Los Vínculos Entre La Economía y La Metodología de Las Ciencias Sociales Popperiana

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Los vínculos entre la economía y la metodología de las ciencias sociales popperiana * Scarano, Eduardo R. (CIECE, FCE-UBA) I. Introducción El examen de los vínculos de la metodología de las ciencias sociales popperiana con la economía y con economistas específicos, puede considerarse desde varios puntos de vista. En primer lugar, puede indagarse acerca de si Popper conocía la manera en que la economía resolvía sus problemas y la generalizó o de alguna manera la incorporó en la metodología que propone para las ciencias sociales. La respuesta parece fácil pues es Popper mismo quien afirma que esta metodología consiste en la generalización a otras ciencias sociales del método que aplica la teoría de la utilidad marginal. En segundo lugar, podemos adicionalmente preguntar si esos vínculos son más específicos, si están determinados por alguna escuela o por algún economista específico. Es ampliamente conocido que Popper ha afirmado públicamente que Friederich Hayek fue quien en mayor grado influenció su obra en el ámbito de las ciencias sociales. En base a esta información la respuesta inmediata a esta pregunta sería que la escuela austríaca y Hayek en especial, influenciaron su metodología. Sin embargo, un examen más minucioso nos obliga a ser más cuidadosos y matizar, por lo menos, esta afirmación. Son numerosos los economistas provenientes de escuelas con las cuales interactuó y su obra no parece reflejar ni haberse generado en quien explícitamente reconoce, F. Hayek. En tercer lugar, podemos considerar si la concepción popperiana del método de las ciencias sociales es realmente un monismo metodológico, el cual proclama abiertamente, o en realidad se trata de un dualismo implícito –en el sentido que no lo reivindica explícitamente pero lo confirma con sus afirmaciones acerca de las peculiaridades del método de las ciencias sociales. En el primer caso, con el monismo, coincidiría con el pensamiento metodológico del mainstream económico: la economía emplea el mismo método que las restantes ciencias, las diferencias son una cuestión de grado. En el segundo caso, el dualismo, estaría muy cerca entre otros, de la escuela austríaca en economía y de las corrientes epistemológicas no empiristas. Los desarrollos que realiza de ciertos conceptos y las estrategias que explicita en el ámbito de las ciencias sociales han llevado a muchos autores a dudar si la unidad de métodos que proclama es construida consistentemente. Abordaremos el problema de la unidad de métodos en Popper e intentaremos mostrar que a pesar de sus declaraciones de sostener el monismo, los conceptos que utiliza y la manera de solucionar muchos de los problemas en ciencias sociales lo conducen, en los hechos sino en las intenciones, a desarrollar un dualismo metodológico. La economía juega un papel fundamental para comprender la génesis de la pauta explicativa en ciencias sociales, por ejemplo, su adhesión al individualismo o en al explicación de la conducta de los agentes en base a sus creencias u objetivos y los recursos de los que disponen. Sin embargo, indicaremos algunos elementos que sugieren que la economía no es la fuente última de la génesis de su dualismo metodológico, aunque finalmente haya coincidido en muchas posiciones con la escuela austríaca, especialmente con Hayek. En cuarto lugar, la discusión acerca de los vínculos resultaría fútil si resultara verdadera la interpretación de Lawrence Boland. Según esta Popper rechaza en la década de los 50 toda posibilidad de justificar cualquier método para la ciencia y, en consecuencia, hace abandono de él. En este contexto emerge un Popper socrático que enfatiza la actitud crítica ante las teorías. Discutiremos las dificultades de esta interpretación y las razones para rechazarla. * Este artículo toma partes en las secciones II, III y IV del presentado en el Congreso Internacional K. Popper (Rosario, 6/04).

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Los vínculos entre la economía y la metodología de las ciencias sociales popperiana* Scarano, Eduardo R. (CIECE, FCE-UBA)

I. Introducción

El examen de los vínculos de la metodología de las ciencias sociales popperiana con la economía y con economistas específicos, puede considerarse desde varios puntos de vista. En primer lugar, puede indagarse acerca de si Popper conocía la manera en que la economía resolvía sus problemas y la generalizó o de alguna manera la incorporó en la metodología que propone para las ciencias sociales. La respuesta parece fácil pues es Popper mismo quien afirma que esta metodología consiste en la generalización a otras ciencias sociales del método que aplica la teoría de la utilidad marginal. En segundo lugar, podemos adicionalmente preguntar si esos vínculos son más específicos, si están determinados por alguna escuela o por algún economista específico. Es ampliamente conocido que Popper ha afirmado públicamente que Friederich Hayek fue quien en mayor grado influenció su obra en el ámbito de las ciencias sociales. En base a esta información la respuesta inmediata a esta pregunta sería que la escuela austríaca y Hayek en especial, influenciaron su metodología. Sin embargo, un examen más minucioso nos obliga a ser más cuidadosos y matizar, por lo menos, esta afirmación. Son numerosos los economistas provenientes de escuelas con las cuales interactuó y su obra no parece reflejar ni haberse generado en quien explícitamente reconoce, F. Hayek. En tercer lugar, podemos considerar si la concepción popperiana del método de las ciencias sociales es realmente un monismo metodológico, el cual proclama abiertamente, o en realidad se trata de un dualismo implícito –en el sentido que no lo reivindica explícitamente pero lo confirma con sus afirmaciones acerca de las peculiaridades del método de las ciencias sociales. En el primer caso, con el monismo, coincidiría con el pensamiento metodológico del mainstream económico: la economía emplea el mismo método que las restantes ciencias, las diferencias son una cuestión de grado. En el segundo caso, el dualismo, estaría muy cerca entre otros, de la escuela austríaca en economía y de las corrientes epistemológicas no empiristas. Los desarrollos que realiza de ciertos conceptos y las estrategias que explicita en el ámbito de las ciencias sociales han llevado a muchos autores a dudar si la unidad de métodos que proclama es construida consistentemente. Abordaremos el problema de la unidad de métodos en Popper e intentaremos mostrar que a pesar de sus declaraciones de sostener el monismo, los conceptos que utiliza y la manera de solucionar muchos de los problemas en ciencias sociales lo conducen, en los hechos sino en las intenciones, a desarrollar un dualismo metodológico. La economía juega un papel fundamental para comprender la génesis de la pauta explicativa en ciencias sociales, por ejemplo, su adhesión al individualismo o en al explicación de la conducta de los agentes en base a sus creencias u objetivos y los recursos de los que disponen. Sin embargo, indicaremos algunos elementos que sugieren que la economía no es la fuente última de la génesis de su dualismo metodológico, aunque finalmente haya coincidido en muchas posiciones con la escuela austríaca, especialmente con Hayek. En cuarto lugar, la discusión acerca de los vínculos resultaría fútil si resultara verdadera la interpretación de Lawrence Boland. Según esta Popper rechaza en la década de los 50 toda posibilidad de justificar cualquier método para la ciencia y, en consecuencia, hace abandono de él. En este contexto emerge un Popper socrático que enfatiza la actitud crítica ante las teorías. Discutiremos las dificultades de esta interpretación y las razones para rechazarla.

* Este artículo toma partes en las secciones II, III y IV del presentado en el Congreso Internacional K. Popper (Rosario, 6/04).

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En la exposición que sigue daremos por supuesto el conocimiento del pensamiento y la obra de Popper. Por consiguiente, no realizamos una presentación general sino que nos limitamos exclusivamente a los conceptos necesarios para discutir los problemas que intentamos abordar. En la sección II. presentamos y evaluamos la tesis de L. Boland; en III. caracterizamos la noción para Popper de método en las ciencias naturales; en IV. el monismo metodológico en una obra representativa de su concepción de las ciencias sociales, La Miseria del Historicismo, y las inconsistencias con el método en las ciencias naturales; en los dos siguientes secciones evaluaremos los vínculos de la metodología de las ciencias sociales de Popper con Hayek en la V. y con los marginalistas no austríacas en la VI.; finalmente en VII. presentamos las conclusiones.

II. La interpretación de Boland: Popper sin método L. Boland [1997] presenta una tesis que si fuera cierta cuestiona nuestro trabajo, lo volvería completamente fútil. Sostiene que a partir de cierto momento Popper rechaza la noción de método científico, por lo tanto, la posibilidad de elegir entre teorías rivales. Hay otro Popper que no se encuentra en sus obras escritas sino que se manifestó en el “Seminario del martes por la tarde” durante los 50 en la London School of Economics. Su posición puede resumirse en la frase “ciencia sin método”. El resultado es un Popper muy diferente, lo denomina el Popper socrático, completamente incluido dentro del posmodernismo y del subjetivismo. El Popper socrático puede no recurrir a la falsificación, elimina la elección racional y la noción de verdad absoluta que perseguía el neopositivismo o cualquier otro ‘criterio de verdad’ que la sustituya. En lugar de proponer la elección o aceptación de hipótesis enfatiza su crítica o rechazo [Boland, 1997, p.263]. Este punto de vista pone de relieve la centralidad de los problemas y la eliminación de los errores a través de la discusión crítica de los problemas. Racionalismo es sinónimo en este contexto de debate crítico y eliminación de errores. Es un racionalismo no justificacionista. Un justificacionista afirma que quien pretenda poseer conocimiento debe demostrar, con una prueba, que es verdadero o probable. El inductivismo es un ejemplo que falló en la demostración. Tampoco es un racionalismo convencionalista. Estos ante el fracaso del inductivismo sustituyen verdad o probabilidad por algún otro criterio como corroborado, ser más progresiva una teoría que otra, etc. [Boland, 1982 pp. 14-18; 1997, p.270-71]. El convencionalismo tiene varios inconvenientes, el más serio es un regreso al infinito, porque cuando se tiene que estimar el enunciado del nuevo criterio, ¿qué criterio se aplica? Si es con el mismo es un círculo vicioso. Si es con otro criterio luego se lo tiene que estimar y así siguiendo. Se cae en un regreso al infinito. Esta es su pieza maestra para invalidar cualquier método; es imposible justificar los criterios de cualquier tipo. Realiza una interpretación peculiar de los diálogos socráticos que apoyan su interpretación del Popper valioso, el socrático:

tratar de aprender descubriendo el error; invitar a la crítica para aprender; poner el conocimiento de uno mismo en máximo riesgo; y demostrar la ausencia de garantías. (…) [El diálogo socrático] de Platón proporciona una buena metáfora para ayudar a entender la concepción de Popper del proceso de la ciencia; es decir, que la ciencia es teoría crítica sin un método que pueda garantizar un resultado deseado. [Boland, 1997, p.266-67, traducción de G. Marques]

El Popper socrático, la ciencia sin método, evita eliminar soluciones potencialmente científicas que en un momento dado no pueden formularse en una forma falsable; permite retener aspectos esenciales de la ciencia como la metafísica que no son falsables; no obliga a seleccionar entre teorías en competencia, solo a eliminar el error cuando lo reconocemos;

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permite explicar la idea de acumulación continua de conocimientos porque las teorías no se abandonan, se continua trabajando sobre ellas fortaleciéndolas mediante la crítica. Las dificultades de la interpretación socrática de Popper Las dificultades son varias y vuelven insostenible su interpretación. Comenzaremos con la interpretación de los diálogos socráticos. Es muy peculiar pues no retiene el rasgo principal de la figura como la representa Platón y la utiliza como insumo para su concepción: Sócrates discutía de la manera que lo propone Boland pero para conseguir universales, conceptos sólidos de nociones importantes. Sócrates discutía para establecer, por ejemplo, qué era la justicia. Es mucho más que la mera eliminación de errores y de faltas de garantía. Luego de una discusión quedaba generalmente garantizado comprender qué era una determinada noción. Seleccionaba un significado, no descartaba simplemente el error. La objeción más fuerte de Boland a la metodología era su crítica al justificacionismo pues caía en el regreso al infinito o en un círculo vicioso. No advierte que ya Popper en su Lógica de la investigación científica, en el segundo capítulo sobre el método científico, señala que los enunciados de la metodología no son enunciados empíricos sino reglas, propuestas! Justamente una de las razones para hacerlo es evitar la crítica de Boland. De manera gráfica dice Popper en La sociedad abierta y sus enemigos que la justificación del racionalismo no puede realizarse con el mismo tipo de argumentos que cuando aplicamos esta noción. Caso contrario sería tan absurdo como si una persona intentara levantarse tirándose de sus propias orejas. Otra insuficiencia en la interpretación de Boland es que no distingue entre filosofía y ciencia, o en general, entre varias formas de racionalidad crítica y la ciencia como una de ellas. En el artículo “El retorno a los presocráticos” [1967] leído por primera vez en 1959, explica que quiere retornar a la racionalidad directa que expresan estos filósofos. La filosofía puede ser crítica, pero la ciencia es la forma máxima de la crítica pues usa la observación para criticar teorías. Las teorías pueden ser superiores a otras si explican más y están mejor contrastadas. [Popper, 1967, p.178]. Si esta crítica no se da estamos simplemente ante filosofía, no ante el desarrollo de la ciencia.

III. El método para las ciencias naturales y biológicas Los elementos preliminares para la definición de método científico Para comprender su noción de método, su concepción general de la ciencia y de otros tipos de conocimientos racionales, debemos partir del problema básico por el que se interesa el hombre que piensa, “el de la cosmología, el problema de entender el mundo –incluidos nosotros y nuestro conocimiento como parte de él. Creo que toda la ciencia es cosmología” [Popper, 1962, p.16; cursivas en el original]. El incentivo para conocer es responder a este auténtico problema filosófico. Ahora bien, el hombre procura conocer pero no hay una fuente que le garantice la verdad del conocimiento empírico. Este es falible. El conocimiento se formula mediante enunciados empíricos que desde un punto de vista exclusivamente lógico son verdaderos o falsos, pero su verdad nunca se alcanza a determinar. Es imposible probar la verdad de los enunciados del conocimiento racional, incluidos los de la ciencia, sin importar su nivel de abstracción. Por consiguiente, constituyen hipótesis. La verdad de la hipótesis se supone, no se puede probar. Esta suposición se mantiene hasta que una nueva contrastación implique su falsedad. Las hipótesis son sometidas a análisis críticos que conducen a sostenerlas provisoriamente o a rechazarlas. Esta posibilidad de criticar el conocimiento, de sostenerlo provisoriamente pero de manera crítica es lo que vuelve al conocimiento racional a pesar de la imposibilidad de probar su verdad. La racionalidad del conocimiento consiste en la forma de sostenerlo o

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rechazarlo, no en un contenido determinado. Ahora bien, si el conocimiento es falible pero puede ser racional, “el problema central de la epistemología ha sido siempre, y sigue siéndolo, el del aumento del conocimiento. Y el mejor modo de estudiar el aumento del conocimiento es estudiar el del conocimiento científico.”[Popper, 1962, p.16; cursivas en el original]. Hemos explicitado los elementos fundamentales de la concepción popperiana del conocimiento, en especial, de la ciencia: el interés que mueve a conocer es el problema cosmológico, pero el saber que se construye nunca se puede probar verdadero, es falible. Por cuanto es sostenido o rechazado críticamente podemos evaluar cuándo es mejor que otro, o sea, existe el aumento –el progreso- del conocimiento. Resulta interesante contextualizar estas posiciones de Popper. Según relata en el artículo “La ciencia: conjeturas y refutaciones” que forma el capítulo uno de El Desarrollo del Conocimiento Científico –Conjeturas y Refutaciones [1967, especialmente pp.43-47], comienza a plantearse problemas epistemológicos en 1919, en particular el que considera primordial: el criterio de demarcación. El clima intelectual que lo rodeaba entonces había sido producido por la caída del Imperio Austríaco. Se formularon y se discutieron intensamente nuevas teorías. Fueron cuatro las que especialmente le interesaron: la relatividad de Einstein, el psicoanálisis de Freud, la psicología individual de Adler y la teoría marxista de la historia. Las observaciones realizadas por Eddington en 1919 que confirman la teoría einsteniana causarán profunda y constante influencia en su desarrollo intelectual. Los resultados de Eddington volvían falsa la teoría establecida –la newtoniana- y se contraponían de manera patente con el comportamiento de las otras tres teorías recién mencionadas. Advirtió que estas tres teorías tenían un rasgo común considerado una virtud por sus seguidores: todo lo explicaban, nada escapaba a ellas en el dominio al que referían y complementariamente, siempre los hechos las confirmaban. Esta capacidad de ser confirmadas por cualquier caso que para sus defensores hablaba a su favor, Popper lo considera justamente una debilidad. En física no ocurría lo mismo. Esta situación lo conduce a formularse el problema central de la epistemología, el criterio de demarcación: ¿Existe un criterio para determinar el carácter científico de una teoría? La respuesta será el principio de falsabilidad. No comenzó por plantear, como se hacía tradicionalmente, el método de la ciencia. Este tendrá que armonizar con el de demarcación definido previamente. Las ciencias sociales desempeñaron un papel negativo en la elaboración del criterio de demarcación. Mostraban, en su época, cómo no había que proceder si se aspiraba al carácter científico que exhibía la física. Con lo cual queda claro que para Popper las tres disciplinas sociales mencionadas –la teoría marxista de la historia, la psicología individual de Adler y el psicoanálisis- y en general, todas las ciencias sociales, tenían que cumplir con los criterios metodológicos que exhibía la física para ser consideradas científicas. La teoría del método Presentados los elementos preliminares se puede ahora enunciar su caracterización del método científico,

La epistemología -o, la lógica de la investigación científica- debería identificarse con la teoría del método científico. (…) la teoría del método científico se ocupa de la elección de los métodos, o sea, de las decisiones acerca del modo de habérselas con los enunciados científicos. [Popper, 1962, p.48, cursivas en el original]

Las decisiones para aceptar o rechazar las hipótesis están ligadas estrechamente a cuáles sean las metas u objetivos que se persigan. Hemos explicitado antes los elementos fundamentales para comprender a Popper, el lugar central del problema cosmológico y el falibilismo del conocimiento. Estos implican como cara y cruz de una misma moneda, perseguir el aumento

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del conocimiento y la falsabilidad de las hipótesis. Estos constituyen los dos objetivos ‘supremos’ del método científico. Popper ha insistido en diversas partes de su obra que el problema básico para la elaboración de su metodología fue la discusión del problema de demarcación, no del método de la ciencia, y esto lo condujo a sus posiciones antiinductivistas y a un empirismo no dogmático, en el sentido de los que afirman que la experiencia es un programa, no un problema [cfr. Popper, 1962, p.50]. Sin embargo, cuando define la ciencia no lo hace por sus características –como sucede tradicionalmente- ni solo por el criterio de demarcación, sino por el método. Así, propone que se “caracterice a la ciencia empírica por sus métodos, o sea por nuestra manera de enfrentarnos con los sistemas científicos, por lo que hacemos con ellos y lo que a ellos les hacemos.” [Popper, 1962, p.49]. La manera usual de plantear el método de la ciencia es considerarlo de manera naturalista, es decir, considerar que al método se lo puede describir con enunciados empíricos como se describen los fenómenos del mundo. No puede restringirse el método a una descripción de cómo actúan los científicos. En la medida de que por medio están decisiones orientadas por metas u objetivos, la metodología está constituida por convenciones o normas [Popper, 1962, p.52]. Posteriormente prefiere utilizar una noción más clara inspirada en B. Russell y afirma que el método está constituido por propuestas [1957, nota n° 5 (3), p.495]. A diferencia de una afirmación que es verdadera o falsa, una propuesta sugiere la adopción de cierta política, objetivos o metas y una línea de conducta consecuente con ellos. Una propuesta es irreductible a hechos aunque tiene vínculos con ellos. Es más claro cómo se puede discutir una propuesta, en cambio, no lo es tanto cómo discutir una decisión o una norma. Un sistema de reglas se halla en estrecha conexión entre sí –hemos examinado cómo el problema cosmológico se encuentra conectado con el falibilismo y la falsabilidad. La conexión entre reglas no es estrictamente deductiva pero da lugar a un sistema, a conexiones mutuas que permiten por analogía con el sistema de enunciados conectados deductivamente de la ciencia hablar de teoría del método. ¿Cómo evaluar una teoría metodológica? De manera análoga a una teoría científica: por sus consecuencias, evaluando cuál sistema de propuestas –aristotélicas, positivista, neopositivista, popperiana, etc.- aclaran y explican mejor los problemas del conocimiento científico. La respuesta de la selección del método es una excelente muestra del espíritu popperiano: no hay soluciones definitivas. Tenemos que esforzarnos por encontrar provisoriamente a la luz de lo que conocemos en un momento dado la mejor solución a un problema. Lo cual vale tanto para el método como para la selección de la mejor hipótesis respecto de un problema. Así resulta natural su consigna, no aferrarse a las teorías, por el contrario, hacer proliferar las teorías para que al competir entre sí muestren su temple.

IV. El monismo metodológico en La Miseria del Historicismo Hemos seleccionado este texto de Popper porque en él afirma, por una parte, el monismo metodológico pero, por otra parte, realiza comentarios o agrega precisiones que por lo menos despiertan dudas –si no constituyen contradicciones flagrantes- respecto del monismo metodológico. En el capítulo IV dedica una sección, la 29, titulada La unidad de método al examen sistemático del problema. Apenas comienza afirma con claridad y precisión, “En esta sección voy a proponer una doctrina de unidad del método; es decir, la opinión de que todas las ciencias teóricas o generalizadoras usan el mismo método, ya sean ciencias naturales o sociales.” [Popper, 1996, p.145]. Luego cita precedentes históricos de su opinión, Comte, J. S. Mill y C. Menger entre muchos otros que pueden citarse, haciendo la salvedad que quizá él no concibe al método de la misma manera que los anteriores lo entendían.

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Dificultades para interpretar su metodología de las ciencias sociales La primera dificultad es la estructura del libro. Como lo señala Cladwell [2002], los dos primeros capítulos están prolijamente expuestos, en cambio los dos últimos están muy desorganizados. Así, por ejemplo, la sección 29, La unidad de método, está incluida en un capítulo que supuestamente debería presentar las críticas de las posiciones pronaturalistas… Popper escribió este libro durante tres épocas diferentes: en la primera, concibe el proyecto alrededor de 1936 y lo lee en una reunión privada. En la segunda, lo retoma entre 1938-40 y lo deja de lado para trabajar en la sociedad abierta y sus enemigos. Las dos primeras partes fueron publicadas casi sin cambios en Economica en 1944-45. En la tercera, la revisó ampliamente antes de su publicación en forma de libro. Se manifiestan claramente los intereses cambiantes en las diferentes épocas y la superposición de estructuras y argumentaciones con diferentes fines. La segunda dificultad tiene que ver con vaguedad de las posiciones de Popper cuando habla de ciencias sociales. Así, Hedström, Swedberg y Udéhn [1998] señalan que nociones básicas como la de lógica situacional nunca fue completamente explicadas y citan autores que coinciden con esta evaluación (Bunge, Farr, Simkim, Koertge, entre otros) [p.356] o la calificación de Nadeau [1993, p.447], “Popper’s philosophy of social sciences is extremely elusive”. La tercera dificultad se relaciona con la utilización ambigua de ciertos términos. El término método en el título de la sección 29 se refiere a las propuestas para enfrentar los enunciados de las ciencias teóricas, sean naturales o sociales. Pero en la misma sección utiliza ese término con otro significado, por ejemplo, en el segundo párrafo de esta sección dice, “No pretendo afirmar que no existe diferencia alguna entre los métodos de las ciencias teóricas de la naturaleza y de la sociedad; tales diferencias existen claramente incluso entre las distintas ciencias naturales, tanto como entre las distintas ciencias sociales” [Popper, 1996, p.145]. Ahora método significa lo que suele denominarse técnicas, reglas menos generales y referidas a algún campo sustantivo como el método de encuestas; el método de la microscopía o el teñido de tejidos. Una cuarta dificultad consiste en que no hay que tomar literalmente las reconstrucciones que él hace de la génesis de su pensamiento. M. Hacohen señala que al realizar su autobiografía como una serie de problemas y soluciones puede haber olvidado o descartado algunos episodios que no armonizaban con este marco [citado en Caldwell, 2002]. En un pasaje muy citado de la sección 29 dice textualmente:

Tengo razones para creer que mi interpretación de los métodos de la ciencia no fue por ningún conocimiento del método de las ciencias sociales, porque cuando la desarrollé por primera vez solo pensaba en las ciencias naturales, y no sabía casi absolutamente nada sobre las ciencias sociales. [Popper, 1996, p.153]

Ahora bien, hemos citado en la parte I. su artículo La ciencia: conjeturas y refutaciones en el que describe la época revolucionaria cuando comienza a pensar los problemas epistemológicos y toma como referencia a la física y a las otras tres teorías (sociales), el marxismo , el psicoanálisis y la teoría adleriana. Las conoció e incluso las practicó. Es evidente que solo le sirvieron para concluir lo que no debía ser una teoría y que para convertirlas en científicas se debían asemejar a la física. Cumplen el papel de un término de referencia negativo. A partir de La Miseria del Historicismo y La Sociedad Abierta y sus Enemigos la ciencia social es un término de referencia positivo e intenta exponer y elucidar los elementos peculiares de las buenas teorías sociales. La última dificultad que mencionaremos es la inextricable mezcla de análisis teóricos y aplicados de las disciplinas sociales [cfr. Shearmur, 1996, p.37-8]. No separa

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sistemáticamente teoría de aplicación, aún cuando parece tenerlo muy presente incluso por la terminología que emplea, por ejemplo, cuando habla de ingeniería social. Al no separar ambos niveles y sus distintos problemas metodológicos es confuso de qué está discutiendo, el tenor y alcance de las críticas. Estas dificultades implican cuidado al interpretar su concepción, empero, no impiden su análisis y evaluación. La metodología de las ciencias sociales popperiana es una metodología en sentido estricto? En este apartado plantearemos varios argumentos para comprobar que la metodología de las ciencias sociales popperiana posee elementos que no son compatibles con la metodología tal como la propone para las ciencias naturales. Por lo tanto, no puede haber igualdad de método entre ambas ciencias. Hay por lo menos tres componentes claves de la metodología popperiana de las ciencias sociales: el principio de racionalidad; el individualismo metodológico y la lógica situacional. El primero afirma “una especie de coherencia entre lo deseado, creído, y en general, los contenidos intencionales, y el nivel de la acción. Es decir, si el agente prefiere la canasta de bienes a a la canasta b, entonces elegirá a, o sea, en la acción realizará a. Lo que es creído o deseado se hace.” [Scarano, 2003, p.76] . El segundo afirma que los modelos se construyen y analizan en términos de individuos y sus propiedades o vínculos. La lógica situacional consiste “en una explicación en términos individualistas de la acción de un sujeto; la acción se comprende aduciendo la situación en la que se encuentra el agente (recursos físicos, tradiciones, información), y los deseos y creencias que posee. La suposición básica es que el agente actúa de acuerdo a la situación.” [Scarano, 2003, p.73] Estos enunciados son sustantivos, son enunciados de hechos específicos. Claramente hay enunciados inconsistentes con estos que pueden formar parte de teorías incompatibles con la clase de teorías que está caracterizando Popper! No es extraño que nos encontremos con teorías que postulan otros tipos de racionalidad (o la niegan), que son holistas en lugar de individualistas y recurren a explicaciones con pautas diferentes a la situacional. ¿Por qué no construir teorías sobre constructos inconsistentes con el individualismo, el principio de racionalidad, etc. e investigar si son mejores? Retener estas hipótesis por una decisión metodológica es inconsistente con su metodología de las ciencias naturales. Otra argumentación consiste en observar que si bien las propuestas metodológicas no son hechos sin embargo se vinculan con ellos. ¿Cuáles son las reglas que solo posibilitan relacionarse con hechos concebidos en términos individualistas y actúan según esa racionalidad? Ni las formula ni suministra indicios para encontrarlas. La metodología que aplica en ciencias naturales debe poseer propuestas definidas por metas. Aquí solo encontramos hipótesis, no propuestas. Extrañamente Popper se aferra a una teoría o clase de teorías -las que satisfacen por lo menos las tres suposiciones descriptas- y eleva al rango de metodología a una (clase de) teoría particular. En absoluto se compadece con la construcción y elección de una metodología como la propone en ciencia natural. Si evaluamos la metodología de ciencias sociales con los parámetros que suministra para las ciencias naturales encontramos, al menos, dos diferencias cruciales. La primera, que el criterio de rechazo de una hipótesis refutada deja de valer irrestrictamente. El principio de racionalidad lo mantiene aunque está refutado. La segunda, que la proliferación de teorías para generar teorías mejores, progresivas, en ciencias sociales está restringida por la decisión metodológica de no violar las hipótesis acerca del individualismo, la racionalidad y la pauta explicativa de la lógica situacional.

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V. La influencia de Hayek en la metodología popperiana de las ciencias sociales Suele afirmarse que la posición metodológica de Popper en ciencias sociales, especialmente su dualismo implícito, se deben a la influencia de F. Hayek. Ambos se conocieron personalmente en el año 1936. Hayek había conocido Logik der Forschung en su publicación original apenas aparecida en 1934, le había interesado y luego invitó a Popper para realizar un seminario en la London School of Economics. Popper leyó la primera versión de La Miseria del Historicismo. Este contacto inició una relación que perduró hasta la muerte de Hayek. Tuvieron intercambios constantes y, especialmente, mutua admiración. ¿Cuál es la base para afirmar la influencia mencionada? Indudablemente los textos de ambos autores. Encontramos distintos textos en los que afirman la influencia que han recibido uno del otro. Así, por ejemplo, en un párrafo de una muy citada carta del 15/3/1944 de Popper a Hayek, dice, “I think I learn more from you than from any other living thinker, except perhaps Alfred Tarski” [citada en Caldwell, p.1] Hayek a su vez ha afirmado que desde la aparición de La Lógica de la Investigación Científica en 1934 “I have been a complete adherent to his general theory of methodology” [citado en Caldwell, p.1]. Ambos se dedicaron importantes obras. Es indudable que el contexto descripto ha conducido a muchos a afirmar que la metodología popperiana de las ciencias sociales está influenciada en gran parte por Hayek o por las posiciones de la escuela austríaca, o que debe de alguna manera muy importante a estos autores su concepción mencionada. Un representante de esta posición, que estudió detalladamente esta cuestión, es Raimondo Cubeddu. Escribió varios artículos que intentaron demostrar y documentar esta influencia; seguiremos Popper et l’ecole autrichienne [1987], que resume varios de ellos. El argumento central de Cobeddu es que según Popper en su obra Unended Quest- An Intellectual Autobiography (1974), La Miseria del Historicismo trata no tanto de extender a las ciencias sociales teóricas el método explicativo deductivo, sino de “generalize the method of economic theory (marginal utility theory) so as to become applicable to the other theorical social sciences” [ciatado por Cobeddu, p.43]. En esa misma página Popper relaciona el método del análisis situacional con la versión de 1938 de la Miseria del Historicismo. Existiría, de este modo, una diferencia con la versión anterior de 1936 en la que, nuevamente citando a Popper, “contained (or so I though) something like an application of the ideas of Logik der Forschung to the methods of the social sciences.” [citado por Cobeddu, p.43]. Esta pauta explicativa aplicada a la historia produce un debate del que participan Karl Hilferding, Carl Hempel y Paul Oppenheim en la que se puso en evidencia la simetría entre explicar y predecir y la trivialidad de las leyes históricas. Pero Popper comenta que necesitó unos años más para caracterizar el elemento importante de estas explicaciones, el principio de racionalidad [Cobeddu, nota 6]. La tesis de Cobeddu es que ese quiebre, la incorporación de la lógica situacional, se debió fundamentalmente a los contactos con Hayek y es de inspiración austríaca. Sin embargo, los elementos de prueba a favor de esta hipótesis son débiles. No hay pruebas textuales explícitas ni en Popper ni en Hayek, ni en terceras fuentes. Las pruebas se reducen a lo dicho anteriormente, se conocían y se admiraban; pero no es posible probar influencias explícitas de tipo conceptual, metodológica u otras. Es decir, no se pueden encontrar en Popper conceptos, métodos o análisis usados de manera distintiva por Hayek o los austríacos (o viceversa). Por el contrario, es fácil encontrar textos, como en Miseria del Historicismo, en que critica y rectifica a Hayeki, o textos de este último incompatibles con las posiciones de Popper. Caldwell [2002] en un trabajo que resume varios anteriores suyos y que lleva el sugestivo título de: “Popper and Hayek: Who Influenced whom?” afirma, “My own reading of the evidence is that neither Popper nor Hayek had much of an influence on the other, at least if we restrict ourselves to speaking in terms of their ideas about how to do social sciences.” [2002,

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p.2]. Luego de examinar varios episodios que sugieren posibles influencias mutuas, demuestra que no existieron en sentido estricto. Se inclina por evaluar la relación de ambos de la siguiente manera: “Both of them were impressed with each other because both of them saw in the other’s work futher support for his own arguments. (…)Popper-Hayek relationship was not one of influence, but one of mutual respect and admiration, a careful and proper relationship, but a close one.” [Caldwell, 2002, p.8]. Un colaborador de Popper en la enseñanza y un extraordinario conocedor de su obra, Jeremy Shearmur tiene la misma opinión. En un libro [Shearmur, 1996] que estudia la filosofía política de Popper, dice “it seems to me that one should be careful of reading too much into Popper’s discussion of Hayek in final parts of The Povertry of Historicism, which were being rewritten for Hayek’s journal).” [p.29].

VI. Las influencias marginalistas no austríacas Ahora bien, Popper parece conocer el marginalismo en su vertiente no austríaca aunque nunca cita ni a Walras ni a Jevonsii. Ese conocimiento bastaría para inspirar o haber hecho conocer a Popper los elementos básicos de la lógica situacional: un sujeto movido por fines que se encuentra en una situación caracterizada por recursos restringidos. Y de la misma manera el principio de racionalidad: el paso de la estructura de preferencias de un individuo a la teoría de la elección. Este núcleo es común a ambos marginalismos, el clásico y el austríaco. ¿Cómo Popper pudo tener relación con economistas que le permitieran tomar contacto con la economía y conocer los elementos recién mencionados? En la Viena de ese entonces encontramos varios seminarios o círculos en que se discutían conceptos y teorías económicas y metodología de las ciencias sociales entre muchas otras cuestiones. Estos círculos o seminarios eran animados no por profesores cuya función era enseñar en las aulas universitarias sino por Privatdozents. Como los define von Mises [1962],

these three groups -the Austrian School of Economics, the Vienna School of Logical Positivism, and the Psychoanalytical Movement- had one thing in common. In the post- war period, at least, they were represented, not by professors appointed to teach, but by Privatdozents. A Privatdozent is an institution unknown to the universities of the Anglo-Saxon countries. A Privatdozent is a man who is admitted as a private teacher at the university. He does not receive any payment from the government; actually he has only the very unimportant right to receive the fees paid by his students. Most Privatdozents made the equivalent from their fees of about $5.00 or $10.00 a year. Therefore they had to find some other means of making a living in whatever way they wanted.

Uno de los grupos más famosos fue el Círculo de Boehm-Bawerk [ver una descripción más extensa en Cladwell, 2004, pp.101 y ss.] que se extendió entre 1904 hasta 1914. Este pertenecía a la escuela austríaca y tuvo entre otros integrantes a L. von Mises, J. Schumpeter, K. Hilferding, O. Bauer, O. Neurath. Los dos primeros, especialmente Mises, adherían a la escuela austríaca. K. Hilferding era marxista y los dos restantes socialistas. Mises y Neurath, uno de los creadores del Círculo de Viena, polemizaron en el Círculo acerca del cálculo económico socialista. Max Weber participó por un corto período al final de la guerra. El Círculo de von Mises [ver su artículo 1962] se extendió entre 1920 y 1934 y los temas de discusión eran muy amplios. Abarcaban el pensamiento de M. Weber, las relaciones entre historia y economía, la metodología de las ciencias sociales, el pensamiento de Husserl y el positivismo. Uno de los participantes fue F. Hayek, lo hizo desde 1924 hasta su traslado a la

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London School of Economics; otro fue F. Kaufman que también participó activamente del Círculo de Viena. F. Hayek y J.H. Furth impulsaron el Círculo de los Espíritus a comienzos de 1920 y duró hasta el traslado de Hayek a Londres. Se discutía principalmente de literatura, filosofía, psicología, arte y política. Participaron F. Machlup, G. Harberler, O. Morgenstern, A. Schutz (estos cuatro con fuertes lazos con los austríacos en ese período), F. Kaufman, K. Menger (hijo de Carl Menger) [ver otros integrantes en Cobeddu, 1987, p.57 n.18]. El Círculo de Viena [cfr. Ayer, 1965, pp.9-15] es el más conocido y el que mayor influencia consiguió. Se inició a principios de la década de los 20 y se encontraba en disolución a fines de la década de los 30. Su iniciador fue M. Schlick y tuvo entre sus miembros a algunos ya mencionados como participantes de otros círculos, por ejemplo, F. Kaufman, O. Neurath y también a K. Popper, y a dos impulsores de la economía matemática, A. Wald y A. Tarsky. Sus principales miembros a nivel filosófico fueron Schlick, R. Carnal, O. Neurath, H. Feigl, F. Waismann, E. Zilsel, V. Kraft. En el aspecto científico y matemático a P. Frank, K. Menger, K. Gödel y H. Hans. La circulación entre distintos grupos era característica tanto como las amplias temáticas que se discutían por el carácter interdisciplinario de sus integrantes. El último que consideraremos es el Coloquio Matemático de Kart Menger [ver Cobeddu, 1987, p.45]. Participaban Richard von Mises, K. Popper desde 1932, K. Gödel, A.Tarski y algunos muy interesados en la formalización de la economía como O. Morgenstern, A. Wald y el mismo K. Menger. Seguramente este grupo le suministró el principal contacto y fuente de conocimiento de Popper con la economía matemática y el marginalismo en sus dos vertientes, clásico y austríaco. A partir de los contactos en estos dos últimos grupos y del conocimiento económico que obtenía de manera directa con economistas o en discusiones acerca de economía o de manera indirecta a través, por ejemplo, de lecturas de obras económicas que le sugerían o información de discusiones económicas suministradas por los miembros que circulaban en otros grupos se puede explicar de dónde obtuvo conocimiento para generalizar el método de la economía (la teoría de la utilidad marginal) al resto de las ciencias sociales. En este marco se comprende su afirmación en Miseria del Historicismo de mejorar la economía con “la introducción de métodos matemáticos en la economía, o de las llamados métodos subjetivos o psicológicos en la teoría del valor. Un ejemplo reciente es la combinación de esta teoría con los métodos estadísticos (teoría de la demanda).” [Popper, 1996, p.71]. Ahora bien, la escuela austríaca es antimatemática. Popper en varios lugares de la Miseria del Historicismo alaba la economía matemática o por lo menos no la critica como haría un austríaco. Un pasaje notable en este sentido es el siguiente, “Hay que admitir, sin embargo, que el éxito de la Economía Matemática muestra que por lo menos una ciencia social ha pasado por su revolución newtoniana.” [1996, p.74, n.7; ver también el papel de la matematización en p.156 y 157 de la misma obra]. Esta posición es importante para advertir los límites de la influencia del pensamiento de la escuela austríaca en la metodología popperiana.

VII. Conclusiones Planteamos varios cuestiones que hemos intentado responder en este artículo. En primer lugar, estimamos la tesis de Boland acerca del presunto rechazo que Popper habría realizado en la década de los 50 de la teoría del método y su reemplazo por un racionalismo no justificacionista. Argumentamos contra su interpretación de los diálogos socráticos que conducía solamente a eliminar el error; a igualar filosofía y ciencia por ignorar la distinción crucial popperiana entre ambas actividades críticas. También deñalamos la carencia de textos,

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en las obras o archivos personales de Popper en apoyo a esta interpretación. Por último, criticamos su argumento acerca de la circularidad o imposibilidad de formular un criterio de elección entre teorías económicas o en general científicas, a través de las razones esgrimidas por Popper mismo para evitar esta dificultad. Consistía en formular el método como reglas o propuestas no simplemente como otros enunciados empíricos. Si estas críticas son adecuadas tiene sentido discutir acerca del método científico y, en particular, es significativo tratar de entender qué es el método para Popper. Expusimos su caracterización del método científico en las ciencias naturales y biológicas según el modelo propuesto en su Lógica de la investigación científica y la comparamos con su exposición del método de las ciencias sociales que realizó por primera vez en Miseria del Historicismo. Advertimos diferencias sustanciales que implican reconocer un dualismo metodológico a pesar del monismo metodológico que sistemáticamente declara. El método en ciencias sociales se distingue por imponer contenidos sustantivos que no pueden ser reemplazados por otros incompatibles (el individualismo metodológico, el principio de racionalidad y la lógica situacional). No pueden ser criticados en el mismo grado que otra hipótesis cualquiera. En resumen, su método de las ciencias sociales impone una filosofía o visión del mundo, las que suponen los conceptos recién enumerados como elementos permanentes de cualquier explicación social. Una de las implicaciones más importantes de esta posición es que dejan de valer de manera irrestricta, de la manera en que lo hacían para las ciencias naturales y biológicas, el criterio de falsificación que permite rechazar teorías falsas y el de proliferación de teorías que genera mejores teorías. El problema inmediato que se plantea es, ¿por qué Popper formula este dualismo? Una respuesta frecuente a la que otorga verosimilitud Popper mismo es que se debe a la influencia de F.A. Hayek. Pero quienes han aducido la presunta influencia, en el sentido estricto de incorporación explícita de un concepto, teoría o método de un autor por otro, no han podido probarla. Por el contrario, fácilmente se encuentran posiciones antagónicas con las de Hayek y críticas explícitas a sus afirmaciones a nivel metodológico como las que hemos señalado precedentemente a modo de ilustración. Las objeciones respecto de la influencia sobre Popper, no ya de Hayek, sino de algún otro austríaco, son exactamente las mismas. El interrogante respecto al origen del dualismo persiste porque Popper afirma explícitamente que su metodología consiste en la generalización a otras ciencias sociales del método que aplica la teoría de la utilidad marginal. ¿Puede provenir del marginalismo no austríaco? Describimos el ambiente intelectual de Viena en el momento que escribió La Miseria del Historicismo y detallamos los distintos grupos a los que pertenecían economistas o en los que se discutían problemas vinculados con esta disciplina y conectados con Popper. Uno de los rasgos característicos que poseían sus miembros era la pertenencia a varios grupos y la diversidad de posiciones teóricas, metodológicas y políticas. Es claro cómo en este contexto Popper, especialmente a través del Coloquio matemático y del Círculo de Viena, pudo haber conocido el pensamiento marginalista no austríaco, tanto por los que adherían y lo desarrollaban como por sus críticos. Así se explica las citas específicas de obras y posiciones no austríacas y la adhesión y alta valoración de la economía matemática que caracterizó como “revolución copernicana”. Un rasgo típicamente antiaustríaco es la reivindicación de la formalización de la economía vía la matematización. Ahora bien, aunque no haya sido influenciado ni por Hayek ni por alguien de la escuela austríaca, sin embargo, su posición tampoco no es totalmente compatible con el marginalismo no austríaco, especialmente con lo que hoy denominamos economía neoclásica. Señalaremos solamente dos elementos en este sentido, la interpretación del principio de racionalidad y la ausencia u opacidad de las leyes en la lógica situacional. En otro trabajo [Scarano, 2003] hemos explorado estas y otras características que parecen convertir la lógica situacional en un

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tipo de explicación comprensivista; ahora solamente preguntaremos por qué la formuló de esa manera. La situación histórica en la que le toca reflexionar, especialmente el desarrollo del nazismo, los desafíos del socialismo y del comunismo hace que abrace otro tipo de sociedad como ideal y una filosofía distinta para sustentarla, el racionalismo crítico, y en lo político-social un liberalismo básicamente clásico. Su enemigo en ese momento era el historicismo, es decir, el marxismo, el nazismo y la mayor parte de los socialismos. Su temática filosófica, epistemológica y social tanto como las teorías y concepciones con las cuales la resuelve, están estrechamente relacionadas con esa situación histórica. Su argumento crucial para disolver el historicismo es el de la imposibilidad de predecir el cambio histórico a gran escala. Junto con la imprevisibilidad de las consecuencias no deseadas de nuestras acciones hacen que la predicción en ciencias sociales quede muy atenuada sino, incluso, que ante estas limitaciones carezca de interés. La actividad científica se reduce a explicar sin leyes o con una única ley, el principio de racionalidad en su interpretación mínima. Son explicaciones comprensivas, encontrar las razones de por qué alguien actúo de determinada manera. Hayek enfrenta la misma situación social y plantea como reacción la misma temática y formula teorías que comparten elementos paradigmáticos. Popper no necesitó conocer a Hayek, ni este a Popper, para plantear sus respectivas teorías. Las semejanzas que encontramos no se deben a importación entre ambos de conceptos, métodos o visiones del mundo. Partes básicas de estos elementos forman parte de la época y el ambiente en que viven. El talento de cada uno los transformó y crearon nuevos para defender su visión del mundo. Cuando hubo conocimiento de la obra del otro, esta circunstancia los hace tomar conciencia de los fines comunes y despierta la admiración mutua por las teorías y argumentaciones con las cuales defienden la cosmovisión compartida. Además ese conocimiento mútuo sirvió muchas veces de inspiración para reformularlas o servir de elementos de apoyo de las suyas. No hubo influencia, en el sentido estricto descripta arriba, unilateral ni mutua. Fue un vínculo entre más complejo, rico y creativo. Compartían en gran medida una visión del mundo que intentaron sostener a veces con posiciones idénticas pero la mayor parte con instrumentos muy diferentes. i Por ejemplo, dedica el parágrafo 21 de la parte III [pp.78 y ss] a defender la posibilidad de una ingeniería social fragmentaria que criticaba Hayek; o en el parágrafo 29 de la parte IV [pp.151 y ss.] que critica dos razones que fundamentan el dualismo metodológico propuesto por el mismo autor. ii Cobeddu en [1987, p.43] afirma una curiosa inversión de esta afirmación, “comme S. Jevons et Léon Walras ne sont jamais mentionnés dans les ouvres de Popper, nous pouvons raisonnablement penser qu’il faisait référence à la versión autrichienne de la théorie de l’utilité marginale ». Es obviamente inconsistente pues puede conocer el marginalismo por otras fuentes, como veremos en la próxima sección, sin citar a los fundadores… REFERENCIAS Ayer, A., comp., (1965), El positivismo lógico. FCE. Boland, L. , (1982), The Foundations of Economic Method. London: Geo. Allen & Unwin. _____(1997), “Scientific thinking without scientific method: two views of Popper”. Boland,

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