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    TM. LEO BOLZICCO

    TN. MAISA MORA RIBEIRO.

    LENGUAJE VISUAL 3. 2013.

    I

    Cuentos de terror pasados en El ChacoBeto Medina

    Era viernes, supongo que hace unos seis, siete aos. Y fuimos al monte con mi pap y mis tos a pescar.Esto lo hacamos una vez a la semana, es decir, conocamos el lugar. La zona tena muchos rboles yalgunas partes eran oscuras. El ro Bermejo se vea grande y hondo, y sus aguas eran rojizas cerca de ladesembocadura fue que mi pap, en el primer tiro con la lnea, sac un perro todo mordido y en el segundotiro sac un muerto igualmente todo mordido, las aguas eran caudalosas en la orilla y corrimos, lo nicoque podamos hacer era correr y cuando llegamos a la calle vimos un pomberito y no le hicimos caso.En el Chaco las cosas son peligrosas. As fue que seguimos caminando y se hizo la noche y pasamos porel cementerio pasar por el cementerio era nuestro camino de todos los das all se escuchaban voces ybrillaban ojos y caminamos hasta que llegamos a mi casa y el segundo da fuimos a cazar tat y haba unacasa abandonada. Con mi amigo entramos en la casa abandonada y se escuchaban voces, ms voces, yle dijeron a mi amigo: quiero tu vida y la de toda tu familia y tus amigas y amigos.Entramos en la pieza y la puerta se mova para all y para ac y corran en la escalera y en el pasillo. Otrocuento de miedo es que mi abuela viajaba en colectivo y un seora no tena campera y el chfer le prest la

    suya y le pregunt a dnde viajaba, a dnde iba y la seora respondi: al cementerio y la cosa es que laseora se baj del micro y entr en el cementerio y el chfer esperaba que le devolviera la campera ycansado de esperar, entr en el cementerio y fue entonces que vio la campera en una tumba y estaba lafoto de la seora que el chfer le haba prestado la campera.Un da fuimos a la laguna y vimos un chico desnutrido, con mi amigo vimos que le coman los cuervosporque no tena fuerza y gritaba y gritaba.

    II

    De viaje a casa

    Gustavo Torres

    Emprendi el viaje sin mapa, sin mochila y a pie. Con la ropa que tena y con lo que senta. Fue a pieaunque tena bici, auto, e incluso un rollers que Ana le haba regalado en su cumpleaos. Not entoncesque una nube con forma de algo lo acompaaba en el recorrido. El viento haca correr unas pocas lgrimasde sus ojos, se refreg y sigui. Camin y camin hasta que se hall en un descampado y sin darsecuenta Ana lo segua. De inmediato ella lo alcanz y l no prest atencin. Ana lo bes en la mejilla, agarrsu mano y le dio un reloj de bolsillo. Luego se fue. El sigui caminando. Sobrevolaron en el cielo relojes,violines, trompetas y muchos otros instrumentos musicales hasta que record que tena en el bolsillo unreloj. Lo toc, lo alcanz hasta sus ojos y lo arroj a un charco cercano. No par de caminar, lleg muylejos. Por ltimo tras horas de haber caminado encontr una casita vieja ya abandonada, se situ en ella,se sent en la tierra, abraz sus piernas y como tratando de ocultarse inclin la cabeza hacia abajo y noten su pie una fotografa de Ana. La foto estaba en el suelo y el pie sobre ella. Al intentar tomar la foto selevant polvo y sinti que tena que levantarse. Fue en ese momento que gir la cabeza y dio hacia unaescalera, la foto ya haba quedado en otro lugar. En el segundo piso no haba nada, solo una ventana.En la oscuridad total de la habitacin destell una luz, la luz de la pequea ventana. Se acerc y vio unamanada de cebras que atravesaban todo un paisaje iluminado por el sol, con verdes pastos y caudales deros que quin sabe dnde terminaran. La ventana lo atrap como lo atraparon el ruido de los pjaros,pjaros libres volando en lo alto, dnde las nubes descansaban gloriosamente. Las nubes se le presentaroncomo si fueran dioses. Antes de llegar a la casa ya haban sido sus compaeras. Entre las nubes divis lapresencia de instrumentos que se tocaban solos. Una orquesta invisible se suspenda en el aire, el arco delvioln acariciaba la caja de resonancia las trompas y los contrabajos se movan como queriendo bailar,

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    estaban tambin los clarinetes al lado de los platillos y por ltimo, el sonido de un oboe prximo del gong,para dar paso final a una campanita. Toda la escena lo haba tranquilizado hasta producirle una levesomnolencia. Con la capacidad de hacerle olvidar todo aquel peso que tena encima, previo a llegar a lacasa.No haba pensamientos, haba solo disfrute.Vio adems una inmensa pared quieta, llena de enredaderas florecidas que los aos se encargaron de

    fortalecer. Daba la impresin de que all, alguna vez, haba habido una casa. Ahora quedaban ruinas. Lapregunta era la siguiente: all dnde l estaba,no sera parte de esa hacienda que estaba viendo por laventana? Lleg la hora de explorar.Sali y la orquesta lo segua con su msica. Fue hasta dnde las ruinas e innumerables objetos yacan enel suelo como rastros de una vida anterior, todos cubiertos por las enredaderas. Incluso un objeto que lepareca familiar, como si fuera de otro momento de su vida: un balero pintado de azul con una lnea rojaestaba tirado entre las hojas. S, este era el lugar de su infancia. No quedaban dudas. All haba vivido cadauna de sus aventuras, dnde se haba enamorado por primera vez. Dnde tambin haba muerto su madre.La tristeza le lleg como una inundacin. La orquesta toc una marcha fnebre. Quedaba un momento paraque abandonara el lugar.Muy cerca estaba el caudal de unos de los riachos, se vean peces y algas rojizas que enrarecan la vista.

    Al acercarse not que el nivel del agua aumentaba, de tal manera que el agua pareca avanzar hasta lasrodillas, primero moj los pies y luego las rodillas. Se imagin entonces que lindo sera poder nadar como

    los peces, y en un abrir de ojos sinti como el ro le llegaba al cuello. La imaginacin se haca realidad.Pero no haba momentos ya de imaginar cosas. La alternativa era nadar. As que nad. Y nad hasta llegara la superficie, identificando que el paisaje apacible anterior, se haba convertido repentinamente en otracosa: los instrumentos flotaban en el ro sin sonido alguno, de las nubes enfurecidas brotaba un diluvioarrasador. No haba costa, pero en la superficie divis una balsa. Una vez en ella dej que el agua lotrasladara sin sentido alguno, encontrndose de pronto en la parte trasera de su casa. El agua lleg al niveldel suelo y no qued otra cosa ms que entrar a su casa.

    III

    Declogo del Bicho BolitaAdriana Khazki

    10 cosas que me cont un bicho bolita del que me hice amiga:

    1- Dice que Posee un cuerpo constituido por un sofisticado sistema de placas superpuestas, quecoaccionan para: desplazarse lentamente sobre un nmero incierto de patas, o muy velozmente bajo lamodalidad de bolita.2- Dice que Abrirse y cerrarse es una tarea habitual, y lo pone en prctica segn cun amenazador seael entorno. La amenaza muchas veces se presenta disfrazada con ropajes coloridos y seductores. Algunasveces el Bicho no logra distinguir si la amenaza es real o si s del orden de su subjetividad. Corre as elriesgo de permanecer hecho bola durante demasiado tiempo. Hecho bola es: CERRADO.

    3- Dice que El excesivo tiempo que tarda en recorrer pequeas distancias lo compensa con la riquezadel paisaje. A llegado a duplicar la duracin del recorrido detenindose a escudriar uas que parecenlunas, migas que parecen montaas, pelos que supone lianas. Caminando siente toda la plenitud de su ser.Disfruta de estar estirado. Estirado es: ABIERTO4- Dice que Los otros de su especie lo prefieren abierto. l mismo tambin se prefiere abierto, perodice que no siempre es posible. Siendo bola tambin tiene la capacidad de sentir, aunque disminuida.Muchas veces abrirse o cerrarse es involuntario.5- Dice que Permanecer bajo las piedras le resulta seguro. Por all abajo se desplaza y siente placer aldescubrir mundos que le son desconocidos a la mariposa. Y le tranquiliza no sentir la envidia del ala.6- Dice que Ser objeto del juego de un nio le produce alegra. Siempre y cuando el nio no se

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    empecine en arrancar sus patas una a una para luego aplastar su frgil caparazn bajo la pequeazapatilla. Eso le produce la muerte.7- Dice que En primavera le agrada hundirse bajo una liviana superficie de tierra y recorrer ciertasraces. Lo siente como un viaje a sus orgenes. A veces se pierde en rizomas que no conducen a nada.Pero an as disfruta del recorrido. En verano se hunde unos palmos ms y se alegra especialmentecuando doa Otilia riega el malvn.

    8- Dice que Los das que tiene necesidad de adrenalina busca los planos inclinados. Haciendoequilibrio en lo ms alto, se cierra en su mxima compresin, y se deja caer. Entonces comienza a rodarganando cada vez ms velocidad, llevando su vida al lmite.9- Dice que Tuvo una banda de amigos que gustaba de vivir en una blanca y enlozada baadera.Cuando corra el agua esperaban que pasara la inundacin cabeza abajo, bajo la rejilla. Dice que gustosson gustos10- Dice que Se necesitan 88 millones de bichos bolitas cerrados para hacer un collar de perlas alrededordel mundo. Dice que est comprobado.

    IV

    El monstruo amigo mo es mo mo

    Ludmila Azunian

    Tena cuatro aos. Mi mejor amigo era un monstruo con los ojos gigantes, ms o menos dos metros dealto, unas orejas de duende, peludo, sinceramente era horrible. Pero lo que tena de horrible, lo tena debueno. l siempre me contaba sus problemas de ser un monstruo. Me haba transformado en su pequeapsicloga, su amiga microscpica. El me hablaba del miedo que le tenan nenes y nenas, me hablaba delcomentario que frecuentemente escuchaba: ests imaginando y sobre todo me comparta lo mucho quele molestaba cuando los padres le decan a sus hijos ya sos grande, tenes que entender que losmonstruos no existen. Me cont que una vez un nene lo asust de tal modo que le empezaron a salirlgrimas de los ojos, unas lgrimas pesadas que formaban un charco gigantesco. Todo eso me comparta

    en mi habitacin al atardecer cuando volva del jardn y en el patio por las maanas cundo ayudaba amam a colgar la ropa que ella lavaba. Pero no todo dura para siempre. Eso se lo mantuve presente desdeque lo conoc. Mientras que lo escuchaba haca dibujos de l en ese momento, sentado, a veces acostadocon cara triste pero la mayora de las veces lograba sacarle una sonrisa que tambin dibujaba. Era unasonrisa que tena dentro suyo. Y conmigo descargaba.Le deca, que cuando yo haya crecido, l podra volver a conocer otros chicos nuevos. Otros chicos jugarancon l como yo lo vena haciendo. En algn momento nos dejaramos de ver.Lleg el da en que nos dejaramos de ver. Desde temprano no quera ir al jardn ya que saba que ese serami ltimo da con el monstruo. Me haba puesto una vincha rosa que mi abuelo me haba regalado, y tenaun enterito que siempre usaba y un pintor rosa con un moo azul muy curioso en el cuello, a veces hastallevaba una corbata puesta. Me gustaba la corbata azul aunque supiera que era para los nenes varones. Mimonstruo me salud de lejos, me segua con una mirada que nunca antes haba visto. Lo particular es quenadie lo vea. Solo yo poda verlo y adems nadie crea de su existencia aunque yo se los contara. La

    puerta de casa estaba abierta, ya estaba tomada de la mano de mam en la vereda yendo a tomar unremisse, en la mirada del monstruo estaba todo, con solo verlo saba lo que le ocurra. No era una miradatriste ni contenta, era extraa, como si yo fuese una hermana o hasta una hija para l. Haca fro, s que mimonstruo no sufra el fro porque ya su pelaje lo impeda. Es importante destacar que sus orejas estabanestiradas como atento a lo que iba suceder, siempre manteniendo fija su mirada. El auto ya estaba en lapuerta, esperando a que subiramos, l levant la mano y me salud y s, ah lleg el da, que fuedesapareciendo poco a poco, aunque sintiera su mano calentita en la lejana mientras que el remisse ibapor una calle comn que ni siquiera me acuerdo.

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    Historia de La BarcazaAlejo Martocci

    Estacionada en el puerto hay una goleta del siglo XIX, dicen que fue una carbonera que traa en vez de

    carbn, gente amontonada. Este fue un dato del diario es curioso no Domingo? Intervino el abuelo, y qufue lo que pas abuelo? Esta carbonera de 100 aos que sali como noticia en Pgina 12, traainmigrantes-Y que son inmigrantes?-Domingo, inmigrantes son personas que van y vienen a otros pases, por ejemplo: de Uruguay a Italia, de

    Argentina a Espaa por guerras, exilios, problemas econmicos, bsqueda de trabajo. Esta barcaza decarbn llevara a los inmigrantes que se amontonaban en el puerto y los traera a Buenos Aires esperandola llegada de la barcaza, entre todos ellos estaba Michel, una joven de 18 aos, en el embarcadero francs.Se dirigan a Argentina y de a poco fueron subiendo a la proa.El viaje empez y Michel, lo primero que hiso fue ir a popa y estuvo all durante horas mirando el horizonte,se vea la espuma del mar muy espesa, el atardecer del sol, las nubes parecan estrellas.

    Hasta que se acost, cay agobiada y al da siguiente Michel se senta mareada y no saba porque,entonces empez a escribir en un diario. Pensaba que escribir un diario le iba a sacar lo que senta delinterior de su cuerpo y de su mente. Da 22 de marzo: embarque en la barcaza, me fui da casa condesconcierto. Siento que algo est cambiando. Da 23 de marzo: me siento muy mareada, y por eso fui a lapopa a mirar el horizonte porque de esa manera poda despedir a mi pas. Extrao mi barrio. Extrao laplaza de la bastilla, aunque solo de vez en cuando caminara en ella. Da 24: me siento muy descompuesta,y con los das empiezo a sentir un apretujn en mi panza. Da 25: estoy leyendo a Julio Verne, me encantaLa vuelta al mundo en ochenta das y Cinco semanas en globo. Da 26: los libros me llevaron por paisajesinimaginables. En el diario adems haba algunos dibujos de cmo ella se imaginaba la argentina. Alguienle haba dicho que en la Argentina haba muchos edificios, muchas plazas, y rboles y que todo estabamuy bien conservado y que se coman unos extraos costillares de animales de la argentina, como porejemplo vacas y los habitantes le decan asados que se coman los domingos. Y le haban dicho queexistan extensas llanuras afuera de la ciudad. Los dibujos se vean planos, rectngulos y hasta haba

    dibujado un asado.-Domingo, Michel, era una chica como cualquier otra. Pero en la goleta sin medicamentos, en esa poca,se senta muy descompuesta y durante los ochenta das que dur el trayecto escribi en un diario laescritura era el mejor medicamento. Y cada da cuando terminaba en el camarote, lo guardaba en su bal.El bal se encontr muchos aos despus, en el 2001 y se mandaron a inspeccionar los fondos de labarcaza dnde se supone que vena el carbn pero en realidad vena la gente y sus cosas. Entre las cosasestaba el bal y el diario se transform en una seal de que algo haba pasado, de que a Michel le pasabancosas, y el diario se transform en un documento especial no como si fuera la declaracin de laindependencia pero igualmente en algo fascinante.

    V

    Historia del Seor AnnimoLuca Asprea

    Esta es la historia del seor Annimo. Realmente no se su nombre, como tampoco recuerdo su cara. Eraun seor normal y gris, que caminaba todas las tardes de su casa al trabajo, y luego, ya de noche, deltrabajo a su casa. All lo esperaba su mujer con la comida hecha: un tazn con sopa y un plato con carne yensalada.Un da, nadie sabe por qu, este seor se cans. Esa tarde, en vez de caminar hasta la oficina, camin

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    hasta la otra esquina. Y desde all sigui el viaje, subido al micro.Era un micro que jams se haba tomado. Ignoraba su recorrido, salvo que, luego, en algn lugar lejano ydesconocido, daba la vuelta y volva por dnde haba venido.Se subi al micro como quien suea, sin pensrselo dos veces. Tard mucho en darse cuenta de querealmente no estaba soando.Rebusc es sus bolsillos hasta encontrar monedas. Tambin encontr, entre misteriosos bollos de papel,

    un bombn de menta, el dibujo hecho haca algn tiempo por uno de sus sobrinitos, un avioncito de papeltan arrugado que jams podra volver a volar y unas llaves que das antes hubiese jurado que estabanperdidas.El micro estaba bastante vaco. Se sent casi al fondo, al lado de la ventana. Haca un tibio calor otoal y elviento le daba en la cara.Iba ensimismado en sus pensamientos, en su propio mundo, su pequea burbuja del tiempo. Recorramentalmente el camino de su casa al trabajo, del trabajo a su casa las mismas escaleras, las mismasbaldosas desgastadas. El mismo cantero de flores viejas de la seora de al lado. Una y otra vez, losmismos negocios la veterinaria, la florera de Ral, esa peluquera que tambin venda pelucas. Las casascon sus ventanas austeras, cerradas, fras, que parecan ojos ciegos a la realidad de todos los das lascasas grises, las casas aburridas, las que parecan crecer all donde se terminaba la vereda, que seaparecan frente al peatn. Las casas que se escondan tras pasillos misteriosos, como si temiesen serhalladas. Los edificios como aqul en el que l viva, enormes y monstruosas moles de cemento. Y

    tambin la casa grande con balcones soleados, (o as los imaginaba nunca haba estado all), y aquellaque siempre ola a jazmines.Estaban tambin los peatones de todos los das, silenciosos, apurados, yendo a algn lugar que para l eratotalmente imaginario. En ese momento, como jams se le haba ocurrido, se pregunt de dnde vendran.Siempre haba asumido que, como los edificios del camino a su trabajo, simplemente estaban all, sin unpasado ni un futuro, existiendo slo en su camino de su casa a su trabajo, y luego de vuelta, el mismocamino en orden invertido, del trabajo a su casa. Montones de personas sin cara, grises, como l, en elcamino de la rutina de todos los das.Esta rutina continuaba luego, en su casa. Su mujer, la misma sonrisa en sus labios. Lunes: sopa dearvejas y jamn (la favorita de su Marta). Martes: sopa de verduras mixtas (lo que hubiera en la heladera).Mircoles: sopa crema de cebolla y roquefort. Jueves: caldo de carne con fideitos. Viernes: sopa crema dezapallo. Sbado: sopa crema de espinacas. Domingo: sopa de polloY al da siguiente era igual, la misma calle, las mismas caras sin nombre. Rememoraba su camino como sifuese su destino transitarlo eternamente, an en sus sueos.La voz de un hombre que pasaba vendiendo chocolatines lo sac de su ensimismamiento. Dos chocolatespor cinco pesos le compr un par. Se guard el de chocolate con leche para disfrutarlo ms tarde. Estabarelleno de algo que se pareca remotamente a crema de frutilla, a juzgar por el envase. El que se comi erablanco y tena pasas de uva, lo sabore lentamente.Por la ventana abierta entraron unas hojas amarillas. l las mir, las acarici con cuidado y las guardentre las hojas de un cuaderno. Por un momento se dej llevar por el sueo de lo hermoso que sera tenerun jardn.El micro se va llenando lentamente. De repente se da cuenta de que est lleno de nios que van a laescuela. Luego se pregunta cmo pudo no haberlo notado, con el alboroto que hacen. Se ven felices lsonre, casi para sus adentros. Les cede el asiento a varios digo varios, porque no se sent uno sino tres,uno encima del otro. Se bajaron unas paradas ms tarde, frente a la escuela. Es un da como cualquier

    otro, al menos para ellos. No saben que no lo es para un seor que les cedi el asiento, un seor comn ygris. O que lo era, hasta aquella tarde, aquella misma tarde en la que rompi su rutina y en ese momentodejo de ser solo, solamente, un seor annimo y gris que caminaba todos los das de su casa al trabajo ydel trabajo a su casa.Este seor ahora est observando. Mira a la gente del micro, con la atencin de quien acaba de despertar yse da cuenta de que la realidad es an ms bonita que su sueo. Observa la gente que sube, la gente quebaja. Es gente luminosa, o no tanto gente con miles de historias. De dnde vienen? A dnde van? lslo sabe que en ese momento estn un micro, ese micro que tambin es su micro.Mira tejer a una seora, que aprovecha el trayecto en micro para hacerse algo que parece un pulver. Sepregunta si as, de micro en micro, se habr hecho el gorro y la bufanda que lleva puestos. Por unos

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    instantes, se dedica a pensar en las miles de historias que se entretejen alrededor del micro, entre lospasajeros, por sobre el ir y venir de todos los das.Se sube un hombre escuchando msica. Muchos lo hacen, con auriculares, cada uno con su msica, cadauno en su propio mundo. Y all est ste seor, en el micro, escrutando las historias, los mundos, de lospasajeros.Una chica adolescente sube con la que parece ser su hermana menor. La nena lleva en su mano una

    mueca. Las tres se sientan en un asiento cercano al suyo la pequea sobre la mayor, y la mueca arribade todo. La nena no para de contarle cuentos a la mueca. Una vez que termina el cuento de la nena quese transformaba en mariposa por el maleficio que haba causado su peluche, comienza la historia del reinodentro del pimentero. Lo interrumpe a la mitad, porque se le ocurri un final mejor para el de la nena.Cuando vuelve a contar la historia del Reino Pimienta la cambia, y despus le inventa otro final en el que elPrncipe Pimienta conoce a la chica mariposa. As cuenta muchos cuentos, cambindoles los finales,mezclndolos unos con otros hasta que ya no recuerda cul es cual y debe empezar de nuevo.Unas seoras viejas escuchas a la nena con ternura, murmurando entre ellas.Sube un seor gordo, que tambin se suma a los oyentes de las historias, e incluso le sugiere algunosdesenlaces.En la parte de adelante, en el primer asiento, hay una mujer joven amamantando a su bebe. Al lado tiene unanciano que duerme. En increble como duerme, a pesar del traqueteo. Repentinamente despierta,preguntando por dnde van, y luego de baja apurado.

    Resulta que el seor gordo no lo era. Slo estaba sumamente abrigado. La nena mira con admiracin la pilade ropa que se va acumulando a su lado. La mayor se sonre.Ms adelante hay un chico que toma notas. Tiene montones de notas en su cuaderno, en papelitos dedistintos colores, que corren riesgo de salir volando en cualquier momento por el viento que entra desde unaventana, abierta por la insistencia de la seora con sonrisa de caballo. Nuestro seor se pregunta cuntasde esas notas habr tomado en un micro. Una pregunta cuya respuesta queda libre a su imaginacin.El seor que no era gordo se va a bajar. Por poco no llega a tocar el timbre, de tan ocupado que estaba

    juntando su ropa. Se baja con sus pulveres y sus camperas bajo el brazo, tropezando con sus propiospies. A ltimo momento le alcanzan la bufanda que se estaba olvidando. Una vez abajo, saluda a lashermanas. Ellas le devuelven el saludo. La mueca tambin lo saluda, con un ademn tmido que pareceintentar ocultar que es de trapo.En los asientos del fondo, lo cual no es muy lejos, un grupo de amigos re con carcajadas estridentes,celebrando alguna broma o la vida misma.Imaginemos que yo me baj en la siguiente parada y que no s el resto de la historia. No les voy adescribir el regreso a su hogar. Slo les digo que, a partir de ese viaje, l cambi. Ya no fue ms un seorannimo, ya no fue un seor ms. No slo se dio cuenta que alrededor suyo haba miles de historias.

    Adems, descubri que estaba en su poder escribir su historia, y que no estaba destinado a ser porsiempre un seor annimo y gris.

    VI

    La charla con el ratnMicaela Quiones

    Hace tres das fui a la biblioteca y vi a una bibliotecaria que estaba hablando sola en un rincn. El primerda vi cmo se fue a ordenar los libros que le haban devuelto algunos nios y otros adultos al otro da, fui ala misma hora, y estaba hablando sola otra vez. Todos esos das yo estaba buscando libros de JavierVillafae, precisamente uno que se llama El caballo celoso y ah estaba, pasaba a leerlo en la sala delectura y mientras, vea cmo la bibliotecaria hablaba sola, siempre en el mismo rincn. Se me ocurriaveriguar por qu hablaba todos los das, a la misma hora, en el rincn, sola.El plan era llevarme un libro y mirar en direccin al rincn para descubrir con quin hablaba la bibliotecaria.Vea muchos libros: de tapas duras, de tapas blandas de colores luminosos, algunos pequeos y otros

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    grandes, tambin haba figuras y esculturas apoyadas entre los libros en los estantes. Haba una muycuriosa que era de madera gris y tena forma de ratn con ojos y sin cola larga. Me llam la atencin lasorejas que eran enormes y empec a pensar que poda estar hablando con la escultura. Me haca ladistrada mirando otros libros, estaba La saga de los confines, Esta no es mi rana Chimpete chimpate, Elelefante ocupa mucho espacio, era como raro: los libros estaban mezclados y despus volv a la silla aterminar el ltimo captulo de El caballo celoso.

    Y entonces dije que si o si, estaba hablando con la escultura gris con ojos, sin cola larga y con las orejasenormes por que si no con quien estaba hablando la bibliotecaria? Y eso pasaba en el rincn a la mismahora pero estoy segura que conversaba con la escultura. Despus que investigu todo me fui a mi casa yno volv ms a la biblioteca por un mes, y cuando pas el mes completo volv y la seora estaba hablandocon la escultura gris. Parece que lo haca todos los das de su vida, haba que aceptar lo que haca.

    VII

    SoledadKaren Martnez

    Soledad estaba todo el da en su jardn, haca mucho calor, era un da pesado, un da insoportable, el calorse pegaba en el cuerpo pero a pesar de todo era un muy buen da para tomar un poco de sol, un da comoazcar impalpable, el azcar de la factura que acababa de comer. Soledad iba al jardn lleno de floresperfumadas, se senta sola, acalorada y se acostaba a tomar sol, sin amigas y con sus ojos cerrados y elsol encima de ella pensaba cmo iban a ser los siguientes das, siempre iguales, siempre sola. Pero enese momento comienza a escuchar ruidos extraos, y observa que no viene de su jardn el ruido. Cambia lavista para todos lados, hasta que sus ojos se detienen y ve algo inslito. Un perro escavando sin parar. Loextrao era la accin del perro, no el perro, claro est. El hecho de que no parara, haca que Soledad nodejara de mirar. Se impresiona al verlo pero al comienzo no parece darle importancia. Sigue con su rutina.La pregunta hacia ella misma era cmo el perro segua excavando, pareca una mquina. Qu haba endnde el perro excavaba? Eran las cuatro de la tarde y el perro segua metiendo las patas delanteras en el

    hoyo. Eran las cinco y el perro igual, como si recin hubiera empezado. Eran las seis y como si nada.Se levant de tomar un poco de sol, porque ya estaba lo suficientemente tostada y el perro segua, seguametiendo las patas en la tierra en un momento Soledad lo ve detenerse, par de escuchar el sonido, parde ver la tierra esparcida por el aire. El perro no se vea ni se escuchaba. Soledad empez a sentirseasustada, tensa miraba lo que suceda. Y se preguntaba dnde est ese perro? El animal de cuatro patas,el sol, la hora, el da estaba demasiado confundida, exhausta para seguir en ese momento. Al otro davuelve a ver el perro, la tierra volar, vuelve a escuchar el sonido de la tierra cayendo al suelo. La noche llegay decide descubrir qu es lo que esconde ese animal endemoniado. Decidida a encontrar qu es lo queestaba excavando el perro, qu cosa buscaba el animal, esa noche no lo ve pero si encuentra el pozooscuro y enorme. El pozo era un espacio oscuro, fro, temible, inslito, quiz. Y lo ms curioso es quehaba una vieja y oxidada escalera de lata. La escalera estaba hundida en el hoyo y en su lateral se veauna puerta. Cmo explicarlo? Qu hace una puerta debajo de la tierra? A dnde nos lleva? Y el perro,era un perro? Qu hace el perro excavando al otro mundo? Detrs de esa puerta no puede haber huesos.

    Se trata de algo fantstico.Soledad abri la puerta y encontr otros animales desconocidos. Ella nunca haba visto algo igual: un pezconvertido en vbora, con cola de vbora. Un gato con cabeza de mono un guila con plumas de pavo real,una vbora con cabeza de ratn. Los acuticos estaban alrededor de una laguna y los otros, los terrestres,estaban en un jardn y los voladores, en una jaula inmensa. All tambin Soledad reconoci al perrito de su

    jardn. El perro detuvo su mirada fija en ella y Soledad no temi acercarse a l, se senta hipnotizada yatrada y pareca como si lo conociera de hace tiempo, al punto de que le pareca su propio perro. Desde elprincipio y sin que ella se diera cuenta, el perro la haba estado llamando para mostrarle su mundosubterrneo. Y a travs de su mirada el animal le peda a ella que cuidara de ese espacio maravilloso. La

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    condicin es que ella estuviera de acuerdo. Para cuidar ese mundo tendra que dejar el mundo real dndeella viva. Tendra que estar dispuesta a cuidar los animales como si fueran su familia. No haba humanos,ella sera la nica de su especie. Ella no poda creer lo que vea lo que le estaba pasando, pero a la vezsenta que por algo el perro la haba llamado. Si ella no aceptaba a cuidar los animales y ese lugar tanextrao, ese mundo subterrneo dejara de existir.Soledad piensa y vuelve a su mundo, bastante ms arriba. Solo se queda all pensando si aceptar o no esa

    propuesta en el mundo de ella no crea sentirse completa, pero las preguntas no acababan con eso. Qupasara con ella all abajo? Adems, siendo la nica de su especie, qu hacer? Cmo seguira su vidadespus? Por qu en su mundo de todos los das ella se senta tan sola?

    VIII

    Tic- tacLuciana Rezznico

    Cuando escucho el tic-tacdel despertador se me cae el pelo. Tres pelos con el tic, cuatro con el tac, y el

    piso cada ticms peludo y mi cabeza cada tacms calva. Entonces tengo que ticpensar cmo conservarlo tacpoco que queda. Tapo misticodos pero igual tacse oye. Enciendo la radio ticy subo el volumen tacpero en ese instante ticse corta la luz y tacde nervios me agarra un ticque es como un guio tacdel ojoderecho tical ritmo del tac-tic-tac. A oscuras el tic-tac-ticparece resonar ms y tacno se me va el ticycasi pelada tacabro la ventana ticy lanzo el reloj tic-tacque cae en la calle tucy lo pisa un auto crash.

    IX

    Zapatos nuevos

    Cruz del Carmen Carrizo

    Mis primeros zapatos fueron blancos. Recuerdo a mam comprndolos.-Te gustan? Le sobr con mirarme-Los llevamos.La caja marrn claro traa muy bien acomodados, un cepillito de alambre, con un fieltro y un frasco pequeocon lquido blanqueador.Una tira, ojal y un botn, los atravesaban como un ojito mirndolo todo.En la escuela eligieron abanderado, yo la llevara todo ese ao.

    Apenas llegue a casa, puse la caja en la cama, no me cansaba mirarlosEs que no tienen idea lo que va a ser llevarlos, eran tan lindos como los del libro que haba visto-Con medias blancas, dijo mi seorita, todos de blanco!!Me dorm tocndolos, pero escuch un murmullo, un ruido raro.Los zapatos no estaban, la caja abierta segua a mi lado. Se haban bajado de mi cama.

    Me sent despacio y las vi, entre ellas hablando.(Eran mis zapatillas blancas, la de todos los das estabantristes, casi llorando.)-Te parece a vos? Nos habr olvidado? Nos deja de lado..! Si estamos prolijas, casi nuevas y hacemeses que saltando contentas a todas partes vamos.-Despus, seguro, nos tirarLas mir sorprendidas, Los zapatos las miraban asombrados?Callados subieron a la cama y despacio se guardaron.Ellas siguieron ah, en la banqueta mirando.En la maana temprano me levant y casi gritando dije:

  • 7/28/2019 LV3CUENTOS2013.TMBOLZICCO.TNMAISA

    9/9

    TM. LEO BOLZICCO

    TN. MAISA MORA RIBEIRO.

    LENGUAJE VISUAL 3. 2013.

    -Mam!! Voy con las zapatillas, quiere?Y ella con esos ojos tan dulces, tan claros, me dijo:Si hija, te las alcanzo.

    X

    El gato que quera ser.Moira Russo

    Un da el gato se despert cansado de ser gato. Sali con lenta parsimonia al jardn y oyendo el canto delos benteveos quiso ser un pjaro. Sus finos pelos tranquilamente podran pasar por plumas y afinando unpoco, el miau poda llegar a ser un canto. Dos golondrinas se le acercaron desconfiadas, pero viendo quehablaba en serio, intentaron ayudarle a volar sostenindolo con sus picos de las orejas. El gato se aguantel tirn y logr levantar vuelo, pero volar le produjo un mareo tremendo. Por eso ni bien aterriz decidi serperro. Y all se fue al cerco, a ladrar a todo el que pasaba, poniendo especial nfasis en el cartero, comocorresponde a un buen perro. Pero se cans de ladrar y pens en ser un ratn, lo cual descart enseguidaya que uno no puede transformarse en su comida preferida porque corre el riesgo de morderse una pata o la

    cola en el menor descuido. Entonces pens y pens en algo que le gustara realmente mucho y seacord de la siesta en el silln. Y fue gato.