Los Jesuitas en El Ecuador

173

Transcript of Los Jesuitas en El Ecuador

Page 1: Los Jesuitas en El Ecuador
Page 2: Los Jesuitas en El Ecuador

LOS JESUITAS EN EL ECUADOR

400° Aniversario

de su llegada al Ecuador

Page 3: Los Jesuitas en El Ecuador

La Comisión Nacional Permanente de Conmemo -raciones Cívicas y la Casa

de la Cultura Ecuatoriana

Presentan:

Page 4: Los Jesuitas en El Ecuador

LOS JESUITAS EN EL ECUADOR

con textos de Alejandro Carrión, Jorge Salvador Lara, Julio

Terán Dutari S. J. y Jorge Villalva S. J.

y un apéndice conteniendo el Mensaje del Padre General Peter-Hans Kolvenbach

CASA DE LA CULTURA ECUATORIANA “BENJAMIN CARRION”

Quito, 1987

Page 5: Los Jesuitas en El Ecuador

Co-edición de la Comisión Nacional Permanente de Conmemoraciones Cívicas y la Casa de 1. Cultura Ecuatoriana. CNPCC, 1987. la. Edición, noviembre, 1987 2.000 ejemplares Texto y Diagramación: KROHMA PUBLICIDAD, Telf. 459345 Fotomecánica: SCANN CROMO - Telf. 459345 - Quito. Impresión y Encuadernación: NUEVA EDITORIAL Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión” Dirección: Av. 6 de Diciembre No. 794 y Patria Casilla: 67 — Telf. 521451 Quito-Ecuador Printed la Ecuador Impreso en el Ecuador.

Page 6: Los Jesuitas en El Ecuador

LA COMPAÑIA DE JESUS Y SU IV CENTENARIO

Por el Lic. Alejandro Carrión Aguirre,

Presidente de la Comisión Permanente de Conmemoraciones Cívicas,

Miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua

Page 7: Los Jesuitas en El Ecuador

Discurso inicial de la Sesión Solemne Conmemorativa realizada en la Pontificia Universidad Católica

de Quito el 26 de febrero de 1987

Page 8: Los Jesuitas en El Ecuador

I

Por el P. Pedro de Ribadeneyra sabemos que, yendo a Roma San Ignacio con sus amados compañeros Pedro Fabro y Diego Laínez, encontró en su camino un viejo templo desierto y “se entró a hacer oración en él, y estando en el mayor ardor de su plegaria vio con los ojos del alma una luz resplandeciente”, y a su influjo supo lo que de él se quería. Oyó una voz que sin haberla escuchado antes, reconoció y no dudó de quién era y desde dónde venía y habiendo comprendido su mensaje, aceptó la misión que se le encomendaba. La voz le dijo; “Ego vobis propitius ero”, “Yo os seré propicio y favorable”, y desde ese momento jamás vaciló. La misión que en ese templo desierto y solitario le fue encomendada era la de “instituir y fundas religión.., que se debía llamar la Compa- 9

Page 9: Los Jesuitas en El Ecuador

ñía de Jesús... para que quienes por vocación divina en ella entraren entendieran que no habían sido llamados a la Orden de Ignacio, sino a la Compañía de Jesús y bajo tan gran Caudillo siguieran su estandarte... Y para que no se cansaran ni desmayaran en su sagrada milicia, tuviesen por cierto que su Capitán estaría con ellos y les sería siempre propicio y favorable”. Conviene no olvidar que el término “Compañía” no está en este caso empleado en el sentido de “efecto y acción de acompañarse”, ni en el de “sociedad o junta de varias personas”, sino en el estricto sentido militar: “cierto número de soldados que militan bajo las órdenes y disciplina de un Capitán”. Tal fue la inspiración de San Ignacio: fundar la milicia de Cristo, que marche a la vanguardia de la Iglesia, evangelizando y educando, con la disciplina del buen ejército, que crea un cuerpo indivisible y adopta un solo norte, meta posible gracias a una sabia estrategia y a una decisión indesanimable, seguro de que su Gran Capitán le será siempre propicio y favorable. El Papa Paulo III no quería más órdenes religiosas. Con ser tan grande la Iglesia, ya en ella no cabían. Pero al leer las “constituciones” for. muladas por San Ignacio, el Pastor abandonó su convicción y las aprobó exclamando: “Digitus Dei est hic”, “el dedo de Dios está aquí”. Gran verdad: las generaciones han reconocido en ellas 10

Page 10: Los Jesuitas en El Ecuador

las normas de una sociedad monolítica, que siendo rígida como una máquina de acero es, sin embargo, capaz de adaptarse a todos los cambios que el mudable curso de los tiempos trae consigo. El secreto de su éxito, empero, no radica solamente en su disciplina y homogénea solidez. Radica también en que San Ignacio no creía en la bondad de la fe del carbonero que a tantos apóstoles ha vuelto temerosos y enemigos de la cultura, en perpetua desconfianza de la inteligencia. San Ignacio resolvió conquistar la firmeza de la fe con la luz del conocimiento y para su obra llamó, como principales auxiliares, a la ciencia, las artes y las letras. Con ello, además de su propósito principal, consiguió dejar en la historia un sendero de luz. La Compañía vino a librar dura batalla, como valeroso cuerpo de vanguardia y se enfrenté al mundo sin negarlo, comprendiéndolo, sabiendo sus potencias, conociendo su tremendo volumen. Coseché frutos desde el primer día, y en ellos afincó sus pasos, haciendo espacio siempre para seguir venciendo y sin reposo alguno porque, como ocurre con toda cosa verdaderamente grande que aparece en la tierra, la Compañía, milicia combatiente, fue combatida por todos sus costados. Hubo ocasión en la que pareció haber sido vencida, pero, nuevo fénix, se levantó de sus cenizas aun más fuerte. Su presencia combatiente se extendió por 11

Page 11: Los Jesuitas en El Ecuador

el mundo valerosamente, desde su primer día. No esperó crecer para presentar combate; nuevo Hércules, peleó junto a su cuna: El P. Francisco Xavier salió a la India en fecha tan temprana como 1542, trazando una trayectoria luminosa en territorios tan flenos de misterio como el Japón lo era entonces. Al mismo tiempo se fundó en Coimbra el primer colegio, y luego el de Padua y enseguida él de Alcalá, el primero en España. Adviértase que la Compañía nace universal, no se refugia en naciones fáciles por amigas, acomete empresas temerarias: tras la jornada del Japón el P. Juan Nuñez va a Etiopía y, en ambiente típico de novela de caballerías, el Padre Luís González de Cámara parte para el mítico Reino de Monicongo. Esto ocurre por 1548. Y luego, la hueste de San Ignacio marcha a las nuevas tierras, cruzando el Gran Océano, casi virgen aún. El rey don Juan los envía al Brasil, “una provincia muy extendida, fértil y alegre... mas también terrible y espantosa, por ser habitada de gente tan fiera que hace de los hombres pública carnicería, y los tienen por su ordinario manjar”. El P. Pedro de Ribadeneyra se estremece de horror, pero no hay razón para ello, porque el buen soldado no teme el peligro, más aún cuando su gran Capitán lo acompaña y le será siempre propicio y favorable. 12

Page 12: Los Jesuitas en El Ecuador

II Tras el Brasil, la Compañía va al Perú. Y tras el Perú, a Quito, la nueva nación que comenzaba a tomar forma en el Norte, a donde llegan los jesuitas exactamente hace cuatrocientos años. Era entonces su General San Francisco de Borja, quién los envió con instrucciones de aprender la lengua de los indios y adoctrinarlos en ella. Importa conocer esas instrucciones, según las cuales los indios serán el principal objetivo de la Compañía, su cristianización deberá ser para ella prioritaria tarea que significa incorporarlos al nuevo mundo naciente, el plena calidad de hombres, redimidos por la preciosa Sangre, iguales a todos los demás hombres. Encabeza a los jesuitas recién llegados el P. Baltasar de Piñas, catalán, maestro en humanida- 13

Page 13: Los Jesuitas en El Ecuador

des y gramática latina, compañero de S. Ignacio en la fundación, misionero celoso, predicador excelso. Vienen después los grandes nombres de los misioneros, que encabeza el P. Onofre Esteban, que logró estar en todas partes y ser amado filialmente por los indios. Tan temprano, y sigue ya brillando el rosario de los Apóstoles: el P. Ferrer, apóstol de los cofanes, el P. Gómez, apóstol de la Costa... Dos campos son los cultivados cuidadosamente por los jesuitas en la Colonia, durante la cual, lentamente, asistieron al nacimiento de nuestra nación: la cultura y las misiones, dos campos que en realidad son uno solo. Por medio de los colegios se extienden por todo el joven país y afrontan la enseñanza como si estuviesen en España u otra nación eutopea. No es la mezquina educación que se da a las colonias, la que ellos imparten, sino la que merece una nación que ellos quieren ver creciendo al más alto nivel. Las misiones los llevan a las profundas selvas de Mamas, verdes infiernos de soledad, de lluvia, de extrañas bestias, donde su entereza se demuestra admirable, convirtiéndose en celosos fundadores de la nueva nación, buscándole un vasto territorio oriental que se pierde cuando la Compañía, víctima de una tenebrosa conspiración mundial, es extrañada de toda la América. Para nosotros, ese nefasto acontecimiento significa el colapso cultural, en el cual perdemos la mitad de nuestra “inteligentsia” y la otra mitad en el masivo mar 14

Page 14: Los Jesuitas en El Ecuador

tirio del 2 de agosto, de manera que nacemos a la Independencia huérfanos de la indispensable élite directiva, entregados a una oscura soldadesca de la que ni siquiera Olmedo y Rocafuerte nos pudieron rescatar. La tarea que la Compañía aceptó entre nosotros fue inmensa y la supo cumplir. Nos trajo la imprenta. Hizo nacer con el P. Velasco, nuestra historia y con el P. Fritz al estudio científico de nuestra geografía. En arquitectura nos dio la flor de los templos y en santidad la Azucena de Quito. EDn pintura la corte solemne y grandiosa de los profetas de Goríbar y en escultura los ensangrentados penitentes del P. Carlos. La poesía nació en su seno con el P. Bastidas y llegó a alturas inmarcesibles con el P. Aguirre. La Universidad fue parte de esa tarea y junto a agustinos y dominicos, la Compañía la hizo realidad. En la Colonia que González Suárez, exagerando sin necesidad, llamó oscura y miserable, supo formar la mejor biblioteca de América que, desintegrada cuando el extrañamiento, ha vuelto a reunir erigiendo esa potencia de la cultura que es la que lleva el nombre ilustre del P. Aurelio Espinosa Pólit y regenta con mano sabia el P. Julián Bravo. Esta Universidad en la que estamos rindiéndole tributo, cuyo aporte a la vida del país es sobresaliente, constituye su obra principal en estos días difíciles y en ella retorna la Compañía sus tareas de los días coloniales, que fueron difíciles también. 15

Page 15: Los Jesuitas en El Ecuador

Obra maestra de la historia, la Compañía es, sin duda, una organización en la que se puede ver el dedo de Dios. Pero este discurso sería una ciega apología, que ella no necesita, si dejara de reconocer que ha tenido aquí y en el resto del mundo graves defectos que la muestran obra de seres humanos; tal es nuestra naturaleza: aun cuando seguimos el dedo de Dios, cometemos imperfección. Pero su dirección, su impulso, el balance de su obra la declaran, sin duda, inmortal: su renacer victorioso de las cenizas, su perpetua fuerza de rectificación constante, su valentía para explorar nuevas rutas, su confianza en las ciencias, las letras y las artes que son la luz de las almas, muestran que ayer como hoy, su Gran Capitán le ha sido propicio y favorable. El Ecuador le debe mucho a la Compañía de Jesús y por ello, en cumplimiento de un grato deber, la Comisión Nacional Permanente de Conmemoraciones Cívicas, que presido por delegación del señor Presidente Constitucional de la República, y en cumplimiento de sus expresas instrucciones, le rinde en este acto académico su homenaje, que es el de la nación ecuatoriana. Hacemos votos porque el quinto siglo que comienza a vivir entre nosotros sea marcado con el mismo signo excelso, para beneficio constante de nuestra nación. Estamos ciertos de que así será, porque bien sabemos que su Capitán está siempre con ella y le seguirá siendo propicio y favorable. 16

Page 16: Los Jesuitas en El Ecuador

CUARTO CENTENARIO DE LA COMPAÑIA DE JESUS EN EL

ECUADOR

Por el Dr. Jorge Salvador Lara, Asesor de la Comisión Nacional Permanente de

Conmemoraciones Cívicas y Presidente de la

Academia Nacional de Historia

Page 17: Los Jesuitas en El Ecuador

Discurso pronunciado en la Sesión Solemne Conmemorativa realizada en la Pontificia Universidad Católica

de Quito el 26 de febrero de 1987

Page 18: Los Jesuitas en El Ecuador

Nos encontramos aquí reunidos para celebrar el IV Centenario de la llegada de los Padres de la Compañía de Jesús al territorio de lo que hoy es República del Ecuador y antes fue la Real Audiencia y Presidencia de Quito, durante los siglos hispánicos; el Reino de Quito, el Quito, simplemente, desde que la memoria del ser humano tomó conciencia de estas regiones de singular, telúrica osamenta, atravesadas por los Andes y la Línea Equinoccial, donde se encuentran, como hitos de nieve y lava, entre otras montañas que con sus deshielos dan origen al Amazonas, el Cayambe y el Cotopaxi. Apenas seis años de diferencia hay entre ese par de fechas augurales y aurorales: el 6 de diciembre de 1534, establecimiento definitivo de Quito, fundado por los españoles sobre el mismo ancestral pueblo aborigen de idéntico nombre; el 27 de septiembre de 1540, en que el Papa Paulo 19

Page 19: Los Jesuitas en El Ecuador

III, mediante la Bula “Regimini militantes Eclesiae”, aprobó la Compañía de Jesús como nueva orden religiosa al servicio directo de la Iglesia Católica y del Sumo Pontífice, Vicario de Cristo. Iñigo López de Loyola y Oñaz supo imprimir algunos rasgos de su recio carácter al nuevo instituto, constituido como un organismo militar bien preparado, con férrea disciplina y rigurosos estudios humanístico-filosófico-teológicos, adiestrado con singulares prácticas anímicas conocidas con el nombre de “Ejercicios espirituales”, de sabia hondura sicológica. Les manda un General, elegido democráticamente pero con plenos poderes vitalicios, altamente centralizados, siempre a órdenes del Papa, a quien prometen obediencia especial con un voto estricto. Aquella milicia está compuesta por religiosos vinculados a la Orden con diversos grados: novicios, hermanos coadjutores, escolares, profesos de cuatro votos y coadjutores espirituales y temporales. Su fin es “la mayor gloria de Dios” por medio de la evangelización, particularmente entre la juventud, a través de colegios y universidades, y entre los no creyentes, a través de misiones. Aplican en su preparación, más profunda y extensa que la de los conventuales ordinarios, un novedoso método creado por el fundador, denominado “ratio studiorum”, cuya práctica fue perfeccionándose y dio pronto a los jesuitas esa fama con que hasta hoy se aureolan de hombres sabios, eruditos, de fácil palabra, colosal memoria, acerada voluntad y tenacidad a toda prueba. 20

Page 20: Los Jesuitas en El Ecuador

San Ignacio comprendió, desde el comienzo de su obra, la necesidad de conciliar la divulgación del Evangelio con el desarrollo de las ciencias y la tecnología, en acciones coherentes, bien planificadas, perseverantes y dinamizadas por una estricta sujeción a las verdades contenidas en las Escrituras y desarrolladas por el Magisterio de la Iglesia, las directrices pontificias y la luz permanente del Espíritu Santo que obra sobre sus apóstoles. Con razón Menéndez y Pelayo, ese coloso de la crítica, dice refiriéndose al Capitán de Loyola: “San Ignacio es la personificación más viva del espíritu español en su Edad de Oro. Ningún caudillo, ningún sabio influyó tan poderosamente en el mundo”. Y de los jesuitas expresa lo siguiente: “Dios suscitó la Compañía de Jesús para defender la libertad humana que negaban los protestantes con salvaje ferocidad; para purificar el Renacimiento de herrumbres y escorias paganas; para cultivar bajo la égida de la religión todo linaje de ciencias y disciplinas y adoctrinar en ellas a la juventud; para extender la luz evangélica hasta las más rudas y apartadas gentilidades. Orden como las necesidades de los tiempos la pedían, y que debía vivir en el siglo, siendo tan docta como las más doctas, tan hábil como los más hábiles, dispuesta siempre para la batalla y no rezagada en ningún adelanto intelectual. Allí el geómetra al lado del misionero; el director espiritual, el filósofo y el crítico en amiga- 21

Page 21: Los Jesuitas en El Ecuador

ble consorcio”. (Miguel Gascón, “Los Jesuitas en Menéndez y Pelayo”, pp. 36 y 38). El III General de la Orden, San Francisco de Borja, envió a la América del Sur los primeros misioneros jesuitas a pedido del Rey Prudente, Don Felipe II, Hapsburgo. A Quito llegaron definitivamente el 19 de julio de 1586, aunque ya diez años antes esta ciudad había recibido una primen visita de los hijos de Loyola. Se hospedaron inicialmente en el Hospital de la Misericordia, viejo y glorioso edificio que todavía subsiste, aun cuando su restauración se halla desgraciadamente suspendida. El 31 de julio se les asignó provisionalmente la iglesia, casa y solares de Santa Bárbara, a donde se trasladaron, en medio de gran concurso de autoridades civiles y eclesiásticas y pueblos en general el 15 de agosto. De inmediato comenzaron sus tareas de culto, predicación, administración de sacramentos y cuidado de enfermos, así como las tareas educativas. La UNP adquirió en este siglo una de las viejas casas coloniales donde los jesuitas desarrollaron sus primeros ministerios, y construyó allí su primera sede social, conservando la vieja portada pétrea con la leyenda “Magne amor is Amor” que hasta hoy puede verse en la calle García Moreno entre Manabí y Oriente, junto a la iglesia parroquial de Santa Bárbara. Es una reliquia de 400 años de apostolado y acción civilizadora de los jesuitas en el Ecuador, uno de los 22

Page 22: Los Jesuitas en El Ecuador

hitos imperecederos que ellos levantaron A.M. D.G. (“ad majoren Dei Gloriam”). Como se ve por estas iniciales —y por las otras, 5.1., “Societatis lesu”—, los jesuitas parecen haber sido —y más concretamente su genial fundador— los primeros en utilizar las siglas como medio de simplificación y fijación conceptual. ¡Hoy, cuatro siglos y medio después, vivimos en el siglo de las siglas! ¡Simplificación, por una parte; complejificación, por otra; signos de los tiempos, señal de progreso humano!. La Iglesia de la Compañía de Jesús, en Quito, culminación del arte barroco, es otro de aquellos gloriosos hitos, verdadero joyel destinado a dar testimonio permanente de adoración a la divinidad. Me atrevo a decir que es la iglesia de los tres nombres: se consagró en honor de “San Ignacio”, que así se llamó oficialmente, pero todos prefirieron identificarla, simple y llanamente, como “La Compañía”, y así sigue denominándola todo e! mundo, en especial las clases populares, no obstante que en este siglo fue bautizada como “Basílica de Santa Mariana”, porque allí se santificó la Azucena de Quito, Mariana de Jesús Flores Zenel de Paredes, canonizada por Su Santidad Pío XII, “toda jesuita” según ella misma se definía aludiendo a la dirección espiritual que había recibido. Allí, en esa iglesia maravillosa, verdadero poema en piedra y oro, permanecen los óleos inmortales de Goríbar y el Hermano Hernando de la Cruz, las tallas y reta 23

Page 23: Los Jesuitas en El Ecuador

bios del enigmático Padre Carlos, “ese desconocido”, según suelo llamarle utilizando para él el epíteto que Alexis Carrel asignaba a todo ser humano. Nada se sabe del P. Carlos sino que era quiteño, mestizo y el mayor de los escultores del siglo XVII. Era además, según parece, un jesuita secularizado, cuya traza documental se ha perdido, Chacón de apellido a juzgar por varios indicios, que consagró su vida a honrar a Dios y a los santos con sus prodigiosas tallas, conservadas en varias iglesias y monasterios, a veces sedentes, a veces aureoladas de taumaturgos carismas que hasta ahora atraen la devoción popular, por ejemplo el Jesús del Gran Poder, que se venera en la iglesia de San Francisco, o el Señor de la Buena Esperanza, cuyo culto ya secular se mantiene en San Agustín. ¡Cuánto se podría decir sobre la Iglesia de la Compañía de Jesús, en Quito: arte e historia se conjugan en ella; admiración de los turistas, sigue siendo, sobre todo, imán que atrae a los creyentes! Con sus tres naves, su crucero, sus múltiples retablos, su altar mayor, su sacristía, su gran cúpula y cupulines, su torre del reloj y el muñón de la torre mayor —destruida por el terremoto de 1858 y que debiera reconstruirse, pues hay felizmente un grabado de esa época que reproduce su silueta y detalles exactos—, y con su hermosa fachada, plena de columnas salomónicas, gloria del barroco americano, ella forma parte de un enorme complejo de edificios que albergaban el Colegio Seminario de San Luís, la Real y Pontificia Univer- 24

Page 24: Los Jesuitas en El Ecuador

sidad de San Gregorio Magno, y la gran biblioteca de ese alto centro de estudios, pacientemente enriquecida durante siglos. Otro capítulo magnífico de nuestra historia son las misiones jesuíticas del Marañón: llenan con sus proezas evangelizadoras los anales de los siglos XVII y XVIII. Desde Quito partían los misioneros, en verdaderas expediciones, cargados del avituallamiento necesario, y recorrían todos los ríos de nuestro Oriente, todo el Amazonas y sus tributarios australes y septentrionales, por todo el territorio de Maynas, sobrepasando las lindes con los dominios portugueses, entonces incorporados a la corona de Felipe II, por lo que los jesuitas quiteños avanzaban hasta la desembocadura del Río-mar en el Atlántico. Con eso el Amazonas solía llamarse entonces Río de San Francisco de Quito. Se lo representaba, en efecto, como un árbol de agua, cuyo tronco líquido nacía en el Atlántico y ascendía en multitud de ramas —sus numerosos afluentes mayores y menores—, hasta perderse en las cumbres y nubes de los altos Andes, en cuya cúspide florecía —y aquí perdura— brillante muestra de colorido y luz, la ciudad de Quito, con sus torres y colinas. Demostración de la acción misionera jesuítica, aparte de los numerosos relatos de viajes y catequesis y los catálogos de lenguas y dialectos, es otro célebre mapa del Marañón, el del P. Fritz, ya trazado según los avances de la cartografía científica de comienzos del siglo XVIII. La plan 25

Page 25: Los Jesuitas en El Ecuador

cha de cobre dorado donde se grabó fue esculpida en Quito en 1707, con este título: “El gran río Marañón o Amazonas, con la Misión de la Compañía de Jesús, geográficamente delineado por el Padre Samuel Fritz, misionero continuo en este rí o”; y esta dedicatoria: “A la Católica y Real Majestad del Rey nuestro Señor Don Felipe V, la Provincia de Quito de la Compañía de Jesús, ofrece y dedica en eterno reconocimiento este Mapa del Gran Río Marañón con su misión apostólica, como su soberano patrono y mantenedor por mano de su Real Audiencia de Quito”. Vese allí el gran río, casi paralelo a la Línea Equinoccial, desde Quito, a cuyos pies nace el Napo, hasta Macapá y Para, las dos ciudades situadas a ambos lados del delta con que desemboca en el Atlántico. Las etnias aborígenes de la inmensa hoya amazónica —que a veces cobraban tributos de mártires— recibían con la semilla de la fe los beneficios de la civilización en las célebres “reducciones”, gobiernos comunales similares a los del Paraguay, especie de realización del gobierno de Utopía en el corazón mismo de la América del Sur. Otra demostración significativa de la obra cultural de los jesuitas en el Reino de Quito fue la Universidad de San Gregorio Magno, que iluminó los siglos hispánicos desde su erección, por Bula del Papa Gregorio XV, de 8 de agosto de 1621, y Cédula Real de 2 de febrero de 1622. En ella, no obstante la distancia que nos separa 26

Page 26: Los Jesuitas en El Ecuador

ba de Europa, se conocían las enseñanzas de los grandes sabios que allá innovaban en las ciencias. Su biblioteca, que asombró a los Académicos Franceses en 1736, cuando vinieron para la mensura de un arco de meridiano terrestre, podía exhibirse con orgullo en cualquier universidad europea. Las Tesis doctorales de sus alumnos son hasta hoy motivo de entusiasmo para los eruditos. La revolución copernicana llegó a Quito tempranamente, así como los “Principiae” de Newton. El P. Juan Bautista Aguirre rechazaba la generación espontánea un siglo antes que Pasteur. El P. Velasco, enciclopedia viviente, era la conciencia histórica del Quito del XVIII, como el P. Mercado lo había sido del siglo XVII. La “Academia Pichinchense”, cenáculo del saber, dinamizada por los jesuitas y adjunta a la Universidad, se anticipó en cincuenta años a la Sociedad Patriótica de Amigos del País, del Dr. Eugenio Espejo, precursor de la independencia, alumno de los jesuitas; en cien años a la “Academia Nacional” de García Moreno, y en casi ciii- cuenta a nuestras actuales Academias Ecuatorianas de la Lengua y Nacional de Historia. También debemos a la Compañía de Jesús la introducción de la primera imprenta en el Reino de Quito. Instalóse inicialmente en Ambato y desde allí comenzó a difundir sus primeros impresos. ¡Cuánta luz se debe a la primera imprenta! Aunque llegó tardíamente a nuestros lares en relación con otras regiones de la América 27

Page 27: Los Jesuitas en El Ecuador

española, el hecho de traerla fue hazaña cultural que la historia señala con miliaria piedra blanca. Mil dificultades debieron vencer los jesuitas empeñados en dotar a nuestra ciudad de la revolucionaria invención de Guttenberg. Datan de 1740 las primeras gestiones realizadas por los Padres Tomás Nieto Polo y José María Maugeri. Fue éste, en especial, el gran artífice del formidable avance y fue también el introductor y difusor de la devoción a los Corazones de Jesús y María, cuya representación simbólica hizo tallar en piedra de Tolóntag para la fachada de la iglesia de la Compañía, sobre los portones, donde puede vérselas. Al fin logró el P. Maugeri que la imprenta llegase a estas tierras: fue desembarcada en Guayaquil el 25 de octubre de 1754 e instalada a comienzos de 1755 en Ambato, donde aquel Padre residía como superior, y confiada al Hermano Coadjutor Adán Schwartz, nuestro primer tipógrafo-impresor. Este era natural de Hamburgo, de Silesia. El primer criollo en aprender el oficio fue Raimundo ¿e Salazar y Ramos. Cuando en 1759 fue trasladado a Quito el P. Maugeri, con él se trajo también la primera imprenta a esta capital, y tras ella vino el Maestro Raimundo, quien quedó como regente cuando la expulsión de los jesuitas. En esa misma imprenta editó el Dr. Espejo nuestro periódico inicial, las “Primicias de la Cultura de Quito”. Este múltiple florecer de ciencias, artes y evangelización requería cuantiosos recursos. Se 28

Page 28: Los Jesuitas en El Ecuador

obtenían éstos con la racionalizada y técnica explotación de las haciendas que la Compañía de Jesús había llegado a poseer, donaciones por lo general, pero también administración celosa, ahorrativa y visionaria, animada de los altos ideales de servicio característicos de la Orden. Esos bienes despertaron la codicia de la burocracia borbónica, dinastía que transformó en empresa de lucro colonialista lo que antes fue, predominantemente, bajo los Hapsburgo, obra de evangelización misionera y difusión cultural y civilizadora. La expulsión de los jesuitas de los dominios españoles se explica en parte por la ambición de apoderarse de los bienes de la Compañía de Jesús, como antes había ocurrido con los del Temple, en la Francia medieval. No comprendió el monarca napolitano-español que, al expulsar a los jesuitas, se deshacía de la tecnología, supervigilancia y celo que ellos, por motivaciones más altas de carácter espiritual, ponían en sus empresas, y que sin ellos moriría, como ocurrió, la supuesta “gallina de los huevos de oro” y todos sus empeños de fe y cultura. Por otra parte, los jesuitas habíanse concitado, por su firme defensa de los valores sustanciales del Cristianismo, la enemistad de todos los enemigos de la Iglesia y la Fe: portaestandartes de la verdadera Reforma, tenían en su contra todas las sectas protestantes: luteranos, calvinistas, hugonotes, anglicanos; sostenedores de la conciliación entre ciencia y fe y partidarios del recto 29

Page 29: Los Jesuitas en El Ecuador

uso de la razón, recibían los embates del Racionalismo, la Ilustración y la Enciclopedia: Voltaire, Rousseau, Diderot y D’Alembert y sus seguidores eran sus mortales enemigos, que no vacilaban en utilizar contra los jesuitas todos los medios de que disponían, por vedados que fuesen, sin escrúpulo alguno; por ser firmes defensores del Papado, gonfalonieros de los derechos de la Iglesia, los enemigos de ésta asechaban contra ellos, y al fin triunfaron coaligándose, regalistas y jansenistas, de una parte, y de otra los corifeos de la Francmasonería, por entonces empeñada en guerra sin cuartel contra los Pontífices y el clero; en fin, como partidarios de una moral rigurosa, se echaron encima el odio vengativo de la corrupción de las Cortes, cuyos Pactos de Familia sirvieron para generalizar en buena porción de Europa la expulsión de los jesuitas. El retroceso de Quito con el extrañamiento de la Compañía de Jesús en 1716 fue particularmente grande: se cerraron universidades, colegios y escuelas; amortiguase la cultura; vinieron a menos las iglesias y perdieron se en ellas muchos tesoros artísticos; se paralizó la obra de las misiones; se deterioraron la agricultura y la ganadería. Pero los jesuitas expulsos irradiaron, aun en Europa, su saber: los Padres Velasco, Aguirre, Orozco, Arteta, Larrea, Andrade, Crespo, etc., son hasta hoy gloria de nuestras letras. Y algunos de ellos vinieron a ser, a la postre indirectamente, como los Padres Velasco, Larrea y 30

Page 30: Los Jesuitas en El Ecuador

Crespo, precursores de nuestra emancipación política. Menos de dos años estuvieron de nuevo los jesuitas en el Ecuador a mediados del siglo pasado, traídos por García Moreno, cuando gobernaba Noboa, y otra vez fueron extrañados por Urbina, quien, llevado del sectarismo que importara de la Nueva Granada, cedió a las presiones foráneas del General Mosquera y expulsé de nuevo a los jesuitas. Ardua lucha se libré en torno a este asunto, y salieron al palenque de la discusión, contra los agentes de Mosquera y los propósitos, conculcadores del derecho, del gobierno urbanista, las plumas de los mejores hombres del Ecuador, entre ellos el P. Solano, el Dr. Agustín Yerovi y, sobre todo, García Moreno. Este, al ser elegido Presidente, corrigió esa quiebra de la soberanía nacional y trajo definitivamente a los jesuitas al Ecuador. Los que Regaron procedían, en buena parte, del grupo de perseguidos y expulsados de Alemania por el “Kulturkampf” de Bismarck, el Canciller de Hierro, uno de los más extremistas bonzos de la masonería europea. Acoger a sus perseguidos resultó un valiente desafío del vigoroso jefe de un pequeño estado sudamericano: eso y su firme adhesión al Papa Pío IX, prisionero en el Vaticano, significaron al fin, para García Moreno, el inicuo asesinato del 6 de agosto de 1875. Pero hasta tanto los jesuitas habían recomenzado en el Ecuador sus tareas educativas, mi- 31

Page 31: Los Jesuitas en El Ecuador

sioneras y de apostolado. Otra vez surcaron los evangelizadores los ríos del Oriente, por el Napo hasta Mazán, cerca de Iquitos, aunque el general don Eloy Alfaro suprimió después esas avanzadillas de nuestra jurisdicción nacional, lo que aprovechó el Perú para avanzar y arrebatarnos las riberas del Amazonas, privándonos de una salida propia y soberana al gran río, injusticia que lacera nuestra América. Otra vez brillaron los estudios superiores con la Politécnica (P. Wolf, Geografía; P. Sodiro, Flora y Jardín Botánico; P. Menten, Observatorio Astronómico, etc.), pero la 1 Politécnica murió en tiempos del Presidente Borrero: el Dr. Velasco Ibarra, hijo de un ex- alumno de la Politécnica, la refundo medio siglo después. Bajo la acertada y acerada conducción del Presidente García Moreno recobró su prioridad el espíritu y el Ecuador fue consagrado, el primero, al Corazón de Jesús, obra en parte del P. Manuel José Proaño, propulsor también del Neo- tomismo, y en parte de otros dos apóstoles: Mons. José Ignacio Checa y Barba y Mons. Pedro Rafael González y Calisto, ambos, discípulos en Roma de los jesuitas, el primero en la Academia de Eclesiásticos, y el segundo en el Colegio Pío- Latinoamericano. Comenzaron por aquella época a brillar las Congregaciones Marianas, uno de cuyos apóstoles fue el P. Terenziani, propulsor también con el P. Proaño y el Dr. Matovelle —otro ex-alumno de los jesuitas y fundador de 32

Page 32: Los Jesuitas en El Ecuador

los Oblatos— del 1 Congreso Eucarístico Nacional en 1886. Por aquellos años Dios concedió a los jesuitas, encargados de la dirección de almas santas, una nueva flor: la Rosa del Guayas, Sor Mercedes de Jesús Molina, beatificada por Juan Pablo II en Guayaquil durante su visita al Ecuador en 1985. Y se fundó el Colegio San Gabriel, que tiene ya más de un siglo de fecunda labor en formación de juventudes. Ante sus alumnos se produjo el 20 de abril de 1906 el prodigio de la Virgen Dolorosa del Colegio, cuyo cuadro venerando atrae hasta ahora el fervor de las multitudes, ha recorrido toda la República y fue solemnemente coronado en 1956, en impresionante acto que congregó a todos los poderes públicos. Otros colegios fueron también abiertos en la República. Cuatro ex-alumnos han alcanzado el solio presidencial: los Drs. Velasco Ibarra y Ponce Enríquez, del San Gabriel de Quito; don Clemente Yerovi y el Dr. Osvaldo Hurtado Larrea, del San Felipe de Riobamba. Y brotó el periodismo católico, primero con “El Mensajero del Corazón de Jesús”, que hasta hoy subsiste, aunque amputado en su nombre, ha cumplido 68 años y ha superado los 700 números mensuales, y luego con el P. Luís Mancero, que hizo célebre su seudónimo de “Armando Guerra” en semanarios como “Dios y Patria”, de Quito, y “Catolicismo”, de Guayaquil, lamentablemente desaparecidos. Y nacieron la librería “La Prensa Católi- 33

Page 33: Los Jesuitas en El Ecuador

ca”, con su imprenta, que sirvió muchas décadas, y la radiodifusión, “Radio Xavier de Quito”, con ese gran apóstol navarro, el P. José Urarte. En Cotocollao comenzó luego a irradiar un alto Centro de Cultura, presidido por el P. Aurelio Espinosa Pólit: Biblioteca Virgiliana, Instituto Superior de Humanidades Clásicas, Archivo- Museo-Biblioteca Ecuatoriana, Colegio Loyola. Y se expandieron e intensificaron los “Ejercicios espirituales”, apostolado en el que tuvo singular trascendencia el P. Eduardo Vásquez Dodero. Y la alta oratoria sagrada y valiente conducción de la educación católica nacional y continental, con el P. Jorge Chacón. Luego vino, en 1946, la Universidad Católica del Ecuador, a poco Pontificia, cuyo primer Rector fue el P. Aurelio. Y “Fe y Alegría”, con sus muchas escuelas. Y el “Centro del Muchacho Trabajador”, con el P. Halligan. Y ante la imposibilidad de nombrar a cientos de jesuitas que desde el púlpito, la cátedra, la administración de sacramentos, los ejercicios espirituales, el libro o el artículo, han servido a la gloria de Dios y han dado lustre a su Orden y a la Patria, nos limitamos a mencionar la serie de ilustres obispos jesuitas (Lizarzaburu, Machado, Heredia, Chiriboga y Orellana) presididos por el Cardenal Pablo Muñoz Vega, auténtica gloria de la Patria, fundador de la nueva Facultad de Teología, Radio Católica Nacional del Ecuador, “Múnera”, etc., ex-Rector del Colegio Pío La- 34

Page 34: Los Jesuitas en El Ecuador

tinoamericano y de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, Consultor del Concilio Vaticano II y Presidente del Sínodo Mundial de Obispos. Terminemos diciendo que, como culminación de esta trayectoria gloriosa, dos Superiores Generales de la Compañía de Jesús nos han visitado: los Padres Pedro Arrupe y PeterHans Kolvenbach, y que desde la áurea Iglesia jesuita de Quito, el propio Papa Juan Pablo II dirigió su voz y su mensaje de fe y esperanza a los hombres de cultura del Ecuador. ¡400 años de los jesuitas en nuestra Patria: cuatro siglos de espiritualidad, evangelización, ciencia y cultura! 35

Page 35: Los Jesuitas en El Ecuador

LA TRADICCION JESUITICA DE ENSEÑANZA SUPERIOR EN LA

CULTURA ECUATORIANA

Por el Dr. Julio Terán Dutari S. J., Rector de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (Quito

Page 36: Los Jesuitas en El Ecuador

Discurso pronunciado en la Sesión Solemne Conmemorativa realizada

en la Pontificia Universidad Católica, Quito, el 26 de febrero de 1987

Page 37: Los Jesuitas en El Ecuador

La celebración del Cuarto Centenario de la presencia de la Compañía de Jesús en el Ecuador coincide con el cuadragésimo aniversario de la Fundación de nuestra Universidad Católica; este hecho me lleva a considerar la actividad de los hijos de Ignacio de Loyola en el campo educativo y particularmente en el de la educación superior, a la cual se han dedicado en los siglos XVII, XVIII, XIX y XX, en circunstancias parecidas, con similares fines académico-religiosos. La Universidad Católica se estableció en noviembre de 1946, rompiendo una larga tradición de monopolio estatal en la enseñanza superior, gracias a un decreto del Presidente, Dr. José María Velasco Ibarra, decreto que fue el fruto de eventos providenciales, sin duda; pero, al mismo tiempo, del empeño constante de caballeros católicos y de las autoridades de la Iglesia, que la venían solicitando desde años atrás. 39

Page 38: Los Jesuitas en El Ecuador

Bajo la dirección del Primado de la Iglesia ecuatoriana, el Cardenal Arzobispo de Quito, prestaron su aporte los profesores fundadores, las damas bienhechoras, y no menos los estudiantes, para poner en marcha con pie firme una institución de la magnitud que ha desarrollado nuestra Universidad Católica, hasta mostrarse digna de parangonarse con las restantes instituciones de educación superior católica en el mundo; y hasta merecer que se la escogiera por Sede de la reunión anual del Consejo de la FIUC, que acaba de tener lugar en estas mismas aulas. En pocos años experimentó un fuerte crecimiento: tras una década adquirió casa propia, en este campus de la Avenida Doce de Octubre, construyó edificios, se extendió a otras zonas del país con la modalidad de sus diversas Sedes, y en esta Sede principal de Quito fue estableciendo sus ocho facultades actuales, incluida desde 1973 la Facultad Eclesiástica de Ciencias Filosófico-Teológicas. Habiendo recibido muy pronto el reconocimiento oficial de la Santa Sede como universidad católica, se le concede también el Título de Universidad Pontificia en 1963, por el mismo tiempo en que la Sede Apostólica confiaba su dirección y administración a la Compañía de Jesús, que había dado a la Universidad el primer Rector. Ese largo y brillante Rectorado inicial ha sido continuado por otros cinco, en que otros tantos Rectores y un número considerable de miembros de la Orden, en íntima colabora 40

Page 39: Los Jesuitas en El Ecuador

ción con doctos sacerdotes —de los que han salido varios Obispos— y con otros religiosos y seglares, se han esforzado por mantener y llevar a- delante, si bien con sus características propias cada vez, la estabilidad institucional, la identidad católica, la excelencia académica, el clima humano privilegiado, y la preocupación vigilante por las necesidades de nuestro pueblo. La actual PUCE aparece entonces como una continuación de los centros académicos superiores mantenidos en esta nación por el esfuerzo de nuestros mayores, en beneficio de la educación católica integral, desde el Siglo XVII hasta el Siglo XIX. Vamos a dedicar nuestras reflexiones al recuerdo de esas obras con que en siglos pasados la Compañía de Jesús sirvió aquí a la juventud, a la Patria y a la Iglesia. Señalemos tres hitos decisivos: Primero, el establecimiento y consolidación de la Real y Pontificia Universidad de San Gregorio Magno, durante el Siglo XVII; segundo, el encuentro con la ciencia europea, y en especial con los Académicos franceses, en el Siglo XVIII; y tercero, la creación de la primera Escuela Politécnica Nacional en el Siglo XIX. Nota: Al presentar este recuento emocionado, como un homenaje de filial devoción a la que los jesuitas llamamos “nuestra Madre, la Compañía de Jesús”, me sirvo de los materiales históricos y de las notas redaccionales que me ha proporcionado el Padre Jorge Villalba Freile, Profesor de Historia de esta 41

Page 40: Los Jesuitas en El Ecuador

1.— La Real y Pontificia Universidad de San Gregorio Magno, desde el Siglo XVII. La ciudad de Quito, desde que se sintió vigorosa y dotada de personalidad, a mediados del siglo XVI pidió al Rey del Imperio español tener una Audiencia, esto es un Tribunal de jueces solo inferior al Real Consejo de Indias y al propio monarca, solicitó tener silla episcopal, y también ser la Sede de una Universidad o de un Instituto de Estudios Generales, como el que funcionaba en Lima, la capital del Virreinato Notable aspiración era ésta de los quiteños por ver a sus hijos lucir los títulos académicos del doctorado, en tiempos en que todavía no se habían establecido los centros de estudios secundarios en una forma regular y sistemática. Para este preciso fin fueron fervientemente solicitados los Jesuitas por las autoridades de la Real Audiencia y por su segundo Obispo, el dominico Fray Pedro de la Peña. Era este Prelado Universidad, Director de su Archivo Juan José Flores, y curador del Archivo de la Provincia Jesuítica Ecuatoriana. Con su profunda sabiduría de la historia, unida a la caballerosidad fraterna con que siempre ha sabido participar los frutos de sus investigaciones, ha hecho él posible la manifestación de este testimonio. Las referencias bibliográficas que lo sustentan abundantemente pueden encontrarte en los escritos de los historiadores de la Compañía de Jesús en el Ecuador, ante todo en los del mismo Padre Villalba. 42

Page 41: Los Jesuitas en El Ecuador

un clérigo de altos méritos y profunda ilustración, se había graduado en San Gregorio de Valladolid y había ejercido el magisterio en la ciudad de Méjico. En Quito intentó formar un seminario para clérigos; su convento de San Pedro Mártir impartía enseñanza, como los otros conventos y monasterios quiteños, a grupos de jóvenes. Pero nada de esto le satisfacía: quería Institutos que sistemáticamente proporcionaran la mejor educación de la época. Respondiendo a estas circunstancias vinieron a Quito los Jesuitas en 1856. De este hecho los Oidores informaron al Rey: Llegaron tres sacerdotes de la Compañía del Nombre de Jesús. . . Esperamos que ellos pondrán escuelas y estudios de latinidad y de retórica para los niños. Más adelante podrán establecer la Universidad de Estudios Generales; porque, cierto, es gente que muestra desinteresadamente y promete mucho. Este año 1987 se conmemora el cuarto centenario de la apertura del primer colegio de secundaria en nuestro país. Lo abrieron los jesuitas en locales apresuradamente dispuestos en la parroquia de Santa Bárbara, y a él acudieron cien alumnos; a Lima y a Roma se mandaban noticias de que esos jovencitos eran de agudo ingenio, que iban aprendiendo las disciplinas clásicas 43

Page 42: Los Jesuitas en El Ecuador

igual que en Europa y que deseaban recibir cursos de Filosofía. La revuelta de las Alcabalas trajo penosas consecuencias al Reino de Quito, una de ellas fue la suspensión de los trámites para la fundación de la Universidad. Además, en Madrid se debía de pensar que bastaba la Universidad de San Marcos de Lima para graduar a los súbditos del virreinato, algo así como bastaba un virrey para gobernarlos. Sin embargo, Felipe III accedió a los renovados requerimientos de Quito, pero en forma limitada, autorizando sólo una universidad particular, algo así como una extensión universitaria, en lenguaje moderno, de acuerdo a lo que se dice en la Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias: Está permitido que en ciertas ciudades haya estudios y universidades, y que se ganen cursos y se den grados en ellas, por el tiempo que se juzgare conveniente; para lo cual hemos impetrado bulas de la Sede Apostólica; y les hemos concedido algunos privilegios y preeminencias. Siguiendo estas normas, el Rey Felipe III impetró del Pontífice Gregorio XV, a 2 de febrero de 1620, la autorización para que los colegios de estudios generales de los jesuitas, en lugares 44

Page 43: Los Jesuitas en El Ecuador

de los dominios españoles de ultramar que distasen mucho de universidades ya constituidas, pudieran otorgar todos los grados académicos. Así se estableció en 1622 en la ciudad de Quito, la que se llamó Universidad de San Gregorio, en honor del Sumo Pontífice que la fundaba. En sus aulas se preparaban los estudiantes y el obispo autorizaba y refrendaba los grados. Igual cosa sucedió, por virtud de la misma Bula y Cédula Real, en ciudades como Santa Fe de Bogotá, Córdoba junto al Río de la Plata, y en las lejanas islas Filipinas. Fue cobrando prestigio internacional la Gregoriana de Quito por la calidad de sus profesores, que se equiparaban a los catedráticos de Alcalá de Henares, la universidad fundada por el cardenal Jiménez de Cisneros, según informaba al Rey el obispo Fray Pedro de Oviedo; de suerte que en 1649 obtuvo de la Real Audiencia, en nombre del monarca, la calidad de universidad plena. Llevaba 27 años de vida nuestra Gregoriana cuando los jesuitas se creyeron con capacidad y con documentos suficientes para solicitar de la Audiencia este reconocimiento; ante ella presentaron copias autenticadas de numerosas bulas de nueve pontífices, a partir de Paulo III, en que se les autorizaba irrestrictamente a dar grados en sus universidades, bulas que habían sido aceptadas por el Consejo de Indias. La Audiencia las 45

Page 44: Los Jesuitas en El Ecuador

acató y, en virtud de ellas, expidió cédula refrendada con el sello real: En cuya conformidad fue acordado por los dichos mi Presidente y oidores usen de los privilegios en dar los grados, conforme las bulas que presentan, atento a que consta están pasadas por el Real Consejo de Indias; lo cual ansí haga y cumpla, sin hacer otra cosa en contrario. Dada en Quito, a 26 días del mes de agosto de 1649 años. Lcdo. Don Martín de Arriola, presidente. El 19 de mayo de 1651 fue solemnemente promulgada esta decisión, o mejor “obedecida”, en sesión plenaria de la universidad. Se leyó esta cédula en la cátedra; el Rector, padre Rodrigo Barnuevo, se levantó, besó y puso sobre su cabeza esta provisión real y mandó: “se guarde, cumpla y ejecute, como en ella se contiene, y copie en el libro de esta Universidad por su secretario Diego Rodríguez de Ocampo”. Hasta entonces, 1650, como el mismo Ocampo dice, los grados de los 160 maestros y 120 doctores habían sido conferidos por el obispo o su cabildo. De allí en adelante los conferiría el Rector jesuita. Por fin fue honrada con los títulos de Real y Pontificia Universidad de San Gregorio Magno, como consta en el libro aúreo, conservado hasta hoy en la Universidad Central del Ecuador, donde se consignan los grados otorgados a tantos 46

Page 45: Los Jesuitas en El Ecuador

quiteños y americanos ilustres (venían regularmente estudiantes de Panamá, pero también de otras lejanas regiones), entre ellos a Pedro Vicente Maldonado y a Eugenio de Santa Cruz y Espejo. 2.— La Universidad de los Jesuitas y la ciencia europea y americana en el Siglo XVIII. Nuevo impulso, nuevo rigor, esta vez en el terreno del estudio de las ciencias, adquirió la Gregoriana durante el siglo siguiente por la presencia y actividad de los Académicos y Geodésicos franceses y sus colegas españoles que visitaron nuestro país desde 1736, hace 250 años. Es sabido que el señor Carlos de la Condamine en Quito se hospedó en el colegio y universidad de los jesuitas, y lo mismo en el Colegio de Cuenca; y escribió en su “Journal du Voyage a L’Equateur”: Los jesuitas me proporcionaron en su colegio un aposento muy cómodo; la gratitud me obliga a decir que los d(as que pasé alojado en ese colegio fueron los más gratos y agradables durante los siete años de permanencia en la América Meridional. Fueron frecuentes las relaciones de todos los académicos franceses y de sus colegas españo- 47

Page 46: Los Jesuitas en El Ecuador

les con el personal de la Universidad y Colegio Máximo de Quito. La Condamine refiere que en la terraza construyó con ladrillos la línea del meridiano de Quito y un gnomo o reloj de sol de tres metros de alto. Ha servido, añade, para hacer dar las once y media del día al reloj del colegio, que regulaba la vida de la ciudad, en el instante en que el sol llegaba al cenit. Sabemos que en la torre de la iglesia, ahora destruida, existió un reloj público desde comienzos del siglo XVII, que daba las horas con sonido potente en servicio de toda la población. Al laboratorio del Colegio acudió en 1741, cuando tuvo necesidad de purificar el mercurio nativo de las impurezas de plomo. Lo pudo lograr pese a la deficiencia de instrumentos allí existentes. Sin duda este suceso espoleó al colegio para completar sus equipos en años posteriores. El propio La Condamine narra que en mayo de 1742, poco antes de su partida, fueron invitados los Geodésicos franceses a un acto académico de tipo escolástico que la Universidad de San Gregorio les dedicó como muestra de admiración y gratitud. Según la costumbre de las universidades, uno de los estudiantes exponía el tema; y de entre los asistentes, podían los profesores, estu- 48

Page 47: Los Jesuitas en El Ecuador

diantes e invitados argüirle y pedirle explicaciones. Exposición y discusión, todo ello se hacía en idioma latino. En esa ocasión fue seleccionado el joven estudiante Carlos Arboleda, payanés de 23 años. El tema elegido no fue de ciencias sino de filosofía y teología, pues versaba sobre la libertad de Dios y la libertad del hombre, y las relaciones metafísicas entre el Criador y la criatura. No importaba eso, porque los Académicos hablaban latín y porque ellos también habían estudiado esas asignaturas y se interesaban por tales problemas; de suerte que Luís Godin intervino en la discusión que estaba presidida por el profesor Francisco Sanna, el catedrático más eminente de la Universidad. A más de eso la Universidad tuvo un gesto espléndido, porque el programa de la disertación se esculpió primorosamente en una lámina de plata,. burilada por un Hermano jesuita de colegio. Y el Rector obsequió a los Académicos franceses la preciosa joya. Tenemos la suerte de conservarla: en la parte superior , al gusto renacentista, aparece Minerva, la diosa de la sabiduría, en su trono. Diez geniecillos juegan con los instrumentos de los Geodésicos, hacen experimentos y resuelven ecuaciones. La inscripción la compuso el célebre latinista y famoso predicador, Padre Pedro Milanesio, en frases grandilocuentes que traducida vienen a decir: A la Academia de Ciencias de París, maes- 49

Page 48: Los Jesuitas en El Ecuador

tra de matemáticas y física, a quien Francia dio nacimiento y favor, y Europa aplausos, América dedica este humilde homenaje, por medio de Carlos Arboleda de la Compañía de Jesús, en un certamen de sagrada Teología. Lo preside el R.P. Francisco Sanna, dignísimo profesor de prima en la Universidad Gregoriana de Quito. lo. de mayo de 1742. Si nos preguntamos ahora por la contribución con que nuestra universidad de San Gregorio aportó a la cultura americana, especialmente en aquel controvertido Siglo XVIII,. podemos responder desde los diversos aspectos que deben caracterizar a un centro de formación superior. En cuanto a los profesores, tanto europeos como americanos, es de justicia decir que fueron muy selectos. El Padre José María Vargas ha publicado la reseña de los catedráticos del hábito blanco, que actuaron en su universidad quiteña de Santo Tomas de Aquino. Por lo que toca a los profesores jesuitas gregorianos, si de algo se les culpó fue de su afán de estar muy al día en la exposición de sus disciplinas y aun de aventurarse en la formulación de tesis nuevas y peregrinas, de lo cual tenemos ejemplos. Por ello el Superior General llegó a imponer que ninguno defendiese doctrina que no estuviese publicada en cuatro autores de la Compañía, so pena de verse privado de la cátedra. Tienen en cambio el mérito in 50

Page 49: Los Jesuitas en El Ecuador

discutible de haber transmitido a la sociedad hispanoamericana lo mejor de los conocimientos europeos de su tiempo. Lo demuestran los catálogos de sus bibliotecas, que aún se conservan; los libros de Grados y los 400 textos manuscritos de preelecciones, que guarda el Archivo Nacional de Quito. Pero con igual empeño se dedicaron al cultivo de lo que llamaríamos “ciencia americana”, esto es, al estudio de la historia, geografía, antropología, lingüística, cartografía y ciencias naturales quiteñas. Y este estudio del mundo americano es lo que había que pedir específicamente a esas universidades de la América española, según los reproches de los actuales críticos a esa que sólo entienden como “época colonial”, sin darse cuenta de lo mucho en que ya habían cumplido este programa suyo nuestros ilustres antepasados. Hemos hablado de la importancia de la Biblioteca de la Gregoriana, porque la altura de un centro universitario se calibra también por su biblioteca, instrumento indispensable de labor académica. Halaga sin duda el saber que quienes la conocieron la estimaron por una de las mejores de Sudamérica; y de hecho superior a las de Bogotá y de Lima. El Padre Bernardo Recio, S.J., español, comentó: Muchas bibliotecas buenas he visto, pero a 51

Page 50: Los Jesuitas en El Ecuador

ninguna doy la primacía. Vi las de Alcalá y de Salamanca, y aunque la una le excede en selección y cantidad de libros; y la otra también en ornato y grandeza de la pieza; mas en la de Quito admiré un complejo que ni se halla en las dos mencionadas, ni pienso que en ninguna parte se hallará tal cabal. El material de laboratorio y biblioteca que servía a la Universidad de San Gregorio era incrementado constantemente por las expediciones de misioneros europeos que traían de España, y sobre todo de Italia y de Alemania, las más recientes investigaciones y los novedosos instrumentos con que, especialmente en el Siglo XVIII, la ciencia superaba todos sus estadios anteriores, medievales, renacentistas y modernos. Acerca de la pléyade ilustre de Profesores jesuitas de San Gregorio, acerca del prestigio que en toda la Audiencia tenía el sustentar una cátedra en ese centro superior, acerca de las doctrinas científicas (en parte revolucionarias para la época) que allí se defendían, existe ya cierto material bibliográfico editado en los últimos años, al que hemos contribuido personalmente, sobre todo por lo que toca al más famoso de los Profesores de San Gregorio, que sobrevivió a la destrucción de la Universidad por la Real Cédula de Carlos III en 1767. Juan Bautista Aguirre, que había nacido en Daule en 1725, murió en Tívoli 52

Page 51: Los Jesuitas en El Ecuador

en 1786, hace dos siglos justos, y dejó la más profunda huella en los ambientes académicos y eclesiásticos de Italia, particularmente en su a- migo y admirador, el futuro Papa Pío VII, quien había de restablecer para toda la Iglesia esa misma Compañía de Jesús por la que trabajaron y sufrieron los jesuitas de la Provincia de Quito hasta el destierro, la desautorización y la muerte en el ostracismo. Luego del extrañamiento de los jesuitas por Carlos III, la biblioteca de la Universidad de San Gregorio, junto con las provenientes de los colegios jesuíticos de Ibarra, Latacunga, Ambato y Riobamba, pasaron a formar la Biblioteca Pública de Quito, con más de 20.000 volúmenes, los cuales fueron puestos en manos del Doctor Eugenio Espejo, en 1792, quien exigió un alto sueldo por dirigirla, a juzgar por una elogiosa carta dirigida al Presidente Luís Muñoz de Guzmán: He recibido el despacho en forma; mediante él he pedido la asignación de mil pesos anuales de renta; a ejemplo de la de mil y quinientos que goza el que lo es de la Real Biblioteca de Lima, que no es ni tan numerosa, ni tan comprensiva de tantas facultades, como ésta de los regulares extinguidos, los Jesuitas de Quito. Mas adelante, en 1802, el sabio Francisco José de Caldas, que solo a regañadientes recono- 53

Page 52: Los Jesuitas en El Ecuador

cía los méritos del Reino de Quito, escribía a su amigo don Santiago Arroyo: No acabo de admirar cómo ha venido tanto libro bueno a Quito; no hay particular que no los tenga; y libros que no pude hallar en Santa Fe de Bogotá, los hallado aquí. A mi me parece que hay más copia de buenos libros aquí en Santa Fe. Quizá me engañará en esto. La Biblioteca Pública es la que fue de los Jesuitas; y es preciso confesar que es pieza magníficamente adornada. Mucho sufrió la Biblioteca Pública durante los largos años de la Independencia y durante las perturbaciones de comienzos de la República, hasta que el Presidente García Moreno volvió a confiarla al cuidado de los jesuitas, en 1862. Para entonces se había reducido a la mitad el número de sus volúmenes. La administraron estos religiosos hasta la revolución del general Veintimilla en 1876; al entregarla la habían enriquecido con 2.126 volúmenes y con nuevas estanterías. Pero esto ya pertenece al último período del que conviene referir ahora. 3.— Los jesuitas y la primera Escuela Politécnica Nacional, en el Siglo XIX, En 1870 el Presidente García Moreno funda con jesuitas europeos, pedidos expresamente 54

Page 53: Los Jesuitas en El Ecuador

al General de la Orden, la primera Escuela Politécnica del Ecuador. Se reanudaba así, después de un siglo de violenta ruptura, ].a presencia oficial de la Compañía de Jesús en la educación superior de nuestra Patria. Fue este un esfuerzo académico gigantesco, y sin paralelo en el Continente austral, destinado a desarrollar los estudios científicos entre la juventud ecuatoriana, y a despertar las potencialidades de la industria, que se hallaba tan retrasada en el país. Estaba la Politécnica constituida ante todo por una Facultad de Ciencias, que otorgaba doctoradas en ciencias exactas; había además carreras intermedias de mecánica, Ingeniería, topografía, agrimensura, tecnología, química industrial, y otras más. Por fin, se adjuntaba una institución docente de Artes y Oficios, llamada el Protectorado Católico, a cargo de Hermanas de La Salle, norteamericanos. Cierto que no duraron muchos estos institutos de ciencias: no sobrevivieron a la muerte de su fundador, ocurrida trágicamente el 6 de agosto de 1875. Pero sus frutos perduraron; por lo que toca a los catorce profesores jesuitas, nos quedaron más de 130 obras y artículos. Quedó también la Biblioteca de Ciencias reunida por los jesuitas. Continuando su actividad científica ya fuera de la Escuela Politécnica, permanecie- 55

Page 54: Los Jesuitas en El Ecuador

ron entre nosotros los tres más ilustres Profesores que ella tuvo: Juan Bautista Menten, Teodoro Wolf, Luís Sodiro. Menten construyó y equipó el Observatorio Astronómico de La Alameda, en Quito. Wolf compuso los mejores tratados de Geografía y Geología del Ecuador. Sodiro escribió 32 tratados de botánica de nuestro suelo y de agricultura práctica; recolecté un Herbario Nacional; y fue Director de la Escuela de Agronomía del estado, por nombramiento de los Presidentes Caamaño, Antonio Flores, Luís Cordero y Eloy Alfaro. Educaron y graduaron, por fin, a los primeros ingenieros del país, a los primeros doctores en física y química, que fueron la simiente de la actual Escuela Politécnica Nacional. Y algo más: los maestros de la Politécnica de 1870, en unión con los catedráticos jesuitas y seglares de la Universidad Central (porque García Moreno había dado acceso allí a los jesuitas), revisaron y renovaron los programas y métodos de estudios de todos los colegios y de la enseñanza superior. Este beneficio académico se aplicó de lleno en la Universidad del Azuay en Cuenca, centro superior que por circunstancias muy originales dirigió también la Compañía de Jesús en el siglo 56

Page 55: Los Jesuitas en El Ecuador

pasado. Solo recordaremos brevemente que en octubre de 1869 el señor doctor Mariano Cueva, Rector de la Corporación Universitaria del Azuay, creyó oportuno entregar el rectorado de esa Universidad al Padre Miguel Franco, S.J., que ya era rector del Seminario y del Colegio de la ciudad que se llamaría Benigno Malo. El Padre Franco, italiano de Turín, ejerció ese rectorado y dictó la cátedra de Teología Moral, hasta la elección del Presidente Dr. Antonio Borrero Cortázar. Las asignaturas medias de letras, latín y matemáticas estaban en manos de los entonces jóvenes jesuitas Federico González Suárez y Abelardo Moncayo. Los catálogos de premiaciones de esos años muestran que sobresalían en las aulas los alumnos Cornelio Crespo, Honorato Vásquez, Emiliano Crespo Astudillo, Benigno Malo Crespo. Curiosamente, la Universidad del Azuay era por entonces la única universidad que dirigían los jesuitas en todo el mundo, excepto la Universidad Gregoriana de Roma y los centros universitarios destinados a los propios estudiantes religiosos de la Orden. Ha sido grato para mí rendir tributo, siquiera sea en esta forma, a los catedráticos y demás promotores jesuitas de la cultura superior en las centurias pasadas de la historia nacional, a nombre de esta universidad nuestra que me toca presidir, y que se esfuerza por mantener en alto la tradición gloriosa que ellos nos legaron. Ven- 57

Page 56: Los Jesuitas en El Ecuador

turosamente los jesuitas contamos ahora para este propósito con el concurso de numerosos maestros y maestras, de alta calificación, y con los miembros de todo un compacto equipo administrativo, unidos con la Compañía de Jesús en este patriótico esfuerzo y en una misma inspiración fundamental. 58

Page 57: Los Jesuitas en El Ecuador

AGRADECIMIENTO DEL PROVINCIAL DE LA COMPAÑIA

DE JESUS

Por el Dr. José Araujo S.J., Provincial de la Compañía de

Jesús en el Ecuador

Page 58: Los Jesuitas en El Ecuador

Pronunciadas clausurando la Sesión Solemne Conmemorativa celebrada

en la Pontificia Universidad Católica, del Ecuador el 26 de febrero de 1987

Page 59: Los Jesuitas en El Ecuador

Distinguidas Autoridades y amigos: En la Fórmula del Instituto de la Compañía de Jesús, escrita por San Ignacio de Loyola y aprobada por el Sumo Pontífice Paulo III, documento fundacional, oficial y solemne, se afirma: “Compañía fundada principalmente para emplear-se en la defensa y propagación de la fe y en el provecho de las almas en la vida y doctrina cristiana, sobre todo por medio de las públicas predicaciones, lecciones y cualquier otro ministerio de la palabra de Dios, de los Ejercicios Espirituales, la doctrina cristiana de los niños y gente ruda, y el consuelo espiritual de los fieles, oyendo sus confesiones y administrándoles los otros sacramentos. . . . se empleen (además) en la pacificación de los desavenidos, el socorro de los presos en las cárceles y de los enfer- 61

Page 60: Los Jesuitas en El Ecuador

mos en los hospitales, y el ejercicio de las demás obras de misericordia, según pareciere conveniente para la gloria de Dios y el bien común”. Dentro de la riquísima gama de ministerios apostólicos a los que puede entregarse el jesuita, guiado por sus Superiores, se realza especialmente en la Fórmula del Instituto: la evangelización directa: defensa y propagación de la fe, la comunicación gozosa de la palabra de Dios, la santificación sacramental y el trabajo con el pueblo de Dios, los niños, los rudos y todos los que sufren. En el magnífico recuento histórico que con tanta elocuencia, erudición y objetividad nos han hecho, tanto el Sr. Lcdo. Alejandro Carrión, Presidente de la Comisión Nacional Permanente de Conmemoraciones Cívicas, como el Sr. Dr. Jorge Salvador Lara, ilustre Director de la Academia Nacional de Historia y ex-alumno esclarecido, junto con el Profesor Dr. Julio César Terán Dutari, Rector de esta Pontificia Universidad Católica, habréis podido formaros un juicio sólido sobre la actuación de los sacerdotes y hermanos de la Compañía de Jesús, en estos cuatro siglos. Tenéis un acervo rico de datos para responderos a una pregunta importante: ¿Han sido los hijos de Ignacio de Loyola fieles a su estatuto fundacional, a su propio carisma? En medio de sus limitaciones humanas ¿han marchado al ritmo de las urgencias redentoras de Cristo? 62

Page 61: Los Jesuitas en El Ecuador

Tenemos un juez, el definitivo, que sabrá juzgarnos con toda su infinita bondad de Padre. El ha seguido con amor todos los pasos de sus elegidos, pero no hay duda de que entre las realidades históricas mencionadas con tanta brillantez por los oradores que me han precedido, se ha puesto de relieve el influjo singular que la acción de la Compañía de Jesús ha tenido en el desarrollo y acrecentamiento de la fe y de la cultura ecuatorianas. No hemos sido los únicos, ni los primeros. Nos precedieron meritísimas órdenes religiosas. Pero la gracia del Señor nos concedió colaborar con ellas, con la jerarquía de la Iglesia y con todos los hombres de buena voluntad, en la búsqueda y el hallazgo de esa síntesis, difícil pero necesaria, de fe y cultura, algo que Su Santidad Juan Pablo II reconocía jubilosamente en su discurso a los intelectuales en el templo de la Compañía. Nos decía textualmente: “Son valores substanciales que aglutinan e impregnan vuestras formas de vida familiar y social, privada y pública. Una sabiduría profunda de vuestra gente, una memoria histórica de luchas y triunfos, una común aspiración de Patria, Están simbolizadas en los mismos grandes temas religiosos que viven en el pueblo como focos de actividad cultural y que inspiran la instrucción, el arte, las artesanías, la fiesta y el descan- 63

Page 62: Los Jesuitas en El Ecuador

so, la convocación multitudinaria y hasta la organización misma de las comunidades...” Y luego, con acento admonitorio, como reconocimiento válido del pasado y como reto el futuro, recalcaba: “porque la fe que no se convierte en cultura es una fe no plenamente acogida, no enteramente pasada, no vivida en total fidelidad Nuestro agradecimiento reconocido para el Gobierno Ecuatoriano y para la muy ilustre Comisión Nacional Permanente de Conmemoraciones Cívicas, que dignamente presidida por el polifacético y consagrado escritor, Sr. Licenciado Don Alejandro Carrión Aguirre, han querido honrar a la Compañía de Jesús en la celebración del Cuarto Centenario de su establecimiento en la Audiencia de Quito. Y nuestro especial homenaje de gratitud a tan excelentes oradores que han exaltado la obra de nuestros hermanos unida a la historia de nuestra Patria. Para los jesuitas ecuatorianos de hoy, Señores y amigos presentes, esta conmemoración, a una con el testimonio de vuestro nobilísimo afecto, en un llamado para preservar sin mengua el patrimonio de familia que nos han legado nuestros mayores –

64

Page 63: Los Jesuitas en El Ecuador

“La valentía y el denuedo sobrenatural —nos advertía en su Visita el P. Peter Hans Ko!venbach, General de la Compañía— que nuestros hermanos demostraron en la obra colosal de las misiones del Marañón, en el cuidado pastoral de las doctrinas desperdigadas por el altiplano ecuatoriano, en el trabajo silencioso pero fecundo de Universidades y Colegios, en los templos y creaciones artísticas, debe encontrar un eco profundo hoy, en todos Ustedes”. Este eco podremos mantenerlo profundo y vibrante en la medida en que vosotros aceptéis caminar con nosotros! Es ésta una vieja historia de cuatro siglos: el investigador P. José Jouanen señala que el 20 de julio de 1586 fueron recibidos los primeros jesuitas por todos los quiteños con grandes demostraciones de afecto y cariño. Y luego añade: “y este afecto y cariño de la ciudad entera de Quito a los jesuitas jamás se desmintió en tiempos posteriores hasta la injusta expulsión de Carlos III”. Otras dos veces hemos sido desterrados de la Patria en tiempos republicanos. Todos estos destierros los hemos sufrido de parte de los que detentaban el poder. Nadie ha logrado desterrarnos del afecto y cariño de nuestro pueblo. - -

En el futuro —perdonadme que os lo diga sin ningún orgullo, sino más bien como una íntima exigencia de autenticidad— mantendremos incontaminado este pacto de fidelidad en la medida en que los jesuitas de hoy y los que nos sigan seamos fieles a nuestra acta fundacional, a 65

Page 64: Los Jesuitas en El Ecuador

nuestro carisma, a nuestras misión, que traducida al lenguaje de nuestros días afirma: “La misión de la Compañía hoy es el servicio de la fe, del que la promoción de la justicia constituye una exigencia absoluta en cuanto forma parte de la reconciliación de los hombres exigida por la reconciliación de ellos mismo con Dios’ En el mismo sentido nos estimulaba el Sumo Pontífice en su Visita: “Os aliento, decía, a contribuir solidariamente, con un esfuerzo cultural integral e integrador de todos los recursos, a la elevación del hombre ecuatoriano; hombre sufriente y oprimido muchas veces; hombre profundamente religioso y trabajador, que no quiere caer bajo la dictadura de los materialismos; hombre con un inmenso patrimonio cultural que está luchando por preservar para elevar así su propia dignidad; hombre que es para todos la pieza clave del universo, y que para el cristiano es un ser de inmensa dignidad porque lleva en sí la vida de Aquél que se reveló en la historia a través del Hijo del Hombre, Camino, Verdad y Vida”. Gracias a todos vosotros. Con este singular gesto de amistad, con vuestra adhesión sincera a esta celebración, con la promesa de vuestro cualificado apoyo, marcharemos confiados hacia el futuro y trataremos de ser dignos de vuestra lealtad. 66

Page 65: Los Jesuitas en El Ecuador

EL CUARTO CENTENARIO DE LA LLEGADA DE LA COMPAÑIA

DE JESUS AL ECUADOR, 1586 — 1986

Por el Dr. Jorge Villalba Freile S. J., Profesor de Historia de la

Universidad Católica, Director de su Archivo “Juan José Flores” y curador del Archivo de

la Provincia Jesuítica Ecuatoriana

Page 66: Los Jesuitas en El Ecuador

Texto cedido por su ilustre autor especialmente para esta Edición

Page 67: Los Jesuitas en El Ecuador

LOS JESUITAS SE ESTABLECEN EN EL REINO DE QUITO

La Compañía de Jesús se estableció en el Reino de Quito en julio de 1586, hace cuatrocientos años. Fue la última orden religiosa en llegar al país; desde la fundación de Quito hispánico en 1543, estuvieron presentes los franciscanos, dominicos, mercedarios, luego los agustinos, formando una corona de conventos al rededor del núcleo de la pequeña villa. Igual cosa encontramos en las restantes ciudades que se fueron fundando. Cada una de estas comunidades ha intervenido tanto en la vida religiosa y cultural de la patria, que no es posible escribir adecuadamente la historia nacional sin mencionas la parte que ellas han tomado: así como no se puede describir el 69

Page 68: Los Jesuitas en El Ecuador

centro centenario de la ciudad capital, prescindiendo de las torres, campanarios y domos de los egregios templos conventuales. La Compañía de Jesús fue la última en llegar, porque era la más joven orden religiosa: solo fue establecida por Ignacio de Loyola en 1540, y se propagó de inmediato por Europa, por África, por la India y Japón; mas a los dominios americanos del Rey Católico solo llegó en 1568. En abril de ese año arribó a Lima un grupo de Jesuitas enviados por San Francisco de Borja a petición de Felipe II. Tenían orden de extenderse por el norte y por el sur, tan pronto como les fuera posible. En efecto, hacia 1572 aparecieron los primeros jesuitas en la Audiencia de Quito, recorriéndola con misiones populares esporádicas. Así se dieron a conocer, y desde entonces los vecinos y las autoridades los empezaron a pedir con insistencia. Uno de los primeros en misionar en Guayaquil y su provincia, y quizá en la capital, fue el padre Blas de Valera, personaje muy conocido de los historiadores y de especial interés cabalmente porque fue mestizo; como tal conocía el quechua su lengua materna, y se sentía emparentado y relacionado por igual con los aborígenes y con los españoles1. 1.- Blas de Valera escribió la Historia de los Incas y de la conquista; sus fragmentos utilizó, con grandes elogios, Garcilaso Inca de la Vega en sus comentarios. 70

Page 69: Los Jesuitas en El Ecuador

Llegó por fin a los jesuitas de Lima petición oficial del obispo de Quito, el dominico Pedro de la Peña, y de la Real Audiencia. Respondiendo a esta invitación, en la reunión consultiva de 1579, el visitador del Perú, P. Juan de la Plaza y el provincial José de Acosta acordaron que “Con la primera comodidad de obreros convendría que la Compañía fundase en Quito, por ser provincia de muchos indios, y muy aptos para recibir el Evangelio: aunque no haya de presente dotación, se entiende por la voluntad y deseo que el obispo, Pedro de la Peña, ha mostrado, y el presidente de aquella audiencia, licenciado Hernando de Santillán, y otros muchos, que la Compañía vaya allá: que dentro de poco tiempo habrá suficiente dotación.2 Entre tanto, antes que llegara esa buena ocasión, se adelantaron varios quiteños en busca de la Compañía de Jesús a Lima; iban representando a todas las clases sociales: ingresó al noviciado Gaspar de Ulloa, criollo que poseía perfectamente el quechua; un mestizo, Domingo Bermeo, de 23 años; su lengua materna le favoreció para ser excelente predicador de los indios; se nos dice que era humilde y devoto3. Ingresó también el joven Alonso de Paz, hijo del Dr. Luís 2.- Monumenta Peruana (MP) II,doc. 126, 25-IV-1579. 3.- MP. II doc. 20,130. 71

Page 70: Los Jesuitas en El Ecuador

de Acosta y de doña Ana de Paz, él era encomendero y abogado de la audiencia; ella rica dama emparentada con la aristocracia de la ciudad. Los dos se vieron envueltos en dolorosos disturbios familiares, y sus muertes causaron consternación, como lo refiere el ilmo. Federico González Suárez; su hijo mientras tanto renunciaba a la herencia paterna para vestir la sotana religiosa4. No faltaron los indios de nuestra Serranía en las demostraciones de amistad a los jesuitas; pues nos refiere el padre José de Acosta que cuando él levantaba el templo jesuítico en el Cuzco, recibió la entusiasta ayuda de los mitimaes Cañaris allí residentes. El Inca Huaynacápac los había llevado como soldados escogidos de su guardia imperial, y los aposentó en la fortaleza de Sacsayhuamán. Estos indígenas Cañaris nativos de los Andes azuayos, se hicieron cristianos y amigos del Padre Acosta; de manera que espontáneamente le llevaban piedras labradas, extraídas de la fortaleza aborigen, marchando en procesión, adornados con atavíos nativos y cantando en su idioma5. Por fin en 1586 se cumplieron las condiciones requeridas, pues, la Compañía contaba en 4.- Arch. S.J. Quito; F. González Suárez. Historia General de la República del Ecuador, 1893, tomo IV. c. 1. 5.- Monumenta Peruana (MP Rama, 1958; tomo 2o.,doc. 126, 25-IV-1 579. José de Acosta, S.J. al general Everardo Mercuriano, Lima, 1 1-IV-1 579, en MP, 2o. doc 123, p. 618. 72

Page 71: Los Jesuitas en El Ecuador

la provincia limeña con 133 religiosos, 55 sacerdotes entre ellos. El provincial Juan de Atienza destinó a cuatro religiosos para que bajaran a fundar casa en el Reino de Quito: eran los Padres: Baltazar Piñas, superior, Diego González de Holguín, Juan de Hinojosa, y el hermano coadjutor Juan de Santiago, partieron el 11 de abril de 1586, y llegaron a la capital de la Audiencia al atardecer del 19 de julio. Todos eran peninsulares: Baltazar de Piñas, natural de Urgel (1530-1611) vino a América en 1575, luego de haber fundado y regido colegios en España y Cerdeña; en el Perú fue rector del colegio de Lima y Provincial, distinguiéndose por su actividad apostólica y amabilidad de trato. González Holguín (1552-1618) fue aceptado por el padre Piñas para trabajar en las Indias, a donde arribó en 1528; residiendo en el Cuzco y otras regiones; llegó a dominar tan perfectamente el idioma quechua, que compuso una gramática y su vocabulario. Un ejemplar de la Gramática posee el convento de Santo Domingo de Quito; y del Vocabulario, el Archivo de la Compañía de Jesús. En 1600 volvió al Perú, donde publicó la Gramática de la Lengua Quechua y Arte nuevo de la Lengua del biga, 1608. 73

Page 72: Los Jesuitas en El Ecuador

Juan de Hinojosa fue profesor en Lima de Artes o filosofía; desempeñó igual cargo en Quito, hasta que falleció santamente en 1589. Juan de Santiago tenía a su cargo la administración de la casa y la catequización. Se supo en la capital del Reino que ya venían de camino: la Audiencia, los dos Cabildos, los vecinos, los aguardaban con inmenso alborozo y expectativa del fruto espiritual y cultural, poniendo en no pequeño compromiso a los expedicionarios. La actitud de estas corporaciones no deja de sorprender si consideramos que Quito y su territorio disponía de numeroso y selecto clero, como lo atestigua nada menos que el austero y celoso Fray Pedro de la Peña, O.P, segundo obispo de Quito, quien se expresó así al inaugurar el primer sínodo diocesano: “Dios nuestro Señor milagrosamente ha proveído a esta su Iglesia de ministros suficientes para la doctrina de estos naturales, que hoy tenemos en nuestro obispado más de cien sacerdotes clérigos e muchos religiosos, todos doctos y de buen ejemplo, de buenas lenguas (conocedores de los idiomas aborígenes); de los cuales se. han congregado con nuestra persona, en este santo Sínodo, cinco prebendados de esta santa iglesia, y los prelados de 5. Francisco, Santo Domingo e la Merced; seis licenciados y maes- 74

Page 73: Los Jesuitas en El Ecuador

tros canonistas, teólogos, cuatro bachilleres y treinta clérigos y seis religiosos, tan prudentes y doctos, que más parece congregación e sínodo de Cartilla que hecho en las Indias; todos unánimes y conformes para la doctrina destos naturales’.6 Sin embargo de esto, los hijos de Loyola eran ardientemente solicitados por villas y ciudades; y esto por dos razones principalmente, por dos necesidades importantes que hasta entonces no habían podido ser plenamente atendidas: a saber, primero la educación sistemática de la niñez y juventud en escuelas y colegios; y los jesuitas se habían especializado en esta labor. Segundo para las misiones encaminadas a cristianizar profundamente a los indios. Quito poseía, de acuerdo a las repetidas informaciones de la época, una población muy densa de indios, mayor proporcionalmente a la de otros distritos, que desbordaban el celo y posibilidades de sus párrocos. Eran bautizados, pero su cristianismo no pasaba de ser superficial, se hablaba conviviendo en extraña amalgama con sus antiguas supersticiones y hechicerías; la Iglesia sentía la necesidad de hallar un método y una institución que se dedican con intensidad a una misión apostólica en gran escala en favor de 6.- REVISTA del Instituto de Historia Eclesiástica Ecuatoriana, No. 3-4. Quito. 1978, Parte Segunda, Constituciones sobre indios, p. 42. 75

Page 74: Los Jesuitas en El Ecuador

76

Page 75: Los Jesuitas en El Ecuador

los naturales. Y los jesuitas habían dado muestras de saberlo hacer. En efecto traían normas y métodos bien probados para este propósito que consistían en la aplicación práctica de los cánones del gran Concilio Limense Segundo de 1567. Los jesuitas llegaron a Los Reyes poco después de terminado el concilio, y fue el mismo San Francisco de Borja quien les exhortó a aplicarlo ampliamente en su ministerio. Desde Madrid escribió al padre Jerónimo Nadal, su vicario en Roma, mandándole copiar el Concilio Segundo Limense, y que se lo enviase, a fin de entregarlo como norma de conciencia a los jesuitas que iban a las Indias. A esto se añadieron las experiencias de los misioneros y la doctrina propuesta por el padre José de Acosta en su magna obra De Procuranda Indorum Salute o Predicación del Evangelio en las Indias. Se resolvió, pues, en la Congregación provincial de 1576 que no se aceptarían parroquias o doctrinas de indios; en cambio se establecerían residencias en zonas intensamente pobladas, como centro de misiones populares, donde se daría una precisa e intensiva instrucción doctrinal, apoyada en inflamada emoción religiosa, que supliera, que hiciera olvidar las ceremonias paganas en honor del Sol y las huacas que celebraban con cantares y profusión de bebidas embriagadoras. 77

Page 76: Los Jesuitas en El Ecuador

Para lograrlo, para que su palabra fuera eficaz había que abrir las puertas a la gracia divina con dos medios: la pericia en las lenguas indígenas, y luego el uso de un catecismo en idiomas aborígenes, elaborado con todo arte y acierto. Desde el comienzo advirtieron que el CATECISMO debía componerse de varios volúmenes o cuerpos escalonados: Una Cartilla, que se repetiría diariamente hasta saberla de coro, en las iglesias, en las haciendas, en los obrajes, en las minas. De un Catecismo más amplio para adultos. Por fin una ayuda para el catequista: un Sermonario explicativo de la doctrina cristiana en todas sus partes y dogmas. Además un Confesionario, con examen de conciencia, explicación de los mandamientos para súbditos y caciques, seguida de consideraciones motivas al arrepentimiento y buenos propósitos. En estos dos últimos libros se tuvo muy en cuenta la mentalidad indígena, y toda la actividad, todas las razones y argucias que ponían los hechiceros contra la doctrina y el misionero, los cuales estaban por todas partes y eran terriblemente influyentes en el pueblo. José de Acosta, con la ayuda de clérigos y sus hermanos experimentados, elaboraron estos libros y sus textos; se ayudaron del estudio 78

Page 77: Los Jesuitas en El Ecuador

de las religiones aborígenes elaborado por el antropólogo Polo de Ondegardo. La traducción empero a los idiomas quechua y aymara se encomendó a los jesuitas mestizos Blas de Valera y Bartolomé Santiago, que los habían aprendido a los pechos de sus madres. Se había advertido que para atender tácticamente a tantos millares de indígenas había que empezar por sus jefes, por los caciques que gozaban de increíble influjo sobre sus súbditos: si los caciques eran buenos cristianos, sus indios subordinados lo serían también. Más adelante había que atender particularmente a los indios ladinos, indígenas que se habían hispanizado y vivían en las ciudades. Para los hijos de aquellos propusieron fundar internados; para éstos, cofradías. Los cofrades debían desempeñar un activo programa de caridad con los necesitados, y de proselitismo religioso. Debían añadirse demostraciones masivas con procesiones y actos de culto con profusión de luces, imágenes, cantares y representaciones de autos sacramentales que atrajeran la imaginación de [as muchedumbres 7. 7.- Francisco Mateos, S.J. “Primeros Pasos en le Evangelización de los Indios”, en Missionalia Hispánica, Madrid, Año IV, No. 10,5. Los Dos Concilios Limenses de Jerónimo de Loaysa, ibd. No. 12 479, ss. 79

Page 78: Los Jesuitas en El Ecuador

EL CATECISMO TRILINGUE, 1585 Portada del Catecismo Tercero o tercer tomo, guía para el catequista. Fue el primer libro impreso en Sudamérica, en el Colegio de la Compañía de Jesús de Lima, por Antonio Ricardi, en 1585. 80

Page 79: Los Jesuitas en El Ecuador

Lo compuso el Padre José de Acosta, S.J., y lo tradujeron al quechua y aymara los jesuitas indoamericanos Blas Valera y Bartolomé de Santiago. El Concilio tercero limense de 1583, presidido por Santo Toribio de Mogrovejo lo aprobó e impuso como texto oficial para las doctrinas de toda la arquidiócesis. Con este bagaje espiritual y pedagógico llegaron a las puertas de la urbe audiencial, aún inciertos de su porvenir, pues nada había seguro sobre la fundación de una residencia: ellos no traían consigo dinero ni bienes; tampoco en la ciudad se había ofrecido algún vecino a fundar el colegio, aportando el capital necesario. Por eso, y por otros motivos, prefirieron entrar en Quito ya anochecido, y fueron a pedir posada al Hospital de la Misericordia, como lo hacían los peregrinos. Era el 19 de julio de 1586, Al día siguiente voló la nueva de su llegada por calles y plazas; de inmediato acudieron los oidores y los canónigos, los superiores y los caballeros, a saludarles y ofrecerles sus servicios. Ellos, por su parte, empezaron sus ministerios, dando comienzo a las pláticas a los indios en quechua, lo cual fue acogido con asombro y entusiasmo por los naturales. Sorprendentemente hasta entonces se les solía predicar usual 81

Page 80: Los Jesuitas en El Ecuador

mente en castellano. Aquí se ve la ventaja de los Catecismos que traían consigo, elaborados en idioma y palabras adecuadas a sus mentes y corazones.

SE FUNDA EL COLEGIO DE LA

COMPAÑIA DE JESUS Muy pronto conferenciaron Audiencia y Cabildo eclesiástico y la gente principal para idear los medios de subsistencia que hicieran posible el establecimiento de los jesuitas, y la erección del primer colegio para la numerosa chiquillería. Les ofrecieron, primero, una casa e iglesia, la parroquia de Santa Bárbara en la cuesta de la loma del Huanacauri; la cedió su párroco el buen padre Juan de Borja, que fue trasladado a la catedral. No bastaba sin embargo para colegio el edificio existente; así, pues, recibieron suficiente limosna para comprar un solar adyacente en 3.300 pesos, y se comenzó a edificar. A los pocos días de llegados los llevaron en procesión a tomar posesión de la casa de Santa Bárbara, en suntuoso desfile. No hubo a la verdad fundador; lo fue toda la ciudad. El Padre Baltasar de Piñas se dio por satisfecho y aceptó oficialmente el compromiso de quedarse y establecer un colegio. Para atender a su sustento les proveyeron de útiles, víveres, dinero y tierras. Ya desde ese 82

Page 81: Los Jesuitas en El Ecuador

año se echa mano del sistema que se volverá normal para la fundación de colegios;, consistente en donarles una o más haciendas, para que los religiosos las volvieran productivas mediante sus hábiles hermanos coadjutores; y de su producto vivieran, sustentaran el colegio y compraran bibliotecas y alhajaran sus iglesias. La Audiencia compuesta entonces solo de los oidores Pedro Venegas de Cañaveral, Francisco de Auncibay y Pedro Zorrilla les otorgó la limosna usual para ornamentos y culto; y luego alrededor de 5.000 pesos, dinero fruto de una contribución de los indios, y que debía emplear- se en bien de los naturales. Entre el bienhechor Matías Arenas, y otros amigos, les proporcionaron una buena hacienda con 1.200 vacas, a diez leguas de la ciudad. Años adelante, en 1607, el Presidente Miguel de Ibarra les donó 30 caballerías, junto a esa estancia. (MP. IV, doc. 112). La catequización del indígena y el funcionamiento del colegio de adolescentes son los dos ministerios principales y novedosos; así lo refiere la carta anual de 1589: Quito, por el número de sus habitantes y de edificios, se acerca mucho a Lima, la capital del virreinato; somos queridos y estimados de casi todos, pero mucho más de los in 83

Page 82: Los Jesuitas en El Ecuador

dios. Se congregan animosos y de su propia voluntad acuden a la instrucción religiosa, cuando antes no había fuerza humana que los convocara; les gusta la afabilidad con que se les habla y el cariño que se les muestra; serán más de 7.000 los que asisten a las pláticas de la mañana y de la tarde y no se ha llevado cuenta de las confesiones. Se tiene comprobado que les atrae la cofradía establecida, en la cual solo se les inscribe después de preparación y pruebas satisfactorias. Los cofrades velan por las buenas costumbres, convocan a la gente a la plática, atienden a los enfermos y les llevan alimentos especiales. El día de Corpus salieron en procesión con velas, vestidos de rojo y blanco, con tal orden, silencio y solemnidad que impresionó a toda la población. Les atraen poderosamente los autos sacramentos que se representan en tablados erigidos en la calle delante del colegio. (MP. II, doc. 140). Se remitieron a Lima y Roma estos informes con la solicitud de refuerzos de personal, que no se hicieron esperar; al año siguiente llegaron los padres Juan de Anaya, Jerónimo de Castro y Onofre Esteban, con el hermano Pedro de Vargas. Se pudo dar con este refuerzo un gran paso en la historia cultural de la ciudad: empezó en 1587 el PRIMER COLEGIO formal del Reino 84

Page 83: Los Jesuitas en El Ecuador

de Quito, con clases de latinidad y de cultura clásica, base de todos los restantes conocimientos. Nada menos que cien jovencitos acudieron a sus aulas, llegando a 150 poco después. Demostraban vivo ingenio, dando promesas de halagadora cosecha intelectual. Se añadió una cátedra de lengua quechua, a cargo del erudito padre González Holguín. La Audiencia y el Cabildo rivalizaban en mostrar favor a los recién venidos; los Oidores informaron a la Corona: Llegaron tres sacerdotes de la Compañía del Nombre de Jesús, los cuales serán muy útiles a los indios; el superior padre Piñas es hombre muy grave; los otros son lenguas y prometen mucho fruto. Esperamos que ellos pondrán escuela y estudios de latinidad y de retórica para los niños; más adelante podrán establecer la Universidad de Estudios Generales, porque cierto, es gente que muestra desinteresadamente y promete mucho fruto.1 El Cabildo por su parte acogió la solicitud del rector del convento y el Colegio de Santa Bárbara, pidiendo se le permitiera cerrar la calle que separaba los dos edificios, con la condición de abrir otra al lado. 1.- La Audiencia al Rey, AGI, Quito, Cartas y Expedientes del Presidente, Col. V.G. 1,620. 85

Page 84: Los Jesuitas en El Ecuador

Lo firmaron a 16 de marzo de 1587 los Regidores Don Lorenzo de Cepeda, sobrino de Santa Teresa de Jesús, el Dr. Luís de Acosta, cuyo hijo ingresó en la Compañía de Jesús (Arch. S.J., Quito, 1, 2).

LAS CONTRADICCIONES: EL TERREMOTO,

LA EPIDEMIA, LOS LITIGIOS Todo marchaba con prosperidad, cuando surgieron las contradicciones. La primera fue el espantable terremoto de 28 de agosto de 1587. Antes de la llegada de los jesuitas, el 8 de setiembre de 1575, ocurrió una erupción del vol. cán Pichincha que aterré a los quiteños; fueron despertados por los truenos y relámpagos de fuego que se sucedían en la cumbre del cerro, a los que acompañaba una lluvia de ceniza que oscureció el cielo “como si fuera noche tenebrosa”. Es comprensible el temor y aprensión de los vecinos, pues podían temer que la ceniza y deyecciones arrojados por el volcán sepultaran a la ciudad como lo había hecho el Vesubio con Pompeya. Todos clamaron al cielo y a Nuestra Señora pidiendo misericordia, especialmente los dos cabildos, como representantes de la ciudad; a las 86

Page 85: Los Jesuitas en El Ecuador

once del día cesó la ominosa lluvia gris, y se aclaró el cielo. Atribuyeron ambos Cabildos a la intercesión de la Virgen María la Salvación de la ciudad; en agradecimiento hicieron voto de celebrar el acontecimiento cada año, para siempre jamás, con ritos sacros y procesión al templo de la Merced, 15 de septiembre de 1575 1 Algunos historiadores juntan equívocamente esta erupción de ceniza del Pichincha de 1575, con el terremoto de 1587. Este sismo de 1587 fue el primero que azotó a la ciudad hispana de Quito, según Teodoro Wolf2 solo hay memoria de otro en Quijos, 40 años antes, cuando Gonzalo Pizarro caminaba por allá en busca del País de la Canela. No parece que en 1587 se presentara actividad alguna del volcán Pichincha. Tiene indudable interés la narración de un testigo de este primer terremoto, referida por el P. Juan de Hinojosa, con pormenores de la situación del Quito de 1587. “En ésta daré a VR, relación de un terrible temblor de tierra que hubo en esta ciudad que 1 . Colección de Documentos sobre el ObisDado de Quito, 1546- 1583, PAM, Quito, XXII, 1946, 2.- Teodoro WoIf: Geografía y Geología del Ecuador, Leipzig 1892, p. 374. 87

Page 86: Los Jesuitas en El Ecuador

causó extraordinaria admiración, así por ser nunca vista en esta ciudad, como por la terribilidad dól; y en general digo que en mi vida nunca he visto tan espantosa cosa, y los Padres que acá están dicen lo mismo. Fue a los 30 de agosto, a las ocho de la noche, 1587. Estábamos todos juntos, y en sintiéndolo salimos todos al patio donde nos hincamos de rodillas, esperando sin duda el fin de nuestros días, porque en saliendo al patio y puestas las rodillas en el suelo, dimos todos en tierra, que no me parecía la tierra y el suelo sino mar con unas olas, y altos y bajos, que quedamos desvanecidos como quien da vueltas a la redonda. Con el movimiento de las torres se tañían las campanas; pensamos que se abría la tierra, como se hizo en otros pueblos cerca de aquí. No vino el temblor avisándonos, sino de golpe, sin ruido, duró obra de dos o tres credos; que si más durara, no quedara casa ni pared enhiesta. Pero fue Nuestro Señor servido que no duró más, con aquella fuerza, y aunque hasta ahora hay temblores, no es cosa que da pena. Salimos luego por la ciudad el Padre Diego González y yo con linternas, cada uno por su parte, y rodeamos toda la ciudad. Confesamos y animamos y consolamos al pueblo, que lo había bien menester, y lo estimaron en mucho. Acudió luego mucha gente a nuestra casa, teniendo por cierto que la iglesia y nuestras chozas se habían caído; y fue Nuestro Señor servido que en toda ella no se halló una hendidura, ni recibió lesión 88

Page 87: Los Jesuitas en El Ecuador

alguna, que causó admiración por ser el edificio flaco y no con mucho fundamento, y muy antiguo, de más de 40 años, que dicen fueron las primeras casas que en esta ciudad se edificaron, y que ahora 14 años estuvieron los moradores de ellas por deriballas por este respecto. En la ciudad hubo mucho daño: la iglesia del convento de Santo Domingo cayó en tierra; y los claustros, que eran muy buenos y bien edificados, no quedan de provecho, y casi no queda celda donde poder habitar, que es grande lástima. Duermen en toldos, en los patios y huertas. En el convento de San Francisco hubo también averías, en especial en la iglesia, con ser muy fuerte, la cual quedó sentida mucho en algunas partes; y en San Agustín y en la Merced también hubo harto daño. En la iglesia mayor hubo notable daño, en especial en la torre y campanario. Cayéronse muchas casas y muchos tejados de otras; y si las paredes no fueran más fuertes que las de Lima, dicen se hundiera todo el pueblo; y las casas no son tan altas, que también fue ayuda. Los que se hallaron en Lima al temblor del año pasado, dicen que fue mayor éste en la intensidad, aunque no duró tanto tiempo. Muriera mucha gente si fuera más de noche. Murieron ocho indios y una mujer española en la ciudad, y hubo otros descalabrados. Hizóse luego aquella noche una procesión y disciplina de sangre desde la iglesia mayor a 89

Page 88: Los Jesuitas en El Ecuador

nuestra casa, y hubo hartas confesiones, en que se vio no pequeño fruto. En un pueblo legua y media de esta ciudad murieron dos españoles y quince indios, y se abrió la tierra y echó un buey de agua negra y de mal olor; lo cual me dijo un fraile que tenía a cargo la doctrina de aquel pueblo, en el cual no quedó casa en pie, que no cayese. En otro pueblo llamado Guayllabamba murieron dos españoles, y no quedó casa que no se asolase. El corregidor de allí me afirmó que veía hervir la tierra y derribar algunos cerros, abrirse en algunas partes la tierra y quedar tan abierta que podían esconder veinte hombres en algunas concavidades. En otro pueblo, tres leguas de aquí, que es el más regalado valle que hay en estas partes, que se dice Pomasqui, de mucha frescura y fruta, han edificado los vecinos de aquí casas muy principales; murieron 25 indios. Y lo que dio más lastima, una mujer casada y principal, preñada, con sus hijos, criadas y sobrinos, que eran todos 17 personas. Se cayó la casa del todo y a todos los mató, sin que se librase más que una niña suya de tres años que sacó una moza huyendo del temblor; y una negrilla de 13 años que, cavando la casa, a cabo de dos días, dio voces y la hallaron libre, metida debajo de una viga. Fue un padre de casa a consolar al marido, que quedaba el corazón verle llorar teniendo la niña en brazos. 90

Page 89: Los Jesuitas en El Ecuador

Todas las casas se cayeron desde los cimientos, y una iglesia que estaba allí muy principal, con mucha cantería y muchas celdas de frailes franciscos se asolaron y destruyeron. Dicen que apenas hallaban el Santísimo Sacramento. Sacaron a un fraile de debajo de la tierra, casi sin sentido. Cayóse una parte del cerro y mató mucho ganado de cabras, con otros indios muchos que dicen estaban bebiendo en una borrachera, y que ninguno de ellos escapó. En Otavalo, doce leguas de esta ciudad, murieron cincuenta indios y el corregidor de este pueblo, en el cual hay una grande laguna, la cual reventó y anegó mucha parte del pueblo. Todo él anda atemorizado. Su Majestad se apiade y nos disponga para una buena muerte. Quito, a 12 de septiembre de 158710.

LA PESTE ATROZ DE 1589

Calamidad inmensamente mayor fue la peste del año 1589, de caracteres gravísimos como 10.- Carta del P. Juan de Hinojosa al Provincial Juan de Atienza, MP. IV, doc. 52, 213. 91

Page 90: Los Jesuitas en El Ecuador

ninguna, y tan generalizada, porque provino de Cartagena en el Nuevo Reino y cundió violentamente hasta Chile; transmonté los Andes y azotó a las tribus de las vertientes orientales; se cebó más cruelmente en los indígenas, de los cuales, dicen, perecieron más de 4.000 en la zona quiteña; y apenas se salvé una de cada centenar de niños contagiados. Las “Litterae Annuae” o Cartas anuales peruanas de 1590 exponen detalladamente los síntomas nunca vistos hasta entonces, que causaron horror a los testigos, y que los copiamos aquí por ser un episodio en la crónica de las dolencias epidemias y que han afligido al país. Dice el relator que en los contagiados se presentaban pústulas purulentas y abscesos ardientes que producían un color cárdeno en todo el cuerpo, como cuando lo ataca la alta fiebre de la erisipela gangrenosa. Las úlceras se cubrían de una costra dura y prominente. Les faltaba el aliento, y apenas se escuchaba su voz anhelante y quejumbrosa, que provenía de fauces resecas incapaces de ingerir alimento sólido; aun los líquidos eran suministrados trabajosamente por medio de canutillos. Los mataba a unos la asfixia; otros perdían uno y aun ambos ojos. Los dolientes despedían un hedor intolerable — no pequeño tormento para los sacerdotes que los confesaban. La angustia llevaba a los pa- 92

Page 91: Los Jesuitas en El Ecuador

cientes a dilacerarse los rostros, las manos, el cuerpo entero, que era una llaga viva, hasta convertirse en espectros inhumanos, que sin embargo aún podían hablar. El que advertía en silos primeros síntomas del contagio suspiraba por una muerte rápida; porque la convalecencia era inalcanzable. Acudían los jesuitas del colegio tarde y mañana a prestar la ayuda que podían a los apestados; acudían otros también por caridad o por obligación, todos conscientes de que se exponían a ser arrebatados por el torbellino mortífero. No había mas remedio que sepultar cuanto antes a los que fallecían, sin lugar a duelos ni ritos fúnebres, porque el socorro de los enfermos reclamaba todo el tiempo y todas las fuerzas. A los dos o tres meses cedió la pestilencia, dejando dolor y un recuerdo terrorífico por todas partes. En cada ciudad los jesuitas lamentaron la muerte de sus hermanos contagiados en el ministerio sacerdotal; en Quito sucumbió por su caridad el padre Juan de Hinojosa; su muerte fue deplorada, y acompañada con sumo cariño11. 11.- Annuae Litterae S. 1. anni 1589, MP. IV, doc. 140. 93

Page 92: Los Jesuitas en El Ecuador

EL COLEGIO SE ESTABLECE EN LA PLAZA MAYOR

CONTIENDA CON EL CONVENTO DE

SAN AGUSTIN, 1589 Pasados los flagelos referidos, las comunidades religiosas, masculinas como femeninas se dispusieron a construir en forma definitiva sus iglesias y monasterios con sillares de piedra, con ladrillo y firmísimos argamasas, bajo la dirección de arquitectos y alarifes de fama que seguían los mejores modelos renacentistas de España. Se empezó o se continuó en la erección suntuosa de la Capital, y los jesuitas no quisieron quedarse atrás, impulsados por sus amigos y bienhechores. Mas esos mismos amigos les indujeron a buscar un sitio mejor, pues el de Santa Bárbara quedaba en un extremo de la urbe, a demasiada distancia para sus ministerios con los colegiales, y sobre todo con los indios, los cuales solían reunirse en la plaza mayor por ser el lugar del mercado; allí vendían hortalizas e infinidad de productos de sus huertas y corrales; allí obtenían trabajo de quienes solicitaban sus servicios, allí estaban muy a la mano para convocar- los a sermones e instrucción religiosa. Había una oportunidad que invitaba a dar el paso; el escribano Luís de Cabrera, y Benito Gutiérrez estaban dispuestos a vender sus casas, 94

Page 93: Los Jesuitas en El Ecuador

en la misma plaza mayor. Luís Cabrera en dueño de la que fuera del Capitán Rodrigo Núñez de Bonilla, uno de los fundadores de Quito; situada en el sitio que ocupó luego la casa episcopal. La de Gutiérrez estaba al lado, hacia el norte. El rector, Padre Diego González Holguín, compró las dos casas en 10.000 pesos, tomó posesión de ellas ante las autoridades del Cabildo y su escribano, con las formalidades de rigor de ordenar a todos salir a la calle, abrir y cerrar puertas, sin contradicción de nadie. Sobre lo cual se levantó acta, con firmas (le testigos y del escribano. De hecho se instalé el Coleto y empezaron las clases con el bullicio natural de los 150 estudiantes, en las calles inmediatas y con sus actos académicos; entre otras cosas representaciones teatrales, para lo cual construían tablados y escenarios en la fachada y en la calle que daba a la plaza. Todo esto fue causando molestia al vecino convento de San Agustín hasta volvérseles insoportable, tanto más que supieron que los jesuitas se disponían a construir allí un suntuoso templo, el noviciado, a la vez que el colegio. Resolvieron impedirlo, aprovechando de ciertos derechos legales antiguos a la propiedad de esas mismas casas. Y sin esperar más se apoderaron de la casa de Gutiérrez, que fuera de Juan de Vega; decían que ellos iban a fundar allí un colegio que se llamaría de San Nicolás de Tolentino. Así empezó la contienda jurídica ante el Cabildo Eclesiástico 95

Page 94: Los Jesuitas en El Ecuador

y la Audiencia; apoyó el deán Bartolomé Hernández de Soto a los jesuitas; la Audiencia, presidida por el Presidente Dr. Manuel Barros estuvo indecisa; dando la razón y prestando poderosa ayuda unas veces a los unos, otras al contrario. Al fin se llegó a un empate o arreglo. Los jesuitas mantuvieron la propiedad, pero no se les permitió edificar allí su convento. El Presidente Barros intervino para que obtuvieran un buen solar al Sur de la Catedral, quebrada por medio, frente al actual templo de la Compañía. Allá arreglaron el edificio para el colegio y levantaron una modesta iglesia en honor de San Jerónimo, patrono de la ciudad por ese entonces. Era el año 1597. No llevaron a bien los canónigos esta vecindad y se quejaron a la Corte diciendo “que los había colocado allí el Presidente Barros, pared en medio del claustro, por odio que tenía al Cabildo catedralicio, por fuerza y contra derecho, pese a la contradicción que presentó ese cuerpo eclesiástico. Piden Cédula Real para que el nuevo presidente lo remedie anulando la venta de ese local”.1 1.- AGI, Quito. Canas y Expedientes, Vacas Galindo, Vol. II. 599. 96

Page 95: Los Jesuitas en El Ecuador

LA COMPAÑIA TOMA A SU CARGO EL SEMINARIO DE SAN LUÍS REY

DE FRANCIA A 15 de junio de 1594 llegó a Quito su cuarto obispo, el ilustre agustino Fray Luís López de Solís, a quien el fiscal del rey describió así: “Es un prelado sagaz de muchas letras y gobierno, que trae muy ajustado y corregido el estado eclesiástico; tiene mucha experiencia en las Indias, que si hubiera estado antes, no pasaran tan adelante las revueltas de este Reino, porque el valor que ha mostrado en algunas y la prudencia de que usa en otras, fuera de mucho efecto para componerlas. Es muy caritativo, aunque la renta de su obispado es poco. (22411-1595)”. Dos fueron las inmediatas actividades del obispo Solís: convocó al segundo sínodo eclesiástico quítense, que adaptaría a la realidad diocesana los cánones del Concilio limense tercero, de 1583; y en segundo lugar fundó el Seminario conciliar de San Luís, ese año 94, que entregó a la dirección de la Compañía. Escribió al rey: “El Colegio Seminario de españoles ha ido de bien en mejor en virtud, letras y enseñanza, con el mucho cuidado de los Padres 1 .- La revuelta de “las alcabalas”, 1592. 97

Page 96: Los Jesuitas en El Ecuador

de la Compañía de Jesús, a quien lo encomendé. Hay al presente más de 50 colegiales, de dos géneros: el uno se sustenta, como pobres, a costa del colegio; el otro, como ricos, con el estipendio que pagan. Son hijos de lo más noble de la tierra; y salen tan buenos sujetos, que son de los que más me ayudo para la predicación, mayormente en tierras ásperas y de montaña”. Con cierto recelo recibieron este importante encargo el Provincial y el Padre General; sin embargo se lo mantuvo todo el tiempo hasta el exilio de 1767. Junto a él planeaba Solís edificar el Colegio de Caciques. El Colegio Seminario se fundó en un local reducido, frente al colegio de la Compañía y a la Puerta del Perdón de la Catedral, hasta que en 1597 el obispo Solís y el Rector Diego Álvarez de Paz, S.J. trocaron los edificios, y así obtuvo su local definitivo que se llamó: COLEGIO DEL BIENAVENTURADO IGNACIO DE LOYOLA. De ahí en adelante la Compañía fue adquiriendo los solares de toda la manzana, donde empezó a edificar su convento, noviciado y la magnífica iglesia. Descollaron entre los primeros jesuitas los padres Onofre Esteban y Diego Álvarez de Paz; el Padre Esteban (1556-1638) era natural de Chachapoyas, llegó a Quito en 1587 y se dedicó 98

Page 97: Los Jesuitas en El Ecuador

con celo admirable a la evangelización de los indios en la ciudad y en las montafias de los Andes Occidentales.

LA PROVINCIA DE QUITO, 1696-1767

Establecido el colegio de Quito, los de Santa Fe y Cartagena y la residencia de Panamá, se creó la VICEPROVINCIA DEL NUEVO REINO Y QUITO, dependiente del Perú; su territorio comprendía el de las tres audiencias. Su primer provincial fue el padre Diego de Torres Bollo, el cual informaba de su presencia en Quito: “Llegado a Quito asenté el noviciado, estudios de arte y teología escolástica y moral, y enderecé las de latín y el Seminario de clérigos. Envié dos padres a las misiones de Cofanes, Omaguas y Coronados y otras de infieles, en las selvas del río Amazonas; y he tenido nueva van haciendo poblaciones de indios e iglesias a que acuden bien al catecismo, haciéndose cristianos. (Al rey, 28-1-1606) “.

En el territorio quiteño había ya 32 sujetos. En 1622 se erige la UNIVERSIDAD DE SAN GREGORIO MAGNO en Quito, por autoridad del Papa Gregorio XV y del Rey Felipe III. 99

Page 98: Los Jesuitas en El Ecuador

Las ciudades y villas solicitan con insistencia colegios: Ibarra, Latacunga, Loja, Riobamba, Cuenca, Guayaquil, multiplicaban solicitudes de los procuradores de sus cabildos, dirigidos a los superiores religiosos y a las autoridades civiles, ya desde comienzos del 1600. Sin embargo largos lustros de espera se interpusieron: solo en 1637 se funda el de Cuenca, en 1685 el de Ibarra, en 1705 el de Guayaquil. ¿Por qué esta demora? Se debía al sistema administrativo de la época: la fundación de un colegio debía ser solicitada por el cabildo de la ciudad, por el obispo, por la audiencia, y aún por las otras comunidades religiosas que en cierta forma daban su aceptación a los recién venidos. Estas solicitudes se enviaban a España, al Rey y a su Consejo, que las solían detener por muchos años. Por otra parte, tanto el superior general de la Orden, como el Rey exigían que el futuro colegio contara con dinero suficiente para la construcción del edificio, la respectiva iglesia y para la administración del establecimiento. La enseñanza era gratuita: si no contribuían los estudiantes con pensiones, los vecinos ricos eran los llamados a dotar a estos colegios de medios económicos. Los donativos no se daban ordinariamente en dinero, sino en tierras, en fincas de cuyo producto se mantenía al colegio. 100

Page 99: Los Jesuitas en El Ecuador

Al fin venció la constancia de los vecinos y de los jesuitas. Quedan en los archivos, en las cartas de agradecimiento que enviaba el General desde Roma, la lista de los bienhechores de la Compañía de Jesús, y de la instrucción pública en el siglo XVII. Los jesuitas del Reino de Quito formaron una provincia autónoma desde e]L 21 de noviembre de 1696, cumpliéndose así una vieja aspiración de independencia. Antes habían dependido de Lima: y luego, en 1606 formaron una sola entidad con el Nuevo Reino de Granada. En el CATALOGO de 1761, impreso en Quito, en la primera imprenta del país, traída por los jesuitas seis años antes, se registran estos datos: Esta provincia está compuesta de catorce domicilios: doce colegios, una casa de probación, una residencia, tres misiones. Los sacerdotes son 148, los escolares 49, los hermanos 63, novicios seis. Por todos 266 jesuitas. En la casa central de Quito se albergaban la Curia del Provincial, El Colegio Máximo, La Universidad de San Gregorio, el Terceronado. En el Colegio Seminario de San Luís traba 101

Page 100: Los Jesuitas en El Ecuador

jaba la primera imprenta. Cada una de estas entidades disponían de su biblioteca. En el Noviciado, situado al pie del Panecillo, se construyó un tramo para el Juniorado y otro para Casa de Ejercicios. Los colegios funcionaban en Buga, Popayán, Pasto, Ibarra, Latacunga, Riobamba, Cuenca, Loja, Guayaquil. En Panamá, que dependía de Quito, el Colegio universitario de San Francisco Javier. Una residencia en Ambato. La Misión del Marañón mantenía 16 doctrinas, atendidas por 23 sacerdotes; la del río Napo cuatro doctrinas, con seis misioneros; la de Piura tres sacerdotes. La construcción de templos y edificios, la casa de formación que albergaba alrededor de cien jóvenes religiosos, el seminario, los colegios, la universidad, las tres misiones, las expediciones que iban y venían de Europa, se sustentaban con el fruto de las haciendas, de los ingenios de azúcar del Chota, de las fábricas de tejidos u obrajes dirigidos por los hermanos hacenderos.

LAS MISIONES AMAZONICAS DE MAINAS

A comienzos del siglo XVII varios jesuitas del colegio de Quito sintieron el llamado de la 102

Page 101: Los Jesuitas en El Ecuador

selva, la vocación de internarse por los bosques tropicales, al oriente de los Andes, por donde se habían aventurado el capitán Gonzalo Pizarro y Francisco de Orellana y otros exploradores. Los misioneros iban con un propósito religioso; buscaban a las tribus primitivas para intentar ser aceptados como amigos y transmitirles dos cosas: ciertas ventajas de la cultura occidental, y a la vez la buena nueva de la Fe cristiana. En 1603 el valenciano padre Rafael Ferrer penetró en el Oriente por Baeza hacia Ávila y los Quijos hasta dar con los Coronados, tan alejados de las parcialidades serranas, que no usaban vestido alguno. Hacia 1640 empiezan las Misiones de Mainas en el Amazonas, entre los ríos Santiago, Pastaza, Ucayali y Huallaga. Lo notable es que tanto Ferrer en el norte, como los llegados a Mamas van a instaurar un método misional innovador y arriesgado; un sistema similar a las célebres misiones del Paraguay.

LAS REDUCCIONES DE MAINAS Y LAS

DEL PARAGUAY En la Sierra, en el altiplano, los jesuitas habían catequizado a los indígenas dentro de los moldes coloniales hispanos; esto es a indios tri- 103

Page 102: Los Jesuitas en El Ecuador

butanos sujetos a la mita, dependientes de encomenderos y corregidores blancos. Estas instituciones eran, al fin, una herencia muy arraigada del sistema incaico. En la selva no existían estas tradiciones: las tribus ocupaban territorios amplios, donde vivían dispersos en rancherías independientes, subsistiendo de la pesca y de la cacería principalmente. El misionero debía tener en cuenta y respetar el estado y las costumbres de estos pueblos primitivos, restos de la edad de culturas recolectoras y seminómadas, para quienes resultaba insufrible toda sumisión, todo trabajo organizado; y solo se sujetaban a los caciques que los encabezaban en las guerras y en los asaltos a las tribus enemigas. En el Paraguay los jesuitas toparon con gente de igual cultura, el habitante de la inmensa franja boscosa situada entre el Atlántico y la cordillera de los Andes. Estamos familiarizados con lo que fueron las Reducciones del Paraguay, con los esquemas de vida y catequización introducidos por los misioneros del río Paraná; mas podemos afirmar que las reducciones a orillas del Amazonas fueron muy similares en su organización, en su comunitarismo, en sus éxitos y en sus dificultades. 104

Page 103: Los Jesuitas en El Ecuador

Los hijos de la selva al sur y al norte pertenecían a cultura similar, si bien los guaraníes se mostraban más dóciles y pacíficos que los amazónicos. Si en el Paraguay se podían topar con las cataratas del Iguassú, en Mamas tenían que entrar por los sobrecogedores rápidos y cascadas imponentes del Amazonas en el Pongo de Manseriche. Ambas misiones colindaban con tierras del Brasil; de donde, por los ríos, llegaban canoas con hombres armados de carabinas, en cacería de esclavos y de más tierras para su imperio. Ambas se enfrentaban a peligros parecidos y temían a los mismos enemigos, al comerciante, al aventurero sin conciencia, a los políticos que las usaron para sus fines, y que al fin terminaron por destrozarlas. Las Reducciones del P-aguay fueron más espectaculares y famosas, pero una y otra obtuvieron éxitos sorprendentes en la culturización del hijo de la selva y en su cristianización, que por primera vez trajo la paz y hermandad a la selva y a los ríos, y a los numerosísimos pueblos que con su capilla y campanario, con las casas en hileras ordenadas al rededor de la plaza, las huertas, las trojes, las dehesas comunales daban un color de vida nuevo al antiguo panorama inhóspito del bosque interminable. Por eso, a la una y a la otra misión se le puede aplicar la definición que de las Reduc- 105

Page 104: Los Jesuitas en El Ecuador

ciones paraguayas escribió don Marcelino Menéndez y Pelayo: “Ellas constituyeron el imperio colonial pacífico, el más extraordinario de que la historia conserva el recuerdo”. (Antología, BAC. 1956, p. 586). Las Misiones de los ríos amazónicos y paraguayos se establecen hacia la misma época; por eso no es fácil precisar si las experiencias de los jesuitas del sur influyeron en los del norte; es posible que el contacto con la misma realidad les inspiraran soluciones parecidas. En 1637 se establecieron las de Mamas, en el Amazonas, teniendo por cabecera la ciudad de Borja; desde allí se extendieron hasta el río Negro, y en las riberas de los caudalosos ríos que desaguan en el Marañón, ocupando un territorio mayor que el del actual Ecuador. Tomaron contacto con 40 naciones de la selva, y con otros tantos idiomas y dialectos; entre esas tribus y con ellas establecieron 88 pueblos o reducciones. Fundaron la misión dos hombres maravillosamente dotados para el efecto, el sardo Gaspar Cugía y el español Lucas de la Cueva, encaminándose a Borja por Loja y Jaén de Bracamoros. Llegados al Amazonas, se embarcaron en canoas a surcar las turbulentas aguas de los temibles rápidos del río, que rompe entre peñascos la cordillera oriental. Escribía el Padre Lucas en 1640: 106

Page 105: Los Jesuitas en El Ecuador

“FI Pongo es un puesto por el cual rompe el Marañón una gran cordillera, estrechándose tanto el que antes y después parece un mar, que pone admiración y duda el ver tantas aguas por una pequeña abertura. Tiene de largo tres leguas; navéganse con indecible velocidad, con el Jesús y el Credo en la boca, porque el riesgo de la vida está siempre ante los ojos. En esta distancia, que toda es con riesgo continuado, hay tres pasos que son de mayor peligro: el paso del Gobernador, porque en él se volcó el que lo era de Mamas, perdiendo la hacienda y vida de los indios. Este es el que por antonomasia llaman el Salto del Marañón. El segundo llaman los Manseriches: aquí bate el río grandes peñascos con tanta violencia, que resurtiendo sus corrientes vuelven hacia arriba, abriendo grandes olas y muy profundos remolinos. El último llaman Los Hornillos, donde abre grandes reventones olas, tragaderos y remolinos”. “Certifico a y. 1?. que siempre que los paso me confunde el ver que sus primeros descubridores y los que en ellos han perecido, no fueron obreros del Evangelio, sino mercaderes de humanos intereses. “Si las necesidades son grandes, y tales que me he visto a punto de perecer de hambre, ¿.a quién no avergüenza ver que treinta sol 107

Page 106: Los Jesuitas en El Ecuador

dados padecían la misma necesidad y plaga por la codicia de unas pocas camisetas?”. “Confieso de mi que me consume más esta consideración que la misma hambre ‘

Entraron los dos jesuitas a Borja llevados por el Gobernador Pedro Vaca de la Cadena, a ver si ellos como sacerdotes podían aplacar a los indios mamas que se habían sublevado; porque los primeros conquistadores de la región creyeron que también allí podrían implantar el sistema de la Sierra, esto es las encomiendas y el servicio personal, como tributo. “Hallamos levantada la tierra, cuenta el padre Lucas, porque los Mamas irritados con el trabajo y acosados con el servicio personal y tributos y extorsiones con que los afligían, se levantaron matando a treinta personas. Haciendo retirada penetraron a las naciones enemigas, queriendo más morir a manos de sus enemigos, que a las del trabajo y hambre con que tanto les afligían los soldados a quienes tienen ellos por sus mayores enemigos”. A la vista de este desastre, los dos misioneros comprendieron que con las tribus amazóni- 3.4. Relación de la Misión de los Maynas al Provincial Gaspar Sobrino, por Gaspar Cugia y Lucas de la Cueva, 1640. Archivo de la Compañía de Jesús, Roma. 108

Page 107: Los Jesuitas en El Ecuador

cas había que probar otro sistema: entraría en su territorio el misionero solo, acompañado únicamente de indios intérpretes. Sin soldados, sin ningún español. Los invitaría a formar pueblos, porque en ellos hallarían muchas ventajas de civilización europea: seguridad, medicinas, instrumentos de hierro, educación, alimentación segura. Seguirían mandando los caciques, y manteniendo las costumbres tribales, pero bajo la dirección paternal del misionero. Se logró el portento de que estos hijos de la selva, acostumbrados por siglos a vivir en rancherías desperdigadas, entregados a una libertad ilimitada y viciosa, aceptaran la invitación del misionero, y se congregaran en pueblos con casas ordenadas en hilera, al rededor de la plaza y de la iglesia. Que se sujetaran a cambiar de hábitos: en vez de cazadores de fieras y de las cabezas de sus enemigos, se tornaran agricultores estables, que fielmente, cuando sonaba la campana, salían a trabajar a las huertas comunales y en sus chacras particulares o a aprender oficios o instrumentos musicales. Ni más ni menos que en las Reducciones del Paraguay. Las narraciones de la época recuerdan que el pueblo más vistoso era el de San Pablo de Napeanos a orillas del Nanay, organizado por el misionero quiteño José Bahamonde: lo dotó de aves de corral, vacas, cabras, cerdos, un trapiche para la obtención de miel y aguardiente, la pana- 109

Page 108: Los Jesuitas en El Ecuador

cea de los indios; y una carpintería además de escuela para niños. Lo notable es que Bahamonde entró en Mamas en calidad de catequista, los padres le indujeron al sacerdocio, e hizo su noviciado en un pueblo de la selva. Un misionero. El superior de Quito había inculcado que se procediera con mucho tiento en la evangelización, con paciencia en la introducción de la moral cristiana, induciéndoles suavemente a la monogamia, a la sobriedad y continencia. ¿Era posible cambio tan radical? Nos asegura que sí el misionero suizo, padre Juan Magnin, que lo mismo era catequista de los amazónicos que cartógrafo o profesor de filosofía y ciencias en la universidad: “La rucia —dice— los hace fervorosos y firmes cristianos. Y si eso en los que se transplantan, por lo envejecido del tronco no siempre se consigue, los cogollos que de allí nacen son los que lo logran. Con su simplicidad, candidez, prontitud y obediencia, y su continua asistencia en oír la doctrina de Cristo, publican a voces con sus nuevas y cristianas costumbres, su victoria y triunfo “.

5.- Juan Magnín, S.J. Mamas. Arch. S.J. Roma. 110

Page 109: Los Jesuitas en El Ecuador

CUGIA Y DE LA CUEVA RECHAZAN TODA PROTECCION MILITAR

Surgió la preocupación en las autoridades, y especialmente en el superior de la Compañía, sobre la seguridad de sus súbditos allá, sumidos entre la tupida selva, a merced de cazadores de cabezas y de la malicia perversa de los brujos resentidos. Nada menos que el padre José Acosta, tan experimentado en misiones y tan apasionado defensor de los indios, creía que era indispensable resguardar la vida de los misioneros con el respaldo de unos cuantos soldados arcabuceros. Escribió: 4Fiarse de la razón y albedrío de estos hijos de la selva será como pretender amistad con jabalíes y cocodrilos”.6 Pero los fundadores de la Misión de Mamas estimaron que en su caso debían prescindir de escolta de soldados españoles, porque el indígena aborrecía al soldado arcabucero como al demonio. Cugía y de La Cueva juzgaban que era imposible convertir a los amazónicos bajo la protección militar. Ni encomenderos, ni comerciantes, ni turistas, y menos aún soldados, debían entrar en los territorios de misioneros. Lo notable es que el gobernador español de Borja aceptó esta condición; [a pusieron por 6.- José de Acosta OPIS, cap. VIII, BAE, 1954, p442. 111

Page 110: Los Jesuitas en El Ecuador

escrito y la firmó; los misioneros lo hicieron a nombre del indio. Supongo que es el primer tratado escrito con las tribus amazónicas: ellas aceptarían al misionero, entrarían a formar parte de la Audiencia y Reino de Quito, recibirían la cultura cristiana; a cambio de mantener su independencia. Solo obedecerían al misionero: él era el único lazo con el imperio español. Dice textualmente el padre Lucas: “La condición que del Gobernador sacamos es que a nuestras REDUCCIONES no han de entrar soldados, ni verlas. Por escrito se lo ha concedido y asegurado a los Jeveros que no les inficionarán su tierra’? Notase que el padre Lucas ha llamado reducciones a sus pueblos. En efecto acabamos de ver que siguen el mismo método que las paraguayas. Sigue refiriendo que alguien, posiblemente los brujos, regaron el rumor calumnioso entre los Jeveros ribereños del Amazonas y del Huallaga, que el padre Lucas los reunían en pueblos para entregarlos más fácilmente maniatados a los soldados, que los transportarían a servir en las plantaciones y tejedurías de Borja. Se alborotaron; y ya se disponían a huir y remontarse a la selva, cuando llegó el padre Lucas. Al ver lo que pasaba les dijo: 112

Page 111: Los Jesuitas en El Ecuador

“Hijos míos, si vosotros os huís de los españoles, yo también quiero huirme de ellos. ¡ Vamos, a prisa!: llevadme a vuestra retirada, que allá os enseñará”.7 Fue —dice— como una palabra de Dios—, desistieron de la fuga y le contestaron: “pues nos dices eso: aquí moriremos contigo”. Creo que todos captamos la sublimidad de este diálogo entre el europeo y estos amazónicos: ambos se ofrecen lo más preciado que tienen; ambos están dispuestos a dar la vida por el amigo.

MAPA DEL REINO DE QUITO

Mapa del Reino de Quito, del Río Amazonas y Misiones de Mamas de la Compañía de Jesús. Lo trazó el misionero checo Samuel Fritz, S.J. y lo buriló en Quito el Padre Juan de Narváez, S.J., en lámina de 1.19 x 0.45. Carlos de La Condamine comentó: “El gran mapa español del curso de este río que hizo a su regreso del Paró, fue grabado 7.- Lucas de la cueva, ib. 113

Page 112: Los Jesuitas en El Ecuador
Page 113: Los Jesuitas en El Ecuador

en formato pequeño en Quito en 1707 y copiado después en 1 717, en la Colección de Cartas edificantes y curiosas. Este mapa es una pieza preciosa y única; prueba la habilidad de su autor, tenidas en cuenta la falta de instrumento, su debilidad y las circunstancias molestas de su travesía. El original del P. Fritz en el que los grados del gran círculo tienen casi una pulgada, me llegó felizmente a las manos, cuando estaba por ser destruida por el tiempo, la humedad y los insectos que arruinan todo en un país cálido; soy deudor del R. P. Nicolás Sindlher, jesuita bávaro, Superior de las Misiones de Mamas, que ha acortado su vida a causa de su celo y de sus fatigas; tengo decidido depositarlo en la Biblioteca del Rey, cuando haya publicado mi mapa grande”. Mas no siempre se llegaba a tan desinteresada amistad en las reducciones; el mismo padre Lucas estaba consciente del peligro que con frecuencia, por no decir incesantemente, corrían ante la volubilidad del neófito de instintos primitivos. Lo aceptó y lo aceptaron sus compañeros de entonces y los 160 sucesores en Mamas. Cada uno de ellos, más de una vez debió de repetir ante el Crucifijo de su capilla lo que sentía el padre Lucas: 115

Page 114: Los Jesuitas en El Ecuador

“Y, si algún misionero peligrare en esta demanda. .

gloriosa es la empresa, y muy de Dios la demanda.

LOS MISIONEROS DEFENSORES DEL TERRITORIO NACIONAL

Estamos acostumbrados a mirar a los misioneros del Oriente como los mejores defensores de la integridad del territorio nacional. Y con razón. Tanto los jesuitas del Paraguay como los del Amazonas soportaron las depredaciones de aventureros procedentes del Brasil que subían y bajaban por los ríos, cautivando o comprando esclavos indios para llevarlos al trabajo en las plantaciones orientales. Conquistaban de paso tierras que no les pertenecían. Un historiador asegura que las misiones se confederaron y concibieron el plan de formar un frente de misiones, con pueblos escalonados, desde el Paraguay, pasando por Bolivia, hasta la línea equinoccial, en nuestro país, como un valladar en el límite del imperio castellano frente a las incursiones portuguesas. La expulsión decretada por Carlos III frustró estos intentos.8 En el Paraguay se defendió la frontera con las armas; en el Amazonas, con la geografía y con documentos. 8.- W. Bangert, 6. 1. Historia de a compaña de Jesús, Santander, 1981,cap5. 116

Page 115: Los Jesuitas en El Ecuador

El más insigne defensor de nuestros límites en 1700 fue sin duda el Padre Samuel Fritz, de Bohemia, que obtuvo venir al Reino de Quito en 1685, hace cabalmente 300 años,; fue destinado a Mamas y perseveró en esas misiones por 18 años, hasta morir entre sus queridos indios. Las misiones del Padre Samuel eran las que más sufrían por las incursiones provenientes del Brasil. El protegió a su neófitos y su territorio, como geógrafo, ante las autoridades del Brasil y ante el mismo rey de Portugal don Juan II. Se basó en la famosa Bula de Alejandro VI, el Papa Borja, la INTER COETERA de 1493, en la cual dividió la zona de descubrimientos y colonización de España y Portugal. Trazó un meridiano, de polo a polo, que pasaba a 100 leguas al occidente de las islas Azores. Portugal y España aceptaron el arbitraje pontificio, como lo habían solicitado y aceptado otros estados. Pero para su realización celebraron convenios que precisaron el meridiano de demarcación. En consecuencia, lo que hizo el padre Fritz fue sacar las conclusiones de estos documentos internacionales, aplicarlos como geógrafo, y establecer dónde caía el límite de los dos imperios en la región amazónica; y luego exigir su observancia a los invasores. Trazó, pues, un mapa científico del Amazonas; y en él señaló el límite de la Audiencia de Quito, en el río Pinzón, 117

Page 116: Los Jesuitas en El Ecuador

más allá, más al oriente del río Negro. Lo envió con una carta al virrey de Lima, conde de la Moncloa, para que la remitiera al rey de España. Escuchemos al menos unas líneas de la voz que resonó en nuestro Oriente, tomadas de una carta autógrafa de 1692: “El límite entre las conquistas de las Coronas de Castilla y Portugal se basa en la Bula de Alejandro VI, en la cual se mando se formase una línea imaginaria, de polo a polo, distante de las islas de Cabo Verde hacia Occidente 22 grados y un tercio. El cual meridiano pasa por la boca del río de Vicente Pinzón, donde por mandato de Carlos V se puso el lindero en mármol con las armas de la Corona de Castilla. Se concluye que las posesiones que desde el dicho meridiano del río Pinzón han usurpado hacia occidente los Portugueses hasta el río Negro, son inválidas y nulas”. (Arch. 5. 1 U). En el río Negro mantenía la guardia Samuel Fritz; y junto a él un pequeño destacamento de soldados quiteños. En estos pasados años, los dos últimos presidentes del Ecuador, en sus visitas al Oriente, llegaron al río Negro y navegaron por él, sintiendo sin duda la añoranza de que ese río corría por territorio quiteño. 118

Page 117: Los Jesuitas en El Ecuador

Comprendía sin embargo el P. Fritz que los portugueses del delta del Marañón no respetarían los límites señalados por los tratados. Concibió entonces una solución radical, verdaderamente genial: y era que el rey (le España cornprara al de Portugal la desembocadura del Amazonas y lo entregara a la Audiencia de Quito. He aquí sus palabras: “En Lima di al Conde la Monclova noticias individuales de la demarcación (de limites) y cuánto la habían propasado ya los portugueses. Juntamente le di un mapa desde Marañón para que informara a Su Majestad. Más propuse a SE.. para q’.titar los perjuicios y pleitos que hay, y en otros tiempos venideros podrá haber, puesto que a Portugal le toca por derecho en este Marañón hasta el Para (en la desembocadura); que rescatase (que comprase) Su Majestad del rey de Portugal este Para; y fuese todo este río de la Corona de España. Y no dudo que con cuatro palabras, o poco rescate (o coste) se hubiera entonces conseguido”.9 Dejo a la consideración del lector el sacar las consecuencias de esta singular propuesta del misionero padre Samuel Fritz. Solo unas palabras más que completarán la imagen de este misionero. 9.- Samuel Fritz al P. Sebastián Abad, 5. Joaquín, 1 5-X-1709 Cartas al Provincial Francisco Dassa, 2 de agosto de 1702. Arc. S.J. Quito. 119

Page 118: Los Jesuitas en El Ecuador

El mismo refiere que una partida de esclavistas portugueses habían cogido por la fuerza y maniatado a un indio cristiano de su misión. Al saberlo el padre Samuel abordó la canoa pirata; puso un pie en ella, cortó las ligaduras y salvó al indio con sus poderosas manos. Al advertir que un portugués alargaba la mano a su escopeta, Fritz descubrió el pecho, enfrentándosele y diciéndole: ¡Dispare!9 Este escorzo del misionero defendiendo la libertad de su indio y arriesgando la vida por él, es una pintura monumental y fidedigna de lo que fueron estos misioneros, y las Misiones de Mamas, que por todo lo dicho se presentan tan paralelas en sistemas y en resultados a las famosas Reducciones del Paraguay.

EXPLORADORES DE CAMINOS AL

ORIENTE Hubo otra clase de hombres beneméritos en la defensa de las posesiones orientales: fueron los misioneros y los acompañantes, indios sobre todo, que se dedicaron a encontrar caminos breves y seguros entre la Capital y las aldeas del Amazonas. Comprendían que era indispensable enlazar ese sector de la patria con el gobierno de Quito. Los portugueses tenían la facilidad de penetrar desde el Perú por la amplia vía de los ríos 120

Page 119: Los Jesuitas en El Ecuador

navegables, en grandes canoas, con soldados y numerosos indios remeros, Quito, en cambio, estaba a un mes de penoso camino, separado por barreras de difícil penetración. La Audiencia se sentía impotente para defender el Amazonas de las incursiones de los molestos vecinos orienta- La narración de los proyectos, intentos, de las expediciones exitosas o fracasadas de los misioneros descubridores de caminos llenarían varios capítulos de aventuras honrosas. Más de un expedicionario rindió la vida en este empeño: el padre Lucas de la Cueva varias veces citado en el presente estudio, comprendió que el camino que él siguió por Jaén y el Pongo no era el mejor; e intentó abrir camino por el Pastaza. Mas los indios que le guiaban lo desampararon una noche, dejándole solo, con pocos acompañantes en la enmarañada selva. Dice que en tan penosa ocasión estuvo a punto de morir de hambre. Mucho se lamentó en 1662 la pérdida del glorioso misionero ibarreño Padre Raimundo de Santa Cruz. Pereció en los remolinos del un a- fluente del río Bobonaza, cuando ya creía que había logrado su propósito de hallar un seguro y corto camino hacia Latacunga; cuando estaba cierto de haber encontrado en la cordillera el Abra del Dragón que le conduciría cerca de la ciudad de Quito. 121

Page 120: Los Jesuitas en El Ecuador

RESUMEN Si echamos una mirada de conjunto al sistema misional y a los objetivos que pretendió la Iglesia, a través de estos misioneros, hallamos estas características: 1) La aceptación de la fe cristiana y de su representante, el misionero, es libre y voluntaria, de parte de las tribus amazónicas. 2) Sabemos que varias de ellas solicitaban la entrada del padre. Y se dijo que se empieza la misión de Mamas por medio de un contrato escrito. 3) Por lo tanto, se predica la fe cristiana por imposición, como resultado de una conquista armada. 4) Ambos, el misionero y el indígena, ofrecen mucho de su parte. 5) El indígena acepta dejar su vida nómada y formar pueblos. 6) Renuncia, sacrifica su total independencia; se sujeta al paternalismo del misionero y a la disciplina de la Reducción. 7) Acepta y quiere ciertos bienes de la cultura occidental: sus instrumentos de hierro, la 122

Page 121: Los Jesuitas en El Ecuador

educación, los animales de corral; pero también las leyes, mediante las cuales imperará la paz; formarán una nación inmensa de amigos; de suerte que podrán viajar por bosques y ríos sin temor. 8) A cambio de esto, mantendrán su independencia: permanecerán sus caciques. No tributarán ni trabajarán para el español. Conservarán su lengua y sus costumbres. 9) El Misionero y el gobierno se comprometen a respetar esta independencia, y los reciben bajo la protección del Reino de Quito. 10) El Misionero, además, entrega su persona y su trabajo: más que un jefe de las reducciones, será un padre, un maestro, un defensor. Para ello tiene que aceptar hacerse ciudadano de la selva, sujeto a los sacrificios y riesgos y desamparo que ello suponía. 11) Solo gente muy escogida, con especial vocación y voluntarios, podían dedicarse a este tipo de ministerios. En Europa se decía que los americanos eran incapaces de este esfuerzo. No es verdad: entre los 160 misioneros de Mamas, 63 fueron americanos. Esto es uno de cada tres. 12) ¿Qué se pretendía, cuáles eran los objetivos? Primero, entregarles la fe cristiana, el tesoro de la fe cristiana, que el amazónico buscaba 123

Page 122: Los Jesuitas en El Ecuador

confusamente, quizá sin encontrar palabras que expresaran su deseo. 13) Darles también los beneficios de la cultura occidental, en cuanto lo deseaba y era oportuno para el hijo de la selva. 14) Debo añadir que aquí en la Sierra entró el Cristianismo y la cultura hispana, también voluntariamente, gracias a una solicitud de las parcialidades del sur y del norte. Los investigadores aseguran, cada vez más, que los fundadores de Quito hispano fueron llamados y apoyados por los grandes caciques autóctonos del sur del centro y del norte del Reino de Quito. 15) También es interesante saber que hubo intento de aplicar los métodos de Mainas a la evangelización en la Sierra: el obispo de Quito Luís López de Solís propuso al rey en 1600 que las parcialidades indígenas se pusieran bajo el gobierno eclesiástico y también civil del párroco doctrinero. Pero ya se había establecido otro sistema de gobierno, que no se cambiaría.

LOS JESUITAS Y EL MOVIMIENTO DE

LA ILUSTRACION EN QUITO En el articulo aludido del número 15 de CULTURA HISPÁNICA se narra la actividad 124

Page 123: Los Jesuitas en El Ecuador

de los primeros jesuitas en la enseñanza a la juventud de la capital y de las provincias o corregimientos del Reino de Quito. Completemos esos datos con los referentes a la Universidad de San Gregorio Magno, Por muchos años la ciudad había solicitado al Rey y al Pontífice la creación de una universidad; pero los disturbios de las Alcabalas y la penuria de medios fiscales lo habían procrastinado. En realidad, en aquel tiempo, solo las comunidades religiosas contaban con local, biblioteca y profesorado para la labor universitaria –

Cupo a los jesuitas prestar este servicio cuando en 1622 les llegaron la bula del Papa Gregorio XV y la cédula de Felipe IV, permitiéndoles otorgar a los quiteños los grados académicos. Conservamos todavía el pergamino en que se copió la bula y la cédula que firmaron y sellaron las autoridades. La adornaron con cenefas de flores y laureles, los primeros universitarios de la ciudad, la enarbolaron en un estandarte y la pasearon a caballo por las calles de la Capital, que los aplaudía desde los balcones. Ciertamente la Gregoriana no llegó en sus primeros años a tener la importancia y 125

Page 124: Los Jesuitas en El Ecuador

universalidad de otras universidades de estudios generales, como se las denominaba. Pero ya en 1630 mereció este juicio del obispo Fray Diego de Oviedo: “En esta provincia ha habido Universidad y Estudios Generales de la Compañía de Jesús, con sujetos muy eminentes que han regentado sus cátedras. Hay muchos ingenios hábiles. Y los profesores y maestros que tiene en ella la Compañía, lo son tanto, que podrían ser catedráticos en Alcalá”. Desde 1648, por permisión de la Audiencia, empezó a tener Rector y Canciller y a intitularse REAL Y PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SAN GREGORIO MAGNO. Así consta en el Libro de Grados, verdadero Libro de Oro, que aún se guarda en los archivos de la ciudad. Se diría, sin embargo, que la Gregoriana llegó a su apogeo a mediados del siglo XVIII, luego la visita de los Académicos franceses, con los cuales mantuvo estrecha amistad. El apogeo consistió principalmente en dos actividades: primero en haber enriquecido su biblioteca con los mejores libros antiguos y recientes de toda suerte de ciencias. 10.- El Obispo de Quito al Rey, r. q. Ecl. III. 126

Page 125: Los Jesuitas en El Ecuador

Segundo, porque sus profesores entraron en el movimiento intelectual de la Ilustración Católica que renovó el sistema de estudios. Se había despertado en Europa un vehemente entusiasmo y fervor por las ciencias: la botánica, la medicina, las matemáticas, la física, química y astronomía. Los continuadores de Copérnico, Kepler, Galileo, escudriñaban el cielo y el sistema solar. La Academia de Ciencias de París formaba expediciones para medir la Tierra y conocer su forma. Otros, como el abate Spalanzani, admiraban por el microscopio los seres diminutos, asomándose a un mundo infinitamente pequeño. Cuando estos vientos culturales soplaban por Europa, ¿qué ocurría en estos rincones de los Andes? Es halagueño saber que Quito y sus universidades de San Gregorio y Santo Tomás siguieron de cerca y participaron en el estudio de las ciencias experimentales. Así lo demuestran serios y recientes investigadores, como los Drs. Ekkehart Keeding y Carlos Paladines. Es algo que despierta la admiración el comprobar que cuando el genio de la nación quiteña se apagaba; cuando languidecían las fortunas y la opulencia de los siglos anteriores se trocaba en pobreza y frustración, estaba aún viva la llama de los estudios en las aulas universitarias. 127

Page 126: Los Jesuitas en El Ecuador

El Dr. Pablo Herrera, en los Anales de la Universidad de Quito,1 enumera a los profesores sobresalientes de ambas universidades; y cita a 45 de la Gregoriana. Mas debemos confesar que aún no conocemos en detalle en qué consistió la prestancia de la mayoría de ellos; sin embargo, hemos tenido en recientes años la buena oportunidad de descubrir con profundidad los quilates de uno de sus mejores exponentes, el Padre JUAN BAUTISTA AGUIRRE, natural de Daule (1725-1786), cabalmente a los 200 años de su fallecimiento. Lo hemos descubierto gracias a que salió a luz su tratado de FISICA que había dormido en los anaqueles de los archivos por más de 200 años, resguardado por el idioma latino en que está escrito en letra pequeñísima. Esas circunstancias hicieron que el Dr. Pablo Herrera lo citara con el nombre erróneo de Francisco Javier Aguirre. El mérito es de los promotores de la Biblioteca San Gregorio que lo publicó, y del paciente y experto traductor, licenciado Federico Yépez Arboleda. La Física de Aguirre ahora ya publicada, trae como prólogo un estudio muy cabal, compuesto por el Dr. Julio Terán Dutari, S.J. Rector de la Universidad Católica, en el cual trata con visión de un filósofo actual, del tipo de filosofía 1 Pablo Herrera, ANALES DE LA UNIVERSIDAD DE QUITO, No. 3y 5, 1883. 128

Page 127: Los Jesuitas en El Ecuador

que enseñaba el padre Aguirre, de los conocimientos que poseía sobre autores antiguos y recientes; de los métodos analíticos que usó; y especialmente de su capacidad para enjuiciar las teorías y sintetizar los conceptos. Las apreciaciones del Padre Terán Dutari, que iré citando, constituyen también la apología más cumplida sobre la importancia y originalidad del profesor dauleño. Aguirre a más de filósofo tuvo que ser científico, porque entonces, en el siglo XVIII, luego de exponer la metafísica, el profesor debía ocuparse de las ciencias exactas, del fenómeno de la vida, de la constitución del universo. Aquí cabalmente nos encontramos con la gran novedad: en las páginas del texto de Física, aparece el padre Juan Bautista, como investigador, experimentador, comprobador de las teorías y de las hipótesis científicas, mediante el uso de aparatos muy variados e instrumentos científicos. Cuando La Condamine en 1741 necesitó purificar el mercurio de las impurezas de plomo, acudió al laboratorio de los Jesuitas: encontró todas las facilidades; mas no los instrumentos de química y los hornillos que necesitaba2. Pero quince años más tarde, en los días de Aguirre, hallamos que se habla de numerosos instrumentos que tenía a su disposición en la Gregoriana: 2.- charles-Marie de la Condamine, Diario del Viaje al Ecuador, Quito, 1986. 129

Page 128: Los Jesuitas en El Ecuador

brújulas, máquina neumática, reloj astronómico, telescopio, binóculos, barómetro, especialmente un microscopio. Con creciente sorpresa el lector va encontrando revelaciones aubiográficas de este profesor que sitúa la posición de la tierra respecto de las estrellas con la brújula; que maneja la máquina neumática; que observa, especialmente, con el microscopio la existencia de un mundo insospechado, el mundo de 1s seres increíblemente pequeños. Veámoslo en faena, aplicando los métodos mencionados a dos importantes asuntos: el origen y naturaleza de la vida; y segundo, la configuración del universo y del sistema solar.

EL ORIGEN DE LA VIDA — RECHAZO

DE LA GENERACION ESPONTANEA En el siglo de nuestro profesor, y todavía después de él, se enseñaba como dato de la experiencia, la generación espontánea. El maestro Aristóteles, Bartolomé Cobo, José de Acosta y otros naturalistas afirmaban como evidente que los insectos, las abejas y aún las ranas y ratones provenían de desperdicios en putrefacción, creados por el influjo de los astros, el calor, la humedad. El sapiente padre José de Acosta se preguntaba en 1590 cómo había llegado el hombre a poblar América. Estima que era inverosí- 130

Page 129: Los Jesuitas en El Ecuador

mil que llegaran por mar en balsas o canoas, careciendo de medios de orientarse en alta mar. Dedujo que debieron venir por algún puente natural; sospeché que en alguna parte América se juntaba con Asia. Y así mismo, añadía debieron llegar los animales mayores; en cuanto a los pequeños no había dificultad: ellos brotaban sin progenitores, de la podredumbre: así aprecian desde siempre las ranas y los ratones y los mosquitos. 3 En estas circunstancias se requería no solo atrevimiento, sino pruebas experimentales palpables, para rechazar una creencia tan arraigada. Lo hizo Aguirre: estampó en su texto: ‘Afirmo primeramente que los animales, aun aquellos que se llaman insectos, no son engendrados por la podredumbre, sino que provienen de huevos o gérmenes De inmediato pasa a dar la batalla, atacando y defendiéndose. Su texto parece una copia taquigráfica de la viveza de la discusión en clase, porque se entremezclan razones, pruebas, anécdotas, ocurrencias. No solo presenta los experimentos practicados por el médico italiano Francisco Redi, sino que apela a sus propios experimentos que se podían comprobar en la Universidad: asegura que él mismo ha visto los huevecillos, gérmenes de 3.- José de Acosta, 5. J. Historia Natural y Moral de as Indias, SAE 1954,1, c. XX. 131

Page 130: Los Jesuitas en El Ecuador

los insectos, mediante el perfectísimo microscopio de Kuff; e invita a sus discípulos y adversarios a comprobarlo. ¿Fué éste el primer microscopio llegado a Quito? ¿Lo dejaron acaso en la Gregoriana los Académicos franceses, como donaron otros recuerdos científicos? Sencillos quizá se dirá que eran los experimentos de Aguirre; no eran mucho mejores los de sus maestros europeos. Pero ya contienen en germen los que realizaba en Itaha el abate Spalanzani; o los que un siglo más tarde, con mejores instrumentos realizaría Pasteur.

LOS GERMENES MICROSCOPICOS

CAUSAN LAS ENFERMEDADES El profesor Aguirre pasó adelante y sacó las consecuencias: deduce que existe un mundo diminuto que sobrepasa el poder de nuestra vista, pero que actúa en el ser humano: son gérmenes, como los llama, que no solo viven en el agua y los alimentos, sino también en el aire, y con el aire que se respira penetran en el organismo y ocasionan enfermedades. Ese en el origen de los contagios y las pestes (Disp. 3 Art. 1, p. 153). El Dr. Eugenio Espejo trató más adelante de estas materias. Cuando el profesor Juan Bautista Aguirre inflamaba a las aulas con estas afirmaciones, Espejo contaba solo diez años; mas 132

Page 131: Los Jesuitas en El Ecuador

debió de escucharlas cuando ingresó en la Universidad de San Gregorio; en ella recibió el bachillerato, y el 8 de junio de 1762 se presentó para el grado de Maestro en Filosofía, según lo podemos ver en el Libro de Grados de la Universidad Real y Pontificia de San Gregorio.

EL SISTEMA SOLAR TYCHO

BRAHE Y COPERNICO En el libro tercero de la Física estudia Aguirre los sistemas del mundo o sistema solar; las teorías de Tolomeo de Alejandría, del danés Tycho Brahe, del polaco Copérnico. En 1543 salió a luz en Nuremberg la obra del canónigo polaco Nicolás Copérnico en que exponía el sistema heliocéntrico como el único enseñado por la ciencia. Llevaba por título SOBRE LOS MOVIMIENTOS CELESTES. Tras larga espera, de 30 años y sólo a instancia de su obispo y del cardenal Nicolás Schomberg, consintió en que se lo diera a la estampa, dedicado al Pontífice Paulo III, a cuya protección encomendaba su revolucionaria teoría. Mas con el tiempo se suscitaron controversias, y en consecuencia se suspendió la difusión y aceptación del helio- centrismo copernicano. Ya en el siglo XVII llegaron a la biblioteca de los jesuitas de Quito, libros que comentaban a Copérnico. Mas la propia obra solo llegó dos 133

Page 132: Los Jesuitas en El Ecuador

siglos después, me refieron a la tercera edición del sabio polaco de 1854. Entra Aguirre en tan peligroso terreno científico, usando sus mismos métodos; empieza por rechazar a Tolomeo, debido a que su teoría estaba en contra de las observaciones astronómicas de la época. Confiesa en cambio que el helio- centrismo de Copérnico explica adecuadamente los fenómenos celestes, y hasta lo dibuja para sus alumnos. Y allí se contiene: Aguirre sabe que debe sujetarse a la prudencia que se exigía al maestro desde Roma, y termina decidiéndose por el sistema intermedio, el de Tycho Brahe, amigo y confidente de Kepler. Esto ocurría en 1757. Al año siguiente Benedicto XIV retiraba la censura del heliocentrismo, y entonces Aguirre pudo estar de acuerdo con el Padre Juan de Hospital y sus otros colegas, cuando en 1761 se defendió públicamente en certamen memorable la tesis heliocéntrica en la Universidad Gregoriana. Es grato saber que con ello se adelantó Quito, académicamente, al sabio Celestino Mutis, de la Nueva Granada, y aún a la Universidad española de Salamanca. En el caso que acabo de tocar, cumplió la Gregoriana con las finalidades de una universidad al servicio de la Iglesia y de la sociedad; porque provocaba el diálogo entre la ciencia y la fe; coordinaba y conjugaba la sujeción a las disposiciones pontificias con el respeto a los fueros de la investigación de su época. 134

Page 133: Los Jesuitas en El Ecuador

135

Page 134: Los Jesuitas en El Ecuador

137

Page 135: Los Jesuitas en El Ecuador

Y lo hacía no con retraso a los acontecimientos, sino poniéndose a la vanguardia de la intelectualidad, hasta parecer a veces exploradora temeraria de las teorías y de las hipótesis más recientes. Por otra parte dio la Gregoriana al Reino de Quito y a las restantes provincias americanas un número grande de hombres notables en la Iglesia y lo social. Todo este adelanto y concierto de la ciencia, del estudio, de la investigación, se detuvo de pronto, y en buena parte quedó destruido, cuando una noche aciaga de agosto de 1767, Carlos III desterró a los profesores y cerró sus aulas. El imaginar es peligroso, el cavilar sobre lo que habría podido acontecer en Quito, si no hubiera venido esa orden de destierro, puede equivaler a un sueño engañoso; mas no deja de estar en lo posible que estos maestros tan progresistas, como Aguirre, Hospital, Magnin, Velasco y otros, hubieran influido poderosamente en sus alumnos para que además de la ciencia teórica moderna, penetrara en Quito también la aplicación mecánica, la revolución industrial que en esos años se estaba gestando en Europa. ¡Qué distinta! ¡Qué prometedora habría sido la situación del país, si en los obrajes y telares, en la navegación, en la agricultura, en el 139

Page 136: Los Jesuitas en El Ecuador

transporte, hubieran penetrado, a tiempo, los inventos de las máquinas y el vapor; es indudable que habrían transformado la decadente economía del país, habría vuelto el vigor, el progreso que distinguieron al Reino de Quito en sus mejores días. 140

Page 137: Los Jesuitas en El Ecuador

E PI L O G O * * * * * * * * * * * *

Cuando estas novedades de las ciencias ocurrían en las aulas de la Gregoriana, cuando generaciones de misioneros mantenían la fe y la cultura cristiana en el Amazonas, cuando 270 jesuitas estudiaban o enseñaban en ¡6 colegios y residencias, otras empresas simultáneamente se llevaban a cabo, otras actividades, que darían lugar a largos comentarios del investigador.

Page 138: Los Jesuitas en El Ecuador

Grabado que trae la VIDA DE LA VENERABLE VIRGEN MARIANA DE JESUS (1697) escrita por el Padre Jacinto Morán de Butrón y Ramírez de Guzmán, S.J. (1668- 1749), natural de Guayaquil. “La Vida de la Venerable Virgen Mariana de Jesús Paredes es un monumento histórico, por ser la primera bio- 143

Page 139: Los Jesuitas en El Ecuador

grafía escrita a base de documentos auténticos de la misma época, como son los procesos con los testimonios de los testigos; mediante ellos estampa el Padre Morán un retrato fidedigno y lleno de vida de nuestra Santa, la Azucena de Quito”. (Aurelio Espinosa Pólit, S.J.). Añade el señor Roberto Páez: “Esta biografía tiene el encanto de las cosas antiguas, el sabor colonial imposible de hallar en otra parte”. 144

Page 140: Los Jesuitas en El Ecuador

TEMPLO DE LA COMPAÑIA DE JESUS EN QUITO Uno de los más bellos y suntuosos de la época hispano americana. Se empezó a construir en 1605 en estilo que reúne elementos barrocos, platerescos y moriscos en algunas de sus ornamentaciones. 145

Page 141: Los Jesuitas en El Ecuador

Las dimensiones son de 58 metros, por 26,52; cubre la nave central una bóveda artesonada de 15,18 metros de altura; corona el ábside la cúpula que asciende a 26 metros; una linterna ilumina la decoración de ángeles y de los cardenales de la Orden. Le adornan espléndidos retablos de cedro recubierto de pan de oro, en honor del Fundador y santos de la Compañía de Jesús; y cuadros bíblicos, obras del pincel del hermano Hernando de la Cruz y de don Nicolás Gorfbar. Los constructores fueron miembros de la Orden: los italianos padre Nicolás Durán Mastrilli, y los hermanos Marcos Guerra y Vencio Gandolfi; los hermanos padre Leonardo Deubler y hermano Jorge Vínterer. 146

Page 142: Los Jesuitas en El Ecuador

Me refiero a las 63 haciendas, y en ellas a los telares e ingenios de azúcar, en ordenada labor de colmenas, como base económica de la empresa misional y educativa. El juicio o apreciación que se dio en Méjico sobre el aspecto agrario en las fincas de los jesuitas, por la Fundación Alemana para la Investigación Científica, en 1976, puede con igual razón aplicarse a sus hermanos del Reino de Quito. Dice Ursula Ewald: “El éxito de los jesuitas en la agricultura fue impresionante e indiscutido sus haciendas y ranchos estaban excelentemente administrados. Esta supremacía en el agro no se basaba en la explotación inescrupulosa de los indígenas, sino más bien en el sentido de responsabilidad de los administradores, en la habilidad para los negocios y en la acertada organización’ Y en otros campos, Monseñor José Felix Heredia presenta una lista nutrida de escritores dignos de memoria en una amplia gama: los protohistoriadores de la nación y de la epopeya misional del Oriente: Juan de Velasco, Mercado, Manuel Rodríguez, Recio, Magnín, Brentan; y con ellos Morán de Butrón, Arteta, Viescas y tantos otros. Nobles recuerdos, amigos, de grandezas pasadas. Mas aún está enhiesto el monumento que pregona el empuje y vigor y la organización ar- 147

Page 143: Los Jesuitas en El Ecuador

moniosa de nuestra Patria y de los Jesuitas de los siglos coloniales: el TEMPLO DE LA COMPAÑIA DE JESUS DE QUITO, santuario en que se conjuga la fe y el arte de europeos y americanos; donde se juntan el cielo y la tierra: porque ese templo fue elegido por relicario de la Mirada de la MADRE DOLOROSA, y para guardar el perfume de azucena de MARIANA DE JESUS. 148

Page 144: Los Jesuitas en El Ecuador

Mensaje del P. Peter-Hans Kolvenbach,

General de la Compañía de Jesús, a la Pontificia Universidad Católica,

con ocasión de su visita a Quito

Page 145: Los Jesuitas en El Ecuador

Versión oficial

Page 146: Los Jesuitas en El Ecuador

Como superior General de la Compañía de Jesús, deseo ante todo, dar las gracias al Padre Rector y a todos Vosotros por la oportunidad que me habéis brindado de conoceros y de saludaros con profunda gratitud y aprecio. Sé que esta selecta representación de Directivos, Profesores, Administradores, Trabajadores y Alumnos de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, se siente vinculada, como una verdadera familia, a una misma grande obra educativa y cultural. Esta Universidad se aglutina, históricamente, en tomo a la tradición patriótica, espiritual, pedagógica, literaria y científica de los jesuitas ecuatorianos. Con todo derecho, ellos se han ganado un luminoso nombre en la historia nacional y en los anales de la universal Compañía. Dicha tradición ofrece dos grandes modelos, precurso 151

Page 147: Los Jesuitas en El Ecuador

res de la actual obra universitaria. La Pontificia y Real Universidad de San Gregorio, de la antigua Provincia de Quito, en la época colonial, y la Escuela Politécnica del Ecuador, constituida por el Presidente García Moreno, con jesuitas europeos del siglo pasado. La primera, se orientó principalmente las humanidades y a los estudios eclesiásticos. Sobresalieron en ella muchos espíritus. Recordemos, entre otros, al Padre Juan Bautista Aguirre: filósofo y teólogo, poeta y orador, científico de gran competencia, reconocido en Europa, y maestro del médico y prdcer quiteño Eugenio Espejo. La Escuela Politécnica del Ecuador cultivó las ciencias naturales y exactas y, con nombres como los de Wolf y Sodiro, dió la primera llamada para el desarrollo técnico-científico de este país. Embarcados en esa exigente tradición, los jesuitas de esta nueva Universidad, pontificia y ecuatoriana, confiada a la Compañía de Jesús, se han esforzado, junto con todos sus demás colaboradores, seglares, sacerdotes y religiosos por promoverla hasta un puesto de inmensa responsabilidad en la vida nacional, con el ejemplo del Rector fundador, Padre Aurelio Espinosa Pólit, de indiscutido renombre internacional. 152

Page 148: Los Jesuitas en El Ecuador

La Compañía de Jesús tiene conciencia de estar cumpliendo una importante misión educativa integral, tal como la Iglesia (le! Vaticano Segundo y de Puebla lo quieren. Es la misión de evangelizar la cultura en el campo académico y universitario, según lo recalcó ante Vosotros el Sumo Pontífice Juan Pablo Segundo, aquí en Quito. Se trata de seguir evangelizando una cultura muy propia, con grandes tesoros tradicionales y con una fuerte raigambre cristiana. Cultura que, sin embargo, afronta hoy los más duros desafíos de ideologías y de intereses particulares. Cultura que, al mismo tiempo, está llamada a mostrar su fuerza de vitalidad y cristianismo a través de la liberación auténtica y del rescate de los valores que salvarán al pueblo. Para ello, y a nivel académico, habéis de saber integrar en ese esfuerzo en favor de la cultura, e.[ nuevo espíritu técnico, racional y administrativo en forma socialmente eficaz. Es necesario que, a la luz de las orientaciones de la Iglesia, de la Compañía de Jesús y de los criterios mismos que animan a la Universidad Pontificia del Ecuador, os comprometáis con este reto del presente y del futuro: forjar para el Ecuador y para todos sus hombres, una sociedad más humana, más cristiana y más justa. Cuando, como cristianos y hombres de ciencia y de cultura, afirmáis esto, es necesario dejar audazmente de lado, una visión del hombre y de la sociedad que pretendiera, consciente o inconscientemente 153

Page 149: Los Jesuitas en El Ecuador

te, encontrar la respuesta de los problemas de la humanidad y de vuestro pueblo, en un mero desarrollo económico. Es en la totalidad del ser humano, entendido como criatura de Dios, orientado hacia una vocación filial y fraterna, donde hallaréis la clave de vuestro quehacer universitario. No deja de llamar la atención el hecho de que, la expresión “Universidad Católica”, suscite actualmente dificultades. Prueba de ello son algunas recientes polémicas acerca de su definición. Para algunos, se trata casi de una “contradictio in terminis” ya que ciencia y fe serían irreconciliables. Para otros, una Universidad sería católica si, al lado de las Facultades científicas, poseyera un Departamento de estudios teológicos aun sin vinculación alguna estructural e interna con las demás unidades académicas. Vuestra institución académica tiene la osadía de ser plenamente católica. Y plenamente católica en la convicción de que, en lugar de excluirlo, el carácter católico —en sentido fuerte-— refuerza el carácter universitario de la institución. Católica quiere decir que el universitario estudia y escruta toda la verdad y sólo la verdad, tal como ésta brota de la revelación de Dios, y tal como emerge de la investigación del hombre iluminada, en todos los campos del saber, por esa misma revelación. 154

Page 150: Los Jesuitas en El Ecuador

Católica quiere decir que la Universidad, según su verdadera vocación científica y su misión educativa, no se detiene en la docencia, considerada como mera transmisión de un saber, o como si fuese posible enseñar una materia, aun la más científica, en el estado puro. Por el contrario, la Universidad Católica ha de tener en cuenta el conjunto del universo humano en el cual las diferentes disciplinas se articulan. Vuestra concepción de la Universidad se atreve a mirar la iniciación al saber, como un saber vivificado por una profunda relación con la existencia del creyente y del cristiano. En otros términos, como personas responsables de la comunidad humana y, en tanto que hombres- para-los demás, en nombre del Señor. Las Universidades tienen que luchar, no sólo contra la superproducción de especializaciones particulares que le impiden educar para lo universal, mediante una necesaria E imprescindible interdisciplinariedad, y de la cual forman también parte como interlocutores obligados, la filosofía y la teología. Sobre todo, las Universidades católicas deben empeñarse a fondo contra una obsesión de cientifismo bien diversa, por lo demás, del verdadero rigor científico que honra a una Universidad. Dicho cientifismo trae como consecuencia, 155

Page 151: Los Jesuitas en El Ecuador

para el mundo universitario, un gran desnivel entre los fantásticos avances de la investigación en ciencias exactas, y una muy débil evolución de los cuestionamientos étnicos e intelectuales del hombre acerca del hombre. Es preciso que una Universidad Católica se empeñe en descubrir las leyes del mundo físico, biológico, económico. Pero es una exigencia de su vocación católica, académicamente responsable, el tener muy presente la madurez del hombre en Jesucristo. Por eso busca integrar todas las ciencias —las del hombre y las del universo— - mediante la inspiración que recibe de la fe católica. Será siempre a través de su esfuerzo de síntesis --siempre inacabado y sobre el que deberá volver continuamente—- como la Universidad Católica mostrará que no existe incompatibilidad alguna entre ciencia y fe, entre el progreso técnico y la educación del hombre, entre la vida académica y su responsabilidad por promover la justicia en la sociedad. Todos esos aspectos constituyen diversos acercamientos a la única Verdad. Verdad única en la cual están llamados a encontrarse como “universitas”, sin perjuicio alguno para la entidad propia de cada uno. Y esto, precisamente, es fuerza de la fe católica. Los recursos que pone la Compañía de Jesús al servicio de esta misión son, ante todo, sus 156

Page 152: Los Jesuitas en El Ecuador

propios recursos humanos. Lo hace renunciando a aspiraciones materiales, y buscando más bien compartir algunos medios con miembros necesitados de la comunidad universitaria. En el momento actual, los recursos humanos de los jesuitas ecuatorianos están mucho más restringidos, no obstante la valiosísima colaboración de jesuitas de otros países de América y Europa. Por esto, y a pesar de que, con la gracia de Dios, contaremos para un futuro, con jóvenes jesuitas que saben que la Universidad es un campo privilegiado para impulsar el servicio de la fe y de la justicia en América Latina, es necesario ir revisando y reajustando, periódicamente, nuestra forma de presencia y de actuación en la Universidad. Esta debe ser tal, que permita a los jesuitas cumplir la misión dada por la Iglesia y ungida por vosotros, que sois nuestra familia universitaria. En el futuro, nuestro influjo no habrá de medirse tanto por el número cuanto por el espíritu. El Concilio Vaticano Segundo, decía el Santo Padre a todos los Provinciales de la compañía en Roma, iluminó el valor y la naturaleza del apostolado de los laicos y los exhortó a ocupar su puesto en las tareas de la Iglesia. En el quehacer de la Universidad Católica del Ecuador hemos de marchar juntos, seglares y eclesiásticos. Hemos aprendido los unos de los otros construyendo, así, una Iglesia en donde se conjugan armoniosamente valores, experiencias y rea 157

Page 153: Los Jesuitas en El Ecuador

lizaciones, dentro de este auténtico “ministerio de la enseñanza”. Por eso, no puedo dejar de enaltecer aquí, a nuestros colaboradores seglares: Directores Generales, Decanos, miembros de Consejos, Directores de otras unidades académicas y administrativas, Secretarios, Asesores y demás dignatarios y funcionarios de la Universidad, y de agradecer muy sinceramente su generosa entrega al ideal común y su lealtad con la Compañía de Jesús. Asimismo, quiero manifestar mi aprecio profundo a los Profesores y Trabajadores, por su aporte abnegado e insustituible. A las jóvenes y a los jóvenes que estudian en esta Universidad deseo asegurarles todo el afectuoso empeño de los jesuitas y de sus colaboradores. Los estudiantes no son simples usuarios sino que son los destinatarios primeros de nuestra acción universitaria. En cierto modo, son ellos los que deben imponernos el ritmo y el estilo de nuestra tarea. Tenemos el deber de atenderlos y de escucharlos. Así —en un continente joven y en el que los jóvenes son la fuerza del mañana— podremos discernir juntos el impulso del Espíritu de Dios, la nueva forma de ser Iglesia. Vosotros, jóvenes, sois los artífices privilegiados de una nueva sociedad más justa, más cristiana, más fraterna. Gracias, también, a los antiguos alumnos, 158

Page 154: Los Jesuitas en El Ecuador

por la confianza que nos han brindado y, todavía más, por el ejemplo de valor y de alegría con que asumen su papel de futuro. Gracias por último, y de manera especial, a la Iglesia que ha creído en nosotros y a la cual queremos servir. Ella, junto con innumerables personas en la vida pública y en la privada, han acompañado el camino no siempre fácil de esta Universidad durante cuatro décadas. Que el Señor nos ayude a agradecer y a corresponder a tantos esfuerzos e ilusiones y a convertirlos en realidad. ‘Revista de la pontificia Universidad Católica del Ecuador” Año XV - No. 46- Febrero de 1987— Quito - Ecuador, pp. 107. 112. * Con motivo del IV Centenario de los Jesuitas en el Ecuador, en la solemne sesión académica, el día 30 de septiembre de 1986, toda la Comunidad Universitaria de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador recibió al Padre Prepósito Genera de la Compañía de Jesús, R.P. Peter-Hans Kolvenbach, S.J. 159

Page 155: Los Jesuitas en El Ecuador

AL MUNDO DE LA CULTURA

Discurso de S. S. Juan Pablo II

Quito, Iglesia de la Compañía:

30 de Enero de 1985

Page 156: Los Jesuitas en El Ecuador

Excelentísimos e Ilustrísimos Señores, Señoras y Señores: 1. Tengo el honor de encontrarme hoy con vosotros, distinguidas personalidades que representáis el mundo de la cultura ecuatoriana. Saludo ante todo a los miembros de las Academias Nacionales de la Lengua y de la Historia, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y del Centro de Investigación y Cultura del Banco Central del Ecuador, a las autoridades y profesores de las Universidades católicas o estatales, y de manera especial de la Pontificia Universidad Católica. Mi saludo defente se extiende a todos los aquí presentes, hombres y mujeres, comprometidos en los campos de las letras, de las ciencias, de las artes y del liderazgo social. Vaya en primer lugar a vosotros mi agradecimiento sincero por vuestra presencia, junto con mi admiración y respeto por todo lo que re- 163

Page 157: Los Jesuitas en El Ecuador

presentáis en el campo de la cultura ecuatoriana; una cultura que posee hoy un panorama muy variado, una intensa actividad intelectual y artística, reconocida en el ámbito internacional y que expresa la creatividad de una nación que quiere salvaguardar su dignidad y su paz, en armonía y colaboración fraterna con los países limítrofes y con todas las otras naciones. 2. Este magnífico templo de “la Compañía”, marco estupendo para nuestra reunión, expresa el aprecio que desde siglos la Iglesia en Ecuador ha mostrado a los valores artísticos y a su raigambre autóctona. El se yergue como uno de esos eximios logros en los que se ha plasmado la cultura. Tal obra, una entre tantas que son orgullo de vuestra nación, (de esta ciudad)* es ejemplo de esa transfiguración de la materia con la que el hombre expresa su historia, conserva y comunica sus aspiraciones y experiencias más hondas, encarna y transmite una herencia espiritual a las generaciones venideras. La herencia espiritual que ha ido forjando la nación ecuatoriana es el resultado de un fecundo encuentro entre la fe católica y la religiosidad indígena de este país; encuentro que ha creado una cultura artística autóctona portadora y transmisora de grandes valores humanos, ennoblecidos por el Evangelio. Son valores sustanciales que impregnan y aglutinan vuestras formas de vida familiar y so- * Improvisación. 164

Page 158: Los Jesuitas en El Ecuador

cial, privada y pública. Una sabiduría profunda de vuestra gente, una memoria histórica de luchas y triunfos, una común aspiración de patria, están simbolizadas en los mismos grandes temas religiosos que viven en el pueblo como focos de actividad cultural, y que inspiran la instrucción, el arte, las artesanías, la fiesta y el descanso, la convocación multitudinaria y hasta la organización misma de las comunidades. Ejemplos sobresalientes de tales símbolos se admiran en tantas obras, en las que la “escuela quiteña” expresó su culto a los grandes temas del cristianismo. Aquí, en esta misma Iglesia, “los Profetas” de la Biblia, vivientes en lienzos, nos hablan de la historia de la salvación. Esparcido por tantos rincones de la patria y más allá de sus fronteras, están los conjuntos escultóricos sobre el nacimiento y la pasión del Señor, los múltiples signos de la arraigada piedad mariana de este pueblo, con la admirable “Virgen de Quito” que es a la vez acercamiento al humilde y signo de júbilo, de esperanza y fraternidad para todos los ecuatorianos. Ante estos signos artísticos y la cultura existencial que representan, ante los eximios valores humanos de esta Nación dE, sello cristiano, es justo recordar a vuestro ilustre compatriota que definió a la Iglesia como “modeladora de la nacionalidad” en Ecuador. El “Itinerario para párrocos de indios” del obispo de Quito, Alonso 165

Page 159: Los Jesuitas en El Ecuador

de la Peña; la primera Carta Fundamental del Ecuador republicano, redactado por sacerdotes del cabildo eclesiástico quiteño en 1812, la vigorosa orientación social y científica en las cátedras de jesuitas de la Universidad nacional y su primera Escuela Politécnica, son hitos luminosos, entre otros, de esta tarea de modelación y servicio. 3. Todo esto no es solamente recuerdo de un pasado. Es esfuerzo de actualidad y reto para el futuro, que pasa por el grave compromiso que los hijos de la Iglesia tienen de seguir evangelizando la cultura, de seguir encamando la fe en la cultura, porque, como he dicho en otra ocasión, la fe que no se convierte en cultura, es una fe no plenamente acogida, no enteramente pensada, no vivida en total fidelidad. Por ello no es grato recordar que en el firmamento de la cultura brilla un ilustre religioso ecuatoriano, el Santo Hermano Miguel, académico, educador y catequista, a quien he tenido el honor de canonizar hace poco. A él se une vuestra “Heroína Nacional” cuyos restos se veneran en esta misma iglesia: Santa Mariana de Jesús Paredes, quien encarnó su fe religiosa en esa expresión suprema de cultura que es la fraternidad en el servicio, y ofrendó su vida para la salvación de su pueblo. 166

Page 160: Los Jesuitas en El Ecuador

Todos vosotros, Señoras y Señores, conocéis mi preocupación por el tema de la cultura en la Iglesia y de su irradiación como diálogo con la sociedad actual. En mi visita a la UNESCO quise poner los fundamentos de una nueva evangelización del mundo cultural; y con la creación del Pontificio Instituto para la Cultura he querido establecer las bases de un diálogo permanente entre fe y cultura, entre la Iglesia y la sociedad en sus altos representantes que son, como vosotros, los interlocutores en una tarea común, de importancia decisiva para la humanidad. 4 Para la Iglesia, la cultura tiene como punto de referencia el hombre, tal como ha sido querido y creado por Dios; con sus valores humanos y sus aspiraciones espirituales, con sus necesidades y realidad histórica, con sus connotaciones ambientales, con sus múltiples riquezas tradicionales. Sabemos que este acervo de valores no está exento de ambigüedades y errores; que puede ser manipulado para fines que a la larga atentan contra la dignidad del hombre. Por eso la Iglesia se pone ante la cultura en atenta y respetuosa actitud de acogida y de diálogo, pero no puede renunciar a esa evangelización de la cultura que consiste en anunciar la buena noticia del Evangelio, de los valores profundos del hombre, de su dignidad, de la constante elevación que exige su condición de hijo de 167

Page 161: Los Jesuitas en El Ecuador

Dios. A tal fin, pone en el horizonte de la cultura la palabra, la gracia y la persona del Hombre nuevo, Jesucristo, que “manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación” (cf. Gaudium et spes, 22; Redemptor hominis, 8, 15). Es convicción de la Iglesia que su diálogo y evangelización de la cultura constituyen un alto servicio a la humanidad, y de manen especial a la humanidad de nuestro tiempo, amenazada paradójicamente por lo que podrían considerarse logros de su cultura autónoma; y que con frecuencia se convierten en atentados contra el hombre, contra su dignidad, su libertad, su vocación espiritual. Por eso, la Iglesia sigue proclamando el misterio de Cristo que revela la verdad profunda del hombre; ella tiene la firme convicción de que el contacto del Evangelio con el hombre, con la sociedad, crea cultura auténtica; sabe que la cultura que nace de ese encuentro con el Evangelio es humana y humanizadora, capaz de llegar hasta las profundidades del corazón e irradiarse benéficamente a todos los ámbitos de la sociedad, a los campos del pensamiento, del arte, de la técnica, de todo lo que constituye verdadera cultura, auténtico esfuerzo para promover y expresar cuanto el Creador ha puesto en el corazón y en la inteligencia de los hombres, para bien y armonía de toda la creación. Es una actitud que la I- 168

Page 162: Los Jesuitas en El Ecuador

glesia quiere reflejar también en su contacto con las culturas de las minorías, dignas de todo respeto y promoción. 5. En esta hora de vuestra patria y con los ojos puestos en el futuro, quiero referirme a algunos datos que os confío como mensaje, esperando produzca frutos abundantes. Ante todo me parece justo recordar que la obra de la evangelización de la cultura en vuestra nación supone a la vez dos cosas: que la tarea evangelizadora no puede realizarse al margen de lo que es y lo que está llamada a ser vuestra cultura nacional; y que, paralelamente, la cultura ecuatoriana no podrá, sin traicionarse a sí misma, dejar de prestar atención a los valores religiosos y cristianos que lleva en su misma entraña; antes bien, deberá tener un fecundo y enriquecedor intercambio con estos valores. La Iglesia, además, quiere ser garantía y lugar de diálogo, de reconciliación y convergencia de todos los esfuerzos culturales que miren a la elevación del hombre. Permitidme decir que es hora de que hagamos desaparecer las incomprensiones y recelos que han podido surgir, en esta nación, entre Iglesia y representantes de la cultura. Construyamos juntos el camino de la Verdad, que siendo única, hará confluir hacia ella los propósitos bienintencionados de todos; construyamos juntos la civilización de la dignidad del 169

Page 163: Los Jesuitas en El Ecuador

hombre, del culto insobornable a la moralidad, del respeto a la conciencia sincera; en una palabra, la civilización del amor, asumiendo con responsabilidad las tareas de fidelidad a la propia condición y al propio futuro. Nuestro encuentro es ya un signo y compromiso de colaboración entre la Iglesia y las Instituciones culturales del Ecuador, para servir al hombre de esta nación, especialmente al más necesitado, al que más pone su esperanza de progreso y libertad en la misión de la Iglesia y en la rectitud de la inteligencia de los hombres influyentes de su Patria. En esta tarea han de hallar su puesto los cristianos y las Instituciones eclesiales de cultura, sabiendo hermanar las exigencias de la fe y los requisitos de la cultura. Dentro de un clima de libertad y respeto, participando limpiamente en la vida democrática de la nación, en fructuoso diálogo con todos los intelectuales, sin privilegios ni discriminaciones, sin renunciar a proponer y pedir respeto hacia los propios valores. 6. Este vasto proyecto adquiere carácter de urgencia y de solidaridad ante los nuevos retos de la convivencia social, del impacto del materialismo, de la progresiva amenaza de la violencia. Hasta ahora ha podido preservarse, en este extremo occidental de América del Sur, la síntesis dinámica de convivencia social surgida del encuentro de diversas razas, cosmovisiones y culturas, bajo un signo de carácter cristiano. 170

Page 164: Los Jesuitas en El Ecuador

Ante las nuevas exigencias de la sociedad actual, que reclama juntamente metas de mayor dignidad para las personas, se impone un gran esfuerzo en favor de la justicia, del cambio de estructuras injustas y de la liberación del hombre de todas las esclavitudes que le amenazan. Sin que podamos olvidar, ante la tarea que nos incumbe, que fuerzas sociales alimentadas bajo el signo de cualesquiera materialismos, teóricas o prácticos, quieren instrumentalizar, a servicio de sus propias finalidades, los dirigidos análisis de la realidad social; mientras elaboran estructuras políticas y económicas en las que el hombre, desposeído de su ser íntimo y trascendente, pasa a ser una pieza más del mecanismo que le priva de su libertad y dignidad interiores, de su creatividad como ser libre ante la cultura sin fronteras. Al acercarse el quinto centenario de la epopeya evangelizadora, se vislumbra la posibilidad de que América Latina ofrezca al mundo un modelo de civilización que sea cristiana por sus obras y estilo de vida, más que por sus títulos meramente tradicionales. La Iglesia hace un llamado apremiante a todos los cristianos del Ecuador comprometidos en una tarea intelectual de amplios reflejos culturales, sociales y políticos, para que asuman con fe y valentía la cuota de colaboración y riesgo que les corresponde en esta común empresa. Que esos hombres y mujeres contribuyan e- 171

Page 165: Los Jesuitas en El Ecuador

ficazmente al robustecimiento de la nacionalidad, desde sus raíces de moralidad evangélica vivida y alimentada por la doctrina de la Iglesia. Que el sabio humanismo de este pueblo extienda su eficacia a los nuevos campos conflictivos en los que hoy se está debatiendo ya su mañana. Quiera Dios que la síntesis entre fe y cultura conduzca hacia una nueva era de paz, de progreso, de elevación de los más pobres, de enriquecedora convivencia dentro y fuera de las fronteras de este querido país. 7. Aunque sólo sea sumariamente, no puedo dejar de mencionar algunas tareas de responsabilidad cultural que competen solidariamente a vosotros y a las instituciones que representáis. La moralidad en la vida privada y pública es la primera y fundamental dimensión de la cultura, como tuve ocasión de afirmar en la UNESCO. Si se resquebrajan los valores morales en el cumplimiento del deber, en las relaciones de confianza mutua, en la vida económica, en los servicios públicos en favor de las personas y de la sociedad, ¿cómo podremos hablar de cultura y de cultura al servicio del hombre? El ordenamiento armonioso de las condiciones sociales es uno de los máximos imperativos de nuestro tiempo. Por ello, en el sentido más noble, la cultura es inseparable de la política, entendida como el arte del bien común, de 172

Page 166: Los Jesuitas en El Ecuador

la justa participación en los recursos, de la ordenada colaboración dentro de la libertad. La cultura tiene que ayudar a esta noble tarea política, sin dejar que nadie se apropie indebidamente de la cultura y que la instrumentalice para sus propias miras de poder. Es necesario también que vuestro pueblo, iluminado por los grandes principios de la doctrina social de la Iglesia, encuentre el camino de la paz y de la justicia social en el amor y el mutuo respeto. No se trata de elegir simplemente entre la alternativa de los sistemas que se disputan la hegemonía del poder. Desde la originalidad cristiana, y desde la sabiduría de vuestro pueblo, hay que encontrar ese camino transitable que conduzca a la elevación y la paz social entre todos los hijos de vuestra patria. Es urgente ese esfuerzo cultural, que, desde la misma entraña de este pueblo, construya una convivencia que no necesita apoyarse en falaces ideologías contrapuestas. Por eso, los intelectuales están llamados a ofrecer un serio análisis de la sociedad que restituya toda su importancia autónoma a loa factores específicamente culturales, más allá de los simples indicadores económicos, en los que queda prisionera la visión materialista de la sociedad. 8. Finalmente, en el contexto global de la cultura, la educación entra de lleno en la forma 173

Page 167: Los Jesuitas en El Ecuador

ción de los espíritus. En ese campo tiene un lugar privilegiado la universidad. Vuestra patria, que tiene una tradición universitaria sería y reconocida, debe favorecer los centros universitarios, politécnicos, y otras instituciones de enseñanza, como sedes imprescindibles de la cultura, evitando con una política cultural adecuada que se transformen en lugares de lucha y de frustración para los más jóvenes. Antes bien, deben ser santuarios de la verdad, de la rectitud, del sentido solidario, talleres de laboriosidad intelectual, comunidades vivas donde se experimenten y vivan las formas pacíficas de una mayor participación y colaboración, palestras de los bienes del espíritu. La Iglesia debe estar presente en esos ámbitos, no sólo con una adecuada pastoral universitaria, sino también con la presencia de profesores que desde su vocación cristiana en el laicado, con su ciencia y testimonio, ofrecen la síntesis de una alta calificación intelectual y una profunda convicción cristiana, generadora de educación y de cultura. En el amplio panorama de las valiosas universidades católicas que dependen de la Iglesia y que el Estado reconoce a través de acuerdos internacionales con la Sede Apostólica. Por su calidad de universidades, su propia 174

Page 168: Los Jesuitas en El Ecuador

identidad y su dependencia de la Iglesia, están llamadas por título especial a desarrollar el programa de evangelización de la cultura al que he aludido antes. No puedo olvidar, por último, la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, con sus diversas sedes. (Pontificia como se decía al comienzo)t. Es para mí motivo de gozo y ha de ser compromiso de fidelidad ese título de “pontificia”. Que el esfuerzo de todos mantenga alto ese nombre, tanto por la seriedad y autenticidad de su obra cultural como por la plena participación de cuantos en ella colaboran: sacerdotes, religiosos y laicos, así, fiel a su estructura original, podrá favorecer un fecundo diálogo con las otras instituciones culturales del país. 9. Señoras y Señores: He podido apenas pergeñar algunos rasgos de vuestra alta misión de hombres de cultura, a la que me siento muy respetuosamente cercano. Al reiterar mi profunda estima por vuestra función, concluyo alentándoos a contribuir solidariamente,, con un esfuerzo cultural integral e integrador de todos los recursos, a la elevación del hombre ecuatoriano: hombre sufriente y oprimido muchas veces; hombre profundamente religioso y trabajador, que no quiere caer bajo la dictadura de los materialismos; hombre con un inmenso patrimonio cultural que está luchando por preservar, para elevar así su propia dignidad; hombre que es pa- 175

Page 169: Los Jesuitas en El Ecuador

ra todos la pieza clave del universo; y que para el cristiano es un ser de inmensa dignidad, porque lleva en sí un soplo de vida de Aquel que se reveló en la historia, a través del Hijo del Hombre, Camino, Verdad y Vida. He dicho.

(Aclamaciones) Que no sea un escándalo para vosotros que acepte aplausos, que mi persona, mi orgullo personal deberían desoir, pero los acepto porque han manifestado los momentos más importantes de nuestro encuentro, nuestro encuentro espiritual. Mi proyecto era proponer, a la altura naturalmente de vuestro país, a la Cultura Ecuatoriana, una función, una función de responsabilidad en la promoción integral del pueblo ecuatoriano. He buscado proponer que esta función sea un producto original, desde la tradición, la vuestra, la de vuestra cultura. Cultura es siempre la originalidad de un pueblo, como de un hombre, de un ambiente, de un pueblo sobre todo. Yo admiro esta cultura que encuentro aquí porque veo en ella una originalidad profunda. Entonces, éstos son los motivos por los cuales he osado decir que para mí muy importantes fueron vuestros aplausos*

(Aclamaciones)

¡Muy bien! Entonces, entonces, ¡Adiós! ¡Adiós! ¡Hasta la vista! * improvisación. 176

Page 170: Los Jesuitas en El Ecuador

INDICE

Pág. La Compañía de Jesús y su IV Centenario por el Lcdo. Alejandro Carrión Aguirre 7 Cuarto Centenario de la Compañía de Jesús en el Ecuador por el Dr. Jorge Salvador Lara 17 La tradicción Jesuítica de enseñanza superior en la Cultura Ecuatoriana por el Dr. Julio Terán Dutari 37 Agradecimiento del provincial de la Compañía de Jesús por el Dr. José Araujo 5. J 59 El Cuarto Centenario de la llegada de La Compañía de Jesús al Ecuador por el Dr. Jorge Villalba S.J 67 Mensaje del Padre General a los representantes de la Pontificia Universidad Católica del Ecua do por el P. Peter.Hans Kolvenbach, S. J 149 Al Mundo de la Cultura. Discurso deS. 5. Juan Pablo VI 161

Page 171: Los Jesuitas en El Ecuador

COMISION NACIONAL PERMANENTE DE CONMEMORACIONES CIVICAS

(CNPCC) PRESIDENTE: Lic, don Alejandro Carrión Aguirre, Miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, Representante del Presidente Constitucional de la República. VICEPRESIDENTE EJECUTIVO: Lic, don Byron Morejón, Ministro Director General de Relaciones Culturales de la Cancillería, Representante del Ministro de Relaciones Exteriores. VOCALES: Profesora Licenciada doña Teresa León de Noboa, Directora Nacional de Cultura, Representante del Ministro de Educación Nacional.

Page 172: Los Jesuitas en El Ecuador

General de Brigada don Gonzalo Orellana, Director de los Museos Militares, Representante del Ministro de Defensa Nacional. Doctor don Pedro Barreiro, Secretario General de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y su representante. ASESORES R.P. doctor don José María Vargas O.P_ Premio Nacional “Eugenio Espejo” 1984, Miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua. Doctor don Jorge Salvador Lara, Ex-Ministro de Relaciones Exteriores, Director de la Academia Nacional de Historia. SECRETARIO: Licenciado don Eugenio Vásquez Galarza, De la Dirección General de Relaciones Culturales de la Cancillería.

Page 173: Los Jesuitas en El Ecuador

LOS JESUITAS EN EL ECUADOR se terminó de imprimir el día 4 de diciembre de 1987, en la NUEVA EDITORIAL de la Casa de la Cultura Ecuatoriana ‘Benjamín Carrión”, siendo su Presidente el Profesor Edmundo Ribadeneira M. y su Asesor Técnico de la Nueva Editorial el señor César Viteri H.