Miguel y El Gusannito

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- LOS SENDEROS DE LA ESTRUCTURA CLÍNICA. NOTAS GENEALÓGICAS SOBRE UNA NOCIÓN SALVAJE Unidad Temática: Teoría Miguel Angel SIERRA RUBIO A pesar de su alta divulgación entre los analistas, la noción de estructura clínica plantea el problema de la opacidad de sus fundamentos y su pertinencia como ficción teórica de la psicopatología psicoanalítica. El objetivo de la presente comunicación consistió en trazar una genealogía de esta noción. En un primer momento, se objetivaron en Freud y Lacan las bases doctrinales que permitieron la invención posterior del concepto: tanto las más conocidas como otras que han sido poco exploradas. Después, se trazaron los hitos históricos, hasta ahora ignorados, que marcaron la aparición del sintagma “estructura clínica” y sus usos homonímicos por Lebovici y Green, teniendo en vista igualmente su entrada en el marco teórico lacaniano a partir de los trabajos de Miller. Habiendo despejado la opacidad de sus fundamentos al final de ambos recorridos, se concluyó que la razón de ser de esta noción está en mantener unidos e indisociables de dos aspectos esenciales del psicoanálisis, a saber: la singularidad presente en la clínica y la generalidad de su teoría; por lo que convendría seguir desarrollando su conceptualización, de cara a los retos de la era del DSM-5. As veredas da estrutura clínica: notas genealógicas sobre uma noção selvagem Apesar de seu alto alcance entre os analistas, a noção de estrutura clínica levanta a questão da opacidade de seus fundamentos e sua relevância como uma ficção teórica da psicopatologia psicanalítica. O objetivo desta comunicação é traçar uma genealogia desta noção. Sendo que, em um primeiro momento, foram observadas em Freud e Lacan, as bases doutrinárias que permitiram a invenção posterior deste conceito: tanto as mais conhecidas como outras que têm sido pouco exploradas. Em seguida, traçou-se os marcos históricos, até então desconhecidos, os quais vieram a revelar o surgimento da expressão " estrutura clínica", e seus homonímicos usados por Lebovici e Green, tendo em vista ainda, sua entrada no quadro teórico lacaniano por meio do trabalho de Miller. E após clarificar os fundamentos das bases deste conceito, por meio destes dois percursos, concluiu-se que a razão para tal formulação teoria, ou seja, a noção de estrutura clínica, seria manter unidos e indissociáveis dois aspectos essenciais da psicanálise, a saber, a singularidade presente na clínica e suas generalizações teóricas, de modo que seria conveniente desenvolver a sua conceituação em face dos desafios da era do DSM- 5. Miguel Angel SIERRA RUBIO Université Paris Diderot Paris 7 La expresión estructura clínica, instaurada hace tiempo como un eje central de la psicopatología psicoanalítica, designa en primer lugar cada una de las tres entidades mayores de nuestra clínica: la neurosis, la psicosis y la perversión. Y en un segundo tiempo, sus

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- LOS SENDEROS DE LA ESTRUCTURA CLÍNICA. NOTAS GENEALÓGICAS SOBRE UNA NOCIÓN SALVAJE Unidad Temática: Teoría Miguel Angel SIERRA RUBIO

A pesar de su alta divulgación entre los analistas, la noción de estructura clínica plantea el

problema de la opacidad de sus fundamentos y su pertinencia como ficción teórica de la

psicopatología psicoanalítica. El objetivo de la presente comunicación consistió en trazar una

genealogía de esta noción. En un primer momento, se objetivaron en Freud y Lacan las bases

doctrinales que permitieron la invención posterior del concepto: tanto las más conocidas como

otras que han sido poco exploradas. Después, se trazaron los hitos históricos, hasta ahora

ignorados, que marcaron la aparición del sintagma “estructura clínica” y sus usos

homonímicos por Lebovici y Green, teniendo en vista igualmente su entrada en el marco

teórico lacaniano a partir de los trabajos de Miller. Habiendo despejado la opacidad de sus

fundamentos al final de ambos recorridos, se concluyó que la razón de ser de esta noción está

en mantener unidos e indisociables de dos aspectos esenciales del psicoanálisis, a saber: la

singularidad presente en la clínica y la generalidad de su teoría; por lo que convendría seguir

desarrollando su conceptualización, de cara a los retos de la era del DSM-5.

As veredas da estrutura clínica:

notas genealógicas sobre uma noção selvagem

Apesar de seu alto alcance entre os analistas, a noção de estrutura clínica levanta a questão da

opacidade de seus fundamentos e sua relevância como uma ficção teórica da psicopatologia

psicanalítica. O objetivo desta comunicação é traçar uma genealogia desta noção. Sendo que,

em um primeiro momento, foram observadas em Freud e Lacan, as bases doutrinárias que

permitiram a invenção posterior deste conceito: tanto as mais conhecidas como outras que têm

sido pouco exploradas. Em seguida, traçou-se os marcos históricos, até então desconhecidos,

os quais vieram a revelar o surgimento da expressão " estrutura clínica", e seus homonímicos

usados por Lebovici e Green, tendo em vista ainda, sua entrada no quadro teórico lacaniano

por meio do trabalho de Miller. E após clarificar os fundamentos das bases deste conceito, por

meio destes dois percursos, concluiu-se que a razão para tal formulação teoria, ou seja, a

noção de estrutura clínica, seria manter unidos e indissociáveis dois aspectos essenciais da

psicanálise, a saber, a singularidade presente na clínica e suas generalizações teóricas, de

modo que seria conveniente desenvolver a sua conceituação em face dos desafios da era do

DSM- 5.

Miguel Angel SIERRA RUBIO

Université Paris Diderot – Paris 7

La expresión estructura clínica, instaurada hace tiempo como un eje central de la

psicopatología psicoanalítica, designa en primer lugar cada una de las tres entidades mayores

de nuestra clínica: la neurosis, la psicosis y la perversión. Y en un segundo tiempo, sus

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subtipos específicos; por ejemplo: la histeria, la fobia y la neurosis obsesiva como estructuras

clínicas de la neurosis. Su uso está ampliamente extendido, no sólo en América Latina, sino a

nivel mundial. En las universidades e institutos de psicoanálisis hay cursos dedicados a su

enseñanza e investigación. Existen artículos especializados, capítulos de libros y obras enteras

que abordan el tema. Ciertos autores incluso consideran esta teoría como “una concepción

psicopatológica muy original” (Álvarez, Esteban & Sauvagnat, 2004), y dignifican la noción

de estructura clínica en tanto “concepto fundamental” (Eidelsztein, 2008) del aporte lacaniano

al psicoanálisis.

Aunque se da por supuesto que ella sea un legado de Freud y del Lacan estructuralista,

topamos con la opacidad de sus fundamentos en dos hechos documentales. Por un lado, la

expresión estructura clínica no pertenece ni al léxico de Freud ni al de Lacan: ¿De dónde

viene, entonces? ¿Quién ha sido su introductor en el psicoanálisis? ¿Para qué se necesitó

recurrir a ella? Por otro lado, su sistematización teórica no es tan clara en la obra de los

psicoanalistas aludidos: es más bien una interpretación doctrinal. Pero ¿es una lectura que

haga justicia al pensamiento de estos autores y a la especificidad de la experiencia analítica?

¿Por medio de qué puntuaciones de la obra freudiana y de la enseñanza lacaniana se vuelve

legible el concepto? Estamos así frente a una noción “salvaje”, que no se deja capturar con

facilidad. Pero justamente su problematización nos permitiría interrogar las apuestas del

entendimiento psicoanalítico que se localizan bajo la piel de esta ficción teórica.

El objetivo de nuestra comunicación consiste en trazar una genealogía de la noción

psicoanalítica de estructura clínica1. Lo haremos balizando dos senderos. De inicio, nos

proponemos esclarecer su “humus” conceptual, revisando sucintamente algunas

contribuciones de Freud y Lacan que le han servido de fuente doctrinal. En un segundo

tiempo, nos acercaremos a los avatares históricos de la aparición, el uso homonímico y la

teorización lacaniana de la estructura clínica a partir de la segunda mitad del siglo XX.

Freud y Lacan, puntuaciones

¿Qué encontramos en la obra de Freud, que haya incidido en la posterior emergencia

de la noción de estructura clínica? Propongo al menos seis hallazgos:

1/ Una representación de la estructura que sirve de puente entre los hechos de la experiencia

y el reino de las concepciones teóricas: es la idea abstracta de que una entidad resulta de, o

forma parte de, una articulación de elementos constitutivos. Ya se considere al Freud aprendiz

de médico examinando la estructura fina del órgano de Syrski en las anguilas, ya se lea al

Freud psicoanalista dando una lección sobre la estructura rota de quien ha caído en la psicosis,

el Vienés se colocó siempre del lado de una apuesta epistemológica de las

Naturwissenschaften de su época: aplicar la representación estructural a los objetos de la

experiencia para acceder a su teorización científica. Incluso para la descripción de los

fenómenos empíricos, indicaba ya el Creador del psicoanálisis, “es inevitable aplicar al

1 Hacemos aquí una comunicación preliminar de algunos resultados de nuestra tesis doctoral: “Les contributions

de Freud et Lacan à la théorisation des structures cliniques dans la psychopathologie psychanalytique”, en

preparación en la Universidad Paris Diderot – Paris 7. Tesis bajo la dirección de F. Sauvagnat y con

financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México (CONACyT) en colaboración con el

Gobierno Francés.

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material ciertas ideas abstractas que se recogieron de alguna otra parte” (Freud, 1915), a fin de

hacer nacer “orden y transparencia” (Freud, 1933).

2/ Un vocabulario “estructuralista”. Previo al advenimiento del estructuralismo en las

ciencias humanas, hubo en las ciencias naturales del XIX un lenguaje a propósito de la

estructura. Salomón Stricker (1871) y Gustav Tschermak (1863) – profesores de Freud en la

Universidad de Viena y representantes ilustres de la histología y la mineralogía de la época –

lo utilizaban de ordinario en sus obras didácticas. Se trata de un léxico del que el psicoanálisis

es heredero, y que está encarnado en tres palabras alemanas de vasto empleo en los escritos de

Freud: Struktur, Bau y Gefüge – traducidas en español por estructura, construcción y

ensambladura. Más allá de su aparente heterogeneidad, en la lengua freudiana los tres

vocablos son intercambiables, de modo que se hacen eco en expresiones-cliché del Vienés: la

estructura fina, la estructura complicada, la estructura interna.

3/ Una aproximación “estructuralista” al conocimiento del Inconsciente, constituida por sus

concepciones de Metapsicología. En Freud, la representación estructural hace oficio de

“radar” metapsicológico, es decir, un instrumento para localizar las coordenadas triples del

psiquismo: tópicas, dinámicas y económicas. La tópica, en sus dos versiones, revela ser la

estructura de la personalidad anímica (o del aparato psíquico, si se prefiere la expresión

gemela): Yo-Ello-Superyó / Conciencia-Preconsciente-Inconsciente. La dinámica nos

introduce a la estructura lógica (o sea, la estratificación o encadenamiento) de las formaciones

del Inconsciente, a partir de la idea de conflicto psíquico. La económica, por su parte, pone el

acento en la infraestructura libidinal que sostiene las funciones subjetivas en el individuo y en

la colectividad.

4/ Una psicopatología que está estructurada como la mineralogía. En otros lugares (Sierra,

2012; 2013) hemos puesto en relieve y examinado la referencia mineralógica en la

psicopatología de Freud. Que el síntoma tiene en lo reprimido primordial su núcleo de

cristalización; que la patología es la efracción de la estructura y la normalidad su articulación;

que la clasificación del malestar subjetivo se hace a la manera de los mineralogistas y no a la

de los botánicos: he ahí al menos tres tesis freudianas que justifican la designación

"psicopatología more mineralogico" por nosotros propuesta en algún momento. Hay

formulaciones-clave de la patogenia, la nosología y la nosografía psicoanalíticas que sólo

pueden ser entendidas al trasluz de ciertas nociones básicas de la mineralogía, invocadas ex

profeso por el Padre del psicoanálisis.

5/ La localización de la neurosis, la psicosis y la perversión en un campo etiológico común.

Mientras que en Freud las neurosis y las psicosis tienen estatuto de enfermedad –

enfermedades nerviosas las unas y enfermedades del espíritu las otras, según una

nomenclatura de la época que el Vienés endosa –, el estatuto de las perversiones escapa a este

campo. Es por eso que la nosografía freudiana se declina siempre en neurosis (histeria de

conversión, histeria de angustia y neurosis obsesiva) y psicosis (esquizofrenia, paranoia y

melancolía-manía). ¿Qué aporta el Vienés para que se incluya a posteriori la perversión en la

triada de estructuras clínicas? Una deslocalización. El común denominador freudiano de las

tres, está en considerarlas como afecciones o perturbaciones de la vida psicosexual. Así,

neurosis, psicosis y perversión surgen del afrontamiento de un real que está en el corazón de

la vida psicosexual, y que funda el malestar subjetivo: la castración.

6/ El bosquejo de los mecanismos etiológicos y patogénicos de la estructuración subjetiva.

Este es quizá el aporte del Vienés que resulta más conocido. Las tres categorías

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psicopatológicas mayores (neurosis, psicosis, perversión) se definen freudianamente según

uno de los tres mecanismos de afrontamiento de la castración: la represión, el rechazo

(Verwerfung) y la renegación. Se trata de tres destinos que pueden sufrir las representaciones,

y que resultan estructurantes de la subjetividad cuando lo representado tiene que ver con la

castración. Pero las tres grandes estructuras se diversifican en variantes nosográficas. Éstas

pueden ser consideradas como modalidades de expresión del malestar subjetivo frente a la

castración, que están mediadas por mecanismos específicos de formación de síntomas:

conversión, formación reactiva, proyección, etc. Toda la psicopatología psicoanalítica clásica

reposa sobre estos aspectos de la doctrina freudiana.

Este conjunto de hallazgos no es poco decir. Hay en Freud todo un terreno que será

propicio a la orientación estructuralista de Lacan. ¿En qué habrá consistido el aporte de éste

último, respecto a la noción de estructura clínica? Rescatemos al menos tres tesis en este

sentido:

7/ Una conjunción de numerosas tradiciones estructurales. Allende las contribuciones

estructurales freudianas, se conjuntan en el Psicoanalista francés las influencias particulares

de la psiquiatría fenomenológica y del movimiento estructuralista. La formación inicial de

Lacan lo orientó hacia uno de los paradigmas mayores de la psiquiatría: el de las grandes

estructuras psicopatológicas (Lantéri-Laura, 1998). Inaugurado por las propuestas de

Minkowski sobre la estructura como el fondo mental de los fenómenos mórbidos, este modelo

estructural encontraría su apogeo en la doctrina de Henri Ey. Sus efectos sobre el joven Lacan

pueden leerse en sus trabajos anteriores a 1953, año en que predicará su "retorno a Freud" y

endosará las referencias de Claude Lévi-Strauss a la noción de estructura.

8/ La delimitación precisa del mecanismo estructurante de las psicosis. Releyendo a Freud

bajo el prisma de su herramienta preferida – la teoría de los tres registros: Simbólico,

Imaginario y Real –, Lacan llega a una delimitación más precisa de lo que sucede en los

fenómenos psicóticos: un significante que nunca fue inscrito en lo Simbólico, hace retorno

desde el registro de lo Real, de manera alucinatoria. Tal significante-eje del Orden Simbólico,

tal significante que falta en el psicótico, se llama en la teoría lacaniana “el Nombre-del-

Padre”, y su forclusión es el mecanismo que configura “las estructuras freudianas de la

psicosis” (Lacan, 1956). Toda una parte de la obra del Psicoanalista francés puede ser

entendida en vistas al refinamiento teórico de ese mecanismo de Verwerfung que, esbozado

por Freud, adquiere en su enseñanza una precisión conceptual y una heurística clínica sin

iguales.

9/ La formalización de los constituyentes de cada estructura clínica. En la concepción de

Lacan, el psicoanálisis era una disciplina en vías de devenir ciencia; para ello, se hacía

necesaria una transmisión de sus leyes y principios utilizando el lenguaje matemático: una

“formalización” operada a través de matemas, esquemas y figuras topológicas. A modo de

recuento, podemos localizar así sus contribuciones a la teoría de las estructuras clínicas en

este rubro: el matema general del fantasma que opera en las neurosis y en las perversiones; el

matema del fantasma que es particular de la neurosis obsesiva y el de la histeria; los esquemas

R e I que dan cuenta de la realidad en las neurosis y en las psicosis; el toro como figura

topológica equivalente a la estructura neurótica; etc. Con esta formalización, Lacan subrayaba

la irreductibilidad de las estructuras clínicas entre sí: cada una corresponde a una distinta

ecuación del deseo (Assoun, 2009).

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En suma, estas aportaciones de Freud y Lacan, constituyen a minima el bagaje

doctrinal que sustenta la teorización de las estructuras clínicas en psicoanálisis. Algunas de

ellas han sido mayormente estudiadas, en detrimento de otras muy poco conocidas y que

convendría recuperar. El sendero de las puntuaciones teóricas nos deja entonces frente a una

ardua tarea. Veamos ahora adónde nos conduce el sendero de las puntuaciones históricas.

De la homonimia nocional al régimen lacaniano del concepto

El término estructura clínica no nació lacaniano: su utilización preponderante y su

teorización por esta corriente psicoanalítica pueden fecharse a partir de los años ochenta. Tras

el examen de numerosas revistas de psicoanálisis, hemos localizado dos homónimos que son

anteriores al régimen lacaniano del concepto de estructura clínica; ambos, propuestos por

eminentes personajes de la Sociedad Psicoanalítica de París (SPP). El primero data de 1952 y

señala la emergencia misma del sintagma estructura clínica, bajo la pluma de Serge Lebovici.

El segundo homónimo sería desarrollado a partir de 1964 por André Green, en la forma plural

de la expresión: las estructuras clínicas.

Como se sabe, Lebovici ha sido hasta ahora el único presidente francés de la IPA y

ejerció una gran autoridad en la SPP. Es conocida también su tenaz oposición a Lacan y a su

doctrina, a raíz de los acontecimientos que condujeron a la diversificación de las instituciones

psicoanalíticas en Francia. Lo que permanece ignorado es la primerísima aparición, en su

artículo de 1952 sobre las indicaciones del psicoanálisis, del sintagma estructura clínica. En

el escrito en cuestión, él oponía la “constelación clínica” a la “estructura de personalidad” de

un caso dado. Con la primera, se refería al cuadro clínico o conjunto de síntomas del paciente;

con la segunda, a la debilidad o fortaleza del Yo. La tesis leboviciana es que ésta última

resulta determinante para decidir la idoneidad de un caso en vistas al tratamiento analítico:

aun cuando el cuadro clínico nos oriente hacia una respuesta afirmativa, un psicoanálisis está

contraindicado para aquél que presenta una estructura yóica débil.

Pues bien: en un momento determinado de su texto, Lebovici se referiría a la

constelación clínica de los síntomas con la expresión “la estructura clínica del caso”.Esta

expresión no sirve aquí como designación de entidades nosográficas, sino como elegante

sinónimo de aquello que aparece en la superficie de un caso dado: el conjunto de los síntomas.

Más aún: se trata de un homónimo fugaz. Sólo emerge en ese texto de Lebovici, y es

retomado únicamente en sendas ocasiones por dos psicoanalistas muy cercanos a él: Sacha

Nacht y Maurice Bouvet. En sus tres apariciones, cumple un rol meramente descriptivo,

siendo intercambiable por: cuadro clínico, conjunto sintomático, constelación clínica o

caracteres clínicos esenciales del caso.

Otro fue el destino del segundo homónimo que hemos localizado: André Green lo

utilizó constantemente en sus obras a partir de 1964. Él era en aquella época un joven

psiquiatra egipcio que al poco tiempo formaría parte de la tercera generación de psicoanalistas

franceses. Seguía los seminarios de Lacan e incluso daba conferencias acerca del pensamiento

lacaniano, hasta que finalmente dejó de plegarse a su influencia. Por lo que a nosotros

concierne, es en su artículo sobre neurosis obsesiva e histeria donde por primera ocasión se

refiere a ellas denominándolas “estructuras clínicas”.

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Sin embargo, no son las únicas incluidas bajo esta noción, que Green continuó

empleando de por vida. Así, en 1970 él designa mediante esta categoría nosográfica “las

cuatro grandes formas clínicas a las que nos referimos como a los cuatro puntos cardinales de

la rosa de los vientos”, es decir: la histeria y la neurosis obsesiva para el campo de las

neurosis, y la psicosis maniaco-depresiva y la esquizofrenia para el campo de las psicosis.

Aunque este homónimo se coloca deliberadamente en el terreno nosográfico y se acerca a uno

de los sentidos en que el concepto lacaniano de estructura clínica funciona (designando ciertos

subtipos clínicos de la neurosis y la psicosis), las dos nociones no son reductibles entre sí.

En efecto, es notable la ausencia de la fobia y de la paranoia como estructuras clínicas

en la concepción greeniana. Más allá de esto, su teoría fue pensada para acoger otras

entidades que el psicoanalista egipcio coloca ex profeso fuera de la categoría de estructuras

clínicas y que designa genéricamente como “estados”. Por ejemplo: las neurosis de la

infancia, las llamadas fobias pregenitales de Bouvet, las fobias paranoides y los estados-

límite. Coexisten en Green un esfuerzo por salvaguardar las “estructuras clínicas” freudianas

(al menos una parte de ellas) y la introducción de remodelaciones mayores en el edificio

nosográfico del psicoanálisis, dando abrigo a “nuevas patologías”.

Ahora bien, ¿cómo es que la noción de estructura clínica, rompiendo con sus

homónimos leboviciano y greeniano, ha pasado al régimen conceptual lacaniano? Ciertamente

no por obra directa de Lacan mismo, sino de sus discípulos. En la enseñanza del Psicoanalista

francés, nos topamos con sintagmas del tipo “estructura freudiana”, “estructura

psicopatológica” o “estructura subjetiva”. Por supuesto, encontramos también “estructura

neurótica”, “estructura psicótica” y “estructura perversa”; pero no hay en él una noción que

como tal agrupe estas tres “estructuras” y distinga con claridad su estatuto de todos los demás

usos que el significante “estructura” tiene en su pensamiento.

Habrá que esperar hasta 1981, año de la muerte del Maestro, para que los discípulos

hagan resonar este significante en los órganos de difusión del movimiento lacaniano: las Actas

de la Escuela de la Causa Freudiana (ECF), Ornicar? y Quarto. Corresponderá ahí a Jacques-

Alain Miller la primacía en la publicación del concepto lacaniano de estructura clínica.

Filósofo de formación, Miller había sido discípulo de Althusser; luego, analizante de Charles

Melman; yerno y heredero de Lacan; y finalmente líder de la recién creada ECF.

Haremos aquí referencia a dos textos suyos de 1981. En su artículo acerca de los

problemas clínicos del psicoanálisis, Miller aborda la antinomia frecuentemente establecida

entre analistas clínicos y analistas teóricos, cuando de lo que se trata desde el punto de vista

de Lacan es que precisamente no haya tal distinción: “esta clínica transferencial quiere al

mismo tiempo ser una clínica estructural, una clínica objetiva”. La ambición de Lacan, afirma

Miller, “es obtener certeza y convicción demostrativa en las estructuras clínicas”: he ahí la

razón de ser del “matema-clave de su clínica, a saber, el matema de la histeria”. Cuando en su

siguiente artículo Miller teorice la topología en el conjunto de la enseñanza de Lacan, el

concepto en causa reaparecerá. Hablando entonces de la noción topológica de agujero, Miller

avanza que ella permite “[…dar] cuenta muy finamente de las diferentes maneras en las que la

referencia falta según las estructuras clínicas”.

¿Qué nos enseñan estos textos acerca del régimen lacaniano de la estructura clínica?

En primer lugar, que la noción es introducida con cierto desenfado, como si fuera familiar a

los lectores. En segundo término, que es introducida en plural, designando las entidades de la

clínica psicoanalítica – un rasgo que tiene en común con su homónimo greeniano. Finalmente,

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que por la conjunción de los vocablos que la forman (estructura + clínica), Miller sugiere una

superación de la dicotomía entre teoría y práctica psicoanalíticas: es decir, que en el concepto

lacaniano de estructura clínica no hay diferencia tajante entre el carácter eminentemente

transferencial de la clínica psicoanalítica y el carácter estructural u objetivo de su saber

teórico. De ahí la mención de los matemas y las nociones topológicas.

El concepto lacaniano de estructura clínica será también teorizado por otros conocidos

psicoanalistas del medio francés, entre los que habría que contar a: Serge Cottet, Colette

Soler, Pierre-Gilles Gueguen, François Sauvagnat e incluso Erik Porge. Pero no todo ha sido

miel sobre hojuelas. También hay analistas lacanianos que son francos detractores de esta

noción, por parecerles demasiado imbuida de nosografía psiquiátrica y hasta contraria al

espíritu de Lacan. Entre ellos, cabe mencionar a Jean Allouch y Bernard Casanova. Como sea,

es claro que a partir de cierto grupo germinal de discípulos de Lacan, el concepto de

estructura clínica se ha ido popularizando y ha cruzado las barreras del idioma. En la lengua

de Shakespeare aparece, por ejemplo, merced a los trabajos de Bruce Fink – quien se formó

en la ECF y en la Universidad de Paris-8 durante los años ochenta, y se ha convertido en uno

de los traductores de Lacan al inglés.

En América Latina, parece ser que la noción ha conocido su auge a partir de la década

de los noventa. Como prueba, una anécdota curiosa. Las notas de un curso que Joël Dor

impartió en Brasil fueron publicadas en español como “Estructuras clínicas y psicoanálisis”

(Dor, 1991), aunque el texto original en francés y en la traducción al portugués dice:

“Estructuras y clínica psicoanalítica”. Ni el traductor ni el editor han podido señalarnos quién

ha realizado ese cambio mayor2. En todo caso, nos indica una tendencia conceptual del medio

psicoanalítico latinoamericano en la época, porque la expresión “estructura clínica” no figura

ni una sola vez en el texto del citado autor.

En resumen, el sendero de las puntuaciones históricas nos ha conducido en primer

lugar a datar la aparición del sintagma “estructura clínica” en los años cincuenta, como un

homónimo de la noción lacaniana. Esta última no verá la luz sino como actualidad póstuma de

la enseñanza de Lacan en sus discípulos, a partir de 1981, y en nuestros días continúa su

camino de teorización a pesar de los homónimos que concurren y de las detracciones que la

desacreditan.

Conclusión

A través de estas líneas hemos trazado una genealogía de la noción psicoanalítica de

estructura clínica, recorriendo dos senderos: uno teórico y otro histórico. En el primero hemos

explicitado el humus conceptual de la noción, que encuentra en la obra de Freud y en la

enseñanza de Lacan las bases de su teorización posterior. En el segundo hemos identificado

los avatares históricos mediante los cuales la noción ha aparecido en los años cincuenta bajo

una doble homonimia (leboviciana y greeniana), para pasar en los ochenta al régimen

conceptual lacaniano. Así hemos respondido a algunas de las cuestiones que se planteaban en

la introducción.

2 Comunicaciones personales con Víctor Goldstein y David Maldavsky en 2011.

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La teoría de las estructuras clínicas es el eje actual de la psicopatología psicoanalítica

de orientación lacaniana. Bajo la piel de esta noción, está colocada una apuesta por la

convergencia entre la práctica y la doctrina, entre lo radicalmente singular de la experiencia

de cada proceso de análisis y la generalización formal implicada en la transmisión de un saber

sobre el Inconsciente. Nuestra comunicación preliminar ha intentado despejar, aunque sea un

poco, la opacidad de sus fundamentos.

A partir de aquí se contempla otra serie de cuestionamientos a enfrentar: ¿Cuáles son

los operadores teóricos más convenientes para proseguir desarrollando la noción? ¿Cómo se

demuestra, en la era del DSM-5, la vigencia de esta cartografía del malestar subjetivo en

neurosis, psicosis y perversión? ¿Cuáles son las razones de la reticencia lacaniana a

reconfigurar esta teoría admitiendo estados límite, patologías narcisistas, afecciones

psicosomáticas? Estas vísperas auguran un largo porvenir a la investigación.

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