinoque debía ir por otro camino que fui descu-briendo gracias a lo que me transmitían laschicas. Este ballet tiene que ver con lo social:muestra que la gente que hizo otras cosas ensu vida que no estaban relacionadas con elarte puede hacerlo cuando quiera. No hayque buscar la perfección, sólo hay que bus-car un camino”, dice Elsa.

En 1995 decidió que no debían ser sóloclases de baile, y montaron la primera tem-porada del espectáculo. A partir de ahí ensa-yan tres o cuatro veces por semana con un

BALLET 40/90

Date el gusto

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http://www.ballet4090.com.ar/Teatro Garrick. Av. Avellaneda 1359. Losviernes, a las 21 hs.

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Un espectáculo musical creativo, divertido y sensualcon 55 mujeres en escena de entre 40 y 90 años.

fundamentales de este grupo de baile: la li-bertad. Tita, una de las integrantes más nue-vas en el ballet, lo expresa: “Amo bailar peronunca tuve formación académica. Vine averlas y dije: yo me quiero divertir así. Lasensación es que cada ensayo es como venira una fiesta desde que llegás hasta que te vasporque te permitís hacer cosas que en la vi-da cotidiana no podés hacer. Acá jugamos ysomos bataclanas”.

Sadi –una de las mayores– describe al ba-llet: “Bailar acá es atreverse. Los años nosvienen, eso no se puede evitar pero hay quedarles vida. Para mí el ballet es eso: una acti-tud de vida”. Hace diez años que Sadi es par-te del ballet y tiene un poder de seducciónen el escenario con el que logra meterse a to-do el público en el bolsillo. Da cuenta de esocuando dice: “Todos tenemos un poco depurpurina en el corazón”.

Termina la función. La gente aplaude, chi-fla, se ríe, se emociona y sobre todo cuandosalen les agradecen la experiencia. Hay unaintención explícita del ballet de tener una co-nexión muy fuerte con el público y en algu-nos momentos hasta levantan gente de lasbutacas y los hacen bailar con ellas. Las chi-cas buscan comunicarse desde el escenarioconstantemente a través de miradas, gestos,sonrisas y chistes. “La respuesta del públicotiene que ver con que de alguna manera sa-ben que ellos podrían estar arriba del esce-nario haciendo lo mismo”, sugiere Elsa, peroadvierte: “Ojo, eso no quiere decir que estasmujeres no sean artistas. Ser artista no es ha-ber seguido una carrera. Ellas son bailarinasy actrices: son artistas”.

Estas mujeres con cada paso de baile ledan la razón a Elsa cuando dice: “El dile-ma no es ser joven, el dilema es tener elderecho de ser feliz”. Ellas con su atrevi-miento se burlan con un pito catalán delas visiones comunes sobre las mujeresmayores de 40 y rechazan terminante-mente el término tercera edad. Y así de-muestran que si uno desea hacer algo conpasión puede hacerlo en cualquier mo-mento de la vida. El gran secreto: hay quedesear hacerlo.

Hipólito Yrigoyen 1440 / 4381 5269www.mupuntodeencuentro.com.ar / www.lavaca.org

Consultá la agenda de eventos en www.lavaca.org

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23 Ballet 40-90_Layout 1 04/12/13 15:34 Page 23

l tiempo o la inutilidad de co-rrer. No es que todos corran,pero todos parecen sin tiem-po. Una urgencia en las mira-das, en los gestos, aun en la

actitud aparentemente reposada del oca-sional habitante de la mesa de un café. No hay empujones ni corridas, pero to-

dos los cuerpos se mueven al límite, te ro-zan como las brisas de la muerte, sutiles yletales. Es hora de plena actividad en laCity porteña y los relojes parecen estar al-gunos segundos por encima del tiempo delos demás mortales. No abruma, no enlo-quece, pero inquieta y estremece si uno sepone dramático.No hace falta: El lugar es dramático. El lugar es peligroso. Está lleno de bancos, los peores estafa-

dores del capitalismo del siglo 21. ¿Será por eso que hay tantos policías?Antonella me lleva a recorrer algunos

espacios del edificio de la Bolsa de Co-mercio de Buenos Aires. Antonella es guíay estamos sólo ella y Yo. Sobria y descon-tracturada, reconoce sin titubeos lo que nosabe (un verdadero alivio ante tanto chan-ta suelto) y dialoga y explica de manerasencilla y segura. Se apoya en la deliciosaimpunidad de sus 23 años y, posiblemen-te, en su casi terminada carrera de Comu-nicación Social.Recorremos ambientes enormes y vací-

os. Pasillos amplios y silenciosos. Los dife-rentes salones (sala bursátil o algo así, sa-lón del Directorio, el antiguo salón dondese cotizaba a gritos y pizarra escolar) estánsilenciosos, desolados.Elegantes, repujados, recargados del ne-

oclasisismo y de todos los clichés de la oli-garquía de principios del siglo 20, desme-surados, de belleza dudosa, algunos con

Eun silencio sin escucha.Antonella me dice que siempre es así.La era digital como asesino serial. No

hace falta venir. No hace falta verse.Los cuerpos o la física de la ausencia. To-

dos los que circulan a nuestros costadosson gente mayor. Pero mayor sin eufemis-mos. No sé si son viejos de mierda o vieji-tos amorosos (lo dudo), pero seguro queson mayores. Todos hombres. Y son po-cos. Muy pocos. Una conversación distraída, alguien en

otro piso toma el café, un par que mirauna pantalla de las muchas que hay sinusar. Ninguno responde al estereotipo del

yuppie elegante, juvenil y miserable ni esel Gekko de Michael Douglas ni nada quesiquiera se le acerque. Jolivud me sigue mintiendo.¿Por qué vienen? ¿A qué vienen? Anto-

nella, fría e implacable como una senten-cia borgeana, me responde: “es la costum-bre”.Les tengo miedo.Los dioses o la soledad infinita. En todas

partes aparece la figura de Mercurio (Her-mes en la versión griega) bajo el formatode esculturas que tal vez tengan un granvalor artístico. Aunque a mí me parecende esas compradas en las casas de artícu-los para decorar el parque. Mercurio llevaba las almas al infierno.Miro por una mínima ventana las ca-

lles de la City y veo su gris implacable, in-contenible, un infierno moderado, intensoy discreto.No hay árboles.Mercurio está asociado a la inestabili-

dad, a la volatilidad. Viajero incansable, sunombre fue derivando hacia lo frágil, loprecario, lo efímero.Mercurio alguna vez se cargó a Wall

Street… ¿O fue otra cosa?Mercurio es el Dios del Comercio. Tal

vez por eso me regalaron una lapicera alentrar a la Bolsa, cuya calidad era compa-rable a la de la vida de unos cuantos com-patriotas.Mercurio es el mensajero/alcahuete de

los Dioses. Evitaré obviedades.Antonella me despide con la cordial

amenaza de leer la revista sólo para ver sihablo mal de ella. Nunca tomo a la ligerauna amenaza femenina.Atravieso un enorme salón (todo es

grande aquí, una especie de recinto mo-nárquico sin reyes ni cortesanos) que fun-ciona como antesala a mi retirada. A suscostados, pinturas en exposición.No hay casi nadie para verlas. Cuadros

solos.Los atributos del Poder han cambiado.

Como una pesadilla revolucionaria, el Pa-lacio de Invierno está vacío.¿Dónde están? Porque están, sé muy bien que están.Estremecido, recorro parte de Aglaura,

una de las ciudades invisibles del GranItalo Calvino: “la ciudad de que se habla tie-ne mucho de lo que se necesita para existir,mientras que la ciudad que existe en su lu-gar, existe menos”

CRÓNICAS DEL MÁS ACÁ

columnas de reminiscencias dóricas, basede mármol y estuco mentiroso para daruna idea de lujo farolero, todos los am-bientes están sin personas.La imponente mesa del directorio, con

más de 20 sillas a su alrededor, bostezapor el solemne aburrimiento al que es so-metida durante todos los días del mes,menos uno: el único en el que hay reu-nión.Se me presenta la imagen de una ciu-

dad muerta por un misterioso virus ocualquier otra pelotudez apocalíptica.¿O no será una pelotudez?En el ex salón de cotizaciones, al que

podríamos llamar “histórico”, alguna vezhabitado por voces, rufianes, sueños y ex-pectativas, hay un hombre tirado en un si-llón que nos mira con una curiosidad ne-gligente. Está solo, sentado como unvagabundo sin perro y sin destino, tiradoa un costado de la inmensidad desértica ylustrada hasta el absurdo de ese salón.Mira la nada como en una novela de J.

G. Ballard.En el salón actual de las cotizaciones/

transacciones/tramoyas, hay un grupo deno más de diez señores, soberanamenteaburridos, mirando monitores y rodeadosde pantallas (muy grandes) cubiertas decódigos alfanuméricos. Nada más. Ni ti-pos gritando como desaforados, ni papeli-tos volando por el aire, ni fulanos saltan-do por la ventana en un suicidio épico nigarcas abrazándose porque son ricos des-pués de haber cagado a otro. Nada. Abulia y apatía. Y un silencio mortuorio.Al frente del recinto (ese que sale en la

tele) una enorme cantidad de butacas va-cías, cada una con un teléfono para comu-nicaciones que ya no se usan. Un teatro vacío, una obra sin actores,

La presente edición de MU sumó el esfuer-zo de:Redacción: Claudia Acuña, Sergio Ciancagli-ni, Darío Aranda, Carlos Melone, FrancoCiancaglini, María del Carmen Varela, BrunoCiancaglini, Lucas Pedulla, Manuel Palacios,Lucía Aita, Susy Shock y Pablo Marchetti.Fotografía: Julieta Colomer y Lina Etchesuri Diseño: másSustanciaCorrección: Graciela DaleoIlustración: El Niño Rodríguez y VerokaVelásquez.Editor online: Diego GassiImpresión: Cooperativa de Trabajo Gráfica Patricios. Av. Patricios 1941 Distribución en Capital: Vaccaro Sánchez Moreno 794 9º, CapitalTel/Fax: (011) 4342-4031/32 Distribuidora en InteriorBertran S. A. C.Vélez Sarsfield 1950, CapitalMU es una publicación de la Cooperativa de Trabajo Lavaca Ltda. Hipólito Yrigoyen 1440 Ciudad Autónoma de Buenos AiresTeléfono 4381-5269.Editora responsable: Claudia Acuña

lavaca es una cooperativa de trabajocreada en 2001. Editamos todas las semanas la webwww.lavaca.org para difundir noti-cias bajo el lema anticopyright. Producimos contenidos radiales quese reproducen libremente por unaextensa red de radios comunitariasde todo el país. Creamos espacios de formación parala autogestión social de medios decomunicación. Trabajamos junto a mujeres y jóve-nes artistas en campañas, interven-ciones y muestras para nutrir espa-cios de debate comunitario. Sostenemos desde hace 5 añosMU.Punto de Encuentro para alojar atodas estas experiencias y emprendi-mientos de economía social. Podemos hacer todo esto y más por-que una vez por mes comprás MU.¡Gracias!

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¿Y Julio López? ¿Y Luciano?El palacio está vacío

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