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    Cuaderno 44

    Ren Descartes

    Carta del autor a quieu tradujoLos principios de la

    filosofaTraduccin y notas de

    NICOLE OOMS

    1 IUNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE M ~ X I C O

    MXIco 1987

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    ~ r u r D Of ~ V E S n : > J . r . j O : ' 4 E F l l o s t f . . . . .8 ' 8 ~ I O T E C A

    c rUDAD lTNIVI!RSITAJUAM:HXrco 20, D. P.

    l. PRESENTAC IN ..... . IXXI

    XXVIIXXXIII

    11.

    L } . f u n d u s ~ s J l a b u l a .... .2. Organizacin de la edicin caste llanaJ. Bibliografia .. .. . . . .. . . . . . . . . . ..LOS PRINCIPIOS DE LA FILOSOFA .. . ....... ... . .Carta a Isabel ....... ....... . .. . . . ... . . . JCarta del autor al [raductor 7Parte prim era: Sobre los principios del conocimIentoh umano .. .... . ..... ............... . ........................ 21Parte segunda: Sobre los princip ios de las cosas mate-riales . . .... .... ... .. . ..... .. . ... . . .. . ......... 7 1Parte tercera : Sobre el mundo visible ..... . ....... .Par te cuarta: Sobre la Tierra . . . . . . . . . . . 1ndice ..

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    nI. NOTAS 4413378 4 vn

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    CARTA D EL AUTOR A QUIEN TRADUJO EL LIBRO (LACUAL PUEDE , EN ESTE CASO, SERVIR DE PREFACIO)Seor,La versin que usted se tom6 la molestia de hacer de mis Prin-cipios es tan 'h tida y tan a cabada/ que espero que seaIl ledospor ms person as en franc s que en latn, y que sern mejorentendidos. Slo que queda la inquietud de que el titulo llegue ades alentar a muchos, los cuales no se han nu tddode las letras,o que tienen una mula opinin de la filosofa a causa de queaq uella que les ha sido enseada no les ha gustado; y , e ~ t o mehace suponer que seria bueno aadirles un prefacio, que les - manifieste cul es el tema del libro, cul fue el propsito Gue tuveal escribirlo y cul es la utilidad que de l se puede desprender.Pero si bien m e compete hacer e ste prefacio por ser yo quienm ejor que nadie ha de saber de estas cosas , nada puedo obtenerde m m ismo, sino que pondr aqu en breve los puntos principules que, me parece, deben Ser tratados; y dejo -a su discrecinel darlos a conocer al pblico , segn lo j uzgue conveniente.

    En primer lugar, quisiera explicar en eHes lo que es la filosofa,empezando por las c o ~ a s ms vulgares coma son: que es ta palabra"'Filosofa" significa el estudio de la sabidura y que por sabidura se e Jl tiende no slo la prudencia en los a ~ i U n sino t ambinun perfecto conocimiento de todas las cosas que pu ede saber elhombl"e, tanto para la conduccin de su vida como para la con-

    Las a c j o n e s de l aulOl de lo s. Prilcipips acerca del trabajo desu tradtlctor, el abad Pieot, pare cen re fer irse ms bien a la forma deltexto f '.'Incs que a su con ten ido . Desca rtes a laba las cualidades de estilopero no cxp lfcilamcn!e l a e x a c t i m ~ de -l a "traduccin. La paternidad d e lave n; in francesa de 1647 ha sido cues!iortll-da con base en numerosasmodificaciones est il sticas y sobre todo con hase en frases e nl eras ljueno se encue n tran e n la ve rsin a t i . m original. N o sabe a c ie nciaciert a a quin, si a l t raduc to r o si al autor, e deben esUlS variaciones,razn por l a cual loo editores pus ieron en carcte r iHilico t odo aquelloque se aparta de.! texto latino, aconsejando al estudioso de los Priflcipimel co ccjo con&tan le d e la v e r ~ i n latina ( 1644), la c ual juzgan m s n l idadc pCl18:lmiento y de exprcs.i6a , COT'. la versin d el abad Picot. el. laAdvertencia de los ed itores, pginas lIT a XX en Oeuvres de Descartespublicadas por Charles Adam "'- Paul Tannery, Vol. IX , Lopold Cerr,Parfs, 190 4" (N . del r .)

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    8 REN DESCARTESservacin de su salud y la invencin de todas las artes ; y que a finde que este conocimiento sea tal, es necesario que sea deducido delas primeras causas, de modo que, para dedicarse a adquirirlo(lo que se 1larna propiamente filosofar) , es menester empezarpor la bsqueda de estas primeras causas, es decir de los princi-pios, y que dichos principios han de cumplir c on dos condiciones:la primera, que sean stos tan claros y tan evidentes , como paraque el espritu humano no pueda dudar de su verdad mientrasse aplique con alencin a considerarlos; la segunda, que de ellosdependa el conocimiento de las dems cosas, de modo que pue-dan. ser conocidos sin st as, mas no recprocamente stas sinaqullos; y que despus de eso. hay que tratar de deducir a talgrado, de estos principios , el conocimiento de las cosas que deellos dependen, que no haya nada en toda la cadena de las deduc-ciones que a partir de aquelIos se haga que no sea muy mani-fiesto. Nadie en verdad, sino Dios, es perfectamente sabio, esdccir qu e tiene el e ntero conocimiento de la verdad d e todaslas cosas; pero se puede dec ir que los hombres t ienen en mayoro menor grado sabidura, en razn de que tienen ms o menosconocimiento de las verdades ms importantes . Y creo que nohay en esto nada con lo cual no estn de acuerdo los doctos .

    Quisiera en seguida pasar a considerar ]a ut ilidad de esa filo-sofa y mostrar que, puesto que se extiende a todo lo que el es-pritu humano pueda saber, debemos creer que eUa sola nosdistingue de los ms salvajes y brbaros, y que cada nacin esms civilizada y refinada en tanto que en ella mejor filosofanlos hombres; y que de este modo, tener verdadera filosofa es elmayor bien que pueda hallarse en un Estado. Ms an que , paracada hombre en particular, no s610 es til vivir con aquellosque se aplican a este estudio, sino que resulta incomparab lementeme jor aplicarse por s mismo a ello; as corno, sin duda , muchoms vale servirse de sus propios ojos para guiarse y gozar porel mismo medio de la belleza de los colores y de la luz , que te-ncrlos ccrrados y seguir ]a conducta de otro; pero lo ltimo estodava mejor que tenerlos cerrados y no tener ms que a smismo para conducirse. Vivir sin filosofar es tener, propi amentedicho. los ojos ceHados sin intentar jams abrirlos; y el placerde ver tod as las cosas que descubre nues tra vista no es compara-ble con la satisfaccin que da el conocimiento de las que encon-tra mos por medio de la filosofa; y por fin, este estudio es msnecesario para regular nuestras costumbres y conducirnos en estavida que lo Que lo es el uso de nuestros oios 1?ar a guiar nuestros

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    CARTA AL TRADUCTOR DE LOS PRINCIPIOS 9pasos . Las bestias brutas que no tienen sino su cuerpo qne con-servar, se empean continuamente en buscar con qu alimentarlo;pero los hombres. cuya parte principal es el espritu, deberandirigir sus principales preocupaciones hacia la bsqueda de lasabidura. la cual es su verdadero alimento; y tengo tambin porseguro que muchos no dejaran de hacerlo si tuvieran la esperanzade tener xito en el10 y si supieran cun capaces son de lograrlo.No hay alma tan poco noble como para pennanecer tan atadaa los objetos de los sentidos y no desprenderse algunas vecesde ellos para anhelar algn otro bien mayor aun cuando ignoraa menudo en qu consiste ste. Aquello:> que ms favorece lafortuna, quiene:> tienen abundancia de salud, honores y riquezas ,no estn ms que otros exentos de este deseo; al contrario, mepersuado que ellos son quienes suspiran con ms ardor por unbien distinto , ms soberano que todos los que poseen. Empero,este soberano bien, considerado por la razn natural sin la luzde la fe, no es otra cosa que el conocimiento de la verdad porsus primeras causas, es decir la sabidura, cuyo estudio es lafilosofa. Y por ser todas esas cosas enteramente verdaderas ,no presentaran obstculo a la persuasin si estuvieran bien de-ducidas.

    Pero por estar impedidos de creerlas a causa de la experien-cia, la cual muestra que los que hacen profesin de ser filsofosson a menudo meno:> sabios y menos razonables que otros quienesno se aplicaron nunca a este estudio. quisiera explicar aqu sucin-tamente en qu consiste toda la ciencia que -se tiene en e] presentey cules son los grados de sabidllra hacia los cuales se ha llegado.El primero no comprende ms que nocione:> tan claras por smismas que la:> puede uno adquirir sin meditacin. El segundocomprende todo lo que la expedencia de los sentidos da a cono-cer. El tercero, lo que nos ensea la conversacin de los demshombres. A lo cual se puede aadir, respecto del cuarto, la lec-tura, no de todos los libros, sino particularmente de aquellos quehan sido escritos por personas capaces de darnos buenas ense-anzas, ya que es una especie de conversacin que tenemos consus autores. Y me parece que toda la sabidura que se :>uele tenerno se adquiere sino a travs de esos cuatro medios; en efecto, notomo aqu en cuenta la revelacin divina,2 porque sta no nos

    " Expre sin de una s c p a r ~ c i n entre fi losof a y religin. la cual apu n taa una distincin entre la explicitacin racional de las ideas y de lasnociones innatas por u n lado, y un conocimiento in tuitivo directamenterecibido de Dios ( revelacin divina ) por otro lado. Esa separacin. sin

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    10 R E N f DESC ARTESconduce por grados sino que nos e1cva de golpe a una creenciainfalible . Pero hubo en todos los tiempos grandes hombres quetrataron de encontrar un quinto grado incomparablemente mselevado y ms seguro que los otros cuatro para llegar a la sabidura. a sab er. buscar las primeras causas y los verdaderos principios de los cuales se puedan deducir las razones de todo 10que uno es capaz de saber; y son particularmente los que sehan empeado en ello quienes recibieron el nombre de fi lsofos.En todo caso, n adie hasta hoy. que yo sepa, cumpli con estepropsito. Los primeros y principaJes de los cuales tenemos losescritos son Platn y Aristteles. entre los cuales no hny diferencia alguna salvo que el primero, siguiendo las huenas de su maestro S1crates, confes ingenuamente que no haba podido encontrartodava nada c ierto y se limit a escribir las cosas que le parecieron se r muy ve rosmiles, imaginando para este efecto algunosprincipios por medio de los cuales intentaba dar razn de lasdems cosas; Aristteles, en cambio. tuvo menos franqueza, y sibien fue por veinte aos su d iscpulo y no tuvo otros principiosque los suyos, cambi por entero la manera de e:xponerloll y lospropuso como verdaderos y seguros aun cuando no h ay a apariencia a lgu na de que los hubiese jams estimado como tales_Empero, estos dos hombres. tenan mucho ingenio y mucha de lasabidura que se adquiere por los cuatro medios antes citados,lo cual les conel-a mucha autoridad, de modo que los quevinieron despus de ellos se detuvieron ms en seguir sus opinio-nes que en buscar a lgo mejor . Y la principal contienda quetuvieron entre s sus discpulos. fue saber si haba que ponertodo en duda o bien si hnba algunas cosas que fues en ciertas, locua! los llev en ambas vas a errores extravagantes: pues algunosde los que estaban a favor de la duda la extendan incluso h astalas acciones de la vida, de mOGO que se olvidaron de la prudenciapara conducirse; y los que mantenan la certeza, al suponer qu ed eba sta depender de los sentidos, tuvieron una fe absoluta enellos hasta tal punto. que se dice que Epicuro se atreva aembargo, no resulta siempre obvia en los escritos cartesianos (comprensepor ejemplo los apartados 13 -, 25 de la primera parte de los P rincipios).(N . del "r.)

    Vase "Epicuro a Pitocle s" , 1.91-92, en Epic/J.l"llS_ Thc E.xtallt Rcnllijllscon un corto aparato crtico, traduccin y notas de Cyrit Bailey. pp.60-61. G >rg Olrns Verlag Hildesheim, New York; 1975. Traduzco; oo. . .eltamao del sol, [de la lu na] 'i de Jos dems asIros es para nosotros tangrande como parece ser, y e n s m i ~ m o es, o bien un tanto ms grande

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    CARTA AL TRADU CTOR DE LOS PRIN C IPIOS 11asegurar en contra de los razonamientos de los astrnomos, queel sol no era m3s grande de lo que pareca. Un defecto que sepuede advertir en la m ay o ra d e la!'; di s pu ta !'; es el de que, porestar la verdad a medio cam ino entre las dos opiniones que sesostienen, cada uno se aleja ms de ella cuan to ms aficin se tie-ne a contradecir. Pero el error de aquellos que se ind inaban de-masiado por la dud a no fue seguido mucho tiempo, y el error delo s dems ha s ido de algn modo corregido en el sentido de quese ha re c onocido que las sentidos nos engaa n en muchas c osas.Sin embargo, que yo s epa, no ha sido del todo e rradicado , ha-c iendo ver que la certeza no est en el sen tido, sino _en el soloentendimiento. y a que ste tiene percepc iones evidentes; e inc]usoque. m ientras no se tienen sino los conocimientos que se adquie-ren mediante los cuatro primeros grados de sabidura, no s e de bedudar de las cosas que parecen verdadera s por lo q ue conciernea la conducta de la vida, pero tampoco se las debe estimar tanc ie rtas que [ JO se pueda cambiar de opin in al estar obligado ae llo po r Ja evidencia de alguna r azn. Ya sea por no haber co-nc>cido esta verdad o bien, si hubo quienes la conocieron, porno haberse servid o d e el la , l a m ayora de los que , en estos ltimossiglos, q uisieron ser lilsofos, han seguido ciegamente a Arist-teles, de suerte que alteraron a menudo el sentido de sus escri to s,atribuyndole diversas opiniones que l no reconocera comosuyas si volviese a este mundo . Y los que no lo siguieron (entrelos cuales se encontraron varios de los mejores espLritus) nodejaron, en su juventud, de estar impregnados por sus opiniones(ya que son stas las nicas que se ensean en las. escuelas); locual los preocup tanto que no pud ieron lograr el conocimientode los verdaderos principios . Y si b ien Jos e stimo a todos y noqu iero vo lverme odioso al corregirlos, puedo dar de lo que digouna prueba que no creo que re chace ninguno de ellos; a saber,que todos han supuesto como pr incipio alguna cosa q ue no hanconocido a la perfeccin. Por eje mplo, no conozco a ningunoque no haya supuesto el peso d e los cuerpos terres tres ; pero auncuando la experiencia nos muestra con toda cla ridad q u e los cuer-pos que se llaman pesados descienden hac ia el centro de la t i e r r ano conocernos por ello cul es la naturaleza d e lo que llamamospeso, es dec ir la causa o el principio que los hac e descender as,de lo que lo vemos, o un tanto menos , o del mismo tamao. . . " La decla-racin de Epicuro es menos tajante que aquella mencionada por .Descartes.pero es ta repeticin sin matices no invalida el ataque a la tesis e picreade que los selltidos nos pro porcionan un conocimiento vlido de l ta-mao de los a5 tro s. (N . del T.)

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    12 REN DEseARTESy lo tenemos que aprender de otra manera . Lo mismo se puededecir del vaco y de los tomos. de lo caliente y de ]0 fro, delo seco. de lo hmedo y de la sal, del azufre, del mercurio yde todas las cosas semejantes que algunos han supuesto comosus principios_ Pero todas las conclusiones que se deducen de unprincipio que no es evidente tampoco pueden ser evidentes, auncuando estuvieran deducidas evidentemente: de ah que todos losrawnamientos que construyeron con base en tales principios,DO pudieron dades el conocimiento certero de cosa alguna, nipor consiguiente hacerles dar un solo paso adelante en la bsquedade la sabidura. Y si encontraron algo verdadero, no ha sido sinomediante algunos de los cuatro medios anteriormente deducidos.No quiero sin embargo disminuir el honor a1 cual cada uno deellos puede pretender; tengo por nica obligacin decir, parael consuelo de los que no estudiaron. que, as como al viajar,mientras se d la espalda al lugar a donde se quiere ir, nos alejamos tanto ms cuanto ms tiempo y ms aprisa caminamos(de suerte que aun cuando se nos ponga despus en el buen camino, no podemos llegar tan rpidamente como si no hub isemoscaminado antes), as tambin cuando tenemos malos principios.,mientras ms los cultivamos y nos aplicamos con ms cuidadoa sacar de ellos diversas consecuenc ias, pensando .que de estemodo se filosofa bien, ms nos alejamos del conocimiento de laverdad y de la sabidura. De ah se debe concluir que los quemenos aprendieron de todo aquello llamado hasta ahora filosofa,son los ms capaces de aprender aquella que es verdadera.

    Despus de haber dado a entender cabalmente estas cosas,quisiera indicar aqu las razones que sirven para probar que losverdaderos principios por los cuales se puede llegar a este gradoms allo oe sabidura en el cual consiste el soberdno bien de ]avida humana, son aquellos que consign en este libro; y slo dosbastan para ello: la primera es que son muy claros, y la segunda,que de ellos se pueden deducir todas las dems cosas : en efecto, nose requieren en ellos sino estas dos condiciones. Y pntebo fcilmente que son ellos muy claros pues, en primer lugar, por la manera en que los encontr, a saber rechazando todas las cosas en lascuales poda encontrar la menor posibiJidad de dudar; en efecto, escierto que aquellas que no han podido ser rechazadas de ningnmodo, Wla vez que uno se aplica a considerarlas , son las ms evidentes y las-ms claras que pueda concebir el espritu humano. As,considerando por una parte que aque1 que quiere dudar de todono puede sin embargo dudar de que existe mientras duda, y por

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    C .-\RTA A L TRADUCTOR DE LOS PRINCIP10S 13o tra que ese algo que razona a ~ . no pud iendo dudar de s mi smoy dudando sin embargo de todo lo dems, n o es lo que llamamosnuestro cu e rpo, sino aquello que llamarnos nuestra alma o nuestro pensamiento, tom el ser o la existencia de cste pensam ientocomo el primer principio, del que deduje muy claramente lossiguien tes : a saber que hay un Dios quien es autor de todo lo quehay en e l mundo y qu ie n, por ser la fue nte d e toda verdad, no-cre nuestro entend imiento de una naturaleza tal que se puedaequivocar en el juicio que hace de las cosas de las cuales t ieneuna percepcin muy clara y muy d t i n t a Son stos todos losprincipios de los cuales me s irvo en lo que se refiere a las cosasinmateriales o metafs icas , a partir d e lo s cua les deduzco muycl aramente los de las cosas corporales o fsicas , a saber que hayc uerpos extensos en longitud, anchura y profundidad , que tienend iversas figuras y se mueven de d i v e r s a ~ maneras. En suma, h eah todos los principios de lo s que deduzco la verdad de lasdems cosas. La otra razn que prueba la clarid ad d e estos princ ip:os es qu e han sido conocieo s desde siempre e incluso aceptados como verdaderos e indubitables por todos los hombres,exceptuando nicamente la existencia de Dios , la cual ha sidopuesta en duda por algunos porque concedieron demas iado a lapercepcin de los sentidos y porque Dios no puede ser vis to nitocado . Pero aun cuando todas las verdades puestas por m en misprincipios hayan sido conocidas desd e siempre por todo el mundo, nadie hasta ahora, que yo sepa, las reconoci como los principios de la filosofa; es decir, que fueran de ta l ndo le que deeUas se pudiera dedu cir el conocimiento- de todas las dems cosasque estn en el mundo; razn por la cual me resta probar queson tales ; y me parece q ue no hay mejo r manera de hacerlo v ers ino por la experiencia, es decir convidando a Los lectores a leereste libro. Pues aunque no haya y o tratado en l de todas lascosas -y aunqu e esto no sea posib le- pienso haber explicado atal punto todo 10 que tuv e ocasin de tratar, que aquellosq ue lo lean con a tencin tendrn ocasin d e persuadirse de queno es necesario buscar otros principios que los que h e dadop ara llegar a todos los conocimientos m s elevados de que elespritu humano sea capaz; sobre todo si , tras leer mis escritos,'se toman la molestia d e conside rar cuantas cu estiones diversas

    ... Si bien Descartes afirma la preeminencia ontolgica de Dios , s uTecorrido metodol gico es claram ente epis tmico, en el sentido de 'luees R par tir del cogUo y del anlisis d e la idea d e D ios ' lue el autor van dar e l salto a la eJ( iste m:ia de ste (versin ca rtesiana del Rr gu m en to-ontolgico). (N . del T.)

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    14 REN DESCARTESestn ah explicadas y que , hojeando tambin los de lo s otros .ven cun pocas razones semejantes se han podido dar para expli-car las mismas cuestiones por medio de principios d istintos a lo smos. Y a fin de q ue emprendan esto con ms facilid ad, lespuedo decir que aqueJlos que estn compene trados co n mis opi-ni o nes tienen mucho menos dificultad para en tender los escritosde los dems y conoce r su justo valor, que a quellos que OQ loes tn, ]0 cual es jus to lo opuesto de lo que he dicho hace pocode quienes empezaron por la antigua filosofa; es decir que,cua nto ms la estudiaron, ms se acostumbraron a ser ineptospara ap.render bien la verdadera filosofa.

    Quisie ra aadir tambin una opinin respecto d e la ma nerade leer este libro. Quisiera que se lo leyera primero todo enterocomo una novela, sin forzar mucho su a tencin ni detenerse enlas dificultades que en l se pue dan encontrar, con el solo finde saber grosso modo cules son los tpicos que he tratado, yque despus de esto, si se encuentra que merecen ser examinadosy si se tiene la curios idad de conocer sus causas, se lo puedeleer una segunda vez para d iscernir el orden de mis razon es ; peroque no hay que desa lentarse de inmediato si no se lo puede co-nocer cabalmente o si no se entienden todas. Slo se ha de subra-yar con un trazo de p luma los pas ajes en donde se encuentredificultad y seguir leyendo sin inter rupci n hasta el final; lu ego ,s i se re toma el libro por tercera vez, me atrevo a creer que seencontrar en l la solucin de la mayora de las dificultad esque se hubieran sealado anteriormente y que, si pennanecentodava algu na,>, se encontrar su solucin al releerlo .Advert, al exam inar la naturaleza de varios espr itus, quecas i no los hay tan toscos ni ta n atrasados que no fu es en capacesde acceder a lo s buenos sent imientos., e incluso de adquirir todas.las ciencias ms elevadas, si estuvieran conducidos como se debe_y es to tambin puede ser probado por la razn: en efecto, puestoque los principios son claros y de ellos no se debe deducir nadasino mediante razonamientos muy evidentes, se tiene siempresuficiente espritu para entender las cosas que de ellos d e pen-den. Pero adems del obstculo de los prejuicios de los quenadie est exento por completo, si bien perjudican ms a aquellasque ms han estudiado las malas ciencias, sucede c asi siempre quelos. que tienen el espritu templado descuiden el estud io }Xlr con-siderarse incapaces de ste, y que los otros que son ms ard ientesse precipiten demasiado, de ah que reciban a menudo princ ipiosque no son evidentes y de los cuales sacan consecuencias dudosas _

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    CARTA. AL TRADUCTOR DE LOS PRINC i PIOS 15Razn por la cual quis iera asegurar a los qu e desconfan de-masiado de sus fuerzas, que no se encuentra en mis escritoscosa alguna que no puedan entender cabalmente si se toman eltrabajo de c:aminarlos; y sin embargo, quisiera poner en guardiaa los dems acerca de que aun los ms excelentes espritus nece-sitarn mucho tiempo y much:l atencin para advertir todas lascosas que tuve en ellos el propsito de considerar.En lo que sigue, a fin de que se- conciba bien mi propsito alpublicarlos, quisiera explicar aqu el orden que a mi parecerdebe tener uno para instruirse. En primer lugar, un hombre quetodava no tiene sino el conocimiento vulgar e imperfecto que sepuede adquitir por los cuatro medios arriba explicados, debeantes que nada procurar forjarse una moral que pueda ser sufi-ciente para las acciones de la vida, ya que no se puede postergar,pues debemos en primer lugar procurar vivir bien. Despus , debetambin estudiar la lgica: no la de la escuela porque no es,propiamente dicha, ms que una dialctica que ensea los mediosde hacer entender a los dems las cosas que uno conoce o in-cluso de decir sin juicio muchas palabras acerca de Jo que unodesconoce y, por tan to, sta corrompe el buen sentido en vez deincrementarlo. Se ha de estudiar aquella que eusea a bien con-duc ir su razn para descubrir las verdades que se desconocen; ypor depender ella fuertemente del uso, es bueno que se ejerciteuno por mucho tiempo en ]a prc tic a de sus reglas, acerca decuestiones fciles y simples como lo son las de las matemticas.Despus, una vez adquirido algn hbito de encontrar la verdaden estas cuestiunes, se debe empezar de golpe a aplicarse a laverdadera filosofa, cuya primera parte es ]a metafsica, la cualcontiene los principios del conocimiento, entre los cuales figurala explicacin de los principales atributos de D ios, de la inma-terialidad de nuestras almas, y de todas las nociones claras ysimples que estn en nosotros. La segunda (parte) es ]a ([sieaen la que , tras haber encontrado los veTdaderos principios detodas las cosas materiales, se examina de un modo general .cmoest compuesto el universo entero y luego . de un modo particular,cul es la naturaleza de esta tierra y-de todos los cuerpos que seencuentran ms comnmente alrededor de ella, tales como elaire, el agua, el fuego, el imn y otros minerales. Despus deesto, es tamb in til examinar en particular la naturaleza de lasplantas, de los animales y sobre todo la del hombre, a fin de queuno sea capaz de encontrar postcriormente las dems cienciasque le son tiles. As la filosofa Lada es como un rbol, cuyas

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    16 REN DESCARTESrace" son la merafsica, cuyo tronco es la fs ica y cuyas ramasbrotando de este tronco son todas las dems ciencias., las cualesse reducen a tres principales, a saber, la medicina, la mecnicay la moral, quiero decir la ms alta y ms perfecta moral, la que

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    CARTA AL TRADUCTOR DE LOS PRINCIPIOS 17acerca de l me mandaron muchas personas muy doctas , y me-diante las respuestas que les hice . Y en fin, cuando juzgu queestos tratados an teriores haban preparado suficientemente el es-piritu de los lectores para recibir los PrincipioS' de la Filosofa,los he publicado tambin y divid es te libro en cua tro partes .de las cuales la primera contiene los principios del conocimientoy se puede llamar la filosofa primera, o b ien la metafsica : raznpor la cual, a fin de entenderla bien, es pertinente leer antes lasMeditaciones que escrib sobre el mismo tema. Las otras trespartes contienen todo lo que hay de ms general en la fsica, asaber, la explicacin de las primeras leyes o principios de lanaturaleza y del modo en que estn compuestos los cielos, lasestrenas fijas, los planeta s, los cometas y el universo en general;despus, en particula r ( la explicacin) de la naturaleza de estatierra y del aire, del agua, del fuego, del imn que componenlos cuerpos que puede uno encontrar ms comnmente por todaspartes alrededor de ella, y la de todas las cualidades que se ad-vierten en estos cuerpos , tales como la luz, el calor, el peso, yotras semejantes; y mediante esto, pienso haber empezado a ex-plicar toda la filosofa en orden, sin haber omitido ninguna de lascosas que deben explicarse antes de las ltimas que he descri to.Pero para llevar a cabo este propsito hasta el fin , debera explic aren seguida y de un modo semejante, la naturaleza de cada uno delos dems cuerpos ms particulares que encontramos sobre latierra, a saber, de los m.inerales, de las plantas, de los animalesy principalmente del hombre ; y luego por fin, tratar con exac-titud de la medicina, de la moral , y de la mecnica. Esto es lo quesera menester que hiciese para dar a los hombres un cuerpocompleto de filosofa; y no me siento todava demasiado viejo, nodesconfo tanto de mis fuerzas, no me encuentro tan lejos delconocimiento de lo que queda, como para no at reverme a em-prender la realizacin de este propsito si es que tuviera lasfacilidades para hacer todos los experimentos que me fuerannecesarios para respaldar y justificar mis razonamientos. Pero alver que requeriran stos grandes gas tos a los cuales no puede unparticular como yo hacer frente, a menos que estuviera ayudadopor el pblico, y dndome cuenta de que no debo esperar estaayuda, creo que es mi deber, de aqu en adelante, con tentarmecan estudiar para mi propia instruccin ; y creo que la posteridadme disculpar si en el futuro y desde ahora, dejo de obrar por ella .

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    18 REN DESCARTESA fin , sin embargo, de que se pueda ver en qu pienso haberlesido til ya, dir atlu cu!es son los frutos que, estoy p :,:}[suadi-

    do, se pued en recoger de mis Principios. E l primero es la sa tis-faccin que se tendr al encontrar en ellos varias verdades hastaahora desconocidas; pues aun cuando la verdad no impacta tantoa la imaginacin como lo hacen las falsedades y los artificios, porparecer sa menos admirable y ms simple , sin e mbargo, la satis-faccin que nos da es siempre ms du!"adera y ms slida. Elsegundo fruto es que, al estudiar estos Principios. se acostumbraruno poco a poco a juzgar mejor acerca de todas las casas quese encuentran, y as, a ser ms sabios, en Jo eua) tendrn un efectocontrario al de la filosofa comn; en efecto, se puede con faci-lidad advertir en aquelJos a lo s que ]Jamamos pedantes, que stalos vuelve menos capaces de dar razn de lo que lo haran sino l a hubiesen aprendido jams. El tercero es que las verdu-des que ellos contienen, por ser muy claras y muy ciertas, qui-tarn todo m o tivo de disputa y asi predispundrn los espritusa la dulzura y a la concordia; y no como las controversias de laescuela, las cuales, volviendo a aquellos que las aprenden insen-siblemente ms puntillosos y ms testa rudos, son tal vez la pri-mera c ausa de las herejas y de las disensiones que actan hoyen el mundo. El ltimo y principal fruto de estos P r ; n c ; p i o s ~ esque se podr, cultivndolos, descubrir varias verdades que no heexplicado y ati, pasando poco a poco de las unas a las otras,descubrir con e] tiempo un perfecto conocimiento de toda ]a filo-sofia as com o e levarse al grado ms alto de ]a sabidura, Enefecto, como vem os en todas la s artes que, si bien son a l co-mienzo toscas e imperfectas, se perfeccionan sin embargo pocoa poco con el uso porque contienen a lgo verdadero cuyo efectomues tra ]a experiencia, as tambi n, cuando se dispone en filo-sofa de verdaderos principios, no se puede evitar, a] seguirlos,encon trar ocasionalmente otras verdades; y no se podra probarm ejor la fal sedad de Jos principios de Ari stteles, s ino diciendoque no se ha podido por m edio de ellos hacer progreso algunoen los va rios siglos en que se les ha seguido.S muy bjen que hay espritus que se apresuraD tanto y hacenuso tan escaso de ]a ciTcunspeccin en ]0 que hacen, que aunteniendo fundamentos muy slidos, no podran edificar nada se-guro; y por -ser aqullos lo s que suelen ser los ms prestos enproducir libros, p odran en poco tiempo deteriorar todo 10 quehice, e introducir la incertidumbre y la duda en mi manera d

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    CARTA AL TRADUCTOR DE LOS PRINCIPIOS 19filosofar (razn por la cual trat cuidado!>amente de desterrarlos) en caso de que se acogieren sus escritos como mo!> o comollenos de mi!> opinione:i_ Tuve hace poco una experiencia talcon uno de esos del cual se crey plenamente que me queraseguir e incluso acerca del cu al haba escrito en algn lugar "queconfiaba yo tanto en su espritu, que no crea que tuviese lninguna o p ~ n i n que no quisiere yo reconocer como ma" ; e enefecto, public el ao pasado un libro titulado Fundamenta Phy-sicae T en donde, si bien no parece haber puesto, respecto de lafsica y de la medicina, nada que no haya sacado de mis escritos,tan to de los que publiqu como de otro todava por acabar acercade la naturaleza de los animales y que le lIeg a las manos; pero,a cau sa de una mala transcripcin, y por cambiar el orden ynegar algunas verdades de metafsica sobre las cuales se debeapoyar toda la fsica, me veo ob ligado a condenarlo por com

    p l e t o , e invitar aqu a los lectores a que no me atribuyan jamsopinin alguna si no la encuentran expresamente en mis escritos,y que no reciban ninguna como verdadera ni en mis escritos, nien otra parte si no la ven muy claramen te deducida de los verdrtderos principios.S muy b ien incluso, que podrn pasar varios siglos antesde que se hayan as deducido de e!>tos principios todas las ver

    dades que de ellos se pueden deducir, y esto porque la mayorade las que quedan por encontrar dependen de algunos experimentos particulares que no se encontrarn jamfu> por azar, sinoque deben ser buscados con cuidado y muchos gas tos por hombre!> muy inteligentes; y porque suceder difcilmente que seanlos mismos que tienen la dest reza para bien usarlos, los quetengan la capacidad de hacerlos; y tambin porque la mayorade los mejores espritus, a causa de los defectos que advirtie ronen aquella que ha estado hasta hoy en us o, se forjaron tan malaopinin de toda la filosofa, que no se podrn aplicar a buscarotra mejor. Pero si por fin, la diferencia que advertirn e ntreestos Principios y todos los de los dems., y la gran cadena deverdades que de ellos se pueden deducir, les hace conocer cunimportante es el seguir la bsqueda de estas verdades y hasta

    Ep istola Rcnali Des-Carte.l ud ce/ebcrrinlllI/J V irum D. _GbertumVoctium, 1643.

    1 H cori REGlI Ultrajectini, Fun damellta P!J)'sices. (Amsterdam, pudL\Jdovicum Elzevirium, A " 1646, n-8.)6 Ver Correspondencia, lomo IV, pp. 248, 256, 497, 51 0, SI?, 566 , 590,6 19 , 625 Y 6'1 0: tomo V, pp. 79. 112, 170 Y 625.

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    20 REN DESCARTESqu grado de sabidura. hasta cul perfecci n de vida y culfelicidad les pueden conducir, me atrevo a creer que no habrninguno que no procure emplearse en un estudio tan provechoso,o que al menos no fa vorezca y quiera ayudar con todas sus fuer-zas a aquellos que en l se emplearn de manera fructfera . Es-pero que nues t ros sobrinos vean su xito; etc tera." *'

    s El autor no duda de que. a partir de los principios que l propusocomo puntos d e partida de su reconstrucc in del conocim ie n to , susseguidores puwan ir enriqueciendo progresivamente e l campo de los ca-nodm icn to s que de e llos ge puedan de rivar. No obstante, la insisteDciaen la necesidad de la experimentacin nos muestra el componente rea-lista del pensam iento cartesiano, especialmente en relaci n con la f sica, e lcual matiza su ra :ionalismo. Descarte s no s lo es un obs.ervador apasio-nado, es tambin un den tfico que p udo afi rmar que la plural idad dededucciones posibles exige a menudo u n a verdadera e:tperimentacin quenos perm ita escoger enrre dos biptesis aquella que se ajusta a los hechos.(Vase la sexta parte del Discurso del Mtodo.) (N. del T.)* Agradezco a Laura Bentez. y a Ramn Xirau las sugere ncias queme hicieron a lo largo d e su cuidadosa revisi5n.

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    Parte prtmeraSOBRE LOS PRINCIPIOSDEL CONOCIMIENTO H UMANO (1)

    1. Para examinar la verdad es preciso, una vet. al menos en la vida,poner en duda todas las cosas y hacerlo en tanto sea posible.

    Dado que hemos sido n ios ant l.':s de ser ad u ltos y que en unasocasiones hemos juzgado con acie rto y en otras con error acerca d ecosas qu e se han p resentado a nUl.':stros sl.':ntidos (2) cuando an noh abamos alcanzado el u so completo d e nuestra razn, d is tintos juicios I.':mitidos con p r l.': cipitacin 1 n os impiden acceder al conocirnien-

    I La ed ic i n latina p recisa a l respe

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    22 Los principios de la filosofato de la verdad y de ta l modo nos previenen que no existe aparienciaalguna d e q u e podamos liberarnos de ellos, si no asumimos dudar(3) una vez en nu e s tra vida de t od as las cosas acerca de Ia.

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    Part"" primen. 23constante tal y como si la h r i h i r a m o ~ juzgado muy erta. Todo ello au ncuando no lleguemos a apercibirnos de que una de ellas sea ms verosmil que las otras ".

    4. Porqu e puede dudar de la verdadde a ~ cosas sensibles (7).Pero, dado que no tenemos otro propsi to en este momento queel de entregarnos a la indagacin de la verdad, pon dremos en duda,

    en p rimer lugar, si de cuantas cosas caen bajo nues tros sentidos o decuan tas hemos podido imaginar, ha y algun as que son verda de ramente en el mundo (8), b ien porque sabemos por experiencia que nuestros sentidos nos han inducido a error e n circunstancias diversas (9)- s i endo imprudente p res tar confianza a quienes nos han engaado,aun cuando slo lo hayan rea lizado en una opor tunidad-, bien porque casi siempre m ientras dormimos (lO), nos parece qu e sentimos vi-vamente y que imaginamos claramente una infinidad de cosas que noson en modo alguno; y cuando se est resuelto a d u dar de todo (11),no resta traza alguna a partir de la cual se pudiera discernir si los p en-samientos que acontecen durante el sueo son ms falsos que los que acaecenduran te el estado de vif,ilia

    Esta "'s una d", la s tp ic u panfrasis del t",no la tino que la edicin francesa in cor pora teniendo presentes mrO& daros te xtos de De&

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    24 Los princ ip ios de la f losofia5. Por qu tambin se puede dudar de la verdad de las demos/raciones

    de la matemtica.Tambin dudaremos de todas las otras cosas que nos han pareci-

    do muy ciertas en otro momen to, incluso de las demostraciones de lama temtica y de sus principios, aun cuando sean bastante manifiestos pors mismos', dado q u e hay hombres que, razonan do sobre tales maLe-rias , se han equivocado. P e ro, hemos de dudar principalmente por-que hemos odo decir que D ios , creador nuestro, puede hacer cuan-to le plazca y an no sabemos si ha querido hacernos de modo talque siempre estemos equivocados, incluso acerca de aquellas cosas queesttmamos conocer mejor 6. Dado q ue ciertamente ha perm itido que enalgunas ocasiones estemos equivocados, ta l como ya se ha hechonotar (l2), por qu no podra permitir que siempre no s equivocse-mos? Y si deseamos fingir que un Dios todopoderoso no es el autorde nuestro ser y que subs istimos por nosotros mismos o por cu alquier o tro medio, en la med ida en que supusi ramos a este autor me-nos poderoso, tendramos tanto ms motivo para creer que no somostan perfectos como para no ser continuamente objeto de enga o.

    6. Tenemos un libre albedrio (1 3) que nos permite abstenernos decreer /o que es dudoso y. de este modo, imptdeque erremos.Pero aun cuando quien nos hubiera creado fuera todopoderoso y

    tamb in encontrara placer en engaarnos, no dejamos de experimen-tar que poseemos u na libertad tal que siempre que nos place, pode-mos abstenernos de asumir en nuestra propia creencia las cosas queno conocemos bien 7 y, de este modo, impedir el error 6.

    La expresin .. s ~ ~ z 17"U1mjesteJ I> referid a a los princ ipios de la matemtica sw t itu ye a la expo:esin o lllnica " ' l U I J ~ badenus putavimus e ~ r se nota,.. (_.que hasta aho-ra hemos ju

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    Parte prime r

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    26 Los principios de: la fi losof .da atribuir al cuerpo, y manifiestamente conocemos que nosostros somos en razon slo de qu e pensamos. En consecuencia, sabemos que lanocin que noso tros _ enemos de nuestra alma o de nues tro pensa-mie nto precede a la que tenemos del cuerpo, que es ms cierta , dadoque an mantenemos la duda de que haya cuerpo alguno en el mundo, yque sabemos con certeza que pensamos.

    9. Lo que espemar (17).Mediante la palab ra pensar entiendo todo aquello q ue aconteceen nosotros de tal forma que nos aperc ibimos l ' inmediatementc de

    e llo . . as puc". no slo entender, querer, imaginar, sino tamhin sen.tir es considerado aqu lo mismo que pensar. Pues si di jera que veo oq ue camino, e infiriera de el lo que yo soy; en el caso de que enten-diera al decir tal que h ablo de la accin que se realiza con mis ojo s ocon mis piernas, es ta conclusin no es infalible en modo ta l comopa ra que no tenga algn motivo para dudar de ella 16, puesto q ue puedesuceder que piense ver o que piense caminar aunque no abra losojos y aunque no abandone mi puesto; es as, pues esto es lo queacontece en algunas ocasiones mientras due rmo y lo mismo pod rallegar a suce der si no tuviera cuerpo. Pero si, por el contrario, solamente me refiero a la accin de mi pensamiento, o bien d e la sensacin ,es decir, al conocimiento q ue hay en m 17, en virtud del cual me pareceque veo o que camino , esta misma conclusin es tan absolutamente

    u D e acuerdo con Los P'ncipios de la Fiiosofa 1, 32/ 34 C"S claro qu e p e r r : b i s ~ " ,significa 'captar mediante una percepcin clara y d is t inta ' y que slo un uso ..db(l .del verbo se usa para significar 'tener conciencia, da rse cu en ta d e' si n incl uir tal mat izacin. Tales son los usos con que tambi n se u tiliza el verbo . " t l p ~ l ' I l Q i " . en Par;cal,PenrM, Scct. Il. 72 o bi en e n Rousseau , Emik I V.La edic in fra n cesa, pues, valoN nd o e n el sen tido dich.o el uso de l verbo .tljJpt!f

    c e v o i no introduce ambigedad alguna respc.cto d e la ed icin latina donde se Ice: C Q g i l t l t i o n ~ s n o m i n ~ In telligo;lid. omnW. qUlZe noh ronsci in nob f iun t, qudlfflUJ r:Orumin ,.ob'-J c m ' r esJs. ( .M"diantt'. lA f'f'IAbrA pensamiento en tiendo CUAnto acont=een nooolro s de manera rs.1 que d e ello tengamos conscie nci ... ; A-T, 7, 20/22) .La edicin latina simple mente afirma conc!usio non l l k o u J cl!rJa {A -T, 7,26} sin in

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    Parte p rime r" 27verdadera que no puedo dudar de ella, puesto que se refiere al alma ,8slo ella posee la facultad de sen tir o de pensar, cualquiera que sea lafonna 19 .

    10. Existen nociones que son fan claras por s mismas que al pretenderdefinirlas segn el estilo de la escuela. se las oscurece; es m d ~ estas nociones!w se adquieren mediante el estudio, sino que nacen con nosotros 20.

    N o explico e n este lugar ot ros diversos trminos de los que yame he servido y de los q ue he de hacer uso en adelan te, pues 11 nocreo qw.' alguno de los lectores de m escritos sea tan estptdo que no puedatlegar a comprender por s mismo lo que tales trminos significan. Ademshe o bservado que los Filsofos . al in tentar explicar mediante las re-glas de su Lgica lo que po r S1 mismo es manifiesto 11, solamente hanlogr ado arrojar oscuridad sobre ello . As pues, al afirmar que e staproposIcin, YO P rENSO , LUEGO YO SO Y, es la primera y mscierta q ue se p r esenta a quien conduce sus pensamientos por ord en,no he negad o (1 8) po r ello que no fuera preciso conocer lo que fue-ra 23 el pensam iento, la certeza, la existen cia, que para p ensa r fueranecesario ser, y ot ras ve rdades semejantes. Pero p ues to que son noc iones tan simples 2" que por s mismas no nos permiten tener cono-

    '" En la vers in latina .,ref t rtur admentem .. (AT, 8 , 1).e_/,quiera que sea lJ fornu es Una variante /adic in q ue su p o ne la eq u ivalenciaterminolgica qu e el Il.,.du ctor hace explci ta en el prrafo )6 de e na primera parte ;de acuerdo con l m ismo, cabe tr ad ucir ..c _ /,quieTo que . fu el m odo. Es daro q ue latrad uccin no d ese a in corporar vocab ula rio tcnic o y que d arame me evi ta en d is tinto s lugares., v. gr. al formular el p rincipio de causal idad (art. 17) o a l p recisar las dife -

    n e i a ~ enl,.., ..ind efinido,"" e i n fin i(o-, a rt . 27. E ll o expliCllr . la in troduccin del t rm ino "f'4VnJ> com o sinnim o d e mcxk/ modu.r .20 La edi c in latina slo afinna q ue tates conocimientos no d ebe n se r inclu id oseDl,.., los conoeimie mos qu e se adquiere n med iante el ~ s t u d o (

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    28 Los princip ios d e la filosofacimiento de cosa alguna que exista, no h e estimado que deban serenumeradas en este momento.

    11. Cmo podemos conocer. ms claramente nuestra alma 2 ' que nues-tro cuerpo.As pu es, a fin de saber cmo el conocimiento q ue t e nemos de

    nuestro pensamiento, precede al que ten emos d e nuestro cuerpo yque es incomparablemente ms evidente y es tal que aunque ste no exis-tiera, tendramos razn para concluir que aqul no dejar/a de ser todo lo quees, haremos constar q ue es mani fi esto, .. n razn de un a luz que naturalmente se encuentra en n u estras almas, que la nada no t iene cua lidades algunas o propiedades afectas a ella , y q ue donde nos apercibimos d e a lgunas, d e b e necesariamente hallarse una cosa o substanciad e la q ue depen dan. Esta misma luz tambin nos muestra que conocemos tanto mejor una cosa o substancia cuantas ms propiedadesconocemos e n elI a_ Cierto es q ue nos percatamos de m uchas mspropiedades de nuestro pensamien to q u e de cua lqu ier otra cosa, enta nto q ue nada hay q ue nos in cite a conocer algo, sea lo que fuere,que no nos incite an con ms fuerza a conocer nuestro pensamiento Por ejemplo, si me persuado de que existe una tierra puestoque la toco o la veo, a partir de ello y en vi rtu d de una raz n anms fuerte , debo est a r persuad ido de que mi pensamiento es o existe,porque podra suceder que p iense tocar la tierra, aunque quizs noexistiera tierra alguna en el mundo, y que no es posib le que yo, esdecir, m i alma 27, n o sea nada mientras q ue est teniendo este pensamiento. Podemos concluir lo mismo de todas las otras cosas que alcan-zan nUe5tro pen.ramie,llq o. .robe", que nosotros, que las pensamos, existimos,aunque quizs sean falsas o bien aunque no tengan existencia alguna.

    12. Todns no conocen e/.alma de esta forma. Exp{;cacin de elio.Quien es no han filosofado por orden h an mantenido otras OpI-

    niones sobre este tema, puesto q ue nunca han distinguido con bas-2' En la versin latina Quomodo mens naslr ... . (A-T, S, margen).2J , El t rmino ...peme se corre spond e en la edicin latin" con mentis /'Iostrae,.

    (A-T. 8 , 2.5 Y 28).Z7 En la e dic in latina el mell mem qll.lle id j udicat /'Iihzl sit (A-T, 9, 2/ 3).

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    Pane prime ra 29fante precisin su alma, o !o que piensa, del cuerpo, o de lo que es extensotanto en longitud, como anchura, como profundidad. Aunq u e no tuviesend ificultad para creer que e llos rn ismosestaban en el mundo y aunquetuviesen de ello una seguridad superior a la que pudieran lograr acerca de cua lquier otra cosa , sin embargo, como no han ten ido en cu enta que 'por s mismos ' 28, cuando se trataba de uno certeza metafi'sica, d eban entender solamente su pensamiento y, por el c on trar io, hanestimado mejor considerar por: s mismos su cuerpo, el que vean consus ojos, tocaban con sus manos y al que atr ibuan po r error la facu ltad de sentir, no han con ocido con distincin la na turaleza de sualma.

    u . En qu senltdo cabe afirmar que, desconociendo a Dios. no cabetener conocimiento cierto de cosa alguna.Ahora b ien, cuando el pensamien to 29 que se conoce a si mIsmoen la fonna expues41, aun cuando persista en su duda acerca de las o tras

    cosas, usa de circunspeccin para inten tar extender su conocim ientoan ms, ha lla en s, en primer lugar, las ideas de varias cosas; ymientras simp lemente las con templa sin afirmar n i n egar que ex istaa lgo fuera de s q u e sea semej ante a estas id e as, el pensamiento estlibre del peligro de equivocarse . El pensamiento tambin halla algunas nociones comunes a par ti r de las cuales compone demosttaciones._, q u e le persuaden de modo tan abso luta, q ue no sabra dudarde su verdad mientras que presta su atencin a ellas_ Por e jem plo,posee las ideas de nmeros y de figu ras; tambin posee en tre sus nociones comunes que se suman cantidades iguales a arras cantidades igu a les, las sumas sern igu ales, a l igual que posee otras nocion es comunes tan evidentes como s ta; a pa rtir de e llas es fcildemostrar que los tres ngu los de un tringu lo son iguales a dos rectos, e tc. Mientras que el pensamiento percibe estas nociones y el OT.den JO seguido para deducir esta conclusin o bie n otras semejantes,es t muy segu ro de su verdad; ahora bien , dada q u e n o cabra que seaplicara siempre con tanta atencin , cuan do acontece que recuerda a/-

    , . E n la edici n latina perse ipsos (AT. 9. 8),2'1 En la ve rsin lat ina tnt:"IJS>O (A-T , 9, 14).-'" E l t rmino ord,e gu o= figura o= n la v o= rsi n tran cesa su stituye 11 4 < p r ~ m i S 4 1 . exqUib"seotkduxrL ,. (A-T, 9, 28 / 29 ).

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    30 Los principios d la filosofillguna concluswn sin tener en cuenta el orden mediante el cual puede ser demostrada, y piensa , sin embargo, que el Autor de su ser habria podldocrearlo de tal naturaleza que se equivocara .. en todo aquello que le pa-rece m u y evidente, aprecia tanto que tiene un justO motivo 31 pa ra

    d ~ s c o n f i a r de /12 verdad de todo lo que percibe distintamente, como que nopodra tener ciencia algu na cierta hasta que no h ubiera conocido aquien lo ha creado (1 9).

    14. Se puede demostrar que hay 1m Dim y demostrarlo slo a partir deque la necesidad de ser o de existir est comprendida en la nacin que de ltenemos (20).

    Cuando el alma rea liza una revisin d e las diversas ideas o nociones q u e tie ne e n s y halla la d e u n ser o mniscien te, todopoderoso yperfecto en extremo .. fcilmente juzga, en ra5n de lo que perClhe en estaidea, que Dios, este ser omniperfecto, es o existe:pues, aunque tenga ideas distintas de otras varias cosas, sin embargo no percibe en las mismas nada que leasegure de la existencia de S1J objeto; por el contran, en la idea de Diosno slo conoce, como en las o tras, una existencia posible .. sino unaabsolu tamen te necesaria y e te rna. Y as como el alma llega a persua-d irse absolutamente de q ue el tringulo tiene tres ngulos iguales ados rec tos a partir de que e nt i ende que est n ecesariamente com-prendido en la idea q ue tiene del tringulo el que sus tres ngulossean igual a dos rec tos , de igu al modo, slo a partir de que percibeque la exstenca necesaria y eterna est contenida en la idea que tiene de u n Ser sumamente perfecto , debe de concluir que este Ser om-niperfecto es o existe.

    15. La necesidad de ser no est comprendida del mismo modo etI lanocin que tenemos de otras cosa.r, sino solamente elpoder ser 32 ,P od r an asegurarse todava mejor de la tJerdad. de esta conclusin,

    SI toma e n cu en ta que no tiene en s la icka o nocin de alguna otra" En ] . v"nin btina ,, ___ vide! .re merito de tglibus dtihitlZn' (

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    J1cosa e n la que pueda reconoce r una existencia q ue sea tan abso lutamente necesaria como es sta. Pues a partir de esto solo sabr que noposee la idea de un Se r o m n iperfecto por haber sido fingida por elalma, como In es la que representa una q uimera, sino que por el contra-rio. est impresa en el alma por una naturaleza inmutable y verdadera J J ,que dcb e necesariamente existir, porq ue slo puede ser concebidacon una existencia necesaria.

    16. L os prejuicios impiden que muchos conozcan claramente esta ne-cesidadde la existencia de Dios.Nuestra alma o nuestro pensamiento no tendra d ific ultad e n persuadirse de esta verdad si estuv iera libre de sus prejuicios; ahorab ien, al es tar acostumb rados a dis tinguir en todas las o tras cosas laesencia de la existencia y al pode r fingir segn nuestro de seo o tras

    m u c h a ~ ideas de cosas q ue ... p uede ser que nunca h ayan e xistid o y quenunca llegarn a ser) mientras que no elevemos como es preciso nuestro es-p{ritu a la con templacin de e ste Se r omn iperfcc to, pue d e ser qu edudemos si la idea que de l lenemos no e ~ una de [as que nosotrosfi ngimos cuando as lo tenemos a bien, o b ien u na de las que son po-sibles, cuya existencia no e ~ t necesariamente comprendida en ~ u na-turaleza 3'.

    17. Cuantas ms perfecciones concibamos en u na cosa, tanto msdebemos creer que su causa debe tambin ser ms perfecta } f . .)) E n la ed icin luina no figura tal afirmacin y en su lu ga r se lee : .SN veram elnm utabi!f"m noturom, q u a f " q non pote:rt nOIl i J u ~ , t:um t : e J i o r ~ existelltio ill ea cr:mti-"", . ur., ... ino Una verdadera e inmu table naturaleza , que no puede no exist ir, dadoqu ", contie ne la ",,,is (,,,nci . n ",c",,,,,ria. ; A-T, 10, 23/26).}oO La edici n latina m atiza omnino . es to ",s, tolalmente libt? de prejuicion (A-T,10,28).}5 En l. versin la tina .ad quo rnm euentio exiJtentw non pertinet,. ( ..... bien una acuya esencia no pe rten",zc la ex istencia,.; A-T, 11,4 ) sustituye a l't!x istence ne soil pos.. S J a i , ~ e n t comprisl! en le", "

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    32 Los principios de la filosofa

    Adems, cuando reflexionamos sobre lar diversas ideas que tenemos en nosotros. fcil es percibir que no hay mucha diferencia entreellas en tanto que las consideramos simplemente como dependientes J1del pensamiento o de nuestra alma; hay, sin embargo, una gran diferencia en tanto que una representa una cosa y la otra represe n ta otra .Incluso)'!! nos percatamos de que su causa debe ser tanto ms perfecta en la medida en que /o que representan de su objeto tiene ms perfeccin. As pues , todo acontece de igual modo que cuando se nos diceque alguien tiene la idea de una mquina de gran artificio; tenemosrazn para preguntarnos cmo ha podido ten er tal idea: a saber, si havisto en algn otro luga r una mquina semejante construida por al-guien, o bien si ha aprend ido tan perfectamente el arte mecnico o sies tan aventajado por la vivacidad de espritu que l mismo ha podidoinventarla sin haber llegado a ver otra semejame en parte alguna. Ases a causa de que todo el artificio que est representado en la idea Hque tie ne este hombre._., ta l y como .en un cuadro, debe ser en su primera y principal causa, no slo po,- imitacin, sino en efecto .. de lamisma o bien de una forma an ms eminente (21).

    18. A partir de esto sepuede conclut'r que hay un Dios.De igu al modo, puesto qu e se halla en nosotros la idea de un

    Dios o de un ser omniperfecto, podemos indagar la causa en raz n dela cual esta idea est en nosotros. Pero, despus de haber considera-

    ) 7 En la edicin latina se afirma que no "difieren m ucho entre s en canto queson ciertcr.< mo dos d e p ensar". ("quatI"1IU5 5un l madi cogandi",; A-T . 11, 7) 8 E l t"x ta latino incorporn la t" rminologia d " LlJ Meditaci,mn M l"tojiC4J y, pord Io, . fi rma que ""cuant3 ms perfeccin objd iva conti"n" n, su causa d"b" d" ser taa

    to ms c ( a ~ (

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    Parte primera 3J

    do con atencin cun inmensas son las perfecciones que nos representa,estamos obligados a confesar que slo podramos ten erla de un sermuy perfecto, es decir, de Dios q ue verdaderamente es o que existe,puesto q ue tan manifiesto es por la luz natural que la nada no puedeser autor de nada, como tambin es manifiesto que lo ms perfectono podra estar en dependencia o ser derivado d e lo menos perfecto 40.Adems es tamos obligados a admitirlo porque vemos en virtud de estaluz natural. que es imposible que nosotros tengamos una idea o ima-gen, sea de 10 q u e fuere, si no hay, en nosotros o fuera de nosot ros,un original que, en efecto, comprenda todas las perfecciones que nosson representadas de este modo . P e ro, dado que conocemos qu eesttJmos sujetos a muchos defectos y dado que sabemos que no poseemosesas extremas perfecciones d e las q u e tenemos la id ea, debemos con-cluir que son de alguna naturaleza que es diferente de la n uestra y, enefecto, m uy perfecta, es decir, que es Dios o, al menos, q ue all resi-diero n en otro momento, siguindose a partir de que son inf;,titas, quean son propias de l.

    19. Si bien no comprendemos todo lo que ha)' en Dios, nada hay queconozcamos tan claramente como susperfeccionesNo aprecio que exista dificultad para admitir esto por parte de

    qu ienes han acostumbrado su espritu a la contemplacin d e la Divi-nidad y se han percatado de sus in finitas perfecciones. Pues , aunqueno las comprendisemos, puesto que la naturaleza de lo infinito es talque pensamientos finitos no lograran comprende rlo, sin embargo lasconceb imos ms clara y ms distinta mente que las cosas materiales,Xlfque siendo ms simples y no estando limitadas, cuanto concebi-mos en ellas es muc ho menos confuso 41. Asimismo, no hay especulacin que pueda ayudarnos ms a perfeccionar nuestro entendimiento y quesea ms importante que sta, en tanto que la consideracin de un ohjeto quecarece de lmites en ! iUSperfeccionex, nos llena de satisfaccin y segundad..

    "" La .,dicion latin a exp l icita ut t l causo 4/iciente r l tota/;'" (

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    34 Los principias de la filosofa20. No somos la Cl1USd de nosotros mismos, sino que es Dios y, enconsecuencia, hay un Dios.No todos los hombres toman nota d e dio lal y como es preciso ha-

    cerlo. Y puesto que conocemos suficientemente, cuando tene mos laidea d e una mquina dotada d e gran artificio, la forma e n la qu e lah emos concebido, y puesto que. sin embargo, no sabramos recordar-nos de igu al modo cu ndo nos ha sido comunicada por Dios la ideaq ue tenemos de un Dios, puesto que siempre ha estado en nosotros, es pre-ciso que an hagamos esta revisin y q ue indaguemos q un es el autorde nuestra afma o de nuestro pensam iento que tien e en s la idea de lasperfecciones infin itas que estn en D ios. As ha de ser pues es eviden-te 42 que quien conoce algo ms perfecto d e lo qu e l es, no se ha dado el ser, ya que de igual modo se hab ra atribuido todas las perfecciones de las que hubiera ten ido conocimiento; e n consecuencia, slosu bsistira en virtud d e aquel q u e, en efec to, posee todas e stas perfecciones, es decir, de Dios.

    21 La sola duracin de nuestra vida basta para demostrar la existen-ciade Dios.

    No creo que se d ude d e la verdad 4 } de esta demostracin sr:se consi-denl la naturaleza de l tiempo o bien la duracin de nuestra vida Puessiendo tal q ue sus partes no depende n las unas de las otras y jamsgozan de existencia simul tnea, a partir de que ahora existimos, no sesigue necesariamente que seamos un momen to desp us, si alguna causa, es decir, la misma que n os ha producido , no contina p rod ucindonos, es decir, si no nos conserva. Y fcilmente conocemos que noexiste en nosotro s fuerza alguna en virt ud de la cual podamos subsis-tir o bien conserva rnos un solo m omento y que quien tiene tanto podt:r yue nos hace subsistir con indt:pc::nJ en cia d e l, y quien n os conserva, debe .. conservarse a s mismo, o ms bien no tiene necesid adde ser conse rvado po r alguien; esto es , que es Dios.

    H E n la edidn latina :>e afirma "Na", cuU e$1 lumilll.' naturali lIolin i",uml> (A-T_12, 26)) E n la edicin latina 'mihilque bulus demostratlonis evw nt iam p ~ o b s C l m ~ .. : .(

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    P arte primera 3522. Sabiendo que hay un Dios, en la fo rma explicada> tambin se

    conocen sus atnbuto:s en tanto quepueden ser conocidos por 14 luz. natural.Una ventaja obtenernos prob an do de esta forma 4' la existencia

    de Dios: conocemos a la vez lo que es, en tanto que la debilidad denuestro naturaleza lo permite. Pues, reflexionando sobre la idea quenosotros tenemos naturalmente 46 de Dios, vemos que es eterno, todo-poderoso, fuente de tod a bondad y de toda verdad, creador de todaslas cosas y que, en fin , posee en si todo aquello en lo que podemosreconocer . alguna perfeccin infinita; esto es, que no est limitadapor ninguna imperfeccin (22).

    23. Dios no es corpreo, no conoce como nosotros mediante los senti.dos y no es elautor del pecadoHay cosas en el mundo que son lim itada s y, en cierto modo, im-

    perfectas, aunque apreciemos en ellas ciertas pe rfecc iones; pero fcil.-mente concebimos q u e a lguna de ellas no es posible que se a propia deD ios . As y puesto que la extensi n co nstituye la naturaleza del cuer-po y puesto que lo que es extenso es d ivisible en partes , siendo estoseal de imperfeccin, concluimos que Dios no es un cuerpo. Y aun-que sea ventajoso para los hombres poseer sentidos, sin embargo, da-do que las sensaciones son provocadas por impresiones que proce-de n del exte rior, y qu e esto es testimonio de dependencia 4B, tambinconcluimos que Dios no siente, sino que Dios slo entiende y quiere,pero no como nosotros, esto es, mediante operaciones que son dife rentes, sino que siempre lo hace en virtud de una misma y simp le accin 49; Dios quiere. entiende y hace todo (23), es decir, todas las

    4' La edic in latina aclara:

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    36 Los princip io . d e la 610wfacosas qu e en efecto son, pues no q u iere la ma licia d el pecado, pr-que no es u na cosa (24).

    24. Para acceder al conocimiento de las c r e a t u ~ a s . conocido Dios, esnecesario r e c o ~ d a r q ~ nuestro entendimiento es finito y la potencia de Dioses infinita.

    Desp us de haber conocid o en la forma expuesta que D ios existey q ue es el autor ,-0 de todo lo q ue es o de todo 10 que pued e ser, sc-gu iremos sin duda e l mejor mtodo d el que cabe servirse para inda-gar la verdad si, a parrir del conocimiento q ue tenemos de su natura-leza, pasamos a la explicacin de los seres que ha creado, y siensayamos ded uc irla de forma tal a partir de la; nociones que estn n a t u ~ralmente en nuestras almas que tengamos una ciencia perfec ta, es decir,que conozcamos los efectos por sus causas. Pero para emprende r taltarea con mayor segurid ad._. recordaremos cuantas veces procedamos aeXamtndr la n a t u ~ a l e z a de alguna cosa q ue Dios, su Au tor, es in finito yque nosotros somos finitos.

    25. Es necesario creer todo lo que. Dios ha revelado, aunque exceda lacaJX1cidad de nuestro esp(n'tu.

    De modo que si Dios nos otorga la gracia de revelarnos o biende revelar a OtroS algo '1 q ue sobrepasa el alcance ord ina rio de n u es-tro esp ritu, como so n (os mi5terios d e la E nc amacin o de la T rini-dad, no tendremos dificu ltad alguna para darles crdito, aunque pue-de je r qu e no los ente ndamos con claridad. Es as, pues no debemosconsiderar extrao q ue haya en su naturaleza, siendo inmensa, aligual que en lo que ha creado, m uchas cosas que sobrepasen la capa-cidad de nuestro espiritu.

    d e: Illane:ra tal qu e: e:n tie:nde. qu iere y obra a la vez, en vinud oc un a accin nica,siempre: la misma y 5im plidsiml>lo, AT, L4, 455)... En la e:dkin l"finll.

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    Parte prime ra 3726. No se debe intentar.la comprensin de io infinito, sino que slo se

    debe pensar. que tado aquello en lo que no encontramos Hmites 12, es indefi-nido.De este modo no n os veremos n unca envueltos 13 en las d isputas

    acerca de lo infinito, pu es sena ridculo 14 que nosotros, siendo finitos, int en tasemos dete rmi nar algo in fin ito y, d e es t a fo rma, suponerlofinito, p ues intentamos comprenderlo. Por tal razn, no pretenderemosdar respuesta a q u ienes se c uestio nan si la mitad de u na lnea finitaes infinita, si el n mero infinito es par o impa r, o bien otras cuestiones semejantes , puesto que s lo q uienes se imaginan q ue su inge-nio 11 es infinito parece n ser los que estiman que ta les dificultadeshan de ser analizadas . Nosotros, viendo cosas en las q ue, en ciertosentido, no apreciamos lmites, no aseguraremos q ue sean innnitaspor tal razn, sino que simplemente l as consideraremos indefin idas(25). D e es te modo y dado que no seramos capaces de imagin ar u naextensin tan grande que, al mismo tiempo , impidiera c oncebir otramayor, afirmaremos que la magnitud de las cosas posib les es indefinida. Y puesto qu e no se podra div idir un cuerpo en partes tan peque- as que no fuera n, a su vez, divisib les, concluiremos que la cantidadpuede ser divisible en un n mero in definido de partes. Y pu esto quen o seramos capaces de imaginar tan tas estrellas que excluyramos laposibilidad d e q ue Dios hubiera pod ido c rear ms, supondremos quesu nmero e s indefinido . De igual modo c abra pens.ar en otros temas.

    27. Qudljerencia hay entre indefinid o e infinito.De estas cosas d iremos que son indefinidas y no infinitas con el

    fin de reservar solamente para Dios la c alificacin d e infinito, tantoen razn de que no observamos lmites en sus perfecciones, como trun-H En la vel-sin la tina se especifica qua/io stm l extel1Jio mumil; diviJfhilitas /hiT/film

    n t 4 k n . a ~ n u m ~ U J !lelfarum etc . . (..-...como ... el caso d e la extensin del mundo, de ladivi.ib i lidlld de las p artes de III materia , el nm ero de la s estrellas, etc, _,,; AT, 14,margen).H La edicin la tina ma tiza 4 atigabimun (A-T, 14, 26 ).

    lO En la edio:in la tina I I h H m l u m ~ s e h ( A - T 14, 27 )" En la edicin latina ..-me!1tem SU4m .n/flu /am . (..:. .. a capacidad raciona l es infin it a; AT, 15,3/4).

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    Parte prim"'rll '929. Dios no es la causa de nuestros errores.Dios es versimo y la fuente de toda luz. Este es el primero de losatributos de D ios que debemos considerar aqu; de modo que no espo51ble que nos equivoque, es decir, que sea directamente 61 la causade errores a los qu e noso tros estamos sujetos y que nosotros experim entamos en nosotros m ismos. Es asi, pues aun que la habilidad parainducir a error p ueda ser estimada entre los hombres como muestrade la habilidad del espir itu, sin embargo el deseo de engaar sloprocede de la malicia, d el temo r o de la deb ilidad y, por conslgmen

    te , no puede ser atribuido a Dios.30. En consecuencia, es verdadero todo cuanto conocemos claramente;de este modo, nos liberamos de todas los dudas anteriormente exp reJadas.Se sigue de d io que la facultad de conocer que Dios nos ha dad o, a la que denominamos luz natura l, no alcanza jams algn obje toq ue no sea verdadero, en ranto que se apercibe de l es decir, en

    tanto que lo conoce clara y d is tin tam ente, pu esto que tendramosmotiv o para creer que Dios sera engaador si nos la hubiese dad oral que tomasemos lo falso por verdadero 63 cuando hacernos un uso co-rrecto de esa facultad Esta sola consideracin nos debe liberar de laduda hiperblica 64 en que hemos estado sumidos m ientras que anno sab amos si quin nos ha creado 6 ' haba tenido el placer.de hacernosta les que nos manruviramos en el error en todas las c osas que nosparecen muy claras (27). Esta misma c onsideracin tambin nos debede servir contra todas las otras razones que ten a mos para dudar y61 En la ",dicin llltina "propie ti C pos/vt! si t causa erroru," ( .que sea propia V positivamente la cau sa de los errores; AT, 16, 12).u E n la ed ic in latina "tuatenus ab ipsQ uU ilfgilllr (

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    40 Los principios d. , la filosofaque he expuesto (28); las verdades matemticas dejarn de es tar bajosospecha 66 a causa de que son muy evidentes. Y si percibimos mediante los sentidos algu na cosa, sea durmiendo , sea en estado de vigilia , con tal de q ue separemos lo que hubiera de claro y de d istinto deaquello que hubiera d e oscuro y confuso en la nocin que tengamos deesta cosa, fci lmente podremos asegurarnos de aquello que ser verdad e ro. Sobre este tema no deseo extenderme ms, puesto que ha sidoampliamente tratado en Las M edi taciones sobre mi metafsica y loque expondr an contribuir a explicarlo me jor (29).

    3 L Nuestros errores, respecto de Dios, slo son negaciones, pero conrespecto a nosotros sonprivaciones o defectos.Pero pu es to que acontece que frecuentemente nos equ ivocamos,

    aunque Dios no sea e ngaador, si nosotros deseamos indagar la causa de nuestros errores y descu brir su origen con el fin de evitarlos. espreciso que p restemos atencin a que los e rrores no d epende n rantod e nuestro entendimiento como de nu es t ra voluntad , as como queno son cosas o substancias que requieran del concurso actual de Diospara ser producidas; as pues . no so n, respecto d e l, sino negaciones;es decir, que no nos ha dado todo lo que poda darnos y que no estaba obliga-do a darnos todo lo que pOill damos, sin embargo, los errores, conside rados respec to de nosotros, slo son d e fectos e imperfe ccione s 57.

    32. Slo hay en nosotros dos modos de pensar 68 ; d saber.w percepcindel entendimiento y la accin de lo voluntadTodos los modos de pensar 69 que obse rvamos en noso tros, pue

    d en ser referidos a dos formas generales: u na consis.te en percibir me-( , l; En la v"rsin latina " , f t 1 c i ~ ex /xx principio loIlerentur (

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    Parte primera 41d iante el e ntendimiento y la otra en determinarse mediante la voluntad. De este modo, sentir, imaginar> concebir cosas puramente in te li-gibles, slo son diferentes modos de percibir; desear, sentir averslon>afinnar, negar, dudar, son d iferentes modos de quere r.

    33. Slo nos equivocamos cuando juzgamos acerca de algo que no hastdosuficientemente conocido.Cuando percibimos alguna cosa> no estamos en peligro de equi

    vocarnos si no juzgamos acerca de ella en forma alguna 7(1; es ms>aun cuando juzgramos acerca de ella, no corremos el riesgo de equi-vocarnos si slo otorgamos nuestro consentimiento a lo que conocemos clara y d istin tamente que debe d e estar comprendido en lo quejuzgamos. Lo que provoca que ordinariamente nos equivoquemos, esque frecuentemente juzgamos a pesar de no habe r llegado a te ne r unconocimiento exacto 7 1 de aquello acerca de lo cual juzgamos.

    34. Para juzgar es necesario no slo el entendimiento, sino que tambin lo es la volunfildOO).Confieso que no podramos juzgar si nuestro entendimiento n o

    interviene, puesto que no existe apariencia de que nuestra voluntadse de termine sobre algo que nuestro entendimiento no conoce enmodo alguno. Pero como la voluntad es absolutamente ne cesariapara q ue demos nuestro consentimiento a lo q ue de alguna fo rma he-mos conocido y> por otra parte, como no es necesario tener un conocimiento completo y perfecto para juzgar> se comprende que frecuentem ente demos nuestro consentimiento a cosas de las que slohemos tenido un conocimien to muy confuso 72.

    70 E n la versin latina mhil plan/! di! '"p1c affirmemUJ veJ ItegUn>fUSI> ..nadll. Ilfirme-ma s ni n eguemos sobre ello; 17 , 27).71 En la versin latina ..etri non rn:te percipiamup- (

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    42 In.. principios d " la filosofa35. El alcance de nuestra ro/untad es superior ai del entendimiento y

    de etla proceden nuestros errores.Adems, el entendim iento 7.3 slo alcanza a los pocos obje tos quese le presentan y es s iempre muy limitado; por el contrario, la volun-tad puede parecer en cie rto sentido infinita, puesto que no conoce-mos nada que pueda ser ohjeto de algu na otra voluntad, incluso dela inconmensurable volu n tad de Dios, que no pueda ser ohjeto de lanuestra. sta es la cau sa de q u e nosotros la llevemos ordinariamentems all de lo que nosotros conocemos clara y distintamente 74. Ycuando en forma tal abusamos de la voluntad, no es maravilla alguna

    s i nos equvoquemos.36. Nuestros errores nopueden ser. imputados a Deos.As pues , aunque Dios no nos haya concedido un entendim ientoomnisciente , no debemos creer por ta l razn que sea el Autor denuestros e rrore s, puesto que todo entendimiento creado es finito y esprop io de la naturaleza del entendim iento finito no alcanzar todas la s

    cosas.

    37. La prtncipal perfeccin del bombre consiste en tener libre albe-dro n, endo esto lo que le bace merecedorde alabanza o de censura (31).Por el contrario, poseyendo la voluntad por su prop ia naturalezatal alcance, resu lta para el hombre una gran ventaja el poder actu arpor medio de su voluntad , es decir, libremente; esto es, de modo que

    somos en forma tallos d ueos de nuestras acciones que somos d ignos de alabanza cuando las conducimos bien. Pues, as como no se otor-gan ala banzas a las mqu inas q u e rea lizan movimientos diversos y losejecutan con tanta precisin como cabra desear, por cuanto estasmquinas no d esarrollan accin alguna que no deban real izar de1 ) Corno hace explcito la edicin latina percqJIio inJeiloN:lup> (A-T, 18 , 11).7. En la edicin latina ""ci4re T c i p i m t f f J ' > (A-T, 18, 17).n En la edicin latina "Sufflllfam ~ homnis perfectionem. quod al1.at libere. 'sivr! j>t'r..d unlalt:m,. (_.la mayo r perf"cc in dd homb re res ide en obrar lib remente, es d" de,de acue rdo con SL' volun[ad,. ; A-T, lB . marge ll).

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    P acte primeraacuerdo con sus mecanismos, sino q ue tales alabanzas se tributan al d i-seador de las m ismas p or cuanto h a tenido el poder y la voluntad 76de componerlas con tal artificio, de igual modo debe atribursenosm ayor mr ito cuando , en virtud d e una determ inacin de n uestra voluntad , escogemos 10 que es verdadero cuando 10 d istingu imos de loq ue es falso n j esto no se hara si estuvisemos determinados a actuarde un modo y estuvisemos obligadas a dio en virtud de un principio ajenoa nosotros mismos_

    38. Nuestros errores son defectos de nuestra forma de obrar y no denuestra naturaleza; asimismo, las faltas de los sujetos p ueden ser .frecuente-mente atribUIdas a otros seores, pero no pueden ser atnbuidas a Dios.

    Verdad es q ue siempre que cometemos u na falta, hay defecto ennuestra forma de actuar o en el uso que hacemos de nuestra libertad;pe ro, po r tal razn, no existe d efecto e n n uestra n atu raleza pues essiempre la misma, sean nuestros juicios verdaderos o fa lsos 7S . Esms , aunque Dios hu biera podido d arnos un conocimiento tan perfecto q ue nunca hu b isemos estado suje tos a e quivocarnos , no tenemos derecho alguno a quej:.uoos de l. Pues si bien, entre nosostcos,quien ha podido imped ir un ma l y no lo h a impedido, es censurado yjuzgado como culpab le, n o debe procede rse de igu al modo respectode D ios 7'1, pues el poder que u nos hom bres mantienen sobre o trosest instit u ido con el fin de que imp ida n actuar mal a quienes les estnsometIdos y, por otra parte , la omnipotencia de D ios sob re el un iverso E n la edic in latina se hace explfci ta la CQntrapo.icin de la sig uien te forma:

    " ' lu ia non nf fe lSlTio, st!d Iiht!Te i ~ a fabricav itJO (

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    44 Los principios d., la fi lmonaes absoluta y libre 80. Esta es la razn po r la que de hemos agra decerlos b ienes que nos ha deparado y por la que no debemos q uejarnospor lo que nos hubiera podido otorgar de otros bie nes de los que sab e mos que carecemos y q ue hubiera podIdo otorgarnos.

    39. La libertad de nuestra voluntad se conoce sin prueba; basta la ex-periencia que de ella tenemos 31.Por otra parte, es ev idente que nuestra voluntad es libre, que

    puede otorgar o no otorgar su consentimiento, segn le parezca, yque esto p uede ser considerado como una de nuestras nociones mscomunes 82. De ello hemos dad o una prueba muy clara anteriormente (32), pues , a la vez que dudbamos de todo y que suponamos q uequien nos ha ba creado empleaba todo su poder en inducirnos aerror de formas dive rsas , sin embargo apercibamos en nosotros H}u na liber tad tan grande como para imped irnos creer aquello q ue anno conocamos perfec tame nte 114. Luego aquello que apercibamos dis-tintamente y acerca de lo cual no podamos dudar miettlTas mantenamosuna suspemitt tan genera4 es ms cierto que ClJ4lquier otra cosa que hubze-ramo:, podido conocer 85_

    40 . Sabemos que D ios ha preordenado todas las COWLS.Puesto qu e: lo que hemos llegado a conocer acerca de Dios, nosgarantiza que su poder es tan grande que sera u n d esatino pensar

    En la v"rsin la tina se afirma que el pode r de Dio. " . qum" milm" Ilb$oluta el.libera (0

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    Parte primerll 4'qu e hubisemos sido en algn momen to capaces de hacer algo queno hubiese sido p reviamente ordenado 86, fcilmente podramos vernos embarazados por dificultades muy considerab les si in tentsemosp oner de acuerdo la libertad de n uestra vo luntad con su ordenacin f f l y si inten tsemos comprenderlo 33 ; es decir, si intentsemos a b a r ~car y limitar con nuestro entendimiento toda la extensin de nuestro ltbre ar-bitrio y el orden de lo Providencia eterna (33).

    4 1. Cmo se puede concilt"ar. nuestro ltbre albedrio con la preordena-citt divina.Ahora bien, no tendremos dificu ltad para vern os libres de estasdificul tades, si nos pe tcatamos de que nuestro pe nsam ie nto es fi n ito

    y de que la omnipotencia de Dios, en virtud de la cua l no slo ha conoc id o desde toda la eternidad lo q u e es o lo que p uede ser, sinoq ue tamb in lo ha q u erido .., es infinita 89 . En razn de ello , poseemosbastante inteligencia para conocer clara y distintamente q ue tal poderes propio de D ios. pero no tettemos suficiente capacidad.para comprender de modo tal su exteilllon que pudisemos saber cmo esta omnipotencia permite q ue las acciones de los hombres sean ettteramente libres e indeterminadas. Asimismo, estamos de tal modo seguros denuestra libertad y de la ind iferencia que en nosotros existe que nadah ay que conozcamos ms claramente 9; aspues, W omnipotencia de Diosno nos debe tmpedir creer. en nuestra libertad Estaramos equivocados 'J itune temporis non tiubis "idehanttm> (" y nad a p u ede ser ms maniEesto y ms ev identep or s que 10 q ue no ad mita dudu; AT, 20, 5 /n"" La ",d i.;in l ~ l i l 1 ~

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    46 Los principios d o: la filosofiasi pusleramos ~ n duda aquello de lo qm: nos apercibimos interiormente y de lo que sabemos po r n ues tra experien cia q ue nos es propio en razn de que no comprendemos algo que nosotros sabemosq u e es incomprensible por su propia naturaleza.

    42. Cmu erramos aun cuando nunca deseamos errar; q ue, sin embargo, erramos a causa de nuertm voluntad.

    Pero, puesto que sabemos que el e rror d e pende de nues tra voluntad y p uesto q ue sabemos que nadie desea errar, q uizs provoqueextraeza que haya error en nuestros juicios. Peco es preciso observarque hay una gran diferencia entre desear equ ivocarse Y. por otra parte , desear o torgar el propio asentimiento a opiniones que son causa deque n os equivoquemos en algunas ocasiones. P ues aunque no existape rsona alguna q u ~ expresamente desee equivocarse, sin embargo esdifcil i d ~ n t i f i c a r u na p ersona q u ~ no se preste a otorgar su asent im ie n to a lo que no conoce distintamente 91. Es ms, acontece q ue es eldeseo de conocer [a verdad, el que hace que aquellos q ue noco nocen d orden \ l } q ue es preciso seguir pata in dagada, no la conoz-can y se e q u v o q u ~ n pues/o que es/e deseo favorece 1 p repitacton en susjuicios y e/lomar pOI" verdadel"as cosas a pesar de que no tienen bastante conocnienlo de elfas.

    43 . No podramos errar sisolamen/e juzgsemos acerca de /0 que percibimos clara y dlntamente (34) .Es cierto que nunca tomaremos lo fa lso por lo verdadero si s lo

    ju zgamos ace rca de lo q ue percibimos clara y distintamente , pues, nosiendo Dios engaador, la facultad de conocer que l nos ha dadono podra fallar 94 , al igual que tampoco la facultad de deseat cuandode algo que n timamen te comprendemos y que experimentamo.s en n o ~ o t r o ~ m ~ r n o sen razn .... A-T, 20, 2 ' /29).n En la vers i n latina . . . lix lamen ..11m e$/. 4"':non .fIlepe wl t a5Je"t1ti,..; tn qui' .serTor ipJO ',sc, contlnet"Ti> (_.aper.as existe Illguie n que no desee ;on (r e; u encia asentira ;osas e rrneas sin qu e d io sepa,.; AT, 2 1, 4).En la edicin l,:.tina U J ti qui non recte sC"lunt quo. NtUme rit asseqllem1a ( ....queaquellm que no saben bien 4ue razn-d ebe d e Ser p

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    Parte prim era .7no pretendemos que alcance ms all de lo que conocemos 9' ...Yaun cuando esta verdad no h ubiera sido demostrada, esmillOS ind i-nados en modo ta l a asent ir a las cosas de la s que nos apercibimosmanifiestamente 96, que no podramos dudar de ellas mientras asi' nosapercibiramos.

    44 . No podriamos sino juzgar inadecuadamente de lo que no nosaperCIhimos claramente. aun cuando nuestro juicio pueda ser verdadero; esnuestro memoria la que frecuentemente nos induce a error 97 .Asimismo es muy cierto q ue cuantas veces damos nuestra apro

    bacin a alguna raz n d e la q ue no tenemos un conocimiento exacto 98, o bien nos equivocamos, o bie n , s i hallamos la verdad, dadoque la hallamos por cas ualidad, no podramos estar seguros de haberlahallado y no sabrimnos con certeza que no nos eq u ivocamos. Confiesoque en raras ocas iones acontece q u e ju zguemos acerca de algo cuando a la vez nos percatamos de que no lo conocemos con bastanted istincin, puesto q ue la razn na turalmente nos dicta que s lodebemos juzgar acerca de algo si lo conocemos distintamente antes dejuzgar. Pero con frec uencia nos equivocamos porque presu m imos h aber conocido e n otro momento var ias cosas y, tan pronto como nosrecordamos de ellas, otorgamos n uestro consentim iento, tal y como si

    E n la edicin latina um tantum ad eQ t}lJe ei.2rt! pemPiuntnr se extendit,. (

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    48 Lo5 principios d", la filosofalas hubisemos examinado suficientemente, aunque, en efecto, nuncahayamos logrado tener de ellas un conocimiento exacto (35).

    45. Ques unapercepcin clora ydistinta (6).Algunas personas no llegan a conocer nada 99. incluso a lo largo

    incluso de toda su vida, ta l y como es preciso para juzgar correctamente l OO . El conocimiento sobre el que se desea establecer un juicioindubitable 1(11 , no slo debe ser claro, sino que tambin debe ser distinto. Entiendo q u e es claro aquel conocimiento que es presente ymanifiesto a un espritu atento, tal y como decimos que vemos claramente los ob jetos cuando, estando ante nosotros, actan con bastante fuerza y nuestros o jos estn dispuestos a mira rlos. Es distintoaquel conocimiento que es en modo tal separado y distinto 1(12 detodos los otros que slo comprende en s lo que manifiestamenteaparece a quien lo considera como es preciso (7 )

    46. Una pel'"Cepcin puede ser ciara y no ser distinta; ahora bien, nopuede darse lo contrario.

    Por ejemplo, mientras que alguien siente u n dolor agudo, el ca,nacim iento que del mismo posee es claro para este sujeto y no essiempre, por el lo, distinto porque, por lo general, confunde este ca,nacimiento con el falso juicio q ue hace sobre la naturaleza de lo queestima que es en la parte herida y que considera q ue es seme jan te ala idea o a la sensacin del dolor que es en su pensamiento, aunqueslo perciba claramen te la sensacin o el pensamiento COfljUSO que posee.As p u es, el conocimiento puede ser claro sin ser distinto, pero nopuede ser d istinto sin que, por la misma razn, sea claro ( 8 )

    ." Es claro q u d r b o h u s t a n t v o c o r r c s p o n d a la traduccin d ~ oepacipi/per.r e p l i o ~ m ...

    100 En la ed icin latina .. id certum de ro udium jerendum ( ....para em iti r un juiciocierto sobr", dio,.; AT, 21 , .H ).ID I La edicin latina re it"'u "':eI'fum r l '-nduta/um udidumponit .. . . i,. (A-T, 22,2).102 La edicio la tina claramente: recogida por la versin francetia , pues la d efin icin es dada en los g u e n t e s t ';;rminos: ",DiItinclam autem 110m, qlle, cum ci4ra sil, ab

    onmibus aliis itll s!!juncla est et prlledsa, ut nihil plan/! ali=' . qutlm quod clrum t:sl, i .. H Cl)ntineQt,. (distinta .. aquella que , siendo clara. es de ta l modo separada y precisa deto das las J emas qu e 1"10 contiene en s, sino lo que es daro.-; AT , 22 , 6/9).

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    Parte primera 4947. Si deseamos dexferrar los prejuicios adquindos a parJir de nuestra

    infancia, es preciso considerar lo que hay de clara en cada una de nuestrasprImeras nocIOnes.Durante los primeras aos de n uestra vida, nuestra alma o n ues tro

    pensamiento estaba tan fuertemente privado de sus cualidades natu-rales 10) por el c ue rpo, q ue nada conoca con d istincin aun cuan doperc iba m u chas cosas brutante claram ente; no obstantt:, puestu queno de jab a d e hacer una reflexi6n sobre las cosas que se presentaban, he-mos abarrotado n uestra memoria de muchos prejuicios de los quecasi nllncO'] hemos inten tll rlo libera rnos aun cuando fuew n2uy de rtn queno podramos examinarlos de otra forma. Pero con el fin d e que ahorapodamos librarnos d e ellos sin gran dificultad, realizar aq u una e nu-meracin de todas las noc iones simples de las que se componennuestros pensamien tos y distin g uir lo que hay de claro en cada unode ellos y 10 que hay de oscuro; es to es, indicar en lo q u e podemose rrar.

    48. Todo aquello de lo que tenemos alguna nOCJOn es consideradocomo una cosa 104 o bien como una verdad; enumeracin de las cosas (39) .

    Todo cuanto cae bajo nuestro conocimiento pertenece a u no deestos do s gneros: el prmero contiene todas las c osas .. HU que tienenalguna ex istencia; el segundo contien e todas las ve rdades que no sonnada fuera de nuestro pensamiento. En rel acin con las q ue conside.ramos como cosas, tenemos, en primer lugar, ciertas noones generalesque se puede n referir a todas las cosas: a saber, todas las nocionesque tenemos de la substancia, de la duran, del orden y del nmero y, qui.zs, otras. Asimi.rmo poseemos otras nociones ms particulares que sirven

    KlJ Coma ! .e h izo notar en la nota 1 el uso figurad a d e ..:offuS qued consoli-dada en El D U c u ~ o del Mtrxlo {Parte P rime ra}, de acuerdo con l mismo se: usa p aras ignW>ea! la pTlvacin q u ;ufo" ~ p r h I de a lgU/14 d 5UJ clWlidadeJ naluralt:s, v. gr. dari-dad, perspicacia, atencin, e tc ..104 La edicin luin a la enum eracin d d modo sigu ienle:

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    ,o Los principios de la filosofapara distinguirlas. Y la principal distincin que observo entre todas lascosas creadas, es que unas son intdc:ctuales, es decir, son substanciasinteligentes, o bien propiedades que pertenecen a este gnero de subs-tancias 106 ; las utras son corporales, es decir son cuerpos o bien propiedades que pertenecen al cuerpo. As, el entendimiento, la volun tad, ytodas los modos de conocer y d e desear, p e rtenecen a la substan ciaque pie nsa; la magnitud o la extensin en longitud , anchura y profun-d idad, la figura, el movim iento, la situacin . de las partes y las dispo-sicin para ser divididas que poseen , as como otras propiedades se-mejantes, se rene ren al cuerpo. Adems de esto existen ciertas cosasque experimentamos en nosotros mismos y que no deben ser atribui-d as slo al almo, n i slo al cuerpo, sino a la estrecha unin q ue existeentre ellos, tal como exp licar ms adelante (40); ste es e l caso deldeseo de beber, de comer, de las emociones o pasiones del alma q ueno slo dependen del pensamiento, como la emocin 107 de la clera,de la alegria, de la tr is ten , de! amor etc .. ste es tambin el caso delas sensaciones, como la d e la luz, los colores, los son idos, los olores,el gusto, el calor, la duracin y tod as las otras c ualidades que slocaen bajo e! sentido de! t acto.

    49. Las verdades 108 no pueden ser enumeradas de esta forma,- es ms,no hay necesidodde hacerlo.

    Hasta aqu he enumerado todo cuanto conocemos como cosas 109;resta hablar de 10 que conocemos como verdadero Por ejemplo, cuandopensamos que no cabe hacer nada a