Metodos y tecnicas de investigacion

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DRA. PATRICIA RAVELO BLANCAS CUADERNOS DIDÁCTICOS SOCIOLOGÍA DRA. PATRICIA RAVELO BLANCAS CUADERNOS DIDÁCTICOS SOCIOLOGÍA 1 En busca de nuevos paradigmas: algunas reflexiones en torno a la categoría “género” Dra. Patricia Ravelo Blancas* RESUMEN E n este artículo planteamos algunos de los problemas teórico-metodológicos suscitados en la investigación social a partir de la cate- goría “género”. Con ello pretendemos contribuir con algunos elementos útiles al análisis epistemológico de “la perspectiva de género” a la luz de la construcción de nuevos paradigmas y del impulso del trabajo inter- disciplinario. En este ensayo, partimos de los principales postulados de algunas teorías feministas y de diversas corrientes dentro de los estudios de la mujer y de género desde el conocimiento social. La exploración de las principales posiciones teóricas y metodológicas que hacemos en este artículo, giran en torno a la categoría “género”. Plantean el reto de repensar las nuevas orientaciones sociológicas, impulsando esta línea de estudio e incorporándola a los análisis de las complejas relaciones sociales entre mundos femeninos y masculinos. Todo ello en las dimensiones que vinculan a la teoría con la realidad social y al individuo con una sociedad diferenciada sexualmente. INTRODUCCIÓN En este trabajo me interesa acercarme a algunos aspectos que han suscitado controversias teórico- * Maestra visitante en la UACJ / Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS). CUIDADO DE LA EDICIÓN: SERVANDO PINEDA JAIMES

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    En busca de nuevosparadigmas: algunas

    reflexiones en torno a lacategora gnero

    Dra. Patricia Ravelo Blancas*

    RESUMEN

    En este artculo planteamos algunos de losproblemas terico-metodolgicos suscitadosen la investigacin social a partir de la cate-gora gnero. Con ello pretendemos contribuir con

    algunos elementos tiles al anlisis epistemolgico de

    la perspectiva de gnero a la luz de la construccin

    de nuevos paradigmas y del impulso del trabajo inter-

    disciplinario.

    En este ensayo, partimos de los principales

    postulados de algunas teoras feministas y de diversas

    corrientes dentro de los estudios de la mujer y de

    gnero desde el conocimiento social.

    La exploracin de las principales posiciones

    tericas y metodolgicas que hacemos en este artculo,

    giran en torno a la categora gnero. Plantean el reto

    de repensar las nuevas orientaciones sociolgicas,

    impulsando esta lnea de estudio e incorporndola a

    los anlisis de las complejas relaciones sociales entre

    mundos femeninos y masculinos. Todo ello en las

    dimensiones que vinculan a la teora con la realidad

    social y al individuo con una sociedad diferenciada

    sexualmente.

    INTRODUCCIN

    En este trabajo me interesa acercarme a algunos

    aspectos que han suscitado controversias terico-

    * Maestra visitante en la UACJ / Centro de Investigaciones yEstudios Superiores en Antropologa Social (CIESAS).

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    metodolgicas en torno al concepto de gnero,

    principalmente planteadas desde reas interdis-

    ciplinarias de la investigacin social.

    En el espacio acadmico en Mxico, todava

    no es plenamente aceptada la categora gnero. An

    causa confusin y no queda clara su orientacin en la

    definicin de los problemas de investigacin o como

    perspectiva de abordaje, sobre todo cuando todava

    no se resuelven algunas especificidades epistemol-

    gicas y tiene muchas implicaciones de orden cultural,

    ideolgico y poltico.

    El campo de conocimiento de los estudios de

    gnero, en cuanto especialidad y por su carcter

    interdisciplinario, es complejo en la construccin de

    su objeto de estudio, pues al analizar la interrelacin

    de mujeres y hombres, como sujetos femeninos y

    masculinos, se abordan aspectos complicados de la

    sexualidad en el terreno de las relaciones sociales/

    humanas. Estas relaciones tienen una fuerte carga

    intersubjetiva en los modos de vnculo entre los mundos

    masculino y femenino en casi todas las dimensiones

    de la vida. Esto sin considerar otros aspectos no

    directamente sociales, que probablemente tienen que

    ver con problemas, mtodos y tcnicas de investigacin

    de las llamadas ciencias duras o incluso de las mismas

    ciencias humanas, que tambin tienen propiedades de

    gnero, es decir, tienen una manera sesgada de definir

    los objetos de estudio, de hacer ciencia, de investigar

    y en general de producir y socializar el conocimiento.

    Un claro ejemplo de esto son algunas reas de las

    ciencias mdicas y biolgicas, que en algunos terrenos

    las considero casi asexuadas, en otros se identifican

    por su carcter misgino y en ocasiones se

    encuentran posiciones feministas.

    La interdisciplina que implica la perspectiva

    de gnero, ha permitido abordar, mas no resolver, los

    niveles de complejidad que se conforman entre lo

    masculino y lo femenino. Esta orientacin se produce

    entre disciplinas de las ciencias sociales como la

    historia, la antropologa, la sociologa, la economa y

    35

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    otras. De igual manera, esta interdisciplina surge en-

    tre algunas corrientes del psicoanlisis, la filosofa,

    la psicologa, la medicina, etctera.

    Los problemas terico-metodolgicos de la

    interdisciplina en la investigacin social son abordados

    en este trabajo, primeramente contextualizando el

    surgimiento de la categora gnero y las dimensiones

    que abarca. Posteriormente se expone el trnsito de

    la categora mujer a la categora gnero como

    unidad epistemolgica; se reflexiona en torno de dos

    marcos tericos: el patriarcado y el sistema sexo/

    gnero; y la identidad y subjetividad femenina; as

    mismo se plantean las principales orientaciones

    metodolgicas y se cuestiona si es posible una meto-

    dologa feminista. Finalmente se exponen algunos

    comentarios finales destacando los aspectos relevantes

    del debate.

    a) Antecedentes epistemolgicos

    Los estudios de gnero tienen sus antecedentes episte-

    molgicos en las ciencias humanas y en las teoras

    feministas que tambin podramos considerar como

    parte de estas ciencias humanas.

    Desde el siglo XVII y XVIII pensadores de la

    ilustracin, como Locke, Rousseau y Condorcet, as

    como las primeras ideas del feminismo clsico

    representadas en Marie de Sourbay, Olympe de Gouges

    y Mary Wollstonecraft aportaron las bases del campo

    de conocimiento sobre las mujeres. Llegaron a cues-

    tionar la condicin de la mujer, a plantear la eman-

    cipacin de las mujeres, su derecho a formar parte

    del gobierno de la nacin, a reivindicar la libertad y el

    placer sexuales contra los conceptos religiosos y

    estrictamente misginos al estilo de Rousseau. El siglo

    XIX marca el punto de partida para la conformacin

    del pensamiento social clsico tanto humanstico, como

    social y feminista. A partir de entonces se inicia una

    fase clsica de la reflexin feminista que concluye en

    el siglo XX durante los sesenta, para dar paso a una

    34

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    reflexin del nuevo feminismo de los setenta y sentar

    los cimientos de lo que seran las teoras de gnero en

    los ochenta (Gomriz, E., 1992).

    El estudio de las mujeres fue explorado en la

    poca contempornea desde la historia. El inters por

    abordar las investigaciones desde esta perspectiva se

    debi principalmente a la importancia por presentar

    a las mujeres como protagonistas; por poner al

    descubierto su protagonismo histrico. Incluso se lleg

    a proponer que la periodizacin de la historia podra

    partir de los cambios importantes en la demografa y

    la prctica sexual e intentar una periodizacin histrica

    desde las relaciones genricas; tambin se ha

    sustentado que la historia particular de las mujeres

    forma parte constituyente de la historia social en

    cuanto da cuenta de los procesos de la vida cotidiana

    de una sociedad particular (Nash, M. 1984; Muiz, E.,

    1993; Radkau, V., 1984, entre otras).

    En Mxico, el mayor auge de estos estudios

    histricos fue a mediados de los setenta. Actualmente

    contina desarrollndose este campo de conocimiento

    con diversas lneas de investigacin (Ramos, C., 1991),

    las cuales estn retomando ahora, de manera domi-

    nante, los rasgos de las identidades que conforman

    histrica y socialmente a los gneros.

    La preocupacin por conocer cmo se han

    construido estas identidades forma parte de

    planteamientos tericos y metodolgicos en cons-

    truccin, siendo algunas corrientes del psicoanlisis

    las que ms han abundado en este campo. Desde su

    especificidad epistemolgica, algunas corrientes del

    psicoanlisis han explorado tambin esta rea de

    conocimiento en el terreno social, enfrentando serias

    dificultades metodolgicas. Por ello se sugiere estudiar

    la estructuracin psquica de la identidad de gnero

    a partir del reconocimiento del complejo vnculo en-

    tre la sociedad y la estructura psquica permanente

    (Scott, J., 1992: 35).

    Desde una perspectiva sociolgica la categora

    gnero nos permite explicar y comprender los procesos

    33

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    sociales y las acciones de los individuos y las colec-

    tividades a partir de sus roles masculinos y femeninos,

    entre otras cosas. En ese sentido, se ha generado una

    amplia polmica sobre lo que significa la perspectiva

    de gnero y de hecho hasta la actualidad no existe un

    consenso sobre cmo se articula la identidad de

    gnero socialmente construida con las predis-

    posiciones innatas (biolgicas o biologizadas) ni cmo

    se producen en el tiempo los cambios en los gneros y

    en sus relaciones, o en qu aspectos hay percepciones

    y actitudes muy distintas entre los gneros y en qu

    aspectos son claramente similares (Gmariz, E.,

    1992: 103-104).

    Este desacuerdo, en mi opinin, se debe, en-

    tre otras cosas, al carcter interdisciplinario de esta

    perspectiva, pues como veremos, existen una serie de

    dificultades tericas y metodolgicas que implica esta

    especialidad, las cuales han sido relativamente

    superadas en las ciencias sociales por la supuesta

    pluralidad terica en torno a esta perspectiva, aunque

    sigue siendo todava motivo de discusin.

    El gnero, desde una perspectiva sociolgica,

    parte de los factores socioculturales ms significativos

    en la construccin de la subjetividad e identidad

    colectivas, las cuales se manifiestan principalmente a

    la hora de las acciones. El psicoanlisis, en general,

    da cuenta de este mismo proceso pero expresado de

    manera individual. De ah el intento de las feministas

    marxistas que pretendieron reconciliar psicoanlisis

    y marxismo (Scott, J., 1992: 35), enfrentando las

    dificultades derivadas de las explicaciones determi-

    nistas de la tradicin marxista y del psicoanlisis.

    Estudiar la identidad y subjetividad en el terreno de lo

    social no significa desconocer el terreno psquico, pero

    es ms difcil suponer que podemos abarcarlo sin caer

    en confusiones e imprecisiones tericas. Construir una

    teora que conjunte ambos aspectos (lo social y lo

    psquico) es uno de los retos en la interdisciplina de

    los estudios de gnero.

    Las ciencias sociales retomaron el inters por

    32

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    estudiar los gneros desde sus propias teoras y

    conceptos, bajo la consideracin de que es una

    dimensin compleja en varios sentidos, entre ellos

    los polt icos, socioculturales, ideolgicos,

    psicolgicos y biolgicos.

    En Mxico, hasta los noventa se registraba una

    considerable produccin principalmente desde la

    sociologa, la antropologa, la historia y otras

    disciplinas sociales. Esta produccin es en buena

    medida terica. Trata sobre la discusin de varios

    aspectos, entre stos si la categora gnero poda

    constituirse en una categora analtica, que nos

    permitiera aproximarnos al estudio de la relacin so-

    cial entre las mujeres y los hombres de una

    organizacin social especfica.

    Es muy amplio el campo de estudio de los

    sujetos femeninos y masculinos. Se caracteriza por

    tener dos dimensiones principales: una que implica el

    terreno de la praxis como eje rector de las relaciones,

    debido a que, en trminos reales, constituye una

    relacin social cuyas implicaciones de diferencia

    sexual se expresan socialmente en desigualdad; y otra

    terica que supone conceptualizar esta relacin so-

    cial a partir de su ubicacin en una estructura sexual

    histricamente determinada, esto es, en una estructura

    de relaciones y significaciones donde lo femenino y

    masculino han experimentado algunos cambios

    (principalmente culturales) a lo largo de la historia.

    E. Muiz (1993) sostiene que la investigacin

    acerca del gnero debe considerar dos aspectos

    fundamentales del mismo: como una relacin social y

    como construccin cultural desde su dimensin

    simblica y material. A esta propuesta, como mencion

    en el prrafo anterior, cabe agregar el nivel de

    teorizacin de esta relacin social en el orden cultural,

    econmico y poltico, entre otros.

    El gnero es considerado como una categora

    relacional (Scott, J., 1992; Muiz, E., 1993; Riquer,

    F., 1993, entre otros). Gnero es, por una parte, un

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    otra, es una forma primaria de relacin de poder

    (Scott, J., 1992 en Riquer, F., 1993: 9). En ese sentido,

    las relaciones de gnero son complejas, porque son a

    la vez expresin de los conflictos entre lo masculino y

    femenino, y del intercambio de significaciones de

    ambas expresiones las cuales pueden aparecer

    entremezcladas, dificultando su abordaje en unidades

    separadas. Una implica a la otra y los cambios

    ocurridos en uno de los gneros repercute inevi-

    tablemente en el otro.

    b) De la mujer como categora explicativa al

    gnero como unidad epistemolgica

    Los movimientos feministas de los sesenta dieron la

    pauta para profundizar el debate sobre naturaleza y

    cultura en la conceptualizacin de la mujer e iniciar

    otros que dieran nuevas pistas y complejizaran la

    problemtica. La mujer no siempre apareca como

    el principal objeto de estudio, ms tarde era el foco

    principal de atencin, pasando a formar parte de una

    imbricacin ms complicada entre lo social y lo

    biolgico. En este entrelazamiento de rdenes de

    determinacin se fueron construyendo teoras

    impulsadas principalmente por el feminismo desde

    varias disciplinas sociales. El rea de conocimiento

    que se impuls fue la de estudios de la mujer. sta

    tiene una enorme importancia en la produccin de los

    sesenta y setenta.

    La categora mujer fue la que gui los

    estudios y escritos de la condicin de la mujer, cuya

    orientacin se dirigi principalmente hacia la bsqueda

    de los orgenes de la opresin de la mujer como parte

    de esta condicin (Scott, J., 1992, Muiz, E., 1993;

    Lagarde, M. 1990).

    Una de las discusiones centrales gir

    alrededor de la opresin que padecan las minoras,

    y que era denunciada por los diversos movimientos

    sociales de esa poca caracterizados por su radica-

    lidad. A nivel internacional los negros, estudiantes,

    30

    conceptos tiles para la construccin terica

    interdisciplinaria entre la sociologa, la antropologa y la

    historia, retomando por supuesto algunos elementos

    terico-metodolgicos de las otras disciplinas

    mencionadas (filosofa, economa, psicoanlisis, etc.) que

    enriquezcan nuestros planteamientos, con la consi-

    deracin de que estamos ante una crisis de paradigmas

    por lo que esta reformulacin y reconstruccin de

    modelos de explicacin social e histrica en un sentido

    transformador es una tarea y un reto para las teoras

    feministas en las ciencias sociales, pues, como afirma

    L. Nicholson: Una de las constantes en el feminismo

    ha sido la de mantenerse al margen de los debates

    tericos celebrados extramuros, lo que ha trado como

    consecuencia la sucesiva reproduccin de formas de

    teorizar y de conceptualizar sin una conciencia clara

    de las relaciones que el propio feminismo guarda con

    otras vertientes de pensamiento, y sin tener presente

    muchas veces la procedencia de sus modelos de

    interpretacin o de anlisis, ni las premisas con las que

    trabaja (en Trueba, C., s/f). De ah la urgente necesidad

    de continuar teorizando, asumiendo crticamente los

    conceptos y categoras clsicas y contemporneas, as

    como el tener la rigurosidad cientfica a la hora de

    proponer nuevos paradigmas.

    BIBLIOGRAFA

    Alcoff, L. Feminismo cultural vs. posestructuralismo:la crisis de la identidad en la teora feminista,en Feminaria, nm. 4, 1989.

    Amors, Celia. Hacia una crtica a la razn patriarcal.Ed. Anthropos, Barcelona, 1985

    ---.Violencia contra las mujeres y pactos patriar-cales, en Maquieira V. y C. Snchez (comp.),Violencia y sociedad patriarcal, ed. PabloIglesias, Madrid, 1990.

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    hippies y las mujeres eran los protagonistas principales

    de estos movimientos. El movimiento encabezado por

    las mujeres fue conocido como Movimiento de Libera-

    cin Femenina (Mitchell, J., 1985) y sent las bases

    para el futuro feminismo.

    Si bien los estudios sobre la condicin de la

    mujer fueron amplios y variados, en ellos se destacan

    dos ejes de anlisis comunes, que caracterizaron a

    esa dcada (sesenta):

    1) La opresin que como gnero viven todas

    las mujeres de cualquier raza, etnia, clase social,

    nacionalidad, lengua, etctera, tanto en las relaciones

    entre los sexos, como en la familia, el trabajo, la

    poltica y la educacin (Mitchell, J., 1985; Halimi, G.,

    1973 y otros).

    2) La posicin de la mujer a travs de la histo-

    ria y la cultura en mbitos como la produccin, la

    reproduccin y la sexualidad que supone tres cuestio-

    namientos: a) por qu la mujer siempre ha sido

    oprimida? b) cmo se le oprime en la actualidad? y c)

    cules son las diferencias de su opresin en otros

    lugares? (Mitchell, J., 1985).

    El primer aspecto implic la idea de univer-

    salidad y el segundo centrarse en las causas que

    originan la opresin, lo que despus fue cuestionado y

    est siendo sustituido por interpretaciones de los

    significados de las relaciones de gnero y por crticas

    tericas. La causalidad universal como explicacin

    significativa fue un elemento muy controvertido (Scott,

    J., 1993). En mi opinin este es un avance significativo.

    Adems del concepto de opresin, el de subor-

    dinacin fue tambin clave en estos estudios. ste

    parta de la idea de que las mujeres estaban ubicadas

    en una estructura de poder patriarcal, lo que implicaba

    una jerarqua sexual.

    La subordinacin como parte de la condicin

    de la mujer fue abordada sin reflexionar a fondo sus

    implicaciones, pues de hecho el ubicarla como parte

    de la condicin de la mujer supona una esencia

    femenina. Esto represent un enredo terico que no

    29

    recproca que media entre los hechos y las formas

    tericas, como consecuencia de las actividades

    profesionales, cotidianas, ejerce una funcin social

    positiva? (Horkheimer, M., 1990).

    5. Otro aspecto es el pensar en cul sera la

    mejor manera de llamar a la oposicin entre los

    gneros, pues hay una fuerte discusin entre si romper

    con la concepcin binaria o no, por el contrario,

    distinguirla. En esto concuerdo con F. Pea (1994),

    las simbolizaciones de jerarquas no hay que limitarlas

    al sexo para que de la misma manera no se nos

    presenten mundos opuestos sino diferentes.

    6. Finalmente cabe sealar que los estudios

    de gnero representan un nuevo paradigma en las

    ciencias sociales y un reto para el impulso del trabajo

    interdisciplinario. Los elementos que nos ofrecen las

    ciencias sociales es vasto. El fundamento unificador

    de la interdisciplina podra resultar de la propuesta

    emancipatoria, o de la idea de un proyecto liberador

    de sociedad, de contribuir a la reconstruccin terica

    feminista (Benhabib, S. y C. Drucilla, 1990).

    En las ciencias sociales, la teora crtica y

    algunos postulados marxistas, aportaran un marco de

    abordaje en la dimensin de la praxis social a partir

    del supuesto de que los hombres y las mujeres viven

    en mundos existentes (materiales y subjetivos), pues

    los hechos no son ajenos a estos sujetos y sus valora-

    ciones sobre estos mundos dependen de actividades

    determinadas por los mismos pensamientos mediante

    los cuales ese mundo es reconocido y comprendido en

    el individuo (Hokheimer, M., 1990), teniendo en cuenta

    la base material y simblica de la sociedad.

    Otra rea de conocimiento til para esta

    unificacin terica es la de los estudios de la cultura,

    principalmente desde la antropologa, que tambin

    representaran una rea posible para explorar modelos

    de interpretacin de las expresiones y elaboraciones

    culturales de las interacciones simblicas de lo masculino

    y lo femenino desde una perspectiva de gnero.

    No podemos perder de vista estos enfoques y

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    ha podido desanudarse, principalmente por las diver-

    sas posiciones polticas e ideolgicas del feminismo

    ante el ser mujer.

    La subordinacin, opresin, explotacin y

    discriminacin son los principales trminos con los

    que el feminismo y los estudios de gnero, en sus

    diferentes vertientes, analizan la situacin de la mujer.

    Subordinacin sera el concepto ms abarcador y

    refiere al proceso social por medio del cual las

    diferencias biolgicas entre varones y hembras de la

    especie humana, se transforman en factores de

    discriminacin, dando paso a la desvalorizacin e

    inferiorizacin de lo femenino en la cultura occidental

    (Oliveira y Gmez, 1989, cit. en Riquer, F., 1993: 2).

    Sin embargo no hay que conceptualizar la subordina-

    cin como parte de la condicin porque condicin

    refiere a la ndole, naturaleza o modo de ser de alguien

    o de algo, de ah que sea cuestionable hablar de condi-

    cin de subordinacin por connotar una ndole o

    naturaleza subordinada del gnero femenino. Esto es,

    implica una contradiccin con los intentos de mostrar

    que la subordinacin no es natural sino construida

    socialmente (Riquer, F., 1993: 3).

    La subordinacin no siempre mereci ser

    estudiada de manera particular, pues se consideraba

    ms importante como objeto de estudio a la mujer.

    Esto significa que, a pesar de que el feminismo ylas investigadoras identificadas con el movimiento,parten de que la desigualdad entre los gneros esuna construccin socio-histrica que poco tiene quever con las caractersticas individuales, las condi-ciones sociales que producen y reproducen lasubordinacin femenina, no han sido, en s mismasobjeto de estudio (Riquer, F., 1993: 4).

    La subordinacin ha sido reconocida desde la

    literatura clsica feminista que describa la situacin

    de las mujeres hacia fines del siglo XIX en los pases

    donde se estaba consolidando la burguesa (Inglaterra,

    Francia, etc.) y donde la divisin sexual del trabajo

    era mucho ms evidente. Esto influy para que la

    28

    esfuerzos deben encaminarse hacia la construccin

    de una teora unificadora de todas estas dimensiones

    (Sacks, 1989, en Gonzlez, S., 1993).

    Las relaciones de gnero en la medida que se

    han problematizado considerando ambos gneros,

    estn reconociendo las transformaciones que han

    ocurrido tanto en trminos de relacin social como en

    la definicin de la femineidad y la masculinidad. Esta

    perspectiva unificadora puede mantener su orientacin

    emancipatoria, ahora no slo para el gnero femenino

    sino tambin para el masculino. Representa un

    movimiento terico que sacude las estructuras tradi-

    cionales de abordar el estudio de la mujer y propone

    un abordaje distinto vinculado a otras reas del sa-

    ber, a otras estructuras del conocimiento.

    3. En general, la idea de que las relaciones de

    gnero cambian conforme cambian las relaciones

    sociales no se ha corroborado del todo en trminos de la

    realidad social, por ejemplo en Cuba la jerarqua sexual

    se ha modificado poco, pues an se conservan varios

    rasgos como el machismo y la supremaca de un sexo

    sobre el otro, por lo que habra que rediscutir el carcter

    autnomo del sistema sexual o el sentido de autonoma

    del patriarcado con respecto a otros sistemas.

    Esto nos remite a problemas complejos difciles

    de resolver en este trabajo. Me refiero a la relacin en-

    tre teora y realidad. Detrs ... de la discrepancia entre

    hechos y teora que el cientfico experimenta en su

    actividad de especialista, yace una profunda unidad: la

    subjetividad general de la cual depende el conocer indi-

    vidual (Horkheimer, M., 1990: 236). A su vez, nos sita

    frente a otra problemtica: la relacin entre individuo y

    sociedad. La oposicin entre pasividad y actividad, que

    en la teora del conocimiento se presenta como dualismo

    entre sensibilidad y entendimiento, no representa para

    la sociedad lo mismo que para el individuo (Horkheimer,

    M., 1990: 233-234). De ah surge una tarea importante

    para el/la cientista social: cmo intervenir

    sociolgicamente para contribuir en la transformacin

    de la realidad, si partimos del hecho de que la accin

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    divisin sexual del trabajo se constituyera en un

    elemento que guiara la bsqueda de la opresin y

    subordinacin de la mujer.

    Este fue originalmente un planteamiento

    marxista que permiti ubicar histricamente el lugar

    de la mujer en el modo de produccin capitalista y en

    el sistema patriarcal. De tal suerte, la divisin sexual

    del trabajo, como punto de partida para entender la

    opresin de las mujeres en el capitalismo, cobr

    relevancia entre las teoras del feminismo en general

    y en particular entre las feministas socialistas.

    El desarrollo del pensamiento feminista fue

    variando en funcin de los procesos sociales que viva

    el movimiento. Las ideas y aproximaciones tericas

    tenan una relacin directa con los distintos feminismos

    que se conformaron. Estos fueron caracterizados por

    su radicalidad, por sus aspiraciones libertarias, por

    sus ideales de igualdad y por el reconocimiento de las

    diferencias. De ah el feminismo radical, el

    feminismo de la igualdad, el feminismo liberal, el

    feminismo de la diferencia y otras modalidades

    resultado de una diversidad de prcticas feministas

    (Ravelo, P. y M. E. Rodrguez, 1992). Los plantea-

    mientos tericos generales ms confrontados son los

    que provienen del feminismo de la igualdad y del

    feminismo de la diferencia.

    En los distintos procesos revolucionarios a

    nivel mundial, las demandas feministas han tenido un

    carcter emancipatorio y han unificado sus esfuerzos

    para plantear la lucha por la emancipacin de la mujer

    y de la humanidad. Proponan luchar por la igualdad

    de derechos y condiciones entre mujeres y hombres.

    De ah se gest el feminismo de la igualdad y el

    feminismo radical.

    Los razonamientos sobre la idea de igualdad

    hicieron que el feminismo se convirtiera no slo en

    una nueva esperanza para la mujer sino en la

    esperanza de un nuevo mundo para la humanidad

    (Rowbotham, S. 1978: 43).

    Despus de los sesenta, el salto al feminismo

    27

    ser los mismos, entonces cul sera la especificidad

    y diferencias epistemolgicas de cada disciplina para

    estudiar el mismo problema? Esto nos conduce a su

    vez a una serie de reflexiones: las fronteras

    disciplinarias son arbitrarias? se diluyen en el campo

    de la investigacin social? hay vaguedad en la

    definicin epistemolgica de las disciplinas cientfico

    sociales? la experiencia de las mujeres constituye

    una problemtica interdisiciplinaria per se?

    Tan slo el estudio de la subjetividad femenina,

    el cual ha sido uno de los ms explorados por varias

    disciplinas como el psicoanlisis, la filosofa, la

    sociologa, la antropologa y la historia, implica un

    abordaje complejo en el marco de interrogantes

    expuesto en el prrafo anterior y nos remite de nuevo

    al problema de la interdisciplina.

    2. El evidente desacuerdo en si mantener o no

    la idea universal de la subordinacin y opresin de

    las mujeres en los estudios de gnero sugiere

    abandonar uno de los principales postulados del

    feminismo, lo que ha sido fuertemente criticado desde

    el feminismo radical. Se relaciona con la cuestin de

    relaciones humanas que producen la subordinacin y

    que no es slo reducible a la economa, sino a la

    interaccin simblica y comunicativa.

    El trnsito entre los estudios de la mujer

    (condicin de la mujer) y los de gnero (identidad

    femenina/masculina) ha tenido serias implicaciones

    epistemolgicas y polticas. Al desaparecer la mujer

    como categora sustantiva y resignificarse en la cate-

    gora relacional de gnero, ha perdido parte de su

    carcter subversivo, emancipatorio.

    Ahora bien, para fines de anlisis y de teori-

    zacin, la categora gnero tiene la cualidad de servir

    como mediadora entre otros conceptos o teoras. Puede

    ser utilizada como una categora intermedia para

    entender algunos procesos, o puede representar una

    dimensin cultural, simblica e ideolgica, como la de

    clase social, raza y etnia, entre otras (Gonzlez, S.,

    1993). De ah retomamos la propuesta de que los

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    contemporneo de los setenta y los ochenta, es

    conceptuado principalmente por el reconocimiento de

    la diferencia y se forj en un contexto donde los

    movimientos sociales, incluidos los feministas, haban

    cambiado de posicin. Ahora se haba entrado a una

    etapa de teorizacin, urgente para tener elementos

    que explicaran muchos aspectos empricos que ponan

    en cuestin varios de los postulados feministas

    tradicionales como la lucha por la igualdad, as como

    para formular nuevos principios como el reconoci-

    miento de la diferencia.

    En este contexto, la mujer en cuanto

    categora de anlisis se sustituy por la categora

    gnero, la cual considero como una unidad episte-

    molgica, pues ha alcanzado un mayor rigor cientfico

    que implica el conjunto de relaciones sociales entre

    los gneros en un marco de reconocimiento de las

    identidades femeninas y masculinas. Adems en ella

    confluyen diversas teoras, mtodos y el estudio crtico

    de la sociedad. Esto constituy un importante avance

    en el conocimiento, pues se descubriran nuevos cam-

    pos que le otorgaban una mayor legitimidad en las

    ciencias sociales.

    T. de Barbieri considera que la categora

    gnero es algo ms y requiere dar espacio a la

    bsqueda de sentido del comportamiento de varones y

    mujeres como seres socialmente sexuados (1992:

    152-153). Desde su punto de vista, en esta discusin

    ya se apuntaban varias limitantes tericas: la ausencia

    de anlisis sobre la masculinidad; que en los estudios

    desde una perspectiva de gnero se partiera de las

    teoras occidentales, en vez de revisar la produccin

    latinoamericana; y que se privilegiaran los anlisis

    estructurales (1992: 168-169).

    Varias de estas limitantes han empezado a

    superarse con el impulso de los estudios de

    masculinidad (Cazs, D., 1993; Kimmel, M., 1992;

    Montesinos, R., 1995) y de la produccin terica sobre

    diversos aspectos de las mujeres en Amrica Latina

    tanto desde la perspectiva estructural como de la

    26

    muy criticado por J. Scott, debido a la poca confianza

    que le despierta que estructuras relativamente

    pequeas de interaccin [como las psquicas] produz-

    can la identidad del gnero y generen el cambio.

    Adems, considera que esta interpretacin limita el

    concepto de gnero y no permite que se relacione con

    otros sistemas sociales de la economa, de la poltica

    y el poder (Scott, J., 1993: 39-41). Coincido con la

    idea de que el privilegiar el terreno psquico en la

    conformacin de la identidad es muy pobre, pues por

    lo menos para la identidad colectiva o social, hay

    que considerar otras estructuras simblicas y

    materiales de la cultura, la economa, etctera.

    Finalmente, S. Sherwuin (1989) plantea en

    esta misma lnea de generar conocimiento a travs de

    la conciencia, la existencia de dos modelos en la

    metodologa filosfica: uno que privilegia la concepcin

    universal, parte de la razn patriarcal para explicar y

    dar conocimientos sobre la mujer (ser/deber ser). El

    otro modelo es el feminista que plantea el reconoci-

    miento de la significancia de la experiencia personal y

    propone cambios en la prctica y la teora filosfica.

    Va de las particularidades a las generalidades,

    incorpora los sentimientos y emociones como parte

    de la experiencia. En ese sentido creo que s es posible

    una metodologa feminista, aunque reconozco que el

    estudio de las experiencias vividas, como ha sido

    planteado, fueron abordadas desde la filosofa clsica

    de Dilthey para el estudio de la sociedad en general.

    ASPECTOS RELEVANTES DEL DEBATE YCONSIDERACIONES FINALES

    1) Existe una dificultad de superposicin de meto-

    dologas en esta interdisciplina del gnero. Tanto las

    metodologas filosficas como las psicoanalticas,

    sociolgicas, histricas y antropolgicas, entre otras,

    pueden proponerse estudiar la experiencia de las

    mujeres. Pueden incluso trabajar con el mismo

    instrumento de investigacin, los resultados pueden

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    simblica (Gonzlez, S. (coord.), 1993; Bustos, B. y

    G. Palacios (comp.), 1994, entre otros). Este avance

    ha sido ampliamente reconocido y fundamentado sobre

    todo porque redescubri para la investigacin social

    una veta explorada en otros campos y desde otra

    perspectiva como es la base material y simblica de

    lo masculino y femenino en la cultura y en la historia.

    Igualmente esto permiti la reformulacin de

    los estudios de la mujer, por lo que en los ochenta (y

    en Mxico desde los noventa) pas a conformarse la

    especialidad de estudios de gnero, sustituyendo as

    al rea de estudios de la mujer y ampliando el pa-

    norama de esta problemtica donde ahora tambin se

    incorporaba como sujeto de estudio al genrico

    masculino y principalmente se problematizaban las

    relaciones de gnero. Esto ltimo, como lo seala

    acertadamente J. Flax, es el avance original ms

    importante en la teora feminista (1990: 3).

    En general la perspectiva de gnero slo ha

    impactado en trminos de elaboraciones tericas de

    alcance medio, pues no est suficientemente

    conceptuada y demostrada la relacin entre teora y

    realidad social, por ello se propone avanzar hacia una

    teora de mayor alcance que abarque todas las

    dimensiones de la sociedad y sus vnculos con otras

    formas del pensamiento terico (De Barbieri, T., 1992);

    igualmente se sugiere rebasar el nivel explicativo de

    la categora gnero; trascender el campo de

    conocimiento de la subordinacin; irrumpir en las

    interpretaciones de la vida cotidiana (procesos,

    estructuras e instituciones sociales) y hacer cons-

    trucciones tericas sobre las diferencias entre

    hombres y mujeres, sus interacciones y organizaciones

    sociales en las que viven (Riquer, F., 1993).

    Es necesario adems, recuperar las relaciones

    entre sujetos femeninos y masculinos desde sus

    conflictos y contradicciones, ya que atender slo el

    movimiento de las tensiones entre los gneros

    complejiza las relaciones y nos presenta mujeres (y

    hombres) diferentes (Muiz, E., 1993; 12). Esto

    25

    la conciencia feminista. Este mtodo se puede definir

    como el conjunto de normas, contenidos y procedi-

    mientos que nos permiten construir el conocimiento

    especfico de las mujeres a partir de la prctica o expe-

    riencia personal (Hierro, G., 1990).

    Uno de los ejes centrales de esos estudios es

    l/nuestro propio ser (yo-mujer) en cuanto sujeto

    histrico; es la experiencia vivida conformada por su

    historicidad de gnero. En ese sentido se reconoce que

    las voces de los sujetos femeninos, desde su propio

    saber instituido como del conocimiento recibido y

    reflexionado, estn hablando de ellas y de las dems.

    Muestran una visin que incorpora conciencia y

    voluntad as como el anlisis sistemtico de la verdad

    y la razn de su pensamiento (Guilligan, C. 1985).

    Las perspectivas de este conocimiento tanto

    en la tica, la epistemologa y la metafsica implican

    acercamientos de la teora y la prctica y el surgimiento

    de nuevos paradigmas. Esto supone romper con los

    mtodos tradicionales de filosofar, pues estos esque-

    mas parten del pensamiento dicotmico, mientras que

    el mtodo filosfico feminista parte de una nueva

    concepcin donde el pensamiento es dialctico y

    desconstructor del lenguaje y las ideas.

    Como seala Gadamer, desde el punto de vista

    de la hermenutica, no hay que desdear una interpre-

    tacin de lo dialctico a partir del ser de la experiencia.

    Esta experiencia presenta la estructura de una inversin

    de la conciencia y consiste por tanto en un movimiento

    dialctico. En la experiencia de algo se opera por una

    parte un cambio en la conciencia (en Maceiras, M. Farfn

    y J. Trebolla Barrera, 1990: 75).

    El mtodo de anlisis, mencionado prrafos

    arriba, basado en la promocin de la conciencia ha

    sido desarrollado principalmente por MacKinnon, quien

    considera que al expresar la experiencia compartida

    de la objetivacin, las mujeres vendran a compartir

    su identidad comn dando como resultado la accin

    poltica (en Scott, J., 1992: 31). Este mtodo, que

    tambin es desarrollado por C. Guilligan (1985), fue

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    13

    significa que la diferenciacin social entre los gneros

    produce y reproduce tensiones de distinta naturaleza

    en todos los mbitos de la sociedad (la familia, el

    trabajo, la educacin, etc.), trasladando la tensin

    intergenrica a dichos mbitos. Tales tensiones son

    desplazadas, acentuadas o distensadas segn el

    momento histrico que se trate, pues no se configuran

    de la misma manera a travs del tiempo ni de los

    diferentes campos culturales.

    En sntesis se concluye que los estudios de la

    mujer significaron una revolucin del conocimiento,

    que desde entonces se definieron como una corriente

    interdisciplinaria y multidisciplinaria con un carcter

    heterogneo en sus marcos tericos, metodolgicos e

    instrumentales (Fernndez, Ana Ma., 1992: 31),

    aunque existen claras diferencias en las distintas

    corrientes del feminismo y una multidimensional

    produccin terica desde los variados modelos de

    estudio de la mujer (Fernndez, Ana Ma., 1992: 42).

    Esta supuesta revolucin terica que se gest

    a partir de la categora gnero en la produccin del

    conocimiento social, tuvo sus antecedentes ms

    precisos, como sealbamos al principio, entre los

    pensadores iluministas y revolucionarios. As autores

    como Foigny, Diderot y Sade, reivindican el placer

    femenino, aunque slo vean el protagonismo de las

    mujeres en el mbito de lo ertico (Gomriz, E., 1992).

    Por lo anterior, el salto de los estudios de la

    mujer a los estudios de gnero fue muy significativo.

    Adems de incorporar la masculinidad bajo esta misma

    visin, se super la idea de concebir la experiencia de

    las mujeres como algo especial o especficamente

    femenino.

    La conciencia de la alteridad, de la diferencia, dela desigualdad entre la historia femenina y lamasculina ha venido a complementarse con unaconciencia y un estudio histrico de la alteridad,de las diferencias y de las desigualdades entre laspropias mujeres (Bock, G., 1991: 57).

    24

    hay que agregar aqullos realizados a partir de otra

    herramienta y perspectiva de investigacin: las

    historias de vida. stas igualmente recogen los

    acontecimientos ms importantes en los ciclos de vida

    y las contingencias sociales y culturales que

    acompaan estos ciclos, es decir, el curso de vida. El

    gnero aqu es usado sobre todo para identificar un

    conjunto de caractersticas que definen a las mujeres,

    pero no como esencia inmutable, sino como cons-

    truccin sociocultural, producto de la actividad humana

    y no de la naturaleza (Berger, S. y Daphne Patai

    editoras, 1991).

    J. Scott, considera que metodolgicamente el

    gnero es un elemento constitutivo de las relaciones

    sociales basadas en las diferencias que distinguen los

    sexos y el gnero es una forma primaria de relaciones

    significantes (1993: 44). Esto comprende cuatro

    elementos interrelacionados: 1) smbolos cultural-

    mente disponibles que evocan representaciones

    mltiples; 2) conceptos normativos que manifiestan

    las interpretaciones de los significados de los smbolos;

    3) nociones polticas y referencias a las instituciones

    y organizaciones sociales; 4) identidad subjetiva. Esta

    propuesta presenta un esquema muy completo de las

    dimensiones de las relaciones de gnero, aunque quiz

    un espacio de interaccin que est faltando es el de la

    comunicacin en el orden simblico y material, que

    como sealaba, tambin es necesaria para entender

    la construccin de las subjetividades e identidades

    femeninas y masculinas.

    Desde la interdisciplina, otro mtodo que se

    ha desarrollado para describir a las mujeres proviene

    de la filosofa. Lo mencionamos aqu porque es el que

    ms explcitamente ha desarrollado una metodologa

    feminista.

    El denominado mtodo filosfico feminista

    es el que se usa principalmente para analizar el

    despertar de la conciencia en las mujeres. Este

    supuesto despertar es considerado como una de las

    etapas de construccin del conocimiento que proyecta

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    14

    Asimismo la crtica feminista exiga la

    teorizacin sobre mujeres empricas (Cornell, D. y

    A. Thurschwell, 1990). Esta orientacin me parece la

    ms acertada, novedosa y la que est teniendo mayor

    impulso.

    c) Patriarcado o sistema sexo/gnero?

    El gnero es un concepto que adems puso en cuestin

    un paradigma fundamental en las teoras feministas:

    la existencia del sistema patriarcal en la sociedad.

    Si bien no se ha llegado a un consenso que

    reconozca su presencia, hay quienes consideran que

    el patriarcado en cuanto sistema, estructura y cultura

    tiene una existencia propia aunque no se sabe cundo

    surge (Gargallo, F., 1990; Brownmiller, S., 1975, Mil-

    let, K. 1975). Se estima que se manifiesta en la poca

    histrica donde aparece y se desarrolla la monogamia,

    caracterizada, segn F. Engels, como una forma de

    sometimiento de un sexo por el otro, como la procla-

    macin de un conflicto entre los sexos, desconocido

    hasta entonces en la prehistoria (1974: 253). De

    acuerdo a estos supuestos, la propiedad privada, el

    matrimonio, la familia, y, por supuesto, el Estado,

    fueron desde los inicios del capitalismo la base funda-

    mental de la opresin femenina.

    An hay muchas dudas y polmicas alrededor

    de los supuestos de este trabajo de F. Engels as como

    de los orgenes del patriarcado (G. Rubin, 1986). Hay

    quienes reconocen que desde el principio de la historia

    de la humanidad existe la opresin hacia las mujeres.

    Tanto el mundo primitivo como el mundo civilizado

    son mundos masculinos y la idea cultural de la mujer

    es obra exclusiva del varn (Millet, K. 1975: 62). Estos

    sealamientos fueron importantes para descon-

    textualizar histricamente la opresin de las mujeres,

    por lo que existe un fuerte cuestionamiento a las

    teoras del patriarcado, incluso se propone abandonar

    esas posturas para evitar confusiones y una

    ideologizacin de los conceptos.

    23

    Faeser destaca el debate racional sobre las

    necesidades femeninas y el Estado de bienestar (en

    Trueba, C., s/f).

    En ese sentido, otra reflexin metodolgica la

    ofrece el enfoque del anlisis del Estado a partir de

    las relaciones sociales de gnero, lo que constituye

    una postura terica que pretende la configuracin de

    las mujeres en sujetos polticos en sus relaciones con

    el Estado benefactor. Esta perspectiva produjo una

    ruptura epistemolgica ntida respecto de los

    numerosos estudios feministas anglosajones de origen

    marxista (Marques-Pereira, B., 1993: 124). Esta

    ruptura epistemolgica se demostr en los estudios

    neomarxistas de los ochenta con la tesis del

    paternalismo estatal y la revelacin de contradicciones

    con el Estado benefactor. Otros estudios feministas

    de origen marxista se sitan en un enfoque dualista

    basado en las relaciones del capitalismo con el

    patriarcado (Marques-Pereira, B., 1993: 124).

    En Mxico, varias de las investigaciones

    sociolgicas son producto de combinaciones de

    mtodos, tcnicas e instrumentos de investigacin, con

    una vasta gama de enfoques, y dimensiones de anlisis.

    Destacan los estudios microsociales y cualitativos que

    estn recogiendo la experiencia cotidiana y las

    acciones femeninas en el terreno poltico, laboral y

    familiar (De Barbieri, 1985; Tun, E. 1992; De

    Oliveira, O. y B. Garca, 1992). T. de Barbieri sugiere

    que el gnero en cuanto categora terica metodolgica

    nos permite el abordaje a un ordenamiento social

    especfico. Ella distingue dos posturas en la

    investigacin sobre las mujeres: una que centra su

    objeto de estudio en las mujeres; otra que privilegia a

    la sociedad como generadora de la subordinacin.

    Ambos esfuerzos tienden hacia la construccin terica,

    que es un proceso largo y lento, que requiere de

    informacin muy abundante, de buena informacin del

    presente y del pasado y de un ejercicio permanente de

    dilogo entre hiptesis y datos (1992: 149).

    A estos estudios microsociales y cualitativos

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    15

    G. Rubin considera que el trmino patriarcado

    oculta otras distinciones entre sistemas econmicos

    y sistemas sexuales, como es la capacidad y la

    necesidad de crear un mundo sexual. Mientras el

    concepto de sistema sexo/gnero indica que en l la

    opresin no es inevitable sino producto de las

    relaciones sociales, los sistemas estratificados por

    gnero no pueden describirse correctamente como

    patriarcado, por lo que hay que plantear un anlisis

    diferente de la vida social, en la medida que es el ncleo

    principal de la opresin de las mujeres. La propuesta

    de G. Rubin es que en vez de hablar de patriarcado

    hay que conceptualizar la parte de la vida social

    referida a las relaciones entre los sexos como sistema

    sexo/gnero, el que define como el conjunto de

    disposiciones por el que una sociedad transforma la

    sexualidad biolgica en productos de la actividad

    humana, y en el cual se satisfacen esas necesidades

    humanas transformadas (1986: 97). Esta idea, en

    trminos analticos me parece correcta, aunque habra

    que discutirla en trminos polticos.

    Cabe recordar, como seal anteriormente,

    que una de las principales inquietudes que impuls el

    inters, sobre todo de las feministas, por estudiar del

    problema de la mujer se centr en buscar los

    orgenes de la opresin primeramente en la estructura

    patriarcal, siendo este texto de G. Rubin uno de los

    que han aportado ms elementos para entender

    tericamente el significado de esta opresin desde otra

    visin, y fue uno de los pioneros en el debate

    contemporneo de los estudios de gnero. Los ejes

    de su anlisis parten de una crtica y reinterpretacin

    sobre algunos supuestos del marxismo clsico que

    sirven de base para reconocer la recproca inter-

    dependencia de la sexualidad, la economa y la poltica,

    sin subestimar la plena significacin de cada una en

    la sociedad humana (1986: 141). Su examen tambin

    aborda algunas premisas e implicaciones del

    estructuralismo de Lvi-Straus, bsicamente de su

    teora de los sistemas de parentesco cuya esencia se

    22

    lgicas que implica el abordaje de los gneros, consi-

    dera que la historia cultural de gnero, tiene como

    punto de referencia el nivel simblico como parte de

    lo social que tambin es cultural, econmico y poltico

    (Muiz, E. 1993: 11). Esta es una propuesta

    sugerente, que en el marco de los estudios de la

    cultura aportara nuevos conocimientos, al igual que

    en los estudios de lo simblico, campo explorado

    desde la antropologa clsica.

    Deca que la antropologa e historia feministas

    es una perspectiva que se ha esforzado por hacer del

    gnero una categora explicativa. Uno de los enfoques

    de esta perspectiva se centr en buscar los orgenes

    del patriarcado, otro se bas en la tradicin marxista

    y buscaba un compromiso con las crticas feministas.

    Una tercera perspectiva est apoyada en los postulados

    postestructuralistas franceses y tericos anglo-

    americanos de las relaciones objeto, se basa en

    escuelas del psicoanlisis para explicar la produccin

    y reproduccin de la identidad genrica del sujeto

    (Scott, J. 1992: 30).

    Desde la perspectiva sociolgica, considero

    que una cuarta lnea podra ser la habermasiana. El

    proyecto de comunidad comunicativa de Habermas

    resulta provechosa para el feminismo, en cuanto que

    plantea conseguir acuerdos racionalmente fundados

    y la recuperacin crtica del racionalismo. Para

    Habermas, las normas fundamentales del habla

    racional representan las condiciones de posibilidad

    de una comunicacin guiada por el inters de alcanzar

    acuerdos racionalmente fundados, libres de

    coacciones, capaces de configurar identidades

    colectivas a partir de intereses comunes, as como el

    logro de una tica comunicativa basada en las normas

    fundamentales del habla racional (Trueba, C., s/f).

    En las teoras feministas, las crticas de C.

    Amoros (1985) a la razn patriarcal parecen

    inscribirse en muchos de sus aspectos dentro del

    proyecto ilustrado y racionalista de emancipacin de

    los mitos y prejuicios heredados de la tradicin. N.

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    16

    funda en el intercambio de mujeres entre los hombres;

    asimismo, G, Rubin explora algunos supuestos del

    psicoanlisis freudiano bajo el lente aportado por J.

    Lacan, quien ha tenido una notable influencia en

    algunas corrientes del feminismo y al mismo tiempo

    ha suscitado crticas a sus postulados, ya que ste

    constituye, entre otras cosas, una teora de la sexua-

    lidad en la sociedad humana.

    En este ensayo de G. Rubin, aparece clara-

    mente la articulacin de estos tres enfoques (la

    interdisciplina), tomando en cuenta que tanto el

    psicoanlisis como la antropologa cultural son, en

    cierto sentido, las ideologas del sexismo ms refinadas

    que circulan hoy (1986: 132), pero que no pueden

    dejarse de lado en la construccin de una teora de la

    opresin sexual. El parentesco es la conceptualizacin

    de la sexualidad biolgica a nivel social; el psicoanlisis

    describe la transformacin de la sexualidad biolgica

    de los individuos al ser aculturados (1986: 192).

    Mientras que el marxismo es el anlisis del capitalismo

    en sus determinaciones histricas y sociales, donde el

    trabajo domstico es un elemento de la reproduccin

    que puede servir para explicar la gnesis de la opresin

    de las mujeres (1986: 100). Esta orientacin terica

    considera que el trmino de reproduccin no puede

    restringirse a la procreacin ni al mantenimiento de

    la fuerza de trabajo, tampoco podemos reducir la

    economa a la produccin ni el sistema sexual a la

    reproduccin, pues se empobrece la riqueza de am-

    bos sistemas. Hay que considerar que toda sociedad

    tiene modos sistemticos de tratar el sexo y los

    gneros. Este sistema puede ser sexualmente igua-

    litario, por lo menos en teora, o puede ser estrati-

    ficado por gneros (1986: 105).

    Estos planteamientos causaron una gran

    polmica, sobre todo entre quienes reconocen el sesgo

    sexista en todos los mbitos de la sociedad. C. Amoros

    (1990) ha criticado esta postura de G. Rubin. Seala

    que el patriarcado se constituye en y mediante un

    sistema de prcticas reales y simblicas. Es un con-

    21

    dificultades metodolgicas para estudiar la cons-

    truccin de las identidades de los sujetos, que se debe,

    entre otras cosas, a que implica un terreno muy

    especializado y complejo, como es el terreno de lo

    psquico, lo simblico y lo subjetivo, entre otros. Si lo

    abordamos desde una perspectiva social, la

    construccin del sujeto tiene otras implicaciones de

    carcter relacional, colectivo, estructural, ideolgico,

    etctera. De ah que el estudio de la subjetividad ha

    sido uno de los ejes centrales de discusin en los

    estudios de la mujer, de las teoras feministas y de los

    estudios de gnero. Las subjetividades, desde una

    perspectiva sociocultural, las conceptuamos como

    estructuras socialmente construidas por los sujetos,

    como estructuras constitutivas de los mismos, de sus

    realidades, de sus valores, sentidos y significados

    individuales-colectivos.

    e) Orientaciones metodolgicas. Existe una

    metodologa feminista?

    Las propuestas metodolgicas provienen de varias

    disciplinas. En la antropologa stas son variadas. Se

    definen de acuerdo a las distinciones entre lo que es

    antropologa de la mujer, antropologa de gnero

    y antropologa feminista. La primera busca las

    diferencias entre las situaciones de las mujeres del

    mundo; al mismo tiempo la universalidad de la subor-

    dinacin femenina era otro de sus postulados; la

    segunda, surgi por oposicin a la categora mujer,

    se construy sobre el desmantelamiento de la idea

    universal de la opresin femenina. Su fundamento es

    el reconocimiento de la diferencia. Su especificidad

    estriba en que la antropologa de gnero es el estudio

    de la identidad genrica y su interpretacin cultural

    (Moore cit., en Muiz, E., 1993: 5). La tercera supone

    una posicin poltica e ideolgica.

    E. Muiz propone, una historia cultural de

    los gneros que involucre distintos niveles y mbitos

    de la accin de los sujetos. Por las dificultades metodo-

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    17

    junto de pactos entre varones. En teora, este colectivo

    se constituye como sexo/gnero, entendido como una

    construccin cultural diferencial de los gneros. La

    hegemona puede tenerla en principio cualquiera de

    ambos, resultando sistemas de dominancia masculina,

    dominancia femenina o igualitarios. Pero, La cons-

    truccin sociocultural de los gneros tal como nos es

    conocida, no es sino la construccin misma de la

    jerarquizacin patriarcal, por lo cual, es ms til para

    esta autora, el trmino de patriarcado que el de sistema

    sexo/gnero, porque, segn su enfoque, slo

    hipotticamente se puede hablar de un sistema

    igualitario capaz de producir en trminos culturales

    los marcos sexo/gnero (en Maqueira, V. y C. Snchez

    (comp.), 1990: 48-49).

    Este debate no est resuelto. La perspectiva

    de G. Rubin, la cual comparto, ha ganado terreno y

    cada vez se abordan los estudios de gnero sin partir

    en principio desde el patriarcado, aunque hay que

    seguir reconociendo su mantenimiento como una

    ideologa dominante entre las relaciones masculinas/

    femeninas. No hay que perder de vista que la visin

    patriarcalista deja de lado la opresin masculina y/o

    los estereotipos de masculinidad que no slo se

    producen con base en esta idea de patriarcado, sino

    en otros rdenes simblico-culturales referidos a la

    construccin de las identidades.

    d) Subjetividad e identidad de gnero desde el

    conocimiento social

    Durante los sesenta, los movimientos sociales de la

    poca emergen como nuevos sujetos sociales, el

    movimiento feminista busca la consolidacin de una

    identidad propia (Tun, E. 1990). De ah que en el

    conocimiento social se tena que plantear el reconoci-

    miento de la historicidad de los sujetos sociales y sus

    potencialidades, para dar una nueva direccionalidad

    a la historia, a la relacin presente-pasado de la

    realidad, entendida como una sntesis del pasado y

    20

    conflictos ligados a la experiencia humana; forzar el

    reconocimiento del carcter diverso e inesperado de

    la organizacin de las diferencias sexuales (Parveen

    Adams, cit. en Lamas, M., 1993: 52); y describir cmo

    opera la simbolizacin de la diferencia sexual en las

    prcticas, discursos y representaciones culturales

    (Lamas, M., 1993).

    Las feministas invocan una postura tica del

    feminismo. De ah que el uso de las categoras que

    analizan al sujeto, la experiencia humana y la morali-

    dad cobren tanta importancia y tenga implicaciones

    ms all de la teora, para desentraar los significados

    de la cultura en que vivimos (Lamas, M., 1993: 53).

    La identidad femenina ha formado parte de

    un embrollo de cuestiones que presupone lo femenino

    como una cualidad fundante y transhistrica, en vez

    de abordarse desde otra perspectiva que rebase el

    planteamiento ontologista. De ah surge la propuesta

    sociolgica de aproximar el estudio de la subjetividad

    e identidad femenina a partir de las teoras de la

    construccin del sujeto. El nuevo sujeto femenino

    tendr que enmarcarse en otros rdenes como el sim-

    blico, en contextos especficos de la cultura, que

    permitan cuestionar el carcter universal de los ele-

    mentos que supuestamente han definido el carcter

    inmanente de los sujetos femeninos (Serret, E., 1990).

    Igualmente se critica la definicin de la dife-

    rencia sexual basada en la negatividad de la consti-

    tucin del sujeto femenino, en la negacin del Otro (lo

    masculino) planteada en la teora lacaniana. En su

    lugar se propone considerar las convenciones sociolin-

    gsticas del contexto social en el que los sujetos

    reciben su identidad de gnero. Por ello, desde una

    perspectiva habermasiana se plantea la pregunta

    Quin es Ella, el Otro del discurso falocntrico, la

    misteriosa ausencia que no puede convertirse en

    presencia en las categoras masculinas, ni puede redu-

    cirse a lo que es conocido como racionalidad instru-

    mental? (Cornell D. y A. Thurschwell, 1990).

    En suma, existe una enorme complejidad y

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    18

    posibilidades del futuro en el presente (Zemelman,

    H. y G. Valencia, 1990). Por ello, en las ciencias

    sociales se est impulsando esta lnea de estudios que

    abunde en el cmo se constituyen los movimientos

    sociales en sujetos a partir de su propia historicidad.

    El feminismo en los ochenta y noventa ha

    planteado en sus teoras una transformacin en su

    especificidad: el reconocimiento de la diferencia y de

    las particularidades en la construccin de las

    subjetividades y de las identidades. Esto es, en parte,

    tambin producto del contexto de la posmodernidad.

    De ah la importante influencia que tuvieron las teoras

    de la posmodernidad en el feminismo de la diferencia

    (Alcoff, L., 1989, Flax. J., 1990).

    Uno de los debates que plantea M. Lamas en

    esta nueva etapa del feminismo, se centra en lo que

    significan las diferencias sexuales y el resto de las

    diferencias culturales. Ella afirma que No es posible

    comparar o igualar el carcter estructurante de la

    diferencia sexual para la vida psquica y la identidad

    del sujeto con las dems diferencias (de clase, de etnia,

    etc.). Las diferencias de orden cultural varan pero la

    diferencia sexual es una constante universal (1993: 18).

    Esta supuesta universalidad de la diferencia

    sexual, como sealaba al principio, ha generado

    tambin muchas discusiones, pues tiene el peligro de

    continuar fundndose en una diferencia jerarquizada

    (Cornell, D. y A. Thurchwell, 1990) y por tanto en el

    mantenimiento de ideas (valores) universales que

    afectan negativamente la relacin entre los gneros

    como son la inferioridad femenina y la superioridad

    masculina. Esto incluso refuerza el hecho de que las

    diferencias jerarquizadas se sigan traduciendo en

    desigualdades sociales.

    En base al anlisis de Adorno, tericas como

    D. Cornell y A. Thurschwell, proponen discutir el fallo

    del pensamiento identitario, el modo de pensamiento

    que concedera a la categora la capacidad de describir

    totalmente su objeto. Tanto la masculinidad como

    la femineidad abrigan secretamente un ms que

    19

    eso que permite un entendimiento de la diferencia

    como algo relacional hasta la mdula, y que no obs-

    tante no replica simplemente la jerarqua del gnero

    tradicional (1990: 214-215). Esto es, continan

    sealando estas autoras, que la nocin de diferencia

    vuelve a la idea de que la autntica diferencia es in-

    separable de una nocin de relacionalidad, pues el

    gnero no es una sustancia ni una esencia que en

    ltima instancia define lo que somos.

    La reconstruccin de la categorizacin de gneroafirma la multiplicidad y lo singular concreto, yal mismo tiempo abre la posibilidad de libertadcomunicativa... Las feministas, hablando ennombre de la diferencia, han pretendidolegtimamente que la diferencia demasiado amenudo ha sido pisoteada por los pasos dados porla lgica monolgica de la identidad (Cornell D. yA. Thurschwell, 1990: 240-241).

    De ah que la discusin sobre identidad y

    subjetividad abri un espacio de investigacin que

    implica abordar la complejidad y variedad de

    conexiones entre sexo, gnero y diferencia sexual. Para

    ello, se sugiere considerar los aportes del psicoanlisis

    cuando se plantea la existencia de una realidad

    psquica (Lamas, M., 1993).

    Pero en la perspectiva sociolgica cul es

    nuestra realidad? evidentemente sera la social, la que

    se manifiesta en el plano de la vida econmica, cul-

    tural, poltica, religiosa, jurdica, etc., pero que est

    permeada por una supuesta realidad psquica que

    faltara definir en trminos sociales. Esos espacios

    (sociales, psquicos, biolgicos, etc.) de produccin y

    reproduccin simblica y material de la sexualidad,

    moldean subjetividades e identidades sociales que se

    expresan a travs de los roles, papeles, atributos y

    asignaciones socioculturales; as como en las

    acciones expresadas de diversas maneras a nivel

    individual y colectivo.

    Desde esta perspectiva se propone de nuevo

    la reflexin feminista sobre el significado de los