Microrrelatos capaces

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“El mar”

Cuando me dijeron que me quedaría ciego en poco más de un año, debido auna enfermedad, mi madre no pudo contener el llanto y sus ojos se anegaron delágrimas en medio de aquel despacho. No supe qué decir, y contemplé con lamirada perdida, cómo el doctor le entregaba, atento, una caja de pañuelos quehabía a un lado de la mesa. Detrás de ella, observé un cuadro que alguien,queriendo infundir vida a aquella triste habitación, había colgado.

La pintura representaba un paisaje marino, en el que la espuma de las olasdel verde océano acariciaba la arena dorada de la costa. Y en aquel momentotuve la necesidad de salir de aquel frío hospital, alejarme de los llantos de mimadre, y aprovechar mi vista, durante el máximo tiempo posible.

Fue aquel mismo día en la playa, cuando comprendí la importancia de laspersonas y me di cuenta que, con gente en la que apoyarse, todo puede sersuperado. Entonces, con el sonido de las olas, que me arrullaban como si fuesenuna gran orquesta, y el olor salado que tenía el agua; con el tacto de la arena quese escapaba entre mis dedos y el roce cálido de los últimos rayos de sol, cerré losojos.

DIEGO MARTÍNEZ BERMEJO 2ºB

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“La recta final”

Cuando me dijeron que mi abuelo poco a poco iría olvidando las cosas, queno recordaría ni los mejores momentos de su vida, pensé en todo lo quehabíamos pasado juntos, y lo que nos quedaba por hacer. Algunos días antes yahabíamos planeado excursiones, viajes, aventuras, nuevas experiencias que noscambiarían la vida a los dos, ocasiones únicas, inolvidables para cualquier ser quelas realizara. En eso pensaba mientras le miraba por detrás de la cara del médico.

Allí estaba, todavía asumiendo la terrible noticia que acababan detransmitirle. Tenía la mirada perdida. Parecía estar recordando lo mismo que yo,pero a él le preocupaba algo más... sabía que finalmente moriría.

De pronto, cruzamos las miradas, nos levantamos de nuestros asientos y nosdirigimos al exterior de la clínica. Estaba claro, no había tiempo que perder.Teníamos que hacer realidad lo que habíamos planeado, necesitábamos sentiraquello que imaginamos, correr las aventuras que siempre quisimos, porqueaunque él no lo recordara, yo nunca lo olvidaría.

ALINA SIRI SCHUCHNER 2ºA

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“Lo que no ves”

Cuando me enteré de que mi abuelo se estaba quedandociego, yo tenía siete años. Me sentaba muy mal pensar quellegaría un día en el que no podría ver nada de lo que seencontraba a su alrededor. En ese instante recordé que yosiempre que regresaba a casa de mis abuelos, después delcolegio, jugaba con él al escondite. Eso ya no iba a ser posiblepor culpa de su minusvalía.

Pero ahora tengo doce años, y sigo yendo a su casa a comercon frecuencia. Yo le veo igual, o más contento de lo que estabaantes. Sigue haciendo su rutina diaria como cuando veía connormalidad. ¡Y cómo no!, sigue jugando conmigo al escondite. Y,aunque no os lo creáis, me encuentra con facilidad.

RAQUEL GIL SARDINA 1ºB

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“Una pequeña parte de mi vida”

Hoy os voy a hablar sobre la fibrosis quística. Una de las llamadasenfermedades raras. Cuando uno piensa en una persona con unadiscapacidad siempre cree que son ciegos, mudos, sordos, cojos…Todas lasdiscapacidades que se distinguen nada más verlas. Pero existen otro tipo deenfermedades en las que la minusvalía no se aprecia a simple vista, este es elcaso de la fibrosis quística.

Se trata de una enfermedad genética que afecta a 1 de cada 3.000nacidos en España y 1 de cada 25 son portadores, es decir que tienen un gendefectuoso. Esta dolencia no es contagiosa, afecta a todos los órganosinternos, especialmente a los pulmones, con los que se requieren muchostratamientos. Te puede llegar a mermar mucho la calidad de vida.

Yo tengo fibrosis quística y aunque aparentemente no sufro ningunadiscapacidad, interiormente, mis órganos sí tienen serias limitaciones.Por eso a veces la discapacidad no salta a la vista.

CARMEN GÓMEZ SATURIO 1ºB

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“Cambio de vida”

Cuando el doctor me dijo que mi prima no volvería a caminar nunca más,después del accidente, pensé en nuestras siguientes vacaciones. Habíamosplaneado ir a la playa, a darnos largos baños, caminar por la arena al atardecerviendo una hermosa puesta de sol, recoger caracolas, estrellas de mar ycangrejitos que salen de dentro de la concha del bígaro.

Todo esto ya no sería posible. Nos despedimos del doctor, y salimostristemente de la consulta. Las vacaciones serían lejos de la costa.

Cambiaríamos las caminatas por la arena, por paseos en el asfaltoempujando su silla; los divertidos baños, por amenas tardes sentados en unaterraza recordando veranos pasados y, en lugar de coger caracolas,disfrutaríamos del romper de las olas en el espigón.

Me di cuenta de que su discapacidad no impedía nada. La vida continuabaigual para ambas.

SARA BOLADO ABAD 2ºA

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“Mi mundo de cristal”

Todavía recuerdo aquel día. El doctor pronunció esas dos palabras:"osteogenia imperfecta". Mi hermana tenía huesos de cristal, suestructura ósea era tan delicada que a la mínima podía tener un miembroroto.

Entonces me vi atrapada, aturdida. Mi madre cerró los ojos. Suspárpados se me antojaban guillotinas. Pensé en todas esas proyeccionesque habían revoloteado por mi mente, y que no se podrían hacerrealidad. Pasar tardes cálidas en invierno, curarle los rasguños trashaberle enseñado a montar en bicicleta...Nada de eso sería posible.

El médico nos comunicó que mi hermana tendría que pasar bastantetiempo en el hospital. Entonces mi mundo cambió, ahora era débil yexquisito. Mi mundo, era ella.

MARÍA VILLAGRÁ CUENA 1ºB

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“Una simple cuerda”

Nos fundimos en un profundo e intenso abrazo. Todo nuestro esfuerzo, dedicación yempeño, habían tenido su recompensa. Obtener esa insignificante medalla era un triunfopara nosotras. Ya podíamos lograr cualquier cosa. Después de 4 horas y 27 minutoshabíamos acabado la maratón de Nueva York.Me sentí más unida a ella que nunca. No había vivido tal satisfacción jamás, habíamosconseguido hacer realidad su sueño y todo gracias a una simple cuerda.

Durante los meses de preparación, la he acompañado en cada paso que ha dado,siempre las dos próximas, vinculadas por aquel cabo.Ese día, al cruzar la meta, vi algo brillante, un resplandor, una luz, y sé, que de un mododiferente al mío, ella también lo vio.

Hoy hace tres años que su visión desvaneció por completo. Un inclemente glaucomaapagó la luz de sus ojos. Pero aquella incómoda sombra no atenuó el brillo que siemprealbergó en su mirada. Por el contrario, el afán por superar las limitaciones de suenfermedad intensificó su resplandor. Y, hoy, nuestra victoria es mucho más que traspasaruna meta, hemos ganado una certeza, una ilusión, el sueño de poder alcanzar unaestrella, aunque esta se halle en la más absoluta oscuridad, en lo más profundo de lastinieblas. Juntas encenderemos la luz del espacio más negro.

MARÍA SHALLCRASS SUSINOS 2ºB

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“ELA”

Cuando los médicos diagnosticaron que mi hija padecía esclerosislateral amiotrófica (ELA) me quedé sin habla. Me explicaron que almorirse las células nerviosas dejan de enviar mensajes a los músculos yparan de trabajar. Comienza una pérdida de movilidad en manos y piernasy posteriormente los pulmones se ven afectados hasta impedir la propiarespiración.

No sabía como decírselo, qué habíamos hecho mal todos aquellosaños. Pensaba en los entrenamientos en las pistas, el frío, las mojaduras,las lesiones leves y graves, las expectativas de conseguir una gran marcapara acudir a un campeonato importante. Aquellos sueños de hacer algodestacado en el atletismo ya no me importaban.

Mi esperanza era que pudiera salir a pie del hospital y que ese largopaseo a casa, sirviera para recordar todo lo bueno que habíamos vividohasta entonces .

CLAUDIA PUERTAS IGLESIAS 1ºB

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“Mundo de sueños”

Ese día fue el peor después del accidente. Me encontraba en la salablanca del oculista donde tanta veces había estado de niño. Aunque ya nopodía verlo tan bien, traté de descubrir la expresión del doctor,normalmente bonachona, cuando me dio la noticia. Pensé que su rostroestaría compungido, tratando de ocultar la tristeza.

Me explicó que, en unos meses, me quedaría totalmente ciego, yaque el golpe afectó a la parte de la cabeza que comunica la vista y elcerebro. Cuando oí eso, se me agrietó el alma. Aquel año había empezadoa acudir a clases de piano, me encantaba leer… y todo aquello ahora meparecía demasiado lejano, inalcanzable.

Al salir de la consulta, vi en la calle a un invidente relatando historiasa unos niños y, solo entonces, comprendí algo. Aunque no pudiesecontemplar el mundo con mis propios ojos, siempre habría un universohecho con mis sueños.

BEATRIZ ORIA FERNÁNDEZ 2ºA

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“Simplemente un hasta luego”

Cuando me dijeron que mi madre no volvería a andar, que tenía unaparálisis temporal en las extremidades inferiores, debido al terrible accidenteque protagonizó hace una semana, lo primero que recordé fue que lasvacaciones de verano ya no serían lo mismo, no se podría bañar con nosotros enel mar, no podría pasear a lo largo de la orilla, algo que solía hacer cada vez queíbamos a la playa.

Lo ansiaba desde que empezaron las clases en septiembre. Desde esemomento ya estaba contando los días que quedaban para volver a levantarsetarde, pasarse el día en la playa, coger olas… Pensé en ello mientras mi madreme lo estaba contando, a mí y a mi hermana. En aquel momento deseaba que lepasase lo mismo al que la atropelló. Ella tan solo paseaba, cuando un coche laderribó.

Nos abrazamos, corrí hacia mi cuarto, mis ojos entre lágrimas, pensando quenada de lo que deseábamos hacer podría hacerse realidad… Mi madre ya tenía lasilla de ruedas, y cuando salí a pasearla me iba contando lo que quería hacer enel próximo verano, y es que, los niños aprenden a andar, y estoy segura de quemi madre también lo conseguirá.

AIDA GOMEZBUENO BEREZO 1ºB

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“Bienvenido sonido”

Era septiembre del 2004, cuando empezaba mi largo viaje en el colegio. Recuerdo losgritos, las risas, los lloros, el olor a nuevo, los colores,…todo era desconocido y aúnquedaba un mundo por descubrir.

Una semana más tarde, ya tenía mi grupo de amigos y apenas nadie lloraba…exceptoMateo. Todos nos preguntábamos qué le pasaba, por qué hablaba raro y no te mirabanunca; parecía taciturno.

El tiempo pasó raudo y él seguía en su mundo. De vez en cuando, le sacaba de claseuna señorita y cogido de su mano Mateo se alejaba trémulo, con cara de perplejidad.

Un día, cuando el sol ya apretaba y todos corríamos por el vasto patio del colegio,apareció Mateo con su madre. Parecían risueños. Sentí curiosidad por conocer la causa deaquellas risas, por saber qué había cambiado en el ánimo de aquel chico. De repente,observé que un extraño aparato sobresalía por detrás de su oreja. ¿Qué sería aquelartilugio?-pensé-. Pronto descubrí que se trataba de una máquina mágica que le ayudabaa oír todo lo que se había perdido hasta ese día. Mateo parecía feliz; todos le hablábamosy su sonrisa infinita y sus ganas de jugar hicieron que su discapacidad no le convirtiese enun extraño, sino en un amigo.

IVÁN GONZÁLEZ DEL POZO 2ºB

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“No hay obstáculos para la amistad”

Cuando el médico me dijo que mi mejor amiga, no volvería a vernunca más, que se había quedado ciega, sentí que el mundo se me veníaencima. Mis pulsaciones aumentaron notablemente. No podía creerlo.

Lo primero que recordé fueron esos días estupendos de calor en losque ella y yo nos tendíamos en el césped de la casa de verano paraobservar las esponjosas nubes y comentar entre risas las formas quetenían. Esto no volvería a suceder, era la agridulce realidad.

Pero su discapacidad no nos impedía divertirnos. Era unaoportunidad para poder centrarnos en nuestra pasión: la música. Seríamagnífico componer melodías al aire libre. No me interesaba nada más,lo importante es que nos teníamos la una a la otra y eso no cambiaríajamás, ningún obstáculo nos iba a separar.

ELENA DÍAZ CASTILLO 2ºB

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“Noticia inesperada”

En una revisión oftalmológica, los doctores dijeron que mi hijo podía desarrollar unaceguera, aunque el equipo médico iba intentar, con todos los tratamientos actuales,evitarlo, o si esto no era posible, retrasar la oscuridad total.

El mundo se me vino abajo, a mi cabeza volvían los juegos de verano en la playa, conmis amigos y hermanos, juegos que yo quería practicar con mi hijo; los paseos a caballopor el monte. La tristeza me invadía, pero ¿por qué? Él era inteligente y sus padres le ibana ayudar a superar esa limitación, no tenía por qué ser diferente a los demás, sólo yodebía aceptarlo y jugar bien mi papel de padre. El niño haría castillos en la playa, ymontaría en unos maravillosos tándems.

Me di cuenta de los superficiales que somos a veces haciendo bromas estúpidas,sobre algo que desconocemos. Los discapacitados en muchas ocasiones nos demuestranla superación, como hacen los deportistas paraolímpicos.

Cuando salimos senté a mi hijo en el coche, le até el cinturón y nos fuimos al campoa disfrutar del paisaje y de su olor en otoño. Sentía su felicidad y ambos reíamos. Lo cogíen brazos, lo besé y percibí que el vínculo que nos unía ahora era más fuerte.

JOSÉ ANTONIO CAYÓN DE LA HOZ 2ºB

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“El tiempo es oro”

La verdad que es el alma de las reuniones familiares: el tío Alfredo siempreamenizando alegremente nuestros encuentros, contando fantásticas historias,chistes malos, divertidas bromas…

Sin embargo, en aquella cálida comida navideña, relatándonos su últimoviaje al Tíbet, la repentina expresión en su rostro no se correspondía con la graciade su anécdota: no vocalizaba, su mandíbula parecía sin fuerza, perdió elequilibrio, se desplomó…

En aquel momento el tiempo se detuvo. La vida de mi tío se suspendía.Rápidamente, llamamos al 112. Por fortuna, los servicios de emergenciaacudieron prestos, llevándole de inmediato al hospital.

Actualmente ya está satisfactoriamente recuperado de su ictus. Esetrastorno podía haberle discapacitado para siempre y aunque hoy mi tío llevauna vida normal no olvida que hoy su existencia podría ser muy distinta.

PAULA GANDARILLAS GARCÍA 2ºA

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“Un mundo a oscuras”

Recuerdo aquel día como si fuera ayer. El médico nos dijotres simples palabras: no volverá a ver. Cuando las oí me sentímorir ¡Mi prima era ciega!

Enseguida me vino a la cabeza todo lo que habíamosplaneado para el verano: ir a el Museo Marítimo a ver losbonitos peces, comprar ropa, hacer un curso de surf . . . Ahoratodas esas cosas no se podían hacer.

Pensé que siempre hay una luz al final del túnel, que aunqueno pudiéramos realizar todo eso podríamos hacer otras cosas,cambiaríamos el curso de surf por oír el romper de las olas, lavisita al Museo Marítimo por conciertos. La vida no se acababa,solo había cambiado.

CELIA MELENDI ORTEGA 1ºB

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“Una nueva vida”

Cuando me dijeron que mi prima Clara no volvería a oír, recordé esastardes lluviosas en las que veíamos una película que nos sacaba algunalágrima, o nos hacía reír hasta quedarnos sin aliento.

En ese momento corrí al encuentro de mis padres, intentando sinéxito reprimir un sollozo de tristeza. Ese mismo día fuimos a su casa. Eltrayecto me recordaba nuestros bailes al compás de mi grupo favorito.

Al llegar, encontramos a la familia completa danzando al ritmo delpiano de Clara. No me esperaba que estuviera tan feliz. Me di cuenta deque mi prima y yo podíamos hacer muchas cosas sin tener la necesidadde escuchar. Porque no oír no significa no poder comunicarse.

AMAYA ÁLVAREZ BUENO 1ºB

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“La visión”

Cuando el médico me comentó que mi padre iba a perder, poco apoco la vista, y que dentro de dos meses, ya no podría ver, lo primeroque pensé fue que nada volvería a ser igual.

Salimos de la clínica, le miré a los ojos, sonreí y le dije, que no lepasaría nada, que todavía había mucho por disfrutar. Mi padre me dio ungran abrazo y al instante fueron pasando recuerdos e imágenes de lasvacaciones anteriores.

Aquel mes mi padre cumplía 60 años y habíamos pensado ir devacaciones a un hotel con una playa muy acogedora al lado. Ahora ya nopodríamos realizar esas cosas, que habíamos soñado, tantos años... Mevolvió a mirar a los ojos, llenos de lágrimas y le dije: "Papá, aunque nopuedas verme, siempre sabrás q estoy a tu lado"

LUCÍA MISAS HIGUERA 1ºB

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“Sin poder escuchar nada”

Cuando me dijeron que mi hija no podría oír nunca, debido a una pérdida de la discapacidad auditiva total, lo único que pensé fue que ya no podría disfrutar con ella las grandes obras de los mejores músicos como, Ludwig Van Beethoven, Johann Sebastian Bach y WolfgangAmadeus Mozart.

Lo ansiaba desde que me quedé encinta: enseñarle a tocar el piano e ir a conciertos juntas. Podría darle a conocer tantas cosas sobre la música... Pero todo eso ya no sucedería.

Pronto caí en la cuenta de que ser sorda no la impediría disfrutar de las partituras y las melodías, pues el propio Mozart fue un virtuoso del piano a pesar de no sentir sonido alguno. Así que decidí encontrar el modo de hacer realidad los planes que, una vez, soñé hacer junto a ella. A partir de ese momento, empezaba una nueva vida para mí.

LUCÍA FOMBELLIDA GONZÁLEZ 2ºB

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“Una sorpresa inesperada”

Cuando el doctor me dijo que mi prima no volvería a andar o primeroque pasó por mi cabeza fueron las cosas planeadas que iba a hacer conella. La llevaría al zoo para que diera de comer a los animales, iríamos alparque de atracciones...

Pensaba en aquello mientras el médico mostraba una carainexpresiva que transmitía malas noticias. Le pregunté a qué lugarespodría ir con ella, pero él se encogió de hombros y no supo contestarme.

Salí del hospital con mi prima montada en su pequeña sillita deruedas. Nuestros cuerpos reflejaban dos sombras en las que yo era unmaquinista triste y apagado; y ella, con su sillita, era un tren reciénpintado y bonito.

MARÍA GALINDO LÓPEZ 1ºB

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“Una vida sin color”

Cuando me dijeron que mi hermano no volvería a ver,después de que aquella moto le atropellara, recordé quehabíamos planeado ir de vacaciones a Madrid ese invierno. Jugarcon la blanca nieve, ver las puestas de sol sobre la nevada yobservar el arcoíris después de una tormenta. Pensé esto cuandomire la cara del doctor, al darnos las malas noticias.

Nos despedimos y yo me di cuenta de que ya noconseguiríamos hacer nada de lo planeado, pero podríamospasear sobre el oscuro asfalto, mojado por la lluvia, hablando ycontando chistes, le explicaría como era la ciudad, para que él sela imaginase. Porque aunque él no la viese, se podría hacer unaidea gracias a mis indicaciones.

MARÍA GÓMEZ BÉLIZ 1ºB

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“Recuerdos truncados”

Qué figura tan fundamental representan los abuelos, qué gran palabra, meencanta estar con ellos, me permiten hacer cosas que mis padres por motivoseducacionales me prohíben, aunque estoy segura de que cuando ellos seanabuelos también serán permisivos con sus nietos.

Cuando estoy con ellos son capaces de transmitirme aprendizajes de todassus experiencias y vivencias que, aunque sean más mayores, se repiten con elpaso del tiempo.

El otro día estuve con ellos y, noté que algo extraño estaba pasando. Miabuela no hacía más que recordar relatos arcaicos de los que nunca me habíahablado, solo entonaba canciones antiguas, paisajes de su infancia, enumerabatodo el árbol genealógico y hacía una radiografía exhaustiva de la habitación desu niñez y ni si quiera era capaz de recordar mi nombre. Me preguntaba quiénera yo repetidas veces. Mis ojos se empezaron a nublar por una cortina delágrimas y, me di cuenta de que mi abuela padecía la enfermedad de Alzheimer.Todos esos recuerdos instantáneos desaparecieron en un segundo en lo másprofundo del pozo de los recuerdos truncados.

CARLA DELGADO PRIETO 2ºA

Page 23: Microrrelatos capaces

“Cimas de esperanza”

Cuando me dijeron que mi hermano no podría caminar nunca, quetenía la rótula quebrada y un cáncer en la pierna, lo primero que recordéfue que había planeado subir al Cervino, el pico más famoso de los Alpescon él.

Lo ansiábamos los dos desde que vimos aquel documental: subir elpico, aguantar el cansancio en los momentos de más dificultad, sacarfotos, llorar los dos, conseguirlo juntos… Pensé en ello mientras pordetrás la cara de aquella doctora, un rostro hierático para dar malasnoticias, observaba el cuadro de aquella sala en la que aparecía unabonita cordillera. Le pregunté a la doctora qué cordillera era aquella, nosupo responderme.

Me despedí, dejé a mi hermano en la clínica, antes de evadirme mevolví y observe el cuadro de nuevo, me aproximé a él y contemplé que enla esquina derecha de abajo había dos montañistas intentando subir unade las montañas. Mostraban esfuerzo. Y el esfuerzo muestra disciplina y ladisciplina es amor por algo que deseas conseguir.

GABRIELA BLANCO GÓMEZ 2ºA

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“Sebastián”

Un día, fui al dentista. Allí me encontré con un niño que tenía unadiscapacidad. Ese niño era autista y su nombre era Sebastián.

Yo quería jugar con él, pero él me rechazaba. Sus padres meexplicaron que a su hijo le gustaba estar en su mundo, no quería jugar connadie. La verdad es que yo quería pasármelo bien con el niño.

Cuando ya era hora de que Sebastián entrase en consulta, empezó allorar y a gritar. Era normal, era la primera vez que iba a un dentista. Sumadre sacó su amuleto, un bakugan, y empezó a calmarse.Al final, ese día me di cuenta de que yo era un chico muy afortunado.

LUIS CAGIGAS TRUEBA 2ºA

Page 25: Microrrelatos capaces

“Pensamientos positivos”

Cuando el médico me dijo que no podría volver a caminar,el mundo se me cayó encima. Mis planes de irme a esquiar sedesvanecieron en segundos. Iban a ser las mejores vacaciones,ya que eran las primeras a las que vendrían mis amigos.Ya no podría volver a dar largos paseos por la playa, ni montar enbici con ellos.

Pero eso daba igual, había sobrevivido a un grave accidente,podría haberme pasado algo peor, podría haber muerto ese día.Dejé a un lado esos pensamientos y salí de aquel hospital. Mivida cambiaría, sí, pero disfrutaría de ella igualmente..

NATALIA MARTÍNEZ IBÁÑEZ 2ºB

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“Cambio de planes”

Cuando mi madre me dijo que mi hermanita acababa de nacer, notéque tragó saliva y, muy seria, afirmó que había habido una malformaciónen el feto y que era distinta al resto de bebés; carecía de brazos.

Fue entonces cuando recordé los planes que tenía preparados paraella: enseñarle a nadar, diferenciar los estilos de natación pero,sobretodo, jugar y reírnos en la piscina. Pensaba en ello mientras pordetrás del dolido e inexpresivo rostro impropio de ella, divisaba unatienda de deportes. La pregunté qué ocurriría ahora y bajó la mirada alsuelo sin saber qué contestarme. La noté tan triste que decidí dar porfinalizada nuestra conversación.

Pasaron los años y mi hermana creció sana y sonriente y me dicuenta de que el hecho de no tener brazos no significa ser infeliz..

CRISTINA SOBRINO FERNÁNDEZ 1ºB