Microrrelatos

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1 MICRORRELATOS PARA LA PAZ 3º A 30 DE ENERO, DÍA ESCOLAR DE LA PAZ Y LA NO VIOLENCIA IESO LA PAZ – CINTRUÉNIGO CURSO 2011-2012

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Microrrelatos de la clase de 3º A

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MICRORRELATOS

PARA LA PAZ

3º A

30 DE ENERO, DÍA

ESCOLAR DE LA PAZ Y LA

NO VIOLENCIA

IESO LA PAZ – CINTRUÉNIGO

CURSO 2011-2012

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En verano todos solemos estar contentos ya que somos niños y somos de Israel.

Cuando no es verano solemos estar en guerra, pero en estos últimos años los países

que están en guerra han declarado una huelga para que los niños disfruten un poco en

verano, ya que en los últimos años, en verano, por las guerras han muerto millones de

niños.

En aquella casa abandonada hice amigos chinos, negros, australianos y mongoles,

aquello era un albergue intercultural.

La policía llegó tarde, al terrorista no le funcionaba la bomba. Gracias a Dios. En mi

barrio todos nos quedamos tan felices que ahora hacemos almuerzos ese día, cada

año.

No le pidió permiso para manifestarse. Estaba enfrente de la Zarzuela desnudo. Se

estaba manifestando contra la violencia. Tiempo después miles de personas se unieron

a la manifestación.

Daniel Campos, Alexander Stryuchkov

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Dulcemente acariciaba su mano con paz. Mi mejor amiga, una persona capaz de

hacerme sonreír sin importar el momento ni el lugar.

El cielo azul, el pasto verde, el sonido del viento, todo colaboraba para sacar adelante

una amistad tan antigua como el respirar.

El espejo se me cayó al suelo, aún veía mi rostro sobre los pequeños cristalitos

esparcidos por el suelo. Mis manos temblorosas no se correspondían con mi estado de

paz. Mis ojos saltones y el embudo sobre mi cabeza me hacían creer que me había

vuelto loco. ¿No? Miré el espejo y me sentí en paz, había dejado de lado mi cordura

con paz y tranquilidad. Adiós yo.

Siempre quise preguntarle si en el día de hoy me veía como una de su propia familia.

En aquella casa abandonada de triste apariencia ella cantaba una canción pacífica en

honor a la muerte de su padre en la guerra. No paraba de llorar.

Patricia Figueiredo, María Garbayo

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El lugar donde hubo una guerra acabó en paz. Pero eso nunca se supo.

En aquella casa abandonada ellos hablaban de la paz y el amor cuando llovía.

Tú hiciste mucho ruido y tus amigos se enfadaron. Cogieron sus cosas y se marcharon.

El espejo se me cayó al suelo y se rompió. Entonces fui a decírselo a mi madre, y ella

me dijo que no pasaba nada, porque mañana comprarían otro espejo. Al día siguiente

fueron a comprar el espejo a la tienda. Lo compraron y se fueron a casa a ponerlo.

Álex Jiménez, Patricia Fernández

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En aquella casa abandonada se podían escuchar las risas de aquellos niños que

jugueteaban años atrás en el jardín.

En aquella casa abandonada seguía fluyendo el agua de aquella antigua fuente del

patio de entrada.

Puedo llorar cada noche por pensar que nunca voy a tenerte, echarte de menos

cuando no estás, pero jamás te enterarás.

Hace semanas escribí una carta confesando lo que sentía y no tuve valer de dártela,

pero tú nunca te enterarás.

Pierdo el autobús que me lleva al colegio todos los días solo por verte esperar en la

parada, pero tú jamás te enterarás.

Dentro de poco me iré, muy lejos. Me iré tal vez para siempre, pero ellos seguirán allí.

Los suaves vientos acarician sus ramas, los rayos del sol dan luz a sus hojas, las gélidas

nevadas sepultarán sus raíces. Y sabré que es mi hogar cuando vea agitarse los álamos.

Ana Rincón, Carmen Martínez

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En aquella casa abandonada, un domingo por la tarde, en aquel pequeño pueblo se

inició la paz.

La policía llegó tarde, la estuvimos esperando media hora. Cuando por fin apareció, se

acabó la tristeza que todos tenían. Al día siguiente todo era paz y tranquilidad.

No le pidió permiso para salir a dar una vuelta. Entonces empezó la guerra entre ellos

dos. Cuando por fin decidieron quedar en paz, todo volvió a ser como antes.

El espejo se me cayó al suelo, todos gritamos de locura. Recogimos los cristales y los

pegamos uno a uno. Cuando acabamos, el espejo parecía nuevo, así que lo dejamos

donde estaba. Me llenó de alegría al ver que todos estábamos en paz.

Sara Martínez

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Todas las personas del Planeta Tierra, también llamado Planeta Azul, siempre seremos

iguales en el derecho de libertad.

Yo siempre quise preguntarle a Cupido si el día de hoy vendrá el amor de mi vida para

vivir en paz.

En aquella pequeña casa se encuentra el pobre hombre tiroteado por los malignos

enemigos vietnamitas.

El primer domingo del segundo mes del año algunas personas celebran

individualmente el día de la paz. Para estas personas este día es muy importante ya

que solo cuentan con él una vez en todo el largo año bisiesto.

Fernando Yanguas, Karol González

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El espejo se me cayó al suelo y se rompió en cientos de pequeños pedacitos, que al

cogerlos cortaban mi fina y blanquecina piel que parecía de terciopelo, blanco como la

nieve. Cayó con mi rostro reflejado en él y eso me recordó cómo había quedado mi

corazón después de la muerte de mi amado, aunque sabía que estaba en paz.

Aquel muchacho de semblante frío y solitario tenía una gran amiga con la que forjó

una hermosa amistad que se veía que por muchos problemas que ocurrieran nunca se

rompería. Pero la gente se equivocaba, el chico en un descuido murió atropellado y

dejó a la chica sola en aquel lugar. Cuando encontraron al chico se le veía feliz y en paz

porque él sabía que la chica sería feliz, aunque ella eso nunca lo supo.

Hoy quise preguntarte cómo ocurrió el engaño cometido. Pero mejor me quedo con lo

bueno de ti.

No maté a tu perro con veneno porque lo odio. Pero tú jamás te enterarás.

Tu madre me contó un secreto muy importante sobre ti. Decía así: “su padre no está

de viaje, él murió en la guerra”. Pero tú jamás te enterarás.

Te odio y te detesto, pero como tienes dinero me aprovecho y tú jamás te enterarás.

Marina Carreño, María José Guerrero

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Anoche mientras dormía mi habitación parecía más grande de lo normal. Soñaba con

mundo en paz.

Yo ayer mientras estaba en el parque rodeado de árboles, bancos, sillitas, columpios y

niños, pensé con paz y tranquilidad en su dulce amor, cuando lo tenía entre mis

brazos, en aquel coche rojo con llamas naranjas en los laterales.

Ellos en aquel lugar se pusieron a cuchichear, pero eso que dijeron nunca se supo.

Ana Jiménez, Paula Prado

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