Los Furbantes 1 - AA VV

download Los Furbantes 1 - AA VV

of 15

Transcript of Los Furbantes 1 - AA VV

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    1/35

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    2/35

    Los Furbantes es una revista de literatura enfocada en autores nuevos,

    difusión de clásicos y traducciones. Cada número trae una selección de

    obras que vuelven la lectura hacia el asombro.

    www.lectulandia.com - Página 2

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    3/35

    AA. VV.

    Los Furbantes 1Los Furbantes - 1

    ePub r1.0

    Colophonius 25.01.16

    www.lectulandia.com - Página 3

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    4/35

    Título original: Los Furbantes 1AA. VV., 2016Traductor: El Equipo Furbante

    Editor digital: ColophoniusePub base r1.2

    www.lectulandia.com - Página 4

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    5/35

    Noche más oscura

    por Celina Aste

    Los otros fantasmas hurgaban sobre tumbas roídas; yo deambulaba contra el viento.Traspasé una, dos, diez lápidas. Me detuvo un brillo furioso. Dos iris y una boca seagazapaban sobre un perro muerto y lo lamían. Me produjo escalofríos y me escondíen una fosa. Comencé a marearme. Pensé si sería mi cobardía o el hedor sofocantedel nicho. Me pregunté si realmente el perro estaba muerto. De algo estaba seguro: lanoche de brujas no era para mendigos. Lo escuché tragar con desenfreno. Sentínáuseas. Salí a buscar otro escondite. Todavía mareada, me deslicé de maneraprecaria; me oculté mal detrás de una tumba. Había arrastrado por demás la

    hojarasca. El hombre dejó de lamer y levantó la mirada. Me miró como quiendescubre una moneda de oro en la profundidad de un aljibe. A mí me dio pavor verloabrir la boca. Hilos de baba colgaban de sus labios. Yo los percibí tensos, de acero,capaces de degollar a la más sólida de las víctimas. Una ráfaga gélida sopló desde elsur. Ambos parpadeamos. La noche se volvió más oscura y yo más aliviado. Escuchéavanzar el traqueteo infernal. Pude advertirle sobre ellos pero no quise. El mendigofue descubierto enseguida y devorado con la misma prisa. Agobiado, escapé alséptimo círculo.

    www.lectulandia.com - Página 5

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    6/35

    De la literatura al juego y del juego a la literatura

    por Juan Manuel Ávila

    El escenario

    Todo comienza al imaginar una mesa con varias personas sentadas a su alrededor.Sobre ella hay una cantidad de implementos que no suelen verse en otro tipo deactividades sociales. Tal vez, un observador ajeno a esta actividad podría suponer quelas personas sentadas alrededor de la mesa estén trabajando: hay hojasexhaustivamente repletas de datos, libros apilados sobre alguna silla, algunas

    herramientas exóticas con formas poliédricas, e incluso varios de los participanteshasta podrían estar usando una calculadora.

    Lo que tenemos delante es el imaginario tradicional de una mesa con jugadores derol. ¿Qué otras cosas incluimos en este imaginario? Tal vez algún mapa dibujado consinuosos laberintos, algunas bebidas y bocados, y un espíritu romántico-medieval enel aire.

    Este imaginario está, como todo imaginario, basado en ciertos prejuicios, enciertas apreciaciones personales, en ciertos desatinos, quizás hasta en cierta malicia.

    Es una construcción mental que fija las características de una actividad para quepodamos observarla y analizarla como el científico que analiza un espécimen en sulaboratorio. Pensemos, a manera de analogía, lo siguiente: ¿qué elementosincluiríamos en el imaginario tradicional de una lectura literaria? Tal vez un sillóncómodo, a la vera del fuego de una chimenea. Altos ventanales con una nocheestrellada de fondo, una bata, una copa, y un tomo de tapas duras sobre el que sedeslizan nuestros ojos. Es claro que esa imagen se construye al margen de lasrealidades que nos rodean cotidianamente, al margen de la enorme multiplicidadpolifacética que se esconde detrás de la palabra literatura. Tengamos en cuenta queesa imagen hipotética de una mesa en la que se está jugando un juego de rol está tandistante de la realidad como la escena de la lectura en el sillón, y procedamos sobreeste constructo solo en mor de la simplicidad, y solo en primera instancia para luegocuestionarlo.

    Con esta imagen hipotética en mente vamos, por un momento, a jugar a ser estecientífico. A encarnar su rol, si se quiere. Pero no seremos cualquier científico:seremos miembros de un área de la ciencia y el saber humano casi tan vilipendiado ymarginado como los mismos jugadores de rol imaginarios que estamos por analizar.

    Seremos críticos, teóricos literarios, y aplicaremos nuestro bagaje de conocimientostécnicos para intentar comprender este fenómeno que se presenta delante de nosotros.

    www.lectulandia.com - Página 6

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    7/35

    El fenómeno

    Como científicos literarios comenzaremos por abrir nuestros maletines técnicos ydispondremos sobre una mesa metálica una serie de conceptos tales como trama,género literario, autor, narrador, personaje, la literaturidad, extrañamiento. Vestidosde blanco y con guantes en mano, pasemos a aplicarlos uno por uno sobre nuestroobjeto de estudio.

    La textualidad

    Nuestras primeras impresiones del objeto de estudio nos acercan rápidamente hacia

    terrenos conocidos para el análisis literario. Por empezar, empuñando el concepto detrama notamos que en los juegos de rol efectivamente acontece un relato más omenos estructurado de forma similar a lo que se puede ver en la literatura. En unatípica sesión de un juego de rol se introducen los personajes, se topan con algún tipode complicación, e intentan resolverla. Estos son ni más ni menos que los elementosestructurales básicos y tradicionales de una historia.

    Y es que la observación de los juegos de rol nos demuestra que efectivamenteestos se desarrollan dentro de los amplios márgenes de lo que se denomina ficción. A

    la vez, este tipo de ficción se inscribe y hace señas hacia tradiciones textuales comoson los géneros literarios, mezclando en un mismo acto la narrativa con el génerodramático. E incluso yendo más allá de esos macro géneros, se puede encontrar unaenorme gama de opciones de juegos de rol pertenecientes a subgéneros popularescomo la fantasía, la ciencia ficción o el horror, entre muchísimos otros. Llegado estepunto, los juegos de rol demuestran su naturaleza mutante: pueden considerarse enparte piezas narrativas, en parte asimilarse al teatro improvisado, y hacer propias lastexturas temáticas consumidas masivamente.

    Pero los juegos de rol parecieran tener cierto tipo de especificidad en la forma enla que sus participantes se relacionan con la ficción a medida que las construyen. Sibien los jugadores imaginan una historia, como le sucede al lector de literatura, o alespectador teatral, pareciera que en los juegos de rol en lugar de captar estos sucesosde forma más o menos pasiva, se influye en la ficción, moldeándola según los propiosintereses. Pero detengámonos un poco ante esta dicotomía entre actividad y pasividadque pareciera comenzar a develarse como un factor distintivo.

    Partamos del margen: en el ámbito literario se experimentó durante los añosochenta una especie de boom de gamebooks o libros-juego, de los cuales tal vez la

    línea más famosa a nivel local sea la colección  Elige tu propia aventura. No estaríade más mencionar, aunque sea al paso, que por esta misma época se publicaronuegos de características similares con el sello de  Dungeons and Dragons, el más

    www.lectulandia.com - Página 7

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    8/35

    emblemático y popular juego de rol de la historia. Tanto en un caso como en otro, sepodría observar un nexo entre los juegos de rol considerados como activos y laliteratura considerada como pasiva, que nos invita a cuestionar la división tajanteentre una y otra cosa. En estos gamebooks, por lo general apuntados a un públicouvenil, los lectores tenían una limitada posibilidad de opción en lo que se refería al

    progreso de la historia. En determinados puntos del relato se presentaba unabifurcación, y el lector podía optar por seguir uno u otro camino, desplazándose porel libro siguiendo las páginas correspondientes a las decisiones tomadas. El lector,así, se volvía activo en el proceso de lectura.

    Este tipo de texto, de todas maneras, no hace más que explicitar un albedrío que silo pensamos por un momento está siempre presente en la lectura literaria. Hoy nosresulta retrógrado pensar en el lector como un sujeto pasivo, limitado a captar elmensaje transmitido por el autor a través de un texto que funciona como prótesis de

    sus ideas. Este modelo que ha acompañado a gran parte del pensamiento occidentaldesde Aristóteles hasta teóricos del siglo pasado como Roman Jackobson anulan eluego siempre presente en todo texto literario, no solo en los gamebooks. El acto de

    lectura en la actualidad se piensa de forma mucho más compleja que como un meropasaje de información a través de un canal: el lector pone en juego sus saberes yexperiencias previas y modifica el texto con su interpretación que es modificada a suvez por el texto. Sobre este acto recaen otra serie de complejidades de índoleideológica, política, lingüística y las diversas experiencias que se obtienen en las re-lecturas de un mismo texto son la evidencia de cuánto pesa la actitud del lector a lahora de abordarlo. Así, la idea de un autor activo frente a un lector pasivo en laliteratura está minada hace rato, como supo expresar Jorge Luis Borges: «es trivial yfortuita la circunstancia de que tú seas el lector de estos ejercicios, y yo su redactor».

    Volviendo al objeto de estudio, con estas observaciones en mente estamos encondiciones de cuestionar la oposición entre la lectura literaria o la percepción teatralentendidas como suceso pasivo, y los juegos de rol entendidos como suceso activo.De momento, nuestra posición como científicos reconocerá esta dicotomía entrepasividad y actividad como una simple diferencia de grado. Así, la experiencia de los

    uegos de rol no se opondría a la de la lectura literaria, sino que más bien exacerbaríaalgunos de sus aspectos, como ser en este caso, la capacidad del receptor de influir eneste fenómeno que surge tanto al leer un cuento o al participar de una historia narradaen un juego de rol.

    Esta coincidencia estrecha dentro de los juegos de rol entre quienes perciben lahistoria y quienes la forjan, nos acerca al segundo eje de relaciones entre la literaturay este tipo de experiencia lúdica.

    La autoría

    www.lectulandia.com - Página 8

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    9/35

    Evidentemente la categoría de autor se desenvuelve de una forma muy peculiar en losuegos de rol. La pregunta básica que debería encabezar este apartado sería ¿quién es

    el autor en un juego de rol? Las observaciones de Foucault en ¿Qué es un autor? ysus repercusiones sirven para abordar el tema, pero inmediatamente nuestra temática,nuestro objeto de estudio, nos desborda.

    Comencemos desde los términos más amplios: el juego de rol que puntualmenteusa un grupo para contar sus historias. Como tal vez sepan (o no), hay múltiplesuegos de rol, con reglas muy distintas entre sí. Así como hay distintos juegos que

    involucran pelotas, y cada uno establece sus reglas de forma particular, lo mismosucede con los juegos de rol. Y al igual que lo que sucede con los diversos juegos depelota, en los juegos de rol la o las personas detrás del desarrollo de cada reglamentoinfluyen directamente en cada una de las experiencias de juego que se realicenempleando esas reglas. Así es que cada juego de rol tiene su autor, y estos autores son

    directamente responsables de las reglas y el contenido de los manuales de juego perotambién indirectamente (si se quiere) son responsables de todas y cada una de lassesiones de juego que se efectúen usando los manuales que ellos han escrito. Son,usando las palabras de Foucault, fundadores de géneros. Mediante las reglas creadastraen al mundo de los juegos de rol y de la ficción una forma de crear discursos, decrear historias.

    Pasando al siguiente grado de autoría, tenemos a la persona que ha ideado lasbases sobre las que se desarrollará una sesión de juego en particular. Muchas vecesesta persona no es otra que el director de juego, pero también suelen usarse aventuraspre-armadas, pensadas con antelación por alguien que, basándose en las reglas de unsistema de juego determinado (o intentando adaptarse a una variedad más amplia deuegos), pone a disposición de un director de juego las bases sobre las cuales se

    desarrollará el relato. Este autor de aventuras podrá ofrecer información sobre laslocaciones, los personajes secundarios, los obstáculos que poblarán la aventura vividapor los protagonistas. Y por lo tanto, al ser responsable de aspectos tan importantespara la textualidad de una sesión de juego, estos creadores de aventuras no pueden serignorados a la hora de pensar la función-autor en los juegos de rol.

    El siguiente peldaño en el análisis de la autoría nos lleva a uno de los jugadoresinvolucrados, sobre quien tradicionalmente recae un papel diferente al de los demás.Se trata del mencionado director de juego, amo del calabozo, dungeon master, o aveces sencillamente narrador. Este jugador que se diferencia de los demás es quiencoordina el juego, a simple vista, como un  primus inter pares. Entre sus funcionesestá la de presentar el marco en el que se desarrollan los acontecimientos ficticios,describir los lugares, presentar las problemáticas, y focalizar el relato sobre lospersonajes. Pero al precisar un poco más las observaciones, vemos que este miembro

    de la mesa no se encuentra en relación de paridad con los demás, sino que suvoluntad se yergue sobre ellos. Está dentro de sus capacidades llevar la historia hacialugares impensados, presentar problemas de improbable solución a los personajes, y

    www.lectulandia.com - Página 9

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    10/35

    por sobre todas las cosas, tener la autoridad narrativa preponderante.Oyéndolo hablar, notamos además que se trata de un narrador peculiar, un

    narrador cambiante. Por momentos empuña la tradicional tercera persona,particularmente en escenas de transición, altamente descriptivas. Pero de manera muyfrecuente pasa de la tercera a la segunda persona, como solo unos pocos autores,

    Michel Butor entre ellos, osaron hacer. Ya no se dice: «El dragón vuela por los aires»,sino «Ustedes ven al dragón volar por los aires». El narrador apela directamente allector, o en este caso, más bien al oyente. En este pasaje de la tercera persona a lasegunda, y de la segunda a la tercera se juega toda la puja de poder narrativo. Lasegunda persona invita a la participación, incluye a los demás en el relato. La tercera,por el contrario, se distancia y aísla en la omnipotencia.

    Esto nos lleva al último peldaño en la escalera de autorías presentes de formasimultánea (y me atrevo a decir, en tensión) en cada sesión de juego. Se trata de los

    llamados ordinariamente «jugadores». Comenzando por instancias previas a lanarración, en la llamada creación de personajes son los jugadores asignados ainterpretar a los protagonistas quienes tienen la decisión final sobre quiénes y cómoserán estos personajes (siempre dentro de los horizontes acordados entre losparticipantes del hecho lúdico). Es así que tomando estas fronteras de lo posibledelimitadas por las reglas que propone un manual de juego, las locaciones yproblemáticas que delimita una aventura pre-armada y los diversos focos ydesviaciones que proponga el director de juego, los demás participantes son losautores, amos y señores de las acciones que toman los protagonistas principales delrelato. Mediante su interpretación, empleando diversos tonos de voz, distintasactitudes corporales o variados registros se vuelven autores también de ciertosaspectos periféricos (y no tanto) que terminan de dar forma a los personajes centralesde una sesión. Así como los actores teatrales contribuyen a la formación delpersonaje interpretado, los jugadores inciden en la historia tanto desde larepresentación de su papel como desde la determinación de las acciones quepropulsan el relato hacia adelante. Sin jugadores por lo tanto no existematerialización de las instancias previas de autoría, de forma similar a lo que sucede

    en la literatura. Como se ha dicho: tal vez el mayor mérito por parte de Edgar AllanPoe no haya sido crear los relatos policiales, sino a los lectores de relatos policiales.

    La literaturidad

    Viktor Shklovski definió como rasgo distintivo de la literatura su naturaleza siempre

    cambiante, capaz de volver extrañas las cosas conocidas y posibilitando así su re-descubrimiento por parte del sujeto. A este cambio en la percepción a través de laficción lo llamó ostranenie, o extrañamiento, y empuñando este término junto a un

    www.lectulandia.com - Página 10

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    11/35

    arsenal teórico pseudo-positivista[1] junto a otros colegas fundó las bases de la teoríaliteraria moderna. También a Viktor Shklovski le gustaba jugar el rol de científico.

    A pesar de que sus más conocidos estudios tienen como corpus  una serie deautores y obras de vanguardia (para las que la novedad y el cambio son partesfundamentales), se puede ver en los trabajos de Shklovski un anhelo por definir en

    términos amplios qué es el arte literario. Pero ante ese anhelo, con lo que se topa escon la naturaleza siempre alterada de la literatura. Su objeto de estudio le rehuye.

    Instaurada en el discurso democrático, en el que tiene derecho para decirlo todo (acambio de que por su carácter de ficción, no diga nada), la institución Literaturapareciera revolverse en su lugar, mutar constantemente y redefinirse obra a obra. Estoes claro: si dijésemos que la literatura universal es el conjunto de libros escritos por lahumanidad, este conjunto se alteraría día a día con la publicación de nuevas obras queentran en diálogo pero difieren de las anteriores. A esto se le suma (o tal vez sea lo

    mismo) las nuevas experiencias generadas a partir de la relectura de las obras yavisitadas.Estas cuestiones, y tal vez muchas, otras parecieran desafiarnos a la hora de

    sentarnos a definir qué es la literatura.¿Qué sucede al respecto con los juegos de rol? Cuando comencé estas palabras

    hablé de la construcción imaginaria de un grupo de personas jugando rol, y lassumergí en una serie de presupuestos y generalizaciones: los senté alrededor de unamesa, les asigné hojas de personaje, les proporcioné dados, los dividí jerárquicamente

    destacando a un director de juego (responsable de las bases de la historia narrada) porsobre el resto de los jugadores (responsables cada uno de un protagonista), y los pusea todos a contar una ficción grupal. Pero no sería arriesgado de mi parte decirles quepara cada uno de estos elementos que componen nuestro imaginario de una mesa deuegos de rol existen contraejemplos.

    La mesa, por empezar, es un componente ausente en los juegos de rol en vivo, enlos que los participantes se aproximan aún más al teatro improvisado. O bien sevuelve un componente multiplicado al pensar en partidas de rol usando interfacesdigitales o foros alojados en internet, a los que cada uno accede desde su propia mesa.

    Las hojas de personaje no solo varían en sí de juego en juego, variando de estamanera también las herramientas que da a los participantes de influir en la ficción, yde esta forma variando el tipo de ficción misma. También hay casos en los que la hojade personajes está ausente, o algo diferente reemplaza su lugar.

    Los dados poliédricos son quizás el elemento más emblemático de los juegos derol, y en nuestro imaginario envían directamente el mensaje que indica que esta esuna actividad lúdica. Proporcionan azar y sorpresa, y a veces, dependiendo del juego,llegan a tener un peso mayor que la voluntad de los involucrados para determinar el

    curso de la historia. Pero también son un factor fluctuante, y hoy en día hay muchosuegos de rol que usan otros métodos de resolución que o bien involucran otros

    recursos lúdicos como cartas, fichas, o la llamada torre Jenga; o bien desplazan el

    www.lectulandia.com - Página 11

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    12/35

    azar completamente y organizan la participación de los jugadores de maneras muyvariadas.

    La división entre directores de juego y jugadores también ha sido minada a lolargo de los años de mutación de los juegos de rol. En algunos se distribuyen entre losugadores algunas de las tareas tradicionalmente asignadas a quien dirige la partida

    (como la representación de personajes secundarios). En otros juegos de alto grado decomplejidad y estrategia el director de juego pierde relativamente el rol de guardián ypromotor de las reglas, y el sistema de juego en sí, al ser tan robusto, ocupa el lugarusticiero que balancea la participación de todos los involucrados. Y finalmente, en la

    última década (seguramente con algún antecedente más oscuro) han comenzado asurgir juegos de rol en los que no hay tal cosa como una división entre directores deuego y jugadores: todos los participantes comparten estas posiciones alternadamente.

    De esta manera, aquellos aspectos que conformaron el imaginario que nos sirvió

    en primera instancia para abordar el fenómeno de los juegos de rol parecen disolverseen el medio que forma su propia naturaleza cambiante. Así como en su pretensiónpositivista Shklovski tuvo que abrazar el cambio como lo permanente en la literatura,nosotros, inmersos en el rol del científico literario tenemos que rendirnos a laevidencia y buscar la identidad de los juegos de rol más allá de todos estos elementosque la experiencia ha develado como accesorios y contingentes.

    Así, la caza por la esencia de los juegos de rol, si tal cosa existe, se encausa enuna marcha muy similar a la caza por la esencia de la literatura. Precisamente lo queha intentado demostrar esta exposición, a modo superficial, son los múltiples puntosde contacto que los juegos de rol tienen con la teoría literaria, y cómo muchas de lasherramientas de esta última se aplican al análisis de los primeros.

    Un final abierto

    Podríamos aventurar algunas preguntas que prolonguen la cuestión y abran el debate.

    Si continuamos quitando aquellos aspectos que consideramos contingentes tanto delos juegos de rol como de la literatura… ¿con qué nos encontramos? Los juegos derol son tradicionalmente una actividad grupal, sí, pero también lo son las historiasimprovisadas por narradores orales. Inclusive existen contraejemplos en ambos polos,con juegos de rol solitarios y el Cadáver Exquisito surrealista que genera textos deforma conjunta. Por otro lado, la literatura es una forma reconocida de arte, pero losuegos de rol también tienen un lado fuertemente estético que lo vincula tanto a la

    narrativa como al género dramático. Y a su vez, mientras la literatura de propaganda

    parece relegar su costado esteticista en pos de una agenda política determinada, losllamados poemas de rol parecen sacrificar la faceta lúdica para generar unaexperiencia que fusiona sus fronteras con la lírica.

    www.lectulandia.com - Página 12

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    13/35

    Yo dudo que el rol de científicos nos permita abordar estos puntos de contactopara lograr un ordenamiento epistemológico que aquiete y silencie las preguntas quehan sido postuladas. En su lugar, resulta más interesante llegar a una honestaconclusión problemática que indique que el ámbito marginal de los juegos de rol espropicio para el análisis de temas tan complejos como lo es una institución más

    prestigiosa como la Literatura.

    Sobre el autor

    Juan Manuel Ávila es docente de Literatura. Dentro del mundo del rol, además de serdirector jugador, se especializa en los juegos independientes y centrados en lanarración. Es el creador del sistema de juego SEIS y miembro del equipo directivo deEditorial Rúnica. Participa como organizador del club Rol n’ Ramos, asociacióndedicada a la difusión de los juegos de rol.

    www.lectulandia.com - Página 13

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    14/35

    Adiós, muchachita

    de Maximiliano Navarrete

    Primero se fue deshaciendo la noche, esa noche de luces verdes y húmedas en la quela bala te atravesó la cabeza. Luego se fue perdiendo el tipo que te mató, el boulevardpor donde escapó y mi tropiezo que no paraba de repetirse y ese «que hubiera

    asado…» que me inundaba la mirada con lágrimas.Luego, como una fotografía, apareció esa mañana en la que me pediste que nos

    viéramos en el bar del centro, ¿te acordás?, esa vez que me contaste que te ibas aCórdoba, porque habías conseguido un trabajo mejor que el que te había ofrecido tupapá. Esa vez en la que me dijiste que ya no podríamos vernos más y ¡Mierda!

    ¡Mierda! Que yo no tuve el valor para decirte que estaba perdidamente enamorado devos.

    Con el correr de los días, todo se fue decolorando en mi memoria, casi igual a laimagen de un pintor furioso que no contento con su pintura, le arroja agua pararomperla en mil pedazos después. Y se fueron los libros que me prestaste, los besosen la mejilla, el día que me preguntaste «¿sabés dónde queda la parada del 136?», tudecepción con el idiota de Román, las veces que me mordía la lengua para noencajarle una piña cada vez que te hacía llorar, la esquina, esa esquina con un

    reflector a medio morir y muchas otras cosas que fantaseaba poder hacer con vos,todo, absolutamente todo fue perdiendo matiz… el blanco, como una cascada destruíacada rincón que te pertenecía.

    Me fui del barrio, hace tiempo, muchachita (recordás cómo te molestaba que tedijera así). Ayer, mientras revisaba una bolsa con papeles que tenía en un baúl hechopelota, encontré un libro de Onetti que me habías prestado, amarillento, y entre laspáginas húmedas, había una nota tuya que decía «siempre será por primera vez, laúltima» y que me volvió loco, porque nunca supe comprenderla. Si supieras cómo me

    puso ver tu letra, muchachita. Fue en ese momento que decidí pegarme una vuelta poreste barrio, otra vez. Me tomé el colectivo, el 136 que compartíamos para ir anuestros trabajos y me bajé en esa esquina, esa esquina que seguía teniendo esemismo reflector a medio morir y que nos vio cruzarnos tantas veces, tantas veces queya no recuerdo.

    ¡Estoy viejo, muchachita! Muy viejo, pero ahora que te tengo acá enfrente, que tútumba deteriorada se va decolorando como el resto de mis recuerdos, quiero quesepas algo:

    Me da bronca, me da mucha bronca haberte cruzado en esa esquina, me da muchabronca haberte dicho dónde quedaba la parada del colectivo, me da bronca extrañartey que por más que la memoria haga todo por desaparecerte, parece que se guardóalgo en el bolsillo para que de vez en cuando te me aparezcas y te repitas.

    www.lectulandia.com - Página 14

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    15/35

    Yo no sé si sirve de algo esto que te digo, pero si vine hasta acá es para decirtetodo esto y devolverte tu libro, marcharme lentamente y que el tiempo me deshaga,me despinte brutalmente hasta hacerme pedazos.

    ¡Adiós, muchachita! ¡Adiós!

    www.lectulandia.com - Página 15

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    16/35

    Culipatines y estorninos

    por Bruce L. Priddy

    Annie me dejó. Yo dejé los dedos de mis manos y pies.Seis pulgadas de nieve en dos horas, y muchas más por caer. Una extraña

    tormenta que ningún meteorólogo de la ciudad había predicho ni fue detectada porningún radar.

    Uno de nosotros tuvo la idea de deslizarse en culipatín en la reserva de CrescentHill, no recuerdo quién. A veces creo que fue ella, por motivos solo obvios para mí.

    No deberíamos haber salido. Las rutas estaban cubiertas con una capa de nieve,los limpiaparabrisas no llegaban a limpiar los copos de nieve y el automóvil de Annie

    se negaba a permanecer recto en un carril. Dos veces patinó y se salió del camino.Tardamos una hora en recorrer las escasas tres millas que nos separaban de la

    reserva. Nunca pensamos en dar la vuelta y volver a casa. Al menos yo no lo hice, ysi Annie lo hizo, nunca lo dijo.

    No había nadie más allí afuera. Éramos las únicas dos personas en el mundo.Las barras de hierro forjado de la entrada al embalse de la reserva estaban lo

    suficientemente separadas para dejar pasar nuestros trineos —unos delgados platillosde plástico—, pero nosotros tuvimos que trepar y atravesarlas por arriba. Estábamos

    un poco viejos para eso. Annie ya llegaba a los treinta. Yo había cruzado esa líneamuchos años atrás.

    Envejecí dos décadas esa noche…Al mundo le habían drenado sus colores. Todo lo que estaba cubierto por la nieve

    tenía un brillo blanco del color de la luna, los contornos eran indistinguibles.Cruzando el campo vimos una colina perfecta. Un terraplén formado sobre el agua dela reserva, de cincuenta pies de altura, sin árboles que pudieran hacernos quebrarnuestros cuellos.

    Al final, cerca del embalse, había un único árbol, que parecía lleno de vida apesar de la estación.«¿Todavía tiene hojas?», preguntó Annie, mientras mirábamos de lejos el árbol.

    Desde la distancia, las hojas parecían no moverse con el viento.Escuchamos los estorninos antes de verlos.El siseo de la nieve, el ruido del hielo sobre el suelo y el rugido del agua

    atravesando el embalse de la reserva, todos los sonidos desaparecieron en la algarabíaque hicieron los pájaros cuando nos aproximamos a ellos. Annie y yo, a pesar de lapoca distancia que nos separaba, tuvimos que gritar para escucharnos. Annie aferrómi mano.

    «¿Alguna vez viste tantos?».No, nunca antes había visto tantos estorninos juntos.

    www.lectulandia.com - Página 16

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    17/35

    Sus excrementos olían ácido, provocando una sensación horrible en el fondo de lagarganta.

    Escogimos un lugar en la colina, lejos del árbol de los estorninos. Pero el vientonos llevaba su olor. Aún así, nuestro entusiasmo por tirarnos en culipatín nos hizoignorarlos.

    La colina era casi demasiado empinada para treparla. Annie se echó a reír cadavez que me resbalé, enterrando en la nieve mis manos, rodillas y rostro. «¡Vamos,anciano!», se burlaba ella, arrojándome bolas de nieve. Al llegar a la cima de lacolina, mientras recuperaba el aliento, amenacé con arrojarla bajo el árbol de lospájaros. Entonces le arrojé un puñado de nieve a la cara. Ella me abordó y luchócontra mí, tratando ambos de empujarnos por la ladera de la colina, aunque nunca nosempujamos tan fuerte como para separarnos.

    Antes de sentarnos en nuestros culipatines, Annie leyó la etiqueta de advertencia

    que traían estos: «ciertas condiciones pueden provocar que el trineo se mueva a unavelocidad excesiva», decía. La etiqueta tenía razón. No había pensado que era posibledeslizarse tan rápido sobre las posaderas. Nuestra velocidad nos envió hacia elcampo, siempre en una dirección cercana al árbol de los estorninos. La nievesalpicaba nuestros rostros, se metía en nuestras mangas y pantalones. Nos hacía picarun poco, pero nos estábamos divirtiendo demasiado así que no nos importó. Nostiramos de nuevo, esta vez por separado: Annie no quería que chocáramos. Cerca delfinal de su descenso, Annie inclinó su trineo y se estrelló contra un montón de nieve,donde se quedó haciendo angelitos mientras me esperaba. Luego, cuando ella miróhacia otro lado, dibujé cuernos sobre las figuras. Después volvimos a trepar la colinay deslizarnos otra vez.

    Annie no había traído guantes apropiados para jugar en la nieve: eran de lana, y alabsorber la nieve comenzaron a congelarle la piel. «No siento mis dedos», dijo. Tomésus manos entre las mías, y traté de darle calor soplándolas.

    «Dijiste una frase extraña», mencioné, «¿alguna vez sentimos realmente algunaparte de nuestro cuerpo? Quiero decir, nunca las notamos hasta que están frías ocalientes o lo que sea, hasta el momento en que algo les sucede. Las tenés

    entumecidas, ¿no?».Ella negó con su cabeza, «no siento los dedos entumecidos. Siento como si no

    tuviera nada, como si hubiera perdido mis dedos».Me saqué los guantes y la ayudé a meter sus manos en ellos. Luego Annie puso

    sus manos en los bolsillos de su abrigo y yo la abracé.«¿Tus manos van a estar bien sin guantes?», me preguntó mientras nos dábamos

    calor el uno al otro. «Por supuesto», le respondí adoptando un tono de voz más grave,«soy un hombre, nena». Ella sonrió y apretó su culipatín congelado contra mi cara.

    «¿Estás listo para tirarte de nuevo?», preguntó, mientras adoptaba la postura deun boxeador y jugaba a darme golpecitos. Yo hice como si me dolieran.

    «Seguro. ¿Calentaste lo suficiente?». Ella asintió.

    www.lectulandia.com - Página 17

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    18/35

    «Tirémonos agarrados de las manos esta vez. Quiero ver cuánto tiempoaguantamos sin soltarnos», propuse. A pesar de sus preocupaciones anterioresrespecto al frío, no tuve que hacer ningún esfuerzo por convencerla. Nos sentamosuno junto al otro en nuestros trineos, tomados de las manos. Me incliné buscando unbeso.

    «Nuestros labios se congelarían», se excusó, «pero podemos darnos besosesquimales». Rozamos nuestras narices y eso me distrajo. Ella se lanzó colina abajo,arrastrándome con ella.

    Grité por la sorpresa y ella rio. Cerré mis ojos para evitar que me entrara nieve.Su mano tiraba de la mía, dolorosamente. Ella se detuvo, pero me solté y seguídeslizándome. Annie hizo un sonido, una mezcla entre una risa y un suspiro, algo quesolo hacía en la cama. Yo salí disparado del trineo, cayendo de cara en la nieve. Medolió, pero me di vuelta riendo.

    «Annie, ¿estás bien?», pregunté.Y vi el cielo despejado.La luna había salido y el mundo brillaba.Había solo una nube, negra y solitaria, moviéndose rápido contra el viento.Annie no respondió. Los estorninos, pensé, no me escucha por el ruido que hacen.

    La llamé, más fuerte. Mi voz volvió como un eco. Me di cuenta entonces que elcampo estaba en silencio.

    Me paré y miré alrededor. No había nada en el lugar. Los estorninos se habíanido. Tampoco estaba Annie, solo su culipatín, semienterrado en la nieve.

    Corrí, gritando su nombre. «Está herida», pensé. Alrededor de su trineo había unamancha de sangre. No más que la que saldría de una leve hemorragia nasal. Cavé ycavé en la nieve hasta que encontré debajo la hierba congelada. Pero Annie no estaba,se había ido.

    Grité de nuevo su nombre. Solo los árboles me escucharon.Había algunas huellas. Mis botas, sus botas, y otras huellas… de pies desnudos.

    La nieve se evaporaba alrededor de estas. Pensé «tal vez Annie golpeó su cabeza,quedó desorientada, perdió sus botas»… Pero estas eran huellas de pies desnudos

    mucho más grandes que sus pies, y demasiado alejadas una de otra, no podríahaberlas hecho ella, ni siquiera corriendo.

    Las seguí, tratando de imaginar de donde vendrían. No parecían haber entrado nisalido del campo, solo había un rastro hacia el árbol de estorninos, de ida y vuelta.

    * * *

    Desperté en el hospital. Un guardia de seguridad me encontró caminando entre el

    árbol y el trineo, gritando y llamando a Annie, en un delirio causado por lahipotermia. Nadie sabe cuánto tiempo estuve perdido en la reserva, pero fue tiemposuficiente como para que mis dedos se pusieran negros. Los médicos me amputaron

    www.lectulandia.com - Página 18

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    19/35

    cuatro de los dedos de los pies, y la mitad de tres dedos de la mano.Los policías me interrogaron cuando me recuperé.Annie fue encontrada en el fondo de la reserva. Y en los suburbios. Y en el patio

    de una escuela. Y en el patio de alguien. No mucho. Nunca fui un sospechoso, yaestaba en el hospital cuando encontraron los restos.

    Y cada vez que nieva, encuentran más. Algo de cabello, un trozo de piel, unaoreja. Entonces los policías vienen a mi casa, y preguntan si recuerdo algo, si vi oescuché algo que pueda ayudarlos.

    Yo no vi ni escuché nada. No vi las nubes crepusculares de estorninos formandoel rostro de Annie contra el cielo. Sus pequeños suspiros no fueron enterrados por elruido de los pájaros.

    No sueño. Y en esos sueños que no tengo, no estamos en el campo y Annie no medice que me está dejando por otro. Este otro no es un hombre, es algo como la luna,

    algo que pretende ser un árbol lleno de estorninos. Y él no toma en sus brazos aAnnie y se la lleva durante la tormenta.Fueron el congelamiento y la cirugía quienes se llevaron mis dedos, no Annie. No

    fue su aliento, ennegreciendo mis dedos cuando logré alcanzarla.Y cuando nieva, cada vez que nieva, mientras la policía recoge pedacitos de ella,

    no veo sus huellas trazando círculos alrededor de mi casa.

    Relato publicado originalmente en Lovecraftzine. Versión en español de David Rojaspara Los Furbantes.

    www.lectulandia.com - Página 19

    http://lovecraftzine.com/

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    20/35

    El joven

    por David Rojas

    Llegué al pueblo por la tarde, cuando el sol había bajado y los pobladores salían desus casas de adobe o de sus palacios tallados en piedra para aprovechar las últimashoras de sol comprando en el zoco o intercambiando información o miradas en laplaza.

    Caminé entre las tiendas, fui preguntando.Aquí y allá me señalaban direcciones y hombres rudos se ofrecían para

    acompañar mi aventura, anunciando el precio de sus brazos y sus cimitarras con lasoberbia de la crueldad. A todos rechazaba yo con alguna zalema: indicando que el

    precio era justo, pero que sin embargo mis alforjas no tenían esa cantidad demonedas; o pretendiendo que la ferocidad de cual o tal guerrero era digna de apreciar,pero que sin embargo yo buscaba algo más modesto para mis fines.

    Cuando el sol se ocultó detrás de las montañas de arena del horizonte, me halléfrente a un joven de la misma edad que yo. Ceñían su cuerpo las túnicas blancas delos shadires y me detuve adivinando el contorno de sus músculos fibrosos bajo la tela.Miré sus ojos verdes delineados por el kohl, sus labios oscuros al costado de un lunar.

    «Qué observas», me dijo en un tono brusco, como aquel que se ataja de una

    ofensa, usando las palabras como una pared antes que una pregunta.«Observo tu cuerpo. Me sobrepasa en una cabeza y tu espalda es ancha. Es bueno

    para la lucha. Y me interrogo si eres el joven que todos nombran como el conocedorde los caminos del desierto y la roca, por eso te miro, buscando las señas que meindicaron».

    «Soy yo. Y pongo mi cuerpo y mi alfanje a tu servicio. Dime donde está tucaravana».

    «No tengo caravana, viajo solo. Estoy buscando un compañero: los peligros de la

    arena son muchos y en las noches demonios ciegos nos llaman para perdernos».«Nadie viaja de noche».«Nosotros lo haremos, no soporto el calor».La noche, en el desierto de la región, no tenía el suficiente tiempo para enfriar el

    calor abrazador de los días, pero el joven se conformó con mi explicación o eligió nopreguntar más. Me acompañó a comprar provisiones y al pozo de agua a llenarnuestras odres y luego yo lo acompañé a su hogar, donde se despidió de su padre y desu madre y donde su hermana intentó seducirme cuando se enteró que yo era el hijode un rico mercader en su primer viaje lejos de su ciudad.

    Tras cenar, subimos a nuestras monturas y a paso lento pero constantecomenzamos a perdernos bajo la luna. Cabalgamos toda la noche y seguimoscabalgando durante el día siguiente, bajo el cielo azul, y él mantuvo el silencio y el

    www.lectulandia.com - Página 20

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    21/35

    gesto atento.Volvieron a aparecer estrellas sobre nuestras cabezas. Los caballos de repuesto

    parecieron cansarse al igual que lo habían hecho nuestras primeras monturas. Hiceuna seña al joven guerrero y desmontamos.

    Armé una tienda, mientras él encendía una hoguera donde cocinar.

    Comimos algo y me contó historias sobre su pueblo y algunas en las que él seenfrentaba a innumerables peligros. Sus ojos chispeaban cuando relataba el rescate dealguna doncella y la promesa de casamiento que había sellado con su padre. Mepreguntó si mi padre me había comprometido con alguna joven, y me recordó a suhermana. Le dije que no, que me había escapado de esos compromisos.

    Encendí el tabaco aromático y abrí una pequeña botella de cierto licor prohibidoen la región, y mientras lo convidaba le expliqué mis verdaderas intenciones. Meescuchó con sorpresa y mientras me acercaba a él parecía temblar, pero sin embargo

    no intentó escapar ni adoptó una actitud agresiva.Lo despojé de su túnica y me despojé de la mía y al ver su miembro semi erectotemblando como si dudara en alzarse, me enternecí: ese joven, que decía habercortado cien cabezas y yacido con cincuenta vírgenes, ese joven que coleccionabahistorias de sangre y mujeres apasionadas, ese joven me temía.

    www.lectulandia.com - Página 21

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    22/35

    Bichos

    por María Ward

    Aún cierro los ojos e intento imaginar lo que le causaba tanto terror, lo que lo hacíagritar y hacerse un bollo sobre la cama del hospital la noche en que despertótranspirado y comenzó a señalar las esquinas, los techos, las sillas. —Matalos, Juan,matalos —gritaba Lauro mientras se sentaba temblando y dejaba ver una granmancha de sudor sobre la sábana.

    Decidí volver a la ciudad cuando me llamó Quique preguntando por la casa de mivieja y dijo que quería comprarla. Hacía un tiempo que estaba en venta, pero nadieme había convencido. El viaje fue tranquilo a pesar del calor, los días de semana hay

    tan poca gente en las rutas que uno puede ir despacio, mirando el paisaje. Dondeantes había campo, había ahora alguna que otra fábrica o una casita humilde.

    Al entrar a la ciudad lo primero que busqué fue una estación de servicio parallenar el tanque y refrescarme un poco. Estacioné y, mientras le señalaba al playeroque llenara el tanque, fui al baño. No estaba tan sucio como lo suponía, lo único quedesentonaba era un tipo acurrucado en un rincón. Cuando terminé de mojarme elcuello pude verle la cara por el espejo. Los rasgos cambian, sí, pero armónicamente.Me acerqué para comprobar que realmente era Lauro. Primero noté el olor, algo

    dulzón, como de perro mojado y recién cuando me acerqué a su cara pude distinguirel otro olor, el del alcohol. —¿Lauro? —dije, aunque estaba seguro de que era él. Elcuerpo acurrucado apenas se movió. Miré a mi alrededor. Al costado de una de lascanillas del lavamanos había un vaso de plástico que llené hasta la mitad. Volví aponerme frente a su cara y le tiré un poco. —Hijo de puta —me dijo, mientrasintentaba abrir los ojos.

    Cuando salí del baño el playero me estaba esperando al costado del auto. Lepagué y le pedí que me ayudara con el tipo que estaba en el baño. Me miró como si

    estuviera loco, pero me acompañó. Cada uno lo agarró de un brazo, aunque el pibehizo todo lo posible por no tocarlo demasiado. Lo subimos al asiento de atrás. Le dijegracias al chico, pero ya se había dado vuelta y volvía a la estación oliéndose lacamisa. Subí al auto y bajé las dos ventanillas de adelante. Me di vuelta y lo miré. — ¿Estás despierto? —Él murmuró algo que no entendí, mientras se acomodaba a lolargo del asiento. —Soy yo… Juan —fue lo único que pude decir.

    La ciudad parecía otra, había edificios y casas nuevas, locales de ropa donde anteshabía almacenes. La casa de Lauro o por lo menos el lugar donde yo recordaba quehabía estado no quedaba lejos. La casa estaba igual, aunque un poco venida abajo porel tiempo. Frené y bajé del auto. Todavía no sabía qué iba a decir cuando se abriera lapuerta, ni a quién si es que se abría, pero me acerqué y toqué el timbre. Sonó la llaveen la cerradura y la puerta se abrió hasta donde la cadenita de la traba lo permitía. Un

    www.lectulandia.com - Página 22

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    23/35

    poco de pelo cano y la mitad de una cara entrada en años me miró desde adentro. —¿Sí? —¿Es la casa de Lauro? —Lauro no está —La voz de la mujer fue cortante, supuse que con la última

    palabra me cerraría la puerta en la cara, pero se quedó esperando.

     —Está en mi auto —dije.La puerta se cerró, escuché el ruido de metal de la traba y volvió a abrirse. La

    vieja parecía una copia en miniatura de la mujer que yo recordaba. No dijo nada.Dudé un segundo entre explicarle lo que había pasado o ir directamente a buscarlo.Ella miró hacia los costados de la vereda y luego al auto. Me di vuelta y caminé haciala puerta trasera. Le dije que estábamos en su casa, logré sentarlo e ir sacándolo de apoco. Caminamos hasta la puerta, yo hablándole para que no se volviera a dormir y élmurmurando cosas y dejándose caer cada dos pasos. La vieja volvió a mirar la vereda

    de esquina a esquina y se metió a la casa para dejarnos pasar. Cerró la puerta y meseñaló una de las habitaciones. Lo solté sobre la cama y le subí las piernas para quequedara acostado. La persiana estaba baja y sobre la mesa de luz había un par debotellas. Desvié la mirada cuando la vieja me preguntó de dónde lo conocía. Le dijequién era, le hablé de mi mamá y de la escuela, ella sonrió apenas. —Estás hechotodo un hombre —me dijo. Me ofreció té. Nos sentamos a la mesa sin decir nada.Juancito. Hacía tiempo que nadie me llamaba así. —Gracias Juancito —me dijo y metocó la mano.

    Volví al auto y manejé imaginando las casas de la gente que ya no estaba sobrelas fachadas de los negocios nuevos. Pensé en Lauro durante el viaje y tambiéncuando estuve en la puerta de mi antigua casa. Tuve que golpear la puerta con elhombro para que cediera. Adentro el olor a humedad y el polvillo lo llenaba todo. Fuiabriendo las ventanas a mi paso, di vueltas, volví a ver cada mueble. Llegué al baño.Todavía estaba el espejo, aunque partido y la bañera cubierta de polvo. Me asomé aella y pasé un dedo sobre el fondo dibujando una raya blanca. Me limpié la mano enel pantalón y salí.

    Toqué el timbre en la casa de Quique y el viejo se asomó por la ventana. Cuando

    salió pegó un grito. —Mirá lo que sos, nene —Nos reímos. Me invitó a pasar, pero ledije que estaba apurado. Me dijo lo que ofrecía por la casa, era mucho menos de loque yo esperaba, pero no lo pensé demasiado. Le dije que sí, que me parecía perfecto.El viejo sonrió. Charlamos lo de los trámites y me despedí. —Vení cuando quieras — dijo.

    La idea original había sido quedarme un par de días, pero el asunto de la casaestaba terminado. Manejé hasta la calle principal y busqué un lugar para comer. Elegíla primera mesa, que daba a la ventana. Era temprano, apenas empezaba a anochecer.

    Pedí el plato del día y un vaso de vino. La moza me dijo que lo mínimo era unabotella de tres cuartos. Pedí agua. Por la ventana se veía la calle y, enfrente, la plaza.Me acordé de las tardes tirado en el pasto, esperando que nadie conocido me viera

    www.lectulandia.com - Página 23

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    24/35

    para que mamá no se enterara de que no había ido al colegio. Lauro se reía, decía queno pasaba nada. Compartíamos un cigarrillo y una petaca, mientras mirábamos a cadamina que pasaba pensando en una posible conquista. Yo ya no fumaba y apenastomaba, pero tampoco me reía tanto. Comí sin poder despegar la mirada de la plaza.

    Toqué el timbre y salió la vieja. Me dijo que Lauro había salido hacía un rato y

    me invitó a pasar. Preparó el té y cuando tuve la taza frente a mí no pude evitarsonreírme. Recordé el chiste de Lauro cuando éramos chicos, preguntaba si alguienquería un té cuando pasaba la petaca, imitando a la vieja. Ella me preguntó por micasa. Le hablé de mi mujer y de mis hijas, de mi trabajo, evité ciertos momentosfelices, intenté mostrar mi vida más oscura de lo que realmente era. La vieja mesonreía, pero no decía nada. Nos quedamos en silencio hasta que sonó el teléfono.Contestó bajito y después de cortar me preguntó si podía llevarla hasta el hospital.Nos subimos al auto y ella me guió.

    Al entrar al hospital la vieja se quedó llenando papeles y yo pregunté por lahabitación. Abrí la puerta, estaba parado y gritando. —Sacame todo esto, puta demierda —En cuanto me vio se quedó quieto. —Mirá Juan —me dijo, señalándose elbrazo: se había arrancado la aguja del suero y un hilo de sangre le bajaba hasta lamano. La vieja no entró a verlo, me llamó al pasillo y me di cuenta que contenía elllanto. Le dije que yo me quedaba.

    Se durmió al rato y yo aproveché para hablar con el enfermero. Alguien lo habíadejado tirado en la puerta del hospital, tuvieron que revisarle los bolsillos para verquién era, hasta que uno de los encargados de la limpieza dijo que lo conocía. Elenfermero se fue y yo me entredormí en la silla que estaba al costado de la cama. Nosé cuánto tiempo pasó, pero me despertó gritando. —Ahí, en la esquina… MataloJuan, matalo. —Me paré de un salto y miré el lugar que me señalaba.

     —No hay nada, Lauro. —Matalo, por favor.En la esquina había un papelito, lo levanté y él volvió a gritar, lloraba, nunca vi a

    nadie tan asustado. —Matalo, ahí Juan, ahí…

    Le pegué una patada al aire. Él dejó de gritar y me dijo que había otros, alrededorde la cama, en las paredes. Empecé a caminar por la habitación dando puñetazos ypatadas.

     —Qué son, Lauro, qué mierda son —grité. —Bichos, en todos lados, Juan, están en todos lados…El enfermero abrió la puerta y me miró. Se acercó, le dio una inyección y Lauro

    se fue quedando dormido como un nene.Miré las paredes y los rincones desde la silla. Sólo estaba el velador de la mesita

    de luz encendido. No podía cerrar los ojos, estaba nervioso. Por la ventana se veía lanoche cerrada. —Tenés que matar a todos los bichos juntos, Juan… —Giré la cabezay lo vi mirándome, serio. Se dio vuelta y siguió durmiendo. Me quedé mirando su

    www.lectulandia.com - Página 24

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    25/35

    espalda. Recordé el día en que me había ido, veinte años atrás, su camisa abiertaenfrentando el calor, los dedos finos, el paquete de cigarrillos arrugado asomando delpantalón. —Así que te vas. No llores, boludo, que nos vamos a ver. No seas maricón —Se había hecho una pausa mientras los dos mirábamos el flete que estaba listo paraarrancar. —¿Querés un té? —Había dicho sacando una petaca del bolsillo. Reímos.

    Yo me había subido al camión y, mientras me alejaba, lo había visto terminar lo quequedaba en la botella a medida que se hacía más chiquito y revolearla al costado delcamino cuando era apenas un palito a la distancia.

    Volví a mirar la noche por la ventana e iluminado por la luz tenue del veladortraté, por primera vez, de imaginar esos bichos. Y cuando estuve completamenteasqueado, cuando logré reconocer a mi amigo y supe que no podría olvidarlo, acariciésu espalda de hombre viejo y me fui de la ciudad.

    www.lectulandia.com - Página 25

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    26/35

    Limbo-Siamaj Verkistoj, la pluma de Cruzavia

    por María Ward

    Si uno viajara hoy a la micronación de Cruzavia, digo, si uno pudiera llegar (nuncatuvo fronteras claras y, por bula papal primero, por Ley Nacional después, se hanegado a aparecer en los mapas; aún se empeñan en hacer firmar un contrato deconfidencialidad cada vez que se entra o sale de la misma) encontraría una nación degentes raras y de paisajes hipnóticos. Encontraría también un ambiente de relajo casiadictivo. Esto no era así hace un par de años. Cuando viajamos con David, siguiendolos pasos de Limbo, Cruzavia seguía bajo el influjo del General Ŝlimo y el nombre deLimbo-Siamaj Verkistoj era un insulto. Sabíamos de esta rencilla por uno de los

    cuentos del único libro que llegó a nuestras manos, Kûsi (traducido en Argentinacomo La miel del campo), donde el autor imaginaba las penas horrorosas que deberíasufrir Ŝlimo por los daños hechos a su país. Hasta ese entonces el nombre deVerkistoj nos era un paisaje desconocido, a partir de ese viaje y de la lectura demuchas de sus obras nos pareció que el desconocimiento de este escritor era unapérdida para las letras mundiales. Somos conscientes de que Limbo jamás recibirá elNobel ni el Pulitzer, pero él tampoco lo quiere y a nosotros nos importa muy poco.No se puede medir la verdadera literatura con un premio de morondanga.

    Criado en un hogar humilde, hijo de un labrador y una costurera, Siamaj pasó suniñez corriendo por los prados de la hermosa Sopiras, su ciudad natal. Debido a lainexistencia de escuelas públicas en su país, debió estudiar en el extranjero: alcumplir trece años sus padres lo enviaron a Argentina, donde cursó sus estudiosprimarios y secundarios en la ciudad de La Plata. A pesar de comenzar sus estudioscon una edad avanzada, los terminó en tiempo récord. A los veinte años ya tenía sutítulo de Bachiller y volvía a Cruzavia con el borrador de un libro de poesías bajo elbrazo:  La pano de la malriĉuloj, fruto de sus encuentros con diversos poetas

    platenses y un amor por una joven llamada Esther. Dicho libro nunca fue editado,pero se sabe por declaraciones del escritor que fue tirado al Río Maltrankviliga elmismo día en que el escritor Nacional, Rakontanto Blinda, le dijo que podía dedicarsea cualquier cosa, menos a escribir. Luego de intentar ocupar su tiempo trabajando enel campo, conquistando cruzavianas de vida liberal e intentando olvidar sus sueños,Siamaj comprendió que «Escribiría mal, sería un escritor pésimo, pero no lo dejaríaamás».

    Nunca lo dejó, pese a ser el blanco preferido del General Ŝlimo y sus secuaces.Sufrió persecuciones de película, redadas, quema de libros, silenciamiento de sunombre y, sin embargo, cada cruzaviano sabe, al menos, uno de sus poemas. Unejemplo de la persecución sufrida por el escritor es lo sucedido con la ediciónargentina de Kuŝi, editada por la ya desaparecida Norj Editores en una tirada de cien

    www.lectulandia.com - Página 26

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    27/35

    ejemplares que desapareció misteriosamente antes de llegar a cualquier librería. Elpropio Limbo adjudicó este ataque al gobierno de Cruzavia dado que uno de loscuentos de dicho volumen hacía una parodia de la prima del presidente de facto (Lahorrible Hida Ŝlimo, duquesa de Mizera). Esa fue su única edición formal, entremuchas otras ediciones ilegales que circularon por los bajofondos de Cruzavia.

    Limbo tiene un romance duradero con Argentina, o cómo él la llama «El cielo delos escritores, el edén tapizado de mate y dulce de leche». Podríamos pensar que esun poco exagerado, aunque conociendo las limitaciones en las que el General Ŝlimosumió a su país durante casi 50 años, se entiende que el nuestro le pareciera unparaíso. En septiembre de 1996, un grupo armado que respondía a las órdenes delGeneral Ŝlimo lo encontró en nuestro país y fue devuelto a su patria en un vuelonocturno no autorizado —aunque está presente la sospecha de una vista gorda porparte de las autoridades argentinas ante un escritor que había comenzado a opinar

    sobre política local—. Ya en Cruzavia el mismísimo Ŝlimo lo enterró vivo durante 24horas para «hacerle entender cuantos pares son tres botas», según las declaracionesoficiales. Acuciado por la presión social de los cruzavianos que creían que el tema sehabía pasado de castaño oscuro decidió dejar al escritor volver a su casa pero con unafuerte escolta militar que lo seguía a todos lados. Ese episodio es contado en detalleen el libro Klamanie kníh Ŝlimo, cuya traducción preliminar sería Los suciosmostachos de Ŝlimo, un recuento de las espantosas vivencias de dicho escritor frenteal General.

    Cruzavia se ha relajado. Hoy no respira miedo en las calles ni salta ante elzapateo de las tropas del General. Los escritos de Limbo fueron liberados luego de lamuerte de Ŝlimo, quien, en un acto de justicia poética, falleció aplastado en plenofrenesí sexual por su obesa amante Ŝranko Sxargxigxis, hija del Ministro de HaciendaSterko Sxargxigxis, quien, desbordada por una difícil maniobra amatoria, sedesplomó sobre su cuerpo produciendo daños irreversibles. Esa misma noche elpueblo de Cruzavia salió a las calles en un festejo que duró una semana y en el cualse nombró a Ŝranko Sxargxigxis como héroe nacional. En la algarabía las hordascorearon el nombre de Limbo. Frente a los medios cruzavianos el escritor explicó que

    contaba con miles de cuentos, poesías y más de treinta novelas guardadas en su casay que por fin podría dar a conocer sin miedo a ser torturado. La democracia seinstauró en Cruzavia luego de 50 años de una dictadura feroz, y el pueblo eligió comoPresidente a Unua Ĉefo, integrante de la agrupación revolucionaria Mullah Tedaĵo,quienes habían luchado infructuosamente contra Ŝlimo hasta el momento de sumuerte.

    Hace aproximadamente cinco meses le enviamos a Limbo una encomienda deyerba playadito, dulce de leche, bonobón y una carta alegrándonos de su

    nombramiento como docente en el Primer Liceo de las Artes de Cruzavia. Nosagradeció con una caja llena de material. Decidimos con David que ya es hora de queel mundo conozca a este artesano de la literatura, se regocije en su maestría y le haga

    www.lectulandia.com - Página 27

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    28/35

    el pito catalán a la memoria de Ŝlimo.

    www.lectulandia.com - Página 28

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    29/35

    El ciego

    de Limbo-Siamaj Verkistoj

    A los 20 años yo era un joven trabajador de clase media baja, con inclinacionesliterarias (y de las otras). Había escrito mi primer libro de poesías,  La pano de lamalriĉuloj, y vagaba con una copia bajo el brazo por los pocos bares donde dejabanentrar a los escritores en mi adorada Sopiras. Eran sólo dos: Kaljtún y Oña. Losescritores nunca fueron bien vistos en Sopiras. Quizás sea aquella leyenda que noscontaban nuestros padres sobre Kaljov, el escritor que comía niños insolentes ymaleducados para escribir sus poemas. Luego me enteraría, ya grande, que Kaljovexistió y que comer no era exactamente lo que le hacía a los jóvenes efebos que lo

    seguían por toda Sopiras suspirando por sus eróticos poemas. Poca gente sabe laverdadera historia de Kaljov, sobreviven muy pocos libros de su producción y menosaún los que se escribieron sobre ella, Ŝlimo los quemó junto a tantos otros la noche dela fogata. Yo tuve la suerte de conocer la verdad en la casa de Rakontanto Blinda.Blinda solía decir en las reuniones privadas, cuando ya estaba un poco pasado deSartoj, que él había sido uno de los jóvenes enamorados del poeta. Decía, además,que el poema Luz estaba secretamente dedicado a él. El poema dice:

    Verás mi cara al sonreíry pintaremos azules, violetas y doradosVerás mis manos crispadasen colores cálidosy tus ojos vivosel azul y el verde clarograbaran en la retinael momento del esclavo

    No verás máscuando el tiempo,cruel tiranote tome de las nalgasy te bese en los labiosy Sopiras caiga muertacual heladas de verano.

    Siempre dudé de las palabras de Blinda, primero porque había nacido ciego yporque toda su obra tiene un tufillo ligeramente homofóbico. Ni decir que Blindatenía dos años al momento de la muerte de Kaljov. No discutí la anécdota cuando la

    www.lectulandia.com - Página 29

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    30/35

    escuché porque Blinda sabía contar, sabía inventar y sabía mentir como pocos. Era unverdadero escritor.

    Volvamos a mis veinte años. La primera vez que vi a Blinda fue una noche enOña. El lugar era apestoso, ninguna mesa era parecida a la otra y las gordascucarachas ya se habían acostumbrado a caminar entre los pies de los asistentes sin

    morir aplastadas. Apestaba a cigarro de mala calidad y a sudor. Blinda dejaba guiarsu cuerpo de viejo obeso por su joven mujer, Costria, hacia la mesa que siempre teníareservada. Yo había oído hablar de él, había leído algunos de sus libros (los que habíapodido conseguir) y pensaba que era mi oportunidad de aprender.

    Esperé a que estuvieran sentados y con los primeros vasos de Sartoj paraacercarme. Me quedé parado al lado de Blinda esperando a que me viera. Obviamenteno lo hizo. Costria me descubrió luego de un rato, me miró con cara de vaca cansadae hizo un gesto con la mano para que me retirara. Yo era más que pobre, mis ropas y

    calzado provenían de la caridad de las Hermanas de Proulek. Me habían dado unasbotas con taco (bastante masculinas para la época) que muy luego me enteraría yoque eran de bailaor flamenco. Cada vez que entraba a un lugar la gente seguía con lamirada el ritmo de mi caminata para atrapar algún paso de bulería, así que habíaaprendido a caminar casi de puntillas para pasar desapercibido. En aquel momento,asqueado por la actitud de Costria, un enojo adolescente me nubló la mente y ejecutéun zapateo que hizo callar a la mitad de los presentes. Los tacos sonaron fuertes sobreel piso de madera y Blinda se dio vuelta hacia donde estaba yo y, para mi sorpresa,gritó un ¡Ole! mientras palmeaba las manos. Me quedé quieto. El viejo ciego seguíaaplaudiendo mientras gritaba ¡Se armó el tablao! ¡Ole! ¡Que siga el bailaor! imitandoel acento español. Costria me miró con la expresión de los leones al descubrir unapresa particularmente débil y, tocándole el hombro a su marido, le explicó que nohabía ningún bailaor y que el culpable de semejante estruendo era un jovenharapiento y con cara de estúpido. El viejo suspiró decepcionado, seguramentepensaba que podría revivir al menos una parte de su feliz vida en España (cómoolvidar su libro  Les mans de Crup, escrito en catalán, ganador del ūsai de oro a laexcelencia literaria) y con la mano me hizo una seña para que me retirara. Yo no iba a

    perderme la oportunidad, por lo que me acerqué a su cara y le dije que quería serescritor. El viejo siguió bebiendo su Sartoj. Saqué mi manuscrito de  La pano de lamalriĉuloj y lo dejé sobre su mano. Me di la vuelta y volví a mi mesa.

    Al principio ninguno de los dos le prestó atención al manojo de papeles. Yomiraba desde mi mesa, bebiendo Bir de mala calidad. Al rato Blinda le dio lospapeles a Costria y le dijo algo al oído. Ella puso mala cara, pero él no se dio porenterado. Es comprensible. El viejo se inclinó para escuchar mejor, mientras Costriaalisaba las páginas y comenzaba a leerle. Blinda había cerrado los ojos, no sé para

    qué. Ella se llevó una mano al pecho. Se infló el mío de orgullo. Era un poemariotriste y adolescente, eso lo sé ahora. En aquel momento me parecía sublime, comonos parecen siempre las cosas trágicas en la juventud. Unos minutos después vi que el

    www.lectulandia.com - Página 30

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    31/35

    viejo lloraba. Se había tapado los ojos con la palma de la mano y su cuerpo se movíatemblequeante. Costria se cubría la boca. Había logrado conmover al mayor escritorde Cruzavia, Blinda lloraba sobre mis escritos, en pocas palabras: reconocía mitalento. Estaba presto a levantarme de la mesa para acercarme nuevamente y ganarmesu respeto cuando la primer carcajada salió disparada como un obús de su boca. Era

    rechinante y cruel. Blinda estaba llorando, es cierto, pero de risa. Al próximo párrafoque Costria le leyó, ahora riendo también abiertamente, el viejo apestoso comenzó agolpear la mesa con la mano mientras se agarraba la panza. Los asistentescomenzaron a reírse de puro contagio. Luego, mientras intentaba ganar aire para suspulmones, le hizo una seña a su mujer, ante la cual ella se paró sobre la mesa ycomenzó a recitar el quinto poema de aquella infame colección. Era un poemadedicado a mi madre. Vi salir de aquella boca venenosa mis versos convertidos enchistes. La gente comenzó a palmearse y a carcajear. Yo me achiqué y escondí la cara

    entre mis manos. Esperé frente a mi mugroso vaso de Bir hasta que terminaron dedestrozarlo y a Blinda le agarró un ataque de tos que cortó el ambiente jocoso. Yoquería que muriera allí, atragantado por su propia podredumbre, pero vivió. Meacerqué a la mesa después de que se repuso y estiré la mano para llevarme lospapeles. No sabía por qué, pero necesitaba tenerlos. El viejo no veía pero debió habersentido mis tacos, estiró la mano y agarró la mía antes de llegar a mis papeles.«Apestas», me dijo, sonriendo. Yo salí taconeando como un hombre. Lloré todo elcamino hasta el río, pateando piedras y tachos de basura, creando con mis botas debailaor flamenco una sinfonía de desesperación. Las páginas de  La pano de lamalriĉuloj  quedaron flotando sobre el agua, como repitiendo aquella palabra.Apestas. Apestas. Apestas. Y sólo aquella palabra escuché en esos tiempos mientrasdejaba todo y trabajaba en el campo. Sólo eso escuché mientras paseaba por el barriode Planeck y las mujeres me invitaban desde cada puerta. Fueron dos años deescuchar siempre lo mismo. De soñar con la cara bobalicona del ciego inmundo. Deno tocar ni la tinta ni el papel. Dos años. Un día desperté tirado en la calle principalde Sopiras. Y apestaba. Junté papeles sucios durante todo el día, conseguí un lápiz.Volví a mi habitación roñosa y, en una semana escribí Maimbo Blinda. Lo llevé a su

    casa a la mañana siguiente. Costria no quiso abrirme, así que grité. «Soy yo, el queapesta. Y este libro también apesta, pero quizás quiera leerlo. Y si no, me da igual,viejo horrible». Dejé el libro (si es que a ese conjunto de papeles manchados se lepodía llamar libro) en la puerta y me fui, sintiéndome mucho mejor.

    Cuando nos volvimos a ver en Oña me senté a su mesa y, desde ese momento, fuiinvitado a sus reuniones privadas. Blinda era un gran escritor, nadie puede negarlo,pero jamás dejó de ser una persona horrenda.

    www.lectulandia.com - Página 31

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    32/35

    La Diosa

    de Limbo-Siamaj Verkistoj

    Un hombre camina por un sendero paralelo a la costa. Su vista se distrae en las olas,hasta que se interrumpe por la visión de un bovino. Corre hacia él —la diosa essagrada—. Se interna en las aguas bravas. Abraza al animal. Tras mugir tres veces ladiosa habla:

     —La vaca sobre el mar no gime por el campo.El hombre vuelve a la playa, se seca sobre ella y se acuesta. Otro amor fracasado.

    Otra despedida. La diosa es poderosa y, sin embargo, se equivoca. La arena le quemala espalda, pero no hay nada en el mundo que lo regocije más. El sol le impide abrir

    los ojos. Se queda dormido.Cuando se despierta la tarde ha caído sobre el agua y los últimos reflejos naranjas

    se disipan entre las olas. Camina descalzo y sin más ropa que un pantalón harapiento.No necesita nada.

    Entra a la ciudad por el mercado, con las mujeres comprando a último momentolos alimentos para la cena, con los hombres acarreando las herramientas de trabajosin otro deseo que el de llegar a sus casas, y allí distingue a la Diosa, no ya en suforma animal, sino como una morena que lo observa desde el centro de la

    muchedumbre. La reconoce porque nadie podría no hacerlo. Es de una bellezasublime, con ojos oscuros y profundos como el mar al anochecer. Entre ese otro marde manos y piernas cansadas, sus pies parecen volar al encuentro de aquella que lomira. Se encuentran. Cara a cara. Ella habla.

     —La vaca sobre el mar no gime por el campo —repite.Él la mira. Frunce el ceño. —Las vacas no gimen, mugen —dice, en un susurro. —Las vacas gimen —responde la Diosa a su oído— porque lo digo yo.

    del libro Kuŝi

    www.lectulandia.com - Página 32

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    33/35www.lectulandia.com - Página 33

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    34/35

    Notas

    www.lectulandia.com - Página 34

  • 8/19/2019 Los Furbantes 1 - AA VV

    35/35

    [1] Como bien me indican los editores de la revista Luthor, tildar tan ligeramente aShklovski de positivista es un gesto de simplificación demasiado grosero. Acepto y

    valido la corrección, como no podría ser de otra manera: este artículo apuntaprecisamente a combatir simplificaciones y reduccionismos, sea en el ámbito de losuegos de rol o cualquier otro. En ese sentido tanto Luthor como yo nos paramos en la

    misma vereda.